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#cursos de como hacer velas
soluniversal · 7 months
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Cómo hacer velas artesanales
En cada página de nuestro curso digital descubrirás cómo la chispa de la pasión puede encender un negocio de velas artesanales con éxito. Te llevaremos de la mano por un camino lleno de aprendizaje y crecimiento, mostrándote que la creatividad puede ser el faro que guíe tu camino hacia el éxito de un emprendedor. ⭐Lograrás: ✅Aprender las técnicas básicas para la elaboración de velas artesanales…
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lusangelma · 1 year
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Leticia fue mi alumna en la escuela "Justo Sierra", en plena sierra. Tenía once años de edad.
Once años conociendo las carencias y la mugre de la vida.
Siempre con la misma ropa, heredada por una tradicional necesidad familiar.
Once años batallando con los bichos de día y de noche.
Con una nariz que como vela escurría todo el tiempo.
Con el pelo largo y descolorido sirviendo de tobogán a los piojos.
Aun así, era de las primeras en llegar a la escuela.
Tal vez iba por los momentos necesarios para soñar que era lo que no; aunque enfrentara el rechazo y el asco de los demás.
A la hora del trabajo en equipo nadie la quería.
No dieron la oportunidad para demostrar qué tan inteligente era: el repudio fue lo que Leticia conoció.
Me desconcertaba el hecho de ver que algunos varones con características semejantes a las de Leticia eran aceptados por el resto de las niñas y los niños, pero no ocurría lo mismo con Leticia y las niñas.
A mí solo se me ocurría hacer recomendaciones que nunca fueron atendidas.
En ese tiempo me preguntaba:
¿De qué sirve leer cuentos a esos niños que no han comido?;
¿serviría de algo alimentarlos con fantasías?
Yo creía que sí, pero no sabía hasta dónde.
Constantemente les brindaba relatos, sobre todo en la mágica hora de lecturas, dos veces por semana.
Un día conté "La Cenicienta" y cuando llegué a la parte en que el hada madrina transformó a la jovencita andrajosa en una bella señorita de vestido vaporoso y zapatillas de cristal, Leticia aplaudió frenéticamente el milagro realizado.
Había una súplica en su rostro que provocó la burla de los que no tenían la misma capacidad ni la misma necesidad de soñar.
Esta vez hubo recomendaciones y regaños.
En otra ocasión, pregunté a mis alumnas y alumnos: ¿qué quieren ser cuando sean grandes?
Y el cofre de sus deseos se abrió ante mí: alguien quería ser astronauta, aunque al pueblo ni el autobús llegaba; otros querían ser maestros, artistas o soldados.
Cuando le tocó el turno a Leticia, se levantó y con voz firme dijo:
“¡Yo quiero ser doctora!"
y una carcajada insolente se escuchó en el salón.
Apenada, se deslizó en su banca invocando al hada madrina que no llegó.
Mi labor en esa escuela terminó junto con el año escolar.
La vida siguió su curso.
Después de quince años, regresé por esos rumbos, ya con mi nombramiento de base.
Hasta entonces encontré algunas respuestas y otras preguntas.
Las buenas noticias me abordaron en autobús, antes de llegar al crucero donde trasbordan los pasajeros que van al otro poblado.
Llegaron en la presencia de una señorita vestida de blanco.
-¡Usted es el maestro Víctor Manuel!... , ¡usted fue mi maestro! _me dijo_ sorprendida y sonriente.
El que podía encantar serpientes con las historias que contaba.
Halagado, contesté:
_Ese mero soy yo.
_¿No me recuerda, maestro? _Preguntó, y continuó diciendo con la misma voz firme de otro tiempo- yo soy Leticia ... y soy doctora ...
Mis recuerdos se atropellaban para reconstruir la imagen de aquella chiquilla que en otro tiempo nadie quería tener cerca.
Se bajó en el crucero dejando, como La Cenicienta, la huella de sus zapatillas en el estribo del autobús...
Y a mi con mil preguntas.
Todavía alcanzó a decirme: - Trabajo en Parral... búsqueme en la clínica tal... y se fue…
Un día fui a la clínica que me dijo y no la encontré.
No la conocían ni la enfermera ni el conserje.
¡Era demasiada belleza para ser verdad!
"Los cuentos son bellos pero no dejan de ser cuentos", me lamentaba.
Arrepentido de haber ido, y casi derrotado, encontré a la directora de la clínica y hablé con ella.
Lo que me dijo, revivió mi fe en la gente y en la literatura:
_La doctora Leticia trabajaba aquí _me contó_.
Es muy humana y tiene mucho amor por los pacientes, sobre todo con los más necesitados.
_Esa es la persona que yo busco _asi grité.
_Pero ya no está con nosotros _dijo la directora.
_¿Se murió? _Pregunté ansioso.
_NO, COMO CREE, La doctora Leticia solicitó una beca para especializarse y la ganó... ahora está en Italia.
Leticia sigue aprendiendo más y enseñando sus secretos para luchar.
Yo sigo queriendo saber hasta dónde llega el poder de las palabras; ¿cuál es el sortilegio para encantar a las serpientes que jalan a los descobijados?; como profesor, ¿qué puedo hacer para equilibrar la balanza de la justicia social ante casos parecidos?; ¿cuándo empezó el despegue de los sueños de Leticia en cuanto al resto de sus compañeras y compañeros?; ¿dónde radica la fortaleza de las mujeres que superan cualquier expectativa?
Ya no quiero ser el maestro de Leticia: Ahora quiero aprender.
Quiero que me enseñe cómo evoluciona una oruga hasta convertirse en ángel y, sobre todo, quiero descubrir, ¿cuál fue la varita mágica que la convirtió en la princesa del cuento?
El maravilloso poder de las palabras.
#delmurodealguienconcorazon
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entredosmundos · 2 months
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»»————- ❀❀❀ ————-««
❛ ⠀⠀⠀⠀⠀𝑠𝑢𝑐𝑒𝑠𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟 (Lorena) ❝⠀⠀⠀⠀⠀𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝑑𝑒 𝑀𝑎𝑟𝑖́𝑎 (𝙇𝙖 𝙑𝙞𝙨𝙞𝙤́𝙣).
Caminábamos por las animadas calles de Madrid, Lorena y yo, dejando que el sol del atardecer iluminara nuestros rostros y aliviara el peso del día. Era un día común, pero sabía que incluso los días normales podían esconder pequeñas sorpresas.
Decidí hacer una parada en una floristería; el aroma de las flores siempre ha tenido un efecto calmante en mí. Seleccioné cuidadosamente un hermoso ramo, cada pétalo parecía contar una historia diferente. Las flores tenían ese poder de transformar cualquier día rutinario en algo especial.
Después de comprar el ramo, continuamos nuestro camino hacia el restaurante donde planeábamos cenar. Mientras caminábamos, la conversación se deslizó hacia el incidente en la cafetería. Todavía recordaba la explosión de gas, la confusión en el aire y la preocupación por Lorena , quien estuvo de baja recuperándose de sus heridas.
— No me gusta reconocerlo... pero agradezco que Víctor estuviera allí, me costó mucho asimilar lo que había pasado. Y me sorprendió el buen gesto de acompañarme al hospital. Realmente pensé que me dejaría ahí como un gato abandonado. —me dijo Lorena con gratitud en sus ojos.
