Tumgik
#el libro perdido de los hijos del este
arieeag · 1 year
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Hijos del este
El libro perdido
Capítulo 10: El primer retorno y los vientos del sur.
Los cuervos vuelan sobre la espiga seca en los campos al Sur del castillo Deika, mientras los campesinos eran desechados al foso de dos en dos o de diez en diez con carretas. En polvo quedaron las promesas de protección cuando un señor del Norte se presentó con 1 corazón de carbón impregnado con la sangre y la carne del primer hijo del Rey Moribundo…
De pronto, las flechas vuelan desde los parapetos hacia un caballo que galopa por el puente, montado por dos personas. Los soldados luchan por reparar las cadenas rotas del mecanismo que abre la puerta de la fortaleza. Casi los pierden de vista cuando los silentes logran cruzar las puertas a pleno galope, sobre caballos briosos rumbo al bosque caníbal.
La espesura frondosa apenas les sirve para ocultarse, tan densa y mezquina que los únicos caminos disponibles son aquellos que los mismos campesinos hicieron a fuerza de hachazos y machetazos.
Los troncos delgados crecen tan cerca uno de otro, que parecen una muralla mientras las copas tupidas se entrelazan formando cúpulas casi perfectas, con nidos de aves colgando como racimos, en comunidades más grandes que una cabeza.
El caballo corre desesperado través del túnel de árboles, con el peso de un ingeniero espía y el secretario dagobés del maestre. El ingeniero militar, apenas se mantiene despierto, con la herida fresca cruzando el pecho, la cabeza le cuelga contra el hombro del omega que está sentado detrás.
Tras ellos, van dos jinetes negros siguiendo sus pasos de cerca, pero a Tenia Lyda le queda la última trampa hecha por Hatsume.
No sabe de dónde saca la fuerza, pero logra maniobrar el cuerpo inconsciente, para tomar una esfera de cerámica. Es pesada para su tamaño, sin orificios, pero sabe que tiene que lanzarla al piso para quebrarla. El punto es que el soldado fue muy claro al respecto: la trampa una vez rota, liberará chispas de luz y fuego con esquirlas que mataran a quien se encuentre a menos de 8 pies de distancia. Tiene que decidir entre dejarla caer suavemente para ver si las pisadas de los caballos que los persiguen la revientan o intenta quebrarla directamente el mismo.
Finalmente opta por la segunda, porque si ellos los atrapan de todas formas los matarán inmediatamente. En silencio, le reza a alguno de los dioses en que él soldado creía para que salgan vivos de esta.
Con fuerza tira la trampa hacia el piso, pero la vasija rebota un palmo. Sus ojos se cierran mientras la espalda se pone rígida esperando el impacto, pero nada ocurre. Para su mala o buena suerte el artefacto no se rompe hasta que el caballo del segundo de sus perseguidores pasa por encima, pisándola con los cascos.
Es estruendo es tan abrumador que el caballo se encabrita mientras choca con las ramas de los árboles al tiempo que una luz abrumadora ilumina todo el sendero 10 metros a la redonda. La yegua los tira al suelo y se caen ambos al piso, mientras el jinete que iba justo detrás se desploma con la capa negra incendiada y esquirlas enterradas en la nuca.
Mas atrás el fuego se propagaba por el camino y las copas de los árboles, las aves huyen despavoridas e incendiadas. La yegua que iba con ellos escapa lejos de las llamas y Tenya apenas logra levantarse antes de que una rama quemada le caiga encima. La herida en el pecho de Hatsume vuelve a sangrar, y el intenta despertarla, pero, aunque abre sus ojos, la fiebre ya ha tomado mucho del Beta, no le quedan fuerzas para levantarse y escapar.
- Déjame aquí Tenya y llévate la medalla – le dice acariciando su rostro mientras el hombre comienza a llorar.
Tenya se muerde los labios, pero la expectativa de quedarse solo en el mundo de nuevo no es algo que esté dispuesto a vivir de nuevo, no después de ver como mataban a su hermano y su familia. Tosiendo, hace lo mismo que vio a los reclutas hacer incontables veces en los campos de entrenamiento. Flexiona las piernas del soldado, luego lo agarra por los brazos y de un tirón lo sube al hombro.
El beta jadea con fuerza por el aumento de presión sobre la herida y luego vuelve a insistir que lo deje ahí, más el omega resopla con fuerza negando con la cabeza mientras los ojos se le llenan de lágrimas. Entonces el humo y el calor los envuelve. Sus pies avanzan lento, uno por delante del otro con gran tensión al tanto que el corazón late rápido contra su pecho, la desesperación entorpeciendo sus pensamientos, pero se aferra a las palabras de Hatsume. “No existe la histeria omega, Tenya“
Sus pies toman un ritmo desgarbado, que tarda en ponerse firme y luego son un trote a medida que se convence de las palabras que el Beta le enseño. Sin darse cuenta, ya está encarrera limpia, desviada, a veces torpe cuando las raíces traicioneras se interponen, pero el viento acaricia su rostro, acusando su empeño y rapidez. El humo que se había acumulado rápidamente con la explosión y el espacio cerrado, se diluye o más bien Tenya logra superarlo. La salida poco a poco se dibuja en su mente como un lienzo morado tapizado de estrellas.
Se cae de rodillas sobre la hierba alta, mientras las aves incendiadas caen como estrellas por el campo y a lo lejos, la sombra de la yegua fugitiva contrasta con la luz plateada de la luna llena.
- ¿Al sur? – jadea Tenya pero el soldado nunca le responde.
En su inconciencia, él se pierde en la orilla del mar azul, la arena blanca que trae consigo conchas de formas puntiagudas y espinosas, las voces de una pareja parecidos a ella…no a él, lo llaman al agua que se mece con calma reflejando destellos de arcoíris.
- ¡Mei, Mei! – llama alguien y ella se queja antes de abrir los ojos cansados.
A su alrededor, se alza un cielo de piel y tela, mientras circulan gentes vestidos de colores y armaduras de cuero. Asustada se incorpora, pero no tiene idea de donde está, ni quienes son, pero una voz dentro de su cabeza le susurra que en realidad si lo sabe. Paso mucho tiempo…Pero era verdad, lo sabe, ellos son su gente, la tribu que abandonó hace tantos años para protegerlos aún si en ese entonces era una niña.
Alguien grita en su dirección y otros le hablan con voz gruesa, pero ha pasado tanto tiempo desde que escucho o tuvo que emplear la lengua nativa que le cuesta trabajo hilar las oraciones.
- La gran Khan viene, quiere hablar contigo…
Mei los mira y se palpa el cuerpo, trae vendas en todos lados y nada de ropa debajo. Las cartas y el plano que robo de la oficina del Maestre estaban en sus ropas. Todo lo que necesitaba estaba ahí.
- Ella tiene las cartas. - le dice un hombre de cabello castaño, no sabe quién es, pero el hombre tiene el rostro amable y solemne, toma asiento en su cama y la impregna con feromonas calmantes. - Tuvieron suerte de que los vigías no los asesinaran…
- ¿…Tenya?… ¿Esta aquí? Necesito verlo
- Está, no te preocupes. Ya dijo su parte y ahora tú tienes que decir la tuya.
Así regresa el primer Hijo del este, para contarles sobre la guerra civil, que Redestro es un hombre peligroso y traidor y que Deika se prepara con la mayor arma de guerra del imperio, los magos.
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Izuku suspira contra la jaula tras ser el noveno día desde que los salvajes partieron armados otra vez, hacia el norte. Esta vez le explica a Kota que los temblores del suelo son por las pisadas de todos los hombres que se mueven a la vez y que otra batalla se librará para quedarse con la tierra de la región sur. Y es claro y sentencioso, advirtiendo que es muy probable que nunca regresen a casa.
Por el frente ya no tienen visión de las carpas luego de que se construyera una empalizada con madera.Todavía no está terminada, pero al paso que van no les queda mucho más, sin embargo, aún sospecha que tienen una forma de salir rápido y escapar en caso de que las cosas se torcieran en su contra.
Con el paso de los días también llegaron más rehenes, provenientes de los pueblos situados al este, ubicados cerca de la meseta lunar, una planicie elevada con forma de medialuna, tapizada por el bosque Guyot. Los distribuyen en las jaulas separando a los que vienen del mismo lugar para que no puedan organizarse.
Sin embargo, en este punto, Izuku ya memorizó la frecuencia con que cambian los vigilantes de las jaulas y cada cuando tiempo pasan las patrullas de Betas. Incluso sabe que las betas no se intercambian entre compañías, porque siempre se presentan acompañados por los mismos salvajes, incluyendo al imbécil rubio llamado Goto.
El hombre siempre está vigilando en su dirección, incluso se detiene a buscarlo cuando Izuku deliberadamente se queda en medio de la jaula para camuflarse con los cuerpos de los demás. Se la tiene jurada, pero no puede hacer nada para herirlo de nuevo. No de momento.
Los alimentos también llegan con mayor variedad, aunque esto es solo porque los pueblos han entregado muchos recursos a fin de que los salvajes no quemen sus casas. Esto podría considerarse traición razona, pero no los culpa. El rey había fallado estrepitosamente en proteger la región sur, aunque algo de esperanza deben tener todos, porque si han tardado tanto en regresar es que entonces la fortaleza Muzan y Deika tuvieron tiempo de prepararse mejor.
Los ojos de Izuku nunca dejan el norte, atento al cielo y los mensajeros que podrían llegar para anunciar el resultado de la batalla. Y mientras espera que cualquier cosa pase, por la noche le cuenta a Kota historias del abuelo sobre los campamentos militares y los viaje de Hisashi por la región, con la esperanza de que algo aprenda con ellos.
Pero su postura vigilante comienza a llamar la atención de más gente que Goto. A veces, rodean las jaulas salvajes curiosos que se han quedado atrás, pero no son cualquiera sino alfas y omegas jóvenes. Uno de ellos es alto y ruidoso. Izuku detesta a ese porque siempre está paseando caballos, ríe fuerte con las manos en la cadera cuando se para frente a las jaulas y los huele como si quisiera tasarlos de ante mano.
Es un mocoso y ni siquiera tiene preguntar para saberlo. Los alfas mayores no tienen tantos problemas para controlar sus feromonas y su estupidez hace que los caballos bufen enojados y agiten la cola. Si no tiene cuidado, podrían patearlo o uno con más carácter lo derribará sin contemplaciones.
Dicho y hecho, esa mañana un caballo enorme y negro pasa corriendo, mientras las betas se apartan de su camino. La bestia Bufa y relincha pateando con los cascos negros de las patas traseras. Izuku se ríe con las demás omegas cuando ve salvajes corriendo de un lado a otro, lejos del semental enojado y uno se cae de una torre de vigilancia con un grito, cuando la bestia hizo amago de una tacleada.
Sin embargo, pese al carácter, es un animal magnifico, tiene el pelaje brillante y la crin igual de sedosa con trenzas tejidas en hilo rojo. Izuku piensa que un ejemplar tan hermoso y fuerte tiene todo el derecho de ofenderse si cualquiera quiere domarlo, un animal así debe ser domado por una personalidad incluso más beligerante y explosiva.
Cuando se queda quieto para pastar, rápidamente un grupo se acerca con cuerdas desde atrás e Izuku le cubre los ojos a Kota para que no vea lo mal que lo van a pasar. Porque así no capturas a un semental enojado.
Son bestias orgullosas y solo aceptan dos cosas: fuerza o servicio. Y ya que no parece que haya alfas fuertes por el momento Izuku extiende sus brazos a través de los orificios de la jaula ante la expresión atónita de Kota.
-Pon atención. – dice Izuku usando un pie para impedir que se mueva de su lado.
El semental mira en su dirección cuando la brisa atrae el olor de Izuku. Entonces se acerca trotando un corto tramo, oliendo con desconfianza hacia la jaula, luego corre a toda velocidad para embestirlos, pero Izuku no se mueve ni un centímetro a pesar de los gritos de los demás que se apiñan contra la muralla contraria.
Justo antes de estrellarse la bestia se detiene mirándolo con ojos negros y profundos, pero hunde la nariz en las glándulas de olor en las muñecas de Izuku. Entonces lame sus manos y se queda quieto, la cola suave y calmada.
- ¡¿Co-Como?! ¡Qué hiciste! – le grita el alfa joven de cabello negro y ojos rasgados. Tiene la boca abierta al igual que todos los demás. Antes de que el caballo se encabritara ya había intentado todo para calmarlo y nada funcionó.
Izuku eleva la barbilla orgulloso, disimulando una sonrisa cuando Kota le dirige una mirada llena de admiración.
-Pueden acercarse ahora, pero por el frente no de espaldas o esta vez sí matara a alguien…- dice Izuku y una beta hace eso casi temblando. Porque este era uno de los malditos caballos demonios del Hijo Bakugo.
- Soy Inasa Yoyoarashi. Ahora dime como lo hiciste -insiste el alfa caminando hacia la jaula luego de que se llevaran al semental.
Izuku mira al alfa joven y sus brazos desnudos y ahora que está cerca se da cuenta que debe tener la misma edad que él. Seguramente un aspirante, o una especie de escudero si es que los salvajes tienen algo parecido.
- Los sementales solo aprecian dos tipos de olor: el de un alfa fuerte o el de un omega complacido. – confiesa, sin ocultar que está muy contento de ver el desastre que causó el hermoso semental.
La sonrisa de Inasa se abre todavía más y ríe con fuerza- Me gustan los omegas valientes…-dice mientras se despide meneando la cabeza. A medio camino sus pies disminuyen la velocidad hasta detenerse completamente.
- ¡Sáquenlo de la Jaula! – ordena de pronto.
Las betas escuchan lo que dice, pero se demoran en acatar la orden. Cuando la puerta se abre, Izuku retrocede y Kota se pone por delante con los pies firmes.
-Aléjate de él – grita Kota entre enojado y aterrado.
- ¡Cierra la boca! tú también vienes - y sin más se echa a Kota encima de hombro mientras otras dos betas agarran a Izuku por los brazos y lo sacan de la jaula.
-Muchachos, muchachos – dice Inasa con una sonrisa burlona- Es un pobre omega Dagobes, no sean tan enérgicos
-Dile eso a Goto, a ver si está de acuerdo contigo – espeta el beta bajando al niño para agarrarlo del cuello de su chaleco.
Inasa mira en dirección de Izuku y este niega con la cabeza, pálido como un fantasma, pero el niño se cruza de brazos con una sonrisa. El alfa de pronto sospecha que la versión de Goto es dudosa, todos saben que fue el omega quien lo golpeo, pero el niño parece demasiado orgulloso de algo que no hizo…
-Omega, ya que eres tan experto y yo un alfa débil, vas a ayudarme con los caballos Bakugo…-sentencia y se los lleva a las caballerizas.
Izuku traga saliva y suda mucho de camino ahí, de haber sabido que este alfa era tan importante no habría dicho una palabra. Por otro lado, no sabe que falló en su análisis, los capitanes o jefes de cuadrilla como Tokoyami, y el alfa rubio portaban todos unos brazaletes con filigranas de plata, formando figuras de distintos animales…A no ser, que Inasa fuera el hijo de un gran señor y que por eso nadie lo contradecía, aunque claramente no tiene un cargo militar importante.
El semental que arrulló yace solitario contra un poste de madera, los otros caballos se alejan de él, agrupados en piños de 4 o 5 cerca de los bebederos. Mucho más al fondo, hay un corral pequeño donde otros dos caballos trotan en círculos bufando y amenazando con los cuerpos a los betas que intentan acercarse.
- No sé qué les pasa, no habían provocado problemas hasta anoche, cuando despertaron a medio campamento…Relinchaban como si algo los hubiera asustado y este de aquí se escapó. Pude controlarlo, pero en la mañana fue peor. Es como si algo los preocupara
- ¿Hay yeguas en celo? – pregunta Izuku
-No, pero las que ya tienen fecha cercana las mandamos al sur
-Eso no bastará, pero es buena idea…Sin embargo, creo que están nerviosos ¿Quién es su dueño? Tal vez necesitan olerlo, los caballos se guían mucho por el olor de sus amos…
Inasa lo observa un momento largo. Era justo lo que pensó, pero está tomando hierbas para entrenar su control de feromonas y ninguno de los omegas que trajo pareció agradarles a los sementales- Estos son los caballos del Hijo de la Gran Khan, Katsuki Bakugo. Esta en la batalla ahora mismo
Izuku se muerde los labios al reconocer el nombre, pero saber eso solo plantea más preguntas que respuestas.  ¿Qué estaría haciendo el hijo de la reina salvaje en el bosque a cargo de una vanguardia…? No le parece que ese sea el trabajo del hijo de un lider importante.
- Entiendo. Podría intentar con mi olor, pero me diste un susto terrible, a lo mejor no resulta. – le dice con sinceridad. Inasa asiente y entonces se aleja hacia otro poste donde cuelga un saco, del interior saca dos duraznos y se los da. - ¿Eso te complace omega? Y no me has dicho tu nombre
Izuku sonríe un poco cohibido por la mirada profunda de Inasa, pero de igual forma muerde la fruta mientras le entrega la otra a Kota- Soy Izuku de Midoriya, un campesino. Y él es Kota Midoriya, mi hijo.
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Al día siguiente, Inasa regresa por Izuku y su cachorro para calmar a los sementales de Katsuki, pero mientras termina de hacerlo, alguien llega corriendo entregando un mensaje urgente a Inasa quien abre la boca al tiempo que su voz se agrava- Lleven a Izuku a las jaulas rápido, tomen 10 caballos y mándenlos al sur con Shinso …- entonces se muerde la lengua al darse cuenta de que estaba diciendo todo en la lengua común dagobense.
Izuku se va escuchando las ordenes restante sin poder entenderlas, pero se apresura a regresar rápido a las jaulas porque algo debió pasar para que de pronto todo el campamento y el castillo se moviera en la forma en que se estaban preparando. Quizás se alistarán para escapar, pero esa esperanza muere cuando pasan las horas y ninguna carpa se desarma ni ve salir gente del asentamiento militar.
Se hace de noche cuando una briza caliente golpea las jaulas y otros vigías pasan corriendo y gritando más ordenes, los vigías de las torres nunca se mueven de su posición, pero el barullo tras la empalizada advierte que la gente se está movilizando con una serie de tareas y de apoco ve las primeras señales sobre lo que está pasando.
Los vigías disminuyen en número y las fogatas se encienden, lo sabe porque diversas volutas de humo se elevan desde distintos puntos y el castillo abre la puerta con un rumor metálico, al son de las cadenas que se enrollan sobre su mecanismo. No han perdido la guerra, confirma Izuku, pero parece que se preparan para recibir a alguien o algo.
Un águila chilla agudo por sobre sus cabezas, viene volando desde el sur y otra sale a su encuentro desde el oeste, juntas ingresan al campamento y se pierden de la vista.
- Alguien viene -susurra Izuku con las manos en los barrotes.
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Hijos del este
El libro perdido
Capítulo 9: Un cuento antes de la tormenta
Cuando los rehenes de las jaulas despiertan, la tierra tiembla en medio de la brisa que trae sonidos robados de carretas y caballos. Hay gente de todo tipo desarmando las carpas, pero nadie se siente aliviado al ver desaparecer el campamento militar, porque al mismo tiempo cientos de guerreros van pasando, cargando cosas en carretas, otros empuñan espadas y lanzas guiando compañías pequeñas por la región, pero siempre se dirigen a la misma dirección, el norte.
Inmediatamente Izuku se levanta, esquiva las preguntas de Kota para saber porque estuvo llorando de nuevo y en cambio, se justa la ropa para luego agacharse frente a su hijo. Sus manos toman sus zapatos para justarlos bien a sus pies y meter sus pantalones dentro.
Kota se enoja cuando Izuku no le dice porque tiene lagrimas secas en sus mejillas, ni porque sus ojos se ven tan cansados y rojos, así que hace algo que solo vio una vez con su padre.
Izuku jadea cuando siente el olor leñoso junto a las manos pequeñas de Kota. Ambas descansan sobre su rostro, mientras lo observa serio. – Iz..Mamá, no pasa nada ¡No estoy asustado, entonces tu tampoco!- el omega esboza una sonrisa rara, tanto por el nombre como por el aroma que hace cosquillas en su nariz. El olor le recuerda a su padre, madera, nuez moscada y flores. Entonces se rinde a sus emociones y descansa la cabeza sobre el hombro de su hijo, nostálgico y feliz, porque esta es la primera vez que puede oler sus feromonas como alfa y porque hay cierta liberación cuando se da cuenta que siempre quiso escuchar esas palabras al tiempo que tenía miedo de eso.
-Lo siento mucho, soy yo el que tiene que cuidarte
-No todo el tiempo- se queja Kota mientras lo abraza para ocultar las pequeñas lagrimas que se le escapan- padre dijo que ya soy grande.
-Es verdad, estas creciendo mucho– dice Izuku limpiándose las lágrimas y los mocos, Kota refunfuña y se queja que es asqueroso, pero igual se acomoda y lo abraza tanto como lo permiten sus brazos.
