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#Figuras del presentimiento
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Alejandra Pizarnik | El infierno musical [en I-«Figuras del presentimiento» de «El infierno musical» 1971]
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leiderprincipe · 4 months
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This story is inspired by this image from Twitter or X, you can find the second part on my Wattpad profile, I will leave it here.
En la tranquilidad de su modesta morada en Tatooine, Obi-Wan Kenobi se encontraba compartiendo un momento de paz con el pequeño Luke Skywalker. La luz del sol de los dos soles gemelos se filtraba por las pequeñas ventanas, iluminando el hogar con un cálido resplandor.
Luke, de apenas cinco años, reía alegremente mientras jugaba con burbujas de jabón que Obi-Wan había conjurado para él. Obi-Wan, vestido con su túnica beige, sonreía paternalmente, disfrutando de la inocencia y alegría del niño. El simple acto de crear burbujas se había convertido en un ritual diario que ambos esperaban con ansias. Obi-Wan sentía un profundo cariño por Luke, recordándole tanto a su padre, Anakin Skywalker.
La risa de Luke se detuvo abruptamente cuando un presentimiento oscuro cruzó el rostro de Obi-Wan. Se levantó, dejando la jarra de cerámica en la mesa, y recogió a Luke en sus brazos. El rostro de Obi-Wan estaba tenso, sus sentidos Jedi alertados por una presencia que no había sentido en años. Luke, notando la tensión de su cuidador, se abrazó a su cuello con fuerza.
—Obi-Wan, ¿qué sucede? —preguntó Luke con un tono de inocente preocupación.
Obi-Wan no respondió de inmediato, pero su mirada se dirigió hacia la entrada de la vivienda.
—No te preocupes, pequeño Luke. Todo estará bien —dijo Obi-Wan, intentando calmar al niño, aunque su propia inquietud era palpable.
Justo en ese momento, la puerta se abrió lentamente. La figura oscura y amenazante de Darth Vader llenó el umbral, su respiración mecánica resonando en el silencio. Obi-Wan retrocedió un paso, sosteniendo a Luke con fuerza.
—Kenobi —la voz profunda y distorsionada de Vader rompió el silencio—. Sabía que te encontraría aquí.
Obi-Wan sintió una punzada de tristeza y culpa al ver lo que su antiguo aprendiz, Anakin, se había convertido. Sin embargo, no permitió que esos sentimientos lo distrajeran.
—Anakin —dijo Obi-Wan, utilizando deliberadamente su nombre original—, no permitiré que te lleves a este niño.
Vader dio un paso adelante, sus ojos detrás del casco fijos en Luke.
—El niño es mío por derecho. Es el hijo de Skywalker.
Luke, asustado, se aferró aún más a Obi-Wan.
—No dejaré que lo corrompas como te corrompieron a ti —respondió Obi-Wan, su voz firme.
Obi-Wan sabía que no podía enfrentarse a Vader con Luke en sus brazos. Necesitaba proteger al niño a toda costa. Con una mezcla de determinación y dolor, buscó una salida para Luke mientras se preparaba para enfrentar a su antiguo aprendiz una vez más.
Obi-Wan sabía que no podía enfrentarse a Vader con Luke en sus brazos. Necesitaba proteger al niño a toda costa. Con una mezcla de determinación y dolor, buscó una salida para Luke mientras se preparaba para enfrentar a su antiguo aprendiz una vez más.
—Luke —dijo en un susurro urgente, manteniendo sus ojos en Vader—. Corre a la parte de atrás y escóndete. No salgas hasta que yo te llame, ¿entendido?
Luke, con los ojos llenos de miedo pero confiando en su protector, asintió y corrió hacia la parte trasera de la casa, desapareciendo de la vista.
—Anakin, no hay necesidad de esto —dijo Obi-Wan, enderezándose y encarando a Vader—. Todavía hay esperanza para ti.
—Ese nombre ya no significa nada para mí —replicó Vader con frialdad—. Entrega al niño, Kenobi, y tu sufrimiento terminará.
—Nunca —respondió Obi-Wan, encendiendo su sable de luz con un característico zumbido azul.
Vader, sin perder tiempo, activó su sable rojo, iluminando la habitación con un brillo siniestro. Con un rugido de ira, avanzó hacia Obi-Wan, quien bloqueó el primer ataque con una fuerza que solo años de entrenamiento y experiencia podían proporcionar.
El choque de los sables resonaba por la humilde morada mientras Obi-Wan y Vader se enfrascaban en un feroz duelo. Obi-Wan, aunque mayor y más cansado que en sus días de juventud, todavía era un formidable oponente, utilizando la agilidad y precisión que lo habían caracterizado siempre. Vader, por otro lado, era una fuerza imparable de odio y poder, su estilo agresivo reflejando su rabia interna.
Cada golpe, cada bloqueo, era una danza de recuerdos y arrepentimientos. Obi-Wan intentaba razonar con Vader entre ataques.
—Anakin, puedes volver. Puedes ser redimido.
—¡No soy Anakin! —gritó Vader, arremetiendo con un golpe brutal que casi derriba a Obi-Wan.
La batalla se intensificó, y Obi-Wan sintió la creciente dificultad de mantener a raya a su poderoso adversario. Sabía que tenía que ganar tiempo para que Luke estuviera seguro, pero también era consciente de que la situación se volvía cada vez más desesperada.
En medio del combate, un sonido metálico llamó la atención de ambos. De la penumbra surgió una pequeña figura: Luke, con una expresión decidida, sostenía un viejo blaster que había encontrado en la casa. Apuntó hacia Vader con manos temblorosas pero firmes.
—Déjalo en paz —dijo Luke con valentía, aunque su voz temblaba.
Vader se volvió hacia el niño, y en ese momento de distracción, Obi-Wan aprovechó la oportunidad para desviar el sable de luz de su enemigo, apartándolo de Luke.
—¡Corre, Luke! ¡Corre ahora! —gritó Obi-Wan.
Luke, comprendiendo la gravedad de la situación, salió corriendo hacia el desierto, perdiéndose en la luz del atardecer de Tatooine.
Obi-Wan, exhausto pero determinado, miró a Vader con una mezcla de tristeza y resolución.
—Esta batalla no terminará hoy, Anakin.
Vader, enfurecido por la pérdida de su presa, lanzó un último ataque. Obi-Wan, utilizando la Fuerza, logró escapar en el último momento, dejando a un Vader furioso y derrotado en la entrada de la casa.
Obi-Wan sabía que tenía que encontrar a Luke y asegurarse de que estuviera a salvo. Con una última mirada hacia su antiguo aprendiz, desapareció en la vasta extensión del desierto, dispuesto a proteger a Luke cueste lo que cueste.
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inairthings · 6 months
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911 y Buddie ❤️‍🔥
🇪🇸 - 🇬🇧
911 and Buddie
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ESTE POST TIENE SPOILERS / THIS POST HAS SPOILERS
911 es una serie de bomberos, no es realista obviamente, es ficción y en ficción siempre se exageran las cosas aunque hayan tomado ideas de la vida real donde pasan cosas muy locas todos los días.
Uno de los puntos fuertes de esta serie es el BROmance entre dos de sus protagonistas, Eddie Díaz y Evan "Buck" Buckley, o Buddie, como los fans han decidido llamarlos, dos hombres que empezaron su amistad con mal piel pero que poco a poco fueron convirtiéndose en mejores amigos, hasta el punto de que Buck es una figura paterna para el hijo de Eddie, Christopher.
El tema está en la ENORME química que existe entre Ryan Guzmán, que interpreta a Eddie y Oliver Stark, que da vida a Buck, una química que obviamente han traspasado a sus personajes.
Leer más 👇🏻 - CONTIENE SPOILERS
🇬🇧 English 👇🏻 - CONTAINS SPOILERS
¿Y qué es lo que sucede?, que te los imaginas como pareja que pasa de ser una pareja de amigos a una pareja que es algo más, unos sentimientos que intuyes que están ahí y que quieres que se hagan realidad, pasar de BROmance a ROmance, y la prueba está en la cantidad de fanfiction, más de 23.000, que hay en la web Archive of Your Own o AO3.
Son seis temporadas esperando a que den el gran paso porque siendo sinceros interpretarían a una de las mejores parejas LGBT de la televisión, una con un apoyo brutal y también de las más bonitas, seis temporadas de tensión en las que hay situaciones de tensión brutales entre ellos y eso traspasó la pantalla gracias a esa química que existe entre ellos.
AQUÍ COMIENZAN LOS SPOILERS
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Y de repente en la Temporada 7 Buck sale del armario como bisexual, Tommy Kinard, un antiguo miembro del 118 e interpretado por Lou Ferrigno Jr, alias mi querido Rocker en SWAT, le besa, un beso que honestamente vi extraño, no me transmitió nada y en el próximo episodio tendrán una cita. Yo creo que ese es el primer paso para la relación romántica entre Eddie y Buck, y me gusta porque quiero que sea una relación que avance despacio y segura, no de una forma rápida.
¿Qué creo que podemos esperar de Buddie?
No sé cual de los actores dijo que veríamos a Buck y a Eddie más cercanos que nunca y creo que puede ser una pista, obviamente no pueden revelar lo que pasará pero si tuviera que decir una teoría tengo el presentimiento de que en un primer lugar la serie va a llegar a la Temporada 10 y que esa será la última temporada (espero que no, aunque prefiero un final bueno que no alargar la serie y darle un final malo). También que Buddie se resolverá al final del último episodio de la Temporada 7 y que se empezará a desarrollar ya en la Temporada 8 donde ya tendremos una pareja establecida y hasta el final de la serie.
Veremos lo que nos depara el resto de temporada, lo que está claro es que Buddie es muy real.
🇬🇧 English
911 is a firefighters tv show, it is obviously not realistic, it is fiction and in fiction things are always exaggerated even though they have taken ideas from real life where very crazy things happen every day.
One of the strong points of this series is the BROmance between two of its protagonists, Eddie Díaz and Evan "Buck" Buckley, or Buddie, as fans have decided to call them, two men who began their friendship in a bad and antagonist way, but they became best friends, to the point that Buck is a father figure to Eddie's son, Christopher, and he is in Eddie's will.
The issue is the HUGE chemistry that exists between Ryan Guzman, who plays Eddie, and Oliver Stark, who plays Buck, a chemistry that they have obviously transferred to their characters.
And what happens? You imagine them as a couple that goes from being a couple of friends to a couple that is something more, feelings that you sense are there and that you want to come true, going from BROmance to ROmance, they are very loved and the proof is in the amount of fanfiction, more than 23,000, that there are on the Archive of Your Own or AO3 website.
There are six seasons waiting for them to take the big step because to be honest they would play one of the best LGBT couples on television, one with brutal support and also one of the most beautiful, six seasons of tension in which there are brutal situations of unresolved tension between them and that crossed the screen thanks to that chemistry that exists between them.
SPOILERS BEGIN HERE
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And suddenly in Season 7 Buck comes out as bisexual, Tommy Kinard, a former member of 118 and played by Lou Ferrigno Jr, aka my dear Rocker in SWAT, kisses him (btw I don't feel anything with this kiss), and in the next episode they go on a date. We know Lou Ferrigno will be only un several episodes, so I think that is the first step for the romantic relationship between Eddie and Buck, and I like it because I want it to be a relationship that moves slowly and safe, not rushing.
What do I think we can expect from Buddie?
I don't know which of the actors said that we would see Buck and Eddie closer than ever and I think it could be a clue, obviously they can't reveal what will happen but if I had to say a theory I have a feeling that in the first place the series It's going to reach Season 10 and that will be the last season (I hope not, although I prefer a good ending to not lengthening the series and giving it a bad ending). Also that Buddie will be resolved at the end of the last episode of Season 7 and that it will begin to develop in Season 8 where we will have an established couple until the end of the series.
We'll see what the rest of the season has in store, what's clear is that Buddie is very real.
Yeah, Buddie❤️‍🔥 is Endgame
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suikyounamegami · 7 months
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Slow Damage: Clean dishes | Prólogo④ - Capítulo 5 (Español)
Después de mucho tiempo vuelvo a actualizar un capítulo de SD Cd 😫
ya nada más falta contacto 2 para terminar el prólogo 4 😣
Ruu: “Guau, eso fue duro”
La limpieza finalmente terminó, y Ruu exhaló un comentario de cansancio junto con un suspiro.
Kimika: “Esta vez fue… como decirlo… más difícil de lo habitual, mentalmente”
Kimika también se sentó en el suelo y dejó caer los hombros abatido.
Hemos limpiado escenas más espantosas antes, pero había una sensación de fatiga diferente a eso en el aire.
Ruu: “¿Esto también es eso? ¿Seguidores de "Hare's Nest"?”
Kimika: “Quien sabe”
Kimika dio una respuesta descuidada, tal vez porque está bastante cansado.
Ciertamente, si los propietarios adolescentes continúan haciendo esto, empezaras a sospechar que se trata de algún tipo de incidente.
Ruu: “Ya sé. El culpable… ¡Eres tú, Kimika!”
De repente, Ruu apuntó con el dedo índice a Kimika, junto con palabras que parecían actuadas.
Kimika: “¿Eh!?”
Kimika levantó el rostro sorprendido y miró a Ruu con incredulidad.
Kimika: “¿¡Eh, yo!? ¿¡Por qué!?”
Ruu: “La razón es… ¡Porque eres un ex estilista!”
Kimika: “¿¡Ja~!? ¡No puede ser! ¡Entonces todos los estilistas del mundo serían culpables!”
Kimika: “Para empezar, es sólo porque "Hare's Nest" suena como a peluquero, ¿no?!”
(*Hare's Nest = Hair Nest*)
Ruu: “(*risa*) Bueno, sí. Estoy bromeando. Como estás tan exhausto, pensé en animar las cosas”
Kimika: “¡No estoy nada emocionado! ¡Más bien, la tensión bajó!”
Junto a ellos dos que bromeaban, busqué a Shiro.
Shiro estaba mirando algo fijamente otra vez. Últimamente, esta tendencia se está dando mucho después del trabajo. Quiere decir que…
(*sonido de pasos*)
Baku: “…Oye, Shiro”
Teniendo un mal presentimiento, me acerqué al lado de Shiro.
En el estante donde Shiro miraba… había una figura de conejo.
La figura estaba manchada de rojo y negro, y un papel, también teñido de rojo, estaba metido debajo.
Parece una nota escrita a mano, pero no veo muy bien lo que está escrito.
Caminé hacia el estante y extendí la mano para agarrar la nota.
En ese momento se escuchó un ruido, y un olor como de algo quemándose recorrió el aire.
Ruu: “…¡Baku, Shiro! ¡Huyan!"
Kimika: “¡La habitación… está ardiendo!"
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el-dio · 7 months
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V&V "Súcubo AU"
Un Au de Trolls para pasar el rato y todo por una frase que dice Floyd _son como súcubos.
Floyd llevaba 20 años separado de sus hermanos y hubiera seguido por más tiempo pero una noche despertó con el corazón desbocado, la falta de vitalidad era notoria, un miedo inexplicable recorría cada fibra de su ser.
Cada noche durante un mes sufrió en silencio, ya no aguanto al notar la perdida de color en sus pies, varios mechones blanquecinos decoraban su abundante melena, talvez fue su paranoia lo que impulso a tomar decisiones drásticas tales como reunir a sus hermanos nuevamente y llevarlos a disculparse con aquel Troll quien abandonaron en un acto cobarde, presentía que su tiempo era ajustado y se agotaba cada vez más rápido, paso calvarios pero logro su cometido.
Les hizo jurar no contarle al menor sobre tan complejo asunto, solo los mayores sabrían que estaba muriendo, la primera noche en el búnker de su hermanito fue extrañamente tranquila, también la segunda, la tercera no cambió, concluyó que su estado se debía a la culpa tras el abandono, ojalá hubiera sido eso.
La cuarta noche todo volvió a repetirse, pero algo nuevo paso, pudo soñar después de mucho tiempo, aunque no sabía realmente que sentir, en el mundo onírico dos hermosas e imponentes figuras jugaron con el de un modo apasionante, lograron hacerlo tocar el cielo para después besar el infierno mismo, de ojos zafiros y verdosos cabellos aquellos hermanos lo volvieron aún más loco.
