"American Nightmare" (Documental)
La serie de true crime de Netflix "American Nightmare" relata la terrible experiencia de la secuestrada Denise Huskins y el papel que la película de David Fincher "Gone Girl" (2014) pudo haber desempeñado en cómo se trató el caso.
En marzo de 2015, Denise Huskins, una mujer de Vallejo (California), fue secuestrada en plena noche en casa de su novio, quedó retenida como rehén durante 48 horas y fue violada.
Sin embargo, al ser liberada, como se detalla en la miniserie de Netflix "American Nightmare" (traducida como "Pesadilla de un secuestro en California"), fue acusada por la policía de orquestar la terrorífica experiencia.
No sólo eso.
Su caso fue relacionado con "Gone Girl "–"Perdida", una película de 2014 basada en el exitoso libro homónimo escrito en 2012 por Gillian Flynn– tanto por los medios de comunicación como por un agente del FBI que la investigaba.
En la película, una mujer sociópata, Amy (interpretada por Rosamund Pike), idea un elaborado plan y finge su propio secuestro para castigar a su marido y a su familia.
Para Huskins, esta falsa caracterización y el flagrante error judicial violaron de nuevo a una víctima vulnerable.
En el segundo episodio de la serie de tres partes –subtitulado "Gone Girl", y que también incluye imágenes de la película–, Huskins revive la incredulidad que sintió al escapar de su cautiverio y encontrarse bajo interrogatorio en una sala de detención de la policía como sospechosa.
"Durante las últimas 48 horas he estado viviendo momento a momento, intentando sobrevivir", pensó. "Lo último en lo que piensas es: 'Si sobrevivo, tengo que asegurarme de que todo esto sea creíble'".
Los detalles del caso de Huskins eran extraordinarios, tanto que la policía no podía concebir que fuera real.
Tanto Huskins como su novio, Aaron Quinn, contaron lo mismo sobre lo ocurrido aquella noche: intrusos vestidos con trajes de neopreno los ataron, los obligaron a tomar sedantes y les taparon los ojos con gafas oscuras, mientras un mensaje pregrabado les decía que Huskins sería secuestrada y liberada 48 horas después a cambio de un rescate.
Cuando Quinn despertó, se habían llevado a Huskins, y tenía mensajes de texto exigiendo dos pagos de US$8.500 cada uno para que la dejaran libre, con la condición de no llamar a la policía.
La policía de Vallejo intervino, pero justo cuando empezaban a culpar del secuestro a Quinn, Huskins reapareció a unos 640 km de distancia, en Huntington Beach, cerca de la casa de sus padres.
Explicó que su secuestrador le dijo que si contaba a las autoridades que había sido violada, mataría a su familia, por lo que al principio lo negó.
El mismo día de la liberación de Huskins, el portavoz de la policía de Vallejo, el teniente Kenny Park, declaró en una multitudinaria rueda de prensa que creían que la pareja había inventado lo sucedido.
"El sr. Quinn y la sra. Huskins han saqueado valiosos recursos y han desviado la atención de las verdaderas víctimas, al tiempo que han infundido miedo entre los vecinos. Así que son ellos quienes deben una disculpa a esta comunidad".
El abogado de Huskins, Doug Rappaport, afirma en la serie que al día siguiente, después de que un agente del FBI entrevistara a la mujer, le planteó dudas sobre si su cliente estaba diciendo la verdad.
"¿No has visto la película Gone Girl?", haciendo referencia explícita a la cinta de David Fincher por su nombre.
"¿Cómo es posible que esta persona encargada de investigar este crimen piense que es como una película de Ben Affleck? Eso es Hollywood. Esto es la vida real", plantea Rappaport. "Está tan seguro de que tiene razón: se llama sesgo de confirmación".
En la miniseriel, los realizadores afirman que el FBI no ha hecho pública la grabación de esta entrevista. La BBC se puso en contacto con el FBI para pedirle comentarios, pero no hubo respuesta.
La prensa corrió con las afirmaciones falsas, con titulares que jugaban con la asociación de Gone Girl, ya que la película estaba muy fresca en la mente de la gente, al haber sido estrenada en octubre de 2014, un año antes del secuestro de Huskins.
