I needed to draw this scene from a fic I'm writing because it keeps replaying in my head and won't let me move forward with the story. They're adorable, and I CAN’TTTT
To give you some context: It's been a few months since Mello arrived at Wammy's House. The trauma he carries with him keeps him awake at night. He still doesn't speak English well. Despite everything, he has managed to position himself as number 1 to succeed L (Near hasn't arrived yet), and at times he still behaves like a sweet and happy child.
Matt is completely confused. He's starting to question his sexuality before even reaching puberty. The only thing he's certain of is that Mello is ✨beautiful✨
An excerpt (in Spanish, sorry ;w;) below the cut:
—¿Se reían de tu pelo? —Mello parecía verdaderamente sorprendido. Él sólo asintió lentamente, algo avergonzado—. ¿Por qué?
—No lo sé. Los abusones no dan explicaciones. Es bastante normal que se burlen de los pelirrojos. Súmale mi nombre, el hecho de que sea zurdo… Soy rarito.
—No lo eres.
Una de aquellas manos traviesas, las mismas que minutos atrás querían golpearlo entre risas, jugando, se alzó entonces del suelo con delicadeza y fue a posarse sobre su cabello. Mello no era muy dado a compartir gestos tiernos, por eso le sorprendió tanto a Matt; de nuevo lo dejó perplejo, conteniendo el aliento, inmóvil.
Le estaba acariciando el pelo.
—Tu pelo es bonito —musitó Mello, absorto en la acción—. Yo nunca visto un color así.
El vuelco que sintió Matt en su interior fue indescriptible. En la boca de su estómago se agitaban un millón de nervios que le secaron los labios y lo hicieron aferrarse al pantalón del pijama en un intento por disimular el temblor de manos.
Si Dios existía, que le perdonara por sentir lo que sentía con aquel niño.
—A mí me gusta —siguió diciendo Mello, y después dirigió la mano hacia su cara y lo tomó de la mejilla para acariciarle con el pulgar—. Tienes pjegice.
—Pecas —dedujo Matt.
—Hm, eso, pecas. Eres bonito.
—Guapo —lo corrigió, hecho un amasijo de nervios.
Los niños eran guapos, no bonitos.
Los niños no se decían esas cosas entre sí.
—Se reían de ti porque no tenían tu pelo pelirrojo ni tus picas.
—Pecas.
Por fin lo soltó.
—Eso, pecas. —La sonrisa que Mello le dedicó fue la más cálida que le había visto hasta el momento—. Te tenían envidia. Mi madre decía que si alguien se reía de mí era porque me tenía envidia. Porque no tenía mi pelo bonito ni mis ojos bonitos.
Que un niño utilizara tanto la palabra “bonito” era peculiar. Que tuviera un gesto tan cariñoso con otro niño también lo era. Era poco “masculino”. No era lo que se esperaba de ellos. Las acciones y el aspecto de Mello no se correspondían con su género, y a Matt le inquietaba verse arrastrado por él de aquella forma.
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El Rincón de la Reseña (Diciembre 2021-Enero 2022)
Si bien las reseñas no han parado en este blog, ya tiene tiempo desde la última vez que escribí una edición del rincón, pues tardé hasta junio del año pasado en volver a los cines por la pandemia.
Con motivo de los estrenos de finales del 2021 e inicios del 2022, me pareció que era la oportunidad perfecta para escribir algo al respecto, en especial, porque las tres películas de las que hablo, Spider-Man: No Way Home (2021), The Matrix: Resurrections (2021) y Scream (2022), son conscientes de ser secuelas y depender de la nostalgia con distintas intenciones: el fan service, la crítica y el homenaje.
Así que sin más preámbulos, ¡empecemos!
