mujerdecarton

[mujerdecarton]

[mujerdecarton]

[mujerdecarton]

[mujerdecarton]

[mujerdecarton]

[mujerdecarton]

High.

[mujerdecarton]

[mujerdecarton]

[mujerdecarton]

[mujerdecarton]

¿Qué significa ser mexicano?

Una pregunta que nos inunda de otras preguntas, ser mexicano es no tener una identidad originaria, una mezcla de identidades que no nos pertenecen.

Muchas personas apoyarían otras teorías, aquellas que ameritan sentir un gran orgullo por México; cosas como “ser mexicano, es amar tus raíces aztecas”, “gritar cada 15 de septiembre”, “día de muertos”, “la comida mexicana (tacos, mole, pozole, tamales, frijoles, etcétera)”, “el tequila y el pulque”, “nopales y tortillas de maíz”, y así podría seguir citando miles de frases que dicen ser las mejores para definir qué es un mexicano. Independientemente de esto, una persona (por ley) se considera mexicana por el sólo hecho de nacer en territorio mexicano, o tener padres mexicanos, pero, la duda es: ¿Hasta ahí se queda? Pienso que definir lo que es ser mexicano, va más allá de nopales y tequila.

“¡Viva México, cabrones!”, la frase que todos han escuchado, pero que pocos saben qué significa, inclusive yo. Somos un pueblo sin identidad, nos dejamos guiar por todo el exterior, es como si fuéramos la sobra de otros países, lo que se ve “bonito” y que sólo sirve de adorno. Tenemos cicatrices, un pasado que nadie podrá conocer nunca, heridas que nos duelen, que nos han marcado en cada decisión o acción que realizamos y que no conocemos la causa de éstas. ¿Podemos sentirnos orgullosos de algo que desconocemos casi en su totalidad? ¿Nos podría doler algo que no conocemos? Y sin embargo, defendemos ese origen a capa y espada, lamentamos el dolor de nuestro pueblo (sin siquiera conocerlo) como si hubiéramos estado en el momento en que aconteció. La mayoría del pueblo mexicano, se siente orgulloso de su selección de futbol, o su buen tequila, o los tacos con salsa.

En La Visión de los Vencidos, podemos observar como lo que conocemos como México, jamás fue nuestro (los señores de cada región afirman haber llegado a conquistar y no ser originarios de dichas tierras), somos parte de una tierra conquistada. Nuestra historia ha sido manipulada por infinidad de naciones y, por desgraciada, no conocemos algo más que pueda ayudarnos a saber nuestro verdadero origen, sólo sacamos conclusiones. Existen muchísimos textos (además del ya mencionado) que nos hacen creer que ese es nuestro verdadero origen, pero la pregunta que siempre estará esperando a ser respondida es: ¿Hasta ahí se queda nuestro origen? El origen que pisamos día a día, ese origen que cada vez está más oculto, malinterpretado, desgastado y a punto de desaparecer (si es que sigue vivo por algún lugar) por nuestra culpa y negación de no buscar más allá de lo que nos dicen los libros de texto sobre la historia de México

“Indios”, como solían decirnos los españoles, y dicho término sólo se utilizó porque se creía que ellos se encontraban en la India. ¿Ahí comenzó nuestro origen? Un comienzo lleno de masacres por parte de los españoles, acciones en las que no se respetó la vida humana; y si lo comparamos con la actualidad, nosotros no respetamos la vida de nuestro mismo pueblo. No hay una compasión, ni mucho menos un respeto hacia ellos. No creo asegurar que hay un origen mexicano del cual sentirnos orgullosos, pero espero poder asegurar que hubo uno, un origen que fue magnificente y lleno de esplendor, que en su momento, fue respetado. Y no sólo respetado como tal, sino, un respeto a ellos mismos, a la vida, a la cultura; somos conocidos por los humanos ociosos y “parranderos”, que les gusta tomar tequila y cantar a todo pulmón las canciones típicas, pero no, no somos eso. No somos un pueblo que siempre esté feliz y celebre su país, independientemente del origen, somos un pueblo que tiene algo en común y que tal vez nos podría definir como mexicanos: Dolor y angustia por su propia vida. Un pueblo oprimido, que sufre por su futuro y que lucha por ser alguien y que no muera sin una identidad, buscando algo que pueda defender hasta el final sin importar lo que sea, un pueblo que no quiere desaparecer.

Como tal, México es un país en donde su gente es conocida por su dolor nacionalista, y no por sus logros, donde somos oprimidos por otras naciones que, como nosotros, no tienen un origen, pero también lo defienden. Somos conocidos como “la sobra de Estados Unidos de América”, ¿Y qué son ellos? Son sobras de otras naciones (irlandeses, italianos, franceses, ingleses, latinos, etcétera), eso sí, tenemos la suerte de tener restos de que hubo algo más allá de lo que somos ahora, no como ellos que no lo poseen de ninguna manera, no hay origen, pero eso no significa que en nuestro país, sí exista un origen. El dolor por nuestro país, nos lastima todos los días. Pocos nos percatamos de ello, pero ese dolor sigue ahí, latente e indispuesto a morir, buscamos algo que nos caracterice y luchamos por no ser el país en donde todos vienen a divertirse.

Hay hambre, necesidad, muerte y sufrimiento en todos los habitantes, y no sólo por la falta de identidad, sino por la vida misma. Algunas características, que sin serlo en totalidad, pueden ser una parte de nuestro significado como seres humanos mexicanos. Que han sido tachados por otros grandes países, por el simple hecho de no tener una historia tan valiosa (o verdadera) como ellos, quienes afirman tenerla. ¿Por qué no tenemos esta historia? Porque ellos mismos se encargaron de destruirla, tal vez éramos un pueblo próspero y rico en cultura, pero nunca lo sabremos.

