Tumgik
#historia verdadera de los hijos del sol
chicosanchez · 11 months
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Si quieres conocer los secretos del lienzo de la guadalupana te invito a comprar mi libro de los Hijos del Sol desde este enlace: https://chicosanchez.com/blog/f/el-valle-sagrado-historia-de-las-revoluciones-chico-s%C3%A1nchez?blogcategory=Libros Para comprar un ejemplar de México Guadalupano pregunta en librerías en México o contáctame y te ayudaré con gusto a conseguirlo. En la imagen Nuestra Señora de Guadalupe de México, Patrona de la Nueva España en el Siglo XVIII en la Academia de Bellas Artes De San Fernando de Madrid.
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mikichko · 7 months
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años después, mientras los rayos del sol alumbran la cocina, Nanami se dará cuento de algo.
Tu te encuentras por la mesa, agachada hablando con una niña de pelo colócho y ojos caramelo. Hablan en voz baja, tus manos guiando las manos de la niña formando la masa bajo el alumbró del sol. Ríen y le das un beso en el cachete, murmurando que buen trabajo hace.
En frente de el, un niño con pelo rubio y ojos cafe, jala su mano. Nanami se agacha, tomando las cuerdas miniaturas en sus manos. Juntos los dos cantan la canción del conejito.
Cuando el se levanta, se miran. En ese momento el entiende que es la verdadera felicidad. Entiende las historias de sus amigos, donde hablan de sentirse finalmente en casa. En su lugar.
Aquí, en estas montañas, lejos de la crueldad de Tokyo; en esta cocina contigo y sus hijos, el entiende.
Ya no sobrevive. Finalmente el vive.
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mitologiagriega · 2 months
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Apolo es una de las deidades más importantes y multifacéticas de la mitología griega. Hijo de Zeus y Leto, es conocido como el dios de la luz, la música, la poesía, la profecía, la medicina y el tiro con arco. Su historia está llena de aventuras, amores y tragedias, y su influencia se extiende a través de muchos aspectos de la vida y la cultura griega.
Historia de Apolo
Nacimiento y Juventud
Apolo nació en la isla de Delos junto con su hermana gemela Artemisa. Su madre, Leto, había sido perseguida por Hera, la celosa esposa de Zeus, quien prohibió a Leto dar a luz en cualquier lugar que viera la luz del sol. Finalmente, Leto encontró refugio en la isla de Delos, donde dio a luz a Apolo y Artemisa. Desde el nacimiento, Apolo fue reconocido por su belleza y su brillo divino.
Dios de la Luz y el Sol
Apolo es a menudo asociado con la luz y el sol. Originalmente, el dios Helios era el encargado de conducir el carro del sol a través del cielo, pero con el tiempo, Apolo asumió muchos de los atributos solares. Es conocido como el dios de la luz, llevando la claridad y la verdad a través de su brillante presencia.
Música y Poesía
Apolo es el patrón de la música y la poesía, y se le representa frecuentemente con una lira, un instrumento musical que recibió de Hermes. Apolo lideraba el coro de las Musas, las diosas de las artes y las ciencias, e inspiraba a poetas y músicos con su arte divino. El Himno a Apolo, atribuido a Homero, celebra su habilidad musical y su dominio en este campo.
Profecía y Oráculos
Uno de los roles más significativos de Apolo es como dios de la profecía. Su oráculo más famoso estaba en Delfos, donde la sacerdotisa Pitia transmitía sus profecías. Los griegos acudían de todas partes para consultar el oráculo de Delfos, buscando respuestas y guía en asuntos importantes. Apolo también tenía oráculos en otros lugares, consolidando su reputación como una deidad de sabiduría y revelación.
Medicina y Curación
Apolo también es conocido como el dios de la medicina y la curación. Enseñó el arte de la medicina a su hijo Asclepio, quien se convirtió en el dios de la medicina. Apolo es tanto un sanador como un portador de plagas, utilizando su arco y sus flechas para infligir enfermedades a aquellos que caen bajo su desagrado.
Amores y Tragedias
Apolo tuvo varios amores, tanto con diosas como con mortales, pero muchos de estos amores terminaron en tragedia. Entre los más conocidos están:
Dafne: Apolo se enamoró de la ninfa Dafne, quien, para escapar de su acoso, pidió ayuda a su padre, el dios río Peneo. Peneo transformó a Dafne en un laurel, que Apolo adoptó como su árbol sagrado.
Casandra: Apolo otorgó a Casandra el don de la profecía a cambio de su amor. Cuando ella rechazó sus avances, Apolo la maldijo para que nadie creyera sus profecías, aunque fueran verdaderas.
Híacinto: Apolo amaba al joven Híacinto, pero accidentalmente lo mató durante un juego de lanzamiento de disco. De la sangre de Híacinto, Apolo creó la flor que lleva su nombre, el jacinto, en su honor.
Aventuras y Hazañas
Apolo también es conocido por sus muchas aventuras y hazañas heroicas. Mató a la serpiente Pitón en Delfos, estableciendo su oráculo en ese lugar. Participó en la guerra de Troya, apoyando a los troyanos y enviando plagas al campamento griego. Además, Apolo ayudó a muchos héroes, proporcionándoles orientación y asistencia divina en sus misiones.
Curiosidades
Símbolos: Apolo es a menudo representado con una lira, un arco y flechas, y el laurel. Estos símbolos reflejan su dominio sobre la música, la poesía, la medicina y la profecía.
Epítetos: Apolo tiene muchos epítetos, incluyendo Apolo Febo (el brillante), Apolo Liceio (el lobo) y Apolo Pitio (por su victoria sobre la serpiente Pitón).
Festivales: Apolo era honrado en muchos festivales griegos, como los Juegos Píticos en Delfos, que incluían competiciones musicales y atléticas en su honor.
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ares-49789 · 9 months
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Cap 25.3
-...ha dañado física y psicológicamente a mis clientes por más de 8 años desde la desaparición de su madre gracias a su abuso constante...- Isabel llevaba ya un buen rato hablando y tobías debía admitir que la mujer sabía cómo hacerlo, él ya conocía la historia, bueno, quizás un poco más que el resto, pero aún así todos en la sala habían tenido que secarse las lágrimas por lo menos una vez durante su gran monólogo, había hablado de todo tipo de castigos excesivos de los que los gemelos nunca le habían contado, de todo el monitoreo en sus vidas personales que realmente sufrían, de todo lo que su padre los había insultado y denigrado, pero nunca, nunca habló de la muerte de la madre de sus amigos, Tobías sabía de esto porque José se lo había dicho personalmente, pero también sabía que hacer que este hablara del tema era imposible, de echo seguramente ni siquiera Lukas supiera la verdadera realidad de la desaparición de la mujer
-Esas son las razones por las que mis clientes han decidido demandar a su padre y han vivido por dos semanas lejos del pueblo en el que nacieron- Terminó Isabel, secando con su dedo las lágrimas que había derramado durante sus más de diez minutos de monólogo, la mujer se ajustó la chaqueta y caminó tranquilamente hasta llegar a la mesa, donde se sentó junto a Lukas, la mujer dirigió una mirada a Pedro, que se sentaba a apenas unos metros de ella, en su propia mesa, la sonrisa del hombre se había convertido en una expresión de tristeza, pero no llegaba a sus ojos y la mujer lo sabía, los ojos verdes del hombre no reflejaban una pizca de la tristeza que mostraba su cara
-La parte demandante ha expuesto su caso- dijo la mujer, al contrario que el resto de la sala, ella seguía imperturbable encima de su podio, como si la exposición de Isabel no hubiera llegado a tocar su corazón, o a lo mejor era que tras tantos años de experiencia había sido inmunizada frente a ese tipo de historias tristes, quizás era lo mejor, después de todo un juez debía ser imparcial -Por favor, que el Demandado exponga su caso- dijo la jueza, el joven abogado tembló antes de intentar levantarse de su silla, pero fue detenido por una mano en su hombro que pertenecía a su cliente
Pedro se levantó de su silla en lugar de su abogado y avanzó hasta el centro de la sala, donde sabía que todas las miradas estaban dirigidas hacia él, el hombre suspiró y tardó unos segundos en comenzar a hablar, sinceramente, si Tobías no supiera todo lo que había hecho entonces habría sentido pena por él, al principio parecía que su elección de ropa no era la apropiada para un juicio como al que debían atender, pero no, esa ropa desgastada, ese pelo que parecía haber sido arreglado a pisa le daban a Pedro el aspecto de un hombre que estaba pasando por la peor etapa de su vida, incluso hizo como si secara algunas lágrimas, falsas seguramente
-Señora jueza- comenzó el hombre, tras una espera que había parecido una preparación mental para enfrentar las acusaciones de Isabel -Desde la desaparición de mi mujer...- se escuchó un gruñido de José, Pedro carraspeó- ex-mujer- corrigió el hombre - Tras su desaparición tuve que llevar comida a mi casa, durante muchos años trabajé de sol a sol en todo trabajo que podía encontrar, viéndome obligado a hacer malabares con tres trabajos en más de un momento -explicó el hombre, llevando su mano al pecho - Tenía que hacerme caso de dos hijos en circunstancias más bien malas, su señoría, nunca llegué a terminar la escuela primaria y poca gente me daría trabajos, solo era aquel que llamaban para rellenar un espacio antes de sustituirme- el hombre miró a sus hijos
-Es cierto que alguna vez puse mi mano sobre ellos- declaró Pedro, Tobías apretó sus dientes, notando también la mano de Helena apretando con más fuerza la suya - pero nunca fue por el mero hecho de hacerlo, quiero decir, debía enseñar a mis hijos que la vida no era un cuento de hadas en el poco tiempo que pasaba con ellos, los castigos no funcionaban porque no era capaz de ponerlos en funcionamiento, no sin mi esposa en casa para ayudarme, puede parecer...
El hombre siguió hablando sobre lo dolido y arrepentido que estaba de haber golpeado a sus hijos, todos los que conocían la realidad en realidad lo atravesaban con sus miradas de odio, no lo ocultaban, ni siquiera cuando el hombre fingió derramar alguna lágrima por su difunta ex-esposa, Diego ya había pensado en sesenta formas distintas de dejar al hombre a las puertas de la muerte solo para curarlo después y repetir de nuevo, había leído sobre formas de tortura antigua cuando a Tobías le dió por investigar la antigua china cuando comenzó el curso escolar, seguro que podría hacer buen uso de esos conocimientos
Cuando Pedro comenzó a excusarse por sus acciones culpando a su estrés laboral David perdió todo el respeto que tenía por el si es que alguna vez lo había tenido, el hombre sopesaba la posibilidad de levantarse en ese momento y clavar la cara de Pedro en el suelo de la sala, pero claramente no lo hizo, sabía que antes siquiera de llegar a su objetivo sería reducido y arrestado por los tres guardias que escoltaban su mesa
Tobías también quiso transformarse y dejar caer al hombre de una altura considerable, lo suficientemente alta como para dejar solo una pulpa de lo que ahora era un hombre, o más bien monstruo, porque los robots al menos hacían corto el sufrimiento de las víctimas, ese hombre había maltratado a sus amigos por años, había hecho su vida un infierno que parecía el cielo desde fuera, nadie se había dado cuenta de nada, como si todo hubiera sido cubierto por una niebla que distorsionaba la realidad, una niebla colocada por el monstruo en piel humana que ahora tomaba el papel de víctima
La mano de Helena apretaba la suya con tanta fuerza que Tobías se preguntaba si siquiera pertenecía a la chica, entonces notó otra mano sobre su hombro derecho, el chico se giró para ver a su abuelo, el hombre seguía vestido de traje, de hecho lo había llevado al juzgado y había estado con ellos un rato antes de irse al campo de vuelta para hacer algo con la apaleadora, recordaba que en ese momento estaba muy nervioso por la inminente llegada de los amigos que llevaba semanas sin ver y no había pensado en las posibles consecuencias que la idea de una mejora para la máquina podía significar para él
-Tobías - dijo el hombre, el chico podía notar el tono de preocupación en la voz del hombre -Hay un ataque - Las palabras cayeron sobre sus hombros como bloques de cemento, ¿Cómo no lo había pensado? Era el cuarto día, sabían que habría un ataque pero con todo lo del juicio se había olvidado, había desaparecido de su mente, el chico se levantó, Helena lo hizo con él, sentada a la derecha del chico también había escuchado las palabras de Cristian, no eran dirigida a ella, eso era verdad, pero la situación la implicaba directamente
Helena se levantó junto a Tobías y sin decir palabra a sus amigos salieron de la sala pasando por los pequeños pasillos a los lados de la sala, Cristian los seguía de cerca
-Tenemos que irnos- dijo Tobías, Speed salió de su bolsillo, igual que Pythy salió del bolso que Helena llevaba, el chico dió un ademán de caminar hacia las escaleras que bajaban hasta la entrada pero notó como la mano de Helena, que aún estaba firmemente anclada en la suya, ofrecía resistencia, evitando así que comenzara a bajar, Tobías se giró, su corazón iba a mil por hora- Helena, vamos- dijo el chico, tirando de la mano de Helena, pero la chica no se movió- Vámonos por favor- dijo el chico - Hay gente en peligro- Helena negó con su cabeza, sonriendo al chico
-Hay gente en peligro - dijo ella, antes de señalar a la puerta cerrada de la sala del juicio- Lukas y José están en peligro - dijo Helena, envolviendo la mano de Tobías con ambas manos suyas- Y tu deber es ayudarlos a ellos- Helena levantó la mano del chico y besó el pulgar que asomaba entre sus manos
-Pero hay un ataque - dijo el chico- Tengo que pararlo- Helena apoyó su frente en la mano del chico antes de mirarlo de nuevo, sabía que él estaba nervioso, pero no lo iba a dejar ir -Si no voy, vendrán a por nosotros... A por tí- Helena suspiró
-Tobías - Helena miró a los ojos marrones del chico -Sé que estás preocupado, se que te sientes responsable por los ataques, que debes pararlos, por eso entrenas tanto - Helena levantó su mano derecha hasta enredar sus dedos en el pelo del chico, acariciando la mejilla de este -Yo también me siento responsable Tobías, fue mi solución la que acabó con Echo- dijo la chica - Se llamaba Fernando, pero Tobías - Helena soltó la mano del chico para poner su otra mano en el lateral de la cabeza del chico, notando cómo la respiración de este se relajaba -Lo que me gusta de tí viene desde antes de toda esta locura- dijo ella- Siempre te has preocupado por tus amigos, has buscado soluciones para sus problemas, como cuando Clara sacó su primer nueve y fuiste a hablar con la profesora hasta que aceptó que había cometido un error- la chica rió ligeramente- o como cuando Alberto rompió el mando de Diego en su cabeza cuando estábamos en quedada... Tob, siempre estás con nosotros, es posible que haya peleas, pero siempre vigilas nuestras espaldas y aunque parezca que es Clara la que toma las decisiones del grupo eres tú el que nos une- Helena apoyó su frente en la del chico haciendo que este inclinara su cabeza -Yo iré a parar el ataque- dijo la chica - Tú quédate y protege a nuestros amigos- Tobías puso sus manos sobre la de la chica
-Pero no puedo dejarte sola- dijo Tobías -No puedes pelear sola
-No estaré sola- Helena cerró sus ojos, sintiendo la presión de la frente del chico contra la suya- Los héroes de la OH llegarán, además, si estás aquí nada les pasará a los gemelos- Tobías iba a contestar, pero sus palabras fueron selladas por los labios de la chica presionando contra los suyos, el chico abrió los ojos como platos, notando la explosión en su interior que se extendió hasta que notó la conexión romperse, Helena sonrió separándose unos pasos -Una pena que está vez no sepan a soja- dijo la chica, Tobías extendió su mano, tomando la de ella
-Al menos déjame llevarte- dijo él, con su mente aún boca abajo, Helena asintió con una sonrisa
-No esperaba menos de tí- los chicos
-No esperaba menos - contestó ella, un carraspeo hizo que fueran conscientes de la presencia del guardián de los prodigios y abuelo de Tobías, los dos chicos se convirtieron en tomates al ver al hombre sonriendo bajo su bigote apoyado en la pared con tres kwamis sobre él, Speed, Pythy y Faistos, que por alguna razón había decidido que ir con su portador por una vez no dañaría y claro, no había decepcionado su intuición
-¿Listos para irse?- preguntó el hombre, no quería admitirlo, pero en su mente ya estaba escuchando las campanas de boda y los posibles bisnietos que acabaría por tener, aunque seguía teniendo claro lo importante de la situación, Los dos jóvenes asintieron y siguieron al hombre por las escaleras, en lugar de hacia abajo fueron hacia arriba, su camino fue bloqueado por una puerta metalica, pero Faistos entregó un gran llavero cargado de llaves a su portador para que este abriera la puerta
Speed y Pythy se acercaron a sus portadores cuando estos salieron a la azotea del edificio, azotea que seguramente había sido un jardín interior cuando eso era un palacio, pero no importaba la arquitectura en ese momento
-¡Speed, DESPEGUE!
-¡Pythy, PREVISIÓN!
Las luces verdes y rojas iluminaron el antiguo jardín cuando los trajes aparecieron sobre los dos jóvenes
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517- ¿Alguna vez han pensado ustedes por qué se les educa, por qué están aprendiendo historia, matemáticas, geografía o lo que fuere? ¿Alguna vez se han preguntado por qué asisten a escuelas y colegios? ¿Acaso no es muy importante averiguar por qué se les atesta con información, con conocimientos? ¿Qué es toda la así llamada educación?
Algunas personas son muy ingeniosas en la aprobación de los exámenes, pero eso no significa necesariamente que sean inteligentes. Otras, que no saben cómo aprobar los exámenes, pueden ser mucho más inteligentes; pueden ser más capaces con sus manos y pueden considerar las cosas más profundamente que la persona que sólo rellena su cabeza para aprobar los exámenes. Muchas personas estudian solamente para tener un empleo y ésa es toda la aspiración que tienen en la vida.
Pero después de que consiguen el empleo, ¿qué sucede? Se casan, tienen hijos y por el resto de sus vidas están presos en la maquinaria, ¿no es así? Se vuelven oficinistas, abogados, policías o lo que fuere; viven en perpetua lucha con sus esposas, con sus hijos; la vida que llevan es una batalla constante hasta que mueren.
La educación consiste en cultivar la inteligencia, ¿no es así? Por inteligencia no entiendo la astucia o el tratar de ser hábil a fin de superar a otros. La inteligencia, por cierto, es algo completamente distinto. La inteligencia existe cuando no sienten temor ¿Y cuándo sienten temor? El temor surge cuando piensan en lo que la gente puede decir de ustedes o en lo que podrán decir sus padres, temen ser criticados, temen ser castigados o fracasar en la aprobación de un examen. Cuando el maestro les reprende o cuando no son populares en su clase, poco a poco se introduce furtivamente el temor.
Casi todos en el mundo, tanto los adultos como los niños, tienen alguna clase de temor que les corroe el corazón. ¿No es función de la educación ayudar a cada individuo a librarse del temor, de modo que pueda ser inteligente?
El temor es, obviamente, una de las barreras para la inteligencia, ¿no es así? Y la esencia misma de la educación consiste en ayudar al estudiante a tomar conciencia de las causas del temor y a comprenderlas, de modo tal que desde la infancia misma en adelante pueda vivir libre de temor.
Si uno está atemorizado, no puede haber iniciativa en el sentido creativo de la palabra. Tener iniciativa en este sentido es hacer algo original, hacerlo espontáneamente, naturalmente, sin ser forzado, guiado, controlado. Es hacer algo que uno ama.
¿No es, entonces, tarea de la educación liberarlos del temor y no prepararlos meramente para que aprueben ciertos exámenes, por necesario que esto pueda ser? Esencialmente, profundamente, ése debe ser el propósito vital de la educación y de todos los maestros; ayudarles desde la infancia a que se liberen del temor, de modo que cuando salgan al mundo sean seres humanos inteligentes, plenos de verdadera iniciativa.
La iniciativa se destruye cuando están meramente copiando, cuando están amarrados por la tradición, cuando siguen a un dirigente político o a un swami religioso. Seguir a alguien es sin duda perjudicial para la inteligencia.
El proceso mismo de seguir crea una sensación de temor; y el temor cierra las puertas a la comprensión de la vida con todas sus extraordinarias complicaciones, sus luchas, sus sufrimientos, su pobreza, su opulencia y su belleza -la belleza de los pájaros o de la puesta del sol sobre el agua-. Cuando están atemorizados, son completamente insensibles a todo esto.
