Tumgik
#sillas vacías
jogosposts · 4 months
Text
🥀No puedo abrir mi álbum de fotos viejas porque me dan ganas de corregirlo todo🥀.
1 note · View note
chiquititamia · 4 months
Note
Hermosa, reina de mi corazón, luz de mis ojos... Te imploro, te ruego, suplico por un daddy kink + age gap con Enzo :)
Por favor y mil gracias ♡
Deseo que te guste, mi amor
Tumblr media Tumblr media
Niñata
⚠️: daddy kink, algo de piss kink, age gap, drunk sex (+18), sexo explícito.
💕Enzo x reader
La vida en los rodajes era un nuevo y fascinante mundo para ti. Prisas, creatividad, el mundo de detrás de las cámaras. Sentías que habías encontrado tu lugar. Tu tía era la jefa de maquillaje y peluquería, siendo menor que tu madre, siempre habías tenido una relación de complicidad y cercanía con ella. Ya que habías terminado tus exámenes de la universidad, había logrado convencer a su hermana para que te dejase ayudarle en los rodajes durante el verano.
Nada te pudo preparar para el flechazo que sentiste la primera vez que viste a Enzo en la sala de maquillaje.
Él se había presentado de forma casual, con dos besos, y tu tía, que te conocía como si te hubiera parido te dirigió una mirada cómplice. Ella tuvo que sacarte de tu trance chasqueando los dedos, de lo contrario te habrías quedado embobada mirándole toda la mañana.
Te apresuraste a recoger todos los pinceles usados para ir a lavarlos, ese era uno de tus cometidos. La idea, al fin y al cabo, no era que trabajases aún, si no que observases los ambientes y la manera de hacer las cosas de los profesionales para decidir si era eso lo que realmente te gustaba.
Cada vez que te cruzabas con él, cada día, te sonrojabas, no podías evitar ponerte nerviosa cuando él te sonreía. Pero tú eras bien consciente de los años que os separaban y que probablemente nunca te miraría de la manera que tú querías que te mirase.
Llegó la fiesta de fin de rodaje. El equipo había alquilado una casa de dos plantas con un amplio jardín donde pasar todo el día (y probablemente toda la noche, ya que había sofás y camas de sobra).
Tu tía se había reencontrado con unas antiguas compañeras de trabajo que habían podido sumarse y se encontraba en un sitio apartado del jardín, en una de esas sillas de mimbre hechas para estar en el exterior, contando viejas anécdotas y riendo ajenas al ruido.
Tú te sentías sola, eras la única aprendiz, y los demás trabajadores y actores estaban demasiado ocupados charlando, organizados en grupúsculos como para incluirte en sus conversaciones. Rondabas la mesa de las bebidas, ya que no querías estar parada en mitad del jardín sin hacer nada y llamar la atención.
El camarero que habían contratado para el evento, amablemente te ofreció un mojito, y, aunque no solías beber alcohol jamás, pensaste "por qué no?".
Cuando llevabas la mitad del segundo vaso de plástico, comenzaste a notar los efectos del ron, al ser tan dulce, no te habías dado demasiada cuenta de lo cargada que estaba la bebida.
Se podía decir que estabas oficialmente borracha.
Resolviste entrar dentro de la casa, que estaba vacía, para investigar un poco y quizás ir al baño.
Sujetando tu vaso por el borde para que no se calentase, trataste de salir del jardín de la manera más desapercibida posible. Pero seguramente la forma en la que tus tobillos se doblaban por la inestabilidad de tus sandalias de plataforma, no ayudaron nada a tu objetivo.
Estabas realmente mareada, pero seguiste bebiendo, dejando que el maravilloso sabor de la hierbabuena te refrescase. Te había entrado la risa por tu andar torpe.
-Esta maldita casa es un laberinto... - murmuraste, al abrir la cuarta puerta de la casa que tampoco era un aseo.
Cruzaste las piernas con desesperación, el alcohol había relajado tu cuerpo y te habías dado cuenta demasiado tarde de lo mucho que necesitabas orinar.
Unos pasos te alertaron.
Enzo se acercó a ti pasando una mano por su cabello, por lo visto había tenido la misma idea que tú, si no , para qué habría entrado a la casa?
Observó divertido la escena, tú cruzada de piernas, con ese vestido negro tan bonito, sujetando tu vaso y con cara de terror.
-Qué pasó, chiquita, te perdiste?
-Pues no, estaba paseando -dijiste soberbia. Hasta ahora no habías hablado y no habías reparado en lo poco sobria que sonabas.
-No me digas... Yo buscaba el baño -dijo sonriendo
-Mirá vos -era como si observases la conversación desde fuera. Qué diablos estabas haciendo? Porqué actuabas como si estuvieras molesta con él?
Enzo podría haberte dejado ahí por pendeja, pero la forma adorable en la que parecías enfadada le produjo ternura y se apiadó de ti.
-No tenés que hacer pis, chiquita? - dijo riendo y señalando tus piernas en esa posición tan poco natural.
Su comentario te ofendió profundamente en tu estado de embriaguez.
-No soy una niña para que me ha-hables así... - trataste de sonar confiada.
-De eso estoy seguro. Vení, te enseño donde es.
Sin esperar a que contestases con otra insolencia, te adelantó por el pasillo para que lo siguieses. Lo hiciste, pero de mala gana. Creías empezar a comprender el porqué de este repentino enfado con Enzo. Tu inseguridad de que no te viese como una adulta te sacaba de tus casillas, pero hasta ahora ese sentimiento no había aflorado de manera explícita a la superficie.
Abrió la puerta del final del pasillo y te hizo un gesto como diciendo "Viste? No era tan difícil" . Tu enojo burbujeó en tu interior de manera aún más fuerte por su actitud sobrada.
-Porque sos así? Te crees el más inteligente por saber donde está el baño? -dijiste mientras la condensación por los hielos de tu vaso goteaban en el piso.
Él rio y apartó la mirada incrédulo, como conteniendo lo que realmente quería decirte, mordiéndose el labio inferior.
Las palabras salían de tu boca antes de que las pudieses controlar. Definitivamente no deberías volver a tomar así.
-También me vas a bajar las braguitas, Enzo? Me vas a limpiar cuando termine "de hacer pis" - moviste los dedos en el aire para dejarle claro que estabas citando su manera infantil de hablar.
-Dejá de joder nena, solo quería ayudarte.
-Ayudarme? -reíste sarcástica. En serio, qué estabas haciendo? ¿Por qué lo atacabas si realmente te gustaba?
-Sí, por que parece que te hace falta, que pasa que es la primera vez que bebes?
Como no sabías que responderle te diste la vuelta para caminar dentro del cuarto de baño, en tu cabeza iba a ser un movimiento ágil y decidido, zanjando la conversación de una vez por todas, sin embargo tus tacones tuvieron otros planes y te hicieron estar a punto de caer, si no fuera por que Enzo sí que tenía sus reflejos intactos y te pudo agarrar en el aire.
-Ves como no? - te reprendió. Te guió para que te sentases en el inodoro aún con el vestido. Y se arrodilló frente a ti - No vas a beber nada más que zumo hoy, entendiste?
El rubor tiñó tus mejillas, y esta vez no tenía nada que ver con el alcohol. De hecho ya te estabas comenzando a sentir repentinamente sobria. No podía ser que estuviese pasando lo que estaba pasando. Te hizo un gesto para que levantases el culo ligeramente para que pudiera bajar tu ropa interior. No pensaste. Simplemente te sujetaste a sus hombros para obedecerle, y antes de que te dieras cuenta, había introducido las manos por debajo de la falda de tu vestido y había tirado del elástico de tus bragas, por cierto, totalmente humedecidas por la excitación.
Te llevaste las manos a la cara por la vergüenza insoportable que te estaba invadiendo.
-Yo sé que no sos una niña, pero dejáme ayudarte, todo el mundo ha tenido una mala borrachera -dijo acariciando tu muslo. Acto seguido se sentó en el borde de la bañera que se encontraba junto a ti.
-No puedo si estás acá - te lamentaste.
-No me voy a ir de acá por que capaz que cuando te levantes te abres la cabeza contra el lavabo, nena- sentenció de manera rotunda. ¿Porqué tenía que llamarte así?
Tu vejiga le estaba ganando el pulso a tu timidez y sin poder casi evitarlo comenzaste a orinar, el rubor de tu cara se acrecentó al escuchar el sonido que tú misma estabas produciendo.
-Eso es... - te animó él, aún acariciando tu muslo.
Cuando terminaste, aún te estabas tapando los ojos, negándote a que la situación fuera real, quizás, si no mirabas durante el suficiente rato, te despertarías en tu cama.
-Te ayudo a limpiarte ,nenita? - volvió a su posición, de rodillas frente a ti.
La vergüenza iba a hacer que comenzases a llorar.
-Va, abríme las piernas, hermosa. -Enzo tomó un pedazo de papel entre sus dedos y abrió tus muslos suavemente, mientras con la otra mano seguía dándote caricias para que te tranquilizases. No pudiste ni quisiste negarte cuando secó tu sexo con delicadeza.
Abriste los ojos, donde amenazaban con salir lágrimas y te estremeciste por el contacto de sus dedos con tu cuerpo. Era surrealista. De perdidos al río.
Le besaste con rabia, con el rostro en llamas y en lprobablemente la posición más humillante de tu vida.
Él tardó en corresponder el beso y cerrar los ojos y tomar tu cara entre sus manos.
-Nenita, no debemos...-dijo al retomar el aliento, con sus labios manchados de tu carmín.
Te levantaste y pulsaste el botón de la cisterna mirándolo fijamente; él seguía arrodillado. Acto seguido, y poseída aún por el espíritu kamikaze que te había llevado en primer lugar a esta situación, levantaste tu vestido hasta sacarlo por tus hombros para luego dejarlo caer en el suelo.
Ahora era el turno de él de quedarse atónito mirándote, como te había pasado a ti el primer día que le conociste.
-No seas mala, nena...- trató de mirar al techo, queriendo resistir.
-Tenés miedo?
Por algún motivo aquellas palabras parecían haber colmado la paciencia de tus improperios.
-Apoyate en el lavabo, ahora mismo- dijo cerrando la puerta con el pie y desabrochando su camisa un par de botones.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en tu rostro, idéntica a la que se ve en la cara de una niñata que por fin conseguía lo que quería por medio de pataleos.
Enzo estaba abriendo el cierre de su pantalón, podías observarlo a través del espejo que se encontraba arriba del lavamanos en el que te estabas apoyando.
No viste su siguiente movimiento porque habías bajado la cabeza y tu melena te había tapado la visión, pero sí que lo sentiste. Una de sus manos sobre tu cadera, la otra introduciéndose en tu sexo sin mayores miramientos. Gemiste en seguida.
-Siempre te salís con la tuya, no?
-Siempre sos tan...! - Tus palabras murieron en tu garganta y fueron sustituidas por un largo y profundo gemido cuando Enzo entró en ti de una estocada. El tamaño de su miembro estaba estirando tu piel y tus músculos de forma casi dolorosa, si no fuera por que el ardor de su punta estaba aliviando un hambre que no sabías ni que sentías.
-Niñata- espetó mientras comenzaba un movimiento constante y cada vez más profundo.
Te estabas derritiendo , tratando de mantenerte en pie y no ceder ante sus empujones. Eras solo un conjunto de sonidos lastimeros, que, sin vergüenza, se caían de tus labios.
-Papi...- lloriqueaste sin poder evitar que un nombre así escapase de tu mente y se materializase.
