rattsmxt
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El smut de Ratt
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rattsmxt · 8 months ago
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⚠️SEBASTIAN SMUT AND SLIGHT GORE⚠️
Gender neutral reader
Please note that English is not my first language, sorry in advance for any typos.
"This is what you wanted all along, didn't you, expendable?" Sebastian murmured near your ear, making you shiver while his fangs touched your skin in the form of hard, dangerous kisses. Warm blood poured from the bites, creating thin, red rivers that the fish cleaned with his tongue.
You couldn't reply, not when moans and grunts where the only thing that came out from your mouth.
Yes, this is what you wanted all this time. To fuck him, to be used as a toy, to see the two dicks hidden under his skin. He only needed one hand to trap you and sat you into his tail, kissing you like a brute. His long tongue tried to go down your throat, but it stopped when you nearly choke during the kiss.
Now, still sitting in his tail, he penetrated you violently with one cock, while the other humped against your bare back, leaving traces of luminescent cum. It was hard and really big, when you first saw it, you nearly passed out from the impression and the burning need to feel that monster ripping you from the inside.
"Are you enjoying this experience, friend?" he said with a grim on his face. Yes, yes, of course you were, but you couldn't respond, not with all that pleasure making your body twitch. His grasp tightened around your hip, moving you up and down much more faster. You looked at the way he only needs one hand to grab you whole, it made your arousal reach higher levels. "Then, keep moaning for me, expendable".
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rattsmxt · 8 months ago
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Kinktober día 1: voyager👀
La primera vez que Aruna puso un pie en el tren pensó que, durante las noches, acabaría siendo despertado por el rugido de las ruedas metálicas deslizándose sobre las vías del tren, sin embargo, nada le había preparado para la sinfonía de gemidos entremezclándose con el choque de cuerpos.
Cuando el hechicero abrió los ojos, los rayos de la luna se filtraba a través de la ventana del cubículo que les fue asignado, a duras penas cubierta por una cortina similar a las que se encargaban de dar cierta privacidad a las camas, o, mejor dicho, los nichos en los que debían descansar.
No podía creerse lo que ocurría. Bueno, en realidad sí, pues ese viaje fue planeado casi como una excusa para que los cuatro pudieran mantener relaciones sexuales sin pudor. Entonces, ¿por qué se sentía tan nervioso?
Solo con los sonidos recreó en la mente una imagen visual perfectamente detallada donde el roce, las caricias, los besos y las penetraciones estaban a la orden del día. El calor le descendió de las mejillas, arrastrándose hasta incendiarle el pecho y de ahí, a la entrepierna.
<<Oh, no>>, pensó mordiéndose el labio inferior, deslizando la mano a lo largo del torso hasta meterla debajo del pantalón del pijama. Debía ser cuidadoso, no lo descubrirían bajo ningún concepto.
O al menos, eso fue su intención original. Los dedos le rozaron la polla, masturbándola muy lentamente. A duras penas lograba contener los gemidos.
—Aruna —el hechicero se estremeció en cuanto escuchó la voz grave de Onyx desde el lado contrario del cubículo. El corazón le latía demasiado rápido, le costaba mantener una respiración uniforme, no quería girarse por miedo a revelar la erección perfectamente marcada en el pantalón, a duras penas consiguió apartar la mano derecha disimuladamente, pero al mismo tiempo...
El hombre se dio la vuelta en el colchón, notó los muelles clavándose sin piedad en la espalda.
Se le formó un nudo en la garganta al ver a aquella peculiar pareja en el nicho de Liv, desnudos, empapados en sudor y aparentemente todavía unidos a pesar de haber sido descubiertos en pleno acto.
Liv se encontraba bocabajo, uno de sus brazos caía por el borde y se movía de un lado a otro. Decenas de marcas de colmillos y chupetones le decoraban hombros. Estaba oscuro, aun así, Aruna consiguió distinguir una sonrisa felina en ese rostro enrojecido por el placer. Onyx estaba tumbado encima de ella, abrazándola desde la espalda y con marcas frescas de arañazos por todo el costado descubierto. Sus ojos verdes brillaban como los de un depredador listo para lanzarse al cuello de su presa. Solo los cuernos cargados de joyas y la cola escamosa revelaban su verdadera naturaleza.
—¡Se-seguro que lo habéis hecho para llamarme la atención! —tartamudeó el hechicero. Miró hacia arriba, al compartimento de Nare, ella seguía profundamente dormida. Una risa nerviosa le brotó de los labios—. ¡S-soy irresistible, al fin y al ca-cabo!
—Ya te avisamos de que esto podría pasar —dijo Onyx en voz baja, manteniendo una calma envidiable. El dragón tenía razón, Aruna y Nare fueron advertidos de ello de que aquel viaje iba a ser puramente sexual. Todos con todos, tan sólo había que respetar los límites y deseos del otro individuo. La idea de sentir a Onyx abriéndose pasó en su interior consiguió arrancarle un jadeo desesperado—. Aun así, lo siento por haberte despertado —continuó frotando la cadera contra la de su pareja. Liv se estremeció al instante—. No haremos más ruido del necesario.
