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#guillermo de ockham
bocadosdefilosofia · 3 months
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«También una proposición no está sino en la mente o en la palabra o en lo escrito; entonces sus partes no están sino en la mente o en la palabra o en lo escrito; pero las sustancias particulares no son de este estilo. Resulta entonces que ninguna proposición puede componerse de sustancias. Pero la proposición se compone de universales, entonces los universales no son sustancias en modo alguno.»
Guillermo de Ockham: Suma de lógica. Grupo Editorial Norma, pág. 70. Santafé de Bogotá, 1994.
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vonneumannmachine · 6 months
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¿Qué es la ciencia?
En vista de la reciente publicación del libro de Antonio Diéguez La Ciencia en Cuestión (libro que aún no he leído pero que está ya encargado), vamos a hablar un poco de Filosofía de la Ciencia, tema que hace mucho que no tocábamos en el blog. Además, vamos a entrar por la puerta grande con la nada pretenciosa intención de intentar definir la ciencia, asunto que, como no podía ser de otro modo,…
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notasfilosoficas · 8 months
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“Dios no es un ser entre otros seres, sino el fundamento del mismo ser”
Paul Tillich
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Paul Johan Tillich fue un existencialista cristiano germano-estadounidense nacido en Starzeddel Brandemburgo en la actual Polonia en agosto de 1886, ampliamente considerado como uno de los teólogos más influyentes del siglo XX.
Paul era el hijo mayor de tres hijos con dos hermanas, y su padre era un pastor luterano conservador de las provincias mas antiguas de la Iglesia estatal evangélica de Prusia y su madre una vital pero inflexible ama de casa calvinista.
A la edad de 14 años fue enviado Konigsberg in Der Neumark (actualmente Polonia) a estudiar y alojado en una pensión en donde para superar su soledad solía leer la Biblia mientras se encontraba con ideas humanistas en la escuela. Su madre muere cuando Tillich contaba con 17 años.
En 1900 su familia se traslada a Berlin, en donde su padre había aceptado un puesto en el Consistorio Real, y entre 1904 y 1909, Paul cursa estudios de teología en las universidades de Berlín, Tubinga y Halle.
Entre 1908 y 1918 desarrolla su labor como pastor en el entorno de Berlín, enseñando entre 1919 y 1924 en la Facultad de Teología berlinesa y encabeza durante esos años un grupo de trabajo de orientación socialista en la que trata temas concernientes a la situación religiosa de la época.
Durante 1924 a 1933 desarrolla su docencia en teología, y filosofía en la región de Marburgo, Dresde y Francfort del Meno, hasta la llegada del nacional socialismo a Alemania, trasladándose con su familia a Nueva York en donde realizará una intensa labor publicística e intelectual, abandonando el socialismo religioso y orientándose hacia la antropología y la filosofía de la existencia.
Sus logros mas anunciados fueron los escritos y publicados en 1951 denominado “Teología sistemática” y en 1952 la publicación titulada “El coraje de ser”.
En el primer libro, Tillich examina las tensiones internas en la estructura de la razón y el ser, fundamentado en un estudio de ontología, y en su publicación titulada “El coraje de ser”, examina las ansiedades ónticas (del ser), morales y espirituales a lo largo de la historia y en la modernidad. 
Ambos trabajos le concedieron el reconocimiento internacional, lo que lo llevó a impartir pláticas en la universidad de Aberdeen y a un nombramiento en la Harvard Divinity School en 1955, en donde fue profesor universitario, y uno de los 5 mas prestigiados profesores en Harvard.
Tillich utilizó un concepto del Ser a lo largo de su obra filosófica y teológica, y parte de su trabajo tiene relación con la ontología fundamental de Martin Heidegger.
Para Tillich, el Ser sigue siendo el contenido, el misterio y la eterna “aporía” del pensar, en donde ninguna teología puede suprimir la noción del ser como potencia del ser. Uno no puede separarlos. En el momento en el que Dios ES o tiene que SER, surge la pregunta de como se entiende su relación con el ser, y la única respuesta posible parece ser que Dios es el ser mismo, en el sentido de poder ser o el poder de conquistar el no ser.
A lo largo de la mayor parte de su trabajo, Tillich proporciona una vision ontológica De Dios como el ser en si mismo, la base del ser y el poder del ser, uno en el que Dios está mas allá de la esencia y la existencia.
A diferencia de figuras medievales como San Anselmo, Duns Scoto y Guillermo de Ockham en donde al ser Dios el ser existente mas alto, se le podían atribuir predicados tales como omnipotencia, omnipresencia, bondad, justicia, santidad etc. Tillich critica este modo de discurso al que denomina “teoísmo antológico”, y argumenta que si Dios es un ser, incluso si se trata del ser más alto, Dios no puede llamarse propiamente la fuente de todo ser.
Tillich aborda cuestiones tanto ontológicas como personalistas con Dios, y la relación de la humanidad con Dios, refiriéndose a otro tipo de teísmo como el encuentro “divino-humano”, un encuentro con el “Totalmente otro”, compartiendo similitudes con las concepciones helenísticas y patrísticas de Dios como “la fuente no originaria de todo ser”, señalando que Dios es “la respuesta a la pregunta implícita en la finitud del hombre…el nombre de lo que concierne al hombre en última instancia”. Esto se manifiesta notablemente en su comprensión de la fe como preocupación última.
La clave para entender la teología de Tillich es lo que él llama el “método de correlación”, un enfoque que correlaciona las ideas de la revelación cristiana con las cuestiones planteadas por el existencialismo , los análisis filosóficos y los psicológicos.
Además del trabajo de Tillich en teología, también fue autor de muchos trabajos en ética, filosofía de la historia y religión comparada. El trabajo de Tillich continúa siendo estudiado y discutido en todo el mundo.
Tillich murió en octubre de 1965, 10 días después de haber sufrido un infarto, en la ciudad de Chicago en donde era profesor John Nuveen de Teología en ésta Universidad.
