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#Capitán Mares
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Un dibujo de todos los guardianes reunidos con sus disfraces!
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romeodelosmares · 10 days
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Barullo
25 de mayo de 2024, 21:08 Por Romeo de los Mares:  
No tenés un carácter fuerte, al contrario, es muy débil, tus emociones te toman, si tuvieras carácter fuerte no tendrías esas reacciones. Jamás interpretaría a un villano pero me encanta dejar a las hormigas como mentirosas. ¿Donde quedó ese chico fanático de Casi Ángeles que nunca había sido corrompido? Tengo que reconciliarme con los modales, pienso. ¿Soy el pibe que le rechaza el abrazo a un hombre con el cartel de "Free Hughs" en microcentro o soy tu sad boy favorito con problemas de ira? Harto de hacer dobles lecturas tonales por un mensaje escrito de Whatsapp. La despersonalización poética como mi propio huracán Katrina: de actor indie underground de la escena alternativa y experimental checoslovaca a un pibe perturbado y papelonero con escasa capacidad de tomar el control de su vida. Cada vez que me veas me vas a encontrar distinto y lo voy a justificar argumentando que soy infinito por no decir que las adicciones ya han causado sus estragos. Voy a empezar a ser un pibe bastante contradictorio y eso va a estar bien. Voy a ser aún más selectivo y voy a seguir afrontando esas consecuencias. Voy a tener actos arrogantes porque tengo alterado el criterio de la realidad y lo voy a minimizar diciendo que simplemente "soy sanguíneo". Voy a seguir viviendo en el presente porque el pasado me aburre muchísimo y tengo imposibilidad de hacer planes a futuro por mi miedo a la eternidad. No me podés limitar por una conducta que se desprende de mi estructura personal porque entrarías en el mar de los divagues y ahí yo soy capitán. Cuanto más resuelto me creo, más equivocado estaba. ¿Me explicás este invento? Se me acabaron las recetas del libro que tenía. Capaz es momento de poner más páginas o simplemente seguir distorsionando la realidad.
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O fingiendo demencia. Lo que suceda primero.
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Shanks no creía que las casualidades existían, él pensaba que cuando te topabas con una persona o con alguna situación es porque eso es lo que tenía que pasar, quizás para que aprendieras algo o porque te iba a volver más fuerte, pero algo te iba a dejar ese encuentro... Esa idea se vino totalmente abajo cuando conoció a Mihawk.
Tenía 21 años, apenas habían pasado dos años desde que Roger, su antiguo capitán había muerto a manos de la marina, al pelirrojo todavía le dolía la pérdida ya que el pirata fungió como su padre durante todo el tiempo que estuvo con él, pero tenía una última misión que cumplir para él, lo que le dejó asignado antes de morir y claro que lo lograría.
A pesar de que era joven y la era de los piratas estaba en su apogeo, Shanks ya comenzaba a tener su tripulación consolidada y se abrían paso entre los mares, desafiando a cualquiera que tuviera la osadía de querer atacarlos, muy pocas veces era él quién empezaba un ataque, "Solamente cuando la situación lo amerita" respondía cuando sus compañeros le preguntaban al respecto. Él creía en las palabras y en ser justos, que a veces la violencia no resuelve todo y que se puede llegar a un mejor final dialogando, es por ese motivo que sus habilidades eran casi desconocidas, pero se sabía que era poderoso porque lograba vencer a cualquiera que se lo exigiera... A cualquiera menos uno: Dracule Mihawk.
La mañana en la cual conoció al pelinegro se sentía fría, con un aire gélido que anunciaba que las estaciones estaban cambiando y que prontamente empezaría el invierno, a pesar de que en la gran ruta las cosas no se manejaban de la misma manera, algunas pocas veces lograban coincidir con el mundo exterior que les rodeaba. La tripulación del pelirrojo llegó a una isla pequeña para poder reabastecer sus dotaciones de todo, principalmente de comida, agua y alcohol que es lo que más pronto se acababa y con justa razón, a los piratas les encantaba hacer fiestas y festines por cualquier mínima cosa. Dejaron el barco aparcado en el muelle y se quedaron dos miembros a custodiarlo, aunque dudaban que alguien fuera lo suficientemente estúpido como para querer atacarlos.
Los piratas caminaron por la pequeña aldea comprando las cosas que necesitaban y empezando a subirlas al Red Force, el capitán les comunicó que se alejaría un poco de ellos porque quería revisar la sección de espadas para ver las que manejaban y adquirir una en caso de que alguna le interesara pero que los alcanzaría en el barco para poder irse lo tan pronto terminaran.
A pesar de que el lugar era pequeño, había demasiados callejones en los cuales fácilmente se podría perder cualquiera que no estuviera familiarizado, cosa que terminó pasando con el pelirrojo, quien se adentró en uno de los corredores por indicación de un lugareño, pero terminó dando más vueltas de las que debía y en algún punto perdió la dirección que debía seguir. Por el rabillo del ojo una mancha oscura que pasó girando a la izquierda captó su atención por un segundo, Shanks estaba seguro de que conocía de algún lugar a la persona que había visto pasar y como era una persona sumamente curiosa -Y no tenía ni idea a donde ir- decidió seguirlo.
- Estoy casi seguro de que se fue por aquí - Murmuró Shanks en voz baja al encontrarse de nuevo perdido sin poder visualizar a quien estaba siguiendo.
La figura negra volvió a aparecer, demasiado rápido para que al pirata le diera tiempo de reaccionar. Un golpe impactó contra su costado haciéndolo trastabillar y posteriormente, caer al piso húmedo.
- ¿Me estabas buscando? - Preguntó aquella voz gruesa y ronca, cuando el pelirrojo alzó la vista pudo dar con el dueño de ella: Un hombre alto, joven, con unos ojos ámbar muy intensos, de cabellos oscuros, patillas largas inclinadas hacia arriba y una pequeña barba. Llevaba un saco negro con mangas largas rojas floreadas que dejaban a la vista su tonificado abdomen y en el cuello le colgaba un crucifijo dorado. La espada larga que llevaba y con la que sospechaba lo había golpeado ahora se encontraba con el filo apuntándole el cuello, pero aquello no lo inmutó ni por un segundo.
- Realmente estaba buscando la tienda de espadas, ¿Tú vendes espadas? - Cuestionó divertido el pirata sabiendo la respuesta antes de escucharla
- No... Pero podría atravesarte el cuello con una - La seriedad que manejaba el espadachín era notoria tanto en su voz como en su rostro.
Shanks pareció pensárselo por un segundo y después se encogió de hombros - No tenía en mi agenda que alguien me atravesara el cuello hoy con una espada así que tendré que decirte que gracias, pero no. - Respondió el pelirrojo con absoluta tranquilidad. Para ser alguien que estaba en el piso con una espada casi raspando su piel, se lo estaba tomando muy calmadamente y aquello solo puso de malas al pelinegro.
- ¿Crees que estoy jugando? - Cuestionó con la molestia marcada en su voz y Shanks sonrió, una de esas sonrisas ladinas que eran tan típicas en él y que hacía que sus ojos se achicaran levemente.
- ¿Lo estás? ¿Puedo jugar? - La altanería continuaba salpicando la voz del pelirrojo en cada palabra que emanaba de su boca, como si aquella situación no le inmutara en lo más mínimo y realmente así era, tenía demasiada confianza en sí mismo como para saber que ese día no iba a morir.
- ¿Al menos sabes quien soy? - Inquirió de nueva cuenta la persona que apretaba cada vez con mas fuerza el mango de la espada, totalmente incrédulo de la actitud del contrario.
- Mhm... A ver, déjame ver, cara seria, cuerpo sensual y medio exhibicionista si me preguntas, espada enorme... Sé que te he visto en algún lado, pero no logro recordar en donde... Quizás en mis sueños húmedos, pero por la manera en la que me miras sé que tú me conoces y esto está empezando a ser un poco incómodo - Shanks le giñó un ojo divertido viendo como la expresión del pelinegro se endurecía, sabía exactamente quien era desde el momento en que vio sus ojos pero quería divertirse un poco más.
- Me llamo... -
- ¡Dracule! - Exclamó el pelirrojo interrumpiéndolo antes de que el otro pudiera terminar de hablar, como si por fin hubiese podido alcanzar el recuerdo que le rondaba por la mente. Lo había visto en un cartel de "Se busca" y de hecho, tenía esa hoja guardada porque le había parecido interesante. - El cazador de Marinos, ya decía yo que de algún lado te recordaba - La sonrisa de Shanks se ensanchó, notoriamente feliz al toparse con una celebridad como esa. Había escuchado lo poderoso y lo fuerte que era con la espada, tanto como para hacer temblar a la marina completa y empezaba a entender el motivo, era una persona que simplemente imponía con su presencia.
Mihawk pareció un poco mas relajado al escuchar que el pirata lo reconocía, al menos no era tan tonto como había pensando en un inicio
- Y tú eres Shanks, el pelirrojo - Profirió el espadachín sin retirar ni un centímetro su espada del contrario.
- Bueno no hay que ser muy listos... Tengo el cabello rojo, soy un pirata, claro que soy Shanks el pelirrojo, Dah - El tono era de burla y de provocación, como si hubiese dicho que dos más dos era cuatro. El capitán quería ver hasta que punto podía molestar al otro hasta que mostrara los dientes. - Pero hey, ¿Por qué me apuntas con tu espada? Creí que solo cazabas Marines y yo claramente no soy de la Marina. -
Mihawk había tenido ya demasiada paciencia y eso era decir poco, en otra circunstancia la cabeza del pirata ya se encontraría despegada de su cuello, pero el pelinegro tenía la esperanza de que aquel irritable pelirrojo fuera un digno oponente, aunque realmente empezaba a dudar de aquello.
- Porque ya me aburrí de los piratas y marines con los que me he cruzado y de lo débiles que son... Escuché que tú al menos eras fuerte y un buen desafío, pero sinceramente no lo creo. -
Shanks se llevó la mano al pecho, justo donde se encontraba su corazón y fingió una cara de dolor - Me ofendes en verdad, Dracule, pensé que ya éramos íntimos amigos - Exclamó el pelirrojo con un puchero instalándose en sus labios.
El pelinegro puso los ojos en blanco. Aquel pirata era insufrible, se preguntaba cómo no lo habían asesinado ya hace tiempo.
- Cállate de una buena vez, solo quiero retarte a un duelo - Concluyó Mihawk mirando al capitán que se encontraba todavía en el piso. Este pareció que se lo pensaba y terminó negando ligeramente con la cabeza, hasta donde se permitía hacerlo teniendo en cuenta que la punta de la espada todavía estaba casi rozando su cuello
- No peleo sin algún motivo - Fueron las palabras que salieron de la boca de Shanks desconcertando al pelinegro por completo
- ¿No te parece que tener una espada en tu cuello es motivo suficiente? - Interrogó con visible molestia en su voz
- Dracule, oh, Dracule - Comenzó el pelirrojo con un tono reprochador, como si fuesen conocidos de años y le estuviera recriminando algo - Si quisieras matarme o herirme, ya lo habrías hecho, pero estamos aquí, conmigo debajo de tu espada y tú desde allá arriba viéndome teniendo una conversación de lo más amena, ¿Acaso mis encantos ya hicieron efecto en ti? -Cuestionó Shanks y comenzó a mover sus pestañas de manera muy fingida y notoria, en un intento muy tonto de coquetear.
Mihawk apartó su espada con molestia volviendo a posicionarla en su espalda, donde era su lugar. Señaló acusatoriamente con el dedo al pelirrojo.
- Te estoy retando a un duelo de espadas, Shanks. Esta tarde, a las 6, en la costa. Si no asistes, entenderé que eres un cobarde sin palabra. - El pelinegro escupió las palabras con visible molestia en la voz. Se dio la vuelta y se marchó, dejando al pelirrojo tirado en el piso con la humedad traspasando su ropa
- ¿Al menos me ayudas a levantarme? ¿No? ¡Gracias! - Exclamó en un intento de recobrar la atención del espadachín, pero este ya se había marchado. Shanks suspiró poniéndose de pie y sacudiendo la tierra y parte del lodo que tenía su ropa. Miró a su alrededor todavía sin saber exactamente como salir de ahí y al parecer la idea de seguir a Dracule tampoco parecía la mejor de las ideas, no cuando este se veía totalmente molesto cuando se fue. El pelirrojo se preguntó por qué realmente sus métodos de seducción no funcionaban y el motivo por el cual el pelinegro hubiese preferido una pelea con él a caer rendido ante sus pies... Claramente no todos tenían un buen gusto.
20 minutos después de estar dando vueltas por los pequeños callejones, Shanks logró salir a la plaza central. Suspiró aliviado y observó el reloj que se encontraba en el centro: 4:50 pm. Todavía le quedaba una hora con diez minutos para el enfrentamiento con el espadachín, tiempo suficiente para regresar al barco y contarles a todos la grandiosa noticia.
Cuando los piratas vieron llegar al capitán se miraron primeramente entre si y después regresaron la vista a la cabellera rojiza que corría por la arena con total libertad. Su ropa y parte de su cara estaban manchadas de lodo, pero el pirata parecía totalmente fresco y feliz, corriendo mientras la brisa le removía los mechones.
- ¿Qué pasó con la espada, Capitán? - Preguntó con verdadera curiosidad Benn cuando el mencionado estuvo lo suficientemente cerca de ellos ya que no se veía al pelirrojo con alguna nueva adquisición.
- ¿Hm? - Inquirió el susodicho y sus ojos se entreabrieron con sorpresa al caer en cuenta que había olvidado por completo el motivo por el cual se había adentrado en los callejones de la aldea - ¡Las espadas! Maldita sea, es verdad... Pero no importa, ¿A que no saben a quién me encontré y formará parte de la tripulación? - Exclamó con emoción el pelirrojo, como si fuera un niño pequeño con un nuevo juguete. Ni siquiera espero dos segundos después de lanzar la pregunta y se respondió a sí mismo - ¡A Dracule Mihawk, el cazador de marines! - La felicidad emanaba totalmente de su ser
La tripulación volvió a mirarse entre ellos, extrañados y sorprendidos por lo que el capitán estaba diciendo. Fue de nuevo Benn quien tomó la palabra.
- ¿Dracule Mihawk se unirá a la tripulación? - Inquirió curioso y Shanks solamente pudo asentir con la cabeza varias veces con emoción. - Okey... A ver, replanteo la pregunta, ¿Dracule Mihawk sabe que se unirá a la tripulación? - Los pasitos saltarines del capitán se detuvieron en seco al escuchar la nueva interrogante.
- ¿Por qué siempre te gusta arruinar todo lo divertido, Benn? - Bufó el pelirrojo cruzándose de brazos - Está bien, Mihawk no sabe que se unirá a la tripulación, pero lo hará una vez que lo venza. - Exclamo con la misma seguridad que lo caracterizaba.
Benn suspiró, como quien está acostumbrado a este tipo de escenarios y llevó las manos a los hombros del pelirrojo intentando que este le prestara atención y pusiera los pies en la tierra en lugar de fantasear con la idea que tenía en mente. - ¿Por qué no nos cuentas que pasó, capitán? - Pidió de manera fraternal, como quien habla con un chiquillo intentando extraerle la verdad.
