Tumgik
#libretas norma
coconutgirl28 · 2 years
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Libreta Norma 2007, 80's Hello Kitty.
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moracodes · 24 days
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¡Hola! ¿Podrías hacer un código de libreta, tipo escrito a mano? Que se le pueda cambiar la font, please <3 ¡Gracias!
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Dear Diary
¡Hola, Anon! Me alegra mucho decir que he sido el primero en abrir las «peticiones» hihi. Espero haber entendido lo que pedías y haber satisfecho tus necesidades.
Como todos mis códigos anteriores, ¡tiene la facilidad de cambiar recursos usando variables! Si también quieres cambiar el icono, puedes encontrar la lista aquí
Para su uso, respete las normas…
No elimine los créditos;
No utilizar como base para otras tablillas;
Si tiene alguna pregunta, póngase en contacto a través de DM o discord;
Recuerda compartir y dar like;
Encuentre los códigos aquí.
@elalmacen-rp
creditos de modelo de font a fox
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carmenpalomino12 · 1 year
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Análisis Deat Note
La Deat Note cuenta la historia de un joven llamado Light Yagami, Un estudiante muy destacado muy excepcional, que encuentra una misteriosa libreta o cuaderno de notas que pertenece al dios de la muerte llamado Ryuk.
El bloc de notas permite llevar a la muerte a las demás personas, por supuesto hay reglas estipuladas para que suceda
El humano cuyo nombre sea escrito en esta libreta morirá.
Esta libreta no tendrá efecto a menos que quien escriba en ella tenga el rostro de la persona en su mente al momento de escribir su nombre. De esta manera, personas que compartan el mismo nombre no serán afectadas.
Si la causa de muerte es escrita dentro de los 40 segundos tras escribir el nombre de la persona, esta sucederá.
Si la causa de muerte no es especificada, la persona morirá simplemente de un ataque al corazón.
Después de escribir la causa de muerte, los detalles de la muerte deben ser escritos en los siguientes 6 minutos con 40 segundos.
Entones cuando esto se complica, Light llevará a la muerte a personas que han cometido delitos, el siente el poder de acabar con la delincuencia, para tener un mundo mejor sin corrupción ni gente mala.
Ligth, es llamado como Kira.
Pero las cosa se salen de las manos, la policía tendría que investigar para ir detrás de la personas que está haciendo esto, porque se erige un Dios que puede acabar con la vida de los demás.
La tarea de desenmascararlo le toca a L, un misterioso investigador que con cuya inteligencia se le adelanta a sus pasos.
Cuando empiezan a jugar al gato y al ratón, comenzamos a ver otras normas del cuaderno de la muerte,varios y uno de ellos es el ojo Shinigami que es el que puede ver el nombre y la fecha de la muerte de los demás, cuando obtienen es el ojo Shinigami se les reduce la el tiempo de vida.
Esto se complica sobre el suelo de Light y L,A esto hay que añadir que la vida personal del Ligth y el caso estarán íntimamente ligadas habida cuenta de que su padre es el jefe de la policía y que aparecerá en su vida una joven llamada Misa portadora de un nuevo cuaderno que cambiará sus planes por completo.
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diario-vespertino · 7 months
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Requisitos para habilitar el transporte escolar en Florencio Varela
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La Comuna recuerda a la ciudadanía las exigencias imprescindibles a tener en cuenta para contratar vehículos destinados al traslado de estudiantes en el distrito durante 2024. Héctor Corrillo, director del área responsable en la Subsecretaría de Seguridad Vial y Movilidad Urbana, aclara: "En base a la normativa bonaerense, la ordenanza municipal establece que las unidades estén radicadas en la Provincia de Buenos Aires, contar con una antigüedad máxima de 16 años además de cumplir con la pintura naranja y blanca". "A la hora de registrarse, deben presentar: título de la unidad, Cédula Azul, domicilio constituido en el partido, Verificación Técnica Vehicular, Póliza de Seguro Especial, libre de deuda emitido por el Juzgado de Faltas local más los certificados de los establecimientos educativos a los cuales prestarán servicios, antecedentes penales, información personal más Libreta Sanitaria de conductores y celadores, entre otras cuestiones", enumera. Finalmente, hace hincapié en "la importancia de utilizar transportes regulados". "La prioridad es el bienestar de nuestros niños y niñas", resalta. Para efectuar el trámite por primera vez o la renovación automática, ir a la Dirección de Transporte en calle Lavalle Nº550 con turno previo solicitado a través del 4355-7898, de lunes a viernes de 8 a 13.30 hs. ¿Cómo identificarlos? Los autobuses exhibirán en ambos laterales las dos constancias habilitantes que incluyen los siguientes datos: por un lado, el número de licencia, capacidad transportativa, número de decreto, ciclo lectivo y dominio; por el otro, el listado de requerimientos en cumplimiento de la norma. Por consultas o reclamos comunicarse con la línea de atención gratuita comunal 0800-999-1234. Read the full article
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efford13 · 1 year
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¿Los padres realmente saben educar?
El cuidado de los niños pequeños es un tema muy controversial, puesto que la enseñanza como tal es ambigua, no existe una fórmula perfecta para la realización de la misma, sin embargo, hay ciertos patrones que considero inaceptables e incluso podrían considerarse tóxicos.
Para ser concretos en este texto voy a centrarme en el apartado del control que ejercen los padres sobre los hijos.
Para no andarme con rodeos ni mencionar a nadie externo, expongo el ejemplo de mi infancia y ya de paso me desahogo un poco.
➤ Comencemos por el tema de la vestimenta. Desde pequeña siempre me forzaron a usar ropa que no me agradaba y que incluso me hacía sentir mal. Yo soy una persona muy calurosa, sin embargo, mi madre es un tanto friolera y me forzaba a utilizar mucha ropa: camiseta interior, cuellos altos, chaquetones, bufandas... al final acababa llegando a casa colorada como un tomate y sudando, si me quitaba algo, aunque le dijera que era porque tenía calor, ella me lo recriminaba utilizando el pretexto de que si ella tenía frío todos debíamos de tenerlo.
Aparte estaba el tema de que la ropa en sí no me agradaba, yo odiaba el color rosa, pero toda la ropa que me compraban era de ese color. Por si fuese poco, la ropa que utilizaba estaba fuera de moda, era fea y cara, en el colegio siempre se burlaban de mí por ello, por mucho que insistiese en que no me gustaba vestir así o en que el resto no lo hacía, siempre tenía que hacerlo, no me dejaban explicarme, no era un tema rebatible, su palabra era la ley. Si vivía en su casa tenía que acatar sus normas. Actualmente siguen criticando mi aspecto, aún con 23 años, tanto mi color de pelo como la ropa en sí. No puedo utilizar tops cortos en su presencia porque les molesta que salga a la calle y que se me puedan ver las estrías en la barriga y que la gente hable mal de mí por ello.
➤Luego estaba el tema de la intimidad. Comprendo que a todos nos cuesta saber cuando una persona es lo suficientemente responsable como para poder tener sus momentos totalmente a solas en un cuarto, pero no me parece normal que hasta los 19 años no pudiese quedarme en mi cuarto tranquila. Literalmente no podía ni cerrar mi puerta mientras dormía, cosa que especialmente me desagradaba, puesto que dormir sabiendo que en cualquier momento alguien podía pasar por el pasillo y observarme... era un tanto extraño por llamarlo de algún modo, en verano siempre tenía que taparme con una sábana y poner el ventilador a la vez, para tener la seguridad de que no se me viese nada, ah y llevarme el tlf al cuarto? eso ni soñarlo. y actualmente siguen sin ver nada extraño en ello, cada vez que vuelvo al pueblo siguen aporreando mi puerta para que responda al instante o para entrometerse en lo que estoy haciendo, porque les aterra que me quede sola con el internet, como si yo no tuviese ya suficiente criterio como para saber lo que hago y sus respectivas consecuencias.
Por no hablar de que no podía tener ni una libreta para escribir mis cosas sin que después acabasen leyéndola y preguntándome / regañándome por lo que había puesto en si, ni siquiera si era algo que simplemente había pensado. Prejuzgaban y me intentaban controlar hasta en cosas tan simples como en haber escrito un mero chiste que me hizo gracia, sólamente porque era un poco subido de tono, que era normal para la edad que tenía (14-15 años) y que era privado (estaba en mi diario).
➤Por otro lado, estaba el tema de la sobreprotección. Les asustaba absolutamente todo. Por poner un ejemplo: solía ir al huerto con mi padre y mientras él charlaba con sus amigos o hacía tareas, yo me iba con los animales, más concretamente, con unos gatitos. Pues un día, uno de ellos me acabó haciendo un pequeño arañazo en el brazo, no era gran cosa, sin embargo cuando lo conté, me prohibieron ir más al huerto. Tardé varios meses en convencerlos para que me dejasen ir de nuevo. Algo similar me ocurrió mientras cogía la bici, me caí y me destrocé la rodilla, tras verme, me quitaron la bici casi por un año entero.
El ejemplo más característico es el del internet, les asustaba tanto que sólo podía utilizarlo una hora al día y era para hacer las tareas de clase (14 años), de hecho compraron un módem en específico que sólamente tenía internet de 4 a 5 de la tarde y que no tenía apenas cobertura, era completamente ridículo, teníamos que colgarlo en la ventana para que pillase señal y así poder usarlo. Siempre que lo encendían se quedaban sentados al lado mía para ver dónde me metía y que es lo que buscaba exactamente. Y si lo utilizaba para escribirle a alguien por el móvil era insufrible, preguntaban absolutamente todo, por lo que al final ninguna amiga acababa confiando en mí para contarme las cosas. Hoy en día, sigue asustándoles este tema y siguen incordiando con ello. A pesar de que soy mayor de edad y de que les he dejado claro que se trata de algo personal siguen intentando coger mi tlf cuando no estoy y que habrían cotilleado más de una vez, de no ser porque tengo contraseña. (cosa por la que siempre me llevo una reprimenda- "¿qué tienes que esconder?").
