Accidente
...llegó Rocky
Salto encima de la mesa y con su risa maniaca empezó a disparar como loco
Mitzy: ¿ROCKY QUE HACES AQUÍ?
Rocky: ERA UNA PERSECUCIÓN Y LLEGUÉ HASTA AQUI!!! ESCONDANSE DETRÁS aDE UNA MESA RÁPIDO!!!!!!!!
Pero en vez de eso Wick tomo de la mano a Mitzy y se la llevó a su auto, eso en vez de mejorarlo lo empeoró
Nico: allí están *apunta hacia ellos* yo me encargo del gato plomo
De pronto la risa de Rocky seso y dió un tiro perfecto a el arma de savoy, haciendo que esta resbalara de su manos
Mitzy y Wick se escaparon, pero no llegarían muy lejos
Mientras tanto nuestra gatita blanca se estaba escondiendo debajo de una mesa, pensando si es que esto era lo cotidiano en la vida de Mitzy y Rocky
De pronto ya no era Rocky si no 'UN MANIATICO', Rocky estaba serio ya no le parecía gracioso. Mientras corría y se escabullia entre las mesas dijo lo siguiente
Rocky: DOS HERMANOS EN EL VIENTO SE ALZAN Y EN SUS PASOS NO MALGASTAN *dispara*
Nico: demonios
Rocky: SIN EMBARGO TODOS FALLAN
Rocky recitaba su poema mientras pasaba de una mesa a otra
Rocky miró por el borde de la mesa, vio las orejas de Nico, preparo su dinamita y sin pensarlo dos veces sin ningún rasgos de arrepentimiento en su cara la lanzo
Serafine ya tenía acorralada a Mitzy y a Wick cuando decidió ver su lado
Serafine: NICO!!
Solo se escucho un estadillo y ahí estaba Nico, Rocky no lo daño fatalmente pero su pierna había quedado atorada entre uno de los árbol que callo.
Rocky:Y FINALMENTE SUS PASOS SE DESBALANZAN
Serafine vio a Mitzy y a Wick luego a Nico y corrió asia el mientras Rocky se aseguraba de que escaparan Mitzy y Wick cayendo en la mesa donde se escondia lacy
Serafine: LO PAGARAS
Lacy se dió vuelta a ver al gato gris que estaba de espalda asia a ella, jadeando
Lacy: ¿Rocky estás bien?
Rocky no respondió
Lacy: oye? ROCKY?!
Lacy dio vuelta a Rocky y su herida estaba sangrando estaba pálido sus bigotes despeinados
Lacy: Rocky!! Mírate ¡VAMONOS AHORA! Estás sangrando
Rocky: ugh se fueron...
Lacy: Mitzy y Wick?, Si ya se fueron
Rocky: ...Que bueno..., ¿Nos vamos?
Dijo Rocky con su voz débil, apenas sosteniendo su cuerpo
Lacy: Tenemos que movernos ya, antes de que la gata blanca se de cuenta
Rocky: ... bien..sígueme
Rocky se paró con una mirada distante y devil indicando a dónde ir a Lacy, pasando por entre las mesas cada vez más lento la adrenalina había dejado de hacer efecto
Lacy: Rocky mira allá está el auto
Lacy y Rocky corrieron al auto, pero Rocky se estaba quedando atrás para cuando Lacy llegó al auto, Rocky se había a desplomado en el piso
Ella retrocedió a ayudar a su amigo
Lacy: Rocky, ven vamos... párate
Rocky: No puedo... Mis piernas...
Lacy: Rocky, tan débil estás?
Dijo la gatita con una voz comprensiva y preocupada mientras lo tomaba de un brazo
Rocky: mi herida... En la cajuela
Lacy: Rocky tendrás que ir de copiloto no te voy a dejar conducir así, ¿Mírate porque no me dijiste nada?... Ni siquiera sabemos si Mitzy y Wick se pudieron ir fácilmente...
Dijo mientras lo tomaba de un brazo
Rocky: No te preocupes tanto Lacy...
Lacy: NO PREOCUPARME?! Pero como no hacerlo si eres mi amigo... ¿Por cierto donde estan tus medicamentos en la cajuela? ¿SI QUIERA ESTAS TOMANDO ALGO?