Shanks suspiró de nueva cuenta y tomó la camisa que uno de los piratas le ofreció para cambiarse. Se desprendió de la que estaba llena de barro y se colocó la nueva que era de un color blanco, mientras tanto, empezó a contar todo lo que había ocurrido:
- Mihawk me interceptó en los callejones, al parecer soy lo suficientemente fuerte para estar en su punto de interés, así que me retó a un duelo a las 6 pm y quedan unos minutos para que eso suceda... Así que cuando inicie la pelea, le pondré la condición de que si pierde tendrá que unirse a mi y claramente va a perder. - Shanks sonrió totalmente confiado de sus palabras y la tripulación volvió a verse entre ellos.
- Shanks - Exclamó Benn que ya se encontraba con los brazos cruzados - ¿Entiendes que Mihawk nunca ha perdido un duelo? - Como respuesta tuvo un asentimiento de cabeza por parte del capitán - ¿Qué harás si pierdes? -
- No voy a perder, Benn, es obvio - La confianza que el pelirrojo tenía en si mismo estaba muy por encima de todo
- Yo no estaría seguro de eso - La voz ronca y seria que vino de entre los árboles de la costa los tomó desprevenidos. Mihawk apareció de entre las sombras con la misma cara de seriedad y aburrimiento que tenía cuando se topó con el pirata, apenas había llegado y solamente escuchó las ultimas palabras de la conversación que habían tenido.
- ¿Nadie te dijo que espiar conversaciones ajenas es mala educación? ¿Te educaron a caso? - Inquirió Shanks cruzándose de brazos al ver al pelinegro. Lo más seguro es que todavía faltaran algunos minutos para la hora establecida, pero a juzgar por la apariencia y actitud del pelinegro, eran de los que les gustaba llegar antes que después.
- ¿Y a ti? - Contraatacó Mihawk robándole una pequeña risa a Benn que no pasó desapercibida por parte del pelirrojo quien lo miró acusadoramente. El pirata solo se encogió de hombros divertido - Tiene un buen punto - Le susurró a su capitán que chasqueó los labios con cierta molestia.
- ¿Sabes? De verdad dudé de que acudieras, pensé que tomarías tu barco y te irías a toda marcha de la isla... me es grato saber que al menos tienes dignidad - Mihawk sonrió alzando los ojos en la última palabra para mirar directamente al capitán. El color negro y dorado de ambos se interceptaron entre sí, en una pelea silenciosa.
- ¿Qué puedo decirte? A veces se me da por ser benévolo y concederles a las personas que están muy por debajo de mi nivel la oportunidad de una pelea. - La sonrisa de Shanks también se hizo presente y nada más existía que esos dos intercambiando insultos amables con la única ambición de provocar al otro por simple y mera diversión. Era un tira y afloja para ver quién lograba más.
- Claro... ¿Por eso tú estabas debajo de mí? - El comentario de Mihawk iba directamente para dañar a Shanks, recordarle que hace menos de dos horas lo había tenido a sus pies con su espada sobre su cuello, pero el pelirrojo sonrió divertido, aprovechando el doble sentido de la situación para divertirse un poco
- Oh, Dracule, eso es lo que quisieras, tenerme realmente debajo... Soy más de ir arriba - Exclamó guiñándole un ojo al pelinegro, sabiendo que éste entendería perfectamente el doble sentido de sus palabras
- Eres un... - El insulto de ojos de halcón no se concluyó ya que sacó la espada de su espalda y adoptó la posición de combate - Mucha lengua y poca acción, Shanks - Exclamó Mihawk y ahora fue el pelirrojo quien soltó una carcajada, se lo estaba poniendo tan sencillo y en bandeja de plata que era casi como si lo pidiera a gritos.
Shanks se disponía a responder con otro comentario mordaz pero el golpe en su nuca por parte del primer oficial y el movimiento de cabeza que hizo cuando volteó a verlo le dejó claro que era mejor terminarlo por el momento. Sacó su espada de su costado y se puso en posición de combate sin quitar la sonrisa ladina de su rostro
- Antes de empezar me gustaría saber que vamos a ganar - Inquirió el pelirrojo sin apartar la vista del espadachín
- ¿La vergüenza de la derrota no es suficiente para ti que quieres dar más? - Preguntó el pelinegro apretando con algo de fuerza el mango de la espalda.
- Me gusta hacer las cosas divertidas, Dracule... Si yo gano, te unes a mi tripulación - Lanzó Shanks manteniendo la sonrisa en su rostro
- Y si tú pierdes... Abandonas ser pirata - Aquello tomó por sorpresa al pelirrojo. Jamás creyó estar apostando toda su vida en tan solo una pelea, pero, se tenía demasiada confianza a sí mismo y a pesar de que Benn intentó detenerlo, asintió con la cabeza de acuerdo en lo que pedía.
- Bien, teniendo nuestras reglas, podemos empezar. -
Si quieren seguir leyendo, vayan al link.
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sins-of-the-sea · 1 year
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"Soy Ira, Capitán de los Siete Pecados Capitales de los Siete Mares.
"¡Prepárate para una muerte lenta en las profundidades!"
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buscando-que-leer · 9 months
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La Pilgrim, una goleta de cuatrocientas toneladas destinada a la pesca mayor en los mares australes, navega en alta mar rodeada de kilómetros de rugientes olas y peligros inesperados. Durante la cacería de una ballena, el capitán Hull, responsable de la embarcación, pierde la vida junto con parte de la tripulación, motivo que lleva al grumete del navío, Dick Sand, de tan solo quince años, a asumir el mando del mismo. Convertido repentinamente en capitán del barco, el joven tendrá que enfrentar y sobreponerse a diversas circunstancias y eventualidades hasta llegar a puerto seguro, desde descubrir al traidor que los acompaña en la embarcación, capturar el botín de un ladrón, hasta escapar del comercio de esclavos. 
Nombre: Un capitán de quince años
Editorial: Editores Mexicanos Unidos
Autor: Julio Verne
Año: 1878
Película 
PDF
Wattpad
Audiolibro
En papel: Gandhi, Casa del libro, Amazon, Buscalibre
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sicl5 · 15 days
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Capítulo 13 (2ª temporada)
(La historia es una adaptación de la obra FINAL FANTASY VII por lo tanto incluye SPOILERS de esta.)
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Nos encontramos en la avioneta marítima de Cid. Vincent estaba tocando la radio para conseguir la señal del helicóptero de los Turcos. No tardó demasiado en conseguir la dirección.
— Vuelan hacia el norte.- Dijo Vincent. 
— Hmmm… Ajá…- Mencionó Cid. 
— ¿Podrás llevarnos?- Preguntó Aeris. 
— La duda ofende. ¡Mi habilidad como piloto no tiene parangón!- Exclamó Cid.- Surfearé las olas si hace falta, ¡incluso sin alerones! 
— Que nos preparemos para lo que viene, vaya.- Dijo Yuffie. 
— Eso es.- Afirmó Cid.- ¡La vida es una montaña rusa de emociones, chavala! 
— Shinra ha movilizado a sus tropas y a los Turcos.- Explicó Vincent.- Más vale que no nos pillen desprevenidos. 
— Va a ser curiosa la experiencia, ni más ni menos.- Expresé.
Cid finalmente se puso al volante del barco y empezamos a surcar sus aguas. 
— Les habla su capitán: estamos en aguas abiertas. Pueden darse marejadas imprevistas. ¡Dicho queda!- Exclamó Cid. 
— Ay, me va a dar algo…- Mencionó Yuffie. 
— Esto es prácticamente un bote.- Añadió Cid.- No vale para surcar los mares; solo para flotar, y gracias. ¡Así que ojito! 
— Mientras nos lleve, todo bien.- Dije con una sonrisa.  
Seguimos navegando, el cielo cada vez se ponía más gris y parecía que finalmente habíamos avispado los helicópteros de Shinra.
— ¡Mirad! ¡Allí!- Exclamó Red XIII. 
— ¡Que sí!- Dijo Yuffie no demasiado motivada. 
— Genial.- Mencionó Cid.- ¡Grumetes, izad las velas! 
— ¿Qué velas?- Preguntó Yuffie.- ¿¡Y qué grumetes!?
— ¡Estoy creando atmósfera, hija mía!- Exclamó Cid.- Muy bieeeen. ¡A la mar salada! 
— ¡Sí, mi capitán!- Exclamaron Aeris y Tifa siguiéndole el rollo a Cid, no pude evitar reír.
Región del bosque boreal.
Finalmente llegamos al norte, donde teníamos que ir. Nos bajamos cuidadosamente del barco y Aeris miró el ambiente, preocupada.
— El aire está muy cargado.- Mencionó Aeris. 
— Lo he forzado demasiado.- Dijo Cid mirando el barco-avioneta.- Así que voy a quedarme para hacerle un par de ajustes. Luego os alcanzo. 
— ¿Estarás bien?- Preguntó Cloud. 
— ¡Como si no me conocieras!- Exclamó Cid. 
Cloud sonrió un poco y nos giramos todos para dirigirnos al templo. Pasamos por un amplio bosque. Partículas de lo que parecía ser mako decoraban el ambiente y la tensión subía por momentos. No tardamos demasiado en ver el templo, casi en frente de nuestros ojos.
— Dios.- Exclamé.- Que pedazo de construcción…
— Estos Ancianos no se andaban con chiquitas…- Dijo Barret. 
— Los Cetra, querrás decir.- Dijo Red XIII. 
De golpe Aeris se puso de rodillas en el suelo y acercó su oreja a la tierra, cerrando los ojos. Nos quedamos viendo fijamente esa escena.
— ¿Qué pasa?- Pregunté sin entender nada. 
—  Por fin…- Dijo Aeris soltando una pequeña lágrima que al impactar contra el suelo un aura verde salió, iluminando el suelo. 
— "... nacidos del seno de Gaia; con ella conversamos, su esencia cultivamos y a su tierra prometida regresaremos. Por su gracia y providencia ocuparemos nuestro lugar en el paraíso"- Explicó Barret.  
— No, no…- Dijo Aeris limpiándose las lágrimas.- Esta no es la tierra prometida. Aquí solo hay… dolor… y furia.  
En ese momento el aura verde subió del suelo hasta las manos de Aeris y una vez allí se fue, dirección al templo
— ¿Nos… está llamando?- Preguntó Tifa. 
— Sí.- Afirmó Aeris. 
Miramos en dirección al templo y no tardamos en poner marcha hacia allí pero al llegar nos encontramos con que Shinra se había hecho con la zona, poniendo tropas y otros utensilios allí. 
— Macho, esta gentuza nunca tiene suficiente.- Dijo Barret. 
— Que pena…- Dije con una sonrisa, saltando el muro de sacos que habían puesto.
— ¡AVALANCHA a la vista!- Exclamó uno de los infantes.- No matéis a la Anciana. 
— Buenas tardes a todos.- Sonreí.- Saludad de mi parte cuando volváis al planeta.
Empecé a cargarme sola a los dos décimos de centinelas que habían en la zona. Una energía extraña subía por mi cuerpo, me empezaba a sentir extremadamente bien. Terminé de matarlos y miré a mi grupo fijamente.
— ¿Os vais a quedar allí pasmados?- Pregunté con una sonrisa.
— Vámos.- Dijo Cloud. 
Seguimos avanzando hasta llegar a las escaleras que daban a la gran puerta del templo. En estas habían tanto centinelas como monstruos tirados, muertos. 
— Debe de haber sido algún monstruo.- Dijo Vincent.
— Qué escabechina…- Dijo Cid mirando la situación. 
— ¿Desde cuándo estás aquí?- Pregunté, con una risilla. 
— Oyeee…- Dijo Yuffie mirando a Aeris.- Pero venimos contigo… Eso nos convierte en invitados de honor, ¿no? 
— Pero… yo solo soy medio Cetras.- Mencionó Aeris poniéndose las manos en su cabeza.- Lo siento. Creo que no somos bienvenidos… 
— Estoy aquí porque soy tope de impulsivo.- Dijo Cid.- Pero ahí no entro ni que me paguen. Yo me planto. 
— Claro, no te preocupes.- Mencionó Aeris.- Ya has hecho bastante. Gracias por traernos. 
— Tranquis, que no me voy a dar el piro.- Añadió Cid.- Os espero para el viaje de vuelta. Así que más os vale salir airosos. 
Templo de los Ancianos: Lugar del encuentro
Miramos la puerta y empezamos a subir las escaleras hasta llegar a la puerta. Cloud la abrió, empujándola con todas sus fuerzas. Allí dentro había un encapuchado y al fijarnos mejor vimos que se trataba de Roche. Estaba apunto de desmayarse y Cloud fue rápidamente hacia él, agarrándolo.
— La… materia… negra…- Dijo el túnicas señalandome.- Sephiroth…
— Pero si es…- Dijo Tifa.
— Sephiroth está aquí.- Mencionó Cloud.- Mal asunto.
Un dolor momentáneo me azotó la cabeza y cerré fuerte los ojos antes de mirar hacia el frente. Una sonrisa decoró mi cara.
— Entonces, no vamos a hacerle esperar, ¿no?- Dije avanzando.
Pasamos a la siguiente sala que estaba custodiada por varios centinelas que entre todos eliminamos para seguir avanzando. 
Sala laberíntica.
Salimos de allí y nos encontramos con que el templo no estaba todo cerrado y parecía no en las mejores condiciones. Miraba fijamente cuál era la manera más rápida para avanzar. 
— ¿De verdad los Ancianos construyeron todo esto para ocultar la materia negra?- Preguntó Yuffie.- ¡Pues tiene que ser una materia del copón! 
— No vuelvas a mencionarla.- Dijo Aeris callando a Yuffie.- Shinra no sabe nada al respecto. 
— Cait ya habrá cantado.- Mencionó Red XIII. 
— Eso dará igual si la conseguimos nosotros antes.- Dijo Cloud a lo que no pude evitar reír un poco.
— Pero… ¿¡Que cojones!?- Exclamó Barret mirando hacia adelante.
Cuando miramos hacia donde él miraba nos encontramos a un grupo de centinelas que estaban boca abajo, como si la gravedad se hubiera invertido en esa zona. 
— Empiezo a pensar que estamos alucinando…- Dijo Red XIII.
— Venga, que el tiempo es oro.- Mencioné.
Empezamos a avanzar por sus plataformas intentando avanzar, era un laberinto en toda regla, bastante complicado de entender.
— Un templo la leche de raro, petado de tropas de Shinra y túnicas negras.- Dijo Barret.- Me parece que hoy no pegamos ojo. 
— Sephiroth también estará aquí, ¿no?- Preguntó Red XIII. 
— Sí, está aquí.- Respondió Cloud. 
— Qué mal rollo me da todo…- Mencionó Barret. 
— Bueno, no le demos muchas vueltas.- Dijo Aeris.- Hay que echarle valor. Si el templo nota que dudamos, será un obstáculo más… 
— Entiendo.- Dijo Tifa.
Sala de la estrella carmesí (Tierra)
De repente llegamos a una sala extrañísima con una piedra flotante en medio y que brillaba con un tono verde. Las paredes además también emitian luz pero de color rojo. Cloud se acercó a ella y la tocó. De golpe empezamos a flotar todos, parecia que íbamos a caer en dirección contraria.
— ¡Oye, oye!- Exclamó Barret. 
Pusimos al instante los pies en el techo, o lo que era ahora, nuestro suelo.
— ¿Estamos al revés?- Preguntó Aeris. 
— Bueno, depende de cómo se mire.- Dijo Cloud. 
Parecía que la única manera de avanzar ahora era estar boca abajo así que pusimos rumbo una vez más. Cada vez costaba más pasar por los lugares, estaba todo en bastante mal estado.
— ¿Qué habrá pasado aquí?- Preguntó Red XIII.
