Tumgik
#´casa provisional´ dice
berryblu-soda · 2 years
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JAJSJASJ Vegetta humilde ahdaghdsgdhdshf
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poetailurofilica · 10 months
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SUEÑO 08/12/2023
Ya estoy en medio de grabaciones, pensamientos, estudios y demás...y creí que podría guardar este sueño para mí, aunque la verdad mejor lo comparto:
Al principio fue algo raro, como una sucesión de salir y visitar muchos lugares, mucho recorrido, muchas personas, con lo cual no estoy acostumbrada a socializar, y muchísimo menos en los últimos largos años, así que estaba como en una situación de aprieto incluso. Recordé que no tenía donde vivir, y estaba tan estresada, sin fuerzas ni esperanzas de encontrar algo que realmente me gustara, que simplemente opté por el último lugar que ví. Era un monoambiente recién pintado, que tenía unos muebles de estante, mesa y una silla muy viejas, con las cosas bastante rotas, no tenía ni cocina ni heladera ni cama, pero era el lugar menos sucio que había visto. Y como tampoco iba a tener para siquiera adquirir una escoba y así, decidí por pagarlo en el momento y el señor se fue rápidamente, dejándome la llave. Había luz, y algo de internet, no llegaba muy bien la señal pero estaba funcional. El baño no siquiera llegué a entrar a verlo, sólo quería llevar mis cosas y estar tranquila de una buena vez.
Entonces, noté que era amplio, pero era todo un sólo ambiente, y había un ventanal con ventanas divididas en cuadrados de vidrio, que se abrían de a dos partes. Y una pequeña al costado donde estaba la bacha como quien diría, de la cocina, pero no se notaba porque no había mucho más que eso. El lugar estaba en un primer piso y daba hacia el patio de una casa interna, y ese edificio no tenía muchos pisos, eran 2 o 3 como mucho. Habían algunos perros que cada tanto, se los oia o desde medio lejos, cómo casi que desde el techo superior. Y unos gatos en el patio de abajo, dónde también había un árbol en un costado junto a la galería. Realmente no había acceso allí, sólo la vista. Entonces, ya teniendo mí valija ahí, no tenía más, y entrando la noche, decidí querer salir por provisiones, al menos sentí que debía comer, pero realmente no tengo hambre física. Entonces noté que como había dejado la luz apagada, entraba el reflejo de la luz de la casa justamente alado, no necesito mucha luz y además porque no tenía cortinas. Entonces, me acerco a la puerta, y noté que la había dejado mal cerrada, la empujó y estaba abierta. Meto la llave y está gira y gira y gira...pero no cierra. Honestamente, empecé a perder más que la cabeza. No iba a tener ningún tipo de privacidad..? Cómo no me di cuenta que no cerraba bien eso, antes..?? Tan tonta soy...blablabl...
Y en eso, recibo un mensaje, alguien importante para mí. Estás ahí, te sueño constantemente. Y me dice que va a venir a cuidarme hasta que arregle eso. Me quedo tranquila. Lo espero. Prendí la luz para buscar unas cosas y bañarme, y cuando estaba por meterme a la ducha, explota el foco. Me quedo en penumbras, pero no me molesta porque como el departamento era el único en ese subpiso, nadie más estaba en ese piso realmente, y se escuchaba todo debido al eco que genera el vacío.
Entiendes? Nuestros vacíos generan ecos: por eso te oigo, te escucho dormida, te siento, te percibo. Esto no es paranoia. Es conexión con esos latidos que tajantes, retumban en medio de dos pechos perdidos y abrumados. Entonces, llegaste, y...
Ya sabes
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joseandrestabarnia · 11 months
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La Edad de Plata 
Jacopo Zucchi (Florencia 1541 - Roma 1590) 
Hacia 1575 
Óleo sobre tabla  
50x39 cm 
Inventario 1890 n.1506 
El pequeño cuadro, junto con su colgante que representa el Siglo de Oro, procede de la Villa Medici de Roma, casa de Fernando I cuando aún era cardenal. A partir de las fuentes documentales, parece muy probable la hipótesis de que los dos paneles estuvieran destinados a ser utilizados como portadas de retratos. 
Alumno de Vasari, Jacopo Zucchi se convirtió en su principal colaborador participando en la decoración del Salone dei Cinquecento y del Studiolo de Francesco I en el Palazzo Vecchio. En 1572 se instaló en Roma, convirtiéndose en el artista favorito de Fernando de Médicis, quien le confió la decoración de su villa en el Pincio. 
Las Metamorfosis de Ovidio son la probable fuente iconográfica de este pequeño cuadro: podemos suponer que el pintor, que poseía un profundo conocimiento de la mitografía, tenía conocimiento directo de ella. 
Ovidio dice que en la Edad de Plata Júpiter asumió el mando del mundo y dividió el año en cuatro estaciones. Entonces, por primera vez, los hombres necesitaron refugio y cultivar la tierra para tener provisiones para el invierno. 
Siguiendo la historia de Ovidio, el cuadro muestra unas chozas rudimentarias al fondo y un granjero arando un campo con un arado; El carro de Apolo vuela en el cielo, rodeado por las horas del día y la noche y las cuatro estaciones. En el centro se encuentra la diosa de la Justicia con espada y balanza, acompañada de un querubín que muestra, escrito sobre un gran cuadro, un pasaje del Génesis (Gen 3,19) "Comerás pan con el sudor de tu frente ". La joven sentada en primer plano a la derecha simboliza el Arte y el Conocimiento, mientras que las herramientas a sus pies, un cincel, una paleta, un compás y un globo terráqueo, aluden a las artes mecánicas. El rastrillo, las espigas y la antorcha encendida que porta el putto que está a su lado son atributos de Ceres, diosa del trabajo en el campo. La figura vestida de blanco del lado opuesto, que contempla con adoración el corazón elevado al cielo, podría ser la personificación de la Caridad, mientras que el grupo compuesto por la joven acompañada de dos querubines juguetones, el anciano barbudo y la dama velada representan las cuatro edades del hombre. La alegoría del cuadro debería, por tanto, ilustrar el advenimiento de la Justicia divina para presidir el paso del tiempo y las actividades del hombre. 
Desde el punto de vista estilístico, el pequeño cuadro puede remitir a la producción del artista de mediados de los años setenta: personajes que se concentran en los laterales de la escena dejando libre el centro, figuras sentadas en primer plano que guían la mirada del espectador hacia la lectura. la composición, contrapicado y construcción espacial diagonal para aumentar la sensación de profundidad.  
Información de la web de la Gallerie degli Uffizi, imagen/es de mi autoría. 
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ka1rosnan · 1 year
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꧁-Alivio en la entrada-꧂
4 de abril de 2018
Lee por favor : Filipenses 4:10-20
La Biblia en un año: Rut 1–4; Lucas 8:1-25
-Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado… (v. 12).-
Un día particularmente cálido, Carmine McDaniel, de ocho años de edad, quiso asegurarse de que el cartero de su vecindario se mantuviera fresco e hidratado. Entonces, dejó una nevera portátil con bebidas en la entrada de su casa. La cámara de seguridad de la familia registró la reacción del cartero: «¡Vaya! Agua y Gatorade. ¡Gracias, Dios; gracias!». La madre de Carmine dice: «Carmine siente que es su “deber” darle al cartero bebida fresca, aunque no estemos en casa».
Esta historia me conmueve, pero también me recuerda que hay Uno que suple todas nuestras necesidades, como señala el apóstol Pablo. Aunque estaba preso y sin saber qué le sucedería, expresó su gozo por los cristianos de Filipos, ya que Dios había suplido su necesidad mediante la ayuda financiera de ellos. La iglesia de Filipos no era rica, pero ellos eran generosos, y de su pobreza, daban a Pablo y a otros (ver 2 Corintios 8:1-4). Al haber suplido las necesidades del apóstol, Dios supliría las de ellos «conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Filipenses 4:19).
Dios suele enviar ayuda vertical por medios horizontales. Es decir: nos manda lo que necesitamos mediante la ayuda de otros. Confiar en Él para nuestras necesidades es el secreto de la verdadera satisfacción (vv. 12-13).
— Marvin Williams
Después de leer este mensaje recordé un bonito historia que trata precisamente de eso: AYUDAR, es la historia de un hombre que deseaba escuchar la voz de Cristo para servirle, los escuchó camino casa cuando a su mente llegó una frase “compra un litro de leche…” y lo compró, la historia sigue y el final es conmovedor pues terminó dando como ayuda más de lo que le había sido encomendado, vaya que el protagonista de la historia era pro activo , Dios quiere que agucemos nuestros oídos espirituales pensando con el corazón, que seamos no solo obedientes ni acomedidos sino pro activos en la máxima expresión de la palabra, este sería un gran reto,¿no creés?, que este día sea productivo, hermoso y bendecido, que nuestro Señor Jesucristo sea bendiciendo tu vida y tu casa y fortaleciendo tu mente, tu espíritu tu alma, tu cuerpo para que seas la persona que Cristo quiere que seas…¡Shalom!
-Señor, gracias por tu provisión.-
-Las provisiones de Dios son siempre mayores que nuestros problemas.-
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ohellpo · 2 years
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Bluepulse Week 2022 Día 6
Angst
Nota: Me quedé con ganas de más AUs de Soulmates ~
Bart bajó del auto tranquilo, quizás algo aburrido. Su madre le había pedido que fuera al centro comercial por algunas provisiones extras. No le molestaba hacerlo, tan solo las vacaciones de verano se le estaban haciendo muy largas.
El chico miró a su alrededor, enfocando su vista en el gran letrero con letras grises que decía el nombre del establecimiento. Caminó despacio hacia la entrada, sin molestarse en tomar un carrito, tampoco llevaría demasiado. Miró de reojo al guardia regordete de camisa gris claro, lucía tan aburrido como él.
Azúcar, harina y crema, eso era lo que le habían pedido, más lo que él quisiera comprar con su propio dinero. Su madre se había acabado lo demás preparando dulces, así que Bart sabía que al volver lo esperaba una deliciosa tanda de los mejores postres del mundo.
Mientras trataba de recordar cuál era la marca de azúcar que su madre le había pedido, Bart escuchó a un muchacho discutir con una niña a un par de metros.
—Milagro, deja eso, ni en broma te lo voy a comprar.
—¡Agh! Qué aburrido.
«Te entiendo, hermana» pensó Bart en su mente, notando de reojo que la pequeña peleaba su derecho a una caja de galletas.
—Le diré a mamá que me las compre entonces. —Al parecer ella sabía cómo jugar sus armas.
Bart escuchó cómo la niña daba la vuelta, posiblemente con intenciones de ir donde su madre. Quien parecía ser su hermano no la detuvo, solo rodó los ojos soltando un suspiro. Discreción no era una de las mejores cualidades de Bart, por lo que no pudo ocultar su diversión ante la situación.
—Créeme que mi madre tampoco se las va a comprar, solo busca chantajearme, pequeña mocosa.
Bart sabía que se había sonrojado al sentir el calor en sus mejillas. Aun así, no se cohibió para responder con una nueva sonrisa ante tales palabras. Aquel muchacho no estaba nada mal y su acento le parecía de lo más encantador. Entonces al fin ambos se giraron hacia el otro y cruzaron sus miradas.
Bart se sorprendió cuando, en un parpadeo, aquellos ojos casi negros se volvieron… ¿qué color era ese? Agh. Su madre le había enseñado el nombre del color de algunos objetos, pero nunca el color de los ojos de la gente. Jamás se preocupó por eso, diablos, muy joven para pensar en encontrar a su destinado. Aun así, ahí estaba, experimentando lo que era percibir los colores por primera vez en su vida.
Una sensación cálida lo recorrió e inevitablemente comenzó a sonreír en un suspiro. Miró a todos lados, parpadeando, comprobando si no era su mente volviéndose loca. Al regresar su vista hacia aquel desconocido, éste no mostraba una actitud muy diferente a la suya. Los dos jóvenes se miraron y ambos se echaron a reír, entre nerviosos y emocionados.
—¡Soy Jaime! —habló primero el moreno, incrédulo ante lo que estaba sucediendo. Casi invadía el espacio personal de su interlocutor, pero Bart se lo permitió.
—¡Yo soy Bart!
¿Qué seguía? ¿Cómo se hacía esto? Se presentaban ¿y luego?
—Wow, eres mucho más hermoso a color.
Jaime soltaba su lengua cuando sus emociones lo superaban. Bart ahora sabía que su rubor llegaba hasta sus orejas, pero no se retractó. Sonrió coqueto, aunque tratando de ocultar sus mejillas con la harina que ya había elegido.
Ambos habrían dicho algo más, pero entonces aquella pequeña se asomó al pasillo.
—Jaime, mamá dice que te apures, te esperamos en la caja —dijo, y luego volvió a desaparecer.
—Esa es mi hermana —soltó Jaime en un suspiro.
—Creo que me caerá muy bien. —Bart nunca dijo palabras más sinceras en su vida.
Jaime no podía quedarse, y Bart aun debía terminar de hacer sus compras. Decidieron entonces intercambiar sus números, esto en definitiva debía continuar en un lugar más apropiado que junto a la mermelada.
