Tumgik
#angelsweird
theweirdangel · 2 years
Text
⸻ 𝖙𝖍𝖊 𝖌𝖑𝖔𝖜 𝖎𝖓 𝖙𝖍𝖊 𝖇𝖑𝖔𝖔𝖉
Tumblr media
Silencio, la habitación no era alumbrada más que por la pequeña lámpara de noche que descansaba sobre el buró junto a la ventana que, con las persianas cerradas, impedía la entrada de la luz de la madre luna y de las miradas indiscretas de los árboles y los insectos que rondaban entre las penumbras.
Silencio, un pestañeo y la brocha cepillando el rubor rosado era lo único que se podía escuchar, además de los constantes susurros que le erizaban los vellos de la nuca, causando que el collar de perlas se sintiera más apretado contra su cuello, obstruyendo el paso constante del aire a sus pulmones maltratados y pútridos por los múltiples cigarros que solía fumar durante sus rondines diarios.
“𝙉𝙞𝙣̃𝙞𝙩𝙖.”
“𝘽𝙚𝙣𝙙𝙞́𝙘𝙚𝙡𝙤 𝙨𝙚𝙣̃𝙤𝙧…”
“𝙈𝙞𝙧𝙚𝙣 𝙖 𝙡𝙖 𝙣𝙚𝙣𝙖…”
Pintalabios rojo y largas pestañas postizas daban vida a su demacrado rostro, añadiendo más color a cada capa de piel, mejillas ruborizadas de forma forzada, finas cejas que no le pertenecían ahora formaban parte de su rostro y, aún sin verse a sí mismo en el espejo sabía que no era él, no lucía como él, y no sabía si debía sentirse feliz o desgraciado por ello.
“𝙌𝙪𝙚́ 𝙙𝙚𝙘𝙚𝙥𝙘𝙞𝙤́𝙣”
“¡𝙉𝙞𝙣̃𝙞𝙩𝙖!”
“𝙑𝙚𝙧𝙜𝙪̈𝙚𝙣𝙯𝙖…”
“𝙀𝙧𝙚𝙨 𝙪𝙣 𝙝𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚…”
“¡𝙎𝙚́ 𝙪𝙣 𝙝𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚!”
Un suspiro y la mirada puesta en el delineador negro, centrada en seguir el flujo de la línea, sin deparar ni un segundo en sus pupilas dilatadas por el brillo cegador de la brillantina que le bañaba en resplandor los párpados. Rímel y más color, más color, más brillo, glitter, la brillantina…; miró fijamente el pequeño frasco transparente, rayado y ligeramente quebrado por el choque constante contra las demás cosas que cargaba siempre en su bolso.
“𝙀𝙧𝙚𝙨 𝙪𝙣 𝙝𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚…”
Tragó fuertemente, una gota de sudor cayendo desde su cien izquierda, haciendo su recorrido a través de su cuello, dejando a su paso un rastro húmedo casi imperceptible, desapareciendo dentro de su aterciopelado vestido magenta, justo donde el esquelético dedo trazaba un camino en ascenso.
“𝙌𝙪𝙚́ 𝙖𝙨𝙦𝙪𝙚𝙧𝙤𝙨𝙤…”
Se negó a volver la vista a su reflejo, le bastaba con sentir su presencia contra su espalda encorvada, cansada, adolorida; acariciando, rasguñando, resoplando palabras crudas, llenando el aire de un asqueroso aroma a muerto, tan real que sabía que realmente estaba ahí. Sus manos frías le helaban la piel con un simple toque y le dejaban las articulaciones entumecidas y las manos tan temblorosas que le dificultaba tomar el pequeño frasco de brillantina, alzándolo contra la luz, permitiendo que una holeada colorida le bañara de calidez el pecho.
“𝙉𝙞𝙣̃𝙞𝙩𝙖…”
“¡𝘼𝙨𝙦𝙪𝙚𝙧𝙤𝙨𝙤!”
“¡𝙉𝙞𝙣̃𝙞𝙩𝙖!”
