Tumgik
#fila smut
soft-pxachy · 5 months
Text
Tumblr media
⤷  ❝oh, god❞ — ksj (s.m)
➤ Pareja: jin!sacerdote x lectora!fem
➤ Recuento de palabras: 7.9k 
➤ Género: sexo en una iglesia! smut y obscenidad!
➤ Resumen: Tu imperturbable devoción a la iglesia nunca había sido algo que realmente te importara, y sabias que no debías estar haciendo esto, sabias que estaba mal, pero no podías hacer nada desde el momento en que el Padre Seokjin entró en tu mente, haciéndote fantasear con él todas las noches, arrastrándote a un estado en el que sabias que estabas condenada, por suerte, el Padre Seokjin estaba dispuesto a perdonar todos tus pecados.
➤ Advertencias:  20+ | Lenguaje vulgar y explícito | uso de temas religiosos | tensión sexual | sexo en una iglesia | uso inapropiado del confesionario | blasfemia y jurar en nombre de dios | referencias religiosas | voyerismo | charla sucia | masturbación | frottage | sexo oral (r. ambos) | comer semen | algo de culpa religiosa | sexo sin protección | Jin es un sacerdote y tiene un gran pene! ➤ Si crees que el contenido de este oneshot te ofenderá a ti o a tus creencias, por favor, NO LEAS. ➤Si no eres mayor de 18 años, POR FAVOR, no leas. Si lo haces es bajo tu propia responsabilidad, ten en cuenta las advertencias.
Tumblr media
♥︎ softpxachy's
⤷ masterlist ♡ taglist ♡ instagram
Tumblr media
Era otro domingo de congregación como cualquier otro, T/n estaba sentada en una esquina del banco de la iglesia lo más cerca posible del atril que se elevaba imponente frente a todos, con los brazos cruzados y completamente desinteresada en lo que pasaba a su alrededor, toda su atención estaba cien por ciento enfocada en el Padre Seokjin. 
Siempre se negaba a participar mientras el Padre Seokjin dirigía la congregación a través de oraciones y anuncios. Su suave voz reverberaba a través de toda la habitación, cautivando a los asistentes del domingo por la mañana con sus palabras de adoración, predicando sobre la divinidad del amor y de Dios. 
Se podía ver fácilmente cuánto había tocado los corazones de los creyentes con sus palabras y actos bondadosos con solo mirar alrededor de la iglesia.
Sus ojos seguían cada movimiento del Padre Seokjin, suspirando cada vez que mostraba una sonrisa encantadora, riéndose cuando hacía una o dos bromas ligeras. Si no supiera nada mejor, pensaría y estaría completamente segura de que las personas que iban a la iglesia estaban allí solo para ver al Padre Seokjin. Prácticamente había hecho que todo el pueblo se enamorara de él. El sacerdote encantador y de buen corazón que era un símbolo de la devoción del pueblo y era una luz cálida y brillante para aquellos que buscaban su providencia.
El Padre Seokjin hablaba y todos escuchaban. Bueno, todos menos T/n.
Sus sermones parecían entrarle por un oído y salir por el otro, y en su lugar, optaba por soñar despierta. Sus ojos nunca deambulaban por el interior de la iglesia, siempre estaban enfocados en la mirada suave y persistente del padre Seokjin. Y esto no había pasado desapercibido para él, por supuesto. 
T/n era la chica que asistía a sus misas todos los domingos pero que solo estaba allí; sentada entre la multitud, el mismo asiento todas las mañanas, interactuando con la menor cantidad de personas posible, siempre la primera en entrar y la última en salir. Y había llamado su atención por completo, cada vez más intrigado por ella y por la forma en que parecía querer arrancarle la sotana con los ojos, deseando poder saber que pasaba por su cabecita para ser tan persistente y dispuesta en cualquier cosa que tuviera que ver con la Iglesia, y ahora era él quien estaba completamente cautivado por ella,
La comunión era la parte favorita de la misa para T/n. Eso significaba que era casi la hora de irse y formó un pequeño puchero dándose cuenta de que ahora tendría que esperar hasta la próxima semana para volver a ver al Padre Seokjin, pero aun así se puso de pie y caminó hacia la fila para recibir la hostia, y mientras esperaba, no pudo evitar mirar el hermoso arte pintado en el techo de la iglesia y las estatuas de santos que la rodeaban a cada paso que seguía avanzando hasta que finalmente estuvo frente a frente con el Padre Seokjin.
Él le sonrió cálidamente y con ternura en sus ojos mientras la veía hincarse frente a él sobre el reclinatorio, esperando pacientemente a que ella lo mirara y sonriendo aún más al ver el destello de timidez que brilló en su rostro mientras parpadeaba a través de sus pestañas cuando finalmente elevó su mirada hacia él. Su imponente estatura fácilmente hacía sentir a T/n como si estuviera mirando a Dios mismo.
— El cuerpo de Cristo.— Anunció con su voz suave y amable mientras le ofrecía la hostia.
Los labios de T/n se cerraron alrededor del pan sin dejar de mirarlo a los ojos, sus labios rozaron de forma cálida y suave contra los dedos del Padre quien inclinó la cabeza levemente hacia un lado con diversión y una pequeña sonrisita tiró de la comisura de sus labios hacia arriba, había sido una acción pequeña e imperceptible que debió haber sido la primera bandera roja de que el Padre Seokjin no era en absoluto quien parecía ser, y tal vez T/n había sido demasiado ingenua por no darse cuenta.
— Amén.— T/n respondió por lo bajo mirándolo con pura adoración en sus ojos, odiando profundamente tener que alejarse de su presencia.
Pero simplemente obedeció cuando el clérigo hizo un pequeño asentimiento para que se levantara y regresara a su asiento, el Padre Seokjin aun podía sentir la sensación de sus suaves labios en la punta de sus dedos mientras le daba un rápido vistazo desde lejos, y tenía que admitir que sintió como si lo hubiera besado un ángel.
Y el pensamiento de T/n no abandonó su mente durante el resto de la misa, estando completamente seguro que tal vez ella era una especie de tentación divina puesta deliberadamente frente a él como si se tratara de una prueba de Dios o como si fuera un desafío en su camino. Una cosita curiosa e inocente que el Padre Seokjin amaría ver caer y derrumbarse frente a él solo para poder reclamarla como suya. 
Para él, T/n era como un pequeño cordero tembloroso, completamente ajena al lobo que la acechaba. Quizás hoy era el momento perfecto para atacar. Tal vez la presa ya estaba lista para ser capturada.
"Todavía no." El Padre Seokjin pensó para sí mismo.
Había decidido que se tomaría su tiempo, continuaría observándola desde lejos como siempre lo había hecho y planear cuidadosamente su siguiente paso antes de finalmente morder la manzana del pecado  que era esa jovencita de ojos de muñeca y labios rosados que atormentaban sus noches más solitarias y más pecaminosas. 
Él jugaría con su desinterés en la iglesia justo como ella lo hacía con sus pensamientos lujuriosos, después de todo, tenía que haber una razón que la estaban atrayendo a la iglesia, a él, y para ser alguien supuestamente irreverente, T/n estaba mostrando una gran devoción hacia cualquier cosa que estuviera planeando, pero el Padre Seokjin lo solucionaría, solo era cuestión de…
—¿Padre? —T/n lo llamó suavemente y su voz interrumpió sus pensamientos por completo.
—Vaya, ¿Todavía estás aquí, paloma mía? — El Padre preguntó, mirando alrededor de la iglesia, notando que ahora estaba vacía y solo eran ellos dos quienes seguían ahí.
—Quería hacerle una pregunta, padre. —T/n pidió en voz baja, mientras se distanciaba levemente de él.
El Padre Seokjin le hizo un gesto para que se sentara en uno de los bancos a su lado y T/n lo hizo evitando su mirada, mordiéndose el labio inferior cuando el silencio se hizo presente entre los dos, sin saber cómo empezar exactamente.
— Bueno, por supuesto que puedes hacerme preguntas.—  El Padre Seokjin aseguró dando un par de pasos cuidadosos hacia ella.— Ven, siéntate y cuéntame qué es lo que te preocupa. 
—Temo que me estén corrompiendo, Padre…—T/n comenzó a hablar por lo bajo y de a poco, cuidando cada una de las palabras que le decía.— Me está comiendo por dentro, es como si se estuviera extendiendo como el fuego del infierno dentro de mi.
—Está bien.— La voz del Padre era tranquila y firme, transmitiendole un poco de seguridad con sus palabras.— Estás a salvo conmigo, puedes confiar en mí.
Y con eso el corazón del Padre Seokjin se llenó de preocupación. 
—¿Corrompiendo? Oh, mi dulce paloma. ¿Es por eso que has estado tan distante recientemente? ¿Te has estado guardando todo esto para ti sola? —preguntó con voz suave acortando de a poco la distancia que los separaba sin llegar a ser muy invasivo, mucho menos cuando la vio ponerse rígida y asentir levemente con su cabeza.— Paloma mía, esta es una carga que no tienes que llevar sola. Estoy aquí para ti. No hay razón para que sientas que tienes que distanciarte cuando te sientas preocupada.
—Lo siento, padre. —T/n respondió por lo bajo, agachando su cabeza sintiéndose avergonzada.
—No hay necesidad de disculparse. —murmuró en medio de una sonrisa y elevando una de sus manos para frotar suavemente el dorso de la de T/n, viéndola suspirar y relajarse de a poco en su toque y se aclaró la garganta.— Entonces, cuéntame más sobre ésta... corrupción.
—Me condenaría, Padre… —T/n respondió con voz pequeña mordiendo su labio y sintiendo como su rostro comenzaba a arder de vergüenza.
— ¿Qué clase de sacerdote sería yo para condenar tal pureza? —Habló y su voz la tranquilizó más de lo que alguna vez hubiera pensado, era como miel para sus oídos.
El Padre Seokjin se levantó de su asiento y lentamente se dirigió hasta quedar de pie frente a ella, viéndola clavar sus ojos en el suelo, incapaz de siquiera mirarlo y él no podía entender del todo su actitud.
Había un silencio de muerte. La tensión en la iglesia de repente se hizo notar entre los dos y el Padre Seokjin se movió para pararse más cerca de ella y su sombra cayó sobre T/n como si fuera una manta con cada uno de sus pecados y, sin embargo, comenzó a sentirse más caliente que el calor del sol de ésta mañana.
—¿Has perdido el contacto con tu fe? —El Padre Seokjin habló con la voz más baja y suave que alguna vez hubiera escuchado.
T/n jugaba con sus manos en su regazo, retorciéndose bajo su profunda mirada y no respondió, estaba demasiado aturdida por la pregunta que le hizo para saber cómo responder correctamente.
—Dime, paloma. —El Padre volvió a hablar, usando dos de sus dedos para inclinar su barbilla hacia arriba y hacer que por una buena vez que lo mirara. —¿Buscas una nueva religión? 
—¡N-no! No he perdido mi fe…—T/n habló finalmente en medio de un sollozo, sintiendo como todo su cuerpo comenzaba a temblar bajo su toque y su mirada. —Ésta corrupción es…diferente.
—¿Diferente? —El Padre preguntó aún más confundido, inclinándose sobre ella para mirarla a los ojos.— ¿Cómo?
—Yo… —T/n balbuceó sintiendo como su mirada la hacía sentir increíblemente pequeña frente a él.— Tengo estos deseos. Impulsos pecaminosos que vienen a mí tarde en la noche. Padre, quiero deshacerme de ellos.
Y con eso el Padre Seokjin pareció comprenderlo todo, pero trató de guardar las apariencias lo mejor que pudo, pero fue incapaz de luchar contra la sonrisa divertida que se formó en su rostro justo antes de relamerse los labios.— ¿Impulsos pecaminosos? ¿Deseos? Querida, no estás hablando de lo que creo que es... ¿verdad?
—Es vergonzoso, Padre, lo sé… —T/n murmuró por lo bajo mordiéndose el labio con fuerza y sintiendo como pequeñas lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.
— Shhh, no hay necesidad de avergonzarse. —El Padre Seokjin susurró de forma tranquilizadora al mismo tiempo que elevaban sus manos para acunar su rostro con cuidado; limpiando de a poco sus lágrimas. 
Era como si su simple toque enviará olas de electricidad por todo su cuerpo, y T/n hizo todo lo posible para concentrarse en los tiernos ojos del Padre Seokjin mientras volvía a hablar.
—Las necesidades carnales son humanas, querida. Está en nuestra naturaleza querer ceder a esa tentación. —explicó suavemente, como si estuviera hablando con una niña pequeña mientras T/n se derretía por completo en su toque, mirándolo con ojos de cachorrito y presionando su mejilla más contra su palma. —Cuéntame más de cómo te consume esta corrupción.
—No podría, Padre… —T/n habló negando con su cabeza en medio de hipos y una que otra lágrima que  aún goteaba de sus ojos antes de darle un rápido vistazo a todas las estatuas y pinturas de santos a su alrededor.— No aquí…
—Entiendo, ¿Quieres ir al confesionario? —preguntó tranquilamente colocando un mechón de su cabello detrás de su oreja justo antes de verla asentir con ilusión haciendo sonreír.— Está bien, vamos.
Tumblr media
Y tan pronto como dijo el Padre Seokjin entrelazó su mano con la de ella guiandola por el pasillo que daba directo hacia el confesionario y que se escondía en una de las esquinas del gran salón de la Iglesia, lo suficientemente aislado del lugar para que nadie pudiera escuchar ninguna de las confesiones que los creyentes hicieran y se respetará el secreto de confesión del Padre Seokjin.
Era una especide de armario de dos espacios, hecho de la misma caoba lacada de los bancos y de tamaño solo un poco mas grande que para una persona en cada uno de ellos, una cortina de color rojo vino a lo largo de cada puerta que ayudaban a proteger la identidad de cada penitente, y tan pronto como llegaron el Padre Seokjin abrió la puerta del lado derecho, haciendole un leve movimiento para que entrara y ella lo hizo murmurando un pequeño ‘gracias’.
T/n sabía que no debería estar haciendo esto, sabía que estaba mal, incluso el mero pensamiento de confesar todos sus pensamientos pecaminosos eran suficiente para destrozar su conciencia, pero su conciencia ya estaba arruinada desde el primer momento en que hundió su mano entre sus piernas teniendo en su mente al Padre Seokjin, y sabía que eso era la mayor condena para sí misma. 
Así que se obligó a quedarse quieta en el banco de madera en el que estaba sentada, tratando de asegurar sus crecientes nervios, podía escuchar los latidos de su corazón en ese pequeño espacio, al menos estaba oculta por la tenue oscuridad de la cabina, pero de alguna manera se sentía desnuda y expuesta, como si la oscuridad fuera aún más reveladora, y sabía que sus pensamientos no estaban a salvo en este silencio y oscuridad sobresalientes.
El sonido de la puerta de la otra cabina se escuchó tres veces m��s fuerte cuando el Padre Seokjin entrò, T/n notó su silueta oscura moverse del otro lado, sus zapatos resonaron en el piso de madera con cada paso que dio y el asiento crujió cuando se sentó, sus manos se movian nerviosamente en su regazo cuando la voz profunda del Padre se escuchó a su derecha.
—No te pongas nerviosa, paloma. Tómate tu tiempo para encontrar tus palabras. —El Padre Seokjin murmuró suavemente, intentando transmitirle toda la confianza que necesitará. 
El corazón de T/n se estremeció en su pecho y se obligó a  inhalar y exhalar pausadamente. Podía hacer esto. Sus labios se abrieron y las palabras cayeron familiarmente, como un hábito perpetuo.
—Bendígame Padre, porque he pecado. Esta es mi primera confesión. —comenzó a hablar apretando sus manos en puño en el borde de su falda, pensando que la verdad debería mantenerse bajo llave como lo había estado haciendo los últimos días, esa verdad con la que no debería haber jugado en primer lugar.
—Independientemente de que estés aquí solo para decir tu verdad o para desahogar su mente, estoy aquí para escuchar, paloma.— El Padre aseguró y el sonido de su voz retumbó bajo y cálida a través de la rejilla que los separaba. 
Ya estaba aquí, ya no había vuelta atrás ahora.
—He tenido pensamientos impropios sobre éste… hombre, que está fuera de mi alcance. Sé que no debería tener pensamientos tan traicioneros sobre él. Pero no puedo parar. —T/n comenzó a hablar sintiendo como su voz salía temblorosa, manteniendo sus ojos enfocados en las tenues sombras de las estatuas que se reflejaban dentro de la cabina.— Yo… apenas puedo mirarlo, apenas puedo soportar estar cerca de él, porque lo deseo tanto y eso me vuelve codiciosa, ese es uno de los siete pecados capitales, ¿no? ¿Codicia? Eso es lo que soy, Padre. Lo quiero y quiero todo de él. Quiero su tiempo y sus pensamientos, y no quiero compartirlo con nadie.
Y tan pronto como su confesión salió de sus labios un silencio abrumador los inundó a ambos, un largo y agonizante silencio mientras esperaba la respuesta del Padre Seokjin quien parecía estar encontrando las palabras correctas que decir, imposible de ocultar la bruma de celos y posesividad que comenzó a crecer en su pecho después de escuchar a su pequeña paloma hablar de esa forma de otro hombre. 
Detestaba el simple pensamiento de T/n tocandose pensando en otra persona y le ardía en sus entrañas, él quería ser el único hombre que estuviera en su mente, el único que la hiciera sentir bien, el único que la viera doblegarse y caer de rodillas pidiendo mas placer, quería que fuera suya, y de nadie más. 
—¿Él está casado? —preguntó poco después, recordando sus palabras y con su voz más dura y áspera de lo que imagino, pero era algo que simplemente no pudo evitar.
—No, no lo está. Es... mucho peor. —T/n respondió pensando cual de las dos opciones era peor, ¿Fantasear con un hombre casado o con un hombre que comprometía su vida a Dios? 
—Solo eres humano, y el humano comete errores. Ningún error es imperdonable cuando te arrepientes de tus pecados.— El Padre Seokjin instruyó con prudencia, y casi sonó como si esas palabras se las estuviera diciendo a sí mismo.
T/n negó con su cabeza ante eso, como si el hombre al otro lado pudiera verla, eso no era lo que queria escuchar de él, queria que le dijera que estaba mal, algo que le diera un incentivo para acabar con esta tortura.
—Lo hace sonar tan inocente Padre, y no es así…—hablo casi burlándose sin humor de sus palabras.
—¿Por qué no lo es? —El Padre preguntó y su tono de voz cambió por completo, enviàndole un escalofrío que recorrió el cuerpo de T/n, sonaba diferente ahora, ya no se escuchaba reservado ni distante, sonaba cálido y curioso, y la animó a seguir hablando.— Dime más. 
Oh, Dios.
—Yo… —T/n balbuceó sintiendo de repente como si su garganta estuviera llena de ceniza. —Lo quiero de manera inocente, a veces. Quiero arrodillarme frente a él y adorarlo hasta que no pueda más, quiero ser buena para él y que me halague por eso. —habló con calma, dejando que su mirada se deslizara hacia el suelo, donde la luz de las velas iluminaba sus piernas. —Pero también lo quiero de otras maneras. 
Podía sentir cómo sus palabras se le clavaban en la garganta una tras otra. Estaba segura que la vaga forma de su deseo era suficiente para que el Padre Seokjin supiera que estaba hablando de él, pero parecía como si el sacerdote no tuviera intenciones de detenerla, era como si la estuviera provocando con su voz, y la tensión se podía palpar en el aire, espesa, a pesar de la rejilla que los dividía y el Padre tarareó levemente. 
Quería que siguiera hablando.
—Pienso en él cuando no debería, Padre. Trato de no pensar en él de esa manera, pero es tan difícil no hacerlo, siento que sabe cómo es mi alma, y me asusta, pero también me hace quererlo más… —T/n continuó hablando sintiendo como toda la sangre de su cuerpo circulaba con más rapidez, acentuándose en su rostro y entre sus piernas como ocurría todas las noches desde que conoció al Padre Seokjin. 
—¿Cuándo piensas en él? —El Padre preguntó con voz áspera, y ese mismo sonido era todo lo que T/n podía escuchar, todo lo demás se había desvanecido en la oscuridad del lugar. 
—Lo hago cuando los pensamientos me mantienen despierta por la noche. Cuando está oscuro y estoy sola. Me marean y me dan calor…—respondió con dificultad, sintiendo como las palabras quedaban atoradas en su garganta y como sus mejillas ardían de vergüenza ante lo siguiente que dijo. —Pienso en él cuando me toco, Padre.       
Y en ese preciso momento T/n deseaba profundamente que el suelo se abriera y la tragara por completo, pero aún así no podía dejar de hablar, no ahora que parte del secreto que la atormentaba estaba a la vista, necesitaba compartirlo todo, no pensaba seguir cargando con esa culpa sola, y no le importaban las consecuencias que vendrían con eso.
—Trato de no hacerlo, sé que está mal, pero no puedo, trato de pensar en alguien sin rostro, pero no puedo sacar su rostro de mi cabeza. Su voz. Trato de pensar en alguien menos en él, pero no puedo detenerme.
Su respiración era rápida y agitada, sentía como si acabara de subir corriendo tres tramos de escaleras. Las palmas de sus manos estaban pegajosas por el sudor y como pudo las limpió en la tela de su falda sintiendo su cuerpo arder en calor, y por una fracción de segundo, se le ocurrió correr, salir corriendo de ahí al aire frío de la noche, el hecho que el Padre Seokjin no hubiera dicho ni una sola palabra acerca de su confesión la hacía sentir mucho más nerviosa, completamente segura de que él la reprendería por tener ese tipo de pensamientos, que le diría que estaba condenada al infierno por ese pecado, pero lo siguiente que escuchó la dejó congelada en su lugar.
—Hazlo.
Esa palabra del Padre Seokjin sonó como un trueno dentro de la iglesia.
—¿Qué? —preguntó incrédula, sin entender exactamente lo que dijo.
—Muéstrame. —El Padre Seokjin corrigió rápidamente antes de que se escuchara un sonido resbaladizo, como si se hubiera humedecido los labios con su lengua.— Muéstrame tu pecado.
Y ante eso lo único que T/n pudo hacer fue jadear por lo bajo, esperaba internamente la broma, la risa, que él estuviera bromeando, pero eso nunca llegó. Y en cambio, sólo hubo silencio. Por primera vez miró hacia un lado, buscando alguna señal del Padre Seokjin pero todo lo que vio a través de la rejilla fue el contorno aproximado de su perfil.
Antes de que T/n pudiera reaccionar, vergonzosamente, su cuerpo lo hizo primero, reaccionando por completo a su voz, su piel se calentó más que el mismo sol, sus pezones se irguieron debajo de su blusa y el familiar cosquilleo se acentuó entre sus piernas como si se hubiera tratado de una orden del Padre Seokjin. 
Apenas y pudo murmurar un pequeño asentimiento antes de hacer exactamente lo que le había dicho, T/n podía escuchar el latido de su corazón retumbando en sus oídos y el ritmo incierto de su respiración mientras separaba de a poco sus piernas para deslizar su mano entre sus muslos. 
Su estomago se contrajo abrupatmente cuando sus dedos hicieron contacto con su centro vestido y su respiración se cortó aún más al sentir la pequeña macha de humedad en sus bragas, joder, había estado sufriendo tanto por esto que ni se habia dado cuenta, pero era algo obvio, el Pade Seokjin siempre había tenido un efecto especial en ella, y lo corroboró cuando presionó ligeramente sobre su clítoris, mordiéndose el labio inferior para evitar gemir demasiado pronto y sujetandose con fuerza del borde el asiento con su mano disponible.
La culpa y la excitación se retorcían dentro de su cuerpo, una con la otra, luchando por ver cual tendría el control, sus dedos se movían tan lentamente, torturándose a sí misma y con su respiración agitándose cada vez más con cada débil movimiento sobre su clítoris, estaba demasiado metida en sus propias sensaciones que apenas y fue consciente de la misma respiración agitada del Padre Seokjin, y cuando se dio cuenta de eso T/n no pudo evitar preguntarse qué estaba haciendo en su lado de la cabina, se preguntaba dónde estaban sus manos, tal vez agarrando sus rodillas o apretando con fuerza la tela de sus pantalones, o tal vez en otra parte; subiendo por sus muslos hasta…
—Oh, Seokjin… —T/n gimió por lo bajo antes de taparse la boca con su mano libre para sofocar otro gemido, aunque fue demasiado tarde para que el Padre Seokjin lo escuchara a la perfección.
—¿Es eso lo que haces? —El Padre preguntó con su voz baja y ronca, enviándole un escalofrío de deseo al rojo vivo a T/n por su columna vertebral, casi pudiendo escuchar su sonrisita al otro lado con lo siguiente que dijo. —¿Cuando te tocas dices mi nombre, paloma?
—Padre, por favor yo no… -T/n balbuceó ahogando un nuevo gemido ante otro movimiento de sus dedos, incapaz de poder mentirle ahora. 
—No mientas paloma, la forma en que dijiste mi nombre, suena tan familiar. Como si hubieras hecho esto antes. —El Padre agregó con soberbia, había una oscuridad en su voz que T/n nunca había escuchado en él.
—Oh, Dios… —Un nuevo jadeo se derritió en sus labios sin poder ocultarlo, sus caderas se movieron hacia enfrente y contra su palma, buscando desesperadamente un poco más de fricción para su clítoris necesitado, la culpa se estaba comiendo sus entrañas, pero no podía detenerse.— Padre, por favor, siento que empiezan a corromperme de nuevo…
Y con eso los ojos del Padre Seokjin se iluminaron en puro deseo, agradeciendo que ella no pudiera verlo.— ¿Ahora mismo?
—Sí, los pensamientos están volviendo, Padre… —T/n asintió con la cabeza con furia, como si él pudiera verla moviendo sus dedos con más fuerza sobre su centro ahora empapado con su humedad, mojándole los dedos vergonzosamente. 
Inesperadamente se escuchó un tintineo metálico al otro lado de la cabina y a T/n se le cortó el aliento al darse cuenta. Su cinturón, el Padre Seokjin se estaba desabrochando el cinturón, mierda, mierda. Cerró los ojos con fuerza intentando alejarse de eso, pero aún podía escuchar el roce de su cinturón cuando el cuero se movió contra sus trabillas y simplemente no pudo evitar imaginarse la forma en que se veía su mano sobre el bulto de sus pantalones.
—Dime de quien se tratan, paloma. —El Padre pidió en medio de un suspiro pesado y T/n juró que su cuerpo tembló sobre el asiento al escucharlo. 
—Se tratan de ti Padre, siempre has sido tu… —Admitió entrecortado presionando con más fuerza sobre su clítoris, lo necesitaba, demasiado, era casi carnal la necesidad que tenía por él.
Una especie de calor perverso le atravesó el pecho al Padre Seokjin, casi como un sentimiento de orgullo al escuchar a su pequeña paloma admitiendo que él era el que la hacía pecar, que él era el protagonista de sus fantasías como ella lo era de las suyas, era perfecto y eso le hizo apretar con más fuerza el eje de su miembro duro por encima de la tela de su boxer, casi gruñendo al imaginarse que era T/n la que estaba entre sus rodillas dándole la misma atención con su propia mano.
—¿Yo? —Él se rió entre dientes mientras la seguía escuchando sollozar y gemir por lo bajo, casi deseando poder estar con ella para ver como aliviaba el calor de su cuerpo.— No eres tan pura como yo pensaba, ¿verdad paloma?
—Por favor, Padre…— T/n gimoteó una vez más, presionando sus muslos juntos y moviendo sus caderas con fuerza contra su mano.— Por favor, ayúdame a deshacerme de estos deseos…
Y con eso el Padre Seokjin ensanchó su sonrisa, ¿Quién era él para negarle a su linda palomita que la librara de sus deseos carnales? Después de todo, ese era su deber como sacerdote, ¿no es así? Limpiar a los pecadores de sus pecados, y qué mejor manera que hacer lo mismo con ella, limpiar esos pensamientos pecaminosos de su linda cabecita y devolverle la pureza.
Hubo un silencio después de su ruego hacia el Padre que rápidamente fue cortado por un ruido repentino, demasiado rápido para que T/n lo procesara antes de parpadear ante la luz que inundó la pequeña cabina, y cuando pudo ver con claridad el Padre Seokjin estaba de pie frente a ella, su barbilla está inclinada hacia un lado, el cinturón de su pantalón colgaba pesado hacia ambos lados, la cremallera estaba abierta y una mancha oscura y húmeda decoraba el contorno de su dura erección haciéndola jadear sin ser capaz de cerrar sus piernas ante la imagen cuando el Padre Seokjin rápidamente apretó con sus manos su pantalón, levantando la tela para poder arrodillarse frente a ella. 
—Padre…— T/n susurró por lo bajo, sin poder recordar ninguna palabra excepto su título mientras lo veía hundirse entre sus piernas para tomarla por el cuello con una de sus manos, su palma ancha se envolvió alrededor de su garganta antes de inclinarse hacia ella y perseguir su boca ansioso con la de él. 
Sus rosados labios se estrellaron con firmeza contra los de ella, y T/n sintió como si estuviera en la puerta del cielo y jadeó contra su boca al darse cuenta de que el Padre Seokjin besaba como un hombre hambriento. 
Su cuerpo cayó en un flujo intenso con sus labios unidos a los del otro, sus manos se ajustaron a sus anchos hombros y los arañó por encima de su camisa negra, desesperada por más. Toda la mente de T/n se nubló con la sensación de él, con su aroma, con su sabor, con cada presión de sus labios sobre los de ella y sintiendo como acariciaba su cuello suavemente, rozando sus dedos sobre su pulso antes de presionar con la fuerza suficiente para hacerla jadear sobre su boca y él aprovechó la oportunidad para meter su lengua en la de ella, y rápidamente sus lenguas se enredaron en una danza ardiente, sin necesidad de música, solo el ritmo recién descubierto de sus lenguas, dientes y labios. 
—Seokjin… —la voz de T/n tembló mientras respiraba su nombre en una oración entrecortada contra su boca apenas separándose de él.
—Sí, cariño, estoy aquí. —El Padre respondió de la misma forma antes de volver a presionar otro beso voraz en sus labios, ajustando sus manos en su cintura para acercarla lo más posible a su cuerpo, y T/n dejó escapar un suspiro de alivio ante su entusiasmo por continuar.
—Lo siento, sé que no debería… no debería quererte así, pero…— T/n se lamentó de la misma forma ajustando sus manos en su cuello blanco y clerical, el recordatorio de que esto estaba mal, pero no pudo hacerle mucho caso a sus culpables pensamientos cuando sintió al Padre Seokjin tomar sus piernas con sus manos para ajustarlas en su cintura firmemente.
—Está bien, paloma. —Arrulló con su voz ronca volviendo a atrapar sus labios en otro beso, mordisqueando su labio inferior y escuchándola gemir desde lo más profundo de su pecho antes de tomar su mano y guiarla hacia abajo hasta dejarla sobre su entrepierna.— Sigue adelante, cariño. Sigue tocandote para mi. 
Y con eso ultimo T/n ahogó otro gemido contra sus labios, volviendo a frotar sus dedos una y otra vez sobre su botón de placer, amando la fricción que se producía entre sus torsos presionados el uno con el otro y de sus respiraciones agitadas coreando el pequeño y santo espacio en el que estaban.
