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#lucila godoy
notasfilosoficas · 1 year
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“Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino”
Gabriela Mistral
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Gabriela Mistral, es el seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga, poeta, diplomática, profesora y pedagoga chilena nacida en Vicuña en abril de 1889, recibió el Premio Nobel de literatura por su trabajo poético en 1945.
Fue la primera mujer iberoamericana y la segunda persona latinoamericana en recibir un Premio Nobel.
Nació en el seno de una familia modesta, su padre era profesor y poeta de ascendencia española y su madre también de familia española cuyos abuelos eran descendientes de familias propietarias de tierras en el Valle de Elqui.
Pasó su infancia en diversas localidades del valle de Elqui, llamado antiguamente también como valle del Coquimbo.
Entre los 3 y 10 años, Mistral vivió en la pequeña localidad de Montegrande, siendo éste el lugar en la que Mistral consideraría su ciudad natal, y el mismo en donde pidió que se le diera sepultura.
Por el lado de su madre Gabriela tuvo una media hermana mayor y por el lado de su padre un hermanastro.
El padre de Gabriela abandonó el hogar cuando ella contaba con tres años, y a pesar de esto ella siempre lo defendió. Se dice que revolviendo papeles encontró unos versos “muy bonitos” los cuales dijo; “despertaron mi pasión poética”.
En 1904, trabajó como profesora ayudante en una escuela y eventualmente enviaba colaboraciones literarias a el diario serenense “El Coquimbo” y en “La voz de Elqui” de Vicuña.
Quiso ingresar en una escuela normal pero fue excluida por prejuicios religiosos, y sin embargo obtuvo el titulo de “profesora de estado” al validar sus conocimientos ante la escuela normal No 1 de Santiago. 
Al no haber concurrido al instituto pedagógico y haber obtenido el titulo por covalidación de conocimientos, Gabriela padeció de mucha rivalidad por parte de sus colegas.
Gabriela Mistral fue contratada por el Gobierno de México a petición del ministro de educación José Vasconcelos, con la finalidad de conformar un nuevo sistema educativo, quien ponía especial enfoque en la enseñanza rural.
La reforma rural en la educación tocaba en Gabriela fibras muy intimas en su anhelo de llevar la educación a los campesinos y a las areas rurales, la cual la hizo darse cuenta de la importancia de su encargo, mismo que ella veía como una verdadera “cruzada”.
La vida de Mistral se mueve entonces entre los pueblos indígenas y los altos niveles de la intelectualidad mexicana y de su gobierno, poniendo todo su entusiasmo y alma entera en esta tarea.
A partir de esta experiencia que duró dos años, Mistral se volvió simpatizante del movimiento latinoamericanista pensando en la región como si se tratara de un gran país, reflejando esto en su poema Cordillera en 1957.
En 1925 Gabriela regresa a Chile en donde es nombrada delegada del instituto de cooperación intelectual de la sociedad de las naciones, fundando un instituto encargado de difundir las tradiciones de los textos franceses de los libros mas representativos de Latinoamérica, así como en su labor pedagógica.
El 10 de diciembre de 1945, Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura por parte de la Academia Sueca, donde con el dinero del premio se compró una casa en Santa Barbara California en donde fungió como Consul en esa ciudad.
Años mas tarde Gabriela fue nombrada cónsul en Nueva York en 1953 consiguiendo estar con la escritora estadounidense Doris Dana con quien estableció una controvertida relación y con quien mas tarde terminaría siendo su portavoz, y albacea oficial.
Gabriela Mistral murió el 10 de enero de 1957 a la edad de 67 años, tenía diabetes y problemas cardiacos y sufrió un derrame cerebral pues padecía arterioesclerosis. 
En su testamento estipuló que el dinero producido por la venta de sus libros en América del Sur se destinase a los niños pobres de Montegrande.
Fuente: Wikipedia
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vanessasisomonter · 1 month
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Gabriela Mistral: Legado Literario y Premio Nobel de Literatura
Domingo 18 de Agosto 2024 -Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga​, ​ fue una poetisa, diplomática, profesora y pedagoga chilena. Por su trabajo poético, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1945. Fue la primera mujer iberoamericana​ y l
Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga nació en Vicuña el 7 de abril de 1889.Hija del maestro de escuela Juan Jerónimo Godoy y de la modista Petronila Alcayaga, su infancia transcurrió entre las aldeas de La Unión y Montegrande, adonde se trasladó su madre tras ser abandonada definitivamente por su esposo en 1892, la niñez de la autora quedó marcada por esta ausencia del padre.Su…
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mirandamckenni1 · 2 months
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Fin del Mundo - Full Performance (Live on KEXP) http://KEXP.ORG and the Ministry of Culture of Argentina present KEXP live from Argentina with Fin del Mundo performing live at the Kirchner Cultural Center in Buenos Aires, Argentina. Recorded September 22, 2022. Songs: La noche El próximo verano Cuando todo termine El fin del mundo El incendio Julieta Heredia - Guitar Julieta Limia - Drums Lucía Masnatta - Guitar / Vocals Yanina Silva - Bass Live Sound Engineer: Pablo Leal Sound Mix: Nicolás Aimo Assistants: Mariano Esain, Matías Figueredo, Martín Rulli, Jorge Ignacio Correa, Mauricio Godoy, Sebastián Ayala, Diego Fraga, Fernando Figueroa ----------------- KEXP live from Argentina is a partnership with the Argentine Ministry of Culture, MICA, and the Kirchner Cultural Center. Realization, technical production: Centro Cultural Kirchner and KEXP Host: Cheryl Waters Interpretar: Eugenia Segovia Sound Engineer: Pablo Nelken Audio Mastering: Matt Ogaz Videographers: Jim Beckmann, Sebastián Cáceres, Carlos Cruz & Alaia D’Alessandro Live Director: Diego Laber Editor: Scott Holpainen Art: Lucila Rojo & team (stage design and art) Lighting: Omar Posematto Production Assistant: Gonzalo Vazquez Media Fixer: Melissa Restrepo Production and communication at Dirección Nacional de Integración Federal y Cooperación Internacional (Ministerio de Cultura de Argentina): Viviana Luna, Paloma Moccia, Pablo Murillo, Marcos Ribas, Lucia Soberal, Luciana Malavolta, Mariana Leder Kremer Hernández Ministerio de Cultura de Argentina: Tristán Bauer - Ministro de Cultura de la Nación Argentina Lucrecia Cardoso - Secretaria de Desarrollo Cultural Ariela Peretti - Directora Nacional de Integración Federal y Cooperación Internacional https://ift.tt/ikKqVeB https://ift.tt/qo0GnpW https://ift.tt/hvX93xH https://www.cck.gob.ar http://kexp.org via YouTube https://www.youtube.com/watch?v=EpXIt_7uso8
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carmenvicinanza · 6 months
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Gabriela Mistral
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Gabriela Mistral, scrittrice cilena, è stata la prima latinoamericana a ricevere il premio Nobel per la Letteratura nel 1945.
