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No puedes pensar en ninguna vaina pa tus ocs pero bien que puedas pensar en un montón de vainas para los csms del otro wn
Sorry for the long ass spanish rant on the tags btw x"""d
Anyways, night night
#ecos de los encadenados#la neta está del asco tener una hiperfijación#si no es algo relacionado a tu hiperfijación simplemente no puedes pensar en nada más#y eso APESTA#QUIERO y NECESITO hacer cosas con mis ocs#pero genuinamente no me trae satisfacción hacerlo si no es con los personajes de leather#y me CAGA#me CAAAAAGAAAA UN CHINGO#pinche vato baboso tenía que tener un montón de csms bonitos e interesantes y tenía que dibujarlos bien lindos y preciosos#tenía que tener un montón de csms que tienen diseños bonitos y encantadores y tenía que tener un estilo llevo de vida#cuando te digo que la mitad de mis problemas son por culpa de este baboso te aseguro que realmente lo son#porque su pta madre wey. su madre#por eso dije que estoy a nada de tener una crisis xD#porque estoy así )( de simplemente tirar la toalla y simplemente. sucumbir? a ser una fanartist que solo se enfoque en lo que el hace#y basar casi que todo mi estilo en lo que el hace#me quiero rendir#y aún así#estoy aquí#esto apesta. genuinamente apesta#when i said it was a natural development‚ talking about him. venting every so slightly about him. i meant this#he's simply a person in our lives - a person we hold dear. he's (and we're) human‚ simply bringing good and bad onto our lives (and his)#it's just. y'know how it is with relationships and humans#it's funny
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Hay cosas que el corazón no puede decir, pero lo sabemos. Cosas que los labios no dicen, pero en la mente se metieron. Yo sé y tu sabes y por eso no podemos.
Miradas que cruzan sin encontrar destino, pero sienten. Gestos mudos que gritan lo que el alma contiene. Tú miras y yo siento, en silencio comprendemos.
Hay espacios llenos de vacíos entre palabras no pronunciadas, donde los suspiros construyen puentes que nuestras manos no pueden tocar. Palabras que flotan en el aire, invisibles hilos que nos atan, nos unen y separan.
En el eco de lo no dicho hallamos nuestro refugio, un lugar sagrado y prohibido donde solo nos podemos encontrar en la penumbra de lo que nunca será. Es en el silencio donde nuestras almas danzan, cercanas y lejanas.
Yo sé y tú sabes, en el abismo de este conocimiento nos perdemos, buscando señales en las estrellas de un cielo que compartimos pero no podemos habitar juntos. Es este amor no declarado, este sentir sin tocarnos, lo que nos mantiene vivos, pero encadenados.
Así vivimos, entre sombras de lo que podría ser, alimentando este fuego que consume pero no ilumina. Porque yo sé y tú sabes, y en esa sabiduría nace nuestra tragedia y nuestra salvación, el dulce veneno de nuestro imposible amor.
#poetas románticos#poema original#poemas#micropoésia#escritos tumblr#citas en español#cosas que escribo#escritora#frases para dedicar#te quise#te extrañó#te quiero#amor#amor prohibido#larga distancia#LDR#ldr aesthetic#ldr lyrics#ldr community#ldr couple
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Capítulo 7: La batalla final
La emboscada fue brutal, un súbito y letal ataque que dejó a varios de nuestros compañeros caídos. Yo misma fui capturada una vez más, convertida en prisionera en un giro amargo del destino. Aquella rebelión que habíamos luchado por mantener, parecía llegar a su fin en ese instante.
La guerra contra Camazotz, el implacable enemigo que había estado persiguiendo nuestra causa, parecía haberse inclinado en su favor. Sentía que había fallado de manera devastadora a mi gente y a nuestra lucha. La opresión y la derrota pesaban sobre mí, dejándome una sensación abrumadora de impotencia.
Mientras nos llevaban encadenados y resignados a un futuro incierto, un inesperado giro del destino cambió el rumbo de la tragedia. Un estruendo resonó en el aire y una sombra oscura se cernió sobre nosotros. Un águila gigante descendió con una fuerza impresionante, sus enormes alas agitando la arena y generando una tormenta que oscureció el panorama. Los guardias de Camazotz quedaron desorientados y derribados por esta inesperada interferencia.
Caí al suelo, herida y agotada, creyendo que mi destino estaba sellado. Pero mi desesperación se transformó en asombro cuando esa majestuosa águila reveló su verdadera forma, mi abuelo. Sus ojos reflejaban una determinación feroz mientras me miraba. En medio de la confusión, logré emitir un grito ahogado:
—¡Corran!
La distracción provocada por la transformación de mi abuelo permitió que la mayoría de los prisioneros escaparan, aunque yo no tuve la misma suerte. Camazotz, a pesar de su sorpresa, se regocijaba de tenerme aún en su poder, como si mi captura fuera el último clavo en el ataúd de la rebelión.
—¡Despierta, Nikté! Aún no es el momento de unirte a nosotros en el Micltan. Abraza tu destino, no luches contra él —sus palabras resonaron en mi mente, mezclando advertencia con un extraño eco de comprensión.
Reuniendo las últimas reservas de fuerza, logré ponerme de pie, mi determinación anulando el dolor y el agotamiento que me aquejaban. Camazotz y yo nos enfrentamos, sus ojos desprendían una confianza perturbadora. Era como si estuviera desafiándome a aceptar la realidad que él había trazado.
En ese momento, los testigos presenciaron un enfrentamiento épico, el bien y el mal colisionando en una lucha feroz. Aunque mi victoria parecía improbable, mi determinación y valentía se alzaron sobre la oscuridad. Finalmente, la balanza se inclinó a favor del bien, y mi victoria resonó como un himno de esperanza en medio de la desesperación.
Después de días de penumbra y desesperanza, la luz encontró su camino. La gente, animada por la visión de que el bien podía prevalecer, me eligió como nueva líder del continente. Aunque el título era un honor, no había espacio para la celebración. Era el momento de trabajar incansablemente, de reconstruir y sanar, de labrar un futuro mejor.
Así se inició una nueva era, una época de alegría, equidad e igualdad que el mundo anhelaba. Los cimientos de un futuro prometedor se cimentaron, y con cada paso hacia adelante, la leyenda que había sido profetizada comenzó a tomar forma: Nikté-ha, la mujer jaguar, quien había enfrentado la oscuridad y emergido como la encarnación viviente de la esperanza y el cambio.
#a veces escribo#cosas que escribo#escribiendo en soledad#escribir#escrituras#solo escribo#cuentos#literatura#lo que escribo
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Luego de tumbar al monje y en cuanto traspasé el umbral de la húmeda cripta, pude advertir la silueta del niño encadenado, quien continuaba sollozando por ayuda.
—No es lo que crees… —farfulló el religioso, quien había conseguido alcanzarme algunos segundos después.
La infantil figura incrementó su tamaño y, mientras exhibía sus torturadas alas, lanzó una gutural y perversa risotada que hizo eco por todo el monasterio.
— Ideas Neuróticas ©️.
#escritores en tumblr#escritores de tumblr#escritos#escritores#escritura#microrrelatos#microcuentos#ideasneuroticas#terror#ángel
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Vive de nuevo
Nuevamente me aparto del mundo Encerrado entre cuatro paredes Buscando en las sombras respuesta Propósito, o un cierto destino. ¿Cierto destino? ¿Verdadera identidad? He andado silenciosas veredas, inciertas Sin huellas dejadas tras paso amargo Ente sin nombre en los ecos al viento. Veo tras mi ventana abarrotada Colores vivos fluyendo con melodías Sonando en la brisa que mece los árboles Caigo sobre mis piernas, encadenado. En paredes los espejos reflejan mentiras Sonrisas congeladas en tiempos soleados Luces doradas sobre ojos felices, algo bello Risas, voces juzgando sombrías mi nombre. Siento ira, como un fuego ardiente desolador que en silencio estruendoso quema mi interior Un corazón ardiendo torturando mi alma cobarde, cuyo nombre no reconoce. Postrado en el piso, solo y perdido mi sombra negra profundamente me mira Me busca, me grita. “vete o acepta la muerte” Como si fuera culpa mía no saber vivir. Afuera está la vida, las aves que vuelan sobre una ciudad vibrante, colores y vueltas Cantos y poesías, tras esos barrotes fuera de mi cuarto. “Vete o acepta tu muerte” la sombra se mueve Risas burlonas, quejas, recuerdos hirientes de esos espejos, de aquellos entes que mi ira rompa los cristales y en el suelo queden. Caído y desolado sobre rojizo charco brotado La ventana y sus barrotes se han cerrado Frente a mí un pequeño destello, un eco “No mires atrás, sigue tu nombre y vive otra vez” Un paso frente a otro, caminando hacia esa luz Recuerdos de momentos olvidados a mi alrededor Abrazos, sonrisas, miradas compasivas No soy el mismo, no soy esos reflejos. Quizás un día escucharé la melodía de mi nombre Los colores de mis huellas en el pasto El calor de mi corazón abrazando el amor A mi alrededor la luz de su presencia brillará.