—Pensé que me dirias que debía dejar de pecar…— T/n se las arregló para murmurar aquello descansando su frente contra la de él, sonriendo tontamente al escucharlo reír contra sus mejillas. 
—No creo que un pecador pueda decirle a otro que se detenga.— El Padre afirmó con sorna en su voz, presionando la parte inferior de su cuerpo para que estuviera al ras con la de él, situándose mejor entre sus piernas y viéndola jadear cuando su pelvis se hundió contra su entrepierna.
No había mucho espacio en la pequeña cabina, pero eso solo los acercó aún más mientras T/n le rodeaba el cuello con los brazos con fuerza; podía sentir su erección hurgando sobre su núcleo vestido, y no había nada más que quisiera que arrancar la tela que se interponía entre sus cuerpos.
El beso acalorado se estaba convirtiendo en algo más. El Padre trazó sus cálidos besos con la boca abierta por el arco de su cuello, hasta la base de tu garganta antes de darle un suave mordisco, sus labios rosados se cerraron alrededor del área, succionando y chupando su piel suavemente, haciendo que T/n exhalara un gemido estrangulado, el volumen se elevó un poco por encima de los sonidos de sus respiraciones agitadas pero tampoco les importó demasiado. Rápidamente las manos de T/n abandonaron su cuello y aflojaron los primeros botones de su blusa, invitando a la boca atenta y pecadora del Padre Seokjin a bajar un poco más, y él por supuesto que estaba más que ansioso por responder a su deseo.
Su cabeza bajó por tu cuello, tomándose el tiempo para besar minuciosamente tu piel caliente, acariciando su rostro entre tus pechos y un escalofrío recorrió el cuerpo de T/n al sentir la punta de su nariz rozar la curvatura de uno de sus senos antes de que su lengua caliente saliera para lamer su pezón endurecido a través de la delgada tela de su blusa, haciéndola gemir con fuerza y taparse la boca desesperadamente para evitar hacer más ruido.
—Dios se tomó su tiempo cuando te hizo para mi, paloma.— El Padre Seokjin murmuró sobre su pecho continuando con el implacable ataque de su lengua sobre su pezón, desviando su vista hacia arriba y hacia su rostro solo para verla con la cabeza hacia atrás contra la pared de madera y con sus labios entreabiertos, y se apresuró a elevar su otra mano para masajear su seno descuidado. 
T/n sentia que podia morir feliz justo ahora, siendo torturada con sus bonitos labios y su caliente lengua una y otra vez, podía sentir como la tela de su blusa estaba empapada con su saliva por la forma en que se adhería a su piel, haciéndola jadear ante la deliciosa fricción en su sensible brote y removerse en el asiento y que sus caderas se frotaran contra su dura erección. 
Y antes de pasar al otro lado, el Padre Seokjin le dio otra perversa succión a su pezón riendo por lo bajo de cómo su cuerpo se sacudió debajo de él y su voz salió ahogada en medio del beso de transición a su otro seno.
—Eres celestial, más de lo que podría haber imaginado.— Afirmó cuando su dedo encontró el tramo húmedo de tela, jugando con su sensible pezón una y otra vez, casi volviéndola loca y haciendo que ajustara sus movimientos con su cadera, prácticamente frotando su centro húmedo contra su dura erección atrapada en sus pantalones; haciéndolo ahogar un gruñido contra su seno ante la fricción.
Sus cuerpos seguían completamente vestidos, nunca antes habían estado tan excitados como ahora que su sucia fantasía se estaba haciendo realidad, la espalda de T/n se arqueó más hacia su boca, buscando su calor, rogando por mas, tenia miedo que esto fuera solo un sueño, uno más entre muchos que había tenido con el Padre Seokjin.
Sabía que ya había probado la fruta prohibida y, como un adicta, solo podía rogar por más. Sus indecentes oraciones de más se convirtieron en susurros en el momento en que escapaban de sus labios hinchados de tanto morderlos, y ni siquiera pudo mantener el volumen bajo cuando lo sintió morder con fuerza su pezón al mismo tiempo que sus manos deslizaron sus bragas por sus piernas en un rápido movimiento; el escozor de su mordida y el aire frío golpeando la piel sensible de su entrada convirtieron sus silenciosos gemidos en un grito agudo que reverberó desde el espacio confinado del confesionario hacia la extensión silenciosa y resonante de la iglesia. 
Ni siquiera pudo reaccionar cuando el Padre Seokjin tomó sus piernas para colocarlas sobre sus hombros, arrodillándose por completo frente a ella y haciéndola estremecerse aún más al sentir su aliento caliente y agitado abanicar su sensible entrada. 
—Eres como un ángel puesto delante de mi.— El Padre Seokjin volvió a hablar entrecortado, viéndola desde abajo morderse el labio para evitar gemir cuando deslizó uno de sus dedos entre sus pliegues resbaladizos, recogiendo su humedad solo para llevárselo a la boca y chuparlo ruidosamente; ronroneando gustoso al probar su sabor.
La vista que T/n tenia era algo completamente digno de contemplar, era algo que pensaba que nunca pasaría, pero ahora aquí estaba; viendo los ojos oscuros y cargados de placer del Padre Seokjin mientras se relamía sus labios enrojecidos por todos los besos que se habían dado, terminando de degustar los restos de su sabor justo antes de formar una sonrisita maliciosa y susurrar acaloradamente sobre su centro.
—Sabes a cielo, paloma, déjame adorarte…
Y tan pronto como dijo eso su cabeza se hundió por completo entre sus piernas y la vista de él desapareció detrás de tus párpados cuando los cerraste ante el primer contacto de sus labios sobre tu clítoris hinchado y necesitado. 
Empezó despacio, perezosamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo, la mano de T/n se movió para tomar un puño de su cabello; tirando de los suaves mechones ansiosa y desesperada cuando su lengua caliente salió para lamer y chupar entre sus pliegues una y otra vez, le gustaba demasiado esto, la sensación de que el Padre Seokjin la devoraba, succionando su pequeño clítoris cada vez más fuerte que le fue imposible no enredar sus dedos entre su cabello para guiarlo hacia arriba y abajo mientras elevaba sus caderas para encontrar su lengua, y él se dejó hacer, no había nada que hubiera deseado más que probar su sabor justo como ahora lo estaba haciendo, podía sentir que su pequeña paloma estaba punto de romperse, el agudo gemido que soltó y el temblor de sus piernas se lo hizo saber, y justo cuando estaba listo para tomar todo de su dulce orgasmo su voz lo regresó a la realidad. 
—Jin, porfavor, necesito sentirte dentro de mi…— T/n rogó tan dulcemente a sus oídos que al Padre le fue imposible no obedecer sus plegarias. 
Le dio unas últimas lamidas en su entrada y clítoris antes incorporarse y colocarse de nuevo entre sus piernas sintiendo como las manos de T/n volaban hacia los botones de su cuello y camisa, comenzándolos a soltar desesperadamente y él hizo lo mismo con su pantalón, apretando su mandíbula con fuerza ante la dolorosa fricción de la tela de su boxer cuando finalmente liberó su miembro; viéndolo salir disparado hacia arriba completamente duro e hinchado, tuvo que reprimir una risita al verla relamerse los labios ante la vista y se apresuró a separar aún más sus piernas, siseando cuando apoyó su miembro contra su entrada para comenzar a deslizar la punta de su pene entre sus pliegues, cubriéndola con su humedad y haciéndole saber cuán grande era y cuán profundo estaría dentro de ella.
El Padre se inclinó sobre su cuerpo, volviendo a tomarla por su cuello para encontrar sus labios una vez más, jugando con su lengua y mordisqueando su labio inferior para amortiguar su gemido cuando comenzó a empujar de a poco la punta de su pene a través de su entrada, chistando suavemente al sentir su cuerpo estremecerse mientras su interior se apretaba imponente alrededor de su duro eje.
—Es… demasiado grande…— T/n jadeó luchando por asimilarlo, y le resultó difícil formar esas palabras en su estado sin aliento sintiendo su miembro empujarse contra cada parte de ella, hambriento de más, alentando a su interior a aceptarlo más profundamente, y el Padre Seokjin gimió en tu boca, con una voz ronca y áspera.
—Puedes tomarlo, paloma…— El padre siseó ajustando sus manos en tu cintura con fuerza, ayudándote a aceptar su tamaño mientras seguía empujándose dentro, hundiéndose cada vez mas hasta la base de su pene, gruñendo cuando terminó de empujar los últimos centímetros de su longitud dentro de ella.— Joder, te sientes increíble…
Aquel gruñido poco después de tocar fondo hizo que a T/n se le cortara la respiración, la quemadura dentro de ella hizo que su cabeza se confundiera de felicidad mientras luchaba por ajustarse a su tamaño, y aunque el Padre Seokjin estuviera un tanto abrumado con la estrechez que lo rodeaba, fue lo que lo animó a comenzar a marcar un ritmo lento y constante dentro y fuera de ella, hundiendo su rostro en su cuello, volviendo a salpicar toda su piel con besos húmedos y calientes. 
T/n se sentía en el cielo con cada una de sus embestidas profundas y duras, sus sueños y pensamientos pecaminosos nunca lograrían compararse a la realidad de estar siendo follada por el Padre Seokjin, todo se sentía mil veces mejor, su polla la llenaba de una forma tan deliciosa y los gemidos que goteaban como miel de sus labios la dejaban delirando por más, sus uñas se deslizaban y dejaban marcas rojizas por su pecho y hombros, el sudor que caía por sus sienes hasta su cuello lo hacían ver incluso más tentador y la hinchazón de sus labios la hacían querer volver a besarlo. 
A tientas extendió una mano para sostenerse de algo, cualquier cosa, y cuando su mano agarró el crucifijo que colgaba de su cuello, tiró con fuerza de él como si fuera una correa, acercando al Padre hacia ella viéndolo lanzarle una sonrisita siniestra justo antes de besarlo con fuerza, gimiendo contra sus labios cuando sus embestidas se volvieron brutales y profundas, su pelvis chocaba contra sus caderas de una forma tan deliciosa, los sonidos húmedos y lascivos de su polla hundiéndose una y otra vez en su coño llenaban sus oídos y la dejaban delirando sintiendo como el nudo apretado de su orgasmo amenazaba con romperse en cualquier momento. 
—Oh Dios, Jin estoy tan cerca…— T/n lloriqueó contra él sintiendo su aliento caliente y rápido contra la piel de su cuello, haciéndola sentir cada vez mas humeda.— Voy a correrme… —advirtió con su respiración atascada en la garganta y con los latidos de su corazón martillando en su pecho con fuerza. 
—Hazlo, paloma…— El Padre gimió sin aliento acariciando su mejilla caliente y luego la comisura de su labio, deleitándose con su simple belleza en su punto máximo de placer justo antes de volver a atrapar su pecho entre sus dientes, sintiéndola removerse y arquear su espalda aún más contra su boca mientras seguía chupando y mordisqueando con fuerza su endurecido pezón una y otra vez. 
En algún punto de la desastrosa mente de T/n esperaba que eso dejara marcas en su piel, entonces, podrían servirle como un recordatorio de a quién le pertenecía, la pelvis del Padre se acercó a su centro cada vez más errático y desesperado, todo su cuerpo rebota sobre su pene, el ardor en sus piernas mezclado con la fuerza de sus embestidas la estaba empujando a un punto sin retorno, al borde del límite, y fue justo ahí cuando lo sintió arrastrar una mano por su cuerpo sudoroso hasta llegar al centro de sus piernas para comenzar a frotar su botón de placer con su pulgar una y otra vez antes de ordenar entre dientes. 
—Correte para mí, paloma.
Y eso fue suficiente para que su orgasmo la atravesara como si se tratara de un resplandor celestial, todo su cuerpo tembló en sus brazos sintiendo como los espasmos de placer la hacían sentirse finalmente llena y satisfecha, su interior se apretó con fuerza alrededor de su miembro, aprisionándolo dentro de ella y cubriéndolo con su orgasmo, haciéndolo murmurar su nombre una y otra vez, como si se tratara de una oración divina.
Ni siquiera pudo evitar lloriquear por lo bajo cuando el Padre Seokjin besó suavemente su frente, sus mejillas y luego sus labios para salir de a poco de su interior, toda ella se sintió de nuevo vacía y buscó la mirada del Padre cuando se puso de pie frente a ella, sus ojos recorrieron su torso desnudo y cubierto de un sudor reluciente, siguiendo hasta su miembro aun duro y pesado que la hizo suspirar, y cuando lo escuchó hablar todo su cuerpo recibió una corriente eléctrica. 
—Ven aqui, paloma.— Ordenó con su voz ronca y profunda al mismo tiempo que su mano bombeaba de a poco su pene, y su mirada se oscureció aún más al ver lo rápido que T/n se arrodillo frente a él, como si hubiera querido esto desde un principio. 
Sus ojitos brillantes lo saludaron desde abajo, mirándolo con total adoracion cuando enredó sus dedos en su cabello alborotado para guiar su boca hacia su pelvis, gruñendo por lo bajo cuando la calidez de su boca y lengua envolvieron la punta de su pene; primero dándole una pequeña lamida, sonriendo cuando lo vio suspirar temblorosamente antes de tomar una porción completa en su boca sin dejar de mirarlo a los ojos. 
El Padre Seokjin echó su cabeza hacia atrás y sus labios se abrieron en gesto de puro placer mientras seguía sintiendo como los labios de su paloma tomaban todo de él cómo una buena niña, su respiración se cortó cuando la sintió elevar una de sus manos para envolverla en su grosor y comenzar a masajear las partes que no alcanzaba con su boca, y cuando abrió sus ojos mirando hacia abajo, la imagen fue lo mas caliente que alguna vez se llegó a imaginar, el agarre en su cabello se apretó con fuerza y su respiración se agitó sintiendo que estaba a punto de perderse, y su teoría fue cierta, porque cuando sintió a T/n lamer y chupar su uretra fue que se derramó en su boca con un audible gruñido. 
Le tomó unos segundos recuperarse de todo lo que acababa de pasar, sintiendo su pecho agitado y tratando de regular su respiración acelerada, y cuando finalmente miro hacia abajo ni siquiera pudo luchar contra la sonrisa de orgullo que se formó en su rostro, viendo sus ojitos brillantes y como unas gotas de su semen escurrían de la comisura de su labio, haciéndolo elevar su pulgar para reunirlas y volver a introducirlo en su boca, riendo entre dientes al sentir como su lengua lamía su pulgar degustando las últimas gotas hasta dejarlo limpio.
—Creo que tus pecados han sido perdonados.— Dijo suavemente despues de unos segundos, el olor a sexo se mezclaba con el incienso que se filtraba desde el santuario y sonrió al notar su mirada confundida.
—Pero Padre, si mis pecados han sido perdonados, ¿Por qué sigo pensando en ti? —T/n preguntó volviendo a su actitud inocente y volviendo a usar su título después de todo lo que había pasado, viéndolo reír por lo bajo mientras se inclinaba para estar a su nivel, sus mejillas fueron aplastadas con una de sus manos antes de recibir un febril beso en sus labios. 
—Bueno, quizás ahora yo soy el pecado con el que deberás cargar, paloma.
Tumblr media
N/A: Buenoo hace calor, no? Si asi lo sientes será mejor que sigas al siguiente oneshot de este pequeño maratón pupi! Espero que este gustando mucho estas historias titis, las estaré leyendo y díganme cual está siendo su favorita. ♡ next
taglist: @guvgguk @lessuwu @cometaart @AnnieKCV @darysnowflwr @nunubly @choco-linny @aavacaf @DannaHaz @wtffktt7 @minmin-cat @18fernanda @ariggukie @ Katherine Murillo @holiwui032 @lizxz @onixbae02 @piligt @youtis @tessacereza
90 notes · View notes
imninahchan · 2 months
Text
eu acho que o q o mundo (meu bloqueio criativo) tá precisando agr é eu pegar meus dilf da fila do inss (swann arlaud, mads mikkelsen) e meus papis latinos (wagner moura, pedro pascal, oscar isaac) fazer um smut sem contexto só pura putaria como fml brasileira gosta
Tumblr media
91 notes · View notes
geniousbh · 5 months
Text
Tumblr media
⸻ ❝ 𝒇𝒊𝒏𝒆 𝒍𝒊𝒏𝒆 ❞
matías recalt ₓ f.reader
wc: 4,3k
prompt: seus pais são superprotetores e não te enxergam como mulher, ent acabam te obrigando a ir pro acampamento de férias pelo segundo ano consecutivo e você reencontra seu inimigo #1
obs.: nenas, eu achei que ia demorar mais pra lançar essa aqui, porém desenrolou legal depois da metade. o único problema é que tava chegando nas quatro mil palavras e eu kkpercebi que não poderia ser uma oneshot nem fodendo, portanto, terá segunda parte!
obs.²: o enemies to lovers aqui é forte, tá? e o matías é um 🥺pouco🥺 estúpido também, mas nada que faça ele virar subcelebridade cancelada no twitter ok (eu acho)? eu tb sou muito ruim com nomes, então eu uso quaisquer q caibam na história (vcs vão entender isso quando tiverem lendo)! obrigada mais uma vez pelo apoio que vocês têm me dado!!! uma grande bitoca pra todas e boa leitura (dscl os errinhos)!!! <3
tw.: smut, linguagem chula, dumbfication, degrading (mais contextualmente), aquele kink meio hunter/prey, praise, manhandling, oral (f. receiving), ligeiro dry humping coisa pouca, portunhol duvidoso, e se tiver algo mais que eu não coloquei me avisem! MDNI
— o quê? tá de sacanagem comigo?! pai! — você olhou incrédula para o mais velho que sentava na ponta da mesa, e tudo o que este fazia era continuar serrando um pedaço de carne para levar à boca.
— não adianta insistir, é pelo seu irmão. vai e ponto final. — sua mãe foi firme.
— eu nem tenho mais a idade pra ir nessa droga de acampamento. — você bufou, empurrando o prato pela metade e cruzando os braços. — sério que vocês vão estragar as minhas férias da faculdade com isso?
— é o acampamento escoteiro ou o retiro espiritual com a gente, sozinha não vai ficar.
e era assim que pelo segundo ano consecutivo você ia parar no acampamento escoteiro de férias com seu irmão mais novo. o lugar era inegavelmente lindo, como se tivesse saído de um daqueles filmes de vampiros ou meio-sangues, sua galeria tinha voltado cheia de fotos da última vez. as dinâmicas, as competições e a comida também eram nada mal. o problema não estava em nenhuma dessas coisas. o problema tinha nome e sobrenome.
matías recalt.
o puto sequer tinha altura, (apesar de ser um palmo maior que você) e era o ser mais intragável que você já tinha conhecido. nas férias passadas você estava para completar dezoito ainda, o que te colocava junto de um grupo de outros cinco jovens de dezesseis pra cima, os quais matías tinha ficado responsável na escalação. então além de ter que aguentar o cheiro de cigarro impregnado nas roupas dele e a soberba, passara duas semanas observando o jeito moleque dele de resolver as coisas, quando em realidade, ele já era homem feito.
isso porque num dos últimos dias, depois que matías socava um dos garotos por uma coisinha besta, você intervia, o puxando pela blusa e esgarçando o tecido completamente. "ô sua, pendeja. olha a porra que você fez com o uniforme!", mas sua frustração era tanta que você o estapeava o rosto e desatava a dizer tudo que estava entalado, que ele era desorganizado, que ele tinha pegadinhas de extremo mal gosto e que muito provavelmente tinham o colocado com os mais velhos porque nunca confiariam uma criança a ele, e tudo o que matías tinha te respondido fora um "e eu acho que essa sua marra é falta de uma boa foda, acertei?", fazendo não só com que você se calasse e ficasse igual um pimentão, mas ligasse para seus pais irem buscar você e seu irmão antes que o programa acabasse; sem dar o motivo.
por isso quando o carro se aproximava da enorme placa "acampamento escoteiros do sul" e a estradinha estreita misturada de feno e grama que levava à cabana principal, onde aconteciam as cerimônias e ficava a administração, seu estômago rodopiou e retorceu sabendo o que te aguardava.
entrava segurando a mão do menor e o levava até onde a fila das crianças entre seis e oito deviam ficar. a abertura devia começar em uns dez ou quinze minutos, apenas esperando que a maioria dos inscritos estivesse lá. você em toda sua inocência, caminhava para o canto dos adolescentes quando sentia uma cutucadinha no ombro.
— oi, você veio ano passado né? eu lembro de você. — a garota de cabelos curtinhos à sua frente te cumprimentava alegre antes de te agarrar pelo braço. pela sua vaga memória, malena era uma das coordenadoras do acampamento e só aparecia nos dias importantes. — vem, esse ano você não pode participar como escoteirazinha, só como supervisora. vou te mostrar onde ficam os dormitórios, vai ter uniforme pra ti lá.
o caminho até a área de funcionários era o oposto das casinhas enumeradas onde as crianças eram alojadas, contudo era uma cabana também, bem mais simples. assim que adentravam, o cheiro familiar entrava por suas narinas. tinha uma área imitando uma salinha de estar, cheia de puffs e uma mesa no centro, além de dois jogos de fliperama e uma mesa de bilhar. você apenas concordava com o que ela te passava, sem saber ao certo se eles podiam te colocar pra trabalhar se seus pais estavam pagando.
— aqui, querida, tem três uniformes. e não se preocupa tá, vai ter treinamento mais tarde pros que estão vindo supervisionar pela primeira vez. — ela mostrava sua cama, que na verdade era a parte de baixo de uma beliche e as mudas de roupa dobradas sobre o colchão. — qualquer coisa eu te mandei uma mensagem no celular, só me chamar por lá! — e saía antes que você conseguisse tirar suas dúvidas.
bufou e colocou a mochila com suas coisas aos pés da cama antes de começar a tirar a blusa e desabotoar a calça já que não parecia ter mais ninguém com você. doce engano, porque logo que o jeans passava pelo seu calcanhar, um som de porta seguido de um assobio zombeteiro soavam atrás de ti, te fazendo congelar no lugar e se arrepiar.
— no creo... la señorita marrenta. — a voz ralhou e você juntou a blusa e a saia do uniforme para tampar seu corpo, se virando para ele. — até que você é gostosa. quer dizer, pelo menos isso né.
matías ria e se jogava num dos puffs erguendo o quadril para tirar o cigarro de palha do bolso traseiro e acender. tragou e então voltou a te olhar, de cima a baixo, deitando a cabeça pro lado.
— não vai terminar de se trocar, vida? por mim você até que ficava desse jeitinho, mas 'cê sabe, to tentando ser mais organizado. — ele provocava, só pra mostrar que você não era a única que se lembrava do pequeno desentendimento que haviam tido meses atrás. — que sea rápida, você foi escalada comigo.
sua vontade era a de esganá-lo, além de estar com as pernas bambas pela forma como ele tinha te visto. vestia a saia rapidamente rezando pra que ele não visse a estampa de cerejinhas da sua calcinha e por fim a blusa e a tag com um espaço pra por seu nome. prendia o cabelo num rabo de cavalo e saía do dormitório, deixando ele pra trás, sem lhe dar o prazer de uma conversa.
a culpa era dos seus pais por serem superprotetores não só com o mais novo, mas com você principalmente. era ainda pior antes de terem o caçula, na real. não podia beber, ir a festas, por todo o fundamental não tinha a liberdade de ir na casa de amigas próximas, pintar as unhas e mexer no cabelo antes dos quinze? nem sonhando alto. e agora você era uma bobona, virgem e sem experiência alguma que vivia se deixando abalar por qualquer coisinha na coleira de dois velhos caretas.
com um bico enorme e muito injuriado você aparecia na sala de treinamento, que você encontrou usando o spot com mapa do lugar, se sentando num dos bancos da frente. eles mostravam um vídeo com o lema e as principais virtudes do acampamento antes que um dos diretores se colocasse de pé para dar as boas vindas e falar as regras. diferente de quando se ia como inscrito, estar ali como instrutor era bem menos sufocante, sem o toque de recolher às oito da noite, podendo usar as instalações que bem entendesse nos dois finais de semana, caso não fosse escalado para cuidar de alguma atividade, e, o bônus de ter wi-fi no dormitório pra usar o celular de noite.
um pouco mais tarde, depois que se enturmava com outros novatos acabava descobrindo que o programa era gratuito para quem se inscrevia como instrutor e que quando se passava da maioridade a modalidade automaticamente era preenchida como tutoria. ao menos agora fazia sentido sua mãe não ter comentado nada.
o primeiro dia passava rápido, eram muitas coisas pra fazer, e você ainda tinha se oferecido para ajudar na cozinha, preparando o lanche e o jantar de quase cinquenta crianças.
a perturbação começava apenas no dia seguinte quando era acordada com um celular tocando "danza kuduro" à UM centímetro de distância da sua orelha. o corpo se sentando na cama de súbito, assustado e uma das mãos indo direto pro ouvido, massageando a região.
de pé, ao seu lado, e já tomado banho e vestido estava o recalt.
— qual o seu problema, seu filho da puta?! — esbravejou.
— cuidado com a boca, gracinha. — matías desligava a música e guardava o celular no bolso, se jogando no colchão pequeno de atravessado. — achei que uma musiquinha ia te fazer levantar disposta. além disso, você não levantou com o seu dispertador. — te encarou sugestivo fazendo com que você grunhisse irritadiça e pegasse sua bolsa antes de se enfiar no banheiro feminino.
um diabo, um daqueles de desenho, com chifrinhos, calda e um tridente, mas num corpo humano, era isso que ele era. do que adiantava ter o cabelo brilhoso, o sorriso bonito e um corpo legal se ele usava tudo aquilo pra ser um sacana? esfregava o rosto no banho, choramingando pelo dia já ter começado uma bomba. e devia ser exatamente o que o moreno planejava, te ver emburrada e desanimada, por isso você fazia um acordo consigo mesma de aparecer com um sorriso vibrante nos lábios quando saísse por aquela porta. diria bom dia pra todo mundo, e fingiria que ele era apenas uma mosquinha enxerida.
ia para a reunião matinal, e um dos diretores te dava um puxão de orelha pelo atraso; você era a última a chegar. por sorte, as tarefas eram distribuídas com agilidade. você e o abençoado ficavam encarregados de ensinar noções básicas de sobrevivência, no caso, ele ensinaria, você só ficaria como auxiliar.
— todo mundo prestando atenção? — matías começava. vocês levaram o grupo de dez para uma clareira onde eles podiam se sentar em círculo ao seu redor. — então, a primeira coisa que todos precisam saber são os itens básicos de sobrevivência. lembrando que nós não aconselhamos que vocês usem canivetes ou ísqueiros até terem idade. — ele conduzia bem humorado, sempre dividindo a atenção entre os rostinhos atentos. — vai, a tia aqui vai ler a lista dos itens. — ele te dava um empurrãozinho no braço.
— é... — limpava a garganta e pegava o papel com a lista. — primeiro e mais importante: uma barraca, se não puderem levar uma barraca inteira que seja pelo menos um saco de dormir. — você fazia pausas tentando ver se os menores estavam entendendo. — um cantil ou garrafinha pra água, um kit de primeiros socorros e um mapa. — você terminava e olhava matías que já te fitava com um sorriso idiota de canto.
— hm, alguém tem alguma dúvida? — ele soprava antes de desgrudar totalmente os olhos de você. — não, né? claro que no, son todos playboys que vienen aquí todos los años — ele bufava baixo agora, o suficiente pra que só você ouvisse. — vou começar a explicar sobre os nós então.
você mordia o lábio divagando um pouco quando notava que as crianças te encaravam como se esperassem algo, um estalinho, enfim, te fazendo ouvir matías lhe chamando.
— pro chão. você vai ser a cobaia. — ele dizia simples.
— pra quê exatamente?
— você é burra? — ele chegava pertinho do seu rosto para sussurrar a pergunta, te deixando com vontade de socar os dedos naqueles olhos caramelados dele. — não podemos usar animais pra demonstração e eles aprendem melhor quando é em outra pessoa, vai logo.
sua boca entreabria e uma checadinha em volta apenas confirmava o que ele falava, os olhos curiosos que já estavam acostumados, esperando que você fizesse exatamente o que o rapaz dizia. matías pesava a palma no seu ombro e seus joelhos cediam até o chão, deixando com que ele ficasse atrás de ti, juntando seus pulsos numa só das mãos.
— quem quiser chegar mais pra ver, pode vir. — ele falava.
abruptamente o garoto te fazia se curvar até que seu rosto estivesse praticamente colado na terra pisada. sua primeira reação era a de tentar soltar os braços para sair da posição desconfortável, mas o joelho que ele apoiava nas suas costas e o agarre forte te impediam. você grunhia e apertava a arcada dentária enquanto ele continuava:
— estão vendo? se algum dia vocês precisarem pegar algum animal selvagem. — e nessa hora ele passava a corda ao redor de seus pulsos, dando um tranco forte para deixar apertado. — se ainda estiver vivo, com certeza vai tentar fugir, vai usar todas as forças que tem... — recalt deu o primeiro nó em formato de oito, se curvando sobre seu corpo prensado e segurando seu queixo por trás, te forçando a erguê-lo. — dá um sorrisinho pra não assustar eles — sussurrou porcamente na sua orelha e você engoliu o bolostrô de ódio que se formava na sua garganta antes de dar um sorriso não muito amigável. — viram? a tia não é um bom coelhinho? — o tom voltava ao cafajestismo normal.
seu ego estava em cacos, mesmo quando ele tinha te soltado do nó e você tinha marchado para bem longe dali, deixando que ele terminasse sozinho. os joelhos sujos de terra e o rosto vermelho de um choro que você segurava. se trancou no banheiro mais próximo e foi pra uma das cabines. assim que se sentava no vaso tampado, contudo, porém, entretanto, sentia a calcinha completamente melada, o que apenas te fazia ficar ainda mais fula.
deu um grito frustrado batendo na divisória com o punho fechado antes de se encolher e esconder o rosto nas mãos.
era tarde pra noite quando você decidia que conseguia sair do cubículo seguindo os caminhos para a cabana principal para o jantar. não conversava com ninguém e até ignorava algumas crianças que tinham estado presentes na aula mais cedo e tentavam te chamar. pegava o macarrão que era oferecido e se sentava na mesa de funcionários para comer, seus colegas novatos conversando animadamente sobre como estava sendo e que os instrutores mais experientes eram divertidos e práticos. sua sorte devia ser só uma merda mesmo.
terminou o prato a contragosto, mas antes que pudesse pensar em ir pro dormitório, fernando, um dos que trabalhavam ali há mais tempo te puxava pelo ombro.
— qual foi a dessa carinha, novata? aconteceu alguma coisa? — ele perguntava e vocês caminhavam para algum lugar que, a julgar pelos outros que seguiam, devia estar acontecendo alguma coisa.
— nada não. — negou e sorriu fraquinho.
— espero mesmo. a gente pediu umas cervejas, o caminhão já entregou lá perto do píer do lago. vai beber e nadar com a gente, sim?
a pergunta era retórica, você já conseguia ver o lago e ouvir uma música que aumentava de volume a cada passo. os que ficaram provavelmente colocando as crianças nas cabanas para se juntarem depois. tinham algumas bandeirinhas e varais com luzes pelo píer, iluminando e refletindo nas águas do lago que ficavam mais escuras conforme o céu noitecia.
uma long neck era colocada na sua mão, e você suspirava, aceitando antes de ir se sentar nas tábuas de madeira com os pés na água. outras pessoas corriam pela passarela e pulavam ali arrancando alguns urros de incentivo e risadas dos demais, e você, bem aos pouquinhos, deixava a vibe e o álcool apaziguarem seu coração.
