Tumgik
mirrorintheforest · 5 years
Text
Capítulo 9
Me estaba desquiciando.
El constante sonido de mis pasos entre los charcos en la acera sumado al frío que mi cuerpo sentía era más que suficiente para enfadarme, sin embargo había que sumarle a eso la razón por la que estaba afuera bajo una de las tormentas más fuertes que había vivido desde que me mudé a L.A.
Aunque técnicamente, habían sido mis propias decisiones las que me habían llevado hasta ese punto.
Múltiples truenos resonaban en la calmada ciudad, únicamente respondidos por el rugido del motor de los pocos automóviles que aún rondaban por las calles.
Estaba perdiendo la paciencia; habían pasado al rededor de quince minutos y aún no había rastro de la chica.
Habíamos supuesto que estaría sentada en algún banco de los alrededores, o refugiada en algún porche, sin embargo el tiempo pasaba y por lo menos yo no estaba ni cerca de encontrarla.
Luzu y Lana habían salido a buscarla en coche, y Samuel se había quedado en el apartamento junto con Frank y la pequeña por si se le ocurría volver mientras estábamos fuera. Y yo, bueno, a mi me habían echado como a un perro para buscarla en las cercanías.
Ni siquiera me habían dado tiempo de coger un paraguas o, al menos, un impermeable.
De todas formas, si no la encontraba a causa de la lluvia en los ojos no sería mi culpa.
Continué caminando hasta topar con un parque que sinceramente no sabía que existía.
Apenas había volteado al interior del mismo cuando me encontré una aterradora niña sentada en un columpio. Nope, no me iba a acercar.
Tomando los primeros pasos en dirección contraria a la escena extraída de una película de terror me puse a pensar sobre el motivo por el cual una cría estaría en aquél columpio bajo tal tormenta, a esa hora de la noche, con ningún otro motivo más que el de proveer ataques cardíacos a cualquiera que cruzara y sin ningún adulto cuidándola.
Llegué a una conclusión bastante rápido.
Volviendo mis pasos y avanzando hacia el columpio me di cuenta de que la muchacha estaba temblando. Si tenía tanto frío ¿Por qué no fue de regreso al apartamento?
«Mira hobbit, no sé como una niñata como tú logró convencer a Luzu para que siguiese su juego, pero lo único que me gustaría es que te vayas de mi casa... Ahora.»
Mis palabras volvieron a mi como una bala, había sido demasiado duro con ella, pero el contexto de ninguno de los dos era mucho mejor.
Tiare
No me percaté de la presencia de otra persona acercándose a mi hasta que esta se sentó en el columpio a mi lado.
El sonido de las cadenas me despertó de mi trance y volví a sentir el mundo a mi alrededor, la lluvia golpeando los abandonados juegos y los truenos resonando a la distancia me envolvieron.
Me sentía húmeda y con frío, sin embargo fue otra cosa la que causó un escalofrío en mí.
El desconocido sentado a mi lado había apoyado una de sus manos en mi hombro, helándome la sangre.
No voltee a verlo, mi cuerpo se había tensado completamente y mi cerebro estaba procesando una forma de salvarme de cualquier situación siguiente.
—Hey, hobbit, espero que hayas disfrutado tu aventura porque ya es hora de volver a la comarca. —Una voz bastante conocida habló despacio, casi opacada por el sonido de la tormenta.
Mi cuerpo se aflojó y mi corazón volvió a su lugar.
Una risa sardónica halló su camino fuera de mi garganta.
—¿Qué haces aquí, princesa? —hablé manteniendome cabizbaja— ¿Acaso no tienes un reino que proteger?
—Mis sirvientes se están encargando de eso —dijo sin más—; de mi palacio y de tu hermana también.
Alcé una fría mirada hacia el idiota a mi lado y golpeé su mano fuera de mi hombro.
—Not in the mood, buddhahead.
Una mirada bastante confundida se colocó en su horrible cara de gnomo gruñón.
—Sabes, ni siquiera me interesa —habló alzando sus manos en señal de rendición—. Personalmente no es que quiera saber si estás bien o no, ni siquiera estaría aquí en un principio si no fuera porque Lana lucía aterradora cuando se enteró de que te había echado. — ¿Lana? ¿Estaba preocupada… por mí?—  La situación no mejoró mucho cuando comenzó la tormenta, no sabía quién se iba a lanzar a por mí cuello primero; si Luzu o tu hermana.
Volví mi vista hacia mi regazo y apreté mis puños. Dios, ¿Qué estaba haciendo?
Estaba tan enfrascada en mi propio mundo y sufrimiento que olvidé que había personas que se preocuparían si no volvía. Joder, Naomi aún me necesitaba.
—Hey —habló en un susurro de nuevo el muchacho a mi lado, posicionando nuevamente su mano en mi hombro, lo miré de soslayo—, yo… lo siento, ¿Sí? —dijo, y sus ojos brillaban con sinceridad— Sé que comenzamos mal… Que te traté mal y lo siento, realmente estoy arrepentido por mi comportamiento. Últimamente siento que estoy atrapado en la luna, y cuando las vi a ambas en nuestro apartamento entré en pánico, dije cosas que no sentía y lo lamento. —Volteé hacia él para contemplar su gesto, él hizo una mueca— Sé que seguramente no te caigo bien y para nada te genero confianza, pero, me encantaría que me acompañaras de vuelta al apartamento y me permitieras enmendar esto. Por favor.
Observé sus ojos durante unos instantes, y aún con sus palabras en mi mente me di cuenta de que no podía negarme.
1 note · View note
mirrorintheforest · 5 years
Text
Capítulo 8
— ¿D-dónde está quién? —respondí tratando de disimular el temblor en mi voz.
—Tiare —habló ésta vez Lana—. Nuestra otra hija —diciendo lo último con una sonrisa satisfactoria en su cara, como si saboreara las palabras.
—Este —comencé temeroso—... Yo, yo no la he visto. Para nada. ¿Tú la has visto Samu? Hace bastante no la veo. ¿A dónde habrá ido? —dije tratando de desviar la culpa de mi cuello, sin embargo una risa nerviosa me delató totalmente.
Luzu me miró con el ceño fruncido.
— ¿Is there something que no nos estás contando Willy? —preguntó sospechosa Lana, moviendo su mirada entre su pareja y mi persona.
Temblé.
—Yo... —balbuceé.
—Él discutió con ella y la echó de la casa. —Me interrumpió Frank seriamente, quien por fin despegó su vista del celular y sostuvo mi mirada, por lo menos durante un instante.
—You what?! —gritó Lana, notoriamente enfadada.
—Yo... —Traté rápidamente de pensar un plan para zafar de ésta sin embargo no se me ocurrió nada— Este... —Observé a los presentes en la sala, Frank había vuelto su atención a su celular, Lana y la pequeña niña tenían la misma expresión inamovible de rabia, Luzu aparentaba superficial tranquilidad pero los años de amistad entre ambos transformaban esa falsa reacción en una más real donde si no estuviera su pareja y la pequeña en la habitación ya se hubiese lanzado sobre mí para arrancarme los ojos, y Samuel no hacía más que mirarme con inconformidad ante mis acciones.
Al no poder hallar una respuesta satisfactoria preferí guardar silencio.
No entendía qué es lo que estaba mal en mis decisiones, quiero decir, fueron completamente naturales. Dime, ¿Qué harías tú si dos personas extrañas entran a tu casa por la ventana? ¿Qué demonios esperaban que sintiera aparte de pánico al ver como unas niñas entraban a mi apartamento como si nada? ¿Cómo querían que supiera que ellas harían eso, que se meterían sin más por la ventana? ¡Ni siquiera me avisaron que traerían a sus... hijas!
¡Yo ni siquiera estaba enterado de que habían adoptado a esas mocosas!
Enfrenté nuevamente la mirada de Lana; deslumbraba fiereza, sin embargo no permití que me intimidase; era momento de ponerme los pantalones y ser capaz de defenderme antes de que todos saltasen hacia mí con cuchillos en sus manos.
—Lanita —dije, y en el momento que salió de mi boca me di cuenta de que había sido un grave error, tragué profundo y continué hablando con lo poco de valentía que aún poseía—...  Yo... lo lamento, en serio lo hago. —Su mirada pareció apaciguarse, aunque sea una pizca— Pero yo no estaba enterado de que ellas vendrían, no esperaba su visita, y mucho menos que entrasen por la ventana. ¡Incluso en ese entonces ni siquiera sabía de sus existencias y la relación con ustedes! Lo lamento, el pánico me apoderó y eché a... ¿Tara? de la casa. Fue mi error.
La pequeña niña me miró con enfado, y susurró algo que no alcancé a oír.
Aún con el ceño fruncido Lana me contestó: «Nosotros si les avisamos, you all are our friends, le mandé un mensaje a Samu apenas salimos del convento, and earlier I've sent a message to Frank para avisarle que veníamos con las chicas a visitarlos».
No contesté inmediatamente, estaba confundido. Observé seriamente a mis compañeros de piso, definitivamente tendríamos que colocar un tablón de noticias, no podía ser que nuestra comunicación estuviera tan deteriorada.
—A mi no me mires así, yo les iba a avisar pero ambos estaban encerrados en sus habitaciones —habló Frank bloqueando su celular y lanzándolo a un costado.
Me mantuve callado. Mi mirada viajó hacia Samuel.
—Uh-uh, no trates de echarme la culpa. Yo les comenté a ambos sobre la adopción de las pequeñas anoche durante la cena, no es mi culpa que no me estuvieran prestando atención. —Me dijo él.
—Yo sí te escuché. —Le respondió Francisco, Samuel le sonrió.
Con más miedo que sangre en el cuerpo me giré hacia el trío en el sofá e inmediatamente deseé no haberlo hecho. Sus rostros reflejaban enfado y algo de "¿Y ahora qué excusa pondrás?" .
En cuanto abrí la boca por fin decidido a realmente aceptar la culpa un trueno me interrumpió.
Todo rastro color huyó de mi cara.
Mierda.
0 notes
mirrorintheforest · 5 years
Text
Capítulo 7
Guillermo
La chica asintió hacia mí y se retiró de mi pieza. Sin girarme oí como caminaba a paso lento por el pasillo. Entonces me acerqué al escritorio y tomé el retrato entre mis manos, lentamente acaricié la fotografía y volví a colocarlo en su lugar.
Al dejarlo vi un abrigo y un bolso en mi silla, el abrigo emitía ruidos, lo tomé y de un bolsillo extraje mi celular. Bufé; luego decía que no era una ladrona. Dejé mi celular sobre el escritorio y tomé las cosas de la niña, al no saber donde dejarlas las guardé en mi closet.  
Tomé mi celular de nuevo; no paraban de caer notificaciones, era tarde y aún no había subido nada, el fandom me mataría. Me senté frente al ordenador y lo encendí, gracias a Dios había editado un par de vídeos por la mañana. Publiqué un nuevo capítulo de ARK y abrí Twitter para dar señales de vida.
Luego de veinte minutos leyendo mensajes de los fans comencé a sentir hambre por lo que me alejé de la máquina y fui hacia la cocina, por el camino vi la puerta de Frank entreabierta permitiendo observar la habitación vacía. Al llegar a mi destino descubrí que no había comida. Decepcionado y aún con hambre tomé rumbo hacia mi habitación nuevamente, cuando estaba a unos pasos de la puerta Frank salió del cuarto de baño con el pelo húmedo y una toalla colgando alrededor de su cuello, vistiendo únicamente unos Levi's dejando a la vista sus pectorales, se notaba claramente que estaba yendo al gimnasio con Samuel bastante a menudo.
El chico clavó sus ojos en mí, y sin decir nada tomó un borde de la toalla y lo refregó contra su cabeza, empezaba a sentirme incómodo ante su mirada.
—Hola —dije simple, no comprendía porque me observaba de esa forma. Al oír mi voz detuvo el movimiento de su mano y me miró profundamente. Me hacía sentir como un niño al cual estaban regañando.
—Hola —respondió manteniendo sus ojos sobre mí. No sabía qué hacer, comenzaba a asustarme, Frank nunca estaba tan serio… no conmigo.
No sabía cómo contestar y eso realmente me sacaba de quicio. ¿Debía decirle algo como: «Oye... ¿Por qué rayos me estás mirando así?, por cierto, ¿Te importaría ir al mercado? Es que no hay nada en la heladera»?
Afortunadamente no tuve que idear una respuesta pues me salvó la campana —nunca mejor dicho—.
El timbre resonó por la casa llamando la atención de ambos, Frank se dirigió a su habitación y cerró la puerta tras de sí con un golpe, por mi parte me dirigí a la puerta principal.
Incluso antes de terminar de abrir el chillido de Lana alertó quienes eran las visitas. Cuando me di cuenta de lo que pasaba a mí alrededor noté a la muchacha aprisionándome en un cálido abrazo que correspondí como pude.
Tras ella entró Luzu portando una gran sonrisa; más grande de lo habitual, en su rostro.
Me acerqué y estreché su mano, al tomar la mía él tiró de mí con fuerza fundiéndonos así en un abrazo inesperado.
Ambos se notaban muy risueños el día de hoy.
Los invité a pasar a la sala de estar, a lo que accedieron con gusto. Al llegar allí se sentaron en el sillón de tres cuerpos, donde recuerdo haber estado antes de despertar en mi cuarto.
Entonces me puse a pensar, ¿Cuándo había ido hacia mi dormitorio? Y aunque me esforzase no encontraba la respuesta.
Recuerdo haber discutido con la muchacha que entró a mi casa, luego tomé el móvil y llamé a Luzu para corroborar la historia de aquel pitufo ladrón, y lo último que viene a mi mente es alguien tomando mis hombros y dirigiéndome al sofá donde ahora estaba sentada la pareja.
Recapacite un poco la situación en mi cabeza llegando a la conclusión de que la única forma de haber despertado en mi pieza es porque alguien me cargó hasta allí, como haría cualquiera con un niño pequeño, y entonces mi pregunta cambió, ¿Quién me llevó hasta allá?
La respuesta vino a mi mente en forma del recuerdo de la niña a punto de tocar mis retratos. Ella había sido la última persona que vi antes de noquearme y la primera que encontré al despertar. Mi pregunta se reformuló nuevamente, ¿Por qué me llevó a mi cuarto?
Al no hallar una solución solté un resoplido y me senté en el sofá individual.
Iba a comenzar una conversación amistosa con la pareja cuando Samuel y la niña más pequeña entraron por la puerta que llevaba al comedor.
La pequeñaja iba tomada de la mano de Samu, y él llevaba en su mano libre un paquete técnicamente vacío de osos gominola Haribo.
Ella estaba sonriendo y dando saltitos, mientras que él no hacía más que mirarla con ternura.
En algún momento la niña subió la mirada para encontrarse con Luzu y Lana sentados esperándola, pues, la siguiente escena que presenciaron mis ojos fue a la pequeña saltando hacia ellos para abrazarlos.
Mientras los tres se abrazaban miré a Samuel, quién estaba recostado contra el marco de la entrada con los brazos cruzados y una sonrisa en su cara que expresaba ternura.
En ese momento vi una figura pasar rápidamente por mi lado para luego sentarse en el sillón individual que se encontraba en frente al que yo ocupaba. Identifique a la persona como Frank inmediatamente.