Kaleb.FR
#poesía#Poemasespañol#poetry community#escritores#salud mental#superación#reflexión#autoestima#KalebFR#Autor
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UN JOVEN SIN IMPORTANCIA COLECTIVA
Por Israel Ahumada
¿Quién soy?… Durante varios días he estado pensando en esto. He mirado algunas fotografías viejas de reuniones familiares, vacaciones, amistades a las que no he vuelto a ver ni saber de ellas, incluso, personas que no recordaba. He vuelto a vivir ciertos momentos que juré no olvidar, en el instante en que sucedieron los clasifiqué como los mejores eventos que hasta ese minuto había vivido. Lo curioso es que ahora, años después, me doy cuenta que los recuerdos más intensos, los que más se aferran y que, hasta cierto punto, fueron moldeando mi personalidad, son aquellos que preferiría se esfumaran como un aroma cualquiera.
No me extraña que sean las circunstancias más complicadas las que se obstinan en no abandonarnos. Son, precisamente, las que nos enfrentan con nosotros mismos, nos arrastran a tomar decisiones, y eso, en muchos casos, es una tortura. El hombre –escribió Milan Kundera- nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. Esa suerte de deriva a la que llamamos vida, tiene, en esencia, el atributo del error. Y si de algo estoy seguro, es que he cometido los peores. Quizá, lo mejor sea plantear el tema desde aquí, a final de cuentas la primera premisa sobre mi existencia ya salió: soy lo que en mí ha vivido y lo que ha muerto también.
Soy las palabras que he pronunciado, los sufrimientos que he provocado, el amor que por otros he sentido, los juegos que jamás he vuelto a jugar; soy, también, los insultos que me han dicho, las caricias que me han dado, la confianza que por mí han sentido, y después de todo, nada de esto me hace especial, nada me distingue de los demás. Ni mis aficiones, ni mis intereses, tal vez la perspectiva con que miramos las cosas sea la particularidad de cada uno. Acepto pues declararme indefinible, en constante movimiento, prefiero quedarme con esa certeza, creo más importante, más útil, percibir qué soy.
Es más importante y útil por los rasgos tan específicos de la época en la que nos tocó vivir. Tan saturada en todos los aspectos. Cada vez más individualista, y mientras crece este pandemónium, más insignificantes, más anónimos vamos siendo. La muerte de un individuo en plena calle, por ejemplo, ya no es un caso extraordinario, al contrario, se ve reducido a la categoría de hecho calculable y es clasificada en términos estadísticos.
Esta realidad vertiginosa e inmutable ha sido, también, un factor para moldear lo que hasta este punto de mi vida soy, he de aceptar que pocas veces reparo en ello, aunque eso me parece consecuencia de esta misma celeridad en la que todos los días me levanto y me acuesto.
Lo interesante aquí no es hablar sobre el ritmo de vida de la gran ciudad, los cambios drásticos que el planeta sufre o las características de la sociedad de masas, sino plantearme como parte de la misma porquería y qué hago yo aquí. Hay, es cierto, una inquietud en mí sobre todo esto. Recurrentemente me pregunto cómo seré en el futuro y me imagino miles de cosas, de las cuales, probablemente, no llegue a ser ninguna. No hablo, aclaro, de aspiraciones materiales, sino en términos de lo que para mi horizonte significa lo ideal, llevar a la práctica las convicciones que bosquejan la forma en que veo al mundo.
Sin duda, al igual que todos, soy complejo. En mí ha habitado el fantasma de la confusión y su eco no me deja dormir. Creo que es porque en esta única existencia, vivimos no sólo una vida, nuestra vida, sino que vamos encadenados con las existencias de los demás, vivimos la vida de otros y ellos nos viven, nuestros actos tendrán una repercusión directa no sólo en nosotros mismos, sino en otras vidas y muchas veces lo que uno hace, pensando que es lo mejor para uno mismo, resulta más fatídico para los demás.
Si tan sólo fuéramos a la par del ritmo natural de vida, si volviéramos a integrarnos a la naturaleza como nos corresponde, seríamos quizá una sociedad menos alterada y desequilibrada, pero enfrentarnos al estilo de vida que implica una masificación tan descontrolada de tecnología e información, nos enferma. Solo aquel que logre invertir los valores de su sociedad será un superhombre, decía Nietzsche… pero llegamos doblegados a este siglo XXI. La ansiedad, el vértigo, la frustración, la depresión, los males físicos, la histeria son y seguirán siendo dueños de nuestras cabezas.
Me cuesta expresar en una idea concreta hacia dónde voy, hacia dónde quiero ir, por que tampoco lo sé. Sería muy fácil decir que quiero ser cineasta y padre de familia, que me encantaría tener una casa donde todo fuera felicidad. La respuesta va más allá… porque la realidad va más allá. Soy viento, soy fuego, soy todos los hombres que han habitado esta tierra. Esas son mis raíces, es de ahí de donde vengo, es allí a dónde voy, es lo que soy.
Ciudad de México, México, 2009
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"Duda deliberadamente de lo que dice tu mente".
Es una de las enseñanzas que me quedarán de por vida gracias a la Ansiedad.
Te invito a hacerlo.
Muchas veces tenemos pensamientos, creencias que nos causan dolor, que nos hunden, que nos dañan..
sin embargo, no dudamos de su veracidad,
las tomamos como ciertas porque siempre han estado allí.
Te invito a dudar de ello..
Te invito poco a poco.. a dejar de creer eso que piensas y te atormenta..
y te tiene encadenado.
Escucha a tu mente..
Aquello que te dice..
Tal vez que no eres digno de ser amado, tal vez que no puedes hacer nada bien, tal vez que no eres suficiente.. y otros tal vez.
Escucha.. y por primera vez.. cuestiona la verdad en esas palabras.
No son ciertas..
Son ecos del pasado..
Del sufrimiento de alguien..
De la herida de alguien.
No tienes que seguir creyendo lo mismo toda la vida.
Es tu vida.. puedes y tienes derecho a cambiar tu forma de pensar
de puñales a caricias..
de cachetadas a sonrisas..
de mentiras a la única verdad..
el amor.
Namasté.
Mimy S. Flores
(guía espiritual)
___________________
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{"Ese pensamiento que te daña, que te hiere, que te disminuye.. aunque lo creas.. no es verdad".}
#guiaespiritual #unamanodivina #amor #cuandoelamorescribe #inspiración #sanación #cariciasparaelalma
"Si este escrito tocó tu corazón..te agradecería mucho que lo compartas..para que llegue a todo aquel que lo necesite"
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ACTUALIZACIÓN HABLADA: JUEVES, 11 DE MARZO DE 2021
Cuadrar un texto · El soliloquio de Hugo · La formas del hambre · Ecos de Luis Rosales · Nunca me han gustado demasiado los flujos de conciencia · Forzando de nuevo la máquina · No está bien la situación · Encadenado a esta mesa · Buena noticia · La música y la palabra hablada de Alfonso Lantero · Mucho de poeta · Ruda y directa voz, plena de primitiva poesía · Grandes profesionales · Poco boyantes días · Echando a Hugo a caminar · Fuerzas de flaqueza y tiempo de donde lo haya
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Verónica Bergman
Resumen
— Tapadera: Verónica Bergman, alias Goldfinger, 34 años
— Identidad: Narcisa Therapolidis, 26 siglos
— Pseudologo (personificación de la mentira).
— Perfecta ejecución y detección de su elemento. Regencia del Tártaro por designación de Hades.
— Filiación: Triunvirato
— Papel: Manipulación de la actualidad mediante el terrorismo mutante de cara a incrementar la tensión política que favorece a los intereses hegemónicos del Triunvirato.
I. Pseudologos
En la mitología griega existen figuras referidas como encarnaciones. Situadas en un escalafón superior a los daimones (criaturas que dependen íntegramente de la voluntad del dios al que sirven) e inferior a las deidades menores (seres semejantes a los mutantes contemporáneos, que por servir a la deidad que albergaba sus dones veían sus poderes acentuados), las encarnaciones, como su nombre indica, son entidades abstractas que toman una forma humana, la cual se ve poseída por el efecto de dicha abstracción al mismo tiempo que participa de ella en sus manifestaciones. En el caso de los pseudologos, el principio al que dan forma es la mentira.
