Tumgik
#Ejercicios escritos
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después de mucho tiempo, he vuelto a hacer cosas que había dejado. a ver cuánto dura, porque tiendo a procrastinar demasiado con todas las cosas que hago.
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tooweirdtobehuman · 4 months
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Decidí someter mi cuerpo a dolor para contrarrestar el de la mente y corazón, ¡qué gran pre-entreno eres! Y el ejercicio, ¡qué gran terapia es!
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elrinconderovica · 6 months
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Algo No Va Bien...
Algo no va bien en una sociedad que va al gim en coche para montar en una bici estatica...Sigue leyendo aquí https://www.elrinconderovica.com/algo-no-va-bien/
Publicado por: Rovica.
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mantecol · 1 year
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me olvidé que al hacer una guia de estudios yo TAMBIÉN tengo que resolver los ejercicios que preparo para la guia
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lineasdeval · 8 months
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Estoy tan triste que estoy haciendo ejercicio.
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notasfilosoficas · 8 months
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“Muchos hombres, cómo los niños, quieren una cosa pero no sus consecuencias”
José Ortega y Gasset
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Fue un filósofo y ensayista español, nacido en Madrid en mayo de 1863, exponente principal de la teoría del perspectivismo.
Nació en el seno de una familia madrileña acomodada, era hijo del escritor y director del periódico “El imparcial” José Ortega Munilla, quien a su vez, su padre había sido el fundador del periódico, por lo que se crió en un ambiente culto vinculado al mundo del periodismo y de la política.
Estudió en la universidad de Deusto en Bilbao, y prosiguió en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid. 
En 1904, obtuvo su doctorado en Filosofía y entre 1905 y 1907 realizó estudios en Alemania, en donde se vio influido por el neokantismo de Hermann Cohen y Paul Natorp.
De regreso a España, es nombrado profesor de psicología, lógica y ética en la Escuela Superior de Magisterio de Madrid, y en 1910 gana por oposición la cátedra de metafísica.
Cuando comenzó la guerra civil española en 1936, estuvo en el exilio, primero en París y luego en los Países Bajos y Buenos Aires, hasta fijar su residencia en Lisboa en 1942. Regresa a España en 1945 para fundar un Instituto de Humanidades.
Ortega y Gasset ejerció una gran influencia en la filosofía española y en la filosofía iberoamericana del siglo XX, tanto por su obra filosófica como por su estilo literario ágil.
Como exponente de la teoría del perspectivismo o “doctrina de la vista”, sostiene que toda percepción e ideación es subjetiva. El individuo mira desde un punto de vista concreto, en una dirección propia.
Para Ortega, la perspectiva es la forma que adopta la realidad para el individuo. Esto no le hace caer en el subjetivismo, pues para él, cada sujeto tiene su propia forma de acceder a la realidad, su propia parte de verdad, que puede ser incluso contradictoria con la de los demás.
Esta doctrina, se basa en que el carácter situado en el conocimiento humano, implica que conocer un objeto, es siempre conocer la perspectiva concreta y limitada del objeto, no estrictamente el objeto en su totalidad, por lo que todo conocimiento exige siempre ser completado.
Para Ortega, la finalidad que busca el conocimiento, es otorgar un suelo firme y seguro a la vida, es decir, una interpretación de la realidad que convierta el caos inmediato en una forma estable y predecible, con la finalidad de salvar al hombre de la situación de desorientación y evitar que se sienta perdido en el mundo, todo esto, a través del conocimiento, cuyo ejercicio solo tiene sentido a la luz de este problematismo esencial de la vida.
Importantes discípulos suyos fueron José Gaos, Manuel Garcia Morente y Xavier Zubiri entre otros muchos.
Tras la guerra civil, la recepción del pensamiento de Ortega sufrió muchas dificultades, fue objeto de duras e intensas campañas de desprestigio y crítica que veían en él la causa de todos los males que habían acaecido en España en esos años.
En las décadas de los 60 y 70 fue poco el interés por sus escritos, sin embargo a partir de los años 80, surgió un despertar hacia su pensamiento y obra que desató nuevas ediciones de sus escritos.
Ortega y Gasset falleció en octubre de 1955 en Madrid a la edad de 72 años.
Fuente: Wikipedia
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wosohavemyheart · 1 year
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Tenía esto escrito hace unos cuantos días ya pero después de la noticia no oficial de Ona y después de ver la final de la Copa de la Reina estoy lo suficientemente contenta como para publicarlo.
No es muy largo, 1.700 palabras
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ANSIAS
POV: T/n
Hoy es la gran final, habíamos conseguido clasificar al United para la FA Cup y jugábamos contra el Chelsea en Wembley con las entradas agotadas prácticamente. Era una locura.
Íbamos en el bus de camino al estadio y lo único que se veía por la calle eran personas con las camisetas de su equipo preferido, gente con banderas o bufandas celebrando y esperando ansiosos el partido.
Estaba con los auriculares mirando por la ventana y moviendo la pierna izquierda para arriba y para abajo rápidamente como de costumbre pero no me di cuenta de eso hasta que una suave mano que conocía muy bien se puso sobre está y la tranquilizó.
-Bebé- Dice Ona suavemente y me quito un auricular- Tranquilizate
-Estoy tranquila, amor- Le aseguro- Solo estoy ansiosa. Además debería ser yo la que tranquilizara, eres tú quien va a jugar este partido no yo.
Me mira un momento y apoya su cabeza en mi hombro
-Lo sé- Suelta un suspiro.
- Lo vas a hacer increíble, nena- Le aseguro- Siempre lo haces. Además lo bueno de estar en el banquillo es que voy a ver lo sexy que te pones cuando te pones a correr o alguien te enfada.
Me muerdo el labio imaginandomelo y se ríe.
Bingo t/n lo has conseguido.
-Eres increible- Niega con la cabeza pero se acurruca más a mi.
-¿Qué? No me puedes culpar de apreciar a mi sexy y preciosa novia
Seguimos hablando un poco y yo suelto un par de chorradas más para distraerla hasta que llegamos al estadio.
Todas van bajando poco a poco del bus y yo espero a bajar la última después de Ona.
Ambas vamos inmersas en nuestra música pero siempre pendientes de la otra.
Cuando llegamos al vestuario cada una va a lo suyo poniéndose la ropa de entreno pero una vez estamos todas Marc entra y da instrucciones, Zelem también y luego todas nos vamos animando entre todas.
Al salir al campo corriendo se nos recibe con un montón de aplausos y algún que otro abucheo. Los preparadores nos indican ejercicios y aunque yo los hago de manera más floja para no hacerle más daño en el muslo y intentar quitarme energía no funciona. Sigo estando ansiosa.
Y el equipo lo sabe, saben que no voy a poderme estar quieta ni un minuto y me dan alguna tarea para distraerme mientras aún estamos en el campo o cuando llegamos al vestuario.
Pero eso ya no es posible cuando están preparadas en el túnel para salir.
Choco las manos con todas hasta llegar a mi objetivo
-Machacalas a todas, bebé- Hacemos el saludo previo al partido de siempre.
-Siempre- Asegura con la mente puesta en ganar- No molestes mucho a las chicas.
-No te prometo nada- Digo medio enserio y medio en broma.
Me voy al banquillo y me siento en medio de Lucía y Vilde.
El juego empieza y ya me estoy mordiendo las uñas, creo que me van a durar 2 minutos. Luego moviendo la pierna en el filo del asiento, los brazos, los puños.
En el segundo 20 Russo mete gol, todas nos levantamos a celebrarlo pero es anulado por fuera de juego.
-OYEEEE, PERO HAS VISTO LA PIERNA QUE LE HA METIDO A ONA- Grito saltando de mi asiento enfadada- ¿DÓNDE ESTÁN LAS GAFAS?
Pita falta. Bien
Veo que a mi novia le cuesta levantarse del suelo y esta tocándose el tobillo del golpe.
-Levanta Ona- Susurro para mi y cuando lo hace me siento pero sin dejar de moverme.
-¿Puedes estaré quieta ya?- Dice de mala manera Rachel.
-Menos mal que no la tienes al lado- Dice Vilde- Pero relájate, esa no son formas- Me defiende.
-Tienes razón, lo siento t/n- Dice - Pero el partido está tenso y verte a ti no ayuda.
La primera parte finalizó 0-0.
En el vestuario Marc dió indicaciones y algunas sugerencias de como podían meterse en la defensa rival.
El descanso finalizó y el juego siguió. El Chelsea en el minuto 57 metió a Harder y Ingle y me temí lo peor.
Mi intuición era correcta, cada que Harder tocaba balón hacia alguna jugada peligrosa o sino se la pasaba a Kerr y lo intentaba ella.
En el 61 Marc decidió meter a Rachel por Parris para cambiar el juego arriba. No era el mejor partido de la número 22.
Pero fue inevitable. 7 minutos después Harder dio una asistencia a Kerr y ella pues la clavo en el fondo de la red.
Los fan del Chelsea saltaron de sus sitios, los del United se llevaban las manos a la cara y yo pues me cagaba en todo.
Se reanudó el partido. Los ánimos del equipo cambiaron, buscaban cualquier cosa para meterse en área rival pero el Chelsea obviamente se había convertido en un muro y encima tenían a Kerr y Harder en su mejor momento, así que eso era una masacre total de idas y venidas, mini infartos de corazón y yo que no me podía estar quieta.
-PERO ESTÚPIDA ¿Y ESE GOLPE? ¿VENÍA DE REGALO O QUE?- Ona estaba en el suelo por un golpe aposta que le hicieron para llevarse el balón- PUTA REITEN
En el 75 no puedo más y me dirijo al entrenador.
-¿Puedo calentar? No puedo más.
-No deberías.
-Oh vamos- Me enfado- Vas a meter a Lucía en poco y no te quedan muchas más opciones, quedan 15 minutos. Dejame intentarlo.
Mira un momento el campo y suspira
-Ves.
En el minuto 88 la arbitra dió el visto bueno para que entrará y me cambié por Galton.
En ese momento Ona le había quitado la pelota a Kerr y hizo un pase largo que le llegó a Lucía y esta me la paso a mi pero un segundo después estaba en el suelo. Carter me había derribado, sentí una molestia más fuerte de la que ya tenía en el muslo pero me levante enseguida cojeando un poco pero lo ignore.
Todas me estaban mirando con preocupación, sobre todo Ona.
-Vamoooos solo quedan 6 minutos- Grito señalando el marcador con el tiempo extra y eso hacen que todas espabilen
Minuto 94 el balón lo conduce Kerr, Ona en dos movimientos logra quitárselo y corre como nunca por la banda.
Minuto 95 la número 2 sigue corriendo hasta que levanta la cabeza y nos ve a todas esperando el remate. En un momento la pelota vuela alto con un buen efecto, salto con todo lo que puedo olvidándome del dolor y estiro el cuello más de lo posible.
