Tumgik
#muchacha triste
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Tengo la sensación de que no pertenezco a lugar alguno...
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gutierritoshds · 2 years
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As a whiterose shipper I hate the bumblebee shippers like the witch looking at the mirror
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chronomally · 1 year
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POV: You stopped petting her to go check off something on your to-do list
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theknightofsolitude · 2 months
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🎶✨when you get this, put 5 songs you actually listen to, then publish. Send this ask to 10 of your favorite followers (positivity is cool)🎶✨
Okie dokie Smokey. For really though @muchacha-de-los-ojos-tristes get ready to answer as well….. wit yo punk ass lol.
80808 - Death Grips
Red and Gold - MF DOOM
Stolen dog - Burial
The moment i said it - Imogen Heap
If i had a tail - Queens of the stone age
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ultradarlinggg · 1 year
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Me sentí como si hubiera cortado, sin ser nada.
Hace unos meses, al principio de este año, decidí abrir una aplicación para conocer personas. Lo puse en mood friendship, porque actualmente vivo en una relación.
Soy de tijuana pero vivo en sonora temporalmente por la carrera. Con esto de la distancia (estar alejada de amigos, familia, pareja), me dieron ganas de socializar fuera del círculo escolar.
Puse en la aplicación un rango corto (solo sonora), y me lleve la sorpresa de que no había gente que usara la app en esa zona. Pinche rancho. Así que decidí ampliar el rango, y empezaron a salir amistades. Entre ellas una muchacha de mi edad, que estaba buscando platicar con alguien mientras se recuperaba (se lastimó el pie, y estaba en cama).
Fueron casi como 3 semanas platicando casi diario, contando lo que nos gustaba y lo qué hacíamos, etcetcetc.
Pues un día me advirtió que iba a cerrar la app porque ya estaba recuperándose. No le pedí su telefono, ig, nada de nada (porque no creí que fuera ser rápido eso de “eliminar su cuenta”).
A las horas me envío una foto de ella tomando un drink en un bare lilo de tijuana, y cuando le quise contestar, ya no llegaban los mensajes. :(
Me sentía súper triste y ansiosa, porque había “terminado” una amistad. Y sentía como si me hubieran cortado Xd.
Mi pareja me preguntaba “cómo estás?” Y yo no sabía cómo decirle que estaba triste porque me habían “cortado” JAJAJAJAJ Xd. Tampoco quería contarle a amigos, porque sentí que me juzgarían y dirían que estoy poniéndole el cuerno a mi pareja o ya no tenía interés en mi relación. ANYWAYYYYS zZZ
Nunca le pedí su numero ni nada, solo me sabía su apodo jajaja ni su nombre. Solo se que estudia/estudiaba odontología en la UABC.
Y ya.
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lunearta · 4 months
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» Temática: Hyunjin x afab!Lectora » Rating: SMUT ❗❗ (con plot) » Warning: Tercera persona, Angst, menciones de ruptura (la lectora estaba en una relación anterior), menciones de genitales de manera sutil, oral (ella recibe), p en v, hurt/confort, fluff muy cariñoso, si me olvido de algo, decídmelo. » Tipo: One-Shot » Premisa: Hyunjin consuela a su mejor amiga después de una ruptura. Ella ha estado en una relación durante dos años, pero al parecer, para su ex no era suficiente. Así que, tras la segunda vez que quedan para darle todas las cosas que tenía en su casa, Hyunjin la encuentra en el balcón, sufriendo sola.
Palabras: 3.421. | Masterlist
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𝗠𝗔𝗥𝗜𝗣𝗢𝗦𝗔𝗦
Hyunjin tocó la puerta de su habitación dos veces. En ninguna obtuvo respuesta, pero sabía que debía entrar. Movió el pomo y se sorprendió al ver que el pestillo no estaba echado. Lentamente entró en la estancia: Nadie. La cama estaba vacía, y la bolsa de la chica descansaba encima. Los zapatos, desperdigados a un lado de la habitación y el cuaderno de exámenes se fusionaban en el suelo en una mezcla extraña de cuero y hojas.
Un movimiento fuera llamó su atención, y vio el hombro de la muchacha sobresalir a través de la ventana del balcón. Estaba encogida sobre sí misma.
El chico se acercó y, abriendo la puerta corredera, también salió al exterior. No hacía especial frío, pero la brisa era molesta. Ella ni siquiera levantó la cabeza más que para echarle un rápido vistazo, aunque se había puesto tensa.
— ¿Cómo estás? —le preguntó, distraído. Tampoco quería invadir su privacidad, pero… estaba seguro de que necesitaría a alguien con quien hablar. Y dado que se habían vuelto cercanos en poco tiempo, ¿qué mejor opción que su nuevo mejor amigo Hyunjin?
— ¿Tú qué crees? —contraatacó, mordaz—. Me han dejado, y la segunda vez que he tenido que hablar con él para que me devolviera las cosas, me ha dicho… —bajó la voz, triste—. Me ha dicho muchas cosas horribles. Yo creía… Yo creía que realmente me quería. Me vine aquí por él, para que tuviéramos un futuro juntos y ahora me desprecia como si nada. Como si no fuera nadie.
Hyunjin se acercó un poco más a ella, a fin de transmitirle un poco de seguridad. No era propio de él comportarse así, acercarse tanto, mas no le importó.
— Cuando tienes unas expectativas, suelen romperlas de la peor manera posible. —Hyunjin jugueteó con un hilo de la manga de la chica distraído—. Y más gente como Jigeum. No supo valorarte, y gente como él, que engaña, miente, tergiversa y manipula no tiene cabida en esta sociedad. Pronto todo el que le rodee acabará por verlo. Así se dará de bruces con la realidad de estar solo. Dale tiempo.
— ¡Pero no quiero que le pase nada! —exclamó, alterada—. ¡Yo no soy así! No quiero que lo pase mal, quiero que sea feliz sin mentir y sin engañar. Aunque no sea conmigo…
El bailarín la miró largo y tendido, maravillado. Era demasiado buena para este mundo. Si seguía de esta manera no podría sacársela de la cabeza, y menos del corazón. La chica siguió hablando del tema con renovada rabia. Porque, pese a todo, seguía siendo humana con emociones humanas.
— ¿Quieres saber lo que me dijo? “Eres demasiado fiel, como un perrito siguiendo a su amo. Solo que en tu caso perteneces a ese grupo de pacotilla.” ¿Sabes, Jigeum? ¡Esta perrita tiene malas pulgas también! ¡Voy a salir con todos los hombres que encuentre a partir de ahora! —bramó, semi incorporada y con los puños cerrados—. ¡Y me voy a acostar con todo el que se presente! ¿Cree que soy fácil? ¡Pues ahora lo voy a ser! ¿Quiere que sea la típica occidental que llega a Corea en busca de un “oppa” del que colgarse? ¡Pues lo seré! ¿Qué tengo más que perder?