El pseudologo representa, en su encarnación, las mentiras y las falsedades que las personas adoptan en sus roles o identidades sociales. Como tal, es capaz de detectar y desempeñar la mentira, teniendo facilidad para ver más allá del rol social que cada quién ejecuta. Sin embargo, el pseudologo es preso de su propia condición; incapaz de revelar su verdadera persona, es como un actor que interpreta de constante un personaje en la vida real, algo que, con el tiempo, tiende a causar desequilibrios mentales, siendo los más frecuentes el narcisismo y la mitomanía.
Su naturaleza dificulta el dañarles, ya que siempre están ocultos bajo una máscara con la que no se identifican. Asimismo, el mayor peligro que afrontan estos seres es la pérdida del verdadero yo. Sometidos a una manipulación excepcionalmente hábil, pueden desprenderse de su propia realidad y tomar por cierto el relato al que son expuestos.
Tras esta introducción a la naturaleza fundamental del personaje, la narradora deja al juicio del lector y al transcurso de la historia el determinar qué es cierto y qué es falso. La posterior descripción de las distintas capas que componen su personalidad en la actualidad será hecha desde la óptica, los conocimientos y las creencias que ella mantiene a tiempo presente (febrero, 2021).
II. Narcisa Therapolidis
Nace en la isla de Thera, actual Santorini, en el archipiélago de las Cícladas, en el Egeo. Hija de Morfeo y de Afrodita, su infancia y su juventud se vio profundamente afectada por la guerra divina que, posteriormente, se manifestaría en la política de los hombres y que actualmente conocemos como la Guerra del Peloponeso (431 a.C.- 404 a.C.). Despreciada por su madre, maltratada por su padre y manipulada por Ares, el único dios al que entregó su amor y devoción, se convirtió en una criatura desconfiada y henchida de rencor.
Resultado de tan trágica juventud, creció en ella un odio desmedido hacia su panteón natal. Producto de este sentimiento y del anhelo de venganza y liberación, fueron sus actos los que precipitaron la caída del Olimpo y, con este, de la civilización griega. Presa del estigma que supuso el tener las manos manchadas de la sangre de sus contemporáneos y diana del resentimiento de sus semejantes, se vio condenada al ostracismo, apartada del nuevo panteón que floreció en Roma. Así, durante su primera etapa de independencia, vivió modestamente, escondida y manteniendo su naturaleza divina en secreto, consciente de que no eran pocos ni despreciable el poder de quienes pedían su cabeza.
Habiendo conseguido pasar desapercibida durante siglos, la suerte determina que resulte capturada por el ejército romano en la región belga del río Mosa a mediados del siglo I a.C., durante las expediciones punitivas. Hades, que por entonces había tomado la identidad de Cayo Julio César, no tarda en reconocerla y someterla a un castigo proporcional a sus crímenes que, siguiendo con la sentencia, habría de acabar con la ejecución de la traidora ante el panteón a su regreso a Roma. Sin embargo, el complicado clima político que devino en la segunda guerra civil de la República romana no solo retrasó dicho regreso, sino que la identidad tras Pompeyo Magno, líder opositor del César, avivó los rencores de Narcisa. La determinación de aquella criatura maltrecha a participar en la desgracia de su rival político sumada a su habilidad para la estrategia despertó la simpatía de Hades, que dispuso la anulación de su castigo a cambio de lealtad hacia él y sus cómplices divinos, que desde este entonces se conocerán bajo el nombre del Triunvirato.
A partir de este momento Narcisa viviría bajo la protección de Hades, posicionándose en las sombras como el minion más letal del Triunvirato. Junto a ellos ostentó diferentes cargos de poder, siendo el más significativo su participación en la historia como Teodora de Bizancio. Su deserción en el siglo VII d.C. pondría su fidelidad en entredicho hasta que, a principios del siglo XX, esta se consolidó con mayor fuerza que nunca al ser nombrada por el dios ctónico como regenta del Tártaro.
Las gracias y desgracias vividas por una criatura tan voluble como ella pusieron en jaque su integridad mental. Perseguida y avasallada durante la mayor parte de su existencia, atesoró los pocos momentos cándidos que vivió en sus años de juventud junto a Ares como muestra de su verdadero ser, motivo por el cual Narcisa presenta, en las ínfimas ocasiones que es forzada a revelarse como ella misma, una apariencia más juvenil que la que acostumbra a lucir de cara al público.
III. Tártaro
Como personificación de la mentira, Narcisa siempre tuvo unas capacidades modestas en contraste a sus semejantes en lo que a poder se refiere. Esto cambia radicalmente cuando, en la primera mitad del siglo XX, Hades le da la regencia del Tártaro.
El Tártaro es descrito con frecuencia como un abismo sin fin, como una enorme fosa que conforma región más cruenta y árida del Hades a la cual son llevados los pecadores para recibir su castigo. Esta región es también la prisión de incontables monstruos y criaturas míticas que fueron derrotadas y desterradas por los dioses a lo largo de la historia. Fue el caso de los cíclopes y los centímanos, posteriormente de los titanes y de otras bestias, como Tifón.
Si bien son narrados los tormentos específicos a los que fueron sometidos algunos pecadores como Tántalo o Sísifo, menos conocido es el castigo común a todas las almas que allí son condenadas: mientras se ven acosadas constantemente por sus peores recuerdos se ven forzadas a vagar por el frío y yermo paraje sin más alimento que las almas de sus semejantes, sustento por el que deben competir con el resto de criaturas que pueblan este lugar terrible.
En su extensión destaca una única construcción: el Palacio de Hueso, tallado sobre los restos del titán Atlas, cuya estructura aún separa el Hades del Érebo. En este lugar, además de las estancias reales y el salón del trono, se encuentran los calabozos, lugar al que son trasladadas las almas de aquellos que son condenados a un castigo específico.
Un último detalle a tener en cuenta es que en esta región solo funciona la magia de los titanes. Encadenados y condenados a servir, estos poderes quedan a disposición de Hades, así como del regente de este lugar. No obstante, es tanta su magnitud y tanto el poder que se requiere para su correcto control que solo Hades es capaz de aprovechar el máximo de su potencial, y no sin esfuerzo. Por su parte, Verónica solo es capaz de canalizar una modesta parte de este poder, la cual está aprovechando en el presente para justificar su condición de mutante mediante la aplicación del toque áureo de Febe.
IV. Identidad actual
Verónica Bergman, hoy más conocida como la señorita Goldfinger, es, probablemente, la criminal más mediática de toda América.
Dos años atrás, su nombre saltó a los titulares por un caso de timo y estafa. Su caso fue sonado y obtuvo gran repercusión ya que en el transcurso del juicio hubo una avalancha de titulares amarillistas que giraban en torno a su relación con el Secretario del Tesoro y Arthur Lensherr, el por entonces líder de la agrupación terrorista mutante conocida como Hellfire Club. Dos versiones se hicieron eco: mientras que los medios afines al gobierno la presentaron como una estafadora pro mutantes que financiaba con los frutos de su fraude los ardides del Hellfire, los medios de la oposición narraron la historia de una joven víctima extorsionada por el ministro de economía americano, cuya caída en desgracia se debería a su negativa para con los mandatos del susodicho. Independientemente de qué versión fuera veraz, Bergman perdió los papeles durante el último tramo del juicio, como atestiguó la agresión casi letal que sufrió una periodista que se acercó demasiado a la acusada. Con motivo de ello, fue condenada a ingresar hasta su recuperación en el psiquiátrico Arkham.
Cuando un año después Bergman se dio a la fuga, no tardó en dar a conocer su condición de mutante por mediación de las redes, donde comenzó a publicar sus fechorías; le costó un pulso sangriento con Google y Facebook, puesto que sus perfiles eran borrados sistemáticamente, pero consiguió salirse con la suya so amenaza de seguir forzando a los altos cargos a asistir al funeral de sus seres queridos. Por descontado, los medios tradicionales también se hicieron eco de sus andadas. Conseguir semejante atención no podía hacer más feliz a la frívola dama, que adoptó desde entonces el seudónimo de Goldfinger.
V. Bando y papel que desempeña
Desde que fue capturada a mediados del siglo I a.C., Narcisa ha sido uno de los peones habituales del Triunvirato, esto es, el grupo con fines hegemónicos formado por la coalición entre Atenea, Hades y Hermes. Más concretamente, ella es el minion personal de Hades.
En su caso, ha desempeñado varios tipos de funciones distintas dependiendo de las necesidades históricas del grupo. Su habilidad como estratega la llegó a poner al frente de imperios, como fue el caso de su reinado como Teodora de Bizancio. No obstante, la mayoría de las veces el Triunvirato se ha servido de su capacidad teatral para usarla como espía, asesina y, sobre todo, como influyente. Este es el rol que desempeña en la actualidad, pues mediante la representación del papel de Goldfinger busca crear el clima político conveniente a los intereses del clan.
youtube
Más:
— Instragram
— Ask
— Mail: [email protected]
— Avatares: Amber Heard y Freya Allan
— Tramas (material/inspiración): Mitología grecorromana; Más allá del muro (Tártaro); Caminantes blancos e Hijos del bosque (titanes y titánides).