Con uno stile e un ritmo narrativo unico e innovativo, nelle sue opere ha affrontato l’amore, la natura e la spiritualità, mostrando una profonda compassione per l’umanità e un forte senso di solidarietà verso le persone più deboli e bisognose.
Nata col nome di Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga a Vicuña, in Cile, il 7 aprile 1889, aveva studiato da autodidatta, con l’aiuto della sorella insegnante, dopo aver lasciato la scuola alle secondarie.
A quindici anni già scriveva versi per un giornale locale e insegnava in una scuola rurale.
Nel 1914 ha vinto il suo primo premio letterario e adottato lo pseudonimo di Gabriela Mistral in omaggio ai suoi due poeti preferiti, Gabriele d’Annunzio e Frédéric Mistral.
Mentre la sua carriera scolastica progrediva, nel 1922 è stata invitata in Messico dal Ministro dell’Educazione, per partecipare a un piano biennale di riforma scolastica con l’intento di far decollare l’istruzione del Paese. Nello stesso anno, a New York, ha pubblicato la raccolta Desolación che le ha portato fama internazionale.
Nel 1923, dopo aver contribuito con suoi testi all’antologia Lecturas para Mujeres, ha ricevuto dal presidente del Messico Álvaro Obregón una borsa di studio di un anno che le ha consentito di viaggiare negli Stati Uniti e in Europa per tenere discorsi pubblici. Tornata in patria, le venne conferito il titolo accademico di Professoressa di lingua spagnola presso l’Universidad de Chile.
Nel 1924 ha pubblicato a Madrid Ternura, altra raccolta di gran successo seguita da un tour per l’America del Sud.
Ha rappresentato l’America Latina all’Istituto per la Cooperazione Intellettuale della Lega delle Nazioni, a Parigi.
Lasciato l’insegnamento, ha lavorato come giornalista e tenuto lezioni e conferenze in diverse università americane come la Columbia e l’Università di Porto Rico.
Dal 1932 fino alla sua morte, è stata console del Cile in diverse città come Napoli, Madrid, Petrópolis, Nizza, Lisbona, Los Angeles, Veracruz, Rapallo e New York.
Ha pubblicato centinaia di articoli in periodici e giornali di tutti i Paesi di lingua Spagnola.
Nel 1938, a Buenos Aires, grazie all’aiuto dell’amica e corrispondente Victoria Ocampo, ha dato vita a una nuova opera, Tala, il ricavato delle vendite venne devoluto agli orfani e orfane dalla Guerra Civile Spagnola. Il volume include vari poemi che esaltano gli usi ed il folklore del Sud America e dell’Europa mediterranea. La prima parte dell’opera è dedicata alla madre, morta nel 1929, da sempre figura chiave nella sua vita.
Il 10 dicembre 1945 è stata la quinta donna della storia e la prima di lingua spagnola a vincere il Premio Nobel per la letteratura per «la sua opera lirica che, ispirata da potenti emozioni, ha reso il suo nome un simbolo delle aspirazioni idealiste di tutto il mondo latino americano».
Nel 1946, durante uno dei suoi viaggi, ha conosciuto la scrittrice statunitense Doris Dana, con la quale è nata una relazione sentimentale segreta e travagliata a causa della distanza. La corrispondenza fra le due scrittrici (1948-1956), raccolta nel libro Niña errante è stata pubblicata postuma nel 2009.
Nel 1947, Gabriela Mistral ha ricevuto la laurea honoris causa dal Mills College di Oakland, in California. Quattro anni dopo, in patria, le è stato consegnato il Premio Nazionale per la Letteratura.
Nel 1953 è nominata console a New York, dove è morta di cancro al pancreas a Long Island il 10 gennaio 1957. Quando i suoi resti sono stati traslati in Cile, il Governo ha dichiarato tre giorni di lutto nazionale.
Durante la convivenza, quando era già malata, la sua compagna aveva iniziato a raccogliere la corrispondenza e le sue opere, più di 40.000 manoscritti e 250 lettere che sono stati donati al governo cileno e conservati nella Biblioteca Nazionale del Cile dal nipote Doris Atkinson, dopo la sua morte, avvenuta nel 2006.
Nonostante il rapporto conflittuale con la sua terra natia, dove era stata spesso discriminata per il contenuto dei suoi lavori che si distaccavano da quelli di una società “maschilista, centralista ed elitaria” mentre nel resto del mondo veniva osannata per il suo talento, Gabriela Mistral non ha mai dimenticato le sue origini e nel suo testamento ha disposto che i proventi delle vendite dei suoi libri in Sud America e i beni mobili o immobili di sua proprietà fossero donati ai bambini poveri di Monte Grande, quartiere in cui aveva trascorso la sua infanzia.
L’Organizzazione degli Stati americani ha istituito, nel 1979, il Premio Gabriela Mistral, «con lo scopo di riconoscere coloro che hanno contribuito all’identificazione e all’arricchimento della cultura tipica Americana e delle sue regioni o individualità culturali».
C’è un’università che porta il suo nome e ogni città principale del Cile ha una strada, una piazza, o una via, dedicata all’autrice.
La sua effige è apparsa nella banconota da 5000 pesos cileni a partire dal luglio 1981, sostituita con una nuova versione nel settembre del 2009.
Il 7 aprile 1991 il cerro Fraile, una collina situata a Monte Grande, è stata rinominata Gabriela Mistral, esaudendo un suo desiderio espresso nel testamento.