Asentí con la cabeza, recordando que ese día había tenido que ir al cajero y, de alguna manera, eso me había librado del accidente. Hablamos de Víctor, nuestro jefe, y de su amabilidad sorprendente. Lorena mencionó lo extraño que le parecía, pero yo simplemente sonreí, agradecida de que estuviera allí.
—Aún me parece increíble que hayas vuelto tan pronto al trabajo. Deberías haberte tomado más tiempo para recuperarte por completo. —le dije a Lorena, preocupada.
Ella sonrió, agradecida por mi preocupación, pero luego cambió el tema hacia Daniel, nuestro apuesto compañero de trabajo. Lorena estaba obsesionada con él, y nuestras conversaciones a menudo se desviaban hacia sus encantos y misterios.
El sol se ocultaba lentamente en el horizonte cuando finalmente llegamos al restaurante. Nos sentamos en una mesa acogedora y, el ramo de flores, en el mismísimo centro. Mientras saboreábamos la explosión de sabores de la comida del restaurante, el ambiente se llenaba de risas y confidencias. Las velas titilaban, arrojando sombras suaves sobre la mesa y destacando la frescura de las flores que reposaban en el centro. La conversación fluyó natural, como un río que encuentra su curso, y nos sumergimos en anécdotas y pequeñas locuras de cuando íbamos a la universidad. Lorena y yo aunque no hubiéramos asistido a la misma institución parecíamos haber tenido vidas similares. Por eso me gustaba tanto pasar tiempo con Lorena, de alguna manera me hacía sentir como en casa pese a las otras cosas que nos diferenciaban. Teníamos lo que yo diría, conexión.
Entre bocado y bocado, surgieron risas espontáneas que llenaron el restaurante, atrayendo miradas curiosas de otras mesas. Las lágrimas contenidas en mis ojos amenzaban por salir constanemente.
— Resulta que, en mi primer año de universidad, decidí hacer una audición para el grupo de teatro. Estaba emocionada, ¿verdad? Pues bien, el día de la audición, estaba tan nerviosa que, al entrar al escenario, tropecé con el borde y casi caigo de cara.
Las risas volvieron a desatarse, podría decir que el dolor de tripa no era por la cantidad de patatas que me había metido para el cuerpo, y hasta la camarera que estaba pasando cerca no pudo evitar soltar una risita. Las mesas cercanas nos miraron con curiosidad, esperando escuchar el desenlace de la historia como buenamente cotillas que eran.
—Pero eso no fue lo peor —continuó Lorena, con una risa contagiosa—. Mientras estaba en el suelo, tratando de recuperar la compostura, mi zapato decidió traicionarme y salió volando hacia el público. ¡Imaginen la escena! Yo allí, en el suelo, y mi zapato siendo atrapado por alguien en la primera fila. 𝐶𝑒𝑛𝑖𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑎 me pusieron de mote.
Ambas estallamos en risas, y la gente a nuestro alrededor se unió al bullicio festivo. La camarera, con una sonrisa cómplice, nos trajo la cuenta.
— Esa audición fue un desastre total, pero al menos dejé una impresión duradera —concluyó Lorena con una risa musical.
— Anda, "𝐶𝑒𝑛𝑖𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑎", vámonos a casa que como sigamos así nos van a echar por escándalo público. — le dije mientras agarraba la chaqueta y paseaba los dedos por la suavidad de la tela.
— ¿Has dicho emborracharnos y salir de fiesta? ¡Cómo no lo has dicho antes! — Lorena se levantó de la silla como si tuviera un muelle, agarró sus cosas lo más rápido que sus brazos pudieron permitirle y salimos de aquél restaurante.
Las calles de Madrid, ahora iluminadas por las luces de la ciudad, nos acogieron mientras continuábamos nuestra charla junto con mis mil negaciones ante la idea de salir de fiesta.
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armatofu · 5 months
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PIMENTÓN, EL DUENDE PIRATA
Sylvia Puentes de Oyenard
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 En el país de Barlovento vivía un duende pícaro y juguetón. Cierto día, mientras se columpiaba en el jardín, se le ocurrió sorprender a sus hermanos, los duendecitos Pepín y Antón. Con palos y sábanas construyó un velero. Puso en el mástil una bandera negra, le pintó una calavera con dos huesos cruzados y, satisfecho de su obra, se disfrazó de pirata.
Cuando sus hermanos llegaron a la playa saltó, gritando:
 -Maldito Mago y Emperador. Si yo pudiera lo hacía carbón. ¡Ay, por las barbas de Monseñor, pienso y no encuentro la solución!
Pepín y Antón no sabían a qué se refería el bucanero, pero trataban de alejarse de su ira escondiéndose entre unas rocas cuando:
 -¡Recórcholis! ¿Qué veo? Dos marinos de mi flor. Buen tamaño, mejor porte y escurridizos como ratón. ¡Deteneos y atencióóóóón!
Temblaban los duendecillos sin poder apreciar la manera de escaparse.
 -¿Qué hacéis en esta playa, territorio de mi Señor?
-Veníamos a esperar la tarde y a dejarle una canción.
 -¿Y para ello osáis molestar al corsario Pimentón? ¡Prisioneros sois de mi nave! Ando en busca de un tesoro enterrado en un zapatón. Surcaremos siete mares, cumpliremos la misión. El pirata Morgan espera el tesoro en Calicó. 
Pepín y Antón levaron anclas y se hicieron a la mar. El salado aire se bebía la voz de Pimentón que entonaba:
Soy bucanero,
gran capitán,
toda la tierra
es este mar.
Busco un tesoro
que hará olvidar
los sinsabores
que hay que pasar.
Pero los duendecillos, enojados, resolvieron hacer valer su condición y se enfrentaron al corsario:
-Pimentón, hasta ahora hemos aceptado tu voluntad, pero has de saber que gozamos de cierto poder mágico y podemos convertirte en piedra o chicharrón.
 Pimentón fingió no creerles y pidió que se lo demostraran. Pepín exclamó:
-Centellas de Carambón, que el capitán sea un moscón.
 Pero como el bucanero, en realidad, era su hermano mayor, replicó:
-Por los dientes de mi facón, seré siempre Pimentón.
 Antón, sorprendido, desde su barrica gritó:
-Por la magia de los duendes serás un tirabuzón.
 Entretenidos en esta pruebas de poderes, ninguno advirtió la tormenta que agitaba las aguas y hacía inclinar la nave, ora a babor, ora a estribor. Relucía el casco y cimbraban los palos. Cayó la vela. Se desataron los cordeles. Pimentón perdió su gallardía de pirata experimentado y comenzó a temer por sus hermanos.
Un rayo atravesó el firmamento y partióla embarcación. 
Sin saber cómo los hermanos se encontraron en una gruta. Pimentón había perdido su lindo sombrero y la cinta que tapaba su ojo izquierdo. Arrepentido, confesó a sus hermanos la travesura que había ideado, les dijo que se sentía responsable y salió a explorar el terreno. Vio que la marea comenzaba atrapar la entrada del refugio. Comprendió que solo siendo peces podrían nadar tanto como fuera necesario para salir de allí. Recordó una fórmula que le había enseñado su abuelo, el duende Tizón, y se oyeron tres voces diciendo: 
Tibu, tibu, tiburón,
no quiero ser duende
tampoco ratón,
que sea entre los peces
mejor nadador.