Quisiera conocer mi origen y poder sentirme orgullosa del mismo, pero por más que lo busco, simplemente no aparece. Es algo que no sé si algún día se podrá encontrar, eso que ayudará a que la definición de “mexicano” sea motivo de orgullo y alegría. Como si me tuviera que conformar con los otros orígenes que, a ciencia cierta, no se sabe si son 100% originales, pero que los adoptamos como nuestros. ¿Todo ser humano necesita un origen? Un origen, una identidad que demuestre que soy un ser humano, como todos los demás. Algo que me haga gritar cada 15 de septiembre, llorar cada día de muertos, ese algo que me llene el pecho de sentimientos por los cuales luchar y llevar al ser mexicano a otro extremo, a no ser el típico indígena que viene del país tercermundista en donde sólo hay nopales, tortillas y pulque. Tal vez, lo mexicano no es tener raíces aztecas o mayas, podría ser el hecho de intentar buscar eso que nos hace sentirnos orgullosos de la tierra donde nacimos y que nos haga llorar y amar a México, eso que nos complementa a nuestra búsqueda de identidad como seres humanos, y ya no hablamos sólo de un mexicano, lo mismo hace un español, un francés, un japonés, buscan sus raíces que hacen llenar su pecho de orgullo y presunción, de eso que nos diferencia, pero que nos sigue haciendo ser humanos con una historia, no quedándonos como una persona que vale más o vale menos, por lo que dice su origen. Puede que no tengamos uno 100% originario y digno de orgullo, pero, tenemos algo más importante:

Tenemos una historia.

Eso podría definirse como ser mexicano, tener una historia y luchar por conocerla a fondo, por hacer que no se quede como un pasado y que sea parte de nuestro presente y futuro. Que las personas no la olviden y la tengan presente cada día de su vida, y no la parte mala de esta historia solamente, sino también, la parte buena. No somos sólo un pueblo que vive de escombros, somos un pueblo que ha formado parte de la historia de la humanidad, y ha sido importante para cada mente de este mundo.

[mujerdecarton]

[mujerdecarton]

Friday is forever.

[mujerdecarton]

[mujerdecarton]

Sólo quiero aprender a volar y ser libre.

[mujerdecarton]

Mira, la esperanza también muere.

[mujerdecarton]

El Sueño Perdido.

El frío viento de octubre empezó a rozar mi rostro y un escalofrío recorrió mi cuerpo, tuve la sensación de ser observado desde lo profundo del bosque, los susurros de la naturaleza llenaron mi cuerpo de escalofríos y mi pensamiento se llenó de temor. Tenía que encontrar una salida. Mis pies avanzaron involuntariamente hacia la espesa negrura que cubría el bosque, fijé mi mirada a la única luz que podía percibir y decidí seguir avanzando. -Encontrarás la manera de salir de este sueño.-Susurró suavemente el viento. Fijé mi mirada al cielo que cubría mi existencia, rezando por encontrar la forma de regresar a la realidad y lograr que esta pesadilla terminara. Hace tan sólo un par de horas me encontraba en mi cálido hogar, fantaseando con el amanecer, para poder recorrer mi ciudad. Sólo quiero despertar, estoy harto de soñar. La única forma de salir de este sueño, era seguir caminando. Cada vez me adentraba un poco más al bosque, el viento era más espeso y la luz que alcanzaba a ver, se iba haciendo más poderosa, estaba lleno de excitación y terror. Un terror que llenaba cada fibra de mi ser, cada espacio de mi cuerpo; mi mente se reprochaba la razón por la que había llegado hasta ahí. ¿Qué había hecho yo para encontrarme en este bosque? Ni siquiera sé si se le puede considerar un bosque, éste emana temor, angustia, dolor; miles de sentimientos que sólo provocan que mi mente se cierre al sentimiento de llorar, pero tenía que continuar. Mis ojos se centraron en mi camino, sólo para percatarme que la luz a la que llamaba “esperanza”, ya no estaba ahí, ahora sólo la espesa oscuridad y el viento chocando contra las ramas de los árboles eran mi única compañía. -Sigue caminando.-Susurró mi conciencia. Tomé un par de bocanadas de aire y continué con la tortura. A medida que avanzaba, la oscuridad se volvía más densa, mi mente recordaba tristes escenas de mi pasado, un par de lágrimas acariciaron mis mejillas. Ya no estoy seguro si esto es un sueño, o parte de mi realidad. Recordé a mí madre, aquella mujer que había cuidado de mí hasta que enfermó y tuvo que dejarme solo en este mundo de oscuridad. -Tal vez esto no sea un sueño.-Susurré en voz baja.-Es mi realidad, mi vida día a día personificada en un bosque. Así luce mi mente.- Bajé la mirada hacia mis pies y sentí la tierra temblando, levanté la mirada con rapidez y volví a ver mi esperanza, esa tenue luz al fondo de mi camino. Aceleré mi velocidad y la luz se hizo más grande, el ligero cantar de algunos pájaros me obligó a detenerme y observarlos, eran gorriones, miles de ellos. Ellos eran los creadores de mi esperanza. -Acércate.-Susurró el más grande. Mi cuerpo sufrió un escalofrío y mi respiración se agitó, me acerqué con cautela al gran gorrión, mi mirada se centró en la luz que su cuerpo emanaba. Mi respiración se detuvo. El pico se abrió más y más, la cabeza del gorrión se acercó a mí y el resplandor sonoro del amarillo avanzó suavemente y me envolvió.

[mujerdecarton]