Rocky se desplomó en el asiento, ya ni siquiera podía abrir los ojos de lo mal que estaba
Lacy: ¡¡ROCKY NO TE DUERMAS PORFAVOR, NO TE VALLAS MIRAME!!
Lacy tomo con ambas manos la cara de Rocky, el abrió un poco los ojos y vio los dos ojos dorados de gatita blanca preocupada por el, ella se horrorizaba al verlo en ese estado
Lacy:mírame Rocky no te duermas..., ¿si?, ¿dime esto te duele?
Lacy se acercó y Rocky casi sentía su respiración sobre su frente
Rocky: Auch aghh
Lacy:bueno no tocare más ahí
asentio con la cabeza, mientras mantenían el contacto visual sus orejas se agacharon y su cola a moverse, de pronto sintio que se estaba empezando a sonrojar, afortunadamente Lacy se había dado vuelta para buscar el medicamento mientras Rocky procesaba lo cerca que había estado de esa gata, Acaso alguien lo considera a su "amigo" y además se preocupa por el...?
Lacy:¿DONDE VIVES ROCKY TIENES A DONDE IR?
Le pregunto mientras se subía a conducir
Rocky: No... Yo vivo aquí
Lacy:¡¿QUE?! En el auto?¿Y que hay de la casa de de tu tía?
Rocky: si...no soy bienvenido en esa casa..., debo dar vergüenza ahora...
Lacy: no para nada..., que...? pero Rocky me cuesta pensar que dejes que te traten asi...,¿Que no eres amigo de pecas?
Rocky: ...¿Que no es lo usual?...además yo mismo me lo busco... y mi tía Nina no quiere verme..., soy un desastre andante
Lacy: No lo eres Rocky no te llames así, te traeré a mi casa... además creo que eres un buen compañero...
Dijo un poco sonrojada con un puchero en la cara
Rocky: No te molestes... solo deja el auto y a mi con el, al frente de la casa de Víctor y estaré bien... siempre lo estoy...
Rocky apenas dijo eso se desmayo en el asiento
Lacy: No digas eso ¿Rocky? ¿ROCKY?
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Capitulo 1
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PARTE I
Invierno
Yoongi miró la oscura profundidad de su taza, el líquido dentro era negro y estaba tan espeso como el alquitrán. Tenía tanto vapor que sus lentes se empañaron. Olía a muerte, también, lo que realmente no ayudaba a creer que, supuestamente, era una poción curativa.
Se veía asquerosa.
—Se ve asqueroso—dijo Yoongi y levantó una ceja al ver como una burbuja enorme formada en la superficie se reventaba.
Su voz, demasiado baja y rasposa debido a su nariz congestionada y su garganta adolorida, sonaba graciosa incluso para él. Especialmente cuando sentía sus orejas como si tuvieran un montón de algodón en ellas. Todo se sentía apagado, demasiado caliente y demasiado asqueroso en general. No merecía tener una nariz congestionada, ojos lloros y músculos adoloridos.
—Insulta mi trabajo otra vez y podrás estar seguro de que será la última vez que salvaré tu trasero.
La mano de Hoseok tocó su frente y su mano estaba tan caliente que Yoongi quiso empujarla lejos. Aún no podía descifrar la magia que corría a través de las venas de Hoseok que lo hacía asquerosamente caliente y resistente al frío. Bastardo suertudo.
—Aún tienes fiebre—dijo, alejando su mano. La miró por unos segundos con leve disgusto antes de limpiarla en su camiseta. —Y estás sudando más. Tómatelo todo. No voy a mentir, sabe a mierda. Pero te sentirás mejor después de diez minutos. Quizás quince.
—¿Estás seguro que no te equivocaste como la última vez?
—Pedí perdón, ¿está bien? Además, ambos sabemos que te veías increíble con esa barba. Solo que eres demasiado tímido para admitirlo.
—Te llamaré otro día por si quiero que me crezca una cola o algo.
Habían unas cuantas burbujas de jabón con pequeñas llamas dentro de ellas flotando por la habitación. Yoongi todavía no sabía cuál era el propósito de ellas, pero Hoseok insistía en crearlas cada vez que lo visitaba. Decía que eran tiernas y que levantaban el ánimo. Lo que era cierto. Hasta que accidentalmente reventabas una con tu cara. Definitivamente menos tierno.