Ya ni ponerse en pie podía, todo el día en cama bajo la excusa de tener resfriado, fue nuevamente visitado tras caer vencido, disfrutaba del tacto cariñoso que el chico con peinado alto le daba, sedia fácilmente ante la dominante mujer de coleta larga, todo se torcía al despertar y confirmar su creciente deterioro acompañado de la perdida de aún más color.
Pasado la semana no pudo seguir ocultando la verdad, confesó estar muriendo a su pequeño hermano, las lágrimas estallaron hasta agotarse, deseaban encontrar respuestas o una cura pero todo fue en vano, incluso se arriesgaron con la armonía perfecta, fallaron claramente.
Miraba las estrellas antes de sumergirse en su cansada mentecilla, tenía el presentimiento que está sería su despedida, pero no, ambos hermanos discutían mientras el flotaba gracias a una oja, se encontraban en un lago.
_lo digo enserio hermana, basta, ¡dejemos al pobre en paz!.
_eres un exagerado Ven, yo lo veo perfectamente bien, demonios solo terminemos el trabajo.
_¡lo estamos matando!, sabías que no debíamos meternos con especies pequeñas, porfavor Vel.
Aclaro antes de hablar, realmente no quería ser entrometido pero era su vida la que estaba en juego
_Disculpen pero ¿Será posible me dejen ir?, no quiero morir todavía, apenas logré reunir a mi familia.
_calla enano, solo aguanta hasta que haga entrar en razón a este bello cretino.
_incluso el lo sabe, solo busquemos a alguien más, ¿Que tal la gigante morada, se llama Orchid, verdad?.
_ella no está mal pero la esencia de este troll es mejor, solo un poco más y podremos ascender, no lo arruines por tu sentimentalismo
Siguieron así un buen rato, a Floyd no le quedó de otra que esperar, se estaba aburriendo así que empezó a tararear cualquier cosa, en ese momento se le iluminó el foco
_¡Son súcubos!.
_si, eso somos genio, no estamos contigo por que estés bueno.
_aunque eres bueno realmente, pero ese no es el punto, Vel, juro que si sigues con esto... ¡Me largo y no me vuelves a ver en tu vida!
_bien por mi, ¡así me dejas de estorbar de una buena vez!
_¡SIEMPRE ERES CRUEL!
_¡Y TU UN LLORON BUENO PARA NADA!
_¡TE DETESTO!
_¡SOLO ERES UNA CARGA! ¡NI SE PARA QUE NACIST-
_¡BASTA LOS DOS!, basta, se están lastimando.
El pelo verde había comenzó a llorar mientras hipaba, intentando torpemente parar las saladas gotas con sus temblorosas manos, al troll se le apretó el corazón, mientras la peli verde miraba en silencio.
_yo se que no lo dices en serio, puedo notar como te preocupas por el, cuando se ponía nervioso te tomabas el tiempo para ayudarlo, siempre estás muy pendiente.
_¿En verdad preferias que yo no naciera?
_no, maldición no, eres lo poco bueno que me ha pasado, solo quiero que los dos alcancemos la sima.
_Velvet, estoy feliz mientras estemos juntos y bien, tu también eres lo mejor que me ha pasado.
_no puedo obligarte, se cancela la cesión troll ¡ni una palabra de esto a nadie!
Luego de aquello ambos se marcharon volando hacia la luna, Floyd despertó con más energía que nunca, después de eso pasaron los días y recupero toda salud perdida, hasta su color excepto por el cabello.
Solo espera que ambos hermanos estén bien, en secreto le gustaría volver a verlos.
Listo, hasta aquí llegó está mini historia, no pos ni yo sé cómo me atrevo a escribir esta cosa :)
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jose92gt · 11 months
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Yu-Gi-Oh Go Rush 82
La panaderia de Zwijo es la mejor actualmente, Zwijo tenía ese presentimiento que algo no iba del todo bien
Dinowa echo a Mitsuko de la panadería y además que sueña con tener su propia tienda esta cansada de trabajar tiempo normal
Dinowa desafía a Zwijo por el puesto de director de la panadería, Dinowa en su duelo hacen uno con su monstruo as comió pan de Curry con Earthdamar, pese a eso Zwijo se las logra ingeniárselas para salir ganador en el duelo
Todo ha vuelto a la normalidad, Dinowa regresando a la forma de mueble la que estaba, luego Zwijo por su cuenta va investigar y se logra encontrar con una figura con el número 40
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Track 25: Wrist cutter
Frente la tumba de Rinne, se encontraba la familiar figura de un demonio contemplando silenciosamente. Suspiró, extendiendo su mano de la que salió fuego negro que luego se trasformó en un largo pergamino.
—Ameguchi… —tachó su nombre de la lista.
El pergamino desapareció. Estiró su mano para retirar el sello.
Rinne flotaba detrás suyo.
—¿Vienes a por mí? —estaba emocionada de volverle a ver.
—No cariño, llevarme a los muertos no es mi trabajo, solo los localizo en mi tiempo libre. —se dio la vuelta— Le hago un favor a Azazel —puso sus manos en su frente, inclinándola hacia atrás— le molestan los niños que no regresan a casa en O—bon.
—Nadie me ha llamado…
—Lo sé, estás atrapada entre los vivos. —habló con pena— Por ello necesito ver tu pasado, siempre hay alguien que te puede ayudar, si te quedas aquí jamás podrás reencarnar.
—Vivir es doloroso.
—O peor, algún onmyoji podría erradicarte, eres un onryo al fin y al cabo.
Rinne frunce el ceño, pensaba que Takumi era un amigo.
—Si se te ha permitido seguir aquí es porque tan solo tuviste mala suerte pequeña tonta —sonrió, por supuesto que sabía de aquel acontecimiento— Te prometo que la siguiente será mejor.
Los ojos de Rinne quedaron en blanco.
- ͙۪۪̥˚┊❛ ❜┊˚ ͙۪۪̥◌
—¿Te gusta? —llevaba el cabello recogido con un par de horquillas con flores rojas, sandalias de madera altas y un yukata en negros y grises con detalles que dejaban ver que se trataba de un estilo juvenil, usando un par de aretes de iolita.
—He estado esperando a usarlo todo el año.
Mientras tanto, Tama y Oswald llevaban ropa más casual.
—Te verías mejor si variaras de colores… —estaba ligeramente sonrojado.
—¡Espera! —se puso en medio de ambos— ¡No me avisaste que vendrías en yukata Ame!
—Lo olvidé…
—Jo…
Revisó su móvil.
—Papá ya debe estar en el festival. —tomó la mano de Rinne— Deberíamos tomar un taxi para llegar más pronto.
—¿Por qué tenemos que ir si podemos hacer algo en casa? se llena más que los festivales locales, qué pereza… —bufó.
—Es más divertido ver los fuegos artificiales de cerca que desde tu casa, son cosas que debes aprovechar mientras eres joven, Tama —comentó Rinne—, además, en el O—bon no puedes saber quién está vivo y quién no.
—Es solo una leyenda…
—Es real.
—Ah, los he encontrado.
Dalia y la Rinne fantasma les veían desde unos metros más lejos
—¿Es tu pareja? Parece un buen chico.
Asintió
—Lo era, parecía un ángel. —se sentía extraño luego de días poder tocar el suelo con sus transparentes pies.
—¿Quieres saber una forma de reconocer un ángel? Siempre llevan una pulsera o collar con su nombre escrito en runas.
—Oz nunca llevó de esos... quizás no lo era. —decepcionada.
—Es muy difícil encontrar ángeles rebeldes fuera de Thanatos —dijo— aunque te puedo asegurar que este es humano, los ángeles tienen terminantemente prohibido formar relaciones no profesionales con vosotros.
—¿Por qué?
Retiró su capucha, dejando ver su cabellera negra.
—Las emociones humanas les contaminan, un ángel debe mantener su pureza a toda costa. —señaló— Para ser adorados por una gran parte del mundo, ellos realmente odian a los humanos.
Dejó ir una pequeña risa.
—Es extraño… mi parte favorita del O—bon era adivinar quién era el fantasma, ahora yo me he convertido en uno. —se paró frente a su yo pasada que esperaba a los otros sentada sobre una manta de picnic, con una mirada melancólica.
—No es como si pudieras distinguir la diferencia para empezar.
Rinne frunce el ceño.
—¿Echas de menos vivir?
—No, la Rinne de antes era infeliz.
Tama llegó a hacerle compañía.
—¿Cómo te imaginas el fin del mundo?
—¿De nuevo con eso? —suspiró fastidiada— No lo sé, prefiero algo que no se sienta, como quedarse dormido y darte cuenta de que… no hay un mañana.
—Vamos a morir juntas, Shinobu. —la chica le miró con un brillo peculiar en los ojos— Mientras nadie mira.
—Ya te he dicho que no lo haré.
—Tenía el presentimiento de que ese sería mi último día. —comentó— No le había dicho a nadie en casa que había salido a vaguear el último día de O—bon. —rio algo forzada, dejando que más de su cabello ocultara su rostro— Ni siquiera en casa me libraba de las montañas de trabajo sinsentido, era infinito e injusto… yo era una simple estudiante que quería tener una juventud normal.
—Los humanos son estúpidos por naturaleza.
—Esperaba que Shinobu me detuviese, Oz estaba muy ocupado con su otra hermana. —empezó a caminar rodeando a la Tama del recuerdo— Mas en el fondo sabía que «salvación» era algo imposible para un humano tan caótico como yo.
—Así que eras consciente.
—Claro que lo era, no es una bonita experiencia presenciar tu propia autodestrucción.
—Heh, esperaba que le echaras la culpa a algún ayakashi.
—Ellos nunca tuvieron culpa, yo misma cavé mi propia tumba.
—¿Por qué siempre me rechazas Shinobu?
—¡Porque no quiero morirme como tú! —se puso de pie— ¡¿Por qué siempre lo arruinas?!
—Pero mientras vivía, no estaba segura si realmente yo misma perdí la cabeza, o los ayakashi me influenciaron. —puso sus manos alrededor del cuello de Tama sin poder tocarlo— Pero desde que Oz me reveló su secreto descubrí que su adorable hermana tenía una bonita cara, tan bonita que la quería hacer pedazos. —su cuello se quebró hacia un costado, con una mirada sombría, sangre le brotó de la boca— Devolverla al basurero de donde vino y romper cada una de sus extremidades.
Los onryo son verdaderamente interesantes.
—¡Cada vez que intento arreglar las cosas entre nosotras tú…!
—Conseguí una foto, ¿quieres verla?
—¿Ah? —dio un paso hacia atrás.
Acomodó su cuello.
—Agradezco que Yamanbagiri cumpliera su promesa.
Sacó una foto pequeña de su obi, que le mostró.
—Oz siempre dice que reaccionas en su contra porque podría ser similar a tu verdadero padre, pero no se parecen en nada.
Solo se podía ver su repentina expresión horrorizada.
—Yo te quiero Shinobu, eres mi mejor amiga. —acortó sus distancias— La oportunidad que te ofrezco de largarnos para siempre de este mundo miserable es solo para ti.
Tiritaba de repentino terror.
—Anda, ven conmigo… te lo ruego.
Apartó la mano que sostenía de foto.
—¡ALÉJATE! —cubrió sus oídos cerrando fuertemente los ojos— ¡LÁRGATE, VETE, MUERE DE UNA VEZ! —gritó a todo pulmón— ¡MUÉRETE!
Cuando la gente empezó a rodearlas, Rinne desistió.
—Adiós, Shinobu. —hizo una reverencia.
—¿Crees que me hubiera salvado si te seguía? —miró a Dalia.
—No lo sé, la isla ya estaba ahí cuando Jacques y yo llegamos. —se acercó un poco más— Nosotros solo fundamos Thanatos, la isla les muestra su camino a aquellos sin un hogar por sí sola, nosotros simplemente guiamos a quienes no lo encuentran —explicó— Como hace Azazel con los muertos —rio— Thanatos no es para nada la entropía que vosotros, niños benditos se imaginan, es solo un poblado más. No depende de nosotros cómo lleváis su nueva vida.
—¡¿A qué ha venido todo eso?! —el mapache le seguía camino a casa.
Rinne se limitaba a caminar.
—Calla.
—¿Por qué no te disculpas?
—Esa amistad solo se mantenía gracias a Oz, le hice tantos males que una disculpa ya habría perdido su validez.
Al entrar en casa se encontró con su padre.
—¿Dónde estabas?
—Aún si hubiese tenido la suerte de no encontrarlo, me habría matado al día siguiente.
—Con que estaba planeado.
—Le entregué un pergamino a Akihiko, le dije que no lo abriera o se lo mostrara a Yamanbagiri si en los próximos tres días regresaba a su templo.
—¿Un testamento doble eh?
Habían regresado al festival.
—¿Por qué volvimos? —dijo extrañada— Pensé que veías mis recuerdos.
—Nah, solo usé tu último día como una referencia, estamos en el pasado. —sonrió.
—¿Todos pueden hacer eso en la isla?
—Nope, Jacques le otorgó este poder al único inmortal de la isla, mientras yo le entregué el poder de viajar entre mundos a la segunda familia con más dinero de la isla.
—¿Quién es la primera?
—La yakuza —respondió sin chistar.
—¿Tama? —la atención de la pequeña niña fue llamada al verle estática con el pie encima de retazos de algún tipo— ¿Qué ocurre?
Ésta le miró con los ojos bien abiertos tan pálidos como papel, en un largo silencio.
—¿Quién es Tama…? —murmuró.
—Eres tú, Tama…Tama… Tamago. —sonrió— ¿O era Tama…Tama… Tamashii?
—Ya veo, eres Chris… —pareció volver.
—¡Solo hay una Chris en todo Kioto y soy yo!
Mentira.
—Eres irreconocible con ese yukata. —rio.
—¿Dónde está Rinne? —se ladeó hacia un costado notando que la chica no estaba.
—Dijo que esperaría ahí. —parpadeó, recordando lo que había dicho— Iré a buscarla… —caminó a paso apresurado.
Oz venía tras su hermana.
Miró al suelo, pudiendo entonces ver lo que había estado pisando.
—Una foto… —reconoció su silueta casi al instante— ¿Cómo lo ha…? —siguió a su hermana más joven que tenía intención de ir tras de Tama, solo para detenerla tomando su brazo— Escucha Christine, espera a papá allí. —señaló a la manta— Yo buscaré a Rinne, necesito hablar con ella.
—Vale..
Antes de seguir a Tama se tomó un momento para recoger los retazos.
—Lo siento… —bajó la mirada, mordiendo su labio hasta sangrar— Fui una egoísta. —pequeñas lágrimas aparecieron.
Dalia pareció interesada por la repentina reacción sentimental.
—Es hora.
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—Te he hecho una pregunta.
Volvieron a su hogar.
—Oswald me invitó al festival. —su voz se quebró.
Rinne cubrió sus ojos con una mano, ocultándose tras la mujer demonio.
—No quiero ver esto…
—Debes estudiar para las pruebas de recuperación de verano, recuerdo haberte prohibido perder el tiempo con ese extranjero en este momento.
—¡No reduzcas a Oswald a solo un extranjero!
—Solo te recuerdo tus obligaciones, tienes todo el tiempo del mundo para tener novios luego de graduarte de una buena universidad.
—¿Entonces por qué me habéis comprometido con alguien de la familia Fujiwara? Él mismo me lo confesó, estamos al borde de la quiebra. —baja la mirada— ¿Cuántas cosas más me han de arrebatar?
Apoyó su cabeza contra la espalda de Dalia sosteniendo su capa con fuerza, su boca, ojos y brazo volvieron a sangrar.
—Para ellos solo era un humano de caucho, una herramienta, un mísero empleado más a pesar de compartir su sangre… le daban una mejor vida a un pedazo de mierda como mi primo antes que a mí. —su rabia desbordaba— Con una excusa tan descarada como que «querían lo mejor para mí» ¡NO ME JODAN!