La redención definitiva
Spider-Man: No Way Home (2021)
Dir. Jon Watts
Lo que más me gusta de Spider-Man: No Way Home (2021) es que, para mí, es una película sobre la redención. No sólo porque redime al Spider-Man de Tom Holland en el cierre de su propia trilogía, sino porque además permite continuar con las previas encarnaciones del héroe arácnido, e incluso darles un mejor cierre a cada una: mientras que Tobey Maguire adquiere la merecida figura del mentor, Andrew se convierte en aquel que vuelve a recuperar la confianza de sí mismo... y salvar a MJ (Zendaya) en el proceso.
Si bien el argumento peca de conveniencias y huecos que más de uno ha señalado con anterioridad —si los Peters de Tobey y Andrew regresaron junto con con los villanos que murieron en las películas pasadas, ¿qué pasó con los Harry Osborn (James Franco y Dane DeHaan), el Venom de Topher Grace, con Mary Jane (Kirsten Dunst) y Gwen Stacy (Emma Stone)?, si Electro (Jamie Foxx) fue traído por saber que Peter Parker era Spider-Man, ¿por qué se decepcionó cuando vio que no era negro?, etc.—, la experiencia de ver reunidos a los tres Peters para mí fue más que suficiente.
El uso de los villanos no resultó igual de armónico que con los héroes, puesto que en el caso de los actores del Lagarto (Rhys Ifans) y El Hombre de Arena (Thomas Haden Church), estos no pudieron regresar físicamente para el rodaje; aportaron sin embargo su voz mientras que la película utiliza material de sus participaciones anteriores cuando retornan a su forma humana.
Lo que hicieron con el Doctor Octopus (Alfred Molina) y Electro estuvo bien —tanto la breve interacción entre Molina y Maguire como la ambición de Electro por este nuevo universo me parecieron buenos detalles—, mientras que la decisión de mantener al Duende Verde (Willem Dafoe) como el principal antagonista fue lo mejor que pudo haberles ocurrido. Prescindir de la máscara y el atuendo clásico del Duende, le permitió a Dafoe lucirse mostrando su doble faceta como Norman Osborn y, al mismo tiempo, robarse la película como el caótico villano.
En general, se siente como si todos los involucrados se la pasaron genial filmando esta película y que, además, aportaron valiosas ideas que pudieron ser consideradas en el resultado final. Celebro el anticipado cameo de Matt Murdock (Charlie Cox), la pelea contra el Doctor Strange (Benedict Cumberbatch) en la DImensión Espejo, el rol humorístico y secundario entre MJ y Ned (Jacob Batalon), así como las interacciones entre los tres Peters.
La decisión impuesta por la tía May (Marisa Tomei) de que Peter se hiciera responsable de los villanos hace eco con esta misma idea de la redención. Ofrecerles la oportunidad de reformarse resulta un giro diferente a lo que estamos acostumbrados, aún y si este termina por resultar conveniente para el guion y cuestionable en términos de qué tanto afecta a las películas pasadas.
Al apelar directamente con su moralidad, Peter no puede darse el lujo de enviarlos de regreso a sus respectivos universos sabiendo que van a morir... aún y si esto le implica hacer un gran sacrificio cuando todo se sale de control.
En ese sentido, la muerte de May fue el paso más lógico e indicado para contribuir en la maduración del personaje, así como para que sus contrapartes arácnidas pudieran guíarlo de la manera más adecuada —el rango de emociones por los que atraviesa Holland es muy variado, su actuación como Peter Parker siempre ha sido muy acertada y convincente—.
No Way Home, en definitiva, es una historia sobre la responsabilidad y el peso de nuestras acciones, pues cuando Peter decide irse por lo fácil al acudir a la magia del Doctor Strange, las ramificaciones de su elección le traen serias consecuencias. Es como si el propio multiverso se quebrará con tal de obligarlo a ser responsable.
Un acierto de las películas anteriores de Spider-Man dirigidas por Jon Watts es que estas reconocen a Peter por lo que es: un adolescente descuidado y protegido por Tony Stark (Robert Downey Jr.) que, a pesar de tener las mejores intenciones del mundo, comete errores.
