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#la mano izquierda de la oscuridad
cafeinayletrasweb · 2 years
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💫¡Buenas gentes! 💫
Es lunes de terminar libros. Por mi parte, he puesto punto final a la lectura de "La mano izquierda de la oscuridad", de Ursula K. Le Guin.
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Ha sido curioso de leer. Es de esos libros que abren puertas a la mente, que liberan en lugar de constreñir hacia un mensaje propagandístico como pasa últimamente.
Es verdad que es denso, que te exige mucho como lector. Ursula exprime las palabras hasta su última gota de significado y juega con el ritmo de la obra en perfecta sincronización con los eventos que ocurren.
Con él he abierto la temporada del club de lectura "Octarino", el club de lectura de fantasía, ciencia ficción y terror que coordino para la Biblioteca Provincial de mi ciudad. Creo que es un libro que cambia desde dentro y estoy deseando saber qué opina la gente que se lo ha leído.
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vanzetticonhambre · 5 months
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Era una vida introvertida, autosuficiente, estancada, detenida en aquella singular «ignorancia» tan apreciada por los handdaratas, de acuerdo con la doctrina que aconsejaba la inactividad o la no interferencia.
Ursula K. Le Guin - La mano izquierda de la oscuridad
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tgyverse · 2 months
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... Cuando despertó fue bruscamente. Como si hubiese salido de un lapso, de un sueño sin fin. Abrió los ojos de par en par y observó sus alrededores, sin explicarse nada. Descubrió rostros conocidos, parecían dormir, sin muestra de consciencia del lugar donde los ocultaban. La oscuridad les envolvía y sólo una débil capa de luz asomaba por la rejilla de una puerta de metal.
Alice, pensó inmediatamente. Trasladó su mirada y buscó en desesperación entre los semblantes, dando con el de su esposa. Tenía un par de rasguños en las mejillas, el cabello alborotado, la suciedad adherida a su ropa y tez. Por Merlín, ¿cuánto habían pasado ahí?
Venía en intervalos a su mente. Eran momentos donde despertaba violentamente y escuchaba gritos y llanto, consecutivamente. Entonces sentía su cuerpo estremecerse del dolor. Le cuestionaban, pero él nunca decía nada. Al principio se negaba con voz firme, después, día a día, iba perdiendo la estabilidad y ahora apenas y podía escupirles como respuesta. No tenía mucha fuerza. Ni siquiera sabía cómo seguía vivo.
Tal vez fue un subidón de adrenalina aquel momento. Llenó de aire sus pulmones, tratando de controlar su miedo. Escuchó pasos y guio su mirada hacia la izquierda. Notó una suave luz sobre el piso.
Alguien había dejado la puerta abierta.
Con las escasas fuerzas que guardaba, se esmeró por deshacerse de las sogas que le ataban... Una, dos, tres veces. Inútil. Agachó la cabeza, cansado tras el esfuerzo. Giró el cuello y buscó a alguien, quien fuese, que estuviese atento. Nadie, sólo él.
Frank maldijo por dentro. Intentó otra vez, sin obtener resultado. Necesitaba actuar, de cualquier forma. Quizá no tendrían otra oportunidad. Se extendió sobre el suelo y, con la fricción del mismo, trató de rasgar las sogas. Notó que nada tenía frutos. Necesitaba correr, aprovechar el desliz de los mortifagos. Apretó los dientes y volvió a sacudirse. Nada.
Siempre fue una persona capaz, alguien que conseguía controlarse en momentos catastróficos. Todos tenían sus límites. Ahogó un sollozo, cerró los ojos y se encogió. Su corazón latía, pero se sentía muerto. Un minuto y otro, y después, milagrosamente, se recuperó. Recordó lo que su padre solía decir, aquel viejo dicho extendido por generaciones: "Después de la tormenta viene la calma." Recordó también que a Alice le gustaba mucho. Y después recordó a Neville.
Neville, su pobre hijo. La razón por la que intentaba escapar a diario. Ahora tenía un pequeño chance, debía conseguirlo.
Esperando no ser descubierto, se arrastró hacia la puerta, sacando brío de quien sabría donde. Lo veía tan cerca y a la vez tan lejos. Era un punto de esperanza en la inmensa oscuridad. No hizo el menor ruido posible, dedicándose a avanzar, concentrándose en Neville, en que debía volver a verlo, en que debía estar ahí para él. Por él jamás se daría por vencido.
Escuchó un ruido y se quedó muy quieto. Pasos. "Mierda" pensó. ¿Alguien se aproximaba?
"Selwyn, ayúdame con esto" indicó una voz. Los pasos disminuyeron hasta volverse insonoros. El aire regresó a sus pulmones. Ya estaba a sólo centímetros.
Arribó y atisbó unas escaleras. Parecían larguísimas, aunque seguramente sólo desde su perspectiva. Con dolor que calaba hasta los huesos, Frank persistió. Escaló, apoyándose en sus piernas. Cada metro sobrepasado, dolía, pero era necesario. Tenía qué hacerlo. Por Alice, por Neville.