La mujer demonio tan solo observaba en silencio sin mostrar emoción alguna.
—Si dijera que me quiero morir… ¿Qué harías? —su cuerpo entero temblaba.
—¿Estás bromeando? —revisó la hora en su reloj— No tengo tiempo para esto, debo volver a una junta ahora, hablemos de esto después. —se dirigió hacia la puerta.
—¡ME QUIERO MORIR!
—Deja de hablar sinsentidos Rinne, recuerda que mañana se reanudan tus clases extra. —cerró la puerta sin despedirse.
Había llegado al límite. Sintiendo cómo los últimos pedazos de su cristalino ser se perdían, retiró su peinado, dejando caer una de las horquillas.
—¿Mañana…? —su rostro estaba a rebosar de lágrimas— No habrá un mañana.
En la lejanía, sonaron los fuegos artificiales. Un montón de yokai aparecieron a su alrededor.
—Lo único que esperaba de ellos era un «te detendría» como Shinobu y Oz, mi mayor error fue confiar en ellos hasta el último momento. —se había calmado, mas aún caía sangre de sus heridas— Era tan ingenua.
—Si con palabras no sois capaces de entender, en ese caso tendré que crear evidencia física. —reía de forma nerviosa, caminando a tropezones hasta la cocina.
—¿Qué haces dulce niña? —preguntó uno de los yokai.
—No dañes tu piel por un humano tonto. —dijo otro.
—A ellos les importabas.
—Lo sé.
Tomó el primer cuchillo que se pudo alcanzar.
—¡RINNE DETENTE! —Yamanbagiri reaccionó yendo a morderle un poco más arriba del tobillo.
—¡SUELTA! —le golpeó contra la encimera, haciendo que le soltara.
Quedó aturdido.
—¡No lo entiendes! —más lágrimas rodaban por sus mejillas— ¡No hay vuelta atrás, aunque esté mejor con Oz aún tengo que verles la cara, jamás me permitirán liberarme del maldito compromiso!
—Aún si contactasteis con algún dios menor que me saque estos demonios de encima, tengo que volver a esta misma casa… —sus ojos se volvían a llenar de lágrimas mientras repetía las palabras de su yo pasada.
—¡Volver a la misma escuela! —golpeó el mesón— ¡Ir a la universidad que ellos digan, casarme con quien ellos digan, trabajar en el sitio que ellos digan…!
—Mientras esa maldita escoria humana puede disfrutar de tantos lujos le dé la gana, tener la vida que me han arrebatado.
—¡Si él no hubiera interferido en mi vida aún tendría a mis amigas de secundaria, no esta falsa imagen de furcia!
—He tenido que soportar un millón de mensajes insultantes de gente que ni siquiera conozco pidiendo que desaparezca, si hablara de eso con Oswald se sentirá culpable, si le digo a mis padres se lo tomarán como una broma.
—¡SHINOBU ES LA VERDADERA FURCIA! —gritó— ¡AQUELLAS FOTOS QUE CIRCULARON POR LA ESCUELA ERAN FALSAS, NO ERA YO! De haber mantenido la estúpida boca cerrada, no sabría nada ¡NO LES HUBIERA AYUDADO YO A BUSCAR UN PROFESIONAL, PERO LO HICE!
—Porque tengo que ser una buena niña…
—¡SIEMPRE TENGO QUE SER UNA BUENA NIÑA! Y aún así, todo lo que recibí a cambio fue a esa basura manchando mi reputación por una broma de mal gusto, ser vendida como moneda de intercambio a una familia todavía más rica… que incluso la persona que me ame me abandone por alguien más.
—Rinne…
Gritó hasta que sus pulmones y garganta dolieran.
—No les damos estos poderes a cualquiera porque todos tienen algo de qué arrepentirse y se desesperan por cambiar. —rompió su silencio— Más allá del caos que crearían por la saturación de realidades paralelas… todos en la isla son como nuestros hijos, si les diésemos este poder a ellos, nunca crecerán. —se dio la vuelta para verle a la cara— Gente como tú por muy quebrantada que esté, terminaría por encontrar un lugar mientras tenga la voluntad de hacerlo.
—Gracias. —sonrió— ¿Crees que… si le daba una oportunidad a Fujiwara podría…?
Encoge los hombros— la conexión entre un onmyoji y un bendito es inevitable, pero incluso así no todos son de fiar. —fue sincera— Supongo que has oído de aquel gemelo Minamoto.
Asiente.
—Akihiko mandó a Takumi a atacarme porque estaba asustado…. —recuerda— entonces Yamanbagiri… —se giró un momento— Señorita, si alguna vez regreso, por favor detenme… no quiero dañar más a Oswald, ni a él ni a su familia…
—Como dije niña, ese no es mi trabajo.
—Lo que has dicho antes, alguien me informó. —comenta— La mayoría de benditos acaba con su propia vida o mueren en accidentes, casi nadie hace tal esfuerzo como planear su último día.
—¿Y ese alguien fue…?
—Minamoto no Shiromaru, me habló de los crímenes que su gemelo cometió contra algunos benditos, porque no había sido el único.
Las marcas de su cuello aparecieron. En un parpadeo habían avanzado unos minutos en el tiempo.
—¿No dirás nada? —tan solo se fijó en los pies de su cuerpo inerte y la carta con un lazo rojo tenía algunas manchas de sangre a unos metros de éste.
El piso tenía rastros de sangre que dejó su brazo herido.
—Hemos vivido por muchos siglos, no soy tan vieja como una deidad o tan joven como cualquier criatura mística en la que puedas pensar —dijo— perdimos la empatía que alguna vez sentíamos por este mundo exterior que quisimos conocer.
Vio a Oswald entrar con los ojos abiertos de par en par.
—¿Rinne…? —se fijó en la carta, que se apresuró en leer.
«Querido Oz.
Quiero creer que somos astronautas. Eres mi sol, mi luna, mi todo.
Como cualquier alma joven, nos prometimos las estrellas… pero cariño, tú ya eras la mía.
Y yo… estaba lastimosamente muy lejos de ti, lejos de una salida razonable.
A pesar de todo, me enseñaste que podía ser más que una inútil herramienta insensible.
Créeme que lo he intentado, pero mi verdadero yo solo te hacía feliz a ti.
He sido consumida por mi propia mentira, por este odio incontrolable hacia el mundo.
Me disculpo si tienes que ver este mensaje escrito con un bolígrafo rojo.
Supongo que entiendes el mensaje, ¿no? Ésta era la única forma de ser libre.
Lo siento, por favor no me olvides.»
Lágrimas cayeron sobre la hoja.
—Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento… —Tama estaba en una esquina de la habitación, sosteniendo su cabeza con ambas manos— Por favor perdóname, perdóname…
—Lo sabía… —caminó hacia ella— Shinobu…
—Le he matado… le he matado…
—¿Con que la única manera eh…? —deja salir una sonrisa pícara— no eres más que una manipuladora, Rinne…
—Incluso en un momento como este sigues siendo tan noble. —pero ella estaba distraída con la figura de su ser amado.
—Shinobu… no ha sido tu culpa. —le abrazó.
Intentó apartarle.
—No me toques… aléjate... —parecía no ser capaz de reconocerle— Suéltame… suéltame… —seguía forcejando.
Se soltó, sosteniendo sus manos.
—Tranquila, te llevaré a casa, yo me encargo del resto.
—Con eso me basta. —chasqueó sus dedos, una ráfaga de hojas blancas intervino entre ellas y el escenario del que eran testigos.
Habían vuelto. Dalia volvió a cubrir su cabeza con la caperuza de inmediato.
—¿Terminaste?
Hizo aparecer una berenjena con palillos como patas en una de sus manos.
—Quiero que busques a este tal Oswald y le entregues esto. —en sus manos le dio el objeto.
—¿Para qué?
—¿No es obvio? Como ya dije antes, no podrás regresar si alguien no te envía. —golpeó su cabeza— Normalmente si Azazel fuera el que lo haría, esto no sería necesario, pero como su asistente, debo ceñirme a las costumbres de cada país.
—¿Te vas?
Asiente.
—Espero volver a vernos cuando regreses, aunque depende de una conveniencia de escritor que vuelvas a estar relacionada con esta gente. —Se echó a reír— Adiós, Rinne querida.
Se marchó a pie, tal vez buscando otra tumba.
𓆝 𓆟 𓆞 𓆝
Canciones incluidas:
▶ Wrist cutter ( リストカッター) Tonbo ft. Gumi
▶Please give me a red pen (赤ペンおねがいします) siinamota ft. Hatsune Miku
▶ I should die (しねばいいのに) DobuUsagi ft. Kaito
▶ Happy days, Ghost ft. Maika
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zonaescena · 4 months
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Tándem Cía. de Danza reúne cuatro propuestas coreográficas en el programa Espacios para la memoria
** Las obras Día de azulejos de Benito González, y fragmentos de Los sentidos del corazón, Del amor solo el nombre y Luna de barro de Leticia Alvarado, se presentarán en el Centro Cultural Los Talleres el viernes 17 de mayo, a las 20:00, el sábado 18, a las 19:00 y el domingo 19, a las 18:00 horas
Tándem Cía. de Danza, bajo la dirección de Leticia Alvarado, se presentará en el Centro Cultural Los Talleres (Francisco Sosa 29, Coyoacán) el viernes 17 de mayo a las 20:00, el sábado 18 a las 19:00 y el domingo 19 a las 18:00 horas, con el programa titulado Espacios para la memoria, integrado por las obras Día de azulejos de Benito González, y fragmentos de Los sentidos del corazón, Del amor solo el nombre y Luna de barro de Leticia Alvarado
Este programa aborda diversos temas como el suspenso y las influencias del cine de Alfred Hitchcock en la obra de González, y una gama de sentimientos, como el desamor o la esperanza en las obras de Alvarado.
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Fotografías: Diego Vallejo | Archivo Tándem Cía. de Danza
En estas obras coreográficas, afirma Leticia Alvarado, “en estas obras surge un impulso de vida que forma parte del eco de la historia de la humanidad y de nuestra propia historia”.
Día de Azulejos de Benito González fue la coreografía ganadora del Primer Lugar de la Categoría B-del XVIII Premio Nacional de Danza INBA-UAM). Influenciada por el cine de Hitchcock, su premisa parte de un presentimiento funesto: alguno de los personajes morirá ese día.
Suele decirse que los grandes temas de la poesía son dos: el amor y la muerte. Para la danza, de alguna manera hermana cercana de la primera, no es la excepción. Del amor solo el nombre habla justamente del amor y de la muerte del mismo.
Los sentidos del corazón es una coreografía basada en la obra del músico austriaco Franz Schubert La muerte y la Doncella y su intención es revalorar la obra de este compositor en un contexto de modernidad, así como manifestar la vulnerabilidad de los sentimientos más sutiles del ser humano.
Luna de Barro es una coreografía que refleja la interacción de jóvenes en estado límite. Habla de la realidad que marca su presente. Busca comunicarle al público lo que estos tiempos imponen a estas generaciones. Las tres obras son de Leticia Alvarado.
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Leticia Alvarado es originaria de Monterrey, Nuevo León, donde inició su carrera artística. Maestra, coreógrafa, bailarina y compositora, estudió con destacadas figuras internacionales como Takako Asakawa, Kasuko Irabayashi y Tim Wengerd, entre otros.
Formó parte del Ballet Nacional de México. Ha realizado más de cincuenta coreografías y compuesto música original para el Ballet Nacional de México y la Compañía Nacional de Danza. En 1994 fundó Tándem Compañía de Danza con el propósito de ofrecer su propia propuesta artística y este año celebra 30 años de trayectoria, realizando la reposición de obras de repertorio. Tándem tiene el apoyo México en Escena-Grupos Artísticos (MEGA) de la Secretaría de Cultura. ZE
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dicihc · 5 months
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Alejandra Pizarnik
"El infierno musical" (poemario completo)
*Figuras del presentimiento
Cold in Hand Blues
y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo
*Piedra fundamental
No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.
Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del templo.
Un canto que atravieso como un túnel.
Presencias inquietantes,
gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude,
signos que insinúan terrores insolubles.
Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenean,
y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos,
aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno baldío,
no,
he de hacer algo,
no,
no he de hacer nada,
algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa dentro de mí con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.
En el silencio mismo (en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.
No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes.
¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado.
Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados?
Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)
Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueños de dicha existiría un coro de ángeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas.
(Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)
(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto…)
Y era un estremecimientos suave trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un país extranjero).
Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creía que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar.
No esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más.
Cuando el baco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín.
Hay un jardín.
*Ojos primitivos
En donde el miedo no cuenta cuentos y poemas, no forma figuras de terror y de gloria.
Vacío gris es mi nombre, mi pronombre.
Conozco la gama de los miedos y ese comenzar a cantar despacito en el desfiladero que reconduce hacia mi desconocida que soy, mi emigrante de sí.
Escribo contra el miedo. Contra el viento con garras que se aloja en mi respiración.
Y cuando por la mañana temes encontrarte muerta (y que no haya más imágenes): el silencio de la comprensión, el silencio del mero estar, en esto se van los años, en esto se fue la bella alegría animal.
El infierno musical
Golpean con soles
Nada se acopla con nada aquí
Y de tanto animal muerto en el cementerio de huesos filosos de mi memoria
Y de tantas monjas como cuervos que se precipitan a hurgar entre mis piernas
La cantidad de fragmentos me desgarra
Impuro diálogo
Un proyectarse desesperado de la materia verbal
Liberada a sí misma
Naufragando en sí misma
*El deseo de la palabra
La noche, de nuevo la noche, la magistral sapiencia de lo oscuro, el cálido roce de la muerte, un instante de éxtasis para mí, heredera de todo jardín prohibido.
Pasos y voces del lado sombrío del jardín. Risas en el interior de las paredes. No vayas a creer que están vivos. No vayas a creer que no están vivos. En cualquier momento la fisura en la pared y el súbito desbandarse de las niñas que fui.
Caen niñas de papel de variados colores. ¿Hablan los colores? ¿Hablan las imágenes de papel? Solamente hablan las doradas y de ésas no hay ninguna por aquí.
Voy entre muros que se acercan, que se juntan. Toda la noche hasta la aurora salmodiaba: Si no vino es porque no vino. Pregunto. ¿A quién? Dice que pregunta, quiere saber a quién pregunta. Tú ya no hablas con nadie. Extranjera a muerte está muriéndose. Otro es el lenguaje de los agonizantes.
He malgastado el don de transfigurarme a los prohibidos (los siento respirar adentro de las paredes). Imposible narra mi día, mi vía. Pero contemplaba absolutamente sola la desnudez de estos muros. Ninguna flor crecerá del milagro. A pan y agua toda la vida.
En la cima de la alegría he declarado acerca de una música jamás oída. ¿Y qué? Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y con mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir.
*La palabra del deseo
Esta espectral textura de la oscuridad, esta melodía en los huesos, este soplo de silencios diversos, este ir abajo por abajo, esta galería oscura, oscura, este hundirse sin hundirse.
¿Qué estoy diciendo? Estás oscuro y quiero entrar. No sé qué más decir. (Yo no quiero decir, yo quiero entrar.) El dolor en los huesos, el lenguaje roto a paladas, poco a poco reconstruir el diagrama de la irrealidad.
Posesiones no tengo (esto es seguro; al fin algo seguro). Luego una melodía. Es una melodía plañidera, una luz lila, una inminencia sin destinatario. Veo la melodía. Presencia de una luz anaranjada. Sin tu mirada no voy a saber vivir, también esto es seguro. Te suspiro, te resucito. Y me dijo que saliera al viento y fuera de casa en casa preguntando si estaba.
Paso desnuda con un cirio en la mano, castillo frío, jardín de las delicias. La soledad no es estar parada en el muelle, a la madrugada, mirando el agua con avidez. La soledad es no poder decirla por no poder circundarla por no poder darle un rostro por no poder hacerla sinónimo de un paisaje. La soledad sería esta melodía rota de mis frases.