Y tiene sentido que los cometa porque él sigue siendo un adolescente que está descubriendo el mundo y su lugar en él. A este Peter le cuesta ser responsable: porque nunca tuvo un tío Ben que le dijera aquella frase memorable el día de su muerte, porque nunca tuvo una novia como Gwen Stacy a la que no pudo salvar...
Le cuesta ser responsable porque desde un principio Tony Stark vio su potencial y le regaló un traje de alta tecnología; porque siente la presión de ser tratado como unos de los Vengadores cuando él sólo quiere irse de vacaciones.
La realidad es que el Peter Parker del Universo Cinematográfico de Marvel era un chico privilegiado que, en un momento de necesidad, Happy Hogan (Jon Favreau) podía darse el lujo de ir por él en un jet privado, como sucede en Far From Home (2019), o de ir a visitar al Doctor Strange por ayuda, como sucede ahora en No Way Home.
Distaba todavía de convertirse en aquel personaje heroico e inspirador con el cual todos podemos conectarnos por mantener un trabajo, pagar la renta, ir a la universidad, darse el tiempo para visitar a su querida tía, por no siempre irle bien con el amor, etc.
La verdadera esencia de Peter Parker es que él no es un empresario multimillonario, no nació en una cuna de oro ni vino de otro planeta, él es uno de nosotros. Y por más dificl que sea la situación, no se rinde, al contrario, decide encararla con la mejor actitud.
Al final de No Way Home, Peter es capaz de sacrificarlo todo, resultando en un desenlace emotivo, en donde Holland y Zendaya lucen por sus actuaciones, y un final que, si bien es agridulce, también pareciera lleno de esperanza. El espíritu de Peter Parker, ese optimismo juvenil e inquebrantable, vive en Tom Holland, lo viene haciendo desde hace años pero por primera vez parece ir bien encaminado.
Por primera vez, Peter Parker aprende a ser Spider-Man.
Anomalía en el sistema
The Matrix Resurrections (2021)
Dir. Lana Wachowski
Fue una experiencia muy bizarra haber visto The Matrix Resurrections. No puedo considerarme fan de la franquicia pero sí puedo admitir que la disfruto bastante y, después de haber visto la trilogía junto con The Animatrix (2003), y de haber escuchado las primeras críticas positivas, debo decir que tenía cierta curiosidad y expectativa por esta secuela.
Les cuento todo esto porque cuando salí de la sala de cine me sentí un tanto indiferente. La película se sentía similar pero a la vez distinta a sus predecesoras y no podía descifrar exactamente a qué se debía, ni mucho menos si esto me agradaba o no.
La directora Lana Wachowski hace todo lo posible por reconocer e incluir el pasado, haciendo tanto ecos como guiños —¡y hasta proyecciones!— de los sucesos previamente vistos en la trilogía, pero en particular, el guion se siente muy en sintonía, a nivel estructura, con el de The Matrix (1999): hay una falsa realidad de la cual Neo (Keanu Reeves) debe despertar, un nuevo mundo fuera de la simulación, una misión de rescate y un único objetivo: liberar a Trinity (Carrie-Anne Moss).
El argumento funciona al mismo tiempo como una crítica al sistema hollywoodense y su insaciable voracidad por secuelas que abusan de la nostalgia, así como una alegoría trans que recrea las presiones de Lana Wachowski a lo largo de su carrera, incluyendo su propia relación con estas películas, que fueron escritas y dirigidas junto con su hermana Lily hace 20 años.
Resulta aún más interesante saber que Warner Bros. siempre tuvo intenciones de producir una nueva película de la saga ya fuera con las hermanas Wachowski o sin ellas y que la razón por la que Lana decidió volver, a diferencia de Lily, fue como una manera de procesar el duelo ante la muerte de sus padres y un amigo cercano.