— entra, vai! tá muito gostoso aqui dentro! — mariana, que era uma das que tinham virado instrutoras aquele ano também, te chamava depois de nadar pra perto de ti.
formou um beicinho nos lábios e negou.
— vai molhar o uniforme, quero usar ele amanhã ainda. — bebia o resto da cerveja.
— tira e entra só de calcinha ué. — mari retrucava e então espirrava uma ondinha de água em você. — vai, quem te garante que você vai ter outras oportunidades assim?
e por mais que você não devesse, ela estava certa. você faria de tudo pra que no próximo ano sua família não te forçasse ir, e caso o retiro espiritual fosse uma opção estaria indo com eles ao invés de lá, então... não ia te matar aproveitar as partes boas.
relaxou os ombros e então se levantou preguiçosamente tirando as roupas e ficando apenas com as peças íntimas antes de pegar alguma distância e pular na água. submergindo e sorrindo ao ouvir as comemorações da outra. a água não estava gelada e nem quente, era perfeito.
— quer nadar até o outro lado? — você perguntou se animando e a vendo assentir.
pegava impulso nas pernas, passando as mãos por baixo da água para o corpo ir sendo impulsionado para frente, como não tinha correnteza era mais fácil. olhou uma única vez para trás para se certificar de que a garota te seguia, apenas tendo o relance de uma cabeça afundando na água para mergulhar.
riu divertida e imitou, mergulhando e prendendo a respiração para chegar o mais longe que conseguia. o som da música e das conversas agora abafado pela distância no breve tempo em que alcançavam o outro lado, se apoiando na passarela para recuperar o fôlego.
— nossa, eu nunca tinha feito isso, sabia? nadar de noite. — comentou e se virou de novo para checar com a menina, mas sem sequer sinal.
onde ela tava? por meio segundo sua cabeça formava alguns dos piores cenários possíveis e seus olhos arregalavam quando algo puxava sua perna para baixo, te fazendo se debater e dar um chiadinho agoniado. não sabia se era reconfortante que, ao invés de algum jacaré ou uma jiboia com seus lá quatro metros, fosse matías quem aparecia na superfície da água balançando os cabelos como um cachorro antes de rir alto.
— você não cansa de ser idiota?! — esbravejou espirrando água no rosto dele.
— tem que ser muito amargurado e cabaço pra viver a vida com seriedade o tempo todo. — ele dava de ombros, ainda risonho, te rodeando na água.
— é, e tem que ser um bosta pra viver sem seriedade nenhuma também. — a ofensa saía antes que você pensasse.
— você não acha isso de mim de verdade. — matías soprou simplista antes de afundar o corpo até que só metade de seu rosto ficasse visível e se aproximou mais do seu corpo.
— larga de ser convencido. — engoliu seco, indo para trás, tentando manter a distância dele, até ficar encurralada entre o rapaz e o embarcadouro. — e para com isso! — dizia mais alto percebendo que ele não parava de chegar.
o ar escapava de seus pulmões quando o moreno envolvia sua cintura, te puxando para ele e nivelando o rosto ao seu, os narizes roçando, sua expressão atenta e a dele serena, com os olhos baixos. os dedos àsperos tocavam a carne do seu quadril e avançavam um pouco mais, até chegarem no tecido da calcinha.
— aunque te escapaste esta mañana, fiquei bem surpreso quando vi você entrar na água. — a voz masculina saía rouca pelo tom baixo e proximidade. — me faz pensar que devem ter muitas coisas que você gostaria de fazer, hm?
mordeu o inferior com força, mas diferente das outras vezes, esta era porque, apesar da água fresca, o toque dele estava te fazendo esquentar, o ar que soprava da boca dele a cada palavra proferida também era quente e te convidava a chegar mais pertinho. ele era um canalha, um desrespeitoso, um incoveniente, idiota, atraente, gostoso... era por isso que evitava pensar nos motivos de não ir com a cara dele desde o início, porque existia uma linha muito tênue que separava seu ódio mortal pelo argentino e sua vontade de que ele te mostrasse cada mínima coisinha de um mundo que você pouco conhecia.
— matías... — chamou baixinho.
e ele sorriu ardiloso. o recalt já tinha percebido desde a primeira vez que estiveram juntos, você o observava bem mais do que a maioria, nas noites de fogueira do acampamento, por mais que você reclamasse estar prestando atenção nas histórias contadas, seus olhinhos bisbilhoteiros caíam sobre a figura que fumava em algum canto afastado, sem sequer notar, durante as trilhas ficava sempre mais atrás, na retaguarda quando ele ia por último pra assegurar que ninguém se perdesse. mas, como você poderia gostar de algo que era não só o seu oposto, mas tudo o que seus pais provavelmente pediam que você evitasse? devia mesmo ser bem conflitante pra uma garotinha boba.
você era como um coelho se arriscando bem na porta da toca do lobo, muito fácil de impressionar, fácil de assustar, e pra sua infelicidade, ou não, a única pessoa que ansiava por isso mais do que você, era o próprio.
— senta na beira. — te ordenava, descendo mais as mãos para suas coxas e te ajudando a subir.
a junção do seu corpo molhado e arrepiado, com o sutiã e a calcinha transparentes por estarem encharcados por pouco não fazia ele ter uma síncope. sua cara era igualmente impagável, a boca abertinha e a expressão de quem não consegue formular um pensamento sequer.
— quero te mostrar uma coisa, você deixa? — ele perguntava voltando a te tocar a cintura com mais afinco, te arrastando mais pra beirinha o possível.
bastava que sua cabeça subisse e descesse uma vez pra que ele segurasse sua calcinha, puxando pra baixo de uma só vez. o miadinho que você soltava tinha uma reação instantânea no pau do maior, mas ele ignoraria por hora.
— e-eu nunca fiz... — você soprou, ameaçando fechar as pernas, se não fosse pelos braços ágeis dele que logo as separavam te deixando toda abertinha.
— é por isso mesmo. — matías respondia divertido e então descia o olhar até sua buceta molhada. como suspeitava, virgem, ele apostava que nem depois de te chupar conseguiria colocar mais de dois dedos. — você é tão linda... — atiçava, embora fosse a mais pura verdade.
o garoto te torturava a princípio, lambia sua virilha lentamente e espalhava beijos por sua púbis, sentindo seu corpinho tremendo em ansiedade e tesão, ficando prepotente em pensar que conseguia te ter nos dois extremos, na fúria e no êxtase. deu um beijo estalado sem tirar os olhos de você e então afundou a língua entre seus lábiozinhos sem pressa nenhuma sabendo que ninguém os veria ou atrapalharia já que estavam longe o bastante. afastou a carne molinha para ver seu clitóris e rodeou com a ponta do músculo, no mesmo instante suas mãozinhas desesperadas indo parar nos fios molhados dele.
— p-porra... isso é tão! — você apertava os olhos, pendendo a cabeça pra trás.
matías sorria contra a sua intimidade antes de envolver o ponto de nervos e chupar com mais força, enquanto isso, seus dedos puxando os cabelos castanhos e seu quadril rebolando impulsivamente. focou onde você parecia mais sensível, sugando e lambendo com vontade, sem se importar quando a entrada virgem começava a liberar uma quantidade absurda de lubrificação, o melando o queixo inteirinho.
deslizou uma das mãos que a seguravam aberta e afastava a boca do sexo avermelhado, estalando a palma ali num tapa que ecoava e te tirava um gemido choroso.
— deixa eu ver se entendi... te gusta que te aten y te azoten? — ele perguntava impiedoso, achando um amor suas bochechas coradas. — que safada.
— cala a bo — você não terminava antes que ele estivesse com a boca em ti novamente, chupando ruidosamente. linguava da entradinha até o pontinho teso, deixando o nariz grande roçar lá sem pudor nenhum, várias vezes antes de voltar a mamar, fazendo seus olhos revirarem e seu corpo pulsar como se estivesse inflamado.
suas costas curvavam e suas mãos, atadas nele, o forçavam ainda mais contra si, praticamente cavalgando o seu orgasmo no rosto do mesmo. sua cabeça estava uma desordem que só e seu corpo sofria com espasmos. matías ia dando selinhos conforme seu ápice passava, até que se afastasse e então se colocasse sobre o molhe também, segurando sua nuca para te beijar, permitindo que sentisse seu gostinho pela primeira vez.
— você é uma delícia, bebita. — soprava no beijo, deitando o corpo sobre o seu.
queria mais, sabia que era errado, mas nenhuma moral internalizada sua te impediu de rebolar contra o quadril do garoto mais velho que estava sobre si, ainda mais quando conseguia sentir o membro rijo fazendo pressão na sua coxa.
— sshh no, no. te acalma, linda... — o recalt te segurou o rosto depois de pausar o selar. encantado com o comportamento mansinho e necessitado que você exibia agora. — o acampamento tem mais uma semana e meia pela frente, não quero fazer tudo de uma vez. — desceu os beijinhos para seu pescoço. — até o fim das férias eu vou ter te mostrado tudo que você precisa saber, tá bom? — prometia em pausas.
— uhum. — e você confirmava.
depois de ter feito você ver mais estrelas do que tinham no céu aquela noite, este apenas te ajudava com a calcinha de novo e se esticava nas tábuas, encarando o céu noturno com um paiero entre os dedos e o braço atrás da cabeça servindo de travesseiro.
— quer experimentar? — ele disse depois de acender.
você, agora sentada abraçando os joelhos e o fitando sem se sentir mal por fazê-lo com tanto interesse, negou.
— boa menina.
porque apesar de ser um idiota, desorganizado e às vezes bem filho da mãe, matías recalt sabia o que valia a pena te mostrar e o que não valia. cigarro não era uma dessas coisas, e saber que você não era de toda inocente o tranquilizava. quando notavam que as pessoas ao longe iam se arrumando para irem deitar, ele te puxava para mais um beijo, soprando contra seus lábios que seria bom se você voltasse primeiro já que algumas pessoas da direção poderiam ver caso chegassem juntos.
e assim você fazia, pulando na água, que, pelo horário, estava gelando e nadando até o píer onde a festinha ia encerrando aos poucos.
— ei! — assim que saía da água mais ou menos onde tinha entrado, via mari chegar com uma toalha e suas roupas na mão. — desculpa ter sumido, mas o matí disse que queria te pedir desculpa por algo que ele fez hoje cedo então eu deixei vocês se falarem sozinhos.
— obrigada. — agradeceu enquanto começava a se enxugar breve para poder colocar as roupas outra vez.
— mas e ai? ele se desculpou? — a pergunta da menina te fazia parar alguns instantes e lembrar bem vividamente do que tinha acontecido minutos atrás.
— se desculpou sim. — respondeu com um risinho nasalado te escapando.
145 notes · View notes
babydoslilo · 1 month
Text
Dirty Mouth
Tumblr media
A pele por baixo de toda aquela camada de moletom suava frio e algumas gotículas podiam ser vistas na testa dele, abaixo dos fios negros jogados com descuido, se alguém olhasse com um pouco mais de atenção. Já fez o mesmo trajeto tantas vezes que relaxou justo quando não deveria, era arriscado demais. A autoconfiança às vezes tem a capacidade de arruinar tudo.
– Zayn Malik, certo? Me acompanhe por aqui, por favor. 
Essa oneshot contém: Smut gay; Zflex; Lbottom; Leve bondage (restrição de movimento com um cinto); Threesome. 
WC: +8.5K
Essa é uma pequena adaptação ZIAM da minha outra oneshot “Loaded Gun”, com muitas mudanças e cenas extras, pra não deixar vocês esquecerem de mim agora que acabaram minhas férias. Também é um agradecimento a todas as “kakazeiras” que me fizeram companhia por esse tempo. Boa leitura!
°°°°°
O dia começou relativamente tranquilo, nada de novo na rotina dele. Zayn costumava acordar às 7h30min em dias de viagem como esse, apesar da imensa vontade em permanecer na cama até que o sol atingisse o pico. 
Não era de se preocupar muito com exercícios e alimentação durante a manhã, então apenas entrou em contato com os colegas de trabalho para verificar o andamento das etapas e a função de cada um, repassando todos os detalhes para que não haja nenhum descuido. Isso poderia custar muito caro para uma empresa como a deles.
Em geral, quando a viagem era internacional, pegava o voo que tivesse o horário de embarque mais próximo das 19h e rezava para que a troca da segurança e dos recepcionistas para o turno seguinte durasse, pelo menos, cinco minutos até que eles se estabelecessem em suas devidas funções com atenção total novamente.
Dispensando os possíveis imprevistos e atrasos que o pessoal responsável pelo check-in dos passageiros são mestres em ter, o moreno parecia possuir um relógio biológico preparado para entrar na fila da sala de espera exatamente dois minutos antes de os funcionários começarem a se dispersar em ansiedade para mais um descanso tão merecido, e chegava ao balcão de revista com uma folga de quarenta segundos até o segurança recém chegado engatar de vez no trabalho. Isso lhe dava uma certa liberdade para aproveitar a afobação dos profissionais que não viam a hora de acabar seu turno e conferiam os documentos às pressas, ou, do contrário, aproveitava os recém chegados no trabalho ainda ocupando seus postos e fazendo vista grossa para não resolverem problemas logo de início. 
Algum tempo antes da viagem, Zayn se dirige até a base de dispensa de produtos onde o seu empreendimento funciona com um horário bastante flexível por sinal, pega as três malas grandes de metal na cor cinza que irão ser despachadas e confere se sua mochila preta com os itens pessoais, como materiais de higiene, peças de roupas para uns 3 dias e alguns documentos necessários para desembarcar e permanecer no local de destino está batendo com o peso máximo permitido para ficar consigo durante a viagem.
Zayn Malik era representante de uma empresa de cosméticos colombiana há quase 10 anos e trabalhava oferecendo workshops ao redor de todo o mundo, mas o foco principal das vendas eram os países europeus. Basicamente, a cada duas semanas ele fazia uma breve visita ao aeroporto internacional dos países de origem e escala, chegando ao ponto de conhecer alguns funcionários da limpeza e até a moça da cafeteria já fazia um desconto amigável de tantas vezes que viu o homem bonito dos lindos olhos caramelo por ali. 
A estatura média, pele tatuada, cabelos pretos bagunçados e a carinha de jovem garoto revoltado que provavelmente conseguiu o primeiro emprego que viu pela frente só para sair da casa dos pais passava uma cumplicidade e criava uma confiança imediata em quem quer que fosse. Aquele sorriso charmoso e o rosto inchado de sono pré ou pós viagem davam a segurança necessária de que um garoto como ele, bem novo apesar de tamanha experiência, jamais teria a capacidade de mentir ou enganar futuros clientes. Afinal, com uma atuação internacional e tão presente no ramo dos cosméticos, a mais simples cogitação de revender produtos ruins ou com alguma irregularidade fiscal mancharia a imagem dele e da empresa no mundo inteiro.
Como se não fosse o bastante, a lábia e os argumentos que jorravam com facilidade pela boquinha vermelha, sempre meio ressecada em razão das tantas variações de clima ao longo das viagens, eram capazes de fazer alguém acreditar que o mar é doce e a pequena sereia realmente existe se ele assim dissesse. Era inegável que Zayn Malik nasceu para fazer isso, e de certa forma foi moldado para ser o melhor, sem dúvidas.
Trajado em preto, capuz e calças jeans, ele estava no mood viagem e os cabelos espalhados pela testa combinando com a barba por fazer o dava uma imagem confortável, quase caseira demais. Era praticamente possível sentir, à medida que ele passava pelo grande salão lotado, a vibração das pessoas que queriam apenas se esfregar naquele rosto, sentindo os pelinhos grossos pinicando cada parte do corpo, ou apenas abraçá-lo em um dia frio até não sentir mais os ossos.
O moreno não tinha dificuldades em tomar poucos goles do seu café preto enquanto observava as três malas grandes serem pesadas, passarem pela esteira até o raio-X obrigatório e, por fim, serem despachadas para algum lugar que ele não sabia muito bem, só tinha certeza que as veria novamente no destino final, na Espanha.  
Exatamente quando o equipamento de comunicação dos seguranças do aeroporto avisou o término do turno, chegou a vez de Zayn mostrar a passagem e passar pelo grande detector de metais do estabelecimento. Eram três placas grandes que simulavam uma porta com alguma tecnologia embutida que, aparentemente, podia detectar até seus ossos, quase um portal mágico para apreender possíveis armas e drogas.
Assim, o comum era retirar qualquer objeto de metal que estivesse preso ao corpo ou roupas, incluindo o celular, colocá-los numa bandeja e esperar a orientação para seguir em frente, sempre lembrando de não arrastar os pés ao passar pelo detector, senão o segurança mandaria repetir o processo e isso estragaria todo o cronograma, então a luz ficará verde e fim: você está liberado, pode aguardar o embarque e boa viagem. 
Pelo menos tinha sido assim até agora.
°°°°°
A gravata preta estava um pouco apertada demais no pescoço e os cabelos arrumados em gel lutavam para desfazer o penteado enquanto ele corria para bater o ponto, seu colega de trabalho provavelmente estava mais uma vez aborrecido pelos poucos minutos que Liam Payne levava para assumir seu lugar. Certo que não chegava a abusar da sorte, mas quando se passa tanto tempo em pé naquele ar-condicionado congelante, mostrando o caminho para o check-in à alguns turistas desavisados e tendo que pedir que crianças não corram no piso lustroso, dois minutinhos a mais é capaz de torrar a paciência de qualquer um. 
– Desculpa cara, fico te devendo uma. – sorriu amarelo enquanto acertava o terno nos ombros e recuperava a respiração após a leve corridinha. Agradeceu mais uma vez ao homem mais velho que fazia a segurança naquela área do aeroporto e encostou na parede branca atrás de si, observando o movimento apressado dos viajantes costumeiros e o olhar encantado daqueles que claramente estavam ali pela primeira vez.
A visão que tinha do local era clara e ampla, as luzes frias tão fortes que era difícil precisar se lá fora ainda estavam com o sol no topo do céu ou se as nuvens pesadas faziam companhia à lua. Seu posto era, geralmente, na área das bagagens, Liam ficava abrindo as malas e mochilas de mão, depositando os objetos em grandes caixas brancas e conferindo se todos os materiais poderiam embarcar. Não raras eram as vezes em que ele se deparava com objetos meio inusitados e que não havia necessidade de estarem sendo levados na bagagem de mão em uma viagem de poucas horas, certamente as respectivas proprietárias não iriam fazer uso durante o voo.
Em ocasiões como essas ele podia sentir sua postura caindo e um lado jamais conhecido por todos querendo aparecer ao que a pele alva se tornava cada vez mais rubra. O constrangimento nem era por imaginar aqueles objetos interessantes em uso ou por ter que pegá-los com as luvas siliconadas e dispor numa bandeja em que qualquer um pode ver, mas corava inteiro principalmente ao reconhecer e constatar semelhanças com algumas peças que tinha em casa para uso próprio. Ele meio que podia se colocar no lugar daquelas mulheres e sentir a humilhação por ter uma parte tão íntima da sua vida assim exposta.
Certa vez, um colega de posto levantou as duas sobrancelhas escuras, frutos da herança latina e um complemento perfeito ao rosto fino, e deu um sorriso de lado, demonstrando ter reconhecido a utilidade daquilo e Liam talvez tenha sentido uma certa cumplicitade nos olhos esverdeados e na forma como ele rapidamente veio lhe socorrer ao notar seu despreparo. Tinha sido a primeira vez que lhe ocorrera e desde então ele já adquiriu mais prática com o rosto de paisagem.
Virou uma espécie de piada interna entre os dois seguranças, então sempre que tinham que dividir o turno, o que não era raro, havia uma aposta implícita sobre quantos e quais modelos iriam ter encontrado quando acabasse o horário de trabalho.
Sorte sua que o porte alto e másculo que tinha, junto com os músculos fortes, sobrancelhas franzidas e maxilar apertado lhe davam um ar impossível de reconhecer a verdade. Quem o visse com as bochechas vermelhas no máximo pensaria que foi de compaixão pelas pobres moças solitárias e safadinhas. 
No entanto, o trabalho designado para si dessa vez foi vistoriar e tomar conta da revista anterior ao embarque dos passageiros, desde o momento em que eles passavam pelo detector de metais até seguirem a fila com destino à área de entrada do avião. O trabalho em si era simples, esperar a máquina bipar e acender a luz verdinha para liberar a pessoa ou, quando há alguma intercorrência, passar o bastão que também é detector de metais por todo o corpo de quem esteja ali, inclusive nas solas dos pés. Não era muito diferente das portas giratórias que se encontram em bancos ou dos utensílios utilizados nas portarias de festas e saída de sala em concursos públicos, não tinha tanta emoção quanto os filmes fazem parecer. 
Os olhos escuros vasculharam o local já cômodo para si com uma feição concentrada, mas em sua mente ele só estava procurando algo para se distrair até que pudesse fazer uma pausa pro lanche ou ir pra casa. Esse estado disperso só durou até que o ponto em seu ouvido deu um leve chiado e a voz meio distorcida começou a soar.
– Payne, o terceiro portão da entrada norte detectou alguma coisa, vai lá dar uma olhada, por favor. – decifrou que era isso que Nores, o outro segurança, dizia, enquanto tampava a orelha esquerda para ouvir melhor.  
– Eu estou em frente a ele, não tem nada suspeito. Talvez a máquina esteja com o mesmo problema do outro mês..? – deixou o questionamento em aberto. Realmente não era justo que alguém ficasse travado justamente quando era seu dia ali.
– Olha, Payne-
– Certo, certo. Estou indo lá agora mesmo. – não deixou que o outro sequer começasse um discurso sobre a responsabilidade deles ou algo do tipo, no fundo ele teria razão. Era o seu trabalho.
Ainda conseguiu ouvir algum resmungo do outro lado, mas não deu tanta importância. Pegou o detector de mão e deu passos largos até estar próximo da loira com uniforme azul marinho que orientava ao homem barrado que continuasse onde estava e garantia com um sorrisinho relaxado que “a máquina deve estar com algum problema” e já já iriam resolver. Aparentemente o mais baixo não tinha motivos para se preocupar.
Liam se aproximou o suficiente para ter as orbes âmbares focadas em si e fingiu não notar o calafrio que desceu por sua espinha quando o outro moveu o lábio inferior para dentro da boca usando a língua para lubrificar a pele rachada enquanto os olhos pareciam admirar da cabeça aos pés o recém chegado. 
Limpou a garganta com um som audível e passou a verificar os documentos do homem dispostos na bancada, ignorando qualquer olhar que ainda recebia. Zayn Malik, 27 anos, passaporte tão carimbado quanto o de uma senhora aposentada que resolveu viajar o mundo inteiro antes de morrer, renda fixa, representante de produtos, está indo passar menos de uma semana fora a trabalho… nada incomum. Olhou novamente para o maxilar tão afiado quanto uma navalha e resolveu checar pessoalmente o que de tão perigoso o detector tinha achado naquele homem.
Se aproximou devagar, analisando as reações alheias e com a voz em um tom mais grave, impondo autoridade, pediu que o outro soltasse os braços e afastasse um pouco mais as pernas. Os questionamentos sobre brincos e possíveis metais no corpo como parafusos nos ossos ou marcapasso no coração já deviam ter sido feitos pela colega anteriormente, então ignorou essa fase e passou a deslizar o bastão com uma distância de dez centímetros por todo o corpo do menor, se atendo aos locais mais prováveis de esconder uma arma. 
Toda a parte de trás estava limpa e logo a ordem para virar de frente foi ouvida. Assim que ele virou, o maior que estava um pouco abaixado para vistoriar desde os pés se sentiu constrangido pela posição, e a postura confiante do outro não ajudava em nada. Tão logo subiu para as coxas, já quase suspirando em alívio por se livrar daquela tensão, o aparelho começou a apitar desenfreadamente e a luz vermelha piscava sem parar.
Os olhos do segurança subiram em confusão e ele encarou firmemente o local onde sua mão travou após o alarme. Balançou um pouco o objeto para cima e para baixo na tentativa de conferir se o problema não estava na linha da cintura ou quadril, mas os sons ficavam mais fracos ao se distanciar da pélvis marcada. 
Arqueou uma sobrancelha e quase soprou um riso em descrença. Já viu em reportagens algumas mulheres inserirem drogas, celulares e outras coisas na vagina pra se livrar de uma revista, mas não era possível que aquele cara seria burro o suficiente de tentar passar com o volume visível nas calças enquanto o detector aponta que tem uma arma bem ali. 
O cronograma de avaliação era claro: portão detector de metais, depois o aparelho portátil com a mesma função, e se ainda houvesse indícios de materialidade delitiva, revista pessoal.
– Zayn Malik, certo? Me acompanhe por aqui, por favor. 
°°°°°
A salinha adjacente que fica à disposição quando os funcionários precisavam de mais privacidade, seja lá o motivo, também tinha como função levar algum suspeito de tentar viajar em posse de armas ou drogas para fazer uma revista minuciosa e, quando necessário, notificar a polícia para que um breve interrogatório ou investigação tenha início ali mesmo. Tudo para não gerar uma comoção muito grande dos curiosos, que aconteceria caso tudo fosse feito em público, e preservar o nome das empresas aéreas. 
Por isso o ambiente era simples, composto por paredes claras em um branco cegante, um armário de metal chumbado onde podia-se guardar objetos apreendidos até que as autoridades viessem dar conta, uma mesa grande de madeira escura, e três cadeiras de metal simples que a rodeavam.
Zayn entrou primeiro e quem visse de longe não imaginaria que aquele homem com feições tão calmas e postura confiante estivesse com problemas. Mas por dentro ele repassava todos os seus passos até ali para entender o que deu errado dessa vez.
O trajeto era tão simples, ele estava acostumado a ter essa rotina de viagens internacionais e nunca passou por isso, até mesmo suas malas já foram despachadas com segurança. Chegar, entregar a passagem pela primeira vez, passar pelo detector, mostrar a passagem pela segunda vez e subir no avião, tinha sido assim em todas as outras viagens e só agora algo acontece? A adrenalina bombeava forte em suas veias e os pelinhos do seu braço arrepiaram de temor apesar dele não deixar transparecer.
– Certo, você prefere me contar que tipo de arma ou droga você pretendia levar na viagem dentro das calças ou vamos prosseguir com a forma mais difícil? – a voz rouca e ríspida soou enquanto o mais alto fechava a porta da sala, os deixando à sós.
– Eu não sei do que você tá falando.. deve ter alguma coisa errada com esses aparelhos, cara. – deu de ombros e respondeu tranquilo ao virar de frente para o segurança. Não iria baixar a cabeça só porque um homem grande e muito gostoso ameaçou ser difícil com ele, não tinha o que esconder, afinal. – Você pode me revistar, se quiser. – sorriu cafajeste com a língua entre os dentes enquanto olhava para as próprias calças na altura em que o aparelho acusou alguma coisa. 
Liam não sabia se ficava irritado ou excitado com o atrevimento do outro. Olhou firmemente para o volume grosso que aparecia sob o tecido, não tinha o formato de uma arma específica, mas era seu dever conferir. 
– Claro, muito obrigado por permitir que eu faça meu trabalho, senhor. – sorriu irônico e apertou os olhos com cinismo se aproximando do mais baixo.
– Disponha, querido. Estou aqui para o que precisar.. – agora os dentes estavam à mostra e os cílios longos limitavam a visão dos olhos brilhando em atrevimento. Arrumou a postura dando ênfase no seu pau ao jogar o quadril para frente e pôs as mãos cruzadas atrás da cabeça ainda encarando Liam como se tivesse todo o controle da situação. 
Por fora o maior apenas revirou os olhos com uma irritação calculada, mas por dentro só ele sentiu como seu estômago esfriou e seu membro quis mostrar sinal de vida após a provocação. O moreno tinha esse ar de despojado e cafajeste que sabe muito bem o que faz, não tinha como resistir.
– Mãos na parede e pernas afastadas, de costas pra mim. Agora! – Chega desse joguinho, ele pensou. 
Só de cogitar algum outro funcionário lhe pegar sendo menos do que profissional, ainda que os pensamentos obscenos estivessem apenas em sua cabeça, o estômago embrulhava. Não tinha muitas amizades por ali e certamente esse não era o melhor jeito de conseguir.
Isso lhe fez lembrar do colega argentino, Roger Nores, que lhe passou essa bomba para lidar e Liam assim que saísse da sala iria começar a pensar em como retribuir o favor. Com certeza iria. 
No momento em que Zayn se colocou na posição ordenada, Liam tomou lugar em suas costas. A respiração quente batia um pouco acima da nuca alheia e ele demorava em fazer o que devia, gostando da sensação de deixar o outro apreensivo. Somente quando notou a impaciência de Zayn se transformar em resmungos quase inaudíveis e agitação nas pernas, foi que agiu. 
As pernas fortes foram dobradas até estar de cócoras e as mãos grandes e firmes tomaram lugar nos tornozelos magrinhos. Passou as digitais desde a base das meias brancas, procurando com cuidado alguma pequena faca que poderia ser facilmente escondida ali, subiu pelas panturrilhas e infelizmente não sentiu pela calça o arrepio que Zayn teve com o movimento. As duas mãos seguraram com força um joelho de cada vez, apalpando com atenção cada pequeno pedacinho do corpo alheio até subir pelas coxas tonificadas e tensas do outro. 
Liam se prontificou em ficar de joelhos para facilitar seu trabalho e alcançar as partes mais altas sem que precisasse levantar ainda, por isso deu de cara com aquela bunda redondinha e firme nos jeans colados, esquecendo por um minuto do que estava fazendo e só recobrando a consciência ao escutar um risinho abafado, notando, com isso, o quanto tinha apertado a pele do outro no momento de distração. Mas não demorou muito ao apalpar a carne macia da bunda de Zayn porque não confiava em si mesmo o suficiente para ter certeza de que não faria outra coisa vergonhosa em seguida, então logo passou a verificar o interior das coxas.
A boca estava seca como nunca antes ao observar a fluidez com que suas mãos tatuadas subiam e apertavam aquele desconhecido, chegando ao ponto de encontro entre as pernas, quase tocando a região mais íntima, até ele dar leves passos no lugar tentando se ajustar.. o poder de tocar onde quiser estava nublando sua mente e quase o fazia esquecer do objetivo principal. 
Balançando a cabeça em negação para retomar o foco, Liam levantou e passou a trabalhar agora com a parte superior do tronco. A cintura era tão magrinha em suas mãos que cada vez parecia mais absurda a ideia de ter algo escondido ali. As costas subiam e desciam em uma respiração constante sob suas digitais e Liam se viu repentinamente ansioso quando finalizou pelo menos metade da revista.
– V-ocê – pigarreou para clarear a voz e não demonstrar o quanto estava afetado com tudo aquilo – pode se virar agora. 
– Você quem manda, querido. Assim está bom? – a lascividade escorria pelos lábios grossos, parecia que cada palavra era malditamente calculada para soar da maneira mais suja possível.
Liam não encontrou voz para responder, então apenas voltou à posição inicial e se abaixou aos pés do menor, com o olhar focado nos olhos mais claros o tempo inteiro. Ele não conseguia desviar nem se quisesse, o magnetismo que vinha de Zayn deixou o clima tão pesado e a sala tão quente que não era surpresa que a pele estivesse suando e completamente quente por baixo daquela camisa social, terno azul e crachá com a identificação profissional. 