— Personajes históricos utilizados: Simonetta Cattaneo y Teodora de Bizancio.
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Un mediodía que subía la montaña detrás de la casa, queriendo alcanzar el gran pino en la cima, me perdí y acabé en una fragosa cañada. Apartando a ciegas el matorral más alto que yo, con la cara fustigada por las ramas que rebotaban y los pies castigados por enredaderas de hojas como soplillos, logré zafarme con mil trabajos del agobiante hondón, ganando una elevación. Ésta era un mamelón con la forma de un toro que embistiera desde el centro de una rehoya abierta al mar. Me abrí camino cuarteando su lomo hasta lo que sería la cruz, que formaba un morro. Había algunos pinos encogidos, auñados al desmenuzado granito color almagre que se aglutinaba como piel de tiburón, y, sembradas por todas partes, las heces de las aves que comían los piñones. Procurando no resbalar carcavón abajo y aferrándome a las ásperas rocas —con toda mi fuerza concentrada en las puntas de mis dedos y pies— por fin logré trepar al promontorio de la cruz. El sol alto inundaba el cielo de resplandor, entre exhalaciones.
Desde allí bajaba por el cuello una mansa cuesta de unos cien metros, encajada entre los barrancos cada vez más abruptos de la precipitosa cañada, hasta una exigua repisa que correspondería a los morros, colgada sobre el abismo. El paraje formaba parte de un serrijón aislado de unos once kilómetros, paralelo a la costa, con cimas de entre trescientos y seiscientos metros, que formaba con sus gajos innumerables calas en el mar. Uno de los tres estribos mayores estaba socavado en su base por el agua como si le hubieran clavado una cuña. Cerraba la cañada a mis espaldas una sucesión de farallones, encadenados como las hojas de un paravento, con una cumbre señoreándolos. Todo el lugar formaba una titánica catedral con el cielo azul como techo. Un halcón, que volaba alto sobre mi cabeza con sus estridentes reclamos, calaba veloz de vez en cuando, cortando el aire ante mis ojos, y remontaba luego muy alto en el cielo.
Mirando abajo en el valle distinguí un único sendero que bajaba hacia la aldea, serpeando entre negros bosques cerrados, como si hilvanara las cimas del serrijón entre sí. Y por un abra que permitía vislumbrar más allá, vi cumbres amontonadas como en tongadas infinitas: rojas, encarnadas, moradas, malvas... hasta las mismas nubes. Presa de pasmo y de un entusiasmo mezclado de pánico rompí a cantar con voz atiplada. ¡Eco! Éste me remedaba a la zaga como si alguien se escondiera tras las cumbres. Espoleado por el canto de aquel inescrutable cantor respondí con la voz más aguda de que era capaz. Él hizo otro tanto. Como suele ocurrir, sentí una cándida e inagotable alegría ante fenómeno tan comprensible. Y tras pasar media jornada allí cantando, bajé de nuevo a la casa de los setos de falso laurel, a la hora en que el sol se hunde en el mar.
*
Fui a lavarme los pies al patio trasero y corrí la puerta del baño, suponiendo que ya estaría listo a esa hora. Sumergiéndome del todo en la bañera, llena de agua ya algo tibia, estiré mis cansadas piernas, muy a gusto. El agua subía hasta mis pezones, dándome la sensación de que un tenue hilo los unía. Aguantándome con ambas manos, pues mi cuerpo boyaba, recliné la cabeza en el borde de la bañera mirando al techo, y soplando de vez en cuando sobre mi pecho fogueado, repasé el gozo de aquella jornada. Al lugar lo llamé Cima del Eco. Haberlo encontrado tras extraviarme —lo que significaba que sólo yo lo conocía— y que para alcanzarlo hubiera que encaramarse a aquel peligroso risco me entusiasmaba aún más.
Al rato empecé a fijarme en algo sobre la quieta superficie del agua. Me parecía que había un leve viso blanco de grasa, casi imperceptible, que antes no había visto. ¿Podía ser que alguien se hubiera bañado ya? Pensándolo entonces, todo encajaba. Tenía que haber llegado alguien. Me embargó una repentina y profunda ansiedad. Yo aborrecía sin excepción a cualquier desconocido. Me despejé del todo y estaba de bajón cuando apareció la viejita, que no se había enterado de mi vuelta, apurándose para lavarme. Y disculpándose por no haber cambiado el agua, me dijo que había llegado la joven esposa de la casa de Tokio. Se suponía que no debía de haber nadie en la casa de mi amigo. Me había dicho que su hermana mayor que vivía en Kioto se iría a Tokio aquel verano, así que quizá fuera ella. En ese caso, poco podía hacer yo, así que tuve que conformarme, aunque pensé que era un incordio. Antes de salir la mujer bajó ostentosamente la voz y dijo: «¡Es una preciosidad, la chica!».
Me escabullí a mi habitación como quien tiene algo de que avergonzarse, y me senté allí, perplejo, apoyado en el pilar. No hay nada más incómodo que conocer a alguien y tener que encontrar algo oportuno que decir. Y la tensión de estar sentado tieso ante un extraño es como estar atado por una soga invisible; al final siento como si mi ceño se crispara, y los hombros se me agarrotan y me arden. Parecía que la muchacha se quedaba en el anexo al fondo del jardín. Tampoco sería para tanto, si de verdad se trataba de la hermana mayor de mi amigo de la que había oído ¿pero cómo se suponía que debía actuar yo? Iba apartando tales pensamientos uno tras otro cuando unos pasos quedos se acercaron a la veranda, deteniéndose de pronto tras la puerta de papel. Cuando me estaba levantando para recomponerme frente al escritorio, una voz suave y serena dijo: «Disculpe», y como si fuera obra de la misma voz, la puerta se deslizó.
—¿Cómo no le han traído una lámpara todavía? —la escuché decir para sí misma, y en el borroso vano de la puerta se repujó claramente un rostro blanco.
—¿Cómo está usted? Soy la hermana mayor de ***. Lo voy a molestar unos días nada más...
—Bien —fue todo lo que acerté a decir, y esperé en silencio mi condena. Pero ella colocó ante mí con gracioso gesto una bandeja de aromáticas galletas occidentales—: No tengo otra cosa que ofrecerle... ni siquiera sé si le gustan.
En aquel instante la fría y solemne efigie se tornó de súbito hermosa criatura, sonriendo azarada. Pero enseguida, diciendo: «Voy por una lámpara», recobró su naturaleza estatuaria y desapareció en la oscuridad.
Suspiré de alivio. Todavía abochornado por ser tan patético, me desvivía tratando de recordar la figura ida; pero era por completo soñada, inasible. Sin embargo, teniéndome absolutamente inmóvil, con los ojos cerrados, todo comenzó poco a poco a dibujarse como cuando sales de pronto a la luz. Llevaba el pelo recogido en un gran rodete de casada. Era negro azabache, como los mismos ojos bajo las marcadas cejas. Todos sus rasgos eran tan netos y puros que me parecía que sería arduo acostumbrarse a tenerla cerca, y pensé que hasta sus bellos labios, el inferior repulgado levemente contra el superior, parecían cincelados en frío coral del fondo de los mares. Pero cuando éstos se separaban dejando a la vista los lindos dientes, una sonrisa fresca como la brisa lo sedaba todo, sus mejillas se arrebolaban y la estatua se convertía en un hermoso ser vivo.
Kansuke Naka
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La guerra de las Plumas 3
Notas del cap:
En teoría toda la historia es tensiones, ships y odio… pero aquí comenzamos con lo bueno y lo culero… no se muestra nada gráficamente (a según yo) pero de que también se van a encabronar… es promesa XD (que espero poder cumplir)… a ver como les va a ustedes XP… porque esto se pone bueno y apenas es el tercer capítulo ¬u¬
No dije que este fic fuera tranquilo
¡A leer!