Noto que choca en mi cabeza y apunto a la portería.
Berger no puede hacer nada. El balón esta dentro de su arco.
Me da tiempo a mirar el marcador antes de que todas se echen encima mio. Minuto 95 con 49 segundos.
-Yeeeeeesssss fukeee - Grita Russo en todo mi oído pero me da igual.
Corro hacia el corner
-Siiii joderr- Grito toda eufórica a los fanáticos y hago un gesto con las manos para que animen más fuerte.
Siento alguien saltando en mi espalda y rodeando sus brazos en mi cuello. Instintivamente le agarro las piernas.
-Esssaaa eeeesss bebé, tio- Me da un montón de besos en la mejilla.
Se baja y me giro
-Gracias a ti- La arbitra pita el final- Ahora vamos a terminar esto.
Los entrenadores tienen unos 10 minutos para seguir dándonos indicaciones
-¿Cómo esta tu muslo?- Es lo primero que pregunta Marc
-Bien- Miento pero no pienso abandonar ahora.
-T/n- Me advierte Ona
-Voy a seguir, no pienso abandonar ahora- Me mantengo firme- Además soy la delantera que esta más fresca aunque me moleste la izquierda. Las otras están agotadas y las del equipo rival también- Miro un momento al rival- Si hay alguna oportunidad es ahora.
-Bien, quiero pases filtrados desde ambas bandas a Russo, Rachel y T/n. Sobre todo de la banda derecha- Mira a Ona que asiente firme.
-Bien, he notado que Eriksson tiene una leve molesta en su derecha pero intenta ocultarlo- Informo.
-No quiero ni que Kerr ni que Harder puedan respirar ni dar un paso. En un momento crean una ocasión de gol y no lo queremos.
Todas asentimos a lo dicho y nos ponemos en círculo con la mano en medio.
-Uno, dos y tres, Uniteeed
Nos colocamos en nuestras posiciones y el balón rueda.
Las defensas azules estaban muy pendientes de mi y me hacían entradas cada vez que podían. El muslo poco a poco iba cediendo y dolía más pero yo me volvía a levantar ignorando las miradas de advertencia de todos.
Nuestras centrales y laterales habían hecho un buen trabajo parando a la australiana y danesa.
Quedaban son 5 minutos del tiempo extra y estábamos igual, si eso no se movía iríamos a penaltis y no me gustaba nada.
En un momento la pelota rebotó en una Blue y salió por el área de fondo.
Córner a favor.
Zelem se preparó para lanzarlo
El balón entre chutes y rebotes salió fuera del área y le cayó a Ona.
Me desmarqué rápido saliendo del área y tenía el hueco perfecto para chutar.
Ona lo vio y rápidamente estaba en mis pies la pelota y de estos salió volando a la portería.
Berger la rozó con los dedos pero no llegó.
Gol
1-2 y quedaba 1 minuto. Solo uno para poder levantar la copa.
Salí corriendo hasta la banda donde me esperaba la catalana con una sonrisa enorme.
En un momento todos y digo literalmente todos, incluidas las del banquillo y el equipo técnico están encima mio y chillandome.
-JA JA- Grito- QUIEN ESTÁ AHORA CELEBRANDO EEEEHH
Un minuto después estaban pitando el final y todos corrían por todos lados celebrando y gritando menos las Blue obviamente que tenían una mirada de derrota y algunos me miraban con admiración sorprendentemente.
-Ollleeeeeeeeeeeee- Salta alguien a mi espalda otra vez- Tengo a la mejor novia delantera del mundo.
-Y yo a la mejor asistente y lateral derecho- Río y voy caminando para ir saludando al rival.
Celebramos con el público dando varias vueltas con música, banderas...
Yo tenía sobre mis hombros la bandera catalana y podía ver a los ingleses volverse locos lo que me hacia bastante gracia.
-Ya podemos volver a casa, tranquilas- Dice Ona en mi oído cuando me abraza.
-Si, ya lo echo de menos, las echo de menos- Le doy un beso tierno.
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Del cuaderno... (VIII)
OFICIO DE POESÍA
Particular observación
Yo en los años 80, en Alicante, tenía un amigo poeta que siempre decía que la poesía era «el resultado de una particular observación». No sé si esa frase la habría tomado él de algún otro autor —es posible—, pero en cualquier caso el dictum encierra una indudable verdad. Por mi parte, yo he dejado escrito en uno de mis libros de ensayo-ficción el siguiente aforismo: «No existe gente con buena memoria y gente con mala memoria; existe gente que se fija en lo que hace y gente que no se fija». En efecto: en el ojo está la clave; tenerlo o no tenerlo, esa es la cuestión. O mejor: cultivar o no cultivar la mirada. Amar —en definitiva— el mundo o despreciarlo; pues hemos de recordar que, como reza el refrán, no existe mayor desprecio que la falta de aprecio.
Dijo Joseph Conrad, en celebrada y muy repetida cita, que la labor del escritor —del artista— era ayudar al prójimo a ver. El poeta es aquel que ve, y ayuda a ver. Y el que a través de la empatía —creo que fue Goethe quien en uno de estos sentidos habló de la «educación por el dolor»— ayuda a sus lectores, mediante un proceso de identificación catalizado por la «alquimia del verbo», a entender.
El poeta es alguien que, en palabras de Cioran, «ha entendido»; y la poesía es el medio del que se vale para transmitir sus epifanías y hacer extensiva su percepción.
Tarea del zahorí
Dice Ortega que el amor es «zahorí, sutil descubridor de tesoros recatados», y que no es que no vea (vendados se le han supuesto tradicionalmente los ojos), sino que su función no es mirar, pues el amor es «luz, claridad meridiana que recogemos para enfocarla sobre una persona o una cosa», comportando por lo tanto «un grado superior de atención». Ese mismo fenómeno es el que se da en relación con la visión de mundo del poeta; de ahí que de este podamos afirmar que es, de alguna manera, un ser enamorado: su paisaje (por seguir con Ortega, parafraseándolo) es tan real como el del resto de la humanidad, pero mejor.
Potencia y hechos consumados
Según Balzac, el poeta ha de traducir sus percepciones en sensaciones de forma inmediata, pues —a causa de su temperamento— solo así puede aspirar a entenderlas; y es esa impulsividad la que lo convierte en un ser tan a menudo imprudente y temerario. El hombre de acción, por el contrario, mide y calibra sus actos antes de ejecutarlos (en otras palabras: «estudia sus jugadas»).
Es ciertamente una extraña paradoja: el poeta, que no hace nada, es un osado; el hombre de acción, que lo hace todo, examina con cuidado el terreno que se dispone a pisar. La aparente contradicción tiene, sin embargo, perfecto sentido: el arte solo puede ser aposteriorístico; las gestas en tiempo real —incluso aquellas, más modestas, de la vida cotidiana— han de triunfar o fracasar en el ínterin de su propio transcurso. Otra manera de expresarlo sería decir que el poeta vive en el ámbito de lo que en filosofía se denomina la pura potencia, mientras que el hombre de acción reside en la esfera de los hechos consumados.
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Riesgos de lo inefable
Poesía es estar, a la vez, en todos los planos de la realidad y la irrealidad; barajar la lengua en que dialogan entre sí las dimensiones. Poesía es amor, es miedo, es angustia, es cólera y júbilo, es Dios. Claro que hablar de lo inefable lleva consigo sus riesgos; y el menor de ellos no es precisamente la posibilidad de proferir necedades.
Vocación en marcha
Poesía es también tremulante vocación en marcha: un perpetuo ejercicio de nietzscheana «voluntad de poder»; un buscarse y alcanzarse y trascenderse, para luego buscarse otra vez; un eterno retorno al ser desde el ser. Dicho de otro modo: puro gozo —ecos hay aquí de San Juan de la Cruz— en permanente proceso de autoverificación.
Poesía eres tú
Y finalmente, poesía —Bécquer dixit— «eres tú». En los versos que siguen enfoco yo el asunto desde una perspectiva parecida, haciéndome consciente o inconsciente eco de la cándida boutade del romántico sevillano para definir a mi vez lo inenarrable y rematar con ello estos fragmentos:
«¿Qué es poesía?», me pregunta. Poesía, le respondo, es un rebaño de vacas cruzando mansamente un puente por encima de una autopista de montaña. Y me mira, y me sonríe, y eso (lo lleva puesto y no lo sabe) es también poesía. Y de la buena.
[07-10/02/24]
ROGER WOLFE
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lalocadeloslibros25 · 6 months
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De verdad que quiero esa vida. La atraigo al levantarme cada mañana. Al hacer mis escritos. Al guardar pines en Pinterest sobre cómo decorar o ideas de platillos para uno. Quiero esa vida con todo mi ser. Y se que no está muy lejos de mi alcance, pero se que tengo que seguir esforzándome. Porque en verdad, en verdad, en verdad, que quiero esa vida. Estar en mi departamento, comer sano, hacer ejercicio, escribir, investigar, ser la mejor en la clase, salir a pasear, ser estable financieramente y emocionalmente, en la capital, en ensenada, y de ahí en adelante seguir mis sueños, seguir trabajando y estar más encaminada a esa vida que quiero, y que se que me espera.
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diamantar · 2 years
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DRAGÓN EN LLAMAS
→ Daemon Targaryen x Targaryen!OC [Aerhys Targaryen]
✦ Sinopsis: Como la hija mayor de Viserys I y heredera al Trono de Hierro, es el deber de Aerhys gobernar y multiplicar la línea real. Las discusiones y propuestas de matrimonio son usuales, pero su corazón sabe lo que quiere.
✦ Advertencias: Incesto / Diferencia de edad / Slow burn / Celos / Posesividad / Smut (?) / Cursiva = Alto Valyrio.
✦ Palabras: 7837
✦ Nota: En mi búsqueda de lectura noté que la comunidad en español de HOTD es prácticamente inexistente, así que me aventuré y éste es el primer escrito, ¡ojalá les guste! Comentarios, likes y reblogs son muy apreciados ♡
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—Deben casarse, ese es su deber… Pero busquen, encuentren, a quien les haga feliz, ¿de acuerdo?
Aerhys y Rhaenyra dejaron de observar a su padre para conectar miradas, en el rostro de la menor amagando a formarse una sonrisa. Ciertamente esa pizca de libertad aliviaba la pesadez en el pecho, pero la primogénita sabía que, incluso así, no obtendría lo que deseaba.
En conjunto asintieron y el regente suspiró aliviado, así dando por terminada la reunión y admirando como ambas se encaminaban a la salida.
—Aerhys, quédate un momento.
La nombrada paró y volteó, el sonido de Rhaenyra dejando el cuarto y cerrando la puerta dando comienzo al intercambio privado.
—¿Qué sucede?
Viserys inspiró profundo y bajó la cabeza tratando de encontrar las palabras correctas, provocando que ella apretara los dientes al tener certeza de que hablaría de lo que más detestaba.