Sentía que todo a su alrededor comenzaba a comprimirse contra él, aplastándole el pecho, quebrándole las costillas, las voces eran demasiado ruidosas, haciendo retumbar las paredes, tirando polvo sobre sus pinturas, empañando el espejo, borrando su reflejo deplorable y dejando a su paso nada más que una silueta, la forma femenina de una completa extraña, con cabellos largos y quebrados, con largos pendientes de argolla y unos labios tan rojos que relucían claramente; con grandes manos alrededor de su cuello y una gran sombra a su espalda, junto a otras dos más junto a su puerta y sobre su cama.
“𝙃𝙤𝙡𝙖…, 𝙦𝙪𝙚𝙧𝙞𝙙𝙖…”
“𝙉𝙤 𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙪𝙣𝙖 𝙢𝙪𝙟𝙚𝙧…”
“𝙀𝙧𝙚𝙨 𝙪𝙣 𝙝𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚.”
“¡𝙎𝙚́ 𝙪𝙣 𝙝𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚!”
Una amplia sonrisa comenzaba a formarse en sus temblorosos labios, un brillo particular haciéndose presente en sus ojos, inundando sus pupilas, devolviéndoles el brillo que de falso le hacía juego a toda su apariencia, falsa, triste, incorrecta.
“𝙉𝙞𝙣̃𝙞𝙩𝙖…”
Destapó con un suspiro el frasco de glitter y lo vertió lentamente sobre su palma abierta, hipnotizada con la caída del resplandor divino, que en su diminuto reflejo le permitía vislumbrar la soledad soñada a sus espaldas, tan brillante y colorida como distante y dolorosa.
“¡𝙉𝙞𝙣̃𝙞𝙩𝙖!”
El silencio de la habitación fue cortado de golpe por el estruendo provocado por el choque del plástico contra las baldosas de madera vieja, deslavada y polvorienta. Cada golpe incrementaba más el sonido y mitigaba las voces inquebrantables de su alrededor, comenzó a reír victoriosa por la repentina paz que, desconocida, se colocaba en su pecho, asfixiante.
“¡𝙎𝙚́ 𝙪𝙣 𝙝𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚, 𝙣𝙞𝙣̃𝙞𝙩𝙖!”
Lágrimas derramadas con lentitud sobre sus mejillas, resbalando con suavidad y corriendo de paso al maquillaje intruso de su camino, internándose en sus fosas nasales, humedeciendo el aire putrefacto con aroma a sal, bañando sus dientes sucios de labial corrido, perdiéndose en su boca que, entre carcajadas, permanecía abierta.
“¡𝙉𝙊 𝙀𝙍𝙀𝙎 𝙐𝙉𝘼 𝙈𝙐𝙅𝙀𝙍!”
“¡𝙉𝙄𝙉̃𝙄𝙏𝘼!”
Todo estaba mal, su ropa se sentía demasiado ajustada y al mismo tiempo demasiado desnuda, mientras las garras se abrían paso entre las costuras, despellejando su interior, dejándolo vacío, con el maquillaje corrido y la peluca despeinada por el viento infernal que, entre ráfagas, le bañaba con restos de sombras turquesas, verdes y anaranjadas, con brillantina colándose entre los agujeros de sus medias de red, mitigando el dolor físico con sus delicadas caricias.
“𝙉𝙤 𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙣𝙖𝙙𝙞𝙚…”
“𝙉𝙤 𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙪𝙣 𝙝𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚 𝙙𝙚 𝙫𝙚𝙧𝙙𝙖𝙙…”
“𝙑𝙚𝙧𝙜𝙪̈𝙚𝙣𝙯𝙖.”
“𝙎𝙀́ 𝙐𝙉 𝙃𝙊𝙈𝘽𝙍𝙀”
“𝙉𝙊 𝙀𝙍𝙀𝙎 𝙐𝙉𝘼 𝙈𝙐𝙅𝙀𝙍”
Un pestañeo, inhala, exhala. Volvió su vista hacia el espejo, su mirada viajando a lo largo de la habitación, vacía, desolada, irreconocible, apenas iluminada por su tenue lámpara de noche.