*Nombres y figuras
La hermosura de la infancia sombría, la tristeza imperdonable entre muñecas, estatuas, cosas mudas, favorables al doble monólogo entre yo y mi antro lujurioso, el tesoro de los piratas enterrado en mi primera persona del singular.
No se espera otra cosa que música y deja, deja que el sufrimiento que vibra en formas traidoras y demasiado bellas llegue al fondo de los fondos.
Hemos intentado hacernos perdonar lo que no hicimos, las ofensas fantásticas, las culpas fantasmas. Por bruma, por nadie, por sombras, hemos expiado.
Lo que quiero es honorar a la poseedora de mi sombra: la que sustrae de la nada nombre y figuras.
*Las uniones posibles
En un ejemplar de <<Les Chants de Maldoror>>
Debajo de mi vestido ardía un campo con flores alegres como los niños de la medianoche.
El soplo de la luz en mis huesos cuando escribo la palabra tierra. Palabra o presencia seguida por animales perfumados; triste como sí misma, hermosa como el suicidio; y que me sobrevuela como una dinastía de soles.
*Signos
Todo hace el amor con el silencio.
Me habían prometido un silencio como un fuego, una casa de silencio.
De pronto el templo es un circo y la luz un tambor.
*Fuga en lila
Había que escribir sin para qué, sin para quién.
El cuerpo se acuerda de un amor como encender la lámpara.
Si el silencio es tentación y promesa.
Del otro lado
Como un reloj de arena cae la música en la música.
Estoy triste en la noche de colmillos de lobo.
Cae la música en la música como mi voz en mis voces.
*Lazo mortal
Palabras emitidas por un pensamiento a modo de tabla del náufrago. Hacer el amor adentro de nuestro abrazo significó una luz negra: la oscuridad se puso a brillar. Era la luz reencontrada, doblemente apagada pero de algún modo más viva que mil soles. El color del mausoleo infantil, el mortuorio color de los detenidos deseos se abrió en la salvaje habitación. El ritmo de los cuerpos ocultaba el vuelo de los cuervos. El ritmo de los cuerpos cavaba un espacio de luz dentro de la luz.
*Figuras de la ausencia
La palabra que sana
Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otro cosa.
*Los de lo oculto
Para que las palabras no basten es preciso alguna muerte en el corazón.
La luz del lenguaje me cubre como una música, imagen mordida por los perros del desconsuelo, y el invierno sube por mí como la enamorada del muro.
Cuando espero dejar de esperar, sucede tu caída dentro de mí. Ya no soy más que un adentro.
*L’obscurité des eaux
Escucho resonar el agua que cae en mi sueño. Las palabras caen como el agua yo caigo. Dibujo en mis ojos la forma de mis ojos, nado en mis aguas, me digo mis silencios. Toda la noche espero que mi lenguaje logre configurarme. Y pienso en el viento que viene a mí, permanece en mí. Toda la noche he caminado bajo la lluvia desconocida. A mí me han dado un silencio plenos de formas y visiones (dices). Y corres desolada como el único pájaro en el viento.
*Gesto para un objeto
En tiempo dormido, un tiempo como un guante sobre un tambor.
Los tres que en mí contienden nos hemos quedado en el móvil punto fijo y no somos un es ni un estoy.
Antiguamente mis ojos buscaron refugio en las cosas humilladas, desamparadas, pero en amistad con mis ojos he visto, he visto y no aprobé.
*La máscara y el poema
El espléndido palacio de papel de los peregrinajes infantiles.
A la puesta del sol pondrán a la volatinera en una jaula, la llevarán a un templo ruinoso y la dejarán alas
El lenguaje silencioso engendra fuego. El silencio se propaga, el silencio es fuego.
Era preciso decir acerca del agua o simplemente apenas nombrarla, de modo de atraerse la palabra agua para que apague las llamas de silencio.
Porque no cantó, su sombra canta. Donde una vez sus ojos hechizaron mi infancia, el silencio rojo rueda como un sol.
En el corazón de la palabra lo alcanzaron; y yo no puedo narrar el epacio ausente y azul creado por sus ojos.
II
Con una esponja húmeda de lluvia gris borraron el ramo de lilas dibujado en su cerebro.
El signo de su estar es la enlutada escritura de los mensajes que se envía. Ella se prueba en su nuevo lenguaje e indaga el peso del muerto en la balanza de su corazón.
III
Y signo de su estar crea el corazón de la noche.
Aprisionada: alguna vez se olvidarán las culpas, se emparentarán los vivos y los muertos.
Aprisionada: no has sabido prever que su final iría a ser la gruta a donde iban los malos en los cuentos para niños.
Aprisionada: deja que se cante como se pueda y se quiera. Hasta que en la merecida noche se cierna la brusca desocultada. A exceso de sufrimiento exceso de noche y de silencio.
IV
Las metáforas de asfixia se despojan del sudario, el poema. El terror es nombrado con el modelo delante, a fin de no equivocarse.
V
Y yo sola con mis voces, y tú, tanto estás del otro lado que te confundo conmigo.
A plena pérdida
Los sortilegios emanan del nuevo centro de un poema a nadie dirigido. Hablo con la voz que está detrás de la voz y emito los mágicos sonidos de la endechadora. Una mirada azul aureolaba mi poema. Vida, mi vida, ¿qué has hecho de mi vida?
*Los poseídos entre lilas
I
―Se abrió la flor de la distancia. Quiero que mires por la ventana y me digas lo que veas, gestos inconclusos, objetos ilusorios, formas fracasadas… Como si te hubiese preparado desde la infancia, acércate a la ventana.
―Un café lleno de sillas vacías, iluminando hasta la exasperación, la noche en forma de ausencia, el cielo como una materia deteriorada, gotas de agua en una ventana, para alguien que no vi nunca, que no veré jamás…
―Una lámpara demasiado intensa, una puerta abierta, alguien fuma en la sombra, el tronco y el follaje de un árbol, un perro se arrastra, una pareja de enamorados se pasea despacio bajo la lluvia, un diario en una zanja, un niño silbando…
―Proseguí.
―(En tono vengativo). Una equilibrista enana se echa al hombro una bolsa de huesos y avanza por el alambre con los ojos cerrados.
―¡No!
―Está desnuda pero lleva sombrero, tiene pelos por todas partes y es de color gris de modo que con sus cabellos rojos parece la chimenea de la escenografía teatral de un teatro para locos. Un gnomo desdentado la persigue mascando lentejuelas…
― Basta, por favor.
―(En tono fatigado). Una mujer grita, un niño llora. Siluetas espían desde sus madrigueras. Ha pasado un transeúnte. Se ha cerrado una puerta.
II
Si viera un perro muerto me moriría de orfandad pensando en las caricias que recibió. Los perros son como la muerte: quieren huesos. Los perros comen huesos. En cuanto a la muerte, sin duda se entretiene tallándolos en forma de lapiceras, cucharitas, de cortapapeles, de tenedores, de ceniceros. Sí, la muerte talla huesos en tanto el silencio es de oro y la palabra de plata. Sí, lo malo de la vida es que no es lo que creemos pero tampoco lo contrario.
Restos. Para nosotros quedan los huesos de los animales y de los hombres. Donde una vez un muchacho y una chica hacían el amor, hay cenizas y manchas de sangre y pedacitos de uña y rizos púbicos y una vela doblegada que usaron con fines oscuros y manchas de esperma sobre el lodo y cabezas de gallo y una casa derruida dibujada en la arena y trozos de papeles perfumados que fueron cartas de amor y la rota bola de vidrio de una vidente y lilas marchitas y cabezas cortadas sobre almohadas como almas impotentes entre los asfódelos y tablas resquebrajadas y zapatos viejos y vestido en el fango y gatos enfermos y ojos incrustados en una mano que se desliza hacia el silencio y manos con sortija y espuma negra que salpica a un espejo que nada refleja y niña que durmiendo asfixia a su paloma preferida y pepitas de oro negro resonantes como gitanos de duelo tocando sus violines a orillas del mar Muerto y un corazón que late para engañar y una rosa que se abre para traicionar y un niño llorando frente a un cuervo que grazna, y la inspiradora se enmascara para ejecutar una melodía que nadie entiende bajo una lluvia que calma mi mal. Nadie nos oye, por eso emitimos ruegos, pero ¡mira! el gitano más joven está decapitando con sus ojos de serrucho a la niña de la paloma.
III
Voces, rumores, sombras, cantos de ahogados: no sé si son signos o una tortura. Alguien demora en el jardín el paso del tiempo. Y las criaturas del otoño abandonadas al silencio.
Yo estaba predestinada a nombrar las cosas con nombres esenciales. Yo ya no existo y lo sé; lo que no sé es qué vive en lugar mío. Pierdo la razón si hablo, pierdo los años si callo. Un viento violento arrasó con todo. Y no haber podido hablar por todos aquellos que olvidaron el canto.
IV
Alguna vez, tal vez, encontraremos refugio en la realidad verdadera. Entretanto ¿puedo decir hasta qué punto estoy en contra?
Te hablo de la soledad mortal. Hay cólera en el destino porque se acerca, entre las arenas y las piedras, el lobo gris. ¿Y entonces? Porque romperá todas las puertas, porque sacará afuera a los muertos para que devoren a los vivos, para que sólo haya muertos y los vivos desaparezcan. No tengas miedo del lobo gris. Yo lo nombré para comprobar que existe y porque hay una voluptuosidad inadjetivable en el hecho de comprobar.
Las palabras hubieran podido salvarme, pero estoy demasiado viviente. No, no quiero cantar muerte. Mi muerte... el lobo gris... la matadora que viene de la lejanía... ¿No hay un alma viva en esta ciudad? Porque ustedes están muertos. ¿Y qué espera puede convertirse en esperanza si está todos muertos? ¿Y cuándo vendrá lo que esperamos? ¿Cuándo dejaremos de huir? ¿Cuándo ocurrirá todo esto? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuánto? ¿Por qué? ¿Para quién?
***
Texto: El infierno musical (1971) de Alejandra Pizarnik
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wingzemonx · 6 months
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Monique Devil - Capítulo 08. El Ejército del Cráneo Esmeralda
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Capítulo 08. El Ejército del Cráneo Esmeralda
Las escaleras culminaban en un pasillo angosto de paredes y suelo de piedra, con columnas talladas y un techo bajo que podrían tocar con sus dedos si estiraban la mano hacia arriba. Todo estaba bastante silencioso, salvo por el resonar de sus propias pisadas contra el piso. Y no había ni una sola fuente de luz, adicional a las lámparas de sus tres celulares.
—¿Crees que haya sido construido por alguna civilización antigua? —preguntó Karly curiosa, mientras alumbraba con su luz las paredes y el suelo a su paso—. ¿Quizás los primeros pobladores de Gray Peaks que vivieron aquí antes de la fundación del pueblo?
Monique soltó un pequeño quejido reflexivo.
—No lo sé. Pero creo que es incluso más antiguo que eso, en realidad.
—¿Cómo lo sabes?
—Es más un presentimiento —susurró Monique, sin estar ella misma segura de por qué lo decía.
Todo aquel sitio le provocaba una sensación familiar, aunque no tenía claro el motivo. Durante sus viajes de entrenamiento con su madre o su padre, había conocido muchos lugares antiguos, infestados de secretos y monstruos. Pero ese no se sentía parecido a esos. No percibía peligro, pero tampoco era que se sintiera del todo a salvo. Era en verdad algo muy extraño.
El pasillo por el que caminaban llegaba hasta una habitación cuadrada, con los techos más altos. En la pared justo delante, se podía ver un vivido grabado en la piedra, en el que se distinguían figuras que bien podrían ser personas, monstruos, llamas de fuego y, lo más resaltante de todo, la enorme figura en el centro que asemejaba a un dragón con sus alas alzadas.
Esa imagen de dragón sí que le traía recuerdos, de las lecciones de su padre, y de los dibujos presentes en varios de sus libros.
Había también más de las mismas runas alrededor de aquellos dibujos, que en conjunto era claro que contaban una historia. O, al menos, para Monique resultó bastante claro, por algún motivo.
Sin darse cuenta, se había quedado de pie justo delante del mural, alumbrando poco a poco cada centímetro de éste al tiempo que lo recorría con su mirada.
—¿Estás bien? —preguntó Billy luego de colocarse justo a su costado.
Monique asintió, sin despegar sus ojos del muro.
—Creo que entiendo lo que estos dibujos quieren decir —susurró en voz baja, tomando un poco desprevenido a su compañero.
—Dijiste que no le habías puesto atención a tu padre.
—No, pero…
Guardó silencio, incapaz de poner con palabra lo que sabía o sentía. De alguna manera, sin embargo, Billy aun así lo comprendió.
—¿También es un presentimiento?
Monique volvió a asentir como respuesta.
—Creo que cuenta la historia de tres mil guerreros antiguos, que dieron sus vidas, sus cuerpos y sus almas para así convertirse en el ejército definitivo al servicio de su amo.
—¿Su amo? —inquirió Billy, curioso, pero también preocupado.
—Ese de ahí —indicó Monique, señalando hacia el dragón en el centro del mural—. Tres mil almas perdidas al servicio del Gran Dragón Negro que Devora la Luz.
—¿Dragón Negro?
—Mi padre me ha dicho que una de las cualidades más distintivas del Señor del Mal, es su habilidad para tomar la forma de un enorme Dragón Negro, único en su clase.
Aquello causó una visible reacción de asombro en Billy, que resultó imposible de ocultar.
—¿Crees entonces que eso se refiera a…?
Ahora fue él quien no completó su frase, y Monique la que pese a eso lo comprendió.
—Bueno, ya que la puerta se abrió cuando la toqué… es una posibilidad —contestó la joven de cabellos azules, mientras contemplaba atenta su propia mano.
Su padre le había explicado que existían objetos, lugares y seres que reaccionaban a la magia del Señor del Mal y a su cercanía. Como había dicho, esa no era la primera vez que algo reaccionaba con tan sólo tocarlo, pero casi siempre eran cosas que su padre tenía guardadas en su baúl, o cosas que encontraban durante sus viajes a lugares remotos. Nunca algo construido en el parque a una cuadra de su casa.
¿Qué era ese sitio? ¿Por qué estaba ahí? ¿Era sólo una coincidencia que estuviera tan cerca de su nuevo hogar…?
—Oigan —escucharon que Karly pronunciaba con fuerza, con un pequeño temblor en su voz—. Creo… que encontré a las tres mil almas sacrificadas.
Ni Monique ni Billy supieron en primera instancia a qué se refería. Karly se había aproximado a una abertura en una pared lateral, que al parecer llevaba a una habitación adyacente. Estaba de pie un par de pasos dentro de aquella habitación, y alumbraba hacia el interior con su teléfono. Su postura era tensa y nerviosa.
Ambos se aproximaron para intentar ver qué era lo que había causado tal reacción en ella; era bastante inusual verla tan silenciosa y quieta. Sin embargo, en cuanto se pararon a su lado y alumbraron también hacia lo que ella veía, no tardaron mucho en no sólo comprender su reacción, sino incluso compartirla…
—Santos Infiernos… —pronunció Monique, atónita.
Lo que se extendía ante ellos hacia donde alcanzaba a alumbrar sus lámparas eran hileras de figuras humanoides, todas de pie una a lado de la otra, totalmente quietas, como una larga formación de soldados aguardando firmes a su siguiente instrucción. Nada más que estos soldados no tenían ni cara, ni ojos, ni cabello, de piel… De hecho, todos eran sólo huesos: miles de esqueletos de huesos color verdoso brillante, vistiendo vestigios de petos, cascos, botas y guanteletes, y armados con hachas, espadas y lanzas oxidadas y viejas.
Las cuencas de sus cráneos se encontraban vacías, sólo pozos oscuros sin nada que apreciar en ellos. Y, aun así, se sentía como si cada uno de esos esqueletos los estuviera viendo atentamente.
—Por favor, dime que no son reales —masculló Karly, colocándose por reflejo detrás de Monique en busca de refugio—. Dime que sólo son estatuas.
—Sí, es lo más probable… ¿verdad? —musitó Monique, no del todo convencida.
