🈲BNHA 3: Deku vs La sombra roja - Capítulo 37 (Final): El despertar de un héroe🟥☭
Después de despertar del coma, Izuku Midoriya estaba listo para retomar su vida, no solo como un estudiante, sino también como un héroe profesional. El gatito negro que lo acompañó durante su batalla final saltó a la camilla de Deku, ronroneando suavemente, como si le diera la bienvenida de vuelta a la vida. Deku sonrió, acariciando al pequeño felino con gratitud, sabiendo que no solo había sido un compañero en la batalla, sino un símbolo de la esperanza y la resistencia que lo habían llevado a superar los desafíos más difíciles.
Los ojos de Deku comenzaron a moverse bajo sus párpados cerrados. Inko se inclinó hacia adelante, conteniendo la respiración. Lentamente, Deku abrió los ojos, parpadeando contra la luz que inundaba la habitación.
—Izuku… —susurró Inko, su voz temblando por la emoción.
Deku parpadeó de nuevo, y su visión se aclaró lo suficiente como para ver a su madre. Un débil pero sincero intento de sonrisa se formó en sus labios.
—Mamá… —murmuró con voz ronca.
Inko no pudo contener más las lágrimas y se lanzó hacia adelante, abrazando a su hijo con una mezcla de alivio y alegría. Raito, Natsuki y Michiko se acercaron también, sus rostros reflejando el mismo alivio y orgullo.
—Izuku, nos diste un buen susto —bromeó Raito, tratando de aliviar la tensión con una sonrisa.
Deku intentó reír, pero lo que salió fue un suspiro débil. Sus ojos se desviaron hacia el gato negro, que ahora estaba acurrucado a su lado, ronroneando con satisfacción.
—Tú… estuviste conmigo todo este tiempo, ¿no? —preguntó Deku suavemente, extendiendo una mano temblorosa para acariciar al gato.
El felino respondió restregando su cabeza contra la mano de Deku, como si confirmara sus palabras.
—Y no solo él —dijo una voz conocida desde la puerta.
Deku levantó la mirada y vio a sus amigos de la Clase 1-A, incluidos Ochaco, Todoroki y Bakugo, que entraban en la habitación, seguidos por varios héroes profesionales. Todos tenían expresiones de alivio y orgullo al ver a su amigo y compañero finalmente despierto.
—Bienvenido de vuelta, nerd —gruñó Bakugo, aunque había un brillo de genuino afecto en sus ojos.
Deku sonrió un poco más, sintiendo la calidez del amor y la preocupación de todos a su alrededor. Sabía que aún tenía un largo camino de recuperación por delante, pero en ese momento, rodeado de su familia, amigos y el pequeño gato negro que había sido su compañero constante, supo que no estaría solo.
Horas después de salir del hospital, fue recibido con una ovación por parte de sus seres queridos y los habitantes de Musutafu. La ciudad, que había renacido de las cenizas del terror y la destrucción, se había reunido para honrar a su héroe. En el centro de la plaza principal, erigieron una imponente estatua hecha del metal más resistente y brillante. La estatua retrataba a Deku en una postura victoriosa y determinada, usando la armadura negra que llevó durante la batalla contra Voz de Hierro. En su espalda, su fiel amigo gatuno se mantenía erguido, simbolizando la lealtad y el coraje compartidos. Deku, emocionado y con lágrimas en los ojos, agradeció a todos los presentes, sintiéndose profundamente conmovido por el amor y el respeto que le mostraban.
El sol brillaba con fuerza en el cielo despejado cuando Izuku Midoriya, acompañado por su madre y sus amigos más cercanos, finalmente salió del hospital. Después de meses de estar postrado en una cama, su cuerpo aún se sentía débil, pero su espíritu estaba más fuerte que nunca. Al cruzar las puertas automáticas, fue recibido por una ola de aplausos que lo dejó momentáneamente sin aliento.
Toda la ciudad de Musutafu parecía haberse congregado en las calles que rodeaban el hospital. Había personas de todas las edades, desde niños pequeños hasta ancianos, todos con sonrisas brillantes y ojos llenos de admiración. Las pancartas ondeaban en el aire con mensajes de agradecimiento, y flores eran lanzadas al paso de Deku.
—Izuku, míralo —dijo Inko con la voz ahogada por la emoción, señalando hacia el centro de la plaza que estaba a pocos pasos.
Deku siguió la dirección que su madre le indicaba, y lo que vio lo dejó sin palabras. Allí, en el centro de la plaza, se erguía un imponente monumento. Era una estatua de bronce, tan alta que parecía tocar el cielo, y brillaba con un resplandor metálico bajo la luz del sol. La figura representaba a Deku en su traje negro de batalla, la armadura que había usado durante su confrontación final con Voz de Hierro. Su postura era fuerte, con una expresión de determinación en su rostro. En su espalda, el fiel gato negro que había luchado junto a él, encaramado sobre sus hombros, con la misma expresión alerta y protectora que lo había caracterizado en la batalla.
Los ojos de Deku se llenaron de lágrimas mientras avanzaba hacia la estatua. Los aplausos aumentaron en volumen, y podía escuchar los vítores y gritos de alabanza de la multitud.
—¡Gracias, Deku! —gritó una niña pequeña, agitando una bandera.
—¡Eres nuestro héroe! —exclamó un anciano, apoyándose en su bastón mientras aplaudía.
Deku se detuvo al pie de la estatua, sintiendo el peso de la responsabilidad y el amor de todos aquellos que había jurado proteger. Alzó la mirada hacia su propia imagen en bronce, un reflejo inmortalizado de todo lo que había sacrificado y logrado.
—Izuku —la voz de All Might resonó entre la multitud.
Deku se dio vuelta y vio a su mentor avanzar hacia él, con una expresión de profundo orgullo en su rostro. A su lado estaban sus compañeros de la Clase 1-A, los héroes profesionales, y, por supuesto, su familia, incluidos sus primos que habían luchado codo a codo con él.
—Has logrado más de lo que jamás podría haber imaginado. Eres un verdadero símbolo de la paz, y este monumento… este monumento no es solo para recordar lo que hiciste, sino para inspirar a las futuras generaciones de héroes —dijo All Might, su voz llena de emoción.
Deku asintió, incapaz de hablar por la mezcla de sentimientos que lo invadía. Bajó la cabeza un momento, tomando un respiro profundo, y luego se volvió hacia la multitud. Con voz firme, pero cargada de gratitud, habló:
—Gracias… a todos. No soy solo yo quien merece este reconocimiento. Es gracias a todos ustedes, a mis amigos, mi familia, y a cada persona que nunca dejó de creer en un futuro mejor. Este monumento no es solo mío, es de todos nosotros. Prometo seguir luchando para proteger todo lo que amamos y asegurar que nunca más caigamos en la oscuridad.
El silencio que siguió a sus palabras fue roto por una ovación aún más poderosa. Deku, con el corazón lleno de orgullo y gratitud, se permitió sonreír ampliamente. El gato negro que había luchado a su lado, ahora en sus brazos, maulló suavemente, como si también aprobara las palabras de su nuevo dueño.
La ciudad de Musutafu era libre, y Deku sabía que con la reconstrucción de la U.A. y el espíritu indomable de sus habitantes, el futuro estaba lleno de esperanza.
Pasaron tres semanas y Deku comenzó a retomar su vida habitual. Pasaba tiempo con su familia, disfrutando de la compañía de sus primos, su madre, y sus amigos más cercanos. Además, adoptó oficialmente al gatito negro que se había convertido en su inseparable compañero. Durante este tiempo, Deku también se dedicó a entrenar, decidido a fortalecer su cuerpo y mente tras la dura batalla. Visitaba frecuentemente los monumentos que honraban su sacrificio y enviaba cartas a su amigo Ken Weathers en los Estados Unidos, compartiendo sus experiencias y los cambios en su vida.
Era un día tranquilo, uno de los pocos que había tenido en mucho tiempo. Tras semanas de recuperación y reflexiones sobre su batalla contra Voz de Hierro, Deku sentía que su vida estaba volviendo lentamente a la normalidad. Sin embargo, había una pequeña criatura que había estado a su lado todo ese tiempo, en silencio, observándolo con sus ojos dorados y llenos de curiosidad.
El gatito negro, que había sido su inesperado aliado en la batalla, ahora estaba sentado en el borde de la ventana, mirando hacia afuera como si estuviera evaluando si debía quedarse o partir. Deku lo observaba desde la cama, pensando en todo lo que habían pasado juntos. El gato no era simplemente un animal; se había convertido en un símbolo de su lucha, de la esperanza que nunca debía perder.
Decidido, Deku se levantó y caminó lentamente hacia el gatito. Este giró su cabeza hacia él, como si entendiera que algo importante estaba a punto de suceder.
—¿Sabes? —dijo Deku con una sonrisa, inclinándose para estar a la altura del pequeño felino—. Nunca te pregunté si querías quedarte conmigo.
El gato parpadeó lentamente, como si estuviera considerando la pregunta. Luego, con un movimiento ágil, saltó de la ventana y se posó en los brazos de Deku, que lo recibió con suavidad. El ronroneo que emergió del pequeño cuerpo del gato fue una respuesta clara.
—Supongo que eso es un sí —comentó Deku, riendo suavemente mientras acariciaba el pelaje negro y suave del gato—. No podría imaginarme estar sin ti ahora. Has sido un gran amigo, mucho más de lo que alguna vez pensé que sería posible.
Deku se sentó en su cama, con el gato acurrucado en su regazo. La calidez del pequeño felino era reconfortante, un recordatorio constante de que, incluso en los momentos más oscuros, había algo o alguien en quien confiar.
—Te debo mucho, pequeño —continuó Deku, hablando en voz baja—. Me salvaste en más de una ocasión, y no solo físicamente. Me diste valor cuando más lo necesitaba. Creo que es hora de que formalicemos esta relación, ¿no crees?
El gato levantó la cabeza, mirando a Deku con sus ojos dorados, como si comprendiera cada palabra.
—Entonces, es oficial. A partir de hoy, eres parte de mi familia —anunció Deku con una sonrisa—. Tendrás un lugar seguro aquí, conmigo, siempre.
El gato pareció asentir, acurrucándose más en el regazo de Deku y cerrando los ojos con satisfacción. Era como si ambos hubieran llegado a un acuerdo tácito, uno que no necesitaba palabras, solo el entendimiento mutuo de que estaban destinados a permanecer juntos.
Deku, aún sonriendo, se levantó con el gato en brazos y lo llevó a su escritorio. Allí, sacó un pequeño collar que había comprado días antes, uno sencillo pero con una pequeña placa grabada con el nombre que había decidido darle.