(El arte de vivir / Jiddu Krishnamurti)
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arieeag · 1 year
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Hijos del Este
El libro Perdido
Capítulo 4: Mirlo para una decisión
Desde que el emisario recorrió los pueblos más cercanos de la frontera, la noticia de que los salvajes nómadas han regresado, se riega como pólvora por toda la región, y todas las gobernaciones del oeste se preparar para defender sus tiernas incluso antes de que la noticia llegue a la capital. Sin embargo, ninguna torre de vigilancia encendió las antorchas de guerra para corroborar la amenaza y cuando los primeros soldados de refuerzo llegan a las barracas de la frontera Oeste, fueron recibidos por una lluvia de flechas.
Por el sur los cuervos vuelan en círculos en torno a las torres de vigilancia luego de que miles marchara hacia los páramos, unidos en torno al llamado de conquista de Mitsuki Bakugo, la nueva Gran Khan.
Y en el bosque, un grupo de 6 nómadas se resguarda luego de pasar 2 semanas infiltrados entre los dagobenses, vestidos como viajeros. Son parte de lo que se conoce como los grupos de avanzada. Una táctica de guerra usada cuando el enemigo es numeroso, o tiene ventaja sobre el terreno. En términos simples, los nómadas envían grupos pequeños en distintos poblados para atacar o causar disturbios. Su fin no es otro que distraer al enemigo de la verdadera ruta por donde pasara un ejército todavía mayor.
Este grupo va contando su propia historia. Una plagada de victorias desde que se unieran como manada, bajo el mando de un poderoso descendiente de los nómades del este. Tiene el cabello rubio cenizo y ojos rojos como la sangre, y en su cuerpo porta más de 100 nudos tatuados, que simbolizan todas sus victorias entre batallas y duelos.
En medio de la penumbra descansa junto al fuego. En su mano sostiene la espada que heredó de su padre al cumplir la mayoría de edad y el emblema de los pueblos nómadas del sur. En la insignia, el dragón que representa a todos los nómadas, yace dormido dentro de un sol dorado coronado por 3 flamas que simbolizan la libertad, por el reverso están escritos los nombres de los ocho líderes alfa que han regido sobre los hijos de dios Erlik Khan Tngri o los hijos del rigor sur, incluyendo al actual, Mirio Togata el discípulo de Yagi. 
En sus manos el peso de ese emblema duele. Representa la alianza pactada, es poder, reconocimiento, un honor a su casa, pero también es responsabilidad, servicio y un golpe de realidad. Todavía le resulta amargo recordar la batalla, antes de establecer el acuerdo con Mirio, porque fue un empate casi piadoso. Nunca su espada flaqueó ante la fuerza de otro alfa, hasta su batalla con el Khan, cuando un golpe insospechadamente brutal suelta la empuñadura haciendo que la hoja vuele metros tras su espalda. Por poco ese desliz le cuesta la vida, además de la vergüenza de contar con una cicatriz a medio cerrar en el hombro. 
Sin embargo, lo cierto es que de haber sido fácil también habría estado molesto. Según dicen las leyendas Erlik Khan Tngri es alfa y desciende directo de Aodht, el único dios al que sirven los nómades, y de su sangre han nacido los guerreros más formidables, cómo la implacable Tomoe, Nana la virtuosa y Toshinori el pacificador.  
La suya, en cambio, proviene de Etüken, la primogénita omega del dios, cuyas historias están perdidas desde hace 500 años y más. Quien fue y que honores tenía nadie lo recuerda, a excepción del origen de las 13 lanzas con que es representada. Su ascendencia divina es, para él, Katsuki Bakugo, un orgullo, pero su casa ha vivido opacada por la sombra de la ignorancia y las consecuencias contra la traición del imperio dagobense en la guerra del exterminio del año 500.
Hoy tras tantos siglos desde el incidente, su casa regresa tras lograr el Gran Kanato por primera vez en mucho tiempo, con una estrategia implacable para recuperar la antigua capital sagrada izando un estandarte que porta un dragón de agua dentro de una rueda de nudos esvásticos. Sobre su lomo las trece verdades de la naturaleza animal, son representadas por lanzas flameantes que están ensartadas en su espalda, cómo símbolo del luto por la guerra del exterminio. 
El peso de estas historias lo mantienen despierto mientras los demás duermen alrededor del fuego, o eso les ha dicho a sus hombres, pero eso no es lo único que lo inquieta para esas alturas.
De pronto, el deber se cuestiona en su corazón cuando guarda el emblema de los nómadas del sur y en su lugar extrae un pañuelo de lino. Es una prenda sencilla, práctica, que no debería estar en el bosque, impregnado con una esencia única. Es un aroma dulce, sin duda alguna pertenece a un omega, pero en sus 21 años de vida nunca conoció un aroma que no fuera frutal o floral. En cambio, este era penetrante de una forma diferente, es picante y refrescante, dulce sin ser empalagoso. Las feromonas cuentan una historia sobre deberes, la expectación y emoción por algo, miedo. Vigoriza su instinto alfa con oleadas de energía, a veces erótica, y en otros momentos es desafiante, como si la personalidad del dueño estuviera impresa en el aroma de alguna forma.
¿Pero qué posibilidad tiene de encontrar al dueño de esa esencia?
Con toda certeza lo hará si se lo propone, el pañuelo habría perdido el olor de haber pasado mucho tiempo desde que su portador lo perdió. Pero su madre lo necesita con ella al frente de la batalla liderando sus hombres para reclamar justicia por su pueblo masacrado en la guerra del exterminio. Así que deja pasar las horas mientras mata sus ansias y espera que termine su guardia.
La mañana todavía no cruzaba esos parajes cuando Katsuki despertó por el canto de un ave. Ella revolotea muy cerca de su cabeza, dando saltos en la tierra. Entonces, se levanta adormilado para ahuyentar el extraño animal, pero cuando lo hace cae en cuenta de que Sero está profundamente dormido, descuidando su guardia.
La ira se hincha y amenaza con explotar todo, o más bien, va a cortarle el cuello, pero el pájaro se interpone. De pronto vuela directo hacia él y se posa en la espada observando su reflejo en la hoja. El gesto lo toma por sorpresa, al punto que olvida la grave falta de Sero y en su lugar dirige la hoja de la cimitarra hacia él esperando que el ave huya, pero ésta apenas se mueve, en cambio, parece tan intrigada cómo él o más bien expectante. 
- si no fueras tan pequeño, te ensartaría... - dice el alfa sonriendo ante el claro desafío del animal, más la magia se pierde cuando el mirlo salta lejos de él. Katsuki gruñe y enseguida regresa sobre sus pasos para despertar de una patada a Sero, pero su pierna queda detenida en el aire cuando el ruido de un aleteo le advierte el regreso del pájaro. Katsuki se da vuelta para encarar a la pequeña mierda que está tentando su suerte, sin embargo, no es uno, sino tres pequeños hijos de puta, mirándolo con ojos espectrales.
- que mierda ¿me van a sacar los ojos? Quiero ver que lo intenten. -susurra con la mirada estrecha.
Pero las aves solo observan, hasta que Katsuki camina hacia ellas para ahuyentarlas. Cuando logra alcanzarlas, ellas caminan o saltan pocos metros, luego esperan.
Lentamente guarda la espada, contrariado prueba de nuevo, y obtiene el mismo resultado. El las sigue y ellas continúan una a una caminando por los pocos espacios en que la luz escaza del amanecer penetra las copas de los árboles. A veces incluso danzan en el aire, formando figuras elegantes en la oscuridad, hipnotizando sus sentidos y liberando su instinto.
Al poco tiempo Katsuki comprende que ya no puede regresar por sus propios pies y acaba ascendiendo por la ladera del monte, entre socavones, raíces y un claro tapizado por hierba áspera. Ahí puede notar el alba que comienza a nacer, pero las sombras logran ocultar a los mirlos al punto de dudar sobre su existencia, más los oye en todas partes, entonando canticos en la oscuridad, a un ritmo pausado y nostálgico que le recuerdan a las melodías entonadas en los altares alzados por los muertos de la antigua ciudad de Zenuara.
Lentamente ellos adormecen su humanidad, mientras el instinto merodea rincones de su mente que hace tiempo no ha cedido. Su alfa despierta, se inspira al tiempo que sus pies son empujados lejos del claro, hacia la oscuridad de los árboles.
Su cuerpo entonces reacciona, dominado por un golpe de energía súbito que lo inviste de coraje y decisión, cuando comprende que ha sido elegido por una de las naturalezas animales. Sin importar nada, aceptará la verdad que desean mostrar los espíritus Tangri encarnados a través de los Mirlos.
Ni siquiera tiene buscarlos cuando la primera señal verdadera llega, no en los árboles ni en las voces de las aves que lo rodean sino en el suelo, donde va apareciendo un camino de manzanas rotas. Una incluso estaba mordida. Inmediatamente su corazón late de emoción, su alfa se agita en respuesta y se adelanta a su razonamiento, despertando su sus reflejos de cazador. Pronto encuentra las huellas de pisadas pequeñas, los cascos de un caballo y el olor característico de un omega. El mismo que dejo caer su pañuelo.
Antes de darse cuenta ya está siguiendo las pocas huellas que haya por el piso y solo por la profundidad y vueltas que dieron para abandonar el lugar, sabe huían a mitad de la noche. Más cuando el viento se agita en su contra, libera una pesada carga de feromonas con la certeza de que su guardia captará el mensaje inmediatamente.
El primero en llegar es Kirishima, un alfa de cabello rojo y dientes afilados. Lo alcanza corriendo, empuñando la espada, pero se calma al ver a su amigo solo y sin ningún rasguño.
-¿Bakugou, qué está pasando?
-Lo encontré…- susurra cuando capta el espeso olor de su omega bajo el manzano, luego se da vuelta hacia Kirishima, su mente activa y la sonrisa casi viciosa - Alguien sabe que estamos aquí, tenemos que atraparlo antes de que delate nuestra posición. Así que tengo órdenes, dile a Kyoka que se adelante al río hacia las deltas, Tokoyami, quiero que Ojiro la siga y le entregue el mensaje mi madre y el reporte. Al imbécil de Sero, dile que si quiere seguir viviendo será mejor que me alcance con mi caballo.
- No, yo te alcanzaré con los caballos, soy tu hermano y escudo. -dicho esto Kirishima se va rápido de regreso al campamento impávido ante la ola de insultos que Katsuki dice tras su espalda, en el fondo sabe que no está enojado, además jamás dejará de cubrir su espalda así esto le signifique la muerte.
Katsuki emprende marcha otra vez, siguiendo el rastro del omega, pero el monte tiene tantos accidentes en su relieve que seguir los pasos que dio su presa es difícil sino imposible a caballo, así que el continua a pie mientras Kirishima sigue sus feromonas y aguarda órdenes mientras encuentra una ruta por la que los caballos si puedan pasar.
El rubio se da cuenta de que el omega intenta llegar el valle boscoso y sin perder más tiempo, ayuda a los demás a bajar hasta una sección donde las flores y musgo abundan. Ahí el olor del omega se camufla al punto que casi no puede distinguir las feromonas humanas del olor a menta fresca que crece como parte de la flora natural.
Entonces da nuevas órdenes a todos con lo cual se dispersan, pero cuando se da la vuelta ahí está Kirishima que sonríe leal, listo para seguirlo. Casi se muerde cuando suelta una amenaza para que lo deje solo, pero por su puesto Kirishima no solo no se va, sino que se concentra en cada cosa que hace Bakugo. Nunca lo vio tan ansioso por algo, ni siquiera cuando la batalla de dominancia se torció en su contra. Sin embargo, hasta el momento Eijiro no ha hecho preguntas ni se atreve a saber por qué están buscando un fantasma. Para él, el omega ya escapó.
-Hermano
-qué. – contesta Bakugo mientras olisquea otra vez el aire, avanzado unos metros al azar. Las feromonas omegas son más fuertes ahora, pero a ratos es cómo si se hubiera dividido en dos. - solo dilo maldición.
- no creo que debamos estar haciendo esto, Togata está a pocos días de aquí.
- ¿Crees que no lo sé?
Kirishima suspira un poco apesadumbrado- Bakugo no quiero contradecirte, pero todo esto es extraño, no debería haber nadie por estos lugares, la gente le teme al bosque y no hay caminos aquí. Además, es omega, los omegas dagobenses no viajan solos jamás.
- por eso tengo que encontrarlo... Mierda, no puedo explicar por qué, pero debo encontrarlo. Es la segunda vez que nuestros caminos se encuentran gracias a un mirlo
- espera ¿crees que es una señal de Tngri?
- no idiota, estoy seguro. – se queja, harto del golpe de sensatez de Kirishima, porque cuando pasa, le avienta pregunta molesta tras pregunta idiota. -Sólo lo voy a decir esta vez, no tengo ni puta idea del por qué, pero mi sangre me dice que lo encuentre. Por eso necesito que hagas lo que digo. 
- que estás pensando
Katsuki está a punto de golpearlo, pero se contiene porque lo va a necesitar. - Estoy pensando en que no sé a dónde fue, pero si sigo perdiendo el maldito tiempo contigo, perderé el rastro de olor y al omega. – gruñe amenazante, dando largas zancadas
Pero Kirishima nunca ha sido diligente- ¿Crees que oculta su olor? Los dagobenses no hacen eso
Katsuki entorna los ojos frustrados, pero igual le confirma sus suposiciones. - De hecho, es imposible porque aquí no tienen piel de Manul. El maldito dejó marcas de olor en distintas zonas para confundirnos, pero hace falta más tiempo del que le dimos... 
- ¿Entonces?
- Creo que obligó al puto caballo a irse sólo, pero no tengo idea de cómo mierda hizo eso, los caballos no se alejan de sus amos por demasiado tiempo. Es un omega listo, maldición.
Kirishima entonces sonrió para ocultar su curiosidad. Si no lo conociera tan bien cómo lo hace, pensaría que Katsuki tiene cierto interés sexual por el omega.
-  Sigue esa dirección hasta que dejes de sentir el olor o hasta que encuentres el caballo. 
- Hermano no puedo dejarte sólo, no sabemos con quién va. 
-¿Eres tonto? ¿Crees que voy a dejar que me maten? 
-No. Pero aun así no quiero pensar en lo que me hará Mitsuki una vez se entere de esto. - dice porque de alguna forma, esa mujer siempre sabe todo y no le hará gracia saber que Katsuki se distrajo por culpa de un omega, incluso si parte del punto de esta guerra son ellos.
Katsuki entorna los ojos, porque, aunque sigue siendo parte del clan, ya son una manada independiente - Imbécil, antes tendríamos que contarle. Si no encuentras el caballo pronto busca a Kyoka en el rio. Yo haré lo mismo- miente pues ha decidido que no volverá hasta regresar con su puto premio. 
- ¿Y por qué tú vas por allá y no por acá?, ahí el olor es aún menos fuerte. 
Katsuki entonces esbozo una sonrisa belicosa -porqué quiero que me guste más.
Luego monta su caballo y se va dispuesto a capturar a su presa.
Tiene que dar varias vueltas por el terreno, detenerse para mirar las huellas esporádicas que encuentra en la tierra para confirmar que está siguiendo la pista correcta, pero, aunque al principio había dos de ellos, una desaparece abruptamente. Lo siguiente que descubre son rastros de hierbas prensadas en lugares poco visibles, probablemente para para camuflar su olor. Hasta ahí casi no tiene que bajarse del caballo para seguir el rastro, pero cuando el rumor de las aguas del río sobrepasa el sonido de los cascos de su caballo sabe que ya no puede usarlo más o lo alertará.
Una vez que alcanza la rivera, se da cuenta de que hay casi dos metros de tierra tapizada en piedras, en consecuencia, las huellas desaparecen junto al olor. Transcurren horas antes de que pueda distinguir la dirección que siguió, sobre todo porque primero asumió que huiría contra la corriente, buscando acercarse al fuerte, sin embargo, de no ser tan impaciente, habría adivinado que lo más sensato era cruzar el río al sur donde aumentan los deltas y la fuerza es menor.
Para estas alturas, tiene que admitir que está cansado y hambriento, más se niega a aceptar la derrota. Por un momento piensa en regresar al bosque, pero entonces encuentra la primera señal que comprueba que el omega estaba cerca. Aun mejor, el omega comete más y más errores a lo largo del río, en un signo indiscutible de desesperación. Pero muy probablemente el juego no hace más que comenzar, puesto que el mismo día que aprendió a cazar, también comprendió que un animal acorralado es peligroso.
Sus pies avanzan de largas zancas siguiendo las pequeñas pistas.  No puede ver al omega incluso en la rivera, pero como está demasiado expuesto decide regresar hacia el follaje donde puede camuflarse mejor. Entonces, sus pies trotan sobre la tierra, corren y serpetean entre los obstáculos, hasta que puede ver la figura de una persona en el rio.
Cuando le da alcance, el chico está mirando a todos lados, pero no se percata de su presencia. Katsuki conoce esa postura y la mirada de ciervo, signo de que el miedo a un peligro desconocido lo está dominando. Su instinto sabe que alguien lo está cazando.  
Sin embargo, es joven, tiene el cabello verde oscuro, la piel nívea besada por el sol en un mar de manchas oscuras y pequeñas desperdigadas sobre sus mejillas, y aun detrás de la ropa puede notar sus caderas anchas e intuir lo fuertes que son sus piernas, o no habría llegado tan lejos de no ser así. Es un omega conectado a la tierra en toda regla. Uno que puede tener. Entonces salta frente a él cuando le ve hacer la cosa más estúpida del día. Intentar cruzar el río a esa distancia.
Katsuki sonríe victorioso cuando encuentra su mirada aterrada, tan brillante que casi se pierde en el verde de sus ojos. Incluso a esa distancia puede decir que su olor es dulce a pesar de las pequeñas notas agrias de ansiedad y miedo, de hecho, es incluso mejor y más envolvente ahora que puede sentirlo desde su fuente.
Por un instante, que se siente como un siglo, la mirada del omega se nubla con la bruma de algo remoto mientras sus labios se separan suavemente. Katsuki admira en detalle cada arco de emoción reflejada en su rostro, al tiempo que toma conciencia del flujo de aire frío que entra a sus propios pulmones junto al pulso que retumba en sus oídos, una emoción tibia revolotea en su vientre, parecido al que siente cuando el licor de airag caliente lo embriaga en invierno.
-Me diste trabajo…- dice sin quitarle los ojos de encima. El omega tiembla ante el tono de su voz pero retrocede, aún si apenas puede avanzar por el estrecho espacio. Katsuki toma su espada y la deja en el piso suavemente, sus movimientos medidos y cuidados mientras evitar perder el contacto con el omega asustado. Luego alza las manos desnudas para demostrar que no quiere herirlo.
-No seas idiota…- advierte al notar como el tronco se hunde con el peso de ellos. – el tronco no te ayudará a cruzar – le dice con franqueza, pero el omega ni siquiera se detiene a sopesar su advertencia y en su lugar pregunta:
-¿Quién eres? – su tono es demandante, pero su cuerpo lo traicióna. Katsuki no pierde detalles, en especial el ligero temblor en su cuerpo ni como sus labios están oscurecidos por el frío y el agotamiento. Entonces una sonrisa irónica se forma en rostro de Katsuki porque, a su presa ya no le queda muchas más fuerzas para defenderse y además, esa no era la pregunta correcta.
-Soy Katsuki Bakugo, hijo de Mitsuki, líder y alfa de los pueblos nómades del este. – le dice elevando la barbilla con orgullo al tiempo abre los brazos. Los ojos de Izuku se abren al tiempo que todo su cuerpo se tensa ante la revelación y Katsuki se prepara para que se paralice de miedo, presa de su instinto omega sin dominar, pero en cambio, el dagobense retrocede un paso.
-No tenemos nada de valor. - insiste negando con la cabeza, los ojos llorosos, pero todavía alertas.
La sonrisa de Katsuki cae un momento, aunque el otro no lo nota. Entonces niega con un gesto de la cabeza. Porque ¿Qué podrá querer del mocoso que se aferra su falda o de un dagobense traidor? Nada ¿Pero de un omega joven y sano? Bastante, sin embargo, antes de poder contestar el niño que trae en brazos se queja.
-¿Quién es? – dice percatándose del gesto demasiado protector. No le gusta eso, aunque no sabe por qué.
-Nadie. Déjanos en paz. - ordena Izuku fingiendo ser más valiente de lo que se siente.
-Ja, tú no tienes a donde ir Deku
E Izuku sabe que es cierto, pero no va a confirmárselo. En cambio, frunce los labios para contener las ganas de jadear por aire, luego afianza el cuerpo de su hermano contra él.