—Respecto al matrimonio…
—¿Te preocupan mis sentimientos por Daemon? —interrumpió queriendo apurar el momento.
El Rey chasqueó la lengua e incomodidad pintó cada músculo, pero no tardó en asentir.
—Sé que has estado encantada por él desde joven y...
—¿De verdad hay que conversar? Sabemos que es imposible que algo suceda entre nosotros.
—¿Te ha rechazado?
—Jamás me confesé —respondió simple juntando las manos al frente—. Tampoco planeo hacerlo, se ve feliz en compañía de Mysaria y los prostíbulos.
—¿Cómo sabes eso? —frunció el ceño.
—Soy tu heredera, tengo que estar informada de lo que pasa en el pueblo. No importa si se trata de un noble o un vagabundo, debo que saber el movimiento de cada rata que vive en la ciudad —explicó tensando la mandíbula—. La gente a mi alrededor tratará de manipular y esconder cualquier información que no les convenga, por lo que también debo trabajar por mi lado.
Viserys quedó boquiabierto y completamente deslumbrado, una risa seca e impactada saliendo hasta que giró a sentarse en la cabecera.
—Preferiría que no insistieras con mi hermano, así que ve y busca a un esposo de tu agrado.
Ella asintió y finalmente escapó, aún tensa encerrándose en los aposentos que le correspondían y acostándose. Intentó controlar las emociones desagradables con ejercicios de respiración, aunque luego de unos minutos decidió que para despejarse no había nada mejor que volar.
Buscó ropas adecuadas y en carruaje viajó a Pozo Dragón, donde su corazón dio un salto contento y olvidó el dolor del amor que nunca tendría. Cortésmente saludó a los cuidadores que cruzaba y rechazó las ofertas de traerle el dragón, ya que ella misma quería ir a por la majestuosa criatura que crió: Lucero.
Los rugidos de las bestias más inquietas retumbaban con fuerza, pero podía asegurar que el golpeteo en su pecho venció cuando observó a Daemon con Caraxes. Apretó los dientes e inspiró profundo intentando que su ritmo al caminar no cambiara, la distancia menguando a medida que se acercaba.
—Buenas tardes, princesa —habló al notarla, claros irises admirándola de arriba a abajo—. Veo que saldrá a pasear.
—Buenas tardes, Daemon —respondió sonriendo leve—. Deduces bien, Lucero no gusta de estar mucho tiempo en la cueva.
—De joven era una criatura muy temperamental, pero más o menos ha aprendido a comportarse. Me recuerda a ti —rió, varios mechones de crecido cabello cayendo tras sus hombros.
—Por favor, no hagas que hable de tus similitudes con Caraxes —bufó, enseguida dando la orden a dos guardias para que la ayudaran.
—Adoraría oír lo que tienes que decir —aseguró mientras paraba a esperarla.
—El tiempo es oro, no querría desperdiciarlo —sonrió burlona antes de animar a que avanzara—. Sabes las reglas, no hay que cruzar a los dragones dentro de Pozo Dragón.
Daemon inclinó la cabeza e inspiró dando un paso hacia ella.
—¿Aún no te han contado? Caraxes y Lucero parecen interesados en el otro, así que tienen permiso de reunirse.
Ella arrugó el ceño y giró hacia su adorada bestia, la cual avanzó y bajó el cuello para tocarle el rostro con el hocico. Aerhys no dudó en acariciarla y decir palabras bonitas, ambas manos recorriendo las gruesas escamas color crema y mantequilla.
—Verte siempre disipa mis preocupaciones y alegra mis días —sonrió alejándose y viendo el dorado ojo de pupila vertical.
Lucero rugió bajo y las vibraciones ocuparon cada centímetro del cuerpo femenino, Caraxes creando sus propios sonidos ante la presencia del dragón que últimamente llamaba su atención.
Ambas giraron y Aerhys analizó la forma en que reaccionaba, así buscando la mirada de Daemon por la forma en que Lucero correspondía.
—¿Dudas? —enarcó una rubia ceja con una sonrisa de costado.
—¿Hace mucho que están así?
—Un mes, más o menos. Se suponía que debía informarte, pero no hemos tenido oportunidad de juntarnos.
—Suelo estar en el castillo, no es difícil encontrarme —comentó, pronto viendo como ambos dragones frotaban sus cuellos—. ¿Puede que también hagan que se apareen?
—Definitivamente, y, de hecho, nos dieron una tarea.
—¿Cuál?
—Hacer que vuelen y pasen más tiempo juntos, así el cruce tendrá más éxito.
Aerhys sintió que se le cerraba la garganta y miró como compartían cariños, con pesar entendiendo que Lucero sería la única parte de su vida que se relacionaría íntimamente con Daemon.
—¿Estás libre? —preguntó con un pesado suspiro.
El hombre asintió y en conjunto fueron a la salida principal, los entrenadores apareciendo y ordenando a las criaturas para el pronto despegue.
—¿Qué te parece una carrera ida y vuelta a Rocadragón? —ofreció el mayor ajustando sus guantes de cuero.
—Me gusta, pero… —miró el suelo torciendo la boca—. Tenía pensado quedarme unos días allí, así que solo puedo entregarte una competencia hasta llegar a la isla.
Daemon elevó ambas cejas en interés, rápido escaneando los alrededores.
—No hay nadie para despedirte, ¿estás escapando?
—Decisión de último momento, necesito aclarar la mente.
—Ambas princesas hoy tuvieron una reunión con Viserys, ¿tan mal salió?
—No, pero los problemas los busco sola y me gustaría ordenar eso —rió entre un bufido y una negación, así volteando y yendo a su dragón con intensiones de subir.
Tocó la gruesa piel y se exaltó cuando sintió dos manos en la cintura, al mirar hallando el rostro que anhelaba.
—¿Qué…?
—Te ayudaré.
Aerhys asintió y tragó con un nudo en el estómago, al saltar notando el enorme impulso de Daemon. Llegó a la sima con poca dificultad y le agradeció desde la altura, él sonriendo y haciendo una leve reverencia con la cabeza antes de ir hacia Caraxes. Lo observó unos segundos antes de establecerse, la sensación de aquellas palmas quemando sobre su ropa y piel en una impresión que no desaparecería pronto.
Inspiró profundo y cerró los ojos guardando la sonrisa estúpida que quería salir, una mano en el pecho apreciando el desbocado corazón. Apretó los labios con los cabellos erizados ante el momento vivido, pero un rugido de Lucero la devolvió a la realidad en susto. Se inclinó a ver y notó que estaba jugando y dándose mordidas inofensivas con el rojizo dragón, ambos apreciándose a gusto y emocionados ante la idea de viajar juntos.
—¿Lista? —preguntó Daemon desde la derecha.
—Por supuesto, te esperaba a ti —elevó el mentón con orgullo y miró hacia el cielo empezando a sentir la adrenalina.
El guardia que usualmente marcaba el inicio de las carreras pasó al frente, todos dejando camino libre y aguardando expectantes. Aerhys inspiró y contuvo el aliento, un sonido corto y alto saliendo de ella cuando el permiso fue otorgado. Lucero reaccionó al instante al igual que Caraxes, con unos breves pasos elevándose hacia las nubes y en dirección a Rocadragón.
La tentación de fijarse en Daemon era grande, pero mantuvo la concentración al saber que debía tener cuidado en conseguir cualquier ventaja posible. El dragón que le competía era esbelto y sin exageradas protuberancias que pudieran generar resistencia al viento, mientras que el suyo poseía impresionante musculatura y un peso extra que en tales actividades no ayudaba. La corriente, las artimañas de su familiar y la actitud de Lucero eran cuestiones que tenía que tener siempre en mente.
Apenas halló un momento de paz decidió mirar al hombre, el cual estaba unos metros delante. Sin contenerse aprovechó a deleitarse, poniendo especial atención a los plateados cabellos que volaban en una longitud superior a los hombros. El golpeteo de su corazón le recordó una vez más los sentimientos que en años no logró borrar, los deseos de Viserys realmente no importando si tuviera oportunidad de estar con él.
Rió suave por lo ridícula que era y comenzó a desabrochar el traje, tal amor junto con el recuerdo de Daemon en su cintura siendo demasiado. El viento le congeló el pecho, pero decidió quedarse con la ajustada camisa blanca encajada en sus pantalones y rápidamente armó un plan para ganar.
Comprendió que el cariño que Caraxes tenía era una inesperada ventaja, así que con un tirón de correas hizo que se elevara aún más en las alturas. Aquello hizo que perdiera un par de metros, pero, en cambio, sonrió y en una palabra ordenó que rugiera. El sonido la llenó de adrenalina y provocó que ambos observaran, la rojiza bestia chillando en respuesta en cierta confusión.
Aerhys movió las correas y ordenó que Lucero se lanzara en picada, al ras pasando junto a Caraxes y haciendo que se desestabilizara. Exclamó en contento cuando notó que ciertamente creó distancia, así que enseguida se enfocó en armar otro vuelo seguro y conservar lo que ganó. Fue rápido y en segundos miró a Daemon, el cual parecía no saber que sentimiento poner en su rostro.
—¡Intenten alcanzarnos! —gritó, con una mano sacudiendo el saco de su traje de vuelo.
Lucero emitió un grito por su cuenta casi como si entendiera el juego, Aerhys elevándose unos momentos y sentándose arriba de la prenda para evitar perderla entre el viento. Admiró el sol que reinaba y como los rayos evitaban que la bruma se generara alrededor de Rocadragón, ahora el atardecer iluminándolos mientras bajaban a tierra.
Apreció la sorpresa en los guardias que custodiaban el castillo y miró sobre su hombro para asegurarse de que Daemon estaba donde lo había dejado, con una risa complacida descubriendo que así era. Rápido ordenó a Lucero que bajara, con las correas y breves comandos guiando donde quería que se detuviera. Saltó sobre su montura cuando tocaron la zona plana de aterrizaje, con un breve siseo pasando a felicitar a su adorable criatura al realmente merecerlo.
Un chillido la sobresaltó e hizo que instintivamente bajara el cuerpo, Daemon y Caraxes devolviendo la jugada anterior y casi rozándolas al frenar cerca de ellas. Frío bajó por su espalda ante el susto y los buscó con la mirada, el hombre sonriendo entretenido a sabiendas de que no podra quejarse.
Bufó y rodó los ojos poniéndose de pie, antes de bajar agarrando la prenda que se quitó al saber que frío la llenaría una vez que la adrenalina desapareciera.
—Espero haber ganado algo —gritó para que le escuchara.
—No acordamos nada —negó con un sutil movimiento de cabeza aún arriba del animal.
—Seguro que un premio podremos arreglar —guiñó un ojo dejando atrás la espesa preocupación y estrés.
Daemon enarcó una ceja sin desviar la mirada y ella volteó el rostro cuando el sonido metálico de varias armaduras obligó que prestara atención.
