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#Princesa dragón
kaalavg · 8 months
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Princesse Dragon (2021)
Film // Película
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artedesol35 · 2 months
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josephine-waters · 2 years
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Les comparto un pequeño cuento de princesas que acabo de escribir, aunque no con la historia tradicional.
DISCLAIMER: Historia sin editar, tal cual la escribí la comparto, después me tomaré el tiempo de releerla y corregir lo que haya que corregir.
Espero que les guste y si están interesados pueden ver mi perfil de Wattpad con otras historias y pensamientos que comparto por allá.
Había una vez una princesa encerrada en un castillo, desde que era niña le dijeron que debía esperar el momento en que el príncipe la rescatara, dicho personaje seria valeroso, fuerte, valiente y virtuoso, pero aún cuando no lo fuera la princesa debía pretender que así lo veía, por que era lo correcto después de que el príncipe se tomara la “molestia” de ir por ella. Como el noble hombre tendría que pasar por algunos inconvenientes obstáculos para finalmente encontrarla se merecía un premio y como no el honor no podía presumirse efectivamente, la princesa debía entregarse como trofeo a su salvador. ¡Hurra! El príncipe que la rescato de las garras de la terrible bestia y la libero de ese hosco castillo, la tomaba entre sus fuertes brazos y la llevaba a su propia morada para que fuera libre entre los limites de su reino.
Mientras tanto ella debía prepararse para ser la damisela ideal, siempre bella y empolvada pues de acuerdo a los cuentos de los Hombres los reyes abundan podría encontrarse a un aristócrata en cualquier momento, delgada y con buena postura, siempre ocupada pero nunca demasiado, con un inteligencia suave y no demasiado aguda cuidadosa de incomodar al caballero con temas impropios o que rebasen su astucia. El heroico hidalgo ha estado muy ocupado preparándose para lucirse en batalla por lo que necesitará ayuda para mantenerse con vida, sabe comer pero no cocinar, sabe dormir pero no preparar un lecho, sabe vestirse pero no ocuparse de sus ropas, sabe procrear pero no criar a los niños, se deberá ocupar la doncella de aprender todo esto si su prioridad es realmente ser rescatada.
Al princesa creció y algunos hombres que juraban ser hijos de los más celebres reyes, quisieron ir por ella, un par casi lo lograron pero apresurados e imprudentes no solo no lograron rescatarla, sino que la lastimaron, quemándola con el fuego del dragón del que escapaban, rasguñada por las espinas del seto que los rodeaba y el peor lastimándola con el filo de la espada que cargaba.
La princesa siguió esperando cada vez con menos optimismo a su caballeresco salvador, pero tenía que esperar, debía hacerlo, ¿que otra opción tenía?, no había un cuento de princesa sin el valeroso príncipe, no había felices por siempre sin el beso de verdadero amor. Y odio al enorme zarzal que rodeaba su castillo y maldijo sus gruesas ramas cargadas de espinas, odio también al dragón que infatigable dormía a lado de su fortaleza, que lanzaba fuego a los que se lanzabas espadas en alto hacia ella, los culpó del fracaso de los jinetes que agotados regresaban por donde habían venido o de los que al ver la complejidad de la hazaña volteaban la vista sin ni siquiera intentarlo.
El tiempo paso y el espíritu de la princesa decaía, hastiada y rencorosa por su posición, ya no cantaba, ni veía el amanecer con idilio, su corazón corría el riesgo de endurecerse por siempre, ennegrecido por no haber cumplido lo que ella creía era su propósito, sus ojos antes luminosos, se apagaban y si esto sucedía dejaría de ser damisela para ser gárgola, gris, encorvada y atroz. En el atardecer de los últimos días cuando los últimos reflejos de su mirada se extinguían un viejo halcón aterrizo derrotado en su terraza, desdichado contó el destino de su ama; princesa de un reino lejano, hermosa como la luz de las estrellas y encantadora como las flores de primavera, guiada por su bondad había derribado los obstáculos de su morada para que los príncipes no se lastimaran al aproximarse a ella. Pero la nobleza de esos hombres estaba en su titulo y no en su corazón cuando fueron a por ella, una batalla feroz dejo al más bruto de pie y a cargo de ella, la tomo como esposa, la llevo a una oscura cueva que el tenia por hogar y la obligo a servirle, no había amabilidad ni virtud en su trato, era mas hiriente que cualquier espino que alguna vez la rozo. Así, la princesa humillada y envejecida realizo el ultimo acto magnánimo del que era capaz, dejar ir a su único amigo para que volando contara su historia a las demás princesas, para que ellas decidieran que hacer con su tragedia.
La noble dama estuvo silenciosa un par de días, paso varios días en cama y se temía lo peor, hasta que un día resoluta salió de su castillo, el dragón abrió un ojo presto para detenerla sin intentaba escapar, pero ella se detuvo justo en donde estaba el gran seto de espinas observándolo con detenimiento por un momento, entrecerró los ojos preocupada y para sorpresa de todos empezó a regarlo, rodeo su castillo hidratando el enorme arbusto y cuando termino sonrió satisfecha. Los días siguientes hubo mas sorpresas, reparo las goteras de su castillo, pinto sus paredes, encendió las chimeneas, el gris fue remplazado por pasteles, el olor a humedad se transformo en lavanda. Hizo galletas e invito al dragón a tomar el té, le tejió una cobija y le pinto entre risas las garras.
De ahí en adelante entendió que el castillo era su hogar y no su prisión, cuando tenia ganas de salir subía al lomo de su leal guardian y volaban juntos a recorrer el mundo, no odio nunca mas las barreras y obstáculos que rodeaban su castillo, al contrario los aprecio y los cuido, sabiendo que no eran un peligro, sino su protección. No hubo jamás en el reino castillo mejor fortificado, ni uno mas hermoso, pues era un verdadero palacio. Tampoco era un lugar desolado, quienes tenían paciencia podían pasar la barrera sin clavarse ni siquiera una astilla, quienes actuaban con amabilidad ante la dulce dama regresaban solo con el recuerdo del suave calor que irradiaba el dragón, pero quienes intentaban entrar por la fuerza o se comportaban sin honor ante ella, terminarían apuñalados por las filosas espinas o con la piel chamuscada cortesía de la bestia que la defendía. La princesa ya no esperaba un príncipe, si se presentaba alguno que pudiera atravesar los obstáculos y cuya cualidad de caballero no dependiera de su espada tal vez lo aceptaría, tal vez no. No quería un rescate, ni necesitaba abandonar su castillo, pero había espacio en su corazón y en su palacio para alguien mas, sabia que el dragón no tendría problemas con resguardar a otro corazón valiente, pero aún si el o ella no se presentaban sabia que su historia terminaría en “vivió feliz para siempre”.
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lilith-kruger · 17 days
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Yo… también tengo sangre de dragón, vuestra alteza. —El joven príncipe tragó saliva—. Puedo trazar mi linaje hasta la primera Daenerys, la princesa Targaryen hermana del rey Daeron el Bueno y esposa del príncipe de Dorne,que le construy ó los Jardines del Agua
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nebulamorada · 2 months
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Cregan Stark x Targaryen!reader
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Las mujeres de la sangre de dragón que han sido jinetes a lo largo de su vida, siempre sienten un particularmente duro calor en dos épocas específicas del año; la incontenible necesidad de cargar una cría en su vientre. Algunos dragonkeepers mantienen la creencia que es este deseo de la madre lo que se trasmite a través del vínculo hacia el dragón, manteniéndolo anidando durante los meses de gestación humana para que los niños que nazcan acaben teniendo un huevo con el que compartir la cuna, otros creen que es a la inversa y es el calor del dragón lo que se siembra en la jinete desde el deseo primitivo de la reproducción; aunque nadie tiene alguna forma de comprobar ninguna teoría, el conocimiento de los dragones era demasiado limitado en los días que corrían y si alguna vez esto había tenido respuestas, encontraron su fin junto con la herencia de la antigua Valyria.
Siendo Dragonstone la cede del heredero, el primer lugar al que llegaron los Targaryen por primera vez desde que dejaron su tierra destinada a la ruina, la fertilidad de la princesa Rhaenyra que desembocó en la mayor cantidad de dragones en los cielos y el mayor número de huevos en las cuevas de la isla, esas creencias se fortalecieron mediante murmullos de algunos maestres y dragonkeepers, interesados en comprender más de la magia valyria. Murmullos que son demasiado débiles como para ir a algún lugar más allá de Dragonstone debido al desinterés y la comprensión escasa de los andalos...una pena, realmente, porque ahora, a kilómetros de allí en Winterfell, Cregan no tiene idea de por qué lo asaltaste en medio de la tarde en la sala vacía del consejo por tercera vez en la semana, comenzando a montarlo de forma desesperada, con tus uñas clavadas sobre sus hombros y tus tetas apretadas contra su rostro mientras continúas suplicando entre gemidos airosos lo mucho que deseas tener su semilla llenándote hasta que desborde tu coño y la sientas chorreando por tus muslos, pero créeme, no se esta quejando mientras sostiene tus caderas, embistiendo desde abajo al compás de tus caderas.
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yomismoahora · 2 months
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Mientras algunas princesas se mueren por vestir algo lindo e irse de baile con el príncipe azul, la bruja disfruta desnudarse mientras se bebe unos buenos tragos de whisky excitada viendo arder al dragón.
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thewriterjulchen · 1 month
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There is a ghost in your eyes (a promise from a better tomorrow)
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ao3 || wattpad || English ver
Summary:
"Si quería que Aemond, su amado jinete, fuera feliz, los dragones debían volar como uno.
