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#caminantes
rutasandinas · 2 years
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obrienmercury · 2 years
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De caminantes. Prólogo + primer relato ficticio.
Prólogo
La gente que camina es rara. Me refiero a la que anda caminando en lugar de manejar al menos una motocicleta. Se me dirá…la gente sí camina. Respondo. Sí claro. Tal vez cuando se trate de ir hasta el supermercado. Lo más probable es que la gente “salga a caminar”. Que no es lo mismo. Lo hace por recomendación de su médico. Y más frecuente que esto es, el “salir a correr”. Sin embargo, el caminar por dar un puro paseo. Sea o no sea, en compañía de alguien a quien amamos, es la versión más noble del caminar. O el no-caminar.           
  Lo que quiero decir es que la función del caminar no está lo suficientemente clara en nuestros días. 
  Se sufre una suerte de estigma de los caminantes. Que son tildados como pobre gente que “anda a pata”. Mucha gente no caminante, siente vergüenza de ser vista caminando. Y es que es curioso, porque por todos los ámbitos le dicen a uno que caminar es saludable. Sin embargo, a su vez, es más común ver gente que “sale a correr”, como ya lo hemos dicho. Lo hacen por deporte. Pero nunca por transporte. Nunca veremos a una persona que está llegando tarde a su trabajo correr como cuando lo hace vestido con ropa deportiva. Si lo pensamos, corriendo simplemente al trote, podríamos llegar en 15 minutos una distancia que por lo general nos puede llevar 30 caminando. Sin embargo se opta por el taxi. Y por supuesto, a nadie le gusta llegar sudado a su trabajo. Mucho menos al empleador.
   Es que hace milenios que dejamos de ser nómades. A quién le habría importado el sudor de su prójimo caminante cuando de lo único que se trataba era de la supervivencia. Hoy, sedentarios. Debemos lucir pulcros como príncipes (pero proletarios). Nuestros palacios de acaso tres o cuatro habitaciones en terreno de 10 x 30 nos dan la libertad de elegir entre cuál de nuestros vehículos utilizar para ir a ganarnos el sustento. La camioneta (de reparto), el auto (taxi), o la motocicleta.
  Es que caminar en el sentido práctico ha quedado obsoleto. ¿Para qué caminar si tenemos vehículos maravillosos autómatas que interactúan con nuestras extremidades? No niego que es fascinante manejar una máquina. Sin embargo sabemos del costo que esto representa. Aunque insistiré. El mayor logro tecnológico del ser humano luego de la rueda, fue la bicicleta. Pero eso, merece un capítulo aparte. 
  Sin embargo, algunos seguimos caminando. No hay lugar que nos quede lejos. Sabemos que llegaremos. Se trata de marcar el paso sin prisa ni pausa. Es gente que ha elegido y prefiere “salir a pata”.
  Todo caminante cada tanto, se cruza con otro caminante. Es una rara ocasión, Pero sucede. No nos referimos a aquel que va caminando rápido y gritándole a su celular. O el que camina de su vehículo al negocio x, y del negocio al su vehículo. Sino de personas que ya son reconocidas como caminantes reales. En ellos la marcha es calma. Sin prisa ni pausa. Tanto así que no podemos evitar cuando nos cruzamos, mirarnos unos segundos. Nos reconocemos. Sabemos que somos otra especie. No nos saludamos. Pero nos reconocemos. Sin conocernos.
  Y creo que poseemos algún particular aura que nos envuelve que nos impide que se nos acerquen los asaltantes. Jamás en mi vida me han asaltado mientras caminaba.
  A los caminantes, es más que común encontrarlos en horarios en los que nadie sale de a pie. Por ejemplo, a las 15:35 hs., en verano. También por veredas de calles empinadas.