Fuentes: Wikipedia, herder.com.mx, Pedro Castelar (Universidad Pontificia Comillas)
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elyoul · 8 days
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Navaja de Ockham
La navaja de Ockham (a veces escrito Occam u Ockam), principio de economía o principio de parsimonia (lex parsimoniae) es un principio filosófico y metodológico atribuido al fraile franciscano, filósofo y lógico escolástico Guillermo de Ockham (1285-1347) (aunque investigaciones más profundas sugieren que este se puede rastrear más atrás, al menos hasta Aristóteles1​2​3​4​), según el cual «en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable». Esto implica que, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja.5​
En ciencia, este principio se utiliza como una regla general para guiar a los científicos en el desarrollo de modelos teóricos. En el método científico, la navaja de Ockham no se considera un principio irrefutable y ciertamente no es un resultado científico. «La explicación más simple y suficiente es la más probable, mas no necesariamente la verdadera», según el principio de Ockham. En ciertas ocasiones, la opción compleja puede ser la correcta. Su sentido es que en condiciones idénticas se prefieran las teorías más simples. Otra cuestión diferente serán las evidencias que apoyen la teoría. Así pues, de acuerdo con este principio, no debería preferirse una teoría simple pero con pocas evidencias sobre una teoría compleja pero con mayores pruebas.
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yapytaupeishasblog · 1 month
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LA FALACIA DE CONJUNCION Y LA NAVAJA DE OCKHAM EN MEDICINA.
A Guillermo de Ockham, le gustaban las cosas simples y los beneficios de su navaja abarca desde la medicina, la economía, la informática etc. Una falacia se define como un error de razonamiento, violando el orden lógico. En medicina tanto la falacia de conjuncion como la navaja de Ockham siempre sirven. FALACIA DE CONJUNCIÓN La falacia de conjunción es la tendencia a creer que la combinación…
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samxcardozo · 2 years
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“Es vano hacer con más lo que se puede hacer con menos.”
Guillermo De Ockham
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myfpschool · 2 years
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Resumen filosofía Tema 8. Duns de Escoto, Guillermo de Ockham y René Descartes
Resumen filosofía Tema 8. Duns de Escoto, Guillermo de Ockham y René Descartes
DUNS DE ESCOTO Franciscano.Procuraba separar a la filosofía de la teología.Defiende el nominalismo. (el nominalismo se opone a los universales).No se puede explicar racionalmente la idea de la creación por Dios a base de la nada.Dios es la libertad absoluta. GUILLERMO DE OCKHAM FranciscanoCrea el nominalismo: la separación entre razón y fe.“Fe y razón son fuentes de conocimiento distintas y…
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j-andreu · 6 years
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Una lectura de ‘’Guillermo de Ockham y su crítica logico-pragmática al pensamiento realista.’’ Ignacio Miralbell (1998).
He escogido este escrito pues buscaba una obra que me acercase a la naturaleza de la lógica en la época medieval, que tuviese una extensión suficiente como para permitirme una síntesis algo más personal y que fuese de elaboración nacional contemporánea, con el objeto de situarme en corrientes defendidas actualmente. Este libro cumple todos los requisitos y además se aborda la temática desde la perspectiva lingüística, uno de mis sujetos favoritos.
Se trata de un texto que nos hace recorrer la filosofía Ockamista a través de sus planteamientos sobre lógica. Se da en ella un desarrollo en cierta medida deconstructivo pues parte de planteamientos del autor de gran complejidad por su hermenéutica y va poco a poco desglosando las intenciones y significados de los términos de este. Se analiza también la aparición histórica de estas perspectivas por medio de antecedentes en lógica y muchas veces son mencionadas las repercusiones de estos planteamientos lógico-lingüísticos. Esta obra pretende una comprensión exhaustiva de Guillermo de Ockham para evitar toda mala interpretación de este original autor pero también con la intención de desmontar (o no, eso queda a juicio del lector) algunas de las ideas de Ockham a través de un desarrollo de las mismas.
Es una obra que, por su breve extensión, recomiendo una doble lectura, pues resulta necesario que se lea del principio al final para luego poder leerse del final al principio.
Exposición:
El texto está dividido en 5 capítulos de unidad temática con subdivisiones en estos y generan una progresión deconstructiva:
I.-Omnipotencia divina y logicismo crítico:
Se sitúa el origen de la filosofía de Ockham en un contexto de crisis filosófica por la preponderancia del Averroismo latino que renuncia a la coordinación de FE y Razón, ideas a través de las cuales Dios pierde su dimensión personalista-voluntarista cristiana. En contra de las corrientes que buscaban negar estas ideas, Ockham (con antecedentes claros en Duns Escotto) decide solucionar el problema radicalizando esta postura de origen aristotélico. Esta reinterpretación del aristotelismo es de corte anti-esencialista y desemboca en un rechazo de los universales dado que no entiende a Aristóteles en términos de realismo ingenuo.
Su intención es contraria a lo que pueda parecer dado que no hace una defensa de la autonomía de la razón ni nada por el estilo sino que pretende establecer los límites de la metafísica de modo que lo demás sea causa divina, es decir, tiene una intención apologética clara. Esta delimitación parte de los principios de omnipotencia divina por el cual toda realidad es modificable por dios y por ello contingente de partida, el principio de reduccionismo ontológico o economía metafísica por el cual no se multiplican los entes de manera innecesaria y el reduccionismo causal que limita el ser en potencia a la acción divina negando su existencia en las cosas y llevando a una comprensión de la realidad como conformación fáctica de singulares. Pero esta conformación no es en ningún caso producto de las ideas humanas dado que se hace una crítica sistemática de los universales, ''Hay una dicotomía irreductible e inalienable entre la realidad singular y la absoluta, entre las ideas universales y relativas'' (Cap.1 pag18. Libro en cuestión).
II.-Abstracción e intuición:
En este capítulo se exponen los elementos fundamentales de la teoría del conocimiento ockhamista.
Se parte de una distinción entre acto aprehensivo, o condición necesaria de toda acción intelectiva,  y acto judicativo, o emisión de juicio asertivo  o disentivo a cerca (exclusivamente) de una proposición. No son actos privativos el uno del otro.