Bueno y no hablemos de que me acompañaban a todos lados, incluyendo los cumpleaños de mis amigas, cuando los demás padres no iban (sólo los que celebraban la fiesta en cuestión estaban presentes), para al final acabar observando todo lo que digo y hago y limitarme lo que podía hacer. Recuerdo un cumpleaños en el que todos los niños fueron a dar un paseo por una zona cercana a la casa y como a mi me obligaron a quedarme sentada en una silla mientras todos se iban. (Para aclarar, no vivo en una zona que pueda considerarse peligrosa, sino justo lo contrario, es de lo más tranquila). Y ni hablemos sobre quedarme a dormir en una pijamada, no fue hasta los 16 que logré quedarme por primera vez y fue gracias a que un familiar enfermó y no podía quedarse ninguno de ellos en casa conmigo, porque SORPRESA, no me dejaban sola en casa, vaya a ser que me pasase algo. Y salir sola con amigos? eso ni pensarlo, recuerdo que venían detrás mía en fiestas como Halloween para ver que es lo que hacíamos, hasta los 16-17 no pude hacerlo y siempre con grandes limitaciones, tales como saber exactamente con quienes iba (tenían que ver quienes eran y que me acompañasen tanto a la ida como a la vuelta, TOD@S), que hacía en cada momento, que comía, cuando empezaba o acababa de comer y con una hora límite muy temprana, las 00:00 y nada de ir a sitios con grandes multitudes si ellos no iban, tales como las ferias, aunque fuésemos solo a subirnos a las atracciones. Y por si fuese poco, te ponían mala cara y si oían algo que había hecho o dicho (de boca de otra persona) ale castigada, cuando eran cosas relativamente normales para la edad, como.. haber tenido que ir a recoger a una persona a x zona, pero no mencionar que fuiste porque se te olvidó.
➤Pero lo peor de todo es el tema de la confianza. Siempre anteponían lo que el resto pensaba o decía sobre lo que yo contaba, si existía una versión distinta a la mía esa es la verídica, porque claro, la visión que tiene el resto sobre ti o sobre tu hija es más importante que lo que ella siente. Llegando al punto de elegir ellos mismos que amistades me convenían y cuales no. Tuve que dejar a mis amigos sólo porque prefirieron escuchar las palabras de una chica a las mías y forzándome a estar con otras personas que no me caían bien, ah pero claro, podían saber que es lo que yo hacía en clase porque ellas se lo contaban todo.
Bueno, pero volviendo a la cuestión principal, el tema del control-libertad, sinceramente no sé que punto intermedio sería aconsejable para tener una relación sana entre padres e hijos y que a su vez pueda servir para educar a los mismos pero sin limitar sus derechos o sus intimidades, pero si que me parece que este nivel de sobreprotección es excesivo y tóxico, puesto que en ningún momento se valora la opinión de la persona en cuestión, muchos de estos problemas se podrían haber solucionado hablando. Comprendo que es difícil separarse de los hijos mientras están creciendo o aceptar que han madurado y que necesitan un espacio para ellos mismos, pero lo que no veo correcto es que pretendan que actúen como ellos lo harían aún admitiendo que no somos iguales. Cada persona puede tener un motivo diferente para comportarse de x forma y no por ello, tienen que juzgarlo u obligarlo a cambiar. Hay veces en las que los niños suelen comportarse de manera cabezota y que si viene bien poner algunos límites, siempre y cuando sean razonables, pero antes de hacerlo sin que el niño sepa el porqué, vendría bien explicarles la situación y demostrar que los padres son personas en quienes pueden confiar para que de una forma más sana, los hijos acudan a ellos cuando tengan un problema, en lugar de pretender saber todo cuanto les ocurre limitando su privacidad en un intento obsesivo por controlar su bienestar.
¿Vosotros cómo lo veis? ¿Creéis que fueron acertadas las medidas que tomaron? ¿Propondríais otra solución diferente?
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ugtibercaja · 1 year
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De profesión, trileros
001.- De profesión, trileros
Por UGT Ibercaja
31 de marzo de 2023
De tapadillo, así como sin querer, se publicó hace unas semanas los términos en los que se va a medir este año la Retribución Variable. No os vamos a aburrir con lo de siempre, que si motivadora, que si transparente, que si hay que aumentarla, etc. en fin, todos los hits habituales cuando cualquier sección sindical aborda el tema. Hoy queremos llamar la atención sobre un hecho patético. Para los empleados, esa rara avis sin cartera que queda por las oficinas, alguien ha decidido que la mitad de su RVO se la jueguen a los seguros que sean capaces de contratar, si es que el asegurado no está carterizado. Entre cada testamentaria, reclamación de fraude, solicitud de retrocesión de una operación con tarjeta, persona de la tercera (o segunda) edad que demanda ayuda para el cajero, renovación de Norma 19, reedición de libreta y mil tareas más sin padre ni madre, el empleado tiene que hacer seguros o su RVO se marchará por el desagüe. Si estás en caja, nuestras condolencias porque todavía es peor. Vender un seguro en estas circunstancias no es que sea imposible, pero si muy difícil. Un buen líder lo sabe y se cuida mucho de exigir lo que no se puede a quién tiene que mirar a la cara cada día. Quizás queden pocos y se conviertan en la excepción, pero son los más válidos para mantener en pie un buen clima laboral. Por el contrario, a quién se le ha ocurrido poner semejante baremación en la RVO de este colectivo está entre el desconocimiento y la apropiación indebida. En fin, que si no lo quieren pagar que lo digan y dejen de trolearnos. ¿Por qué afiliarse a UGT?: Porque sol@ no tienes fuerza ante la Dirección. Porque si la implantación sindical es fuerte, serás más respetad@ y los logros serán mayores. Porque al igual que el Banco está agrupado en su organización empresarial, tú debes afiliarte a Organizaciones Sindicales fuertes, como UGT. Protección contra sanciones, presiones o amenazas, etc... Gabinetes jurídicos especializados. Defensa individual y colectiva de tus intereses. Información sobre vacaciones, nóminas, etc... Prevención de riesgos laborales. Ofertas Sociales: descuentos en actividades de ocio y tiempo libre, vacaciones, ofertas comerciales, etc...
UGT: RESPONSABILIDAD, SENTIDO COMÚN Y FIRMEZA No estés solo, no te quedes con dudas. Llámanos.
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duermeconlibros · 2 years
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AMIGO INVISIBLE LITERARIO 2022
Como todos los años, organizo un amigo invisible literario para que todos los amantes de la lectura podamos regalarnos entre nosotros.
Hay unas normas que cumplir (las cuales están todas explicadas en en mi blog, junto con el formulario de inscripción), pero básicamente consiste en regalar un libro y algunos detallitos acorde con los gustos de la persona que nos haya tocado regalar, ya sean libretas, marcapáginas, tazas, golosinas, peluches, etc.
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pepesmomos-blog · 7 years
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Ammm.... NO, gracia! :s
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danubianblue · 4 years
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LUC SIBIDÉ & RUDY BUTTERFIELD
El mejor lugar para tener ideas es en bus a las 6am, camino a la escuela. Esta historia chiquitita la pensé en muchas de esas mañanas. ScoutSpy, en un AU universitario a medio cocinar. (5556 palabras)
Burger King tiene las peores hamburguesas que Luc haya probado jamás. No, él no acostumbraba a comerlas, pero hubo más de una tarde en que, después de pasar casi un día entero sin comer, se vio obligado a tragárselas. En esos días, se cuestionaba cada decisión de su miserable vida mientras masticaba carne procesada y vegetales insípidos.
Casualmente, Luc trabajaba en el mismo Burger King donde consumía esas hamburguesas, y no podía hacer mucho por cambiar la receta.
No habían pasado más de 3 meses después de entrar a este empleo, y ya estaba más que harto de él. Hubiera preferido hundirse en una zanja por 6 horas cada día a pasar sus tardes cocinando basura artificial, y si algo había de bueno en toda su situación, era que inevitablemente su turno llegaba a su fin. Veinte minutos para las diez: Luc tomó sus cosas de un rincón de la cocina, apagó las luces, y salió de las instalaciones. 
Caminando entre los pasillos del centro comercial, enlistó en su mente por unos momentos las cosas que habían transcurrido aquel día, descartándolas por su poca importancia o nula trascendencia; habían demasiadas personas que de alguna manera destacaban entre otras, y siempre era divertido recapitular esas curiosas interacciones, después de todo, no había mucho con qué entretenerse en la cocina de aquel local. La manera en que su vida había progresado hasta ese punto dejó de sorprender a Luc, y solo aceptó el hecho de que se había convertido en una persona gloriosamente mezquina.
Minutos después, se hallaba frente a la puerta de salida de empleados. Antes de abrir, metió su mano en uno de sus bolsillos traseros, y con algo de dificultad, extrajo un par de cigarrillos aplastados y un encendedor verde fosforecente de plástico. El color de aquel artefacto le desagradaba más que el estado de sus cigarrillos, pero solo era una de las muchas cosas que tenía que soportar de sus afanosas jornadas. Al abrir la puerta, la calidez de las noches de verano lo recibió en el lote baldío detrás del centro comercial; la noche ya estaba bien entrada, y a pesar del bullicio de la ciudad, el silencio de aquel terreno ofrecía un refugio para su mente hastiada. 
Entre la hierba silvestre, había un montículo de ladrillos abandonados hace tiempo. Un basurero metálico lleno de hendiduras estaba tirado a un costado. Este era el sitio donde, noche tras noche, se sentaba un rato a fumar, lejos de las luces del estacionamiento, lejos del incandescente alumbrado público de la autopista y las calles aledañas. Resignado, depositó su mochila sobre el bote de basura, sentándose en el suelo y reclinándose sobre los ladrillos. 
Eventualmente, el coro nocturno de insectos y alimañas acalló a la orquesta citadina de Boston. Quizá en un futuro la vida en la Tierra se extinguiría, y aún después de que todo desapareciera, los insectos seguirían cantando noche tras noche. Luc giró levemente su cuello esperando tronar algún hueso, pero no dio resultado. Tomó uno de los maltratados cigarrillos y lo puso en su boca, ansioso por fumar.  La pequeña flama del encendedor barato apenas tocó la punta del cigarrillo cuando la puerta de empleados se abrió bruscamente. Luc estaba familiarizado con ese ímpetu, y desistió, esperando lo inevitable.