  Es que el caminante ya tiene todo calculado antes de lanzarse a la aventura de desplazarse a su destino. Ya sabe cuánto tiempo le va a llevar llegar a dicho lugar al cual se dirige. Sabe qué hacer con el sudor que pudiera excretar de acuerdo al calor que hiciera. En el caso de que hiciera frío, ya está preparado para no sentir frío ni exceso de calor por exceso de abrigo. De hecho muchas veces en invierno (cuando se carece de automóvil y su caparazón) hasta es preferible caminar para calentar el cuerpo de la manera más natural. Sobre todo si pensamos en lo tortuoso de congelarse arriba de una motocicleta.   
  La persona no caminante, es la que va caminando rápido, mirando su celular mientras camina o ambas cosas. Esa persona, de seguro, va llegando tarde a su destino. De lo cual se puede desprender; mientras que el caminante real es previsor, el falso caminante es previsible. Siempre es el que llega tarde a todo. Por ende, es completamente falsa esa creencia moderna, la cual reza que vivimos en una sociedad cada vez más acelerada. O mejor dicho, no del todo falsa. Si no que somos más bien una sociedad lerda, más allá de que anduviésemos a las corridas. Y con demasiadas distracciones sobre la marcha como para prever un simple traslado de nuestros cuerpos.
   Muchas personas han tenido que hacerse caminantes reales a la fuerza. Y son aquellos quienes el destino les ha quitado la posibilidad de hacerlo de manera fluida. Estamos hablando de personas con algún impedimento motriz. Paradógicamente estos seres se han convertido en caminantes plenos. Entendieron y valoraron la virtud del caminar en plenitud. Inclusive en la adversidad.
La Parada Fantasma
  Fue en mi época de estudiante. Y precisamente más que con el caminar, tiene que ver con el contraste máquina/cuerpo. Mientras yo iba montado a la máquina, a saber el transporte colectivo como le decimos en Argentina (Bus para casi todo el resto de la humanidad), ella iba caminando. Y en el sentido contrario en el que iba el colectivo. Visto así parecería ser un sinsentido. Pero ¿qué fue lo que pasó? Parece ser que al haber sido ella una muchacha caminante real, era tan precavida y previsora que siempre pasaba a la misma hora con la misma intensidad de marcha por el mismo lugar, ocurrió una extraña sincronía (bastante asincrónica, ya advertirán por qué). El transporte en Córdoba en ese tiempo andaba perfecto. “Un relojito” como se suele decir. Tanto así, que siempre un poste me impedía verle su rostro. Increíblemente siempre estaba pasando por el mismo poste de la misma cuadra a la misma hora, de tal manera de que mi perspectiva de pasajero de colectivo que viajaba de parado, casi siempre en el mismo lugar (de la mitad hacia atrás) y eligiendo siempre ir viendo a la misma vereda, no daba nunca con el ángulo adecuado.
  Lograba reconocer que era ella la misma, porque su carpeta siempre la llevaba del lado de su brazo izquierdo. El que daba a la calle. Lo único que podía saber, era que ella era una estudiante de arquitectura. Estamos hablando de la Avenida Vélez Sarsfield. Quien conozca la vida estudiantil de “la docta” sabrá de lo que le estoy hablando. 
  Por supuesto que muchos días de la semana no la veía pasar. Sino ya habríamos estado hablando de un error en la Matrix. Sin embargo, cada vez que ocurría nuestro ambiguo encuentro, se daba de esta manera.
  Una vez, estiré el cuello y le ví casi medio rostro. Pero me dio un poco de cosa estar así mirando como estúpido y no lo hice más.
  Creo que esto fue lo que me llevó a pensar sobre el tiempo y el desplazamiento de nuestros cuerpos. Según sea, nos condujera una máquina o nuestras propias extremidades.  
  Por lo cual pensé varias estrategias. Pero que resultaban incongruentes. Salir más temprano, o salir más tarde no tendrían sentido. Ya que o habría pasado antes de que ella lo hiciera, o lo habría hecho después de que pasara por el poste.