-Sí, mi nena, ya sé... -Enzo respiraba de forma entrecortada y su rostro se cubría de sudor por el calor de la estancia -tenía tantas ganas de hacer esto... no te hacés a la idea...
De pronto, alguien golpeó la puerta para comprobar si el baño estaba ocupado, lo que hizo que os congelaseis en el acto y os miraseis con los ojos como platos. Cuando una tremenda y alcohólica carcajada iba a salir de ti, Enzo cubrió tu boca con toda la rapidez que pudo.
-Ocupado, pero ya salgo! - alzó la voz para que la persona al otro lado de la puerta pudiese escucharle.
La oportunidad de fastidiarlo se presentó ante ti y no quisiste desaprovecharla: Comenzaste a mover el culo para auto-penetrarte e intentar sacar un gemido de él que lo delatase. Como si no fueras a hundirte en el mismo barco que él, vaya. Enzo cerró los ojos con fuerza y se contuvo lo mejor que pudo. Los pasos de la persona que estaba afuera se alejaron, probablemente buscando otro aseo.
-Te vas a enterar, niñata.
Esto pretendía ser más corto y menos kinky jajajaja Sorry not sorry.
tags:@madame-fear@deepinsideyourbeing@loveinsprings@lunitt@lastflowrr@iamjustadoll (como siempre, diganme si quieren que las incluya en la taglist o las borre <3)
76 notes · View notes
Text
Tumblr media
Esta mañana
te has vuelto a ir
después del sueño.
Y aquí estoy,
intentando
que la poesía
te haga volver.
Pero últimamente
ningún verso
quiere acercarte
a la silla vacía
que me acompaña.
Imagino
que más que traerte
a mi lado,
han decido
quedarse contigo.
Escribir,
siempre fue una excusa
para sentirte.
Acaricio este teclado,
como si tu mejilla
se hubiese convertido
por un instante
en las letras
que buscan mis dedos.
Saboreo el café,
negro e intenso
como tus ojos,
con la dulzura justa,
como la sonrisa
que regalas.
Sí,
en este café,
también estás.
Sabes,
siempre llego tarde
a todos los sitios,
como si el recuerdo
de tus curvas
hicieran de las calles
un laberinto.
Decirte,
cómo no,
que mis manos
ya no se entienden,
la izquierda
piensa que estás
con la derecha
y la derecha
con la izquierda,
por eso solo
escriben ausencias
y reproches.
Todo es tan tú,
que hasta el viento
me recuerda a tu pelo.
Ya ves
que estoy loco.
Pero de esta locura,
también tú
te quedaste una parte,
esa parte
que te trae en sueños,
la que no me deja
olvidarte,
la que siempre
te mantiene fresca
como el agua de río,
que sin permanecer,
siempre está
para calmar la sed.
Pero mi sed,
quiere detener al río.
Supongo,
que mi locura
no entiende de corrientes.
Así que seguiré
intentando
convencer al río
que se congele justo aquí,
que no me importa
de donde viene
ni adonde va,
que solo quiero
beberme su presente.
Pero este jodido río
no para de correr.
26 notes · View notes
flan-tasma · 7 months
Note
Hello, just wondering if you could possibly write dainsleif xgn! reader modern highschool au? basically the reader always wears a mask due to them having a noticeable scar on their lips? (slightly self projecting but riufhurihwiwkak) what if people were being pushy into getting you to take the mask off and dainsleif comes to save the day
reader is selectively mute and shy ish
💖~ FINALLY SOMETHING ABOUT DAIN. I love you so much, anon💘✨💖
I like to think that in the end Dain carries you to the infirmary.
Warning: Nope now💖, GN!Reader, I think this turned out to be a bit violent... | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Spanish:
Fue un misterio la razón por la que usabas una mascarilla. En un inicio la respuesta para las mentes curiosas era un rumor acerca de tu salud delicada, y mientras se esparcía como la pólvora, las personas se acercaron con un deseo casi vulgar por saber la razón verdadera. Preguntaron con sonrisas, con rostros curiosos y de buena manera en un inicio, pero no recibieron más que el silencio y tu mirada baja.
Los rumores escalaron hasta que habías nacido sin capacidad de habla, y las buenas maneras en las que se acercaron los curiosos fue distinta. La curiosidad empezó a volverse morbo. Y mientras se oscurecían las razones para descubrir tus secretos, también lo hicieron las artimañas de tus compañeros de clase.
Los pedidos acompañados de dulces palabras pasaron a caras aburridas que solo esperaban un nuevo show, algo divertido que ver en ti. Te dijeron que sería más agradable ver tu cara completa al hablarte, y cuando no lo hiciste te dejaron. Dijeron que no eras cortés, que tú falta de educación era un insulto. Todo se vino abajo.
Te lanzaron cosas, acercaban sus manos rápidamente a tu cara para quitarte la máscara, pero solo era una burla. Tu rostro preocupado les divertía como si fuera el mejor show que hayan visto en sus vidas. Y esos imbéciles sin entretenimiento se quedaron.
“Ni siquiera sé por qué te molestas.” La voz femenina resonó en el salón, las clases habían terminado y te apresurabas a guardar tus cosas e irte, pero un brazo en tus hombros te detuvo. “Somos amigos, no vamos a burlarnos ni nada.” Sus promesas estaban vacías y tenían menos valor que un centavo, pero no podías hacer más que quedarte en tu lugar y bajar la cabeza.
“Tal vez está escondiendo una quemadura.” Otro chico habló, sonriendo como si incomodarte no fuera más que una broma inocente. No le importaba en lo más mínimo y su postura relajada te lo comunicaba. “Una quemadura tan fea que si la ves, vas a vomitar.”
“No digas eso, tienes que ser amable. ¿Verdad?” La voz sínica te hizo temblar cuando más se acercaba por tus hombros hasta tu cuello. “¿Puedes decirle que no sea un hijo de perra? Tal vez así te deje de molestar.”
“Solo dejaré de jugar si te quitas la máscara.” Con una perra que te sostenía por los hombros y el imbécil que se acercó para por fin callar a la voz que le gritaba en su cabeza, casi gritaste y te sacudiste. No querías que te vieran, no querías que vieran tu cicatriz. Tus ojos empezaron a llorar cuando el agarre de la chica te sostuvo con más fuerza hasta empujarte dolorosamente contra alguna silla, sentiste el pupitre pinchar tu costado y pataleaste contra el aire cuando viste a esos dos gritarte en la cara que te calmaras y no seas histérica, pisando tus pies para evitar tus golpes.
Las cosas pasaron en cámara lenta mientras tus uñas arañaban lo que lograban sostener de la piel de alguno de los dos. Estabas llorando y el calor de la máscara era aún mayor. Pero cuando sentiste que tus pulmones iban a explotar, de repente la libertad te golpeó junto al sonido de algo cayendo contra otras mesas. Una cabellera rubia estaba frente a ti, un chico alto que miraba a los dos renacuajos que chillaron y se quejaron por haber caído contra los pupitres.
Todo se sentía irreal mientras los gritos te asfixiaban, la voz del hombre se hizo camino para ser escuchada por todos, rugiendo con rabia, sacando a la fuerza a los dos estudiantes. El silencio reinó cuando él cerró la puerta del salón mientras te calmabas. Temblaste por el miedo y te dolía el cuerpo, querías chillar y volver a casa. Tu salvador notó tu nariz moqueando y se acercó lentamente, sentándose en una silla a dos mesas de distancia.
“¿Quieres ir a la enfermería?” Su voz era silenciosa, casi como un susurro, no queriendo alterarte o hacer que te duelan los oídos. Su mirada gentil estaba pintada de azul y buscaba alguna herida grave en tus manos o cuello. En cuidado con el que se mantuvo alejado, pero pendiente, presente y dispuesto a ayudarte mientras aún calmabas tu respiración y tus llantos, sin importarle cuando te cubrías la máscara con algo de temor aun aferrándose a tus huesos.
Entendió que querías silencio, entonces te lo dio, pero te cuidó hasta que ya era más tarde de lo habitual. No había ruido afuera del salón, ni siquiera los conserjes se escuchaban y parecía que incluso los autos de la carretera respetaban sus deseos.
En la escuela se escuchó un nuevo rumor, esta vez uno más cerca de la realidad. A Dainsleif, el misterioso muchacho de la clase D, estaba cuidando del estudiante de la clase B. Claramente nadie volvió a quejarse de tu mascarilla sin tener alguna discusión con él.
Tumblr media
English:
It was a mystery why you were wearing a mask. Initially the answer to curious minds was a rumor about your failing health, and as it spread like wildfire, people came forward with an almost vulgar desire to know the real reason. They asked with smiles, with curious faces and in a good manner at first, but they only received silence and your lowered gaze.
The rumors escalated until you were born without the ability to speak, and the good manners in which the curious approached were different. Curiosity began to turn morbid. And as the reasons for discovering your secrets darkened, so did the tricks of your classmates.
The requests accompanied by sweet words passed to bored faces that were only waiting for a new show, something fun to see from you. They told you it would be nicer to see your full face when they talked to you, and when you didn't, they left you. They said you were not polite, that your lack of education was an insult. Everything fell apart.
They threw things at you, quickly bringing their hands to your face to take off your mask, but it was just a taunt. Your worried face amused them as if it were the best show they had ever seen in their lives. And those unentertained morons stayed.
“I don't even know why you bother.” The female voice echoed in the room, classes had ended, and you hurried to put your things away and leave, but an arm on your shoulders stopped you. “We're friends, we're not going to make fun of each other or anything.” His promises were empty and worth less than a penny, but you could do nothing but stay in your place and hang your head.
“Maybe they're hiding a burn.” Another boy spoke up, smiling as if making you uncomfortable was nothing more than an innocent joke. He didn't care in the slightest, and his relaxed posture communicated that to you. “A burn so bad that if you see it, you're going to throw up.”
“Don't say that, you have to be nice. True?" The sinic voice made you shiver the closer it got over your shoulders to your neck. “Can you tell him not to be a son of a bitch? Maybe then he will stop bothering you.”
“I will only stop playing if you take off your mask.” With a bitch holding you by the shoulders and the asshole reaching out to finally silence the voice screaming in his head, you almost screamed and shook. You didn't want them to see you, you didn't want them to see your scar. Your eyes began to cry when the girl's grip held you tighter until she pushed you painfully against a chair, you felt the desk pinch your side and you kicked against the air when you saw those two yelling in your face to calm down and not be hysterical, stepping on your feet to avoid your blows.
Things happened in slow motion while your nails scratched what they could hold of the skin of either of you. You were crying and the heat from the mask was even greater. But when you felt like your lungs were going to explode, freedom suddenly hit you, along with the sound of something falling against other tables. A blonde haired guy stood in front of you, a tall boy looking at the two tadpoles who screamed and complained about falling against the desks.
Everything felt unreal as the screams choked you, the man's voice made its way to be heard by everyone, roaring in rage, forcibly removing the two students. Silence reigned as he closed the living room door while you calmed down. You shook with fear and your body ached, you wanted to scream and go home. Your savior noticed your runny nose and slowly approached, sitting in a chair two tables away.
“Do you want to go to the infirmary?” His voice was quiet, almost like a whisper, not wanting to upset you or make your ears hurt. His gentle gaze was painted blue and he was searching for any serious wound on your hands or neck. In care with which he stayed away, but attentive, present and willing to help you while you still calmed your breathing and your cries, not caring when you covered your mask with some fear still clinging to your bones.