—Aquí tienes, compañero —dijo, colocando suavemente el collar alrededor del cuello del gato—. A partir de ahora, serás conocido como "Kage", en honor a la sombra que se mueve rápida y silenciosamente, pero siempre está presente.
Kage miró a Deku, como si aceptara con dignidad su nuevo nombre. Luego, saltó del escritorio y comenzó a explorar la habitación, moviéndose con esa gracia felina que siempre había fascinado a Deku.
—Bienvenido a casa, Kage —susurró Deku, sintiéndose completo de una manera que no había experimentado en mucho tiempo.
A partir de ese día, Kage no solo fue un gato, sino un símbolo de todo lo que Deku había superado y de todo lo que estaba por venir. Juntos, enfrentarían cualquier desafío que el futuro les deparara, sabiendo que no importaba cuán oscuras fueran las sombras, siempre habría luz en su hogar.
Un día, mientras repasaba sus actividades como héroe y se preparaba para su trabajo, recibió una carta de aceptación de la U.A. La carta anunciaba que la escuela había sido completamente reconstruida, con nuevas instalaciones más seguras y de alta tecnología. La U.A. ahora contaba con ascensores gigantes, un sistema de reubicación en caso de emergencia, y aulas ajustables que se podían adaptar a diferentes necesidades.
Cuando Deku llegó a la U.A., fue recibido con entusiasmo por todos sus compañeros de la Clase 1-A, quienes lo vitoreaban mientras caminaba por los pasillos. Al entrar en el aula 1-A, se sorprendió al ver que el número de asientos había aumentado de 20 a 40. Aunque no sabía exactamente por qué, comprendió que la U.A. estaba más comprometida que nunca en preparar a los mejores héroes del mundo.
En diferentes rincones del mundo, jóvenes estudiantes se preparaban para un nuevo día en sus respectivas escuelas, sin saber que compartían una conexión invisible con los héroes de Japón.
Estados Unidos
Una mano firme ajusta un par de guantes rojos y azules sobre una mesa llena de libros de texto y carteles de héroes famosos. La bandera americana ondea en el fondo mientras el estudiante, cuya figura robusta se destaca contra la luz del amanecer, guarda su libreta en una mochila. Una silueta alta y atlética se mueve con determinación hacia la puerta, su sombra proyectándose sobre un poster de All Might, símbolo de inspiración para todos.
México
El ruido del tráfico y la música mariachi se cuelan por la ventana de un pequeño departamento. Un par de botas bien pulidas se plantan con fuerza sobre el suelo. Manos morenas cierran una mochila que muestra los colores de la bandera mexicana. El estudiante, vestido con un uniforme de tonos verde y blanco, ajusta su cinturón antes de salir hacia la puerta, donde un rosario cuelga en la pared, un recordatorio de fe y valor.
España
Un par de manos colocan cuidadosamente una bufanda roja alrededor de un cuello esbelto. En una habitación decorada con carteles de héroes de todo el mundo, un joven estudiante ajusta su chaqueta, el uniforme escolar limpio y elegante. En un rincón, una guitarra española descansa contra la pared, junto a una bandera rojigualda. El estudiante toma un último vistazo a su reflejo, donde la determinación y la pasión se reflejan en sus ojos, antes de salir por la puerta.
China
La cámara muestra unos zapatos alineados perfectamente a la entrada de un modesto apartamento. Un uniforme bien planchado es recogido con cuidado, y una mano delicada ajusta el broche de una chaqueta. En el fondo, el ruido de la ciudad y el murmullo de voces en mandarín llenan el aire. Un estuche de madera, adornado con caracteres chinos que simbolizan "fuerza" y "sabiduría", es cerrado y guardado en una mochila. La figura del estudiante se desliza silenciosamente fuera de la habitación, dejando tras de sí un ambiente de calma y disciplina.
Finlandia
En una cabaña rodeada por un vasto bosque nevado, un joven se envuelve en un grueso abrigo gris. Las manos enfundadas en guantes de lana ajustan un gorro que cubre su cabeza. Afuera, el viento aúlla y la nieve cae en copos silenciosos. Unos ojos claros y decididos observan el paisaje invernal a través de la ventana antes de que la figura se coloque la mochila sobre los hombros y salga hacia la helada mañana.
Rusia
Una figura envuelta en un abrigo de piel se inclina hacia una mesa, donde un cuaderno lleno de notas escritas en cirílico yace abierto. La cámara enfoca unas botas pesadas que dejan huellas en el suelo de madera. Una mano enguantada se cierra con fuerza sobre una bufanda antes de envolverla alrededor del cuello del estudiante. Afuera, el viento azota las ventanas, y una bandera rusa ondea en la distancia. La figura se detiene un momento, mirando un retrato de un héroe ruso en la pared, antes de salir por la puerta con un sentido de resolución.
Italia
En una habitación a media luz, un uniforme escolar está cuidadosamente doblado sobre una silla. Una mano temblorosa lo recoge, los dedos acarician la tela como buscando consuelo. La cámara enfoca unas zapatillas desgastadas que se arrastran sobre el suelo. Afuera, el sol se filtra débilmente a través de las cortinas. El estudiante, cuya figura parece encorvada por un peso invisible, se coloca el uniforme con lentitud, su respiración entrecortada. Una fotografía borrosa en la mesita de noche muestra a una familia feliz, pero el rostro del estudiante permanece oculto en sombras mientras sale lentamente de la habitación, dejando un aire de tristeza palpable.
Finlandia
En un entorno similar al mostrado antes, otro joven finlandés ajusta su abrigo, pero esta vez con un toque de energía y entusiasmo. Las mismas botas robustas crujen sobre la nieve mientras el estudiante sale con pasos decididos hacia el frío exterior. La cámara sigue sus movimientos ágiles mientras avanza hacia el bosque, donde un rayo de sol ilumina su figura, resaltando la pureza y la fuerza que la naturaleza de Finlandia le ha inculcado.
Cada uno de estos estudiantes, en su respectivo lugar del mundo, sentía la responsabilidad y el deber de continuar el legado de los héroes que les precedieron. Sin importar las diferencias culturales o las distancias, todos compartían un mismo destino: proteger y servir a los demás, cada uno a su manera, cada uno con su propia carga, pero todos con la misma determinación.
¿Quienes serán?
Con una mezcla de emoción y determinación, Deku se sentó en su nuevo asiento, listo para enfrentar los desafíos que vendrían, sabiendo que no estaba solo. Estaba rodeado de amigos, mentores, y un fiel compañero que le recordaba que, sin importar cuán oscuras fueran las circunstancias, siempre habría luz al final del túnel. Musutafu era libre otra vez, y con Deku a la cabeza, el futuro de la ciudad y del mundo de los héroes nunca había sido más prometedor.
☭🧧Fin🧧☭
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Capítulo 8 (2ª temporada)
(La historia es una adaptación de la obra FINAL FANTASY VII por lo tanto incluye SPOILERS de esta.)
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Estábamos en el teleférico rumbo al parque de atracciones Gold Saucer. Tifa, Yuffie, Aeris y yo mirábamos fijamente la ventana del teleférico para poder ver el parque. La emoción se notaba en nuestras miradas.
— ¡Mirad, mirad!- Exclamó Yuffie.- ¡Ya se ve!
Las cuatro miramos fijamente y allí estaba, todo iluminado, era increíble de ver. De golpe unos hologramas de varias invocaciones vinieron hacia donde estábamos, saludándolos. Era maravillosa la tecnología que rodeaba el Gold Saucer.
— ¡Ah, hola!- Dijo Yuffie saludando a la invocación Shiva por la ventana.
— ¡Qué bonito!- Exclamó Aeris.
— ¡Woah! ¡Pero qué es toda esta tecnología!- Exclamé yo.
En mis ojos se podía apreciar la emoción que sentía, la emoción se me salía por la boca viendo los fuegos artificiales que nos daban también la bienvenida al parque. Miré a Cloud por un momento y le pillé mirándome fijamente, me puse roja y desvié mi mirada rápidamente.
¿Qué es esto que me haces sentir…?
Gold Saucer: Parada del teleférico.
Finalmente llegamos al Gold Saucer y Yuffie no tardó ni un segundo en abrir la puerta del teleférico y salir corriendo. Yo fui detrás de ella, me moría de felicidad. Aeris y Tifa también estaban super animadas.
— ¡Deprisa, deprisa!- Exclamó Yuffie.
— ¡Vamos!- Dijo Aeris.
Zona de bienvenida.
Pusimos rumbo a la entrada del parque y allí un helicóptero de Shinra pasaba por la zona. Cloud se lo quedó mirando fijamente.
— ¿Qué ocurre?- Preguntó Red XIII.- Espabila.
Un peluche robot de un moguri grande nos dio la bienvenida. Era todo tan fantástico.
— ¡Bienvenidos al Gold Saucer, kupó!- Dijo la Moguía.- El acceso al parque es por aquí. ¡Pasadlo de lujo, kupó!
Vimos un grupo de gente rodeando algo en el centro de la plaza y rápidamente Yuffie y yo fuimos hacia allí, colandonos entre la gente y poniéndonos en primera fila. Tifa y Aeris se agarraron de las manos para conseguir pasar juntas también. Nos pusimos las cuatro juntas delante del todo para presenciar un espectáculo de bailarines, moguris robots y un gato con una corona.
— ¡Vamos, todos juntos y revueltos!- Exclamó el gato con una materia en la mano.
El gato tiró la materia por los aires y se dividió en tres saliendo un cactuar, un tomberry y un chocobo gordo con atuendos de fiesta.
— ¡A mover la colita, ita!- Exclamó el gato una vez más lanzando la materia hacia Yuffie.
De repente y gracias a la materia, Yuffie cambió de vestimenta, poniéndole un vestido verde precioso de fiesta y un abanico. Yuffie salió rápidamente a bailar con el personal y Tifa, Aeris y yo la estábamos animando justo cuando el personal vino corriendo hacia nosotras tres y se nos llevaron hacia la actuación para que participaramos dándonos abanicos.
Me sentía tan feliz que baile como nunca junto con las chicas, sin quitar la sonrisa de mi rostro y moviendo estupendamente el abanico. De golpe aparecieron en escena Andreas Rhodea con sus bailarines y se unieron a la actuación.
— ¡Espléndido!- Exclamó Andreas.