Sin motivo aparente Frank desvió su mirada cuando se encontró con la mía. A decir verdad, no sé qué es lo que pasa últimamente con él; cada vez que nuestras miradas se cruzan el inmediatamente corre la cara, ya no quiere grabar conmigo y pasa las tardes encerrado en su cuarto. Me evita, eso es obvio, pero no entiendo por qué.
Decidí hacer caso omiso a su extraño comportamiento y tratar de enfocarme en los invitados.
Observé a la pareja sentada junto a la pequeña intrusa a la que todos en la sala miraban como si fuese la criatura más hermosa que el mundo pudo crear. Para ser sincero había que admitir que tenía cierto parecido con Lana, ambas de pelo largo y castaño —aunque el cabello de Lana era notoriamente más claro—, con una sonrisa sincera y personalidades que provocaban ternura.
—Y, entonces... Esta es su hija —pensé en voz alta, sorprendiéndome a mí mismo.
—Sí, así es... —respondió extrañado Luzu, tal vez por el tono de voz que empleé.
—Wow, eso es... genial —mencioné aún impactado por la noticia—. Fe-felicitaciones.
—Gracias, truly, you can’t imagine all the time we waited y todo lo que tuvimos que pasar para por fin tenerlas con nosotros —terminó Lana con ojos brillosos.
—Sí, es increíble que nos aprobaran, normalmente es muy difícil para las parejas jóvenes, más aún cuando tu trabajo es ser Youtuber —comentó Luzu.
—Me imagino, pero lo importante es que están con ustedes, recuerdo lo mucho que querían tener una familia —habló Samuel, aún con esa cara embobada provocada por la ternura que transmitía la pequeña.
—Es verdad, no ha sido easy for us —empezó Lana con ojos brillosos que amenazaban con soltar una lágrima, abrazando a la niña en su regazo—. Luego de recibir la noticia de que no era capaz de concebir estaba a punto de rendirme, but Borja... —Se volvió a observar al nombrado y tomó su mano con fuerza— He didn't give up never. Si no lo tuviera conmigo para apoyarme, I don't know what would have happened to me.
La sinceridad y agradecimiento se notaban claramente en el testimonio de Lana, tanta ternura tocó el corazón de todos en la sala, especialmente el de su pareja quien la miraba con ojos brillosos y una sonrisa que iluminaba el ambiente más de lo acostumbrado.
—Ay, basta, voy a llorar —bromeó Luzu mirando a Lana directamente a los ojos—. Te amo... —Le susurro un poco más serio— Te amo. —repitió, y parecía que una especie de burbuja etérea los rodeaba, comenzaba a sentirme un poco celoso aunque no quisiese admitirlo.
El ambiente se tornó un poco incómodo para mi luego de unos segundos que se sintieron eternos, en los cuales la pareja se siguió mirando a los ojos mutuamente. Carraspeé.
Entonces Luzu, quien fue el primero en volver a la Tierra, me preguntó: —Cambiando de tema, ¿Dónde está Tiare?
Se me heló la sangre.
1 note · View note
mirrorintheforest · 5 years
Text
Capítulo 6
Miré mi reloj, veinte minutos habían pasado desde que había con mis tutores y el muchacho seguía sin moverse. ¿Qué le pasaba?
Volví a tocar sus hombros, esta vez con un poco más de fuerza, logré balancearlo unos centímetros pero aún con esas no respondía. Comenzaba a hartarme.
—Hey, Tierra llamando a Marte —dije agitando mi mano frente a su cabeza— ¡Yuju! ¿Hay alguien ahí? —mencioné golpeando su cráneo suavemente y acercando mi oreja para escuchar una respuesta, como si fuese una puerta.
Levanté su cabeza y sus brazos cayeron por su peso, quedando inertes sobre sus piernas. Los ya de por sí pequeños ojos del muchacho se encontraban cerrados y su boca estaba entreabierta.
¡Genial!, debía cargar con un muerto.
Bufé, tomando con mi mano libre el celular a nuestro lado. Acerqué la pantalla a la nariz de la orca dinosaurio —que aparentaba estar muerta— y a los segundos de colocarla debajo el vidrio se empañó. Una pequeña parte de mí suspiró aliviada.
Guardé el móvil en el bolsillo de mi abrigo y levanté con esfuerzo el cuerpo del chico. ¿Por qué lo hacía?, supongo que era la costumbre de cargar a Naomi.
Me di vuelta y pasé sus brazos por mi cuello, como tratando de cargarlo a caballito para alivianar su peso.
Caminé un poco, oyendo a mi espalda como sus pies se arrastraban, pero no podría importarme menos. Continué caminando hacia el pasillo donde le vi por primera vez, encontré tres habitaciones y un baño. Tsk, ¿Cómo sabría cuál era su cuarto?
Entré en el primero a la derecha, pero no me pareció que le perteneciese, pues había muchas figuras de Vegeta con un traje violeta —cosa que me resultó curiosa—, un Bob Esponja, una cristalera de lo que al parecer eran regalos, cosas moradas, un unicornio y ¡Tres pantallas para el ordenador!, además de una silla que aparentaba ser muy cómoda y una laptop encendida sobre la cama.
Salí de allí y abrí la puerta del dormitorio de enfrente donde vi al chico de antes, quien nuevamente estaba demasiado concentrado en algo como para notar mi presencia. Aunque esta vez, en lugar del celular, se encontraba jugando en el computador y susurrándole cosas al mismo, extrañamente el mapa del videojuego estaba completamente formado por cubos, pero no píxeles como en algunos de los RPG que he tenido la oportunidad de probar; literalmente cubos. 
Di dos pasos atrás y cerré la puerta tratando de no hacer ruido. Me dirigí a la última recámara, la cual por lógica debía ser suya, a menos que durmiese en el baño.
Entré, era muy espaciosa. Como en la primera habitación, poseía una vidriera con distintas cosas; como cartas y figuras de acción. En una esquina, cajas imperfectamente posicionadas esperaban a ser abiertas y vaciadas. Él también tenía tres pantallas para el ordenador, al igual que sus compañeros. Un gran Minion de la película Mi Villano Favorito, que vimos en el convento hace un tiempo, ocupaba otra esquina del cuarto.
Me acerqué a la cama del chico y lo lancé a esta como si fuera un saco de patatas. Con el chino ya en su cama, durmiendo plácidamente, me digné a ver la habitación mientras esperaba que llegasen Luzu y Lana.
Una fotografía sobre el escritorio llamó mi atención, en esta se veía a Willy con una pequeña niña, ambos en la misma pose heroica. A su lado, había otras dos fotos enmarcadas, una que mostraba a una sonriente familia unida y otra donde nuevamente posaban para la cámara la pequeña junto al muchacho ahora dormido; notaba ser más reciente, pues la niña aparentaba ser unos años mayor que en la primera imagen.
Cuando acerqué mi mano al cuadro para tomarlo alguien apretó bruscamente mi brazo y lo levantó de tirón; volteandome en el acto. Una intimidante figura masculina me sostenía mostrando un gran ceño fruncido.
Naomi
¡Están tan deliciosos!
Mi mente en estos momentos únicamente puede procesar lo increíblemente gloriosos que son estos ositos gominola. 
Hace rato que ya no se oyen gritos de discusión, lo que significa que todo está bien...
Espera, ¿Es lo que se escucha el sonido de alguien arrastrando algo? 
¡Oh no!
Tiare ya mató al amigo de Luzu.
¿Cuándo aprenderá a no asesinar al primero que hable sobre su estatura?
¡Chispas!, ¿Ahora cómo se lo explicaré a mamá y pa... ejem... Luzu y Lanita?
«Es que la niña no puede contener su ira», o tal vez: «Fue sin querer queriendo».
Sí, son palabras muy convincentes, de seguro funcionará.
Volví mi vista al paquete casi vacío entre mis manos, ¡Dulces galletas con queso!, solamente quedan gomitas verdes y amarillas. ¿En qué momento terminé las rojas?
Me encogí de hombros y tomé una amarilla.
Mientras masticaba oí pasos entrando a la cocina, escuché como alguien abría un mueble, seguramente está buscando comida, pero no hay nada... literalmente; estos chicos no tienen ni moscas.
Siento pena por la pobre alma que deberá salir a hacer la compra.
Quité un falso sombrero de mi cabeza, dando mis respetos al soldado que arriesgará su comodidad para ir a comprar comida.
— ¿Dónde están mis gomitas? —Una no tan grave voz habló elevada, furiosa. Yo temblé— ¿Quién tomó mis ositos Haribo?
En un principio busqué con la vista un lugar para esconderme, pero recordé que ya estaba dentro de un mueble. Suspiré y cubrí mi boca cuando una risa se escapó de ella.
Oh-oh.
Samuel
¿Y esa risa?, parecía pertenecer a una cría...
Si no mal recuerdo, las chicas que entraron eran niñas. Seguramente es una de ellas. Pero, ¿Dónde está?
Comencé a buscarla por toda la cocina sin encontrar pista alguna. No estaba bajo la mesa, ni en ningún otro lado razonable, entré a desesperarme, ¿Dónde se puede esconder alguien en la cocina?
Volví a la mesa para ver debajo y asegurarme de que no estuviese allí, al reincorporarme golpeé mi cabeza y un quejido se escapó de mi boca.
—Joder —bufé sobando el área dolorida.
Nuevamente una risa se escuchó desde la cocina, sin embargo esta vez era más fuerte y escandalosa. 
No cesaba, la pequeña parecía tener un ataque, cosa que aunque fuese producida por mi torpeza me aventajaba. 
Volteé y vi uno de los gabinetes superiores entre abierto, con un par de zancadas apuradas llegué al escondite donde encontré a una niña de unos siete años aproximados, de cabello claro, riéndose ruidosamente mientras sostenía una bolsa casi vacía de osos de goma Haribo.
—Pe... perdón... —decía tratando de calmar las carcajadas.
Luego de unos momentos de risas entrecortadas, pequeños espasmos y respiraciones profundas, la niña secó unas pocas gotas que escurrían de sus ojos debidas al repentino ataque y bajó del gabinete con ayuda de mi brazo.
Cuando estuvo en el suelo me ofreció las últimas cuatro gomitas verdes que yacían en el fondo del paquete. Mirando sus pequeños ojos claramente arrepentidos tomé un par, formando así una tregua entre nosotros.
Tiare
—Buenos días Bello Durmiente, ¿Has tenido dulces sueños?
— ¿Se puede saber por qué estás en mi cuarto? —preguntó inexpresivo.
—Creo que alguien se levantó con mal genio, ¿Por qué no duermes un poco más para que se te vayan las arrugas?
Su respuesta se expresó en un nuevo apretón a mi brazo.
—Vamos, afloja el entrecejo, quizás eso te haga lucir menos asiático —Levanté ambas cejas, esperando por lo menos una réplica enfadada, sin embargo no reaccionó.
¿Le habría comido la lengua el gato?
Mantuve mis ojos sobre los suyos, aunque me sintiese incómoda, retirar la mirada sería una muestra de debilidad, y no iba a dejar que me superase una orca china.
Mi brazo se estaba cansando, sin embargo, él mantuvo su agarre firme.
—Oye, no es que no me agrade que me traten como a una muñeca de trapo  —comencé tranquila—... Pero en serio me gustaría que me soltases.
—Mira hobbit, no sé como una niñata como tú logró convencer a Luzu para que siguiese su juego, pero lo único que me gustaría es que te vayas de mi casa... Ahora.
Estaba serio, en realidad no me creía. No iba a rogar que me creyera o suplicar para caerle bien, y literalmente preferiría estar afuera que cerca suyo.
—Está bien. —Le respondí decidida, lo más seguro era que Luzu y Lana llegarían pronto, por lo que sólo tendría que salir un momento a tomar aire y relajar así los nervios causados por su estupidez. Además, después de todo, era su casa.
Al escucharme él soltó mi brazo y me dejó vía libre para salir, asentí con la cabeza en su dirección y comencé a caminar. Seguí por el pasillo hasta llegar al lugar donde lo vi por primera vez, me giré y salí por la ventana, bajé las escaleras sin prisa hasta llegar al suelo. Allí, parada detrás del edificio decidí ir a un parque que había visto por el camino, no estaba tan lejos.
Caminando por la acera veía a la gente pasar apurada, corriendo. Personas vestidas con importantes trajes de negocios, chavales tonteando mientras avanzaban sin rumbo fijo y lujosos coches que se deslizaban rápidamente por la calle.
De pronto entendí por qué corrían, se ve que en algún momento del trayecto había comenzado a llover y no lo había notado.
Bajé la vista a mis ropas, estaban chorreando, había dejado mi abrigo y mi bolso en el cuarto de la orca china.
Bufé.
De imprevisto un recuerdo de mi infancia me golpeó; cuando era pequeña me encantaba jugar bajo la lluvia, mojarme y saltar sobre los charcos.
Me mantuve pensando en ello y de repente me sentí una niña. Una extraña emoción recorrió mi cuerpo y me incitó a jugar, a bailar, a gritar.
Corrí y salté hacia el parque, no quería parar nunca, pero lo hice.
Me detuve frente a los columpios, mis ojos brillaron, hace años no montaba en uno. Me senté y fijé mis manos a las cadenas que me sostenían, el metal del asiento era frío y estaba mojado, pero no me importó. Comencé a ir hacia delante y hacia atrás, los movimientos repetitivos de mi cuerpo hicieron que poco a poco empezara a elevarme, yendo cada vez más arriba y arriba.
El columpio chirriaba y parecía que las cadenas se romperían, pero continué, quería estar más cerca del horrible cielo; pensaba que quizá así estaría más cerca de ellos... Pero eso era imposible, además, ¿Por qué querría alguien estar conmigo?
Preguntas hirientes recorrían mi cabeza y dentro de todo el caos me centre en una de ellas.
¿Por qué Luzu y Lana me aceptaron?, quiero decir, después de todo era a Naomi a quien querían y aún así me aceptaron.
Entonces me percaté de que casi había parado, simplemente me balanceaba lentamente sin despegar los pies del suelo.
Bajé la mirada y junté mis manos sobre mi regazo. Sentía frío, mucho frío.
0 notes
mirrorintheforest · 5 years
Text
Capítulo 5
Tiare
—The horn on the bus goes beep, beep, beep —cantaron juntos la tercera estrofa de la insoportable canción infantil, Lana tocaba el claxon al son de los "beep", iban muy animados.
—Por favor, paren —dije inútilmente suplicante mientras descruzaba mis brazos.
Parecía que habían empezado a cantar hace mil horas, comenzaba a desesperarme. Aunque quizás fuera porque yo quería cantar la de Itsy-Bitsy araña. 
Al ver que hacían caso omiso a mis palabras volteé a la ventana, observé como escasas nubes oscuras buscaban cubrir el resplandeciente cielo. Las personas no caminaban por las aceras, sin embargo, al pasar por un restaurante pude ver como este desbordaba de gente.
Un leve aroma a especias abrió mi apetito y recordé que estábamos a punto de llegar a la casa de unos amigos de Luzu y Lana que vinieron de viaje a Los Ángeles. Si no mal recuerdo, sus nombres eran Juan y Rocío, además de una clase de pan celoso o algo así; que si no entendí mal era un pato.  
Con ellos íbamos a almorzar, porque los mejores tutores del mundo mundial no fueron capaces de ir a comprar —aunque sea mortadela— al mercado. Debo admitir que me sentía muy nerviosa por el encuentro; realmente quería causar una buena impresión, y siempre fui pésima para ello.
El coche se paró de repente y mi único deseo era que se hubiera quedado sin combustible. 
