Hoy, varios recuerdos danzan en el caos de mi memoria, moviéndose a su propio ritmo y en su propio mundo. Algunos bailan de alegría, mientras que otros se deslizan en un vals lento de profunda melancolía. Hay aquellos que tienen nombre y apellido, rostros amables que invitan a una danza familiar, y otros que provocan temor, moviéndose erráticamente y causando temblores inesperados.
Algunos recuerdos tienen imágenes nubladas por el paso del tiempo, pero con sentimientos tan vívidos que permanecen más que existentes en el presente. Otros, mágicamente, parecen recientes, aferrándose al ahora para no olvidar la sublime sensación que una vez embriagó el alma y la piel.
Son memorias que danzan entre aromas, sensaciones e imágenes, evocando suspiros, sonrisas e incluso un par de lágrimas. Con su música infinita y etérea, otorgan sentido al caos mental, siendo principio mas no fin. Bailan desde el amanecer hasta el profundo sueño, donde toman el control y celebran con su amante cotidiano, mi subconsciente.
Por favor, sigan bailando sin cesar, pues el día en que detengan su danza, yo marchitaré por dentro, ya que, ¿qué es un simple mortal sin ustedes, sublimes recuerdos?