Luego de lo que pareció un rato, arribó al inicio de la escalera. El silencio reinaba. Inspiró hondo, ya sin energía alguna. Y aún así, continuó. Era un piso alfombrado en tonos oscuros. Buscó alguna habitación, algún lugar donde encontrar un artefacto para desatarse. Metros y metros y no encontraba ni una sola puerta. Afortunadamente, más allá, notó una cerradura. Como pudo siguió y, una vez estuvo frente a la puerta, se colocó de pie, mareado, y, con sus manos, abrió.
Adentro encontró un racimo de luz, igualmente ingresó, esperando no toparse con nadie. Caminó a saltitos, buscando y buscando. Entonces atisbó algo apoyado contra la pared. Era un cristal, un pedazo de ventana, parecía. Sus latidos aceleraron ante la posibilidad, y de inmediato se tiró en el suelo con cuidado, para evitar crear barullo. Tomó el cristal y comenzó a frotar contra las cuerdas con la zona más afilada. Pasaron minutos y, afortunadamente, lo logró, a pesar de casi rebanarse un dedo. Por poco suelta otro sollozo. Contempló sus palmas, libres, llenas de sangre, magulladas. Le temblaban, tanto por la emoción, como por el pánico. Bajó y se liberó los pies, y después, la boca. Acto seguido, trastabilló, pero se puso de pie, agarrándose de un mueble. Caminó, como si hace mil años no lo hiciera. Sus piernas ardían. Un paso y luego otro. Se obligó a moverse tan rápido era capaz. Corrió, sujetándose a la pared, y descendió de nuevo por las escaleras. Quizá no el movimiento más inteligente, pero no podía irse sin ella, sin Alice.
Una vez retornó al sótano, apresuró y distinguió a su esposa. Ahí estaba, como si estuviese dormida. De inmediato se acercó y la sujetó de los hombros, sacudiéndola para despertarla. "Alice" le susurró. "Alice, despierta" no podía elevar la voz por temor a ser oído. "Alice."
Unos segundos después, la aludida abrió los ojos de poco en poco. Su primera impresión fu el rostro ensangrentado de su esposo frente a ella. Sus ojos se abrieron de par en par de inmediato. "¿F-frank?" Habló. "¿F-frank, qué-?"
"No hay tiempo, ven" y con su mano aún sangrando, rompió las sogas atando a Alice. La rubia miraba a todas partes, incomprensión pura en sus pupilas. Una vez libre, se irguió, casi tropezándose. Se apoyó en sus esposo y se aferró a su camisa de momento. "Hay que irnos."
Alice negó con la cabeza a modo de réplica y giró hacia donde se encontraban los demás. "No... N-no podemos dejarlos. Dorcas. N-no la puedo dejar" rechazó la idea. No pensaba marcharse sin ella.
"Alice... Alice, escúchame" volvió a sujetar sus hombros para fijar su vista en él. "Te-tenemos que irnos. Vendremos por ellos. Confía en mí, ¿sí?" No había tiempo para sacar a cada uno. Debían aprovechar y salir, buscar a la Orden, y regresar al rescate.
Alice se quedó callada. Si en alguien confiaba enteramente era en su esposo. Sabía que si él lo decía, se haría; vendrían por ellos. Asió la mano de Frank y huyeron. Subieron por las escaleras, apoyados el uno al otro.
De pronto, un enmascarado surgió al inicio de las mismas.
"¿Qué mierda creen que hacen? Regresen-"
Fue callado por el puñetazo que le propinó Alice en el estómago. Frank siguió con una patada y después ella otra. El auror tomó la varita del sujeto derribado y le apuntó con ella.
"Vas a venir con nosotros" le ordenó.
Así escaparon de la residencia, a escondidas, con la amenaza de volarle los sesos al mortifago si intentaba cualquier cosa.
Caminaron por un lugar varado en la nada. Ninguno reconocía los alrededores. Parecía un pastizal infinito, sin ninguna señal para identificar. Finalmente, decidieron aparecerse, incluso si eso les costaba la reducida energía. Arrastrado por el par de aurores, llegaron a Grimmauld Place. Tocaron la puerta y, cuando la abrieron, fue el propio James Potter quien los recibió:
"¿¡Alice, Frank!? ¿Qué mierda?"
"Rápido. No tenemos tiempo. Hay que volver por los demás."
𝐩𝐮𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐚 𝐭𝐨𝐦𝐚𝐫 𝐞𝐧 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚...
Gracias a la Orden del Fénix, los aurores han sido liberados y llevados a casa. Tristemente uno de ellos fue asesinado durante el rescate, Ember Farley, un mago de 42 años que llevaba ejerciendo como auror desde sus 25.
La noticia correrá por toda la comunidad, más El Profeta no ha declarado nada al respecto, así como tampoco el Ministerio de Magia. El Oráculo ha hecho su trabajo de informar a primera hora de la mañana sobre lo ocurrido.
El mortifago que acompañó a Alice y a Frank Longbottom, Rowan Midgen, será enjuiciado. El resto de los mortifagos desaparecieron durante el combate, así como aquellos que se encontraban suplantando a los aurores.