Bart regresó a casa casi flotando, feliz por el nuevo mundo que se le abría, y no solo hablando de los colores que ahora veía. Su madre se emocionó con él y lo dejó llenarse la tripa de su repostería. Su padre también se alegró mucho cuando escuchó las buenas nuevas. Dioses, él de verdad estaba tan feliz.
Esperó en la noche un mensaje prometido, esperó y esperó. Finalmente, cayó dormido. A la mitad de la madrugada despertó sobresaltado. No sabía por qué, no lo entendía. El pecho le comenzaba a doler y la respiración se iba y venía. Lo peor fue descubrir, al encender la luz, que los colores se habían ido.
Un simple accidente de auto y una lenta muerte en el hospital. Bart no volvió a ser él mismo. Perder a tu alma destinada tan joven era de lo peor que podía pasar. No era justo, esta maldita vida jamás era justa. Ver colores era lo de menos, Bart debió aprender a vivir hasta su último día sin su otra mitad.
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elarchivodeariel · 3 months
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JUNIO 12, 2024. IT"S A JUNGLE OUT THERE.
Seis de la mañana suena mi despertador. Salgo inmediatamente de la cama. A las siete en punto, estoy tomando el colectivo.
Llego a Congreso a las ocho y 10. Ingreso al aula a las ocho y media.
Termino mi clase a las nueve y cincuenta. Salgo y compro provisiones por la zona.
-En cualquier momento cortan todo- me dice, entre harto y resignado, el vendedor de la casa de golosinas en la que compré unos bombones.
Harta, como él, le deseo suerte y salgo del local.
Llego a Callao y Juan Domingo Perón, cargando cartera y bolsa con las compras, caminando entre gente que se mueve muy lentamente, como si estuvieran de paseo, llevando pañuelos verdes que dicen Provincia de Buenos Aires, banderas de La Cámpora, y algunos vistiendo camperas que en la espalda tienen impreso el nombre de algún puntero político que desconozco, y por eso no recuerdo. Debajo del nombre olvidado, se lee "Conducción".
Con el peso de mis compras a cuestas y el hartazgo de no poder avanzar entre gente lenta y violenta, veo que, claramente, no podré tomar mi colectivo de regreso sobre Rivadavia.
Pienso: "¡Qué triste es vivir bajo la conducción de un puntero y estar orgulloso de eso!". Reflexiono: "¡Pañuelos de la Provincia de Buenos Aires! ¿¡En serio!? ¿A mí, que vivo ahí, me quieren militar lo bien que estamos en el conurbano?"
Enojada, vuelvo sobre mis pasos, ya sin paciencia y empujando a los paseantes militantes, y me tomo el 146 hasta Parque Centenario. Tengo que improvisar un regreso alternativo. Trasbordo al 105 frente al Instituto de Zoonosis Luis Pasteur.
Es pleno junio, estamos a una semana del Invierno, y la temperatura supera los 25 grados centígrados. Si Buenos Aires habitualmente es una ciudad húmeda, hoy supera las marcas. A la humedad se le suma una sensación asquerosa y pegajosa. Está nublado, pero no va a llover. Muy cansada e incómoda llego a casa a eso de la una del mediodía. Todo por causa de los que se oponen a que el Poder Legislativo apruebe la primera ley del gobierno de Javier Milei, a seis meses de haber sido electo casi por el 56 % de los votos.
Ya en casa, me ocupo de guardar las compras, me ocupo de atender a mi perra, como unas milanesas que tenía listas desde ayer, me ducho y me duermo una siesta.
A las dieciocho salgo otra vez para Congreso, después de ver por TV que en la zona a la que voy los paseantes que vi a la mañana quemaron dos autos, rompieron bancos de piedra, incendiaron bicicletas del Estado, y le rompieron la cabeza a un policía, mientras algunos legisladores peronistas y de izquierda dicen que es una manifestación pacífica. Como respuesta: gas pimienta y balas de goma. Muy, pero muy harta, soy consciente de que hace más de dos décadas que me muevo en una ciudad en guerra sin tener enfrentamientos bélicos abiertos con ningún Estado extranjero.
Tengo que ingresar a dar clases otra vez a las veinte, pero salí exageradamente temprano porque los legisladores, que cobran sueldos de 8 millones de pesos por ir al Congreso muy, muy, de vez en cuando, hoy están trabajando. Y las ovejas terroristas están intentando sabotearlos.
Como lo sospeché, en Plaza Miserere el chófer del 105 nos avisa que puede dejarnos ahí, porque a Congreso no puede llegar. Son las 19, me bajo y comienzo a caminar entre mis compañeros de viaje y los peatones que compran ropa en las calles de Once.
Mientras camino en este clima asqueroso observo a montones de nigerianos y senegales preparar mantas sobre Pueyrredón. Ponen la mercadería más variada a la venta en la vereda, y comprendo que hay un turno diurno y uno nocturno para la venta mantera.
Sin detenerme, me muevo con normalidad en una ciudad capital de un país que es un psiquiátrico a cielo abierto. A sólo unas cuadras se están tirando con piedras y balas, acá la gente compra ropa ilegal barata. Y todo sigue, como si nada pasara.
Cuando llego a Corrientes son las 19 y 20. El clima climático y el social se enrarece. Hay muy pocos peatones caminando, y es temprano. Muy pocos locales comerciales siguen abiertos, y pienso: "Va a ser mejor que de acá salga lo antes que pueda".
Llego a mi trabajo. Entro a mi aula a las 20. Mis alumnos ya sabían qué nota de final de cursada tenían, por lo que sospechaba que nadie iría. Pero me equivoqué. Tres valientes me esperaban: dos varones y una mujer.
Se salvaron dudas respecto al examen final, y uno de los varones se retiró, aclarando: '"Salgo antes, profe, porque se me va a complicar volver". Le doy mi bendición mientras pienso que yo, en el lugar de él, no hubiera venido.
Me quedo con los otros dos, charlando del examen final, de todo y de nada. A las 21 y 20 me fuí. Mi alumna me despide con un: "Mirá que la calle está caliente, profe, cuidate". La miro y recuerdo que ella se va a las 22 y 45 y vive en Ciudadela. "Cuidate vos también. Que llegues bien a casa, Luciana".
Ya en la calle, veo que en la esquina está frenando el 24. Sin dudarlo, corro y me subo. "Hasta Juan B. Justo", le pido al chófer. E inicio el regreso.
Cacerolazo y corte en Scalabrini Ortiz, pero podemos avanzar. Llegando a Juan B. Justo y San Martín, el colectivero nos avisa: "Me tengo que desviar, están cortando la avenida".
No puedo describir el nivel de ira silenciosa que me embarga. Me bajo obligada y camino entre gente que está caceroleando contra la Ley Bases porque no llueve y el termómetro marca 27 grados. Si lloviera, los conozco, estarían en casita mirando todo por TV.
El reloj marca las 22, y yo, extenuada, camino a los saltos hasta que reencuentro que el 105 retoma avenida San Martín. Llego al Metro Bus al mismo tiempo que mi colectivo.
A las 22 y 45 llegué a mi casa otra vez. Me esperaban unas ricas croquetas para la cena. Miro la tele mientras como, y pasadas las 23, la vicepresidenta Victoria Villarruel desempata la votación y en el Senado la Ley Bases es Ley.
Me llega un mensaje por WhatsApp. Una amiga que vive en Villa Crespo me cuenta que los que manifestaban en su barrio ahora se están peleando entre ellos.
Pienso: "Mañana van a dormir hasta tarde. Yo, en cambio, a las seis de la mañana vuelvo a empezar".
Y a pesar de todo esto, estoy convencida, miro el panorama internacional, y sé que Argentina es un excelente lugar para vivir. No se dejen engañar.
Flavia Vecellio Reane.
Junio 17, 2024.
@FlaVecellio
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puntofinalgt · 1 year
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Sin Pineda, Sandra se centra en Mulet en la recta final de campaña
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La aspirante de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), Sandra Torres ha dirigido su campaña en contra de Edmond Mulet, del partido Cabal. Foto: La Hora / Redes Sociales
A un mes de realizarse las Elecciones Generales, los contrincantes a la silla presidencial se han reducido tras la suspensión de la candidatura del presidenciable de Prosperidad Ciudadana, Carlos Pineda. Por ello, la aspirante de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), Sandra Torres ha dirigido su campaña en contra de Edmond Mulet, del partido Cabal.
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Durante una actividad de la UNE, Torres aprovechó para mencionar a Mulet. “Quiero preguntar si ya lo llamó su exjefe (el expresidente) Serrano Elías, porque hoy se cumplen 30 años de ese autogolpe de nuestro país, así que de repente ya lo llamó”, arremetió.
Según la presidenciable de la UNE, Mulet como abogado y notario le realizó las escrituras de sus propiedades al exmandatario. “Es más se me olvidó traerle el Sukrol para mandárselo porque yo creo que le hace falta para que le traiga nuevamente a su memoria que él no es ningún niño de primera comunión”, señaló Torres, mientras su compañero de fórmula, Romeo Guerra, reía sobre los comentarios de la candidata.
SEÑALA A MULET DE SER ALIADO DEL OFICIALISMO
A su vez, Torres señaló que Mulet ha realizado campaña negra asegurando que es aliada del oficialismo, pero que estaba equivocado ya que el candidato de Cabal es el “aliado”.
En esta línea, la líder de la UNE hizo un llamado para que investigarán en la prensa cuántas veces Mulet ingresó a Casa Presidencial para negociar con el actual gobierno.
Además, Mulet se habría reunido con la secretaria general de Prosperidad Ciudadana, Lilian García, según las declaraciones de la candidata. “Las referencias que yo estoy haciendo seguramente hay pruebas de ello en la Casas Presidencial”, enfatizó
LLAMA A MULET “MAÑOSO” y “MENTIROSO”
Asimismo, Torres mencionó que Mulet la ha retado a hacer pública su declaración patrimonial, la cual afirmó, que lo ha hecho en todas las campañas en las que ha participado.
“Que también lo haga, pero también en su declaración patrimonial diga cuánto aumentó su patrimonio con el pisto que ganó cuando exportó niños de Guatemala al extranjero, no solo es un señor mañoso, sino mentiroso”, concretó.
ESTO DICE MULET
Respecto a la declaración de Torres, Mulet compartió un video en el cual expresa que le da tristeza observar hasta el punto en que ha llegado su ambición de poder, por lo cual recordó que se divorció del expresidente Álvaro Colom.
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“Luego de usurpar el poder y convertir ese gobierno en uno de los más corruptos de la historia. ¿Se ha olvidado de eso? O puedo recordarle al pueblo de Guatemala porque usted y los suyos estuvieron detrás de las rejas”, indicó el presidenciable de Cabal.
En esta línea, Mulet expuso que, si “aún logra engañar a algunos”, la esperaba en la segunda vuelta electoral para que el pueblo de Guatemala le recordara por tercera vez que no es grata en el país.
PINEDA QUEDA FUERA DE LAS ELECCIONES
Torres centró sus comentarios contra Mulet, luego que la Sala Segunda del Tribunal de lo Contencioso Administrativo ordenara la suspensión provisional de las más de 1 mil 200 candidaturas de Prosperidad Ciudadana, incluyendo la del binomio presidencial conformado por Carlos Pineda y Efraín Orozco, quienes punteaban entre los primeros lugares de las encuestas electorales.
La suspensión de las candidaturas se dio luego que el partido Cambio, liderado por Manuel Baldizón y sus hijos, interpusieron un amparo contra la segunda Asamblea Nacional Ordinaria del partido Prosperidad Ciudadana, ya que a criterio de Jorge Baldizón Vargas, se incumplió con el 90% de los requisitos establecidos en la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP).
Por ello, Pineda interpuso una apelación ante la Corte de Constitucionalidad (CC) para evitar quedar fuera de los comicios, la cual aún no ha resuelto, sin embargo, solicitó al Tribunal Supremo Electoral (TSE) los expedientes del caso para fallar, en definitiva.
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qsmptweets · 1 year
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Actualizaciones en Vegetta : Día 10
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Text: Actualizaciones de Vegetta777, QSMP Día 10!
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Text: Avance de la casita provisional de Vegetta
Text: Vegetta a recordado que en otra vida ha hecho una casa similar a esta
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Text: Vegetta casi le dice a Roier sobre Rubius demonio
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Text: Vegetta tiene más recuerdos de su vida pasada
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Text: Vegetta le ha respondido unas preguntas a Quackity
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Text: Vegetta777 ha salido del sevidor por el día de hoy!
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besorah-tovah · 2 years
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Parashá 11 Vayigash ויגש
Génesis 44:18 – 47:27
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Haftará: Ezequiel 37:15-28
Brit Hadashá: Marcos 14:32 – 15:5
La undécima lectura del libro de Génesis se llama Vayigash (ויגש), que significa "y se acercó". El título proviene del primer versículo de la lectura, que dice: "Entonces Judá [se acercó] a él" (Génesis 44:18). La porción comienza con la revelación dramática de la verdadera identidad de José y su reconciliación con sus hermanos. Luego procede a contar la historia de la migración de la familia de Jacob a Egipto y el resto de los años de hambruna. Esta porción de la Torá comienza a preparar el escenario para el cautiverio egipcio de los hijos de Jacob.