Se iluminaron un poquito más cuando Hoseok se rió.
—Siempre olvido que eres un idiota cuando te enfermas—dijo Hoseok, poniéndose su chaqueta. Probablemente ni siquiera la necesitaba cuando su cuerpo era suficiente para mantenerlo cálido. —¿Estás seguro que estarás bien? Es mejor que lo estés porque no quiero quedarme aquí por el resto de la noche. Tu casa es demasiado sombría en el invierno.
—Es encantadora— Yoongi sorbió por las narices—estoy ofendido.
En realidad, había algo encantador sobre su casa cuando mirabas más allá de los colores oscuros y el suelo viejo y chirriante. Pero el elemento más importante era la vista que le daba la bienvenida a Yoongi cada mañana. El bosque, con sus árboles altos, ahora cubiertos con nieve blanca, brillante y hermosa. Con pájaros que cantaban y lobos que aullaban en la noche. Con caminos hechos con los pasos de Yoongi. Tranquilo, pero animado con toda la vida a su alrededor.
—Lo que digas. Avísame si te sientes mejor. O si te crece un par extra de brazos—Yoongi captó la breve sonrisa de Hoseok antes de que desaparecía bajo su bufanda.
El suelo de madera sonó bajo los pasos de Hoseok cuando salió de la habitación de Yoongi y bajó por las escaleras. Yoongi terminó su bebida en un solo y asqueroso sorbo y suspiró. Se acurrucó en una pequeña bola de fatiga y mal humor, decidiendo que ya era hora de una merecida siesta.
Escuchó un sonido de unas patas suaves contra el suelo y Yoongi sintió cómo Gata saltó a la cama. Se tomó su tiempo para acomodarse, eligiendo un lugar junto al estómago de Yoongi y empujó su cabeza contra su mano impacientemente.
—Está bien, está bien—murmuró Yoongi cuando comenzó a acariciarla—¿estás feliz ahora?
Tomó su ronroneo como un sí.
Gata no era exactamente la gata de Yoongi. Aún así, se convirtió en una pequeña parte de su vida, incluso si sospechaba que le gustaba más su comida y tener un lugar cálido para dormir más que él. Su pelaje, negro desde la punta de la nariz hasta el final de su cola, la haría una gata perfecta para un brujo. A excepción de sus dos manchas blancas en sus patas frontales. Caminaba un poquito gracioso y la cicatriz en su oreja se sentía áspera, pero no era nada comparado con el montón de huesos rotos que era cuando Yoongi la encontró.
Yoongi estaba a punto de dormir cuando Gata levantó su cabeza abruptamente. Sus ojos se abrieron rápidamente.
Las luces flotando a su alrededor parpadearon una, dos, tres veces. Cambiaron de color, también, de naranjo a rojo y de rojo a morado y, entonces, las burbujas protegiendo la luz pop, pop, pop, desaparecieron. Yoongi se sentó derecho, sintiendo algo oscuro e incómodo revolviendo su estómago.
Entonces la puerta en el piso de abajo se abrió ruidosamente.
—Será mejor que vengas y veas esto. Rápido.
Escuchar la voz de Hoseok, incluso si estaba temblorosa, logró calmarlo un poco. Tragó el pánico que había comenzado a nacer en su garganta y salió de su cama.
—No me digas que te asustaste de la oscuridad de nuevo—dijo mientras bajaba las escaleras, pero al ver los ojos de Hoseok se calló.
Yoongi lo siguió hasta afuera, donde el aire estaba frío y podía sentirlo en sus huesos. Llenó sus pulmones con el olor del invierno y el hielo y la sangre que empapaba la nieve fresca, recién caída. Había algo tirado en el suelo, solo a unos pasos de él. Algo grande, negro y que respiraba.
—¿Eso es…? —comenzó a hablar Hoseok.
—Un lobo.
—Son extremadamente raros en donde vivo. Nunca había visto uno. ¿Y tú?
—Escuchado, sí. Primera vez que veo uno—respondió Yoongi. Ya se encontraba caminando hacia él, ignorando los balbuceos asustados de Hoseok.