Se sigue con una distinción de tipos de conocimiento (que no de modos de conocer) en abstracto e intuitivo, siendo el primero un conocimiento intelectual que no da evidencia de verdad y el segundo un conocimiento sensitivo inmediato que si da evidencia de verdad, aunque contingente. Esta interpretación de los abstracto como lo común a los términos y lo intuitivo como la comprensión singular, dista necesariamente de la división de Escotto aunque comparte términos, pues no esta vinculada con la existencia o inexistencia del objeto intuido. Esta explicación se refuerza con una duda metódica que supone un antecedente de la filosofía cartesiana.
Finaliza el capítulo con dos ''corolarios'' o conclusiones de Ockham:
1º La omnipotencia total de Dios que puede caer en una suerte de escepticismo radical
2º Las verdades contingentes más evidentes con las que determinan estados personalisimos como ''yo dudo''. Esto sucede porque su contradicción deviene absurda de modo inmediato. Ergo son la única excepción al primer corolario.
III.-Crítica a la intencionalidad cognitiva:
En este capítulo omitiré cierta información dado que se desarrolla sistemáticamente en el próximo. En el se establecen las claves interpretativas de los términos significación, intencionalidad y suposición. Se parte de la interpretación de las ideas como ''signos'' y de una hermenéutica de los usos supositivos para generar una lógica neopositivista y atomista.
En su identificación de ideas y signos, parte de una diferenciación de tipos de términos en conceptuales (como signos naturales de los que se deriva un rechazo de la intencionalidad cognoscitiva que queda encerrada en la idea de ''signo'') hablados (voces) y escritos (ambos signos convencionales). Esta distinción entre signos naturales y convencionales no queda demasiado clara en Ockham y lleva a ciertos problemas, dado que solo se esboza una diferencia en tanto que en los naturales se da cierta semejanza entre significado y significante mientras que en los convencionales la conexión es arbitraria.
En tanto que las ideas se entienden como símbolos por lo que traen al conocimiento algo distinto de ellas y no se acepta la noción clásica de intencionalidad del conocimiento, esa ''intencionalidad pura'' desaparece en la teoría Ockhamista, lo que se enfrenta de lleno a la idea de intencionalidad como representación.
Termina el capítulo señalando como esta pérdida de la intencionalidad pura es a la vez la constitución de un descubrimiento y un origen de la mala interpretación gnoseológica de Aristóteles que arrastramos hasta la llegada de Husserl, el cual pone de manifiesto este error. Esta idea de considerar a los universales como meros inventos de la utilidad mental, cuyo desarrollo lleva al circulo vicioso de no saber cómo se identifican los singulares que componen la creación conceptual de un universal si no hay un universal que genere esa similitud de singulares.
Hay un segundo apartado en este capítulo sobre los tipos de suposición en Ockham por el que no me detendré pues se desarrolla en el siguiente capítulo.
IV.-La transformación de la teoría de la suposición:
Tras hacerse un extenso análisis sobre el origen histórico del término ''suppossitio'' como un concepto puramente ontológico que determina lo que es más allá de los accidentes, lo que subsiste, se va exponiendo su desarrollo hasta llegar a dos autores que suponen la base teórica para la teoría de la suposición de Ockham, se trata de Guillermo de Shyreswood y Pedro Hispano, sin los cuales no puede entenderse este término en Ockham. Hablaré de las principales diferencias señaladas por el autor y lo completaré con un esquema de los tipos de suposición de cada autor.
Todo empieza con Guillermo de Shyreswood que distingue entre suposición y copulación como propiedades correlativas de los términos (sustantivos, en caso de la suposición, y adverbiales, adjetivales... en el de la copulación). Lo importante aquí es que se toma la suposición como esa subyacencia al término, esa ordenación de algo inteligido bajo la cosa.
En Pedro Hispano encontramos un cambio fundamental, la identificación de la suposición con una sustitución. En la misma medida encontramos a la copulación como una sustitución pero de términos adjetivos (predicativos). Esta consideración aleja la suposición de la naturaleza de los términos para decir que son características que se dan en estos en tanto que están presentes en una proposición.  Lo que supone una reducción a su dimensión pragmática.
Ockham integra estos cambios de Pedro Hispano y los lleva a sus consecuencias lógicas. En primer lugar escinde la dicotomía copulación suposición y lo engloba todo en la segunda y en segundo lugar, genera un criterio de verificación por el cual basta con que sujeto y predicado supongan por lo mismo.
Acto seguido el autor se dispone a elaborar la evolución en los mismos tres autores de ''los tipos de suposición'' que son ciertamente muy distintos entre ellos.
V.-Suposición y conocimiento científico:
Este último capítulo, junto con las ideas expuestas en la introducción, suponen una búsqueda de conclusiones y repercusiones de lo expuesto sobre la lógica Ockhamista.
En su reinterpretación de Aristóteles que a su juicio es una consecuencia de continuar sus planteamientos liberándolos de toda carga platónica, Ockham se ve obligado a reiterpretar conceptos como necesidad para des-ontologizar el conocimiento humano y establecer la ciencia como sistema lingüístico natural.
Esta ciencia como sistema lingüístico no sigue la tradición aristotélica de la identificación de una ciencia con sus características formales que se derivan del sujeto, sino que es una articulación circunstancial de estructuras lingüísticas de diversos sujetos en sus conclusiones.
Este sistema de proposiciones que es la ciencia se determina según la teoría de los tipos de suposiciones, por la cual podemos encontrar ciencia racional(suposiciones simples) y ciencia real (suposiciones personales). Siendo la primera una ciencia con un vacío ontológico por versos sobre ideas en cuanto tales y la segunda una determinación real en singulares. Esta distinción se asemeja a la de verdades de razón y verdades de hecho de Leibniz.
