Tumgik
#Dama oscura
kamphat333 · 1 year
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Nunca conjures algo que no seas capas de desvanecer ☠️👹
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caoticosinsentido · 4 months
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Fanfic: Pigmalión Capítulo 51, Harry Potter | Fanficción
"Ella levantó una mano hacia la hebilla de sus pantalones pero él apretó con más fuerza. "No uses las manos", dijo. "No me interesa una bruja que haga trabajos manuales".
Ella levantó una ceja y él sonrió mientras la hebilla de su cinturón se liberaba sin siquiera un murmullo de hechizo de su parte. ¿Había algo más excitante que el poder y el control? Cuando ella tuvo los pantalones desabrochados y los pantalones de él bajados, fue todo lo que él pudo hacer para evitar empujarle la boca con un violento frenesí. Él se mantuvo quieto, sin embargo, y dejó que ella hiciera el trabajo, su lengua sobre él y luego toda su boca. "Control", susurró, más para sí mismo que para ella, mientras ella demostraba que sus habilidades no se limitaban a la magia.
Más tarde, mientras yacían tirados en el suelo, habiendo abandonado el control hacía mucho tiempo, Tom suspiró de felicidad. "Tú", dijo, "eres la mujer perfecta".
"Por supuesto que sí", dijo Hermione. Ella le dio un codazo con la rodilla. "Me moldeaste según tus especificaciones"."
https://www.fanfiction.net/s/11248015/51/Pygmalion#:~:text=Ella%20levant%C3%B3%20una,seg%C3%BAn%20tus%20especificaciones%22.
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sonsofks · 10 months
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¡Conquista el Futuro de Camelot! La Explosiva Expansión "Legion IX" de King Arthur: Knight's Tale Aterriza en Steam a Principios de 2024
NeocoreGames Anuncia una Nueva Amenaza en Avalon: ¡La Novena Legión Romana Desembarca en la Isla Mística! NeocoreGames nos emociona al revelar que la expansión tan esperada de King Arthur: Knight’s Tale, titulada “Legion IX”, llegará a Steam a principios de 2024. Nuevos héroes, enemigos, mecánicas de combate y un grupo más grande son solo algunas de las características que ofrece esta desafiante…
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entropiasgift · 9 months
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Moranna: La Dama de Emoth o Tata Allswell.
Los niños de todo Kaelkoth saben quién es ella, aunque luego cuando llegan a adultos se les suele olvidar y la convierten simplemente en una historia que pueden usar a su favor.
Porque en los cuentos que cuentan los adultos, ella es la Tata Allswell, la bruja que llega por las noches cuando todos duermen y se lleva con ella a los niños que se portan mal y desobedecen a sus padres.
La verdad no es tan simple como en los cuentos, pero el fondo es el mismo: Allswell no tiene reparos en hacer desaparecer a los niños "maleducados" de sus camas, aunque desde su punto de vista, los que son malos son los padres, no los niños.
Las historias dicen que al llevarse a los niños los convierte en monstruos terribles que luego quedan atados a ella, pero eso tampoco es verdad. Es el mundo el que hace monstruos, y también el que luego los mata sólo por ser como son, así que ella se los lleva lejos, los oculta... Y trata de enseñarles a existir en un mundo que los odia.
A ella también la odiaron hasta el punto de casi matarla, así que entiende lo que se siente. Quizá por eso su corazón pertenece a los desamparados, a los pisoteados, a los corazones rotos, a las almas en pena, a los niños que temen a las manos de sus padres... Todos aquellos que necesitan refugio lo pueden encontrar con Allswell.
Nadie sabe exactamente dónde está su casa, pero la puerta suele aparecer en los bosques en forma de una cabaña en mitad de la nada, o en una casa de apariencia abandonada en la que no habías reparado antes en alguna callejuela de tu ciudad; y se dice que tan sólo los ojos de aquellos que lloran más amargamente pueden encontrar su morada.
En realidad, los Nocheterna saben encontrarla en Emoth, una montaña de las Tierras Sombrías, y se cree (o al menos ellos creen), que ese es su verdadero hogar, y a donde lleva a sus niños para ocultarlos del mundo. El resto de puertas que aparecen y desaparecen por el resto de Kaelkoth son simples ilusiones, portales que ella usa para moverse a su antojo.
No se la llega a considerar una Vesta Oscura porque su alma (si es que la tiene) sigue siendo muy suya, y tampoco hay registros de que ningún miembro de la Caballería haya intentado alguna vez meterse en su cama; así que si alguna vez ha pasado, el caballero en cuestión no ha vivido para contarlo.
Eso sí, no es extraño que algunos de sus hijos e hijas se afilien a Lúnnera al crecer y entren a formar parte de sus filas, así que de alguna forma sí que se le concede cierta reverencia en ese sentido, pese a que ni siquiera Lúnnera parece estar segura de qué grado de afinidad tiene Moranna con su causa.
Es Ukthus el que la protege. O al menos, son las bestias las que patrullan Emoth y parecen cuidarla para que ella y sus niños no tengan nada que temer.
Quizá los únicos que se la solían tomar más en serio eran los Cazadores de Monstruos, porque varios de ellos acabaron con sus cabezas decorando los dinteles de las puertas de su morada como represalia por atacar a sus hijos; aunque hace mucho que nadie consulta el tomo dedicado a ella y a sus actividades en la Fortaleza.
Una de las últimas entradas (de hace unas siete décadas o así), señala que Moranna tiene especial debilidad por los Sinluz; y el autor se pregunta si tras sus acciones aparentemente erráticas y desorganizadas no habrá algún tipo de plan o de intención oculta que él esperaba poder desentrañar pronto... ¡JA!
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herederadelosdunsirn · 2 months
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INTERLUDIO VICTORIANO: PRÓLOGO
18 de octubre del año de Nuestro Señor de 1889.
La imagen que me devolvió el agua era clara: una muchacha de piel oscura y mirada decidida, pero algo no encajaba, esa no era mi imagen, y no era reflejada por agua…
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La imagen que vi reflejada en mi ensoñación despierta...
Volví en mi, el espejo del recibidor presentaba mi impoluta imagen de dama victoriana, solo me había desorientado un poco, estaba en la mansión que posee el Conde De Veccio en Londres, cerca de Westminster, me encontraba allí por negocios, si no ni me habría acercado. Era uno de los dos encargos que mi familia me había dado, recoger una cosa para los Giovanni y, en unos días, partir con ello hacia París a realizar otro encargo muy importante. Afortunadamente tenía a Angus cerca, se encontraba en la parte de atrás con el resto de los criados, pero sabía que si surgían problemas acudiría enseguida.
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La mansión del Conde De Veccio, cerca de Westminster.
Mientras esperaba no pude evitar observar la prensa que había dispuesta encima de una mesa, había periódicos de muchas partes del mundo, mi mirada se perdió entre ellos hasta que "La Gazette du Paris" atrajo mi atención. Estaba fechada el 16 de Octubre, hacía tan solo dos días, lo agarré y comencé a ojearlo para ocupar mi tiempo mientras esperaba, hasta que me detuve en una noticia, hablaba del hallazgo de cinco cuerpos en el Champ du Mars frente a Le Gallerie des Machines. Uno de los nombres allí referido me era conocido, Molly Rutherford era uno de los nombres que figuraban entre los otros cinco cadáveres desconocidos (Edward Readmore, Aritz Iturralde, Margot Friedländer y René Magritte).
¡Pero no podía ser! Me crucé ayer mismo con ella, parecía tener prisa y no se percató de mi presencia, aunque no podía llamarla amiga (los Giovanni no tienen amigos...), era lo mas parecido que tengo en Londres. Despertada como yo, su insaciable curiosidad y amplitud de miras la llevó a acercarse a mí sin prejuicios. Gozaba de las conversaciones con ella, y me ayudó a comprender mejor el extraño mundo de los Despertados, del cual estoy bastante desconectada, pues por ataduras familiares mis pasos me llevan por el camino de las criaturas de la noche.
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La llegada del Conde me sacó de mis cavilaciones.
- "Siento haberte hecho esperar, Moira."- Como siempre, el Conde se tomaba en poca consideración las formalidades, algunos lo tildarían de grosero si no le tuvieran tanto miedo. Noble italiano, poseedorde una inmensa fortuna, era joven, apuesto y seductor, aunque yo sabía que debajo de esa imagen de dandi extranjero un tanto irreverente se escondía un grandísimo monstruo, peligroso y juguetón a partes iguales; había recibido por parte de los Dunsirn una agradable acogida sin inmutarse por nuestros hábitos alimenticios; hacía tratos tranquilamente con los Vástagos de Caín sin hacer distinción de bandos, clanes o sectas; pero tras esa mirada que parece aniñada e incluso soñadora yo había visto un hambre voraz que no parece contentarse con los simples placeres mundanos ni tan siquiera con la carne humana. Cada vez que me miraba sentía esa punzada detrás de la nuca que te avisa de que un depredador me acechaba, una punzada que no sentía ni cuando algún vástago hambriento me miraba deseoso al límite del control.
-"Imagino que tendrás prisa y no querrás perder el tiempo con formalidades."- continuó De Veccio.
-"El precio ha sido pagado y por ello te hago entrega de lo prometido a los Giovanni, han sido con diferencia los que mas han pujado por el objeto y es justo que sea para ellos."- Diciéndome esto me mostró una extraña y vetusta caja de madera con motivos griegos y una extraña imagen de un arpista en la tapa.
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-"La caja de Orfeo, uno de mis trofeos más queridos, me duele mucho desprenderme de él, ha estado en mi familia durante mucho tiempo, pero un trato es un trato."- continuó De Veccio.
-"Te preguntarás por qué ahora, el precio incluía respuestas, a parte de ser un trato muy ventajoso para mi, hay otro motivo…"- De Veccio pareció titubear un momento, si no me pareciera imposible diría que estaba preocupado, pero rápidamente desapareció esa expresión de su angelical cara, llevándome a pensar si no lo habría imaginado.
-"Se han puesto fuerzas en marcha para reclamar la caja, y ya no me resulta ventajoso tenerla, he dedicado mucho tiempo y esfuerzo a desentrañar su misterio, lleva sellada desde tiempos romanos, nadie ha logrado romperlo, quien lo puso fue alguien muy hábil y con intención de guardar sus secretos."-
-"Mi querida Moira..."- dijo mientras una fría sonrisa asomaba en sus labios- "Te recomiendo no tenerla mas del tiempo debido, no sé qué pretenden los Giovanni, pero incluso para alguien con tus talentos, tenerla puede representar un peligro.
Aquí termina nuestra transacción comercial, ojalá que más adelante pudiéramos quedar para asuntos mas informales, mi querida Moira. Ya sabes donde está la salida."- Y dejándome sola en el recibidor se marchó sin prestarme más atención.
