Tumgik
#como controlarse al comer
pierluigiremigi · 2 years
Text
Aprende a Controlar y Dominar tus Demonios, Ridículos y Estúpidos | Pier Luigi Remigi
Hablemos claro…
Y aprendamos a dominar nuestros demonios, ridículos y estúpidos.
El miedo, los celos, la envidia y la ira, simplemente y por más que ellos deseen aparecer ahí que decirles no, quietos, no permitirles, salir, porque si no aprendes a dominar tus pensamientos ellos tarde o temprano te van a devorar.
Y te aseguro que no será bueno para ti.
Acostúmbrate a ganar en silencio y a dar ayuda en el momento que la persona lo necesite.
Veamos un par de reglas:
La primera: Aleja la envidia. Todo tipo de envidia.
La segunda: Llena el corazón de alegría y felicidad. Haciendo eso que te enamora y apasionada. Por más pequeño que sea.
Mira.
Todos aquí en la tierra tenemos un propósito. Cada hierba puede curar una enfermedad, cada animal cumple su función para con el ecosistema.
El sol nos brinda calor, frío nos da tranquilidad y cada persona tiene una misión que cumplir en esta tierra. En este mundo.
Todo tiene una razón para existir y nuestro trabajo, nuestro verdadero trabajo es descubrir a que hemos llegado a éste mundo. Para brindar siempre lo mejor de nosotros.
Y así de simple y tú que me estás viendo, te deseo que sea feliz, no porque todo sea bueno, sino porque puedes ver lo bueno en todo. Feliz inicio de Semana llena de éxitos y muchas, pero muchas bendiciones.
como controlarse como controlarse a si mismo como controlarse en un momento de ira como controlarse con la comida como controlarse en una discusion como controlarse ante una discusion como controlarse al tomar alcohol como controlarse con el alcohol como controlarse emocionalmente como controlarse en un ataque de ansiedad como controlarse en un ataque de panico como controlarse al comer como controlar a las personas como controlar ataques de ansiedad como controlar ataques de panico como controlar ansiedad como controlar a un niño hiperactivo como controlar a un perro hiperactivo como controlar aire acondicionado con celular como controlar a un galopador horizon como controlar a una mujer de caracter fuerte como autocontrolarse como controlar bien el balon de futbol como controlar balones aereos como controlar balon futbol como controlar berrinches 2 años como controlar berrinches 3 años como controlar balon con el pecho como controlar baby hair como controlar bobina de encendido como controlar berrinches 1 año como controlar balon fifa 22 como controlar con el pecho como controlar celular desde otro celular como controlar con el celular la tv como controlar caspa como controlar caida de cabello en mujeres como controlar los celos como controlar el celular de mi hijo desde el mio como controlar el celular desde la pc como controlar las contracciones de parto como controlar la computadora con el celular como controlar de pecho como controlar dispositivos conectados a mi wifi como controlar demoledores horizon como controlar diapositivas con un celular como controlar dos jugadores en fifa 22 como controlar dependencia emocional como controlar dos focos con un apagador como controlar desde mi celular mi tv como controlar desde mi celular mi pc como controlar deseos sexuales como controlar el balon de futbol como controlar el estres como controlar el temperamento como controlar el frizz del cabello como controlar el aire como controlar el estres y la ansiedad como controlar el balon de basquetbol como controlar fire tv con alexa como controlar fire tv sin mando como controlar focos con alexa como controlar frizz cabello como controlar fuga de gas como controlar frecuencia cardiaca como controlar fusarium como controlar free fire en pc como controlar frecuencia respiratoria como controlar el fuego de una vela como controlar gastos e ingresos como controlar google chromecast como controlar galopador horizon como controlar gatos agresivos como controlar gastos en excel como controlar gusano cogollero en maiz como controlar goteo de suero como controlar gases estomacales como controlar garrapatas en bovinos
0 notes
pedripepinillo · 2 years
Note
ur literally my new fav accounttt
could u right pedri x reader where she works at barça (player, photografer whatever rlly)
headcanons donde eres la novia a de pedri y trabajas para el barça:
advertencia: lectora fem.
- en tu trabajo eras sumamente feliz porque podías ver a tu novio cada vez que quisieras
- de hecho, ahí fue donde se conocieron :)
- te habías metido de trabajo de verano hace un año para solventar gastos escolares :0
- al principio eras la aguadora, te encargabas de servirles agua a los jugadores en los entrenamientos y eso te hacía muy feliz porque siempre fuiste de la hinchada del barcelona
- los jugadores rápidamente se hicieron tus amigos porque siempre fuiste amable y buena onda con ellos
- incluso te invitaban a comer juntos en los descansos y bromeaban y cosas por el estilo.
- atrapaste la atención de pedri uno de esos días donde te levantaste con el pie izquierdo
- te habías despertado tardísimo y apenas te dió tiempo de cambiarte el pijama
- no llevabas nada de maquillaje y tu cabello era ciertamente un desastre
- pero pedri pensaba que te veías más hermosa que nunca <3
- se acercó a vos para pedirte tímidamente un vaso con agua, y comenzaron a platicar de ahí en fuera.
- te pidió tu número y se lo diste muy feliz, pensando que todo quedaría como una grata amistad nueva,,,
- agradeces al universo por que no haya sido así. pedri llamó tu atención también desde que lo viste en el juvenil, sus ojos eran hermosos y su actitud divina.
- comenzaron a hablar diario por teléfono y enviarse mensajes y también hacían facetime a cada momento
- ambos se gustaban mucho, así que el resto es historia <3
- ahora llevaban casi un año de ser pareja, y no podían estar más felices !!!!
- habías ascendido en tu puesto, luego de un tiempo de ser aguadora te subieron a ser la fotógrafa oficial de los chicos
- te gustaba mucho eso era lo que estabas estudiando en la universidad: fotografía
- muchos de los otros trabajadores no te respetaban por el simple hecho de ser aguadora antes :(
- pero cuando te subieron el puesto y el sueldo y además se entraron que salías con pedri, todos mágicamente comenzaron a tratarte bien :/
- no querías aprovecharte de la posición de tu novio pero bueno, las cosas eran así.
- aprovechabas para sacarle una cantidad INDECENTE de fotos a pedri
- literalmente te acababas la memoria de la cámara de tantas fotos que le tomabas a tu novio y eso lo ponía más que contento porque significaba que lo querías un montón
- pronto los demás chicos comenzaron a quejarse de que a ellos no los fotografiabas tanto como al canario ): así que gavi optaba por colarse en las fotos promocionales de pedri <3
- MUCHOS BESOS !!!!!
- se besan a cada segundo porque adoran la compañía y estar cerca uno del otro :’)
- los chicos hacen sonidos de asco cuando eso pasa pero pedri dice que es porque están celosos y solteros
- había algunas veces donde tu novio se ponía celoso de que convivieras con los demás del equipo, pero aprendió a controlarse y ahora estaba más que feliz por que fueras amiga de sus compañeros
- tienen citas en la cafetería del camp.
- no podrías estar más feliz con tu relación, amabas tu empleo y también a tu novio <3
nota: me alegra mucho que te guste mi cuenta, me esforzaré para que no decaiga !!! gracias por tu pedido y espero te guste !!
32 notes · View notes
angelsofchicago · 2 years
Text
Anything you say can and will be used against you, so only say my name.
Part I.
«Inspira… Espira».
Jay lo repetía una y otra vez. Eran pocas las fechas que marcaban la vida del americano, pero la del 21 de octubre sabía que sería para siempre. Con los nudillos de su izquierda, tocó la fría madera de la puerta de los Corson con una sutileza poco digna de él. Al otro lado del marco, abrió una señora con ojos apagados le sonrió y abrazó como si llevase sin verle varios años.
— Hola señora Corson, ¿Cómo está? — Pronunció en mitad de aquel abrazo.
— Me alegro mucho de verte, Jay. — Respondió, abriéndole paso.
Jay entró con confianza, sacando de una bolsa un par de paquetes muy bien envueltos para dejarlos sobre la mesa.
— Pastrami para Danny y pavo ahumado para ti.
— ¡Oh, Dios! Voy a estar comiendo esto hasta Navidad. Deja que te prepare un sándwich.
— No, no puedo. Me tengo que ir…
— Oh, bueno… Al menos podrás llevarte un trozo de tarta.
Encima de la mesa, lucía un pastel casero de chocolate intacto. Los ojos azules de Jay se posaron en él y después sobre el señor Colson, quien sin mediar palabra se levantó con los labios prensados y salió de la sala.
— Este día siempre es duro para él. No se la va a comer... Tendré que tirarla entera.
Con algo de remordimiento, o más bien llamándolo pena, Jay hizo un gesto con la mano y un ojo guiñado para acompañar a sus palabras e indicarle que se llevaría un trozo.
— Un pedacito.
Su siguiente destino no estaba demasiado lejos, tan solo unas manzanas más de aquel barrio residencial y llegaría. Su mandíbula apretada cada segundo más, prevenía de cómo se sentía por dentro. Jay no toleraba injusticias y perdía los papeles rápido. Aparcó frente a un hogar que podría parecer idílico, pero él más que nadie sabía lo podrido que estaba por dentro. Se apoyó sobre la carrocería del vehículo y abrió la fiambrera que la señora Corson le había preparado con la tarta, comenzando a comérsela con la vista puesta en una de las ventanas del hogar.
— Su permiso de conducir.
Una voz a su lado le hizo desviar su atención; era un compañero de la patrulla. El detective se hizo a un lado la chaqueta para dejar ver su placa policial.
— Halstead, inteligencia.
De la puerta salió un hombre adulto bien entrado en carnes haciendo aspavientos y acercándose al americano con furia.
— ¡Esto es acoso!
— Solo como tarta. — Dijo, haciendo una pequeña pausa al percatarse de que detrás suya estaba Lonnie, escondiéndose. Eso solo lo enfureció más. — Hoy era su cumpleaños.
— ¡Arréstelo! Lléveselo de aquí. — Le señaló aquel hombre en tono amenazante, mirando al policía que seguía junto a ellos sin entender qué estaba ocurriendo.
— Lo siento, tío. — Dijo el agente.
— Cabrones, os defendéis entre vosotros. Siempre igual.
— Hoy hace 7 años, Lonnie. HOY. — Jay se hizo aún lado para dirigirse al más joven de la escena. Una vena marcaba su frente conforme iba avanzando su voz.
— ¡Lárgate de aquí!
— 7 AÑOS. HOY CUMPLIRÍA 15.
La fiambrera salió por los aires haciendo que el trozo de tarta se destrozase contra el suelo. No podía controlarse cada vez que pensaba en lo que había hecho aquel animal, en quién había perdido, en todo el dolor que les había ocasionado a personas que quería.
El padre de Lonnie se situó ante él ante la reacción violenta de Jay por miedo a que le agrediera.
— Lárgate o pediré una orden de alejamiento.
— Algún día la vas a necesitar. JODER. — Pronunció el detective en dirección a su coche. — Tú y el enfermo de tu hijo.
Ante la mirada incrédula del patrullero, un Lonnie asustado y un Phil enfadado, Jay arrancó el motor y salió de la escena antes de perder los papeles por completo y hacer lo que había deseado hacer desde hacía 7 años. Era increíble que Lonnie no había abierto la boca ni una sola vez. Eso lo hacía aún más culpable de lo que sabía que ya era.
Tumblr media
8 notes · View notes
valxjournal · 1 year
Text
stan marsh es un desastre.
Stan Marsh amaba las noches nubladas. Cuando podías ver la luz de la luna atravesar las nubes, después las cortinas de su ventana, hasta llegar a su rostro. El viento venia en pequeñas ráfagas y acariciaba sus mejillas y pestañas, moviendo también los mechones que colgaban fuera de su colchón. Se sentía acompañado, en una noche nublada, con viento y callada como lo era esa. Y esa era toda la compañía a la que podía aspirar, siendo él Stan Marsh, un desastre demasiado complicado para que las personas quieran lidiar con él, incluso aquellas que escribieron sobre su corazón cuanto lo amaban.
Su habitación se había convertido en su refugio el último mes, después de salir hecho un lío de la escuela, con la cara manchada en lágrimas, las palabras acuchillando su garganta y el corazón bombeando en la boca del estómago. Solo. Sin mirar atrás y sin que nadie mire hacia adelante. Cuando llegó a casa ese día, sacó todas las cartas, sobres, boletos del cine, hojas secas y pulseras rotas de la caja fuerte de su cuarto, o sea, el preciado cajón a un lado de su cama, lo suficientemente cerca para espantar las pesadillas y endulzar los sueños. Los hizo pedazos, con las manos temblando y un terrible sentimiento de soledad y enojo enredándose entre sus huesos hasta llegar a su corazón y aplastarlo.
Pero a pesar de eso, no pudo deshacerse de los pedazos. Los guardo en una caja de cartón, dejando al fondo de esta una pequeña esperanza de que la soledad no es para siempre y que los corazones pueden volver a tomar forma.
Era miércoles en la noche y tenía la certeza de que los chicos estarían en City Wok en ese preciso momento, comiendo pollo a la naranja con arroz fritos y algunos rollos primavera mientras la vieja y destartalada rocola del señor Lu Kim tocaba canciones aun más viejas. A Kenny le gustaban, siempre guardaba monedas durante la semana para poder tocar al menos cinco canciones antes de romper y comer las galletas de la fortuna. A Butters le gustaban las galletas de la fortuna, siempre fue su parte favorita incluso si muchas veces lo molestaban porque era asquerosamente cursi confiar en lo que un papel decía.
En su pecho saltaba el deseo de ponerse los zapatos y correr a City Wok con monedas de más para que Kenny pueda escuchar una canción extra. Y comprar una segunda galleta de la fortuna para dársela a Butters cuando la fortuna de su primera galleta no sea de su agrado. Para poder robarle un rollito primavera a Cartman mientras molesta a Butters por emocionarse y guardar los papelitos de la galleta en su bolsillo. Para apoyar a Kyle cuando este golpee a Cartman por molestar a Butters.
Kyle.
Su corazón se aprieta un poco cuando piensa en él y sus ojos arden de repente, pero se aferra a que simplemente se están irritando por el aire nocturno y no por el incómodo sentimiento de abandono que de repente lo asalta.
Kyle estuvo ahí el día que no lo soportó más y salió hecho un lío de la escuela. Había sido en la segunda hora, mientras todos estaban en clase de física, él se había escabullido a los baños del tercer piso porque nadie nunca iba a esos baños. Se encerró en el último cubículo y tomo profundas respiraciones mientras sentía que su garganta se esforzaba por sofocarlo, cerrándose cada vez más conforme los segundos caían de las manecillas. Un ataque de ansiedad que desencadenó en un ataque de pánico. Llevaba semanas dándole vueltas al mismo pensamiento hasta que crear un circulo profundo en su cabeza. Era un desastre. Un desastre que no podía ni cuidar de si mismo, que no podía cumplir con las funciones básicas de un ser humano, que no podía evitar que sus pensamientos ganaran, que no podía evitar enojarse y llorar como si el mundo fuera a terminar. No podía ni con él mismo. ¿Por qué sus amigos tendrían que hacerlo entonces?
Había salido corriendo en cuanto sintió las lagrimas acumularse tras sus ojos, sin avisar a nadie, solo corrió y se encerró a sabiendas que no podría controlarse a sí mismo. Pero entonces Kyle abrió la puerta y se sentó frente al cubículo, hablándole a través de la puerta y pidiéndole que siguiera su respiración.
Stan lo intentó, de verdad que lo hizo. Pero la vergüenza y el enojo eran más. Porque ahí estaba otra vez, siendo una molestia para los demás. Era vergonzoso no poder controlarse a sí mismo y tener que necesitar de otro. Kyle de seguro estaba harto de tener que lidiar con su inestabilidad y únicamente seguía haciéndolo por lastima. Tenia que parar.
Entonces abrió la puerta, sin pensar en lo mal que realmente lucia, con el rostro rojo, empapado en lagrimas y la voz ronca por respirar con tanta fuerza e insistencia. Kyle cayó de espaldas, pero se levantó de inmediato para ayudarlo, pero Stan lo empujó.
—¿Stan? ¿Qué pasa? —Su voz sonó suave y dulce, igual que siempre que hablaba con él. Stan tuvo ganas de llorar más fuerte.
—Perdón, de verdad estoy bien, Kyle, solo regresa a clase. —Intentó sonar firme, pero el llanto se coló entre sus palabras y obstaculizaba su salida.
Kyle intentó acercarse otra vez. Stan retrocedió. Y no recuerda mucho más.
Sabe que gritó. Sabe que Kyle gritó de regreso, porque ese es Kyle y jamás se queda callado. Sabe que su corazón se rompió en pedazos y las palabras fueron ácidas y pesadas sobre su lengua. Sabe que la mirada de Kyle fue una que espera jamás tener que ver otra vez, porque fue dolorosa. Sabe que salió del baño y dejo la escuela sin que Kyle fuera detrás de él.
Eso estaba bien. Era lo que quería. Ya no tendrían que soportarlo.
Pero el dolor seguía ahí y lo odiaba.
Se sentía patético. Patético y solo.
Porque seguía siendo el mismo chico que salió de ese baño. Pero ahora era peor, porque estaba solo y no había nadie hablando del otro lado de la puerta.
Se desliza entonces por su colchón y se pone de pie cuando escucha risas y voces subiendo por la calle. Mira por la ventana y se esfuerza por no dejar salir las lagrimas que lleva reteniendo desde hace rato cuando mira a sus amigos caminando por la acera con bolsas de plástico donde seguramente llevaban las sobras de su cena en City Wok. Y desea tanto estar ahí. Pero sabe que es tonto desearlo cuando fue él quien dio un paso para atrás. Las emociones eran tan ilógicas e incoherentes. Se aleja de la ventana y se desliza por la pared hasta el suelo, cerrando los ojos y apretando los labios mientras las presas se rompen y las lagrimas se deslizan. Todo su cuerpo tiembla, pero no deja salir ni un solo ruido, porque la noche es tan silenciosa que teme que sus sollozos perforen en las risas de sus amigos.
Se queda llorando ahí mientras las risas se alejan y la luz de la luna vuelve a entrar por su ventana después de que una pesada nube la cubriera. Se abraza a si mismo y ese es el único consuelo que tendrá, lo sabe, pero eso no evita que imagine que esos brazos no son los suyos, sino que son los de Kyle. De Kenny. De Cartman. De Butters.
Imagina que en realidad no esta solo en su habitación, que sus amigos lo están abrazando y le dicen que todo va a estar bien, que puede llorar sobre sus hombros y luego comer otro rollito primavera mientras Kenny saca una de sus tantas playlist y Kyle le canta en voz baja, como un secreto solo de los dos.
Y eso solo hace que las lágrimas sean más amargas.
4 notes · View notes
gordatc4 · 1 year
Text
Hoy tuve un atracón..
Solo te comparas con la gente perfecta, delgada y te das cuenta que nunca podrás ser así ,te miras al espejo y ves una persona gorda que no es capaz ni de controlarse de no comer.
Deseo ser una princesa ,que se me noten los huesos.
Necesito que me vean en mal estado y me pregunten que como lo he hecho ,como he adelgazado tanto ,recibir halagos por ser delgada,eso es lo que deseo,y haré que se haga realidad cueste lo que cueste .
6 notes · View notes
teamxcherik · 1 year
Text
Tumblr media
✧ ─ Temática: Mafia
✧ ─ Autor: Blue Cherry Blossom
Ruth jugaba con sus manos con mucho nerviosismo, sentía el cuerpo temblar. Tomó una respiración profunda antes de abrir la puerta y tratando de controlarse ingreso a la habitación donde se encontraba su hermano. Él estaba arreglándose la necia corbata en su cuello, con esa sonrisa enorme que algunos les parecía curiosa y de la cual ella se burlaba cuando eran niños. Lucia feliz, al contrario de ella. No anuncio su presencia solo se quedó de espaldas a Erik, hasta que este se percató de su presencia y giro para verla.
—Ruth, hoy es el día—dijo emocionado Erik sin notar el estado emocional de su hermana.
—Lo es, te vez muy guapo, mamá estaría feliz de verte hoy—Ruth intento serenarse, se aproximó a su hermano para terminar de acomodarle bien la corbata, sin embargo, las palabras de Sebastian le estaba comiendo sus pensamientos.
“¿De dónde crees que Erik consiguió dinero tan rápido? ¿De dónde crees que salió el dinero para pagar sus estudios? Por cierto, ahora que lo recuerdo, ahí fue donde conoció al niño bonito Xavier. Así que aparte de todo, me debe agradecer eso también.
Eres tan estúpida que no te diste cuenta de que al lado tuyo tenías a uno de los criminales más peligroso del país. Es mi mano derecha.
Dime, querida Ruth, dejaras que Charles se case con el asesino de su hermana, esa perra de la agente murió en manos de Magneto, pregúntale si lo conoce y con eso sabrás si te digo la verdad.
No te olvides de decirle que las traiciones no siempre se pagan con sangre, a veces duele más estar vivo.”
—¿Ruth? ¿Qué ocurre? — la voz de Erik saco de sus pensamientos a Ruth y entonces por fin vio a los ojos a su hermano. No, se negaba a creer que él fuera un mafioso, Erik era el niño con el que corría en el patio bajo la lluvia mientras su madre los reprendía. Erik no podía ser un criminal.
—No es nada, solo estoy emocional, ya lo dijiste, es un día especial —Ruth se sentó en el sofá más cercano, sentía que sus piernas no resistirían su peso mucho más tiempo.
—Lo estoy, por fin cumpliré uno de mis sueños más grande, me voy a casar con el amor de mi vida—entonces Ruth se le cayó la primera lagrima—. Oh, no llores, no tienes que porque llorar, si es porque Charles y yo nos iremos del país, te dije que vendré a visitarte, siempre estaré pendiente de ti—Erik se arrodilló junto a su hermana para tomarle las manos, de repente tuvo un mal presentimiento.
—Estas huyendo, Erik—fue como si a Erik lo hubieran empujado de un risco porque su estómago se hundió. Algo en él se sentía descubierto, pero no, no era posible, su mentira, su doble vida no podía ser descubierta, no hoy al menos.