Il 15 novembre 2005 la Metropolitana di Santiago del Cile ha ricordato l’anniversario della premiazione del Nobel di Gabriela dedicandole un intero treno decorato con fotografie della poetessa.
Gabriela Mistral è stata una scrittrice girovaga e tormentata sempre da una profonda nostalgia del suo paese che non l’ha mai amata abbastanza. Un pilastro della letteratura sudamericana il cui nome ancora oggi riecheggia nei programmi scolastici e nelle antologie.
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mishimasworld · 8 months
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«Han existido mujeres serenas de ojos claros,
infinitas y silenciosas como esa llanura
que atraviesa un río de agua pura.
Han existido mujeres con visos de oro,
rivales del estío y del fuego, semejantes a
trigales lascivos que no hieren la hoz
con sus dientes pero arden por dentro
con fuego sideral ante el cielo despojado.
Han existido mujeres tan leves
que una sola palabra, una sola,
las convirtió en esclavas. Y existieron otras,
de manos rojizas, que al tocar una frente
suavemente disiparon ideas terribles.
Y otras cuyas manos exangües y elásticas,
con giros lentos aparentaban insinuarse
creando una urdimbre rara y fina
en que las venas simulaban
hilos de vibración ultramarina.
Mujeres pálidas, marchitas, devastadas,
ardidas en el fuego amoroso
hasta lo más profundo de sí mismas,
consumido el rostro ardiente,
con la nariz agitada por el impulso
de inquietas aletas, con los labios abiertos
como yendo hacia las palabras pronunciadas,
con los párpados lívidos
como las corolas de las violetas.
Y todavía han existido otras y,
maravillosamente, yo las he conocido».
• "Mujeres", de Gabriele D'Annunzio | Escritor italiano ~ 1863 - 1938.
Gabriele D'Annunzio ocupó un lugar destacado en la literatura italiana y en la vida política. Fue conocido como "il Vate" ("el poeta"), novelista, poeta, dramaturgo, periodista, militar y político.
Sus obras literarias deben leerse desde el valor de su originalidad, separando sus creaciones de quienes lo tomaron como modelo político, sin que él estuviera implicado.
Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga, creó su nuevo nombre en homenaje a dos de sus poetas favoritos, el italiano Gabriele D'Annunzio y el francés Frédéric Mistral.
Los poemas de Gabriele D'Annunzio son intensos y apasionados, una apuesta a la vida y los placeres. De fastuosa sensibilidad, fuerza vital y alegría de juventud.
* El poema ha sido extraído de ""Canto nuevo", traducción y prólogo de Fernando Iscar.
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#gabrieledannunzio #cantonuevo #poesia #autorrecomendado #librorecomendado #literatura #leer #libros #cuandotodonolaliteraturasí #literaturaenespiral #margaritadíazdeleón
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timriva-blog · 8 months
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«Mistral, una vida», de Elizabeth Horan: semblanza de la mujer de un pequeño pueblo que se hizo a sí misma
El primero de los tres volúmenes de la biografía de la poeta chilena se centra en su lesbianismo y sus estrategias para abrirse camino en la vida La escritora Elizabeth Horan, autora de ‘Mistral, una vida’, editado por Lumen. Escrito por ANNA CABALLÉ Se publica el primer volumen de una completa biografía de la escritora chilena Gabriela Mistral (nacida Lucila Godoy Alcayaga) anunciada en tres…
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pavelrozaspino · 11 months
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LOS PREMIOS NOBEL DE LITERATURA LATINOAMIERICANA POR PAVEL FRANK ROZAS PINO
Pretendo realizar un ágil, conciso y atrevido recorrido por los latinoamericanos que han logrado el Premio Nobel de Literatura, empezando por los galardonados chilenos Gabriela Mistral en 1945 y Pablo Neruda en 1971. Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga, nació en la ciudad chilena de Vicuña, 7 de abril de 1889, ​ fue pedagoga, profesora, diplomática y poeta, con esta última actividad hizo escuchar su voz a través de la poesía. El seudónimo de Gabriela Mistral proviene en homenaje a sus poetas preferidos el italiano Gabriele D'Annunzio​ y el francés Frédéric Mistral.  Entre sus trabajos importantes tenemos el Poema “Los sonetos de la muerte”, que en una primera parte dice “Del nicho helado en que los hombres te pusieron, te bajaré a la tierra humilde y soleada. Que he de dormirme en ella los hombres no supieron, y que hemos de soñar sobre la misma almohada. Te acostaré en la tierra soleada con una dulcedumbre de madre para el hijo dormido, y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna al recibir tu cuerpo de niño dolorido. Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas y en la azulada y leve polvareda de luna, los despojos livianos irán quedando presos. Me alejaré cantando mis venganzas hermosas, ¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna bajará a disputarme tu puñado de huesos!”. Pablo Neruda, Pablo Neruda, seudónimo de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, nació en la ciudad chilena de Parral, 12 de julio de 1904, perdió a su madre a temprana edad. Su primera publicación es en 1923 el poemario “Crepuscalrio”, pero al año siguiente en 1924 publica seguro una de sus mayores y reconocidas obras “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”. En ese poemario el más versátil y afamado considero que es el Poema 20 que dice “Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. (…)”.
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DÁ-ME TUA MÃO
Dá-me tua mão, e dançaremos;
dá-me tua mão e me amarás.
Como uma só flor nós seremos,
como uma flora, e nada mais.
O mesmo verso cantaremos,
no mesmo passo bailarás.
Como uma espiga ondularemos,
como uma espiga, e nada mais.
Chamas-te Rosa e eu Esperança;
Porém teu nome esquecerás,
Porque seremos uma dança
sobre a colina, e nada mais.
Gabriela Mistral, pseudónimo escolhido de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga (Vicuña, 7 de Abril de 1889 — Nova Iorque, 10 de Janeiro de 1957), poetisa, educadora, diplomata e feminista chilena, agraciada com o Nobel de Literatura de 1945.
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fedederodtad · 4 years
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Fashion Film para LYCRA® con Rosario Ortega. Direcci´ón Lucila Godoy y Nicol´ás Giarruso Una colecci´ón de Pesqueira. Productora: Chancho. Agencia La Ola. Mi trabajo: producci´ón. Co-guionista y co-director de arte. Post producci´ón Ficha Claps para Chancho.
