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#danzando
brisa-198 · 2 years
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La danza, una forma de domar al cuerpo.
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taormina-antonio · 2 years
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1999/2022    #TEATRODANZA               #lanificio159   #dance #biennaledivenezia #art #teatrodanza #romebynight #münchen #munich  #DANCING #ARTIST #MUSEOREINASOFIA #drawing #dancer #chicago #dancetheaterContemporary #ROMEBYNIGHT #eur #exdogana #danzando #ballerine #danzatrici #losangeles #roma #ROME #cittàdilatina #chicago #seattleart #manhattan (presso Ex Forlanini) https://www.instagram.com/p/CdSZwVDt1Kk/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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aembarcar · 9 months
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coraline10 · 2 years
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Che sport fate? Io farò trapezio.
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contradanzagranada · 2 years
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zbenfic · 2 years
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#gatewayworship #danzando #gateway #musica #music #alabanza #bailar #dancing #gente #sol #sun #godfirst #godisgood #godisgreat #godisincontrol #godsblessings #wordofgod #wordoftheday #bible #gloriaadios #gloria #palabradedios #palabradevida #dios #diosesbueno #diosesgrande #dioseselcentro #diosalcontrol #diosestodo https://www.instagram.com/p/Cfm4nF_OQHP/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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catsloverword · 4 months
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Frasi ad effetto, auguri esplosivi, buona fine e migliore inizio, ora di bilanci... Potrei scrivere pensieri fortemente ispirati, ma ciò che quest'anno avevo da dire, l'ho detto ed è tutto contenuto in questo mio blog. Il mio anno è iniziato a maggio e finisce oggi. E, per citare una famosissima frase: "Dopotutto domani è un altro giorno" e si vedrà...
Grazie a Tutte le belle anime incontrate qui in questi mesi, che mi hanno letta ed emozionata.
Buona fine anno
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entropiasgift · 6 months
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Se aceptan apuestas:
La mía es que Nerissa se va a subir a la espalda de su hermano a zapatear como si fuera un tablado flamenco, y el resto de los Ravenhill/Kaashar se van a poner a dar palmas.
Lo sé, lo presiento.
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phdsamuelprietoing · 26 days
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Explorando "Danzando con Sistemas: La Música Caribe y el Festival de la Felicidad" en el Encuentro Colombiano de Dinámica de Sistemas
El 10 de noviembre de 2023, durante el Encuentro Colombiano de Dinámica de Sistemas, impartí una conferencia en las Unidades Tecnológicas de Santander. Bajo el título "Danzando con Sistemas: La Música Caribe y el Festival de la Felicidad", esta charla exploró temas cruciales que van más allá de los límites de la academia y se sumergen en la esencia misma de la vida y la sociedad.
Parte 1: La Necesidad del Disfrute de la Vida
Inicie la conferencia abordando la importancia del disfrute de la vida en un mundo tan lleno de desafíos y presiones. Destacó la necesidad de encontrar momentos de felicidad y placer en medio de las dificultades cotidianas. A través de la música caribe y la celebración del Festival de la Felicidad, se nos recordó que la vida no solo se trata de sobrevivir, sino también de vivir plenamente y disfrutar de cada momento.
Parte 2: Herramientas Académicas para Entender la Realidad
En la segunda parte de la conferencia, exploré cómo las herramientas académicas, como el pensar en sistemas, pueden ayudarnos a comprender mejor la complejidad de la realidad que nos rodea. Se discute como este enfoque  puede ayudar a analizar y abordar problemas sociales, económicos y ambientales de manera más efectiva. Se enfatizó la importancia de adoptar un enfoque holístico y sistémico para comprender los desafíos contemporáneos y encontrar soluciones innovadoras.
Parte 3: Intervención Universitaria en el Territorio a través de Festivales
La tercera y última parte de la conferencia se centró en el papel de las universidades en la intervención del territorio y cómo los festivales pueden servir como expresiones de hub de innovación tecnológica y cultural. Se discutió cómo las instituciones académicas pueden colaborar con comunidades locales para organizar eventos culturales y tecnológicos que promuevan el desarrollo económico, social y cultural. Se presentó un e festivales que se realiza en la universidad del Magdalena con estos fines.