Inhala.
Exhala.
Miró lentamente su reflejo, su vestido estaba aún en su lugar, intacto, impecable. Su peluca seguía perfectamente arreglada, rizos discretos descansando detrás de sus orejas. Su maquillaje seguía ahí, pequeños rastros de lágrimas decoraban sus mejillas.
Inhala.
Exhala.
Sonríe.
Dejó caer sus manos a cada lado de su cuerpo, agotada, sin permitirse dejar de ver su reflejo, sin dejar de vislumbrar sus pupilas dilatadas y su labial corrido, las comisuras de sus labios irritadas y brillantes. Un suspiro y un torrente de brillantina salió disparada contra el espejo, reflejando múltiples veces su silueta, encorvada, sin vida, con la brillantina llenando su boca, sofocando su esófago, llenando su vacío interior, desalmado por aquel que detrás suyo lo tomaba por el mentón y la obligaba a verse.
Inhala.
Exhala.
Podía sentir como dentro suyo todo comenzaba a cobrar vida, todo se sentía mágico, se sentía real, se sentía correcto. Relamió sus labios con su lengua rasposa por las diminutas partículas de color.
Inhala…
Exhala…
Pestañeó lentamente y sonrió, bajó su vista hacia su mano, donde sus largas uñas postizas se hallaban bañadas en sangre. Alzó sus pupilas temblorosas e inundadas y se quedó hipnotizada por la manera tan exquisita en que la sangre fluía lentamente desde su garganta, drenando toda la brillantina con ella.
Inhala…
Sintió el toque en su mentón desaparecer, sintió el peso aligerarse de sus hombros, sintió todo lo malo fluir de su cuerpo, dejando simplemente un pensamiento en su mente.
"Aquella noche se veía tan deslumbrante, tan hermosa. Tan ella."
10 notes · View notes
theweirdangel · 2 years
Text
⸻ 𝐈𝐈. 𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐈𝐑𝐂𝐋𝐄: 𝗟𝗨𝗦𝗧
𝗉𝖺𝗂𝗇 𝗐𝗂𝗍𝗁𝗈𝗎𝗍 𝗉𝗅𝖾𝖺𝗌𝗎𝗋𝖾
Tumblr media
Gritos desgarradores se podían escuchar por doquier, exclamados con un dolor tal que eran la viva reencarnación contraria a los gritos que con vida exudaban el placer ardiente del momento.
Vientos torrenciales azotaban los cuerpos frágiles y magullados hasta que las suplicas se escuchaban entrecortadas a través del tornado arrasador, reviviendo los escenarios más lujuriosos que el más pervertido había logrado cumplir en aquellos tiempos, en los que la vida le daba más alegría que la muerte alaridos de angustia.
Los cuerpos torcidos golpean las paredes rocosas, bañados de sangre para diversión del de arriba, que manipulaba los movimientos como si se tratase de un juego de ajedrez, como si fuera una sesión sadomasoquista, en donde el viento servía como látigo y se encargaba de impartir su castigo a aquellos que en vida osaron a pecar de lujuriosos.
Téss había perdido su virginidad a los catorce años, simplemente por curiosidad, y desde aquel momento no había podido parar, se había acostado con demasiados chicos como gemidos que flotaban tortuosos por el gélido aire imparable del infierno.
Había probado diversas posiciones y había experimentado el cumplir con muchos más fetiches. Sin embargo, sabía ahora, con las lágrimas al borde del colapso, mientras impactaba sin piedad contra las rocas punzantes de las esquinas de los muros que lo encarcelaban, que su perdición había sido el nunca haber estado realmente satisfecho.
Había buscado más, siempre más, como si nada pudiera brindarle un buen orgasmo.
Solía ser imparable y ahora se hallaba pagando su condena, siendo torturado de la forma en que vivo, su cuerpo habría disfrutado, manteniendo su cuerpo magullado y adolorido. Pero no había placer, sólo sufrimiento, el sufrimiento de las familias que había destruido, de los profesores que habían perdido su empleo, de los políticos encarcelados, de los desempleados que quedaron en bancarrota cuando su jefe había decidido desaparecer de la nada, tras verse involucrado con un menor de edad.