—¿Huir? Claro que no estoy huyendo, Ruth— el nerviosismo se estaba haciendo visible y Ruth lo noto. Erik se puso de pie precipitadamente.
—Erik, ¿tu conoces a Magneto?
Lo supo, no hubo que decir una palabra más, Erik maldijo ¿Por qué de todos los días que pudo haber sucedido tenía que ser hoy? Solo necesitaba que su doble vida continuara por unas horas más.
—Dime la verdad—suplico Ruth.
—¿Para qué? Si ya la conoces—Erik sonrió sin gracia, no le dio la cara, no quería verla y observar la decepción plantada en su rostro, apenas si podía imaginar lo que iba a pasar. Se supone que hoy iba a dejar de ser Magneto, hoy lo iba a enterrar cuando Charles dijera: "si acepto" y solo sería Erik por el resto de sus días.
—Eres un asesino—las lágrimas comenzaban a correr en las mejillas de los hermanos Lehnsherr, eran tan solo las primeras de muchas que se redamarían a partir de ese momento—. ¿Por qué? ¿Cómo terminaste convirtiéndote en él?
—Fue por ti, por nosotros—Erik se giró bruscamente para encarar a Ruth, ella dio un brinco por el tono brusco de su hermano. Su mirada era de desolación, ahí no estaba Magneto, ese era su pequeño hermano—. Apenas si teníamos para comer, estábamos solos, y tú te matabas trabajando, necesitábamos el dinero y Sebastian apareció, él vio mi desesperación y se aprovechó de ella y poco a poco se fue adueñando de mi vida hasta que me convirtió en Magneto, me fue convirtiendo en su monstruo de Frankenstein.
—Pudiste buscar otras formas, Erik—Sebastian tenía razón, fue tan estúpida al no darse cuenta, de no sospechar—. Charles debe de saberlo.
—¡No! Definitivamente eso no puede suceder— Erik llego a su hermana y la tomo fuerte de los brazos, en sus ojos había lágrimas, pero también enojo como cuando le quitas algo a un niño y se molesta. Por fin estaba viendo a Magneto a la cara. Erik vio el pánico reflejado en el rostro de su hermana y la soltó llevándose las manos al cabello jalándoselo con desesperación.
—No puedo permitir que te cases con él, no puedo permitir que construyas una vida junto a él a base de mentiras, Charles debe de saber con quién está por casarse.
—Ruth, Ruthie, no me pidas eso, no puedo hacerlo, si lo hago lo perderé para siempre…
—Has arruinado la vida de tanta gente, no arruines la de la persona que dices amar—Ruth trago con dificultad poniéndose firme y sopesando sus lágrimas—. Erik, si no le dices la verdad, lo hare yo.
—No te dejare hacerlo, eso no.
—Entonces, ¿Qué harás? ¿Cómo me vas a detener? ¿Me mataras? Así como lo hiciste con Raven, porque fuiste tú, ¿cierto? Dime, hermano. Magneto tiene el corazón tan frio como para matar a su propia hermana.
Para Erik eso fue el final, ya no tenía escapatoria, la verdad de la que tanto había estado huyendo lo alcanzo. Esta vez no existía donde huir y sus dos vidas se habían estrellado. Charles tenía que conocer la otra cara de Erik, la que tantos temían, la faceta de ese hombre que se rumoreaba que era despiadado y que no se tentaba el corazón por nada, más que para llegar a sus objetivos sin importar las vidas que aplastara. Esa faceta que se supone que Charles nunca debía conocer. Esa faceta que Raven descubrió y por la cual le costó la vida y el dolor más grande que pudo experimentar Charles.
***
Erik toco la puerta y cuando oyó el permiso entro al interior. Vio a Charles luciendo un traje negro, resaltando la elegancia que poseía.
—Erik, se supone que no nos veríamos hasta el altar, lo bueno es que no soy de creer de las supersticiones.
—Te ves hermoso—Erik se aproximó a Charles y lo tomo en brazos, lo apretó en su pecho y por la diferencia de estatura pudo colocar su nariz y aspirar quizá por última vez la esencia de Charles, Erik movió sus manos hasta colocarlas en las mejillas del más bajo. Vio directo a esos ojos azules de los cuales se enamoró, no quería perderlo.
—¿Erik, estas bien? —no obtuvo respuesta, Erik solo lo beso, si era la última vez que probaba esos labios lo iba a aprovechar. Saboreo esos labios rojos, no quería despegarse de ellos, porque sabía que no volvería a tenerlos sobre los suyos, el beso se sintió agrio y triste y Charles se percató de eso—. ¿Erik?
—Hay algo que tienes que saber antes de que nos casemos.
—Erik, me estas asustando—ignoro el tono de preocupación de Charles y continuó hablando, si se detenía se callaría para siempre.
—Hace años, antes de que te fueras a Oxford, la última noche que nos vimos, te pedí que me abrazaras—Charles recordó ese día, Erik se veía tan nervioso, creyó que era porque Charles se iba, al parecer estaba equivocado—. Esa noche, Sebastian Shaw me hizo comenzar a apagarle todo lo que me había dado, esa noche el Erik que tu conocías empezó a morir para darle paso a Magneto.
—No, estas mintiendo, ¿Por qué me estás diciendo esto? —Charles se negaba a creer lo que estaba escuchando, pues tan solo la mención de Magneto hizo que Charles se le enfriara el cuerpo y le provocara nauseas. El misterioso mafioso que nadie le había visto la cara y quien lo hacía no salía con vida. Ese tipo fue el que le arrebató la vida a su hermana, ese criminal era la única persona que Charles le hizo despertar un sentimiento de odio que jamás pensó tener y añorar la venganza.
—Se suponía que nunca deberías de saberlo, todo estaba planeado, nos íbamos a casar, a irnos lejos y empezar una nueva vida, pero todo se complicó—Erik ya no podía mirar a Charles, pero tenía que terminar de hablar—. Le gente que he matado, la mayoría era una basura la cual solo merecía la muerte.
—Erik, tu mataste a mi hermana, mastate a Raven—por fin la rabia, el odio se estaba haciendo presente en Charles, ya no solo era el dolor—. Estuviste conmigo en el funeral, me abrazaste, me consultaste, eso es…es asqueroso.
—Sabia el dolor que iba a causarte, pero no podía permitir que me atraparan, era ella o yo.
—Ojalá hubieras sido tu—en ese instante Erik también hubiera preferido estar muerto—. Dices que me amas.
—Lo hago, no lo dudes.
—Entonces entrégate, entrégate por ese amor que dices tenerme, hazlo por mi—Erik empezó a negar rápidamente—. Acaba de una vez con Magneto.
—Él único que puede terminar con Magneto eres tú, Charles. No me abandones, te quiero a mi lado. Estoy dispuesto a pasar lo que resto de mi vida en la cárcel, pero contigo como mi esposo—era egoísta y no lo merecía, pero era lo único que deseaba, lo ultimó que pedía era que Charles no lo dejara.
Charles agacho la mirada y metió la mano en los bolsillos de su traje, buscando su teléfono.
—¿Qué haces? —pregunto Erik.
—Te tendré consideración, voy a llamar a la policía—Erik dio un par de pasos rápidas y le quito el teléfono a Charles estrellándolo contra la pared, Charles dejo de reconocer a Erik y vio al verdadero hombre que estaba detrás. Magneto no era ya solo el alias de Erik, se trataba de su verdadera identidad, Erik ya no existía más.
Erik se vio de reojo en el espejo en la habitación y ya no supo de quien era el reflejo. Con el corazón destrozado, salió de la mansión Xavier, encontrando a Sebastian esperándolo.
—Mi muchacho, sabía que regresarías a mí, esta es la vida que te queda Erik. No te has dado cuenta de que la primera víctima de Magneto siempre has sido tu—Shaw tenía razón, el día que disparo su primera bala, no fue a nadie más que a sí mismo. Lo único que le quedaba de esa antigua vida era a Charles, pero ya lo había perdido para siempre, así que a partir de ahora el único que existiría en la tierra seria Magneto, después de todo ya estaba muerto en vida.
Mientras Erik huía, Charles había gritado, destrozado cada cosa que se encontraba en su camino, los arreglos, las flores, los regalos. Hank se había acercado preocupado a saber lo que sucedía, pero solo recibió un grito de Charles diciendo que la boda se cancelaba.
Estaba desolado, la persona que más amaba también era la persona que más odiada en el mundo, se sentía un imbécil al no descubrirlo el mismo. Estuvo cegado, entendió que el amor nunca lo trataría bien.
En solo pensar que las mismas manos que le recorrían el cuerpo mientras le hacia el amor, eran las mismas que le habían arrebatado la vida a su hermana, le provocaba querer arrancarse la piel.
Debería hablarle a la policía, en lugar de estar perdiendo el tiempo lamentándose, fue a su estudio, pues su teléfono había sido destrozado, al entrar encontró un regalo, se le hizo extraño pues no estaba en la mesa de regalos, tal vez era de Erik. No deseaba abrirlo, pero era demasiado masoquista para seguir asiéndose daño.
Abrió la pequeña caja con cuidado, su contenido lo hizo jadear, vio detenidamente adentro y luego tomo la nota que lo acompañaba.
“Este es mi regalo de bodas, solo tiene un tiro. SS”
En sus manos yacía la decisión de acabar con un criminal y terminar de destrozarse el corazón.
Esa tarde de bodas, culminaría con el sonido de un disparo.
-
Basado "En lo que la vida me robo" en la escena donde Adolfo confiesa que es el Alacrán así que si ya vieron le telenovela saben como termina esto jsjsjsjs si, su servidora ve telenovelas y esa ya la vi dos veces.
Bueno, el por qué apenas estoy subiendo esto, es una historia muuuuy larga, pero da igual, no me podía quedar fuera de esto, espero y alguien lo lea y sea de su agrado
2 notes · View notes
cyberren17 · 2 years
Text
Describiendo a los signos basado en mi experiencia conociendolos 😉
Tumblr media
- Aries
● Super buenos eligiendo lugares para comer
● A la mayoria les encantan los perros
● Buena energía
● Buen físico, ya que la mayoría siempre esta en constante movimiento
- Tauro
☆ Les gustan las cosas lindas
☆ Tranquilos pero conversan bastante
☆ Físico atractivo
☆ Bastante masculinos si son hombre o femeninas si son mujeres, pero siempre con rasgos atractivos
☆ Les importa mucho su apariencia
☆ Siempre les gusta alguien
- Geminis
● Se aburren super super rápido
● Siempre estan adelantados a algo, por ejemplo si tu le cuentas sobre algo que recien descubriste, ellos probablemente ya lo deacubrieron hace tiempo
● Hacen muchas cosas a la vez, pero casi nadie sabe que tienen un viva tan activa
● Casi nunca hacen ejercicio (me refiero al gymnasio) pero si suelen aprender cosas como baile, ballet o gymnasia
● Saben toda información porque se comunican con muchas personas a la vez
- cancer
☆ Excelente sentido de la moda, las personas cancer por lo general siempre se saben vestir bien en mi opinión
☆ Siempre estan saliendo o en una relación con alguien y si estan solteros por lo general quieren encontrar pareja
☆ Muy artísticos, tienen siempre un talento para el arte de manera natural ya que saben como expresarlo
☆ Bastante sentimentales pero sienten que muchas personas no entienden este rasgo de ellos
- Leo
● Tienen un físico de los dioses, siempre su imagen se ve limpia y brillante
● Aunque no lo crean tienen hobbies algo nerds ya sea leer o escribir o estan en modas alternativas
● Hablan de cosas MUY cotidianas por lo que a veces aburre un poco escucharlos, pero en sí como persona son bastantes entretenidos y distintos
● No les gusta usar las mismas cosas que a los demás, cuidan bastante su estilo.
● Muy buenos en lo académico. Se les hace fácil varias materias y por lo general sus notas van bien
- Virgo
☆ Realmente los virgos son talentosos, asi ellos hagan algo en lo que no se consideran buenos, lo hacen muy bien
☆ Aunque no lo crean son muy chistosos
☆ Nerds. Lo siento pero en el fondo, así sean muy extrovertidos o muy populares, siempre sus gustos tienden a cosas super nerds o freekys (No lo digo en mala manera, solo estoy resaltandolo, a mi los virgos me agradan :))
☆ Son callados pero aun así populares
☆ Realmente les gustan las cosas limpias y ordenadas, siempre estan pendiente de su imagen.
☆ MUY observadores, sus cerebros captan muy rápido cosas sobre las demás personas y por medio de esa información pueden analizar a los demás o tomar desiciones lógicas.
- libra
No he conocido a casi ningun libra, pero puedo decir que son bastante sociales y movedizos, bastante listos tambien. Captan rápido cualquier cosa, son mentales.
- escorpio
☆ Llaman la atención, ya que su aura es bastante interesante o intrigante
☆ No suelen ser muy expresivos con personas que no conocen pero su estilo da esa vibra de que son cool
☆ No les gustan los actos de maldad o desprecio hacía los demás, aunque a veces ellos consciente o inconscientemente pueden lastimar muy rápido a las personas
☆ Se llevan bien con los niños y animales pero no tanto con el resto de personas
☆ Se averguenzan super rápido si les dices algo lindo o vergonzoso en frente de otras personas
- sagitario
● Les gustan los videojuegos
● Muy buenos para hacer cosas artísticas ya sea cantar, bailar, componer o estar en los medios
● Proporciones corporales muy buenas
● Les gustan los animales
● MUY chistosos, demasiado, aunque a veces su sentido del humor puede ser demasiado brutal y deben controlarse un poco
● Les gusta vestir simple bastante chill
● Les gusta hacer bastante actividades, ya sea quedarse en su casa leyendo o salir a comer o visitar las casas de sus amigos
- capricornio
☆ El signo con mejor estructura de huesos, por lo tanto su apariencia aunque no lo parezca es bastante limpia, fuerte y algo simétrica
☆ Las mujeres por lo general son bajitas, los hombres altos o altura normal
☆ Siempre tienen un hobby algo freeky o nerd
☆ Muy buenos escogiendo ropa que le queden bien a otras personas
☆ Trabajan mucho ya sea en sus estudios, o en su trabajo, terminan porque terminan lo que tengan que hacer, aunque implique esforzarse y trabajar muy duro.
☆ Si les agradas te van a regalar muchas cosas
- acuario
● Bastante centrados en lo que quieren aprender (ya sea si quieren sacar buenas notas, o aprender algo) y tienen mucha inteligencia y capacidad para lograrlo.
● Su estilo de vestir, de cabello o maquillarse es muy de ellos, siempre tienen algo original sobre la manera en que quieren verse
● Muy buenos dando soluciones, si hablas con ellos sobre algún problema que tienes, ellos siempre querran darte una salida, te van a relajar un poco de la preocupación que tienes
● Su forma de hablar es bastante pensante y se fijan en cosas sobre tí que tu no te das cuenta
- Piscis
☆ Su forma de actuar es bastante divertida
☆ Don natural para percibir o predecir cosas, tienen mucha intuición
☆ Tienen mucho carisma
☆ A veces son algo perezosos
☆ Son bastantes maduros en cuanto a relacionarse con las demás personas y ser ellos mismo. Bastante humildes
☆ Tienen una suerte natural para hacer las cosas que les gusta en su vida, pero a menudo sacrifican su felicidad por otras personas que ellos quieren y consideran que lo merecen.
3 notes · View notes
meiwindrunner · 1 year
Text
Capítulo 2. Observación
Con algo de reacción restante, sintió pasos acercándose a la habitación. Rápidamente saltó en su colchón llegando a su closet, escondiéndose justo antes de que la puerta se abriera.
- El grito vino de aquí… - Constantino abrió la puerta de golpe, Trevor iba tras él, ambos inspeccionando la habitación con la mirada.
- Aquí no hay nada, es mejor que nos larguemos. No queremos molestar a Jimmy y terminar en el basurero. – El moreno se fue, dejando al pelinegro. Este miró detrás de sí, asustado al ver que Pete se acercaba a la habitación, corrió a la salida.
El castaño traía una manzana, un sándwich y otra Beam Soda de la máquina expendedora.
- ¿Jimmy? – El castaño puso las cosas sobre la mesita de noche, algo triste al notar que Jimmy no estaba en cama.
Por un momento, el pelirrojo pensó en salir del armario y pedir la ayuda de su amigo, pero un temor e instinto de supervivencia lo mantuvieron en el closet con las manos tapando su boca.
Kowalski fue al escritorio de Jimmy, rebuscó un lápiz y una hoja para dejarle una nota y marcharse con la cabeza baja.
Afortunadamente su amigo si conocía la definición de privacidad cerrando la puerta, por lo que Jimmy pudo salir silenciosamente pero en calma. A pesar de ello, fue de puntillas a cerrar la puerta con seguro y las persianas.
Una vez lejos de ojos curiosos, Jimmy se quitó los pantalones, luego su camisa y chaleco de la escuela. Con la puerta del armario abierta, se observó de cuerpo completo. Era simplemente impactante. Sus labios de por si carnosos lucían más rojizos de lo normal, sus ojos estaban levemente más abiertos, por lo que su tono marrón era visible. Sus pecas resaltaban juguetonamente en su rostro, claramente más fino como notó al tacto hace unos momentos. Su cabello largo hasta sus costillas, pelirrojo cobrizo… justo como era antes de raparlo por el incidente en su séptima escuela. Bajó la vista, sus senos…
Dios, nunca había visto unos reales antes. Solo en las revistas que encontró en la guarida Nerd debajo de la tienda de comics. Inconscientemente mordió su labio inferior y sus manos se acercaban lentamente. Cuando los tocó, tomó el peso y la textura. Eran blandos pero con cierta carga. Sus pezones lucían simplemente perfectos a sus ojos. Una mano se quedó arriba mientras la otra bajaba por su cintura. Estaba definida, a pesar de que su cuerpo seguía siendo, ciertamente, voluminoso. Aún sin despegar la mirada, bajó lentamente su ropa interior. Tenía una… una vulva. Su vello púbico la cubría pero sus dedos tocaron con cuidado. Apretó los labios con fuerza, la sensación de verla reflejada y tocarla producía escalofríos en su espalda. La soltó y volteó lentamente de perfil. ¿Ese era… su trasero? Redondo, con pecas y pequeñas estrías al costado.
Wow… esto era simplemente increíble.
Tomando una respiración en verdad profunda, alejó la vista de espejo y se vio por sí mismo. Lágrimas de impotencia y extraña sensibilidad se deslizaban por sus mejillas. Se sentó sobre sus talones, un leve sollozo salió sin poder controlarse. ¿Por qué estaba pasando esto? ¿Por qué demonios no despertaba?
La campana de la clase de las 9 lo sacó de sus pensamientos. Era su oportunidad para salir de la academia… pero ¿Cómo?
Secando sus mejillas con el dorso de sus manos, se levantó y tomó unas prendas del armario.
-.-.-.-.-.-.-.-.-
5 Minutos después, Jimmy abrió la puerta y miró en todas direcciones. Al no encontrar a nadie, estaba por irse hasta que recordó que mejor debía llevar algo de arsenal por si acaso. Se devolvió rápidamente en búsqueda de una mochila olvidada, después de unos cuantos movimientos y medidas, guardo polvos pica – pica, bombas apestosas y petardos que fabricó con su juego de química. Tomó su Skate que reposaba junto al escritorio, lo recogió y al levantar la vista notó la nota que Pete había dejado.
“Jimmy, vine a verte pero no estabas en cama. Espero que te encuentres mejor. Te preparé algo de comer, hoy tengo ensayo con la banda así que vendré a verte a las 7. Pete”
Una sonrisa tierna y un pensamiento llegaron. Jimmy no era alguien que “Comparte”, pero esta vez…Tenía que dejarle una nota a su amigo.
En el mismo papel escribió una respuesta, además de una hora y un lugar. Con la seguridad de que Pete aparecería en su habitación como dijo, tomó el Sandwish y la Beam Cola que le dejó en la mesita de noche guardándolos en la mochila, puso la hoja en su lugar y se marchó.
Gracias a dios la chaqueta de los deportistas era muy ancha, su cabello estaba oculto bajo el Jockey azul con el logo de Bullworth, el pantalón de Gimnasia y sus zapatillas de Skate Negras (las blancas clásicas le quedaban muy sueltas) disimulaban su figura, al menos lo suficiente para salir de la academia sin mayores percances.
Después de pasar rápidamente tras un Prefecto, corrió a la salida y subió a su Skate. Al principio a pesar de lo confiado que se sintió por impulso, le contó estar en equilibrio. Claro, este cuerpo es nuevo y ciertamente tiene diferentes ejes de gravedad, por decirlo así. Sin embargo, estamos hablando de Jimmy Hopkins. Después de dos vergonzosas caídas, por fin pudo encontrar el balance y volver a la normalidad. Sin tardanza, dio unas vueltas por Old Bullworth Vale, pensando en un lugar público se dirigió al parque. Se sentó en una banca y comió su desayuno, necesitaba energía y un descanso con un aire diferente para pensar… ¿En verdad podría quedarse en ese lugar?
Hizo un repaso nuevamente por las guaridas con pros y contras.
Su preferido era la guarida de Duncan, en Blue Skies. Sin embargo, a pesar de que no pasen muchas personas alrededor, estaba a la vuelta de la casa de Zoe. NOP
Luego estaba la guarida de los Nerds. NI HABLAR. Claramente ese lugar nunca estaba vacío.
La guarida de los Greasers, Hermosa y discreta, pero no quería arriesgarse en su actual condición por los vagabundos que estaban allí.
La guarida de los Jocks no estaba en la lista porque estaba en la Academia, justo donde no quería ni podía estar.
Eso solo deja a la única opción que consideró al principio… la casa en la playa, el faro.
Discreto, alejado de los demás… si, hay Preps, pero por lo general estaban en la playa y sin intenciones de entrar a la guarida que pertenecía a Jimmy.
Sip, fue la mejor y única opción que tenía.
-.-.-.-.-.-.-.-
Las horas fueron pasando, Jimmy estaba sentado en el muelle viendo lentamente como el sol se ocultaba en el horizonte, se sentía nervioso, que pasará cuando le hable ¿Siquiera podrá creerle?