Me dirigí a la parte de atrás y recogí a Angus de la sala de criados, no quería que nadie supiera que había estado en aquella mansión y salimos los dos por la parte de atrás de la casa, en un encapotado y gris día típico en Londres para aquella época del año...
Continuará en: la primera sesión.
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dhr-ao3 · 2 months
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Dark Blood
Dark Blood https://ift.tt/1jUcKWa by Mablir17 Su sangre es oscura, ellos son demonios en cuerpo de hombres y mujeres de gran belleza sobrenatural, se saciaran de la sangre de insolentes e inocentes cada noche de luna de sangre, veneno tiene en sus venas igual que oscuridad, el infierno está en la tierra y ellos son los demonios. Ellos no amaban como los humanos, cazaban a sus presas, a sus futuras parejas y los tentaban hasta hacer morder la manzana de la tentación, ellos eran la élite del mundo mágico y a nivel mundial, cualquiera que se rebelara en contra de ellos, muerto acabaría. *** Quien diría por un accidente tras una pelea entre una comadreja y la primera dama de Rusia haría que viajaran hasta 1996, una fecha tensa debido al estallido de la inmimente guerra provocada por la luz contra los oscuros queines desean retomar el control del mundo mágico a nivel mundial y recuperar el orden mágico mundial que estaba a manos de ellos ante de la llegada de la luz. Mentiras, traiciones, secretos salen a la luz, asesinatos, amenazas, etc. Deberán contar toda la verdad ante los presentes, soltar verdades y no solo eso, acabar desde la raíz con los luminosos, la blasfemia y lo peor del mundo mágico. Eran bestias sedientas de sangre. Words: 103, Chapters: 1/?, Language: Español Fandoms: Harry Potter - J. K. Rowling, Hetalia: Axis Powers Rating: Teen And Up Audiences Warnings: Creator Chose Not To Use Archive Warnings, Graphic Depictions Of Violence, No Archive Warnings Apply Categories: F/F, F/M, M/M, Multi Characters: Harry Potter, Original Potter Family Characters (Harry Potter), Original Black Family Characters (Harry Potter), Original Hogwarts Professors, Original Weasley Characters (Harry Potter), Original Longbottom Characters (Harry Potter), Neville Longbottom, Ron Weasley, Ginny Weasley, Arthur Weasley, Molly Weasley, Charlie Weasley, Percy Weasley, Victoire Weasley, Fred Weasley II, Audrey Weasley, Theodore Nott, Draco Malfoy, Daphne Greengrass, Astoria Greengrass, Remus Lupin, America (Hetalia), Romania (Hetalia), Latin Hetalia Esemble, Female Ireland (Hetalia), France (Hetalia), Female Norway (Hetalia), Russia (Hetalia), South Italy (Hetalia), South Korea (Hetalia), North Italy (Hetalia), Germany (Hetalia), Female Sweden (Hetalia), Tom Riddle | Voldemort Relationships: Pansy Parkinson/Harry Potter, Hermione Granger/Draco Malfoy, Luna Lovegood/Theodore Nott, Daphne Greengrass/Neville Longbottom, Remus Lupin/Nymphadora Tonks, Sirius Black/Original Female Character(s), Bill Weasley/Original Female Character(s), Charlie Weasley/Original Female Character(s), Angelina Johnson/George Weasley, Fred Weasley/Original Female Character(s), Ginny Weasley/Blaise Zabini, America (Hetalia)/Original Female Character(s), Canada (Hetalia)/Original Female Character(s), Argentina (Hetalia)/Original Character(s), China (Hetalia)/Original Female Character(s), Female Ireland (Hetalia)/Original Female Character(s) Additional Tags: Dark Magic, Dark Harry Potter, Pureblood Culture (Harry Potter), Blood Adoption (Harry Potter), Blood Drinking, Blood Magic, Harry Potter Next Generation, Hetalia Countries Using Human Names, Time Turners (Harry Potter), Albus Dumbledore Bashing, Ron Weasley Bashing, Brutal Murder, Murder Kink, Human & Country Names Used (Hetalia), Demonic Possession, Demon/Human Relationships, Possession, Second Wizarding War with Voldemort (Harry Potter), Canon-Typical Violence, Implied/Referenced Abortion, Hell, Italian Mafia, Russian Mafia via AO3 works tagged 'Hermione Granger/Draco Malfoy' https://ift.tt/YPb8Ga7 July 13, 2024 at 08:03PM
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lacavernablog · 4 months
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Shakespeare no era una mujer
No es la primera vez que alguien pretenda desenmascarar al supuesto William Shakespeare. Una reciente publicacion de la escritora estadounidense Jodi Picoult refiere que las obras de Shakespeare fueron escritas por una mujer, nada menos que Emilia Bassano, una poeta contemporánea al autor de Hamlet.
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Esta novela de próxima aparición se proyecta como número en ventas. Se llama By Any Other Name.
La nota de Gareth Roberts:
Aparentemente, un escritor masculino no podría haber escrito los personajes "protofeministas" en algunas de las obras, lo cual es un poco como decir que deben haber sido escritas por duques crueles y anticuados porque a veces tienen duques crueles y anticuados en ellos. La candidata elegida por Picoult para el verdadero autor es la poeta Emilia Lanier (de soltera Bassano), porque... La criada de Desdémona se llama Emilia, y otras razones igualmente inestables. (Lanier ha sido postulada en el pasado como la "Dama Oscura" de los sonetos de Shakespeare, un poco más creíble). 
Pero Shakespeare se pone del lado de todos. Escribe todos los personajes y todos los puntos de vista -altos, bajos, masculinos, femeninos- con la misma felicidad y comprensión compasiva. No puedes inmovilizarlo.
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Por lo tanto, las personas tienden a verse a sí mismas, o a tener una visión idealizada de sí mismas, en Shakespeare. Un granjero lechero armenio tuerto podría imaginar que Shakespeare era un granjero lechero armenio tuerto, y reunir abundantes "pruebas" para ello. Así que Picoult lee a Shakespeare y ve a una autora feminista.
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senig-art · 11 months
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Apenas me di cuenta.
Sin ofender a nadie, pero, me di cuenta que Luner es un hombre, lo veía en las imágenes creía que era una mujer, pero es un hombre porque lo describes como dios.
Esta hermoso de todos modos VwV
Si, es que Luner es un dios cambiante en otros mundos, en el original que es el Reino de Eci, es como lo ves, y se ve así por una historia que luego será contada, por ahora solo quédate con lo que diré a continuación.
El dios Luner es un dios cambiante, en cada universo de los demás dioses creadores, la apariencia de la luna es diferente.
Desde una dama de cabellos rubios, un conejo blanco, un hombre corpulento y con barba, un joven de cabellos negros, un niño, un espíritu. La luna tiene muchas apariencias en los universos, mas nadie sabe como se ve realmente, excepto... sus creaciones.
Eci, describe a Luner de la siguiente manera: El dios Luner tiene cabello blanco, largo y liso como un rio en calma, vestido de colores oscuros como la noche, pero adornado con perlas y brillos simbolizando la luna y las estrellas, consigo lleva un sombrero metálico con la formas de un rio en movimiento, y un dibujo de la luna con la etapa Lúnula Creciente. Tiene la piel blanca como la nieve, y unos ojos azules que suele reflejar otros colores cuando una luz pega en sus ojos.
Ssenkrad lo describe así: Si quieres que te hable de mi Dios... El tiene una mirada tierna, con una sonrisa pacifica, de cabellos blancos que flotan tranquilamente con el viento frio de nuestro hogar, brillante sobre la oscuridad, aun si sus ropas son plateadas, negras o azules oscuras, piel blanca como el cristal, que con solo un tacto cambia de color, ojo negros...? no azules, si eran azules, que tienen un cambio fácil a la luz y suele tener un brillo en sus ojos de otro color...
Por ello en otros mundos nadie conoce realmente a Luner, todos los mundos solo sabe que existe un dios de la luna, pero no saben con certeza si es un dios o una diosa o un espíritu de la luna. Ni siquiera los seguidores de la luna de otros mundos lo saben, solo alaban a la luna de su mundo.
Eso si, cuando mueren llegan a conocer a Luner en persona, algunos solo se vuelven espíritus y lo siguen en las sombras y otros lo siguen alabando y amando como siempre.
Porque aun hay personas que le dedican un monto de cosas a Luner aun si no saben como es.
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Eso si, su hermano, Soles, si lo conoce todo el mundo, y saben como es y como se ve en todos los universos.
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macavreb · 3 months
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Bram Stoker: más allá de las sombras
El genio detrás de uno de los más icónicos relatos de terror: Drácula. Los secretos detrás de su vida, sus inspiraciones y lo que nos dejó tras su paso por este mundo.
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Fotografía de dominio público. Wikipedia.
Bajo el panteón del terror literario hay nombres que resuenan más allá de las páginas, figuras que se alzan como colosos entre la bruma de nuestras pesadillas. Uno de esos titanes es Bram Stoker, un hombre cuya pluma oscura dio vida a uno de los mitos más perdurables de todos los tiempos: Drácula. Pero, ¿qué hay detrás de este maestro del macabro? ¿Qué sombras acechaban su vida, llevándolo a concebir una de las historias más escalofriantes jamás contadas?
Nacido en 1847 en una familia de clase media en Dublín, Stoker emergió de las tinieblas de la enfermedad para convertirse en uno de los escritores más influyentes del género gótico. Su infancia, marcada por su abollada salud y su debilidad física, fue una telaraña de historias siniestras tejida por su madre, quien alimentó su imaginación con cuentos de fantasmas y misterios. Narraciones en su mente febril, que germinaron lentamente para dar fruto en la adultez.
Educado en el Trinity College, donde destacó tanto en lo académico como en lo atlético, pronto Bram demostró ser un hombre de múltiples talentos. Sin embargo, fue su papel como crítico y escritor lo que lo llevó a explorar los abismos de la condición humana.
Su experiencia en el mundo del teatro, donde trabajó como crítico y secretario del legendario actor Henry Irving, dejó una marca indeleble en su estilo literario, impregnando sus relatos con una intensidad teatral y un sentido del drama que los elevó por encima de lo mundano. Pero fue en las páginas de sus novelas donde Stoker alcanzó la inmortalidad literaria.
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Gary Oldman y Winona Ryder en Drácula, de Bram Stocker (1993).
El gran conde
Drácula se convirtió en un monumento a la oscuridad que perduró a través de los siglos. Inspirada en parte por figuras históricas como Vlad III, conocido como Vlad el Empalador, y en parte por sus propias obsesiones y temores, esta obra maestra trasciende el mero entretenimiento para explorar las profundidades del alma humana. La lucha entre el bien y el mal, personificada en la figura del conde vampiro, resuena en cada página, mientras que el miedo a lo desconocido y la atracción por lo prohibido se entrelazan en un baile macabro que hipnotiza al lector.