La figura de su cuerpo se movía con cada respiro leve, arriba y abajo, arriba y abajo. Gemidos temblorosos y dolorosos perturban el silencio de la noche. Seis bocanadas de aire escaparon suavemente de su boca abierta antes de que Yoongi se arrodillara a su lado. Sintió su presencia y gruñó, pero estaba demasiado débil para ser una amenaza.
Yoongi estiró su mano y la puso en la herida que atravezada su estómago, tenía la piel cortada y abierta, su pelaje apelmazado por la sangre tibia. Podía sentirlo temblar bajo sus dedos.
—No voy a dañarte—susurró.
Presionó sus dos manos con más firmeza en su cuerpo y cerró sus ojos. Tomó un gran suspiro, lo sostuvo y lo dejó salir, susurrando el hechizo tan despacio, que solo él podía escucharlo. Sus manos, lengua y labios se movían fácilmente, recordando todas las veces que lo había hecho. Sintió la familiar sensación de la piel cerrándose bajo sus dedos, el olor de la sangre ya seca, escuchó sus gemidos apagarse y su respiración se volvió más estable.
El hechizo terminó y Yoongi quedó sin aire. Abrió sus ojos, sus párpados se sentían pesados y su visión estaba borrosa. Se forzó a sí mismo a moverse y logró pararse; todo el mundo giraba a su alrededor. Sentía como si sus piernas fueran a rendirse, sus rodillas repentinamente débiles al soportar su cuerpo. Intentó tragarse la pesada ola de náuseas y se tambaleó pero logró recuperar el balance antes de caerse. Respiró, dentro y fuera. Y otra vez, dentro y fuera, hasta que el aire frío aclaró su mente y agudizó sus sentidos.
—¿Estás bien?— la voz de Hoseok sonaba muy lejana.
—Estoy bien— respondió, cerrando sus puños manchados de sangre para que dejaran de temblar—ayúdame a entrarlo.
—¿Estás seguro que estarás bien?—Hoseok miró sobre el hombro de Yoongi al lobo tendido en el suelo que se encontraba al lado de la chimenea—es gigante.
Yoongi bufó. Estaba buscando en una estantería llena de botellas pequeñas de colores para encontrar una poción apropiada.
—¿Este cachorro gigante? he lidiado con cosas peores. Además—miró más de cerca una de las botellas, entrecerrando los ojos para leer lo que estaba escrito en la etiqueta— sané la mayoría de sus heridas. Solo necesito darle algo para que duerma en la noche y se irá en la mañana.
Hoseok arrugó su frente y presionó sus labios con duda— Parece más un joven sediento de sangre que un cacharro para mí.
—Eres demasiado dramático— se rió Yoongi— Ve a casa, Hoseok. La gente de tu pueblo te va a extrañar.
—Puedes sobrevivir un día sin mí.
Yoongi inspeccionó otra botella, la que estaba buscando. Era morada, el líquido adentro brillaba como una pequeña galaxia— ¿Estás seguro? la última vez eso no terminó bien.
Hoseok suspiró—Bien. Solo…cuídate.
—Sabes que siempre lo hago.
—Sí. Eso es lo que me preocupa—Hoseok miró una última vez al animal y Yoongi notó la duda en sus ojos.
—Nada en este bosque me ha herido nunca—dijo Yoongi— y él no lo hará, tampoco. Ve a casa ahora.
Yoongi se sentó junto al lobo, inspeccionándolo antes de estirar una mano para pasarla por sul pelaje negro y enredado. El lobo abrió sus ojos, solo un poco pero lo suficiente para que Yoongi viera el marrón de estos y el oro fuego reflejado en ellos. Su mirada se mantuvo desenfocada, mirando algo en la distancia.
—Quiero que bebas esto—dijo Yoongi, abriendo la botella—te ayudará a dormir y no sentirás dolor en la mañana.
Se la bebió toda en pocos, pequeños y lentos tragos. Yoongi continuó acariciándolo hasta que cerró sus ojos y su respiración se volvió profunda y estable.
—Gracias por no ser difícil.
Cuando Yoongi estuvo seguro que se durmió, se levantó y comenzó a caminar a su habitación.
Pero se detuvo. Se dio la vuelta. Tomó una manta del sofá y cubrió al lobo con ella. Si las suposiciones de Yoongi eran correctas, la manta sería útil en la mañana.