— Sangre…- Dijo Aeris mirando la zona.- Se derramaron ríos. Hace mucho tiempo… En una guerra. 
— Nadie ha salido de aquí con vida.- Mencionó Cloud.- Eso me dijo Cait. 
— ¡Haberlo dicho antes!- Exclamó Yuffie. 
Me acerqué al borde de un pasillo y vi pasar una corriente, verdecita, parecida a la corriente vital. En ese momento varios centinelas gritando iban a toda velocidad por esas corrientes.
— ¿Qué acaba de pasar?- Preguntó Yuffie. 
— Ni pajolera idea.- Respondió Barret. 
— Que curioso.- Dije con media risita en la boca.
— Me pregunto hasta dónde lleva.- Dijo Aeris mirándolo fijamente. 
— Ni se te ocurra comprobarlo, ¿eh?- Mencionó Barret mirando a Yuffie.
— ¿Por quééé?- Preguntó ella. 
Seguimos avanzando y en el camino tuvimos que deshacernos de varios centinelas. Venían a por todas a matarnos, parecía que les habían ordenado nuestra eliminación. Subimos por unas enredaderas al terminar y allí solo se veía una plataforma con un agujero en medio y una cascada de mako. Allí habían dos centinelas concienciandose que se tenían que tirar. Finalmente se tiraron y nos acercamos hacia allí.
— No veo otra salida que la de saltar.- Dijo Cloud. 
— ¡Venga ya!- Exclamó Yuffie. 
— Me lo veía venir…- Mencionó Barret.
— ¡Al mako patos!- Exclamé yo tirándome directamente y llegando a la parte inferior.- ¡Woah! ¡Que adrenalina!
— ¡Sil, estás loca!- Exclamó Yuffie al llegar a abajo.
— ¡Pero si ha estado guay!- Respondí. 
Finalmente vimos una puerta que parecía que llevaba a algún sitio en concreto, algún sitio especial. Nos dirigimos allí a toda prisa y entramos a lo que parecía una zona cubierta del templo. La sala era enorme, gigantesca. Parecíamos hormigas a escala. Allí, muchos centinelas yacían muertos en el suelo pero nosotros no habíamos pisado la zona antes. 
— Esto no me gusta…- Mencionó Barret. 
Un estruendo detrás nuestro nos asustó y al girarnos la puerta se había cerrado. Estábamos totalmente atrapados y peor fue cuando al mirar arriba nos dimos cuenta de que había un bicho enorme. Empezamos a flotar una vez más, cambiando de nuevo de gravedad. El dragón extraño se puso delante nuestro y de golpe un bloque desde arriba empezó a caer.
— ¡Cuidado!- Exclamó Barret.
Rápidamente Yuffie se apartó y se salvó del gran bloque. Me acerqué a ella y le ayudé a levantarse con una sonrisa. 
— Para mí que es el señor del templo.- Dijo Red XIII mirando al dragón. 
— ¿¡Quieres unas alubias Da-chao!?- Exclamó de golpe Yuffie mirando al monstruo haciendo que él reaccionara pegando un pedazo de grito.
— ¡No lo cabrees!- Exclamó Barret. 
— ¡Centraos!- Dijo Tifa poniendose en guardia. 
Usé mi materia de análisis para fijarme en sus puntos débiles. La cabeza era su punto débil y aunque su inmunidad al piro complicaba un poco las cosas su debilidad principal era el hielo. Empezamos a luchar contra él, corriendo peligro. Usé HIELO+ contra el monstruo y parece que al notar el frío, se cabreó y empezó a llenar el suelo de fuego.
— ¡Cuidado!- Exclamó Red XIII.
Todos echamos a correr hasta el fondo de la sala.
— ¿Estáis bien?- Pregunté comprobando que todo el mundo estuviera bien.
Los demás asintieron y en cuanto el fuego desapareció volvimos a la carga. Cuando parecía que el dragón ya estaba en su último aliento intentó echar a volar.
— ¡No te lo crees ni tú!- Exclamó Barret atacandole a balazos. Aeris se unió a él, con su báculo y su mágia.
— ¡Cloud!- Exclamé yendo rápidamente hacia él imbuyéndole la espada en HIELO++.- Adelante.
Él asintió y fue corriendo hacia el dragón, clavándole la espada la espada al monstruo, con el hielo destruyendole las venas. En ese momento Tifa fue corriendo hacia el dragón y saltó en el aire, dando una voltereta y pegandole una gran patada en la cabeza. Tifa volvió hacia atrás y sonrió.
— ¡Que pasada!- Exclamó Aeris.
— Hay que despedirse a lo grande.- Mencionó Tifa.
— Aprisa.- Dijo Cloud sin ni siquiera mirarlas. 
— No nos queda demasiado tiempo.- Respondí. 
— ¿Eh?- Preguntó Barret.
Entramos a la siguiente sala y seguimos por sus pasillos hasta llegar a una sala cerrada con un mecanismo en medio que servia para desbloquear la plataforma y que bajara. 
Cámara de la vida. 
Cloud se apresuró en activarla y todos bajamos. La corriente era mucho más fuerte en esa zona, aventaba todos los residuos y destrozos del tiempo. Era bastante impresionante.
— ¡Qué flipadaaa!- Exclamó Yuffie.
— Ahí.- Dijo Tifa señalando una plataforma que había más adelante.
Un grupo grande de centinelas y dos de los Turcos que no podía distinguir por la distancia corrían para que la corriente no los atrapara. Aunque los Turcos tuvieron suerte la corriente se llevó a varios de los centinelas, matándolos probablemente al final del destino.
— No quiero ni mirar…- Dijo Barret.
Aeris se agachó y tocó el suelo intentando analizar bien la situación.
— Percibo cierta ira en la corriente vital.- Mencionó Aeris.- No sé. Es una sensación. 
— Oye, Aeris…- Dijo Tifa.- ¿No puedes transmitirle nuestras buenas intenciones?
— No estoy segura…- Dijo Aeris, muy preocupada.- Bueno, voy a intentarlo 
Aeris se levantó, cerró sus ojos y puso sus manos juntas empezando el rezo. Justo después sacó su báculo y empezó a usar su magia acompañándolo de un dulce y bonito baile. Todos nos quedamos mirando la situación sorprendidos. Parecía que la corriente vital la envolvia, la quería. Una mota de corriente vital se puso delante mio y yo la miré fijamente, poniendo mis manos para que reposara. Me dio tanta nostalgia.
— Parece que la corriente vital te reconoce, Sil…- Me dijo Tifa.
— Podría ser.- Sonreí.
Me acerqué un poco más al centro, Yuffie y Red XIII también lo hicieron pero de golpe la magia de Aeris se rompió y la corriente vital sopló mucho más fuerte. De nuestros pies empezó a salir otra parte del templo, elevándonos. El problema es que como no todos estábamos en el círculo solo subimos Aeris, Yuffie, Red XIII y yo. Aeris cayó directamente al suelo y perdió el conocimiento.
— ¡Aeris!- Exclamé yo moviendola.- ¡Aeris!
En ese momento no tardó en abrir los ojos y nos miró algo confundida.
— ¡Se ha despertado!- Dijo Yuffie. 
— ¿Y los demás?- Preguntó Aeris.
— Ni idea…- Mencioné.
— No he sido capaz…- Dijo Aeris, mirando hacia el suelo.
— Era tu primera vez. ¡No te machaques!- Dijo Yuffie.- De todo se aprende. 
— Y no estás sola.- Dijo Red XIII.- Estamos juntos en esto. 
— Tenéis razón.- Mencionó Aeris.- No hay que tirar la toalla. 
— Vamos, la materia negra aguarda.- Agregué.
Empezamos a andar y nos metimos en una sala que tenía una especie de estanque de mako en el centro. Aeris se acercó a ello y cerró los ojos. Las partículas de mako empezaron a danzar alrededor de ella, aceptandola.
— Creo que me quieren enseñar a compenetrarme con la corriente vital.- Dijo Aeris. 
Parecía que Aeris podía dirigir esas partículas de mako con sus manos. Yuffie también lo intentó pero obviamente no funcionó. Yo me quedé mirando fijamente el estanque, sentía que me quería decir algo. Aeris no tardó en usar su báculo y dirigir la concentración de energía hacia una lámpara que había allí. Al hacerlo partes del templo se volvieron a juntar creando un camino por el que podíamos pasar.
— ¡Hala!- Exclamó Yuffie.
— Bien, podemos seguir.- Mencioné.
Seguimos el camino nuevo, poco a poco para no tropezar con los escombros. Avanzar no estaba siendo tan fácil. Aeris tenía que buscar energía de la corriente vital, absorberla y luego activar varios mecanismos más para conseguir que el templo se reformara, creando nuevos caminos. El cielo estaba totalmente gris, no sabíamos si era de día o de noche, era todo muy confuso. 
— ¿Estarán bien, verdad?- Preguntó Aeris.
— Mientras Cloud no pierda el norte…- Dijo Red XIII.
— Sil, ¿tú como estás?- Me preguntó Aeris, mirandome fijamente.
— ¿Eh, yo? Bien. ¿Por qué lo dices?- Pregunté. 
— No vayas a perder el norte tu también, Sil.- Mencionó Red XIII.
— Me noto normal.- Respondí.
Algo de mentira tenían mis palabras. La sensación de calidez y de acercamiento que notaba a través de la corriente vital. Las ganas que me invadian de conseguir esa materia negra y demás, hacían que no me sintiera tan yo. Lo peor es que no me importaba, me hacía bien. Me sentia poderosa, fuerte.
Aeris reconstruyó varias partes del templo más y parecía muy cansada. Estaba agotando toda su energía para conseguir fluir con la corriente. Yuffie la agarró de los hombros para que no cayera.
— Deberías descansar.- Mencionó Red XIII. 
— Es verdad.- Dijo Yuffie.- ¡Que te tenemos que guardar como oro en paño! 
Yuffie se sentó en el suelo y indicó a Aeris que se sentara con ella para luego mirarnos a Red XIII y a mi. 
— Vale. Solo un rato.- Dijo Aeris sentandose. 
Yo me dirigí al borde del precipicio y me senté allí, algo alejada de los demás. Suspiré y miré fijamente la corriente vital. 
Queda poco para descubrir parte de una verdad. Demuestra tu verdadero poder.
Mi verdadero poder… ¿Cuál es ese poder?
— ¡Ya he descansado bastante!- Dijo Aeris levantándose.
Al escucharla me levanté yo también y fui hacia ella.
— ¿Estás segura de que puedes avanzar?-Le pregunté.- No me perdonaría que te pasara nada. 
— Aw, Sil…- Dijo ella mirándome fijamente.- No te preocupes, estoy más que segura. Es que no paro de pensar en los demás… 
— Vamos, entonces.- Dijo Red XIII.
Entramos por una de las nuevas partes reconstruidas dirigiéndonos a una puerta. Yuffie la abrió con todas sus fuerzas y al entrar vimos a la corriente vital enfurecida, arrastrando parte del templo y a varios centinelas. 
— A ver si el esfuerzo ha dado sus frutos.- Mencionó Aeris con una sonrisa. 
Aeris se acercó al centro, cerca de la lámpara y empezó a transmitirle toda la corriente vital que le quedaba, toda la energía pero fue rechazada una vez más.
— ¿¡Por qué!?- Exclamó Yuffie.
Miré fijamente la situación y me fije que no todas las luces de la corriente vital tenían un color normal. Dos de ellas eran de un color rojizo, maldito. 
— Debe haber dos monstruos tirando mala energía hacia la corriente.- Expliqué.
— ¡Me los cargo!- Exclamó Yuffie. 
Avistamos de donde venían las malas ondas y fuimos hacia la primera lo más rápido que podíamos. Allí un monstruo que parecía una especie de gelatina extraña atentaba contra la corriente. Nos tiramos los cuatro a luchar contra el asqueroso bicho esquivando todos sus ataques mágicos a la perfección. Al deshacernos de él, la corriente vital por un lado recupera totalmente la normalidad.
La cabeza poco a poco me empezaba a dar más vueltas, se acercaba el gran momento, un momento que no tenía ni idea de lo que consistia pero que me llamaba, me llamaba la corriente vital, me llamaba Sephiroth. Me puse la mano en la cabeza y suspiré.
— ¿Sil?- Dijo Yuffie.- No me digas que ya estás cu-cu.
— No.- Dije mientras seguía avanzando.- No tenemos todo el día.
— ¡Pues no me asustes así!- Expresó Yuffie.
— Perdón, perdón.- Mencioné.
Fuimos hacia el otro lado y rápidamente avistamos al otro monstruo exactamente igual que el que habíamos derrotado al otro lado. En un momento el monstruo me absorbió y no dudé, desde dentro suyo, en clavarle mi espada, sobresaliendose y subiendosela hasta la boca, haciendo que toda la gelatina explotara y me liberara. 
— Como coser y cantar.- Dije con una sonrisa.
La corriente vital ya estaba restablecida del todo y volvimos al punto inicial. Aeris se concentró y lo logró, parecia que todo se recomponia.
— ¡Mirad!- Exclamó Red XIII.
En la plataforma de delante, a bastante distancia, vimos a Barret, Tifa y Cloud luchar contra Reno y Rude. En una de esas Rude empujó fuerte a Cloud y cuando parecía que se iba a caer el edificio se reconstruyó gracias a la magia de Aeris impidiéndoselo. 
— ¡Cloud! ¡Tifa!- Exclamó Yuffie. 
— Tranqui.- Dijo Aeris.- Lo tengo controlado. Queda encontrar el camino.
Empezamos a dirigirnos por las nuevas partes del templo, estaba todo reconstruido y era mucho más fácil avanzar. Vimos una gran puerta y Aeris la abrió. Al entrar vimos que allí se encontraban Tseng y Elena. Al vernos, Tseng agarró el hombro de Elena.
— Deja y vámonos.- Dijo Tseng mirando hacia la puerta contraria del sitio. 
— ¡Alto ahí!- Exclamó Yuffie.- ¡Se van con el rabo entre las piernas!
— No podemos permitir que se burlen, jefe.- Dijo Elena.
— ¡Parece que me ha oído!- Exclamó Yuffie. 
— ¿No has visto la bandera de la entrada?- Preguntó Elena mirando a Yuffie y cruzándose de brazos.- La tierra prometida está bajo control de Shinra. Eso es, Anciana. Aquí mandamos nosotros.
— Ay, por dios.- Dije yo mirando fijamente a Elena.- No sabia que la desinformación podía llegar tan lejos. 
— ¿Y los otros?- Preguntó Tseng. 
— ¿Se os han perdido de camino?- Preguntó Elena. 
— Seguimos siendo más que vosotros.- Mencionó Red XIII. 
— Ja, ¿es que no te enteras?- Exclamó Elena.- ¡El señor Tseng y yo somos imbatibles! 
— No tenemos todo el dia.- Dije acercándome a Elena y haciendo que ella retrocediera.- Hazme un favor y vuelve al planeta, donde perteneces.
Mis ojos gritaban mako en ese momento, lo notaba. Fluctuaba todo dentro de mi. Saqué mi espada y ataqué a Elena en el brazo, creandole un pequeño corte en el traje y una herida. Tseng vino hacia mí y me paró.
— Sil.- Tseng me miró fijamente a los ojos y se sorprendió al verlos, al ver todo el mako removerse, sin cesar.
— A ver si nos enteramos.- Volví a decir, mirando fijamente a Tseng a los ojos.- No tenemos todo el día, me esperan. 
— ¿Quién te espera?- Preguntó Tseng.- Oye Sil… ¿estás bien?