Si debía enviar a Lucerys y a su dragón al momento en que la división empezó para que eso pasará, lo haría.
Lucerys fue quién marcó a su Aemond. Él sería quién lo arreglaría todo."
««°»»
"–Estas en la Fortaleza Roja, en King's Landing–responde el maestre–En los aposentos de la princesa Rhaenyra Targaryen.
Lucerys siente un escalofrío. Tartamudea, finalmente alejando vista hacia el maestre.
–¿Princesa…Rhaenyra Targaryen?–su voz tiembla, volviéndose aguda cuando pronuncia el nombre. "
(O Vhagar sabe lo que hace y trata de evitar que los dragones se extingan y se quede más sola. Incluso si eso significa enviar a la joven obsesión de su jinete en la época previa del desastre.)"
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dennisdeimy · 26 days
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✨☄️🛸📸Accion turbo de muñeco galáctico ✨🌄🎧🪄🤍🎐🌅🥰 ya sáquenme de mi torre xD donde esta la princesa que matara el dragón 🤣 xDDDD 😼 andaba fresco en mi 🌌✨🤍 💫🎧 🌠💥 y el espejo estaba alli 😅😂 DX foto random que salio de la nada que bueno que hubo tiempo xd y que creo lo borro después XDDD 😸
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rhaenysaemma22 · 1 month
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*La familia Targaryen estaba en el funeral de Vaemond Velaryon quien había sido asesinado por unos ladrones,el Rey jaehaerys, la Reina Alysanne y Daemon estaban dándole las condolencias a su hermano Lord Corlys Velaryon, Viserys estaba a un lado con sus dos hijos y su esposa susurrando entre ellos, mientras Aemma tenia a Rhaenyra y a Visenya una de cada lado agarradas por los hombros, y Rhaenys tenía a los gemelos con ella pero cuando le fueron a dar las condolencias a Lord Corlys las personas a su alrededor empezaron a susurrar a sus espaldas.*
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L. Corlys: Disculpe las malas palabras Princesa Rhaenys, tal parece que muchas personas no entienden como pueden tratar mal a unos niños inocentes. *Le susurra sonriendole a los gemelos.* Pido disculpas si mi familia la ha ofendido en algo.
Rhaenys: No se preocupe Lord Corlys, he estado acostumbrada a tales faltas de respeto hacia mi familia. *Dice mirando a los dragones de sus abuelos junto con Caraxes, Meleys y Syrax volar alrededor del funeral, mientras los de Viserys estaban en el suelo.*
*De la nada se escucho un rugido fuerte haciendo que los demás dragones respondieran rugiendo en respuesta llamando la atención de las personas quienes susurraban de sorpresa, para después ver qué era Balerión el dragón de Aegon el Conquistador que estaba volando por la isla, Aemond quien era el jinete de Vaghar al verlo se emociono mucho por qué pensaba que sería su jinete si lo encontraba después.*
Jocelyn ll: ¿Mamá como se llama el? *Señala a Balerión quien estaba dando vueltas en el cielo.*
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Rhaenys: Se llama Balerión, el terror negro, sus únicos jinetes fueron el Conquistador Aegon y Maegor el cruel pero después de que ellos murieron no ha tenido a nadie mas. *Mira como Meleys se le acerca a hacerle compañía a Balerión junto con Vermithor, Silverwing, Caraxes y Syrax.* Nunca a vuelto a tener a otro jinete.
Aemon ll: ¿Y si mi hermana logrará ser su jinete mamá? *Le pregunta viendo a Meleys volar, recordando todas las veces que su madre lo ha llevado a los cielos.*
Rhaenys: Solo si ella siente que algo la llama. *Le acaricia el cabello, viendo al otro lado del gran balcón a los hijos de Lord Corlys tristes.* ¿Porque no van con sus hermanas mayores a hablar con Laena y Laenor Velaryon, creo que les gustará su compañía? *Les sonríe apretandole los hombros.*
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*Los gemelos asienten caminando hacia sus hermanas para hablar con ellas y después irse los cuatro a dónde estan los gemelos Velaryon mientras su esposa se acerca a ellos.*
Aemma: Mis condolencias Lord Corlys. *Le sonríe un poco.* Se que su hermano era un gran marinero.
L. Corlys: Gracias majestad. *Asiente en agradecimiento.* Si gustan, pueden comer o tomar vino.
Rhaenys: Gracias.
L. Corlys: Y si me disculpan tengo que ir a hablar con algunos familiares, disculpen majestad. *Hace una pequeña reverencia para luego retirarse.*
*Aemma volteo a ver a los hijos de Viserys, miro a Aegon ll el hijo mayor quien tenía dos copas en las manos, negó con la cabeza pensando que ese niño sería un alcohólico cuando creciera, de reojo puedo ver a su abuela y a su hermano Daemon acercarse a ellos.*
Alysanne: Es extraño que Balerión este rondando esta isla. *Mira a su dragón volar alrededor de Balerión, mientras Caraxes y Meleys intentan jugar con el.* Ha Silverwing le gusta hacer amigos.
Daemon: Los dos hermanos de fuego están jugando con el abuelo. *Se ríe.*
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Rhaenys: En realidad hermano, ellos son sus hijos pero no lo conocen.
Daemon: ¿Enserio? Siempre pensé que Caraxes era hijo de Silverwing y Vermithor.
Alysanne: Son hijos de Balerión, por qué crees que ambos tienen cuernos. *Se ríe bajo para no llamar la atención.*
Aemma: Iré a ver a Helaena, debe estar con Elia. *Mira a su esposa.* No la quiero dejar sola con ella todo el tiempo.
Rhaenys: Está bien. *Le da un beso en el dorso de la mano.* Ve y cuida de nuestra cachorrita, recuerda que pronto cumplirá su 6 onomástico.
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Aemma: Lo se, estoy esperando que llegue su día. *Se acerca un poco a Rhaenys.* Para que le presentes a Dreamfyre. *Susurra las últimas palabras para que solo su esposa la escuché.*
Rhaenys: Está bien, ve a cuidarla. *Le sonríe dándole otro beso en el dorso de la mano.*
*Aemma se despide de su abuela y su hermano para luego irse a los aposentos que les habia ofrecido Lord Corlys, Rhaenys por alguna extraña razón sintió que algo malo iba a pasar.*
Alysanne: ¿Querída que sucede? *Le pregunta al verla pensativa.*
Rhaenys: Siento que algo malo pasará pero no se cuándo.
Daemon: Debe ser el cansancio que tienes, no has podido dormir bien en estos días. *La mira preocupado.*
Rhaenys: Debe ser eso. *Mira a los dragones danzar alrededor de Balerión.*
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*Mientras Rhaenyra, Visenya y los gemelos estaban hablando con los gemelos Velaryon para intentar animarlos.*
Laena: ¿Ustedes son hijos de la princesa Rhaenys? *Pregunta mirando a todos pero más a Rhaenyra quien le llamo la atención.*
Rhaenyra: Si yo soy la mayor, Visenya es la menor. *Señala a su hermana menor.* Ellos son los gemelos Aemon ll y Jocelyn ll. *Los señala a lo que ellos saludan.* Y la pequeña Helaena quien está con muestra madre Aemma ya que solo tiene 5 onomásticos.
Laenor: Ustedes son idénticos. *Señala a los gemelos.* Son como Laena y yo pero con el cabello diferente. *Frunce el ceño pero después sonríe.* Me gusta su cabello, es lindo y se ve suave.
Aemon ll: Uh, bueno gracias. *Se sonroja un poco.*
*Sus hermanas se rieron de el junto a los Velaryon pero la felicidad no duró mucho por qué Aegon ll y Aemond se acercaron a ellos.*
Aegon ll: ¿Que les sucede tontos?
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Aemond: ¿Acaso intentan hacerse amigos de los hijos de un Lord para que los apoyen con la corona? *Se burla de los hijos de Rhaenys.* Son unos salvajes.
*Laenor al ver como los hermanos bajaban las miradas avergonzados se levantó quedando frente a los dos hermanos.*
Laenor: No deberían decirle eso a personas de su familia. *Muestra sus colmillos mostrando su casta de Alfa.* Ustedes no deberían faltarle el respeto a su propia familia.
Laena: Es cierto. *Se levanta colocandose al lado de su hermano.* Ustedes son unos rebeldes y salvajes, no saben siquiera respetar las tradiciones llevan ropa verde y no negra.
Aegon ll: Mi padre será rey cuando el abuelo muera y cuando eso suceda me encargaré de matar a cada uno de ustedes empezando con la primogénita de Rhaenys. *Sonríe.*
Rhaenyra: Solo si la abuela Alysanne lo decide. *Se ríe.* Por algo mis madres son sus cachorras favoritas.
Aemond: Eso lo veremos, tontos. *Mira a los gemelos Targaryen.* Ustedes son unos salvajes bastardos. *Susurra la última palabra.*
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Aemon ll: Nosotros no somos salvajes.
Jocelyn ll: Ni tampoco somos bastardos. *Al decir eso Aemond se sorprendió enojandose más.* Que no tengamos dragones no significa que no tengamos la sangre del Conquistador.