—Here we are! —alertó Lana con su ya característica sonrisa.
Bajé del auto con las manos temblando. Dios, era una mala idea; una pésima idea, de seguro arruinaría todo y se burlarían de mí, y...
—Cheer up, darling!, ellos no muerden. —Lana acarició mi brazo a modo de consuelo.
Traté de sonreírle, pero más bien pareció una mueca.
Tenía razón, ¿Qué tan mal podía salir?
Nos dirigimos al imponente edificio en el cual se estaba hospedando la pareja (y su pato). Cuando golpeamos la puerta una alegre muchacha nos recibió cordial y nos invitó a pasar, supuse que esa era Rocío. Me sorprendió enterarme de que ellos también hablaban español.
La chica poseía una cabellera parecida a la de Lana, ojos marrones, piel pálida y una dulce voz. Era atractiva y sonriente.
Luego de que saludara a cada uno de nosotros individualmente nos guió a la sala, donde un simpático pelirrojo nos esperaba alegremente, ese seguramente era Juan. 
Él se acercó a saludarnos y darnos la bienvenida, diciendo algo como «Quizás esto no sea Septiembre13, pero es casi igual de bonito» que sinceramente no entendí.
Era alto, bueno; para mí todos son altos, así que creo que era de estatura media. Su piel era muy pálida y sus ojos eran de algún tono entre el café y el verde. Luego de un par de segundos de observarle noté que no pestañeaba. ¿Por qué no pestañeaba?
Supuse que quería una guerra de no parpadear.
Bajé mi vista a mi pequeña hermana, quien parecía haber pensado lo mismo. Nos miramos mutuamente y sonreímos con la misma idea en mente.
Giramos hacia el pelirrojo y devolvimos el ataque. Naomi desistió luego de unos breves segundos y a mí me fue imposible no pestañear por más de veinte. 
Mientras refregaba mi ojo derecho pude ver una pequeña mueca de suficiencia en el muchacho, bufé por lo bajo. Me sorprendía lo inmadura que a veces podía llegar a ser.
Nos invitaron a tomar asiento y eso hicimos. Más pronto que tarde, Rocío y Lanita comenzaron a conversar animosamente, recibiendo algunas interrupciones por parte de la pequeña que amablemente quería entrar en el tema. Juan y Luzu, quienes se encontraban muy cerca de mí, también comenzaron a conversar sobre un videojuego que al parecer a ambos les parecía interesante. 
Rocío, quien anteriormente dijo que le llamásemos Ro, se levantó excusándose; iba a traer bebidas y el pelirrojo —quien insistió en que le dijésemos J o JP— le acompañó para ayudarle. Luzu y Lana asintieron para asegurarles que estaba bien.
—Oye Luzu —El nombrado volteó a verme, levantando sus cejas expectante—, ¿Ellos también son You… youtu… tu… eso?
El rió inclinando su cabeza: —Sí, sí lo son.
Oh, pues qué bien. ¿Qué habrá de genial en trabajar de eso?
Antes de lo esperado, la pareja volvió a la sala de estar con una bandeja de vasos, cuando apoyaron esta en la mesa ratona tomé uno de lo que parecía Coca-Cola. Dios, hace años no bebía esa soda.
Todos volvieron a sus respectivas charlas hasta que el timbre sonó.  Hasta entonces me había dedicado únicamente a sostener el vaso sobre mi regazo y cada tanto daba un sorbo de la bebida.
—Debe ser la pizza —mencionó JP caminando a la puerta.
El muchacho volvió al poco tiempo con tres cajas de pizza, los mayores aplaudieron, él hizo un par de reverencias y apoyó las cajas en la mesa para después abrirlas, olía exquisito. JP encendió el televisor sin volumen antes de sentarse, no es que en realidad alguien fuera a ver algo en él, pero hacía bien de fondo.
Bueno, ¿Qué digo?, si mirarlo era lo único que podía hacer para distraerme, porque claramente no tenía con quién hablar.
Luego de un rato mirando repeticiones de Hannah Montana en Disney Channel y probando una rebanada de cada pizza, me digné a interrumpir alguna conversación; no quería que pensaran que era una rarita o que no me caían bien, mi madre siempre me dijo que debía ser amable incluso con los desconocidos. Para ella era fácil, podría incluso regalarle una sonrisa a un asesino.
—Hey Ro —Ella dirigió su atención a mí—, ¿Dónde tienen a su pato? 
— ¿Pato? —preguntó confusa. 
—Sí, el pan celoso, o algo así. 
Lana y ella comenzaron a reír, ¿Qué dije?
— ¿Hablas de Celopan? —logró responder entre risas.
—Supongo que sí... —Me encogí de hombros sin saber si era bueno o malo.
— ¡Él no es un pato!, es nuestro amigo.
— ¿Y por qué se llama Celopan, es ese un nombre real?
—Es el nombre de su canal —dijo como si fuese obvio. ¿Un canal?, ¿Qué clase de canal?
No pregunté más, me limité a vocalizar un «Ah», aunque no hubiera entendido y mi pregunta inicial tampoco hubiese sido respondida; me sentía demasiado avergonzada como para volver a hablar. Por eso odio interactuar con gente desconocida, joder, no podía ser más tonta.
Volví a mi posición anterior, el programa había cambiado; mostraba a dos chicas en una habitación; una rubia que recientemente había entrado por la ventana y otra castaña con cara rara.
Tomé otra porción de pizza, y escuché atentamente la conversación de Juan y Luzu, por no tener nada mejor que hacer.
— ¡Te lo digo!, si estuviesen en batalla ganaría Salamence —comentó convencido JP.
—No... No, qué va tío, Dragonite le vencería fácilmente —negó persistente Luzu.
— ¡Que sí! —repitió el pelirrojo.
— ¡Que no! —continuó tercamente mi tutor. 
Mastiqué lentamente el último trozo de la porción que me había servido, mientras ellos seguían discutiendo como niños pequeños. Cuando me pareció que si continuaban se tomarían a golpes les interrumpí carraspeando.
—En mi opinión considero que son dos pokémon muy similares, y eso hace que sea muy difícil decidir —comencé llamando la atención de ambos, me parecía muy interesante el tema; me hacía recordar a mi hermano mayor—. En verdad, Salamence y Dragonite tienen sus cualidades y estrategias. —Ellos asintieron, indicándome que continuara— Creo que en un combate normal ganaría Salamence porque tiene más puntos de salud, más velocidad y un mayor ataque especial. —JP le echó la lengua a su compañero quién puso los ojos en blanco— Sin embargo, puede que Dragonite haya aprendido rayo hielo, lo que es doblemente efectivo para Salamence. —Ahora Luzu realizó el gesto del pelirrojo— Pero, también depende mucho de las habilidades y tácticas del entrenador. Por lo que, en conclusión, yo diría que hasta que se demuestre lo contrario es un empate.
Al principio no reaccionaron y me sentí un poco descolocada, seguramente había dicho algo tonto arruinando todo.
Joder, siempre así, ¿Verdad Tiare?
Pero luego sonrieron e hicieron mini reverencias. ¿Qué pasó aquí?
—Cada vez me sorprendes más. —Me susurró Luzu.
♣    ♣    ♣    ♣    ♣
Luego de horas en la casa de Rocío y Juan finalmente estábamos de nuevo en el coche, y contra todo pronóstico me la había pasado muy bien con ellos; habían sido muy majos.
Luego del incidente de la batalla pokémon Juan y Luzu me habían incluido completamente en su conversación, —y aunque con bastante vergüenza— había hablado sobre varias cosas con ellos; sobretodo videojuegos, resultaba que ambos eran bastante aficionados a ellos. Rocío también decidió unirme a uno de sus temas luego de aquello. Resultaba bastante cómodo charlar con ellos, eran simpáticos y bastante abiertos.
Celopan había aparecido en el apartamento también luego de un par de horas, sin embargo se había limitado a saludarnos, y tan apresurado como había entrado se había marchado a su habitación diciendo que tenía que editar y subir no sé qué.
Nos retiramos un par de horas después de la llegada del muchacho, y en nuestra despedida Rocío se nos había acercado a Naomi y a mí. Traía unos peluches en sus manos, eran un oso y un conejo; bastante grandes a decir verdad. Le entregó el oso a Naomi con una sonrisa, luego se giró hacia mí con una mueca de vergüenza y me entregó el conejo. Me había quedado mirando el objeto en mis manos por un tiempo considerable. Ella estaba a punto de decir algo cuando la interrumpí: «Gracias —susurré, los ojos me ardían—, gracias Ro —repetí levantando la mirada hacia ella y sonriéndole—».
Juan también se me había acercado después de eso, escondiendo una mano detrás de sí y manteniendo sus ojos bien abiertos; esa vez no caí en su juego. Al estar a un par de pasos de distancia me tendió la mano que escondía, sobre su palma reposaba una GBA. Reí tímidamente, Naomi rió conmigo. Al ver la cara desconcertada de JP le pedí a Lana —que estaba a mi derecha— que sostuviera el conejo de peluche, cuando lo hizo comencé a hurgar en mi bolso y en el fondo de este encontré lo que buscaba; la antigua GBA que le había robado a mi hermano. Se la mostré y volví a reír, con ojos sorprendidos miró hacia Luzu quien nos observaba de igual manera levantando sus brazos y negando en señal de que no tenía nada que ver. Para aceptar de alguna forma su oferta le ofrecí hacer un intercambio de consolas por un par de días, él aceptó.
Volviendo a la situación en el coche al parecer nos dirigíamos a la casa de un Saiyajin, una orca dinosaurio y un vaso de Starbucks. No pregunten.
—Luzu —Le llamé, haciendo que volteara completamente—, ¿Cuándo llegan los muebles?, porque realmente no quiero volver a dormir en ese sofá.
Él rió para luego quedar completamente serio, como si se hubiese acordado de que debía hacer algo. Giró hacia Lana y susurró algo que no alcancé a oír, ella apretando fuertemente el volante le respondió «Ya le mandamos un mensaje, they’re waiting for us, quieren conocerlas.» y Luzu maldijo por lo bajo.
—Chicas —comenzó refiriéndose obviamente a Naomi y a mí, a menos que hubieran otras niñas en el maletero—, las dejaremos en la casa de nuestros amigos y luego pasaremos a buscarles, ¿Okey?
— ¿Por qué? —preguntó mi hermana confundida.
—Para que puedan ser amigos, y se conozcan mejor sin la...
—Porque a my sweetheart se le olvidó por completo that today llegaban los muebles, darling. —Le interrumpió Lanita mezclando los idiomas; solía hacerlo.
—Eso —dijo Luzu volviendo a su asiento.
Naomi asintió y continuó jugando con el oso de peluche que le regaló Rocío.
Por mi parte, miré por la ventana el resto del camino, abrazando al conejo en mi regazo. Las escasas nubes del mediodía se habían multiplicado, logrando así su objetivo de opacar el hermoso cielo; una tormenta se avecinaba, y no una precisamente pequeña.
Cuando llegamos al edificio ellos nos dejaron solas y nosotras entramos por nuestra cuenta, sin embargo tuvimos un problema con el recepcionista. El canoso hombre no nos dejaba subir al piso de los amigos de Luzu y Lana, decía algo sobre chicas locas que siempre venían.
—Señor, por favor, nuestros padres nos dejaron aquí —repetí por enésima vez al terco hombre que se rehusaba a dejarnos pasar.
— ¿Y quiénes son tus padres, si se puede saber?
—Luzu y Lana. —Le contesté seria, fue lo que ellos nos dijeron antes de partir: «Digan que van de parte de Luzu y Lana, no deberían hacerles problemas, y si los hay digan que son nuestras hijas. Supongo que los chicos avisaron al recepcionista sobre eso».
—Ja, ja. Ya no me trago ese cuento, váyanse o tendré que llamar a seguridad.
—Pudrase, anciano —dije rechinando los dientes. Supongo que a “los chicos” se les había olvidado hacerlo después de todo.
Tomé a Naomi del brazo y salí del lugar. Joder, ¿Por qué no me cree? Ni que fueran celebridades.
Nos sentamos en una banca que había frente al moderno y pulcro edificio repleto de ventanas, que remarcaba en grandes letras su nombre; complejo de apartamentos "Nueva España".
— ¿Qué hacemos ahora, peque? —Le pregunté inclinándome hacia delante y apoyando una mejilla sobre la palma de mi mano izquierda para poder verle.
—Hm —murmuró pensando—... ¡Ya sé!, le llamamos a Luzu y él le llame a alguno de estos chicos, que baje, le hable al señor gruñón y nos dejan entrar. Listo —terminó sonriente, luego de hacer una explicación con gestos de manos incluidos.
—No es tan fácil, linda —susurré sonriendo—. No tenemos un celular, y por más que consiguiéramos dónde llamar, desconozco el número de Luzu, o Lana.
Ella asintió para luego recostarse en mi hombro, yo me enderecé para que le fuese más cómodo y comencé a acariciar su cabello.
Luego de un par de minutos en la misma posición, observando la calle y los autos que pasaban, una vocecita en mi cerebro me susurró una opción que no había considerado.
—Tengo una idea —musité contra su cabeza, llamando su atención, escuché un débil «Do you?» de su parte, incitándome a continuar—, tú solo sube. —No quería dar explicaciones, me paré dándole la espalda y esperé a que ella subiese, para así poder llevarla a "caballito".
Cuando estuvo lista caminé hacia detrás de la edificación, donde había basura, cartón, graffitis y ¡Bingo!, escaleras contra incendios.
Con Naomi aún en mi espalda salté para alcanzar el comienzo de las escaleras, sin embargo, estaban muy altas para mí por lo que le pedí a la pequeña que se parase en mis hombros y bajase la escalera, quién luego de haberme "escalado" y haber intentado un par de veces logró cumplirlo.
Le ayudé a llegar a suelo y chocamos los cinco.
Después de luchar para que subiese por la escalera de manos me di cuenta de que no sabíamos en qué piso vivían. Al llegar al primer descanso hice uno de esos "facepalm" que Juan me enseñó.
Continuamos subiendo hasta un desconocido piso y a medida que más nos alejábamos del suelo, más me apretaba la pequeña mano que sostenía.
Llegamos a la ventana del tercer piso y dirigí mi mirada a Naomi para estar segura de si golpear o no, ella asintió confiada por lo que de la misma manera golpeé el vidrio escondiendo a mi hermana detrás de mí; solo por si acaso. Me llevé por sorpresa a una tierna señora de los años dorados con una dulce sonrisa plantada en su cara.
—Oh, no sabía que los del delivery también entregaban por las ventanas —mencionó riendo.
—No señora, no soy del delivery. —Sonreí lo más amable que pude ante esta bochornosa situación— Lamento molestarla... verá... yo… soy la... novia de —comencé, picando a Naomi con un dedo para que dijese el nombre de alguno de los chicos que debíamos visitar, ella susurró un "Samuel", que repetí sonriente—... Samuel.
— ¿Hablas del joven musculoso y pelo negro que vive más arriba? —preguntó inocente.
—Sí, el mismo. ¿Le conoce? —respondí tratando de no parecer nerviosa.
—Oh sí, claro que sí. Es un encanto, siempre me ayuda con las bolsas de la compra, y a veces se queda a tomar un café. Cuando no está muy ocupado, claro.
Bueno, por lo menos era la "pareja" de alguien decente.