  ¿Aventurarme a caminar? ¿Por qué no?
  Es más. Ante mi desesperación opté por bajarme una parada antes, para retomar el colectivo en la siguiente, de manera que pudiera caminar su cuadra en el momento más o menos previo al que estuviera llegando al dichoso poste. Era delirante. Lo sabía. Pero debía hacerlo.
  Fue un fracaso. El camino hasta dicha cuadra fue más largo de lo habitual. La calle anterior estaba embotellada. Tuve que cruzar corriendo entre medio de autos que me bocineaban. Y caminé toda esa cuadra. Con mi corazón lleno de esperanzas. Y nada.
  Tristemente tomé el colectivo en la siguiente parada. Llegué tarde a la facultad. Por cierto. 
  Repetí la acción por toda la semana. Había empezado el lunes. No vi como algo absurdo volver a intentarlo. Con muy pocas esperanzas cada vez. Hasta que el viernes sucedió.
  Desde más o menos media cuadra divisé su andar. Como era lógico venía en sentido contrario al mío. Su manera de vestir no me dejaba dudas. Era ella. Su tez era muy blanca cuasi pálida. Que contrastaba con su pelo muy negro. Ni muy corto ni muy largo. Ojos claros que no pude divisar si eran verdes o celestes. Pero que bellos que eran. Mi pecho estallaba. Levantó su mirada hacia mí unos milisegundos que fueron eternos. Sentí un poco de vergüenza de si se estaba dando cuenta de que la estaba mirando de manera obsesiva. Eso era imposible porque no fue nada más que un mirar a una cosa que pasaba a su lado. Sentí el vacío cuando ya su imagen estaba a mis espaldas. De modo que a riesgo de ya parecer un mendigo de amor, giré mi cabeza para verla irse. Un deleite. Su perfume se impregnó en mi sistema límbico para siempre. 
  Cuando ya me estaba despidiendo, tal vez de ella para siempre, gira su cabeza muy súbitamente y me ve.
  Sentí un apuro enorme y ya no la miré más. Pero mi corazón era un repiquetear de mil bombos. ¿Cuándo la volveré a ver? Pensé…
  Volví a la rutina de colectivo habitual y en el poste ya no había nada cada vez que pasaba. No la veía ni a medias ni a enteras. ¿Tan Totalista tenía que ser la realidad?  
  Pensaba, de manera muy maniquea, si tal vez no debería haber trazado mi hazaña de caminar esas cuadras de la parada fantasma.
  Acepté, pensando de una manera muy al estilo del realismo mágico, que lo del poste había sido un prodigio. Y que la realidad ahora se estaba manifestando tal cual era. De no haber roto con esa anomalía espacio temporal, seguiría viéndola por toda la eternidad. Y pensaba, ahora de manera muy estoica. Es mejor así.
  En lo subsiguiente ya ni me importaba ir mirando hacia la misma ventanilla. Daba igual si fuera sentado o parado en el colectivo. Ya casi no pensaba en tal cosa. De todos modos su cara me estallaba en la mente con total claridad. Cada vez que pasaba, sobre todo, por la cuadra del poste.  
  No fue hasta una semana de la última vez que pasé en el bondi mirando al poste sin ningún resultado, que la que la vi en un bar de manera casual. No era un bar que frecuentara mucho. Estaba con unos amigos. Eran dos varones y ella. No lo dudé. Me acerqué. ¿Jugamos? Hace rato que espero mesa. ¿Les molesta que hagamos un dos y dos? Yo pago la ficha. Después vemos. Los dos muchachos me miraron como un sapo de otro pozo de más de diez leguas. Pero aceptaron con buena onda. Yo juego con ella, se me adelantó uno de ellos. Ok. Entonces será contra ella. Dije mientras la miraba. Le saqué una tímida sonrisa.