*Los hermanos estaban por decir algo más pero llegó la abuela Alysanne con la esposa de Viserys Alicent.*
Alysanne: Mis pequeños dragones sus madres quieren verlos. *Les habla a los hijos de Rhaenys.*
Visenya: Está bien abuela. *Le sonríe.*
*Los pequeños dragones de fueron a la habitación de sus madres despidiéndose de los gemelos Velaryon quienes también se fueron haciendo una pequeña reverencia caminando hacia sus padres.*
Alicent: Los hijos de Rhaenys son unos rebeldes. *Susurra para si misma arreglando la ropa de Aemond.*
Alysanne: No te atrevas a insultar a mis nietos, puede que seas la esposa de Viserys pero eso no te da ningún derecho a insultarlos delante de mi. *La mira con enojo en sus ojos, a pesar de ser una Omega demostraba ser una mujer fuerte.*
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Aemond: ¿Por que los defiendes abuela? Si son unos bastardos.
Alysanne: Por que ellos son Targaryen, tienen los ojos violetas de mi difunto hijo Aemon Targaryen y el cabello de su abuela Jocelyn Baratheon.
*Al terminar de hablar se retiró a tomar algo, dejando a la madre con sus hijos solos.*
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rubimoon45 · 2 months
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Una Gira Real bastante corta
Pairing: Benjicot Blackwood x fem!reader
Sinopsis: la gira real de la princesa comienza con rumores sobre su belleza e incapacidad de escoger a un pretendiente de su agrado. En las Tierras de la Tormenta se rumoreaba sobre su delicadeza, en el Valle del Arryn sobre su y ahora en las Tierras de los Ríos se hablaba sobre su austeridad en caso de elegir a un hombre de esa zona.
PARTE I
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La Gira Real inició en las Tierras de la Corona, continuó por las Tierras de la Tormenta y ascendieron al Valle del Arryn directamente en dragón. Buscarle un pretendiente adecuado a la princesa, según comenzaban los rumores, se estaba convirtiendo en una guerra en la que el victorioso sería alabado como un verdadero vencedor por cumplir todas las exigencias de la familia real. Aún sin tener la sangre de la Reina Rhaenyra corriendo directamente por sus venas, comenzaba a comentarse que la sangre del dragón se mantenía fuerte en todas sus líneas. Por supuesto, eso parecía contentar a Daemon Targaryen más que a cualquier otro, que respondía con cada rechazo con un cuervo instándola a continuar con la gira.
En su opinión, las Tierras de la Corona solo eran seguidores fieles a la corona y que aspiraban a relacionarse estrechamente con la familia real a cualquier coste. Estuvieron descartados desde el primer momento, por supuesto, y porque ninguno de los hombres que se presentaron consiguieron llamar su atención como esperaba. Había oído que la gira de la Reina fue corta, acortada por ella misma, antes de su primer matrimonio; no nacido de su gira, cabe mencionar, sino de una alianza para relajar las tensiones entre los Targaryen y los Velaryon. Los siguientes fueron los Baratheon en las Tierras de la Tormenta. Ahí fue recibida con agasajos propios de una dama de alta cuna y princesa, pero ese cuidado no fue compartido. Salió volando en Vermithor tan rápido como pudo, dirección al norte y con guardias Targaryen esperándola.
El Valle del Arryn no se quedaba corto. Lady Jayne la recibió de buena gana, al ser familia de la Reina, y no tuvo reparos en detener cualquier rumor que acechara a la princesa y a sus decisiones cuando ella rechazó al tercero. Había escuchado tantas Casas relacionadas con los Royce que al final de día acabó saturada de tantos cumplidos, promesas falsas y hombres adultos que comentaban haber conocido y competido por la belleza que fue Lady Laena, su madre, antes de comprometerse con Daemon Targaryen. Lady Jayne y los suyos la despidieron recordándole su próximo destino y esperando que de tener un pretendiente ya en mente lo anunciara próximamente a la Reina. Tal vez Lady Jayne fuese consciente de las tensiones que podrían generar esas acciones de la corona a la hora de buscar un pretendiente fuera del seno de los Targaryen, y quisiera ayudarla a mantener la mente clara.
Ciertamente la guerra se había evitado con las alianzas previstas por su tío. Los Hightower no impusieron su poder después de la reafirmación de Lucerys sobre su derecho sobre sucesor de Marcaderiva, perdiendo la fuerza que necesitaban para sus ambiciones. Con la muerte de Viserys I, Rhaenyra lo sucedió con éxito y todas las Casas recordaron su juramento, desligándose de la telaraña que Otto Hightower había tejido todos esos años para alzar a Aegon como rey sobre su media hermana. Por supuesto, no faltaron las amenazas de Daemon para recordar a los más reticentes a quién se enfrentaban ahora recién coronada y sobre quiénes iban a rebelarse; al puro lema de la Casa Targaryen, Sangre y Fuego.
Montó a Vermithor a primera hora de la tarde y salieron tan pronto como el sol asomó de entre las nubes de la cima del palacio de piedra. Volar en dragón era más rápido que seguir una caravana real. Afortunadamente, la organización de la Gira funcionaba perfectamente a cómo fue planeaba. Para cuando llegó a las Tierras de los Ríos a lomos del segundo dragón más grande de Poniente, Naerys Targaryen desmontó en el suelo húmedo y embarrado cercano a los dos ríos que confluían en Aguasdulces. La Casa Tully de Aguasdulces, Naerys se tomó su tiempo para observar el castillo en medio de ambos ríos, y el agua que chapoteaba contra los bordes. Su ancestro y fundador había entregado a los Tully los dominios de la antigua Casa Hoare como recompensa por su fidelidad en la Conquista de Poniente. Como Grandes Señores, se esperaba que fueran ellos los que la acompañasen a recibir a los pretendientes. Dado el temporal que se avecinaba por el este y que los había acompañado, los hombres de los Ríos estarían llegando a la fortaleza de los Tully para presentarse mañana a primera hora ante su princesa.
Como si fuera un presagio, el que parecía ser la cabeza de la casa
-Señor Tully, un placer estar en vuestras tierras.
-Lamento decirle que nuestro señor no ha podido levantarse de la cama para recibirla, princesa, pero me ha mandado a mí a recibirla con todos los honores que trae eso. Soy su hijo, Elmo Tully -dándole una larga reverencia, que se alargó un tiempo de más, los ojos del hombre, que no debía superar la cuarentena, se posaron sobre ella. Por supuesto, que la salud del viejo señor debía ser considerada con precaución a esas alturas-. Sin duda, mi princesa, y me consuela que haya llegado antes de las tormentas. Aquí, en nuestras tierras, conocemos el mal tiempo solo con levantar la cabeza al cielo y ver hacia dónde se mece el viento.
-Fortuna entonces en haber cogido a mi dragón.
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-La princesa Naerys Targaryen, hija de la Reina Rhaenyra -comenzó diciendo. Tuvo ganas de corregirle en lo último, pero era sabido por todos que la Reina la consideraba una hija más junto con sus hermanas, aún sin haber nacido de sus entrañas y útero. En compensación de la niña que abortó al escuchar de la repentina muerte de su padre, a la que habrían llamado Visenya-. Cada representante de su Casa expondrá su candidatura ante ella en orden, pacíficamente. Cualquier atentado contra su seguridad o el honor de cada Casa será severamente castigado.
Naerys se puso cómoda en el antiguo torno de la Casa Hoare, entregado por su ancestro a la Casa Tully. Definitivamente era más cómodo que sentarse en el Trono de Hierro, aunque los pies le quedasen colgando por su tamaño. Los primeros candidatos se presentaron con promesas de compromiso, felicidad y un hogar que darle a su enorme dragón una vez se mudase a sus tierras. La Casa Mallister y la Casa Cox. Una presumía de haberse relacionado en tiempos antes de los Conquistadores con los Targaryen, aunque eso fuera un desconocimiento para ella, y la Casa Cox, vasalla de los Baelish.
Rechazó a los dos, y señaló a los siguientes. Uno era un hombre adulto de la Casa Frey que alardeaba de haber entregado a su padre Daemon su lealtad en caso de haber ocurrido una guerra por la sucesión. Lo rechazó al instante con amabilidad, solo con la mención a la guerra. Una risa resonó en el espacio de piedra cuando el rostro del hombre Frey se frunció al ser cortado en su discurso. Solo la presencia de los guardias Targaryen llegados esa misma mañana consiguió que se retira de la fila junto con los rechazados. El siguiente pretendiente fue presentado por Elmo Tully, como había estado haciendo con cada uno y el mismo tono neutro y serio.
-Aeron Brakcen, de la Casa Brakcen de Soto de Piedra.
Naerys asintió, instándole a pasar. Era un joven de no más años que ella, con los colores bronce de su Casa, supuso, y el estandarte de un semental a dos patas en el pecho. Tenía el pelo por los hombros, de un rubio sucio, y un semblante redondo que aparentaba lucir más adulto.
-Soy Aeron Bracken, mi princesa, hijo de Amos Brakcen y sobrino del actual señor de Soto de Piedra -se presentó. Su voz resonó en la piedra fría del castillo. Fuera, llovía como lo predicho, y casi sentía pena por el dragón que esperaba por ella habiéndose acostumbrado a las cuevas de Rocadragón tras la muerte de su jinete anterior-. Puedo ofreceros tierras, joyas y todo lo que deseéis. Protección frente a las amenazas que acechen vuestro hogar.
Cruzó las piernas, dándole una larga mirada al heredero de la fortaleza a su lado. El rostro de Elmo Tully se mantuvo estoico, pero ese último comentario consiguió hacerle poner los ojos en blanco y que se recostara sobre su asiento, sacándole un suspiro. El silencio que se hizo se notó cuando las cabezas del resto de los pretendientes se volvieron entre ellos. Aeron Bracken se quedó inmóvil como el primero de la fila, sin saber bien qué hacer.