Con su prosa evocadora y su habilidad para crear atmósferas cargadas de suspense, Stoker nos sumerge en un mundo donde las sombras cobran vida y los susurros de lo oculto acechan en cada esquina. Además, Drácula fue escrita en plena época victoriana y trata de algo insólito en la época: el deseo sexual. Por ser publicada el 26 de mayo de 1897, el mismo día se conmemora cada año el Día Mundial de Drácula.
Pero más allá del gran vampiro, el legado de Stoker se extiende como una sombra alargada sobre el género del terror. Obras como La dama del sudario (1909) y La guarida del gusano blanco (1911) exploran temas similares, envolviendo al lector y transportándolo a lugares más allá de la imaginación.
Y así, mientras que en abril conmemorábamos otro aniversario de su muerte, fue importante recordar no sólo al hombre, sino también el camino que dejó atrás. Su capacidad para enfrentar nuestros miedos más profundos y transformarlos en arte es un testamento de su genio y una inspiración para generaciones futuras de escritores y amantes del terror. En un mundo donde la oscuridad y la luz están perpetuamente lazadas, Stoker sigue siendo una guía para los valientes que busquen adentrarse en las sombras y explorar lo desconocido.
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Párrafos somnolientos
Hoy me despertó el ruido de un señor cortando el pasto, justo después de que me hizo soñar con mosquitos del tamaño de un halcón. Soñar me encanta (me refiero a lo que vivimos cuando dormimos, no a ese placebo que se inventaron los que aplauden el atardecer en la playa), visito con frecuencia las profundidades del sueño, pero si estoy nervioso o triste me quedo en su margen, duermo mal, como al borde de la frontera de la vigilia, sin alejarme demasiado, como si descansar bien fuera una negligencia. En estos casos rara vez recuerdo lo que sueño, en los otros lo recuerdo todo. Nunca tengo pesadillas, pero me pasa algo peor: sueño con alguna dama misteriosa y despierto enamorado de alguien que nunca existió. Ya sé que técnicamente debe ser una especie de Frankenstein femenino formada con pedazos de mujeres que conocí en mi vida despierta. Aún así preferiría las pesadillas, despertar asustado y no enamorado. El susto por lo menos se me va.
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"En la oscuridad total, mis ojos buscaron una referencia y se volvieron a cerrar, sin haber encontrado las rayas horizontales, paralelas, que habitualmente dibujaba la luz eléctrica de la calle, o el sol, al filtrarse por entre las tablillas de la persiana. No me podía despertar, y aunque no recuerdo ninguna imagen, ningún sueño, pienso en mí mismo, ahora, como en un ser que vagaba sin rumbo, con los brazos colgando flojos, sepultado en el fondo de una materia densa y oscura, sin ansiedad, sin identidad, sin pensamientos." (Mario Levrero; "El lugar", 1982)
Acostumbradoalfindelmundolandia: linktr.ee/acostumbradoalfindelmundo
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neoisdrinking · 4 months
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"Distancia Nula."
Una noche que aparentaba tranquilidad, Helen decidió que usaría el poco usual silencio para poder descansar adecuadamente. En la habitación del hostel en donde estaba todo el grupo se era bastante cómodo, pudo tener su espacio para él solo y su tiempo de calidad consigo mismo. Fuera de sus pensamientos sombríos sobre su pasado quiso asearse antes de dormir; fingiendo que estaba en un viaje rejuvenecedor con spa incluído sin preocuparse de ser apuñalado por una hormiga cada cinco minutos. Ya listo para la cama, escuchó unos golpes en la ventana. No se alarmó antes de tiempo, esperaba que fuera Asher diciéndole algo sobre el desayuno de mañana o incluso Ifigenia con ganas de charlar un rato antes de acostarse. Pero claro, debió haber sabido que ninguno de ellos entraría por una ventana.
"Hey."
Providencia estaba ahí, simplemente en cuclillas sobre el marco de la ventana (casi no respetando las leyes de la gravedad y la materia). No debió haberse sorprendido en la forma en que lo hizo, pero igual rió nerviosamente ya viendo venir que sus intentos de relajarse fueron en vano.
"Ja… Ja, hola."
El castaño le hizo espacio para que pasara, suspirando. Como el rubio solo se le quedó mirando, le preguntó qué hacía ahí, y lo más importante de todo; "¿por qué no estás en tu habitación?"
"Patria tiene noche de chicas con la dama Ifigenia." después de un breve silencio, agregó "Está cuidada, así que vine a hacer guardia acá."
"No necesito guardia, andate a dormir."
"…"
Helen retuvo sus imperiosas ganas de retractarse y dejarlo estar, pero realmente no tenía ganas de lidiar con ningún problema más. No solo tener que aguantar su mirada brillante y tenebrosa en una esquina oscura de la habitación, sino también las repercusiones a la mañana siguiente cuando ambos se reunieran con los demás. La imagen de Igna se apareció en sus pensamientos y supo que no había forma de que el rubio se quedara allí. El otro asintió después de un momento, yendo a la puerta para retirarse. El castaño odió ver la postura de derrotado que traía.
"Pará." dos dedos se posaron entre medio de su cejo, irritado. "Está bien, podés quedarte adentro pero quiero que duermas, no quiero que estés toda la noche mirándome. Quiero que cierres los ojos y descanses como un elf… person… u-un ser normal."
Al ver que amagó sentarse en el suelo le indicó que podía usar la cama, iba a poner unas almohadas entre ellos para que sea menos incómodo. Providencia quiso argumentar que no necesitaba dormir en un colchón pero solo se quedó callado viendo cómo el elfo acomodaba todo. Ambos se acostaron en sus respectivos lados, Helen sintiendo que tal vez tendría que haberlo dejado en el frío pasillo del hostel, porque el ataque al corazón que le iba a dar no valía para nada la pena. Estaba seguro que no iba a pasar nada, es Providencia, es casi un nido de pájaros con intenciones asesinas hacia humanos, no hay sentimientos ahí. No hay nada, obviamente no tenía interés en Helen. Para nada. Es imposible, ¿no sería inaceptable bajo los principios del rubio? Enamorado de un elfo del bosque que había intentado matar con sus compañeros, já. Claro que no, solo una leve animosidad por cuidar de su hija. Nada más, nada menos. Cuando se quiso dar cuenta, su cara estaba ardiendo y sus manos transpirando mientras agarraba las sábanas. Solo tenía que respirar profundamente, contar hasta diez e ignorar la presencia del otro. Por suerte dust era lo suficientemente callado y sería sencillo, creyó.
"Helen… ¿Te dormiste?"
Sus ojos se abrieron exageradamente, tenía que ser una broma.
"Perdón."
Esa palabra lo descolocó. Sus latidos se calmaron un poco y pudo volver a sus facultades para contestar. "¿Por qué, por lo de la poción? Ya te dije que no soy al que le tenés que pedir disculpas."
"No, todo." Su voz era un susurro, Providencia mismo no entendía porqué estaba hablando así, solo sentía que era lo que debía hacer. "Las flechas, las espinas, cuando todos tomamos… El estar en tu casa sin avisar… Tomé más de lo que puedo dar."
Helen se mofó de su actitud arrepentida, dándose vuelta para mirarlo sobre la separación que hizo. "Un simple gracias bastaba, no son cosas por las que tengas que disculparte. Solo pasaron y listo, tema resuelto." El rubio le devolvió la mirada, otra vez brillaba, pero no daba miedo. "Aunque si querés recompensármelo no me quejo." rió.
"No sé cómo."
"Ah, no estaba hablando en serio. No lo tomes a pecho, una simple comida o postre basta. Podemos hasta hacer un intercambio."
Dust esbozó una sonrisa, imitándolo. El corazón de Helen se volvió a acelerar, pero no le aturdía los oídos, era un suave golpeteo cálido que no sentía hace mucho tiempo.
"¿Puedo preguntarte algo?" Cuando le vio asentir, se aclaró la garganta. "¿Por qué brillan tus ojos?"
Al instante se arrepintió de haberlo dicho, sonaba como si fuera una especie de flirteo sorpresivo y demasiado directo; él no estaba preguntando eso, al menos no ahora. Sin embargo, Providencia entendió el mensaje original -quizás por su falta de entendimiento social-.
"No lo sé, siempre fue así, desde pequeño." Cerró sus ojos, siendo consiente del efecto que podrían llegar a provocar en el otro. "Yo… Mi… Mi madre también los tenía así. Pero parece que los elfos del bosque no lo tienen, supuse que era un defecto genético por ser híbrido." Helen se limitó a escuchar, no queriendo interrumpir siendo que el de rulos nunca habló sobre tener madre o siquiera familia fuera de Patria. Su curiosidad lo estaba matando pero se contuvo, dándole espacio suficiente para decir lo que quisiera. "Tus ojos tienen un brillo diferente; son como un árbol en primavera. Se ven sanos, admirables. Sé que los míos te dan miedo, a Patria también le asustaban al principio, todavía lo hacen un poco…"
"¡N-No!" exclamó, sentándose de golpe. El rubio abrió los ojos preocupado. "N-No me dan miedo. A ver, es que, verlos en la noche con tu expresión seria a veces da escalofríos pero no significa que sean atemorizantes o algo así… Son… S-Son interesantes de observar." Luego de ver la confusión en su rostro, se disculpó. Providencia se sentó en la cama, puso una mano sobre las almohadas y lo miró pidiéndole permiso. El castaño asintió antes de pensarlo bien. Cuando el otro se le acercó tanto invadiendo su espacio acabando con la distancia entre ellos supo que no había escapatoria, quiso arrepentirse y empujarlo lejos pero lo detuvieron sus manos frías sobre su rostro en llamas.
"¿Te doy miedo?"
La pregunta lo tomó por sorpresa, el tono de su voz era genuino. ¿Realmente le preocupaba lo que opinara él?, ¿Justo dust que es alguien que vive en soledad? A Helen no le daba miedo él, le daba miedo lo que el tiempo y la convivencia podrían generar, lo que podría llegar a sentir si bajaba la guardia tan solo un momento y pasaba de largo todas las advertencias con misterios irresueltos sobre el híbrido en frente de él. Ya le había pasado una vez, no quería vivir eso de nuevo. Pero algo en esos ojos gélidos que lo observaban casi inocentemente le daban la pauta que no era lo mismo. En el fondo de sus irises yacía un individuo que se preocupaba, que de no ser por su cautelosa personalidad podría llegar a ser un gran compañero. Un acompañante que cuida a los que le importan. ¿Será que por eso vino a su habitación? ¿Porque en verdad quería protegerlo? No pudo procesar el cómo cambiaron las cosas desde la vez que se conocieron, sentía que todo iba rápido pero sus conversaciones por más breves que fueran se sentían que duraban milenios. El impacto de cada palabra que salía de su boca, cuidadosamente seleccionada para hacerle conocer solo una minúscula parte de dust… Pensó que era desconfianza, más ahora solo sentía que era para protegerlo de los secretos que guardaba dentro suyo. Quizás relacionarse con él era una caja de pandora. Sin embargo, le era imposible apartar la mirada.