3 - La cólera del Ave
Daban las dos de la tarde cuando México tuvo el valor de ponerse en pie y salir de la fábrica de zapatos… no hubieron mas notas después de eso. Su mente había trabajado más que nunca… tenía hambre, tenía sed, se sentía cansado, no había descansado realmente; y aun así, ahí estaba. Saliendo por fin de aquella fabrica… con una única determinación en su cabeza. Encontrar lo que al parecer le pertenecía
México nunca se llevó relativamente bien con FBI… en principio, porque era igual de desagradable que USA… es decir, sabía de antemano y a ojos ciegos que FBI era una buena persona… no era puro ni santo… él era uno de los que mas había sepultado cadáveres… pero, dentro de lo que cabía en sus deberes, era quien más ayudaba a ONU a mantener al mundo a salvo, quien había logrado detener tantas organizaciones y situaciones complejas… era la espada de ONU para una guerra a la que él no entraba directamente
FBI podría (Y lo es) ser bastante desagradable con las personas, pero era más que claro su compromiso con su trabajo, con la razón por la que fue creado; al menos, en ese ámbito, México podía confiar ciegamente en FBI… si FBI le estaba diciendo algo, era por una buena razón…
… … …
Al tiempo que pensaba en las razones de alguien como FBI para darle semejante información, las razones que tuvo para robar el alfabeto especifico suyo y en especial, la facilidad que tuvo para replicarlo, no solo le hizo pensar que no era el mejor en ocultarse, sino que también, le hizo pensar… que era hora de que dejara de temer a su poder… pero, simplemente, el ya no deseaba pelear mas
Su mente le hizo recordar a sus padres, como amablemente lo abrazaban, como lo llenaban de besos, como su padre Azteca le enseñaba a pelear, como su madre Mexica le enseñaba a curar, como solía tener por las tardes al momento del crepúsculo, hermosos paseos con sus padres, volando en lo más alto, jugando con las nubes que hubieran, siendo acariciados por los vientos, riendo todos juntos… permitiéndose un monton de felicidad extrema
Aunque esos momentos habían acabado ya… México siguió caminando en silencio, con la mirada agachada al suelo… no tenía ganas de ir de turista por las tierras de su “padre” y colonizador… no estaba de humor; tenía hambre, tenía sueño, sed, calor, dolor muscular y por momentos el dolor de cabeza le llegaba cual punzada a su cabeza… pero ahí estaba el… viendo su teléfono, siguiendo las ultimas coordenadas que FBI le había dado, subiendo la mirada cuando se dijo cercas peligrosamente del lugar al que debía de llegar
Su cuerpo entero se congelo en su lugar y, por mero reflejo de su cabeza, su cuerpo corrió a ocultarse en una esquina para no ser descubierto… es que… es que… ese era el palacio de Moncloa…
México casi no había tratado con ese lugar, principalmente porque el optaba por estar lo más putamente lejos fuera de España desde su independencia… pero ahí estaba, delante del edificio al noroeste de Madrid… en mejores términos… era la casa del presidente actual de España… y del mismo country
*-No lo sé… tal vez haya algo que es tuyo en ese lugar…-* recordó las palabras de FBI y sintió miedo… los vividos recuerdos de aquella vez que España lo encontró y le arrancó inhumanamente sus alas aun calaba en lo más profundo de su psique, mas allá de sus recuerdos o de su propia consciencia… no sabía qué hacer, su cuerpo tembló, su mirada se desvió al teléfono y a la nota… estaba precisamente en el lugar que debía de estar
Una violenta corazonada de miedo y una seguridad ciega a que había algo ahí, le invadió… ¿Tal vez se trataba de su espejo de humo (obsidiana)? ¿Del verdadero penacho de Moctezuma? ¿La túnica de sacerdote que se le había sido robada? ¿El cráneo de Miquizcli? No podía soportarlo, su corazón cada vez palpitaba con mas y mas violencia, la necesidad de respuestas se volvió taladrante en su cabeza… su instinto de supervivencia y miedo se volvieron prácticamente inexistentes cuando volvió a ver el edificio delante suyo y el recuerdo de FBI
*-Si te logras armar de fuerza… volar sería útil para poder llegar-* recuerda sus palabras vívidamente, el miedo se vuelve nervios y una necesidad que no había notado, por saber la verdad oculta tras esos muros; el miedo se vuelve necesidad de conocimiento; la idea de mantenerse al margen desaparece y por fin, busca un callejón vacio y oculto
Luego de rodear el lugar por algunos minutos, logra encontrar algunas cuadras atrás un callejón lo suficientemente oscuro y profundo para que nadie pueda verlo; extiende sus alas que salen prácticamente sin que el haga esfuerzo, esta vez no hay dolor de por medio, las observa… más grandes que su cuerpo, de un vibrante color café casi llegando al color del café mismo y las puntas de sus alas pigmentadas en un color verde en las puntas; el tricolor volvió la mirada al cielo y, extendiendo las imponentes alas, aletea con fuerza y violencia
Apenas necesita de un único aleteo para alzar el vuelo y sobresalir de los edificios que lo habían ocultado… el latino agradece que ese día se comenzara a nublar pues ocupa las nubes como un modo directo para ocultarse de todo aquel que mire; entre nubes y vientos fuertes, logra llegar al techo del edificio, encontrando una ventana abierta en algún despacho; entra cual águila en picada; logra frenar a tiempo y busca con la mirada con velocidad
Su corazón palpita con fuerza; recuerda las palabras de sus padres… “déjate llevar por tu corazón, el sabrá guiarte” solían decirle… México obedece a su instinto; entra por diferentes habitaciones. Las oficinas de trabajo y salas de archivos pasan inadvertidos de su mirada, no le interesan los secretos de la nación… su corazón palpita cada vez más fuerte y violento… como cuando, alguna vez, de niño, corría escaleras abajo en espera de encontrar regalos bajo el árbol… ese sentimiento de ansias que te lastima el pecho y te imposibilita el poder respirar… era justamente lo que ahogaba a México y le hacía tener la mente en blanco pero alerta cual gato al acecho…
Se detuvo en un despacho en particular, uno que mostraba la imagen de España en una fotografía y, en una serie de fotos mas, al resto de los latinos que había tomado como sus colonias; México afila la mirada con asco, su mirada viaja por toda la habitación hasta que, en su curiosidad, logra dar con una puerta oculta sigilosamente detrás de un jarrón y una estantería. Al pasar a través de la puerta solo hay escaleras hacia abajo, México afila la mirada y apura el paso pese a que lo hace con sigilo para no ser descubierto
Avanza, cada vez mas difícil al no poder respirar correctamente; al lograr atravesar una última puerta que finalizaba con las escaleras, sus ojos se abren, el corazón se detiene unos instantes y la sensación exasperante de no poder respirar culmina en su descubrimiento más importante… sus ojos se llenan de lagrimas, sus piernas menguan, su fuerza le abandona junto a su voz…
-¿Madre?- pregunta suavemente, con miedo…
La mujer yace ahí… con heridas burdamente cicatrizadas; aun había sangre seca en ellas y escurriendo en su piel amoratada, la mujer estaba semi consciente, habían alas… si es que podían ser tomadas como alas, al girón de músculos y huesos expuestos, con plumas a medio arrancar, manchadas de sangre… la mujer portaba harapos sucios por sangre, el lugar apestaba horriblemente a sangre, sudor, orina y excremento humano; y por fin, al sonido de una voz que hacía eco… la mirada apagada de la mujer se levanta levemente
Las cadenas resuenan suavemente, las manos de Mexica yacen amarradas con grilletes contra el muro más arriba de su cabeza, su cuello posee un grillete mas y finalmente, su mirada ida parece brillar unos segundos y comenzar a derramar lagrimas
-¿Mi niño?- pregunta con voz rasposa de tanto haber gritado hacia no mucho, México se deja caer arrodillado, con un gesto sorprendido, sin saber que pensar correctamente… ¿Su madre seguía viva?