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aldebaranrh-blog · 2 years
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Navaja de Ockham - La navaja de Ockham (a veces escrito Occam u Ockam), principio de economía o principio de parsimonia (lex parsimoniae) es un principio metodológico y filosófico atribuido al fraile franciscano, filósofo y lógico escolástico Guillermo de Ockham (1280-1349), según el cual «en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable». Esto implica que, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja. - La navaja de Ockham se aplica en casos prácticos y específicos, englobándose dentro de los principios fundamentales de la filosofía de la escuela nominalista que opera sobre conceptos individualizados y casos empíricos. - Por lo tanto… «La explicación más simple y suficiente es la más probable, mas no necesariamente la verdadera» https://www.instagram.com/p/CgsI-3lpne7/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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bocadosdefilosofia · 1 year
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«Frecuentemente se ha recordado el uso constante que Ockam hace del principio de economía de pensamiento: no hay que multiplicar los seres sin necesidad. Pero el modo tan característico que tiene de emplear ese principio aristotélico, contra el mismo Aristóteles si es preciso, no podría explicarse sin la preminencia indiscutida que Ockam reconoce y desea asegurar al conocimiento experimental. Si nunca se debe afirmar que una cosa existe, cuando no se está obligado a ello, es porque la experiencia directa de la existencia de una cosa constituye la única garantía que podemos tener de su existencia. Por eso, Ockam se dedicará activamente a explicar las cosas del modo más simple posible y a expurgar el campo de la filosofía de las esencias y de las causas imaginarias que lo obstruyen.»
Étienne Gilson: La filosofía en la Edad Media. Editorial Gredos, págs. 594-595.  Madrid, 1989
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vonneumannmachine · 2 years
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Unas notas de filosofía computacional
Unas notas de filosofía computacional
Allen Newell y Herbert Simon definieron computadora como un «manipulador simbólico», es decir, como un dispositivo en el que entran unos determinados símbolos que son «manipulados» para obtener unos determinados resultados (que serán nuevos «símbolos»). «Manipular» es un verbo de un significado tremendamente vago para hablar de lo que una computadora hace con los símbolos, ya que significa,…
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napoddwry · 2 years
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#filosofia - Guillermo de Ockham - YouTube Found on YouTube: #filosofia - Guillermo de Ockham https://www.youtube.com/watch?v=O0ryFb3RjhE via Diigo https://www.youtube.com/watch/O0ryFb3RjhE July 17, 2022 at 10:51PM
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yapytaupeishasblog · 9 months
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INTRODUCCIÓN A LA NAVAJA DE OCCAM EN MEDICINA.
GUILLERMO DE OCKHAM (OCCAM) VIVIÓ EN LA EDAD MEDIA PERO SUS IDEAS SON MUY ACTUALES . La Navaja de Occam, también conocida como el principio de parsimonia, es una máxima filosófica que lleva el nombre de William de Ockham, un fraile franciscano y lógico inglés del siglo XIV. Este principio establece que entre varias explicaciones posibles para un fenómeno, la más sencilla suele ser la…
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who16be · 2 years
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#filosofia - Guillermo de Ockham - YouTube Found on YouTube: #filosofia - Guillermo de Ockham https://www.youtube.com/watch?v=O0ryFb3RjhE via Diigo https://www.youtube.com/watch/O0ryFb3RjhE July 17, 2022 at 11:07PM
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queleeunleo · 3 years
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246 pág.
Género: Novela.
¿Me gustó?: Sí.
De qué se trata: Un joven argentino que viene llegando a Oxford a hacer un PhD en matemáticas se topa con un asesinato. El crimen resulta ser un desafío intelectual lanzado a uno de los lógicos mas eminentes del siglo, quien hará de Sherlock Holmes en la novela y que contará, por cierto, con la ayuda de este joven estudiante que será como su Doctor Watson.
¿Por qué lo compré?: Porque en alguna reseña leí que en la novela se mencionaba a Wittgenstein y Gödel. 
Partes destacables: Guillermo Martínez es, de hecho, un matemático. Entonces aprovecha el género de la novela para poner la estética por sobre el rigor y lanzar algunas conjeturas lógicas bastante creativas e inteligentes:  
“Cuando usted plantea hipótesis sobre el mundo real introduce, sin poder evitarlo, un elemento de actividad irreversible que nunca deja de tener consecuencias.” 
“Desafortunadamente [los detectives] se guían por el principio de la navaja de Ockham: en tanto no surjan evidencias físicas en contrario prefieren siempre las hipótesis simples a las mas complicadas. Este es el segundo error. No solo porque la realidad suele ser naturalmente complicada sino, sobre todo, porque si el asesino es realmente inteligente, y preparé con algún cuidado su crimen, dejará al a vista de todos una explicación simple.” 
Le puede gustar a: matemáticos; gente del mundo de la ciencia; lectores de Artur Conan Doyle o Agatha Christie. 
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jgmail · 3 years
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EL LOGOS TRIDIMENSIONAL
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Por Alexander Dugin
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
 La bi-dimensionalidad ontológica de la imagen moderna del mundo
 La estructura actual del conocimiento, tal y como surgió con la Modernidad, parte de un rechazo absoluto de la jerarquía. Ese rechazo lo encontramos claramente en el nominalismo que descarta la taxonomía ontológica establecida por Aristóteles (individuum, specie, genus) en favor de una ecuación bidimensional donde todas las cosas se reducen a la haecceitas (1), “lo que (eso) es” (Duns Scoto). Esta línea de reflexión anticipa los posteriores desarrollos del positivismo lógico de Russell y del primer Wittgenstein. El nominalismo rechaza la ontología de la clasificación de las especies, es decir, del eidos (y ni hablar de las ideas platónicas, las cuales deshecha por completo) mientras favorece un mensaje epistemológico que parte de la premisa de que la construcción del conocimiento científico debe fundamentarse en una imagen bidimensional, y no tridimensional, del ser. Es así como pasamos de un Logos tridimensional a un Logos bidimensional.
