Tumgik
zeiashtar · 1 year
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Track 02: ALIEN ¿SUPERSTAR?
¿A cuántos balls ha asistido Beyoncé? ¿Cuáles son las bases sobre las cuales Beyoncé puede hacer un disco y una gira inspirada en la cultura ball sin ser considerada una multimillonaria apropiadora cultural? ¿Basta con ser negra? ¿Es porque es famosa o simplemente porque es Beyoncé puede hacer lo que quiera? Estas preguntas rondaron mi cabeza cuando Beyoncé sacó Renaissance el año pasado y se revitalizaron en estas semanas que comenzamos a trabajar en el Club Summer Renaissance Kiki Ball. 
Después de investigar y buscar declaraciones de las personalidades del ballroom que ubico, mi conclusión tiene dos partes. Efectivamente, Beyoncé puede hacer lo que quiera sólo por ser Beyoncé; pero, por otro lado, Beyoncé estudió profundamente la cultura ball cuando hizo Renaissance inspirado en ella. La señora es una perfeccionista y nos tiene acostumbradxs a hacerlo todo bien. El verdadero Virgo’s Groove, supongo.
Uno de mis músicos favortios es Cakes da Killa, un rapero queer negro que incorpora mucho el houseen sus grabaciones; en 2020 sacó un EP glorioso junto con Proper Villains llamado Muvaland EP que todo el mundo debería escuchar. El año pasado, cuando sacó su álbum más reciente –Svengali—declaró lo siguiente en una entrevista:
No culpo a los artistas mainstream por obtener su inspiración de la cultura alternativa porque ellos necesitan cosas interesantes de qué hablar. […] Siento que como artistas negros, es importante que haya alguien en el nivel de Beyoncé que eleve lo que la gente describe como subcultura —porque para mi no es una subcultura, es mi cultura. Solo quisiera que los consumidores hicieran su investigación acerca de los pioneros y las personas que lo han estado haciendo desde antes. El ballroom y el drag no son términos de moda ni tendencias, son realmente estilos de vida y la gente debe respetarlos como corresponde.
Me parece que la declaración de Cakes captura ambas partes de la situación. Por un lado, Beyoncé en tanto artista mainstream no sólo reconoce la cultura alternativa, sino que la amplifica, exponiendo a sus escuchas a sampleos de canciones icónicas del ballroom (Cunty, Miss Honey, etc.) Muchxs nos conmovimos al ver en redes sociales la reacción de Kevin Aviance durante su asistencia al Club Renaissance Tour —espero que Beyoncé al menos le haya pichado el boleto, por cierto—. Por otro lado, Beyoncé claramente hizo su investigación y se acercó a personas que tienen mucho tiempo trabajando en la escena ball, como el productor MikeQ, a quien invitó a colaborar en la producción de varias pistas del álbum. Kevin Aviance también declaró en una entrevista que era evidente que “Beyoncé hizo su tarea”.
Hablar de investigaciones y de hacer la tarea dan la impresión de que el acercamiento de Beyoncé al ballroom es principalmente intelectual. Sin embargo, esto podría no ser el caso. Es bien sabido que el Uncle Johnny que le hizo el vestido de spandex barato en HEATED y a quien el álbum está dedicado era un familar muy cercano a Beyoncé, un hombre gay que lucho contra el VIH/SIDA y quien la introdujo a la música house. En una entrevista de 2006, Beyoncé declaró lo siguiente:
[Beyoncé] piensa en su personalidad del escenario como una mujer llamada Sasha, y me dice lo mucho que se ha inspirado en todo el circuito drag-house en los Estados Unidos, una parte poco discutida de la cultura afroamericana donde hombres gay de la clase trabajadora canalizan el ultraglamour en shows de pasarelas. “Todavía tengo eso en mí […] pero hay un lugar y un momento apropiados para las cosas”.
Podemos imaginar, quizás, que el Tío Juanito introdujo a Beyoncé al ballroom. Tal parece que este acercamiento de Beyoncé a la cultura ball tiene una profunda conexión emocional. Qué afortunadxs nosotrxs de que el momento y lugar apropiados sean aquí y ahora.
***
Recurrí a esta breve investigación documental porque yo mismo cuestiono mi participación la escena local y lo que significa para mí acercarme nuevamente al ballroom tanto a nivel político como personal. En este proceso ha sido inevitable revisar mi primer encuentro con la escena por allá en el lejano año 2008.
Mi encuentro con la cultura ball fue uno principalmente intelectual, resultado de mi actividad académica juvenil. Al estudiar Letras Inglesas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM descubrí la crítica feminista, los estudios poscoloniales y la teoría queer; desde entonces pienso ese proceso como el redescubrimiento de mi brújula moral. Al explorar estos temas, llegué inevitablemente a Judith Butler, a la teoría de la performatividad del género y a Bodies That Matter, uno de sus dos libros más importantes para establecer el paradigma del género como acto performativo y la distinción entre sexo y género en las ciencias sociales. En Bodies That Matter, Butler dedica un capítulo completo llamado “Gender is burning” al documental de 1990 Paris is Burning y al texto de bell hooks (una importante pensadora afroamericana) sobre el mismo documental titulado “Is Paris Burning?”. Ambos textos son fantásticos, pero lo importante en este caso es que el documental se encontraba en el centro de las discusiones teóricas que estaba estudiando, así que decidí explorarlo.