-Todos parecéis convencidos de que mi tío Aegon va a romper la sucesión de nuestra Reina, señores. Aún si se encuentra al otro lado del mar y no desea sentarse en el Trono de Hierro -Naerys se miró las uñas-. A no ser que usted apoye a mi tío Aemond que controla los dominios de los Peldaños de Piedra en nombre de la Corona, en una posible aspiración por ser varón. Supongo que sea eso.
Otra risa. Seguida de varias carcajadas. Pudo ver cómo Aeron Bracken perdía la compostura y sus orejas se ruborizaban a simple vista. Naerys levantó la mirada de su pretendiente. Tres chicos se reunían en la fila, apartándose del resto de pretendientes pero sin duda esperando a su turno con ella. Solo había uno que destacaba por su risa más escandalosa del resto y los ojos clavados en ellos.
-Usted, señor -anunció. Las risas se detuvieron, el silencio se instaló en la sala a excepción de su voz-. No puedo verlo bien desde aquí. Acérquese.
-¿Yo, mi princesa?
Naerys se inclinó para examinarlo. No debía de ser más mayor que ella, tal vez de la misma edad o unos años por encima de ella. Iba vestido de negro y rojo, colores similares a los de la Casa Targaryen, pero con la diferencia de que un broche en forma de cuervo sujetaba la capa que caía por la mitad de su cuerpo. Un rostro, atractivo y joven, con un pelo negro despeinado en una cara blanca.
-Supongo que viene a vender su candidatura a la hija del Príncipe Canalla.
-Por supuesto que vengo a por su mano, pero a diferencia de mi contrario puedo ofreceros a vos y a vuestro dragón vistas a algo más que no sean montañas y praderas secas. Todos conocemos cómo los Bracken hacen cuando nadie mira
Pudo ver cómo los hombres se separaban y echaban para atrás cuando Aeron Bracken se dio la vuelta con la mano en la empuñadura de su espada. El muchacho al que se enfrentaba, sin embargo, no retrocedió, simplemente les dio a todos una sonrisa arrogante y descarada que habría puesto a más de una dama patas arriba.
-Yo no, mi señor -interrumpió-. Me gustaría que me iluminaseis.
-Robando terrenos Blackwood, princesa. Cambias los mojones de las fronteras para que sus rebaños pasten en nuestras tierras y luego las cambian de nuevo para ocultar su fechoría.
-Es una vil acusación, joven Blackwood, y no es ni el momento ni el lugar en el que hacer un juicio -dijo Elmo Tully, agarrando los reposabrazos de su asiento en un intento de no responder a las intenciones del joven.
-Solo respondía a la pregunta de nuestra princesa, lord Tully. Nada más.
Aeron Bracken tensó los hombros, matando con la mirada a las acusaciones que habían hecho sobre su casa. Naerys, entonces, se puso en pie trayendo consigo la mirada de todos. Una vergüenza, es lo que era. Instar a un derramamiento de sangre en medio de la Gira Real de una princesa.
-Esto es una pérdida de tiempo -murmuró, atrayendo la atención de Elmo Tully. El hombre se inclinó hacia delante, hasta quedar de pie con los brazos a los costados-. Continuaremos mañana antes del banquete.
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Naerys miró al viejo árbol que se levantaba amenazante sobre su cabeza. No más grande que Vermithor pero sin duda capaz de derribar hasta al hombre más fuerte.
-Lamento haberlo convocado tan de repente. Quería disculparme por lo sucedido en el salón. Aquí puede exponerme su candidatura sin...amenazas externas.
-Es honor, princesa. Soto de Piedra nunca ha tenido una princesa Targaryen o una dama de tan alta cuna.
-Así tengo comprendido por los maestres -explicó, y señaló al árbol que tenía delante-. A las princesas nos enseñan a bordar y una historia general que a los príncipes se les explica con todo detalle. Todavía dudo cuando miro un mapa y me dicen que señale algún punto con un nombre raro.
Los ojos del muchacho se posaron sobre el árbol, y luego en ella. No dijeron nada, pero vio la extrañeza en ellos por cómo la miraba. Hubiese preferido una risa a como estaba acostumbrada por sus tíos adultos o sus hermanas, que ese semblante casi estoico y carente de emoción.
-En la Fortaleza tenemos un árbol arciano, como recordatorio de que representamos a todas las ramas de Poniente. Tenemos un septo, un altar a los dioses de Valyria y un arciano, que algunos tildarían como una ofensa a la fe verdadera -inició, pasándose la lengua por los labios y con las manos juntas. La tela del vestido se mecía con la brisa que ascendía por las murallas del castillo y acababa en el patio ralentizada-. ¿Qué opina de eso, lord Bracken?
El muchacho Bracken no perdió el tiempo en responderle, con los brazos a su espalda atendiendo a lo que ella decía. Habían acordado verse frente al árbol viejo del patio interior de la fortaleza de los Tully, con, por supuesto y razones de decoro, guardias que los vigilasen.
-Mi hogar se remonta a los tiempos de los Primeros Hombres. Luchamos por establecernos y seguir nuestras convicciones, hasta que la Fe se impuso sobre nosotros y la defendimos fielmente.
-Apoyasteis a los militantes, tengo entendido -repasó sus lecciones de historia con él.
-Sí, mi princesa -asintió. Las hojas oscurecidas por las estaciones se mecieron sobre sus cabezas, algunas siendo arrastradas por el viento y otras sujetándose a las ramas-. Cuando el rey Aenys y Maegor se enfrentaron a la Fe, nosotros defendimos la religión y lo que significaba.
Naerys asintió, comprendiendo bien sus palabras.
-Mi familia no verá bien eso con buenos ojos, dada nuestra facilidad para cabrear a la Ciudadela con lo mínimo que hacemos.
Aeron Bracken sonrió, el pelo meciéndose en su rostro. Naerys hizo lo mismo, poniéndose a su lado, alejándose la corteza dura del tronco y la fuerte corriente que comenzaba a entrar en el patio. Las nubes amenazaban con otra tormenta.
-A raíz de cambiarnos a la fe verdadera, con respeto a sus convicciones, los Blackwood llevan atacándonos y tomando nuestras tierras.
-No deseo escuchar de guerras ni de conflictos ancestrales, solo de lo que cada Casa cree que puede aportar a la Corona con mi mano -respondió con severidad, obligando al joven a contener su lengua. Luego, Naerys lo pensó mejor y le sonrió aunque su corazón tirase hacia el otro bando-. Temo que eso sea debatido por los otros, señor. Vuestra historia, me refiero.
-Solo un tonto debatiría la historia que narran las crónicas de los Ríos.
Las mismas crónicas que llevaban años siendo escritas y reescritas buscando una historia general pero que se enfrentaban a la opinión de los maestres y la historia escrita antes de la Conquista. Naerys se limpió las manos en el corsé del vestido, que empezaban a sudar por el nerviosismo de exponer a la lluvia o de discutir sobre la historia de un continente que nunca gobernaría.
Ya se estaba dando la vuelta, de vuelta a la fortaleza, cuando Aeron Bracken se giró sobre sí mismo con la mano en la empuñadura de su espada y el rostro descompuesto.
-¿Puedo acompañarla hasta su dragón, princesa?
Naerys no necesitó darse la vuelta para responder.
-A no ser que sea un jinete, temo que mi dragón lo queme como almuerzo.
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Al menos la conversación con Aeron Bracken le dio una idea de lo que hacer esa tarde. Volaría sobre Vermithor antes de que estallase la tormenta, de nuevo, y regresaría a la fortaleza Tully cuando bajase de entre las nubes. Había escuchado de su tío Aemond que volar sobre las nubes era más divertido en una tormenta, como vivir una aventura y salir de las formalidades que significaban quedarse en la Fortaleza y atender a cuestiones de nobles. La primera vez, lo consideró un imprudente, pero cuando lo hizo... Fue más divertido de lo que él le explicaba.
En la fortaleza se cambió de ropa a una más adecuada al vuelo, de cuero negro, y salió acompañada de guardianes leales hasta una distancia prudente del dragón al que la guiaban. Vermithor se veía desde lejos, con sus escamas doradas y largos cuernos blancos y amenazantes. A diferencia de Caraxes, tenía el cuello más corto, pero de un grosor más abundante y adecuado a su enorme tamaño. Lo que no se esperaba al llegar era ver, no tan lejos de aquella magnífica bestia, a tres figuras rondándole. Los ojos negros de Vermithor apenas les prestaban atención, como cosas insignificantes que rondaban a su alrededor y no suponían una amenaza para su posición.
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-Si tanta curiosidad tienen por un dragón, señores, solo tendrían que haber preguntado en el salón.
Los tres miraron a sus espaldas sorprendidos y asustados. Naerys terminó de colocarse los guantes de cuero negro, tirando de ellos. Reconoció a los dos primeros como los hijos del heredero de la Casa Tully, a su vez adornados con un broche con el símbolo de su familia respectivamente. El otro fue fácil de reconocer por los colores que llevaba y su ahora reconocida facita.
-¿Va a montar en esa bestia, princesa? -preguntó uno de ellos.
Aunque los reconociera, sus nombres se le atoraban en la cabeza después de una gira con tantos apellidos y regiones. No supo quién era Oscar y quién Kermit, pero simuló que los conocía por quiénes eran como pudo. Clavó un tacón en la tierra empapada, levantando el fango cuando volvió a caminar hacia su dragón, pasando por el lado de ellos sin prestarles más atención de la necesaria.