Una mochila pesada, un bat de baseball, y una bolsa de plástico llena de algo indeterminado fueron depositadas en el suelo antes de que su dueño tomara lugar junto a Luc.
—Dios, no tienes idea de lo que pasó hoy. Una perra de señora pidió cinco pizzas para alimentar a sus estúpidos niños. ¡Cinco pizzas! ¿Tienes idea de cuánta comida es eso?
Luc tenía idea: justo antes de cerrar, un cliente pidió 6 paquetes infantiles y 8 hamburguesas, más 6 helados y 3 malteadas; su compañero encargado de atender la caja registradora solo le entregó el papel detallando la orden, dejando completamente solo a Luc, quien siendo el último cocinero, se encargó de preparar todo eso.
—No me lo imagino. ¿No comes tú tanto como esos niños?
El chico volteó ofendido a ver a Luc, inspeccionando su mochila en busca de su teléfono celular. Lo que fuera que llevara cargando en su mochila parecía haber engullido su teléfono.
—¡No! Bueno, sí. Pero ese no es el punto. Ugh, ¿no entienden estos idiotas que hay una hora de cerrar? Mierda, no encuentro mi teléfono… Oye, traje pasta, ¿quieres un poco?
El joven al lado de Luc era Rudy, un muchacho algo menor que él que trabajaba en el Sbarro frente a Luc. Tiempo atrás, Luc le había mencionado a Rudy que necesitaba un empleo de medio tiempo, algo para conseguir algo de dinero. Rudy, siempre tan simpático, le consiguió a Luc una entrevista en aquel Burger King. Aparentemente, cualquiera estaba sobrecalificado para poder operar la máquina de helados y la freidora, así que logró entrar con facilidad.
Separados por un infinito mar de mesas para los clientes y su comida, Luc solo tenía oportunidad de ver a Rudy a esta hora, en el baldío detrás del centro comercial, y en el campus universitario. Después de eso, los dos partían en direcciones opuestas para volver a sus casas.
Los días se hacían largos y tediosos, pero eso no evitaba que realizara este ritual de cenar con él después de su jornada laboral. 
—¿Tienes cubiertos?
—Oh, sí. Toma, un tenedor. Yo usaré esta cuchara, je je.
—Gracias.
El tenedor de plástico relucía ligeramente en la mano de Luc. Tal vez regañarían a Rudy por tomar comida sin pagarla, pero era más probable que no lo notaran sus superiores. La pasta alfredo que Rudy traía para cenar dejaba algo que desear; Luc hizo un intento por recordar traer algo que acompañara la pasta.
—Hey, traje pan de ajo. ¿Quieres uno?
Como si Rudy pudiera leerle la mente, sacó de la bolsa dos trozos del susodicho pan. Luc asintió y tomó uno de los bollos. Le dió una mordida, y lo dejó en su plato para continuar comiendo. El mordisco que le dio al panecillo tenía más sabor que cualquier cosa que había comido ese día. Luc volteó a ver a Rudy, y descubrió que su plato estaba casi vacío. Esto no era sorpresa. Luc siguió masticando en silencio.
—Hmm-- Oye, Luc, no me dijiste cómo estuvo tu día. ¿Viste alguna señora sexy?
Una de las principales diferencias entre ambos era que Luc comía mucho más despacio de Rudy. Nunca podría señalar por qué hacía esto, solo que le disgustaba que el chico jamás tuviera consideración por otros comensales… Si es que hubiera otros. Como de costumbre, Rudy esperó a que Luc terminara su bocado para que le respondiera. 
—No, no me gusta interactuar con los clientes. Y ya te dije que estoy en la cocina, ni siquiera tengo oportunidad de apreciar correctamente a las personas,
Luc clavó su tenedor con un poco más de fuerza de la necesaria en la comida. 
—Sigo sin entender tu obsesión con las mujeres de cuarenta y solteronas, es de muy mal gusto.
—Aww, ¿te pone celoso?
—No. Déjame terminar de cenar.
Las risitas de Rudy se desvanecieron entre los sonidos nocturnos, y Luc siguió comiendo, pensando. Volteó a su izquierda para ver a Rudy, su amigo, su confidente. Rudy estaba mirando hacia el cielo, con una estúpida sonrisa en su ridículo rostro, contento y satisfecho de quién sabe qué. En su regazo, estaba el plato desechable que había utilizado para traer la cena, y a su costado, su mochila llena de libretas y cables. Por alguna razón, Luc tenía el deseo de darle un puñetazo a Rudy para que dejara de sonreír. Si lo hacía, sabía que Rudy lo perdonaría, no sin antes darle una paliza aún peor.
Luc tragó su bocado.
—Gracias por la cena. Mañana comeré el resto.
—Oh, de nada. ¿Ya estás lleno? Puedo darte la bolsa para que lo lleves a tu cuarto y no se haga un desastre en tu mochila.
—Supongo que eso te ha pasado muchas veces. Sí, por favor.
En silencio, Luc trasladó su contenedor hacia el interior de la bolsa de plástico. Realmente, no quería que el interior terminara sucio, así que decidió llevar la bolsa por sus asas cuando fuera el momento de dirigirse al autobús. En su mente, contó el dinero que traía para su pasaje, y con sus manos, preparó nuevamente el cigarrillo que se iba a fumar. Mañana no tendría dinero suficiente para comprar una cajetilla adicional, así que esta noche solo fumaría uno.
—Luc,
Colocó el filtro en sus labios.
—Oye, Luc,
Puso la flama del encendedor en la punta,
—Luc. Luc, ¿crees que…?
Luc inhaló con fuerza al momento de reclinar su cabeza sobre la pared de ladrillos. Un par de guijarros minúsculos cayeron en su cabellera y dentro de su camisa, pero eso no le importaba en ese momento. Estirando completamente sus piernas hacia adelante, Luc giró su cuello con suavidad, sintiendo el tronar de un hueso. Si no fuera por las normas sociales, habría gemido de placer. 
—Oye, Luc. Luc. Uuhh…
Lentamente, abrió los ojos para enfocarse en Rudy. El muchacho de había vuelto hacia Luc, con las piernas cruzadas como un croissant y escondiendo sus manos debajo de sus muslos. Rudy se mecía sobre su trasero, ansioso por algo, o por la pregunta que iba a hacer. Luc solo lo siguió observando, incitando a Rudy a continuar sólo con la mirada.
—Puedo… ¿Puedo darle un-- un toque a tu cigarro?
Luc arqueó una ceja. Rudy se encogió de hombros y entrelazó los dedos de sus manos sobre sus piernas.
—¡Bueno, no! Ahh, jajaja… Es-- es juego, solo te estoy jodiendo, sé que no te gusta compartir tus-- tus… Mmm, no me hagas caso, ¿ok? Disfruta tu-- tu cigarro, sí…
Una leve ráfaga arrastró unas hojas sobre la tierra y el concreto del baldío. Lejos, arriba en el cielo, las nubes comenzaron a arrastrarse con mayor velocidad, y si alguno de los dos fuese clarividente, sabrían que mañana a la misma hora, llovería. El viento olía a mar, a playa, a arena. Las cenizas del cigarrillo de Luc cayeron con el viento, y el humo del mismo golpeó el rostro de Rudy. Rudy solamente se había girado para clavar sus ojos en el suelo, apenado por quién sabe qué. 
Con el cigarrillo entre los dedos, Luc le ordenó a Rudy.
—Voltea, y cierra tus ojos, por favor.
Rudy contestó con una risita.
—Heh, qué, ¿me vas a besar?
—Algo así.
—Espera, ¿qué?
Rudy volteó, estupefacto y con la boca torcida para soltar alguna sandez. Luc se detuvo por una fracción de segundo a pensar lo que estaba a punto de hacer, pero decidió que no era tan importante. Luc tomó el rostro de Rudy entre sus manos, inhaló profundamente, y acercó su boca a la del chico. Rudy por instinto cerró sus ojos, manteniendo su boca levemente abierta, ansioso por recibir lo que fuera que Luc iba a darle. Luc solamente acarició el corto y puntiagudo pelo de Rudy con sus dedos, tratando de hacer que se relajara un poco, que no fuera a morderle el labio con esos peligrosos dientes de conejo que tenía.
Años atrás, Luc hacía esto con sus novias o ligues, personas en la calle o fuera de la escuela. Prefería respirar el mismo aire de un extraño a compartir sus preciados cigarrillos con otros. En este momento, no había nada extraño, solo Rudy, los ladrillos, y el amplio baldío detrás del centro comercial. Un torrente de humo escapó desde los labios de Luc hacia la ansiosa boca de Rudy. Los labios de Rudy temblaban sutilmente, y Luc solo terminó de cerrar la distancia entre ellos. Rudy hizo un ruido extraño en su garganta. No hizo nada por separarse de Luc.
Luc se separó primero, saboreando algo más que nicotina en su lengua y paladar. Suspiró en silencio, y volvió su mirada al cielo, como si nada hubiera pasado. A su lado, podía escuchar a Rudy chasquear sus labios. Se quedaron así, callados uno junto al otro, hasta que Rudy volvió a hablar.
— ...Sabes a ajo.
En el momento en que Rudy dijo esas palabras, Luc casi se atraganta con su cigarrillo. Tosió en su codo, y entre cada arcada, miraba a Rudy con algo más que disgusto.
—Vaya-- Vaya manera de decir-- Gracias, maldito-- Maldito ingrato.
Rudy giró la cabeza tontamente, alzando sus manos frente a su pecho para tratar de arreglar la situación.
—¡No! No es eso, yo no-- Bueno, gracias, nunca me habían dado un toque así, y--
—Cállate. Tú también sabes a ajo.
En realidad, Luc no podía permanecer demasiado tiempo molesto con Rudy: sus ojos de perro abandonado, sus esfuerzos de ser atento y caritativo, sus intentos de recordar las cosas que Luc decía, todo eso hacían a Rudy una persona… Curiosa. Graciosa. Molesta. Atractiva. Luc no sabía cómo decirle a Rudy que lo apreciaba más que un simple amigo, pero también sabía que si lo hacía era probable que Rudy entrara en combustión instantánea. Luc solo dejaba que las cosas se dieran como tuvieran que darse.