Paris is Burning (1990) es un documental hecho por una cineasta lesbiana blanca llamada Jennie Livingstone que se enfoca en la cultura ballroom en Nueva York de finales de los 1980. El documental muestra casas vogueras y legendarias personalidades del como House of Xtravaganza, House of LaBeija y al mismísimo Willi Ninja de la House of Ninja. Ver este documental me abrió los ojos a un conjunto de realidades que en 2008, a mis 22 años, como un muchacho cis gay de la clase media de la CDMX hasta entonces desconocía, entre ellas, a la escena ball. La película me pareció triste, en realidad, y perturbadora. En retrospectiva, concuerdo con la crítica de bell hooks en “Is Paris Burning?” cuando señala que, como mujer queer negra, la película le resulta un poco perniciosa en la medida en que retrata las comunidades queer negras y latinas de clase baja como un espectáculo para las clases media y alta desde la perspectiva de una lesbiana blanca que no forma parte de la comunidad.
Aquí doy un salto cuántico al año 2014 (¿quizás 2013?). Mi entonces muy querido amigo y sensei Omar Feliciano ALIAS Franka Polari me pregunta por Facebook Messenger si sé qué es el vogueing. “Claro, un estilo de baile típico de las comunidades urbanas queer negras y latinas de clase trabajadora que Madonna se apropió en los 1990”, le respondo, “Sí vi Paris is Burning”. Me responde que todavía hay una escena ballroom, que quiere que la escena suceda en México; que tiene varixs conocidxs con interés en formar casas y que quiere fundar una casa multidisciplinaria de la cual yo sería parte: House of Apocalipstick. Recuerdo un primer evento en un bar en Gribaldi, esa noche conocí a La Mendoza. Después comenzaron las prácticas, dos veces a la semana, a las cuales nunca pude ir por mis horarios de trabajo. Después un ball en un bar en la colonia Roma. Omar me cuenta que planea una exhibición de vogueing en un museo de la CDMX; le comparto mis reservas, que no me agrada la idea de exhibir a la comunidad como pieza de museo para el consumo blanco heterocis. Después vino nuestro desencuentro por cuestiones personales que no vale la pena registrar y mi subsecuente expulsión de Apocalipstick. La parte más dolorosa fue perder a un buen amigo; la más traumática fue ver la cara más desagradable de alguien a quien por muchos años admiré y a quién consideré mi mentor.
Otro salto cuántico. Esta vez a febrero de 2020. Con la pandemia de COVID-19 vino también su muerte, y con ellas las acusaciones de acoso y abuso sexual, de las cuales yo —al igual que muchas otras personas cercanas a ella— nunca supimos nada anteriormente. De Franka aprendí muchísimas cosas, pero su enseñanza más importante fue que no quiero ser cómo ella. Saludos afectuosos hasta el inferno, mi Tipi. Si me vieras ahora, serías el primero en cancelarme por andar involucrado en la organización de kikis. Mi Franka Polari, que en Gloria Estefan y en pants espante.
Cuando mencionaba en el Track 01 que involucrarme en la escena ball de Yucatán significaba hacer las paces con el pasado me refería a esto. Por muchos años miré con sospecha la escena porque veía en varias vogueras en redes sociales replicar y reflejar las actitudes y acciones menos bondadosas de mi Franka Polari. Si bien no puedo simplemente sacarme el ojo crítico, si debo reconocer que mi acercamiento al ballroom Yuca y las amistades que he hecho que forman parte de la comunidad me han mostrado también otra faceta: el ball como un espacio gozoso, un espacio donde las disidencias sexo-genéricas y las personas racializadas pueden existir y manifestarse, redescubrir y reapropiarse de su identidades, de sus cuerpos y expresiones, un espacio donde pueden sanar y ser felices, una comunidad que se apoya y que resiste. Es en esta medida que entiendo que el ballroom es un espacio que debe ser resguardado.
***
“Alien” es una palabra curiosa. Sí, se refiere a seres de otro planeta; en el contexto de Renaissance alude a Beyoncé y las disidencias sexo-genéricas que son únicas, con demasiada clase para ser de este mundo; pero también se refiere a lo extranjero, a las personas que cruzan fronteras para llegar a país que no es el suyo, quizás incluso a un espacio que no les corresponde. ¿Qué haces organizando una bola?
Honestamente, no sé qué responderme. Sé que mi afiliación política está con las disidencias sexo-genéricas (de las cuales me considero parte) y en contra de cualquier posición y acción culera que pretenda deshumanizar a las personas y tratarlas de manera injusta y desigual; sé que admiro a muchxs personas racializadas y sus contribuciones al pensamiento, a la música, al arte y a la cultura en general; sé que cada vez es más necesario tener espacios para disentir, para explorarnos, para gozarnos, para crecer y aprender;  sé que quiero mucho a mis amigxs voguerxs y que quiero contribuir en la medida de lo posible a que logren lo que quieren y a su bienestar y felicidad; sé también que me gusta la música electrónica, bailar y el despapaye. 