He understood that you wanted silence, so he gave it to you, but he took care of you until it was later than usual. There was no noise outside the room, not even the janitors could be heard, and it seemed that even the cars on the road respected his wishes.
A new rumor was heard at school, this time one closer to reality. Dainsleif, the mysterious boy from class D, was taking care of the student from class B. Clearly no one complained about your mask again without having some discussion with him.
71 notes · View notes
pricesugarwife · 8 months
Text
Derritiendo los glaciares de su corazón | Simon Riley x Reader
¡Mi segundo escrito aquí! Estoy intentando descubrir como funciona la plataforma, sigo estando nerviosa y pronto tendré que hacer una publicación fijada con mis pequeños retazos.
Simon "Ghost" Riley x Reader
Please, listen "Say yes to Heaven" of Lana del Rey mientras lee esto para una mejor experiencia.
Tumblr media
Los créditos se mostraban en la pantalla mientras quitabas la manta acolchada que te cubría, hacía unos minutos que la película había finalizado y como un gato perezoso, te estiraste en la cómoda cama en la que reposaba tu cuerpo, aun tratando de espabilar después del dulce sueño y las caricias compartidas por el hombre rubio del que no había rastro en la habitación.. Hacía frío, no era para menos el invierno los había arropado con una espesa capa de nieve y escarcha visible desde la ventana, donde se vislumbra el paisaje blanquecino pero ciertamente inspirador para una artista como tú. 
Aunque, nunca fuiste buena pintando o esculpiendo en arcilla, tus dedos se hallaban demasiado ocupados trazando formas en el cristal de este, tarareando de manera vaga la melodía de fondo, disfrutando de la brisa congelada que refresca tus mejillas sonrojadas; porque los recuerdos de la noche anterior transitaban por tu conciencia, los besos apasionados, las mordidas traviesas, palabras sugerentes y el delicioso vaivén de caderas que impuso Simon cuando descubrió los espacios más íntimos de tu cuerpo, trazando cual cartógrafo la geografía en antiguos pergaminos, proclamándose noble conquistador de las tierras vírgenes entre tus piernas.
Cada suspiro robado en la boca de Simon se repetía en bucle en tu imaginación, dejándote embriagar por el terroso aroma a almizcle, avellanas y madera, había algo en la entereza de su ser que te hacía sentir en casa. Quizás tanto tiempo en soledad, viviendo en la monotonía de los días con las mismas palabras vacías y la rutina hueca te había hecho sentir extranjera en tu propio cuerpo, en tu propia vida, hasta que conociste al hombre de ojos cafés tormentosos. 
Era una ocasión especial, llevabas un vestido fluido por insistencia de tu madre que te había convencido de salir al último festival organizado en la ciudad y lucir bonita para “pescar un buen hombre, porque el tiempo pasaba y no te hacías más joven”, sin embargo, la amargura en tu paladar al pensar en el amor y tus anteriores experiencias (aunque escasas, muy decepcionantes y terribles) se vieron empañadas en cuanto observaste a semejante semental que se encontraba sentado en un rincón oscuro del bar en el que estabas con tu hermana. 
Ella, como era de costumbre, no se callaba y continuaba parloteando sobre el militar con el que estaba saliendo desde hacía semanas. Pero espabilaste en cuanto saliste de la ensoñación, dándote cuenta que su parloteo se había detenido hacía segundos y se levantaba repentinamente de la silla, corriendo como el huracán que era hacia la figura voluminosa de un hombre que llamó “John” con un tono tan enfermizamente dulce que en otro momento te hubiese provocado arcadas. 
Al final conociste al misterioso hombre del que estaba enamorada tu hermana y también conociste a Simon Riley, a pesar de que al inicio se presentó con su indicativo “Ghost” con un tono seco y plano, anticipándote que no participaría mucho en la conversación. Sin embargo, al final de la noche lograste estar más cerca de ese cautivador espécimen que solía hacer bromas de papá, bebía cortos tragos de bourbon y te robaba el corazón con cada palabra que salía decorada por ese acento de Manchester. 
Regresando al presente, te sentías flotando en una danza encantadora y delicada como las de antaño, donde el caballero sujetaba a una distancia prudencial tu anatomía al compás de la orquesta que entonaba el ritmo de la pieza. Como un violinista que conoce las cuerdas de su instrumento, el rubio había aprendido a tocar en los sitios indicados para conseguir ese dulce sonido de tus labios pintados de bermellón. 
Aquel suceso permanece escrito en las páginas de tu memoria, garabateando corazones junto a sus nombres y anhelando esas varoniles manos sobre ti una vez más, generando una adicción a sus incandescentes sentimientos desmedidos, desprovistos de cualquier enajenación. Giraste sobre tus pies, dando vueltas como una ninfa de rostro soñador, la delgada camisa blanca de Simon cubría tu desnudez sin inmutarse por la baja temperatura hasta que percibiste esa fragancia casi afrodisíaca.
—Pensé que no querrías salir de la cama —murmuró el de orbes azules, sonaba divertido y maravillado por tu delicado semblante, aún cuando había pervertido tu mente con su excitación desenfrenada y te había devastado en su cama hacía unas cuantas horas. 
—Está nevando y es precioso, quería ver la nieve caer —señalaste, sentándote sobre tus tobillos en el esponjoso colchón invitándole a que se acercara hacia donde estabas.
—Quizás, sigue sin ser más precioso que tú.
Antes de que pudieras contestar, te sujetó por la cintura y te subió a su regazo, reposando tu cuerpo en sus gruesos muslos, acariciando tramos de piel que iba revelando al subir la poca tela que lo separaba de tu cálido centro. 
—Anhelo llenarte de los halagos que mereces... quiero devolverte esa alegría que provocas en mí —confesó, peinando los mechones sueltos que enmarcan tu rostro. Los mismos dedos que te habían llevado a las estrellas delineaban con delicadeza tus mejillas, hasta que el dedo pulgar reposó encima de tus labios, fascinado admirando la forma de tu arco de cupido. 
—Creo que alguien ha estado leyendo a Jane Austen —dijiste más para ti misma, sin percatarse que Simon empezaba a desabrochar los pocos botones que cubrían tu modestia. 
Nunca desvió sus profundos ojos marrones de tus reacciones, motivado por como mordiste tu labio inferior al observar los músculos cincelados y esos pectorales esculpidos por Miguel Ángel. Lo hacía con el objetivo de empujar tu deleite en ese armonioso espectáculo íntimo, develando la parte más sensual que poseía como individuo masculino. 
En cuanto te apoyó en la cama, posicionándose sobre ti, apreciaste en silencio como iba enseñándote el sendero feliz cubierto por una delgada capa de vello y jadeaste en silencio, sintiendo el agradable calor de tu humedad cuando Simon se quitó el jogger gris que llevaba y sus torneadas piernas tocaron el colchón para subir hacia donde tus brazos lo llamaban. En cuanto estuvo más cerca, sentiste la dureza de su miembro contra la parte interna de tus muslos, mordiéndote el labio y moviendo las caderas para que pudiera sentir lo lista que estabas para recibirle. 
Simon hizo descender sus dedos hacia tu centro resbaladizo, cubriendo sus dedos con la humedad acumulada en medio de tus muslos y llevándolos a su boca para probarlo mientras te miraba atentamente, provocando un gemido desesperado de tu parte. Para ese instante, el frío no era un inconveniente, puesto que apretaste los muslos al sentir como esa humedad crecía y descendía cálida, acción que no pasó desapercibida—. ¿Exaltada, mi dulce princesa?
—¿Qué crees? —dijiste, recostando tu fisionomía en la suavidad de las sábanas de tu amante. Querías repetir esa pecaminosa danza que se prolongó en la madrugada.
—¿No fue suficiente con lo de anoche? —cuestionó, una de sus cejas gruesas arqueadas y sus labios tirando de una sonrisa que prometía los placeres carnales.
Pero no te cohibiste como antes, la sumisión que habías mantenido se dispersó cuando lo besaste con todo el fuego que residía en tu pecho, presionando tus senos desnudos contra su pecho torneado y duro. Porque más allá de un derroche pasional y efímero, sus almas se conectaban en un plano espiritual que escribía con pluma dorada la leyenda de un amor inconmensurable, que por fin sería netamente feliz y perpetuo.
—Quiero que me hagas tuya, Simon.
63 notes · View notes
eleancrvances · 1 year
Text
a little obsessed with some translation choices made in the spanish les mis.
like, in look down valjean tells javert “no sabes tu que es sufrir / ni pasar hambre”, “you don’t know what it’s like to suffer / or feel hunger”. and a few lyrics later javert’s “and i’m javert / do not forget my name” becomes “yo soy javert / no es otro nombre mas”, which means “i am javert / there is no other name”, which in a way indirectly replies to what valjean said earlier. “you think i’ve never been through what you have? why do you think i only have one name?”
and again in confrontation “i was born with scum like you / i am from the gutter too” is “soy un perro como tu / soy un paría igual que tu”, which means “i’m a dog like you / i’m a wretch (un misérable if you will) just like you"
in i dreamed a dream fantine says “mejor sería no soñar / es una calle sin salida”, “it’s better not to dream / it’s a dead end” :,)
in valjean’s soliloquy he says “como habre llegado aquí? / ya no se donde estoy” and in javert’s suicide he says “como he llegado aqui? pero a donde puedo ir?” which in both cases means roughly “how did i get here? i don’t know where i am, where can i go”
in empty chairs marius breaks me by saying “yo no pude acompañaros / perdonadme, por favor”, which means “i couldn’t follow you / please, forgive me”
and “empty chairs at empty tables” becomes “estas sillas hoy vacías fueron suyas una vez”: “these chairs, now empty, were yours once”
(just check it out you guys it’s really good and the singers are giving everything they have)
310 notes · View notes
caostalgia · 2 years
Text
Amor condicional
La ví a ella, ahí sentada. Esa silla estuvo mucho tiempo vacía y parecía que ella encajaba a la perfección, o tal vez... Yo la hice encajar.
Utilicé mi entrenamiento militar, psicológico y emocional con mis años de experiencia y me senté a hablarle.
- Hola, hermosa.
Su pelo, sus ojos, su sonrisa... Todo se detenía por un momento mientras ella simplemente existía.
Me miró y me respondió.
- ¿Sabes? Eres una persona muy importante para mí.
- Oh, quieres hacerme ver que nuestra relación es importante para ti, que bonito.
- Siempre estaré aqui para ti si me necesitas.
- Dejarme claro que no estoy solo en esta vida, que dificilmente puede uno navegar por su cuenta es muy valioso.
- Siempre que me trates igual, porque las relaciones son dar y recibir.
- Vale, establecer una amistad sana, en la que ambas partes nos apoyamos con mutuo cariño y respeto ¿no?
- O sea, mientras no hagas algo que me haga sentir mal y me moleste ¿ok?
- ¿Ok? O sea puedo contar contigo pero mientras yo no comenta ningún error, que haga que no estés...
Me interrumpió como si no me escuchase
- Bueno un error, o sea quiero decir, no me digas ni hagas ninguna cosa que no me guste. Porque entonces yo te vería de otra forma y como diríamos coloquialmente "¿cómo te voy a querer?"
- O sea que ¿Tú me quieres contigo mientras yo sea la persona que tú quieres que yo sea para ti?
- No. Solo te estoy diciendo que no me hagas daño, porque yo tengo una forma de ver las cosas y lo único que te pido, es que lo respetes.
- Vale, o sea que para disfrutar de nuestra relación yo tengo que modular mi honestidad, para que se adapte a tu forma de ver las cosas, para que tú estés bien conmigo.