— ¡Que no tengo todo el dia!- Exclamé sacando mi espada y empujando a Tseng. 
— ¡Sil!- Exclamó Aeris viniendo hacia mi. 
Mi cuerpo empezó a fallar, mi mente dolía mucho. Me sentía como si una gran brecha se estuviera abriendo y estuviera desangrándome. 
Eso… que nada te pare. 
Tseng se volvió a acercar a mi, le notaba el dolor en los ojos y me abrazó fuerte. 
— Eh, Sil… Vuelve en ti…- Dijo Tseng mientras pasaba su mano por mi pelo. 
Sil, empujalo.
Mi corazón corría a mil por hora, me sentia mareada, no me sentia bien. Tseng acariciaba lentamente mi pelo, acercándome al máximo a él.
— Vete Tseng.- Expresé.- Antes de que yo…
— Pero…- Intentó decir él.
— ¡Qué te vayas!- Exclamé.
Lo empuje fuerte y me volvió a dar ese gran dolor. Me tuve que poner de cuclillas y ponerme las dos manos en la cabeza para soportarlo. Aeris se puso a mi lado, poniendome una mano en mi espalda.
— ¡Señor Tseng!- Dijo Elena.- ¡Es mejor que se vaya, esto no pinta bien!
— Cuidala bien, por favor, Aeris.- Dijo Tseng, con dolor en sus palabras, antes de salir corriendo de allí.
Justo en ese momento la plataforma de arriba se derrumbó y de arriba cayeron Tifa, Barret y Cloud junto con Reno y Rude. Tifa nos vio y se acercó rápidamente a nosotras. 
— ¡Sil!- Exclamó Tifa.- ¿Estás bien?
— ¡No se que le pasa!- Exclamó Aeris.- ¡No es ella! ¡Ha intentado matar a Elena y casi que a Tseng!
Tifa me movió fuerte, agitandome y yo la miré fijamente, muriendome del dolor.
— ¡Tus ojos!- Exclamó Tifa.- ¡Sil, vuelve!
En ese momento el dolor se apagó, me intenté levantar, a medias con ayuda de las dos. Miré hacia adelante viendo a Elena, Rude y Reno en el suelo, intentando levantarse por culpa de la caída y de los escombros. Cloud se acercó a Elena y le intentó clavar su espada.
— ¡Cloud!- Exclamó Aeris.
— No te apenes…- Dijo Cloud mirando a Elena subiendo su mandoble una vez más.- pues regresarás al planeta.
Mi cabeza hizo un click y me lancé rápidamente hacia allí, poniéndome delante de Elena y parando el mandoble de Cloud antes de que la matara.
— ¡No!- Exclamé.- No, por favor…
Un gran dolor me volvió a azotar, pero luchaba contra este para proteger a Elena y retirar finalmente la espada de Cloud. Él me miró y desvió la mirada, guardando su espada. 
— Gracias, Cloud.- Le dije. Notaba como mis ojos temblaban. 
Cloud se apartó y yo suspiré. Me giré hacia Elena.
— Perdona… No he sido yo antes…- Le dije.
— No si… lo sé…- Dijo ella, sin casi palabras. 
Me acerqué a Rude y le ayudé a levantarse. Él me lo agradeció con la mirada y luego me dirigí a Reno.
— Es bueno ver que estás bien, Reno.- Dije con una sonrisa.
— Sil… ¡Por fin!- Exclamó Reno levantándose, algo dañado por el golpe y me abrazó fuerte.- Ya me recuerdas, ¿verdad?
Asentí y le abracé fuerte también. Mi corazón se sentía mucho más tranquilo. 
— Se nos ha adelantado uno.- Dijo Barret.- ¡Tenemos que meter el turbo! 
— Sí.- Dije yo separándome de ellos y mirando a los Turcos.- Tenéis que descansar, ¿si? Es mejor… que no os acerquéis más. El destino aguarda.
Reno se me quedó mirando fijamente, sin entender lo que veía, como me veía, como hablaba, lo que decía. Abrí la puerta para continuar y seguimos todo el grupo. Yuffie se encargó de cerrar la puerta a nuestras espaldas. Usamos el mecanismo para bajar a la siguiente sala. Notaba que ya quedaba menos, que nos acercabamos.
Cámara del renacer.
Llegamos a un sitio con un pasillo y una puerta. No tardamos nada en cruzarla y llegar a una sala redonda, sin techo, en la que el sol brillaba y las plantas florecían. Allí varios encapuchados andaban, sin rumbo y Tseng se encontraba allí. 
— Estas ruinas poco recuerdan a un templo… Esto era una fortaleza.- Dijo Tseng.- Hay indicios de combate por todas partes… Pero ¿de quién se defendían? ¿De los monstruos?
— ¡Tseng!- Exclamé al verle.
— Sil…- Dijo Tseng dirigiendo la mirada hacia mi.
En ese momento apareció Sephiroth detrás de Tseng y me miró a mi por un momento para después mirar a Tseng.
— Se defendían de la inepcia de la humanidad.- Dijo Sephiroth de golpe. 
— ¡Tseng, cuidado!- Exclamé. 
Tseng se giró, pistola en mano y aunque intentó dispararle fue en vano. Sephiroth atravesó su espada en el estómago de Tseng. Un grito salió de mi, de dentro.
— Temerosos y envidiosos del poder de los Ancianos, los humanos asolaron su estirpe.- Dijo Sephiroth.- No vas a arruinar mis planes, deja de entrometerte. 
Sephiroth se giró y me miró fijamente. 
— No llores por él. Solo es un incordio para nuestro plan. Mejor que regrese al planeta. Nos vemos pronto, Sil.
Tseng le disparó desde el suelo y Sephiroth desapareció en ese momento. No pude evitar echar a correr hacia allí, tirándome en el suelo, al lado de Tseng.
— Estoy bien, Sil…- Dijo Tseng mirándome a los ojos. Tenía la boca llena de sangre. Las lágrimas empezaron a invadir mis mejillas.- No… No llores, mi vida… 
Tseng levantó un brazo y puso mi mano en mi mejilla quitándome las lágrimas pero empezó a toser.
— No te fuerces, Tseng… Perdóname…- Le abracé con todas mis fuerzas y cerré mis ojos.- Todo esto es mi culpa… Nunca me lo perdonaré…
Noté sus brazos rodearme y se apoyó en mi. Tenía el corazón roto.
— No es tu culpa, mi niña…- Me dijo Tseng, acariciandome el pelo una vez más, como solía hacerlo siempre.
Me aparté un poco de él y puse mi mano en su herida usando mi materia de curación para intentar hacer algo por él. 
— Te pondrás mejor…- Lo miré a los ojos y le agarré la mano, apretandola.- Te quiero muchísimo, Tseng, te quiero…
— Yo también te quiero, Sil…- Tseng se levantó como pudo y miró a Cloud.- Amala como se merece, por favor… 
— Ni lo dudes.- Dijo Cloud acercándose a nosotros, ayudándome a levantarme y poniendo sus manos en mis hombros.
— Gracias…- Dijo Tseng para mirar a Aeris.- Aeris… contestame algo. ¿Es esto… la tierra prometida?
Aeris se quedó inmovil por un segundo pero habló.
— No. No puede serlo.- Respondió ella.
— Vaya… conque no, eh…- Mencionó Tseng intentando andar.
— ¡No te fuerces, Tseng! ¿Dónde vas así? Si casi que no puedes andar…- Exclamé yo.
— Tengo que informar a Shinra…- Dijo Tseng.- Nos vemos pronto…
En ese momento Tseng se fue y me quedé allí, bajé la mirada y las lágrimas seguían corriendo por mi mejilla. Verlo así, por mi culpa, me había destrozado. 
— Todo está bien, Sil…- Dijo Cloud rodeando mi cintura con sus brazos.- Esta vivo… 
Asentí y me limpié las lágrimas mirando fijamente el pedestal que había en el centro. Aeris se acercó a este y lo tocó. El aura verde empezó a salir de dentro del pedestal, una explosión de energía se expandió por la sala y unas letras aparecieron. 
— ¿Qué pone?- Preguntó Cloud al verlo. 
— "Guerreros que anheláis reposo, encarad aquello que os duela. Vuestras huellas, sangrienta estela, no auguran días dichosos. Mas la ira os hará de espuela"- Leyó Aeris. 
En ese instante unos brillos rojos se acercaron y atravesaron los corazones de Barret, Yuffie, Red XIII, Tifa y Aeris, señalandoles a cada uno una puerta. 
— ¿Tenemos que entrar ahí?- Preguntó Barret. 
— No. Cada uno debemos superar una prueba.- Mencionó Aeris. 
— Vaya…- Dijo Tifa.- Parece que Sil y Cloud se libran.
— ¡Hala, qué morro!- Exclamó Yuffie.
— Os esperamos aquí.- Dijo Cloud.- Daos prisa. 
— Si hay que hacerlo, cuanto antes, mejor.- Agregó Barret.- Bueno, hasta luego.
Cada uno se dirigieron a sus respectivas puertas y desaparecieron de allí. Cloud me miró y me agarró las manos.
— ¿Estás mejor?- Me preguntó.
— Algo, sí.- Respondí.- Mucho que procesar… 
— Estamos juntos.- Dijo Cloud acercándome a él y abrazándome.
— Gracias por entenderlo, Cloud.- Dije correspondiéndole.- ¿Cómo te encuentras, tú? ¿No te está consumiendo este sitio…? Pierdo el norte… 
— No lo sé.- Expresó él mirándome fijamente a los ojos.- Puede ser…
De golpe noté un dolor intenso en mi cabeza, que me reventó por dentro, una vez más. Me apoyé a Cloud, mis iris volvió a temblar, el mako resurgió en mi. Sephiroth apareció de nuevo, delante de nuestros ojos.
— Queda poco para que se cumpla. Debéis centraos…
— ¡Sephiroth!- Exclamó Cloud poniéndome detrás de él y sacando su espada.
— El destino aguarda.- Dijo Sephiroth antes de volver a desaparecer.
Me quedé pensando por un momento en sus palabras y todo lo que decía parecía tener sentido para mi. ¿Qué me estaba pasando? 
— El destino aguarda…- Repetí.- Es cierto… 
Las puertas se abrieron de golpe y todos regresaron. En sus caras se notaba tristeza, mucha tristeza. Cualquier cosa que habían vivido allí dentro les había afectado negativamente. 
— Chicos.- Dijo Aeris.- La muerte… es parte de la vida. Aunque nuestros cuerpos se descompongan, nuestro ser no desaparece. Se une a la corriente vital que fluye por el planeta y hace brotar nueva vida. 
— ¿Eso es consuelo?- Preguntó Barret.
— Más allá de la muerte, la vida continúa. Pero aunque lo sepamos, nos duele decir adiós a quienes más queremos. Así que…- Dijo Aeris mirándonos a Cloud y a mi.- Dejad de llamarlo "regresar al planeta", como si ese dolor no existiera. 
¿Os dejaréis manipular?
— La vida a veces nos lleva por un camino triste e injusto.- Mencionó Aeris.- Nuestros actos, y los de los demás, conforman nuestro pasado. Y no se pueden borrar. Pero sí se puede cambiar el futuro. El dolor y la ira nos hacen más fuertes pero también nos transforman. Creo que la verdadera fuerza no nace del sufrimiento. Yace en nuestro interior. Es un impulso amable, que nadie puede quebrantar. Al menos, así lo veo yo. Si dejamos de torturarnos por el pasado y encaramos el futuro… seremos mil veces más fuertes que Sephiroth. Os lo garantizo.
— ¿Algo más?- Preguntó Cloud, sin importarle lo más mínimo sus palabras.- Vamos contrarreloj. Arreando. 
— Lo siento Aeris.- Mencioné.- Pero no podemos perder más tiempo aquí. 
— Sí, vale.- Respondió ella. 
Galería de las efigies.
Una puerta más grande se había abierto ya que los demás habían superado sus pruebas con éxito. Entramos allí y muchas grandes estatuas nos acompañaban en un largo pasillo eterno alumbrado por fuegos. Íbamos andando tranquilamente y de golpe Cloud atacó sin piedad a un hombre de las túnicas y nos miró fijamente a todos.
— Yo…- Dijo Cloud.- No soy como Sephiroth.
— Ya lo sabemos, Cloud.- Mencionó Tifa. 
¿Y tú, Sil? ¿Quién eres?
— Vamos.- Añadió Cloud. 
Llegamos al final del pasillo y bajamos por unas escaleras en forma de caracol. En la siguiente sala varios monstruos se pusieron en nuestro camino pero me acerqué a ellos, reventándolos, sin piedad. Seguimos bajando, nos adentrábamos en la parte más protegida del templo, quedaba menos para llegar a la materia negra. Finalmente llegamos a una sala con un dibujo extraño en la pared. Aeris se dirigió a este y lo tocó suavemente haciendo que la energía vital llenara la sala. Esta se convirtió  en representaciones de dibujos. Parecía una pelea, unos encapuchados tiraban magia a unos hombres. 
— Heos aquí, supervivientes de la eternidad.- Dijo una voz del templo, una voz de los cetra.- La era en que los Cetra vivimos en armonía con el planeta toca a su fin. Otros heredarán estas tierras y allanarán su historia. 
Los hologramas se desvanecieron y la corriente nos empezó a indicar el camino, por donde teníamos que ir. Aeris asintió mirándonos a todos y seguimos el camino que nos habían indicado. 
— El fruto de nuestra ardua batalla contra la calamidad de los cielos no fue otro que la desgracia. Los hijos de la humanidad nos temían. Los hijos de la humanidad nos envidiaban.- Explicaba la voz mientras la energía se transformaba en más representaciones de la historia.- Jamás supimos si su odio fuera obra de la calamidad turbadora de corazones. Sea como fuere, el destino nos dio la espalda. Despojados de todo salvo la ira y la tristeza… ahora solo nos queda esperar a la destrucción del mundo. Con la esperanza de sanarla, muchos partieron hacia allí y sucumbieron a la calamidad… que mudaba de piel y los recibía con el rostro de sus difuntos. Así, la calamidad sembró su vil semilla en el seno de los Cetra y el de los hijos de la humanidad. Nos alzamos en su contra, en nombre de Gaya, y muchos perecimos y regresamos al planeta. Mas la calamidad no gozó de tal descanso. Vencida e incapaz de regresar a Gaia, se sumió en un sueño de vida… y recibió su nombre mientras dormía. La llamaron Jénova. Guerreros que pisáis nuestro dominio, tened cautela. El reencuentro… La semilla de la calamidad florece, y sus raíces se buscan y entrelazan bajo tierra. Nuestro cometido es defender a Gaia de quienes osan amenazarla. Los Gi, llegados de un planeta extraño, obraron la materia negra con sus plegarias. Nos juramos ocultar dicha abominación de quienes anhelaran su funesto poder. La materia negra invoca la aciaga sombra de Meteo. Si Meteo cayera sobre la faz de Gaia, la destruiría por completo. Los únicos supervivientes de su fatídico impacto…
— Seremos nosotros.- Dijo Sephiroth de golpe, apareciendo delante nuestro.- Tu y yo, Sil. Pues somos los hijos de Jénova y hemos de erigirnos en dueños y señores del planeta. No solo de este mundo, sino de todos. El mundo se liberó del yugo del destino y se bifurcó hacia un nuevo futuro. 
— ¿Qué…?- Expresé.
"Tu y yo, Sil. Pues somos los hijos de Jénova"
— ¿Qué quieres decir?- Preguntó Aeris. 