 Las formas de clasificación taxonómica que reconocían la existencia de especies y géneros – defendidas por los pensadores realistas – eran el fundamente de la tercera dimensión del ser y, por lo tanto, de la tridimensional o profundidad del Logos. La relación que existe entre la especie y el género no es tan importante como la aceptación o el rechazo de la existencia de la especie. Si reconocemos su existencia, como lo hacían los realistas, entonces podemos hablar de una distinción ontológica entre la especie y el género. Pero si rechazamos la especie, entonces se puede afirmar que no existe ni la especie ni el género, sino sólo una multitud de objetos individuales. En lugar de una taxonomía ontológica tenemos una clasificación epistemológica, por lo que las cosas carecen de una tercera dimensión interior. Es por eso que llegamos a la conclusión que las clasificaciones no son otra cosa que convenciones externas que proceden del intelecto del sujeto (véase los argumentos de Roscelino de Compiègne y Guillermo de Ockham sobre la multiplicidad de lenguajes). Estas ideas son el antecedente directo de la res cogens de Descartes.
 La ontología de la imagen científica del mundo moderno es esencialmente bidimensional. Todas las cosas son individuos (átomos) que caen a través de una superficie ontológica.
 Las ciencias naturales y sociales fueron fundadas sobre este paradigma bidimensional. Además, se considera que la sociedad está compuesta por individuos completamente independientes de cualquier sustrato eidético o genérico. Semejante sociedad bidimensional es lo que Hobbes denominó el “estado de naturaleza”: un choque caótico entre individuos egoístas y codiciosos que no obedecen a ningún plan, propósito u orientación común. El universo material, compuesto por átomos, es muy parecido a la sociedad.
 La abolición de la tercera dimensión del Logos llevó al rechazo de toda forma de taxonomía vertical y de ontología fundada sobre el eidos. Esto condujo a toda clase de antinomias. El paso de la tridimensionalidad a la bidimensionalidad, sumado al hecho de que se olvidó que se trataba de una proyección y no de una verdadera geometría eidética, es el origen de casi todas las contradicciones y problemas epistemológicos que existen actualmente en las ciencias naturales. Mientras tanto, la aplicación de estas ideas a la esfera sociopolítica y económica nos condujo a toda clase de desastres que inevitablemente acabaron en un colapso total.
 La causa de la crisis de la sociedad moderna se encuentra precisamente en esta bidimensionalidad intelectual que podemos considerar como el paradigma ontológico por excelencia. Los autores posmodernos y los defensores de la ontología orientada a los objetos han descrito perfectamente esta crisis y las contradicciones insuperables inherentes a la misma, pero en lugar de buscar la cura han propuesto llevar esta ontología plana hasta sus últimas consecuencias e imponer una bidimensionalidad total. El mejor ejemplo de este proyecto lo encontramos en las obras de Deleuze y Guattari y en la formulación conceptual de ideas como la “superficialidad”, el “rizoma”, el “cuerpo sin órganos” o el “espacio liso” (l'espace lisse).  
 El Logos tridimensional
 EL pensamiento revolucionario-conservador busca superar la crisis de las ciencias europeas – tanto de las ciencias naturales como de las humanidades – de una forma diametralmente contraria a la Postmodernidad. Esta última diagnosticó correctamente que la Modernidad está colapsando, pero quiere curar la viruela usando la peste bubónica. Por el contrario, los revolucionarios-conservadores buscan descubrir los orígenes y las raíces del delirio paneuropeo de los Nuevos Tiempos encontrando sus causas en el nominalismo y en las ideas proto-materialistas de los franciscanos (que surgen del malsano y excesivo amor de Francisco de Asís por la “pobreza” y la “privación”) para de ese modo restaurar una ontología tridimensional. Tanto la ciencia ortodoxa como heterodoxa nacieron de un rechazo de Aristóteles y del realismo. Fue a partir de ahí que la ciencia europea occidental – así como la cultura, la política, la economía, etc. – terminó cayendo por una especie de “pseudología”, es decir, un camino lejos de la verdad o “aleteología”. Por supuesto, no existe ninguna clase de conocimiento que coincida completamente con la verdad, pues la verdad siempre se encuentra mucho más allá del pensamiento, como el Uno de Plotino y los neoplatónicos. No obstante, la aleteología es la posibilidad de conocer las cosas que se encuentran bajo la influencia directa de la verdad y nacen de ella. Por el contrario, la pseudología aparece cuando el conocimiento de la verdad empieza a debilitarse y se producen tendencias centrífugas poderosas; en ese sentido es posible hablar de que el pensamiento es atraído hacia su polo opuesto, que no sería otra cosa que la falsedad absoluta. La humanidad de hoy se está moviendo hacia allí en estos momentos. Con la aparición de la Postmodernidad casi ha culminado este proceso.
 No podemos salvar a la pseudología simplemente haciendo correcciones y rectificaciones, como lo proponen los modelos científicos contemporáneos de la teoría de la relatividad, la mecánica cuántica, la teoría del campo unificado, la teoría del caos, los fractales o las super-cuerdas. Todas estas teorías han intentado corregir las evidentes contradicciones que existían dentro de la mecánica clásica, pero el problema es que siguen basando su pensamiento en un Logos bidimensional que provoca que segamos caminando en círculos dentro de un pseudo-laberinto.
 La única alternativa que nos queda es rediseñar la Modernidad. La Europa de los Nuevos Tiempos construyó su civilización sobre una mentira y hasta el momento no ha hecho otra cosa sino hundirse en esa mentira. No podremos salvarnos o solucionar nada mientras sigamos caminando por ese sendero. Por el contrario, el pensamiento revolucionario-conservador propone que la ciencia retorne al punto donde se produjo esta bifurcación histórica y a partir de allí tomar un camino diferente, dejando de lado el nominalismo para seguir el camino del realismo y/o el idealismo (el realismo de Aristóteles y el idealismo de Platón son igualmente opuestos al nominalismo, siendo sus principios ontológicos tridimensionales y no bidimensionales).