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booksinthecora · 5 years
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Gabriela Mistral // La maestra rural
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"Cien veces la miraste, ninguna vez la viste"
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notasfilosoficas · 1 year
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“La experiencia es un billete de lotería comprado después del sorteo”
Gabriela Mistral
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Gabriela Mistral, es el seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga, poeta, diplomática, profesora y pedagoga chilena nacida en Vicuña en abril de 1889, recibió el Premio Nobel de literatura por su trabajo poético en 1945.
Fue la primera mujer iberoamericana y la segunda persona latinoamericana en recibir un Premio Nobel.
Nació en el seno de una familia modesta, su padre era profesor y poeta de ascendencia española y su madre también de familia española cuyos abuelos eran descendientes de familias propietarias de tierras en el Valle de Elqui.
Pasó su infancia en diversas localidades del valle de Elqui, llamado antiguamente también como valle del Coquimbo.
Entre los 3 y 10 años, Mistral vivió en la pequeña localidad de Montegrande, siendo éste el lugar en la que Mistral consideraría su ciudad natal, y el mismo en donde pidió que se le diera sepultura.
Por el lado de su madre Gabriela tuvo una media hermana mayor y por el lado de su padre un hermanastro.
El padre de Gabriela abandonó el hogar cuando ella contaba con tres años, y a pesar de esto ella siempre lo defendió. Se dice que revolviendo papeles encontró unos versos “muy bonitos” los cuales dijo; “despertaron mi pasión poética”.
En 1904, trabajó como profesora ayudante en una escuela y eventualmente enviaba colaboraciones literarias a el diario serenense “El Coquimbo” y en “La voz de Elqui” de Vicuña.
Quiso ingresar en una escuela normal pero fue excluida por prejuicios religiosos, y sin embargo obtuvo el titulo de “profesora de estado” al validar sus conocimientos ante la escuela normal No 1 de Santiago. 
Al no haber concurrido al instituto pedagógico y haber obtenido el titulo por covalidación de conocimientos, Gabriela padeció de mucha rivalidad por parte de sus colegas.
Gabriela Mistral fue contratada por el Gobierno de México a petición del ministro de educación José Vasconcelos, con la finalidad de conformar un nuevo sistema educativo, quien ponía especial enfoque en la enseñanza rural.
La reforma rural en la educación tocaba en Gabriela fibras muy intimas en su anhelo de llevar la educación a los campesinos y a las areas rurales, la cual la hizo darse cuenta de la importancia de su encargo, mismo que ella veía como una verdadera “cruzada”.
La vida de Mistral se mueve entonces entre los pueblos indígenas y los altos niveles de la intelectualidad mexicana y de su gobierno, poniendo todo su entusiasmo y alma entera en esta tarea.
A partir de esta experiencia que duró dos años, Mistral se volvió simpatizante del movimiento latinoamericanista pensando en la región como si se tratara de un gran país, reflejando esto en su poema Cordillera en 1957.
En 1925 Gabriela regresa a Chile en donde es nombrada delegada del instituto de cooperación intelectual de la sociedad de las naciones, fundando un instituto encargado de difundir las tradiciones de los textos franceses de los libros mas representativos de Latinoamérica, así como en su labor pedagógica.
El 10 de diciembre de 1945, Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura por parte de la Academia Sueca, donde con el dinero del premio se compró una casa en Santa Barbara California en donde fungió como Consul en esa ciudad.
Años mas tarde Gabriela fue nombrada cónsul en Nueva York en 1953 consiguiendo estar con la escritora estadounidense Doris Dana con quien estableció una controvertida relación y con quien mas tarde terminaría siendo su portavoz, y albacea oficial.
Gabriela Mistral murió el 10 de enero de 1957 a la edad de 67 años, tenía diabetes y problemas cardiacos y sufrió un derrame cerebral pues padecía arterioesclerosis. 
En su testamento estipuló que el dinero producido por la venta de sus libros en América del Sur se destinase a los niños pobres de Montegrande.
Fuente: Wikipedia
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vanessasisomonter · 1 year
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GABRIELA MISTRAL
1 de Agosto 2023 -Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga​, ​ fue una poeta, diplomática, profesora y pedagoga chilena. Por su trabajo poético, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1945. Fue la primera mujer iberoamericana​ y la segunda p
Gabriela Mistral, una de las poetas más importantes del s. XX, maestra rural y educadora consiguió el galardón más importante de la literatura universal, fue doctor «honoris causa» por la Universidad de Guatemala, Mills College de Oakland (California), y por la Universidad de Chile, entre otras universidades. BESOS POEMA Se trata de un poema en los que los versos impares son libres, y los pares…
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noosphe-re · 4 years
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I write poetry because I can’t disobey the impulse; it would be like blocking a spring that surges up in my throat. For a long time I’ve been the servant of the song that comes, that appears and can’t be buried away. How to seal myself up now? … It no longer matters to me who receives what I submit. What I carry out is, in that respect, greater and deeper than I, I am merely the channel.
Gabriela Mistral, Madwomen: The "Locas mujeres" Poems of Gabriela Mistral, a Bilingual Edition
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whileiamdying · 3 years
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Gabriela Mistral: El amor vuela libre en el viento
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Sobre la poeta chilena se ha contado una historia en esencia falsa, aunque no exenta de cierto encanto: una joven profesora que fue incapaz de entregarse a un hombre. Presentamos un nuevo retrato que derrumba el viejo mito de Gabriela Mistral, quien entre 1922 y 1924 vivió un periodo de sosiego en México, a invitación de José Vasconcelos.
Por Pável Granados
Gabriela Mistral es un personaje que se está desmontando para volver a construirse por completo. Ganó el premio Nobel de Literatura en 1945, el primero después de la Segunda Guerra, aunque su nombre era célebre desde bastante tiempo antes. No sé si la misoginia o la ignorancia nos han entregado una imagen endulzada y agradable de esta escritora frecuentemente despreciada. Cuánta prisa existe en dar un juicio apresurado ante la mayor cantidad de cosas para poder desembarazarse de ellas. Aquel que la inmovilizó dice más o menos: la gran escritora de poemas que no fue dichosa en el amor, que expresó poéticamente su desamor, la mujer que no pudo ser madre y decidió entregar su cariño a la infancia a través de la poesía y la misión educativa… Una imagen que ella odiaba tanto como los críticos que la despreciaban.