Si Rudy no era tan tonto como aparentaba la mayor parte del tiempo, entonces ya sabría sobre todo eso, aunque era esperar demasiado de alguien como él.
Sintiéndose benévolo, Luc estiró su brazo para poner su mano sobre la nuca de Rudy, entre sus finos cabellos y la piel de su cuello, justo encima del collar de la camisa reglamentaria del Sbarro. Sus uñas rasparon levemente a Rudy, nada fuerte, más como una caricia; era extraño ser tan afectuoso con él, pero incluso la luna se tornaba azul de vez en cuando. Podía ver a Rudy retorcerse ligeramente, sus labios corvándose en una mueca extraña; él tampoco estaba acostumbrado a esto. Luc levantó su mano y continuó fumando en silencio. Sabía cuándo era prudente respetar los límites del chico.
Luc no podría haber dicho cuánto tiempo más estuvieron ahí, sentados. En algún momento, cerró sus ojos, y en algún momento, sintió cómo empezaba a dormir. No quería quedarse dormido en el baldío, pero este día no podía evitar sentirse tan somnoliento. De cualquier manera, no importaba: mañana tendría que volver para trabajar su turno, estar ahí seis insoportables horas, y cenar con Rudy pizza fría o calzones a medio cocer; de cualquier manera vería a Rudy en la escuela, tomarían el mismo autobús al centro comercial, se sentarían uno junto al otro (tal vez podría tomarle la mano a Rudy si se sentaban muy atrás), le compartiría un cigarrillo o no, tal vez podrían hacer esto y aquello, tal vez…
La punta metálica del bate de Rudy tocó suavemente el hombro de Luc. Rudy ya se había levantado, listo para irse. Con el bate en la mano, trató de despertar a Luc sin hacer ruido. Rudy sonreía.
—Luc, ya es tarde, ¿vienes?
Luc parpadeó antes de responder. La colilla de su cigarro se había quedado en sus labios, la barra consumida por completo.
—Vamos.
Su mochila no podía pesar más que la de Rudy, por más libros, periódicos y libretas que llevara. Ajustó el peso sobre su espalda y tanteó las monedas en sus bolsillos: necesitaba ese dinero para su pasaje. Luc se guardó la colilla en uno de sus bolsillos para tirarla después en algún basurero. Rudy hacía pequeñas maniobras con el mango de su bate, haciéndolo girar como un molino metálico. Sus ojos seguían la punta resplandeciente, y al ver a Luc incorporarse, se detuvo. Abrió su boca para decir algo, pero solo soltó una callada risa. Girando sus ojos hacia arriba, Luc empezó a caminar, adelantándose hacia la calle. Escuchó a Rudy trotar atrás de él.
—Entonces, si mañana no tengo clase, iré a casa de un amigo a recoger unos discos duros. El idiota quiere que le ayude con algo que está haciendo, y me va a pagar un poco por eso, ¿cómo la ves? Si tengo suficiente, tal vez podamos hacer algo tú y yo, ¿no crees? Solo espero que no sea difícil, carajo. Estas cosas me enojan, pero siempre me piden ayuda para eso. Ojalá no tenga clase, Dios, es muy aburrido--
Rudy habló durante su caminata hacia la parada, un par de cuadras a oscuras, y una más completamente iluminada. Sin saber con certeza de qué hablaba Rudy, solo asentía donde era necesario, comentaba y respondía cuando era requerido. Luc sintió a Rudy rozar su mano con la de él un par de veces. Decidió no mencionarlo, solo guardarse la sensación.
—Tú vas a ir mañana a la escuela, ¿cierto? ¿Crees poder ir a la biblioteca a imprimir unas cosas por mí? No es mucho, te lo juro, solo necesito unas cuatro hojas. 
En la parada había un par de anuncios descoloridos, y otro aún más grande y brillante enclaustrado dentro del cristal. Ninguno llamaba la atención de Luc. A lo lejos, sobre la avenida, los faros del autobús iluminaban el negro asfalto. Luc palmeó la mochila de Rudy un par de veces y volteó a ver a Rudy.
—Solo envíame los archivos, no te preocupes. Ve a casa.
Rudy se paró en la orilla de la acera, estirando sus brazos como ahogado. Se giró a Luc, contento por la idea de ir a su hogar, tal vez. Volvió a sonreír, mostrando sus dientes, sus incisivos prominentes. 
—Genial, entonces te veré mañana, ¿ok? No me falles, y cuídate, hombre. Avísame cuando ya estés en tu dormitorio y eso.
El chillido de los frenos del autobús hizo a Rudy voltear y dirigirse a la puerta. Sobre una parte de las franjas amarillas del vehículo había un rayón de algo indescifrable. Luc solo siguió a Rudy con la mirada, lo vió desaparecer un momento para pagarle al chofer, y aparecer en la ventana justo sobre Luc. Pegó su rostro al cristal asqueroso y agitó su mano como niño de seis años en carnaval. Luc arqueó una ceja y sonrió plácidamente antes de que el transporte arrancara y partiera hacia el sur de la ciudad. 
¿Cuántas noches se había repetido este mismo recorrido? Luc no lo sabía con certeza, pero no habían pasado más de tres meses. Empezó a caminar hacia la otra esquina del centro comercial para subir por el puente peatonal y dirigirse a la parada de su autobús. Todas las luces del estacionamiento estaban apagadas, la fachada principal del centro comercial también estaba a oscuras, desierta. Un auto gris estaba estacionado cerca de uno de los postes. Sobre la esquina había una jardinera con flores secas y arbustos mal podados. Ya no se podían ver las estrellas.
Por más agradables que fueran las noches con Rudy, Luc no podía evitar desear algo mejor, lejos de aquí. Trató de conjurar alguna mejor realidad en su cabeza, pero nada se le vino a la mente, solo pensamientos sobre una ducha caliente y corta, su cama esperándolo para dormir. Pensó en Rudy también; si Luc no fuera tan desidioso, tal vez habría tomado su mano, lo habría besado mejor allá atrás en el baldío del centro comercial. 
Si Rudy sigue conmigo, debe ser por algo. Cuando Luc estaba dentro del autobús, se desplomó en uno de los asientos vacíos, saboreando algo más que nicotina en su lengua y paladar. 
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--se le pide atentamente a la población que se atenga a las medidas correspondientes de seguridad durante la tormenta de nieve. Es obligatorio seguir las indicaciones de las autoridades, así como también abastecerse de consumibles no perecederos en caso de que se encuentre aislado por tiempos prolongados. Por favor, se les aconseja no abandonar sus hogares a menos de que--
En una esquina del apartamento, la radio sonaba. Aunque la voz del locutor era profunda, e inspiraba esa inquietud que precedía a los desastres naturales, a Luc no podía importarle menos. Desde su lugar en el pequeño comedor, estaba observando a Rudy pretendiendo hablar de algo interesante, aunque estuviera a leguas de saber de qué demonios estaba hablando. Rudy tenía su mirada clavada en el monitor de su laptop, dejando a su boca papalotear sobre cualquier cosa mientras tecleada con destreza. Sus prominentes dientes mordían su labio inferior cada vez que cerraba la boca. Luc se preguntó si eso le lastimaría, o tal vez Rudy estaría más que acostumbrado a esa sensación. La radio continuaba transmitiendo advertencias y precauciones para la ciudad.
Ya se había adentrado el invierno, y como de costumbre, las tormentas invernales siempre llegaban para arruinar un día o dos a las personas de la ciudad. A Luc no le importaba demasiado, siempre había sido indiferente al frío, y Rudy había pasado toda su vida entre los gélidos inviernos de Boston.
Habían ido al apartamento de Luc después de clase, como de costumbre. Usualmente, ambos eran muy poco productivos durante estas horas, pero ninguno esperaba hacer gran cosa durante las tardes. Era en las noches cuando trabajaban arduamente para poder entregar tareas mediocres o poco sobresalientes. 
La plática de Rudy no parecía ir a algún lado, así que Luc se incorporó para ir a hurgar en su mochila. Rudy levantó su cabeza y siguió a Luc a través de la habitación.
—Hey, ¿a dónde vas? ¿Quieres algo?
Calladamente, Luc estiró su mano hasta el fondo de su mochila, buscando a ciegas su cajetilla y su encendedor. Tanteó entre sus libros, cuadernos, plumas y papeles, hasta que dio con su objetivo. Volvió a tomar asiento y agitó sus cosas frente al rostro de Rudy.
—Necesito fumar, ¿te importa?
Rudy arrugó la nariz y alargó su brazo para alejar la mano de Luc. 
—Ugh, no, hazlo, adelante. Invítame uno, ¿sí?
—Me lo pediste. No, no lo creo.
—Oye, no seas así. Dame uno, ¿para qué te fumarás tantos?
Luc sacó dos cigarrillos de la caja y los encendió simultáneamente mientras los sostenía entre sus dedos. Colocó uno sobre la mesa, cerca de la laptop de Rudy, y el suyo lo llevó a su boca. Inhaló y exhaló, dejando el humo fugarse de sus labios. En ningún momento apartó la vista de Rudy. Rudy, por su parte, tenía su mirada en el pequeño tubo humeante, consternado. Luc cerró sus ojos e inclinó su cabeza hacia atrás.
—Si no lo vas a fumar, apágalo, por favor. No me gusta que malgastes mis cosas.
Rudy se sobresaltó en su asiento, y rápidamente puso el cigarrillo el su boca.
Entre dientes, Rudy contestó.
—Pffff, déjame, ¿quieres? Estaba pensando, pensando en…
La ventisca golpeaba la ventana desnuda de Luc. Si no fuera por el sucio cristal que la cubría, ambos se habrían congelado hace mucho tiempo. En algún momento, Luc había considerado colgar un par de cortinas, algo para alegrar su monótono apartamento; ese momento llegó y se fue, y Luc jamás se dio a la tarea de hacerlo. Mientras la nieve caía allá afuera, Luc se preguntó cómo se vería una cortina al ser mecida por aquella fuerte ventisca.
— -- y mi mamá siempre me dice esas cosas, ¿sabes? Que tengo pulmones débiles, pero creo que eso es pura mierda, a ella jamás le gustó que fumáramos, tampoco que estuviéramos afuera tanto tiempo. Eeh, al menos tú no me dices nada, ¿hmm? Hey, no me estás escuchando, ¿verdad? ¿Luc?