Para quienes poseen personajes aurores, pueden comenzar a interactuar de manera normal. Cabe destacar que todos ellos se encuentran en San Mungo, donde se ha reforzado la seguridad. Se les brindará apoyo económico y médico, así como meses para su recuperación. Dicho esto, dos aurores han renunciado a su profesión a causa de la experiencia traumática que han vivido.
Este es un punto importante en la trama, así que es necesario que todo personaje se haya enterado al respecto.
Pueden utilizar esta información para starters y threads.
Cualquier duda estamos a un mensaje de distancia, ¡gracias!
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mikrokosmcs · 24 days
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El  sonido  del  agua  recorre  las  tuberías  de  aquel  laboratorio,  sus  ojos  ahora  muy  abiertos  y  funcionales,  se  fijan  en  el  reflejo  que  un  espejo  le  devuelve.  Lleva  pantalones  holgados  y  va  descalzo,  la  camisa  blanca  sobre  su  piel  lo  cubre  de  la  total  desnudes,  pero  los  orbes  que  antes  brillaban  como  dos  perlas  muy  negras,  ahora  se  pasean  por  una  cicatriz  que  parece  un  ciempiés  recorriendo  su  torso  entero  y  carecen  de  real  vida.  Su  color  nunca  ha  sido  el  blanco,  tampoco  el  rojo,  pero  al  parecer  ahora  en  el  mundo  al  revés  ha  adoptado  todas  las  manías  de  su  doctor.  Yohan  era  blanco  y  prístino,  propio  de  la  ciudad  luminosa,  era  rojo  como  la  advertencia  de  que  algo  muy  malo  iba  a  suceder,  como  las  luces  de  neón  de  un  pasillo  donde  la  única  salida  estaba  al  final  y  el  doctor  Frankenstein  de  prótesis  en  los  ojos  que  los  hacen  brillar  como  una  liebre,  le  esperaba. 
Su  color  era  el  verde,  pero  todos  sus  tatuajes  en  la  prótesis  izquierda  y  especialmente  la  serpiente  que  antes  administraba  su  medicamento  para  el  oído,  carece  de  vida.  No  hay  brillo,  ninguno  se  ilumina  porque  todo  el  color  y  el  brillo,  se  lo  lleva  el  órgano  que  descansaba  en  su  pecho.  El  corazón  sangrante,  rojo  y  potente,  cada  palpitación  destellaba  un  color  muy  fuerte  y  tan  luminoso  que  muchas  veces  no  le  dejaba  dormir  en  oscuridad.  La  izquierda  se  alza  para  tocarse  la  cicatriz,  acariciando  las  suturas  y  los  puntos  ya  cerrados  y  tiene  el  pensamiento  intrusivo  de  utilizar  su  única  parte  robótica,  para  arrancarse  el  órgano  y  que  todo  terminara. 
Pero  con  ello,  acabaría  con  todos  alrededor  de  él
Es  una  bomba,  es  un  corazón  diseñado  para  un  cuerpo  perfecto  que  no  podría  morir.  Si  se  lo  arrancaba,  terminaría  asesinando  a  la  humanidad,  a  todos  los  sujetos  alrededor  de  él,  sus  padres  y  sus  amigos.  Nunca  podría  hacer  eso,  ni  aunque  el  desespero  de  vivir  como  un  monstruo,  le  haga  frustrarse.  ¿Qué  fue  de  Saem?  ¿Qué  sucedió  con  Taekyung  y  su  muñeca  asesina?  ¿todos  habían  simplemente  dejado  la  revolución  y  desaparecido  para  seguir  viviendo  en  el  sistema  que  conocían?  ¿Qué  sucedió  con  Hyewon  y  Mei?  Se  cuestiona  que  hizo  Yohan  con  Genesis,  como  es  que  “detuvo”  el  cerebro  y  no  lo  volvió  un  arma  de  destrucción  masiva.  Pero  nada  de  eso  puede  externar,  porque  a  quien  le  hubiese  cuestionado  todo  aquello,  no  existía.
