Tumgik
#perder el aliento
olee · 8 months
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Fina | Enzo Vogrincic
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*3000 words (me inspiré) & mini s*x scene
Corrías con desesperación por el bullicioso aeropuerto, el eco de tus pasos resonando en los pasillos abarrotados. El tiempo apremiaba, y tu corazón latía al ritmo frenético de la prisa. El billete se aferraba en tu mano, como un talismán que te conectaba con tu destino. "¡Espera! ¡Ya voy!" gritabas, entre jadeos, mientras sorteabas a la multitud con determinación.
El reloj avanzaba implacablemente mientras te abrías paso entre la maraña de viajeros. Las luces parpadeaban sobre las pantallas indicadoras de vuelos, recordándote cada segundo que se escapaba. Al llegar al gate, una sensación de alivio temporal te invadió, pero rápidamente se desvaneció al notar que el área estaba desierta, como un escenario abandonado después de la función.
Te dirigiste apresuradamente hacia el empleado de la aerolínea, tu aliento agitado y la esperanza titilando en tus ojos. "Tengo un vuelo a Madrid ahora, por favor, dime que he llegado a tiempo", imploraste, con la voz entrecortada. El empleado, con un gesto comprensivo, te miró con seriedad y dijo: "Señorita, el vuelo se fue hace diez minutos".
Un nudo se formó en tu estómago, pero no te diste por vencida. Con determinación, preguntaste sobre cualquier opción disponible. "¿Hay algún otro vuelo a Madrid pronto?" El empleado, consultando la pantalla con un semblante compasivo, respondió que el próximo vuelo no sería hasta dentro de 15 horas. Asentiste con resignación, consciente de que el tiempo ya no estaba de tu lado.
Entonces, con la mente fija en tu compromiso ineludible, mencionaste la reunión crucial con la agencia de producción. "Tengo una reunión muy importante en Madrid. Aceptarán mi guión para una obra de teatro, y no puedo perder esta oportunidad", le expresaste al empleado, esperando encontrar alguna solución. El hombre tras el mostrador comprendió la urgencia en tu voz y te informó sobre la posibilidad de esperar.
Te refugiaste en un acogedor café ubicado en algún rincón del aeropuerto de Londres. El aroma del café recién hecho flotaba en el aire, pero tus sentidos estaban inmersos en la música melancólica de Guitarricadelafuente que fluía a través de tus audífonos. Con gestos automáticos, conectaste tu celular para cargarlo, buscando consuelo en las notas de tu artista favorito.
Sin previo aviso, una lágrima solitaria escapó de tus ojos, una expresión palpable de la desesperación que te embargaba por haber perdido el vuelo. La música parecía resonar en sintonía con tus emociones, como si Guitarricadelafuente compartiera tu dolor a través de sus cuerdas y melodías. Mientras las lágrimas seguían su curso, te sumergiste en un mar de pensamientos, contemplando el giro imprevisto que había tomado tu día.
Con resignación, extrajiste el guión de tu bolsa, sosteniéndolo entre tus manos temblorosas. El papel, ahora manchado por las lágrimas, representaba más que un simple texto; era la culminación de tus esfuerzos y sueños. Te encontrabas en una ciudad ajena, lejos de casa, y la realidad de estar varada por 15 horas en Londres se apoderaba de ti.
Las palabras del guionero, antes tan llenas de promesas, se volvían borrosas a través de tus lágrimas. De repente, te sentías como una niña de cinco años que había perdido su globo de cumpleaños, la tristeza reflejada en tus ojos y en cada línea de tu rostro. La ironía de la situación no pasaba desapercibida, y una mezcla de frustración y vulnerabilidad te envolvía mientras te aferrabas al guión como a un salvavidas en medio de la tormenta.
Sumida en la tristeza de tus pensamientos, te diste cuenta de repente de una mano amable que se acercaba a tu rostro con una servilleta. Entre la neblina de lágrimas, apenas pudiste vislumbrar la acción generosa de un desconocido que, con empatía, te ofrecía un medio para secar tus ojos. Agradecida por el gesto, aceptaste la servilleta sin poder identificar a la persona detrás de ella.
La bondadosa presencia a tu lado pasó desapercibida hasta que lograste controlar las lágrimas lo suficiente como para ver a quien te había brindado consuelo. Descubriste que había estado sentado junto a ti durante un buen rato, observando silenciosamente tu situación con comprensión. Sorprendida por su amabilidad, solo lograste articular un simple "thanks", incapaz de distinguir completamente sus rasgos.
En un giro inesperado, el hombre respondió en español. "De nada, yo espero que todo se recupere", dijo con una sonrisa tranquilizadora. Al levantar la mirada para agradecerle debidamente, te encontraste con la visión de un hombre extraordinariamente atractivo. Su piel canela destacaba bajo la luz del café, su cabello despeinado le daba un aire casual y sus ojos, de un caramelo puro, irradiaban calidez y comprensión.
Aunque te sentías vulnerable y con el corazón aún apretado por la situación, la presencia reconfortante de este hombre te hizo sentir un atisbo de consuelo. No sabías exactamente cómo reaccionar ante su belleza, pero la curiosidad y la necesidad de conexión humana te impulsaron a romper el silencio. "¿Hablas español?" preguntaste, con la esperanza de que la respuesta fuera afirmativa. El hombre sonrió y respondió con una risa contagiosa, "Creo que sí".
A pesar de la tormenta de pensamientos que te asaltaba, la visión de este joven que parecía salido de tus sueños generó un apretón en tu corazón. Sin embargo, la realidad chocó contra la fantasía cuando notaste que llevaba una sudadera y tenis Nike, una imagen más casual y terrenal que la que habías imaginado.
El chico, notando tu evidente perturbación, rompió el hielo al expresar su intriga ante la combinación de un guión en tus manos y lágrimas en tus ojos, “No te conozco, pero al ver que tienes un guión en mano y estás llorando, ahora estoy muy intrigado por lo que te ha pasado," dijo el chico guapo con una mezcla de curiosidad y empatía en su voz. Te sumiste en un silencio momentáneo, tratando de procesar la situación y, al mismo tiempo, preguntándote si este encuentro era producto de tu imaginación o si realmente estabas frente a alguien especial.
Finalmente, el chico reveló ser actor y confesó su amor por el teatro, aunque actualmente se encontraba inmerso en proyectos cinematográficos. La conexión con el mundo del teatro hizo que tus ojos se iluminaran con un atisbo de reconocimiento, y una sospecha empezó a formarse en tu mente.
Con un tono casual, le preguntaste: "¿Espera! ¿Tú eres Enzo, Enzo Vogrincic? ¿De 'La Sociedad de la Nieve'?" La confirmación en su expresión te dejó boquiabierta. "Ese mismo", respondió con una sonrisa, añadiendo con humor, "desde hace tiempo no veía a alguien tardarse tanto en reconocerme". Tu corazón latía con emoción mientras intentabas procesar la realidad de tener a un actor reconocido a tu lado.
Con entusiasmo, le confesaste: "Es que... ya he conocido a tantos actores que me da igual, pero... yo amé tu actuación y las otras obras que has hecho en Montevideo, es que amé".
Enzo, aún intrigado, te agradeció con sinceridad. "Gracias, escuchar esto me da más ánimo en hacer lo que hago," expresó con una sonrisa genuina. Sin embargo, no dejó que el agradecimiento se interpusiera en su deseo de conocer más sobre tu historia.
"Pero… no cambiemos el tema, ¿por qué estabas llorando? ¿Eres actriz o…?" preguntó con un gesto de interés. Tomaste un momento para recobrar la compostura y compartir parte de tu vida con este actor que, de alguna manera, se había convertido en un confidente inesperado.
"Soy prácticamente guionista, y me gusta escribir tragedias, dramas y todo lo Lorca," comenzaste a explicar, revelando tu pasión por la escritura teatral. "Pero últimamente no he tenido la suerte, y ahora que tengo una gran oportunidad en Madrid, el vuelo acaba de irse, y pues…" La frustración y la tristeza se reflejaban en tus ojos mientras compartías la historia de tu día caótico, sintiendo que Enzo podría entender el peso de tus aspiraciones y desafíos creativos.
"Qué horrible, pues no estás sola, porque yo también perdí el vuelo para Madrid," compartió Enzo, revelando un inesperado giro en su propia situación. Tus ojos se abrieron con sorpresa ante la revelación. "No jodas?" respondiste, dejando escapar tu incredulidad. Enzo rió ante tu reacción y, con un tono resignado, comentó: "Así es la vida". La ironía de la situación resonó en la conversación, creando un lazo instantáneo basado en las coincidencias y desafíos compartidos.
Después de pasar varias horas inmersos en el café, tú y Enzo continuaban deleitándose en una charla apasionada sobre el teatro y todo lo relacionado con sus amores creativos. El tiempo parecía volar mientras compartían anécdotas, descubrían similitudes en sus carreras y exploraban sus visiones artísticas.
A medida que la conversación fluía, el reloj recordó que era casi la hora del almuerzo. Enzo, con una sonrisa, sugirió: "¿Qué te parece si nos damos un respiro y vamos por unas hamburguesas?" La idea resonó contigo, y juntos se dirigieron a un lugar cercano para disfrutar de un almuerzo casual y reconfortante.
Después de saciar el apetito, la tarde avanzaba y la diversión no se detenía. Enzo, con su sentido del humor intacto, los condujo a un bar cercano. Cómicamente, se dirigió al bartender diciendo: "Denos dos cognac, que nos hace bastante falta". La ocurrencia sacó una risa de tu parte mientras observabas la escena con complicidad.
Mirándolo con una sonrisa, bromeaste: "Sabes, se supone que no esté borracha, pero si es así, no me importa".
Entre risas y la atmósfera relajada del bar, tú y Enzo continuaban disfrutando de la compañía mutua. El ambiente festivo se intensificaba a medida que ambos tomaban innecesariamente, sumiéndose en conversaciones que abordaban cualquier tema que se les ocurriera.
En un momento de confianza, decidiste compartir un secreto que habías guardado durante mucho tiempo. "Enzo, te tengo que confesar algo," dijiste, con un tono cómplice. Él, intrigado, respondió con un "Dale, dime".
Toda roja y riéndote, soltaste la confesión: "Yo te re amaba, like cuando saliste en 'La Sociedad de la Nieve', no pude aguantar mi fanatismo y pues, ahora que lo pienso, creo que hasta escribí un fanfiction de ti". La expresión de Enzo era un cóctel de sorpresa y diversión mientras esperaba a escuchar más detalles.
Con una risa nerviosa, Enzo te pregunta: "Y... de qué era ese fanfiction?" Entre risas y complicidad, respondiste, "Eso mejor no lo hablemos pero... ya tú sabe". Enzo, con una sonrisa pícara, te desafió: "Yo no sé, dime tú".
Entre risas y anécdotas compartidas, el tiempo parecía desvanecerse mientras ambos continuaban disfrutando de la velada. Sin embargo, la realidad del horario de su vuelo a Madrid interrumpió la burbuja temporal en la que se encontraban. El intercom anunció que era hora de abordar, generando una pausa en su divertida conversación.
Enzo, con una mirada juguetona, sugirió: "Quédate conmigo, así te sientas al lado mío y charlamos más". Tú, recordando la asignación de asientos, expresaste tu preocupación: "Pero, el asiento está designado". Sin embargo, Enzo, con confianza, respondió: "Eso me lo dejas a mí". Ante su propuesta, no pudiste evitar sonreír y ceder: "Pues, ¡vale!"
Al entrar al avión, Enzo abordó con confianza y se dirigió a una de las azafatas. "Perdona, pero hubo un error con los asientos, ella se supone que esté al lado mío, además que es my fiancé," dijo con una sonrisa juguetona, dejándote boquiabierta y bastante ruborizada. La declaración tomó por sorpresa a la azafata, quien, a pesar de la confusión, asintió amablemente y te acompañó hasta el asiento asignado al lado de Enzo.
Mientras te acomodabas, una mezcla de asombro y nerviosismo se reflejaba en tu rostro. Enzo, con su actitud desenfadada y una chispa de complicidad, te guiñó un ojo antes de sentarse a tu lado.
Al sentarte, no pudiste evitar comentarle a Enzo: "Estás demente, ¿cómo que fiancé?" Él te miró con una sonrisa pícara y respondió: "Ay mira, estos son cosas que pasan, y además esto, ehh..." Tratando de mantener la compostura, le interrumpiste: "Mira, ya, que estás re tomado, que ni sé de qué estamos hablando."
Él, con un tono cómico y sarcástico, te dijo: "De que eres mi fiancé y punto." En respuesta, le diste un pequeño puño juguetón en el brazo, y Enzo, dramáticamente, exclamó: "Ay, eso dolió." Tú, riendo, le reprochaste: "Ay no seas bobolón."
Ya cómodos en sus asientos, Enzo te mira con la expresión de quien necesita más alcohol, mientras tú le devuelves la mirada con gesto de ya no más. Sin embargo, al pasar una azafata, Enzo, con su característico sentido del humor, le dice: "Perdona, ¿nos podrás traer dos champán? Es que como nos vamos a casar pronto." Tu rostro se torna más rojo de lo que ya estaba ante la inesperada declaración de Enzo.
La azafata, acostumbrada a situaciones peculiares, asiente con una sonrisa y se apresura a cumplir la solicitud. Mientras tanto, Enzo se relaja en su asiento con una expresión de triunfo, mientras tú intentas ocultar tu sorpresa y diversión ante la ocurrencia.
Se tomaron el champán con un "¡Salud!" y el ambiente se llenó de risas y un toque festivo. Sin embargo, a medida que disfrutaban de la bebida, comenzaron a notar que el efecto del alcohol se estaba haciendo más evidente, sumergiéndolos en un estado de relajación profunda. Enzo te mira con complicidad, y con una sonrisa pícara, comenta: "Y de qué era el fanfiction? Es decir, me imagino que era bueno."