La Asociación de Academias de la Lengua publicó, no hace mucho (2010), antologías de los dos grandes poetas chilenos, Pablo Neruda y la Mistral. Los cuestionamientos sobre la obra de Neruda se han centrado en la incomodidad que suscita que sus Veinte poemas de amor… sean tan populares y en los desacuerdos ideológicos que despiertan sus ideas políticas (al grado de llegar a cuestionar largos periodos creativos). Aunque nunca se ha cuestionado el valor general de su obra. Con la Mistral es completamente distinto, pues se trata de una incomprensión total de su obra y de su personalidad. Una incomprensión que ha cuestionado violentamente la totalidad de su trabajo literario. Con esta edición de la Academia, Gabriela Mistral en verso y prosa, comienza a revelarse la complejidad de su poética y a disipar las inercias críticas. No por completo: todavía hay quienes la consideran una religiosa convencida, mística, plácida.
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Durante su estancia en México, la poeta chilena ofreció su experiencia pedagógica para resolver los problemas educativos del país y se acercó a la poesía de Sor Juana./Archivo EL UNIVERSAL
El mayor prejuicio que la ha seguido es el que dice que su obra es el reflejo fiel de su vida. En 1907, la Mistral había conocido en Elqui a un ferrocarrilero, Romelio Ureta, con el que había tenido un romance. Por entonces, él le dijo que iba a trabajar en las minas del norte para poder reunir dinero para la boda. Poco después de su regreso, la relación terminó y Romelio se fue a un pueblo donde contrajo matrimonio con otra mujer. Dos años más tarde, un amigo le pidió dinero prestado a Ureta; como no tenía esa cantidad, decidió tomarlo de la caja. Se supone que el amigo no pudo pagar la deuda y huyó, así que Romelio se suicidó al ver que no podría reponer el dinero que tomó de su trabajo. Gabriela, quien ya no tenía ninguna relación con el suicida, se enteró por los diarios que Ureta tenía en su cartera una foto de ella. Tres años después, ella comenzó a escribir unos “Sonetos de la muerte” que sólo se decidiría a presentar en un concurso en 1914. Con ellos obtuvo el primer lugar y cierta notoriedad en su país: la profesora rural que escribía unos sonetos inspirados en la muerte de su prometido…
Sólo que esos poemas no tratan ese tema: es la historia de una mujer que termina de enterrar a su amado y arroja polvo y pétalos sobre su tumba con el deseo de tenerlo exclusivamente para ella. Pero al quedarse sola, canta sus “hermosas venganzas”, pues finalmente él será su posesión. Se trataba de un amado que fue infiel, que decidió dejarla, de pronto, en medio de su felicidad. Cuando ella muera, dice en el segundo soneto, será enterrada con él, y cuando eso ocurra le podrá explicar por qué tuvo que morir tan joven: le revelará que fue ella quien le pidió a Dios que lo matara: “Se detuvo la barca rosa de su vivir”.
Como se deduce, el amado de los sonetos no se suicidó. Fue, más bien, víctima de la justicia divina. La mujer que le habla a ese muerto tiene poderes sobre la vida y la muerte, tiene injerencia en los designios de Dios, vive aferrada a un rencor que se mantiene vivo hasta en la tumba. La voz poética sólo puede pertenecer a una loca o a una hechicera. Tiene poder o cree tener poder. Pero por alguna razón, en su tiempo sólo se vio a una profesora rural que tuvo un novio suicida, que inspirada en su tragedia tomó a la poesía como un desahogo.
El jurado le dio el primer lugar a Lucila Godoy Alcayaga, profesora del valle de Elqui. Pero quien habla en esos sonetos es su seudónimo: Gabriela Mistral, eco de Gabriele D’Annunzio, el conocedor de la locura, y de Frédéric Mistral, el poeta provenzal, autor de la Mireya, la joven que exprimió “la fruta ensangrentada del amor”. Un seudónimo: la máscara que, según Oscar Wilde, se necesita para decir la verdad. Pero en este caso, era el personaje creado para mentir, para fingir, para negar. Bajo el nombre de Gabriela Mistral hablan muchas voces: voces de hijas, voces de madres, voces de hechiceras, voces de poetas, las almas sueltas por el viento, la voz antigua de la Biblia… Gabriela Mistral es la voz tensa que contiene las contradicciones, impidiendo que se destruyan entre sí. Una voz que sujeta fuertemente un hato de voces. Una tensión que bien puede desembocar en la locura, ciertamente. Pues existe cierto tono de locura entre su obra; en ocasiones, con la voz de Gabriela Mistral hablan mujeres que no alcanzan a distinguir su realidad, que se les escapa el mundo y cuya mirada se va cubriendo de niebla.
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Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, originaria de Vicuña, mejor conocida como Gabriela Mistral./Archivo EL UNIVERSAL
A ella misma, la vida se le fue ocultando detrás de una niebla el día en que Yin-Yin se suicidó, a los 18 años, ingiriendo arsénico: Yin-Yin (Juan Miguel Godoy) era su hijo, pero ella se lo ocultó y por alguna razón siempre le dijo que era adoptivo (o quizás fue un secreto guardado entre los dos). Lo ocultó a todo el mundo. Sólo en 1999, Doris Dana, la acompañante de sus últimos años reveló que el pretendido sobrino se trataba en realidad de su hijo. Existe una carta, breve, con la que él se despidió, con la que anunció su misteriosa decisión: “Querida mamá, creo que mejor hago en abandonar las cosas como están. No he sabido vencer. Espero que en el otro mundo exista más felicidad; cariñosamente Yin-Yin”. Gabriela sufrió un colapso al enterarse de su muerte: al día siguiente, se levantó en el hospital. “¿Quién era la mujer que gritaba anoche?”, le preguntó a la enfermera. “Era usted”.