- Debería ser natural que tú quieras tratarme bien y yo te estoy diciendo cómo.
- Pero yo te quiero tanto, que quiero poder decirte cuando me estás haciendo sentir mal. Porque a todos nos pasa.
- Si te estoy ofreciendo mi amor y mi apoyo, lo mínimo que puedes hacer, es hacerme feliz.
- Déjame ver si entendí. Entonces, en vez de regalarme tu amor por ser quién soy, lo que pasa es que si yo te hago sentir bien yo recibo un premio por ser quién tú quieres que yo sea.
- Solo estoy intentando decirte que te quiero.
- Claro siempre y cuando gane al juego de quererte que te has inventado, porque si pierdo...
- Y si no me tratas bien según lo que yo considero que es eso, por mi te puedes ir a la mierda.
- Si pierdo me castigas, efectivamente.
- Es una carretera de doble sentido.
- Si... Yo creo que es más una carretera de doble vía, en el mismo sentido, mientras yo voy a campo travessa con una motocross en un campo de minas que tú has puesto sin avisar.
Querida te quiero, pero esta silla, no te queda.
Procedí a levantarme con ella, la abrace, le dije cuánto la quería y la acompañe a la salida de mi vida...
Arkham
282 notes · View notes
melancolirio · 9 months
Text
"Soledad, me has tomado la mano y no quieres soltarme, tienes en la mirada el mismo color de las sillas vacías de una mesa pequeña, y si tan solo me miraras de reojo, ten por sentado que abriremos un paraguas, por debajo de mis ojos."
nubetriste.
49 notes · View notes
danielac1world · 9 months
Text
Soledad, me has tomado la mano y no quieres soltarme, tienes en la mirada el mismo color de las sillas vacías al son de una mesa pequeña, y si tan solo osas con mirarme de reojo, ten por sentado que abriremos un paraguas, por debajo de mis ojos.
Y tienes las manos suaves, querida y atormentada soledad, no me molesta tu tacto de pradera sobre mis caderas en plena madruga por debajo de las sabanas frías, pero me gustaría que el dolor se fuera del todo, después de la última corriente del primer orgasmo.
Ven, mirame si quieres, cariño, no me importaría que el suelo se abriera a nuestros pies y tuviéramos que enfrentarnos a mis miedos salados, pero por favor soledad, si no vas a soltarme, sigue mis pasos. Busca unas alas azules y vuela a mi lado, que no hay nada más frustrante, que quedarse estancado en el mismo vacío flotante, en el mismo consuelo de tus aires, y en el mismo dolor de tu consuelo ya fijado.
Corramos, soledad, demos pasos al azar, lejos, cerca, pasos enormes entre montañas y hierva, volemos tan alto, que caer sea el único problema, y una vez ya destrozados en el suelo, tan abajo que ni los escarabajos existan, agarrame la mano fuerte, que habrá valido el vértigo de tus ojos del color de las ausencias; pero si aún no estamos listos, soledad, no agarres aún mi cuerpo, no sigas visitando mis sueños por las madrugadas de frío, que de tanto tenernos, cariño, estaremos destinados a morir entre bostezos despiertos, con el fétido aroma oscurecido, de una eternidad entre nuestros ojos.
-danielac1world ~Desesperación apacible~
49 notes · View notes
wwindbell · 7 months
Text
Tumblr media
—¿Te falta mucho? —volvía con dos botellas de agua y una barra de chocolate grande en sus manos, dejó todo sobre la mesa que trabajan y arrastró una de las botellas hacia el lado de Iskandar, dándole a entender que era para él, aun cuando no le había encargado absolutamente nada.
Estaban los dos, en un rincón de la extensa cafetería. Todavía faltaba un buen par de horas para que fuera la hora del almuerzo, así que aparte de la mesa que usaban, a unos cuantos metros habían sólo dos grupos repartidos en resto de las demás mesas; la mayoría se veían vacías.
Sebastian corrió la silla en la que estaba sentado anteriormente, la que daba justo al frente de su compañero. —Terminé mi parte del trabajo y... —tomó asiento y empezó a abrir su propia botella. —Esta vez me aseguré de hacer los cambios en el documento compartido. —no como la vez anterior en la que casi lo linchaban por no hacer su parte, cuando en realidad, sólo se había equivocado de documento.
@malaeartes
21 notes · View notes
redcomunitaria · 8 months
Text
Egoismo
Un mes donde se celebraba "La prevención contra el suicidio" yo estaba allí, contra la espada y la pared sin poder hacer nada, mientras mi mente colapsaba en ese momento, mientras yo estaba sentada en aquella silla, pensaba en cada una de mis decisiones, solo quería un hombro en el que poner mi frente. Yo, frente a la mesa con cada uno de los materiales listos, con los brazos débiles y todo silencioso, sabía que tomaría aquella ruta a pesar de tener miedo quizás lo haría, no había nada ni nadie que me pudiera detener, o sacar de aquel cuarto oscuro con una tenue luz. Estaba perdido, y desolado estaba horrorizado y era un cobarde, no servía ni para eso, pensaba. Tenía miedo, y dolor, con la garganta seca mientras lloraba, ya lo eh perdido todo de mí mismo, decía. No eh encontrado nada, agua, vida, yo mismo. No eh tenido nada, aire, paz, algo. El nada reinaba allí, mientras mi mente gritaba y mis manos temblaban, a la luz de la oscuridad que bien se sentía la solitaria paz pues no me observaba nadie, nadie me juzgaba, excepto yo y mi atrapada mente. Mientras yo caía solo en esta vacía soledad, quien podría sostener mi mano en aquel. Y se asomaba y me destruía, y me mentía, aquel no tenía miedo, ¿Por qué no usarías tu nombre?, ven y destrúyeme, en mi mente eh estado muerta hace tanto tiempo que ni lo había notado, llueve sobre mi esta inconcebible decisión. Había pasado tanto tiempo, cada día, casi todos los días yo me miraba al espejo y me decía y obligaba a pensar que todo estará bien, pero no era así, no era quien yo era, era un maldito desastre una puta basura, no pertenecía más aquí, ya no me importaba nada, quería tener tanto el control de tantas coas, que de nada tenía el control al final. Y eso me mataba. Cada día me despertaba con la esperanza de que esto secara, trataba de ver las cosas desde otra perspectiva, y eso me hería, saber que, aunque intente todo, sigue igual. No me quería ir así, por lo menos debería dejar cerrado todos esos asuntos, pero igualmente, la carta estará por ahí, si es que a alguien se le da por encontrarla(me), hallare una bonita edificación en la que poder descansar tranquilamente, pero lo único que quiero hacer es despedirme por ahora. Cuan egoísta seré, dándole mis cargas a alguien más, pero es que solo deseo que cese.
Mina_
24 notes · View notes
exnoctambulo · 8 months
Text
Sueño con sillas vacías. Sueño con frutas mordidas. Sueño con vasos que yacen acostados y tristes sobre alfombras indiferentes. Sueño con lluvias absurdas bajo las cuales nadie camina de la mano, nadie sonríe. Sueño con perros bigotudos que renguean sin que nadie los mire. Y después sueño con vos. Y me siento mejor.
J. Hundred
22 notes · View notes
la-semillera · 3 months
Text
Herta Müller: Cada palabra sabe algo sobre el círculo vicioso. Discurso al recibir el premio Nobel de literatura, 2009
Tumblr media
¿TIENES UN PAÑUELO? me preguntaba mi madre cada mañana en la puerta de casa, antes de que yo saliera a la calle. Yo no tenía el pañuelo, y como no lo tenía, regresaba a la habitación y sacaba un pañuelo. No tenía el pañuelo cada mañana, porque cada mañana aguardaba la pregunta. El pañuelo era la prueba de que mi madre me protegía por la mañana. A otras horas del día, más tarde o en otras circunstancias, quedaba a merced de mí misma. La pregunta ¿TIENES UN PAÑUELO? era una ternura indirecta. Una directa hubiera sido penosa, algo que no existía entre los campesinos. El amor se disfrazaba de pregunta. Sólo así podía decirse a secas, en tono de orden, como las maniobras del trabajo. El hecho de que la voz fuera áspera realzaba incluso la ternura. Cada mañana estaba yo una vez sin pañuelo en la puerta, y una segunda vez con pañuelo. Sólo después salía a la calle, como si con el pañuelo también estuviera mi madre.
Y veinte años más tarde estaba hacía tiempo sola en la ciudad, como traductora en una fábrica de maquinarias. A las cinco de la mañana me levantaba, y a las seis y media empezaba el trabajo. Por la mañana resonaba el himno sobre el patio de la fábrica a través del altavoz, durante la pausa del mediodía se escuchaban los coros de los obreros. Pero los obreros, que estaban comiendo, tenían ojos vacíos como hojalata, manos embadurnadas de aceite, y su comida estaba envuelta en papel de periódico. Antes de comerse un trocito de tocino, le quitaban la tinta del periódico rascándola con el cuchillo. Dos años transcurrieron al trote de la cotidianidad  cada día igual al otro.
Al tercer año se acabó la igualdad de los días. En el transcurso de una semana entró tres veces en mi oficina, a primera hora de la mañana, un hombre gigantesco, de huesos sólidos, con ojos azules centelleantes, un coloso del Servicio Secreto.
La primera vez me insultó de pie y se marchó.
La segunda vez se quitó el impermeable, lo colgó en una percha del armario y se sentó. Aquella mañana yo había traído de casa unos tulipanes y los estaba acomodando en el florero. El tipo me observaba y alabó mi inusual conocimiento del ser humano. Su voz era resbaladiza. Sentí un gran desasosiego. Impugné su elogio y le aseguré que sabía algo de tulipanes, pero nada del ser humano. Entonces me dijo en tono malicioso que él me conocía mejor que yo a los tulipanes. Luego se colgó del brazo el impermeable y se marchó.
La tercera vez se sentó y yo permanecí de pie, porque había dejado su cartera sobre mi silla. No me atreví a ponerla en el suelo. Me insultó tratándome de necia redomada, holgazana, putilla, tan corrompida como una perra vagabunda. Empujó los tulipanes hasta casi el borde de la mesa, en cuyo centro puso una hoja de papel vacía y un lápiz. Rugió: escribe. De pie, empecé a escribir lo que me iba dictando. Mi nombre con fecha de nacimiento y dirección. Y después que yo, independientemente de la proximidad o del parentesco, no le diría a nadie que…, y entonces llegó la horrible palabra: colaborez, iba a colaborar. Esta palabra ya no la escribí. Puse el lápiz a un lado y me dirigí a la ventana, por la que miré hacia la polvorienta calle. No estaba asfaltada, baches y casas gibosas. Y esa calleja ruinosa se llamaba, encima, Strada Gloriei: calle de la gloria. En la calle de la gloria había un gato trepado en la morera desnuda. Era el gato de la fábrica y tenía una oreja desgarrada. Encima de él brillaba el sol matinal como un tambor amarillo. Dije: N-am caracterul. No tengo este carácter. Se lo dije a la calle, fuera. La palabra CARÁCTER puso histérico al hombre del Servicio Secreto. Rompió la hoja y tiró los trozos al suelo. Pero probablemente se le ocurrió que tendría que presentarle a su jefe la prueba de que había intentado incorporarme a su red de espionaje, porque se agachó, recogió todos los trozos en una mano y los metió en su cartera. Luego lanzó un profundo suspiro y, en medio de su derrota, arrojó hacia la pared el florero con los tulipanes, que se estrelló y crujió como si hubiera dientes en el aire. Con la cartera bajo el brazo dijo en voz queda: esto lo pagarás muy caro. Te ahogaremos en el río. Como hablando conmigo misma dije: Si firmo eso ya no podré vivir conmigo y tendría que hacerlo yo. Mejor háganlo ustedes. Y al instante la puerta de la oficina ya estaba abierta y él se había marchado. Y fuera, en la Strada Gloriei, el gato de la fábrica había saltado del árbol al tejado de la casa. Una de las ramas se mecía como un trampolín.