Seguimos la actuación y terminamos de bailar haciendo una pose final. Las cuatro nos miramos y choqué los cinco tanto con Aeris como con Tifa como con Yuffie. No podíamos borrar las sonrisas de nuestras caras. En ese momento las luces se apagaron y una luz blanca iluminó un coche. Encima de este, se encontraba un hombre muy fornido y con un curioso bigote. Empezó a bailar, parecía muy popular por como todas las chicas de la zona le miraban. Su baile moviendo el pectoral hicieron que Yuffie se cayera hacia atrás, hipnotizada de su baile, no podía parar de reir.
— ¡Ah, Yuffie!- Exclamó Aeris
El señor se puso en el centro y de golpe dirigió su mirada a Cloud haciendo que un foco le iluminara.
— Pero, ¿qué…?- Dijo Barret sin entender nada.
— Zagal.- Dijo el hombre fornido señalando a Cloud.- ¡Tú serás el contrincante de esta noche!
El personal agarró a Cloud y lo puso al lado del hombre. Cloud parecia totalmente desubicado.
— Bienvenido al paraíso dorado, ¡el Gold Saucer!- Exclamó el hombre apretando sus pectorales.- Soy Dio, el director. ¿Con quién tengo el placer de hablar?
— Cloud.- Respondió Cloud antes de que Dio le agarrara la mano acercándole a él.
— Muy bien.- Dijo Dio.- ¡Que empiece el combate!
— Oye, un segun…- Mencionó Cloud intentando escabullirse de la situación.
— Zagal, ¡los retos surgen cuando menos te lo esperan!- Exclamó Dio con una sonrisa.
— ¿Todo a punto, señores?- Exclamó de golpe el gato de nuevo, entrando en escena.
La plataforma en donde estaban Cloud y Dio se levantó y unos píxeles les rodearon a los dos. No podía quitar mi mirada de Cloud.
— ¡Cloud! ¡A ganar!- Dijo Red XIII.
Los pixeles que les rodeaban les escanearon creando unos hologramas tanto de Cloud como de Dio retros. Los hologramas empezaron a bailar, dando inicio lo que sería una pelea virtual.
— Preparados, listos… ¡Ya!- Exclamó el gato.
La pelea consistia en esquivar y pegar al lado contrario que tu adversario para ganar. Cloud lo estaba haciendo bien, tenía buena sinergia entre su derecha y su izquierda y veía perfectamente los movimientos del rival para poderlos esquivar a tiempo. La pelea finalizó con el píxel de Dio en el suelo dándole la victoria a Cloud. No pude evitar celebrarlo, saltando de alegría.
— ¡Impresionante, Cloud!- Dijo Red XIII.
La plataforma se volvió a juntar y Dio miró fijamente a Cloud quien parecia ni haberse inmutado.
— Eres duro de roer, zagal.- Mencionó Dio.
En ese momento a Cloud se le dibujó una sonrisa y desvió la mirada. Mi corazón empezó a correr mucho más rápido al verle así. Dio se acercó donde Cloud y le agarró el brazo levantandolo dando pie al ganador de esta batalla.
— ¡Un aplauso para el contrincante de esta noche!- Exclamó Dio.
Los fuegos artificiales estallaron en ese momento y yo no podía evitar saltar y celebrarlo al máximo. Cloud parecía feliz, levantó su otro brazo con una sonrisa de campeón, parecía disfrutarlo al máximo.
— ¡Cloud!- Exclamó Tifa.- ¡Vivaaa!
— ¡Así se hace!- Exclamé yo muy feliz.
Cloud me miró desde arriba en ese momento y una sensación de felicidad aún más fuerte invadió mi cuerpo. En ese instante la plataforma bajó y el espectáculo se terminó. Cloud no tardó ni un segundo en venir hacia donde estábamos todos.
— ¡Cloud, eres un máquina!- Dijo Yuffie ya vestida normalmente.
Dio se acercó donde estábamos y puso una mano en el hombro de Cloud.
— Como agradecimiento, toma esto.- Dio sujetaba una tarjeta dorada es sus manos.- ¡Para que disfrutes sin límites del Gold Saucer!
— ¡Gracias!- Exclamó Yuffie.
Nos pusimos rumbo hacia dentro del parque.
— ¡Ha sido una pasada!- Dijo Tifa con una sonrisa.
— ¡Yo quiero probar también! ¿Dónde se juega?- Exclamé.
— Cloud, qué nervios, ¿no?- Dijo Yuffie.
— Tampoco es para tanto.- Respondió Cloud.
— Claro.- Dijo Aeris.- Ya estás más que habituado a este tipo de cosas. Deberíais haberlo visto en el Honeybee…
— Fue impresionante, Cloud ha nacido para el espectáculo.- Exclamé sacando un poco la lengua.
— ¡Aeris, Sil!- Exclamó Cloud algo avergonzado.
— Les doy la bienvenida al paraíso dorado, ¡el Gold Saucer!- Una recepcionista nos daba la bienvenida.
— Venga, vamos a desmelenarnos un poco.- Dijo Aeris.
— Contad conmigo.- Mencionó Tifa.
— ¿No os habéis desmelenado bastante en Costa del Sol?- Preguntó Barret.
— Venga Barret, no se está en el Gold Saucer todos los días.- Dije yo con una sonrisa.
— ¡Pues la mayoría decide!- Dijo Aeris.
— Bueeeeno.- Dijo Yuffie con una sonrisa.- ¿Quien se apunta, entonces?
— ¡Yo!- Mencionó Aeris.
— ¡Yo!- Dijo Tifa con una sonrisa.
— ¡Yo también!- Exclamé
De momento teniamos 4 votos, suficientes para ganar.
— Yo.- Dijo Red XIII levantando la pata. Yuffie le acarició muy contenta.
— ¿Cloud?- Preguntó Tifa.
— Pues…- En ese momento Cloud dirigió la mirada a otro punto y no pude evitar mirar hacia donde él miraba encontrándome con quien ya sabía: Sephiroth.
— Aprovechad el tiempo los dos juntos.- Dijo Sephiroth.- Divertíos… Tenéis mucho que conocer el uno del otro…
Un dolor intenso golpeó mi cabeza y yo puse una mano en esta cerrando fuerte los ojos. Con la mirada, algo perdida, intenté avispar a Sephiroth de nuevo pero no lo vi. Aeris agarró la mano de Cloud quien parecía igual de perdido que yo para despertarlo y yo fui movida bruscamente por Yuffie.
— ¡Tierra llamando a Sil! ¿Estás bien?- Exclamó Yuffie.
— ¿Eh?- Me rasqué los ojos por un momento y miré fijamente a cada uno de mis compañeros.
— Quizá deberiais descansar…- Dijo Aeris mirandonos.
— No… Estoy bien.- Mencionó Cloud dirigiéndose hacia mi.- ¿Estás tu bien?
— Sí, si… puedo.- Respondí.
— Sil.- Dijo Barret mirándome fijamente.- Aunque se que tienes ganas de pasarlo bien deberías descansar un poco, anda. Los dos.
Todo el mundo asintió a las palabras de Barret y miré hacia abajo. No queria, para nada.
— Lo siento… Pero quiero ir con vosotras.- Dije mirando fijamente a las chicas.- Vamos a pasárnoslo bien.
— Entonces.- Dijo Aeris acercándose a mí y agarrándome la mano.- Te cuidaremos bien ¿sí?
— Pero a nuestro lado todo el rato, Sil.- Dijo Tifa agarrando mi otra mano.
— A vuestras órdenes, jefas.- Agregué con una sonrisa.
— Tu a descansar Cloud.- Dijo Tifa mirándole.
— Vayamos a buscar un hotel.- Mencionó Barret mirando a Cloud.
— ¡Vamos, a qué estamos esperando entonces!- Exclamó Yuffie.
Las cuatro junto con Red XIII nos dirigimos rápidamente a investigar el parque con mucha emoción. Era nuestro momento para pasarlo bien y no iba a cambiarlo solo porque Sephiroth se nos había aparecido una vez más.
En un mundo paralelo (ZACK POV)
Estaba en casa de Aeris. Habíamos dejado a Aeris en su cama respectivamente y a Cloud sentado en una silla, los dos sin consciencia. Me acerqué a Aeris y le acaricié la cara por un momento, pensando, seguía sin entender nada. Mis ojos se posaron rápidamente en las pertenencias de Aeris. Allí estaba esa materia tan extraña que Aeris tenía.
— Qué color tan extraño tiene esta materia.- No pude evitar decir.- Seguro que Sil se moriría por investigarla.
Miré fijamente la habitación para ver una librería repleta de libros. No pude evitar acercarme y mirarlo.
— No sabía que te gustase tanto leer.- Le hablaba a Aeris como si pudiera escucharme.
En ese momento decidí salir de la habitación con el corazón en un puño. En el comedor se encontraba Elmyra con una niña pequeña con un vestido rosa llamada Marlene.
— ¿Quieres comer algo?- Me preguntó Elmyra.
— Sí, que hambre.- Dije dejando la espada en un lado y sentándome en la mesa.
— Se dice gracias.- Me dijo Marlene mirándome fijamente.
— Perdón. ¡Perdón!- Exclamé con una sonrisa.
— Con un "perdón" basta.- Me volvió a decir Marlene.
— Perdón.- Dije mirándola y agarrando una galleta para dirigir mi mirada a Elmyra.- Anoche… vino alguien, ¿no?
— Sí, Biggs.- Me respondió Elmyra.- Nos trajo comida.
— ¿Y por qué tanto secretismo?- No pude evitar preguntarlo.
— ¿No has visto los carteles de "Se busca"? Su cara está por todas partes.- Mencionó Elmyra.
— ¿De qué le conocéis?- Yo no sabia quien era Biggs.
— Pregúntale a él.- Contestó Elmyra.- Mientras Marlene esté por aquí, seguro que vuelve.
— No va a volver.- Dijo Marlene apretando los puños. Tanto Elmyra como yo miramos fijamente a la niña, sorprendidos por sus palabras.- Biggs no va a volver. ¡Ni papá, ni Tifa, ni Sil! ¡Ya veréis como no viene!
Me quedé inmóvil por un momento al escuchar el nombre de Sil salir por la boca de Marlene pero tenía que reaccionar, a Marlene le empezaron a salir las lágrimas.
— Pues iré a buscarlo yo mismo.- Dije yo levantándome de la mesa y agarrando mi espada.- Y luego lo traigo aquí.
— ¿De verdad?- Me preguntó Marlene.
— ¡De verdad, de verdad!- Respondí con una sonrisa.- Uy, conque lo diga una vez basta, ¿no?
— No, lo puedes decir más veces.- Me dijo Marlene con una pequeña sonrisa.