Se hicieron las 7: 24, unos pasos lentos hicieron rechinar la madera detrás de él. El joven castaño golpeó la puerta del faro, sin embargo la respuesta llegó detrás de él.
- Pete, estoy aquí.
Kowalski volteó lentamente, su gesto de preocupación, cambió por uno más suave, gentil.
- Oh hola… Estoy buscando a Jimmy. ¿Acaso… te dejó un recado? ¿Cómo sabes mí nombre?
Jimmy se puso nervioso, con esa respuesta no supo cómo reaccionar a continuación, quería darle un puñetazo en la cara por ser tan estúpido, pero no podía culparlo. Si la situación fuera al revés, no se le pasaría jamás por la cabeza que una chica que nunca ha visto podría ser en realidad su amigo.
- ¿Te importaría… acompañarme adentro?
El pelirrojo avanzó lentamente, Pete esperó que abriera la puerta y entrara antes de seguirle. Al cerrarse la puerta, Jimmy tomó su mano y lo guio al sillón que estaba junto al colchón. Una vez Pete se hallaba claramente sentado y confundido, Jimmy inhalo profundamente y posó sus manos en sus hombros, levantó su rostro, aunque gran parte de este no era visible por el Jockey deportivo.
- Escucha, necesito que mantengas la calma ¿De acuerdo? Lo que voy a decirte es… extraño, grave y muy complicado.
- ¿Q-que quieres decir? ¿Le pasó algo malo a Jimmy? ¿Q-quién eres y que paso con Jimmy? – El castaño quería zafarse del agarre, pero el pelirrojo finalmente alzó la voz.
- PETE YO SOY JIMMY.
Un silencio de 5 segundos se asentó entre ellos, hasta que fue cortado por una suave risa nerviosa.
- Ja… jaja jajaja si, muy graciosa. Por favor, solo dime donde esta Jimmy, en verdad debo irme y no tengo tiempo para esto.
Con ansiedad y temor, rápidamente Jimmy se enderezó y desabrochó la chaqueta.
- Wowow, s-señorita espera…
La chaqueta cayó al piso junto con el Jockey, fue entonces que por fin, Pete pudo ver su rostro por completo.
- Por favor… por favor dime que puedes reconocerme… - La cara congelada de su amigo no hizo mas que empeorar su situación.
- Qué…
- Pete, mírame a los ojos. – Jimmy cayó de rodillas, tomó las manos de Pete, su respiración era irregular.
El castaño no tardó mucho en confirmarlo. Esos ojos marrones, esas pecas… esa persona frente a él…
- No puede ser… Jimmy… - Las manos de Pete fueron apretadas gradualmente.
- Haa… Gracias… oh diablos… pensé que nunca me creerías… que tu me… - No pudo continuar, su cara cayó entre las manos de ambos. Un largo suspiro de alivio escapó de sus labios.
- ¿Cómo ocurrió esto?
- No lo sé, esta mañana al despertar… Mi cuerpo era el de una chica.
- … ¿Por completo?
- Si Pete… ¿No ves esto? – Jimmy posó sus manos sobre sus senos, los pezones se notaban a través de la polera gris. El pobre chico aparto la mirada sumamente avergonzado.
- Wow ok ya. Entendí perfectamente… ¿Qué harás ahora?
- No estoy seguro Pete. Necesito saber cómo paso esto… o quién me hizo esto.
- ¿De qué hablas?
- Hoy en la tarde intenté recordar que pasó ayer… estábamos con Russell en el gimnasio, creo que Johnny también estuvo ahí… también recuerdo… recuerdo… rojo… humo rojo en todas partes…
- ¿Crees que alguien en el gimnasio te hizo esto?.
- Es la única pista que tengo, digo, no te conviertes en alguien del género opuesto de un día para otro ¿no?
Una larga pausa se formó, sobre pensando las cosas, solo una persona venía a la mente de Pete.
- ¿Puede ser que… él podría-?
- Pete, Gary fue llevado a Happy Volt hace más de un mes. Por lo que dijo Crabblesnitch no saldrá hasta dentro de 2 años más cuando menos.
- Es la única persona que tiene motivos para hacerte miserable.
- Es cierto, pero no era solo yo. Russell y Johnny también estaban allí… Creo que Derby también estaba allí… o tal vez no, no me hagas caso, no puedo recordarlo bien.
- Pero solo tú terminaste de esta manera.
- Eso no lo sabemos aún… ¿Viste a alguno de ellos hoy?
- Yo… no me di cuenta, estuve todo el día preguntándome si estabas bien.
El pelirrojo le sonrío cálidamente, Pete se acaloró y siguió pensando.
- Puedo traerte noticias, mañana a primera hora espero.
Jimmy se cruzó de brazos mientras le miraba dramáticamente.
- Vaya vaya, esto es nuevo… Pete Kowalski, el que ahora es jefe de monitores ¿Saltándose las clases? Dios, definitivamente estoy soñando.
- No exageres, si es por un amigo no me molesta. – Bajó la mirada sintiendo un incómodo calor en su rostro. – Lo que me preocupa actualmente es… Que debes volver a la academia, no puedes quedarte aquí para siempre, sin mencionar que Crabblesnitch debe anunciar que Jimmy Hopkins se esfumó de la academia sin explicación.
- … Carajo. – El pelirrojo caminaba en pequeños círculos, tomó un mechón de cabello, jugueteando con él mientras pensaba en alguna solución. Desgraciadamente no era un pensador ágil.
- Tengo una idea… pero no sé si te gustará.
- Pruébame.
El escuálido castaño hizo un gesto con la mano para que Jimmy se sentara, posó sus manos en las rodillas y analizó con cuidado.
- Necesitamos 2 papeles falsificados y un adulto que podamos sobornar…
- ¿Qué? No entiendo y suena complicado ¿Para qué necesitamos esas cosas?
- El primer papel es una “Carta de tu madre”, se la entregamos a Crabblesnitch antes de que reporte que despareciste, eso solo te metería en problemas con la policía buscándote por todo Bullworth además que tu madre podría asesinarte por algo que no hiciste.
- Hmm, Buen punto.
- Con esta carta podemos explicar que tu madre vino por ti pero no alcanzó a notificarlo en persona por un viaje programado.
- Suena convincente… y muy probable. Bien, ¿Para qué el segundo papel y el adulto sobornable?
Pete tomó una respiración profunda, le miró a los ojos con gran dificultad.
- Bien… el segundo papel… es para tu inscripción… como prima de Jimmy…
- …
- …
- … ¿QUÉ CARAJOS PETE?
- LO SÉ LO SÉ, SUENA A LOCURA… pero necesitas acceder a la academia para atrapar al culpable de esto.
Jimmy lo estaba meditando, por comodidad prefería alejarse de todos y quedarse vagando por el resto de Bullworth. No lo admitiría, pero a pesar de estar impresionado con su nuevo cuerpo… se sentía sumamente avergonzado que otras personas le miraran, en especial cualquiera dentro de la academia. Confiar en Pete era necesario y de cierto modo, cómodo. Pero en su estado actual estaba sintiendo cosas que no pensó sentir. Se sentía cohibido, temeroso, más sensible y expresivo de lo que jamás había sido. Siempre fue alguien serio, determinado y sumamente capaz de lograr cualquier cosa que se necesitara. Formación adquiridas por una madre ausente y 7 escuelas distintas. Su pensamiento incrédulo y vacío le decía que esperara a que “esto” se desvaneciera solo con el paso de los días… Pero su cabeza le gritaba que las cosas se mantienen totalmente igual si no hay movimiento, necesitaba atacar el problema en persona, tal como lo ha hecho todos estos años. Si la solución no llegaba a Jimmy, él iría hacía ella y le partiría toda su madre en el proceso.
- Tienes razón… y cómo odio que tengas razón con esto Pete.
- Lo siento mucho. – Pete le miraba con empatía. Jimmy la verdad no podía imaginarse el grado de dolor y humillación que Pete vivió en Bullworth antes de su llegada, en comparación su vergüenza no era nada.
- Bien, lo haremos. Pero antes de que te vayas, acompáñame a dar una vuelta. – Jimmy se puso de pie, extendiendo su mano a Pete, bastante simbólico y profundo. Aunque completamente diferente al pasado. El toque esta vez era suave, firme pero gentil… generó chispas descontroladas en el corazón de Kowalski.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Hopkins, Northtop, Harrinton, Vincent, Jones y Thompson no aparecieron por la academia. Las chicas con claro rostro de preocupación miraban a ese desquiciado reír sin control.
- Les dije que el plan saldría a la perfección.
- ¿Dónde están los chicos? ¿Ellos están bien? – Beatrice habló rápidamente, no recibió ninguna replica o signos de que su pregunta fue tonta… al parecer todas se preguntaban en qué lío se habían metido realmente.
- Paciencia chicas… probablemente mañana recibirán las primeras señales… Haaa que poético. Por supuesto que el Karma termina haciendo su trabajo, pero en lo que llega… te llena de satisfacción encargarte personalmente del problema.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Pete y Jimmy paseaban por la orilla de la playa, miraban las olas bajo las lejanas luces de la feria de Billy Crane, pararon un segundo mientras observaban el horizonte.
- ¿Has pensado en algún nombre?
Luego de un suspiro, Jimmy miró hacia el cielo recordando un viejo acontecimiento…
- … Jamie… me gusta Jamie.
Pete se volteó y con una tímida sonrisa extendió su mano con firmeza, justo como la primera vez que se conocieron.
- Debes ser la chica nueva, hola. Soy Pete, Pete Kowalski.
Jimmy se río ante aquel torcido deja vu, esta vez sí correspondió al saludo.
- Jamie Hopkins.
1 note · View note
xblackkurox · 3 years
Text
Mr.Jung {Capítulo 6}
Abrió los ojos desorientada, notando demasiado espacio a su alrededor como para que fuese su cama.
La cama se sentía cómoda y cálida a pesar de que estaba desnuda, al darse cuenta de ese último detalle se sorprendió y se sentó apoyándose en sus brazos. La vista se acostumbró a la oscuridad y con ayuda de las luces de la calle que entraban por la ventana pudo distinguir la habitación, todos los recuerdos de hacía unas horas viniendo frescos a su mente.
Se pasó las manos por la cara dando un largo suspiro. Se había quedado dormida después de tirarse a YoonOh, en su cama, que vergüenza.
Vio su móvil parpadear en la mesita de noche, se alargó para leer el mensaje.
Tienes un nuevo mensaje de Profesor Jung
Tengo que cambiarle el nombre, pensó.
Si cuando despiertas no estoy espérame, yo te llevaré a casa.
18:46
Eran casi las ocho ahora y escuchaba ruidos en la sala, él ya debía estar de vuelta.
Se desperezó y vistió con su ropa para salir al pasillo. Nada más acercarse a la sala, vacía, pudo oler a comida. Se dirigió a la cocina, allí encontró a YoonOh apoyado en la encimera mirando el móvil, una olla hervía detrás suyo.
Llevaba una camiseta básica blanca y un pantalón de chándal gris. Levantó la vista hacia ella.
-Buenas tardes. ¿Has dormido bien?
Asintió tímida.
-Lo siento, realmente no pretendía dormirme.- La miró inmutable.
-No pasa nada, es normal que estuvieses agotada.- Se sonrojó.- Estoy haciendo cena, después de comer te llevaré a tu casa ¿Si?
Asintió mientras se sentaba en el taburete que había ocupado aquella misma tarde y le observó acabar la cena.
Sería mentir si Marie dijese que no había disfrutado la comida, hacia tiempo que no comía en abundancia, y aunque tuvo que controlarse para no parecer una muerta de hambre, YoonOh pareció sentirse alagado de que le hubiese gustado tanto lo que él había cocinado.
Después de la cena la llevó a casa, ya fuera del edificio Marie suspiró sabiendo que le esperaba otra noche en vela, porque además ya había dormido unas horas en casa de YoonOh, ni si quiera tendría sueño.
Se despidió con una leve sonrisa a la que él respondió con un movimiento de cabeza, serio como siempre.
No escuchó el coche arrancar hasta que entró al portal del bloque.
Una vez en su cama recibió un mensaje de Johnny.
[ Chat con Johnathan Oppa ]
¿Te duele mucho el culo?
23:12
A mí no me dan por el culo Johnny, no soy tú.
Yo doy cielo, no te confundas.
Bueno que, explícame qué tal ha ido con el profesor Jung.
YoonOh folla bien.
23:13
¿Quién?
El profesor Jung.
Ah...
Oh! Te lo has follado?
23:15
Era predecible.
Totalmente.
Déjame preocuparme por un momento.
¿Te ha tratado bien? ¿No te ha forzado verdad?
23:20
Marie contéstame porque como empiece a suponer cosas yo solo...
23:30
Alomejor espero mañana a Jung en la salida, solo comento.
23:35
Srry, me estaba dando una ducha. No esperes a nadie mañana, señor lo arreglo todo a puñetazos.
Él ha sido definitivamente bueno.
No me ha forzado, yo quería hacer todo lo que hemos echo.
23:45
Además me ha dejado dormir en su cama.
Y me ha echo cena. Muy buena, por cierto.
Eso está bien.
Mañana me cuentas en detalle, me estoy muriendo de sueño.
Hasta mañana bonita.
23:48
Hey no.
Estoy aburrida y no puedo dormir.
Habla un rato más conmigo porfi...
23:49
John Seo hazme caso que se supone que me tienes mimada.
23:53
JOHNNY
23:56
J
O
H
N
N
Y
S
E
O
00:04
Te odio :(
00:15
[ Chat con Profesor Jung ] 
¿Despierta aún?
00:15
Tú también.
Estoy adelantando trabajo, he estado algo ocupado está tarde.
00:16
Um, ya veo.
Gracias por esta tarde.
Por dejarme dormir en tu cama y la cena, quiero decir.
00:17
No creo que debas dar las gracias por eso.
De echo yo debería dártelas a ti.
00:18
¿Por dormirme en tu cama?
No Marie, por lo otro.
¿Lo otro?
00:20
Enserio me harás decirlo.
Por el sexo.
Ah, eso otro.
00:21
Tampoco creo que debas darme las gracias. No lo he echo por usted.
Osea sí.
Pero ha resultado gustándome.
No es como si no quisiese antes de hacerlo.
Tampoco como si lo hubiese estado anticipando mucho o algo.
00:26
Joder.
Quiero decir que he estado bien con ello.
¿Tan difícil es decir que también querías hacerlo conmigo?
00:28
Eso parece.
Pero sí, quería decir eso.
Espero que ese sentimiento perdure porque tengo pensado meterte en mi cama a menudo.
Después de esta tarde no creo que puede controlarme mucho a tu alrededor.
00:30
No te has estado controlando en absoluto desde el principio.
Créeme, si lo he echo.
¿Tanto te he gustado?
Te vuelves valiente si no me tienes delante ¿Eh?
Pero sí.
Aunque sé que ha estado igual para ti.
¿Cuando he dicho yo eso?
00:31
No lo has dicho explícitamente, pero tus reacciones a cuando te tocaba me lo han dejado bastante claro.
00:32
Mi cuerpo simplemente reacciona.
Eres molestamente arrogante.
Y tú molestamente cabezota.
¿No puedes simplemente admitir que me deseas tanto como yo a ti?
No creo que sea el caso.
00:35
La conversación se alargó un buen rato hasta que YoonOh dejó de contestar.
Al día siguiente la arrastró hasta su despacho. Y así pasaron las primeras semanas, escapadas fugaces en la universidad y tardes enteras de pura lujuria.
YoonOh a pesar de ser serio y frío en persona e infantil cuando hablaban por teléfono, se transformaba en alguien cuidadoso y delicado cuando tenían relaciones sexuales.
A Marie le agradaba aquel tipo de sexo, y YoonOh siempre sabía cómo darle el placer que necesitaba. Pero aquellos actos lentos y torturosos habían empezado a despertar un hambre en Marie, hambre de algo más salvaje y duro.
En algun momento había tratado de acelerar las cosas. Pero cuando aquello pasaba el cuerpo de su amante, siempre encima del suyo propio, se tensaba y la apaciguaba con dulces caricias que la hacían estremecer y su mente volvía a estar en blanco.
Observó que las únicas veces que él no se restringía era cuando ella le daba sexo oral, era por eso que amaba  hacérselo. Pero no era suficiente para que la frustración naciese cada vez que acababan. 
Si no se dormía ellos simplemente se movían al comedor o cocina y charlaban un poco antes de que él la llevase a casa, pero Marie se quedaba con ganas de más, tanto era así que empezaba a hacerse insoportable.
Es por eso que decidió desprenderse de su timidez por una vez y puso en marcha un pequeño plan.
YoonOh se estaba alineando en ella cuando puso una mano en su pecho, se detuvo.
-Espera.- Murmuró fuera de respiración. Siguió empujándole hasta que estuvo fuera de su espacio personal. Luego se incorporó en la cama.
-¿Pasa algo?
Marie no contestó, se subió al regazo de YoonOh y tomando su boca, roja como un tomate forzando una falsa valentía, se autopenetró.
Un gruñido vibró bajo sus labios. Cuando sus muslos tocaron la cadera de él en un ruido carnoso, se dió cuenta de que realmente nunca lo había tenido totalmente dentro, y sintiéndolo en su plena longitud tiró la cabeza atrás y gimió grave.
Cuando volvió la cabeza pudo ver como él la miraba, sus ojos deseosos pero con un destello de preocupación.
Empezó a moverse encima de él apoyándose en sus hombros. YoonOh seguía sorprendido mirando las acciones de la chica encima suyo totalmente quieto, en tensión, cómo si ella fuese a hacerse daño de aquella manera.
-Deja de mirarme como si me fuera a romper.- Susurró casi cabreada, se acercó a su oreja y esta vez susurró.- Fóllame duro.
Aquello fue todo para YoonOh. Buscó su boca desesperadamente y la besó con pasión. Abrazó su cintura con fuerza y ayudó en los movimientos de Marie que empezaban a cambiar de ritmo y en vez de ser de arriba a bajo eran circulares, como si le estuviese bailando encima.
Solía ver a aquella chica como un ángel de tez blanca y frágil, pero en aquel momento parecía un demonio con sus peores intenciones, aún así lo estaba enviando al mismísimo cielo.
Marie se sentía poderosa viendo caer la máscara de YoonOh por su culpa, se habían girado las tornas y era hora de que el temblase debajo de ella y no viceversa.
Se despegó del cuerpo pegajoso y caliente de la chica y con sus manos ahora apoyadas en el colchón empezó a subir su cadera hacia arriba aumentando la velocidad considerablemente, haciéndola aullar de placer. Marie sin saber que hacer con sus brazos acabo por agarrarse sus propios hombros, sintiéndose así menos expuesta al taparse un poco.
La escena se hizo la más erótica a los ojos del moreno. Le estaba montando sin ningún pudor, con los ojos cerrados y el pelo rebotando a su alrededor.
-Pareces una diosa.- Admitió él. El estómago de Marie dió un vuelco. Haciendo gestos con sus manos reclamo la cercanía del otro. Él subió para agarrarla y volver a bajar con ella en brazos. Ambos estirados en la cama de nuevo.
Por un momento sólo se escuchó el sucio sonido húmedo del sexo y los gemidos llorosos de la chica.
Él por fin estaba haciendo lo que había buscado, la estaba follando duro.
Y joder si se sentía bien.
Tanto que en no mucho tiempo más se corrió ella antes por primera vez y sin ningún tipo de estimulación extra.
Las contracciones en las paredes internas de la chica le hicieron sentir la estrechez y con unas pocas embestidas más llegó al clímax también.
Salió de ella, pero aquello no significó separarse un solo centímetro, la mantuvo acurrucada encima de él acariciando su espalda y calmándola después del orgasmo.
Marie por su lado no sé negó, se dejó mimar por el mayor e inspiró su aroma, sintiéndose bien, muy bien.
Las caricias no solo no cesaron cuando dejaron de jadear, si no que pasaron a su pelo descubriendo un punto débil, haciéndola sentir adormilada al acto.
YoonOh los tapó a ambos con la colcha, y el sueño en Marie aumentó. Se acurrucó en el pecho contrario, rindiéndose poco a poco. Justo antes de caer dormida notó como picoteaba su mejilla.
-No voy a dejarte ir ahora que has vuelto a mí.
No le dió tiempo a pensar sobre lo que acababa de oír porque sus sentidos se apagaron y finalmente se durmió.
YoonOh sintió su corazón caliente por primera vez en muchos meses al escuchar los pequeños ronquidos rebotar en su cuello. Con cuidado la depositó en el colchón y la tapó hasta el cuello. Se levantó para darse una ducha.
Tumblr media
10 notes · View notes
cazamentes · 3 years
Text
Tumblr media
Sus ojos
La reunión convocaba a todos los aliados de Vongola, entre los cuales obviamente incluía a los guardianes de la décima generación y a su adorado jefe.
Allí también se encontraba Varía, Shimon y el grupo de ex Arcobalenos.
El castaño con apariencia de adolescente, pero con más de veinte años, se encontraba algo adormilado gracias a sus guardianes.
Quizás más que de costumbre en esa ocasión.
Pero allí estaba, presentable y sonriendo feliz a sus guardianes e invitados.
Porque debía comportarse como un jefe de la Mafia y no mortificar a su familia o amigos.
- ¡Bienvenidos! - Recibía con sonrisas algo cansadas y abrazos cargados de felicidad, porque el poco descanso en su sistema no podía lograr quitarle el que estará contento por ver de nuevo a quienes eran parte de su gran y extraña familia.
#$&¤&$#
Más luego del desayuno, el cual todos tuvieron que comer ya que los que vivían en la mansión aún no habían tenido el debido tiempo.
Pudieron llevar a cabo la reunión por la que todos se encontraban ese día en el mismo sitio.
Algo que sólo significaba desgracia y mucho papeleo para los jefes o jefe, y generalmente dueño de la mansión.
Tsuna encabezaba la mesa mientras observaba a los guardianes de su primo, Varía y a los suyos, pelear e insultarse verbalmente entre ellos y apunto de lanzarse las sillas a la cabeza.