 Jugamos, y como suele suceder, en medio de la partida van apareciendo rasgos de la personalidad de los participantes. Ella sabía jugar bastante bien. Lo cual me enamoró mucho más. Se me hacía casi imposible no mirarla todo el tiempo. Pero debía hacerlo. Creo que fui discreto. No lo sé. No sabía si ese compañero pretendiente no era en realidad su novio. O tal vez su hermano, lo cual era más o menos lo mismo.
  Terminamos con todas las bolas ya en la cajuela salvo la 8. Esto es, definíamos los dos. Ambos amigos entendieron que éramos los que mejor jugábamos y nos cedieron todos los tiros.  Aproveché para preguntarle si estudiaba arquitectura y demás. Aunque ya sabía muchas cosas, y otras intuía. Todo marchaba como me lo imaginaba. Se llamaba Andrea. Bajó bastante la guardia. A pesar de que había empezado con toda la furia. De hecho había metido casi en un solo turno todas sus bolas rayadas. Y no le importó perder. Hasta creo que me dejó ganar. Tomamos unas varias cervezas, conversamos bastante, ya los chicos que la acompañaban se alejaban solos, chamuyándose ya a otras muchachas, corroborando así que ninguno de ellos era su novio. Una lámpara le dio de lleno en sus ojos, y sí. Eran decididamente verdes. Y si, su perfume grabado para siempre en la hipófisis vuelto a ser percibido como la primera vez, fue mi trofeo de campeón. Aún así no me sentía del todo cómodo. No sabía cómo seguir.   Y en eso, se me ocurre confesarle.
  Le dije lo de lo que me había estado pasando con ella como desde hacía más de un mes. Al principio se rio y le pareció bastante divertido. Hasta que cuando ya me vio un poco extasiado con la idea de que había sido algo extraordinario, y tal vez al sentirme un poco raro (tal vez arrepentido) de habérselo contado, noté que su expresión también se puso rara. Es tarde. Me tengo que ir. Si, seguro. Un placer conocerte. Igual. Gracias.
  Me sentí un poco un idiota. Pero tampoco es tan grave. Como mantra resonaba el teléfono en mi mente  que le había pedido (existían los celulares pero no el 4G, de seguro en el bondi si me lo tomaba, le habría dicho, “excelente partida” por Whatsapp). Mientras caminaba, derechito por la Tucumán. Hacia mi casa. En el barrio Alta Córdoba. Habría podido tomar el colectivo. Pero opté por caminar. Había quedado muy extasiado.
  Pasaron dos días y la llamé. No atendía al principio. Intenté varias veces. Casi desisto. Hasta que escuché su voz. Hola. Andrea? Si. Quién es? Mariano, el del pool la otra noche. Ah si, me dijo. Cómo estas? Bien. Vos?
  Quedamos en ir a un museo. Le propuse que había una muestra que me parecía bueno ver.
  Apenas nos encontramos y nos saludamos, me dice. Me quedé pensando en lo que me dijiste que me habías visto antes. Pero que en realidad no te había visto…le interrumpi…Si, si. Ya te voy a contar. Entramos? Dale
  Hicimos la típica recorrida de museo, en la que cada uno saca de sí su mejor versión. Dejándose llevar por las impresiones, comentando. Alejándose un poco, otras veces mirando las mismas obras en silencio. Señalando algo. Algún que otro comentario sarcástico o cómico respecto a algo, como para hacerse uno el crítico pero con altura. En fin. La magia de pasear por el museo con la chica que te gusta. Y digámoslo, que uno sospecha que es la que gusta de uno por cierto.
  A la salida, casi que no hicimos mucho comentario sobre la obra del artista expositor, de hecho era bastante corriente. Buena, pero bastante corriente. Bajamos las escaleras del Museo Caraffa y caminamos una cuadra por el Boulevard de cara al centro en completo silencio.
  En un momento los dos coincidimos en retomar el tema.