"Danzando con Sistemas: La Música Caribe y el Festival de la Felicidad" fue una conferencia enriquecedora que combinó reflexiones filosóficas con análisis académico y práctico. Nos recordó la importancia de encontrar la alegría en nuestras vidas, nos proporcionó herramientas para comprender mejor el mundo que nos rodea y nos inspiró a colaborar con nuestras comunidades para crear un futuro más brillante y equitativo. Si te perdiste esta fascinante charla, te invitamos a ver el video completo en : https://www.youtube.com/watch?v=BAIwjmVTItw y sumergete en el mundo de los sistemas, la música caribe y el poder transformador de los festivales.
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tremaghi · 1 month
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Danzando in un girotondo di emozioni
Ci sono tanti modi per scegliere un libro, per genere o per autore. Dopo un lungo periodo in cui ho letto tutto ciò che mi capitava tra le mani, tanta era la fame di lettura e dopo questa scorpacciata ho deciso di scegliere accuratamente i miei libri anche se spesso ascolto i suggerimenti del mio istinto. Devono essere coinvolgenti, lasciarmi quel segno tangibile che alla fine mi rende un pò…
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classystarfishdreamer · 8 months
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Clamoroso successo al Maschio Angioino
Clamoroso successo e sold out per una serata indimenticabile al Maschio Angioino con Magie del Belcanto e Danze d’Epoca. Clamoroso successo ha riscosso lo spettacolo Magie del Bel Canto e Danze d’epoca organizzato dall’ Associazione artistico culturale aps ” Noi per Napoli “promosso, dal Comune di Napoli tra gli eventi della rassegna ” Estate a Napoli” 2023. I cantanti lirici, il soprano Olga…
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taormina-antonio · 2 years
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#exforlanini SATURDAY 13 july 2019 party gay #TEATRODANZA               #lanificio159   #dance #biennaledivenezia #art #teatrodanza #romebynight #münchen #munich  #DANCING #ARTIST #MUSEOREINASOFIA #drawing #dancer #chicago #dancetheaterContemporary #ROMEBYNIGHT #eur #exdogana #danzando #ballerine #danzatrici #losangeles #roma #ROME #cittàdilatina #chicago #seattleart #manhattan (presso Ex Forlanini) https://www.instagram.com/p/Cd7gJCTN8a_/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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betto66699 · 1 year
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pondysselth · 3 months
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Así de caluroso || Enzo Vogrincic
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El sol del mediodía caía a plomo sobre las calles de Montevideo, convirtiendo el asfalto en un espejismo humeante. El miércoles transcurría como cualquier otro día de verano, sofocante e implacable. A pesar del calor agobiante, una chica caminaba con paso ligero por 18 de Julio, alejándose de la facultad. El pelo se le pegaba a la frente, sudaba a chorros y el agua de su botella se había convertido en un caldo tibio. La libertad después de un largo examen era la recompensa que la impulsaba.
Cada paso era una lucha contra el calor. La chica apresuraba el ritmo buscando la sombra esquiva, deseando escapar de las fauces de la ciudad que tanto amaba.
De pronto, un leve malestar se apoderó de ella. El sudor se intensificó, la respiración se volvió dificultosa y un mareo familiar la amenazó. Se detuvo, tambaleándose, con la vista nublada y puntos negros danzando en su campo visual. Ignorando las señales de alarma, bebió un trago de la repugnante agua tibia y reanudó la marcha. Su única meta: salir de 18 de Julio. A duras penas, avanzó unas cuadras más, luchando contra un nuevo malestar que se instalaba en su cuerpo.
Allí mostrándose casi burlona detrás de esa inmensa puerta de concreto que se alzaba sobre la calle Juncal se encontraba uno de sus deleites visuales favoritos, Sarandí. Ella no sabía por qué, pero esa calle siempre la llamaba a explorarla. Aunque ya la había recorrido tantas veces, siempre encontraba algún tesoro nuevo. Se debatió si debía pasar por lo que ya era el desolado calderón a fuego ardiente de la Plaza Independencia para llegar a ese oasis visual que le abría paso a Ciudad Vieja o simplemente ignorarlo e irse a casa.