"No." Respiró profundamente, tomándose su tiempo. Aceptando lo que no quería decir en voz alta, deseando que el otro lo comprendiera. "Para nada."
Los ojos marrones -casi naranjas- del elfo lo examinaron en búsqueda de mentiras en su testimonio, pero no encontró ninguna. Estaba retirando sus manos del rostro del castaño cuando este lo detuvo, poniendo las suyas arriba. Se quedaron así unos minutos, Helen sintió que el frío de Providencia reguló su temperatura. Se animó a abrazarlo después de un rato, el rubio se dejó. Se movieron sentimientos adentro de él sin nombre, pero supo que no eran dañinos, porque eran muy parecidos a la felicidad.
"Es tarde…" suspiró Helen. "Quizá deberíamos dormir."
Providencia asintió, tirándose aún con el castaño en sus brazos a la cama. El otro no pudo ni quejarse, un leve rubor se asomó en sus mejillas y murmuró un "buenas noches" suavemente antes de entregarse al sueño plácidamente en los brazos del híbrido.
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Encuentro con la Diosa
Joseph Campbell, un renombrado mitólogo y escritor, abordó el concepto del "encuentro con la diosa" en su obra "El héroe de las mil caras" (The Hero with a Thousand Faces). En su libro, Campbell presenta la idea de que los mitos y las historias heroicas comparten un patrón común, conocido como el "monomito" o el "viaje del héroe". Una de las etapas clave en este viaje es el encuentro con la diosa.
El "encuentro con la diosa" es una etapa arquetípica del viaje del héroe en la que el protagonista se encuentra con una figura femenina que representa la feminidad divina, la sabiduría, la compasión y a menudo simboliza la totalidad y la plenitud. Esta figura puede manifestarse de diversas formas, como una diosa, una madre divina, una mujer misteriosa o incluso como una figura enigmática que tiene un impacto significativo en la vida del héroe.
Campbell sostiene que este encuentro con la diosa es esencial para el desarrollo del héroe, ya que le proporciona inspiración, sabiduría y orientación en su búsqueda. La diosa a menudo brinda al héroe dones, conocimiento y un sentido de propósito, lo que le permite continuar en su viaje con confianza y determinación.
Es importante destacar que el "encuentro con la diosa" no se limita a un encuentro literal con una figura femenina, sino que puede ser una representación simbólica de la búsqueda de la totalidad y el autoconocimiento del héroe.
El "encuentro con la diosa" es un arquetipo que se encuentra en muchas culturas y se manifiesta de diferentes maneras en la literatura y el folklore popular. Algunos ejemplos son Atenea y Ulises en la Odisea, la Dama del Lago y el Mago Merlín en el ciclo artúrico (y la búsqueda del Santo Grial por los caballeros de la Mesa Redonda), Inanna y Gilgamesh en la epopeya sumeria, la diosa de la luna en la mitología china, y la Virgen María en el cristianismo. Diosa y Anima
La relación entre el concepto de la diosa y el concepto de "anima" de Carl Jung es interesante y puede entenderse desde una perspectiva psicológica y simbólica. Carl Jung, el influyente psicólogo suizo, introdujo la noción de "anima" como una parte fundamental de su teoría sobre el inconsciente y el proceso de individuación. El "anima" se refiere a la parte femenina del inconsciente de un hombre, mientras que en el caso de las mujeres, Jung habla del "animus" como la parte masculina del inconsciente.
La relación entre la diosa y el anima se puede comprender de la siguiente manera:
Simbolismo femenino: Tanto la diosa como el anima representan aspectos de la feminidad y la psique femenina. La diosa en los mitos y arquetipos a menudo personifica la feminidad en su totalidad, con atributos como la sabiduría, la intuición y la creatividad. El anima, por su parte, simboliza la feminidad dentro de la psique de un hombre y puede manifestarse en sueños y fantasías como una figura femenina que desempeña un papel importante en su desarrollo psicológico.
Conexión con lo inconsciente: Tanto la diosa como el anima están relacionados con lo inconsciente, especialmente con aspectos de la psique que no son plenamente conscientes. La diosa es un arquetipo que puede influir en la percepción, las relaciones y la psicología de una persona, incluso si no se está consciente de ello. Del mismo modo, el anima representa una parte inconsciente de la psique masculina que influye en las interacciones y decisiones de un hombre.
Proceso de integración: Tanto en la psicología junguiana como en la mitología, la idea es que la integración de estos aspectos femeninos o del anima es crucial para el crecimiento y la individuación. Al reconocer y abrazar estos aspectos, se puede lograr un mayor equilibrio psicológico y espiritual.
La Diosa Oscura
También hay una variante oscura de la diosa: Lilith. Esta versión combina los conceptos junguianos de Anima y Sombra, ambos aspectos inconscientes de la psique del hombre. Lilith se asocia con la oscuridad y la feminidad rebelde que desafía la sumisión y la autoridad masculina. Lilith se aparece en sueños a los hombres para robarles su energía creativa y su potencia, por eso a ella se asocian las brujas perseguidas por la Inquisición. Otras representaciones populares son Morgan Le Fay en el ciclo artúrico, Circe en la Odisea, la Diosa Kali en el Hinduismo, Hécate en la mitología griega o la Reina Mab en el clásico de Shakeaspeare. Decirle "No" a la Diosa El acto de rechazar o decirle "no" a la diosa en el contexto del viaje del héroe puede tener múltiples significados y representaciones, y su interpretación puede variar según la historia específica y el contexto cultural. Sin embargo, en general, este acto simboliza una etapa importante en el desarrollo del héroe y a menudo se relaciona con la afirmación de su individualidad, la superación de desafíos y la búsqueda de un propósito más profundo.
La afirmación de la individualidad: Decirle "no" a la diosa puede representar la voluntad del héroe de mantener su independencia y autonomía. En lugar de depender completamente de la guía y los dones de la diosa, el héroe elige forjar su propio camino y tomar decisiones basadas en su propia voluntad y juicio.
La superación de la tentación o la complacencia: En algunas historias, la diosa puede representar una tentación o la promesa de una vida cómoda y sin desafíos. Al decirle "no" a la diosa, el héroe demuestra su resistencia a la complacencia y su voluntad de enfrentar desafíos y adversidades en lugar de buscar una vida fácil.
La búsqueda de un propósito más profundo: Al rechazar la diosa, el héroe a menudo busca un propósito o un objetivo más profundo en su viaje. Puede darse cuenta de que la complacencia o la dependencia de la diosa no lo llevarán a la realización personal, por lo que opta por continuar su búsqueda en busca de un propósito más significativo.
La madurez y el crecimiento personal: Decirle "no" a la diosa puede ser un signo de madurez y crecimiento personal. El héroe reconoce que necesita enfrentar desafíos, tomar decisiones difíciles y asumir responsabilidades para crecer y convertirse en la mejor versión de sí mismo.
Decirle "no" a la diosa en el viaje del héroe simboliza la búsqueda de la autonomía, la resistencia a la tentación, la búsqueda de un propósito más profundo y el crecimiento personal. Esta etapa es fundamental para el desarrollo del héroe y su transformación a lo largo de la historia, pero es también un proceso doloroso. Sin embargo, el dolor de decirle "no" a la diosa también puede ser parte de un proceso sanador y liberador. Al tomar esa decisión, el héroe a menudo se enfrenta a desafíos y dificultades que lo impulsan a crecer y a transformarse. Esta resistencia y superación de obstáculos pueden llevar a una mayor comprensión de sí mismo, a un aumento en la autoestima y a la realización de un propósito más profundo en la vida del héroe.
En muchos relatos del viaje del héroe, esta etapa de rechazar a la diosa marca un punto crucial en la evolución del personaje. A menudo, el héroe debe superar sus propias debilidades, miedos o dudas antes de avanzar en su búsqueda. A través de este proceso, el héroe puede alcanzar una mayor madurez emocional y espiritual, lo que finalmente lo lleva hacia un estado de liberación y plenitud.
En resumen, la diosa y el anima están relacionados a través de la feminidad y la influencia de lo femenino en la psique y la vida de un individuo. Ambos conceptos representan la necesidad de reconocer y trabajar con estos aspectos para lograr una mayor comprensión de uno mismo y una mayor integración psicológica.
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caoticosinsentido · 4 months
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Fanfic: Pigmalión Capítulo 29, Harry Potter | Fanficción
"Mi vida es tuya" y presionó la taza contra los labios de Hermione. Ella tomó un largo trago y luego, entrelazando su brazo con el de él, le quitó la copa y se la llevó a los labios. "Mi vida es tuya", repitió mientras él apuraba el resto de la taza y la arrojaba a un lado. Él la atrajo hacia él y la besó, saboreando la sangre metálica en su boca incluso mientras su hechizo sin palabras lo quemaba, curándolo del veneno que había tomado, incluso mientras ella jadeaba y se ponía rígida contra él ante el impacto de su propio hechizo ardiente. ."
https://www.fanfiction.net/s/11248015/29/Pygmalion#:~:text=Mi%20vida%20es,propio%20hechizo%20ardiente.%20.
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rubimoon45 · 6 months
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SANGRE Y FUEGO
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CAPÍTULO 9: los Siete Reinos
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Aemond se negó a despedirse de la familia de la princesa Rhaenyra o a acompañarla. A la hora de preguntarle, él meramente se había interesado y había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos; sin embargo, supo que pasaría su mañana en el patio de entrenamiento o encerrado en la biblioteca buscando alguna obra interesante con los maestres. Pero eso no le impidió a ella hacerlo. La mañana era fría, y el suelo estaba mojado, señal de que al menos había llovido un poco antes de despertarse la capital.
Tal y como habían llegado, la familia de Rocadragón se marcharía en barco. Ya estaban despiertos y se estaban despidiendo de las últimas personas que habían ido a despedirlos, sobre la arena mojada que el mar subía hacia la tierra; el golfo estrecho se adentraba bajo las paredes conectadas con el acantilado de la Fortaleza Roja, así como el resto del relieve que formaba el lugar. Ni la Reina ni la Mano estaban, mucho menos los príncipes reales; Helaena se había quedado supervisando que vistieran a los gemelos y a Maelor, y Aegon estaría en alguna parte de la Calle de la Seda disfrutando de los placeres carnales. Repulsivo. Se alegraba de que su esposo se quedara al menos en el palacio, si bien no era algo que le convenciera del todo.