-¿Vermithor? No es más que un gato grande, amarillo y quejica. Prefiere el clima de Rocadragón.
Como si fuera convocado, la gran cabeza de Vermithor se meció en su dirección. No enseñó los dientes, pero bien podría haberlo hecho con el mar humor que tenía siempre. Sacudió la cabeza, alejando a los pájaros que bailaban a su alrededor entretenidos. La Furia de Bronce, el dragón nacido en la cuna del rey Jaehaerys I, el temible dragón que enfrentaba a Vhagar en tamaño.
-Las tierras de Benji son similares a las de la Corona, señora, podría enseñárselas para su dragón -comentó uno, seguido de unas risas nasales y varios golpes.
-No le haga caso, princesa, solo es un patán -dijo el otro.
Ninguno sonaba como un verdadero señor, pero supuso que la juventud tenía eso. Ella, que solo se relacionaba con su familia, apenas podía disfrutar de esos lazos de amistad con otras personas.
-¿No se proponen ustedes? Podrían tener un huevo de dragón con mi mano. A cambio de ser leales a la Corona.
-Lo somos, princesa -respondió uno, solemne-. Ella es la verdadera Reina y quien la usurpe se enfrentará a las Tierras de los Ríos con todo lo que tenemos. Pero no somos adecuados para su rango.
Por supuesto. Formalidad que sonaba a una promesa que bien podría estar vacía. La Gira le había dado esa enseñanza. Tiró de las cuerdas que colgaban firmes de la montura del dragón, que estiraba para comprobar su tensión y por las que podría ascender hasta la silla sobre su lomo.
-Por supuesto, sino se habrían presentado o aprovechado en la comida con su padre, señores -Vermithor gruñó, un sonido gutural y tan antiguo que calaba los huesos de aquellos que lo escuchasen. Su mandíbula temblaba, a la vez que los dos huesos de su craneo se separaban para enseñar los afilados y peligrosos dientes que abundaban en su boca. A sus espaldas se escucharon los jadeos de sorpresa y miedo. La Furia de Bronce, suspiró-. Gīda, Vermithor.
Estiraba el brazo, que aunque no llegaba hasta su cabeza, acarició las escamas doradas y sucias por el temporal de las Tierras de los Ríos, sintiendo la piel caliente de su interior. Del fuego nacían y del fuego vivían, pero su interior ardía como si su alimento fuera ese elemento y no la media docena de animales de pastoreo que le daban para tenerlo contento. Vermithor dejó de gruñir, pero no de mirar enfadado a los tres muchachos a sus espaldas. Naerys le rio las intenciones, acariciándolo un tiempo de más hasta que los brazos unidos a las alas se movieron para dejarla ascender.
-Pobre del hombre que pida su mano y su dragón no lo acepte, princesa.
-Pobre del hombre que tenga que compartir lecho conmigo si se atreve a retar a mi dragón por mi cariño -respondió ella. Los tres muchachos se tensaron-. Rȳbagon naejot issa -acarició su cuello, rígizo y escamoso, más duro que las piedras de la isla donde se criaban y pasaba el tiempo junto con sus jinetes. Vermithor sacudió una vez más su enorme cabeza, los cuernos con él, y aulló al cielo a la vez que se levantaba en sus patas traseras y usaba los brazos alados para moverse hacia delante, como una serpiente reptando pero más fácil-. Sōvegon.
Naerys se agarró a las riendas, dándole un último tirón a los guantes que la protegerían del tiempo y de las quemaduras de las cuerdas. En cuestión de segundos, Vermithor ya había extendido en su plenitud sus largas alas, estirándolas, y volviendo a flexionarlas esta vez en vertical. Su cuerpo tembló, cuando el peso del dragón se despegó del seguro suelo.
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Cuando Vermithor aterrizó con ella, gruñendo y exclamando quejas sobre el terreno húmedo propiedad de los Tully, Naerys tenía la trenza revuelta y la ropa revuelta pegada al cuerpo. La ropa de montar de los jinetes debía de ser ajustada para evitar accidentes durante las maniobras, pero había jinetes que se las arreglaban como podían, como la Reina Rhaenys y la Reina Visenya durante la Conquista. Desmontó con la facilidad de un gato, ayudándose de las gruesas escamas que descendían hacia el pecho del dragón dorado y de las membranas gruesas de sus alas, de diferentes grosores dependiendo de la zona.
Lo que no se esperó fue que una figura ya conocida en el muelle del río. Al castillo de los Tully solo podía accederse cruzando el río en barca, una que pasaba cada cierto tiempo cuando el tiempo empeoraba para evitar ahogamientos. De haber llegado con mejor tiempo, tal vez la espera no se hiciera tan insoportable como tener que esperar bajo la suave llovizna y humedad asfixiante que le inundaba los pulmones. Al parecer, volar sobre las Tierras de los Ríos no solo era tedioso por la lluvia, sino también por la presión y la humedad de ese lugar. No sabría decir por qué, pero culparía a los maestres de no haberla avisado antes de su Gira Real.
-¿Sus amigos lo han perdido, señor?
-Oscar y Kermit Tully, princesa. Esos bastardos... -se inclinó suavemente, aferrándose a la tirantez del cinturón que sujetaba parte de su capa roja y de sus ropas oscuras. El broche metálico resplandecía entre tanta austeridad-. Regresaron antes que yo a la fortaleza y aquí me tiene, solitario en mis pensamientos esperando al barquero.
-Lamento escuchar su mala suerte.
-No hay nada de lo que disculparse. Solo a esos dos tontos que comparten cabeza y maldades.
Naerys tiró con fuerza de los guantes, dedo por dedo, deshaciéndose de la pesada tela. Primero lo hizo con la mano diestra, y luego con la zurda, en la que tardó más por la tensión del tejido alrededor de su piel.
-Espero que su vuelo haya sido igual de placentero que el de un hombre común a caballo.
-Hay quien dice que son lo mismo, señor -explicó, dejándose caer a su lado. No había más asiento que el banco donde él esperaba sentado. Lo que la sorprendió fue ver que no se apartaba para darle más espacio o por incomodidad de tenerla a ella envuelta en el olor de un dragón, nada grandioso, a su lado-. Esos mismos dicen que en Dorne hay gusanos bajo la arena esperando a comerse a quien amenace al reino o a su pueblo.
-Vaya idiotas -se rio él, encogiéndose de hombros ante el repentino frío que se levantaba. Naerys agarró los guantes antes de que salieran volando.
Las nubes lucían amenazantes a cada rato que pasaba. Los estandartes Tully de la fortaleza se revolvían por el mal tiempo que parecía quererse dejar caer sobre las Tierras de los Ríos.
-Conozco la historia de muchas de las Casas de Poniente. Mi educación se basó en eso -confesó, recogiéndose la falda y sentándose en el banco de piedra que decoraba el patio mientras esperaban a la barca-. Sin embargo, tengo entendido que los Blackwood tienen una historia de lo más curiosa. Oh, por ahí viene.
Se levantó rápida, tomando el brazo que el muchacho le ofrecía para subirse a la barca de madera que con facilidad los llevó río abajo hacia la fortaleza. Benjicot Blackwood se sentó frente a ella con sencillez, recogiéndose el final de la capa para estar más cómodo. El hombre que impulsaba la barca, un hombre anciano pero de brazos fuertes, parecía sumido en sus pensamientos.
-Es uno de los castillos más antiguos en pie, que se remonta a los Primeros Hombres -inició él-. Tenemos un enorme arciano que es el hogar de cientos de cuervos, de ahí el nombre de Árbol de Cuervo. Estamos lo suficientemente cerca de la costa como para que puedas ver la bahía, en caso de que sientas nostalgia -estudió su expresión, a ella, sin saber qué más decir que pudiera no saber a esas alturas. Al menos era listo. Estaba aburrida de caballeros que hablaban de guerra, de la pureza de la sangre de los Targaryen, de la dichosa costa que veían los Blackwood desde su torre más alta.
Todo señor de sus tierras debía aprenderse la historia de su Casa como algo obligatorio, pero supuso que en el caso de la Casa Blackwood la historia tenía más peso si estaba constantemente en tensiones con su vecina. Aún con esas, le sorprendía el hecho de que no se hubiese presentado con los otros pretendientes y solo hubiera encarado la valentía de Aeron Bracken como si fuera un juicio y no una candidatura por la mano de una princesa Targaryen.
-No tuvo tiempo de presentarse cuando los pretendientes hablaban.
-Sin duda mi padre me castigará por ello.
Naerys jugó con los dedos.
-Lord Blackwood luchó por la mano de la Reina hace unos años en su Gira. Mató a otro pretendiente, un Bracken sin duda. Pensaba que años después haría lo mismo.
-Todavía queda tiempo, princesa -respondió. Al estar sentado, se dio cuenta de la daga que colgaba de su cinturón y lo cerca que estaba de su mano en caso de necesitarla-. Antes de que se vaya a las Tierras del Oeste con los leones.
-Un dragón no teme a las ovejas. Menos va a temer a un león bañado en oro.
-Dicen que las Tierras del Oeste están bañadas por costas tan suaves que solo los Greyjoy de las Islas del Hierro son una amenaza para ellos, esos cobardes -en un principio, pensó que iba a añadir algo más solo por el tono brusco y burlesco con el que hablaba de sus vecinos al oeste, pero le sorprendió ver que contenía su lengua-. ¿Hará la gira hacia las islas, princesa?