Así Antón, Pepín y Pimentón se convirtieron en tres hermosos peces que, nadando velozmente, arribaron a la orilla tranquila del país de Barlovento.
PUENTES DE OYENARD, Sylvia(Tacuarembó, 1943)-Médica y escritora dedicada con especial énfasis a la escritura para niños y niñas y la escrita por mujeres. Fundó la Asociación Uruguaya de Literatura Infantil-juvenil (A.U.L.I.) y el primer Club de narradores que hubo en Uruguay, "Club Dora Pastoriza", que desarrollan sus actividades desde 1984 y 1985 respectivamente. Es Presidenta de la Academia Latinoamericana de Literatura Infantil y Coordinadora de la Cátedra de Literatura para Niños y Jóvenes Juana de Ibarbourou. Ha dictado cursos y conferencias en América y Europa y coordinó el plan de promoción de la lectura promovido por la Organización de Estados Iberoamericanos en Centroamérica. Tiene más de 60 obras publicadas, algunas en sistema braille y otras editadas y traducidas en otros países. Desde 1984 es Redactora Responsable del Boletín de la A.U.L.I. que editó 37 números. Fue nombrada Presidenta de la Academia Latinoamericana de Literatura Infantil (Perú, 2002).Es Asesora de la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay desde 1992.
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hala2021 · 6 months
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Solo vanidad
Ayer tuve mi primera clase de coreano en línea. Y la profesora me orientó para usar el libro. La realidad es que yo realizo un curso autoasistido, muy bueno, que se paga una vez y tiene unas veinticuatro unidades. Resulta económico, porque tú manejas tus tiempos para el estudio y no te ves obligado a pagar por hora cátedra. En cambio, las clases de ayer me salen fortunas. Y la verdad, que pagar eso para que me orienten en cómo usar el libro, mmmmmm. ¡Qué quieres que te diga! Y como se había cortado la luz, tuve que usar mi celular y la luz de una vela. La plataforma Zoom se corta cada veinte minutos y hasta que retome, pasa el tiempo. Por eso, por todo lo mencionado y más, lo virtual no sirve, para mí es una estafa. No obstante, le viene cómodo al enemigo que se oculta detrás de una pantalla. Lo virtual es más fácil de controlar, porque no ves rostros y estos pueden ser cambiados por otros. Hoy por hoy, con la IA (inteligencia artificial) te pueden hacer creer que hablas con Juan, cuando Juan vive en las Islas Canarias con su familia. ¿Me explico? 
Después me fui caminando con lluvia a mis clases de canto. ¡Me encantaron! Son clases económicas; el lugar no vive de la apariencia y la profesora no paraba de explicar. Trabaja de forma ardua y me hizo entender muchísimas cosas. 
Es muy difícil limpiarse el cerebro de toda la basura que te introduce esta cultura decadente. ¿Qué te dice? Pues, que el dinero es lo más importante, que lo que se ve es lo que importa, que la vanidad es la reina de tu vida, etc. Esa chica trabajó lo que no trabajó la profesora en idioma coreano. Y para mí eso vale. Me sirvió mucho lo que me enseñó y ahora lo estoy practicando. Me gustaron las clases. Lo repito: ¡me gustaron!
Ahora estoy en casa. Me llevaré el libro de coreano para realizar los ejercicios en el colectivo. Ahora pondré las legumbres a cocinar y desayunaré un café con leche y una banana. Sigo averiguando por cursos presenciales, pero voy a tener que esperar a febrero. Igual tengo mucho para practicar con el curso autoasistido. Todavía me falta automatizar algunas actividades, para mantener una mente despejada, tranquila. Para mí es muy importante mi interior. ¿Y qué es mi interior? Digamos que sería mi estado de ánimo. No quiero terminar con esos profesionales de guardapolvos blancos. Todo mi respeto a ellos. 
Mañana es un día para ir a la mezquita. Me dijeron algunas musulmanas que hubo presos en la Argentina por hablar de lo que está pasando en Palestina. Debo cuidarme, porque el enemigo siempre se mantiene al acecho. 
Si me preguntas si me cuesta hacer la dieta, no te voy a mentir. No obstante, esas son elecciones en la vida. Nadie te cuestiona nada, pero el placer que siento al verme delgada, no tiene precio. A la noche, cuando me prosterno en mi alfombra, observo mis piernas tan delgadas, tan lindas, la dieta vale. No estoy haciendo todos los rezos, soy un desastre. Ayer le dije a Dios: «hoy no te rezo, Dios, mañana lo hago. ¡Estoy muy cansada!». Y me fui a tomar un café con lecho con tutucas. Y comía tan rápido que casi me atraganté. Y me atoré con unos maíces inflados y comencé a toser. Entonces dije: «ya entendí. Ahora voy a rezarte, Dios, ahora voy». Ja, ja, ja, ja. Esa es mi vida, nada interesante. No sale en las revistas. Y esa es la verdadera vida: la familia, la soledad, el amor verdadero, la amistad sincera, el trabajo, el estudio, el esfuerzo. Todo lo demás es solo vanidad. Tal cual como dice la Biblia: «solo vanidad y un esforzarse tras el viento». 
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ohtobelovedx · 7 months
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pensamientos (1)
A quien le llegue:
Escribo esto el 24 de noviembre por la noche sentada en mi sillón en Buenos Aires. Hace menos de una semana cumplí 25 años y todavía no entiendo muchas de las cosas que sucedieron desde ese momento.
El sábado 18, horas antes del día en que efectivamente he tenido la gracia de pisar esta tierra hace un cuarto de siglo, tuve la dicha de que me esperaran para festejar(me) mis amigos más cercanos y la única familia que tengo.
Fue una gran noche. Tomamos mucho vino y mucha cerveza. Todos los asientos estaban ocupados y casi no entrábamos en la pequeña sala en la que estábamos porque fundamentalmente, la casa puede ser chica, pero que el corazón es grande.
Y así pasaron las horas hasta que a las 00hs, torta, velas, aplausos, QUE LOS CUMPLAS FELIIIZ. Empezaba el día que –casi- todos esperamos con más o menos ganas dependiendo de cuán arrollador haya sido ese año que culmina. Pero, a pesar de eso, las ganas de celebrar estar viva y poder seguir viendo qué se trae ésta vida en particular no podían ser más grandes.
Ahora, 5 días después de ese momento, la alegría no es tanta y las dudas son aún más de las que esperaba.
Desde que tengo 15 años, es decir, desde hace 10 años casi exactamente, todo en mi vida estuvo teñido por una gran preocupación por el futuro de la tierra en la que vivo, por mis paisanos, por todo lo que muchos y muchas antes que yo supieron construir, por la necesidad de que aquello no se pierda, por las ganas de tener un futuro brillante y lleno de oportunidades para mí y para todos.