—Lo sé, por eso le quiero. —Sonreí nuevamente y oí una leve risa detrás de mí, volví a picar a mi hermana— Pues, la situación es que soy su novia, pero solo desde hace un mes. —Ella asintió comprendiendo— Y... hoy su madre ha llegado de imprevisto. —Vaya historia me estaba montando— Yo le dije que estaba de acuerdo con que su madre nos visitara, pero él —Desvié mi mirada un par de segundos—, él se opuso diciendo que aún era muy pronto. —Tragué grueso, esperaba que se lo creyera— Entonces él me echó por la escalera —Apunté donde estaba parada—, y me dijo que esperara a que me mandase un mensaje… —Voy a considerar trabajar estafando gente— Ya llegó el mensaje, pero no me arriesgué a entrar por el frente, por si su madre me pillaba... La cuestión está en que no recuerdo exactamente en qué piso vive —terminé realizando una mueca de pena y pude jurar que vi lástima en sus ojos.
—Chica —dijo tomando mi mano entre las suyas, comprendiendo mi "problema"—, no te preocupes. —Sonrió, y pude notar como carecía de algunos dientes, sin embargo era algo impresionante que conservara su dentadura original a su edad— Él y sus amigos viven en el 507, dos pisos más arriba.
Le sonreí agradecida: —Gracias, en verdad gracias. —Le abracé a medias y luego ella se despidió con la mano. Le devolví el gesto antes de que cerrase la ventana y la cortina.
Oí apenas un «Ay, el amor juvenil» y pasos alejándose. Naomi se separó de mí para poder verme de frente.
—Eres una increíble actriz. —Me halagó. Lo sé cielo, lo sé.
—Ay, ya basta, me haces sonrojar.
Subimos dos pisos más, y cuando iba a golpear la ventana esta ya estaba abierta. Miré a mi hermana desconcertada y ella se encogió de hombros.
Entramos sin problema alguno, yo adelante para ayudarle y asegurar que no hubiera ningún peligro cerca.
Cuando ya estábamos dentro nos miramos, ella alzó sus cejas, vaya infancia la de la niña. ¿Quién en el mundo no la querría? Si yo tuviese su edad mataría por hacer lo que ella... Y por visitar Disneyland.
Por el rabillo del ojo vi como un muchacho en pijama cruzaba el pasillo frente a nosotras con un plátano a medio comer en la mano. Cuando estaba a punto de desaparecer de nuestra vista retrocedió unos cuantos pasos y se quedó estático. Giramos al mismo tiempo, encontrando nuestros ojos. Luzu no me contó nada sobre un chino de mejillas abultadas.
Le saludé amablemente levantando la mano y él extendió sus brazos apuntando con la fruta en nuestra dirección.
Volteé hacia Naomi, quien me miró tan extrañada como yo a ella, volvimos a mirar al asustado chico.
—Vegetaaa... —llamó, pronunciando el nombre de forma extraña, sin dejar de mirarnos, ni por un segundo. ¿Sabrá él que Vegeta es un personaje ficticio?
El "mencionado" apareció, pero ni se asemejaba al verdadero.
— ¿Qué pasa macho? —comenzó— ¡Ostras Julián! —gritó al vernos quitándose la zapatilla para utilizarla como arma.
El chino se giró hacia él enojado: —Esa es MI frase —aclaró frunciendo el ceño.
— ¿Pero qué dices?, se meten unas chicas a nuestra casa y a ti te importa más tu frase. —Le regañó.
Ellos siguieron discutiendo sin dejar siquiera presentarnos. ¿Qué hace que los hombres de esta ciudad se comporten así?, ¿O serán solo los amigos de Luzu?
Tomé la mano de mi hermana y crucé a su lado dirigiéndome por el pasillo a otra sala más tranquila. En esta se encontraba un muchacho absorto en su móvil, tenía el mismo peinado que el chino de mejillas abultadas.
Sentí como Naomi jalaba la manga de mi chamarra, volteé hacia ella y asentí indicándole que me dijese lo que le molestaba.
—Tengo hambre... —habló con una mano sobre su barriga y los ojos llorosos, mostrando un tierno puchero.
Dios, mi hermana sus extraños hábitos alimenticios.
—Está bien —respondí sonriendo—, ven, vamos a buscar una cocina.
Caminamos por la casa un poco hasta hallar la pulcra cocina, con paredes color crema y elegantes gabinetes negros.
Solté la mano de Naomi y me acerqué al refrigerador para ver que había; vacío. ¿De qué viven estos hombres?, ¿Siguen un dieta a base de oxígeno y agua?
Cerré el vacío frigorífico y dirigí mi vista a las mesadas; tampoco había nada sobre ellas a excepción de cuchillos y otros utensilios. Diablos, ¿Es esto en serio?
Me fijé dentro de cada uno de los muebles, sin embargo únicamente encontré ositos de goma Haribo, por lo que tomé el único paquete y se lo ofrecí a mi hermana, quien lo aceptó encantada.
Bien, un problema menos.
Le dije a Naomi que podía ir a donde quisiese, pero que no rompiese nada ni molestase a nadie, y volví a la sala donde antes se encontraba un chico enfrascado en su celular.
Me senté en un taburete que había por allí a esperar a los chicos que seguramente nos estarían buscando.
Siempre he odiado esperar, es una de las cosas que más odio —aparte de las personas con voces chillonas y las cucarachas—, y ellos se estaban tardando.
Comencé a jugar con mis dedos, el aburrimiento era grande. Por el rabillo del ojo entre algunos mechones de mi enmarañado cabello logré ver a un chino de mejillas abultadas y ceño fruncido —lo que provocaba que sus ojos se achinaran más—, que caminaba en mi dirección.
— ¡Hey!, hola —hablé volteando a verle.
—Nada de "heys" —respondió tomando bruscamente mi brazo—, ¿Quién rayos eres y qué haces en mi casa?
—Oye, suéltame, lastimas. —Fruncí el entrecejo— Y tampoco me hables así, chino bruto —susurré.
— ¿A QUIÉN CARAJOS LLAMAS CHINO, ESPANTAPÁJAROS? —Me gritó.
— ¡NO ME GRITES, GORDO! —escupí en respuesta.
— ¡YO NO SOY GORDO, NO ES MI CULPA QUE SEAS ESCUÁLIDA!
— ¿PERO QUÉ DICES?, ¡TRÁTAME BIEN, IDIOTA!
— ¿POR QUÉ TRATARÍA BIEN A UNA HOBBIT LADRONA?
— ¡NO SOY UNA HOBBIT, PIE GRANDE! —Ahora sí que estaba enojada, sé que soy baja, pero odio que me lo recuerden— ¡Y TAMPOCO TE HE ROBADO NADA!
— ¿Y QUÉ HACES EN MI CASA ENTONCES?, VUELVE A LA GUARDERÍA —continuó en una voz demasiado elevada.
—Mira, hombre de las cavernas, deja de repetir que tengo baja estatura. ¡Y ya para de gritar!, se lo suficiente civilizado como para arreglar el problema de forma sensata. —Le dije rechinando los dientes, tratando de contener mis ganas de patearle los testículos. Porque quizás estaba muy enfadada, pero Naomi seguía aquí, y lo que menos quería era que escuchara la discusión.
—Está bien —respondió de la misma manera—. ¿Podrías largarte de mi bendita casa, niña?
—Mi nombre es Tiare, idiota, apréndetelo —comencé—. Y te aseguro, que si fuera por mí no me quedaría otro segundo en este horrible lugar.
—Pues, ¿Por qué no te vas?, AHORA.
—No es tan sencillo, no puedo simplemente irme y ya —bufé.
—Espero que seas capaz de repetírselo a la policía, y así ellos mismos te escoltan. —Se burló cogiendo el móvil.
—No llames a la policía, no es necesario. La cuestión es que mis “padres” me mandaron aquí.
— ¿Y quiénes son tus “padres” si se puede saber?
—Luzu y Lana —contesté simple.
— ¡JA!, anda a otro perro con ese hueso. Ellos no tienen hijos.
Rodé mis ojos, ¿Tan difícil es que me crean?
— ¿Estás seguro de eso?
—Claro que sí, son mis amigos. Si tuvieran una hija me lo hubiesen dicho.
—Yo no estaría tan seguro si fuese tú —comenté—. Pero, bueno, son tus amigos, ¿No?
Por un momento pude ver duda en sus ojos, sin embargo esta se esfumó enseguida; como si de vapor se tratase.
—Claro que lo son —dijo, como tratando de convencerse—. ¿Sabes qué?, voy a llamar a Luzu para que él mismo lo confirme, y te vayas al fin de mi piso.
Deslizó varias veces su dedo por la pantalla del artefacto entre sus manos para luego dirigirlo a su oreja y bajarlo nuevamente al cambiar de parecer. Dos pitidos se escucharon desde el altavoz antes de que pudiésemos percibir la voz de mi "padre".
«¿Sí?» —Se oyó al otro lado de la línea.
— ¿Luzu? —preguntó el chino.
«¿Willy?» —respondió de la misma manera. Ah, así que él es la orca.
— ¿Cómo estás, compañero?
«En realidad un poco ocupado. —Un chirrido saltó del teléfono, supongo que Lana trataba de mover un mueble— ¿Qué se te ofrece?»
—Simplemente quería hacerte una pequeña pregunta.
«Pues, habla.»
— ¿Tienes hijos? —Dijo burlón, como si ya supiese que la respuesta era negativa— De como unos doce años... —susurró lo último, que ganas de partirle la cara.
«Hm —murmuró pensando—, que yo sepa no.»
Willy —si es que se llama así— sonrió con aires de suficiencia, me limité a voltear los ojos.
«Sin embargo... Hijas sí, tengo dos pequeñas. Tiare y Naomi, ¿No llegaron aún?» —Lo escuché, e imaginé que seguramente estaba en esa tonta posición de la mano en el pecho, la vista al cielo y secándose una lágrima falsa.
Ahora yo sonreí burlona al ver la mandíbula desencajada de la orca china frente a mí.
— ¿Qué, cómo, por qué, cuándo? —comenzó a balbucear el chico.
—Cierra la boca que entran las moscas. —Le susurré tomando el móvil de sus manos antes de que se le cayera, el muchacho aparentaba encontrarse en una especie de estado de shock, por lo que le guié al sofá, donde se sentó y cubrió su desconcertada cara.
«Willy, amigo, ¿Sigues ahí?» —Escuché levemente la voz.
—Oh —Toqué una tecla del aparato para quitar el modo altavoz y lo atraje a mi oreja—, él… sí… está un poco mareado.
«¿Tiare?, ¿Qué haces, cómo están, llegaron bien?»
—Hey, tranquilo fiera. —Reí— Estamos bien, Naomi está comiendo algo y yo estaba resolviendo algo. ¡Llegamos bien!, es decir, nos dejaron frente a la puerta.
«Sí, bueno, es que tardaron en llamar y Willy preguntó si tenía hijos»
—Es que, tuvimos un pequeño percance en la entrada.
« ¿Qué pasó?»
—El amable viejo que trabaja de recepcionista no nos permitió subir por unas supuestas chicas locas que siempre venían —Luzu bufó y se escuchó un «We know about» de parte de Lanita—, entonces tuve que rodear el edificio cargando con Naomi para encontrar las escaleras de incendios —De alguna manera sentí como sonreían, «She's so smart» habló una delicada voz—, pero al llegar al primer descanso me di cuenta de que no sabíamos en qué piso vivían. —Oí risas— Entonces golpeé una ventana y una anciana me atendió pensando que era el delivery, el caso es que fingí ser la novia del tal Samuel y ella me dijo que vivían en el 507.
«Eres muy astuta.»
—Lo sé, es un don natural —dije recostándome en el respaldo del sofá—. Bueno, como sea, cuando entramos por la ventana abierta, un chino asustado con un plátano en la mano llamó a un príncipe Saiyan falso, que le robó la frase, cuando llegamos a la sala el que supuse que era el vaso de Starbucks estaba muy concentrado en su celular como para darse cuenta de que pasamos allí. A Naomi le dio hambre, por lo que partimos a la cocina donde solo había ositos Haribo y se los di. —Lana mencionó un «Oh-oh» — Cuando volví a la sala tuve una discusión con la orca dinosaurio que terminó en la llamada que recibiste.
« ¿Y ahora que está haciendo Willy?» —Se limitó a preguntar.
Volteé a él, seguía en la misma posición.
—Creo que está cuestionando el origen del universo —respondí picoteando su cara con la uña sin conseguir que se moviese.
Se oyeron risas del otro lado de la línea.
—Oye, Luzu. —Volví a hablar— ¿Qué están haciendo ustedes?
«Hace poco llegaron los muebles, así que estamos desempaquetando y eso... Por cierto, ¿Qué habitación quieres?»
—La pequeña está bien —murmuré pensando en que yo estaría menos tiempo que mi hermana en esa casa, prefiero que ella se sienta cómoda.
«Vale, y, ¿Cuál era el color de tu pintura de pared?»
—Azul, Luzu, el azul eléctrico. El lila pastel es para Naomi.
«Lo anoto, y...»
— ¿No les gustaría que fuera a ayudar?, me encantaría pintar.
Escuché murmullos de la conversación que tenía la pareja, hasta que Lana dijo: «No, stay there. Como es probable que no terminemos hoy, les dejaremos las camas hechas e iremos allá. You can help us tomorrow, though... Si no es molestia.»
—Claro, les esperamos. —Se despidieron y cortaron la llamada.
Dejé el móvil al costado del chico que aún no se movía, comenzaba a preocuparme.
Moví sus hombros, pero no reaccionaba. Quizás estaba dormido.
1 note · View note
mirrorintheforest · 5 years
Text
Convivir - Capítulo 4
Desperté, quizás por lo incómodo que era el sofá, quizás porque estaba en una casa ajena, no estoy muy segura.
Me acerqué a la ventana para mirar detrás de la cortina, afuera aún se veía oscuridad y todo estaba en completo silencio… Comencé a creer que en realidad era la persiana lo que veía. Forcé mi vista para saber qué hora marcaba mi reloj pulsera —el único accesorio que visto—, faltaban quince para las cuatro.
Consideré volver al horrible sillón que seguramente me ocasionaría problemas en la columna, pero la sola idea me generaba repulsión, y entonces recordé la cara de alivio que Luzu mostró cuando insistí en dormir aquí; soy una idiota.
Recorrí el lugar hasta la cocina, a pesar de aparentar lo contrario el apartamento era amplio y elegante, regido por el "espacio abierto", muy bien decorado y amueblado. Contaba con cocina, baño, comedor, sala de estar y tres habitaciones; dos grandes y una un poco pequeña.
Al llegar a la cocina me serví un vaso de agua, cuando lo terminé lavé el vaso y lo dejé en donde estaba.
Volví a mi improvisada cama, sin embargo, esta vez me limité a sentarme; no tenía ni una pizca de sueño.
Me estaba frustrando; en ese momento el reloj marcaba 04:15 y todos estaban durmiendo, pero claro, como al maldito destino no le agrado para nada, a mí me mantenía despierta, y sinceramente no había mucho para hacer en una casa desconocida a esa hora.
Bufé y me dirigí al cuarto de la pareja. Abrí la puerta con suma delicadeza para no hacer algún ruido que los despertase, me los encontré durmiendo plácidamente en una posición que se veía muy incómoda.