Tu rostro refleja una mezcla de pensamiento y vergüenza, y le respondes: "Ay Enzo, por favor, no hablemos de eso, ya te dije que no te voy a contar." Sin embargo, Enzo persiste con curiosidad: "Pero me imagino que fue creativo." Lo miras con incredulidad, como si sus palabras fueran más serias de lo que aparentaban, y le contestas: "Cómo que creativo, I mean, era normal, como una chica empezando sus veintes y todo eso."
La conversación da un giro inesperado cuando Enzo, con sorpresa, pregunta: "Espera, no jodás que… ¿cuántos años tienes?" Lo miras directamente y le respondes con humor: "Bastante mayor, ¿por? ¿Me veo vieja?" Enzo, tratando de explicarse, menciona: "No... es que yo pues, ya sabes que estoy en mis mediados de treinta." Tú, con una sonrisa traviesa, le dices: "Estás bien, ¿o mejor te digo que estás viejo?" Las risas se mezclan con la complicidad, creando un ambiente ligero y divertido mientras continúan su viaje a Madrid.
Después de la conversación sobre el fanfiction, Enzo ya estaba medio dormido, o mejor dicho, parecía cansado o sumido en sus pensamientos. Mientras tanto, sentías la necesidad apremiante de ir al baño. Decidiste levantarte del asiento y dirigirte al baño del avión. Sin embargo, al llegar, te encontraste con una fila larga para el baño de mujeres, y la urgencia no esperaba.
La azafata, al notar tu situación, te tranquilizó diciéndote que podías usar el baño de hombres, ya que estaba vacío en ese momento. Agradecida, aceptaste la oferta y te aventuraste en una larga caminata a través del amplio avión. Al final, encontraste el pequeño baño del avión, donde pudiste aliviarte y refrescarte las manos.
Justo cuando estabas a punto de salir, te diste cuenta de que Enzo estaba a punto de abrir la puerta del baño. Ambos se miraron con asombro, creando un momento de sorpresa compartida. Sin embargo, lo que más te ponía nerviosa era el silencio incómodo que se instaló entre ustedes. Aunque no era incómodo en sí, había una tensión que no podías ignorar.
Tus ojos se encontraron con los de Enzo, sus labios y sus ojos endormecidos brillando en la penumbra del avión. Era como si el tiempo se hubiera detenido por un momento, y la conexión entre ustedes se manifestaba en el silencio compartido. Ambos parecían estar atrapados en la atmósfera íntima del instante, sin palabras pero con una comunicación palpable entre las miradas.
Ligeramente afectada por los efectos del alcohol, observabas cómo el brazo de Enzo estaba recostado en la puerta del baño, como si te invitara a pasar. Sin embargo, te quedaste mirándolo, notando que sus venas sobresalian, un detalle que capturó tu atención de manera inusual.
De repente, Enzo miró a ambos lados y se introdujo al baño contigo, a lo cual respondiste incrédula, diciendo: "Mijo, pero—" Antes de que pudieras terminar la frase, Enzo te agarró de los muslos y te hizo sentar en el mini lavamanos. Te sentías un poco incómoda, sin estar segura de cómo reaccionar, pero permitiste que Enzo guiara la situación.
Él te agarró suavemente del cuello y empezó a besarte apasionadamente, como si ambos tuvieran una sed desesperada de conexión. Respondiste a sus besos de manera igualmente intensa, sumergiéndote en el momento. La pequeña cabina del baño se convirtió en un espacio íntimo donde las emociones y los deseos se expresaban libremente entre ambos, desafiando la lógica del apretado espacio.
Después de tantos besos, Enzo te tocaba apasionadamente por todos lados, más — soltás un suspiro largo y él hace lo mismo, como medio agitado. "Me parece que ya es hora de pegar una cabeceada," te dice. Tú, con cierta preocupación, le tirás, "Pero capaz hay gente esperando afuera, ¿cómo hacemos para salir del baño?" Él te responde con un "Solo tenés que seguirme," agarrándote de la mano. Enzo abre la mini puerta del baño del avión, echa un vistazo a los lados y, medio incómodos pero satisfechos, se encaminan hacia sus asientos.
Al sentarse, tú y Enzo quedan en un largo silencio, procesando todo lo que había pasado en esos largos minutos en el baño del avión. Mientras tanto, Enzo te agarra de la mano y te da un besito en la misma. "(Y/N), me tendrías que pasar tu número de celu, quiero volver a verte," te dice, y tú, ya un poco cansada y recostada en el hombro de Enzo, le respondés, "Cuando aterricemos, te paso mi número," y él asiente con un "Dale."
Fin
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deepinsideyourbeing · 6 months
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Standing in the light of your halo - Esteban Kukuriczka
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+18! Dom!Esteban, spanking, breve nipple play, sexo oral, alusión a bondage y/o shibari, fingering, sexo sin protección, face slapping, spitting, begging, creampie, aftercare, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Esteban te sostiene firmemente sobre su regazo, el bulto entre sus piernas roza tus costillas y la palma de su mano impacta con fuerza sobre tu piel ardiente una y otra vez, sin darte respiro. Tu voz es apenas un murmullo al contar y agradecerle por cada nalgada.
-¿Color?- pregunta, dirigiendo sus dedos a tus pliegues mojados y moviéndolos de arriba abajo. Te resulta difícil concentrarte y la siguiente vez que habla, acentúa sus palabras tirando más fuerte de los mechones entre sus dedos-. Contestá cuando te pregunto algo.
Tomás aire.
-Verde.
Siembra un par de besos en tu espalda luego de un último roce a tu centro y masajea tu cuero cabelludo por unos instantes antes de obligarte a reincorporarte para sentarte entre sus piernas, sus manos se deslizan desde tus caderas hasta tus pechos desnudos salpicados con las marcas de sus dientes. Besa tu mejilla, tu cuello, desciende hasta tus hombros y deshace el camino que trazaron sus labios hasta llegar a tu boca, pero no te besa.
-¿Querés que te coja?- asentís-. ¿Sí…?
-Sí, por favor.
Sus dientes capturan tu labio inferior mientras una de sus manos te aprisiona contra su pecho y la otra juega con tus pezones. Sus dedos no muestran piedad alguna y emite un sonido de falsa simpatía cuando te quejás a causa del dolor, sonido que sería convincente de no ser porque sentís la forma en que su miembro caliente palpita contra tu espalda baja y humedece tu piel.
En un rápido movimiento te deja de rodillas entre sus piernas y tus manos se ubican de manera instintiva sobre tus muslos para que pueda verlas con claridad. Acaricia tu rostro con suavidad y perseguís el calor y confort de su mano mientras mantenés contacto visual con él, los destellos verdes en sus ojos fundiéndose con el color ámbar ahora que sus pupilas están dilatadas.
Te perdés contando las pecas que salpican la piel de sus mejillas y el puente de su nariz, observando cómo los mechones rubios caen sobre su frente y sus cejas, la particular forma en que sus labios se fruncen y delatan así el deseo y la necesidad que siente por vos. Recostás tu cabeza contra su pierna y la sombra de una sonrisa amenaza con romper su semblante serio.
-¿Puedo…?- tu mirada alterna entre sus ojos y su miembro, erecto y goteando.
Cuando asiente dejás escapar una respiración temblorosa, deseosa de tenerlo en tu boca, y sin perder tiempo cerrás tu mano alrededor de él. Lo masturbás con lentitud y un agarre firme, hipnotizada por la aparición de gota tras gota de líquido preseminal, por los suspiros y por sus palabras de aliento que te incitan a continuar. Tu pulgar juega con su punta brillante y roja, provocando que su excitación impregne su miembro y también tus dedos.
Comenzás besando sus muslos, dando alguna que otra mordida inofensiva para luego plantar besos sobre su miembro y delinear con tu lengua la vena que lo recorre. No pasa mucho tiempo antes de sentir su mano sobre la parte posterior de tu cabeza, una silenciosa indicación o una orden que obedecés inmediatamente: cuando tu lengua se desliza sobre su punta y su sabor invade tus sentidos tus labios se cierran sobre esta para comenzar a succionar con fuerza.
Esteban no te la hace fácil, por supuesto que no. Su mano ejerce presión para que tomes más de su miembro en tu boca y no se detiene al sentir la forma en que tu garganta se contrae –una sensación que lo vuelve loco-, sabe que de necesitar parar vas a tocar su muslo dos veces. Acaricia tu mejilla y limpia las lágrimas que desbordan tus ojos antes de liberarte, observa fascinado la forma en que su miembro y tus labios permanecen conectados por un hilo de saliva.
Toma tus manos entre las suyas y masajea tus muñecas antes de llevárselas a los labios para besar con delicadeza las marcas en ellas, el recuerdo que las cuerdas de yute dejaron en tu piel. Cubre de besos el dorso de ambas manos y las yemas de tus dedos, cerrando sus ojos y suspirando cuando su lengua prueba el rastro que dejó en vos.
Te ayuda a ponerte de pie y te recuesta en la cama deshecha, el movimiento realzando el aroma de sus respectivos perfumes en las sábanas. Sus ojos recorren tu cuerpo de manera intensa antes de recostarse a tu lado y separar tus piernas con un simple toque de su mano, sus largos dedos instalándose entre tus muslos para acariciar superficialmente la piel alrededor de tu entrada.
-Mirá cómo te mojaste- acerca su mano a tu rostro para que puedas apreciar la forma en que sus dedos brillan bajo la tenue luz de la lámpara-. Abrí.
Tus labios se separan e introduce dos dedos en tu boca, el sabor de tu esencia esparciéndose sobre tu lengua rápidamente. Esteban clava sus ojos en los tuyos y observa la forma en que batallás para sostenerle la mirada cuando comienza a golpear tu garganta con sus dígitos: una de tus manos cerrándose sobre su muñeca a modo de advertencia, o tal vez súplica, basta para que los retire. Te recompensa besando tu mejilla y presionando sus dedos contra tu entrada.
-Por favor- humedecés tus labios-. Necesito…
-¿Qué necesitás?
-A vos.
Una sonrisa de satisfacción tira de sus labios y sus dedos se hunden en la calidez de tu interior con movimientos lentos, medidos y expertos. Centra su atención en tus puntos más sensibles, una acción reflejo del conocimiento que posee sobre tu cuerpo, y minutos más tarde su pulgar masajea tu clítoris siguiendo el mismo ritmo.
Tus gemidos cada vez más altos acompañan los sonidos obscenos que reverberan en las paredes desnudas de la habitación y las muecas que atraviesan tu rostro, junto con la contracción de tus paredes alrededor de sus dedos, le permiten saber que tu orgasmo se acerca. Normalmente te haría esperar, pero decide darte el capricho sólo por esta vez y cuando intentás advertirle asiente de manera comprensiva para hacerte saber que tenés su permiso.
Silencia tus gemidos besándote en el momento justo y disfruta el hecho de que te cueste corresponder el beso, tus piernas se cierran con fuerza ante el placer abrumador y no sos consciente de que tus uñas se entierran sobre la piel sensible de uno de sus hombros… Pero no le importa, Esteban adora que todo el mundo sepa que te pertenece tanto como vos a él.
Retira sus dedos y utiliza tus fluidos para lubricar su miembro, pero se detiene al posicionarse entre tus piernas para apartar los mechones de cabello que caen sobre tu rostro y asegurarse de que te encontrás en las condiciones adecuadas para continuar. Desliza su punta entre tus pliegues y el calor de esta te roba un suspiro que se transforma en un gemido cuando por fin te penetra.
Para distraerte del ardor inicial provocado por la intrusión, Esteban acaricia tu cadera y dibuja círculos sobre tu clítoris sensible. Observa la forma en que su miembro se desliza entre tus pliegues, tu entrada apretada cediendo lo suficiente para que él logre hundirse profundamente en vos, y aparta la mirada de vez en cuando para observar en tu rostro las expresiones que ya conoce. Están grabadas a fuego en su memoria pero no puede evitarlo, adora verte.
Te perdés en el placer y la sensación de sus caricias, de tu boca sólo surgen palabras sin sentido pero Esteban comprende que es la forma en que rogás por más. Descansa su peso sobre una de sus manos y la otra toma tu mejilla antes de comenzar a mover sus caderas con fuerza, abusando de tu punto dulce como sólo él es capaz de hacerlo.
El pulgar rozando tu mejilla se desliza entre tus labios y su mirada vuelve a perderse entre tus piernas, la imagen desplegándose frente a sus ojos es casi suficiente para hipnotizarlo y tus gemidos son su melodía favorita, siempre acompañada por el ostinato que producen sus pieles en contacto.
-¿De quién es esta conchita?- remarca sus palabras con una fuerte embestida-. Decime, dale.
El dedo en tu boca te impide hablar casi tanto o más que el placer que nubla tu mente y Esteban es consciente de ambas cosas, pero no significa que deje de esperar una respuesta de tu parte. Retira el dígito de manera brusca y la palma de su mano impacta con fuerza sobre tu mejilla, el escozor devolviéndote a la realidad demasiado tarde.
En un segundo te posiciona dejándote sobre tu estómago y se sienta sobre tus muslos, desliza sus uñas sobre las aun notorias marcas que sus manos dejaron en tu piel hasta hacerte llorar y luego masajea la zona afectada. La punta de su miembro roza tu entrada por una fracción de segundo antes de que te penetre con fuerza y deje caer su pecho sobre tu espalda, su peso corporal haciéndote sentir protegida al igual que sus labios besando tu cabello.
Con las fuerzas restantes en tu cuerpo te reincorporás lo suficiente para voltear a verlo, intentás pedir que te bese pero lo único que escapa de tus labios entreabiertos son gemidos y sonidos de desesperación. Acerca su rostro al tuyo y escupe sobre tu lengua, observando con atención la forma en que las emociones tiñen levemente tus mejillas antes de tragar su saliva.
La sensación de su miembro golpeando el punto más profundo en tu interior te lleva al borde de otro orgasmo, ocultás tu rostro contra la almohada y tu mano se cierra sobre su muñeca.
-Por favor, por favor- rogás, tus palabras apenas audibles-. ¿Puedo?
-Sí, bebé- besa tu sien con delicadeza, una acción que contrasta con la agresividad de sus estocadas y los sonidos húmedos que estas provocan.