Izuku acuna su cuerpo mientras se regocija en las feromonas de su hijo, deseando memorizar a fuego en su mente este momento, en que el niño por fin deja atrás el olor de sus padres para ser su propia persona. Por un momento casi lo olvida, la vida de ambos termino en el mismo momento en que fueron capturados en el bosque, así que ahora, aunque sea doloroso disfrutará de cada momento de paz mientras puedan.
Las horas pasan sin que nadie explique qué está pasando, pero a su alrededor las carpas desaparecen, y con ello ven grupos de omegas portando espadas, jóvenes de diferentes castas acarreando bultos hasta que solo quedan las carretas que avanzan con la carga de las carpas y provisiones para la guerra. Trabajaron rápido y antes de que puedan sospecharlo la primera jaula comienza a ser desalojada.
Una beta los saca de a uno por vez para atar una soga a sus cuellos a modo de collar, con un cabo largo que luego usan para amarrarlos a una vara de unos 3 metros tirada en el suelo. Cuando terminan, los obligan a levantar la vara y ponerla sobre un hombro, luego los hacen marchar en fila. Al llegar el turno de Izuku, madre y cachorro se tensan, asustados de que esta vez vallan a separarlos. Uno de los soldados bufa molesto, tiene la espalda ancha y es bastante grande pese a su casta, es el primero en acercarse a ellos con una cuerda en la mano, mientras otro los rodea por detrás.
-Ataré al mocoso a tu pierna, pero si se cae, llora o intenta escapar, yo mismo me encargaré de él- dice gravemente. Izuku descubre su cuello ante el tono de voz y acepta las condiciones. La cuerda que los une los separa por poco más de medio brazo, pero es suficiente para que puedan caminar sin estorbarse mutuamente.
El sol se extiende alto, cálido, repartiendo energía a los cuerpos entumidos por el miedo. La hierba y las flores de finales de primavera se mecen con la brisa cálida y ellos transitan entre sus hojas. A veces la hierba es áspera otras son frías, húmeda con el rocío de la mañana.
Izuku se distrae con el paisaje y los murmullos distraídos de Kota.
A su lado el niño salta y escupe cuando el pasto se le mete a la boca por ser demasiado alto, a veces se tambalea aburrido. Izuku cambia de hombro con que tiene apoyada la vara para empujar con el codo al niño llamando su atención.
- ¿La abuela alguna vez te contó la historia de Gogo y Yamikumo en las tierras perdidas?
- No- dice apegándose a su costado para escucharlo mejor
“Cuenta que, hace muchos siglos atrás, medio reino fue destruido por la guerra y el odio. La gente sin esperanza veía con horror las cenizas en los campos y las montañas, bosques enteros derribados y quemados hasta las raíces, pero en medio de esa desolación sobrevivió un pequeño bosque de manzanos y ciruelos brillando y rebosantes de frutos. En ese bosque, había un árbol esplendoroso, el más grande y rico de todos, donde termino rendido de cansancio un joven omega llamado Gogo. Parecía que iba a morir tras sobrevivir a la guerra, pero el árbol que era habitado por un espíritu se apiadó de él y le propuso un trato: curaría sus heridas y salvaría su vida, a cambio de que Gogo plantara semillas de Yuei allá donde los sobrevivientes de la guerra estuvieran perdidos, de no hacerlo, tendría que volver a él para hacerse uno con el bosque. El omega adolorido, aceptó y el árbol lo acunó con su cuerpo, sumiéndolo en un sueño que duró vaaarios años…”
“Te vigilare con ojos de mirlo. Cantó el espíritu mientras Gogo perdía la conciencia…”
En ese momento, Kota tomo la mano de Izuku preguntándose si esa guerra seria la misma batalla que su abuelo hablaba casi sin parar cada vez que iban de visita. Iba a preguntar, pero cuando sus ojos encontraron el rostro apacible y maternal, el sol iluminaba las pecas dulces desperdigadas en las mejillas de Izuku.
Entonces toca sus propias mejillas recordando las veces que Hisashi había alabado las pecas de Izuku con adoración, entonces se preguntó si su padre lo habría querido más de haber nacido con ellas también.
“Un invierno”. Continua Izuku, ajeno a la mirada intensa del niño. “Un leñador apareció en el bosque, estaba buscando el árbol adecuado. Ojalá grande, seco, sin habitar. Uno muerto, para no ofender a ningún espíritu del bosque. Así que caminó un largo trecho sintiéndose observado, pero el leñador era joven e inocente así que no se preocupó demasiado por el escalofrío que le provocaban esas tierras místicas…De pronto llego a un claro rodeado de flores donde un árbol de ramas torcidas, y sobrecogido en sí mismo como un enorme nido de pájaros, soltaba la última hoja verde de vida. Este es el indicado, pensó y dio el primer golpe con su hacha, pero retrocedió, el corte liberó un olor dulce que emanaba de las astillas del tronco. Curioso, dio otro hachazo y el olor se hizo un poco más fuerte, pero en medio del estruendo, un eco reboto de sus profundidades acusando que estaba hueco. Con cuidado, volvió a cortar el tronco y…”
- ¡Encontró al omega!- grito Kota sacando risas entre todos los que habían comenzado a escuchar la historia. Entre ellos un hombre alto, muy delgado de mirada penetrante y hundida.
Izuku lo miró de reojo y afianzo su lazo con Kota. No era un rehén, pero tampoco un beta, nunca lo había visto antes y su ropa eran diferentes al uniforme que portaban sus vigilantes. Se preocupó.
El hombre le devolvió la mirada y silenciosamente se quedó atrás, lejos de su campo visual. A pesar de esta primera impresión, Izuku tuvo la sensación de que el hombre estaba un poco avergonzado de ser descubierto, pero también interesado, así que decidió ignorarlo para continuar con la historia a ver si se aburria de ellos.
“E-El…el leñador soltó el hacha ¡Estaba muy asustado! ¡Una persona, un omega nada menos, atrapado dentro del árbol! Así que intento liberarlo y cuando lo hizo. Dos ojos rojos lo saludaron. El joven quedo impresionado con esos ojos y de buena gana le extendió la mano para ayudarlo a salir con una sonrisa, pero el omega, que antes lo había mirado con sueño y un tanto desorientado, lo empujo lejos de él asustado, porque se había dado cuenta que el leñador era de echo un alfa….”
“Salió de un salto del árbol y corrió.”
“El leñador intento alcanzarlo y seguir sus pasos para que no fuera a perderse en el bosque, pero sus gritos no fueron escuchados.”
“Gogo, había despertado sano y salvo como prometió el árbol, pero no sabía cuánto tiempo había pasado desde se durmió en el lecho, así que siguió corriendo para salir del bosque y encontrar sobrevivientes de la guerra. Sin embargo, por más que corría y corría el bosque no tenía final y preocupado de haberse perdido ascendió hasta a lo más alto de un monte para orientar sus pasos…"
"…Cuando llegó a la cúspide sólo pudo ver el magnífico paisaje verde, sano, recuperado después de tanta muerte, junto a la ausencia total de su pueblo en los páramos, y ahí lo entendió. No había nadie esperándolo, la vida había continuado sin él y con ese pensamiento se echó a llorar. En su dolor, no sintió la presencia del leñador, no hasta que la briza delato su presencia. Alertado, el omega lo enfrento lleno de ira…"
"…Maldijo al alfa por sacarlo del árbol tan tarde, usando las palabras duras, llenas de desprecio, pero el joven no se defendió y le dio la razón. Entonces Gogo le lanzo una piedra a la cabeza, y aunque logro herirlo, tampoco se protegió. El omega incrédulo caminó hacia el alfa y tomo el hacha, le dijo que lo mataría si no se iba, pero no se movió y su olor, aún después de sentir el filo del arma contra su cuello, mantuvo el mismo temple calmado y paciente, confiando con inocencia que no lo mataría, no después de rescatarlo. Pero Gogo sentía ira, pena, abandono, de corazón iba a matar a ese alfa tonto, pero cuando miró a sus ojos supo que no había fuerza sobre la tierra que impidiera al leñador irse de su lado, así que cuando la noche trajo consigo el viento frío y la promesa de una lluvia, acepto ir con él a su choza y ahí supo que el alfa tonto y confianzudo se llamaba Yamikumo…”
-¿Se quedaron juntos? - pregunto Kota
-Sí, por muchos años. Se casaron, tuvieron hijos, pero incluso con toda esa felicidad el omega nunca olvido su promesa. Cada año, salía a emprender un viaje junto a su esposo para encontrar a su familia y así cumplir su parte del trato, pero no podía hallarlos. Había pasado mucho tiempo y ya nadie recordaba ni siquiera el odio terrible y casi infinito que dejo la guerra en esas tierras. Mas no se rindieron, temerosos de que el bosque los separara cualquier día desafortunado…
“… El bosque, siempre vigilante, estaba enamorado de la inocencia y el amor de esa pareja y decidió darles mucho tiempo para que se amaran. Entonces, cuando muchos inviernos pasaron por esa tierra, Yamikumo y Gogo volvieron de un largo viaje, el más largo de todos, tan largo, que ahora ambos tenían el cabello gris y la mirada llena de nostalgia, porque ahora arrastraban consigo el primer aviso del bosque para que el omega cumpliera su palabra…
"…Pese a lo mucho que habían temido ese día, ninguno lucho contra su destino y obedientemente regresaron al claro despidiéndose para siempre de sus hijos ya adultos. Allí el omega se acuno dentro del mismo tronco que lo había salvado hace tantos años, listo para hacerse uno con el bosque, pero el espíritu, que había estado siguiendo a Gogo disfrazado de mirlo durante todo ese tiempo, fue testigo de cada gesto, suspiro, la adoración y amor puro de Yamikumo, así que no soportó ser testigo del dolor silencioso en el alfa y se apiado de él."
"Propuso, entonces, un nuevo trato…"
"Puedes vivir como humano y morir solo, rodeado de sus recuerdos, le dijo el espíritu, alzando toda su altura sobre el alfa envejecido, o pueden dividir sus almas en muchas vidas para que puedan cumplir la promesa. Yamikumo, que por primera vez conocía al espíritu que le iba a quitar a su compañero, no halló espacio para la ira, en cambio se llenó de agradecimiento. Entonces preguntó: Cuándo cumplamos la promesa ¿Qué pasara con nosotros? y el espíritu sonrió: Volverán a estar juntos para siempre, pero, y escuchen bien, mientras más vidas pasen, menos recuerdos tendrán, puede que incluso olviden tu tarea. Sentencio…."
"…Mas el alfa miro a su compañero y acepto el trato sin una sola duda, desde el fondo de su corazón y su alma, sabía que ni siquiera mil vidas serían suficientes para dejar de amar al omega. Y si tenía que olvidarlo o no quedaran sucesores que pudiera contar su historia, siempre bastaría una mirada a sus ojos para saber que esa era su alma gemela…”
Por un tiempo, se arma un silencio agradable, Kota juguetea con la mano libre de Izuku y sonrió pensando en la historia que le contó.
-Pensé que los espíritus eran malos. - dijo Kota caminando más lento por el cansancio. Por suerte ya todos habían disminuido la marcha, tras pasar varias horas caminando. Izuku sólo estaba esperando que dijera una palabra o una queja para tomarlo en brazos. No le preocupa cansarse porque la tarde está menguando, al igual que los ánimos de los betas que los vigilaban a cada lado. Piensa que llegarán pronto a su destino.
-Mmmm- tararea juguetonamente Izuku- supongo que no todos son malos- reflexiona entrelazando los dedos con Kota- …o puede que ese no haya sido un espíritu.
- ¿No? ¿Y qué cosa era? – pregunta Kota entusiasmado mientras memoriza todas las leyendas que se sabe- ¿Y si era un hada? O un kodama, o un duende o una bruja o…
-Un dios- repuso Izuku y los ojos de Kota se abrieron grandes de emoción.
-Los dioses hacen cosas impresionantes, seguro que si era
-Era- interrumpió el hombre de antes y ambos se encogieron ante su presencia. De hecho, se habían olvidado de él- Otuken, es la diosa que buscas- dice para sorpresa de ambos. Su mirada penetrante se ilumino con curiosidad - ¿De dónde un Dagobense aprende un mito del libro perdido del éste? - cuestionó, pero no había daño, solo curiosidad.
-Mi abuela me la conto una vez, hace muchos años.
-¿Y dónde la escuchó ella?
Izuku dudo un poco, para el solo era un cuento, pero él hablaba de un libro y un dios que no conoce.  Su mirada decía que había más valor del que alguna vez intuyo en la historia. Así que respondió.
-No estoy seguro… Ella era muy reservada, sé que vivió por esta región toda su vida, pero si tenía más familia nunca lo supe, sufría de una enfermedad rara. Creo que sus memorias se estaban perdiendo mucho antes de que yo naciera, aunque a veces estaba muy despierta y entonces contaba historias.
-Entiendo joven muchacho, muchas gracias por compartirla. – dijo el hombre, con el ceño fruncido como si meditara en sus palabras. De pronto se despidió de ellos y se alejó silvando fuerte con dos dedos. A lo lejos se escuchó el relinchar de un caballo que galopó a toda velocidad alcanzándolos. – Por cierto, mi nombre es Toshinori Yagi, ojalá puedas contarme otra historia. – se despide estando ya arriba del caballo y se va.
El omega lo observa irse pero no logra distraerse mucho tiempo cuando nota que están a solo unos cientos de metros del castillo.
-¡Mira! ¿Qué es eso? - grita Kota, pues nunca antes había visto una construcción tan grande.
-El castillo de – mas no pudo hablar más, a pesar de la distancia, vio el tráfico de gente a través del castillo, cientos de carpas organizadas en fila formando anchas avenidas. Entre ellas había grupos de hombres y mujeres acarreando troncos de madera, piedras, bultos, comida, todo con rapidez y entre ellos, el estandarte del gobernador de su región al frente de una caravana de carretas cargadas con sacos, cajas con verduras y personas. Son hombres o mujeres, pero aún a esa distancia puede adivinar que son omegas solo por los colores de la ropa.
Fue cuando lo supo, el castillo que debía ser impenetrable fue tomado por los salvajes, y el gobernador se rindió.
-¿Ahí teníamos que ir? – dice Kota sus ojos maravillados por la imponente construcción, aunque estaba confundido ¿No se supone que debían estar peleando?
-Sí- contestó, sintiendo el estómago hundido ¿Cuánto tiempo había pasado desde que marcharon los salvajes? ¿Eran siempre tan cortas las guerras? Su abuelo siempre lo hizo parecer como si durasen meses o hasta años. – pero ahora les pertenece a ellos.
A lo lejos, hacia el oeste, las jaulas reaparecen apiladas en fila, pero ahora había torres de vigilancia situadas entre 2 celdas. Estaban hechas con prisa y no eran muy altas, apenas un metro más alto que las jaulas, a su alrededor hay picas de madera enterradas en ángulos. Sobre ellas, un vigilante aguarda, aunque estos usan uniformes diferentes a los Betas que hasta ahora los habían vigilado.
La mente de Izuku que siempre estaba ocupada, corre como caballo desbocado con cada trozo de información que atrapa a partir de lo que ve. “Ellos no sólo desplazaron el campamento más al norte, están reuniendo recursos, tributos, madera, quieren mejorar la protección porque van a quedarse un tiempo, pero la organización de las carpas es diferente, hay más espacio para moverse, para escapar…No todavía siguen llegando. No veo soldados imperiales ¿no vinieron o están todos muertos? ¿Cómo hicieron para que el castillo se rindiera? No, eso no importa, todavía temen que algo venga del bosque, por eso pusieron las jaulas ahí, somos prescindibles, pero pusieron torres de vigilancia… ¿Esos hombres son dagobenses?
Los hombres que antes había visto trabajando la tierra están más cerca, y con ello puede ver que están levantando un muro de madera. Más su impaciencia debió ser grande porque uno de los betas lo amenazó con la fusta. – No te muevas o vas a tirar a todo el grupo, y ya te lo dije, te daré con esto como intentes escapar- espetó.
La mirada de Izuku se estrechó, pero aguanto. Este era el mismo Beta que siempre los insultaba y pateaba sus Jaulas. El hombre era alto para ser Beta, y macizo como una montaña, pero se aburrió rápido de él y se alejó.
Entonces Izuku le quitó la vista y se concentró en los trabajadores para confirmar que eran Dagobenses, como él. Súbitamente, siente un revoloteo familiar en el pecho, con matices de felicidad, deseo, hasta desesperación. Pero, si alguno de ellos es alfa, o realmente si existiera la remota posibilidad que hubieran dejado vivir a alguien del castillo, nunca dejaran que esos prisioneros se acerquen a ellos. O eso cree.
No hay forma que deje pasar esto, piensa y sintiendo el corazón en la garganta, llenó sus pulmones y silbó. Agudo y fuerte, el trino atravesó veloz el campo con un ritmo que solo una persona el mundo podría identificar, su padre. Frenético, intento distinguir si alguno reaccionaba al llamado. Pero era difícil a esa distancia y con tan poca luz.
Cuando no obtuvo respuesta volvió a silbar, espero y repitió hasta que los hombres pararon de trabajar y miraron en su dirección. Izuku sintió las manos de Kota tensarse a su costado, pero lo ignoró porque esos prisioneros ahora miraban hacia ellos, buscando conocidos mientras su caravana frenó la marcha casi de golpe.
Alguien a su espalda dio un grito, era el beta de antes, alzando una vara llena de tiras de cuero.
Izuku detuvo la fusta justo antes de que alcanzara a Kota. Las tiras de piel picaron sus manos, pero no se quejó del dolor. El otro recupero su herramienta de un tirón y volvió a golpearlo al tiempo que tiraba a Kota al suelo por el cabello.
-Cierra la maldita boca- escupió el hombre para amedrentarlos, aunque tuvo justo el efecto contrario. Furioso de que buscara desquitarse con Kota en vez de él, Izuku se abalanzo contra el hombre, sin embargo, casi se asfixia cuando la cuerda del cuello lo ahorca. Entonces tose, sin perder de vista al Beta.
Los otros omegas se quejaron por el brusco tirón, pero no soltaron la vara, en cambio miraban con ojos abiertos entre miedo y sorpresa el brío de Izuku. - ¿Qué es esto? - dijo el salvaje con una sonrisa cruel y burlona- ¿Se supone que quieres protegerlo? ¡No eres más que un omega, un ser completamente inferior a mí!
El hombre le dio un revés en la mejilla y luego comenzó a golpear la espalda de Izuku con la fusta. Entonces miró al niño y decidió que ese era un mejor castigo. Mas no llego a tocarlo. La cuerda que sostenía a Izuku por el cuello se cortó y el cuerpo del omega calló sobre su hijo apoyado sobre sus cuatro extremidades. - No importa si puedo o no- dijo Izuku con los ojos llenos de lágrimas por el dolor- pero es lo que tengo que hacer. Cuesto lo que cueste.
Kota miro aterrado a Izuku, no entendía porque estaban castigándolos. En su mente el silbido solo era el llamado que hacían en casa para traer los animales devuelta al refugio por la noche, a veces, muchas veces un juego, eso era, un ruido, nada más.
El ruido de la fusta contra la espalda de madre sacó quejidos lastímeros, y como si eso fuera un interruptor, Kota pateo los genitales del beta en cuanto vio la oportunidad. El hombre grito y se encogió por el dolor, retrocediendo unos pasos para luego caer de rodillas
-¡Deja a mi mamá en paz! - gritó poniéndose de pie
-¿Qué demonios está pasando aquí? - espetó un hombre joven de cabello negro y nariz aguileña, e Izuku lo reconoció, era Tokoyami.
-Ese infeliz- comenzó a decir el beta, con una mano en sus genitales- estaba silbando, ¡Llamo la atención de los esclavos! Iba a hacer un desastre
-¿Y? ¿Desde cuándo a un soldado raso le corresponde dictar castigos? Tu estas aquí para vigilar y avisar si algo pasa, nada más. - espeto avanzando directo al hombre que le doblaba en tamaño, como si esa diferencia no importara en lo más mínimo. - Te vi desde lejos- agrego ante la falta de respuesta del otro, su la mirada estrechándose con severidad- el niño no estaba haciendo nada y fue tu primera opción.
El hombre se sorprendió y bajó la cabeza. Pero no había sumisión ni vergüenza en el gesto
-Vete de aquí- ordenó Tokoyami
-Pero y él, merece un castigo. - Insistió desafiante.
Tokoyami elevó la barbilla y de pronto sus facciones se oscurecieron al igual que las sombras que lo rodeaban- ya lo golpeaste 10 veces. -siseó
-¡El mocoso me golpeo!
-Goto- llama una voz tras ellos, era profunda, severa y cargada de orden- Vete, yo tomare tu lugar y luego responderás ante Masaru por faltarle el respeto a un superior- dice parándose entre los dos, era enorme, más alto que el beta, brazos fuertes y el rostro medio cubierto por una máscara.