La exuberante calidez de la tarde le gritaba a la chica que debía ignorar el llamado a la exploración. Sin embargo, una fuerza interior, una mezcla de aventura y algo más que no podía nombrar, la incitaba a seguir adelante. Como diablillos en el infernal ambiente, sus deseos la empujaban por ese camino que solo le estaba trayendo malestares. Ignorando las señales de su cuerpo, que no estaba preparado para resistir más tiempo en esas condiciones, se decantó por seguir la incitación diabólica y entrar en el paraíso que era la calle Sarandí.
Arrastrando los pies como si una cadena de acero los uniera al suelo, se adentró en ese rincón de alegría que tanto la llamaba. Caminó unas pocas cuadras, disfrutando del pequeño oasis que se abría paso en el desierto de calor que se había apoderado de Montevideo. De repente, un golpe seco: su corazón aceleró a un ritmo desbocado, su respiración se volvió jadeante, su visión se nubló y su cabeza comenzó a dar vueltas. La conciencia se le escapaba de entre los dedos. Así se sentía: una bajada de presión producto de su insensato deseo de continuar un camino que no debería haber tomado, en un día en el que el mismísimo señor de los infiernos parecía haberse apoderado de las calles de la ciudad. Su destino: caer desmayada por su imprudencia.
—Tranquila, que te tengo.
Esa voz no era producto de su imaginación. Los brazos que la rodeaban eran demasiado cálidos y sudorosos, evidenciando que el desconocido también sufría las consecuencias del avasallante calor que emitía el asfalto. A pesar de que la conciencia se le escapaba, de que sus ojos se cerraban y dejaban de transmitir luz, la sensación de estar en los brazos de un extraño la obligaba a volver a la realidad, alerta ante un posible infortunio. Cuando el instinto de supervivencia se apoderó de su cuerpo y abrió los ojos con miedo, se topó con un ángel. El calor se disipó de su cuerpo al contemplar sus ojos color avellana, la sensación de sudor se olvidó con solo una mirada a sus labios, el mareo se ignoró por completo al observar su rostro como un todo. Enzo Vogrincic, en todo su angelical ser, la sostenía para evitar que cayera en la fogosa calle Sarandí.
—No te preocupes que te ayudo a sentarte.
Su voz me sacó de mis pensamientos, esta vez infinitamente menos agónicos. Me tomó con delicadeza y me llevó unos metros hacia atrás, hacia unas sillas de plástico rojas, no muy cómodas, con el logotipo de una conocida marca de bebidas. Estaban fuera de un local llamado Zabala. Solo allí me di cuenta de la distancia que mis pies, que ya se podían haber fundido con el asfalto, me habían llevado. Estábamos cerca del Registro Civil y a unos pocos metros del Implosivo Artes Escénicas, la escuela de actuación. He ahí esclarecida la aparición de mi inesperado ángel salvador. Con mi mente retornando de su estado de inactividad coherente lo primero que atiné a decirle a mi salvador fue.
—Perdón.
Una simple palabra, tan tonta que parecía fuera de lugar. Sin embargo, así me sentía: avergonzada de haberlo desviado de su camino. Posiblemente le molestaba ayudar a una desconocida que caminaba imprudentemente bajo el sol abrasador, con la única compañía de una cartera que contenía sus documentos para el examen, una tarjeta de transporte y su fiel botella de agua, que ahora parecía más una sopa por lo caliente que estaba.
La risa de mi nuevo acompañante me confirmó lo tonta que había sido mi respuesta. Doblemente avergonzada, lo miré a los ojos. Solo vi diversión por mis palabras y preocupación por mi extrema palidez y mi inminente desmayo.
—¿Cómo me vas a pedir perdón? ¿Te sentís mejor ahora sentada? Te voy a comprar un refresco y un agua fría, porque estoy seguro que te bajó la presión.
El hombre se irguió, enderezando su espalda, y se dirigió al restaurante con paso firme. Su objetivo era claro: conseguir las bebidas que me ayudarían a reponerme. Al cabo de unos minutos, regresó con un refresco y un agua fría. Se agachó de nuevo junto a mí, ofreciéndome el elixir que mi cuerpo, agradecido, absorbió con avidez.