Así fui creciendo preocupándome, muchas veces, más por lo que sucedía a mi alrededor que por lo que estaba pasando en mi interior. No puedo decir que me arrepiento de algo, pero estos 10 años de plena consciencia me han dado tantos golpes y enseñanzas como grandísimos recuerdos y superaciones.
Escribo esto porque empecé un curso para permitirme abrir nuevas puertas y hacer lo que siempre me gustó: escribir, investigar, imaginar, pensar.
Deseo tanto que mis ganas se conviertan en cuestiones concretas. Quiero que esto sea un punto de partida y así lo será. No me voy a dejar amedrentar por cómo los demás piensan que soy o debería ser. Acá decido yo.
Toda la incertidumbre que me devoró en la semana será convertida en nuevos caminos. Me imagino parada en medio de un gran laberinto y frente a mi, una pared de arbusto tan denso que no se puede ver a través, pero, en mi mano tengo un machete y empiezo a romper. Todas las ramas y hojas caen frente a mí y se abre paso el siguiente tramo del laberinto. Es la hora de ver qué sigue.   
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ptorresmx · 8 months
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Tienes que consentirte
Llegamos al momento de voltear a los aparadores y empezar a buscar algunos merecidos regalos que podemos otorgarnos o darle a nuestros seres queridos. Como cada año, algunas prestigiadas publicaciones nos acercan a lo mejor en tecnología, artículos para el hogar y placeres cotidianos. Tal es el caso de la revista Rolling Stone que ha preparado una extensa lista de productos muy diversos.
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Empecemos por pensar en la necesaria salida para convivir con la naturaleza y aquí recorremos desde el espacio ideal para compartir con los amigos: una controlada fogata por ejemplo, hasta una segura tienda de campaña. Obviamente pasamos por una buena mochila, un almacenador de agua para nuestros trayectos largos, una balsa, un asador portátil, mini refrigeradores y hasta un salvavidas en forma de la B de Barbie para presumir en la piscina.
Entrando al calor del hogar, ahora pensemos en un mini horno para pizzas y una buena máquina de esspreso hasta llegar a la sala de televisión y elegir una gran pantalla de última tecnología o un proyector de alta resolución. No olvidemos que podemos hacernos de una buena bocina, una tornamesa para disfrutar de nuestros LP’s o unos excelentes audífonos. Si lo tuyo es la fotografía, hay novedosas cámaras que capturan cada detalle y también puedes incursionar en hacer videos. Tampoco está de mas regalarte un buen cargador de baterías que puede aprovechar los rayos del sol u otro que se puede hacer cargo de varios dispositivos simultáneamente.
Poniendo la casa en orden, quizá sea tiempo de encontrar un buen sofá o unas buenas sillas que reflejen tu estilo con comodidad. No olvides detalles como una lámpara o una increíble alfombra que dará un toque completamente diferente. Para complementar, escoge una aromática vela o un sistema automático que refresquen el espacio. Y no olvides tu habitación pues también hay recomendaciones de colchones, sábanas y purificadores de aire.
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Para el cuidado personal existen una gran cantidad de nuevos productos que nos ayudan a cuidar nuestra cara, relajarnos y nutrir nuestra piel. No olvides que la tecnología también avanza en los materiales que componen nuestras prendas deportivas, presentando innovaciones para mejorar nuestro desempeño, confort y moda. Agrega a tu outfit accesorios como lentes y gorras.
Por otro lado, la revista Popular mechanics también deja ver sus recomendaciones que por supuesto incluyen muchas herramientas para los aficionados al trabajo en casa y la creatividad. No dejan de lado sus recomendaciones de pantallas y seguridad para tu casa así que puedes echarles un vistazo para mejorar tus ideas de regalos.
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Después de hojear la revista Hola, encontramos otras recomendaciones que incluyen equipos de ejercicio, auriculares inalámbricos, tabletas, relojes inteligentes y purificadores de aire inteligentes.
Otras publicaciones hacen recomendaciones de productos alimenticios o de cuidado personal que, sin ser extremadamente caros o lujosos, sí son una buena manera de consentirnos. Muchos de ellos son pequeños placeres que podemos darnos de vez en cuando. Aquí descubrimos desde chocolates, nueces y galletas, hasta cremas, tratamientos y fragancias.
Cambiar nuestro alrededor mejorando nuestra casa o espacio de trabajo nos llenará de energía y mejorará nuestra eficiencia. No dejes de considerar sillas cómodas, escritorios ajustables, cambiar tu laptop o adquirir un accesorio. Pero también puedes probar las nuevas tecnologías de filtrado de agua o aire y hasta algo que haga mas llevadero tu trayecto diario al trabajo.
Finalmente, ¿Has pensado en regalarte algo que mejore tus capacidades, aficiones o desempeño? ¿Que te parecería regalarte un curso o una suscripción a algún servicio de tu preferencia? ¿Determinado programa o aplicación? O tal vez ¿contratar alguna plataforma de inteligencia artificial que apoye tu trabajo o negocio? Reflexiona y tómate un tiempo para pensar como consentirte de verdad.
¡Gracias por leerme y compartir!
@ptorresmx
Con información de Rolling Stone, Popular Mechanics, Hola, Productos del año
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cchiroque · 1 year
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Historia de una Maestro de la Sierra.
"LETICIA, PIOJOS Y CUENTOS"
Leticia fue mi alumna en la escuela "Justo Sierra", en plena sierra. Tenía once años de edad.
Once años conociendo las carencias y la mugre de la vida.
Siempre con la misma ropa, heredada por una tradicional necesidad familiar.
Once años batallando con los bichos de día y de noche.
Con una nariz que como vela escurría todo el tiempo.
Con el pelo largo y descolorido sirviendo de tobogán a los piojos.
Aun así, era de las primeras en llegar a la escuela.
Tal vez iba por los momentos necesarios para soñar que era lo que no; aunque enfrentara el rechazo y el asco de los demás.
A la hora del trabajo en equipo nadie la quería.
No dieron la oportunidad para demostrar qué tan inteligente era: el repudio fue lo que Leticia conoció.
Me desconcertaba el hecho de ver que algunos varones con características semejantes a las de Leticia eran aceptados por el resto de las niñas y los niños, pero no ocurría lo mismo con Leticia y las niñas.
A mí solo se me ocurría hacer recomendaciones que nunca fueron atendidas.
En ese tiempo me preguntaba:
¿De qué sirve leer cuentos a esos niños que no han comido?;
¿serviría de algo alimentarlos con fantasías?
Yo creía que sí, pero no sabía hasta dónde.
Constantemente les brindaba relatos, sobre todo en la mágica hora de lecturas, dos veces por semana.
Un día conté "La Cenicienta" y cuando llegué a la parte en que el hada madrina transformó a la jovencita andrajosa en una bella señorita de vestido vaporoso y zapatillas de cristal, Leticia aplaudió frenéticamente el milagro realizado.
Había una súplica en su rostro que provocó la burla de los que no tenían la misma capacidad ni la misma necesidad de soñar.
Esta vez hubo recomendaciones y regaños.
En otra ocasión, pregunté a mis alumnas y alumnos: ¿qué quieren ser cuando sean grandes?
Y el cofre de sus deseos se abrió ante mí: alguien quería ser astronauta, aunque al pueblo ni el autobús llegaba; otros querían ser maestros, artistas o soldados.