Intentás ahogar un grito mordiéndote el labio, pero es completamente inútil una vez que alcanzás el orgasmo y el placer se extiende por todo tu cuerpo. Una de tus manos se cierra con fuerza, haciendo un puño con las sábanas, mientras las uñas de la otra marcan nuevamente la piel de Esteban y aprisionás la almohada entre tus dientes.
Unos segundos más tarde, cuando la sensibilidad  post orgasmo amenaza con convertirse en tortura, sentís la forma en que Esteban llena tu interior y sus movimientos se detienen. Susurra palabras dulces en tu oído, entre ellas apodos como princesa y bebé, y riega besos en cada sitio que sus labios encuentran en su camino hasta tu boca.
-¿Estás bien?
Te aclarás la garganta.
-Perfecta- le dedicás una sonrisa.
Su miembro abandona lentamente tu interior y observa la forma en que su semen escapa de tu entrada -que se contrae ante la pérdida de él-, cayendo sobre tus pliegues y manchando las sábanas. Utiliza un dedo para recoger los restos de ambos y los empuja nuevamente hacia tu interior haciendo caso omiso de tus protestas.
-¿Qué te parece si nos damos una ducha y comemos algo?- propone mientras te ayuda a sentarte. Es una pregunta retórica, no tenés otra opción; Esteban es sumamente cuidadoso y jamás permitiría que experimentes los efectos de un descuido o la falta de atención luego de una sesión. Además, ¿por qué te negarías a ser consentida por él?
Te acompaña al baño y ambos esperan a que la temperatura del agua sea la ideal para entrar en la ducha, ignorando el vapor que empaña por completo los azulejos y el espejo. Lava tu cabello con cuidado y hacés lo mismo con el suyo, masajea gentilmente tus hombros y los músculos de tu espalda, y cuando salen observa con atención cómo realizás tu rutina de skincare.
Se acerca y rodea tu cintura con sus brazos, la punta de su nariz rozando tu cuello mientras mira tus ojos en el reflejo del espejo. Te sonríe, agotado y somnoliento, y sabés que tu lugar en el mundo siempre será entre sus brazos.
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dariann-garcia · 6 months
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El corazón recuerda a quien le hizo latir más fuerte hasta que alguien más le haga perder el aliento.
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lizveroworlds-blog · 10 months
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Dejame saciar el hambre que llevas dentro,
desmenusar uno a uno tus deseos
mientras mis desvaríos se van apropiando del fuego de tu alma,
dejame colmarte de emociones todas nuevas
gozando del placer que nos brinda saborear esa sabia bendita
que fluye del encuentro de su ser cuando se empotra con el mío,
Y al casi perder la conciencia mirémonos fijamente,
abrazados sin espacios con el aliento tibio,
mudos a las palabras desencadenando una interminable lluvia de besos,
Para vivir empalmados piel a piel,
sabiendo que en ese espacio siempre somos y vamos a ser.
Instinto
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selenne76 · 6 months
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...El es un vicio muy caro...
Su forma lasciva de mirarme me roba el aliento
Sus caricias me llevan a perder toda la voluntad
Sus besos me quitan el sueño
Por volver a estar bajo su cuerpo vendería mi alma al diablo
Feliz sábado almas lujuriosas...🖤🖤🖤
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kamas-corner · 2 months
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Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que me pone de noche en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento. Tengo pena de ser en esta orilla tronco sin ramas, y lo que más siento es no tener la flor, pulpa o arcilla, para el gusano de mi sufrimiento. Si tú eres el tesoro oculto mío, si eres mi cruz y mi dolor mojado, si soy el perro de tu señorío. No me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi Otoño enajenado.
-Federico García Lorca / Tengo miedo a perder la maravilla
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alasdepaloma · 9 months
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Podría caminar toda la vida bajo los hilos de tu agua transparente, tibios y en ocasiones tan fríos como la misma muerte. Podría mojarme en esas tristezas y sucumbir entre sus flagrantes miedos. No, no requieres de enjugarte las mejillas pues mis manos fueron hechas para hacer de tus lágrimas el piélago de mis silencios. Ven, cielo mío, ven y reposa tu blanco rostro entre mis manos, húndete en mi pecho que ya es tuyo, abrígate en la melodía de mi refugio, el latido agitado de mi ansiosa serenidad. Podría beber de tu aliento temeroso y de éste hacerte unas alas de papel; podría perder la voz pero jamás las letras que sudan los versos tuyos desde la primera capa de mi piel. Quédate aquí conmigo, quédate y no busques sonreír, hagamos de tu mar el puerto donde mi ternura esboce el arco colorido en el que puedas encontrar al niño que has de sanar y… deja a mi niña amarte, cielo mío, en tu totalidad.
—Paloma.
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belencha77 · 1 month
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CAP 30 - BAJO LA SUPERFICIE
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|| ¿Qué es lo que mis ojos acaban de captar? ¿Una hermosa dama que se ha infiltrado en mi fiesta? Honestamente, no recuerdo haberte visto en mi lista de invitados || Exclama con una voz seductora, su mirada fija en mí.
|| ¡Liam! || respondo emocionada mientras me doy vuelta para mirarlo. Mis ojos se iluminan y mi corazón late con fuerza al verlo. Él me sonríe con picardía y lentamente me lleva a un lugar más reservado, alejándonos de las miradas curiosas.
|| Supongo que no debería sorprenderme verte aquí... || dice mientras una de sus manos descansa sobre la madera y se inclina lentamente hacia mí. Su aroma embriagador me hace cerrar los ojos por un momento. Acerca su boca a mi oído y susurra suavemente || Riley, realmente te ves hermosa y sexy hoy. Eres impresionantemente deslumbrante ||
|| Siempre tan encantado || Sonrío mientras mis manos juegan con los botones de su camisa || ¿Sabías que me muero por verte desde hace tiempo? ||
|| ¿De verdad? || pregunta con una sonrisa traviesa, acercándose más. Siento su aliento cálido en mi cuello, y un escalofrío recorre mi espalda.
|| Sí... || respondo, apenas capaz de ocultar mi emoción. Liam levanta suavemente mi barbilla con su dedo, obligándome a mirarlo a los ojos. La intensidad en su mirada me hace perder el aliento.
|| Pues no eres la única || susurra, sus labios apenas rozando los míos. Sin poder resistirme más, cierro los ojos y permito que nuestros labios se encuentren en un beso lleno de pasión y deseo. Al separarnos, él me sonríe y acaricia mi mejilla con suavidad || Por muy contento que estoy de verte, supongo que no estás aquí solo por mi compañía, ¿verdad? || pregunta Liam con una sonrisa insinuante, sus ojos brillando con curiosidad.
|| Desafortunadamente, no || respondo, lanzando un pequeño suspiro que tenía sostenido. Liam me mira con ojos amorosos y ansiosos || Quería aprovechar este evento para hablar con Sebastián. No quiero que pase más tiempo || Le explico.
|| ¿Sola? Por qué no me avisaste… ¿No deseas que te acompañe? || pregunta con preocupación, mientras coloco mi mano sobre su pecho, sintiendo su corazón acelerarse.
|| Me encantaría, pero probablemente sea más seguro si parece que no sabes nada aún. Al menos por ahora || le respondo, mirándolo fijamente || Pero Drake se ofreció a acompañarme. Dijo que él también necesita algunas respuestas || Y con mis palabras noto una chispa de incomodidad y celos en los ojos de Liam antes de que se recomponga.
|| Drake, ¿eh? || murmura, su tono apenas disimulando la molestia || Bueno, entiendo... Pero luego de que hables con Sebastián, de inmediato tomaré cartas en el asunto || Se inclina más cerca y comienza a susurrar en mi oído, su aliento cálido y sus palabras sutiles hacen que mis mejillas se sonrojen || Dejando ese tema a un lado... Mientras adornas inesperadamente mi presencia en este lugar, tengo una propuesta para ti. Hay un lugar particularmente agradable a lo largo del Sena, un puente con columnas coronadas por estatuas doradas. Lo he estado observando durante los últimos días y, alrededor de la medianoche, está completamente desierto || Se echa hacia atrás y tira suavemente de mi barbilla para que lo mire, sus ojos fijos en los míos con una intensidad electrizante || Por esta noche, me gustaría alejarte de todo esto... de nuestros enemigos y de los complots contra nosotros... y tener una velada juntos en el corazón de París || susurra, sus labios rozando los míos.
|| Liam, sabes cómo tentarme... || respondo, sonriendo coquetamente mientras mis dedos trazan líneas imaginarias en su pecho || No puedo resistirme a una noche así contigo… Aunque, ¿no estarás cansado después de todo esto? ||
|| ¿Cansado? Jamás… Mi tiempo contigo es como el aire para un hombre que se está ahogando. Nada me alejaría de ti || dice con una sonrisa traviesa, acercándose aún más || Entonces, está decidido. Haré que un auto te lleve. Nos veremos ahí a la medianoche. Te prometo que será una noche inolvidable ||
|| ¿Y qué es lo que estaríamos haciendo, exactamente? || pregunto, dejando que mi curiosidad y coqueteo se mezclen en mi voz.
|| Considéralo una… sorpresa. Pero te puedo decir que tendremos a París para nosotros solos mientras el resto de la ciudad duerme ||
|| Vaya… Suena asombroso || respondo, sorprendida y feliz.
|| Lo es, pero más lo es la idea de pasar tiempo contigo. Anhelo tenerte para mí más tarde || dice, acercándose aún más. Nuestros labios se encuentran en un beso lleno de promesas, dejando atrás cualquier rastro de celos y preocupación. Al separarnos, nuestras respiraciones están aceleradas. Liam se aleja un poco, marcando distancia, mientras yo me apoyo en una de las columnas del lugar.
|| Liam, ¿así que aquí es donde te escapaste? || exclama la voz de Charles. Al girar, veo que llega junto con Rashad. Ambos me miran de pies a cabeza || No sabía que las plebey... || comienza Charles en tono burlón, pero al ver la mirada seria de Liam, se detiene bruscamente y cambia de tono || Quiero decir, ¿las damas de la corte están permitidas en tu fiesta? || Y antes de que Liam pueda responder, Rashad intercede de inmediato.
|| Liam, ¿por qué tienes a una mujer tan hermosa en tu despedida de soltero? No sabía que estaba permitido || anuncia Rashad sin quitarme los ojos de encima. Noto que Liam frunce el ceño, claramente molesto por el comentario de Rashad || ¿Acaso tengo el placer de que me hayas venido a buscar? || añade Rashad, con una sonrisa insinuante.
|| ¿Buscarte? ¿Yo? || exclamo, sorprendida y sin saber cómo responder. Liam me mira y sonríe, adelantándose a contestar.
|| Para ser sinceros, Lady Riley parece siempre asomarse en eventos como estos || dice Liam con mucha seguridad, aunque noto un destello de celos en su mirada. Inmediatamente, me sale una gran sonrisa, entendiendo el porqué de su comentario. En efecto, esta sería mi segunda despedida de soltero.
|| Exacto, Liam tiene razón || digo, dándole un codazo y poniendo los ojos en blanco.
|| Entonces, ¿a qué se debe tu hermosa presencia? || pregunta Rashad, aún sin quitarme los ojos de encima, ignorando el evidente disgusto de Liam.
|| A un pequeño error… || respondo rápidamente, tratando de mantener la compostura mientras él y Charles me miran confundidos. || Pensé que era un evento para la corte. No creí que fuera exclusivamente la despedida de soltero de Liam ||
|| Bueno, valió la pena ese error. Así que, si necesitas aprovecharlo, estaré encantado de mostrarte algunos de los rincones más secretos de esta fiesta. Solo di la palabra || Liam se adelanta un poco más, colocando una mano firme sobre mi hombro, sus celos ahora evidentes en la tensión de sus músculos.
|| Rashad, Lady Riley es una dama bastante influyente en mi corte || interviene Liam con voz firme y autoritaria || Te sugiero que muestres más respeto || Su tono es cortante, dejando claro su molestia por sus insinuaciones. Rashad se sorprende y se nota bastante avergonzado.
|| Lo lamento, Liam… Lo siento, Lady Riley || responde Rashad más calmado. Charles aclara su garganta incómodamente para romper la tensión.
|| Por casualidad, ¿Lady Hana no está contigo? || pregunta, mirándome intensamente.
|| No, en estos momentos no || respondo con serenidad, notando su superficialidad y egocentrismo.
|| Qué lástima. Honestamente, me encantaría volver a verla || comenta Charles mientras saca un puro de una caja dorada y lo enciende con precisión. Su expresión es indiferente y engreída.
|| Charles, permíteme ser franca || digo, mirándolo directamente a los ojos || Estoy completamente segura de que no tienes ninguna oportunidad con Hana ||
Charles parpadea, sorprendido, y casi se atora con su cigarrillo. Rápidamente se recompone y me mira con incredulidad.
|| ¿Lo dices en serio? Pero esa no fue la impresión que tuve cuando hablé con ella… Parecía emocionada por conocerme ||
|| ¿Emocionada? Me temo que estás muy equivocado, Charles. Tal vez deberías considerar comprarte unos lentes. Quizás así veas la realidad con más claridad || Respondo con una sonrisa serena. Luego, añado || Hana es una mujer de inteligencia y carácter. Ella no se impresiona fácilmente por hombres que creen que su estatus le da derecho a su atención. Deberías enfocarte en ser alguien digno de respeto y no solo de posición || Charles casi salta de su lugar, pero se controla, exhalando un aro de humo. Liam me observa, tratando de contener su risa. Miro hacia donde está Drake y él me hace señas || Bueno, caballeros, ha sido un placer, pero las bebidas me llaman. Hasta luego || Ignorando las miradas de Charles y Rashad, me acerco a Liam y le doy una sonrisa cálida.
|| Su Majestad, nos vemos luego. Disfruta de tu fiesta || le digo suavemente, colocando mi mano en la espalda de Liam. Noto cómo susurra entre dientes "buena suerte". Le guiño un ojo, disfrutando de mi confianza y de los efectos que tengo en él antes de dirigirme hacia donde está Drake.