Temas
Génesis 44:18: Judá ruega por la liberación de Benjamín
Génesis 45:1: José se revela a sus hermanos
Génesis 46:1: Jacob trae a toda su familia a Egipto
Génesis 46:28: Jacob se instala en Goshen
Génesis 47:13: La hambruna en Egipto
Haftará
Ezequiel 37:15: La Visión de las Dos Varas
Aliyot
1era Aliyá: Judá se enfrenta a José después del cáliz robado. Judá revisa los eventos pasados, comenzando por el interés sospechoso de José en su familia.
2nda Aliyá: La última súplica de Judá, de que seguiría siendo un esclavo en lugar de Benjamín, hace que José se revele. José mitiga la conmoción y la vergüenza obvia de su hermano explicándoles la mano oculta del Eterno en todo lo que había ocurrido.
3era Aliyá: José instruye a sus hermanos para que traigan a Jacob y al resto de la familia a Egipto. El faraón, habiendo escuchado la noticia de la llegada del hermano, confirma la oferta de José.
4ta Aliyá: José envía provisiones y transporte para toda la casa de Jacob. Se le dice a Jacob que José está "vivo y bien y gobernando la tierra de Egipto".
5ta Aliyá: Jacob desea ver a José, pero primero le pide instrucciones al Eterno. Él le asegura a Jacob que el tiempo de la esclavitud y la nacionalidad ha comenzado, y que debe ir a Egipto. Se cuentan los 70 descendientes directos de Jacob.
6ta Aliyá: Jacob e José se reencuentran después de 22 años. Cinco de los hermanos y Jacob se presentan al faraón. Jacob bendice al faraón.
7ma Aliyá: El resto de la parashá es un flashback de los dos años anteriores a la llegada de Jacob. Se detalla el plan maestro de José para reconfigurar la sociedad egipcia. José sigue el esquema general de su consejo al faraón con respecto a la administración de los 7 años de abundancia. La hambruna debe haber sido de enorme intensidad para que José lograra su plan en solo dos años. Aunque la gente se "vende" al faraón para conseguir comida, el plan de José mantiene su sentido de dignidad e independencia.
Motifs
•La Restauración futura de Israel
•Justicia y Bondad
•La Revelación del Mesías esperado
•Del Caos al Orden
•El Ministerio de la Reconciliación
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FECHA
21/10/2022 0:00:00
En la cruz, la misericordia y la justicia se encuentran
ORACIÓN INICIAL
Gracias Señor por anteponer tu amor a las tradiciones legalistas; me llenas de confianza porque siempre actúas en justicia y misericordia. Ayúdame a mirar a otros con tus ojos de amor y compasión, para aprender a ser justo y misericordioso como tú lo eres; enséñame a tratar a los más frágiles con cuidado, mostrando tu amor, amén.
LEE LA PALABRA DE DIOS
“En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer. Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo. Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes? ¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí” Mateo 12:1-6
“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia” Isaías 42:1-3
REFLEXIÓN
Jesús rechazó por completo el legalismo de los fariseos; en este caso específico, era evidente el hambre ocasionada por la escasez de provisiones de Jesús y sus discípulos, por lo que, el Señor defiende este acto de arrancar las espigas y de comerlas, explicando que lo hacían por necesidad. El acto mismo era expresamente permitido según Deuteronomio 23:25, que dice “Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo”; lo que indica que no era el trabajo de cosechar, sino de saciar una necesidad momentánea.
Les reitera a los fariseos que no habían leído cuando David y los que andaban con él, teniendo hambre, entraron en la casa de Dios y comieron los panes de la proposición que solo podían comer los sacerdotes. Este ejemplo fue muy apropiado: El hombre que era “conforme al corazón de Dios”, de los que los judíos siempre se jactaban, sufrió escasez cuando fue perseguido, pidió al sumo sacerdote el pan, lo que según la ley era ilegal hacer.
Sin embargo, los fariseos no pudieron ni quisieron ver más allá del tecnicismo de las leyes; ellos insistían en un sistema de religión de manifestaciones externas, donde guardar la ley y las tradiciones eran según su interpretación. Jesús insistía en lo contrario; un sistema de devoción interna, en el cual lo más importante era mantener una relación correcta con Dios y con los demás, con actos de amor, misericordia y compasión.
La justicia y el legalismo se oponen, por eso, Jesús incumplió las demandas de los fariseos para poder sanar y liberar, aun en el día de reposo; y les decía: “Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo” (Mateo 12:12).
El amor es algo que se ha perdido en estos tiempos; Jesús lo expresó en Mateo 24:12 “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”.
El Señor nos enseña a combinar la misericordia y la justicia; Él está lleno de amor y compasión, por eso a Jesús se le aplica el pasaje de Isaías 42:1-3, donde dice que no acabará de romper la caña quebrada, ni apagará la mecha que apenas arde, hasta que haga triunfar la justicia; en palabras más sencillas, hay momentos en la vida en los que estamos física, emocional o espiritualmente frágiles como una caña quebrada o una mecha que apenas arde. A diferencia de muchos, Jesús sigue mostrando misericordia, amor y compasión, aun cuando somos débiles y frágiles nos trata con mayor cuidado.
Recordemos esa caja que guardamos con mucho esmero porque su etiqueta dice “frágil”. La vida cristiana sería más fácil si pegáramos esa etiqueta sobre una persona que se siente vulnerable y necesita nuestra misericordia. Jesús hizo un gran sacrificio cargando el castigo de nuestro pecado y sus consecuencias en la cruz, y en su lugar impidió que fuésemos aplastados por el peso de la justicia de Dios; se puede decir que en la cruz la misericordia y la justicia se encontraron. Hoy exaltemos a Jesús porque en ese madero derramó su inmenso amor por nosotros y ahora podemos acercarnos al lugar santísimo sin ningún impedimento.
ALABANZA
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eldiariodelarry · 4 years
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Clases de Seducción, parte 24: Hornitos
Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6, Parte 7, Parte 8, Parte 9, Parte 10, Parte 11, Parte 12, Parte 13, Parte 14, Parte 15, Parte 16, Parte 17, Parte 18, Parte 19, Parte 20, Parte 21, Parte 22, Parte 23.
Rubén despertó cuando estaban llegando a Hornitos. Tenía la cabeza apoyada en el hombro de Felipe, y al levantar la mirada, vio que su pololo también estaba durmiendo.
—Por eso, si quieres podemos ir juntos algún día —alcanzó a escuchar Rubén, que decía Marco.
—Ya po —aceptó Catalina con su voz dulce, sonriendo encantada.
—¿Ir a dónde? —preguntó adormecido Rubén.
—Al Museo de las Ruinas de Huanchaca —respondió Catalina—. Dice Marco que le gusta ir regularmente.
—¿Tú al museo?, ¿y desde cuándo? —a Rubén se le quitó de inmediato el sueño al escuchar eso.
—Desde siempre po Rubencio, ¿acaso eres el único que puede ser inteligente aquí? —respondió ofendido Marco.
—No soy inteligente, pero me refería a…
—Sí lo eres —intervino la voz ronca de Felipe.
Rubén se volteó a mirar a su pololo, que seguía con los ojos cerrados, pero sonreía, como si supiera que lo estaba mirando, y olvidó por completo lo que estaban conversando. Se volvió a apoyar en el hombro de Felipe y éste levantó la cabeza para besarlo en la frente.
—Oye, devuélvenos al Rubencio, inmundo animal. Estábamos conversando —le gritó bromeando Marco, y Felipe le mostró amablemente su dedo medio.
—Pipe, por favor, hay una dama —lo regañó Roberto, que mantenía las dos manos en el volante, y se enteraba de lo que pasaba mirando intermitentemente por el retrovisor.
—Perdón, Catalina —se disculpó Felipe, más monótono que nunca.
—No te preocupes, no me molesta —respondió Catalina—. No asuman que por ser mujer me va a molestar que hagan esas cosas.
—¿Escuchaste conchetumare? —le dijo Marco a Roberto, provocando las risas de todos.
Un par de minutos después llegaron a Hornitos, y siguiendo las indicaciones de Ingrid, lograron dar con la casa donde se alojarían.
Era una bonita casa blanca de dos pisos, pequeña, pero acogedora. Roberto estacionó el jeep en la vereda, ya que el auto de Ingrid estaba guardado ya dentro del pequeño estacionamiento de la casa.
Las muchachas salieron a saludar, sonrientes y luciendo sus mejores atuendos veraniegos. Detrás de ellas, con las manos en los bolsillos, salió Sebastian, que sonreía tímidamente.
Rubén se bajó del jeep y saludó a Anita e Ingrid con un fuerte abrazo. Al tener que saludar a Daniela, se detuvo por un momento, como esperando la reacción de ella.
Pensó que por lo que le había contado Sebastian, no estaría muy contenta de verlo, pero Daniela lo saludó sonriendo, y le dio un abrazo y un beso en la mejilla.
—¡Qué rico verte! —le dijo ella, pasando sus manos por la espalda de Rubén.
—¡Si!, tanto tiempo sin vernos —respondió él, un tanto aturdido por el sorpresivo recibimiento.
“¿Cómo puede ser tan cínica?”, pensó.
Rubén se quedó mirándola mientras ella saludaba a Felipe, cruzando sus brazos alrededor del cuello del muchacho, y dejando que éste la levantara abrazándola por la cintura.
—¿Por qué esa cara? —le preguntó Sebastian, trayéndolo de vuelta al mundo real.
Rubén sonrió, y dejó ir toda tensión concentrada en su frente.
—¿Por qué tan solo? —contrapreguntó Rubén, notando que su amigo había permanecido atrás cuando salieron las chicas.
—¿Por qué le contaste a mi vieja que eres gay? —disparó Sebastian, enfriándole la sangre a Rubén.
—Disculpa, se me salió —Rubén bajó la mirada, extrañamente avergonzado, aunque sabía que no tenía por qué sentirse así—. Después me di cuenta que quizás la pude haber cagado. ¿Te dijo algo?
—Me preguntó si sabía que eras “huequito”, y que por qué no te había ayudado a enderezarte —Sebastian levantó las cejas en señal de decepción, y Rubén sintió cierta pena al saber los comentarios de la mamá de Sebastian con respecto a él—. Mi viejo me dijo que no debería seguir viéndote, ahora que sabemos que eres… bueno, eso en resumen.
Rubén miró a Sebastian y sintió como si la opinión de los padres afectaba más a su amigo que a él mismo.
—¿Tu mamá no te dijo nada más?, ¿ningún detalle de cómo fue la conversación? —Rubén quería saber si le había dicho que estaba pololeando.
Sebastian negó con la cabeza.
—La verdad no quise ahondar en el tema, así que me paré y me fui a mi pieza —explicó su amigo.
—Bueno, como sea, tenemos que conversar muchas cosas.
—¿Sobre qué? —Sebastian estaba confundido.
—¿Cómo que sobre qué? Sobre ti, sobre mi, sobre nosotros —respondió Rubén, abriendo los ojos ampliamente por el entusiasmo.
Sebastian comenzó a sonreir lentamente, y Rubén notó que se le iluminó la mirada.
La interacción de los dos amigos se vio interrumpida por Marco y Roberto, que se acercaron a saludar a Sebastian, quien los saludó con un entusiasmo que hace tiempo no le veía. Luego se acercó Catalina, y Rubén los presentó.
Su amiga fue bastante cortés y disimulada pensó Rubén, sabiendo que, al menos por lo que él le había contado, quizás no tenía una muy buena opinión de Sebastian.
Finalmente cuando se acercó Felipe a saludar, puso su brazo alrededor de los hombros de Rubén, y le extendió la otra mano a Sebastian.
—¿Cómo estay? —le preguntó con seriedad, a modo de saludo.
—Bien, ¿y tu? —respondió Sebastian, con su amabilidad característica.
—Bien —respondió Felipe secamente.
Si bien Felipe era cortante y serio para hablar, a Rubén le pareció que lo estaba siendo un poco más con Sebastian.
—Bienvenido al grupo —agregó con seriedad.
—Gracias —Sebastian sonrió tímidamente.
A Rubén le pareció que su amigo se sentía intimidado por Felipe, algo muy raro en él, que por lo general manejaba una confianza característica.
—¡Oye ya po, suelta al pobre Rube un rato! —le dijo Roberto a Felipe mientras se acercaba para saludar a Sebastian—, si no porque estén pololeando van a tener que estar pegados todo el día.
—Cállate hueón —respondió Felipe, con una sonrisa socarrona. Le dio un beso en la sien a Rubén y se fue a molestar a Roberto.
Rubén se quedó a solas con Sebastian, y notó que su amigo bajó la mirada.
—¿Están pololeando? —quiso confirmar lo que había escuchado, intentando sonar lo más casual posible.