La cadena ABC News tituló "Supuesto secuestro de Denise Huskins: lo que sabemos del caso Gone Girl en California", mientras que en Reino Unido, el diario Metro informaba de las sospechas erróneas de las autoridades: "La Gone Girl de la vida real 'escenificó su propio secuestro', según la policía".
En cuanto a la justicia para Huskins y Quinn, el verdadero autor del secuestro, Matthew Muller, fue capturado gracias a los esfuerzos de la sargento Misty Carausu, declarado culpable y condenado a 40 años de cárcel en 2017.
En 2018, Huskins y Quinn recibieron una indemnización de US$2,5 millones de la ciudad de Vallejo, pero la ciudad no admitió "haber cometido ningún delito".
La policía acabó pidiendo disculpas, pero ninguno de los agentes implicados en el caso fue sancionado y, como se recoge en el documental, el detective principal del caso, Mat Mustard, fue galardonado como agente del año en 2015.
En "Gone Girl", el privilegio que se concedía a Amy era que su "secuestro" se aceptaba como real.
En el caso real de Huskins, como relata "American Nightmare", se le negó eso, a pesar de que su terrible experiencia era cierta.
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"El negocio del dolor"
La guerra legal contra los opioides en la industria farmacéutica americana es un tema muy candente dentro y fuera de la gran pantalla. Una guerra que se cobra más vidas inocentes de las que podríamos llegar a imaginar, siendo la primera causa de muerte por sobredosis en Estados Unidos en el 2021, y de la que (la mayor) parte de la culpa recae sobre representantes farmacéuticos sin escrúpulos y llenos de codicia presentes en el sistema sanitario estadounidense
Representantes que, en el caso de “El negocio del dolor”, forman parte de Zanna (Insys en la vida real), una startup farmacéutica que trata de entrar en el mercado de los analgésicos con una droga contra el dolor que sufren los pacientes de cáncer que promete revolucionar el mercado, y mejorar considerablemente el día a día de los enfermos.
Una droga en cuyos beneficios cree ciegamente Liza Drake (Emily Blunt), una madre soltera que acaba de perder su trabajo, que está con el agua al cuello, y a la que Pete Brenner (Chris Evans), representante comercial de Zanna, acogerá bajo su protección.
Una película, “El Negocio del Dolor”, que dibuja una alegoría muy bien construida sobre la codicia, la moral y la adicción. Una alegoría sustentada en el contraste perfectamente elaborado entre los personajes de Pete Brenner y Liza Drake.
Por un lado tenemos a Pete, un falso “antagonista” creado para representar a la figura maquiavélica enraizada en la industria farmacéutica cuyo único objetivo es lucrarse y saciar su codicia. Una codicia que actúa cual adicción que va carcomiendo la personalidad y moral hasta destruirlo todo, llegando a sumergir en la locura a los más afectados por ella.
Una figura, la de Pete, que está muy bien incorporada en una trama enfocada en blanquear un personaje como el de Liza, una encarnación de la idea de que el bien moral puede sobrevivir incluso en las condiciones más adversas.
Unas condiciones que el guion de Wells Tower insiste en mostrar como precarias y desfavorables, marcando desde un principio la fuerte relación y conexión con su hija y la enfermedad que esta sufre, y el entorno en el que vive el personaje encarnado por Emily Blunt.
Moralidad en momento selectiva, y cuya volubilidad sustenta el tono y ritmo que la cinta va mostrando a lo largo de las dos horas y cuarto de metraje, cuyo inicio sienta las bases de la trama y el origen de todas estas irregularidades (tristemente basada en hechos reales) de manera inteligente, gracias a un primer acto repleto de escenas cortas y con una puesta en escena saturada, que evoca el dinamismo caótico en el que estaba sumergido el personaje de Emily Blunt.
En este sentido, “El negocio del dolor” conforma un “Lobo de Wall Street” farmacológico, carente del exponente “scorseseriano” en su dirección, donde las acciones de a centavo son sustituidas por médicos desesperados, y donde la codicia actúa como píldora (con la que se corre riesgo de sufrir adicción) que se diluye y penetra en el torrente sanguíneo de una moral que se va atrofiando paulatinamente. Un drama inspirado en hechos reales sumamente expresivo, capaz de reflejar el lado más codicioso e inmoral de la industria farmacéutica americana.
Dos horas y cuarto de peli que se pasan en un soplo 👍👍👍
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