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arkannos567 · 4 months
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Los personajes son de Masami Kurumada. La imagen de la portada no me pertenece, créditos al artista (si saben quien es el artista, favor de avisar para colocar los creditos correspondientes).
ADVERTENCIA; Personajes OoC, narración en primera persona (intento de ello xD), me tome muchas licencias artísticas y geográficas por el bien de la historia, así que no esperen algo coherente de mi :P, no es un fic yaoi. Esta historia se desarrolla un día antes de que Marín parta a la batalla junto a Moses y Asterión.
Y no está demás decir que es un intento de historia romántica la cual espero me haya salido medianamente bien :)
La inspiración para este fic fueron las siguientes canciones; "INK" de Coldplay, "Sólo Como Amigos" de La Banda Bastön Ft. McKlopedia y "Follow me" de Imagine Dragons. NO ES UN SONGFIC.
—Máscara—
Los días han pasado con lentitud, inmersa en mis pensamientos y con la eterna pregunta de cómo hacerte saber lo que siento por ti. Como expresar esto que siento que a cada día se hace más inmenso, tanto que por momentos creo que me ahoga y me hace sentir morir.
El sentimiento que despiertas en mi es tan grande, tan apabullante que me cuesta describirlo y lidiar con él, pues no puedo evitar que al reflexionar sobre ello mis ojos se humedezcan y una tonta sonrisa me curve los labios.
En un inicio pensé que era mi admiración por tu determinación, tu valor, tu tenacidad y tu buen corazón cálido y gentil que nunca perdiste a pesar de todo lo vivido en este Santuario, donde solo recibiste menosprecios y ofensas por aquellos que señalaron a tu hermano como un traidor.
Pero mírate ahora, Caballero de Leo; Fuerte, poderoso, imponente, orgulloso y maravilloso. Portando tu brillante armadura dorada, la cual solamente se ve opacada por el mismo brillo que tu alma tan pura desprende.
Claro, con las típicas características de arrogancia y desdén que muchas veces se ve en los Santos Dorados ante los enemigos y desconocidos, y las que a veces me hacen sentir tan lejana a ti, tan insignificante para ser amada por alguien como tú. Las cuales me hacen sentir insegura de confesar cuanto te quiero por temor a tu rechazo, pues ¿Cómo una Amazona de Plata puede verse involucrada con un Santo Dorado?
¿Cómo decirte que esa sonrisa tan enigmática me enamora? ¿Cómo decirte que el brillo de tus ojos verdes me hace latir acelerado el corazón? ¿Qué el solo tenerte a mi lado me hace sentirme completa? ¿Cómo decirte que en ti encontré aquello que nunca estuve buscando y que nunca me intereso? Pues bien sabes que nuestra vida esta consagrada a la Diosa Athena y al mundo entero.
Decidí, tontamente, conformarme con esa preciosa amistad que empezó a nacer en el Coliseo, cuando amablemente me ayudaste a controlar al travieso de Seiya. Hacerme tu amiga fue una bendición y un castigo, en especial al escuchar tus desventuras amorosas con la doncella del templo papal y con un par de aldeanas de Rodorio con las que saliste en un momento de embriaguez.
Al escucharte decir que ellas no eran lo que buscabas, no lo negare, me emociono y entristeció en partes iguales. Pues si ellas con su encanto femenino no lograron enamorarte ¿Qué me esperaba a mí, que desde muy chica estuve destinada a pelear por conseguir un lugar entre la guardia de Athena y no sabia nada de vestidos, perfumes o labiales? Y para que negarlo, no es algo que a hoy en día sea de mi interés.
¡Ay Aioria! Si tan solo supieras…
Tantas noches me he mordido los labios para no confesarte mi amor bajo la atenta mirada de las estatuas de los fieros leones apostadas a la entrada de tu templo, los cuales estoy segura de que se burlan por mi cobardía al decirte lo que siento. Han sido tantas las veces que al tenerte entre mis brazos me he aguantado las ganas de decirte que te quiero, pero no de la manera que piensas, no te quiero como un amigo. Porque, que los Dioses me perdonen, detesto y me duele escucharte decir que me tienes cariño y aprecio cuando de tu boca solo quiero oír un "Te amo"
Porque eso es lo que yo te quiero decir cuando te estrecho entre mis brazos y beso tu frente, dejándote en ese inocente beso todo el amor que quiero hacerte sentir si mis labios tuvieran la dicha de besar los tuyos. Eso quiero decirte cuando nos sentamos al borde del acantilado de Cabos Sounion y vemos las puestas de sol, cuando te apoyas tiernamente en mi hombro y me dices que me quieres mucho y agradeces el cariño que te tengo.
¡Ay Aioria! Quiero decirte que te amo y te entrego todo lo que soy cuando acaricio tiernamente tu mejilla y te miro directamente a los ojos, perdiéndome en tu mirada que transmite tanta calma y me hace sentir en paz a pesar de todo.
Quisiera poder quitarme esta máscara y que vieses como mis ojos castaños brillan por ti, cuanta devoción, orgullo y amor tengo por ti. Y no solo quitarme la mascara de plata que complementa mi armadura, sino esta tonta máscara que me puse al hacerte creer cada día que pasa que te veo solo como un amigo, cuando es tan claro como el agua que te amo, te amo, te amo. Te amo y te entrego lo único que aún es mío, y ese es mi corazón. Es solamente tuyo y así será, aunque tu no lo quieras, pues te ame sin pedirte permiso alguno y se que seguiré haciéndolo.
Ambos sabemos que estamos destinados a que nuestras vidas sean muy cortas, pues las guerras están próximas a suceder, en el aire se siente la fría promesa de muerte, en especial con la nueva orden del Patriarca de enviarme el día de mañana a la batalla junto a Moses y Asterión contra los Santos de Bronce, entre los cuales esta Seiya.
Pero no quiero irme a una batalla que tiene un desenlace incierto para mí, sin antes decirte lo que siento, y por ello te escribo esta carta la cual carece de poesía y quizá tenga uno que otro error de ortografía, pues las prisas de terminar de escribirla y llegar ante ti, me hacen imposible cuidar ese último detalle.
Ahora, ya lo sabes. Sabes porque suspiraba al apoyar mi mentón sobre tu cabeza e inhalaba el aroma de tu cabello con nada de discreción. Ahora sabes que te quiero.
Te quiero, te quiero, te quiero tanto que duele.
—Marín.
—X—
Al terminar de leer, se humedeció los labios y parpadeo con lentitud, intentando hilvanar un pensamiento coherente, pues las palabras ahí escritas le habían dejado sorprendido y con el corazón latiendo acelerado, como si hubiese entrenado toda la tarde y hasta hace apenas un segundo se detuviera a tomar aire.
Marín se encontraba de pie frente a él, a un par de peldaños de distancia, sus delicadas manos jugueteaban con una pulsera de hilo negro, la cual había servido de cinta para la carta que ahora estaba en su posesión.
La luz de la luna iluminaba su figura, resaltando su belleza divina. El viento nocturno de otoño jugueteaba con sus preciosos cabellos castaños rojizos, haciendo que por momentos le cubriera esa mascara de plata carente de sentimientos y emociones.
Aioria no dudo en matar la corta distancia que los separaba, quedando frente a ella. Su mano acaricio la fría plata y sin pedir permiso o detenerse a pensarlo la despojo de ese pedazo de metal, dejando escapar un suspiro al contemplar esos labios rojizos y esos ojos castaños los cuales solo conocía en su imaginación, la cual no era nada buena, pues que tan alejado estaba de la realidad. Marín era la mujer más preciosa que había contemplado en su existencia.
Sus manos acariciaron con ternura y delicadeza sus sonrojadas mejillas, como si su solo tacto fuese a romperla. Su nariz toco la de ella, y sus alientos se entremezclaron, haciendo que el anhelo se fuera acrecentando más y más. Marín lo atrajo hacia si de su cintura, embriagándose del calor que el castaño desprendía.
—Quítatela —dijo a media voz el Santo —por lo que más quieras, quítatela mi pequeña. —fue casi un murmullo que no hubiera escuchado de no ser por la escasa distancia que había entre ambos.
Marín curveó los labios, sabia bien a que se refería.
—Te amo, Aioria, te amo tanto que duele.
—También te amo, mi pequeña Marín.
Si le decían que conocería la gloria al llegar a los Campos Elíseos los tacharía de tontos, pues la gloria la estaba conociendo justo en esos momentos, en los besos de fuego de Aioria de Leo.
—FIN—
Si llegaron hasta aquí, se les agradece mucho por leer mis incoherencias y les deseo un muy feliz año nuevo, que cumplan sus proyectos y que les vaya bien en la vida :)
Eramaan, Nyam, como siempre, gracias por acompañarme a cada historia que subo y espero que este año nos depare cosas buenas a las tres. Que nos vaya bien en cada cosa que realicemos y este año nos llene de bendiciones :D Y si no es tan malo, que me ayude a encontrar las musas para continuar mis otros fics xD ¡Les deseo lo mejor y recuerden que aquí se les quiere muchísimo!
Esta historia está dedicada a alguien que le ha traído color a mi vida y que me hace quererlo cada día más. Esta es la única manera de poder expresarme sin tantos balbuceos y sin la loca necesidad de mis ojos por humedecerse al decírtelo a la cara, porque te quiero, te quiero tanto que a veces duele, mi Bar.
Atte; André
Gracias por leer :´)
SafiroBipola567
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arkannos567 · 4 months
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arkannos567 · 5 months
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Indignación
Los personajes pertenecen a Masami Kurumada. La imagen de la portada no me pertenece, créditos al genial artista :D
Advertencias: Personajes OoC, comentarios y contenido sexual, un poco de modismos. Arantza es mi OC. Fic NO YAOI.
Como saben, aquí la lógica se sale por la ventana xD
Esta historia como todas las que escribo son regalo para mis dos pilares que me impulsan con sus comentarios para continuar escribiendo; Nyan-mx, Eramaan Viimeinen, esto es para ustedes :´)
—Indignación—
Indignación; Sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial.
La vida se había encargado de enseñarle de la manera más cruel y sádica que existía que el ser curioso no traía nada bueno.
Ya lo había comprobado cuando tenía solo quince añitos y le pregunto a Shion quien sería su sucesor en el trono, y al saber la respuesta lo mató sin consideración alguna -en su defensa, queda decir que cometió ese acto bajo la influencia maligna de un bélico dios-. Ya después Aioros terminó siendo acusado de traidor y fue asesinado por Shura. Aioria sufrió maltratos y su risa se apagó por la falsa acusación contra su hermano. Todo el Santuario quedo al dominio completo de Ares, un loco dios psicópata con fuertes deseos de sangre, sexo y caos. Ah, y como ignorar sus tendencias nudistas.
Sin omitir el pequeño detalle de que él mismo quedo atrapado dentro de su propia mente, siendo un simple espectador de como el Dios de la Guerra hacía y deshacía a su antojo. Y cómo olvidar a su hermano Kanon, que fue encerrado en Cabos Sunion donde su único destino era morir en esa fría y desolada cueva para convertirse en comida para peces, pero la bondadosa y pequeña Athena le salvo de ese trágico final.
Pero como siempre, la curiosidad, esa maldita curiosidad característica de los Géminis, le estaba haciendo tripas corazón desde que Kanon entró a la sala con un humor que muy pocas veces tenía la dicha de ver. Su manera de caminar, el cómo lanzó la chaqueta al suelo y se dejó caer junto a él en el sofá soltando bufidos era una clara muestra de su ira.
Estaba más que enojado, incluso la palabra furioso quedaba corta en comparación al sentimiento que había transformado en una mueca de disgusto a ese rostro que siempre portaba una sonrisa socarrona en los labios ante cualquier adversidad. Que Kanon estuviese así, tan molesto, era una verdadera sorpresa. El que siempre estaba molesto y con cara de culo -según Kanon- era el mismo Saga. Era conocido en todo el Santuario que casi nadie podía hacer enfadar con facilidad a su gemelo, pues este era un jodido experto en voltear la situación a su favor.
Los hacia quedar como unos completos idiotas y él, un prodigio en el arte de la manipulación, salía victorioso en cada debate y ¿Por qué no? Pelea física. Kanon no solo se valía de sus puños y cosmos para hacer caer al enemigo, también atacaba sus mentes sin necesidad de usar el Satán Imperial o crear ilusiones. Kanon desestabilizaba a sus adversarios con sus brillantes comentarios sarcásticos y déspotas, haciendo que la seguridad de sus contrincantes se cayera al más profundo de los abismos del cual no saldrían jamás.
Kanon era un genio… Aunque no lo diría en voz alta, así le pagaran por ello.
Por ello, el verlo sentado junto a él de brazos cruzados, respiración errática y ceño fruncido, le producía una enorme curiosidad. La pregunta estaba en la punta de su lengua, a casi nada de ser pronunciada. Pero, como aprendió de joven, la curiosidad nunca es buena y, como decía el dicho; La curiosidad mato al gato.
—Ya. Escupe. —espetó el menor sin quitar la vista de la televisión. Un mohín de disgusto apareció al ver que Saga había puesto por quinta vez en la semana El silencio de los inocentes. Estaba seguro que su hermano ya se conocía los diálogos de memoria —Se que quieres preguntarme que me pasa, te conozco y me conozco. Somos Géminis y nuestra naturaleza es ser metiches.
Saga alzó una ceja, metiches no era una palabra que usaría para calificarse así mismo, más bien seria curioso. Menos ofensivo y más elegante.
—Habló enserio Saga, ya pregúntame. —gruñó Kanon, llevándose ambas manos al rostro con frustración —Necesito sacar esto de mi sistema sí o sí.
"Bueno, que quedé claro universo, yo quise evitar ser fisgón" se dijo Saga a sí mismo, encogiéndose de hombros con resignación.
—¿Qué tienes? —preguntó al fin, tomó el control y pauso su película. Con un movimiento elegante cruzó su pierna derecha sobre la izquierda y giró un poco su cuerpo para mirar a su gemelo.
Kanon extendió sus manos y las miró por lo que pudo haber sido una eternidad, un ligero temblor le estaba atacando. Era tanta su rabia, su ira, que no podía contenerla por más tiempo en su cuerpo.
—Antes que nada, ¿Te acuerdas de Arantza?
Saga ladeó el rostro y sonrió; Como olvidar a esa mujercilla de piel morena clara, cabellos de un bonito verde olivo y ojos grises que tuvo la dicha de contemplar una vez. Sus encantos merecían toda la atención del mundo. Y qué decir de su voz al cantar, era una pequeña ninfa vagando por las tierras santas de Athena. Una ninfa muy bonita que cautivaba con su pureza e inocencia que muy pocas veces se podía contemplar en una futura Amazona.
Si el pudiera conquistarla lo haría sin dudar, pero su promesa de celibato le impedía entablar relación sentimental ya fuera con ella o alguien más. Se había comprometido a durar diez años sin relaciones sexuales y lo iba cumplir.
—Si, la recuerdo. —asintió, resistiendo las ganas de sonreír.
—Ella es la causante de mi rabia. —espetó Kanon, tragando saliva con pesadez —Tenemos… Teníamos cuatro meses saliendo.
Al estar concentrado en sus manos, Kanon no observo la sorpresa en el rostro de Saga. El mayor arqueó las cejas y abrió la boca en un gesto casi cómico, pues la confesión le había tomado desprevenido.
—Yo fui quien empezó a buscarla. La visitaba cada que finalizaba su entrenamiento y charlábamos. Llegamos al punto de hablarnos nuestras cosas, nuestros miedos y temores. —prosiguió Kanon, dejando mas anonadado a Saga ante ese despliegue de sinceridad —Y, como tiene que suceder en cada relación sentimental, el momento sexoxo no se hizo esperar.
Si Saga no hubiese estado sentado, se hubiera caído sin dudar al suelo. Su cabeza volteo a ver tan rápido a Kanon que hasta su cuello soltó un pequeño crujido. Jamás le paso por la mente que su gemelo y él llegarían a hablar de eso.
—Prepare todo, absolutamente todo. —continuó diciendo, sus palabras fueron acompañadas por movimientos de sus manos —Compre velas, rente la mejor habitación del puto motel de cinco estrellas con jacuzzi incluido. —Saga parpadeaba muy lentamente, intentando procesar a velocidad de la luz todo lo que estaba escuchando —Me compre calzones de marca —informó Kanon, bajándose un poco el pantalón y mostrando el tirante de la prenda que decía Calvin Klein —, le compre la pastilla del día siguiente, condones de varios sabores y, joder, compre hasta halls negras, Nutella y chantilly. Y tu bien sabes que odio el chantilly.
En algún punto de la conversación, Saga empezó a sentir una inmensa vergüenza por escuchar todo eso. El no era muy bueno hablando sobre el sexo, el era bueno practicándolo -sus múltiples amantes se lo hicieron saber en su momento-. Algo le decía que esa dantesca historia que le estaba narrando su hermano seria con descripciones graficas que no necesitaba y no quería saber.
La curiosidad mato al gato, y el estaba a punto de morir.
Maldita curiosidad. Y maldito fuera él por andar de metiche.
—Kanon… —dijo a media voz, intentando llamar la atención del mencionado.
Cosa que no funciono, pues el otro le ignoró y siguió contando su trágica historia.
—Cuando llegamos al motel, empezamos como todos empiezan. Besos, caricias y jugueteos.
Saga intento no hacerse una imagen mental. No quería imaginar a su gemelo teniendo sexo con sus parejas, eso era sumamente… IUHG.
—Y cuando la vi desnuda, uf, te aseguro que se ve divina con la lencería de gatita que le regale. Pero se ve mucho mejor sin nada puesto.
"No te imagines nada, no te imagines nada, no te imagines nada"
—Kanon, resérvate los detalles y mejor vamos al punto que ocasiono tu enojo ¿Quieres?
—A eso voy. —farfulló, frunciendo el ceño —Es solo que tienes que saber todo el contexto para comprender la situación que atravesé y que aún me enerva la sangre. —Saga abrió la boca para protestar, pero Kanon se le adelantó —Total, lo hicimos en la regadera, el jacuzzi, el tantra, el columpio y en varias posiciones. Debo admitir que ella supo aprovechar los halls negros y te juro que es el mejor oral que me han…
—¡Agh! ¡Kanon! ¡Cállate la boca, eso no me interesa saber! —gritó, llevándose ambas manos a los oídos. No le importaba estar actuando como un mocoso berrinchudo.
—Ya, no seas dramático. Ni que fueras virgen para no saber esas cosas.
—No lo soy imbécil, ya he tenido sexo y me conozco el kamasutra al derecho y al revés. Solo que no me interesa tener una imagen mental tuya teniendo sexo.
—Na, no sería mucha diferencia. —dijo Kanon, encogiéndose de hombros —Imaginarme a mi es como si te vieras a ti mismo, mismos gestos, mismos gemidos, lo único diferente es que yo estoy más dotado que tú. —una pequeña sonrisa curveo sus labios, era una sonrisa burlona —Y no necesitas imaginarlo, hermano, solamente ten sexo frente a un gran espejo y mira tus gestos.
Saga le miró boquiabierto para luego soltarle un golpe en la nuca. Kanon solamente se rio quedamente.
—Volviendo al tema…
—No quiero detalles Kanon, no te los estoy pidiendo. —gruñó Saga, cruzando los brazos sobre su pecho.
—Ajá, nada de detalles. —asintió enérgicamente, sus cabellos rebeldes se mecieron al compás de sus cabeceos —Después de una buena dosis de mi —se señalo a si mismo —nos fuimos a la cama, según a descansar. —dijo, haciendo comillas con los dedos. Algo en su cara le hizo saber a Saga que la situación que le hizo enojar ya estaba a punto de ser rebelada, pues un brillo oscuro y siniestro nació en la profundidad de esos ojos verdes. —Ella ya había exprimido todas y cada una de mis energías que me quedaban, mi cuerpo no daba para poder ser yo quien llevara el ritmo de la penetración.
Saga cerró sus ojos e inhalo lentamente, rogando a los dioses por paciencia.
—Así que la deje montarme y, oh Dioses, jamás me habían usado de esa manera. El solo recordar como se movía sobre mi pelvis, su enloquecedor y abrazador calor, me enloquece y me lleva al borde de los más profundos y hermosos abismos de la pasión. —Kanon recostó su cabeza en el sillón y soltó un suspiro. Saga temió por un momento que las caderas de su gemelo se empezaran a mover, pues estaba seguro que de solo recordar lo que paso ya se estaba excitando de nuevo —Pero toda esa entrega, esa pasión y gemidos palidecen contra lo que salió de sus labios, sus carnosos y deliciosos labios, cuando exclamó el nombre de otro al llegar al maldito orgasmo. —la boca de Saga formó una pequeña "O" —Y lo peor es que ese nombre sea el de tu maldito hermano gemelo.
Sus manos se crisparon en un segundo y con violencia se levanto del asiento y sin dar tiempo a pensar o actuar, estampo con fuerza un cojín en la cara estupefacta de Saga que no tuvo tiempo de moverse ni alzar sus brazos en defensa propia.
—¡¿Sabes que es lo jodido de todo esto?! —vociferó Kanon, mirando con rabia a Saga, el cual seguía con cara de no entender que carajos estaba pasando —¡Que no es culpa ni tuya ni de ella! Yo fui quien provoco todo esto al hacerme pasar por ti para poder conquistarla. Todos estos jodidos meses Arantza pensó que había conquistado al mojigato elegante de Saga de Géminis.
Como si hubiesen activado un interruptor, Saga miró con estupefacción y un deje de rabia a su hermano, el cual no se amedrento y siguió con esa mueca de disgusto.
—Kanon… —farfulló Saga entre dientes. Hace mucho tiempo atrás, cuando eran adolescentes, tuvo muchos problemas por esa pequeña travesura que hacia Kanon al andar conquistando a varias chiquillas en su nombre. Eso le había acarreado castigos por Shion al pedirle que ordenara la biblioteca y un sinfín de besos robados cuando llegaba a Rodorio a sus usuales paseos. Mas de una vez tuvo que morderse la lengua y fingir que si conocía a la nieta del tendero y que tenían una relación estable cuando ni al caso.
La gota que derramo el vaso fue cuando se le juntaron tres noviecitas de Kanon -todas creyendo que tenían una relación con Saga de Géminis- y tener que luchar con los impulsos de lanzarlas a la otra dimensión si no dejaban de desgreñarse. Ese día volvió a casa con arañazos en los brazos y una marca roja en la mejilla, gracias a la bofetada que le propino una de ellas.
Mientras Kanon estaba muerto de la risa a los pies de la escalera y Aioros no hacia mas que decirle en un tono burlón que eso le pasaba por ser un golfo.
Su mirada se achico mas de ser posible, deseando poder matar a Kanon con ella.
—Kanon nada Saga, Kanon nada. —le interrumpió, meneando la cabeza —Ya tendrás tiempo para reclamarme el que haya conquistado a una chica en tu nombre… Otra vez. —dijo, y Saga estaba seguro que estaba leyéndole la mente —Ahora solo cállate y escúchame, por una vez en veintiocho putos años escúchame. —le rogó —Yo, te juro que nunca pensé caer tan… tan… tan perdido por una mujer. —Saga alzó una ceja al reparar en el tono herido en la voz de su igual —Ósea, yo estaba dispuesto a todo por ella. Incluso a desaparecer todas las sillas del jodido mundo para que se sentara solamente en mi cara.
—¡Agh, Kanon!
—Pero ahora, con mi ego y sentimientos heridos no me siento bien. Me duele el alma, el corazón y mi cuerpo, y no solo por su cruda traición. También me duele por todo el sexo que hubo este día. —Saga parpadeó varias veces ¿Cuál traición? Si el que la traiciono fue él al hacerse pasar por otra persona. —Me siento usado, humillado y denigrado. Aunque yo haya sido el error, eso no la justifica a ella por hacerme sentir de lo peor.
Saga estuvo a nada de decirle un par de verdades a Kanon -y uno que otro insulto por hacerse pasar por él para conquistar chicas-, pero el menor se agacho para recoger su chaqueta del suelo y sin previo aviso le golpeo con ella, despeinándole.
—¡Ya Kanon!
—Ya Kanon nada, ya te dije. —bufó, mirándole con rabia contenida —Si me llama, por que lo mas seguro es que lo haga —Saga alzó ambas cejas y abrió mas la boca, ¿Acaso Arantza tendría tan poca dignidad para buscar al idiota que fingió ser otra persona para enamorarla? Esperaba que no. Kanon le tendió su celular, el cual tomo con cierta duda —Tu le vas a contestar y le dirás que estoy ofendidísimo, indignado, ¡Humillado! No le di mas de seis orgasmos en una noche para que me confunda con otro idiota…
—Tu mismo lo provocaste, pedazo de imbécil.
—Y dile que yo con ella ya no regreso. —apretó los puños y se apartó un par de mechones del rostro, ignorando deliberadamente el comentario del mayor de los dos —Ni aunque me llore y me suplique. —con pasos orgullosos emprendió el camino a su habitación, dejando a Saga en el mismo lugar donde lo encontró. Antes de perderse en la oscuridad del pasillo, volteo a verle sobre su hombro, Saga entrecerró los ojos sin quitarle la vista de encima —Dile que a ella le quede grande, por eso prefiere a tipos como tú.
Sin decir una palabra más, se perdió en el pasillo, dejando a Saga ahogado en un mar de emociones en el cual la indignación era la que predominaba su ser. Oh si, quería ir tras los pasos de su igual para desaparecerle de una vez de la faz de la tierra y cumplir lo que Ares no pudo en su momento. Ese coraje que mantenía su cuerpo rígido y alerta no se iría con nada.
El que Kanon se indignara era una verdadera idiotez y Saga no soportaba las idioteces. Y ver que el teléfono comenzó a sonar y el nombre de Arantza se leía en la pantalla con un corazón a un lado le dejaba en claro que el único que estaba y merecía indignarse era él.