Las manos de la princesa Rhaenyra estaban cálidas cuando recogió las suyas en una muestra afectiva íntima. Llevaba un vestido negro que asomaba del final de la capa roja y adorada que iba por encima, protegiéndola del frío
-Lamento de corazón haber molestado de primera mano. Y más si al final las cosas han cambiado.
Una sonrisa en el rostro de la princesa fue suficiente para saber que no estaba enfadada, ni molesta. Quizás incluso comprendiera su situación, y en especial sabiendo de lo ocurrido ayer.
-Comprendo que algunos matrimonios, ni cuando ambos se llevan bien y respetan, no son gratificantes en sus discusiones cuando opinan diferente -le dio una mirada compasiva, acompañada de suaves palmadas en las manos. Su instinto la hizo mirar por encima de su hombro, hacia sus dos pequeños hijos, cargados por las damas de compañía, que jugaban en silencio con sus manos. Puros rasgos valyrios-. Él no lo dice en alto, pero ten por seguro que se preocupa por ti.
El instinto de una madre era poderoso. Pero las acciones de su padre habían dejado claro que aunque su madre estuviera muerta él seguiría viviendo, con o sin sus hijas. Lo que le importaba era el momento, y proteger la línea de sangre que se había establecido en el trono a cualquier coste. Al menos en eso coincidían.
Independientemente de cuál fuera su opinión, Naerys le correspondió con una sonrisa. Su padre no estaba muy lejos, vestido con los colores de su Casa y la mano tentativamente en la empuñadura de Hermana Oscura. Hablaba con sus hermanas, acompañado de Jace. Joffrey y Luke no estaban lejos, pero mantenían las distancias.
-Volveremos en dragón en unos días. Si vuestras intenciones es marcharos aunque sea un tiempo de aquí, los dos o tú sola, solo necesitas decirlo y haremos los preparativos.
-Puede que en nuestra ruta esté Rocadragón, o incluso Marcaderiva. Aún es un tema que debemos discutir mi marido y yo.
La princesa asintió lentamente, y la hinchazón en su pecho significó que estaba echando el aire que contenía. Entonces, una mano se instaló en la parte baja de su vientre redondeado, oculto bajo tantas capas de tela.
-Esta vez espero que sea una niña. Puede que ya le tenga un nombre.
Era normal sentirse así de esa forma, después de varios partos alumbrando varones, uno detrás de otro. Muchos esposos soñaban con eso, un ejército de herederos que pudieran cuidarse los unos de los otros y mantener la sucesión resguardada. A veces una niña era una alegría. De la misma manera que la Reina se sentía cuando estaba con Helaena después de tener tanto varón, estaba segura de que la princesa heredera amaría a esa supuesta niña.
-¿Puedo preguntar?
-Daemon y yo lo hemos discutido, pero coincidimos en que Visenya es el nombre adecuado a estas alturas -sonrió, pero fue una sonrisa tan distante y cálida que casi parecía reservada para otra persona-. Aegon, Viserys y Visenya. Junto con Jace, Luke, Joffrey y vosotras.
Vosotras. Las había añadido a la lista de hijos que reconocía, pese a no haberlas traído al mundo y criado. A ellas, que incluso separadas y en diferentes sitios habían sido reconocidas por la nueva esposa de su padre. Una extraña sensación se instaló en el pecho de Naerys, como si de verdad se sintiera reconocida de una vez, considerada, ...amada por alguien que no fueran ni el pueblo ni su esposo.
Se dieron un último abrazo, antes de permitir a la princesa regresar hacia donde sus hijos estaban. Entonces, vio que Luke vaciló antes de acercarse a ella. Naerys se sorprendió de su propia reacción.
-Oh, Luke, ¿ocurre algo?
-Madre dice que cuando volvamos a Rocadragón comenzaremos a entrenar con los hierros, creo que porque Jace le ha insistido en que ya es momento -el viento sopló sus rizos morenos, y descubrió alguna que otra peca desperdigada por el rostro pálido y sonrojado-. Cuando me nombren caballero, que espero que sea pronto, me gustaría que estuvieras en mi primer torneo y me brindaras tu honor.
En los Torneos, la realeza estaba obligada a acudir, y más si eran ellos quienes las organizaban. Su padre hacía unos años había participado en algunas, ganando y perdiendo inclusive a su nombramiento como caballero por el antiguo Rey. En el último en el que estuvo, la entonces dama de compañía de la princesa Rhaenyra le había dado su favor con gusto. Para que Luke se presentara a uno necesitaba ser nombrado caballero, cosa que dudaba que no ocurriera tarde o temprano, y tendría que estar preparado y mentalizado para algo como eso. No solo te jugabas el honor, sino también la vida.
Hacía unos años, en su primer Torneo antes de la enfermedad que había obligado al Rey a permanecer recostado, ella había brindado su favor a un caballero que se lo había perdido después de varias justas ganadas, aumentando el favor de su Casa. Entonces no estaba casada, ni siquiera comprometida, pero de haberlo estado también lo habría hecho.
-Solo espero que cuando te hagas caballero, me brindes con el honor de ser tu primera Reina del Amor y la Belleza.
Luke la miró, una incómoda sonrisa en su tímido rostro. Ella solo se levantó el chal sobre los hombros y se recogió el pelo detrás de la oreja, agitado por el viento marino. Sus ojos marrones como el chocolate que llegaba de Dorne la miraron unos segundos, debatiéndose en silencio, hasta que algo llamó su atención a sus espaldas.
Naerys miró en su misma dirección. La Fortaleza Roja se levantaba en todo su esplendor, desde las primeras elevaciones sobre la piedra del acantilado hasta su continuación, cuando comenzaban a hacerse diferentes zonas, algunas más altas y otras más bajas, y posteriormente las primeras torres. El ladrillo rojo recordaba al sangriento reinado de Maegor I, su ancestro no por vida directa. De hecho, ningún Targaryen actual había heredado su sangre, ni la de Visenya, una de las conquistadoras.
En la ladera por la que se descendía desde los muros de piedra hasta el inicio de la pequeña playa desierta, con una escalinata por la que se podía descender y ascender a la perfección sin hacer esfuerzos hecha de piedra. Allí, una figura cubierta de negro de pies a cabeza y el destello blanquecido mezclado con el primer color esperaba en las sombras. No se movía, ni siquiera podía decirse si respiraba o no. El temblor en las manos de Luke se hizo notorio, y cuando Naerys volvió su atención a él sus ojos miraban fijamente al suelo.
-Lo siento mucho, yo era...
-Luke, no. Él... - dudó de sus palabras, apretando los dedos alrededor de las manos de Luke. Pronto crecerían, y serían el doble que las de ella. Pero eso sería en unos meses o en años, quizás cuando alcanzase la edad de Jacearys.
La sonrisa tímida de Naerys se reflejó en los ojos castaños de su hermanastro, del pequeño Lucerys. Durante su corta estancia en Rocadragón habían tenido las mismas clases de alto valyrio, estudios que ella había progresado con su llegada a la capital, y lo recordaba atragantándose con las palabras y sintiéndose un inútil. Recordaba a Jace aprendiendo con esfuerzo, pero duramente.
-No es tan malo como parece -pasó los dedos sobre sus mejillas, ásperas por el viento fuerte que las golpeaba, pero a su vez con la suavidad que las caracterizaba-. Solo se siente dolido, y lo de ayer solo fue su resultado. Él... No estamos en nuestro mejor momento. Sufre, a su manera -recordó las semanas de duelo y de propia represión. La sangre que manchaba sus manos, el olor del hierro-. Cuando nos volvamos a ver seguro que podrá enseñarte a manejar la espada.
Los labios regordetes de Luke temblaron, como si dudase entre lo que ella decía o lo que debía responder. Naerys lo comprendió. Los recuerdos seguían ahí, y eran dolorosos, traumáticos. Lo ocurrido en Marcaderiva solo había conseguido fracturar finalmente ambas familias.
-Madre no lo permitiría. Querría que Jace me entrenase. Él es mejor que yo -dijo, y un suspiró escapó de sus labios-, en todo.
Naerys reprimió una risa. Las olas impactando contra la orilla rebotaba en el abierto de esa entrada del mar, como si imitasen su humor. El estandarte de la Casa Targaryen ondeaba en las velas de los barcos que marcharían a Rocadragón, en lo alto del cielo si alzabas la mirada en dirección a la fortaleza. Por todos lados.
-Entonces yo podría hacerlo.
Por fin, una sonrisa apareció en el cálido rostro de Luke. O un intento de una.
-Jace no es tan malo enseñando.
-Tampoco he dicho eso. Si aprendiera, no tendría que estar dependiendo de si la guardia puede acompañarme o quedarme en el torreón -alzó la vista hacia la torre más grande toda la Fortaleza Roja. Desde donde estaban, se veía imponente-. Mi esposo no podría decirme que no a esa sugerencia.
Los niños Velaryon y su familia Targaryen marcharon en el bote hacia los barcos que los devolverían a Rocadragón. Naerys permaneció en el sitio con la poca gente noble que había ido a despedirlos, despidiéndolos en solemnidad y con el respecto que se merecían. Las olas y el mar agitado señalaban, según recordaba, un viaje rápido de nuevo a la isla. Cuando dejó de verlos, pasado el acantilado entrante en el mar, se recogió las faldas del vestido y caminó por la arena caliente de nuevo al palacio. Su caballero fue tras ella.
Tenía entendido que su abuela regresaría en unos días, puesto que necesitaba una tripulación Velaryon adecuada para devolver el cuerpo de Vaemond Velaryon con los honores dignos de su casa al hogar ancestral de su Casa, siendo estos gran parte de la flota que regresaba con la Serpiente Marina. Una desdicha, por supuesto, pero más una deshonra al apellido Velaryon por haber intentado reclamar algo que no era suyo. Naerys se acarició la tierna piel de la mano que sanaba, subiendo la escalinata de piedra excavada en la ladera. Ansiaba poder hablar con ella de lo sucedido, como personas normales. No instigadas por el odio y la tensión de la familia. Su último deseo era estar enfadada con su abuela, sangre de su sangre.
Con un poco de suerte, podría encontrarla en sus aposentos preparando sus cosas para marcharse. Y de paso hablar con el maestre que aquella mañana los había recibido para mandar los cuervos a las diferentes Casas. Sabía que el rumor le habría llegado a la Reina tan pronto como hubieran abandonado la torre, y eso era tal vez lo que más temía. Que intentase evitarlo inventándose alguna excusa para mantenerlos en Desembarco del Rey a cualquier coste. Los jardines tenían todo tipo de plantar exótica, cuidada por los jardineros privados de la Fortaleza Roja, expertos en todo tipo de especies. Las damas solían hacer sus fiestas de té en los espacios que ellas reservaban.
-Princesa Naerys, qué bueno verla esta mañana -la saludaron de frente. Sus rizos dorados y ojos verdes no mantenían en cuanto a su origen, igual que los rasgos valyrios de los Targaryen y el cabello negro de los Baratheon. Una Lannister de pies a cabeza.