—Muchísimas gracias, y te pido perdón por las molestias. Seguro tenías otras cosas que hacer más que asistir a una pelotuda que se desmayó.
Dije con pena, mirándolo a sus ojos marrones. Sentía cómo me ardían las mejillas. Solo entonces, al contemplar mi alrededor, me percaté de la bicicleta olvidada en el piso. Probablemente se había bajado de ella al verme en mi estado.
—No me agradezcas, solo hice algo que cualquiera haría.
Expresó mientras se giraba para buscar la bicicleta. Al levantarla, se regresó hacia mí y me dijo:
—Me llamo Enzo. ¿Y vos?
Le dije mi nombre con más confianza al ver que no parecía molesto ni apurado por irse. Le señalé el refresco, aún sin abrir, ofreciéndoselo.
—Eso es tuyo, no me lo tenés que devolver. Si yo fuera vos, también tomaría de ese. El azúcar te va a ayudar a recuperarte, todavía estás muy pálida. Si me permitís.
Con esa simple petición de consentimiento, acercó su mano a mi rostro apartando algunos cabellos que se me habían pegado por el sudor, aquellos que mi peinado no había podido contener y ahora se posaban rebeldes por donde ellos deseaban. Luego de poner mis cabellos en orden, su mano se quedó allí, posada en mi cuello. La sensación de tener aquel pesado miembro cerca de donde se medía mi pulso me inquietaba. ¿Y si podía sentir el acelerado ritmo al que iba mi corazón? Su rostro tan perfecto no era lo único que me embobaba; su amabilidad y sencillez con la que estaba allí delante de mí me estaba dejando el cerebro aún más atrofiado que cualquier síntoma debido al infernal clima.
Tomando otro largo trago de agua para disipar los efectos que él estaba teniendo en mí, tomé valor, lo miré a los ojos y le dije:
—Muchísimas gracias otra vez. Siento que te lo estoy diciendo ya muchas veces, pero de verdad estoy agradecida con tu gesto. Pudiste haberme ignorado y dejarme tirada en la calle, y no lo hiciste.
—No tenés nada que agradecerme. Decime, ¿vivís por acá? Así te acompaño y me quedo tranquilo de que llegaste bien.
Me respondió aún con su mano posada delicadamente sobre mi cuello, dejándole leves caricias y sus ojos mirándome fijamente, entre preocupados y con algo parecido a ternura.
—No vivo por acá, ni cerca. Solo vine porque acabo de dar un examen y quería recorrer. Iba super bien hasta hace unos momentos.
Ya dejando un poco de lado la vergüenza, le respondí un poco más animada y sin tanta timidez. Tanta, ya que tener a alguien tan bonito enfrente de ella solo hacia que se pusiera nerviosa.
—Ok, sin ser muy invasivo, ¿dónde vivís? Tal vez te puedo llevar o algo. Me preocupa que te vayas sola después de que casi te desmayas. Si querés, llamamos a alguna amiga o alguien que te venga a buscar.
—Vivo en Manga, así que un poco lejos de acá. Y mis amigas en estos momentos...
Dije entre risas, diciendo donde vivía y luego chequeando la hora: 16:04. Para saber dónde podrían estar alguna de mis amigas para contestarle.
—Mis amigas están todas trabajando, así que no queda de otra que irme sola. Quedate tranquilo que no me va a pasar nada.
Le contesté intentando calmarlo y asegurarle de que todo estaría bien y no me volvería a pasar nada.
—Te invitaría a mi casa, pero siento que para un primer encuentro es mucho. Me conformo por ahora acompañándote a tomar el bondi.
Volviendo por la calle Sarandí, por la tan calurosa Ciudad Vieja. Ese tipo de calor que hacía que el asfalto derritiera el calzado y definitivamente el tipo de calor que hace que se te baje la presión y encuentres a Enzo, quien ahora te tiene montada en su bicicleta mientras ambos ríen y disfrutan el pequeño aire que les llega por la velocidad con la que conduce el antes mencionado. Ese era el tipo de día caluroso que hacía aquel día en Montevideo.
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contradanzagranada · 2 years
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