Hyunjin la observaba en silencio a medida que se desahogaba. No quiso interrumpirla en ningún momento, y su rostro ni siquiera mostraba signos de que le molestara que gritara todas esas cosas. Lo cierto era que se le estaba formando una idea en la cabeza que podría o no tener consecuencias desastrosas.
Ella volvió a sentarse junto a él y enterró la cabeza entre las rodillas. Tras un largo silencio, volvió a hablar.
— ¿Por qué? ¿Por qué la gente es así? Tengo más que ofrecer que el hecho de ser extranjera… La gente solo quiere salir conmigo por eso, para acostarse con “la novedad” —hizo comillas en el aire—. Nadie piensa que tengo un corazón.
El chico asintió lentamente, dándose cuenta de lo que le atraía tanto de la persona que tenía delante. No era que fuera de la otra punta del mundo, ni el delicioso olor de su pelo recién lavado, ni su mirada penetrante o su brillante sentido del humor… No, eso solo eran añadidos. Ella era como él. No podía fiarse de nadie a la hora de salir, no podía conocer gente porque sabía que lo querrían por su físico y no valorarían su talento. Estaba tan atrapado como ella.
Puso su mano sobre la de la muchacha y le acarició el dorso con la otra. Ella contempló la acción en silencio en una mezcla de sorpresa y fascinación, estremeciéndose por completo.
— No hace falta que te acuestes con todos los hombres que se topen contigo. —musitó casi en un susurro—. Puedes acostarte conmigo. Hoy. Ahora. Siempre que lo necesites.
Ella lo miró al fin con los ojos como platos, y cuando sus miradas se encontraron, su corazón se olvidó de latir durante un instante. Las mariposas aletearon en su estómago. ¿Cómo no había podido ver que lo que se escondía tras sus irises marrones era lo mismo que le estaba contando? ¿Cómo había estado tan ciega? Sin embargo…
— No quieres estar con una persona fea. —le dijo, conteniendo las lágrimas y dejó de mirarlo—. Para ti debe ser vomitivo. No necesito compasión.
Hyunjin hizo lo imposible a fin de no poner los ojos en blanco. Cortó el poco espacio que quedaba entre ambos y le plantó un profundo beso en los labios, saboreando cada movimiento. Su lengua se coló ágil y apremiante en su boca, instándola a seguirlo, si es que podía. Fue un beso lento, sin prisa bajo la noche nublada y el ligero viento del verano, pero intenso, tanto que ella tuvo que agarrarse a su camiseta para no desmayarse. Soltó un gemido ahogado contra su boca, temblando al percatarse del creciente deseo en su interior. En ese instante, Jigeum no existía.
Al cabo de los minutos tuvieron que separarse y coger aire, pero no dejaron de mirarse en ningún momento. Ella le tocó la comisura del labio con la punta de los dedos y dejó la mano sobre su mejilla. Hyunjin cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación.
— ¿Responde eso a tu duda? —quiso saber él.
— ¿Estás seguro de que lo que sientes no es compasión por mí?
Hyunjin negó.
— Jamás podría hacer eso.
La muchacha suspiró y asintió.
— Vayamos dentro.
Se levantaron en silencio y cerraron la puerta de la ventana corredera. Una vez el uno frente a la otra, Hyunjin la volvió a besar, esta vez con un poco más de prisa y de ganas. Le fue desabrochando los botones de la blusa y se la deslizó por los brazos, exponiendo su piel desnuda a él. No era justo, pensó, por lo que, haciendo una pequeña pausa, se quitó la sudadera y así quedó en igualdad de condiciones.
Pronto sus labios volvieron a conectarse con los de ella, apremiantes y hambrientos. Su lengua se coló en su boca, saboreando cada parte, cada rincón inexplorado sin dejarse nada. La chica ahogó un suspiro de placer, embelesada.
Al separarse un tanto, le admiró el torso desnudo, sintiendo la inseguridad propia de una persona que ha estado con un hombre que la menospreciaba incluso en el ámbito íntimo. Quiso tocarlo, pero no se atrevió. Hyunjin, interpretando sus intenciones le cogió una mano y se la puso sobre el pecho. Sus latidos se intensificaban conforme los segundos pasaban, y ella lo notó, puesto que su rostro adquirió un color rojizo intenso.
— Hyunjin…
— ¿Sí?
— No quiero que pienses que hago esto solo porque me parezcas atractivo.
El chico se rio y le pareció el sonido más hermoso que había escuchado en toda su vida. Más incluso que la de Jigeum.
— No quiero que pienses que hago esto solo porque me gusta hacerlo con extranjeras. —contraatacó.
— Touché.
Poco a poco dejaron atrás la poca ropa que les quedaba. No había prisa alguna, se tomaron su tiempo en explorarse con leves caricias y besos ligeros. La mano de Hyunjin que no acariciaba su espalda de deslizó por su estómago hasta el entrepierna y le coló un dedo por entre los labios inferiores, explorando. La joven dio un respingo, pero no emitió nada que no fueran quedos suspiros y leves gemidos.
— J-Jinnie…
— ¿Sí?
— Por favor…
— “Por favor”, ¿qué?
— Te necesito.
No se dio cuenta de que se habían tumbado en la cama hasta que lo tuvo al lado. Se fundieron en un abrazo íntimo, sintiendo la calidez del otro y los latidos que, a pesar de que parecían tranquilos, repiqueteaban contra sus costillas dolorosamente. Se miraron, largo y tendido, y se besaron también, diciéndose cosas que no se atrevían a decirse en voz alta. De momento.
Y entonces, Hyunjin se incorporó un tanto y se deslizó hacia abajo hasta colarse entre las piernas de la chica que, alarmada, las cerró de manera inmediata. Cualquier confianza que hubiera tenido se desvaneció como el humo. El bailarín la contempló, interrogante.
— Es que…
Hyunjin le acarició los muslos con las uñas describiendo círculos irregulares sobre su piel, sin presionar demasiado, lo justo para relajarla. No habló en un buen rato, pero la chica sabía lo que estaba haciendo. Era como colorear un lienzo: Si eras lo suficientemente paciente con las pinceladas, puedes llegar a pintar un cuadro excelente.
— Déjame hacerlo. —le pidió en un susurro—. Todo irá bien.
Abrió las piernas poco a poco, tímida e insegura.
— No me mires mucho. —le imploró—. Si me miras…
…verás lo horrible que soy, fue su último pensamiento antes de que el chico bajara la cabeza y enterrara el rostro entre sus piernas. Lo que más le llamó la atención de ese momento fueron los pequeños besos que iba repartiendo en el interior de los muslos, admirando y adorando cada centímetro de su piel. Lo segundo, el cariño y el tacto con el que la trató durante los preliminares aquella noche.