— Todos los mundos caminan hacia su reencuentro, y hacia Jénova.- Explicó Sephiroth.
— El reencuentro…- Dijo Aeris.
— Más allá de esa unión, aguarda la eternidad.- Mencionó Sephiroth.
— Nada es eterno.- Exclamó Aeris. 
— No… Aún no.- Dijo Sephiroth.
— Te equivocas.- Exclamó Aeris una vez más.
— Sil.- Dijo Sephiroth ofreciéndome su mano.- Es hora de que me acompañes. 
Me quedé totalmente en blanco. No podía pensar, no podía reaccionar. 
"Pues somos los hijos de Jénova"
Es que, ¿eso es quien soy de verdad?
— ¡Sephiroth!- Exclamó Cloud agarrandome y poniéndome detrás suyo para después intentar ir a por él.
— Moriréis todos aquí.- Dijo Sephiroth.- Mas no os preocupéis ya que regresareis al planeta.
Sephiroth desapareció y un horroroso bicho apareció en la pared, invocado por él. Saqué mi espada, pero temblaba. 
— Nos encargamos nosotros, Sil.- Me dijo Aeris con una sonrisa.- No te preocupes por nada.
"Hijos de Jénova"
Mi mente se quedó vacía y miraba la pelea sin ni siquiera atacar, desde lejos. No entendía las palabras de Sephiroth. O no sabia si quería entenderlas. Solo me habia creado más preguntas.
¿Por qué soy "hija de Jénova"?
¿Qué relación tengo con Sephiroth?
¿Cuál es mi verdad?
— ¡Toma yaaaa!- Exclamó Barret.- ¡Que el planeta nos espere tranquilo, que hoy no regresamos a él!
Habían conseguido exitosamente derrotar el monstruo y me acerqué a ellos. 
— ¡Sephiroth va a tener que esforzarse más si quiere pararnos los pies!- Exclamó Yuffie.  
Cloud se acercó lentamente al monstruo quien casi que no podía con su alma. Puso la espada en modo combate, pero no su forma de combate, parecía más… la de Sephiroth.
— Apártate de mi camino.- Exclamó Cloud.
Cloud saltó encima del monstruo y empezó a clavarle repetidamente la espada en su cabeza y cuando el bicho desapareció del todo empezó a pegarle a la pared.
— Cloud…- Dijo Barret. 
Altar negro
De golpe la pared se derrumbó enseñándonos así de esta manera un pequeño camino hacia un altar. Cloud empezó a andar medio zombie hacia allí y yo los demás lo seguimos acercándonos al pequeño pedestal donde una materia negra yacía allí. Cloud puso su mano en la materia y Aeris se asustó.
— ¡Para!- Exclamó Aeris. 
Cloud retiró la materia, con una gran sonrisa en su cara. La energía vital se enfadó al retirar la materia, todo empezó a temblar. 
— ¿Eh? ¿¡Qué pasa!?- Exclamó Yuffie. 
— "Quien persigue la destrucción de Gaia renuncia al sueño eterno en su seno"- Recitó Aeris.- Por haber cogido la materia negra, el templo nos va a enterrar vivos. 
— ¿Eh? ¿Estás de broma?- Preguntó Yuffie, nerviosa.- Porfa… ¡Dinos que estás de broma! 
— Basta con volver a dejar la materia en su sitio…- Mencionó Red XIII. 
Barret fue hasta Cloud y le intentó arrebatar la materia negra.
— ¡Suéltala!- Exclamó Cloud. 
— ¡El que tiene que soltarla eres tú!- Exclamó Barret.
— Da igual.- Dijo Aeris.- Ya es tarde para evitar el derrumbe.- Además… esa materia es una imitación. 
— ¿Pretendes que me crea eso?- Preguntó Cloud. 
Barret empujó a Cloud en el suelo y la materia negra salió rodando. Red XIII la agarró con la boca y la volvió a dejar en su sitio pero no funcionaba.
— Mierda… ¡No hay manera!- Exclamó Barret. 
En ese instante llegó Cait Sith de golpe, montando en su moguri gigante.
— ¡Miau buenas!- Dijo Cait Sith.- ¡Cuánto tiempo! 
— ¡Serás…!- Exclamó Barret.
— ¡Luego me lo cuentas!- Mencionó Cait Sith. 
Cait Sith saltó de su moguri y se puso debajo del pedestal, intentandolo sujetar para que el templo terminara de derruirse más lentamente.
— ¡Miauuuu!- Excalmó Cait Sith.- Haré lo que pueda prrr parar esto. ¡Vosotros moved esas almohadillas! 
— Pero…- Dijo Barret.
La materia negra cayó y se quedó en los pies de Cloud.
— ¿Y qué pasa contigo?- Pregunté yo, fueron las únicas palabras que me salieron.
— Tu me dijiste que debo de ser fieles a quien me lo son…- Dijo Cait Sith.- Asi que… No os arriesguéis más prrr mi, os lo debo. Ay, ojalá estuviera más fuertote… No aguantaré miaucho, así que ¡salid prrr patas mientras podáis! 
— Vámonos.- Exclamó Vincent desde atrás quien acababa de llegar.- Sé por dónde escapar. 
— Bien. Vamos.- Dijo Cloud agarrando la materia.
— Lo siento… Aguanta, michi.- Mencionó Barret.
— Gracias.- Dijo Aeris.
Salimos corriendo por patas, todo se nos iba a caer encima si no íbamos lo más rápido que pudiésemos.
— ¡Qué mal, qué mal, qué mal, qué mal!- Exclamó Yuffie. 
— ¿¡No sabes correr calladita!?- Preguntó Barret. 
— Me siento culpable por todo lo que le dijimos a Cait Sith.- Dijo Tifa. 
— Ya…- Respondió Aeris. 
— No hemos podido disculparnos…- Dijo Red XIII. 
— Joder… ¿Nos va a dar tiempo?- Preguntó Barret. 
— Cait Sith se ha sacrificado para que así sea.- Mencionó Red XIII. 
— Eso, tenemos que salir con vida. Por él.- Dijo Tifa.
— ¡Corred, corred, correeeeed!- Exclamó Barret. 
Finalmente salimos de dentro del templo y empezamos a bajar las escaleras lo más rápido posible. 
— ¡Casi estamos!- Exclamó Tifa. 
Las escaleras se derruían a medida que íbamos corriendo, no podíamos bajar la guardia. 
— ¡Mira hacia adelante!- Dijo Red XIII mirando a Yuffie.
Conseguimos salir satisfactoriamente y el templo se destruyó delante de nuestros ojos. Todo lo construido, todo lo logrado, desapareció reduciéndose en nada y creando un gran vacío. Todos miramos hacia el vacío admitiendo el duro final de Cait Sith.
— Holiiii…¡Dichosos los ojitos!- Exclamó la voz de Cait Sith. Nos giramos y allí estaba, intacto.
— Cait… ¿Cómo has salido?- Preguntó Barret. 
— Sin mí, el Gold Saucer prrrdería su salero.- Dijo Cait Sith.- ¡Y eso no se puede prrrmitir! Prrr eso tengo más de un cuerpito serrano. 
— ¡Cómo me alegro!- Exclamó Aeris levantando a Cait Sith y abrazándolo.
— Déjame, que me sonrojo.- Dijo Cait Sith. 
— Bueno, ¿habéis encontrado lo que veníais a buscar o qué?- Preguntó Cid. 
— ¿Tienes curiosidad?- Preguntó Yuffie.- ¡Pero bueno! 
Cloud sacó la materia negra y se la quedó mirando fijamente. Yo no podía parar de mirarla tampoco, me sonaba de algo. 
— ¿Qué mosca os ha picado?- Nos preguntó Barret.- Cloud, ¿no has escuchado antes a Aeris? 
Barret le arrebató la materia a Cloud y él lo paró mirandolo fijamente.
— Devuélvemela.- Dijo Cloud. 
— Bah. Si no vale para nada.- Mencionó Barret tirandola. 
La materia negra rodó por el suelo hasta llegar a los pies de Sephiroth quien, una vez más, había aparecido allí. Se agachó y miró la materia con sus ojos. 
— Sephiroth…- Dijo Cloud. 
— Creamos la mejor imitación del mundo… ¿verdad, Sil? Incluso el templo se lo creyó- Dijo Sephiroth mirándome fijamente.- Solo nos faltará una…
Sus ojos penetraron en mi y sentí la vibración en mi iris. Mi cabeza fue invadida en ese momento, ya no era yo quien pensaba. Me acerqué a Sephiroth y él me cedió la materia negra de imitación. Sonreí. Me puse la mano en mi bolsillo y saqué una segunda materia negra, mucho más brillante, mucho más rojiza. 
— ¡Esa es…!- Exclamó Aeris.- ¡la verdadera!
— ¿La has tenido tú durante todo este tiempo, Sil?- Preguntó Tifa.
— Muy bien…- Dijo Sephiroth acercándome a él y abrazándome. Yo también me aferré a él.
Sephiroth emprendió el vuelo hacia arriba, conmigo y allí usó parte del poder de la materia negra, de una de las dos que existían. Los Ecos de Sephiroth venían hacia nosotros y un tormento se generó, creando varias raíces de árboles en la zona. Volvimos a donde estábamos antes y me deshice suavemente del agarre de Sephiroth.
— Cloud…- Dije con una sonrisa y tendiendo mi mano.- ¿Nos acompañaras? Vamos a estar los tres juntos en el nuevo mundo.
— El destino nos llama.- Mencionó Sephiroth. 
— Sil… Quiero estar contigo, toda la eternidad- Dijo Cloud acercándose poco a poco a nosotros.
Sephiroth sonrió al escuchar a Cloud y me volvió a dar la materia negra y yo la miré fijamente. 
Mi querida materia… 
Me guardé mi querida materia antes de que Tifa viniese corriendo hacia mi y me agarrara del brazo apartándome de Sephiroth. Aeris fue hacia Cloud y lo paró.
— ¡Sil! ¡Despierta, Sil!- Exclamó Tifa.
— En la eternidad.- Dijo Sephiroth.- Tendréis un lugar más apropiado que el que os dan vuestros "amigos". ¿De verdad son vuestros amigos? ¿No os están engañando?
Cloud apartó a Aeris y vino hacia mí, poco a poco. Yo le tendí la mano. Sephiroth en ese momento atacó a Aeris con sus Ecos para intentar tirarla al vacío. Cloud llegó a mi y me abrazó, levantando mi mentón. Me puse de puntillas y él me besó. Ese beso fue mi clave, el iris dejó de vibrar, volví en mí. 
El amor verdadero siempre trinufará enfrente al amor de destino.
— ¿Sil…?- Me preguntó Cloud. También había vuelto en él. 
— ¡Mierda!- Exclamé al ver lo que Sephiroth estaba tratando de hacer.- ¡Cloud, deten a Sephiroth! 
Él asintió, algo asustado por él mismo, pero no teníamos tiempo. Corrí rápidamente hacia Aeris intentando quitar a los Ecos de enmedio con mi espada.
— ¡Aeris!- Exclamé.- ¡Te vas a caer!
— ¡Sil!- Dijo Aeris.- ¡Vuelves a ser tú!
En ese momento un Eco tiró a Aeris al vacío pero conseguí agarrarle la mano, justo a tiempo, antes de que se cayera. Le sonreí y ella me sonrió pero no sirvió de nada. Sephiroth aprovechó un mal movimiento de Cloud y cortó la rama en la que estábamos. Acerqué a Aeris a mi abrazándola cayendo al vacío, juntas.
¿Es este el verdadero destino?
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Esto es una adaptación de la obra original FINAL FANTASY VII (SQUARE ENIX©) sin fines de lucro. Solo tiene fines lúdicos y de comunidad. Prohibida la copia de la adaptación igual que la extracción de personajes propios sin autorización.
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smileflowcr · 2 months
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Hwang Minjun, 23 años, 29/04/2001, tauro, Príncipe del Reino de Zafiro.
Existe una antigua leyenda sobre seres que surgieron entre las frías y saladas aguas del mar, criaturas muy parecidas a los humanos pero con ojos azul oscuro, escamas en sus mejillas, poder absoluto sobre el agua y quienes terminaron por establecerse cerca de la costa para formar un nuevo reino, esta vez en la superficie terrestre. Se dice también que viajeros de todo el mundo se acercaban a dicho lugar para presenciarlas, muchos incluso decidieron quedarse y aportar su granito de arena para construir el reino. Dichas criaturas aprendieron la lengua de los mortales y profetizaron que, en algún futuro lejano, nacería un monarca completamente humano con el poder de control los mares a su antojo y, al mismo tiempo, sería capaz de traer la gloria del imperio o la ruina de este y el mundo entero. La gente continuó su vida mientras aquellas tierras fueron conocidas como “Reino del Zafiro” en honor a la gema preciosa que se encontraba en grandes cantidades.
Cuando el último ser de dicha especie estaba en su lecho de muerte, ascendió al trono a un humano de buen corazón a quién crio como hijo propio e inculcó los valores de la lealtad, empatía y responsabilidad a temprana edad. A este chico también le dejó su poder, riquezas y los secretos del diamante oculto en la zona que los haría invencibles en futuras batallas, haciéndole también jurar que protegería los mares y el reino hasta que el elegido aparezca. Dicho hombre, ahora convertido en rey , se casó y tuvo descendencia pero por desgracia, los orígenes del Reino de Zafiro fueron perdiéndose con el paso del tiempos mientras la monarquía se enfocada más y más en enriquecerse, formar una guardia de elite cuyas armas y escudos estaban hechas del mineral más fuerte de todos y conquistar territorios o formar alianzas entre reinos. La leyenda sobre las criaturas se hundió cual tesoro en el fondo marino.
Minjun es el único hijo del actual rey, su nombre tiene diversos significados pero sus padres se lo brindaron con la esperanza que fuese alguien bondadose y gentil con su pueblo. Lamentable y como si los dioses estuviesen en contra, el joven príncipe demostró de temprana edad ser un niño malcriado que no dudaba en romper juguetes ajenos porque “eran mejores que los míos” mientras reía con maldad. Cuando tenía cuatro años el príncipe mayor del Reino de Esmeralda le lanzó zumo de frutilla en sus blancas y planchadas ropas, diciendo que era una lección por ser tan maleducado con sus mayores, él incluido, que tenía ocho años. Minjun, lleno de ira por aquella humillación, alzó la mano y lo que parecía una cachetada en realidad fue una masa de agua alrededor de esta y que fue directo a la cara del muchacho, casi ahogándolo en el proceso. Los adultos miraron aquella escena con miedo y una de ellas notó como los orbes del joven príncipe de tornaron tan azul como el mar, el mismo cuyas olas parecían chocar con más intensidad contra las murallas que protegían al reino, hambrientas de destruir todo a su paso.
Desde aquel vergonzoso suceso, el rey se volvió más estricto con su heredero, prohibiéndole salir del castillo sin un escolta calificado de la Guardia de Diamante. Lo que el señor no sabía es que el pequeño demonio era un experto escapándose y montando trampas para que su cuidador le perdiese la vista. Minjun se escapaba al mar, con la sensación que este le llamaba e imitando los movimiento de la marea es que poco a poco comenzó a dominar su poder, siendo capaz ahora de lanzarle chorros de agua a sus padres como forma de rebeldía por todas las tontas leyes y protocolos que debe saber para ser, supuestamente, un “buen gobernante”.