 Todo ello implica que debemos construir la estructura del conocimiento a partir de una taxonomía vertical. La idea (eidos) o forma no es un entramado creado a partir de una clasificación arbitraria exterior a las cosas, sino la esencia del ser. El conocimiento de una cosa no surge de algo que se encuentre dentro o fuera de ella, sino que es producto de su individualidad y su naturaleza. Por lo tanto, el conocimiento debe dirigirse hacia esta esencia (en dirección a la especie, hacia arriba, buscando alcanzar su esencia aletológica). La ciencia solo será científica en la medida en que realice esta operación. En ese sentido, toda ontología construida sobre el nominalismo, es decir, sobre el atomismo, debe ser considerada como falsa y aberrante.
 Se trata de superar este pensamiento plano, bidimensional, y abrazar una vez más un pensamiento vertical, tridimensional. Solo así podremos restaurar la dignidad de nuestro pensamiento.
 Un pensamiento orbital
 Con tal de dejar claro estas ideas, llamaremos metafóricamente a este Logos tridimensional como pensamiento orbital. Cuando observamos el movimiento de los cuerpos celestes y los planetas desde la tierra da la impresión de que las estrellas y los planetas chocaran entre sí cuando estos se superponen, al menos así parece ser un eclipse visto desde la Tierra (los planetas que se mueven más rápido superan a los más lentos). Pero si en vez de eso tenemos en cuenta la diferencia entre los radios de rotación de los propios planetas o las esferas (tal y como lo planteaba Aristóteles) esta hipótesis de la colisión se esfuma.
 Este problema resulta imposible de descifrar en una concepción bidimensional de las cosas donde no existe la realidad vertical. Con tal de comprender la naturaleza misma de este fenómeno, es necesario agregar al esquema bidimensional un nuevo eje con tal de que exista el volumen, solo así podremos descubrir las implicaciones y suposiciones que conlleva, obteniendo una imagen más o menos clara del asunto.
 Todas las ciencias modernas, desde la filosofía hasta las ciencias naturales, son bidimensionales, es decir, una proyección sobre un esquema plano. Problemas como las antinomias de Kant o las paradojas físicas y matemáticas de las ecuaciones no integrables y las series divergentes junto con las contradicciones implícitas de las relaciones entre el sujeto-objeto y demás no son más que callejones sin salida imaginarios generados por la ontología bidimensional. Para el esquema bidimensional los planetas parecen chocar entre sí, pero como no lo hacen terminan por incurrir en varias aporías. El esquema plano que ha sido creado por el pensamiento moderno, es decir, el paso de la tridimensionalidad a la bidimensionalidad, es ignorado u olvidado. Y a nadie se le ocurre agregar a este esquema plano una tercera dimensión, lo que implicaría regresar a los fundamentos originales de la realidad.
 Si queremos corregir el paradigma epistemológico de la Modernidad, entonces debemos abrazar este pensamiento orbital. Sólo de ese modo seremos capaces de superar por completo todos los problemas que el pensamiento moderno ha ido generando. Cuando hayamos restablecido las trayectorias orbitales de los astros por medio de un Logos tridimensional, seremos capaces de resolver todas las contradicciones que hasta ahora parecían insuperables.
 La teoría de las super-cuerdas: un síndrome del problema
 Este problema lo podemos aplicar a la teoría de las super-cuerdas. Los creadores de esta teoría partieron del axioma de que todos los problemas físico-matemáticos – todas las ecuaciones irresolubles – serían superados si se añadía seis dimensiones a las cuatro dimensiones ya existentes (siendo el tiempo un cuarto eje), por lo que todas las contradicciones del mundo cuatri-dimensional dejarían de tener sentido en un mundo deca-dimensional. Es una idea muy ingeniosa y sin duda es la forma correcta de salir del atolladero al que se había llegado, pero en el fondo es un planteamiento defectuoso porque trata de resolver la ontología bidimensional por medio de una sumatoria cuantitativa de varias dimensiones, ¡pero sigue partiendo de un esquema plano! La teoría de las super-cuerdas es una parodia del pensamiento orbital, es un intento de esquivar un desagradable problema que nace al descubrir que el camino de la ciencia de los Nuevos Tiempos es completamente falso: es una apuesta desesperada con tal de refinar un viejo paradigma que se encuentra desprestigiado. Sin embargo, y a pesar de su decadencia, esta epistemología sigue estando conectada a las ideas nominalistas y por lo tanto es una ontología bidimensional. El pensamiento orbital es muy diferente: mientras no se vuelva al realismo, es decir, a la importancia ontología de la especie, siempre seguiremos cayendo en el esquema plano del pensamiento moderno sin importar cuantos trucos usemos para superarlo.
 El hecho mismo de que la teoría de las super-cuerdas proponga la existencia de otras dimensiones resulta muy sintomático: lo que hay de valioso en ella es el intento de las actuales teorías científicas por romper con el asfixiante nudo de la pseudodología. El motivo para plantear esta idea es comprensible, pero sus resultados son escasos. Así que podemos decir que la teoría de las super-cuerdas hace parte de un síndrome epistemológico.
 La teología bidimensional
 El pensamiento orbital también puede aplicarse a otros campos de conocimiento como lo son la teología y la sociedad, además del estudio del hombre y la comprensión de las estructuras de la materia.
 Con respecto a la teología, podemos decir que resulta bastante revelador el caso del precursor del nominalismo, Roscelino de Compiègne, que llegó a afirmar el “triteísmo” a la hora de interpretar a la Santísima Trinidad (en esto seguía las confusas ideas pseudológicas del platónico Juan Filoppón). Ya que la “especie” no existe para el nominalismo, Roscelino de Compiègne sostuvo que la Trinidad estaba compuesta por “tres dioses”, cada uno de los cuales era para él un “ser particular” o un “individuo” y por lo tanto cada uno era un dios “distinto”. La divinidad como especie, es decir, como taxón en el plano ontológico general, fue negada tajantemente. Aunque este camino no fue desarrollado hasta llegar a sus últimas consecuencias, podemos decir que aquí vemos claramente la estructura misma de la ontología bidimensional: tal forma de pensar es incompatible con el cristianismo. Y eso se hizo cada vez más evidente en la medida en que la ciencia europea se volvía abiertamente materialista y atea.