Cuando le tocó el turno a Leticia, se levantó y con voz firme dijo:
“¡Yo quiero ser doctora!"
y una carcajada insolente se escuchó en el salón.
Apenada, se deslizó en su banca invocando al hada madrina que no llegó.
Mi labor en esa escuela terminó junto con el año escolar.
La vida siguió su curso.
Después de quince años, regresé por esos rumbos, ya con mi nombramiento de base.
Hasta entonces encontré algunas respuestas y otras preguntas.
Las buenas noticias me abordaron en autobús, antes de llegar al crucero donde trasbordan los pasajeros que van al otro poblado.
Llegaron en la presencia de una señorita vestida de blanco.
-¡Usted es el maestro Víctor Manuel!... , ¡usted fue mi maestro! _me dijo_ sorprendida y sonriente.
El que podía encantar serpientes con las historias que contaba.
Halagado, contesté:
_Ese mero soy yo.
_¿No me recuerda, maestro? _Preguntó, y continuó diciendo con la misma voz firme de otro tiempo- yo soy Leticia ... y soy doctora ...
Mis recuerdos se atropellaban para reconstruir la imagen de aquella chiquilla que en otro tiempo nadie quería tener cerca.
Se bajó en el crucero dejando, como La Cenicienta, la huella de sus zapatillas en el estribo del autobús...
Y a mi con mil preguntas.
Todavía alcanzó a decirme: - Trabajo en Parral... búsqueme en la clínica tal... y se fue…
Un día fui a la clínica que me dijo y no la encontré.
No la conocían ni la enfermera ni el conserje.
¡Era demasiada belleza para ser verdad!
"Los cuentos son bellos pero no dejan de ser cuentos", me lamentaba.
Arrepentido de haber ido, y casi derrotado, encontré a la directora de la clínica y hablé con ella.
Lo que me dijo, revivió mi fe en la gente y en la literatura:
_La doctora Leticia trabajaba aquí _me contó_.
Es muy humana y tiene mucho amor por los pacientes, sobre todo con los más necesitados.
_Esa es la persona que yo busco _asi grité.
_Pero ya no está con nosotros _dijo la directora.
_¿Se murió? _Pregunté ansioso.
_NO, COMO CREE, La doctora Leticia solicitó una beca para especializarse y la ganó... ahora está en Italia.
Leticia sigue aprendiendo más y enseñando sus secretos para luchar.
Yo sigo queriendo saber hasta dónde llega el poder de las palabras; ¿cuál es el sortilegio para encantar a las serpientes que jalan a los descobijados?; como profesor, ¿qué puedo hacer para equilibrar la balanza de la justicia social ante casos parecidos?; ¿cuándo empezó el despegue de los sueños de Leticia en cuanto al resto de sus compañeras y compañeros?; ¿dónde radica la fortaleza de las mujeres que superan cualquier expectativa?
Ya no quiero ser el maestro de Leticia: Ahora quiero aprender.
Quiero que me enseñe cómo evoluciona una oruga hasta convertirse en ángel y, sobre todo, quiero descubrir, ¿cuál fue la varita mágica que la convirtió en la princesa del cuento?
El maravilloso poder de las palabras.
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condenadoshqs · 1 year
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* ST. MARY MAGDALENE HA ABIERTO UN NUEVO EXPEDIENTE.
los directivos analizan datos de fon chevènement para recibirle en su tercer y cuarto año de curso. se encuentra estudiando composición de arreglos musicales y director orquestal en st. clare of assisi y ha sido asignade a la mansión trece. todos los datos parecen ser correctos en lo que estampan sello para declararlo como procesado. sin embargo, días después expediente desaparece y en su lugar dentro del archivo, una hoja con la firma de una sociedad secreta queda como demostración de lo que fue robado. ¿ganar o perder? todavía nadie lo sabe.
CERBERO, bienvenide al universo de condenados. ¡nos encanta tenerte entre nosotres! esperamos que tu estadía en el grupal sea larga y que disfrutes de cada cosa que esta maravillosa historia tiene para ofrecer. esperamos la cuenta de tu personaje en las próximas 24 horas.
EXPEDIENTE DE INGRESO.
fuera de personaje.
nombre: Cerbero pronombres: she/her edad: 26 años país / zona horaria: México. triggers: self-harm, suicidio, incesto, aborto, zoofilia… ¿aceptas que tu personaje reciba cualquier tipo de intervenciones? Sí. ¿algo que agregar? Nada más que desear una vida prospera y larga ahr.
dentro del personaje.
nombre completo: Fon Chevènement. faceclaim: Freen Sarocha pronombres: she/her edad: 23 años fecha de cumpleaños: 24/12 lugar de proveniencia: Neuilly-sur-Seine.
descripción psicológica: +Dedicada, responsable, protectora. -taciturna, reservada, testaruda.
descripción física: imagen. Tiene ligeras cicatrices en las palmas y dorsos de las manos, solo notorias si alguien es detallista.
historia:
tw: fuego tw: muerte
𝐢. Nacida en Chiang Mai, Tailandia, dentro de una familia de agricultores. Su abuela fue quien la cuidó junto a su hermano mellizo, su madre habiéndolos dejado con ella para poder hacer su vida: “Soy demasiado joven, no puedo con esta carga”, les contaba que esas fueron sus últimas palabras antes de abandonarlos en su humilde casa maderada.
𝐢𝐢. Vivió una vida rural durante la infancia, haciendo la escuela en un centro comunitario y pasando las tardes en las áreas de cultivo y con los animales de la granja. Ahí aprendió lo básico, sembrar semillas, cuidar de los campos, arrear animales e incluso ordeñar vacas. No derrochaban, pero vivían felices y tranquilos.
𝐢𝐢𝐢. Algunos días iban al lago, se sentaban horas a observar el agua y a pintar o, más bien, a observar cómo su abuela lo hacía. Le fascinaba el desliz del pincel, la delicadeza en los trazos, mientras que sus movimientos eran más torpes y bruscos, de una niña. Fue la mayor quien le enseñó a sentir afecto por las artes, incluida la música, la cual fue su amor especial. Tenían un viejo órgano en casa, aprendiendo a tocarlo por tutoría de la mayor.
𝐢𝐯. La tranquilidad de sus vidas había sido perturbada una tarde, cuando su abuela se encontraba horneando aquella tarta de manzana que tanto les gustaba. Los mellizos tenían diez años, se encontraban en su pequeña habitación peleando por un viejo muñeco de trapo, cuando los golpes en la puerta principal llamaron la atención de ambos. Pronto unos hombres habían irrumpido al hogar, exigiendo dinero que no tenían y destruyendo todo a su paso en busca de algo con valor. Cuando se cansaron, sin encontrarlo, mencionaron que “Praya manda saludos”, solo una vez había escuchado ese nombre, era el de su madre. Lo siguiente que supo fue que un olor a humo inundó la habitación.