Se merecía el castigo eterno que le robaba el aliento y que, despiadado, le hacía querer rogar su perdón, con una sinceridad tal, que en sus tiempos de travesura, cuando aún se pavoneaba entre las masas de algún club nocturno, le habría resultado difícil de creer a cualquier persona, que sabía, que era más divertido suplicar para obtener más placer, y que la única manera en que podía realmente parar era con su palabra de seguridad.
Lástima que no tenía una, pues su insaciable ser en vida, siempre quería más, rozando los límites y jamás deteniéndose.
0 notes
theweirdangel · 2 years
Text
⸻ 𝐈. 𝐅𝐈𝐑𝐒𝐓 𝐂𝐈𝐑𝐂𝐋𝐄: 𝗟𝗜𝗠𝗕𝗢
𝖾𝗍𝖾𝗋𝗇𝖺𝗅 𝖽𝗂𝗌𝗌𝖺𝗍𝗂𝗌𝖿𝖺𝖼𝗍𝗂𝗈𝗇
Tumblr media
Se quedó parado en medio del desolado pasadizo, podía asegurar que una mirada estaba siempre puesta en él, a cada paso que daba, el murmullo del viento seco le susurraba al oído palabras inentendibles. La oscuridad era abundante, tenues antorchas hacían el esfuerzo de alumbrar, pero las rocas eran tan pesadas que parecían robarse la luz.
Sin embargo, extrañamente, aún con su paso tartamudeante, podía ver a la perfección, como si su pureza brillara en nombre de la inocencia que cargaba tras haber muerto libre de pecado.
Siguió su andar hasta que se halló en una gran sala, el camino al juzgado estaba cerca, a tan sólo una puerta, tan enorme que se alzaba alrededor de quince metro sobre él. El cuello le dolía de tener que alzar la vista, para leer -en letras casi diminutas-, que aquellas eran las mismísimas puertas del infierno, de las que tanto había escuchado susurrar minutos antes.
Alzó la mano como si tuviera vida propia, automática y curiosa, temblorosa de impaciencia.
— Hey, hey, hey, alto ahí. —
Se giró en búsqueda de la procedencia de aquel llamado, pero sólo se topó con que el pasadizo de antes había desaparecido y había sido reemplazado por una pared más. Ahora estaba totalmente encerrado, y solo.
— ¿Quién habla? —
Silencio.
La falta de respuesta le hizo encogerse de hombros y volverse a donde estaba puesta su atención antes, pero ahora no había más puerta a su destino, ahora estaba rozando narices con madera de roble que olía extrañamente a quemado.
Retrocedió algunos pasos para tener una mejor vista de aquello. Era un estrado, y en la cima, había una sombra que dictaba ser el juez, quien le miraba con grotescos ojos rojos, analizándolo, pero parecía que no hacía mucha falta, pues tan sólo un minuto después alzó su gran mazo, distorsionado por la distancia, y lo golpeó con una fuerza ensordecedora contra la madera.
— ¡Tenemos un no bautizado, al primer círculo! —
Un fuerte viento lo obligó a cerrar los parpádos con fuerza, alcanzando a cubrirse el rostro con los antebrazos antes de que la paz le albergara acompañada de una inquietud inexplicable.
Temeroso, se arriesgó a abrir los ojos, a su alrededor habían largos senderos de grandes prados, con unas enormes cimas sirviendo de soporte para los que parecían ser castigados.
Un nudo se instaló en lo alto de su garganta cuando la realidad lo golpeó con fuerza. Estaba en el limbo.
Era un inocente no identificado. Jamás podría salir de aquí, la bella plenitud, tan solitaria como silenciosa resultaba más aterradora de lo que nunca imaginó, incluso después de haber muerto sin ningún pesar en el alma que le siguiera atando a la tierra de los vivos.