— ¡De verdad, de verdad!- Exclamé.
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Mundo original (Sil POV)
Nos montamos en las mejores atracciones durante dos horas. Lo estábamos pasando fenomenal, el Gold Saucer era una pasada. Estábamos andando por el Gold Saucer de camino a otra atracción las cuatro, Red XIII se había perdido por el camino, cuando escuchamos a un chico del personal.
— La noria tiene activa una oferta para parejas en este momento. ¡No esperes más para ir con tu media naranja y tener la mejor cita de vuestras vidas!
— ¡Vaya!- Dijo Aeris con una sonrisa al escuchar la noticia.- Sil.
— ¿Si?- Pregunté mirándola.
— ¿No crees que deberías invitar a Cloud a la noria?- Mencionó con una gran sonrisa.
— ¿Eh?- En ese momento desvié algo mi mirada, poniéndome algo roja.
— ¿Le has confesado ya lo que sientes?- Me preguntó Aeris de nuevo.
— Uy, uy…- Dijo Yuffie acercándose a mi y dándome un pequeño golpe en la espalda.- ¿Te gusta Cloud?
— ¡E-Eh! ¡N-No!- Exclamé, desviando mi mirada cruzándose con la mirada de Tifa. Su mirada parecía algo vacía al escuchar la conversación y me sentí culpable.
— ¡Vaya que no!- Exclamó Yuffie.- Se te nota de aquí hasta Midgar.
— ¡Deberías aprovechar la ocasión y declarate en la noria!- Dijo Aeris con una sonrisa.- Sería tan bonito.
Miré a Tifa de nuevo, con el corazón en un puño y volví a mirar a Aeris y a Yuffie.
— Ya basta, chicas…- Dije yo, intentando desviar la atención de la conversación.
En ese momento noté la mano de Tifa colocarse en mi hombro y me giré mirándola a los ojos.
— Sil… No te preocupes por mí.- Me dijo Tifa con los ojos embarnizados.- Sabes… os vi besaros de lejos en el Monte Corel.
Mi corazón se partió en muchos pedazos y no pude evitar bajar la mirada, intentando controlar mis emociones. Aeris agarró a Yuffie para llevársela de ahí y dejarnos privacidad.
— Lo siento muchísimo…- Expresé.
— No, Sil… ¿Por qué te disculpas? No tienes porqué pedirme perdón…- Tifa me agarró de mis mejillas suavemente haciendo que nuestros ojos se encontrar una vez más.- Tu no tienes culpa aquí de nada… El amor simplemente surge…
— Se que te gusta Cloud…- Respondí.- Y no quería hacerte daño, me siento horrible.
— Puede…- Tifa negó con la cabeza.- Pero lo superaré… valoro más nuestra amistad. Y… Cloud parece más feliz también… Yo, quiero que os vaya bien a los dos en este sentido.
— Haré lo posible para que no te afecte, Tifa.- Le dije con un hilo de voz, estaba algo rota.
Tifa me abrazó y le correspondí sin poder evitar romper en llanto. Tenía las emociones a flor de piel. Últimamente estaba muy sensible por todas las emociones vividas, era como una montaña rusa emocional.
— Estamos juntas en esto.- Me dijo Tifa.
— Sí, gracias de verdad. Te quiero mucho, Tifa.- Me salió de dentro decirle eso, la apreciaba muchísimo como amiga por eso había estado intentando "protegerla" de esto pero era obvio que esto habria llegado algún día. Noté la mirada sorprendida de Tifa a mis palabras pero inmediatamente una sonrisa se le dibujó en el rostro.
— Yo también te quiero, Sil.
Nos quedamos un poquito más abrazadas hasta que por fin pude cesar las lágrimas. Nos separamos y nos sonreímos.
— Venga, Sil.- Me dijo ella.- Ves rápido a buscar a Cloud y a apuntaros a la noria. Tienes que decirle lo que sientes.
— Gracias Tifa.- Le sonreí y nos despedimos ella yéndose con las chicas.
Me quedé mucho más tranquila después de esa conversación. No hubiera querido perder la amistad con ella de ninguna manera y sentía que esto nos había hecho un poco más fuertes.
Fui corriendo hacia el hotel Embrujado del Gold Saucer. Estaba todo ambientado como en una casa del horror y además estaba muy bien conseguido. Entré al hotel y me dirigí a recepción preguntando la habitación de Cloud y subí al ascensor yendo hacia la suite y piqué a la puerta. No tardaron demasiado en abrir la puerta y allí estaba, Cloud. Me puse un poco nerviosa al verle pero le sonreí.
— ¿Cómo te encuentras…?- Le pregunté.
— Bien, dormir me ha venido bien.- Me respondió él.
— De casualidad… ¿no te apetece venir conmigo a un sitio?- Pregunté intentando sonar como de costumbre.
— ¿Dónde?
— La noria tiene una oferta para parejas. ¡Quiero subirme a la noria!- Exclamé con una sonrisa.- Venga, va…
— Si, porqué no.- Me respondió él.
— ¿De verdad?- Una sonrisa se dibujó en mi cara.- ¡Toma! Pues… ¡Rumbo a la noria!
Cloud cerró la puerta de la habitación y salimos del hotel juntos. Los nervios me estaban comiendo por dentro pero también tenía muchas ganas de disfrutar de la noria.
Plaza de la noria.
— Esta franja horaria está dedicada a las parejas.- Un auxiliar comentaba la situación a varias personas.- Vuelva con su pareja, o bien con un amigo, y disfrute del Gold Saucer por todo lo alto. Podrán contemplar las hermosas vistas, enmarcadas por la ventana de la cabina como si fueran un cuadro de un museo… Será una experiencia inolvidable.
— ¿Vamos?- Dije con una sonrisa.- ¡Creo que hay que hacer cola!
Cuando nos íbamos a hacer a la cola de golpe la noria se paró y la gente empezó a preguntarse qué estaba pasando.
— Disculpen las molestias.- Dijo el auxiliar.- Acabamos de confirmar una avería en la red eléctrica del recinto. Estamos investigando las posibles causas, pero hasta solucionar el problema rogamos que sigan las instrucciones de evacuación. Por aquí, por favor. Mis compañeros les indicarán adónde dirigirse.
— ¿En serio?- Exclamé con un suspiro.- Que mala pata…
— Lo siento.- Dijo Cloud mirándome a los ojos.
— No te preocupes. Ojalá podamos volver algún día.- Le sonreí.
— ¡Cloud! ¡Prrr mis bigotes!- El gato del principio se acercó corriendo a nosotros.
— ¡Oh, tú eres el de la bienvenida!- Sonreí.
— ¡Encantado, señorita! Soy Cait Sith.
— ¿Qué quieres?- Preguntó Cloud.
— ¡Tienes que venir al coliseo de inmiaudiato! Se han liado a tiros… en el vestíbulo.- Exclamó Cait Sith.- Según los testigos, ¡ha sido un menda con un arma en vez de brazo!
— ¿Qué?- Exclamé. Conocía a alguien que coincidía perfectamente con la descripción.
— Yo se lo digo a tus compis. ¡Venga, dales caña a esas almohadillas!- Exclamó Cait Sith antes de salir corriendo.
— No veo a Barret haciendo algo así… ¿o no?- Miré a Cloud fijamente.
— Vamos a comprobarlo.- Me dijo Cloud.
Fuimos rápidamente a la plaza de Combate del Gold Saucer donde se encontraba el coliseo. Allí el personal de seguridad nos paró.
— Lo siento, el acceso está restringido en estos momentos.
El personal se puso una mano en la oreja donde tenía el pinganillo y de golpe nos miró fijamente.
— De acuerdo, adelante.
En ese momento nos dieron paso y allí nos encontramos con Aeris, Tifa, Yuffie y Red XIII.
— ¿Sabéis algo?- Pregunté.
Todos negaron con la cabeza y rápidamente entramos en la parte trasera viendo una situación horrorosa. Cadáveres tapados por una manta azul y toda la zona marcada con cintas de seguridad.
— Barret…- Dijo Cloud.
— Dejó a las tropas de Shinra como una colador de pasta, y luego…- Dijo Cait Sith.
— Déjame hablar a mí.- Exclamó Dio quien también se encontraba allí.- Soy Dio, el director del parque. Zagales, os doy la bienvenida al Gold Saucer, nuestro paraíso dorado. Tú eres mi rival de antes… Espero la revancha.
— Ahora no es el momento.- Respondió Cloud.
— Un jefe de departamento de Shinra está aquí de visita y han disparado a su escolta.- Dijo Dio.- El personal y algunos visitantes también se han visto involucrados en el altercado.
— Qué horror…- Exclamó Tifa.
— Además, las cámaras de seguridad han quedado hechas trizas. No hemos podido grabar al tirador, pero sí tenemos testigos oculares.- Explicó Dio.- Dicen que tiene un arma por brazo. Por esa descripción, he pensado que podría tratarse de un individuo peligroso del cual nos habían informado. Un tipo grande, aunque no tanto como yo. Vozarrón. Con muy mal genio, gafas de sol… y un arma en vez de brazo. Apuesto a que os suena, ¿verdad?
— No puede ser…- Dije yo.- Imposible. Debe haber un error.
— Barret suele perder los estribos, pero nunca haría algo así.- Agregó Tifa.
— Me gustaría creeros, de verdad.- Dijo Dio enseñándonos un cartel de "SE BUSCA" con las caras de Barret, Tifa y Cloud impresas en ella dando una recompensa de 100.000 guiles.- Mirad, hoy nos ha llegado esto.
— Pero…- Dijo Tifa bajando la mirada.
— No ha sido Barret.- Añadió Cloud.
— ¿Puedes demostrarlo?- Preguntó Dio.
— Para empezar, él no destruiría las cámaras de vigilancia.- Explicó Cloud.- Suponiendo, hipotéticamente, que tuviera motivos para abrir fuego querría dejar constancia de esa motivación. No destruiría las cámaras.
— Hermoso discurso.- Dijo Dio.- La amistad es lo más sagrado que hay. Sin embargo, esto es muy grave. No puedo fiarme de vuestra palabra. Os propongo un trato. Buscadme al tirador y demostrad así la inocencia de vuestro amigo. Os doy 24 horas. Si no lo encontráis, os arrestaremos y os entregaremos a Shinra.
Dio le tendió la mano a Cloud para cerrar el pacto y Cloud se lo aceptó. En ese momento Dio le puso un rastreador en la muñeca.
— Esto es un rastreador.- Mencionó Dio.- Estaréis bajo vigilancia para que no huyáis.
— Nunca huimos.- Dijo Cloud.