-¡Mamá!- grita el mexicano, poniéndose de pie y corriendo hacia la mujer que, al verlo, también llora con más fuerza
-No eres una ilusión… eres mi niño- llora la mujer, México toma con cuidado las mejillas lastimadas y empapadas de la mujer, ambos se miran con lagrimas y sonrisas de alivio y esperanza que duran poco tiempo pues el latino comienza a buscar rápidamente como sacar a la mujer de su prisión
-Descuida madre… te sacare de aquí sin importar que!- asegura el tricolor
-Por allá… España tiene por allá las llaves- señala con la mirada la mujer, México gira a sus espaldas y encuentra dos llaves colgadas con cuidado en color dorado; en cuanto las toma, encuentra también, al lado de estas una puerta mas que no había visto. La ignora por unos momentos y corre hacia su madre para liberarla… descubre que solo necesita una única llave para liberar los dos candados que la atan, la mujer cae pesadamente al hombro de su hijo, sin fuerzas para sostenerse a sí misma, México la toma con mucho cuidado, puede sentirla delgada, herida y frágil, pero ella, solo aferra una de sus manos a la ropa de su hijo
-Azteca… tu padre… esta… por… la puerta- jadea entre la consciencia y la inconsciencia, México abre sus ojos, deja con cuidado a la mujer recostada en el suelo y se pone en pie con velocidad. La puerta que anteriormente había ignorado ahora es de su completo interés
Entra en ella con velocidad, lo que encuentra es lo mismo que con su madre… México ve encadenado a la pared a su padre Azteca, herido, desnutrido, con mas cicatrices que antes, inconsciente y bañado en sangre igual de seca que la de su madre, con la única e inhumana diferencia de que Azteca tenia roto el hueso de su ala izquierda y no poseía su ala derecha… ni siquiera había sangre o músculos en las alas o sus huesos… México corre a su lado llamándolo pero no obtiene respuesta suya, su padre esta inconsciente. México lo libera de inmediato buscando rápidamente poder cargar con su cuerpo y volver al lado de su madre
Una vez los tiene a ambos juntos, tiene que cargar a cada uno a cada brazo como si fueran costales, no puede con el peso de ambos por mucho tiempo… pero al mismo tiempo, una cólera comienza a nacer en su pecho… sus padres le parecen lentamente cada vez más livianos al tiempo que sube las escaleras que en un principio le habían parecido eternas…
*¿Desde hace cuanto España tiene a mis padres? ¿Desde hace tanto los había estado torturando? ¡¿Y ASÍ SE ATREVÍA A DECIR QUE ME QUERÍA Y PROTEGÍA?!* la ira carcome lentamente a México. Sin ser consciente su mirada se vuelve carmesí, sus alas se extienden en amenaza, los cuerpos de sus padres ahora le parecen livianos como una pluma… sale dando una patada y cerrando del mismo modo, al ver el gran ventanal de España lo abre de una patada, apenas quebrando los cristales pero sin romperlos; antes de alzar el vuelo, México vuelve la mirada al escritorio del gales viendo la fotografía de España sonriente y superior… la ira crece en México y extiende sus alas con fuerza
-Esto no se va a quedar así España… te lo juro- y dicho aquello, da media vuelta, abriendo sus ahora imponentes alas que cambian el color verde por uno carmesí sangriento. De un solo aleteo el tricolor alza el vuelo con fuerza volviendo a los cielos de nubes ahora más oscuras que antes… en estos momentos… México tenía que escapar de ese lugar…
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-Hombre… que resaca- gruñe Chile con una taza de té caliente y caminando con cansancio por la habitación, abriendo los ventanales de su habitación para ver como los cielos tronaban y la oscuridad de las nubes hacia parecer que ya era más tarde que antes
-¿A dónde se habrá ido el weon de México? No puedo contactarme con él- menciona preocupado, bebiendo un sorbo de su te, girando para volver a su habitación, deteniéndose al escuchar un enorme aleteo que sonaba pesado
-¡Chile!- escucha el grito del latino a lo lejos; gira rápido su mirada, pero no hay nada mas allá de las nubes que relampaguean con fuerza, Chile alza la mirada a los cielos desde donde puede alcanzar a ver una silueta
-¡¿México?!- pregunta con ojos abiertos ante la sorpresa de verlo volar en dirección hacia él… ni tiempo le da de poder detener o moverse cuando México choca directamente contra Chile siendo ambos los que giren hasta chocar contra la pared al otro lado de la habitación
Chile gime adolorido, México más que nadie, se ahoga en gemidos de dolor y ojos cerrados… para cuando el chileno puede abrir sus ojos, nota tres cuerpos encima suyo que con trabajo logra quitar
-¡Con un demonio contigo Méxi- su reclamo muere en su garganta cuando ve las heridas del mexicano abrirse remojadas en sangre que ha manchado no solo el suelo, también las ropas del chileno; aunque lo más importante es que ni el mexicano ni el chileno están prestando atención a esto… sino a los otros dos countrys que están en condiciones peores que las de México
-Ahora no Chile… necesito que me ayudes con mis padres- suplica no sabiendo a quien ayudar primero pues ambos lucían en grave estado de salud… a Chile le tarda algunos minutos poder comprender que era lo que estaba pasando, pero, cuando ve lagrimas corriendo por los asustados ojos de México es cuando por fin reacciona corriendo a auxiliar al hombre mientras México carga de un modo nupcial a la mujer
Habían demasiadas cosas que preguntarle al mexicano… entre ello, tal vez lo que más sentía Chile en ese momento como preocupante, era el brillo carmesí que asomaba en su mirada y ese pigmento en las alas que portaba el tricolor…
Notas finales:
Uff… madre mía… literal, para cuando me puse a corregir este capítulo, previamente ya había avanzado al inicio del capítulo 9… si… me emocione feo y no me pudieron parar de escribir muajajajajajja XD
¡Yo quería hoy putamente dibujar y estoy aquí porque no me dejan dibujar!!! Ò.Ó ¡Carajo!... ok no…
Datos extras:
*Investigación de menos de 5 minutos antes de escribir este cap hahahaha XD no, en serio, me puse momentáneamente a investigar donde rayos trabaja (o vive) el presidente de España ya que, en teoría, donde trabajan los presidentes (reyes, tiranos, etc) es el mismo lugar donde trabajan los countrys
*Sip… España no asesino a los padres de México… los tenia vivos y en constante tortura (la cual, para su suerte no profundizare en ningún momento porque este fic no es gore)
*México emputado da miedo y su fuerza incrementa
*Como Chile leyó la nota de México no se preocupo por el… hasta que vio que ya atardecía demasiado
*Mexica y Azteca están vivos y aquí son los padres de México (por si eso no quedo muy claro)
*México va a hacer pagar a España por lo que hizo… pero tal vez no será como se piensa en primera instancia… quien sabe… aun no llego a ese punto XP
*Aunque no lo parezca Azteca y Mexica también serán importantes dentro de la historia… aunque no será tan… tan visto
No diré mas
¿Les ha gustado?
Que tengan lindo día
¡Comenten!
¿¿Les gustaría apoyarme con alguno de estos???
Ko-fi
Patreon (No se muy bien como funciona)
#La Guerra de las Plumas#Continuación Alas#countryhumans#countryhumans México#countryhumans ONU#countryhumans FBI#countryhumans Rusia#countryhumans España#countryhumans Mexica#countryhumans Azteca#countryhumans Chile#Yaoi#Romance#Yanderes#Comedia leve#Sad#Guerra#Mis Fanfics Yaoi#Aves del Destino#Alas
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Secretos en el bosque - 01 Flores ocultas
Mooni preciosa le pertenece a: @chipichopi
Primer día de otoño y como en un cuento, en algún lugar estaba aquel pueblo, un pueblo rodeado de un basto bosque, un bosque que manchado por sus historias transmitía frialdad, maldad y tristeza, pero el bosque no era el único que guardaba secretos oscuros.
El bosque mismo podía esconder maravillas, aguas cristalinas y flores de pétalos coloridos y hermosos.
El pueblo podía ser cálido y hogareños, pero no todas las casas podían mostrar lo mismo dentro de sus cuatro paredes.
Las historias del bosque podían ser muchas pero había una que se levantaba sobre todas, difícil de ignorar por su imponente impacto.
La residencia de una familia de vampiros, los dos adultos de la familia eran la mayor fuente de miedo en el pueblo, asesinos sanguinarios, sigiloso cazadores durante la noche, algo verdaderamente temible del que todos eran advertidos desde niños.
Al menos eso fue hace algunos años.
La tercera integrante, aquella que en su juventud era una niña traviesa y risueña al contrario de sus padres, heredo la mansión viviendo sola desde que sus padres fueron en busca de sus familiares organizando una junta.
Fue que toda la masacre que solía ocurrir en las noches se calmo, todo permaneció con tranquilidad, pero aún con el miedo latente en los mayores y jóvenes adultos.
Y cuando creían que todo sería una perfecta tranquilidad en el lugar, escondido se encontraba ese oscuro secreto.
Escondida en un lugar cerrado, temblando por un gélido miedo que la consumía, el olor a madera húmeda comenzaba a ser insoportable, pero no quería salir, dentro del armario se sentía protegida a pesar de la incomodidad, ahogaba sollozos ignorando el dolor que en su pecho provocaba y justo un sollozo escapo al momento que la puerta se abrió y a su vez la puerta del armario frente a ella, su lugar seguro se destruyo con eso.
Pronto los gritos llegaron a sus oídos, y pensó: no debió seguir las mariposas, aunque fuese solo unos pasos de descuido, no debió.
Un golpe a su rostro y aquellas palabras volvían a marcar su noche - ES TU CULPA QUE TE HAGAMOS ESTO, debes escucharnos y quedarte en casa! - su grito formó un eco desesperante en sus oídos haciendo fluir sus lágrimas y sollozos - mañana sera tu padre quien recoja las frutas -
Antes de poder soltar una disculpa su padre se acerco, sus piernas temblaron cuando la sacaron del mueble y tuvo un impulso:
Alejarse, alejarse como si aquellos seres no fueran sus padres, apretó sus labios cuando su madre cubrió su boca con una tela para evitar que se escucharan sus gritos, pero ella solo veía como su padre se quitaba el cinturón, se encogió un poco sintiéndose vulnerable soltando un sollozo y con valentía o cobardía logro hacer sus piernas mover, por impulso trato de alejarse de ambos y de forma torpe logro salir de su habitación, corriendo a la puerta.