- Déjame ayudarte- le dice Katsuki mientras piensa en los pocos metros que los separan.
El omega niega, pero sus ojos están aguándose. Su pecho se aprieta a medida se siente cada vez más acorralado.
-Kota promete que no te soltaras de mí…- dice mirando el rostro asustado de su hermano y el alfa aprovecha esa distracción para subir al tronco- ¡Aléjate! – grita Izuku tomando con fuerza los hombros de Kota que esta rígido contra sus piernas.
Katsuki mira un instante el río tras ellos, la corriente siempre mentirosa no les permitirá llegar del otro lado. Él tiene experiencia con caídas desastrosas al agua. – No seas imbécil y piensa un poco, estas cansado, el rio te arrastrará antes de que llegues al otro lado o puede que logres llegar, pero no con el mocoso. Créeme. No vale el riesgo. - dice firme, pero sus promesas son palabras vacías para alguien cómo Izuku, al que ya no le queda casi nada por perder.
Katsuki nota el brillo extraño en la mirada del otro y por pura inercia se acerca, pensando que va a saltar, pero el omega saca una daga. El alfa ríe con sorna, sin preocuparse por el juguete en las manos del otro, su postura no es la correcta y esa forma de sostener el mango es una vergüenza- Te lo advertí idiota- susurra. entonces se abalanza hacia el omega para quitarle la daga, pero el chico no lo ataca con la daga sino que le lanza una piedra directo a la cabeza.
-Maldita sea, imbécil- gruñe el rubio con una mano en la frente, pero el omega ya está tomando al niño en sus brazos para luego correr hacia el río.
No quiere escuchar que le digan si puede hacerlo no. Esto es lo que tiene que hacer, esto es lo único que ha hecho siempre. Tampoco tiene otra salida o el salvaje los matará de todas formas. Entonces salta con todas sus fuerzas, su cuerpo se eleva en el aire, pero un aguijón con forma de flecha atraviesa su hombro con fuerza. El impacto es tal que su cuerpo es empujado de atrás.
Katsuki corre detrás de ellos y los atrapa antes de que caigan al agua. Luego los protege usando toda su fuerza para ponerlos a resguardo de vuelta a la orilla. Allí los deja caer, empuña el arma mirando hacia la sombra de los árboles, asumiendo que llegarán más enemigos, pero se calma cuando Kyoka aparece desde las sombras.
-¡Perra estúpida! Si muere te asesinare empalada.
-De nada Bakugo- dice la chica para luego silbar, llamando un caballo que trota hacia ella tras escucharla.
Izuku jadea de dolor y horror al ver el astil de una flecha sobresalir de su hombro. La sangre brota oscura en un flujo constante. Kota llora mientras mueve sus manos sin saber que hacer, pero cuando el alfa regresa a ellos, toma una piedra temblando. Izuku jadea entre lágrimas aterrado mientras intenta arrastrarse lejos del alfa, pero su cuerpo de pronto se siente entumecido.
El mayor, observa el pobre intento por escapar de él. Luego deja la espada en el suelo unos metros más allá para regresar a pasos lentos y pausados.
Izuku siente la ira por no poder levantarse mientras el dolor recorre todo su pecho y brazo. Kota se pone por delante de él, a pesar del terror y le gruñe al alfa cuando está cerca de Izuku, las lágrimas acumulándose en sus ojos. El alfa sonríe con sorna, el niño es una maldita molestia. Si quisiera, solo tendría que usar las manos para matarlo. El desafío a un alfa adulto no es solo estúpido sino una petición de muerte, pero por esta vez podría simplemente romperle un brazo para enseñarle su lugar.  
Izuku se da cuenta del peligro y se levanta, interponiéndose entre el alfa y su Kota, luego arranca la flecha y la empuña para defenderse- ¡ Kota! ¡Sal de aquí!
Katsuki se sorprende, algo semejante a la duda se anida en su mente tras ver la reacción desesperada por proteger un simple niño. En sus 20 años ha tenido suficiente tiempo para decidir cómo quiere ascender al liderazgo de su gente o con quien, por eso ahora necesita saber porque el espírito Tngri unió sus caminos. Y el niño no pinta nada en la imagen que tiene de su futuro.
El mocoso por su puesto, se desespera, y de todas formas pasa por un lado del omega para pelear contra katsuki. El alfa, centra sus ojos devuelta al mocoso enojado, lo intercepta con una mano sola mano, agarrándolo de las solapas mientras lo eleva en el aire antes de lanzarlo en dirección al bosque.
-¡No!- Izuku jadea e intenta escapar, pero una mano áspera lo sostiene firmemente.
La mirada en el hombre refleja ira y peligro ciego, pero su cuerpo se mueve de forma casi automática. Empuña la mano para golpearlo mientras tira para soltarse, Katsuki aprovecha de empujar el brazo hacia atrás de forma dolorsa, le quita la punta de flecha, y lo empuja devuelta al piso. Ahí lo retiene usando todo su peso mientras la sangre se expande poco a poco a través de la ropa.
Ante la vista, Katsuki maldice a kyoka por inmiscuirse en un susurro, luego busca algo para presionar la herida y en su breve distracción Izuku logra rasguñarle los brazos mientras intenta patearlo. Katsuki esta vez se enoja de verdad. Tira de los brazos del omega hacia abajo para forzar un abrazo, entonces lo retiene cerca de su cuello donde puede impregnarlo con sus feromonas dominantes, pero esto tampoco funciona. La reacción del pequeño idiota es incluso peor, ahora tiene un omega aterrado usando toda su fuerza para librarse de su abrazo, patea, se remueve, grita y llora contra su pecho, hasta que lo muerde.
-Maldita sea, ¡Quedate Quieto!- brama usando la voz apartándose del chico.
Las pupilas de izuku se abren y cierran abruptamente ante la orden, mientras respira las feromonas del alfa. De pronto, una presión abrumadora se abre paso dentro de su cabeza aturdiendo sus sentidos al tiempo que su mente se parte en dos. Y es como haber salido lejos de su cuerpo. Cada musculo se tensa ante la incapacidad de articular un solo movimiento, de pronto, puede sentir como los impulsos nerviosos suben y bajan por su cuerpo llenándolo de una frustración fría.
Es una respuesta tan severa, que incluso el alfa nota que no es normal, sospechando que quizás esa es la primera vez que alguien la usa en él, pero el tiempo apremia cuando debe atender una herida activa.
Rápidamente sigue buscando algo para hacer presión, encontrando el pañuelo de lino. Tendrá que servir por el momento.
Izuku llora en silencio con la cara roja debido a la presión del llanto y el inmenso mar de emociones que luchan por purgarse a pesar de la orden del alfa. De su boca solo pueden salir sonidos guturales y oírse sin poder ver qué pasa a su alrededor o a Kota, lo desespera de una forma espantosa. Le duele el pecho por la humillación, su cabeza parece que quiere explotar mientras la vista que tiene delante se vuelve borrosa con puntos negros.
El alfa vuelve a liberar otra carga de feromonas para atraer la atención de sus hombres, piensa que su manada debería estar cerca de ahí, así que los busca más allá del follaje que rodea la ribera del río sin poder encontrar a nadie, excepto el cuerpo del niño imbécil, que está de rodillas mostrando su cuello, los ojos rojos en los bordes, con la boca abierta enseñando los dientes de leche patéticos en un vano intento por luchar contra la voz Alfa.
Katsuki, maldice a los dos por lo bajo y lanza otra llamada silenciosa, pero ahora duda de que su manada esté tan cerca como Kyoka hizo parecer. Al final se las ingenia para llevarse a los dos con él.
Por el camino, no le sorprende que el primero en encontrarlo es Kirishima. Llega empuñando la espada, listo para pelear al sentir la presencia de los extraños, pero cuando ve a Katsuki con un omega colgando de su hombro y un niño en el otro brazo, la guarda.
-¿Quiénes son?
-El omega que seguimos, pero la estúpida de Kyoka le disparó. - tras eso, Kirishima busca a la mujer con la vista, pero ni siquiera puede sentir su olor.
-¡La mataste por ese omega!
-No me dio el placer
-¡Entonces está herida!
-¡No, imbécil! Se fue y me dejó con estos dos.
El chico pelirrojo sonríe aliviado y se adelanta para pedir ayuda ruidosamente. En respuesta, una alfa de cabello rosado y ojos amarillos llega corriendo. Katsuki le entrega al niño y la sigue hacia el lugar donde todos estaban esperándolo. Ahí recuesta al omega en el suelo, luego se deja caer a un lado, bastante cansado, pero aunque echarse a descansar, ya no les quedan tantas horas de luz.
A su alrededor todos comienzan a ayudar sin esperar órdenes. Sero rápidamente le ofrece un riñón con agua, Mina arrodilla a un lado del omega, se quita un pañuelo del cuello y lo usa para presionar encima del trapo que ya está empapado con sangre, mientras tanto Kyoka, totalmente ajena al alboroto de los demás corta fruta con una cuchilla y las arroja a un cueco de madera.
- Mina, sostenlo bien. -ordena Bakugo mientras busca entre sus cosas algo más que pueda usar para curar al omega.
- No hace falta, se desmayó. -le advierte ella. - ¿Qué paso?
- Kyoka le disparó una flecha, eso paso.
- amiga, el flechazo no es literal. -bromea, pero Bakugo aprieta la mandíbula sin sentir una pizca de gracia.
- Uh, sigue sangrando. - avisa ella al tiempo que kirishima le entrega un ungüento cauterizante
- Tks. Carajo – se queja Katsuki con los dientes apretados- Guárdalo, el calor será más rápido - ordena mientras toma una daga pequeña para colocarla contra sus palmas.
Metros más allá Kota despierta adolorido por todas partes, incluso las encías en su boca arden, pero mientras hace esfuerzos enormes para moverse y orientarse, se da cuenta de que tiene la cabeza sobre las piernas de un hombre con melena negra, ojos oscuros y profundos, con la nariz aguileña. Asustado, intenta alejarse de él usando las piernas que es lo más fuerte que tiene. El hombre sonríe con calma y lo mantiene en su lugar para luego descubrir las glándulas de olor de sus muñecas e impregnarlo con feromonas calmantes de leche. Los ojos se Kota se abren con sorpresa, algo semejante a la aprensión y vergüenza lo embarga: esta es la primera vez que un omega que no es Izuku usa esas feromonas con él, e incluso Izuku nunca lo hace frente a otras personas, sólo una vez paso y Izuku fue reprendido por ello.
Los demás siguen en lo suyo, Mina abandona a los muchachos y decide que será más útil ayudando a calmar al niño, acariciando las manos de Kota pero el niño desvía la mirada y comienza a llorar en silencio. Tokoyami niega con la cabeza, conoce bien a los niños con el temperamento de este cachorro, sólo confiará en su familia, y no se rendirá fácilmente a ellos, además, puede adivinar lo mucho que necesita saber quién es. Entonces, se acerca a su oído para decirlo- Me llamo Tokoyami y ella es Mina -luego toma una chaqueta para cubrir sus oídos- No te preocupes, el estará bien. -agrega mientras los distrae de lo que sucederá ahora que Bakugo terminó de calentar la cuchilla al rojo vivo con sus manos.
En cuanto la hoja toca la piel, el omega despierta gritando y removiéndose por el dolor atroz en su hombro. Tras él, Sero lo sostiene de los brazos con firmeza para impedir que se mueva de más.
-¡Basta!... ¡Detente!
-Aguanta - ordena Katsuki sacando el cuchillo de la herida mientras arruga la nariz por el olor a carne quemada y las feromonas ácidas del omega. - no dejaba de sangrar...-dice, aunque no entiende por qué acaba de excusarse. 
Izuku suelta un quejido agudo y gutural, lastimero como el chirrido de un animal que está a punto de morir. Las espaldas de todos se tensan al mismo tiempo que desvían la cabeza hacia Izuku, ansiosos y abrumados por un instinto protector que les obliga a rodear al omega para consolarlo.
Las pupilas de Katsuki se dilatan, la vista fija sobre el omega angustiado, “todo está bien ahora”, dice una voz en su mente, pero su alfa se eriza en alerta “¡arréglalo, ahora!” aúlla y rabea escalando ciertos niveles de su razón, entonces Katsuki cambia de posición con Sero. Los ojos de su omega lo siguen mirando con miedo. Su olor no es agradable, se da cuenta, él no es aceptado y ante esto, un escozor brota de todas sus glándulas de olor. En ese momento, el aroma a caña azúcar y campos verdes se fuga como una marea desde el cuello del alfa, embotando los sentidos de todos a su alrededor mientras el omega se duerme con un suspiro cansado.
Katsuki afloja su agarre en el omega, para rascarse la glándula de su cuello tras liberar un tipo de feromonas nuevo para él. – Que mierda- se queja mientras remueve los hombros y luego se mira la mano sin encontrar nada que justifique el ardor.
- Bakugo - llama Tokoyami, sus ojos lo observan con recelo tras inhalar la marea del alfa. – no puedes alejarte de él - advierte tras reconocer inmediatamente ese tipo de feromonas. Su esposo aprendió a liberarlas el día que fue herido gravemente por un gato mongol y luego las uso unos años después en su trabajo de parto- si vuelves a liberar otra carga igual nos harás dormir por días, tal como lo hizo Shoji conmigo.
-¿Qué mierda fue eso?, casi no puedo manejarlo- dice rascándose la nuca
-Son feromonas de… consuelo…- dice teniendo cuidado con cada palabra- No muchos alfas pueden hacerlas…solo duerme con él, su olor te ayudará. -insistió el omega mayor- Debemos tener cuidado de asustarlo, su instinto es demasiado fuerte y salvaje, podría afectarnos demasiado si hace otro llamado de auxilio así
- ¿Cómo mierda lo hizo? Siento como si hubiera tragado un litro de melaza o leche de amapola...
-Creo que es porque tú eres el único que no se ha acoplado…– dice, aunque no es del todo cierto, Kirishima no reaccionó de la misma forma, además, las pupilas dilatadas no es una respuesta normal a la angustia de un omega herido, sino la respuesta de un compañero angustiado. - si él estaba por la zona, significa que podríamos encontrar más personas, pero ya que lo has cazado durante todo el día, supongo que es mejor borrar nuestros rastros y descansar mientras montamos guardia.
La mirada de Katsuki ahora es suave mientras las feromonas de su propio olor se concentran en sus pulmones, podrían hacerlo, el personalmente necesita descansar, pero no aquí, entonces niega con la cabeza. - No podemos, trata al niño y cuando termines, partiremos, peor será que luego de todo este alboroto adviertan de nosotros antes de tiempo. Y, además, tengo un presentimiento- dice mirando brevemente al omega dormido. Entonces cubre su cuerpo con su capa para darle calor y de paso cubrirlo con su propia esencia.
Apenas una hora después Katsuki monta el caballo aun sintiendo la mente embotada, pero logra mantenerse despierto para guiar al caballo mientras todos retoman la marcha hacia el sureste. Kyoka lidera el camino y les muestra como cruzar el río, Katsuki se queda en medio sosteniendo al omega que sigue durmiendo entre sus brazos.
En el cielo, las nubes avanzan al igual que mengua la luz del día rápidamente, pero, aunque el bosque parece no tener final, Katsuki sabe que están muy cerca de las llanuras donde serán un blanco fácil de identificar y atrapar, así que se detienen a pocos metros de los lindes del bosque para buscar resguardo, agua y cazar un par de presas que Kirishima juro oler no muy lejos de allí.
El niño es el primero en despertar de los dos, pero se niega hablar o a mirar al líder alfa que ahora intenta sonsacar cualquier información, como saber porque estaban solos en medio del bosque y que los motivo a viajar tan livianos.
Cuando el niño se niega a responder otra vez, una risa sardónica se escapa de Katsuki mientras mueve la cabeza hacia atrás, necesita una i forma mucho más efectiva para presionarlo.
Sero regresa con 3 liebres muertas y sangrantes, los demás las reciben y rápidamente las preparan, ante la mirada incrédula del cachorro que se aferra contra Tokoyami.
Por su parte Kirishima se retira para hacer guardia por los alrededores, en caso de que hayan exploradores en el bosque, sin embargo, nada se acerca y mientras ellos siguen alejándose para buscar posibles enemigos o movimientos de depredadores, Katsuki resuelve por registrar la yegua de carga que Kirishima capturó más temprano.
Se apropia del agua fresca, una muda de ropa y la botella de licor que se bebe de dos sorbos. Luego quita el rollo de tela que esta adosado a las cinchas de la montura de la yegua. Resulta ser una manta hecha de retazos que parecen representar diversas escenas familiares, es algo vieja pero casi perfecta. Cada centímetro de tela huele como el omega.
Enseguida toma las prendas y las lanza sobre el chico ya que su ropa esta sucia por la sangre y húmeda por el agua del río, pero se mantiene dormido. El rubio se acerca lentamente, pero tan pronto sus manos callosas tiran de la cinta que cierra el escote de la camisa, una mano atrapa su muñeca. Los ojos del omega lo miran preocupado y con desconfianza, mientras se vuelve a cubrir para proteger la pequeña porción de piel expuesta.
El alfa sonríe ladino, ya se había dado cuenta que estaba despierto, pero decide dejar pasar el truco, levanta las manos y se aleja. Izuku mira a su alrededor en busca de Kota, lo encuentra dormido en los brazos de un hombre de cabello negro que lo observa desinteresadamente, al lado del hombre hay yelmo con forma de cuervo muy oscuro que le resulta espeluznante.
-cámbiate – ordena el alfa sin quitarle la vista de encima, llamando su atención- puedes seguir enseñando los dientes, no me importa, pero no te daré la espalda. No eres como los otros.
-¿Qué otros? – pregunta, contrariado.
Katsuki niega con la cabeza tras reír con cierto deje de burla. -Ya sabrás, vístete – insiste y esta vez el omega le hace caso, aunque no puede evitar sonrojarse ante la mirada profunda del alfa. A simple vista parece enojado, pero a la vez algo le dice que esa no es la emoción que el hombre está demostrando.
Katsuki se relame los labios con la vista, pero se contiene a decir las cosas que cruzan por su mente, convencido de que el omega es demasiado joven para si quiera tomarse con humor su interés. En cambio, respira las pequeñas trazas de feromonas que se liberan mientras el omega se calza la camisa seca y la capa que le han devuelto. Omega enemiga o no, Katsuki tiene que reconocer que hace tiempo que no ha visto a nadie con la piel besada por el sol. Las pecas están regadas en cada porción de su cuerpo incluso alrededor del pecho y ombligo,  y aunque le concede privacidad mirando hacia otro lado para que también se cambie de pantalones, todavía puede imaginar como esa marea veraniega salpica de forma delicada las piernas fuertes y sus caderas llenas.
Katsuki traga saliva ante la vista y separa un poco sus piernas cuando siente un calor familiar bajo el ombligo. Entonces toma el riñón con agua que encontró antes y comienza a beberla para distraerse. No puede asustarlo todavía.
En su lugar, se recuerda que los Dagobenses tienen a los omegas más frágiles de esta región, a pesar de que es uno de los territorios más prósperos. Y la manzana nunca cae tan lejos del árbol, se repite. Pero aún con todas sus aprensiones, algo le dice que este, en especial, con o sin espada, puede llegar a ser igual de peligroso que los de su raza.
Cuando el omega termina de vestirse, inmediatamente se envuelve en su capa lejos de la mirada peligrosa del Alfa. Nunca lo habían mirado así, de una forma tan íntima y ¿Hambrienta? Su rostro se calienta de vergüenza y culpa. Lo peor es que los demás que acompañan al alfa simplemente se quedaron ahí sin decir o hacer nada.
Cuando ve al hombre distraerse, trata de recuperarse para alcanzar a Kota. Su pobre hermano está amarrado de manos. Katsuki lo intercepta antes de que pueda alcanzarlo con un gruñido molesto, presionando deliberadamente sobre la herida todavía fresca en su hombro.
-Aquí el que pone las reglas soy yo- espeta ante la mirada vidriosa del chico- no tienes que mirarme así, seguro que sabes que está pasando ¿O no es así?
-No tengo nada de valor
Katsuki jadea con decepción, pero luego se burla. – Seguro que encontraremos algo, pero que tan amable sea de ahora en adelante contigo y el mocoso, dependerá absolutamente de ti y el cómo respondas mis preguntas
-No tengo nada de valor – insiste Izuku- solo soy un omega del campo- insistió
-Y sin embargo, estabas aquí en medio del bosque
Izuku se mordió los labios, ansioso por idear un plan que los mantuviera a ambos seguros- alguien advirtió la llegada de un ejercito
-¿Quien?