Mientras los observaba atentamente algo reflejó la luz del pasillo directamente a mis ojos, me acerqué para ver de qué se trataba y me topé con las llaves de Lana —supuse que le pertenecían pues poseían un pequeño llavero de peluche—. Inmediatamente una descabellada idea cruzó por mi cabeza, como si una vocecita me susurrara «Hazlo, ¡Escápate!».
Y en ese momento le pregunté; ¿Estás tonta?
Había razones más que suficientes para ni siquiera considerar la opción.
En primer lugar no podría dejar a Naomi sola con esos You-lo-que-sea. Sí, hasta ese momento se habían comportado bastante bien, pero no los conozco lo suficiente como para confiar en ellos, ni siquiera pasó un día desde que los conocí, joder.
Por otra parte; sería poco ético y muy inmaduro. No soy una maldita cría de seis años; sé lo que conviene y lo que no. Además, no conozco la zona, podría perderme y terminar en una muy tenebrosa Narnia producida por la psicodelia, o tal vez me encontrarían pronto y terminaría en una situación peor.
Como si fuera poco; no es como si tuviera un lugar al cual ir. Sería ridículo, no, estúpido si desaprovechara esta oportunidad que la vida me dio y rechazara lo más parecido a una familia que tendré por un indefinido tiempo, solo para vivir en las calles, aislada de la pútrida pero necesaria sociedad. 
Escaparse simplemente no entraba en los nuevos planes que estaba hilando. 
Además, algo me dice que este cambio me hará bien, de alguna forma.
Luego de meditarlo un poco, decidí ir a jugar con Hiro (el conejo de la pareja).
Luzu
Acostumbro levantarme temprano, desayunar y grabar o editar algo para el canal. Pero hoy me desperté algo más tarde que lo habitual, quizás por el hecho de que me acosté tarde o porque olvidé colocar la alarma. Vaya uno a saber.
Al momento en el que me levanté y estiré mi espalda —la cual quedó machacada por la posición de pretzel en la que dormí—, sentí un apetitoso aroma. Volteé hacia la cama, Lana aún seguía allí durmiendo abrazada de Naomi.
¿Quién...? ¿Será Tiare?
No, no es posible, Naomi me contó que siempre debía despertarla porque era una floja, así que...
¿Qué hago aquí preguntándome algo que se responde con simplemente ir a la cocina? A veces creo que soy idiota.
Me dirigí con sigilo al destino, la misión podría resultar peligrosa, pero como todo Líder de Gimnasio que soy, estoy preparado para un combate. 
Levanté mis manos simulando cargar un arma mientras adhería mi espalda a la pared, corrí mi vista al frente cerrando los ojos y les supliqué a los dioses Pokémon que me protegieran de cualquier hijo de Sauron que allí se encontrase. Cuando abrí mis ojos vi el sofá vacío, al igual que la jaula de Hiro.
¡Oh no!, quién sea que haya entrado a la casa está cocinando a Tiare y tomó a nuestro indefenso conejo de rehén... Pero eso no es lo peor, lo más trágico es que pensé en lo apetitoso que olía.
Tranquilo Hiro, mami Luzu se encargará de salvarte y cobrar venganza por nuestra haragana hija, lo prometo por todos los conejos de mundo.
Sequé una lágrima imaginaria, entré al comedor y le vi agachado, debía aprovechar mi oportunidad.
— ¡Oye tú!, orco maligno, ¿Cómo osas entrar a mi casa, desayunarte a mi hija y secuestrar a mi mascota? —dije en voz alta, apuntando a su cabeza con mi mano-pistola— ¡Ya verás!, que te parto la cara canalla. ¡Dime donde está Hiro! —grité temiendo lo peor— ¡Dímelo!, ¿O es que acaso... tú mataste a mi conejo?
—Luzu —comenzó a pararse—, yo soy tu conejo. —se volteó y me miró de frente. Bueno, no me miró puesto a que tenía un sartén negro que tapaba su rostro, pero entienden. Me encontraba ojiplático. 
—No —susurré—... ¡Eso no es verdad! —le escupí con rabia. Casi literalmente.
—Analiza tus sentimientos —respondió con respiraciones entrecortadas—, en el fondo, sabes que es verdad. 
—No, estás mintiendo.
—Dios, quemas el chiste —dijo bajando el sartén y rodando sus ojos.
— ¿Para qué el sartén y la cuchara de madera? —desvió su mirada y un leve rubor coloreó sus mejillas— Por cierto, ¿Qué haces levantada tan temprano?
—Bueno, no es tan temprano —murmuró alargando la “a” en “tan”—. Son casi las ocho.
—Un momento, ¿Pensabas despertarnos con eso? —Me horrorice, dudando si alguna vez existió criatura más malvada sobre la faz de la Tierra.
—Hum, no ¿Qué demonios?, los usé para el desayuno, los estaba guardando de hecho —replicó excusándose.
—Oh, y ¿Dónde está Hiro? —Ella apuntó a sus pies, donde curiosamente el pequeño conejo descansaba— Que mono... ¡Espera!, ¿Dijiste desayuno?
Me giré a ver la mesa, donde este esperaba pacientemente a que alguien disfrutara de él. 
— ¿Tú lo hiciste? —pregunté impresionado, ella se sonrojó, uy que mona.
—No, lo hizo Hiro —respondió volviendo a rodar sus ojos—. Ah, yo simplemente quería agradecerles de alguna manera el que no se hayan enojado cuando tratamos de fugarnos. 
Reí ante el recuerdo, ayer había sido un día ajetreado. 
No dije nada más, me limité a tomar la cuchara y el sartén de sus manos, y dirigirme al pasillo de las habitaciones.
—Arriba, ¡Hora de desayunar! —grité comenzando a golpear fuertemente la sartén. 
Sentí una risita detrás de mí, y luego como alguien golpeaba mi cabeza.
—Whythehelldon'tyaletmesleepasshole? —dijo rápidamente Lana cerca de mi oreja para que la niña no escuchara. Y así, señoras y señores, es Lanita despertada a la fuerza, muy grosera.
—Desayuno —respondí simple.
Susurró algo de que se lavaba la cara e iba, Naomi siguió sus pasos de cerca. Por mi parte, volví al comedor con Tiare.
Ella al ver que observaba demasiado la comida me explicó inmediatamente que la había preparado solo con cosas que había en el frigorífico, para luego disculparse por su “falta de respeto”. Me dieron ganas de acariciarle la cabeza y decirle que todo lo nuestro ahora era eso… Nuestro. Y eso la incluía.
No lo hice, sin embargo.
—Hi, wow ¿Quién cocinó esto? —preguntó Lanita entrando al comedor, con una adormilada niña colgando de su brazo... Casi literalmente.
—Yo lo hice. —Se escuchó la temerosa voz de Tiare entrando a la habitación con una tetera que no recordaba que tuviésemos— Por favor, perdonen mi atrevimiento.
Lana la observó boquiabierta y ella se limitó hacer una mueca tímida. 
Naomi fue la primera en sentarse a la mesa, yo la imité. 
—Por cierto —dijo Lana sentándose junto a Tiare—, ¿Por qué tanta comida?
—Pues —respondió la chef dejando su taza de té sobre un pequeño platillo que tampoco sabía que poseíamos—, no sabía qué exactamente es lo que le gusta a cada uno, o si son alérgicos a algo. Por ejemplo, a mi no me gusta el café y Naomi es alérgica a la naranja, además que ella adora el chocolate y acostumbra beber chocolatada en el desayuno. Por otra parte, solo había ingredientes para cocinar esto. Lo que me hace recordar que de-debemos hacer la compra para el almuerzo —terminó tomando de nuevo su tasa tímidamente.
Perplejo, así me encontraba. Creo que gané la lotería de hijas.
— ¿Realizaste algún curso de cocina o algo así? —preguntó Lana.
—No que yo sepa, pero recuerdo que ayudaba a mamá con la cena. —Naomi respondió por su hermana, y esta última asintió confirmando la información.
— ¿Qué haremos para el almuerzo? —repitió Tiare aparentemente tratando de desviar la atención de ella.
—No te preocupes, de eso me encargo yo. —Le dije sonriendo, creo que alguien recibirá una visita hoy.
2 notes · View notes
mirrorintheforest · 5 years
Text
Convivir - Capítulo 3
Seguía sin entender, ¿Por qué carajos querían adoptarnos?
Yo... yo ya tenía todo planeado, ellos no podían simplemente llegar y arruinar todo.
¿Por qué ahora, eh? ¿Por qué no hace tres años? ¿Por qué no cuando aún tenía esperanzas? Aunque supongo que tampoco estaría contenta con esa decisión incluso entonces.
Estoy feliz por Naomi, porque ella por lo menos podrá tener una vida feliz, podrá tener padres. Pero yo ya no necesito padres, ya viví lo peor… No pueden, ¡Arruinan el plan!, no pueden arruinar el plan de vida de una persona. No los necesito, ¡No los quiero! ¡Fuera!
Las lágrimas comenzaron a brotar, nublando mi vista, dejando que apenas viera lo que sucedía fuera de mi mente. La pareja estaba firmando papeles que les entregaba la Madre Superiora.
Sentí como algo se removía en mi falda y caí en cuenta de que con mis sollozos había despertado a la pequeña, rápidamente me sequé las gotas traviesas que escurrían por mi cara y traté de recuperar la compostura antes de que terminara de abrir sus ojos.
Frotó sus párpados y me mir�� confundida, le regalé el mejor intento de una sonrisa que pude.
—Hey, ya despiertas —susurré despacio, parecía aún dormida.
— ¿Cuándo me dormí? —Me devolvió el susurro, su acento inglés era innegable; solo hablábamos en español entre nosotras y lo hacíamos seguido para que no se le olvidase como hacerlo.
—Te dormiste en la banca del patio, y como parecías un ángel tranquilo decidí no despertarte —dije sonriendo, a diferencia de ella a mí me costó adaptarme a hablar en inglés, y cuando charlamos en español no se me nota ningún acento.
—Hmp —resopló—. Y... ¿Qué decidieron? —preguntó en voz baja, esperando expectante mi respuesta, tratando de disimular el nerviosismo que sus ojos delataban— Vamos Tiare, suéltalo.
—Dijeron que sí. —Desvié mi mirada un segundo hacia los que de aquí en más serían nuestros tutores legales. Cuando me volví a la pequeña en mi regazo sus ojos brillaban eufóricos y se removía inquieta a la espera de escucharlo ella misma. 
Se recostó en mi pecho segundos después.
Cualquiera diría que este es el momento más feliz de su vida, y es un alivio.
Aunque no recuerdo exactamente cuándo se hizo tan importante en mi vida, me encanta verla sonreír.
Tengo vagos recuerdo de cuando era un bebé; jamás había visto algo tan bello y frágil. Recuerdo que después de tanto discutir mamá le dijo a mi padre: «Yo seré quien parirá a esta niña, así que yo decidiré su nombre, ¿Está bien?».
Estoy segura de que mamá tomó una buena decisión, porque es 95% probable de que si no fuera por ella papá le hubiese puesto "Hermenegilda" —nombre por el cual quería llamarme—, y el otro 5% de la probabilidad sería un nombre en Mandarín que nadie entendería.
Sonreí, realmente sonreí, pero mi sonrisa estaba manchada de tristeza. Realmente les echo de menos.
Sentí los ligeros golpes de una pequeña mano que también jalaba mi camisa, estaba tan absorta en mí que nunca noté cuando había empezado a temblar la pequeña niña sobre mi falda.
—What's happening darling? —susurré sobando su cabeza para que se calmara.
—H-he... he's scaring me.
Miré en dirección a la persona que atemorizaba a mi pequeña y me llevé por sorpresa a un idio... Digo, a mi “tutor” con una sonrisa "macabra" y medio agachado tratando de asustarnos.
—Great job —dije sarcástica—, now she's scared of you.
El chico puso mala cara. Genial, otra persona para añadir a la lista de los que no les caigo bien.
Al parecer trató de fulminarme, o algo así, porque al ver que no funcionaba puso una cara consternada de diva total. ¿En serio estas serían las personas a nuestro cargo a partir de ahora?
El chico volvió a su posición de antes logrando asustar a Naomi nuevamente, quien se escondió en mi pecho en busca de auxilio. Resoplé, cansada de todo esto.
Al parecer la muchacha se dio cuenta de lo que su pareja causaba por lo que le proporcionó un tierno codazo. El joven bufó y se enderezó, por mi parte, traté de calmar a la pequeña otra vez.
Cuando estuvimos en condiciones, nosotras tomamos nuestras valijas (en realidad eran dos bolsas de plástico y una vieja mochila con un par de prendas y pertenencias personales), nos despedimos y salimos junto a los posibles asesinos seriales que nos adoptaron.
Nos subimos a un coche bastante moderno, mientras la pareja acomodaba el ligero equipaje en el pequeño maletero yo me encargaba de asegurar el cinturón de seguridad de mi hermana.
—Nunca viajé en coche —mencionó mirando asombrada a su alrededor—. Es todo tan bonito.
—Sí viajaste en uno, varias veces —solté una risa mientras terminaba mi trabajo y abrochaba mi cinto—. Simplemente no lo recuerdas, eras muy pequeña. —Observé como nuestros tutores subían al auto— Y jamás subiste a uno de este estilo.
Miré a mi alrededor, tan asombrada como Naomi. Aparentaba ser un Mercedes s500, aunque no estaba muy segura. Tampoco había subido a un coche como aquél; íbamos a las presentaciones de grandes marcas junto a papá, pero jamás tuve la oportunidad de subir a uno.
En los años que vivimos juntos aquí, mi padre tenía un Volkswagen Jetta 1995 verde moco al cual con aprecio llamaba Glowf —apodado así por mí madre en realidad, decía que ese era el sonido que había hecho su creador al vomitarlo, a papá le hacía tanta gracia que había decidido llamarlo así también—. Estaba bien cuidado y funcionaba de maravilla, pero en una ciudad como L.A, donde hay competencias por ver quien tiene el carro más lujoso y actual, el pobre Glowf nunca tuvo oportunidad de brillar —dudo que brillara aún en sus tiempos—.
En ese horrendo coche papá me enseñó todo lo que se debe saber para poder manejar, a los doce. Porque, para papá siempre fui el niño que nunca tuvo, pero más bonito.
El par de adelante comenzó a charlar en voz moderada sobre algo que un tal Willy hizo no sé cuándo, y yo me pregunté por qué lo que hace una orca les importaría (digo, mientras lo liberen el problema está resuelto).
Giré para observar qué hacía mi hermana, parecía fascinada por el paisaje urbano pero algo en su mirada me hizo pensar que quizás no estaba tan feliz como aparentaba, algo melancólico en su mirada opaca el brillo especial que permanentemente poseía.
Se me ocurrió una pequeña idea para que dejase de pensar en lo que sea que pasaba por su tierna mente.
—Oye, Naomi—dije sin miedo a que me escuchara la pareja por dos grandes razones; una era porque estaban muy concentrados en su charla de orcas famosas como para prestarnos atención y la otra razón es que dudaba que entiendan nuestra conversación.
— ¿Eh, qué?—respondió confusa. Definitivamente es heredado lo de perderse en sus pensamientos.
— ¿No te parece algo raro que estos dos no hayan dicho sus nombres? —pregunté alzando las cejas, pero ella simplemente negó con su cabeza— ¿A ti te los dijeron?
—Sí, si no mal recuerdo eran Luzu y Lanita —replicó mientras frotaba su barbilla.