—Príncipe Daemon y Princesa Aerhys, bienvenidos —habló el más joven con cierta agitación y una pequeña reverencia.
—Tranquilo, respira, sé que éste lugar tiene una exagerada cantidad de escaleras —sonrió al tiempo que se colocaba el saco, aunque prefirió dejarlo desabrochado.
—Gracias —dijeron los tres caballeros al unísono, enseguida tomando grandes bocanadas.
El mayor del grupo pronto se unió y los analizó rápido antes de echar un vistazo a como los dragones empezaban a intercambiar cariños.
—Hasta siento que estoy interrumpiendo su intimidad —confesó Aerhys, gracia e intriga llenándola al jamás haber visto a Lucero así.
—¿Deberíamos entrar? —preguntó Daemon enfocándose en ella, su cabello largo volando rebelde en el viento.
—Si, busquemos entretenimiento por nuestro lado.
Con un movimiento de cabeza indicó a los guardias que fueran por delante, en tranquilidad amagando a seguirlos cuando el hombre la detuvo y acercó sus manos. Con paciencia y calma, comenzó a abrochar los botones del traje.
—Uno de los muchachos tenía dificultades para dejar de mirar tu pecho —explicó simple, los claros irises siguiendo el movimiento de sus dedos al trabajar.
—Gracias —dijo ligeramente temblorosa, enseguida tragando y mirando por donde fueron—. ¿Cuál era?
—¿Alguno te interesa? —interrogó de inmediato.
—Solo quiero saber —negó viéndolo al rostro, pero él no devolvió la atención.
—El de cabello ceniza —respondió antes de inspirar y terminar con el último ojal—. ¿Por qué te desvestiste?
—Tenía calor.
—Los dragones hacen la mayoría del trabajo.
—¿No puedo tener calor? —preguntó a la defensiva elevando ambas cejas.
—Es raro y el viento no suele ayudar —remarcó antes de girar sobre los talones—. Por hoy lo dejaré pasar.
—¿Eso significa que ibas a cuestionarme? Qué considerado —bufó siguiéndole el ritmo de caminata.
—Suele ser de mi interés lo que pasa por tu mente.
—Soy un libro abierto, no es difícil adivinar. En cambio, tú si que eres un verdadero reto —negó en un suspiro frustrado.
—Años de experiencia —sonrió mientras colocaba una mano en su hombro.
—Tengo el presentimiento que naciste así —comentó, con seguridad viéndolo al rostro incluso si el corazón se desbocaba por el pequeño toque.
—Deberás preguntarle a tu padre, aunque no sé si estaría feliz de que consultaras por mí.
Aerhys emitió un sonido de que coincidía y se concentró en los escalones que bajaba, en silencio pensando que por más de una razón Viserys no estaría feliz si hiciera eso.
—Bienvenidos —saludó la cabecilla de los sirvientes con una exagerada reverencia, atrás estando sus más confiables ayudantes.
—Hilda, planeo quedarme de manera indefinida, así que corre la voz y prepara mi habitación.
—Con gusto, princesa.
—También estaré un tiempo —anunció Daemon con rapidez—. No olvides arreglar lo antes posible una tina para ambos.
La joven Targaryen arrugó el ceño e Hilda la miró buscando respuestas que no obtuvo.
—Disculpe, mi príncipe, solo quiero asegurar… ¿Baños por separado, verdad?
—¿Hm? —inclinó la cabeza y observó a su sobrina dándole paso a que contestara, pero sonrió ante la incapacidad de emitir palabra—. Si, separados.
—Enseguida, señor —reverenciaron antes de girar hacia la princesa—. Organizaremos lo solicitado y en breve los buscaremos.
—Perfecto —asintió enseñando una amable sonrisa, enseguida tomando el brazo de Daemon—. ¿De verdad te quedarás?
—Como bien sabrás, la corte son un grupo de sanguijuelas que suelen agotar la energía de quien se cruce con ellos, así que unas vacaciones suenan bien.
—¿Te has portado mal? —enarcó una ceja y pasó de él para seguir andando por el largo pasillo.
—No más que tú. A decir verdad, nos molestan respecto al mismo tema.
—¿Matrimonio? Te casaron a Lady Rhea y ahora eres viudo, ¿ni siquiera así puedes salvarte? —preguntó completamente indignada.
—Somos poco Targaryen y están desesperados en que hagamos descendientes.
—Insoportables —murmuró entre un pesado suspiro.
Daemon rió por dentro y la acompañó a un salón de reuniones, una amplia ventana enseñando los picos escarpados y caminos de roca natural que se introducían en la salada agua. Con gusto recibió la brisa y perdió la mirada en el horizonte, el ruido de una silla indicando que el hombre se había sentado.
Cayeron en silencio y Aerhys perdió la capacidad de pensar, el paisaje inundando la conciencia y haciendo que cerrara los en completa relajación. Agotamiento empezó a dominar sus músculos y sintió como el cuerpo perdía fuerza, la paz de aquel trance quitando el estrés de los últimos días. El gusto de aquel momento era enorme y por largos segundos olvidó la presencia de Daemon, el cual hizo que temblara al sentir que se acomodaba a su lado.
—Aún llevas el anillo que te regalé.
Aerhys levantó los parpados y miró el dedo anular de su mano izquierda, apenas levantándola para que pudieran verla bien.
—Estoy muy apegada a él para considerar dejarlo —explicó mientras lo hacía girar para ver el diseño grabado en el metal—. Guardo todo lo que me das —sonrió suave mirándolo a los ojos.
—Es bueno saber que mis obsequios son de tu agrado —dijo suave y complacido.
—También querría darte algo, ¿qué te gusta?
—Me conoces desde que naciste, ¿no sabes? —elevó una ceja fingiendo misterio.
—Son cuestiones básicas las que conozco…
—Sabrás que darme cuando lo veas, aquello llamará tu atención y pensarás en mí —aseguró con un pequeño asentimiento, así pasando a observar el mar.
Ella admiró su perfil y le imitó, la calma siendo interrumpida cuando un rugido medianamente lejano llegó.
—¿Oíste? —frunció el ceño agarrándolo de vuelta del brazo.
—Fue Caraxes.
Al mismo tiempo se inclinaron a buscar cualquier anormalidad, entonces notándose una cola escamada desde la torre Oeste. Por el color era fácil decir que se trataba de Lucero, pero pronto alas rojas se extendieron y el dragón de mayor edad salió volando.
Anonadados siguieron la trayectoria hasta que el dragón de la femenina se unió, en el cielo girando, enrollando colas y persiguiéndose entre mordidas inofensivas.
—¿Qué están…?
—Empezaron el ritual de apareamiento.
—¿Tan pronto? —inquirió sorprendida y avergonzada—. Pensé que llevaría más esfuerzo que ésto.
—Deben ser realmente compatibles.
Aerhys asintió y observó tal espectáculo, de a poco reconociendo ciertos movimientos que los comprometidos Targaryen o Velaryon imitaban en ciertas danzas.
—Increíble —respiró maravillada.
—Es raro atestiguar un evento así —coincidió, durante unos segundos observándola de reojo.
Tal ancestral ritual continuó hasta que empezaron a desplazarse a nueva zona, entre silencio un golpe en la puerta provocando que se desentendieran.
—Los baños están listos.
—Genial —suspiró Aerhys yendo hacia Hilda, la cual sonrió mientras una de sus ayudantes aguardaba para guiar al hombre.
—Nos vemos en la cena —habló Daemon aún junto el ventanal.
Ella le miró y asintió, el corazón saltando ante la propuesta de reencontrarlo.
—Nos vemos en la cena.
Siguió a la mujer y al ingresar sintió el vapor humedecerla, con asistencia dejando las ropas en el olvido y hundiéndose en la tina. La esencia a fresia envió un agradable cosquilleo al alma, las manos expertas de Hilda lavando su cabello y cuerpo con productos y olores que quedarían impregnados en la piel.
Disfrutó del agua hasta que entibió demasiado y debió salir, una gruesa bata adornándola y una toalla cubriendo el platinado cabello. Con paso rápido ingresó a su habitación y apreció que la chimenea estaba prendida, las decoraciones luciendo igual a como las dejó la última vez.
—¿Desea que le asista, princesa?
—No, a partir de aquí seguiré sola.
Suspiró a la luz de la velas y aún envuelta se sentó en el borde de la cama, automáticamente yendo a jugar con el anillo obsequiado por Daemon. Lo miró considerando la inesperada compañía que tendría los próximos días, de algún modo yendo a pensar si aquella era una oportunidad de los dioses. Cierta amargura la llenó ante la idea de confesarse, porque sabía que tenía todo para perder y al mismo tiempo nada, ya que de todas maneras terminaría casada con algún noble.
Negó con mal gusto en la boca y miró los vestidos guardados en bolsas de tela oscura, al mirar eligiendo uno color beige que no era demasiado formal. Lo quitó admirando el cinto cocido en la cintura, el mismo patrón estando en el cuello y todos los bordes de la tela.
Secó su piel y colocó la ropa interior inferior antes de usar la bella prenda, así buscando la llave que tenía escondida para abrir el cajón de joyería. Admiró las piezas que ahí resguardaba y seleccionó lo que creyó que más combinaba, en un espejo admirando el collar y los aros que brillaban con los distintos ángulos de luz. Sonrió sintiéndose bonita y prestó atención al cabello, luego de trenzar los mechones del frente decidiendo que no haría nada exagerado o que denotara demasiada preparación.
Agarró papel, tinta y una pluma, sin dudar aprovechando el tiempo libre para aclarar cualquier malentendido con su padre respecto a esas vacaciones. Los dragones eran una clara excusa de la intención inicial que tenía al huir a Rocadragón, así que la usaría al máximo y enviaría la carta.
Enrolló el pergamino y lo selló, de esa forma abandonando la habitación y atravesando diversos pasillos hasta que sonrió con cierta malicia al ver el caballero que Daemon acusó de observarle los pechos.
—Buenas noches —saludó, el muchacho saltando en el lugar y poniéndose aún más recto.
—P-Princesa Aerhys, buenas noches —respondió realizando una pronunciada reverencia.
—¿Haciendo guardia? Debe ser aburrido —acortó la distancia y frenó en frente.
—Nada de eso, es un trabajo que realizo con mucho orgullo.
—Me alegra saber que gente responsable cuida de estas tierras —colocó una mano en su hombro, aunque la armadura les salvaba de un verdadero contacto.
—Gracias, princesa —sonrió, pero enseguida se corrigió y mantuvo la seriedad—. Por cierto… Oí que el Rey la anunció como heredera, así que quería felicitarle.
—Lo aprecio mucho —dijo sincera, un ligero rubor ganando terreno—. Espero que puedas seguir protegiéndome si llega el día donde deba asumir el Trono de Hierro.