-Un emisario, llego al pueblo y dijo que ustedes venían por el oeste
-Oh, entonces hiciste el tonto cruzando un bosque que no conoces– espeta el alfa- Porque estabas aquí con un niño encima de todo
Izuku aprieta la mandíbula, molesto. Él también quería saber cómo es que los nómades habían llegado al bosque, pero el alfa tiene una mano sobre la empuñadura como una amenaza silenciosa. -Íbamos a la fortaleza de Yukai, quería pedir refugio …
-¿Solos? Con lo puritanos que son, uno pensaría que tu alfa te seguiría hasta allá
-No tengo alfa
-¿No? – pregunto sin ocultar su interés- quizás un padre entonces…los de tu clase no sueltan a un omega solo por los campos, eso te arruinaría para siempre- suelta entornando los ojos, los dagobenses son puritanos hipócritas y frígidos, no podrían llenar bien a un omega por su vida.
-Mi padre tuvo un retraso…-agrego entonces se da cuenta de que cometió un error.
La mirada del alfa se oscurece. -Seguí personalmente tus huellas, salvo por el caballo, no había con nadie más grande que ustedes dos. ¿Estas mintiendo?
-Yo…- los ojos de Izuku vuelven a humedecerse, no sabe que quiere escuchar, y no sabe si su padre estaba vivo.-Responde ahora o el niño…
-La gente se volvió loca en los caminos, alguien nos atacó de camino a la fortaleza, mi padre lo intercepto y yo cabalgue hasta acá, no estoy mintiendo… ni siquiera yo entiendo que está pasando…-dice abruptamente mientras comienza a respirar con dificultad cerrando los ojos, necesita ordenar la ideas en su cabeza- estábamos en el camino principal que pasa por fuera del pueblo cuando un hombre calló muerto en el camino- dice con la voz temblando- la gente se peleaba por los caballos, mi padre nos guio al bosque, pero otro hombre con un caballo gigante nos interceptó y nos separamos. Cabalgué hacia el bosque solo…Lo juro
Por un largo tiempo se hace un silencio abrumador. Solo puede escuchar el crepitar de la madera que se quema al fuego y cuando abre los ojos la mirada roja del Katsuki lo observa con una inquietante pasividad.
-¿Sabes lo que son los grupos de avanzada? - pregunta Katsuki con voz monótona, aunque no espera que responda, en realidad ya sabe que no conoce la respuesta- son hombres preparados para morir una vez que abandonan el campamento de una campaña de guerra…Su misión es advertir al enemigo de un ataque por un flanco por el cual el campamento no ha tomado interés ni posición.
La mirada de Izuku se oscureci��, al recordar nuevamente los incidentes del camino principal y el hombre siguió hablando- a menudo se visten como el enemigo para pasar desapercibidos, pero con suficientes signos para que un soldado experimentado pueda reconocerlo… ¿eso te trae recuerdos no Deku? ¿Qué estás pensando? – pregunta, pero el chico no le responde- Apuesto a que pensaste que los soldados, siendo tan nobles como juran ser en tiempos de paz, están listos para nosotros ¿no? - agrega con una risa corta y sin gracia- Y tienes razón, en parte. Las barracas de tu vanguardia se alistan para partir hacia la frontera, pero ¿tienes idea de que encontrarán ahí? - insiste mientras limpi las lágrimas que ahora corren sueltas por el rostro del omega- Esta será una guerra que tu gente nunca olvidará, al igual que nosotros nunca olvidamos el genocidio de nuestros cachorros en la guerra del exterminio.
-Por favor …
-No, eso no- espeto Katsuki soltando bruscamente el rostro pecoso mientras dirige su vista al cachorro.
Kota se levanta en algún momento de su diatriba y aunque Tokoyaki lo mantiene fijo en su lugar, no hay nada que pueda hacer para ocultar la mirada llena de odio y los pequeños colmillos que sobresalen de sus labios- tenemos otros deseos para ustedes, apuesto que tu hermano tiene suficiente edad para usar esas manos de princesa – agrego Katsuki con burla, su mano acaricia la empuñadura e izuku se da cuenta de lo que pasara si no piensa en algo ahora.
-No es mi hermano. – dice Izuku con un hilo de voz mientras intenta avanzar hacia Katsuki buscando distraerlo.
-¿Qué has dicho? – gruño Katsuki devolviéndole la mirada- ¿cachorro? – agrega con incredulidad
-Es mío…- aseguró- devuélvemelo – insistió con la mirada esta vez firme - el niño es mío y soy responsable de él…
-Mientes. - negó el alfa como si escupiera las palabras- tu gente no permitiría una cosa de esas
-Es mío insiste – esta vez corriendo para atrapar al cachorro entre sus brazos.
-Tokoyami suelta al niño- ordena Katsuki mientras tira del brazo a Izuku y lo empuja de vuelta al piso.
El hombre lo observa inseguro, huele el aire para leer las feromonas de Katsuki, pero como siempre, nada se filtra sin que Katsuki lo desee, en consecuencia, no puede adivinar que está planeando.
- El niño no ira a ningún lado sin izuku, Katsuki. – dice mientras sus brazos se deslizan por el torso de Kota, quien se levanta sin despegar la vista hacia izuku.
- ¿Izuku? ¿Así te llamas? - pregunta el alfa hacia el omega, pero el niño corre hacia ellos antes de que pueda contestar. Tokoyami por puro instinto lo atrapa de nuevo y lo hace retroceder, pero el niño gimotea y llora rogando - ¡Suéltame!
Katsuki maldice al mocoso al tiempo que mantiene al omega quieto con ambas manos. Tokoyami aprovecha de calmar a Kota, entiende lo difícil que debe ser para el todo esto- sólo tiene 5 años, no seas duro con el. - agrega como si eso fuera a despertar más simpatía en el alfa mayor.
- Sabes que a su edad empuñaba la espada. – repuso Katsuki
-Y también pedías historias a tu padre. - agregó Kyoka, provocando risas en los demás. 
- ¡Cierra la boca!- espeta Katsuki
- Quiero verlo- insistió Kouta. 
- ¡No! ¿sabes una cosa pequeña mierda? Realmente no necesitamos un boca inútil y llorona por aquí. – espeta mirando entre ambos prisioneros. -No nos hacen falta cachorros, pero él estaba dispuesto a ahogarse en el río con tal de protegerte...
Kota tensa la mandíbula mientras llora de impotencia y el alfa sonríe malicioso.
-  no haces eso por un extraño, pero tampoco huele a que tenga una marca... ¿entiendes lo que digo? - dice caminando hacia el niño que lo mira confundido. pero el hedor amenazante del alfa comienza a picar en nariz, mientras un sentimiento de estar acorralado lo inunda- ¿No es tu madre verdad? – susurra con voz ronca y cargada de molestia. Sabe que el niño no se atreverá a mentirle ahora, pero Kota no alcanza a responder cuando la voz de su hermano resuena alto y claro - Pero es mi hijo
- Es mío, mi hijo. -repite Izuku tras su espalda. - déjalo en paz. -amenaza, rompiendo con el miedo que logro infundirle al mocoso.
Katsuki se voltea furioso, olisquea el aire buscando rastro de mentiras o si quiera el rastro del olor de un alfa que los hubiera acompañado de camino aquí, pero no haya ninguna. - mientes – repite aún si no puede probarlo todavía. -eres demasiado joven 
- Tengo 18, es mi hijo. 
- ¿Sin una marca de alfa? Estás mintiendo. Tú gente permite cosas así. Nunca. – entonces su mano vuelve a su cadera, sobre la espada
- En la ciudad, pero en el campo, las cosas son- Izuku no puede terminar la frase cuando Katsuki le quita el niño a Tokoyami para ponerle la espada en el cuello.- si no quieres decir la verdad por las buenas, conozco una forma mejor
-¡Bakugo! -llaman todos los alarmados. 
Un aroma a leche y miel impregna el ambiente. Incrédulo, Katsuki deja a ir al niño, porque ese olor y esas feromonas, es una esencia que solo una madre puede liberar.
Izuku se pone de pie a pesar de la herida, el hambre y el cansancio. Se aferra a Kota por la cabeza cuando este se estrella contra su cuerpo y lo abraza con un sollozo.
- Por favor es mío... – ruega sin dejar de mirar al alfa. Bakugo retrocede atónito porque esto no es algo que debía pasar. El omega se deja caer al piso de rodillas, casi sin fuerzas y al borde de la inconciencia, pero todavía encuentra energías para cubrir con su cuerpo al niño, concentrando las feromonas que ha liberado sin que nadie a su alrededor de crédito sobre eso. Mas ninguno de los presentes puede negar ahora que este omega es de hecho una madre sin marca.
Katsuki se aleja del campamento sintiéndose traicionado y furioso, porque una cosa es aceptar a un omega de Dagoba como compañero, pero otra muy distinta es reclamar a un omega y su bastardo.
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infacundia · 2 years
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Me costaba concebir el viaje del vagón por esa planicie seca y cuarteada, que las lluvias del invierno y el desborde del arroyo transformaban en pantano. Se me hacía cuesta arriba imaginarlo rodando sobre rudimentarios rieles de madera, arrastrando más que por una yunta de bueyes o dos y tres aun cuatro yuntas en las lomadas, por la terca, por la endemoniada voluntad de un hombre que no cejó hasta meterlo, esconderlo, hasta incrustarlo literalmente en la selva.
Es decir, sí; ahora que marchaba detrás del guía impasible, sin otra cosa para contemplar que las cicatrices de su espalda y las cicatrices del terreno, el cielo arriba turbio, una verdadera lámina de amianto, podía tal vez concebir el viaje alucinante del vagón sobre la llanura; un viaje sin rumbo y sin destino, al menos en apariencia razonables.
Podía ver al hombre eligiendo pacientemente el terreno, emplazando los durmientes y las pesadas secciones de quebracho, unciendo las yuntas de bueyes enlazadas al azar en el campo o en los potreros; podía verlos picaneándolas, exigiendo a las bestias escuálidas que cubrieran en esas pocas horas de la jornada nocturna un nuevo y corto tramo sobre los rechinantes listones, azuzándolos con su apagada y ronca voz, con una desesperación tranquila en sus ojos de enajenado. Así siempre, bajo el tórrido sol del verano o en las lluvias y las heladas del invierno, inquebrantable y absorto en esa faena que tenía la forma de su obsesión. Y esa mujer junto a él, contagiada, sometida por la fuerza monstruosa que brotaba del hombre como una virtud semejante al coraje o a la inconsciente sabiduría de la predestinación, atendiendo y cuidando los mil detalles del viaje, pero atendiendo y cuidando además al hombre y al crío de meses, esa pequeña liendre humana nacida y rescatada del yerbal, cuyos días iba marcando el lentísimo y por eso mismo vertiginoso voltear de las ruedas del vagón; el pequeño crío lactante transformado en niño, en muchacho, en hombre, a través de leguas y leguas y años y años y ayudándolos también a empujar con su primeras fuerzas el arca rodante y destrozada, inmune sin embargo a la locura del progenitor, como los hijos de los leprosos o los sanos del pueblo no estaban necesariamente condenados a contraer el mal, puesto que las defensas del ser humano son inagotables y se bastan a veces para anular y transformar ciertos estigmas al parecer irremediables.
Todo esto podía entender forzando un poco la imaginación.
Yo sabía la historia; bueno, la parte pelada y pobre que puede saberse de una historia que no se ha vivido.
Lo que no podía entender era que el robo del vagón primero y el viaje después —ambas cosas se implicaban— pasaran inadvertidos. Ese viaje lentísimo e interminable tuvo forzosamente que haber llamado la atención; tuvo que haber transmitido su locura —como lo hizo con la mujer— a un número cada vez mayor de gente, pues era demasiado absurdo para que el vagón pudiera avanzar o huir tranquilamente a campo traviesa sin que nadie hiciese algo para detenerlo; el jefe político, el juez o el cura, cada cual en su jurisdicción, puesto que hasta de brujería se habló. La delación de un simple telegrafista había bastado para frustrar la maniobra de los insurrectos y provocar la catástrofe. Pero en el caso del vagón todos se callaron. El jefe de estación, los inspectores del ferrocarril, los capataces de cuadrillas. Cualquiera, el menos indicado, habría podido alzar tímidamente la voz de alerta. Pero eso no sucedió. Una omisión que a lo largo de los años borronea la sospecha de una complicidad o al menos un fenómeno de sugestión colectiva, si no un tácito consentimiento tan disparatado como el viaje. Es cierto que el vagón ya no servía para nada; no era más que un montón de hierro viejo y madera podrida. Pero el hecho absurdo estribaba en que todavía podía andar, alejarse, desaparecer, violando todas las leyes de propiedad, de gravedad, de sentido común.
El espanto y el éxodo, la mortandad que produjo la terrible explosión, dejaron por largo tiempo, como el cráter de las bombas, una desmemoriada atonía, ese vacío de horror o indiferencia que únicamente poco a poco se iría rellenando en el espíritu de la gente, igual que el cráter con tierra.
Sólo así se podía explicar que nadie notara el comienzo del viaje, o que a nadie le importara ese hecho nimio en sí, aunque incalculable en sus proyecciones, en su significación. La noche del desastre había durado más de dos años. Iba a durar mucho más tiempo para la gente de Sapukai, en esa especie de lenta, dolorosa, inexplicable ceguera, de estupefacción rencorosa en que se arrincona un animal herido.
Sólo así se podía explicar que el hombre, la mujer y el niño al regreso del yerbal, al cabo de su inconcebible huida por páramos de suplicio y de muerte, hubieran logrado refugiarse primero en el vagón, convertido en su morada, en su hogar, y luego empujarlo lentamente por el campo sin que nadie lo advirtiera.
En un principio el hombre y la mujer habrían trabajado al amparo de la doble oscuridad, la del estupefacto y aplastante vacío, la de las noches sin luna; habrían trabajado sin duda hasta en las de tormenta, en las ateridas noches de lluvia y frío. Ahora se sabían o se imaginaban ciertos detalles.
Con ceras silvestres encolaban cocuyos a los bordes de las ruedas para encarrilarlas sobre la almadía de quebracho. Ahora podía imaginarme la sonrisa implacable del hombre al ver voltear las ruedas en las tinieblas con las pestañas parpadeando por las motas fosfóricas de los muas. De esas ruedas untadas de fuego fatuo habría salido la leyenda de que el vagón estaba embrujado.
Durante el día, daba la impresión de estar siempre inmóvil; lo que se deslizaba o parecía a los ojos de los demás sería la tierra, como en lenta erosión de las barrancas.
Acabó por desaparecer.
La sugestión de su presencia persistió sin embargo en el corte que se había ido ensanchando hacia el campo. Espejismos, alucinación. Vaya uno a saberlo. Podía ser también, a su modo y a su escala, un fenómeno semejante al de las estrellas muertas cuya luz continúa incrustada en el cosmos milenios después de su extinción. Así se habrían habituado a ver el vagón sin verlo, durando con su presencia fantasmal donde ya no estaba. Salvo que la explosión lo hubiera hecho volar para dejarlo allí, enclavado a leguas y leguas de la vía muerta. Pero el vagón no voló.
Se alejó lentamente, en una marcha imperceptible y tenaz sobre los rieles de quebracho. Y ya en la tierra salvaje y desierta, merodeadores, vagabundos, parias perseguidos y fugitivos, hasta los leprosos de la colonia fundada por el médico ruso, habrían ayudado al hombre, a la mujer y al chico a empujar el vagón para compartir un instante ese simulacro de hogar que avanzaba por la llanura o retrocedía hacia el pasado, sin rumbo, sin destino, pero desplazando una victoriosa, impávida, salvaje, alucinada atmósfera de seguridad, de coraje, de misterio, lo que también a ellos les comprometía a guardar el secreto.
Meras conjeturas, versiones, ecos deformados. Acaso los hechos fueran más simples. Ya no era posible saberlo. Sólo que habían comenzado veinte años atrás. No quedaban más que vestigios, sombras, testimonios incoherentes. Ese vagón hacia el cual me encaminaba tras el único baqueano que podía llevarme hacia él, era uno de esos vestigios irreales de la historia. No esperaba encontrarlo; más aún, no creía en su existencia, muñón de un mito o leyenda que alguien había enterrado en la selva.
-Augusto Roa Bastos, Hijo de hombre
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𝔽𝕣𝕠𝕞 (2022/3)
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“From” comienza con una secuencia impactante que marca el tono. En una calle que parece atravesar uno de esos pueblos fantasmas apenas poblados en los que te pierdes mientras intentas encontrar gasolina en un viaje por carretera, Boyd Stevens (el gran Harold Perrineau ) hace sonar una campana mientras se pone el sol. Todos tienen que estar en el interior antes de que oscurezca, y pronto descubrimos por qué cuando una niña responde a la voz en su ventana. De pie afuera está lo que parece ser su abuela. No es nana. Resulta que este pueblo anodino tiene un problema cuando se pone el sol. Tienen talismanes en sus puertas para mantenerlos a salvo y reglas estrictas sobre salir de sus casas después del anochecer por una razón: serán brutalmente asesinados por las fuerzas sobrenaturales que viven en los bosques. (Lea cualquier parábola de encierro de la era de la pandemia en la narración a su gusto).
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Después del sangriento prólogo, comienza la verdadera acción de “From”, cuando una familia en una casa rodante recorre la misma calle por la que Boyd caminó al principio. Resulta que está a punto de haber nuevos residentes. La familia (el patriarca Jim ( Eion Bailey ), la matriarca Tabitha ( Catalina Sandino Moreno ) y los niños Julie ( Hannah Cheramy ) y Ethan (Simon Webster)) aprende por las malas que cualquiera que se pierda aquí nunca se va. Pueden intentar salir en coche, pero solo volverán a entrar. Y la familia Matthews no está sola, ya que otro coche acaba en la carretera que lleva a la ciudad, lo que provoca un accidente y aún más caos. Y entonces el sol empieza a ponerse.
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No es solo la historia de una familia perdida o un líder de la ciudad en apuros; la escritura del programa a menudo se abre camino hacia otros hogares, como la tragedia que le sucede a un agente de la ley local (Ricky He) o el conflicto moral que surge entre Boyd y el padre Khatri (Shaun Majumder). Hay una casa cooperativa llena de personas que viven juntas en una colina que está llena de fascinantes personajes secundarios como el hijo de Boyd, Ellis (Corteon Moore), la misteriosa Fátima (Pegah Ghafoori) o el fascinante Víctor (Scott McCord).
Cada episodio de “From” se siente un poco más rico en términos de construcción del mundo, y eso no se puede subestimar.
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En la segunda temporada, un autobús se estrella y agrega más residentes, cada uno de los cuales tiene su propia historia de fondo que les brinda habilidades para ayudar a los residentes o agrega información sobre por qué quedaron atrapados. Durante los primeros veinte episodios, se desarrolla una mitología que incluye a los monstruos espectrales que revelan su verdadera naturaleza, una caja de música que puede controlarlos y una torre que se avecina y que está conectada con el extraño Víctor (Scott McCord).
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Al comienzo de la tercera temporada, los personajes vuelven a estar divididos. La segunda temporada se inició con algunos personajes atrapados en una casa derrumbada, mientras que esta temporada divide a Tabitha mientras explora su misteriosa huida de la ciudad y de todos los demás que se quedan en el municipio. Algunos comienzan a explorar los árboles que son una especie de portal, mientras que otros se enfrentan a la creciente presencia de los monstruos que los mantienen cautivos. La seguridad de todos los habitantes del municipio sigue siendo precaria, y la idea de que nadie está a salvo es especialmente cierta en los cinco episodios disponibles para esta reseña.
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Divulgar algo sobre esta temporada sería un flaco favor para aquellos que han estado en este viaje durante veinte episodios hasta ahora, pero creedme cuando digo que la sangre y el recuento de cadáveres son más altos esta temporada que nunca. La serie continúa descubriendo formas de agregar nuevos personajes al expandir los roles de los actores secundarios y traer nuevos visitantes al pueblo a través de medios sobrenaturales.
Es una de mis series favoritas con sus 3 Temporadas, la he disfrutado muchísimo y le pongo cuatro estrellitas ⭐⭐⭐⭐
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cleoenfaserum · 4 months
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LA BRUJA (2020) de Joendry Morel García.
