Dermatologo En Fuengirola
Clinica Estetica Dr Carlos López Fuengirola, Botox, Hialurónico, Lipopapada, Balón Gástrico Allurion, Hilos, PRP, Cirugía Estética, otros. Clínica Marbella Adelgazamiento, Estética Fuengirola.
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recien llega la q se sienta adelante mio re enojada me empuja la cartuchera oara pasar, le tira la mochila q apoyo en su silla al otro y abre la ventana con todo la azoto q casi se cierra cuando rebota yo quede asi 😨 la profe quedo asi 😨 mi compañera d banco quedo asi 😨
la explicacion q da el guris este es q la obligaron a venir fuaaaa
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Una chinche expatriada
Tengo un bicho que viene todos los días de visita. Siempre aparece en distintos lugares: a veces en la terraza, otras trepando la pared, encima de las luces, incluso entre las sábanas de mi cama. Es negro, de caparazón rígido, no llego a distingir sus ojos pero veo sus antenas, sus patitas diminutas que avanzan trepando las paredes más empinadas.
Al principio me dio miedo, siempre es tenebroso ser sorprendida por un insecto que aparece de la nada y camina lento, casi pixelado, cerca de la piel. Ese primer encuentro fue en mi escritorio, mientras escribía tomando vino, lo vi atravesar mi cartuchera y toparse con el parlante color rojo, me dió un escalofrío y por piedad lo tomé con un papel y lo saqué al balcón, deseandole una gran vida a pesar del frío y la altura.
Pasaron días sin verlo, no apareció y por supuesto no pensé más en él y nuestro encuentro fortuito de aquella noche. Pero el segundo encuentro fue en la terraza, yo estaba despierta hace rato, era ya el mediodía, había puesto en el lavarropas un lavado de media hora y como había sol, subí con almohadones y un libro a disfrutar del falso calor de la lejana primavera. Mientras leía, sentí un cosquilleo en la parte exacta entre el pantalón y la media, en mi piel caminaba despacio el insecto, parecido a una chinche, hasta que la vi y se frenó casi como si ella también me mirara. Quise apoyar mi lata de cerveza para apoyarla dedicadamente en el piso pero ella sola pareció darse cuenta de mi leve incomodidad y de un salto se bajó. Nos quedamos toda la tarde, yo leyendo y ella paseando por la terraza. Cuando llegó la noche temí que tuviera frío así que mantuve la puerta abierta para que, cuando ella cediera a su timidez, también entrara. Así fue, me dic cuenta porque entró el suficiente frío para que recordara que la puerta de arriba estaba abierta pero sobre todo porque la vi al lado mío mientras cocinaba, reposaba al lado de la tabla de madera en la que había cortado las verduras hace un rato, quizás ya estaba ahí pero se hizo invisible por su tamaño casi imperceptible contra la mesada también negra. Se subió a mi brazo cuando levantaba el plato ya preparado para irme a mi cuarto a cenar, y esta vez lo permití con el placer de la compañía en medio de tanta soledad. Creo que durmió al lado de la estufa de mi cama pero no lo sé con certeza, es solo una sospecha o una esperanza, esa noche estaba especialmente fría.
Empezaban las vacaciones de invierno y todas las mañanas abría la ventana del balcón para ventilar el cuarto, a veces la veía salir mirándome de reojo, casi pidiéndome que no cierre la ventana hasta que ella volviera y así fue, yo me iba a París a leer bajo el tímido sol o simplemente pasear sin rumbo escuchando música y cuando yo volvía ella también llegaba de sus andanzas. Nunca supe si volaba, pero fue construyendo una pila de hojas y restos de flores, algunas más verdes y otras ya secas, como una cama o un banquete de comida porque cuando yo subía con mis preparaciones delicadas ella se acercaba a su tesoro y ahí se quedaba disimuladamente, hasta que terminábamos y yo ponía alguna película en mi computadora, ella se trepaba a los estantes detrás de la cama y miraba también. Yo reflexionaba detenidamente, buscaba películas que podrían gustarnos a las dos, películas con insectos y llenas de naturaleza y hasta llegué a poner documentales solo por el placer de verla que se quedaba dormida en esos prados verdes enormes artificiales.
Las dos estábamos solas en Francia, yo imaginaba que quizás ella se había colado en la valija de un viajero que venía desde Latinoamérica, la India o quizás países que desconozco, y luego de un largo viaje había llegado acá, a Issy les Molineaux y tampoco tenía donde ir. Y tampoco conocía a nadie. Y como dos expatriadas compartíamos nuestro tiempo en silencio.
Un día durmió sobre mi manta gris y supe que quizás le faltaba más calor, en lugar de comprar un abrigo miniatura recogí una flor de pétalos grandes que yacía en el parque y aunque seca, era suave y la dejé entre sus cosas y esa noche la vi dormir debajo suyo.
Una de esas mañanas todas en las que abría la puerta del balcón, más que para que ella salga a pasear que para ventilar, se hizo noche y no volvió, decidí no cerrarla aunque el frío era gélido y la mañana siguiente me desperté con la habitación fría y sus hojas repartidas por el piso con el viento. Aunque no hablara, yo escuchaba siempre sus diminutas patas contra el piso y sabía que estaba ahí, esa mañana no la oí pero llegaba tarde al trabajo así que me fui, dejando la puerta abierta por las dudas. El fin de semana me iba a Portugal.