𝐯. Una vela caída en el disturbio fue suficiente para causar tremenda tragedia, el fuego consumiéndose rápidamente en las cortinas y de ahí extendiéndose por las paredes y el piso de madera. Cuando los pequeños, aturdidos, consiguieron salir de la habitación, con lo que se encontraron fue con su abuela desvanecida en el medio del salón. Hicieron de todo por intentar despertarla, por tirar de ella para arrastrarla con ellos a un lugar seguro, pero presas del pánico y de las llamas que aumentaban a su alrededor, terminaron por romper una de las ventanas para escapar de ahí. Los bomberos llegaron unos minutos después, demasiado tarde como para salvar algo.
𝐯𝐢. Paramédicos, vecinos escandalizados y bomberos que trataban de ser amigables, los pequeños fueron abordados por diferentes tipos de personas mientras trataban de decidir qué hacer con ellos. Las heridas físicas, por supuesto, no habían sido tan graves como aquellas emocionales, marcando para siempre el carácter de ambos. Fue una de sus vecinas, una señora mayor que era amiga de su abuela, quien se ofreció para acogerlos aquella noche, solo por la hora que era y el hecho de que las autoridades pertinentes todavía no decidían cómo proceder con el caso de ambos. Ahí fue cuando los mellizos tomaron una decisión, escapándose en medio de la madrugada durante un capricho infantil. No tenían nada que perder.
𝐯𝐢𝐢. No tenían un punto fijo, no estaba muy segura de cómo lo habían conseguido, pero habían llegado a una zona urbana. Ahí recorrieron las calles, hasta haberse encontrado con un grupo de niños y adolescentes que parecían en una situación similar a la suya. Pronto los habían acogido entre ellos, dándoles una oportunidad de supervivencia. Ahí conocieron a un niño con el que se habían vuelto uña y mugre, quizás era por el contraste en sus temperamentos y lo mucho que se necesitaban para equilibrarse, pero no se habían soltado en ningún momento. Tuvieron que hacer de todo para sobrevivir, conseguir comida, Fon había desarrollado una actitud distante y en ocasiones agresiva, lo que fuese por mantenerse a salvo y a aquellos que le dieron una nueva vida.
𝐯𝐢𝐢𝐢. Un par de años después, servicios sociales había conseguido ponerles las manos encima y sacarlos de las calles, ingresándolos todos juntos al sistema. No quería estar ahí, como ninguno de los otros, suponía. Parecían animalitos salvajes en cautiverio forzado, nadie la quería conocer, encontrándose primero con una expresión apática y sin brillo, así como actitudes que les ahuyentaban. No era como algunos de los niños, que fingían ternura exagerada y ponían sonrisas, ella no tenía intenciones de venderse. Lo único que la consolaba era aquel lazo inquebrantable con su mellizo y su amigo, al punto de que uno no podía estar sin el otro, debían de ser los tres o nada. Así que, eso fue dificultando la adopción para ellos. Si se la llevaban a ella, pasaba días sin comer y mostrando una actitud taciturna, enferma, hasta que la familia se asustaba y la regresaba. Sabiendo al volver, que ellos habían hecho lo mismo con sus hogares de acogida. No todos tenían el interés ni la oportunidad de llevarse hermanos.
𝐢𝐱. En el centro ya se habían dado cuenta de sus mañas, intentaron separarlos para detener aquel “circo”, pero durante uno de sus esfuerzos, una pareja fuera de lo normal se había fijado en los tres, viéndolos juntos y percatándose de aquel lazo, tan sobreprotectores y dependientes del otro. La suerte parecía sonreírles por primera vez, pues el interés provenía de una familia francesa adinerada, de buen apellido, unos inversionistas que se dedicaban a la filantropía y la buena vida. Les dieron un hogar sin separarlos cuando Fon tenía catorce años.
𝐱. La adaptación no fue nada fácil, en la actualidad sigue sin sentir que pertenece a aquel ambiente, sobre todo a la cultura francesa y el idioma. En la escuela no dejaban de molestarlos al principio, los “niños asiáticos que apenas si sabían comunicarse”. Tuvo que esforzarse al máximo para ser fluida en francés, aprendiendo también a convivir dentro de aquel mundo de apariencias y materialismo, pues su familia pronto los habían presentado dentro de su círculo social y no tardaron en formar parte de eventos de beneficencia, cócteles y bailes. El antifaz con el que se mueve es un mecanismo de defensa, ya no puede reconocer a la persona que fue, a quien tuvo que ser y a quien es ahora, dejándola en un limbo.
dato adicional opcional: ELIMINADO POR ADMINISTRACIÓN.
¿estudiante matriculado o becado?: Matriculado. facultad: St. Clare Of Assisi. carrera: composición de arreglos musicales y director orquestal. año de curso: último y penúltimo año. extracurriculares: orquesta universitaria (órgano), taekwondo, mandarín. ¿cuál es la sociedad secreta de su interés? ELIMINADO POR ADMINISTRACIÓN.
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supernovarol · 1 year
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La herida, parte I
(@bei-xxx) Azriel Vashaak: A través de las ventanas se escucha el arrullo del mar, los susurros incesantes de la Diosa Seldrae. Las olas se mueven en un vaivén constante hasta terminar muriendo en la orilla como espuma. En el interior de la casa, las siluetas de los muebles relucen en una penumbra chamuscada por la llama de las velas. Delia ha ido de visita, entusiasmada por el compromiso de su querida amiga Edelweiss. El día de la boda está cada vez más cerca y ella, con toda su buena fe, le ha llevado un regalo muy especial que, desgraciadamente, en algún momento de la noche ha terminado rompiéndose. Las perlas del collar han quedado desperdigadas por el suelo como un puñado de canicas mientras ella, desconsolada, las recoge una a una con las rodillas hincadas en la alfombra de piel.
Azriel presencia la trágica escena con un gesto delineado en el rostro que solo transmite frialdad. Hay algo en él, en esa naturaleza oscura y en su sangre, que lo traiciona.
—Déjalo, Delia —murmura, inclinándose para agarrar a la mujer de un brazo y hacerla levantar—. Seguro que puede arreglarse, no te preocupes. Lo solucionaremos mañana.
Es una invitación considerada a que se vaya. Hace horas que ha pasado la medianoche y Azriel tiene asuntos más importantes que atender que un sinfín de perlas esparcidas por la alfombra de su casa. Delia es una buena mujer, pero nunca ha terminado de entender el valor de la privacidad. Sus manos tiemblan cuando deja el montón de perlas junto a la jarra de vino que hay sobre la mesa, aún avergonzada por su torpeza. Mientras tanto Azriel acecha a Edelweiss por el rabillo del ojo, con un gesto desafiante que tan solo ella puede adivinar en el fondo de su mirada.
Delia no tarda en captar el mensaje, por lo que rápidamente se dirige a recuperar su abrigo junto a la chimenea que calienta la habitación, dispuesta a despedirse de su amada amiga y finalmente marcharse. Llevan toda la tarde charlando con ella y bebiendo vino, pero la luna hace horas que brilla en el firmamento y ella no vive demasiado lejos. Se despide primero de Azriel, elevándose sobre sus puntillas para alcanzar a abrazarle y besarle una mejilla, como suelen hacer en su tierra. Después se dirige hacia Edelweiss, a quien le susurra algo en el oído antes de apartarse. La sonrisa insidiosa de Azriel se deforma a través del cristal de la copa. Traga el vino con pesadez y se inclina para dejar la bebida sobre la mesa tan pronto como escucha el sonido de la puerta cerrarse.