La manta si resultó ser útil. Funcionó bastante bien, cubriendo el trasero que le pertenecía a un hombre totalmente desnudo que se encontraba durmiendo en el suelo de Yoongi.
Parecía muy cómodo, incluso sin una almohada, mientras se estiraba con un pequeño suspiro, dándose vuelta para recostarse en su espalda. Era fornido, notó Yoongi, con músculos definidos y líneas suaves, pecho ancho y cintura estrecha. Era guapo, también. Unos mechones de su cabello negro y desordenado cubrían sus ojos. Los labios rosados, separados y las pestañas revoloteantes le otorgaban una sensación muy juvenil, casi sin encajar con la línea aguda de su mandíbula y sus cejas oscuras y fruncidas. Su piel tenía un bronceado como el verano, desvanecido, pero aún dorado en el sol de principios de febrero.
Y luego, habían cicatrices. La más grande y fresca estaba en su estómago, comenzando arriba de su ombligo y recorriendo hasta su corazón. Había otras por aquí y allá en sus brazos, más antiguas y ya sanadas. Pequeñas y blancas marcas adornaban sus muslos, una junto a la otra, un recuerdo de los filosos colmillos que las dejaron.
Yoongi carraspeó y el chico desnudo abrió sus ojos a regañadientes. Se sentó con otro suspiro y pestañeó unas cuantas veces antes de que estuviera lo suficientemente consciente para registrar a Yoongi apoyándose contra el marco de la puerta.
—Hola—dijo Yoongi, entretenido. Cruzó sus brazos sobre su pecho y esperó.
Unos ojos adormilados hicieron contacto con los de Yoongi y luego se abrieron al darse cuenta de donde estaba. Miró alrededor nervioso antes de mirarse así mismo y luego a Yoongi. Se sonrojó desde su cuello hasta la punta de las orejas, y torpemente envolvió la manta a en su cuerpo. Se puso de pie, tropezando con sus pies en el proceso.
—¿Quieres tomar desayuno o…? —bromeó Yoongi, mientras el chico pasaba corriendo a su lado para salir.
Todavía había algo muy animal en sus pupilas dilatadas y sus movimientos rápidos y nerviosos. Se paseó en círculos incómodo, pasando su peso de un pie a otro antes de que Yoongi, amablemente, le señaló la puerta. La abrió y con un fuerte golpe y en menos de veinte segundos después de despertar, se fue.
Yoongi llevó sus pies al porche, escondiendo un bostezo atrás de su mano. Recogió la manta que el chico dejó atrás y suspiró, quitándole la nieve.
Desde donde estaba, vio las huellas en la nieve que repentinamente cambiaron a patas, dirigiendo directamente al bosque.
—De nada—murmuró.
***
Las semanas pasaron y Yoongi no volvió a ver al chico lobo otra vez. Escuchaba aullidos en la noche y a veces sentía un par de ojos mirándolo desde la oscuridad, pero nada más que eso.
Hasta el día en que encontró un pato muerto afuera de su puerta.
Lo miró por unos segundos hasta que notó unas huellas de patas en la nieve que se le hacían familiares. No necesitaba un pato muerto. Es más, se sentía mal por él. Después de considerar un entierro, decidió dejarlo en el bosque para que alguien más lo encontrara.
Después encontró una paloma, otro pato y unos cuantos peces, todos muertos. Yoongi comenzó a temer abrir su puerta, con miedo de encontrar otro cadáver allí. Los volvió a dejar en el bosque, esperando que alguien que tuviera más necesidad de ellos lo encontrara.
Después de su último regalo, una trucha que hizo contacto directo son sus ojos de pez muerto (lo quemó) decidió consultar con alguien. Se dirigió a una arroyo que fluía no muy lejos de su casa en busca de algún tipo de ayuda.
—¿Jimin? —escuchó una risa familiar pero ninguna respuesta— Vamos. No tengo tiempo para jugar a las escondidas contigo.
El agua salpicó y una cabeza salió a la superficie.
—Hey—dijo Jimin, empujando su cabello mojada lejos de su frente.
Jimin, una ninfa, delicada e intocable como la misma agua. Su cabello era dorado y brillante, su cuerpo suave y de alguna forma transparente. Tenía tanta inocencia en su dulce sonrisa que distraía de sus ojos oscuros y que siempre tramaban algo. Y con una voz tan hermosa como fatal para algunas almas desafortunadas.