Al día siguiente comenzó el tira y afloja. Yo debía desaparecer de la fábrica. Cada mañana a las seis y media tendría que presentarme ante el director, con el que cada mañana estaban el jefe del sindicato y el secretario el Partido. Y así como en otros tiempos me preguntaba mi madre: ¿tienes un pañuelo? ahora me preguntaba cada mañana el director: ¿Has encontrado otro trabajo? Y yo le respondía cada vez lo mismo: No estoy buscando ninguno. Estoy a gusto aquí en la fábrica, quisiera quedarme hasta la jubilación.
Una mañana llegué al trabajo y mis voluminosos diccionarios estaban en el suelo del pasillo, junto a la puerta de mi oficina. La abrí, y había un ingeniero sentado a mi escritorio. Me dijo:aquí se llama a la puerta antes de entrar. Ahora estoy aquí yo, y tú ya no tienes nada que hacer en este despacho. A casa no podía irme, porque habrían tenido un pretexto para despedirme por faltar sin permiso. Ahora no tenía oficina, y con mayor razón tenía que ir cada día normalmente al trabajo, por ningún motivo debía ausentarme.
Una amiga, a la que cada día se lo contaba todo en el camino de vuelta a casa por la Strada Gloriei, me dejó compartir al principio una esquina de su escritorio. Pero una mañana se plantó ante la puerta de la oficina y me dijo: No me autorizan a dejarte entrar. Todos dicen que eres una soplona. Las trabas y vejaciones se enviaban hacia abajo, los rumores empezaron a propagarse entre los colegas. Eso era lo peor. Contra los ataques uno puede defenderse, contra la calumnia es impotente. Yo contaba cada día con todo, incluso con la muerte. Pero con esa perfidia no sabía qué hacer. Ningún cálculo la volvía soportable. La calumnia nos atiborra de mugre, y nos asfixiamos porque no podemos defendernos. En opinión de mis colegas yo era exactamente aquello a lo que me había negado. Si los hubiera espiado y delatado, habrían confiado en mí sin sospechar nada. En el fondo, me castigaban porque yo los protegía.
Como ahora con mayor razón no podía ausentarme, pero no tenía despacho y a mi amiga no le permitían dejarme entrar en el suyo, me instalé, indecisa, en la caja de la escalera, una escalera que recorrí varias veces de arriba abajo – de pronto volví a ser la hija de mi madre, porque TENÍA UN PAÑUELO. Lo extendí en un escalón entre el primer y el segundo piso, lo alisé para que estuviera como es debido y me senté encima. Me puse en las rodillas mis gruesos diccionarios y empecé a traducir descripciones de máquinas hidráulicas. Yo era un chiste malo sobre la escalera, y mi despacho, un pañuelo. En las pausas del mediodía, mi amiga se sentaba en la escalera junto a mí. Comíamos juntas como antes en su oficina y, más antes aún, en la mía. Por el altavoz del patio, como siempre, los coros de los obreros entonaban cantos sobre la felicidad del pueblo. Mi amiga comía y lloraba por mí. Yo no. Debía mantenerme firme y dura. Largo tiempo. Unas cuantas semanas eternas, hasta que me despidieron.
En la época en que yo era un chiste malo sobre la escalera, consulté el diccionario para averiguar la importancia de la palabra ESCALERA. El primer escalón de la escalera se llama PELDAÑO DE ARRANQUE, el último escalón, PELDAÑO DEL DESCANSILLO. Los escalones horizontales que uno pisa encajan lateralmente en las MEJILLAS DE LA ESCALERA, y los espacios libres entre los distintos peldaños se llaman incluso OJOS DE LA ESCALERA. Por las piezas de las máquinas hidráulicas, embadurnadas de aceite, ya conocía las bellas palabras COLA DE GOLONDRINA y CUELLO DE CISNE, para ajustar un tornillo se utilizaba una MADRE DE TORNILLO, e igualmente me dejaron asombrada los poéticos nombres de las partes de una escalera, la belleza del lenguaje técnico: MEJILLAS DE LA ESCALERA, OJOS DE LA ESCALERA – es decir, la escalera tenía un rostro, ya fuese de madera, piedra, cemento o hierro – y los hombres reproducen su propia cara en las cosas más voluminosas del mundo, dan al material muerto los nombres de su propia carne, lo personifican en partes del cuerpo. Y el arduo trabajo sólo les resulta soportable a los especialistas gracias a esa ternura oculta. Cada trabajo, en cada profesión, se rige por el mismo principio de la pregunta de mi madre sobre el pañuelo.
Cuando yo era niña, en casa había un cajón destinado a los pañuelos. En él se alineaban tres pilas en dos hileras, una detrás de la otra:
A la izquierda, los pañuelos de hombre, para el padre y el abuelo.
A la derecha, los pañuelos de mujer, para la madre y la abuela.
En el centro, los pañuelos de niño, para mí.
Aquel cajón era nuestro retrato de familia en formato de pañuelo. Los pañuelos de hombre eran los más grandes, tenían un borde oscuro de color marrón, gris o burdeos. Los pañuelos de mujer eran más pequeños, con borde azul celeste, rojo o verde. Los pañuelos de niño eran los más pequeños, sin borde, pero en el cuadrado blanco había flores o animales pintados. Entre los tres tipos de pañuelos había los que se usaban los días laborables, en la hilera anterior, y los que se usaban los domingos, en la hilera posterior. Los domingos, el pañuelo debía hacer juego con el color de la ropa, aunque no se viera.
Ningún otro objeto en la casa, ni siquiera nosotros mismos, nos resultaba tan importante como el pañuelo. Podía utilizarse para una infinidad de cosas: resfriados, cuando la nariz sangraba o había alguna herida en la mano, el codo o la rodilla, cuando uno lloraba o lo mordía para reprimir el llanto. Un pañuelo frío y húmedo en la frente aliviaba el dolor de cabeza. Con cuatro nudos en las esquinas servía para protegerse del sol o de la lluvia. Cuando uno quería acordarse de algo, hacía un nudo en el pañuelo como artificio mnemotécnico. Para cargar bolsas pesadas se envolvía en él la mano. Si ondeaba era una señal de despedida cuando el tren salía de la estación. Y como tren se dice en rumano TREN, y en el dialecto del Banato lágrima (Träne) se dice trän, en mi cabeza el chirrido de los trenes sobre los rieles equivalía siempre al llanto. En la aldea, cuando alguien moría se le ataba enseguida un pañuelo en torno a la barbilla para que la boca permaneciera cerrada cuando pasaba la rigidez cadavérica. Cuando en la ciudad alguien se desplomaba al borde del camino, siempre había un transeúnte que con su pañuelo cubría la cara del muerto, y así el pañuelo pasaba a ser su primer reposo mortuorio.
A última hora de la tarde, los días calurosos del verano, los padres enviaban a sus hijos al cementerio para que regasen las flores. Nos juntábamos dos o tres e íbamos de una tumba a la otra, regando rápidamente. Luego nos sentábamos, muy pegados unos a otros, en las escaleras de la capilla y observábamos cómo de algunas tumbas subían nubecillas de vapor blanco. Volaban un ratito en el aire negro y desaparecían. Para nosotros eran las almas de los muertos: Figuras zoomórficas, gafas, frasquitos y tazas, guantes y medias. Y de vez en cuando un pañuelo blanco con el borde negro de la noche.
Más tarde, conversando con Oskar Pastior para escribir sobre su deportación a un campo de trabajos forzados soviético, me contó que una anciana madre rusa le regaló una vez un pañuelo blanco de batista. Tal vez tengáis suerte tú y mi hijo, y podáis regresar pronto a casa, dijo la rusa. Su hijo tenía la misma edad que Oskar Pastior y estaba tan lejos de casa como él, en la dirección opuesta, dijo, en un batallón de castigo. Oskar Pastior había llamado a su puerta como un mendigo medio muerto de hambre, quería cambiarle un trozo de carbón por un poquito de comida. Ella lo hizo entrar en la casa y le dio un plato de sopa. Y cuando la nariz de Oskar empezó a gotear en el plato, le dio el pañuelo blanco de batista, que nadie había usado todavía. Con un borde calado de bastoncillos y rosetas impecablemente bordados con hilos de seda, el pañuelo era una belleza que abrazó e hirió al mendigo. Un híbrido; por un lado un consuelo de batista; por el otro, una cinta métrica con bastoncillos de seda, las rayitas blancas en la escala de su desamparo. El mismo Oskar Pastior era un híbrido para esa mujer: un mendigo extraño en la casa y un hijo perdido en el mundo. En esas dos personas lo había hecho feliz y le había exigido demasiado el gesto de una mujer que para él también era dos personas: una rusa extraña y una madre preocupada con la pregunta: ¿TIENES UN PAÑUELO?
Desde que me enteré de esta historia también yo tengo una pregunta: ¿Es ¿TIENES UN PAÑUELO? válida en todas partes y se halla extendida sobre medio mundo en el brillo de la nieve entre la congelación y el deshielo? ¿Cruza todas las fronteras pasando entre montañas y estepas hasta adentrarse en un gigantesco imperio sembrado de campos de trabajos forzados? ¿No hay manera de dar muerte a la pregunta ¿TIENES UN PAÑUELO? ni siquiera con la hoz y el martillo, ni siquiera en el estalinismo de la reeducación a través de tantos campos de trabajos forzados?
Aunque hace décadas que hablo rumano, en la conversación con Oskar Pastior me percaté por primera vez de que en rumano pañuelo se dice BATISTA, de nuevo la sensual lengua rumana, que simplemente lanza con apremio sus palabras hasta el corazón de las cosas. El material no da ningún rodeo, se designa como pañuelo listo, como BATISTA. Como si cada pañuelo fuera de batista en todo tiempo y lugar.
Oskar Pastior guardó en la maleta el pañuelo como reliquia de una doble madre con un doble hijo. Luego se lo llevó a casa tras cinco largos años en el campo de trabajos forzados. ¿Por qué? – su pañuelo blanco de batista era esperanza y miedo, y cuando uno renuncia a la esperanza y al miedo, muere.
Después de la conversación sobre el pañuelo blanco me pasé media noche pegándole a Oskar Pastior un collage sobre un papel blanco:
Aquí bailan puntos dice Bea entras en un vaso de leche de tallo largo ropa interior blanca tina de zinc gris verde contra reembolso se corresponden casi todos los materiales mira aquí yo soy el viaje en tren y la cereza en la jabonera nunca hables con hombres extraños ni acerca de la Central
Cuando a la semana siguiente fui a su casa a regalarle el collage, me dijo: encima debes pegar: “PARA OSKAR”. Yo le dije: Lo que te doy, te pertenece, y tú lo sabes. Él dijo: debes pegarlo encima, tal vez el papel no lo sepa. Me lo llevé de nuevo a casa y encima pegué: para Oskar. Y se lo volví a regalar la semana siguiente, como si hubiera regresado la primera vez de la puerta sin pañuelo y ahora estuviera por segunda vez en la puerta con pañuelo.