Pero oh, como prefería estar allá, que en el punto intermedio, donde no pertenecía a ninguno de los mundos. Simplemente ahí, en el limbo, tranquilo y lleno de paz, que no alcanzaba su interior atormentado por la simple idea de que jamás viviría la gloria eterna del cielo, su alma jamás estaría satisfecha y tan sólo vagaría en pena por los largos prados de desolación y abandono.
0 notes
theweirdangel · 2 years
Text
⸻ 𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖙𝖜𝖔: 𝖆𝖓𝖔𝖓𝖞𝖒𝖔𝖚𝖘
“𝓔𝓼 𝓲𝓶𝓹𝓸𝓼𝓲𝓫𝓵𝓮 𝓮𝓷𝓽𝓮𝓷𝓭𝓮𝓻 𝓪 𝓵𝓪 𝓸𝓼𝓬𝓾𝓻𝓲𝓭𝓪𝓭
𝓼𝓲 𝓪𝓾́𝓷 𝓷𝓸 𝓽𝓮 𝓱𝓪𝓼 𝓫𝓪𝓷̃𝓪𝓭𝓸 𝓮𝓷 𝓮𝓵𝓵𝓪.”
– ¡Es que no lo entiendes! ¡Están en todas partes! –
– Pero de qué hablas, Téss. Hijo, no hay nadie aquí. –
– Por eso te digo que no lo entiendes, no eres capaz de verlo. ¡Pero están aquí! Nos están mirando, todo lo que hacemos. ¡Todo lo pueden ver! –
– ¡Que no hay nadie aquí, Téss! ¡Siempre es lo mismo, siempre es la misma mierda contigo! ¡No hay nadie aquí y punto, YA CÁLLATE! –
Un portazo fue todo lo que quedó de lo que había sido su madre perdiendo los estribos, sabía que estaba loco, pero a veces deseaba que ellos fueran capaces de ver lo que había a su alrededor, y tan sólo comprenderlo por unos segundos.
Pero no era posible, porque ellos no eran como él.
Se dejó caer en la esquina junto al armario, donde solía refugiarse por las noches, cuando las respiraciones tranquilas abrían paso al más insoportable ruido. Porque era cuando estaba todo en silencio, cuando comenzaba la verdadera tormenta. A veces eran sólo pisadas por doquier, sombras que lo acechaban desde la cabecera de su cama, dejando detrás vestigios de haber estado acostado en donde se suponía debía estar él, como si tan sólo no hubiera un solo rincón en esas cuatro paredes que realmente le perteneciera.
Los murmullos que le perseguían se convertían en estruendosos gritos, a veces incluso podía escuchar a su madre gritando una y otra vez lo mucho que deseaba que se callara de una vez por todas. Como si él fuera sólo una más de esas voces que vivían para siempre en su cabeza.
Un gélido aliento le rozó la nuca, causando que los vellos de todo su cuerpo se erizaran en un santiamén, pero estaba tan agotado por ese día, que simplemente se quedó con la vista muerta en algún punto del suelo, donde tenues rayos de la luz de la luna le incitaban a admirarla, pero sabía que no habría nada hermoso si miraba hacia arriba, así que ni siquiera lo intentó, sólo se quedó ahí, tieso, mientras sentía un gran peso posarse en su espalda, recorriendo sus brazos, deteniéndose en su cuello, un poco de presión y…
Trató de deshacerse del pánico, pero mientras más era acariciado por lo que sea que estuviera detrás suyo, más difícil le era respirar. Su vista se estaba comenzando a distorsionar, y a esas alturas ya ni siquiera era consciente de si los gritos a su alrededor eran los de su cabeza, o era él, quien rogaba por ayuda, que pedía a sus padres que vinieran a salvarlo, que no lo dejaran ahí, porque no quería estar sólo consigo mismo y su tormentosa mente ni por un segundo más.
– ¡Téss, hijo, por favor! Deja de gritar. Hijo, sabes que es por tu bien. –
– ¡Por favor, papá, sácame de aquí! ¡Papá! –
– ¡Téss, escucha a tu padre, y ya deja de gritar como loco, que vas a alertar a los vecinos! –
Respiró profundamente, antes de animarse a alzarse sobre sus pies inestables, corriendo como pudo hasta la puerta, comenzando a golpearla con sus puños, blancos de lo fuerte que los estaba apretando. Pasos frenéticos le siguieron a sus espaldas, sombras juguetonas pasaban a su lado, y esas voces, esas malditas voces repitiéndole lo jodidamente loco que estaba parecían no querer parar.
