«No ignoro, por supuesto, que Dios ha muerto desde que Nietzsche lo dijera: pero creo en las virtudes de un espiritualismo ateo frente a la apatía y a la resignación contemporáneas —algo así como un libertinaje austero para épocas de catástrofe. Tampoco creo en el Hombre y quisiera repetir junto con mis sanos maestros que él está en trance de desaparecer del escenario del pensamiento: pero creo simplemente que sin determinada idea del Hombre, el Estado se apresurará a ceder a los vértigos del fascismo vulgar. No otorgo el menor crédito teórico a lo que los marxistas llaman libertades formales: pero prácticamente, aquí y ahora, no veo cómo negarles el fabuloso poder de instituir y preservar una división de la sociedad, de oponer un dique, por consiguiente, a la tentación bárbara. Vale decir que nos encontramos en la turbadora posición de ya no poder contar, para zanjar una cuestión política, con otra cosa que las herramientas más frágiles e inseguras. Ya es hora, acaso, de escribir tratados de moral. »
Bernard Henry-Lévy: La barbarie con rostro humano. Monte Ávila Editores, C. A., págs. 192. Caracas, 1978.
Henri-Léopold Lévy (1840-1904)
"The Death of Orpheus" (c. 1870)
Oil on canvas
Located in the Art Institute of Chicago, Chicago, Illinois, United States