Eso último fue más bien un regaño hacia Liv, uno leve, pero una advertencia acompañada de un gruñido grave. La mujer suspiró, Aruna no supo diferenciar si de placer o molestia.
—A lo mejor quiere unirse, Onyx, no seas desagradable —ronroneó Liv torciendo los labios en una sonrisa felina—. Al fin y al cabo, traes condones, ¿no? Y será un bocazas de manual, pero él mismo lo ha dicho.
Aruna notó las mejillas ardiendo, el corazón latiendo desbocado después de que un escalofrío le erizara la piel. Pues claro que había traído protección, la suficiente como para asegurarse de que no faltaba, tan sólo debía cogerla de los armaritos colocados en el interior del nicho. Se imaginó estando en medio del matrimonio, sintiendo las manos fuertes de uno aferrándose a su cadera, a la vez que la otra le arrebataba el aire de los pulmones mediante besos desenfrenados.
—N-no, lo siento —la voz se le entrecortó en un gemido. Onyx alzó las orejas alargadas, sorprendido ante semejante respuesta, Liv ladeó la cabeza—. Estoy muy cansado, y seguro que ya estáis a mitad. Me encantaría ofrecer mis valiosos servicios, pero-
—Pero prefieres mirar —dijo Onyx de inmediato, provocándole una repentina oleada de placer que tan sólo consiguió aumentar el tamaño de su erección oculta bajo las mantas y la cortina.
—Ah, así que es eso... —murmuró Liv un poco decepcionada. Onyx bufó de nuevo, reprimiéndola sin necesidad de palabras—. Nunca he follado mientras alguien me mira —Liv miró hacia arriba, directamente a los ojos de su pareja antes de asentir ilusionada—. Puede ser algo muy interesante.
—Tienes total libertad para hacer lo que quieras, Aruna —fue lo último que dijo Onyx antes de regresar a lo que estaba haciendo.
Liv ni siquiera tuvo oportunidad de dar sentencia cuando recibió la primera de muchas embestidas rápidas y salvajes. Los muelles crujían bajo el movimiento de ambos cuerpos unidos en algo inquebrantable. La bruja gimoteaba diversas cosas, desde simples balbuceos sin sentido, hasta maldiciones y el nombre de su esposo, que la penetraba y la besaba con ternura.
La armonía de jadeos y suspiros no tardó en envolverlo, arrastrándolo a las garras de la lujuria. Los movimientos casi perfectos de Onyx lo tenían hipnotizado, no podía apartar los ojos de esa cadera que no dejaba de empujar contra la de Liv en un intento desesperado por llegar más y más profundo, por sentir las paredes del interior de Liv estrechándose alrededor de su polla y deleitarse de los deliciosos sonidos que escapaban de entre los delicados labios de su esposa.
<<Te quiero>>. Se repetían el uno al otro constantemente.
Sin disimulo, Aruna escurrió una de las manos bajo la camiseta del pijama, zambulléndose en un mar de caricias torpes que bajaban desde sus pezones sensibles hasta su pene bien marcado en el pantalón. Lo rozó por encima, palpando la dureza y considerando si debía hacerlo o no. Onyx le dio permiso para hacer lo que quisiera, al fin y al cabo.
Un escalofrío le recorrió la espalda cuando sus dedos acariciaron la punta y se deslizaron hacia la base al mismo tiempo que Onyx enteraba el rostro en los hombros de Liv. El hechicero no tardó en reconocer lo cerca que se encontraba del clímax.
Ambos se encontraban enredados en un beso caótico e incapaz de suprimir los jadeos desesperados que brotaban de las gargantas. Liv era sacudida una y otra vez, sus pechos rebotaban al sol de las embestidas cada vez más violentas de Onyx, quien se aferraba a la cadera de la mujer con una desesperación palpable.
—No pares... —jadeó la bruja al borde—. No pares, no pares, no pares.
Y Onyx obedeció la petición. Con un instinto animalístico, el dragón enterró los dientes en la piel descubierta de Liv, creando finos regueros de sangre caliente que trazaron las curvas de su esposa. Aruna tragó, atemorizado por sentir esos colmillos atravesándole la carne mientras lo desbordaban de placer, y a la vez lo deseaba.
Aruna se percató de que contuvo el aliento después de que Onyx terminara en el interior de su amada y se dejara caer sobre ella sin energía. Ese simple detalle le hizo preguntarse cuántas relaciones tuvieron durante el transcurso de la noche. Las respiraciones agitadas de ambos se acompasaron, todavía sin las fuerzas suficientes para incorporarse, Onyx depositó delicados besos a lo largo de la espalda de Liv, sacándole leves carcajadas.
—¿Has disfrutado del show? —intervino Liv apoyando la cabeza sobre las manos, complacida.
—Pu-pues claro —respondió Aruna tratando de mostrarse orgulloso—. Pero habría sido mucho mejor si yo hubiera estado ahí.
—Ah, ¿sí? —la voz grave de Onyx lo hizo tragar con brusquedad. El dios lo miraba fijamente, esbozando una sonrisa predadora—. En ese caso, espero que para la próxima no estés tan cansado.
