LAS COSAS POR SU NOMBRE
Castellanos, gran conocedor
del Montevideo de siempre
Escribe Fernando Caputi (octubre 27 de 2017)
La población estable de Montevideo --1.319.108 personas cuantificadas en 2011--, está malacostumbrada a deformar la nomenclatura oficial de la capital donde reside.
Muchos equívocos partieron de influyentes medios periodísticos impresos (letterpress) al auge secular de partidos fundacionales, Colorado y Blanco o Nacional, y se mantienen en uso porque, repetidos generación a generación, nombres caducos del ayer brotan en la mente con facilidad y los comprenden interlocutores que se despistan si oyen --ejemplo-- que la Plaza "Libertad" está en Pueblo Ituzaingó, cerca del Hipódromo de Maroñas, y no la ubicarán, por más que busquen, en pleno Centro.
¿Y qué pensarán si el baqueano le explica que para llegar a Plaza "de Cagancha" (Avdas. 18 de Julio y Gral. José Rondeau) debe andar un par de cuadras desde Plaza "Juan Pedro Fabini", sin la bondad de aclarar que tales plazas son popularmente conocidas como Libertad y del Entrevero?, ¿entrará en crisis existencial?
¿ESTATUA? COLUMNA DE LA PAZ
Cerca del Arroyo Cagancha, en los albores de la República (1839) fue librada cruenta batalla, y no ignora el hecho la ciudadanía colorada, porque fue cuando las fuerzas comandadas por el Gral. Fructuoso Rivera, primer presidente del Uruguay, respondían a esa divisa, de ideales a la sazón no coincidentes con los sus congéneres blancos.
Una columna que se alza en medio del área citada --apta al desahogo de caminantes--, como fruto de simplista derivación es generalmente denominada Libertad cuando, en verdad, exalta la Paz consagrada al epilogar la Revoluciòn de(l Gral. Venancio) Flores. Este caballero,fue parte de un triunvirato que desempeñó
el Poder Ejecutivo, asimismo presidente constitucional, y residiendo en el litoral argentino, intervino a favor de la Provincia de Buenos Aires en litigios contra la Confederación, organizando desde aquellas tierras una revuelta en la banda oriental, a cuyo término fue gobernador --dictatorial, por pasajes-- y propulsó avances
modernistas en Montevideo hasta caer asesinado en plena calle.
LO PASADO, ATROPELLADO
Episodios dramáticos inherentes a un proceso de intolerancia extrema, culminarían --fértil fortuna-- en un Siglo XX de competencia entre colectividades polìticas mas paulatinamente amoldado a debates republicanos y particular rechazo a trashumantes colonialismos e ideologías a la caza de ingenuos.
Hoy, en cambio, para cada pensamiento hueco o inteligente que se manifieste, sobreviene --dicho que está en boga--"más de una biblioteca".
Cuantos adoptan algún slogan volanteado por el viento, carentes de licencia justlpreciada en estudio
sacrificado, se trajean con diplomas apócrifos, y con esa vestidura de arlequín sin gracia describen saltos
cualitativos para su bolsillo, aterrizan sobre mullidos aeródromos donde les obsequian empleos públicos remunerados con fruición por chantas ya insertos en el cochino sistema del acomodo por muñeca, o acogen amparo camarada de ocasionales poderosos.
DESPELOTE DE IDENTIDADES
Fastidia, porque ahonda confusiones, que cada calle o monumento tenga nombre real y un alias, tendencia acentuada desde que los enemigos de llamar las cosas por su nombre eternizan antiguas usanzas.
Identificando al Bulevar José Batlle y Ordóñez como "Propios", Avenida Mariscal Francisco Solano López, "Comercio", Avenida del Libertador Gral. Juan Antonio Lavalleja, "Diagonal Agraciada".
Hay 62 barriadas, y el número crece con asentamientos (cantegriles o villas miseria) engendrados por pobreza tan sólo ocultable en estadísticas fraguadas y caída del empleo, de modo que el disloque abunda.
La dispersión se aproxima a desorden compulsivo desde que --¡pobre ciudad!-- proliferan decisiones de un tercer sector polìtico, revanchista, obsesionado en perpetuar a los dioses de su olimpo filosofal, proclive a bautizar, con dedicatoria progresista, lugares que debieran homenajear la memoria de próceres realmente coadyuvantes a la grandeza de Uruguay y Montevideo.
EL FACTOR CASTELLANOS
Fecundo docente e historiador, el Profesor Alfredo R. Castellanos (1908/92) encaminó por senderos sin barquinas a organismos que dirigiera/presidiera (Consejo de Educación Secundaria, Instituto de Profesores Artigas-IPA) o a los que distnguió dictando catedráticas lecciones (liceos y Preparatorios del Instituto Alfredo Vásquez Acevedo-IAVA).
Resistió a presiones sindicales que pretendían ablandarlo hasta acatar paros libretados en reivindicaciones
clasistas, antepuestas a la educación pura, destinando todo tiempo extra a escribir artículos que la prensa
insistía en recoger, y producir una bibliografia de generosa variedad temática: desde lideranzas (como en 1975, Aparicio Saravia, el caudillo y su tiempo) a la recreación de estéticas elegantes (1981, La Belle Epoque montevideana).
NOMENCLATURA DE MONTEVIDEO
Los libros que tras este introito merecen particular destaque son la Historia del Desarrollo Edilicio y Urbanístico de Montevideo (1971) y, ligadamente embrionarias, numerosas ediciones, publicadas desde
1961 por la autoridad comunal Concejo Departamental, de Nomenclatura de Montevideo, armoniosa fusión de objetivas reseñas del pasado nacional/regional y explícito vademécum para ubicar avenidas, bulevares, calles, ramblas, plazas , plazoletas, parques.
En palabras escritas por Castellanos cuatro décadas atrás, su mapeo ilustrado describe "la Muy Fiel y Reconquistadora ciudad natal de Artigas, (...) el último baluarte español en el Río de la Plata, la plaza disputada en luchas armadas y controversias diplomáticas hasta mediados del Siglo XIX; nuestro Montevideo de hoy y de siempre".
NO MENOSPRECIAR UN TESORO
Además de reprogramar una y otra vez la forma de despejar de inmundicias en derredor los contenedores que habilita por millares --necesidad insatisfecha de la contemporánea Intendencia Municipal de Montevideo (IMM), defensorías del pueblo y alcaldías subordinadas-- y adquirir camiones y maquinaria vial que sufren pannesirreparables no bien encienden sus motores, reimprimir la última Nomenclatura que creó Castellanos y actualizar por personal idóneo lo que haga falta sin modificar la antecedencia histórica, resultaría benéfico y provechoso para infatigable legión de andariegos compatriotas, amén de cautivar, naturalmente, al turismo que reincide en visitarnos.
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