Con un pañuelo termina también otra historia:
El hijo de mis abuelos se llamaba Matz. En los años treinta lo enviaron a Timişoara a estudiar finanzas para que se hiciera cargo del negocio de cereales y de la tienda de ultramarinos de la familia. En la Escuela enseñaban maestros del Reich alemán, auténticos nazis. Al concluir sus estudios Matz quizás había recibido, de paso, una capacitación en finanzas, pero sobre todo recibió una formación de nazi – un lavado de cerebro planificado. Cuando salió de la escuela, Matz era un nazi fervoroso, un convertido. Ladraba consignas antisemitas, era inalcanzable como un débil mental. Mi abuelo lo reprendió repetidas veces, diciéndole que debía toda su fortuna sólo a los créditos de hombres de negocios judíos amigos suyos. Y al ver que esto no servía de nada, lo abofeteó varias veces. Pero a su hijo le habían trastornado el juicio. Jugaba a ser el ideólogo de la aldea, vejaba a los muchachos de su edad que se negaban a ir al frente. En el ejército rumano ocupaba un puesto de oficinista. Pero de la teoría quiso pasar a la práctica. Se presentó voluntario en las SS, quería ir al frente. Unos meses después regresó a casa para casarse.
Tras haber sido testigo de los crímenes en el frente, aprovechó una fórmula mágica válida para escaparse unos días de la guerra. Esa fórmula mágica era: permiso por boda.
Mi abuela tenía dos fotos de su hijo Matz en el fondo de un cajón, una foto de la boda y una foto de la muerte. En la foto de la boda se ve una novia vestida de blanco, una mano más alta que él, esbelta y seria, una virgen de yeso. Sobre su cabeza hay una corona de cera como hojas nevadas. Junto a ella está Matz con su uniforme nazi. En vez de ser un novio, es un soldado. Un soldado de la boda y su propio último soldado de la patria. Apenas volvió al frente, llegó la foto de la muerte. Y en ella un último soldado destrozado por una mina. La foto de la muerte es del tamaño de una mano, un campo negro, en el centro un paño blanco con un montoncito gris de restos humanos. Sobre el fondo negro, el paño blanco parece tan pequeño como un pañuelo de niño cuyo cuadrado blanco tiene pintado en el centro un dibujo extraño. Para mi abuela esa foto también tenía su híbrido. En el pañuelo blanco había un nazi muerto, en su memoria, un hijo vivo. Mi abuela dejó esa doble foto todos aquellos años en su devocionario. Rezaba cada día. Probablemente sus oraciones también tenían doble fondo. Probablemente seguían el hiato entre el hijo querido y el nazi obcecado y pedían también al Señor Dios que hiciera el espagat de amar a ese hijo y perdonar al nazi.
Mi abuelo había sido soldado en la Primera Guerra Mundial. Sabía de qué estaba hablando cuando decía a menudo y en tono amargo, refiriéndose a su hijo Matz: Sí, cuando ondean al viento las banderas, el juicio se pierde en las trompetas. Esta advertencia también era aplicable a la siguiente dictadura, en la que me tocó vivir a mí misma. A diario se veía cómo el juicio de los pequeños y grandes oportunistas se perdía en las trompetas. Yo decidí no tocar la trompeta.
Pero de niña tuve que aprender a tocar el acordeón contra mi voluntad. Pues en la casa se había quedado el acordeón rojo de Matz, el soldado muerto. Las correas del acordeón eran demasiado largas para mí, y para que no se resbalaran por mis hombros, el maestro de acordeón me las ataba a la espalda con un pañuelo.
Se puede decir que precisamente los objetos más pequeños, ya sean trompetas, acordeones o pañuelos, terminan atando las cosas más dispares en la vida; que los objetos giran y, en sus desviaciones, tienen algo que obedece a las repeticiones, al círculo vicioso. Uno puede creerlo, mas no decirlo. Pero lo que no puede decirse, puede escribirse. Porque la escritura es un quehacer mudo, un trabajo que va de la cabeza a la mano. De la boca se prescinde. En la dictadura yo hablaba mucho, sobre todo porque había decidido no tocar la trompeta. La mayoría de las veces, hablar tenía consecuencias intolerables. Pero la escritura empezó en el silencio, en aquella escalera de la fábrica donde tuve que sopesar y decidir conmigo misma más cosas de las que podían decirse. El acontecer ya no podía articularse en palabras. A lo sumo los añadidos externos, mas no su dimensión. Esta yo sólo podía deletrearla en mi cabeza, en silencio, en el círculo vicioso de las palabras al escribir. Reaccionaba ante el miedo a la muerte con hambre de vida. Era un hambre de palabras. Sólo el torbellino de las palabras podía captar mi estado y deletreaba lo que no podía decirse con la boca. Yo iba detrás de lo vivido en el círculo vicioso de las palabras, hasta que aparecía algo que no había conocido antes. Paralelamente a la realidad entraba en acción la pantomima de las palabras, que no respeta dimensiones reales, reduce las cosas principales y aumenta las secundarias. El círculo vicioso de las palabras confiere de buenas a primeras una especie de lógica maldita a lo vivido. La pantomima es furiosa y permanece atemorizada y tan adicta como hastiada. El tema dictadura surge ahí espontáneamente, porque la naturalidad ya nunca regresa cuando a uno se la han robado casi por completo. El tema está implícito ahí, pero las palabras se apoderan de mí y llevan al tema adonde quieren. Ya nada es cierto y todo es verdad.
Como chiste malo sobre la escalera estaba yo tan sola como en aquella época, en que de niña, cuidaba vacas en el valle del río. Comía hojas y flores para formar parte de ellas, porque ellas sabían cómo se vive y yo no. Me dirigía a ellas dándoles un nombre. El nombre cardo lechoso debía ser realmente la planta espinosa con leche en los tallos. Pero la planta no escuchaba el nombre cardo lechoso. Entonces yo lo intentaba con nombres inventados: COSTILLA ESPINOSA, CUELLO DE AGUJA, en los que no figuraban ni cardo ni lechoso. En el engaño de todos los nombres falsos ante la planta verdadera se abría el agujero hacia el vacío. La situación ridícula de hablar a solas en voz alta conmigo y no con la planta. Pero la situación ridícula me hacía bien. Yo cuidaba vacas y el sonido de las palabras me protegía. Sentía:
Cada palabra en el rostro sabe algo del círculo vicioso y no lo dice
El sonido de las palabras sabe que debe engañar, porque los objetos engañan con su material, y los sentimientos, con sus gestos. En el punto de intersección del engaño de los materiales y de los gestos se instala el sonido de las palabras con su verdad inventada. Al escribir no puede hablarse de confianza, sino más bien de la honestidad del engaño.
Por entonces, en la fábrica, cuando yo era un chiste malo sobre la escalera, y el pañuelo, mi oficina, también encontré en el diccionario la hermosa palabra INTERÉS ESCALONADO, que designa las tasas de interés de un préstamo que van subiendo por tramos. Las tasas de interés son para uno gastos y para otro, ingresos. Al escribir acaban siendo ambas cosas, cuanto más voy ahondando en el texto. Cuanto más me expolia lo escrito, tanto más muestra a lo vivido lo que no había en el vivir. Sólo las palabras lo descubren, porque antes no lo conocían. Allí donde sorprenden a lo vivido es donde mejor lo reflejan. Se vuelven tan apremiantes que lo vivido debe aferrarse a ellas para no deshacerse.
Me parece que los objetos no conocen su material, que los gestos no conocen sus sentimientos y las palabras tampoco conocen la boca que las enuncia. Pero para asegurarnos nuestra propia existencia necesitamos los objetos, los gestos y las palabras. Cuanto más palabras nos es permitido usar, tanto más libres somos. Cuando se nos prohíbe la boca, intentamos afirmarnos con gestos e incluso con objetos. Son más difíciles de interpretar y permanecen un tiempo libres de sospecha. Y así pueden ayudarnos a convertir la humillación en una dignidad que permanece libre de sospecha por un tiempo.
Poco antes de mi emigración de Rumania, el policía de la aldea vino un día muy de mañana a llevarse a mi madre. Ella estaba ya en la puerta cuando se le ocurrió la pregunta: ¿TIENES UN PAÑUELO? Y no lo tenía. Aunque el policía se mostró impaciente, ella volvió a entrar en la casa y sacó un pañuelo. En la comisaría el policía estalló en gritos e improperios. Los conocimientos de rumano de mi madre no bastaban para que comprendiera los rugidos del policía, que luego se marchó del despacho y cerró la puerta con llave desde fuera. Mi madre se pasó el día entero encerrada allí. Las primeras horas sentada a la mesa, llorando. Después empezó a ir de un lado para otro y a limpiar el polvo de los muebles con el pañuelo empapado en lágrimas. Por último cogió el cubo de agua del rincón y la toalla que colgaba de un clavo en la pared y fregó el piso. Me quedé aterrada cuando me lo contó. ¿Cómo has podido fregarle el despacho a ese individuo?, le pregunté. Y ella me respondió, sin ningún reparo: quería hacer algo para matar el tiempo. Y el despacho estaba tan mugriento. Hice bien en llevarme uno de los pañuelos de hombre, grandes.
Sólo entonces comprendí que con esa humillación adicional, pero voluntaria, se había proporcionado dignidad en aquel arresto. En un collage busqué palabras para formularlo:
Yo pensaba en la rosa vigorosa en el corazón en el alma inservible como un colador pero el propietario preguntó: ¿quién se acaba imponiendo? yo dije: salvar el pellejo él gritó: el pellejo es sólo una mancha de la batista ofendida sin juicio.
Me gustaría poder decir una frase para todos aquellos que, en las dictaduras, todos los días, hasta hoy, son despojados de su dignidad, aunque sea una frase con la palabra pañuelo, aunque sea la pregunta: ¿TENÉIS UN PAÑUELO?
Puede ser que, desde siempre, la pregunta por el pañuelo no se refiera en absoluto al pañuelo, sino a la extrema soledad del ser humano.
Retrato de Herta, 1972
9 notes · View notes
existordesist · 2 months
Text
Y algun día recordaré estos días, con la añoranza de aquellos, dónde tarde a tarde compartíamos las charlas, Y le sumaba vida a tus ya añejados ojos, con la vaga ilusión de que concretaría mis sueños. Hoy veo la silla, vacía. pero aún recuerdo tu calidez, Y al levantar la vista, en ese objeto inanimado de alguna madera noble, siento tu presencia, huelo tu aroma a rosas, tan típicos de tu rosal y me inundó de tu abrazo, que traspasa dimensiones.