  Si. La verdad que si. Es el recorrido que siempre hago. Pero cómo hacías para saber que era yo. Me sentí incómodo. Esteem…no se. Me parece que tu altura, tu manera de vestir, tu ritmo de caminante…bueno, si puede ser, me interrumpe…en realidad yo sentía algo sabés. Ahora que lo pienso. Cada vez que pasaba por esa mitad de cuadra me daba como una inspiración. En serio? Si. No se muy bien. Pero algo que tenía que ver con el tiempo. A ver…? Veía una especie de guerrera aborigen corriendo a toda marcha. Con un arco y una flecha.
  Súbitamente me acordé. Había soñado. Ni le había prestado atención. Pero no había logrado olvidarlo por lo impactante. Soñé que me perseguían. En medio un bosque agreste. Justo cuando lo iba a decir. La aborigen iba como en un bosque muy frondoso. Recordé, que al final del sueño me alcanzaban. Súbitamente aparecía una gran roca en medio del bosque. Una aborigen negra, ahora venía caminando a paso firme. Apuntándome con su arco. Al sentir el zumbido del arco al ser soltado me desperté.
  A veces soñaba que pasaba algo muy feo al final. Cuando me dormía pensando en esa sensación.
  No sabía si decirle lo que pasaba por mi mente. Y sigue diciéndome…pero al finalizar esa inspiración mi sentimiento era como de tristeza. Una mezcla de euforia y de tristeza a la vez. El semáforo de Illia y Chacabuco estaba en rojo para nosotros. Los dos parados. Ya se, ya se, no me digas más nada. Y nos besamos.
   Es sabido que en la Historia, en diferentes culturas, existieron los mensajeros. Quienes trotaban por los caminos reales, de posta en posta para difundir alguna noticia o información de seguridad. O simplemente mensajes de amor de Príncipes a Princesas de diferentes reinos. Es muy probable que en esta pseudo-visión que tuvimos, hayamos experimentado una experiencia de vidas pasadas. Probablemente en una vida anterior (que siempre es inferior a la actual según la lógica de la evolución kármica) hayamos sido guerrera/mensajero. Habré tenido alguna información que habría perjudicado a su tribu. Tal vez la habría exterminado. Me habría visto alcanzado por el camino. O habré sido emboscado. O se trataba de un mensaje de amor de un Rey a alguna Reyna que no debía llegar. Esa parte del episodio no aparece en ninguna de nuestras lagunas.      
   Lo que sí parece estar claro es que pasamos de trotamundos a caminantes. Algo de lo maratónico existía en nuestra psique. Pero de manera más que cautelosa. Hasta diríamos con cierto sentido de estructura, disciplina y cultura. Ya que antes, de alguna u otra manera habríamos sido seres capaces de darlo todo a cualquier precio. Rompiendo todo límite.
   Al día de hoy que somos un matrimonio feliz con tres hijos, seguimos armando el rompecabezas cada vez que nos vamos a dormir. Y no aparece la escena de cómo fue que nos divisamos y nos llevó a tal escena. Solo sabemos que ella debía aniquilarme, y yo sabía que ella tenía razón. Y me entregué al Creador pidiendo perdón al Cielo.
G.C.
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santpablo · 1 year
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Manizalita que escapa
Una mujer se cruza en mi camino una y otra vez en una misma tarde. Yo sentado y ella caminando. Yo caminando y ella sentada. Los dos caminando sin rumbo fijo.
Como ella, camino a la velocidad del rayo para buscar no buscar nada, mientras huyo de ese algo que me lo impide. Podría recorrer el mundo a este paso, con la certeza de que no conseguiré mi objetivo clavada en la garganta. Quisiera saludarla y preguntarle si conoce algún otro remedio. Intuyo que no puede conocerlo, pero escapar conversando es mejor que hacerlo monologando.
¿Es necesario escribirlo todo? No. Quizás algunas cosas deban morir conmigo en la memoria.