– ¡Sácame de aquí! ¡Sácame de aquí! ¡Tú no lo entiendes, me quieren hacer daño, por favor! –
Sabía que estaba detrás suyo, como cada noche, dormía a su lado, y lo esperaba en el único rincón de la habitación que podía usar como refugio, siempre acechándolo, siempre esperando como un cazador a su presa.
– ¡Que no hay nadie ahí, maldita sea! –
– ¡Mamá, por favor, no dejes que me haga daño, por favor! –
La podía escuchar sollozar, pequeños gritos cansados saliendo de su débil garganta, se imaginaba sus lágrimas bañando sus pálidas mejillas, sus labios agrietados. Su pequeño cuerpo tembloroso en los brazos de su padre, igual de agotado, rogando porque se callara, porque los dejara dormir en paz.
Pero él también quería descansar, lo único que pedía era que lo salvaran del infierno en el que ellos lo habían encerrado. Quería que lo escucharan por una vez, y que intentaran creerle, que realmente no estaba solo y que estaba sufriendo. Sólo quería ser escuchado sobre todas esas voces, quería ser visto más allá de las miradas punzantes que siempre estaban pegadas a su nuca. Y parecía que no habría otra forma de lograrlo, mas que haciéndoles pasar la misma pesadilla que a él, esperando que se rindieran primero y lo liberaran, antes de que el ente detrás suyo lo hiciera, y acabara con su poca estabilidad.
Porque ya no le quedaba nada más que los gritos de ayuda, que mantenían al ser atado, y si se detenía, si dejaba de golpear la puerta más allá de sus nudillos ensangrentados, y dejaba de gritar más allá de las suplicas de sus padres, perdería todos los estribos, y entonces, no habría más que oscuridad, no habría salida de los rincones agrietados de su mente enloquecida.
– ¡CÁLLATE, CÁLLATE TÉSS! –
“𝘾𝙖́𝙡𝙡𝙖𝙩𝙚, 𝙘𝙖́𝙡𝙡𝙖𝙩𝙚, 𝙘𝙖́𝙡𝙡𝙖𝙩𝙚… “
“𝙏𝙚́𝙨𝙨, 𝙘𝙖́𝙡𝙡𝙖𝙩𝙚… “
“𝘾𝙖́𝙡𝙡𝙖𝙩𝙚, 𝙏𝙚́𝙨𝙨, 𝙘𝙖́𝙡𝙡𝙖𝙩𝙚, 𝙘𝙖́𝙡𝙡𝙖𝙩𝙚, 𝙘𝙖́𝙡𝙡𝙖𝙩𝙚, 𝙘𝙖́𝙡𝙡𝙖𝙩𝙚 … “
– ¡QUE TE CALLES! –
Escuchó la cadena romperse, al tiempo que su mano destrozada atravesaba la madera de su puerta, a penas logró vislumbrar en las penumbras, el cuerpo inerte de su madre sobre los brazos temblorosos de su papá, que parecía estar gritando algo, pero todo estaba en silencio, sólo estaba ahí la respiración gélida contra su nuca, sonriente porque ahora eran libres, así como lo era su madre, que no apartaba sus ojos muertos de él, bañados de terror ahora que por fin era capaz de ver su cruel realidad.