No podía contar si en efecto eran tres mil, pero en efecto parecía concordar con la descripción del mural: guerreros antiguos que dieron su vida para servir a su amo. Pero no podían ser esqueletos reales… ¿o sí?
—¿No creen que ahora sí es momento de irse? —insistió Billy, intentando ocultar sus nervios detrás de un tono firme.
Monique estaba más que dispuesta en secundarlo, y en parte Karly también. Pero antes de hacerlo, necesitaba hacer una cosa primero.
—Un segundo, quiero al menos tomarles una fotografía —indicó mientras sujetaba su celular con ambas manos al frente y activaba su cámara con flash.
—¿En serio? —le cuestionó Billy con tono de recriminación.
—Oye, ¿quién nos creerá que encontramos algo como esto sin evidencias?
Dando por hecho que dicha explicación resultaba suficiente, enfocó su cámara justo en el rostro de uno de los esqueletos.
—Bueno, chicos. Digan whisky…
En el momento en el que presionó el botón para tomar la foto, y el flash alumbró el cuarto… a través de la pantalla de su teléfono pudo ver como aquel cráneo comenzaba a moverse.
—¡Ah! —exclamó Karly en alto, y rápidamente volvió a refugiarse detrás de Monique.
Los tres se pusieron rápidamente en alerta, pues al parecer no había sido sólo ese esqueleto el que comenzó a moverse: uno a uno, cada uno de aquellos soldados sin piel comenzaron a agitar sus extremidades como si las estuvieran desentumiendo. Y en aquellas cuencas, hasta hace un segundo vacías y oscuras, comenzaron a encenderse dos brillantes fulgores verdosos, como las llamas de una vela o la luz de una luciérnaga.
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—No puede ser —musitó Billy, perplejo.
Monique, por su parte, no dejó que la impresión la dominara, y rápidamente dio paso al frente.
—¡Quédense atrás de mí! —les ordenó a sus amigos, y de inmediato, del interior de su mochila, jaló su espada incogible que se alargó al momento de agitarla hacia un lado, como había hecho aquella tarde en la escuela.
—¿Siempre traes eso contigo? —preguntó Billy, confundido.
—¡¿Qué importa?! —exclamó Karly en alto—. ¡Mátalos a todos, Monique!
—Creo que ya están muertos —señaló Billy con voz irónica.
Los esqueletos alzaron sus rostros, y sus vistas vacías se enfocaron justo en ellos. Armas en mano, comenzaron a avanzaron con pasos lentos pero firmes en su dirección. Monique sostuvo su espada firme delante de ella, e intentó mantenerse lo más serena posible, frente a la situación tan apremiante.
Se estaban acercando cada vez más, hasta comenzar a rodearlos. Eran muchísimo; fácil tres mil como decía el mural. Nunca se había enfrentado a tantos monstruos al mismo tiempo, pero… al final eran sólo esqueletos, ¿no? ¿Qué tan peligrosos podrían ser…?
—¡Mejor corran! —gritó Monique en alto, y sin necesitar más indicación los tres se giraron hacia la puerta, con la clara intención de correr hacia afuera. Sin embargo, al menos cinco e esos esqueletos se movieron bastante más rápido, cortándoles el camino.
Monique soltó una de sus maldiciones silenciosas, y se puso de inmediato en guardia una vez más. Al parecer no tendría de otra más que pelear, después de todo. Sin embargo, en el momento justo en el que se disponía a dar el primer golpe, los esqueletos se detuvieron al mismo tiempo, a un metro de ellos. Y de nuevo, el silencio lo cubrió todo.
—¿Y ahora qué? —murmuró Karly nerviosa, pegándose más hacia Monique en busca de su protección.
El silencio se prolongó por varios segundos más, hasta que de pronto uno de aquellos esqueletos avanzó, y Monique rápidamente se lanzó hasta colocarse delante de él, con su espada alzada ante ella. Era alto, y usaba un casco con cuernos, una robusta armadura, y una capa roja toda rota y llena de agujeros.
—¡Tú! —pronunció en alto, con una voz grave y rasposa, mientras la señalaba directamente con uno de sus dedos huesudos.
—¿Yo? —masculló Monique, con desconfianza.
—Tú eres quién nos ha despertado de nuestro largo sueño, ¿no es cierto?
Monique parpadeó un par de veces, confundida.
—Ah… no… digo, ¿sí? —susurró dubitativa. En realidad, no estaba segura si había sido ella o no, pero con ese asunto de las cosas que reaccionaban a su presencia o toque, nunca se podía estar del todo seguro—. Tal vez… ¿Quiénes…?
—¡Nosotros somos el Ejército del Cráneo Esmeralda! —exclamó el mismo esqueleto, su voz retumbando como un rayo en el eco de la cueva.
—¡El Ejército del Cráneo Esmeralda! —le secundaron de pronto las miles de voces de los otros esqueletos, resonando con aún más fuerza.
—Yo no diría que su color es esmeralda, sino más bien un verde jade… —indicó Karly, con tono de crítica.
—Silencio, Karly —le reprendió Billy, mirándola sobre su hombro. La situación estaba demasiado tensa como para permitirse que ella soltara sus comentarios.
El primero de aquellos esqueletos que habló siguió entonando sus palabras al aire, como si de una proclamación se tratase.
—Somos el ejército definitivo del Fin del Mundo, la fuerza de destrucción y cambio más grande que haya existido. Hemos estado durmiendo durante siglos, hasta que se nos fuera llamados a cumplir nuestro inamovible destino de marchar a las órdenes de nuestro único e inexpugnable amo; el legítimo gobernante del Mundo y del Submundo, aquel que devora la luz, quien destruirá todo para reconstruirlo de las cenizas…
—Por favor, no lo digas —susurró Monique en voz baja a modo de súplica—. Por favor, no lo digas…
—¡Nosotros somos los fieles servidores del Señor del Mal!
—¡Larga vida al Señor del Mal! —replicaron los demás esqueletos con ahínco, e incluso todos golpearon el suelo fuertemente con sus pies.
—Me lo temía… —masculló Monique con pesar. Bajó su espada, y pegó una mano contra su rostro, como signo de frustración. Era increíble que de nuevo una de esas tonterías estuviera pasando. Ella sólo quería ir al parque con sus amigos…
—Oh, pues… eso es grandioso —indicó Karly, atreviéndose tras oír eso a salir de su escondite detrás de Monique—. La persona que esperaban, es ni más ni menos que ella —añadió, extendiendo un brazo hacia su amiga a modo de presentación.
—Karly —pronunciaron Monique y Billy al mismo como reprimenda, pero ya era demasiado tarde.
Las miradas verdosas de todos los esqueletos se fijaron sin excepción en Monique que, por supuesto, su falta de gusto por ser el centro de atención incluía serlo para tres mil esqueletos recién despertados, armados, y quizás un poco locos...
—¿Eres tú a quién estábamos aguardando? —le cuestionó el primero de los esqueletos con vehemencia—. ¿Eres tú el Todopoderoso Señor del Mal?
—Pues… —titubeó Monique, colocando una mano atrás de su cabeza—. Depende de a quién le preguntes…
Aquella fue suficiente afirmación.
—¡Hermanos míos! —proclamó en alto el primero de los esqueletos, girándose hacia el resto—. ¡Nuestro momento al fin ha llegado! El Señor del Mal nos ha invocado a su presencia.
—Yo no… —intentó explicarse Monique, pero para ese punto nadie la escuchaba.
—¡¡Salvé nuestro Gran Señor del Mal!! —exclamaron todos los esqueletos al unísono, y luego se arrodillaron en el suelo con la cabeza agachada en absoluta señal de respeto.
—Señora, por favor —les contradijo Karly, aunque luego pareció pensarlo mejor dos veces—. Aunque esperen, ¿prefieres “Señor” o “Señora”? —inquirió girándose hacia Monique—. Creo que nunca te lo pregunté.
—¿Qué? —exclamó Monique, un tanto perdida—. Pues, creo que Señora, pero…
—¡¡Salvé nuestra Gran Señora del Mal!! —proclamaron todos los esqueletos de nuevo con la misma pasión de antes.
—En realidad, me llamo Monique.
—¡¡Salvé Monique!!, ¡¡nuestra Gran Señora del Mal!!
—Sí, mucho mejor... —suspiró la joven, ya para ese punto resignada.
Eso no iba a terminar nada bien…
—¿Les puedo tomar otra foto a tus esqueletos? —le preguntó Karly al oído, mientras Monique para ese punto ya estaba un tanto desconectada de la situación.
— — — —
Mientras todo aquello ocurría, en casa Harold y Amanda continuaban cada uno enfocado en lo suyo: él leyendo lentamente el periódico recostado en el sillón, mientras Amanda hacía sus ejercicios a unos cuántos metros de él. En un momento, sin embargo, tras estirarse quizás de más, Amanda sintió un ardor en su cuello y hombro que para cualquier otro hubiera resultado casi paralizante; para ella, sin embargo, era sólo un poco molesto.
—Harold, deja ese periódico un momento —le pidió a su esposo, parándose a un lado del sillón. Con una de sus manos se tallaba la zona adolorida—. Creo que me torcí el cuello, necesito que me masajees el músculo esternocleidomastoideo para aliviarlo.
—Un segundo, querida —indicó Harold, sin apartar su mirada del artículo que estaba leyendo—. Estoy terminando de leer la sección de espectáculos. No creerás de quién es el hijo de...
Amanda colocó dos dedos sobre el periódico en las manos de Harold, y lo empujó por completo hacia abajo para así obligarlo a mirarla a los ojos. Y, en especial, para que notara la expresión de su rostro que dejaba muy claro que la “petición” era para ya, no para dentro de “un segundo”.
Una sonrisilla nerviosa se dibujó en los labios del Sr. Devil.
—Claro, enseguida —pronunció con apuro, y de inmediato se sentó derecho en el sillón para darle espacio. Amanda se sentó a su lado, dándole la espalda—. ¿Dónde te duele? —le preguntó mientras comenzaba a recorrerle su cuello y hombros con sus largos dedos, explorando con meticulosidad sus músculos. Detectó en un momento como su esposa se estremecía ligeramente y soltaba un pequeño quejido en cuanto pasó por una zona específica—. Ah, justo aquí, ¿verdad?
Comenzó entonces a masajearle esa parte con sumo cuidado y precisión. Amanda comenzó a soltar más quejidos, pero estos ya no eran precisamente de dolor.
—Ah, sí —susurró la Sra. Devil con un tono placentero, permitiéndose además cerrar los ojos para poder percibirlo todo mucho mejor—. Tienes dedos mágicos para esto.
—Oh, en más de un sentido, cariño —pronunció Harold con ligera jactancia—. ¿Qué te parecen los amigos de Monique? —preguntó de pronto sin detener su masaje.
—No lo sé —respondió Amanda, encogiéndose hombros—. Son un poco raros.
Harold soltó una carcajada divertida.
—Sí, algo. Pero son los primeros que Monique invita a la casa… o los primeros que se atreven a venir. ¿No es genial que se haya podido adaptar tan rápido?
—Bueno, siempre ha sido una chica fuerte y lista, que sabe adaptar su estrategia ante cualquier combate o giro movimiento inesperado de su enemigo. Es una cualidad que he intentado fortalecer en ella durante nuestro entrenamiento.
—Todo es un combate para ti, ¿cierto? —masculló Harold, esbozando una pequeña sonrisilla burlona, aunque ella no pudiera verla en ese momento.
—La vida entera es un combate —declaró Amanda con firmeza—. Eso incluye la escuela, el trabajo, las relaciones sociales, y los amigos.
—Debiste ser el alma de las fiestas cuando eras joven.
—No lo sé, nunca fui a ninguna. Estaba muy ocupada entrenando.
—Me lo imaginaba —susurró Harold muy despacio de forma disimulada—. Bueno, a mí me alegra que Monique haya podido al fin hacer amigos. Y si pudo hacer dos, estoy seguro de que podrá hacer muchos más, ¿no crees?
—Si, supongo que sí.
Y como invocada por su conversación, ambos escucharon en ese momento como la puerta principal se abría, y unos pasos cautelosos se aproximaban hacia ellos, hasta pararse justo detrás del sillón. Ellos no la miraron directamente (en un inicio), pero no tuvieron problema en identificar que se trataba justo de su hija.
—Ah, papá, mamá —masculló Monique despacio, con un pequeño dejo nervioso—. ¿Pueden Karly, Billy y… unos tres mil amigos nuevos quedarse a cenar?
—Seguro, querida —respondió Harold sin pensarlo mucho, estando aún más concentrado en el masaje al cuello de Amanda—. ¿Ves? ¿Qué te dije? Ya hizo…
Y en ese momento tanto Harold como Amanda terminaron de procesar y entender lo que su hija acababa de decir, y su reacción inmediata fue igualmente la misma.
—Espera, ¿qué dijiste…? —masculló Harold sobresaltado, y tanto él como Amanda se giraron a mirar a Monique, a sus dos amigos de la escuela de pie unos cuántos metros detrás de ella… y a los miles de esqueletos de huesos verdes, armaduras y espadas parados en el vestíbulo, y desperdigados por el jardín frontal y la calle.
—¡Maldición! —exclamó Amanda con aprehensión, y rápidamente saltó el sillón y avanzó hasta colocarse entre Monique, su esposo, y aquellos esqueletos—. ¡Quédense detrás de mí…! Auh… —El dolor de su cuello se hizo de nuevo presente, recordándole que estaba ahí, pero se sobrepuso rápidamente, adoptando una posición defensiva, pero más que lista para atacar. Los esqueletos parecieron detectar su intensión, y de inmediato tomaron sus armas en alto, listos también para el ataque.
—Está bien, mamá —declaró Monique, colocándose delante de ella rápidamente, con sus brazos extendidos hacia los lados de forma protectora—. Sé cómo se ve, pero no son peligrosos… creo.
—¿Cómo que no son peligrosos? —exclamó Amanda, escéptica—. ¿Qué son estas criaturas exactamente…?
—No puedo creerlo —exclamó Harold totalmente atónito, con sus ojos y su boca bien abiertos. Se levantó lentamente del sillón, le sacó y la vuelta y avanzó hacia los esqueletos, contemplándolos detenidamente, en especial al más cercano que inspeccionó de arriba a abajo repetidas veces, como queriendo cerciorarse de que estaba viendo bien—. ¡Son el ejército del Cráneo Esmeralda!
—Sí, creo que así dijeron que se llamaban —murmuró Monique, insegura.
—¡¿Cómo es posible?! ¡Pasé años enteros buscándolos! Recorrí el mundo, busqué en todos los lugares posibles, ¡y jamás los encontré! ¡Ni siquiera una pista de la ubicación en el que fueron sellados!
—Pues los encontramos en un templo subterráneo secreto debajo del parque de la esquina —indicó Karly sin mucho problema, señalando con un dedo hacia la puerta.
Aquella revelación tomó un tanto desprevenido a Harold.
—Ah, ¿sí? —susurró confundido—. Bueno, supongo que busqué en todos los lugares posibles… menos ahí.
—¿De qué se trata esto, Harold? —cuestionó Amanda con tono tajante, cruzándose de brazos—. ¿Ahora que nueva locura del Señor del Mal has traído a nuestra casa?
—Oye, esta vez fue Monique —respondió Harold defensivo, señalando con sus dos dedos índice hacia su hija.
—Bueno, no es mentira —murmuró la joven de cabellos azules, cabizbaja.
—Quién haya sido —espetó Amanda con tono autoritario—. Quiero que alguien me expliqué qué son estas cosas —exigió señalando con una mano hacia el montón de esqueletos en la puerta.
—No son ningunas “cosas”, Amanda —le corrigió Harold con vehemencia—. Y no son tampoco cualquier ejército: son el ejército más poderoso de todo el Submundo, las mayores fuerzas armadas al servicio del Señor del Mal. Tres mil guerreros que hace siglos dieron sus vidas y sus almas en un ritual prohibido, para convertirse en soldados eternos incapaces de morir, y así poder servir a cada nuevo Señor del Mal. La leyenda dice que fueron sellados hace mucho en una locación secreta, aguardando el día en que su amo los despertara y los invocara a la batalla.