—Fin—
Gracias por haber llegado hasta el final de la historia, espero haya sido de su agrado y perdón si el final es muy simple :(
Nyan, Eramaan, una enorme disculpa por mi ausencia, últimamente la vida se me ha puesto algo de cabeza y el que la lap se haya descompuesto no ayuda en nada. Espero que este pequeño fic haya sido de su agrado y les prometo que vendrán mas a futuro, al igual que las continuaciones que les debo. Las quiero y extraño sus comentarios, les deseo unas muy felices fiestas :)
Gracias por acompañarme en todas mis locuras.
SafiroBipolar567
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arkannos567 · 1 year
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Navidad sin ti
¡Amo esta pequeña historia! Será porque el prota es uno de mis favoritos :)
La canción es Navidad sin ti de Marco Antonio Solís.
Solo me queda decirles ¡Felices fiestas a todos!
Navidad sin ti
Cinco años después de la muerte de Aioros...
La misma canción puesta por décima vez en el estéreo sonó en la quinta casa, mientras su guardián; Aioria, estaba sentado en el sillón de la sala.
El porte que presumía el fiero guerrero al pasear por el Santuario y sus alrededores se había perdido, tal parecía que ese hombre ahí sentado no era un Santo Dorado, sino más bien un vago sin oficio; Estaba descalzo, solo unos calcetines impares le cubrían los pies. Las prendas que vestía lucían sucias y arrugadas, su cabello castaño claro despeinado y enredado cual nido de pájaros... Y qué decir de su incipiente barba de días. Era la viva imagen de un hombre derrotado, herido y sumamente triste.
Un vaso de cristal y una botella eran sus más fieles compañías en esa noche del veinticuatro de diciembre.
La canción ya grabada a fuego en su memoria y corazón sonó con fuerza en esas paredes haciéndole suspirar.
"Este año ya se ha ido ¿Cuántas cosas han pasado?"
—Pues, casi nada. Vuelvo a recordar que te mataron, te acusaron de traidor y a mí, por ser tú hermano, también. —pensó, mientras volvía a llenar su copa de ese bendito y embriagador elixir.
"Algo hemos aprendido y algo hemos olvidado"
—No, solo he aprendido que nunca se olvida tu pasado, porque se la viven reprochándotelo. —le llegó la imagen de Milo, el Escorpión Dorado, tachándolo de traidor y menos preciándole, al igual que Mascara de Muerte. Malditos bastardos.
"Pero siento aquí en mi alma"
—Que cada día está más rota, más triste, más muerta. Como tú. —dijo en voz alta, tratando de imitar el tono de Marco Antonio Solís El Buki. Maldito fuera Dio de Mosca, que le prestó su disco de música y maldito fuera él por estudiar español, si no lo hubiera hecho no sabría ni media palabra de lo que decía el cantante.
"Nada, nada, ha cambiado"
—Muchas cosas lo han hecho. —dio un pequeño sorbo, paseando su mirada por el lugar. Ya no residía en la vieja choza que el Patriarca Arles le había ordenado que habitara cuando murió Aioros. Ahora estaba en la casa de Leo, rodeado de lujos y todo lo que quisiera… Pero se sentía tan solo, tan vacío.
"Siempre te llevo conmigo, vivo tan enamorado"
—Siempre estás a cada paso que doy, por más que me quiera alejar de ti y de tu recuerdo. Siempre estás más y más junto a mí. Y, por ende, te quiero más de lo que te quise en el pasado... Bien, eso sonó muy raro, ya estoy muy borracho. —gruñó, porque sí, efectivamente ya estaba borracho.
Su vista nublada se lo confirmaba.
"Las lucecitas de mi árbol, parece que hablan de ti"
—Pues no tengo árbol, pero son las estrellas de Sagitario las que me hablan de ti. —trago saliva, joder era tan difícil admitirlo en voz alta —Dicen que estás muerto, porque ya no brillan, lucen opacas y tristes. —conforme hablaba, sus ojos se volvían acuosos y un nudo en la garganta le impedía hablar con claridad —Toda la vida que ellas poseían se fue contigo, Aio.
"Y entre piñatas y sonrisas, siento que no estás aquí"
—Eso fue hace mucho, yo era la piñata que los soldados y aprendices disfrutaban golpear. Sus burlas delataban claramente que estaba y estoy solo. Porque tú no ibas a defenderme, ni a ayudarme a levantarme, a sonreírme y decirme que todo estaría bien. Todo tuve que hacerlo solo. Yo en persona me encargué de esos idiotas.
"En el espejo veo en mi rostro acabándose mi piel"
—Mi reflejo delata mi tristeza y la sequedad de mi cutis... —se acarició el rostro de manera distraída —Porque ya no tengo crema. Demonios, soné idéntico al idiota de Afrodita. —volvió a gruñir, antes de volver a vaciar el vaso de un solo trago y volverlo a llenar hasta el borde.
"Y en la agonía de este año, siento que muero con él"
—Desde hace mucho que ya no vivo. Estoy muerto en vida.
"¡Llega navidad, y yo si ti, en esta soledad!"
—Maldita soledad, mil veces maldita... —gimió cual animal herido.
"Recuerdo el día en que te perdí"
—No quiero recordarlo ¡Maldita canción! ¡Me hieres, me quemas, me lastimas mi Buki! —sollozó.
"No sé dónde estés... "
—En una de las fosas comunes del Santuario. Así que, literalmente, no sé dónde estás, hermano... —un par de lágrimas bajaron por su mejilla.
"Pero en verdad, por tu felicidad"
—Porque descanses en paz...
"Hoy brindo en esta navidad, ¡Feliz navidad!"
—Feliz navidad, Aioros. —observó la fotografía tomada hace años, en la cual estaban él y su hermano mayor.
Aioros le abrazaba protectoramente y él sonreía como hace mucho no lo hacía. Pues había olvidado como hacerlo. Una sonrisa inocente, feliz, adornaba su infantil rostro. Sus bracitos estaban cerrados en el cuello de su hermano. Cerró los ojos e inhaló, recordando el aroma del cabello de su amado hermano.
Las lágrimas fueron borradas con brusquedad y el vaso de leche mezclado con vodka, bebido con rapidez.
—Fin—
Amo a los hermanos de fuego, amo al gatito. De nuevo les deseo felices fiestas a todos :3
Recuerden seguirme en facebook, me pueden encontrar como Arkannos Saint Seiya Fanfics.
SafiroBipolar
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arkannos567 · 1 year
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Los seis mundos según Saga
Advertencias; Canibalismo, horror, vísceras, personajes MUY OoC, humor oscuro, NO YAOI, traumas y maltrato infantil... Bueno, algo así.
Shaka tiene 6 años, Saga 14. Hay de por medio una ilusión empleada contra un menor y este se topa con seres horripilantes (casi una película de horror) Si son sensibles a este tipo de temas, por favor denle en "X" para que no se lleven una mala experiencia. Si este contenido es muy delicado para esta plataforma, no lo denuncien, envíenme un mensaje y sin queja alguna lo bajare de aquí, por favor, para evitar que me tumben la cuenta. Gracias nn
Me tome varias licencias artísticas, así que advertidos están de que la lógica en esta historia se sale por la ventana xD
Los personajes son de Masami Kurumada y la portada empleada en esta historia no me pertenece, créditos a su genial artista.
Este fic participa orgullosamente en el Trickor Treat Saint Week DMSL organizado por Draw Make Slash Lev ;D
¡Deseo de todo corazón que les guste este intento de terror! Y perdón por el atraso Draw :(
—Los seis mundos según Saga—
—Eso ya lo se. —afirmó Shaka mirándole como si fuese el tonto más grande de todo el universo.
Saga reprimió las ganas de tomar el libro que tenía entre sus manos y estampárselo en la cara a ese mocoso, esa era la quinta vez que le interrumpía en una de sus explicaciones sobre el Inframundo y los sirvientes de Hades.
Como futuros Caballeros Dorados, todos debían conocer a sus enemigos sin excepción alguna. Desde los soldados más insignificantes hasta los mismísimos dioses Thanatos e Hypnos. Se le podría considerar como un conocimiento básico para su formación como guerreros al servicio de Athena.
Desde que llegó el rubio supo que no se llevarían para nada bien. Saga despreciaba con todo su ser a los engreídos y, para mala suerte, Shaka era uno de esos. Con su mirada, su tono de voz y aires altivos al caminar lo demostraba.
Incluso se atrevió a dejar con la mano extendida al alegre de Milo, alegando con voz superior que no podía ser tocado por una persona llena de pecados y mundicia.
Milo, como siempre, le dijo unas cuantas palabras que no debían decir niños de su edad y, sin voltear a verle, emprendió camino al templo de Aries seguido de Mu, Aioria, Aldebarán y Camus. Era más que obvio que a ninguno de ellos les simpatizo el hindú. Aunque Camus le regalo una media sonrisa al hacer enfadar a latoso peliazul.
Aioria y Milo se atrevieron a decir que Emil y Ángelo eran más simpáticos.
—¿Así que le dijo eso al Bicho? —recordó Saga la conversación que tuvo con su gemelo la noche que el futuro guardián de Virgo fue llevado al Santuario por Aioros, Shion y él.
—Sí, eso le dijo. —le respondió —En cuanto llegamos a la India por él supimos que sería un verdadero problema. Estaba rodeado de gente que le rezaba, le llevaban ofrendas. Creían que era la reencarnación de Buda.
Kanon estalló en carcajadas al escucharle decir eso.
—¿Buda? ¿Ese fideo con patas? Le faltan unos kilos más para ser Buda. —Saga simplemente le miro sin una pizca de gracia —Ya quita esa cara, era para que te rieras.
—Pues déjame decirte que no, no tengo motivos para reír. Además, tus chistes no tienen gracia. —se masajeo las cienes, el dolor de cabeza lo estaba matando —Shion me dijo que me hare cargo de su aprendizaje sobre la tropa de Hades, sus deberes en el Santuario y muchas cosas más hasta que tenga que partir a la India para continuar su entrenamiento.
—Uh, así que por eso estas de malas. —no era una pregunta, era una clara afirmación. La sonrisa burlona en el rostro de Kanon se amplió —Vas a tener que lidiar con el pequeño arrogante. Eso será divertido.
—Para ti, no para mí. —con lentitud se puso de pie, se daría una ducha para relajarse y después trataría de dormir un rato —Solo espero no lanzarlo por la ventana.
—Na, sobrevivirá a ti. Yo sigo vivo. —sonrió petulante, acomodándose sus largos cabellos azules.
—No lo creas —le respondió con seriedad —, sigue fastidiándome la existencia y te aseguro que vas a considerar la muerte como una bendición.
Kanon en respuesta volvió a carcajearse y a mostrarle sin respeto alguno el dedo medio alzado en un puño. Saga solamente salió de la habitación.
—¿Y qué más? —la voz fastidiada de Shaka hizo eco en la vieja biblioteca, sacando a Saga de sus recuerdos. Sin darle tiempo a responderle, el rubio habló —Como es claro que no tienes nada inteligente e interesante que decirme, me retiro. —se apoyó en la mesa para darse un impulso hacia atrás y bajar de la silla. Un tic en el ojo derecho del mayor indicaba que había llegado a su límite de paciencia.
"Hasta aquí llegue..."
Saga aferro con rapidez la muñeca de Shaka, forzándole con ese gesto a quedarse sentado. El menor frunció las cejas y abrió la boca, dispuesto a replicar por ser tocado sin permiso, pero antes de que lo hiciera el geminiano se le adelanto.
—Ya que sabes tanto, —empezó a decirle, con una falsa sonrisa curveando sus labios —es claro que necesito que tú —"Maldito mocoso" —me des clases sobre tus bastos conocimientos.
El rubio ladeo la cabeza, mirándole suspicazmente con ese par de ojitos azules, analizando al peliazul.
—¿Qué quieres saber exactamente? —los ojos del geminiano brillaron con malicia.
—Háblame de los seis mundos.
—¿Los Seis Caminos de la Reencarnación? —alzo su ceja y esbozo una sonrisa irónica —Mhnp... Sería un tema muy complejo para ti.
"¿Así? ¿Quieres jugar con fuego? Juguemos con fuego entonces"
Saga cerro el libro, apoyo los codos en la mesa y apoyo su barbilla sobre sus palmas cerradas, respirando fuertemente por la nariz. Se repitió una y otra vez "No lo lances por la ventana, no lo lances por la ventana, no lo lances por la ventana..." Lo curioso era que esa vocecita era idéntica a la de Kanon.
—Te aseguro que no, no lo es. —aseveró con voz tranquila.
Shaka rodó los ojos, soltó un suspiro cansado y se acomodó en su silla. Si tenía que contarle a ese tonto sus conocimientos sobre los Seis Caminos de La Reencarnación, se lo diría.
—El primer mundo es el Infernal y en él están...
—¿Lo has visto? —le interrumpió Saga, provocando que una mueca de rabia apareciera la cara del infante. Para el peliazul no pasó desapercibido ese gesto.
—Me molesta que me interrumpan. —le informó, apretando los puños.
—A mí también me molesta, y mucho. —Shaka no aparto la mirada y Saga tampoco. Esmeralda chocando con el celeste sin dar señas de que alguno quisiera ceder un poco —Te pregunte si conoces el primer mundo. Responde.
—Buda me habla de él. —respondió con voz molesta.
—Ah, entiendo. —espetó burlón el mayor de los dos. Si Kanon lo viese en esos momentos se reiría en su cara por ponerse de tú a tú con un jodido mocoso de seis años —No lo has visto, tu, quien dice saber y conocer todo.
—Algún día seré capaz de transportar las almas de los enemigos a esos mundos. —afirmó con seriedad —No tendré piedad de ellos.
Y por la manera en que lo decía, Saga estaba seguro que así iba a ser. Eso no lo dudaba ni un poco. Sería un buen Santo de Athena, de eso no dudaba.
—Lo sé, tu lograras grandes cosas. —el menor inflo el pecho con orgullo —Pero, creo que deberías saber a qué lugares enviaras las almas de tus enemigos. Debes verlos, explorarlos y vivirlos.
En un parpadeo la habitación desapareció, Shaka abrió sus ojos sumamente asustado; Ya no estaba sobre la silla de la antigua biblioteca rodeado de libros polvorientos, ahora yacía sobre una roca al igual que Saga. El olor a almendras había desaparecido, siendo remplazado por un fétido olor a huevo podrido y pedos, que le provocaron una arcada.
Alzo la vista al cielo, no era azul ni había nubes blancas con apariencia esponjosa, era de un color rosáceo y tonos violetas y a pesar de que no tenía nubes estaba lloviendo, las gotas humedecieron su rostro y en un acto reflejo se pasó ambas manos por la cara. Olisqueo un poco y su asco aumento, era una lluvia de azufre.
A lo lejos se podían ver ríos, pero no eran normales, estos eran ríos de sangre y desembocaban en un océano de la misma sustancia.
—¿Q... qué? —tartamudeo el rubio, poniéndose de pie. Se llevo ambas manos a la boca para evitar gritar al ver el montón de cadáveres apilados unos sobre otros en diferentes grados de descomposición.
A sus pies estaba algo que una vez fue un cuerpo humano de una mujer, de su estómago y pechos brotaban larvas de moscas y una sustancia viscosa de color marrón amarillento. No tenía ojos, pero no eran necesarios, la boca abierta expresaba un horror que no podía describir. De la impresión, Shaka tropezó con sus propios pies al querer retroceder y cayo de culo sobre un cuerpo que apenas y tenía piel.
—¡AH! —gritó el pequeño, intentando ponerse de pie. Intento apoyarse en la roca que estaba sentado, pero esta se transformó en un cadáver hinchado que al tocarlo de su estómago exploto, haciendo que en sus manos hubiera restos de sangre, grasa, tripas y gusanos. Para este punto, Shaka no pudo evitarlo y devolvió su desayuno sobre ese ser en descomposición.
—¿Cuál es este mundo? —preguntó Saga con falsa inocencia, mirando con diversión al pequeño rubio. Una tenue aura dorada le rodeaba. Una parte de él, la bondadosa y sensata, le pedía que parara con esa ilusión y otra, la maliciosa, le decía que continuara, pues alguien tenía que bajar a ese niño de ese pedestal en el que la gente de su pueblo lo había subido. Shaka tenía que enfrentar el mundo real, al que estaba destinado a vivir quisiera o no.
Además, un pequeño trauma no lo mataría.
En cuanto el rubio dejo de vomitar, Saga le asió de los hombros para ponerle de pie. Shaka miro sus manos, el temblor era muy evidente y la palidez mortal en sus mejillas era preocupante.
—El mundo infernal... —farfulló en voz baja al cabo de unos largos minutos. Saga se arrodillo frente a él, saco un pañuelo rojo y empezó a limpiarle la boca, para después limpiar sus manitas.
—¿Aquí quienes reencarnan? —quiso saber Saga, aunque no era necesario. Él ya se lo sabía al derecho y al revés.
—Los pecadores que han cometido actos nefastos a lo largo de su existencia. —respondió robóticamente. Sus ojos azules se enfocaban en los cuerpos putrefactos, el océano, los ríos de sangre, la lluvia.
—Este es uno de los mundos a donde enviaras a los enemigos de Athena y del Santuario. —dijo Saga, alzando su mano derecha. Unió su dedo medio con el pulgar, para después provocar un sonoro chasquido. Un polvo dorado se fue esparciendo por el lugar, creando una espesa nube que fue consumiendo todo a su paso, dejando desolado el lugar. No se veía ni una sola alma, solo un cielo rojizo con matices negros y árboles secos —Y este es el mundo de los demonios devoradores o...
—Fantasmas hambrientos... —su mirada finalmente se centró en Saga, una rabia había nacido en su interior ¿Cómo fue posible que cayera en algo tan tonto? Él, la reencarnación del mismísimo Buda —Es una ilusión ¡Me has hecho caer en una ilusión! —gritó, estampando sus puños en el pecho de Saga.
El mayor alzo una ceja, esperaba cualquier cosa, menos eso.
—No sé porque caí en algo tan estúpido como esto... —espetó el menor, caminando en círculos —¡Y menos caer ante alguien tan débil como tú!
—¿Por qué crees que soy débil? —preguntó, ladeando la cabeza un tanto curioso por la respuesta.
—Porque lo digo yo y punto. —contestó —Además tus ilusiones son tan básicas y malas, yo podría hacerlo mucho mejor. Mas bien, lo hago mejor. —dijo, poniendo los brazos en jarras. Saga esbozo una sonrisa irónica, se dejó caer al suelo, cruzándose de piernas.
—Te aseguro que el pequeño vomito de hace rato contradice tal afirmación de que no soy bueno en lo que hago. —respondió alegremente —Y ya que estamos en eso de las ilusiones, ilústrame Shaka, demuéstrame que eres mejor que yo y te prometo que todo volverá a la normalidad.
—¡No necesitas prometerme nada! —volvió a gritar furioso —Yo puedo volver todo a la normalidad con solo pensarlo.
Saga soltó una carcajada. Todo sentido de culpa que sintió se estaba yendo por el drenaje.
—¡Vamos Blondie! O haces una cosa u otra, ya decídete.
—¡No me digas así! ¡Me llamo Shaka! —se arremango las mangas de su túnica —Te demostrare mi poder... —el pequeño cerro sus ojos, poco a poco un halo de luz dorada con pequeñas luces plateadas le rodeo. Saga se inclinó hacia adelante, curioso por esa muestra de poder. Si, Shaka sin duda era fuerte, lo único negativo es que no poseía el entrenamiento suficiente para manejar su cosmos a su antojo tal y como él lo hacía.
Y estaba en lo correcto, así como esa preciosa luz apareció de un momento a otro se fue, dejando a Shaka jadeando por un poco de aire. Se apoyo en ambas rodillas, respirando con dificultad como si hubiera corrido mil kilómetros.
—Blondieee —canturreo —, me quede esperando. —le dijo Saga. El rubio se mordió la lengua para no responderle —Tienes mucho poder, eso te lo tengo que decir en voz alta. Como te dije hace unos minutos, serán un poderoso Santo... Pero a su tiempo, para manipular tu cosmoenergía a tu antojo necesitas entrenamiento, dedicación y paciencia. —Shaka alzo la vista, mirando con severidad al mayor. —Para realizar lo que yo estoy haciendo en estos momentos, me llevo años en aprenderlo. —Saga alzo levemente su cosmos, en la palma de su mano se formó una esfera dorada y antes de que Shaka pudiera reaccionar, la esfera salió volando en dirección a su pierna, impactando en ella haciéndole caer sobre su estómago.
El menor se volteó boca arriba, soltando un par de bufidos. —No me dolió.
Saga soltó un suspiro de resignación. No se lo diría a nadie, pero Milo y Shaka eran similares, ya se estaba dando cuenta de ello.
—Descuida, si quisiera causarte dolor lo hubiera hecho sin dudar. —respondió, poniéndose de pie. Tomo a Shaka de un brazo y lo levanto.
—Digas lo que digas, eres débil y tonto. —"Otra vez el Virgo al trigo" —Puede que tengas mayor manejo de cosmos, pero tus ilusiones son tontas... Si, hace rato vomite, pero no tiene nada que ver.
—Si tú lo dices... —farfulló Saga, empezando a caminar por el lugar, Shaka le siguió sin dejar de hablar.
—Aparte, esta ilusión no es buena, no están los fantasmas hambrientos por ningún lado. —dijo, volteando a sus costados. Sonrió victorioso cuando Saga detuvo su andar, sus músculos se tensaron y el menor se dio cuenta de ello —No veo ni uno solo por aquí.
—Claro que hay uno. —Saga volteo lentamente, sonriendo como un verdadero psicópata —Es solo que estas demasiado ciego para verlo. Te lo mostrare, Shaka.
El niño soltó un grito de terror cuando una especie de rectángulo plateado cayo entre él y Saga. Pedacitos de roca le golpearon en los brazos y rostro, tosió un par de veces por el polvo y carraspeó para no sentir ese picor en su garganta.
Poco a poco el rectángulo plateado tomo forma, era un espejo de cuerpo entero estilo francés, su contorno era dorado con bonitas figuras de flores y en la parte de arriba había un escudo con la figura de Athena y un guerrero arrodillado frente a ella. El espejo era bonito, lo malo era el reflejo; ese era horripilante.
—¿Ya viste al demonio hambriento? —pregunto Saga saliendo detrás del espejo, con pasos seguros se situó a sus espaldas. Sonrió triunfante al contemplar la mueca horrorizada del menor.
Ahí, en el reflejo de cristal estaba la imagen de un pequeño Shaka con su piel ennegrecida pegada a los huesos y su estómago inflamado, sus cuencas estaban vacías, no tenía ojos, su boca muy abierta y en sus huesudos dedos se podían ver unas filosas uñas. El ser en el espejo se llevó ambas manos cadavéricas a su propio vientre y arranco un pedazo de su carne, dejando al descubierto una gran parte de su intestino, para luego llevárselo a la boca y masticarla como si fuera lo más delicioso del planeta.
El Shaka real, el que estaba a un par de centímetros de distancia, por poco caía de espaldas de no ser porque lo sostuvo a tiempo, el menor abrió la boca para soltar un grito, pero Saga lo impidió al taparle con su propia mano.
—Shh, no querrás que nos ataquen. —murmuró en voz baja, en el espejo se podía ver que a espaldas de esa imitación de Shaka había otros seres similares que devoraban a los que caían al suelo muertos por la eterna hambre.
—Es una ilusión, es una ilusión... —repitió Shaka una y otra vez contra la palma del mayor, sus ojos se ampliaron cuando su reflejo alzo la cabeza, mirándolo con esas cuencas vacías. En su boca había un trozo de piel y de sus labios se deslizaba una oscura sangre —¡Es una ilusión! —grito fuera de sí, dándole un codazo a Saga en el estómago.
El otro Shaka en el espejo soltó un chillido agudo, con ambas manos golpeo la superficie, causando que se agrietara, los seres tras el gritaron al unisonó y corrieron hacia el espejo. Saga chasqueo la lengua.
—No digas que no te lo advertí. —los seres chillaron más embravecidos, agrupándose en el espejo, golpearon con puños, pies e incluso con sus propias cabezas.
El espejo se rompió en mil pedazos.
—¡Vámonos! —Saga se levantó rápidamente y cogió a Shaka para llevárselo sobre los hombros, hecho a correr en dirección contraria, los cadáveres salieron del espejo como si este fuera una puerta. Chillaban y aullaban como perros corriendo tras de ellos.
—¡Es una ilusión! —sollozó Shaka —¡Ya para Géminis! ¡Ya para!
Saga siguió corriendo, si, sabía que era una ilusión, pero también tenía que meterle algo de drama ¿Qué era de una lección sin un poquito de trauma de por medio? Una sonrisa se extendió por su cara, era una sonrisa que si el rubio la viese se orinaría encima por lo siniestra que era.
—¡Ya para! ¡Ya para! —chilló Shaka al ver como un ser se aproximaba más y más —¡Ya entendí tu punto! ¡Ya entendí...! ¡AAAAAAAAAAAAH!
El otro Shaka le pesco de la muñeca izquierda y con la otra mano se aferró a su hombro derecho, hundiendo sus uñas en su piel. Se acerco lo suficiente y le dio una fuerte mordida en su antebrazo, provocando que el menor gritara más fuerte que antes.
Saga rápidamente se dio la vuelta apartándose de esa cosa semihumana, con su mano libre creo una esfera de luz más grande y esta salió disparada rápidamente en contra del demonio, atravesando su vientre. Los intestinos salieron de ese enorme hueco y los fantasmas hambrientos se arrojaron sobre ellos para empezar a devorarlos con avidez.