 La política bidimensional: capitalismo y democracia
 La filosofía política moderna, debido a su carencia de un Logos tridimensional, llevó al igualitarismo burgués, al capitalismo y a la democracia liberal. En todos estos campos se negaba la especie y se consideraba al ciudadano particular (es decir, al burgués individual) como la única fuente ontológica del orden político. Estas ideas fundamentan tanto la ontología política pesimista de Hobbes (todos los hombres son malos, por lo que es necesario crear un monstruo conocido como el Leviatán que, por medio de la maldad y la violencia, los obligue a abandonar su maldad y su propensión a la violencia) como la ontología política optimista de Locke (todos los hombres son criaturas neutras, es decir, son una especie de tabula rasa sobre la cual la sociedad puede escribir sin problemas).
 El hombre bidimensional
 Este mismo camino bidimensional fue seguido por la antropología, sobre todo debido a que se rechazó la existencia de todo parentesco del alma personal con el alma del mundo, incluso hasta el punto de cortar todo vínculo con cualquier dimensión espiritual interna que pudiera existir más allá del alma. Esto puede verse claramente en la polémica entre los dominicos – especialmente los místicos de la Escuela de Colonia (desde Dietrich von Freiberg hasta Meister Eckhart, Enrique Susón y Juan Tauler) – y los franciscanos. Estos últimos llegaron a plantear la separación radical del alma individual. Posteriormente ciencias modernas como la psicología y fisiología llegaron a rechazar por completo la idea de la existencia del alma. Según Aristóteles, el alma es una especie, la forma del cuerpo que tiene una persona. Pero la persona no debe ser considerada como un concepto individual, sino como una especie. Por lo tanto, el alma conecta ontológicamente al ser individual de la persona con el ser eidético de la humanidad: el género. La antropología individualista, la psicología moderna y el liberalismo político son una interpretación bidimensional de la estructura misma del ser humano.
 Al igual que sucedió con la teología lo primero que desapareció fue la divinidad y luego “Dios fue abolido”. Por lo que – en nombre del hombre individual y de su alma individual – se descarta todo vínculo con la especie y ello finalmente condujo a que el individuo se rompiera en pedazos.
 La materia bidimensional
 Sin duda este es el principal problema del que somos testigos en las ciencias naturales. La idea de que la materia está formada por átomos o, más bien, por partículas que no son partes de un todo, sino que crean arbitrariamente cuerpos diferentes (una especie de democracia molecular), es el fundamento de todas las disciplinas científicas de los Nuevos Tiempos, y eso lo vemos tanto en la física como en la química, la biología y la astronomía.  
 Esta forma de ordenar los cuerpos individuales conlleva a que la materia pierda su dimensión interna y todas las características que poseía como conjunto, es decir, se pierden sus cualidades. Pero cuando la materia pierde sus cualidades ya no puede ser estudiada ya que no existe nada que estudiar. Se puede decir que en su forma más extrema coincide perfectamente con la falsedad pura.
 Aristóteles sostiene que la materialidad de los cuerpos implica una especie de privación. Las cosas se hacen materiales en la medida en que se encuentran muy empobrecidas y carecen de ser. La esencia del ser es la forma, el eidos. En semejante física tridimensional no pueden existir los átomos. Se trata de formas completas, de Gestells, que no están compuestas por partículas, sino por partes. El ser de las partes conforma un todo. El individuo existe en la medida en que hace parte de una especie concreta. Por lo tanto, un verdadero físico no estudia la materia ni la materialidad, sino las figuras corpóreas de las cosas, los conjuntos orgánicos que componen el orden superior dentro de un todo hasta llegar por fin a la majestuosa idea del cosmos donde el cielo corona las estructuras mismas que permiten el conocimiento.
 La materia vertical de Aristóteles es el éter y de esta substancia está hecho el cuerpo más alto de todos: el cuerpo del Cielo.
 Restaurando la taxonomía y la jerarquía en todos los campos epistemológicos
 La tarea implícita de toda ciencia revolucionario-conservadora es restaurar la jerarquía. Y eso debe ser aplicado a tipo de conocimientos: desde las ciencias naturales hasta la estructura sociopolítica, las humanidades y la organización de la sociedad. Debemos restablecer la jerarquía en todos los campos.
 Debemos abandonar la teología (débil) desmoronada y derruida con tal de regresar a la claridad medieval, es decir, a una teología fuerte, que no sólo se limite a su campo de acción atacando los argumentos de los nominalistas, sino que deberemos destruir a sangre y fuego todo rastro que quede de liberalismo dentro de las estructuras eclesiásticas y cualquier compromiso que pueda haber con el “espíritu de los tiempos”, siendo este un espíritu con el que la Iglesia no debe, en ningún caso, transigir. Tal cosa es aplicable al diablo, pero también al espíritu de los Nuevos Tiempos que nació en Europa. La teología debe convertirse nuevamente en la reina de las ciencias. Todo o nada, cualquier camino intermedio solo nos conducirá al infierno.
 El pensamiento político también debe volver a ser jerárquico. Las normas de una sociedad deben ser construidas verticalmente y nuestra forma de hacerlo debe pasar por aproximarnos a la especie, es decir, a una generalización del taxón. La cima de la jerarquía sería la monarquía sacral, una existencia paradójica en la cual del individuo se funde con la unidad y la unidad con el todo, siendo este el pináculo de la jerarquía misma. El rey sacral encarna a la especie humana y la especie se convierte en un individuo. Es por esa razón que se habla del “rey-padre”, del “padre del pueblo”, etc. No se trata solamente de un individuo sino del todo.
 Todo ello nos lleva a la idea de que es necesario restaurar el sistema de clases y de castas, ya que entre un individuo n y el zar se hace necesario establecer las proporciones intermedias y las combinaciones necesarias que nos llevan de lo particular y general al individuo. Esto es la ontocracia: la creación de una jerarquía social basada en la calidad de la esencia del alma de las personas, donde se expresa su naturaleza interna solar, lunar o terrestre. Esta era la organización que tenían todas las sociedades tradicionales y debemos restablecer ese sistema. Sólo una filosofía política basada en este pensamiento orbital será capaz de solucionar todas las paradojas y problemas a los que nos ha conducido la democracia liberal que hoy en día está degenerando hasta el punto de volverse la peor de las tiranías.