Jigeum había sido un horrible amante en la cama que solo se preocupaba de su propia satisfacción, ahora lo veía claro. En cambio, Hyunjin se encargó de prepararla a conciencia para que disfrutara lo máximo posible de la experiencia. La lengua del chico pasó, ahora sí, a su punto de placer. La espalda de ella se arqueó, asombrada y asustada de sentirse tan bien con el primer lametón. Hizo acopio de todo su autocontrol para no gritar: Aunque estuvieran en el altillo, las paredes y el suelo eran del grosor del papel y estaba segura de que si no se contenía los inquilinos que vivían en el mismo bloque presentarían una reclamación.
Se puso una mano en la boca y se obligó a no cerrar las piernas. De todas maneras, Hyunjin se las sujetó a una distancia prudencial, aplicando la fuerza justa. Ella bajó la cabeza, esperando verlo concentrado en su labor, pero se encontró con que… ¿la estaba mirando? Oh, dios mío. Oh, dios mío. La estaba mirando directamente, casi sin pestañear, con la lengua fuera a centímetros de su labia, jugando, travieso. Oh, tan arrebatadoramente erótico...
No podía sujetarle la mirada, era demasiado intensa. En cambio, se concentró en el techo y agarró las sábanas con fuerza, respirando fuerte. No, esto no lo había experimentado antes. Un tirón bajo el ombligo le hizo dar un respingo, anunciando el orgasmo que se acercaba rápido e implacable.
Su cuerpo vibró con la pronta oleada de placer que la recorrió, y gritó contra una de sus manos hasta quedarse sin fuerzas. Creyó que ya estaba, que ahora Hyunjin la haría suya como debería ser, pero… el chico no hizo ademán de levantarse. En cambio, siguió lamiendo y sobre estimulando, esta vez con los ojos cerrados, concentrado.
Aunque el ritmo de su lengua había decrecido, seguía siendo implacable. Era como saborear el mejor de los helados: No tenía intención de parar hasta estar satisfecho. La punta encontró su entrada y presionó a través, mandando ondas de placer por su cuerpo. Los dedos viajaron a su pelo, dándole un toque de atención para que la mirase.
— ¿Hyunjin…? —musitó, temblorosa.
— Shh… —musitó contra su piel. La visión que tuvo de esa posición fue arrebatadora. Los ojos castaños de Hyunjin habían adquirido un matiz mucho más oscuro, con las pupilas dilatadas y el semblante ensombrecido por el placer. Le gustaba, le encantaba hacer estas cosas. Si se hubiera fijado, se hubiera dado cuenta de que el chico intentaba liberar algo de tensión moviendo la caderas sobre las sábanas.
No tardó en sobrevenirle otro largo e intenso clímax que le hizo hasta ver puntos negros en los rebordes de los ojos. Una vez finalizado su trabajo, Hyunjin se relamió, se limpió las comisuras y escaló por el cuerpo de la muchacha igual que si fuera un gato.
— ¿Estás bien? —le preguntó, cosa que le resultó extraño.
— Es la primera vez que me preguntan cómo me siento en esta situación. —confesó. Mierda. Había sonado demasiado triste.
— No entiendo por qué no lo hicieron antes. Son solo dos palabras. —sonrió. A la muchacha se le contagió la sonrisa, tranquilizándola de sus preocupaciones.
— Estoy totalmente bien. —le aseguró.
— Genial. Pues sigamos entonces.
Hyunjin rebuscó en los bolsillos de su pantalón tirado detrás de él y extrajo un sobre cuadrado. Una vez abierto, se colocó el preservativo en el miembro dolorosamente erecto que ya goteaba líquido preseminal. Luego se posicionó en su entrada y empezó a empujar suavemente.
No notó ningún tipo de resistencia: Eso estaba bien, significaba que la había preparado de manera correcta. Se deslizó en su interior rápido y certero, y ambos exhalaron un suspiro mezcla de alivio y placer. Durante unos segundos, lo único que se escuchaba eran sus respiraciones aceleradas en la penumbra iluminada por la luna.
Cuando el interior de la chica se acostumbró a la presencia de Hyunjin, este empezó a moverse en un ligero vaivén, como comprobando que podía hacerlo. De nuevo, sin resistencia alguna. Es más, cada vez que se movía, la muchacha dejaba escapar un suspiro de placer que para él era precioso. Ya que la tenía donde quería, se inclinó un tanto a fin de atacarle el cuello. Ella se agarró a sus hombros, que acarició al principio…
…Pero a medida que el calor iba incrementando y la fricción de sus cuerpos se volvió errático, esas caricias fueron transformándose en un agarre desesperado. Cuando Hyunjin notó las uñas clavársele en la piel, emitió un gruñido más agudo de lo normal.
— ¡L-Lo siento! —dijo ella con un hilo de voz, alarmada. Levantó los brazos y se tensó—. ¡Siento haberte hecho daño!
Hyunjin se detuvo, enterró la cabeza en el hueco del hombro de la chica y con la voz ronca dijo:
— Hazlo otra vez.
— ¿Qué?
— Hazlo otra vez. —repitió. La miró, y en sus ojos vio la sombra de un brillo febril que le quitó el aliento. Nunca lo había visto tan deseoso de algo antes, y menos de dolor provocado—. Es extremadamente placentero.
LA chica enrojeció, si es que podía estarlo más en esa situación. Lo abrazó como antes, pero no hizo lo que le pedía de manera inmediata.
— Es que… —tragó saliva—. No quiero hacerte mucho daño… No me lo podría perdonar.
El bailarín la embistió con las caderas quizá un poco demasiado fuerte, porque se le pusieron los ojos en blanco y esta vez sí, obtuvo lo que pedía. Se miraron durante todo lo que duró ese momento tan íntimo, besándose ocasionalmente e intercambiando palabras cortas que ambos necesitaban oír, no demasiadas ni demasiado pocas, las justas a fin de no romper el maravilloso momento.
Ni ninguno tenía prisa por llegar a la meta, ni ninguno pretendía parar pronto. Tan solo… se dejaban llevar por el sonido que su miembro hacía al penetrar en sus paredes y por los jadeos sincronizados.
Llegó un momento en el que se les hizo difícil, eso sí, a causa de lo increíblemente sudorosos que tenían los cuerpos: Hyunjin se resbaló dos o tres veces con las sábanas y estuvo a punto de caer de boca contra la cara de su amante, cosa que a ambos les arrancó unas cuantas carcajadas. Si bien ninguna primera vez solía ser perfecta, lo cierto es que esta estaba siendo la más divertida e interesante hasta la fecha.
— No voy a aguantar mucho más. —le dijo, apretando los dientes sobre su cuello, desesperado. Quería seguir, dios… el placer comenzaba a ser insoportable. Deseaba fundirse con su piel y nublarle los sentidos una y otra vez.