-No. Al parecer, han llegado a un acuerdo de tregua para ser recibidos como unos pretendientes más en el continente.
-Estaría más cerca del mar -comentó, al parecer haciendo muestra de su amplio conocimiento en la geografía del continente. Claro, porque era un joven más que aspiraba a convertirse el señor de sus tierra como heredero.
Otra vez con el dichoso mar. Solo le dieron ganas de soltar una carcajada y retirarse a sus aposentos antes que volver a hablar del mar, las vistas, el sal... Le daba igual todo eso.
-Echo de menos el mar, sí, pero para eso tengo un dragón con quien vuelo todos los días y me protegería. A veces es mejor que un marido al que...complacer.
Se bajaron de la barca. En compensación por su servicio, Benjicot le dio un par de monedas que el hombre agradeció con un gesto de cabeza. El hombre continuó el trayecto, remando sin dificultad y siguiendo el ritmo acelerado del río. Benjicot y ella quedaron solos, sin alguien que los vigilase.
-Suena como si no quisiera casarse.
-El deber y el disfrute no son lo mismo. Sin duda que una mujer gobierne avanzará Poniente, pero tardarán en vernos como algo más que un útero en el que trabajar.
Su propia madre había muerto para darle a su padre un heredero, un niño que también murió cuando Vhagar calcinó a su madre tras darse cuenta de que moriría en el lecho y sin esperanzas de salvar a uno de ellos. Pero, ¿cuántas mujeres habrían muerto por eso? La propia Aemma Arryn, su madre Laena, la hija de la reina Alyssanne, Daella, ... Todo porque los maestres no pretendían estudiar el cuerpo de una mujer por el decoro y la intimidad y seguir el curso natural de las cosas.
Antes de darse cuenta, estaba girando los anillos en sus dedos con la mirada perdida en lo que fuese. En el barro, en la tierra, en el fuerte caudal que azotaba los bordes erosionados.
-Mi señora madre también murió al darme a luz, y mi padre no ha vuelto a casarse desde eso.
-Dicen que la guerra es el campo de batalla de los hombres y el parto el de las mujeres, lord Blackwood -comentó, en un tono lúgubre que no dejaba a la imaginación los oscuros pensamientos que comenzaban a arremolinarse en su cabeza. El recuerdo de un lecho ensangrentado, los gritos de unas mujeres de tez que había pasado de uno saludable a uno casi funerario y los cuchicheos de las parteras... Todo eso había ocurrido hacía trece años, pero continuaba presente como su propio reflejo-. Los hombres del reino creen que les beneficiaría tener lazos con los Targaryen para reclamar un huevo de dragón y, sin embargo, ninguna lo ha hecho por temor a la furia de los dragones.
-Son magnificas bestias.
Ella sonrió, dándole la razón, tal vez un poco más altiva que de costumbre. El chapoteo del agua mecía el río en un incesante baile, retando a los banquetes en su honor celebrados para pedir su mano. Palabrería, juramentos, rostros encantadores que la perseguirían por una gota de sangre en su descendencia,...
-La madre de la Reina, Lady Aemma Arryn, que los dioses la acojan en su gloria, podría haberlo reclamado como herencia materna. Pero no lo hizo. Se conformó con un matrimonio real y vivir en la Fortaleza Roja -dijo ella. De repente, su rostro se ensombreció, la sonrisa cayendo y vacilante-. Lo cierto es que el desconocimiento hace a las personas tontas y ella al igual que su madre temía a esas bestias. Hasta el mejor de los jinetes dragón teme a algo.
El mejor y el peor. Sus hermanas temían que sus dragones, todavía consideradas crías por muchos, no crecieran más. Su padre temía los desaires de su dragón, que siempre se había mantenido fiel a él y nunca desobedecido una orden dada por su vínculo. A mayor tamaño, los dragones buscaban sus propios objetivos. Vermithor ansiaba regresar a los oscuros pasadizos de Rocadragón. Y un dragón tan anciano y respetado como Vhagar, descansar después de años con jinetes yendo y viniendo.
-Lo lamento -se disculpó, rápida, al ver el rostro serio y vacilante del muchacho que la observaba. Sus labios se había convertido en una fina línea y tenía el rostro pálido-. Mi tía Helaena debe de haberme pegado su incertidumbre para hablar.
Alzó la cabeza al cielo, dejando escapar un sonoro suspiro. Iba a llover, si no lo estaría haciendo ya en otra zona de las Tierras de los Ríos no muy lejanas. Lo que significaba que Vermithor iba a estar toda la noche quejándose solo porque a ella le desgradaba ese tiempo que le alborotaba los rizos y la humedad la asfixiaba.
-Espero verle en el banquete y mañana con los pretendientes que quedan -dijo, limpiándose el sudor en las faldas del vestido. El estómago le pesaba como si fuera a echar todo lo comido esos días-. Este lugar... Se vuelve tedioso, pero mantiene cierto encanto a diferencia del este.
Le dio una última sonrisa a Benjicot Blackwood, también vacilante y demasiado forzada, antes de reunirse con los caballeros leales a los Targaryen y a los Tully por igual que esperaban un movimiento. Aún de espaldas, podía notar el peso de dos pares de ojos clavados en su nuca, en ella, a medida que se alejaba e iba haciendo más pequeña al ojo humano. Lord Elmo Tully esperaba tranquilo en la puerta junto con uno de sus hijos, que miraba al suelo aburrido y moviendo algo entre los dedos. Cuando llegó a ellos, Naerys sonreía más tranquila y con el corazón latiendo desbordado por el nerviosismo. Algo que no había notado ni sentido desde que abandonaron la Fortaleza Roja.
Puede que aprendiese con eso que el deber y el disfrute sí eran lo mismo. Con la persona indicada.
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-Rȳbagon naejot issa, sōvegon = Listen to me , fly.
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pacountry-madrid · 3 months
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🇪🇸🇺🇸 American independence cost the Spanish 33 ships, 9,000 crew members and 1,200 cannons.
These maneuvers were a vitally important factor in guaranteeing the independence of the North American colonies.
The phrase that gives its name to the title was written by the Naval Commander of Tenerife D. Luis Marcial García Rebollo in a published article dedicated to the figure of Antonio de Ulloa.
It seemed curious to me to see in figures what the Spanish Navy sacrificed to intercept and annul the most powerful war machine of the time: the Royal Navy.
The Royal Navy wrecked by the Spanish fleet
The British Navy (Royal Navy) was a key piece for the British Empire and was destroyed by our fleet, a huge aid orchestrated by Admirals Juan de Lángara (especially in the Azores area) or Luis de Córdova literally sweeping— the Canal of the English Mancha.
These maneuvers were a vital factor in guaranteeing the independence of the 13 “English” colonies.
Luis de Córdova alone seized some 55 British ships bound for the 13 colonies. Its economic value is believed to have exceeded 4 million pounds at the time, something that would surely ruin the London economy (although it was never admitted) Exchange Alley plummeted.
In addition, in the article, he attached a table with the units that were lost, which is what we are going to share with you. A list that Josá María Lancho also shared for ABC a few years ago. The figures serve to give us an idea:
SPANISH SHIPS LOST BY THE INDEPENDENCE OF THE UNITED STATES
Year 1779:
Ship El Poderoso 64 guns (500 men)
Frigate Santa Monica 32 guns (232 men)
Frigate Santa Margarita 32 guns (232 men)
Year 1780:
Frigate Santa Marta 38 guns (232 men)
Ship San José 70 guns (539 men)
Ship El Fénix 80 guns (539 men)
70-gun Monarch ship (539 men)
Ship El Diligente with 70 guns (539 men)
Princesa ship with 70 guns (539 men)
Ship Guipúzcoa 70 guns (539 men)
Ship Santo Domingo 70 guns (539 men)
Ship San Julian 70 guns (539 men)
Ship San Carlos 50 guns (480 men)
San Juan Bautista brig with 12 guns (75 men)
Year 1781:
Frigate Leocadia 34 guns (232 men)
Frigate Santa Catalina 32 guns (232 men)
Frigate La Graña 26 guns (232 men)
Frigate Tallapiedra 21 guns (232 men)
Frigate Paula Primera 21 guns (232 men)
Frigate Pastora 21 guns (232 men)
Frigate San Cristóbal 17 guns (175 men)
Brigantine Príncipe Carlos 17 guns (175 men)
Brigantine San Juan 9 guns (75 men)
Brigantine Paula Segunda 9 guns (75 men)
Brigantine Santa Ana 9 guns (75 men)
Brigantine Dolores 7 guns (75 men)
Year 1782:
Ship San Miguel 74 guns (539 men)
Perpetual frigate 34 guns (232 men)
Frigate Santa Catalina 30 guns (232 men)
Begoña fireship (no data)
Sloop Natalia 12 guns (75 men)
Year 1783:
Ship El Dragón 60 guns (500 men)
Frigate Las dos Catalinas 34 guns (232 men)
CONCLUSIONS:
It is clear that without Spanish intervention —with thousands of Spanish lives sacrificed— the nation that would have emerged after the independence of those 13 colonies would have been very different. I don't know if better or worse...
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Con mi fuerza y mi arco someteré al dragón
y obtendré la joya que rodea su cuello
Pensé que era real
pero cuando lo examine
no era más que una rama enjoyada,
adornada con palabras
Ahora que tengo las prendas
que arderán en la llama de mi amor,
mis mangas están secas
de mis melancólicas lágrimas
De haber sabido que la túnica
desaparecería sin dejar rastro
en lugar de lanzarlas a las llamas
habría pasado mis días admirándola
Es cierto que ha muerto inútilmente
la concha del molusco emgullidor;
así como las olas evitan la desolada cala de Sumi
Creía que el cuenco estaría iluminado
con la virtud de Buda,
pero ni siquiera puedo ver
una gota de roció sobre la hierba
¿Qué buscas en el monte Ogura?