La sala estaba llena de gritos y maldiciones y una que otra mala palabrota pero ¿Qué más podía esperar de todos ellos juntos?
¿En el mismo día?
¿En la misma sala?
La vena en su frente estaba a punto de explotar y sus dientes chirriaban de lo mucho que los apretaba.
Observaba a Xanxus con su ceño fruncido el cual le devolvió la mirada sin demoras.
Dentro de todo Enma no debía de preocuparse por sus guardianes, siquiera Dino debía de preocuparse por sus subordinados.
Sólo parecían ser Varía y Vongola.
Xanxus y él debían de tener alguna mala suerte encima para que eso sucediera en cada reunión.
- ¡YA CIERREN SUS ESTÚPIDAS BOCAS, BASURAS! - Finalmente explotó su primo, adelantándose como siempre.
- ¡VOOOOOOY!, ¡CIERRA TU LA BOCA, ESTÚPIDO JEFE! - Lo peor de todo era que si se sacan de lugar ellos, les responden de vuelta de alguna forma.
Squalo se había puesto de pie y apuntaba con su espada a Xanxus quien sacó una de sus pistolas de su chaqueta y le apuntó a la cabeza.
- Te verías mejor con un agujero en la frente, bastardo. - Arrastró entre dientes sonriendo macabro.
Todos parecían haber usado aquel acto para comenzar las demás peleas, ya fueran entre sus guardianes o con los otros.
Dentro de todo Shimon y Cavallone se mantenían al margen de todo.
Y Tsuna, bueno, él tenía sueño y nada de eso le causaba gracia.
Su humor se disparaba últimamente y no podía controlarse debidamente, por lo que terminaba explotando muy feo.
Hasta él mismo lo admitía.
Aunque en ese momento estaba en total silencio con las manos cruzadas entre sí apoyando los codos sobre la mesa y la cabeza sobre sus manos.
¿Debería de congelarlos a todos?
¿O perdonarles por esta vez?
...
Al diablo con la paciencia.
- ¡Quiero que-
Más sus palabras fueron cortadas en un segundo, mientras algo de aire se escuchaba siendo liberado y todos los presentes voltearon a ver al Cielo.
Sorprendidos y otros asustados observaron la nube de humo de color lila en el lugar donde debía de estar su Cielo.
- ¿Tsunayoshi?
Más la respuesta no llegó.
Fue en ese momento en que a algunos se le volvió la mala experiencia de la bazuca descompuesta, en la que Tsuna desaparecía y ninguna versión suya del futuro aparecía.
¿Esta no era una de ellas.. O Si?
#$&%&$#
Tsuna suspiro y espero a que sucediera lo que debía de suceder.
Una nube de humo violeta que apareció de la nada a su alrededor tenía explicación.
Había una santa explicación.
Y realmente estaba agradecido con quien le hubiera disparado la bazuca en el pasado porque sino sus guardianes lo hubieran pasado muy mal.
Cerró sus ojos con dolor al pensar que sólo serían cinco minutos, Dios como le gustaría que fueran más.
Necesitaba dormir, no se podía tolerar ni él mismo desde hacía ya unas cuantas semanas.
Estaba tan cansado.
- ¿Tsuna?
Escucho su nombre y abrió sus ojos con cansancio, sin realmente prestar atención a quién le llamaba.
¿Qué?
Por más que lo hubieran llamado por error o por alguna pregunta él estaba en todo su derecho de seguir cansado.
- ¿Qué está sucediendo..? - Terminó su pregunta apenas, porque sus ojos perdieron todo cansancio cuando no entendió lo que estaba observando.
Sus ojos se encuentra con rostros que comparten muchas similitudes con quienes forman su gran familia.
Rostros sorprendidos y desorientados le devolvía la vista.
- ¿Tsuna..? - Hasta que una voz salió de uno de ellos, quien le había llamado le robó la atención y casi podría sonarle a..
- ¿Yamamoto..? - Parecía él realmente, pero tenía la voz ligeramente diferente.
Su rostro parecía el mismo, aunque se veía diferente.
Y parece que acerté, porque su expresión cambió un poco más.
- ¿Décima?
Definitivamente le iba a dar un paro.
#$%&^&%$#
Bien, estaba bien.
Tenía sueño y estaba muy intolerable.
Seguramente se había dormido en medio de la cena.. Aunque eso seguramente fue muy descortés de su parte.
Apretó un poco su cabeza entre sus manos intentando despertarse de todo ese loquero.
Pero no lograba nada más que sentir todo el picante e incómodo silencio que mantenía con quienes, él mismo asumió, eran las versiones del sexo contrario de su familia.
¿Qué clase de cosa comió para tener un sueño así?
- Eh.. ¿Décimo..? - Levantó su mirada de entre sus manos y observó alrededor prestando toda su atención, su intuición le daba el pésame. No era un sueño.
- Tsuna, creo que te volviste hombre. - Yamamoto habló tras el.. La que yo asumí era Gokudera.
Sonreí un poco ya resignado, necesito silencio y abrazar a Kyoya.
- Eh, sí… No soy de aquí, podrán entender, soy de otro universo, no sé qué pasó con.. - Pensé en que me llamaron "Tsuna" pero eso no implicaba que necesariamente mi contraparte de este universo fuera mujer, ese apodo no me ayuda. - Su 'Tsuna'. - Hasta le sabía extraño hablar en tercera persona.
- A sí, eso explicaría bastante. - Gokudera llevo una de sus manos a su rostro y me observó fijamente un momento, casi podría decir que era muy diferente de mi Tormenta. - Pero sigue siendo adorable, no importa que versión.
No, retiro lo dicho, ¡Es igual!
Me termine avergonzado y escondiendo mi rostro entre mis manos de nuevo.
Escuche la risa despreocupada de Yamamoto mujer y muy seguido los gritos de Gokudera mujer.
Hay diablos, quiero de vuelta mi caos normal.
Una mano se posó en mi espalda y dio un par de caricias consoladores.
- Jef..e..
Levanté la vista de nuevo al escuchar una voz más profunda que las de Gokudera y Yamamoto.
- ¿Chrome..?
- Eh, sí Jefe..
Suspire sin poder evitarlo, la versión hombre de Chrome era muy apuesta.
- Te ves muy bien. - Le sonreí antes de dejar que mi cabeza caiga de lado sobre la mesa.
- Usted también se ve muy bien décimo. - Gokudera saltó de inmediato tras escucharme a lo que sólo pude sonreír, son muy similares a mis elementos pero son más tranquilos.
Una puerta se azotó no muy lejos de la mesa, hay.. Era demasiado bueno para ser verdad.
- ¡Tsunaaaaaaaa! - Levanté la vista ante la familiar energía, y me encontré con una mujer que llevaba una camisa amarillenta apretada y algo.. bastante abierta en la parte superior. Me miro extraña por un momento antes de acercarse. - Te queda bien el corte Tsuna.. Perooo.. No es tan extremo como antes.
Ah, sí, Ryohei.
- ¿¡Qué acaso no ves que no es la Décima, torpe!? - Hay no, no otra vez.
- ¿A sí? - Se me acercó demasiado para mi propio bienestar de las últimas semanas y me observó frunciendo la mirada. - Pero sigue siendo tan bonita.
Qué vergüenza, maldita sea.
- Yyyy ¿Cómo te llamas, Tsuna no Tsuna? - Ryohei sin pena continuó observandome de cerca y me pregunto sin miramientos.
- Tsunayoshi. - Respondí y observé su rostro más relajado.
- Ah, no es muy diferente de Tsunami. - A Tsuna casi le pareció cómico, casi.
- ¿Tiene hambre Décimo? - Gokudera se acercó y me sonrió encantadora, ¿Sus nombres también serán parecidos a sus versiones de mi dimensión?
- Eh, no, acabe de desayunar, gracias. - Ya no sé si quiero irme o no, ¿Prefiero que toquen mi últimamente caótico carácter o que me averguiencen con cualquier pequeño comentario?
- ¿De casualidad la bazuca está funcionando mal? - Chrome llamó mi atención nuevamente por lo que volví a observarlo.
- Si soy sincero, - Suspire ante los cuatro pares de ojos que ahora me observaban un poco más interesados, ¿Querían que me fuera? - No creo que haya sido la bazuca.
La puerta de antes pareció cerrarse porque ahora volvía con el gran ruido a abrirse.
Por Dios ¿Qué sucede con las entradas dramáticas?
- ¡Tsuna - Neeeeee!
Esa persona era definitivamente un Lambo mujer, vestida con una poco indiscreta camisa de estampado de vaca.
Corrió toda la habitación sin parar por nada y se lanzó sobre mí en un abrazo que casi nos tira al suelo con silla y todo, le devolví el abrazo a la pequeña Lambo de, creó, quince años.
Pero bueno, no está tan mal.
- Ehh.. ¿Hayame? - Levanté mi mirada ante el comentario extraño de la Yamamoto, quien miraba a Gokudera y acababa de decirle Hayame. ¿Ese era su nombre? - Tsunami.. ¿No debería preocuparnos? - Vi a Gokudera palidecer.
¿Acaso mi versión 'Mujer' según la forma de Lambo de llamarme, estaría muy asustada por ver la versión hombre de sus elementos?
¿Lloraría demasiado?
Ahora recuerdo que no sólo estaban mis guardianes sino que también estaban los Arcobalenos adultos, lo cual a lo mejor aquí aún no pasó, la familia Cavallone, la familia de Enma, los Varia y prácticamente su Nube que era una bomba de tiempo.
Si, no la culparia si se desmayara por ahí.
Volví a la realidad y pedí un pésame por Tsunami.
Justo cuando vi a Gokudera mujer voltear lentamente a verme.
Parecía un poco demasiado alterada aunque aún no esté gritando.
- ¿Tus guardianes tienen seguro de vida, Décimo..?
Apenas apreté mis ojos de la sorpresa.
¿Qué..?
35 notes · View notes
xngs · 3 years
Text
Pensar en mi adolescencia y darme cuenta de mis constantes y desesperados intentos de pedir ayuda.
¿Cómo todos los adultos pudieron ignorar los claros síntomas de depresión que tenía? ¿Cómo gente pudo ignorar los claros gritos de ayuda?
¿Te parece normal que una niña se autolesione? ¿Ves normal escuchar repetidas veces a tu hija llorar por la noche? ¿Ves normal que una niña de 13 años se quede encerrada en su habitación, incluso aunque sea verano, incluso aunque sus amigos la inviten a salir? ¿Ves normal que una niña haga todos sus trabajos escolares sobre la soledad, la tristeza, y la desesperanza? ¿Ves normal que tu hija le de miedo ir al colegio? ¿Ves normal que las notas de tu hija sigan bajando sin razón aparente alguna? ¿Ves normal que una niña de 14 años intente no comer? ¿Ves normal que tu hija te tenga 0 confianza? ¿y que siempre te mienta, porque te tiene miedo? ¿Ves normal que una niña de 15 años no sepa controlarse con el alcohol, porque no sabe como salir a divertirse? ¿Ves normal que esté con hombres más grandes? ¿Ves normal que tenga ansiedad social? ¿Ves normal que tu hija de 16 años se intente suicidar? ¿Ves normal que una niña tan joven, se sienta encerrada, hundida, y sin una red de apoyo? ¿Te parece normal que tu hija de 17 años desarrolle ansiedad severa y ataques de pánico?
¿Te parece un juego?
3 notes · View notes
enigma-deckard86 · 3 years
Text
Arizona
Tumblr media
Fuente de foto: plasticstoday.com
«{…}“Ama a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento más importante {…}» Marcos 12:31
_ _
_ _
Había pasado ya la medianoche y todavía la lluvia no dejaba de caer. Un coche corrió calle abajo y al sonido se lo tragó la oscuridad reinante afuera...
 Solange lo tenía todo planeado. Los niños y su marido dormían arriba; y a esas alturas no podía dar marcha atrás: estaba decidida a seguir adelante. Se encontraba sentada a la mesa de la cocina, donde hacía apenas una hora habían terminado de cenar. Estaba por completo absorbida por sus pensamientos. O al menos intentaba vaciar la mente para no hacerse más daño.
Se casaron muy jóvenes. Ella era casi diez años menor que su esposo. Estaban estudiando en la facultad, y durante ese tiempo fue que quedó embarazada del primero. Recién había comenzado la carrera y él la estaba por terminar. Hizo todo lo que pudo para seguir estudiando, pero fue imposible. Y después que su primer hijo nació, no eran capaces de encontrar una guardería decente en donde lo cuidaran bien. En aquel tiempo era difícil y no había tantas como ahora. Además el niño era muy frágil de salud, y en ningún lugar querían hacerse cargo de él. Al final Solange se rindió y desistió de seguir estudiando; y optó por dedicar su tiempo a criar al niño. Luego nació el segundo y ya no hubo más que hacer. Y su marido nunca...
La mujer volvió en sí; como si hubiese despertado de un profundo sueño. Bajó de la nube en la que estaba y miró el reloj de pared: este marcaba las doce y veintitrés minutos. Todo estaba tan calmo en la casa que se podía escuchar el sonido producido por las agujas al desplazarse. En su mente los pensamientos iban y venían. Como autos de carrera corriendo a toda velocidad. Rugían los motores dentro de su cabeza. Le temblaban un poco las manos y su frente estaba algo sudada. Pero a pesar de los nervios, sus sentidos se aguzaban cada vez más. Estaba en un máximo estado de alerta. Afuera pasó un grupo de muchachos cantando una canción en forma enérgica y estridente. Desafinaban bastante e iban borrachos hasta la punta de la coronilla. «Parece que vinieran del Oktoberfest» dijo la mujer para sí y se le dibujó un leve risa. «Van a terminar despertando a todo el barrio», pensó Solange; y en ese instante escuchó a algunos perros que comenzaron a ladrar por culpa del escándalo que había afuera. Pero a fin de cuentas era viernes a la noche, y no había nada de raro en que los jóvenes estuvieran divirtiéndose un poco a esas horas. Arriba de la mesa tenía un café que ya estaba casi frío y a medio tomar. De los nervios había perdido el apetito y su estómago se había cerrado.
Los pensamientos incontrolables y frenéticos perturbaban por de más a Solange. Más que nunca. Presa de sus nervios, aunque hacía hasta lo imposible por controlarse, sintió que algo le rozaba la pierna y dio un respingo. Se le paralizó el corazón por una fracción de segundo. Una causa y efecto involuntarios que la sacó de su trance. Levantó el mantel y miró debajo de la mesa: el gato de sus hijos venía de hacer su ronda nocturna por el barrio, ya listo para acostarse, pero no sin antes darle las «buenas noches» a ella. Lo tomó con sus dos manos y lo subió hasta el regazo. Era un gato muy grande; más bien peludo. Y entonces daba la impresión de tener más tamaño. Luego de unos momentos, el animal comenzó a ronronear. Ella y él se llevaban muy bien. «Mejor que con mi marido» pensó la chica. Siempre le habían gustado los gatos; desde pequeña. Por alguna extraña razón se sentía segura cada vez que estaba en presencia de alguno. Nada malo podía ocurrirle mientras estuviera junto a uno. Lo abrazó con mucho cariño y le dio un beso en la mejilla. Lo bajó al suelo y el felino se fue de inmediato escaleras arriba, saltando los escalones de dos en dos, para irse a dormir con los niños en alguna de sus camas. Mientras lo veía alejarse, la mente de Solange comenzó a «despegar» hacia otros rincones del universo, por decirlo de forma poética. Ahora el reloj marcaba las doce y media, y ya no faltaba mucho.
Horas atrás habían cenado; pero más tarde de lo usual porque su pareja se retrasó en el trabajo. «Cosas de oficina» justificó él al llegar a la casa. «Papeleos innecesarios que me obligan a hacer», agregó. La misma historia de siempre: Los retrasos habían comenzado a hacerse cada vez más frecuentes; desde hacía unos meses. Aunque Solange pensaba en algo más. Al terminar de comer, ella subió a la planta alta para acostar a los niños, y cuando regresó él todavía estaba sentado allí. Casi de manera inevitable discutieron un poco por un asunto intrascendente; algo que ya era de rutina. Una costumbre más que habían adoptado en los últimos tiempos y que por desgracia se estaba convirtiendo en «familiar». Ella se puso a lavar los platos, como para ocupar la mente en algo. Hacer y no tener que pensar. Mientras tanto él seguía en la mesa, aplastado en aquella silla y sin decir nada en lo más mínimo. Inanimado. Solo sentado. Una lechuga habría tenido más vida que ese hombre. «Una lechuga que fumaba y lanzaba más humo al ambiente que una fábrica» pensó la mujer. El marido de Solange había vuelto a adoptar aquel vicio en los últimos meses. Había dejado el hábito por pedido de ella cuando el primer hijo nació. Pero al poco tiempo de nacer el segundo, sucumbió otra vez a la tentación. Aunque esta vez lo empezó a hacer con mucha más insistencia. La mujer incluso tenía la firme convicción de que él lo hacía solo para molestarla. Desde muy niña tenía problemas bronquiales y eso él lo sabía muy bien.
Solange le estaba dando la espalda mientras limpiaba la vajilla, pero podía ver perfectamente a su marido por el reflejo de la ventana que daba al patio trasero de la casa. A pesar que él estaba en ese modo «off», en «piloto automático», la chica tenía la leve sospecha que aquel hombre la estaba desnudando con la mirada; que dentro de esa cabeza ocurrían cosas macabras, y que le aplicaba una especie de rayos equis en todo su cuerpo. De arriba a abajo. Como un scanner. La sola idea hizo que un escalofrío le recorriese por toda la espalda. Y de repente, como si de un resorte se tratase, él se levantó. Como desde una catapulta, salió expulsado de la silla que lo había mantenido cautivo por tanto tiempo, y de esta manera, enfiló directo hacia su esposa; como el león que está agazapado detrás de los arbustos y se lanza a la caza de su presa. Por un momento a ella se le paralizó el corazón. El tiempo se congeló. El hombre se paró detrás de la mujer casi a punto de pegar sus muslos contra los de ella, y todavía sosteniendo el cigarrillo encendido entre sus dedos, la tomó por los hombros con una suavidad absoluta. Fue bajando de a poco con sus manos por los brazos de su esposa. Con la misma fragilidad con que se manipularía un jarrón de porcelana o la copa del cristal más fino. Solange vestía una camiseta sin mangas, y perfectamente podía sentir los dedos de su cónyuge recorrerle la piel; con el efecto que sus pelos se iban erizando al paso de esas extremidades. Además que podía sentir la respiración de él en su nuca. Le llegaba todo el aliento a tabaco que emanaba por sus fosas nasales y boca. Aparte de un poco de hedor a alcohol. El combo era completo; y aún peor: esto le hizo recordar a su padre. Otro fumador y bebedor empedernido, a quien aquella combinación explosiva se había llevado siendo muy joven. Solange no era capaz de recordar un solo momento en que su padre no estuviese con uno de esos rollos de nicotina encendido. O con el vino, o el whisky. Todos los días. Sin excepciones. Antes del almuerzo, después del almuerzo.
Para no tener que soportar a su marido, fuese lo que fuese que aquel hombre tenía en mente hacer con ella, «se fue». Se desconectó de la realidad. Era una especie de super poder que tenía, y que había aprendido a controlar con el paso de los años para evadirse de aquellas situaciones tan grotescas y funestas a las que él la sometía. Una habilidad ideal para aquellos momentos en que ya no soportaba más ese tipo de situaciones tensas e inoportunas, que su esposo parecía ser un experto en generar. «Desapareció» de la habitación. Pero esto solo fue por unos breves segundos. Porque en cuanto su marido se le pegó del todo, tuvo que regresar a la realidad. ¡Ahí sí! Ella cerró los ojos y quedó petrificada. A tal punto que aún tenía sus manos dentro del fregadero, donde estaba lavando la vajilla. Parecía que su marido quería llorar, pero no era capaz de hacerlo. Hacía la mímica, intentaba, pero no podía. Solo llegaba a gesticular con su rostro, como cuando alguien solloza. Pero con la diferencia que a él no le salía ni una lágrima. Y acercando su boca al oído de ella, casi con un susurro aterciopelado, le dijo: «Te espero arriba...y perdóname. A veces me paso...y pierdo el control. Pero yo te quiero mucho. ¿sabes?». Acto seguido, el hombre le dio un beso en la parte de atrás de la cabeza. Solange se había quedado muda, y esas alturas ya no existía más. Como si alguna fuerza sobrenatural le hubiese quitado el habla; o su espíritu. Se había vaciado por dentro. Quizá era cierto, y su alma se había ido por el caño en ese instante; o tal vez eso había ya ocurrido hacía un largo tiempo. Estaba convencida que algo le faltaba. Algo en su interior. El esposo apagó la colilla en el cenicero sobre la mesa de la cocina y subió las escaleras que conducían al segundo piso de la vivienda. Para cuando escuchó que él cerraba la puerta de la habitación, Solange ya no pudo contenerse más y se derrumbó. Comenzó a sollozar, y luego vino el imparable e incontrolable llanto. Llevándose ambas manos a la cara, temblando y hecha un saco de nervios, se sentó como pudo en la misma silla en la que aquel ser al que ya no amaba, había antes ocupado. Y para colmo de males, el cigarro aun seguía allí. Aplastado en el cenicero. Emulando a su marido: vegetando. Todavía se quemaba y consumía; ella por dentro también. Su olor aún estaba invadiendo todo el ambiente; contaminando la sala. Era una extensión del mal que él proyectaba. Como si de una figura fantasmagórica se tratase. Algo que no está; pero está. Estuvo unos diez minutos sentada, hasta que por fin se pudo tranquilizar. Se levantó de la mesa y se encaminó a terminar los platos. Se enjuagó la cara con aquella agua enjabonada que todavía quedaba en el fregadero. Una vez que terminó con los platos se preparó otro café. Se volvió a sentar, y no fue hasta que miró nuevamente la colilla consumiéndose en el recipiente de cristal, que el pensamiento invadió su mente. Algo en lo que jamás antes había pensado hacer: fumar un cigarrillo. Aquel en específico. Solange tuvo la idea que si quizás fumaba ese en particular, sentiría el asco definitivo hacia el individuo con el que estaba unida por los votos de matrimonio. Sería como una especie de comunión - desunión. Un «rito de paso»; sagrado. Algo que por completo los separaría para siempre. Tomó aquel objeto, y aún dudando, se lo colocó entre sus labios. Chupó el tubo y absorbió el tóxico humo. Sintió que la sustancia maligna la poseía lentamente. Se iba internando en cada partícula de su cuerpo. Siguió chupando y absorbiendo hasta que ya no quedó nada. Entonces, volvió a colocar el remanente en el cenicero y se quedó unos minutos en silencio. Mirando por la ventana de la cocina hacia afuera. Todo estaba oscuro. Muy oscuro. Pero casi de inmediato, sintió un gran malestar estomacal. Se retorció aún estando sentada. Se puso de pie, corrió a la pileta y empezó a vomitar de forma violenta. Lanzó y lanzó todo. La cena, la nicotina, el tabaco, el dolor, la furia, la ira, el asco, el amor. Se aferraba como podía al borde del fregadero, pero se le doblaban las piernas de la fatiga. Después de unos minutos en que terminó de purgar su alma, se paró y tomó algo de agua del grifo. Se enjuagó la boca y volvió a sentarse para descansar un instante. Para ahora así, comenzar la cuenta regresiva.