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La película en si no vale mucho aparte de ser un fiel reflejo de la gente del campo dominicano y sus supersticiones, de la que hay mucho que hablar, e idiosincrasias. Su forma de comunicarse y comportarse es especialmente relevante en estas películas, lo que le hace meritoria para los académicos sociales, asi como el fenómeno Joendry como verán en el siguiente video ...
EY DIABLO """"""!!!!!!!! JOENDRY MOREL GARCIA
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1069-1link https://youtu.be/ZuMmZJCH_AI
suscríbete a su canal: (707) JOENDRY ACTOR - YouTube
El tigre este es un diablo! Así que son de Nagua, de donde mi abuela materna era, y en particular, de Matancita. No hay mas ciego que el que no quiera ver ... vámonos con el ... escuche mientras lee ...
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1069-2link https://youtu.be/19lQF_vcwlg
LAS BRUJAS [LEYENDAS DOMINICANAS]
Cuenta la leyenda en República Dominicana, que las Brujas, son seres de la noche con un aspecto muy envejecido y de espanto. Sus almas son perversas y gustan de volar en escobas aunque, en dicho país, prefieren convertirse en aves de enorme tamaño y revolotear sobre las casas haciendo ruidos tétricos.
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Mito sobre las brujas dominicanas • Trompo Loco (Compártelo) - YouTube
Según la creencia, dicen que las Brujas se quitan su piel antes de volar, para eso, las ponen a remojar en una tinaja y luego emprenden vuelo. Mientras vuelan, ellas sueltan risas y cantos que no se llegan a entender, y más aun para aquellos que las descubren.
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BRUJA REAL EN REPUBLICA DOMINICANA - YouTube
Campesinos que las han avistado, hablan que las Brujas no vuelan de noche, ellas descansan bajo las matas de los plátanos de los Conucos. Además, les encanta la sangre de los niños y para extraerla, succionan el ombligo de su victima o del dedo gordo del pie usando usando herramientas como pecíolo hueco de una hoja de higuereta (Ricinus Communis) o de una hoja lechosa de la Papaya. Se cree que las Brujas no atacan a los hijos de sus Compadres, ni a mellizos o gemelos.
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Relatos de Brujas: La Bruja de Cotuí, República Dominicana | Frecuencia ...
En comunidades rurales, cuentan historias que las Brujas fueron descubiertas en pleno vuelo. Para atraparlas (llamado ahí "tumbar una bruja"), los Tumba Brujas tienen poder en sus oraciones y rituales especiales para este fin. Cuando las atrapan, deben esperar al amanecer ya que, cuando el encantamiento de estas Brujas se rompe, se puede descubrir la verdadera identidad de la maligna mujer. Otros dicen que cuando llueve y hace sol, es porque en algún lugar muy escondido, se está casando una Bruja. Las Brujas [Leyendas Dominicanas] | Una Leyenda Corta
Las películas:
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1069-3LINK https://youtu.be/sffCWlM7vmE
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1069-4LINK https://youtu.be/RknUK15b02k
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1069-5LINK https://youtu.be/HMZLc_w6xkM
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1069-6LINK https://youtu.be/N7H9wCxNAfg
NOTAS
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1069-7LINK https://youtu.be/0TW2SXZkokA
SU ELENCO ENTERO ESTA AL ALCANCE DE TU DEDOS EN...
(707) JOENDRY ACTOR - YouTube
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diarioelpepazo · 8 months
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Al igual qie las maldiciones proferidas por Babe Ruth a Boston y al fanático Billy Sianis a los Cachorros de Chicago, el "Chivita" Lezama también lanzó una contra los Tiburones de La Guaira. Todo fue porque Lezama fue expulsado del estadio Universitario, lo que provocó la ira y la proclama de tan famosa maldición, según la cual, “La Guaira no ganará más torneos mientras yo viva”, dicen que dijo el ofendido personaje. ¿Qué opina usted?. [caption id="attachment_101341" align="aligncenter" width="588"] Ilustracion Cortesía[/caption] Luis Carlucho Martín Cuando el mítico Babe Ruth fue vendido, sin su consentimiento, de los Medias Rojas de Boston a los Yankees de Nueva York, por la entonces astronómica suma de 100 mil dólares –una verdadera fortuna en esos días de 1919–, se selló sobre el destino de los de Massachusetts la gran Maldición del Bambino, y hubieron de esperar 84 años para volver a lograr un título de Serie Mundial, luego de los cinco obtenidos a inicios del siglo pasado, tres de ellos con el fenomenal jugador como protagonista. Jamás pudo nadie imaginar que ese infortunio fuese a tener una repercusión tan determinante en la historia de otro club. Pues, casi al calco, por negro destino aunque con otro causal, sucedió con los Cachorros de Chicago, víctimas de la Maldición de la Cabra, la cual les garantizó una sequía de 71 años. La gerencia de los Cubs no dio acceso al estadio al fanático Billy Sianis, quien pretendió ingresar –era el juego cuatro de la Serie Mundial ante Tigres de Detroit–, en compañía de su mascota predilecta, una cabra. Entonces Billy juró que jamás volverían a ganar los de casa… ¿Creen ustedes que el Chivita Lezama se inspiró en ese par de personajes –de comprobados poderes de “empavamiento”–, para lanzar su famosa maldición ante los Tiburones de La Guaira, novena que lleva acumulados 37 años de esterilidad? Me contaron dos hijos del viejo Jesús Lezama, Ale y mi amigo Vladimir –alias Tatay–, que su papá se la juró al equipo escualo porque lo sacaron de un juego. Sucede que cuando La Guaira era la famosa Guerrilla, por allá por los años 80, inició una interesante rivalidad con Leones del Caracas, cuya gerencia, quién sabe por cuál capricho decidió prohibir el ingreso de la samba al estadio universitario –escenario compartido por esos clubes durante tantos años– cuando los felinos fuesen home club. En respuesta, lógica o no, la gerencia litoralense prohibió el acceso de Chivita Lezama y su show con la corneta. Aunque un día por su arrojo logró ingresar al parque universitario fue pillado y expulsado del recinto, lo que provocó la ira y la proclama de tan famosa maldición, según la cual, “La Guaira no ganará más torneos mientras yo viva”, dicen que dijo el ofendido personaje. En marzo de 2023, a los 104 años de edad, fue el último turno del Chivita, su último cumpleaños, se apagó la corneta…y desde entonces, más de un fanático, creyente o no, cabalístico o no, los sibermétricos y los más empíricos, empezaron a especular con respecto a tan curioso hecho. Hoy, La Guaira está instalada en la final, pero de nada servirá si no gana los cuatro juegos que corresponden para alzar el trofeo, y así como Medias Rojas y los Cachorros, ellos, los Tiburones, con su tremendo lineup plagado de estrellas locales, excelente importación, la mejor ofensiva del torneo y un pitcheo aceptable, puedan acabar con la nube gris que lleva casi cuatro décadas tapándole el sol. ¿Quién sabe? Ya no hay excusas. Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo El Pepazo
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El Sol de justicia
Tim Gustafson
Sale el sol, y se pone el sol… (v. 5).
LEER
Eclesiastés 1:1-11
La primera novela extensa de Ernest Hemingway, Fiesta, donde relata la historia de unos amigos infelices que llevan cicatrices, tanto literales como figuradas, de la Primera Guerra Mundial, refleja claramente las páginas del libro de Eclesiastés. Allí, el rey Salomón se refiere a sí mismo como «el Predicador» (v. 1), y tras señalar que «todo es vanidad» (v. 2), se pregunta: «Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo?» (v. 3). Ve que el sol sale y se pone, que el viento sopla de un lado a otro, que los ríos van al mar y este nunca se satisface (vv. 5-7); y que, en definitiva, todo se olvida (v. 11).
Tanto Hemingway como Eclesiastés nos confrontan con la terrible inutilidad de vivir solo para esta vida. Sin embargo, Salomón entrelaza indicios radiantes de lo divino, afirmando que hay permanencia y verdadera esperanza. Nos muestra cómo somos nosotros, pero también cómo es Dios: «todo lo que Dios hace será perpetuo» (3:4), y ahí yace nuestra esperanza.
Al enviar a su Hijo, el «Sol de justicia» (Malaquías 4:2), puso a nuestra disposición un nuevo significado, valor y propósito en la vida. Por medio de la fe en Jesús, somos reconciliados con Dios, y ya no andaremos a la deriva en un mar interminable que nunca encuentra satisfacción.
ORA
Amado Padre, ayúdame a encontrar mi satisfacción en ti.
REFLEXIONA
¿Qué ocupa tu tiempo y por qué? ¿Cómo podrías cambiar tus prioridades para seguir a Jesús?
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chicosanchez · 8 months
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Gracias
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viajeenmoto · 1 year
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Marcelo Hidalgo Sola y un paseo en moto por los senderos de Plaza Irlanda
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Hoy recorremos el perímetro de una plaza que se asemeja a una pradera llena de niños. Se llama Plaza Irlanda y evoca en su contorno los verdes intensos del país al que homenajea con su nombre.
Existen muchas plazas en la Ciudad de Buenos Aires que quizás sin saberlo, se parecen mucho a los paisajes que sus nombres evocan. Este es el caso de Plaza Irlanda, un rincón urbano en donde el verde abunda y se extiende como un manto hasta cubrir cada resquicio del parque. De hecho, por un instante, si uno entrecierra los ojos hasta desdibujar el contorno de los lejanos edificios, podría por un momento pensar que el lugar se trata de una verdadera pradera irlandesa . La plaza es perfecta para respirar un poco de aire fresco, y es una linda opción para visitar alguna tarde de primavera.
En plaza Irlanda, se respira un poco de la esencia del barrio de Caballito. Arboledas, una calesita de tiempos remotos y zonas de descanso que ofrecen su hospitalidad a todos los porteños que llegan hasta sus veredas para sentarse en un banco o para dar alguna ágil caminata por el contorno.
Este espacio es un tesoro del barrio de Caballito , un pulmón de aire fresco en donde de pronto, se descubre a una romería de niños que juegan bajo la mirada atenta de los adultos en el sector de los juegos.
La historia indica que esta plaza con su nombre , quizo honrar a la Asociación Católica Irlandesa, que fue la que donó los terrenos a la ciudad para que se convirtiera en un espacio verde para el disfrute de grandes y niños. Hoy por sus senderos, circulan gran cantidad de chicos rumbo a la zona de juegos -cuenta Marcelo Hidalgo Sola- y las bicicletas van y vienen por el circuito del perímetro pasando raudas y sin saludar al busto de un personaje muy importante aquí : Mr Padraic Pearse.
La historia que regala Plaza Irlanda
Pearse fue el primer presidente que tuvo la República de Irlanda; un líder del levantamiento ocurrido por 1910 contra la dominación de Gran Bretaña y por el cual se consiguió la Declaración de la Independencia de Irlanda.
Las bicis también pasan a todo pique frente al gran Monumento-mástil que fue levantado en homenaje a la Confraternidad argentino-irlandesa; una estructura hecha en bronce y granito por el destacado escultor Luis Perlotti. Inaugurado en 1935 , en él se destacan dos figuras femeninas coronadas por el sol, que ambas damas sostienen , cada una desde uno de los extremos por la cola de un rayo; también el escudo nacional argentino y el arpa del héroe Brian Boru, otro de los símbolos nacionales de la República de Irlanda que recuerda a ese personaje histórico nacional que expulsó a los temibles invasores vikingos de la isla en el 1002. El arpa, es un instrumento musical muy valorado y tradicional de la cultura irlandesa.Bajo el sonido de este dulce instrumento los primeros pueblos transmitían sus conocimientos y enseñanzas de tradición oral a sus hijos .
Debajo del relieve se observa una inscripción: Plaza Irlanda, inaugurada para el barrio de Caballito un 12 de octubre de 1927. En el extremo opuesto de la base se encuentra otra inscripción : La bandera argentina blanca y celeste, Dios sea loado,no será atada jamás al carro triunfal de ningún vencedor de esta tierra. En las otras caras laterales se ven dos relieves también, hechos en bronce que plasman figuras de escolares en donde algunos van con sus libros en sus manos y parecen recordar el principal motivo de la creación del parque: el disfrute de los chicos.
Esculturas que homenajean a todas la madres del mundo
En lo relativo a las esculturas que se han instalado en la plaza, cada uno tendrá sus gustos y preferencias. Pero, aquí en el barrio de Caballito, como en casi todas las plazas porteñas se destaca también un busto de una madre con sus niños alrededor, como en otras plazas hay también bustos de madres amamantando. Todas son obras del genial escultor Luis Perlotti, oriundo del barrio. El detalle no es para nada casual. Este artista, perdió a su madre en su más temprana infancia y desde que se hizo escultor, fue trabajando , creando y transformando esa pena en arte. De allí en más, su obra se basó en la creación exclusiva de motivos que evocaron a las figuras de madres con sus niños.
Cada obra es un modo de homenajear a su madre y también a todas las madres del mundo por la sacrificada, loable y titánica tarea que llevan y sobrellevan día a día. De hecho, el autor sostenía que eran los motivos que realizaba con mayor destreza y perfección y además, que una y otra vez encontraba la forma de innovar en un tema que en el arte escultórico es uno de los más trillados.
En Plaza Irlanda,Perlotti realizó la escultura de una mujer amamantando a uno de sus hijos, mientras los otros dos juegan con sus ropas. Un motivo que destaca, bellísimo, a modo de particular celebración de todas las madres que muy atentas en Plaza Irlanda, custodian mientras toman un mate y charlan, a sus tesoros más preciados que ,día a día juegan y crecen en este gran parque como si fuera una verdadera pradera de la vieja Irlanda.
Originally published at on https://viajeenmoto.com.ar June 12, 2023.
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Hijos del este
El libro perdido
Capítulo 4: Mirlo para una decisión
Desde que el emisario recorrió los pueblos más cercanos de la frontera, la noticia de que los salvajes nómadas han regresado, se riega como pólvora por toda la región, y todas las gobernaciones del oeste se preparar para defender sus tiernas incluso antes de que la noticia llegue a la capital. Sin embargo, ninguna torre de vigilancia encendió las antorchas de guerra para corroborar la amenaza y cuando los primeros soldados de refuerzo llegan a las barracas de la frontera Oeste, fueron recibidos por una lluvia de flechas.
Por el sur los cuervos vuelan en círculos en torno a las torres de vigilancia luego de que miles marchara hacia los páramos, unidos en torno al llamado de conquista de Mitsuki Bakugou, la nueva Gran Khan.
Y en el bosque, un grupo de 6 nómadas se resguarda luego de pasar 2 semanas infiltrados entre los dagobenses, vestidos como viajeros. Son parte de lo que se conoce como los grupos de avanzada. Una táctica de guerra usada cuando el enemigo es numeroso, o tiene ventaja sobre el terreno. En términos simples, los nómadas envían grupos pequeños en distintos poblados para atacar o causar disturbios. Su fin no es otro que distraer al enemigo de la verdadera ruta por donde pasara un ejército todavía mayor.
Este grupo va contando su propia historia. Una plagada de victorias desde que se unieran como manada, bajo el mando de un poderoso descendiente de los nómades del este. Tiene el cabello rubio cenizo y ojos rojos como la sangre, y en su cuerpo porta más de 100 nudos tatuados, que simbolizan todas sus victorias entre batallas y duelos.
En medio de la penumbra descansa junto al fuego. En su mano sostiene la espada que heredó de su padre al cumplir la mayoría de edad y el emblema de los pueblos nómadas del sur. En la insignia, el dragón que representa a todos los nómadas, yace dormido dentro de un sol dorado coronado por 3 flamas que simbolizan la libertad, por el reverso están escritos los nombres de los ocho líderes alfa que han regido sobre los hijos de dios Erlik Khan Tngri o los hijos del rigor sur, incluyendo al actual, Mirio Togata el discípulo de Yagi. 
En sus manos el peso de ese emblema duele. Representa la alianza pactada, es poder, reconocimiento, un honor a su casa, pero también es responsabilidad, servicio y un golpe de realidad. Todavía le resulta amargo recordar la batalla, antes de establecer el acuerdo con Mirio, porque fue un empate casi piadoso. Nunca su espada flaqueó ante la fuerza de otro alfa, hasta su batalla con el Khan, cuando un golpe insospechadamente brutal suelta la empuñadura haciendo que la hoja vuele metros tras su espalda. Por poco ese desliz le cuesta la vida, además de la vergüenza de contar con una cicatriz a medio cerrar en el hombro. 
Sin embargo, lo cierto es que de haber sido fácil también habría estado molesto. Según dicen las leyendas Erlik Khan Tngri es alfa y desciende directo de Aodht, el único dios al que sirven los nómades, y de su sangre han nacido los guerreros más formidables, cómo la implacable Tomoe, Nana la virtuosa y Toshinori el pacificador.  
La suya, en cambio, proviene de Etüken, la primogénita omega del dios, cuyas historias están perdidas desde hace 500 años y más. Quien fue y que honores tenía nadie lo recuerda, a excepción del origen de las 13 lanzas con que es representada. Su ascendencia divina es, para él, Katsuki Bakugo, un orgullo, pero su casa ha vivido opacada por la sombra de la ignorancia y las consecuencias contra la traición del imperio dagobense en la guerra del exterminio del año 500.
Hoy tras tantos siglos desde el incidente, su casa regresa tras lograr el Gran Kanato por primera vez en mucho tiempo, con una estrategia implacable para recuperar la antigua capital sagrada izando un estandarte que porta un dragón de agua dentro de una rueda de nudos esvásticos. Sobre su lomo las trece verdades de la naturaleza animal, son representadas por lanzas flameantes que están ensartadas en su espalda, cómo símbolo del luto por la guerra del exterminio. 
El peso de estas historias lo mantienen despierto mientras los demás duermen alrededor del fuego, o eso les ha dicho a sus hombres, pero eso no es lo único que lo inquieta para esas alturas.
De pronto, el deber se cuestiona en su corazón cuando guarda el emblema de los nómadas del sur y en su lugar extrae un pañuelo de lino. Es una prenda sencilla, práctica, que no debería estar en el bosque, impregnado con una esencia única. Es un aroma dulce, sin duda alguna pertenece a un omega, pero en sus 21 años de vida nunca conoció un aroma que no fuera frutal o floral. En cambio, este era penetrante de una forma diferente, es picante y refrescante, dulce sin ser empalagoso. Las feromonas cuentan una historia sobre deberes, la expectación y emoción por algo, miedo. Vigoriza su instinto alfa con oleadas de energía, a veces erótica, y en otros momentos es desafiante, como si la personalidad del dueño estuviera impresa en el aroma de alguna forma.
¿Pero qué posibilidad tiene de encontrar al dueño de esa esencia?
Con toda certeza lo hará si se lo propone, el pañuelo habría perdido el olor de haber pasado mucho tiempo desde que su portador lo perdió. Pero su madre lo necesita con ella al frente de la batalla liderando sus hombres para reclamar justicia por su pueblo masacrado en la guerra del exterminio. Así que deja pasar las horas mientras mata sus ansias y espera que termine su guardia.
La mañana todavía no cruzaba esos parajes cuando Katsuki despertó por el canto de un ave. Ella revolotea muy cerca de su cabeza, dando saltos en la tierra. Entonces, se levanta adormilado para ahuyentar el extraño animal, pero cuando lo hace cae en cuenta de que Sero está profundamente dormido, descuidando su guardia.
La ira se hincha y amenaza con explotar todo, o más bien, va a cortarle el cuello, pero el pájaro se interpone. De pronto vuela directo hacia él y se posa en la espada observando su reflejo en la hoja. El gesto lo toma por sorpresa, al punto que olvida la grave falta de Sero y en su lugar dirige la hoja de la cimitarra hacia él esperando que el ave huya, pero ésta apenas se mueve, en cambio, parece tan intrigada cómo él o más bien expectante. 
- Si no fueras tan pequeño, te ensartaría... - dice el alfa sonriendo ante el claro desafío del animal, más la magia se pierde cuando el mirlo salta lejos de él. Katsuki gruñe y enseguida regresa sobre sus pasos para despertar de una patada a Sero, pero su pierna queda detenida en el aire cuando el ruido de un aleteo le advierte el regreso del pájaro. Katsuki se da vuelta para encarar a la pequeña mierda que está tentando su suerte, sin embargo, no es uno, sino tres pequeños hijos de puta, mirándolo con ojos espectrales.
- Que mierda ¿me van a sacar los ojos? Quiero ver que lo intenten. -susurra con la mirada estrecha.
Pero las aves solo observan, hasta que Katsuki camina hacia ellas para ahuyentarlas. Cuando logra alcanzarlas, ellas caminan o saltan pocos metros, luego esperan.