Son raros los aliens, también. En el cine suelen son seres más bien perturbadores, que buscan invadir, que se introducen para destruir, como los migrantes según los grupos conservadores en países del primer mundo, o como los huaches en Yucatán. No siempre pensamos en los seres vulnerables que necesitan ayuda y protección como E.T. , o en los que buscan ser aliados como los de Arrival; esos también son aliens. ¿Han visto Doctor Who? Si tuviera que escoger un alien, me gustaría ser un eterno enamorado de las maravillas del universo y la diversidad interestelar como el Doctor: un alien que ama a los aliens, quizás.
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zeiashtar · 1 year
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Track 1: (NO) SOY ESA MORRA
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Yo me iba a dormir temprano pero me desvelé pensando en Ballroom. Este asunto de estar tan involucrado en la organización del Club Summer Renaissance Kiki Ball, de (re)incorporarme en la escena de la que nunca llegue a ser propiamente parte, me está moviendo muchas cosas.
Se siente de algún modo como hacer las paces de manera póstuma con mi Franka Polari y con todo lo que representó nuestro distanciamiento y el final de nuestra larga y muy significativa amistad; con las mil maneras en que me rompí cuando nos rompimos.
¿Qué piensas, Tipi, cuando volteas hacia arriba (porque, chica, de que estás girando y dipeando a la izquierda de Satanás no tengo duda) y ves lo que estoy haciendo? Aprendiendo a mezclar canciones, retozando con los decks, organizando fiestas, brincoteando en poca ropa, dedicando más de mis días a vivir de noche, participando en la organización de unas bolas. Una mentada de padre tuya supera cualquier bendición. ¿Aún me guardas en tus maldiciones?
Tal parece que el renacimiento veraniego traerá también el renacimiento de la pluma que alguna vez me quisiste heredar. En otras palabras: estoy pensando en revivir este blog de tumblr para llevar una especie de bitácora sobre todo lo que me está implicando participar en la organización de este kiki ball. Encontrarle sentido al caos, hacer las paces.
Me dijeron que una imagen siempre vale mucho más que mil palabras y es verdad, por eso, si pudiera, dibujaría un mapa de mi estado emocional. Pero no. Sólo palabras; cánticos y ritmos; percusiones y contorsiones --de la lengua, por lo menos--. Ojalá se me diera la geometría polisentimental.
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zeiashtar · 2 years
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Lo que ven tus ojos
para I. M.
Nada, calla. O mejor murmura, agota de tu aliento la garganta vacía tu boca en mi boca susurra sin decirnos nada.
¿Qué es lo que ven tus ojos? ¿Qué figura se asoma si los miro? Luminosidad que no percibo, limítrofe el reflejo que distingo, destino subjuntivo que no encuentra.
Sin embargo, cuentas y cuentas que el amor es puro que el amor es raro que el amor estuvo donde ha estado sin darte cuenta que el amor es libre en sus cadenas y la tierra espera ansiosa los restos de los bienafortunados.
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zeiashtar · 3 years
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Otra tarde más sin ser tu chico del apartamento cinco doce https://www.instagram.com/p/CRH9MKvB282/?utm_medium=tumblr
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zeiashtar · 3 years
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El baile de los 8x5+1 (La película)
Cuando eres una persona LGBT, la fiesta tiene una dimensión política. Para nosotrxs, la fiesta es un espacio de emancipación, una celebración de deseos e identidades que históricamente han sido objeto de humillación y de persecución; deseos e identidades que todavía hoy son motivo de castigo --a veces castigos fatales-- alrededor del mundo . La Fiesta --sí, con mayúsculas-- es un espacio casi sagrado. Tan sólo asistir a una fiesta temática con las amistades, a una reunión gaymer, a un ball, a una fiesta en una locación misteriosa con cuota de acceso y diferentes DJs --por no hablar de organizar semejantes eventos-- es casi un ritual para nosotrxs; esperamos estos eventos con emoción, generamos grandes expectativas, preparamos atuendos y planeamos gastos con anticipación, todo para disfrutar de una noche donde podamos gozar siendo lo que somos de manera libre, sin vergüenza, sin miedo al odio, a la persecución y al castigo. Quizás el ejemplo más obvio sea lo que la Marcha del Orgullo de la Ciudad de México representa para la gente LGBT que vive en otros estados y que año con año realiza el peregrinaje veraniego a la capital (gay) del país para celebrar el día (y la noche) más jota del calendario. En México, esta tradición tiene como referente más antiguo el mítico Baile de los 41 maricones.
Uno puede pensar que el Baile de los 41 maricones es un evento histórico nacional, un suceso que pertenece a todos los mexicanos, pero mi impresión personal es que no es así. Este evento forma parte de la historia LGBT en México y, para ser sincero, lo considero propiedad nuestra; no del "pueblo" de México sino de sus desviadxs. Quisiera pensar que muchas otras personas estarán más o menos de acuerdo conmigo. Es desde esta perspectiva que me fue casi imposible disfrutar de la película El baile de los 41. No voy hablar aquí de sus méritos técnicos o de la ausencia de ellos, sino de la manera en la cual este mítico evento fundacional para la cultura LGBT mexicana queda reducido a una película sobre maricones para el consumo heterosexual. Adelante con los spoilers.