El peliazul encendió su cosmos, rodeando a Shaka y a él mismo. Chasqueo los dedos y una especie de grieta se abrió frente a ellos, Saga dio un salto y entro en ella.
Cayeron sobre la yerba espesa. A su alrededor había arboles de casi treinta metros de alto, los más pequeños llegaban a los quince metros. La flora era vareada, había enredaderas, orquídeas y otras plantas más que muy difícilmente podía saber cuáles eran. El único sonido que se escuchaba era su propia respiración y una especie de gritos a lo lejos.
Aunque no podía decir que eran gritos humanos, eran una mezcla de maullidos de un gato, ladridos de un perro y el llanto de un niño. Una sonrisa curvo sus labios, se estaba volviendo un verdadero experto en crear ilusiones, que hasta por breves instantes se le olvidaba que era él quien las hacía.
Permaneció unos segundos mirando al cielo de tonos violetas, no había una sola estrella en ese manto nocturno. Extendió su mano y comenzó a mover sus dedos con lentitud, poco a poco una luna fue apareciendo, iluminando más el firmamento con una peculiar tonalidad rojiza. Era una luna sangrienta.
No pudo seguir contemplando su creación, pues un quejido lastimero le hizo alzarse de golpe ¡¿Cómo fue posible que olvido a Shaka?! Una cosa era traumarlo y otra muy distinta era matarlo... accidentalmente...
—¿Blondie? ¡¿Blondie?! ¿Dónde estás?
—Aquí... —respondió Shaka a un par de metros de distancia, levantándose lentamente del suelo, permaneció sentado sin ninguna intención de ponerse de pie. Su cabello rubio estaba completamente despeinado y tenía varias hojitas adheridas a él.
—Creí por un instante que te había perdido. —suspiro Saga un tanto aliviado. Shaka podía estar siendo maltratado psicológicamente pero físicamente tenía que seguir completito...
—Una de esas cosas me mordió... —dijo, soltando un sollozo. Sus labios temblaron.
... Mordido, pero completo.
—Déjame ver... —el menor extendió el brazo, mostrando las marcas de los dientes en su piel. Saga entrecerró la mirada —Nada de qué preocuparse, solo tengo que ponerte la vacuna antirrábica y todo estará bien. —rasgo la parte baja de su camiseta y creo una especie de venda, la cual ató cuidadosamente alrededor de la herida. Sabia bien que al salir de la ilusión el niño no tendría nada en su brazo -posiblemente un moretón-, pero como solía decir Kanon; un poco de drama hace la vida más entretenida —Shaka, no vayas a llorar...
—¡¿Cómo no quieres que llore?! —gritó furioso, varias lagrimas se agruparon en sus ojos, hasta que finalmente descendieron por sus pálidas mejillas —¡Te pedí que te detuvieras! ¡Ahora por tu culpa me tengo que vacunar! ¡¿Qué les diré cuando me vean la mordida?!
—¡Yo te pedí que no gritaras! —gritó Saga de regreso, de las copas de los árboles salieron volando varias aves —Y les dirás que te mordió Aioria, nadie se atreverá a decir que no es cierto. —y vaya que nadie lo diría, el pequeño León tenía la mala costumbre de morder ya fuera en un juego o entrenamiento.
—¡Son ilusiones! ¡Las ilusiones no te hacen daño!
—En realidad...
—¡Físicamente no deben hacer daño! —especificó Shaka —Pueden hacerte creer que caes de mil metros de altura y te dolerá ¡Pero no pueden hacer que un muerto viviente te arranque medio brazo!
—Primero que nada; —Saga alzo una ceja y exhalo, hastiado —no exageres, no te arranco medio brazo. Segundo; No puedo argumentar nada contra eso. —hecho la cabeza hacia atrás y suspiro —Digamos que mis ilusiones si hacen daño, no se la razón y no hay vestigios de los anteriores Santos de Géminis que pudieran realizar tal hazaña. Es un don natural, supongo. —dijo, encogiéndose de hombros —Así que, si te cortan una pierna aquí, en el mundo humano será igual. —eso era mentira, en realidad estaba bromeando. No le pasaría nada al niño, solamente tendría dolor, mucho dolor.
Un pajarraco canto a lo lejos, alertando al menor.
—¿Ahora qué? —espetó Shaka, mirando con odio al mayor.
—Ahora estamos en el tercer mundo, el de las bestias. —respondió con tranquilidad —¿No que sabias mucho de los seis mundos, Blondie? —le dijo burlón.
Shaka tomo la sabia decisión de no responderle.
—¿Y qué? ¿Vas a hacer parecer un espejo? ¿Vendrán las bestias tras de mi para devorarme? —bufó, enjuagándose las lágrimas.
—¿Eso quieres? —preguntó, sonriendo divertido. A Shaka no le causo ni una sola pizca de gracia todo ese asunto. Jamás le paso por la mente que ese joven de catorce años fuera tan maquiavélico. El tonto fue él por menospreciarlo, eso ya estaba muy claro. Y no le quedaba duda alguna que, si Saga tenía tal poder para crear escenarios tan reales y precisos, sus otros compañeros no se quedarían atrás —En realidad creo que contigo ya fue suficiente. —Shaka alzo una ceja —¿O necesitas más? Faltan cuatro mundos por explorar, conocer y vivir. —el menor rápidamente negó con la cabeza. Saga sonrió y empezó abrirse paso entre la espesura de las plantas.
¿Más? No, gracias, ya había entendido, pero ¿Entendido que?
—¿Qué propósito tenía todo esto? —preguntó, siguiéndole a un par de pasos de distancia.
"Diversión" quiso decirle Saga, pero se contuvo a hacerlo.
—Quería que entendieras que no todo es lo que parece, que no porque veas que soy tranquilo y pacífico soy inofensivo. Las apariencias engañan, Shaka. Cualquiera te puede tomar por sorpresa, incluido el enemigo. Y quiero que te bajes de esa estúpida nube cargada de arrogancia y desdén por los demás. —respondió sin voltear a verle —Y también lo hice porque me hiciste enfadar.
—Bonita manera de darme lecciones. —resopló el menor, aún estaba temblando y la mordida punzaba cada vez más —Pudiste habérmelo dicho, te hubiera escuchado.
—Me interrumpías, Blondie. —dijo, encogiéndose de hombros —Y no, no me hubieras escuchado. Y tampoco soy muy paciente, prefiero que aprendan con la práctica, el hablar y explicar es trabajo de Aioros.
Shaka abrió la boca para replicar, pero no pudo decir nada cuando una mano le tomo de la nuca. Era fría y huesuda. Se quedo estático en su lugar, incapaz de dar un paso más. Quiso llamar al gemelo, pero su garganta no respondía. No se atrevía a voltear por temor a lo que estuviera tras de él.
Lo que fuera que estuviera sujetándole, se acercó lo suficiente para sentir su respiración en el cuello, era pesada y con un silbido muy bajo. Esa ser empezó a olisquearle, inhalaba y exhalaba, el aliento de esa cosa olía a una extraña mezcla de vainilla con un animal en descomposición.
El peliazul se estaba alejando cada vez más y no volteaba en su dirección ¡No volteaba!
Otra mano se cerró en su brazo herido, Shaka se mordió los labios para no hacer ningún ruido. Miro por el rabillo del ojo y al ver a ese monstruo hizo lo que cualquiera haría en su lugar; Grito.
Saga volteo rápidamente y alzo ambas cejas al ver la escena; Un pequeño Shaka tratando de zafarse de las garras de... ¿Un humano araña?
No podía definirlo. El cuerpo tenía forma de una tarántula, pero en lugar de patas tenía brazos humanos largos de un tono pálido, su cabeza era la de un bebé recién nacido, no tenía dos ojos eran seis de un rojo escarlata, nariz pequeña y en su boca tenía una hilera de dientes puntiagudos ennegrecidos. Shaka lanzaba manotazos a diestra y siniestra sin poder zafarse de esa cosa, que en cuestión de segundos lo tomo de un tobillo, alzándolo por los aires para dejarlo boca abajo.
Shaka manoteo sin parar, pero en cuanto contemplo a ese ser cara a cara no pudo moverse, y en cuanto abrió la boca el asqueroso aliento le dio de lleno, provocándole una arcada. La larga lengua viscosa de la bestia le lamio la mejilla, saboreándole, se dio la vuelta con calma, con su presa en manos, lista para darse un festín con el hindú.
Antes de que la araña emprendiera la huida, Saga salió disparado en su dirección, dio un salto y realizo una magistral vuelta en el aire y dio una fuerte patada en el cráneo del ser, el cual crujió ante el inesperado impacto. El animal cayó al suelo en un ruido sordo junto al pobre de Shaka.
—Hay cosas que nunca entenderé de mí mismo. —farfulló el peliazul, mirando como la araña poco a poco se hacía polvo bajo sus pies. Shaka se levantó rápidamente, en posición defensiva —¿Estas bien? —preguntó, mirando de arriba abajo al niño.
—¡¿Cómo quieres que este bien?! ¡Casi me mata! —grito histérico, por más que intentaba calmarse no lo lograba ¡Ya eran muchas cercanías con la muerte en un día! ¡Y Saga estaba tan tranquilo que lo alteraba más!
—Pero no te mato. —respondió Saga, dándole un par de palmaditas en la cabeza.
—¡Me dijo cosas!
—¿Qué te dijo? —Saga ladeo la cabeza, curioso.
—No sé, no hablo arañol. —espetó —Lo único que entendí es que dijo comida... ¡Me iba a comer!
—Mmm... No creo que coma porquerías. —la sonrisa de Saga era una muestra muy clara de que se lo estaba pasando muy bien.
—¡Quiero irme a casa! —gritó el rubio, caminando en círculos —¡Odio aquí!
Saga se rasco el cuello, mirando al niño que estaba a punto de sufrir un colapso. Tomo al menor de la mano en cuanto empezó a caminar, Shaka le siguió sin rechistar. Con dificultad se abrieron paso entre la maleza.
Caminaron por un par de minutos, aunque en momentos se quedaban quietos cuando escuchaban chillidos. El rubio ya tenía rato que había dejado de llorar, solamente soltaba hipidos.
—¿Cuándo me sacaras de esta ilusión? —dijo Shaka de repente, mirando con precaución una manada de mosquitos del tamaño de un canario que pasaron sobre sus cabezas. Con la manga de su camisa se limpiaba una que otra lágrima y se sonaba la nariz, tratando de no hacer mucho ruido. La manga estaba ya humedecida y se podían ver sus moquitos en ella. Saga chasqueo la lengua.
—Agh, no hagas eso, es repugnante. —se detuvo, volvió a rasgar su camisa, dejando al descubierto parte de su abdomen. Le entrego el trapo a Shaka —Límpiate con eso... Y sobre lo que preguntaste, te diré que aún no es tiempo. —respondió Saga, analizando su alrededor —Tengo algo más que hacer... —un brillo se instaló en su mirada en cuanto contemplo el páramo frente a él. Apenas estaba visible y la luna roja estaba en su máximo apogeo.
En ese sitio la naturaleza era distinta, había cactus dispersos por el lugar y un pastizal seco, un pequeño lago de aguas negras y a lo lejos se podían contemplar unas montañas. El viento rugía con fuerza, enmarañándole los mechones a los dos. Shaka se asomó con cautela.
—¿Qué estamos esperando exactamente?
—A que llegue la presa, Shaka, a que llegue la presa. —el sonido de unos pasos le alerto, rápidamente le cubrió la boca al rubio y se agacho, ocultándose entre las ramas —Ahora calla y observa la magia. —sus ojos verdes se tornaron dorados en cuestión de segundos.
Del otro lado del lugar, salió Kanon, vestido con un pantalón de franela estampado de ovejitas y sin camisa. Solamente traía puesta una pantufla de conejo. Su afilada miraba a su alrededor con atención, con la guardia en alto. Listo para enfrentarse a cualquier amenaza.
—¿Tu hermano es la presa? —cuestiono Shaka, estupefacto. Saga solamente asintió, sin dedicarle una mirada de reojo al menos.
—¡Ya sé que eres tú Saga! —gritó, el mencionado en su lugar sonrió —¡A mí no me engañas más! ¡Así que deja de tontear y ya déjame dormir en paz y déjame salir de esta maldita ilusión! —espetó, gruñendo —¡Sabes bien que necesito mis doce horas de sueño embellecedor!
Shaka permaneció en silencio, mirando de un hermano a otro. Cuando estuvo a punto de preguntarle a Saga porque hacia todo eso, el mayor chasqueo la lengua y en ese momento unos gritos ensordecedores le hicieron saltar en su lugar.
Del lago emergieron tres bestias tan atemorizantes que no tenían nada que envidiarle a la araña humana que le había capturado a él; De la cintura para abajo tenían cuerpo de cocodrilo, con su cola larga y de piel rasposa, pero de la parte de arriba era una historia muy distinta, sus torsos eran de un escorpión con cuatro tenazas en cada costado, las manos eran humanas, con afiladas uñas y las cabezas, Dios, las cabezas eran de jabalí. Tenían el hocico abierto, el más alto saco su lengua y esta era una serpiente de cascabel, que al ver a Kanon siseo y mostro los colmillos.
Kanon se quedó estupefacto en su lugar, sin saber reaccionar. Las bestias volvieron a chillar y corrieron en sus dos patas traseras en dirección del geminiano, empujándose violentamente entre ellos. Kanon sacudió la cabeza y sin perder tiempo corrió en la dirección contraria.
Shaka se llevó ambas manos a la boca al ver como esos monstruos lograron darle alcance al menor de los Géminis. Saga solamente miraba con indiferencia y cierto gusto como Kanon caía al suelo y uno de esos seres se lanzó sobre él.
—¡Joder Saga! —gritó el peliazul —¡Basta de tus malditas ilusiones! ¡Maniático de mierda!
El menor de los peliazules grito cuando una tenaza le apreso el brazo derecho, sin perder tiempo con su mano libre le asesto un puñetazo, arrancándole de golpe la tenaza, el ser chillo y Kanon rápidamente invirtió los papeles, situándose sobre él para coger con rudeza la cabeza y girarla con rapidez; El cuello de esa cosa crujió.
Antes de que se pudiera poner de pie, otro monstruo le tomo del cabello, jalándolo con fuerza, las tenazas de este no tardaron en apresarle, se hundieron en sus costados, poco a poco la sangre broto de las heridas. Kanon pataleo sin cansancio y antes de que pudiera gritar, la serpiente de cascabel se enrosco en su cuello, apretándole con fuerza. Los colmillos de esta particular serpiente se hundieron en su mejilla, robándole un sonoro grito desgarrador.
El otro monstruo no tardó en llegar, se situó frente a Kanon y sin perder tiempo le tiro un zarpazo en el estómago, las uñas. Kanon vio con ojos desorbitados como sus intestinos colgaban de esa herida y al ver que ese ser metía sus asquerosas manos para sacar su hígado ¡Su maldito hígado!
La bestia abrió ampliamente el hocico y de una sola mordida se tragó el órgano, los sonidos que realizaba al masticar eran tan repugnantes. La otra bestia no se quiso quedar atrás, no tardo en meter su mano en la herida abierta y empezar a remover su interior, como si estuviese buscando algo en concreto. Kanon sentía desfallecer en esos momentos, el dolor era intenso, agudo y paralizante.
Y lo que paso después fue peor, mucho peor. La cosa que estaba frente a él se acercó lo suficiente para poder verle directamente a los ojos. No eran unos ojos de un simple jabalí, eran ojos humanos ¡Ojos humanos!
No alcanzo a descifrar si había alguna clase de sentimiento en esas orbes de color azul cielo, no alcanzó a vislumbrar una pequeña muestra de que ese ser tenía empatía por él, pues sin darle tiempo de reacción le dio una fuerte y poderosa mordida en la nariz, arrancándola sin demora alguna. No alcanzo a gritar cuando lo volvió a morder en la mejilla, luego el mentón, la barbilla ¡Le estaba devorando su rostro!
La bestia mordía su cara sin darle tregua alguna, dejando solamente sus ojos, para que viese la tortura a la que le estaban sometiendo.
De la cara perfecta que Kanon se atrevía a presumir, ya no quedaba nada, ahora solo unos cuantos jirones de piel estaban adheridos a sus huesos, su mandíbula expuesta al igual que los dientes. No supo de donde saco fuerzas para darle voz a sus gritos.
—¡SAGA! —gritó con desesperación, quería que parara, que lo sacara de esa maldita farsa para que en el mundo real Kanon le partiera toda la cara a Saga por jugar con su mente. Sí, Saga podría ser un jodido maestro en el arte de las ilusiones, pero en combate de cuerpo a cuerpo él lo superaba (solo por el pequeño hecho de que Kanon no peleaba limpio) y ni Shion podría detenerle en su venganza, la cual sería fría y con huesos rotos de por medio —¡SAGA!
Y el mencionado estaba del otro lado, oculto entre los arbustos, siendo un espectador y director de toda esa obra que, si le preguntaran, era digna de ganarse un Oscar o un Globo de Oro. La manera en que esa bestia creada por su mente le arranco la cara a su gemelo fue simplemente fenomenal y casi podría decirse que era real. Y el que haya agregado un poquito de vísceras de por medio era un plus mucho más eficiente para hacer que cualquiera se meara encima.
"Si no fuera un Santo Dorado, con seguridad sería un escritor de horror" se dijo con orgullo imposible de ocultar.
A su lado, Shaka ya estaba más pálido que la camisa que portaba. Su corazón latía rápidamente, un sudor frio bajaba por su frente y espalda. Su boca estaba completamente seca al igual que sus labios. Jadeo en busca de aire, pero por más que ordenaba a sus pulmones respirar, estos no le hacían caso. Se llevo ambas manos a la garganta y soltó un sofocado gemido, ante sus ojos varias luces brillantes empezaron a titilar, hasta que en todo se tornó de un blanco segador. Lo último que escucho, fueron más gritos desgarradores y la voz calmada de Saga, llamándolo por ese particular apodo que le dio.
Shaka se había desmayado.
—X—
Blondiee... Blondie... Rubia... Shaka... Shaka... ¡Shaka!
Abrió los ojos de golpe y con desesperación se apartó de los brazos que le sostenían, lanzo un par de golpes y patadas sin golpear a nadie en particular. Miro de un lado a otro, esperando ver bestias con cabeza de niños, jabalíes con cuerpos extraños, cuerpos putrefactos o demonios hambrientos por su carne... Pero no había nada de eso, no estaba en un páramo o desierto; estaba en la biblioteca, con los mismos libros mohosos haciéndole compañía, el aroma a polvo y almendras.
Y a unos cuentos metros se encontraba Saga, arrodillado, mirándole con una curiosa sonrisa y una ceja alzada.
—Te desmayaste. —le informó el mayor, apartándose un mechón de la frente.
—Tu... —balbuceo Shaka, mirándolo con horror, mientras se arrastraba más lejos de él ¡Ese hombre con cara de ángel no era un ángel! —Tu... ¡TU ERES UN DEMONIO! ¡UN DEMONIO! —gritó, y sin pensar le empezó a lanzar cuanto tuvo a la mano; pergaminos, libros ¡Incluso el cesto de basura!
—¡Shaka! —vociferó Saga, apartándose de los misiles lanzados en su contra —¡Ya para!
Antes de que pudiera acercarse un poco al niño, la puerta fue abierta rápidamente, provocando que ambos se quedaran paralizados.
Shion miro de uno a otro sin entender, trataba de ocultar el jadeo por la carrera que pego a la biblioteca al escuchar los gritos, pero le era imposible ¡La edad ya no le ayudaba al viejo maestro!
—¿Qué está pasando aquí? —demandó saber el Patriarca. Shaka se puso de pie y rápidamente se puso detrás del maestro, abrazándolo de una pierna.
—¡Ese es un demonio! —exclamó, señalando con el dedo índice al mayor, que aún estaba arrodillado y sin descaro alguno puso la cara más angelical que había visto en su existencia —Creo una ilusión, vi cuerpos en estado de descomposición, me ataco un reflejo mío de un ser muerto, una araña con cabeza de bebé y vi como tres bestias devoraban a su gemelo ¡Fue horrible! —sollozó.
Shion tardo varios minutos en responder, analizando con cuidado cada palabra del niño. Por la manera en que se aferraba a él y las lágrimas en sus ojitos azules era claro que no le mentía.
—¿Algo que decir al respecto? —entrecerró la mirada y miro a Saga, en busca de una explicación más detallada.
—Eso que dice es mentira. —farfulló Saga, negando suavemente con la cabeza —Lo que pasa es que se quedó dormido a media clase y tuvo una pesadilla.
Shaka abrió la boca, sumamente indignado ¡¿Cómo se atrevía a decirle mentiroso?!
—¿Mentira? ¡¿Mentira?! —grito, saliendo detrás de la seguridad que le brindaba Shion. Se alzo las mangas de la camisa y volteo rápidamente al Patriarca, mostrándole el brazo que el Otro Shaka había mordido —¡¿ESTO LE PARECE UNA MENTIRA O UN SIMPLE SUEÑO?! ¡UNA DE ESAS COSAS ME MORDIO!
Shion alzo ambos lunares y carraspeo, miro del brazo a Saga y de este a Shaka.
—No tienes nada, Shaka. —y ante esa declaración, el menor bajo la vista y comprobó que su piel estaba en buen estado, no había sangre seca, marca de dientes o moretones.
Saga le había mentido.
—¡Dijiste que en el mundo real tendría la mordida! ¡Dijiste que me tendrían que poner la antirrábica! —gritó.
—¿Yo? —Saga se señaló a sí mismo, con cara de no saber nada —¿En qué momento? —con calma se puso de pie, se sacudió el pantalón y se irguió, mirando con seguridad y sin nada que temer al menor —Ya te dije que fue una pesadilla, Shaka.
—¡Entonces pregúntele a Kanon! ¡Él también estaba ahí! —jalo la túnica Shion, con tanta desesperación y angustia que el peliverde temió que se desmayara o algo peor.
—Que fue un sueño, entiende Blondie.
—No me digas así. —si los ojos de Shaka fueran dagas, posiblemente Saga ya estaría ahogándose con su propia sangre.
—¿Eres rubio o no? Si lo eres, ¿Verdad? Blondie...
El rubio soltó un grito de rabia y antes de que se pudiera lanzar al ataque contra Saga, Shion le tomo de los hombros, deteniéndole.
—Ya basta, niños, ya basta. —pidió con voz calmada —Saga, te prohibo qué les pongas apodos a tus compañeros, sabes que no me gusta que hagas eso —Saga bufo quedamente —Y no es la primera vez que alguno de los pequeños me reporta tus particulares travesuras. —Saga abrió la boca, viéndose sumamente indignado —Espero que no lo hayas hecho de nuevo, por tu bien.
—¡Por supuesto que no, Padre! —exclamó ofendido. Shion entrecerró la mirada por segunda vez, aunque Saga fuese el mayor y más sensato de todos, no dejaba de ser un muchacho travieso y bromista.
Aunque sus bromitas ya habían dejado un par de traumas en un par de Santos, empezando por Aioros.
—Mas te vale Saga, más te vale. —tomo al niño de la mano —Ahora, lleva a Shaka a la cocina y que le preparen un té para que se calme... —ignoró olímpicamente la voz de Shaka diciendo "¡¿Me va a dejar con este demonio?! —Tengo un asunto urgente que atender, en la tarde hablare detalladamente con ustedes dos... ¿Entendido?
—Sí.
—¡Yo no me quiero quedar con él!
—Ya, ya, no quiero excusas. —palmeo suevamente la espalda del menor, indicándole con ese simple gesto a caminar hacia el gemelo. —Debo partir, así que cálmense los dos.
Sin esperar respuesta, salió de la biblioteca, dejando nuevamente a los dos solos.
Saga sonrió con petulancia y miro con burla al menor.
—No te va a creer, Blondie.
Shaka soltó un grito de guerra y se lanzó al ataque contra Saga.
—X—
—¿Están castigados? —pregunto Aioros mirando con sorpresa a Milo y Aioria, los cuales asintieron —¿Los tres?
—¡Si! —respondió el peliazul, sus ojitos estaban abiertos con asombro —Me dijeron mis contactos que Saga y Shaka estaban peleando en la biblioteca —Aioros intento imaginarse esa simpática escena, aunque se imaginaba a Saga sosteniendo a Shaka de una pierna con una sola mano y con la otra sosteniendo un libro —Y que poco después llego Kanon solamente en pantalón y se lanzó con todo contra Saga. —Milo sería un buen chismoso en un futuro, de eso estaba 100% seguro —Se agarraron a golpes y Shaka ayudo a Kanon, le lanzo varios libros a Saga en todo ese alboroto. Me contaron que hubo perdidas de una mesa, una silla, varios libros y pergaminos...
—Y que en estos momentos los tres están siendo sermoneados por Shion, sus regaños se escuchan por todo el templo papal. —le interrumpió Aioria.
—En estos momentos no es buena idea acercarse... —dijo Aioros para sí mismo. Era seguro que Shion estaba más enojado que la vez que Saga casi mandaba al otro mundo a Camus al enviarlo por accidente a la Otra Dimensión —¿Saben por qué se estaban peleando?
Ambos niños se miraron y se encogieron de hombros.
—Géminis le mostro una ilusión de los seis mundos a Shaka y a Kanon —dijo una nueva voz, integrándose a la conversación. Era el pequeño Camus —Saga nuevamente a traumatizado a alguien más en este Santuario.
Un silencio pesado cayo sobre los cuatro, y los recuerdos de las malditas ilusiones de Saga les llego con rapidez, el mismo pavor y miedo que sintieron esa vez les paralizo, siendo Aioros el más afectado... Uno a uno recordó esos malditos traumas causados por el mayor de la orden de Athena. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Aioria, su voz suave y un tanto atemorizada dijo;
—Si ese fue el caso, les aseguro que, aunque Shaka sea un engreído y petulante, no merecía tal horror.
