Tumgik
#palma del rio
artistaslatinos16 · 10 months
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jrsbear · 2 years
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Faro del Tostón en El Cotillo, La Oliva (Fuerteventura) (Las Palmas de Gran Canaria, Canarias, España). Playa del río y Caleta del Marrajo, con las piscinas naturales. Ruta de interpretación geológica.
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xlomimi · 5 months
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Shy Girl. Capítulo 29: I Can See You
¡Hola! voy a publicar el capítulo de mi fanfic sin censura. Tuve que censurarlo por las nuevas políticas de Wattpad. Espero que les guste <3
ミ★ '𝘊𝘢𝘶𝘴𝘦 𝘐 𝘤𝘢𝘯 𝘴𝘦𝘦 𝘺𝘰𝘶 𝘸𝘢𝘪𝘵𝘪𝘯' 𝘥𝘰𝘸𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘩𝘢𝘭𝘭 𝘧𝘳𝘰𝘮 𝘮𝘦 
𝘈𝘯𝘥 𝘐 𝘤𝘰𝘶𝘭𝘥 𝘴𝘦𝘦 𝘺𝘰𝘶 𝘶𝘱 𝘢𝘨𝘢𝘪𝘯𝘴𝘵 𝘵𝘩𝘦 𝘸𝘢𝘭𝘭 𝘸𝘪𝘵𝘩 𝘮𝘦★彡
—Reg... —susurró Reese para comprobar si su novia seguía despierta.
Luego de fallida fiesta en casa de Carly, Hal los había enviado a dormir. Una hora más tarde, Reese se encontraba recostado en su cama con la cabeza de su novia en su pecho mientras Malcolm y Dewey dormían en la cama de dos plazas junto a ellos.
Al oírlo llamarla, Regina movió la cabeza del pecho de Reese para colocarla en la almohada, lo que le permitió conectar sus ojos con los suyos.
—¿Qué pasa? —susurró Regina con algo de cansancio.
—Estaba pensando en lo que dijiste... —dijo Reese misteriosamente.
—¿Qué dije? —murmuró Regina, cerrando los ojos con demasiado sueño como para recordar cualquier cosa.
—Que también quieres que lleguemos hasta el final —le recordó Reese con una sonrisa, llevando su mano a su mejilla para acariciarla.
—¿Qué hay con eso? —preguntó Regina sonriendo con los ojos cerrados al sentir la caricia de Reese.
—Bueno... estamos en una cama... —insinuó Reese. Sorprendida, Regina volvió a abrir los ojos para encontrarse con la sonrisa traviesa de su novio.
—No vamos a hacer eso ahora —susurró escandalizada. Al instante, Reese quitó la mano de su mejilla y la miró como si le hubiera mentido.
—Dijiste que no me detendrías si lo intentaba —respondió Reese en otro susurro.
—Pero en la situación adecuada, no en la habitación con tus hermanos en la cama de al lado —replicó Regina mirándolo como si estuviera loco. —Duérmete —susurró volviendo a cerrar los ojos. 
—¿Cuándo es la situación adecuada? —preguntó Reese con impaciencia, ignorando su pedido.
—No lo sé... —murmuró Regina abriendo los ojos con un pequeño bostezo. —Mañana mis padres no estarán en casa...
—Tus padres nunca están en casa en la tarde —respondió Reese sin ver la novedad. 
—Sí, pero siempre tengo que cuidar a Alec. Mañana tiene práctica de futbol, así que... —dijo Regina esperando que él complete la frase.
—Tendremos la casa solo para nosotros —comprendió Reese con una sonrisa de emoción. —Pero, ¿Tenemos que esperar hasta mañana? —preguntó Reese con tono de queja. —No voy a poder dormir pensando en eso —agregó mirándola con cara de perrito mojado. Luego de un momento en el analizó la expresión de su rostro, Regina suspiró.
—Ten —murmuró Regina finalmente, tomando una de sus manos y pasándola por debajo de la remera que Reese le había prestado para dormir para colocarla sobre uno de sus pechos. Al tocarlo, el rostro de Reese se iluminó. —Diviértete con eso —dijo volviendo a cerrar los ojos con la intención de continuar durmiendo.
Sonriendo como un niño con un nuevo juguete, Reese acomodó la palma de su mano de modo que cubriera el pecho izquierdo de Regina por completo. Al inicio se conformó con mantenerla allí, observándola tratar de dormir. Luego, comenzó a acariciarlo con el pulgar en círculos, sonriendo aún más al verla amagar una sonrisa sin dientes varias veces por la sensación que le provocaba. Eventualmente, decidió que era momento de estrujar suavemente su pecho. Fascinado por la sensación, Reese rio tontamente y repitió la acción riendo luego de cada pequeño apretón. 
Sin poder dormir al oír su risa, Regina abrió los ojos y lo observó reír con una sonrisa de diversión. —¿Qué es tan gracioso? —preguntó. 
—Es muy suave, es divertido tocarlo —explicó Reese en un susurro, riendo tontamente sin dejar de masajear su pecho, lo que la hizo reír también. 
—Lo sé —respondió Regina susurrando entre risas. —A veces lo hago también—admitió.
—No te preocupes, yo lo haré por ti —susurró Reese guiñándole un ojo con una media sonrisa, por lo que Regina tuvo que taparse la boca para no despertar a Malcolm y Dewey con su risa. —¿Puedo? —preguntó posando su mano libre en el borde de su remera mientras continuaba masajeando su pecho con la otra.
—Sí —accedió Regina, permitiendo que Reese pase su mano por debajo de su camiseta. Sin quitar una mano de su pecho izquierdo, emprendió un camino lento con la otra deslizando sus dedos desde su muslo hacia su seno derecho. Regina se estremeció al sentir las caricias de Reese subiendo lentamente. —Reese... —murmuró. Tal vez no había sido tan buena idea dejar que Reese juegue con sus pechos si quería dormir. 
—¿Si? —preguntó Reese con una sonrisa burlona al verla estremecerse al tacto, deteniendo su mano en su abdomen para dibujar círculos con su dedo índice a la vez que hacía lo mismo con su otra mano en su pecho. 
—Deja eso para mañana —susurro Regina con una sonrisa de disculpa, colocando su mano sobre la de él para detener las caricias en su abdomen. 
—Está bien, si es lo que quieres me detendré —respondió Reese riendo, dejando su mano reposar sobre su abdomen. —¿Pero puedo seguir haciendo esto? —preguntó apretando suavemente su pecho con la otra mano, volviendo a reír tontamente al hacerlo. Contagiada por su risa, Regina trató de responder que sí podía si la dejaba dormir, pero ambos se quedaron helados al oír una voz en medio de la penumbra.
—¿Quieren dejar de reírse? —escucharon a Malcolm quejarse en un susurro para no despertar a Dewey. Rápidamente Reese quitó ambas manos de debajo de su remera y se giró con cara de pánico hacia su hermano apoyándose sobre su codo, mientras Regina se escondía detrás de su espalda entre las sábanas sintiendo sus mejillas arder. —Son las... —continuó quejándose Malcolm, sentándose contra el respaldo de su cama y echándole un vistazo al reloj. —...dos de la madrugada, duerman y dejen dormir. 
—¿Qué escuchaste? —preguntó Reese alarmado, ignorando todas las quejas de Malcolm. 
—Solo me despertaron con sus risas, no oí más n... —explicó exasperado, pero se interrumpió abruptamente al percatarse de la expresión de preocupación de su hermano y la timidez repentina de Regina. —¿Por qué? —preguntó Malcolm con los ojos muy abiertos. 
—Por nada —respondieron rápidamente Reese y Regina. 
—Voy a dormir, estoy muy cansado... —agregó Reese, levantando un poco la espalda para volver a acomodarse junto a Regina bajo la mirada perpleja de Malcolm. —Buenas noches —concluyó la conversación dándole la espalda a su hermano y pasando sus manos por la cintura de Regina para dormir por fin. 
Aún sorprendido, Malcolm volvió a recostarse mirando hacia el techo. Retorciendo las sábanas entre sus puños, no podía dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir. —Ellos no estaban... —trató de hablar con el lector para eliminar la extraña presión que sentía en el pecho. —No creo que ellos... —murmuró, pero volvió a dejar la frase en el aire. —¿Saben qué? No me importa —dijo finalmente en un intento por quitarle importancia, volviendo a recostarse de lado para dormir. 
•••
—No te limpies las manos en tu remera —reprendió Regina a Reese durante el desayuno, levantándose de su asiento para mojar una servilleta y limpiar la mancha de jarabe de su camiseta. Apenas se dio la vuelta, Reese volvió a hacerlo observando de reojo que no lo notara. 
—Hazle caso a Regina, hijo —dijo Hal, mientras Regina se paraba junto a Malcolm, que buscaba jugo en la heladera, para mojar la servilleta en la pileta de la cocina. —Siempre tienes que usar una servilleta —dijo asintiendo con la cabeza mientras se limpiaba los dedos en la servilleta que llevaba colgada en el cuello de su camisa para no mancharse. 
Girando nuevamente con la servilleta mojada, Regina observó asqueada como Malcolm bebía jugo del pico de la botella para luego pasárselo a Reese, que prácticamente eructó sobre la botella antes de pasársela a Dewey. 
—¿Puedo usar un vaso? —preguntó Dewey igual de asqueado que Regina, sin aceptar el jugo. 
—No, nada que requiera lavarse —respondió Hal con seriedad. 
Entre tanto, Regina volvió a sentarse entre Reese y Dewey para poder frotar la servilleta humedecida sobre la mancha de jarabe en la remera de Reese. Al ver que había una mancha que no estaba antes de que se levantara, Regina lo miró con fastidio, pero él fingió no notarlo. 
—¿Quieres jugo, linda? —preguntó Reese ofreciéndole la botella de jugo. 
—Mmm... no, gracias —respondió Regina arrugando la nariz con asco mientras continuaba limpiando su camiseta. 
—¿Por qué te da asco? Compartimos saliva todo el tiempo —la cuestionó Reese, insistiendo en entregarle la botella de jugo. 
—Pero no comparte saliva conmigo —replicó Malcolm, sentado frente a ellos. 
—Le eructaste al pico de la botella —replicó Regina a la vez, dejando la servilleta a un lado al ver que la mancha ya no estaba. Al levantar la vista se percató de que Reese se acercaba a ella peligrosamente con una sonrisa de picardía. —¡Que ni se te ocurra! —exclamó asqueada, posando una mano en su mejilla para alejarlo de su rostro. Estaba segura de que pretendía eructar cerca de ella. 
 —Basta, niños —los reprendió Hal, quitándose la servilleta del cuello de la camisa para limpiarse las manos. —Limpiemos la mesa —propuso tirando la servilleta sobre  la mesa con todos los platos descartables. 
Al instante, Dewey y Reese se levantaron para buscar una bolsa de basura de un cajón de la cocina, mientras que Hal y Malcolm comenzaron a juntar los platos descartables. Sin conocer la nueva dinámica, Regina se levantó de su asiento para facilitarles el paso, viendo como Reese y Dewey sostenían la bolsa abierta para que Malcolm y Hal pudieran tirar allí todo lo que usaron. Cuando terminaron, Regina se acercó a los chicos para quitar todas las migas de la mesa, limpiándola realmente. 
—Ah, hablé con su madre anoche —comentó Hal abriendo la heladera mientras ellos terminaban de limpiar la mesa. — A todos los extraña mucho y volverá pronto —dijo con una sonrisa. Al oírlo, sus tres hijos voltearon a verlo con expresiones de pánico, por lo que Regina contuvo una carcajada. 
—¿Cuándo? —preguntó Reese alarmado. 
—Unas semanas —aclaró Hal, por lo que sus hijos suspiraron aliviados mientras Regina se reía de ellos. Sonriendo más relajado, Reese tomó la mano de Regina con la intensión de caminar juntos a la escuela. —¡Ah, Reese! —exclamó Hal, haciendo que se detengan para voltear a verlo con Malcolm junto a ellos. —Quiere que limpies las hojas del techo de la cochera cuando regreses de la escuela. 
—¡¿Qué?! —exclamó Reese abriendo mucho los ojos, a la vez que Regina juntaba las cejas y tiraba la cabeza levemente hacia atrás. —¡Pero hoy es el único día que los padres de Reg no están en casa al mismo tiempo que Alec! —replicó Reese. Sintiendo que sus mejillas enrojecer por la vergüenza, Regina apretó su mano levemente para llamar su atención. Al conseguir conectar sus ojos con los suyos, le lanzó una mirada de pánico para que notara lo que acababa de decir. —N-no podremos hacer la tarea —agregó Reese girándose nuevamente hacia su padre en un intento por arreglarlo, pero hasta Dewey lo miraba con incredulidad. 
 —Reese, tu madre... —comenzó a sermonearlo Hal, haciendo la vista gorda ante lo evidente, pero fue interrumpido por las quejas de Reese. 
—¡Esto no es justo! —gritó Reese. —¡Mamá no puede controlarnos si ni siquiera está aquí! 