Jimin nadó hasta el bando nevado y descansó sus brazos ahí. —¿Pasa algo?
—Necesito tu ayuda.
Los ojos de Jimin se entrecerraron. —¿Y qué obtendré a cambio?
Yoongi debió haberlo sabido. Incluso si Jimin era encantador, raramente hacía cosas gratis. Yoongi chasqueó su lengua y respondió, —La satisfacción de haber ayudado a un amigo.
La expresión de Jimin se tornó increíblemente aburrida y parecía estar listo para volver bajo el agua. —Estoy un poco ocupado ahora, así que…
—Bien—suspiró Yoongi. Arrugó su nariz al pensar en todos sus muebles mojándose, pero no es como si tuviera otra opción— Un día en mi casa. ¿Qué tal eso?
—Tres.
—El hechizo sólo puede mantenerte lejos del agua por 24 horas. Lo sabes.
Jimin levantó una ceja. —Aún creo que es una excusa muy conveniente que inventaste. Pero está bien. Día, noche y una buena cena entre medio.
—Tú no comes.
—Soy bueno pretendiendo.
—Trato hecho…¿Me escucharas ahora?
Puso su mentón en su mano y sonrió dulcemente. —Por su puesto.
Yoongi se agachó para estar más cerca de Jimin y bajó el tono de voz. —Alguien ha estado dejando animales muertos en mi puerta.
Jimin lanzó su cabeza hacia atrás en una risa ruidosa y chillona, sus ojos se arrugaron tanto que casi desaparecieron. —Pero tú no comes carne—se las arregló para decir entre risas— ¿Siquiera sabes quién es?
—Sí. Un hombre lobo que salvé hace un tiempo.
Jimin silbó. —Mírate. Recibiendo regalos de tu novio lobo sin decirme nada antes.
Yoongi pasó su mano por su cabello y se preguntó por qué pensó que esto sería una buena idea. Ya podía sentir el principio de una jaqueca comenzando en la parte trasera de su cabeza.
—Ni siquiera lo conozco. Estaba sangrando frente de mi casa así que lo entré. Después despertó desnudo en mi piso y escapó sin decir nada.
—¿Y te preguntas por qué quiero pasar tiempo en tu casa? Escúchate. ¡Tienes hombres lobo desnudos durmiendo en tu piso! ¿Sabes qué pasa aquí? Nada. Todo lo que obtengo es un lobo intentando atrapar un pe- —los ojos de Jimin se abrieron excesivamente y sus labios formaron una O perfecta —Oh…
—Estaba por preguntar si lo viste.
—Sí, como hace un día. Si crees que un humano en el hielo es gracioso, debiste haber visto esto. Fue valiente, sin embargo, realmente quería darte esos peces.
Yoongi se sintió mal por un momento. No es que no apreciara esta forma de decir gracias. Es sólo que preferiría algo que no tuviera tanta muerte.
—Esperalo una noche y dile que no comes carne—dijo Jimin después de un momento. Hizo pequeñas bolas de nieve y las tiró en el agua para mantenerse ocupado mientras pensaba. —Pídele algo mejor a cambio. Lo salvaste, después de todo.
—No quiero nada a cambio—murmuró Yoongi— pero gracias.
—No hay problema. Por cierto—la expresión de Jimin se tornó astuta— ¿era lindo?
Yoongi se puso de pie y quitó el polvo de su ropa. Envolvió su bufanda un poco más alrededor de su cuello y metió sus manos en el bolsillo de su abrigo.
—Volveré mañana para que vamos a mi casa. Nos vemos.
***
Yoongi vio al hombre lobo una semana después, cuando estaba a unos pasos de la puerta de Yoongi. El contorno de su espalda tenía un tenue resplandor azul bajo la luz de la luna. Una capucha cubría su cabello y sus manos estaban metidas profundamente en los bolsillos de su chaqueta gastada y remendada.
—Hombre lobo desnudo—dijo Yoongi.
El chico se sobresaltó y se dio vuelta para enfrentarlo. Parecía irritado, empujando su lengua contra su mejilla y presionando sus labios como si estuviera considerando no contestar. Aún había algo frágil sobre la curva de sus labios, pero ya no parecía vulnerable, pues todas sus rasgos suaves estaban escondidos detrás de un escudo de ceño fruncido y sus ojos oscuros y serios.