—¿Su amo? —murmuró Amanda, arqueando una ceja, inquisitiva—. ¿Es decir…?
Volteó a ver directo a su hija, que se sobresaltó un poco asustada al sentir esos ojos acusadores posados en ella.
—Monique, ¿tú despertaste este montón de huesos ambulantes? —le cuestionó con marcada molestia en su tono.
—Fue un accidente —respondió Monique rápidamente—. No hice nada, sólo toqué una piedra y me acerqué de más… ¡no controló cuando pasan estas cosas!
Amanda suspiró con pesadez.
—Tranquila, querida. No te culpo a ti… sino a tu padre —masculló despacio, mirando de reojo a Harold. Éste, sin embargo, parecía más embriagado por el inmenso orgullo que le inundaba el pecho en esos momentos.
—¿Tú despertaste al Ejército del Cráneo Esmeralda sola? —susurró despacio al borde del llanto—. Oh, mi pequeña… eso quiere decir que tus poderes se han vuelto mucho más fuertes de lo que me esperaba. Sabía que esto pasaría conforme más te acercaras a tu cumpleaños dieciséis, pero no creí que fueras capaz de hacer algo como esto tan pronto. Estoy tan orgulloso de ti…
Recorrió sus dedos por la comisura de su ojo derecho, limpiándose las lágrimas que amenazaban con escaparse.
—Papá —susurró Monique entre dientes—. No frente a mis amigos, por favor… —añadió mirando sobre su hombro hacia Karly y Billy.
—Pero esto es grandioso —señaló Harold con firmeza, avanzando de nuevo hacia el grupo de esqueletos, que lo observaron en silencio—. Tienes ahora en tu poder una ventaja enorme con la que ni yo, ni tu abuela, ni tu bisabuelo contamos. Con esto tu triunfo está casi asegurado. De haber tenido a estos chicos a mi mando hace dieciocho años, ¡jamás hubiera sido derrotado! ¡Seguiría siendo el Gran Señor del Mal y mi reino habría sido eterno…!
—Ahem —pronunció Amanda con sequedad, pero con la suficiente fuerza para hacerse notar. Al girarse a mirarla, Harold notó como su esposa lo observaba con la mirada afilada, y sus brazos cruzados, claramente desaprobando cada una de sus palabras.
—Y… no me hubieras hecho el hombre más feliz del mundo al convertirte en mi esposa, querida —masculló el Sr. Devil, esbozando una amplia, y un poco nerviosa, sonrisa.
—Me encanta esta mujer —le susurró Karly despacio a Billy a su lado—. Es claro quién manda en la relación.
Billy no respondió, pero por supuesto había notado sin problema lo mismo que ella.
—Bien, ya no importa —masculló Amanda, adoptando una postura más segura—. Monique —pronuncio con fuerza, girándose hacia su hija, que de inmediato se sobresaltó y se paró firme por mero reflejo—. Ya que tú despertaste y trajiste estas criaturas a casa, ahora te toca tomar responsabilidad de ellas.
—¿Es decir… sacarlos a pasear y darles de comer? —susurró Monique, dubitativa.
—No —respondió Amanda de forma contundente, al tiempo que se dirigía hacia el armario del vestíbulo. Y tras indagar en su interior unos segundos, salió de éste cargando en sus manos una enorme y afilada hacha—. Tienes que destruirlos antes de que causen algún daño —indicó al mismo tiempo que le arrojaba el hacha, y Monique se apresuraba a ataparla en el aire con ambas manos.
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—¡¿Qué?! —exclamaron sorprendidos Harold y Monique al mismo tiempo.
—No, no haré tal cosa —respondió Monique, apremiante—. Son inofensivos, de verdad.
—¿No oíste a tu padre? Son la mayor fuerza del Submundo. No podemos dejar que caigan en manos equivocadas.
—Pero, Amanda —intervino Harold en ese momento—, no hay peligro de eso. Ellos son leales únicamente al Señor del Mal, y a nadie más.
—Con más razón se deben eliminar. Encárgate, Monique. Será una lección valiosa para ti.
—Pero, mamá…
—Sin peros —espetó Amanda con voz categórica, sin dejar lugar a la negociación, como era usual en ella—. Ahora —susurró colocando una mano de nuevo en su cuello—, necesito hielo para esto…
Dicho lo que tenía que decir, se dirigió con paso tranquilo en dirección a la cocina.
—¡Espera! ¡Amanda! —exclamó Harold con preocupación, siguiéndola de cerca—. Hablemos de esto un segundo primero…
Monique los vio alejarse hacia la cocina, y supo que su padre intentaría convencerla de que cambiara de opinión… muy seguramente sin obtener ningún resultado. Por su parte, ella se quedó ahí de pie en la sala, apretando entre sus dedos el mango de madera de la enorme hacha en sus manos.
—Vaya, qué intenso —susurró Billy con pesar, aproximándose hacia su amiga.
—Y, ¿qué harás ahora? —le preguntó Karly a continuación, parándose a lado de ella.
Monique no tenía una respuesta. De momento sólo se giró a mirar a los tres mil esqueletos verdes en la entrada de casa, que la observaban expectantes, esperando que su “ama” les diera algún tipo de orden.
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Alejandra Pizarnik | La palabra del deseo [frag.] I - «Figuras del presentimiento» «El infierno musical» 1971.
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ezkayard · 1 year
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Informe sobre el reino de Morfeo
No hay cosas más terribles que aquellas que habitan lo onírico, no solo porque lo onírico admite los hechos de la vigilia, sino porque también permite la repetición del hecho como si sucediera por primera vez para el soñador. Para la mayoría de los soñadores, la repeticion del sueño o la repetición de la vigilia en el sueño es una sucesión de hechos inevitables en los que se perpetúan las circunstancias y los sentimientos. Son momentos de ansiedad, porque se presiente el peligro (se lo conoce de alguna forma), y momentos de impotencia, porque no hay nada que se pueda hacer. Estas características de los sueños hacen que cada hecho sea igual de terrible en cada ocasión, y pueden tonarse más terribles si en la vigilia el soñador conserva recuerdos de la onirie.
En algunos casos, un soñador suficientemente lúcido, será capaz de identificar la repetición del escenario y podrá optar por cambiar unos hechos u otros a su favor. Obligar (porque la palabra no podría ser otra) a un otro a hacer lo que el soñador desea.
A veces, al violar la voluntad ajena, el soñador puede tener presentimientos que atraerán hechos que no lo dejarán llevar a cabo el deseo. Uno puede darse cuenta y luchar en pro de lo que busca que sauceda o rendirse.
A veces no puede evitarse el hecho y se busca una salida alternativa.
“Me van a matar, no puedo hacer nada, dejo que me maten y ya no lucho”, hace poco tomé esta decisión. Volví como un fantasma y observé cómo el asesino discutía con su supervisor sobre el hecho. Él no estaba autorizado a matarme. Fue castigado, obviamente, y pronto encarné otra figura que ahora no importa.
Respecto a esto, recuerdo el rumor de que al morir en el sueño, uno puede morir en la realidad. La primera vez que morí en un sueño, me sorprendió llegar a la mañana siguiente.
Los sueños, además de explotar los sentimientos, pueden hacer uso de los sentidos. Pueden hacer uso del tacto y el gusto (texturas y sabores), jugar con la vista y el oído (disminusión de la visión, pérdida del oído). Aunque no es un sentimiento ni un sentido, me gustaría agregar aquí la pérdida del habla.
Cierto es que no recuerdo haber usado el olfato jamás.
Recuerdo cosas no tan malas, como aquel robot que me arropó una noche; viajes y aventuras; criaturas curiosas como la que prometía cumplir deseos en la vigilia si alimentas a un gato; el demonio que me regaló algunos escritos; la escritora cuyos textos ocupaban una cuadra entera, tenía curiosos cuernos, era alta, muy alta e infinitamente negra; el muñeco diabólico que se transformó en un aliado; un amigo que recorría el plano conmigo y al que tuve que despedir porque ya llegaba la vigilia…
A veces la vigilia se siente como el sueño, irreal, insostenible, pasajero, los hechos pasan y yo existo como un espectador, creo poder hacer cosas irreales y a veces las logro, hay terrores que no me hacen sentir nada y alegrías que me producen terror, hay cosas preconcebidas o sabidas porque el sentimiento y el presentimiento vienen antes que la existencia en la onirie y depende de uno si deja que eso se confirme a sí mismo o negarlo.¹
No existe tal cosa como predecir el futuro.
El juego que existe entre ambos mundos me mantiene despierto por largas horas algunas noches.
A veces el soñador puede identificar qué causó qué en el sueño, porque, al final, son un resumen de lo que te ha estado pasando recientemente. Un ejemplo de esto son los sueños que tuve hace algunas semanas, sueños en los que “mi nueva casa” era un lugar extraño al cual a veces no podía llegar, a veces estaba invadido por criaturas indeseables, otras, no podía salir, a veces la soledad era absoluta…
Soñar que la gente me habla mal de una persona y que eso me cause un terror inimaginable tiene que ver con el hecho de que temo estar tomando malas decisiones, temo a que me lo echen en cara, temo a que sea demasiado tarde cuando me dé cuenta y no pueda hacer nada, temo a recibir solamente un “te lo dije” y nada de consuelo ni comprensión.
A veces el soñador hace una pequeña parada en la vigilia y vuelve a la onirie. Al volver, todo sigue en su lugar, el sueño sigue su camino como si nada hubiese pasado, como en un juego, alguien le puso pausa en tu ausencia.
En otras oportunidades es diferente, el sueño siguió en tu ausencia y alguna efímera criatura te explica qué ha sucedido, o no, tienes que enterarte por tu cuenta, por presentimientos…
¿No estamos en este caso alterando el pasado? “Aquel edificio arde porque X.” En efecto, esa fue la razón. Tu presentimiento modificó ese hecho onírico. Quizá no fue X, fue A o B o C. Quizá fue H.²
Como sea, no importa. Los hechos oníricos son como en la vigilia, inamovibles.
No hay viajes en el tiempo. Los hechos son lineales. Solo podemos ir hacia adelante. A no ser que seas de aquellos que reconocen una repetición onírica y poseen la capacidad de alterar los hechos. De todas formas no sería una alteración del pasado. Cada sueño es su propio universo, una circunstancia, una burbuja. El sueño anterior (el original) y el nuevo (con los cambios introducidos por el soñador lúcido) son cosas distintas.
Estoy pensando que estos sueños, los repetidos, quizá faciliten la lucidez. No estoy convencido de todo. He tenido sueños sumamente repetidos en los que no he podido hacer nada, y sueños primeros³ en los que he tenido un constante juego de posesión y pérdida del control o control absoluto.
Por último, pero no menos importante, quiero referir a las criaturas o cosas que son y no son, cuyo exterior difiere totalmente de la criatura que evocan. Me refiero a los objetos o seres que actúan como símbolos, su exterior no está relacionado con su interior, con el sentimiento que evocan, con lo que el soñador siente que son.
Así, una lámpara es representación de un sinfín de hechos terribles, pero se ve como una lámpara para el soñador. Una criatura aberrante podría ser un amigo. Una persona desconocida podría ser un íntimo amigo. Un desagüe puede llegar así a ser un portal que te deje en algún lejano lugar.
Las cosas no son su apariencia, son su esencia.
Tengan todos buenas noches.  ==============
Si el presentimiento de la vigilia actúa como el presentimiento en el sueño, donde no sos dueño de nada, es que no estás tomando las riendas de tu vida.
No imorta, el mundo onírico no es un mundo real, ¿o sí? Me permito fantasear porque llevo ya un rato escribiendo, quizá me equivoque. Ni yo estoy convencido de mi propio argumento.
Los que yo pienso tenidos por primera vez porque no están en mi memoria.