— ¡Me alegro!- Exclamó Dio.- No dejéis que los Turcos se os adelanten. Buena suerte.
— ¿Eh? ¿Los Turcos?- Pregunté.
— Tener competencia hace el reto un poco más estimulante, ¿no es así?- Dijo Dio.- ¡Ánimo, zagales! El tirador está abajo, en alguna parte. ¡Vuestro amigo cuenta con vosotros!
— ¡Yo también os echo una patita!- Dijo Cait Sith saludandonos desde atrás.- Necesitáis un guía, ¿no? ¡El ascensor es prrr aquí! ¡Prrr aquííí! ¡Aligerad esas patitas!
Pusimos rumbo al ascensor, definitivamente sabía que no había sido Barret pero por la descripción lo parecía. Teníamos que defenderle. Entramos al ascensor y Cait Sith le dio al botón.
— Vamos rumbo al Infrasaucer.- Dijo Cait Sith.- Hace miaucho tiempo, el personal de este parque tenía aquí sus casas. Pero empezaron a aparecer monstruos, así que trasladaron a la gente arriba. Después de eso, todo fue raspa abajo. ¡Ahora solo vive ahí la peor calaña! Prrr, se me erizan los bigotes solo de pensarlo…
— Me recuerda al mercado Muro.- Mencionó Aeris.
— Sí, pero ¡miaucho peor!- Exclamó Cait Sith.- Dicen que, una vez metes la patita, ya no hay vuelta atrás. Es por eso que… le pusieron otro nombre. La prisión de Corel. ¡Un miauténtico infierno en el desierto! Hurto. Violencia. Homicidio. ¡De todo! Ya sabéis… Miaucho cuidadín, camaradas.
El ascensor se paró y todos íbamos algo tensos por lo que Cait Sith nos acababa de contar.
— Ya estamos…- Dijo Yuffie.
Infrasaucer: Prisión de Corel
Entramos a lo que parecía ser un pueblo muy pobre. Las casas eran chozas construidas a base de basura y daba muy mala espina.
— Prrr, ¿no hay nadie?- Preguntó Cait Sith.
— Nos están observando.- Dijo Red XIII.
— No bajéis la guardia.- Añadió Cloud.
Empezamos a andar por sus calles hasta que llegamos a un sitio que parecia una especie de plaza. Allí a lo lejos avistamos a dos hombres quienes llamaron a los demás y varias motos nos empezaron a rodear.
— Una trampa…- Dije yo.
— Buen ojo, bonita.
En ese momento noté como me pegaban un golpe cayendo directamente al suelo quedandome inconsciente.
Casa de Gas (a la mañana siguiente)
— ¡Buenos días!- Una voz que no reconocía me daba los buenos días.
Abrí los ojos como pude encontrándome con los demás, en el suelo. Me levanté de golpe y saqué mi arma. Cloud hizo exactamente lo mismo que yo.
— Eh, tranquilitos.- Dijo el tio ese riendose.- Seguidme. ¡Arreando! Vamos que nos vamos.
No nos quedó otra que seguir aquellos tipos y nos dieron órdenes de quedaron parados en un sitio no demasiado lejos de donde estábamos.
— ¡Jefe, aquí los traigo!- Exclamó el tio.
En ese momento la puerta que teníamos delante se abrió de una patada y de allí salió un tío de pelo blanco y dos de sus guardias. El chaval entró bailando, como vacilandonos.
— ¡Caray!- Exclamó.- Bienvenidos. La prisión de Corel os abre sus puertas. Busco a una tal Sil… ¿os suena?
Me sorprendí muchísimo al escuchar mi nombre y en ese instante Cloud se puso delante mío.
— ¡Ajá! Así que eres tú.- Me miró fijamente de arriba a abajo.- No hace falta que tu perrito te proteja, no te haré nada.
— ¿Cómo me conoces?- Pregunté.
— Es interesante.- Me dijo el chaval.- Te aseguro que no nos hemos visto nunca. ¡Lo tendrías grabado a fuego, créeme! Si sé quién eres, es porque yo me entero de todo. Y también sé quien es tu perrito faldero, Cloud ¿verdad? ¿Y sabes porqué, verdad? ¡Va! ¡Te lo suelto! Cuando se trata de la chiquilla que acabó con el negocio de Don Corneo, hay que estar aún más al tanto. Felicidades. Ole, ole y ole. ¡Eres famosa por aquí!
— Estamos buscando a un hombre con un ar…- Dijo Cloud intentando aprovechar la situación.
— Lo sé, lo sé.- Dijo el chaval.- ¿Estás sordo, chaval? Aquí estamos bien informados. No me hagas repetirlo. Yo estoy al tanto de todo lo que se cuece ahí arriba. Al grano. Necesito a una chiquilla como tú, que sepa de manipulación y además, sepa hacer de todo.
— ¿Para qué?- Crucé mis brazos.
— Buscáis al tipo del arma, ¿verdad? Está bajo mi custodia.- Dijo el tipo.- Encarcelado en el desierto. Podría decirte la ubicación exacta, solo por ser tú. Qué chollo, ¿no? Pero hoy en día, todo es un toma y daca. ¿Me equivoco? En otras palabras, no te va a salir gratis. Necesito pasta, ¡y no sabes cuánta! ¡Llega un pirado y se pone a disparar a las tropas de Shinra sin ton ni son! ¡Se carga a no sé cuantos! ¡Y aun así, la recompensa por entregarlo a las autoridades no me basta! ¡Para defender la prisión hace falta más que calderilla! ¡Se necesitan fajos tochos! ¡Joder, joder, joder! ¡Mierda!
— Ajá.- Dije mirándolo fijamente.
— Entonces… Tú, querida, vas a conseguirme ese dinero. ¿Cómo? Tranquila, que te lo voy a decir. Escúchame muy atentamente. Vas a participar en una carrera de chocobos y vas a ganar, nena. Hasta que lo logres… tus amigos, incluyendo a tu bonito perro faldero, serán mis huéspedes.
En ese momento los guardias del tipo este encerró a todo el grupo en unas rejas, sin dejarles salir.
— ¡Noooo!- Exclamó Cait Sith.
— ¿De qué vas?- Dije yendo hacia el tipo y empujándolo.
— Nena, no te alteres. Los trataré como si fueran de la realeza. Y si no me consigues el dinero, ya idearemos tus amiguitas, tu y yo otra forma de hacer negocio. Y tus mascotitas seguro que aportarían algo.
— Imbécil.- Exclamé.
— ¡No, nena! ¡Mi nombre es Gas!- Gas sonrió.- ¡Decidido! En cuanto a las carreras, que te informe mi colega de ahí.
— ¡A la orden, jefe!- Dijo uno de los guardias.
— Mucha mierda.- Me dijo Gas levantandome el mentón.- Ah, y… ten cuidado. Una chica sola por aquí… puede no volver nunca.
Gas se metió hacia dentro de la casa una vez más, riendose y el guardia me miró fijamente.
— Te llevo a por el chocobo. Tú sígueme.
Me acerqué a los demás y los miré fijamente a través de las rejas.
— Pero de qué van estos apestosos.- Dijo Yuffie.- Como me cabreen, van a ver lo que vale una ninja…
— Sil.- Me dijo Cloud.- Ten muchisimo cuidado.
— Lo tendré. Esto no me da miedo, solo espero que estéis bien.- Dije mirandolos.
— Confiamos en ti.- Dijo Aeris.- Ya vimos lo bien que se te da montar en chocobo.
— Mucha suerte, Sil. Estaremos apoyandote desde aquí.- Mencionó Tifa.
— Gracias… Cuidaos, por favor.
Me fui de allí persiguiendo al guardia de Gus a mi ritmo.
— Vamos, aligera el paso.- Dijo el guardia.- Como intentes escapar, acabas en un pozo de arena.
— Y como no te calles o me hables mejor tú terminarás peor.- Expresé.
— Cuidado con tus palabras, nena.- Me dijo el guardia.- Aunque seas una pava no voy a pasar por alto tus faltas de respeto, ¿eh?
Chocobovestidor provisional.
Llegamos al sitio y el guardia se paró de golpe.
— Aquí la tienes.- Dijo el guardia.
Una chica, algo más pequeña que yo, se acercó a mí.
— Así que tú eres Sil, ¿verdad? Yo soy Ester. Me encargo de los chocobos.- Me dijo la chica.
— ¿Sil?- En ese momento una voz que reconocía llamo mi nombre y al girar la mirada vi a Billy.
— ¿Billy?- Pregunté confundida.
— ¿Os conocéis o qué?- Preguntó Ester.
— ¿Qué haces aquí…?- Me acerqué a él.
— Vine al Gold Saucer para entrar en la competición con Piko… ¡y estos tipos me secuestraron!- Respondió Billy.
— Oye, tú, esas son palabras mayores.- Exclamó el guardia.- Te perdiste en el desierto y te rescatamos, ¿o no? Como nos vaciles, ¡nos cargamos a tu chocobo y nos lo zampamos!
— ¡Oye! No digas gilipolleces- Exclamé yo para después mirar fijamente a Piko.- Ay, Piko… ¿no está bien?
— El desierto lo ha dejado exhausto…- Dijo Billy.- Es el chocobo con el que vas a competir… pero veo crudo que gane, como no coma y recupere sus fuerzas.
— Kuééé…- Exclamó Piko.
— Entonces…- Dijo Ester.- Lo primero que harás será buscarle algo que echarle al buche.
— Bien…- Dije mirando a Piko, muriendome de pena.
— Venga, yo le ayudo.- Dijo Billy con una sonrisa.
— Trademe lo que encontréis.- Mencionó Ester.
Salimos del chocovestidor profesional entrando en la cárcel de corel. De día se seguía viendo tan mal rollero como de noche. Empezamos Billy y yo a dar una vuelta por la zona para ver dónde podíamos conseguir verduras y de golpe un tipo con sombrero nos paró.
— Oye bonita, me han hablado de ti.- Dijo el hombre con sombrero.- Buscas verdura, ¿no? Te propongo un trato: tú me haces un encarguillo y yo te doy la verdura. ¿Qué me dices?
— ¿De qué se trata?- Pregunté.
— Resulta que en mi casino, que está en la plaza, hay una panda de tahúres singulares. Me gustaría que fueras a buscarlos y les ganaras una partida a Sangre de la Reina. ¿Qué me dices?
— Si, vale.- Dije.