– Te dije que no estaba solo, mamá… -
Tumblr media
1 note · View note
theweirdangel · 2 years
Text
⸻ 𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖔𝖓𝖊: 𝖘𝖙𝖊𝖕𝖍𝖊𝖓 𝖐𝖎𝖓𝖌 “𝓛𝓸𝓼 𝓶𝓸𝓷𝓼𝓽𝓻𝓾𝓸𝓼 𝓼𝓸𝓷 𝓻𝓮𝓪𝓵𝓮𝓼 𝔂 𝓵𝓸𝓼 𝓯𝓪𝓷𝓽𝓪𝓼𝓶𝓪𝓼 𝓽𝓪𝓶𝓫𝓲𝓮́𝓷 𝓿𝓲𝓿𝓮𝓷 𝓭𝓮𝓷𝓽𝓻𝓸 𝓭𝓮 𝓷𝓸𝓼𝓸𝓽𝓻𝓸𝓼 𝔂, 𝓪 𝓿𝓮𝓬𝓮𝓼, 𝓮𝓵𝓵𝓸𝓼 𝓰𝓪𝓷𝓪𝓷.”
Tumblr media
Se quedó mirando fijamente su reflejo, tan normal como podía ser a las cuatro con cinco de la madrugada. La oscuridad tan silenciosa parecía no ser real con todas esas voces rondando por su cabeza sin parar, deformando todo a su alrededor, pintando miradas que le causaban escalofríos y le impedían moverse de donde estaba, mirando siempre fijamente a sus propios ojos, ignorando la forma en que su entorno comenzaba a decolorarse en gris, queriendo jugar aún más con su propia mente atormentada.
No recordaba la última vez que había dormido bien, sin despertarse a mitad de la noche debido a los gritos incesantes de la chica que vivía en el departamento de alado, siempre gritando y llorando como alma en pena, que rebuscaba en los tablones de madera putrefacta, su cuerpo descuartizado. Había intentado ayudarla cuando llegó, pero le había sido imposible actuar cuando el dueño lo tomó por los hombros y lo golpeó hasta dejarlo inconsciente, para después despertar en una habitación de hospital, rodeado de policías y doctores, que parecían hacer guardia en caso de que quisiera escapar.
Mirándolo como si fuera una amenaza, como si no pudieran ver al que parecía ser un doctor, de más de metro ochenta, que estaba sosteniendo un bisturí con sus manos negras con uñas podridas, lo examinaba lentamente, incluso llegando a pasarlo por el cuello de uno de los oficiales, quien tan sólo removió sus hombros como si hubiera tenido un espasmo muscular. Aunque frente a sus ojos, Téss lo había visto desangrarse, con el cuello rajado por la mitad.
Vaya locura, ni siquiera sabía qué hacía ahí, pero ya era toda una pesadilla.
– Entonces…, ¿vas a hablar ahora o nos tendrás esperando toda la noche? –
Miró en dirección a la ventana, pero las persianas caídas le impedían mirar más allá, seguro por eso no se había percatado antes de lo tarde que era. Recordaba que había sido de mañana cuando había escuchado al señor de alado cerrar de un portazo su apartamento antes de que los gritos comenzaran, esos malditos gritos que ahora estaban tatuados en su memoria junto a los demás.
“𝙋𝙤𝙗𝙧𝙚 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙖, 𝙣𝙤 𝙢𝙚𝙧𝙚𝙘𝙞́𝙖 𝙢𝙤𝙧𝙞𝙧 𝙖𝙨𝙞́~…”
– ¿Qué chica? –
– ¿Cómo? –
Parpadeó varias veces para volverse a la realidad, a la que tan poco estaba acostumbrado, los hombres uniformados ahora se veían más amenazantes, con su postura lista para atacar de ser necesario.
– Acabas de decir que la chica no merecía morir así, ¿de qué chica estás hablando? –
¿Qué chica?
“𝙇𝙖 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙖…”
“𝙇𝙖 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝙖𝙥𝙖𝙧𝙩𝙖𝙢𝙚𝙣𝙩𝙤…”
“𝙇𝙖 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙖…”
– Responde, ¿qué chica? –
“𝙇𝙖 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙖, 𝙡𝙖 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙖, 𝙡𝙖 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙖…”
– ¿CUÁL CHICA? RESPONDE DE UNA VEZ. –
– Yo no sé, había una chica, estaba gritando. –
– ¿Y por qué gritaba? –
“𝙋𝙤𝙗𝙧𝙚 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙖…”
"𝙎𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚..."