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bookishnerdlove · 1 year
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EDUPM - Primera Friebre (1) Kirona
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-¿Hay alguien ahí? Por favor, que alguien me traiga agua, estoy enferma gritó Kirona en la oscuridad. Tiró de la cuerda y tocó la campana. Pero nadie acudió a ella. ¿Podría ser que los asistentes que estaban profundamente dormidos no pudieran oírla? ¿O podía ser que aún estuviera soñando? Su cuerpo estaba demasiado caliente. Las alucinaciones y la realidad eran indistinguibles. Kirona gimió, apretándose el pecho con un dolor ardiente. Quería gritar, pero no le salía ningún sonido. La fiebre alta parecía haberle quemado hasta las cuerdas vocales. Parece que si grita, este calor escapará de mi cuerpo. Un viento frío entraba por la ventana abierta. Para tomar un poco de aire fresco, Kirona se arrastró por la cama hasta la ventana. Se inclinó y recibió el viento en la cara. Más. Un poco más. En cuanto se equivocó, su centro de gravedad se desplazó. Su vista empezó a volverse borrosa. El presentimiento de que caería se apoderó de todo su cuerpo, pero Kirona no pudo resistirlo. Le dolía tanto que pensó que sería mejor morir así. En ese momento, alguien cargo a Kirona. su debil cuerpo flotó hacia arriba como una semilla de diente de león. Era como si la hubieran sacado de las aguas profundas. Kirona puso sus brazos instintivamente el cuello del hombre y se aferró a él. Su rostro estaba oculto en la oscuridad. ¿Quién podía ser? A juzgar por la firmeza de su cuerpo tocado por las yemas de sus dedos, era un hombre. Entre los asistentes, hay muy pocos hombres. Si investiga uno por uno, podría averiguar su identidad. Pero su cabeza febril daba vueltas que no podia pensar. Kirona finalmente dejó de pensar y soltó un suspiro por encima del hombro de él. Pronto me susurró al oído. -¿Te duele mucho? -Me duele mucho. . Se enfado que por fin alguien fue a verla, pero al mismo tiempo estaba agradecía que alguien fue a verla incluso ahora, así Kirona ni siquiera podía ofenderse con él. Tiraron por la borda la dignidad que la familia real debía proteger y sollozaron. -Mi madre dijo que los miembros de la familia real no lloran. -Está bien llorar. La princesa aún tiene doce años. Una mano fría le tocó la frente hinchada. Era un frío agradable. Como si acabara de llegar del exterior, su ropa olía al viento. Kirona se acurrucó en sus brazos como un animal herido. -Tu cuerpo es como una bola de fuego. -Si lo sabes, llama a palacio cuanto antes. Toqué el timbre varias veces, pero no vino nadie. -No es que no vengan, es que no pueden venir. No te hagas daño. Abrazó a Kirona y le susurró en voz baja. Sentío que algo era extraño, tal vez porque su frialdad se había enfriado y su razón había retirado. Una voz extraña, un olor extraño. Kirona apartó instintivamente del pecho de esa persona -¿Quién eres? No obtuvo respuesta. Enterrado en la oscuridad, parecía más una sombra que una persona. Al cabo de un rato, el susurro volvió a cosquillear el oído de Kirona. -He estado pensando todo el tiempo en cómo sería... ... La princesa está más allá de mi imaginación. -... ... . -Eres mucho más encantadora y adorable de lo que pensaba. Hasta el punto de que quiero llevarte lejos para siempre para que sólo yo pueda verte. En el momento en que intenté revelar su identidad, mi visión giró. Un frío cálido y la capa de un hombre desconocido envolvían su cuerpo. Kirona se desplomó en sus brazos. El mundo entero estaba a oscuras. Al sumergirse de nuevo en el agua, Kirona abrió la boca como un pez. ¿Quién es esta persona? *** A los doce años. Por la tarde, después de ir a jugar al agua, el cuerpo de Kirona empezó a temblar. poco despues le subió la fiebre. Kirona, que había estado enferma toda la noche, visitó a Emma, la doctora de la familia real, a la mañana siguiente. Emma, que había estado rígida durante todo el examen, fue a visitarla después de recetarle sólo paracetamol. Era la primera vez que ella, una figura prominente en la historia del imperio, regresaba sin decir el nombre de su enfermedad. Pero incluso cuando alguien lo señaló, nadie se preocupó seriamente. Marie encogió de hombros mientras le entregaba hielo a Kirona, que emitía un sonido de dolor. "Ni siquiera lo mencionó porque sólo es un fuerte resfriado. ¿Su Alteza goza de buena salud?". Como se suele decir, Kirona era una niña sana. Incluso en pleno invierno, nunca le moqueaba la nariz. Incluso cuando había una plaga en el palacio imperial que se cobró un tercio de los niños del imperio, ella estuvo en cama y se levantó bien a los tres días. A los cinco años montó a caballo y corrió por las llanuras, y a los seis corrió por los bosques para disparar una flecha. Los niños de su edad sufrían enfermedades leves, pero a Kirona no le quedaba otra. Hasta el punto de sentirse ridicula por repartir bendiciones para crecer fuerte. "¡Su Alteza! ¿Cómo puedo hacer esto?" "¡Invoca al palacio inmediatamente!" "¡Su Alteza, abra los ojos! ¡No puede dejar que su mente divague así!" Pero entonces fue diferente. Incluso después de tomar paracetamol, la fiebre de Kirona no bajó. Kirona perdió el conocimiento debido a la continua fiebre alta. Emma Hugin, la médica que la atendía, entró en palacio al día siguiente, después de poner en orden sus asuntos personales. Arriesgó su vida para informar a la emperadora de la enfermedad de Kirona. "Fiebre tetra. Actualmente no hay manera". Nadie creyó las palabras de Emma. La madre de Kirona, es decir, la emperadora de Mihadas, estaba furiosa. Lo neguo con todas sus fuerzas. Agarró a la doctora por el cuello y gritó con fuerza. "Admiraba tu talento y te valoraba, pero ahora quieres despreciarme... ahora, a los doce años, esta sana por naturaleza y nunca ha estado gravemente enferma. Mire otra vez, no puede ser". "No hay manera de hacer nada. Delante de Su Majestad, ¿cómo puedo decirle una mentira cuando mi vida es preciosa? ¿Su Majestad sabe lo que es la fiebre tetra?" La fiebre tetra. Era una enfermedad rara sin causa ni cura conocidas. Apodada 'El Susurro de los Cinco Demonios'. Era más conocida por su tasa de letalidad de 100 por 100 muertes, pero también era conocida por su aspecto único. Al paciente le llegaban exactamente cinco fiebres altas, incluida la primera. Nadie sabía cuándo subiría la fiebre. Todo lo que se sabía de esta enfermedad era que había un periodo de reposo entre cada fiebre de al menos un año, que el cuerpo se debilitaba con las fiebres sucesivas y que después de la quinta fiebre moría invariablemente. En cuanto recobró el conocimiento tras deambular entre la vida y la muerte durante dos semanas, Kirona recibió una notificación como un rayo. "Lo siento. No vivirás mucho". Era una sentencia de muerte. Fue tan repentina que Kirona no pudo llorar. Kirona estaba aturdida, apenas pronunciaba las preguntas que le venían a la mente en ese momento. "¿Por qué me lo dices sinceramente? ¿Te dijo mi madre que lo hicieras?". "No, Su Majestad se opuso. Eres demasiado joven para saber la verdad. Pero convencí a Su Majestad". "¿Por qué?" "Si el final ya está fijado, saber es mejor que no saber. Pensé que sólo porque es un niña, no podía quitarle el derecho a conocer el final de su vida. Mi opinión como médico es que sí". Kirona levantó la cabeza. Luego mordió el caramelo que tenía en la boca. El paladar sintió un cosquilleo desagradable a causa del caramelo, que me recordó un dolor pasado. Una alucinación vista con fiebre alta. Una pesadilla que envuelve la mente como una niebla. "Eres mucho más encantadora y adorable de lo que pensaba. Hasta el punto de que quiero llevarte para siempre. ... ." La voz de alguien se oyó lo suficientemente vívida como para pasar de alto. Kirona por fin se dio cuenta de la identidad de la sombra que vino en secreto la noche en que ella vagaba entre la vida y la muerte. Era un demonio, el primer demonio que vino a quitarle la vida a Kirona. Kirona se sentó en la cama y sacudió sus pies intactos. La extraña dulzura del caramelo de canela se extendió por su boca. Alguien se lo dio para quitarle el sabor amargo del paracetamol, pero el sabor amargo mezclado con el aroma único de la canela lo hacía bastante desagradable. Era como tomarse otra pastilla. "Emma, me parece... ... ¿Cuánto tiempo crees que viviré?" "Hasta los veinticinco años de edad." "... ... ." "Aunque, esa es una estimación muy generosa." Capitulo Anterior Indice Siguiente Capitulo   Read the full article
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crdblog · 1 year
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Por que yo no
Será que doy vergüenza?
Será que no me pueden mostrar a la luz del sol y no por que necesite protección
Que me quemo como vampiro, que soy tan blanca pero no brillo
Que solo existo en la oscuridad y me caigo sin querer en los colchones y ahí es donde me aman a escondidas y en el ocaso es donde muestran diamantes a las mujeres ideales e infinitas
Segunda, tercera, ultima, primera en la cama y no en las sillas, nunca para dedicarme poemas, si para comprarme bebidas
Yo no soy una muñeca, yo siento y amo y pienso y veo todo y quiero ser como a ellas que les dedican el cielo a pesar de que probablemente y malditamente tengan a una como en el cajón, escondida, por que existe y saben pero de ellas no hablan, la aman pero en silencio y todos saben pero vivirán así hasta que la muerte les separe
Nadie grita ese nombre, esta presente pero no figura en la lista por que es solo un fantasma, un presentimiento, un miedo, el terror que aceptan por el felices para siempre con dolor y sin queja pero lamento eterno y rencor tóxico merecido a todos esos hombres
Mas a mi si me gustan las flores, y los chocolates y vivir intensamente a pesar de que me rompo mucho y no se controlar a veces mis emociones
Yo si quiero que me elijan a mi
Por que desde que soy chiquita siempre jugábamos y éramos las dos ultimas que quedábamos para jugar algún deporte y tenia que competir con la otra para que me elijan, y no a ella, por favor elíjanme a mi
No a ella
Elíjanme a mi
Porfavor elegimé
Mírame a mi
Fíjate
Pero solo fíjate en mi
Yo ya creo que me tengo que acostumbrar a ser el numero dos en todo, a ser la luna, a ser un jazmin y no un girasol
Que me manden mensajes y no cartas
Estoy en una constante competencia y siempre pierdo, ojalá algún día gane y sea la mejor
Ya no quiero migajas, quiero mas que solo las sobras de largar sin piedad ni amor
Ojalá deje de competir y ya todo deje de ser un juego y sea simplemente vivir
Sea simplemente amar
Y que me amen a mi y no exista nadie mas
Ser solamente una
Que ya no existan números, que ya no existan abecedarios, que ya no existan guiones, que solamente sea un párrafo dedicado a solamente ser nosotros dos
Por que donde siempre busco y gusto es donde alguien mas espera al otro lado
Donde siempre me enamoro es por que tengo que ganarme y luchar, lograr ser mas, mas que deseado quiero ser amada y abrazada, no tendría que ser así, no quiero hablar del patriarcado y llevar esto a un discurso político por que de alguna manera lo es, a veces ni si quiera me pongo a lado de otra mujer, a veces me ponen a lado de una adicción, de mi mamá, de destacar en un talento o un puesto, ya estoy cansada de correr
Estoy cansada de tener que estar en la cima
Yo solo quiero ser yo misma
Y no que me elijan
Sino que solamente prefieran vivir con mis inseguridades, mi risa, mi maldito humor, mis ganas de hacer todo y a veces nada, y que estén ahí con todos y nadie mas, pero ser la única, solo yo y vos, ser dos, pero nunca mas ser la numero dos, por que tres es demasiado, es multitud, es muchísimo, a menos que quieras formar otro corazón.
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a-schwarzung · 1 year
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Awakening
Nota 1: Regalo para Leto de Antenora, la matriarca de la secta dedicada a esta pareja. Esta historia ha nacido de un intento muy humilde de parte mía por expresar mi más sincero aprecio y respeto por alguien que es quizás la persona más dedicada a una pareja que ama, que yo conozco.
Nota 2: Basada en varios capítulos de episodio G, Shaka debía elevar su cosmos al máximo para sellar ciertas criaturas que han aparecido como consecuencia del despertar de los titanes; Aiolia debe proteger su vida, pues mientras esté meditando, Shaka estaría vulnerable ante cualquier ataque. Un titán intenta atacar a Shaka, por lo que se enfrenta a Aiolia, quien se ve forzado a usar una técnica prohibida por su hermano Aiolos. Está a punto de derrotar al titán cuando éste huye. Finalmente, Shaka interviene cuando dos gigantes están por atacar a un casi inconsciente Aiolia, salvándole la vida.
La figura en la cama se removió, envuelta en la oscuridad de la noche, haciendo que la delgada tela que le cubría crujiese continuamente. Su agitada respiración parecía apenas resquebrajar el pesado silencio de la habitación perdida en las profundidades de aquel templo. El cuerpo se erizó ligeramente antes de incorporarse intempestivamente.
El joven entreabrió los ojos tras haber fruncido el ceño, dejando que las gruesas gotas de salino sudor resbalasen con impudicia por su arrugada frente. Los orbes verdes se clavaron en un lugar fijo de la habitación, tratando de adivinar las figuras yacentes en las tinieblas con el único fin de expeler de su consciencia aquella pesadilla.
¿Cuántas veces le había visto? No pudo recordarlo, pero desde hacía más de seis años ese momento de su vida había quedado grabado en su alma y en su memoria para siempre. Los labios de aspecto agrietado debido a la sequedad, se entreabrieron dejando escapar un sonoro suspiro. Llevó ambas manos hasta su rostro, enjugando el sudor del mismo con descuido y cierto desdén. Una mano ligeramente trémula se paseó por su humedecida melena.
Se estiró, buscando que la tensión en su espalda disminuyera. Finalmente se incorporó, abandonando la cama después de una breve lucha con las húmedas sábanas que se enredaban alrededor de su portentoso y joven cuerpo. Caminó con desgarbo por la habitación, para finalmente colocar sus manos sobre una de las paredes. Entrecerró sus ojos y maldijo en voz baja, sin desear que los demás ocupantes del templo supiesen lo que le ocurría.
Se giró y vio con desgano la revuelta cama. No deseaba acostarse de nueva cuenta, y ello no se debía a aquel sueño que hubiese tenido desde la más tierna infancia, sino al presentimiento de que era casi ineludible tener aquel otro sueño. Era mucho más reciente, pero igualmente intrigante; en ocasiones era imposible volver a dormir para él, más aún cuando trataba de darle un significado.
Aiolia de Leo siempre había considerado que los otros Santos de Oro no eran más que unos asesinos. Nunca nadie podría hacerle creer lo contrario, su hermano era incapaz de traicionar a la diosa, y había sido un santo tan imponente que no había nadie que pudiera verle sin bajar la mirada humildemente. Por eso la sangre le hervía al recordar como ninguno de los otros dorados había sido capaz de alzar la voz a favor de Aiolos. Ni uno sólo de ellos había hecho algo al respecto; por el contrario, Shura y Shaka habían sido dos de los santos a los que hubiese considerado intachables; sin embargo, ambos habían aceptado la orden del patriarca de ir y buscar a Aiolos para matarlo.
Y si bien Shura era quien había asestado las mortales heridas, todos los santos dorados no eran más que asesinos, gente fría que no había dudado en increparle a Aiolia los supuestos errores y faltas de su hermano mayor. Toda su vida era una continua prueba para demostrar que era un hombre digno y honorable. Había jurado ser el más poderoso de los doce, y estaba seguro de que lo lograría tarde o temprano.
Una de las manos del pelirrojo se crispó en un puño, sus nudillos quedando de una tonalidad blanquecina debido a la fuerza ejercida. Deseaba gritar y deshacerse de toda la rabia que sentía, dejando de lado la fría máscara de indiferencia y desdén que portaba siempre frente a los otros Santos dorados. Pero era algo que nunca haría, nunca les daría el gusto de mostrarles cuánto le afectaban las silenciosas represalias de las que había sido víctima desde hacía tantos años. Incluso ahora, los otros dorados tenían sus reservas respecto a él, desconfiando y mirándole con apenas velada hostilidad.
Los labios del muchacho se curvearon en una sonrisa sarcástica, antes de entreabrirse y dejar brotar una risa seca y metálica, carente por completo de toda calidez o alegría. El sonido no tardó en ahogarse en su garganta, haciéndole compañía al nudo que se retorcía lastimosamente en aquella misma parte. Elevó su mirada, para después desempuñar su mano; la observó detenidamente, ponderando en silencio.
Todos esos años los había odiado y despreciado, al igual que al Santuario. Pero nunca se había planteado la posibilidad de abandonar la Orden, por el contrario, había entrenado y trabajado encarecidamente con el único fin de hacer realidad su objetivo. Pero apenas unos días antes se había percatado de un cambio en él. Era algo apenas perceptible, un cambio nimio que no obstante, le había dejado perturbado.
El patriarca le había llamado y le había encomendado una tarea de suma importancia. Tendría que ir a la India y proteger a Shaka, uno de los asesinos de su hermano. No había dicho nada, mucho menos cuando se le había explicado que el guardián de Virgo estaría indefenso ante cualquier ataque debido al profundo estado de concentración que requería para poder hacer arder su cosmos al máximo y así, deshacerse de todas las criaturas malignas aparecidas debido al despertar de los titanes.
Aiolia partió sin más, llegó incluso antes que el mismo Shaka a aquel sitio en la India en el cual había muerto el llamado Buda. Lo vio llegar y no pudo evitar llenarse de amargura; tampoco de responder con cierto sarcasmo al comentario de Shaka cuando éste notó que había sido él quien tenía encomendado el proteger al rubio.
“¿Esta es tu gran oportunidad, no es así?”
Esas habían sido las palabras de Shaka, quien no se molestaba en ocultar su desconfianza; creía que Aiolia lo mataría, pero él era incapaz de hacerlo, el joven era un guerrero con honor, que sin importar lo que sucediera, nunca faltaría a uno de sus deberes. Sin embargo, algo oscuro en su interior lo había llevado a mirarle con fría seriedad.
“Así parece”
Su respuesta no era del todo sincera, con gusto lo hubiera matado, pero Leo sabía mejor que nadie que aquel no era el lugar ni las circunstancias; y quizás nunca lo haría. Pero había deseado soltar esas ponzoñosas palabras en busca de una oscura satisfacción.
“Aiolia, si lo deseas, puedes matarme bajo estos dos árboles, los sales gemelos. No daré oposición alguna”
“¿Quieres que tu vida se apague bajo los Sales gemelos?”
“Nada en la vida sucede por azar, todo tiene su razón de ser. Si muero en este lugar, es porque así estaba escrito en mi destino”. [1]
Aiolia se negaba a creer eso. El destino no era algo que estuviese escrito, cada uno forja su propio destino; o al menos eso era una certeza para él. Había cierta resignación en Shaka, pero al mismo tiempo el griego lo percibía como un desafío oculto dirigido a su persona. Shaka de Virgo no moriría ese día, al menos no mientras él fuera el encargado de protegerlo.
Cuando el joven ateniense vio al titán, no pudo evitar sentir cierta anticipación, una ansiedad por el inevitable encuentro. Cuando vio aquel ataque dirigirse hacia donde se encontraba meditando el otro dorado, no tuvo tiempo de pensar, su cuerpo se movió automáticamente para buscar interferir en el camino del mismo. Recibió aquellos impactos de lleno, teniendo únicamente su misión en mente: proteger a Shaka de Virgo.
Cuando su oponente le había preguntado si la razón de que deseara detenerlo era para poder matar con sus propias manos a uno de los asesinos de su hermano, Aiolia no había respondido. No deseaba explicar sus razones a ese ser que se llamaba a sí mismo Dios, además de que sus motivaciones no importaban en absoluto; lo único importante era evitar que el titán atacase al otro mientras éste estuviera meditando.