Cambió su expresión a una neutral cuidadosamente antes de responder. —Es Jungkook, de hecho.
Yoongi se dio cuenta de que era la primera vez que escuchaba su voz. Era un sonido placentero, cálido, a pesar de lo distante que era Jungkook.
—Soy Yoongi—dijo, aunque no sabía si a Jungkook le interesaba.
Había una pequeña bolsa en los pies de la puerta de Yoongi. Jungkook debió notar la vacilación de Yoongi porque volvió a hablar.
—No es un pájaro muerto, no te preocupes. Me di cuenta que no eras un fan de eso—hizo un pequeño puchero.
Cuando Yoongi abrió la bolsa, fue golpeado por un aroma fresco de hierbas proveniente de adentro de la esta. Miró con cuidado y notó que habían unos cuantos tallos verdes con pequeñas hojas, atados cuidadosamente con una cinta.
—Romero. Alguien me dijo que era bueno para los resfríos— dijo Jungkook. Su tono aún era indiferente pero se permitió sonreír—parece que te enfermas seguido.
Comenzó a darse la vuelta pero se detuvo en último segundo. Se tensó un poco antes dedecir hablar de nuevo, su voz sonaba débil y más insegura que antes.
—Gracias. Por lo de la otra noche, me refiero—sonaba como si tuviera que forzar las palabras salir de su cuerpo, cada una de ellas estaba separada por una pequeña pausa— Y um. Perdón por los problemas.
—No te preocupes. Gracias por tus…regalos.
Jungkook asintió y se relajó un poco. Yoongi lo miró por unos momentos mientras se alejaba y el sonido de la nieve bajo sus botas se vuelven más y más distantes.
—Jungkook—lo llamó Yoongi antes de que Jungkook desapareciera entre los largos árboles.— ¿Qué te sucedió esa noche?
Jungkook se encogió de hombros— No a todos les agradan los lobos.
Dio unos pasos más hasta que Yoongi no pudo verlo más, su silueta perdida en la oscuridad del bosque.
***
Jungkook no volvió a aparecer después de esa noche pero había signos de él en el bosque. Sus patas marcadas en la nieve, a veces solo, a veces junto a las huellas de otro lobo. Gotas de sangre, un camino de gotas rojas que llevaba a los huesos, piel y las plumas de lo que quedaba de sus presas. A veces huellas, una señal de botas pesadas que vagaban entre los árboles que Yoongi no intentó seguir.
Fue solo por casualidad que Yoongi vio a Jungkook durante una de sus usuales caminatas. Incluso desde la rama en la que estaba sentado, grande y lo suficientemente baja para alcanzar, pudo ver que había algo raro en la forma que caminaba.
—¿Algo mal con tu pierna? —preguntó Yoongi, tan pronto como se acercó. Jungkook se sobresaltó con sorpresa, se detuvo y miró confundido antes de encontrarlo.
—Estoy bien— cambió su peso para pararse normalmente pero apretó sus dientes con dolor— no es nada.
—¿Así que cojeas por diversión?
Jungkook cruzó sus brazos sobre su pecho y suspiró. Claramente se ve reacio a hablar—salté.
—¿Saltaste? — preguntó Yoongi, entrecerrando sus ojos.
—Y tuve un aterrizaje de mierda.
—Podría ayudarte con eso—propuso Yoongi, antes de poder recordar que no era nada de su incumbencia.
Las mejillas de Jungkook se veían pálidas, todo el color de su cara desapareció excepto por su nariz rosada. Tenía ojos cansados, como si no hubiera estado durmiendo bien. Sus manos agarraban la manga de su chaqueta tan fuerte que sus nudillos estaban blancos.
—Te dije que no es nada—la voz de Jungkook sonó débil y forzado, por lo que Yoongi decidió que era un buen momento para dejar el tema.
—Claro. Sabes dónde encontrarme en caso de que cambies de opinión.
Yoongi esperó hasta la mañana para escuchar un suave golpe en la puerta. La abrió y se encontró una expresión de pura derrota en la cara de Jungkook.
