Todas las veces que me he enamorado he salido mal herida, rota y destrozada. La última me dejó en terrible soledad, casi muerta, petrificada, sintiéndome en una jaula sin salida.
Y veía el mundo allá afuera rebosante de tantas cosas y yo encerrada ya solo deseando lo peor para mí.
Después llegó la calma, la sobriedad después de la resaca me hizo despertar y darme cuenta que hay vida tras un mal amor.
Sigo creyendo en el amor, de eso no hay duda. Lo veo en tantas cosas y de diferentes formas que es imposible que no crea en el. De hecho, me encanta escribir de el. Soy una eterna romántica, cursi, ilusionista de letras y frases melosas y pegajosas. Esa soy yo.
Pero también, se que hay gente que al final, no es para ser amada; esa también soy yo. Y es que prefiero mi soledad, que una mala compañía. El amor que deseo no existe para mi, es de cuentos, de fábula, de libros, de películas y ese; solo sucede ahí. Ni modo.
Una vez que abrimos el corazón no existe vuelta atrás ni mucho menos el olvido, el olvido es sólo una idea, un deseo al que nos aferramos y realmente eso es lo que hace daño.
Aceptar, abrazar, perdonar, soltar, crecer, volar más alto, esto nos ayudará a abrir nuevamente el alma, el corazón nos lleva a amar con sanidad.