Y todos, con un simple cabeceo le dieron la razón.
—FIN—
Muchísimas gracias por leer hasta el final :D
Les deseo un feliz Halloween (pasado xD) y un feliz día de muertos ¡MUAJAJA!
SafiroBipolar
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arkannos567 · 2 years
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Mira mi perfil en Wattpad, soy ~Arkannos~ https://www.wattpad.com/SafiroBipolar567?utm_source=web&utm_medium=tumblr&utm_content=share_profile "Locura tras locura abandona mi atormentada mente, nada coherente esperen de mi, amada gente" Nacida en un precioso estado del bello México. Tengo cierto gusto a toda clase de terror, la lectura es mi pasatiempo favorito al igual que el anime. Padezco una terrible adoración hacia los Gati...
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arkannos567 · 2 years
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Todo por un gato
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Los personajes pertenecen a Masami Kurumada.
Advertencias; No yaoi, humor negro, personajes ooc, vulgaridades. Me tomé varias licencias artísticas, Saga de Géminis es la reencarnación del dios Ares, le teñí el pelo de negro porque se ve más cool ;)
Varias referencias a la mitología griega y a unas cuantas películas de terror e infantiles.
Todo por un gato
Yacía recostado sobre la cama, con ambas manos entrelazadas sobre el pecho y su pie derecho sobre el izquierdo. Sus celestes cabellos desperdigados sobre la blanca colcha de una manera tan perfecta que parecía un modelo. La luz de la luna se filtraba por su ventana medio abierta, iluminando su cuerpo dándole un aire celestial.
Si se le veía de lejos se podía pensar que estaba dormido, pero no. Afrodita estaba más despierto que el latoso búho que se empeñaba en pararse todas las noches sobre su tejado para ponerse a ulular. Y por culpa de ese jodido animal es que estaba con insomnio no solo por su incesante canto, sino porque dentro de unas horas tendría que hacer frente al castigo había postergado el Patriarca hace dos semanas.
El sueco había intentado muchas veces asustarle para poder dormir tranquilo, pero fracaso miserablemente con cada cosa que hacía, que fue desde echarle agua hasta intentar correrlo a escobazos. En su último intento de deshacerse de él se le ocurrió llevar un pequeño gato para que lo ahuyentara.
Gran error.
Lo único que logro con eso fue ofrecerle alimento de manera accidental a la molesta ave. Recordaba como si hubiera pasado ayer como el búho se llevó entre sus garras al pobre felino por los aires.
Del michito no hubiera quedado ni un pelo de no ser por el falso Patriarca, Saga, que en esos momentos estaba en su balcón y vio al mochuelo pasar frente a él con su asustada presa. Logro atolondrar al ave con un leve rose de su cosmos sin necesidad de dañarlo y le quito al gato en un pestañeo. Eso sí, le dio un pescado crudo, el búho no tardo en llevárselo.
Chasqueo la lengua al recordar como la reencarnación de Dios de la Guerra le mando a llamar a las doce de la noche para decirle hasta de lo que se iba a morir.
—¡¿Cómo se te ocurre dejar un gato bebé afuera de tu casa?! —demando Saga caminando de un lado a otro mientras él estaba hincado. El felino de color blanco con manchas naranjas estaba sobre el trono, sentado sobre sus patas traseras, su barbilla y pecho bien en alto, mirándolo con esos ojazos verdes llenos de reproche, culpándolo por su casi asesinato. Afrodita arrugo la nariz.
—Quería que ahuyentara al búho. —respondió mirando al pelinegro. No le gustaba cuando Saga tenía cierto control sobre su cuerpo, era demasiado exigente y muy perfeccionista. Los regañaba por cualquier cosita, hasta la más insignificante —Jamás pensé que se lo llevaría. —Y era verdad, por su cabeza no paso que la rapaz ave se llevara al escuálido minino, pues tenía entendido que comía ratones, peces, lagartijas y quien sabe cuánto bicho más, pero de gatos nadie le había dicho nada.
—Un ave de esas puede llevarse un gato doméstico, idiota. —siseó el geminiano.
—¡Yo que iba a saber! —exclamó disgustado —En mis dieciséis años jamás he tendido mascotas. No se los peligros a los que están expuestos.
—¡¿Acaso no ves animal planet?! —el mayor se plantó frente a él, con ambas manos en las caderas —¿O videos de gatitos siendo atacados?
Afrodita sacudió la cabeza, no sabía que era más raro; escuchar a Saga hablar en diminutivo o saber que veía documentales de la vida salvaje.
—¿Cómo demonios voy a ver televisión si me la quitaste hace cuatro meses? —bufó el sueco, soplándose los flequillos.
—¿Y acaso olvidas por qué te la quite? —una sonrisa irónica surco el rostro de Saga.
—Ya lo olvidé. —respondió sin vergüenza el sueco, cerrando los ojos en espera de una cachetada por su osada contestación.
De los tres; Deathmask, Shura y él, Afrodita siempre era el que mas se metía en líos por su lengua suelta. Una vez el cuarto guardián le había dicho que, de los tres, era el sueco quien tenía el menor sentido de la preservación. Y no podía estar más de acuerdo.
—Vaya, lo olvidaste, es una pena que Aioria no pueda olvidar esa película porno ¿Verdad? —soltó burlón.
Afrodita miro a otro lado que no fuera a Saga, mordiéndose la lengua para no replicarle.
—Ya dejemos eso de Aioria por la paz. —solicitó, pasándose una mano por el pelo.
—Ajam… —farfullo Saga, sin quitarle la vista de encima —Esto no se quedará así, Emil. —bramo, mirándole con frialdad. Afrodita rápidamente se dio cuenta que se refería al incidente del búho —A primera hora llevaras a ese gato —señalo al felino, que alzo más sus orejas, dándose por aludido —a Rodorio. Regálalo a quien si se haga cargo de él, lo cuide y lo procure. Porque es más que obvio que tu no sirves para eso. Y en cuanto regreses te diré en qué consistirá tu castigo.
—¿Recibiré mi castigo hoy mismo? —preguntó, ladeando la cabeza.
—¿Algún problema con ello? —Saga se enderezo más, viéndose mucho más alto e imponente de lo que ya era.
—No, es solo que mañana en la tarde debo partir a la Isla Milo. Ares me ordeno hace tres días que debía cerciorarme que estaba entrenando y que tenía que pasar dos semanas con Milo. —rodó los ojos, el Santo de Escorpión no era una de sus personas favoritas.
—Mmm… —Saga se llevó una mano a la barbilla, con aires pensativos. Permaneció callado por un rato y en breves lapsos decía "Sí, ajam, no, sí" Era obvio que estaba hablando con el dios de la guerra. Piscis se humedeció los labios, le resultaba curiosa esa extraña dinámica entre ambos seres —Entonces seremos compasivos por esta vez —dijo, al cabo de un rato —Después que regreses de la Isla tendrás un par de días de descanso, al tercer día te quiero aquí a las ocho de la mañana. Ahora vete.
Afrodita asintió y guardándose un cansado suspiro se puso de pie, camino lentamente al trono con ambas manos extendidas para tomar al animal, que al ver su proximidad siseo furioso, curvando su lomo y mostrando sus feroces dientecitos.
—¡¿Ahora que carajo haces?! —vocifero el mayor de los dos, tomándolo de la solapa, jalándolo hacia atrás de manera tosca.
—¡Estoy yendo por el gato! ¿Qué no estás viendo? —chilló, zafándose de su agarre de hierro, provocando que su camisa de dormir se rasgara del cuello.
—Hasta crees que dejare que lo saques de aquí. —Saga se interpuso entre el peliceleste y el trono —Vendrás por él aquí, dejarlo contigo sería una imprudencia, ahora lárgate de mí vista.
—Pero…
—Que te largues Emil. —por un momento sus ojos verdes adquirieron un tono azul grisáceo; Ares estaba apoyando a Saga en esa decisión. Y que esos dos estuvieran de acuerdo era una jodida catástrofe.
Afrodita entrecerró la mirada, mirando de Saga al gato, resistió el impulso de quitarse la pantufla y lanzarla a esa bola de pelos que ahora meneaba su cola de un lado a otro con visible gusto.
—Está bien, Saga. Mañana vendré por él. —hizo una reverencia y se dio la vuelta, deseando llegar a su cama y dormir.
Cuando estuvo a pocos pasos de la salida escucho la voz hastiada de Saga.
—Que no nos quedaremos al gato, entiende de una jodida vez Ares. —miro sobre su hombro como el mayor alzaba al gatito y lo acercaba a su pecho con delicadeza, desde su lugar pudo oír los maullidos gustosos por recibir mimos.
—¿Quién lo diría? —se preguntó Afrodita en voz alta dejando de divagar en sus recuerdos —Ares y Saga son amantes de los gatos.
Se estiro y sintió como sus vertebras crujían. Se dio la vuelta y miro el reloj, eran las cuatro de la mañana. Tendría suerte si dormía una hora al menos. Se oyó un fuerte aleteo y un ulular.
—Sí, cuucuu cucuu… —berreó, imitando al ave —Por tu maldita culpa estoy en líos, eso me pasa por ser piadoso con un simple animal, condenado Arquímedes. —el búho canto más fuerte —Tu madre por si acaso. —bramó, alzando la mano izquierda hecha puño con el dedo corazón alzado hacia el techo —¡Tu madre! ¡TU MADRE!
—Afrodita, que gusto verte. —un escalofrío descendió por su cuerpo al reparar en la mirada azul grisácea del hombre recostado en el diván rustico. Inmediatamente se hinco y bajo el rostro. La máscara de plata descansaba en su regazo y el casco estaba en una mesilla donde había varias frutas y una copa de vino.
Los rayos dorados del sol apenas estaban empezando a iluminar las colinas que rodeaban el Santuario, las luces amarillas y naranjas le daban un aspecto de lo más bello al lugar. A lo lejos podía verse como todos los habitantes, guardias de bajo rango y santos, empezaban sus actividades del día.
Ares siempre acostumbraba a desayunar, comer y cenar en ese sitio, pues desde ahí podía ver todo lo que ya consideraba su reino. Le encantaba recibir los rayos del sol y sentir el viento golpear su rostro. Era uno de los gustos culposos que compartía con Saga.
—Levántate Piscis, hoy no es necesaria tanta formalidad. —dijo el dios, señalando con un elegante movimiento de su mano, Afrodita se levantó. La sonrisa maliciosa en su rostro no le gustó nada —Y bien, ¿Qué tal has dormido? —pregunto con sorna al reparar en las ojeras del sueco.
Afrodita se mordió los labios, una cosa era tontear con Saga, pero una muy distinta con él destructor de hombres.
—Muy mal mi señor. —hablo con voz respetuosa, sin alzar la mirada del suelo —¿Podría hacerle una pregunta, su excelencia?
—Ya la estás haciendo. —Ares alzo una ceja, divertido. —¿Qué pregunta, Afrodita? —dijo después.
—¿No será Saga quien imponga el castigo por lo del gato? —la mueca divertida abandono el perfecto rostro del pelinegro, una máscara de frialdad se instaló en cuestión de segundos.
—No es necesario que sea Saga quien esté en control para que recibas tu castigo ¿Entiendes? —se llevó con lentitud la copa de vino a los labios, sin parpadear una sola vez.
—Sí señor, solo era curiosidad.
Y mayor curiosidad era saber cómo un dios, capaz de matar a una bebé y mil hombres, se molestaba por un simple gato.
—Sinceramente, me disgusto bastante el ver a ese pobre peludo en garras de tan bella ave. No nos gusta el maltrato animal. —le informo, Afrodita alzo ambas cejas —Aunque lo que más me disgusto es saber que no puedes cuidar un simple minino de un búho. Si no puedes con algo tan sencillo, significa que tampoco podrías defender la casa de Piscis ante mayores amenazas. —el peliceleste atrinchero los dientes, eso dolió.
—Le aseguro mi señor que eso jamás pasara. —dijo con determinación —Defenderé la casa de Piscis y a usted a costa de mi propia vida.
—Espero mucho de ti, Afrodita. No solo debes ser un guerrero con sobresaliente belleza, debes ser el más temido de todos. No espero menos. —asintió, mirándolo con solemnidad —¿Y qué paso con Kanon?
El santo parpadeo varias veces, confundido por el cambio tan drástico de conversación y la mención del hermano gemelo de Saga.
—¿Kanon? —Ares le miro sin una sola expresión en su rostro —Pues, lo último que supe de ese desdichado es que usted mismo fue quien le encerró en Cabos Sounion.
—¡Serás estúpido! —grito, lanzándole la copa que logro esquivar. El sonido de la cristalería estrellándose contra la pared le hizo cerrar los ojos por un instante —No hablo de esa escoria, estoy hablando del otro Kanon, el gato.
¿Kanon el gato?
—Ah, el gato… —parpadeo varias veces —Lo entregue a la hija de Adara, la florista. —le aclaró.
—¿Cuidara bien de él? —demandó, ladeando el rostro.
—Si Patriarca, me lo prometió. Cuidara bien de Kanon.
—Era un buen gato el Kanon. —farfulló. Hizo una mueca de molestia, entrecerrando los ojos —No me importa que te moleste que lo haya llamado así, Saga. Se llama Kanon y punto, no más discusión. —con calma se puso de pie, dejando la copa en la mesilla —Afrodita, es hora de tu castigo. —inmediatamente se tensó, esperando recibir el golpe de cosmos en cualquier momento —Despójate de la armadura de Piscis, ahora. —con cierto temor hizo lo ordenado, quedando vestido solamente con su usual ropa de entrenamiento —Sígueme, iremos a tu templo. —dijo, poniéndose su mascara y tomando el casco —Ya debe haber llegado lo que encargue.
Afrodita frunció el ceño ¿A su casa? ¿Qué harían ahí?
—Tomaras un baño antes de tu particular misión. Un muy buen baño. —la voz de Ares se escuchó distorsionada por la máscara, pero la diversión era palpable en ella —Y, para que lo sepas, no fue solo idea mía.
—¡Pero claro que la idea no fue solo suya! ¡Fue de los dos! —grito Afrodita, oculto bajo unas rocas —¡Que me parta un jodido puto rayo si no! —miraba atento a todos lados, pues no sabía en qué momento descenderían en picada las temibles aves de picos, garras y alas de bronce.
Las malditas aves del Estínfalo, residentes de la muy oculta isla de Ares, en el mar negro.
Maldijo en cuanto idioma sabia. Permanecer oculto no le ayudaba en nada, pues apestaba a pescado. Literalmente.
Jamás le paso por la cabeza que al baño que se refería Ares era a meterse dentro de una tina llena de vísceras de pescados, unas ya recientes y otras de ya varios días. Vomito antes de que su piel tocara los órganos babosos y vomito saliva después de "bañarse" entre esa porquería.
Cuando logro salir de su cuarto de baño, Ares ya le esperaba. Su cosmos se había alzado brevemente y, como si fuera un muñeco de trapo, lo lanzo en la Otra Dimensión.
Había caído en medio de un derruido templo que no pudo contemplar ni un minuto en santa paz, pues unas feroces aves le dieron una cálida bienvenida.
Logro derribar algunas con sus mortíferos ataques, pero entre más las derribaba, más se embravecían, soltando chillidos que le parecieron salidos del mismo infierno.
Escuchar al buen Arquímedes todas las noches no era nada comparado con eso.
—Ahora entiendo al jodido gato. —masculló, encendiendo su cosmos, una hermosa rosa negra apareció en su mano. Entrecerró la mirada, intentando concentrarse. Esos animalejos no morían tan fácilmente, Ares les estaba protegiendo desde el Santuario, sentía el familiar cosmos del geminiano rodear esos pajarracos. De puro milagro al bélico dios no se le había ocurrido soltar a sus conocidas aves cuyas plumas lanzaban dardos.
Antes de que saliera a atacar a la docena de pájaros asesinos, un canto le hizo voltear hacia el suelo. Era un pájaro carpintero.
—Me lleva… —farfulló, mirando como cinco perros negros salían de entre las rocas y un par de buitres saltaban de un árbol seco a otro. Esos ojos no eran normales, estaban inyectados en sangre —el mismísimo Hades…
Y, por primera vez en su vida, se encomendó a la diosa que había traicionado; Athena.
Eran las doce de la noche cuando llego al Santuario. Y el primero en recibirlo era quien consideraba un buen amigo.
—¡¿Pero qué demonios te paso Nemo?! —gritó Ángelo en cuanto le vio entrar a su templo.
El sueco se veía tan mal. Su cabello parecía una maraña de paja, con varios trozos de pasto, plumas y, si no se equivocaba, excremento de estas mismas. Su ropa estaba rasgada de todos lados, muy a duras penas tenía cubiertos los muslos. Varios arañazos tenían sus manos, piernas y cuello, incluso unas cuantas mordidas logro ver en esa breve inspección. Ya no traía un zapato.
Cojeaba levemente al caminar.
—¡¿Dónde demonios te metist…?! —de un salto se apartó del peliceleste, al sentir su particular aroma, se llevó ambas manos a la boca, intentando no vaciar su estómago en su piso recién enserado —¿Por qué hueles…?
—¿Por qué huelo así? —espetó, sarcástico —¡Pregúntale al maniático de mierda que tenemos por Patriarca!
Ángelo abrió ampliamente los ojos e intento callarlo, sin despegar las manos de su cara. Conocía bien al sueco y sabía que era muy grosero cuando estaba enojado.
—¡No me calles! —gritó, eufórico —¡Qué me oiga el hijo de su puta madre! ¡El muy desgraciado convenció a Ares de enviarme a su isla! ¡Enfrente vientos despiadados, infernales calores, las aves de Estínfalo, perros negros, buitres y un puto maldito pájaro carpintero! ¡¿Y todo por qué?! ¡Por un gato llamado Kanon! —con cada palabra, más se aproximaba al cuarto guardián, que no hacía más que aguantarse la respiración —Ah, y para varear, me hizo meterme en una tina de vísceras de peces ¿Qué te parece?
Y si Ángelo le iba a contestar o no, nunca lo supo, pues el italiano salió corriendo como alma que llevaba el diablo en dirección a su baño.
Afrodita rodo los ojos, hastiado.
—¡Eres un jodido asesino a sangre fría! —gritó, esperando a que el otro le escuchara —¡Matas sin piedad alguna y te regocijas en tener sus rostros en tu maldita casa! —señalo las paredes, donde varios rostros desencajados soltaron alaridos —¡¿Pero no puedes soportar mi aroma?! ¡Patético, Jaiba! ¡PA-TE-TI-CO!
Y sin esperar respuesta salió del cuarto templo, tenía una ducha muy larga que darse.
Al ver su templo iluminado por la luna le hizo suspirar de alivio por segunda vez en el día -la primera fue cuando logro salir de esa isla del infierno-. Sin esperar a entrar al cobijo de la antigua construcción se despojó de su maltrecha camiseta y pantalón, lanzándolos lo mas lejos que pudo, ya después se encargaría de incinerarlos.
Apenas iba a entrar a su templo cuando un conocido ulular le saludo. Lentamente alzo la cabeza y lo contemplo, de pie en toda su gloria estaba el búho nombrado Arquímedes. El animal volvió a cantar alegre y Afrodita, cegado por una rabia acumulada a lo largo del día, sintió que se estaba burlando de su desgracia.
Su cosmos se encendió y una rosa blanca salió disparada de su mano directo al pecho emplumado del ave. Pero nunca llego a tocarla, una mano tomo a la rosa de sus pétalos, estrujándola hasta reducirla a cenizas.
Ares bajo de un grácil salto al suelo, sonriendo como un niño. El búho se fue de ahí.
—Sabes que no me gusta la violencia animal. —chasqueo la lengua, negando con la cabeza —Tal parece que no aprendiste la lección que te dimos el día de hoy… Quizá una noche en mi isla te haga recapacitar…
Antes de que el sueco tuviera tiempo de pedir clemencia, la otra dimensión se lo tragó.
—¿Lo mandaste otra vez a La Isla? —cuestiono Saga, cuando se internaron en la oscuridad de Piscis.
—Na, —respondió, quitado de la pena —lo mande a la entrada de Aries, mis bebés deben dormir bien. —era obvio que se refería a sus particulares mascotas —Tampoco soy tan cruel, Géminis.
Al abrir los ojos y ver la fachada del primer templo apretó con fuerza los puños, haciéndose daño.
—¡ME LLEVA EL DIABLO! ¡MALDITO BASTARDO!
Si su grito despertó al Santuario entero no le importo, así como tampoco le importo emprender su camino vistiendo solamente calzones y un zapato.
—Fin—
En mi defensa debo decir que estar encerrada en casa por casi tres meses está provocando que se me ocurran estas cosas tan oscuras ¿la razón de mi encierro? Pues me fracture el tobillo y ahora tengo una placa y no sé cuántos tornillos :( Fracase en algo tan simple como caminar xD
Espero les haya gustado este fic y me digan que les pareció, si les soy sincera si me dio poquito asco en la parte donde Nemo habla con Ángelo, me lo imagine muy bien /
Las referencias son Dulce Venganza (esa película me dio tanta impotencia y coraje) y Shrek. Afro dice una frase similar a una que dice la Hada Madrina xD me resulto muy gracioso.
Los perros, los pájaros carpinteros y los buitres son animales sagrados del bélico señor de la guerra. Las aves de Estínfalo residían en la isla de Ares (eso lo leí en wiki)
¡Gracias por llegas hasta aquí! Espero les haya resultado entretenida esta historia :D
SafiroBipolar
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arkannos567 · 2 years
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El regalo
Los personajes pertenecen a Masami Kurumada.
Aclaración: Aquí los niños de bronce tienen las siguientes edades; Seiya y Shun 17, Shiryu y Hyoga 18 -el pato apenas los está cumpliendo- e Ikki tiene 19.
En esta historia, la lógica se fue por la ventana xD
El regalo
El cumpleaños de Hyoga seria en una semana y pesar de que lo conocían desde hace cuatro años no sabían que regalarle. El ruso jamás demostraba emoción alguna cuando veía un animal, una serie o ropa ¡Era imposible saber sus gustos!
Lo único que tenían bien claro es que era orgulloso, arrogante, le gustaba leer la biblia y odiaba con cada partícula de su ser el helado.
Vivir por años en Siberia dejaba secuelas bastante graves.
—Ya me cansé… —se quejó Seiya por enésima vez en el día, se dejó caer derrotado en la primera banca que encontró. Shiryu y Shun se sentaron a su lado —Es más fácil regalarle algo al malgeniudo de Ikki. —con un gesto de su cabeza señalo al peliazul que se encontraba frente a una tienda de ropa masculina. La mayoría de prendas tenían aires rockeros. Muy al estilo de Ikki.
Se la habían pasado de arriba abajo en el centro comercial sin encontrar nada para obsequiarle. Habían entrado a tantos locales buscando algo para su amigo, pero en lugar de comprarle algo terminaron comprándose para ellos mismos. Cada uno cargaba tres bolsas, excepto Ikki que traía siete, con el paso del tiempo descubrieron que el Fénix era un comprador compulsivo.
—No podría estar más de acuerdo contigo. —respondió Shun, apartándose el mechón de la frente. Ya le dolían los pies y lo único que quería era irse de ahí antes de su hermano se gastara lo del pasaje.
Desde temprano habían dejado la Mansión Kido para ir al centro de la ciudad. Ya casi eran las seis de la tarde y no tenían más ánimos de caminar, solamente querían tomar el metro y llegar directo y sin escalas al lugar que ahora llamaban hogar.
—¿Qué le puedes regalar a alguien que no hace más que mirarte como si te fuera a matar cuando le haces una broma? —murmuro el castaño, cruzándose de brazos.
—Sabes muy bien que a veces si te mereces esas miradas. —Shiryu hablo con voz tranquila.
—A mi me sorprende que Hyoga tenga tanta paciencia para no torcerte el maldito pescuezo. —replico Ikki con una sonrisa burlona en su rostro al escuchar parte de la conversación —Si yo fuera él lo haría. —con brusquedad empujo al japones, ganando una mirada de fastidio.
—Tu cállate Ikki, que no me tienes muy feliz. —dijo —No nos has ayudado nada en buscarle algo ¡Te la has pasado comprando cuanta cosa se te pone enfrente! —exclamo, moviendo sus manos.
—Ya les dije que podían regalarle. —Ikki frunció el ceño, un poquito molesto por la acusación del Pegaso.
—Hermano, no creo que sea muy buena idea sacar a la madre de Hyoga del fondo del mar. —Shun arrugo graciosamente la nariz —¿Qué le dirías? —pregunto con un tonito sarcástico —¡Feliz cumpleaños, Pato! ¡Ten, aquí esta tu madre! —tomo a Seiya de los hombros y le dio un ligero empujón, haciendo que chocara con el hombro del peliazul.
—Tampoco sería así, Shun. —negó suavemente con la cabeza —Tendría la decencia de meter el cuerpo de la señora en una caja de muerto, nada más le pongo un bonito moño gigante y ya, se la doy. —se encogió de hombros, indiferente.
—Tienes una forma tan particular de decir las cosas más siniestras con una naturalidad que me hace pensar dos veces si es saludable seguir a tu lado. —Shiryu negó con la cabeza —Pero bueno, ya basta… —se puso de pie, cargando sus bolsas —Ya que no encontramos nada es mejor irnos, no quiero que oscurezca más y estemos aquí más tiempo.
—¿Qué pasa Shiryu? ¿Acaso temes que nos asalten? —pregunto Seiya divertido. Shun e Ikki se levantaron, siguiendo los pasos del pelinegro.
—Para nada, es solo que prefiero mantener a Ikki alejado de la sociedad. Es una amenaza para la raza humana.
Y antes de que el mencionado le contestara, camino rumbo a las escaleras eléctricas dejándolo con la palabra en la boca.