A visão que Malik tinha podia explicar o porquê sua “arma” parecia cada vez maior dentro das calças. 
O homem todo certinho de joelhos em sua frente, os olhos dilatados e tão escuros quase imploravam por algo que nem devia saber definir, os cabelos tão alinhados e brilhantes pelo gel ficariam ainda mais lindos com sua porra escorrendo entre os fios, as mãos, antes firmes, mas que agora estavam trêmulas ao seguir com a revista, como se toda a energia que sua atenção descarregava sobre ele não fosse fácil de conter e por isso vibrava em toda parte do corpo.
A língua rosinha brincava solitária pelos lábios cheios do maior enquanto ele seguia a abordagem padrão na base das pernas de Zayn, mal percebendo o quanto sua expressão estava pidona. Por incrível que pareça, Liam não foi tão lento até chegar ao topo das coxas alheias como fez na parte de trás, essa ansiedade ele não conseguiu mascarar tão bem e rapidamente estava com as mãos abertas passando por toda a pélvis do outro. O volume ali marcado era tão duro e fascinante que o segurança perdeu a noção do tempo rastreando com o tato tudo o que podia, usando as pontas dos dedos para dedilhar o entorno, a palma da mão para mensurar o tamanho e finalmente usou as duas mãos para apertar aquela carne com firmeza, abrangendo toda a extensão. 
Como se o toque tivesse sido nele e não o contrário, um gemido manhoso escapou pelos lábios gordinhos. 
Vermelho cobriu sua pele ao registrar o som.
– Parece que você gostou bastante do que achou aí, não foi, amor? – Zayn disse com a voz rouca de tesão. – Talvez você queira dar uma olhadinha pra ter certeza que não é nada perigoso, hum? 
Os dedos grossos e calejados de Zayn passaram pelo maxilar anguloso do outro, raspando na barba rala até alcançar a boquinha carnuda e molhada que, como em um reflexo ensaiado, se abriu prontamente para receber o médio e anelar naquela cavidade quente e bem receptiva. A visão ficou turva nas laterais e parecia haver um único ponto focal, bem no centro, ao presenciar suas digitais tomarem cada centímetro mais profundo da garganta alheia, sentindo toda a aspereza da língua de Liam contra a extensão dos seus dedos e, ainda, o movimento de deglutição que veio com o toque das duas pontinhas batendo bem fundo. 
Com a ajuda do polegar pressionando o queixo e ainda tendo os dois dedos sendo chupados com tanto afinco, ele não precisou usar muita força para abrir a boca do maior, tendo uma visão clara de todos os dentinhos alinhados e a língua bem exposta ao seu dispor. 
– Vou te mostrar o que fez o detector apitar, tá? Não precisa ficar assustado, acho que você vai saber lidar direitinho com ele.. é só colocar essa sua boquinha toda babada pra trabalhar. 
Com a destra muito bem ocupada, Zayn utilizou a mão esquerda para desabotoar seus jeans e descer o zíper por completo, ainda sem mostrar o que tinha lá dentro. O homem de joelhos agora não sabia o que fazer com as mãos, elas estavam tão quietinhas em cima das próprias coxas que nem pareciam as mesmas que desbravaram tão bem o pau de Zayn há pouco tempo. 
Imóvel e à disposição, a mente nublada de Liam tinha dificuldade em registrar tudo ao mesmo tempo. Sua boca esticada e aberta ao ponto de escorrer saliva pelo queixo até o uniforme branquinho, seu terno desalinhado que esquentava e apertava como nunca antes, deixando os mamilos durinhos, sensíveis e doloridos, seu pau esmagado entre as coxas grossas dobradas e sem espaço para todo aquele volume rígido, encontrando uma barreira ao bater no próprio cinto um pouco dobrado devido a posição. 
Esse momento pareceu durar uma eternidade até Payne entender o que deveria fazer. Estava subentendido que a partir dali o esforço para agradar seria seu e, com sorte, ao fim ele teria uma recompensa.
Inseguro e um pouco letárgico, ele desceu com cautela a parte frontal da cueca preta que Zayn usava até liberar toda a extensão que o outro tinha. O pau grosso e rubro balançava em riste hipnotizando tanto Liam que alguns segundos se passaram até ele notar a pequena jóia do tipo argola com uma bolinha que enfeitava o frênulo. 
– Puta que pariu – Liam arfou, ainda indeciso se estava praguejando ou gemendo com a visão. Uma das mãos correu para apertar com força o volume em sua calça escura, se tornando insuportável demais para ele descobrir que foi uma pequena e maldita peça de metal que o colocou em toda aquela situação. – Você tem a porra de um piercing! 
– Gostou disso, não foi? – sorriu novamente, dessa vez com um ar vitorioso, não deixando passar despercebido a frustração que o outro descontava ao se apertar com tanta força na esperança de conseguir algum alívio. – Você devia olhar mais de perto sabe.. em nome da segurança. 
Liam murmurou uma série de grunhidos que só podiam ser em afirmação enquanto se aproximava até ter aquela peça gelada na ponta da língua. A argolinha era suspensa em uma área tão sensível que ele gemeu só de imaginar o quanto devia ser boa, ao mesmo passo que dolorosa, a sensação de tê-la ali. 
Começou a arrastar a língua para cima e para baixo languidamente, fazendo a bolinha acompanhar seus movimentos e se encantando por isso. Era geladinha, um contraste perfeito com a pele quente que pulsava em todo o resto. 
A glande expulsava pré porra aos poucos, atraindo a atenção e luxúria do maior para o local até fazê-lo envolver toda a cabecinha com os lábios vermelhos. Era tão quentinho e molhado, sua boca ficava tão preenchida com a ponta gorda ali dentro que prosseguiu utilizando a língua para brincar com o piercing enquanto as bochechas faziam o trabalho de acomodar muito bem tudo ali dentro, apertando e mamando como um delicioso pirulito. Poderia estar ali há 10 anos ou 10 minutos, não saberia informar.
Zayn não conseguia desviar o olhar daquela cena e gemia baixinho com isso. Os olhos do maior estavam fortemente fechados e o dono deles parecia aproveitar tanto a sensação de ter a boquinha já preenchida com tão pouco que não lembrava de Zayn em sua frente. Era como se o pau dele estivesse separado do corpo a que pertence e só existisse naquele pequeno universo para o satisfazer e ser chupado. Por isso o maior tomou um leve susto e arregalou os olhos castanhos ao sentir mãos fortes grudarem em seus cabelos.
Nada saía de ambos os lábios senão gemidos e murmúrios de prazer. Os dois homens se encaravam em transe enquanto Zayn conduzia pelos cabelos o rosto alheio cada vez mais próximo da sua pélvis, sentindo ser engolido com dificuldade, mas sem nenhum indício de desistência. Os sons de engasgo cada vez que era demais pra Liam aguentar só deixavam tudo mais excitante, assim como as lágrimas que preenchiam o rosto másculo quando seu nariz roçava os pelinhos ralos de Zayn e sentia a glande forçar a garganta. Todos diriam que era bom combo.
– Você é tão bom nisso, querido.. aposto que tava querendo me chupar desde que entramos na sala. – percebeu a atenção de Liam voltada para seu rosto, mas não deixou que ele desocupasse a boca para lhe responder. – Tão imponente me mandando para a parede quando devia estar se imaginando sendo fodido nela, estou certo? – Aumentou o ritmo com que fazia a cabeça dele subir e descer pela sua extensão. – Não sei o que seu chefe iria pensar te vendo assim, tão mansinho levando meu pau tão fundo.. É certamente um risco para a segurança internacional, não acha? – estalou a língua no céu da boca algumas vezes em um sonido de repreensão.
Liam gemeu alto quando finalmente conseguiu se afastar para recuperar o ar que lhe fez falta nos últimos segundos. O penteado há muito não existia mais, restando apenas fios caídos e bagunçados para todos os lados, fazendo uma boa companhia ao rosto completamente corado e molhado.
Não demorou muito para ele querer voltar ao que estava fazendo, era meio desesperador perder o peso reconfortante em sua língua e a sensação de ardência no canto dos lábios ao ter que se esticarem tanto para abrigar todo o membro de Zayn. Mas, sem sucesso. 
– Quero você de pé agora, senhor segurança. Mãos na parede, sem olhar para trás!
Liam sentiu a umidade na parte frontal da calça aumentar com essas palavras e estava pronto para obedecer quando ouviu a porta bater atrás de si. 
Sua mente não estava funcionando cem por cento, mas ele tinha certeza que havia fechado assim que entrou com Zayn para fazer a revista. Não passava correntes de vento por ali, registrou nervoso, e não fazia um tempo preocupante que estavam juntas ali, ele achava.
– É assim que você trata os suspeitos que a gente precisa conter, senhor Payne? Não é ineficaz, pelo o que eu vejo.
°°°°°
Quando resolveu entrar na sala onde viu o colega levar o outro jovem algum tempo atrás, definitivamente não era essa a cena que Roger Nores esperava encontrar.
As costas largas e ofegantes de Liam Payne estavam na altura do seu quadril, alguns passos à frente, e ele viu o exato momento em que todos aqueles músculos por baixo do tecido tencionaram ao ouvir sua voz. O homem mais magro e todo tatuado de frente pra si vacilou apenas por um segundo, mas logo recobrou a postura arrogante. Ele não tinha nada a perder, ao contrário do outro de joelhos.
Roger passou os dedos longos pela franja escura e apoiou as costas na porta, avaliando os dois, ambos mais novos e com uma beleza chamativa, por um breve instante enquanto decidia os próximos passos. Acabar com a festa e denunciar o ocorrido para sua superior seria o mais adequado, com certeza. 
O olhar do moreno esperando desafiadoramente uma decisão e o outro ansiosamente calado lhe instigava, no entanto.
– Fico me perguntando quão encrencado você estaria se fosse outra pessoa vendo isso, Payne. – o barulho de metal soou baixinho ao passar a chave na porta – Não acho que qualquer um da equipe seja tão compreensivo quanto eu.
Não houve sequer uma tentativa de resposta. Liam pensava que seu coração apavorado podia ser ouvido claramente, então falar não era necessário.
– Cara, se você não percebeu, a gente tá no meio de um negócio aqui. Não atrapalha, valeu? – o moreno, Zayn Malik - como estava na ficha - bradou, começando a ficar irritado com todo aquele suspense. Ou participa ou cai fora, ele parecia pensar. 
– Perdeu a língua enquanto chupava o pau dele, porra? Quando eu pergunto, geralmente espero uma resposta, Liam. – ignorou toda a marra do outro e deu passos firmes até que pudesse ver a nuca toda arrepiada do maior, um local cuja atenção já havia roubado outras vezes, mesmo que o outro nunca tenha notado.
Sem resposta mais uma vez, continuou. Agora mais firme. 
– O senhor Malik fodeu seu cérebro pela boca, por isso você está tão patético? É isso?
– Que porra você tá falando, caralho? Ele-
– Ajoelha.
O moreno soltou um riso nervoso. Incrédulo.
– É o quê?
– Ajoelha, caralho. – seus joelhos encostaram nas costas largas e paralisadas e sua destra agarrou os frios negros que cobriam a nuca do moreno, forçando o peso ali até que os joelhos dobrassem no chão, o que, na verdade, não demandou tanto esforço quanto ele pensava.
Estavam em sintonia, então. Pelo menos por enquanto. 
 – Um mudo e outro surdo, parece que ganhei na loteria hoje. – debochou baixinho antes de continuar. – Se você pretende passar pela segurança e embarcar no próximo avião, é melhor ter mais a oferecer do que isso. – apontou com o queixo a ereção que pendia sobre a abertura do jeans e abriu o próprio cinto, deixando o barulho do couro preencher o breve silêncio entre as palavras. – E é bom que sua boca seja tão boa quanto a dele parecia ser pra você. Abre.
A garganta tatuada moveu-se duas vezes antes que finalmente lhe deixasse ver a língua esticada para fora da boca atrevida. Sentiu mais do que viu o movimento de Liam em virar apenas o rosto para o lado, acompanhando todos os movimentos com os lábios entreabertos, respiração ofegante e olhos nublados.
Forçou os dedos entre os fios até ficar satisfeito com a inclinação do pescoço de Zayn e viu sua saliva cair bem no centro do músculo molhado ao cuspir ali. Liam lubrificou os lábios, sentindo-os secos como nunca antes.
Uma fúria crescente era direcionada a si através da cor âmbar à frente, mas não importava o que o mais novo queria aparentar, desde que ele mantivesse a obediência e toda a fome que demonstrou assim que Roger puxou seu membro por entre o zíper da calça social. Deu um pequeno passo e aproximou devagar o rosto dele, dando margem para qualquer recusa e deixando claro que se ele fosse lhe chupar não poderia alegar estar sendo forçado.
Assim que a língua coberta de saliva deixou um rastro molhado em sua glande, Liam gemeu e pareceu despertar do estado torpe. O som grave e sofrido deixando o ambiente ainda mais sufocante à medida que se aproximava de Zayn, sedento por ajudar com aquela tarefa. 
Não havia levantado os olhos ainda, contudo. E o pescoço vermelho poderia confundir qualquer um ao pensar que estava assim por causa do calor ou das atividades que desempenhavam naquela sala. Porém Roger sabia mais. Passou alguns meses decifrando cada tom de rosa que poderia cobrir a pele do outro, desde vergonha alheia, constrangimento, timidez e, nesse caso, humilhação.
Até compreendia a dificuldade em assimilar a situação. Um colega mais velho metendo o pau em sua boca enquanto divide o trabalho de babar e chupar a longa extensão de pele com um suspeito que deveria estar, provavelmente, sendo detido. Não devia mesmo ser fácil estar na pele de Liam. 
Não como estava sendo para Roger. 
Os dois aos seus pés chupavam e lambiam sem deixar nenhuma pequena fresta sem a devida atenção. Se tornava até um pouco frustrante observar a diferença entre eles e saber que tinha tão pouco tempo e nenhuma liberdade no local para colocar em prática todas as obscenidades que passavam pela sua cabeça.
Liam era mais comedido e um pouco pragmático. Subia e descia com a língua acompanhando a textura que as veias faziam em todo o membro, como se aquele fosse um caminho sagrado pelo qual devesse seguir e reverenciar. A competitividade não ficava de lado, no entanto. Porque bastava que o outro deslizasse a boca para fora em um estalo, e o maior rapidamente cobria o local, não deixando a pele esfriar nem por um segundo. 
Zayn, por sua vez, era ousado e não tinha a menor vergonha. Colocava na garganta tudo o que podia aguentar, com um sorriso brilhando nos olhos, e com a mão direita aproveitava para apalpar o outro ao seu lado. Roger descobriu isso quando um gemido rouco e ofegante saiu dos lábios de Liam, então bastou desviar os olhos das duas boquinhas vermelhas e babadas  para enxergar os dedos tatuados envoltos no pau rubro do maior. Uma clara tentativa de afronta, ao seu ver. Zayn poderia estar de joelhos, mas deixava explícito que não estava submisso.
– Chega. Levantem, por favor. – deslizou com pesar seu pau para longe dos dois, que ainda tiveram a ousadia de bufar um descontentamento. Arrumou a extensão para dentro da calça social e antes que o desespero tomasse conta do colega de profissão, ao pensar que havia desistido do que quer que fosse aquilo, se aproximou e começou a descer a calça de ambos, um por vez.
Zayn ajudou, um pouco ansioso e com a adrenalina lá em cima, e sentiu uma satisfação animalesca quando viu o mais velho prender a atenção em seu piercing com um súbito interesse.
– Quer experimentar também? Deixa uma sensação muito boa na língua, não é querido? – Zayn falou e Liam mordeu os lábios, um tanto envergonhado. O mais velho entre os três sorriu, mas não aceitou. Pelo menos por enquanto. 
– Quero que você prepare ele em cima dessa mesa, acha que consegue fazer isso? – direcionou a pergunta ao moreno, sem esperar propriamente uma resposta antes de puxar o outro pelas mãos e o colocar de costas para si com o tronco dobrado e apoiado na madeira maciça. Roçando a ereção na bunda empinada, sussurrou em seu ouvido. – E você não ouse dar um escândalo, ouviu? Nossos chefes não vão acreditar se eu disser que o mau encarado ali nos seduziu de forma tão irresistível assim.
Os castanhos brilhantes finalmente encontraram os seus e Liam sorriu ladino, confirmando com um “sim” rouco e sem fôlego.
A textura fria e lisa da madeira trazia um nervosismo fora do comum e ele mantinha o olhar focado nas pequenas manchas por ali, se segurando para não desviar nem um pouco da sua frente. Era uma tortura boa de assistir e finalmente Zayn entendeu o que o maior sentiu mais cedo ao lhe ter escorado com as mãos para cima e pernas afastadas, totalmente indefeso e sem controle. 
Roger se afastou apenas o suficiente para ainda ser visto pela visão periférica de ambos e deixou Zayn assumir o local. E ele estava tão preso observando os pequenos tremores que passavam pela pele alva do outro sempre que deslizava suas mãos desde os braços fortes erguidos até a cintura larga e tensa. Podia apostar que a respiração descontrolada de Liam seria notada mesmo que Zayn não pudesse escutar os ofegos dele, pois a barriga subindo e descendo sem ritmo e as costas acompanhando o processo não deixava ninguém se enganar.
A mão pesada tomava deixava rastros quentes e arrepiados por toda a pele exposta do quadril, pernas e bunda, segurando firme a cintura dele com a outra, por cima de toda a farda restante, e não o deixando escapar do contato com seu pau que pendia ainda fora da calça. Liam podia sentir o calor que emanava daquela região e ia direto para sua entrada, contraindo os músculos sem querer a cada nova carícia recebida. 
Nenhum deles tinha muito tempo até um terceiro funcionário ir verificar o que tinham achado, isso se já não tivessem chamado a polícia devido a demora, por isso Zayn não fez cerimônia e puxou o cinto que estava preso em sua calça jogada ali perto, passando o couro em volta das pernas grossas e logo prendendo a fivela no buraco mais apertado possível, a fim de limitar a movimentação.
– Não, o- o que? – os olhos de Payne desceram até as próprias coxas, notando a pele branquinha começar a se avermelhar ao que ele tentava conseguir um pouco mais de espaço para se mover ou pelo menos abrir um pouco as pernas e livrar suas bolas do aperto sufocante em que elas estavam. – Me solta só um pouquinho, eu vou deixar você me foder.. só, porra.. ta doendo, por- por favor..
Zayn capturou um movimento atrás de si e virou o rosto sobre o ombro apenas para encontrar o mais velho sentado em uma cadeira em suas costas. A mão esguia bombeava o próprio pão e os olhos verdes afiados não desviavam da cena em sua frente, o que motivou o moreno a ir em frente e mostrar como era sua forma de agir.
– Você aguenta, eu sei disso. – inclinou o tronco o suficiente para que pudesse lamber uma tira gorda de saliva entre as nádegas dele, ouvindo um chiado logo após. – Vou te distrair um pouquinho dessa dor, prometo. – e voltou a lamber a entradinha apertada com toda a fome que vinha guardando desde que foi colocado dentro daquela sala minúscula.
Liam se sentia tão duro e sensível, completamente dolorido pelo tempo que estava excitado e não teve praticamente nenhum toque. Suas nádegas foram afastadas com força enquanto era chupado como nunca antes, as mãos do outro se encheram apertando toda aquela carne macia até ter a marca esbranquiçada dos dedos, denotando tamanha força utilizada.
Em determinado momento, Zayn pensou ter ouvido um barulho molhado diferente do que a própria boca estava produzindo, parecia com saliva escorrendo, e logo depois sentiu quatro dedos bem molhados espalharem o líquido viscoso e quente entre sua bunda nua. Roger tinha acumulado saliva na ponta da língua e despejou toda ela nos dedos, levando até as bochechas bronzeadas e arrepiadas que ficariam ainda mais bonitas com seu pau dividindo-as.
O moreno tensionou com a atitude, só então se dando conta da visão privilegiada que deixara o outro ter enquanto comia, quase literalmente, a entrada do maior. Levantou o tronco e limpou o queixo com as costas da mão, deixando o homem deitado sobre a mesa um tanto confuso, já que não tinha a menor ideia do que estava acontecendo atrás de si.
– Continua. – mandou o mais velho, ainda com as duas mãos ocupadas e sem demonstrar a menor intenção de parar por ali. 
Com a respiração falhada e pontos pretos em sua visão, dado o nervosismo ocasionado pelos dedos cada vez mais ambiciosos lhe explorando, não demorou até que estivesse conduzindo o membro quente até a entrada lambuzada de Payne, fazendo o metal que enfeitava a ponta deslizar tão devagar pela fenda que Liam conseguia distinguir onde era a parte retorcida em círculo e onde estava a bolinha do piercing apenas com aquele contato.
Foi curioso para o maior perceber que o metal estava tão geladinho quando começou a chupar Zayn e agora ele estava tão quente, parecia pegar fogo ao que era esfregado com força em si. Não sabia exatamente qual o fenômeno que fez isso acontecer, se era sua saliva ou se a grande irrigação de sangue que deixava o pau grosso tão duro e consequentemente fazia o metal esquentar tanto assim, mas isso estava fazendo loucuras em seu corpo e mente. 
As pernas juntas e presas não o deixava se mover, mas era impossível controlar o impulso de empurrar o próprio corpo contra as estocadas de Zayn, que vinham cada vez mais ásperas pela parca lubrificação e rápidas pela falta de tempo. A respiração quente dele batia na nuca arrepiada de Liam e os grunhidos e palavrões que saltavam sem permissão da boca alheia, o deixava literalmente pingando.
Zayn estava fascinado e não conseguia tirar os olhos do seu pau entre as bochechas do outro, a pontinha vermelha com a argola prata sumia e aparecia com cada vez mais velocidade e força, lutando para conseguir espaço e indo contra o aperto causado pelo cinto. O corpo crescendo em suas costas lhe fez vacilar por um momento, entretanto, deixando as estocadas erráticas e desleixadas à medida que sentia sua entrada ser exposta e um membro quente e com um líquido pegajoso tomar lugar.
Não foi fácil distinguir a origem do gemido gutural assim que o aperto de Zayn cedeu e o pau longo entrou com mais facilidade. Palavras desconexas saiam dos lábios de Liam há tempos e seu membro rubro gotejava cada vez mais em cima da mesa, formando uma poça transparente que com certeza deixaria vestígios difíceis de limpar depois. Zayn estocava com movimentos imprecisos e desesperados ao mesmo passo que sentia sua bunda arder pelo atrito de ser fodido com tão pouca preparação, e tinha certeza que se seu pau já não estivesse tão ocupado e num ritmo tão intenso, não haveria a menor possibilidade de sustentar a ereção com tamanho desconforto.
E Roger, com aquela visão almejada por tantos, poderia tocar o céu. Ou o inferno. 
Basicamente não precisava se mexer, porque quando Zayn fodia Liam, ele também estava se fodendo sem perceber. E ia cada vez com mais força, contraindo o músculo repetidamente e não se dando conta da insanidade que estava deixando o mais velho. Gemidos e sussurros soavam por todos os lados, praguejados e venerados nos mais diversos tons.
Mal prestavam atenção em seu redor, até que Liam pensou ter ouvido um chiado bem baixinho que vinha do lado direito da onde estavam, e pela forma com que o corpo de Zayn reagiu, travando os músculos completamente ao ponto de prender o membro de Roger enquanto ele deslizava para dentro e para fora, o rádio de comunicação de um deles realmente estava chamando.
A voz anasalada e distante parecia chamar por Payne, mas ele não tinha energia para reagir e responder que estava ali, focado demais na pele quente que pulsava arrastando pela sua entradinha e em sua glande que pingava tão roxa e negligenciada mais abaixo, implorando por piedade e um mínimo toque. Foi a oportunidade perfeita para Zayn mudar o local em que se enterrava e em uma única estocada, deslizou sua extensão por entre as coxas de Liam, naquele pequeno espaço entre as bolas contraídas e o cinto que estrangulava a pele já marcada.
Bastou esse contato na região esquecida até então para Liam achar sua voz que nem sabia ter perdido e um gemido saiu gritado pelos lábios cheios. Ele imediatamente se deu conta do que fez e em reflexo uma das mãos deixou a superfície da mesa para tapar com força a própria boca. Nem pensou nas consequências disso, era tudo tão intenso.. a ardência em sua bunda pela fricção, os músculos dos braços que tremiam de fadiga pelo esforço, as coxas doloridas e provavelmente marcadas pelo aperto do cinto, e agora o temor de ter sido ouvido pela sua chefe. Era tudo demais para processar. 
– Ah não, querido.. Você não devia ter feito isso.
– “Sem escândalo” eu havia falado..
Com tais repreensões e um impulso maior ainda, o mais velho não deixou que Liam tomasse uma mínima respiração e já estava trazendo a cintura dele com força em direção ao próprio corpo, mesmo que houvesse um outro corpo entre eles, que se sentia infinitamente mais castigado do que o próprio Liam.
Malik conseguia sentir perfeitamente a pele macia das coxas apertando as laterais do seu pau, em contraste com a parte dura e tenra que lhe arrombava por trás, as bolas do outro estavam tão inchadas e ainda assim acompanhavam com muito custo a movimentação iniciada ali.
Zayn passou a ir e vir com dificuldade, a pouca lubrificação trazia uma fricção gostosa e fazia a pele de Liam arder em chamas, tão quente que parecia estar pegando fogo. A sorte dele era que ainda estava com a palma aberta contra os lábios judiados, ou então os gemidos manhosos que soltava contra a pele molhada também pela saliva que não conseguia engolir, seriam ouvidos por todo o aeroporto.
Os olhos castanhos ficaram alarmados e todo o seu rosto virou para encarar os outros dois homens ao que conseguiu distinguir o final da frase em seu ponto. Algo como “vou mandar alguém lá para checar o que houve” foi dito e assim como o desespero saía feito ondas pelo seu olhar apavorado, bastou ter a imagem de Zayn indomável e sem fôlego atrás de si, sendo tão bem fodido pelo colega de trabalho como ele mesmo se sentia, para fazer com o que Liam gozasse forte, respingando porra pelo chão e em cima da mesa onde estava encostado. 
Zayn sorriu ao notar o estado do outro, a imagem do homem certinho que viu fora daquela sala não se parecia em nada com o rapaz corado e bagunçado que tinha acabado de gozar sem sequer ser tocado. A aparência dele era de quem tinha sido fodido por horas, a roupa que sobrou no corpo estava toda amassada, o crachá em algum lugar pelo chão e o rostinho cansado dele era simplesmente divino.
A cena era tão erótica para Zayn que seu orgasmo pareceu ter sido arrancado de si, sem avisos ou comandos, as pernas falharam por um segundo e seus olhos fecharam com força, deixando um gemido longo sair pelos lábios abertos. As orbes âmbares abriram a tempo de ver sua porra pintando desde a junção das pernas de Liam, até a bochecha direita daquela bundinha que tinha a marca dos apertos que levou. Desceu e subiu a mão mais algumas vezes pela extensão até ter certeza que nenhuma gota seria desperdiçada.
Roger gostou de ver os mais novos entorpecidos daquela forma, quase drogados por tamanho prazer, e se deixou levar. Alcançou o orgasmo e gemeu rouco com os lábios colados na nuca suada do moreno, melando ele por dentro e garantindo que não seria esquecido por pelo menos algumas horas, enquanto ele sentisse o líquido vazar e escorrer para fora.
– Agora você vai ajoelhar e limpar bem direitinho essa bagunça, não quero que pensem que você cometeu algum abuso de autoridade com esse pobre passageiro.. – deixou que o maior descansasse um pouco e virou para o homem atrás de si, com o sorriso preguiçoso após o orgasmo, mas sem deixar brechas para uma recusa.
– Não é um grande esforço, você sabe. – focou os olhos claros no membro agora flácido do moreno e ajoelhou entre eles, não deixando de sorrir com a fúria que assumiu o rosto de Zayn. Ele cairia, mas cairia atirando. 
A pele toda melada estava macia, não mais dura e esticada como antes, mas ainda boa o suficiente para Nores deslizar sua língua em lambidas gordas desde a base até o topo, revezando e dando atenção também às coxas marcadas do outro, limpando qualquer resquício que ainda existisse da porra quentinha.
Aproveitou alguns segundos para chupar o frênulo soltinho agora, com o piercing ali voltando a brilhar na cor original e recuperando a temperatura habitual, tendo aquele contato tão geladinho dentro da boca que ele quase não queria largar. Agora entendia porque o outro segurança caiu na tentação em primeiro lugar, não podia garantir que não faria o mesmo se fosse ele. 
– Bom.. acho que agora tô autorizado a pegar o próximo voo, não estou, senhores?
50 notes · View notes
cncowitcher · 3 months
Text
Tumblr media
꒰ 🫐 . . . lsdln cast imagines ⸝⸝
🌽┊FESTA JUNINA !! Enzo Vogrincic, divertido. 🩰
🥴┊PROCRASTINANDO !! Matías Recalt, smut. 🥂
🌬 ┊ FRIOZINHO !! Esteban Kukuriczka, fofo. 🍬
🥀┊NA HORA DO ADEUS !! Francisco Romero, triste. 👒
🎉┊DEPOIS DA FESTA !! Blas Polidori, smut. 🥂
💋┊SEMPRE FOI AMOR !! Andy Pruss, divertido. 🩰
📸┊ENSAIO FOTOGRÁFICO !! Della Corte, fofo. 🍬
✏ ┊ TENTANDO AJUDAR !! Simón Hempe, fofo. 🍬
🎀┊PAI DE MENINA !! Agustín Pardella, divertido. 🩰
⚽️┊DERROTA DO RIVER !! Felipe Otaño, fofo. 🍬
💍┊NAMORADOS !! Fernando Contigiani, divertido. 🩰
🪜┊FERMENTO !! Valentino Alonso, divertido. 🩰
🌅┊PÔR DO SOL !! Felipe Ramusio, divertido. 🩰
🧎🏽‍♀️┊MANIA DE VOCÊ !! Rocco Posca, smut. 🥂
💤┊SONHO DE AMOR !! Santiago Vaca Narvaja, triste. 👒
🥳┊COMEMORANDO !! Rafael Federman, fofo. 🍬
🛋 ┊ NO SOFÁ DA SALA !! Enzo Vogrincic, smut. 🥂
🥣┊BRIGADEIRO !! Simón Hempe, divertido. 🩰
🖊️┊DEPOIS DO DIVÓRCIO !! Esteban Kukuriczka, smut. 🥂
🎶┊DURANTE A FESTA !! Matías Recalt, smut. 🥂
🛬┊CHEGANDO DE VIAGEM !! Felipe Otaño, smut. 🥂
😼┊UM CARINHO DIFERENTE !! Esteban Kukuriczka, fofo. 🍬
🍽️┊ COMIDA BRASILEIRA !! Felipe Otaño, divertido. 🩰
🫦 ┊ USANDO A BOCA !! Valentino Alonso, smut. 🥂
🤧┊RESFRIADO !! Fernando Contigiani, fofo. 🍬
🏦 ┊ FILA DA LOTÉRICA !! Felipe Otaño, divertido. 🩰
🎥 ┊ NO CINEMA !! Andy Pruss, divertido. 🩰
🥨 ┊PIQUENIQUE !! Francisco Romero, divertido. 🩰
🏡 ┊ CASA NOVA !! Santiago Vaca Narvaja, smut. 🥂
✂️ ┊ NOVO CORTE DE CABELO !! Blas Polidori, fofo. 🍬
🌤️ ┊ UM BOM DIA DIFERENTE !! Rocco Posca, smut. 🥂
🌙 ┊ LUA DE MEL !! Enzo Vogrincic, smut. 🥂
13 notes · View notes
nonuwhore · 8 months
Note
Oie, vc poderia fazer um imagine com o dinozito (svt) com os temas 4 e 13??