Volver a pensar en Neo y Trinity, dos de sus personajes más icónicos, y traerlos de vuelta a la vida con la facilidad del pensamiento le ofreció a Lana una comodidad necesitada. Si, de una u otra manera, había intenciones de Warner de hacer una Matrix 4, ¿por qué no mejor hacerla bajo sus propios términos?
Esto además nos hace entender que, a diferencia de aquella trilogía, Lana no tenía absolutamente nada qué probar y que justo ese fue su motor para llevarla a cabo. Sin embargo, dos de los grandes ausentes de esta secuela son su distintivo estilo visual y sus increíbles secuencias de acción.
Y es justo por esto que digo que mi experiencia fue tan bizarra, pues por más que estuviera viendo a Neo y Trinity de vuelta, o que la misma película autorreferenciara a las anteriores, las circunstancias ya no son las mismas de antes: ni el elenco ni la fotografía ni las escenas de acción, así como tampoco lo son Hollywood o inclusive las Wachowski, quienes además de transicionar se han consagrado como autoras atrevidas, originales y controversiales dentro de la industria.
En su afán de ir contracorriente, Lana lídera una embarcación que deriva entre la genialidad y el absurdo, la pasión y el cinismo, pero que no consigue ser igual de memorable o ambiciosa que sus predecesoras. Aún así, considero que The Matrix: Resurrections es una anomalía en el actual panorama hollywoodense —dominado por las múltiples franquicias, secuelas, spin-offs y refritos que explotan la nostalgia por miedo a tomar riesgos que resulten en fracasos en taquilla—.
Esta película no tenía por qué existir o contribuir con este panorama y, sin embargo, se produjo bajo esta misma mentalidad, sirviendo a la vez de crítica y como punto definitivo para dejar en paz a esta franquicia bajo los términos de una de sus creadoras. Si esto no es una fiel prueba de lo geniales —por no decir chingonas— que son las Wachowski, incapaces de sacrificar su visión para satisfacer las demandas del público y el estudio complaciente, no sé qué más lo sea.
¿Una nueva razón para gritar?
Scream (2022)
Dir. Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett
Algo que valoro mucho de las películas de Scream es que todas han sido secuelas, es decir que todas ellas han sucedido bajo una misma continuidad. Previo a esta quinta entrega, Wes Craven (1939-2015) se encargó de dirigir todas las anteriores, mientras que el guionista Kevin Williamson escribió tres de esas cuatro —recordemos que la infame Scream 3 (2000) la escribió Ehren Kruger y tuvo dificultades desde su desarrollo—.
En otras palabras, Scream nunca ha tenido un reboot en el cine (le existe sin embargo una serie de MTV), contrario a como ha sucedido con otros íconos del terror como lo son Freddy Krugger, Jason Voorhees, Michael Myers, Leatherface y Chucky, quienes han sido aprovechados en distintas secuelas, remakes y/o reboots a lo largo de las décadas, muchas veces con resultados mixtos y/o cuestionables.
Ghostface, por otra parte, se ha mantenido en un perfil más bajo y quizás por esto en uno más especial —aunque si bien es cierto que Ghostface no puede compararse del todo con estos íconos por ser distintos humanos en cada secuela, esto también es parte de su encanto. Que podemos verlo caerse, ser golpeado y, esencialmente, derrotado—.
No sólo es eso, sino que además se ha mantenido al trío de actores principales a lo largo de la franquicia, incluyendo en esta quinta entrega, dirigida por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, con Kevin Williamson como productor ejecutivo, quien aceptó en volver con la condición de que la película estuviera dedicada a Wes Craven.
Lo mejor de Scream es que, más que un homenaje, se siente consistente con sus predecesoras. La influencia y los guiños a Craven eran de esperarse pero lo que más sorprende es la nueva energía que los directores le dan a la cámara en momentos vertiginosos que otorgan una sensación de amenaza, así como la fisicalidad y brutalidad del nuevo Ghostface.