Lentamente guarda la espada, contrariado prueba de nuevo, y obtiene el mismo resultado. El las sigue y ellas continúan una a una caminando por los pocos espacios en que la luz escaza del amanecer penetra las copas de los árboles. A veces incluso danzan en el aire, formando figuras elegantes en la oscuridad, hipnotizando sus sentidos y liberando su instinto.
Al poco tiempo Katsuki comprende que ya no puede regresar por sus propios pies y acaba ascendiendo por la ladera del monte, entre socavones, raíces y un claro tapizado por hierba áspera. Ahí puede notar el alba que comienza a nacer, pero las sombras logran ocultar a los mirlos al punto de dudar sobre su existencia, más los oye en todas partes, entonando canticos en la oscuridad, a un ritmo pausado y nostálgico que le recuerdan a las melodías entonadas en los altares alzados por los muertos de la antigua ciudad de Zenuara.
Lentamente ellos adormecen su humanidad, mientras el instinto merodea rincones de su mente que hace tiempo no ha cedido. Su alfa despierta, se inspira al tiempo que sus pies son empujados lejos del claro, hacia la oscuridad de los árboles.
Su cuerpo entonces reacciona, dominado por un golpe de energía súbito que lo inviste de coraje y decisión, cuando comprende que ha sido elegido por una de las naturalezas animales. Sin importar nada, aceptará la verdad que desean mostrar los espíritus Tangri encarnados a través de los Mirlos.
Ni siquiera tiene buscarlos cuando la primera señal verdadera llega, no en los árboles ni en las voces de las aves que lo rodean sino en el suelo, donde va apareciendo un camino de manzanas rotas. Una incluso estaba mordida. Inmediatamente su corazón late de emoción, su alfa se agita en respuesta y se adelanta a su razonamiento, despertando su sus reflejos de cazador. Pronto encuentra las huellas de pisadas pequeñas, los cascos de un caballo y el olor característico de un omega. El mismo que dejo caer su pañuelo.
Antes de darse cuenta ya está siguiendo las pocas huellas que haya por el piso y solo por la profundidad y vueltas que dieron para abandonar el lugar, sabe huían a mitad de la noche. Más cuando el viento se agita en su contra, libera una pesada carga de feromonas con la certeza de que su guardia captará el mensaje inmediatamente.
El primero en llegar es Kirishima, un alfa de cabello rojo y dientes afilados. Lo alcanza corriendo, empuñando la espada, pero se calma al ver a su amigo solo y sin ningún rasguño.
-¿Bakugou, qué está pasando?
-Lo encontré…- susurra cuando capta el espeso olor de su omega bajo el manzano, luego se da vuelta hacia Kirishima, su mente activa y la sonrisa casi viciosa - Alguien sabe que estamos aquí, tenemos que atraparlo antes de que delate nuestra posición. Así que tengo órdenes, dile a Kyoka que se adelante al río hacia las deltas, Tokoyami, quiero que Ojiro la siga y le entregue el mensaje mi madre y el reporte. Al imbécil de Sero, dile que si quiere seguir viviendo será mejor que me alcance con mi caballo.
- No, yo te alcanzaré con los caballos, soy tu hermano y escudo. -dicho esto Kirishima se va rápido de regreso al campamento impávido ante la ola de insultos que Katsuki dice tras su espalda, en el fondo sabe que no está enojado, además jamás dejará de cubrir su espalda así esto le signifique la muerte.
Katsuki emprende marcha otra vez, siguiendo el rastro del omega, pero el monte tiene tantos accidentes en su relieve que seguir los pasos que dio su presa es difícil sino imposible a caballo, así que el continua a pie mientras Kirishima sigue sus feromonas y aguarda órdenes mientras encuentra una ruta por la que los caballos si puedan pasar.
El rubio se da cuenta de que el omega intenta llegar el valle boscoso y sin perder más tiempo, ayuda a los demás a bajar hasta una sección donde las flores y musgo abundan. Ahí el olor del omega se camufla al punto que casi no puede distinguir las feromonas humanas del olor a menta fresca que crece como parte de la flora natural.
Entonces da nuevas órdenes a todos con lo cual se dispersan, pero cuando se da la vuelta ahí está Kirishima que sonríe leal, listo para seguirlo. Casi se muerde cuando suelta una amenaza para que lo deje solo, pero por su puesto Kirishima no solo no se va, sino que se concentra en cada cosa que hace Bakugo. Nunca lo vio tan ansioso por algo, ni siquiera cuando la batalla de dominancia se torció en su contra. Sin embargo, hasta el momento Eijiro no ha hecho preguntas ni se atreve a saber por qué están buscando un fantasma. Para él, el omega ya escapó.
-Hermano
-Qué. – contesta Bakugo mientras olisquea otra vez el aire, avanzado unos metros al azar. Las feromonas omegas son más fuertes ahora, pero a ratos es cómo si se hubiera dividido en dos. - solo dilo maldición.
- No creo que debamos estar haciendo esto, Togata está a pocos días de aquí.
- ¿Crees que no lo sé?
Kirishima suspira un poco apesadumbrado- Bakugo no quiero contradecirte, pero todo esto es extraño, no debería haber nadie por estos lugares, la gente le teme al bosque y no hay caminos aquí. Además, es omega, los omegas dagobenses no viajan solos jamás.
- Por eso tengo que encontrarlo... Mierda, no puedo explicar por qué, pero debo encontrarlo. Es la segunda vez que nuestros caminos se encuentran gracias a un mirlo
- Espera ¿crees que es una señal de Tngri?
- No idiota, estoy seguro. – se queja, harto del golpe de sensatez de Kirishima, porque cuando pasa, le avienta pregunta molesta tras pregunta idiota. -Sólo lo voy a decir esta vez, no tengo ni puta idea del por qué, pero mi sangre me dice que lo encuentre. Por eso necesito que hagas lo que digo. 
- Que estás pensando
Katsuki está a punto de golpearlo, pero se contiene porque lo va a necesitar. - Estoy pensando en que no sé a dónde fue, pero si sigo perdiendo el maldito tiempo contigo, perderé el rastro de olor y al omega. – gruñe amenazante, dando largas zancadas
Pero Kirishima nunca ha sido diligente- ¿Crees que oculta su olor? Los dagobenses no hacen eso
Katsuki entorna los ojos frustrados, pero igual le confirma sus suposiciones. - De hecho, es imposible porque aquí no tienen piel de Manul. El maldito dejó marcas de olor en distintas zonas para confundirnos, pero hace falta más tiempo del que le dimos... 
- ¿Entonces?
- Creo que obligó al puto caballo a irse sólo, pero no tengo idea de cómo mierda hizo eso, los caballos no se alejan de sus amos por demasiado tiempo. Es un omega listo, maldición.
Kirishima entonces sonrió para ocultar su curiosidad. Si no lo conociera tan bien cómo lo hace, pensaría que Katsuki tiene cierto interés sexual por el omega.
-  Sigue esa dirección hasta que dejes de sentir el olor o hasta que encuentres el caballo. 
- Hermano no puedo dejarte sólo, no sabemos con quién va. 
¿Eres tonto? ¿Crees que voy a dejar que me maten? 
-No. Pero aun así no quiero pensar en lo que me hará Mitsuki una vez se entere de esto. - dice porque de alguna forma, esa mujer siempre sabe todo y no le hará gracia saber que Katsuki se distrajo por culpa de un omega, incluso si parte del punto de esta guerra son ellos.
Katsuki entorna los ojos, porque, aunque sigue siendo parte del clan, ya son una manada independiente - Imbécil, antes tendr��amos que contarle. Si no encuentras el caballo pronto busca a Kyoka en el rio. Yo haré lo mismo- miente pues ha decidido que no volverá hasta regresar con su puto premio. 
- ¿Y por qué tú vas por allá y no por acá?, ahí el olor es aún menos fuerte. 
Katsuki entonces esbozo una sonrisa belicosa -porqué quiero que me guste más.
Luego monta su caballo y se va dispuesto a capturar a su presa.
Tiene que dar varias vueltas por el terreno, detenerse para mirar las huellas esporádicas que encuentra en la tierra para confirmar que está siguiendo la pista correcta, pero, aunque al principio había dos de ellos, una desaparece abruptamente. Lo siguiente que descubre son rastros de hierbas prensadas en lugares poco visibles, probablemente para para camuflar su olor. Hasta ahí casi no tiene que bajarse del caballo para seguir el rastro, pero cuando el rumor de las aguas del río sobrepasa el sonido de los cascos de su caballo sabe que ya no puede usarlo más o lo alertará.
Una vez que alcanza la rivera, se da cuenta de que hay casi dos metros de tierra tapizada en piedras, en consecuencia, las huellas desaparecen junto al olor. Transcurren horas antes de que pueda distinguir la dirección que siguió, sobre todo porque primero asumió que huiría contra la corriente, buscando acercarse al fuerte, sin embargo, de no ser tan impaciente, habría adivinado que lo más sensato era cruzar el río al sur donde aumentan los deltas y la fuerza es menor.
Para estas alturas, tiene que admitir que está cansado y hambriento, más se niega a aceptar la derrota. Por un momento piensa en regresar al bosque, pero entonces encuentra la primera señal que comprueba que el omega estaba cerca. Aun mejor, el omega comete más y más errores a lo largo del río, en un signo indiscutible de desesperación. Pero muy probablemente el juego no hace más que comenzar, puesto que el mismo día que aprendió a cazar, también comprendió que un animal acorralado es peligroso.
Sus pies avanzan de largas zancas siguiendo las pequeñas pistas.  No puede ver al omega incluso en la rivera, pero como está demasiado expuesto decide regresar hacia el follaje donde puede camuflarse mejor. Entonces, sus pies trotan sobre la tierra, corren y serpetean entre los obstáculos, hasta que puede ver la figura de una persona en el rio.
Cuando le da alcance, el chico está mirando a todos lados, pero no se percata de su presencia. Katsuki conoce esa postura y la mirada de ciervo, signo de que el miedo a un peligro desconocido lo está dominando. Su instinto sabe que alguien lo está cazando.  
Sin embargo, es joven, tiene el cabello verde oscuro, la piel nívea besada por el sol en un mar de manchas oscuras y pequeñas desperdigadas sobre sus mejillas, y aun detrás de la ropa puede notar sus caderas anchas e intuir lo fuertes que son sus piernas, o no habría llegado tan lejos de no ser así. Es un omega conectado a la tierra en toda regla. Uno que puede tener. Entonces salta frente a él cuando le ve hacer la cosa más estúpida del día. Intentar cruzar el río a esa distancia.
Katsuki sonríe victorioso cuando encuentra su mirada aterrada, tan brillante que casi se pierde en el verde de sus ojos. Incluso a esa distancia puede decir que su olor es dulce a pesar de las pequeñas notas agrias de ansiedad y miedo, de hecho, es incluso mejor y más envolvente ahora que puede sentirlo desde su fuente.
Por un instante, que se siente como un siglo, la mirada del omega se nubla con la bruma de algo remoto mientras sus labios se separan suavemente. Katsuki admira en detalle cada arco de emoción reflejada en su rostro, al tiempo que toma conciencia del flujo de aire frío que entra a sus propios pulmones junto al pulso que retumba en sus oídos, una emoción tibia revolotea en su vientre, parecido al que siente cuando el licor de airag caliente lo embriaga en invierno.
Me diste trabajo…- dice sin quitarle los ojos de encima. El omega tiembla ante el tono de su voz pero retrocede, aún si apenas puede avanzar por el estrecho espacio. Katsuki toma su espada y la deja en el piso suavemente, sus movimientos medidos y cuidados mientras evitar perder el contacto con el omega asustado. Luego alza las manos desnudas para demostrar que no quiere herirlo.
No seas idiota…- advierte al notar como el tronco se hunde con el peso de ellos. – el tronco no te ayudará a cruzar – le dice con franqueza, pero el omega ni siquiera se detiene a sopesar su advertencia y en su lugar pregunta:
¿Quién eres? – su tono es demandante, pero su cuerpo lo traicióna. Katsuki no pierde detalles, en especial el ligero temblor en su cuerpo ni como sus labios están oscurecidos por el frío y el agotamiento. Entonces una sonrisa irónica se forma en rostro de Katsuki porque, a su presa ya no le queda muchas más fuerzas para defenderse y además, esa no era la pregunta correcta.
Soy Katsuki Bakugo, hijo de Mitsuki, líder y alfa de los pueblos nómades del este. – le dice elevando la barbilla con orgullo al tiempo abre los brazos. Los ojos de Izuku se abren al tiempo que todo su cuerpo se tensa ante la revelación y Katsuki se prepara para que se paralice de miedo, presa de su instinto omega sin dominar, pero en cambio, el dagobense retrocede un paso.
No tenemos nada de valor. - insiste negando con la cabeza, los ojos llorosos, pero todavía alertas.
La sonrisa de Katsuki cae un momento, aunque el otro no lo nota. Entonces niega con un gesto de la cabeza. Porque ¿Qué podrá querer del mocoso que se aferra su falda o de un dagobense traidor? Nada ¿Pero de un omega joven y sano? Bastante, sin embargo, antes de poder contestar el niño que trae en brazos se queja.
¿Quién es? – dice percatándose del gesto demasiado protector. No le gusta eso, aunque no sabe por qué.
Nadie. Déjanos en paz. - ordena Izuku fingiendo ser más valiente de lo que se siente.
Ja, tú no tienes a donde ir Deku
E Izuku sabe que es cierto, pero no va a confirmárselo. En cambio, frunce los labios para contener las ganas de jadear por aire, luego afianza el cuerpo de su hermano contra él.
- Déjame ayudarte- le dice Katsuki mientras piensa en los pocos metros que los separan.
El omega niega, pero sus ojos están aguándose. Su pecho se aprieta a medida se siente cada vez más acorralado.
Kota promete que no te soltaras de mí…- dice mirando el rostro asustado de su hermano y el alfa aprovecha esa distracción para subir al tronco- ¡Aléjate! – grita Izuku tomando con fuerza los hombros de Kota que esta rígido contra sus piernas.
Katsuki mira un instante el río tras ellos, la corriente siempre mentirosa no les permitirá llegar del otro lado. Él tiene experiencia con caídas desastrosas al agua. – No seas imbécil y piensa un poco, estas cansado, el rio te arrastrará antes de que llegues al otro lado o puede que logres llegar, pero no con el mocoso. Créeme. No vale el riesgo. - dice firme, pero sus promesas son palabras vacías para alguien cómo Izuku, al que ya no le queda casi nada por perder.
Katsuki nota el brillo extraño en la mirada del otro y por pura inercia se acerca, pensando que va a saltar, pero el omega saca una daga. El alfa ríe con sorna, sin preocuparse por el juguete en las manos del otro, su postura no es la correcta y esa forma de sostener el mango es una vergüenza- Te lo advertí idiota- susurra. entonces se abalanza hacia el omega para quitarle la daga, pero el chico no lo ataca con la daga sino que le lanza una piedra directo a la cabeza.
Maldita sea, imbécil- gruñe el rubio con una mano en la frente, pero el omega ya está tomando al niño en sus brazos para luego correr hacia el río.
No quiere escuchar que le digan si puede hacerlo no. Esto es lo que tiene que hacer, esto es lo único que ha hecho siempre. Tampoco tiene otra salida o el salvaje los matará de todas formas. Entonces salta con todas sus fuerzas, su cuerpo se eleva en el aire, pero un aguijón con forma de flecha atraviesa su hombro con fuerza. El impacto es tal que su cuerpo es empujado de atrás.
Katsuki corre detrás de ellos y los atrapa antes de que caigan al agua. Luego los protege usando toda su fuerza para ponerlos a resguardo de vuelta a la orilla. Allí los deja caer, empuña el arma mirando hacia la sombra de los árboles, asumiendo que llegarán más enemigos, pero se calma cuando Kyoka aparece desde las sombras.
¡Perra estúpida! Si muere te asesinare empalada.
De nada Bakugo- dice la chica para luego silbar, llamando un caballo que trota hacia ella tras escucharla.
Izuku jadea de dolor y horror al ver el astil de una flecha sobresalir de su hombro. La sangre brota oscura en un flujo constante. Kota llora mientras mueve sus manos sin saber que hacer, pero cuando el alfa regresa a ellos, toma una piedra temblando. Izuku jadea entre lágrimas aterrado mientras intenta arrastrarse lejos del alfa, pero su cuerpo de pronto se siente entumecido.
El mayor, observa el pobre intento por escapar de él. Luego deja la espada en el suelo unos metros más allá para regresar a pasos lentos y pausados.
Izuku siente la ira por no poder levantarse mientras el dolor recorre todo su pecho y brazo. Kota se pone por delante de él, a pesar del terror y le gruñe al alfa cuando está cerca de Izuku, las lágrimas acumulándose en sus ojos. El alfa sonríe con sorna, el niño es una maldita molestia. Si quisiera, solo tendría que usar las manos para matarlo. El desafío a un alfa adulto no es solo estúpido sino una petición de muerte, pero por esta vez podría simplemente romperle un brazo para enseñarle su lugar.  
Izuku se da cuenta del peligro y se levanta, interponiéndose entre el alfa y su Kota, luego arranca la flecha y la empuña para defenderse- ¡ Kota! ¡Sal de aquí!
Katsuki se sorprende, algo semejante a la duda se anida en su mente tras ver la reacción desesperada por proteger un simple niño. En sus 20 años ha tenido suficiente tiempo para decidir cómo quiere ascender al liderazgo de su gente o con quien, por eso ahora necesita saber porque el espírito Tngri unió sus caminos. Y el niño no pinta nada en la imagen que tiene de su futuro.
El mocoso por su puesto, se desespera, y de todas formas pasa por un lado del omega para pelear contra katsuki. El alfa, centra sus ojos devuelta al mocoso enojado, lo intercepta con una mano sola mano, agarrándolo de las solapas mientras lo eleva en el aire antes de lanzarlo en dirección al bosque.
¡No!- Izuku jadea e intenta escapar, pero una mano áspera lo sostiene firmemente.
La mirada en el hombre refleja ira y peligro ciego, pero su cuerpo se mueve de forma casi automática. Empuña la mano para golpearlo mientras tira para soltarse, Katsuki aprovecha de empujar el brazo hacia atrás de forma dolorsa, le quita la punta de flecha, y lo empuja devuelta al piso. Ahí lo retiene usando todo su peso mientras la sangre se expande poco a poco a través de la ropa.
Ante la vista, Katsuki maldice a kyoka por inmiscuirse en un susurro, luego busca algo para presionar la herida y en su breve distracción Izuku logra rasguñarle los brazos mientras intenta patearlo. Katsuki esta vez se enoja de verdad. Tira de los brazos del omega hacia abajo para forzar un abrazo, entonces lo retiene cerca de su cuello donde puede impregnarlo con sus feromonas dominantes, pero esto tampoco funciona. La reacción del pequeño idiota es incluso peor, ahora tiene un omega aterrado usando toda su fuerza para librarse de su abrazo, patea, se remueve, grita y llora contra su pecho, hasta que lo muerde.
Maldita sea, ¡Quedate Quieto!- brama usando la voz apartándose del chico.
Las pupilas de izuku se abren y cierran abruptamente ante la orden, mientras respira las feromonas del alfa. De pronto, una presión abrumadora se abre paso dentro de su cabeza aturdiendo sus sentidos al tiempo que su mente se parte en dos. Y es como haber salido lejos de su cuerpo. Cada musculo se tensa ante la incapacidad de articular un solo movimiento, de pronto, puede sentir como los impulsos nerviosos suben y bajan por su cuerpo llenándolo de una frustración fría.
Es una respuesta tan severa, que incluso el alfa nota que no es normal, sospechando que quizás esa es la primera vez que alguien la usa en él, pero el tiempo apremia cuando debe atender una herida activa.
Rápidamente sigue buscando algo para hacer presión, encontrando el pañuelo de lino. Tendrá que servir por el momento.
Izuku llora en silencio con la cara roja debido a la presión del llanto y el inmenso mar de emociones que luchan por purgarse a pesar de la orden del alfa. De su boca solo pueden salir sonidos guturales y oírse sin poder ver qué pasa a su alrededor o a Kota, lo desespera de una forma espantosa. Le duele el pecho por la humillación, su cabeza parece que quiere explotar mientras la vista que tiene delante se vuelve borrosa con puntos negros.