—¡Mi lealtad seguirá firme! —insistió, con fuerza colocando una mano en el pecho.
Aerhys rió suave y asintió, un rugido lejano provocando que ambos giraran y recién ahí notaran que Daemon se acercaba con paso extremadamente silencioso. Tenía el cabello plata completamente suelto y al frente sobre el hombro derecho, ambas manos unidas en la espalda y con algunos botones de la camisa desabrochados.
Los Targaryen se observaron y ella fue la primera en romper la conexión, en el fondo oyendo como el caballero lo saludaba en una reverencia.
—¿Divirtiéndose?
—Una breve conversación —resumió Aerhys sin dar demasiada importancia—. De hecho, estaba por solicitar que lleve esta carta al Rey —explicó mientras enseñaba el pergamino.
—Para eso hay mensajeros —recordó Daemon.
—Los cuales son acompañados de caballeros —añadió antes de mirar al de cabello ceniza—. Puedo confiar en que harás que llegue a salvo, ¿verdad?
—Por supuesto, princesa, ahora mismo aviso para organizar el viaje.
—Que servicial —dijo Daemon observándolo fijo a los ojos.
La femenina admiró aquella escena sin especial sorpresa y permitió que el incomodo caballero se retirara, sin problemas ignorando al adulto hasta que el chico estuvo bastante lejos.
—No había necesidad de presionarlo o asustarlo, Daemon.
—Si se siente amenazado por mi presencia, tan buen caballero no es —retrucó enfocándose completamente en ella.
Aerhys cerró los ojos e inspiró mientras negaba.
—¿El baño ha sido de tu gusto?
—¿Cambias de tema?
—¿Qué hay que hablar? —inclinó la cabeza.
—Tu coqueteo.
—¿Acaso vas a dar un sermón? ¿Tú, entre todas las personas? —enarcó una ceja en desafío.
Daemon guardó silencio y se inclinó sobre ella, aunque la distancia era prudente.
—¿Tú, de entre todas las personas, crees saber porqué no puedo hacerlo?
El tono bajo y hasta peligroso de su voz envió un intenso escalofrío, la altura y anchura de sus hombros recordando lo físicamente superior que era. Tuvo que tragar y acortar la distancia para recordar confiar y no echarse atrás, así permitiéndose hablar incluso si sentía la respiración agitada.
—Considerando que tienes una hermosa muchacha a tu lado y sigues visitando casas de placer… Juegas demasiado para intentar decir si puedo o no realizar un simple coqueteo.
La tensión aumentó en un segundo y Aerhys prometía que sentía y oía las chispas alrededor, Daemon entrecerrando los ojos y por un segundo bajando a ver sus labios.
—¿Me has espiado?
—¿Lo desconocías? —retrocedió un paso, aunque él la sostuvo del brazo para que no huyera.
—¿Con qué intenciones?
—Ninguna en especial, vigilo a muchos —mencionó sin amagar a dar más detalles—. ¿Te molesta?
Daemon pareció descolocado por la actitud frontal y pasó unos segundos en silencio, de pronto sonriendo bastante y asintiendo.
—Éste lado de ti es interesante, te imaginaba de otra manera.
—¿Más como mi padre?
—Si, pero tampoco tanto, Rhaenyra y tú poseen actitud.
—Lo sé —aceptó con cierta arrogancia y miró la extremidad que aún le agarraba.
Moviéndose con habilidad, enganchó su brazo con el de Daemon y tiró para animarlo a caminar.
—Vamos, la cena debe estar lista.
Él la miró unos momentos antes de colocar la mano libre sobre su palma, Aerhys apreciando encantada el suave apretón que entregó. Caminaron en silencio y la enamorada no dudó en fantasear que estaban en pareja, apenas mordiéndose el labio inferior por lo bien que se sentía la cercanía.
—Lucero y Caraxes siguen juntos, tomará bastante tiempo hasta que estén listos para regresar —informó, momentos antes habiendo ido a revisar cómo se hallaban.
—No tengo apuro.
Se soltaron antes de ingresar al comedor y los sirvientes miraron con sorpresa al llegar antes de lo planeado, enseguida apurándose para al menos tener la bebida servida. Aerhys se sentó en la cabecera derecha admirando lo que había en la mesa, definitivamente no esperando que Daemon decidiera ubicarse a uno de sus costados y no en la otra punta.
—Tengo mejor visión desde aquí.
—¿De la puerta? —enarcó una ceja al ser lo que enfrentaba.
—Tú.
Por reflejo ella bufó y negó desacreditándolo, pero tenía sentido considerando que eran la únicas personas.
—Como sea… Cuéntame alguna de tus aventuras, sé que aún no he oído todas.
—De hecho, me gustaría escuchar las tuyas —indicó mientras cruzaba una pierna y se reclinaba hasta tocar el respaldo.
—¿Qué dices? Vivo en el palacio y no tengo oportunidad de explorar.
—¿Segura? —elevó una ceja dejando los labios separados, la fijación provocando que ella terminara sonriendo por la presión y él le imitara al haberla atrapado.
—No sé de qué hablas, sin pruebas no hay crimen.
—Es imposible que me mientas, se te nota.
—¿Importa? Es tu palabra contra la mía —encogió los hombros y miró el anillo que la decoraba con falso interés.
Notó movimiento borroso por el rabillo del ojo y, antes de alejarse, una pálida mano le agarró el mentón. A la fuerza observó a Daemon, aunque el trato fue delicado para no generar daño o dolor.
—Siempre fui sincero contigo, ¿por qué ocultarme tu vida?
—Falacia, mucho lo descubrí gracias a mis informantes —negó fingiendo un pequeño berrinche, con una suave palmada liberándose de su agarre.
—Jamás preguntaste por mis relaciones, sino hubiera confesado.
—La última vez hablamos de si estabas conociendo a alguien y dijiste que no.
—Respondí con la verdad.
—Entonces, ¿quién es Mysaria? —enarcó una ceja y se contuvo de cruzar los brazos.
—Nadie importante.
Aerhys bufó con una sonrisa molesta y agarró la copa, pensativa tomando un largo y lento sorbo.
—Rápidamente desechaste tu declaración de siempre haber sido sincero.
—¿Quieres que soltemos toda la verdad? —preguntó, inconscientemente golpeando la mesa con el dedo indice de su mano derecha.
—Por supuesto, ¿qué propones? —aceptó sin dudar, para nada considerando que podía estar cayendo a las fauces del dragón.
—Un interrogatorio por turnos, oportunidades equitativas de saber del otro.
La femenina inspiró profundo perdiéndose un momento en los profundos ojos violetas, enseguida notando la necesidad que él también poseía de conocerla.
—Acepto.
—Empieza —cedió con un ligero movimiento de mano, los dígitos yendo a jugar con el tenedor junto al plato.
—¿Qué es Mysaria para ti? —indagó, concentrada cuidando de no mostrar nada especial es su voz o expresión que delatara lo que sentía por él.
—Una colega.
—¿Acaso olvidaste las palabras en Desembarco del Rey? Si esperas más de mí es mejor que extiendas tus explicaciones.
Daemon pareció divertirse y miró un momento el mantel antes de asentir.
—Ella es quien en general reúne información o realiza lo que necesito para ciertos planes.
—Con sexo de por medio —soltó, enseguida mordiéndose la lengua.
—Ya has hecho tu pregunta —indicó inclinando la cabeza.
—No fue una duda, solo añadí el detalle que pareciste olvidar —defendió con aire de regaño, y él río mientras se sentaba recto e inclinaba hacía ella.
—Tu momento de contestar —determinó—. ¿Por qué tienes informantes siguiéndome?
Aerhys respiró tranquila al tener una respuesta sensata.
—No es secreto que mi padre piensa que estás tras el trono, así que vigilo tus intenciones y si en algún momento planeas atentar contra sus únicas dos descendientes para tener la corona.
El salón quedó en silencio y la piel de la joven se erizó, la seriedad y oscuridad que cayó en el rostro del hombre logrando que tuviera un pequeño escalofrío.
—¿Piensas como Viserys?
—Tu turno ha pasado —forzó a decir al no soportar el aura que lo dominaba, para calmarse dando otro sorbo de vino—. ¿Deseas ser rey?
—De joven hubo un tiempo que fantasee con aquello, ver a mi hermano tomar clases especiales para cumplir con aquel puesto impulsó la idea, pero al crecer entendí que no era una responsabilidad que realmente quisiera —explicó, la forma en que la veía entregando la sensación de absoluta verdad.
—En ese caso, me alegra que nacieras después y no tuvieras que cargar con aquello —sonrió amable esperando calmar el extraño humor.
—¿Qué hay de ti? ¿Quieres el Trono de Hierro?
Aerhys presionó los labios y apenas entrecerró los ojos, las pupilas perdiéndose en objetos de la habitación mientras en segundos intentaba analizar toda su vida.
—Si, aunque hace poco caí en la cuenta de que lo anhelo por mí. Antes creía que era insuficiente y buscaba las fallas que evitaban que todos me consideraran alguien posible de heredar, pero al pasar los meses entendí que con una corona la vida no se resolvería y muchos retos esperarían —explicó, por un segundo viendo a Daemon y notando que la observaba completamente atento—. Las personas del reino dependerán de lo que decida y el conocimiento de cómo actuar no vendrá de la aprobación de mi padre, así que al estudiar y adentrarme en ese mundo empecé a realmente querer hacerme cargo.
—¿Tienes miedo? —inquirió de pronto, por segunda vez olvidando el interrogatorio turnado que propuso.
Aerhys sonrió con tristeza y bajó la mirada a su falda, con el corazón acelerado asintiendo.
—Temo a muchas cosas, especialmente a realizar mal mis tareas y que el mundo sufra por la incompetencia —negó leve lamiendo nerviosa los labios—. Supongo que la situación también dependerá de la persona que reine conmigo y quienes integren el consejo, pero no quiero que me consideren débil o fácil de manipular.
Con un chirrido, Daemon acercó la silla y con una mano le agarró las palmas en gesto de apoyo. Ella le miró y tragó por la cercanía, ansiosa admirando sus ojos que brillaban por el fuego de la chimenea.
—No lo permitiré, estaré a tu lado cuidándote.
—¿De verdad? ¿Entonces aceptas la decisión de mi padre? —frunció el ceño liberando una mano y apoyándola arriba de la masculina.
—Nunca dudé.
—Pero… ¿No te enojaste cuando te desheredó del trono?
—Lo que me enfadó fue la desconfianza y paranoia hacia mí, no el que no fuera a ser rey. De todos modos, eso ya está en el pasado —prometió con un leve asentimiento.
Aerhys sonrió profundamente aliviada y contenta, sin pensar inclinándose y apoyando su frente con la de él.
—Gracias.