Ahí estaba cuando llegué a mi casa, esperándome del otro lado de la puerta, casi pidiéndome disculpas por la demora de la noche anterior. Como siempre, cocinamos, mientras cortaba mis verduras en un pequeño plato cortaba las hojas y los pedacitos de pasto que recogía todos los días para que ella también tuviera una cena decente. Prendí las velas, pusimos música, cenamos, vimos una película, dormimos. Al otro día me iba de viaje y si bien eran dos noches, me debatía entre dejarla dentro o fuera. El frío ya no era tan terrible, por lo cual ella podía dormir afuera y disfrutar sus paseos en el día más que quedarse encerrada, porque no era opción dejar la ventana abierta, motivos varios. Mientras guardaba la ropa elegida en mi mochila, la vi parada frente a la puerta cerrada, pidiéndome que la abriera, sabiendo que yo partiría la casa sin mi presencia no tenía sentido. Abrí, mientras sacaba sus pertenencias afuera, bien cerquita de la puerta para que no se volaran, sus hojas, ramas secas, flores muertas y las dejé ahí para que tuviera su casa aunque no pudiera entrar.
Me fui dos noches y volví una tarde, aunque no fuese un horario en nuestra rutina cuando llegué, miré por la ventana y la vi llegar caminando lento, acompañada por una mariposa. Me miraban las dos desde afuera, abrí la ventana con una sonrisa y creo que ella también me sonrió, la mariposa se acercó también, se pusieron muy juntas las dos y se pararon frente a mí un rato. La mariposa movía un poco sus alas y mi chinche me miraba, queriendo decir algo que no podía, pero yo entendía aunque no supiera hablar su idioma. Se fueron volando las dos, las vi desaparecer entre las nubes grises, no sabía que mi chinche volaba y dio vuelta su cabeza para devolverme una última mirada de gratitud, de complicidad. Nunca más la vi. Dicen que las mariposas viven un día, ojalá ese día haya sido el mejor de sus vidas, o mejor aún, que hayan desafiado las leyes de la realidad y vivan para siempre, como los cuentos de amor que escribía antes de entender el mundo.
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✨Tips de cómo dejé de autolesionarme
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Rodearme de personas que sé que me quieren me sirvió y me sirve para saber que no estoy sola, que puedo pedirles ayuda sepan o no lo que me sucede. Me hace sentir querida y contenida. Create una red de apoyo, pueden ser amigos, familia, terapeuta, grupo de apoyo o a quien consideres de confianza. No importa la cantidad sino la calidad.
La aplicación I AM SOBER la uso para contar los días en los que me mantengo limpia de autolesiones. Cuando tengo la urgencia de hacerlo, miro todos los días que pasaron, las frases y fotos que puse como motivación y me recuerda que si pude antes puedo en ese momento.
Permitirme estar mal y entender que está bien no estar bien. Querer sacarme ese sentimiento y querer estar siempre feliz, no existe. No hay días buenos sin días malos, a veces hay rachas de días malos, y lo que cuenta es cómo los superamos y lo que hacemos con ellos. De a poco, se sana.
Hacer playlists en Spotify o Youtube me ayudan a recordar que hay días buenos y malos, siento que la música me entiende incluso cuando hasta yo no puedo hacerlo. Por eso, armé una lista de reproducción que me ayuda en esos días en los que no me siento con fuerzas. Se las dejo como link https://open.spotify.com/playlist/2Ca6OMdsJ2baJbO6YCpsVF?si=548b4d172baa4f09
Entender y aceptar que la recuperación no es lineal. Tomar día por día, me enseñó a entenderme en esos días en los que estaba en crisis y a pedir lo que necesitaba.
Las Herramientas (puedo hacer un hilo sobre esto) que funcionan para mi son las que cambian la temperatura corporal, como por ejemplo saber que si estoy en crisis el agua fría, ya sea sujetar hielos intentando que mi mente se vaya del problema por unos minutos, poner la cabeza bajo agua helada, irme del lugar en donde estoy o hacer ejercicio intenso, funcionan para no autolesionarme.
Lo más importante es tener un plan de acción para las crisis. Preguntarme ¿qué me ayudaría en un momento de crisis? es la manera más fácil. Por ejemplo, en mi plan de crisis tengo escrito ▶Usar hielos (desconcentra de la emoción intensa)
▶Llamar psicóloga
▶Ducha de agua fría o caliente (vestidx o como estés, esto desconcentra de la emoción)
▶Llamar a amiga
▶Ejercicio intenso
Como ven, no hay fármacos incluidos porque a mi me gusta la idea de no usarlos, pero ustedes pueden tener un ítem que sea de una medicación de emergencia. La idea es que ustedes hagan su lista con lo que lxs ayudaría.
El Kit cumple la función de tener objetos que los hagan sentirse más segurxs, calmen su ansiedad/nerviosismo y emoción intensa etc. El mío es una cartuchera o bolsito, que lo llevo conmigo a la calle o a donde vaya, en el cual tengo cosas como una pelota antiestrés, un dado antiestrés, botellita con esencia de lavanda (relajante natural), pimienta/picante/caramelos de menta (ya que desconcentra de la emoción intensa). También uso anillos ya que suelo tocarlos y darlos vuelta en situaciones de ansiedad o estrés.
Pedir ayuda es otra de las cosas más importantes. No estás solx en este proceso, no estás solx en lo que te está pasando. Siempre hay alguien dispuesto a ayudar. Pedir ayuda es un acto de valentía, de autocuidado y es algo que te recomiendo hacer al 100%. Yo no estaría viva sin haber pedido ayuda cuando lo necesité, es más, aun sigo pidiendo ayuda sin no puedo con algo. En mi caso tengo psicóloga y psiquiatra, con su ayuda salí adelante.
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hoy me llegaron stickers, lapiceros gel && una cartuchera de pescado. lo gracioso es que mi mamá creyó que era un pescado de verdad cuando le mandé foto . . .
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