Su pulso aún se aceleraba al recordar aquel enfrentamiento, después de todo, había puesto su cuerpo hasta el límite de sus posibilidades. Había sentido su cosmos apagarse poco a poco, como si la vida le abandonara lentamente. Parecía como si hubiese estado dispuesto a morir ahí con tal de proteger al guardián de Virgo. Al inicio, había sido para cumplir la promesa que había hecho a Aiolos; pero en ese momento no se había cuestionado más allá. Su hermano le había hablado de sacrificarse por sus camaradas, amigos en quienes confiara. Se lo había dicho, y esas palabras habían resonado en su interior: “Todos merecen que arriesgues tu vida por ellos”.
Aiolia sabía muy bien que él no podía ser tan magnánimo como su hermano mayor, pero aquellas palabras eran algo en lo que deseaba creer. Por eso no había titubeado, dispuesto a hacer hasta lo imposible, incluso usando una técnica que el mismo Aiolos le había prohibido usar por ser tan peligrosa para sí mismo.
“¿Tanto deseas proteger al asesino de uno de tus seres queridos?”
Ante la pregunta, el griego no se había detenido a pensarlo, respondió lo que realmente sentía. No era sólo su misión, ni una promesa a Aiolos; pese a que ambas eran también parte del motivo. Era algo mucho más sencillo.
“Antes de ser un asesino, ¡Shaka es el Santo de Oro de la casa de Virgo! Alguien que está luchando por todos, sellando a los espíritus liberados por los dioses. Para proteger a la gente, los seres vivos de la tierra ¡y a Athena!”
Al recordar sus palabras, le era imposible saber por qué las había dicho, sólo estaba seguro de que eran la verdad. ¿Podía odiar a alguien así? ¿Incluso si había sido uno de los asesinos de su ser más querido? Las lágrimas se agolpaban aún es sus verdes ojos al recordar que esa técnica la había creado para proteger a Aiolos; incluso si al final no lo había logrado; inclusive si había terminado usándola para salvar la vida de un enemigo de su hermano. Pero realmente no estaba seguro de que alguien como Shaka pudiera ser un asesino frío. No deseaba admitirlo, pero quizás el Santo de Virgo podía llegar a ser un camarada. Era muy pronto aún, y su resentimiento aún era dolorosamente vívido como para considerar aquello posible; sin embargo, algo en su interior le decía que podía confiar en Shaka de Virgo, al menos tanto como lo haría un santo de oro en otro.
Aiolia se llevó ambas manos hasta la cabeza, emitiendo un apagado suspiro al mismo tiempo que sus dedos se enredaban en las húmedas hebras de color cobre. Dio unas cuantas vueltas más por su habitación antes de decidirse a salir. Caminó hasta la puerta, haciendo un intento por abrirla cuidadosamente, evitando así despertar a los demás.
Antes de que se diera cuenta, sus pasos ya le habían dejado fuera del quinto templo. Elevó su mirada y vio frente a sí el imponente templo de Virgo. Una delgada línea se dibujó en su entrecejo, mientras continuaba avanzando en silencio. Sus pies desnudos producían que un intenso estremecimiento recorriera su cuerpo ligeramente cubierto. Ascendió por las escaleras de Virgo, sin saber muy bien qué haría una vez que estuviera a la entrada de éste.
Lo más adecuado hubiera sido elevar su cosmos y solicitar permiso para penetrar en el sexto templo. Sin embargo, al considerar que Shaka estaría probablemente durmiendo, Aiolia había decidido sentarse en las escaleras del mismo. En ese instante sintió un cosmos cerca, puso atención, notando de inmediato que se trataba del cosmos del dueño de aquel templo. Eso significaba entonces que Shaka estaba despierto, y muy probablemente, meditando.
Leo siempre había sido alguien impulsivo, y con una cierta tendencia a ser rebelde, por lo tanto no era de extrañarse que terminara frente a la puerta de fino tallado en el sexto templo que le llevaría al jardín adyacente al mismo. Con un simple movimiento, la puerta cedió ante el peso de su cuerpo, crujiendo sonoramente al mismo tiempo. Aiolia maldijo en voz baja ante el ruido, seguro de que si bien Shaka probablemente le había sentido aproximarse, ahora estaba más que seguro de su presencia ahí, una presencia que él mismo no sabría explicar.
Asomó su cabeza pelirroja, para permitirse observar el vasto jardín de Virgo. Sus cejas se elevaron al notar cómo lo único que había ahí además del verde pasto, era un par de árboles, similares a aquellos que hubiese visto en la India. Se preguntó por un momento si Shaka tendría alguna fijación con esos árboles y su significado. ¿Pensaba acaso en el suicidio con frecuencia?
Por su parte, Shaka permanecía en la misma posición en la que había estado desde antes de que Aiolia llegara mientras esperaba silenciosamente a que el recién llegado se anunciara. Le había sentido aproximarse por las escaleras del sexto templo, y si bien su aspecto era sumamente sereno, por un instante su pulso se había acelerado de modo apenas perceptible. Shaka sabía bien que era anticipación, y aquello le sorprendió bastante; no sabía bien cuándo había sido la última vez que había experimentado aquella emoción.
Aiolia lo observaba en silencio, estudiando ese cosmos que emitía el guardián de Virgo. No podía explicar bien lo que esa energía le comunicaba, ni lo que evocaba en él. Era un cosmos cálido, sumamente poderoso pero en ese momento no había rastro alguno de hostilidad en él. Sin embargo, pese a la candidez, había algo distante en él; esa era la esencia del mismo Shaka. Sereno y poderoso, pero al mismo tiempo apartado de todo lo terrenal.
El joven Leo no notó que los instantes de silencio se habían prolongado, por lo que se sorprendió al escuchar la suave voz de Shaka irrumpiendo el silencio de aquel jardín.
—¿A qué debo el honor de tu visita, Aiolia?
Se quedó mirando a su interlocutor, mudo por un instante. Realmente no había pensando en qué motivo le daría a Shaka cuando éste lo viera ahí. Intentó pensar en alguna explicación creíble, incluso cuando él mismo no poseía una.
—Yo… —, titubeó, sintiendo en ese momento cierta molestia al observar como el otro permanecía calmosamente inmóvil, —vine aquí porque no tuve la oportunidad de agradecerte… por salvarme la vida.
El griego era orgulloso, pero era precisamente esa arrogancia lo que le llevaba a realizar aquel agradecimiento. Su deber había sido proteger a Shaka, y lo había cumplido, pero eso no significaba que el otro tuviera la obligación de ofrecerle ayuda; mucho menos de salvarle la vida. No sabía cómo sentirse al respecto, pero al estar ahí frente a Shaka había sentido el deseo de decir esas palabras.
Virgo entreabrió sus ojos, dejando que sus irises celestes se mostraran al chico frente a él, quien continuaba a varios metros de distancia. Por un momento Aiolia creyó ver una débil y efímera sonrisa dibujándose en los delgados labios del rubio. Éste ladeo la cabeza, antes de responder pausadamente.
—No es necesario que me agradezcas Aiolia, tú me salvaste la vida—, le miró fijamente, —pese a todo—, enfatizó aquellas palabras para proseguir de inmediato. —No podía hacer menos, además fue algo que hice por voluntad propia.
En ese momento Shaka sonrió abiertamente, de un modo sincero aunque discreto. Parpadeó unas cuantas veces, no creyendo aquella imagen que no había durado más que escasos segundos; por lo que Aiolia simplemente asintió a la par que un apagado gruñido abandonaba sus labios.
—No fue nada, solamente hice lo que me ordenó el Patriarca.
Shaka le observó un instante antes de entrecerrar sus ojos nuevamente. Permaneció inmóvil, de modo tal que el griego estuvo a punto de irse al creer que con ello daba por terminada la incómoda plática.
—Pero pudiste no hacerlo…
Se giró, y una de sus cejas se arqueó. Había llegado a pensar que había algo extraño en que fuera él a quien se le hubiese asignado esa misión. No estaba seguro si sólo se trataba de probar su lealtad. A veces pensaba que había algo oscuro en los designios de aquel hombre; pero era imposible creer que había sido enviado porque el patriarca esperara precisamente que Aiolia dejara morir a Shaka.
—Sabes que no es así.
Ambas cejas en la frente de Virgo se elevaron, antes de que éste asintiera al mismo tiempo que sus labios se curveaban débilmente. Era tan extraño ver a Shaka sonreír tantas veces en un mismo día.
—Entonces, déjame repetir las palabras que le pedí a tu escudero que te dijera—, se puso lentamente de pie, aproximándose al joven Leo hasta estar apenas a unos cuantos pies.
—Sin importar cuántas veces caíste, derramaste sangre, o perdiste la esperanza; cada vez que te levantaste, sentí el cosmos de alguien que luchó valientemente. Nunca olvidaré que quien resguardó mi vida ese día fue el León de Oro; por eso prometo resguardar tu vida sin importar las circunstancias.
La voz de Virgo era tersa y grave, carente de exaltación alguna, sin embargo, poseía cierta calidez que el otro no lograba explicarse. Había una emoción que no lograba identificar y que nunca hubiera creído poder relacionar al usualmente distante Shaka. Era una promesa que no podía tomarse con liviandad, y aquella comprensión hizo que Aiolia se sintiera repentinamente incómodo. Hizo un esfuerzo casi titánico para evitar que el calor que sentía ascender por su rostro se convirtiera en un bochornoso sonrojo.
—Yo… no sé qué decir Shaka—, pausó antes de mirarle con profunda seriedad. Pero su interlocutor prosiguió.
—También le dije, que la próxima vez que nos viéramos, deseaba que fuera como amigos.
Aiolia se quedó en silencio, ignorando cuál podría ser la respuesta más acertada. ¿Amistad? ¿Acaso era posible ser amigo del asesino de su hermano? Pero Shaka le había salvado, y le había demostrado su valor. Recordó en ese instante lo mucho que había admirado otrora a Virgo, y no pudo evitar sentir una punzada en su pecho. Alguna vez había considerado a Shaka un santo tan respetable como su hermano mayor.
—¿Por qué mataste a Aiolos?
La voz del griego era fría y estaba cargada de represalias. El blondo estaba consciente de que Aiolia sabía perfectamente bien que él no había matado, al menos no literalmente, a su hermano. Sin embargo había aceptado con serenidad el papel que se le había asignado por aquél, incluso él mismo se había llamado asesino ante Leo.
—¿Qué hubieras hecho en mi lugar?
La pregunta destanteó al aludido, quien levantó su mirada, hasta entonces gacha, para fijarla en un punto cualquiera del jardín. Se hizo la pregunta mentalmente, tratando, quizás por primera vez, de ponerse en el lugar de otro Santo dorado en aquellos momentos. Era difícil dejar de lado que Aiolos era su hermano, y todo lo que ello implicaba. Sus ojos se abrieron sobremanera al darse cuenta de que, de haber sido informado de la traición de otro dorado, probablemente hubiera hecho lo mismo que Shaka. Quizás era injusto pretender que Virgo supiera qué clase de hombre había sido su hermano mayor.
—Puedes leer los corazones de los hombres, ¿no es así, Shaka?
Éste lo observó, antes de asentir.
—Entonces, si en ese momento hubieras sido tú el que hubiera encontrado a Aiolos, estoy seguro de que no lo habrías asesinado. Habrías visto en su corazón, toda la bondad, todo el valor y la grandeza de su alma.
Su voz parecía estar a punto de quebrarse, por lo que se había detenido, para después regresar su mirada verde a la figura del otro dorado frente a él.
—Dices que soy alguien que merece que protejas mi vida. Pero yo te diré una cosa más—, se detuvo, mirando con intensidad la figura frente a él, —yo no soy tan noble ni tengo tanto valor como mi hermano. Probablemente hubiera hecho lo mismo que tú, pero si eres la persona que creo, entonces habrías visto quién era realmente Aiolos.
Shaka no respondió inmediatamente, reflexionaba en silencio lo dicho por el griego. Lo analizaba con la misma tranquilidad con la que meditaba todo a su alrededor. Era algo que parecía tener sentido, y él mismo estaba consciente de que realmente nunca había conocido bien al guardián de Sagitario. Quizás el destino así lo había querido, por mucho que Aiolia proclamara que no había cosa tal.
Finalmente decidió acercarse aún más al joven pelirrojo, para después colocar su diestra sobre el hombro de éste en un gesto amistoso. Sintió en ese momento una profunda simpatía por Aiolia, deseando más que nunca poder acercarse a él. Había ofrecido su amistad, y eso era algo que raramente hacía Shaka de Virgo, pero estaba decidido. Siempre estaría ahí para Aiolia, incluso estaba dispuesto a arriesgar su vida para resguardar la de aquella persona que había derramado su sangre por él, incluso si no había sido por afecto.
Era una emoción desconocida, pero que Shaka comenzaba a atesorar. Quizás el griego no estaba consciente de ello, pero necesitaba a alguien que lo ayudara a encontrar de nuevo su camino. Respetaba profundamente a algunos de sus compañeros, pero Leo era el único al que respetaba lo suficiente como para considerar la posibilidad de apreciarle y de considerarle un amigo, incluso si no era algo mutuo.
—Te creo, Aiolia, y probablemente tengas razón. Así que dime ¿Aceptarás mi amistad?
Sintió la mirada y la confusión de éste, pero dejó que buscara la respuesta en su interior.
—Creo que podremos ser camaradas Shaka, y quizás pueda confiar en ti algún día.
Aiolia había sonreído sin haberse percatado, correspondiendo al gesto de Shaka con uno semejante. Tras presionar con suavidad el hombro del rubio, se apartó con un movimiento grácil y lento.
—Será mejor que me retire Shaka, descansa.
Levantaba su diestra a modo de despedida mientras comenzaba a salir de aquel jardín. Miles de preguntas asaltaban su mente. No sabía por qué, pero le causaba cierta alegría pensar que quizás había alguien más entre el escaso número de personas que creían en él.
—¿Un camarada y amigo en quien confiar, eh? Alguien que merezca, incluso más que otros, que arriesgue mi vida por él…
Levantó su mirada y vio su propio templo, inconsciente de que por primera vez en mucho tiempo, su ser entero se sentía más tranquilo, casi alegre; tal y como lo testimoniaba la sonrisa apenas perceptible que se pincelaba en sus labios.
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odeliah · 1 year
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Al final del día acababa agotada. No solo era el malestar físico de los mareos en barco, era su mente. Parecía pesarle más que el cuerpo y a la hora de la cena era cuando más se notaba, no solo por las ojeras que parecían haberse acomodado bajo sus ojos sin intenciones de marcharse. Por ello se esforzaba todavía más en aparentar que no le pasaba nada, que era como un día cualquiera. Todos tenían ya en qué pensar como para preocuparse por ella.
Una vez en la cama, no le costó quedarse dormida y sumirse en un sueño profundo. Temía dormir por lo que veía, por aquellas visiones que había tenido, y no dejaba de preguntarse si sería capaz de regresar a Hogwarts cuando lo hicieran.
Como cada noche desde aquel veinticuatro de marzo, volvía a revivir el mismo escenario. Caminaba por una calle londinense, con ladrillos rojos decorando las pequeñas casas individuales de dos plantas del barrio. Se detuvo frente a una puerta blanca y sacó las llaves para abrirlas. La cerró tras entrar, con el presentimiento de que algo iba mal. Unos pasos bastaron para ver que el mobiliario estaba fuera de sitio, que había un jarrón hecho pedazos en el suelo u otros objetos. Parecía haber habido una pelea. El grito de su madre provenía del piso superior y subió los escalones a toda prisa, varita en mano. Su padre yacía inconsciente en el umbral de la puerta del dormitorio de la pareja, mientras que los gritos de auxilio de su madre provenían del cuarto de la menor. Un nuevo cruciatus la hizo revolverse de dolor, gritando en una interminable agonía. Trató de atacar a aquella figura encapuchada, de dejarle inconsciente, pero lograba bloquear sus ataques. Y, aún peor, ni siquiera parecía reparar en ella. Estaba disfrutando con su víctima.
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