— ¿Luzu y Lanita?, esos no parecen nombres reales—continué, esta vez ella asintió dándome la razón. Actué como si de repente entendiera todo, tocando mi pecho y abriendo mis ojos y boca un poco, ella me movió expectante, cayó en mi juego—. ¿Qué tal si son secuestra niñas y por eso no quieren dar sus nombres reales?
Su rostro palideció. Realmente me creyó, pero bueno, ya me encargaría esta noche de las consecuencias. Por otra parte una risilla casi apagada resonó en la mitad delantera del coche, por el rabillo del ojo observé a la pareja aparentemente aún concentrada en su charla privada.
— ¿Qu-qué hacemos entonces? —Soy una mala hermana y soy una mala persona por hacerle esto a una niña de siete años, pero realmente quiero que se despeje.
—Hm —murmuré fingiendo que hacía un plan—... ¿Qué tal sí gritamos a las personas que van pasando? —sugerí e inmediatamente ella se puso a aullar como una autentica lunática, tapé su boca al instante— Pero palabras, ¿Ves? Ahora llamaste su atención. —Le regañé. Las risas en el frente del automóvil se intensificaban.
— ¿Qué hacemos? —dijo desesperada. Ella normalmente es muy inteligente, pero cuando se trata de temas que la asustan no usa ni una sola neurona de su cerebro de genio para razonar.
—Bien, éste es el plan. Diles que quieres hacer pipí, y que no aguantas. Cuando paremos en la gasolinera más cercana corremos hasta que las piernas nos duelan demasiado para continuar, o que vuelvan a pillarnos; lo que suceda primero, ¿Vale? —Quizás si soy una buena actriz, puedo mantener mi semblante serio aunque en verdad quiera reírme a carcajadas.
—OK, em —carraspeó llamando la atención de la chica que la miró dulce. El muchacho mantenía su vista en el camino, por su cara parecía que había entendido el plan; pero es poco probable que hable español tan fluidamente como para haber comprendido—... ¿La-lanita?
—Yes darling.
—I need to pee, I really need to pee.  —Ella quizás era también una buena actriz, pues, el papel de una niña necesitando un baño con prisas le salía perfecto.
—Of course. Luzu, you heard the little one; she needs to pee —le mandó como si fuese una sargento.
—We are on track —dijo curvando el volante a la derecha.
Cuando llegamos a la gasolinera Luzu se dispuso a llenar el tanque y Lanita se ofreció para acompañar a la pequeña actriz, pero yo negué, poniendo la escusa de que yo también necesitaba hacer mis necesidades.
Cuando llegamos al baño de damas Naomi entró en un cubículo y abrió el grifo, porque al parecer no es una buena actriz y realmente necesitaba el baño. Mientras ella estaba ocupada en eso yo me fijé en las posibles salidas que teníamos y me decidí por la pequeña ventana que daba a la parte trasera del local. Cuando estuvimos listas la impulsé y salió sin problemas, pero la circunstancia no parecía favorecerme; la ventana estaba muy alta para impulsarme sola.
De alguna u otra forma terminé saliendo de aquel baño, encontrándome con una desesperada pequeña mordiendo sus uñas como si de eso dependiese su vida. Quizás no fue mi idea más brillante, pero, ¡Eh! Que la experiencia nadie se la quita.
Detrás de los baños de la estación de servicios California Fuel había un estrecho corredor sin salida, por lo que nuevamente me encontré a mí misma impulsando a mi hermana; diciéndole que se quede sobre el muro que debíamos cruzar y esperase a que yo terminase de luchar para subir.
Mi plan original incluía en él seguir caminando por la acera de W 6th St, pero un extraño mercado llamó mi atención.
Cuando Naomi estuvo en pie cruzamos la calle y entramos, no estaríamos mucho tiempo allí; solo el suficiente para que mi pequeña comenzara a reír tranquila, además, les dejé una nota.
El lugar no era muy grande a diferencia muchos otros en esta ciudad, en el centro había una pequeña fuente y escaparates de tiendas de lentes y forros de celular entre otras cosas. El mercado tenía dos pisos que se dividían en sectores tales como de comida, ropa y otros.
Entramos en una tienda de ropa y nos probamos absurdos conjuntos con el fin de hacer reír a la otra, obviamente la que más carcajadas logró fui yo y mi terriblemente notoria falta de "sentido de la moda".
Luego le compré un batido en una heladería, de la cual me echaron por protestar a gritos de lunática su indignante falta de helado sabor chocolate blanco y chispas de caca de unicornio.
Caminábamos por la segunda planta del centro comercial cuando nos encontramos de casualidad con una tienda de libros usados, y por no tener nada más interesante que hacer entramos.
Recorrimos el local entero observando cada uno de los libros. Bueno, yo los veía, Naomi se limitaba a jugar con el sorbete de su batido.
Minutos después, mientras buscaba algo interesante en la sección de Misterio / Suspenso, la pequeña me avisó que estaría en la sección de Fantasía, le dije que podía estar allí pero que tuviese cuidado con los libros. Asintió y se retiró corriendo.
Avancé tranquila a Novelas Históricas, y vi allí un libro sumamente especial para mí; el favorito de mamá. Reposaba elegante sobre un pedestal de mármol únicamente para él, y parecía que en años nadie siquiera posó su mirada en él. Frente a mis ojos se encontraba un ejemplar en perfecto estado de Tres Caramelos de Menta.
Me acerqué temerosa, temblando al recordar las noches en las que mi madre se tomaba un pequeño momento para leer un capítulo de esa obra a su inquieta hija que jamás quería dormirse temprano, o aquellas tardes de Primavera en las cuales ella se sentaba en su sofá a leer; con la ventana abierta permitiendo que una fresca y juguetona brisa danzara con las cortinas. Recuerdo el color de los hermosos pétalos de las flores que utilizaba para aromatizar la casa y las tristes sonrisas que las páginas de aquella emotiva historia lograban lucir en su rostro.
Definitivamente quería llevarme aquél libro, pero por desgracia, las manías alimenticias de mi pequeña hermana me lo impedían. Había gastado mi último centavo en ese batido doble —patético, lo sé—.
Suspiré tomando en mis manos el libro; realmente me entristecía no poder llevármelo, pues tenerlo significaría tener un trozo de mi madre conmigo a donde quiera fuera.
Recuerdo que cuando Naomi cumplió tres años mi mamá vendió su ejemplar a una tienda de libros usados para poder comprarle un regalo muy especial: un delicado collar de apariencia antigua con un dije de esos que se abren para poner pequeñas imágenes o grabar algo.
Hasta el día de hoy ella utiliza ese collar, dice que es una cadena que la ata a sus recuerdos de nuestros padres.
Abrí el libro en su primera hoja, la cual normalmente está en blanco, pero esta tenía un pequeño escrito en su esquina inferior derecha. Eran las iniciales "N.B.", seguramente del antiguo dueño... Un momento, que curioso, parecía a la letra de mi mad...
Fui directo a la última página, en la cual ella siempre escribía su nombre completo y allí estaba para saciar mis dudas, un perfecto "Noelia Becerril" escrito en una delicada fuente cursiva. ¿Sería casualidad? No, no lo creo.
Era el libro de mamá, su tesoro...
Deseaba que un milagro pasase y pudiera llevarme esta preciosa joya a casa, bueno, conmigo.
Hurgué en mi viejo y confiable bolso pero no encontré nada, dentro solo estaban las cosas que no quise poner en la bolsa.
Abracé el libro y cerré los ojos con fuerza, ¿Por qué el mundo real no era como los cuentos infantiles, donde es tan fácil como desearlo para que vuelva realidad?
Mis piernas flaquearon, hace tanto no me sentía tan débil e inútil. Me mantuve agachada, escondiendo el libro entre mi pecho y mis muslos, como si el objeto necesitara ser protegido con todas mis fuerzas.
Traté de no tirar mi positividad por la borda, y en mi cabeza continué esperando a que algún caballero errante entrara por la puerta y pagara por mí, pero qué va, eso solo ocurre en las novelas (hace tanto mi positividad abandonó el barco).
Aunque, quizás —y solo quizás— podía ser que el karma se apiadase de mi destrozada alma y decidiera que ese era el momento de que cosas buenas pasasen en mi vida. Tal vez, él o la dueña del local se enternecería con mi desgarrador llanto y decidía regalármelo, o quizás si molestaba mucho simplemente me lo darían para que me alejase.
— ¿Realmente quieres ese libro? —Oí a una grave voz decir, sacándome de mi ensoñación (aunque no estaba segura de si en verdad no lo había imaginado) — Si lo quieres tanto, yo lo pago.
Abrí los ojos temiendo que el mensaje haya sido creado por mi desesperada imaginación, pero para mi sorpresa, mientras elevaba la mirada descubrí que era real y venía de la persona menos esperada; Luzu.
Asentí repetidas veces en una posición de macho —lo que significa que aún estaba abrazando el libro al borde del llanto—. Él me miró con ternura y me tendió una mano para ayudar a levantarme, y aunque con dudas, yo acepté su mano.
Cuando salimos de la tienda me refregué el ojo, porque mientras mi tutor pagaba un bichito se había metido ahí y lagrimee —sí, fue por culpa de un bichito, dejen de hacer esa cara—, pero no fue nada, ya estoy bien.
Bajamos y cerca de la fuente Lanita y Naomi nos esperaban contentas, como suelen estar.
A no ser por el color de sus irises, serían iguales.
Quizás Naomi si podría aparentar ser su hija.
Caminamos hacia la salida y subimos al auto, que estaba aparcado muy cerca. Aún se me hace extraño que supiesen justo donde estábamos, pero ya qué.
Con una enorme sonrisa pintada en mi rostro recorrí el resto del trayecto observando el paisaje urbano.
¡Paren el mundo! ¿Luzu habla español?
Giré cual niña del exorcista hacia él, una sonrisa burlona seguramente dirigida a mí se plantó en su cara.
— ¡Hablas Español! —le grité consternada.
—Bueno, sí. Y tú tardas mucho en reaccionar pero no lo grito.
—Perdón, pero, hablas en español. —Esta vez susurré.
—Supongo que es normal hablar el idioma si naces en España. —Se encogió de hombros.
— ¿Naciste en España? —pregunté confundida.
—Sí, en Bilbao. El 3 de agosto de 1985. —Colocó su mano en su pecho y miró al cielo con nostalgia, para luego secarse una lágrima falsa y seguir conduciendo. Such a drama king.
—Oh —dije simplemente—. Y, ¿Cuál es tu nombre?, porque realmente dudo que te llames Luzu.
Traté de no cortar la conversación y lograr más información, si de ahora en más sería mi tutor tendría que como mínimo asegurarme de que sea una persona cuerda.
El rió y se aclaró la garganta.
—Mi nombre es Borja, Borja Luzuriaga Vázquez. Pero preferiría que me llames Luzu —Miró por el retrovisor hacia mí—... O puedes llamarme papá —dijo chistoso.
—Ja, ja, ja —reí sarcástica—. ¿Y ella?, ¿Cómo se llama? —apunté a la chica que dormía plácidamente, al igual que Naomi.
—Lana Holmes.
Al ya no saber qué contestar me encogí de hombros y miré hacia afuera por la ventana; la gente paseaba sin prisa, algunos reían y otros simplemente andaban, con aires de melancolía.
—Ahora, ¿Puedo preguntarte a ti cuál es tu nombre?
—Ya lo hiciste de todas formas, pero, ¿No lo leíste en los papeles que firmaste? —negó sin despegar la vista del camino— Y es por eso que algún día te van a estafar y tu simplemente no podrás quejarte —susurré, arrancándole una sonrisa—. Mi nombre es Tiare Gómez Becerril.
—Lindo nombre, ¿Por qué lo eligieron tus padres, tiene algún significado?
—Conociendo a mi madre, lo que me contó del significado del nombre de seguro fue una historia completamente inventada; le gustaba hacer ese tipo de cosas. Siempre vivía en su mundo —dije entre una sonrisa—. Yo creo que la verdadera historia es que un par de semanas antes del parto entraron a Internet, buscaron <nombres para niñas>, esperaron tres o cuatro horas para que cargue la página y eligieron el nombre que más le gustó. —Me encogí de hombros y pude ver como él escondía una sonrisa.
—De cualquier forma, es un buen nombre.
—Gracias. —Me limité a responderle.
Se me hacía muy raro que estar hablando tan abiertamente con él, quizás influía que era la segunda persona con la que hablaba en mi idioma en años. Extrañamente me sentía muy cómoda con él. Sin embargo me favorecía, siempre es importante crear un vínculo de confianza; es la base de todo.
—Llegamos —dijo sonriente.
¿Ya habíamos llegado a su casa?
Espera, esta no es una casa, es una tienda de muebles. ¿Acaso viven en una tienda de muebles?
— ¿Qué hacemos aquí? —Naomi se me adelantó, refregando sus ojos.
—Pues, ustedes dos necesitan cosas para sus cuartos. —Luzu estaba despertando a Lana, susurrandole algo que obviamente no alcancé a oír (ni me importaba escuchar).
La pequeña se giró hacia mí, sus preciosos ojos destellaban ansias por recorrer aquel enorme lugar.
Bajamos del auto y entramos a la tienda, era aún más imponente por dentro.
Lana y Naomi corrieron directo al sector de los espejos, el cual era muy grande y contaba con muchos estilos diferentes. Me impresionó enterarme que si querías un espejo en forma de hada podías comprarlo, pues, existen de hecho.
—Lana es muy tierna. —Reprimí una sonrisa mientras veía las muecas y caras que hacía a su reflejo.
—Lo sé, soy muy afortunado. —Un suspiro se escapó de su boca, voltee a verlo y por la forma en la que observaba a su novia podía saber cuánto la amaba, ya que papá lo hacía con mamá de la misma manera... Espero algún día encontrar a alguien que sea capaz de mirarme así; como si no existiese algo más que observar, como si mi sola presencia hiciera que la luna brillara.
Transcurrió una hora de risas y elecciones, la cual me permitió conocer un poco más a ambos.
Lana es muy simpática, siempre está alegre, tiene buen sentido de la moda, es maquilladora profesional y adora a los animales —los adora a todos, menos las arañas, y su perdición son los conejos—.
Luzu es extrovertido, muy gracioso, le gustan los videojuegos y el surf, tiene un título en Comunicación Audiovisual y aunque dice que es un macho alfa es totalmente dominado por la espontánea ternura de Lanita.
Es fácil sentirse cómodo en su presencia; son muy carismáticos y expresivos.
—Y, ¿A qué te dedicas, Luzu? —continué con mi interrogatorio.
—Soy Youtuber.
—Ah, ¿Y qué es ser "iutuner"? —Incliné la cabeza extrañada.
El me miró indignado, con su mano en el pecho, como si le hubiese ofendido de la peor forma. Otro punto de su personalidad: es extremadamente dramático.
—Primero, es You-tu-ber, y segundo, ¿Cómo es que no conoces lo que es un Youtuber? —Tragué grueso, al parecer él pensaba que era una especie de broma, pero al ver mi rostro serio supo que lo decía en serio— ¿Se te hace conocida la palabra "vlogger"?
— ¿No son los que escriben recomendaciones, críticas, consejos o cosas sobre ellos mismos que en realidad a nadie le interesan?
—Bueno, algo así, pero en una plataforma distinta y en vídeos.
Abrí los ojos desmesuradamente: — ¿Se pueden dedicar a eso?
—Sí —respondió simple, por mi parte me quedé en silencio procesando la información—. Pero ese es solo un tipo de Youtuber.