—Si, de hecho quería contártelo, pero con más detalles —Rubén se rió nervioso, como si lo hubiesen pillado en una mentira.
—Te felicito, Rube —Sebastian lo miró a los ojos por un breve segundo al decir eso, y luego desvió la mirada.
—Gracias.
Sebastian se acercó y le dio un abrazo a Rubén, y le acarició el cabello por largos segundos.
—¿Qué se siente estar pololeando por primera vez? —le preguntó Sebastian al separarse de Rubén.
—No sé, es raro —respondió Rubén, notando que tras el abrazo su amigo se veía más compuesto.
—Estoy orgulloso de ti.
—¿Y por qué? —Rubén se rió por las palabras de su amigo.
—Porque si, porque encuentro que eres súper valiente. Te atreves a ser feliz —respondió Sebastian, con una sonrisa.
—Gracias Seba. Ojalá tú te atrevieras también a ser feliz —Rubén esperó alguna reacción de su amigo a sus palabras.
Sebastian simplemente se rió.
—Lo intento cada día, amigo —Sebastian le indicó con la cabeza que entraran—, de verdad que sí.
—Más tarde hablemos sobre eso, ¿te parece?
—Como tu quieras Rube —respondió su amigo, exagerando un poco su actitud despreocupada—, tenemos todo el día para conversar.
Adentro los demás chicos se estaban distribuyendo las habitaciones: Ingrid y Anita se quedarían en la habitación matrimonial, que no era muy grande, pero tenía una cama de dos plazas. En las otras dos habitaciones, con dos camas de plaza y media cada una, se repartirían el resto: Rubén, Felipe, Roberto y Marco en una, y Sebastian, Daniela, Macarena y Catalina en la otra.
Luego de decidir eso rápidamente, de pusieron a organizar las provisiones. Ingrid guardaba la comida en los estantes de la cocina, Roberto metía la carne en el refrigerador, y Marco lavaba los platos y servicios de la casa para poder usarlos después. Catalina estaba sentada a su lado, en el mesón de la cocina, escuchando su historia de cómo había sido el goleador en un campeonato inter escolar de fútbol.
—No le creas, Cata —le dijo Daniela, interviniendo en la historia—. Fue el goleador solo porque el Pipe se lesionó ese año y no pudo terminar el campeonato. Aun así, solo lo superó por un gol.
—Gracias por tu aporte, que nadie pidió, Dani —le respondió Marco tirándole agua con la esponja.
—De nada, es un gusto ayudar.
Los dos rieron con complicidad, mientras Catalina los miraba entretenida.
—Igual fui el goleador, para que sepas —concluyó Marco, para asegurarse que Catalina no perdiera el punto de la conversación.
—No le creas nada de lo que dice —le dijo Rubén a su amiga, acercándose al lugar donde estaban.
Rubén sentía que estaba siendo un pésimo amigo y anfitrión, ya que no estaba acompañando mucho a Catalina frente a un grupo de completos extraños para ella. Se sentó junto a ella en el mesón de la cocina.
—Rubén, silencio —le respondió Marco—, esta es una conversación de adultos.
—Todo porque tú eres el más viejo —Rubén le dijo con acidez.
—Por supuesto —aceptó Marco—, lo que me da derecho a mandarte a acostar.
—Oye el Rube no es tan pendejo —intervino Catalina, riéndose—, de hecho, yo soy menor que él.
—Hazte el lindo ahora —le enrostró Rubén, riendo.
—No importa Cata, tú puedes hacer lo que quieras —retrucó con coquetería Marco, cerrando la llave del agua, se dio la media vuelta y fue a hablar con Felipe.
Rubén y Catalina quedaron solos por unos segundos, sentados en el mesón de la cocina.
—¿Cómo te has sentido?, ¿te agradan? —le preguntó Rubén, preocupado por la comodidad de su amiga.
—Bien, me agradan todos —respondió ella con su suave voz—, incluso Sebastian —agregó en un susurro, con una risita—. Tu amigo Marco me hace mucho reir.
—Cuidado con él —le advirtió—. No es mala persona, pero es súper poncio.
—Ay, Rube, si sé. Tonta no soy —Catalina soltó una risita—. Se nota que es ultra mujeriego, pero me cae bien. Oye a propósito, ¿qué haces aquí conmigo?
—¿Qué tiene? —Rubén no entendía a qué se refería Catalina.
—¿Cómo que qué tiene?, tienes un pololo recién estrenado y lo dejas botado por venir a hablar conmigo —respondió ella—, ¡anda a estar con él!, abrázalo, bésalo, disfrútalo.
—Cata, tenemos todos los días para estar juntos con el Felipe —la tranquilizó—. me preocupa que estés cómoda.
—Rube, estoy bien. Anda y disfruta de tu amor —le recomendó, mientras se puso de pie y se acercó a hablar con Anita e Ingrid.
Rubén se quedó sentado a solas, mientras veía que todos conversaban y se reían animadamente: Felipe hablaba con Catalina, Anita e Ingrid, mientras Sebastian conversaba con Marco, Daniela y Roberto.
En ese momento, Rubén se dio cuenta que faltaba Macarena, quien era parte del grupo de la infancia de Daniela, Anita y Felipe.
—Oigan, ¿y la Maca? —preguntó Rubén, a nadie en particular, mientras se acercaba a Felipe.
—La Maca va a llegar más tarde, tenía hora con el médico ahora a las 3, pero después de eso se viene —le informó Daniela.
—¿Y cómo se va a venir?, ¿viene en auto? —preguntó Rubén, preocupado de que su compañera llegara a salvo.
—Se va a venir con el Alan, un amigo de nosotros, de cuando éramos chicos —respondió Anita, y Rubén sintió algo extraño en su respuesta.
Miró a Felipe, y su pololo le devolvió la mirada con una sonrisa.
—¿Qué pasa Rubén? —le preguntó Felipe.
—Nada —dijo simplemente Rubén.
Ver a su pololo sonreir le hizo pasar por alto la situación.
El grupete de amigos comieron un poco de papas fritas, ramitas y cheetos, junto con una cerveza, y luego se dirigieron a la playa a darse un baño, mientras esperaban a Macarena y al tal Alan, para hacer un buen asado al atardecer.
El sol brillaba sobre el agua, dando un resplandor dorado a toda la playa. Rubén estaba muy feliz de estar ahí, junto a su pololo y sus mejores amigos.
Sebastian echaba carreras con Marco para ver quien nadaba más lejos, mientras Anita con Ingrid nadaban tranquilamente, disfrutando de su compañía mutua.
Felipe y Roberto peloteaban en la arena, mientras Rubén los miraba sentado en la arena bajo el quitasol, junto a Anita y Daniela que congeniaron muy bien para sorpresa de Rubén.
—¿No te quieres bañar? —le preguntó Felipe a Rubén, sentándose a su lado y sacándose la polera.
—Si, pero más rato —respondió Rubén—. Estaba esperándote.
—Ya —dijo simplemente Felipe, contento por la respuesta de Rubén—. Toma, ponme bloqueador, por favor —le pidió, entregándole el tubo con el protector solar.
Rubén aceptó de inmediato y con gusto pasó sus manos por todo el torso de su pololo, con el propósito de esparcir bien el bloqueador.
—¿Te echaste tu? —le preguntó Felipe, una vez Rubén había terminado.
—No.
Felipe no esperó que Rubén le pidiera que le pusiera el bloqueador, y con un simple gesto le indicó que se sacara la polera y se volteara para devolverle el favor.
Rubén obedeció, y dejó que su pololo se acomodara detrás suyo para esparcirle el bloqueador.
Felipe recorrió con sus manos cada centímetro de la espalda y hombros de Rubén, con una mezcla de fuerza y cariño, y finalmente cruzó sus brazos por la cintura de Rubén, y apoyó el mentón en su hombro derecho.
—¿Acompáñame a buscar mi celular? —le dijo Felipe al oído, con un muy particular entusiasmo en la voz—, se me quedó en la mochila.
Rubén asintió con una amplia sonrisa, y ambos se pusieron de pie.
—Vamos a buscar mi celu, ¿quieren que traigamos algo? —les comunicó Felipe a las chicas que estaban junto a ellos.
Daniela y Catalina negaron con la cabeza, y Rubén notó que su amiga lo miraba con complicidad.
—Tráiganse unas chelas —les dijo Roberto, y la pareja de pololos asintió.
Rubén y Felipe caminaron con dificultad por la arena rumbo a la cabaña, en completo silencio, pero para nada incómodos. Rubén estaba ansioso por llegar.
—¿Dónde dejaste tu mochila? —le preguntó Rubén a Felipe, apenas entraron a la casa.
—Aquí en la pieza—respondió Felipe, dirigiéndose a la habitación donde había dejado sus cosas.
Rubén lo siguió al dormitorio, y lo vio justo cuando encontró el artefacto.
—Ya, vamos —le dijo Rubén, entendiendo que habían encontrado lo que buscaban, y se dio media vuelta.
—Espera, Rubén —Felipe se acercó a la puerta con rapidez para evitar que Rubén saliera, y la cerró—, quedémonos un rato, aprovechemos que no hay nadie.
Rubén se sintió estúpido por no haber pensado en eso antes.
—Bueno —aceptó ruborizado—. Creo que es lo más sensato, considerando que debemos esperar al menos treinta minutos para exponernos al sol luego de aplicarnos el bloqueador.
—¿Qué? —Felipe soltó una risita, muy inusual en él.
—Nada —la vergüenza que sintió Rubén desapareció con el beso apasionado que le dio su pololo de improviso.
Felipe tomó a Rubén de la mano e hizo que lo acompañara hasta donde estaba la cama designada para ellos. Se sentó sobre el colchón, quedando con la cara a la altura del ombligo de Rubén. Le desabrochó el traje de baño y lo dejó completamente desnudo.
Rubén, a esas alturas ya sin problemas para mostrarse desnudo frente a su pololo, se entregó al placer que Felipe le entregaba con su boca.
Felipe por su cuenta se quitó él mismo su traje de baño mientras continuaba haciéndole sexo oral a Rubén. Luego, sin perder el foco, buscó entre los bolsillos de su mochila un condón, lo abrió, se lo puso, y le indicó a Rubén que se sentara en sus piernas.
Rubén obedeció, y cabalgó a Felipe como sabía que él lo deseaba.
Era la primera vez que tenían sexo como pololos oficiales, y si bien Rubén sabía que no hacía ninguna diferencia real en la conexión y confianza que se tenían, sentía que era algo especial.
—Te amo —le dijo Rubén, recostado sobre la cama, mientras miraba a Felipe ponerse nuevamente el traje de baño.
Felipe no alcanzó a cerrarse bien el short, que se mantenía a duras penas en su pelvis, sostenido por las tiras, dejando ver su púbis.
—Tu sabes que yo también, ¿cierto? —preguntó Felipe, acercándose a la cama y recostándose junto a Rubén.
—Lo sé —Rubén se dejó abrazar por Felipe—. Gracias.
—¿Por qué? —Felipe no supo a qué se refería Rubén.
—Por ayudarme a sentirme cómodo con cómo soy. Con quién soy.
—Eso lo lograste tu solo, yo no tuve nada que ver ahí —le dijo, pretendiendo subirle el auto estima y la confianza.
Felipe acarició la cintura y la cadera de Rubén con su mano, y se acercó a besarlo con pasión.
—Ya, vamos —le dijo, separando levemente sus labios, y dándole unas palmaditas en el muslo desnudo—, antes que les parezca raro tanta demora.
Ambos se vistieron con la poca ropa que llevaban, se asearon rápidamente, tomaron un cooler con cervezas y se devolvieron a la playa, a compartir con el gran grupete de amigos.
—Hablé con la Maca y me dijo que aún no se desocupa del médico, pero que como a las seis va a estar lista, cree ella —les comentó Daniela cuando llegaron a la playa—, así que lo más probable es que llegue en la noche.
—Tendremos listo el asado para cuando lleguen entonces —respondió Felipe, sonriendo ampliamente.
Rubén pensó en decirle a su pololo que no sonriera tanto o sino todos adivinarían que acababan de tener sexo, pero nadie comentó nada. Al rato junto a Felipe fueron a darse un chapuzón al agua.
Nunca pensó que podría estar alguna vez en una playa bañándose, abrazado con su pareja, besándose y sintiéndose mutuamente. Creía que eso solo era algo que se veía en las películas, pero se sintió completamente feliz y realizado de poder estar en ese lugar, en ese momento, siendo libre.
—¿Cómo lo has pasado hasta ahora? —le preguntó Felipe, mientras nadaban tranquilamente.
—Excelente —respondió de inmediato Rubén, sin dudarlo—. Lo estoy pasando mejor que nunca. Contigo. Y con tus amigos.
—Y los tuyos —le recordó Felipe.
—Bueno, también —recordó Rubén.
—Me caen bien tus amigos. Catalina y Sebastian —comentó Felipe, pero Rubén no estuvo seguro de si lo decía cien porciento en serio.
—Sabía que te agradarían —respondió Rubén, aunque después de pensarlo bien, recordó que Felipe ya los conocía a ambos.