—Nadie está siendo "controlado" por tu madre —dijo Hal levantando las manos como si lo que acabara de oír fuera una ridiculez. —Por ejemplo, yo invité a un viejo amigo esta noche y aunque no le diremos nada a su madre, ¡No significa que nos controle! —aclaró Hal riendo nerviosamente. —Repito, su madre jamás debe saber esto y eso te incluye, Reg —dijo Hal con tono de advertencia. —Y a ustedes les caerá muy bien Larry, éramos inseparables en la preparatoria. Pero en serio, su madre no debe averiguar que estuvo en la casa —repitió con más enojo. 
Sin responder, Reese abandonó la cocina con fastidio tirando de la mano de Regina a su paso. Aún desconcertada y avergonzada porque Reese prácticamente había gritado frente a la mitad de su familia que pretendían intimar esa tarde, ella dejó que la arrastre con él sin protestar con Malcolm a unos pasos por detrás.
Los tres salieron de la casa y caminaron en silencio por lo menos tres cuadras. Reese estaba demasiado irritado como para hablar. Había fantaseado con mantener relaciones sexuales con Regina desde antes de que iniciaran su noviazgo y su madre se las arreglaba para arruinarlo aún a la distancia. Caminando de la mano con él, Regina mantenía la vista fija en el piso mientras se carcomía internamente por la vergüenza que sentía. En cambio, Malcolm los observaba con diversión.
—Reg, pareces un tomate —se burló Malcolm, ganándose una mala mirada de la pareja.
—Cállate, Malcolm —dijeron ambos entre dientes.
•••
—Hola, tomatito —se burló Madison al ver a Regina entrar en la clase de Literatura junto a Reese con las mejillas coloradas.
—Cierra el pico, North —dijo Reese caminando hacia ella con enojo. Sabía que Regina empeoraría si seguían mencionándolo, solo quería que estuviera bien e iba a pelear con cualquiera que se lo impidiera. Pero Regina lo tomó de la muñeca para detenerlo.
—Está bien, amor, es un chiste —sonriendo levemente para que no le diera tanta importancia.
—Sí, Puercoespín, no saques las púas —se burló Madison para hacerlo enojar más, por lo que Regina le lanzó una mirada de fastidio.
—No ayudas, Maddie —se quejó Regina, empujando a Reese hacia el fondo del aula para que se siente en su lugar, muy alejado de Madison. —Volveré contigo en un momento —dijo besando su mejilla al llegar junto a sus asientos. —¿Si? 
—Está bien... —respondió Reese a regañadientes, sentándose en su banco escolar. Seguía de muy mal humor luego del pedido de su madre, así que simplemente se quedó mirando hacia la ventana con el ceño fruncido mientras su novia se alejaba de él.
—¿Qué le pasa al Puercoespín? —preguntó Madison cuando Regina se sentó provisoriamente en el asiento detrás de ella. —No discutíamos desde esa vez que te tiró del cabello.
—Está enojado porque no podremos vernos en la tarde, su mamá le pidió que limpie el techo de la cochera —explicó Regina haciendo una mueca.
—¿Eso es todo? —preguntó Madison, inconforme con la respuesta. —Ayúdalo a limpiar, problema resuelto.
—Es que íbamos a ir a casa... —trató de que entendiera sin dar muchos detalles, pero Madison seguía mirándola como si ella y Reese hicieran un drama por nada.
—¿Y? Cambien el plan —respondió Madison como si fuera obvio.
—No estás entendiendo —dijo Regina negando con la cabeza suavemente antes de inclinarse hacia ella. Intrigada, Madison imitó la acción. —Mis padres y Alec no estarán en casa esta tarde, así que queríamos... —explicó bajando el tono de voz, pero dejó la frase en el aire asumiendo que su amiga entendería.
Al ver que el rubor volvía a aparecer en las mejillas de Regina, Madison la miró boquiabierta, acababa de comprender la situación. —¡Ah! ¡Hubieras empezado por ahí! —exclamó Maddie, riendo por lo mucho que le costaba a Regina hablar de eso. —O sea que les arruinaron el primer se...—comenzó a decir en un tono demasiado alto a criterio de Regina, por lo que la interrumpió rápidamente.
—¡Shhhh! —exclamó Regina moviendo sus manos delante de ella para que guardara silencio. Madison volvió a reír. —No quiero que todo el mundo se entere —susurró escandalizada, haciéndola reír aún más.
—¿De qué? —preguntó Carly, sentándose en su lugar habitual al entrar al aula, justo al lado del asiento que ocupaba Regina en ese momento. 
—Luego te cuento —respondió Regina sin querer hacer tanto escándalo al respecto allí, pero ya era tarde. 
—Reg y el Puercoespín quieren hacer ñiqui ñiqui —respondió Madison a la vez bajando el tono de voz para no se molestara, pero aún así recibió una mala mirada de Regina. —¿Qué? 
—¿Tienes que decirlo así? —murmuró Regina jugando con el anillo de su mano sintiendo cada vez más calor en sus mejillas. Entre tanto, Carly soltó un suspiro de sorpresa y cubrió su boca para evitar gritar de emoción. 
—¡Yo lo predije! —exclamó alegremente Carly, por lo que Regina y Madison la observaron confundidas. —Cuando Reese trataba de llamar tu atención tirando de tu cabello el año pasado. ¡Yo lo dije! ¡Sabía que cuando fueran novios no te quejarías cuando tirara de tu cabello! 
—¿De qué estás hablando? Nadie dijo nada de eso —replicó Regina extrañada. —Ni siquiera lo hicimos aún, mucho menos tiró de mi cabello —agregó bajando el tono de voz nuevamente. 
—Aún no, pero cuando lo haga, te gustará —respondió Carly guiñándole un ojo. 
—Pero si tú no lo has hecho, no lo sabes —respondió Regina dejando salir una pequeña sonrisa.
—Pero yo sí y sí, te gustará —dijo Madison riendo al final.
—¿Anthony te...? No, espera, no quiero saberlo —dijo Regina arrugando la nariz y negando levemente con la cabeza, haciendo reír a sus amigas.
•••
—Pimpón es un muñeco muy ¡Au! —gritó Dewey cuando otra piedra cayó sobre su pie. Mientras era obligado a cantar y bailar vergonzosamente, Reese le lanzaba piedras a su hermanito con una resortera gracias a la falta de supervisión paterna. —... muy guapo y de cartón ¡Au! —continuó cantando, pero otra piedra impactó contra sus pies. —...se lava la ¡Au! ...la carita con ¡Au! ...con agua y con... —esta vez fue interrumpido por el sonido del teléfono sonando.
—Te toca —dijo Reese para que respondiera mientras él colocaba una piedra sobre la resortera.
—¿Hola? —dijo Dewey al responder el teléfono, pero su expresión se tornó preocupada al levantar la vista. Frente a él, Reese apuntaba con la resortera directo en su cara.
—¡Hola, Dewey! —dijo alegremente Regina del otro lado del teléfono. —Podrías decirle a Re...
—¡Mamá! —gritó Dewey, interrumpiendo a Regina. Al instante, Reese escondió la resortera detrás de su espalda, asustado como si su madre pudiera percibir a distancia lo que le hacía a su hermano.
—¿Me acabas de llamar "mamá"? —preguntó Regina confundida en el teléfono.
—Estamos bien. —dijo Dewey, fingiendo hablar con su madre ante la mirada preocupada de Reese. 
—¿Qué? —preguntó Regina cada vez más confundida. 
—Sí, le preguntaré —continuó fingiendo Dewey —Mamá quiere saber si ya barriste la cochera —preguntó a Reese. 
—¡¿Me canceló por eso y no lo está haciendo?! —exclamó Regina indignada. 
—¡Ya voy! —escuchó gritar a Reese del otro lado del teléfono mientras Dewey sonreía complacido, acababa de encontrar la forma de defenderse de su hermano mayor. 
—¿Quieres decirme qué ocurre? —preguntó Regina a Dewey asumiendo que su novio había corrido a limpiar las hojas del techo de la cochera. 
—Mamá no está y papá trabaja. La casa es una anarquía y soy el eslabón más débil, tengo que defenderme —respondió Dewey, observando a Reese salir corriendo de la casa para ir a la cochera. 
—Entiendo... —dijo Regina con un pequeño suspiro. —¿Qué te hizo Reese? 
—Me lanzó piedras con una resortera —explicó Dewey entre dientes.
—¡¿Qué?! —exclamó Regina entre sorprendida y enojada. —Lo voy a matar —murmuró para sí misma. Al oírla, Dewey abrió mucho los ojos asustado.
—¡No le digas nada! —dijo Dewey desesperado.
—¿No quieres que le diga que no te haga daño? —preguntó Regina sorprendida, eso no se lo esperaba.
—Si le dices sabrá que tú llamaste y perderé la única forma que tengo de defenderme. Por favor no le digas —insistió Dewey con tono de súplica. Regina lo pensó por un momento, pero finalmente cedió. 
—Está bien, no te mencionaré. Dile que llamé luego de tu mamá y que iré en dos horas —pidió Regina
—¡Gracias, Reg! —dijo Dewey alegremente antes de colgar.
•••
—No olvides limpiar las hojas de mi techo sin importar los planes que tengas con tu novia porque soy una vieja mala —se quejaba Reese dos horas más tarde sentado en su cama, imitando a su madre con enojo mientras Regina limpiaba la herida de su codo conteniendo una pequeña risa. Acostado en su propia cama, Dewey observaba a Reese con una sonrisa regodeándose de su sufrimiento discretamente. —¿Qué importa si está mojado y resbaloso? El techo tiene que estar limpio porque soy mala... 
—Reese, te resbalaste por pelear con un gato —dijo Regina sin poder evitar reír, ganándose una muy mala mirada de su novio. 
—¿Te burlas de mí? —preguntó Reese alzando una ceja con una media sonrisa. 
—¿Yo? ¡Jamás! —exclamó Regina fingiendo inocencia justo en el momento en el que oyeron el sonido del teléfono proveniente de la cocina. —Solo te estoy cuidando... —agregó levantando el codo de Reese y dejando un besito suave sobre la curita que le acababa de poner, para luego dedicarle una sonrisa de inocencia.  
—¡Yo contesto! —gritó Dewey antes de salir corriendo hacia la cocina, entrecerrando la puerta a su paso. Apenas cruzó la puerta, Reese inclinó levemente su cuello para comprobar que Dewey no estuviera cerca. Luego de comprobarlo, tomó una de las piernas de Regina para atraerla más hacia él y la colocó sobre su regazo mientras que la otra se mantenía detrás de su espalda, por lo que sus piernas rodeaban la cadera de Reese.  
—No... yo sí creo que te burlas de mí —dijo Reese con tono divertido, deslizando su mano derecha por la pierna de Regina que mantenía en su regazo desde la rodilla hasta el muslo.  
—Mmm... no sé qué te hace pensar eso... —respondió Regina juguetonamente, pasando sus brazos alrededor de su cuello y cruzando sus piernas alrededor de su cadera. —Simplemente mencioné que el gatito parecía el chico malo entre los dos —agregó manteniendo su tono inocente, pero con una sonrisa burlona en su rostro. 
—Ah, ¿Eso crees? —preguntó Reese con una sonrisa traviesa, lo había tomado como un desafío. —Veremos si sigues pensando que el gato es más malo que yo luego de que haga esto —en un instante, Reese hundió su rostro en el cuello de Regina para comenzar un camino de besos hasta su clavícula mientras continuaba acariciando el muslo de su pierna derecha. Sabía que sentía muchas cosquillas en esa zona y había conseguido el efecto deseado. Sin poder evitarlo, ella rio a carcajadas al sentir los labios de Reese recorrer su cuello. 
En un intento por evitar que continúe torturándola, Regina posó las manos sobre sus hombros y trató de alejarse de él tirando la espalda hacia atrás, pero no fue suficiente. Debido a la fuerza que Reese aplicó para mantener los labios en su cuello, Regina cayó de espaldas en la cama riendo cada vez más fuerte con su novio sobre ella dejando suaves besitos en su cuello y dibujando círculos en su muslo izquierdo. 
Lentamente, Reese comenzó a llevar sus besos desde su cuello a su mandíbula, luego de su mandíbula a su mejilla y, finalmente, unió sus labios en un beso desesperado. Sin dudarlo, Regina correspondió el beso acercándolo más a ella por el cuello. En medio del beso, Reese deslizó su mano por su pierna hacia el borde de su blusa. Aún sobre la tela, Reese acarició su abdomen como pidiendo permiso en silencio para meter una mano debajo de su blusa, lo que la hizo volver a la realidad. Rápidamente, separó sus labios y colocó una mano sobre la de Reese, evitando que continuara su camino hacia sus senos.  
—¡Espera, espera! —dijo Regina bajando el tono de voz a pesar de que no había nadie en la habitación. Sin comprender por qué lo detenía, Reese alejó un poco su rostro del de Regina esperando su explicación. —Dewey volverá en cualquier momento... 
—¿Quieres que vayamos al armario? —preguntó Reese en broma, sonriendo burlonamente. Riendo, Regina le dio una pequeña palmadita en el hombro, lo que también lo hizo reír. Justo cuando Dewey entraba en la habitación, Reese se levantaba de encima de Regina para sentarse y le ofrecía una mano para que hiciera lo mismo. 