—X—
Encontrar a Milo de Escorpión sentado frente a la chimenea fue una verdadera sorpresa para los Santos Divinos, y el saber que no iba solo fue mucho más grande.
También Camus de Acuario se encontraba en la mansión. El francés había salido con su alumno a conocer los alrededores y de paso a platicar lo que había acontecido en ese tiempo que no se veían, a pesar de que todos los lunes se enviaban cartas.
—Camuchis quiso venir por el cumpleaños del Pato. Athena permitió que ambos saliéramos del Santuario. —les informo Milo, antes de llevarse el vaso de sake a los labios —Mmm… Prefiero el tequila. —haciendo una mueca deposito el vaso en la mesa —¿De dónde vienen ustedes? —pregunto, mirándolos con atención.
—De la calle. —murmuro Ikki rodando los ojos con molestia, Milo prefirió ignorarlo.
—Del centro comercial. —respondió Seiya —Fuimos a buscarle un regalo a Hyoga.
—¡¿Le van a regalar todo eso?! —abrió los ojos, asombrado por la cantidad de bolsas.
—No. —negó Shun con la cabeza, sus cabellos se movieron al compás de sus movimientos —Son nuestros. No encontramos nada para obsequiarle.
—Corrección, no supimos comprarle algo que pueda gustarle. —hablo Shiryu, suspirando con desgano.
Milo ladeo el rostro, cruzo su pierna, apoyo el codo y cabeza se apoyo en su mano derecha, acaricio con el dedo índice su mentón, con aires pensativos.
—Al parecer, Olaf hizo un buen trabajo… —murmuro en voz baja —Yo recuerdo que el Patito era muy transparente y sentimental.
—Naa… —el japones chasqueo la lengua —Desde que lo conozco siempre ha sido muy reservado, jamás dice que le gusta… Ni Shun que es su super amiguis sabe que estación del año prefiere.
—Lo que pasa es que no son muy observadores. —una sonrisa lobuna apareció en su cara —Además, para su bendita suerte estoy aquí, y yo sé que regalarles a tipos como Hyoga y Camus…
El tono en que lo dijo y el cómo sonrió no auguraba nada bueno.
Nada bueno.
—X—
—Seiya… Esto no está bien. —intento, en vano, convencerlo Shun de dejar esa loca idea. Seiya cerró la puerta de la habitación de Hyoga con suavidad.
—Ya está hecho, Shun, ya no hay vuelta atrás. —respondió con cansancio el castaño. Ya le habían cansado con lo mismo —Ya vamos a donde está el Psyduck antes de que venga a buscarnos. —dijo, utilizando el apodo que recientemente se le había otorgado a Hyoga.
—Seiya… Shun tiene razón, aun estas a tiempo de cancelarlo… —le secundo Shiryu al peliverde —Dile que se vaya…
—No hare tal cosa. —se irguió con determinación, dando por terminada esa conversación.
—¡Ikki! Hermano, dile algo. —rogó el menor, el Fénix era su única esperanza para hacer entrar en razón al cabezota de Seiya.
—Na… —chasqueo la lengua, se cruzó de brazos y sonrió burlón —No es mi pellejo el que está en juego. Tu hazlo Seiya, cuentas con mi bendición para ello.
Y esa esperanza se fue directo al carajo.
—X—
Ese 23 de enero pasaría a la historia. Ikki se encargaría de que a nadie se le olvidara.
Incluso vería la manera de que Shion le permitiera escribir sobre ello y guardarlo en la biblioteca del Santuario para que las futuras generaciones supieran como fue que, al Asesino de Dioses, el temido Santo de Pegaso, le congelaron las pelotas, literalmente.
Y lo escribiría, en cuanto controlara el maldito ataque de risa del que era víctima.
Se prometió jamás olvidar la cara del Cisne cuando abrió la puerta que daba a su habitación y al ver lo que le esperaba en la cama la cerrara de golpe, para darse la vuelta y sin darle tiempo de reacción a Seiya lo pateara directamente en las bolas.
Ninguno se imaginaba que el ruso crearía un calzón de hielo.
Shun intentaba convencer a Hyoga para que tuviera compasión por el pobre japones que yacía de rodillas ante él.
Seiya soltaba alaridos de dolor, arañando con fuerza el pedazo de hielo que ahora fungía como calzón. El hielo le envolvía como una prenda más en su entrepierna. Sentía a la perfección como el hielo llegaba hasta su sexo, clavándose como finas agujas por su miembro, testículos e incluso en cierta zona donde no le llegaba ni el sol.
Quería rogarle a Hyoga que le perdonara, que deshiciera su calzón hecho de hielo, pero no encontraba su propia voz ni coordinaba sus pensamientos. No hacía más que gemir como animal. Shiryu intentaba darle un poco de alivio envolviéndolo con su cosmos, pero no servía de nada.
Decir "Te lo dije Seiya" ya no era una opción para el Dragón y Andrómeda. Ahora solo les quedaba pedir algo de clemencia al ruso para que cesara la tortura al pobre Pegaso.
Aunque en el fondo sabían que se lo merecía, por burro e ignorar sus advertencias.
—Hyoga… por favor… ten piedad… —el rubio miro con indiferencia al peliverde y negó. Ikki dejo de carcajearse, pero la sonrisa burlona no abandono su rostro.
—No, no lo haré Shun… ¡Y agradece que no se lo hice a ustedes también! —grito, furioso —De no ser porque él dijo que era solo de parte suya —señalo al castaño —ustedes estarían corriendo la misma suerte. Para que aprenda que dar ese tipo de regalitos trae consecuencias ¡¿Cómo diablos se le ocurrió que pasar la noche con dos preciosas hetairas sería un buen regalo?!
Los tres, Shiryu, Ikki y Shun se mordieron la lengua para no decirle que el de la idea era de Milo, aunque el idiota había sido Seiya por ejecutarla. No tenían ánimos de echarse al octavo guardián encima, ese hombre era demasiado rencoroso y sus venganzas eran dolorosas.
En cambio, Seiya… Seiya era simplemente Seiya.
Al ver que ninguno respondía se dio la vuelta y abrió la puerta, adentrándose a su habitación.
—Hasta mañana, gracias por la fiesta… —les dijo con seriedad.
—Dile a las mujeres que salgan. —dijo Fénix antes de que cerrara por completo, tosiendo un poco —Las llevare a una habitación para mañana enviarlas de nuevo al Santuario.
—¿Y quién dijo que ellas saldrán de aquí? —pregunto fingiendo inocencia. Los tres voltearon a verle con los ojos bien abiertos, incluido el pobre de Seiya —Son mi regalo y como tal, lo disfrutare. —les guiño el ojo de manera picara.
—Pero… creí que tu… no querías ese regalo… —farfullo Shiryu, perplejo.
—Voy a tomarlo —le interrumpió el rubio —, pero me ofende muchísimo este detalle, no lo olviden… —y con delicadeza cerró la puerta.
Lo que escucharon después, fue las risas de las mujeres y del mismo Hyoga.
—Tan religioso que es… —chasqueo la lengua —¿Quién lo viera? Pero bueno… —Ikki dio un aplauso —Aquí ya no hay nada que hacer, así que…
—¡Así que nada hermano! —le detuvo Shun, al ver que se daba la vuelta para emprender la huida —Por si no lo recuerdas, tú le diste tu apoyo y la bendición a Seiya en esta tontería, así que hazte cargo. —señalo al castaño, que se había hecho un ovillo en el suelo. En ningún momento el Pegaso había dejado de arañar el hielo. Sus dedos ya lucían rojos por el contacto con la fría superficie.
—Shun, yo…
—¡Shun nada! Hazte cargo, ya me voy a dormir… —sin esperar un minuto más, emprendió el camino a su cuarto sin voltear atrás.
—Shiryu… —el Dragón negó suavemente con la cabeza e hizo lo mismo que Andrómeda.
En cuanto el cosmos del pelinegro abandono a Seiya, este empezó a lloriquear más alto.
—¡AHG! —sollozo.
—Cierra la boca Seiya. —Ikki rodo los ojos y con rudeza asió la muñeca del castaño, comenzó arrastrarlo como si fuera un costal en dirección a su propia habitación —Intentare derretir ese hielo con mi cosmos. —le informo —Si no se deshace tendrás que esperar hasta que Hyoga se desocupe, porque ni creas que te llevare al volcán Kanon... —Seiya soltó nuevamente un gemido —Allí se te descongelarían los huevos, pero me queda muy lejos.
Su carcajada burlona y los lloriqueos de Seiya resonaron por el pasillo, hasta perderse en la oscuridad de la noche.
—Fin—
Hetairas; Las heteras eran cortesanas o prostitutas con alto nivel cultural que no ofrecían solamente servicios sexuales, sino compañía, así que podían elegir si daban placer o no (Info sacada de Google).
Psyduck: Es un personaje de Pokémon :) Me pareció gracioso xD
Camuchis/ Olaf: Son un par de los muchos apodos que suelo utilizar para Camus *_*
Hice un par de referencias a una peli muy famosa y a cierto meme, espero no les moleste xD ¡Perdón si el final quedo muy flojo!
No suelo escribir mucho sobre los cinco de bronce ya que amo mas a los santos de oro :3 Así que hacer este oneshot fue todo un reto ¡espero les guste y me dejen sus opiniones!
SafiroBipolar
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arkannos567 · 2 years
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Entre pétalos de rosa (on Wattpad) https://www.wattpad.com/story/312790039-entre-p%C3%A9talos-de-rosa?utm_source=web&utm_medium=tumblr&utm_content=share_myworks&wp_uname=SafiroBipolar567&wp_originator=r8dlR5dTCrrPT8L3NpoowwhiVbxFaHTBtYiRwFHL%2B15NLQJCO8HOxBjbQlOuSOsEG8vydua%2Fd8gTv%2Bd2S8nvv7xs57FHJtk4Pf64vunG%2BxQTl34tTggiVGhe4xCVe56P 
 Si probar esa deliciosa boca lo condenaría al infierno, aceptaría gustoso el castigo. Entre pétalos de rosa, Saga y Aioros se entregaron a su amor. SagaxAioros
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arkannos567 · 2 years
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Happy birthday, boys And to geminis out there!
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arkannos567 · 2 years
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Te quiero
https://www.fanfiction.net/s/12300429/1/Te-quiero
Nuevamente les traigo otro fic re-editado :D Perdonen los posibles errores de dedo.
Los personajes son de Masami Kurumada, excepto Aram de Géminis. Es mi Oc, no tiene mucha relevancia, solo es mencionado un par de veces por los mini saints. La imagen no me pertenece.
Aclaraciones: Para mí, Saga de Géminis es la reencarnación de Ares, se me hace mas cool (aparte ¡Ares es mi dios fav!) En cuanto a la apariencia me tome la libertad de teñirle el pelo de negro (se ve más sexy, mortífero, grrrr).
Gracias infinitas por sus lecturas y posibles comentarios que llegue a recibir :D
SafiroBipolar
"Te quiero"
"Tener un hermano menor conlleva a la locura, al enojo, la rabia contenida y las culpas ajenas. Un hermanito menor tiene el poder de desesperarte con su sola presencia... Pero también..."
La ventana retumbo con fiereza y el rayo ilumino tenebrosamente el pequeño lugar, causándole escalofríos de pies a cabeza al pequeño Kanon. No le gustaban las tormentas, ni nada que tuviese aspecto tenebroso o terrorífico.
A sus cinco años de edad era comprensible que aún viese monstruos debajo de la cama, en el armario o en el obscuro pasillo. Pensó el niño de cabellos azules, que rozaban apenas sus hombros. Otro espantoso trueno cayó y Kanon volvió a temblar.
Sin pensárselo dos veces, encendió la vela que descansaba en su mesilla y tomo su almohada, dispuesto a salir de ahí. Sus pies tocaron el frío suelo y con pasos decididos se encamino a la puerta, procurando hacer el menor ruido posible para no despertar a su maestro.
De puntitas, con almohada y vela en mano, se acercó a la habitación colindante a la suya y abrió con la misma delicadeza anterior.
Ahí era reinaba la paz, a pesar de que afuera hubiese un vendaval. Se acerco despacito hasta la cama que aguardaba a su hermano gemelo, quien dormía plácidamente, ignorante a lo que acontecía a su alrededor.
Sus labios entreabiertos y el tranquilo y relajante vaivén de su pecho así lo demostraban. Sus cabellos más obscuros que los de Kanon lucían esparcidos por la almohada, contrastando su bonito azul con el blanco de esta. Parecía un ángel, un tierno ángel.
Kanon dejo caer la almohada y deposito la vela en la mesilla, acto seguido acaricio el flequillo del mayor con delicadeza para después asestarle un golpe en la frente, asustando al otro por tremendo impacto.
—¡Nos atacan! —grito Saga, levantándose como un resorte quedando sentado, mirando de un lado a otro—¡Nos at…! —Kanon se apresuró a taparle la boca y se situó frente a él.
Kanon aparto una mano del rostro de su gemelo y se llevó un dedo a los labios que tenían una sonrisa traviesa. Aunque por dentro estaba que se moría por echarse a reír cual hiena por la reacción de su igual.
—Shh… —le dijo en voz extremadamente bajita —Nos puede oír el maestro Aram.
Con rapidez aparto la mano de Kanon, parpadeando varias veces para adaptar su mirada a la oscuridad.
—¿Kanon? —murmuró, imitando el mismo tono que el menor —¿Qué haces aquí? ¿Estás loco? —Kanon sonrió y se encogió de hombros despreocupado.
—Quizás. —respondió, dejando de ver su gemelo, buscando dentro de sí mismo el valor para formular la petición que temía fuera rechazada —Y la razón por la que estoy aquí es para pedirte que me dejes dormir contigo.
Saga cerro los ojos con lentitud —Kanon… —se restregó el rostro con ambas manos ¿Para eso lo despertaba a mitad de la noche? —Ya te he dicho que no hay monstruos bajo la cama.
—No es eso. —entrompo los labios, arrugo el entrecejo y se cruzó de brazos a la altura del pecho mirando con seriedad al mayor.
—¿Entonces? —inquirió Saga imitando su postura, arqueo una ceja con suavidad.
Apenas le iba a contestar cuando un relámpago ilumino la habitación y un trueno hizo eco en cada rincón. Kanon salto de su lugar, buscando refugio en los brazos de su gemelo.
De un momento a otro Saga se encontraba luchando desesperadamente por respirar y no caerse al suelo, pues su hermano se aferraba con fuerza a su cuello, sus piernas se habían situado alrededor de su cintura impidiéndole zafarse de su agarre de hierro.
—Qui..ta..te… —logro decir, entre jadeos —me…ahor…cas…
Kanon se apartó de inmediato, sus mejillas se tornaron rojas por haber mostrado de manera exagerada su debilidad.
—Perdón… —dijo, mirando con pena al mayor que se sobaba el cuello —Es que…
—No… —alzo una mano para interrumpirle, después de toser un par de veces prosiguió —no necesito más explicaciones.
—¿Entonces puedo dormir contigo? —pregunto ya esperanzado. El brillo en sus ojitos hizo que a Saga se le hiciera tripas corazón. No podía decir que no a esa carita.
En respuesta, Saga se apartó un poco, alzo la sábana que le cobijaba y palmeo un par de veces el colchón.
Sin esperar un minuto más, Kanon se acostó rápidamente y se cubrió con las mantas hasta el cuello, dejando solo su rostro al descubierto. Se removió un poco y arrugo la frente.
—No me gusta dormir en la orilla. —le informo a su gemelo, el cual solo rodo los ojos y sin decirle nada se encaramo sobre él, dándole un brusco empujón le indico que se hiciera a un lado, Kanon lo hizo, quedando pegado a la pared colindante a la cama —Gracias. —se volvió a cobijar como antes, Saga ladeo el rostro un poco curioso —Desde que dormimos en cuartos separados empecé a cobijarme hasta el cuello porque me daba miedo que un monstruo me jalara de los pies.
Saga solamente asintió ante su argumento, se acostó cubriéndose hasta la cintura con la manta compartida y apago la vela que estaba en su mesilla, quedando totalmente a oscuras.
—Hazte para allá. —dijo Kanon, dándole un pequeño empujón para conseguir espacio. Saga le empujo de regreso, un poco molesto.
—No, estoy casi en la orilla… Aparta, aparta… —le respondió, dando un par de manotazos. Y no mentía, estaba al borde del colchón y no tenía ganas de saludar al suelo por culpa de su hermano —Cabemos perfectamente los dos, así que cállate y duerme.
—Dame manta. —con fuerza tironeo de la tela que les cubría, dejando a su gemelo descobijado. El mayor simplemente se encogió de hombros, cederle la cobija no le provocaba ningún problema, total, el siempre despertaba descobijado todas las mañanas —No, mejor cobíjate. —y con rudeza le cobijo hasta el cuello. Saga pataleo un par de veces para colocar la sábana en su posición anterior; a la altura de su cintura.
—Ya Kanon. —dijo sin ocultar el enfado en su tierna voz. Ese era el problema de quedarse con su hermano, hacia drama por todo y parecía un maldito gusano —Duerme, mañana hay que madrugar para ir a entrenar. —soltando un resoplido se dio la vuelta, dándole la espalda a su gemelo.
Kanon contemplo por un par de minutos la espalda de Saga, suspiro y se colocó boca arriba, mirando el techo que le cobijaba, de vez en cuando se iluminaba por los relámpagos. Los truenos aun le hacían estremecer, pero no como antes que le daban ganas de soltarse a llorar. Estando con Saga sabía que nada malo podía pasarle. Su gemelo lo cuidaría de todo y de todos, pues él no le temía a nada.
Bueno, él ya le había revelado sus dos temores… ¿A que le temía Saga? A la lluvia lo dudaba, ya que lo encontró durmiendo en calma a pesar de la tormenta. Por un momento se dijo que le preguntaría en cuánto el sol saliera, pero sabía bien que su naturaleza curiosa le impediría conciliar el sueño hasta descubrir la respuesta a esa incógnita.
—Saga… —al cabo de unos minutos de silencio, hablo.
—¿Mmm? —murmuro con voz adormilada.
—A ti no te da miedo la lluvia ¿Verdad? —pregunto el pequeño peliazul.
—No. —le respondió sin abrir sus ojos.
—Yo si le tengo miedo. —informo, como si el otro no supiera.
—Ya lo sé, Kanon. Ya lo sé. —le respondió con voz cansada. Quería dormir no platicar.
—Saga ¿A qué le tienes miedo tú?
—Ya lo sabes. —bufó, molesto.
—Ya se me olvido.
—Micky Mouse. —dijo, para que al fin su hermano se callara y lo dejara en paz —Disneyland… Todos los dibujos animados que tengan que ver con ese ratón.
—¿Por qué? —le pregunto.
—Porque en nuestro cumpleaños a un mocoso baboso se le ocurrió pedirle al Patriarca Shion que nos llevara a ese lugar. —respondió, abrazándose así mismo de solo recordar ese episodio —Y ese mismo mocoso se perdió en menos de dos horas y resulta que estaba con esa cosa.
Kanon reprimió los deseos de reír. Ese día recordaba perfectamente que siguió al simpático hombre disfrazado de ratón para pedirle una foto y conocer su casa, tan distraído iba que no se dio cuenta que perdió de vista a Shion y Saga. En lugar de asustarse acudió con Minnie y Micky Mouse para pedir ayuda. Ambos lo llevaron a una especie de cabaña en lo que localizaban a sus parientes. Cuando llegaron Saga iba hecho un mar de llanto por haberlo perdido. No le dio tiempo de explicarle cuando él mayor de los dos dedujo erróneamente que esas botargas lo habían secuestrado.
Shion tuvo que sacar a Saga sobre su hombro mientras este pataleaba por bajarse y correr a golpear a los personajes. Desde ese día Saga adquirió una terrible fobia a esas cosas.
La sonrisa se borró de su rostro. ¿Cómo pudo olvidarlo?
—Ya no recuerdes eso. —le pidió, dándole una ligera caricia en el hombro —Perdona por traer malos recuerdos.
—Sí… Hasta mañana, Kanon.
—Hasta mañana, Saga.
Pero ahora el pequeño Kanon se sentía culpable por traerle no gratos recuerdos a su gemelo. Quizá si lo distrajera con una plática trivial.
—Saga…
—¿Eh? —dio un resoplido, ¿De dónde podía apagar a su hermano?
—¿Sabías que los gatos pueden pasar catorce horas seguidas durmiendo?
—No lo sabía. —farfullo —En estos momentos me gustaría ser un gato para dormir esa cantidad de horas, pero como soy un simple niño con mucho sueño te pido que me dejes dormir, aunque sean seis horas. Solo eso te pido. —imploro, con la esperanza de que Kanon se quedara callado.
—A mí me gustaría ser un perro. —respondió el otro ignorándole —Eso sí, que mi pelaje sea del mismo color que mi cabello. —tomo un corto mechón entre sus dedos, enroscándolo y tratando de verlo en la oscuridad —Seria un perrito muy mono ¿No crees?
—No, no serias muy mono, serias un perro antinatural.
—Sería un perro muy bonito, aunque digas lo contrario. —ladeo el rostro y miro a su gemelo, sacando la lengua. Saga seguía dándole la espalda, así que no vio su gesto —¿Tienes sueño?
—Sí, ya deja de molestar y duérmete, Kanon.
—Mjum. —balbuceo, sin dejar de mirar el techo, pensando que de cachorro si se vería muy bonito.
Varios minutos pasaron y un bostezo se escapó de sus labios anunciando la llegada del sueño, pero la infantil e imaginativa mente de Kanon aún no se quería rendir al cansancio que había acumulado durante ese día. Un nuevo bostezo le asalto y le hizo saber que no duraría mucho tiempo despierto, así que decidió informarle a Saga.
—Sagaaa… —el mencionado reprimió las ganas de soltar un gruñido. Intento modular su tono de voz, aunque fallo estrepitosamente.
—¿Qué?
—Ya tengo mucho sueño. —como un gato se estiro en su sitio, dio un par de golpes y se acomodó, soltando un gustoso suspiro.
—Ya duérmete entonces. Haz el intento de dormir. —le dijo, con reproche.
—Lo estoy intentando. —se defendió.
—Si, claro, se nota. —bufó, entreabriendo los ojos.
—Sagaa…
—¿Qué? —murmuro entre dientes, el sueño que tenia se le estaba yendo por culpa del compañero de cama.
—Ya que tú eres muy inteligente me ayudaras a resolver esto; ¿Qué puedes encontrar en medio de cada mes?
—No sé, Kanon, no sé.
—En medio de cada mes esta la letra "E" —sonrió Kanon, sintiéndose un poco más listo que Saga por saber algo que él desconocía
—¿Quieres hacerme el favor de dormirte de una vez por todas?
El silencio se hizo presente por unos momentos, un silencio que se le hizo una deliciosa música para los oídos de Saga.
Música que fue interrumpida por la voz que en esos momentos consideraba la más irritante, fastidiosa y molesta del mundo entero.
—Sagaaa… —al ver que no contesto dedujo que estaba enojado, quizá por su presencia —¿Estas molesto por qué estoy aquí contigo?
—No, por eso no estoy enfadado. —resoplo, dándose la vuelta para mirar a su hermano. Kanon ladeo el rostro y le miro con absoluta seriedad —Estoy enojado porque no te callas y no me dejas dormir.
—Entonces… —un tercer bostezo le interrumpió —Ya me quedo callado. —dijo en voz muy bajita, que apenas y Saga le entendió.
—Sí, es lo mejor. —le respondió, poniéndose boca arriba, dispuesto a dormir de una vez por todas.
El silencio nuevamente se instauro en la habitación. El sueño poco a poco volvió a Saga. Sus parpados se cerraron y su respiración se fue calmando con forme pasaban los minutos.
—Saga…
Entre sueños escucho una voz, a lo mejor estaba confundido.
—Sagaaa… —la breve sacudida que le dieron supo que no era su imaginación —Sagaaa…
"Esto no es de Athena" pensó con pesar.
—¿Qué?
—Me acabo de acordar de algo que dice el maestro cuando vi que te estabas quedando dormido —Saga no hablo, solamente miro fijamente al techo con sus ojitos entrecerrados —Dice que tú y yo parecemos un par de ángeles cuando dormimos. Pero que somos un par de demonios cuando estamos en pie. —arrugo la frente, con aires pensativos —¿Crees que somos malvados?
—No sé, Kanon. —esa frase ya la había repetido varias veces esa noche. Se encogió de hombros, ya que, mejor se resignaba a que no iba a dormir —Supongo que es cuestión de elección. Tu escoges que camino elegir y cómo quieres vivir tu vida. Además, somos solo niños, hacemos travesuras solo por divertirnos, no por maldad.
Kanon asintió, procesando las palabras con velocidad. Aunque una duda le hizo tripas corazón y un brillo peligroso que anunciaba un raudal de lágrimas se instaló en su verde mirada. Agradeció a los Dioses que estuviese oscuro y su gemelo no pudiera ver su estado actual.
—Si yo de grande eligiera el camino de la maldad. —empezó, trago saliva —Pero espero que no pase ¿Aun así me querrías?
—Si, Kanon, si… Yo te querría con todo y tu maldad. —Kanon arrugo la frente, Saga ya solo le respondía nada más porque tenía que hacerlo —Ya cállate y duérmete. —rogo internamente que al fin acabara esa conversación que no lo estaba llevando a ningún lado mas que al de preguntas interminables.
—Saga…
—¿Te digo algo, Kanon? Estas haciendo que empiece a odiar mi nombre. —respondió mirando al menor de reojo con molestia, deseando que pudiera sentir su pesada mirada, pero el otro soltó otra jodida pregunta.
—¿Nunca me dejaras solo? ¿Verdad, hermano?
—Lamentablemente no, jamás te dejare solo.