Cerraron los ojos y en silencio prolongaron el gesto, afecto bañándolos hasta que les interrumpieron abriendo la puerta. Inmediatamente ella se alejó y miró a dos criados entrar con grandes bandejas de comida, sonrojada apreciando que notaron la íntima escena. Intentó liberar sus manos, pero Daemon sonrió con cierta malicia y resistió mientras le servían los platos.
—No hay necesidad de avergonzarse, estas paredes han visto más de lo que puedes imaginar.
—Tantos años e historia… Supongo que algo tan simple no es importante —contestó, aunque sus palmas entrelazadas aún la alteraban.
—Nunca es tarde para aumentar la apuesta.
Aerhys envió un vistazo de advertencia y él enarcó una ceja manteniendo su típica sonrisa traviesa.En silencio esperaron a la soledad y contestaron cuando les consultaban qué deseaban ingerir de todo lo preparado, al terminar el mayor indicando que se retiraran al otro lado de la puerta.
—Luce bien —comentó satisfecha, ambas manos yendo a sujetar los cubiertos.
—Es bueno atestiguar que la reunión con tu padre no te quitó el apetito, a diferencia de otras ocasiones.
—La carrera de dragones y tu presencia ayudaron, aprecio demasiado nuestro tiempo juntos —confesó con una sinceridad inesperada hasta para ella.
Daemon asintió mientras parpadeaba lento, así dando un bocado antes de enfocarse de beber de la copa.
—Ahora que recuerdo, no dijiste nada de tus aventuras fuera del castillo.
—¿Nuevamente con eso? —suspiró viéndolo con cierto cansancio.
—Posees informantes que me vigilan, pero yo desconozco tus actividades.
—No quiero que te duermas de aburrimiento.
—Jamás sucedería —determinó, apenas acomodando su postura—. Todo, quiero escuchar todo.
Aerhys respiró pesado por la insistencia y encogió los hombros restando importancia a lo que fuera a decir.
—Poco ha sucedido, al principio solo me atrevía avanzar unas cuadras hasta que me sentí más cómoda o valiente. He atestiguado varias obras callejeras, comido y bebido, solo tres o cuatro veces llegando a la ebriedad —miró al techo tratando de recordar y se apoyó completamente en el respaldo.
—¿Qué hacías cuando bebías de más? —preguntó con una leve sonrisa, el brillo en sus ojos aumentando.
—Disfrutaba del efecto del alcohol en las calles, aunque cuando estaba muy tambaleante iba al puesto de un chico que conocí y me sentaba a pasar el rato con él.
—¿Hiciste amigos? —enarcó una ceja y entrelazó los dedos.
—No los catalogaría como amistades, pero conocí algunas personas con las que salir… Compañeros, si, buenos compañeros.
—Mmm —pensó sosteniéndole la mirada, en sus pupilas notándose que estaba perdido en distintas ideas—. ¿Qué haces con ellos?
—Me enseñan nuevos lugares y lo que es peligroso o no, creen que soy una Targaryen bastarda que hace poco vino a vivir a Desembarco del Rey y quieren enseñarme la ciudad.
—Vaya, hasta una identidad falsa creaste —dijo orgulloso—. Qué pensarán el día que vayan a la coronación y te vean como la nueva reina…
—Si siguen siendo buenos conmigo y creamos amistad, no obtendrán más que beneficios al trabajar para mí.
—¿Nuevos informantes?
—Tal vez —sonrió con cierto misterio agarrando la copa a medio llenar.
—Querría conocerlos.
—¿Revelar las fuentes? —preguntó como si acabara de decir una completa locura, enseguida dando un sorbo al oscuro vino.
—¿Dudas de mí a pesar de que te acabo de dar completa lealtad?
Aerhys inspiró profundo y desvió la vista sintiendo un nudo en el pecho.
—Mi padre eligió un niño que ni siquiera conocía y traicionó al amor de su vida cuando, según me han contado, mi madre no quería morir —apretó los labios con enojo y angustia—. Si una persona puede acabar con la persona más importante de su existencia, no quiero imaginar lo que puede esperarme cuando ni siquiera soy lo primordial de nadie.
Daemon se inclinó a ella y esta vez la tomó de la muñeca, la tensión de su mandíbula enseñando la molestia que intentaba mantener a raya.
—Siempre he sido fiel a nuestra familia y no permitiré que las debilidades de mi hermano te hagan desconfiar de lo que soy. Jamás te traicionaré, y si lo hago aceptaré el castigo que impongas, incluso la muerte —expresó entre dientes apretados, la fuerza que aplicaba a su extremidad marcando lo serio que era.
Aerhys apretó los labios y buscó en los violáceos irises algún titubeo, pero, al cabo de unos segundos, asintió.
—Prometí nunca ir en contra de mis propias reglas, aunque haré mi mejor esfuerzo —bajó la mirada a ver como lo agarraba con la mano libre para acariciarlo y calmarle—. Papá vivirá muchos años más, así que tendrás tiempo de demostrar tus declaraciones y enseñar que tan equivocada estaba.
El mayor levantó la mano libre y acunó una de las jóvenes mejillas, la gran palma ocupando buen parte de su rostro.
—¿Qué hablaste con Viserys?
—Matrimonio, como siempre, aunque ahora tengo libertad de elegir a quien quiera de esposo —explicó, la piel calentándose y sonrosándose bajo los suaves roses del hombre.
—Te salvarás de tener un matrimonio como el mío —sonrió de costado, y ella rodó los ojos al haber crecido oyendo como odiaba a la Perra de Bronce con la que se casó.
—No lo creo… —bajó la mirada con un veloz temblor en los labios—. La persona que deseo está fuera de alcance.
Animarse a decir eso costó el que el pulso se acelerara hasta los cielos y temió que él pudiera notarlo, irónicamente teniendo a centímetros al hombre que añoraba.
—¿Quién es el idiota indicado?
—¡Daemon! —regañó por el calificativo dándole un leve golpe en la mano.
El Targaryen se hizo el desentendido y bajó la mirada a sus labios, con el pulgar rozando y apenas tirando del inferior.
—¿Por qué?
—¿Cómo? —frunció el ceño con el corazón latiendo más fuerte.
—He notado que siempre me llamas por mi nombre, nunca “tío”.
—¿Te molesta?
—No, tampoco planeo ocupar ese rol.
Aerhys dudó un momento y frenó de imaginar significados que de seguro no implicaba, aunque esperanza surgió.
—¿Qué puesto esperas servir?
Inclinando la cabeza, Daemon entrelazó los dedos de sus manos y liberó la mejilla para acariciar la colorada piel con el dorso.
—Espero ser el idiota indicado.
Tomó apenas unos segundos comprender esas palabras y Aerhys elevó ambas cejas sin hacer ninguna expresión en particular. Dejó de respirar hasta que los pulmones ardieron, así bajando la mirada y pestañeando seguido en un nuevo intento de entender.
—¿A qué t-te refieres? —tartamudeó en un golpe de emociones, cuello, nuca y orejas ardiendo—. ¿Por qué quieres ser mi amado?
—Te deseo.
La respuesta debería haberla alegrado, pero enseguida sintió una punzada en el pecho y las dudas surgieron. Conocía a su familiar y nunca expresó interés romántico por nadie, e infame era su gusto por las relaciones de una noche, así que podía significar algo muy diferente para ambos.
—Si solo es anhelo carnal… —empezó a decir con dureza, enojo subiendo por la garganta ante la idea de que quisiera usarla como un evento pasajero.
—No —interrumpió al apreciar la furia del dragón—. Siempre hemos tenido una conexión profunda y especial, pero hace unos pocos años empecé a apreciarte de otra forma. En ese entonces aún eras muy joven e ingenua y no actué en mis emociones, pero era difícil, así que preferí irme y seguir con mis aventuras. Esperaba olvidarme de ti y confirmar que mi fascinación era algo pasajero, pero al regresar y ver como tu personalidad y mente se desarrollaron en alguien capaz de hacerme frente…
—¿Gustas de que te lleve la contra? —enarcó una ceja
—Adoro tener el control y que las situaciones vayan de acuerdo a mis planes, pero un poco de pelea está bien —sonrió al tiempo que ponía la mano libre en una de sus piernas—. Eres fiel a lo que crees y sabes lo que quieres, tienes un espíritu digno de un Targaryen y deseo estar a tu lado como esposo.
Inconscientemente mordió el interior de la mejilla y tragó, su cabeza siendo un nudo infinito de elementos que no podía separar.
—Nunca vi que fueras un hombre predispuesto al compromiso, ¿seguro que quieres casarte?
—Fui forzado a un matrimonio con una mujer insufrible, pero eres todo lo contrario, nuestras existencias están destinadas —indicó apretándole la mano y la pierna esperando trasmitir sinceridad.
—¿No es una confusión?
Daemon la agarró del rostro y enseñó una nueva intensidad, la energía que emanaba haciendo que la femenina se mordiera la lengua.
—Jamás me cuestionarías si supieras lo que pasé aquellos años donde desaparecí, solo podía pensar el ti.
Ella inspiró profundo y bajó la cabeza, con cierta frustración peleando el miedo a entregarse cuando desde hace años solo quería ser suya.
—Desde siempre… Desde siempre has sido a quien he querido, hasta papá y Rhaenyra lo saben —confesó con voz bastante baja—. He luchado y tratado de ignorar los sentimientos al igual que tú, pero fue imposible.
—Ya no peleemos más, estemos juntos —dijo con sutil prisa, entonces dejando la silla y arrodillándose frente a ella para sostener ambas manos.
Aerhys sonrió con cierta amargura y tragó antes de inspirar profundo, durante unos segundos mirando fijamente la mesa. Consideró sus miedos y lo que realmente quería de él, así que se soltó y le tomó del rostro acortando la distancia.
—Primero debes saber que, si eres mío, no te dejaré ir con facilidad. Tal vez pienses que cuando te aburras simplemente podrás caminar fuera de la relación, pero, si sinceramente deseas que me entregue a ti, es mejor que lo pienses dos veces —advirtió, enseguida bajando una mano y suavemente apretando el cuello—. Espero tu lealtad como reina y esposa, así que si me traicionas no dudaré en cortarte los genitales y dárselos a Lucero antes de quemarte vivo.
Los labios de Daemon se separaron en sorpresa y un escalofrío lo recorrió, pero, en vez de miedo, sus pupilas se dilataron en una excitación inusitada. Deslizó las mano por las piernas femeninas hasta llegar la cintura, donde apretó con una emoción casi dolorosa y notó como las chispas se convertían en llamas.
En un borrón sus bocas se encontraron, ninguno recordando quien se había abalanzado primero, solo apreciando cuando las pieles se tocaron a medio camino. La electricidad crispó los cabellos y Daemon se irguió en las rodillas presionando más contra ella, Aerhys deslizando la mano hacia la nuca y enredando los dedos en los cabellos de la base. Se miraron un momento mientras la chimenea los iluminaba como un faro en la oscuridad, la luz cegándolos y dejando que quemaran contra el otro igual que polillas en el fuego.