Continuaron bañándose por varias horas más, hasta que comenzó a bajar el sol, y decidieron volver a la casa para preparar las cosas para cuando estuvieran todos juntos.
Rubén se duchó de los últimos, y al terminar se vistió, y salió al patio.
Felipe, Marco y Roberto conversaban alrededor de la parrilla, sin ponerse de acuerdo en quién sería el encargado de prender el carbón, mientras que las chicas estaban sentadas en los sillones del living, conversando, con canciones de Wisin y Yandell de fondo.
—¿Qué pasó?, ¿las marginaron del proceso de prender el carbón? —les preguntó con ironía Rubén.
—Si, Roberto dijo que no nos preocupáramos de eso, que nos podíamos hacer daño —respondió Ingrid, blanqueando los ojos.
—Que es ahueonao —se rió Rubén—. ¿Y el Marco y el Felipe dijeron algo?
—Marco dijo que Roberto tenía razón —respondió Catalina.
—Uy, mostró la hilacha el príncipe azul —Rubén quiso molestar a su amiga.
—Y el Felipe no dijo nada, como siempre —comentó Daniela con sorna.
—Se ponen tan hueones los hombres con una parrilla —exclamó Anita, y Rubén entendió que era momento de seguir su camino.
Por alguna razón no les quiso preguntar si habían visto a Sebastian. Quizás no quería que pensaran que estaba más pendiente de él que de su pololo, aunque eso no tendría nada de malo, considerando que era su mejor amigo, pero la mente de Rubén era experta en darle muchas vueltas innecesarias a las cosas.
Por suerte, no le costó mucho encontrarlo. Miró por la ventana y vio que estaba sentado en la pequeña escalinata de la entrada de la casa, tomándose una cerveza directo de la botella.
—¿Qué hace un chico como tú tan solo en un lugar como este? —le preguntó Rubén, sentándose junto a su amigo.
Sebastian lo miró fugazmente, y sonrió. Rubén notó que trató de no hacerlo.
—Pensando, estoy —respondió torpemente, como si estuviera nervioso.
—¿Y por qué estás hablando como Yoda? —se rió Rubén.
Sebastian también se rió, derramando un poco de cerveza mientras tomaba de la botella.
—Estoy pensando —repitió, haciendo énfasis en el correcto orden de las palabras.
—¿En qué piensas? —quiso saber Rubén.
—Hueás —respondió sucintamente.
—Qué profundo —ironizó Rubén.
—No sé en qué pensaba en verdad —retrucó Sebastian—. ¿Cómo has estado, Rube?, con tu nuevo pololeo y todo eso —cambió de tema.
—Excelente —respondió con sinceridad Rubén—. Me siento más feliz que nunca. Como que aún no me lo creo que estoy pololeando —se rió con inocencia.
—Me alegro mucho por ti, Rube —le dijo Sebastian, poniendo su mano en el hombro de Rubén y dándole unas palmaditas—. Ahora cuéntame, cuándo te pidió pololeo, cómo fue y todo eso.
—Bueno, me pidió pololeo el sábado —comenzó relatando Rubén, para ponerlo al tanto de sus últimos días, y los pormenores de aquella salida con Felipe, donde habían formalizado su relación.
Se sentía un poco incómodo, contándole todas esas cosas maravillosas que le estaban pasando, mientras lo veía algo apagado.
—Rube, sé que le pusiste todo el color que pudiste, pero súper fome para pedir pololeo el caballero —comentó Sebastian, exhalando una risita sin ganas.
—No seas pesado —Rubén le dio un golpecito en el brazo, aunque sabía que tenía razón, a pesar de que a él no le importaba que Felipe no fuera estrafalario. De hecho, eso le gustaba de él—. Fue lindo.
—No sé yo —Sebastian levantó las cejas con gesto irónico—. Una declaración en una sala de clases de un pueblo fantasma le gana a esa fomedad.
Rubén sabía que lo había dicho en broma, pero eso no evitó que se quedara sin palabras por unos segundos.
—A mi me pareció bonito —insistió, sin notar que usó un tono muy duro.
—Ya, Rube, si era una broma nomas —se retractó Sebastian, borrando su tímida sonrisa del rostro, como si lo hubieran retado—. De verdad me alegro por ti, y en realidad no estuvo tan mala la forma.
—Bueno, tu sabrás. Tienes más experiencia con eso.
—Ni tanta, pero gracias por la fe que tienes en mi —le dijo Sebastian, sonriendo levemente, mirándolo a los ojos.
—¿Cómo has estado tu, Seba? —quiso saber Rubén, cambiando de tema.
—Yo bien po —exhaló nuevamente una risita, intentando verse despreocupado—, como siempre.
—Siento que últimamente he estado muy preocupado de mi, de cuando salí del closet, ahora con lo de Felipe, y no me he dado el tiempo de saber cómo estas.
—Tranquilo, Rube, no pasa nada —lo tranquilizó Sebastian—. Estoy bien.
—¿Estás seguro? —insistió Rubén—. El otro día me dijiste que no podrías ser feliz nunca.
—Ah eso —recordó Sebastian—. Lo dije en broma.
—No me pareció que lo dijeras en broma, Seba —Rubén se puso serio, y buscó la mirada de su amigo—. Cuéntame qué te pasa.
—Rube, si tu estás feliz, yo estoy feliz…
—¡Córtala con esa mierda! —Rubén perdió la paciencia con su amigo—. Cuéntame qué te pasa.
Rubén se dio cuenta que quizás había gritado muy fuerte, y echó un vistazo al interior de la casa para ver si alguien se asomaba para descubrir la razón de los gritos, pero nadie apareció.
La mirada de Sebastian evidenciaba su sorpresa por la vehemencia en las palabras de Rubén.
Después de unos segundos de silencio, y de mirar alternadamente el suelo y los ojos de Rubén, Sebastian por fin respondió.
—Estoy hecho mierda por dentro, Rube —admitió finalmente, con la voz temblorosa.
—¿Por qué, Seba? —preguntó Rubén dándole un fuerte abrazo.
—Porque ya mi vida no tiene sentido —respondió entre sollozos—. Me voy a hacer el servicio, obligado, voy a perder un año de vida, voy a perderlos a todos, te voy a perder a ti…
—Seba, no. No me vas a perder —lo interrumpió rápidamente Rubén—. Eso nunca va a pasar, así que bórrate eso de la cabeza.
—Si sé, Rube —Sebastian dio un largo suspiro y se limpió la cara con el dorso de la mano—, a lo que me refiero… es que voy a perder todo un año, lejos de ustedes, lejos de poder ser joven, y libre, y feliz.
Rubén no sabía qué decir. Entendía cómo se podía sentir su amigo, sabiendo cómo él mismo se sentía respecto a que hiciera el servicio militar, pero al mismo tiempo no sabía cómo subirle el ánimo, cómo evitar que se sintiera así tan derrotado.
—Seba… tu sabes que odio esto que está haciendo tu viejo —Sebastian asintió con la cabeza—, pero no te vas a dar ni cuenta cuando ya haya terminado el año y estés de vuelta con nosotros… y ojalá que entremedio no haya ninguna guerra… —bromeó, pero luego se puso serio y admitió—. No quiero que te vayas.
—¿Qué pasa si no me voy?, ¿si dejo botado el servicio, me voy de la casa y me pongo a trabajar nomas? —le preguntó Sebastian, como buscando una alternativa de último minuto.
—No sé qué pasa si no vas —respondió sinceramente Rubén—. Quizás te meten preso, o en volá les da lo mismo y te reemplazan con algún voluntario.
—¿Cuál es más probable que pase?
—No sé, creo que debemos ponernos siempre en el peor escenario.
—Bueno, sería terrible que me reemplazaran con un voluntario —respondió en broma Sebastian.
—Idiota —Rubén se rió, y le dio un fuerte abrazo—. Te quiero mucho, hueon
—El otro día dijiste que me amabas —bromeó nuevamente Sebastian, aunque esta vez bajó la mirada de inmediato, avergonzado.
—Bueno, te amo —aceptó Rubén entre risas, sintiendo una oleada de euforia en su interior.
—Yo también te amo, Rube —coincidió Sebastian, sonriendo con sinceridad, incluso con su mirada.
Cuando el sol desapareció en el horizonte, Rubén y Sebastian se pusieron de pie e ingresaron a la casa a seguir compartiendo con el resto del grupo.
—Acaban de pasar el cruce de Mejillones, así que van a llegar como en quince minutos —les anunció Daniela, acercándose a la pareja de amigos y tomándole la mano a Sebastian.
—Buena —respondieron ambos al unísono.
—Extraño a la Maca —comentó ella.
—Pero Dani, si la viste ayer —le dijo Sebastian.
—Si sé, pero estar con los chiquillos y sin ella es raro —respondió Daniela—, aunque la Cata me cayó súper bien, Rube —agregó.
—Así he visto —dijo Rubén.
El living de la casa estaba vacío, así que los tres salieron directo al patio. En el luga,r Rubén divisó a Felipe junto a Roberto y Anita conversando al fondo, mientras que más cerca de la puerta estaba Ingrid y Marco viendo a Catalina prendiendo el carbón.
—¿Qué pasó con eso de “no hagas el fuego porque te puedes hacer daño”? —le preguntó Rubén a Marco, burlándose ante la mirada orgullosa de Catalina e Ingrid.
—Estos hueones más inútiles —respondió simulando el enojo—. Yo sé que es tu pololo y todo, pero al menos para prender una parrilla, no sirve.
—No te preocupes, no lo necesito para prender parrillas —dijo Rubén—. Aparte, si mal no recuerdo, tu también estabas ahí dándotelas de Señor del Fuego.
—Ay Rubencio, si yo nunca he prendido estas hueás. Yo como nomas —respondió con cierto orgullo—. Menos mal vino la Cata a salvar el día.
—Pero cuidado Catita, no te vayas a hacer daño —intervino Ingrid, burlándose de la condescendencia de Marco y Roberto.
—¿Cuántas veces tengo que disculparme por decir esa tontera? —preguntó Marco, cansado.
—Unas dos mil —respondió Catalina, y junto a Ingrid se rieron con ganas.
Rubén se acercó al fondo del patio, y abrazó a Felipe.
—¿De qué hablan? —les preguntó.
—Estábamos haciendo un ranking de los hueones más tontos, y el Pipe lleva la delantera —respondió Roberto.
—¿Por qué? —Rubén no entendió a qué se debía esa respuesta.
—No lo pesques —le dijo Felipe con su habitual monótona voz, lo abrazó y le dio un beso en los labios—, ya está borracho.
—No es el alcohol —se defendió Roberto—. Es el hambre. Cuando tengo hambre me pongo hueón.
Anita, Rubén y Felipe se rieron por las palabras de Roberto, y luego continuaron conversando por un largo rato más, hasta que escucharon a la Dani gritar desde la puerta.
—¡Ya llegaron! —anunció entusiasmada, y entró corriendo para ir a saludar a su mejor amiga.
Todos los demás la siguieron, ansiosos por saludar a los recién llegados.
Rubén, Sebastian y Catalina se quedaron mirando desde la puerta de entrada, viendo como el grupo saludaba a Macarena, y en especial al desconocido Alan.
Daniela abrazó con entusiasmo a Macarena apenas salió del auto, mientras que Anita se acercó al lado del piloto, donde se estaba bajando Alan, un muchacho de piel blanca y cabello rubio planchado. Usaba una polera manga corta de color rojo que contrastaba con sus pálidos brazos, además de un jeans negro razgado. Anita le dio un abrazo fraternal e intercambiaron un par de palabras que Rubén no logró escuchar.
El muchacho, Alan, luego de saludar a Anita, sacó del asiento trasero una gitarra, lo que provocó la alegría inmediata de Marco.
—¡Amigo! —exclamó Marco al ver la guitarra de Alan—, ¿quieres ser mi amigo?, lo siento Robe, la guitarra le gana al jeep —agregó dirigiéndose a su mejor amigo.
—¿En qué mundo? —preguntó extrañado Roberto.
—En el mundo de las emociones, cerdo insensible —respondió Marco, provocando el enojo de su amigo—. Perdónalo, no entiende de arte —se dirigió nuevamente hacia Alan, y procedió a presentarse.
El resto del grupo saludaba a Macarena, y Rubén junto a sus amigos se acercaron a hacer lo mismo.
—¿Cómo has estado, Rube? —le preguntó Macarena con amabilidad al saludarla.
—Bien, ¿y tu? —respondió Rubén.
—Bien, algo ansiosa por la U, pero todo bien —la dulce voz de Macarena era hipnotizante.
Luego Rubén presentó a Macarena con Catalina, y mientras se saludaban ambas, y luego Sebastian hacía lo suyo, Rubén se quedó pegado mirando como su pololo saludaba al recién llegado.
Alan le extendió la mano a Felipe, con una sonrisa tímida. Felipe se la estrechó con cortesía, pero luego le dio un fuerte abrazo que el muchacho no vio venir. Le dijo un par de cosas al oído, y luego se separaron, hablando aún demasiado cerca para el gusto de Rubén.