Una de las ventajas de tener a alguien como Rudy en casa por tanto tiempo era que se convertía en un placentero concierto de fondo, sin la obligación de escucharlo o responderle. Sin embargo, Luc no era del todo desconsiderado. En algún momento, le contestaba a Rudy.
—Hmm.
Inhalando nuevamente, Luc tronó sus nudillos uno a uno. Sabía que Rudy seguiría hablando.
—Sí, me volvería loco si tú me regañaras también. Creo que sería mucho peor. 
Un segundo de silencio.
—Oh diablos… ¿Ya viste cómo está allá afuera?,
Rudy estiró su cuello hacia la puerta, donde Luc mantenía un par de ganchos para colgar sus abrigos y gorros. Encima de ellos, la chaqueta azul eléctrico de Rudy resplandecía sobre las prendas opacas de Luc.
—Uuh, Luc, ¿crees que… Podría quedarme hoy? ¿Contigo? No pensé que se pondría tan dura la tormenta.
Luc entrelazó sus manos sobre su estómago, tratando de volver a escuchar la radio, pero en vez de la programación habitual, solo había estática. Interesante. Del otro lado de la mesa, había un libro sencillo, de mediano grosor; Luc lo utilizaba cuando quería pretender que estaba leyendo. En ocasiones, lo usaba para extinguir sus cigarrillos. Abriéndolo en cualquier página, Luc apagó su cigarrillo antes de responder a Rudy.
—Supongo que será solo por hoy. Mañana no tendré clases, pero no quiero verte aquí después de medio día.
Rudy golpeó la mesa y apagó su cigarrillo en el mismo libro que Luc utilizó. 
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Horas más tarde, Luc estaría buscando dentro de su minúsculo armario algo que Rudy pudiera utilizar de pijama. Al abrir sus cajones, encontró varias sudaderas y pantalones grises. Suposo que Rudy estaría muy acostumbrado a estas temperaturas, así que no le daría más que un juego. Desde su habitación, podía escucharse la llamada que Rudy sostenía con su madre en el pasillo. Aquella mujer se preocupaba más de lo que debería por un rufián como él.
— -- sí, mamá, ma, estaré con Luc, ¿vale? No te preocupes. Sí. Sí. Sí, ma, ya sé-- No, no, guárdame algo para mañana. No dejes que-- Eso, sí. Ok. Ok, sí. Ajá…
Rudy se trasladó nuevamente al comedor, bajando el tono de su voz. Probablemente hablaría de algo más personal. Luc rió en silencio, sacando un par de cobertores desde la parte más alta de su armario. Uno de ellos había sido regalo de la madre de Rudy. Supuso que Rudy jamás le había dicho sobre la ambigua naturaleza de su relación. De cualquier manera, no era algo que le incumbiera a los demás, saber de él y Rudy.
Sacó una toalla de una caja, colocándola encima de la ropa que le iba a prestar a Rudy. Luc esperaba que Rudy se bañara, de lo contrario, no le permitiría dormir en ninguna parte. Salió al pasillo y se asomó al comedor: Rudy seguía en el teléfono con su madre, rascando su barriga por debajo de su ropa. Rudy vió a Luc de reojo, sonrió y alzó su mano.
—Ok ma, creo-- creo que ya me tengo que ir, la señal se va a poner mal, y-- sí, sí ma, ok. Buenas-- buenas noches, te quiero. Bye.
Después de depositar su teléfono en la mesa, Rudy se levantó. Empezó a acercarse a Luc, estirando los brazos para abrazarlo, presuntamente. Luc solo se dio la vuelta y regresó a su cuarto, hablando en el trayecto.
—Ven por tu ropa y tu toalla, no quiero que duermas aquí sucio. 
Afuera, la tormenta arreciaba. Luc empezó a sentirse incómodo, deseoso de meterse a la cama y olvidarse por unas horas de todo lo que transcurría afuera. Se sentó en un taburete alto colocado junto a su cama. Rudy observaba, primero a Luc y luego el montón de ropa. En el aire estaba una pregunta no pronunciada, su respuesta evidente: Luc ya había puesto una almohada extra junto a la suya en la cama. Para evitarse la pena, Rudy tomó sus cosas de la cama y se refugió en el baño rápidamente. Con algo de suerte, todavía habría agua caliente. Luc exhaló, apoyando sus brazos sobre el pequeño escritorio en su cuarto. Sobre su superficie, había un montón de recortes de periódico, dispares en tamaño, longitud, y contenido.
Luc se había dedicado, desde ya hace tiempo, a seleccionar y recortar artículos específicos de periódico. Los mantenía pegados en una gruesa libreta de pasta dura para leerlos después con detenimiento. ¿La razón? Su magnum opus: una novela policiaca escrita en el estilo de reportajes de periódico. La inspiración de los artículos amarillistas o serios era indispensable para Luc, y tener a la mano tan amplia selección de los mismos era útil al final del día. El borrador de su novela estaba distribuido en varios cuadernos sobre el escritorio. Luc tomó los recortes y los fue pegando uno a uno, hasta que Rudy salió humeante del baño.
Los pantalones grises que tomó prestados le quedaban un poco largos, así que Rudy no tuvo otra alternativa más que arremangarlos. Al menos no salió desnudo, pensó Luc. Al parecer, el chico tenía algo de modestia, después de todo. Luc dejó a un lado su barra de pegamento infantil y las tijeras oxidadas. Rudy se había esfumado a la sala, y cuando volvió, traía su teléfono celular, abstraído por él. Lo que fuera que estuviera viendo parecía no ser tan interesante. Lo dejó cerca del suelo, sobre el maltratado baúl de segunda mano al pie de la cama.
—Ya casi es medianoche, Rudy. Iré a dormir.
Rudy se sentó en una orilla de la cama, apoyándose con un muro. Miró a Luc, y luego la almohada extra. Tardó un par de segundos antes de contestar.
—¿Duermes del lado de la pared o en la orilla? Yo-- yo me acomodo donde sea, así que no tienes que preocuparte por mí, ¿sí? Solo dime y no te molestaré, yo me--
Luc se levantó y plantó una rodilla en la cama. Comenzó a levantar los cobertores, interrumpiendo a Rudy.
—En la pared. Apaga las luces, y no me hagas arrepentirme. 
La piernas de Rudy actuaron antes de que cualquiera de los dos se diera cuenta, y Rudy había ido a apagar la luz del comedor, el baño, y se detuvo en el minúsculo encendedor de la habitación. La tenue luz de la calle no alcanzaría a iluminar su trayecto de regreso, pero se las arreglaría. Nerviosamente, sonrió, y apagó la luz. Luc talló sus ojos en la oscuridad, escuchándolo desplazarse hacia la cama.
En medio de la negrura, sintió el peso de su amigo hundir el colchón, el movimiento de las cobijas, el deslizamiento de un cuerpo al lado del suyo. El aroma de su shampoo en una cabeza que no era la suya era algo inquietante, no familiar. A lo lejos, se escuchó el grito de una alarma de robo: algún carro estaba siendo saqueado, en medio de esta tormenta. Increíble.
Fue natural cuando Rudy dejó de acomodarse en la estrecha cama y volteó a ver a Luc. A oscuras, Luc solo sentía su mirada y sus movimientos, premeditados, muy a pesar de ser Rudy. Luc suspiró, y Rudy se giró para poner su brazo alrededor del abdomen de Luc, su otra mano bajo la almohada. Luc cerró sus ojos, y tomó a Rudy entre sus brazos, sintiendo su espalda bajo su ropa, la piel cálida y tersa. Sus piernas se habían entrelazado, las de Rudy más cortas y fuertes, pesadas sobre las de Luc.Ya habían hablado lo suficiente durante el día, esto era lo que quedaba por decir.
Calladamente, sin querer destruir el silencio de la nieve y el miedo, Luc murmuró.
—No tenemos que hacer nada. Solo durmamos.
Rudy enterró su rostro en el pecho de Luc, asintiendo. No tenía que hablar, todo lo que podría haberle hecho entender a Luc con palabras infinitas estaba imbuido en finas acciones. Luc sonrió, y besó la cabeza de Rudy. En algún momento, la nieve dejó de ser arrastrada por el viento, y solamente se dejó caer.
<<<<+>>>>
Luc había conseguido mudarse de los dormitorios de la escuela a un departamento en los suburbios de la ciudad. A comparación de la mitad designada de un dormitorio, el departamento destacaba por todo el espacio que Luc no ocupaba. Los libros que tenía colocados formaban pequeños desfiladeros, aunque nunca había sentido la necesidad de comprar un librero para todos ellos. En una esquina, una vieja lámpara de piso que consiguió en una venta de garage no muy lejos de ahí. Ese día Rudy le ayudó a llevar el modesto puñado de muebles que Luc eligió para habitar su apartamento. Rudy se quedó mirando a la base de madera vieja que Luc trasladó a su habitación. Individual. La primera noche que Luc pasó ahí, no pudo dormir.
Un autobús pasaba a seis cuadras; había una tienda de conveniencia y una licorería justo enfrente del edificio; aproximadamente tres familias vivían en el mismo piso que Luc, todas con más de dos hijos y muy poco espacio; un vagabundo acostumbraba a poner su carrito y sus cosas justo en la entrada, debajo de los timbres; había un callejón al lado donde siempre había gatos peleando, dejando rastros de sangre o palomas a medio matar; en la azotea había un cobertizo a punto de derrumbarse, devorado por la lluvia, el Sol, y los insectos. Luc solo tomaba el autobús cuando lo necesitaba, sin prestarle atención a otras cosas. 
Había días cuando Rudy lo acompañaba de regreso a casa, tomando un autobús y caminando esas seis cuadras. Rudy hablaba con el vagabundo, le ofrecía uno de los hot dogs que siempre compraba en la parada de la escuela. Una ocasión, los hijos de los peruanos que vivían en el mismo piso que Luc quisieron jugar soccer en el pasillo; Luc escuchaba desde su apartamento los gritos de Rudy y los otros niños. Otra noche, Rudy se metió en problemas con un idiota malencarado cualquiera,y muy a pesar de las expectativas de Luc, Rudy lo dejó desangrándose en el callejón de al lado. Peleas de gatos.