— Si te sientes cómodo, vente dentro. —le pidió, jadeante—. Vivo en anticonceptivas y estoy limpia.
— N-No me digas eso… Si me… ugh… No podré salir a tiempo… ¡arg! —se le tensó el cuerpo y tras un par de pequeñas sacudidas, notó la semilla de Hyunjin derramarse en su interior y pintar sus paredes de blanco.
Sin salir, el chico bajó una mano y le acarició el punto de placer durante minutos hasta que la notó llegar al clímax. Sus paredes se contrajeron una infinidad de veces, y Hyunjin juró que podría llegar a venirse una segunda vez gracias al masaje que estaba recibiendo ahí abajo.
Tras el esperado orgasmo por parte de ambos y el consiguiente momento de relajación en la cama de la muchacha sin decir ni una palabra, Hyunjin entrelazó una mano con la de ella, poniendo especial atención en sus dedos: Parecía que habían nacido para estar así, encajaban perfectamente.
— ¿En qué piensas? —quiso saber la muchacha, insegura ahora que el momento candente había pasado. Hyunjin le sonrió.
— En que no quiero que sea nuestra última vez así. No solo en una cama, desnudos y esas cosas… —se rio, entretenido, para tranquilidad de la muchacha—. Sino con este tipo de intimidad entre nosotros. Ser capaces de hablar sin realmente decirnos nada, o contarnos las cosas que nos suelen pasar del día a día, lograr apoyarnos como solemos hacer… Siento si soy egoísta ahora que Jigeum y tú habéis roto, es muy pronto, sí, pero…
La mención del nombre de su ex pareja le despertó el sentimiento de tristeza que durante la última hora y media se había evaporado como el humo. Se incorporó un tanto y se retiró el pelo de la cara, pegado y desordenado por el sudor. Los sentimientos que había dejado apartados por esa noche volvieron a ella igual que un boomerang. Hyunjin la imitó y, sin musitar una sola palabra, empezó a depositarle pequeños besos en el hombro, en el brazo más cercano y en cada parte de la piel con los ojos cerrados.
— Siento haber sacado el tema. —susurró entre beso y beso—. Sé que es delicado y demasiado reciente.
— No es culpa tuya. —le contestó sin mirarlo—. Hyunjin… Jamás pensé que podría estar así con alguien, ni siquiera con Jigeum. Me has demostrado más en los meses que llevo conociéndote y en esta noche que Jigeum en los dos años que estuve con él. Pero necesito… un poco de tiempo. Sé que no somos nada, y no quiero empezar otra relación ahora. Menos sabiendo que tú, que eres un idol de un famoso grupo a nivel mundial, tampoco estás interesado en—
— Sí que lo estoy.
Ella parpadeó, incrédula, y lo examinó, desde la ingenua sonrisa y el posterior puchero teatral a seriedad que demostró poco después.
— ¿Qué? —dijo, y añadió en tono pedagógico—. ¿Te importaría justificar tu respuesta?
— Yo sí que estaría interesado en tener una relación contigo, pero no ahora. Ni por mi situación de estrés con el comeback, ni por tu situación de ruptura. No sería justo para ninguno de los dos. Sin embargo… —depositó un nuevo beso, esta vez más cerca del lóbulo de la oreja—. Llevo conviviendo contigo algunos meses ya, y mentiría si dijera que no deseo algo más. Algo más privado, algo de nosotros dos, no sé si me entiendes. Así que, aunque no podamos salir fuera al cine, o ir a comer juntos como personas normales… Si para ti está bien que de momento lo mantengamos en secreto y compartamos momentos íntimos en esta casa…
— Claro. —le retiró el flequillo con la mano y Hyunjin entrecerró los ojos, disfrutando de la breve sensación de sus dedos rozándole la frente—. Claro que sí. Esto, lo que tenemos ahora mismo, aunque haya sido precipitado, es nuestro. Con el tiempo… veremos dónde nos lleva la vida, ¿vale? Poco a poco.
— Poco a poco. —repitió, sonriendo, y la besó una vez más.
Fue como sellar un pacto secreto.
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© 𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘪𝘥𝘢 ��𝘢 𝘤𝘰𝘱𝘪𝘢 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭 𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘢𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢. Obra sujeta a cambios.
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la-semillera · 1 year
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ANA MENDIETA & CARSON McCULLERS
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Ante todo, el amor es una experiencia compartida por dos personas, pero esto no quiere decir que la experiencia sea la misma para las dos personas interesadas. Hay el amante y el amado, pero estos dos proceden de regiones distintas. Muchas veces la persona amada es sólo un estímulo para todo el amor dormido que se ha ido acumulando desde hace tiempo en el corazón del amante. Y de un modo u otro todo amante lo sabe. Siente en su alma que su amor es algo solitario. Conoce una nueva y extraña soledad, y este conocimiento le hace sufrir. Así que el amante apenas puede hacer una cosa: cobijar su amor en su corazón lo mejor posible; debe crearse un mundo interior completamente nuevo, un mundo intenso y extraño, completo en sí mismo. Y hay que añadir que este amante no tiene que ser necesariamente un joven que esté ahorrando para comprar un anillo de boda: este amante puede ser hombre, mujer, niño; en efecto, cualquier criatura humana sobre esta tierra. Pues bien, el amado también puede pertenecer a cualquier categoría. La persona más estrafalaria puede ser un estímulo para el amor. Un hombre puede ser un bisabuelo chocho y seguir amando a una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw dos décadas atrás. Un predicador puede amar a una mujer de la vida. El amado puede ser traicionero, astuto o tener malas costumbres. Sí, y el amante puede verlo tan claramente como los demás, pero sin que ello afecte en absoluto la evolución de su amor. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor turbulento, extravagante y hermoso como los lirios venenosos de la ciénaga. Un buen hombre puede ser el estímulo para un amor violento y degradado, y un loco tartamudo puede despertar en el alma de alguien un cariño tierno y sencillo. Por lo tanto, el valor y la calidad del amor están determinados únicamente por el propio amante. Por este motivo, la mayoría de nosotros preferimos amar que ser amados.
- Carson McCullers, "La balada del café triste". Traducción de María Campuzano. Seix Barral.
- Blood track (1974) © The Estate of Ana Mendieta. Fotografía: Cortesía de la Galería Lelong, Nueva York
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moongirl-26 · 9 months
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Muchacha...
Siempre se sintió diferente, un poco rara , pensaba que algo estaba mal con ella y no en los demás , así que se obligaba cada día a mejorar para ser mejor , con la intención de ser quienes los demás necesitarán de ella. Encontrando allí el alivio de su preocupado corazón , de su gran empatía hacia los demás y muy poca para con ella misma. Siempre pensó que no era suficiente, ni siquiera bonita, siempre sintiéndose de lo peor y sin nada que pudiera resultar a otros interesante.