Para empezar, hay que decir que El baile de los 41, de hecho, no trata sobre el baile de los 41 maricones sino sobre la relación entre el maricón no. 42, el diputado Ignacio de la Torre, y su esposa Amada, hija de Porfirio Díaz. Esta no es la historia de un baile, ni de 41 maricones --de hecho, el baile dura en pantalla menos de 4 minutos, incluyendo el vestuario, el peinado y el maquillaje-- es la historia de un closetero que hace sufrir a su esposa por homosexual y mentiroso. La película nos muestra a un Ignacio que maltrata a su esposa de manera reiterada, ya sea teniendo relaciones de mala gana, forcejeando por arrebatarle una llave, arrastrándola fuera del cuarto, mintiéndole o simplemente distanciándose de ella. Nos muestra también un Ignacio que intenta pasarse de listo para avanzar su carrera política, que es terco, inmaduro y deshonesto. Por otro lado, la película nos presenta una Amada que inicia como una esposa entusiasta y amorosa, pero que se vuelve violenta al darse cuenta no tan gradualmente de que su esposo es homosexual. La película se esfuerza tanto por hacernos empatizar con Amada (y tan poco con Ignacio) que el intento de abuso sexual por parte de ella pasa casi inadvertido al ser visualmente menos dramático que la manera en que él la empuja y arrastra fuera del cuarto para resguardarse. Podría decirse que la parte central de la trama consiste en retratar cómo una mujer heterosexual sufre por culpa de un maricón. Malditos maricones.
La otra parte de la trama es el romance entre Ignacio y Evaristo, un abogado que Ignacio integra en el club de los 41 maricones. El trágico romance culmina en un hermoso cuadro al final de la película en el que Ignacio llora en silencio al enterarse que Evaristo murió estando preso, resultado de la redada en el baile. Esta parte de la trama pretende ser una especie de Brokeback Mountain llevada al Porfiriato. El problema con esto es que, por un lado, la película jamás se preocupa por hacernos empatizar con Ignacio y, por el otro, el romance entre ambos hombres no es verosímil. La película muestra a Ignacio y a Evaristo teniendo relaciones sexuales en repetidas ocasiones, pero no los muestra construyendo la intimidad que se asume entre ellos hacia el final de la película. Resulta difícil creer que estos dos personajes realmente están enamorados; quizás sería más fácil pensarlo si al menos se besaran de lengüita, pero no lo hacen. En fin, la falta de desarrollo de ese romance en pantalla provoca que el último cuadro de la película no sea tan conmovedor como pretende serlo (a diferencia del cuadro final de las dos camisas colgadas en la puerta del armario en, de nuevo, Brokeback Mountain). No sé, a lo mejor para los malditos maricones el amor se reduce sólo a coger.
Quizás el punto que me parece más crítico de "El baile de los 41" es que, a diferencia de lo que mencioné arriba sobre lo que la Fiesta representa para las personas LGBT, esa parte gozosa de la celebración de nuestros deseos e identidades está ausente en la mayor parte de la película. Es cierto que la película tiene escenas de maricones bebiendo, riendo, cogiendo, travestidos, cantando y representando comedias, pero la manera en que estas imágenes están retratadas a menudo resulta en incomodidad y desconcierto, si no es que en una completa caricaturización. A mi parecer, esto es resultado de la iluminación, de la fotografía, del movimiento de la cámara, de la musicalización y del comportamiento de los actores secundarios. Como mencioné antes, el baile tal cual tiene una duración menor a 4 minutos en la pantalla, lo cual corresponde a dos secuencias. En la primera de ellas vemos a los maricones preparándose para el baile: comienza con un primer plano de un maricón maquillándose y que parece llorar de felicidad --todo bien ahí-- pero esto es seguido por un movimiento de cámara que muestra a otros maricones empelucados tratando de ajustarse el corset, no vemos sus caras porque están en la penumbra, sólo alcanzamos a distinguir las pelucas, las uñas largas y las formas del corset entre las siluetas; a continuación tenemos un primer plano de Ignacio, pensativo y visiblemente triste mientras se maquilla; toda la secuencia va acompañada de una desconcertante melodía de piano. La segunda parte del baile muestra a los 42 maricones bailando, la mitad en vestidas, sí, pero con los cuerpos y las caras rígidos la mayor parte del tiempo. No es sino hasta que esa desconcertante música de piano se acelera y la escena comienza a intercalar imágenes de la policía acercándose que vemos a algunos maricones reír y disfrutar --menos de 20 segundos--. Esta no es la emoción que sentimos los LGBT cuando nos preparamos para la fiesta más esperada del año, ni la euforia que nos inunda cuando ya estamos ahí. 