—Sí, mamá, aquí está Reese —dijo Dewey parándose en la puerta de la habitación con el teléfono en la oreja. Al oírlo mencionar a su madre, Reese volteó a verlo preocupado y se levantó de la cama apenas Regina estuvo sentada. —Sí, se lo diré. ¿De verdad tiene que desvelarse toda la noche? ¿No puede reparar mi bici mañana? —preguntó Dewey al teléfono. Comprendiendo lo que hacía, Regina miró al niño con el ceño fruncido. —Bueno, tienes razón. El sábado en la mañana es el mejor día para salir —respondió al teléfono. Derrotado, Reese  suspiró con fastidio antes de volver a girarse hacia Regina. 
—Lo siento, amor, tengo que reparar la bici de Dewey —murmuró Reese, haciendo una mueca de fastidio. 
—No es nada, entiendo —respondió Regina apretando los labios en una sonrisa sin dientes. —Voy a volver a casa, mis padres ya deben haber llegado —agregó, levantándose de la cama de su novio.
—Te acompaño —dijo Reese rápidamente. — Y prometo que iré a verte mañana por la tarde —agregó antes de colocar las manos en sus mejillas para volver a besar sus labios.
—Te estaré esperando entonces —respondió Regina con una sonrisa, dejando un último beso rápido en sus labios antes de separarse definitivamente.
Luego de mirarla embobado por unos segundos, Reese entrelazó sus manos para guiarla hacia la puerta con él. Antes de cruzar la puerta, Regina soltó su mano para darle a Dewey un abrazo de despedida mientras él la esperaba en el pasillo.
—Adiós, Dewey —dijo Regina, inclinándose para abrazar al niño que pasó sus brazos por detrás de su espalda en respuesta. —No dije nada porque lo merece por la resortera, pero no te pases con él —le advirtió en un susurro antes de soltarlo.
•••
—Gracias por acompañarme —dijo Regina con una sonrisa cuando estuvieron en la puerta de su casa, jugando con la mano de Reese.
—No iba a dejar que volvieras sola de noche —respondió Reese levantando sus manos unidas para dejar un besito en sus nudillos. Regina rió por el gesto y dejó un beso en su mejilla antes de soltar su mano para introducir la llave en la puerta. —Y mañana... —agregó Reese, posando una mano sobre la suya para evitar que girara la llave. —...podríamos terminar lo que empezamos —concluyó con picardía, por lo que Regina giró nuevamente hacia él sin soltar la llave.
—Claro, será muy divertido que mi mamá entre de golpe —respondió Regina irónicamente, sacándole una carcajada. —Creo que tendrá que ser el próximo viernes, cuando Alec vuelva a tener práctica de fútbol —dijo con una sonrisa de disculpa.
—¿El viernes? —dijo Reese como un quejido, quitando la mano para que pudiera hacer girar la llave. —¿No podemos encerrar a Alec en su cuarto el lunes hasta que lleguen tus padres? —preguntó tirando la cabeza hacia atrás. Regina rió creyendo que estaba bromeando, pero Reese hablaba muy en serio.
—No creo que se deje encerrar —respondió Regina riendo mientras giraba la llave por fin. —Aunque tal vez si tú lo convences... —dijo pensándolo mejor, sin llegar a abrir la puerta. Al oírla, a Reese se le iluminó el rostro.
—Cierto, soy su héroe. Me hará caso —dijo Reese con orgullo, haciéndola reír.
—Sí, lo eres —respondió Regina entre risas. —Y justamente por eso dudo que te haga caso —agregó abriendo la puerta por fin.
—No sé qué estás insinuando —respondió Reese, fingiendo no comprender con diversión mientras se acercaba a ella para recibir un beso de despedida. Regina volvió a reír y se acercó a él para rodear su cuello con las manos, de espaldas la puerta abierta de su casa, mientras Reese pasaba sus manos por su cintura. Poniéndose de puntitas de pie, Regina estaba a punto de cumplir su deseo cuando la voz de su madre detrás de ella la detuvo. 
—¿Necesitas otra cosa para tu operación? —escucharon preguntar a Caroline. Confundida, Regina volvió a estabilizar sus pies en el suelo y soltó el cuello de su novio para dar unos pasos dentro de la casa, ignorando el quejido de Reese al darle la espalda. Justo frente a la puerta, Caroline y Phineas bajaban las escaleras lentamente conversando con la vista fija en los escalones, por lo que no notaron a su hija y su novio en la entrada. 
—Mmm... creo que debo comer helado —respondió Phineas pisando el segundo escalón, lo que hizo su esposa se detuviera un escalón por debajo de él para observarlo confundida. Entre tanto, Regina escuchaba desde la puerta sin entender de qué operación hablaban con Reese tratando de llamar su atención. 
—En realidad no creo que se coma helado para... —comenzó a decir Caroline arrugando la nariz, pero Phineas la interrumpió. 
—Perdón, ¿Es una vasecto-tuya o una vasecto-mía? —preguntó Phineas posando una mano en su hombro e inclinando la cabeza. Desde la puerta, tanto Reese como Regina abrieron los ojos sorprendidos. 
—...iré a pedir helado —respondió Caroline luego de un pequeño momento de silencio, a lo que Phineas sonrió complacido. 
—¿Papá va a hacerse una vasectomía? —preguntó Regina sorprendida, logrando que sus padres levanten la vista hacia ellos.
—¿Le van a cortar su...? —preguntó Reese con expresión de horror, dejando la frase a la mitad. 
—Ay por dios, mira la cara de horror del chico —susurró Phineas a su esposa, el terror que le generaba la operación comenzaba a reaparecer. A su lado, Caroline trataba de calmarlo haciéndole señas para que respire profundo. —Me arrepentí. No puedo hacerlo, no puedo hacerlo, ¡No puedo hacerlo! —murmuró entrando en pánico antes de salir corriendo por las escaleras hacia su cuarto.
—¡Cariño...! —exclamó Caroline tratando de detenerlo, pero Phineas ya estaba en mitad del pasillo que daba a la habitación matrimonial. Al ver que tendría que calmar sus nervios otra vez, Caroline suspiró con cansancio antes de voltear nuevamente hacia los adolescentes. —No se asusten, solo es una pequeña intervención quirúrgica que tu padre se hará mañana... —dijo Caroline con tono tranquilizador, dando pequeños vistazos en la dirección en la que se había ido su esposo. —Tendrás que cuidar a Alec mañana por la tarde, me quedaré con él hasta que le den el alta —agregó sin prestarles mucha atención. Si lo hubiera hecho, probablemente habría notado las miradas cómplices compartieron Reese y Regina, pero estaba demasiado ocupada pensando en su esposo. —Reese, ¿Te quedas a cenar? —preguntó volviendo su atención hacia ellos justo cuando despegaban la mirada uno del otro. 
—Gracias, señora Langdon, pero tengo que volver a arreglar la bicicleta de Dewey —respondió Reese, usando el tono educado que solo sacaba a relucir con la madre de su novia. 
—Oh, será la próxima vez. ¡Envíale saludos a Hal! —exclamó Caroline mientras subía las escaleras para consolar a su esposo. 
—Bueno... —dijo Reese con una sonrisa apenas Caroline desapareció por las escaleras, acercándose nuevamente hacia Regina para pasar sus manos por su cintura. — Tendremos que adelantar nuestros planes para el lunes...
—Sí, se te ve muy triste por eso —respondió Regina con una pequeña risa antes de dejar un beso rápido en sus labios como despedida. —Hasta mañana.
•••
—¡Hecho! Alec no saldrá del patio hasta que lleguen tus padres —dijo Reese muy orgulloso de sí mismo entrando por la puerta que conectaba el jardín a la sala de la casa de los Langdon el sábado en la tarde.
—¿En serio? ¿Cómo lo hiciste? —preguntó Regina sorprendida, observándolo caminar hacia ella desde el sofá.
—Le prometí un par de secretos de Dewey si se quedaba en el patio —respondió Reese mientras se sentaba a su lado.
—El mejor hermano del mundo —dijo Regina irónicamente, haciéndolo reír.
—No te vi muy en contra de la idea de encerrar a tu hermano con llave en una habitación—replicó Reese entre risas.
—Shhh —dijo Regina riendo a la vez que se deslizaba más cerca de él, pasando las piernas por encima de su regazo y abrazándolo por el cuello para acercar sus rostros. Con una gran sonrisa, Reese se dejó atraer pasando la vista embobado entre sus ojos y sus labios hasta Regina rompió por fin la distancia entre ellos. 
El beso era lento y dulce en un inicio, incluso podían sentir la sonrisa del otro sobre sus labios. Mientras Regina acariciaba la parte baja de su nuca, Reese deslizó sus manos por su cintura y, a medida que los besos se hacían más intensos, comenzó a acercarla más hacia él al punto de sentir su pecho pegado a su torso.
Totalmente perdida entre sus besos, Regina ni siquiera notó que Reese colocaba una mano por debajo de sus rodillas y otra sobre su cintura para levantarla suavemente hasta que se vio a sí misma sentada por completo en su regazo. Lentamente, Regina acomodó sus piernas a cada lado de las de Reese tratando de separar sus labios la menor cantidad de tiempo posible.
Entre tanto, él deslizó una de las manos por debajo de su remera. Regina se estremeció ante el tacto frío recorrer su abdomen hasta llegar a su pecho derecho. Al sentir que comenzaba a masajear su seno, ella movió las manos de sus hombros a sus mejillas para profundizar los besos, volviéndolos más desesperados. Para Reese esto fue una súplica de atención al pecho izquierdo, por lo que repitió la acción con la otra mano.
Casi sin quererlo, Reese descubrió algo nuevo sobre los senos. Mientras jugaba con ellos, rozó por accidente el pezón derecho de su novia. Fascinado, rompió el beso para observarla con un brillo en los ojos. La había oído jadear sobre sobre sus labios.
Sin notar el motivo de la expresión de Reese, Regina aprovechó la oportunidad para recorrer el camino desde la comisura de sus labios hasta su cuello con pequeños besitos. A la vez, Reese continuó jugando con sus pechos, pero esta vez no solo los masajeaba. Con delicadeza, comenzó a apretarlos desde la base hasta los pezones, sorprendiéndose al sentir que se endurecían debajo de sus dedos. Pero lo que más le gustaba era oír a Regina soltar pequeños jadeos cada vez que los tocaba.
—¿Subimos... a mi cuarto? —murmuró Regina haciendo una pequeña pausa al estremecerse por la atención de Reese en sus pezones.
—Por supuesto —respondió Reese con una sonrisa de picardía, volviendo a conectar sus labios sin dejar de jugar con sus pechos. Entre besos y pequeños jadeos, Regina comenzó a incorporarse con la intención de caminar hacia las escaleras, pero Reese se lo impidió. Rápidamente, alejó las manos de sus senos para volver a colocarlas en su cintura, sentándola en su regazo a horcajadas de un tirón. Confundida, Regina detuvo los besos para esperar una explicación. —Así no —respondió simplemente.
—¿Entonces cómo...? ¡Ay! —exclamó Regina riendo. En un segundo, Reese deslizó sus manos por debajo de sus piernas y se levantó del sofá con Regina aferrada a él. Para no caer, rodeo su cuello con los brazos y su cadera con las piernas mientras él subía las escaleras casi trotando.
En menos de un minuto llegaron a la habitación. Cerrando la puerta con el pie, Reese se arrojó sobre la cama con Regina riendo debajo de él. —¿Te parece divertido? —dijo Reese con una sonrisa burlona, quitando las manos de sus muslos para sostenerse sobre ella con los antebrazos apoyados a sus lados.
—Muy divertido —respondió Regina riendo antes de volver a dejar besitos cortos en sus labios. Colocando las manos detrás de su nuca para profundizar el beso, hizo caer su peso por completo sobre ella.
—A mí me parece divertido que no te hayas puesto sujetador —dijo Reese entre besos, aprovechando que ya no necesitaba sostenerse con sus brazos para volver a deslizar sus manos por debajo de su remera. —Aunque no puedo quitártelo si no lo llevas puesto...
—Oh, lo siento. ¿Quieres que me ponga uno? —preguntó Regina con diversión. —Porque están en ese cajón, podría... —dijo señalando hacia el armario, pero Reese la interrumpió.
—¡No! —exclamó Reese rápidamente antes de volver a unir sus labios, haciéndola reír en medio del beso. —Así estás perfecta... —agregó con una sonrisa traviesa mientras se alejaba unos centímetros para empezar a levantar su remera lentamente. Con una pequeña sonrisa, Regina permitió que quite la camiseta por completo mientras jugaba con el cinturón del pantalón de Reese.
Una vez que arrojó la remera de Regina en alguna parte de la habitación, Reese observó fascinado sus propias manos caer con delicadeza sobre los pechos desnudos de su novia. Riendo por su expresión de embobado, Regina bajó los besos hacia su cuello, viendo de reojo la sonrisa de disfrute de Reese. Pero no pudo hacerlo por mucho tiempo ya que él puso el rostro a la altura de su pecho izquierdo para poder dejar pequeños besitos sobre él a la vez que continuaba masajeando el otro con la mano. Luego de unos minutos, lo introdujo por completo en su boca. Regina contuvo la respiración por unos segundos sorprendida antes de las manos al cabello de Reese. 