Años pasaron hasta que, observando desde el balcón a los futuros miembros de la milicia entrenar, da con un niño más o menos de su edad quien se encarga fácilmente de noquear a soldados más experimentados. Había escuchado a escondidas a su padre hablar con Seori, el capitán de la Guardia, quien había acogido a dos híbridos de okami y solo se le permitíó al ser el hombre más fuerte y en quién el rey confiaba, jurándole mantener a la despreciable criatura bajo control o sería exterminada. La curiosidad de saber porqué hablaba tan mal de él hizo que Minjun gritase a los cuatro vientos, llamando la atención de todos los presentes quienes se arrodillan ante el futuro gobernador. El niño no duda en apuntar al híbrido, diciéndole que lo elige como su guardián, así que más le vale no perder ninguna batalla para estar a la altura de un futuro rey como Minjun.
La relación entre ambos niños fue caótica desde un principio debido a los distintos puntos de vistas y personalidades. El joven príncipe seguía siendo el mismo engreído y malhumorado de siempre, siguiendo a Seoja por todas partes hasta que podían decir más de cinco palabras sin querer asesinar al otro. Estando ya cómodos es que comienza a huir al bosque cercano al reino, jugando a las escondidas o simplemente fantaseando sobre lo que haría de grandes, siempre recordando la promesa que estarían juntos y nada ni nadie podía separarlos. Pero lo bueno no dura para siempre y en medio de una discusión donde Minjun dice cosas sin pensar en las consecuencias o daño que podía causar es que se separan, no sin antes recibir unas últimas palabras de Seoja antes de regresar al castillo, maldiciendo a ese tonto perro que se suponía que debía cuidarlo.
No volvieron hablar, Minjun siendo orgulloso como para disculparse y Seoja con miedo a que el rey tome represalias en su contra por faltarle el respeto a su hijo. Es más, ni siquiera le comunicó que se iría a entrenar lejos del reino, fue Sayuri, su hermana, quien le comentó a un devastado y furioso príncipe que su supuesto guardián se marchó y prometió comunicarse con ella a través de cartas. Minjun esperó y esperó pero jamás recibió una para él, guardando aún más rencor en su frío corazón hacia la única persona que había confiado y dejó abandonado a su suerte. ¿Dónde quedaron los sueños de hacer el Reino de Zafiro el más bello y fuerte? ¿Dónde quedaron las promesas de ver juntos las estrellas en busca de nuevos desafíos que afrontar o secretos que investigar? ¿Dónde diablos quedó el juramento de permanecer juntos hasta el final? Todas esas dudas inundaban su cabeza mientras el mar estaba descontrolándose, arremetiendo contra otras ciudades costeras y siendo completamente imposible pescar en aguas que supuestamente eran tranquilas.
El día que se presentó como omega fue el peor de todos, podía sentir las miradas ajenas burlándose o juzgándolo por ser, según algunos, de la clase sumisa. Sus ojos nuevamente se tornan azules y huye a su habitación mientras la sala principal es inundada por agua salada y los gritos de auxilio se esparcen por todo el reino. El segundo peor día de su vida fue cuando sus padres, en busca de una alianza política, lo comprometen con el príncipe del Jade, presentado hace poco como un alfa. No recuerda bien lo que sucedió después, pues su mente se nubló de rabia y odio y lo único que podía escuchar con claridad era el sonido de las enormes olas que estaban derribando las murallas que separaban la tierra del mar que tanto amaba. Minjun se volvió aún más intolerante y frío, siendo su única compañía Sayuri y quien, como el alma bondadosa que era, intenta alegrar los días del joven, mostrándole su cola y orejas de okami para que las acariciase. Había días que no hablaba con nadie y se la pasaba hasta el anochecer mirando el océano, pidiéndole a las estrellas volver a ver Seoja aunque sea una vez más, quizás, con él a su lado, podría afrontar el cruel destino que alguien más había planeado para él.
Tal vez alguna divinidad estaba vigilándolo o simplemente fue suerte, pero un día Seoja apareció en las puertas del castillo, más alto y fuerte que antes y con una fuerte esencia digna de un alfa. El corazón de Minjun se aceleró al instante que sus miradas se encuentran, viendo pasar todos los recuerdos de su infancia juntos en cosas de segundos o mejor dicho, hasta que ve cómo un chico se aferra al brazo del menor a la vez que le besaba la mejilla. Minjun jamás había estado tan enojado como en ese momento, su cuerpo tiembla del cúmulo de emociones y si no es por Sayuri que se encontraba cerca y se lo lleva a otro lugar de seguro terminaba hundiendo el reino completo en lo más profundo del mar.
Su amiga, cansada de que ambos jóvenes evadiesen sus sentimientos, planeó un pequeño reencuentro en el bosque tan especial para ambos, con la esperanza que pudiese solucionar los problemas. Y vaya que funcionó. Esa noche de luna llena Minjun fue sincero por primera vez en su vida, gritándole a Seoja entre lágrimas, recriminándole por haberlo abandonado después de todo lo que vivieron, de no enviarle ni una mísera carta de cumpleaños o cualquier cosa con tal de hacerle saber que estaba bien pero sobre todo, lo que más le duele es que lo cambiase por otro omega cuando supuestamente Seoja era de él. Lo que había comenzado entre gritos terminó con ambos chicos besándose desesperadamente hasta que se quedasen sin aire, como si sus vidas dependiese de ellos, dejando fluir aquel amor sincero que juraron enterrar cuando su relación que fracturó años atrás.
*¨·:*ೄ En la actualidad.
Minjun mantiene una fuerte y larga amistad desde la infancia. con Junseong y Youngdae, gobernantes del Reino de Cinabrio y Aventurina Negra respectivamente. Los tres logran entenderse a su manera y no dudarían en protegerse si la situación lo amerita. El príncipe del Zafiro no lo admite fácilmente pero aprecia mucho a ese par de lunáticos que disfrutan destruir reinos. Se podría decir que, entre los tres, Minjun es el más "tranquilo".
La relación con sus padres va en picada, discutiendo todos los días e ignorando las obligaciones que le dan, escapando hacia el océano donde puede estar en paz, sabiendo que nadie se le acercará por el miedo a ser ahogado en las profundidades del mar. Con su prometido es igual, ignorándolo siempre que va a visitarle y destruyendo todos los presente que le trae. Lo odia, lo odia tanto que no puede esperar la ocasión para ahogarlo con sus propias manos y así ser libre.
Seoja es oficialmente su guardián, así que pasa la mayor parte del día con él, ya sea viéndolo entrenar o besuqueándose con locura en el bosque. No es un secreto la relación que ellos mantienen, sus padres advirtiéndole que vea a ese mugroso híbrido solo como un juguete y ya, que no olvide sus obligación como futuro rey. Minjun no desea hacerles daño, les da igual a decir verdad, pero si algún día le ponen un dedo encima a su amado alfa se asegurará de lanzar él mismo sus cuerpos a los tiburones para que sean devorados sin piedad.
Como dato extra, su esencia es la de miel y toques de canela.
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treeofliferpg · 1 year
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Ideas de rol: Parejas
Recordamos que el siguiente texto no ha sido redactado por el staff de ToL, solo lo hemos traducido para que pueda llegar a más personas. La autoría pertenece a @mimis-memes. Podéis leer el post original en su tumblr así como en nuestro tumblr bajo la etiqueta “idioma original”.
1. Botín de guerra: Musa A es un rey/reina/líder de clan que intentó y logró invadir una tierra extranjera. Musa B es un príncipe(s)/sumo sacerdote(s), traído a musa A como botín de guerra. ¿Musa A lo hará su esclavo, romperá su espíritu, se enamorará de su dulzura? ¿B perdonará a A y terminará amándolo, o se resentirá con él para siempre y buscará una oportunidad para escapar, tal vez incluso para derrocarlo?
2. Barco pirata : Musa A es el capitán de un barco pirata, un hombre muy tradicional que se rige por la regla de que no se permiten mujeres a bordo. Musa B es una chica que siempre soñó con convertirse en pirata y surcar los siete mares, por lo que se disfraza de hombre y pasa a formar parte de la tripulación de A, trabajando como su asistente personal. A medida que se acercan, musa A comienza a desarrollar sentimientos por musa B, pero eso no puede suceder porque ambos son hombres... ¿o sí  ?  ¿Cambiará sus creencias por la musa B? ¿Sentirse aliviado por la verdad o traicionado?
3.  Apocalipsis pandémico/zombi: Musa A y musa B se ven obligadas a vivir juntas, sin poder salir más que para conseguir comida y remedios. ¿Comenzarán poco a poco a cuidarse uno al otro, se les ocurrirán ideas divertidas/lindas para pasar el tiempo, se preocuparán si el otro tarda más en volver, etc.? ¿O terminarán odiándose absolutamente, incluso usando cinta adhesiva para dividir cada habitación en dos?
4. Trato con el diablo: Musa A quería ser famosa más que nada en el mundo, por lo que terminó haciendo un trato con el diablo, prometiéndole su primogénito. Diez años después, todos sus sueños se han hecho realidad: A es muy famoso, rico y está felizmente casado con musa B, quien no tiene idea del trato que musa A hizo hace tantos años. Ahora que acaban de enterarse de que van a tener un bebé... ¿A le contará a B todo sobre el trato? ¿Intentarán ignorarlo hasta que sea demasiado tarde? ¿Cómo reaccionará B? 
5. Intercambio de cuerpos: Musa A y musa B se odian y juzgan mucho las elecciones de vida de cada una. Un día tienen una gran pelea en un restaurante, presenciada por el dueño, que es una persona anciana muy sabia. Al final de la comida, a cada uno se le ofrece una galleta de la fortuna con un mensaje extraño, sin que el otro lo sepa. Piensan que es una tontería, hasta que se despiertan al día siguiente... ¡y les han cambiado el cuerpo !  (¡Bonus si son de sexos opuestos!) ¿Aprovecharán la oportunidad para arruinar la vida del otro, o tal vez tomarán lo que creen que son mejores decisiones? ¿Se unirán para resolver la situación y terminarán entendiéndose o tal vez incluso gustándose?
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wickedsrest-rp · 1 year
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Name: Montaña “Monty” Rivera Species: Zombie Occupation: Dairy Farmer (Prickly Pear Acres)  Age: 157 Years Old (Looks about 37) Played By: Elliott Face Claim: Diego Luna
"I don’t hate people, I just think horses are better."
As a fresh-faced twenty-two year old in 1886, Montaña Rivera got himself a job on a cattle ranch in the New Mexico Territory, leaving his large extended family back home in Oaxaca to try and forge his own way in the world. He was a natural with the animals, finding he preferred their company to that of his fellow ranch hands. He was often harassed for it, but he tried to not let it get to him. The pay was decent, the work steady, and he’d bonded too fiercely with one of the horses to ever leave the ranch without her. 
One night after he’d been at the ranch for about a year, there was a fierce storm and the herd got loose from their paddock after some panicked cows kicked down the fence. The ranch hands were sent out to round them all up and get them back into the secondary pasture while the owner’s two sons were left to fix the fence quick as they could. Monty and his favorite mare took off after some strays that had bolted in the direction of the nearest mesa, and in his haste, he failed to notice the pit of mud in their path that had formed from all the rain, nor the thing it had unearthed. The mare reared back and the thing howled, reaching for Monty and grabbing him with human-like hands, sinking very human-like teeth into his flesh. The young man panicked as he was ripped from the saddle and slammed down into the mud, fumbling for his knife to defend himself.
He woke the next morning, caked in dried mud and blood, to find the thing—the man who looked utterly starved laying dead beside him with Monty’s knife sticking out of his temple. 
A couple weeks later, while Monty was still healing from his ordeal, a gang of outlaws attacked the ranch. Frightened but standing his ground, Monty was graciously left alive, but with a choice: stay and risk persecution from the village, or leave with the gang. He went with them, figuring it was somehow the safer of the two options, and quickly came to realize it had been the best choice he could have made. He’d found a new family in these people, most of all in their leader, Hector. Monty would go to the ends of the earth to defend the man who had taken him in that night and given him a chance to start anew, sometimes referring to him in the journal he kept as ‘my heart, my liege, mi capitán’. The lengths of his love were something he never fully understood, unrequited and unexplored, left to fester for seventeen long but wonderful years.
Until things went bad. Until the law caught up to them, and Monty gave his life to protect his family as best he could. With the lawmen dead, those that remained took his body with them to bury it near wherever they settled next, but they didn’t have the time. Two hours into their ride, Monty came back. But he came back starving just like the stranger that had bitten him all those years ago, and what had once been his family was now his supper. He didn’t regain control until his face and hands were smeared with gore and he heard a familiar voice shouting his name, looking up from where he was hunched over a corpse to see the fearless leader of their gang looking at him with horror etched in his features. The rest had fled, abandoning the caravan as they scattered into the trees, but he was there. And he was pointing his revolver right at Monty, who bleated out a soft protest before being shot several times in the chest. He begged Hector to stop, but the outlaw was beside himself, dropping the revolver in terror and kicking Monty instead. Monty wept and didn’t fight back, and when Hector finally realized he simply couldn’t do enough damage to kill Monty a second time, he screamed at him to get away from them. To leave and never come back.
Monty did, and for the next 119 years, he went back to what he knew: ranching. Meanwhile, he tried to come to terms with whatever he was now, learning how to curb the cravings and get what he needed without hurting people. For the most part, anyway. It wasn’t a perfect science and he still broke down now and then, letting the need overtake him and killing someone who certainly didn’t deserve it. Then it was time to move and start over again. Rinse and repeat. 
This time, he’s trying to settle for good. Wicked’s Rest is a place unlike any other he’s found in North America so far, catering to those with his ailment in ways he would have never expected, but… it’s still wrong, in his eyes. It’s still cruel. He has a lot of bad deeds in his past to make up for, so these days he’s running a dairy farm that's operated entirely by undead, helping them by giving them sustainable jobs and a regular source of brains and blood that keep them from having to hurt people. Or so he hopes, anyway. The harvesters at the local supernatural market aren’t too pleased that he’s been cutting into their profits by keeping a good number of undead off their pre-packaged human vittles, but that’s a problem that Monty has simply been trying to ignore while hoping that it will go away on its own.
Character Facts:
Personality: Humble, trusting, capable, gullible, cowardly, repentant, sympathetic, mellow, respectful, graceless
Monty used to own Prickly Pear Acres, a dairy farm found in Gatlin Fields, but recently transferred the deed to Daisy, a zombie friend that helped him start the farm. The land was purchased at a discount due to its proximity to the Allgood Death Pit, but the farmhands and the animals don’t seem to mind the smell.
English is Monty's second language, and he has a difficult time reading it. In fact, reading in general (even in Spanish) is a slow, thoughtful process for the zombie, who was never taught how and has just started to pick it up.
There is a hand-poke tattoo of a prickly pear cactus on his inner forearm that he got before his second death. The story behind this tattoo is the source of the name for his dairy farm. It's a sensitive subject.
His best friend is his blood bay thoroughbred named Habanero. He’s grown so attached to the animal that he’s rarely seen without him, often riding him through town (where that sort of thing is permitted) rather than driving his truck to get places.
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franciscoarayapizarro · 8 months
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UN ADELANTO DE...STAR JOURNEY
Todo esto comenzó con un evento cósmico de grandes proporciones, un gran cometa del tamaño gigante gaseoso paso cerca del sistema solar, su paso era bastante destructivo, ya que provocaba ondas de choque que afectaba a los planetas cercanos a su paso, a pesar que el cosmos siempre se provocan ondas de choque por el paso de objetos como cometas o asteroides fuera de orbita, este afecto a un sistema solar donde había un mundo habitado, la Tierra, la onda provoco grandes terremotos, mareas fuera de control, tormentas, la civilización casi fue destruida, pero fuera del planeta se daban cambios más grandes; varios planetas del sistema solar empezaron a ser expulsados al espacio profundo, entre ellos, el Planeta Marte; con todos sus recursos hídricos, vida celular y una base científica. Pero la Tierra empezaría afrontar un difícil proceso de recuperación, con los horrores de una civilización en caos y con los esfuerzos por recuperar recursos en un mundo radicalmente transformado.