— Estupendo. Son más raros que un perro verde, pero como juegan de maravilla ya nadie se atreve a retarlos. Si les ganas seguro que otros se animan a retarlos. Los tahúres en cuestión son tres y están en el casino de la plaza. Te daré una verdura por cada uno que derrotes.- Me explicó dándome una baraja.- Ten, te la puedes quedar. ¡Cuento contigo!
Salimos de allí y Billy me miró fijamente.
— ¿Sabe jugar a eso, Sil?- Me preguntó.
— Por lo que sé, sí.- Dije.- Gané un torneo no hace demasiado. Será fácil.
— Me alegra mucho escucharlo.- Dijo él dejando salir un suspiro.
Casino.
Llegamos al casino y allí habían tres tableros de la Sangre de la Reina y tres combatientes detrás de estos. Sin problema me enfrenté a los tres ganando sin demasiado rollo. La estrategia era totalmente lo mio asi que no tardé demasiado en tumbarlos a todos. La emoción en el casino fue incrementando y al final de la última partida todo el mundo quería retarse así que mi misión había sido cumplida exitosamente.
— ¡Se le ha dado de maravilla!- Me dijo Billy.- ¿Hay algo que no sepa hacer?
— No es para tanto.- Dije riendome un poco.- Simplemente es una coincidencia.
Rápidamente volvimos a la tienda de cartas donde se encontraba el hombre del sombrero.
— Muy buenas, bonita.- Me dijo.- Gracias a tu racha de victorias… se está reavivando el interés por el sangre de la reina. Así que el negocio va en viento en popa. Me has ayudado un montón así que lo prometido es deuda.
El señor nos dio tres verduras para poder alimentar a Piko y miré a Billy.
— ¿Con esto tendremos suficiente?- Pregunté.
— Sí, de sobra.- Me dijo él.- Vamos a ver a Piko.
Chocobovestidor provisional.
Pusimos la verdura en el comedor de Piko y de golpe el chocobo se levantó comiendo como un condenado. Se puso super contento y me miró batiendo sus alas.
— Kuééé.- Exclamó Piko.
— ¡Perfecto! ¡Ya está listo para correr veloz como un rayo!- Exclamó Billy.
— Habla con el guardia para que te lleve al chocobódromo.- Me dijo Ester.
— Vamos arriba, te llevaré al chocobódromo.- Me dijo el guardia con una sonrisa.
— Oye, mejor voy yo con ella.- Dijo Ester.- No te importa, ¿no?
— ¿Ein? ¡Joer! Siempre igual, ¿ahora eres lesbiana o qué?- Exclamó el guardia.
— ¡Es mona!- Ester sonrió a lo que yo me puse algo roja.- Decidido. Vente conmigo.
La empecé a seguir siguiendo el camino que ella marcaba. Billy también nos seguia con Piko.
— Nunca pensé que vería a Piko en tan buena forma.- Me dijo.- Estaba en los huesos cuando llego. Piaba tan flojito que daba lástima.
— Ay… pobre.- Expresé.- Me alegra que ahora esté bien.
— Ahora está irreconocible.- Dijo Ester.- Ya verás la pedazo de carrera que nos va a dar. Aunque de nada sirve tener un buen chocobo si el jinete no está a la altura. Cuántas veces habré visto chocobos rápidos que pierden por sus jinetes de pacotilla…
— Sil es un fenómeno a chocobo.- Mencionó Billy.
— No se me da mal.- Expresé.
Gold Saucer: Plaza Chocobo.
Nos subimos al montacargas llegando al Gold Saucer de nuevo.
— Es usted jinete, ¿no?- Me preguntó un auxiliar.
— ¡Así es!- Ester respondió por mi.
— Nosotros nos ocupamos del chocobo.- Diríjase a la sala de espera.
Me dirigí junto con Ester y Billy a la sala de espera y al llegar, Ester se giró mirando a un hombre que estaba apoyado a la pared, vestido de cowboy.
— ¡Pero si es Joe!- Exclamó Ester.
— Ay, Ester…- Dijo Joe.- ¡Cada vez más guapa!
— Ya, ya. Gracias.- Dijo Ester.- Os presento. Este es Joe, el jinete personal de Sam. Siento tener que decirlo… pero es el mejor del circuito.
— Encantado de conocerte.- Me dijo Joe haciendo una reverencia. Me lo quedé mirando fijamente, me transmitia una vibra extraña.
— Esta es Sil.- Mencionó Ester.- Digamos que es nuestra nueva estrella. No le quites el ojo de encima.
— Se nota que le has caído bien a Ester…- Me dijo Joe.- Aunque… extraño es. ¿Vas a competir, tú? ¿Una chica?
— ¿En serio?- Pregunté cruzándome de brazos.
— Bueno, a ver si cumples las expectativas. Me gusta que mis rivales estén a la altura, aunque lo dudo. Mucha suerte, Sil.- Joe me puso una mano en el hombro antes de marchar.
— Bueno, no lo escuches.- Me dijo Ester.- Ahora solo queda esperar a que empiecen las carreras.
Me senté en el sofá y me crucé de brazos. No podía parar de pensar en los demás, como debían estar esperando, que los estuvieran tratando bien. Aunque la carrera de chocobos profesional me motivaba, quería superarme, ver de que era capaz. Poco después me llamaron para entrar a la carrera y me levanté yendo con Piko al circuito, poniéndonos en la línea de meta.
En otra parte del Gold Saucer…
— ¿Sabéis que han intentado dispararme?
— ¿Cómo? ¿Eso es lo que ha pasado en el coliseo?
— Sí, sí. Menos mal que había escogido ese momento para ir al baño.
— ¡Qué me cuenta! ¡Menuda suerte!
— ¿Verdad? Hoy me sonríe el destino, así que seguro que voy a ganar las apuestas. ¡Ah! ¿Le han echado manteca? Me gusta que lleve mucha.
— ¿Lo has encontrado?
— ¡Qué más dará ahora eso, Rude! Estás ahí, fresquito, con Palmer y las tontas que le siguen solo para ver a Sil en la carrera de chocobos y yo me voy a desmayar del calorazo que hace aquí en el desierto. Explícamelo… ¿Por qué tenemos que ir de negro?
— En cuanto termine la carrera, voy para allá.
— Y hazme el favor de traerme un refresco. ¡O mejor un helado!
— ¿De vainilla?
— No, de vainilla no. A este paso, ¡me voy a quedar más seca que una momia! ¿Me oyes? ¿Rude? ¡Rude!
— Ah… ojalá estuviera Reno aquí.
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Acaricié el plumaje de Piko y le sonreí, él y yo hacíamos un buen equipo. El contador empezó a ir hacia atrás: 3, 2, 1… ¡YA!
Piko y yo salimos disparados, sin mirar atrás. Puse mi cuerpo ligeramente hacia adelante, levantándome un poco del sillín para tener aún más control. Piko ya sabia que significaba eso, correr sin mirar atrás. Intenté adelantarme a absolutamente todo el mundo para evitar cualquier incidente. El jinete de Sam me transmitía cero confianza y más teniendo en cuenta lo tramposo que es Sam así que lo evité usando el máximo la delantera y así, una vez más consiguiendo una victoria aplastante. Levanté mis brazos cuando crucé la línea de meta, celebrandolo y abracé a Piko.
— ¡Bien hecho, Piko!
— ¡Kuéééé!
La carrera terminó y me entregaron el premio que le tenía que dar a Gas. De allí ya me dirigí a la casa de Gas.
Casa de Gas (dos horas después)
Cuando llegué todo el grupo estaba liberado y se acercaron corriendo a mi, super emocionados.
— ¡Sil has hecho una carreraza!- Exclamó Aeris.
— Te hemos visto por la tele y como te has adelantado a todos desde el principio… ¡NO LO HABÍA VISTO ANTES!- Exclamó Yuffie.
— ¡Estaba segurísima de que ibas a ganar!- Me dijo Tifa con una sonrisa.- Ya te vimos montar super en el rancho de Billy.
— ¡Chicas!- Exclamé algo avergonzada.- ¡No hace falta!
— ¿Estas bien?- Me preguntó Cloud acercándose a mi.
— Sí… Ha estado bien al final.- Sonreí.
— ¡Caray! Aquí está nuestra campeona.- Exclamó Gas al verme.- ¡Sabía que lo ibas a petar a lo grande! Ya podemos dormir tranquilos.
— Ah.- Dije sin decir nada más. Me importaba poco.
— Ay, no seas tan mala, va directo a mi corazón.- Dijo Gas.
— Cumple tu parte del trato.- Dijo Cloud de golpe.
— Que sí, ya voy.- Mencionó Gas.- Soy un hombre honrado, ¿sabes? ¡Y odio que me metan prisa!
Gas chascó los dedos y uno de sus guardias abrió una puerta con unas escaleras.
— Este paso subterráneo atraviesa el desierto. No tendréis ni que preocuparos por las arenas movedizas.- Dijo Gas.- Una vez fuera, encontraréis un buitre muy simpaticón que conoce el camino. Seguidlo. El fulano del arma está preso en el desguace. Podéis entregárselo a Shinra, cortarle el pescuezo o lo que os venga en gana.
— Vamos.- Dije.
Infrasaucer: Pasaje de los bellacos.
Bajamos las escaleras y empezamos a correr por el pasaje para llegar lo antes posible.
— Barret nunca haría algo así.- Dijo Tifa.
— La escena del crimen no era propia de él.- Añadí.
— Pero, ¿quién más tiene un arma por brazo?- Preguntó Yuffie.
— Estoy segura de que no ha sido él.- Mencionó Aeris.
— Pronto lo sabremos.- Dijo Cloud.
El pasaje estaba infestado de bichos que una vez más derrotamos rápidamente para que no nos molestaran hasta que finalmente vimos la luz.
Región de Corel: Sur.
Allí literalmente un buitre nos esperaba y alzó vuelo cuando nos vió. Le empezamos a seguir con un buen ritmo para no perderle de vista. Teníamos todos los nervios a flor de piel ya que la incertidumbre de lo de Barret nos estaba matando. Pero todo no fue color de rosa ya que de golpe unos torbellinos de arena se generaron y venían a toda velocidad hacia nuestra dirección.
— Una tormenta de arena.- Dijo Red XIII.
— ¡Vámonos!- Exclamó Cloud.
La arena subía y yo rápidamente bajé mi mirada para que no entrara en mis ojos. Cloud puso su brazo en mi, protegiendome de la arena. De golpe escuchamos unos disparos.
— ¡Por aquí!- Giré la mirada y allí estaba Barret.
— ¿¡Barret!?- Exclamó Tifa.
— ¡Rápido!- Dijo Cloud sin soltarme ni un segundo, poniéndonos detrás de donde estaba Barret.