—Sagaa…
—¡¿Qué, Kanon?! ¡¿Qué?! —dijo alzando levemente la voz, dándose la vuelta por completo para mirar a ese rostro tan idéntico al suyo.
—Aunque no te lo digo muy seguido yo, yo te quiero mucho, hermano. —murmuró Kanon, tomando con delicadeza las manos de Saga, entrelazándolas con las suyas, dándole ligeras caricias en el dorso de la mano con los pulgares —Te quiero muchísimo.
Le sonrió con tanta ternura, que Saga se quedo sin habla y su enojo se fue tan rápido como un colibrí en plena huida. Su corazón palpitaba emocionado en su pecho pues desde que tenia memoria, Kanon no le había dicho algo así, con tanto sentimiento, con tanto cariño.
—Ah… —trago saliva, un poco nervioso. Saga también lo quería, era su hermano, pero era bien sabido que no era muy bueno en demostrar su afecto de esa manera. El lo demostraba con acciones, con defenderlo de los que le querían hacer daño, no con un te quiero dicho de sus propios labios —Ah… Ok. —"Menudo hermano has venido a ser" le reprocho su conciencia. Carraspeo un poco y le dio un pequeño apretón, antes de unir su frente a la de Kanon —Yo… Yo…
—Lo sé, Saga, no necesitas decir más. —murmuro —Se que eres más seco que un desierto —el mayor no respondió, sabia que era verdad lo que salía de labios del menor —Se que me quieres. —la sonrisa tierna se desdibujo para mostrar una picara y traviesa mueca —Es imposible no quererme.
Saga se mordió los labios para no carcajearse, se imaginaba perfectamente a su hermano en una pose altanera al decir esas palabras, pero como ahora estaba acostado le era imposible realizarla.
—Descansa, Saga. —sus ojitos poco a poco se fueron cerrando, el cansancio al fin había ganado la batalla.
—Descansa, Kanon. —le respondió Saga, apartando un mechón del rostro de su gemelo.
«… Los hermanos menores también tiene el poder de desarmarte con unas cuantas palabras, porque lo dicen con una fuerza arrolladora difícil de ignorar.»
Era un sueño. Lo sabía. Un ser humano jamás volaría por las nubes esponjosas y blancas sin necesidad de un aparato moderno. A esas alturas, Saga podía ver los verdes prados, las casas y las diminutas personas que le señalaban asombrados. Las aves de bellos colores le acompañaban en su travesía por los cielos, cantando alegres tonadas.
Se sentía libre. El viento acariciaba su rostro, sus manos, todo su cuerpo.
Pero eso acabo. Algo lo golpeo con fuerza en las piernas. Intento gritar, pero no pudo, unas manos cadavéricas le tomaron del cuello. Miro hacia todos lados en busca de ayuda, pero lo que sus ojos vieron le dejaron helado.
Las aves que le hacían compañía no eran mas que cuervos y buitres, en sus picos había restos de carne, y su plumaje negro estaba salpicado por manchas de sangre. El olor le llegaba hasta sus fosas nasales que no pudo evitar asquearse.
Pero lo que vio a sus pies fue peor. No estaba en los cielos azules, ya no. No supo en qué momento descendió al suelo ni en qué momento llego a una especie de templo que le recordaba vagamente al templo del patriarca. Horrorizado contemplo que ahí había restos humanos, personas desconocidas que tenían tatuado en su rostro un extremo terror. Aun poseían ojos, algunos solamente uno pues esas aves carroñeras se posaban sobre ellos y se los arrancaban de un solo movimiento.
Sentía que le miraban, a pesar de estar muertos. Sentía que le veían, aunque en algunos solo había un par de cuencas vacías. Podía sentir su temor, angustia, tristeza y odio. Odio hacia él.
Había cuerpos de niños, mujeres, ancianos, hombres… Shion estaba ahí, junto a su maestro Aram. Cerro los ojos con fuerza al contemplar una mata de cabellos azules no muy lejos de él.
Saga…
Las lagrimas bajaban lentamente por sus mejillas sin clemencia. Las manos que antes le sostenían le dejaron caer sobre. Soltó un quejido cuando su cuerpo impacto con la fría losa, se negó abrir los ojos cuando le jalaron fuertemente de cabello, haciendo que quedara de rodillas.
—Mírate…
La voz, cargada de burla, le hizo temblar de pies a cabeza. Le sacudió con violencia. Saga se asió de la mano que le apresaba.
—¡Mírate!
Entreabrió sus ojos con lentitud, frente a él estaba un espejo, en el reflejo se podían apreciar los cuerpos que estaban a sus espaldas. Quería gritar, quería salir de ahí.
El hombre le sostenía con fuerza sonreía con maldad pura, vestía ropajes sagrados que solo estaban designados al patriarca. La túnica blanca estaba teñida de sangre. Sus ojos se posaron en el rostro de ese ser que no podía ser un humano, era un monstruo. Sus ojos eran azules con destellos rojizos, sus cabellos largos hasta la cintura del negro más oscuro que había contemplado en su corta vida. En esa mirada no solo había maldad, había locura, odio. Un conjunto de emociones que jamás alcanzaría a nombrarlas.
—¿Qué soy, Saga? —le pregunto aquel ser. Los cuervos y buitres chillaron gustosos al sonido de su voz.
Volvió a cerrar los ojos, deseando despertar de esa pesadilla. El penetrante olor a sangre le mareaba, sentía que si abría la boca echaría todo el desayuno, almuerzo y cena.
Un nuevo golpe le hizo estremecerse.
—¿Qué soy, Saga? —soltó un gemido lastimero cuando fue lanzado con fuerza al frente, sus manos se extendieron por inercia para impedir que su cara chocara con el piso, pero la lisa superficie del espejo le recibió —¡¿Qué soy, Saga?! —grito con voz demandante, podía sentir como el espejo, el suelo y los candelabros se estremecían.
Los golpes iban en aumento.
Saga…
—¡¿Qué soy?!
—¡No lo sé! ¡No lo sé! —respondió Saga, llorando con más fuerza.
El silencio cayo en la estancia, solamente sus sollozos se escuchaban. Los infernales pajarracos se habían quedado en silencio.
Creyéndose libre de la presencia de ese hombre, abrió los ojos.
Grito con fuerza e intento alejarse del espejo, arrastrándose lejos del pasillo, ignorando que sus manos y ropa se estaban manchando de sangre.
Saga…
El hombre en el espejo era él mismo, solo que su cabello era azul y sus ojos verdes. Era él, con la ropa del patriarca manchada en sangre.
—Soy tú. —le respondió su reflejo, su cabello se tornó negro y sus ojos perdieron su color para hacerse rojos como la misma sangre que estaba a sus pies —Somos nosotros.
Saga intento gritar, pero unas manos le taparon la boca.
—Somos caos, somos decadencia, somos destrucción, somos dolor, somos muerte, somos la guerra…—siguió hablando su reflejo. Saga sentía que se asfixiaba —Somos un Dios —un nuevo golpe con mas fuerza le ataco —Eres yo, yo soy tu. —algo le estaba empujando, su alrededor se empezó a disolver con rapidez, el espejo empezó a deshacerse, el hombre de cabellos negros sonrió —Somos Ares.
El hombre desapareció. Al igual que el suelo en el que estaba.
Empezó a caer. Caía en un pozo donde no se veía fondo. Mas un fuerte tirón le detuvo.
Solo su trasero impacto con el suelo, su espalda no llego a ello. Saga abrió los ojos de par en par, el grito que no pudo soltar en esa pesadilla al fin escapo de su garganta. Las lágrimas bajaron por sus mejillas sin detenerse. Boqueo un par de veces para respirar aire puro, aun podía sentir el metálico aroma de la sangre en su nariz.
Parpadeo un par de veces, mirando a su alrededor con temor de ver algún indicio que ese ser hubiese salido de sus sueños para atormentarlo en la vida real. No había nada. Solamente estaba él en el suelo, a un lado de la cama.
—Me caí. —se dijo, con voz pastosa.
Arrugo la frente y se limpió el sudor y lágrimas con su mano libre, alzo la vista y atónito contemplo como Kanon sostenía con fuerza su mano a pesar de estar dormido profundamente. No se había despertado con el grito que soltó.
Kanon se aferraba a él como si fuera a morir en caso de no hacerlo. Esa simple acción le impidió caer por completo al suelo.
—Saga…
La voz que escuchaba apenas audible en sus sueños se hizo más clara, más cercana, más real. Era Kanon, él le llamaba.
—Sagaa…
La angustia a la que había sido sometido le sobrepaso. Su corazón bombeaba alocadamente y su respiración agitada lo demostraba. Miro con dificultad el reloj que colgaba en la pared.
01:40 AM
Apenas tenían treinta minutos de haberse quedado dormidos.
—Sagaaa….
—¡¿Qué?! ¡¿Qué, Kanon?! ¡¿Qué?! —grito, sin ocultar su angustia. Con dificultad se puso de pie, pues, aunque intento soltarse del agarre de hierro del menor no pudo. Se trepo a la cama y lucho por mostrar una cara de molestia. Su hermano despertó.
Kanon le miro con ojos adormilados, intentando transmitirle calma.
—Yo siempre te cuidare. —hablo de nuevo el menor, antes de cerrar los ojos dijo otra cosa, que hizo sonreír solo un poquito al mayor —Y ya me dormí… —cayo dormido, dando ligeros ronquiditos.
Se quedo profundamente dormido, sosteniendo con fuerza la mano de Saga junto a su corazón.
No le soltaría, nunca.
Los años habían pasado sin demora alguna. Y el maldito sueño de Saga se hizo verdad.
Varias guerras se habían protagonizado en ese magnifico lugar. El Santuario había sido testigo de tantas batallas a lo largo de los siglos, algunas más dolorosas que otras.
La estatua de Athena había sido muda testigo de tanto dolor, tanta sangre derramada, tantas injusticias. A sus pies se había finalizado una guerra tan sangrienta entre su propia Orden que aun dolía no solo a ella, si no a todos aquellos que también estuvieron presentes.
Ese joven que albergaba tantos sueños y esperanzas, que era el mas noble de sus Santos y por desgracia era la reencarnación de su mas temible hermano, se quito la vida sin dudarlo. Saga de Géminis.
Ahora era testigo del inicio de otra Guerra Santa contra el Dios Hades. No perdonaría, no, no lo haría. El señor del Inframundo conocería su ira por usar a sus Santos como títeres, ni nada ni nadie impediría que ajustara cuentas con su Tío. Saori, su reencarnación, haría temblar a ese dios por tales actos.
Intento transmitirles fuerzas a sus Santos, en especial a aquel que yacía arrodillado frente a un charco de sangre.
Saga contemplo con infinita tristeza ese lugar donde antes estuvo el cuerpo de Saori. Sin necesidad de palabras, Aioria, Mu, Kanon y Milo comprendieron todo. El porqué de su desesperación de llegar ante la princesa, su determinación al luchar y sin mostrar piedad acababan con todo a su paso.
Lo entendieron.
Les ayudaron a sanar lo mas que pudieron sus heridas, aun les faltaba una cosa. Debian llevar el cuerpo de su Diosa al castillo de Hades y, si es que tenían suerte, matar a Pandora.
Que Athena les ayudase en tan difícil tarea.
Observo como Milo y Camus hablaban, despidiéndose. Como Shura lloraba ante Aioria y pedía perdón por haber matado a Aioros. Observo como el Capricornio se deshacía en lloriqueos al ser abrazado por el fiero León.
Shura había matado al arquero por su culpa. Había cumplido sus órdenes. Era Saga el que debería de pedir perdón por sus pecados, por dejar a Aioria sin la protección de su hermano mayor, no Shura.
Saga, el prefería permanecer de rodillas, buscando de manera desesperada ese valor que había escapado de su cuerpo cuando la chiquilla de cabellos morados se había atravesado la garganta con la misma daga que el intento hundir en su pecho cuando solo era una bebé. Tenía tantas cosas por decir, tantos "lo siento" que clamaban por salir de su garganta de manera desesperada.
Pero, su valor se había ido para no volver ¿Cómo mirarlos a los ojos después de tanto daño que hizo? ¿Cómo? ¿Cómo pedirle perdón a Kanon?
Cerro los ojos cuando una sombra se acercó a sus espaldas, fingió no escucharlo cuando susurro su nombre y se hinco a su lado. Ignoro inconfundible aroma y rezo porque se fuera de ahí.
—Debes admitir que ser sirviente de Hades te sienta bien. —Saga se respingo al oírle —Te tiño el pelo de morado. —atrapo uno de sus mechones entre sus dedos, observándolo curioso —Incluso las cejas.
Una imperceptible sonrisa apareció en sus labios, una sonrisa que no pasó desapercibida para Kanon. Sus compañeros se alejaron para darles privacidad, había muchas cosas que se tenían que decir ese par y tan poco tiempo para hacerlo.
Saga abrió los ojos y volvió la vista a Kanon, que sonreía de la misma manera que le sonreía de niño.
—Lo siento. —dijo, derramando un par de lágrimas —Por todo… por…
—No… —le interrumpió, alzando una mano —Yo lo siento… Si no hubiera sido por mi imprudencia y de haberte dejado solo jamás te habría doblegado. —Saga sabia que se refería a Ares —Perdóname por todo… —los ojos de Kanon poco a poco empezaron a llenarse de lagrimas y su voz comenzó a quebrarse —Perdón por haber roto esa promesa que te hice de niño, perdóname por favor. —las lagrimas bajaron sin piedad por sus mejillas y los sollozos al fin surgieron. Bajo la vista al suelo.
Yo siempre te cuidare…
—Kanon…
En el reloj de fuego, una llama se extinguió. Ya no tenían tanto tiempo.
Saga tomo la mano de Kanon, haciendo lo mismo que hizo el menor aquella noche de tormenta.
—Kanooon… —dijo con voz cantarina, o eso intento… Parecía el sonido de un gato viejo cuando maullaba.
El menor le miro, sin dejar de llorar.
—Kanooon…
Kanon sonrió, recordó aquella noche donde busco cobijo en los brazos de su hermano y este, a pesar de que sabia lo fastidioso que era, acepto.
—¿Qué? —le respondió, acariciando el dorso de las manos de Saga, que le hacía lo mismo.
—Aunque no te lo digo muy seguido, yo te quiero mucho, hermano. —el llanto de Saga ya no era por la tristeza, era por alegría. Le agradecía tanto a Athena por brindarle esos momentos, tanto, tanto —Te quiero muchísimo, Kanon.
El corazón de Kanon brinco alegre y sin esperar un segundo mas abrazo a Saga, intentando no lastimarlo. Se aferro a él y se grabo a fuego en su mente el cómo se sentía su calor, su aroma, lo suave de su cabello que le picaba la mejilla. Al morir, su ultimo recuerdo seria ese abrazo, esas palabras, esa mirada donde había un sentimiento sincero. Ese "te quiero" iría con él hasta el fin del mundo en caso de ser necesario.
Saga le correspondió el abrazo, un poco sorprendido pues no estaba acostumbrado a esa muestra de cariño.
—Ah… —dijo Kanon, apartándose, recordando ciertas palabras —Ah… Ok… —no hizo nada falta más, Saga lo comprendió de inmediato.
Soltó una carcajada.
—Lo sé, Kanon, no necesitas decir más. —le respondió, siguiéndole el juego —Se que me quieres. —se puso de pie, siendo seguido por Kanon. Una vez erguido se llevo una mano a la cintura y la otra se la llevo al mentón, acariciando su labio. Una sonrisa picara un poco parecida a la de Kanon curvo su boca y le guiño un ojo —Es imposible no quererme.
Ignoraron las miradas perplejas de sus camaradas al verlos reír.
Las despedidas fueron dolorosas, tenían que finalizar su misión. Avanzaron los siete en dirección a Aries, para cruzar la barrera de Athena. En brazos de Saga yacía la manta con la sangre de la Diosa.
En cuanto llegaron al límite, Kanon, Mu, Milo y Aioria se quedaron atrás, con todo el dolor de su corazón los vieron partir.
La otra dimensión de Saga se abrió ante sus ojos, miles de estrellas brillaban saludándoles. El mayor de los tres del lamento dio un paso al frente.
—Sagaaa… —el mayor le miro sobre su hombro, Kanon portaba la armadura de Géminis—Te quiero muchísimo.
—Yo también te quiero, Kanon. —dijo, sonriéndole. Camus y Shura entraron junto a él —Te quiero muchísimo, hermanito… Y estoy tan orgulloso de ti.
Los tres desaparecieron. A lo lejos, el reloj de fuego mostraba que solo quedaba menos de una hora.
Kanon contemplo las montañas por donde saldría el sol dentro de poco, sus ojos empañados en lagrimas fueron ignorados por los demás. Un cosmos a lo lejos capto su atención. Se alejo de los tres jóvenes caballeros dorados.
—Yo también estoy tan orgulloso de ti, Saga. —murmuro en voz baja, emprendiendo camino a buscar a Dohko.
Un par de avecillas canto a lo lejos.
Sonrió. Era un buen día para morir.
Siempre cuidare de ti.
—Fin—
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arkannos567 · 2 years
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Athena StS Tencent
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arkannos567 · 2 years
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Anime: Saint Seiya caballeros del zodiaco.
Trate de ponerlos todos pero no pude :'v
Créditos a: Pixiv en Pinterest
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arkannos567 · 2 years
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"Beneficios de no usar ropa interior"
"Qué bonito soy, que bonito soy como me quiero ¡Ah, ah! Y si me muero jamás me podre olvidar ¡Eh!"
—No es cierto. —Kanon; el gemelo menor, el papuchurris de Géminis, el "todas" puede, el mangazo, la cereza del pastel, cuchurrumin, el "macho, macho man", chulo, guapura, hermosura y todo lo que termine en "ura" (Basura, diría Saga si le preguntaran).
Se preguntarán porque yo, la autora, la autoproclamada esposa de Saga y amante secreta de Kanon. Bueno, nada de eso es cierto, solo en mis sueños ¡Estoy perdiendo el hilo! Volviendo al tema central de esta trágica historia.
Se preguntan por qué yo digo todo eso del Géminis menor, cuando se supone que elogio más al sexy de Saga en todas y cada una de mis narraciones.
La razón es poderosa, jodidamente poderosa.
¡Kanon está desnudo! ¡Desnudo!
Y se ve muy bien; todo bonito, rico, suavecito, babeable, comestible. Su cuerpo esta listo para lamer por todos lados como si fuera una paletita tutsi pop. En su perlada piel se podían apreciar gotitas de agua que aun no se secaba del todo.
Bueno, desnudo lo que se dice desnudo no, no lo estaba. Desgraciadamente.
El gemelo malvado se encontraba maldiciendo a diestra y siniestra, sacando toda su (de por sí desordenada) ropa de su armario y cajones.
Una simple toalla en su cintura y otra sobre sus hombros le daba el aspecto más sexy que se pueden imaginar. Su cabello mojado, cual cascada deslizándose por su bien trabajada espalda, dejando caer pequeñas gotas de agua que bajaban por su tersa piel perdiéndose en las partes del deseo y la perdición de toda chica (su bien formado trasero).
¿Qué buscaba con tanta desesperación nuestro sensual protagonista? Fácil de deducir, queridas lectoras, lo que todo ser humano, marciano y mengano usa; Calzones.
O bóxer, tanga, matapasiones o como le quieran llamar.
Eso buscaba Kanon: Sus calzones de marca Calvin Klein.
—¡No me jodas! ¡No tengo nada! —exclamó dejándose caer sobre el pobre colchón.
¡¿Qué diablos haría?! Él sin sus calzones no podía vivir, se sentía desnudo, expuesto, abandonado. Sentía que le faltaba una parte de su cuerpo.
Cabía la posibilidad, la pequeñísima posibilidad, que Saga hubiese tomado alguno de los tres calzoncillos que tenía pues el maldito sueldo mísero de Santo Dorado no podía abastecerse con más ¡Si apenas tenían para comer!
No, definitivamente no. Saga jamás tomaría su ropa, menos la ropa interior.
Y sabiendo que su hermano era nudista reconocido en todo el Santuario, obviamente llegaba a la sabia conclusión que seguía con ese título. Aunque con más decoro, según.
Sin pensarlo más se alzó la cama, se secó lo mejor posible el pecho y espalda y se enfundo en su habitual remera, enrollándose su melena en la toalla que antes descansaba sobre sus hombros.
Si, lo sé, a mí también me molesto que se vistiera ¡¿Que le costaba ir desnudo a buscar a su igual?! Eso me ofende, me ofende muchísimo.
Kanon salió en dirección al cuarto de lavado, aun con la toalla en la cintura, dejando sus húmedas huellas tras de sí.
Abrió la puerta con cautela, rogando que Saga aun estuviera en la cocina o a saber dónde.
Cerro con el mayor cuidado posible para no hacer ningún ruido y sin pensarlo se acercó al cesto de ropa sucia. Vacío todo el contenido en el piso y comenzó a hurgar entre ella, tratando de encontrar calzones decentemente medio limpios para usar. Porque el sin calzones sentía que le colgaba de manera obscena.
Su bien trazado plan consistía en entrar al cuarto, encontrar calzones y salir de ahí sin ser descubierto.
Y el sabor del triunfo inundo por escasos segundos su boca e inflo su pecho con orgullo. ¡Lotería! Encontró una pequeña prenda medio olorosa a humedad, pero sin nada de que asquearse.
Pero al escuchar la voz profunda de Saga supo que todo su esfuerzo se fue al carajo.
—¿Qué haces?
—¡Joder! ¡Casi me matas del susto! —se llevó la mano al pecho, ocultando la izquierda tras su espalda, ya que en esta tenía la prenda azul marino que encontró; Sus calzones.
Saga le miro indiferente, arqueo una ceja, pero no dijo más. Camino como si nada, dejando otro cesto de ropa sucia en la mesa que estaba al lado de la lavadora.
—Así tendrás la conciencia. —murmuro, levantando la tapa de la lavadora y comenzó a meter dentro de ella las prendas que seleccionaba cuidadosamente.
—Igual o peor que la tuya. —replico el menor para luego encogerse de hombros restándole importancia al asunto.
—Ya ¿qué haces aquí, Kanon?
—Aquí vivo. —dijo socarrón tratando, inútilmente, que su gemelo no se diera cuenta de que hacía precisamente ahí. Se balanceo de un pie a otro, incomodo.
—No te hagas tonto ¿Qué haces aquí? en mi territorio. —Saga le miro de reojo entrecerrando los ojos e inspeccionándolo de arriba abajo, analizándolo.
Su territorio, su Santuario, su reino, su todo. Kanon jamás debía entrar ahí, al igual que en su habitación.
Así fuera por una emergencia, podía caer una bomba en el Santuario o desatarse otra Guerra Santa, pero jamás debía volver a entrar ahí. Después de la última vez que quiso ser buen hermano ayudando a las labores domésticas perdió todo derecho a entrar en esos recintos.
¿Qué paso? Casi nada, solo descompuso la lavadora, lavo camisas blancas con ropa de color, quemo varias camisas de vestir con la plancha y rompió accidentalmente el trapeador y la escoba al querer matar una araña con ellos, en lugar de pisarla porque simplemente le daba "cosa"
Nada más eso hizo.
—¡Nada hombre! ¿Por qué eres tan rencoroso? —pregunto humedeciéndose los labios, sin despegar la vista de la espalda de su gemelo.
—No soy rencoroso, soy precavido. —murmuro con voz calmada mientras hecho el detergente en el electrodoméstico.
—Esa ni tú te la crees. —dijo moviendo su mano como si estuviera espantando una molesta mosca.
—Como digas. —dándole tres patadas a la lavadora esta comenzó a trabajar con un molesto zumbido. Desde que Kanon la había jodido solo podía arrancar así. —Ya ¿qué buscas en la ropa sucia?
—Mis… mis… —"Ni se te ocurra decir tus calzones" —mis calzones. —"pedazo de idiota"
Saga arqueo una ceja, indicándole con ese simple gesto que no entendía la razón. Saga quería una buena justificación.
—Es que no tengo limpios. —termino asiendo un adorable puchero y mostrando lo que con tanto esmero ocultaba tras su espalda.
Saga alzo ambas cejas, divertido. En sus labios dibujaron una imperceptible sonrisa, pero no para Kanon.
—Anda, búrlate de tu pobre y jodido hermano menor. —balbuceó, dejando caer los hombros en señal de derrota.
Una pequeña carcajada fue lo que se escuchó de Saga.
—¿Cómo vas a buscar ropa interior en la sucia? Hay que ser muy marranos para hacer eso. —negó un par de veces, sus cabellos se sacudieron ante esa acción.
—En casos desesperados, medidas desesperadas. —respondió el menor con sobrada calma —Oye, Saga... —"mala idea, luego no digas que no te lo dije" le susurro su conciencia —¿No tienes unos bóxeres, mata o calzones que me prestes? Aunque sea una tanga playera de hombre. Por favor. —"¡Serás un reverendo idiota! ¿Cómo se te ocurre?"
Saga abrió ampliamente la mirada. La antes imperceptible sonrisa se volvió amplia y la pequeña carcajada se volvió gigantesca, tanto, que varias lagrimas se agruparon en sus ojos.
—¿Me estas jodiendo? —se carcajeo llevándose las manos al estómago.
—Tu no... Usas ropa interior. —"Te digo, pero tú no me haces caso... Pero síguele, a ver si se te quita lo güey". Se golpeo la frente con la palma de la mano —Lo olvide completamente.
Saga le ignoro y siguió riéndose en su cara, hasta que la lavadora proclamo atención dejando de funcionar. Otra patada y volvió a trabajar como si nada.
—Perdóname la vida ¿No? —murmuro con ya un notable mal humor y fastidio al ver que Saga volvía a reír en sus narices —Lo olvide porque ya me siento desesperado.