-Lady Lannister -respondió. Su caballero se detuvo a sus espaldas, deteniendo el ruido de los metales-. Tengo entendido que su padre iba a regresar esta semana a Roca Casterly. ¿No va a acompañarlo? Sus hermanas la echarán en falta.
La dama hizo una reverencia, sin ocultar la sonrisa orgullosa de que estuviera hablando con ella y no la despidiera. Algunos decían que el orgullo y valentía de los leones los llevaba a conseguir los mejores puestos en la Corte. Pero un dragón siempre era más fuerte que un mero león. Ni la más delicada de las flores soportaba el aliento de uno.
-Es muy amable por interesarse por mi Casa. Mi padre, Lord Jason, cree que es buena idea que me quede en la Fortaleza Roja con algunos de sus guardias mientras él regresa. Puede que incluso le alegre el corazón con un pretendiente.
Cabía destacar que eso era una oportunidad para conseguir un buen emparejamiento. Las mejores Casas reunidas en ese lugar, pujantes por la mano de una de las Casas más ricas de todo Poniente. Y una de las damas que había querido prometerse con el príncipe Aemond por insistencia de su padre, hasta que el Rey Viserys lo descartó por ser apenas unos niños. Y Aegon ya estando casado con su hermana y Daeron estudiando en la Ciudadela. A veces se preguntaba hasta dónde llegaba el interés de una Gran Casa por querer domar un dragón.
Independientemente de eso, tener una mujer de tan buena reputación y cuna al lado podría ayudarla a que los rumores sobre su nula descendencia acallasen. Y Lady Tyshara se enteraba de todo lo que pasaba en la Corte, incluso antes de que llegasen a oídos de la Reina.
-Entonces, espero que encuentre un candidato perfecto, Lady Tyshara -inclinó la cabeza en un gesto vago-. Me gustaría verla en mis recepciones con la princesa Helaena y que hablemos como mujeres casadas de nuestros asuntos.
Su sonrisa se estiró, sin lugar a duda de un vacile. Una invitación como esa era lo máximo a lo que aspiraban las damas nobles en la Corte. El que una princesa les hablase de esa forma era tocar la cima de la escala social. Sin duda, encontraría un buen partido si su relación con las princesas, ambas casadas con príncipes del Reino, independientemente de su relación familiar, era favorable.
Lady Tyshara agradeció la oferta con una reverencia más, para luego marcharse recogiéndose las faldas con los colores dorados de su gran y rica Casa. Mientras se marchaba, pudo contemplar el por qué todos los muchachos alababan su belleza y las damas solteras que a veces invitaban se quejaban de las insinuaciones a sus pretendientes. Los ruidos del jardín se acentuaron.
El aire soplaba bajo, pese a que había escuchado a los marineros comentar que el viento de la orilla favorecería a la marcha. No comprendía de navegancia o lo relativo al mar, más de su belleza y los conocimientos que los familiares Velaryon le contaban por encima, pero eso sí. Además, de que los jardínes estaban tan bien diseñados que los acantilados se bordeaban con pequeñas murallas para contemplar el basto mar y decorado con miradores en algunos extremos. Helaena y ella solían estar en uno de los menos usados, sobre todo para hablar de la familia o porque ahí se escondían algunos bichejos que a ella le gustaba contemplar.
Pensando en Helaena, fue como tener una relevancia cuando está apareció a lo lejos en los jardines, envuelta en un grueso chal dorado y una ropa cómoda. La melena la llevaba trenzada como siempre, y no fue necesario acercarse tanto para distinguir que iba acompañada de una dama que apenas la entretenía. Naerys se acercó a su posición, intentando averiguar las razones por las que había salido después de tanto tiempo a los jardines y con una dama que hablaba mal de ella a sus espaldas. Sus pensamientos acabaron en la influencia de la Reina por que saliera de su habitación y entablara buenas relaciones con damas de noble cuna.
Escuchó el piar de las aves que pocas veces descendía a hidratarse y bailar en el agua de las fuentes, bien cuidadas gracias a los jardineros. El pequeño grupo de pájaros pasaron por su lado aleteando con fuerza, pequeños pero rápidos como un dragón en miniatura. Naerys se rió por el susto de verlos volar directos hacia ella.
Dos cabezas plateadas corriendo en su dirección la sorprendieron por su inmediatez y rapidez. Los gemelos corrían tanto que pronto se vio invadida por dos personas en miniatura que reían y se aferraban a la falda de su vestido.
-¿Se puede saber por qué han soltado a dos pequeños dragones en este jardín?
-Mariposas -jadeó Jaehaera cuando la tuvo al lado, tirando de su falda para llamarla, levantando un bracito para mostrarle lo que tenía en las manos-. Muchas mariposas.
Naerys le acarició la cabeza, solo para ver que su gemelo también tenía un peluche de mariposa en su brazo. Debían de haberlo cogido de su sala de juegos. Llevabas los vestidos idénticos de siempre, color amarillo suave con cinturones que los diferenciaban. El pelo lacio tiernamente peinado.
-El final de la estación está cerca, dicen los maestres. Nuevas mariposas habrán nacido -la consoló. La niña soltó una carcajada, seguida de la de su hermano. Jaehaerys alzó los brazos y simuló el vuelo de un ave.
-Soy una mariposa. Una estúpida mariposa.
Su hermana, de rasgos similares, se volvió hacia él y le golpeó con el juguete del insecto. Naerys tiró de su codo hacia atrás, para evitar que le diera fuerte. Era el hijo mayor de Aegon, pero también el nieto del Rey. En el mínimo caso de que algo le ocurriera a Rhaenyra y a su familia directa, el trono acabaría en manos del príncipe Aegon y Jaehaerys sería su heredero.
Helaena se acercó a ellos, alejando a la dama que la acompañaba. Esta se recogió el vestido y marchó en dirección contraria, con el rostro contraído como si aquella falta de atención la hubiese ofendido. La comprendía. Pero Helaena era Helaena, la misma princesa que solía rechazar la atención de muchos por no salir de su espacio.
-Madre cree que el aire nos vendrá bien a todos -puso la cara hacia donde daba el sol, soltando un suspiro de felicidad-. Puede que tenga razón.
Hizo un gesto a la princesa.
-Ven conmigo.
Llevó a la princesa Helaena y a sus hijos consigo, asegurándose de que la siguieran. Siempre que caminaba por los jardines, se encontraba con algunos nobles que únicamente querían ganarse su favor o pedirle el favor de que hablase con algunas de sus hijas o cediera su honor a alguno de sus hijos en los Torneos como símbolo de amistad entre las Grandes Casas. Para evitarlos, había encontrado un lugar en el que esconderse pero a la vez estar a la vista de todos los que la buscaran.
Lo había descubierto en su segundo año viviendo en la Fortaleza Roja, cuando se le comenzó a hacer presión para que forjara una alianza poderosa en favor de la Casa Targeryen y el Trono, o para que dejaran de preguntar a la Reina si había algún prometido en su vida. Helaena y ella se habían ocultado mucho tiempo en ese rinconcito del jardín, escondidas de las miradas de todos, huyendo de las damas... Y Aemond y ella se escondieron ahí sus primeros años de matrimonio, o durante el cortejo, para intercambiar conocimientos o besos, algunas veces caricias por encima de la ropa.
-Añoraba este sitio -dijo Helaena, apartando la mirada a uno de sus hijos, que corría para quitarle el sitio a su hermano-. Madre hoy se ha quedado en el torreón.
-Puedes salir siempre que quieras. Y si alguna vez deseas dar un paseo sabes que puedes hacerlo conmigo.
Helaena miró a la mantilla que estaba en su regazo, a mitad de arreglar. Era una de sus hijos, seguramente destrozada por alguno de sus juegos.
-¿Maelor duerme?
-Se sentía un poco débil -pestañeó, pero mantuvo los ojos abiertos unos segundos; para volver a pestañear, dibujando una sonrisa algo distante-. He preferido que descansase con las niñeras. Madre estaba preocupada.
Naerys separó los labios. El otro día, Maelor estaba en perfectas condiciones, pero la salud de un niño pequeño siempre era un problema para sus padres y quienes los cuidaban. Lo comprendía porque sus hermanas habían pasado por esas fases.
-Acudiré al septo de la ciudad para encender una vela en su honor -prometió, aunque su fe en los dioses era bien conocida como nula-. Conociendo su salud, esperemos que solo sea un resfriado.
-Madre no está preocupada por eso. En realidad, sí, pero cuando he ido a buscarla estaba hablando con su criada -encontró su mirada atenta. Enredó los dedos con los suyos, la alianza con la esmeralda tallada hasta tomar la forma adecuada, las manos cálidas-. Hablaban de la princesa Rhaenyra y su embarazo.
-¿Qué decía? -preguntó, sucumbida por la curiosidad.
Helaena tarareó una respuesta, dándole una mirada un tanto soñadora. Desde su cercanía podía ver las cicatrices en los labios inferiores por el nerviosismo. La ansiedad de la princesa Helaena cuando era joven, y más tras el matrimonio con el príncipe Aegon, era conocida por su peculiar afición de aislarse y solo permitir que la visiten seres queridos y muy cercanos. Los manifiestos exteriores que quedaban reflejados en esas cicatrices eran resultado del nerviosismo a tener que relacionarse con otras personas que no fuera de su entorno.
-Algo de un nuevo embarazo. Y que las nidadas de Rocadragon acabarán repoblando la isla y el continente a ese ritmo. También a mencionado a mi Sueñafuego.
La princesa se recolocó en el duro asiento de piedra. La fertilidad de la princesa Rhaenyra parecía llegar en término con la reproducción de los dragones, en concreto de su dragona. Los huevos de sus hermanos habían nacido de las primeras nidadas de Syrax, y uno de los huevos de sus hermanas habían sido enviados a Essos para sustituir la falta de nidadas en la isla. Los gemelos, sin embargo, habían recibido los huevos de protegidos en Pozo Dragón, de nidadas anteriores de Sueñafuego, y eclosionado los dos correctamente. Los pequeños dragones estaban protegidos y bien alimentados allí, hasta que los jóvenes príncipes alcanzaran la edad suficiente para montarlos.
A ella solo le puso un sabor amargo en la boca. La Reina no iba a quejarse a la primera de la fertilidad de la Princesa Heredera y a hablar de nidadas. Había otro motivo detrás. Uno que comenzaba a pesarle en el pecho y a molestarla por los comentarios que se difundían desde su propia familia. Como si se pusiera en duda el propio linaje Targaryen si alguna vez los dragones dejaban de eclosionar en los nidos. Rhaena Targaryen había establecido la tradición de colocar en la cuna de un recién nacido Targaryen un huevo, y que eclosionaran al poco tiempo entre las llamas de Pozo Dragón o las cuevas calientes del hogar ancestral de su Casa. Los hijos de la Princesa habían obtenido ese honor, pero los hijos de la Reina... Supuso que el problema surgía a raíz de ese conflicto interno que mermaba la conciencia de Alicent Hightower, si es que hubiera que darle más vueltas a ese asunto.