Aquel  no  era  su  Yohan,  el  mismo  doctor  que  fascinado  le  explicaba  como  funcionaba  conectar  nervios  con  prótesis,  aquel  que  salvaba  animales  porque  eran  criaturas  indefensas  y  tristes  en  un  mundo  podrido  y  en  decadencia,  el  hombre  que  soñaba  con  conservar  la  humanidad  tanto  como  él.  Suyeong  alza  los  orbes  que  brillan  por  unos  segundos  para  encontrarse  con  el  Doctor  Frankenstein  a  través  del  espejo,  justo  como  solía  soñarlo,  parado  en  su  única  salida  y  deteniendo  cualquiera  de  sus  escapatorias.  Hay  una  sonrisa  en  su  faz,  siniestra,  carente  de  vida.  Ese  no  era  su  amigo.  Aguarda,  porque  siempre  tienen  la  misma  rutina,  cerrando  los  parpados  cuando  percibe  su  presencia  más  alta  y  más  ancha  detrás  de  él,  manos  quirúrgicamente  amputadas  y  cambiadas  por  prótesis  perfectas  que  no  tiemblan,  lo  rodean  para  alcanzar  los  botones  de  su  camisa  blanca,  Suyeong  nunca  gustó  del  blanco.  ❝  Debes  volver  a  aprender  a  vestirte,  Sully.  Somos  tu  y  yo,  en  esta  casa  de  muñecas,  pero  no  debes  carecer  de  decoro  ❞
Siente  el  aliento  golpearle  la  nuca,  erizando  los  vellos  de  un  cabello  recortado  casi  a  rapa  en  la  zona,  Suyeong  vuelve  a  abrir  los  parpados  para  revelar  un  par  de  ojos  que  brillan  en  carmín  para  encontrarse  con  unos  iguales,  ya  devolviéndole  la  mirada  detrás  de  unas  gafas  de  montura.  ❝  ¿Sin  hablar  de  nuevo,  mi  querido  amigo,  el  único  que  he  tenido?  Está  bien,  yo  puedo  hacer  toda  la  charla  ❞  A  Suyeong  nunca  le  gustó  el  rojo,  aunque  siempre  pensó  que  le  lucía  bien  a  Yohan.  Inclusive  si  aprendió  a  odiarlo  ahora. 
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princeoedipus · 11 months
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Festejo
Sucedió el día de ayer... al entrar a nuestra casa las luces estaban apagadas, un silencio hueco se hacía notar en los oídos como un leve zumbido, -mi esposa me había llamado previamente por teléfono, dando sus instrucciones claramente-: al entrar debes tomar el antifaz negro que usamos para nuestros juegos eróticos, lo podrás encontrar en su lugar de siempre, (segundo cajón a la izquierda de la cómoda central), "colócalo en tus ojos y apriétalo fuerte" -recuerdo que dijo-, yo seguí esa sencilla instrucción, como tantas veces antes lo habíamos realizado en aquellas noches dónde mi traviesa esposa se le ocurrían ideas nuevas para saciar su sed de momentos excitantes en diversas ocasiones cada mes.
Una vez colocado el pequeño aditamento y cubiertos mis ojos por completo, la oscuridad se hizo más profunda aún -si eso fuese posible- , ¿cariño? pronuncié claramente, y la palabra viajó de inmediato hasta los oídos de esa criatura infantil enfundada en cuerpo de mujer que emocionada se encontraba en algún lugar de la casa, -escuché los tacones de sus zapatillas bajar lentamente por la escalera- pasos suaves, cuidadosos, -nerviosos- ¿amor? ¡tengo una sorpresa para tí! -la escuché balbucear emocionada- ¡esta bien mi cielo! ¡hoy es sábado y sabes que es día de portarse mal! contesté complaciente.
Ella apresuró el paso como si esas palabras hubieran terminado de encender la flama de la pasión que a punto de explotar estaba en todo su ser. Me tomó de la mano y sin decir más, me condujo a la parte superior de la casa, sus manos sudorosas: temblaban, y casi se podía escuchar el latido de su corazón golpear ferozmente dentro de su pecho.
Al llegar a nuestra recámara me giró para dejarme de espaldas a la cama y sin decir más: ¡me dio un fuerte empujón que me llevó de nalgas hasta nuestro lecho marital! ¡Hey hey hey, tranquila mamita! sólo alcancé a decir divertido y algo intrigado por la intempestiva acción.
¡No te muevas! -balbuceó ella de manera entrecortada- y todavía más nerviosa -si es que eso era posible- al mismo tiempo que empezó a desabrocharme la camisa ansiosamente, una vez suelto el último botón, me sacó la prenda y pude adivinar que la arrojó a un lado de la cama solamente para darse a la tarea de quitarme el cinturón, bajarme el cierre del pantalón y deshacerse de la prenda de la misma manera que hizo con la camisa. ¡Acuéstate y abre los brazos y piernas! ordenó - yo lo hice como tantas otras veces lo habíamos practicado antes, me puse con los brazos y piernas abiertos formando una perfecta X, -sabiendo de antemano que lo siguiente era ser atado a cada una de las esquinas de nuestro lecho para ser inmovilizado- y ¡quedar a merced de aquel hermoso y perverso ser!
Una vez atado, ella salió dejando nuevamente en silencio la habitación, sólo para regresar un par de minutos después, ahora se escuchaba su respiración jadeante y estoy seguro que en ese silencio y oscuridad absoluta, ¡pude escuchar cada uno de los golpes de su corazón como si quisiera salir de su pecho que ahora no era sino una prisión insuficiente para ese músculo vibrante y anhelante!
Lentamente sus manos empezaron a recorrerme, primero por la cara, tocando el antifaz oscuro como si quisiera asegurarse que yo no podía ver nada, después fue bajando por mi cuello, por mi pecho, mi abdomen, los costados de mi cintura - donde no pude evitar un pequeño salto reflejo al ser una parte de mi cuerpo muy sensible a las cosquillas- ella lo advirtió y continuó su camino, cada vez más atrevido, cada vez menos nervioso - ¿Por qué parecía que estaba alterada y sus movimientos eran un tanto torpes? ¿por qué si había recorrido ese mismo cuerpo todos los días desde hacía poco más de dos años?.