-Si señor.
Cuando el beta se fue, Tokoyami se cruzó de brazos enfadado- Estaba manejándolo y tú no puedes quedarte aquí Shoji
-Estabas tratando de matarlo- repuso el alfa- y la última vez que mire tu cuello, seguías emparejado conmigo, así que puedo quedarme para que tú vayas descansar y de paso ver a nuestro hijo. Te está esperando- dice con la voz más suave en las últimas palabras
El omega lo miro severo, pero su gesto se hablando cuando recordó al niño que dejo atrás en favor de servir a Katsuki, no lo había visto en meses, sin embargo, centro su atención en Izuku. Se había levantado del piso.
-Eres muy impertinente- dijo, su mirada fija en la mejilla que se hincha con un tono rojo. – y me parece que no entiendes cuál es tu lugar aquí.
Izuku cierra los ojos, la ira todavía burbujeante en su pecho. Intenta calmarse, pero la cara le pica al mismo tiempo que se calienta por la inflamación y la espalda le arde también. Sin embargo, a riesgo de que él también lo golpee, todavía pregunta- ¿Te refieres antes o después de mi celo?
Tokoyami sin embargo no se molesta, o más bien no lo demuestra. - Tienes razón, formar un lazo con un “Salvaje” es un destino mucho más oscuro y funesto que emparejarse a un alfa apenas competente, uno que fue designado de ante mano por un funcionario del reino. – se burla.
A sus ojos era prácticamente lo mismo. Los omegas son el pináculo de toda sociedad y Tokoyami creció convencido de que son los alfas los que ruegan por tomarlos y no al revés. Un alfa que puede raptarte, es un alfa que puede proteger a tus cachorros y proveer, pero incluso entonces el enlace no ocurría esa misma noche. Pero aquí, los alfas y betas más débiles de carácter, ocupan cargos que no merecen y toman esposas o esposos como una moneda de cambio…
Incluso ellos que comúnmente son llamados salvajes, ofrecen al menos la oportunidad a todas las castas para que se eduquen y gobiernen por sus propios intereses ¿Pero aquí? Sin educación, vienes para heredar, es una gran cosa que los omegas sepan escribir su nombre y diferenciar una cortesía básica de un mérito para ganar su mano.
– Casamentera es el nombre que usan ¿O no es así? – pregunta Tokoyami sin esperar respuesta- Ella te pone un precio y ese precio es lo que deben pagarle los alfas a cambio de llevarse un omega sano que arrastra como único bien un ajuar y un dinero para el niño que sin duda tendrás en un año.
Izuku levanta la vista- No es así, podemos elegir
- ¿Eso crees? – dice con incredulidad, luego mira a los demás que lo observan asustados o con ira silenciosa. Entonces eleva la voz fuerte para que todos lo escuchen. -Pueden sentir todo el odio que quieran, no podemos impedirlo, pero antes háganse una sola pregunta ¿De verdad fueron libres alguna vez de elegir algo en sus vidas? Miren a sus esposos, padres, alfas o como quieran llamarlos y compárenla con la vida que llevaban ustedes.
-Piensa eso omega, ¿Eras libre antes? - le dice, dejándolo solo para que reflexione en sus palabras.
El alfa enorme siguió a Tokoyami con los ojos, luego centro su atención en Izuku y el cachorro que ahora se paraba frente a su madre forzando todo su coraje para mantenerse firme contra él.  Shoji observo la postura defensiva del niño y aspiro un poco de las feromonas de ambos que flotaban por el aire, pero no necesitaba reconocer nada en ellas para saber que este era un alfa, uno muy protector.
-Tengo que atarlos de vuelta- dice. - ya no queda mucho para lleguen a su destino, pero agradecería que lo hicieran en silencio.
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Izuku se derrumba contra una esquina de la jaula con Kota sentado entre sus piernas. Los otros omegas le dan la espalda y esta vez Tsuyu no está ahí para hacerle compañía, la dejaron en otra jaula.
- ¿Por qué? -dice Kota de pronto, pero se calla con el rostro culpable.
El omega lo acomoda para que puedan verse a los ojos, y cree saber qué es lo que quiere preguntar- ¿Sí? ¿Porque estaba molesto el beta? Fue mi culpa, no estamos en casa y fue estúpido
-No… si también, pero quería saber – dice mirando con cuidado a Izuku porque esta pregunta le valió un castigo cuando se la hizo a su padre - ¿Por qué un celo es tan importante?
La boca de Izuku se seca mientras presiona el cuerpo de Kota. No esperaba esa pregunta. Su mente comienza a trabajar frenéticamente, aunque todos sus pensamientos se resumieron a un ¿Ahora? ¿Tengo que decírselo ahora?
-Hisashi habló con el abuelo de eso…la señora Ito también pregunto una vez y tú también estas preocupado ¿Es malo? Estas respirando raro
-No- dijo conteniendo la respiración para no asustarlo más- el celo es lo que hacen los omegas cuando quieren formar familia. – contesta recitando las mismas palabras que la matrona del pueblo le dijo a los 13.
-Pero yo soy tu familia
-Sí, pero… amh, creo… me refería a cuando quieres expandir la familia…
-¿Cómo un…? “sobrino”- dice solo moviendo los labios en silencio e Izuku ríe sintiendo una rara mezcla de ternura, miedo y orgullo. Kota era muy intuitivo y extremadamente consciente de él.
-Se supone que no deberíamos ser sólo nosotros dos- susurra mientras intenta ver si alguien de ahí está escuchando lo que dicen- se supone que debería encontrar un alfa, un día, en unos años.
Los ojos de Kota se cristalizaron, pero se limpió las lágrimas mientras su mirada se volvía seria- ¿te vas a ir?
- ¿Qué? No, no, tú eres mío, no me voy a ningún lado- dice pero es mas un deseo que una promesa. “Una mentira Izuku” le dice una voz tras su cabeza
-Ella se fue- interrumpe enojado- ustedes se van…
-No kota, te lo dije, ella murió…
-Pero tú quieres irte
- ¿De aquí? Claro que sí, esto no está bien
-No- Kota se mira las manos mientras busca las palabras adecuadas para explicar lo que está pensando- En casa, también era igual, tenías esa cara a veces…
- ¿Qué?
- A veces- insiste
-Jamás nadie nos golpeo así- dijo Izuku confundido ¿Qué casa era igual a esto? No era verdad, casa era su hogar- Esto no es igual a casa
-Siempre es igual, los omegas son así a tu edad, padre lo dijo
- ¿Decir qué? ¿Así cómo? no te entiendo
-Pero estabas aburrido
Confundido Izuku echa la espalda hacia atrás para tener una mejor vista del rostro de Kota, pero no encontró nada que lo ayudara a entender un poco sus palabras.
-Estabas aburrido e incómodo, caminando, murmurando cosas- explica sin quitar sus ojos del rostro de su hermano- no llorabas como ahora, ni te enojabas así, pero siempre estabas aburrido y cansado. Él dijo que es lo que pasa cuando un omega está listo para tener su propia casa y que te ibas a ir.
Ah, ahora lo entiende. A los 11 años su infancia terminó, y aunque los primeros años cuidando a Kota fueron suficientes para mantener su cabeza cerrada, enfocada en criarlo y mantener la casa limpia…fue teniendo más tiempo para pensar y darse cuenta que, aunque amaba a su familia, no estaba seguro de que criar niños, limpiar, cocinar y cocer, fuera todo lo que quería hacer. Que fuera para siempre hacía que esas tareas se sintieran inquietantes a veces.
 veces también se preguntaba, si podría hacer algo diferente, pero cada vez que lo intentaba alguien de su familia estaba ahí para reprenderlo. Como si no fuera natural tener algo que sólo fuera suyo. Por eso se escapaba al pueblo montando el caballo, para imaginar que era el quien viajaba por la región. Por eso también hablaba con soldados y betas mercantes en el pueblo…Son esposos que nunca estaban en casa y entonces…tal vez, podría…
-Mírame- pide poniendo todo su esfuerzo en hacer que sus sentimientos fueran claros, lejos de la tormenta hirviente que han sido desde que todo comenzó- yo amaba vivir en casa, pero a veces trabajar en la cocina, lavando ropa, cultivando, cosechando, cuidando caballos, era sencillo, mucho
- ¿Fácil?
Ajá, pero cuando terminaba esas cosas, me quedaba sin hacer nada, entonces, supongo que mi mente se distraía pensando, imaginando fantasías, como la abuela
- ¿Te estas enfermando?
-No, no, me refiero a que necesitaba, distraerme, hacer algo diferente a las cosas de la casa. Pero nunca. Y escucha bien esto- dice juntando sus frentes- he querido estar lejos de ti. Eres mío, incluso más de lo que le perteneciste a pa… Hisashi, y si vuelvo a ponerme estúpido puedes patearme. Los dos somos un par, si algo pasa, y no olvides eso, volveré para cuidarte siempre.
-Y si llega
-Siempre- jura abrazándolo con fuerza hasta que se duermen completamente agotados.
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theaftermath-rpg · 6 days
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CONOCE AL PERSONAJE: 15.
Keziah Dankworth.
1. Frase que te defina.
«Relájate, alterarse no sirve de nada.».
2. 5 cosas sin las que no podrías vivir.
• Sus libros de D&D • Timón y pumba, sus dos gatos • Neriah • Sus libros de medicina • Sin su trabajo
3. La canción de la que nunca te cansas.
Hail to the king - Avenged Sevenfold
4. ¿Qué haces cuando estás ansioso para calmarte?
Pasear, y pensar de qué manera solucionar aquello que me genera ansiedad.
5. ¿Cuál es la lección más valiosa que has aprendido este último año de tu vida?
Que hay que ser más decidido, dudar solo te hace perder momentos que pueden ser cruciales en tu vida.
6. Dale un consejo a tu yo de 18 años.
No seas tan tímido y retraído, hay que echarle valentía y hablar con sinceridad, sin esconderse.
7. Si pudieras extinguir una quimera para siempre, ¿cuál sería? ¿Y por qué el Blop?
Slumber, por favor, eso que mueran y curen, se hace interminable. Una vez me los crucé y no quiero más.
8. Si se te presentara el genio de la lámpara, ¿qué tres deseos le pedirías?
- Recuperar a mi familia. - No haber perdido a mi hijo. - Poder envejecer junto a Neriah.
9. ¿Hay alguien a quien admires profundamente? De ser así, ¿quién es y por qué?
A mi padre, a pesar de haberle perdido cuando la convergencia, durante esos quince años que estuve junto a él me enseñó demasiados valores, me ayudó a encontrar mi vocación. Me habló del respeto, de saber escuchar a los demás y me mostró que de nada sirve enfadarse con los demás, lo único que se consigue es perder a gente valiosa, hay que saber perdonar.
10. Dinos una cosa sobre ti que la gente asume erróneamente que te define o que tienes.
Que soy un aburrido, pues mis gustos no suelen ser los normales para mi edad. Todo es encontrar el punto, tengo más sentido del humor de lo que suelen creer.
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rubimoon45 · 2 months
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Mildrith of Wealas (2/3)
Pairing: Sihtric Kjartansson x fem!reader
Sinopsis: ahora que huyen de todo aquel que quiere hacerse con el sucesor de Mercia, Sihtric decide dar el primer paso a una buena amistad...o algo más.
Warning: sangre, angst, contenido adulto, mención al pasado, posesivo.
You can traslate the story and read it!
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Los caminos de Mercia eran duros y montañosos, pero los caballos se movían con gracia entre las rocas y la maleza que los amenazaba. Y serían rápidos si aparecían enemigos de repente. Mildrith lo intuyó por sí misma cuando los guerreros de Uthred y este se adelantaron al carro donde los niños iban y hablaban lanzando miradas por encima del hombro de vez en cuando. Los hijos de Uthred hablaban entre ellos, seguramente de alguna tontería, pero la atención de ella estaba en los niños que se agarraban al carro conducido por Osferth. Este iba callado.
Aethelstan le había insistido en aprender galés una vez más. Se había convertido en el pan de cada día, y solo llevaban unas horas a caballo desde que se marcharon de Siltwic, la residencia merciana de la reina. Solo pudo conseguir distraerlo cuando sacó un libro de debajo de los sacos que iban con ellos en el carro y se lo dio. Desde ese momento, se había mantenido callado y al margen. Ahora solo quedaba Aelfwynn. La niña lloraba y tosía de la angustia por tener que marcharse y alejarse de su madre. Aunque le dijeran que se reuniría con ella pronto, solo miraba al suelo y evitaba que la tocasen. A Stiorra le hacía gracia verla así y de vez en cuando le lanzaba comentarios, que solo eran detenidos por su hermano y por las miradas de advertencia que ella lanzaba.
El camino a Caester al menos se conservaba en bien estado. El carro se movía bien y no necesitaban hacer paradas por las ruedas y los baches. Hacía calor, aunque de vez en cuanto se levantaba viento y lo volvía en su contra. En la primera hora ya tuvo el pelo enredado. En la tercera, una mujer apareció en una yegua blanca camino abajo al encuentro por sorpresa con quienes encabezaban la marcha. Mildrith se llevó una mano al costado, hasta recordar que era la única que no iba armada. Aethelstan levantó la vista por primera vez en el viaje para atender.
Era pálida y pelirroja, con una gruesa trenza colgándole al lado. No supo qué más pensar, más que el parecido que tenía con ella exceptuando algunos de los rasgos y el tipo de vestuario entre ambas. Mientras que Mildrith llevaba el vestido fino y rojo con el que habían salido, cubierto por una capa gris, la dama iba vestida al completo con tonalidades moradas y varias joyas adornaban sus dedos y cuello. Sus ojos altivos miraban de pies a cabeza encima del caballo a Uthred mientras hablaban.
Mildrith miró a sus espaldas. Stiorra y el joven Uthred miraban sin palabras lo que pasaba delante de ellos. Aelfwynn y Aethelstan se habían tirado sobre los sacos hacia el frente para observar, sin vergüenza alguna. Incluso Finan y Osferth miraban con sorpresa lo que esos dos hablaban; ambos estaban cerca y podían escucharlo bien. El único que se mantenía firme y serio era Sihtric, con una mano como de costumbre en la empuñadura de alguna de sus armas. Se había alejado para observar el camino por el que había aparecido la mujer.
Dos pares de ojos marrones se posaron sobre ella, entonces. No necesitó que se acercarse para saber cuáles eran sus intenciones. No había maldad en ellos, a simple vista. Y era...bella a la vista.
-No necesito probar mi confianza, solo sigo órdenes. Pero para que creáis que estoy de parte de Lady Aethelflaed, supongo que tendré que demostrarlo -lanzó una risa seca, pero no cruel-. Dijo que usted sería la única en saber lo que me dijo.
Mildrith se encogió de hombros. Bajó del caballo, con cuidado, y le entregó las riendas al joven Uthred para que el animal no marchase. Las piernas le tiraron del esfuerzo por caminar, habiendo perdido la costumbre a hacerlo. El que la dama la mirase desde encima de su caballo solo la estremeció. No hizo ademán de bajarse, a diferencia de ella. Mildrith se detuvo frente a la yegua blanca.
-Supongo, dígame.
-Tiene pesadillas desde que su arco hirió a uno de sus hermanos, pero es buena de corazón pese a eso. Canta en galés todas las noches para Lady Aelfwynn y conoce los ritos celtas de sus ancestros -decía. A cada palabra, a ella le recorría un escalofrío que aumentaba en intensidad-. Le dijo una vez que los intentó imitar pero que las monjas la pillaron y castigaron.
-¿Todo eso te ha dicho? Ahora me conoces más que mi madre.
La sonrisa tirante de la mujer no desapareció. Era astuta como un zorro, pero no parecía tener malas intenciones. Y si no iba armada, no supondría una amenaza. Pero también podía ser una mentira para distraerlos y hacerles caer en la trampa. Supuso que era el motivo por el que todos tenían cuidado con ella y en si creerle.
Ahora todos los ojos estaban sobre ella. Mildrith tragó con fuerza. Eso era algo que solo ella y Lady Aethelflaed sabía Mildrith asintió.
-Es cierto -y alzó el tono-. Dice la verdad. Solo Lady Aethelflaed sabría eso.
-Ahora viene con nosotros -anunció entonces Uthred.-Cambio de planes. Iremos a reunirnos con Aethelflaed a las ruinas del priorato de santa Milburga.
Pero a Mildrith se le quedó un mal sabor de boca. Osferth ya estaba volviendo a subirse al carro para conducirlo, cuando la miró y estuvo un rato en silencio a la espera de que subiera a su caballo. Los demás ya estaban moviéndose. Osferth esperó con ella. Los niños la miraban con curiosidad. Y ella...simplemente era incapaz de moverse. ¿Tan fácil era sacarle información a una persona y usarla? No a las malas porque esa mujer demostraba ser de confianza sabiendo algo que solo una dama con Aethelflaed conocería. Si los capturaban, ¿qué haría esa? ¿Pediría que le cortasen el cuello como la última vez que la acorralaron o aceptaría las condiciones que le impusieran? ¿Qué era lo mejor?
La última vez que había intentado llevarse bien con alguien, otra persona la había golpeado por su elección. Y no se arrepentía, pero sí confundía. Hiciera lo que hiciese, parecía que el mundo no estaba hecho las decisiones de las mujeres. Ni siquiera en una sociedad moderna como anunciaba ser Wessex.
Mildrith se pasó la lengua por los labios, secos. Luego, se dio la vuelta y subió a su caballo inundada en las voces de sus propios pensamientos.
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-Cuando seas mayor lo comprenderás.
-Pero...
-¿Para qué quieres saber lo que significa? Solo eres un niño.
-Tengo diez años -debatió él. Mildrith sacudió la cabeza.
Estaban donde Eadith había dicho que estaría Aethelflaed. Las ruinas del priorato eran menos que el tamaño de una habitación, pero supuso que las ruinas primitivas de su religión eran todas así. Su padre solían ir mucho de peregrinación cuando era pequeña, probablemente siguiera haciéndolo, y cuando regresaba siempre decía que era como purificar su alma en suelo de sus ancestros. Las ruinas del priorato estaba en la cima de una colina, marcadas con una cruz de piedra y el grabado en latín de qué suelo estaban pisando. Uthred había dicho que esperarían hasta que la reina apareciera como se indicó, pero ella tenía otras cosas en la cabeza. Los niños se habían tumbado en el suelo bajo el sol mientras que los demás hacían guardia esperando a Aethelflaed.
Sihtric y ella habían hablado brevemente al desmontar. Tuvieron que dejar los caballos lejos de su ubicación al descubrir que una enfermedad plagaba las tierras y cualquier comerciante o viajero tenían prohibido moverse por los caminos porque los habían cerrado. Moverse a pie ahora era más complicado, lente y agotador para los niños, que necesitaban descansar más de seguido. Sihtric lo había advertido, que no aguantarían mucho a pie, y hacer paradas era igual de peligroso que quedarse expuesto en una batalla. Antes de eso una mujer y un hombre los habían asaltado y robado parte de la comida, pese a las patadas de Stiorra. El hombre había agarrado a Stiorra y Finan estaba de los nervios con miedo porque se contagiase. Sihtric la había cogido a ella del brazo y limpiado solo para que Finan se callase, ambos riéndose de su comportamiento.
Finan dejó de juntarse con ella cuando supo lo de la enfermedad. Ninguna la tenía, pero él decía que era mejor ser precavido que acabar echando las entrañas por el culo. Mildrith se alejó con los niños todo lo posible de él solo con una mirada, pero Stiorra era más valiente y le respondía a cada queja que tenía.
-Aparta a los niños del sol. Le hará mal.
-No creo que les haga tanto mal. Solo se pondrán un poco morenos, pero lo perderán.
Uthred le dio una mirada vacilona.
-Era para Stiorra.
-¿Por qué tengo que seguir cuidándolos? Llevo meses haciendo lo mismo y a cambio de nada.
El joven Uthred y ella compartieron una mirada cómplice. Se rieron, poco después, y ella se levantó del caído muro de piedra para estirar las piernas. A lo lejos, las montañas cubiertas de bosque se extendían. En medio, una gruesa y negra humareda ascendía hasta el cielo. El viento arrastraba el honor de los cuerpos carbonizados, dijo Finan como advertencia, sabiendo que eso era más dañino que ver a un hombre moribundo desangrándose... El recuerdo se revivió. Los dedos de Mildrith temblaron suavemente, y ella se acarició el brazo sin mangas del vestido.
-Es parte de tu entrenamiento como esposa.
-¡No quiero! No entiendes nada. ¡Ninguno lo hace!