Acerca de si se debe de atender el llamado del amor
Como se sabe, el amor no puede ser evadido; si se le evade, se va, pero regresa para hacer sufrir terribles dolores, pues suele ser vengativo. Hipólito, hace muchos siglos, ya se sabe… su indiferencia al amor, el suicidio de Fedra, su madrastra, y Afrodita, la terrible diosa aleccionando con la muerte a los que se niegan a dar su respectivo sacrificio por ella. Todo eso son las enseñanzas de la literatura en torno a su poderío. Es demandante, caprichoso, inconstante, puede irse y volar –revolotear más bien: en realidad, el amor no tiene grandes vuelos, se cansa rápido, tiene que volver a alimentarse de la persona que lo ha recibido. Mientras bebe sangre es valiente y todopoderoso. Y se arriesga. Pero no puede alejarse demasiado. Es una sombra peligrosa. No habrá terreno que se pise sin pisar el amor, en realidad. Ninguna teoría está completa sin esta variable. Puede tomar las formas más monstruosas. Aunque, hasta aquí, venía figurándomelo como un pequeño mosco incómodo… un zumbido constante y una molestia ciertamente cambiante. Como adopta muchos modos, difícilmente se le puede huir. O cazar. De todas formas, ya regresará a hacerle comer todas sus palabras al que lo niegue. O al que lo acepte. También es inútil apresarlo, pues se deshace entre las manos, por más que se le quiera retener. Si ha decidido irse, se irá. Tiene la última palabra. Y por esa precisa causa, puede volver sin anunciarse. En realidad, somos sus objetos. Si hablamos de él, es porque queremos conocerlo y saber cómo es aquel que mueve nuestras manos, que nos obliga a ir cuando debemos de ir, a callar cuando debemos de callar. Ah, siempre el método indirecto con él. Esperando que aparezca para que lo podamos contemplar. No aparecerá. No de la forma que queremos. Siempre sorprenderá. Por más previsible que sea.
Diré ahora, pero no con mis palabras, lo que es. Son las palabras de Gabriela Mistral. Pues es que ella lo tomó de una manera un tanto ambigua. Fíjense ustedes: esta mujer sale de su casa un día, baja a la cañada, se atraviesa con el amor y, al volver, no reconoce nada, ni nada la reconoce a ella. Apenas en la mañana había visto ese camino y no lo reconoce. Y mañana, al despertar, va a ser llamada por su nombre, y no lo va creer. Cuando se percate de que es ella a quien sorprendió la dicha, va llorar. Todo es nuevo, porque el amor le ha hecho olvidar toda la vida. Es que la persona que le ha dicho que la ama y que pasará toda la vida con ella, le dio la felicidad de forma tan repentina, como una puñalada. Si no se está preparado para la dicha, puede no soportarse. Ahora escuchen este otro ejemplo: dice la escritora que el amor vuela libre en el viento, que puede usar una voz tímida lo mismo que una voz imperativa, que tiene fuerza para hendir el hielo del glaciar, tú no le puedes oponer una excusa. Se le tiene que escuchar y se le tiene que hospedar. Y aunque mienta, se le tiene que creer. Y se le sigue aunque se tenga la seguridad de que es una ruta que lleva a la muerte.
Todo esto palpita con fuerza dentro del poema… Desafortunadamente, no llega hasta el rostro de la poeta, inconmovible. Este sentimiento intenta salir de ella, pero choca contra sus propias paredes y se desploma. ¿Es que es más fuerte ella que el amor? Porque han llegado hasta nosotros dos versiones distintas de lo mismo: una escritora ajena a ese llamado y una obra literaria que se ha quemado en el amor hasta el grado de reducirse al silencio antes que volver a tocar ese tema… No es más que una simple pregunta concreta: si se puede explicar lo que en realidad pasaba con esta escritora llena de fuerza y de debilidad. Hasta ahora no; la crítica acerca de la Mistral ha seguido con mucha seguridad y por mucho tiempo en un camino que ha debido de desandar. Volver atrás y comenzar de nuevo. Los presupuestos para hablar de ella eran falsos, lo que significa que no ha sido comprendida, pero no que haya sido incomprendida. Es sólo que hay muy poco en ella de lo que los críticos han supuesto que hay. Han contado una historia en esencia falsa, aunque no exenta de cierto encanto: una joven profesora que fue incapaz de entregarse a un hombre, que fue siempre insatisfecha en el amor. Así es que luego de algunas relaciones fracasadas, decidió mantenerse lejos del amor. Exactamente lo contrario de lo que sugería en sus poemas, cuando afirmaba que no se le puede huir al amor.
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La historia de las mujeres de Mistral apenas se comienza a contar. Aquí, con una amiga no identificada. Las marcas de pintura corresponden a una antigua técnica de edición./Archivo EL UNIVERSAL
El día en que se premió sus “Sonetos a la muerte”, en Santiago de Chile, la Mistral acudió sin que nadie supiera que se trataba de la ganadora. Se sentó anónimamente, entre el público. Si estaba allí no era porque quisiera recibir nada, ni porque deseara ver lo que se opinaba de su trabajo. Ella confesó otra cosa: que iba sólo a ver en persona a uno de los jurados, el poeta Manuel Magallanes Moure, con quien había comenzado desde poco tiempo antes una intensa correspondencia. Magallanes: poeta, casado, refinado, hombre imposible, distante. Ah, y un aspecto importante que señala Volodia Teitelboim, en su biografía de la escritora: un alma “no viril” (lo que quizá encubre la homosexualidad de algunos enamorados). Los aspectos de la personalidad de los hombres con los que se relacionó. El interlocutor perfecto con el que se podría mantener un intercambio epistolar abundante en papel y escaso en resultados. De 1914 a 1922, cientos de cartas entre ellos y ni un solo encuentro; una relación que duró ocho años, de la que se conservan 38 cartas, pero de la cual no es posible decir mucho: todo serían palabras obsesivas para caracterizar a la Mistral, para delinear su violencia psicológica y para ver cómo juega con la entrega sin realizarla jamás. Nueve años de hablar de amor y de entretenerse con la posposición. Bueno, con cierta interrupción, pues durante un tiempo la Mistral fue enviada al sur del país a intentar la “chilenización” de la ciudad de Punta Arenas. A su regreso, volvió a buscar a Manuel, sólo para decirle: regresé pura, tú no fuiste capaz de esperarme con la misma nobleza, mírame para que envejezcas… Con sus reproches, Gabriela intentaba que Magallanes le dijera que la quería, pero parece que en el alma del interlocutor crecía la idea de no dejar todo por ella. Así que esta relación se convirtió en una guerra de destrucción psicológica. La Mistral, en una de sus últimas cartas, le reprocha la manera en que trató su amor durante ocho años: ¿Crees que tu alma es de las mejores, cuando has tirado mi amor, mi vida, como un trapo miserable? Pudo haber un encuentro, una cita en un hotel, pero quien decidió no acudir fue ella. En 1922, ella fue invitada a México por José Vasconcelos. Manuel Magallanes murió dos años más tarde. Hubo otro caso parecido, otro amado refinado y de “maneras femeniles”, Alfredo Videla, con quien se escribió entre 1905 y 1906. Con él ocurrió lo mismo: que no quiso acudir a la única cita y le sugirió encontrarse mejor en el teatro o en el parque pero no en el hotel. Éste es el estilo de los críticos que se han enfrentado a estas situaciones incómodas, en las que la Mistral prefirió mantener su pureza: “No cabe duda que Alfredo intentó seducirla, y si no logró su objetivo, fue porque se estrelló con la fortaleza moral de la joven maestra rural” (Sergio Fernández Larraín).