Sabía que lo que iba a hacer no era correcto; al menos no del todo. Pero estaba cansada de aquella rutina. Todo era desgastante; sentía que su mente era una olla a presión al borde del colapso. La vida podía y debía ser más que todo aquello. No lo soportaba más. Su cotidianidad la estaba desgarrando, pieza por pieza, desde muy adentro. Y lo que más lástima le daba eran sus hijos. Pero confiaba que lo entenderían; serían fuertes y soportarían aquello hasta que ella viniese a buscarlos en cuanto pudiese. «Todo tiene solución en esta vida» se dijo en voz alta. Así que de momento debía conformarse, o resignarse, a que las cosas fuesen de aquella manera. Estaba cansada de aquel martirio; la rutina constante; día tras día. El loop.
Afuera, a diferencia de lo que pasaba puertas adentro, reinaba una aparente y perpetua quietud. Una supuesta clama. Se habían acabado los gritos de los jóvenes y los perros ladrando. Todo estaba demasiado en silencio. Así que cuando el relámpago cayó con tanta furia y violencia, como un látigo hecho de luz, Solange dio otro súbito salto. Todo se iluminó. Como si aquello fuese un gran flash de una cámara fotográfica. Y con la furia de aquel haz de luz, se hizo oír el imparable estruendo; un eco que se escuchó por doquier. No hubo espacio sin ser abarcado. Llenó todos los vacíos y se estremecieron la soledad y el silencio. Esa noche, al final del informativo, el meteorólogo dijo que existía una gran probabilidad que en la madrugada hubiese lluvia y tormenta. La mujer pensó que aquello era una locura, dado que la noche estaba casi del todo despejada y estrellada. Pero allí estaba la tormenta acercándose a pasos agigantados; como si de una estampida se tratase, los relámpagos retumbaban cada vez más cerca, como timbales en una sinfonía de Stravinsky. El cielo se encendía y apagaba en un blanco eléctrico. El viento fue incrementándose de a poco hasta alcanzar rachas de una violenta magnitud. Todo de un momento a otro. Hasta que de pronto las ráfagas casi se calmaron por completo, habiendo pasado muy pocos minutos. Aquella violencia tan intensa y destructiva se fue apaciguando, y comenzaron entonces las gotas de lluvia a caer. Chocaban con tanta fuerza contra el techo de la casa, que el seco golpeteo se hacía oír por todas partes. La mujer se levantó de la silla para asomarse a la ventana. Corrió con suavidad la cortina y observó mejor el panorama: la calle apenas si se distinguía, dado que se había formado una densa cortina de agua. Delante de la casa las plantas se estremecían producto del azote del intenso aguacero. Afuera ya no quedaba rastro de nada ni nadie. Todos se habrían ido a refugiar bajo techo de aquel monzón. A los del Oktoberfest hacía horas que se los había tragado la tierra.
Era casi la una cuando sonó el teléfono colgado en una de las paredes de la cocina. La mujer corrió de prisa a tomarlo antes que el ruido despertase a los demás. Descolgó el tubo; y lo primero que oyó fue el sonido de la lluvia, que también estaba en aquel sitio desde donde la llamaban. Pero antes que pudiera decir algo, del otro lado hablaron primero: - ¿Estás lista? ¿Estás segura que quieres hacer esto? Mira que aún tienes tiempo de echarte atrás. Entenderé perfectamente si no quieres seguir adelante con todo esto – dijo la voz de una chica del otro lado de la línea. - ¡Claro que quiero! - dijo Solange. – Nunca he estado tan segura de algo en toda mi vida – . Bien, si es lo que realmente quieres, ¡andando!, no podemos perder mucho tiempo – dijo la voz de la otra mujer a través del tubo. – El lugar se llama «Arizona». Te voy a estar esperando allí -, dijo. A lo que Solange contestó: - ¿¡Arizona!?, ¿qué es eso?-. - Un hotelucho barato a las afueras de la ciudad. ¿Sabés cómo llegar? - preguntó la voz un poco entrecortada que salía por el tubo; se podía escuchar muy claro a la lluvia golpeteando del otro lado del receptor. Al punto tal que aquella voz comenzaba a entrecortarse; a desvanecerse. Como si estuviese siendo tragada por el aguacero. Absorbida por este. La voz parecía venir de un sitio irreal. Un sueño. Otra dimensión. Un eco lejano. Algo que en verdad no estaba pasando.
Por un momento, solo por un instante, la mujer de pie contra aquella pared, en su cocina, una bonita cocina muy bien amueblada, en aquella casa de clase media sin muchos apremios económicos, sin demasiados problemas por los que preocuparse, sosteniendo el tubo del teléfono y haciendo la mayor presión posible contra su oreja para poder escuchar cada palabra, porque no quería perderse ninguna sílaba; a aquellas horas de la madrugada, con una vida «segura», pensó por un instante. Vaciló solo un segundo. Separó el teléfono de su oído y sostuvo el tubo con su mano a medio camino del aparato colgado en la pared. Estaba dudando si seguir adelante con todo aquello. ¿Era esta la mejor solución y decisión? ¿Qué iba a hacer sola, sin su familia, sin sus hijos, sin su marido; el marido que siempre había cuidado de ella, el marido que proveía de seguridad económica, un techo, comida, ropa, el coche? Llegó un punto en que se había perdido en sus pensamientos. En elucubraciones. La tormenta la arrastraba consigo. Hasta que en un momento, nuevamente reaccionó. La voz llegó desde lo profundo del tiempo en suspensión: - ...¡Hola! ¡Solange! ¡SOLANGE! ¿Estás todavía ahí? ¿¡Hola!? -. - Sí, sí...ac..acá estoy. No te preocupes. Me sentí un poco mareada. Solo eso. Son los nervios y la ansiedad - dijo la mujer en la casa, entre susurros. - Creo que mejor me tomo un taxi, y listo. Esos siempre saben cómo llegar a cualquier sitio –, dijo la chica todavía parada en aquella cocina. – Bien. Entonces nos vemos en una hora aproximadamente. ¡Chau! -. Y colgaron del otro lado.
Inmediatamente corrió Solange a agarrar su cartera y las llaves, que se las guardó en el bolsillo del pantalón. Se encaminó hacia la puerta de salida, y la abrió; pero fue allí que se percató que aún llovía. Solo recién al ver la masa de agua que como una maza todavía caía de forma insesante. Insistente. Se había olvidado por completo de la lluvia. Entonces descolgó un impermeable del perchero al lado de la puerta de calle. Se lo puso con prisa; a tal punto que no podía meter los brazos en las mangas de la chaqueta. Luego tomó un paraguas que estaba junto a otros en la entrada del domicilio, y lo abrió; para así cerrar con mucho cuidado la puerta. Bajó los tres escalones del pórtico y abrió la pequeña puerta en la verja de madera, para salir finalmente a la vereda y estar fuera de aquel lugar. Pero antes de cerrarla, se paró un momento sosteniendo el paraguas con mucha fuerza en su mano y miró hacia arriba, hacia donde estaba la ventana de la pieza donde dormía junto a su marido. Sintió que algo le comenzaba a correr por su rostro, por las mejillas, y que terminaba llegando hasta su boca. No eran solo las gotas de lluvia lo que saboreaba. Se dio cuenta por el gusto a sal. Felicidad y tristeza entremezcladas. Amargura y consternación. Pero también la sensación más fantástica e inigualable de este mundo: la libertad. ¿Cómo se manifiesta la libertad ante nosotros, cuando uno ha pasado un largo tiempo de reclusión? Ella hasta aquel momento no lo sabía. Solo al perder algo, se lo puede valorar por completo. Y cuando se lo recupera, es la satisfacción más grande que se puede llegar a experimentar en la vida.
Salió Solange por fin a la calle, y a pesar de tener el paraguas ya estaba muy mojada. La lluvia era copiosa. Caminó lo más rápido que pudo, y al llegar a la esquina vio dos focos que iluminaban en su dirección y que se aproximaban. Era tanta el agua que caía, que las luces parecían estar detrás de aquella cortina acuosa, y como un espejo proyectaban con más intensidad la luz. El taxi se apareció como en un truco de magia. Como si alguien lo hubiese puesto allí; justo a tiempo. Le hizo señas, y este se detuvo unos metros delante de ella. Corrió con cuidado para intentar no resbalar y caerse, y se metió dentro del vehículo lo más rápido que pudo. Para aquellas alturas estaba agotada. Ya no daba más. Así que literalmente se zambulló en el asiento trasero del vehículo. Y allí se quedó unos segundos tras cerrar la puerta; sin hacer nada. Pensando y con los ojos cerrados; jadeando a la vez. Al reaccionar, y mientras intentaba acomodar su cuerpo como podía en el asiento, sacudió su pelo para quitarse un poco del exceso de agua. Entonces el chofer, sin mirarla, y con un cierto tono de suspicacia en la voz, abrió la boca: - ¿A dónde, señorita?-. «Arizona» dijo ella. - Para eso va a tener que tomarse un avión; esto es un taxi – , comentó con sarcasmo y entre risas el conductor. - Disculpe. Al _Hotel Arizona, por favor. _Tengo la cabeza en mil cosas. No ando muy concentrada últimamente – dijo Solange. - No se preocupe, nos suele ocurrir a todos de vez en cuando – comentó el hombre.
El taxista puso en marcha el vehículo. Pero no alcanzaron a recorrer ni cincuenta metros, cuando el hombre miró a la mujer a través del espejo retrovisor. Hasta ese momento no le había prestado verdadera atención, sumado al hecho que debido a la tormenta, todo estaba más oscuro que de costumbre. Pero justo habían pasado por debajo de un foco. Y todo ocurrió en un instante. Casualidad o no. Fue tal la sorpresa de aquel individuo, que no tuvo otra reacción que clavar los frenos del auto; a lo que este se detuvo en seco y dio un brinco. Y allí quedó: bajo la lluvia que golpeteaba en el techo, sin dar tregua. Y los dos ocupantes dentro. Cuando se hizo la luz por un minúsculo lapso de tiempo, pudo ver el rostro de aquella hermosa mujer. Porque Solange era muy bonita. ¡Vaya si lo era! Siempre lo había sido. En todo sentido. Por dentro y por fuera. Aunque a su marido nunca le había interesado demasiado lo primero. Se contentaba con tenerla y exhibirla por ahí, como una especie de trofeo. Entonces el taxista vio por primera vez en los ojos de aquella mujer. Uno de ellos, porque el otro estaba negro, inflamado y cerrado. Fue en ese momento que el semblante del conductor cambió radicalmente. Se puso tenso y apretó el volante entre sus manos. Como un acto reflejo e involuntario. No sabía qué más hacer. De repente lo había invadido por dentro una especie de furia, odio, violencia, impotencia; eso último sobre todo. «¿Cómo alguien es capaz de hacerle esto a otro ser humano?» pensó para sus adentros aquel hombre. Después de eso ya no pudo hablar más con humor. La sonrisa se la había borrado de la cara; y ahora sí la noche había llegado finalmente. Todo estaba oscuro de verdad.
¡Ey! -. El hombre volvió en sí. - ¡EY! - lo volvió a interrumpir la voz de Solange desde su nuca - ¿Lo conoce al hotel? ¿qué le pasa? Parece que hubiese visto un muerto – le hablaba la mujer al conductor; pero este aún estaba fijo en la cara de ella. El taxista finalmente reaccionó y se dio cuenta de lo que ocurría. Volvió la vista al frente, pero aún los flashes regresaban. Las imágenes iban y venían: el ojo negro, el moretón en la frente, la lastimadura en la comisura de los labios. - Claro...Sí, sí. Looooo...conozco. Sí dijo el hombre reaccionando por fin, con la voz un poco entrecortada, pero ya más recompuesto. Solange se dio cuenta que él se había dado cuenta. Pero hizo como que no había ocurrido nada. Ambos lo hicieron. - Pues bien – dijo la chica, - No perdamos más tiempo, por favor; vamos para ahí – dijo Solange. - ¡Andando! -. El auto finalmente aceleró, y el escape emitió un rugido acompañado de un intenso humo negro, que de inmediato fue absorbido por la lluvia y el aire de la noche. El sonido fue tal que despertó a un perro que se puso a ladrar furioso. El vehículo corrió calle abajo, y al sonido se lo tragó la oscuridad reinante afuera...
Horas más tarde, y ya por la mañana, cuando la ira del cielo se calmó y las nubes dieron paso al sol, el marido de Solange abrió los ojos luego de que su cuerpo se sacudiese aún estando tumbado en la cama; como cuando uno despierta de un mal sueño y cree que se está cayendo. Inmediatamente miró hacia donde su mujer debía haber estado durmiendo; pero esta no estaba. Y allí mismo se dio cuenta de que algo andaba mal. Salió de inmediato de la habitación, conducido por la ira, y bajó las escaleras a tal velocidad, que cuando llegó abajo casi tropieza con el gato que estaba acostado en el último escalón. El hombre gritó algo incomprensible, dado que todavía se encontraba entre despierto y dormido. Esto lo encendió más, y como pudo intentó darle un puntapié al gato; aunque el felino huyó despavorido. Al llegar a la cocina, lo único que encontró fue una taza de café helado y a medio terminar sobre la mesa. Ya tenía un grito listo para lanzar a los cuatro vientos con toda la rabia que sentía; pero ni para eso le alcanzó. Los dos patrulleros aparecieron casi que de la nada, a toda velocidad y frenaron prácticamente en seco al llegar frente a la casa. El hombre al ver todo aquello, enseguida comprendió lo que ocurriría. Vio que dos oficiales se bajaron de uno de los coches, y comenzaron a caminar hacia la casa, mientras que los dos del otro vehículo se bajaron también, pero quedaron afuera a la espera. El hombre dentro de la casa, se dispuso a cerrar con llave la puerta que daba a la calle. Luego comenzó a subir las escaleras sin demasiada prisa, y al llegar al piso superior se detuvo para poder escuchar a los oficiales golpear la puerta al mismo tiempo que se anunciaban en voz alta y autoritaria: «¡Señor Cándido de Armas! Somos de la jefatura de policía. Tenemos una orden firmada por un juez para allanar su domicilio y que requiere de su persona. Está denunciado por su esposa por violencia de género. No haga esto más difícil por favor; entréguese por las buenas...». La voz del policía se perdió a lo lejos cuando Cándido cerró la puerta de la habitación. Abrió el ropero, y del estante superior extrajo una caja de zapatos. Fue hasta la cama y se sentó del lado donde su mujer dormía. Abrió la caja y de allí sacó el revolver. Siempre lo tenía cargado. Los policías que se habían quedado a la espera en la calle, no tuvieron la necesidad de que los otros los llamasen; porque también escucharon el disparo. Corrieron de inmediato hasta la puerta y entre los cuatro la tiraron abajo; una vez dentro del domicilio subieron en estampida escaleras arriba. El gato, que se había refugiado debajo de la mesa de la cocina, aprovechó ese momento para salir afuera y huir a la calle. Se fue corriendo en la misma dirección por donde horas atrás un taxi se había llevado a su amiga. Septiembre de 2021
3 notes · View notes
Text
Hermosa Flor IV (Aizawa x reader)
Pareja: Shota Aizawa (Ereaserhead) x fem!reader
Soulmate AU/Almas gemelas UA
Warnings/Advertencias: sangre, heridas, lenguaje fuerte, mención de muerte, tristeza, traición, smut (no por el momento), cualquier otra cosa que se haya podido olvidar.
Notas del autor: advertencia, ¡es muy largo!, T/N/C= tu apodo o como te llaman de cariño. Perdón si tengo alguna falta de ortografía o error gramatical, en su momento de revisión lo vi todo bien n-n
¡Espero disfruten!
I / II / III / IV / V
***
Tenían dos semanas de estar en los dormitorios, todos estaban adaptándose muy bien. Nezu pensó que sería lo mejor tener a Aizawa y a (T/N) bajo el cuidado de la clase 1-A, pero no estaba saliendo tan bien.
En la sala de profesores todos estaban concentrados en sus papeles, Aizawa levantó la mirada y se encontró con (T/N) observando una rosa que siempre había mantenido un color vibrante, pero esta se marchitó como si nada.
Sabía que se sentía triste, la necesidad de estar juntos era abrumadora, pero todavía se sentía molesto. La observó suspirar y entonces su teléfono vibró alertando a la mayoría. Ella lo tomó con cuidado y con forme sus ojos bajaban por el mensaje sintió como su corazón se aceleraba en reflejo de la ansiedad que comenzaba a invadir a su alma gemela. La escuchó maldecir en español y se levantó para salir mientras se colocaba el teléfono en la oreja.
- ¿Qué le pasó? – pregunta Hizashi
-No lo sé, se veía grabe…
-Últimamente las flores se han marchitado mucho, ya me estaba acostumbrando a tener una primavera eterna con (T/N) aquí – murmura Cementos y Aizawa bajó la mirada
Luego de unos diez minutos (T/N) entró a la sala de profesores, tomó sus cosas de forma apresurada y se despidió con rapidez. Todos se quedaron en la sala continuando con sus deberes de calificar las pruebas de los alumnos, cuando escucharon un “¡No puede ser!”
- ¿Qué pasó, Hizashi? – pregunta Aizawa
-Vengan a ver… Sabía que a (T/N/C) la había visto en algún lado, pero jamás que era por esto – señala y todos se agrupan alrededor de la pantalla del computador de Hizashi
La escenografía los dejó sorprendidos, el baile era fuerte, agresivo. Denotaba poder y las partes que (T/N) cantaba denotaban la fuerza que ella tenía en su interior; pero entonces ocurrió algo que no esperaban; la música se cortó un poco y (T/N) comenzó a bailar. Al darse la vuelta pasó su mano al frente, simulando dar un zarpazo y comenzó a rapear las líneas más fuertes de toda la canción. Todos estaban sorprendidos, en especial con las últimas líneas de la canción “Nada se interpondrá en mi camino, ni siquiera el amor”.
-Un momento, ese grupo…
-Todas son heroínas, de hecho. Son muy famosas, sólo una de ellas ha conocido a su alma gemela. Bueno, ahora dos de ellas – comenta Ectoplasma.
- ¿Ninguna de ellas?
-No, llevo un rato siguiendo al grupo, pero nunca pensé en decir que (T/N) era una de las integrantes – admite y todos le reprocharon el que se guardara esa noticia.
Al día siguiente nadie vio a (T/N), ni tampoco al que seguía, ni el siguiente a ese. Así pasaron un par de semanas. Aizawa se estaba volviendo loco, estuvo a punto de llamarla cuando escuchó a Hizashi gritar y todos se lanzaron a ver su computador.
-Tienen una nueva canción… No la he visto ¿quieren verla? – pregunta y Midnight se encargó de darle comenzar al video.
Aizawa sintió a su cuerpo descontrolarse, se veía hermosa en ese vestido. Tragó grueso y reguló su respiración. La necesitaba, era su alma gemela y no podía estar un día más sin siquiera verla.
-Vaya, esa canción es muy fuerte – señala Cementos
-Yo digo que eso es increíble, está completamente dirigida a una mujer, suena como si una de ellas estuviese saliendo con una.
-Realmente no está tan mal analizado – escuchan una voz desde la puerta y observan a (T/N) vestida con ropa civil y unas bolsas en la mano mientras sonreía –. Pero, aunque sí utilizamos lo que le sucedió a M como inspiración, la canción va dirigida al ser tentado – comenta ella y todos comienzan a saludarla con furor –. Traje unos dulces, espero que les gusten. Lamento haber desaparecido de esa manera, pero M entró en un ataque de histeria y me llamó pidiendo ayuda.
-No, eso es lo de menos – señala Midnight – ¿Sigue mejor?
-No creo que se recupere con facilidad, el shock que recibió fue mucho – admite y comienza a entregarles a todos un platito con un postre.
- ¿Qué le pasó? – pregunta Hizashi
-Uhm… no debería decirlo, es algo muy personal. Pero dejemos la historia corta, su alma gemela resultó ser un villano – señala y le entrega el postre a Ectoplasma –. Al final de toda la batalla, la entregó a las autoridades; pero se sintió usada. Había puesto su confianza ciegamente en ella y le contó ciertas cosas relacionadas a su trabajo que su pareja utilizó para dañar civiles – comentó con tono dolido y le entregó un postre a Aizawa – ¿Quieres uno, Aizawa?
-Gracias – responde y le recibe el platito, ella le sonrió y se alejó para sentarse en su silla.
-Eso debe de ser duro…
-Sí, nunca la había visto así… Espero que las chicas la ayuden mientras no esté, le cuesta abrirse con las demás.
- ¿No vas a comer, (T/N/C)? – pregunta Hizashi
-No, últimamente no tengo mucha hambre – admite y ellos la miran dolidos. Ellos estaban preocupados por Aizawa porque él comía, pero no la misma cantidad de siempre; ahora al saber que ambos estaban igual querían que se arreglaran entre ambos lo antes posible.