Ella que odia ser una carga para los demás , más que no se queja de llevar sobre sus hombros las de otros , siempre dispuesta a dar de sus fuerzas a quien parece no tener ninguna. Siempre tan solitaria caminando con una esperanza en su corazón , mirando las formas en donde algunas veces tiene su cabeza para sobrevivir, las nubes. Durante la noche camina bajo la luz de la luna que para ella es su compañera , la que sabe todo lo que tiene dentro. Siempre pensando en amar tanto como le alcance la vida , arreglándoselas para hacer reír a todos ,aún cuando siente que su vida se le escapa , aún cuando ella siente un incesante llanto en su ser. Siempre intentando ser luz , una que alumbre a los que viven en oscuridad, aún cuando ella se sienta sumida en una oscuridad envolvente. Siempre encontrando fuerza para levantarse cuando cae , sin hacer ruido , sin anunciar siquiera que ha caído , levantando su propio peso y algunos otros que no le pertenecen, halla la forma de continuar su camino de pie , que aunque sangren por las espinas y piedras del camino sigue caminando. Siempre siendo guerrera y jamás dándose aires de víctima , aunque lo haya sido en muchas ocasiones. Muchacha de sonrisa interminable, de ojos brillantes y soñadores que bajo su dulzura esconde tanta amargura a causa de tantas penas en su corazón. Muchacha que vive para y por él amor , que cada día hace esfuerzos por seguir siendo quien es , que trabaja por esos sueños que mueven su alma. Siempre aprovechando la soledad para recargarse de nuevo , para tomar fuerza de donde la pueda obtener para continuar dejando que el fuego de la pasión de sus sueños arda en su interior. Siempre tan feliz en apariencia y tan triste a escondidas.
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Top 3 fave moots?
Off the top of my head rn I’d say @chaotic-goodz , @sincerelyyourrss , @muchacha-de-los-ojos-tristes . Wonderful people, check them out!
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groennuuk · 10 days
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ÉL VIENE
Las vendas de La Bastilla
aún cubren su rostro
a mis manos se enhebran
recostado a los muros sonríe
enseñándome a otros soldados
en la hierba del patio.
De lejos viene noche tras noche
a buscarme en los sueños
donde le espero con espanto
de que escape.
No sé el nombre que le vestiría de humano
reconozco que desangra
y deambula ebrio
por los siglos
sin cambios de casaca
sólo presintiendo mi memoria.
Esquiva mi tono
murmura no sé qué año donde encuentro
que allí estuve
rasgando sayuelas, condenada.
Cuando veo sus ojos tristes
vuelvo a morir.
del libro SUSTOS DE MUCHACHA, Margarita García Alonso, Ediciones Matanzas, 1988 en venta aquí:
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“Cuando sobrevives, todos te tratan como a un niño al que hay que agarrar de la mano antes de cruzar la calle. Y lo que es peor, todos se dicen que, o bien estabas empeñado en llamar la atención, o bien eras demasiado estúpido para hacer las cosas como está mandado”
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strugglingclassicist · 2 months
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i am la muchacha de los ojos tristes :(
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7days · 1 year
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mala conducta ✧wong yukhei
nombre: wong yukhei
titulo: mala conducta
interprete: alexis y fido ft. franco "el gorilla"
palabras: 2134
  advertencia!: contenido sexual explícito.  
ella caminaba con rapidez por los pasillos de la escuela hasta la salida, su mochila rebotaba en su espalda doliendo, las clases la estaban agotado demasiado, moría por simplemente salir y estar tranquila, al llegar a la reja que los separaba de la libertad, sintió que agarraban su brazo deteniendo el paso por completo, se giró y sin querer su falda se alzó con suavidad sonrojándola a ella y a su compañero de clases, huang renjun.
 —(t/n), yo uhm, lo siento, sólo quería preguntar si estás disponible para el viernes hacer el proyecto de comunicación, no tendré entrenamiento de ajedrez así que puedo utilizar ese tiempo libre. — sonrió de forma casi coqueta, soltó el brazo de Ia contraria con suavidad y ella sonrió de inmediato asintiendo, oh, renjun le parecía tan dulce, él era un total nerd sin duda, jamás lo veías sin un libro en los recesos o haciendo tareas que ni siquiera pedían, admitía que era guapo y atento, podría hasta ser el chico perfecto, pero no era su tipo, en lo absoluto.
—¡claro!, me parece perfecto, puedo a esa hora donde ustedes tienen ensayo o entrenamiento, podríamos quedarnos en la escuela en la salida así no hay problema. — se encogió de hombros suavemente, pasó su mano por el cabello arreglándolo y además dejando embobado al alumno, éste carraspeó dejando de lado su nerviosismo para intentar verse un poco más estable socialmente.
—pensaba que sería más cómodo tal vez que fuéramos a mi casa, podríamos pedir algo de comer y hacemos el trabajo, mis padres no estarán, estaríamos realmente cómodos ahí.— sonrió y relamió sus labios, sin embargo (t/n) hizo una mueca de inmediato, no encontraba una buena idea ir a la casa de su compañero sabiendo que renjun lucía bastante enamorado de ella, porque sí, la fémina era torpe y popular pero no tonta. alzó la mirada para fijarse en su compañero, pero detrás de él vio el auto de su chico, relamió sus labios y negó.
— lo siento, pero no puedo ir a tu casa, puedo hacer el proyecto aquí o en la mía, aunque estarán mis padres por supuesto.— lo miró algo inquieta, la mirada fija que tenía puesta lucas sobre ella la hizo sentir pequeña.— y-yo, uhm me están esperando, nos vemos mañana.— dijo con rapidez, le besó la mejilla dejando al contrario un tanto confuso y triste, no le dio tiempo para escuchar respuesta porque se fue corriendo donde su queridísimo novio.
—yukhei, ya habías llegado.— murmuró sonriendo con algo de nerviosismo, él sólo se inclinó para pasar su brazo por la cintura de la muchacha atrayéndola a su cuerpo, tiró el cigarrillo al suelo pisándolo y le besó los labios de forma poco sutil, pero mirando a renjun que los observaba de lejos sorprendido y por sobre todo temeroso, sabía que él sólo le estaba demostrado que nadie podía estar cerca de su novia, no era imbécil, por supuesto que se mantendría alejado de su compañera. abrió la puerta para que ella subiera, luego lo hizo él, cerró con algo de fuerza, no se dio el tiempo de mirarla así que sólo comenzó a conducir.
—no me gusta que estés así de enojado.— ella susurró con cierta dulzura y se removió en el asiento. — él era junnie, mi compañero, sólo quería que fuera a su casa para hacer una tarea, pero me he negado.— dijo con rapidez.— sé que no te agrada que esté a sola con chicos que claramente están enamorados de mi.—
el contrario frunció el ceño y relamió sus labios.— si yo no te negara eso, ¿irías con tu compañero?.— preguntó deteniéndose en el semáforo en rojo y la miró fijo. la menor negó con rapidez sonrojándose y alzando suavemente sus manos dando señas de que se negaba por completo.