10 notes · View notes
belencha77 · 3 months
Text
CAPITULO 36 - UN ULTIMO BESO
Tumblr media
|| Ho-- Hola Drake… || saluda Kiara tímidamente con una sonrisa a Drake antes de dirigirme una mirada || Lady Riley, ¿podemos hablar un momento? ||
|| Señoritas || responde Drake con una pequeña reverencia hacia ellas || Las dejaré solas. No las interrumpiré más || Luego me dirige una mirada || Brown, nos vemos después || Yo simplemente asiento con la cabeza, observando cómo Drake se aleja entre la multitud, mientras Kiara lo sigue con la mirada hasta que desaparece, luego vuelve su atención hacia mí.
|| Riley, ambas queríamos felicitarte por llegar tan lejos || exclama Kiara con una sonrisa, ahora más calmada.
|| Así es, Riley || añade Penélope, tomando mis manos || sinceramente, no fue poca cosa llegar hasta aquí ||
|| Muchas gracias, chicas || respondo con una sonrisa || Ha sido una aventura realmente maravillosa. No se imaginan cuánto he esperado este día || De reojo, noto a Liam hablando con un noble. Él me devuelve la mirada y sonríe. Las chicas notan mi distracción y me devuelven la mirada con una sonrisa.
|| Se nota que está loco por ti || exclama Penélope emocionada || Yo estaría igual o peor que tú, Riley. ¡Esta noche te elegirá como su prometida! ||
|| No puedo negárselo, chicas. Es bastante emocionante... Pensar que mi futuro va a cambiar grandemente en un instante || admito.
|| Yo quisiera ser tan afortunada como tú... || murmura Kiara, mirando hacia abajo antes de sonreír.
|| ¡Vamos, Kiara, ánimo! Estoy segura de que algo bueno vendrá a tu camino. Díganme, ¿qué planean hacer después? || pregunto, tomando las manos de Kiara, cuyos ojos se iluminan de emoción. Penelope se anima a responder primero.
|| Una vez que termine la coronación, dividiré mi tiempo entre la corte y la propiedad de mi familia. Será bueno ver finalmente a mis cachorros de nuevo. Aunque después debemos volver para la gira de compromiso || comento.
|| Es genial que los veas de nuevo, aunque sea por poco tiempo || respondo a Penélope antes de dirigirle una mirada comprensiva a Kiara || ¿Y tú, Kiara? ||
|| Por mi parte, me uniré a la gira del compromiso para luego quedarme en la corte por un tiempo antes de buscar un puesto en el Ministerio de Relaciones Exteriores || explica Kiara.
|| Eso es genial, Kiara... ¡Serás excelente en eso! || exclamo, mostrando mi apoyo.
|| Me gustaría pensar que sí. Será agradable trabajar con comunidades extranjeras y hacer algo bueno en el mundo || responde ella con determinación.
|| Estoy segura de que podrías mover montañas si te lo propones || le digo, rozando su brazo y ofreciéndole una sonrisa tranquilizadora.
|| Gracias, Riley, por tus palabras || me dice Kiara con agradecimiento, soltando un largo suspiro y mirándome con una sonrisa.
|| Ha sido maravilloso poder hablar contigo, Riley || comenta Penelope || Pero creo que deberíamos conversar con algunos nobles antes de que comience la ceremonia de coronación ||
|| Felicitaciones por tu gran noche, Riley || me dice Kiara mientras se toma del brazo de Penelope.
|| Nos vemos luego, chicas || les digo sonriendo, despidiéndome de ellas. Observo alrededor del gran salón y me siento abrumada; los nervios me invaden, así que decido salir hacia el exterior en busca de un poco de paz. De repente, diviso una estación de bar y decido acercarme para solicitar algo diferente. Pero al llegar, me encuentro con Drake, sentado solo y perdido en sus pensamientos. Me acerco y noto que no ha sentido mi presencia || Drake, ¿qué haces tan solo aquí? || le pregunto. Él levanta la mirada, sorprendido al verme, suspira y me hace señas para que me siente en la silla vacía junto a él.
|| Creo que necesitaba un poco de tiempo, nada más || responde Drake, dirigiendo su mirada triste hacia la estación vacía del bar || ¡Mierda! ¿Qué es lo que un hombre necesita hacer para poder tener un buen trago bueno aquí?... Estoy cansado del vino y del champán ||
|| ¿Sabes? Yo también me cansé del vino y el champán, por eso vine a ver si tomaba algo diferente. Lástima que no haya quien prepare nada || exclamo con pesar || Pero afortunadamente para ti, aparte de ser mesera, tomé un par de turnos en la estación de cócteles en mi bar cuando la ocasión me llamaba || le digo a Drake mientras él me mira sorprendido. Rápidamente, me deslizo por detrás de la mesa del bar y tomo un batidor de cócteles.
|| ¿Tú vas a prepararme un trago? || me pregunta confundido.
|| Así es... Así que no te sorprendas, será el mejor trago que hayas tomado en tu vida, de hecho. Ahora déjame comenzar || digo mientras siento la mirada de Drake fija en mí || Primero necesitamos algo dulce, por lo que este jugo de manzana será perfecto. Es bueno tener algo para endulzar || añado guiñándole un ojo mientras coloco los ingredientes en el batidor.
|| Vaya, no puedo negarlo, pero esto se pone cada vez más interesante || me dice Drake riendo, mientras yo solo le sonrío.
|| Ahora, necesitaré algo práctico... Mmmm, esta agua con gas es ideal || continúo, notando cómo Drake me analiza, aparentemente sin mucha fe en el resultado de mi mezcla || Y ahora ponemos algunos hielos y lo rematamos con un shot doble de la bebida favorita del caballero… Whiskey ||
|| ¡Vaya!… Ahora estamos hablando mi idioma. Sabes… tú solamente me hubieras servido un vaso de whiskey a las rocas y yo habría sido un hombre completamente feliz || responde Drake, mostrando entusiasmo.
|| ¡Drake! ¿Y dónde estaría la diversión en esto? || le pregunto, mirándolo y levantando mis brazos || Ahora, ¿estás listo para el resultado final? || pregunto, curiosa.
|| Nunca estuve tan listo, necesito probar esa mezcla || responde Drake emocionado, mientras agarra rápidamente un vaso y vierto la preparación en él, arreglándolo como solía hacerlo en mis tiempos de mesera, colocando un brote de hierbabuena fresca. Después de que está listo, se lo entrego a Drake y él rápidamente toma un sorbo.
|| Bueno, ¿y qué te pareció? || le pregunto con ansiedad, y de repente veo cómo Drake me sonríe.
|| ¡Wow, Brown!... Podría acostumbrarme a esto || responde contento. Yo por mi lado tomo un vaso y preparo lo mismo. Luego salgo de la estación y me siento al lado de Drake para poder disfrutar de la bebida. Él me mira con atención y con una sonrisa a medias pregunta: || ¿Acabaste de jugar a ser la bartender? ||
|| La verdad, creo que dejaré ese trabajo... || le digo frunciendo el ceño || El último cliente que tuve no me dejó ni una sola propina || añado con un poco de humor.
|| Cuánto lo siento... Yo creo que debe haber dejado su billetera en su otro traje elegante || responde Drake, moviendo su mezcla en el vaso.
|| Qué mal de su parte, pero ya que hablamos de trajes... Por cierto, te ves muy guapo hoy || comento, observando a Drake mientras sus mejillas se tornan sutilmente rojas.
|| Bueno, gracias... || responde rápidamente aclarando su garganta y tomando un sorbo de su bebida || Aunque no puedo compararme con el príncipe Liam, ¿no? ||
|| Drake, en este momento no te estoy comparando || le digo mientras giro los ojos y los pongo en blanco || ¿Podrías simplemente aceptar el cumplido? Hoy te arreglaste muy bien || añado con un gesto de asentimiento de su parte.
|| Ahora que lo recuerdo, dijiste que solamente te vestías así cuando querías impresionar a alguien || menciono, recordando la conversación anterior.
|| Así es, y ciertamente encontré a alguien digna de impresionar. Aunque solo sea por esta noche || responde Drake, pasándose las manos por el cabello con frustración || Diablos, Brown, mi vida habría sido mucho más fácil si simplemente te hubiera odiado ||
Drake me mira directo a los ojos, mientras bajo la mirada y empiezo a jugar con el sorbete de mi bebida. Por alguna razón, me siento nerviosa por su mirada en estos momentos.
|| No deberías querer odiarme, Drake || le digo, tratando de recomponerme de los nervios. Luego levanto la mirada y noto que Drake aún me observa con intensidad.
|| Yo no te odio, Brown... No podría || responde Drake, tomando otro sorbo de su bebida y manteniendo su atención en mí || Brown, si tan solo por esta noche... || comienza a decir, pero de repente se interrumpe y guarda silencio.
|| ¿Si por esta noche qué? || pregunto inquieta.
|| Nada... nada importante || responde él, sacudiendo la cabeza y negando con ella || ¿Sabes? Honestamente, estoy feliz de haber tenido la oportunidad de unos minutos contigo aquí afuera. Gracias por la bebida, Brown ||
|| Fue un placer, Drake. Por cierto... Sé que es algo tonto lo que voy a preguntar, pero ¿cuál es tu apellido? Siempre me llamas por el mío, pero yo ni siquiera conozco el tuyo || comento.
|| ¿Y dices considerarte mi amiga? || dice bromeando.
|| Soy tu amiga... Solo que nunca he preguntado y tú nunca me lo has dicho tampoco... Vamos, dímelo || insisto.
|| ¿Qué pasa contigo que quieres fisgonear mi vida? ¿No puedes dejar a un hombre que tenga un poco de paredes levantadas? || responde con seriedad.
|| ¿Paredes levantadas? ¡Vamos, Drake! Creo que ya estamos un poco más allá de estos juegos. Ya dime tu apellido || digo, colocando mi mano sobre la suya mientras él pone los ojos en blanco.
|| Ok, ok... Si tanto insiste la señorita... Mi apellido es Walker || Me dice sonriendo.
|| ¿Walker?... Y ¿por qué te fue tan difícil decírmelo? ||
|| Normalmente, me cuesta abrirme a las personas, pero ahora me doy cuenta de que no tengo más secretos que ocultarte. Es extraño sentir que me estoy abriendo de esta manera tan rápida y sin complicaciones contigo || Drake retira su mano de la mía y da un largo trago a su bebida. Me observa detenidamente antes de dejar su vaso a un lado || Brown, no importa lo que suceda esta noche, ya sea que obtengas la corona o no, ya sea que te comprometas o no... Sé que seguirás siendo tú ||
|| ¿Por qué dijiste antes que estaba empezando a parecerme a esos nobles? || pregunto con duda, cruzando mis manos sobre mi pecho.
|| Me equivoqué con lo que te dije hace un momento. Sinceramente, actué como un idiota y no debería haberte dicho esas cosas. Me di cuenta en el momento en que las palabras salieron de mi boca... pero fue demasiado tarde. No mereces que te haya tratado así ||
|| Drake, tranquilo, no hay problema. No te preocupes por eso ||
|| No, Brown, no está bien. Me pasé de la línea y reconozco que fue incorrecto. Cuando te vi en el Gran Salón, me recordaste tanto a mi hermana Savannah. Recordé cómo lucía en la última fiesta que asistimos con los nobles. Estaba radiante con su elegante vestido, su cabello perfectamente arreglado y su maquillaje impecable. Su mirada irradiaba esperanza y llenaba la sala entera de luz. Esa noche, ella creyó que había logrado integrarse finalmente entre ellos. Pero hasta ahora no sé qué le sucedió, qué la hizo irse, pero seguramente fue algo muy malo. Algo que la destrozó por completo. La noche antes de su desaparición, la vi tan desolada, sin esperanza, con un deseo de rendirse... Y al mirarte esta noche, no pude evitar pensar que podrías enfrentar lo mismo || Drake baja la mirada, su expresión se entristece. Luego levanta la cabeza de nuevo y, tomando mi mano, me dice: || Este lugar puede parecer lleno de brillo y maravillas. Pero la verdad es que destruye a las personas, Brown... Y no quiero verte jamás rota, ¿entiendes? ||
|| Drake, agradezco tu preocupación por mí y lamento sinceramente lo sucedido con Savannah || le respondo, tratando de transmitir calma || Pero ten la seguridad de que no voy a desmoronarme. Después de la coronación, todo cambiará, estoy convencida || afirmo con determinación. Drake me observa con intensidad, y percibo en su mirada una mezcla de frustración y tristeza que no puedo ignorar.