GRANDE EVENTO DE 1 ANO DE ANIVERSÁRIO DO NONUWHORE!!!! 🥳🥳🥳
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
4. “Eu te amo muito, tanto que nem consigo explicar.”
contém: continuação desse friends to lovers porque ele vive na minha cabeça sem pagar aluguel. bastante fluff. smut: sexo em local publico; sexo oral (m); fingering. já falei fluff? ingestão de bebida alcoólica. pode ter erro de digitação e palavras desconexas como todos os meus trabalho, porque tenho problemas de atenção.
nota da autora: o solo do dino não fez bem pro meu psicológico, pesei a mão no açúcar nesse aqui, tô nem ai. acabei não usando o outro prompt porque outra pessoa pediu o mesmo antes de vc, ok? espero que goste do resultado e agradeço a paciência. 💖
Chan segurava as bebidas enquanto te assistia se mover ao ritmo da música. Ele não se importava com o quanto os dedos doíam com os copos trincando com a quantidade exagerada de gelo, nem a casa de show cheia que pulsava ao redor dele, nem no calor quase insuportável que fazia naquela noite. Fica preso, sem nenhum domínio das próprias capacidades e contemplar a visão de você deslizando ao som dos sintetizadores e baixos era mais importante, mais urgente. Os fios de cabelo já se colavam na sua testa e pescoço de tanto dançar, você pulava sem parar desde que chegaram e ele não se arrependia nem por nenhum um segundo ter enfrentando aquela fila quilométrica semanas atrás para conseguir os ingressos da sua banda favorita. A risada que vocês dividiram depois que seu grito de “gostosa!” alcançou a vocalista da banda tinha valido cada segundo. Sua felicidade naquela noite e em outras mais era o que colocava ele pra dormir todas as noites.
Enquanto se aproximava de você, desviando da multidão em polvorosa, impedindo que os cotovelos levantando acertassem os drinks, ele viu seu olhar perdido pelo êxtase da música se acender ao enxergá-lo. Você balançou os braços, o recepcionado, e buscando pela mão dele, o obrigando a dançar junto. O suor que molhava seu cabelo descia para suas costas e para dentro dos seus seios. A regata branca colada ao seu corpo, a maquiagem brilhante que fazia seu rosto reluzir ainda mais e a energia de uma profunda alegria que você emanava naquela noite era tudo que ele queria para o resto da vida. Chan te queria assim, cintilando, como na noite do aniversário em que ele decidiu seguir seu Uber e explicar da maneira mais complicada e desesperada que era louco por você, sempre foi e sempre seria, mesmo que você não fosse por ele. Seus lábios o encontraram na mesma agonia, embebidos em murmúrios com reclamações de como você achava que ele nunca seria corajoso para tanto e de agradecimentos sinceros e profundamente aliviados. O efeito que o brilho que seus olhos cheios de felicidade e lágrimas causaram nele aquele dia era eterno e o mesmo que você oferecia agora. 
Segurando cada um sua bebida nas costas do outro, vocês se beijaram. Sereno, quente e confortável, como devia ser desde o começo. E depois, dividiram um gole demorado que segurava uma risada, porque aparentemente aquilo era uma competição sobre quem terminaria o drink primeiro ou quem desistiria por último. Você ganhou e voltou a balançar seu corpo todo até praticamente levitar do chão quando sua música favorita começou a tocar, aquela que você escutava pelo menos duas vezes ao dia e que Chan já sabia de cor. Quando ela acabou, puxou a mão dele para fora da casa de show, o arrastando entre as pessoas que ainda assistiam o espetáculo. Lá fora, a noite era escura de um azul denso, sem nenhuma nuvem no céu, como quase um ano atrás, quando ele te assistia procurar um carro no horizonte. Ele ria e te perguntava se isso era um sequestro, porque ele não entendia o motivo de tanta pressa se o show nem tinha acabado ainda.
Agora, no beco ao lado do prédio, escondidos por uma caçamba de lixo e a escuridão, você o beijava de novo, o corpo amassado pelo dele contra a parede de tijolos frios. 
“Obrigada… Obrigada… Obrigada…”, sua voz era um murmúrio, uma risada.
“Por que a gente ‘tá aqui?”, Chan te perguntou, rindo também sem saber o motivo.
“Queria ficar sozinha com você”
“Tecnicamente a gente não ‘tá sozinho…”, ele sorriu, apontando com a cabeça um grupo de jovens da mesma idade que vocês cruzando o quarteirão do outro lado da rua.
“Só… Obrigada!”, você falou mais alto, segurando o rosto dele na sua direção e o obrigando a prestar atenção dessa vez.
“Pelo quê?”
“Por ter sido mais corajoso do que eu…”, seu olhar implorava para que ele não desviasse o dele e quando ele foi expressando um sorriso genuíno e um pouco cansado de tanta agitação, seus dedos se apertaram mais contra a pele dele. 
Chan colou a testa também suada na sua, segurou seu corpo mais forte, com medo de que se aquilo fosse um sonho, que ele se esvaísse e xingou baixo. Seus músculos se amoleceram com o jeito que a voz dele te atingiu, o timbre num tom contraditório, como se ele planejasse dizer outra coisa, mas nada que fosse dito naquele momento conseguisse capturar tudo que ele sentia ali. Levantou uma perna um pouco, a prendendo na dele por trás, o puxando para cima de você e esvaziou seu peito quando a sobrancelha dele fez um movimento diferente, estranhando sua atitude. 
“Chan…”, você usou a voz que usava sempre que pedia aquilo e ele já sabia exatamente o que você queria antes mesmo de escutar o seu pedido. Sabia também que pouquíssimas coisas no mundo o impediram de te dar, mas ali, por conta daquele lugar, ele precisava ter certeza.
Você chamou de novo, o tom mais baixo, grave e ele assentiu, entendendo perfeitamente. “Tem certeza?”
Seus dedos desceram o zíper da calça de couro e ele assistiu em silêncio. Chan adorava o jeito que seus olhos se escureciam, tomados de uma seriedade e uma concentração que você não tinha para nenhum outro campo da sua vida. Fazer amor era um tópico sério pra você, e ele frequentemente se perguntava se sempre foi assim, se foi assim com todos os outros antes dele e desejava secretamente que não.
Tocou seu rosto com as pontas dos dedos frios que fizeram você se arrepiar por um segundo e sorrir, ele sabia que você adorava a sensação. Enquanto esperava você se colocar de joelho, acariciou rapidamente o topo da sua cabeça e fechou os olhos, pesados pelo prazer de sentir sua boca por dentro, ao redor dele, quente, a língua circulando o membro com habilidade, sugando até a ponta com um lentidão canalha. Sabia que se te olhasse agora, a brincadeira acabaria rápido demais. Ele não tinha nenhum resquício de força e autocontrole pra não gozar se te visse agora e só a lembrança dos seus olhos impetuosos foi o bastante para precisar se apoiar na parede. Você segurou as coxas dele, achando que ele queria te foder até a garganta, mas mesmo que fosse exatamente o que ele precisava, segurou seu rosto e se retirou, encarando sua expressão perdida e os olhos marejados. Te colocou de pé e do mesmo jeito abriu seu short, os dedos afoitos por te sentir.
 “Eu te amo muito, tanto que nem consigo explicar”, a voz saiu apressada, cuspindo cada palavra, enquanto as duas bocas abertas se chocavam em um quase beijo, a sua pela sensação dele acarinhando com cuidado seu interior e a dele pela exacerbação e pelo choque de nunca se cansar de cada micro expressão de prazer que seu rosto fazia. Era perfeito, um alívio quase físico todas as vezes. “E eu não ‘tô dizendo isso porque você acabou de me chupar, juro…” 
Você riu, uma gargalhada tão genuína que nem você acreditou. “Eu sei que não… Eu também te amo, é não só porque você sempre me faz gozar tão forte que parece que eu vou morrer”, sua pequenas palhaçadas sempre o fazia rir em momentos como esse, em que ele te fodia com os dedos em um beco nojento e que, caso vocês fossem pegos, iriam juntos pra cadeia. Chan não poderia se importar menos, quando você atingia seu ápice e gemia o nome dele com tanta satisfação e visceralidade, os olhos bem abertos em direção a ele e os dele magnetizados ao seu, vocês diziam coisas um para o outro que ninguém jamais saberia e nenhuma língua no mundo conseguiria codificar. 
52 notes · View notes
x-z-x · 2 years
Text
ARENA Y METAL
→ Seth x Diosa!OC [Habibah]
✦ Sinopsis: Hathor genera su primer descendiente y Seth es el último en enterarse.
✦ Palabras: 5226
✦ Advertencias: Incesto / Smut + Asfixia erótica.
Tumblr media
—¿Qué le sucede a Hathor?
Los presentes voltearon ante la nueva voz, y algunos rostros mostraron desagrado al ver quién era el nuevo integrante de la habitación. Seth alzó una ceja por las reacciones, mientras Sekhmet sonreía ampliamente, dispuesta a dar respuestas.
—Al parecer, su hija está causando problemas —rió con malicia.
—¿Desde cuándo ella tiene descendientes? ¿Quién de ustedes fue? —preguntó, ligeramente agresivo por la confusión.
—Ninguno —suspiró Maat, cruzando los brazos—. Hace tiempo tuvo una aventura y...
Seth hizo un sonido que manifestaba su opinión sobre lo idiota que era por caer en embarazo, y luego los observó con desconfianza, preguntándose si esto había sido un secreto que habían guardado solo para él.
—¿Qué hizo para que Hathor corriera por los pasillos entre sollozos?
—Nació con la belleza propia de su madre. Le gusta bailar y viaja con un grupo a distintas ciudades para dar espectáculos, pero su rostro está llamando bastante la atención —explicó Bastet.
—¿En serio, el problema es que tiene muchos pretendientes? —burló con un bufido.
—Va más allá de eso; algunos son divinidades que están comenzando a pelear y a generar caos —dijo Maat, marcando la importancia del asunto—. Pedimos que Hathor pusiera orden y exigiera que su hija actuara acorde a su título de diosa, pero...
—¿Diosa? ¿Su hija ascendió? —preguntó con menos simpatía.
—Es la Diosa de las Piedras Preciosas y Metales. Todo lo que usamos fue confeccionado por ella —dijo Thoth, señalando el impresionante collar que lo adornaba.
Isis sonrió con burla, pero Seth desechó la situación como una pérdida de tiempo y abandonó el lugar, dirigiéndose a su templo. Al llegar, contrariamente a lo que había dicho, ordenó a sus sirvientes más leales que buscaran a la joven que cautivaba a todos. Sin embargo, la información llegó varios meses después y, para entonces, cualquier interés había desaparecido.
Aún así, Hathor no dudó en enfrentarlo cuando se enteró de que él sabía que su preciada hija vendría a la ciudad. Nerviosa y alterada, no ayudó en absoluto que el hombre evitara minimizarla.
—¡No te metas con mi bebé! ¡Me encargaré de los pretendientes, eliminaré cada rastro de afecto y nada sucederá! —gruñó, frunciendo el ceño.
—¿Ahora decides actuar? Batallas y conflictos se han originado por su culpa, y ese es mi territorio.
—¡Ella es la víctima, no la responsabilices! Si le haces algo…
—¿Qué? —Seth enarcó una ceja, sonriendo desafiante—. ¿Crees que puedes enfrentarte a mí?
Hathor se puso bordó y la pupila de sus violáceos ojos se volvieron verticales, el aura que la rodeaba siendo sumamente amenazante.
—Haré lo que sea necesario para acabar contigo si te metes con ella, no me importa si debo cambiar los sentimientos de cada ser viviente para que la protejan y vayan contra ti —aseguró, mientras chispas surgían de la punta de sus dedos. Luego dio la vuelta y salió del salón.
—¿Desde cuándo se atreve a hablarme así? —murmuró molesto, golpeando con las uñas el trono que ocupaba.
Eligiendo ir sin importar las circunstancias, indicó que prepararan ropa menos llamativa y que cubriera bien su cabello rojo para pasar desapercibido. Se envolvió en lino y partió al anochecer hacia la zona indicada, donde frunció el ceño al ver la gran cantidad de gente que ya ocupaba los lugares delanteros.
—Señor, venga por aquí —avisó una joven con fina joyería y amplia sonrisa.
—No me toques —gruñó al sentir que lo sostenía del brazo.
—Por favor, tengo instrucciones de la intérprete principal para llevarlo a la primera fila —explicó sin perder la gracia.
Seth entrecerró los ojos y avanzó, notando que varios mortales vestidos como ella organizaban a los espectadores. Mujeres y hombres lo observaron pasar, preguntándose quién era para evitar quedarse atrás. Al detenerse, lo colocaron en un área con almohadones a pocos metros del escenario desmontable.
Con la puesta del sol, las antorchas fueron encendidas y los músicos se acomodaron en sus bancos, comentando en voz baja entre sí. Pasó un tiempo antes de que el espectáculo comenzara y, al cabo de un rato, un hombre finalmente dio la bienvenida y anunció el inicio de la interpretación. Los primeros en salir fueron un grupo mixto que danzaba en parejas o pequeños conjuntos, antes de romper formación para interactuar con los presentes. Seth admiró la presentación, preguntándose dónde habían encontrado a tanta gente hermosa y talentosa, mientras el público reía y aplaudía al contagioso buen ánimo de los artistas.
Los minutos fluyeron en una actividad diferente para él, el acto final arribando y levantándose una tela que reveló varias siluetas femeninas que acapararon toda la atención. Un ritmo diferente empezó a sonar, y el paño fue soltado por los hombres que se sostenían en escaleras. Nueve mujeres mostraron sus espaldas, con una destacándose en la punta de la formación en V. Poco a poco giraron, y finalmente apareció el rostro de la chica que Seth había venido a conocer, su boca quedando entreabierta en asombro.
Con una sonrisa confiada y seductora, y labios rojos como rubíes, la diosa levantó los párpados y reveló irises de un púrpura oscuro, con largas pestañas heredadas de su madre. Caminó lentamente mientras las demás mujeres se dispersaban por el escenario. En sincronía, comenzaron su coreografía con una actitud increíble. Cristales y cuentas doradas se entrelazaban y volaban al girar, las decoraciones brillando tanto como ella, mientras quitaba el aliento de todos los presentes.
Los rojos ojos de Seth siguieron cada movimiento, admirando las curvas que se ondulaban con picardía y lo ignoraron hasta que decidió aproximarse a la zona privilegiada. Se agachó con aire depredador y avanzó al borde del tablón apoyándose en manos y rodillas. La gente gritaba emocionada mientras ella mantenía el contacto visual, en un punto levantándose y meneando despacio las caderas. Recorrió sus piernas, muslos, cintura y cuello en un espectáculo sumamente sensual, antes de dar media vuelta y llamar a uno de los hombres que danzaban cerca.
La euforia se desató ante lo que podría suceder, con Seth apretando los dientes y observando casi sin pestañear mientras ella colocaba ambas manos en los hombros del masculino y comenzaba a rozarlo. Él la sostuvo y la hizo girar, reconociendo sus intenciones, y acarició el expuesto vientre, manteniendo una mirada desafiante hacia el dios. En ese punto, gracias al calor de las grandes antorchas y el baile, ella brillaba en leve sudor y poseía las mejillas sonrosadas como bellos granates.
—Te esperaré —indicó, la voz perdiéndose entre la música y el bullicio.
Seth entendió lo dicho por el movimiento de labios y observó cómo tiraba una pulsera a sus pies. Algunos intentaron estirarse para recogerla, pero él la cubrió con una mano y los miró con tal severidad que retrocedieron.
Una vez que el evento terminó decidió esperar alguna señal, de golpe el accesorio comenzando a calentarse y enseñar cierta fuerza que lo impulsaba a seguir una dirección. Se dejó guiar a través de un par de calles concurridas hasta doblar en un callejón, donde la mujer lo esperaba apoyada contra una pared, mirándose las uñas.
—Supe de tu existencia hace poco, a diferencia del resto —explicó con cierta recriminación.
—Es entendible. Según me dijeron, tu ánimo es bastante volátil y agresivo —dijo, encogiendo los hombros como si no le importara demasiado—. ¿A qué se debe tu visita? —inclinó la cabeza, acortando la distancia, pero pronto se vio incapacitada al arena envolver sus piernas.
—Como Dios de la Guerra y el Desierto, he venido a encargarme de los problemas que generas con tus conquistas.
Ella desvió la mirada y rodó los ojos en silencio, lo que llevó a Seth a emitir un sonido de advertencia que la instó a hablar.
—¿Tienes algún lugar más privado?
Seth consideró la pregunta entrecerrando los ojos, antes de tomarla del brazo y desaparecer en un torbellino.
—Esto es… —dudó al ver lo que la rodeaba.
—Mi templo —terminó la frase mientras se despojaba del lino innecesario, el colorado cabello quedando libre y adornándole los hombros.
—Wow —exclamó tocando suavemente un mechón—. Podría crear tantas cosas para realzar este color, es tan bello…
Seth la tomó alto por la muñeca en señal de advertencia, permitiendo que ella sonriera y le lamiera la mano sin desviar la mirada.
—Cuidado o te cortaré la lengua.
Bufando, se liberó del agarre y le dio la espalda, avanzando con elegancia hacia las enormes escaleras que llevaban a la edificación principal. Las joyas y hilos de gemas que colgaban de ella resonaban armónicamente en cada paso, brillando intensamente al acercarse a las antorchas.
—Es enorme, no me importaría pasar algunas semanas aquí —rió traviesa rozando una de las paredes.
Seth la seguía a una distancia prudente, sus pupilas distinguiendo cada movimiento y admirando todo lo que era. Desde que la vio por primera vez, una necesidad de origen desconocido crecía sin frenos en él, y ciertamente resultaba frustrante.
—¿Acaso ofrecí que te quedaras?
—¿No quieres? Soy buena compañía —volteó, retrocediendo de espaldas—. ¿Por qué crees que quienes me conocen pelean por tenerme? —guiñó un ojo.
—Sexo.
—Si fuera solo eso, ¿por qué no se olvidan de mí cuando me voy? ¿Qué los hace apegarse tanto? —aminoró la velocidad para quedar cerca—. Hoy mismo lo has visto, el público se excita al verme… Incluso tú.
Seth apretó los dientes en descontento, y ella sacó la lengua en burla.
—¿Tienes el permiso de tu madre para relacionarte con dioses?
—Hace siglos que no necesito su aprobación —rió—. Hoy le dije que intentaría evitar causar caos. Quién sabe, tal vez acercarme al Dios de la Guerra sea la solución.
—Serás más un dolor que placer.
La frase hizo que ella carcajeara antes de fingir una profunda reflexión.
—¿Tienes músicos? Tal vez un baile privado te cambie de opinión.
—Primero debemos resolver ciertas cuestiones —dijo indiferente, pero ella sabía bien que con un empujón caería—. ¿Cuál es tu nombre?
—Te lo diré dependiendo de lo que decidas luego de mi danza.
Él apretó la mandíbula, detestando la ligereza con la que hablaba y el brillo malicioso en sus ojos. La sonrisa permanente le ponía los nervios de punta, haciéndola lucir como si estuviera en control de la situación.
—¿Por qué vives como nómada haciendo espectáculos?
—Mortales o inmortales, cada ser nace con una familia a la que puede apreciar, o no. Mi madre es una de las mejores cosas que me han sucedido y siempre estará en mi corazón, pero el resto realmente no importa mucho. Conocí a personas con intereses compartidos, con quienes disfruto pasar los días. Confían en mí y yo confío en ellos, así que los escogí —explicó, un nuevo aire rodeándola—. No abandonaré esa caravana, no cuando todos los que aprecio tienen fecha de caducidad.
—Tienes sentimientos poco propios de una divinidad.
—¿Qué es un dios sin humanidad? Si no entiendes a la gente que debes proteger, representar y servir, ¿cómo puedes ser un soberano empático y respetable? —preguntó con pura seriedad en los ojos—. Sé que nunca reinaré Egipto, pero eso no me hace indiferente a quienes me rezan.
—Por cómo hablas, no me quedan dudas de que eres cercana a Osiris e Isis.
—Bien pensado, ambos participaron mucho en mi crianza —respondió, cruzando los brazos y poniendo peso en una cadera.
—Como sea —imitó su postura, observándola de arriba a abajo—. ¿Eres incapaz de ordenar a tus amantes que dejen de pelear por ti?
—La mayoría ni siquiera ha podido tocarme un pelo; solo luchan por el mero deseo de hacerlo. He intervenido, pero quien realmente debería ponerse a trabajar aquí es Nephthys y fomentar la paz.
—No cuestiono eso. Deberían haber recurrido a ella desde el principio.
—Es tu hermana. Si no actúa, podrías pedírselo.
—¿Quién crees que soy, un mensajero? —enarcó una ceja.
—Vaya —suspiró, inclinando la cabeza—. ¿Entonces qué, nos acostamos y dejamos que el rumor corra para asustar a los dioses?
—Realmente eres insistente. ¿Tanto me deseas? —chasqueó la lengua, sonriendo socarrón.
La pregunta arrancó un ruido seco de la chica, quien se acercó.
—No voy a negar que eres sumamente atractivo, pero desde antes de que asistieras al espectáculo sabía que esta noche tenías ganas de pasarla bien. Si no me acompañas, iré a buscar a alguien más que me complazca.
Seth inspiró y le sostuvo la mirada, su corazón acelerándose y debiendo contenerse de desviar la vista por como parecía acercarlo al abismo.
—Creo que ofreciste bailar para cambiar mi opinión, ¿o no?
—Al fin pasamos a lo importante —dijo complacida, retrocediendo un poco—. Guíame hacia tus músicos.
Inmediatamente tomó la delantera y le hizo esperar mientras ingresaba a una habitación. Desde el exterior, ella escuchó cómo hombres y mujeres lo saludaban apresurados, acatando sus órdenes y generando algunas notas accidentales mientras se movían. Una considerable fila de personas salió y la miró, ella sonriendo y disfrutando al ver cómo varios dejaban caer la mandíbula en sorpresa.
—¿Con qué se distraen? —preguntó Seth desde el fondo, su voz haciendo que todos abandonaran la estupefacción y aceleraran el paso.
—Si decides no tener sexo conmigo, me alegra saber que no tendré que buscar lejos.
Él le lanzó una mirada de reojo, apretó los dientes y luego sacudió el cabello hacia atrás.
—Vamos.
Caminaron con calma, y Seth entró primero en una enorme habitación donde un inmenso colchón reposaba casi a nivel del suelo. Postes con enormes cortinas estaban dispuestos para cubrir la cama del exterior, mientras cuatro sirvientas encendían incienso y preparaban alcohol.
—Suelten las telas laterales.
Otro pequeño grupo se apresuró a cumplir, liberando los nudos y dejando solo un sector descubierto.
—Interesante —comentó la diosa, dando algunos pasos por el ambiente.
Los músicos llevaron sus instrumentos y se acomodaron en lugares donde los gruesos paños los cubrieran, dejando claro la intención de solo observar a la invitada.
—Prepárate como desees —dijo Seth, haciendo un gesto indiferente antes de dirigirse a la cama y recostarse contra una gran montaña de almohadas.
Dos mujeres se acercaron con copas doradas llenas de vino, que ambos aceptaron antes de que el dueño del templo ordenara que se retiraran.
Mientras bebía con calma, la femenina se acercó a los músicos para discutir que deseaba. Ellos siguieron cada indicación e intercambiaron opiniones hasta llegar a un acuerdo. Satisfecha con el resultado, se colocó a varios metros del lecho, justo frente a la sección abierta.
—¿Listo? —preguntó.
—¿Tú lo estás? —respondió ella, enarcando una ceja mientras el incienso comenzaba a llenar el ambiente.
Guiñando un ojo, vació su copa de un solo trago y la levantó en el aire. Al recibir la señal, los artistas comenzaron a tocar mientras ella le daba la espalda, manteniendo el brazo extendido sobre su cabeza.
Meciendo despacio las caderas, el oro que sostenía empezó a derretirse y cambiar de forma. Chorreó por su brazo, formando primero una pequeña cabeza y luego un alargado cuerpo, la serpiente recién nacida enrollándose y descendiendo hasta posarse en su cuello. Con ambas manos sobre esta sensible zona, giró lentamente y sonrió con los ojos cerrados, dejándose llevar por el sonido. Acarició las clavículas y los hombros antes de extender los brazos, mientras el ficticio animal se movía por su pecho y la rodeaba. De repente, un trozo de lino cayó, revelando un seno.
Como si nada hubiera sucedido, continuó con su danza, el metal acariciando y abrazando cada parte de su cuerpo en el descenso. Sus decoradas muñecas y dedos rozaban la piel y creaban movimientos perfectos en el aire, fascinando a los presentes, quienes contuvieron el aliento cuando la serpiente llegó a la prenda que cubría su mayor intimidad.
Sin importarle nada, ella giró y colocó ambas manos en la zona posterior de sus piernas, levantando cuidadosamente un poco del paño. El reptil ató una de sus palmas al muslo para evitar que la retirara, aprovechando la oportunidad para deslizarse bajo la falda.
Un murmullo se escuchó desde el lado izquierdo y la femenina volvió la vista sobre el hombro para observar cómo Seth no despegaba la mirada, aunque una de sus cejas se contrajo involuntariamente al comentario que ella no llegó a descifrar. Con una sonrisa, lanzó la cabeza hacia atrás y s dobló el cuerpo hasta el punto de casi poder verlo, sus dedos libres acariciando desde el vientre hasta el seno expuesto, apretándolo con deleite.
La cola del animal la liberó de a poco y ella giró para mostrar como ésta emergía por el frente y empezaba a subir, así arrastrando la tela hasta el borde de revelar su entrepierna. De todos modos, no daría tal panorama e hizo que ligeramente cambiara de dirección y fuera de una forma donde no enseñara de más. Rotó sobre un pie, preparándose para el inminente golpe de tambor, y en ese instante cayó de rodillas con las manos extendidas y todo el cabello desparramado hacia adelante.
Lentamente fue irguiéndose y los músicos apreciaron los movimientos para acomodar el ritmo, al sentarse separando las piernas y acomodándose entre ellas. Conectó miradas y sintió cómo el rojo de los iris contrarios ardía, lo que le provocó una sonrisa antes de volver el rostro para observar a una de las mujeres que previamente había llamado su atención. Era bonita y toda una tentación si Seth decidía dejarla ir, y en menos de un segundo pensó en qué decirle para seducirla, hasta que la voz del dios resonó.
Todos salieron del trance y detuvieron sus acciones, los músicos apresurándose a recoger los instrumentos y abandonar la habitación. En unos minutos, quedaron a solas, y la mujer se acercó al pie de la cama, inclinando la cabeza con curiosidad.
—¿No te gustó la presentación?
Seth respiró hondo y bebió hasta la última gota de vino, descartando la copa fuera de la cama con un fuerte sonido. Se acomodó mejor y movió el dedo índice en un gesto que indicaba que se acercara. Ella sonrió y dio unos pasos en la cama antes de ponerse en cuatro, gateando hacia él hasta quedar encima. La serpiente, erguida con curiosidad, avanzó sobre el cuerpo del pelirrojo mientras ellos se observaban.
—Fue irrespetuoso que observaras a otra persona cuando debías convencerme a mí.
—¿Por eso cortaste el baile? Solo analizaba la mejor opción si decidías pasar de tal increíble oportunidad —justificó antes de acercarse más, dejando sus rostros a pocos centímetros—. ¿Cuál es tu respuesta?
Manteniendo silencio unos momentos, colocó la mano derecha en su cabeza para cerrar la distancia. Sus labios se encontraron y se enredaron rápidamente, los del masculino sintiéndose increíblemente suaves mezclados con el aroma del vino que habían bebido.
—Cuando decidiste conocerme, ¿habías planeado esto? —preguntó al separarse, él acariciándole la parte baja de la espalda.
—Eres la primera descendiente de Hathor y ella te había ocultado celosamente de mí. Solo fue curiosidad —respondió—. ¿Y tú? ¿Por qué me diste la pulsera?
—¿No es obvio? Me atrajiste desde el momento en que te vi. Definitivamente quería que compartiéramos la cama.
Seth esbozó una pequeña sonrisa de costado y le pasó el cabello hacia atrás, las líneas de gemas entrelazadas brillando en su mano mientras lo recogía.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó, deslumbrado aún más por su increíble aspecto desde cerca.
Ella sonrió e inclinó la cabeza hacia una de las cortinas, como si estuviera decidiendo si debía revelar la información. Finalmente, se volvió y besó la palma que reposaba en su mejilla.
—Habibah, que significa “aquella que es amada” —confesó, con una mirada que denotaba complicidad.
—Tu madre realmente sabía lo que hacía, porque es lo que todos parecen sentir al conocerte.
—¿Incluso el Dios de la Guerra y el Desierto?
—No soy como los demás. ¿Crees que podrás hacer lo mismo conmigo? —dijo con un toque de desafío, pero sonando más como una invitación a continuar lo que habían comenzado.
Aceptando el reto y todo lo que implicada, lo besó introduciendo la lengua y Seth tensó el agarre para enseguida tomarla de la cintura. Acarició la caliente piel y luego empujó hacia abajo, de esa forma ambas entrepiernas encontrándose y ella logrando sentir la erección. Con ninguna duda empezó a mover las caderas y el masculino soltó un pequeño suspiro complacido, sus dedos aventurándose a sostenerla del trasero.
Habibah pasó una mano entre los mechones rojos y descendió lentamente, recorriendo el pecho hasta centrarse en uno de los pezones. Seth apretó los dientes, deshizo el prendedor de la tela superior, y comenzó a acariciar lo que estaba a su alcance, ordenando que ella se acostara.
Sin cuestionar, movió algunas almohadas y se recostó contra el mullido colchón, observando cómo la serpiente se enrollaba en el brazo del hombre como un perfecto y hermoso accesorio. Él apenas tomó conciencia del oro y se enfocó en devolver las atenciones, Habibah cerrando e inspirando profundo cuando arribó a sus senos con los labios. Le acarició hombros y espalda, apenas arañando mientras lo sentía arder como el desierto bajo el sol y se concentraba en consumir cada cosa que tocaba.
El incienso comenzaba a hacer efecto, aligerando sus mentes y abriendo paso a un deseo intenso que los impulsaba a sostenerse con urgencia. Ambas caderas se buscaban frenéticamente hasta que jadeaban contra el otro en besos entrecortados, con piernas y brazos entrelazados en una conexión sin principio ni fin. Ambas caderas se buscaban frenéticamente hasta el punto de que jadeaban contra el otro en besos rotos, piernas y brazos entrelazándose en una conexión sin inicio o fin.
Habibah filtró una mano entre ambos y buscó con gran necesidad la erección, a la cual atendió con hábiles movimientos hasta que levantó la tela que tapaba su intimidad. Seth puso distancia y se apoyó en las rodillas deshaciendo la escasa vestidura y dejándola a un lado antes de encargarse de ella. Completamente desnudos y adornados solo con joyas, la femenina se acomodó mientras él la tomaba de las piernas y la arrastraba sobre sus muslos. El movimiento arrancó una pequeño sonido sorprendido de Habibah y él le miró expectante en el proceso de acariciarle la cara exterior de las piernas.