— ¿Hay más? —No era verdaderamente consciente del grado de confusión que puede alcanzar una persona… Estaba logrando nuevos niveles propios.
—Claro que sí, hay contenido para todos: gamers, loquenderos, comediantes, toperos, críticos, booktubers, músicos, fandubers, otakus, animadores, de tutoriales, de make up; como Lanita, entre muchos otros.
—Es... mucha información para procesar —dije mientras, literalmente, me lanzaba a una cama de muestra—. Espera, dices que Lana también es Tuberosa. —Él se golpeó la frente y luego se sentó en una orilla de la cama.
—Youtuber, y sí, así es.
Miré en dirección a ella, quien reía junto a Naomi luego de un fallido intento de asustarla saltando desde dentro de un armario.
— ¿Cuánto ganan los Tutubers?
—Cambiemos de tema, ¿Si? —mencionó frustrado, yo me limité a asentir.
—¿Tienen mascotas? —pregunté inconsciente— Lana dijo que adora a los animales, o algo así.
Rió: —Sí, tenemos un conejo y un gato.
— ¿Por qué no un perro?
—No es que no queramos. Yo prefiero a los perros, pero no tenemos un patio en donde dejar que juegue y corra.
—Oh —murmuré—. Oye, creo que ya es hora de irnos, si no Naomi se dormirá aquí —dije alzando levemente la cabeza, pero la baje al momento—. O quizá yo, esta cama es muy cómoda.
—Ya es hora de irnos. —comenzó a saltar en la cama como un niño pequeño.
—Jo', que pesao' ere’ —hablé con mi cara tapada con una almohada, él no paraba de saltar en ningún momento—. Está bien, ¡Está bien!
—Llamaré a las chicas, no te vuelvas a recostar. —Hizo la seña de "te observo" y se fue riendo.
Como era obvio me lancé nuevamente al cómodo sommier, entonces una pregunta invadió mi cabeza.
— ¡Luzu! —le grité y vino inmediatamente algo preocupado, susurró un «¿Qué pasa?»— ¿Cómo llevaremos esto a su casa?
—El deli —Sus ojos se abrieron como platos—... very.
Tengo el presentimiento de que alguien dormirá en el suelo hoy.
4 notes · View notes
mirrorintheforest · 5 years
Text
Convivir - Capítulo 2
https://youtube.com/vi/E7iJFu2v9x0/0
Desperté como toda persona normal, por una alarma a la cual normalmente llamo "mi hermana".
Como todas las mañanas fuimos al coro matutino, oración mental y misa. Desayunamos y luego nos dirigimos a la zona colegial. Para la hora del receso estaba tan cansada que me dormí bajo un árbol en el jardín.
Cuando desperté de la pequeña siesta me di cuenta de que no veía a Naomi  —mi hermana— desde el desayuno, por lo que comencé a buscarla.
Busqué en todas partes pero no la encontré; no me preocupé demasiado porque, después de todo, no puede salir del convento.
Seguí buscándola hasta que se me ocurrió ir donde la Madre Superiora, ella seguramente debía saber dónde estaba, y si no, tendría que enterarse.
De camino allí me crucé con dos novicias muy ruidosas y la hermana Melisa, quien me preguntó cómo me encontraba el día de hoy.
Cuando llegué a la puerta di dos toques y tomé el pomo, cerré los ojos, inhalé profundo y entré al escuchar el: «Pase».
—Sorry for the interruption but I need to tell you something, Chief Nun, I don't know where's Naomi and... —No pude continuar con mi suplicante explicación porque escuché una risita conocida— Na-naomi? —dije abriendo los ojos y girándome en dirección a dónde provino la risa.
—Pfft. —Llevó sus dos pequeñas manos a su boca en un torpe intento de aguantar su risa— Hahaha, you, hahaha —rió sin poder ocultarlo un segundo más.
—Naomi... —interrumpió dulce la Madre Superiora— It isn't funny, she was worry about you.
—Yes, s-sorry Tiare. —Paró de reír e hizo un tierno mohín.
—Don't problem darling, come, let's go to the bedro... —comencé tranquilamente, estoy realmente aliviada por encontrarla, sin embargo ella me interrumpió.
—Emm, Tiare... —dijo apuntando a su izquierda.
No entendía su seña hasta que los vi —¿Cómo no pude verlos antes?—, había dos personas más en esa sala, dos personas que no conocía.
Era una joven pareja.
Ella; de pelo largo dos o tres tonos más claros que el de mi hermana, delgada, vestía un sombrero negro, una camisa de puntos negros con una chaqueta y unos jeans de apariencia gastada, con una amplia sonrisa dibujada en su rostro cubierto por un leve maquillaje, aparentaba además ser un poco baja —aunque seguramente más alta que yo, pero no cuenta porque soy un gnomo de jardín—.
Él; alto, delgado, de pelo oscuro cubierto por una gorra gris, ojos marrones, el rastro de una barba recientemente afeitada, vestía unos tejanos Levi's, una camiseta roja con una chamarra de cuero, y como la chica que le acompañaba tenía una gran sonrisa en su cara.
Y fue ahí, en cuanto termine de observarlos atentamente,  que entendí la situación, y no me agradaba para nada. Cuando los hilos se unieron me di cuenta de que ellos no estaban simplemente de visita, es decir los factores los delatan; una pareja joven, muy sonrientes, la Madre Superiora era dulce y atenta; Naomi no iría al cuarto conmigo, estaba más que claro.
Mostré una mueca de desagrado y fruncí levemente el ceño en cuanto lo entendí. Ellos querían adoptar a mi hermana.
Sin embargo eso no sería posible, a menos que estuvieran dispuestos a adoptar también a una chica de diecisiete a cinco meses de cumplir la mayoría, pues así era el acuerdo legal; si se va una, la otra la acompaña. En cierta parte eso me reconfortaba, pero también me entristecía por ella ya que la llenaba de esperanzas y luego la destruía. Aunque no dijera nada sabía muy bien que le dolía, pues claramente eso ya había pasado más de una vez en tres años y nadie jamás dijo que sí.
Quizás Naomi pensaba que era por su culpa, cuando obviamente no lo era. Pero esa fue la razón por la cual realicé el plan; por ella, para que pudiera vivir tranquila la vida que yo no pude.
—Oh —susurré volviendo a mí—, Hello!, I'm Tiare —dije tratando de disimular mi disgusto ante la situación. 
Mi pequeña hermana me lanzó una mirada en forma de reproche, ¿Qué hice ahora?
—Hi! —saludó animada la muchacha, el chico simplemente levantó la mano sonriendo.
Me acerqué a la Madre Superiora, para decirle algo que no me apetecía que las otras personas de la sala escuchasen. 
—They want to adopt Naomi, right? —susurré yendo directo al grano.
—Yes —suspiró.
—But they can't, right?
—They want to know you. —Me informó calmada.
—Did you tell 'em that I'm seventeen? —dije exasperada, ella guardó silencio— I'm gonna take it like a no.
Volteé los ojos, ahora comprendía la cara que traía el joven. 
Giré y me dirigí a los pobres chicos que se llevarían una gran sorpresa.
—Hey there! —Levanté la mano para llamar su atención— Well, I think I didn't introduce myself correctly. My name is Tiare and I'm Naomi's sister.
Los ojos de la chica se abrieron más de lo normal y el muchacho comenzó a asentir comprensivo.
—Ho-how old...? —comenzó temerosa la muchacha.
—Seventeen. —La corté, lo mío nunca fue la paciencia.
—OK, we are going to go out and let you alone for awhile, I think you two need to talk. —La Madre Superiora abrió la puerta y salimos detrás de ella.
La pequeñaja se sentó en una banca del jardín y comenzó a jugar con sus dedos, manteniéndose cabizbaja, realizando cada tanto un movimiento convulsivo; como sollozando en silencio.  
Me acerqué con pasos lentos pero seguros, me senté en la banca junto a ella, atraje su cabeza a mi pecho y comencé a acariciar su cabello susurrando que todo estaría bien. No mucho había pasado hasta que sentí algo húmedo en mi camisa, seguramente sus lágrimas. 
Comencé a tararear la única nana que me sabía; la de El Laberinto del Fauno, pero al ver que no se calmaba tararee la canción que nos cantaba mamá cuando llorábamos o nos sentíamos tristes.
Una lágrima resbaló por mi mejilla ante el recuerdo, de seguro si mamá estuviese aquí sabría cómo hacer para que se tranquilizara y volviese a sonreír. 
Dentro, la pareja continuaba discutiendo, tratando inútilmente de mantener la voz baja para que no nos enterásemos. Sin embargo se veían sus sombras en la ventanilla de la puerta de la oficina. A leguas se notaba que no lograban ponerse de acuerdo.
Volví mi vista a Naomi, quien al parecer había dejado de llorar y lentamente levantaba su cabeza. Sus pequeños ojos verdes, los cuales comúnmente resplandecían de contagiosa felicidad, emanaban dolor y tristeza. No podía evitar sentirme culpable al observar su pequeño rostro con el rastro de lágrimas que hasta hace un momento se deslizaban por sus mejillas.
Le regalé una tímida mueca que pretendía ser una sonrisa, mientras quitaba un mechón rebelde de su cara. 
Un fuerte golpe hueco proveniente de la oficina se escuchó, ambas giramos a ver qué pasaba y pudimos ver una silueta apoyada sobre el escritorio. 
Sentí nuevamente pequeños espasmos entre mis brazos, la abracé con mucha fuerza y plante un dulce beso en su cabello.
La impotencia me llenó.
Luego de unos minutos la puerta de la oficina se abrió, dejando ver a la pareja nuevamente feliz.
¿Eran bipolares o algo por el estilo?
Moví levemente a Naomi pero no respondía, se había dormido. Traté de cargarla teniendo un buen resultado, sin embargo, cuando empezara la Universidad o mi trabajo definitivamente tendría que ir al gimnasio. 
Cuando logré acomodarla en mis brazos me encaminé hacia la oficina, la Madre Superiora siguió mis pasos y cerró la puerta en cuanto entré.
Me senté en un sillón que era para las visitas y noté como alguien me lanzaba una mirada de desaprobación, pero no me podría importar menos, estaba cargando a una niña que no era especialmente liviana.
—Well. What do you choose? —dije yendo al grano sin despegar la vista de mi hermana.
—We... —comenzó el chico poniéndose nervioso.
—We choose you! We want the two of you to come with us —interrumpió la chica alegre e impaciente, levantando enérgicamente sus brazos como si fuera lo mejor del mundo, hasta creía haber escuchado un "¡Wiii!". El muchacho la miró con ternura, sonriendo y ella lo abrazó, creo que se notaba quién eligió qué.
Todo era realmente extraño, hasta la Madre Superiora se encontraba feliz, pero... ¿Qué hay con el plan?
3 notes · View notes
mirrorintheforest · 5 years
Text
Convivir - Capítulo 1
Desperté alterada.
Soñé algo realmente extraño, pero es comprensible, después de todo pasé la madrugada entera leyendo creepypastas en el celular de una compañera, costumbre que debería cambiar.
— ¿Tiare? —llamó una aguda voz familiar.
— ¿Eh?, ¿Quién?
—Yo tonta, ¿Quién más? —Me dijo una pequeña que me veía desde arriba, pues aún seguía acostada— Vamos, levántate o llegaremos tarde a desayunar.
Me levanté como un rayo, me preparé y partí al comedor.
Cuando llegamos al comedor ya estaban todos sentados esperando únicamente por nosotras para poder comenzar. La Madre Superiora nos dio una mirada en forma de regaño y bajé la cabeza avergonzada.
—I'm sorry —dijo también avergonzada la chica que me acompañaba—, you know how hard it's to awake Tiare.
—Yes, we know —respondió la hermana Melisa tratando de tranquilizar la tensión que se había formado—. So, don't worry and take a site.
Nadie volvió a hablar sobre el tema. La hermana Adriana comenzó la oración de esta mañana, al final de la misma todos dijimos "Amén". Luego de eso empezamos a desayunar; poco a poco conversaciones fueron surgiendo, por mi parte preferí guardar silencio por dos razones; primera, no se me da muy bien el idioma y segunda, no asistí a los maitines, por lo que era seguro recibiría un castigo y estaba muy ocupada pensando en cuál podría ser.
Después de desayunar y limpiar los trastos cada persona se fue por su parte, sin embargo yo permanecí en el comedor a esperar a la Madre Superiora para que me reprendiera o hiciera algo conmigo, y efectivamente llegó.
—What are you doing here? —dijo tranquilamente—, don’t you have an activity to do?
¿Qué?
 —Ye-yes, but —comencé y me detuve un momento para pensar en lo que diría después— I thought...
—Shh —interrumpió con una mirada dulce—, I'll do like nothing happened... You should do the same.
Me guiñó un ojo, no sabía que ella era así. Inmediatamente seguí su consejo y me dirigí a realizar mis tareas como si esta mañana no hubiera pasado como pasó.
♣    ♣    ♣    ♣    ♣
El día se me hizo corto como todos los demás, la cantidad de tareas y actividades en el convento me dejan apenas un poco de tiempo para pensar en mí o en lo que pasó aquél día, cosa que agradezco mucho.
No soy especialmente religiosa, pero el convento tiene su encanto. Además, nos acogieron a mi hermana y a mí sin chistar, cosa que también agradezco. 
Y tengo un plan; un gran plan al cual seguir, en el cual no puedo fallar, por mí y por ella, un plan que va bien encaminado.
En cinco meses cumplo 18 años, cinco meses en los que tengo que estudiar como si no hubiera mañana y poder conseguir una beca en la Universidad de Arquitectura de Los Ángeles, conseguir un trabajo de medio tiempo —lo cual no será muy difícil porque hay muchos puestos de trabajos en la zona a la cual planeo mudarnos— para mantenerme y a mi hermana quien obviamente se va conmigo, luego de eso conseguir el título y por fin poder vivir sin preocupaciones. 
No saben cómo espero mi Hakuna Matata.
1 note · View note
mirrorintheforest · 5 years
Photo
Tumblr media
Después de una gran pérdida, Tiare tiene que seguir adelante con su vida, a cargo de su pequeña hermana y cargando culpa en su pecho.
Para ella no es fácil conseguir amigos o relacionarse con personas, pero cuando una familia de locos las adopta se ve obligada a enfrentar su mayor debilidad; Convivir.
¤ La imagen en la portada pertenece a un usuario de DeviantArt ¤
2 notes · View notes
mirrorintheforest · 5 years
Photo
Tumblr media
Vacío
1 note · View note
mirrorintheforest · 5 years
Text
Vacío
Estiro mi mano para lograr tomar el móvil y apagar la alarma.
Hoy es el día, el que nunca hubiese querido que llegase.
Me levanto sin salir de la cama y atraigo mis rodillas hacia mi pecho. No quiero moverme, no quiero saber nada ni quiero ver a nadie.
Luego de lo que se siente una eternidad con la cabeza oculta entre las rodillas decido que no puedo seguir perdiendo el tiempo.  Salgo de la cama con extrema pereza y me acerco al baño. Supongo que una ducha fría será suficiente para espabilarme, sin embargo no es así.
Sintiendo el mundo sobre mis hombros bajo las escaleras y me dirijo a la cocina. En realidad no tengo apetito, pero por costumbre preparo el desayuno.
Con un tazón de cereales entre mis manos me dirijo a la sala de estar, tan fría y taciturna que incluso a los insectos repele.