 La antropología deberá fundarse sobre el alma soberana, que tiene su origen en la dimensión más profunda, es decir, el punto donde se encuentra el espíritu. En ese sentido es indispensable recuperar la idea aristotélica del intelecto activo. La teoría del Sujeto Radical también puede considerarse como parte de esta categoría.
 Por último, la revolución conservadora dentro de la ciencia requiere la creación de una nueva física y una nueva cosmología. Debemos descartar totalmente el atomismo y al hacerlo también todas las clasificaciones, teorías, conceptos y términos basados en él mismo. Necesitamos depurar la física, volver a los cinco elementos (el alfabeto del cosmos), replantear fenomenológicamente el cosmos desde una perspectiva existencial (in-der-Welt-Sein) y una ontología holística. Mientras las ciencias naturales no asuman un pensamiento orbital, es decir, un Logos tridimensional, nos espera el desastre. Resulta inútil que cambiemos el componente cultural y humanitario de la sociedad mientras continuemos defendiendo ideas pseudo-lógicas en ámbitos como la naturaleza, la materia, la sustancia y los cuerpos. El cosmos es el cuerpo que actúa como soporte y fundamento del espíritu. Un espíritu puro jamás podrá habitar un cuerpo sucio y deformado por la lepra. Así que es necesario restablecer la jerarquía – por ejemplo, los 5 elementos – que hacen gravitar la tierra y el agua o levitar el aire y el fuego, hasta que por fin llegamos al éter celestial e inmutable que existe más allá de la luna.
 El giro que salvará nuestras vidas
 Muchos seguramente pensaran que semejante proyecto científico propuesto por la revolución-conservadora es demasiado radical, inviable y poco razonable. Descartamos de ante mano esta idea. La Modernidad ha alcanzado un grado tan extremo de degeneración que a estas alturas ya no basta aplicar medidas paliativas, ajustes y correcciones parciales con tal de permanecer dentro del paradigma dominante. Por otra parte, la Posmodernidad ha cuestionado este paradigma y lo ha hecho de una forma muy convincente, ingeniosa y razonada.
 Pero los posmodernos proponen aplicarnos la eutanasia y no buscar una cura. El realismo especulativo va aún más lejos y propone liquidar lo que queda del sujeto (el cual se encuentra debilitado, en estado de desmoronamiento y agonía) en favor de otra cosa que surge de la mentira. Es por eso que el realismo especulativo intenta fundamentar una especie de satanismo ontológico que identifica abiertamente con las oscuras figuras de la fantasía lovecraftiana: los dioses idiotas, es decir, los Antiguos, que viven al otro lado – ¡más allá! – de la materia. Ellos llaman a que cedamos nuestros cuerpos a estas criaturas con tal de delirar en el aire (como lo hacen los posmodernos) o para que hablen en los departamentos de filosofía de las universidades (como sucede con el realismo especulativo).
 Enfrentados a una desintegración tan abierta de la conciencia científica, donde el perfeccionamiento tecnológico va acompañado de un descenso cada vez más irreversible hacia la locura absoluta, no resulta para nada extravagante exigir un replanteamiento fundamental de la ciencia moderna en todos sus aspectos. Si las instituciones académicas aceptan las teorías de la Ilustración Negra basadas en la ontología orientada hacia los objetos de Nick Land, quien pide la destrucción de la humanidad y de la vida en la tierra, o la topología lacaniana que busca deconstruir los últimos restos de racionalidad, entonces podemos decir que esta nueva epistemología planteada por la revolución conservadora se encuentra totalmente libre de cualquier compromiso.
 Tanto la ciencia moderna como la sociedad que ha sido creada por ella se encuentran en proceso de desintegración y al borde de la extinción. Por lo que no es descabellado proponer un regreso a Aristóteles, a la taxonomía vertical y al pensamiento orbital. Todo lo que hoy se está desplomando ya se encuentra en proceso de caída, sea que lo ayudemos o no a caer. Este proceso es un hecho consumado.
 Frente al desmoronamiento de la ciencia bidimensional solo podemos reaccionar de dos maneras: ser arrebatados por la desesperación y arrojar al fuego el esquema que hemos trazado o apartar nuestra vista de este plano y dirigir nuestra mirada y fascinación hacia el mundo tridimensional que la Modernidad intentó hacernos olvidar.
 La ciencia moderna ha muerto. Y todos los caminos que nos esperan adelante no son más que los senderos que nos conducen a un cementerio.
 No obstante, ahora nos damos cuenta que antes existía la vida, una vida que existía en la mente, en el espíritu, en el pensamiento y en el conocimiento. No se trata de un mito. Aquí encontramos a Aristóteles y la Edad Media. Es la riqueza abundante e intempestiva del pensamiento cristiano, que es el único verdaderamente científico.
 El pensamiento orbital, es decir, la ciencia que se encuentra fundamentada en el Logos tridimensional, no solo es posible, sino que es necesaria.
 Este es el único modo de salir del atolladero en que nos encontramos. Mientras más rápido seamos capaces de comprender esto, más rápido podremos superar este peligroso abismo hacia el que se dirige la civilización y de ese modo salvarnos ahora que nos encontramos al borde del abismo.
 Notas del Traductor:
 1. Haecceitas (del latín haecceitas, el cual traduce "esencia") es un término de la filosofía escolástica medieval, acuñado por los seguidores de Juan Duns Scoto (1266-1308) para describir un concepto que denota las calidades discretas, propiedades o características de una cosa que lo hace una cosa particular. Haecceitas es la “estidad” de una persona u objeto, la diferencia individualizadora que existe entre el concepto de "un hombre" (no totalmente concreto) y el concepto “Sócrates” (una persona concreta).​ Haecceitas es una traducción literal del término equivalente en griego a ti esti (τὸ τί ἐστι) o “lo que (eso) es”.
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