- ¿Ya presentaron la canción en algún espectáculo? – pregunta Ectoplasma y ella ríe divertida por la emoción de sus compañeros.
-Sí, ya debe de haber salido –
Hizashi hizo señas para que se acercara y ella lo buscó con rapidez. Todos se acercaron antes de que ella le diese iniciar al video.
Aizawa sintió su cuerpo ser recorrido por esa sensación tibia, recordó todo y observó de reojo a la mujer que lo estaba causando. Diversión, sintió diversión y se alejó carraspeando
-Bueno, debo ir a clases…
Ectoplasma se puso de pie y le dijo algo a Aizawa, luego él miró a la recién llegada y le sonrió.
-Ven con nosotros, los chicos han estado practicando sus movimientos especiales – pide él y ella sonríe –. Creo que las chicas necesitan un poco de apoyo maternal.
Ella ríe y asiente – Está bien, déjame cambiarme a mi traje de héroe.
Cuando entró al TDL y todos la vieron, el ambiente se aligeró aún más. Uraraka se acercó y le pidió consejos para sus problemas y ella se dedicó a ayudarle en varios aspectos.
-No, detente, te vas a lastimar – exclama y la ayuda a reposicionar su cuerpo –. Inténtalo de nuevo… ¿Cómo se siente?
-Mucho mejor…
-Bien, me alegro… sigue así, cualquier cosa me avisas, te dejo con Ectoplasma.
Se trasladó hacia Jiro y le ayudó un poco más con sus técnicas, después de todo podían manejar las cosas desde un punto similar del cuerpo. Este mejoró el balance que le faltaba a su ataque. (T/N) aterrizó cerca de Aizawa y reverenció al director.
-Un gusto verlo, director – comenta y Aizawa se voltea y lo saluda
-Gracias, veo que todos están trabajando muy duro, me alegro… ¿Seguirás trabajando con Sir Nighteye? – pregunta y ella asiente
-Sí señor
-Perfecto, aquí está el pase especial para que regreses por la noche, sé que le gusta ponerte a trabajar con Centipede.
-Sí, muchas gracias.
-Sigan con el trabajo duro… ¡Ah! Quiero que vayan ambos como profesores para las pruebas de licencia temporal – les dice y ellos asienten.
+
Por la noche (T/N) estaba observando las noticias en la sala común de la habitación de los profesores cuando escuchó la puerta.
-Mid me dijiste que… ¡Oh! Aizawa; perdón, creí que eras Midnight – se disculpa y él le resta importancia.
- ¿Has visto a Hizashi? – pregunta él
-Uhm... – ella atrapó su labio inferior entre sus dientes y negó –. No lo he visto desde que cambiamos clases para la 1-B, tal vez está trabajando en la radio.
La mirada del hombre no se apartaba de ella, por lo que parpadeó un par de veces confundida.
- ¿Tengo algo en mi rostro? ¿Me desmaquillé mal? – pregunta y toca sus ojos con curiosidad para inclinarse y buscar en el bolso el espejo de mano y al levantar la cabeza sus labios fueron atrapados por otros bastante suaves.
La colonia de Aizawa inundó sus fosas nasales y la hizo suspirar. El tacto y la sensación de tenerlo cerca después de tanto tiempo, le embriagaron y se perdió en el beso mientras enredaba sus brazos alrededor del cuello del hombre. Justo entonces, su cerebro le recordó que él no quería hablarle más de lo necesario, por lo que lo separó.
-Espero que tengas una buena razón para haberme besado – exclama ella acelerada
-Tenías un poco de labial, era más rápido así – responde cerca de sus labios y se aleja intentando ocultar el sonrojo. Por lo menos agradeció que las emociones que sentía (T/N) cubrieran las suyas, de vergüenza y de emoción.
+
Dos días después sería la prueba. Aizawa evitaba estar cerca de (T/N) porque su cuerpo no podía controlarse. Se sentía un adolescente otra vez y maldijo a la biología por no ser capaz de controlarse en esos momentos luego de que siempre había sido completamente controlado.
Se duchó, se dejó caer contra la cama y suspiró. Estaba agotado y All Might le había insistido en que si seguía así se pondría peor. Estaba peor, lo admitía; pero su orgullo y enojo cuando sucedió todo no le permitieron aclarar las cosas. Temía que fuese demasiado tarde; aunque, él le dijo que no se manejara como si se tratara de una persona que común. Después de todo, ella era su alma gemela.
Suspiró y se dejó caer en el sueño profundo.
+
Cuando bajaron del autobús Mineta comenzó a decir cosas, cuando iba a buscar un comentario alentador Aizawa se inclinó y le dijo “Si quieres la licencia sólo ve por ella”. Ella sonrió, el alboroto que causó el chico la dejó sorprendida.
- ¿Ereaser? ¿¡Eres tú Ereaser?! – Escucha una voz femenina preguntar y eso la confundió, aún más la sensación de sorpresa y pánico que invadió a Aizawa – ¡Te he visto en la televisión y en el festival deportivo, pero hace tiempo que no te veía en persona!
- ¿Ella es…? – murmura Izuku cerca suyo
-Casémonos – pide ella al estar al frente de Aizawa
-No, ya encontré a mi alma gemela
Ella dejó escapar un fuerte “ja” y se sujetó el estómago – Encontré mi alma gemela ¡Eres bueno!
Mina se inclinó emocionada y (T/N) sonrió divertida, esa mujer no le creía.
-Es difícil hablar contigo, como de costumbre, Joke – responde en su tono serio, pero ella sentía la molestia
- ¡Heroína sonriente! ¡Miss Joke! – Escucha a Izuku exclamar – ¡Su quirk es estallar a carcajadas! ¡Obliga a los que están cerca de ella a reír, entorpeciendo sus pensamientos y movimientos! ¡Sus peleas contra villanos están llenas de locura!
- ¡Si te casas conmigo podremos tener una familia con una sonrisa eterna!
-Que ya encontré mi alma gemela; además, una familia así no puede ser feliz – señala él, bastante cansado.
-Parecen muy cercanos – comenta (T/N) y da un paso hacia el frente.
Mina y Hagakure se emocionaron, parecía que su profesora estaba celosa.
-Nuestras agencias solían estar cerca la una de la otra – responde con una sonrisa – en nuestro ciclo de ayuda mutua, nuestro amor flore…
-No, no lo hizo – interrumpe Aizawa
- ¡Oh, amo tus respuestas rápidas! – Exclama y se coloca ambas manos en las caderas – ¡Vale la pena molestarte, Ereaser!
-Joke, ya que estás aquí, eso significa…
-Así es. ¡Vengan chicos, es la U.A.! – exclama la mujer de cabello verde
Los chicos comenzaron a alabar y saludar a los de la clase 1-A y (T/N) sonrió divertida.
- ¡Oh, es Spring Girl! – escucha a alguien y se voltea para observar a la persona que llamó su nombre.
- ¿¡Zhen, eres tú?! – pregunta sorprendida y al mismo tiempo feliz, el hombre de unos veintisiete años se acercó estrujó su mano con la de la chica
-Qué alegría verte, después de todos esos años creí que no te vería de nuevo
-Ustedes se ven muy cercanos – comenta Izuku curioso
-Claro, la academia SKY tiene un sistema de tutoría de estudiantes de cursos superiores a los de menores. Le enseñé varias cosas a Spring.
Los chicos abrieron mucho sus bocas y exclamaron sorprendidos – ¿Academia SKY? Como en ¿Academia SKY, la mejor de América Central? – pregunta Mineta
-Esa misma – responde al mismo tiempo ambos héroes
-Entonces ¿es tu senpai? – pregunta Mina y (T/N) casi pudo jurar que veía sus ojos convertirse en corazones.
-Sí, así es
-Oi, hablamos luego, tengo que contarte un montón de cosas – le dice él y ella asiente –. Además, necesito saber lo de M. Suerte chicos, la necesitan contra mi grupo – señala y se marcha con pasos agigantados.
-(T/A)-sensei, es demasiado guapo – escucha a Hagakure murmurar y ella deja escapar una risita.
(T/N) se inclinó y le susurró a Hagakure y Mina algo que las hizo quejarse “¡No puede ser! ¡Qué persona más dichosa!” exclamaron y volvieron a sus lugares.
Cuando se enderezó sintió una pequeña punzada en su vientre y siseo incómoda. Aizawa se adelantó y la sujetó del antebrazo.
- ¿No has sanado? – pregunta sorprendido
-No, me la abrí de nuevo ¿no sentiste el dolor? – pregunta ella sorprendida
Él abrió mucho los ojos y negó – Creo que necesitamos hablar.
(T/N) asintió – Sí, creo que sí… Cuando estemos en U.A. ¿está bien?
+
Aizawa observó a (T/n) salir de la enfermería y al verlo ella le hizo señas.
- ¿Qué sucede?
-Recovery tiene que decirnos algo
Ambos entraron y la mujer los observó con una pequeña sonrisa – (T/N) me contó lo de su herida, realmente debo decir que, en este asunto, tuvieron suerte. La herida está sanando más lento de lo que debería, pero lo atribuyo al asunto del quirk y del arma que utilizó. Una vez sane por completo todo volverá a la normalidad.
-Entonces, eso significa…
-Que esa herida será la debilidad de (T/N) hasta que sane, aproximadamente en un par de meses – señala la amable mujer –. Quiero mostrarles algo. Cariño, dame tu mano – ella la extendió y la señora la pinchó con fuerza, (T/N) gritó y Aizawa sujetó su mano justo en el dedo que la habían punzado – ¿Ven? Todo está bien, el único problema es esa herida.
-Gracias, de verdad me sorprendió, estaba un poco nerviosa – admite (T/N)
-Eso sería lo más comprensible. Pero les aseguro que todo va a estar bien.
+
Ambos caminaron hasta sentarse en una banca bajo un árbol de cerezos que todavía no era su tiempo de floración.
- ¿Quieres preguntar algo? – comienza ella
- ¿Quisieras comenzar con lo de Tyrant?
La escuchó inspirar antes de soltar el aire con fuerza – Bueno, ese día había planeado junto a Zhen que atacaría en el parque. Necesitaba exponer al traidor y sinceramente ese día no me estaba muy feliz con la idea, pero seguí las órdenes.
>>Normalmente no causaba gran daño en ningún lugar, pero ese día, las bombas de humo fueron cambiadas por bombas de verdad. Nunca me voy a perdonar el que asesinara a 10 personas. Insistí en cumplir con la condena, pero dijeron que no fui yo, que fue el traidor quien lo provocó y…
>>Bueno, Tyrant entró en escena, nunca me habían atacado así, ni siquiera Mic cuando ataqué el banco ese día. Me defendí, ‘Zawa, fue lo único que hice; incluso intenté escapar en varias ocasiones, pero me gané un hombro dislocado y un par de costillas rotas. Zhen llegó en el momento en que Tyrant sacaba la daga de su traje y se lanzó hacia mí. No pensé en nada más que evitar la estocada. Mi cerebro entró en modo automático, la sujeté e intenté hacer una llave, pero me hizo perder el balance y caí con ella encima de mí. La daga estaba viendo hacia ella, la maté.
(T/N) sintió como le limpiaban las lágrimas que ni siquiera había notado estaba llorando – Está bien, tranquila…
-Lo siento mucho, ‘Zashi me contó que planeabas casarte con ella si no encontrabas a tu alma gemela, yo… de verdad lo siento.
Aizawa quería gritar, se sentía impotente y al mismo tiempo triste por las emociones que ella le transmitía. La abrazó contra su pecho y la sintió sujetar con fuerza su camisa mientras lloraba amargamente.
-Shh, está bien… tranquila. Creo, creo que de verdad estoy de acuerdo, no fue tu culpa.
- ‘Zawa tú…
-Lamento haberte juzgado mal, All Might tenía razón… Tuve que haberte escuchado antes – admite y ella se separa muy despacio –. Sólo quisiera que no me guardes tantos secretos, creo que podemos apoyarnos el uno al otro ¿no crees?
Ella sonrió y se limpió las lágrimas mientras reía – Sí, creo que sí… Gracias, Shouta.
(T/N) sintió el impulso antes del contacto. La besó sin una sola señal de aviso, además de que era un beso increíblemente demandante que la hizo separarse por aire.
-Sho…
-Te ves hermosa cuando mis besos te confunden – murmura orgulloso
(T/N) abrió los ojos sorprendida y sintió sus mejillas calentarse; entonces, el aroma a cerezo los envolvió. Aizawa levantó su mirada al ver el árbol en flor, comenzó a reír divertido.
-Extrañaba que hicieras florecer todo, realmente me encantas – admite
(T/N) cubrió su rostro y las flores comenzaron a caer – Eres increíblemente labioso, ‘Zawa.
Él comenzó a reír – ¿Supongo que me perdonas?
- ¿Por ser un completo idiota conmigo durante todas estas semanas? – pregunta y él la observa sorprendido – Sí, obviamente sí… Te quiero muchísimo, ‘Zawa.
Ella lo abrazó y él no se contuvo, la abrazó, pero luego se tensó – Un momento, ¿dijiste que trabajaste con Zhen Long durante tus primeras misiones?
-Sí ¿tiene algo de malo? - pregunta confundida
- ¿Saliste con él?
-Oh por dios, Shouta… Tú te ibas a casar con alguien más ¿acaso no podía salir con alguien? - reclama sorprendida y un poco divertida por lo que claramente eran celos
-Ahora, definitivamente no – señala él
-No lo haría, aunque me pagaran. No quiero tener que enfrentarme al alma gemela de Zhen – admite ella – Él me da demasiado miedo
-Un momento ¿dijiste él?
-Sí, él… es un físico culturista y realmente me asusta
- ¿A ti? ¿Una heroína que le asusta un físico culturista? – pregunta sorprendido
-Déjame en paz, de verdad me asusta. Incluso Endeavor me da miedo.
-Endeavor es entendible, pero no puedo creerlo…
(T/N) hizo un puchero y él se inclinó para besarle en los labios y ella se relajó ante el beso. Para su gusto, Aizawa se separó demasiado rápido.
-Tengo que ir a hablar unas cosas con el director, realmente no me gusta la idea de enviar a los chicos a pasantías
La observó fruncir el ceño y niega – Tengo que ir a la oficina de Nighteye, tengo patrullaje hoy. Nos vemos luego, ‘Zawa.
-Cuídate – pide, en especial por la herida
-Sí, igual…
18 notes · View notes
sasuke-dattebayo · 4 years
Text
Nada ha cambiado: SNS au
Sasuke se toma su tiempo. Sabe que es hora de que comience. Ve su reloj por tercera vez en el día y decide que probablemente sea un problema si alguien entra y de pronto comienza a alardear que su asiento le pertenece. Es un fastidio lidiar con un lugar al que acaba de mudarse.
Pasar el último año de secundaria y el primero de preparatoria fuera de la ciudad probablemente no era una idea demasiado buena, pero no era como si hubiese podido hacer algo al respecto. Había mucha gente que conoció y que sin embargo al mirarlo o no lo recordaban (pasaba que tal vez la pubertad le había pegado un poco) o no les importaba en lo absoluto. Un papelito volaba de aquí a allá, y de repente había dos mujeres secreteandose en sus narices mientras le echaban miradas de cuando en cuando. Iba a ser un día muy largo.
Muy amablemente el profesor de la primera jornada no lo hizo presentarse ni lo exibió. Tal vez pensó que Sasuke ya tenía muchas miradas alrededor de él como para considerarlo necesario. No era como si Sasuke tuviese miedo a las personas porque toda su vida era el centro de atención aunque fuese de manera inconsciente, pero odiaba lidiar con ello. Simplemente quería vivir tranquilo. Pasó los dedos otra vez por la página, dando vuelta a la ilustración de una célula eucariota desde un MEB...
—Profe, por favor... Le juro por mi vida que no escuché la alarma en la mañana y mi uniforme no se secó ayer... ¡Por favor por favor por favor!
Sasuke alzó los ojos. No era posible.
—Desde el primer día les dije que no admitía este tipo de retrasos, joven Uzumaki.
—¡Haré lo que sea, dattebayo! ¡No puedo reprobar esto!
—Es la tercera vez que llegas tarde en el mes.
El doctorcillo estaba comenzando a molestarse. Se tocaba el puente de la nariz.
—Puedo sentarme en el suelo y... ¡Le juro que no haré nada de ruido! Nada nada.
Hizo un gesto de silencio. Quien diría que el ruidoso de la clase sería nada más y nada menos que...
El dobe.
El pelo rubio alborotado. Las marcas de sus mejillas. La ropa desalineada. La chaqueta anticuada. Los ojos más azules que... Que nada. La sonrisa esporádica y ruidosa. Los pasos fuertes. Expresiones toscas y amables. El zumbido de su respiración hiperactiva. Naruto era la rebeldía encarnada. Todavía lo era.
Todo estaba relativamente tranquilo; el profesor hablaba afuera con una colega... Tal parecía que querían tener hijos allí a plena vista de todos. Se miraban tan... Sasuke tuvo que bajar la vista si no quería quedarse ciego. Todo el mundo hablaba. Sin embargo no pudo guardar calma ante el grito en el cielo que el dobe pegó cuando se levantó a sacar punta a su lápiz mordisqueado.
—¡¿Qué haces aquí, Sasuke temeeeee?!
Levantó la vista, esperando inútilmente que nadie hubiese oído la exclamación dramática del rubio que dejaba de lado sus ojos para enviarlos a la cara medio enfadada de Sasuke. El profesor, de pie en la puerta, miraba con desaprobación a ambos. Les costó una clase y pronto se vieron fuera del aula con sus cosas en mano. Dijiste que no harías ruido, dobe. Sin embargo, más pronto que tarde, Naruto se encontró frente a él tomando sus hombros. Sasuke no sabía qué expresaba más en el rostro; emoción o enfado. El incidente de la clase ahora no existía en la pequeña mente de Uzumaki Naruto, el número uno cabeza hueca de deportes que siempre le retaba a uno contra uno en basquetball.
—No respondiste mi pregunta —unos ojos poderosamente azules se apropiaron de los suyos a medio pasillo. De pronto creyó ver que cambiaban de color.
—¿Tú qué crees que hago, Usuratonkachi? —Sasuke era el mismo. Insolente, grosero y sin embargo, sentía calor golpeando su cara al compás de su corazón.
—¿Por qué no me dijiste que vendrías?
—¡Ni siquiera tenía cómo decírtelo. Hace dos años que no hablamos!
Naruto no parecía enfadado ahora. Una sonrisa con todo y dientes apareció en su cara antes de abalanzarse sobre Sasuke quien se tambaleó ligeramente por la brusquedad de su acto. Naruto era tan... Cálido y brillante, tal y como lo recordaba. Sasuke no había podido olvidarlo. No era que quisiera, tampoco. La mayor parte de su infancia se la había pasado rodeado de una luz que le cegaba, y naturalmente cuando se acostumbró tanto a tenerla a su lado, irse había sido demasiado duro. No había ruido en su habitación y tampoco había quien contara chistes estúpidos a su padre quien raramente reía. Sus idas a la escuela eran normales y aburridas. No había quien pateara su asiento o a quien patearlo cuando no cerraba la boca. Sasuke nunca había sido social, y Naruto conocía a todos donde se atrevía a poner un pie. Estaba acostumbrado a conocer gente cuando se acercaba a Naruto y él organizaba un partido de quien pierde paga (golosinas). Todos se rendían al final; Naruto tenía demasiada energía.
Sasuke había estado enamorado de su mejor amigo desde que tenía memoria. Pero no iba admitirlo. No lo hizo entonces y mucho menos en ese momento. Todo estaba yendo tan... Bien. Siempre protegiéndolo de los coches, siempre intentando ayudarle en mates, siempre dando lo mejor de si para no quedarse dormido mientras terminaba de hacer sus deberes (gracias a qué toda la tarde había estado con Naruto). Y ninguno de los dos había reprochado al respecto.
Sin embargo, allí, tan cerca, Sasuke pudo notar lo alto que se había vuelto. La anchura de su espalda, lo caliente de sus manos y de su mejilla en contacto con la suya. El olor a jabón de ducha y a ramen. Los pelillos rebeldes cosquilleando su oreja. No iba a soportarlo.
—Lo siento, teme. Es que no esperaba que volvieras.
No había hecho falta apartarlo porque pronto se separó rascándose la nuca. Sasuke, sin embargo, tuvo que girarse muy rápido para esconder la calidez de su cara. No sería nada fácil controlarse. No si de pronto lo tenía tan cerca.
—Oye ¡¿A dónde vas?!
—No lo sé. Dime dónde puedo comer algo.
Contestó el pelinegro, sin mirarle. Naruto esbozó una sonrisa que, a pesar de que Sasuke no fue capaz de verla, si la sintió.
Esto iba a ser más difícil de lo que parecía.
9 notes · View notes
a-pair-of-iris · 4 years
Text
Mi Semana Contigo [2/5]
by Aris
Parte 1                Ao3
7630 palabras
«Contrólate, huevón, que ya estás grandecito para esto», se repetía Miguel sin cesar, mientras bajaba una y otra vez la manija del exprimidor.
El café estaba hecho, el pan precocido calentándose en el horno, los embutidos dispuestos en la mesa y los trozos de tartas ya montados en el exhibidor, solo le faltaba terminar el jugo de naranja y entonces estaría listo para sorprender a Francisco con un rico desayuno en la terraza. No es que quisiera alardear de lo buen anfitrión que era… bueno, la verdad sí, era precisamente eso.
Otra vez se había dejado llevar; como cuando estaban colocando las sábanas y por poco se delata; o en el taxi cuando se le escapó esa insinuación sobre cómo su barrio era «un bonito lugar para tener familia»; y para empezar que lo haya traído a la casa en ese impulso animal de mostrarle lo buen partido que era, oh, y para ayudarlo con su imprevisto, claro. No pudo controlarse en ninguna de esas oportunidades porque siempre que estaba frente al castaño y sus ojitos de cachorro su cerebro se convertía en el de un adolescente bobalicón, impulsivo, hormonal, ansioso por aprobación, a ratos desilusionado de la vida.