El alfa vuelve a liberar otra carga de feromonas para atraer la atención de sus hombres, piensa que su manada debería estar cerca de ahí, así que los busca más allá del follaje que rodea la ribera del río sin poder encontrar a nadie, excepto el cuerpo del niño imbécil, que está de rodillas mostrando su cuello, los ojos rojos en los bordes, con la boca abierta enseñando los dientes de leche patéticos en un vano intento por luchar contra la voz Alfa.
Katsuki, maldice a los dos por lo bajo y lanza otra llamada silenciosa, pero ahora duda de que su manada esté tan cerca como Kyoka hizo parecer. Al final se las ingenia para llevarse a los dos con él.
Por el camino, no le sorprende que el primero en encontrarlo es Kirishima. Llega empuñando la espada, listo para pelear al sentir la presencia de los extraños, pero cuando ve a Katsuki con un omega colgando de su hombro y un niño en el otro brazo, la guarda.
¿Quiénes son?
El omega que seguimos, pero la estúpida de Kyoka le disparó. - tras eso, Kirishima busca a la mujer con la vista, pero ni siquiera puede sentir su olor.
¡La mataste por ese omega!
No me dio el placer
¡Entonces está herida!
¡No, imbécil! Se fue y me dejó con estos dos.
El chico pelirrojo sonríe aliviado y se adelanta para pedir ayuda ruidosamente. En respuesta, una alfa de cabello rosado y ojos amarillos llega corriendo. Katsuki le entrega al niño y la sigue hacia el lugar donde todos estaban esperándolo. Ahí recuesta al omega en el suelo, luego se deja caer a un lado, bastante cansado, pero aunque echarse a descansar, ya no les quedan tantas horas de luz.
A su alrededor todos comienzan a ayudar sin esperar órdenes. Sero rápidamente le ofrece un riñón con agua, Mina arrodilla a un lado del omega, se quita un pañuelo del cuello y lo usa para presionar encima del trapo que ya está empapado con sangre, mientras tanto Kyoka, totalmente ajena al alboroto de los demás corta fruta con una cuchilla y las arroja a un cueco de madera.
- Mina, sostenlo bien. -ordena Bakugo mientras busca entre sus cosas algo más que pueda usar para curar al omega.
- No hace falta, se desmayó. -le advierte ella. - ¿Qué paso?
- Kyoka le disparó una flecha, eso paso.
- amiga, el flechazo no es literal. -bromea, pero Bakugo aprieta la mandíbula sin sentir una pizca de gracia.
- Uh, sigue sangrando. - avisa ella al tiempo que kirishima le entrega un ungüento cauterizante
- Tks. Carajo – se queja Katsuki con los dientes apretados- Guárdalo, el calor será más rápido - ordena mientras toma una daga pequeña para colocarla contra sus palmas.
Metros más allá Kota despierta adolorido por todas partes, incluso las encías en su boca arden, pero mientras hace esfuerzos enormes para moverse y orientarse, se da cuenta de que tiene la cabeza sobre las piernas de un hombre con melena negra, ojos oscuros y profundos, con la nariz aguileña. Asustado, intenta alejarse de él usando las piernas que es lo más fuerte que tiene. El hombre sonríe con calma y lo mantiene en su lugar para luego descubrir las glándulas de olor de sus muñecas e impregnarlo con feromonas calmantes de leche. Los ojos se Kota se abren con sorpresa, algo semejante a la aprensión y vergüenza lo embarga: esta es la primera vez que un omega que no es Izuku usa esas feromonas con él, e incluso Izuku nunca lo hace frente a otras personas, sólo una vez paso y Izuku fue reprendido por ello.
Los demás siguen en lo suyo, Mina abandona a los muchachos y decide que será más útil ayudando a calmar al niño, acariciando las manos de Kota pero el niño desvía la mirada y comienza a llorar en silencio. Tokoyami niega con la cabeza, conoce bien a los niños con el temperamento de este cachorro, sólo confiará en su familia, y no se rendirá fácilmente a ellos, además, puede adivinar lo mucho que necesita saber quién es. Entonces, se acerca a su oído para decirlo- Me llamo Tokoyami y ella es Mina -luego toma una chaqueta para cubrir sus oídos- No te preocupes, el estará bien. -agrega mientras los distrae de lo que sucederá ahora que Bakugo terminó de calentar la cuchilla al rojo vivo con sus manos.
En cuanto la hoja toca la piel, el omega despierta gritando y removiéndose por el dolor atroz en su hombro. Tras él, Sero lo sostiene de los brazos con firmeza para impedir que se mueva de más.
-¡Basta!... ¡Detente!
-Aguanta - ordena Katsuki sacando el cuchillo de la herida mientras arruga la nariz por el olor a carne quemada y las feromonas ácidas del omega. - no dejaba de sangrar...-dice, aunque no entiende por qué acaba de excusarse. 
Izuku suelta un quejido agudo y gutural, lastimero como el chirrido de un animal que está a punto de morir. Las espaldas de todos se tensan al mismo tiempo que desvían la cabeza hacia Izuku, ansiosos y abrumados por un instinto protector que les obliga a rodear al omega para consolarlo.
Las pupilas de Katsuki se dilatan, la vista fija sobre el omega angustiado, “todo está bien ahora”, dice una voz en su mente, pero su alfa se eriza en alerta “¡arréglalo, ahora!” aúlla y rabea escalando ciertos niveles de su razón, entonces Katsuki cambia de posición con Sero. Los ojos de su omega lo siguen mirando con miedo. Su olor no es agradable, se da cuenta, él no es aceptado y ante esto, un escozor brota de todas sus glándulas de olor. En ese momento, el aroma a caña azúcar y campos verdes se fuga como una marea desde el cuello del alfa, embotando los sentidos de todos a su alrededor mientras el omega se duerme con un suspiro cansado.
Katsuki afloja su agarre en el omega, para rascarse la glándula de su cuello tras liberar un tipo de feromonas nuevo para él. – Que mierda- se queja mientras remueve los hombros y luego se mira la mano sin encontrar nada que justifique el ardor.
- Bakugo - llama Tokoyami, sus ojos lo observan con recelo tras inhalar la marea del alfa. – no puedes alejarte de él - advierte tras reconocer inmediatamente ese tipo de feromonas. Su esposo aprendió a liberarlas el día que fue herido gravemente por un gato mongol y luego las uso unos años después en su trabajo de parto- si vuelves a liberar otra carga igual nos harás dormir por días, tal como lo hizo Shoji conmigo.
¿Qué mierda fue eso?, casi no puedo manejarlo- dice rascándose la nuca
Son feromonas de… consuelo…- dice teniendo cuidado con cada palabra- No muchos alfas pueden hacerlas…solo duerme con él, su olor te ayudará. -insistió el omega mayor- Debemos tener cuidado de asustarlo, su instinto es demasiado fuerte y salvaje, podría afectarnos demasiado si hace otro llamado de auxilio así
- ¿Cómo mierda lo hizo? Siento como si hubiera tragado un litro de melaza o leche de amapola...
Creo que es porque tú eres el único que no se ha acoplado…– dice, aunque no es del todo cierto, Kirishima no reaccionó de la misma forma, además, las pupilas dilatadas no es una respuesta normal a la angustia de un omega herido, sino la respuesta de un compañero angustiado. - si él estaba por la zona, significa que podríamos encontrar más personas, pero ya que lo has cazado durante todo el día, supongo que es mejor borrar nuestros rastros y descansar mientras montamos guardia.
La mirada de Katsuki ahora es suave mientras las feromonas de su propio olor se concentran en sus pulmones, podrían hacerlo, el personalmente necesita descansar, pero no aquí, entonces niega con la cabeza. - No podemos, trata al niño y cuando termines, partiremos, peor será que luego de todo este alboroto adviertan de nosotros antes de tiempo. Y, además, tengo un presentimiento- dice mirando brevemente al omega dormido. Entonces cubre su cuerpo con su capa para darle calor y de paso cubrirlo con su propia esencia.
Apenas una hora después Katsuki monta el caballo aun sintiendo la mente embotada, pero logra mantenerse despierto para guiar al caballo mientras todos retoman la marcha hacia el sureste. Kyoka lidera el camino y les muestra como cruzar el río, Katsuki se queda en medio sosteniendo al omega que sigue durmiendo entre sus brazos.
En el cielo, las nubes avanzan al igual que mengua la luz del día rápidamente, pero, aunque el bosque parece no tener final, Katsuki sabe que están muy cerca de las llanuras donde serán un blanco fácil de identificar y atrapar, así que se detienen a pocos metros de los lindes del bosque para buscar resguardo, agua y cazar un par de presas que Kirishima juro oler no muy lejos de allí.
El niño es el primero en despertar de los dos, pero se niega hablar o a mirar al líder alfa que ahora intenta sonsacar cualquier información, como saber porque estaban solos en medio del bosque y que los motivo a viajar tan livianos.
Cuando el niño se niega a responder otra vez, una risa sardónica se escapa de Katsuki mientras mueve la cabeza hacia atrás, necesita una i forma mucho más efectiva para presionarlo.
Sero regresa con 3 liebres muertas y sangrantes, los demás las reciben y rápidamente las preparan, ante la mirada incrédula del cachorro que se aferra contra Tokoyami.
Por su parte Kirishima se retira para hacer guardia por los alrededores, en caso de que hayan exploradores en el bosque, sin embargo, nada se acerca y mientras ellos siguen alejándose para buscar posibles enemigos o movimientos de depredadores, Katsuki resuelve por registrar la yegua de carga que Kirishima capturó más temprano.
Se apropia del agua fresca, una muda de ropa y la botella de licor que se bebe de dos sorbos. Luego quita el rollo de tela que esta adosado a las cinchas de la montura de la yegua. Resulta ser una manta hecha de retazos que parecen representar diversas escenas familiares, es algo vieja pero casi perfecta. Cada centímetro de tela huele como el omega.
Enseguida toma las prendas y las lanza sobre el chico ya que su ropa esta sucia por la sangre y húmeda por el agua del río, pero se mantiene dormido. El rubio se acerca lentamente, pero tan pronto sus manos callosas tiran de la cinta que cierra el escote de la camisa, una mano atrapa su muñeca. Los ojos del omega lo miran preocupado y con desconfianza, mientras se vuelve a cubrir para proteger la pequeña porción de piel expuesta.
El alfa sonríe ladino, ya se había dado cuenta que estaba despierto, pero decide dejar pasar el truco, levanta las manos y se aleja. Izuku mira a su alrededor en busca de Kota, lo encuentra dormido en los brazos de un hombre de cabello negro que lo observa desinteresadamente, al lado del hombre hay yelmo con forma de cuervo muy oscuro que le resulta espeluznante.
cámbiate – ordena el alfa sin quitarle la vista de encima, llamando su atención- puedes seguir enseñando los dientes, no me importa, pero no te daré la espalda. No eres como los otros.
¿Qué otros? – pregunta, contrariado.
Katsuki niega con la cabeza tras reír con cierto deje de burla. -Ya sabrás, vístete – insiste y esta vez el omega le hace caso, aunque no puede evitar sonrojarse ante la mirada profunda del alfa. A simple vista parece enojado, pero a la vez algo le dice que esa no es la emoción que el hombre está demostrando.
Katsuki se relame los labios con la vista, pero se contiene a decir las cosas que cruzan por su mente, convencido de que el omega es demasiado joven para si quiera tomarse con humor su interés. En cambio, respira las pequeñas trazas de feromonas que se liberan mientras el omega se calza la camisa seca y la capa que le han devuelto. Omega enemiga o no, Katsuki tiene que reconocer que hace tiempo que no ha visto a nadie con la piel besada por el sol. Las pecas están regadas en cada porción de su cuerpo incluso alrededor del pecho y ombligo,  y aunque le concede privacidad mirando hacia otro lado para que también se cambie de pantalones, todavía puede imaginar como esa marea veraniega salpica de forma delicada las piernas fuertes y sus caderas llenas.
Katsuki traga saliva ante la vista y separa un poco sus piernas cuando siente un calor familiar bajo el ombligo. Entonces toma el riñón con agua que encontró antes y comienza a beberla para distraerse. No puede asustarlo todavía.
En su lugar, se recuerda que los Dagobenses tienen a los omegas más frágiles de esta región, a pesar de que es uno de los territorios más prósperos. Y la manzana nunca cae tan lejos del árbol, se repite. Pero aún con todas sus aprensiones, algo le dice que este, en especial, con o sin espada, puede llegar a ser igual de peligroso que los de su raza.
Cuando el omega termina de vestirse, inmediatamente se envuelve en su capa lejos de la mirada peligrosa del Alfa. Nunca lo habían mirado así, de una forma tan íntima y ¿Hambrienta? Su rostro se calienta de vergüenza y culpa. Lo peor es que los demás que acompañan al alfa simplemente se quedaron ahí sin decir o hacer nada.
Cuando ve al hombre distraerse, trata de recuperarse para alcanzar a Kota. Su pobre hermano está amarrado de manos. Katsuki lo intercepta antes de que pueda alcanzarlo con un gruñido molesto, presionando deliberadamente sobre la herida todavía fresca en su hombro.
Aquí el que pone las reglas soy yo- espeta ante la mirada vidriosa del chico- no tienes que mirarme así, seguro que sabes que está pasando ¿O no es así?
No tengo nada de valor
Katsuki jadea con decepción, pero luego se burla. – Seguro que encontraremos algo, pero que tan amable sea de ahora en adelante contigo y el mocoso, dependerá absolutamente de ti y el cómo respondas mis preguntas
No tengo nada de valor – insiste Izuku- solo soy un omega del campo- insistió
Y sin embargo, estabas aquí en medio del bosque
Izuku se mordió los labios, ansioso por idear un plan que los mantuviera a ambos seguros- alguien advirtió la llegada de un ejercito
¿Quien?
Un emisario, llego al pueblo y dijo que ustedes venían por el oeste
Oh, entonces hiciste el tonto cruzando un bosque que no conoces– espeta el alfa- Porque estabas aquí con un niño encima de todo
Izuku aprieta la mandíbula, molesto. Él también quería saber cómo es que los nómades habían llegado al bosque, pero el alfa tiene una mano sobre la empuñadura como una amenaza silenciosa. -Íbamos a la fortaleza de Yukai, quería pedir refugio …
¿Solos? Con lo puritanos que son, uno pensaría que tu alfa te seguiría hasta allá
No tengo alfa
¿No? – pregunto sin ocultar su interés- quizás un padre entonces…los de tu clase no sueltan a un omega solo por los campos, eso te arruinaría para siempre- suelta entornando los ojos, los dagobenses son puritanos hipócritas y frígidos, no podrían llenar bien a un omega por su vida.
Mi padre tuvo un retraso…-agrego entonces se da cuenta de que cometió un error.
La mirada del alfa se oscurece. -Seguí personalmente tus huellas, salvo por el caballo, no había con nadie más grande que ustedes dos. ¿Estas mintiendo?
Yo…- los ojos de Izuku vuelven a humedecerse, no sabe que quiere escuchar, y no sabe si su padre estaba vivo.
Responde ahora o el niño…
La gente se volvió loca en los caminos, alguien nos atacó de camino a la fortaleza, mi padre lo intercepto y yo cabalgue hasta acá, no estoy mintiendo… ni siquiera yo entiendo que está pasando…-dice abruptamente mientras comienza a respirar con dificultad cerrando los ojos, necesita ordenar la ideas en su cabeza- estábamos en el camino principal que pasa por fuera del pueblo cuando un hombre calló muerto en el camino- dice con la voz temblando- la gente se peleaba por los caballos, mi padre nos guio al bosque, pero otro hombre con un caballo gigante nos interceptó y nos separamos. Cabalgué hacia el bosque solo…Lo juro
Por un largo tiempo se hace un silencio abrumador. Solo puede escuchar el crepitar de la madera que se quema al fuego y cuando abre los ojos la mirada roja del Katsuki lo observa con una inquietante pasividad.
¿Sabes lo que son los grupos de avanzada? - pregunta Katsuki con voz monótona, aunque no espera que responda, en realidad ya sabe que no conoce la respuesta- son hombres preparados para morir una vez que abandonan el campamento de una campaña de guerra…Su misión es advertir al enemigo de un ataque por un flanco por el cual el campamento no ha tomado interés ni posición.
La mirada de Izuku se oscureció, al recordar nuevamente los incidentes del camino principal y el hombre siguió hablando- a menudo se visten como el enemigo para pasar desapercibidos, pero con suficientes signos para que un soldado experimentado pueda reconocerlo… ¿eso te trae recuerdos no Deku? ¿Qué estás pensando? – pregunta, pero el chico no le responde- Apuesto a que pensaste que los soldados, siendo tan nobles como juran ser en tiempos de paz, están listos para nosotros ¿no? - agrega con una risa corta y sin gracia- Y tienes razón, en parte. Las barracas de tu vanguardia se alistan para partir hacia la frontera, pero ¿tienes idea de que encontrarán ahí? - insiste mientras limpi las lágrimas que ahora corren sueltas por el rostro del omega- Esta será una guerra que tu gente nunca olvidará, al igual que nosotros nunca olvidamos el genocidio de nuestros cachorros en la guerra del exterminio.
Por favor …
No, eso no- espeto Katsuki soltando bruscamente el rostro pecoso mientras dirige su vista al cachorro.
Kota se levanta en algún momento de su diatriba y aunque Tokoyaki lo mantiene fijo en su lugar, no hay nada que pueda hacer para ocultar la mirada llena de odio y los pequeños colmillos que sobresalen de sus labios- tenemos otros deseos para ustedes, apuesto que tu hermano tiene suficiente edad para usar esas manos de princesa – agrego Katsuki con burla, su mano acaricia la empuñadura e izuku se da cuenta de lo que pasara si no piensa en algo ahora.
No es mi hermano. – dice Izuku con un hilo de voz mientras intenta avanzar hacia Katsuki buscando distraerlo.
¿Qué has dicho? – gruño Katsuki devolviéndole la mirada- ¿cachorro? – agrega con incredulidad.
Es mío…- aseguró- devuélvemelo – insistió con la mirada esta vez firme - el niño es mío y soy responsable de él…
Mientes. - negó el alfa como si escupiera las palabras- tu gente no permitiría una cosa de esas
Es mío insiste – esta vez corriendo para atrapar al cachorro entre sus brazos.
Tokoyami suelta al niño- ordena Katsuki mientras tira del brazo a Izuku y lo empuja de vuelta al piso.
El hombre lo observa inseguro, huele el aire para leer las feromonas de Katsuki, pero como siempre, nada se filtra sin que Katsuki lo desee, en consecuencia, no puede adivinar que está planeando.
- El niño no ira a ningún lado sin izuku, Katsuki. – dice mientras sus brazos se deslizan por el torso de Kota, quien se levanta sin despegar la vista hacia izuku.
- ¿Izuku? ¿Así te llamas? - pregunta el alfa hacia el omega, pero el niño corre hacia ellos antes de que pueda contestar. Tokoyami por puro instinto lo atrapa de nuevo y lo hace retroceder, pero el niño gimotea y llora rogando - ¡Suéltame!
Katsuki maldice al mocoso al tiempo que mantiene al omega quieto con ambas manos. Tokoyami aprovecha de calmar a Kota, entiende lo difícil que debe ser para el todo esto- sólo tiene 5 años, no seas duro con el. - agrega como si eso fuera a despertar más simpatía en el alfa mayor.
- Sabes que a su edad empuñaba la espada. – repuso Katsuki
-Y también pedías historias a tu padre. - agregó Kyoka, provocando risas en los demás. 
- ¡Cierra la boca!- espeta Katsuki
- Quiero verlo- insistió Kouta. 
- ¡No! ¿Sabes una cosa pequeña mierda? Realmente no necesitamos un boca inútil y llorona por aquí. – espeta mirando entre ambos prisioneros. -No nos hacen falta cachorros, pero él estaba dispuesto a ahogarse en el río con tal de protegerte...
Kota tensa la mandíbula mientras llora de impotencia y el alfa sonríe malicioso.
-  No haces eso por un extraño, pero tampoco huele a que tenga una marca... ¿Entiendes lo que digo? - dice caminando hacia el niño que lo mira confundido. pero el hedor amenazante del alfa comienza a picar en nariz, mientras un sentimiento de estar acorralado lo inunda- ¿No es tu madre verdad? – susurra con voz ronca y cargada de molestia. Sabe que el niño no se atreverá a mentirle ahora, pero Kota no alcanza a responder cuando la voz de su hermano resuena alto y claro - Pero es mi hijo
- Es mío, mi hijo. -repite Izuku tras su espalda. - déjalo en paz. -amenaza, rompiendo con el miedo que logro infundirle al mocoso.