Ahora que me ha llegado la hora de cubrirme
con mi manto de plumas celestial
y despedirme del mundo terrenal
anhelo tu presencia y sufro.
-El cortador de bambú/ Princesa Kaguya
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love-letters-blog · 9 months
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Hay quienes se cansaron de ser las princesas de cuentos de mentira, las que en un momento de hastío se quitaron la corona y se dieron cuenta que eran mas bonitas si iban por la vida despeinadas.
Esas que tiraron lo zapatos de cristal que lastimaban y se sintieron más cómodas descalzas.
Las que se despidieron de los protocolos, hicieron añicos las reglas, arrancaron páginas y eligieron el final de su cuento.
Hay mujeres que se cansaron de mirar pasar la vida desde la ventana de la torre, las mismas que descubrieron que los príncipes azules destiñen y que nunca las rescatan, las que se aprendieron a rescatar solas y saltaron por la ventana.
Hay mujeres que lejos de tenerle miedo al dragón se acercaron, le sonrieron... y le pidieron fuego.
Hay mujeres que dejaron de ser princesas de cuentos aburridos para ser reinas de su propia historia... las reconocerás porque no van por la vida de puntillas, ellas pisan fuerte y dejan huellas imposibles de borrar.
—-☮️
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kaelkoth · 1 day
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Mi abuelo me contó sobre los dragones. Recuerdo perfectamente sentarme delante de esa desvencijada mecedora que tenía mientras hablaba de ellos. Podía pasarse horas y horas hablando sobre aquellas inmensas y majestuosas criaturas, de escamas iridiscentes que centelleaban contra la luz del sol, alas poderosas que surcaban el cielo y llamaradas que iluminaban hasta la noche más oscura.
Sí, yo crecí con esas historias sobre dragones. Jugaba con mis hermanos a ser dragones que peleaban en el cielo, a ser guerreros que derrotaban a un dragón para salvar a una princesa que se parecía a la hija del panadero y jugábamos a ser los únicos seres humanos que lograron montar a un dragón y surcar los cielos. Sí, adoraba esas leyendas.
Porqué no eran más que eso, leyendas.
Pero cuando llegaron noticias de que una pequeña aldea en el reino de Hrúmold había sido atacada por una bestia alada a la que le brotaba fuego de las fauces, nos movilizaron rápidamente para ver la magnitud del desastre. Nunca creí que pudieran ser dragones, hasta que vi que lo único que quedaba de aquella aldea perdida de la mano de los Dioses era carbón, cenizas y un reguero de muerte a su paso.
No hubo supervivientes.
Los avistamientos de sombras inmensas que volaban por encima de nuestras cabezas se multiplicaron. Lo atribuimos a la histeria colectiva, al morbo, a las ganas de ser el protagonista, pero no le dimos más importancia. La tragedia de la aldea en el camino a Hrúmold quedó como “un desafortunado incidente mágico”. La gente seguía viendo dragones hasta en las esquinas de sus hogares, pero supusimos que terminarían olvidándose.
Los dragones eran leyendas. El último había muerto hace mil años, y estos tiempos ya eran lo suficientemente extraños como para andar reviviendo cuentos de niños.
O, al menos, eso pensaba. Hasta que la vi.
Un grupo de comerciantes ambulantes se presentó en la sala de comandancia explicando que habían visto volar a algo grande de camino a la ciudad. No reportaron ningún ataque, pero afirmaban que aquello era tan grande que había oscurecido el cielo. No pudieron dar más información, así que nos condujeron a la zona del avistamiento.
Al principio, creímos que sería algún hechicero ensayando algo, al que deberíamos pedir amablemente que no fuera usando esos conjuros que alertaran a la población. Pero, de pronto, el cielo se oscureció. Una sombra cortó el aire, hizo que nuestros cascos salieran volando y aulló. Era el grito más terrorífico que había escuchado en mi vida, como si un millar de animales diferentes estuviesen sufriendo la mayor agonía en las entrañas de aquella criatura.
Finalmente, aterrizó. El suelo tembló cuando sus inmensas garras traseras se posaron en el suelo. Se irguió, extendiendo las alas y sacudiendo la cabeza. Después, se inclinó sobre nosotros, apoyándose con las alas. La bestia era de color verde, un verde vibrante que únicamente existía en las historias, que reflejaba la luz del sol en las escamas que coronaban su inmensa cabeza. Dos cuernos apuntaron a nosotros cuando se inclinó. Pareció olfatear el aire con aquel hocico suyo monstruoso. Sus ojos amarillos escudriñaban hasta el último rincón de nuestra alma. De inmediato, supe qué era. Era como en las historias de mi abuelo, tal y como los había imaginado.
Dragones.
Pensé que la criatura era hermosa. Era tan hermosa como podría serlo una criatura como aquella, hermosa en su terror, en su poder. Abrió la boca, repleta de dientes grandes y afilados como cuchillos de carnicero, y nos llegó una fuerte vaharada de aire caliente que apestaba a azufre. Sentí que el nudo en mi garganta se hacía grande por momentos.
Sabía que debíamos irnos, que debíamos avisar cuánto antes de que ese ser existía. Pero mis hombres pensaron que lo más inteligente sería atacar a la bestia. Cautelosa al principio, arrojaron sus lanzas y flechas a la criatura, que se alarmó y volvió a erguirse. Rugió en dirección a nosotros. El simple ímpetu de su rugido nos tiró al suelo. Yo estaba aterrado, pero sabía que si no hacía algo, moriría.
—¡¿Cómo os atrevéis, estúpidos?! —tronó una voz que provenía de la bestia. Una voz femenina, grave y tosca, que parecía surgida de un abismo insondable—. ¡Atacarme, a mí! ¡Voy a calcinar hasta el último de vuestros huesos!
No estoy orgulloso de esto que contaré ahora, pero me levanté y salí corriendo. Urgí a mis hombres para que hicieran lo mismo, pero ellos batallaron valientemente contra la bestia. Flechas volaron e impactaron débilmente contra sus escamas, rebotando como mondadientes contra un barril. No me detuve a saber qué sucedía, solo corrí, corrí y corrí.
Entonces, lo escuché. Sonó como un nuevo rugido espantoso al principio, pero luego sonó el crepitar de un hechizo de fuego, solo que cien o mil veces más potente. El calor… oh, Dioses, ¡era espantoso! Escuché los gritos de dolor, las súplicas y luego, el silencio. El olor a carne, pelo y metal quemados me invadió las fosas nasales e inundó mis ojos de lágrimas, aunque no me importó si fue por el olor, o la situación.
Las piernas me dolían, los ojos me escocían y el pecho me ardían, pero no me detuve. No sé si el dragón salió volando o se alimentó de mis hombres, pero no me quedé ahí para comprobarlo. Corrí y corrí hasta que llegué al cuartel general, abriendo la puerta de un empujón. No pude oír a mis compañeros alterarse por mi llegada, la sangre me bombeaba en los oídos.
—¡Dragón! ¡Ha venido un dragón! ¡Y los ha matado a todos! —grité.
Entonces, me desmayé.
Los avistamientos de las sombras pasaron a ser avistamientos de dragones. Criaturas de todos los colores se alimentaban del ganado de las granjas de Arhild, calcinaban ciudades desde las alturas avisando únicamente con un rugido capaz de helarle la sangre hasta a nuestros reyes. Atacaban caravanas y viajeros sin darles posibilidad siquiera de presentar batalla. Los dragones habían regresado, y de la peor forma posible.
Intentamos presentar batalla, con espadas, arcos, flechas… me enfrenté hasta en tres ocasiones más a estas criaturas, pero solíamos regresar chamuscados, malheridos y con el rabo entre las piernas. Perdí a casi todo mi escuadrón y la mitad de mi brazo izquierdo en una de esas batallas, mientras que la bestia se marchó indemne del campo de batalla. La sombra rojiza que era un dragón se alzó en vuelo y se fue a causar estragos en otra parte.
Lo habíamos intentado todo: armas humanas, élficas, cañones, magia… las peores heridas que les vimos fueron rasguños, o cuando alguna lanza lograba clavarse en uno de sus ojos y lo dejaba tuerto. Nada parecía matarlos, sus escamas eran resistentes como la coraza de un Dios y eran tan rápidos en el aire como un pez en el agua. Nos creímos perdidos, muertos; la imagen de un mundo calcinado por la acción de los dragones se me presentaba tan real que resultaba dolorosa.
Hasta que sucedió un milagro.
Un viajero de nombre desconocido viajaba desde una remota aldea sin nombre hasta Hrúmold, sin nada más que una espada corta en el cinto y una bolsa de cuero. No tenía nada destacable en su apariencia: ni ojos dorados, ni gran tamaño… nada. Un northel corriente y moliente.
Se detuvo en una posada del camino para pasar la noche, hasta que vio la tan temida sombra surcar los vientos y aterrizar delante de él. Nadie sabe cómo lo hizo, pero de sus manos brotó una luz mágica que hirió al dragón. Otro conjuro y un espadazo. Parecía que le guiaban manos que no fueran las suyas. Mató al dragón. Y, sin saber cómo, el hombre absorbió el alma de la criatura.