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yinyue-pines · 7 years
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Tenia ganas de tener una libreta pequeña, para poder llevarla a todos lados, encontré una de hojas capuchino y dije, que pasa siiiiiii, lo parto en dos?! Y así quedo, como estaba maltratado, lo envolvi con un mantel de papel para la mesa, ahora aquí está la siguiente actividad, o nivel por pasar... Que debo dibujar ahí? Pienso también que después de pintarlas, pasarme pegamento blanco con agua, para que así se pegue más, el miedo aquí será que, puede xD quedar bien arrugado #libreta #oso #panda #colores #marcador #lapiz #color #sharpie #copic #prismacolor #mapita #norma #idea #buscando
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icedvalkyria · 4 years
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Amor a la puerta
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Resumen:  Eren Jaeger como todos los demás está obligado al confinamiento por la cuarentena gracias a la pandemia de coronavirus. Sus días, tardes y noches son soberanamente aburridos porque ni siquiera le permitieron ir a su pueblo natal. Solo, sin poder hablar con casi nadie, hasta que supo de la existencia del guapo chico que le llevó su orden delivery. Eren x Levi. Drabble AU.
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Amor a la puerta
-Capítulo único-
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Las calles ahora estaban prácticamente vacías, paseándose uno que otro vehículo, seguramente de doctores o los típicos de los servicios de emergencia, pero en su mayoría del tiempo la calle parecía un desierto.
Pero allí se encontraba él frente al televisor.
Zapping, zapping, zapping.
Eren Jaeger estaba casi todo el día en eso, ya había finalizado sus quehaceres del departamento y por el momento no tenía muchos ánimos de empezar los últimos planos que le habían asignado, también habían dos comisiones que le faltaban por hacer... aunque quedaban tres día para la fecha límite de una y cuatro para la otra.
Zapping de nuevo, esa maldita programación tan basura del cable tampoco le estaba ayudando.
Su vida antes de estar confinado bajo cuarentena llevaba un ritmo bastante alocado, siendo un estudiante de arquitectura y haciendo comisiones como ilustrador freelancer en su tiempo libre —no es que necesitara de eso para sustentarse, su familia le enviaba dinero para sus gastos básicos, pero no estaba de más otra pequeña entrada para sus otros caprichos—, justo estaba adaptándose a ajustar bien la balanza de tiempo que tenía que dedicarle a cada cosa, sumando también el tiempo que consumía en ir a hacer mercado entre otras cuestiones que siempre acompañaban la vida adulta de alguien que se está independizando.
De hecho, estuvo cansándose en muchos días, algo común entre todo universitario que estudia alguna carrera —sobre todo si es mientras que trabaja—, siempre viene una enorme carga de estrés acompañando esos bellos estudios que cada quien escoge para sacarse la licenciatura. Sí, esos mismos que nos ayudan a encontrar el trabajo de nuestros sueños.
Y claro, hubo días en los que pedía que el universo se apiadara de él, que le ayudara a tomarse un respiro, acabando entonces pateado duramente por el karma con esa pandemia que estalló casi en un abrir y cerrar de ojos. ¿Cómo es que se propagó tan rápido? Estaba en China hace unos meses y ya ahora está en todo el mundo, cagándose en su preciosa juventud.
Ahora su situación actual era del tipo de tener aún cosas por hacer pero no contar con el suficiente ánimo para empezar, por lo que terminaba cayendo de cabeza nuevamente en ese bucle de procrastinación.
Maldita cuarentena y maldito virus.
Rindiéndose apagó el televisor y se recostó boca arriba, mirando el techo como si allí se hallaran las respuestas y las soluciones a sus momentos de incertidumbre. Tras unos minutos así, derrotado, se levantó y recogió su cabello en una coleta, se pondría a hacer algo productivo ya, luego vería como mataba el tiempo.
Sumiéndose en los planos se le fueron dos horas, solamente el vibrar de su teléfono fue suficiente para romper con su concentración. Vio todas esas notificaciones sin abrir en el Whatsapp, con los grupos silenciados y algunos familiares también. No era por ser malo, pero la verdad es que la situación de la cuarentena le había arrebatado hasta los ánimos de ponerse a chatear. Ya luego le contestaría a su madre y a su hermano.
«Armin
• Hey
• Andaba con el Mall todavía, pero tenía que recomendarte que probaras la comida de ChillBox.
• Es bastante económico y ve todo lo que trae, están haciendo delivery por si te interesa»
El último mensaje estaba acompañado por una foto. Sí que se veía bastante bueno.
Es verdad, no había almorzado todavía, fue un momento a revisar su nevera encontrando la comida sin preparar, solamente tenía una sopa para recalentar, cosa que no le apetecía, mucho menos tenía ganas de cocinar algo, ya al otro día o en la cena lo haría.
«Armin
• Hey
• Andaba con el Mall todavía, pero tenía que recomendarte que probaras la comida de ChillBox.
• Es bastante económico y ve todo lo que trae, están haciendo delivery por si te interesa
√√Recién había empezado con los planos del Mall.
√√No soy tan amante de la comida tailandesa
√√Pero sí que se ve muy bueno.
√√Lo probaré»
Abrió la app de Instagram, les escribió al privado y en efecto sí estaban atendiendo los pedidos, se pidió el plato que más rico le pareció y luego se volvió a sumergir en sus ocupaciones mientras que llegaba la encomienda.
A la hora de oír el intercomunicador atendió informando que bajaría en seguida. Llevó el monto de su pedido y también la propina para quien le estaba despachando, claro que no esperó que se tratara de alguien como él.
No sabía si se era gracias al encierro y no haber tenido la oportunidad de ver personas reales —que no estuviesen en una pantalla— durante todo el mes, pero ver al repartidor le dejó unos segundos sin aliento. Era un hombre bajito, mediría unos... ¿1,60 mt tal vez? Pero estaba buenísimo, aún a través de ese uniforme color naranja con café se podía notar los músculos bien marcados de aquellos bíceps, en el antebrazo había un tatuaje, no supo si era de un lobo o un perro, sus ojos eran claros, con una mirada afilada y penetrante, aún cubierto con el cubrebocas se veía que sus facciones eran preciosas.
Dio unos cuantos pasos al frente, manteniendo la distancia prudente para evitar algún tipo de contagio, por más que fuese un adonis quien se hallaba despachando la orden, no por eso iba a romper con las normas de seguridad.
—Buenas tardes, entrega de ChillBox —una voz profunda, le gustaba eso.
—Sí, es mío —habló Eren. También corroboró que el repartidor tenía unos bonitos ojos color gris.
Vio al pequeño hombre buscar en la cesta de la bicicleta, la cual había dejado allí apoyada en la pared junto a la puerta.
—Serían 15 dólares entonces.
Eren le pagó el monto.
—Lo que resta es para ti —declaró cuando vio al hombre haber hecho ademán de querer darle un cambio.
—Que lo disfrute entonces.
—Gracias, Levi —dijo Eren, pues había alcanzado a leer el pin distintivo que estaba colocado en ese uniforme.
El hombre le observó de nuevo, asintiendo antes de subirse a la bicicleta nuevamente para emprender su viaje de regreso.
Eren se preguntaba si Levi habrá sonreído, ¿Qué tal sería la sonrisa de ese chico?
Volvió a su departamento pensando en ello, y en que aunque no le gustara la comida volvería a pedir en la ChillBox solamente para tener otra oportunidad de verla.
Joder, ya estaba perdiendo la cabeza con esa cuarentena.
.
Unos tres días transcurrieron después de eso, la comida no fue tan del otro mundo, prefería otro tipo de platillos, pasa que de verdad no es tan fan de la comida tailandesa. No obstante se hallaba de nuevo mirando el menú de ChillBox, ahora mirando los postres.
Tenía en claro que no tenía la certeza de que Levi volviera a ser quien le hiciera el delivery. Además, ¿a quién se le ocurre siquiera tratar de imaginar un plan de conquista, en medio de una cuarentena? Donde se indica específicamente que bajo ningún concepto tener acercamientos a personas.
Estaba mal, muy mal. Pero ya no hay vuelta atrás, ya le habían tomado la orden y ahora aguardaba —un tanto ansioso— al despacho.
Se recogió el cabello nuevamente en su típico manbun, miró al espejo sobre qué tal le quedaba la camiseta que había escogido, aunque debía enfrentar la realidad; para ser francos, lo más seguro es que quien entregara la orden fuese otro, por lo que era mejor bajarse las expectativas.
Sonó el intercomunicador, bajó con el dinero y la propina.
Los labios tras de su mascarilla se curvaron al notar la suerte que tenía, estaba el mismo chico guapo de la vez pasada.
—Hola, Levi —le saludó el castaño, como reflejo dio la mejor de sus sonrisas, sintiéndose estúpido al recordarse que su rostro solamente se veía de la mitad para arriba—. Es una sorpresa que de nuevo me hagas la entrega tú.
—Hola, sí, sucede que esta es la zona que tengo asignada —vaya dato, significa que podría permitirse mirarlo más veces seguidas.
—Entiendo —Eren entregó el dinero—. El resto es la propina.
Levi examinaba con las manos enguantadas y luego entregó el pedido.
—Perfecto, entonces que lo disfrute —decía volviendo a enderezar su bicicleta.
—Espera, una cosa más... —Eren vio esos lindos ojos grises mirar a los suyos. ¿Cómo es que se sentía nervioso?—. Yo... mi cumpleaños es la próxima semana. El día 30 y me preguntaba... —aguarda. ¿Es que era estúpido? No puede invitarlo a salir en medio de un confinamiento. Se arrepintió por un momento, pero ahora cambió lo que iba a decir—, ¿tendré un descuento o algo así?
Levi pareció pensárselo unos segundos antes de hablar:
—Veré lo que pueda con mi jefe, podría avisarte si me das tu número.
El corazón le latió fuerte al oír eso. Sin perder tiempo le dictó su número y vio atentamente al más bajo anotarlo en su libreta incluyendo su nombre, hecho esto se despidió y le miró partir pedaleando.
Los próximos días estuvo esperando algún tipo de mensaje de parte de ese guapo hombre, esperaba que le escribiera también desde su propio celular y no desde el Whatsapp de la empresa, pero aquel mensaje nunca llegó.