Me doy cuenta entonces que estoy completamente sola en la casa y pienso «¿Por qué se fueron antes?», no hallo la respuesta de inmediato por lo que simplemente olvido la pregunta. Parece que todo me cuesta el doble.
Sin poder forzar más a mi cuerpo libero el tazón en la encimera de la cocina y abandono toda esperanza de comer aunque sea una pizca de algo.
Sin más que hacer en este lugar tomo una chaqueta y me marcho de la casa, no sin antes reparar en que todo estuviera cerrado. Al cerrar la puerta principal con llave giro sobre mis talones y ando hacia mi destino.
El día se muestra gris ante mis ojos, incluso cuando el sol está allí, en el cielo, brillante sobre el horizonte.
Camino y camino, tan lejos de mi destino, y ojalá nunca llegue; ojalá nunca tuviese que despedirme, ojalá solamente pudiera quedarme y dormir, dormir a la sombra de aquel árbol; aquel que tantas risas escuchó, que tantos secretos guardó, que tantas tardes nos protegió del sol.
El sol, aquel sol brillante nuevamente se muestra en el cielo, ya lo había notado; y es el mismo sol, y es el mismo cielo... Pero ya no soy la misma, y ya no estoy a la sombra de aquel árbol, y aquel árbol de seguro se marchitará esta primavera.
Esta será mi primera primavera sin nísperos. Y mi primera primavera sin ella; la que tantos años me acompañó, la que tantas cosas me enseñó, la que tantas heridas curó, la que tanto me ayudó, con la que tantas risas compartí, la que tantos secretos guardó, la que atesoró todos mis besos y cariños en su corazón. Aquella que me conocía mejor que nadie, la que estaba allí conmigo desde antes de que lo supiera, la que nunca me abandonó ahora lo está haciendo... y me duele. Joder, como me duele.
Duele como el infierno, y estoy aterrada. No sé si algún día lo superaré, y eso me asusta.
Siento una gota golpear mi mejilla, paro la marcha y miro al cielo, no viene de allí, el sol brilla intensamente desde el horizonte. ¿Pero entonces?
Toco mi mejilla para comprobar lo que sospecho, y exactamente como supongo por allí corren pequeñas gotas de agua salada. Son lágrimas.
Sigo caminando sin molestarme en tratar de secar mis ojos, solamente dejo que escurran hasta que mis lagrimales se vacíen. La gente me mira de forma extraña, pero no me detengo a pensar en ello. 
Entonces llego a mi destino, es más sombrío de lo que recordaba.
Anteriormente había pasado varias veces por el frente del local, sin embargo hasta hoy nunca había tenido la necesidad de entrar.
Temblando entre sollozos tomo el pomo de la puerta y entro, nada más cruzar el umbral siento un cambio drástico en la temperatura del ambiente a mí alrededor. Subo la mirada a una esquina medianamente alejada donde encuentro un esperado aire acondicionado culpable del frío en el interior del edificio.
Me encamino hacia un pasillo a mi derecha, pasando de largo la recepción, sin saber exactamente hacia donde me dirijo.
Luego de caminar no más de tres metros en línea recta me encuentro con una cara conocida, es mi tío Danisio.
Me limito a inclinar un poco la cabeza y entrar a la pequeña sala por la puerta a su lado, en donde noto hay una cantidad exuberante de arreglos florales; cada uno con cual flor más elegante.
Niego con la cabeza al pensar en lo que diría ella si viera su sala decorada de esta manera, sabiendo que de seguro pensaría que es absurdo colocar tantas flores para alguien que jamás podrá verlas, alguien que nunca podrá disfrutar el aroma que emiten... alguien que ya no es capaz de sentir nada.
Me percato entonces de que mis padres se encuentran en la sala. Los saludo con la mano y muevo mi vista por la habitación hasta que choca con ella.
Más lágrimas amenazan con escaparse y rodar abajo por mis mejillas, pero les prohíbo el cruce.
Doy pasos inseguros acercándome más a ella.
Allí frente a mis ojos se encuentra esa persona tan importante en mi vida, allí recostada; como durmiendo, con un pequeño ramo de flores silvestres entre sus manos. Allí en el cajón que nos aseguramos fuera el más cómodo posible, yace el cuerpo inerte de la señora más importante para mí. Mi abuela.
Separo la vista sin poder ser capaz de contener las lágrimas, me acerco a un banco y tapo mi rostro, había pensado que sería lo suficientemente fuerte como para no hacer el ridículo frente al resto de mi familia, sin embargo no soporto verla ahí; tan quieta que parece tranquila, tan cerca pero tan lejana. Esa señora no es ella, así no es como me gustaría recordarla.
Y que falta me hará esta navidad, que falta me hará cuando quiera contarle algo a alguien que sé que guardará el secreto, que falta me hará cuando quiera visitarla y ya no esté para llenarme de dulces, que falta me hará cuando quiera ayudarle con el jardín, y que falta le hará a su jardín; a sus flores, a su huerta y a ese árbol, a su árbol, a nuestro árbol.
Dios, como me hará falta. No me imagino cómo se sentirá papá, él...
Nuevamente rompo en llanto, esta vez más fuerte, sollozando, al pensar en cómo nos hará falta su sonrisa; esa sonrisa que iluminaba la sala en la que se encontraba, como nos harán falta sus extraños relatos y cuentos de cuando vivía en el campo, como nos harán falta en la mesa sus reproches a sus hijos por sus pocos modales, como nos harán falta sus absurdos consejos, como nos harán faltas sus quejas a la vida, cómo nos harán falta sus postres que sólo ella sabía hacer, incluso sus helados viejos y sus empalagosos tarros de dulce de leche. Que vacía va a estar su casa, y que vacío va a dejar en nuestros corazones.
Como te voy a extrañar viejita, como te voy a extrañar...
5 notes · View notes
mirrorintheforest · 5 years
Photo
Tumblr media
Las pesadillas también son sueños
0 notes
mirrorintheforest · 5 years
Text
Las pesadillas también son sueños
Abrí los ojos para encontrarme en una habitación que el tiempo ha hecho extraña, no recuerdo la última vez que he dormido aquí.
Me siento en la cama para poder ver al rededor; todo está como lo dejé. La paredes repletas de posters de bandas que en su mayoría ya no me gustan apenas dejando ver el color lila del cual están pintadas, dibujos en todas partes, una pequeña pila de ropa probablemente sucia en el suelo cerca de una esquina del cuarto, libros acomodados en un pequeño escritorio que también tiene una computadora sobre él.
A mi lado una portátil reposa encendida sobre la mesa de noche, con su luz parpadeando, cosa que advierte se va a apagar y habrá que cambiar su lamparilla.
Un exquisito aroma a panqueques me alertó, pero recordé que esto era solo un sueño como todos los que he tenido desde aquél día.
Bajé las escaleras a un paso dolorosamente lento, disfrutando cada momento del sueño.
Al llegar al comedor un hombre pálido se encontraba en este, estaba utilizando una computadora.
—Buenos días, cariño —dijo el hombre de gafas, apartando el aparato electrónico y mirándome. Sus ojos eran completamente opuestos a los míos, siendo los suyos grisáceos y los míos muy oscuros—. Espero que hayas dormido bien, pues te acostaste algo tarde ayer. —Me regañó. 
—S-sí... Emm... —Dejé la frase en el aire, aunque fuese solo un sueño, verle de nuevo era impresionante.
—Apropósito, tu madre te está esperando en la cocina —añadió volviendo a lo que fuere que estuviese haciendo antes de que llegara. 
 Me asomé por el marco de la cocina, una mujer de baja estatura con delantal estaba sirviendo un delicioso desayuno en una bandeja.
���Tiare —llamó al hacer contacto con mis ojos. Me fijé bien en sus facciones, aunque tuviese treinta y tantos lucía joven, con una sonrisa cálida, la nariz pequeña y delicada, alguna que otra arruga en su frente debida a enojarse a menudo (por mi causa), y sus oscuros ojos marrones que siempre hicieron que me sienta a salvo tan solo con verlos, era muy hermosa—, hija, por fin despiertas. Ven, ayúdame con esto.
Me acerqué a paso lento hacia ella y le ayudé con lo que estaba haciendo.
Sinceramente no comprendo porque siempre sueño lo mismo; despierto en mi cuarto de cuando tenía 14, desayuno junto a mi familia, voy donde Catarina, me encuentro con aquél chico y luego despierto. 
Nunca varía; por más que cambiara mis respuestas todo seguía el mismo patrón, no podía modificar nada.
Despejé mis pensamientos y comencé a desayunar —no sé cómo pero el sabor era increíblemente real como todo a mí alrededor—.
Escuché la puerta principal abrirse seguido de unos pasos provenientes del pasillo central de la casa, ni siquiera me inmuté, sabía perfectamente de quién eran... Pero había algo peculiar esta vez, era como si alguien estuviese rasguñando la pared.
Miré a mi derecha buscando encontrarme con los protectores ojos de mi madre, pero no estaba allí, miré a mi izquierda; al lugar donde se sentaba mi padre pero tampoco lo hallé, entré en pánico.
Solté el tenedor, que aún tenía un trozo de panqué, y retiré la silla para poder pararme. Giré sobre mis talones y corrí a la sala, evitando entrar en contacto con lo que sea que haya entrado a la casa, cuando llegué mi padre se encontraba en ese lugar; parado mirando hacia la estufa, por lo que me daba la espalda.
Suspiré aliviada.
— ¡Papá! —Le grité, pero no respondía, parecía absorto en sus pensamientos— ¡Papá! —repetí aún más fuerte— Papá, no... No otra vez... No me dejes... —susurré al borde del llanto, pero la figura frente a mis ojos no se movía, ni por casualidad.
Entonces mi madre apareció desde el comedor y se colocó junto a él, mirando a la misma dirección; como si tratase de entenderlo; de consolarlo, pero sin siquiera rosarse.
Me acerqué lentamente e intenté tocarle el hombro para que se volviese, pero no lo logré ya que al segundo en el que mis dedos palparon la tela de su abrigo se convirtió en polvo y lo traspasé. El pánico volvió a apoderarse de mi cuerpo, habían desaparecido de nuevo.
Se escuchaban nuevamente los pasos y rasguños, pero un nuevo elemento se sumaba; un olor pútrido que tapó mis fosas nasales, lo que fuera que me atormentaba no se bañaba en meses... O tal vez años.
Cuando reaccioné los pasos se escuchaban más cerca y la adrenalina alteraba mi pulso, jamás pensé que sería la protagonista de una historia de terror, ni en mis pesadillas de niña soñé algo así.
"Eso" se acercaba, y no se me ocurrió otra cosa que esconderme, digo, no pensaba enfrentarme a el que irrumpió en mi casa, ni que fuese loca. Decidí que el mejor lugar para ocultarse sería debajo del sofá, en parte porque era un buen escondite y en parte porque no había otro. Ya oculta traté de normalizar mi respiración y guardar silencio para que no me encontrase.
Por un pequeño espacio que había entre el suelo y el sillón pude ver como efectivamente una cosa entraba, tapé mi nariz. También observé como al otro lado de la sala unos pequeños tenis rosas sobre salían de detrás de las cortinas de la ventana que daba a la vereda de en frente.
La cosa se volvió hacia la ventana...
Oh no... No, no, esto no puede estar pasando.
Salí lo más rápido que pude de mi escondite, no dejaría que "eso" atacara a la niña de detrás de las cortinas. Cuando ya estaba libre corrí hacia la cosa, pero era tarde, la había tomado. Lo último que pude escuchar fue el agudo grito de la pequeña.
Y de pronto, todo se volvió negro; tan oscuro que apenas alcanzaba a ver mi mano a centímetros de mis ojos. Oí un susurro, tan bajo que casi no comprendí sus palabras: «N-no te preocupes por nosotros, mi vida. Esta-estaremos bien.», decía, casi inaudible. La voz parecía dolida, lastimada, pero era profunda como la de un hombre, una mezcla realmente inquietante. Espera, esa voz...
Dolorosos recuerdos se desataron al momento en el que reconocí aquél susurro, las lágrimas también comenzaron a caer, imágenes de aquél día se mostraban fugazmente delante de mí; deslizándose en el aire como rápidas balas buscando algo con que chocarse.
El suelo —al igual que la luz anteriormente— se esfumó como por arte de magia, sentí mis rodillas temblar mientras caía al vacío.
Las imágenes seguían pasando, rodeándome, mientras caía a una gran velocidad. 
Simplemente quiero despertar de este horrible sueño, pero hay algo, algo que no me deja alejarme de los recuerdos más oscuros en mi mente y sé perfectamente que es.
Es la voz, la voz del susurro.
La voz de papá.
0 notes
mirrorintheforest · 5 years
Photo
Tumblr media
Sentires
0 notes
mirrorintheforest · 5 years
Text
Sentires
No sé, no entiendo.
No estoy bien, eso es claro.
No sé por qué, eso es seguro.
Lo único nuevo es que no es como siempre... Es muy, muy diferente.
Es un mal con el que no había jugado antes, es confuso, incomprensible.
Pero, ¿Cómo sé que es diferente?, o mejor, ¿Cómo sé que es un mal?
Quiero decir, si no es como los otros males entonces, ¿es un mal siquiera?
El sentimiento, aunque distinto, es igual. No provoca lágrimas, provoca vacío; como si no hubiera sentimiento en realidad, pero lo hay, y te hace mierda. Rápido, fuerte, doloroso.
Y te sentís tan necesitada; de cariño, de amor, de alegría... de algo. Sentir algo.
Pero no. No hay nada. No sentís nada, no querés nada, no buscas nada y tampoco encontrás nada; nada que te satisfaga... pero lo querés. Querés sentir, querer, buscar, encontrar y vivir. Vivir tranquila, pero no podes.
Seguís y seguís, te mantenés así pero seguís y eso muchos no pudieron. Vos le metes ganas y seguís.
Y de pronto te encontrás con situaciones rarísimas que definitivamente te ayudan. Porque de pronto estás en una fiesta en el salón más costoso de tu ciudad, con tu mejor amiga que está mamada hasta el orto diciendo pelotudeces; actuando como loca, con la mejor comida y postres celestiales. Y por fin sentís algo; te divertís, y lo que buscabas aparece. Algo.
Te cagas de risa, bailas toda la noche... pero no te confíes; nada es eterno, y mucho menos un momento tan lindo como ese.
En algún instante paras, y de nuevo no sentís nada, incluso cuando bailan a tu alrededor; ni siquiera te hace sentir peor la felicidad de los demás. Simplemente no sentís, de nuevo.
Entonces lo guardas, lo proteges con garras y dientes, luchas internamente para que ese recuerdo hermoso se mantenga contigo; te aferras a esa momentánea ilusión de satisfacción y seguís adelante, no te querés rendir, querés que vuelva a pasar algo parecido, esperas que en algún momento vuelvas a ser la de antes. Y aunque sabes que es imposible que pase lo que anhelas vos sonreís, falsamente claro, pero sonreís al fin y al cabo, y te descalzas y vas a bailar con ellos, los que también cargan con cosas y aunque ellos están llenos de emociones y sensaciones; vos te juntas con ellos... Porque incluso vacía podes sonreír, y ellos te sonríen más, y te dan ganas de seguir sonriendo.
De seguir adelante.
17 notes · View notes
mirrorintheforest · 5 years
Photo
Tumblr media
Callada
0 notes