No hay goce, afirmación, ni reivindicación. Al contrario, la película parece mirar a los maricones con extrañeza, retratándolos como seres humanos superficiales, insulsos, ridículos e incapaces de ser felices. Algo similar a lo descrito en el párrafo anterior ocurre en las escenas que mostraban las actividades típicas del club de los maricones en partes previas de la película. En una de ellas incluso hay un contrapunteo muy particular: se escucha una conversación fuera de cuadro de uno de los maricones en torno a sus obligaciones familiares con su esposa e hijos mientras vemos a los hombres pasándola bien y jugando billar, hasta que la cámara se centra otra vez en el rostro acongojado de Ignacio. Este club no es un espacio de libertad y emancipación, de celebración de las identidades, es un circo de lo extraño bajo el yugo de la heterosexualidad obligatoria, escrito y filmado desde la mirada heterosexual. Miren a estos malditos maricones.
Después de ver la película, encontré una entrevista donde la guionista afirma que su objetivo era "contar, rescatar y resignificar" el baile de los 41 maricones "o sea, dejar de hablar de este suceso histórico como si fuera un chisme y empezar a darle la importancia que tiene dentro de la historia de nuestro país." Aquí surge la pregunta "¿Quiénes son ese "nosotros" cuando la guionista habla sobre "nuestro país"? Al hacer una película cuya trama se centra en un matrimonio heterosexual (entre un hombre y una mujer), que retrata a los hombres homosexuales de manera superficial, incluso llegando a caricaturizarlos, que muestra a estos hombres como incapaces de ser felices y que deja de lado lo que el mito de los 41 representa para la gente LGBT en mexico, la película está muy lejos de resignificar este suceso histórico. Al contrario, me atrevería a decir que la película reproduce (quizás de una manera más sutil, pero no por ello poco perniciosa) el escándalo moral que la prensa nacional propagó a partir de este suceso a lo largo de varias décadas.
Quizás los realizadores de la película asumen, como lo hacía la prensa al hablar del baile de los 41 maricones, que ese "nosotros" al que se refieren cuando hablan de "nuestro país" no somos nosotrxs --las lenchas, los maricones y demás desviadxs--. Piensan en nosotrxs como el tema, pero no como el público. No se les ocurre que el mito de los 41 maricones pueda formar parte de uns cultura y una tradición de resistencia, disidencia y sobrevivencia; ignoran que nuestra Fiesta tiene una dimensión política. Tal vez no se percatan que, como público, lxs desviadxs queremos y necesitamos otras narrativas, otros enfoques y perspectivas. O lo mejor sí se dan cuenta, pero por alguna razón prefieren atender al público heterosexual, o quizás piensen que por poner hombres guapos cogiendo y desnudos frontales en la pantalla, los maricones nos vamos a dar por bien servidos. Ojalá algún día tengamos la película sobre el baile de los 41 maricones que los maricones y desviadxs verdaderamente merecemos. Rescato, eso sí, la escena donde Ignacio, Evaristo y sus amigos caminan borrachos a altas horas de la noche por las calles del ahora centro histórico de la Ciudad de México haciendo desfiguros; ese sí fue un buen homenaje a una muy bonita tradición de maricones que espero podamos retomar pronto.
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zeiashtar · 4 years
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Soneto moribundo
En mis sueños tú mueres en mis brazos. Te levanto sangriento de la acera, cuelgan de tu rostro restos del que era para mí el más hermoso de tus trazos.
Se escapa, la sangre corre somera, borda con grecas un último abrazo, despoja de tu cuerpo los retazos de la que ansiaba ser mi vida entera.
Arráncame el aliento que me sobra, lo cambio por tus labios carmesí. Por favor, como siempre, toma ahora,
ten, aquí, mis palabras, todas, para ti.
***
Junio 2009
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zeiashtar · 4 years
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Tragedia doméstica
¿Qué se hace con la tristeza? ¿Se guarda en una gaveta de calcetas blancas y negras, esperando abrirla un día y encontrar un olvidado colorido? ¿Qué se hace con las calcetas que ahora son de uno por error, extraviadas con dulce descuido, de agujeros extraños, desconocidos para nuestros pies errantes? ¿Se les remienda para recordar pasos contiguos de tiempo atrás, o se les tira para atrás dejarlos? ¿Qué se hace con la tristeza? Lo mismo que con las calcetas: Se les usa hasta que uno se nota saliendo a través de ellas.
Ciudad de México, 4 de junio de 2009
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zeiashtar · 5 years
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zeiashtar · 6 years
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Poesía 2.0
hacer clic en el botón de Enter en lugar de la barra espaciadora no vuelve poema la prosa
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zeiashtar · 6 years
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Cuando terminas de explicarle a tus alumnitxs la diferencia entre sexo/género/orientación sexual y te prometen ser respetuosxs con la gente LGBT como tú:
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zeiashtar · 6 years
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Cuando me batean por no tener “cuerpo de gym”:
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zeiashtar · 6 years
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Mayo 10
Moriré en esta cama monumento a la ingratitud de la estirpe de los hombres erigido para izar sus malestares perfilado a semejanza suya para verse sin mirarse
Ya los siento deambulando por mi templo sus antorchas encendidas prenden fuego a mis venas como llagas sazonadas con juguito de limón sus lanzas afiladas sacan chispas con los muros entripados de mi vida absurda escaparate de olvidos y omisiones tercas
Me doblego y anhelo colapsarme en mis entrañas
Ellos adentro, por supuesto
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zeiashtar · 7 years
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Hombres: qué absurdo cambiar la vocal de género gramatical por "x". La regla dice que el masculino genérico incluye mujeres. Los mismos hombres: La regla de que los grupos exclusivos de mujeres encabecen las marchas feministas está mal porque excluye a los hombres y los invisibiliza.