Acerca de la pureza, quisiera decir unas palabras, pues me imagino que la Mistral se refiere a lo que antes se le llamaba de esta manera y que no era más que la impureza de la castidad impuesta por la moralidad. Pero ni en ese terreno la imagino constante, pues fue acompañada al Sur por una joven escultora, Laura Rodig, poseedora de los secretos de la escritora, quizá su amante, a la que llevó después a México y a Europa. Y luego, la relación escondida con Doris Dana, a la que conoció en 1948, ya con la celebridad del Nobel y con el peso del suicidio de Yin-Yin. El amor que la acompañó hasta el final. Doris Dana, que a la muerte de Gabriela se refugió en su casa, cuidó la biblioteca de la escritora, sus inéditos, sus cartas, su legado, y que al morir ella, fue a dar a la Biblioteca Nacional de Chile. La historia de sus mujeres, soterrada, apenas se comienza a contar. Una historia que por otra parte, negó la propia Mistral. Y ciertamente, también Doris Dana, hasta el final, furiosa por cualquier sugerencia de un “amor” entre ellas. Dos mujeres que negaron el nombre de su amor, constantemente. Sólo para que en Chile se editaran en 2009 las cartas entre ellas, las cuales destruyeron de inmediato el duro caparazón que tan cuidadosamente habían construido para preservar su amor, y para –de pronto– enfrentarlas a un mundo nuevo que no las mira con extrañeza. No deja de tener su encanto que nuestras miradas se encuentren con las de ellas. El azoro de ellas confrontado con nuestra admiración.
La extranjera
Aún me falta algo que decir para terminar de delinear a Gabriela Mistral. No quedaría esbozado un retrato más o menos entero sin su personalidad pública, la cual parece más fácil de dibujar que sus precipicios interiores. Pero desafortunadamente tampoco es sencillo, pues básicamente su vida social dependió de negar su sexualidad, de que los demás tuvieran de ella una percepción enigmática. La mujer alta e imponente, de ojos verdes, que, con sus grandes faldas, parecía una montaña impasible. Caminando por las calles de los pueblos con una verticalidad inapelable. Por más que ella se sintiera vulnerable. Aunque no sabría decir si esa forma exterior era una forma de su vulnerabilidad. Pero de nuevo: esa existencia pública comenzó con el premio ganado en 1914. De ahí en adelante los chilenos la tomaron en cuenta; no importa que la hayan tomado en cuenta para despreciarla y ocultarla, de todas maneras ésa ya es una forma de existir. Ya desde antes, en la Escuela Normal de La Serena, en donde había trabajado desde 1905, se le humilló, reprobándola en el momento de presentar sus exámenes. Un profesor de Religión encabezó una conspiración ya que consideraba nocivas las ideas de la Mistral en torno a la educación de la mujer, su pensamiento anticlerical y el extraño uso de la palabra “socialismo” en los artículos periodísticos que ya por entonces publicaba. También desde entonces, las autoridades educativas con las que debía de tratar le recriminaban que le quitara tiempo a sus actividades docentes para dedicarlo a escribir poemas.
Ya con el oro de la Flor de Oro que ganó los Juegos Florales 1914, fue enviada a Magallanes a dirigir una escuela. Pero pronto se dio cuenta que ese oro no era “suficientemente aurífero” y que los habitantes del extremo sur la miraban con desconfianza, que no soportaban su manera de fumar ni los “vocablos tremendos en boca de dama” que la caracterizaban. Ahí comenzó a escribir artículos denunciando la desigualdad social de la región y el drama del trabajo estacionario que hacía que los trabajadores tuvieran nueve meses de desempleo. Sus preocupaciones no estaban desencaminadas pues por la época en que se encontraba ella en el sur ocurrió la matanza de obreros en Puerto Natales (enero de 1919). Una represión que se desató luego de que los obreros de un frigorífico pidieran mejores condiciones de trabajo, y por la que resultaron cuatro trabajadores muertos y treinta heridos. Tuvo gestos con la población de Magallanes que le fueron tomados como una “burla” a su situación, ocultó a un anarcosindicalista perseguido por la policía en el liceo que dirigía. Años después le confesaría al periodista hondureño Rafael Heliodoro Valle: “La clase dentro de la cual me siento, aquella de la que espero más y a la que amo de corazón, es la clase obrera”. No debe olvidarse el compromiso político de la autora: por entonces también escribió un texto titulado “Los derechos de los niños”, que el comunista peruano José Carlos Mariátegui publicó en su revista Amauta (febrero de 1928), un texto de compromiso inmediato, pues Gabriela opinaba que con los niños no se puede usar la palabra “mañana”: el niño se llama Ahora.
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Gabriela Mistral se sumó al proyecto educativo de José Vasconcelos. En la imagen, la autora de Desolación, Tala y Ternura durante una visita a Texcoco, Estado de México. Circa 1922-1924./Archivo EL UNIVERSAL
En marzo de 1920 fue trasladada a Temuco, en el Centro del país, la ciudad en donde un joven poeta, Pablo Neruda, se acercó a ella para pedirle opinión acerca de sus poemas. Él se sentó frente a ella, en su oficina, mientras leía los textos; luego, ella lo vería con entusiasmo y le recomendaría que siguiera escribiendo y que leyera a los novelistas rusos. Tiempo después, Neruda la recordaría: “En su rostro tostado en que la sangre india predominaba como en un bello cántaro araucano, sus dientes blanquísimos se mostraban en una sonrisa plena y generosa que iluminaba la habitación”.