—Reese... —murmuró Regina, aunque sonó más bien como un jadeo al sentir la lengua de Reese hacer círculos sobre su pezón. Con una media sonrisa, Reese levantó la vista hacia ella mientras continuaba con su tarea, disfrutando hacerla retorcerse debajo de él. —Reese... —repitió tratando de calmar su respiración y deslizando sus manos a sus mejillas para apartar su boca de su pecho. A pesar de que lo estaba disfrutando, quería que le prestara atención antes de seguir. Suponiendo que tenía otra idea en mente, él se dejó guiar hasta que volvió a enfrentar sus rostros. —Trajiste protección, ¿Verdad? —preguntó Regina entre pequeños besos, mucho más cuerda al no tener la lengua de su novio sobre su pecho. 
—¿De qué hablas? —preguntó Reese sin dejar de besarla, manteniendo sus ojos cerrados con una sonrisa placentera sin dientes. 
—Ya sabes... un condón —respondió Regina rompiendo los besos y alejándose unos centímetros para verlo mejor. Como respuesta, Reese juntó sus cejas confundido. —¿Esa cosa que tienes que ponerte para no dejarme embarazada? —explicó, aunque sonó como una pregunta al ver que ni siquiera sabía qué era. 
—Ah, sí, claro. Sé lo que es —respondió Reese asintiendo con la cabeza, cosa que era claramente una mentira. 
—¿Entonces tienes uno? —preguntó Regina. Sabía que estaba mintiendo, pero a la vez se aferraba a la posibilidad de que en verdad tuviera uno para continuar. Al ver que Reese le dedicaba una sonrisa de disculpa, Regina suspiró frustrada. 
—Relájate —dijo Reese sin darle importancia, volviendo a unir sus labios en pequeños besos para poder seguir hablando. —Podemos arriesgarnos —agregó, comenzando a bajar sus besos para volver a poner su atención en sus pechos.
—¿Arriesgarnos? —repitió Regina pestañeando varias veces mientras él continuaba con su camino de besos hacia sus senos. 
—Ajá... —murmuró Reese llegando por fin a su pecho derecho para dejar pequeño besitos en él, repitiendo su accionar previo con el izquierdo. Antes de que pudiera meterlo en su boca, Regina salió de su estupefacción y lo alejó de un tirón, empujándolo a un lado de la cama para dejara de estar sobre ella. —¡Oye! ¿Cuál es el problema? Te gustó cuando lo hice en el otro—se quejó mirándola con el ceño fruncido. 
—¿Arriesgarnos? ¡¿Arriesgarnos?! —repitió Regina indignada levantándose de su cama. Una vez de pie, comenzó a buscar su remera por el suelo mientras cubría sus senos con un brazo. —¡Ni loca me arriesgo a tener un bebé! ¡¿Estás demente?! —exclamó encontrando por fin la remera y volviendo a ponérsela.
—Pero nos estábamos divirtiendo —replicó Reese con tono de queja.
—Y nos seguiremos divirtiendo cuando consigas protección —respondió Regina tomando su mano y tirando de él para obligarlo a levantarse, ignorando sus quejas.
—Estás enojada, no vas a querer cuando vuelva —protestó Reese mientras era arrastrado por su novia fuera de la habitación.
—No estoy enojada, solo... ¡¿Arriesgarnos?! —repitió, aún sin poder creer que haya dicho eso. 
—Eso solo prueba mi punto —dijo Reese bajando las escaleras detrás de ella. 
—No porque mientras tú vas a una farmacia yo... —comenzó a hablar una vez que llegaron al final de las escaleras, pero se detuvo por unos segundos a pensar cómo seguiría la frase. —...voy a darme una ducha para relajarme —concluyó finalmente. 
—Está bien... —respondió Reese haciendo una mueca. —Compraré condones —concluyó. 
—Genial —dijo Regina dejando un beso en su mejilla antes de abrir la puerta, pero Reese no tuvo tiempo de salir de la casa. 
—¡Ah! ¡Hola! Estábamos por tocar el timbre —exclamó Mitchell, el tío de Regina, terminando de cerrar la puerta de su auto mientras su esposo sacaba a Lily del asiento trasero. 
Olvidando lo que acababa de ocurrir, Reese y Regina compartieron miradas de preocupación. Una de las cosas que dejó bien en claro Caroline cuando abandonó la casa esa mañana era que Reese no podía entrar. Aunque no era su madre, los habían descubierto. 
—Hola... —dijo Regina volviendo su vista hacia sus tíos, tratando de mantener la calma con una sonrisa forzada. Entre tanto, Mitch y Cam se acercaron a ellos con Lily en brazos.  
—Phineas nos dijo que Alec y tú estarían solos durante su operación. Así que pensamos que necesitarían compañía, pero veo que ya la consiguieron —comentó Cameron lanzándole una mirada cómplice a los adolescentes, por lo que Regina se ruborizó y Reese sonrió con incomodidad. 
—¿Entonces van a quedarse? —preguntó Regina para cambiar casualmente el tema, aunque le interesaba mucho que se fueran. 
—¡Ay, no! Lily es la compañía —respondió Mitch antes de volver al auto para sacar un bolso con algunas pertenencias de la bebé. Desde la entrada, Reese y Regina lo miraron con impotencia.  
—No tenemos mucho tiempo, pero estará con ustedes por un par de horas —dijo Cam entregándole a la bebé a Regina. 
—P-pero no podemos cuidar a Lily —respondió Regina con nerviosismo, aunque sostenía a su prima en brazos, observando a su tío Mitch dejar un bolso de bebé junto a ella.
—Sí, estamos haciendo tarea —concordó Reese tratando de sonar convincente, utilizando la misma excusa que le había dado a su padre.  
—Sí, claro. Díselo a tu cabello despeinado y a sus pezones erectos —respondió Cam con una sonrisa que indicaba que no iban a engañarlo, haciendo que el rostro de Regina enrojeciera aún más y que Reese hiciera una mueca de fastidio. 
—Cam, deja de molestarlos y vámonos, se hace tarde —dijo Mitchell haciéndole señas para que volviera al auto con él. 
—Tienes razón vámonos. Recuerda que debe tomar una siesta en una hora, pero no más de media hora o no dormirá en la noche —advirtió Cam a Regina antes de seguir a su esposo hacia el auto. 
—¡Y no le diremos a Caro que Reese estaba aquí! —agregó Mitchell abriendo la puerta del auto. 
Resignados, Reese y Regina se despidieron de ellos desde la entrada, observando el auto alejarse. Cuando ya no pudieron ver el auto, Regina entró en la casa con la bebé en sus brazos mientras Reese cerraba la puerta detrás de ella. 
—Genial, tenemos el bebé sin la diversión —dijo Reese con fastidio, observando a Lily jugar con el cabello de Regina. 
—¿Ves por qué no hay que arriesgarse? —respondió Regina igual de fastidiada que él, entregándole a la bebé mientras él hacía una mueca. —Voy a ponerme un sostén, dile a Alec que ya puede entrar. 
•••
—Creo que Reese y yo tenemos una maldición de celibato o algo así —dijo Regina con hartazgo, tapándose el rostro con las manos.
El lunes durante el almuerzo, se encontraba sentada en la mesa que siempre ocupaba con sus amigas quejándose de su mala suerte. Habían pasado días desde que había comenzado a tratar de tener más intimidad con Reese, pero aún no habían conseguido avanzar más allá de segunda base.
—No seas exagerada, no puede ser tan malo —dijo Danny riendo, logrando que Regina quite las manos de su rostro para mirarla.
—La última vez que lo intentamos terminamos cuidando un bebé. ¡Un bebé! —repitió como si hubiera un mensaje encriptado en ese suceso.
—Uy, sí. El universo te está diciendo que no lo hagas o quedarás embarazada —se burló Maddie en broma, pero Regina pareció tomarlo en serio.
—¿Tú crees? —preguntó con tono de preocupación.
—Reg, si tienes miedo no es necesario que lo hagas —dijo Lorelai riendo.
—No, no, no. Sí que quiero hacerlo —dijo Regina muy segura de lo que decía. —Tengo muchas ganas de hacerlo, en realidad —admitió jugando con sus manos algo avergonzada. —El sábado Reese estuvo tan bien que... me dejó... —dejó la frase a medias demasiado avergonzada como para continuar.
—¿Mojada y con ganas de más? —supuso Danny con diversión.
—Sí —confirmó Regina volviendo a cubrirse el rostro con las manos mientras sus amigas se reían de ella.
—Ya encontrarán un lugar en donde hacerlo —dijo Talía para tranquilizarla, pero no surtió efecto.
—Es imposible... —murmuró Regina quitando sus manos de su rostro, acababa de sonar el timbre que indicaba el inicio de la siguiente clase. —Mi papá estará en casa toda la semana por la operación y su casa siempre está llena de gente. Perdimos nuestra oportunidad el sábado —explicó mientras las siete se levantaban y comenzaban a caminar hacia el aula.
—Entonces háganlo en la escuela —sugirió Carly.
—¿En la escuela? —repitió Regina arrugando la nariz. A unos metros de ellas pudo ver a Reese caminar de frente directamente hacia ellas.
—¡Sí! Bueno, no en un lugar en qué puedan verlos. Tal vez el armario de limpieza... —se explicó mejor Carly.
—¡Uh! Pueden escabullirse de una clase, es excitante —agregó Melody con emoción mientras se acercaban más a la puerta del aula.
Regina no respondió durante unos segundos, estaba demasiado distraída observando a Reese acercarse a ella. Se veía tan lindo y lo necesitaba tanto que sentía su estómago estrujarse. Cuando llegaron por fin frente al aula, la cantidad de gente que se acumuló provocó que Reese y Regina cruzaran por la puerta uno al lado del otro. Al rozar su brazo con el suyo Regina sintió que se le erizaba la piel.
—No lo sé... —respondió finalmente a sus amigas.
•••
Reese y Regina no llegaron al final de la clase. Luego de una hora de pequeños coqueteos desde sus asientos, él le había susurrado que buscara una excusa para salir del salón antes de levantarse y, luego de pedir permiso a la profesora, salir él mismo del aula. Diez minutos más tarde, Regina siguió sus pasos. 
No tardó mucho en encontrar a Reese. Aún desde la puerta del aula pudo verlo esperándola al final del pasillo, recostado en la pared sonriéndole desde la distancia. Comprobando que no había nadie que pudiera verlos, Regina caminó hacia él a paso rápido. Al llegar, descubrió que no era casualidad que la esperara al final del pasillo. Reese estaba recostado justo junto a la puerta del cuarto de limpieza. 
Sin perder el tiempo, Reese se abalanzó sobre sus labios apenas la tuvo enfrente, haciéndola chocar contra la pared. Mientras él sostenía sus mejillas con las manos para inclinar su rostro unos centímetros hacia arriba y así profundizar el beso, Regina tanteó la pared detrás de su espalda en busca de la manija de la puerta. Cuando la encontró, la abrió rápidamente y caminó de espaldas con Reese aún sobre sus labios. Dejando un último beso, Reese se separó para girarse a cerrar la puerta. 
—Mira... —dijo Reese luego de cerrar la puerta con una sonrisa triunfante, sacando del bolsillo de su pantalón una tira de preservativos para enseñársela. Regina observó la tira de preservativos conteniendo una pequeña risa, había al menos cinco allí. 
—Creo que solo necesitaremos uno —dijo Regina con diversión, tomando la tira de su mano para desprender uno. 
—Eso ya lo veremos, nunca se sabe —respondió Reese encogiéndose de hombros con picardía, haciéndola reír, a la vez que dejaba la tira sobre la estantería que se encontraba detrás de su novia. 
Siguiendo sus movimientos con los ojos, Regina no pudo contenerse más. Dando un pequeño saltito, volvió a unir sus labios en un beso desesperado mientras se sostenía de sus hombros para mantenerse a su altura. Rápidamente Reese llevó las manos a sus muslos, levantándolos levemente para que rodeara su cadera con sus piernas, cosa que Regina hizo al instante. Entre besos, Reese dio un par de pasos hacia delante, haciéndola chocar contra la estantería llena de artículos de limpieza para sentarla en el borde de uno de los estantes. Al hacerlo, la estantería de metal se movió tanto que hizo un gran estruendo. Rompieron el beso del susto, pero al instante comenzaron a reír. 
—Tenemos que ser silenciosos —susurró Regina tratando de mantener su risa en un tono bajo. 
—Lo sé, lo siento —respondió Reese entre risas en otro susurro. 
Cuando ambos se calmaron, Reese volvió a besarla suavemente, pero de a poco comenzó a volverse más intenso. Abandonando sus muslos al ver que podía sostenerse por su cuenta, deslizó las manos por debajo de su blusa para jugar con las tiras de su sujetador, moviendo nuevamente la estantería por accidente, pero esta vez no le dio importancia. Entre tanto, Regina rompió el beso para mirar hacia arriba, se había percatado de que una caja se balanceaba peligrosamente sobre sus cabezas con el movimiento de la estantería metálica. Por su parte, Reese ni siquiera lo notó, estaba demasiado ocupado llevando los besos a su cuello y buscando el broche de su sujetador. Normalmente eso le hubiera causado cosquillas, pero estaba tan distraída con el ruido de la estantería y el movimiento de la caja sobre ellos que apenas sintió un cosquilleo. 
—¿Me ayudas? No encuentro el broche —susurró Reese, despegando los labios de su cuello para volver a dejar pequeños besitos sobre sus labios. 
—¿Ah? —preguntó Regina confundida, bajando la vista para prestarle atención. Había estado demasiado inmersa en los ruidos que podrían hacer que los descubrieran. 