El guion presenta a un nuevo elenco de personajes: las hermanas Sam (interpretada por la regiomontana Melissa Barrera) y Tara Carpenter (Jenna Ortega), el novio de Sam, Richie (Jack Quaid) y otros jóvenes de Woodsboro que, junto con Sidney Prescott (Neve Campbell), Dewey Riley (David Arquette) y Gale Weathers (Courtnex Cox), se verán envueltos en medio de una nueva serie de asesinatos a 25 años de los acontecimientos de la película original.
Las autorreferencias y el humor meta tan característico de la franquicia seguro harán reír a más de uno, en especial porque hacen alusión al actual panorama de cine de terror moderno y las “secuelas legado”, pero también llega a un punto en el que estos pueden sentirse forzados y repetitivos, quizás porque recurrir a estos elementos ya no es una lo era novedad como antes.
Asimismo, me parece imposible no comparar esta secuela con Star Wars: The Force Awakens (2015) en su intento por introducir una nueva generación de personajes y balancearlos con el elenco de las películas previas. Sin embargo, siento que el rol protagónico de Sam Carpenter no me pareció igual de cautivante que ver a Sidney en la primera película.
Tampoco me agrado que su personaje tuviera alucinaciones de Billy Loomis (Skeet Ulrich), quien es revelado como su padre. Si bien sé que la intención no era reinvindicar su figura, que se le aparezca rumbo al clímax y la impulse a matar, me pareció de muy mal gusto y que incluso lanzaba un mensaje contradictorio, o que se presta a la malinterpretación. En lo personal, siento que todo este tema de las alucinaciones es una cuestión narrativa que distrae en lugar de aportar a la trama.
A diferencia de Neve Campbell y Courtnex Cox, David Arquette es quien tiene la oportunidad de pasar más tiempo con los nuevos actores y cuya participación en la historia le otorga un devastador pero merecido cierre a su personaje. Y, por más agradable que resulte volver a ver tanto Campbell como a Cox de vuelta en sus papeles, su rol termina por ser mucho menor en comparación que no llega a integrarse bien con los actores jóvenes.
Creo que aunque Scream prueba estar a la altura de la saga, me parece insuperable la manera en la que Wes Craven construyó la dinámica entre Sidney, Gale y Dewey a lo largo de las películas. En comparación, siento que a esta le faltó mayor personalidad pues no me interesaría ver otras historias del nuevo elenco.
Me atrevo a decir que sigo prefieriendo Scream 4 (2011) por encima de esta quinta parte y, aunque puedo entender que la historia de Sidney ya esté completa y lo agradezco, no quiero ni pensar en qué se inventarán para justificar una sexta entrega, la cual ya ha sido confirmada por Spyglass Media Group y Paramount Pictures.
Sólo espero que aprovechen la esencia de esta saga para impulsarla en nuevas direcciones, con personajes sólidos y carismáticos, para evitar caer en las mismas situaciones y volver a sorprendernos o, cuando mínimo, darnos una buena razón para gritar.
Me parece curioso, casi irónico, haber escrito esta edición del rincón de puras secuelas pues, por lo general, siempre intento recomendar al menos una apuesta original o fuera del ámbito comercial. Me conformo con saber que escribí sobre Nuevo Orden (Michel Franco, 2020), Old (M. Night Shyamalan, 2021) y el documental Distrito Olvido (Thom Díaz, 2021) en su momento.
En cuanto a la cartelera de este año, pude ver Benedetta (Paul Verhoeven, 2021), Spencer (Pablo Larraín, 2021) y Jackass Forever (Jeff Tremaine, 2022), todas ellas opciones bastante recomendables para distintos gustos —en lo personal las últimas dos son las que más he disfrutado, con la nueva de Jackass perfilándose para lo mejorcito del 2022—.
Pero bueno, por lo pronto es todo, les agradezco por detenerse a leer y los espero en la siguiente edición.
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