—Hazlo —animó ella, rozándole el estómago con una mano.
Seth apretó el agarre, dejando marcas momentáneas antes de soltarla y tomar su erección. Con un solo movimiento, introdujo la cabeza y luego empujó a buen ritmo hasta el fondo. Ambos gimieron, y la femenina inclinó la cabeza hacia atrás con una gran sonrisa, su espalda despegándose del colchón mientras tiraba de las sábanas.
—Sí que estás húmeda —gruñó, con los pómulos enrojecidos por la satisfacción.
—L-Lo dices como si fuera algo extraño. ¿Acaso las mujeres no se excitan contigo?
Ella tembló de emoción y placer cuando una mirada roja y afilada emergió entre los cabellos ardientes. La sensación de intenso cosquilleo la hizo reír divertida, hasta que casi gritó cuando él comenzó a embestir con fuerza. Quedó sin aliento y trató de recomponerse entre sonidos de puro impacto, el calor y el placer expandiéndose como olas desde el centro a cada rincón de su cuerpo.
—No deberías competir con el Dios de la Guerra —dijo, mostrando una expresión orgullosa.
—No me importa perder —respondió sinceramente, aunque sabía que eso solo avivaría más la llama.
Seth entrecerró los ojos y pronto recuperó la compostura, con falsa calma colocando ambas manos en el colchón mientras ella rodeaba sus caderas con las piernas. Ondeó las caderas sintiendo el falo pesar y el masculino reanudó el movimiento con gran potencia después de un siseo. Habibah lo atrajo hacia ella desde la nuca para besarlo, temblando al sentir cómo la lengua ingresaba y tomaba el control. Las embestidas eran constantes, con una resistencia propia de una persona que batalló incontables veces para defender Egipto.
Con ojos llorosos, admiró al hombre que se movía sobre ella y le apartó los mechones con ganas de verlo mejor, en ese instante notando los aros que se movían violentos al compás de su dueño.
—Te haré unos más lindos —dijo, rozando la fina y rectangular placa de oro.
—¿Cómo puedes pensar en eso en medio del sexo?
—Tal vez deberías esforzarte —presionó, notando cómo el ambiente cambiaba en un parpadeo.
La habitación cayó en silencio, y la piel de Habibah se erizó al darse cuenta de que había cometido un error.
—Date la vuelta —ordenó mientras salía de ella, aunque no esperó a que se moviera y la agarró del brazo empezando a acomodarla.
Cualquier duda desapareció cuando perdió nuevamente la capacidad de respirar, al sentir a Seth penetrándola de golpe y sosteniéndola del cuello con una fuerza considerable. Quedó como pez fuera del agua e intentó agarrarle la muñeca, pero la arena hizo que dejara las manos pegadas a la cama.
—Tal actitud con alguien que ha nacido mucho antes que tú es muy inadecuado —gruñó, con sus abdominales tensos y cambiando gradualmente el ángulo para rozar el punto que la volvería loca—. Hablar menos y aprender te haría mucho bien.
Involuntariamente, los ojos de Habibah se pusieron en blanco cuando él encontró el área más sensible, las piernas queriendo ceder pero sin poder hacerlo gracias a la fuerza con la que la sostenía.
—Se… th… —llamó, al tiempo que sus músculos se sacudían de una forma que nunca antes había experimentado.
—¿Hm? —preguntó, dejando de cortar la circulación de sangre.
Un poco de conciencia regresó a la femenina e intentó pedir un respiro por como estaba reaccionando a las perfectas administraciones. Sin embargo, Seth intensificó su empeño, impidiendo que pudiera hablar.
Maldiciendo internamente, dejó caer la cabeza mientras humedad escurría por los muslos, manchando ligeramente las sábanas. Seth la sostuvo de las caderas para mayor estabilidad, y le enrolló arena en el cuello, la picazón intensificando el efecto del placer y la estrangulación. Cualquier grito y gemido quedó ahogado o salió cortado, algunos jadeos logrando abandonarla mientras él respiraba pesado y ocasionalmente gruñía en profunda satisfacción.
Luchando por tragar y adorando el desafío, Habibah se concentró brevemente y puso en movimiento a la serpiente. Las caderas del dios perdieron ritmo, y ella miró sobre su hombro cómo la dorada criatura se mantenía firme alrededor de la garganta del pelirrojo.
—D-Dos… —trató de decir, y a propósito él aflojó las grava—. Dos pueden jugar… este juego —sonrió orgullosa, aunque pronto rodó los ojos y se apoyó en ambos codos.
Él respiró con dificultad, el metal sin ceder ni un poco y aumentando sus propias sensaciones.
—Sabía que serías un dolor si t-te traía al templo —gruñó con el ceño fruncido.
Habibah intentó reír, pero un sonido extraño escapó mientras veía cómo el orgasmo comenzaba a formarse.
—Pero tam… también te doy... placer —defendió, sintiendo los pulmones arder y forzando el oro para que sufriera lo mismo que ella.
Una queja desesperada y frustrada emergió del hombre, quien notó cómo la constricción enviaba ondas eléctricas a su erección. Apretó la mandíbula y echó la cabeza hacia atrás, con nueva urgencia arremetiendo contra ella para provocar el éxtasis que empezaba a asomar como una explosión.
Ambos parecían haber perdido el control de sus conciencias y cuerpos mientras se movían, abrumados por la necesidad de liberarse del placer que los consumía. Estaban al borde del desmayo, permitiendo breves momentos de calma en los cuellos antes de regresar rápidamente a la privación.
Los espasmos de Habibah se intensificaron, alcanzando un clímax que abrió un nuevo mundo de goce. Las piernas temblaban incontrolables, emitiendo sonidos lascivos mientras la humedad aumentaba considerablemente con la liberación. El exceso era tal que Seth no pudo soportar la presión de esas paredes, y el estímulo lo llevó al límite, culminando dentro de ella. Tembló y gimió en voz alta, dando las últimas estocadas con cierta dificultad hasta que la estimulación se volvió abrumadora y se detuvo.
Tanto el metal como la arena se aflojaron y los dos respiraron acelerado y pesado, con parpados bajos dejándose caer en el colchón y apreciando la comodidad. Habibah, boca abajo, giró lentamente para mirar al hombre, que tenía un brazo cruzado sobre la frente mientras se estabilizaba. Él lucía igual o incluso más hermoso que antes, con un perfil envidiable y un color de ojos y cabello que amaría destacar con varias creaciones.
—Eso estuvo bien —suspiró la joven mientras levantaba los brazos y se estiraba.
Seth le observó y sin saberlo hizo lo mismo que ella, en silencio admirando la belleza que con un solo vistazo logró capturarlo. Conversaron un poco y decidieron que esa sería la única ronda, aunque sus bocas no se salvaron de enredarse con algunos roces extras hasta que se rindieron al sueño.
Cuando el sol estaba en lo alto, el dios entreabrió los ojos y somnoliento tardó unos minutos en tomar conciencia de su entorno. Las esencias florales llenaban el aire, y ninguna era familiar, así que miró a su alrededor notando la ausencia de Habibah. Frunció el ceño y se sentó, dispuesto a levantarse para averiguar si ella se había ido, pero entonces escuchó un ruido en la habitación y, con cautela, corrió las cortinas.
De espaldas a la ventana, la diosa se miraba en el espejo mientras aplicaba un tipo de aceite a su rostro. El cabello lo tenía mojado y tirado hacia atrás, el sol que entraba y la iluminaba dándole de lleno para exitosamente eliminar la humedad con rapidez. Se hallaba visiblemente concentrada y no tomó conciencia de que Seth despertó hasta que sus descalzos pies hicieron leve ruido en el suelo.
—Buenos días —sonrió Habibah mientras se aplicaba perfume.
—Veo que encontraste los baños.
—Sí, después del espectáculo y nuestro enredo, necesitaba asearme.
—Aún tengo la pulsera que me lanzaste.
—Es tuya —dijo, mirando el objeto—. Con ella, si algún día estás aburrido y me extrañas, podrás encontrarme donde sea que esté y repetir lo de anoche —guiñó un ojo con aire pícaro.
Seth chasqueó la lengua y observó el accesorio, sintiendo cómo se le retorcía el estómago. Las piedras brillaban tanto como ella al sol.
—Lo tendré en cuenta.
—Aún así, deberás estar preparado para cuando mi madre te vea usando algo mío —advirtió, estirando el cuello para observar las marcas que él había dejado.
—No podrá hacer mucho —restó importancia, colocando una mano en su cadera—. ¿Te irás a la caravana?
—Sí, debo avisar que estoy bien y lista para la presentación de esta noche.
—¿Cuánto tiempo permanecerán en la ciudad?
—Hasta la próxima luna llena.
Guardaron silencio por un momento, y Seth cruzó los brazos, mirando hacia la ventana y el claro cielo.
—Quédate.
—¿Cómo? —Habibah alzó ambas cejas, admirando su cincelado rostro.
—Durante la noche, no duermas en la caravana. Ven aquí.
—¿Todos los días? —preguntó, sorprendida.
Seth asintió, y ella pestañeó consternada antes de asentir rápidamente.
—Me encantaría, gracias.
—Iré a bañarme. Haz lo que desees en el templo.
—¿Los problemas están incluidos? —inquirió con malicia, y él inclinó la cabeza.
—No.
—Pero…
—En caso contrario, te castigaré.
—De alguna forma, eso suena muy prometedor. Tal vez deberías darme una lección —rió, divertida y seductora.
—Recién me levanto —dijo entre un bostezo, con el rezago de la noche anterior aún presente—. Nos vemos después.
—Por supuesto, te despediré antes de irme.
Mientras veía su espalda, Habibah abandonó cualquier fachada y sonrió con astucia, sabiendo que el hombre estaba cayendo por ella. No era diferente a cualquier otro humano o divinidad, pero sin duda Seth era el que realmente deseaba y al que le daría todo si se rendía a sus pies.
167 notes · View notes
star-elysiam · 5 months
Note
star já sabe qual vai ser teu próximo hc? precisamos ser alimentadas 🥺
anonzin, sigo na missão do one shot com smut do simon (que daqui a pouco vira um livro, de tanto que tô escrevendo)
quero liberar logo esse pq tá quase criando teia de aranha aqui, de tanto tempo nos meus rascunhos
aí de hc comecei um de coisas engraçadas/estranhas que a reader possa fazer
comecei tbm o one shot com o enzo inspirado em versace on the floor
e tem outros na fila e algumas coisas salvas aqui, que devo aprimorar antes de liberar pq tenho toque e pq tô naquela fase do mês que bate o bloqueio e minha fonte de inspiração seca
Aproveitando, fica um aviso☝️
Para quem pediu alguma coisa e não teve a ask respondida, não ignorei vocês não. Ok? Só estou deixando elas guardadinhas para lembrar dos pedidos que tenho para fazer. E obrigada pela paciência de vocês, nenas 🥹💕
3 notes · View notes
kwnojaehyo · 11 months
Text
Tumblr media
olha quem vem lá! não é o main vocal e dancer do 𝐅𝐎𝐑𝐓𝐔𝐍𝐄, 𝐇𝐈𝐃 / 𝐊𝐖𝐎𝐍 𝐉𝐀𝐄𝐇𝐘𝐎? dizem que se parece com 𝐉𝐔𝐍𝐆 𝐉𝐀𝐄𝐇𝐘𝐔𝐍, mas eu discordo, ele é muito mais bonito. quem diria que ele continuaria extrovertido e empenhado aos 𝐕𝐈𝐍𝐓𝐄 𝐄 𝐒𝐄𝐈𝐒 anos. fighting, sunbae!
𝐍𝐀𝐕𝐄𝐆𝐀𝐂̧𝐀̃𝐎: ficha, headcanons, inspirações, carreira.
Tumblr media
𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍𝐀𝐒 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐑𝐕𝐀𝐂̧𝐎̃𝐄𝐒 𝐎𝐎𝐂:
não tenho disponibilidade todos os dias, mas gosto de usar a fila pra postar interações. ou seja, posso estar na dash e não estar no chat, então, por favor, não leve para o pessoal caso eu não te responda quando estiver "online".
não escrevo smut, porém qualquer outro tipo de plot será bem-vindo. me chama no chat e vamos combinar detalhes!
3 notes · View notes
chiosubin · 11 months
Text
Tumblr media
olha quem vem lá! não é a main rapper, lead dancer, sub vocal e líder do 𝐅𝟒𝐓𝐄, 𝐂𝐇𝐎𝐈 𝐒𝐔𝐁𝐈𝐍? dizem que se parece com 𝐁𝐀𝐄 𝐒𝐔𝐙𝐘, mas eu discordo, ela é muito mais bonita. quem diria que ela continuaria multitalentosa e carismática aos 𝐕𝐈𝐍𝐓𝐄 𝐄 𝐍𝐎𝐕𝐄 anos. fighting, sunbae!
𝐍𝐀𝐕𝐄𝐆𝐀𝐂̧𝐀̃𝐎: ficha, headcanons, inspirações, carreira.
Tumblr media
𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍𝐀𝐒 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐑𝐕𝐀𝐂̧𝐎̃𝐄𝐒 𝐎𝐎𝐂:
não tenho disponibilidade todos os dias, mas gosto de usar a fila pra postar interações. ou seja, posso estar na dash e não estar no chat, então, por favor, não leve para o pessoal caso eu não te responda quando estiver "online".
não escrevo smut, porém qualquer outro tipo de plot será bem-vindo. me chama no chat e vamos combinar detalhes!
3 notes · View notes
melancomine · 2 years
Text
Tumblr media
SEX ON FIRE | eddie munson x lettrice
trama: la tua vita è fatta di concerti, sei sempre sotto al palco e sai come farti notare. eddie munson, la persona che più ti ha dato il tormento al liceo, responsabile di tutti i tuoi sogni bagnati, è il frontman della band che suona stasera. è la tua occasione.
pairing: eddie munson x lettrice
word count: 7,9k
avvertenze: smut esplicito, gelosia, preliminari (m/f), sesso protetto, dirty talking, un po' di fluff alla fine, gli eventi di st4 non sono mai accaduti, 1987
masterlist | wattpad
sex on fire
”È questo il posto?” Chiede Steve Harrington quando scendete entrambi dalla sua BMW del ’77 color Borgogna. Siete amici da quando ne hai memoria e ti ha sempre accompagnata in mille avventure. Questa sera avete trovato un locale che ospita una band di cui hai sentito parlare spesso, i Corroded Coffin, ma che non hai mai avuto l’occasione di ascoltare.
Ami andare ai concerti. Ti senti viva, l’energia e la forza che provi sotto al palco non le troverai mai da nessun altra parte. Non importa quale sia il genere che stai ascoltando, almeno una volta a settimana hai bisogno di un concerto. Una droga a tutti gli effetti. Per fortuna Steve ti capisce e ti appoggia.
”Sembra proprio di sì.” Rispondi con un sorriso. Sei emozionata perché sai che una bellissima serata ti sta aspettando dietro quella porta. L’insegna al neon raffigurante il nome del locale, The Hideout, illumina le vostre persone di uno sgargiante verde fluorescente mentre vi avvicinate all’ingresso.
L’ambiente non è tanto grande. Una volta entrati, il bar si presenta alla vostra sinistra e dalla parte opposta, appena dopo la pista da ballo, il palco, alto appena sessanta centimetri, permettendo alle band di suonare in un luogo più intimo. Le pareti sono tappezzate di poster di gruppi e cantanti famosi come i The Clash, gli Eagles e Bruce Springsteen. Le luci sono spente e le uniche illuminazioni sono altre insegne al neon e i riflettori puntati sul palco, a decorarlo gli strumenti dei componenti dei Corroded Coffin, pronti ed esitanti di essere suonati.
Sono le dieci e il concerto non inizierà prima di mezz’ora, tu e Steve decidete di prendere qualcosa da bere per sciogliere la tensione. Le persone presenti sembrano avere avuto la stessa idea, infatti si trovano sparse per il locale con un bicchiere in mano a ballare sulla musica degli U2 trasmessa in questo momento. Alcuni già ubriachi, altri persi completamente nella melodia delle canzoni. Delle ragazze si sono già appostate in prima fila, sono ammiratrici dei Corroded Coffin e le riconosci dalle t-shirt che indossano con il loro logo, lo stesso stampato sulla grancassa della batteria. 
Sei in fila per ordinare da bere, quando una chioma riccia e scura ti sorpassa. Sei un po’ perplessa e sei pronta ad arrabbiarti con chiunque ti abbia rubato il posto. Picchietti con un dito la spalla del ragazzo ed egli si gira, facendoti rimanere a bocca aperta.
”Eddie?” Lo stronzo che ha provato a sorpassarti lo conosci bene, anzi benissimo. Non sai come hai fatto a non riconoscere subito quel mullet e quelle spalle alte e possenti. Improvvisamente non sei più arrabbiata e dei flash del liceo ti annebbiano la vista. Eddie lo svitato Munson era due anni più indietro di te al liceo a causa del suo comportamento da classico ribelle e i voti troppo bassi. La sua brutta reputazione e la sua personalità estroversa erano i motivi per cui a scuola si parlava in continuazione di lui e della sua setta satanica. Sapevi che erano tutte voci false, in quanto l’Hellfire Club era solo un gruppo di ragazzini, denigrati come lui, che si ritrovava per giocare a Dungeons and Dragons. Lo hai sempre ammirato ma non hai mai avuto il coraggio di parlarci, soprattutto non dopo il primo di una lunga serie di sogni bagnati che hai avuto su di lui. Immaginavi quelle lunghe dita da metallaro in mezzo alle tue gambe e ti chiedevi che sensazione avrebbero provocato i suoi anelli contro la tua pelle. Hai la bocca leggermente aperta e hai iniziato a salivare. Istintivamente stringi le cosce perché quel pensiero lo stai avendo anche adesso che ce l’hai davanti.
Eddie ti rivolge un sorrisetto che contrasta il suo sguardo confuso, ma solo per un momento, perché la memoria sembra essergli tornata. ”Hey! Andavi alla Hawkins High, giusto?”
È passato un anno da quando hai finito la scuola e quindi da quando hai visto Eddie per l’ultima volta ma non è affatto cambiato. Indossa ancora quella catenina al collo con un plettro e soprattutto alle mani ha ancora gli stessi anelli che ti hanno fatto sognare. La maglietta dei Pink Floyd a cui ha strappato le maniche è infilata nei jeans neri strappati alle ginocchia con cui eri abituata a vederlo e mostrano con orgoglio i tatuaggi sulle braccia. Dei grossi anfibi ai piedi e una camicia di flanella rossa legata alla vita. Attorno al bicipite è stretta una bandana con dei teschi disegnati e ricordi che anche quella faceva parte di ogni suo outfit, in qualche modo. 
Annuisci e ricambi il sorriso. Fuori sembri sicura di te ma dentro hai tutti gli organi in subbuglio, le farfalle nella pancia non ti stanno dando pace e cerchi di placarle stringendo i pugni. ”Sì, esatto! mi chiamo Y/N.” Il suo buon umore si riflette su di te.
”Certo, mi ricordo. Una volta hai fatto una foto a me e al mio club. È ancora appesa sopra la mia scrivania.” Credevi che Eddie non fosse neanche al corrente della tua esistenza ma ora il pensiero che non solo si ricorda di te, ma che persino ti pensa ogni volta che vede quello scatto, ti fa serrare la mandibola per trattenere un saltello di gioia. ”Finalmente la fotografa misteriosa ha un nome.” Ridacchia. Facevi parte del giornale della scuola ed eri incaricata alle fotografie. Quel giorno è impresso nella tua memoria indelebilmente. Stavi ritraendo le cheerleader per un nuovo articolo e l’Hellfire Club era presente nella stessa palestra. L’idea di Eddie era prenderle in giro e scherzare mettendosi in posa proprio come loro, la cosa ti ha fatto talmente ridere che hai dovuto immortalare il momento per forza. Sei corsa via ancor prima che potessero rivolgerti parola. Avevi sviluppato la foto e data a Nancy Wheeler e in qualche modo era arrivata a Eddie. ”Posso offrirti da bere?”
Ci troviamo in un altro tuo sogno erotico o Eddie Munson ti ha chiesto davvero se vuoi bere qualcosa con lui?
”Volentieri.” Ammicchi.
È il vostro turno al bar, Eddie si appoggia con le mani al bancone e si avvicina al barista per farsi sentire meglio a causa della musica alta. ”Due birre, grazie.” 
Con le vostre bevande, vi allontanate di qualche passo. Siete di fianco allo stand del merchandising dei Corroded Coffin e ne approfitti per mandare avanti la conversazione. ”La conosci la band di stasera?”
Eddie trattiene una furba risata, ”Sì, se la cavano.”
”È strano che con un nome così non siano famosi.”
”Certamente chi l’ha inventato deve essere un genio.” Si gratta ironicamente il mento.
Dai un’occhiata allo stand e alle cose che vendono. Insieme ai CD, alle cassette del loro album e le t-shirt, ci sono anche delle spille con il solito logo contornato da corna da diavolo e coda appuntita stilizzate. ”Dai, una spilla me la prendo.” Confermi, vuoi avere un souvenir. Il ragazzo dietro al tavolino prende i soldi che gli stai passando e ti giri di nuovo in direzione di Eddie.
”Ottima scelta.” Eddie ti sorride, mostrando che sulla sua maglietta strappata ce n’è una uguale ben salda. Tu, indossando solo una canottiera corta sotto la camicia, decidi di applicarla sulla tua gonna a pieghe nera. Gli occhi di Eddie cadono involontariamente sulle tue gambe coperte dal povero tessuto delle calze a rete e ciò lo sta mandando ai pazzi. Sta solo pensando di strappartele di dosso. Il conflitto è che deve ammettere che ti stanno davvero bene insieme agli anfibi che porti e il make up nero.
”Y/N, ho preso un drink anche per te.” L’inaspettato incontro con Munson ti ha fatto completamente dimenticare di Steve, che ora, con due bicchieri di Gin Lemon in mano ti affianca e te ne passa uno prima di accorgersi che lo possiedi già. Il suo sguardo è confuso e i suoi occhi vagano prima su di te, poi sul ragazzo più alto in piedi di fronte. Realizza subito cosa sta succedendo e sussurra un piccolo ”oh” prima di alzare il mento in forma di saluto a Eddie. ”Ciao, Eddie, anche tu qui?”
”Mi aspettavo di vederti a qualche festa e non in un locale punk, Steve. Che sorpresa!” La frase pronunciata con entusiasmo ma la sua espressione dice il contrario. Riconosci un sorriso falso anche ad occhi chiusi. 
”Non ti ci abituare, accompagno solo Y/N. Tutte queste borchie mi mettono un po’ i brividi.” Steve intuisce la situazione e, sentendosi di troppo, aggiunge ”Cerco qualcuna a cui offrire il drink in più, a questo punto. Sei in ottime mani, Y/N, vi lascio!”
Eddie fa un gesto con la mano con cui tiene saldo il bicchiere di birra per salutarlo e dopo un ”D’accordo, a dopo.” da parte tua, Steve sparisce nella folla che pian piano, con l’avvicinarsi dell’inizio del concerto, sta aumentando. 
”Sei venuta con Harrington.” Eddie conosce la reputazione da rubacuori di Steve, per questo sembra turbato dalla cosa. La mandibola tesa, gli occhi scuri ti stanno fissando, quasi nascosti dalle sopracciglia a causa dell’angolazione del suo viso rivolto verso il basso, alla Stanley Kubrick. Come d’istinto, il suo corpo si è fatto più vicino al tuo.
”È solo un amico.” Ci tieni a precisare e noti come i suoi muscoli si stiano rilassando a questa rivelazione. La sua gelosia invia una scossa che ti percorre tutta la schiena fino a farti venire la pelle d’oca. Sei nervosa e speri che un sorso della tua birra possa aiutare.
Call Me di Blondie irrompe nella stanza ed Eddie chiude gli occhi facendo cadere la testa all’indietro. ”Amo questa canzone.” Afferma, entrando completamente in un mondo a parte. Le sue spalle larghe stanno oscillando a tempo di musica e non riesci a fare altro che guardarle muoversi mentre lo imiti e cerchi di entrare in quel suo mondo, tra le nuvole. La vostra connessione rende facile il tuo compito e ora state ballando insieme, persi tra le note musicali. Il tuo bacino dondola e viene incitato da una calda mano che ci si appoggia sopra. Non ci rimane a lungo, le dita di Eddie sfiorano il fianco tracciando la tua silhouette da sotto la camicia larga a quadri che indossi, simile a quella che porta lui al posto della cintura, fino ad arrivare al braccio, viaggiano ancora un po’ e poi arrivano alle tue dita. Il tuo mignolo è ancorato al suo indice intanto che i vostri corpi si fanno più vicini, senza fermarsi dal ballare. Le vostre teste stanno facendo avanti e indietro a tempo di batteria e non vi azzardate a rompere il contatto visivo. Entrambi state cantando ma la musica alta non permette di far risaltare le vostre voci.
Vorresti che Call Me non finisse mai, se questo vuol dire averlo così vicino, ma purtroppo è proprio quello che accade. Tornate entrambi coi piedi per terra ed Eddie solleva il polso per guardare l’ora sul suo orologio. ”Devo andare.”
Scuoti la testa in confusione, sei disorientata, pensavi che vi steste divertendo. Siete stati insieme solo per poco tempo, non hai nemmeno finito la tua birra. ”Ma-” provi a dire.
”Tranquilla, ci vediamo tra poco.” Eddie ti fa l’occhiolino regalandoti uno splendido sorriso adornato da fossette prima di posare un leggerissimo bacio sulla tua guancia che immediatamente si colora di una sfumatura più scura di rosa. Non lasciandoti mai con lo sguardo, si allontana dalla tua accaldata figura e sparisce dietro una porta che chiude appresso a sé. La scia del suo profumo fa sembrare che sia ancora lì per qualche istante e nel momento in cui realizzi che se n’è andato per davvero fai scappare un sospiro.
Ti guardi intorno e vedi che Steve è in compagnia di una ragazza dai capelli rossi, non vuoi disturbarlo. Un vecchio orologio a pendolo in un angolo del locale segna le dieci e mezza, il concerto dovrebbe iniziare a momenti. Non ti resta che dirigerti verso il palco per godertelo e sperare di riuscire a incontrare di nuovo Eddie a fine serata. Ti affianchi alle fan che hai notato all’inizio in prima fila e attendi, come stanno facendo le altre persone dietro di te, che lo spettacolo abbia inizio. Guardando le altre ragazze, capisci che stasera dovrai competere per ottenere l’attenzione dei componenti della band, in special modo del cantante. Ti piace finire la serata in loro compagnia e spesso e volentieri, finirci a letto. Sei brava in quel che fai, stasera farai di tutto per farti notare. La cosa che più ami, è che queste scappatelle iniziano e terminano nella stessa notte, con una persona importante e desiderata da tutti e questo ti fa sentire speciale, gonfia il tuo ego, ti diverti senza complicazioni.
All’improvviso tutte le luci si spengono. Ed eccolo, il brivido che sale lungo la tua schiena, familiare e sempre benvenuto. Un ampio sorriso compare sul tuo volto e l’adrenalina che stai provando in questo momento ti obbliga a liberare dai polmoni un urlo acuto. La stessa adrenalina provoca applausi e schiamazzi simili ai tuoi a tutto quanto il pubblico quando i riflettori si accendono di rosa e viola e puntano sul palco.
La macchina del fumo si aziona e fai fatica a distinguere cosa stia accadendo. Delle figure, in mezzo alla nebbia, prendono postazione ai loro rispettivi strumenti. Poi, con una rullata di tamburi preliminare, la batteria dà il via alle danze e tiene il ritmo. Un basso si unisce, il suo profondo suono ti entra fin dentro le ossa. Dum… Dum dum… Dum… 
Non stai più nella pelle. Involontariamente il tuo corpo ha iniziato a muoversi a tempo con l’introduzione dei Corroded Coffin, a saltellare sul posto. Il pubblico sta battendo le mani e decidi di fare lo stesso. Siete tutti impazienti.
Una chitarra prende in mano la situazione e la canzone prende forma. Un’altra chitarra segue il resto degli strumenti e le fan vicino a te sembrano impazzite. Stanno saltando e portando le mani in avanti per avvicinarsi quanto più possibile alla nuova figura entrata in scena.
Il fumo piano piano sbiadisce, così riesci a vedere meglio i componenti. Il batterista ha i capelli, castano chiaro e lunghi, che gli coprono l’intero viso a causa dei suoi sfrenati movimenti contro il suo strumento. Indossa un gilet di jeans con delle spille degli Iron Maiden e dei Metallica, sotto di questo, niente, il suo petto nudo è già sudato e sopra ci cade una collanina con un teschio. Sposti il tuo sguardo sul bassista e ti rendi conto di averlo già visto da qualche parte. La sua lucente giacca di pelle quasi ti acceca, non riesci capire chi sia questo volto familiare. La realizzazione fa capolino sul tuo viso quando vedi che il chitarrista sta indossando la maglia dell’Hellfire Club. Questi ragazzi venivano tutti alla Hawkins High. Non ti resta che posare gli occhi sul frontman e… 
”Buonasera, bellezze! Siete pronti a spaccare tutto quanto?” Eddie fottuto Munson.
Spalanchi la bocca, sei stupita, ma anche eccitata. Non te lo aspettavi e internamente ti stai schiaffeggiando. 
Eddie si allontana dal microfono per sfoggiare la sua scintillante BC Rich Warlock rossa e nera e, suonando, viene dritto nella tua direzione. Le vibrazioni delle corde di quella chitarra elettrica dominano sull’intero Hideout. Il resto della band, che finalmente hai riconosciuto, accompagnano quella potenza Metal che è Eddie Munson. L’altezza del palco gli consente di chinarsi solo leggermente verso di te per guardarti negli occhi. Quel caldo marrone delle sue iridi è capace di scioglierti e quando ti sorride, mostrando le fossette lungo le guance, le tue gambe diventano gelatina. Prima di ritirarsi per attraversare l’intero perimetro del palco ed esibirsi davanti alle ammiratrici con le magliette del merchandising, ti rivolge un occhiolino. 
Durante il concerto, gli occhi di Eddie non ti abbandonano mai. Anche le fan di fianco a te se ne stanno accorgendo, infatti ti ucciderebbero con il loro sguardo pungente e infuocato, se potessero. Sei ammaliata dai suoi movimenti, il suo intero corpo si agita insieme alla chitarra e quelle dita, oh… quelle dita. Veloci e abili in quello che fanno, maestre esperte, il plettro stretto tra l’indice e il pollice, la mano sinistra che cerca gli accordi. Ti chiedi come facciano a non sanguinare sopra quelle corde in metallo per via della passione che ci mette nel suonare. Non fai altro che immaginarle dentro di te, impegnate a muoversi nello stesso modo, dedicandoti la stessa foga. Lo smalto nero che porta sulle unghie è rovinato e a questo punto immagini che sui palmi ci siano anche dei calli. Pensi che il suo tocco potrebbe essere talmente ruvido da farti male, in contrasto con la tua pelle liscia, ma ciò non ti ferma dal desiderarlo ardentemente su tutto il tuo corpo nudo. I muscoli delle sue braccia che si irrigidiscono. Stringi le cosce per contenere l’eccitamento ma lo sai benissimo che hai le guance di due tonalità più scure, le labbra più gonfie del normale e soprattutto le mutandine fradice. Non conosci le canzoni ma ti rapiscono e ti obbligano a ballare, a concederti a ogni nota.