***
No es como si Jungkook visitara la casa de Yoongi seguido pero estaba más ahí. Y de sus visitas ocasionales aprendió dos cosas.
Una - Jungkook se lastimaba seguido. Yoongi no sabía si eso era una cosa de hombres lobo o una cosa de Jungkook. Quizás una combinación de ambas. No era nada demasiado serio, un tobillo esguinzado, músculos desgarrados, algunos cortes por aquí y por allá. Usualmente terminaba con una jaqueca para Yoongi. Nada que no pudiera manejar.
Y dos - algo que Yoongi leyó como arrogancia, resultó ser simplemente timidez.
Con Jungkook las cosas eran simples. Venía, siempre com la misma expresión renuente, y se iba en cuanto Yoongi terminaba. Respondía las preguntas de Yoongi cortésmente pero siempre respuestas de una sola palabra. O varios gruñidos, era bueno con esos. Sacudiendo su cabeza, especialmente en días malos. Pero ya que Yoongi tampoco se llamaría una persona conversadora, no le importaba realmente.
Es por eso que Yoongi hizo una nota mental la primera vez que Jungkook le dijo algo más. Comenzó una conversación, incluso.
—¿Cómo está tu resfrío?
Tomó a Yoongi por sorpresa, al punto que se detuvo a la mitad de envolver una venda alrededor de la muñeca de Jungkook. Su mano se quedó ahí, inmóvil, por unos cuantos segundos antes de recordarse que sería cortés responderle.
—¿Ignorando el hecho de que no puedo oler o sentir nada? Estupendo.
—Umm…—dijo Jungkook, en una manera en la que Yoongi aprendió significaba comprensión, y volvió a su previa ocupación, la cual era mirar el piso.
—¿No tienes nada aquí que pueda ayudarte? — Jungkook dijo otra vez, después de lo que se sintió como una hora. —Considerando que sanas…y todo eso—señaló las pequeñas botellas de pociones coloridas y ungüentos que yacían en la mesa — quiero decir, viendo todas esas cosas, debes ser invencible o algo por el estilo.
Yoongi solo bufó —no es tan fácil.
Jungkook tomó aire, listo para decir algo más, pero al final no lo hizo.
Se sentaron en silencio luego de eso hasta que Yoongi escuchó un familiar ruido sordo en la cocina. Pronto, Gata apareció en la habitación, pero se detuvo y su cuerpo se tensó cuando vio a un extraño.
Se acercó a Jungkook lentamente, inclinándose para oler su pierna. Finalmente, maulló y acarició su cabeza contra su pierna.
Solo entonces Yoongi notó como la expresión inaccesible de Jungkook se rompió y una sonrisa iluminó su rostro.
—¿Puedo hacerle cariño?
—Claro—se encogió de hombros Yoongi— si ella te deja.
Jungkook estiró su mano pero no se atrevió a tocarla hasta que ella terminó de olerla. Antes de que pudiera hacer cualquier movimiento, la gata chocó su cabeza contra su mano, instando a acariciarla. Jungkook se rió y Yoongi sintió que se había estado perdiendo ese sonido.
—¿Cuál es su nombre?
Yoongi se sintió un poco estúpido antes de carraspear y responder —Gata.
—Wow—resopló Jungkook— que original.
—Y práctico—Yoongi miró como la expresión de Jungkook se volvió de asombro cuando Gata le permitió acariciarla bajo su barbilla. —no sospechaba que te emocionarias tanto por un gato.
—Es porque es la primera que no huyó de mí.
—Claro—dijo Yoongi. Escuchó como Jungkook intentó esconder una risa cuango Gata lamió su mano. Por un segundo, se olvidó de los lobos, de colmillos lo suficientemente filosos para partirlo por la mitad, de la nieve cubierta con sangre, y se preguntó: ¿por qué alguien querría huir de él? —Siempre ha sido un poco diferente.
Lentamente, una palabra se convirtió en frases cortas, que luego comenzaron a ser más y más largas, hasta que finalmente desarrollaron algo que podía ser llamado diálogo. Mayormente enfocado en el mismo tema, el cual era formas creativas en las cuales Jungkook se lastimaba, pero aún así. Un diálogo. Una conversación real entre dos seres. Nunca sobre algo personal, pero a Yoongi no le importaba. Era sorprendentemente agradable, de todas formas.
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