Próxima. Pues claro que habría una próxima. Iban a estar solos en un apartamento durante casi tres semanas, y las cajas de condones no se gastarían solas.
Liv rio, corriendo la cortina de su nicho, aislándolos del exterior.
—Que descanses bien, Aruna —susurró su mejor amiga en un tono provocador.
Durante el resto de la noche solo se escucharon los gemidos ahogados de Aruna, recordando una y otra vez la agradable escena que presenció entre bambalinas.
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rattsmxt · 8 months ago
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Soooo are we already showing our kinktober's lists? Here's mine!
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rattsmxt · 8 months ago
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A fresh take on a familiar face to some.
Not super in depth or refined but enough to get the concept down.
I may revisit some of Vinny’s other friends and their designs when I have the chance.
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rattsmxt · 8 months ago
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short/long
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rattsmxt · 8 months ago
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rattsmxt · 8 months ago
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Older than history itself
What if the oldest vampire was a Neanderthal girl 🤔
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rattsmxt · 9 months ago
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⚠️Alerta NSFW⚠️
{Pittrap x la madre de Oswald}
La mujer no podía dejar de temblar. Todo su cuerpo se agitaba presa de las oleadas de placer obligándola a enterrar las uñas en la cama, a transformar sus palabras entrecortadas en jadeos y gemidos indescifrables. Pero su ser deseaba más, su vagina deseaba continuar disfrutando de la presencia del enorme conejo metálico alzado a los pies de la cama, contemplándola con ojos espectantes.
Los ojos azules del animatrónico la analizaron de arriba a abajo, manteniéndose en un silencio sepulcral que solo se rompió cuando la rubia separó las piernas todo lo posible, arrebatándole un gruñido metálico.
Un escalofrío le curvó la espalda cuando sintió las enormes manos volviendo a agarrarla de los muslos, apretándolos hasta dejar marcas amoratadas.
—¡Va-vamos, amor mío! —jadeó, lágrimas de placer deslizándose a lo largo de las mejillas pálidas. La sonrisa del conejo dorado pareció ensancharse cuando tiró de ella, atrayéndola hacia su entrepierna.
La enfermera dejó escapar un grito de sorpresa al sentir la polla del animatrónico rozándole la entrepierna. No sabía cómo describir la sensación, era alargado y de un tono ocre similar al óxido, terminado en punta. Parecía carne y al mismo tiempo, algún tipo de plástico sintético. Tragó con dificultad, ansiosa de descubrir la sensación que estaba por sentir.
Gemidos asfixiantes emergieron de su boca al sentir la polla del animatrónico abriéndose paso en su interior. La vagina le palpitaba alrededor del miembro, empapándolo, abrazándolo como si no quisiera dejarlo escapar.
—Ade-adelante, amor mío.
La primera embestida no se hizo de rogar. El grito retumbó en las paredes de la habitación, la cama se sacudió contra el cabecero. La mujer jadeó al ritmo de las duras penetraciones que la balanceban de adelante a atrás como si fuera una muñeca de trapo, pero estaba disfrutando hasta el último segundo.
Enrolló las piernas al rededor de la cadera del animatrónico, ignorando el suave pelaje cosquilleándole la piel. Ya no quedaba mucho, lo sentía hasta el último rincón de su ser.
—¡M-me vo-voy a correr! —exclamó arqueando la espalda. El animatrónico respondió con una serie de quejidos robóticos, entrecortados, cuando la sostuvo de las caderas. Él tampoco aguantaría mucho más—. ¡Más pro-profundo!
Y así lo hizo. Las penetraciones se aceleraron, tratando de alcanzar lo más profundo de su ser. La idea de que el robot la desbordara con su semen le puso los pelos de punta, relamiéndose los labios inconscientemente.
De repente, todo el cuerpo se le tensó. Notó una tremenda descarga de placer que la dejó paralizada, tensa, mientras el coño continuaba palpitando sobre la polla de su amado. Notó la calidez del líquido blanquecino del animatrónico bañándola, desparramándose sobre la cama.
La mujer jadeó, alzándose a duras penas sobre los antebrazos todavía temblorosos. Una sonrisa débil le iluminaba el rostro sudado, varios mechones se le quedaron pegados en la frente. Springbonnie se inclinó hacia ella hasta que apenas unos centímetros los separaban, a pesar de todavía mantenerse unidos el uno al otro.
Desde su posición, la rubia veía los peligrosos colmillos de su pareja, la lengua afilada que tantas veces había saboreado. Le dio un tierno beso en la nariz, otro, y otro más, tantos que el conejo pareció adormecerse entre las muestras de afecto.
—Muchas gracias, mi querido conejito —el animatrónico emitió una serie de sonidos dulces y somnolientos—. Te quiero mucho. Descansa.
Ambos se arrastraron hacia la cama, Springbonnie ocupaba demasiado, pero a la mujer no le importaba demasiado. No dudó en acurrucarse entre los enormes brazos del robot y dejarse abrazar por su pareja hasta finalmente quedarse dormidos acomodados el uno contra el otro.
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