Por suerte la tormenta cesó rápidamente pero la arena cayó encima nuestro.
— ¡Prrrr!- Dijo Cait Sith.- ¡Hemos acabado miaulamente!
— ¡Achú!- Red XIII estornudó tan fuerte que tiró hacia atrás a Cait Sith. No pude evitar reír un poco.
— Barret… por fin…- Dije mirándolo, había estado muy preocupada.
— ¡Menos mal que estás bien!- Mencionó Tifa.
— ¿¡Te has escapado!?- Preguntó Yuffie.
— ¿Qué dices?- Exclamó Barret.- ¿Qué pintáis vosotros aquí?
— Tratando de encontrar al tirador del Gold Saucer.- Dijo Cloud.
— Parece que…- Dijo Tifa.- Tenía un arma en vez de brazo.
Barret miró su brazo fijamente y se giró empezando a andar.
— Ajá…- Dijo él.
— No has sido tú, ¿verdad?- Preguntó Cloud.
— Todo esto es culpa mía.- Dijo Barret parándose en seco.
— ¿Qué dices…?- Exclamé mirándolo fijamente.
— El tirador se llama Dyne.- Explicó Barret.- Es amigo mío… Más bien, lo era. Fue hace cuatro años, cuando explotó el reactor. Dyne y yo nos acercamos a echar un vistazo. Y a la vuelta… Vimos como la aldea estaba en llamas y como las tropas de Shinra atacaban a los aldeanos. En una de estas, Escarlata nos empezó a disparar y Dyne casi se cae por el acantilado. Lo intenté ayudar y fue cuando Escarlata disparó a nuestros brazos haciendo que Dyne cayera por el vacío gritando lo que pensaba que eran sus últimas palabras: "Eleanor, Marlene..".
— ¿Marlene?- Preguntó Tifa.
— Yo había perdido mucha sangre y estaba mareado, pero logré huir.- Seguia contando Barret.- Me desmayé y el doctor Sheiran me encontró. Le debo la vida. Por eso.. elegí esto en lugar de una prótesis para mi brazo derecho. Quería vengarme. Dyne debió elegir igual. Sí, supongo que sí. Estaba convencido de que no había sobrevivido. De haberlo sabido…
— ¿Así que Dyne también quería vengarse de Shinra?- Pregunté.
— Yo qué sé…- Mencionó Barret.- Lo vi alejándose del lugar del tiroteo, pero, aun así, no me cabe en la cabeza que fuera él. Esa no es forma de vengarse. Tengo que hablar cara a cara con él. Tengo cosas que contarle.
— ¡Pues vámonos!- Exclamó Yuffie señalando el desguace.
— Se supone que está ahí encerrado.- Dijo Cloud.
Fuimos hacia el desguace y Barret se nos adelantó mirando fijamente el sitio.
— Habéis dicho que Dyne está aquí, ¿verdad?- Preguntó.
— Supuestamente, si.- Respondí.
— Creo que es mejor que vaya yo solo.- Dijo Barret quitándose las gafas.
— Pero…- Dijo Tifa a lo que Cloud intervino.
— Adelante.- Le dijo Cloud a Barret.
Barret se fue para adentro y nos quedamos afuera, esperandole.
— Espero que esté bien.- Dije yo.
Pocos minutos más tarde, lo vimos salir con Dyne, ayudandole a andar aún algo lejos de nosotros pero se les podía escuchar.
— Oye.- Dijo Dyne.- Anda, si también hay un Soldado. Desgraciado… Nos has vendido a Shinra.
— ¡No!- Exclamó Barret.- ¡Te equivocas!
En ese momento Dyne empezó a disparar como un loco en nuestra dirección y todos nos escondimos detrás de las paredes para que sus balas no nos alcanzaran.
— ¡Ya basta, Dyne!- Exclamó Barret.
— ¿Qué te pasa?- Pregunto Dyne.- Dispara.
— He venido a ayudarte.- Mencionó Barret.
— ¿¡Para ayudarme!? ¿Tú?- Exclamó Dyne mientras se reía.- ¡No me hagas reír! Te has levantado graciosillo hoy, Barret. Esas gilipolleces te las llevas a la tumba.
Se volvieron a escuchar disparos y yo rápidamente salí, estaba claro que le estaba disparando a Barret, tenía que ayudarlo.
— ¡No te entrometas!- Exclamó Barret al verme.- Esto es cosa nuestra… Entre él y yo.
Me quedé mirando la escena, muy preocupada y con el corazón encogido, pero entendía perfectamente que no debía meterme.
Barret y Dyne empezaron a pelear, disparandose. Dyne iba a por todas a por él y Barret se defendía sin evitar dispararle también.
— ¡Ya no somos lo que éramos!- Exclamaba Dyne mientras disparaba.- ¿¡No es así, Barret!? ¿Te acuerdas de cuando pusimos trampas para las ratas y te pillaste la mano en una? ¡Qué risa me eché aquel día!
Cada palabra que decía Dyne me rompía el corazón ya que no podía evitar empatizar con Barret. Debía ser tan duro para él y aun así, le estaba enfrentando. De golpe Dyne cayó de rodillas.
— Eleanor… Marlene…- Dijo Dyne.- Aaah… Veo todo oscuro…
En ese instante un montón de chatarra se le acumuló en el brazo haciendo incluso un arma mucho más fuerte.
— ¡Dyne!- Exclamó Barret.- Confía en mí. ¡Quiero ayudarte!
— ¡Barreeeet!- Exclamó Dyne atacándole de nuevo, pero con más fuerza.
— ¿¡Qué pretendes, Dyne!?- Exclamó Barret una vez más.
Barret le atacó con todas sus fuerzas tirando a Dyne hacia atrás ya sin fuerzas. Barret le volvió a apuntar una vez más.
— Vamos…- Dijo Dyne.
— Dyne, se acabo.- Dijo Barret bajando el arma.
— ¿Qué?- Exclamó Dyne apuntando a Barret de nuevo.- ¿¡Cómo que se acabó!? ¡Nada de esto ha acabado!
— Pues venga, mátame y así le ponemos punto y final.- Mencionó Barret sacándose la prótesis de arma y tirándola al suelo.
— ¡Barret!- Exclamó Tifa.
— ¡No te acerques!- Exclamó Barret.
— Cobarde…- Dijo Dyne riendose.- Así, si mueres, no tendrás que sufrir más, ¿no? ¿De qué vas?
Dyne le pegó un guantazo a Barret girándole la cara haciendo que él cayera al suelo. Le agarré fuerte la mano a Cloud en ese momento, apretandosela, ver todo esto me estaba afectando de gravedad emocionalmente.
— ¡Se supone que has venido a ayudarme a mí!- Exclamó Dyne.
— Yo…- Dijo Barret.
— No has cambiado nada.- Mencionó Dyne agarrandole la cabeza a Barret y apuntándolo con su arma.- Tiras la toalla… a la primera de cambio…
— Perdóname, Dyne.- Dijo Barret, de rodillas.- Fui un idiota. Seguro que había otra opción, pero nos ofrecieron tanto dinero… que me cegué…
— Pagamos con sangre cada guil que nos dieron.- Dijo Dyne.- ¿Sabes…? En mi cabeza… aún oigo su voz. La voz de Eleanor. "No odies… a Barret. Él es inocente…" Entonces, ¿¡de quién es la culpa!? ¿¡De Shinra!? ¡Sí! ¡Siempre es de Shinra!
Dyne empezó a disparar hacia atrás y cuando dirigimos la mirada vimos a un montón de centinelas subiéndose a los escombros para dispararles. Rápidamente Cloud, yo y los demás fuimos hacia allí para luchar contra ellos y quitarlos del camino y que no tocaran ni a Dyne ni a Barret.
Barret tiró al suelo a Dyne para que no le alcanzaran las balas.
— Estoy destrozado…- Dijo Dyne.- Cada vez que mato a alguien, yo también me muero un poquito. Tengo el alma podrida. Me encantaría palmarla yo también… pero no puedo. ¿Por qué? La vida no tiene sentido sin Eleanor y Marlene y, aun así…
— Marlene está viva.- Mencionó Barret enseñándole una foto de carné que llevaba siempre encima de Marlene.- Vive en Midgar y ya tiene cuatro años.
— Marlene…- Dijo Dyne agarrando la foto, temblaba.- Tiene los ojos y el pelo de su madre…
— Después de la explosión, vivía sin vivir en mí.- Explicó Barret.- Había perdido a Myrna, y creía que a ti también. Los remordimientos me carcomían. Marlene me dio fuerzas para seguir adelante. La encontré llorando frente a vuestra casa en llamas, y me la llevé. Desde entonces, ella ha sido mi razón de ser.
— ¿Por eso me la quitaste?- Preguntó Dyne.- ¡Sabías lo mucho que la quería! Lo sabías muy bien, y aun así…
— No he dicho eso.- Dijo Barret intentando que Dyne entrara en razón.
— ¡Me has arrebatado todo lo que he amado!- Exclamó Dyne tirando la foto de Marlene.
— Dyne…- Dijo Barret levantándose y agarrandole el brazo.- Vamos a ver a Marlene, juntos.
— Te odio, Barret…- Exclamó Dyne.- ¿¡Por qué mierdas me dices esto ahora!?
— Dyne…
— ¿¡No ves que tengo las manos manchadas de sangre!?- Gritó Dyne con desesperación.- ¡Está todo perdido!
Dyne apartó a Barret al ver que venían más centinelas por otro lado y les atacó, disparando pero tristemente, mientras los quitaba a todos de en medio, le balearon a él también. El arma se le cayó del brazo y aunque intentó andar un poco, se cayó de rodillas para luego estirarse encima de Barret.
— Dyne…- Dijo Barret.
— Sigue… viviendo… y sufre…- Mencionó Dyne, mirando fijamente a Barret.
— ¡No!- Exclamó Barret.- ¡Noooo!
— Ya estoy aquí, Eleanor…- Dijo Dyne- Ya estoy en casa.
En ese momento Dyne cerró los ojos para no volver a abrirlos nunca más y Barret soltó un grito de desesperación y de tristeza que resonó directamente en mi corazón.
— Barret…- Dijo Tifa, con el corazón en un puño.
— ¡Cloud, mira!- Exclamó Yuffie señalando al cielo.
Miramos al cielo y tres helicópteros de Shinra junto con un robot gigante venían hacia la zona.
— Lo que nos faltaba, joder.- Exclamé.
Fuimos corriendo hacia la entrada del sitio y allí, delante nuestro soltaron al robot gigante.