Siglos después, en el espacio profunda, una nave espacial que se describe básicamente por un cilindro grande conectado a 2 cilindros pequeños, cruza a toda velocidad por las estrellas, es la Nave Yorktown de la Confederación Terrestre, el milagro de la humanidad tras cientos de años reconstruir la tierra y explorar el espacio para descubrir que la humanidad no estaba sola en el universo, dentro de aquella moderna nave espacial esta el capitán J. Sprime, un increíble joven de esta generación que disfruta de los beneficios de la era en que vive, donde la humanidad a pesar de su catástrofe sufrida dejo su infancia atrás y logro aventurarse más allá de su hogar para encontrar un hogar, o bien un lugar en las estrellas lejanas, junto con él el profesor Spakutku, un Selbucida; la raza alienígena que habito finalmente el Planeta Marte al establecerse en una orbita estable de un sistema planetario tras el gran cataclismo, el profesor Spakutku, un hombre sumamente inteligente con rasgos bien estilizados y el cabello bien ordenado, con una piel de tonalidad semiverdosa, ambos observan las estrellas con la misión de patrullar un sector de la galaxia. De repente, escuchan una señal de auxilio venida de la colonia terrestre del Planeta Exorion, donde se había establecido un destacamento de la Confederación para investigar reportes sobre una misteriosa nuble gaseosa invulnerable ante cualquier ataca, y que devoraba mundo completos llenos de vida, algunas civilizaciones como los Authanams; un régimen guerrero y similar en rasgos a los Selbucidas, pero eran más toscos con la piel aceitunada, estos optaron por darle de comer un paquete supernutrientes esenciales del planeta, lanzado de sus propias naves espaciales que alimentaban a la nube y evitaban que llegaran a su planeta para consumirlo. En la llamada de auxilio se escucha una voz desesperada que dice así: “llamando a todas las naves espaciales cercanas, necesitamos ayuda, misteriosa nube se acerca al planeta, provoca tormentas, esta secando los mares y la tierra, hay explosiones fuertes, terremotos, rogamos ayuda a toda nave cercana al planeta, ¿¿alguna nave me recibe??...”, el oficial de comunicaciones confirma que la señal se esta perdiendo, posteriormente se escucha un ruido, el capitán Sprime ordena al timonel dar curso al Planeta Exerion a máxima velocidad, la timonel de abordo, la Oficial Isabel Makeda computa el nuevo curso y la nave gira hacia su nuevo curso y marcha a toda velocidad hacia su nuevo, destino, mientras el capitán Sprime y el Prof. Spakutku conversan, la oficial Makeda distrae su mente pensando en su historia; Makeda es una bella mujer etiope, inmortal, ha caminado por la tierra desde los tiempos del Rey Salomón, ella es tan bella como la misma reina de Saba, de hecho ella era la Reina de Saba, se dice que obtuvo su inmortalidad debido que fue apedreada por su relación con el rey israelita, en ese momento Dios se compadeció de ella, la revivió, años después tuvo un hijo de Salomón, pero se dio cuenta que pasaba los años y no envejecía ni un poco, finalmente dejo a su hijo y desapareció de la historia, viviendo de vida en vida hasta la fecha.
La astronave Yorktown se precipita en su aceleración e instantáneamente llega al planeta Excerion, en ese momento la superficie del planeta comenzaba a desquebrajarse, en el puente el oficial de comunicaciones trata de captar señales, pero no tiene éxito, el capitán Sprime ordena abrir fuego hacia la nube, pero no tiene éxito y la nube para defenderse atrae la nave con un campo magnético, la oficial Makeda desesperada trata de aumentar los retro propulsores de la nave para zafarse de la nube pero no funciona, el prof. Spakutku sugiere al capitán activar un campo magnético en torno a la nave para crear una polaridad inversa y ahí lograr desprenderse de la nube, con desesperación el capitán ordena, el prof. Spakutku ordena a ingeniería activar el escudo magnético y al mismo tiempo que se activa, la nube suelta a la nave, pero el planeta da señales de estar muerto, en el puente confirman una señal de vida humana, y el capitán ordena transportarla, fuera de la nave el planeta comienza a partirse en pedazos y cada pedazo del planeta sale despedido lentamente hacia el espacio exterior, la nave rápidamente toma curso lejos de la nube y el planeta. Poco rato después, el capitán corre hacia la enfermería, donde el sobreviviente fue llevado para un reconocimiento medico, al encontrarlo se da la sorpresa de que el sobreviviente no es nada menos que el anciano capitán Christian Pikerson, a sus 96 años, considerado una figura histórica en vida; el mayor explorador de la Confederación Terrestre, siendo un militar y un diplomático al mismo tiempo, una rara mezcla en cualquier tiempo, a nivel personal de capitán Sprime, fue su maestro en la escuela militar de la Confederación Terrestre, lo que se llego a saber que posterior a su retiro se dedico a su otra pasión, las ciencias, de hecho la misión científica de Exerion fue la ultima en que estuvo trabajando, el capitán Sprime estaba alegre de encontrarse con su maestro, pero necesitaba saber que paso en Exerion, el anciano excapitán cuenta lo sucedido: “estábamos en una investigación científica para saber más de la vida en aquel planeta cuando notamos que el cielo se torno tormentoso y las aguas comenzaron a evaporarse, en unas horas notamos que era una nube extraña que producía todo este fenómeno, unos de los científico tomo el radio subespacial y pidió ayuda, pero no logro respuesta, hasta que ustedes llegaron, al momento de secarse la tierra estaban empezando a morir todos, cuando me transportaron, estaba casi muerto...”, el capitán Sprime reacciona asombrado ante el testimonio de su viejo maestro.
Mientras el excapitán Pikerson se recupera en la enfermería, el capitán Sprime se reúne con el prof. Spakutku, quien le dice que reconoce la nube como el devorador de mundo, una especie de Deidad reconocida por los Authanams, quien los alimentaban con supernutrientes para evitar que destruyeran el planeta Marte, el capitán concluye que la mejor forma de tratar con la nube es pedir ayuda a los Authanams, a pesar que el prof. Spakutku duda que se podría tener ayuda de los orgullosos guerreros, sabia que se debía tratar con ellos para tener alguna ventaja táctica, el prof. Spakutku tomo la radio subespacial que estaba ajustada a la frecuencia del gobierno de Marte Authanams, Spakutku hizo la llamada en el idioma de los Authanams, y después de un silencio prologado en la radio subespacial respondieron: <habla la cancillería del régimen Authanams, ¿¿quien habla??>, el profesor responde en el idioma Authanams: <soy el prof. Spakutku de la nave espacial Yorktown de la Confederación…>, de nuevo se siente un silencio prologado en la radio, y responde otra voz en el idioma de los humanos: “Habla el canciller Krolon, ¿¿que puedo hacer por usted??”, el prof. Spakutku le explica el encuentro con la nube y como sobrevivieron a ese encuentro, después en la radio se siente varias voces gritando y discutiendo, luego el canciller cuenta que su ultimo encuentro con el Destructor de Mundo fue hace unos años en una colonia lejana, donde le lanzaron su paquete de nutrientes y la nube lo rechazo, destruyendo la colonia, y que desde entonces, el destructor de mundo vagaba de planeta en planeta destruyéndolo todo, y que ahora el destructor de mundo no tiene control...ahora el silencio era entre el capitán y el profesor, no había forma de cómo destruir aquella cosa, en ese momento llamaron al capitán por intercomunicador avisando que la nave presentaba graves daños y que debían ir a la estación espacial ENCO a ser reparada, en una manera u otra, el capitán Sprime trata de equilibrar su ecuanimidad y responde para dar la orden de marchar a la estación espacial a realizar las reparaciones, como la nave estuvo todo este tiempo a máxima velocidad, pudieron llegar en corto tiempo a la estación espacial.
Mientras, el planeta Marte, en el consejo científico Selbucida, la raza a la cual pertenecía el prof. Spakutku, se reúnen políticos, científicos y militares Authanams, con dificultad dejando de lado los orgullos guerreros de los últimos para escuchar la propuesta en el idioma común que tienen los Selbucidas y los Authanams; esta propuesta consiste en un artecfacto ultranuclear al que podría arrasar con todo 2 sistemas solares de una vez, lanzarlo al Devorador de Mundos y matarlo, uno de los militares, el general Khantar responde airado: <¡¡esta es la propuesta de los Selbucidas, una bomba para acabar con nuestra deidad a quien hemos alimentados durante siglos, ahora mataremos dioses!!>, uno de los científicos Selbucidas le replica al general Khantar: <Su deidad, como lo llama, se aburrió de la comida que le daban y ahora esta eligiendo que comer>, el general Khantar se pone en posición agresiva y replica al científico: <no mato científicos Selbucidas antes de la cena, pero si puedo matar a nuestro canciller que estuvo en conversaciones con una nave de la Confederación Terrestre...este idiota, revelando lo débiles que estamos ante los humanos>, uno de los políticos Selbucidas se levanta y dice: <¡¡basta de tonteras, debemos tomar una decisión, matar a la bestia o esperar a morir!!>, en ese momento, se inicia una discusión general, después de horas de deliberaciones, se toma la difícil decisión de encargar al general Khantar llevar el artefacto en una nave espacial y lanzar el artefacto al Devorador de Mundo para matar a la bestia, con esa decisión terminan la reunión y el general Khantar murmura: <yo se quien es la bestia, y no es nuestra deidad, ¡¡Selbucidas tontos!!>, en poco tiempo una nave espacial Authanams despega capitaneada por el general Khantar con el artefacto explosivo...
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jgmail · 1 year
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Rebeldía antisistema en los comienzos del capitalismo
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Por Jesús Aller
Fuentes: Rebelión
El historiador y activista norteamericano Marcus Rediker (1951) ha publicado varios estudios sobre la piratería en el Atlántico, que lo han llevado a considerarla una revuelta contra el orden establecido precursora de los movimientos anticapitalistas de la actualidad.
En 2000 apareció la edición original de La hidra de la revolución. Marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del Atlántico, en colaboración con Peter Linebaugh y de la que hay varias versiones castellanas. En este libro se describen en detalle los escenarios de resistencia que surgieron a medida que comenzaba la expansión capitalista en el entorno del Atlántico, y se reivindica y recupera la historia perdida de la clase multiétnica cuya explotación hizo posible el nacimiento del nuevo sistema económico. Otros trabajos suyos son: Entre el deber y el motín: lucha de clases en mar abierto (Antipersona, 2019) y Barco de Esclavos. La trata a través del Atlántico (Capitán Swing, 2021).
Villanos de todas las naciones. Los piratas del Atlántico en su edad de oro acaba de ser editado por Traficantes de sueños en una traducción de Elena Fernández-Renau y tiene la virtud de demostrarnos que a veces la historiografía rigurosa, al tiempo que revela capítulos esenciales de nuestro pasado, es capaz de construir relatos que nada tienen que envidiar, en emoción e interés humano, a las obras de ficción más estimulantes.
Un desafío al orden comercial naciente
La edad de oro de la piratería abarca aproximadamente desde 1650 hasta 1730, pero es en el período entre 1716 y 1726 cuando tiene su apogeo, y es precisamente al análisis de esta década extraordinaria al que está dedicado el libro, un breve lapso de tiempo en el que varios miles de filibusteros saquearon y hundieron centenares de embarcaciones en el Atlántico. Un aspecto que explica este fenómeno es que para los marineros de los barcos mercantes de la época, sometidos a un régimen brutal, salarios bajos y un horizonte de enfermedad, amputaciones y muerte prematura, la piratería era, como veremos, una forma atractiva de mejorar sus condiciones de vida, aunque no exenta de riesgos.
El incremento del bandolerismo marítimo a partir de 1716 se relaciona con el final de la guerra de Sucesión Española (1702-1713). Las razones de esto son expuestas en un capítulo en el que se muestra cómo en aquel momento los imperios habían pasado de dirimir disputas territoriales a enfrentarse por el control del comercio. La expansión colonial y el esclavismo estaban generando una enorme riqueza en el entorno del Atlántico y el marinero era el brazo poderoso que movía aquella máquina sin aprovecharse para nada de la opulencia que creaba. Al licenciarse las flotas de guerra en 1713, una muchedumbre de marineros arrastraba su miseria por los puertos, mientras los pocos que lograban enrolarse eran vilmente explotados. En estas condiciones no faltaron los animosos capaces de amotinarse y poner en el mástil la Jolly Roger, emblema de los expropiadores de los mares. A éstos hay que sumar muchos corsarios que navegaban con patente inglesa durante la guerra y que con la paz se independizaron, aunque en un principio respetaron a ingleses y holandeses. Alguien definió la transición de corsario a pirata como “pasar de saquear para otros a saquear para uno mismo”.
En una segunda etapa de esta década de apogeo, entre 1717 y 1722, la situación se complicó aún más cuando ingleses y holandeses comenzaron a ser víctimas también de los asaltos, al tiempo que se perdía el santuario de las Bahamas que daba abrigo a los fugitivos. Esto motivó un aumento del radio de acción hasta las costas de Norteamérica e incluso el océano Índico. En esta época se incrementaron las capturas y los marineros de más bajo rango llegaron a controlar el proceso, creando una nueva forma de vida en la que más allá del botín el objetivo era perpetuar una existencia en libertad. Entre 1722 y 1726 se da la tercera etapa, la más sanguinaria, de persecución a muerte que va a marcar el final de la década de oro de la piratería.
La vida de los expropiadores del mar
En la sociedad de los bucaneros dominaban los británicos de extracción humilde, aunque no faltaban americanos ni gentes de otras partes del mundo. Los negros, relativamente frecuentes, no eran discriminados por su color, lo que no es óbice para que los piratas a veces comerciaran con esclavos. Las tripulaciones se organizaban de forma estrictamente democrática. Elegían un capitán, pero después de sufrir tantas tiranías, rehusaban conceder demasiado poder a un solo hombre, con la excepción de las persecuciones y combates, cuando se obedecía sin rechistar. Se nombraba también un “segundo de a bordo”, que contrapesaba el poder del capitán y lo controlaba en representación de la marinería, además de dirigir los abordajes y garantizar justicia en el reparto del botín.
La mayor autoridad del bajel pirata residía en el “consejo común”, en el que todos los tripulantes podían expresar sus opiniones y las decisiones que se tomaban democráticamente eran soberanas. Allí se acordaba todo sobre la vida del navío y se elegían los mandos. La división de lo capturado se hacía según los estatutos de cada barco y las cuotas variaban entre dos partes para el capitán y el segundo y una parte para el marinero sin rango ni especialización. Se comía y bebía en abundancia, y el estado de ánimo que mejor caracterizaba a una tripulación pirata, según declararon los que convivieron con ellas, era la felicidad, aunque los excesos etílicos causaban peleas y desastres.
Otro cometido bien reglamentado en aquella sociedad era la administración de justicia. Las faltas más graves, como desertar en combate, traer a bordo “un chico a una mujer” o “entrometerse con una mujer prudente en una presa”, podían originar una condena a muerte. Otra pena para delitos graves era el abandono en una isla desierta. Era proverbial la generosa asistencia de los “tigres del mar” a aquellos de los suyos que quedaban impedidos.