Una sombra de duda empezó a mostrarse en mi conforme las manos seguían acariciando, apretando, recorriendo como queriendo grabar cada centímetro de piel en esos dedos ansiosos.
Finalmente sus manos llegaron a mi bóxer,... por unos instantes las caricias cesaron, me imagino que en ese momento ella estaría viendo extasiada el enorme bulto que se moría por salir de ese encierro, mi verga dura y babosa estaba tan cerca y a unos cuantos centímetros de su cara asombrada - que yo pude adivinar por el calor de su aliento y el sonido de su respiración- lentamente la punta de sus dedos se introdujo por la parte superior del bóxer y lo empezó bajar, despacio, tímida, callada,... hasta que llegó el punto donde mi ropa interior no pudo bajar más debido al pedazo de carne que parecía se negaba a salir, ella hizo un movimiento más fuerte y ¡por fín! ¡MI VERGA SE ASOMO COMO IMPULSADA POR UN RESORTE! ¡alcancé a escuchar un pequeño gritito como de sorpresa! y luego otra vez silencio... respiración agitada... aliento cálido... dedos temblorosos... suavemente esos dedos empezaron a rodear a "mi muchacho" (como cariñosamente mi mujer se refería a su trozo de carne favorito) la acariciaban, la rodeaban con sus dedos, la mano subía y bajaba despacio, descubriendo la cabeza cuando el prepucio bajaba completo, y nuevamente cubriéndola cuando la mano volvía a subir.. ¡esos dedos!, se sentían diferentes... se sentían más delgados, más temblorosos, ¡mas violentos en algún movimiento!, mi mente empezaba a dudar cuando ¡de repente! unos labios apretaron mi verga, la rodearon, la empezaron a tragar como si se tratara de un naufrago que finalmente encuentra algo de comida y agua, ¡mi verga entraba y salía de esa boca hambrienta!, ¡llena de saliva!, ¡su lengua acariciaba, sus labios apretaban, sus dientes mordían de repente a lo que yo reaccionaba con algún gesto de dolor!... esa boca... esos labios ... esos movimientos, ¡esa desesperación! definitivamente ¡NO ERAN DE MI ESPOSA!...
Acto seguido escuché, -ahora si la voz de mi esposa- que con una perversidad y lujuria nunca antes conocida decía:
¡FELICIDADES VECINA! ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! ¡ÉSTE ES MI ESPOSO! ¡MI MACHO! ¡MI VERGA! ¡Y ES TUYO, SOLO EN ÉSTE DÍA! ¡APROVECHALO!
Y así empezó todo...
CONTINUARÁ...
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girosnegros · 1 year
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Acalorados y coloreados
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México, CDMX | Agencia de Noticias ArrimetricA.  Es jueves de una calurosa noche de verano y afuera, sobre la avenida México—Tenochtitlán, las animadas luces de la marquesina del foro Hilvana invitan a los coches y a los transeúntes a pasar un rato con N. Hardem y Mismo Perro e Invitados.
Nelson Martínez alias N. Hardem está inquieto, lo veo venir de aquí para allá, sube y baja las escaleras, a veces lo veo recargado del barandal del segundo piso y otras le pierdo de vista. La semana pasada estuvo en Guadalajara, la siguiente estará en Querétaro y Puebla después. Tantos viajes y los nervios son los mismos. Ha regresado a nuestra ciudad todavía promocionando su último álbum, «Verdor», con el que estuvo aquí hace un año.
La espera
Son alrededor de las 10pm, el set de bienvenida estuvo a cargo de Bobby Soprano quien giró una fina colección de hits duros y pavonados como Monch o Biggie para los asistentes que todavía iban llegando. Una hora más tarde, Charlot La tribu salió a recibir a los heads que tímidamente comenzaron a acercarse al escenario. AfroOmega y Ese-O salieron minutos más tarde con un show rebosante de beats duros y basslines graves. Al irse dejaron otro intermedio largo sin música, una pausa larga en la que se podía escuchar los vasos chocar y las conversaciones de la persona de a lado. Cerca de la media noche por fin salió el DJ, Mismo Perro, quien pasó de largo del público, fue directamente a esperar detrás de las tornamesas, hizo unos ajustes aquí y allá, pero eso fue todo. No hubo música, ningún setlist de bienvenida, nada de calentamiento levantando las manos, ni entradas anticipadas, nada. Otra espera en silencio.