—Vale, perdona. —se limpió la última lagrima provocada por la risa —¿Qué vas hacer entonces? —cuestiono.
¿Qué iba hacer? Qué buena pregunta, que buena pregunta porque ya tenía la respuesta.
—Pues por el momento usar este. —le mostro los calzoncillos sucios. —No me queda otra opción.
—Puerco. —Saga hizo una mueca de asco. Esos calzones estaban ahí desde hace una semana. No los lavo porque le dio pereza.
—Casos desesperadas, medidas desesperados. —volvió a recitar su anterior frase, caminando hacía la puerta que daba al pasillo.
—Bueno. —se encogió de hombros el mayor de los dos —Solo espero que no se te meta un candirú. —murmuro maliciosamente, dándose la vuelta a la lavadora. Su hermano tenia que pagar de alguna forma el haber entrado a su territorio.
Kanon se detuvo en seco. Durante unos escasos segundos se estático, para luego voltear con los ojos entrecerrados.
—¿Candirú?
—Ya sabes, —murmuro sin voltear todavía, divirtiéndose enormemente —es una pequeña bacteria —"un pez de las Amazonas" recordó —que entra por tu pene. —"Oh Athena" Kanon, por su parte, abrió los ojos grandes y los dirigió a su cubierta entrepierna —Y causa un dolor insoportable. —"Como me gusta ser el cariñoso hermano mayor..."
Kanon se quedó mudo en donde estaba. Pensando...
—¿Y cómo te lo sacan? —trago grueso alejando con cierto temor su ropa interior sucia —Me imagino que al ser una bacteria te la eliminan los antibióticos.
—No. —Saga se dio la vuelta y le miro con la expresión mas seria que pudo hacer —En realidad, al entrar a tu pene, la bacteria penetra tu uretra hasta y con un par de horas que este ahí se convierte en una especie de sanguijuela. Llega hasta tu vejiga y ahí comienza a depositar sus huevecillos. Llegado a ese punto, te mueres de la peor manera. Y para deshacerte de él no queda más remedio que… —extendió su dedo índice de la mano izquierda y con el dedo índice y de en medio de su mano derecha simulo que era una tijera. Realizo un corte imaginario a su dedo —cortarlo.
Kanon le miro boquiabierto, carraspeo y desvió la mirada.
—No te creo.
Saga negó solamente y se encogió de hombros.
—No me creas. —alzo ambas manos a modo de defensa —Pero sabes bien en el fondo que te estoy diciendo la verdad ¿Sabías que usar ropa interior causa infecciones a las mujeres y hace que a nosotros nos llegue la probabilidad de que el candirú entre "ahí"? —"¿Porque seré tan jodidamente mentiroso?"
Kanon simplemente no contesto, más su cerebro comenzó a trabajar a velocidades impresionantes.
—¿Acaso por eso no usas ropa interior? —Saga asintió solmene —Que jalada.
—Ya te dije, si no quieres creerme, haya tú. —el mayor se dio la vuelta.
Kanon arqueo su ceja izquierda esperando a que Saga continuará, porque estaba seguro que esa no era la única razón.
—Ya ¿Es todo? —pregunto incrédulo y un poquito asustado, realmente no quería saber más. Pero la curiosidad le doblegaba. Maldito fuera él y su curiosidad morbosa.
—La verdad, no, pero sé que dirás que estoy loco. —"aunque realmente lo estoy" pensó para sí.
—Soy todo oídos. —Kanon apoyo su cadera en la mesita donde estaba el cesto, se cruzó de brazos y espero paciente una respuesta.
—Hay cuatro beneficios de no usar ropa interior, Kanon. —alzo los cuatro dedos de su mano derecha —El primero ya te lo dije; Así no hay riesgos de que te entré el candirú porque, aunque este sucia o limpia, entra porque entra. —"Que cabrón soy" bajo un dedo —El segundo: Es más cómodo. —Kanon alzo ambas cejas —Si te das cuenta, la ropa interior se marca cuando usas ropa ajustada. Al principio resulta extraño y abrumador, pero después te acostumbras. —dijo sonriendo para sí. Kanon simplemente ladeo el rostro, viéndole como si en lugar de su hermano fuera un extraterrestre con graciosas antenitas.
—Alto —le silencio Kanon —¿Las mujeres también? —Saga asintió solemne —¿Y cuándo traen falda?
—Kanon, soy hombre no mujer, los problemas de mujeres son de eso; Mujeres. —puntualizo.
—¿Te imaginas a Saori sin calzones debajo de ese vestido? —movió las cejas divertido.
—¡Kanon! Saori es una niña ¡Y es nuestra diosa, pedazo de imbécil! —con rudeza le estampo una camisa en la cara.
—Yo solo decía. —gruño, apartando la prenda y se acomodo la toalla, por el golpe se había aflojado un poco.
—Pues no andes diciendo, baboso.
—Bueno, pero ¿Te imaginas a una mujer con falda y sin nada debajo?
—No, no me imagino nada. Lo más seguro es siempre les da un aire colado. —sacudió la cabeza —¡¿Vez que tonterías me haces decir y pensar?!
—¡Eh! —alzo ambas manos a modo de defensa —Que no te he puesto una pistola en la cabeza y te he obligado a imaginar.
—Aunque me duela, tienes razón, pero lo que hagan ellas es cosa de ellas. No creo que se paseen sin nada debajo de la falda. —medito.
—Yo también. Tu cuando eras Patriarca no usabas nada debajo de esas túnicas. —señalo a su hermano, el cual arrugo el entrecejo —Igual que ahora, la diferencia es que usas pantalón. Que, a decir verdad, ni se nota que no usas nada. —arrugo la frente ante su observación.
—¿Tu como diablos lo sabes que no usaba nada debajo de las túnicas? ¿Me viste o qué? —le reclamo, ignorando sus últimas palabras.
—Tengo mis fuentes hermano, tengo mis fuentes. —meneo el dedo índice —A todo esto: Cuando peleaste con Seiya no traías nada de nada, pero después cuando Géminis te abandono —Saga se removió incomodo en su lugar —tenías pantalones ¡¿Como le hiciste?! Le dijiste a Géminis: Armadura ven aquí, cubre mi cuerpo y tráeme unos pantalones... ¡Ahora! ¿O qué onda?
—De eso, Kanon, ni yo tengo una remota idea, si quieres saber creo que morirás primero antes que obtener una sabia respuesta.
—Ah. —atino a responder Kanon —Hermano y cuando las mujeres les llega "Andrés" ¿cómo le hacen si no usan ropa interior?
Saga parpadeo confuso,
¿Quién demonios era Andrés?
—¿Cuál Andrés? ¿De quien me hablas? —pregunto extrañado.
—Pues él que las visita cada mes. —sonrió con picardía el menor.
Saga se confundió un poquito más, pero su cerebro empezó a trabajar a velocidad luz. Su hámster estaba dando vueltas a lo endemoniado. Hasta que entendió las palabras de Kanon.
Y su mente traicionera imagino todo.
"Kanon hijo de..."
—¡Kanon! —grito, estampándole con rudeza la bolsa vacía del jabón.
—¡Joder! Perdona, era broma, ¡Era broma! —grito apartándose de un brinco y echándose a correr junto al resguardo de la puerta, pues Saga ahora tenían intenciones asesinas de golpearle con el embace de cloro. Pero no contaba con que su gemelo se lo lanzaría directo a la cabeza. De que Saga tenía buena puntería, la tenía —Hubiera sido una piedra y me descalabras. —se sobo con cuidado la sien.
—Cuanto me hubiera gustado que si fuera una piedra.
—Ya, era broma, no exageres. —se permitió respirar tranquilo hasta que Saga soltó un bufido: Estaba fuera de peligro.
—¿Sigo o no? —pregunto, sabiendo de antemano que Kanon diría que sí.
Kanon murmuro un escueto "Por favor" y continuo con su conversación anterior.
—Tercera: No estás expuesto a los químicos. Ya sabes que las prendas están teñidas con ciertas sustancias que pueden irritarte ahí. —Kanon arrugo la frente —Aunque eso solamente les pasa a las damas. —antes de que Kanon abriera la boca para hablar, Saga se le adelanto —Y, por último; Te hace más seguro de tu cuerpo...
—¡¿Más?! —exclamo —Sí yo estoy cien por ciento seguro que traigo a todas las Amazonas muertas tras de mí. —se señaló así mismo —Y estoy segurísimo que más de la mitad desea tenerme en su cama.
—Nos seas fanfarrón. —le lanzo una prenda a la cabeza, sin reprimir la sonrisa que asalto sus labios —Aunque tengas razón, no te dejes caer, que te pegas duro.
—Pero mira quien lo vino a decir. —puso los ojos en blanco, devolviéndole la remera que le lanzo —¿Quieres dejar de lanzarme ropa? Que no soy cesto. —dijo apoyándose en la puerta.
—Kanon, si fueras un cesto serias de basura, no de ropa. —ignoro la mirada asesina que este le dedico —Y al entender que estas desnudo bajo la ropa, te vuelves más consiente de tu físico, te dará más seguridad y te sentirás más sexy de lo que ya eres. —soltó una gustosa carcajada, Kanon atino solamente a fruncir el ceño.
—Vaya, así que por eso no usas ropa interior. —Saga asintió —Para elevar más tu autoestima. —volvió a asentir —Que jalada.
—Piensa lo que quieras Kanon, me tiene sin cuidado. —soltó despreocupado recargándose en la lavadora y cruzando los brazos sobre su pecho.
—Lo sé. —le miro de reojo, mientras abría la puerta, dando por finalizada esa extraña pero interesante platica —Pero estas equivocado si crees que voy a seguir tu consejo.
—Técnicamente, no es ningún consejo, es un estilo de vida. —le sonrió mostrando su blanca dentadura que Kanon estuvo tentado a decirle que le pagarían muy bien si fuera modelo de pastas dentales,
—Pues vaya estilo de vida tan más raro. —le dijo antes de cerrar la puerta y caminar a su habitación.
—¡Y no es mentira sobre el candirú! —escucho el grito de Saga, proveniente de la pequeña habitación.
—¡Te creo! —replico irónico.
En cuanto entro a su cuarto lanzo la prenda azul a su cama, se despojó de la toalla en su cabeza y se peinó su indomable melena, dándose por rendido al ver que nunca podría dejarla quieta.
Se agacho para recoger su típico pantalón de entrenamiento que se encontraba en el piso al igual que toda su ropa, ya después vería la forma de que Saga la acomodara de nuevo en su lugar.
Antes de enfundárselo miro al calzoncillo que descansaba sobre su cama, para después tomarlo entre sus manos.
—Me lo pongo o no me lo pongo, eh ahí el maldito dilema. —murmuro para sí, volteando la prenda al derecho y al revés, buscando algún indicio que ahí había un candirú.
Aun después de su ardua inspección sobre la pequeña prenda la lanzo hacia el cesto que Saga había dejado en la esquina.
—No señor, el candirú no entrara en mi Kanoncito. —se enfundo los pantalones, se retiró la toalla y se colocó sus zapatos.
¿Apoco creyeron que andaría así como así poniéndose sus pantalones? Yo sí ¡Qué decepción! ¡Jodeeer!
Se contemplo un par de minutos al espejo y sonrió con coquetería. Se notaba que sus padres lo habían procreado con un montón de amor y ganas.
—Solo por este día. —se dijo a sí mismo al caminar por el pasillo, desconociendo que era escuchado por su igual —Ya cuando estén limpios los volveré a usar —se dijo antes de salir en dirección al coliseo.
Poco a poco su figura se fue perdiendo a la vista de Saga, el cual lo había visto salir de su cuarto y escucho su conversación consigo mismo.
Una pequeña carcajada salió de sus labios, antes de darse la vuelta y volver a retomar lo que iba hacer; Quemar los dos bóxeres de Kanon y entrar por el calzón azul que, seguramente, estaba en su cuarto esperando en el cesto que dejo ahí.
—Eso mismo me dije yo, —sonrió con nostalgia —el día que no tenía calzoncillos limpios. Desde ese entonces, deje de usarlos. —después soltó una carcajada.
¿Beneficios? ¿Miedo a una bacteria que en realidad es un pez de las Amazonas? Que va.
Nadie, ni siquiera Kanon, sabría la razón porque ya NO usaba ropa interior.
Porque, simplemente, el día en que los dejo le paso lo mismo que a su gemelo; no tenía calzoncillos limpios para usar.
Pero ese era su secretito y se lo volvería a llevar a la tumba otra vez.
˜En el Coliseo, con Kanon˜
—Vaya, Kanon, te ves más sexy que el día de ayer. —dijo la Amazona de Águila, logrando que Aioria la mirara como si tuviese dos cabezas.
Kanon sonrió pícaro.
—Gracias, Marín.
Ya era el décimo piropo del día por parte de las Amazonas. Y eso era raro y tremendamente bueno para su ego, que se hinchaba cada vez un poquito más al ver que no había amazona que se resistiera a recorrerlo de arriba abajo tras la fría mirada de la máscara. Porque de eso estaba seguro, no dejaban de observarlo y eso le gustaba. Mucho.
Quizá Saga tenía razón, no usar ropa interior traía muy buenos beneficios.
Excelentes beneficios.
x-Fin-x
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arkannos567 · 2 years
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Malentendidos con un Helado
Este one-shot es parte de una trilogía llamada "Malentendidos con un Helado" Pronto subiré los dos restantes :D
Helado
El calor era insoportable. Si por los Santos Dorados fuera, ellos estarían en Antártida o la misma Siberia para no soportar el inclemente sol que atacaba al Santuario y a sus pobres habitantes.
Se habían autoimpuesto la tarea de ahorrar suficiente entre todos para comprar ventiladores para cada una de las Casas Zodiacales -excepto Acuario- y de paso regalar desodorantes a la mayoría de los residentes del Santo lugar. Porque si no se morían de calor lo harían de asco.
Nuestros queridos y apuestos Santitos se habían metido en la Casa de Acuario, pues como es bien sabido, el gran Camus además de ser frío en su trato también lo era en su cosmos. Y que decir de su magnífica y elegante casa, esa parecía un refrigerador, pero amueblado.
Dentro del lugar Ángelo se encontraba sentado cómodamente en el sillón individual. Los otros chicos estaban ya sea en los sillones restantes o en el suelo, como Kanon que descansaba su cabeza en las piernas de Saga mientras este hojeaba un par de revistas al azar o Dohko que creyéndose dueño de la casa junto a Afrodita fueron por un par de mantas a la habitación de Camus y las acomodaron en el suelo, para poder sentarse.
Camus al verlos reprimió un bufido y solamente se sopló los flequillos. En sus manos portaba una charola de plata y en ella había trece vasos con limonada recién preparada. Solo faltaba que llegara Milo a fastidiarle el día también. Y conociendo bien al Bichejo, no faltaba mucho para que entrara por la puerta dando gritos como loco.
—¿No tienes whisky, Gelato? —pregunto el crustáceo tomando con desgana el vaso que le ofreció.
—No, y así lo tuviera no te daría, Petit Ange. —respondió con fingida sonrisa. Detestaba que el estúpido Ángelo le llamara "Helado" en su natal idioma. Lo bueno es que había descubierto que llamar "Pequeño Angel" al peliazul lo hacía rabiar, y que se lo dijera en francés era jodidamente mejor.
—Entiendo. —dijo entre dientes el cuarto guardián —Gracias de todos modos, Michoacana.
Camus apretó con fuerza la bandeja ¡Maldita sea la hora en que a Milo se le ocurrió decirle así frente a todos! Y también culpa de él, por llevar a Milo a su excursión a México, de ser así jamás se hubiera enterado de esa heladería y tampoco lo hubiera comparado con la pintoresca muñequita de vestido rosa -Milo juraba y perjuraba que se parecían, aunque él no vio ninguna similitud de sí mismo con esa cosa-.
El grito que se escucho desde la Sala de Batallas le interrumpió cuando apenas iba abrir la boca y decirle unas cuantas palabras al Santo de Cáncer. A veces se preguntaba si podía llamar a Milo con el pensamiento pues apenas le recordaba o algo y ese bichejo aparecía en cuestión de minutos.
—¡Camus! —se escucho nuevamente, haciendo eco en la salita —¡Caaaaamuuuuuus! ¡Caaaaaaaaaaaaaaaaaamuuuuuuuuuus! —el mencionado rodo los ojos, le entrego con rudeza la bandeja a Ángelo que apenas y pudo equilibrarla para que no se cayeran los vasos.
—¿Por qué no simplemente entra? —pregunto Afrodita, dándole una mano a Ángelo al tomar un par de vasos y entregárselos a Shura y Aioros.
—Porqué le prohibí entrar sin mi permiso. —respondió el francés, caminando hacia la salida de la sala.
En el Salón de Batallas, Milo se balanceaba sobre sus pies hacia adelante y hacia atrás, impaciente. El odiaba esperar, así fueran diez segundos, por ello siempre que llegaba a algún sitio y no estaba la persona con la que se había citado la llamaba por vía cosmos, por teléfono o a gritos, como era el caso en esos momentos.
—¡Caaaamuuus! —volvió a gritar —¡Camuchurruminino! ¡Camuchislimpuchus! —su voz cantarina resonó en el salón, sabia que Camus odiaba que hiciera eso —¡Helado andante! ¡Hielera con patas! —agudizo el oído, escucho los pasos de alguien que se acercaba a él por el pasillo a su derecha —¡Congelador! ¡Nieve de limón! ¡Muñeco de nieve! ¡Camuuuuus! ¡Michoacanaaaaa!
—¿Quieres hacerme el favor de cerrar la boca, Milo? —el frío recibimiento del Santo de la Ánfora le hizo sonreír socarrón.
—Oh, Camuchislimpuchis. —con un par de saltos de planto junto al Acuariano, le asió por los hombros, dándole un efusivo abrazo, ignorando olímpicamente la mirada de odio que recibió —Necesito tu ayuda. —se aparto un poco para mostrar el bote de helado que portaba en su mano derecha y lo sacudió juguetón frente al rostro del galo.
—No, Milo. —dijo alejándose lo más que podía del Escorpión, pues este aun lo tenia prensado en un medio abrazo. Milo al ver sus intenciones le apretó mas fuerte por los hombros.
—¡Por favor! —alargo de más la letra "O"—La hielera de mi refrigerador ya no funciona. —soltó una especie de gruñido mezclado con gemido —Anda… Me urge tener algo super frío y delicioso en mi boca —gimió, colgándose de manera dramática de los hombros de Camus, el pobre apenas pudo cogerle de los brazos para no caer de bruces al suelo por su peso —Tu mas que nadie sabe que él calor provoca que mi cerebro no funcione como debe.
—Tu cerebro no funciona haga frío o calor. —logro decir el galo, cuando Milo estuvo sobre sus pies le propino un suave empujón, se acomodó su camisa y se aparto un par de cabellos del rostro.
—Andaaaa, Camus hermoso, lucero de mi vida y mi corazón. —le miro con tanta ternura que fue capaz de aparentar.
Camus por su parte le miro como si estuviese frente a un hombre recién salido del manicomio.
El francés gruño y con rudeza le arrebato el bote de nieve y lo tomo entre ambas manos. Un halo de un suave color azul y blanco rodeo la nieve y sus manos, varios copos de nieve comenzaron a danzar alrededor, se adherían al plástico haciendo que brillasen cual diminutas estrellas. Camus mantenía la mirada entrecerrada, concentrado en su labor. Milo solamente miraba embelesado el hermoso -aunque pequeño- espectáculo frente a sus ojos.
Poco a poco el cosmos que rodeaba la nieve se fue extinguiendo hasta desaparecer.
—Ya, aquí tienes. —le entrego el bote una vez que termino.
—Gracias Camus…Aunque debo confesarte algo, cada que haces ese tipo de demostraciones de poder, por muy pequeñas que hagas me dan ganas de cantar "¿Y si hacemos un muñeco?" o ya si se o puede "Libre soy"
—¡Vete al diablo, Milo! —vocifero, dándose la vuelta, emprendiendo el regreso a la sala donde le esperaban —Y si me disculpas, tengo invitados no deseados que atender.
—¡Uh, uh, uh! —rápidamente le dio alcance al de cabellos color cerceta —¡¿Puedo ser otro invitado no deseado?!- pregunto, dando saltitos alrededor del hombre —¡Di que sí, amigo!
—Por amor de Athena, compórtate Milo. —rodo los ojos, fastidiado —Compórtate como el adulto que se supone que eres,
—Me pides imposibles. —le respondió alegremente el Escorpión.
—Vete a la sala. —indico de mala gana, ignorando la sonrisa de Milo —Yo voy al baño. —dijo, yendo por otro pasillo.
—¿No quieres que te acompañe? —Camus negó con la cabeza sin voltear a verle —Oye, pero que tal que no hay papel y no tienes quien te lo pase.
—¡Que ya te largues a la sala! —grito Camus, su paciencia tenía un límite.
—Ya escuché, ya escuché…Necesitas que te cojan…
—¡Milo!
—¡Que te cojan de la mano y te digan que te aman! A ti te hace falta amor, comprensión y ternura… Y que también cojas.
—¡Ya vete Milo!
Milo volvió a sonreír ampliamente, como le gustaba molestar al francés. Soltando un suspiro emprendió el camino a la sala, donde es escuchaban las voces de sus amigos. En el camino destapo su nieve, dejando la tapa sobre una mesita -Camus lo mataría por dejar basura en sus muebles- y cuando vio el resultado de la congelación en su rica nieve de vainilla hizo una mueca.
Era lo malo de pedirle a Camus que congelara las cosas, había veces que se le pasaba la mano y congelaba de más -a veces lo hacía queriendo y otras sin querer-. Ahora su nieve era una replica exacta de los hielos eternos de Siberia.
—¡Demonios! —se quejó en cuanto estuvo en la puerta de la sala. No observo que sus compañeros alzaron el rostro al escucharle, él Bicho intento meter la cuchara que traía en su bolcillo en esa roca de nieve y bufo, sabiendo que era un caso perdido —¡No podre enterrársela al helado! —volvió a quejarse. Con calma se sentó en el reposa brazos del sillón individual donde estaba Ángelo.
En ningún momento levanto la vista de su nieve, así que no vio las miradas sorprendidas y confusas que le obsequiaron los chicos.
Todos observaron a Milo con los ojos abiertos ampliamente, ¿O era su perversa imaginación o Milo si dio a entender lo que quiso dar a entender? El tono en que lo dijo y el gemido lastimero que soltó después les dio a entender algo muy diferente.
—¿Qué dijo lo que dijo que dice Milo? —cuestiono Shaka, parpadeando con lentitud y ladeando el rostro.
—Que no voy a poder encajársela al helado. —le respondió, haciendo un puchero.
—¿Es porque estamos presentes? —pregunto con picardía Afrodita, para luego llevarse el vaso con limonada a los labios.
Milo le observo confundido ¿Qué significaba eso? ¿Qué estuvieran presentes que demonios tenia que ver con su nieve congelada? Apenas iba a responder y cuestionar al sueco cuando Camus entro, con la tapa de su nieve en la mano.
—¿Cuántas jodidas veces te he dicho que no dejes basura en cualquier lugar? —Camus le lanzo la tapa y Milo logro atraparla antes de que le diera en la cabeza. Le regalo una tímida sonrisa a manera de disculpa y se guardo la tapa en el bolcillo trasero.
—Ya, ya, perdona. —replico, alzando los brazos en señal de paz —Te pasaste, Camuchis. —dijo, cambiando de tema rápidamente —Hace rato que la tomaste entre tus manos en lugar de ablandarla la pusiste muy dura.
Un incomodo silencio se instalo en la sala, no se escuchaba ni la respiración de los chicos. Nada.
—Y lo peor de todo es que no voy a poder encajarla, Camus. —prosiguió el Escorpión, recostándose como pudo en el sillón. Ángelo a su lado seguía sin parpadear y con la boca ligeramente abierta.
—Si puedes Milo. —respondió con calma el Acuariano —Pícale con fuerza antes de meterla.
—¡¿Si te dejarías?! —pregunto Aioria completamente sorprendido.
Camus ladeo el rostro y parpadeo un par de veces. Su mente empezó a trabajar a la velocidad de una babosa.
—¿Me dejaría qué? —pregunto el galo. Milo dejo de prestarles atención, siguió concentrado en tratar de obtener, aunque fuera un pedacito de hielo.
—Que te pique.
"¿Qué me pique qué? ¿De que hablan?"
En cuanto la comprensión le ilumino el cerebro, abrió los ojos ampliamente, asustado ¡¿Qué carajo estaban pensando esos imbéciles?!
Jamás dejaría de sorprenderle lo mal pensados que eran sus compañeros -aunque él no se quedaba atrás, bueno, a veces-.
—¡Alto! No sean mal pensados… —exclamo Camus —Milo se refiere a…
—Oye, Milo —Cáncer le palmeo el hombro, llamando su atención —¿Es cierto que se la encajas al Gelato? —preguntó socarrón. Era buen momento de cobrarse por el bonito apodo que le había puesto Camus.
Milo le observo por un segundo para luego volver a picar su nieve. Era obvio que se refería al helado, una vez se puso a investigar que significaba esa palabra, pues se la decía a Camus a cada rato.
La pregunta estaba cargada de doble sentido, pero Milo ni cuenta se dio.
—¿Al helado dices? —comenzó a raspar la superficie de la nieve, pues intentar que se trozara era imposible —Sí y a veces lo hago con mucha rudeza. —explico sin voltear a ver a nadie —Hay veces que está bien dura y tengo que esforzarme para metérsela y no se me doble en el proceso. —los Santos abrieron los ojos ampliamente estupefactos. Camus por su parte estaba sufriendo un tic en el ojo.
Las palabras de Milo a pesar de carecer de malicia y doble sentido estaban siendo tomadas de una forma total y completamente diferente. Si Milo no explicaba que se refería a la nieve que traía en sus manos él se encargaría de meterlo en un Ataúd de Hielo.