(@anhel-con-h-muda) Edelweiss
No quiso responder la mirada que le erizó la nuca, sabiendo lo que encontraría en ella desde que las perlas reventaron hacia la alfombra. Pero lo hizo, el magnetismo de su futuro esposo siempre le podía más, para bien o para mal, y cuando sus ojos encontraron los ajenos no hizo mas que sostenerle la mirada con determinación. Una tan frágil como el cristal de su propia copa, pero distintiva del coraje propio que le mantenía frente a Azriel, tan intimidante como pudiera ser. Nada que no conociera. Nada que no esperara.
—Tiene razón—había dicho con la voz en un hilo, tras haber dado un largo trago a su vino, cuando Azriel le indicó que se fuera a su manera—Ya encontraré un hilo nuevo para las perlas.
Habría preferido que se limitara a irse, pero la cercanía de su amistad lo impedía. Edelweiss era de un temperamento mucho más dócil y, sumado al cariño que le tenían a Delia, nunca le afectaban las muestras de afecto que tuviera con Azriel. No sólo sabía que era suyo, lo celebraba con una devoción casi igual a la que Edelweiss misma le tenía a su unión. Misma que cada vez estaba más cerca de oficiarse.
—Lo siento, de verdad...—había susurrado a su oído, a lo que Edelweiss meramente negó quedamente con la cabeza. Las palabras sobraban en esos momentos, y en general también lo hacían al tratarse de Azriel, pero en esa ocasión fueron las que sellaron el nuevo curso de la velada que, tan dulce como había sido, ahora se reduciría a ellos dos. A la joven semielfa malabareando la manera en que convencería a Azriel de dejarlo estar. De disfrutar lo que había sido una tarde amena, y dejar que como tal acabase.
Ahora quedaban ellos dos solos, en su pequeña sala, con la mesa sosteniendo la jarra de vino entre los dos, y el silencio reinando gélidamente dentro de su hogar. Los ojos de Edelweiss prefirieron seguir a la copa de Azriel, desde su boca hasta la mesa, y después de unos segundos debatiendo su próxima acción, prefirió ser la primera en levantarse y hacer lo más prudente.
—Yo me encargo—declaró, haciéndose de la jarra y su propia copa vacía, en una manera de señalar el día como terminado. Lo mejor que pudo hacer contra la tensión casi tangible, pero que optó por ignorar hasta donde pudiera. Entonces se acercó a su amado, y con la delicadeza reservada sólo para él, alzó la mano para limpiar el rastro del vino en la comisura de sus labios. El beso le supo dulce, cálido, y se concentró en la suavidad de sus labios para recordar lo más importante, y recordárselo también. La vida que compartían juntos era buena, ella era suya y él suyo, y pronto lo sellarían para el resto de sus días, lo cantaban sus ojos al buscar los ajenos, mientras peinaba un mechón plateado fuera de su rostro—Mañana arreglaré el collar—prometió, terminando la caricia hacia su mejilla,  comenzando a alejarse para terminar de guardar el vino y las copas.
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Ni una mirada llega, bicho raro
animal errante.
Me corresponde escuchar los sueños que anestesio con drogas, pantallas y música
barba mal recortada, con cada vez menos turgencia, cejas desastrozas. Grano en la punta de la nariz, un punto negro mal reventado. Granos por el desorden alimenticio que causa andar de aquí pa allá escapando de la realidad que te lleva a sentar cabeza. Corte de pelo al 20% de lo que debiese, maldito mineduc. Poleras marcadas en el cuello, bronceado de calleja a pata. Flaqueza, dientes chuecos, cero ganas de conocer gente y caer en sus moldes.
Me he portado como el pico y he luchado caleta con amor por las cosas y personas que amo ¿de qué sirve?. Lo bueno que has hecho en la vida no les importa, siempre serás los errores que cometiste. 
Yo se que pa la conciencia no existe ningún escondite
y ser yo es bastante, pero bastante exhaustivo, todo el día pensando en la mirada que no me da la niña de la micro por mi ropa de pobre, pensando en el tiempo que pierdo siguiendo un sueño que el mundo no avala por lo encasillado que me tienen, toda la noche soñando con el pasado, mezclado con deja vús y pistas de lo que viene, todas las conversaciones intentando escuchar a alguien o algo que se me va de la atención por que quisiera explicarte el mundo entero, mis trancas, el por qué considero que todo vale mierda y que sólo deseo irme a acampar y beber hasta vomitar, como Alejandro Magno al lado del Axio. 
La existencia es una herida a ratos, hoy debo sonreír, gritar a los niños si se portan mal, viviendo emociones (personificando) que no me representan. Demasiadas pocas respuestas. Si me voy de mi casa, tengo que trabajar el tiempo que no le daré al arte, tengo que ganar más dinero que no podré darle al arte, no podré tomar clases de canto, ir a las batallas, a los mic abierto. Sólo tendré la certeza de que me sentiré igual de solo que ahora. 
La vida es una herida. Desde los 12 que sí, desde que mi vieja no me dejaba hacer lo que mis compañeros de curso, desde que no había plata pa na, desde ahí sintiéndome inferior, menos. Sentirme menos en todas partes y saber que soy capaz de más, no quiero que muera esta llama que me hace más, no puede morir la escritura, no puede morir el rap, no puede morir el freestyle. Sin embargo ¿Cuánto le seguiré dando?
Soy una vela, sin barco, sin amor, sin afecto. Todo lo mido por su conveniencia y no sé a dónde va la evolución de esto, cómo responde el universo ante esta actitud o cómo debiese estar comportándome. Intento decir la verdad pero sigo con miedo, miedo que sin embargo mi personaje rapero soslaya, mc al cuadrado sale pa la calle a pasarse por el pico a todo y sin embargo, a la vez lo veo tan decaído, tan poco decido, con tan poca hambre, sintiéndose tan viejujo y menospreciado. Hoy tengo pena, de la fuerte y me cuesta tanto llorar.
Me cuesta tanto no recordar, me cuesta. Evitar el romanticismo conociendo a una panita ha sido bacán, no tener que llegar al afecto físico y destrozar mi imagen. Mi disco está loco, yo estoy loco. Solo sirvo de profe lo que aguanto. Me siento estancado, como si mi vida hubiese llegado a un tope, tengo miedo y pena.
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pikosita · 1 year
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✨HECHIZO PARA ELIMINAR LA TRISTEZA Y LA DEPRESIÓN✨
Este ritual sirve no solo para quitart4e la tristeza, la angustia y la depresión, sino que también puede servirte para olvidar a alguien o dejar cosas atrás, dejar ir personas o vivencias que te hayan marcado dolorosamente y necesitas salir adelante con todo ello. Incluso es util para eliminar pesadillas y malos sueños que perturban tu descanso.