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zeiashtar · 7 years
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Versos inspirados en Sarahah y escritos en el trayecto de Metro Copilco a Metro Etiopía porque no había con quién ligar
Escribes invisibles tus historias sobre tú y yo y el deseo lo arrojas en mi fuente y los golpes los imprimes en mi piel como el eco que no suena o el árbol que cae si nadie lo ve.
Éstas nuestras marcas son colores sin sabores  sensaciones de las gotas que no llueven.
Mira arriba y toca – el cielo con las pestañas. Abre bien la boca – que se sienta en las entrañas.
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zeiashtar · 7 years
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Versos escritos la noche del cumpleaños de A.
octubre 2009
Soy de la tierra, de la tierra domesticada donde juegas travieso desmoronándome en tus dedos de niño malcriado.
Soy de la tierra, de la tierra ya labrada por tus manos, que me integran y que llevas a tu boca —festín— sin reparo.
Soy de la tierra, de la tierra inundada de los charcos donde juegan los hombres a ser pájaros
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zeiashtar · 7 years
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Si tienes dos novios, puedes bingewatchear sense8 dos veces 
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zeiashtar · 8 years
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¿Acoso o cumplido?
El día 15 de marzo, la tuitera y bloguera Tamara de Anda (@plaqueta) levantó una denuncia por acoso en contra de un taxista que le gritó “guapaaa” en la vía pública, y difundió paso a paso el proceso en tiempo real a través de una serie de tuits. La denuncia ha generado una gran controversia en redes sociales, en la cual las voces más prominentes son aquellas que critican a de Anda y sus acciones. Las críticas se han planteado en al menos dos sentidos. En primer lugar, se acusa a de Anda de abusar de sus privilegios (de clase media informada con acceso a internet móvil, supongo) en contra de una persona pobre, es decir, el taxista que recibió una multa como consecuencia de la denuncia. Por otro lado, se le acusa también de ser hipócrita después de que varios usuarios recuperaron tuits viejos donde de Anda recibe amablemente el saludo “Hola, guapa” de parte de un conocido y donde se refiere a terceros como “guapos”. Me parece que ambas críticas carecen de relevancia, principalmente la segunda.
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La primera crítica, la relacionada con los privilegios de de Anda es, al menos, sospechosa. ¿En qué consisten los privilegios que se le atribuyen? Me aventuro a pensar que la condición social de de Anda le permite documentar fotográficamente al “supuesto” agresor, al igual que le permite conocer el marco legal para proteger sus derechos y tener acceso a internet móvil para difundirlo; eso por no mencionar su condición discutible como figura pública en tanto bloguera de El Universal. El “problema” de que los privilegios de de Anda le hayan permitido levantar una denuncia fructífera no es uno de ella, sino del sistema judicial y penal que lleva a cabo una procuración de justicia selectiva. El sistema judicial y penal mexicano, sin duda, cumple una función de criminalizar la pobreza. Sin embargo, resulta curioso que las redes sociales decidan tomar este caso para discutir cómo el sistema judicial vuelve criminales a los pobres cuando tenemos una infinidad de casos y realidades vigentes que ejemplifican este hecho, por ejemplo: la guerra contra el narcotráfico, los 43 de Ayotzinapa, la penalización del aborto y la del trabajo sexual, por mencionar sólo algunos. Sin duda, hay personas que pueden discutir este punto de manera más informada y elocuente, pero esto puede darnos una idea de su falta de relevancia y de una posible segunda intención por parte de los críticos.
La segunda crítica, aquella que equipara el acoso callejero de “guapaaa” con el cumplido “Hola, guapa”, es parte de un debate más bien global entre feministas y detractores sobre qué es el acoso callejero. Me parece que la lingüística y, en particular, la pragmática, pueden arrojar luz sobre el tema y llevarnos a concluir efectivamente que (1) el acoso callejero sí existe y (2) es completamente distinto del cumplido. (Acá una chica lingüista, Hailey Mac Arthur, hace algo parecido) Antes de explicar por qué, hablemos un poco de qué son la lingüística y la pragmática. La lingüística es una disciplina muy amplia que estudia el lenguaje humano desde muy diversas perspectivas y en diferentes niveles. Una lingüista no habla necesariamente muchas lenguas, tampoco se dedica de manera exclusiva a decirle a la gente cómo hablar (¡Hola, RAE!), ni se comunica con extraterrestres como Amy Adams en Arrival (al menos, no aún). Los lingüistas más bien estudiamos qué es el lenguaje, por qué existe, cómo funciona y qué hacemos con él. La pragmática es una parte de la lingüística que se dedica a estudiar el uso real de la lengua por parte de hablantes reales en contextos específicos y que puede seguir metodologías muy diversas desde el análisis de la conversación hasta cuestiones experimentales y neurolingüísticas (o sea, de cómo el cerebro humano procesa cuestiones pragmáticas). Dos campos de estudio muy trabajados dentro de la pragmática son los actos de habla y la cortesía verbal. Aproximarnos al fenómeno del acoso callejero desde estas perspectivas puede demostrar que este fenómeno, de hecho, sí existe.