Il sudore che scende dalla fronte di Eddie fa sì che i suoi capelli ricci e crespi si attacchino sul suo viso, sciolti sulle spalle si agitano insieme a lui a ritmo. La sua voce è celestiale, roca e profonda. Le tue orecchie non hanno mai udito tale bellezza. 
Finita la canzone che stavano suonando, Eddie si allontana di qualche passo per prendere un asciugamano e asciugarsi il viso. Le sua testa è piegata in avanti e le sue spalle sembrano ancora più grandi viste da dietro. ”Questa che stiamo per suonare è una canzone che non è ancora uscita.” Annuncia tornando alla sua postazione. Fa una piccola pausa quando il pubblico strilla in risposta. ”È l’ultima per stasera, si chiama Sex on Fire e fa più o meno così.”
Il brano inizia tranquillo con il profondo basso di Jeff e la chitarra di Grant. Eddie intanto ha chiuso gli occhi per immergersi completamente nel momento e col piede sta tenendo il tempo. Dopo qualche secondo entra anche Gareth con la batteria insieme alla chitarra principale di Eddie e tutto si fa più movimentato.
Il ritornello libera tutta la forza che possiede Eddie nel cantare e tu rimani ipnotizzata. È orecchiabile, per cui non fai fatica a imparare le parole. Le sue carnose e rosse labbra vicino al microfono, sono fatte apposta per baciarti, leccarti, esplorarti. I suoi lineamenti sono evidenziati dalle luci stroboscopiche colorate dei riflettori, illuminando i suoi zigomi e le sue gote incavate. L’arco di cupido inciso in modo perfetto sopra il labbro, progettato sicuramente da qualche scultore, potrebbe fare invidia alla più perfetta statua greca. Eddie ha notato che hai imparato il pezzo in tempo zero, per cui ti sorride prima di staccare il microfono dall’asta e avvicinarsi a te durante l’ultima ripresa. Si china, posiziona la chitarra dietro la sua schiena e lascia che sia Grant a suonare al posto suo e non più ad accompagnare. Porta il microfono vicino alla tua bocca e lui fa lo stesso, continuando a cantare. I vostri visi sono vicinissimi, afferri il concetto e canti insieme a lui, non interrompendo il contatto visivo.
You Your sex is on fire
Consumed With what’s just transpired
And you…
Il resto del pubblico è sparito. Siete solo voi due e la canzone. I vostri nasi si stanno sfiorando e se non fosse per il microfono vi stareste baciando. Stai ballando, saltellando e anche lui fa lo stesso. I vostri occhi, gli uni persi nel profondo degli altri. Non ti preoccupi di essere intonata o meno - e molto probabilmente stai gridando e basta - perché Eddie è davanti a te, ti sorride, con tutta la sua accecante bellezza, complice. Non esiste sensazione migliore, il cantante della band che si dedica completamente a te, solo e soltanto a te nell’intero pubblico, con tante ragazze urlanti disposte a tutto per prendere il tuo posto, e quando è Eddie Munson a farlo, il gesto assume ancora più valore.
Sex on Fire finisce ed il pubblico applaude, tu fai lo stesso. 
”Siamo i Corroded Coffin, grazie di tutto!” Eddie esclama lanciando il plettro in mezzo alla folla. Con la mano alzata in segno di saluto e un sorriso in volto si allontana verso il backstage, seguito poi da Jeff e Grant. 
”Comprate il nostro CD!” Afferma Gareth, si alza dalla sua postazione dietro la batteria e imita Eddie lanciando entrambe le sue bacchette. Una fan di fianco a te sta piangendo, essendo riuscita ad incoronare il suo sogno di avere sia il plettro che la bacchetta.
Le persone si sparpagliano per la sala, la musica della radio ricomincia a suonare mentre tutta l’atmosfera si affievolisce. L’adrenalina che hai nel corpo ci sta mettendo più del dovuto a scendere, per cui, sgambettando, vai alla ricerca di Steve. Per fortuna è solo a qualche metro più in là, con un braccio avvolto intorno alla vita della rossa che hai visto prima.
”È stato magnifico!” Affermi sorridendo.
Steve ricambia l’espressione contenta. ”Vai da lui.”
Aggrotti le sopracciglia. ”Cosa?”
”Vai da lui.” Ripete. Capisci subito di chi sta parlando, ancora prima che possa continuare ”Vi ho visti durante il concerto, se non fosse stato per tutte queste persone vi sareste saltati addosso.”
Ti prendi un momento per riflettere sulla cosa. Cazzo, se ha ragione. Eddie Munson ti ha letteralmente divorata per tutta la durata dello show e te lo stai facendo scappare così? Per un attimo hai dimenticato persino il tuo nome.
”Vero, credo che tu debba anche sbrigarti.” La ragazza dai capelli rossi si permette di intervenire, indicando dietro di te. Ti giri, il suo dito sta puntando su un cerchio di fan accanite in cerca di autografi, probabilmente lì in mezzo c’è Eddie.
Annuisci a entrambi e saluti Steve con un abbraccio, in questo modo gli hai fatto intendere che non hai bisogno di lui per tornare a casa.
I sentimenti che provi nei confronti di Eddie sono ancora più forti di prima, non può finire così e lui non può portarsi via un’altra ragazza quando sapete entrambi che siete fatti l’una per l’altro. Ti avvicini minacciosamente al gruppo di ammiratrici, con un paio di gomitate hai raggiunto Eddie. I suoi occhi si illuminano alla tua visione angelica, la salvezza che gli serviva. Probabilmente un bagliore circonda la tua persona.
”Ancora tu?” Qualcuna sbuffa, il sentimento di gelosia che provano e la tensione tra di voi è palpabile. Ti limiti a lanciarle un’occhiataccia.
”Scusate ragazze, ma io devo proprio andare.” Il fenomenale chitarrista si porta una mano al cuore dispiaciuto, china leggermente la testa. Ama le sue fan ma a volte esagerano ed è sicuro che le rivedrà al prossimo live.
Eddie ti afferra la mano e ti trascina via da lì. Tra la folla scivola come olio e fa strada verso la stessa porta in cui era entrato prima di iniziare. Attraversate per un attimo il backstage e varcate un’altra porta. Adesso siete sul retro del locale, è buio, notte fonda, una debole luce di un lampione riesce a illuminare voi e i cassonetti dell’immondizia, dimora di alcuni gatti randagi che con la vostra presenza sono scappati. Un van marrone mezzo ammaccato è parcheggiato nello stesso vicolo. Vedevi Eddie arrivare a scuola a bordo di esso e hai unito i puntini. 
The dark of the alley The breaking of day
Solo ora noti che Eddie si è cambiato i vestiti, sicuramente a causa del sudore. La t-shirt che sta indossando è dei Black Sabbath e anche questa è strappata, ma a differenza della precedente, a mancare non sono le maniche, bensì la parte di sotto. Il suo addome è completamente scoperto, la V è una perfetta pista d’atterraggio e i tuoi occhi stanno planando nella direzione in cui punta, il suo ombelico è esposto e decorato da una striscia di peli neri. I suoi boxer blu fuoriescono leggermente dai jeans, gli stessi di prima. Dalla tasca posteriore di quest’ultimi tira fuori un pacchetto di sigarette. Gli dà due colpetti con il palmo dell’altra mano, un’abitudine che non ha senso, ma che ha sempre fatto scaramanticamente.
”Un po’ di pace.” Dice, tirando fuori due sigarette, una te la porge prima di mettere la sua tra le labbra. L’accetti. Dall’altra tasca estrae il suo accendino Zippo, con un gesto veloce fa scattare il meccanismo che aziona la fiamma, porgi il viso in avanti, la sigaretta ben ancorata trai denti, Eddie te l’accende. Fa la stessa cosa con la sua. Con rapido movimento della mano chiude lo Zippo e rimette il tutto nei jeans.
”Già, incominciava a mancarmi il fiato lì dentro.” Le tue parole escono insieme ad una nuvoletta di fumo.
”Scusa, faccio questo effetto.” Scherza Eddie ma in realtà è proprio così. Fa un passo indietro per appoggiarsi al suo van, modello Chevrolet Nomad del ’79, la schiena completamente aderente al furgone e un piede alzato. Ha le braccia conserte ma una mano l’ha vicina al viso per poter fare qualche tiro ogni tanto dalla sigaretta.
Questa improvvisa distanza tra voi due non ti piace, non la sopporti, quindi ti avvicini, ancora, ancora. Ti accomodi tra le sue gambe, il ginocchio che tiene alzato ti sta sfiorando la coscia. ”Menomale che siamo soli, non riesco più a sentire da un orecchio, quelle di fianco a me non smettevano di strillare.”
Eddie rilassa le braccia e con un dito si aggrappa ad un passante della tua minigonna a pieghe. Aspira un altro tiro. ”Sei una piacevole sorpresa, ragazzina, lo sai?” Il fumo esce dalle sue labbra e ti sfiora il viso delicatamente. 
”Penso lo stesso.”
Sei naufraga di quegli occhi così caldi e profondi, più scuri di come li ricordavi. Un luccichio, forse dovuto dalla luce del lampione, o forse dovuto alla brama che prova nel vederti, fa sì che assomiglino a due ossidiane. ”Il tuo amico Steve dove l’hai lasciato?” Inspira attraverso un sorrisetto, l’estremità della sigaretta che si consuma e la cenere che cade tra il minuscolo spazio che vi divide. Ti tiene ancora ben stretta per la gonna.
Sai come agire e ricambi con lo stesso sorriso malizioso. ”Lascialo stare, il mio amico Steve.” Il tuo corpo si fa più vicino al suo, lasci cadere per terra la sigaretta quasi finita e la pesti con lo stivale. Hai in mano il controllo e sei tu a decidere che le vostre labbra devono solo sfiorarsi e non incontrarsi. Sei in punta di piedi per via della differenza d’altezza. Hai gli occhi fissi su di lui. La tua mano si aggrappa alla fibbia della sua cintura.
Il chitarrista deglutisce. ”Da dove cazzo sei uscita, tu?” Si riferisce alla chimica che c’è tra voi due. Vi conoscete da qualche ora ma state funzionando, gli piaci così tanto e desidera assaporare ogni secondo con te. I suoi occhi sono chiusi e ti scappa una risata quando lo senti strozzare un sospiro, la tua mano pronta a slacciargli la cinta. Eddie lancia via la ormai consumata sigaretta.
”Perché non ce ne and-” provi a dire, ma vieni interrotta da Eddie che ribalta la situazione, prendendo il tuo viso e sbattendoti contro il furgone. Quella sofferenza era durata fin troppo e azzera la distanza che vi separa, unendo finalmente le vostre labbra. Le sue dita in mezzo alle ciocche dei tuoi capelli, tirano leggermente e non ne può fare a meno, vuole sentirti più vicina possibile. Il suo naso contro la tua gota e la sua bocca, oh Dio, si dimena contro la tua in un miscuglio di lingue e saliva. Degli ansimi silenziosi e caldi fuoriescono da entrambi. Non ti sembra vero. Stai sicuramente sognando.
Eddie ti solleva per le cosce e ti fa sedere sul cofano del van. Rabbrividisci un attimo per via del materiale freddo del veicolo contro la tua pelle, la tua gonna è molto corta e a coprirti le gambe solo le calze a rete. Ti sta stringendo la schiena per far sì che le vostre figure siano legate completamente, le tue braccia sulle sue spalle. 
You…
Vi siete desiderati così tanto che adesso non volete lasciarvi andare. Ma c’è luogo e tempo per tutto, per cui Eddie si stacca dal bacio, con rammarico, e osserva le tue labbra gonfie e scarlatte, bagnate. Sei così sexy e lui deve averti. ”Sì, sì. Andiamocene.” Eddie continua la tua frase.
Con un piccolo aiuto scendi dal cofano, il frontman dei Corroded Coffin apre la portiera al tuo posto e ti fa salire, poi fa lo stesso con la sua e si posiziona sul lato del guidatore. Dall’aletta parasole fa cadere la chiave e accende il motore, uscendo da quel vicolo stretto. Vi state lasciando alle spalle il The Hideout.
Non sai dove state andando, ma non ti importa. Stai solo pensando a Eddie. Eddie, Eddie, Eddie. Sta guidando dritto nel buio e stringe il volante talmente forte da far diventare le sue nocche bianche. La mancanza delle tue morbide labbra si fa sentire, così tanto da obbligarlo a mordersi le proprie. 
Head while I’m driving I’m driving
Una mano si appoggia sul tuo ginocchio, è Eddie, cerca disperatamente il tuo contatto. Viaggia sulla tua coscia e finisce sotto la minigonna. Le sue dita sono sulle le tue mutandine e ti stanno accarezzando. Il respiro si fa sempre più pesante e la tua intimità sempre più calda e bagnata. Il tuo corpo si rilassa sul sedile ma sobbalzi quando senti il materiale delle calze a rete venire strappato. Le aveva afferrate in un pugno e strattonate con una mossa rapida. Tale prepotenza fa scappare un gemito dal fondo della tua gola. Un grosso buco permette a Eddie di sentire ancora di più tutto l’eccitamento che stai covando per lui.
Soft lips are open Them knuckles are pale
Eddie sta continuando a guardare la strada mentre tu hai il capo che affonda sul poggiatesta, il mento in alto, gli occhi rivolti verso il tettuccio del van. Le tue gambe sono spalancate ed Eddie ti sposta le mutandine da un lato. Con una mano stringi il sedile mentre l’altra è ben salda all’orlo della tua gonna. La punta delle sue dita sono sulla tua entrata, il medio e l’anulare sprofondano in te senza alcuna resistenza, le riporta fuori per collezionare tutto il tuo eccitamento fino al clitoride, poi le inserisce nuovamente, ancora una volta, e ancora una volta. Fai fatica a trattenere i gemiti di piacere, per cui decidi di lasciarti andare e coinvolgere Eddie nel tuo pornografico concerto di ansimi e respiri profondi.
Feels like you’re dying You’re dying
”Eddie, Eddie. Ti prego…” Riesci a dire in un sussurro, mentre le sue dita si divertono a muoversi dentro il tuo sesso. Le senti fino in fondo e finalmente hai una risposta, i suoi anelli sono ghiacciati a contatto con la tua bollente pelle. Ti stai contorcendo dal piacere.
You… Your sex is on fire
Eddie ha la bocca leggermente aperta per fare uscire meglio il suo affanno e ciò che ha nei boxer non riuscirà a tenerlo a bada ancora a lungo. ”Ci siamo quasi, piccola, casa mia è qui vicino.” Ti rassicura.
”Ti voglio. Adesso. Ho bisogno di te.”
Non se lo fa ripetere una seconda volta e appena vede l’opportunità, sterza tutto il volante per accostare all’entrata del bosco.
Nel frattempo, il resto dei Corroded Coffin sta uscendo dal retro. Hanno tutti gli strumenti e l’attrezzatura pronta per essere caricata sul van, ma boccheggiano quando si accorgono che quello che li sta aspettando non è altro che un vicolo vuoto. Gareth fa cadere i piatti a terra. ”Ma che cazzo?”
”Fottuto Munson.” 
Eddie scende dal veicolo spento e ti raggiunge per aprirti la portiera. Ti aiuta porgendoti una mano e quando i tuoi piedi toccano terra con un saltello, Eddie non perde tempo per ricominciare a baciarti. La vivida fiamma all’interno dei vostri petti fa sì che il vostro cercarvi l’un l’altra sia doveroso, le vostre mani aggrappate al corpo dell’altro come se in qualsiasi momento poteste scappare via. Tira la maniglia della portiera scorrevole posteriore, poi prende la giacca di pelle appesa ad uno dei sedili e l’adagia sul pavimento del van. Non ce n’è bisogno in quanto è presente la moquette: oltre al furgone per l’attrezzatura dei Corroded Coffin, Eddie lo utilizza come covo per fumare erba ed è arredato per renderlo più confortevole possibile. Sorridi lo stesso in quanto pensi che sia un bel gesto.
Ti trasferisci sul retro del van e ti siedi, le mani appoggiate dietro di te e le ginocchia alzate, le gambe leggermente divaricate. Il chitarrista ritrova le tue labbra e annaspando con una mano trova la maniglia della portiera per chiuderla dietro di sé. Afferrandoti una guancia, ti fa sdraiare sulla sua giacca di pelle.
Si adagia in mezzo alle tue gambe, ti sta stringendo il culo da sotto la gonna a pieghe. Un rigonfiamento duro sta spingendo contro la tua intimità e la cosa ti fa sospirare oscenamente. Il grezzo materiale dei suoi jeans inizia a muoversi contro di te, sul tuo delicato sesso. Le sue mani esplorano la tua intera persona, ti spogliano della camicia, lanciata poi lontana da voi e abilmente ti sfila anche il top. Eddie trova il delicato materiale del tuo reggiseno e ne traccia i contorni, provocandoti dei brividi. Fa cadere le sottili bretelle lungo le tue spalle, le vostre lingue ancora attorcigliate, inarcando la schiena lo aiuti a slacciartelo e poi a fargli fare la stessa fine della camicia. Il tuo seno viene stretto, nonostante la vostra foga, in modo delicato e non potresti amare questo uomo più di adesso. Il perfetto equilibrio tra passione e rispetto ti fa sentire al settimo cielo. Eddie ti tratta come la più delicata creatura ma al tempo stesso ti fa sentire una porno star. Il suono di un profondo gemito da parte sua vibra sulle tue labbra. Riprende fiato, sussurra un leggero ”Cazzo…” e poi i suoi denti ti sfiorano il collo, poi le clavicole, infine il tuo capezzolo già irrigidito ed eccitato. 
Hot as fever Rattling bones
Il bottone della gonna viene slacciato dalle sue esperte mani ed essa viene poi sfilata, facendola scendere lungo le tue meravigliose gambe. Eddie ti sta ammirando. Ora hai addosso solamente le calze a rete, rotte, che permettono alle tue mutandine di essere protagoniste, e gli anfibi ai piedi. Sembri uscita da un magazine di Play Boy e lui potrebbe venire solamente guardandoti. Sei impaziente e lo vuoi dentro di te, ma Eddie vuole assaggiarti e ricordarsi per sempre del tuo sapore. Si abbassa verso il tuo addome, tracciando con la lingua una linea immaginaria fino al pizzo del tuo intimo, ci lascia un caldo e umido bacio prima di soffiarci sopra ”Sei così bagnata, è tutto per me, non è vero?”
I could just taste it Chased it
Eddie ti apre ancora di più le tue gambe e te le abbraccia, portandole sopra le sue spalle. La sua testa è immersa lì in mezzo e i suoi capelli lunghi stanno solleticando le tue cosce. Il suo delicato ma ruvido tocco arde sulla tua pelle. In questo momento sei la miccia di una bomba pronta ad esplodere. ”Sono solo tua.”
Eddie ti sposta le mutandine da un lato. ”Brava, ragazzina, dillo.” Altri baci vengono posati sul tuo sesso.
”Tua.” Ansimi. 
Sorride compiaciuto e affonda completamente il viso in te. La sua lingua si muove frenetica sul tuo clitoride, la sua bocca ti avvolge. Fai fatica a vederlo per via del buio della notte, ma percepisci ogni suo movimento e la tua mano finisce tra i suoi capelli, permettendogli di starti più vicino. Intanto ti stai stimolando un capezzolo. Il rumorino dei suoi baci e della sua lingua si confondono coi tuoi affanni e riempiono il van di passione che si manifesta sui vetri, appannandoli.
”Dimmi come ti faccio sentire, piccola.” Il tuo sapore è diventata la sua nuova cosa preferita.
Stai tremando e i tuoi fianchi oscillano su e giù sul suo naso. ”Mi fai bagnare così tanto, Eddie…”
”Amo il modo in cui dici il mio nome.” Si allontana dolcemente e tira una leggera pacca sul tuo sesso gonfio, gli anelli di acciaio ti colpiscono e gemi per il loro materiale duro contro di te. Eddie afferra l’orlo del suo crop top e se lo sfila di dosso, esibendo il suo petto virile e tatuato. Vorresti leccarglielo e morderlo, lasciargli i segni del tuo passaggio e ufficializzarlo tuo.
Le tue mani finiscono sulle sue spalle per fargli cambiare posizione, sfiorando quella collanina con il plettro a cui è tanto affezionato, si appoggia con la schiena alla parete del van mentre ti fai strada tra le sue gambe. Gli sfibbi la cintura e gli tiri giù la zip dei jeans. Eddie solleva il bacino per far scendere meglio i pantaloni insieme ai boxer, fino a toglierli. La sua prorompente erezione sbatte contro il suo addome e tu boccheggi alla meraviglia che hai davanti. Eddie è così grande, non sai come farai a gestirlo. Lo guardi dritto negli occhi e gattoni verso il suo pene lentamente, sensualmente, l’espressione colma di malizia, le tue iridi velate dalle lunghe ciglia truccate di nero. Ti chini su di lui, sei inginocchiata e il tuo culo, coperto dalle calze a rete e dal pizzo, è ben in alto, donando a Eddie una vista che non dimenticherà mai. La tua lingua sfiora le sue palle e traccia una linea lungo tutta la lunghezza del suo sesso, Eddie fa uscire un profondissimo lamento alla nuova sensazione. La sua voce è roca, il suo petto si alza e si abbassa velocemente. Prendi la punta tra le labbra, bagnandola con la saliva e lentamente lo fai entrare nella tua bocca. Arrivata a metà, non ce la fai. Sollevi la testa e ci riprovi, ricreando le stesse azioni ma prima ci sputi volgarmente sopra e lo pompi un paio di volte con la mano mentre riprendi fiato.
”Sei bravissima, pensi di riuscire a prenderlo tutto?” Eddie prende il tuo viso con una mano, poi la sposta tra i tuoi capelli. Dai lati della tua bocca escono dei rivoli di saliva e le tue labbra sono gonfie e bagnate. Annuisci ed Eddie ti conduce di nuovo verso il suo pene. ”Brava.”
Avvolgi nuovamente la sua punta e questa volta con più decisione, fai scendere la testa fino in fondo, il tuo naso solleticato dai peli corti alla base del cazzo. Eddie ansima per la tua iniziativa e il suo pene ha un piccolo spasmo nella tua gola. Riesci a sentirlo tutto, la cappella sta stuzzicando la tua ugola e ciò ti provoca un piccolo conato, ma resisti. Due lacrime solitarie scorrono lungo il tuo viso, Eddie impedisce loro di cadere, raccogliendole con il pollice.
Ti prendi qualche secondo per abituarti all’enorme presenza, successivamente riprendi a muovere la testa, su e giù. La tua lingua crea disegni immaginari sulla sua lunghezza. Eddie venera il capolavoro che sei, come ti agiti sensualmente e quando inizi a masturbarti, soffocando i tuoi gemiti intorno al suo pene, facendo vibrare l’intera bocca, Eddie fa cadere la testa all’indietro, provocando un rumore quando il suo capo si scontra con la parete metallica del furgone. I suoi occhi non ti lasciando andare e tu fai lo stesso. 
”Sì, continua così.”
La sua mano tra i tuoi capelli non ti spinge più in profondità ma accompagna i tuoi movimenti. Sei sicura di te e la tua autostima ti fa giocare con Eddie. Hai una mano sul suo addome, l’altra sta stimolando il clitoride. Il fondo della tua gola viene colpito in continuazione e ciò ti fa lacrimare. Senti che Eddie è sempre più vicino, i suoi gemiti sono più rimbombanti. Aumenti il ritmo e lui, stringendoti le ciocche per tenerti ferma, viene copiosamente nella tua bocca. Il suo caldo sperma scende lungo la tua gola e ingoi tutto quanto. Alzi la testa e una scia di saliva collega il tuo labbro inferiore con la sua arrossata e gonfia cappella. Hai le guance rosse, gli occhi lucidi e il mascara si è sciolto in due righe nere lungo il tuo viso per colpa delle lacrime. Riprendi fiato guardando Eddie che fa lo stesso. Sei un disastro ma il chitarrista pensa che tu sia migliore di qualsiasi quadro del rinascimento e pensare che quel viso distrutto ma contento e soddisfatto è opera sua, provoca un altro spasmo al suo cazzo.
Gattoni su di lui, sedendoti sopra il suo grembo, ”Devo averti dentro di me, Eddie.” Fai ricongiungere le vostre labbra, sulla tua lingua inciso il suo sapore. 
Eddie brancola nel buio alla ricerca dei suoi pantaloni e una volta trovati, tira fuori dalla tasca anteriore il portafogli. Lo apre ed estrae la bustina luccicante e argentata di un preservativo. I tuoi occhi si illuminano di lussuria. Apre attentamente l’involucro e se lo infila.
Direzionato da Eddie, la punta del suo pene picchietta sulla tua rovente entrata e ciò ti fa fremere. Spostandoti le mutandine di lato, raccoglie tutto il tuo eccitamento per lubrificare il profilattico e quando sentite che è abbastanza, Eddie affonda in te. Tenendoti sulle le sue spalle, lo fai entrare lentamente. ”Guardami dolcezza, senti come ti stai aprendo per me.” Ti mormora sul viso.
Hai la bocca spalancata, ti siedi completamente su di lui, le vostre cosce che si toccano. ”Hai visto? Questo cazzo è fatto apposta per te.”
Sei piena, il suo membro ha raggiunto punti che nessuno è riuscito a toccare. Inizi a saltellare su di lui, le sue mani sui tuoi fianchi per guidarti nei movimenti. Il tuo seno rimbalza a qualche centimetro dal suo viso e il tuo culo sta schiaffeggiando le sue cosce causando dei rumori assordanti ed eccitanti. La sua pelle nuda è così morbida e liscia, adornata da tatuaggi che lo rendono possibilmente più attraente. L’interno del tuo sesso lo avvolge con armonia e ogni tanto lo stringe con delle piccole contrazioni e ciò lo fa impazzire. La tua schiena è inarcata per sentirlo ancora di più dentro di te, ti stai dimenando e ora non è più un saltellare ma un avanti e indietro. Il clitoride sta sfregando sul suo pube e le tue ginocchia grattano contro l’apparente materiale morbido della moquette, ma in realtà ti sta graffiando la pelle per colpa della foga che ci stai mettendo a fottere Eddie Munson.
”Sì, sì, sì… Oh, Eddie.” Ogni parola esce insieme ad un gemito a ritmo con le tue spinte.
But it’s not forever But it’s just tonight Oh, we’re still the greatest
Sei vicinissima all’orgasmo quando Eddie ti afferra entrambe le guance con una mano, obbligandoti a guardarlo. Con l’altro braccio ti tiene ferma, abbracciandoti, cosicché tu non possa più muoverti e sia lui a spingersi dentro di te, sollevando i fianchi da terra e affondando più in profondità. I tuoi occhi girano all’indietro.
La miccia si sta consumando e la bomba sta per esplodere, ma il metallaro sconvolge la situazione, girandoti e posizionandoti a quattro zampe. Eddie continua a scoparti, aggrappato al tuo culo, stringendo la tua carne. In pugno ha le tue calze a rete e con ogni spinta si strappano sempre di più. Stai urlando dal piacere e odi non poterlo guardare, ma la nuova posizione favorisce al tuo orgasmo di arrivare più rapidamente. ”Sì, Eddie, proprio lì. Continua così, ti prego, non ti fermare.” Ti sollevi per raggiungere il sedile anteriore e avvolgere un braccio intorno al poggiatesta. Sei sicura che se non ti reggi a qualcosa potresti svenire. Il tuo corpo sta tremando insieme all’intero van, hai le gambe deboli ed Eddie si sta spingendo in te sempre più forte e veloce.
”Non ci penso neanche a fermarmi. Sei perfetta.” Eddie ti afferra i capelli dalle radici, portandoti la testa all’indietro e ciò rende i tuoi gemiti soffocati. Il suo respiro contro il tuo orecchio, i vetri dei finestrini oscurati dai vostri affanni. Uno schiaffo arriva prepotente sul tuo culo e un grido esce dalla tua peccaminosa bocca. Un altro, seguito da un altro ancora. Hai la pelle arrossata e leggermente violacea.
The greatest The greatest
And you… Your sex is on fire
”Cazzo.” La vocale finale è prolungata in quanto il tuo orgasmo si sta facendo strada nel tuo corpo, portandoti sulle nuvole, la tua voce storpiata a causa dei fianchi di Eddie che violentemente si scontrano coi tuoi. Lo senti nello stomaco, nella gola e lo lasci andare con un urlo. La bomba sta esplodendo in mille fuochi d’artificio che rendono la tua figura tremante. Le tue gambe hanno degli spasmi quando senti che Eddie sta andando incontro al suo secondo orgasmo.
”Sto venendo.” Afferma Eddie in un gemito e gli servono solo qualche altro paio di spinte per svuotarsi all’interno del preservativo. Rimane fermo qualche secondo dentro di te, poi si sdraia sulla moquette sfinito. Anche tu lo sei, per questo fai la stessa cosa, usando il suo braccio come cuscino.
”Cazzo.” Ripeti mentre il tuo fiato torna regolare.
Eddie sfila il profilattico dal suo pene rosa che si sta ammorbidendo e ci fa un nodino prima di lanciarlo da qualche parte nel van come avete fatto coi vostri vestiti. Sollevandosi coi gomiti, raggiunge il tuo viso per un bacio finale molto stanco ma ugualmente pieno di passione. La sua mano da chitarrista è grande quanto la tua faccia. Si stacca dal bacio e ti sorride, ”Sei una fottuta meraviglia.” Dice, poi si riveste. Tu rimani sdraiata un po’ più a lungo di lui e quando ti alzi noti che le tue calze sono ridotte a brandelli. Non ti importa più di tanto e dopo aver setacciato il van, ti rimetti i vestiti.
Scendete entrambi dal furgone per tornare ai sedili anteriori ed Eddie si rimette alla guida.
”Dove andiamo?” Gli chiedi, la voce un po’ roca dovuto al potentissimo orgasmo che Eddie ha saputo donarti. Pensi che sia stato il più intenso che tu abbia mai avuto.
”La mia roulotte è proprio qui dietro. Non ti lascio tornare a casa ridotta così.” Eddie si riferisce alle tue calze distrutte, il trucco colato e i capelli che stanno facendo invidia a Ozzy Osbourne. Ma ti trova stupenda, più bella di inizio serata, quello scompiglio esiste grazie a voi e alla vostra sfrenata connessione.
Annuisci e dopo soli cinque minuti siete arrivati al suo caravan. Scendi dal van e lasci che Eddie ti mostri la via. Ti apre la porta e ti fa accomodare nella sua dimora. Ti fa strada fino in fondo al corridoio, in camera sua e ti consiglia di sdraiarti sul letto. È esattamente come te l’aspettavi, rispecchia in pieno la sua personalità. Il tema scuro delle tende, altre due chitarre appese al muro, amplificatori, i poster delle band Metal più famose e sulla scrivania, come aveva detto, la foto che avevi scattato all’Hellfire Club in palestra. Quando il tuo corpo entra a contatto con quel morbido materasso, chiudi istintivamente gli occhi. Fai uscire un mugugno dalla bocca, ti sembra di stare su una nuvola rispetto alla moquette del furgone.