—El broche del sujetador —repitió Reese entre besos. 
—Ah, sí —respondió ladeando un poco la cabeza. Al oír su tono de voz, Reese detuvo sus besos. La conocía lo suficientemente bien como para saber que algo no iba bien. —Es que este es distinto, no está ahí —explicó colocando sus manos encima de las de él detrás de su espalda para guiarlas hacia el espacio entre sus senos, dejándolas justo encima del broche. 
—¿Qué pasa? —preguntó Reese un poco preocupado, quitan las manos de debajo de su blusa para colocarlas en su cintura. Imitando el gesto, Regina volvió a dejar las suyas sobre sus hombros.
—Nada, solo me distrae un poco el ruido. Siento que nos van a encontrar aquí y... —explicó apenada, pero dejó la frase en el aire. 
—...y no quieres hacerlo aquí —concluyó Reese. 
—No... lo siento —respondió Regina abrazándolo por el cuello apenada. 
—No tienes que disculparte —respondió Reese dando unos pasos hacia atrás dentro de lo que podía en ese pequeño cuarto, permitiendo que Regina vuelva a colocar los pies en el piso. —Quiero que te sientas cómoda y que ambos lo disfrutemos —agregó, haciéndola sonreír enternecida y abrazarlo con más fuerza. En respuesta, Reese la abrazó por la cintura y dejó un beso en su frente antes de que Regina apoyara su cabeza en su hombro. Se mantuvieron en esa posición por varios minutos hasta que Regina rompió el silencio. 
—Aunque admito que hubiera sido un poco romántico que nuestra primera vez fuera aquí —dijo Regina con una pequeña risa. Sin comprender a qué se refería, Reese la miró extrañado. 
—¿Romántico? —repitió alzando las cejas. 
—Sí... bueno... aquí fue donde nos escondimos del prefecto el año pasado, ¿Recuerdas? El día que me prestaste tu remera —explicó Regina, separándose de su hombro para mirarlo a los ojos. 
—Es verdad —confirmó Reese dejando ver una sonrisa al recordarlo. —Estabas llorando —agregó deslizando un mechón de su cabello por detrás de su oreja. 
—Sí, estaba llorando —recordó Regina con leve sonrisa. —Y tú fuiste muy dulce conmigo ese día... 
—Ah, por eso sería romántico —comprendió Reese, acercándola más hacia él. 
—Bueno, mas bien porque... creo que ese fue el momento en el que empecé a enamorarme de ti —explicó Regina sintiendo una timidez repentina, por lo que bajó la vista mordiéndose el labio inferior al terminar de hablar. Al volver a mirarlo a los ojos, se encontró con la gran sonrisa de alegría de Reese justo antes de que volviera a inclinarse para besarla con ternura, quitándole la timidez por completo. 
•••
—Sí, mamá. Mi cama ya está donde da el sol y la cama de Reese está en el armario como querías —dijo Dewey entrando en su habitación con el teléfono en su oreja, mirando con una sonrisa sin dientes a Reese empujando su cama en el armario.
—¡Esto es ridículo! —exclamó Regina con hartazgo, parada detrás de Reese con los brazos cruzados. —Los padres de Talía llegarán en una hora y ya no podrá prestarnos su casa para... —comenzó a quejarse, pero se detuvo con nerviosismo al recordar que Dewey seguía ahí. —...hacer la tarea —agregó, maldiciéndose mentalmente por usar la misma excusa tonta de Reese.
—¡Voy tan rápido como puedo! —respondió Reese terminando de poner la cama en el armario y pasando junto a ella para agacharse a mover la cama grande.
—Lo está haciendo muy bien mamá, deberías dejarlo descansar —dijo Dewey al teléfono, sentándose en la cama grande mientras Reese la movía hacia la ventana.
—Gracias, Dewey. Eres un buen hermano —dijo Reese con una sonrisa. A su lado, Regina miró al niño con el ceño fruncido.
—Dijo que no —respondió Dewey.
—Amor, ¿No te parece un poco extraño que tu mamá solo llama para que arregles la bici de Dewey, que cambies los muebles de lugar de Dewey...? —trató de hacerlo razonar por cuarta vez en el día para que se diera cuenta por sí mismo de lo que ocurría, pero Reese solo la miró confundido desde el suelo.
—¿Qué insinúas? —preguntó Reese pasando la vista entre Dewey y ella.
—No lo sé, ¿Tú qué crees? —replicó Regina mirándolo como si fuera obvio.
—Oye, si quieres habla tú con ella —intervino Dewey al ver que estaba a punto de lograr hacer que Reese lo descubra, tendiéndole el teléfono.
—¡Ah! ¿Vas a desafiarme, duende maligno? —exclamó Regina indignada, colocando sus manos en su cintura. —Por supuesto que hablaré con ella —dijo con una sonrisa desafiante, por lo que Dewey abrió mucho los ojos. Sabía que estaba tirando demasiado de la paciencia de Regina para mantener su defensa contra Reese. De mala gana, dejó que Regina le quitara el teléfono de las manos. —Hola, señora Wilkerson —dijo Regina mirando fijamente a Dewey, mientras Reese escuchaba con preocupado detrás de ella. Por supuesto, no era Lois, solo era la contestadora. —Reese prometió que saldría conmigo esta tarde... Sí, ¡Gracias! —exclamó fingiendo que Lois le permitía llevarse a Reese, quien alzó los puños a modo de festejo a la vez que Dewey apretaba los labios. —Ah, ¿Quiere que Dewey regrese la cama de Reese a su lugar? Sí, le diré. Adiós —agregó Regina antes de colgar el teléfono y devolvérselo, por lo que el niño la miró con los ojos entrecerrados. 
—¡Genial! —exclamó Reese, caminando hacia ella para tomar su mano. —No olvides poner las sábanas —advirtió a Dewey con tono amenazante antes de tirar de la mano de su novia para salir de la casa. 
 •••
Zafarse del engaño de Dewey no sirvió de mucho. Ni siquiera llegaron a entrar en casa de Talía, desde la ventana pudieron ver a sus padres mirando la televisión en el sofá.
Cinco horas más tarde, Regina leía en su habitación cuando oyó el sonido ya familiar de unos pequeños golpes en su ventana. Rápidamente dejó el libro a un lado de su cama y corrió a abrir la ventana, permitiendo que Reese entre en su habitación. 
—Pudiste habérmelo dicho —dijo Reese apenas entró, parándose detrás de ella con el ceño fruncido mientras Regina cerraba la ventana. 
—Ya sabes que Dewey mentía sobre las llamadas de tu mamá —supuso Regina volteando a verlo. A modo de respuesta, Reese emitió un pequeño gruñido. —Lo siento, pero le lanzaste piedras con una resortera y era la única forma de la que podía defenderse. Aunque se haya aprovechado de eso —dijo un poco apenada, pero a la vez convencida de lo que decía. 
Sin poder pasar mucho tiempo enojado con ella, Reese asintió haciendo una mueca mientras pasaba sus manos por su cintura. Al instante, Regina correspondió el abrazo pasando sus brazos por detrás de su cuello, pegándose a su cuerpo. 
—Lo siento —repitió Regina, abrazándolo con fuerza y apoyando la mejilla en su hombro. 
—Está bien, me lo merecía —admitió Reese reforzando el agarre en su cintura y ladeando la cabeza para apoyarla sobre la suya. —Y ya me encargué de él —agregó con una media sonrisa. 
—No quiero saber que hiciste, pero también se lo merecía —dijo Regina apretando los labios. 
—¡Por supuesto! Intentó cortarme el cabello —comenzó Reese volviendo a fruncir el ceño. Al oírlo, Regina levantó la cabeza para verlo con los ojos muy abiertos. 
—Nooo —dijo juntando las cejas y ladeando la cabeza mientras llevaba las manos al cabello de Reese para acariciarlo. Entre tanto, él cerró los ojos con una sonrisa sin dientes, disfrutando las caricias. —Me encanta tu cabello de puercoespín —agregó jugando con su cabello, haciendo que Reese abriera los ojos para lanzarle una mirada de fastidio. 
—Vas a pagar por eso —dijo Reese con una sonrisa traviesa, empujándola suavemente hacia la cama hasta hacerla caer debajo de él. Tomándola desprevenida, comenzó a besar su cuello a sabiendas de que la haría reír a carcajadas por las cosquillas que le daba. 
—Lo siento, pero no puedo hacerlo por ahora—dijo Regina entre risas, tratando de alejarlo de su cuello. 
—¿Cómo que no puedes? —preguntó Reese con tono de queja, permitiéndole apartarlo de su cuello para poder mirarla a los ojos. —Son las dos de la madrugada, nadie nos molestará y estamos en un lugar cómodo...  
—No es eso... —lo interrumpió Regina, mirándolo apenada con una sonrisa de disculpa. —Estoy menstruando, no podremos intentarlo por una semana —explicó haciendo una mueca con los labios. Apenas la oyó, Reese dejó caer la cabeza sobre su pecho casi como si se hubiera desmayado. Al instante, Regina colocó una mano en su cabello para acariciarlo, tampoco estaba muy feliz con eso. 
—Voy a matar a Dewey... —murmuró Reese entre dientes.
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nicyyymoon · 7 months
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Sueño
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Hiro Hamada x Lectora.
Advertencia: Los personajes son menores de edad.
(N) = Tu nombre o nombre de tu O´c.
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— Hiro... — (N) llamó al pelinegro una vez que se asomó en el garaje, pero al no tener respuesta dudó en que el muchacho esté aquí. — ¡Hiro! — La joven se adentró al garaje con cuidado de no estropear nada del trabajo de Hiro.
Al pasar unas 3 cajas llenas de microbots, logró visualizar al pelinegro dándole la espalda, llevaba auriculares por lo tanto no podía escuchar nada. Razón por la cual no respondió cuando lo llamó la primera vez.
(N) rio un poco ante su figura encorvada, dejó el toper de comida que antes había hecho para él en una mesa no tan alejada.
— Hiro... — Tocó el hombro del chico y este se sobresalto del susto, Hiro se quitó los audífonos cuando vio a su novia.
—¡(N)!, me asustaste — El pelinegro puso su mano por encima de su pecho que subía y bajaba de manera dramática. — ¡No vuelvas a hacer eso, casi me da un infarto!
La joven soltó unas cuantas carcajadas ante la reacción del adolescente.
— Perdón, pero estuve llamándote y no me respondías — (N) dejó un suave beso en la frente del chico. — ¿Cómo va el proyecto? — Hiro sonrió y miró su computadora, la joven imitó su acción admirando su trabajo.
Siendo sincera no le entendía nada, pero aun así luchó para poder comprender aún que sea un poco del complicado plano frente a sus ojos.
— Estoy arreglando el neurotransmisor, hace unas horas tuve unos fallos al probarlos con Tadashi, así que estoy en esas.
— ¿Ya comiste? — Hiro dudó en responder, pero al notar la mirada interrogativa de la adolescente negó. — Vamos Hiro, ¿Cómo quieres que tu proyecto sea el mejor si no comes nada?
— Cariño, puede que esté muriendo de hambre, pero aun así mis inventos serán los mejores — Hiro trató calmarla con una broma; la joven rodó los ojos y tomó el tóper de comida que dejó en la mesa.
— Ven, deja de trabajar unos minutos y come — Tomó el brazo de Hiro y lo jaló fuera de la mesa y computadora.
— ¡Espera!, vamos (N), ya casi es la feria de la Universidad y aún me hace falta mucho trabajo, no puedo dejar mi proyecto botado. — Hiro trató de negociar, pero no sirvió de nada sus palabras, (N) no lo soltó hasta que llegaron al pequeño sofá que estaba al fondo del garaje.
— Lo sé, pero aun así debes cuidar de ti — Concluyó la joven mientras se sentaba a la par de Hiro en el sofá; luego dejó el tóper cuidadosamente en el regazo del chico. — Anda, come, lo hice para mí.
— Gracias — El chico le ofrece una sonrisa antes de abrir el tóper, el olor de la comida casera inundó el ambiente y hasta en ese momento Hiro cayó en cuenta lo verdaderamente hambriento que estaba. — ¡Huele delicioso!
— Lo hice sabiendo que mi tonto novio no estaba cuidando bien a si mismo... — Una mirada juzgona de Hiro bastó para que soltara una que otra carcajada. — Espero que te guste...
— ¡Me encanta!
Pasaron unos minutos en donde (N) hablaba de lo que sea que le haya pasado en los días que no había visto a Hiro, el chico la oía atentamente y comentaba una que otra cosa dejándole en claro que la escuchaba, formando así un cálido ambiente entre ellos dos.
Cuando Hiro terminó de comer, dejó el tóper vacío en el suelo y se acostó en el sofá, dejando su cabeza por encima del regazo de su novia.
— ¿Desde cuándo no duermes? — La joven pasó sus dedos por los largos cabellos del chico.
— No lo sé... No me acuerdo — Un golpe de somnolencia inundó a Hiro, frotó sus ojos con la palma de la mano tratando de quitar el sueño y poder disfrutar más el momento.
— Duerme, aunque sea un poco — La adolescente buscó una mano de Hiro para entrelazarla con la de ella.