De manera muy general, un acto de habla es una acción verbal que cambia las condiciones del mundo. Es decir, un enunciado que alguien dice y que tiene un efecto más o menos asequible en la vida real. Un ejemplo de un acto de habla típico, siguiendo a Austin (el señor que prácticamente inició su estudio) es la ceremonia nupcial: únicamente a partir del momento en el que un juez dice “los declaro marido y mujer”, después de que ambas personas dijeron “sí, acepto”, es que la pareja heterosexual en cuestión se vuelve un matrimonio. En otras palabras, ese matrimonio existe sólo después de que el juez así lo declara. Éste es un acto de habla. 
En un sentido más amplio, como también señala J.L. Austin, todas las cosas que decimos son actos de habla, pues cambian la realidad del mundo. Incluso un enunciado como “Me siento mal” cambia la realidad pues ahora el mundo sabe que yo dije que me siento mal. Sin embargo, si estoy en casa con un novio y le digo “Me siento mal”, este enunciado busca generar un cambio en la realidad del mundo. ¿De qué manera? Pasemos a las imágenes:
Memo: Me siento mal. Este novio: ¿Te preparo una sopa?
Al decir “Me siento mal”, estoy haciendo una petición a mi interlocutor (este novio que tengo en casa) y, en cierto sentido, lo estoy comprometiendo, no a que me prepare una sopa, sino a que haga algo al respecto (preparar algo, llamar a un doctor, hacerme mimos, etc.). Esto también es un acto de habla, para precisar, un acto de habla indirecto.
Empecemos, pues, la discusión. Otra característica de los actos de habla de acuerdo con Austin y otros lingüistas es que no están vinculados inseparablemente con ninguna expresión semántica. Esto quiere decir que ni la palabra “me” ni la palabra “siento” ni la palabra “mal” ni la combinación de las tres “me siento mal” significan “quiero que tú, novio, hagas algo con respecto a mi estado de salud” y, sin embargo, eso es lo que comunican en el contexto de arriba. De lo anterior podemos deducir que el carácter del acoso callejero no está determinado por ninguna palabra o expresión lingüística, sino por su uso y lo que comunica en el contexto específico. O sea, el problema del acoso no son las palabras “guapo” y “guapa”, sino su uso, lo que comunican y el efecto que generan —la forma en la que modifican la realidad del mundo— en un contexto específico. Vaya, sabemos que incluso sonidos que no son propiamente lingüísticos están relacionados con el acoso, por ejemplo, aquel que hacen los bisteces (tsssssssssssssssss).
Ahora bien, muchas personas argumentan que el piropo (o catcalling, en inglés) no es acoso, sino un inocente cumplido y que las mujeres no deberían sentirse ofendidas ni amenazadas porque, pues, es un cumplido y los cumplidos son bonitos (como las mujeres mismas, plop). Considero que el piropo es acoso callejero precisamente porque constituye un acto de habla distinto del cumplido, y que la cortesía verbal alrededor de ambos también distingue a uno del otro.
En tanto actos de habla, el cumplido y el acoso callejero buscan cosas distintas (los especialistas llaman “fuerza ilocutivo” a aquello que los actos de habla hacen). El cumplido busca comunicar la buena estima que tenemos del interlocutor al nombrar una de sus características, usualmente busca comprometer al interlocutor, o al menos generar cierta empatía entre ambos.
Memo: Hola, guapo. Guapo: Hola.
Cuando yo le digo “Hola, guapo” a un guapo, lo que estoy comunicando a través de este acto de habla indirecto es que me agrada. En este caso, el acto de habla se considera infeliz (neta, es el término técnico; del inglés infelicitous) porque mi guapo interlocutor no acepta el cumplido diciendo “gracias” o algo parecido. Esta es otra característica del cumplido; algunos actos de habla suelen estar enmarcados en una especie de ritual o por condiciones que los vuelven actos felices: en el caso del matrimonio, por ejemplo, la felicidad del acto de habla depende de que lo diga un juez y del consentimiento verbal de los contrayentes. El acoso callejero no puede ser un cumplido porque, como acto de habla, siempre sería un cumplido infeliz.
El acoso callejero es un acto de habla distinto al cumplido por otras características. Consideremos, por ejemplo, que cuando un taxista grita “Guapaaa” a una mujer en la vía pública desde un vehículo (sobre todo si éste está en movimiento) realmente no se espera que la mujer en cuestión acepte el cumplido por la sencilla razón de que el enunciador de “Guapaaa” no lleva a cabo ninguna acción para continuar la comunicación. Vaya, la mujer nunca es una interlocutora en este caso, ni el enunciador espera que lo sea. ¿Qué busca comunicar el piropo? ¿Incomodar? ¿Establecer superioridad? ¿Expresar que la mujer no es bienvenida en el espacio público? Tratar de responder esta pregunta es metodológicamente imposible, pues ningún practicante o defensor del piropo reconocería abiertamente que busca cualquiera de estas opciones, siempre buscarán salvar la cara. Lo que queda claro es que el efecto ilocutivo buscado es distinto al del cumplido por el papel que juegan las receptoras y que el efecto que generan (el efecto perlocutivo) es incomodidad y la sensación de que las mujeres no están seguras en los espacios públicos.