Como en las leyendas, los dragones únicamente podían ser derrotados por un grupo de cazadores de dragones con habilidades especiales. Iba en la sangre, por lo visto, pero cuando se le preguntó al misterioso viajero, no tenía ni idea. “Mi padre era pescador y mi madre reparaba redes”, dijo. “Es la primera vez que veo un dragón. Ni siquiera sé qué es lo que ha pasado”.
Drakkariim, se llamaban estos cazadores. Y poco a poco, como si brotaran pequeñas chispas de la ceniza, fueron saliendo personas que afirmaban que habían acabado con un dragón sin querer. Un mercader, un sacerdote, una muchacha que entrenaba en la academia militar… incluso mi propio hijo, habían logrado matar a un dragón con escasa ayuda, cuando los ejércitos de todo el mundo habían sido barridos por estas criaturas.
Por eso, queda todavía una chispa de esperanza. Los drakkariim no saben que lo son, pero su despertar como los enemigos más acérrimos de los dragones es lo único que puede asegurar nuestra supervivencia.
Por eso pido, con esta historia, que no temáis. Porqué los dragones no han regresado ellos solos.
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whitewolfjon · 3 months
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Hijos de la princesa Rhaenyra Targaryen & Davos Blackwood
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El Príncipe Royce Blackwood es de temperamento voluble, orgulloso y testarudo, y para algunos es incapaz de olvidar una ofensa.
Según algunas personas Royce es incapaz de sentir respeto alguno por sus tíos Aegon, Aemond y Daeron y la reina Alicent Hightower. Algo que también lo motiva a odiarlos es por sus creencias en los nuevos dioses.
Algunos comparan su personalidad con la de su tío abuelo Daemon Targaryen, pero otros dicen que el príncipe Royce es incluso más cruel.
Royce Blackwood está casado con Princesa Martell.
Apariencia:
Tiene rasgos típicos valyrios, pero sus ojos son de un morado oscuro que parecen negros.
Creencias:
Antiguos dioses
Personas que más admira:
Sus padres
Espada:
Fuegoscuro
Dragón: nombre desconocido
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El príncipe Brynden Blackwood es una persona tranquila y observadora. A pesar de poseer esas características las personas suelen tener miedo de él. El príncipe Royce estuvo perdido por algún tiempo más allá del muro, y al volver a los brazos de su madre, este era alguien completamente diferente.
El príncipe Aemond insultó y agredió a su sobrino Roland, causando que su hermano mayor, el príncipe Brynden, interviniera. En medio de la riña, un cuervo se abalanzó contra Aemond para atacarlo,sacándole un ojo.
Según la reina Alicent Hightower es un brujo que bebe sangre de inocentes.
Según otros es capaz de ver lo que sucede en la fortaleza roja a pesar de vivir a miles de kilómetros. Él fue quien dio aviso a su madre sobre los planes de usurpación.
Brynden Blackwood está casado con Lady Rhaena Targaryen
Apariencia:
Tiene el cabello negro, ojos rojos, piel pálida y nariz aguileña.
Creencias:
Antiguos dioses
Personas que admira:
Desconocido
Poderes:
Cambiapieles
Dragón: nombre desconocido
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El principio Roland Blackwood es el más dulce y agradable de sus hermanos. Cualquiera que hable con él será testigo de su sencillez. Aunque sea una persona buena puede ser desagradable cuando alguien habla mal de su familia, en especial de su madre.
Roland Blackwood está comprometido con Lady Tyrell.
Apariencia:
Tiene rasgos típicos valyrios
Creencias:
Antiguos dioses- dioses Valyrios
Personas que admira:
Hermanos y a sus padres
Dragón: Nombre desconocido
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El príncipe Alyn Blackwood es un chico tranquilo al que le gusta leer, cantar y tocar instrumentos. Ama las leyendas que hablan sobre los verdevidentes y los hijos del bosque.
A pesar de no ser considerado un guerrero demostró en más de una ocasión que puede ser bueno con la espada.
El príncipe Alyn Blackwood está casado con Lady Manderly
Apariencia:
Cabello negro y ojos lilas
Personas que admira:
Desconocido o podría ser los verdevidentes
Creencias:
Antiguos dioses
Dragón: Sin nombre, es de color plateado .
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El príncipe Roderick Blackwood es un chico reservado que en muy pocas ocasiones habla sobre sus pensamientos u opiniones. Al ser tan reservado las personas olvidan que se encuentra en la habitación. Es capaz de utilizar cualquier detalle en contra de su enemigo.Es la voz de la razón entre sus hermanos y el mejor estratega entre ellos.
Según las personas, el príncipe Roderick y su hermano, el príncipe Brynden poseen ojos y oídos en todo el reino.
El príncipe Roderick Blackwood está comprometido con Lady Celtigar
Aspecto:
Su cabello es un poco más dorado que el de sus hermanos, sus ojos son de un lila demasiado claro.
Creencias: Antiguos dioses
Personas que admira: desconocido
Dragón: desconocido
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La princesa Alyssa Blackwood es una princesa con apariencia dulce y sofisticada, pero tiene el carácter de su madre cuando está era joven. Alyssa huyó de rocadragón junto a su dragón al enterarse que se casaría con un hombre que se comportaba más como un septo que como un lord. La princesa Rhaenyra y Davos buscaron a su hija durante días cerca de Harrenhal en donde fue vista por última vez. Alyssa volvió a Rocadragón un par de días después de su búsqueda.
Al volver, la princesa solicitó ver al hombre con quién se iba a comprometer. Ella trató de respetar el acuerdo, pero cuando esté insinuó que ella tendría que abandonar a sus dioses, la princesa entró en cólera e intentó quemar el septo.
El matrimonio fue anulado porque ambas partes no estaban dispuestas a renunciar a sus respectivos dioses.
*Según algunas personas la princesa estuvo en la isla de los rostros rezando a los antiguos dioses para que lord Bracken muriera.
La princesa Alyssa se casó con Lord Stark
Apariencia:
Rasgos típicos valyrios
Creencias:
Antiguos dioses
Personas que admira:
Su hermano mayor, el príncipe Royce Blackwood.
Dragón: Nombre desconocido. Dragona de escamas rojas y negras.
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Nota 📝: Sería interesante ver que los hijos de Rhaenyra y Alicent se llevan mal no solo por peleas de sus madres sino que también por la religión. De los hijos de Rhaenyra y Davos que son más propensos a odiar la fe de los siete es Royce y Alyssa quienes tienen una personalidad retorcida como la de su padre.
Aquí Rhaenyra es creyente de los antiguos dioses por tres motivos:
1.- Las plegarias de tener un bebé nunca fueron escuchadas.
En el primer matrimonio de Rhaenyra rezó día y noche a los nuevos dioses para poder tener un niño sano lo cual nunca sucedió. Ningún embarazo llegaba a término.
2.- Alicent la fiel defensora de los siete.
Con la fe en sus dioses pendiendo de un hilo no fue más que abominable ver todo el castillo plagado de los dioses que le habían fallado.
3.- Comenzó el acercamiento a los antiguos dioses.
La princesa que estaba dudando de su fe se acercó a los antiguos dioses. Al principio lo hizo para desahogarse después para pedir su ayuda. Todo lo que pedía se hizo realidad.
(un esposo fiel y competente, hijos sanos y valientes)
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mikaelao28 · 3 months
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Para empezar por algo publicaré la sinopsis que da una idea de lo que planeo desarrollar en el primer y segundo capítulo. El crédito por el fanart de Miguel no me corresponde, su autoría es de Ethiobirds en Twitter. Espero puedan apoyarme con la historia y mencionarme si pueden. Conocer sus opiniones también me animaría bastante. Espero que lo disfruten.
El sabor del rojo
Miguel dragón x fem reader
SINÓPSIS
Tras siglos de conflicto entre los humanos y los dragones luego de que los segundos fueran exiliados de sus tierras mucho tiempo atrás, la guerra se había desatado en la frontera de Adnis e Ignis. Tú, la sexta princesa humana de Adnis, protegías junto con tus soldados la ciudad de Kaliz del asedio por parte de los dragones que invaden tu reino, es entonces que luchas incansablemente contra los soldados ignicianos hasta que te encuentras con Miguel O´Hara, también conocido como el emperador dragón y líder del sanguinario ejército rojo.
Pierdes la guerra, pero él te ha perdonado la vida y ha accedido a firmar un acuerdo de paz con el rey humano, tu padre. Durante la discusión por generar un pacto entre sus naciones, liberar a los prisioneros de guerra y cesar el conflicto, el rey decide ofrecer a su segunda hija como una muestra de buena fe en búsqueda de la paz, algo a lo que Miguel accede bajo otras condiciones:
“Su oferta me es sin duda tentadora y no me niego a liberar a mis prisioneros, pero espero me permita hacer una pequeña objeción al respecto”.
“¿Acaso no le complace la mano de mi hija?”, respondió tu padre con la voz algo tensa.
“Ella… Simplemente no es de mi agrado”. Imaginaste a tu hermana bufar ofendida ante el comentario, pero seguramente también estaría algo aliviada. “Tengo a alguien más en mente”. Te estaba mirando a ti. “Deseo la mano de aquella mujer que guió a sus tropas en la batalla y que no titubeó al enfrentarme. A la letal mujer que osó dirigirme su espada al cuello. Deseo la mano de la menor de todas”, exclamó con una voz sedienta sin apartar la mirada de ti ni un solo segundo, posando su mano sobre la barbilla con su dedo índice sobre sus labios tal vez para disimular su leve sonrisa.
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