“𝙋𝙪𝙣̃𝙖𝙡𝙖𝙙𝙖𝙨...”
“𝙀𝙡 𝙗𝙞𝙨𝙩𝙪𝙧𝙞́…”
Sus ojos se movieron a través de la habitación hasta donde estaba el doctor de la piel negra, pero ahora no había nadie en esa esquina, más que una pequeña niña que balanceaba sus pies al ras del suelo, tan solitaria que daba pena, sin embargo, fue el charco de sangre lo que llamó su atención.
“𝙎𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚, 𝙝𝙪𝙚𝙡𝙚 𝙡𝙖 𝙨𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚…”
“𝙀𝙡 𝙗𝙞𝙨𝙩𝙪𝙧𝙞́…”
– Muy bien, parece que alguien quiere pasar la noche tras las rejas. –
Miró al oficial de gran porte que no paraba de entrecruzar palabras con las demás voces, sólo para llevarse la gran sorpresa de que justo detrás de él, como una sombra tapando la luz de un sol desaparecido, estaba su próximo atacante, el doctor que parecía haber muerto en algún punto de su estadía en el hospital, y que ahora se había lanzado sobre él, apuñalándolo con el artefacto médico que tantas veces había escuchado en su cabeza.
“𝙀𝙡 𝙗𝙞𝙨𝙩𝙪𝙧𝙞́, 𝙚𝙡 𝙗𝙞𝙨𝙩𝙪𝙧𝙞́, 𝙚𝙡 𝙗𝙞𝙨𝙩𝙪𝙧𝙞́, 𝙚𝙡 𝙗𝙞𝙨𝙩𝙪𝙧𝙞́, 𝙀𝙇 𝘽𝙄𝙎𝙏𝙐𝙍𝙄́, 𝙀𝙇 𝘽𝙄𝙎𝙏𝙐𝙍𝙄́, 𝙀𝙇 𝘽𝙄𝙎𝙏𝙐𝙍𝙄́… “
– ¡AHHHHHHHHHHHHHHHH! –
“𝙈𝙐𝙀𝙍𝙀”
– ¡¿Qué está pasando?! –
– Oficial, por favor hágase a un lado, parece que está convulsionando. –
“𝙈𝙐𝙀𝙍𝙀”
“𝙈𝙐𝙀𝙍𝙀”
“𝙈𝙐𝙀𝙍𝙀”
“𝙈𝙐𝙀𝙍𝙀”
El doctor no dejaba de atravesar su piel una y otra vez, todas esas caras lo miraban desde el techo, desfigurando todos los rincones de la habitación, si tan sólo todos fueran humanos tal vez no le daría tanto terror, pero que le miraran fríamente, juzgándolo, burlándose de su estado tan deplorable, le estaba haciendo temblar. Sentía que le sangraba la garganta de tanto gritar, y las voces imparables le daban ganas de alzar los brazos y cubrirse los oídos, pero entonces estaba bajo el agua, estaba hundiéndose, ahogándose en su propia sangre.
Se levantó de golpe, el agua del lavamanos inundado le goteaba por la barbilla. Seguía en el baño, pero por la poca luz que lograba colarse por debajo de la puerta, suponía que ya estaba amaneciendo, y él seguía ahí, frente a frente a su reflejo, con todas esas miradas pegadas a su espalda, mientras que él comenzaba a desmoronarse, derritiéndose frente a sus propios ojos.
Si tan sólo pudiera defenderse de su propia mente.
Pero sabía, que la única forma de callar todas esas voces era hacer caso a ellas; la única forma de detenerlos, de impedir que siguieran asesinándolo a su antojo, era hacerlo él mismo.
– ¡MUERE! –
Levantó el cuchillo con el que el señor de alado había asesinado a la chica, y lo arrastró por su garganta, como el doctor había hecho con el oficial inconsciente. Pronto el agua del lavamanos se pintó de un rojo profundo, y por primera vez en mucho tiempo, su reflejo le sonrió orgulloso de que por fin iba a irse a dormir, antes de desvanecerse en la oscuridad a la que pertenecía.
1 note · View note