—Ash… Un poco temprano para empezar con tus ideas raras, ¿No te parece, Prado? —Se regañó a sí mismo y siguió exprimiendo con más energía. No acostumbraba a desanimarse por su amor posiblemente destinado a no ser correspondido, antes del desayuno; pero ahí estaba esa molesta vocecita en su cabeza, diciéndole que ni todas las tartas de yogurt y frutos rojos del mundo harían que Francisco lo quisiera si su corazón le pertenecía a otro.
Especialmente si ese otro era Manuel.
No es que pudiera asegurar que la relación entre esos dos era más de lo que decían, pero guardaba fuertes sospechas de que podía ser el caso. Sabía que eran amigos desde la escuela, así que debía ser normal que se tuvieran tanta confianza, tanta como para vivir juntos y apretados en ese diminuto departamento; o que llegaran al punto de no necesitar palabras para entenderse; o que se tocaran y se miraran tanto… O tal vez no. No es que él tuviera amigos tan cercanos como para comparar; y francamente nunca se le habría ocurrido vivir con alguien que no fuera de su familia o su pareja. Así que, si llegaban a descubrir su intención de conquistar a Francisco, no estaba seguro si Manuel acabaría reclamándole por acaparar a su mejor amigo, o maldiciéndolo por estarle serruchando el piso.
—¡¿Y cómo se supone que iba yo a saber?! —murmuró frustrado, mientras tiraba las cáscaras a la basura. Si el tarado no quería que le levantaran el novio, en el caso que sí fueran novios, bien podrían partir diciendo que eran novios y no tendría que andar adivinando si tenía la pista libre, o iba apuñalando por la espalda cada vez que le hacía ojitos a Francisco.
Dejó de exasperarse a sí mismo con sus odiosas conjeturas solo cuando escuchó que su invitado bajaba la escalera.
—Buenos días —saludó el castaño entrando a la cocina, asombrándose enseguida por la cantidad de cosas sobre la isla en el centro—. Sí que se despiertan con apetito aquí. —Bromeó—. ¿Necesitas que te ayude con algo?
—Si puedes servir el café estaría bien —dijo, alzando el jarro de jugo y los vasos para llevarlos afuera.
—Claro. —Francisco fue hasta la cafetera y vertió el oscuro líquido en las dos tazas que aguardaban junto a ella—. ¿Tu mamá y Julio bajarán pronto?
—Se fueron como hace una hora. —gritó desde la terraza, escuchando la sorpresa del otro a su espalda.
—¿Estás diciendo que todo eso es solo para los dos? —Francisco atravesó el ventanal de la cocina con una taza en cada mano y la mueca de asombro que regresaba constantemente a su rostro desde la tarde del día anterior.
—Son solo las opciones que tienes, Panchito. —Lo tranquilizó, pero con un ligero tono burlón—. No tienes que comértelo todo, a menos que quieras, claro.
—Je, aunque quisiera dudo que tenga tanto espacio —dijo llevándose las manos al estómago. Miguel no pudo evitar llevar su mirada al torso del otro, y cuando sus ojos se entretuvieron bajando demasiado, apartó la vista avergonzado y fue por los pasteles.
 Comieron con una amena charla flotando entre ellos, el único problema fue cuando Francisco no podía decidirse si comer el trozo de mousse de chocolate, o yogurt y berries, así que Miguel se apiadó de él y cortó cada una a la mitad para que dejara de sufrir.
Estaban por acabar cuando el celular de Francisco comenzó a vibrar. Lo había dejado en la mesa entre ambos, así que Miguel pudo ver la leyenda «Manu :D» en la pantalla antes de que el otro cogiera el aparato para responder.
—Hola, bien, ¿Y tú?… —Por un momento pensó que se levantaría para tener una conversación más privada, pero al parecer no estaba preocupado de que los escuchara.
-o-
Francisco se arrepintió de no haberse levantado de la mesa en cuanto su amigo le preguntó si la cabaña resultó ser tan encantadoramente rústica como en la publicidad, o lo habían timado y acabó por encerrarse en otra caja de cemento.
—Sí, sobre eso… —Miró a su lado a Miguel, que hacía como si no escuchara nada, cuando era obvio que podría hasta seguir el ritmo de la respiración de Manuel. Por miedo a lo que pudiera comentar su amigo fue que decidió que no era muy tarde para levantarse. Hizo la silla hacía atrás mientras cubría con su mano la parte donde creía estaba el micrófono del celular—. Con permiso. —Le murmuró a Miguel lo más bajo que pudo.
—No te preocupes. —dijo con suavidad, pero no la suficiente para escapar a los oídos de Manuel.
—¿Qué acaso ese fue…? ¡¿Me estay que te arrancaste con él y no me dijiste?! ¡Oh, eri’ como las weas Francisco! —gritó su amigo antes de que pudiera alejarse a zancadas de la mesa.
—¡No, Manu! Escucha, lo que pasó fue que…
Claro que no se fue muy lejos, no quería dar la idea de que iban a hablar mal a escondidas, pero sí se alejó lo suficiente como para que su anfitrión no pudiera escuchar al joven del otro lado de la línea. Y hay que decir que Miguel intentó, con todas, todas sus fuerzas, no prestar atención al resto de la llamada y concentrarse en lo que le quedaba de café, pero le fue imposible, el café ya estaba tibio y la voz de Francisco era la frecuencia favorita de sus enamorados y curiosos oídos.
—… Y eso fue lo que pasó, así que por favor no te pongas a pensar cosas raras.
—Ya oh. Pero igual, ahora que no hay nadie no has pensado en… ya sabes. —Hasta pudo ver a Manuel subiendo y bajando las cejas luego de decirlo.
—¡Que basta con eso te digo! —chilló, a un volumen más fuerte del que le habría gustado. No, no lo había pensado, y no quería pensarlo; ya bastante nervioso estaba sin esas ideas, solo durmiendo entre las sábanas del cuarto de invitados de Miguel, comiendo de su pastel y bebiendo de su jugo. Miró de reojo al moreno para asegurarse de que seguía concentrado en su desayuno y después murmuró—. ¿No era que tú estabas en contra?
—Seeeh, bueno, no es que importe mucho como resulte si te consiguen otro lugar dónde quedarte; y siempre puedes decirle que esa era tu forma de pagarle su hospitalidad...
—¡No te da vergüenza estar ebrio tan temprano, José Manuel! —siseó, pero no tardó en contagiarse con la risa de su amigo. Ya dejando de lado las bromitas, pudieron hablar en serio; entre ello quedó en que ese día se dedicaría a arreglar el embrollo con la agencia y salir del «resort de la perdición», como Manuel terminó apodándole a la casa de Miguel—. Ok, sí, ¡Que sí, hombre!, tranquilo… Yo también te quiero, besos. —Se despidió finalmente y volvió a la mesa a terminarse los restos de tarta y café frío.
—¿Ya acabó su escena de celos? —quiso bromear Miguel cuando tomó asiento. Tan broma no era; por los fragmentos que pudo entender, el moreno suponía que esa era la razón del sobresalto de Manuel, y la respuesta de Francisco no ayudó a desterrar esa idea de su alborotada cabecita.
—Sí, claro, escena de celos…
Y por supuesto que Miguel también mal interpretó su sonrojo avergonzado.
 —Y bueno, ¿Qué más quería nuestro jefecito? —habló de nuevo el moreno para romper el silencio antes de que se volviera demasiado pesado.
—Lo típico, saber cómo estoy, qué estoy haciendo, por qué aún no le he enviado las fotos de los bichos que vine a tomar…
—¿Así que viniste a fotografiar bichos? No te conocía esa pasión —comentó intrigado, y ya con el buen ánimo restaurado.
—Pues, insectos, hongos, plantas, aves y todo lo que pueda encontrar haciendo senderismo. La idea era alejarme del concreto y las casas grandes y meterme entre el barro y los árboles.
—Oh, y yo te traje de vuelta al concreto y las casas grandes, lo siento. —Se disculpó con una nueva sonrisa radiante y ladeando el rostro apoyado en la palma de su mano.
Francisco sintió cómo un calorcito crecía en su pecho con solo ver esa sonrisa. Iba a decirle que no tenía de qué disculparse, cuando su teléfono volvió a vibrar, esta vez con un mensaje.
—Es de los otros clientes —informó luego de leerlo—. Dicen que la agencia quiere reunirse con nosotros para hablar de la situación.
-o-
 Miguel se ofreció inmediatamente a llevarlo en su auto, y antes de que pudiera negarse, el otro ya estaba regresando la comida que sobró a la heladera y sacando las llaves del auto.
Arribaron a las oficinas junto a varias de las personas que Francisco había visto en la terminal el día anterior. Una vez dentro, la representante les informó que habían conseguido unos pocos alojamientos en la ciudad, pero que no alcanzarían para todos los que habían contratado la estadía en las cabañas; además, dependiendo del lugar donde fueran a parar, podrían tener que pagar una pequeña diferencia. Frente a la horda de reclamos que surgió luego de esa última información, la mujer les aseguró que a quienes lo desearan les harían el reembolso del paquete, pero para los que quisieran continuar con ellos estaba esa opción, y que las actividades programadas seguían en pie por el momento.
Francisco estaba revisando su cuenta del banco en el celular, para saber cuánta pequeña diferencia podía permitirse, cuando Miguel comenzó a insistirle sin descanso que no se preocupara por eso, que podía seguir quedándose en su casa y desde allí ir a sus paseos; y ese par de solcitos en su rostro eran tan convincentes que, para cuando estuvo frente al ejecutivo, dijo que había encontrado otro alojamiento por sus propios medios. Este no pudo hacer más que reiterar las disculpas por las molestias en nombre de la compañía, y otorgarle la devolución del setenta por ciento del hospedaje.
Saliendo de la agencia, fue el turno de Miguel de recibir una llamada. Era su padre, diciéndole que lo necesitaba urgentemente y que fuera a ayudarlo al trabajo.
—Ahora no puedo, papá, estoy con mi amigo, primero tendría que regresarlo a la casa y conducir de vuelta al centro… —Se excusaba el moreno frente a las súplicas de su padre.
—Descuida, puedo esperarte afuera de la reunión hasta que se desocupen. —aseguró Francisco, contento porque Miguel lo presentara otra vez como su amigo y no solo como un compañero del trabajo. Aunque cuando el otro le abrió grande los ojos, apretando los labios, comprendió que no debió hablar y que solo intentaba librarse de su padre. Al parecer el hombre lo escuchó, y le insistía a su hijo para que se apresurara.
—Ash, ya qué… —suspiró resignado—. Está bien, papá, llegamos en quince.
 Miguel se detuvo frente a un enorme edificio todo cubierto de cristales, que reflejaba el cielo y las construcciones a su alrededor. Al bajar le entregó las llaves a un valet parado en la acera junto al auto.
—Buenas tardes, señor Prado. —Saludó cordial el hombre y rápidamente se llevó el vehículo para acomodarlo en el estacionamiento subterráneo.
Francisco siguió admirando el exterior del edificio, pensando que debía dejar de sorprenderse por todo o Miguel creería que era un torpe niño del campo, hasta que vio los ascensores. Estaban pegados al muro exterior, los pisos de oficinas a un lado, la calle al otro; pero lo peor, es que podía ver a las personas dentro de ellos.
Dio un pequeño salto cuando Miguel le tocó el hombro para llamar su atención—. ¿Pasa algo?
—Es… muy alto, ¿No? —Se dejó guiar al interior con la mano de Miguel todavía en su hombro y el corazón comenzando a palpitarle más fuerte que de costumbre.
—Sí, mi viejo siempre presume que sea el más alto de la ciudad —comentó el moreno rodando los ojos—. Supongo que por eso insistió en quedarse con los últimos pisos, para poder admirar su reino desde las alturas.
«Mierda, ni modo que subamos por las escaleras», pensó Francisco, ya sintiendo que su mano tiritaba ligeramente, así que la metió en el bolsillo de la chaqueta para que nadie lo notara. Se arrepentía tanto de haber visto todas las temporadas de Mil Maneras de Morir, Desastres de Ingeniería, Sala de Emergencias, Destino Final, y todas esas cosas trágicas que a Manuel tanto le gustaban, lo habían convertido en un gallina. Un gallina que había hecho de todo para que en el paquete de turismo le cambiaran el canopy por cabalgata, porque estar pendiendo de un delgado cable a metros sobre el suelo era su pesadilla más recurrente. Y ahora se estaba conduciendo voluntariamente dentro de esa caja de cristal, solo porque no quería quedar como un cobarde frente a Miguel.
Ya dentro de la trampa mortal, se apegó a uno de los muros sosteniéndose lo más fuerte que podía del fierro a su espalda. No duró mucho su frágil sensación de seguridad, en el tercer piso subió un gran contingente de personas que los arrinconaron hasta el fondo del ascensor, y Francisco quedó pegado al panel que daba a la calle y desde donde podía ver el exterior del edificio; Miguel estaba de frente contra él, con las manos apoyadas en el vidrio a sus costados resistiéndose a que terminaran de aplastarlos. En otro lugar, incluso en el ascensor de la revista, estaría dichoso de tener al moreno tan pegado; pero en ese momento su corazón desbocado no tenía ninguna relación con la forzosa cercanía. Además de eso estaba sudando y comenzaba a faltarle el aire. Tuvo la grandiosa idea de mirar abajo y se topó con el piso de cristal, y metros y metros de vacío bajo ellos.
—Pancho, ¿Estás bien? —La voz preocupada de Miguel lo hizo volver en sí por un momento—. Te ves pálido, causita.
—Estoy bien. —Mintió. «Solo unos pisos más, solo unos pisos más», pensaba intentando tranquilizarse.
Un par de personas bajaron y el espacio se liberó por un segundo, pero un nuevo grupo se apretujó rápidamente en el interior antes de que el ascensor partiera de nuevo. Uno de ellos llevaba un pesado carro transportador, y no pudo evitar imaginar que el cristal del piso comenzaba a trisarse, al igual que el vidrio a su espalda. Sintió que se iba hacia atrás y sus manos se movieron involuntariamente, tratando de aferrarse a algo, encontrando solo los antebrazos de Miguel.
—¿Fran? ¿Qué pasa, te sientes mal?
Esta vez apenas si escuchó lo que le decía, tenía los oídos tapados y el sonido de su propia respiración agitada y latidos descontrolados le retumbaban en la cabeza. Dejó caer el rostro sobre el hombro de Miguel y este llevó sus manos a su espalda
—Francisco, me estás asustando, ¿Qué tie…?
Y entonces se desplomó. Sus rodillas flaquearon y se fue derechito al suelo, con Miguel tratando de sostenerlo lo mejor que podía para que no se azotara la cabeza contra el cristal. Escuchó un par de gritos y la campanita de las puertas abriéndose antes de terminar de perder la conciencia y desmayarse.
-o-
Cuando volvió a abrir los ojos, vio a Miguel y una señora bien arreglada con traje sastre y perlas alrededor del cuello, inclinados sobre él y mirándolo preocupados. Al ver que despertaba soltaron un suspiro de alivio.
—¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? —preguntó en una exhalación, sentándose sobre el sillón donde lo habían recostado y recibiendo el vaso de agua que la mujer le alcanzó.
—Te desmayaste en el ascensor; estamos en la oficina de la señora Marta, la asistente de papá —respondió el otro a la vez que le sobaba la espalda. Cuando pasó a acomodarle con delicadeza los mechones que caían sobre su frente, Francisco sintió que las palpitaciones volvían.
—¿Despertó la bella durmiente? —Un hombre mayor, que reconoció como el padre de Miguel por los retratos que había visto en la casa, se asomó por la puerta de la habitación. Francisco se atragantó con el agua y acabó tosiendo al escuchar lo de bella durmiente. Por no quedar como un cobarde terminó haciendo una escena frente a su, si Dios quiere, potencial futuro suegro, y todos sus trabajadores. Qué vergüenza.
—¡Papá! —Miguel volvía a sobarle la espalda, asustado de que otra vez no pudiera respirar por lo rojo que se había puesto. El hombre entró riendo a pesar del regaño de su hijo.
—Ay muchacho, a todos nos pasa alguna vez, no hay de qué apenarse. —Le dio un par de palmaditas en el hombro y luego se dirigió a Miguel—. Bueno, tu amigo ya está bien, ¿Ahora si puedes ayudar a tu pobre padre?
Los dos salieron de la habitación, luego de que Francisco le asegurara cien veces que estaba bien y la señora Marta se comprometiera a avisarle si pasaba cualquier cosa. Igualmente, Miguel no dejó de mirarlo intranquilo y con ganas de quedarse a su lado hasta que lo perdió de vista. Ver tanto interés por él en los ojos dorados lo hizo sonreír de puro gusto.
—Y bien, cariño, ¿Fue por claustrofobia, vértigo, fatiga o arrobamiento? —preguntó la mujer, con una mirada inquisitiva y deseosa de chismes, ofreciéndole un caramelo de una fuente en su escritorio como soborno.
-o-
Una vez terminada su reunión, el padre de Miguel los invitó a almorzar con él. Por suerte esta vez no se desmayó bajando en el ascensor, en gran parte gracias a que la mayoría del trayecto fueron solo ellos tres, así que pudo aferrarse cuanto quiso al fierro de la pared.
El restaurante estaba lleno con una mezcla de oficinistas en traje y corbata, y turistas con shorts y cámaras fotográficas colgando del cuello. En ese momento extrañó no haber traído su cámara al viaje; pero se recordó que lo había decidido así porque por algo invirtió en un celular potente que tomara buenas fotografías, y que en caso de que se lo robaran o sufriera un accidente dolería menos. Porque el celular podía ser costoso, pero no tanto como la cámara que usaba para el trabajo.
Tomaron asiento junto a una mesa de bulliciosos turistas que hablaban en otro idioma. Uno de ellos comía gustoso unos trozos de pulpo cubierto con una especie de salsa blanca y sobre una cama de papas, a la vez que empinaba su jarro de cerveza. Francisco se lo quedó mirando hasta que un mozo apareció junto a ellos y le acercó un menú a cada uno.
A su lado sintió que Miguel cerraba la carta luego de poco tiempo mirando y se puso nervioso, porque seguía buscando algún plato que costara menos de diez dólares. Sabía que debía haber alguno, aunque fuera tan solo una patética ensalada. Bajaba una vez más su dedo a lo largo de la columna de precios, cuando el brazo izquierdo de Miguel lo hizo a un lado cubriéndole los números. Intentó apartarlo con suavidad, y cuando el terco se tensó más contra la mesa para que no pudiera moverlo, alzó la vista para reclamarle. Se encontró con la misma expresión que le había puesto cuando intentó pagar la mitad del viaje en taxi, sumada a una media sonrisa desafiante.
—¡¿Qué te crees…?! —Había comenzado a gruñirle bajito para que el caballero no lo escuchara, cuando el mozo apareció de nuevo a interrumpirlo.
—¿Ya decidieron, señores? —preguntó levantando su libretita, listo para anotar sus órdenes.
—Yo tomaré lo de siempre —dijo primero el papá de Miguel.
—Yo también, y un jugo de maracuyá —dijo este, entregando su menú al igual que su padre. Entonces los tres se lo quedaron viendo, aguardando. Regresó la vista a la carta por un segundo, pero finalmente la cerró y se la entregó al mesero.
—Quiero lo que está comiendo ese señor —dijo, apuntando al turista en la otra mesa—. Y una Pilsener, por favor.
 —Mm, y bien… —habló de pronto el mayor, entre mordiscos a su filete—. ¿También estás de vacaciones hasta el domingo?
Tardó unos segundos en entender que la pregunta era para él y entonces se apresuró en tragar—. Sí, señor, me regreso el domingo al mediodía.
—Ahh, que bien. —Continuó—. ¿Y ya tienen planes para el sábado en la tarde?
Vio que Miguel detenía su tenedor a medio camino de su boca para mirar fijamente a su padre—. ¿Por qué? —Se atrevió a preguntar el moreno. Por la expresión en su rostro, seguro el caballero iba a empezar con uno de sus chantajes para hacer uso de su tiempo libre.
—Nnn, por nada. Solo pensaba que, si no tenían nada planeado, entonces podía invitarlos a la recaudación de la empresa en el salón Belmont. —Antes de que su hijo pudiera empezar a protestar, el hombre llevó su mirada hasta Francisco—. Será una buena fiesta, mucha comida, espectáculo en vivo…
—Y más inversionistas, ¿No? —siseó Miguel, antes de ahogar el resto de sus quejas en el jugo de maracuyá.
—¡Por dios, Miguel! Es por los niños, lo demás es secundario… —Se defendió su padre, llevándose una mano al pecho y haciéndose el ofendido unos segundos, luego volvió a dirigirse a él—. Entonces, ¿Qué me dices muchacho?, ¿Vienes?
Francisco lo observó un instante sin decir nada, luego volteó a Miguel. El moreno lo miraba con grandes ojos y haciendo gestos con la boca, rogándole que le diera un tajante «NO» al viejo. Una pizca de malicia surgió dentro de él, y puso la misma media sonrisa desafiante que el otro le había dado al taparle los precios del menú. Los ojos de Miguel se abrieron aún más al verlo y dejó escapar un jadeo de espanto.
—Bueno, la verdad es que…
Francisco no iba a ser tan maldito con su amorcito, y le dijo a su padre que en verdad dependía de qué pasara con el embrollo en la agencia de turismo, siendo que estaban teniendo cambios de último minuto no solo con respecto a lo del alojamiento, así que durante la semana se iría viendo. Lo que era verdad, durante su parloteo con la señora Marta había recibido un correo electrónico diciendo que la cabalgata de la tarde se había cancelado por problemas de organización. El hombre no estuvo muy feliz con esa respuesta, no así su hijo, que suspiró aliviado.
Luego pasaron a hablar sobre otros asuntos, más que nada les preguntó cómo iba el trabajo y la vida en la otra ciudad—. ¿Y cómo están Ana y tus hermanos?
—A Manuel lo veo todos los días chambeando, está bien. Tiare y la señora Ana también están bien. —Fue la escueta respuesta de Miguel cuando tocaron el tema de su otra rama familiar.
A Francisco le chocó un poco que se refiriera a su madre como señora Ana, y siendo que todo el tiempo llamaba mamá a su madrastra, pero pronto se dijo que era normal, puesto que en realidad se había criado con la última y a su madre biológica solo la veía de vez en cuando.