”Puoi farti una doccia e sentiti libera di usare i miei vestiti.” Dice Eddie, indicando il suo armadio dall’altro lato della stanza.
Noti che lui, invece di raggiungerti a letto, si infila la giacca di pelle recuperata dal furgone e sembra di fretta. ”Tu dove vai?” Gli chiedi in mezzo ad uno sbadiglio. Chiudi di nuovo gli occhi e il tuo intero corpo si rilassa.
”Ho dimenticato qualcosa al locale.” Si china per darti un bacio sulla tempia, ti sposta qualche ciocca di capelli dal viso e la usa come scusa per accarezzarti. Sei in completa balia del suo tocco e appena si accorge che ti sei addormentata, Eddie sorride. Ti sfila le scarpe e ti copre col suo lenzuolo, poi, accorgendosi che deve affrettarsi per recuperare cosa, o meglio chi, ha lasciato al The Hideout, corre in direzione del van.
Tu, al contrario, sei tranquilla e ti senti al sicuro tra le sue coperte.
I sogni si avverano, anche quelli bagnati.
And you… Your sex is on fire
Consumed With what’s just transpired
12 notes · View notes
ao3feed-fengqing · 1 year
Text
Sparkles Of You [hualian]
by Sophnyria Hua Cheng es el cantante de la banda más famosa de los últimos ocho años. Xie Lian es uno de los mayores fans, pero jamás ha podido ir a ningún concierto porque nunca tuvo dinero, hasta que finalmente su amigo, Shi Qingxuan lo invita a ver a la banda en primera fila. Y la fantasía de todo fan sucede, demasiado buena para ser real, Hua Cheng parece tener la mirada clavada en Xie Lian con tal fervor que deja a Xie Lian replanteándose toda su existencia. Claro, no puede ser real, Xie Lian no es más que un rostro en el público, ¿cómo podría el vocalista más famoso estar interesado en él, un don nadie? Pero lo más extraño es...¿por qué pareció tener una especie de dejá vu? Lo que Xie Lian no sabe es que Hua Cheng lleva su rostro grabado en su mente desde hace un largo tiempo y ahora que lo encontró, no lo dejará ir. Escribí esto escuchando Style de Taylor Swift, creí que valía la pena mencionarlo. Words: 3297, Chapters: 3/?, Language: Español Fandoms: 天官赐福 | Heaven Official's Blessing (Cartoon), 天官赐福 | Heaven Official's Blessing (Webcomic), 天官赐福 - 墨香铜臭 | Tiān Guān Cì Fú - Mòxiāng Tóngxiù Rating: Teen And Up Audiences Warnings: No Archive Warnings Apply Categories: M/M Characters: Huā Chéng (Tiān Guān Cì Fú), Xiè Lián (Tiān Guān Cì Fú), Mù Qíng (Tiān Guān Cì Fú), Fēng Xìn (Tiān Guān Cì Fú), Shī Qīngxuán, Hè Xuán (Tiān Guān Cì Fú), Qī Róng (Tiān Guān Cì Fú), Jūn Wú (Tiān Guān Cì Fú) Relationships: Huā Chéng/Xiè Lián (Tiān Guān Cì Fú), Shī Qīngxuán & Xiè Lián, Hè Xuán/Shī Qīngxuán, Fēng Xìn/Mù Qíng (Tiān Guān Cì Fú), Fēng Xìn & Mù Qíng & Xiè Lián (Tiān Guān Cì Fú) Additional Tags: Boyband, Alternate Universe - Modern Setting, Unrequited Crush, Mutual Pining, Body Paint, Light Angst, Fluff, Reincarnation, Museums, Hua Cheng as an idol, Xiè Lián's Bad Luck (Tiān Guān Cì Fú), Xiè Lián has a Creampie Kink (Tiān Guān Cì Fú), Eventual Smut, Strangers to Lovers, Age Difference, Author Is Sleep Deprived, It's honestly more about the vibes and their love, Some Plot, Falling In Love, Insecurity, Dorks in Love, I Wrote This While Listening to Taylor Swift's Music, It's giving T/N but don't worry, I just suck at writing summaries, Xie Lian tiene sueldo tercermundista para más veracidad ;), You can just translate it to english with google via https://ift.tt/ZonTlJB
1 note · View note
apcomplexhq · 1 year
Text
Tumblr media
✦ Nome do personagem: Moon Joowon. ✦ Faceclaim e função: Mingyu - Seventeen. ✦ Data de nascimento: 05/09/1997. ✦ Idade: 26 anos. ✦ Gênero e pronomes: Masculino, ele/dele. ✦ Nacionalidade e etnia: Coreia do Sul, sul-coreana. ✦ Qualidades: Comunicativo, sincero e amigável. ✦ Defeitos: Estressado, teimoso e desbocado. ✦ Moradia: Tartaros. ✦ Ocupação: Personal Trainer na Atlas Gym. ✦ Twitter: @TT97MOON ✦ Preferência de plot: ANGST, CRACK, FLUFFY, HOSTILITY, ROMANCE, SMUT. ✦ Char como condômino: Apesar de ser tão fechado e rispido, com outros moradores, Jaehyun é tranquilo e educado. Está sempre ajudando se necessário, principalmente em eventos e em arrumações. É muito conhecido por quem frequenta a academia diariamente, mas não possui nenhum amigo de verdade.
TW’s na bio: menção de morte e depressão.
Biografia:
A vida não era fácil e Joowon sabia disso mais do que ninguém. Sabe aquele tipo de pessoa azarada que, tudo o que poderia acontecer de ruim, acontece APENAS com ela? A vida dele era assim desde o começo. Era sempre o último escolhido nas brincadeiras, o último da fila nas festinhas para pegar o lanche e também o mais novo entre seu irmão e primos, ou seja, sofreu bastante na mão de todos quando se tratava de pregar peças. Porém, Joowon nunca se deixou abalar… bom, pelo menos não completamente! Apesar de todos os pesares da vida, sempre foi uma pessoa de ótimo astral, sorridente e extremamente amigável. Tentou, a todo custo, ser amigo de todas as pessoas de sua sala de aula durante o ensino fundamental, mas sem sucesso. Sempre se deu muito bem em todas as matérias, mas tinha um grande apreço pela atividade física e pelas aulas de educação física. Quando não o queriam no time, Joo ficava ajudando o professor nas atividades e com isso conquistou a confiança deles.
A atividade física e a mudança de seu corpo começaram no ensino médio e, é claro, isso trouxe proveitos para a vida de Moon. Claro que ele sabia exatamente o motivo das pessoas estarem, finalmente, dando atenção para si, mas não deixou de aproveitar as oportunidades que ganhou com isso ao longo do tempo. Seu charme fazia parte da jogada, era muito fácil conquistar as pessoas com um sorriso e ele também sabia exatamente quem estava sendo extremamente falso com ele, aproveitando para dar o troco de tudo o que já havia vivido antes disso. Aos poucos, a personalidade tão boa de Moon Joowon foi sendo substituída por uma arrogância sem limites e ele apenas percebeu isso quando, um belo dia, seu irmão soltou tudo em sua cara, falando poucas e boas que aquele, simplesmente, não era quem havia conhecido sua vida toda. Ele prometeu mudar, mas não foi bem assim que as coisas se seguiram.
No último ano do Ensino Médio, a vida dos Moon mudou por completo, principalmente para Joowon. A mãe dos dois rapazes e em quem Joo era mais apegado, acabou falecendo por estar muito doente. A notícia foi um baque na vida do menino de 17 anos, que agora tinha apenas o irmão ao seu lado e um caminho completamente perdido pela frente, o que acabou deixando sua cabeça ainda mais confusa. Joowon se tornou ainda mais fechado, mais ríspido e um tanto quanto vazio. Não era capaz de sentir um pingo de emoção além da tristeza que tomava conta do seu corpo diariamente e da saudade da pessoa mais importante da sua vida. E, foi no meio desse caos, que terminou seu Ensino Médio sem ao menos saber o que iria fazer da vida no futuro.
Os anos foram se passando e o único foco da vida de Joowon era a única coisa que o agradava: Os esportes e, principalmente, a academia. Passava horas intermináveis enfiado dentro do local, fazendo dietas malucas e ingerindo coisas que, provavelmente, eram proibidas, deixando seu irmão maluco de preocupação por ver o mesmo jogando sua vida fora dessa maneira. E foi assim que resolveu tomar a atitude radical de se mudar com o irmão para o complexo de Acropolis. Joowon não tinha escolha, afinal, não tinha onde cair vivo ou ao menos se sustentar, seu irmão era sua única base naquele momento e, pelo menos por agora, não queria perder mais uma coisa. Foi sem pestanejar ou dar um dos ataques de raiva que sempre dava dentro de casa, mas não deixava de estar menos “ele” por conta disso. Era tanta coisa acumulada, e seu irmão entendia isso, mas não sabia mais o que fazer além de esperar que algo, ou alguém, colocasse sua cabeça no lugar novamente.
Três anos se passaram desde a mudança e, aos 23 anos, Moon Joowon havia conseguido um emprego como personal trainer na academia de Acropolis e sorria mais do que antes. Havia se tornado um homem grande porém carregado dos complexos que a vida deu e não fazia nada além de ter sua rotina de trabalho e se enfiar em brigas no bar enquanto estava muito bêbado tentando esquecer seu passado, e até mesmo seu presente. Seu irmão estava exausto, não se comunicava direito com Joowon havia meses, apenas pequenas trocas de palavras eram feitas dentro de casa e, realmente, ERAM. Afinal, naquele ano, iria sair de casa para se casar com a sua noiva e deixaria Joowon, pela primeira vez na vida, completamente sozinho. Joowon, sabia que não seria fácil, sabia que seu irmão queria que ele vivesse por si, mas nem ao menos conseguia raciocinar direito. Sua cabeça ansiosa rodava que estava perdendo-o também, não completamente, mas ainda estava e, simplesmente, não sabia lidar com isso. E, afinal, como iria se sustentar apenas com o dinheiro da academia?
No final das contas, as coisas acabaram dando certo. Passou a dar mais aulas particulares como personal, passar mais horas dentro da academia e agora, nem ao menos tinha uma vida social. Porém, a que custo? Moon Joowon continuava vazio. Observava seu irmão casado já havia 3 anos, pronto para ter uma filha, sua sobrinha e, mesmo assim, não havia um pingo de felicidade que poderia ocupar um corpo tão grande. Sentia falta de sua mãe e de como ela o dava apoio, com apenas um sorriso, tudo era possível e ele era capaz de conquistar o mundo. Não podia contar para ninguém sobre suas descobertas, sobre sua sexualidade e se sentia atolado de sentimentos completamente…vazios, porém, quando deitava a cabeça no travesseiro, Joo sonhava em recomeçar, ser uma nova pessoa e alcançar seus sonhos. Sonhava em conhecer alguém que fosse viver ao seu lado e comemorar suas conquistas, sonhava em ter um sorriso sincero e poder proferir a palavra “Eu te amo” de novo. Só não tinha ideia de quando ou SE isso iria acontecer.
0 notes
Presente. Capitolo 2 – Fine agosto 2021 
“Non tentarmi Vittoria Alata. Sai che non posso” 
“Non puoi cosa?”  
"Toccarti, o altro…”
(TW: NSFW, smut, OC, MiloxOC, riferimento a MiloxCamus, Coppia HET, riferimento a coppia HOMO, D/s, Dom!Milo, Scarlett Needle/Cuspide Scarlatta con uso creativo)
Quegli orgasmi potenziati dalla Cuspide Scarlatta le facevano sempre perdere i sensi per qualche minuto. Milo ne approfittava per guardarla. Era bella oltre ogni umana comprensione. Non quella bellezza eterea, intangibile e spirituale che aveva Athena, la sua Dea, la loro Dea. Nike, pur essendo divina anche lei, aveva una bellezza totalmente umana. Il genere di bellezza per cui uomini, e donne, avrebbero fatto praticamente di tutto.  
La cosa più ironica di tutto questo? Della sua bellezza, se non ci faceva caso, se ne dimenticava. Lei era, in tutto e per tutto, una di loro. A parte gli anni in cui si era allontanata durante il periodo in cui Saga, che su di lei non aveva autorità, era posseduto da Ares, da quando anche il suo Cosmo si era risvegliato, Nike aveva sempre vissuto al Santuario. Quando poi era riuscita a dominare la sua armatura, si era trasferita al tredicesimo tempio, quello riservato alle Dee e al Grande Sacerdote. Però la maggior parte del tempo la passava da sempre con loro, i goldini, come amava chiamare i cavalieri d’oro. Con loro si allenava (più che altro allenava loro a farsi pestare, tanto era forte), mangiava, studiava, insegnava alle reclute, rideva, soffriva, cazzeggiava, insomma viveva. Il fatto che fosse una ragazza, beh, era evidente, ma totalmente irrilevante.  
Aveva smesso di esserlo la sera dopo la sua prima udienza ufficiale con Athena, quasi un anno e mezzo prima. La morte di Camus, le sue circostanze, l'avevano sconvolto, abbastanza da fargli dubitare tutto ciò che aveva sempre creduto di sapere e di aver scelto. Era andato da Athena per chiedere di potersi congedare, lasciare l’armatura per sempre e ridiventare un uomo normale. Andarsene finalmente dalla Grecia e dai luoghi che contenevano i pezzi infranti del suo cuore. Ma la dea aveva detto no. Troppe perdite c'erano state tra le fila dei cavalieri d’oro. E troppi i nemici ancora in vita.  
Nike l'aveva fermato nell'atrio del tempio, mentre si riavviava rassegnato all'ottava casa.  
“Anche a me manca. Dai vieni, misery loves company”  
Milo sapeva che gli avrebbe fatto bene e così la seguì nei suoi appartamenti. Nike era davvero una buona amica e un'ascoltatrice ancora migliore. Con l'aiuto di una bottiglia di vodka che proprio lui aveva portato tempo prima della Siberia, passarono il tempo ricordando Camus, che lei non aveva visto per anni. Milo raccontò di come il loro amore fosse sbocciato durante gli anni dell’adolescenza, trascorsi già da cavalieri d’oro. Di come un giorno, per caso, durante un litigio finito a botte, si fossero ritrovati a baciarsi per la prima volta. Da allora, tutte le loro risse erano finite a letto. Da allora, erano venuti alle mani sempre più spesso. 
“Sei mai stato con una donna da quel giorno?” gli chiese Nike, ufficialmente dando inizio alla fase senza filtri della serata. 
“Non sai quante. Non ti ricordi che mi sono fatto anche la tua amica Livia dopo la tua festa dei diciotto anni? Camus è il mio primo, ultimo e unico uomo. E comunque, il nostro è un amore quasi platonico. Praticamente un eccesso di amicizia” 
“Ah, è vero. Anche lui mi sembra sia finito a letto con una di loro quella sera. Aspetta, chi era? La Clary mi sa... Ma è stato prima o dopo che iniziasse tra te e lui?” 
“Dopo, circa due anni dopo. Le tue amiche però non erano una forma di ripicca incrociata. La nostra relazione è sempre stata molto anomala, per quanto sincera. Non siamo mai stati monogami. Non credo fosse esattamente nella natura di nessuno dei due rinunciare alle donne” 
“E con un uomo è molto diverso?” 
“Al di là del fatto che quello che provo per Camus non mi aveva mai nemmeno sfiorato prima. Se vogliamo parlare puramente dell’aspetto fisico della cosa… mi mancano le tette!”  
Scoppiarono entrambi in una risata sonora.  
“Se ti può servire” disse lei schiacciando le sue tra i gomiti per farle risaltare dalla scollatura.  
In quel momento Milo ebbe un’epifania. Per quanto sembrasse impossibile non averci fatto caso prima, Nike, che lo guardava con il suo viso stupendo, i capelli castano ramato e gli occhi verde smeraldo, era in effetti una donna. Anzi no, lei era una strafiga, in tutto e per tutto. Incluso quei seni generosi e perfetti che notava per la prima volta in quell’esatto momento. In quel momento Milo capì che la stava vedendo con occhi completamente diversi dal solito ed aveva paura di come sarebbe andata a finire.  
“Cosa c’è? Sembri confuso”  
“C'è che… niente lascia perdere” 
“Vorresti toccarle?” chiese lei tra il serio e il faceto.  
Certo che voleva toccarle. Ma non si sarebbe fermato lì. Adesso che i suoi occhi si erano magicamente aperti al fatto che Nike fosse una bellissima donna, davanti a lui, con indosso praticamente niente per via del fatto che aveva sempre caldo, avrebbe voluto fare ben più che toccarle il seno. E probabilmente tutto ciò era proibito. Non sapeva con certezza ma c'era una buona probabilità. Lei era un cavaliere di platino, vestiva una Kamui, il braccio destro di Athena e una dea anch’essa. Gli altri Saint non erano in teoria autorizzati nemmeno a sfiorare la pelle di una dea. Aldébaran già si prendeva molte libertà abbracciandola, e con Saga aveva un rapporto strano, ma loro erano stati i suoi maestri. Per tutti gli altri Nike faceva già grandi eccezioni, perché lei voleva essere trattata come una di loro. Ma farci del sesso… sicuramente era proibito da qualche parte.  
“Non tentarmi Vittoria Alata. Sai che non posso” 
“Non puoi cosa?”  
“Toccarti, o altro…”  
Lei prese l’iniziativa. Gli afferrò le mani e se le guidò sul seno, nudo sotto la sottoveste sottile, guardandolo negli occhi e accarezzando i suoi avambracci con le vene sporgenti, per cui aveva un kink esagerato. 
“Chi l’ha detto che non puoi. Al massimo non vorrai. Mi hai già rifiutato una volta” 
Per Milo questo era tutto il nulla osta che serviva.  
‘In fondo, se è davvero proibito, mi sbatteranno fuori, o mi uccideranno. Entrambi sono scenari che accetterei volentieri’ 
“Un errore che non ripeterò oggi" 
Finalmente si lasciò andare, strinse le mani intorno ai seni, e si avvicinò al viso di Nike per baciarla con la passione della disperazione.  
Si ricordò di avere ancora indosso l’armatura dall’udienza con Athena solo perché divenne incredibilmente scomoda da portare dopo l’ovvia reazione fisica che ebbe a quel bacio. Nike intuì la situazione e cominciò a levargliela, partendo dalla parte alta del corpo. Quando arrivò il turno di cintura e gambali, lei colse l’occasione per scivolare tra le sue gambe e sul pavimento, fermandosi quando si trovò in ginocchio di fronte a lui, baciandogli l'addome scolpito e premendo i seni sul suo cazzo ormai di marmo. Milo pensò a quanto ironica fosse la cosa. Ogni altra volta, in situazioni ufficiali, era stato lui a doversi inginocchiare al suo cospetto e tenere gli occhi bassi.  
Lei cominciò leccando dalla base alla punta, come un ghiacciolo. Sapeva che lui moriva già dalla voglia che lo prendesse tutto in bocca, e finalmente lo accontentò. Milo lasciò andare la testa all’indietro mentre un fremito percorse il suo corpo.  
‘Che sei una dea è ovvio’ pensò, ‘Ma inizio a dubitare che tu sia solo la dea della vittoria’ 
Nike dopo un poco decise che era ora di andare oltre. Allontanandosi lentamente, rialzandosi, e abbandonando la sottoveste, si avviò verso la camera da letto facendo cenno a Milo, ancora confuso da quello che stava accadendo, di seguirla.  
“La Vittoria è tua, cavaliere. Vieni a prenderla” 
Athena, la Dea suprema, usava sempre e solo i nomi delle costellazioni per rivolgersi a loro. Era un modo per mettere in chiaro chi fosse al comando. Nike, per quanto avesse quasi la stessa autorità su di loro, invece, preferiva i nomi di battesimo. Lei voleva fare parte del gruppo, essere una di loro, non comandarli. Le poche volte in cui usava i nomi delle costellazioni era sempre per ordini ufficiali. Per questo Milo non ebbe dubbi quando, una volta entrambi a letto e senza vestiti, lei, baciandolo, gli sussurrò sottovoce 
“Fammi venire, Scorpione” 
 Le regole del Santuario, su questo, erano esplicite. Era un ordine. E lui doveva obbedire.  
Era sopra di lei che la baciava intensamente, mentre lei lentamente dischiudeva le ginocchia. La voleva. La voleva forse più di quanto avesse mai voluto nessun’altra nella sua vita. Però… 
‘Sto… sto davvero per scoparmi la Dea della Vittoria? La mia Dea? La mia migliore amica?’ pensò mentre si aggiustava tra le sue gambe, muovendosi sul suo corpo, sentendo la morbidezza della sua pelle di seta, piano piano salendo.  
Quel pensiero lo fece esitare un istante. Ma poi la guardò. E in quel momento decise di dimenticare chi fossero. Le armature, il Santuario, il Cosmo, i loro obblighi, il loro rango, non esistevano più. Gli avevano già rubato fin troppa vita e non aveva intenzione di lasciare che gli rubassero anche questa inaspettata, incredibile, impensabile occasione di godersi tutta la vita che ancora poteva.  
La guardò per l'ultima volta prima che tutto cambiasse per sempre. Nike aprì gli occhi di smeraldo, sorpresa anche lei per un istante dalla bellezza sovraumana di Milo. I loro sguardi si incrociarono, ormai lui era arrivato dove doveva, e già le premeva contro. 
“Sei sicura?”  
Lei annuì sorridendo. 
“E tu?” 
Lui le rispose baciandole il collo e, finalmente, spingendo dentro di lei.  
Nike trattenne il fiato. Era eccitata e prontissima a riceverlo, ma comunque le ci volle qualche secondo per abituarsi a lui e a come la stava allargando. Arrivato in fondo si fermò per un istante.  
“Stai bene?” le chiese sfiorandole la guancia, e guardandola negli occhi.  
“Molto più che bene”  
“Lasciami fare e ti farò stare ancora meglio” rispose lui, accarezzandole il seno e dandole il primo colpo. Lei gemette, lui sorrise e continuò.  
“Sto per venire Milo” disse lei con la voce quasi rotta. Quel che si dice sugli Scorpioni, a quanto ne capiva quella notte, era tutto verissimo.  
“Mi hai dato un ordine. Non ti deluderei mai” rispose lui sorridendo, spingendo ancora più forte, toccandola proprio nei suoi punti giusti. Poi le prese la sinistra con la sua destra, gliela portò sopra la testa e intrecciò le loro dita.  
“Vieni per me Nike. Vienimi sul cazzo. Fammi sentire cosa si prova ad avere la Vittoria” disse portandola in vetta in quell’istante.  
C'erano poche cose che Milo amava come osservare una donna venire per merito suo. Questa volta non fu certo l’eccezione. La guardò lasciarsi andare, chiamare il suo nome e stringerlo talmente forte da fare quasi perdere il controllo anche a lui. Quando si riprese e riaprì gli occhi, lui la baciò e, ancora sulle sue labbra, 
“Brava bambina. Sei proprio la mia brava bambina” 
Un istante dopo riprese a muoversi, questa volta per se stesso e il suo piacere. Non si trattenne più, spingeva dentro di lei forte, deciso, e a fondo, come piaceva a lui. 
“Fammi venire dentro Nike, ti prego fammi venire dentro”  
“Cosa aspetti” sussurrò lei languida. Lui non si fermò più. Le affondò dentro un’ultima volta, baciandola e stringendole la mano che non aveva mai lasciato andare. 
Nike lo sentì pulsarle dentro, irrigidirsi e poi a poco a poco rilassarsi, finché alla fine staccò le labbra e aprì gli occhi, sorridendo. 
“Davvero… davvero è appena successo?” 
“Anch’io quasi non ci credo” 
 “Ti sono appena venuto dentro” 
 “Ti sono appena venuta sul cazzo”  
Entrambi risero e lui si ritirò e si sdraiò al suo fianco.  
“Cosa c’è? Smetti di fissarmi per favore” 
“No scusa è che… sei bella. Bella da morire” 
“Dimmi qualcosa che non so. E poi mi hai appena scopato, non hai più bisogno di lusingarmi” 
“No, infatti. Ma sei ancora più bella del solito, dopo che sei venuta”  
Risero di nuovo e poi silenzio. Era questa la parte difficile adesso, capire razionalmente cos’era successo e cos’erano diventati. Nike sospirò e si accinse a parlare ma fu fermata da un bussare alla porta che collegava la sua stanza a quella delle udienze. 
“Nike” 
‘Oh cazzo, Athena’ pensò Milo. 
‘Vestiti, muoviti dai’ rispose Nike sempre col pensiero. 
“Sì mia signora” 
“Posso entrare?” 
Nike si alzò di scatto cercando la sua sottoveste. 
‘Dove cazzo sono i miei boxer?’ 
“Certo, mia signora solo un istante” 
‘Lascia perdere i boxer, metti l’armatura, sbrigati’  
Nike si avvicinò alla porta. 
‘Pronto?’ 
Lui annuì, aggiustandosi l’elmo e poi si mise in ginocchio. Appena in tempo perché Nike stava già apprendo la porta. 
“Mia signora” 
“Nike ho sentito Cosmo innalzarsi da qui e… Scorpione sei ancora qui? Ti avevo congedato ore fa” 
“L'ho invitato io. Adesso purtroppo è lui l’ultimo difensore prima del nostro tempio e alcune cose andavano infatti discusse” 
“E non potevate aspettare domani durante un’udienza ufficiale?” 
“No mia signora” disse Milo sempre guardando in basso, “era un discorso che avevamo in sospeso da tempo e che non poteva aspettare” 
“E adesso avete finito?” 
“Sì. Sì, abbiamo finito entrambi” disse ancora Milo con l’ovvio doppio senso, mentre Nike si mordeva le labbra per non ridere. 
“Molto bene, allora ritorna subito alla tua casa. Sai che non è permesso agli uomini di stare qui durante la notte”  
“Certo mia signora. Me ne vado subito” 
“Buona notte Scorpione, buonanotte Nike” 
Nike chiuse la porta e ci si appoggiò contro tirando un immenso sospiro di sollievo. Milo si alzò da terra ridendo. 
“L’armatura commando non l'avevo mai messa” 
“Una notte di prime volte. Dai, mettila via e rimettiti i tuoi vestiti” 
“E tu cosa fai? Mi guardi mentre mi cambio?” disse stringendo la dogtag che fece comparire il suo scrigno e cominciando a togliersi i pezzi d’oro uno per uno. 
“Cos’è? Adesso ti vergogni?” 
Lui rise e continuò a svestirsi prima e rivestirsi poi. Nike ammirò lo spettacolo, in effetti era perfetto.  
“Senti” disse quando fu di nuovo vestito  
“Prima che ci interrompesse Saori io… noi…” 
“Lo so” rispose lei guardando in basso. 
“Hai qualche rimorso? Possiamo benissimo fare finta che non sia successo assolutamente niente se preferisci” 
“Non scherzare, nessun rimorso. E sul fare finta, beh, fuori di qui direi di sì, anche perché se no forse Alde ti distrugge”  
Milo rise. Dimenticava a volte che il Toro era stato il primo maestro di Nike, e quasi un padre per lei al Santuario. 
“Ma tra noi io non ho alcuna intenzione di negare quello che è successo stanotte, né di dimenticarlo” 
Lui si avvicinò e le sollevò il mento con due dita per fissarla negli occhi. 
“Nemmeno io baby, nemmeno io. Ma, la domanda sorge spontanea” 
“Non credo. In altre circostanze forse, ma non adesso. C'è talmente tanto altro a cui pensare e di cui preoccuparsi. Cosa siamo, siamo lo stesso di ieri, di stamattina. Con un orgasmo a testa in più e una storia buffa a cui ripensare quando siamo da soli e in vena di ridere” 
Milo sorrise sollevato.  
“Sdoganiamo l’accaduto come in incidente e diamo la colpa a Camus e la sua vodka?” 
“Incidente mi fa pensare a qualcosa di spiacevole e che preferiresti evitare che si ripeta…” 
“E non è così?” chiese lui con un’espressione un po’ ammiccante. Nike scosse la testa. 
“No, proprio direi di no. Ti rendi conto di cosa mi hai fatto? Neanche mi ricordo qualcun altro che mi ha fatto venire in quel modo” 
Cioè, sì se lo ricordava. Ma non era il momento di ripensare a lui. 
“Adesso però è meglio che vai”  
Lui annuì e si mise il suo scrigno sulla spalla. Sulla porta si girò a salutarla. Lei lo abbracciò forte, come faceva sempre. Erano amici da tanti anni e quello non cambiava quella sera. 
“Grazie di tutto Nike. Sul serio. Non sai quanto avevo bisogno di stasera. Sono Scorpione in fondo, il mio love language è l’intimità fisica. Non sai quanto mi era mancato… tutto” 
“Anche a me, credimi. E Saori ha già detto che tornerà a Tokyo tra non moltissimo. Appena lo farà, questa porta è sempre aperta per te. Giorno, notte e qualsiasi dress code” 
Lui sorrise e le baciò la sommità della testa e poi fece per lasciarla andare.  
“Aspetta… ancora una cosa” 
“Quello che vuoi, dimmi” 
“Posso avere il bacio della buonanotte?” 
“Non speravo di essere così fortunato” disse sorridendo, cingendole i fianchi e posando le labbra sulle sue. Lei rispose in modo molto meno angelico, aprendo la bocca. Lui colse l’invito, infilandole la lingua in bocca e afferrandole il culo.  
Il bacio si ruppe dopo qualche minuto. 
“Round two?” 
“Non stanotte amico mio. Non stanotte” disse Nike salutandolo e chiudendo la porta. 
Milo si accorse che lei stava per rinvenire e si sdraiò supino a guardare il soffitto mosaicato. Sapeva che lei era in soggezione quando la guardava in quel modo.  
“Tre stelle stavolta?” disse Nike osservando le ferite aperte sul suo seno. 
“Non starai esagerando?” 
“Il mio sogno è di portarti fino ad Antares, col tempo”  
“Se ti piace scopare un cadavere…” 
“Ma se godi come un riccio! Anzi, mi preoccupa che uno di questi giorni, se riesco a colpirti in allenamento, ti faccio venire davanti a tutti” 
“Di questo non c'è pericolo. In condizioni normali la tua neurotossina fa sempre malissimo. Davvero non so cosa mi succede quando mi colpisci mentre siamo a letto” 
“Misteri del corpo umano, o divino, in questo caso” 
“Comunque credo che il tuo veleno mi faccia venire la febbre, si muore di caldo qui”  
“Tu hai sempre la febbre, da quando indossi quella stupida Kamui. Che cazzo, delle due persone con cui vado a letto, nessuna con una termoregolazione decente. O mi congelo o mi ustiono!” 
“Come reagisce Camus al veleno? A quante stelle siete arrivati?” chiese lei, onestamente incuriosita. Milo si voltò di scatto. 
“Non pensarlo nemmeno. Quello che faccio con lui non ha niente a che fare con quello che faccio con te. Camus non è il tipo a cui piace questo genere di cose”  
‘Se solo sapessi che genere di cose piace a Camus...’ pensò lei, trattenendo a stento un sorriso.
1 note · View note
vacnte · 3 years
Text
Tumblr media Tumblr media
like or reblog if you save plss! + follow me to see taetae everyday :)
Please put source too if u want to repost...🥺🥲
123 notes · View notes
seokiie · 4 years
Text
I can’t believe he did this I can’t believe he did this I can’t believe he did th
804 notes · View notes