Katsuki se voltea furioso, olisquea el aire buscando rastro de mentiras o si quiera el rastro del olor de un alfa que los hubiera acompañado de camino aquí, pero no haya ninguna. - mientes – repite aún si no puede probarlo todavía. -eres demasiado joven 
- Tengo 18, es mi hijo. 
- ¿Sin una marca de alfa? Estás mintiendo. T�� gente permite cosas así. Nunca. – entonces su mano vuelve a su cadera, sobre la espada
- En la ciudad, pero en el campo, las cosas son- Izuku no puede terminar la frase cuando Katsuki le quita el niño a Tokoyami para ponerle la espada en el cuello.- si no quieres decir la verdad por las buenas, conozco una forma mejor
¡Bakugo! -llaman todos los alarmados. 
Un aroma a leche y miel impregna el ambiente. Incrédulo, Katsuki deja a ir al niño, porque ese olor y esas feromonas, es una esencia que solo una madre puede liberar.
Izuku se pone de pie a pesar de la herida, el hambre y el cansancio. Se aferra a Kota por la cabeza cuando este se estrella contra su cuerpo y lo abraza con un sollozo.
- Por favor es mío... – ruega sin dejar de mirar al alfa. Bakugo retrocede atónito porque esto no es algo que debía pasar. El omega se deja caer al piso de rodillas, casi sin fuerzas y al borde de la inconciencia, pero todavía encuentra energías para cubrir con su cuerpo al niño, concentrando las feromonas que ha liberado sin que nadie a su alrededor de crédito sobre eso. Mas ninguno de los presentes puede negar ahora que este omega es de hecho una madre sin marca.
Katsuki se aleja del campamento sintiéndose traicionado y furioso, porque una cosa es aceptar a un omega de Dagoba como compañero, pero otra muy distinta es reclamar a un omega y su bastardo.
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temsposts · 2 years
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ARKADIA NUEVA VISITA GUIADA
DOMINGO 15:30hs EN EL TEMPLO DE MARÍA MAGDALENA.
En el día de la Madre, te invitamos a conocer la casa de la madres de madres y apóstol de apóstoles María Magdalena.
Entrada libre y gratuita
Capilla del Monte Córdoba Argentina
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Camino San Marcos Sierra Capilla justo a los 10 km de la ruta 38 por el lago de Capilla.
Veras un paredón azul, ingresa por esa entrada y a los 100 metros veras a tu izquierda el imponente templo mariano.
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QUE ES TEMPLARIOS HIJOS DEL SOL DE CESAR IMBELLONE?
LA HISTORIA DE LOS TEMPLARIOS CONTADO POR LOS TEMPLARIOS A TRAVES DE 25 AÑOS DE INVESTIGACION EN EL LUGAR DE LOS HECHOS.
Tres continentes y mas de 800 años de historia sobre el conocimiento ancestral que acuñaron estos "Pobres Caballeros de Cristo", desde Egipto, a Medio Oriente, pasando por toda Europa hasta llegar a las Américas siglos antes que Colon.
Una historia increíble que abarca epopeyas, grandes batallas, iniciaciones místicas en conocimientos antiguos, mitos y leyendas que no eran tales y como hoy en dia, sin que nadie imagine, estos Templarios cambiaron el mundo y se adelantaron a la globalización por siglos.
María Magdalena y su historia jamas contada. El arca de la Alianza y su verdadera función, la lucha contra el sionismo, que llevo a Jesus a la Cruz y muchas informacion que no leeréis en ningún otro lugar.
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jolaar · 4 years
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Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
 no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
 huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
 creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Los Versos de Lope de Vega habla sobre el Amor una de las fuerzas mas poderosas de la creación, en su nombre se han escrito las historias mas grandes del mundo. Muchas veces acaban bien pero también hay veces que acaban mal, llegando incluso a la muerte de los enamorados.  Muchas veces estos amantes eternos se encuentran entre las leyendas, la historia o en las obras literarias. Unos de estos eternos enamorados tiene las tres cosas y su historia hace que la ciudad que vivió estos amores vuelva atrás en el tiempo. Los Amantes de Teruel.
Me voy a poner mi traje de Juglar para contaros la historia de estos amores del siglo XIII.
Al haber varias versiones de la leyenda, cogeré un poco de cada una, al fin y al cabo, la historia es la misma y acaba igual.
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 Oír la historia amorosa
mas sublime y verdadera,
y ocurrió en tiempos lejanos
y que todos la recuerdan.
 Fue en la ciudad de Teruel
de la patria aragonesa,
y a la poco de conquistarlas
a las gentes agarenas.
 Fue en el 1212 de nuestra cristiana era,
lucia Teruel hermoso,
con su corona de almenas
sus nobiliarios palacios
y esplendor de 9 iglesias.
 Dos jóvenes allí había,
vástagos de la nobleza
 El se llamaba Juan Diego,
Isabel llamara ella,
de los Marcilla el Galán,
de los Segura la Bella.
(Romance del Ciego)
Dejo aquí el romancero y vuelvo a la escritura normal, que la escritura en verso es un poco difícil.
Isabel y Diego se conocían desde niños, la amistad se convirtió en amor y decidieron unir sus vidas en matrimonio. Diego aunque era de familia Noble era el segundo hijo de los Marcilla, no heredaría ni título, tierras o riquezas. Cuando fue a pedir la mano de Isabel a su padre este era reacio al matrimonio. Por presión de los enamorados accedió a que se casaran, pero puso unas condiciones, un plazo de 5 años para que Diego consiguiera fortuna para que su hija Isabel tuviera la vida que se merece. El enamorado acepto la condición del padre de su amada, sabia que la forma mas rápida para conseguir fortuna y fama era la guerra. Por suerte para el, tambores de Guerra sonaban, el Rey Pedro II llamaba a sus mesnadas para ir a la cruzada junto al rey de Castilla y el de Navarra hacia Al Andalus.
Diego velo sus armas en la iglesia de San Pedro de Teruel convirtiéndose en Caballero, antes de la partida visito a Isabel y los 2 se prometieron amor eterno, ella le prometió que le esperaría y que le seria fiel, el, que volvería y que traería fortuna. Una amiga de ambos de ascendencia Mora y que sabía leer el futuro, les dijo el destino de ambos, esta les dijo que Diego alcanzaría fama y fortuna, y su retorno a Teruel, que Isabel se convertiría en la mas hermosa joven, y que el amor de ambos seria eterno, pero algo vio que no les dijo a los amantes.
Diego le pidió a Isabel un beso, aunque esta quería, por intercesión de su Ama se lo tuvo que negar. Pero le prometió para cuando volviera le daría el beso que les uniria para siempre. Desde la torre de San Martin, Isabel vio partir a su enamorado, desde la distancia se vieron por última vez, hasta dentro de 5 años.
Los años pasaron e Isabel espero a su enamorado. El tiempo de espera hace que Isabel de Segura se convierta en la doncella mas bella de todo Teruel y alrededores, recibe propuestas de matrimonio de señores principales, pero esta es firme en su promesa a Diego.
A los pocos días de cumplirse el plazo marcado por el padre de Isabel, un rumor se adueño de las calles de Teruel, Diego de Marcilla había muerto. Isabel no creía en esos rumores, pero su padre si. Desde hacía tiempo recibía ofertas de matrimonio de Pedro de Azagra hombre muy rico, y hermano del señor de Albarracín, algunas malas lenguas decían que los hombres de Azagra habían iniciado los rumores de la muerte de Marcilla. Isabel era reacia y se oponía a la boda con Don Pedro, ella quería esperar hasta el último día del plazo fijado, pero su padre no, por presión de este fue empujada y entregada a Pedro de Azagra. Isabel, se resistió todo lo que pudo al casamiento. En el momento de la boda del “si alguien tiene algo que objetar” una voz sonó en la Catedral, el hermano pequeño de Diego recordó a Isabel la promesa que le hizo a su hermano, y le recordó que el plazo expiraba al día siguiente, los secuaces del novio sacaron al niño de la catedral, pero un arrepentimiento nació en el corazón de Isabel.
Jamás se había visto en Teruel tantos festejos por una boda, Invitados ilustres llegan a la ciudad, el Rey Niño Jaime I y su protector el Gran Maestre Templario Guillem de Montredon, un nuncio papal avalo la ceremonia, el cortejo nupcial recorre las calles de la ciudad, flores son arrojadas a la pareja a su paso, 3 días duraran los festejos por las bodas de Isabel de Segura y don Pedro de Azagra.  Malabaristas, torneos, un toro nupcial, grandes banquetes se sucederán.
La tarde del segundo día de festejos llegaron rumores de que un ejercito llegaba a la ciudad. Con los últimos rayos del sol, ese ejercito que se acercaba a Teruel entro en la ciudad por la puerta de Daroca, cercana a la torre de San Martin. No eran enemigos sino amigos, los Almogávares, las tropas de elite de la Corona de Aragón. Los soldados se unieron a la fiesta en la taberna mas cercana, después de arduas batallas un vaso de vino y unos muslos calientes es lo que mas se desea. La vanguardia de estos soldados comenta que su capitán es de Teruel, que vuelve para reencontrarse con su amada, que había partido para conseguir fama y fortuna en un plazo de 5 años, el posadero y sus parroquianos empiezan a atar cabos. En esos momentos la retaguardia del ejercito entra a la ciudad, entre ellos su capitán, Galán Altivo, fornido por los años de lucha, vestido con las mejores galas y montado en un hermoso corcel Andaluz. El posadero y sus parroquianos ven lo que se imaginaban, el capitán de la hueste es Diego de Marcilla, se miran y empiezan a intuir que esto acabara mal.
Diego, a combatido a los musulmanes, a luchado en las Navas de Tolosa, casi es muerto en Muret, ha hecho incursiones que le han granjeado fama y riquezas. Esta feliz por su vuelta a casa y el reencuentro de su amor, pero la noticia de la boda de su amada le llega y una furia descontrolada se adueña de él, es detenido, pero cuando es llevado a prisión su padre y su hermano mayor lo ven y lo liberan de su futuro cautiverio, ser uno de los 9 alcaldes de la ciudad es lo que tiene. El reencuntro de los Marcilla es agridulce, los besos y llantos de una madre que se reencuentra con su hijo, los hermanos pequeños que conocen a su hermano mayor, el padre que se siente mal por no defender los intereses de su hijo mediano. Diego insiste en ver a Isabel a lo que sus padres le instan a que no vaya, que es una mujer casada, pero este desiste del ruego familiar, gracias a la ayuda de su hermana menor Diego sabe la nueva casa de Isabel, en la Plaza del Torico. Diego se dirige a la nueva casa de Isabel, la madre de Diego intuye que puede que nunca vuelva a ver a su hijo.
Isabel ya esposa de Don pedro de Azagra se ha retirado de los festejos, quiere estar sola, su ama la consuela. En ese momento una criada llama a la alcoba de su señora, un visitante inesperado insiste en ver a Doña Isabel, esta acede a ir a ver a ese visitante inesperado, seguro que es otro amigo de su marido que va a felicitarla. La sorpresa es mayúscula al abrir la puerta, el visitante es su amado, Diego. Los jóvenes se abrazan apasionadamente. Mucho que contarse y tan poco tiempo. El le comenta la sangre el sudor y lagrimas que ha vertido, pero una constante le guiaba, su amor por Isabel. Ella le dice que le ha esperado, que siempre le a amado, pero que las mujeres también tienen honor, y que sus padres le insistieron a casarse al saber de la noticia de su muerte. Diego acede a que Isabel no será suya, le dice que se ira de Teruel no volverá a verla nunca más, lo único que le pide es un beso, aquel que le prometió 5 años atrás, un beso que recuerde su pasión hasta que Dios lo llame. Isabel, aunque lo desea con todas sus fuerzas se lo niega, le recuerda que es una mujer casada, le dice que las mujeres también tienen honor. Diego se lo suplica ese beso a su amada. Cuando parece que Isabel acede, esta recula, entonces Diego empieza a sufrir de un mal en el pecho, la ama de Isabel le saca de la casa pues Don Pedro de Azagra esta llegando.
Cuando el marido llega a la habitación donde esta Isabel le pregunta que le pasa, esta le dice que ha tenido un mal sueño. Su marido le dice que si se lo cuenta sus malos sueños desaparecerán, Isabel acede a contárselo. Le cuenta que sueña con un hombre que vuelve de la guerra, a por una mujer que le había prometido amor eterno, pero a su regreso ella esta casada. Azagra le consuela diciendo que es una historia triste, pero más común de lo que parece, preguntando a su mujer si el hombre soñado calmaría venganza. Isabel le dice que no, que tan solo quería un beso. Azagra se ríe y se sorprende. Isabel le dice que la mujer de su “sueño” no se lo entrega ya que es mujer casada, que se debía a su esposo, Azagra le dice que la mujer de su “sueño” es una mujer ingrata, que un beso en una historia como esa no tiene ninguna importancia, un hombre que vuelve de la guerra y solo pide un beso, esa mujer merece el infierno. Mientras Azagra ríe por el sueño de su esposa, Isabel al escuchar lo que ha dicho su marido rompe a llorar, Pedro de Azagra conduce a Isabel a su alcoba para que esta pueda descansar en paz, diciéndole que ese sueño poco o nada tiene que ver con ellos.
 Mientras tanto fuera de la casa el hermano de Diego, su escudero y la amiga “vidente” que años atrás leyera el destino de la pareja, esperaban a la salida de Diego de la casa del de Azagra, una puerta se abrió por las cocinas y una persona salía de ella dando tumbos. Cuando se acercó a la luz de un candil le vieron, era Diego, se acercaron a el preocupados y le vieron pálido casi muerto. Le preguntaron que había pasado, si le habían herido o hecho sangre a lo que este contesto que no, que nadie le toco un pelo, diciendo: “Heridas tiene el amor que nuestros ojos no ven. Ni en contienda ni en batalla, en casa, en Teruel, a las puertas del cielo. No culpéis a nadie de mi muerte, es mal del alma, esta alma mía es más débil de lo que pensaba. Adiós Teruel”. y dicho esto callo al suelo. El hermano y el escudero se asustaron y fueron a socorrerle, pero vieron que no respiraba, estaba muerto. La amiga vidente recordó lo que vio en el destino 5 años atrás, muerte.
Aunque era de noche la noticia de la vuelta de Diego de Marcilla y su verdadera muerte empezó a correr de boca en boca por las calles de Teruel, a la mañana siguiente la ciudad entera conocía la noticia.  Las campanas de la catedral que dos días atrás llamaban a bodas ahora llaman a muerte. El cortejo fúnebre sale de la casa de los Marcilla en dirección a la catedral, pasan por la plaza del Tórico, lugar donde mora ahora Isabel, esta ve desde el balcón a su enamorado, llorando porque nunca más volverá a verlo y arrepentida por ese beso que no le dio.
Los compañeros de armas de Diego llevan su caballo, antes altivo, ahora sumiso y sin su jinete. En señal de duelo, corren sus armas por el suelo, rompiendo el escudo de su capitán caído por amor, los tambores suenan con un paso fúnebre, los fieros almogávares no gritan ahora por la batalla sino por la perdida de su capitán. En la Catedral las gentes de Teruel tanto nobles como plebeyos lloran y gritan por la pérdida de su vecino, los padres de Diego desconsolados por la trágica muerte de su hijo presiden la ceremonia.
De repente, las puertas de la catedral se abren de par en par, una figura encapuchada y a contra luz se adentra en el templo y se dirige al pasillo central. Se acerca al féretro del difunto, sus pasos son decididos, pero a la vez con temor, las gentes se empiezan a preguntar quien es esa persona. La misteriosa figura llega hasta el altar. Se quita la capucha. Un silencio ensordecedor casi eternos seguidos de unos cuchicheos se adueña de la gente. Es Isabel. ¿Qué hace allí? Una pequeña trifulca se produce en el altar, los padres de ella le preguntan que hace allí, los compañeros de Diego le recriminan su actitud. Una voz se alza en el templo, la madre de Diego de Marcilla, les dicen que se callen, que tiene el mismo derecho o mas a despedirse. Isabel se termina de quitar la capucha que le cubría, lleva el mismo vestido de bodas que 2 días atrás llevara, esto hace que los murmullos se adueñen del lugar. Isabel llega al féretro de su amado Diego, llora ante el, se acerca a su oído a decirle algo, y acto seguido le da el apasionado beso que en vida no le dio. Todos en la catedral se asombran por tal acto. Isabel se yergue, su cara no es de tristeza, una sonrisa de enamorada le recorre la cara, da unas bocanadas de aire y se desploma sobre su amado muerto.
Los allí presentes se asustan por el desmallo de la joven, sus padres van a socorrerla, pero al ver que no reacciona se dan cuenta, Isabel de Segura a muerto. Nuevos gritos de dolor se adueñan de la catedral. El señor de Albarracín dice de enterrar a Isabel en Santa María de Albarracín, en la cripta familiar de los Azagra. Un NOOOOOOOO rotundo suena en el lugar, es Don Pedro de Azagra el viudo de Isabel. Entre sollozos apelaba a su condición de marido y señor de Isabel, admitiendo de que ella nunca fue suya sino de Diego, quitándose su anillo de casado se lo puso al verdadero amor. Rogando de que nadie separe la unión, negando de que fuera enterrada en Albarracín, sino alado de su amado Diego de Marcilla.
Viendo tal escena los habitantes de Teruel hicieron un boto común de enterrar juntos a los enamorados y de nunca separarlos. Los caballeros Templarios y los caballeros hospitalarios llevaron los cuerpos hasta la iglesia de San Pedro, durante el trayecto los vecinos les arrojaban flores. Al llegar a la Iglesia, antes de enterrarlos juntos, el párroco que vio crecer a los dos jóvenes los casaba para que al menos en el reino de Dios sean marido y mujer ya que en el reino de los hombres solo pudieron ser LOS AMANTES DE TERUEL.
“Yo, Domingo de Celadas, juez electo de esta villa, me veo en la obligación de narrar los hechos aquí ocurridos, hoy 17 de Febrero del año del señor de 1217 . Igual que naramos las pestes, las batallas, bien esta que narremos los amores de Don Diego de Marcilla y Doña Isabel de Segura. Historia mas verdadera que ninguna otra. Escribano, preguntar a los presentes, completar la historia, para que la conozcan las siguientes generaciones. Y vosotros levantar un único sepulcro para que guarden los cuerpos de estos 2 enamorados y que permanezcan juntos, como esposos, que es lo que siempre han sido.”
 Enamorados del mundo
Amantes sobre la Tierra
En Teruel alzo el amor un templo
En que se veneran
Las momias de 2 amantes
Que cual ejemplo presentan
 Venir a renovar
Esos lazos que os estrechan
 Que el Amor
Se siente vivo
Mas allá de la existencia.
(Romance del Ciego)
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En el siglo XVI en unas obras en la capilla de San Cosme y San Damián en la iglesia de San Pedro, se descubrió una tumba con dos momias, de un hombre y una mujer, y un pergamino que contaba la historia. Eran Isabel y Diego. Sus cuerpos permanecieron juntos y fueron expuestos en una capilla de la Iglesia, sobreviviendo a Guerras, saqueos y calamidades. En 1955 el escultor Juan de Ávalos ideo y esculpió las estatuas yacentes bajo las que reposan las momias. La fría serenidad de Los Amantes, cuyas manos no llegan a juntarse, es símbolo de un amor imposible que desborda los conceptos humanos. Las bases están moldeadas en bronce: Un ángel –que simboliza la obediencia- en el sepulcro de Isabel; un león –símbolo de la valentía- bajo el sepulcro de Diego.
Esta es la historia o leyenda de los Amantes de Teruel, muchas versiones, pero todas la misma. Esta historia de amores truncados y muerte de los enamorados inspirara a las generaciones venideras, y a escritores, Tirso de Molina, Fernando de Rojas en “Tragicomedia de Calisto y Melibea” también conocida como “La Celestina”, William Shakespeare con su conocida “Romeo y Julieta”. Los autores del siglo XIX en pleno Romanticismo se verán apasionados por esta trágica historia e innumerables obras, teatro, novelas, una Opera de Tomas Breton, obras artísticas agrandarían esta historia. Desde 1997 Teruel vuelve al siglo XIII para recordar esta trágica historia, actores amateurs recrean esta historia el fin de semana después de San Valentín, cada año la ciudad triplica su población ese fin de semana. En 2019 se convirtió en fiesta de carácter nacional.
 No me puedo despedir sin recitar los Versos de Don Francisco de Quevedo en su poema
“Amor constante más allá de la muerte”
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
 mas no de esa otra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
 Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido,
 su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
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