La femenina soltó un jadeo cuando la gran palma del Targaryen apretó su muslo y él se separó unos milímetros para lamer veloz el centro del labio superior, enseguida introduciendo la lengua y siguiendo el intercambio. Un pitido en sus oídos calló cualquier pensamiento coherente y Aerhys se rindió encantada a la guía de su amado, con gran calor disfrutando de la experiencia que depositaba en ella. Con la yema de los dígitos grabó la textura y temperatura de la pálida piel, en los nudillos enredando los hilos plata de los que ocasionalmente tiraba, y con la mano libre recorrió los músculos escondidos en la camisa.
—Mi futura reina de vida… —murmuró Daemon con los ojos cerrados acariciándole el rostro—. Logras que pierda la cordura.
Aerhys sonrió mientras recuperaba el aire.
—No debo ser la primera que lo dice, pero dejas la mente en blanco —con delicadeza lo agarró del mentón e hizo que ladeara el rostro para darle pequeños besos en la mandíbula.
Él gruñó y cerró los ojos enseñando el cuello, ella apreciando que se entregara y tomó la oportunidad de explorar la delicada zona. Una mano fue a sostenerlo del hombro y la otra conquistó más cabello, terminando por agarrarlo casi de la raíz para mantener el control justo cuando se animó a usar los dientes.
Daemon soltó un suspiro complacido y sintió la llama del vientre quemar, la desesperación empezando a ser una emoción persistente. Disfrutó de los cariños y permitió a su cuerpo actuar como quisiera, ambas palmas deslizándose bajo el vestido y tensándolo por el frenesí de conocer aque territorio.
Aerhys tembló y pensó que explotaría al ver como sus piernas eran decoradas por las extremidades del hombre, él tocándola de arriba a abajo hasta descansar en los muslos.
—¿Hasta dónde llega tu experiencia?
La joven aflojó el agarre de los cabellos para permitir que le mirara, una nueva capa de rubor decorándola ante la vergüenza.
—Daemon…
—¿No puedo saber? —elevó ambas cejas, aunque no en molestia, sino en curiosidad—. ¿Conservas tu virginidad?
—Si…
—¿Segura? —inclinó la cabeza dibujando lentos círculos con los pulgares.
Aerhys inspiró profundo sintiendo un nudo de nervios y encogió los hombros.
—Intenté algunas cosas con alguien que conocí en mis escapadas, pero no permití que llegara a más —reconoció sin soportar verlo a los ojos, inconscientemente apretándole el hombro.
—Ciertamente no sé nada sobre tus aventuras —murmuró acercando el rostro y viéndole los labios—. Es bueno que pudieras tener experiencias, pero te aseguro que nadie te hará sentir como yo.
La promesa la dejó sin aire y con incontables cosquillas en el estómago, embelesada por esa idea rindiéndose al beso que él comenzó. Lo abrazó por el cuello y se dejó llevar por la hoguera que eran, algunos dígitos del hombre rozando su húmeda entrepierna y provocando que gimiera en medio del intercambio.
—No, te daré lo que deseas en el día de nuestra boda —interrumpió agarrándolo de ambas muñecas.
—Seremos hombre y mujer, hay reglas que podemos romper.
Aerhys hizo un bajo sonido fingiendo que pensaba y un brillo travieso se mezcló entre la clara satisfacción.
—Tal vez quiero verte sufrir en abstinencia hasta ese día.
—Qué habré hecho para que me castigues así…
Lo soltó manteniendo el buen humor y acunó una de sus mejillas.
—De esta forma me aseguraré de que no huyas de todo lo que has prometido, al menos no hasta que cumplamos con nuestra boda —explicó al tiempo que bajaba la falda del vestido y cubría la piel.
—Tu desconfianza me daña, princesa.
Ella bufó y se inclinó a darle un beso compensatorio.
—No tanto por ti, sino por Viserys. Planeo al menos invitarlo a él y Rhaenyra a la ceremonia, y temo que no intentes luchar si ordena decapitarte porque ya has obtenido todo de mí.
Daemon soltó una breve risa aireada y ladeó la cabeza.
—Aún si compartiéramos cama no obtendría todo de ti, nos faltaría formar una familia y verlos crecer en futuros reyes y reinas.
—Tienes una forma con las palabras…
—Es la verdad —aseguró al tiempo que tomaba una mano y la besaba—. Debemos empezar con las invitaciones lo antes posible.
—No tengo objeción —sonrió mientras se ponía de pie—. Si me permites, tengo que ir a aliviar mi excitación—guiñó un ojo, de seguro divirtiéndose demasiado en no darle lo que quería.
Aerhys disfrutó la breve expresión de desconcierto y le acarició la mejilla antes de alejarse, la puerta estando a pocos pasos cuando fue levantada en el aire. Liberó un pequeño grito y se agarró del hombre, quien la sostenía bajo las piernas y espalda.
—¿¡Qué…!?
El Targaryen la calló con un beso demasiado apasionado y el aire en sus pulmones fue quemado en segundos, los músculos de su zona intima tensándose y aumentando la humedad existente. Al separarse lo miró ligeramente perdida y aguardó una explicación, el violeta de sus ojos atrapándola una vez más.
—Respetaré tu virginidad, pero soy un hombre enamorado que ha esperado demasiado, al menos deja que te ayude con eso.
Aerhys no supo qué responder y simplemente dejó que Daemon la transportara por el castillo, los muros y sus sirvientes teniendo un nuevo secreto que guardar.
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moonlightgospel · 1 month
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Tengo tantos borradores en este Tumblr que no han sido publicados, por la mera necesidad de expresión a través de la escritura.
Algunos empiezan amando todo y culminan, en cuestión de diez líneas reflexivas después, diciendo que todo está mal y no hay salvación. Por eso se quedan en borrador.
Aprendí que hay cosas que las vemos en ciertas situaciones de manera muy trágica y catastrófica, o de extrema excitación y felicidad, y luego el día siguiente o el que le sigue la perspectiva puede cambiar de forma descomunal. Nada está por sentado, mucho menos nuestros pensamientos, son constantemente alterados por situaciones que desencadenan diversas emociones.
Vuelvo a leer lo escrito en los borradores, y comienzo a redactar desde donde me quedé, como un ejercicio de debate con mi ser interior, hasta encontrar el equilibrio y mi estado natural acerca de como veo las cosas, ese estado que vuelve a su normalidad cuando lo externo se calma. Identificarlo ayuda a regular emociones y saber que estás exagerando en ciertas cosas 😅
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closerssst · 5 months
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Insuficiencia
¿Qué si me gusta escribir? Sinceramente lo dudo mucho, porque nunca he sentido satisfacción escribiendo, jamás mi corazón ha consentido calma después de haber escrito enteramente sobre mis sentimientos.
Quizás faltan palabras, aunque use un idioma amplio, pero no puedo culminar de expresarme, siempre siento, inevitablemente, y en ningún momento se ve aproximada una interrupción sentimental, por eso requiero del ser entero.
REDFRUIT❥
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Hola, como parte de este escrito, decidí no repetir ninguna palabra, es por eso que por esta vez solo podré escribir dos párrafos muy sencillos. Gracias. (Si repetí una palabra me avisan, este es solo un ejercicio)
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kamas-corner · 2 months
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Tumblr media
“Don Quijote de la Mancha”.
Quienes efectivamente si leímos esta impresionante obra, sabemos que Cervantes nos recuerda valores universales, por desgracia cada vez más en desuso, “como la fidelidad, la cortesía, la honestidad o la búsqueda de la justicia social”. A pesar de las adversidades, Don Quijote nos deja como enseñanza la importancia de tener sueños aunque parezcan imposibles o incluso nos tachen de locos… Pero junto a la sabiduría popular representada en la figura de Sancho Panza, las reflexiones de don Quijote sobre valores, virtudes y defectos humanos como la libertad, la justicia, el honor, la solidaridad, el amor, constituyen auténticas enseñanzas que siguen plenamente vigentes en nuestros días. Aunque la cantidad de citas que se pueden extraer de Don Quijote de la mancha algunas de las reflexiones más representativas del sistema de valores que Cervantes nos trasmite a través de El Caballero de la Triste Figura si dudar podemos mencionar: Los nobles objetivos en la vida…
“Unos van por el ancho campo de la ambición soberbia, otros por el de la adulación servil y baja, otros por el de la hipocresía engañosa, y algunos por el de la verdadera religión, pero yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda de la caballería andante, por cuyo ejercicio desprecio la hacienda, pero no la honra. Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno.” Capítulo XXXII
La libertad… “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.” Capítulo LVIII
La virtud… “Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que padres y agüelos tienen príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se conquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.” Capítulo XLII
La belleza… “Advierte, Sancho –respondió don Quijote–, que hay dos maneras de hermosura: una del alma y otra del cuerpo, la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo… y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y con ventajas.” Capítulo LVIII
El desagradecimiento… “Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento, ateniéndome a lo que suele decirse: que de los desagradecidos está lleno el infierno. Este pecado, en cuanto me ha sido posible, he procurado yo huir desde el instante que tuve uso de razón, y si no puedo pagar las buenas obras que me hacen con otras obras, pongo en su lugar los deseos de hacerlas, y cuando éstos no bastan, las publico, porque quien dice y publica las buenas obras que recibe, también las recompensara con otras.” Capítulo LVIII
La humildad… “Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, porque viendo que no te avergüenzas, ninguno se pondrá a correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. Innumerables son aquellos que de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria. Y de esta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran.” Capítulo XLII
Con estas frases y otras muchas entendemos que el Quijote es un libro atemporal que, a pesar de haberse escrito en 1615, todas sus enseñanzas las podemos aplicar a la actualidad. Sin duda, un libro que todos deberíamos leer al menos una vez en la vida.
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inodorodepapas · 11 months
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la dificultdad de poesía en mi lengua de meta (6/365)
¡buenas y bienvenidos todos!
hoy quise tratar escribir un poema. originalmente planeé escribir un haiku, pero pensé que esto es una oportunidad perfecta para aprender un estilo de poesía español o más común en el mundo hispanohablante. entonces, hoy, les presento un estilo de poesía se llama el ovillejo. es un forma de poesía popularizado por miguel de cervantes (sí, el mismoquien escribió don quijote) pero también hay algunos ovillejos escrito por sor juana. la palabra “ovillejo” viene de ovillo, o una pelota (me parece que generalmente se refiere a pelotas de hilo o de lana, pero no sé).
basado en mi investigación, la rima es:
a/a//b/b//c/c  c/d/d/c
hay diez líneas en total, tres pareados y una redondilla/cuarteto. también la redondilla es típicamente escrito en tetrámetro trocaico, y bueno, si tengo dificultdad escribiendo en pentrámetro yámbico en inglés... ya no voy a tratarlo (un estilo de rima tan complicado) en español (pero énfasis en la “ya”... algún día, sí, pero no hoy).
el ovillejo es una serie de preguntas y respuestas, la línea primera de cada pareado es la pregunta, y la próxima es la respuesta. la línea última del poema combina las líneas 2, 4, y 6. también, las preguntas tienen 8 sílabas y las respuestas tienen 3. uf.
antes de todo esto, tuve confidencia en escribir poemas. pero la verdad es que nunca he escrito un poema en español. ya voy a tratar, si no trato, ¿como voy a aprender?