Mientras camino hacia Drake, veo cómo Maxwell se apresura al centro de la habitación con su bebida y se aclara la garganta, haciendo tintinear el vaso con una cuchara cercana.
|| Buenas noches, damas y caballeros... Eeeeh… excepto que aquí no hay damas, por supuesto || Exclama mientras sus ojos se agrandan y evita mirarme || No, ninguna en absoluto || Vaya manera de pasar desapercibido. De repente todos los hombres en la sala dirigen su atención hacia él || Me gustaría proponer un brindis por nuestro maravilloso Rey || dice Maxwell. Liam sonríe desde el otro lado de la habitación.
|| Eres muy amable, Maxwell || contesta Liam.
|| Por supuesto, recuerda Aparte de amable, soy deslumbrantemente guapo, por cierto. Este día es tan especial que hasta el personal de limpieza merece una ovación || Continúa Maxwell con una sonrisa traviesa || Sí, ellos han hecho un trabajo increíble asegurándose de que no quedara ni una sola mota de polvo en este lugar. Vamos, un aplauso para ellos || El auditorio estalla en risas y aplausos, completamente cautivado por el ingenio de Maxwell. Mientras tanto, Drake y yo nos movemos en silencio a lo largo de la pared del fondo, aprovechando que todas las miradas están fijas en Maxwell || Y claro, no podemos olvidar al chef que nos ha deleitado con estos manjares. Si no fuera por él, estaríamos comiendo papas fritas y cacahuetes || Casi dejo escapar una carcajada por lo lejos que está yendo. Maxwell sigue hablando, ahora narrando una anécdota divertida sobre cómo casi confundió al jardinero con un invitado de la realeza.
|| ¡Rayos! Sí que sabe cómo llamar la atención, ¿no? || susurro riendo a Drake.
|| Quién como él. Pero bueno, hasta ahora todo va perfecto. Vamos por aquí, Sebastián debe estar en la parte posterior || me susurra Drake mientras nos deslizamos por las sombras, evitando ser vistos || Aprovechemos que nuestro amigo lo está dando todo en su discurso ||
Nos movemos con cuidado, manteniéndonos cerca de las paredes y evitando los grupos de hombres elegantemente vestidos que conversan en pequeños círculos íntimos o se mueven por el lugar. El aroma a perfume de alta gama y el humo de cigarrillos exóticos flotan en el aire, mientras los camareros elegantes navegan entre la multitud, equilibrando bandejas llenas de cócteles y champagne.
Finalmente, alcanzamos una esquina más tranquila y apartada del bullicio principal. Aquí, las luces son más tenues, creando un ambiente íntimo y acogedor. Sofás de terciopelo oscuro y mesas de mármol ofrecen refugio para conversaciones privadas o momentos de descanso entre bailes y brindis.
De repente, una mano firme toma mi brazo, haciéndome saltar del susto. No es Drake, sino Sebastián, cuyos ojos furiosos nos llevan a un rincón oscuro, alejados de las miradas curiosas. La música y las risas de la fiesta parecen disminuir en este pequeño oasis de privacidad, mientras Sebastián nos mira con atención antes de dirigir su mirada directamente hacia Drake.
|| Drake, estoy seguro de que estás disfrutando de la fiesta. El whisky y los bistecs parecen ser de tu agrado esta noche. Pero no entiendo por qué has traído una brecha de seguridad contigo || dice con seriedad, su mirada luego se posa en mí || Sé que ustedes dos se llevan bastante bien y son muy cercanos, pero temo que Lady Riley debe irse ||
|| No me voy a ir a ningún lado || exclamo, liberando mi brazo de su agarre con un movimiento brusco, la furia ardiendo en mis ojos || Tengo que hablar contigo, Sebastián || Mi arrebato lo toma por sorpresa, pero rápidamente recupera la compostura, su rostro se endurece.
|| Me temo que deberá irse, Lady Riley, o yo mismo la acompañaré afuera. Hablar no es una opción || dice, apretando mi brazo con más fuerza. Pero Drake interviene de inmediato, sujetando el brazo de Sebastián con firmeza y obligándolo a soltarme, mientras me coloca detrás de él, su ceño fruncido con determinación.
|| Lo que ella quiso decir es que QUEREMOS hablar contigo || exclama Drake con una rabia contenida. Sebastián se acerca, su tono de voz ahora un rugido.
|| Drake, si es necesario… Te acompañaré afuera a ti tamb--- || Amenaza, pero antes de que pueda terminar, me muevo entre ellos, mis ojos suplicantes buscando los suyos.
|| Sebastián, escúchame || le digo con desesperación || Solo necesito hablar contigo. No vine a causar problemas, pero hay algo que debo saber || Sebastián, aún enfurecido por nuestra presencia en la fiesta, intenta mantener la compostura. Su mirada se endurece mientras nos observa a ambos.
|| ¿De qué está hablando, Lady Riley? Esta es una fiesta privada. Ya ha causado suficiente revuelo al estar aquí. No tiene nada que buscar en esta fiesta || dice con frialdad. La tensión en el aire es palpable, cada segundo que pasa intensifica el enfrentamiento. Drake y yo intercambiamos una mirada, sabiendo que estamos en el filo de la navaja.
|| Sebastián, por favor || insiste Drake, tratando de calmar la situación || Esto es importante. Necesitamos respuestas, y sé que tú las tienes ||
|| ¿Respuestas? No sé de qué hablas, Drake, pero este no es el lugar ni el momento || Sebastián escupe la palabra con desprecio.
|| Sebastián, no tenemos que hacer esto aquí, pero no me iré sin hablar contigo || mi voz es firme, inquebrantable || Sé que fuiste tú ||
|| Sí, soy yo… Pero soy quien los va a sacar de la fiesta en este momento. Ahora, vengan conmigo || Sebastián se mueve para agarrarme una vez más, pero Drake intercepta su mano, bloqueándola y colocándose frente a mí. Claramente aprieta los dientes, luchando por mantener la calma.
|| No te hagas el desentendido. Sabemos que fuiste tú quien ayudó a tenderle una trampa a Riley... Así que no sirve de nada negarlo. Penélope le contó todo a ella sobre cómo la convenciste para sabotearla. Apuesto a que tú también estás detrás de lo de Olivia para que dejara la corte. Aunque sigo preguntándome por qué. ¿Por qué les harías eso a ellas? ¿A Liam? No tiene ningún sentido para mí || exclama Drake, lleno de rabia.
|| Drake... || Sebastián abre los ojos, notablemente nervioso. Mira alrededor de la habitación antes de encontrar la mirada de Drake de nuevo y comenzar a negar con la cabeza || No puedo hablar de esto ahora… Entiende que soy simplemente un sirviente de la corona ||
|| Sebastián, ¿por qué lo hiciste? ¿Qué fue lo que te hice yo? || exclamo frustrada. Sebastián me mira con un poco de vergüenza, pero Drake no le da tiempo para responder.
|| Sebastián, dinos quién tuvo su mano en esto. Quiero saber quién… Dímelo ||
|| Drake, no hagamos esto en este momento, por favor || Sebastián levanta las manos para calmarlo, mirando entre la oscuridad en la que estamos y la fiesta que se desarrolla afuera.
|| Sé que eres un buen hombre, Sebastián... Pero lo que hiciste, lo que casi ayudaste a Tariq a hacerle a Brown esa noche, es una locura. ¡Y lo sabes! Sé que tenías que estar trabajando para alguien. Sé que no harías... || exclama Drake, pero inmediatamente Sebastián golpea su puño en la pared al lado de Drake, casi raspándolo.
|| ¡MALDITA SEA, DRAKE! ¡DIJE QUE NO PUEDO HABLAR DE ESTO EN ESTOS MOMENTOS! || dice con los dientes apretados.
|| Sebastián, por favor... || finalmente logro hablar, intentando ocultar mi temblor mientras miro al suelo. Siento sus miradas sobre mí, pero trato de contener las lágrimas y el dolor que me abruma || Solo necesito entender. ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué ganaste al traicionar a alguien que confió en ti? || mis palabras salen entrecortadas por la emoción, pero mi voz es firme y determinada. Sebastián toma gentilmente mi brazo, esta vez de manera cariñosa.
|| Lo siento mucho, Lady Riley. De verdad, y para ser honesto, no fue nada personal… Es lo único que puedo decirle. Pero ahora, es tiempo de que se vayan || dice Sebastián mirándome con recelo. Drake toma el brazo de Sebastián fuertemente y, furioso, lo aleja de mí.
|| Retira tus manos de ella en este momento || exclama Drake mientras coloca su mano en mi brazo suavemente || Nos iremos… ¡Pero no puedo creerlo, Sebastián! ¡Siempre te jactabas hablándome sobre la lealtad y luego, a escondidas, le haces esto no solo a Brown, quien fue inocente en todo esto, sino a Liam! Qué lástima que no seas el hombre que pensé que eras. Mi papá estaría decepcionado de ti ||
|| Drake... lo siento. No quise... || Sebastián se mueve hacia Drake de nuevo, con una mirada muy triste || Como dije, esto no fue personal, lo juro ||
|| Honestamente, se siente muy personal desde donde estoy parado || le reclama Drake. La ira de Drake parece irradiar en el pequeño espacio, pero todo lo que siento ahora es pura tristeza, un peso abrumador en mi corazón. Todo esto no sirvió para nada || Vámonos, Brown. No vale la pena permanecer aquí ||
Pero antes de que podamos alejarnos de Sebastián, escucho una voz indignada detrás de mí.
|| ¡Por Dios santo! Me ausento durante diez minutos y regreso al caos absoluto. ¿Qué está ocurriendo aquí? || exclama Bertrand. Al encontrarse con mi mirada, su expresión cambia de indignación a sorpresa || ¿Riley? ¿Qué te pasó? ¿Qué haces aquí? || pregunta, asombrado y preocupado.
De repente, siento cómo la respiración de Drake cambia y comienza a volverse más rápida y pesada. En un parpadeo, sus ojos se fijan en Bertrand con una intensidad que nunca antes había visto. Sin decir una palabra, Drake avanza lentamente hacia Bertrand, sus manos cerrándose en puños y su mirada encendida de furia.
|| ¡TÚ! || exclama Drake, su voz vibrando de rabia contenida. Cada paso que da hacia Bertrand está cargado de una amenaza palpable, sus músculos tensos como un resorte a punto de estallar.
Bertrand retrocede un paso, sorprendido por la reacción violenta de Drake. La tensión en el aire es casi insoportable, como una tormenta a punto de desatarse. El silencio que sigue es ensordecedor, mientras todos los presentes contienen la respiración, esperando lo que está por venir.
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@tessa-liam, @kingliam2019, @choicesficwriterscreations
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deepinsideyourbeing · 4 months
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quedé pensando en lo de que enzo te re cogía malll con un vinilo de fondo, y siento que enzo es capaz de cogerte hasta con la canción más triste de radiohead/thom yorke de fondo (considerando que es fan)
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+18!
Tu mirada vidriosa jamás abandona los ojos de Enzo.
Sentada sobre su escritorio permitís que utilice tu cuerpo como más desee y no se te ocurre objetar cuando el ritmo de sus movimientos se vuelve dolorosamente lento o cuando la profundidad de sus estocadas amenaza con dejarte sin aliento.
Sus dedos abrazan tu cuello y no hace falta más que eso para inmovilizarte: permanecés en tu lugar obedientemente y aceptás todo lo que tiene para ofrecerte, desde besos hambrientos que hacen brillar tus labios hasta los roces provocadores sobre tu clítoris sensible, que pide un poco de atención a gritos.
Tus labios se separan unos milímetros, incapaces de contener los gemidos que intentás reprimir y que parecen completar la armonía de la canción que llega a oídos de ambos desde la sala. Apretás los párpados con fuerza, avergonzada, y cuando volvés a abrir los ojos te atrevés a mirar lo que ocurre entre tus piernas temblorosas.
Tu cuerpo no tiene más opción que hacer lugar para recibir a Enzo, su miembro abusando de tus paredes cálidas y húmedas que no dejan de contraerse mientras su punta acaricia tu cérvix. Gemís todavía más fuerte y él arroja la cabeza hacia atrás, permitiendo que la tenue luz de la habitación haga brillar su cabello.
-Más- pedís con un hilo de voz-. Enzo, más.
Deshace su agarre en tu cuello sólo para tomar tu mandíbula y deslizar dos dedos entre tus labios, presionando sobre tu lengua para evitar que emitas sonido alguno. Su otra mano se sitúa en tu cadera para acercarte todavía más a su cuerpo, como si eso fuera posible, y te hacen llorar sus uñas enterrándose en tu piel.
Besa tu frente en un tierno gesto que contrasta con la saliva manchando sus dedos y cayendo hasta su muñeca: cerrás los labios para poder succionar los dígitos que ocupan tu boca, casi imaginando que son otra parte de su anatomía cuando estos comienzan a imitar el movimiento de sus caderas.
Entre balbuceos tu novio cree oírte decir algo como profundo y esa otra pequeña palabra que amenaza con hacerlo perder la cordura. Presa del placer y de tu ser pierde el ritmo por un instante, ante esto recibiendo un sollozo como reclamo de tu parte.
-Ya está- contesta cuando se recupera-. Ya está, mi amor.
Negás con sus dedos aún en tu boca y tus manos se cierran sobre su muñeca. Sabe lo que intentás comunicarle y también sabe que no quiere que el momento acabe para ninguno de los dos, por lo que ignora tu mirada rogándole y el sutil movimiento de tus caderas para obtener mayor fricción.
Cierra los ojos para concentrarse en la letra de la canción o los acordes de la guitarra y así intentar retrasar su orgasmo. Se desmorona y arde, repite, sabiendo que es así como se siente cuando tiene el privilegio de tocar tu cuerpo y perderse en vos.