Ya después del mediodía, tras haber recibido una larga llamada de sus padres y de su hermano, logró ver un mensaje desde un número que no tenía registrado.
Era un simple «Estoy abajo con una entrega»
Ahora el sentía el pecho con su corazón desbocándose. ¿Sería Levi? Los nervios le carcomieron, como lo hacía en su época de secundaria, pensó que eso ya había sido etapa superada, pero pareciese que no.
Él no había ordenado nada, pero allí estaba Levi afuera, de nuevo en su bicicleta, pero no llevaba un uniforme. Cosa bastante rara.
—Feliz cumpleaños, Eren —le dijo entregando la pequeña caja, se veía que era un pequeño pastel—. La vela está dentro, no podía traerla insertada por obvias razones —la voz del hombre sonaba igual de neutral que siempre, pero no sabía si era obra de su misma ilusión o si de verdad había cierto brillo que le daba un aura distinto.
—¿Entonces cuánto te debo?
—Nada, es un obsequio. De hecho es mi día libre.
Joder, sintió que se ruborizaba.
—De verdad, muchas gracias, Levi... quisiera invitarte a pasar.
—Eso no estaría bien, aún tenemos el distanciamiento.
Eren se lo pensó mejor.
—Para cuando esto acabe, tal vez podríamos salir.
Eren no lo pudo ver gracias al cubre bocas que llevaba ese bonito repartidor, pero este le había sonreído.
—Tal vez.
De todos modos, Levi y él ya habían cambiado números.
.
N/A: Gracias por leer ;w;
Yo sé qué fecha es hoy xd sé que es súper tarde, pero para ese entonces andaba sin internet, y luego cuando al fin tuve internet (estuve dos meses así sniff) no me convencía mucho xd Así que le puse unas cositas más. Espero y les haya agradado uwu
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borntoreignhq · 4 years
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Estimada Amara Savitree Mongkhon, queremos agradecerle por decidir prestar sus servicios. Contará con una recámara individual y un horario determinado para cumplir sus obligaciones, es indispensable que se respete manteniendo presentes las normas que rigen en el palacio Jihai. Le recordamos que dispone de un día de descanso a la semana, el cual será alternado con el de sus compañeros. Deseamos que tenga una amena temporada de trabajo, garantizamos absoluta disposición a asistir, enseñar y brindar referencias a nuestro cuerpo de empleados.
¡Steffie, nos complace recibirte! Esperamos la cuenta de tu personaje dentro de las próximas 48 horas, pero no dudes en solicitar una prórroga en caso de precisarla.
ooc.
Seudónimo: Steffie
Edad: +18
Zona horaria / País: gmt +1
Triggers: Non-con, cualquier tipo de abuso sexual, pedofilia, incesto.
Rostro reservado: Lalisa Manoban
Contraseña:  Removido por la administración.
ic.
Nombre completo: Amara Savitree Mongkhon
Nación de procedencia: Kelaya
Fecha de nacimiento: Veinticinco de julio / Veintiún años
Cupo reservado: Empleada
Ocupación: Asistente real
↬ Más sobre el personaje: Hasta cinco datos, puntos de historia o aspectos relevantes de tu personaje.
UNO.  Historia comienza dentro de familia dedicada en cuerpo y alma a la economía, fue fácil prosperar en un territorio tan especializado en ese campo como lo es Kelaya, progenitores son figuras reconocidas del territorio que mantienen buena imagen de cara al público a pesar de que, como todas las almas que habitan plano terrenal, terminan corrompiéndose por ambición. Terminan bebiendo de copa en la que se mezclan sed de ascenso y dudosos métodos morales, objetivo siendo siempre el de hacer que negocio escale en posiciones de importancia a lo largo de trayectoria profesional.
DOS.  Amara siempre miró desde las sombras sin aprender a identificar maldad escondida tras velo de pureza que su familia se esmeraba en aparentar, veía los rastros de que algo no funcionaba bien, pero sin embargo su mente terminó por camuflar aquellos indicios. Tampoco sirvió de mucho cuando ascendencia social no fue la esperada en primer instante, beneficios no iban a ser tan grandes a pesar de tanto esfuerzo, seno familiar quedándose en posición modesta para brindar atenciones necesarias a hija única de cabello oscuro.
TRES.  Como pájaro que vuela libre del nido por primera vez, Amara realizó varios viajes a los territorios vecinos con la única finalidad de conocer otros escenarios, empaparse de cultura y tradiciones que después acabaron instaurando en ella un enorme sentido de responsabilidad e independencia. Debido a necesidad de seguir aprendiendo, explorando habilidades aún por desarrollar, terminó trabajando para pequeños negocios de territorio natal como mánager, organizadora y cualquier título que requiriera de disposición por su parte. Telas de seda ondeando, pequeña libreta entre menudos brazos y bolsa de viaje eran herramientas esenciales de su día a día; sentada frente a níveo escritorio, en la soledad de habitación, en banco de madera de espacio verde…
CUATRO.  Quizá estaba destinada a puntar más alto ( a lo mejor era solo maldición familiar que se apoderó de espíritu ambicioso ) para terminar en esferas un poco más altas de la sociedad. Así es como se aventuró a estar un poco más cerca de la realeza gracias a aquellos papeles tan importantes; cartas de recomendación que ensalzaban habilidades para un puesto como aquel. Y al final de la historia, suerte la acompañó desde el primer momento eliminando así premisas de una maldición familiar.
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chico-alienigena · 5 years
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La vida misma
Mi camino ha sido escrito por los Dioses de los cuentos.
Esos reyes delincuentes, profecías de un lamento.
Las deidades de los libros que obligaron a leer
a los padres y a los niños ante cada amanecer.
Mi camino ha sido escrito por aquellos inventados.
“No es milagro y no es juicio, ni purezas ni pecados."
En su día el no creer hubiera sido un privilegio,
pues pensar que no hay destino era y es un sacrilegio.
Mi camino ha sido escrito por los pasos que yo he dado.
No me guía en mis asuntos un divino ídolo alado.
Y he andado ya perdido, he marchado dando tumbos.
¡Lo he pensado tantas veces, siempre ha sido rechazado!
Que no cabe en mi libreta libertad para dos mundos.
Pero atea confesado o convencido nihilista.
Yo dibujo, yo escribo, y me permito ser artista.
Y no es justo impedirme el soñarlo por un día.
Así que creo haciendo rimas esta dulce alegoría.
A la gente le atrae iniciar por el comienzo.
Por el día que era blanco el terreno de su lienzo.
Pero ya que soy creador, como dicto en este título,
hoy prefiero yo empezar por el último capítulo.
Al final ha habido sangre, al final siempre hay dolor.
He jugado con alambre a enjaular la compasión.
Yo quizás he ejecutado, pero hubo un Dios autor,
que empezó por anular el que había en mi interior.
Tiempo antes era niño, y como todos, inocente,
pero el paso de los años me volvió un irreverente.
Insulté de esa forma a la que me dio a luz,
a la Diosa que o da vida, o te clava en la cruz.
No entendió aquella Diosa que yo no tuviera paz
y ya sabes, no está hecha una madre para odiar.
Me dejó seguir los pasos del error adolescente
pues sabía que la vida me lo iba a reprochar.
Años antes era sólo la semilla de otro ser,
por entonces no tenía aún nada que perder.
Cuando naces te aseguran que la vida es un presente,
te la dan y te abandonan en este mundo demente.
¡Qué regalo es entonces! ¡Te abandonan a tu suerte!
Esta tierra la controlan seres de sangre caliente.
No importa cuánto aguantes, prematura es la muerte
cuando instauran nuestros Dioses un invierno inclemente.
Tú caminas sobre el fuego, haces tus pies a las brasas,
no estás sólo en tu enojo cuando no existe piedad.
Ves a ídolos mover con facilidad a masas
y preguntas “¿no lo ven? ¿Están ciegos de verdad?"
Pero yo sólo he presenciado
un pedazo de la historia.
¿Sabes qué es un colectivo?
Colectivo es memoria.
Viajemos al pasado,
un poquito más atrás.
Conozcamos a los Dioses del
“tú da y te darán más”.
Está lleno este orbe de personas bondadosas,
interés en pocos gramos y acogidas calurosas.
Gente buena que ahora peca pues no tienen ni zapatos
caminantes extraviados, de los Dioses garabatos.
Somos juego para ellos, aburridos ya del cielo.
Somos hijos, sin embargo nos observan con recelo.
Somos fichas, son tablero,
son las normas, somos premio.
Somos letras de leyenda
faltas de juicio certero.
Somos vidas condenadas a un destino
somos víctimas del Dios del duro azar.
Pues él lanza unos dados, nuestro sino
es rezar por no ir andando en su camino
tiranía es la tirada
y a los pobres va a pisar.
Y ahora dime, ¿aún prefieres profesar que son deidades?
Excusar nuestros errores bajo el hado de animales.
Pretender que es el fallo desgraciado de un coloso
es más fácil que asumir que este mundo es doloroso.
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oliver-hopkins · 5 years
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Mis regalos para Tristan y Cate por su boda:
1) Kit divertido con 6 artículos que te ayudarán a sobrevivir en el recién estrenado estado civil. Todo en una cajita kraft con instrucciones en su interior.
CONTIENE
“Para tener en cuenta”: Libreta donde anotar aquellos proyectos o ideas de pareja.
Lámina motivadora con frases que os harán recordar por qué lo hicisteis. Cuando os enfadéis, leedla detenidamente. Medidas: 13x18cm.
“Love Gifts”: Talonario de regalos con 12 propuestas económicas de regalos que podréis canjear en cualquier momento. Porque siempre está bien tener un detalle “porque sí”.
“Pomada del amor”: Bote de lubricante de 75 ml para no dejar que la llama de la pasión se apague.
“Algo que celebrar”: Botella de vino de 37,5cl para celebrar. ¿El qué? Cualquier motivo será bueno.
“Love pills”: Chuches en forma de píldoras de regaliz para tomar en caso de notar cualquier síntoma de desamor.