A sus espaldas, los pasos de Stiorra se alejaron dando zancadas. Mildrith no necesitó darse la vuelta. Eadith y ella compartieron una larga mirada que aumentó su divertida sorpresa, para su sorpresa. Una parte de ella lamentó que se sintiera así, pero si dejase que las emociones la inundasen por cada mujer que pensaba como ella entonces estaría sepultada por tener ideas contrarias a la Iglesia. Se tocó la cabeza ardiente por el sol, pensando en las probabilidades que había de que la reina apareciera a tiempo y estuvieran a salvo de las amenazas que la perseguían. Pensó en el ya difunto rey. Los hombres solo pensaban en una cosa: poder. Y cuando no lo tenían, se veían obligados a actuar para beneficiarse.
Finan puso los ojos en blanco cuando la vio caminar hacia ellos, y murmuró algo antes de alejarse casi corriendo. Ella lo retó observándolo, viendo cómo se acercaba a la bolsa donde guardaban las provisiones y buscaba en ella. Sihtric sacudía la cabeza intentando contener la risa por su modo de actuar.
-¿Alguna nueva de Lady Aethelflaed?
-Ni un caballo -sacudió la cabeza. Los rizos oscuros se movieron con él-. Ya he dicho que ella no aparecerá hoy. Uthred piensa lo contrario.
-Nunca ha sido una mujer que use su palabra en vano. Vendrá, y si no lo hace es porque habrá cambiado de planes.
No hubo respuesta, no una inmediata. Ya estaba jugando con los dedos, intentando no respirar profundamente. El aire apestaba al humo que llegaba de la otra montaña, movido por el viento. Difícilmente podía distinguirse aquello de una matanza. Por si fuera poco, los que morían por la enfermedad no tenían acceso a una confesión. A una redención. Jamás irían al Cielo. Como los cuerpos empalados del camino... Apartó el recuerdo de su mente que está tanto ansiaba evocar, como una advertencia a lo que se le vendría encima además de huir con los niños y unos daneses.
-¿Por qué la princesa se llevaba un arco?
Mildrith recordó el arco que Aelfwynn había cogido de su baúl, y casi se sintió culpable por haberlo dejado en el carro con el resto de cosas inútiles y los caballos.
-Cuando era pequeña mi padre insistió en enseñarme. Al principio mi madre se negó porque no es lo estipulado para una dama de alta cuna y menos de sangre real -indicó, recordando la discusión y las tensiones de la Corte. Los gritos de su padre y los sollozos de su madre-, pero acabó accediendo. Mi padre me regaló uno antes de abandonar Wealas para que siguiera aprendiendo por mi cuenta. Aelfwynn juega con él algunas veces.
-Un buen arma. Los arqueros de Wealas están bien adiestrados, supongo, para ser cristianos.
Mildrith arqueó una ceja.
-Es por los celtas -respondió ella-. Eran buenos guerreros. Algunos linajes siguen vivos.
-Tengo entendido que eran tribus bárbaras.
-Solo son bulas de los salones de Mercia, que construyeron un muro para separarse de nuestra barbarie pero que no consiguieron completar. Los nuestros convirtieron para sobrevivir con los romanos. Aunque con otros ritos -sonrió ante la idea de que podía no estar entendiendo nada y todavía la miraba con curiosidad-. Hay rumores de que en el norte, en Escocia, continúan celebrando el paganismo. El rey Constantino es un hombre flexible cuando se trata de sus creencias.
Sihtric arrugó el gesto. Probablemente nunca lo hubiese conocido, solo escuchado de él como un monarca al norte de Northumbria y algunos rumores que llegasen. El norte estaba muy desconectado normalmente, pero el rey Eduardo se esforzaba en mantener buenas relaciones con todos y en evitar conflictos que pudieran debilitar todos los reinos frente a los daneses. Sihtric jugó con el mango de un cuchillo, atado a su cinturón, envolviendo los dedos en las empuñadura una y otra vez.
-Nunca lo he conocido, señora.
-Bueno, yo tampoco. Pero...dicen que también es pelirrojo. Su sobrino también, el que lo sucederá...
Puede que también tuvieran una gota de parentesco. La abuela de su padre era escocesa, miembro de la familia real, entregada para unirse a una coalición contra los daneses que asomaban por las costas y ansiaba hacerse con el control de algunas islas del oeste. Jamás los había conocido, pero los rumores decían que eran igual de bárbaros que los paganos pero que con Constantino los valores cristianos casaban en la sociedad cada vez más. Tal vez porque fuera uno de los mejores reyes que la historia recomendaría estudiar.
-¿De qué madera era?
-De roble. Mis ancestros siempre han creado armas con el roble porque es el que más abunda, pero creo que mi padre quería que fuera más un recuerdo a mis raíces para que los sajones no me hiciesen olvidar de dónde vengo.
Por sus relaciones. Britanos y sajones no se llevaban bien desde siglos. Por disputas comunes, se habían unido de escasas ocasiones y enfrentado al mismo enemigo para volver a separarse y hacer vida en común. El único motivo por el que ella estaba ahí era, aparte de para ser la pupila de Lady Aethelflaed, era por petición de su madre que también era merciana y confiaba en la educación que la corte le daría ahí.
-Aquí no hay robles, señora.
-Bueno -lo desafió, dándole una sonrisa juguetona y a la vez que intentaba infundir una confianza de la que dudaba tener más que para cuando jugaba con los niños o recitaba las horas de seguido-, usted mismo ha dicho que los míos son guerreros fieros. Cualquier árbol podría servir.
Lo vio desatarse las pieles que usaban para beber en los viajes. Las conocía porque ella en el suyo propio había bebido de ella y también en aquel ven varias ocasiones. Se aseguraba de que los niños hicieran lo mismo. En ese momento, Osferth se había quedado con ella y la mantenía a buen recaudo.
-Cualquier árbol-repitió él, limpiandose la barbilla con la parte interna de la muñeca. Gotas resbaladizas de agua bailaron desde su barbilla hasta su cuello, descendiendo en una carrera que ella seguía fijamente dado que era lo primero que tenía a la vista antes que el rostro. Por la diferencia de altura...y eso-. Bebe.
Mildrith se mojó os labios, a la vez que él le tendía su petaca de agua. Aceptó, tomándola para beber, teniendo cuidado de que Finan no la viese beber del recipiente por miedo a que montase otra escena... Los ojos de Sihtric la siguieron en todo momento. Desde su cercanía, podía ver la diferencia clara entre colores que no se veía a la distancia que solían mantener. La hacian sentir invadida, pero no incomoda. Sabia que si le pasaba algo, aunque fuera bebiendo, al menos tendria la seguridad de tenerlo cerca para protegerla. Mildrith bebió, con cuidado, tratando de no quedar empapada.
-Gracias.
Él la tomó de vuelta. Mildrith estaba a punto de irse cuando vio la mano de Sihtric volar en el aire. Hacia ella. Hacia su rostro. Tuvo el reflejo de apartarse demasiado tarde, dándose cuenta de que el impacto no era una invasión de su espacio vital indeseado o una amenaza. Al parecer, desde fuera podía verse más cuando una era un desastre. Los dedos de él se posaron sobre su mejilla, una sensación extraña que le atascó el aire en los pulmones. Sus dedos... Sus dedos, largos y gruesos por el manejo diestro de las armas, le limpiaron el desastre que era. El polvo de la tierra sobre su mejilla, en su cuello, el recorrido del agua descuidada en sus labios. Mildrith no se movió, no se apartó, una escena que podría haberle sentenciado una vida de clausura o la consternación de cualquier monja que lo viera.
El decoro era su lema. El que le habían impartido desde niña. A todas las niñas. A todas las mujeres de su familia que aspiraban a casarse o a vivir en silencio con las monjas de clausura lejos de los lujos de un castillo. Pero en ese momento... Ella se sentía ligera. Como la nada misma. Como la nada que había sido todo tras la acción de Dios en siete días. Le limpió los labios, pasando tiempo de más sobre su labio inferior como un curandero examinando su cuerpo en busca de la enfermedad. Su estómago tiraba de ella. Pensó en el momento que pasaron juntos encerrados en ese armario, en el señorío de Lady Aethelflaed, cuando contuvieron el aire mirándose a los ojos en esa oscuridad, en el calor que hacía ahí dentro...
Contuvo el aliento. Él la miraba como si fuera la cosita más adorable del mundo, un pajarito necesitado, como el pájaro que Aelfwynn había mantenido hasta que su ala se recuperase. No era un pájaro. Pero, en ese momento, se sentía uno. Quizás algo más pequeño. Y a su parecer, bien podría haberlo sido con el cuidado que él le brindaba. Solo respiro cuando él apartó la mano, los ojos también, como si se diera cuenta de recién del efecto que causaba.
Pero aún con esas, y la insistencia de él el mantenerse apartado de ella como si se hubiera convertido en la enfermedad misma, pegado a Finan o pasos por delante haciendo guardia al retomar el camino, a Mildrith se le hizo algo confuso. Solo tenía unas pocas cosas claras a esas alturas.
Que ella era una princesa cristiana y él un pagano.
De cómo él la miraba cuando pensaba que ella no se daba cuenta.
Y de lo que ella sentía en su cuerpo.
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La aventura se detuvo para descansar en medio del bosque. Siguiendo el cauce y ruido del río, acabaron en un paraíso vegetal donde podrían descansar para felicidad de los niños y de sus piernas. Uthred les permitió disgregarse tras un examen rápido del terreno y que estaban bien escondidos entre la maleza, la cascada y que si a ellos ya les había costado encontrarlo nadie se adentrará en el bosque huyendo de los caminos bloqueados por la enfermedad.
Mildrith se atrevió a mirarlos de lejos. A ambos, arrodillados en el riachuelo sin mediar palabra. Hacía mucho tiempo que conocía a Aethelstan, desde que llegó por indicaciones de la reina viuda de Wessex a la residencia de Saltwic, pero jamás lo había visto apartar la mirada de algo que no fuera un libro. Sin embargo, ahora veía lo que realmente era: un niño jugando a ser un niño. Y Mildrith lo comprendió, observando cómo la barca que habían hecho Finan y él con un trozo corteza, un palo y una hoja se deslizaba corriente abajo. Una vida recluido y apartado de otros niños con sola opción a la que aspirar en la vida trastocaban el alma. Sin miles de ojos que observasen sus pasos, dagas apuntando en su dirección, en ese momento Aethelstan estaban experimentado lo que toda una viuda de prohibiciones le habían impedido disfrutar. Y de la mano de una persona que negaba ser bueno con los niños. No puedo hacer más que sonreír cuando las comisuras de los pequeños labios del niño se curvaron hacia arriba en una de las más tiernas expresiones que habría visto jamás.
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No pudo evitar pensar en lo triste de aquello. ¿En qué acabaría toda esa historia? Cuando se encontrasen con la reina, Aelwynn estaría segura y Aethelstan también. Probablemente volverían a la vida de siempre una vez la sucesión estuviera asegurada tras la muerte del rey. El destino de ella era incierto, pero estaba segura de que su padre ya estaba al tanto de lo que ocurría al otro lado de su reino, en su vecino próximo. Y Aethelstan... Tendrían que hacer algo con él. No podría residir en el palacio a no ser que tuviera una justificación. Vio esos ojos llenos de alegría, la forma en la que Finan lo levantaba en brazos para cruzar más rápido al otro lado del río, y solo vio el destino de un niño marcado por las sombras y los peligros que le ocurrirían si se descubría quién era y cuál era su destino.
-Una vez vi esa mirada y supe que no eras sajona -hablaron a sus espaldas. Mildrith miró por instinto al suelo bajo sus pies-. Los sajones son demasiado remilgados.
-Y una vez usted me dijo que había nacido sajón y forjado danés.
Uthred se limpiaba las manos mojadas en los pantalones, pero miraba en la misma dirección que ella hacía unos instantes. Las marcas de lucha eran cada vez más evidentes con los años, sumándole experiencia y valor. Un danés de corazón, tendría que haber dicho.
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-Estoy pensando en el futuro. Lo que pasará con Aethelstan. Harán con él lo que quieran y solo es un niño.
-No es nuestro tarea preocuparnos de esto ahora mismo -insistió él, por su parte-. Sobrevivir es lo que tenemos que hacer. Y tu futuro...todavía puede ser una ventaja para nosotros en caso de encontrarnos con los soldados de Mercia.
Por supuesta, por su herencia. Porque enfrentarse a Wealas abiertamente después de haberse aliado contra los daneses enemigos era y sería un problema. Uno grande. Pero ella conocía la corte mejor que él. Los juegos que se hacían para ganar poder y para apartar a otros de él.
-¿Alguna vez han jugado con usted, señor?
Los ojos de Uthred parecieron perderse en miles de pensamientos.
-Más veces de las que uno imagina -dijo, pero no dio más detalles o informó sobre lo que se le pasaba por la cabeza. Tenía el pelo sucio y enredado como los demás-. Una vez estuve casado con una chica de tu mismo nombre porque jugaron conmigo, a sabiendas de que había cosas que ignoraba y tardaba en aprender. Fuimos felices un tiempo, hasta que el destino hizo lo suyo. Alfredo me la impuso y mis acciones la apartaron.
-Me enseñaron a no creer en el destino.
-El destino lo es todo para la gente como nosotros, incluso para ti -contestó, y apoyó el peso de su cuerpo sobre una pierna. La otra se había subido a una roca y ahora Uthred trabajaba en los nudos de sus botas. Parecían desgastadas-. Hazme un favor y sube ahí para decirle a Sihtric que tiene tiempo para comer con nosotros antes de cambiar de guardia.
¿De guardia? Sonaba como el campo de entrenamiento de una fortaleza. Mildrith suspiró, y vio donde había visto e incordiado a Sihtric minutos atrás. Permanecía ahí subido, camuflado pero visible desde donde estaban. ¿Alguna vez hacía algo más que vigilar o mantenerse alejado de otros hombres?
-No creo que me haga caso.
Uthred le lanzó una mirada significativa.
-Depende del tono que uses con él -respondió, y se rió él de su propia broma-. A veces parece que es él quien se haya comido un perro -rememoró la conversación que habían tenido antes de abandonar los animales y comenzar a caminar-. Tu hazlo y verás que obedece.
Le tocó hacerlo. Y casi de mala gana. Resultaba que a parte del coraje que tenían los daneses en el campo de batalla y en el día a día, resultaba que también tendían a ponerse en los lugares más altos. Por alguna razón. Una obsesión enfermiza que la hizo sufrir cuando tuvo que recogerse las faldas para subir el ascenso de tierra y árboles y arbustos que cubrían la cascada de ojos indiscretos. Los tacones de las botas se le hundía en la tierra húmeda, o alguna rama la hacía tropezar.
Cuando por fin llegó a la parte alta, se sorprendió de hacerlo viva. E intacta dadas las circunstancias. Sihtric estaba en el final de la pendiente, en la punta oculta que daba al claro desde el que se escuchaba el curso del río y la caída del agua. Un lugar idílico... Si no fuera por la naturaleza que intentaba matarla. En un momento la capa se le había enganchado en un arbusto y roto al tirar de ella para sacarla. Su estómago tiraba de allá hacia atrás, recordando lo sombrío que se había mantenido desde que huyeron del bosque cuando encontraron a los soldados de Mercia descansando, o la tensión que habían cortado cuando él había acariciado sus labios con la suavidad de un sastre a sus prendas más lujosas.
-Lord Uthred dice que puedes comer con nosotros. Si quieres.
Añadió eso último para no sonar como una imposición. En aquellos momentos, no era una princesa ni un miembro de sangre real como para dar órdenes a las personas que se ocupaban de ellos. Una carga, más bien seria. Fuera lo que fuese, los ojos de Sihtric se movieron hacia ella y de un momento a otro ya estaba levantándose y dándose media vuelta, hacia el camino improvisado por el que habían ascendido. Tenía tierra en los pantalones y las botas de cuero manchadas, con los cordones empapados de lo que podría ser el agua del río mientras lo seguían. Cuando se las había manchado si habían caminado codo con codo, no tenía respuesta.
-Alguien tiene que hacer la guardia, señora -dijo él, colocándose bien el cinturón sobre la cintura y asegurándose las armas.
Mildrith miró nuevamente hacia ellas. Una daga, con la cuchilla afilada y reluciente, y una pequeña hacha de oja curva y también afilada en los bordes. Los demás llevaban espadas así que le llamaba la curiosidad que pudiera usar ambas en batalla tan a la ligera, y si había algo que se le diera mal.
-Deben de pesar mucho después de tantas horas en camino, pero qué sabré yo -le sonrió, apartando la mirada hacia otro punto. El viento meció las copas de los árboles en una canción silenciosa. En Escocia decían que la naturaleza intacta estaba poblada por espíritus. Sus niñeras le contaban esas historias sobre esprititus salvajes y traviesos para que en las cazas de la familia real no se marchase por libre como sus hermanos mayores-. Esperemos que su esposa no tenga que encargarse de afilarlas cuando regrese a casa. Tampoco quiero vivir un derramamiento de sangre innecesario.
-Lo hago yo -respondió, y añadió al final con cuidado-, señora.
-¿No lo hace tu mujer? Lord Uthred dijo una vez que sus hombres no estaban solo prometidos con su empresa.
Sihtric la miró a los ojos tan despacio que pareció una respuesta obvia acompañada de timidez natural. Se pasó la lengua por los labios, solo para empezar a caminar hacia la bajada que ella había ascendido hacía unos minutos.
-Soy un hombre libre, señora.
Mildrith lo miró con los ojos muy abiertos. Hasta que lo comprendió, y la vergüenza la consumió.
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-Lo lamento -respondió con sinceridad. Una pesadez se acopló en su pecho-. ¿Los daneses podéis divorciaros tan...?
-Fácil -añadió, y lo siguió un cabeceo que asumió como una afirmación. Su rostro era piedra pulida, hermosa y con la cicatriz que solo lo hacía parecer más hermoso. Un rostro hermoso, la visión del pecado que las monjas de su crianza la habían advertido. Pero no podía apartarse, otro consejo del que le habían advertido que fuera precavida...-. No hay votos ni formalidad. Tenemos nuestros rituales, pero nunca ligados a las normas de una institución como la vuestra. Rompemos ese acuerdo y a la mujer se le devuelve parte de la dote. Son nuestras costumbres.
Mildrith asintió con educación. Su educación cristiana le hacia incomprensible una sociedad así. Romper los votos del matrimonio, volver a casarse sin queja alguna, que a la mujer se le devuelva parte de la dote... Si el rey Alfredo quería una Inglaterra unida, con una sociedad sajona, tendría que haber percibido cuánta profundidad había en las tradiciones de sus enemigos. Y tal sus ancestros también. Su propia familia tenía raíces de otra cultura, que aún recordaban y veneraban mezcladas con la cristiandad de los romanos. ¿Como de difícil iban a tenerlo los sajones en eso? ¿Cómo iban a hacerlo sin tener en cuenta que el enemigo podía ser una ventaja?
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A Mildrith le vino un recuerdo de un pasado cercano. Uno que todavía recordaba, que de vez en cuando se le venía a la cabeza a medida que pasaban horas y horas caminando en silencio o atendiendo a los niños.
-Pensaba que tenías hijos.
Sihtric tardó en responder, como si se le hubieran atascado las palabras. Los ojos le brillaban, cada uno de un tono, pero con una familiaridad alarmantemente conocida. Molestia. O incomodidad. A sus hermanos también les costaba hablar de sus emociones.
-No eran míos. Tanta batalla le dio tiempo a hacer de su antiguo trabajo un hábito.
Mildrith separó los labios. La pendiente era inclinada, y la suela de los zapatos parecían oponerse a continuar la bajada sin probar la resistencia de su durabilidad. Hubo un momento en el que pensaba que iba a resbalarse, pero su compañía fue un respaldo para ayudarla tomándola del brazo.
Las piezas no tardaron en encajar, para su consternación.
-¿Era una fulana?
La sonrisa pícara le hizo vacilar, y avergonzarse de decirlo con ese tono de sorpresa. ¿Qué esperaba?
-¿Sorprendida? Las prostitutas también pueden casarse, mi señora.
Mi señora. Retuvo ese detalle en cuenta. La había llamado así antes, cuando hablaban con formalidad, pero en ese momento... Ese detalle era un desperdicio pudiendo hablar sin tapujos. Que lo hiciese de aquella forma, en ese momento, en ese instante donde solo estaban ellos dos... Mildrith tragó saliva e intentó recomponerse.
-Un hombre puede casarse con quien le plazca, creo. Pero consideraría a una prostituta como una persona al margen de esa decisión -fue lo que respondió, generando que él le diera una mirada extraña.
La ayudo dándole la mano a bajar de unas piedras en el camino. Se escuchaba la voz de Finan a lo lejos, discutiendo aparentemente con el niño, pero no a tanta distancia como pensaba que quedaba. Mildrith se sintió extrañamente decepcionada.
-Fue amor juvenil, señora. En ese momento no sabía distinguir amor de necesidad y pensaba que era lo que mejor me convenía -dijo, solemnemente, con una pizca de comprensión a medida que lo decía en alto. Cayó en la cuenta de que aún no le había soltado la majo, y que la guiaba por el bosque gracias a eso yendo a la velocidad que ella arrastraba-. ¿El amor es tan raro en su mundo?