Estaba escuchando esta canción mientras me bañaba y recordé este pedido (ahora se volvió una necesidad) 😭❤️
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esuemmanuel · 1 year
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Apenas había sombreado la caída del techo de esa posible casa que se disponía a dibujar cuando la punta del lápiz se quebró, echando a perder lo que había empezado. Quiso seguir… quiso recuperar la intención de continuar con lo que había planeado, pero, de pronto, sintió un nudo en su garganta, haciéndole doler y ahogarse; le dolía, le dolía mucho, y no entendía nada, no sabía de dónde venía esa tristeza que le carcomía el aliento y la voz. Dejó el lápiz, dejó la hoja y dejó al agua salir de sus ojos, así como dejó salir de sus labios temblorosos un gemido que le aquejaba las entrañas. Su llanto se transformó en un alarido que quebró los cristales de la habitación en donde se quedaba… era un llanto de sirena atormentada… un alarido de odio… un grito de rencor… una súplica… un ruego que anhelaba llegar a los oídos del que le había orillado a la soledad. Apretó los puños, lanzó lo que tenía enfrente hacia las paredes, cayendo al suelo hecho añicos, a excepción del lienzo; éste parecía flotar en el aire como esperando algo… como queriendo a alguien… un alguien que jamás iba a llegar. Los alaridos seguían, el llanto se volvía mares… agua salada… riachuelos de ira y confusión. El dibujante lloraba… lloraba lo que no había podido llorar desde que tenía memoria… Pero ¿por qué lloraba? ¿Qué le dolía? ¿Qué odiaba? ¿Qué pedía? ¿Qué le atormentaba? ¿Qué le sucedía? La respuesta estaba plasmada en el lienzo… que ninguno de nosotros puede ver.
He had barely shaded the fall of the roof of that possible house he was about to draw when the tip of the pencil broke, spoiling what he had started. He wanted to go on... he wanted to recover the intention of continuing with what he had planned, but, suddenly, he felt a lump in his throat, making him ache and choke; it hurt, it hurt him a lot, and he did not understand anything, he did not know where that sadness that ate away his breath and voice came from. He put down the pencil, put down the page and let the water come out of his eyes, just as he let out from his trembling lips a moan that afflicted his insides. His cry became a scream that broke the glass of the room where he stayed... it was a cry of a tormented siren... a scream of hatred... a cry of resentment... a plea... a plea that longed to reach the ears of the one who had driven him to loneliness. He clenched his fists, threw what was in front of him towards the walls, falling to the floor in pieces, except for the canvas; it seemed to float in the air as if waiting for something... as if wanting someone... a someone who was never going to arrive. The screams continued, the crying turned into seas... salt water... streams of anger and confusion. The cartoonist was crying... crying what he had not been able to cry for as long as he could remember... But why was he crying? What was hurting him? What was he hating? What was he asking for? What was tormenting him? What was happening to him? The answer was captured on the canvas... which none of us can see.
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diamantar · 2 years
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PROPUESTA DESESPERADA
→ Daemon Targaryen x Targaryen!OC [Rhaella Targaryen]
✦ Sinopsis: Para proteger a su padre y hermana, Rhaella está dispuesta a pactar con quien más detesta: su tío.
✦ Advertencias: Incesto / Diferencia de edad / Violencia / Enemistad / ¿Confort?
✦ Palabras: 4437
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Rodeados de un aura de profunda tristeza, Laenor y Rhaenyra intercambiaron sus votos y los espectadores contuvieron el aliento con el corazón tenso. El estrés dolía en los hombros de cada uno, el comienzo de días de celebración terminando en una boda apresurada a causa de la violenta muerte del amante del Velaryon.
Rhaella inspiró profundo y juntó las manos al frente, absoluta furia dominándola ante el hecho de que Alicent, bañada en color verde, silenciosamente declaró ante los invitados que los Hightower estaban en desacuerdo con las decisiones del Rey. Todos en la mesa principal habían quedado atónitos y sin capacidad de habla, susurros esparciéndose en otras casas ante tremendo escándalo. El impacto fue tan fuerte que anuló la percepción de la joven Targaryen, y ciertamente ignoró las señales que presagiaban una velada desastrosa.
Recordar la traición de la Reina generaba deseos de tomarla del cabello y estrellarla contra el suelo, pero de pronto, Viserys, estando de pie en medio de ambas, tambaleó y en un parpadeo cayó. Jadeos resonaron e inmediatamente los cercanos intentaron auxiliarle, aunque no sabían qué hacer al no presentar dolencias obvias.
—¡Llamen a los sanadores! —gritó Rhaenys tomando el control y evitando que un nuevo caos.
Rhaella se arrodilló y desesperada buscó alguna señal que la guiara, al tomar las manos del Targaryen notando que, bajo uno de los guantes negros, faltaban una gran cantidad de dedos. Terror la cubrió al darse cuenta que lo que creía se derrumbaba, en solo unas horas entendiendo que Alicent era una amenaza y la buena salud de su padre no era más que una fachada.
—Princesa, lo siento, pero debe hacer espacio —indicó Ser Harrold, quien a un costado tenía a un agitado sanador.
Sin pensar agarró la extremidad que ofrecía y se puso de pie, inconscientemente apretando tan fuerte de su palma que el caballero hizo una breve mueca de dolor.
—Hermana —llamó Rhaenyra rodeándola de la cintura y alejándola de la escena.
—Papá… —murmuró preocupada intentando no llorar.
—Estará bien, tranquila —aseguró, aunque ni siquiera ella sabía si eso sería así.
Laena se acercó para abrazarla desde el otro lado y en silencio vieron como lo examinaban, Alicent moviéndose por el perímetro en clara incomodidad hasta que fue a buscar la corona que yacía en el suelo. El trío se tensó de inmediato y Rhaella abrió grande los ojos sintiendo un insulto que sus desagradables manos tocaran algo tan importante, la Hightower ignorando a todos y en silencio yendo a donde transportaban a su marido.
—Iré —anunció Corlys sin perder tiempo, a paso largo siguiendo el grupo y dejando a Rhaenys para consolarlas y cuidar de su hijo.
—Lamento que sucediera de ésta manera, pero… felicidades en su unión —dijo Laena con una triste sonrisa, enseguida abrazando al chico.
El masculino arrugó el ceño y se hundió en la familiaridad, así llorando con algo más de soltura mientras escenarios de futuros catastróficos se generaban en la mente de la Targaryen menor.
—Maldita perra de los Hightower —escupió con un enojo que no combinaba con la angustia general.
—¡Rhaella! —regañó su hermana, enseguida mirando los alrededores y deseando que nadie le hubiera escuchado insultar a la reina.
—Ser Harwin —llamó al liberarse de quienes la sostenían, casi ni dejando que hablara antes de inclinarse a su oído—. Busca a Daemon y llévalo a mi habitación. Es importante, no debe escapar.
El Strong la observó unos momentos en profunda reflexión y asintió, enseguida partiendo a cumplir la orden.
—¿Qué harás? —preguntó Rhaenyra disminuyendo la distancia.
La joven la miró a sus violáceos ojos y sintió el pecho oprimirse en cariño, las emociones del día provocando que realmente apreciara a quienes amaba.
—Tengo un plan para cuidarte.
—¿De qué? —frunció el ceño.
—Todo —rió con desgano—. Alicent te abandonó y nada detendrá a Otto de impulsar a su nieto al trono.
—Soy la heredera —dijo de inmediato con tono ofendido.
—Dudo que a ellos les importe demasiado. Una mujer jamás reinó y cantarán cada razón por la cual no eres adecuada, además…
—¿Qué?
—Papá tiene una enfermedad, algo le sucede a su cuerpo, en el suelo lo descubrí —confesó, una nueva ola de angustia haciendo que se le cerrara la garganta—. Tu mayor apoyo está debilitándose.
Rhaenyra apretó los labios y arrugó la frente, su estómago y pecho tensándose en conflicto.
—¿Cuál es tu idea?
—No es el momento ni el lugar —susurró apreciando los pocos presentes—. Mañana te explicaré.
—Esperar en intriga es insoportable —inclinó la cabeza tomándola de la mano.
—Confía en mí, debo pulir unos detalles antes de informarte.
La primogénita se le quedó viendo y abatida asintió, agarradas a la otra acercándose a los Velaryon y notando la duda que tenían ante la secreta conversación. Rhaella hizo una sonrisa torcida y desvió la atención felicitando a los recién casados, enseguida compartiendo sus lamentos por Joffrey Lonmouth.
—Aguardemos por noticias en el patio, éste lugar no es apropiado —comentó Laena aún sosteniendo al joven, disimuladamente señalando los restos líquidos del fallecido.
—Si, por supuesto —asintió Rhaenyra colocando una mano en la cintura de Laenor.
Avanzaron hacia las puertas y la segunda en línea al Trono de Hierro hizo lo mejor para tapar la sangre de la vista del Velaryon, un pequeño empujón de su madre animándolo a no frenar. Miradas curiosas y apenadas se posaron en ellos a medida que avanzaban, los recién casados debiendo fingir sonrisas a quienes los congratulaban.
—Será mejor que vayan a los dormitorios, tendrán calma allí —indicó Rhaella con la frente arrugada, las interacciones en tal desequilibro emocional fastidiándola demasiado.
—Avisaremos cuando existan novedades —informó la superior del grupo, su expresión generalmente severa no dando lugar a replicas.
Laenor asintió y su hermana eligió acompañarle, Rhaenyra dándole un vistazo a la menor antes de partir.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Rhaenys.
—Preocupada y confundida —suspiró antes de cerrar los ojos y negar con cansancio.
—El acto de la Reina fue todo un espectáculo, los murmullos continuarán durante meses.
—No lo menciones que me hierve la sangre —encajó la mandíbula, cualquier agotamiento borrándose en el fuego que se encendió en el pecho.
—Temía que ésto sucediera, sin dudas a Rhaenyra le esperan desafíos para llegar al trono.
La joven le miró poco agradecida por sus conclusiones, algo en la forma de hablar entregándole escasa confianza.
—Soy consciente.
Trató de ignorar el tema y en conjunto caminaron a uno de los jardines, con la mayor elegancia posible sentándose en uno de lo bancos a mirar el cielo. Rhaella apenas notaba lo que sucedía alrededor y perdida admiró el anochecer, por dentro aliviándose de no ver a Caraxes por los cielos.
—Princesa Rhaenys, Princesa Rhaella —llamó Ser Harrold con paso calmo y una mano en el mango de la espada—. Traigo buenas noticias.
Ambas se pusieron de pie y escucharon, con sonrisas respirando en paz al oír que Viserys había despertado y conversaba con normalidad. La única explicación de los médicos fue un pico de estrés a causa del trabajo y los horribles eventos del día, así que estaba reposando con visitas limitadas para evitar agitaciones emocionales.
—¿Podré verlo?
—Deberá consultar con el Gran Maestre.
Rhaella asintió y Rhaenys dijo que fuera a los aposentos de su padre mientras avisaba a los demás, a lo que la femenina tomó la oportunidad y desapareció por los pasillos. Consultó con Mellos y minutos fueron otorgados, con aura amable ingresando hasta que apreció la presencia de Alicent. La observó con dureza y se encaminó al sillón donde el hombre descansaba notablemente apaleado, una sirvienta acercándole una silla.
Sonrió y lo agarró de la mano viendo que la otra estaba completamente vendada, en el proceso avisándole que la boda terminó sin más novedades y podía reposar tranquilo.
—Qué alegría —murmuró cerrando los ojos y dejando caer la cabeza en el respaldo—. ¿La familia está bien?
—Preocupada por ti, pero Rhaenys fue a dar las noticias de que estás vivo —rió intentando subirle el espíritu.
—Si mis parientes siguen dándome disgustos o sorpresas, no sé cuánto más tiempo pueda decir que lo estoy —suspiró elevando ambas cejas.
—Lo sé, se arregla un inconveniente y aparece otro —coincidió en el proceso de mirar a Alicent de arriba a abajo.
—Hija… —apretó su mano llamándole la atención—. ¿Tú cómo estás?
—Mejor ahora que puedo hablar contigo.
Viserys sonrió y la miró conmovido.
—No pierdas tu tiempo con éste viejo, intenta encontrar a alguien y ser feliz… Eso me dejaría tranquilo.
—¿Sugieres que busque un esposo?
—Nunca me has dado problema, así que puedo otorgarte ese beneficio.
Rhaella miró el suelo con una mueca de gracia e inspiró profundo antes de inclinarse y hablarle en secreto.
—Tengo alguien en mente, pero no te gustará —dijo, de alguna manera intentando verse inocente y apenada para apelar a su sensibilidad.
—¿Quién? —frunció el ceño al tiempo que se sentaba más derecho.
Ambos se miraron en silencio y él pareció comprender, anonadado empezando a tomar color en el rostro por el impacto.
—Shhh —negó suave como si hablara con un niño—. Tengo un plan, es por una buena razón, pero debes confiar en mí.
—No, Rhaella, no…
—Quieto, debes estar en paz —señaló con más volumen para que Alicent la apoyara y así cortar la conversación.
—Las indicaciones del Gran Maestre fueron claras —añadió la Reina poniéndose de pie—. Dormir te hará bien, llamaré para que te preparen.
Viserys separó los labios con intenciones de pelear, pero enseguida se rindió a las ordenes de su esposa.
—Hablaremos pronto, ¿de acuerdo? —acarició su mano con ambas suyas.
—Reconsidera lo que has decidido —dijo con el ceño fruncido.
—Es por un bien mayor, para mantener el nombre de nuestra familia y evitar futuros problemas —dijo exudando confianza—. No te preocupes, de verdad.
El Targaryen la miró inseguro y negó cerrando los ojos.
—No hagas nada imprudente hasta que me expliques qué pasa por esa cabeza tuya.
—Primero debo saber si él estará de acuerdo por lo que pasa en ésta cabeza mía —rió dándole unas palmadas—. Hay cosas que no sabes, así que mantenerlo cerca será beneficioso en varios sentidos.
—Siempre has sido la más sensata, aunque ahora…
—Poseo buenas razones, es decir, tú sabes del desagrado que le tengo.
—Justamente, temo que los eventos de hoy te hayan dañado el juicio.
—Somos la Casa del Dragón, nuestras mentes no trabajan como las del resto —guiñó un ojo, pero Viserys no estaba tan jovial como ella.
Intentó calmarlo y quitarle las molestias, pero fueron interrumpidos por Mellos y Lyonel Strong.
—Lo siento, Princesa, pero el Rey debe descansar.
Asintiendo, ella se puso de pie y lo abrazó entregando las buenas noches. Se encaminó a la salida y le miró una última vez notando la suplica en sus ojos, por lo que sonrió e hizo un gesto de despedida antes de cerrar la puerta.