Rubén no pudo evitar sentir cierto calor dentro suyo, como si alguien hubiese prendido un motor en su interior. ¿Así se sentían los celos?
Después de Felipe, Alan saludó a Roberto, quien le dio un frío apretón de manos, y luego se fue a hablar con Ingrid.
—Hola, soy Alan —lo saludó el muchacho con una voz suave, extendiéndole la mano a Rubén.
—Hola, soy Rubén —respondió con una sonrisa amable, dispuesto a dejar de lado esos pensamientos que le invadieron segundos antes—. Veo que te gusta la música —comentó genéricamente Rubén, haciendo referencia a la guitarra.
—Si, me gusta mucho —admitió Alan, con tono simpático—. ¿Sabes tocar?
—¿Jugar Guitar Hero cuenta como saber tocar guitarra? —bromeó Rubén.
—Lo dudo —respondió Alan, con una pequeña risita.
—Entonces no —dijo Rubén, sonriendo.
—Hace tiempo no veía a los chicos, que bacán que se hayan juntado —comentó Alan—, ¿tú de donde los conoces?
—Fui compañero de la Maca y la Dani. Conocí a la Anita por Felipe, que es mi pololo —respondió Rubén.
—Ah, eres el pololo de Felipe —Alan intentó disimular su sorpresa, pero no lo logró—. Yo conozco a los chiquillos desde que éramos niños. Vivíamos todos en el mismo barrio y crecimos juntos —cambió levemente de tema.
Alan luego saludó a Catalina y Sebastian, aunque no habló con ellos mucho más allá de la presentación de rigor.
Felipe y Marco ayudaron a bajar las cosas del auto, mientras los demás entraron a la casa a continuar conversando y conociéndose.
—¿Todo bien, Rubén? —le preguntó Felipe al entrar por la puerta con unas bolsas grandes de mercadería.
—Si, todo bien —respondió Rubén, recibiendo un beso en la frente de parte de Felipe.
Rubén se tomó el tiempo de observar a todo el grupo. Sebastian conversaba animadamente con Macarena y Daniela, mientras que Catalina hablaba con Marco y las demás chicas. Felipe volvió de la habitación con las manos vacías, y le indicó a Alan que había dejado las mochilas en el dormitorio, o al menos eso supuso Rubén.
Se dio cuenta, eso si, que al otro lado de la habitación, en el mesón de la cocina, estaba apoyado Roberto, mirando serio un punto fijo de la pared, con una botella de cerveza en la mano.
—¿Tanto es el hambre que tienes? —le preguntó Rubén en broma al acercarse a él para saber por qué estaba tan serio.
Roberto no dijo nada, y simplemente negó con la cabeza.
—¿Pasó algo? —quiso saber Rubén, preocupado por la actitud del muchacho.
—No tienes idea quién es ese hueón, ¿cierto? —le preguntó, y Rubén pudo sentir en cada palabra la rabia contenida.
—Es un amigo de los niños, ¿o no?, eso dijeron —respondió Rubén, ya no tan convencido.
—Ese hueón es el ex del Pipe. El conchesumadre que lo abandonó cuando más lo necesitaba.
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ochoislas · 3 years
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Aquello que estimula el deseo de viajar ha ido menguando hasta desaparecer de mis fantasías. Antes sin embargo todos mis pensamientos estaban repletos de símbolos de viaje. Con sólo figurarme un tren, un vapor o una ciudad en un país extranjero y desconocido, me daban palpitaciones. Pero la experiencia me ha enseñado que el viaje no nos presenta más que objetos siempre idénticos en espacios idénticos. Da igual dónde vayas: siempre encontrarás la misma gente viviendo en ciudades parecidas y repitiendo las mismas existencias sosas y monótonas. En cada ciudad provinciana verás comerciantes que pasan el día entrechocando el ábaco y mirando el polvo blanco de la carretera. En cada oficina municipal, funcionarios que fuman dando vueltas a lo que comerán ese día. Viven vidas insulsas y aburridas, cuyos días son siempre iguales, mirándose envejecer poco a poco al paso de los años. Hoy en día la idea de viajar proyecta en mi ánimo cansado un paisaje infinitamente tedioso como el de un árbol de paulonia en un solar, y siento un aborrecimiento sordo por la vida humana que se repite idéntica en todas partes. El viaje ya no despierta en mí ningún interés ni romanticismo.
En otro tiempo emprendía con frecuencia, a mi particular modo, viajes portentosos. Me explicaré... alcanzaba ese instante señero —fuera del tiempo y del espacio, de la concatenación de causa y efecto— en que el ser humano es capaz de remontarse, y entonces navegaba yo con destreza la divisoria entre sueño y realidad, para ir a recrearme en un mundo desinhibido de mi propia invención. Con lo dicho ya es bastante; no es necesario que declare mi secreto. Sólo agregar que al emprender tales viajes alucinantes prefería por lo común sustancias tales como morfina y cocaína, ingeridas o inyectadas en una sola dosis, antes que el opio, el cual es de difícil obtención en Japón y requiere incordiosos bártulos y provisiones.
No cuento aquí con espacio suficiente para describir por menudo los países que recorría en aquellos sueños de estupefacto embeleso, pero les diré que con frecuencia vagaba por cenagales donde se apiñaban ranitas, o litorales polares morada de pingüinos, y así sin fin. Los paisajes de aquellos sueños estaban pintados con colores lisos y primarios. El mar y el cielo eran siempre claros y azules como vidrio. Incluso tras volver a mi estado normal me apegaba a tales visiones y las conjuraba repetidamente en mi vigilia real.
Aquellos viajes narcóticos fueron un estrago atroz para mi salud. De día se me veía cada vez más demacrado y pálido, y mi piel se deterioró como si hubiera envejecido terriblemente. Por prescripción médica empecé a pasear por mi barrio. Cada día cubría una distancia de cuarenta o cincuenta cuarteles, en cualquier dirección, durante media hora o hasta una. Un día que estaba haciendo ejercicio como de costumbre, di con un nuevo medio de satisfacer mi estrambótico afán de vagamundear. Caminaba por donde siempre, cerca de donde vivo. Generalmente no me salgo de la veredita, pero algo aquel día me hizo desviarme por una bocacalle desconocida, y una vez extraviado, perdí todo sentido de la orientación.
Tampoco es que tenga yo mucho sentido innato de orientación. Mi habilidad para seguir un rumbo marcado por la brújula es casi nula. Por ende me cuesta mucho recordar el camino a ninguna parte, y si me aventuro en algún lugar que no conozca muy bien, en nada acabo completamente perdido. Y para empeorar las cosas suelo estar embebido en mis pensamientos mientras camino. Si algún conocido me saluda al paso sigo adelante totalmente ajeno. Conque siendo tan negado para orientarme, me pierdo incluso allí donde he estado mil veces, como es el caso de mi propio barrio. Puede resultar que me encuentre tan cerca de donde voy que la gente se echa a reír cuando le pregunto cómo llegar allí. Una vez rodeé diez veces el seto de la casa donde vivía hacía años. Aunque tenía el portal delante, no daba con él de lo pésimo que soy orientándome. Mi familia no dejaba de decir que un zorro tenía que haberme hechizado. Los psicólogos sin duda atribuirían el aojo a una perturbación del oído interno. Y lo digo porque los científicos aseguran que el sentido de orientación reside en los conductos semicirculares del oído.
Sea como sea, el caso es que estaba cabalmente perdido y perplejo. Hice un cálculo al tuntún y me lancé por una calle pensando encontrar mi casa. Tras caminar repetidamente en círculo por un área residencial periférica, con casas rodeadas de árboles, salí de improviso a una bulliciosa avenida. Era en verdad un vecindario encantador, ¡sólo que no tenía ni idea de dónde estaba!
Las calles estaban barridas y el pavimento mojado de rocío. Las tiendas eran todas pulcras y ordenadas, con escaparates relucientes que exponían mercancías peregrinas. Un árbol florecía arrimado al alero de un café, confiriendo un pictórico claroscuro al entorno. El buzón rojo del cruce era simplemente bello, y la joven del estanco tersa y dulce como una ciruela.
¡Jamás había visto un lugar de tal encanto estético! ¿Qué zona de Tokio podía ser aquélla? Pero no era capaz de recordad el plano de la ciudad. Imaginaba que no podía haberme alejado mucho de casa en tan breve espacio de tiempo. No cabía duda de que me encontraba dentro del territorio que cubrían mis paseos cotidianos, a una media hora o poco más. ¿Pero cómo podía existir un lugar tan cercano y totalmente desconocido?
Me parecía que soñaba. Me dije que quizá lo que veía no era real sino un reflejo o proyección, una especie de panorama. Pero luego, tan presto como se fueron, recuperé la memoria y el sentido común. Escrutando de nuevo lo que me rodeaba reconocí un cuartel conocido y corriente de mi propio barrio. El buzón en el cruce era el de siempre y aquélla la muchacha con dispepsia que atendía el estanco. Las mismas mercancías antañonas y polvorientas bostezaban  en los escaparates. El alero del café estaba catetamente adornado con una ristra de flores artificiales. Allí no había nada nuevo. Era mi tedioso barrio de siempre.
En un guiño yo respondía a mi entorno de modo diametralmente opuesto. La misteriosa y mágica transformación del lugar en un paraje encantador se produjo sólo porque me confundí de dirección. El buzón que siempre tenía al sur del cuartel, lo enfrentaba ahora desde el norte, al parecer. Los locales comerciales se habían mudado al lado contrario de la calle. Tales cambios bastaron para que todo el barrio pareciera nuevo y distinto. En aquel breve instante que pasé en la ciudad desconocida e inexistente, reparé en la muestra de una tienda. Estaba convencido que había visto una imagen idéntica en un cartel de alguna parte.
Cuando recuperé la memoria todas las direcciones se invirtieron. Hasta hacía un segundo el gentío a mi izquierda estaba a mi derecha y me di cuenta de que, si antes caminaba hacia el norte, ahora enfilaba el sur. En aquel punto en que mi memoria volvió a funcionar mi aguja de marear dio un giro y los puntos cardinales se intercambiaron. Todo el universo se alteró y el aire de la ciudad que aparecía ante mí cambió radicalmente. La misteriosa barriada que acababa de ver existía en algún otro universo especular donde la brújula funcionaba al revés.
Tras aquel descubrimiento casual procuraba por todos los medios desorientarme con el fin de viajar de nuevo a aquellos lugares misteriosos. Aquel defecto mío al que me referí antes coadyuvaba decididamente en la puesta en marcha de tales viajes, pero incluso las personas con un sólido sentido de la orientación podrían en ocasiones visitar los mismos singulares parajes que yo. Imagínense, por ejemplo, que vuelven a casa en tren a altas horas de la noche. En un principio el tren sale de la estación y las vías te conducen recto del este al oeste. Al rato te despiertas de una cabezada y adviertes que el tren cambió de dirección y ahora avanza hacia el este. La razón te dice que no puede ser, pero en verdad sientes que el tren se aleja de tu destino. Para cerciorarte miras por la ventanilla. Las estaciones de paso y los paisajes habituales resultan completamente nuevos. El mundo parece tan cambiado que no reconoces ningún rincón. Pero al final llegas donde ibas. Al bajar al andén de siempre despiertas de la ilusión y recobras el correcto sentido de la orientación. Y una vez así los extraños paisajes y vistas se mudan en los adocenados y tediosos que conoces tan bien.
En realidad ves el mismo paisaje, primero desde el punto de vista contrario y luego desde el habitual. Se puede concebir que todo posee dos lados opuestos. Basta cambiar de perspectiva para ver el otro lado. De hecho no hay cuestión metafísica más inquietante que la idea de que determinado fenómeno pueda poseer un lado oculto y secreto. Hace mucho tiempo, cuando era niño, y miraba un cuadro colgado en casa no podía dejar de pensar qué otros mundos se escondían en el envés de aquel paisaje pintado. Más de una vez lo descolgué para examinarlo por detrás. Aquellas ideas infantiles se han convertido en mi edad adulta en un enigma que sigo sin poder resolver.
Pero la historia que voy a contar puede que contenga una pista a tal objeto. Si mi extraño relato pudiera llevarlos, lectores míos, a imaginar un mundo en la cuarta dimensión, oculto tras las cosas y los fenómenos externos, un universo del otro lado del paisaje, entonces el cuento les ha de resultar perfectamente real. Si por el contrario no son capaces de imaginar la existencia de tal lugar, lo que sigue les parecerá la alucinación enfermiza de un poeta absurdo con los nervios destrozados por la adicción a la morfina.
Comoquiera, voy a armarme de valor y a escribirlo. No soy novelista y desconozco los entresijos del drama y la intriga que exaltan a los lectores. Lo único que puedo hacer es exponer recta y verazmente los hechos tal como los viví.
Hagiwara Sakutarō
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franleotta · 3 years
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TRÍALECTICAS (I)
—Señé mi auto —me dice Pecas (M), mientras me pasa el brazo alrededor.
Me separo, la boca se me abre y me sonríe tímidamente.