Su mundo. Otro detalle a tener en cuenta. Un recordatorio de lo que realmente eran. Una niña princesa y cristiana y un adulto pagano cuya vida era dar la cara por su señor y matar gente por su lealtad. Mundos distintos. Mentes distintas. Personas distintas.
-No creo que en todos sea así, pero en general las alianzas valen más que una emoción. Mis reyes, mis padres, no son la representación del cariño pero se respetan el uno al otro y creo que eso es importante -le respondió, tras pensarlo un rato-. Sin embargo, creo que el rey Alfredo y su dama sí que lo hicieron. A su manera, pero lo hicieron.
-Pregúntale a Osferth.
Mildrith le miró mal.
-Has fastidiado mi buena respuesta con una broma cruel.
-¿No se casaría por amor, mi señora?
-Entre gente como yo el amor el escaso, pero de hacerlo lo haría con quién me quisiese por cómo soy y no por el valor que tengo. Los nobles son...complicados.
Y gente que solo se movía por influencias. Su educación se había basado en el matrimonio y la religión, lo poco que se le pedía a las mujeres por esos tiempos. Lady Aethelflaed la había educado en ambas por insistencia de la reina de Wealas. Solo para que a ella la vendieran al primer noble que ofreciera algo de interés a la Corona y acabase en manos de un señor con tierras y ventajas. Seguramente menos religioso de lo que aparentas y mucho más...adecuado a romper los votos.
-¿Tú que opinas de los señores, Sihtric?
-No me importan sus vidas, señora -se pasó la lengua por los labios, dando rienda suelta a sus pensamientos-. Si tengo que agachar la cabeza la agacharé, pero si mi señor no jura lealtad a ninguno es porque ninguno es mejor o peor que el anterior.
Rumió su respuesta.
-Ciertamente nuestras opiniones pueden ser diferentes, por nuestras vivencias.
No hubo respuesta, solo una mirada larga y tendida. Mildrith se detuvo, clavando los tacones en la tierra. Sihtric dobló el cuello para mirarla, con los mechones negros y rizados bailando en su rostro.
-Los nobles solo quieren acercarse al poder para cumplir sus beneficios, y otros mantenerse al margen para protegerse a ellos mismos -explicó en voz baja-. Y aún así, los condes de Mercia ahora luchan después de haber elegido a su rey hace pocos años. Para disputar el trono a una niña.
-Es una niña -repitió, sereno.
En otro momento esa respuesta la habría enfadado. Por supuesto que era una niña, una que no podía distinguir la maldad del bien y que se había criado lejos de las crueldades de los adultos y de la corte. Incluso ella, que vivía lejos de su tierra natal, conocía las intenciones delos hombres del consejo de su padre. Y sus intenciones. Mildrith inspiró, mirando a su alrededor. Ya veía la melena trenzada de la mujer, de Eadith, moviéndose alrededor de quien supuso que era Aelfwynn y un hombre apenas un poco más alto a su lado.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
Una inocente cargada de ansia. Sihtric volvió a centrar su atención en ella, apartandola de los pájaros que los sobrevolaban. Eran cada uno de un color diferente, uno más claro y otro más oscuro. Pero con la mismas curiosidad de saber qué rondaba por su cabecita pelirroja para que ahora fuese tímida con él. Su lengua resbaló, vacilante, en su paladar. Aún no se acostumbraba a la lengua de los sajones, pero hacía lo que podía aunque se denotase su acento y el arrastre de algunas letras.
-¿Por qué apuñalaste el cuello de ese enfermo?
-¿Lo viste?
Se encogió de hombros.
-Iba a acercarme, pero Finan empezó a gritar que la enfermedad iba a por nosotros y... No tuve valor.
Sobre todo porque la había cogido del brazo y tirado de ella para alejarla, para ponerla con Stiorra antes de lanzarse a los brazos de Uthred por el tema de la enfermedad. Después de eso, había visto cómo Sihtric empuñaba la cuchilla y la clavaba en el cuello del hombre en la pica y la sacaba para limpiarla. Aún sentía sus dedos sobre su piel cuando le lavó el brazo que uno de los hombres que los habían sorprendido había sujetado para bajarla del caballo. Una extraña sensación que le calentaba el corazón.
-Fue por misericordia -le respondió, en voz baja pero firme-. Estaba sufriendo por la enfermedad y su situación.
Mildrith asintió suavemente, no muy convencida si tuviera que aceptarlo en voz alta.
-¿Hubieses hecho lo mismo de ser uno de nosotros?
-Creo que cada uno podría buscárselas para acabar con su sufrimiento -se burló, torciendo los labios en una sonrisa-. Menos cierto monje.
-Finan quería dejar a los niños en el bosque, pero tu dijiste que no iban a conseguirlo si íbamos andando.
Entrelazó las manos tras la espalda, esperando algún cambio en su expresión. La tela de las mangas crujió en el gesto, pero no le dio importancia. La suave corriente mecía las copas de los árboles, sus ramas. A veces se preguntaba cuáles eran las diferencias entre Wealas y Mercia si eran tan parecidos por su vecindad, y qué mal veían los suyos en las tierras de los sajones. Tal vez nunca pudieran hacer las paces, pero ella conocía la verdad.
Sihtric tensó los labios.
-Tu rey no hubiera permitido que te atravesasen y dejado moribunda en el bosque -comentó, apuntando al pequeño claro protegido-. Nos hubiese costado más que la cabeza.
Mildrith sonrió.
-Mi padre puede haber unificado muchos territorios en Wealas, Sihtric, pero la muerte de su hija mediana solo conseguiría que atacasen una pequeña parte Wessex.
Volvieron a caminar. Salieron al pequeño claro, conscientes de que les miraron con sorpresa al verlos aparecer, volviendo a concentrarse en sus asuntos tan pronto como supieron que eran ellos. Uthred les lanzó una mirada, pero pronto volvió a hablar con Osferth. Mildrith iba agarrada a su brazo por su insistencia, temiendo que resbalara con las piedras mojadas del río o tropezase de nuevo con alguna raíz.
-¿Solo una pequeña?
-¿Le parece poco, señor? -inquirió, divirtiéndose con esa conversación sobre las intenciones de su padre. Que nunca haría, por supuesto. Si le hiciesen algo a una hija del querido Hywel el Bueno, ya podían temblar los reinos que hasta sus contrarios en su mesa se unirían con tal de invadir las tierras sajonas.
-Wessex es extenso -habló él, convencido. Los ojos le resplandecían.
Mildrith lo miró con visible diversión.
-Un pequeño trozo de Wessex es para Wealas todo el territorio.
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aanon04 · 6 months
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Hola corazón ❤️ creo que no he dejado mi mensaje explayandome por acá sobre tu nueva serie.
¿Cómo fueron los días de la espera para Numa? ¿Llegó a escuchar que Nando y Roberto llegaron? ¿Llegó a escuchar su nombre en la lista de sobrevivientes? ¿Como habra sido la espera a que despertara? ¿Como habra sido para su familia (la suya y la de la montaña) enfrentarse a la posibilidad de que no sobreviviera? Hay tantas preguntas, que no se si las dejaras a imaginación del lector o las contestaras, pero confío plenamente en tu juicio.
Me quedé en la escena de cuando Numa se despierta, en un lugar desconocido, que lo primero que hace es querer levantarse, aún consciente de que no tiene fuerza para hacerlo, arrancándose la intravenosa para moverse, y que lo primero que pregunta sea si los chicos están bien en lugar de preguntar donde estaba y como estaba, creo que no hay mayor ejemplo de la esencia de Numa como en esa escena. Te felicito por haber logrado transmitir eso en tu escrito.
Te comparto un pensamiento que me surgio. Mientras intento leer el libro de "La Sociedad de la Nieve" (lo hago de a poquito) me encontre al principio del libro, que cuando los chicos se encuentran con la familia de Numa para hablarles sobre él, su papá ya había fallecido, y las únicas personas que estaban ahi para escucharlos fueron su mamá y uno de sus hermanos. No se porque relacioné esto (especulación pura y dura) a que al padre de Numa lo destruyó haber perdido a su hijo (y un poquito más saber que su muerte fue el detonante para que el resto se salvara). No se porque sentí mucho el hecho, de que seguro Numa era su ojito derecho, era el que estaba siguiendo sus pasos en su profesión. Capaz ya estoy flasheando una banda y nada que ver. Pero pienso, si a los supervivientes los quiebra, a la familia de Numa la partió al medio y al padre en particular lo mató. Es tan trágico que me destruye el alma. Hoy solo sobreviven dos hermanos.
Capaz estoy super equivocadx pero es la sensación que tuve.
Siempre deseo que exista un multiverso donde las cosas sean mejor. Espero con ansias, como te dije en Ao3 como desarrollaras el quilombo del pobre Nando.
Que tengas una linda semana y cuidate mucho ❤️
Hola queridx, muchísimas gracias por este mensaje y lamento mucha la tardanza. La verdad es que estaba planeando contestarte al principio de esta semana, pero fue esta misma semana que regresé a la escuela y no esperaba que me dejara tan ocupada desde un principio (entre el servicio social, y química y biología, llegué arrastrándome a viernes), y no quería darte una respuesta apurada.
Respecto a las preguntas, si, este es un fic que deja muchas cuestiones sin resolver; algunas de ellas las iré respondiendo mientras avanza la historia, otras tal vez las deje a la imaginación de quien lee. Pero me aseguraré de que sea un trabajo con el que esté satisfecha, y aunque me cueste respecto al tiempo para escribir, ¡definitivamente voy a terminar esta serie! Incluso mientras esbozo la historia estoy pensando en añadir más de tres fics, pero ya veremos como va la cosa.
Por otra parte, me alegra bastante que te haya gustado esta parte inicial. Esa escena es la primera que tenemos de Numa ya fuera de la montaña y me parecía muy importante plasmar bien el tipo de persona que es, dejar su personalidad y caracterización claras. Me ha hecho muy feliz que digas que esa escena logra transmitir su esencia porque escribir desde su punto de vista siempre me ha costado. Muchas gracias.
Acerca del pensamiento que te surgió, yo supongo que si… Es difícil hablar y encontrar sentido a personas tan privadas, pero la realidad es que era Numa el que estaba siguiendo los pasos del hombre y seguramente con quien, a consecuencia, era un poco más cercano. Leí en una entrevista hecha ocho años después del accidente —a mi conocimiento la primera y única que se dejaron hacer— a los papás de Numa, que al contrario de Isabel Turcatti, el señor Gastón si sintió esperanzas de ver a Numa con vida después de que se confirmó que se había encontrado el Fairchild, y en esa misma entrevista se menciona que a ese hombre reservado y reflexivo se le pusieron los ojos llorosos al pensar en ello.
Es un golpe duro, supongo, saber que ese hijo en el que pusiste tantas esperanzas y sueños está perdido, y poco peor —porque así lo describían—, que te digan que se ha dejado morir. Una tragedia de arriba para abajo y por donde la veas. Esa entrevista de hecho me hizo pensar que su padre aguantó lo suficiente para no dejar a su suerte a los otros hijos, mientras que la madre tomaba fuerzas por ellos. Igual de duro probablemente golpeó la noticia a Leonardo, algo que seguramente alimenta la idea de que la muerte de Numa les partió al medio, pero ese ya es otro tema.
No creo que estés tan equivocadx, el duelo y la muerte nos afecta a todos de formas distintas, y tal vez eso fue exactamente lo que sucedió, o tal vez no. Personas tan privadas como lo eran los Turcatti nunca compartieron mucho, ni se prestaron para mostrarse al ojo público.
Por otro lado, yo elijo pensar que el multiverso existe, tantas posibilidades y formas distintas en que la vida puede ir… Creo que una sola no basta para que el universo esté satisfecho, para alcanzar a verlo todo. Y a mi también me deja con ansias pensar en Nando, un desastre fue a lo que volvió, una vida y un hogar que no era ya suyos, ya quiero terminar de escribirlo, jsjs.
Tuve una semana cansada, pero sábado y domingo finalmente están aquí. Yo espero que tú hayas tenido días buenos y mejor que buenos, ten un bonito fin de semana, y te mando un abrazo ♥️🫂
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navedelmisterio · 7 months
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16 ALMAS: Programa especial sobre el milagro de los Andes
CUARTO MILENIO – Programa 19×24 – 03/03/2024
El éxito internacional de la película La sociedad de la nieve ha generado un nuevo interés por la sorprendente historia del avión Fairchild 365 de la Fuerza Aérea Uruguaya, que cayó en los Andes el viernes 13 de octubre de 1972.
El equipo de CUARTO MILENIO lleva semanas trabajando en este dossier especial que abordará multitud de historias misteriosas y desconocidas ocurridas en torno al incidente, narradas con la voz directa de los propios protagonistas de la historia. 
Durante los 72 días que pasaron perdidos en la montaña, algunos supervivientes experimentaron una profunda sensación de conexión con el entorno, en estados casi místicos, percibiendo la presencia de Dios de manera muy intensa: 
«Sentía que había algo más grande que yo, algo en las montañas, en los glaciares y en el radiante cielo que, en contadas ocasiones, me reconfortaba y me hacía sentir que el mundo no era un caos y que en él reinaba el amor y el bien», declaró Nando Parrado, uno de los supervivientes.
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«Sentía que había algo más grande que yo, algo en las montañas, en los glaciares y en el radiante cielo que, en contadas ocasiones, me reconfortaba y me hacía sentir que el mundo no era un caos y que en él reinaba el amor y el bien»
Pero, además, hubo muchas otras historias dignas de reseñar: personas que tuvieron premoniciones antes del viaje, madres que afirmaron comunicarse de manera casi telepática con sus hijos en la montaña, videntes que llegaron a dar la ubicación exacta en que se encontraba el avión… Tal y como recalcó Adolfo Strauch, uno de los supervivientes: «A partir de entonces se profundizó en esa sociedad un sexto sentido, se consolidó la cuarta dimensión. Que no es brujería, ni superchería, sino otra forma de conocimiento a la que accedimos». 
A lo largo del dossier escucharemos a Carlos Páez, que ha concedido una entrevista exclusiva a CUARTO MILENIO desde su casa en Punta del Este, Uruguay, para hablarnos de muchas de estas experiencias trascendentes que experimentaron a 3500 metros de altura.
«A partir de entonces se profundizó en esa sociedad un sexto sentido, se consolidó la cuarta dimensión. Que no es brujería, ni superchería, sino otra forma de conocimiento a la que accedimos». 
La religión fue un elemento fundamental para la supervivencia del grupo, que cada día se reunía alrededor de un rosario para rezar. Pero poca gente sabe que muchos de ellos se hicieron devotos de una Virgen que apareció en un lugar remoto de España. Muchas madres, incluso, se encomendaron a esta Virgen de Garabandal, y le rezaban con fervor para pedir el regreso de sus hijos. 
Eduardo Strauch, uno de los supervivientes, ha visitado España, y ha viajado con Iker Jiménez y Carmen Porter a Garabandal, en Cantabria, donde, entre 1961 y 1965, varias niñas afirmaron ser testigos de las apariciones de la Virgen. En plató analizará cómo ha sido su experiencia al visitar el lugar al que dirigieron, durante meses, sus oraciones. 
Además, conoceremos otras historias desconocidas de la mano de Pablo Vierci, autor del libro La sociedad de la nieve, y amigo de la infancia del equipo de rugby que iba a bordo del avión.
El psiquiatra forense José Cabrera nos mostrará las marcas que el accidente, la inanición y otros elementos de la montaña dejaron en los pasajeros.
Nuestro compañero Javier Pérez Campos revelará también algunos misterios ocurridos a algunos familiares de los supervivientes: extrañas premoniciones, visiones y visitas que parecían predecir lo que estaba por suceder.
Escucharemos, también, a otros supervivientes en entrevistas exclusivas con CUARTO MILENIO, como Nando Parrado, que nos hablará de su odisea junto a Roberto Canessa para poder llegar, caminando, de vuelta a la civilización. 
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Un programa muy especial, lleno de emociones, en el que conoceremos las impresionantes historias, algunas aún muy desconocidas, de los supervivientes del Milagro de los Andes. 
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loterblog · 11 months
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Titania, el Black Mirror de los podcasts.
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Titania es un podcast de ficción de Podium Podcast, basado en el uso de la inteligencia artificial.  La protagonista, Alicia un una mujer con una vida un tanto estresante. De camino a una entrevista de trabajo recibe una llamada de su hermana muy preocupada diciendo que ha perdido a su hijo y que estaba en su portal porque necesitaba su ayuda, dada la gravedad del asunto Alicia decide cancelar su entrevista de trabajo e ir a su casa a ayudar a su hermana. Cuando llega a casa se da cuenta de que ha sido engañada por la inteligencia artificial.
“Wow” esa ha sido la expresión que he utilizado cuando he acabado de escuchar el podcast. Jamás pensé que un podcast me pudiese gustar tanto. La inteligencia artificial (IA) es un tema que está levantando el interés de muchas personas, y la industria audiovisual lo sabe, desde hace unos años se empezaron a hacer series y películas que basaban sus tramas en ellas, como es el ejemplo de “Black Mirror” o “Love, Death & Robots” de animación. Lo que nunca había escuchado es un podcast basado en este concepto. Además de la brillante idea del proyecto, la forma en la que está hecho resulta como una experiencia inversiva en la vida de Alicia, es como si le acompañásemos en esta experiencia tan oscura. 
Cuenta con un audio muy nítido en el que se oyen hasta sus respiraciones. Me gusta la idea de hacer un podcast de ficción, al final se siente como leer un libro, vas imaginándote la situación y a los personajes en tu cabeza, creo que ahí está la magia. Pero es que va mucho más allá que un libro porque se introduce sonido de ambiente, de su propia respiración, diálogos, la voz de la IA Hada, en su mayoría sonidos diegéticos, que hacen que realmente puedas imaginarte todo de una manera realista, además se utilizan efectos de sonido extradiegéticos, como al principio del episodio cuando se oyen conversaciones que nos dan a entender que la IA estaba recopilando información. Todos los recursos acompañan y ayudan a la trama.
En definitiva, me ha resultado una experiencia muy agradable y muy interesante a la hora de desarrollar mi imaginación y alimentar mi entretenimiento.
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luciferiano · 2 years
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POEMA MAYA
Nadie te da nada, tú eres la fuente.
Vas a recibir lo que des.
Lo que estás dando, es lo que estás siendo.
Lo que estás siendo en relación a otros,
es lo que estás experimentando.
A quién te estás dando?
A quién estás recibiendo?
A quién estás experimentando?
El estado del ser que elijas experimentar
en relación a otros será la causa
de lo que TU MISMO experimentes.
Nadie puede ingresar en tu mundo interior.
Lo que seas en relación a los otros serán contigo.
Es el ser que experimentarás.
La ilusión te hace creer que te relacionas con otros.
Pero eso no es posible.
En todo momento te relacionas contigo mismo
en presencia de otros.
La vida siempre te dará lo que decidas ser.
No importa con quienes te relaciones, tuya será la experiencia.
En todo momento estás eligiendo y decidiendo,
manifestar, crear y experimentar,
algún aspecto de tu ser.
Y son tus aparentes relaciones con los demás,
lo que te permiten conocerte a ti mismo,
en tu propia experiencia.
Solo existe una relación, es contigo mismo.
en tu camino de realización, en tu sendero hacia tu ser real.
Siempre se te dió, lo que has pedido
y en todo momento pediste al aspecto de tu ser
que decidiste manifestar.
Al final del camino, cuando finalice este capítulo
del libro de tu vida.
nuevamente serás consciente de la inocencia absoluta,
de quienes te acompañaron, y verás que ellos
te permitieron cumplir con tu anhelo jamás imaginado.
La posibilidad de experimentar tus aspectos más elevados.
Verás que ellos cumplieron con todos los pactos acordados,
que te llevaron muchas veces a experimentar tus aspectos
más bajos y así hacer físicamente posible que
te manifiestes conscientemente. La gran justicia te será revelada, cuando seas capaz de ver, que nadie jamás te dañó, y que todos los daños recibidos, fueron por ti imaginados, creados y experimentados.
Similarmente y ante tu sorpresa, también sabrás que
aquellos dolores y sufrimientos
con los que tu creías dañar a otros.
Fueron también fruto de tu propia imaginación.
Porque lo que es para ti, es exactamente igual para tus hermanos.
Todo dolor y sufrimiento padecido,
fueron por ellos imaginados, creados y experimentados.
Y sabrás que todo el daño, solo puede ser auto-inflingido.
Y también sabrás que el amor que escatimaste
a tí mismo te lo quitaste.
Aún el miedo más intenso, el dolor más profundo,
la traición más artera, la ofensa menos esperada,
la agresión más hiriente,
en fin... el infierno más temido,
fueron todas magnificas expresiones por tí elegidas.
Aún cuando tu siempre en estos casos hayas elegido
experimentar otro aspecto de tu ser.