El contacto
Las luces se apagaron, la oscuridad del Hilvana nos arropó. N. Hardem emergió como una sombra por los altavoces hasta que los focos del escenario nos alumbra de nuevo. "¿Qué pasa México?" saluda entre gritos y aullidos que lo atienden. Da pasos en círculo, se prepara, caen los primeros compases, los parlantes retumban, menea la cabeza, y con el puño en alto dedica 'Mi Juego Zen' a Rafael Cassiani quien falleció ese mismo día. Al fondo alguien se prendió una vela mientras que la chica a mi izquierda parece hacerle los backups. Siguió 'LQME', luego oportunamente con 'Señales de humo' cuando el olor turbio a mota estaba en su punto y después con 'Director y Protagonista'. Resulta que Mismo Perro quien tiene habilidades como DJ también las tiene en las finas artes del emcing. Tomó la delantera con su estilo cordillera con un par de canciones del maxi DBEN, 'Burundangalas' y 'Merthiolate' fueron un par de momentos lentos, pero recuperaron el paso con 'Heisenberg'. Luego N. Hardem bajo del escenario y puso a saltar a todos en medio de un slam con el inedito 'Empuja'. "El hip hop es un deporte de contacto y el que diga lo contrario no es bienvenido aquí" dijo preparándonos para el gran cierre. Después de un largo recorrido por epés, proyectos colaborativos, y variedades de estilos del artista, la última hora fue para «Verdor». Uno de los mejores discos de hip hop latinoamericano volvió a pintar el corazón pardo de nuestra capital. Las cajas jazzy y los beats drumless cambiaron por percusiones de madera y cuero, samples de salsa y funk, por ritmos afrolatinos. Ya de madrugada, en el momento más caluroso de una noche sin estrellas e iluminada por el juego de luces de colores, la trompeta de 'Apolo' se alzó sobre nosotros anunciando el final con las últimas tres canciones: 'Azúcar,' 'Virgo' y 'Otro Agosto', esta última un encore con la que, por ahora, Nelson se despedía.
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santiagoazul-blog · 1 year
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Tremendo pedazo de párrafo. La Mano Izquierda de la Oscuridad de Ursula K. Le Guin. (en Santiago, Chile) https://www.instagram.com/p/Co5UutmJO84/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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ocasoinefable · 1 year
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corría de niña entre un prado muy largo. Las hebras del suelo se levantan, percibo y giro hacia la izquierda. Entre mis brazos el aire, el olor de la lluvia enredado entre el cabello- En aquel momento Cerré los ojos. Al cerrar los ojos, vi tus ojos, me mirabas y lo supe. Te mire y lo decías. Es ver la tarde despertar en la noche. Los dedos caminan tras ola, tus pasos caen como arena. Doy un paso, das dos pasos, aun en la oscuridad; damos un paso más, cerca muy cerca (nos decíamos) ... "Lates rápido" lo musito sintiendo que acoges mi voz "galopa tu voz" me respondes. (Los rayos se cruzan y con la manos en el pecho, giro a ti) - al estar de frente. la brisa hala de tu cabellos y pasa por los míos. Mis manos se recuestan sobre tus manos... Aquel entonces y como ahora "Camina contigo, por eso late así de rápido" - "lo sé"
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belvedia02 · 10 months
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Tú, yo y nuestras reencarnaciones
Se puede decir que ella jamás le ha negado nada a la mujer que va a su lado, a la mujer que ha conquistado su frío corazón, que ha rescatado su alma de la misma oscuridad y que ha tomado su cuerpo solamente con amor. Pues tan simple como se ve, ella es mucho más allá de lo que ha simplemente se ve, pues ella ha sido afortunada de conocer como es su corazón y que se ha jurado proteger en esta vida y en las miles de reencarnaciones que aún le esperan, es por eso que ha accedido a acompañarla a un lugar que jamás se imaginó que visitaría, pues no es uno de sus pasatiempos, sino el de su adorada esposa, Himemiya Himeko.
— Ne, Chikane-chan... — La voz dulce de su esposa, hace que sus miradas se encuentren nuevamente.
—¿Si?— Aún no volvía del todo su concentración.
—¿Has visto como nos miran?— Himeko observó a su alrededor y vio que un grupo de adolescentes la miraban de cierto modo, provocando en ella una sensación de acoso.
—No Himeko, no había visto la forma peculiar en que nos miran, ¿será que nos han reconocido?— Chikane gustaba de salir a pasear con su esposa, siendo ella una de las personas más importantes de todo Japón sin un solo guardaespaldas.
—No creo que ellos sepan que eres la gran Himemiya Chikane o ¿si?— Y se lleva el dedo índice de su mano izquierda hasta su labio inferior. Una expresión que la hace ver adorable, aún a sus veinticinco años y un gesto que hace estremecer a Chikane.
—Pues a mí me da lo mismo que sepan quien soy, pero ellos no me parecen que tengan conocimientos de los hombres de negocios con quienes frecuento. Además que el barrio dónde estamos, me parece que sea por otra razón por las que nos observan tan... detenidamente.—
Himeko se quedó pensando en las últimas palabras de su esposa, ella tiene razón pues se encuentran en el barrio de Akihabara, un lugar donde se reúnen los jóvenes con aficiones del mundo del animé, de los videojuegos y aquellos que gustan de leer las historietas en papel.
—Tienes razón, Chikane-chan son solo imaginaciones mías— Entrelazaron sus manos una vez más y continuaron con su recorrido.
 Luego de visitar las tiendas en las que Himeko pensó en encontrar aquello que ha estado buscando y que ha sido el motivo principal, se detuvieron frente a uno de esos extraños cafés, donde las meseras están vestidas de una manera inusual.