Pecas tiene una sonrisa repleta de bondad y unos ojos largos y finos que te taladran el cerebro. Cuando me mira siento que sabe mis pensamientos. Veo el deseo en sus pupilas. El cariño.
Siento tanto orgullo por ella en este momento que quiero salir corriendo por la calle gritando que, a veces, no todo es una mierda asquerosa llena de moscas descomponedoras.
—¡No puede ser! ¡Felicitaciones!
—Giro a la derecha y a media cuadra, ¿no? —interrumpe el chófer.
—Eh... —me ubico en el semáforo azotado por un viento que amenaza con dar vuelta la ciudad—. Sí, en el revistero.
Pecas pelea con la caja repleta de alimentos que tiene encima y yo me monto la mochila. Ambas cosas están muy pesadas; repletas de provisiones para uno, dos, tres días de poliamor.
—¿Estás contenta? —le pregunto.
—Sí, no sé, me cayó la ficha mientras me bañaba...
El auto se detiene, pagamos, me bajo por la vereda y ella me sigue. Seguimos conversando mientras con mi mano tanteo el bolsillo para agarrar la llave magnética, acercarla al sensor y que la luz verde nos dé el paso hacia el ascensor que nos llevará a la cama de nuestro amor.
Pecas se cortó el pelo hace unos días y los rulos que se levantaron por encima de su cuello dejan al descubierto su lugar favorito de besos. Hoy tiene una energía radiante: sabe que el límite es el cielo una vez que se tienen cuatro ruedas y un sueldo que te lleven a donde quieras.
—¿Qué sentís? ¿Cómo fue todo? ¡Qué emoción!
Marco el piso tres y nuestro cuerpo se eleva, disputándose con la fuerza gravitatoria. Pecas indaga en anécdotas, detalles y sentimientos.
Nuestras sonrisas rebotan entre los espejos de las paredes del ascensor, y entonces las puertas se abren y recorremos los tres metros hacia la puerta sin dejar de parlotear.
Tanteo dos golpecitos secos en la puerta mientras seguimos en lo nuestro, conociendo el camino de memoria, familiarizades con cada paso del trayecto. Sintiéndonos, finalmente, en casa.
—Sí, y no fue planeado, la verdad fue como...
—Pasen —nos responde la voz del otro lado.
Giro el picaporte, entramos conversando y Ari no desvía la mirada de la pantalla de su computadora, su boca está puesta en trompa hacia adelante. Concentración.
—Ay, bueno... ¿Interrumpimos?
Pecas deja la caja sobre la mesa, yo mi mochila sobre el piso, y finalmente, la veo de pies a cabeza, la abrazo y le doy un beso en la mejilla.
—¡Señó su auto! —anuncio.
—¡¿Sí?! —Ari levanta la vista y sonríe.
La cara tímida de Pecas se tiñe del rojo de su vino favorito y procede a reiniciar la historia. Ari se levanta, la felicita, le da besos y abrazos, que luego volverán a mí.
Busco las toallas secas en el estante donde sé de memoria que están, me meto a bañar y las escucho hablar desde la ducha. Sé que Pecas se puso a cocinar y Ari está nerviosa por alguna causa de turno.
La música suena de fondo, y entonces, el agujero negro en el medio de mi corazón se hace un poco más chiquito, más liviano, menos oscuro.
Hay un poco de luz en esas risas, que también adolecen por las madrugadas, pero que a esto se entregan: a aprender nuevas formas de acompañar. De enamorarse. De gozar. De intimar. De conectar. De comunicar. De concretar. De dar. De confiar. De a tres.
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moochilatv · 3 years
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Bomba Estéreo lanzó su nuevo álbum "DEJA"
El primer álbum de Bomba Estéreo en 4 años; fue mezclado por Damian Taylor (Björk, Arcade Fire)
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Bomba Estéreo, lanza su nuevo álbum 'Deja', su primer lanzamiento en cuatro años. Escucha/compra aquí:  https://sml.lnk.to/DejaAlbum El nuevo sencillo "Como Lo Pedi" cuenta con la colaboración del icónico compositor mexicano Leonel Garcia. La canción fue producida por Trooko, quien ha trabajado con un amplio rango de artistas, desde M.I.A. hasta Residente de Calle 13. “Yo hice como 10 versiones distintas de esta canción —quería lograr el punto perfecto," dice la cantante Liliana "Li" Saumet. "Así que pensé en Leonel. En dos días, ¡él me envió una idea increíble! Con letras súper profundas y una increíble voz. Yo me imaginé a alguien en la disco escuchando la canción y enamorándose al mismo tiempo.” Conceptualmente, 'Deja' está dividido en cuatro secciones que corresponden a los cuatro elementos: Agua, Aire, Tierra, y Fuego. “El álbum es sobre la conexión y la desconexión de los seres humanos -  del planeta y de uno mismo,” dijo Saumet. “Es sobre cómo estamos desconectados, más conectados a los aparatos electrónicos y a las cosas virtuales que a las cosas reales. Así que decidimos usar los cuatro elementos, porque son parte del equilibrio dentro de los seres humanos".
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Nuevo video musical de "Ahora"; dirigido por Leo Linkowski y grabado en la costa del caribe de Colombia.
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Su sencillo reciente, "Conexión Total", es una colaboración con la estrella nigeriana Yemi Alade. "Colaborar con Yemi fue un gran honor ya que nuestra música se ha inspirado en África en todos los sentidos, desde que empezamos," dice el fundador de Bomba Estereo, Simon Mejia. "La música folk de Colombia está endeudada con el continente madre, esa mezcla potente de tambores africanos y marimbas con flautas indígenas y cánticos como la base del increíble paisaje sonoro de este país. Yemi es una gran artista y tiene una voz asombrosa. Estamos muy contentos de seguir extendiendo los lazos culturales y ancestrales que unen a África con Sudamérica." Bomba, cuyos integrantes base son el compositor y beatmaster, Simón Mejía, y la vocalista y letrista, Li, ha sido una fuerza mayor en la escena de música alternativa/Caribbeat/dance desde su éxito de 2010 “Fuego.” Con sus lanzamientos subsecuentes, 'Elegancia Tropical'  (2013) nominado al Latin Grammy, 'Amanecer'  (2015) y 'Ayo' (2017), ambos nominados al Grammy, se posicionaron a la vanguardia de las bandas híbridas, llenando salas en New York, París y Tokio. En 'Deja', Simón y Li querían hacer un álbum que representara un esfuerzo más “comunitario”. Simón notó que su química con el guitarrista José Castillo y con el percusionista folclórico Efrain “Pacho” Cuadrado incrementaba al tocar shows en vivo. Por su lado, Li reclutó a su amiga Lido Pimienta para la sesión – ellas habían colaborado anteriormente en “Nada”, una canción que aparece en la playlist de “Lo mejor de 2020” de Barack Obama. “Yo quería colaborar con Lido para explorar nuevos sonidos con mi voz,” explica Li.“Ella tiene un toque underground que me gusta y también invitó a unos colaboradores cubanos, un dúo llamado OKAN. Fue increíble tener a más mujeres conmigo, me sentí más apoyada, tranquila y a salvo.”
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En esta ocasión, la banda decidió auto producir su álbum (fuera de un par de productores invitados como Trooko) y construyó un estudio provisional en casa de Li en Santa Marta. “Todos terminamos ahí e hicimos un álbum que tiene de lo mejor del Bomba clásico, como en Elegancia, y muchos elementos de composición nuevos que incorporaron José y Pacho,” dijo Simon. El alargamiento de la pandemia le dio a la banda mucho tiempo para producir y mezclar Deja con el gran apoyo de Damian Taylor, conocido por su trabajo con Bjork y Arcade Fire. Deja es uno de esos álbumes que, incluso en sus secciones más discrepantes, forma una unidad. Es un álbum que transmite alegría, pérdida, emoción y tristeza a la vez. “Están pasando algunas cosas densas en el mundo y tenemos que compartirlas,” dice Li. “Hicimos este álbum para que lo puedas bailar en una discoteca, pero a la vez tiene un significado más profundo. Está hecho para bailar perreo con conciencia.”
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madnessinthishouse · 4 years
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Ficha provisional
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Nombre: Nobu Hywel
Nobu significa estirar. Hywel signifca eminente en galés.
Especie: Vampiro.
Nacionalidad: Galés.
Edad: Eso no se pregunta eh(?)
Cumpleaños: Después de los 100 años ya no se celebra(?)
Altura: 1.75 mts 
Peso: 150 lbs. 
Profesión: Turnos nocturnos cada tanto en las tiendas de 24 horas, pero prefiere los trabajos desde casa o el freelance. 
Orientación: Homosensual
Fandom: No hay no existe(?)
FC: Kamamaru - Eto Royale
Extras:
Tired face, aunque no es que esté realmente cansado.
Su cosa favorita no es la sangre animal, pero tampoco le gusta andar cazando (prefiere robarse bolsas de sangre, de las que haya más para que no se note).
En algún tiempo de su existencia estudió Diseño y también Comunicación.
Le gusta la lluvia, curiosamente la lluvia en la tarde es su favorita, porque le permite salir aún si no es de noche.
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Nombre: Abraham Phyllis 
Le gusta que le digan Aby.
Nacionalidad: Estadounidense
Edad: Adulting...kinda (?)
Cumpleaños: 13 de julio.
Altura: 1.81 mts
Peso: 168 lbs.
Profesión: Trabaja en una tienda de música.
Orientación: Demi.
Fandom: Con @starlitarcanum​ | @fakeredshoes​​
FC: Haruki Nakayama - Given.
Extras:
​Suele dejarse crecer el cabello y luego cortarselo, es algo que hace seguido.
Salió un tiempo con Eric, pero no funcionó en ese tiempo ¿Ahora? Quien sabe(?)
Fuma cada tanto.
No sabe nada de magia ni nada parecido, pero sabe que la familia de Eric es mágica, pero no lo comenta porque él no se lo dice.
No vamos a decir que le tiene miedo a las serpientes, pero le tiene.
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lunni-luu · 4 years
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La última jugada
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Solo en sueños soy capaz de recordar a lo que muchos llaman: Tiempos mejores. Tan solo tenía trece años cuando esto sucedió, creo que me he acostumbrado a vivir en la desolación que existe en el mundo, que esos días me parecen tan lejanos que comienzo a dudar si realmente pasaron.
Cuando estoy despierto y sin nada que hacer, en lo único que puedo pensar es en como fuimos destruidos hasta casi quedar extintos. Los Invasores llegaron a la tierra hace diez años y de inmediato comenzaron a atacar. Se dedicaron a matar indiscriminadamente a todo ser humano que se les cruzara en frente. Intentamos enfrentarlos, pero nuestras armas de fuego, químicas y biológicas fueron inútiles contra ellos. La humanidad fue derrotada mucho antes de que comenzara a luchar. Sin ningún tipo de defensa, muchos huyeron a sitios supuestamente seguros, pero ahí a donde iban, los Invasores los encontraban y continuaban con la exterminación. Así fueron las cosas durante varios años, hasta que fuimos exterminados o eso creyeron. Muy pocos logramos escondernos en pequeñas comunidades olvidadas en medio de la nada y sobrevivir con las pocas cosas que logramos rescatar antes de los ataques.
Los Invasores llegaron a la tierra con una sola misión: Extraer recursos. Secaron los pozos y ríos de agua dulce, arrancaron de raíz centenares de árboles, extrajeron miles de hectáreas de tierra de siembra, se llevaron a los animales que sirven de alimento, nos quitaron todo lo que necesitamos para vivir, pero lo que no nos quitaron fue nuestro orgullo y eso es lo que hasta ahora nos mantiene en pie.
A pesar de que el mundo está en la basura, aún hay personas que se dedican a hacer el mal, hay algunos que se dedican a hacer apuestas, a vender “medicina” y otros que roban y yo estoy en estos últimos. En este mundo de porquería cada quién debe hacer lo que puede para sobrevivir.
Esta última vez, mientras trataba de huir de la bodega con mi botín para venderlo a en la comunidad más cercana, tropecé con un cable que nunca había estado ahí. Hice mucho escándalo al caer y me atraparon. No hay cárcel en este lugar, pero acondicionaron un viejo cuarto como tal. Me quitaron todo y me arrojaron aquí, sin decirme cuando me iban a sacar. Llevo dos días sentado en la oscuridad, sin otra cosa en que pensar que no sea en cómo pasamos de vivir a sobrevivir.
De pronto, mis pensamientos son interrumpidos por el chirrido que hace la puerta al abrirse, tengo que entrecerrar los ojos para que la luz que se cuela a mi glamorosa habitación no me lastime. Logro distinguir la figura de un hombre alto y fornido. Estoy tentado a hacer una broma por su visita, pero tengo la boca tan seca que no quiero gastar saliva.
–Afuera –ordena con una voz grave y llena de autoridad que no dudo ni un segundo en hacer lo que me pide. Nunca he peleado y no pienso empezar con ese enorme tipo.