La creencia que fueron "otros", los "verdaderos" causantes
de tanta injusticia y sufrimiento en tu propio interior.
No amigo mio...
nunca han existido ni existirán injusticias en el plan
perfecto de la vida.
Pero si es posible que las hayas imaginado cuando
has caído en la ilusión y el espejismo de los
planos inferiores de conciencia.
Al final del camino te verás como lo que siempre fuiste,
y serás, el creador absoluto y libre de todas tus experiencias.
Y cuando veas tu vida, a la luz de esta conciencia más elevada.
Sentirás una compasión enorme por tí mismo y
desearás haber evitado tanto dolor y sufrimiento.
Entonces pedirás, suplicarás, implorarás,
una nueva oportunidad.
Tú también me pediste, que cuando te olvidaras de todo esto,
y el olvido fue parte de tu propio plan,
en algún momento te enviara algo que te ayudara a recordar.
Bueno hijo mio, en este acto estoy cumpliendo con mi parte.
Ahora, si tu lo dispones, tienes una nueva oportunidad,
de recordar y utilizar la vida física,
para conocerte a tí mismo en tus aspectos más elevados.
Así como lo soñaste antes de volver.
No te preocupes por mi parte.
simplemente sé consciente de la tuya.
Y cuando te sientas nuevamente perdido recurre a mi,
que te contestaré aún antes que me llames.
Querrás volver con tu nueva conciencia expandida,
a vivir nuevamente en el plano de la vida manifestada.
Para poner en acción tu gran recuerdo,
volver para experimentar en relación a otros
tu amor más pleno, incondicional e intenso
que seas capaz de imaginar.
Sabrás que el amor es y será, tu verdadera esencia.
Y no pararás hasta experimentarlo y sentirlo.
De pronto serás consciente, que todas las experiencias pasadas
sí tuvieron un sentido muy amoroso...
El de ayudarte a recordar, a través de las experiencias físicas
de muchos otros aspectos de tu ser.
Que la opción más elevada y verdadera es el AMOR.
Así abrazarás a todo lo que hayas experimentado,
el miedo más intenso, el dolor más profundo, la traición más artera,
la agresión más hiriente, en fin... el infierno más temido.
y tu pedido como siempre te será concedido.
Se te dará la oportunidad tan ansiada.
Y es por eso hijo mío, que te encuentras nuevamente,
en este tiempo, en este lugar, en este cuerpo,
rodeado de estos seres.
Tuyo fue el diseño completo de tu vuelta.
Así como lo pediste, así fue dado.
Por ahora me despido, aunque eso no es posible.
Porque solo se despiden los que se separan,
y eso no es un estado en el que podemos estar tú y yo.
Con AMOR
TU "YO SOY".
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77jose-ricardo77 · 2 years
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LUNES DE LA VI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria
Leccionario
Primera lectura
Gén 4, 1-15. 25
“Caín atacó a su hermano Abel y lo mató”
Lectura del libro del Génesis.
El hombre conoció a Eva, su mujer, que concibió y dio a luz a Caín. Y ella dijo: «He adquirido un hombre con la ayuda del Señor». Después dio a luz a Abel, su hermano. Abel era pastor de ovejas, y Caín cultivaba el suelo. Pasado un tiempo, Caín ofreció al Señor dones de los frutos del suelo; también Abel ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas. El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, pero no se fijó en Caín ni en su ofrenda; Caín se enfureció y andaba abatido. El Señor dijo a Caín: «¿Por qué te enfureces y andas abatido? ¿No estarías animado si obraras bien?; pero, si no obras bien, el pecado acecha a la puerta y te codicia, aunque tú podrás dominarlo». Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos al campo». Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. El Señor dijo a Caín: «¿Dónde está Abel, tu hermano?». Respondió Caín: «No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?». El Señor le replicó: «¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde el suelo. Por eso te maldice ese suelo que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano. Cuando cultives el suelo, no volverá a darte sus productos. Andarás errante y perdido por la tierra». Caín contestó al Señor: «Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Puesto que me expulsas hoy de este suelo, tendré que ocultarme de ti, andar errante y perdido por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará». El Señor le dijo: «El que mate a Caín lo pagará siete veces». Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien lo encontraba, no lo matase. Adán conoció otra vez a su mujer, que dio a luz un hijo y lo llamó Set, pues dijo: «Dios me ha dado otro descendiente en lugar de Abel, asesinado por Caín».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 49, 1bc y 8. 16bc-17. 20-21 (R.: 14a)
R. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.
V. El Dios de los dioses, el Señor, habla: convoca la tierra de oriente a occidente. «No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí.
R. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.
V. ¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?
R. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.
V. Te sientas a hablar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre; esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara».
R. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.
Aleluya
Jn 14, 6bc
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Yo soy el camino y la verdad y la vida —dice el Señor—; nadie va al Padre sino por mí.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Evangelio
Mc 8, 11-13
“¿Por qué esta generación reclama un signo?”
+Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. Jesús dio un profundo suspiro y dijo: «¿Por qué esta generación reclama un signo? En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación». Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
Palabra del Señor.
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bluegaboo · 2 years
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Después del verano las cosas siguieron su curso natural, Killian observaba a Miranda y Cole por los pasillos de la escuela, en parte ninguno de los 2 le había reclamado nada aún, eso quería decir que el hechizo había sido efectivo y las identidades mágicas de el y Ramona estaban a salvo o eso creía.
Una tarde Killian estaba tranquilo en su casa preparando las lecciones de vuelo de escoba que daría a sus alumnos la siguiente semana, cuando de repente se escucho como una de sus hermanas llegaba al estudio a buscarlo.
-Killian.- dijo la pequeña.-
-¿Sí?.- respondió Killian sin despegar los ojos del libro que consultaba,.-
-Te buscan, es una chica,-
Killian estaba sorprendido, dejo un lado los materiales de consulta y se dirigido a la planta baja de su casa cuando logro visualizar la silueta de la chica sentada en su cocina no daba crédito a lo que veía.
-Miranda.- dijo Killian sorprendido.- ¿Que haces aquí?.
-Yo solo quería hablar contigo de algo.- contesto miranda.-
-a si. ¿De que?.- pregunto Killian nervioso,.-
-¿Te pongo nervioso Killian?.- Río.- tranquilo no es nada fuera o de lo común o bueno en realidad no se.- Miranda miro a Killian a los ojos.- ¿Crees en la magia?.-
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-¿Magia?.- Repitió Killian.- Viniste hasta aquí para hablar de fantasía.-
-Te lo digo en serió, ayer estuve hablando con Cole y hay cosas que no nos cuadran del viaje estudiantil.-
-En realidad yo no se mucho de lo que hiciste con Cole, yo estuve todo el viaje con..-
-Con Ramona, lo sé.- Interrumpió miranda.- Es solo que es como si hubiera olvidado que algo paso, al importante..-
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-¿Que cosa importante paso, killian?.- pregunto la madre de Killian entrando a la cocina.- Buenas tardes cariño, me llamo Ava.-
-Buenas tardes señora, Miranda.- dijo La chica a la par que alzaba la mano.- Vaya Killian se parece mucho a usted.-
-A si que ocurrió algo importante entre ustedes, muy interesante ¿Que pasó?.-
-No ocurrió nada entre nosotros mamá, Miranda solo esta confundida eso es todo.-
-Si señora, le contaba a su hijo que no recordaba gran cosa del viaje escolar.-
Al escuchar eso Ava abrió los ojos como platos, se quedando mirando a Killian pero su Aura no soltaba ni una pizca de nerviosismo.
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-¿Como que no recuerdas nada?.- Ava miro a Miranda,..- No habran consumido Alcohol, ¿Verdad?.-
-No señora nada de eso,- Sonrió Miranda.- es como si tuviera un momento perdido en la memoria, y no soy la única igual otro amigo nuestro esta así.-
Ava podía detectar a kilómetros un hechizo de borrado de memoria, lo cual era imposible, Killian aún no sabia ese hechizo ¿Verdad?, o que tal si lo aprendió hace poco, en dado caso Ava lo descubriría,
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-tal vez no era nada importante.- dijo al fin Ava.- Mira la hora, debería empezar a cocinar la cena,.- Ava comenzó a sacar cosas y ponerlas en las encimeras de la cocina.- ¿Te quedas a cenar cariño?.-
-No señora muchas gracias,.- Miranda vio el reloj de la cocina.- ya es un poco tarde, y mi madre ha de estar buscándome,.-
-Si, es mejor que te vayas antes de que se haga más tarde,.- y salgan los demás magos del pueblo pensó Killian.-
-Es una pena, deberías visitarnos más a menudo.- Sonrió Ava.- Killian nunca trae amigos a la casa.-
-¡Mamá!
-¿Que es verdad?.-
-Si claro, es agradable este barrio, la cascada es muy bonita.- Agrego Miranda.-
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Killian y Miranda salieron de la cocina, Miranda se despidió una vez más de Ava, la cual se quedo pensando un momento lo que había dicho la chica, el hechizo de perdida de la memoria era la única explicación a lo que decía.
-Me enterare si usaste la magia Killian Sykes.- dijo para si misma Ava.-
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-Tu madre es muy agradable.- dijo Miranda
-Si, un encanto.- Contesto Killian de forma sarcástica,-
-Entonces ¿No me crees?.-
-Sobre ¿Que? ¿La magia?.- Killian se quedo mirando a la chica.- Eres una chica inteligente como para cree eso.-
-Oh vamos, acudí a ti para que me ayudaras, no para que me dijeras tonta.-
-¿Porque yo?, ahí tienes a tu novio Cole.-
-No es mi novio, y porque tu y Ramona siempre estuvieron cerca de nosotros, ¿creen que no los vi escondidos el día de la playa?.-
Killian se quedo sorprendido, si Miranda recordaba eso que otras cosas recordaría.
-Mira Killian, no me importa lo que hacían Ramona y tu ahí escondidos,- Confesó Miranda.- Solo te pido que me ayudes a averiguar que es lo que realmente pasó, eso es todo.- Miranda miró atentamente la cara sin expresión de Killian.- o a caso ¿Ocultan algo?.-
-Adiós Miranda.- dijo Killian,- Ten cuidado de Regreso a Casa.
Killian cerro las puertas de su casa y ahora si el pánico se apodero de el, estaba seguro que el había borrado todo rastro de memoria de Miranda, no tenia sentido que solo estuviera fragmentada, el hechizo ¿falló?
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luna-1234s-blog · 2 years
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Headcanons de las familias de sge
Ok, se que muchos pueden no ser descendientes de personajes cuentos famosos , kiko y Hort por ejemplo, se deja en claro que sus padres no tiene cuento ... pero , sería más interesante un mundo alterno donde todos son descendientes de cuentos famosos
Anadil de lear
Ok, headcanon de Anadil, diré que no tengo muchas pruebas , pero igual en mi cabeza es canon, y hasta que se me diga lo contrario, seguiré creyendo esto
El cuento del rey de lear es una historia de Shakespeare, leí una de estas versiones hace años, era una vercion de cuentos muy linda donde una de las hermanas me recordó a Anadil, y si bien es cierto que esto no es prueba de nada , me sigue gustando pensar eso
básicamente es la historia de un rey que destierra a la única hija que lo ama, favoreciendo a las otras 2 , esta se casa con un rey y termina cuidando a su padre , las familias de las hermanas (en la vercion que leí fueron los esposos) por x o y razón terminan invadiendo el reino , matan al esposo de la hija buena , encierran a su hermana y padre en el calabozo, y ella muere en los brazos de su padre
...ahora, esta es una historia donde gana el mal, a si que es probable que sea de antes de la guerra, realmente no tengo argumentos para decir que sea decendiente de estas mujeres , pero la idea me gusta
Yara hood / mermaid
Ok, con Yara tengo problemas para escoger , por un lado , la idea de que sea familiar de robin hood, o mínimo de alguno de su bando es tentador
Talvez sea porque siempre imaginé a robin hood pelirrojo (y no soy la única), además de que es parte del folklore inglés, igual que el padre de su mejor amigo Tedros, talvez se conocieron en algún punto
Y la idea de que su hermano se monaguillo parece hacer una referencia al fraile tuck , a si que el que estén emparentados con estos no es tan mala idea
Pero, analizando buen su historia (maldito tropo de las personas queer muerta ), es curioso como tiene parecidos con la historia de la sirenita (Anya en los libros)
Como los cambios físicos (la sirenita de especie y yara de expresión de género), en las 2 hay alianza de un villano (Sader y la bruja del mar ), ninguna puede hablar, y las 2 acaban falleciendo al final, además de que como tristan mostró cambiar por recibir atención positiva (igual la sirenita), cuando se pone el pelo rubio por Beatrix
Además, es curioso como el propio autor insinúa una relación con alguien que es mitad sirena , en este caso Kiko
Reena de shahriar
Ok, se que a si no se llama el reino , pero hey, no conocemos a su madre , y su reino parece estar inspirada en cuentos de las mil y una noches (Aladdin, los cuarenta ladrones, etc )
A si que la idea de que sea decendiente de la princesa de las mil y una noches , por lado materno , podría ser una gran idea
Kiko pan
Si,se nos dice que su padre es un niño perdido x , pero , la idea de que sea criada por el niño que nunca creció, siendo el resultado de sus muchas aventuras (lean el libro), podría ser interesante
Hort hook
Si, se que los libros nos dicen otra cosa , pero que haya sido hijo del capitán hook tiene implicaciones interesantes, a si que lo dejaremos en este headcanon
Sophie y Agatha
Ok, se que son lectores , pero si pudiera escoger con que personajes de cuentos tienen relación, sería Blancanieves y la reina malvada
Seamos justos, Tedros y Calis podrían no ser los únicos en irse del bosque, talvez un decendiente de estos pudo llegar gavaldon, Stefan siendo decendiente de Blancanieves, y Vanessa de la reina malvada
Que de hecho, noto cierto parecido entre Agatha (que es la más parecida a Vanessa), con Catherine, la reina malvada de este mundo
Tenemos cosas como la vanidad se Sophie, y como a veces se describe la piel de Agatha como "blanca como la nieve "
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arieeag · 1 year
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Hijos del este
El libro Perdido
Capítulo 6: Las Jaulas Omegas
Por donde sea que Izuku mirara, estaba lleno de personas de todas las castas y razas. Sus rasgos son tan diversos y como únicos, formando un verdadero arcoíris de colores. Hay gente de piel oliva con cabello rubio, mujeres blancas de cabello crespo y azul cielo, ojos rasgados y miradas almendradas, hombres pequeños de rasgos extraños, jóvenes guerreros y soldados experimentados. Y lo único que comparten es su forma de vestir, un uniforme militar compuesto por camisas de diversos colores enfundada por un peto de cuero con correas, botas de batalla y brazaletes de metal.
Izuku intenta disimular su sorpresa cuando descubre rasgos que nunca ha visto, pero no puede evitar preguntarse qué tan lejos han llegado en sus viajes, o cuantos lugares en el mundo existen que ni siquiera sospecha o puede imaginar.
En su pueblo, todos se parecen entre sí, muchos de echo son primos o están conectados en alguna rama genealógica porque no viajan ni visitan otras regiones. Por lo mismo todos se conocen, al punto de saber hasta las rutinas de trabajo de cada uno, la única época del año en que se veía más diversidad, era durante la visita al templo, por los peregrinos de los pueblos vecinos, pero incluso entonces, no existían otros rasgos que no fueran la piel blanca y pelo negro o castaño.
Por su puesto, los Midoriya eran la excepción a la regla. Cuando Izuku nació siendo omega, con cabello y ojos verdes, su madre tuvo todo tipo de reparos para evitar que nadie tocara a su cachorro peculiar, pero al cabo de un año, el caluroso verano obligo a que Inko descubriera al bebé mientras estaba en él pueblo. Dos vecinas inmediatamente fueron a saludar, querían ver al receloso matrimonio y su bebé, pero tan pronto tuvieron al niño en frente jadearon y palidecieron antes de salir corriendo. Inko estaba furiosa, Hisashi también, así que ninguno dijo nada cuando todo mundo corrió al mercado a comprar hierbas y porotos negros para no contagiarse de viruela.
Hasta ahora, todo lo que saben ambos hermanos es lo que pueden llegar a recordar en las festividades por la guerra del exterminio. Su abuelo entonces se sentaba en la cabecera de la mesa para relatar las glorias del ejército y contar porque el imperio los había expulsado de los páramos…. “Son gente sin raíces propias, linaje o valores, esas bestias destruyen y saquean las mismas tierras que los alimentan ¡Peores que perros!” …
Los libros confirmaban las duras palabras del anciano, describían a cada tribu como verdaderos salvajes ignorantes, que no saben lo que es la justicia o un sistema de leyes, criaturas sin ningún tipo de respeto o civilidad…Alguna vez escuchó advertir que sólo un mal oscuro podría mantenerlos unidos tras tantos siglos de existencia. “Sangre maldita”, decía con dureza el abuelo mientras la abuela asintía agachando la cabeza.
Y hasta donde sabe y ha visto, parecer ser toda la verdad.
Pero los pueblos nómades son tribus hermanas unidas por: la creencia en el dios Aodht, las costumbres de guerra basadas en una poderosa caballería y una compleja sociedad cosmopolita que es capaz de absorber lo mejor de otras culturas, en especial si éstas significan una ventaja en batalla.
Cada tribu sólo se distingue por sus orígenes divinos. Donde el mito cuenta la fabulosa historia de como el dios Aodht se enamoró de un mortal y los sacrificios que hizo para dar vida a los tres hijos que engendró con ella, así mismo también se relata cómo estos semidioses dieron origen a los 3 pueblos nómadas y como compartieron los conocimientos para domesticar al caballo salvaje de los páramos.
Los nómades también viajan en grandes grupos compuestos a su vez por pequeñas manadas de guerreros que se hacen cargo de distintas funciones. Van a donde las tierras fértiles los cobijen, ya sea en la estepa, los oasis del desierto o las costas lejanas a las que ningún hombre del imperio de Dagoba a soñado con llegar.  Por donde van, la gente hinca la rodilla al Kahn de la región y si acaso alguien se niega a jurar lealtad, no viven para contar la historia.
Sin embargo, la mayoría de las gentes del desierto y la estepa acepta sus formas, e incluso los esperan con ansias porque su presencia es suficiente para ahuyentar a enemigos mucho más difíciles de manejar, después de todo, a los nómadas solo deben soportarlos unos pocos meses, mientras que a un rey toda la vida.
En su mayoría, transitan por sus tierras sin tener que desenfundar la espada o disparar una flecha, salvo para cazar criaturas salvajes como lobos, Felinos de Manul, bestias nomu, osos y jabalíes, las cuales rondan los pueblos aislados de las estepas para alimentarse del ganado y los niños. Pero, aunque esto es conocido, muchos todavía los llaman salvajes.
Si lo tienen merecido o no, es difícil juzgar para quien sabe de historia, pues no tratan a sus enemigos peor a como fueron tratados ellos mismos. En su concepto de justicia cobran una vida por otra vida, comida por protección, una mano por un robo, latigazos por una calumnia, y una muerte deshonrosa para quien mate o robe un caballo de sus arcas. Ninguno de esos castigos es agradable a la vista, especialmente el último, pero ni siquiera la historia, o sus leyes severas generaron tanto desconcierto, recelo y escándalo, como la forma en que contraen matrimonio, el rapto.
Cada año, trazan una ruta nueva en sus bastos territorios, y cuando alguna caravana o pueblo nuevo se cruza en sus caminos con omegas o betas mujeres, les dan a escoger, un tributo o la vida. A esto lo llaman, guerra florida. El por qué o desde cuando lo hacen no es algo que compartan, pero se dice que la sangre nómada no produce omegas o los que nacen, difícilmente pueden ser considerados como uno. Sus portes no distan demasiado al de las otras castas, además, visten igual a como lo hacen las alfas o betas, cabalgan como ellos, usan la espada el arco o el hacha, pelean, beben y toman decisiones como el que más, ocupando los mismos cargos políticos.
Entonces sí, no tienen raíces que los aten a una sola tierra, sino un lazo de sangre y hierro con el que forman manadas para protegerse del mundo. Su amabilidad no se muestra con palabras sino con gestos, su justicia es firme y práctica, pero tienen un ideal de libertad e igualdad entre las castas que nadie más comparte. Mitsuki y Masaru Bakugo, son una prueba de ello, juntos no solo consiguieron imponerse como los lideres máximos entre las 3 tribus, sino que lograron convocarlos para cobrar justicia por la guerra del exterminio y así recuperar la soberanía sobre las tierras sagradas de Yuei.
Pese a todo lo que sabe y teme, todos los nómades que reparan en la presencia de los dos forasteros, se detienen para observarlos de pies a cabeza, tomando nota de la ropa sencilla, la juventud en el omega y la presencia del cachorro que los mira con un mohín enojado y ojos húmedos. Por su parte, los nómades no se molestan en ocultar sus emociones, pero prima la curiosidad antes que otra cosa, algunos incluso los siguen por el camino haciendo preguntas a Tokoyami y luego a Mina, cuando el macho rodó los ojos y los mandó a trabajar.