Gabriela Mistral vino a México en 1922. Ante el extrañamiento de los mexicanos y los chilenos. El extrañamiento de los chilenos se debía a la larga historia de desprecio que se le tuvo en su propio país. Ya una adversaria en el proceso para dirigir el Liceo Número Seis de Niñas, en Santiago, le había escrito: “No abuse de su gloria”. Y la Mistral había respondido: “No la tengo, mi distinguida compañera. Si la tuviera no se me negaría el derecho a vivir, porque una gloria literaria es tan digna de la consideración de mi país como una gloria pedagógica, y los pueblos cultos saben estimarla como un valor real y saben defender a quien la tiene del hambre y del destierro”. Pero estaba a punto de darse cuenta de que su propio gobierno iba a desconocer esa gloria, pues cuando le llegó la invitación de José Vasconcelos para viajar a México, el Congreso le negó dinero para ayudarla en los gastos del viaje, por más que Luis Emilio Recabarren, el sindicalista chileno, pidiera que la escritora recibiera ayuda económica. Pero Vasconcelos cargó con los gastos de viaje y le asignó sueldo a la escritora, así como a Laura Rodig, su acompañante.
Fue recibida con grandes honores; Vasconcelos, convencido de su inteligencia, pidió que se le dejara ver todo, que diera su opinión de todos los asuntos educativos de México. Por entonces, Vasconcelos viajó a Chile y, ahí, un ex Presidente le preguntó: “¿Para qué invitaron ustedes a la Mistral habiendo aquí tantas mujeres más interesantes que ella?” Desde su llegada a México se interesó en la educación de las mujeres y fundó escuelas rurales inspirada en las ideas educativas de Tagore y Tolstoi. Gabriela siguió el proyecto de Vasconcelos, a quien describía como un “mal orador, hombre de estudio honesto y opaco, lo menos tropical de este mundo en la conversación…” Tenía por él una admiración inteligente, que le permitió hacerle críticas puntuales a su desempeño político, con la sinceridad que por otra parte él le había pedido. La fuerza del pensamiento de la Mistral se puede sentir en estas pocas líneas que extraigo de una carta que le mandó a Vasconcelos: “Tengo la honra de no haberlo adulado jamás. Debiéndole, como le debo, los años de sosiego en México, mi gratitud no me venda los ojos para contemplarle en toda su reciedumbre de intelectual y en toda su fragilidad de seudo líder. En lo primero es un bronce insigne, en lo segundo, un embeleco. Y Ud. se menoscaba al consentirse el embeleco”.
No dejó en México ninguna semilla poética, quizá porque en los dos años que permaneció en el país prefirió viajar por el campo que permanecer en la ciudad y conocer de primera mano los problemas de la educación. Viajó en tren y en camiones de la Secretaría por Hidalgo, Morelos, Puebla, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Jalisco, Querétaro y Veracruz… En cada uno de estos sitios dio conferencias, habló con los profesores sobre el sentido de las clases, sobre el material de enseñanza, sobre el uso de las bibliotecas y el aprendizaje de la Historia y la Geografía. Como en Chile, al margen de su trabajo, destinaba tiempo para la poesía. Escribió sobre la artesanía indígena, las montañas mexicanas y el paisaje. Uno de sus descubrimientos literarios en México fue sor Juana Inés de la Cruz, a quien se refirió en varias ocasiones –una de las primeras lectoras modernas de la monja.
Vasconcelos decidió inaugurar la Escuela Gabriela Mistral para mujeres, en Sadi Carnot 63, en la colonia San Rafael. Para apoyar las clases, se le pidió a la escritora que compilara un libro que apareció con el título Lecturas para mujeres (Secretaría de Educación Pública, 1924) en un tiraje de 20 mil ejemplares. Era una serie de textos fundamentalmente literarios de autores americanos y europeos. Pero tantos honores y homenajes despertaron comentarios xenofóbicos contra su trabajo pedagógico. Las personas que la rodeaban intentaron evitar que ella se enterara, pero finalmente, lo supo. Apenas escuchó esos comentarios, decidió dejar México, pero no sin escribir el prólogo a sus Lecturas para mujeres. Como una especie de venganza, o una muestra de su rencor, no firmó el prólogo, sólo lo tituló: “Palabras de la extranjera”. Para que se supiera que se trataba de una extranjera, sin tierra, como a partir de entonces lo sería, una extranjera en el país de la ausencia: “Nombre suyo, nombre, nunca se lo oí, y en ese país sin nombre me voy a morir”. La niebla distante, la que se ve en la altura de las montañas, la niebla que de pronto pasa como trapos rotos, comenzaba a cercarla. Al final, la envolvió completamente, se convirtió en su país, la niebla formada de incertidumbre: “Desde que soy criatura vagabunda, desterrada voluntaria, parece que no escribo sino en medio de un vaho de fantasmas”.
Cuando se hizo la primera edición de su poesía en francés, Paul Valéry escribió un prólogo que la autora rechazó por no sentirse comprendida. El mismo valor debió de tenerlo la Asociación de Academias de la Lengua, que debería de haber rechazado el terrible prólogo de Gonzalo Rojas en la edición que ahora circula de la obra de la Mistral, que comienza: “¡Si sabremos Gabriela y yo de la maleza venenosa del chismerío y del rencor!” Yo quisiera seguir diciendo más sobre la Mistral, pues apenas estoy abriendo la cáscara del asunto. Pero lo mejor sería para cualquier lector, atender el trabajo de crítica y descubrimiento de documentos que encabeza Pedro Pablo Zegers en el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Chile, en donde se resguardan los textos que pronto dejarán de ser inéditos.
FOTO: La poeta chilena Gabriela Mistral (izquierda) de paseo en el Bosque de Chapultepec con la escultora Laura Rodig. Circa. 1922-1924. Archivo EL UNIVERSAL
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alfabetas · 6 years
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― Gabriela Mistral
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