— n-no, renjun, es un chico guapo, tienes muchísimos atributos, es el mejor de la clases y gana cada campeonato de ajedrez al que va, es un buen compañero pero yo no podría ir a su casa cuando está solo, es obvio que tiene intenciones que yo no, lucas.— continuó conduciendo cuando el semáforo cambió a verde, con cuidado desabrocho el cinturón de su jeans y bajó la cremallera para sacar su polla, la masajeo de arriba abajo ante la mirada de su novia a un lado, ella sólo pensaba en el castigo que le darían, oh, claro que lo merecía por haber dicho que estaría con su compañero, sólo que se encontraba lejos de disgustarle.
—chupa, ahora.— ordenó cortante y colocó ambas manos en el volante para que (t/n) se encargara de su ahora creciente erección.— cuando lleguemos a mi casa, irás a la habitación sin decir ninguna palabra, ¿escuchaste?.—
la contraria se atrevió a asentir lento, se quitó el cinturón de seguridad y se inclinó para llevarse el falo a su boca chupando con gusto, lucas gimió ante la cálida y húmeda sensación, su pequeña chica lamia el glande de forma única, repartía caricias en los muslos y testículos de éste, no pudo resistirse a subir su falda para deslizar sus dedos por encima de sus bragas, acariciándose.
jadeo alto ante la dura polla que golpeaba lo más profundo de su garganta, quería más, sin embargo, a los pocos segundos lucas estaba quitándole mano de su entrepiernas. él le agarró el cabello con fuerza alzándole la cabeza para que lo mirara.
—no te toques a menos que yo te lo diga, no me jodas, mocosa, no seas más insolente de lo que ya has sido, ni siquiera quiero que nombres a ese compañero tuyo, no quiero tener que castigarte aún peor.— gruñó y estacionó el auto frente a su casa.
—lo siento, merezco cualquier castigo que me des por mi mala conducta.— ella susurró con voz suave y nerviosa. el mayor se acomodó el jeans para bajarse del vehículo, cerró la puerta tras de él furioso, no se dió el tiempo de ayudar a su novia puesto que ella ya había bajado con una sonrisa plasmada en su rostro, por más que lucas quisiera castigarla, azotarle y follarla duro para corregirla, (t/n) lo disfrutaba tanto. como le ordenaron subió de inmediato a la habitación de lucas, el cual se aseguró que no estuviera su compañero y mejor amigo en el lugar, aún así dejó una nota en la mesa mencionando que no interrumpiera.
subió las escaleras ansioso quitándose la chaqueta de cuero, soltó un suave suspiro al entrar, (t/ n) parecía tan cómoda en la cama de rodillas jugando torpemente con sus dedos, él sonrió acercándose hasta quedar a su lado. subió su mano hasta el cuello de la menor, le besó los labios de forma profunda y caliente, repartió algunos besitos por su mejilla y rostro. deslizó su pulgar por sobre el mentón hasta llegar a la boca, la contraria sin resistirse chupó sonriendo pícara, se removió y se recostó en la cama desabrochando su blusa escolar blanca para lanzarla a algún lado de la habitación, jugó con sus senos sin dejar se mirarlo, aún estaba parado a un lado de la cama apreciándola. se sintió demasiado afortunado de tenerla ahí, sólo para él, se deshizo de su jeans y boxers con rapidez, su mano masajeaba su polla creciente y dura, abrió el cajón donde estaba el mueble a un lado, sacó un para girarla quedando de pecho a la cama, agarrar sus manos, juntarlas y atarlas sonriendo con diversión, relamió sus labios por último.
 —sé una buena chica.— le ordenó suave al oído. lucas al terminar se acomodó entré sus piernas, subió la falda de la muchacha, gimió bajo e hizo que ella alzara su trasero así bajarle las bragas hasta las rodillas, pasó los dedos por su vulva mojada y no perdió más tiempo cuando se inclinó para pasar su lengua por toda la zona, chupó el clítoris soltando ligeros sonidos característicos, rozaba sin querer su nariz con parte de los labios mayores de la muchacha, quién además no podía dejar se gemir contra las sábanas amortiguando un poco el ruido.
metió dos dedos, los movía hacía adentro y fuera, cada vez aumentaba la rapidez. mierda, él quería follarsela tan duro pero necesitaba darle su merecido. él quitó las falanges de la vagina de (t/n) justo cuando quiso quejarse, fue llenada por completo con la polla de su novio, se aferró a su propia falda que estaba ahí, cubriéndole absolutamente nada.
—mmh, sigue así por favor.— le suplicó en lloriqueo. el vaivén de cadera que hacia se volvió mucho más veloz, tiró su cabeza hacía atrás escuchando como sus testículos golpeaban la piel de ella, cerró sus ojos por unos cortos segundos, tocando aquél punto dulce de (t/n) con rudeza, acariciaba sus muslos de vez en cuando y golpeaba el redondo y suave trasero de la colegiala, ambos gimieron sintiendo como congeniaban a la perfección pero por más que lucas deseara correrse dentro de ella no lo iba a permitir, salió con poca delicadeza, la agarró de los brazos para dejarla boca arriba.
—¡no puedes hacer eso!.— chilló, aunque el mayor la ignoró haciendo a un lado el brasier, se inclinó para dejar húmedos besos ahí y pasar su lengua por alrededor de los pezones erectos.— yukhei, por favor, quiero correrme, no me hagas esto.— gimió al sentir aún las acaricias que le daban en su cuerpo.
la polla de lucas bombeaba y estaba dura a más no poder, el roce le dolía y es que verla ahí exigiéndole le encantaba, agarró otra de las vendas negras que tenía y se la colocó en los ojos, veía, por supuesto, pero no mucho, lo suficiente como para saber que ahora él rebuscaba algo en su cajón.
—ugh, te amo pero eres detestable, quiero correrme, estoy segura que renjun me utilizaría mucho mejor que tú en negarme mi maldito orgasmo.— gruñó dejando totalmente molesto al contrario.
pero oh, bingo, el vibrador que utilizaban en ocasiones lo había encontrado, ladeo su cuello haciendo sonar un par de huesos y se acercó nuevamente, ya había escuchado suficiente como para hacerlo sentir furioso.
—pensaba en negarte el orgasmo y ser el único que se corra en ésta habitación, pero eres tan irrespetuosa, grosa y zorra, que te mereces todos los orgasmo del mundo.— le agarró las mejillas para que sus rostros quedaran juntos.— ahora vas a quedar feliz, dios, nena, renjun jamás te hará sentir de ésta manera.— su voz había sonado peligrosamente sutil, encendió el vibrador, lo posicionó encima del clítoris, luego jugó con su glande en la entrada de la vagina de (t/n), rozaba cada parte con la de él, sin siquiera entrar la menor se corrió llenando el lugar con gemidos ahogados.