Días para hacerlo: Lunes
Fase de la luna: Luna menguante únicamente
Horarios: Desde el mediodía hasta la medianoche (sol en caída)
Necesitas:
Carta del tarot: El 9 de Espadas
Velas: 1 vela de color negra
Hierbas: Clavo de olor, incienso, ajo, salvia, romero, sándalo (con una sola está bien)
Incienso o sahumerio: Maderas de sándalo
Aceite de oliva
Un té de valeriana y manzanilla
Piedras y cristales: Piedra de luna o cristal de cuarzo transparente (esto es opcional)
Un trozo de tela negra para hacer una bolsita o envoltorio.
1- Primero, prepárate una taza de té caliente demanzanilla y valeriana.
2- Lanza tu círculo de protección con el dedo índice extendido alrededor de ti, siempre en sentido horario.
3- Enciende el incienso.
4- Unta la vela negra con el aceite y pásala en la mezcla de hierbas o en una sola de ellas, la que tengas y enciéndela.
5- Escribe en un papel lo siguiente:
Asi como este papel
se quema en este fuego,
todas mis pesadillas, tristezas
penas, angustias y depresión
se retiraran de mi cuerpo y de mi mente,
mi espíritu es libre ahora de esos males.
Que así sea, está hecho.
6- Quema el escrito en las llamas de tu vela negra. Guarda las cenizas y deja que la vela se consuma hasta el final.
7-Toma los restos de tu hechizo y colócalos en una pequeña bolsa negra.
8-Toma el té que has preparado antes, bébelo diciendo este conjuro mágico para el olvido y vete a doirmir.
“Bebo el olvido,
me nutro de él,
nada recuerdo,
nada es dolor,
todo es pasado,
en mi mente y en el tiempo.
Que asi se y así es.”
Al día siguiente, ve a dar un paseo y busca un lugar alejado y solitario para deshacerte de la bolsa; quizás un contenedor de basura en el parque, o una arboleda aislada.
Puedes enterrarlo en un lugar bien alejado de tu casa o también puedes arrojar el contenido y la bolsa a un curso de agua que fluye, como un río o arroyo, el mar o el océano 🔥👹🍀
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cchiroque · 1 year
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Historia de una Maestro de la Sierra.
"LETICIA, PIOJOS Y CUENTOS"
Leticia fue mi alumna en la escuela "Justo Sierra", en plena sierra. Tenía once años de edad.
Once años conociendo las carencias y la mugre de la vida.
Siempre con la misma ropa, heredada por una tradicional necesidad familiar.
Once años batallando con los bichos de día y de noche.
Con una nariz que como vela escurría todo el tiempo.
Con el pelo largo y descolorido sirviendo de tobogán a los piojos.
Aun así, era de las primeras en llegar a la escuela.
Tal vez iba por los momentos necesarios para soñar que era lo que no; aunque enfrentara el rechazo y el asco de los demás.
A la hora del trabajo en equipo nadie la quería.
No dieron la oportunidad para demostrar qué tan inteligente era: el repudio fue lo que Leticia conoció.
Me desconcertaba el hecho de ver que algunos varones con características semejantes a las de Leticia eran aceptados por el resto de las niñas y los niños, pero no ocurría lo mismo con Leticia y las niñas.
A mí solo se me ocurría hacer recomendaciones que nunca fueron atendidas.
En ese tiempo me preguntaba:
¿De qué sirve leer cuentos a esos niños que no han comido?;
¿serviría de algo alimentarlos con fantasías?
Yo creía que sí, pero no sabía hasta dónde.
Constantemente les brindaba relatos, sobre todo en la mágica hora de lecturas, dos veces por semana.
Un día conté "La Cenicienta" y cuando llegué a la parte en que el hada madrina transformó a la jovencita andrajosa en una bella señorita de vestido vaporoso y zapatillas de cristal, Leticia aplaudió frenéticamente el milagro realizado.
Había una súplica en su rostro que provocó la burla de los que no tenían la misma capacidad ni la misma necesidad de soñar.
Esta vez hubo recomendaciones y regaños.
En otra ocasión, pregunté a mis alumnas y alumnos: ¿qué quieren ser cuando sean grandes?
Y el cofre de sus deseos se abrió ante mí: alguien quería ser astronauta, aunque al pueblo ni el autobús llegaba; otros querían ser maestros, artistas o soldados.
Cuando le tocó el turno a Leticia, se levantó y con voz firme dijo:
“¡Yo quiero ser doctora!"
y una carcajada insolente se escuchó en el salón.
Apenada, se deslizó en su banca invocando al hada madrina que no llegó.
Mi labor en esa escuela terminó junto con el año escolar.
La vida siguió su curso.
Después de quince años, regresé por esos rumbos, ya con mi nombramiento de base.
Hasta entonces encontré algunas respuestas y otras preguntas.
Las buenas noticias me abordaron en autobús, antes de llegar al crucero donde trasbordan los pasajeros que van al otro poblado.
Llegaron en la presencia de una señorita vestida de blanco.
-¡Usted es el maestro Víctor Manuel!... , ¡usted fue mi maestro! _me dijo_ sorprendida y sonriente.
El que podía encantar serpientes con las historias que contaba.
Halagado, contesté:
_Ese mero soy yo.
_¿No me recuerda, maestro? _Preguntó, y continuó diciendo con la misma voz firme de otro tiempo- yo soy Leticia ... y soy doctora ...
Mis recuerdos se atropellaban para reconstruir la imagen de aquella chiquilla que en otro tiempo nadie quería tener cerca.
Se bajó en el crucero dejando, como La Cenicienta, la huella de sus zapatillas en el estribo del autobús...
Y a mi con mil preguntas.
Todavía alcanzó a decirme: - Trabajo en Parral... búsqueme en la clínica tal... y se fue…
Un día fui a la clínica que me dijo y no la encontré.
No la conocían ni la enfermera ni el conserje.
¡Era demasiada belleza para ser verdad!
"Los cuentos son bellos pero no dejan de ser cuentos", me lamentaba.
Arrepentido de haber ido, y casi derrotado, encontré a la directora de la clínica y hablé con ella.
Lo que me dijo, revivió mi fe en la gente y en la literatura:
_La doctora Leticia trabajaba aquí _me contó_.
Es muy humana y tiene mucho amor por los pacientes, sobre todo con los más necesitados.
_Esa es la persona que yo busco _asi grité.
_Pero ya no está con nosotros _dijo la directora.
_¿Se murió? _Pregunté ansioso.
_NO, COMO CREE, La doctora Leticia solicitó una beca para especializarse y la ganó... ahora está en Italia.
Leticia sigue aprendiendo más y enseñando sus secretos para luchar.
Yo sigo queriendo saber hasta dónde llega el poder de las palabras; ¿cuál es el sortilegio para encantar a las serpientes que jalan a los descobijados?; como profesor, ¿qué puedo hacer para equilibrar la balanza de la justicia social ante casos parecidos?; ¿cuándo empezó el despegue de los sueños de Leticia en cuanto al resto de sus compañeras y compañeros?; ¿dónde radica la fortaleza de las mujeres que superan cualquier expectativa?
Ya no quiero ser el maestro de Leticia: Ahora quiero aprender.
Quiero que me enseñe cómo evoluciona una oruga hasta convertirse en ángel y, sobre todo, quiero descubrir, ¿cuál fue la varita mágica que la convirtió en la princesa del cuento?
El maravilloso poder de las palabras.
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