Ya a solas, suspiró y frotó las sienes a paso pesado hasta ver a Ser Harwin custodiar la entrada de su habitación.
—¿Ha esperado mucho? —preguntó parando frente a él.
—Lo necesario.
—¿Pudiste cumplir?
—Absolutamente, Princesa —confirmó, disimulado echando una mirada a los aposentos.
Rhaella entrecerró los ojos e inspiró profundo intentando calmar los repentinos nervios.
—Gracias, eso será todo por hoy.
Avanzó unos pasos y amagó a tomar el pomo cuando él estiró un brazo, rígido evitando que le dejara. Ella sostuvo la extremidad al haberlo chocado y miró sorprendida con los labios entreabiertos.
—Vigilaré, si necesita ayuda llame o haga estruendo.
—D-De acuerdo —respondió algo descolocada.
Harwin prolongó el momento unos segundos y liberó el camino, Rhaella tragando y centrándose antes de ingresar. La habitación estaba en penumbras y la luz de las antorchas del pasillo desapareció una vez que cerró la puerta, las velas esparcidas cumpliendo un rol mucho más débil que las grandes llamas.
Los rincones estaban oscuros y avanzó lento mirando alrededor, naturalmente llegando al tocador y enfocándose en quitarse la joyería.
—Empezaba a pensar que me dejarías aguardando toda la noche.
Incluso si sabía que estaba allí, su voz la sobresaltó y provocó que trastabillara en los simples movimientos que realizaba.
—Vengo de visitar a tu hermano —respondió sin girar—. ¿Te interesa saber?
—Hace años que su salud no es óptima, dudo que lo sucedido hoy sea otra cuestión que logre sorprenderme.
—¿Por qué no hablaste? Nadie sabía —recriminó con cierto enojo.
—No me inmiscuyo en los asuntos de los demás.
Rhaella lanzó la cabeza hacia atrás y soltó una fuerte risa sarcástica, la cual duró poco para continuar con los accesorios de su cabello.
—En todo caso, la salud de papá es solo una de las razones por las que te llamé.
—Escucho —anunció indiferente, y ella podía imaginar que estaba cruzado de brazos con una expresión completamente aburrida.
La joven Targaryen inspiró y detestó el enorme nudo en su estómago, los nervios y la ansiedad enredándose como dos serpientes que la comían desde adentro.
—Más allá de si tus intenciones con Rhaenyra son amorosas o por conveniencia, tenerte cerca sería un gran beneficio en más de un sentido. Sé que tu lealtad a la Casa del Dragón es inquebrantable y que, a tu muy retorcida manera, intentas cuidar de todos —confesó, vociferar aquello generando cierto disgusto—. Pensé que con la boda los problemas se habrían solucionado, pero entonces Alicent decidió convertirse en la molestia principal. Hasta hora creí que al menos estaba de nuestro lado cuando no intentó empujar a su primogénito como heredero al trono, pero hoy su fidelidad claramente cambió y ya poseé dos hijos varones que ofrecer.
—¿Vas a pedir que los mate?
La pregunta la tomó por sorpresa y elevó ambas cejas antes de soltar la respiración que guardaba en una risa aireada.
—Es una idea tentadora, pero no.
—¿Entonces?
Rhaella apretó los labios y decidió terminar después con el cabello, así volteando y enfrentando por primera vez al hombre. Se hallaba a unos cuantos metros, cerca de su cama, y estaba apoyado contra la pared en la posición que había pensado. Aún usaba las ropas de la celebración y lucía bastante arreglado considerando que desapareció con una rapidez espectacular cuando el caos estalló.
Inclinó la cabeza y juntó fuerza, por un momento desanimándose al recordar que no era más que una niña intentando atrapar a un rebelde y violento adulto para sus planes.
—Te propongo un matrimonio, conmigo —indicó lo más natural posible.
Daemon elevó ambas cejas en absoluta incredulidad. Silencio cayó entre ambos y él no dejó de verla mientras su mente iba a completa velocidad, varias ideas surgiendo y pareciendo hacerlo entender.
—¿Cuáles son tus razones para caer en ésta conclusión?
—Mi padre, Rhaenyra y el futuro de los Targaryen —resumió, acto seguido dando un paso y juntando las manos en la espalda en señal de que aún tenía la palabra—. Siendo mi esposo tendrás una gran cantidad de beneficios, considerando que ahora estás en absoluta desventaja...
—¿Disculpa? —interrumpió despegándose de la pared.
—Déjame terminar —dijo seca sin mostar debilidad al repentino destello de amenaza—. Durante mucho tiempo has estado lejos de casa y al regresar solo tuviste ojos para Rhaenyra, lo cual no es algo que me moleste, pero dudo que hayas sido capaz de apreciar la profundidad de la conexión de nuestras almas como amigas y hermanas. Independientemente de la ley, ella ya ha comunicado que seré su heredera, y siendo mi esposo podrás avanzar y saltar a todo los hijos que Alicent y mi padre generen. Nuevamente estarás segundo en la línea de sucesión, como consorte, aunque no importa mucho el rol que ocupes cuando mi buena imagen ante el pueblo opaque tus… caprichos y te tomen como un digno referente —explicó con el corazón acelerado, por dentro deseando verse tan firme como sus palabras sonaron.
Daemon, que lento caminaba por la habitación y acortaba la distancia, tenía la mirada igual de afilada que Hermana Oscura.
—¿Has pensado en profundidad la propuesta?
—Al principio consideraba la forma de ayudar a Rhaenyra cuando los gustos de Laenor se desvían de lo que se espera de nosotros, pero luego del espectáculo de Alicent entendí que tu participación es sumamente importante para frenar a los Hightower —realizó una pausa y miró a un costado ligeramente nerviosa por lo que iba admitir—. Como segunda heredera al Trono de Hierro no deseo reinar junto a cualquier idiota, o peor, que me obliguen a dejar mi puesto y los hijos de Alicent sean los siguientes en línea. Ningún Targaryen merece estar al poder si son parientes de Otto.
—Sabias palabras —coincidió de inmediato—. Sin embargo, podría pasarte como a mí y los hijos de tu hermana podrán ser proclamados por encima de ti.
—No importa —aseguró de inmediato—. Los originales de ésta familia son mis padres, tú, Rhaenyra y yo, mi verdadero interés es que el poder se mantenga entre nosotros.
—Así que propones una boda conmigo para elevarme en la sucesión, ¿pero luego indicas que plácidamente harás que me aleje de la corona por los hijos de mi sobrina? —preguntó con sorna—. ¿De ésta manera esperas convencerme de ahogarme en otro matrimonio?
—¿No has entendido todo lo que he implicado? Deseo que nos unamos para que también puedas estar con Rhaenyra y en secreto engendrar los hijos que supuestamente serán de Laenor. Acepté ser heredera para quitar a los Hightower, pero no me opondré a que los descendientes de mi hermana y tío tomen la corona.
Daemon quedó en blanco y paró su caminar, sus ojos violetas buscando que tanta falsedad había en esas declaraciones.
—¿Hablas en serio?
—Absolutamente —asintió sosteniéndole la mirada—. El único problema será que empezarán a presionar para que nosotros tengamos hijos, y no sé si es algo que podamos evitar cuando necesito que vivas en la Fortaleza Roja y no huyas como con Rhea Royce.
El hombre guardó silencio y pausadamente la observó de arriba a abajo, a lo que ella retrocedió cruzando los brazos.
—No —frenó su inspección con suma sequedad.
—¿Qué? —fingió desentender.
—No me mires así.
—¿Cómo? —acortó la distancia con una pequeña mueca, un atisbo de gracia empezando a pintar sus facciones.
—No me analices, veme a la cara —gruñó entre dientes.
—¿Tímida? —enarcó una ceja.
—Disgustada, como siempre que tengo la desgracia de ver tu comportamiento.
Un musculo del rostro de Daemon tembló en señal de que el comentario molestó.
—Si seremos hombre y mujer en algún momento deberás entregarte a mí, como dijiste, esperarán que hagamos descendientes.
—No será ésta noche, debo preparar mi estómago para soportar las nauseas —arrugó la nariz y le dio la espalda levantando ambas manos al cabello, así enfocando los nervios en quitar el resto de decoraciones.
—Ciertamente Rhaenyra y tú son muy apegadas, pero difieren en muchas cosas —comentó posicionándose a centímetros de su cuerpo, apenas doblando el cuello para hablarle al oído.
—¿Cómo qué? —disimuló interés mientras con un hombro lo empujaba, pero su fuerza no bastó y él siguió clavado en el lugar.
—Ella se entregó a mí de inmediato, entusiasmada por experimentar lo que puedo ofrecer.
—Lo sé, pero, ¿qué sucedió contigo? —volteó un momento y realizó un movimiento desdeñoso a su zona baja—. Cualquiera mataría por tocar a mi hermana, ¿bebiste mucho o fue la edad?
Daemon borró cualquier signo de burla y en un borrón la abrazó por la cintura, la mano libre yendo a sostenerla alto en el cuello. Inmediatamente, Rhaella, llevó ambas palmas a los dígitos que amenazaban con cortar el aire y desesperada intentó liberarse hasta que él la aprisionó contra el tocador.
—¿Por qué provocar cuando me habías cautivado? —preguntó con supuesta inocencia, la manera tétrica de hablar enviando intensos escalofríos—. Tus palabras sobre mi lealtad inquebrantable y deseos de proteger la casa Targaryen llegaron a mí, ¿por qué arruinarlo?
—T-Tú empezaste —contestó, la garganta sufriendo al no tener espacio para funcionar.
El hombre chasqueó la lengua y negó, sus labios yendo a rozar el borde de la oreja izquierda.
—Sé que no te atraigo, así que yo solo estaba viendo si serías capaz de excitarme, nada más.
—Pervertido —gruñó alejando la cabeza, pero la mano del hombre tenía total control de posición.
—Claro que no, jamás dormí con mi exesposa, ¿eso no habla bien de mí? No fuerzo a mujeres incluso si es por deber.
—So-lo porque e-ella no te gustaba.
Daemon tomó parte del mentón y tiró la cabeza hacia atrás, así haciendo que le mirara a los ojos. Guardaron silencio entre ocasionales sonidos de la Targaryen por la constricción e incomoda posición, el pulgar masculino acariciando la suave piel.
—Eres tan bonita, Rhaella —confesó con inesperada calma, y eso la hizo fruncir más el ceño—. Para bien o para mal, no deberías enfadar a los hombres si sabes que no puedes ganarles. Te tomarán y harán lo que quieran contigo, y luego deberás vivir con las pesadillas.
—¿Estás acon-sejándome de ésta manera?
—Una demostración gratuita y libre de consecuencias —sonrió, enseguida aflojando el agarre del cuello.
La joven pudo respirar mejor y casi expulsó un suspiro de alivio, su pecho subiendo y bajando con rapidez ante el nuevo flujo de aire.
—Vaya manera de hacer que te aprecie —gruñó viéndolo con nula simpatía.
Daemon elevó la mano de la cintura y corrió algunos cabellos rebeldes del femenino rostro, luego acariciándolo con admiración.
—Rhaenyra es una niña, y tú aún más, por eso no actuaré en ustedes. Aún así, me gustaría ser quien te enseñe para que te acostumbres a lo que vendrá cuando debamos compartir cama.
Ella se sonrojó y desvío las pupilas a mirar por la ventana más cercana.
—Tarde para ti, alguien más ya me ha enseñado —dijo con notable vergüenza, pero no se comparaba a la pena que sentía por dentro.
—¿Qué? —inquirió en voz elevada.
—No importa —dijo de inmediato—. No importa quién o cómo, mi único interés es que aceptes y defendamos nuestro hogar...
Daemon la silenció subiendo la mano hasta su boca, por un momento mirando al frente e intentando que sus emociones no se descontrolaran.
—¿Quién sabe de ésto? —preguntó al tiempo que libreaba los labios.
—Rhaenyra, solo ella.
—Eres más joven que tu hermana, aquel que te tocara debe ser ejecutado —gruñó con el puente de la nariz arrugado, la mueca en sus labios dándole un aspecto casi salvaje.
—Fue con mi consentimiento, estábamos en una relación —defendió de inmediato en tono preocupado—. Me cortejo y a los meses decidí que lo hiciéramos, me respetó y cuidó de mí... Su madre ya no trabaja aquí y desconozco dónde está, así que olvídalo.
—¿Olvidarlo? —preguntó al tiempo que la soltaba y la hacia girar—. ¿Sabes el riesgo que tomaste?
Rhaella jadeó sin saber qué hacer, tensa dejándose atrapar nuevamente contra el tocador mientras analizaba la expresión de su tío.
—Si, pero confíe en mi juicio y él resultó ser lo que esperaba —explicó rápido—. Tomé precauciones, mi cuerpo no ha cambiado y sigo sangrando.
—¡Aún así!
—¡Déjalo! —exclamó harta amagando a empujarlo, pero la frenó un golpe de la mano masculina en la mesa donde se poyaba.
El ruido sirvió para cortar el ambiente y los dos se miraron en silencio, agitados aguardando que el otro atacara hasta finalmente deslizarse a una silenciosa tregua.
—Te juzgué mal, ustedes dos son demasiado parecidas.
—Ciertamente, solo que mi deseo no está dirigido a ti.
—¿Podrías tratar?
—¿Rhaenyra te es insuficiente? —consultó ofendida y empezando a exaltarse de nuevo.
—Jamás, pero estaremos juntos de aquí en adelante, al menos debería gustarte un poco.
—No te odio, y creo que eso muchísimo considerando lo que acabas de hacer.
Daemon suspiró e hizo una sonrisa entre divertida y abatida, una palma escabulléndose a sostenerla de la mejilla.
—Lamentaría el susto si no lo considerara necesario, es peligroso si no sabes con quién tratas.
—Entiendo, pero no te perdono —respondió simple.
Rhaella, con una sinceridad extrema que solo parecía salir con su familiar, le observó en blanco y prosiguió a comentar que al día siguiente iría a explicar el plan a Rhaenyra.