|| Maldición, Brown, mi vida sería mucho más sencilla si nunca te hubiera conocido... || suspira, desviando la mirada hacia abajo y negando con la cabeza || Cómo desearía... || murmura, sin terminar la frase.
|| ¿Qué desearías, Drake? || le inquiero. Levanta el rostro, toma un largo trago de su bebida y me sujeta firmemente las manos, mirándome profundamente.
|| Si este es el último momento que pasaremos juntos a solas, especialmente antes de que te conviertas en una mujer comprometida... sería un completo idiota si no te diera un último beso || declara Drake con determinación. Poco a poco, se acerca a mí, tomándome el rostro entre sus manos. Suavemente, acerca sus labios a los míos y me besa con intensidad. Por un instante, me dejo llevar por la sorpresa y la pasión del momento, pero rápidamente reacciono y me aparto bruscamente. Estoy sorprendida y confundida. Drake es un hombre maravilloso, pero no es Liam. Mi corazón pertenece a Liam.
|| Drake, ¿qué estás haciendo? || exclamo, mi mirada se escanea rápidamente alrededor, confirmando que estábamos solos en ese momento. Cuando retorno mi atención hacia Drake, encuentro su mirada fija en mis labios, mientras yo aún siento el ardor de su beso en los míos. Sin embargo, antes de que pueda reaccionar, Drake se inclina de nuevo hacia mí, atrayéndome suavemente hacia él, sumiéndome en el calor de su boca. En un impulso inexplicable, permito que el beso continúe, respondiendo a su deseo con el mío propio. Nuestras lenguas se entrelazan en un baile lento y cautivador, creando una conexión que nunca habíamos imaginado. Su abrazo me envuelve, presionando nuestros cuerpos juntos, enviando un escalofrío por mi espalda. Sin embargo, pronto siento que Drake se retira ligeramente, sus manos se deslizan a mi cintura con suavidad antes de soltarme levemente. Aunque el beso rebosa de ternura y pasión, la figura de Liam vuelve a mi mente, recordándome de dónde pertenece mi corazón. Me aparto bruscamente de Drake, tratando de recobrar la compostura || Drake, no... esto es una locura || murmuro, buscando poner fin a un momento que amenaza con desviarme de mi camino.
|| Brown, lo siento. No debí hacerlo, pero no pude resistirme... Quería conservar este momento para siempre, recordar este beso y esta noche... No sé qué deparará el mañana. Solo quiero quedarme y disfrutar de este momento aquí contigo || expresa con sinceridad || Sin embargo, noté que también lo deseabas. Querías este beso tanto como yo. Aunque supongo que te alejaste porque pensaste en Liam, ¿verdad? || pregunta, dejando en el aire la cuestión más difícil de abordar. Guardo silencio por un momento, inundada por una confusión abrumadora. Mi mente se ve inundada por un millón de pensamientos. Amo a Liam, estoy enamorada de él, pero no puedo negar que algo, aunque sea mínimo, se enciende por Drake. Sin embargo, este beso solo ha avivado sentimientos que sé que debo reprimir. "Viniste por Liam, Riley... y te comprometerás con él en unas horas. Debes enterrar cualquier sensación", me recuerdo a mí misma, tratando de mantenerme firme.
|| Drake... yo... Esto no debería haber sucedido || afirmo con determinación || Es un error || Concluyo, reconociendo la realidad y tratando de cerrar este capítulo que nunca debería haberse abierto.
|| Claro que es un error. Sé que no puedo competir con él; nunca ganaría || murmura Drake, cerrando los ojos y sacudiendo la cabeza. Decido tomar su rostro entre mis manos para poder mirarlo directamente.
|| No vuelvas a decir eso, Drake. Eres un hombre maravilloso. Cualquier mujer debería sentirse afortunada de ser amada por ti || afirmo con determinación, buscando disipar la sombra de duda que lo envuelve.
|| Sin embargo, no es así... No tengo a la mujer que deseo || confiesa Drake, su mirada reflejando un halo de tristeza que me conmueve.
|| Drake, no sé por qué siento tantas cosas cuando estoy contigo... Pero esto no está bien. No puedo negar que algo hay entre nosotros, pero mi corazón pertenece a Liam, lo amo... Lo siento, yo no... || Pero mis palabras son interrumpidas por el suave toque de su dedo en mis labios, silenciándome.
|| Shhhh... Lo entiendo, no necesitas explicarte. Esa palabra de tres letras lo dice todo. Además, viniste aquí con un propósito, y esa meta se cumplirá esta noche... Te casarás con Liam y lo amas. ¿Qué más se puede pedir? || declara Drake, mientras busco sus ojos con los míos para demostrar que entiendo || Dime solo una cosa, si es posible || continúa, y yo asiento con la cabeza, anticipando su pregunta || ¿Qué sentiste al besarme? || inquiere, y siento un escalofrío recorriendo mi cuerpo ante sus palabras. Sin embargo, me apresuro a encontrar las palabras adecuadas para describir lo que Drake me pide.
|| Tu beso fue agridulce. Era como saborear el deseo y la culpa al mismo tiempo. Sé que la primera vez me detuve, pero en tu segundo beso, sentí un magnetismo que me atrajo hacia ti. Por alguna razón loca, me sentí segura en tus brazos, pero enseguida pensé en Liam. No quiero lastimarlo a él, Drake, así como tampoco quiero lastimarte a ti || respondo con sinceridad, tratando de expresar la complejidad de mis sentimientos.
|| Maldición, me detesto en estos momentos por haberles fallado, Brown... Liam es mi mejor amigo. Fue mi único amigo durante un largo período de mi vida. Me siento culpable por no haber resistido las ganas de besarte, porque sé que él te ama como nunca ha amado a nadie || confiesa Drake, desviando la mirada hacia su vaso y suspirando profundamente || Tú significas mucho para mí, Brown, de verdad, creo que demasiado. Pero sé que nunca podré tenerte || continúa, dejando que sus palabras pesadas floten en el aire. Guarda silencio por un momento, luego levanta la mirada con ojos suplicantes y me hace una pregunta || ¿Crees que podrías haberte sentido atraída por mí si él no estuviera cerca? ¿Si fuera solo yo? || pregunta Drake, y puedo sentir el dolor detrás de sus palabras.
|| Drake... || intento interrumpirlo, pero él insiste.
|| Solo responde, por favor || ruega, y me ve con anhelo.
|| No hay forma de saberlo, Drake. Simplemente no lo sé || respondo con sinceridad, mientras el silencio se apodera de nosotros por un momento || Aunque habría ayudado que no fueras tan idiota cuando nos conocimos || añado con una sonrisa irónica, y por el rabillo del ojo veo que Drake se permite una risa leve.
|| Traté de incomodarte, pero resultaste ser más resistente de lo que pensaba || me dice con sinceridad.
|| Si hubieras estado de mi lado, podríamos haber sido amigos desde el principio, Drake || comento, dándole un golpecito con el codo en tono juguetón.
|| ¡Amigos! || exclama con ironía, riendo || Está bien, si eso dices, Brown || responde Drake encogiéndose de hombros y terminando su cóctel.
|| Lo último que quiero es interponerme entre ustedes dos. Liam es tu mejor amigo, y no quiero ser la causa de separación entre dos amigos de la infancia... Espero que lo comprendas || le digo con preocupación.
|| Entiendo, Brown, de verdad lo hago… || responde Drake con una débil sonrisa. Pero justo cuando parece estar a punto de decirme algo más, las puertas del palacio se abren y escuchamos a un grupo de nobles dirigirse hacia la estación de bebidas. Drake se aleja lentamente de mí, me mira y me dice: || Brown, será mejor que entres ||
|| Pero, ¿y tú? || pregunto con cierta preocupación, a lo que Drake simplemente baja la mirada.
|| Prefiero quedarme aquí afuera hasta... hasta que llegue la hora || responde en voz baja. Me acerco a él y deposito un suave beso en su mejilla. Drake cierra los ojos y asiente con la cabeza. Lentamente me alejo de él y vuelvo a entrar al gran salón.
**
De regreso en el gran salón, mientras camino hacia las mesas, noto que Bertrand y Maxwell apresuran sus pasos hacia mí, con sus rostros llenos de angustia.
|| ¿Qué sucede, chicos? ¿Está todo bien? || pregunto confundida.
|| Tenemos algo importante... || exclama Maxwell casi sin aliento || Extrañamente interceptamos a un mensajero con una carta dirigida a ti || Me dice mientras Bertrand me muestra la carta.
|| El hombre que nos la entregó dijo que era algo sumamente urgente || agrega Bertrand con gran preocupación || Por eso te la damos ahora, de lo contrario la habríamos guardado hasta después de la coronación ||
|| ¿Urgente? || Exclamo mientras la incertidumbre me embarga. Tomo rápidamente la carta doblada, desplegándola con ansiedad. Sin embargo, al leer su contenido, mis ojos se niegan a creer lo que están viendo. Mi boca se queda abierta en un gesto de puro asombro:
"Lady Riley: El Príncipe nunca será tuyo, y tú nunca serás reina. Te insto a que salgas de la corte ahora mismo o enfrentes las consecuencias."
Esta misteriosa nota impregnada de amenaza, parece empañar mi esperado final de cuento de hadas. Es el golpe final que no esperaba.
Tumblr media
@tessa-liam, @kingliam2019, @dutifullynuttywitch, @choicesficwriterscreations, @garrusknight
If anyone else wants to be tagged, just let me know. I hope you enjoy this wonderful love adventure.
5 notes · View notes
mara242526-blog · 2 months
Text
El parto de una maestra parte 1
Mi trabajo de parto comenzó esa mañana mientras me preparaba para ir a dar clases sabía que ni podía faltar recientemente me habían dado el puesto y no podía pedir permisos así que respire profundo me puse un vestido de maternidad sin ropa interior y me dirigi a mi auto -tranquilo bb ayuda a mamá solo son unas horas - seguí frotando mi vientre en el camino tuve dos contracciones sabía que no podía detenerlo solo podía esperar ah qué me deje terminar el día.Una vez llegué a la escuela me dirigi al salón de mi primera clase y todos estaban sentados comenze a escribir ejercicios en el pizarrón mientras con la otra mano sostenía mi vientre una contracción me golpeó pero suspire y seguí escribiendo. Cuando me senté abrí mis piernas lo más que puede por suerte el escritorio me cubría de la clase . 40 min después había terminado mi primer turno tuve unas cuantas contracciones más pero pude pasarlas suspirando y masajeando sutilmente mi vientre. Durante el recreo me dijrigi a la sala de maestros por suerte estaba vacía pude apoyarme contra una silla y balancear mis caderas esto parecía ayudar al dolor. Solo tuve 15 min de descanso pues tenía otra clase en el segundo piso subir las escaleras era una tortura y le movimiento solo ayudaba a acelerar el proceso . Una vez entre a la clase me senté en mi pupitre por suerte está aula tenía una distribución diferente pues estaba al fondo del aula así que nadie me veía. Les di actividades del libro y solo me concentre en hacer el menor ruido posible pues cada vez se intensificaba más el dolor este bb estaba viniendo demasiado rápido para mi gusto sabía que estaba dilatada podía sentirlo.Mi última clase por fina había llegado a su fin agarre mis cosas y me levanté con dificultad de mi asiento cuando me estaba acercando a la salida escuché que la directora me llamaba yo solo pude suspirar y girarme para verla tuve que repirmir un gemido solo rogaba que no notará la rigidez de mi vientre.
5 notes · View notes