—Explícate bien, Milo. —logro articular el francés, trago saliva.
—¿Pues que más quieres que diga? La meto duro Camus. —arqueo una ceja, confundido pues muy raras veces escuchaba al galo tartamudear —Tu mismo has visto como me esfuerzo por meterla, así que no me dejaras mentir.
—Ay Athena mía. —Shion había terminado totalmente acostado en la manta que había traído Dohko. Mu a su lado le empezó a abanicar con una revista que le entrego Saga —Me va a dar algo, me va a dar algo. —Dohko le empezó a tomar el pulso.
—Es… —Camus busco desesperadamente por las palabras correctas para explicar que se refería a la nieve y sacar a Milo del estúpido juego de Ángelo. Más la inteligencia que bien presumía brillaba por su ausencia —Milo, yo jamás lo he visto… —no solo Milo iría a parar a un Ataúd de Hielo, también él, por idiota ¡Y Ángelo igual!
—Lo has vivido en carne propia. —se carcajeo Ángelo. Era el único que seguía divertido por todo ese embrollo.
—¡Cállate! —vocifero —¡Milo, dile a Ángelo que no es verdad! ¡Y explícale a que Helado te refieres!
—¡Claro que es verdad! —respondió el griego, ignorando la última petición —Recuerda que la última vez que te lo pedí —"Trágame Tierra" rogó Camus —para poder aflojarle —"llévame Hades" rezo —metí mi lengua y le di unas lengüeteadas —"Secuéstrenme marcianos, yo siempre eh creído en ustedes" pidió Acuario —para que se volviera blando y poderla meterla para disfrutar más a gusto.
Eso ultimo fue lo que cabo las tumbas de ambos Santos.
Shura y Aioros comenzaron a toser sin control. Saga dejo caer su vaso al suelo, rompiéndose en varios fragmentos y Kanon se había levantado tan rápido también había volcado su vaso.
Mu carraspeo, murmuro una despedida y salió seguido de un incómodo Aldebarán y espantado Aioria.
—Esas cosas, Milo… —Shaka trago saliva, buscando las palabras adecuadas a la situación —Nunca se dicen a terceros. Eso es en pareja. —Milo parpadeo confundido y el hindú salió, tratando de alcanzar a sus compañeros. Saga y Kanon hicieron lo mismo, sin voltear ni despedirse de nadie. Ambos iban completamente sonrojados.
Los Santos emprendieron la huida de ahí, valiéndoles madre el calor.
Afrodita sonrió nerviosamente, susurro una despedida y palmeo el hombro de Camus, que se había apoyado en una mesilla para no caer de culo al suelo.
—Shion, Shion ¡Shion! —Dohko zarandeo al Patriarca, este yacía inconsciente en el suelo —¡Es su culpa! —el viejo maestro señalo a los tres santos de Acuario, Escorpión y Cáncer.
En la sala solo quedaban Aioros, Shura, Dohko, Shion, Ángelo, Milo y Camus.
—¿Por qué mi culpa? —cuestiono Milo, mas confundido que antes. ¿Pues que paso? Ahora Camus le miraba como si quisiera matarlo y los que quedaban parecía que acababan de ver a Hades en tanga de elefante.
—Porqué dijiste que te gusta encajársela a Camus y lamerle cierta parte de su cuerpo... —Ángelo trago saliva nervioso, el juego que empezó siendo divertido se había tornado muy escabroso. No se atrevía a mirar a Camus pues sabia que si las miradas mataran el estaría bien muerto.
—¿Camus? —pregunto alzando una ceja ¿Camus que tenía que ver? —Yo estoy hablando de mi helado de vainilla. —alzo el bote de nieve, mostrándoselos a los aun presentes —Camus a veces congela mis nieves al grado de dejarlas como una roca. —dijo, como si esa información fuera lo más obvio del mundo —Por eso le doy unas cuantas lengüeteadas a la parte de arriba o lo raspo y así se ablanda porque si lo meto, así como así se dobla la cuchara ¿A que pensaban que me refería?
Al ver que nadie le respondía empezó a sumar dos y dos…Abrió los ojos ampliamente y una mueca de desagrado se formo en su rostro ¡¿Pero qué demonios tenían en la cabeza esos locos?! Pensar que él y Camus… Ugh, ¡No!
—Petit Ange… —dijo Camus en un susurro, Ángelo se puso rápidamente de pie —¿Tan pronto te vas? —cuestiono cuando este se dirigió con rapidez a la puerta que daba al pasillo.
—Eh… Si… Tengo que ir a Rodorio por unas cosas… —y sin detenerse a ver si le creía hecho a correr en dirección a la salida, con Camus siguiéndole los talones.
—Ustedes… —Milo abrió la boca —¿Por qué no me explicaron que estaban mal entendiendo mis palabras?
—Lo decías con tanta seguridad que ya no era de mal entender. —susurro Dohko, tratando de despertar al desmayado Shion —Parecía que nos estabas contando como preparabas a tu pareja
—¡MAESTRO!
—Perdona Milo, pero es verdad. —se excusó, Aioros y Shura asintieron dándole la razón —Solo te diré una cosa, Milo. —el viejo maestro se puso de pie, viéndole directamente a los ojos —Hay preguntas mal intencionadas y respuestas inocentes, como la tuya… aunque parecía que no, ahora que lo analizo estaba carente de malicia y doble sentido. —Milo asintió —Pero descuida, no tienes la culpa de ser tan inocente para unas cosas e idiota para otras. —el Escorpión abrió la boca para protestar, pero el maestro no le dejo hablar —Ahora mismo voy a reparar lo que Ángelo, Camus y tu causaron, ya fuera consciente o inconscientemente.
—¡Yo debo reparar ese daño!
—No, Milo, así como eres para hacer las cosas vas a ser capaz de dar a entender que le quitaste lo virgen a Camus.
Antes de que Milo volviera a protestar, Dohko salió de la onceaba casa, tenía que aclarar cierta situación a los Santos.
Y de paso impedir que Camus matara a Ángelo.
Ángelo miro asustado sus piernas, ya no las sentía. Apenas llevaba un por de horas en el Ataúd de hielo… Bueno, la mitad, pues solo estaba atrapado de la cintura para abajo.
Su cosmos apenas y le podía mantener despierto -eran las doce de la noche- y de paso vivo.
—Ya Camus, ya entendí, no volverá a pasar. —dijo al hombre que estaba a un par de metros de él. El galo estaba envuelto en una abrigadora frazada y bebiendo chocolate. Los días en Grecia eran calurosos pero las noches, Dioses, casi podías congelar una paleta. Sumado al frío cosmos de Acuario, era un infierno—Te lo juro. —suplico.
—Ya te dije que yo no te sacare de ahí. Hazlo tú mismo. —susurro el francés, bebiendo del rico y tibio chocolate.
—¡Ya Acuario, me estoy meando!
—Me vale. —dijo indiferente —Te di la herramienta necesaria para que salgas por ti mismo. Así que, en lugar de estar rogando, empieza a picar. —una leve sonrisa nació en sus labios.
Ángelo bufo, pero ya no protesto. Sin más remedio comenzó a raspar la helada superficie con la cuchara grande de peltre que le había entregado el francés.
Una cuchara pequeña y un cuchillo totalmente doblado yacía en el suelo de la Cuarta Casa.
Definitivamente Ángelo jamás volvería a intentar vengarse de Camus.
-x Fin x-
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arkannos567 · 2 years
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¡¿Mi Gemelo es gay?!
Aclaración; Esta historia nació gracias a una publicación en la app Mi Secreto, yo solo la adapte a Saint Seiya. Así que este fic; NO ES 100% DE MI IMAGINACIÓN, YO SOLO ME INSPIRE EN LA CONFECIÓN PARA HACERLA CON LOS PERSONAJES DE SAINT SEIYA.
Advertencia: Yaoi, Aioros/Saga, modismos mexicanos, personajes OoC y muchas referencias a memes famosos.
Descubrí qué mi hermano gemelo, Saga, es gay.
Parece chiste, pero es anécdota.
Yo estaba en la sala de la casa de Géminis, sentado cómodamente en el sillón con mis patitas descansando en la mesa, viendo La era de hielo y comiendo unos takis con salsa san Luis, valiéndome 1000 hectáreas de madre qué tengo gastritis y que en cualquier rato me va a llevar la verdolaga por tragar chile. Es algo que no puedo evitar, queridos lectorcillos chismosos, el chile a mí no me gusta, ¡A mí me encantaaa!
Y me refiero a la salsa, mal pensados.
Total, me estaba chupando los dedos qué tenían resto de salsita y entro la pinché Potra, Aioros, como maldito perro por su casa.
Él hijo de su perra madre me saco un susto de aquellos, sentí que se me salía el alma (y otra cosa) del cuerpo.
—Hola.
Lo dijo con una vocecita, que parecía que en lugar de que me hablará un hombre de pecho peludo parecido a Rambo, me estaba hablando una puta ardillita. Y si, me refiero a castroso de Teodoro.
Yo lo mire con mi cara de "¿Qué putas quiereees?"
Bueno, la neta no. Lo mire con serenidad y calma, pues Saga me había dicho que tenía que ser cordial con ese Caídas locas pues si no me partiría mi madre.
Y si, admito qué me da un chingo de miedo que el bipolar de Saga me madree, ese we no se anda con rodeos. Ya ven como se madreo a la Rubia... Bueno, prosigo.
Yo, como buen caballero que soy, le dije con voz de un verdadero hombre;
—Holis.
La potra me miro por dos segundos y les puedo jurar qué le brillaron los ojitos.
Con lentitud se acercó a mí y sin pedir permiso siquiera se sentó a mi lado con deliberada lentitud.
Lo que diré a continuación, déjenme decirles que les puede traumar pues se trata un abuso hacia mi sensual persona. Una violación, me sentí humillado, manoseado, denigrado, lastimado y todo lo que terminé en 'ado'.
Él Santo cara de culo me agarro de mi mano, la que yo anteriormente estaba chupando para quitar los restos de salsa, y el desgraciado, bastardo, cara de perro, mal nacido, maldito Rambo se llevó mi dedo corazón e índice a la boca y... Los succiono de una manera... Provocativa, limpiando con su asquerosa lengua los restos de salsa y saliva que aún tenía.
Hizo eso sin dejar de verme a los putos ojos.
La neta, de la impresión no pude decir nada, en mi mente solamente se repetía la palabra; "¡¿Pero que vergas?!" Y "¡Ayuuudaaa! ¡Ayuuuuudaaaa!"
—¿Está tu hermano en casa?
Pregunto con voz sensual, áspera. Como galán de película porno (Y no me digan que no saben cómo suena una voz de galán porno porque al igual que yo, ustedes lo ven, cochinotas).
Yo estaba en shock y prácticamente le respondí por pura inercia.
—Está en su habitación. —logre decir al cabo de unos segundos —Creo…esta dormido. —tartamudee.
Jamás había sentido tanto miedo en mi vida hasta ese momento cuando él tomo mi rostro entre sus manos y acaricio con sus pulgares mis cachetitos preciosos y dijo;
—Aprovechemos entonces...
Y sin qué lo viera venir, me beso… Pero beso de lengua y baba en exceso -No entiendo como carajos es que a Saga le gusta eso-.
Me empezó a tocar el pecho, hasta que sus manos descendieron al Gran Kanon. Parecía que estaba amasando plastilina, se los juro por Dieguito Maradona.
Yo no respondí el beso, pero tampoco lo rechacé por andar en la pendeja -todo shockeado, como pinché conejo lampareado-.
Entre más pasaban los segundos el beso -si es que a esa porquería se le puede llamar beso- se hacía más profundo. Su lengua exploraba mi boca con hambre, necesidad. De vez en cuando me daba una mordida en los labios, para luego succionarlos como si fuera una rica paleta. Sus manos no dejaban de acariciarme el pecho, los brazos, los muslos, mi Gran Kanon.
Para esos escabrosos momentos ya me tenia acostado sobre el sillón ¿En que momento paso? Sepa el diablo, yo solo sé que ya me tenían listo para el matadero y ¡Ni como defenderme! Pues por más que mi cerebro me gritaba; "¡Reacciona idiota, te van a violar! ¡Esto no es un simulacro! ¡Reacionaaa!" Mi sexy cuerpo estaba modo avión.
Eso sí, yo ni respondí el beso ni lo acaricié de regreso. Y el que piense lo contrario le parto su madre.
—Me encantas, me vuelves loco, quiero hacerte el amor en este mismo instante. —me decía entre beso y beso, sus manos ahora luchaban por desabrocharme el botón de mi pantalón "Aiuuuudaaaaaa"—Saga, mi Saga...
Ahí me di cuenta que se equivocó de gemelo el muy pendejo. Y también me enteré que Saga era gay.
Vaya, la vida siempre tiene tantas sorpresas.
Cuando sentí que al fin logro bajarme el zipper y su mano se colaba con travesura entre mí ropa interior, salí de mi sopor de golpe y estuve a punto de lanzarlo lejos de mi sexy persona apareció el mismo diablo en persona, con cara adormilada y lagañas en los ojos; Saga. Pero la modorres se le paso en cuanto vio la escena.
Aioros sobre mí con una mano dentro de mis calzones, yo acostado sobre el sillón con ambas manos en sus hombros alejándolo y con mi carita asustada, apunto de llorar.
—¡AIOROS! ¡KANON!
El Sagitario se apartó de un salto como si mi simple tacto lo quemara. Me senté rápidamente y agarré un cojín que había terminado en el suelo para colocarlo sobre mi ingle, cubriéndome. Con la mejor cara de tristeza que puede hacer me volteé hacia Saga, mis hinchados labios comenzaron a temblar y empecé a respirar de manera descontrolada por la nariz.
Con fuerza grite;
—¡POR POCO ME VIOLA! ¡ME MANOSEO!
Y si, me puse a llorar a moco tendido.
Después de explicar todo lo que paso entre hipidos y sollozos, Saga me asió por los hombros y me abrazo de la manera más protectora.
Aioros me ofreció una disculpa, pero no hizo falta que le dijera que se fuera a la grandísima chingada, pues Saga lo hizo por mí. Le dijo hasta de lo que se iba a morir y que era la ultima vez que entraba a Géminis, que Saga iría personalmente a su casa.
Ese día Aioros se fue así como llego, como perro, pero con la cola entre las patas.
Y Saga para aliviar mi trauma, me hizo mis platillos favoritos todo un mes.
Ahora Aioros no me puede ver a la cara de la pinche vergüenza.
Saga me pregunta cómo puede lograr que Aioros sepa besar chido.
Y yo trato de asimilar -porque fue de putazo qué me di cuenta- que soy bisexual -la neta si me gusto su beso todo baboso, para que decir que no si la respuesta es si-.
Hasta aquí mi reporte Joaquín.
FIN
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arkannos567 · 2 years
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Recuerdos
Los gritos de Shion resonaban por toda la casa de Géminis al igual que los grititos eufóricos de los pequeños peliazules que hacía poco habían llegado a poner su vida patas arriba. En sus 200 y pico de años jamás había lidiado con niños tan traviesos. Llego a pensar que él y Dohko eran unos angelitos comparados con esos dos escuincles cuando tenían su edad. Incluso la Guerra Santa se le hizo pan comido comparado con la batalla que ahora estaba enfrentando; Vestir a esos dos.
Si bien uno ya le ponía la remera (de brusca manera) e iba en busca del otro, cuando regresaba el primero ya estaba vestido solamente en sus calzoncitos con el estampado de un pajarito amarillo, Piolín se llamaba (o eso le comento la vendedora).
Maldijo la hora en que los gemelos lograron convencerle de adquirir esos calzones del demonio.
—¡Kanon! ¡Saga! ¡Quédense quietos! ¡O no iremos de paseo! —grito, exasperado, cogiéndolos a ambos de las manos y llevándolos a la cama.
Dohko, que estaba de brazos cruzados apoyado al marco de la puerta, se carcajeo, sumamente divertido por la situación de su mejor amigo.
Shion giro a verle con la peor mirada que tenía, ganándose más burlas.
—A mí no me mires así. —alzo los brazos por encima de su cabeza para luego posarlas en su nuca, Shion por instantes vio al joven de hace muchos años, y no al enano morado que tenía frente él —Que yo no tengo la culpa que estos chiquillos sean nudistas en potencia.
—No sé porque, Dohko, pero eso lo dudo... —murmuró al recordar a su amigo en sus épocas doradas —Si mal no recuerdo, jamás vestías camisa.
—Era joven, tenía que enseñar la carne para vender... ¿O no Saga? —miro al mayor de los dos infantes que detuvo su andar para mirarle con duda.
—Eh...
—¡Dohko! ¡Deja de molestar a Saga con preguntas estúpidas y ayúdame a vestirlos! —señalo a Kanon y Saga, que ahora estaban sobre la cama jugando a las peleas de almohadas.
—Tranquilo, tranquilo, eso haré... —con calma se acercó hasta la cama, mientras Shion ocupaba su lugar —Saga, Kanon... —ambos gemelos dejaron sus juegos y le miraron curiosos. Dohko les parecía la criatura más fea y graciosa de la tierra, aunque una criatura muy amable y que consentía todos sus caprichos —¿No quieren vestirse? —ambos negaron con sus cabecitas —¿Por qué? —cuestiono.
—Porque hace calor. —respondió Saga con simpleza.
—Porque no tengo ganas y me gusta presumir mi pajarito. —respondió Kanon con una sonrisa, mientras señalaba el dibujo animado. Saga ladeo la cabeza ante sus palabras y después de unos segundos de pensarlo, también dijo que le gustaba presumir a la curiosa ave.
—Bien, bien... —se llevó la mano al mentón, entrecerró los ojos y les analizo —Y tienes mucha razón en presumir a tu pajarito. —sonrió de lado, un escalofrió recorrió la espalda de Shion. Esa sonrisa no auguraba nada bueno —Pero, si no se visten, se los voy a agarrar. —señaló con descaro el dibujo animado.
Saga y Kanon abrieron los ojos de par en par, se miraron y luego volvieron a ver al Viejo Maestro. Y sin que los dos hombres ahí presentes imaginaran lo que iba a pasar; Kanon hecho a correr rumbo al pasillo mientras Saga se encerró en el baño.
—¡Dohko! —vocifero Shion, llevándose ambas manos a la cabeza.
—¿Qué? Yo me refería al pajarito que tienen estampado. —se encogió de hombros e hizo un gesto despreocupado con la mano —Algún día les gustara que les agarren el pajarito, si no lo sabre yo. —le guiño el ojo con gesto pícaro.
—¡Dohko! Entre más años tengas se ve que no cambias —gruño —Y claro que les gustara unas lindas chicas les agarren el pajarito, pero no un viejo decrepito que ya apesta a muerto.
—¡Ey! —se quejó el chino.
—¡Ya cierra el hocico y ayúdame a ir por Kanon!
—¿Y Saga? —cuestiono, mientras cogía su bastón.
—Descuida, le conozco bien y sé que no saldrá a ningún lado, ahora ¡Muévete para ir a buscar a Kanon!
—Descuida amigo... —murmuro, mientras empezaba a caminar con calma —Voy rápido y furioso.
Saga se alejó de la puerta en cuanto los pasos se hicieron cada vez más lejanos.
Trago saliva; Dohko le iba a agarrar su pajarito. Observo su calzoncito de Piolín y sus ojos se humedecieron. No quería que le agarrara su pajarito ¿qué tal que se lo manchaba?
Salió de puntitas del baño y se dirigió a su ropero, comenzó a buscar con desesperación en su ropa interior alguna prenda que no tuviera estampado y no, todas tenían un pajarito.
Hacía poco que Shion les había comprado varios calzones y bóxeres con pajaritos azules por todos lados. Al comprobar que no tenía ninguno libre de pajaritos, se llevó ambas manos a la cabeza y se asió su corta melena hacia atrás.
Buscar en la ropa de Kanon era tiempo perdido, ambos usaban prendas iguales. Trago saliva... Y pensó que hacer para evitar que le agarraran su pajarito.
Vestirse no era una opción, hacia calor y el odiaba andar vestido.
Abrió los ojos de par en par, y se miró en el espejo frente a él. Una sonrisa se extendió por su rostro, siendo regresado por su reflejo.
Ya sabía qué hacer.
—¡Ayuda! ¡Ayuuuuudaaa!
—Basta ya Kanon... Van a pensar que te estamos matando. —replico Shion, mientras llevaba a Kanon en el hombro, con Dohko a un lado.
—¡El Maestro Roshi me quiere agarrar mi pajarito! —chilló, sin dejar de patalear y manotear. Shion afianzo su agarre con fuerza, no estaba en edad para aguantar berrinches.
—Descuida, a mí no me gusta agarrar pajaritos... Yo prefiero agarrar las frutas, en especial la papaya, ¿O no Shion? —dijo, dándole un ligero codazo en las caderas.
—¡YA ESTUVO DOHKO! Eres un maldito pervertido...
—Y tú un amargado. Es un niño, no entiende sobre estas cosas... Cuando sea grande ya sabrá.
—Ya cállate Dohko, o te tiro desde la ventana... —apresuro el paso, dejando atrás al pequeño Maestro.
En cuanto llegaron a la habitación, Shion con cuidado deposito a Kanon sobre el piso sin soltarle, apenas alzo la vista sus ojos se abrieron al igual que los del menor de los gemelos.
Sobre la cama se encontraba un desnudo Saga que les sonreía de oreja a oreja.
Apenas hicieron caso a Dohko que soltó un sorprendido;
—¿Qué demonios? —el sonido de su bastón cayendo al suelo se escuchó después de eso. El pequeño Saga, desnudo en toda su gloria, apunto al viejo maestro con su dedo índice y dijo victorioso:
—¡Ahora no podrás agarrarme el pajarito jamás! —dio un par de brincos sobre la cama, alegre de haber triunfado.
Dohko se humedeció los labios y ladeo la cabeza, mirándole detenidamente.
—Quizá, yo no te voy agarrar tu pajarito, pero te puedo apostar que si andas por todo el Santuario en pelotas las que te lo van agarrar serán las ¡mujsht! —Dohko se fue de bruces al suelo, pues Shion ni tarde ni perezoso, le atesto tremendo golpe con su bastón.
—¡Saga! ¡Ponte los calzones inmediatamente! —vocifero Patriarca, una vez libre del bocón de Dohko.
—¡Nunca! ¡Abajo los calzones! —grito el chiquillo, lanzando al aire la prenda que momentos antes había recogido. De un salto bajo de la cama y se escabullo por entre sus acompañantes gritando como un poseído. Shion no tardo ni tres segundos en salir tras él.
Kanon parpadeo lentamente, saliendo del shock causado por la reciente escena. Bajo la vista lentamente, observando al Maestro Dohko (Roshi, para él) apoyado en sus codos con una pequeña sonrisa curvando sus labios.
Ambos se miraron por escasos segundos y después, soltaron a reír a carcajadas.
-X-
Shion era de las personas que atesoraba todos los buenos momentos, pues sabía que, para personas como ellos, esos instantes eran escasos y muy difíciles de repetir. Por ello, el hombre de cabellos verdes se aferraba con uñas y dientes a esos hermosos recuerdos que sabia no volverían y que jamás podrían labrar nuevos, menos con la Guerra Santa encima.
Clavo su vista en el horizonte, por donde dentro de un par de horas saldría el sol por las colinas, iluminando el Santuario que se erigía como su actual campo de batalla.
Dohko estaba a su lado en su cuerpo ya rejuvenecido, sentado con la misma desfachatez cuando solo tenían dieciocho años. En esos momentos, Dohko era luz, su armadura relucía bajo la escasa luz de la luna que poco a poco iba desapareciendo en el firmamento. Y Shion, era oscuridad, terrible oscuridad.
Evitaba por todos los medios mirar la Sapuri de Aries, era algo que no le orgullecía, pero tuvo que hacer por un bien mayor.
—¿Qué tanto piensas, Borrega? —preguntó Dohko con voz suave, el cosmos de Saga, Camus y Shura se estaban alejando, iban al castillo Heinstein.
—Recuerdo cosas. —replico, soltando un suspiro —De ti... De mis niños. —un nudo se le hizo en la garganta y las lágrimas retenidas hacían arder sus ojos amatistas. Tanto dolor por el que habían pasado en esas doce horas ¿Pero qué demonios? ¡Tantas cosas que pasaron desde niños! tantas cosas que se pudieron evitar. —¿Recuerdas la vez que amenazaste con agarrarle el pajarito a Kanon y a Saga? —con rapidez se limpió una lagrima traicionera que no pasó desapercibida para el chino.
—Si... —dijo con voz trémula, una pequeña sonrisa nació en sus labios —¿Sabes que Saga si se volvió un nudista profesional? En su pelea con Seiya, estaba tal y como su madre lo trajo al mundo. —Shion alzó una ceja.
—¿Quién te lo dijo?
—El mismo Seiya. —se encogió de hombros restándole importancia. —Y, además de eso, Saga tiene una buena fama con las mujeres. Se cumplió mi predicción, que si se paseaba en pelotas las mujeres le iban a acariciar el pajarito. —movió las cejas de forma coqueta y Shion, que hasta ese entonces lució una cara perpleja, estalló en carcajadas. Dohko le acompaño en sus risas, hasta que un destello les llamó la atención.
En el Reloj de Fuego, Meridia, ahora solo ardía una llama. Tenían menos de una hora para estar juntos.
"No es un adiós... Es un hasta pronto, mi amigo"
—Jamás creí decir esto, pero... —Shion hablo, sus ojos lucían acuosos —Saga sería un digno sucesor de Libra.
Dohko trago saliva mientras las lágrimas bajaban lentamente por sus mejillas —Si, sería un digno sucesor...
—FIN—
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