—Puedo hablar con Viserys —ofreció Daemon irguiéndose y dejando de atraparla entre sus brazos.
—No, solo lanzarás mi idea a la basura —rechazó de inmediato—. Yo me encargo de ésto, a menos de la etapa inicial. Él confía en mí y ya le he dado una idea de lo que haré, solo debe enterarse de las razones. Conmigo basta para convencerlo.
—Niña autosuficiente, siempre fuiste su favorita —sonrió yendo a quitarle los últimos dos adornos del cabello.
—Por supuesto que no, no posee favoritas, simplemente tengo más favores porque no genero problemas.
—Pero pronto le darás un gran disgusto pidiéndome como tu esposo.
—Mi primer acto de rebelión, qué desperdicio… —cruzó los brazos.
—El primero que él conoce, porque moriría si le dijeras que mantuviste una relación secreta y perdiste la virginidad.
—¡Saber no te da derecho a comentarlo tan libremente! —chilló dándole un sutil golpe en el pecho.
—Lo siento, pero es información que absolutamente no esperaba de ti.
—Por eso es mejor hacer las cosas en calma y sin ruido, puedes actuar en paz y vivir como quieras. En cambio tú, que siempre llamas la atención y provocas escándalo, terminas con más restricciones que libertades.
Daemon, enfocado en sacar los ganchos que mantenían las trenzas en lugar, guardó silencio y por largo rato ninguno dijo nada. Rhaella cerró los ojos y disfrutó como aquellos dedos entrenados para la guerra desarmaban con delicadeza el peinado, por primera vez relajándose en todo el día.
—Incluso si me detestas y sueñas con que caiga de Caraxes para nunca aparecer, disfrutaré de nuestros momentos como pareja.
La confesión la desconcentró de su paz e hizo que elevara los parpados, aunque la tranquilidad permaneció incluso cuando él se inclinó a su misma altura. Le observó atenta y permaneció quieta cuando empezó a acortar la distancia, las respiraciones mezclándose hasta que ella giró la cabeza unos milímetros. El rechazo fue increíblemente pequeño, pero hablaba volúmenes de la reticencia hacia él, y Daemon depositó un ligero beso en la comisura más cercana antes de retroceder.
—Buenas noches, esposa.
El término envió temblores a cada rincón de la femenina y miró como iba hacia la puerta, al salir sintiendo que un enorme peso la abandonaba. Con la mano hábil rozó su cuello y una chispa de furia brilló en la boca del estómago, absolutamente entendiendo que ella era la más parecida a su padre: sin dudas detestaba la forma de ser y actuar de Daemon, pero jamás podría odiarlo.
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letra-vagabunda · 10 months
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Soneto de la dulce queja
Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que me pone de noche en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla tronco sin ramas, y lo que más siento es no tener la flor, pulpa o arcilla, para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío, si eres mi cruz y mi dolor mojado, si soy el perro de tu señorío.
No me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi Otoño enajenado.
-Federico García Lorca
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jartita-me-teneis · 1 month
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SONETO DE LA DULCE QUEJA
- Federico García Lorca
Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua, y el acento que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla tronco sin ramas; y lo que más siento es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío, si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi otoño enajenado.
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marias07 · 1 month
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🈲BNHA 3: Deku vs La sombra roja - Capítulo 34: Batalla por la justicia🟥☭
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La tensión en el aire era palpable, y las sombras de la noche se alargaban sobre el campo de batalla improvisado. Deku, con el One For All activado, y el gato negro aferrado a su espalda, estaba listo para enfrentarse a Voz de Hierro.
Voz de Hierro, con su imponente armadura metálica reflejando la tenue luz, alzó su brazo derecho, del cual comenzaron a emerger cañones y cuchillas giratorias. Sin decir una palabra, lanzó un aluvión de ataques a Deku. Las cuchillas giraron a una velocidad vertiginosa, y los cañones dispararon explosiones que resonaron como truenos en la desolada ciudad.
Deku reaccionó con la velocidad del rayo. Saltó al aire, esquivando las cuchillas y las explosiones con una agilidad sobrehumana, el One For All impulsándolo hacia adelante. Mientras saltaba, usó su látigo negro para agarrar una de las estructuras destrozadas del entorno, lanzándose hacia Voz de Hierro con una velocidad devastadora.
El gato negro, aunque aferrado con firmeza a la espalda de Deku, mantenía un ojo vigilante en cada movimiento. Sus garras se aferraban al traje de Deku, mientras el héroe hacía piruetas imposibles en el aire.
Voz de Hierro, sorprendido por la velocidad y la precisión de Deku, trató de contraatacar, pero cada vez que intentaba golpearlo, Deku ya estaba un paso adelante. Con cada movimiento, Deku se acercaba más a Voz de Hierro, hasta que finalmente, con un poderoso grito, lanzó un puñetazo cargado de One For All directamente hacia la armadura del villano.
El impacto fue tremendo. La armadura de Voz de Hierro crujió bajo la presión del golpe, y el villano fue lanzado hacia atrás, derrapando por el suelo mientras trataba de recuperar el equilibrio. Pero antes de que pudiera levantarse por completo, Deku ya estaba sobre él, preparando el siguiente ataque.
"¡No te daré tregua!" gritó Deku, mientras cargaba un nuevo golpe. El One For All brillaba intensamente, reflejándose en los ojos aterrados de Voz de Hierro.
Pero Voz de Hierro no estaba acabado. Con un gruñido, activó un campo de fuerza a su alrededor, bloqueando el golpe de Deku en el último segundo. El campo de fuerza resonó con el impacto, enviando ondas de choque por todo el lugar. Deku fue lanzado hacia atrás, aterrizando en el suelo con fuerza, pero se levantó de inmediato, sin perder la determinación en sus ojos.
"¿Crees que eso me detendrá?" exclamó Deku, mientras el gato en su espalda emitía un maullido de aliento. Deku sabía que estaba luchando no solo por él, sino también por sus primos, por sus compañeros, por su familia. No podía permitirse fallar.
La batalla continuó, con ambos contendientes midiendo fuerzas, lanzando ataques devastadores y esquivando con precisión letal. Deku estaba en su máximo rendimiento, el One For All empujándolo más allá de sus límites, mientras Voz de Hierro luchaba por mantener el control.
El entorno alrededor de ellos se iba desmoronando bajo la intensidad de la pelea. Estructuras colapsaban, el suelo se partía, y el aire se llenaba de polvo y escombros. Pero ni Deku ni Voz de Hierro se detenían. La batalla recién comenzaba, y ambos sabían que solo uno de ellos saldría victorioso.
Y mientras la batalla rugía, el gato negro en la espalda de Deku seguía aferrado, sus ojos brillando con una determinación silenciosa, como si entendiera la importancia del combate que se libraba.
La batalla entre Deku y Voz de Hierro alcanzaba un punto crítico. El aire vibraba con la energía del One For All y el retumbar de los ataques de Voz de Hierro, mientras los alrededores comenzaban a colapsar bajo la intensidad del combate. La U.A., el bastión de los héroes, empezaba a mostrar signos de daño. Cada golpe que Deku lanzaba hacía que el suelo temblara, y cada contraataque de Voz de Hierro arrancaba fragmentos de las estructuras cercanas.
Deku, con el gato negro aferrado a su espalda, sentía la rabia y la desesperación burbujear dentro de él. Sus puños, envueltos en la energía luminosa del One For All, golpeaban con una fuerza devastadora, pero cada vez que lograba dañar a Voz de Hierro, las consecuencias se extendían más allá de su enemigo. La U.A., el símbolo de esperanza y futuro, estaba en peligro de colapsar.
Con cada golpe, Deku notaba cómo las paredes de la academia comenzaban a agrietarse, cómo los cimientos se estremecían bajo sus pies. El eco de sus ataques resonaba en la distancia, mientras fragmentos de piedra y metal caían al suelo, alzando nubes de polvo. Pero lo que más le dolía era ver cómo sus amigos, la clase 1-A, sufrían. Algunos de ellos, tratando de acercarse para detener la destrucción, comenzaron a caer, golpeados por los escombros y la onda expansiva de la batalla.
Kirishima, con su cuerpo endurecido, intentó proteger a sus compañeros, pero incluso su resistencia comenzó a ceder ante la magnitud de los ataques. Todoroki, tratando de contener los daños con su hielo, se resbaló cuando una viga cayó sobre él, hiriéndolo en el proceso. Uraraka, usando su poder para aliviar el peso de los escombros, fue empujada hacia atrás por una explosión cercana, su cuerpo chocando violentamente contra el suelo. Los gritos de dolor y preocupación de sus amigos llenaron el aire, intensificando la tormenta de emociones que se acumulaba en Deku.
La ira y la culpa comenzaron a consumir a Deku. Se dio cuenta de que, aunque estaba decidido a proteger a sus primos y derrotar a Voz de Hierro, estaba causando un daño irreparable al lugar que lo había formado como héroe. Cada decisión que tomaba tenía consecuencias devastadoras, y el peso de esas consecuencias lo aplastaba.
"¡No puedo permitir que esto continúe!" pensó, con el corazón acelerado y la respiración entrecortada, sintiendo cómo la desesperación comenzaba a nublar su juicio.
Voz de Hierro, aprovechando el breve momento de duda en Deku, lanzó un ataque brutal, un golpe de energía que se estrelló contra la estructura central de la U.A., causando que una gran parte del techo colapsara. El estruendo fue ensordecedor, y la nube de polvo que se levantó cubrió el campo de batalla. Deku miró con horror cómo la academia, su hogar durante tantos años, comenzaba a desmoronarse ante sus ojos.
La rabia de Deku alcanzó un nuevo nivel. Sus ojos brillaban con una furia que solo se ve en alguien que ha perdido demasiado. El One For All respondió a esa ira, intensificándose, haciendo que su cuerpo brillara con una luz cegadora. "¡Esto no puede terminar así!", pensó, mientras apretaba los puños con tanta fuerza que la sangre comenzó a brotar de sus palmas.
Con un rugido de determinación, Deku lanzó un ataque directo a Voz de Hierro, su puño cubierto de energía pura. El impacto fue tan poderoso que el suelo bajo ellos se agrietó y se abrió, creando un cráter masivo. Voz de Hierro, sorprendido por la intensidad del ataque, fue lanzado hacia atrás, chocando contra una de las pocas estructuras que quedaban en pie, derrumbándola.
Pero Deku, en su furia ciega, no se detuvo. Siguió golpeando, cada vez con más fuerza, mientras la U.A. se desmoronaba a su alrededor. La clase 1-A, aterrorizada por la furia de su amigo, trataba de acercarse para detenerlo, pero el poder de Deku los mantenía alejados, incapaces de intervenir.
Durante la feroz batalla, en medio de la devastación que estaba causando, Deku sentía la rabia burbujeando dentro de él, desbordándose en cada golpe que lanzaba contra Voz de Hierro. Estaba tan consumido por la ira y el deseo de proteger a los suyos que perdió de vista todo lo demás: la U.A. que se desmoronaba, sus amigos que sufrían, el costo de su propia furia.
Fue entonces cuando el gato negro, aferrado a su espalda, sintió la tensión creciente en el cuerpo de Deku, la furia que lo dominaba. Con un movimiento rápido y decidido, el gato levantó una de sus patas delanteras y, sin vacilar, arañó con fuerza la mejilla de Deku.
El dolor agudo y repentino detuvo a Deku en seco. El impacto fue más emocional que físico. De repente, la niebla de furia que nublaba su juicio comenzó a disiparse. Deku llevó una mano a su mejilla, sintiendo la sangre tibia que brotaba de los arañazos, y giró la cabeza para mirar al gato, que lo observaba con sus ojos penetrantes.
En esa mirada había más que simple preocupación; había un regaño silencioso, una advertencia de que estaba perdiendo el control. El gato, con esa acción, parecía recordarle que había algo más importante que su furia: la razón por la que estaba luchando. No era solo por venganza o por ira; era para proteger, para salvar.
El jadeo agitado de Deku comenzó a calmarse. Sus puños, antes tan tensos y llenos de poder, comenzaron a relajarse, aunque no del todo. Cerró los ojos por un breve instante, tomando una profunda bocanada de aire, y cuando los abrió nuevamente, la claridad había regresado a su mirada. La furia seguía allí, pero estaba controlada, dirigida.
"Gracias..." susurró Deku, más para sí mismo que para el gato, reconociendo el gesto que lo había sacado de su propio abismo.
Con la visera de su casco aún baja, Deku giró su atención de nuevo hacia Voz de Hierro, quien, a pesar de estar claramente golpeado, se preparaba para otro asalto. Deku apretó los dientes y, con el gato aún firme en su espalda, ajustó su postura.
Esta vez, sin embargo, lucharía con la mente clara, con la determinación de terminar la batalla sin perder de vista lo que realmente importaba. Con un renovado sentido de propósito, el One For All se activó nuevamente en su cuerpo, pero esta vez no sería la furia lo que lo guiaría, sino la necesidad de proteger a todos los que dependían de él.
Deku observó la escena devastadora a su alrededor con un nudo en el estómago. Lo que alguna vez fue un símbolo de esperanza y fortaleza, la U.A., ahora estaba un 40% destruida, con partes de los edificios colapsados y escombros esparcidos por el campo de batalla. Cada grieta en las paredes, cada trozo de concreto caído, le recordaba el precio de su ira desatada.
El viento soplaba a través de las estructuras rotas, trayendo consigo el sonido de escombros que aún caían y el lejano murmullo de la ciudad que apenas se escuchaba. Deku sentía una punzada de culpa, sabiendo que parte de esa destrucción había sido causada por su propia furia descontrolada. Había luchado con todas sus fuerzas, pero el costo había sido alto.
A lo lejos, veía a sus compañeros de la clase 1-A, algunos heridos, otros apenas capaces de mantenerse en pie, todos con miradas de preocupación y determinación. Sabía que habían intentado intervenir, habían intentado detener la destrucción, pero también sabía que habían entendido que él necesitaba terminar esta batalla por sí mismo.