Pero tenía seguro, quedo congelada y lograba hasta sentir las palpitaciones aceleradas de su corazón, su cuerpo tembló cerrando sus ojos al oír las fuertes pisadas acercarse, se dejo caer al piso encogiéndose en la esquina recibiendo el primer golpe y los demás pero aun si quería gritar sobre la tela había una mano mas delgada que las del hombre del hogar cubriendo su boca.
- No vuelvas a alejarte -
Quizás esa noche recibió mas golpes y un grillete en su tobillo encadenado en su cama por su primer intento de huida.
No debió hacerlo.
...
- El pueblo está descansando~ buenas noches - sonrió pero con una mirada tranquila observaba las farolas del pueblo visibles gracias a la altura de su mansión, recargando sus manos en el borde de su balcón.
- Esta noche no pareces muy alegre - comento un sirviente a su lado, o mejor dicho un "invitado", aquel hombre fue unos pocos que se quedo cuando sus padres se fueron.
- De alguna forma, siento que no debería estarlo, no sé... Es triste - respiro profundo cerrando sus ojos para respirar un aire fresco, se acercaba el otoño.
- Triste? es una noche muy tranquila como siempre y no esta nublado - con confianza se permitía hablar su compañero.
- Lo sé, solo... ha pasado unos meses desde que mis padres se fueron, ellos aun tienen miedo - ladeó su cabeza mirando el pueblo y se alejo del balcón adentrándose a su habitación - Me esforzaré mas, bueno, ya deberías ir a dormir -
- Claro, señorita - hizo una reverencia pero rió sutil - También descansa - se levanto mostrando una sonrisa y salio de la habitación, dejando a la dueña del lugar descansar.
XxX-----------------------------------XxX
Presentación
01 Primera parte: (es esta!)
02 Segunda parte
#SongVerseAU#fanfic#fanfic en español#alternative universe#drama#tragedia#lo que sea#Mooni#Mooni preciosa#Dahlia
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La alegoría de las cavernas – PLATÓN
La Alegoría de la Caverna es una historia del Libro VII en la obra maestra de la República del filósofo griego Platón, escrita en 517 a.C
La alegoría se presenta en un diálogo como una conversación entre Sócrates y su discípulo Glaucon. Sócrates le dice a Glaucon que imagine a las personas que viven en una gran cueva subterránea, que solo está abierta al exterior al final de un ascenso empinado y difícil. La mayoría de las personas en la cueva son prisioneros encadenados frente a la pared posterior de la cueva para que no puedan moverse ni voltear sus cabezas. Un gran fuego arde detrás de ellos, y todo lo que los prisioneros pueden ver son las sombras que juegan en la pared frente a ellos: han estado encadenados en esa posición toda su vida:
Sócrates –el personaje– nos pide que imaginemos unos hombres que viven en el interior de una habitación subterránea, en una caverna cuya entrada está abierta hacia la luz en toda su anchura y con un largo vestíbulo de acceso. Imaginemos que los habitantes de esta caverna tienen las piernas y el cuello atados de tal forma que no pueden darse la vuelta y que, por tanto, sólo pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna. Imaginemos, luego, que a escasa distancia de la entrada de la caverna existe un muro de la altura de una persona; que detrás de esa pared —del todo ocultos por ella— caminan otros hombres que llevan sobre los hombros diversas estatuas de piedra y madera, que representan toda clase de objetos; y que detrás de éstos arde una hoguera. En la caverna hay eco y los hombres que pasan más allá del muro hablan entre sí, de modo que por efecto del eco retumban sus voces en el fondo de la caverna. Si tales cosas ocurriesen, aquellos prisioneros no podrán ver más que las sombras de las estatuas que se proyectan sobre el fondo de la caverna y sólo podrían oír el eco de las voces. Sin embargo, al no haber visto jamás otras cosas, creerían que aquellas sombras constituían la única y verdadera realidad y que el eco de las voces eran las voces producidas por aquellas sombras. Supongamos, ahora, que uno de estos prisioneros logre con gran esfuerzo zafarse de sus ligaduras. Le costaría mucho acostumbrarse a la nueva visión que adquiriría. Una vez acostumbrado, empero, vería las estatuas moviéndose por encima del muro, y por detrás de ellas el fuego; y, entonces comprendería que se trata de cosas mucho más verdaderas que las que antes veía y que ahora le parecen sombras. Supongamos, además, que alguien saca fuera de la caverna a nuestro prisionero, llevándole más allá del muro. Al principio quedaría deslumbrado por la gran luminosidad. Luego, al acostumbrarse, vería las cosas en sí mismas y, por último, primero reflejada en algo y luego en sí misma, vería la luz del sol y comprendería que éstas —y sólo éstas— son las auténticas realidades y que el sol es causa de todas las demás cosas visibles.
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Te esperaré donde la espera no tenga fronteras porque así te amo, locamente enamorada y no me importa gritarlo, contra todo te amo, y así no vengas nunca o me hayas olvidado, contra todo destino te seguiré esperando. Te esperaré exiliada en cada estrella desnuda, sumergida en la ingenua luz de luna, esclavada de besos sellados. Te esperaré con el fuego satisfecho que no se detiene, abriendo un vacío de mis líricas tristes, quiero ser en tu vida la pluma que cancela y el surco del cielo que absorbe tu huella.
Te esperaré con la misteriosa avaricia de lágrimas blancas, el corazón encadenado al reposo del guerrero, con un tiempo del reloj, medidos entre los dedos desbordados el gozo y en versos santificados decir te amo.
Te esperaré con el aire deshojado en conciertos sosteniendo ecos viajeros batiendo en otoño.
Te estaré esperando, te esperaré por siempre vida mía.
#texto tumblr#te necesito#te extraño#te amo#texto#te esperaré#te esperare#por siempre#juntos por siempre#te amo mucho#hasta las estrellas#hasta el sol#hasta el fin del mundo#hasta el final#hasta el cielo#hasta el infinito y más allá#por siempre tuya#por siempre tu loca
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Notorious (Alfred Hitchcock, 1946)
Raro ejemplo de película cuyo título castellano es mejor, más expresivo y más fiel a su sentido que el original, Encadenados es la primera, cronológicamente, de las más grandes obras maestras de Hitchcock. De una perfección tan sólo comparable a su pureza, emocionante en su austeridad como sólo Vertigo (De entre los muertos, 1958), Marnie (Marnie, la ladrona, 1964) o Topaz(1969) antes o después, Notorious es una película enormemente reveladora, tanto por su sencillez como por el tono grave y serio adoptado por el autor, consciente de que aborda cuestiones que no se prestan al comentario humorístico ni a la chanza burlona, ya que la ironía de la situación resulta patética para los personajes, que son víctimas —a la par que instrumentos— de una manipulación que a Hitchcock le repugna e indigna tanto como al Sternberg de Dishonored (Fatalidad, 1931). Que un cineasta con tanto sentido del humor se ponga serio suele indicar algo, si no acerca de los resultados, sí al menos, sobre sus intenciones; piénsese que las películas más «severas» de Hitchcock son, con las cuatro mencionadas hasta ahora, I confess (Yo confieso, 1953) y The Wrong Man (Falso culpable, 1957). Encadenados es un film de sorprendente simplicidad. Pocos personajes verdaderamente importantes —Devlin (Cary Grant) y Alicia (Ingrid Bergman); Alex Sebastian (Claude Rains) y su madre (Leopoldíne Konstantin), una de las más terribles madres posesivas hitchcockianas—, pocos escenarios, casi una sola situación. Prácticamente no hay acción; no se dispara un tiro; un suicidio y un asesinato son narrados elípticamente. La variedad y las peripecias han sido sacrificadas a la intensidad: pocas películas de Hitchcock son tan vibrantes, tan nítidas y claras, tan desnudas plásticamente, tan despojadas de retórica, tan densas y precisas. No se piense, empero, que esta limpidez tiene algo que ver con la sequedad de partida de un Bresson; ni siquiera con la abstracción a que llega, tras descartar todo adorno pintoresco, el último Lang. Se trata, más bien, de la concentración de luz en un diamante tallado —sensación a la que no es del todo ajena la extraordinaria fotografía de Ted Teztlaff, muy contrastada pero bañada por esa iluminación indecisa y onírica, como de acuario, que caracteriza las películas R.K.O. de la época, cualquiera que fuese su operador jefe, de Cat People (La mujer pantera, 1942) a Out of the Past (Retorno al pasado, 1947) de Tourneur o The Woman on the Beach (1947) de Renoir, de The Locket (La huella de un recuerdo, 1946) de Brahm a Letter from an Unknown Woman (Carta