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victoravilan · 1 year
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Drácula es una de las creencias más famosas de la cultura popular, y cada año se vive con mucho entusiasmo. Esta creencia se remonta al siglo XV y se asocia con la figura del príncipe Valaquia Vlad Tepes, conocido como "el empalador". La mitología de Drácula se basa en la idea de un vampiro que se alimenta de la sangre de sus víctimas para mantenerse vivo. Esta figura se ha convertido en una representación icónica de la literatura de terror y un tema recurrente de la cultura pop. La leyenda de Drácula plantea cuestiones profundas sobre la naturaleza humana, el bien y el mal, el miedo a lo desconocido y la fuerza de la fe. Es una historia eterna que se ha contado durante siglos, y que sigue siendo relevante para los contemporáneos.
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zeeckz · 11 days
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peaceinthestorm · 11 months
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Attributed to Jakub Schikaneder (1855-1924, Czech) ~ Dark Path 1924
[Source: dorotheum.com]
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1639- Ni siquiera ha crecido la hierba. No se puede ser vagabundo y artista y al mismo tiempo un burgués sano y cuerdo. Si quieres embriaguez, ¡Acepta también la resaca! Si quieres sol y bellas fantasías, ¡Acepta también la suciedad y el hastío! Todo está dentro de ti, el oro y el barro, el deleite y la pena, la risa infantil y la angustia mortal. ¡Acéptalo todo, no te aflijas por nada, no intentes rehuir nada! No eres un burgués, tampoco eres un griego, no eres armónico y dueño de ti mismo, eres un pájaro en plena tormenta. ¡Déjala rugir! ¡Déjate llevar! ¡Cuánto has mentido! ¡Cuántos miles de veces, incluso en tus libros y poesías, has fingido ser el armonioso y sabio, el feliz, el iluminado! ¡Lo mismo ha fingido ser los héroes al atacar en la guerra, mientras las entrañas temblaban! ¡Dios mío, qué siniestro y fanfarrón es el hombre, sobre todo el artista, sobre todo el poeta, sobre todo yo!"
(Hermann Hesse - El caminante)
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delusionsofanabnormal · 2 months
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paseospausados · 2 years
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Dónde vas tan sola? _le preguntó el inhóspito camino a la Amapola _ Me despidieron hace un tiempo _respondió_ cuando cerraron el jardín de los guiños por falta de inspiración … ahora mi sombra y yo hacemos autoestop, para ir a buscar nuestra confianza …
Foto: paseos pausados
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fotosentidos · 2 years
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No hay atardeceres para dejar de andar… sino para admirar la belleza y sabiduría de la Vida… y con la fuerza de su luz caminar y caminar.
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gaussmultimedia · 3 months
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Máster Diseño Gráfico 2021-22. Diseño de sobrecubiertas, cubiertas, guardas y packaging contenedor para colección de libros Los Caminantes (obras de Carlos Sisí). Proyecto de Carmen Flores Hurtado.
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frutas-por-el-mundo · 3 months
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Caminando!
Que bello es caminar, andar, salir de casa y dar un paseo, y mejor aun si el clima es agradable. Mientras camino suelo desconectar de las ‘cosas por hacer’; y al mismo tiempo conectar con ideas y pensamientos varios, siento que nuestra mente se libera cuando caminamos. El ver a otras personas me hace caer en cuenta de que somos diminutos ante el universo, pero lo que más me impresiona es el gran impacto que podemos causar.
Hay grandes personajes en el mundo que han descubierto su gran potencial y lo han explotado, siento que ese es nuestro deber con el mundo, hablar y mostrar nuestras habilidades, el regalo que somos.
Estoy seguro de que cada uno de nosotros es ‘especial’, simplemente es cuestión de descubrirnos, y definitivamente ‘caminar’ es un puente para llegar a ese descubrimiento!