— ¿En este lugar, hay algo normal?— Se preguntaba Chikane mirando detenidamente el lugar, sin que sus palabras alcanzaran los oídos de su Himeko.
— Ven, Chikane-chan, allá hay una mesa desocupada—. Sin esperar la respuesta, Himeko agarró el brazo derecho de Chikane y prácticamente la arrastró hacia el lugar más solitario de aquel lugar.
 Cuando las dos ya estaban mirando el menú, una joven de menos de veinte años, la observaba al igual que los chicos de hace un rato, incomodando a Himeko quien lo reflejaba con un sonrojo en su cara, y una molestia en Chikane quien miraba con odio a aquella desconocida, notando la mirada de Chikane, la mesera vestida con atuendos de gato, comienza a hablar.
—Buenas Tardes, bienvenidas a Mundo Kawaii, ¿qué desean ordenar?
 Chikane fue la que pidió el par de refrescos y un par de sandwichs, como refrigerio, pues aún le restaban dos o tres cuadras más para completar el recorrido. Anotando el pedido, la mesera Mari, cuyo nombre se podía leer en su pequeña tarjeta de identificación que llevaba sobre su seno izquierdo, se alejó de ellas, en medio de dos personas que miraban hacia el matrimonio Himemiya.
—¿Me puedes recordar por qué accedí a acompañarte a este lugar tan... freak?— La molestia no ha abandonado a Chikane y se refleja en su voz.
—¿Por qué me amas? ¿Y no permitirías que ande sola en un lugar como éste?— La ve con la mirada de cachorro desvalido, la mejor arma de Himeko para “doblegar” a su mujer.
—Sí, sí, sí, ya recuerdo, pero cambia la cara, o sino no seré capaz de controlarme y sabes muy bien a que me refiero—.
—Chi...kane-chan— Himeko bajó la mirada, pues no pretendía conseguir esa reacción de su esposa, pero ella es la culpable, pues sabe en que ocasiones utiliza su “arma secreta” y esta vez fue en un momento inadecuado.
 Después de diez minutos, la mesera volvió con el pedido, pero mirándolas de una forma más normal, mientras comían y bebían lo que tenían en su mesa redonda, observaron el mapa y marcaron las tiendas especializadas, para encontrar lo que han venido a buscar.
Cuando creían que su viaje ha sido en vano, encuentran la última tienda que está marcada en su singular mapa, el nombre de la tienda es “Gamers” viendo que ya sólo quedaba ésta por revisar.
—Si en este lugar no está, no volveré a este lugar tan extraño, ¿entiendes?— El ceño de Chikane se comenzaba a fruncir.
— Sí Chikane-chan, pero no te enfades que te ves más vieja— Terminando de decir esto, se adelantó un par de pasos de su flamante esposa.
—...— Se guardó sus palabras, pues ya su mente estaba trabajando en el castigo que le daría por molestarla por su mal humor. Con una leve sonrisa sella sus pensamientos y va en búsqueda de su Himeko.
 Recorriendo la tienda desde un extremo a otro, se encontraron con un centenar de cosas, algunas normales otras bizarras, pero no lo que han venido a buscar. Cuando la esperanza de Himeko se estaba desvaneciendo, a Chikane se le ocurrió una idea o algo que deberían haber hecho desde el principio.
—Perdón, ¿me podría ayudar?— Chikane le habló a la dependienta de la tienda, otra chica extraña vestida en forma de gato blanco.
— ¿En que le puedo ayudar nyo?—
—¿Qué le pasa a esta mujer?, ¿qué vocabulario es este?, juro que no vuelvo nunca más aquí—  Pensó y agitando levemente su cabeza para ambos lados y haciendo su máximo esfuerzo para no prestarle atención a aquella onomatopeya, Chikane otra vez le habla a la señorita.
— Si ehmm.... necesito un manga llamado “Mi amor en Bremen: Más allá de la realidad” ... creo...— Ya estaba confundida pues no ha sido buena recordando el título de ese manga que lleva más de diez años de publicación
— Es... más allá de las ilusiones, nyo— La dependienta comienza a caminar hasta el librero donde está la colección completa de aquel manga que tanto gusta leer a Himeko.
— Viste Chikane-chan... ellos tienen la colección completa— Hablaba de forma entusiasmada y abriendo al máximo sus ojos, pues ni ella ha podido coleccionar las cientos de historias.
— Sí Himeko, no soy ciega, pero no deberías alegrarte de esa manera por ver un montón de libros juntos— En su tono de voz , dejó claro que no le agrada que se entusiasmara tanto por unos tontos mangas, prefería que ella fuera la causa de esa sensación.
— Qué mala eres Chikane-chan— Himeko esta vez hizo un puchero, sabía lo que lograba con esa expresión, un leve sonrojo de Chikane.
—Ya... deja de colocar esa cara, ya sabes...— Chikane no pudo continuar, pues su esposa, estaba hablando animadamente con la dependienta.
— Eso no lo sabía, pensé que era el último de la saga— Himeko se maravilló al saber que aún quedaba por publicar el final alternativo, en el cual había una sorpresa.