de una desconocida, 1948) de Ophuls o Clash by Night(1952) de Lang—, duro y brillante, cortante por todos lados; o acaso de las irisaciones de una perla perfecta en una concha de nácar. Encadenados cuenta con uno de los más funcionales McGuffins ideados por Hitchcock —una botella de Pommier 1934 que contiene uranio—, que permite integrar a la perfección la trama de espionaje que le sirve de pretexto y envoltorio o caparazón protector con la intriga de suspense amoroso que encierra en su seno. Film de evidente inspiración romántica, pero realizado por un cineasta pudoroso —como Sternberg— que no se atreve a mostrar a su heroína muriendo de amor, sino por envenenamiento. Encadenados redobla la intensidad del drama buscando equivalencias externas, políticas o policiacas, a las motivaciones y acciones de sus personajes, pero está muy claro que lo que importa no es tanto el éxito de la misión de espionaje encomendada a Devlin y Alicia, sino el triunfo de su amor sobre las barreras interpuestas por el puritanismo desconfiado del policía —siempre determinista, excesivamente atento a los antecedentes— y la falta de ilusiones y la mala reputación de la hija del nazi incorregible, por el orgullo de ambos —que siempre se niegan a dar el primer paso, esperando en vano del otro el gesto conciliador, la mano tendida, la prueba de fe—; no interesa realmente saber si Sebastian descubre que tiene por esposa a un agente enemigo, sino si Devlin llegará a ver cómo es de verdad Alicia; la tensión no nace de que Devlin se dé o no cuenta a tiempo de que Alicia está siendo envenenada por la Sra. Sebastian, sino de que acuda al encuentro de su amada y se la lleve con él, tal como finalmente sucede en una escena admirable de suspense mantenido y emoción contenida, que se cierra con una implacable condena —a muerte, nada menos— de la debilidad cómplice y acobardada de Alex, tal vez —con el Norman Bates (Anthony Perkins) de Psycho (Psicosis, 1960)— el más patético de los «villanos» de Hitchcock, el que más compasión inspira, no sólo porque su responsabilidad es escasa y más por pasividad y omisión —aunque tiene ya edad de sobra para haberse librado de las garras de su madre, a la que acude, en cambio, como un niño asustado, en cuanto tiene problemas— que por deliberada maldad, sino, sobre todo, porque el espectador tiene repetidamente la oportunidad de comparar su ingenua confianza —de enamorado iluso y desesperado, de ciego necesitado de lazarillo— en Alicia, que le engaña, que le es infiel política y afectivamente, con la ciega y obstinada desconfianza del intransigente Devlin —nunca Cary Grant estuvo tan antipático y frío, tan seco e inflexible, tan descortés y despreciativo— para con la misma mujer, que se entrega a él totalmente, ciegamente también, «en cuerpo y alma», sin detenerse un instante a pensar en el peligro que corre como espía y, sobre todo, como enamorada, sin dejar que la intolerante altivez de Devlin enfríe sus sentimientos. Encadenados es, también, una de las más serias advertencias de Hitchcock acerca de los peligros que encierra fiarlo todo a las apariencias y dar más crédito a una ficha que a los propios ojos —pues ¿quién que no esté muy ciego podría dudar un instante del amor que se lee en la mirada de Ingrid Bergman, que irradian sus sonrisas felices o melancólicas, que impulsa cada uno de sus gestos?— o a lo que, en el fondo de nosotros mismos, nos dictan los sentimientos. Los besos improvisados, supuestamente fingidos, se prolongan más de lo necesario, casi se eternizan —como el abrazo en la terraza que da a la playa de Copacabana y que continúa mientras la pareja atraviesa la habitación del hotel o Devlin recibe instrucciones por teléfono—, tratando de posponer indefinidamente el instante de la separación. El contacto físico, por estudiado que esté, transmite una corriente eléctrica, quema casi, aspira a la permanencia: es más fácil iniciar el abrazo que ponerle término. Las escenas de «amor simulado» para despistar a Alex acerca de la naturaleza de las relaciones entre Devlin y Alicia sólo engaña, si acaso, a sus intérpretes, no al marido, celoso con razón, que ve en sus miradas lo que ella pone y lo que él, muy a su pesar, procurando que ella no lo note, conteniéndose, revela. También la madre dominante y castradora se percata enseguida —con mal disimulada alegría, con alivio incluso— de que su rival por Alex ama en realidad a otro hombre, y de que Devlin, aunque intente aparentar indiferencia —por otras razones, cree ella—, la corresponde. Tan sólo Devlin, víctima de la deformación profesional, se engaña a sí mismo, negándose a reconocer que Alicia le ama sinceramente, porque aceptarlo le obligaría a admitir su amor por ella, emoción que trata de combatir —a toda costa y con el menor pretexto— por considerarla, sin duda, una concesión, una debilidad, un espejismo pasajero... o, más bien, un riesgo que no se atreve a correr. Al final de esta película de estructura perfectamente lineal y de pureza sólo comparable a la del Arte de la fuga de J. S. Bach, Hitchcock se conmueve y arranca el velo de los ojos de Devlin. Encadenados adquiere resonancias mitológicas —cuyo eco hallaremos en la conclusión de Alphaville (Lemmy contra Alphaville, 1965) de Godard— cuando Devlin se introduce en la guarida del lobo y desciende —subiendo una escalinata— a los infiernos, como Orfeo, para rescatar a Eurídice y devolverla al reino de los vivos.
Miguel Marías (Dirigido por… nº75, ago-sep 1980)
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El Valle
“Creí que no lo lograría, había olvidado hasta mi nombre, los días eran interminables y ya no mostraban su color.
Las aves del campo habían enmudecido su cantar y hasta los arroyos más cercanos se escondían al ver pasar mi silueta nauseabunda.
Me había acostumbrado tanto a aquel estado, la gruta en la que me había escondido, ya no parecía tan tenebrosa. Las frías paredes de la caverna se habían vuelto el más dulce cojín.
Mis manos arrugadas y mi cuerpo marcado por los huesos, demostraban mi alma desnutrida y sin aliento. Lo sabía bien, me había perdido en el camino a casa.
De vez en cuando me elevaba en las alas del viento con el único fin de ver la pradera de la esperanza. Me imaginaba corriendo por los senderos del amor o sentado viendo el atardecer en las colinas de la voluntad.
Pero despertaba en delirio por las bellas fantasías con las que me torturaba la oscuridad, las gotas de la congoja aprisionaban mi alma y por primera vez mis lágrimas brotaron.
Me sentía encadenado a la miseria que me había dejado el camino, la brisa ya no era tan fresca y el camino de regreso parecía ocultarse tras mis huellas.
La duda y la infamia de mi espíritu me turbaban con pensamientos explícitos que me conducían a otros abismos. Pero vi mi reflejo teñido de deshonra en aquel lago, me acerque y aún con mi poca fuerza permití que mi rostro besara el agua y lavara mi alma clemente.
Me había preguntado tantas veces porque no había llegado a casa y como había hecho de aquella caverna mi gélido hogar. Un eco respondió de lo profundo del bosque con una voz serena, intenté escuchar, corrí tras de aquella voz, tenía tanto tiempo de solo escuchar mis pensamientos, corrí más rápido y me encontré con la figura de mi Yo.
Había pasado tanto tiempo olvidando mi esencia, reclamando por mi condición, llorando por mis decisiones, que había hecho de mi hogar una caverna de abismos sin fin. Transformé mi alma sin percatarme, en prisionera de un cautiverio de almas olvidadas.
Arranque entonces mi luto y las ideas que se habían clavado en mis entrañas y que había creído con tanta pleitesía; y me amé, me amé como nadie ama en este mundo, y sonreí mostrando mis dientes blancos al cielo.
Y vi destellos que se abrieron en el firmamento, y escuché las voces de los niños que juegan y los ancianos que enseñan. Y vi mujeres y hombres serenos que se amaban y se respetaban antes que a cualquier humano en este cielo.
Y decidí partir y dejar el valle del sin sentido, dejando atrás el reproche y las lanzas de la falta de perdón, huí tan rápido como pude sintiendo la tormenta tras de mi, tan fuerte corrí que las gotas de la lluvia parecían rocas golpeándome sin cesar, y me vi, ya no habían vestiduras sucias, mi rostro había florecido de nuevo y mis fuerzas ya no eran endebles.
Había despertado de aquella pesadilla de la rutina diaria y por fin había retomado mi alegría, mis metas y convicciones, había despertado para no volver a aquel valle, desperté para sentirme vivo y amarme como nadie ama en este mundo, estaba vivo y eso era lo más importante”.
Argüello
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