El gato negro, aún en su espalda, maulló suavemente, como si intentara reconfortarlo, recordándole que todavía tenía una misión que cumplir, que todavía podía salvar lo que quedaba. Deku apretó los puños, sintiendo el peso de la responsabilidad caer sobre él nuevamente. No podía permitir que la U.A. cayera por completo. No podía permitir que sus amigos sufrieran más.
Respiró profundamente, llenando sus pulmones de aire fresco, y volvió a enfocarse en Voz de Hierro, quien se preparaba para lanzar otro ataque. Deku sabía que tenía que terminar esto rápido, antes de que se causara más daño. Con una mirada decidida, se lanzó hacia su oponente, dispuesto a hacer lo que fuera necesario para proteger lo que quedaba de su mundo.
Finalmente, Deku se detuvo, sus puños aún temblando, su cuerpo exudando energía. Miró a su alrededor, viendo los escombros de lo que una vez fue la U.A., los rostros heridos y asustados de sus amigos, y la figura derrotada de Voz de Hierro. La realidad de lo que había hecho comenzó a hundirse en él, aplastándolo bajo un peso insoportable.
Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro mientras la ira se desvanecía, reemplazada por una profunda tristeza y arrepentimiento. "Lo… lo destruí todo…" murmuró, con la voz quebrada. El gato negro, todavía en su espalda, se frotó suavemente contra su cuello, como si tratara de ofrecerle consuelo en medio del caos.
En ese momento, la figura de All Might apareció en la distancia, junto con otros héroes profesionales, observando el devastado campo de batalla con expresiones sombrías. Sabían que Deku había luchado con todo lo que tenía, pero también sabían que el costo había sido inmenso.
Voz de Hierro aprovechó el breve instante de duda en los ojos de Deku, un momento de vacilación provocado por la destrucción a su alrededor. Con una velocidad y fuerza brutales, se lanzó hacia adelante, embistiendo a Deku con toda su potencia. El impacto fue devastador, enviando a Deku volando hacia atrás, chocando contra los restos de una pared derrumbada.
Mientras Deku intentaba recuperar el aliento, Voz de Hierro se acercó lentamente, su figura imponente se cernía sobre él. Su voz era fría y despiadada, llena de un odio que parecía no tener fin.
—Eres débil, Midoriya —escupió con desprecio—. Todo lo que haces, todo lo que intentas proteger, siempre termina en ruinas. ¿Qué clase de héroe destruye lo mismo que jura salvar? Eres una farsa… un niño que juega a ser un hombre. Tus amigos, tu familia, todos sufrirán por tu incapacidad. No puedes salvar a nadie, ni siquiera a ti mismo.
Las palabras cortaron a Deku más profundo que cualquier golpe físico. La verdad en ellas, o al menos la verdad que Voz de Hierro intentaba imponer, resonó en su mente. Los recuerdos de todos los fracasos pasados, de todas las veces que no había sido lo suficientemente fuerte, inundaron su mente, arrastrándolo hacia la oscuridad de la duda.
Por un momento, Deku sintió como si el peso de sus responsabilidades fuera demasiado grande para soportarlo. Sus brazos temblaban, no solo por el dolor físico, sino también por el golpe emocional que acababa de recibir. Las imágenes de sus amigos heridos, de la U.A. en ruinas, de sus primos casi perdidos para siempre, pasaron por su mente en un torbellino caótico.
Pero entonces, sintió el suave tacto del gato negro en su espalda, un recordatorio silencioso de que no estaba solo. De que, a pesar de todo, aún tenía algo por lo que luchar. Deku apretó los dientes, forzándose a levantarse, a no ceder ante las palabras venenosas de Voz de Hierro. Aunque sus piernas temblaban y su corazón latía desbocado, encontró la fuerza para mirarlo a los ojos.
—Tal vez tengas razón… —murmuró Deku, su voz apenas un susurro, pero cargada de una determinación renovada—. Pero no me detendré… No dejaré de luchar, sin importar cuántas veces caiga. Porque mientras tenga la fuerza para levantarme… seguiré intentando salvar a todos, incluso a mí mismo.
La tensión en el aire era palpable, como si el tiempo mismo se hubiera detenido. Todos los presentes, desde los compañeros heridos e intactos de la Clase 1-A hasta los héroes profesionales que habían llegado para defender la U.A., se quedaron congelados en sus lugares. Los primos Midoriya, Raito, Natsuki y Michiko, con los corazones latiendo con fuerza, no podían apartar la mirada de la batalla que se desarrollaba ante ellos. Sabían lo que estaba en juego, y el miedo por lo que podría suceder a continuación los mantenía en vilo.
El gato negro, ahora firmemente asentado junto a Deku, ronroneaba suavemente, como si intentara transmitirle calma y seguridad en medio del caos. Sus ojos brillaban en la penumbra, observando con una agudeza instintiva cada movimiento de Voz de Hierro, cada respiración de Deku.
El viento azotaba los escombros de la U.A., levantando polvo y restos que giraban en el aire, como si la naturaleza misma estuviera anticipando el desenlace de la confrontación. Las miradas de todos estaban fijas en Deku, esperando, conteniendo el aliento, conscientes de que el próximo movimiento podría determinar el destino de todos ellos.
Deku, aún recuperándose del golpe emocional y físico, apretó los puños. Sentía el peso de todas esas miradas sobre él, la expectativa, el miedo, la esperanza. Sus compañeros, sus primos, los héroes... todos confiaban en él, todos dependían de que él encontrara la fuerza para seguir adelante.
Voz de Hierro, a unos metros de distancia, también percibió el cambio en el ambiente. Su sonrisa sádica se torció en una mueca de impaciencia. Sabía que debía actuar rápido, que no podía permitir que Deku recuperara su espíritu. Pero también era consciente de que cualquier paso en falso podría ser su perdición.
En ese instante, la calma tensa fue rota por el sonido del latido del corazón de Deku, retumbando en sus oídos como un tambor de guerra. El One For All brilló en su interior, y con una última mirada al gato negro y a sus compañeros, Deku tomó aire, preparándose para lo que vendría. Lo que sucediera en los próximos segundos definiría el destino de todos ellos.
Deku levantó la mirada con una determinación renovada, el eco de las palabras hirientes de Voz de Hierro aún resonando en su mente. Con un gesto firme, se levantó la visera de su casco, revelando su rostro marcado por heridas, algunas aún frescas y otras en proceso de sanación. Pero, más allá de las cicatrices físicas, lo que destacaba era la expresión de resolución inquebrantable que se formaba en su semblante.
A pesar del dolor que había experimentado y las dudas que habían intentado enraizarse en su corazón, Deku se mantenía firme. Las palabras de Voz de Hierro, destinadas a quebrantar su espíritu, sólo habían avivado la llama que ardía en su interior. Era un recordatorio de lo que estaba en juego: sus seres queridos, su hogar, sus sueños… Todo aquello que amaba estaba bajo la amenaza del régimen comunista que Voz de Hierro intentaba imponer. Y Deku, con cada fibra de su ser, sabía que no podía permitirlo.
El One For All comenzó a recorrer su cuerpo, irradiando desde su núcleo hacia sus extremidades, envolviendo cada rincón de su ser con su energía característica. Incluso su rostro, marcado por la lucha, comenzó a brillar con una luz interna, símbolo de la fuerza descomunal que lo recorría. Era más que un simple poder, era la manifestación de su voluntad de proteger lo que amaba, de no ceder ante la oscuridad que Voz de Hierro representaba.
Deku fijó sus ojos en su enemigo, dejando claro con su mirada que no se detendría, que no permitiría que sus ideales corruptos se impusieran sobre su mundo. Con el One For All corriendo por sus venas, su convicción se hizo inamovible. No importaba cuán fuertes fueran las fuerzas opuestas, Deku no permitiría que destruyeran todo lo que había jurado proteger. Este era su juramento, y no fallaría.
☭🧧Fin del capítulo 34🧧☭
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dennisdeimy · 1 month
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🌌🎅Imagina este momento🙄👅 navideño a las 2:00 Am Dennis solo en el parque. . Estoy en una lucha compleja y constante interna y externa de salud entre mejor y estar mal . Voy yendo . Al mismo tiempo tratar de sentirme bien para no perder el aliento. Ayúdenme con sus fuerzas. Suerte y buena vibras u.u 🤙Solo no quisiera estar mal cuando cosas bonitas lleguen a mi vida . quisiera subirme a un escenario otras vez .. Si Dennis se siente bien es tan genial como fluye todo si Dennis esta bien se harán realidad cosa hermosas en la vida de mi arte y musica que si todo sale bien ustedes conocerán mis sueños realidad 🥺😭Tienen q ayudar a que Dennis Deimy siga en la internet.
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la-semillera · 4 months
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Lygia Clark & Hélène Cixous
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MI CONCIENCIA ME MUERDE LA LENGUA CON TUS DIENTES
Los personajes reunidos bajo el techo de este volumen son animales (con los cuales estoy aliada y afiliada en cuerpo y alma desde el origen de mi vida pasional), y los libros, los que se escriben en mi nombre, me llaman y me regatean. Seres vivos, mis más próximos prójimos y que sin embargo escapan a mi ley o a mi deseo, libres e incontrolables. Naturalmente, pueden arañarme, labrarme la mejilla, el corazón, los ojos, tienen armas para ello. Una virtualidad de herida y crueldad vibra entre nosotros. Pero algo, una fuerza superior convierte en el último momento la violencia en dulzura. No antes del último momento. A esta fuerza que aterciopela las patas de los felinos y pacifica las guerras que abrasan la intimidad, la llamo el amor del lobo. Es decir el amor que siento por el lobo a causa del amor del lobo por el cordero al que no despedaza a causa del amor del cordero por el lobo que habría podido despedazarlo, el lobo del que tiene miedo que le despedace, algo que puede suceder en cualquier momento pues el lobo no se convierte pero no es imposible que suspenda por influencia del amor su ser-armado. Sólo temblando hay amor. Tenemos miedo de ese lobo que es nuestro gato, nuestra madre, nuestro libro, “nuestro” a quien estamos sometidos y rendidos por el amor que nos entrega. Amamos al lobo que no nos obedece, al libro que no nos obedece, al dios que sólo nos responde si le apetece, a mi madre que me enseña cada día los dientes de la mortalidad.
Este libro evoca las fuerzas vivas que nos atormentan, nos dividen, nos descuartizan porque nosotros les otorgamos ese poder. El miedo ama. Del amor procede el poder del miedo. El amor no tiene miedo del miedo que está en el amor. El amor tiembla de los pies a la cabeza. Hay un goce y una crueldad en ese combate de tú y yo, en mí. Esa mezcla de goce y de crueldad se llama sacrificio.
Los animales, mi madre, mis poetas, mis hijos mis libros. Mis seres de incandescencia. Mis criaturas de sueño, mis creadores de sueños. Les debo la vida. Comprendedme: les debo su vida. Les debo mis vidas. Cada vida que cada uno de ellos me hace temblar. Perder. Conservar hasta el último aliento.
Y otros remordimientos: por ello, gato o poeta o mamá, mis libros mis hijos, me llegan los remordimientos. Dicho de otro modo la conciencia cuyos personajes persigue Joyce en Ulises, pequeña erinia personal que lleva su antiguo temblor agenbite of inwit. El automordisqueo del espíritu en su intimidad. No se toma conciencia, eres tomado por ella, es ella la que nos muerde, pero seamos precisos: mi conciencia me muerde con tus dientes. Es tú en mí. Mi amor mi gato, que me dentellea hasta sangrar y me impide dormir. Y vicevergat(o) [“viceverchat”], claro está. Nos inyecta el pesar que es un deseo, y nos puebla de angustias que son nuestros venerados fantasmas.
¿Por qué esos temidos visitantes del alma? ¿Qué les causa?
La culpabilidad sin mancha, pura y retorcida.
Y es que con ella, con su contacto brota un azufre: la ineluctable traición. Me refiero a la traducción. Nosotros, viviendo bajo el mismo techo pero no el mismo yo, hablamos en lengua extranjera. Te hablo en mi lengua y el francés, cierto francés. Tú me hablas el gato, el tigre, el loro, el alemán, cierto alemán, sin mencionar la lengua extranjera nacida de mi lengua, en la que el libro mientras lo escribo se vuelva hacia y contra mí y me remuerde. Se trata de la lengua extranjera que tú me diriges, que yo intento con todas mis fuerzas traducirme sin demasiado defectos; ciertamente nos comprendemos más allá de cualquier comprendencia, nos “understand” de una lengua a las otras y es un milagro, pero resta el resto, la lengua en mi boca no es tu lengua, no sé cómo se mueve ella en tu boca, y tampoco en la mía cuando mi lengua se mueve no sé cómo, habla la sigo y no soy yo por entero.
¿Y qué decir del habla con los animales cuyo lenguaje no es de (mis) palabras? Lo entiendo pero soy incapaz de reproducirlo. ¿Cómo traicionar lo menos posible ese traducir que nos emparenta y nos extraña tan estrechamente? ¿Y qué decir del habla con las palabras, otros animales también, casi y no del todo, que nos seducen, nos impulsan y nos hacen correr por la cuneta de nosotros mismos? Todas nuestras palabras son compartidas; todas nuestras apalabras son remordidas en dos y más; nos hablamos a medias palabras que son palabras con secreto, a un cuarto de palabras a un octavo de palabras, a palabras, vamos, a suspiros. A silencios. Pensamos: ¿qué estás pensando? Respuesta en silencio: quiero, quiero, quiero. Lo más doloroso es que no se sabe de qué partido se es, se está dividido, nunca soy del partido que soy, si soy de tu partido lo soy en parte, el corazón de tu lado la cabeza del otro. En el combate entre mi gato y el pájaro, si estoy del lado de mi gato estoy del lado del pájaro del otro lado si estoy del lado del pájaro estoy a medias desgarrada pues estoy del lado de mi gato. No hay solución.
No se sabe lo que se desea. Por lo demás, ¿para qué desear? Harás lo que te da la gana, ¿no es cierto? […]
_ Hélène Cixous. El amor del lobo y otros remordimientos. Trad. Manuel Serrat Crespo. Ed. Arena Libros, Madrid, 2009
_ Lygia Clark, La casa del poeta (maqueta), 1964
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