-No debe preocuparse por eso.
-¿Hay alguna nueva?
Arrebató el juguete de Jaehaera, lanzándolo al otro lado del asiento de piedra. La niña bufó, pero se levantó para recogerlo. En el camino, su hermano aprovechó para seguirla y robárselo antes de que sus manitas lo agarraran. Ambos hermanos salieron corriendo.
-Ninguna que la Reina no sepa a estas alturas -respondió, y le sonrió sin perder la gracia-. Pensaba que estaba más pendiente de los asuntos del Consejo Privado y de la herencia Targaryen que algo que no es asunto suyo.
Helaena suspiró, pero no dijo nada si le molestaban esos comentarios. A veces pensaba que si llegaba a escuchar eso y no decía nada, era porque ella también pensaba de esa forma pero no podía decirlo. Seguía siendo su madre, su Reina. Aunque nunca la había escuchado decir nada malo de nadie.
-Iré a por los niños.
Helaena alejó las manos de las suyas, comenzando a levantarse y moverse hacia donde habían llegado. Allí, vio algo a lo lejos que la perturbó, pero que inmediatamente la hizo reaccionar cogiéndose la falda del vestido y a salir corriendo. Naerys reprimió una risa. Seguramente alguno de los gemelos estaría causando problemas en el jardín.
Centró su atención en el mar en calma, el que golpeaba debajo del parador contra las rocas del acantilado. A lo lejos, podía aún verse la flota de barcos marcha. La vela con los colores Targaryen ondeando, algunos con la vela de los Velaryon tomando un camino diferente. Podría estar ahí subida, huyendo de la capital y de los malvados comentarios de la Corte. Y de los brotes de mal humor de su esposo cuando despertaban al dragón. Pero ahí estaba ella ahora, en ese parador en compañía de su cuñada y sus hijos, hablando en confianza de las mismas razones por las que ahora estaría o subida a ese barco con la familia de su padre, jugando con los bebés de Rhaenyra, o sobrevolando el mar montada en su dragón de escamas doradas, segura de que llegaría antes que todos ellos. Oliendo la sal del mar desplazada con la brisa y sus cabellos sueltos meciéndose en el espacio.
Macaderiva. Su hogar. El de su madre. Y Rocadragón el de su padre. Dos islas tan distintas pero con raíces tan antiguas como la propia Valyria. Climas distintos y una morfología tan compleja que ni los propios maestres llegaban a un acuerdo. Podrían ir a visitarlas, pero aquello ocasionaba nuevas tensiones por parte de Aemond con los hijos de Rhaenyra, y ahora con su padre.
Oh, su padre. Y ahora él pensaba que era conocedor de las intenciones de su esposo. La advertencia de su visita aún le rondaba la cabeza. Antes de que acordaran a su manera de viajaría para impedir que sus discusiones a raiz de los conflictos en la Corte llegase a más. ¿Era tan difícil que se llevaran bien? Era como cuidar de dos niños, que ella y la princesa controlaban por la seguridad de todos. Ayer casi se había enfrentado a Jace en la cena, y de poder hacerlo, con Lucerys para su satisfacción. Habría acabado en una matanza que la Reina tardó -a saber con qué fin- en resolver tras la intervención de su padre. Todo porque su padre se negaba a admitir de una vez que estaba casada con un hombre que lo desplazaba una vez más en el trono si bien estaba casado y tenía hijos con la heredera.
Naerys solo pudo contemplar la lejanía, el cómo los barcos se hacían cada vez más pequeños y borrosos, e intentar convencerse de que alguna vez las tensiones finalizarían. Para bien o para mal. La paz entre las familias tendría que llegar.
-Pensaba que habrías marchado con tu padre a Rocadragón.
Naerys había dejado a los hijos de Helaena y a la princesa en los jardínes acompañados de su hermano. Un guardia la había escoltado por el interior de la Fortaleza, una vez descubrió dónde estaba y asegurando que no iba a volver a perderla de visto por su honor. No le quedó otra que aguantar esa insistencia y dejarse protegerse, subiendo al Torreón de Maegor.
Su abuela estaba recogiendo las últimas cosas en sus baúles. Tampoco había traído mucho, solo un par y la mitad que dejaría aquí, así como la armadura para montar a su dragona. Un guardia protegía su puerta, con el estandarte de los Velaryon en la armadura, señal de que su Casa estaba presente por encima de las intenciones de la nueva rama Targaryen en arrebatarle el control de Marcaderiva. Ahora ya no era necesario, con el asunto cerrado por el Rey, pero nunca estaba mal volver a ver a los guardias Velaryon.
-No vengo a discutir, abuela -repitió, esta vez en voz alta. Permaneció en la puerta del dormitorio quieta, sin atreverse a estar sin permiso de ella-. Tampoco pensaba que fueras a aceptar la alianza de matrimonios de mis hermanas con los hijos de la princesa.
-No lo pensaba -respondió con brusquedad, arrepintiéndose al momento de hacerlo-. Es lo único que he podido hacer. A Baela y Rhaena les vendrá bien casarse, y esos niños son honorables, mejor educados que otros príncipes.
Naerys bajó la cabeza, dándole la razón. Ningún príncipe era digno de heredar el Trono de Hierro como lo era Jace a esas alturas, incluso si lo heredase cuando ya tuviera sus propios hijos y nietos. Había escuchado algunos comentarios en la Fortaleza aquel día, después de su marcha, que llamaban honorable a Jace y caballeroso a Luke, y que se esperaba que Joffrey y sus hermanos con el príncipe Daemon fueran lo mismo aunque no les quedase nada en el reparto de herencias.
-No dudo de eso, abuela. ¿Puedo entrar?
-Como mi nieta, sí, pero no como una espía de la Reina.
Eso la pilló por sorpresa. Naerys entró al dormitorio, cerrando la puerta tras de sí, dejando a los guardias al otro lado de la puerta. El dormitorio estaba oscuro, meramente iluminado por la luz que entraba por el diminuto vano.
-¿Por qué me llamas espía de la Reina, abuela? ¿No he demostrado mi lealtad a mi Casa lo suficiente como para enorgullecerte?
-Llevar los colores de tu madre, sin duda, es un recuerdo generoso por tu parte, y una confianza que sin duda muchos deberían honrar a sus Casas -le dio la razón, girándose hacia ella, y tomando un trozo de seda azul de su vestido. El corpiño estaba fruncido a su pecho, con los cordones asomando del tejido, de color negro-. Me pregunto si honras de la misma manera el verde.
Su abuela dio un paso hacia atrás, regresando a sus qué haceres. No había ninguna criada ni doncella para ayudarla, y eso era casi una ofensa para una princesa Targaryen, primera nieta del Rey Jaehaerys I y prima del actual monarca. La Reina tendría que haberle cedido alguna de sus doncellas para ayudarla a recoger sus cosas, aunque fueran pocas. Debía de estar muy ocupada criticando el exceso de huevos de dragón en la isla y las manchas de sangre en su sábana cada mes.
-Como he mencionado, abuela, no vengo a discutir por unos colores que no son los míos.
-Rhaenyra dijo que ibas a ir a Marcaderiva -sus ojos lilas brillaron con la pregunta, como si esperara que todavía dijera que sí pese a ya saber la respuesta. Naerys se acercó a la mesa donde estaban depositados unos papeles-. Espero de corazón que tu sentido no se halla nublado en estas horas.
No pudo responderle con una sonrisa, pero sí con una mirada. La princesa Rhaenys apartó la suya al momento, como si le doliera en el fondo. Naerys no soportó esa forma, esa mirada, la respuesta de su cuerpo... Aquella no era su abuela, no era la mujer que las había protegido cuando la Reina Alicent atacó a la princesa y la que las arropó tras asegurarse de que estaban protegidas y en buenas manos, en un dormitorio al lado del suyo.
-Mi padre fue a verme esta noche al dormitorio, cuando mi esposo no estaba. No de la manera en la que piensas, abuela, sino para hablar conmigo -se frotó las manos, intentando buscar un consuelo y una base en sí misma-. Él dijo que debo mantener a Aemond controlado, a él y a su dragón. ¿Sabes a qué refiere, verdad? Algo que estoy pasando por alto.
Los ojos llorosos de su abuela, así desde la muerte de los dos de sus hijos y desde que tenía conocimiento de su existencia, la miraron como si hubiera mencionado a la muerto. No de horror, pero sí con esa alerta que mantenía activa.
-Aemond, él... Lo vi tan buen chico en el funeral, Naerys, tanto que me pareció extraño hasta que reclamó a Vhagar aquella noche. Desde entonces, y desde vuestro matrimonio, no he parado de pensar en qué ha hecho para influir en tu pensamiento.
-Abuela -llamó, más suave y consciente de lo que se le pasaba por la cabeza a aquellas alturas-, la Reina solo quiere lo mejor para el reino.
-Lo mejor para el reino sería no depender de un Hightower cuya hostilidad se declaró con el matrimonio de Rhaenyra y tu tío. Y cuyas pretensiones al trono han quedado demostradas tras este juicio.
Naerys jugó con sus manos, calientes. La pequeña ventana entreabierta del dormitorio que daba al patio interior de la Fortaleza, dejaba pasar la crudeza del frío que se quedaba entre las paredes oscuras e internas del castillo. Aquellas a las que la luz no llegaba directamente, que solo iluminaba por encima.
-En total confianza abuela, sabes que Aegon no es un buen pretendiente para la Corona o rival para Rhaenyra. Solo un...borracho que pierde el tiempo en la Calle de la Seda más que con su esposa.
-Una razón de más para mantener las alertas a su alrededor -y como si la tempestad se hubiera dormido en su interior, el lila de sus ojos lanzó un destello que le recordó a su juventud. Al momento hacía ya años atrás en el que la conoció, pese a las circunstancias, y las abrazó a ella y a sus hermanas durante todo el rato que los eventos de Marcaderiva se sucedieron. Aún recordaba el temblor de sus manos cuando las envolvía entre sus brazos, con su abuelo delante y la su padre al lado de la princesa Rhaenyra.