Izuku se hunde ante el tono duro. Tokoyami es un omega mayor que él, según puede adivinar en unos 5 o 7 años. Por otro lado, Izuku sospecha que este hombre debe ser alguien importante o cuanto menos reconocido, a juzgar por forma en que lo saludan los soldados.
No está seguro, porque el hombre emite una vibra misteriosa e inquietante por dónde camina, al punto que alfas y betas se apartan de su camino incluso sin haberlo visto…Ahora que las tinieblas del bosque no pueden disimular la presencia de Tokoyami, no le cabe duda de que las sombras al su alrededor se mueven de formas extrañas, acentúan sus facciones, envuelven los pasos por donde transita o se achican contra sus pies cuando un rayo de sol las sorprende. Es un portador de magia, pero al mismo tiempo es diferente a los alardes que hacen los charlatanes del pueblo y a la magia que enseñan en la capital.
Mientras tanto, Mina destaca como un ramo de flores en invierno, su apariencia y vestimentas vivas atrae miradas, su carácter amistoso y jovial hacen que sea fácil hablar con ella, los omegas sonríen cuando la ven y le hacen cumplidos como si fueran grandes amigos, entonces resulta difícil juzgar que rol ocupa ella.
Sin embargo, pese a la diferencia entre ambos, es claro que son respetados y reconocidos como superiores, y no puede evitar preguntarse qué hará falta para que alfas y betas te miren como los miran a ellos…
De pronto se detienen frente a una carpa de cuero ancha donde una alfa los recibe con una sonrisa. La mujer era alta y voluptuosa, portando casi como insignia la sonrisa coqueta delineada por un par de labios rojos, su cabello azabache cae sobre sus hombros delicadamente, cubriendo parte del pecho generoso, apenas cubierto por la camisa desabrochada. Izuku se cohíbe cuando nota el escote profundo sin el menor atisbo de un vendaje para sostener sus senos.
- Vaya, un niño besado por el sol…- susurra mientras rodea a los visitantes.
- Lo encontramos en nuestro viaje aquí- interrumpe Tokoyami tras saludarla con un árido asentimiento de cabeza. – revísalo para que podamos enviarlo a las jaulas
La mujer asiente sin abandonar la sonrisa para luego centrar sus ojos celestes en Izuku. El joven omega, se tensa tras notar que la carpa está llena de catres y mantas, su miedo vuelve con fuerza, sin que pueda evitar retroceder, sin embargo, la mujer no intenta invadirlo con preguntas o acercarse más allá de los dos metros que los separan, sino que le ofrecerle sentarse en uno de los tantos catres para luego darle la espalda.
Sorprendido Izuku observa cada movimiento, pero ella solo toma una jarra desde una de las mesas y sirve un poco de agua. En silencio, ella se acerca a Kota, quien se mantiene firme contra la cama con el ceño fruncido mientras tiembla ligeramente. Ella sonríe suavemente mientras se agacha a su altura antes de ofrecer el vaso al niño, inmediatamente kota abre los ojos y mira hacia Izuku.
-Preferiría beberlo yo antes. -dijo Izuku sin quitarle los ojos de encima a la mujer y ella asiente con un gesto extraño, como si tomara nota mental de la situación.
-Por su puesto cariño. Y, por cierto, mi nombre es Nemuri Kayama, soy una matrona y curandera. -  informa tranquilamente.
Izuku recibe el vaso con un ligero asentimiento, y lo inspecciona, luego bebe apenas un sorbo en busca de cualquier sabor extraño, pero al no encontrar nada, le entrega el resto a Kota. Ella sigue observándolos profundamente, lo hace sentir como si estuviera en una exhibición, más guarda su incomodidad para sí mismo. – Yo, soy Izuku y él es Kota.
- ¿Puedo saber qué edad tienen?
-Diecinueve y cuatro años. – miente, dispuesto a seguir con la mentira aún si sabe que la mujer sabrá muy rápido que es virgen si lo inspecciona a fondo.
-No representas esa edad – admite la mujer mientras estrecha la mirada para observar mejor la fisionomía del omega- diría incluso que rondas los 15 años y poco más… ¿No es una bendición? - agrega encogiéndose de hombros- es una buena cualidad para cualquier omega, envidiable inclusive.
-No estoy tan seguro. -repuso Izuku, la mente trabajando rápido para sostener su mentira más tiempo- la gente me subestima, me asumen demasiado joven para cualquier responsabilidad- le cuenta con sinceridad oportuna, eso es con lo que ha lidiado toda su vida desde que se hizo cargo de Kota, nadie más podía hacerlo, pero todos hablaban de como lo hacía.
-De cualquier forma, te trajeron nada menos que los chicos de Katsuki, ¿A puesto que uso su voz para amedrentarte? Pobre criatura- dice con fingida preocupación al tiempo que rodea la cama para mirar todo el cuerpo de la omega. Memoriza cada marca de cortejo que encuentra visibles en su rostro y cuello, entonces una sonrisa astuta se escapa, no falta mucho tiempo más para que el celo de este chico llegue.
-Es …rudo, supongo- dice incomodo por el repentino silencio y la incapacidad de seguir los ojos escudriñadores de la mujer.
-Áspero en los bordes- concuerda ella y ahora su atención se fija en el niño- aunque muchos dirían que por dentro también, pero si te envió aquí, antes que, a las jaulas, significa que algo de amabilidad aprendió de su padre. – reflexiona, pero el omega guarda silencio sin confirmar nada.
La mujer entonces camina hasta una mesa y toma un estuche que alberga una pila de herramientas extrañas. Para alarma del ojiverde algunas se parecen a las herramientas de la matrona del pueblo. “No puedo dejar que me toque”, piensa alarmado, “solo dejaron vivir a Kota porque pensaron que era mi hijo…se lo llevará…No, ella es alta pero no tiene la constitución de los otros”. Entonces se desliza suavemente por el borde del catre, pero en la puerta y lejos de la vista, alguien ríe. Es la voz de Mina, lo que significa que están esperando que ella termine de revisarlo…
-Tranquilo, no estoy usando nada de esto…-susurra la mujer cuando se da vuelta y ve los ojos negros del omega- Solo necesito descartar que estes enfermo como dijeron - agrega la alfa mientras se lava las manos en una fuente con agua. - Miraré dentro de tu boca, revisare tu cuello, nada más…
Izuku la mira con sospecha, hundiéndose en el camastro, sintiéndose inútil. Aunque tuviera la habilidad para superar a esta mujer, otros están esperando a fuera en caso de que quiera escapar.
Nemuri sonríe y espera con calma a que el chico se relaje. Sabe que es mejor no presionar a un omega asustado. Cuando el joven por fin la deja acercarse, ella revisa su cabello, ojos y boca, que es lo menos amenazante, luego palpa la barbilla, la piel bajo sus orejas y desciende haciendo pequeñas presiones hasta encontrar los músculos del cuello. En todo momento evita acercarse demasiado a las glándulas de olor situadas en la parte posterior de su cuello.
-Necesito tocarlas un poco- advierte mientras envuelve su mano con un paño blanco.
Izuku toma un respiro antes de inclinarse ligeramente, la marea de nervios regresa, contiene el aire cuando siente una ligera presión sobre sus glándulas de olor, pero el toque es muy suave, tanto que siente un ligero cosquilleo cuando ella restriega un poco el pañuelo.
La mujer inspecciona el retorno rápido del flujo de sangre en la piel, signo de un omega joven. Toma nota de la falta de cicatrices o raspaduras, lo que significa que nadie ha tocado esta parte en la intimidad, lo que aumenta aún más sus sospechas sobre él chico y el niño. Luego huele los aceites y sus cejas se unen ligeramente.
- ¿Puedo saber quién es el niño que te mira con tanto cariño? – pregunta tomando asiento frente a ellos.
-Es mi hijo
Nemuri guarda silencio un breve momento antes de asentir, con el gesto en blanco, clínico en realidad. Intuye que el chico miente, porque carece de muchas señales que las madres desarrollan tras un embarazo en sus glándulas de olor. Por otro lado, los aceites que logro desprender con el pañuelo son como los de un omega adulto y no alguien que está terminando su maduración…. Sin embargo, ahora que puede verlos de cerca, tal parece que existe algo que apremia más.
- ¿Qué es eso? - inquiere la mujer al descubrir la presencia de vendas bajo la ropa.
- Esta cauterizado- contesta Izuku, los sentidos reactivándose más rápido luego de permitir que ella tocara su cuello.
- Esos idiotas debieron empezar por ahí – espetó la mujer mientras se aleja para tomar botellas con diversos elixires, una venda nueva y otra jarra con agua cocida.
Izuku intenta convencerla de que está bien, pero la mujer lo recuesta en la cama y finalmente lo convence de quitarse la camisa sucia. Todo su torso queda desnudo, pero de alguna forma la exuberante mujer no lo intimida demasiado y al cabo de un tiempo se relaja ante sus hábiles manos.
Ella suspira cuando ve la fea cicatriz en el hombro rodeada por ampollas en los bordes. Si no trata eso, se infectará y el chico podría morir por una estupidez.  Mientras se ocupa de eliminar el tejido muerto, aplicar aceites medicinales y una nueva compresa, observa lo último que necesitaba ver en el pecho de Izuku para reforzar sus sospechas.
-No imagino cuanto debió doler- susurra, pero no hablaba de la cauterización. Algo semejante a la simpatía se refleja en sus ojos negros mientras venda el hombro para proteger todo su trabajo. Luego sale de la carpa para advertirle a Mina, la única que todavía está esperando fuera, que el omega debe quedarse 4 días ahí o al menos una noche bajo supervisión para verificar la evolución de la quemadura y rehidratarlo.
-Katsuki me despellejará – se quejó Mina, sin embargo, ayuda a amarrar a Izuku al catre junto al cachorro antes de abandonar el lugar.
Nemuri la despide y luego se apresura a tomar notas en un pergamino sobre este paciente y la oportunidad de conocer de primera mano, un caso tan raro de maternidad subrogada. Ella no tuvo que olerlos dos veces para reconocer el fuerte lazo que los unía, pero si bien las feromonas decían que eran madre e hijo, la presencia de glándulas de olor tan pequeñas como esas eran signo de involución por desapego o ausencia de celo, luego confirmo sus sospechas cuando revisó su torso desnudo ausente de estrías y pezones sin madurar.
El joven solo era un omega en pleno florecimiento y el olor había madurado a la fuerza para solventar las necesidades del cachorro. Este lazo tan especial se creó tras la muerte de la madre de ambos y un duelo difícil en el padre…
Abstraída en las implicancias que envuelven este fenómeno, la mujer comenzó a liberar parte de su esencia somnífera. Sólo lo nota cuando ella misma bosteza tras terminar de tomar notas de los dos hermanos, y al darse la vuelta nota como Izuku navega los efectos de su perfume, negándose a perder la conciencia todavía.
La mujer se pregunta que estará pasando por la mente del hijo Bakugo, o que decidirá Masaru una vez sepa que estos dos fueron tomados como prisioneros…El hombre es amable, pero también ha demostrado ser fiel a las costumbres, los separará si hace falta.
Nemuri se acerca a Izuku y se arrodilla a su lado, mientras echa un rápido vistazo hacia la entrada. - Por qué no estoy segura de que sucederá con el niño, es que voy a dar esta advertencia- los ojos se Izuku se abren lentamente, poniendo toda su atención en la mujer que susurra cerca de su rostro- pase lo que pase, asegúrate de ser el último en salir de la jaula ¿Entendiste?
- sí… ¿ya lo sabe verdad?
- ¿Que es tu cachorro? Sí, eso es todo lo que necesitan saber.
Izuku se muerde los labios tras escucharla, no cree que pueda confiar en ella, pero no sabe que más pueda hacer para protegerlo. Con cuidado pasa una mano por la cabeza dormida de Kota, ordenando el cabello negro azabache y besando su frente. Nemuri cierra los ojos ante el gesto protector, deseándoles la mejor de las suertes.
Temprano esa mañana alguien se presenta a buscarlos. Izuku no reconoce al hombre castaño frente a él, pero tampoco es que importe. Justo antes de que este hombre llegara, Nemuri le explica al término de la guerra será emparejado con uno de las alfas...
Una sonrisa irónica se forma en sus labios, ante el recuerdo. Porque él había pedido por un alfa y de cierta forma, si se quedan aquí se cumplirán todos sus deseos…Si tan solo tuviera 19 años, tendría menos miedo puede que en realidad nunca estuvo listo para esto, él quería un cortejo largo como el que habían tenido sus padres, para conocerse y hacerse a la idea de que será una esposa y madre antes de que pueda disfrutar de su independencia y adultez.
Ahora se atará a un alfa que no conoce y que lo llevará tan lejos de su hogar que quizás nunca vuelva a ver su antigua casa…
O podría navegar en torno a estos conocimientos como ella dijo.
Se boca se seca cuando saborea las dos posibilidades que se presentaron: aparearse o escapar. Nemuri no había sido muy clara al respecto, pero si ella lo sugirió, entonces es porque puede hacer cualquiera de ambas. Solo que debe descubrir cómo.
Por el camino, intenta memorizar la disposición de las carpas, los nombres que logra escuchar a todo su alrededor, las insignias que podrían delatar cargos o posiciones militares, observan las armas que usan y sobre todo como ninguno de ellos piensa que pueda ser una amenaza. Algunos incluso los miran con lástima.
Su corazón se entristece al recordar la amenaza del alfa rubio, pues de ser cierto su pueblo será arrasado en poco tiempo o, en otras palabras, ya no le queda nada, salvo Kota. Sus pasos sin quererlo se volvieron lentos, nublados por las lágrimas que corrían por sus mejillas, pero no por perder a sus seres queridos, si no por la idea oscura que se cruza por su mente...
Un jadeo especialmente fuerte detiene los pasos del hombre castaño que conduce a las jaulas. El hombre mira por encima del hombro al prisionero que se cubre la boca con una mano mientras aprieta con la otra al niño que arrastra consigo.
La cuerda tira e Izuku se fuerza a caminar, su cabeza se sacude mientras empuja las lágrimas fuera de su rostro, muerde sus labios para callarse, y aunque Kota lo llama asustado por saber que le pasa esta vez, Izuku no puede mirarlo a los ojos después de haberse preguntado si acaso no habría sido mejor que lo dejara atrás en el bosque cuando tuvo la oportunidad.
Izuku logra calmarse tras un tiempo, convenciéndose que solo es su histeria omega hablando por él, entonces se distrae organizando las ideas y los fragmentos de información que logró recabar. La campaña está lista para partir en cualquier momento, la guerra ocurrirá y solo puede esperar a que pase.
Si pierden la guerra, Izuku tendrá que resignarse a su destino, porque si lograra escapar, no hay forma de que llegue al próximo castillo antes de que sean capturados de nuevo. Pero si ganan, los salvajes huirán y entonces…entonces el podrá regresar a casa. Hasta un campesino sin educación como él sabe que las jaulas de los prisioneros franquean el perímetro más externo para disuadir cualquier intento de ataque del enemigo, además los salvajes no serán tan estúpidos para secuestrarlos durante la retirada, los abandonarán ahí y deberá huir al bosque.
Mas temprano que tarde, las jaulas aparecen. Se ven como enormes trampas de ratones hechas de madera y metal, son vigiladas por beta. De cerca se ven incluso peor, tienen astillas sobresaliendo desde la madera y el olor que desprenden refleja el miedo de los pocos ocupantes que hay dentro.
Resultan ser 4 omegas de unos 17 a 20 años y tan pronto reparan en su presencia se alejan lo más que pueden de la puerta de acceso.
Una vez adentro, Izuku se espabila un poco más, planta los pies firmes por delante de Kota para tantear el carácter de los omegas extraños, mientras el cachorro se aferra a su ropa inquieto por el olor fuerte a ansiedad y angustia. Se miran fijamente, tazando su carácter, pero ninguno parece hostil o frenético, en cambio, tal parece que todos comparten la misma resignación.
- Nos dan dos comidas al día- soltó una omega de cabello verde oscuro de pronto - ya recibimos la primera, pero la otra es hasta la noche. - Advirtió a lo que Izuku contestó con un asentimiento.
- No hagan ruido - refunfuño un Beta grande y rubio pateando la jaula, pero nadie se inmuta. Ya todos saben porque están ahí y no temen que algo peor les ocurra.
Izuku se arrima contra una esquina y mete a Kota entre sus piernas. Allí el niño bosteza y se acurruca para dormir otro poco aprovechando que la mañana recién empieza. Izuku lo abraza oliendo su cabello de bebé grande y lo envuelve con feromonas maternales.
Sus miradas se cruzan e Izuku suspira contra su oído, tan silencioso como puede ser- soy mamá, ahora. -le recuerda y el niño asiente mientras un nudo se forma en su garganta…necesita decirle a Izuku que en realidad nunca pensó que fuera otra cosa.
De pronto se escucha un jadeo e Izuku levanta la cabeza para saber que sucede, pero todos están mirándolo a él, primero con asombro luego con desdén. Sin quererlo se ruboriza, ellos piensan que Kota es un hijo fuera del matrimonio, pero, así como esa emoción viene otra se sobrepone, sus cejas se fruncen en ira, la mirada dura hacia ellos, esperando, a ver si alguno se atreve a decir algo.
No es problema de nadie si Kota es su cría o no, nadie nunca preguntó si podía cuidarlo o si quería hacerlo, tampoco nunca pidió nada prestado para criarlo, entonces ahora nadie tiene derecho a juzgar como lo hace y porqué.
Su olor se arisca de golpe, Kota abre los ojos y se tensa, sorprendido porque casi nunca ha visto a Izuku enojado. Por un momento piensa que es por él, pero la mirada apunta hacia los otros omegas y eso si resulta un poco mas normal. Izuku tiene pocas fibras sensibles, pero cuando las tocan…parece hasta peligroso.
Los otros hacen una mueca en cuanto les llega el olor y retroceden ladeando un poco la cabeza. Izuku se sorprende, notando lo fuerte que es esencia territorial. Normalmente emitir esas feromonas es difícil para él, porque no ha madurado, o más bien porque siempre le han dicho que es un error muy grande que pueda liberar feromonas maternales.
Pero desde que le dijo al salvaje que es la madre Kota, se siente libre y menos sucio por haber adquirido esa habilidad. Quizás solo sea el hecho de que ahora la vida de Kota depende de esto, pero sospecha que también es el echo de que ahora no hay nadie que pueda reprenderlo por usarlas, a pesar de que no lo hace apropósito (no todo el tiempo), sino que solo salen y ya.
Ya entrada la noche, los otros todavía rechazan su presencia. Se apiñan juntos en la otra esquina para protegerse del frío, pero, aunque quisiera hacer lo mismo, Izuku intuye que no será bienvenido.
La misma chica de antes se aleja del grupo y pide permiso para dormir junto a ellos. Izuku se sorprende, pero acepta, así pueden poner a Kota al medio y protegerlo del frío.
- ¿No quieres saber cómo paso? – susurró Izuku compartiendo la capa entre los tres.
-Sé cómo paso…- dijo con el gesto en blanco- los demás harían bien en recordar que no hay omega que pueda imponer su voluntad a la de un alfa.
-Gracias…Yo soy Izuku ¿y tú?
-Mi nombre es Tsuyu- susurra e Izuku asiente, entre los dos abrazan a Kota para que no pase frío mientras pasan la noche.
Kota por su parte apega su rostro contra el pecho de Izuku para respirar su olor a leche, completamente ajeno a lo que pasaba por su culpa. El nudo en su garganta no se va, pero también hay una emoción nueva y cálida que lo hace apegarse más a su mamá “Ahora es mi mamá y ya no vamos volver a casa…” piensa mientras se duerme abrazando a Izuku.
Por la mañana, fueron despertados por fuertes golpes contra la jaula y los gritos de los betas que corrían de un lado a otro dando órdenes en un idioma extraño y gutural. Sin embargo, más allá de la planicie que los separa del campamento, todavía podían distinguir las figuras de los soldados que se apiñan en tandas de varios hombres para marchar hacia la fortaleza de Yukai.
Izuku se levantó y caminó hasta la pared de la jaula, mientras se concentraba en sentir el temblor de la tierra a medida que el ejército iniciaba la marcha hacia la guerra. Una beta le grita y amenaza con la espada para que retroceda, Izuku regresa a su posición frustrado.
- ¿Qué es eso? - pregunta Kota restregando un pie encima del otro mientras observa el ligero temblor en los barrotes de la jaula.
-Es el viento -miente Izuku tomándolo en brazos para que ya no tuviera que sentir las vibraciones. - es la gente que ha salido a pasear- insistió mientras las lágrimas de nueva cuenta amenazaban con caer.
- ¿Por qué lloras? ¿Sigues enfermo?
-No - susurró antes de forzar una sonrisa- estoy cansado porque no dejas de crecer bebé grande- le espeto y luego le hizo cosquillas.