En cuanto a la cortesía verbal, el piropo/catcalling/acoso callejero también tiene características particulares que no sólo lo diferencian del cumplido (como se sugirió arriba) sino también de otros intercambios verbales entre desconocidos dentro del espacio público. Pensemos en un vendedor ambulante o en un voluntario de una ONG que busca recolectar firmas para una causa que se acerca a ti mientras paseas con otro novio:
Voluntario: Hola, amigos. Disculpen que los moleste. Memo: Hola. Este otro novio: *gruñe incómodo* Voluntario: Oigan, ustedes se ven como chavos muy interesados en causas sociales. Memo: Es por los zapatos veganos, lo sé. Este otro novio: *gruñe incómodo* Voluntario: ¿Puedo quitarles un poco de su tiempo? Nosotros somos una ONG que…
En este caso, el voluntario es un desconocido que recurre a diversas estrategias de cortesía verbal para garantizar la apertura del canal de comunicación y para comprometernos a colaborar con su organización. Señalemos algunas de ellas: el saludo, el referirse a desconocidos como “amigos”, disculparse por la interrupción, el cumplido sobre nuestro compromiso social (“ustedes se ven como chavos muy interesados en causas sociales”), la advertencia cortés en forma de pregunta de que piensa dirigirse a nosotros por más tiempo (cuando dice “¿Puedo quitarles un poco de su tiempo?” realmente no se detiene para que podamos responder). El uso de estas estrategias responde a convenciones de cortesía verbal características del español mexicano. Los hispanohablantes del país tenemos la convención de no dirigirnos a desconocidos en lugares públicos sin disculparnos antes, por nombrar una de ellas. Estas convenciones son culturales y no cumplir con ellas implica correr riesgos donde se pone en juego nuestra imagen pública (pueden checar a Penelope Brown y Stephen Levinson, dos de los lingüistas más influyentes en este campo). Una amiga japonesa nos contaba que en Japón, por ejemplo, los cumplidos no se aceptan ni se agradecen, sino que se refutan de manera explícita: Si alguien te dice que te ves bien hoy, la convención de cortesía es decir que no es cierto, que te ves fatal y prácticamente que eres pelusa de ombligo; agradecer el cumplido te hace quedar como una persona pretenciosa y egocéntrica.
El acoso callejero no cumple con las convenciones de cortesía verbal del español que rigen los intercambios verbales con desconocidos en el espacio público. Pero, ¿realmente el acosador se está jugando su imagen pública cuando lo lleva a cabo? De manera local, sí. En el caso de de Anda, por ejemplo, la imagen pública del taxista resultó tan dañada que ella decidió denunciarlo. El evento discursivo inicia y termina cuando el acosador enuncia el piropo, el canal de la comunicación se rompe por el daño a su imagen pública. 
Hasta aquí he tratado de caracterizar el piropo/catcalling/acoso callejero como un acto de habla distinto del cumplido y que viola las convenciones de la cortesía verbal. Obviamente no es éste un estudio formal, pero he tratado de presentar ejemplos que espero hagan eco en sus experiencias como hablantes de español en México y en otros lugares donde se hable esta lengua. Sabemos que usar la palabra “guapa” para referirse a una mujer no es acoso, pues el acto de habla no depende de la semántica –el significado de las palabras— sino del contexto y las condiciones del evento discursivo en cuestión. ¿En qué contexto un hombre puede llamar “guapa” a una mujer? El ejemplo más obvio se encuentra entre los tuits que citaron para criticar a de Anda, paradójicamente, y que mencionamos al principio. ¿Es posible hacerle un cumplido a una mujer desconocida sin que sea acoso? Yo supongo que sí, mientras se respeten las reglas de cortesía verbal y, de manera más importante, la libertad de las mujeres de decir “NO”. 
Hace unas semanas me contaron que una experta en pragmática comentó alguna vez, a modo de chiste, que los hombres están atrofiados de sus mecanismos pragmáticos porque parecen incapaces de reconocer las implicaturas que sus novias y esposas producen. La virulenta reacción que ha suscitado el caso de Tamara de Anda parece sugerir que el mal funcionamiento de los mecanismos pragmáticos de los hombres se extiende al reconocimiento de actos de habla y de las normas de cortesía verbal. Esto es, por supuesto, una ridiculez. Todos los seres humanos desarrollamos mecanismos pragmáticos de manera similar a como aprendemos nuestra primera lengua: de manera inevitable e inconsciente. A menos que tenga daño cerebral, es prácticamente imposible que un hombre no tenga habilidades pragmáticas, que sea incapaz de reconocer la diferencia entre el acoso callejero y un cumplido. Quien intente sostener que son lo mismo, sólo porque en ambos casos se puede usar la palabra “guapa” no es un imbécil, ni un impedido lingüístico, es sencillamente un misógino. Y un culero.
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