2) Cartel "Normas de la casa" (en lugar de poner Edu y Elena, pone Tristan y Cate)
3) Figura de bailarines personalizada con el nombre de ambos
4) Marco de fotos mágico
5) Rosa de hierro forjado personalizada para Cate. Al ser realizada a mano por un maestro artesano, cada una de ellas tiene una forma diferente, por lo tanto es única
6) Juego de reloj y pulsera para Tristan
// Espero que os gusten todos @tristansand @catelinton ;)
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virginiamanda · 6 years
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El inspector y el pescadero Arturo Pérez-Reverte Arturo Pérez-Reverte PATENTE DE CORSO De todas las ciudades de Europa, Nápoles es mi favorita, mucho más que París, Sevilla o Venecia. Conozco las orillas del Mediterráneo y nunca vi un lugar tan espléndida y ferozmente mestizo, al mismo tiempo oriental y occidental, turco y cristiano, arcaico y moderno, noble y pícaro, virtuoso e infame, hormigueante de vida, caótico hasta el disparate, incluso peligroso para quien no conoce el territorio o ignora las reglas. Jamás me niego a viajar allí, y a menudo lo busco yo mismo; y cada vez lo hago sumergiéndome en esa ciudad formidable llena de nombres, palabras y resonancias españolas; paseándola desde el Lungomare y el puerto hasta las librerías de Port’Alba, desde la Fetrinelli de Chiaia hasta Porta Nolana. En ninguna ciudad me han intentado estafar, mentir y robar tanto como en Nápoles. En ninguna parte del mundo que no estuviera en guerra anduve nunca con tantas precauciones, mirando atrás tantas veces, como al internarme en la añeja topografía del Barrio Español. Sin embargo, nunca fui tan feliz paseando como lo soy allí, dispuesto a pagar, con lo que el azar me imponga, el privilegio de sentirme napolitano un viernes o un sábado por la noche, por ejemplo, cuando aquello es un laberinto de motos a toda velocidad entre las que te juegas la vida mientras el Nápoles secular se echa a la calle. Cuando debes hacerte a un lado a toda prisa para evitar que te atropelle una Vespino conducida por un crío de doce años que lleva a su hermano pequeño de pie entre el asiento y el manillar y, sentada detrás, a su hermana mayor con otros dos mocosos, casi bebés, sobre las rodillas. Esta mañana camino por otro de mis lugares favoritos: la via Pignasecca hasta Porta Medina, bulliciosa de gente al pie de Montecalvario. Lo hago parándome a leer admirado, como siempre, las esquelas funerarias pegadas en las paredes junto a los altarcitos con vírgenes y flores de plástico –Serenamente si é spenta la cara existenza di Bruno Palermo, detto Mastroianni–, o disfrutando con los magníficos, irrepetibles nombres que rotulan los comercios: Pasticceria Armando Scartuchio, Salumería Tagliacozzi, o una tiendecita cuyo nombre –apellido de su propietario– sería imposible en otro lugar del mundo: Pizzería Vitto Pitagórico. Estoy en via Pignasecca, como digo, oliendo a carne, verdura, pescado y pizza caliente; sumergido en la multitud que compra, habla, discute, se abronca o ríe: matronas con su carrito, abuelos a los que envuelven doscientos gramos de mortadela o que fuman mientras ven pasar a la gente, fulanos tatuados y con rapados imposibles a los que no querrías encontrar en un callejón oscuro, mujeres de belleza densa y espesa, desgarradas, agresivas, típicas de los barrios populares. El rumor de colmena mezclado con bocinas de motos y automóviles, y toda esa luz mediterránea que se cuela entre decrépitos palacios de hace tres o cuatro siglos en los que, mezclados sin complejos en salones antiguos convertidos en humildes apartamentos, conviven decadentes apellidos aristocráticos con el pueblo más llano imaginable, como si todo Nápoles siguiera siendo un bucle sin final. Una película continua de Vittorio de Sica. Y para corroborar todo eso, o parte de ello, veo que entre la multitud que llena la calle intenta avanzar una furgoneta; y que el conductor, un hombre joven, va muy despacio porque delante de él camina un viejecito que no se da cuenta y no se aparta. Y en vez de darle un bocinazo o gritarle por la ventanilla, como harían en tantos otros lugares, el conductor sigue detrás un largo trecho, paciente, esperando a que el abuelete se aparte. Y apenas dejo atrás la furgoneta me encuentro delante del mostrador fascinante de una pescadería, admirando la frescura de lo allí expuesto pese a lo cargado del gentío y del ambiente, e intento imaginar a un inspector de sanidad de los que vigilan las normas comunitarias europeas, enfrentándose a aquello. Y mientras hago eso, imaginarme parado al inspector con su libreta y su boli, el pescadero coge un cubo de agua de dudosa procedencia y, sin cortarse un pelo, lo arroja por encima de cuanto tiene en el mostrador; dándole, en efecto, ese aspecto de frescura y recién pescado que tanto me atrajo antes. E imagino entonces al inspector de sanidad, que tal vez estaría a punto de preguntar algo al pescadero, de pedirle un certificado o algo así, quedarse a medio decirlo, con la libreta y el bolígrafo en alto, y luego cerrar la boca, guardar la libreta y largarse discretamente, casi de puntillas. Pensando que los del consejo de sanidad de Bruselas, o como se llame lo que hay allí, no tienen ni puta idea del mundo y de la vida real. De Nápoles, como digo. De mi Nápoles.
Perez - Reverte
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elanacronista · 6 years
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JUSTIFICANDO LA MEDIOCRIDAD
Todos estos años me la pasé pensando, ¿Por qué la gente le encanta justificar la mediocridad?, ¿Por qué en lugar de hacer las cosas, buscan excusas y culpables externos?, en vez de detenerse a pensar si posponer las cosas tiene alguna utilidad real.
Cuando las personas en general tienen que hacer algo, prefieren posponerlo, o tomar el camino más fácil posible, el más sencillo y rápido, sin importar las consecuencias ya que, en la mayoría de las ocasiones los resultados son desastrosos, y no vale la pena entrar en detalles.
Pero, ¿es esto cierto?, ¿es acaso algo tan arraigado a nuestra propia idiosincrasia?, la verdad es que no lo sé, y tampoco me interesa profundizar en este aspecto.
Pero lo que sí sé, es que a la mínima oportunidad tendemos a priorizar gilipolleses, en lugar de hacer nuestras obligaciones, por ejemplo, supongamos que estamos en el instituto y adivinemos que por azares del destino el profesor, o profesora ¿por qué no?, deja un trabajo para la siguiente clase, a lo mejor un ensayo de dos mil palabras con normas APA, sobre la segunda revolución industrial de finales del siglo diecinueve.
Claro está que el ensayo no se escribirá por sí solo, y como buenos seres humanos que somos, tenemos cosas más importantes que hacer, como ver esa última película de superhéroes con chistes baratos, actuaciones lamentables y con un CGI medio regular, o talvez llegar al nivel ochocientos treinta y dos del Candy Crush porque nunca es suficiente del mismo maldito juego.
O quizá salir a hacer el retrasado en la farmacia procurando que nadie te vea, mientras vas a la caja con unos condones ultra delgados, un tarro de vaselina y un par de aspirinas para después, porque en la tarde tienes faena, esto te podría llegar a pasar, no lo sé.
Pero para pagar hay una fila muy larga y en la caja una anciana sexagenaria pagando un tinte para el cabello color borgoña con monedas de a peso, y mientras tanto, tu estas preocupado mirando con el rabillo del ojo que nadie de allí te reconozca, porque se armaría un buen quilombo donde tus padres entren y te vean con esas cosas en la mano, o a lo mejor una vecina chismosa que le cuente a toda la cuadra que eres un degenerado, o «degenerada», ya saben mejores cosas que hacer en cambio del inútil y estúpido ensayo.
Entonces llega el día, el día de entregar el famoso ensayo, pero también por azares del destino, no has hecho absolutamente nada, lógicamente tenemos un gran dilema, por un lado tendremos que entregar el ensayo o vamos a suspender, y por el otro somos jóvenes y tenemos que disfrutar de la vida porque cada segundo cuenta, así que llenos de valor y con dos Red Bulls en el sistema, nos disponemos a escribir como si no hubiese un mañana, sobre la dichosa revolución industrial, a comprimir el conocimiento que olvidaremos al día siguiente, y que probablemente nunca, pero nunca necesitemos en nuestra vida diaria, y a redactar lo que salga, sin revisión alguna, ya que a duras penas podremos terminarlo.
En el momento de la entrega miras a tu alrededor, y te das cuenta que no eres el único, hay algunos que sinceramente no lo hicieron, también hay otros que están en tu misma situación, con un amasijo de palabras en un papel sin pies ni cabeza, y algunos que por casualidad lo olvidaron en casa, «por casualidad», entonces llega la maestra, o maestro, y recoge con desdén los trabajos, para su posterior revisión.
Y ahora algo completamente diferente, el profesor llega a la sala de maestros, con más o menos treinta ensayos de la segunda revolución industrial, algunos con carpetas otros sin ella, unos cuantos escritos en hojas de una libreta y finamente unidos con un clip, marcados en la esquina superior izquierda con una letra ininteligible y con tachones en toda la hoja.
Entonces los mira y piensa, ¿acaso yo tengo que leer todo esto?, porque claro tiene que calificar los trabajos, pero además debe calificar los exámenes de otros dos salones, y tiene clase en dos horas, y también debe pagar la factura del gas que se vence hoy, así que nuestro buen docente, lo deja para más tarde, como buen ser humano que es.
Así un día antes de la entrega de calificaciones, nuestro querido licenciado mira por encima los trabajos y en lugar de leer los ensayos de sus alumnos con detenimiento, que es su trabajo después de todo, se pone a contar las páginas como todo un campeón, ya que seg��n Word deben ser más o menos unas cuatro o cinco, y los valora según su cantidad de información y no el contenido del ensayo, ni tampoco si cumplieron las dichosas normas APA y así hasta que termina cansado, agobiado y muy mal trajeado, pero justo a tiempo para ver su telenovela turca favorita que empieza a la diez y que no se pierde por nada del mundo porque esta semana descubren quien mato a Cemile.
Demostrando así que todos formamos parte de un gran circulo vicioso, un circulo llamado mediocridad.
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