Ese día el atardecer se tiño de rojo intenso con nubes de humo gris. El silencio apenas interrumpido por la brisa que acaricia los campos de pasto y las pisadas de las betas que siguen montando guardia, manteniendo una extraña forma de calma sin paz. Todos los omegas cautivos se sienten obstruidos con pensamientos funestos.
Ya casi llega la noche cuando lo ven, el humo negro en el cielo y al vigía que grita las noticias a viva voz en el idioma grueso y enfadado que sólo los nómades conocen. No lo entienden pero tampoco hace falta, los gritos son potentes y claros, las palabras se repiten sin cesar, hasta que terminan por aprenderlos, “¡bid daind yalsan!...bid daind yalsan”
Los vigías detienen la marcha, algunos corrieron hacia el campamento, otros se limpian las lágrimas silenciosas, unos pocos se llevan una mano al pecho en un largo suspiro, y los demás…Saltan de júbilo.
Izuku llora contra sus rodillas cuando los oye gritar y reír porque su peor pesadilla se ha cumplido, incluso si no ha logrado entender una palabra. Alguien lo empuja levemente, al levantar la vista Kota lo observa con los ojos igual de llorosos, pero él no sabe porque todos en la jaula están llorando, solo esta asustado de que Izuku tenga miedo y porque no soporta verlo triste. La otra omega se limpia las lágrimas y se sienta junto a Izuku para abrazarlo, luego ambos se reconfortan uniendo sus cabezas.
Aquella noche, se duermen todos juntos en la misma esquina.
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Hijos del este
El libro perdido
Capítulo 8: Los 3 dioses
“Los vientos del cielo no soplan siempre.
El cuerpo con el que naciste no es eterno.
¿Quién de vosotros beberá de la fuente de la eternidad?
En este fugaz momento – ¡disfrutemos de nosotros!
Estos vientos terrenales no son como las cuerdas de la yurta.
Este ser mortal tuyo no es eterno.”
Los vientos del cielo, poema popular mongol.
Los hogares nómadas son leales a su gente, los siguen a donde van ofreciendo cobijo, protección y felicidad. Ellas son testigos de cada pasaje que viven las gentes de Yuei, desde que nacen de un coagulo de sangre y hasta que mueren.
Sus vigas, son las raíces robustas que sostienen a los 3 clanes, fieles a su memoria, fieles a su origen. Las pieles que la visten, representan la fuerza de la matriarca, pero también el límite con que mantienen el equilibrio entre el mundo terrenal y el espiritual. Por eso, pese a lo que se dice de ellos, todos los extranjeros que alguna vez fueron recibidos en sus bondades, concuerdan con que ningún nómade necesita oro ni plata, porque en la yurta sacian todas sus hambres.
La yurta de Mitsuki fue la última casa en izarse en el campamento y será la última en desensamblarse al término de la guerra. Dentro, un sol corona el centro del hogar sobre un tapiz bordado a mano. Cuelga en todo su largo hasta al piso, estando ni muy lejos ni muy cerca de la chimenea rustica. Bajo el símbolo descansa un sitial de madera rojiza con imponentes patas de león, para dirigir a su gente. Lo calza un cojín de lino y la piel de cordero, a los lados hay dos mesas pequeñas donde descansan una botella de licor y el pedestal de la espada rota de la diosa Eutuken.
La carpa se mantiene tibia gracias al fuego que libera sus humos hacia el anillo de ventilación situado en el techo.  
A la derecha otro velo se extiende para separar la intimidad del deber, pues tras el descansa un nido amplio con forma redondeada y mantas tejidas que aseguran cobijo y protección.
Para esta ocasión, se han dispuesto 2 tinajas con agua tibia y aceites medicinales que una mano diestra comienza a mezclar en un cueco. Dos gotas de aceite de lavanda, mas 10 gotas de menta y 10 de romero sobre una base de cera de abeja. En sus manos, la mezcla se vuelve tierna mientras respira el olor, contento con el resultado del ungüento medicinal que hizo para su esposa.
Mitsuki es una alfa enérgica, fuerte, de carácter fiero, pero también es una mujer que tuvo que dar mucho de si misma para ganarse el respeto de su gente y la confianza de todos los lideres nómades.
Su deber como esposo es devolverle la paz, para que pueda descansar al menos por esta noche, antes de que todo el campamento se movilice hacia la región que rodea al castillo para asentarse y organizar la defensa del territorio ganado.
Aunque quizás haga falta mucho más que un baño, cuidados y su olor natural.
En la puerta, su esposa lleva un momento largo observándolo preparar ese ritual tan místico como familiar. Era una tradición de su casta, preparar un baño para liberar al alfa de las malas energías que pudiera capturar en el cumplimiento del deber, sin embargo, esta tradición fue diluyéndose a media que disminuyeron los omegas que se dedicaban exclusivamente al hogar.
Desde muy joven, Masaru tuvo que asumir muchas responsabilidades con la tribu, y como todos los demás aprendió el arte de la espada. Sin embargo, nunca dejó de hacer el ritual, incluso tras el parto de su único hijo luego de que su alfa saliera a matar los nomus que habían atacado un campamento.
Verse nuevamente en estas circunstancias no era nuevo, aunque la oscuridad en la mirada de su esposa le advirtió que algo severo debió pasar después de que él se fuera del campo de batalla para preparar el ritual.
Había sangre fresca en su rostro, junto a manchas secas repartidas en todas partes en su uniforme. Entonces vio sus manos sucias, la espada con el emblema de los dioses invertido. No necesitaba nada más para saber que había pasado.
Con lentitud ella se desnudó y abandono sus armas sobre una tela blanca, luego tomo asiento sobre un taburete y se dejó limpiar por las manos suaves y tibias de su omega. Su vínculo siempre se regocija cuando sus pieles toman contacto, el calor de su amor traspasándose como un cosquilleo a través de la mente, mientras, poco a poco el vapor los sumerge en el letargo. Con sus manos húmedas, Masaru comenzó a cuidar la piel y los músculos de los hombros y espalda, trazando círculos para abrir los caminos, sacar la tensión y el dolor de su cuerpo. Ella detendría sus manos para besarlas y coquetear con sonrisas de agradecimiento.
- Eres la bendición más grande que he tenido en mi vida- le dice mientras lo observa desnudarse
- Y tú la fortuna que anhelaba…
Mitsuki sonrió tomándolo en sus brazos para llevarlo hacia el nido. Masaru ni siquiera se queja mientras recibe a su esposa apenas un momento después. En cambio, se aferró a su espalda, suspiró palabras dulces de amor y alabanza entre gemidos y gritos llenos de placer.
Ninguno está seguro de cuánto tiempo estuvieron ocupados, pero el cuarto está oscuro y algo del frío por la noche que se cuela desde la entrada. Mitsuki suspira con una sonrisa, mientras frota círculos en la cicatriz de su enlace, situada bajo la nuca de Masaru mientras el hombre hace lo propio con las cicatrices antiguas de batalla en el vientre de ella.
-Estoy seguro de que sabes que la vida de esas personas fue un precio muy bajo comparado con todas las demás que tomaron, Mitsuki. - dice Masaru respirando su olor.
En algún momento del apareamiento, ella encontró oportuno contarle sobre las familias muertas en los calabazos, los moribundos aldeanos tras inhalar el veneno, los rostros de jóvenes soldados inexpertos que murieron defendiendo el castillo.
-Eso lo sé, pero no hace que sea más fácil.
-De haber sido diferente no habríamos podido tomar el castillo, y seria nuestra sangre manchando las paredes. Además, muchos omegas escaparon a las caballerizas.
-Lo sé, pero es a mí a quien temerán por el resto de sus días, sin importar lo que les depare el futuro con nosotros.
-Y Que bueno que no eres tú quien está a cargo de manejarlos- advierte Masaru mientras se incorpora para mirarla a los ojos.
La mujer sostiene su mirada con cierta culpa, porque estaba olvidando que en realidad es su esposo quien está a cargo de los omegas y rehenes.
- Escucha querida, sé que no hemos hecho esto en un largo tiempo, pero el encierro de los omegas solo tiene un objetivo: identificar la naturaleza de cada omega.
- Sé eso esposo, la angustia y el rechazo de una pareja es muy peligrosa, caerán en una gota si no sabemos que los motiva…
- En nuestras condiciones, no tenemos otra manera de elegirlos. Por eso también creo que es tiempo de que me vean como la matriarca de la tribu- dice empleando un tono serio que no deja lugar a discusión- Como pensamos parece ser que la mayoría tiene fuertes lazos con las virtudes de la diosa Otuken, su primer instinto es ser cautelosos y hasta ahora ninguno ha intentado escapar…la prueba de campo es la más justa y apropiada para los omegas dagobenses… - dice mientras se sumerge en sus pensamientos, pues ha tenido ciertas noticias
-Vaya, te molesta algo
Masaru cierra sus ojos y se acomoda sobre su espalda mientras tararea afirmativamente. -Nemuri no hizo un buen trabajo en ocultar lo mucho que le gusta un omega. - reveló.
- ¿Quién?
-No sé su nombre, y no lo he visto, pero el rumor dice que fue Katsuki, nuestro hijo, quien lo trajo
- ¿Mi mocoso? Lo encontró de camino aquí supongo
-Lo cazó de camino aquí, en realidad- rectificó- según me informaron, el chico montaba a caballo…cuando no pudo seguir usando la yegua, huyo durante medio día cargando una cría en brazos. Incluso desafió a Katsuki con una daga, aunque no sabía cómo usarla. Kyoka tuvo que dispararle una flecha roma para derribarlo e impedir que saltara al río para escapar.
-Lo guían Otuken y Erlik Khan
-Otuken y Erlik Khan - asintió Masaru
-Y Katsuki lo trajo- tarareo la mujer con una sonrisa.
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lecturasdesara · 7 days
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Dibuja tu nombre en mi piel
Si te gustan los libros de romance histórico, este libro esta saga es para ti.
Duncan McPherson llega a las tierras del clan MacLaren porque allí se celebra una reunión para fomentar nuevas alianzas entre clanes. Allí Elisa MacLaren, una joven que iba distraída, choca con el Laird McPherson y sin querer hace que este se caiga al barro.
Mientras la reunión transcurre, Duncan se da cuenta de que se ha enamorado de la joven, ocho años después de haber perdido a su mujer y a su hijo recién nacido. Por otro lado Elisa, se está enamorando de Duncan pero, como durante mucho tiempo su familia le ha hecho sufrir mucho, se prometió a sí misma que no se enamoraría para evitar que alguien más la dañara emocionalmente.
Un día, Elisa recurre a su primo Grant MacLaren, jefe del clan, para explicarle que la madre de Elisa se puso en contacto con ella diciendo que la necesitaba, Grant al principio se negaba a que Elisa fuera con su madre, ya que esta última no había hecho de madre nunca. De repente, Duncan se presenta en el despacho de Grant y explica que oyó la conversación que mantenían Elisa y Grant y entonces Duncan se ofrece a llevar a Elisa con su madre y asi se asegura de que llega sana y salva.
De camino a casa de la madre de Elisa, Duncan le expresa a Elisa lo que siente por ella, pero ella le dice que no siente lo mismo por él. Cuando llegan a tierras MacKintosh (donde se aloja la madre de Elisa), dejan a Elisa con su madre y Duncan y sus hombres vuelven a su clan. Los días transcurren, y unos mercenarios llegan y hablan con el jefe del clan y sin querer Elisa presencia la discusión que mantienen el jefe del clan con el jefe de los mercenarios y ve como asesinan a uno de los hombres de MacKintosh. Cuando el jefe de los mercenarios se entera de que Elisa ha presenciado su acto, va corriendo a darle una paliza que casi la mata,
La madre de Elisa preocupada por el estado de su hija, le pide ayuda a la prima de Duncan para sacarla de allí y llevarla con Duncan. Una vez en tierras McPherson, Irvin (el primo de Duncan) la lleva con Duncan y entonces la curandera y el jefe McPherson cuidan de ella. Mientras Elisa descansa, la prima de Duncan le explica a Duncan sobre los mercenarios y unos días más tarde Duncan y sus hombres van a hacer justicia.
Finalmente, Elisa le confiesa a Duncan que está enamorada de él desde el día que se conocieron, entonces celebran una boda breve y pasan una maravillosa noche de bodas.
Es la segunda vez que leo este libro y la verdad es que lo volvería a leer mil veces más. Simplemente me ha encantado.
Espero que te haya gustado esta reseña. Nos vemos en la próxima lectura :)
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“Mi único camino. Una historia actual sobre Jesús”, de Sofía Medina Pineda
En el libro “Mi único camino”, (Grafos Editores 2024), Sofía Medina Pineda nos cuenta su propia historia. Sofía es una mujer profesional, muy segura de sí misma, de su inteligencia y de todo lo que ha logrado en la vida, hasta que su hijo de cuatro años es diagnosticado con un cáncer invasivo que abarca los riñones, los pulmones, el estómago, el cráneo, la columna y los huesos de la cadera. Para empeorar las cosas, la vena cava superior del niño presenta trombos sujetos con apenas un hilo de grasa que si se desprenden pueden generar un problema cardiovascular grave o una embolia pulmonar y terminar así de manera trágica con la vida del pequeño Matías. A causa de la debilidad y la tristeza, Sofía está segura de que va a morir, ahí en la sala de Pediatría, al lado de su hijo, pero, de pronto, siente que una paz y una energía desconocidas la sostienen, siente que la vida de su hijo no depende de ella ni de nadie, solo de Dios, y entrega a su pequeño en Sus Manos. Ella y su esposo deciden que lo mejor es que Matías pase por una operación para extirpar los tumores y los trombos, pero esta intervención representa un riesgo enorme para la vida del niño. Sofía reza junto al quirófano durante largas horas y enseguida recibe una noticia que sorprende a los propios cirujanos, pero que solo es el inicio de un largo trayecto, en el que camina siempre acompañada por Dios, con la seguridad de que Su Voluntad y lo que Él permite siempre son lo mejor. Este libro, admirablemente bien escrito, es un reflejo de todo lo que debe pasar una familia que tiene a uno de sus miembros pasando por un proceso oncológico, todas las lágrimas amargas y renuncias se encuentran retratadas en él, y el lector tiene la seguridad que sin una fuerza más grande, superior a la humana, sería imposible desde todo punto de vista para la familia enfrentar estos duros trances. El heroísmo y la entereza de los que hacen gala tanto los pacientes como sus allegados nos hablan de un mundo en el que la vida es vista desde otra óptica: la del valor que representa cada segundo en el que respiramos en este mundo, que solo tiene sentido cuando alguien que nos ama nos acompaña y nos apoya, dejando parte de sí en el proceso. Quizás este testimonio es una especie de quimioterapia espiritual para sus lectores, pues nos libra de sentimientos negativos y pesimistas, al constatar cómo la fe en Dios puede cambiar a una familia, justo cuando creían que todo estaba perdido. Esta maravillosa obra se encuentra disponible en la plataforma Buscalibre.
Por Evelyn García Tirado
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from-the-sky-2015 · 3 months
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Se pierden las mariposas bajo la oscuridad de la noche, entre aleteos, dejan su magia escapar bajo las estrellas y el invierno se los lleva al olvido. Yo solté aquel mar de palabras escritas con mi corazón, aquellas palabras se fueron revoloteando a lo lejos.
Yo recité un mar de poemas para aquellos que se han quedado atrás, detrás de mis sombras se han quedado en el olvido los que juraron falsos amores y hoy, se han vuelto prisioneros de sus mentiras. De todos los amores que me quedaban, sólo el propio quedaba a mi alcance, yo recogí los últimos pedazos de el y reconstruí lo que quedaba de mí.
Yo al cielo le juré mi lealtad, le entregué mi corazón al mundo del que pertenezco y juré cuidar de mí mismo, entre vendavales lloré mis penas y en cielos de estrellas yo le canté a la libertad. Yo escribí una rapsodia al viento y recité amores al lugar que llenó mi interior con un enorme cielo azul...
Yo solo pedí un poco de paz en medio de la tormenta, yo pedí un arcoiris en un mundo gris, yo lloré en la oscuridad, conocí el miedo y la incertidumbre. Entre tanto vagar, yo encontré el destino persiguiendo al viento, yo acepté el rechazo de la gente y entendí por la fuerza, el camino que debí seguir.
De tanto correr detrás del viento, olvidé una parte humana que se ha quedado en el olvido, olvidé amar a los demás, olvidé parte de mi humanidad. Enterré esos sentimientos al fondo del olvido, mis ojos se quedaron observando el cielo azul.
Ya no tengo amores para darte, no tengo tiempo para dedicarte... Esa parte tan humana se perdió hace mucho tiempo y hoy en su lugar quedó el amor que le tengo al cielo, el mundo al que amo, es el mundo al que pertenezco.
Yo no soy de aquí, yo soy de aquel lugar al que llamo hogar y que me acogió en el cénit de la tormenta y que con sus brazos me cubrió bajo las frías noches de invierno. Fueron aquellos brazos, los que me contuvieron en mis pesadillas y temores.
De aquel lugar remoto vinieron aquellas palabras de aliento que me sujetaron y me empujaron a seguir por este sendero. Nadie estuvo conmigo más que ellos: los hijos de Ícaro; la civilización perdida de los cielos eternos, yo abandoné el mundo al que no pertenezco.
Aquella parte humana que dejé atrás, dejó en mí la incapacidad de entender el amor y el afecto entre personas, simplemente son cosas que están fuera de mi alcance. No es algo que quiera tener, no es algo que quiera entender, no es algo que esté a mi alcance.
Los momentos mundanos se volvieron aves de papel y se perdieron entre las páginas de un libro como gaviotas que se alejan en el mar, el crepúsculo los consumió como una fogata a mitad de la noche. Haz llegado tarde a estas tierras y ya no hay nadie que espere tu llegada.
Solo te recibió la desolación del otoño y te haz perdido la primavera, el jardín de rosas que ahora es historia de otro mundo. La mariposa de alas azules se fue volando hace mucho tiempo, yo lloré su ausencia bajo la fría lluvia, cuyas gotas golpearon mi cabeza.
Golpearon mi mente mientras escuchaba grabado en mi mente, el aleteo constante... eso fue lo último que se perdió de mí, hoy solo veo los vestigios de mi vida pasada muy a lo lejos y a lo lejos mis ojos se pierden tras aquel crepúsculo. Te quedaste muy lejos de todo.
Hoy buscas en mí, lo que ya no tengo para darte, de mis ojos salen las indiferencias y en mi mente los pensamientos deambulantes. Me olvidé completamente de amar, es ahí cuando eres presa de la desesperación, eres víctima de la tristeza.
No puedo seguirte los pasos, no puedo ni quiero, retornar al mundo del que alguna vez estuve, yo soy de la inmensidad del espacio, soy de estos horizontes distantes, soy de la dimensión de las distancias. Yo soy del lugar que está más cerca del horizonte.
Tú eres del otro mundo, tan gris que se retuerce con el viento y los relámpagos, se hace girones como las hojas del otoño. Te has quedado muy atrás como para escucharte, el viento canta a mi alrededor enmudeciendo tus palabras, hoy suenan en mi mente, los sollozos violines del otoño.
El amor que te pude dar, se fue como las aves que alguna vez ví volar, se fueron como las hojas del otoño, que corriendo junto con el viento, desaparecieron frente a mis ojos. Las flores que te pude dar, las arrojé en la tumba del otro yo que se ha quedado en el pasado.
Las palabras que solía expresar, esa calidez que alguna vez tuve, esa inocencia de un niño que alguna vez tuve, todo eso se marchitó y se quedó atrás, muy atrás... Hoy desearía hablarle a ese yo del pasado, de revelarle el verdadero mundo al que pertenece, su verdadero hogar.
Hoy estoy fuera del alcance de todos, estoy fuera de la vista de todos, desde mi mirada fría e inexpresiva, observo en silencio y hasta con cierta fascinación, el lugar donde estoy. La libertad de estas distancias: la inmensidad del espacio, mi verdadero hogar.
Han pasado años desde que llegué aquí, por mis alas han pasado muchos vientos y mis ojos han visto muchos cielos y mi piel las diferentes estaciones. Es por eso que las cosas humanas se tornan insignificantes, banales e irrelevantes, es por eso que ya no tengo sentimientos para los demás.
El destino me llevó hasta este gran lugar, hoy miro con anhelo, los cúmulos de la primavera y en mis venas, esa energía en cada pirueta, el aroma de la libertad, es un aire fresco con tinte azul. Esa fragancia, la llevo impregnada en mi piel, la llevo en el alma.
Es por eso, es por eso que no puedes seguirme el vuelo, no puedes alcanzarme. Tú no eres de aquí, no perteneces al cielo, no eres de la civilización de los cielos eternos, no eres de los hijos de Ícaro, nuestros mundos se observan entre si, pero las distancias abismales nos separan.
Por eso, ya no tengo más amor para darte...
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