— No quiero, si me duermo estaría desperdiciando tiempo que puedo pasarla contigo a solas... — Hiro soltó un bostezo y sonrió al ver la cara roja de (N). — Y terminando mi proyecto. — Hiro recibió un golpe en la frente. — ¡Ay!
— Gran manera de arruinar un momento romántico — Acusó divertida. — Tonto, duerme un rato yo estaré aquí cuando despiertes, además ya será fin de semana y vendré para ayudarte un poco en tu proyecto, así que tendremos un montón de tiempo juntos...y terminando ese proyecto.
— Eso me gustaría, gracias por la comida y por cuidarme — La mano desocupada de Hiro se movió hasta quedar por detrás del cuello de la joven, la empujó suavemente hacia abajo para poder alcanzar los labios de su novia con los de él. El beso no duró tanto, pero fue lo suficiente para que estuviera satisfecho. — Te amo.
— Yo también me amo. — Respondió (N).
— ¡Ay, vamos!
.............................................................................
Nota de la autora: Tiktok tiene la culpa, apareció un edit de Hiro re de la nada y me dieron ganas de leer contenido x lectora de él, obvio como no había mucho tuve que escribir algo yo. 🤗
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saintsr · 4 months
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Los niños estaban acostados sobre una colchoneta, cubiertos por un fuerte que les hizo Missa hace mucho tiempo, cuándo eran más jóvenes los llevaba para jugar a esconderse, el que no hiciera ruido y no respondiera hasta un sonido específico ellos no podían salir, si Dad Bad los encontraba o los miraba mientras jugaban perdían, sólo perdieron una o dos veces después se hizo más sencillo. Tenían comida, bebidas y un pequeño lugar para ir la bañó, no saben si papá Missa los construyó o ya estaba ahí pero era funcional. A lo lejos escuchaban ruidos y voces de sus papás, muebles arrastrándose, pasos rápidos, golpes y gritos, a veces oían a alguien subiendo las escaleras, sólo se apretaban entre ellos, sentían sus palmas sudorosas y sus corazones en sus pechos brincando, hasta que se volvían a alejar, escucharon jarrón o tal vez esa fea vajilla en dónde su Dad Bad los hacía comer, esa que odiaban porque no podían rayarla o ensuciar de más o un castigo vendría, nunca les tocó uno pero una vez vieron a su papá Missa con quemadas en su brazo, el mismo día que Llulah sin querer rompió un tazón a juego de la vajilla.
El silencio era peor no sabían que esperar, cuando esperar, sólo estaban tensos esperando por su papá Missa y un milagro.
Missa había distraído a Bad lo suficiente para cansarlo pero sus energías eran limitadas, su brazo sangraba, no tenía fuerzas por no haber comido todo el día sus brazos y piernas recién liberados y un esguince en su tobillo además de una pelea, Bad buscaba a los niños en el garaje ya que según Missa ahí se encerraron él sabía que no pero necesitaba verificar las salidas y entradas. Al voltear a la ventana de la cocina vio a Missa intentando subir las escaleras apoyando su cuerpo a la pared, dando un espectáculo deprimente se acercó sin hacer ruido y cuando por fin llegó al segundo piso notó cómo golpeaba la pared en secuencia después de un tiempo la secuencia regreso, por fin encontró a sus niños, subió feliz las escaleras, sin precaución del ruido, Missa volteó a verlo horrorizado, el sólo se rio y cuándo quiso dar una pasó sintió un golpe en la pierna haciendo que se doblará y después Bad lo golpeó con la llave que tenía en la mano en la cabeza hasta dejarlo inconsciente.
Por fin notó ese lugar que Missa quería hacer un estudio de arte pintura y música, algo tierno pero inútil, cómo todo él, el ático con una puerta pequeña que se perdía con la pintura del techo, y sino sabías dónde mirar, una palanquita que bajaba las escaleras sin más subió, al asomarse no vio nada, todo estaba oscuro, sólo una pequeña ventana que iluminaba lo suficiente y cómo si los Dioses le sonrieran vio la silueta del pequeño Chayanne intentando esconderse.
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Por eso es mi mundo, porque siempre que yo la quiero mucho se vuelve geografía. Y obviamente no puedo decirle lo que me gustan sus tetas, así tan bruscamente, porque si lo hago a ella, a mi mundo, se le tuerce el labio de abajo como si sólo supiera respirar hacia dentro y yo tengo que besarla por miedo a que se ahogue. Entonces le cuento lo que me gustan esas dos montañas que le crecen alrededor del corazón y que justo debajo del ombligo tiene una ciudad que se llama lujuria. Y es cuando es el labio de arriba el que se abre y el de debajo le acompaña como si bailaran un tango con esa lentitud tan bella que parecen escapar de su garganta doscientas cincuenta y siete mariposas de todos los colores y me poso en su boca y me las trago todas, hasta que en mi vientre el amor me vomita por dentro. Y lo bello que París le habita por los muslos y el Sena allí tan relajado mojándome la barbilla y lo hermoso que es poder lamerle la puntita de la torre Eiffel y hablar francés sin palabras en el arco del triunfo que dibujan sus tobillos en el aire. Y sortear con mis dedos los acantilados de su espalda y morder suavemente las colinas de sus hombros y beber del rio que nace de su nuca, que desemboca entre sus nalgas, que se hace catarata entre sus piernas y me estalla en la cara sin permiso. Y navegar por su columna vertebral y hacer un viaje de ida al mismo centro de su ombligo y que se invente una isla en la palma de su mano para poder naufragar entre sus dedos. Por eso es mi mundo, porque siempre que yo la quiero mucho, se vuelve geografía.
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barbarapicci · 6 months
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Streetart by Sake Ieneka @ Palma del Río, Spain, for Vega Jam II
More pics at: https://barbarapicci.com/2024/03/20/streetart-sake-ieneka-palma-del-rio-spain/
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ocasoinefable · 1 year
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La noche en el bosque, la sombra de los arboles almacenan pájaros y hojas, camino y escribo un lenguaje sin pronunciación, camino y revisto cada montaña, nieve blanca cubriendo el verde guayaba. “camino, te sonrió, y te cuento en un murmuro cada latido. el corazón es tu accion y le sonrió por su bondad. abrazo tu palabra en las manos”, como esa brisa fría se mueven mis brazos; como el rio de nubes siento la piel... no hay pensamientos, ni tiempo, no hay silencio, ni sonidos... salto entre la rocas como de niña, tiro de la tierra y veo como cada raíz se estremece; sumerjo los dedos, clavo en en mi lengua el sabor que rueda de mis ojos entre el bosque, el color de cada son, el crujir de cada movimiento. Tiro de mis manos como pájaro y canto al borde de mi voz, con la risa de la noche, con el llanto del rio, con las escamas de los peces, con los tallos de un roble, con los grillos dando su concierto, con la mirada que habla, los arbustos en los cabellos; el mundo se vierte en mis palmas buscando la voz; mis dedeos lo saben -  Ciénaga, cordillera. monte, selva. rio con la voz que está bailando de los labios-
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davidsoto666 · 2 years
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AGGAYU
Shango iba pregonando por todos los pueblos de la tierra pero nunca podia acercarse a una tierra que tronaba y temblaba y siempre estaba cubierta por los gases escandescentes. El estaba deseoso de entrar a esa tierra para pregonar la religion de osha. Entonces fue a casa de Orunmila, donde este le vio Obara Osa y le marco ebbo, que debia llevarlo a la orilla de un rio, Shango lo hizo todo como se lo indico Orunmila y cuando fue se encontro con Elegba, que despues de saludarse se pusieron a hablar y Elegba le dijo a Shango que despues del rio habia un valle muy fertil, donde habia un pueblo en que las personas que vivian alli no tenian sentido fijo de lo que habian pues estaban distraidos, cualquiera que fuese el asunto a tratar y que el rey de aquel lugar le hablaba a los subditos desde lejos para no dejarse ver.
Shango se quedo intrigado y le pregunto a elegba como es posible que un pueblo tenga rey, al que no conozcan ni ven. Shango decidio ir a ver a aquel rey y Elegba le dijo que el rey iba por las tardes a la orilla del rio a refrescarse y que habia una persona Oshun que lo esperaba y sabia donde vivia. Al caer la tarde Shango llego al rio y al poco rato de estar alli oyo un ruido muy fuerte, como un estruendo y vio a una mujer muy bella corriendo por la margen opuesta del rio, poco despues vio llegar a un hombre muy grande, que se sumergio de inmediato para quitarse el humo que tenia encima y la mujer lo espero a que el mismo saliera a la superficie del rio y comenzo a echarle agua por la cabeza para refrescarlo.
Shango que lo estaba mirando todo, comenzo a darle gritos para que lo vieran y cuando se fijaro en el le preguntaron que cosa desea y Shango le respondio, pasar el rio. Aggayu que era aquel rey arranco una palma y usandola como baston cruzo a Shango de una orilla a otra, despues que lo cruzo se produjeron las presentaciones pertinentes, y le preguntaron de nuevo a Shango que cosa el queria a lo que el respondrio que el deseaba conocer a su pueblo.
Shango fue al pueblo y observo que sus habitantes se conducian sin control y vio como Aggayu no se acercaba a ninguno de ellos. Al indagar Shango, el porque de aquella actitud de las personas Aggayu le dijo: Ven a mi casa y lo sabras y fue asi como Shango observo que Aggayu vivia en el volcan.
Aggayu se sorprendio al ver a Shango caminando sobre la lava sin quemarse y le pregunto que como el no se quemaba, Shango le dijo: Yo soy el unico hijo de la candela y ahora yo deseo arreglar a su pueblo pues he visto que alguno de sus hijos pueden hablarle directamente pero otros cuando se acercan a usted se trastornan.
Aggayu, Shango y Oshun, hicieron un pacto, para que Shango y Oshun tuvieran el mismo derecho para asentar la cabeza de los hijos de Aggayu, siempre y cuando ellos no podian hablarle directamente. Para sellar el pacto Aggayu sirvio a Shango, con animales especificos y para que todo el mundo supiera el pacto, cuando el volcan hace erupcion, primero sale la candela que es Shango y despues la lava que es Aggayu.
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mouxesaint · 2 years
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Niebla y Ceniza (10/?)
Solid había dejado la oficina de Nozel enfadado.
Nebra temblaba cuando se sentó en la mesa ubicada en los jardines de la base, estaba inquieta y ansiosa, tamborileaba los dedos sobre la mesa hasta que Zora cubrió su mano con la suya, su mirada azul le transmitió tranquilidad, cerro los ojos para calmarse, Nozel estaba de su lado, la apoyaría en todo momento, eso la hacía feliz, pero verlo someter a sus abuelos la asusto.
Le dejo ver una vez más la diferencia que existía entre sus magias.
- Nebra.
- ¿Sí?
- ¿Estas bien? – Entrelazo sus dedos, le gustaría poder abrazarla para consolarla, pero sabía que muchos ojos los miraban.
- No lo sé. Siento demasiadas cosas en este momento. – Confesó con incomodidad al menos podía ser honesta con él – Es decir, puedo sentir la presencia de los miembros del escuadrón mirándonos y eso me hace sentir mal, siento que me juzgan.
- Yo también puedo percatarme de ellos, pero esto es algo nuestro, no te fijes en los demás, mírame solo a mí.
- ¿No es eso algo pretencioso, campesino? – Esbozo una sonrisa diminuta.  
- No, es honesto. – Zora vaciló pensando en algo que le rondaba por la mente – No sé si es un buen momento, pero tengo curiosidad, estos son tus abuelos maternos ¿Dónde están los paternos?
- ¿En su casa? No me mires así. – Se rio ante la forma en que rodo los ojos – Ellos no se involucran mucho con nosotros, cuando mi madre estaba viva nos visitaban con cierta regularidad, después de su muerte no los vi demasiado, ocasionalmente en los círculos.
- ¿No has sentido curiosidad de por qué?
- Claro, pero mi padre dijo que simplemente ellos no nos querían, no estaban interesados en nosotros, además como su rango es menor que el nuestro ellos no eran importantes para nuestras vidas. – Se encogió de hombros – La abuela Lottilucila era muy amable, más que la abuela Camille.
- ¿Tu padre no es de la realeza? – Zora ladeo el rostro confundido, había pasado a tomar su mano con la suya.
- Mi padre es un marques, pertenece a la mediana nobleza, se convirtió en parte de la realeza por su matrimonio con mi madre, que si es parte de la familia real.
- ¿Son solo tus abuelos, tu padre y ustedes cuatro?
- Como parte de la familia principal, sí. – Nebra entro en modo explicativo, cuando le gustaba conversar de un tema podía escuchar la pasión en su voz – Sé considera la familia principal al jefe de Casa actual, sus antecesores directos y su descendencia, mis otros hermanos y yo, si permanecemos en la casa pasaremos a ser parte de las ramas secundarias.
- ¿Tu tía?
- La tía Cosette pertenece a la Casa Vermillion, ella dejo de ser una Silva cuando se casó, perdió todos sus derechos como parte de nuestra Casa, es como si ya no fuera familia, al menos mis abuelos lo ven de esa manera.
- ¿Por qué? – Zora no entendía muy bien lo que estaba explicando – ¿Por qué dejas de ser parte de tu familia cuando te casas?
- Cuando te casas con otra familia, pasas a estar bajo el control de su jefe de Casa, la asumes como tuya, debes buscar su beneficio y su gloria por encima de todo.