Naerys tuvo que ceder. Una vez más, casi por su sanidad mental y física. Si seguía con esas discusiones en un momento donde la vida de su abuelo todavía peligraba, no se perdonaría jamás haberse comportado de aquella manera con ella. Con su abuela. La viva imagen de su madre fallecida. Ella, la persona que las había cuidado y alimentado las horas anteriores a zarpar dirección Rocadragón con la familia real y su prole. Cuando había reclamado a su dragón, la fiera que el viejo rey había tomado como suyo en la cuna había sido la primera en escribirle una carta y hacérsela enviar de inmediato. La respuesta fue como esperaba ella, pese a que Rhaena continuaba quejándose en que su huevo no eclosionaba y ningún dragón salvaje le hacía caso. ¿Cómo podía enfadarse con su señora abuela cuando había sido la única en lamentar el duelo de su madre y respetarlo? Incluso había apoyado que fuera enviada a la capital bajo la tutela del Rey para su educación, con tal de no ver el hogar feliz que Daemon parecía tener a medida que sus hijos varones nacían, en recordatorio al impedimento que su madre había tenido.
-¿Es cierto que irás a Marcaderiva? Al menos ten la decencia de decirme la verdad, y no alguna excusa que el dulce niño de la Reina te halla impuesto.
Sus manos bailaron sobre los pliegues de su vestido. La miraba sin rabia, pero sí con la exigencia entendible de un familiar preocupado. Sintió un peso sobre su pecho, uno que aumentaba a cada palabra que ella soltaba. Y dolía. Dolía mucho.
-Mi marido y yo discutimos la noche de ayer, y pensamos que es bueno airarse de las tensiones de la capital. De...la pesadez de las exigencias que la Reina deposita sobre nosotros.
-Ah -jadeó, casi más como una risa hostil que una queja. ¿No era lo mismo?-. Ya he visto los esfuerzos de los Hightower de apoderarse de la Fortaleza Roja. Tanta devoción, las siete puntas, la nueva etiqueta de las doncellas...
Naerys se frotó las manos.
-Es cierto que se han apoderado de el lugar con la religión del continente, pero tampoco es como si yo pudiera hacer nada. La devoción de la Reina y la Mano superan a las exigencias de la cultura valyria que yo defiendo - -. Soy la hija de Daemon Targaryen, a quien ambos odian, y una defensora de la tradición de los Targaryen. Mi sangre para ellos solo es un instrumento del que soy consciente.
Su abuela vaciló. Si la creía o no, la respuesta aguardaba en sus pensamientos puesto que sus ojos acabaron centrados en otro lugar. En vez de responderle, su abuela caminó en su dirección y la envolvió entre sus brazos la delgadez de su cuerpo. Fue el turno de Naerys de vacilar.
-Habla en confianza y en voz baja, las paredes escuchan -fue lo que dijo, pillándola por sorpresa al hacer exactamente lo que estaba diciendo. Naerys notó la tensión en sus flacos brazos sobre su cuello-. ¿Has tomado té de luna alguna vez?
-No directamente -imitó.
El vacile de su respiración se notó a través de sus ropajes. Los mechones plateados le hacían cosquillas en las mejillas, sonrojadas por el calor que su cuerpo expiraba. "El cuerpo de un dragón", se repitió a sí misma. Se decía que su linaje provenía de los dragones por la magia negra, que antes de convertirse en un humanos surgían como fetos de dragón. Y había razones para creer aquellos rumores, desde los niños muertos y deformes de Maegor el Cruel hasta la necesidad de envolverse en calor y vapor ardiente.
-¿A qué te refieres?
-Temo que alguien esté envuelto en las confabulaciones de la Corte para impedir mi descendencia. El nuevo maestre lo dejó caer cuando recuperé la consciencia -apretó una de sus manos sobre su espalda, exhalando por la nariz. Varios mechones bailaron con ese aire-. ¿Cómo se puede distinguir el sabor de ese té de otro, abuela? Una vez olí lo que una doncella llevaba al salón de la Reina y lo he distinguido las veces que me han invitado a sus salones.
La habitación le dio vueltas. Si eso tenía sentido, si su abuela sospechaba de lo mismo que ella había imaginado una vez y descartado por su propio bien, entonces se hablaba de alta traición. Traicionar la confianza de la familia real en los nobles y los sirvientes que con tanta amabilidad acogían en su seno a cambio de servidumbre. Se hablaba...de una traición a la propia Corona. No directamente, pues eran meros peones, pero Aemond era hijo del Rey y ella su sobrina. Entonces, Naerys recabó más en el asunto. No era posible que aquello pasara desapercibido. Dorothea la servía con honradez, y hacerla conocedora de esa valiosa información solo dejaría un flanco abierto para que los precursores de eso se detuvieran inmediatamente. A no ser que fuera ella quien lo hiciese.
-El té de luna es considerado por los maestres un acto de asesinato, si hablamos de fe religiosa. Me cuesta creer que los Hightower formen parte de ese tipo de acciones, y más tratándose de un activo para la legitimar su posición.
Incluso el más piadoso podía cometer esas acciones. Sobre todo, cuando se trataba de los macabros gustos del príncipe Aegon y los rumores que lo envolvían. Y los comentarios que se escuchaban por la Corte, aquellos que ni todos los espíes podían acallar, eran aterradores incluso a la tercera vez que lo escuchaban. Bastardos, noches en la ciudad, burdeles, salas de juegos,... Y más cosas que los espías de la Corte callaban de raíz. A las malas, es decir.
-A no ser...
-¿Abuela?
Su abuela se separó de ella, tomándola por los brazos. Naerys contuvo el aliento. Las arrugas de su rostro se acentuaban con la expresión de su rostro, con los labios fruncidos y los ojos desconectados de la realidad. Como si no estuviera en ese plano.
-Mi pobre niña, no hagas caso de lo que esas víboras te digan de ahora en adelante. Llevan jugando con nosotros más tiempo de lo que pensábamos, incluso con el Rey consciente. No dejes que jueguen con tu cabeza ni aceptes de primera mano lo que te den. Ni aunque te tienten.
-Vivo con ellos.
-Cuando volváis de ese viaje, haz todo lo posible para volar a Marcaderiva -vio que Naerys iba a preguntar la razón a esa respuesta, pero fue más rápida-.Todo a su tiempo.
Pero ni el tiempo podría sanar la semilla de la duda que su abuela había sembrado en su cabeza. Y las consecuencias que conllevaban que el té de luna se estuviera repartiendo tan libremente por la Corte, sin llegar a oídos del Rey. Claro, que si ella fuera Mano, también se esforzaría por ocultar información relativa a sus planes con la familia real. Su padre podía tener razón en una cosa: los Hightower eran serpientes que ahogan a su tío. Pero eso ya lo sabía, desde las tempranas conversaciones que había escuchado en Volantis por sus padres hasta lo que ella vio las primeras lunas en Desembarco del Rey cuando fue enviada para su educación.
Palabras suaves cargadas de veneno, incluso con su matrimonio. Si esas dos serpientes podían estar relacionados en todos los acallamientos a la reputación de Aegon, podían estar relacionados con más cosas. Y con el té de luna... No necesitaba más pruebas para ser conocedora de que ese anticonceptivo bailaba por la Corte cada vez que una sirvienta era despedida y entraba una nueva.
-Princesa -la voz de la doncella la distrajo, devolviéndola a la cruda realidad. La frialdad del dormitorio, pese al calor de la chimenea encendida, se notaba cuando uno entraba. Pudo ver el suave escalofrío que la doncella reprimió haciendo un gesto con la cabeza, clavando la mirada hacia abajo.
Naerys cerró el libro sobre su regazo. Sentada al lado de la chimenea, con cojines por el suelo rodeándola, la doncella parecía meramente más alta de la realidad si se la observaba desde el suelo. Independientemente de ese detalle, no se levantó ni movió de su posición.
-Dorothea, ¿puedes llevar una mensaje al maestre de Marcaderiva? Deseo conocer el estado de mi abuelo.
-Por supuesto, princesa.
-Recoge la nota del escritorio. Hay unas monedas que también deseo que entregues en persona.
Observó cómo la doncella caminaba hacia el escritorio de roble oscuro y recogía tanto la nota cuidadosamente doblada y con el sígil de los Targaryen como una bolsita llena de dinero. Cuando era pequeña, su padre le había contado historias de cuando era joven. Las buenas y las malas, aquellas anteriores a su compromiso con su madre y su marcha a Volantis. Que estuvo casado por órdenes del anterior monarca con Rhea Royce, y que fue jurado caballero con la espada ancestral de su hogar antes de eso. Cuando le había tocado marchar a la capital, le había contado la última de sus historias. Una aventura que tuvo con una mujer de pelo negro y rasgos exóticos, y su pequeño viaje a Rocadragón. No era una buena historia, pero sí algo memorable para recordar sobre los gustos de su padre. Y sus viejas amistades. Le había dicho que, si necesitaba confiar en una persona y hacérselo saber cuanto antes, contactara con aquella mujer del Lecho de Pulgas.
-Busca a una mujer llamada Mysaria en el Lecho de Pulgas y dale todo lo que hay en la bolsa. Si alguien te pregunta, es dinero para unas donaciones mejorar las condiciones de esos niños.
Dorothea miró la bolsita y luego a su ama, pero hizo una reverencia con las rodillas antes de salir casi corriendo de la habitación. Naerys no dijo nada más, se limitó a abrir su libro y a centrarse nuevamente de sus tareas. Hacía exactamente lo que su padre le habría recomendado que quería investigar por su cuenta, pero también envolviendo a gente de su propia Corte para que dijeran la verdad de sus acciones. Hacer que los espías conocieran sus acciones pero a la vez desconocieran los movimientos de los espías de su padre, de los mejores de la capital. Un tierno escalofrío le recorrió la mitad de la espalda, haciendo que se recolocase entre los cojines.
Ahora de verdad se estaba convirtiendo en su padre.
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magneticovitalblog · 1 year
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El guerrero del bosque
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En el bosque encantado vagaba el guerrero solitario y valiente, buscando una señal que le mostrara hacia el amor que su alma siente.
No temía a las sombras ni a las fieras, ni a los hechizos de la noche oscura, pues llevaba en su pecho las quimeras de hallar a su elegida en la ventura.
Y un día, al fin, vio entre las brumas la silueta de una dama resplandeciente, que le tendió sus manos como plumas y le besó con pasión ardiente.
Era ella, la que tanto había soñado, la que le daba sentido a su existir, la que le hacía sentirse amado y le llenaba de dicha y de vivir.
Y desde entonces, en el bosque encantado, el guerrero solitario ya no está solo, pues junto a él camina su elegida y con ella comparte su destino.
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floresclandestinas · 10 months
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Todos somos los heroes de nuestra propia historia...
“¡Oh dioses! ¡Oh profetas!
¿No podéis mi vida alterar?
¡Dejad que un joven héroe me venga a salvar!
Pero el héroe no llega,
no hay suerte para mí.
¡Mi destino es trabajar
sin descanso
hasta morir!
"Pues zarpa, gentil dama,
y surca los mares
de agua oscura como la noche,
mas quizá te hundas
en tu pequeño bote"...
¡Tan solo la esperanza nos mantiene a flote!
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Margaret Atwood | Penélope y las doce criadas
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