— Me tratan como a un donnadie… Me anulan la reserva del hotel… Encima, cierran el coliseo por un tiroteo ¡y el chocobo por el que había apostado pierde la carrera!- Alguien hablaba desde dentro del robot. En ese instante asomó la cabeza para ver el director Palmer, de Shinra- ¡Estoy que me pinchan y no sangro! ¡Ya estoy hasta la coronilla! ¡Se van a enteraaar!
Palmer controlaba al robot gigante. Lo analicé rápidamente con mi materia para encontrar que su debilidad era electro y que su punto débil era ponerlo boca abajo. Todos empezamos a atacar, cada uno a su estilo. La rabia y la tristeza me invadian y no estaba para tonterías y menos para derrotar a este pardillo de Shinra.
— Encima va y vienes a molestar.- Exclamé.- Vas a arrepentirte de haber venido.
Rápidamente saqué una de mis materias de invocación que guardaba para ocasiones especiales, mi invocación favorita. Fénix. Lo invoqué y los demás se me quedaron viendo fijamente, nunca había recurrido a las materias de invocación pero estaba harta.
Fénix empezó a atacar sin piedad al robot y por tanto a Palmer, destrozando el robot rápidamente, haciendo que sus funciones poco a poco dejaran de funcionar y que Palmer saliera disparado del robot. Fénix volvió hacia mi, le acaricie el plumaje y le sonreí.
— Gracias por tu trabajo, pequeño.- Le sonreí.
En ese momento Fénix volvió a su materia, desapareciendo y Cloud intentó cargar hacia Palmer pero un helicóptero de Shinra le empezó a disparar. En ese instante, decidimos que lo mejor era meterse hacia dentro del desague, donde estaba Barret y eso hicimos. Allí vimos una devastadora escena, Barret de rodillas, viendo a su amigo muerto en el suelo, con la foto de Marlene en su mano. Tifa se acercó a Barret poniendole una mano en el hombro y Aeris se puso de rodillas al lado de Dyne, rezando. Me dolía tanto verle así.
— No hay tiempo.- Dijo Cloud.- Nos tenemos que largar.
— ¿¡Y cómo!?- Exclamó Yuffie.
De golpe escuchamos un motor de un coche venir a toda pastilla hacia donde nos encontrábamos y allí se paró, delante nuestro. Era un todoterreno rojo, con 8 pedazo de ruedas. Un increíble cacharro. De allí salió Dio quien bajó del todoterreno.
— Zagales, os traigo el vehículo de la huida.- Exclamó Dio.
— ¿¡Director!?- Preguntó Cloud confundido.
El director Dio le agarró el brazo a Cloud y le quitó la pulsera aquella que le había puesto, el geolocalizador.
— Los rastreadores llevaban micrófono integrado.- Explicó Dio.- Lo he oído todo. Ahora sé que eres inocente, Barret. Siento haber sospechado de ti.
Barret seguía mirando fijamente a Dyne, se estaba despidiendo de él con la mirada, para siempre.
— Ese todoterreno es mi modo de disculparme. Lleváoslo.- Dijo Dio acercándose a Barret.- Yo me encargo de zanjar este asunto.
— Se agradece.- Dijo Cloud.
— ¡En marcha!- Exclamó Yuffie.
— Director.- Dijo Cait Sith señalando el coche.- ¿De verdad que no hay problema?
— Es mi deber garantizar la seguridad de los visitantes.- Mencionó Dio moviendo los pectorales.- Lo que hayáis hecho en Midgar, se queda en Midgar. Volved cuando queráis.
Dio le apretó la mano a Cloud y le sonrió antes de apartarse un poco y poniendose al lado del coche. Los demás se dirigieron hacia el coche también quedando Barret y yo en la escena. Agarré el arma de Barret del suelo y me acerqué a él.
— Barret…
— Que viva y sufra, ha dicho.- Me dijo Barret, mirando fijamente a Dyne.
— No sabemos si ese es tu destino.- Dije yo sujetando su arma, que casi era más grande que yo.- Pero, estamos aquí para ti.
Barret me sonrió y agarró el arma de mis brazos, poniendosela.
— Sil, eres un encanto.- Me dijo Barret dedicandome una sonrisa.- Dyne, hasta siempre.
Barret y yo fuimos al coche y ya que vi que nadie se había puesto en el asiento de piloto me senté yo.
— Woah, que pedazo de trasto… Esto es una fantasia.- Abracé el volante. No podía evitar estar algo emocionada por el coche.
— ¿Ya sabrás conducirlo?- Me preguntó Tifa.
— Aquí donde me ves soy una gran fanática de los coches.- Sonreí.- Puedo con esto y con más.
Cuando iba a arrancar vimos a Rude llegar con un grupo de centinelas hacia donde estábamos. No pude evitar reírme un poco al verle de nuevo.
— ¡Zagales, aprended del mejor!- Dijo Dio de golpe.- ¡La vida es un campo de batalla!
Dio cargó contra Rude y los dos empezaron a aplicar fuerza entre ellos. Era el momento idóneo para escapar.
— Chicos, agarraos fuerte, ¡qué despegamos!- Exclamé pisando fuerte el acelerador y saliendo a toda mecha con el todoterreno.
Un helicóptero de Shinra y varios centinelas motorizados empezaron a perseguirnos.
— ¡A todas las unidades!- La voz de Elena sonaba desde el helicóptero.- AVALANCHA se desplaza en un vehículo todoterreno. ¡Seguidles! Repito: AVALANCHA se desplaza en un vehículo todoterreno…
— Deja que yo me encargue.- Dijo Barret. Solo lo podía escuchar, mis ojos estaban centrados en conducir.
— Todo tuyo.- Dijo Cloud.
Empecé a escuchar las balas salir del arma de Barret y antes de pegarle al acelerador giré mi cabeza un momento y miré a Barret.
— ¡Barret, enséñame el arma!- Exclamé.
Barret acercó su arma a mi y yo la imbuí de ELECTRO++ y volví a mirar hacia adelante, controlando el coche y pegando el acelerón de nuestras vidas.
— ¡ESA ES!- Exclamé al notar tanta velocidad, disfrutando de la adrenalina que me provocaba.
— ¡Buena táctica, Sil!- Me dijo Barret disparando a todo lo que se nos acercaba.
— ¡Madre mia!- Exclamó Elena desde el helicóptero.- ¡La ex de Tseng está como una cabra! ¡Nosotros nos retiramos!
En ese momento el helicóptero de Shinra y varios centinelas se retiraron y cuando pensábamos que todo estaba listo Palmer volvió con un robot una vez más.
— ¡Barret, tú puedes!- Exclamó Tifa.
El robot de Palmer explotó al poco tiempo de que Barret empezara a disparar gracias a mi materia electrificante y escuchamos un disparo que se iba hacia el cielo. De un momento a otro, Elena aterrizó en la parte delantera de nuestro coche.
— ¿¡Qué…!?- Exclamó Aeris.
— Rendíos, como es debido.- Dijo Elena mirándonos fijamente.
— No va a durar demasiado allí arriba.- Dije con una sonrisa.
Le di fuerte al acelerador, yendo a más de 200 km/h.
— ¡Eh!- Exclamó Elena.- ¡Pero qué haces, Sil!
— Gente, ¡agarraos!- Exclamé..
Cuando llegué a la velocidad que quería rápidamente puse el freno de mano girando el volante 180º a la derecha haciendo que el coche diera un gran giro rápido para volver a girar 180º a la izquierda sin dejar de apretar el acelerador.
— ¡Se ha vuelto turuletaaaaaa!- Exclamó Cait Sith.
Elena salió disparada por los aires y conseguimos huir de ahí, a toda velocidad dejando a Shinra finalmente atrás. Bajé la velocidad, no podía parar de sonreír.
— Si que disfrutas de la velocidad, Sil.- Dijo Aeris, riendo un poco.
— Espero que no me haya pasado demasiado.- Dije riendo un poco también.
— Ha estado brutal.- Mencionó Barret con una sonrisa.
— Eso, Barret. Me gusta escucharte así.- Sonreí.
Me centré en conducir ahora ya más tranquilamente para poder salir del desierto.
— Marlene, menudo padre tienes.- Dijo Barret de golpe.- Cuando vuelva, se lo contaré todo.
En alguna parte de Midgar…
— ¡Perfecto! Información actualizada de "se busca". Hoy está siendo un día productivo.
— Disfruta usted demasiado.
— Tseng…
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En un mundo paralelo (ZACK POV)
Salí de casa de Aeris para buscar a ese tal Biggs. Agarré un cartel de "Se busca" que contenía una imagen de toda AVALANCHA y por tanto tenía una referencia visual del hombre. Recorté el papel hasta que solo quedó su foto.
— Manos a la obra.- Dije.
Me puse a buscar por toda la barriada del sector 5 hasta le pregunté a varias personas de la zona por si lo habían visto pero nadie sabía nada. No tenía ni idea de por donde seguir buscando, se me estaba haciendo cuesta arriba. De golpe el suelo tembló y no demasiado lejos de aquí vi un humo muy negro.
— ¿Ya está AVALANCHA haciendo de las suyas?- Dijo un residente de la barriada.
— No lo descartaría.- Le respondió otro.
— ¡Mejor que eche un vistazo!- Dije para mi.
Lo más posible es que, si lo había hecho AVALANCHA, Biggs sería el que estaría allí. Empecé a correr en dirección al humo, había sido una bomba, también había fuego y de golpe allí vi a un chico con una bandana roja. Miré la foto y volví a mirar al chico.
— ¡Biiiingo!- Exclamé acercándome rápidamente a él.
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Mundo original (Sil POV)
— A ver, prrrstadme antención.- Dijo Cait Sith.- ¿Adónde nos dirigimos, gentecilla?
— Al sur. Vamos al sur.- Dijo Barret.
— ¿Qué se nos ha perdido ahí?- Preguntó Cloud.
— Al norte está Corel, ¡y yo no vuelvo ni loco!- Exclamó Barret.
— ¡Al sur, pues! ¡Yo te indico, Sil! Soy el mejor miaucopiloto.- Me dijo Cait Sith.
— ¡Allá vamos!- Exclamé con una sonrisa.
Le pegué fuerte al acelerador. No sabia que era lo que nos deparaba el destino al llegar a la siguiente región pero estaba llena de energía para descubrirlo.
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Esto es una adaptación de la obra original FINAL FANTASY VII (SQUARE ENIX©) sin fines de lucro. Solo tiene fines lúdicos y de comunidad. Prohibida la copia de la adaptación igual que la extracción de personajes propios sin autorización.
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