- Incluso sobre tu familia biológica.
- Sí. – Nebra bajo la mirada concentrándose en la mesa, no había reflexionado a profundidad sobre eso.
- Tus hermanos son lo más importante para ti ¿Estabas dispuesta a renunciar a ellos?  
- Si mi madre o Nozel me lo pidieran, y de esa forma pudiera ayudar a mi Casa, lo haría, pero ninguno de ellos me pediría que lo hiciera. – Mascullo la última parte más para sí misma, se sobresaltó cuando Zora levanto su barbilla con su mano libre para que lo mirara, no pudo evitar ruborizarse.
- Nunca te pediría que te alejaras de tu familia, Nebra. – Pronunció acariciando su labio inferior con su pulgar, ella pareció entender el mensaje “quiero besarte” por qué ladeo el rostro y beso la palma de su mano – Tus padres tuvieron un matrimonio arreglado ¿Tu madre amaba a tu padre?
- No lo sé. Mi padre es mayor que mi madre, ellos estaban comprometidos desde que mi madre entro en la adolescencia y se casaron cuando ella cumplió la mayoría de edad.
- ¿Dieciséis?
- Sí, Nozel nació dos años después.
- Tú mamá era muy joven. – Suspiro Zora pensando en esa adolescente casada con un hombre que no amaba.
- Es lo más típico, Cosette se caso dos años después con Lionel Vermillion, curiosamente ese compromiso fue realizado antes que el de mi madre, ellos tienen la misma edad y era una forma de reforzar nuestros lazos con otra familia real.
- Pero tu tía tampoco ama a su esposo. – Zora no entendía a profundidad las reglas de la nobleza, lo que si comprendía era que la familia de su novia tuvo matrimonios carentes de amor, lo que podría haberse repetido en el caso de Nebra y sus hermanos – Prométeme algo.
- ¿Qué?
- Si te sientes infeliz, decepcionada o tus sentimientos por mi se acaban tienes que decírmelo, lo aceptaré sin resentimientos, pero me molestare si te quedas a mi lado por una idea tonta como los matrimonios concertados.
- Lo prometo.
- Bien. Tengo otra pregunta.
- Estas muy preguntón hoy.
- No había visto el marco completo. – Justifico – ¿Sabes a que se referían tus abuelos con lo de tu madre?
- No, no estoy segura. – Llevo sus dedos hacia sus labios – Nozel parece entender de que hablaban, no pensé que ellos iban a venir, esperaba que mi padre apareciera, no sabía que Solid realmente iría con ellos.
- ¿Estás molesta con tu hermano? Sería normal que lo estes, el mocoso se esta comportando como un absoluto cretino.  
- Un poco. – Se mordió el labio inferior, no quería admitir lo doloroso que fue ver a Solid estar en su contra tan claramente – Bueno, ya conociste a mis abuelos, viste el tipo de persona que son.
- Son horribles, no me extraña tu pésima actitud si tuviste que crecer con ellos, agradezco que cambiaras. – Ella bajo la mirada avergonzada para luego hacer un puchero – Estoy feliz de estar contigo, con la Nebra que conozco.  
- Nebra. – Se giraron para ver a una Cosette con una expresión preocupada – Escuche que mis padres estuvieron aquí…
- ¿Cómo te enteraste tan rápido? – Curioseó Nebra impactada – Estamos bien, Solid les dijo, así que vinieran a comportarse como esperábamos, Nozel nos defendió y nosotros no estamos comprometidos.
- Seguiremos siendo solo novios con la aprobación de Trenzas.
- No lo llames de esa forma.
- ¿Prefieres que lo llame cuñado? – Bromeó divertido ante su sonrojo, ella comenzó a discutir sobre el respeto que debía tenerle a Nozel cuando Cosette se carcajeo sentándose en el asiento libre.
- Lo importante es que mis padres sepan que Nozel aprueba tu relación, Nebra. De esa manera yo puedo fantasear con su historia de cuento de hadas, la princesa que se enamora de un caballero dispuesto a todo por ella.
- Yo no veo lo “romántico” en toda esta situación. – Se quejo un poco más ligera, le gustaba que su tía estuviera con ellos, ella era una persona muy famosa dentro de la nobleza, podría ayudarlos activamente, se perdía en sus pensamientos cuando Zora la beso en la mejilla, rápido y travieso, saltó como un gato.
- Yo sí lo hago. – Cosette tomo la mejilla de Nebra para estirarla con sus dedos – Mi sobrina tan tímida ¿Cuál de los dos me va a contar que sucedió? – Zora pensó que sería la mejor opción así que describió con lujo de detalle todo lo sucedido desde su punto de vista y a medida que su narración avanzaba la expresión de la alegre mujer se volvía sombría – ¿Dijeron eso de Acier?
- Sí. ¿A qué se referían?
- Acier tenía una manera de pensar muy distinta a la de nuestros padres, se asemejaba mucho a la de Lord Julius, pensaba en la igualdad que debían tener todos en el reino, no le gustaban varias tradiciones de la nobleza. – Respondió pensativa – Lo había dejado en claro en muchas oportunidades, ella quería mejorar a nuestro reino, pero sus ideas no eran del agrado de los nobles. Acier los amaba intensamente, quería que fueran felices por encima de todo, por eso no quería someterlos a los compromisos como nos sucedió a nosotras.
- Entonces… ¿Madre odiaría la persona en la que me convertí? – Su miraba bajo mientras jugaba con sus dedos con tristeza.
- Creo que Acier entendería tus acciones, la perdiste, estabas enojada y los adultos más cercanos a ti no se comportaron correctamente, además Nozel y tu estaban bajo mucha presión como los mayores, el peso de toda la Casa termino sobre sus hombros. – Cosette suspiro con tristeza – Además mis padres debieron intentar borrar todo lo que Acier les enseño.
- Tu madre debe saber que estas trabajando para cambiar. – Comento Zora para intentar animarla.
- Estoy segura de que Acier estaría feliz si intentaras darte una oportunidad para conocer y querer a tu hermana, Noelle es una buena chica, sé que puede ser difícil, pero trata de acercarte a ella.
- Le he dicho lo mismo.
- Lo sé. – Cruzo sus brazos sobre su pecho recostándose en la silla, hico un puchero poco elegante.
- Como ya conocí a tu familia puedo presentarte a la mía, es decir, mi escuadrón. – Dijo Zora con entusiasmo, ya lo había pensado con anterioridad, la respuesta de la familia de Nebra fue regular, con una tía muy feliz y unos abuelos muy enojados, pero sus chicos, como le hacía ilusión saber cómo se comportarían.
- Tu escuadrón está lleno de raros.
- Tomare eso como un cumplido, y quitando una parte de tu familia, también están llenos de extraños desagradables.
- Puedes decirle eso a tu Vice Capitán.
- Hablaré con Natch, no dejare que nadie te menosprecie, prometo que no lo hará.  – Aseguro con calma, se levantó con una sonrisa ligera – Debería irme.
- ¿Ya?
- Tengo trabajo también, Princesa. – La beso en la mejilla para luego retroceder mirando su expresión suplicante, irse significaba que ella tenía que enfrentar a su escuadrón ahora – Nos vemos otro día, señora.
- No, no. Me hace sentir muy mayor si me llamas así, dime Cosette. – Zora asintió con una sonrisa mientras Nebra fruncía el ceño.  
- Estás muy emocionada, tía.
Nebra parpadeo cuando Zora se inclino para darle un beso casto en los labios, no pudo evitar el rubor de sus mejillas mientras le lanzaba una mirada llena de confusión, a lo que solo recibió una breve sonrisa y un guiño, sintió las miradas de los miembros del escuadrón mientras dejaba la base, esperaba que Nebra estuviera bien, Nozel no permitiría que le hicieran daño.
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   #ElEscenarioDelMundo
🎭 “EL RIO” 👨‍🦰🌳👩🥳
🗯 Argumento: Puesta en escena, que contiene un paisaje de imágenes que nos recuerda al lenguaje de los sueños. Un hombre y una mujer perdidos en el bosque siguen el curso del río para tratar de encontrarse. Atraviesan diversos desafíos en su proceso de migración, entre la pérdida de un hogar y la búsqueda de uno nuevo, con la posibilidad de perderse en el camino. Dentro de esta ruta, se encuentran con memorias de ellos mismos, volviendo a revivir su infancia, adolescencia y adultez; contactándose con aquello que están dejando al moverse hacia algo nuevo y desconocido.
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👥 Elenco: Ronaldo Añorga, Yarini Díaz, Sara Enero, Alexandra Garcés, Luana Guerra-García, Alexandra Jiménez, Jazmín Labrin, Gloria María Lescano, Joamoc More, Luis Palma, Javier Suclupe y Víctor Victoria.
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📢 Dirección: Fernando Castro
🔎 Productora Ejecutiva: Roxana Araoz
© Producción: Compañía de Teatro Físico y UPC Cultural.
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📌 TEMPORADA: Del 13 al 29 de septiembre
📆 Funciones: Viernes y Sábado 🕗 8:00pm / Domingo 🕖 7:00pm.
⌛️ Duración: 50 minutos
🏪 Sala Quilla (av. Bolognesi 397 - Barranco) @salaquilla
🎯 Entradas:
🎟 Adultos: S/.35
🎫 Estudiantes y Jubilados: S/.25
🖱 Reservas: https://www.joinnus.com/events/theater/lima-el-rio-64181
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👀 A tener en cuenta: Obra recomendada para mayores de catorce años. (14+)
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Atención, si aún quieres inscribirte en la XXXI Milla Urbana de Palma del Rio, cerraremos hoy a las 20.00 horas
HEMOS AMPLIADO EL CUPO DE DORSALES, HASTA LAS 20:00 HORAS DE HOY SÁBADO PUEDES INSCRIBIRTE. CUPO MÁXIMO 225 Luis Beltran.- Aunque se va a celebrar en el mes de septiembre, ya puedes ir haciendo tu reserva para una prueba que este año va a sur el numero de inscritos espectacularmente. En esta página iremos colgando todas las noticias referente esta prueba. El precio cuatro euros adultos y dos…
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just4w3ird0 · 1 month
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La condena del vacío
(Parte primera)
La luz, mi luz, esta casi apagada. No me deja ver el camino, el camino que me hiela y me cala hasta la médula. Me retuerzo intentando aliviar ese frío pero, estoy vacío, nada me arropa ni me abraza. Sigo andando con miedo, con pena. Me chocó con las ramas, cayendo al suelo arenoso y me vuelvo a levantar con las palmas llenas de la arena que se adentra en mis heridas y se pega a mi sangre . No se porque me duele tanto si toda mi vida ha sido así y aunque me gustaría ponerle fin aquí, hay algo, una fuerza, una esencia, que me obliga a seguir caminando hasta que mi luz vuelva a guiarme y enseñarme el camino. Una respuesta, un sentido, que rellene ese vacío y me haga entender todo lo que hasta ahora no he comprendido. La insuficiencia, el temor, la peculiaridad, que llevo en mí tomando el control de mi cabeza. Los pensamientos del ayer que me ponen las manos en el cuello intentando ahogarme mientras un latido fuerte y repetitivo me hace sentir, me hacen recordar que estoy vivo. La calavera que cargo en mi espalda, como peso de la muerte, y las flores que intentan nacer de su humedad pero marchitan inevitablemente ensuciando mi cuerpo. Los hilos rojos que me atan cada uno de mis tobillos y los hacen escocer para distraerme del dolor mental. No estoy solo. No veo el camino, pero veo fantasmas, sombras que me perturban y me petrifican, me roban las palabras y me dejan indefenso en la frialdad de mi mente, atrapado en ella mientras intento llorar pero no puedo. Aunque lo intente no puedo más solo sentir la impotencia de sentir como un humano pero no terminar de serlo. No se a dónde voy, y si está luz que cargo en mi brillara alguna vez tanto como lo he soñado. Entre sueños me despiste y unas ramas afiladas comenzaron a abrirme la piel, clavándose hondo en mi mientras me desangraba y mi carne caía al suelo. Me abrazaban con fuerza pero no me dejaban ir a pesar del daño, pero me amaban. Sentía el calor de su amor, pero también el dolor y la agitación de ver mi cuerpo abierto volviendo el césped de un color rojo oscuro. Realmente me quería alejar pero en una ilusión me hacía sentir que ya no me haría más daño, que cortaría sus espinas. Pero la realidad no era esa, fuera de su sueño yo me caía a pedazos, cada vez más descompuesta por seguir adelante, para seguir mi camino. Sin embargo no hacía nada por escapar, por qué la posibilidad de dañar una de sus ramas me heria el alma más aún de lo que me herían sus heridas. Termine sollozando en el suelo, estaba cansada, y el candelabro en el suelo comenzaba a apagarse. Con mi sangre haciendo rios, las ramas salieron de mi cuerpo agonizante, débiles por la culpa que tenian de haberme hecho daño, estaban manchadas. Libre, use mi último suspiro de fuerzas para evitar que la llama se apagara y me dejara a oscuras a través del camino. No obstante, cometí el error de mirar atrás, y un pinchazo en el estómago me recordó el dolor de cada una de mis heridas y el vacío que hay en mí. El resto de seres, limpiaban y consolaban las ramas. Le retiraban los restos de mi sangre y por pena de la culpa que sentían, las rellenaban de adornos, halagos de fortaleza y compañía. Así, aún con dificultades de levantarme entendí que estaba solo, y que a pesar de ser al que dañaron, mis heridas nunca serian lo suficientemente grandes para ser vistas. Al menos, ya puedo llorar.