En el combate que seguía si un buque se negaba a rendirse, podía izarse la bandera roja o “sangrienta”, que indicaba que no se admitiría ni daría cuartel. En los casos en que se hacían prisioneros, se les ofrecía la posibilidad, frecuentemente aceptada, de unirse a sus captores. No obstante, a partir de 1722, hubo reclutamientos forzosos, que a veces terminaron en motines. Respecto a los capitanes apresados, se escuchaba a sus tripulaciones, y si eran “tipos honestos”, que no maltrataban a la marinería, eran respetados. Si por el contrario lo hacían, eran castigados, en ocasiones cruelmente, y sus buques quemados y hundidos. Rediker ve en estos comportamientos un afán justiciero que trataba de vengar los agravios cometidos de forma muy generalizada en aquella época sobre los sufridos marineros.
Las relaciones entre barcos piratas se caracterizaban por un gran sentido de comunidad y solidaridad entre las tripulaciones, aun cuando no se conocieran de nada, lo que las llevaba a forjar alianzas espontáneas. También se gozaba de una amplia red de apoyos en tierra y en mar, entre comerciantes que hacían negocios con ellos y gentes humildes que los veían como un desafío al orden imperante. La cultura pirata pudo nacer, crecer y expandirse a través de las conexiones entre tripulaciones que se indican en el libro. El gráfico que muestra la difusión del proceso puede sintetizarse en dos líneas genealógicas principales, una de ellas con centro en las Bahamas.
El análisis se completa con biografías de algunos protagonistas, como el inglés Walter Kennedy (1695-1721), que viajó a América con la misión de combatir a los piratas y la secreta intención de unirse a ellos. Después se hizo famoso por sus ataques a factorías esclavistas africanas y murió en la horca en su barrio natal londinense.
En aquel mundo dominantemente varonil no faltaron mujeres notables. Es el caso de la irlandesa Anne Bonny, nacida en 1698 y enrolada con su compañero en un barco pirata en el que destacó por su bravura. A aquella tripulación se había unido también la inglesa Mary Read, ocho años mayor que Anne y que por problemas familiares había crecido fingiendo una identidad masculina con la que se sentía cómoda. Las dos fueron capturadas en 1720 y condenadas a muerte, pero no ejecutadas porque se encontraban embarazadas. Mary murió poco después del parto, pero Anne sobrevivió, aunque no se sabe a ciencia cierta qué fue de ella. Según algunas fuentes falleció en 1782.
La brutal respuesta militar a la piratería consiguió prácticamente erradicarla a partir de 1726, con lo que el tráfico comercial y esclavista en el Atlántico pudo progresar sin mayores contratiempos, y con él la acumulación originaria del capital y su rastro de opresión y destrucción.
Más allá de la leyenda: lucha de clases
Con Villanos de todas las naciones, Marcus Rediker nos ofrece una visión sugestiva y rigurosa de un proceso en el que comúnmente el mito domina a la historiografía. Gracias a su trabajo, sabemos que los piratas eran mayoritariamente marinos pobres, que se organizaban con formas igualitarias y democráticas, y que se consideraban a sí mismos hombres honestos que buscaban justicia para el marinero común. Ésta es la imagen que es posible construir a partir de un análisis de las fuentes, pero contrasta enormemente con la de monstruos sanguinarios que se erigió para justificar su exterminio. Es evidente que los gobiernos del mundo necesitaban completar la aniquilación física calumniando a aquellos cuyo único delito fue amenazar su dominio sobre los mares y la sacrosanta propiedad.
Sin embargo, es estimulante comprobar que siempre existen grietas en el relato del poder. Rediker señala el curioso parecido entre la ilustración que aparece en la portada de una traducción holandesa de la clásica Historia de la piratería del capitán Charles Johnson y el famoso cuadro de Eugène Delacroix La libertad guiando al pueblo. Los dos retratos representan a una mujer de aspecto proletario que se dirige animosa al combate con los pechos desnudos, enarbolando en un caso una espada y en otro una bandera. No puede descartarse que el pintor francés estuviera influido por la imagen del libro, y si es así tendríamos que un emblema de la piratería sirvió para alumbrar uno de los iconos más célebres de la lucha por la libertad y la emancipación social que ha conocido el mundo moderno.
La piratería era un desafío pujante, bien estructurado y cargado de ideología libertaria e igualitaria, contra el nuevo orden capitalista que comenzaba a imponerse en el mundo. El pirata Charles Bellamy dejó clara en una ocasión la esencia expropiadora del asunto a un capitán capturado: “Los sinvergüenzas nos difaman, cuando sólo hay una diferencia, en realidad ellos roban a los pobres bajo el amparo de la ley y nosotros saqueamos a los ricos bajo la protección de nuestra propia valentía.”
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.
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Vengo a presentar otro grupo y esta vez es del capitan mares del cuál olvide cambiar su sombrero, todos los de aquí posiblemente resiviran algún cambio a futuro o finalmente un nombre
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mlletempete · 2 years
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The Survivor and the Swan
Taiora/OUAT
@taioraweek
Para la Taiora Week 2022 día 3 Disney
Desde que Sora tenia memoria había estado sola, era impulsiva y cometió errores, razón por la que había tenido que tomar una dura decisión aun siendo muy joven y forjar un carácter duro, se coloco una armadura para que nadie más pudiera lastimarla; Un deseo de cumpleaños había puesto su mundo de cabeza, ahora sabia que no pertenecía al mundo "normal" ella había nacido en un lugar mágico y en cuestión de un abrir y cerrar de ojos tenia delante de ella a su familia, sus padres a los que había buscado por mucho tiempo y un hijo, además del pueblo de Storybrooke, que tenia toda su fe puesta en ella para romper el hechizo y salvarlos de "la reina malvada".
Por otra parte el Capitán Garfio había tenido una vida caótica, el abandono de su padre y la muerte de su hermana menor habían hecho de él, uno de los más temidos piratas de los mares, al que no le importo forjar su felicidad en base a la desgracia de otro hombre, esa felicidad le duro muy poco, el motivo de ella se había marchado para siempre sumiéndolo en un dolor y una soledad muy grandes. Ahora era perseguido por el hombre al que le arrebato la felicidad, en una de esas persecuciones el "cocodrilo" logro cortarle una mano y el juro vengarse a cualquier costo, aún si eso significaba trabajar en equipo con la "reina malvada"
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A pesar del dolor del pasado, y las complicadas circunstancias que los rodeaban, el flechazo fue instantáneo e inevitable, pero Sora no lo aceptaría tan fácilmente, ahora lo más importante para ella era salvar al pueblo y estar con su hijo Haruhi, el amor romántico no figuraba en sus planes, y es que ella sabía lo peligroso que podía ser enamorarse y ya estaba lidiando con bastante.
El Capitán no se daría por vencido, había perdido la felicidad una vez y Sora había traído luz a su vida, no estaba dispuesto a perderla sin luchar, y si eso significaba dejar su venganza atrás lo haría, si eso significaba tener de enemiga también a la reina malvada no le importaría, estaba dispuesto a dar su vida por Sora en medio de la batalla.
La salvadora (Sora) y el creyente verdadero (Haruhi) habían cambiado su corazón, mostrándole que el amor siempre encuentra la forma de triunfar y ahora solo quería protegerlos y que fueran felices.
Sora: ¡Todos los que se me acercan sufren, mueren, se van! ¿me entiendes?
Taichi: No me voy a ir a ningún lugar, Sora tu deseo se cumplió, ya no estas sola y nada me va a pasar, recuerda que soy un sobreviviente.
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Super atrasado pero aquí esta, para la Taiora Week, por Hallowen y rematando porque esta semana termine de ver Once Upon A Time <3
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chaoscomeswithin · 29 days
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¿Qué deseas?
Escrito en abril de 2024.
La marea golpeaba contra el casco del Victoria. Desde su infancia, Piero había escuchado leyendas de la costa estelada: barcos vacíos que chocaban contra las ciudades adyacentes, objetos valiosos de los que una vez fueron seres queridos. Nadie había regresado con vida para describir a aquellas bestias, solo lo hacían restos de historias, mitos… Vidas.
Por eso, Piero se había alistado en el Victoria. Elle llevaba meses siguiendo a la tripulación, entablando amistades con los marineros, escuchando las habladurías de la zona. Cuando conoció su historia, no lo creía. Ellos eran navegantes ricos, ajenos a la zona y a su folklore, que planeaban atravesar la costa estelada, ya que no creían que fuera a haber peligros allí. 
El océano llevaba días con un brillo especial, Piero lo había notado. Al alba siempre subía al mirador del barco con su precioso catalejo, buscando encontrar las rocas del cabo. Todos los días bajaba alicaído, rezando para que, al día siguiente, su suerte cambiase. 
El día que divisó la primera esquirla, no pudo evitar sonreir. El mar murmuraba su usual canción, o al menos eso oían los marineros. No fue hasta que la tercera ola rompió contra el casco, hasta que el tercer tripulante ahogó un grito, que el barco entró en pánico.
A Piero le decepcionó la cantidad de personas que caían bajo la promesa del cuerpo. Escuchaba sus voces y se conmovía, miraba sus rostros y comprendía su atractivo. Sus pies estaban en el casco.
La siguiente oleada cayó bajo la promesa del dinero. Piero observaba el brillo de piedras preciosas, más de las que jamás vería juntas en cientos de vidas. Algunas sobresalían en la superficie, mientras que otras esperaban bajo la espuma del mar. Piero seguía en el casco.
Hubo cánticos al progreso, promesas de secretos largo olvidados; Piero creyó ver hasta una aparición, siendo une marinere arrastrade con su amante. Elle fue la única persona que pereció con una sonrisa en los labios.
Los llantos menguaron con los minutos, y pronto Piero se vio solo en la Victoria. Una de las hermosas criaturas salió de las aguas por elle. Se quedó a solo unos metros de su rostro.
– ¿Qué guardáis para mi? ¿Es ya mi turno?– Dijo Piero.
La sirena ladeo la cabeza, y luego negó.
– Es imposible dar algo que no existe.
...
Muchas leyendas se cuentan sobre el capitán de la Victoria. Los mitos le describen como un bucanero eficiente, altivo, con la cabeza fría. Se cantan sus hazañas como las de un héroe, es de los navegantes más famosos de los siete mares. 
Nadie conoce su historia, ni sus sueños, ni sus deseos. Ni siquiera él mismo lo hace. 
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agendaculturaldelima · 2 months
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 #LosNiñosPrimero
#ElEscenarioDelMundo
🎭 Teatro Familiar: “MOBY DICK” 🌊🐋🙌✨
✍️ Autor: Herman Melville (Estados Unidos)
📝 Versión: Els Vandell
⌛️ Duración: 60 minutos
🗯 Argumento: ¿Qué pasa cuando invertimos la narrativa y le otorgamos voz a la majestuosa ballena blanca Moby Dick? ¿Te lo imaginas? Moby Dick realmente existió, fue vista por primera vez desde la isla Mocha en el sur de Chile, por lo que sus habitantes le dieron el nombre de Mocha.El mar trae corrientes de cambio y nuevas aventuras. ¿Qué tendría que hacer una joven mujer para cumplir su sueño de conocer a la famosa ballena blanca que aterra al mundo entero? Únete a nuestra divertida y sorprendente tripulación para embarcarnos en la nave del capitán Ahab, cuyo único fin es vengarse de Moby Dick.
¿Lograrán el mar, la ballena blanca, y la joven mujer cambiar la historia?. Desde el teatro, exploraremos una nueva visión para nuestro planeta y sus mares, transformando el lenguaje en una experiencia divertida y cautivadora que atrapará la imaginación de niños, niñas y sus familias. El clásico de Herman Melville llega al teatro para sumergirnos en una nueva aventura que nos hará reír y reflexionar sobre la visión de nuestro planeta. Una historia contada desde el alma del mar dirigida para toda la familia. 👥 Elenco: Grapa Paola, Rodrigo Sánchez Patiño, Roxana Rodríguez, Renato Rueda, Anneliese Fiedler, Emilram Cossío y Sergio Urrutia
📢 Dirección: Els Vandell
© Producción: La Plaza Joven
🔎 Auspicio: KFC, Pizza Hut, CARVIMSA y BCP.
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📌 ESTRENO: Sábado 20 de Abril
📆 Funciones: Sábados y Domingos
🕟 4:00pm.
🎯 Temporada: Hasta el 05 de Mayo
🏪Teatro La Plaza (Malecón de la Reserva 610, interior 211 del C.C. Larcomar – Miraflores)
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🎯 Entradas:
🎫 Adultos: S/.40
🎟 Jubilados y Niños: S/.34
🖱 Reservas: http://bit.ly/MobyDick2024  
👀 A tener en cuenta: Obra apta para mayores de seis años (6+)
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sobreeldolmen9 · 2 months
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Un primer Mutis para mí
No me emocionaba hacía mucho con un relato, pero La última escala del Tramp Steamer de Álvaro Mutis quebró la racha. ¡Qué escritura tan clara, tan musicalmente precisa! Me anima a buscar sus novelas sobre Maqroll el Gaviero y también su poesía, lo primero que le leí pero que ya vagamente recuerdo. Últimamente también he dejado otros libros (no de Mutis) en la página que me aburre, algo inusual para quien prometía acabar los textos sólo para justificar su conocimiento de lo que no le gustó. Con esta novela, en cambio, sentí fuego, placer, un deseo de construir la historia leyéndola. En estos tiempos de trabajo de uno mismo ―remedios contra la tristeza, la ansiedad, la fatalidad― y de adicciones que se resisten a abandonarnos, encuentro la belleza en las peripecias del Alción, su capitán Jon Iturri y en su modesto narrador, quienes me reconcentraron en un lugar donde mi visión vital también podía ser posible. El mar fue navegable para mí. Hay un elemento intrigante que configura toda la historia: las coincidencias, repetidas al infinito si apareciera un personaje nuevo dispuesto a revelar su historia particular (que resultaría siendo global). Las cuatro veces inauditas que el narrador ve al Tramp Steamer, y el encuentro ocasional con el marinero vasco Iturri que es, nada más ni menos el capitán de ese mismo remolcador, encierra el univero causal. Todo enseña un mundo estrecho ―a pesar de recorrérselo en sus mares―, un núcleo de explicación resuelto por el encuentro de lo improbable y lo mínimo. La gente está en el lugar que le corresponde para dar sentido al destino de cada uno. Y aunque no todos estén enterados de la secreta trama de sus vidas, para el narrador cumplen una elegía misteriosa, unen un broche que se ajusta sin forzar a su vida poéticamente experimentada como viajero de los océanos y de los ríos. Toda historia confluye en la suya, la única. Que un barco aparezca como premonición, que su azar sea, de repente, tan preciso y misterioso, le hace conjurar contra un tiempo, el suyo, que renunció a la divinidad de lo inverosímil: "No es ése ya nuestro mundo. Los hombres sólo conseguimos ahora cumplir con la mezquina cuota de venganza que nos imponen otros hombres. Poca cosa. Nuestro modesto infierno en vida no da ya para ser materia de la más alta poesía. Quiero decir que, sin tener la certeza de que era la última vez que nos veíamos, algo me indicaba que el juego no podría seguir adelante. No estaba dentro de la parca zona a que hemos circunscrito lo imaginable [42]". ÁLVARO MUTIS, LA ÚLTIMA ESCALA DEL TRAMP STEAMER, ESPAÑA, ESPASA, 1999.
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