(ahorita les doy un poco de tiempo para prepararles a leer un poema muy... único).
vale, voy a ponerme las pilas y hacerlo.
un poema incompleto
¿por qué yo escogí esto?
es algo
¿quieres escribir más?
sí, ya sé, soy un cobarde. pero no me doy cuenta de tan difícil la poesía en un idioma segundo puede ser, madre mía. afortunadamente, no es una pérdida completa, con cada de estes ejercicios de escribir, aprendo un poco más vocabulario, y puedo pasar tiempo usando el español cada día. es diferente que aprender formalmente en clase, y claro, es un poco más lento, sin embargo, es práctica.
¡gracias por leer mis errantes, y espero que tengan un día fabuloso!
mis fuentes:
https://www.writersdigest.com/write-better-poetry/ovillejo-poetic-form (guau, sólo usé una fuente en inglés)
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vistazo-al-futuro · 11 months
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Regula tus emociones
Es un gusto presentarme ante ustedes!! Mi nombre es Samantha Molina de 16 años y en este post nos sumergiremos en el tema de regulación emocional académica.
Imagina esto: Estás en medio de una exposición y estás muy nerviosa, por lo que te trabas al hablar, escuchas murmullos, y crees que se burlan de ti.
No te preocupes, estoy aquí para ayudarte a regular esa y más emociones, y comenzamos!!
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Quiero empezar comentando que se perfectamente como es dejarse llevar por tus emociones y casi siempre no da buenos resultados, por lo que a continuación te daré tips para controlar moderadamente tus emociones.
Respira profundamente: Este es un consejo muy conocido y usado, el cual consiste en que, ante una gran acumulación de emociones negativas podemos inhalar y exhalar las veces que sean necesarias para poder regularizar esa peligrosa acumulación de emociones.
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Escribe como te sientes : Imagina que tuviste un mal día, puede que no hayas entendido el nuevo tema que el docente explicó, tal vez te sentiste ignorada por tus amigos, etc. Todo ese sentimiento puedes plasmarlo en una hoja y convertirlo en un diario de tus emociones. Además de poder decorarlo a tu manera ya sea agregándole dibujos, garabatos, recortes, etc. En lo personal, este consejo me ayuda a mejorar mi regulación de emociones negativas, cada vez que tengo un mal día.
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Ir a tu momento bonito : Estás a punto de estallar!! No aguantas más este sentimiento!! Relájate y piensa en un momento en donde estés tranquila o calmada, ese momento en donde estés en paz y te llene de positividad. Y cuando ya estés más calmada puedes continuar con tus ejercicios o con tu exposición. Esta en lo personal es mi técnica favorita, porque distrae mi mente y calma mi negatividad, aunque suelo usarlo en casos extremos, donde mis emociones son muy fuertes.
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Cuéntale a alguien de confianza como te sientes : Guardar tus emociones y retenerlos puede traer consecuencias graves como dificultades posteriores en reconocer emociones y saber gestionarlas de forma adecuada. Por lo que podrías contarle a alguien que tenga tu confianza absoluta, tus sentimientos y como te sientes e incluso pedirle un consejo. Además tendrás la seguridad de que la conversación no caiga en otros oídos.
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Déjalo salir : Por último, pero no menos importante deja salir tus emociones pero de una manera tranquila y adecuada, un ejemplo, si estás triste puedes ir a un lugar tranquilo, y llorar, desahogarte, liberarte de ese peso hasta que te sientas mejor, si estas enojada, arruga o raya un papel, puedes gritar en tu almohada, etc.
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Hay varias maneras de regular tus emociones, incluso tu puedes crear tu forma, pero recuerda ,una nota no define tu persona, los malos ratos pueden pasar, pero las acciones se mantienen.
Se que te estás esforzando y eso es apreciable, estás dando lo mejor de ti y verás que eso te dara los mejores resultados.
Espero que estos consejos puedan servirte y sin más que decir, hasta la próxima!!
- Escrito por : Samantha Molina
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notagusshtina · 2 years
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"entrada en calor"
- Soft con leve 🔥, maybe in the future haga una parte 2 🔞
-cualquier escrito subido de tono quedan en twitter (o en Wattpad próximamente)
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La mañana se desvanecía lentamente dándole paso a una aburrida tarde en la sede. Volkov se encontraba sentado frente a su monitor en la comodidad de las oficinas del subsuelo, el ruso se sentía completamente bloqueado, había trascrito y terminado muy pocos informes de la gran pila que tenía a un lado del computador, haciéndole sentirse agobiado por la cantidad excesiva de trabajo que tenía esas últimas semanas, aún más al saber que Horacio tomaba el sesenta porciento del papeleo para evitar sobrecargarlo con tanto trabajo y poder pasar más tiempo juntos fuera de la sede.
Bufando por lo bajo con molestia se levanta, ya sabiendo que estar así de estresado no ayudaría en nada a terminar todo el papeleo. Se pasa las manos por su pelo, desordenandolo ligeramente, antes de tomar la radio, cuando la frecuencia a la que les pertenecía únicamente a su pareja y a él. — ¿Hache? ¿Aún te encuentras en la sede? —Pregunta por el aparato a la vez que va saliendo de la oficinas en dirección al piso de arriba— 10-4 Uve, eh uff estoy en el gym —La voz entrecortada y cansada del menor se deja oír levemente distorsionada por la radio, pero aún así el ruso sonríe al escucharle, le apetecía bastante pasar un tiempo con su pareja luego de estar práctica desde la madrugada separados. Ni el desayuno juntos pudieron tomar por culpa de una reunión que tenía el moreno con la LSPD.
— Bien, voy para allá —responde encaminándose hacia el gimnasio de la sede, no tardando más de cinco minutos en llegar, abre las puertas encontrándose únicamente con el moreno ejercitándose. Sus ojos azulados viajan por la trabajada espalda del de cresta, viendo como los músculos se iban tensando y destensando a la para que subía y bajaba las pesas— ¿Disfrutando las vistas ruso? —Murmura con coquetería el director a la vez que deja la pesa sobre su soporté, dándose vuelta para mirarlo.— Sí, la...la verdad es que si —Dice acercándose lentamente al menor, observando cómo pequeñas gotas de sudor iban cayendo desde su cuello hasta su musculosa negra pegada.
Horacio ríe por lo bajo haciendo un gesto con su mano enguantada para que se acercará, cosa que el mayor no duda en hacer hasta quedar frente a frente, casi que rozando sus cuerpos. Sus ojos se miran fijamente, el zafiro desafiando a la esmeralda combinada con miel, en una guerrilla interna, viendo quién era el primero en ceder y besar los labios del contrario  — Mmh que te parece ayudarme en vez de solo mirar, eh? —El moreno desliza suavemente uno de sus dedos por el pecho del ruso, sonriendo al escucharlo tragar con fuerza. Volkov tararea para si mismo antes de poner sus manos sobre las caderas del más bajó — Me parece buena idea querido mío —susurra inclinándose ligeramente, rozando sus narices sutilmente, tentando al más bajo a unirse en un beso, más sin embargo ninguno hizo nada, manteniéndose así unos momentos más, que parecieron horas antes de que se alejaran lentamente.
Aún manteniendo sus miradas Horacio le hizo un gesto para que se sentará sobre una colchoneta con las piernas, ligeramente, separadas para luego el colocarse entre ellas. Sus largas piernas morenas pasaron por encima de las pálidas del ruso, el cual apoyo con cuidado sus manos en la diminuta cintura del peliblanco y sus codos en las rodillas acaneladas— Me quedan hacer abdominales y terminaría por hoy —Dice en un coqueto y sugerente murmullo, relamiéndose los labios intencionalmente para que el ruso fuera el que cediera ante él. Volkov deja escapar un largo suspiro al ver la acción, conteniendo el impulso de inclinarse y besar de manera necesitada los labios pomposos de su pareja, a la vez que asiente ligeramente con la cabeza, dándole una señal de que comenzará.
Horacio se deja caer sobre la colchoneta empezando el ejercicio, su torso haciendo la mayor parte del trabajo para subir todo la parte superior de su cuerpo, siendo sostenido en todo momento por las grandes manos del ruso. Una vez arriba nuevamente el director se acerca hasta casi rozar sus labios, volviendo a bajar antes de de que aquella simple acción sucediera, desesperando a ambos y haciendo que sus deseos de besarse aumentarán — Hache —se queja el mayor al tenerlo nuevamente tan cerca, esta vez no pudiendo contenerse e inclinado su cabeza para dejar un rápido beso en los labios rosados de su pareja. Escuchá a Horacio reír mientras vuelve a bajar, solo que esta vez no llegando a tocar la colchoneta, llevando a la mitad de camino — Míralo al ruso atrevido —murmura con clara diversión volviendo a acercarse y uniendo sus labios nuevamente. 
Volkov siente sus mejillas arder en un color carmín intenso a la vez que sus labios dejan ver una enorme sonrisa al observar cómo Horacio volvía a subir, juntando sus labios otra vez, pero ya no siendo suficiente, ninguno se podía conformar con ligeros roces entre sus belfos, necesitando más y más e inevitablemente el moreno fue el que cedió ante el ruso, llevando sus manos a la mejilla coloradas del mayor y juntas sus labios en un beso pasional, danzando como solo ellos sabían, transmitiendo el amor y deseo mutuo que se tenían, encajando sus labios con perfección como si estuvieran hechos para el otro. Las manos de Volkov se aferran a la cintura de Horacio, acercándolo más a su cuerpo, como si eso fuera posible.
Sus cuerpos se mecen al son de la danza de sus labios, persiguiendose y evitando separarse aunque el oxígeno estuviera acabándose, las manos morenas se deslizan a los brazos blanquecinos intentando prolongar aquel candente baile unos momentos más antes de separarse con las respiraciones entrecortadas. 
Sus ojos se unen e inevitablemente las sonrisas bobas y enamoradas aparecen en sus rostros, felices de tenerse el uno al otro. — Te amo Viktor —murmura Horacio entre diminutos jadeos, recuperando el aire perdido — Yo también te amo Мое солнце —Corresponde con un dulce tono de voz, volviendo a acercarse y besar los labios hinchados del más joven deseando internamente estar en la comodidad de su casa para disfrutar plenamente del moreno, a la vez que lo sube a su regazo, presionando los firmes glúteos del director sobre su pelvis ocasionando gemidos ahogados en el acalorado beso.
FIN
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