Con cariño,
Sebas (Banano)
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No se puede ser vagabundo y artista y al mismo tiempo un burgués sano y cuerdo. Si quieres embriaguez, ¡Acepta también la resaca! Si quieres sol y bellas fantasías, ¡Acepta también la suciedad y el hastío! Todo está dentro de ti, el oro y el barro, el deleite y la pena, la risa infantil y la angustia mortal. ¡Acéptalo todo, no te aflijas por nada, no intentes rehuir nada! No eres un burgués, tampoco eres un griego, no eres armónico y dueño de ti mismo, eres un pájaro en plena tormenta. ¡Déjala rugir! ¡Déjate llevar! ¡Cuánto has mentido! ¡Cuántos miles de veces, incluso en tus libros y poesías, has fingido ser el armonioso y sabio, el feliz, el iluminado! ¡Lo mismo han fingido ser los héroes al atacar en la guerra, mientras las entrañas temblaban! ¡Dios mío, qué siniestro y fanfarrón es el hombre, sobre todo el artista, sobre todo el poeta, sobre todo yo!
"El Caminante", Hermann Hesse.
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alice-de-lioncourt · 7 months
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«No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje, perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme, aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda  y se calle el viento.
Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero,
porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas, quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron,
vivir la vida y aceptar el reto.
 Recuperar la risa, ensayar un canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos. (…)
Porque cada día es un comienzo nuevo,
porque esta es la hora y el mejor momento.
porque no estás sol@, porque yo te quiero.”
 
Mario Benedetti
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lobuenodepuertorico · 9 months
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CAMINANTE • BARBACOA (BBQ Puerto Rico)
La barbacoa es una palabra taína nacida en Puerto Rico y de ella surge el "barbecue" (BBQ). En este episodio, Pitmaster Lucca viaja a través del tiempo para conocer de lo que realmente estamos hecho, así que en este episodio visitamos a joyas culinarias como Pidekeai, La Estación, Up In Smoke y Finca Neojibairo. Contamos con la participación especial de la líder taína Marylin Balana'ni Díaz.
Dirigido por Rafael N. Ruiz Mederos
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trogo-auto-egocratico · 10 months
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"Sé por qué es así. No es el vino que bebí ayer, ni que haya dormido en una mala cama, ni tampoco el tiempo lluvioso. Han aparecido unos demonios y han desafinado una por una todas las cuerdas de mi ser.
Ha vuelto el temor, el miedo de las pesadillas infantiles, de los cuentos, del destino de los colegiales. El temor, el acoso de lo inalterable, la melancolía, el tedio. ¡Qué insulso es el mundo! ¡Qué horrible tener que levantarse mañana, volver a comer, volver a vivir! ¿Por qué hemos de vivir? ¿Por qué es el hombre tan tímido y bonachón? ¿Por qué no yacemos desde hace tiempo en el mar?
Ni siquiera ha crecido la hierba. No se puede ser vagabundo y artista y al mismo tiempo un burgués sano y cuerdo. Si quieres embriaguez, ¡acepta también la resaca! Si quieres sol y bellas fantasías, ¡acepta también la suciedad y el hastío! Todo está dentro de ti, el oro y el barro, el deleite y la pena, la risa infantil y la angustia moral. ¡Acéptalo todo, no te aflijas por nada, no intentes rehuir nada! No eres un burgués, tampoco eres un griego, no eres armónico y dueño de ti mismo, eres un pájaro en plena tormenta. ¡Déjala rugir! ¡Déjate llevar! ¡Cuánto has mentido! ¡Cuántas miles de veces, incluso en tus libros y poesías, has fingido ser el armonioso y sabio, el feliz, el iluminado! ¡Lo mismo han fingido ser los héroes al atacar en la guerra, mientras las entrañas temblaban! ¡Dios mío, qué simiesco y fanfarrón es el hombre, sobre todo el artista, sobre todo el poeta, sobre todo yo!"
El caminante.
Hermann Hesse.
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