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newstfionline · 2 months
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Tuesday, July 23, 2024
Afghanistan War Commission opens inquiry of America’s longest conflict (Washington Post) Against the backdrop of America’s roiling political landscape and two raging foreign wars, a coterie of former U.S. government officials and academics on Friday opened what will be an extensive examination of the United States’ 20-year foray in Afghanistan—the nation’s longest conflict. The 16-member bipartisan panel has been tasked by Congress with determining what went wrong and what U.S. leaders could do differently the next time the United States goes to war. Their mandate encompasses policies and actions taken by four presidential administrations, the U.S. military, the State Department, U.S. allies, and many other agencies, organizations and people. The U.S. withdrawal from Afghanistan in August 2021 ended the war, but delivered the country back into the hands of the Taliban, an enemy Washington spent trillions of dollars trying to vanquish beginning in the aftermath of 9/11. The bloody and chaotic exit resulted in the deaths of 13 U.S. service members and scores of Afghans; left thousands of American allies behind to an uncertain fate; triggered broad, bipartisan outrage; and gave rise to bitterly politicized congressional inquiries and hearings.
Bus by Bus, Texas’ Governor Changed Migration Across the U.S. (NYT) The autumn of 2021 delivered a shock to the state of Texas. More than 9,000 migrants crossed the border on a September day into the town of Del Rio and huddled in a tent camp under a bridge. Thousands more came later that week from countries all over the world, challenging the town’s ability to handle them. The following spring, Texas opened a new frontier of its own. On April 13, a bus pulled into Union Station in Washington, D.C., carrying 24 migrants who had been offered a free ride from Del Rio, chartered by the state’s Division of Emergency Management. More buses arrived in the capital over the next several days. Soon, buses began arriving in New York and Chicago. Then Philadelphia. The destinations were cities run by Democrats who supported the Biden administration’s more open immigration policy. Soon, some neighborhoods in those cities started looking like Texas border towns. Shelters filled up. Then hotels rented by city officials to house the newcomers were overflowing. Records show that the Texas program is continuing to expand its reach and helping to reshape migration across the United States.
The Spanish fightback against record tourism (BBC) If you can elbow your way onto one of Majorca’s sunspots this summer, you will witness two unstoppable forces. The first, as old as time, the waves of the Balearic Sea, methodically erasing the day’s lovingly crafted sandcastles. The second, a more modern phenomenon, the tsunami of tourism threatening to consume all in its path. Every inch of beach is taken. Finding a parking space is like striking gold. There’s also the incessant beeping of contactless payment machines ringing out from the teeming hotels, restaurants and bars. But if this is a tale of colossal wealth being showered onto a business-savvy Spanish community, Sonia Ruiz certainty has not shared any of it. We meet the mother of one, 31, in a park a few hundred metres from the shore in the capital, Palma. Her landlord has asked them to leave and she says finding a new place is impossible. “Every day I’m looking and every day the rent is higher,” she says. “I even stop people in the street and ask if they have something because the day is approaching when I will have to leave the apartment, and I just see me and my son homeless because there is absolutely nothing.” Like thousands of Majorcans, Sonia is protesting this weekend against the surge in tourism that is being blamed for plummeting living standards among the local population. Activists say spiralling housing costs are being driven by a huge number of houses and apartments being bought by foreigners, or at least rented out to them for large chunks of the summer.
Civilians killed and wounded as Russia and Ukraine trade attacks (AP) Russia and Ukraine exchanged drone, missile and shelling attacks on Sunday. At least two people were killed in Ukrainian strikes on the partly Russian-occupied Donetsk region, Russian state media said, while Ukrainian officials said Russian strikes wounded at least five people. Along the front line in the east, Russia said it had taken control of two villages, one in the Kharkiv region and one in the Luhansk region.
Taiwan starts annual war games, aiming to closely mimic actual combat (Reuters) Taiwan carried out anti-landing drills on a strategic river on Monday at the start of the annual Han Kuang war games, which this year aim to be as close as possible to actual combat with no script and simulating how to repel a Chinese attack. China, which views democratically governed Taiwan as its territory, has been staging regular exercises around the island for four years to pressure Taipei to accept Beijing’s claim of sovereignty, despite Taiwan’s strong objections. Taiwan’s drills this year have cancelled elements that were mostly for show, like scripted firepower displays, while there will be intensified nighttime exercises and practising how to operate with severed command lines. The five-day war games will be happening in conjunction with the Wan’an civil defence drills, where the streets of major cities are evacuated for half an hour during a simulated Chinese missile attack, and test warning alarms will sound on mobile phones.
A deal in the South China Sea (Foreign Policy) The Philippines and China reached a provisional agreement on Sunday in an attempt to defuse escalating tensions in the South China Sea. The tentative deal, which comes after weeks of diplomatic consultations between the two nations, will allow Manila to resupply its naval ship, the BRP Sierra Madre, in the contested Second Thomas Shoal. The Chinese Foreign Ministry confirmed the arrangement but emphasized its conditional nature, reiterating that it would conduct “on-site verification” and “monitor” each resupply mission. Last week, Beijing and Manila also agreed to open an emergency hotline between their presidential offices. If successful, the recent diplomatic wins could help quell the monthslong flare-up in the region that saw China embracing an aggressive approach and using its Coast Guard to threaten and attack Philippine ships and sailors in the disputed waters.
Israel’s Netanyahu walks political tightrope on Washington trip (AP) Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu left for Washington on Monday, leaving behind a brutal war to make a politically precarious speech before the U.S. Congress at a time of great uncertainty following Joe Biden’s withdrawal from the presidential race. With efforts ongoing to bring about a cease-fire between Israel and Hamas, rising concerns about the war spreading to Lebanon and Yemen, and the U.S. in the midst of a dizzying election campaign, Netanyahu’s speech has the potential to cause disarray on both sides of the ocean. Netanyahu will deliver his congressional address with an eye on several audiences: his ultranationalist governing partners, the key to his political survival; the Biden administration, which Netanyahu counts on for diplomatic and military support; and Donald Trump’s Republican Party, which could offer Netanyahu a reset in relations if he is reelected in November. His words risk angering any one of those constituencies, which the Israeli leader cannot afford if he hopes to hold on to his tenuous grip on power.
Israel orders evacuation of part of Gaza humanitarian zone (AP) The Israeli military on Monday ordered the evacuation of part of an area in the Gaza Strip it has designated a humanitarian zone. The military said it is planning to begin an operation against Hamas militants who have embedded themselves in the area and used it to launch rockets toward Israel. The area includes the eastern part of the Muwasi humanitarian zone, which is located in the southern Gaza Strip. Many Palestinians have been uprooted multiple times in search of safety during Israeli’s punishing air and ground campaign. Earlier this month, Israel said it estimates at least a million Palestinians are now in the humanitarian zone it declared. The zone covers a stretch of about 14 kilometers (8.6 miles) along the Mediterranean. Much of that area is now blanketed with tent camps that lack sanitation and medical facilities and have limited access to aid, U.N. and humanitarian groups say. Families live in the midst of mountains of trash and streams contaminated by sewage.
Israeli Strike on Yemeni Port Will Harm Civilians, Not Houthis, Experts Say (NYT) The Israeli bombing of a vital Yemeni port controlled by the Houthi militia is not expected to deter the group from further attacks but is likely to deepen human suffering in Yemen, regional experts said. Israeli officials said the barrage of airstrikes that hit the Red Sea port city of Hudaydah on Saturday was a counterattack after the Houthis launched a drone that struck Tel Aviv on Friday, killing one Israeli and wounding several others. The Israeli strikes in Hudaydah killed three people and injured 87, according to the health ministry in the capital, Sana, which the Houthis control. The port is the main conduit by which food imports, fuel and aid enter impoverished northern Yemen, where more than 20 million people live.
Heat Waves Are Pounding Egypt, and Often There’s No A.C. (NYT) Egyptian summers have always been hot. But it has not always been this hot, with temperatures barely dipping below 100 degrees in Cairo since May, testing tempers and massacring houseplants. And it has never been this hot at a time when the government has imposed power cuts on most of the country for more than a year, plunging millions into sweaty, un-air-conditioned misery for hours each day. Since last summer, when energy shortages forced the government to impose the daily power cuts, the blackouts have become such a fact of life that local media has taken to publishing regular tips for what to do if stranded in an elevator as the power goes off. At least nine people have died under such circumstances, according to local media reports. “Pound on the door and don’t panic,” suggested a recent headline in Al Masry Al Youm, one news outlet. But it had little advice for fish sellers who struggle to refrigerate their wares, farmers whose chickens are dying en masse, people with little cash to fix shorted-out appliances or students studying for the all-important college entrance exams by flashlight.
Civilians suffering horrendous violence in Sudan conflict, MSF says (Reuters) Civilians in Sudan have suffered horrendous levels of violence during more than a year of conflict between the army and a rival paramilitary force, facing repeated attacks, abuse and exploitation by both sides, the aid group Medecins Sans Frontieres (Doctors Without Borders—MSF) said on Monday. The physical and mental wounds of violence have been exacerbated by the collapse of the health system and the lack of an international humanitarian response, MSF said in a report. Its teams had treated thousands of war wounded in areas affected by bombing, shelling of residential homes and essential infrastructure, it said. Across Sudan, people’s access to lifesaving care has been drastically affected due to shortages, widespread obstruction and looting of medical supplies, insecurity and attacks against patients and medical staff, as well damage to healthcare infrastructure, it said.
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evoldir · 2 months
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Fwd: Conference: UParana_Brazil.EvolutionaryBiology.Nov20-22
Begin forwarded message: > From: [email protected] > Subject: Conference: UParana_Brazil.EvolutionaryBiology.Nov20-22 > Date: 19 July 2024 at 05:56:56 BST > To: [email protected] > > > > ** I Brazilian Congress on Evolutionary Biology ** > > The newly-established Brazilian Society for Evolutionary Biology (SBBE) > will hold its first congress at the Federal University of Paraná in > Curitiba — Paraná, on the 20th to 22nd of November 2024. > > This first SBBE congress will be a unique opportunity for evolutionary > biologists working not only in Brazil but also abroad to congregate, > exchange ideas, and discuss their latest evolutionary findings. > > ** > SBBE24 Webpage: https://sbbevol.org/ > ** > SBBE24 Registration Webpage: > https://ift.tt/t6aNyj8 > > Stay tuned by following us on our social media: > > ** SBBE24 Instagram: > https://ift.tt/9GiNoHn > > ** SBBE24 X: > https://ift.tt/9FYwz2N > > ** Confirmed Invited Speakers: > > Alena Mayo Iñiguez (Fundação Oswaldo Cruz) > > Aline Ghilardi (Universidade Federal do Rio Grande do Norte) > > Ana Lúcia Tourinho (Universidade Federal de Mato Grosso) > > Andrea Pedrosa-Harand (Universidade Federal de Pernambuco) > > Clarisse Palma da Silva (Universidade Estadual de Campinas) > > Eduardo Tarazona Santos (Universidade Federal de Minas Gerais) > > Fabricio Santos (Universidade Federal de Minas Gerais) > > Fernanda Werneck (Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia) > > Frederico Henning (Universidade Federal do Rio de Janeiro) > > Jose Alexandre Felizola Diniz Filho (Universidade Federal de Goiás) > > Kateryna D Makova (Penn State University) > > Kelly Zamudio (University of Texas at Austin) > > Luiz Eduardo Vieira Del Bem (Universidade Federal de Minas Gerais) > > Maria Emilia Yamamoto (Universidade Federal do Rio Grande do Norte) > > Mário de Pinna (Universidade de São Paulo) > > Nelio Bizzo (Universidade de São Paulo) > > Pedro Godoy (Universidade de São Paulo) > > Santiago Benitez-Vieyra (Universidad Nacional de Córdoba) > > Tábita Hünemeier (Universidade de São Paulo) > > Tiago Quental (Universidade de São Paulo) > > Waldemir Rosa (Universidade Federal da Integração Latino-Americana) > > ** Organisers: > > Fabricius Domingos (Universidade Federal do Paraná) > > Fernanda Caron (Universidade Federal do Paraná) > > Mariana Vasconcellos (Universidade de São Paulo) > > Matheus Salles (Universidade Federal do Paraná) > > Márcia Beltrame (Universidade Federal do Rio Grande do Sul) > > George Pacheco (University of Oslo) > > We are looking forward to meeting you in Curitiba! > > Contact: > [email protected] > > The SBBE24 Committee > > Congresso Brasileiro de Biologia Evolutiva
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wallamascotas · 3 months
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REFUGIO NACIENDO UN SOL - CORDOBA
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REFUGIO NACIENDO UN SOL Somos un refugio para perros que lleva 12 años funcionando,  estamos en una zona muy castigada por la caza y el abandono. Actualmente tenemos más de 110 perros esperando familia. Tenemos perros de todas las edades y tamaños,  sanos y enfermos, todos deseosos de encontrar un hogar. EMAIL: [email protected] Tlf: 633 703 017 PALMA DEL RIO CÓRDOBA     Read the full article
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