Iban bajando al estacionamiento, luego de separarse otra vez del caballero, cuando el celular de Miguel vibró con un mensaje—. Es de la señora Marta —informó. Francisco se paralizó por un segundo, pensando en cómo la mujer había logrado sacarle la confesión sobre su temor a la cuerda de seguridad y su pasión por el hijo del jefe con una simple taza de manzanilla; deseando que el mensaje no hablara sobre nada de eso—. Dice que nos consiguió dos cupos en un paseo a caballo mañana temprano.
«Así que era eso», pensó relajándose nuevamente, pero casi enseguida volvió a ponerse nervioso—. Lo siento, solo se lo comenté cuando recibí el mensaje, no pretendía que se molestara con esto ni distraerla de su trabajo, en serio, perdón...
La verdad es que sí se decepcionó bastante cuando le avisaron de la cancelación, tanto por todas las horas al teléfono que había gastado para que se la agregaran a cambio de la cuerda suicida, como porque se había ilusionado con la idea de subirse por primera vez sobre el lomo de un caballo.
—Tranquilo, significa que le caíste bien, y apenas debe haberle llevado unos quince minutos —aseguró Miguel—. Además, me gusta la idea de que vayamos a cabalgar juntos.
-o-
El paseo era a eso de las once de la mañana del día siguiente, en uno de los clubs ecuestres asociados de la empresa.
Francisco no se consideraba un hombre especialmente vanidoso, pero luego de escuchar lo de «club ecuestre», además que no quería verse como un mamarracho junto a su rayito de sol, se pasó toda la tarde buscando entre sus cosas algo decente que ponerse, dándole la excusa a Miguel de que comenzaría a ubicar sus cosas en el closet, al rechazar su propuesta de una tarde de cine. Finalmente, al otro día se plantó una chaqueta, un polo piqué y los pantalones más presentables, y a la vez cómodos, que había empacado, junto a las botas largas que el moreno le prestó. Iba a rechazarlas al inicio, pero al llegar al club se alegró de que Miguel insistiera y habérselas puesto, ya que lo hacían sentirse un poco menos fuera de lugar. Eso, y sus piernas se veían muy bien con ellas y los leggins negros que María le regaló para su cumpleaños. Cuando descubrió que Miguel no paraba de mirarle el trasero, decidió que debía agradecerle de nuevo a su hermana.
Siguiendo las indicaciones de la recepcionista dieron rápidamente con su grupo, cuando el guía comenzaba a dar algunas indicaciones, entre ellas que el recorrido podía ser a ratos algo complicado, así que solo jinetes experimentados manejando las riendas.
—Pana, yo nunca me he subido a un caballo —murmuró afligido para que solo su compañero lo escuchara. El moreno desvió la vista al grupo por un momento.
—Cálmate, Pancho, podemos ir juntos. —dijo dándole una palmadita en la espalda. Francisco miró a los demás y vio a algunos padres subiendo con sus hijos al caballo, y también un par de parejas haciendo lo mismo y apretujándose sobre la silla de montar.
 «¡Oh, por Dios!», pensaba una vez sobre el caballo, arrimado contra la espalda del otro. De pronto y hacía calor. De pronto y no sabía qué hacer con sus manos, ¿Dónde las ponía y qué tan fuerte podía agarrarse? También estaba preocupado de que a su no tan pequeño amigo se le ocurriera despertar justo en ese momento.
—¡Abrázame, Pancho! No seas tímido —dijo Miguel al sentir su indecisión.
Terminó poniendo sus manos a los lados de las caderas del moreno, pero cuando este hizo andar al caballo de pronto, se aferró lo más fuerte que pudo a su cintura, pegando el pecho contra su espalda.
—Idiota. —Se quejó al escuchar las risas de Miguel.  
El susto inicial se desvaneció rápidamente y entonces se entretuvo mirando el paisaje y a los otros jinetes alrededor, disfrutando de la experiencia de estar sobre un caballo de verdad, y cabalgando de verdad.
—¿En serio nunca te habías subido a un caballo? —preguntó Miguel en un momento que se internaban en fila por un sendero entre una arboleda.
—Solo si dos vueltas en un poni con ruedas en la plaza del barrio cuentan —respondió—. Cuando salíamos de vacaciones a la playa veía personas ofreciendo paseos, pero Cata y María siempre convencían a mis papás de comprarnos helado en lugar de eso. Supongo que estuvo bien, los pobres animales no estaban ni la mitad de bien cuidados que nuestro amigo. —Llevó su mano atrás, palmeando suavemente lo que alcanzaba del caballo, este resopló en respuesta.
—Supongo. —Una sonrisa dulce fue a posarse en los labios de Miguel, claro que Francisco se la perdió.
 El paseo duró alrededor de una hora y una vez estaban casi llegando al lugar de partida, Miguel le comentó que no había tomado ninguna fotografía en todo el trayecto—. ¿Quieres que te tome una con el caballo cuando bajemos?
Francisco pensó que sería lindo para tenerla de recuerdo, y los otros grupos comenzaban con las sesiones de fotos también, así que no le dio pena entregarle el celular a Miguel cuando ambos estuvieron de pie en el suelo y posar junto al caballo. El animal no parecía incomodo por suerte, debía estar acostumbrado a que lo usaran de modelo, y dejó que le acariciaran el cuello y el hocico. Luego de una tanda de fotos le dijeron adiós y emprendieron el camino de regreso.
Miguel manejaba el auto fuera de los terrenos del club, mientras Francisco a su lado seleccionaba las fotos que colgaría en Instagram, «para mostrarle a su familia que de verdad seguía vivo y haciendo lo que dijo que haría», le había comentado luego de pedir su permiso para etiquetarlo. Estaban detenidos en un semáforo, cuando sus ojos se desviaron a mirar la publicación que Francisco revisaba en su celular, y se le escapó una sonrisa al ver sus rostros juntos en la pantalla, la que se esfumó rápidamente al leer el comentario que su hermano había escrito debajo:
«Así que sigues con ese feo ¿Tan mal estaban los otros lugares? xP»
«¡Jum! ¡¿Y este qué se cree?!», pensó Miguel, apretando con fuerza el volante y regresando la vista al camino. ¡Pues claro que se había quedado con él! Como si su Panchito fuera estúpido para preferir un motelucho de mala muerte en lugar del hotel cinco estrellas con atención exclusiva, desayuno continental, barra libre, piscina privada; en fin, el all inclusive que era su casa. Si hasta venía con el anfitrión ardiente incluido de regalo, porque claro que Miguel se consideraba el hermano bonito.
En el fondo sabía que se estaba molestando demasiado por una tontería sin importancia, ¡Pero es que Manuel era tan…Arghhh!
Tan ofuscado estaba, que estacionó en el garaje de la casa sin darse cuenta. Solo reaccionó cuando Francisco le habló.
—Migue, ¿Puedo tomar algunas fotos de tu jardín? —Preguntó después de que salieran del auto—. Manuel pregunta por mis bichos y hasta ahora no he podido…
—Usted haga lo que quiera, mi señor, que aquí estamos para complacerlo. Yo iré a preparar el bufet, le aviso cuando esté todo listo —dijo con más intensidad de la necesaria y se fue decidido a la cocina, ignorando la mirada confundida de Francisco tras su espalda. A ver si le quedaban ganas de ir a cualquier otro lugar luego del festín que le iba a preparar.
Para su mala suerte, alguien no había recordado hacer las compras y tuvo que conformarse con un simple pollito con arroz, pero tanto picar y freír cosas hizo que se le olvidara el enojo, así que todo estaba bien. Igualmente, no se aguantó las ganas de dejarle una respuesta a Manuel:
«Pura envidia porque yo saqué todo el poto de la familia :P»
Estaba asegurándose que todo estuviera bien sazonado cuando vio que el menor le había enviado un par de mensajes privados.
«Feo :P»
«Trátame bien al Pancho»
«… Pero no dejes que coma tanto kétchup en el almuerzo»
Tuvo que reír ante eso último. Pero por supuesto que ya lo tenía contemplado.
-o-
Francisco alcanzó a fotografiar una colonia de hongos, una abeja que salía cargada de polen de una gran flor amarilla, una pareja de mariquitas y un escarabajo con destellos azules para enviarle a su amigo antes de que Miguel lo llamara a comer.
—El jardín es muy bonito —dijo sentándose frente al plato de comida que Miguel había dispuesto para él. La salsita de huancaína estaba muy buena, pero de todas formas extrañó ponerle un poquito de kétchup.
—Sí, ya lo sé. —El otro se lo quedó mirando con los ojos entrecerrados, el mentón apoyado en ambas manos sin tocar su comida.
—¿Dije algo malo? —No entendía por qué lo estaba mirando así, pero lo ponía nervioso. Quizás había hecho algo sin darse cuenta, ¡Demonios! Tal vez no había solo pensado lo de la salsa.
—Nop. —Miguel le mostró la lengua y entonces supo que solo lo estaba molestando—. Eres demasiado amable, Pancho, nunca dices nada malo. Ni siquiera en nuestro jueguito buscando lo más feo de las casas pones verdadero empeño… —Francisco empezaba a abrir la boca para rebatirle que eso no era cierto, que podía ser un perro maldito si se lo proponía con ganas, pero lo interrumpió—. A ver, te reto a decir algo malo del jardín.
—¿Qué? ¿Por qué? —cuestionó. No quería entrar en ese juego, más que nada porque no se le ocurría qué podía decir—. ¿Y qué gano yo con eso?
—¿Qué te parece no lavar los platos? —dijo cruzándose de brazos, desafiándolo—. Vamos, lánzame todo lo que tengas, tu mejor golpe.
Se sintió como un ratón atrapado bajo esos ojos amarillos. De verdad que no tenía nada malo que decir del jardín, ni de la casa, ni de nada, todas sus opiniones negativas sobre cualquier cosa parecieron esfumarse bajo la presión y se rebanó los sesos tratando de encontrar algo medianamente criticable que hubiera visto. La sonrisa triunfal de Miguel ensanchándose cada segundo que continuaba sin hablar.
—Está infestado de pulgones. —Fue lo más fuerte que pudo sacar—. Hasta el tope, no hay planta que se salve, es todo un asco.
Miguel se hizo hacia atrás en la silla, sorprendido de que hubiera abierto la boca, sus grandes ojos así lo indicaban. Pero algo debió hacer para delatarse, porque pronto estuvo mirándolo fijamente con los ojos entrecerrados, inclinándose levemente sobre la mesa—. ¿En serio?
Solo eso bastó para que Francisco dejara caer los hombros, aceptando su derrota—. No, no del todo. Sí hay unos poquitos, pero no es la gran cosa, están por todas partes... —Vio cómo la boca de Miguel se curvaba lentamente en una nueva sonrisa, y se hundió en el asiento bebiendo del rico jugo de manzana que tenía en su vaso.
—Perdón, perdón. —Se disculpó el moreno, frotándose los ojos—. Bueno, pero ya que estamos, cuéntame más de los bichitos esos, para decirle a mamá lo que está pasando con sus amadas plantas.
—Oh, no quieres darme cuerda para que te hable de bichos, Prado, te lo advierto —dijo, ya dejando atrás su vergüenza gracias a la voz risueña de Miguel.
—Estoy advertido. Cuéntame…
Así fue como terminaron enfrascados en una conversación que se extendió por al menos dos horas, obviamente no solo sobre afídidos, y que acabó mucho después de terminarse todas las ensaladas y el jugo de manzana.
Y después de todo no lo hizo lavar los platos.
-o-
La tarde comenzaba a caer y Francisco se distraía simplemente sentado en el borde de la piscina, moviendo las manos dentro del agua. Sus padres siempre le habían dicho lo sencillo que era encontrar algo con que entretenerlo, a diferencia de sus hermanas, y comenzaba a darles toda la razón. No sabía cuánto llevaba haciendo hondas en la superficie, hasta que escuchó el ventanal abriéndose a su espalda.
—Sabes, cuando preguntaste si podías venir a la piscina pensé que te encontraría nadando crol o flotando boca abajo. —Bromeó Miguel, tomando una de las sillas para sentarse cerca de él. Un momento después preguntó—: ¿O será que no sabes nadar?
—¡Man, claro que sé nadar! —exclamó instantáneamente. De hecho, había querido lanzarse al agua en cuanto vio la piscina el primer día que pisó la casa. En ese mismo instante estaría nadando como un pez, si no fuera por un pequeño inconveniente—. Es que… no empaqué ningún traje de baño.
—¿Cómo… cómo es que vienes a la playa y no traes ningún traje de baño? —preguntó el moreno entre confundido y divertido.
—Ya sé, pero no estaba en mis planes meterme al agua, ¿De acuerdo? —Se defendió, el rostro colorado por la vergüenza de su descuido—. La verdad no se me ocurrió; se suponía que iba a pasarme todo el tiempo en las actividades, o paseando por los senderos en el bosque alrededor de las cabañas, o sentado en la terracita leyendo. No se me pasó por la cabeza que tendría tiempo de ir a nadar.
—Si quieres puedo prestarte un… —Iba diciendo Miguel, hasta que el castaño le dedicó una mirada que chillaba «¡Ni se te ocurra!», y cerró la boca, ahora igual de avergonzado que Francisco. Tamborileó los dedos en la madera de los brazos de la silla unos segundos y luego volvió a hablar—. ¿Pero te gustaría meterte al agua?
—Mucho. —confesó Francisco luego de unos segundos—. Es decir, ¿Cuántas veces tienes al alcance una piscina para ti solo? Y así de grande, además.
Miguel se lo quedó viendo por un rato, cómo continuaba haciendo hondas sobre el agua con sus manos, y entonces se levantó de la silla antes de arrepentirse de su idea.
—Mmm, ¿Migue? —Francisco lo escuchó removerse a su espalda y se giró a mirarlo. Piel, mucha piel fue lo que vio. Miguel se había quitado la camisa y los zapatos y ahora se quitaba de un jalón el cinturón de su pantalón—. ¡¿Qué estás haciendo?! —Cuando los calzoncillos naranjos quedaron expuestos ya no podía más de la impresión que se estuviera desnudando frente a él.
Ya sin nada más encima, aparte de la prenda naranja, Miguel comenzó a avanzar en su dirección y sintió que le iba a dar algo, la cara le ardía y el corazón se le salía del pecho. Pero todo murió en cuanto el moreno saltó dentro de la piscina, salpicándole un poco de agua y ahogando su pasión.
—¿Qué estás esperando? —insistió una vez su cabeza emergió a la superficie, haciéndole señas para que fuera con él.
Francisco lo miró espantado, ¿Qué acaso esperaba que se encuerara como si nada con él mirándolo? No es que le faltaran ganas, pero no era esa la situación en la que se imaginó que pasaría. Además, no recordaba qué se había puesto, esperaba que no fueran esos calzoncillos remendados ni los horribles matapasiones que su madre les compraba al por mayor a Rodrigo y él, aunque estaba casi seguro de que no había empacado ninguno.
—¡Vamos! No seas mojigato, Burgos, no tienes nada que yo no tenga —insistió otra vez el moreno, jugueteando en el agua para tentarlo.
—¡Ya, ya! Pero qué pesado. —Se levantó solo cuando acabó de convencerse que eran los boxers azul marino los que traía puestos, y se dirigió hasta la silla más cercana para empezar con el espectáculo; porque, si iban a presionarlo para enseñar la mercancía, al menos se aseguraría de hacerlo bien.
-o-
Miguel nunca se había considerado de esos que disfrutaban solo mirando, lo suyo era tocar y agarrar, pero en cuanto Francisco comenzó a desvestirse no fue capaz de apartar la vista. El castaño parecía querer torturarlo con tanta parsimonia, alzando lentamente su camisa, descubriendo poco a poco ese abdomen bien formado que tenía. Luego se inclinó para quitarse los zapatos, sosteniéndose del respaldo de la silla y alzando las rodillas con la misma gracia y calma infartantes, guiando a sus hipnotizados ojos a bajar por la curva de su espalda hasta…
—Asu mare… —Se sostuvo de la orilla de la piscina al tiempo que Francisco se bajaba los pantalones suavemente con las puntas de sus dedos hasta la mitad del muslo. Tuvo suficiente tiempo para apreciar su lindo trasero y el glorioso frente de los ajustados boxers oscuros antes de que el otro se sentara en la silla y comenzara a exhibir toda la extensión de sus torneadas piernas, bajando las manos con delicadeza desde sus muslos a la rodilla, pantorrilla y tobillos.
Fue cuando acabó de quitarse el pantalón y comenzaba a girar la cabeza hacia la piscina, que Miguel espabiló y, por el pánico de que lo sorprendiera de fisgón, se hundió rápidamente hasta el fondo. Así tal vez también conseguía que se le bajara la calentura.
-o-
Vaya, el striptease de su vida y lo habían ignorado olímpicamente.
Francisco se sentía muy frustrado porque en cuanto terminó su show y miró a la piscina descubrió que Miguel había estado más entretenido chapoteando por ahí.
—Osh, ya qué —murmuró para sí mismo y fue hasta la escalera para meterse de una vez al agua.
Cuando estuvo dentro, el moreno se le acercó para retarlo a una carrera. Dieron un par de vueltas, luchando por quien tocaba primero el otro lado y salpicándose agua cuando perdían; después Miguel encontró unos discos de colores abandonados por las orillas y estuvieron un rato lanzándolos al agua para buscarlos por el fondo. Finalmente, solo estaban nadando y flotando tranquilamente alrededor.
Se sirvió de sus jugueteos para pegarse tantito a Miguel. No se sentía orgulloso de su comportamiento sacando provecho de la situación, pero al otro no parecía molestarle, así que no hacía ningún daño colgarse de su espalda y sus anchos hombros o rozar por accidente su piel, ¿Verdad? Hasta podría jurar que su compañero hacía lo mismo.
 La luz del día los abandonó y varios minutos después de que las farolas y las luces del fondo de la piscina se encendieran, se acercó al borde dispuesto a salir. Entonces se dio cuenta de que habían olvidado algo importante.
—Miguel —llamó para que el otro dejara de impulsarse de un lado a otro y le prestara atención—. Dime que trajiste una toalla.
El moreno llegó nadando a su lado, dejándose impactar contra él como freno, luego apoyó las manos en el borde a cada lado de su cuerpo, estirando el cuello para ver por los alrededores.
—Nop, se me olvidó —dijo luego de unos segundos. Francisco dejó escapar un jadeo y entonces se apresuró en calmarlo—. Pero tranquilo, puedo correr arriba a buscarnos un par. Si subo por la escalera de la terraza apenas si mojaré un poco de…
—¡¡Por el amor de Dios, Miguel!!
Dejaron de prestarle atención a las escaleras de las que hablaba en cuanto escucharon el grito de su padre. El hombre intercambiaba su mirada entre ellos y sus ropas tiradas descuidadamente sobre las sillas de descanso, la cara roja de rabia.
—¡¿En la piscina?! ¡Eres un adulto ya, compórtate con más decencia!
Francisco se puso igual de rojo, pero de vergüenza, al entender a qué se refería. Y es que, sí, viniendo de fuera sí podría entenderse que estaban en eso al ver la ropa tirada, sus torsos desnudos por encima del agua, él pegado contra el borde y el moreno contra su espalda con las manos apoyadas a sus costados. Más se avergonzó porque, oh, cómo le gustaría que fuera verdad.
—¡No es lo que estás pensando!... —Escuchó que Miguel gritaba en respuesta, esforzándose por no tartamudear, y sin despegarse de él.
—Estamos en que esta es tu casa, ¡Pero por favor, los vecinos podrían verte! —Continuaba gritando el hombre sin prestarle atención—. ¿Y si tu madre y Julio volvieran de improviso? ¡¿Eh?! Dime, ¡¿Qué harías si tu hermano aparece y te ve así?! ¡¿En pleno…?!
—¡Que no estamos haciendo nada, papá, ya para! Solo… —Podía sentir el calor emanando del rostro de Miguel en su nuca, debía estar igual de colorado que él. ¡Y seguía sin apartarse de su espalda! Quizás qué estaría pensando el caballero por eso.
—¡Y tú muchacho! —gritó, ahora señalándolo a él con un dedo acusador que lo hizo dar un respingo—. Ayer parecías un joven sensato, ¿Cómo es que te prestaste para esto? —Guardó silencio un momento, mirándolo fijamente e ignorando por completo a su hijo que seguía tratando de explicarle la situación. Al parecer de verdad esperaba que Francisco le respondiera algo—. ¡Vamos! ¿No tienes nada que decir?
—¡Pero claro, a él sí lo quieres escuchar! —Se quejó Miguel, pero su padre no se inmutó y siguió mirándolo. Francisco abría y cerraba la boca, pero estaba demasiado mortificado como para hablar. Finalmente logró que algo saliera de su garganta, pero no fue ni lo más prudente, ni lo más inteligente que podría haber dicho en ese momento.
—Podría… ¿Nos podría alcanzar un par de toallas?
—¡Faltaba menos! —exclamó el hombre, llevándose las manos al rostro y dando la vuelta de regreso adentro y a buscar toallas para el par de desvergonzados que copulaban en su piscina—. ¡Estos jóvenes de hoy!…
 Una vez secos y vestidos, Miguel se empeñó en aclarar todo el asunto con su padre y defender el honor y la decencia de ambos; pero, de todas formas, Francisco no se atrevió a sostener la mirada del caballero en ningún momento de la silenciosa cena que tuvieron esa noche.
Ya era la segunda escena que montaba, qué vergüenza.
Parte 3
13 notes · View notes
hsj · 4 years
Text
﹟      @jaxj​      ﹕    “ los panecillos, lo mejor de la noche ”
Tumblr media
“ lo único bueno ” corrige, sin siquiera voltearse a ver al capitán del equipo de quidditch. su atención es capturada por las personas que los rodean, algunas caras que logra reconocer como miembros del grupo dispuesto a echar a las semi-criaturas del colegio. causan molestia, rabia, en la pelirrosa, aunque se promete controlarse para no generar escándalos. “ no sé cómo puedes comer, de todas formas ”
8 notes · View notes