Me pongo de pie y paso a su lado al salir. Una vez afuera otros dos tipos aparecen de la nada y me toman con fuerza por los brazos. El primer sujeto les ordena que me lleven a la Central. Un escalofrió recorre mi espalda al saber a dónde me llevan, pero el susto dura poco, ya que un fuerte golpe en la nuca me manda a los brazos de Morfeo.
Mis ojos se abren de forma perezosa al despertar de mi forzado sueño. Pestañeo un par de veces para acostumbrarme a la brillante luz que inunda la habitación. Me siento un poco decepcionado, esperaba que la Central (el imponente hogar de los jefes de la comunidad) fuera más impresionante, pero en cambio solo veo una mesa de plástico amarillenta por el sol y una silla de madera a punto de caerse.
No tengo tiempo de maravillarme con la vista cuando la puerta se abre y entra el mismo hombretón de antes acompañando a uno menos fornido que él. El tipo pequeño se sienta en la vieja silla de madera y me mira con una sonrisa que me desconcierta, solo espero que no esté pensando en cómo va a destriparme ¡Vamos solo fue un par de latas de comida y tres botellas de agua! No pueden matarme por eso ¿O sí?
–Oigan, lamento haberles robado. No fue mi intención y me arrepiento de hacerlo. Prometo que no volverá a suceder, ya aprendí mi lección – o al menos eso espero que crean. Necesito asegurarme de tener más  oportunidades de continuar mí hasta ahora, exitoso estilo de vida, y para ello tengo que salir de aquí lo antes posible.
–En realidad, no es por eso que estas aquí, pero acepto tus disculpas –El tipo que está sentado coloca una hoja sobre la mesa y la acerca. Tengo que inclinarme hacia adelante para lograr ver lo que creo son frecuencias de sonido– interceptamos un mensaje de los Invasores hace unos días.
Desde hace un par de años los técnicos lograron interceptar la señal que usa los Invasores para comunicarse. Usamos esa información para saber cuándo van sobrevolar la zona y escondernos para hacerles creer que no queda nadie, hasta ahora nos ha servido bastante bien para sobrevivir.
–El mensaje fue: La tierra desaparecerá en cuatro días.
Aparto la vista del papel para fijarla en el hombre que está frente a mí. Su sonrisa ha desaparecido. Mis ojos se abren por completo y reprimo el primitivo impulso de gritar cual maniaco ¡No quiero morir! aun soy muy joven y tengo muchas cosas por las cuales vivir en este porquería de planeta.
–Pero no todo está perdido. Hemos estado trabajando en un dispositivo explosivo a largo alcance. Nuestro plan consiste en entrar a su base, colocarlo a escondidas en su arsenal y hacerlo explotar. Nuestras armas no pueden dañarlos, pero la de ellos sí. Después de diez años de estar viviendo la oscuridad, por fin volveremos a la luz.
–¿Y qué pinto yo en todo esto?, ¿Por qué me lo cuentas? –pregunto sin poder ocultar la molestia en mi voz. Sé que los tiempos no van a mejorar, pero jamas imagine que podrían empeorar.
–Necesitamos a alguien rápido y ágil para hacerlo, y que mejor que tú. Nos has estado robando durante años, a pesar de que la bodega es el lugar más vigilado, te las ingeniaste para entrar múltiples veces–dice con un ligero tono de reproche– Los Invasores piensan que ya no hay humanos, dudo mucho que haya vigilancia en su base. No es algo del otro mundo, solo es entrar, colocar el dispositivo, huir y explotar. Así de simple, nada que no hayas hecho antes.
–¿Me estas pidiendo ayuda? –el hombre asiente. Me tomo un unos minutos para pensar en lo que me pide. Yo sé (porque he estado afuera) que no hay Invasores en las calles o en la ciudad, y tampoco hay peligro de ataque. Aunque no quiero, debo aceptar que éste tipo tiene razón, no es algo que no haya hecho antes, desde que quede huérfano ese ha sido mi estilo de vida, así que no sería problema hacerlo, pero...– ¿Qué gano yo si los ayudo?
–Sabía que preguntarías algo así. Que te parece si a cambio de tu valioso servicio nosotros te damos riquezas. Jamás volverías a robar, siempre tendrías que comer y tendrías una preocupación menos en tu castaña cabeza. Te daríamos un cómodo lugar en el cual vivir, no pasarías frio y el azotador clima no sería un problema para ti. Serias algo así como el tipo rico de la comunidad. Vivirías mejor que nosotros ¿Qué dices?
–Me parece una excelente recompensa, no puedo darme el lujo de rechazarla, pero tengo que asegurarme que alguien más también estará incluido en trato –el tipo frunce el entrecejo en gesto dudoso y desconfiando– Mi amigo Sam. Está enfermo y no puede valerse por él mismo. Necesita medicamentos y estos solo los he encontrado en la otra comunidad –pero claro, no menciono que los he conseguido robando, aunque creo que es obvio– es como mi hermano y no puedo dejarlo atrás. Quiero que él esté conmigo cuando regrese y en caso de que no lo haga –aunque sé que lo haré sin problema alguno– debes jurarme que lo seguirás cuidando. Solo así aceptaré tu dichosa misión, o como quieras llamarle.
El silencio se apodera de la habitación por un par de minutos, sé que está meditando mi petición, se le nota por la marcada arruga que se le dibuja en la frente. Quizá lo que pido sea demasiado, pero él me pide que arriesgue mi vida, así que creo es bastante justo.
–Esta bien, lo juro... –dice soltando un resoplido de resignación– supongo que no tengo otra opción –estira su mano hacia a mí y la estrecho con fuerza– espero que tengamos éxito.
El sujeto (el cual se presenta como Abraham) después de cerrar el trato me pide que lo acompañe. Caminamos en silencio por el pasillo de la vieja casa hasta que llegamos a otro cuarto en donde solo esta una caja fuerte. Abraham saca lo que a simple vista parece ser una caja de zapatos aplastada, pero al verla más de cerca me doy cuenta de que tiene un pequeño aparato eléctrico encima. Me dice que ese es el dispositivo en el que han estado trabajando, me explica cómo lo crearon, como funciona y porque está seguro de que va tener éxito.
Él no lo sabe, pero soy malo para prestar atención a detalles que no importan, así que solo logro entender que contiene un explosivo que es una mezcla de dinamita y C4, y que es activado a control remoto, dándome tiempo de colocar el dispositivo y huir como alma que lleva el diablo, para después hacer explotar la jodida base de los Invasores.
Salimos del cuarto para ir hacia la bodega, donde me prepararan una mochila para el viaje y me proporcionaran un medio seguro en el cual trasportar el dispositivo sin temor a que me explote en la espalda.
Un día después de la reunión con Abraham, ya tengo todo listo para la dichosa mision;mochila con provisiones y el dispositivo sano y salvo. Antes de que me marche pido que cambien a Sam de nuestra destruida casa a la nueva. Sé que le preocupa cuando salgo, pero siempre he regresado y esta no será la excepción. Me despido de un abrazo de mi amigo prometiéndole que nada malo pasara y me dispongo a marcharme.
La base no está muy lejos, queda a cinco o seis horas caminando a buen paso, llegare ahí al anochecer, eso es algo que viene muy bien, la oscuridad me servirá de escondite en caso de encontrarme con algo, aunque lo dudo.
Como predije no hay humanos o Invasores en la ciudad, está desolada, pero aun así procuro avanzar con cautela sirviéndome de la poca luz de la luna. Ya casi he llegado a la base, está detrás del único edificio que aún se mantiene en pie. En tiempos mejores, detrás había un estadio de baseball, pero en estos días sirve como hogar de esas horripilantes criaturas.
Observo con un poco de miedo el lugar en donde aterrizaron los Invasores, hay un agujero de un par de metros de profundidad y en medio está la nave principal. Justo como dijo Abraham la nave está abierta y no hay quien la vigile. Antes de que el miedo se apodere de mí, obligo a mis pies a moverse y corro con sigilo hacia la entrada. Al llegar, me aseguro de que no haya nadie, miro el techo y no encuentro ninguna cámara que me delate.
Según los informes que Abraham, y su equipo han recolectado de los mensajes interceptados, la sala del arsenal está del lado izquierdo al fondo, así que corro en esa dirección, pero justo cuando me falta un par de metros para llegar dos Invasores salen de ahí. Rápidamente me escondo detrás de un ducto... no me han visto.
Me respiración se agita e intento no hacer ruido llevándome la mano a la boca, pero eso solo lo empeora, me entran ganas de toser. Los ojos se me ponen llorosos y hago uso de toda mi fuerza de voluntad para ahogar la tos. Escucho los gruñidos de los Invasores, sueltan un par de frases que entiendo y otras que no. Asomo la cabeza para verlos y me doy cuenta que no había visto uno tan de cerca desde que mataron a mis padres.
Son seres enormes de casi dos metros, muy musculosos, tienen tres dedos en cada mano y uñas filosísimas al final de estos, su dentadura está compuesta por centenares de colmillos capaces de arrancar el brazo de un hombre de un solo mordisco. No llevan ropa, pero no hacen falta, están cubiertos de una fina capa de pelo gris. Uno de ellos gira violentamente el nervudo cuello hacia mi dirección, me escondo de nuevo y ruego al cielo que no me haya visto.
Escucho sus pesados pies arrastrarse hacia a donde estoy, casi puedo sentir sus garras en mi pecho, pero se detiene, recoge algo del suelo y da media vuelta. Suelto un silencioso suspiro y espero un par de minutos hasta que ya no escucho nada.
Salgo de mi improvisado escondite, sintiendo un gran peso irse de mis hombros al encontrarme de nuevo solo. Entro sin mayor espera a la sala del arsenal, pero antes de que pueda esconder el dispositivo la puerta de abre y me encuentro de frente con un Invasor. En su mano derecha lleva el gorro que había estado usando y el cual está empapado de sudor. ¡Mierda, se me debió caer cuando me escondí!
Mi instinto de supervivencia se hace presente y antes de que el Invasor pueda atacarme, le arrojo mi mochila a la cara. Tengo unos pocos segundos de distracción y salgo corriendo con el dispositivo bajo el brazo. Una chillona alarma comienza a sonar y las luces dentro de la nave se vuelven rojas.
Corro lo más rápido que me dan los pies, pero no tengo idea de adonde ir, cada vez que estoy a punto de alcanzar la salida los invasores me cortan el paso y comienzan a seguirme, obligándome a tomar otro camino.
»Debo dejar el dispositivo en algún lugar y salir corriendo de aquí.«
Es entonces que me doy cuenta de que ya no puedo hacer eso, la misión ha cambiado. Ya no importa donde deje el dispositivo, ellos sabrán su ubicación y lo desactivaran mucho antes de que yo puedo hacer explotar la base, eso claro suponiendo que logre escapar. Tampoco puedo pasarme toda la vida huyendo, tarde o temprano me atraparan (ya sea aquí dentro o fuera) y me mataran, y de nuevo desactivaran el dispositivo, por donde mire la misión ha fallado... Yo he fallado.
Solo hay una opción para el éxito y no me gusta ni un poco, pero es la única forma que se me ocurre para deshacerme de esos malditos. Me detengo a tomar aire un momento, pienso en todas las cosas que he hecho mal y las pocas que he hecho bien. Sé que nunca fui un muchacho que se puede considerar como bueno, siempre fui tratado y me comporte como un maldito infeliz, no voy a negar que hay cosas de las que me arrepiento y de las cuales no me siento orgulloso, pero que se le va a hacer, estas son las cartas que tocaron y las jugué las mejor que pude, pero ahora me toca hacer mi último movimiento ganador.
Me giro y vuelvo sobre mis pasos. No se me dificulta volver hacia la sala de arsenal, recuerdo cada vuelta que di. Los gruñidos de los Invasores llenan el ambiente, la alarma ya casi no se escucha por el escándalo que hacen. Creo que jamás en toda mi vida fui tan popular. Una boba sonrisa se posa en mis labios sin que pueda evitarlo ante mi tonto pensamiento.
Cuando estoy  punto de llegar al arsenal, una decena de Invasores aparecen por el pasillo, freno bruscamente casi yéndome de bruces, me doy la vuelta pero detrás de mí y a los costados aparecen más criaturas. Giro sobre mí mismo, observando sus grises ojos y sus bocas babeantes y feroces. Estoy a punto de decir una estupidez, pero un zarpazo en la espalda me tumba. Caigo boca abajo con el dispositivo en el pecho.
Las garras se comienzan a clavar en mi carne, grito de dolor, pero aun en mi sufrimiento logro sacar del bolsillo de mi pantalón el control para activar el dispositivo. Tengo un segundo de tranquilidad al ver el control, aquí termina mi viaje esta es mi última jugada, me iré como el héroe que nunca planee ser y me llevare a estos malditos conmigo. Lo único que me consuela es que Sam quedara en buenas manos y que vivirá tranquilo los pocos años que le quedan de vida, él se merece tener una vida feliz.
Al apretar el botón escucho el clic que hace al activar el dispositivo. En menos de un segundo siento algo extremadamente caliente en el pecho y una luz destellante me deja ciego y después... ya no siento nada, solo hay una tranquila y reconfortante oscuridad.
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