—¿tan rápido?.— cuestionó lucas negando que de un momento a otro introdujo su polla en la contraria. comenzó a embestirla, su única mano libre la llevaba su muslo o cintura dándose un poco más de firmeza, jadeó alto ante las cosquillas de su vientre bajo anunciando su clímax, acomodó un poco el vibrador cuando llegó, no obstante, no se detuvo. quitó su polla con cuidado, viendo como el semen salía chorreante de la cavidad, (t/n) soltó un pequeño gritó y se removió de la cama.
otro orgasmo atravesaba su fino cuerpo, lucas suspiro y le quitó la venda de los ojos alzando un poco el aparato, dándole tiempo de relajación.
—estuvo bien, ¿cierto?.— preguntó y recibió un asentimiento lento.— me alegra, porque tendrás más.— sonrió y ella se sorprendió, él se inclinó besándole los labios y rozando sus cuerpo, bajó su gran mano para la entrepiernas, metió dos de sus dedos de golpe sobresaltándola y a él ensuciándose de su propio líquido, pasó su pulgar por la parte superior tocando lo más sensible, la masturbó rápidamente haciéndola llegar a los cortos segundos al tercer orgasmo de la tarde. agotada mordió su labio inferior y sus manos por fin eran liberadas, lucas se iba a levantar para tomar una merecida ducha pero fue de tenido.
—déjame montarte, mi amor.— (t/n) lo miró y éste río. 
—jamás te cansas.— suspiro y se recostó en la cama agarrándola de la cintura para colocarla encima de su cadera, la menor agarró la polla de lucas para introducirla en sí misma, gimió y se apoyó en su pecho.— yo quiero domarte, pero maldición, eso es lo que gusta.— le dijo mientras su novia sin prestarle mucha atención movía su cadera dándole rápidos sentones, que la dejaban con ganas de más.
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the1stranger · 6 months
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La muchacha ebria, poema de Efraín Huerta.
Este lánguido caer en brazos de una desconocida,
esta brutal tarea de pisotear mariposas y sombras y cadáveres;
este pensarse árbol, botella o chorro de alcohol,
huella de pie dormido, navaja verde o negra;
este instante durísimo en que una muchacha grita,
gesticula y sueña por una virtud que nunca fue la suya.
Todo esto no es sino la noche,
sino la noche grávida de sangre y leche,
de niños que se asfixian,
de mujeres carbonizadas
y varones morenos de soledad
y misterioso, sofocante desgaste.
Sino la noche de la muchacha ebria
cuyos gritos de rabia y melancolía
me hirieron como el llanto purísimo,
como las náuseas y el rencor,
como el abandono y la voz de las mendigas.
Lo triste es este llanto, amigos, hecho de vidrio molido
y fúnebres gardenias despedazadas en el umbral de las cantinas,
llanto y sudor molidos, en que hombres desnudos, con sólo negra barba
y feas manos de miel se bañan sin angustia, sin tristeza:
llanto ebrio, lágrimas de claveles, de tabernas enmohecidas,
de la muchacha que se embriaga sin tedio ni pesadumbre,
de la muchacha que una noche —y era una santa noche—
me entregara su corazón derretido,
sus manos de agua caliente, césped, seda,
sus pensamientos tan parecidos a pájaros muertos,
sus torpes arrebatos de ternura,
su boca que sabía a taza mordida por dientes de borrachos,
su pecho suave como una mejilla con fiebre,
y sus brazos y piernas con tatuajes,
y su naciente tuberculosis,
y su dormido sexo de orquídea martirizada.
Ah la muchacha ebria, la muchacha del sonreír estúpido
y la generosidad en la punta de los dedos,
la muchacha de la confiada, inefable ternura para un hombre,
como yo, escapado apenas de la violencia amorosa.
Este tierno recuerdo siempre será una lámpara frente a mis ojos,
una fecha sangrienta y abatida.
¡Por la muchacha ebria, amigos míos!
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arloqui · 1 year
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Por eso yo regreso a mi ciudad (1969)
Ayer, por ejemplo, pasa un señor de camisa azul con una mujer gorda, y casi me agarran mirando desde la ventana. Conversaban entre ellos cuando, no sé por qué, porque yo no hice nada para delatarme, voltearon a mirar hacia la ventana y yo sólo tuve tiempo de lanzarme contra el suelo, de cabeza, temblando de miedo.
Pero no fue esa la única ocasión en la que algo ha fallado, no. Hace quince días era una muchacha de pelo largo, muy bonita. Venía con libros en la mano y cantando algo. Caminaba mirando el suelo y sonreía, y yo me acerqué un poco más al papelillo que cubre esta malla, para mirar más de cerca a la muchacha sonriente, entonces fue cuando el papelillo crujió de un modo horrible, y la muchacha saltó su vista hacia acá. Yo no sé que tendrá mi cara, o si algo le ha pasado a ella desde que no la veo en un espejo, el hecho es que la muchacha miró y abrió mucho los ojos y tal vez hasta allá alcanzado a gritar algo cuando yo me escurrí más allá del papelillo, sudando frío, calculando el tiempo máximo en el cual la muchacha hubiera reemprendido su camino. Conté hasta cien, y cuando levanté la cabeza para mirar a través del papelillo y la reja, pensé que había contado muy poco, que la muchacha todavía no se había alejado. Temeroso como un animal apresado, subí los ojos más arriba del marco, pero ella ya no estaba.
He tenido contratiempos de otra clase, claro, por eso es que digo que debo tener más cuidado con el asunto. Esta ventana mía tiene forma de iglesia. Iglesias como las que salen pintadas en las enciclopedias, como agujas. Claro que muchas veces han venido personas a tocar a mi puerta, de vez en cuando alguien conocido, en otras ocasiones un vendedor, el cartero que echó por debajo la secciones de dibujo por correspondencia que yo había empezado, al regresar a mi ciudad. Mi ventana se sostiene por seis barrotes en forma de lanza, y lo chistoso es que eso no concuerda con lo religioso, con la forma de iglesia de enciclopedia que tiene. He tratado de dibujar los barrotes, pero nunca puedo quedar satisfecho. Unas veces salen demasiado gruesos, cuando su grosor es totalmente equilibrado y hermoso. Son de un color gris pálido, desteñido no, pálido, y las puntas jalan hacia el cielo, tal vez eso sea lo que sí concuerda con la forma de la ventana, que es de iglesia de enciclopedia.
La ciudad en la que vivo crece más allá de mi ángulo de visión, no sé desde hace cuánto tiempo. Las noticias dejaron de llegar a mí, ahora sólo queda la gente que pasan más allá de mi ventana, esas cabezas rosadas que aparecen entre los árboles de mango, eso que daña el paisaje y hace que mi ventana se ponga triste, que sea una iglesia lloriqueante. Lo malo es que este lugar es demasiado transitado. Qué le vamos hacer. Es lo más transitado que tiene esta ciudad, sobre todo en sábado, cuando los jóvenes se pasean por aquí adelante y sonríen y hacen burlas y mucho escándalo, entonces yo aprovecho un segundo en el cual no pase nadie por delante, y jalo del lazo que mueve la ventana, y ahora sólo queda de visión la vista del papelillo rojo encima del alambre entrelazado. Esa es para mí la visión del sábado. Eso hermoso e infinitamente alegre que me trae la vista del papelillo hirviendo en una lava profunda, reptando sobre la reja de alambre que lo sostiene, y recuerdo entonces la tarde en la que salía comprar el papelillo y el alambre, y la ciudad vivía en un sábado, pero yo no podía esperar más y salí hacia ella, escondiéndome de todo encuentro con la gente, pero cualquiera que haya vivido aquí podrá saber que no encontrarse y saludar a la gente conocida es imposible.
Sobre todo si es un sábado. Y claro, la gente me reconoció y todo eso, y qué te has hecho y esto y lo otro, hermano, que para la noche podemos hacer algo, mompa, no es sino que se deje ver. Yo compré diez yardas de papelillo rojo y después fui por el alambre para pegarlo al lado de acá de mi ventana. La gente pululaba por las calles. —Eran las seis y media de la tarde— yo caminé mirando al suelo cinco cuadras, me faltaba una para llegar a mi habitación, cuando me encontré con ella. Venía con un tipo alto, me miró y se sonrió y alzó la mano para decir adiós. Venía en carro, verdad.
Este añejo o alambre o reja que permite que yo pongan en él las manos mientras veo a la calle vacía, que me permite tirarme de nariz sobre él para ver a los mangos cargados de frutas, para calcular en el tiempo en que estos se pudrirán o caerán al suelo, cuando no pienso en las ocasiones en las que los niños ataquen en manada, mirando golosos a las frutas y subiéndose a los árboles después de comprobar que en esta casa como que no vive nadie. Porque ellos no me ven. Como ya dije, las únicas veces han sido las del tipo que andaba con la mujer gorda, y la de la muchacha que cantaba, sonriente. Pero cuando no hay peligro, cuando no hay gente alrededor, todo es hermoso y diferente, y me siento orgulloso de poder mirar la calle, y los árboles de la casa del frente, poder mirar a mis anchas sus flores rojas, o si no, medio escondido, adivinar el color de los carros que pasarán por turnos, con gente montada en ellos. Porque hay días en los que todo parece cooperar para que yo no sufra, y soy feliz teniendo delante de mí a esas maripositas amarillas que juegan en la hiedra. ¡Ah! pero es que todavía no he hablado de la hiedra, cierto. Los tejados sucios que se amontonan más allá, al otro lado de la calle, y el cielo claro de esta ciudad, que también se deja ver de mí porque sabe que yo soy un habitante de aquí, que aquí es la única parte en donde yo puedo subsistir y ser feliz y mirar a través de esta ventana con forma de iglesia.
Diré ahora que la hiedra apareció sobre los barrotes grises en forma de lanza, de un día para otro. Así como suena. Un día de tantos en que yo me colocaba delante de la ventana, la vi allí, encerrada en el marco que alcanza a abarcar mi vista. Y allí continúa, creciendo más cada día, y yo pienso que cuando la hiedra no me deje ver los floridos árboles de enfrente, o el limpio cielo de esta ciudad, o las maripositas amarillas, cuando la hiedra haya oscurecido el gris de los barrotes, yo me contentaré con poderla ver nada más a ella, levantarme y ver todo verde, no importa que la gente esté haciendo escándalo afuera, para eso tendré yo mi hiedra que ha crecido al otro lado del papelillo y de la reja y que se ha trepado contra los barrotes y que ya no deja ver nada de lo que sucede con la calle de afuera, pero eso no importa, porque así yo puedo contar las hojas y pronosticar el día en las cuales caerán unas y nacerán otras.
Todos los cuentos, Andres Caicedo, 2021
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la-semillera · 3 months
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SARAH MOON & HERTA MÜLLER
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El parque negro
Quedarse en el bloque de viviendas, metida entre las cuatro paredes, escuchando cómo el viento remece las puertas, y prestar oído sólo porque la puerta no cierra.
Creer siempre que va a llegar alguien, y luego ver que anochece y ya es demasiado tarde para esa visita.
Mirar siempre cómo se hincha la cortina, como si una pelota gigantesca se metiera en el cuarto.
En los floreros las flores forman ramos tan grandes que ya no son sino espesura, una hermosa maraña, como si aquello fuera una vida.
Y el esfuerzo que nos cuesta esa vida.
Pasar sobre botellas que aún siguen en la alfombra desde ayer. La puerta del armario de par en par, como en una cripta yace en su interior la ropa, tan vacía como si su dueño no existiera.
El otoño para los perros en el parque, para las bodas tardías en los jardines de verano en noviembre, con dinero prestado y grandes flores de un rojo encendido y palillos en las aceitunas.
La comarca llena de novias en coches prestados, la ciudad llena de fotógrafos con gorras a cuadros. Tras los vestidos de novia se rompe la película.
Muchacha arrugada de ojos azules ¿a dónde vas tan de mañana atravesando todo ese asfalto? Años y años cruzando el parque negro.
Cuando dijiste ya llega el verano, no pensaste en el verano. ¿Por qué hablas ahora del otoño, como si no fuera de piedra esta ciudad, como si alguna hoja pudiera secarse en ella?
Tus amigos tienen sombras en el pelo y te observan cuando estás triste, y se acostumbran y se resignan a ello. Eso es lo que eres ¿Qué puede uno hacer cuando, sea cual sea el tema de conversación, se habla siempre de perder? ¿Qué puede aún ser útil cuando el miedo en las copas de vino ayuda a combatir el miedo y la botella se va vaciando más y más?
Cuando la carcajada es estentórea, cuando se descoyuntan de risa, cuando se ríen hasta morir, ¿qué puede aún ser útil?
Y eso que aún somos jóvenes.
Y ha vuelto a caer un dictador, y la mafia ha vuelto a matar a alguien, y un terrorista agoniza en Italia.
No puedes beber, muchacha, para combatir tu miedo. Vas vaciando a sorbos esa copa como todas las mujeres que no tienen una vida, que no tienen cabida en este jaleo. Ni tampoco en el suyo propio.
Aún te lo pasarás mal, muchacha, dicen tus amigos.
Hay un vacío en tus ojos. Hay algo vacío y rancio en tus sentimientos. Lástima por ti, muchacha, lástima.
Para Richard
_ Herta Müller, En tierras bajas
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