—Sí, pero es mejor que lo lea, nyo y ahí se dará cuenta que aún falta la visión del otro personaje principal nyo—. La dependienta estaba cargando el pequeño piso, llevándolo hacia detrás del mostrador, acompañada por la pareja.
— Por cierto, nyo, ¿ustedes de casualidad están cosplayando de Kaon y Himiko?— Dijo mientras guardaba el tomo en una bolsa con el logo de la tienda.
—¿Eh?— Dijeron al mismo tiempo, pues las dos recordaron muy bien que esos fueron uno de sus antiguos nombre usada en una de sus incontables reencarnaciones.
—No— Dijeron al unísono.
— Ya lo sabía pues, su vestuario no es bueno, además que le falto el detalle de los lentes—. Le dijo mientras le pasaba la bolsa.
—¿Qué tiene nuestro atuendo?— Preguntó Chikane, pues encontró descortés las palabras de la mujer. Ella que siempre viste elegante y esta no era la excepción, pues lleva un vestido blanco con sandalias del mismo color, y un gran cinturón adorna su cintura, terminado con una cartera del mismo tono y su Himeko lleva una falda corta con pliegues con una blusa verde y una cartera blanca, con un pequeño lazo blanco que adorna su cabello.
—Nada, nyo... es sólo que...— En vez de seguir conversando con ellas, fue a buscar algo para que la pareja le entendiera mejor.
 En sus manos trae tres cajas, que son tres DVDs.
—Pues creo que sería bueno si ven esto, nyo... tomenlo como un obsequio de parte nuestra, nyo— Himeko fue la que recibió el obsequio, dándole una fugaz mirada.
 La pareja Himemiya se despidió de ese extraño personaje de cabello color verde y emprendieron su rumbo hacia el parqueadero, donde está estacionado su lujoso coche.
 Estando en la comodidad de su habitación, la que poseía una SmartTV de 54 pulgadas con un reproductor de DVD de última generación, Himeko colocó el primer DVD de la serie. Pero antes de pulsar la tecla, la voz de Chikane hace que detenga sus movimientos.
—Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee........!!!!—
—¿Chikane-chan? ¿qué sucede?—Himeko se acerca hasta donde esta sentada.
—Mira esto... es algo que estaba en la bolsa y pues empecé a mirarlo y... me encontré con ESTO—
—¿Qué es lo que viste?— Le arrebata de las manos la revista llamada “Young Ace” en donde se publican diferentes capítulos de diversos mangas, en esta oportunidad el primer capítulo de un manga producido por Kaishaku
 Himeko tuvo un reacción parecida a la de su esposa, por lo que tuvo que sentarse a su lado.
—¿Qué pretenden hacer con esto?—
—Pues no lo sé Himeko, pero es mejor que lo leamos con calma, hay páginas que valen la pena ponerles atención—. Chikane deslizó su brazo hasta la cintura de su mujer, la que reaccionó con un sonrojo en su cara.
—No... no sé a que te refieres, Chikane-chan—
—Tú sólo lee conmigo y verás que tengo razón—.
 Leyendo en silencio y atentamente cada hoja de esa publicación, se tardaron aproximadamente treinta minutos. Después de eso, varias ideas inundaban su mente.
—Esto es injusto, ¿cómo pueden hacerme esto?— Se quejaba Himeko
—No veo que hayan cometido una injusticia, no entiendo porque lo dices—.
—Claro como a ti te dibujaron.. más...— Himeko detiene su mirada en un zona muy especial del cuerpo de su amada esposa— voluptuosa..
—...— Que podía decir ella, si su esposa tiene razón.
—A mí me dibujaron como una niña idiota, además de novicia... ¡Por favor!— Himeko está furiosa.
—Pero si te ves tan tierna, además que haces caras muy graciosa. Y vamos no te quejes, mira que las páginas centrales son muy... atractivas...—
— Y sobre todo eso.. te vuelves aprovechar de mí, mira que besarme siendo una novicia y más encima en una Iglesia... por dios a que mente enferma se le puede ocurrir eso—.
—Ya basta Himeko, creo que estás haciendo un tormenta en un vaso de agua. Esto no es nada... si supieras lo que escriben de nosotras... no serías capaz de mirarme a la cara, así que agradece que fueron solo besos y caricias...—
—¿Ah?... pero sigo insistiendo que es injusto...—
—Vamos si esto tiene buen aspecto. Acaso no te fijaste en el final. Que estoy para protegerte—. Chikane camina hasta el lugar donde está su Himeko para abrazarla por detrás.
—No, no hagas eso Chikane-chan...—
—Creo que eres una mentirosa, sé muy bien lo que te gusta...— Chikane no dejaba de besar el cuello de su esposa, mientras sus manos vagaban libremente por todo su cuerpo.
—Mmm— Intentaba morderse su labio inferior para no dejar escapar un gemido.
—Acaso ver esas imágenes, ¿no despertó algo en ti...? mira que a mí... hicieron que se subiera mi libido—. Esta vez se dio la vuelta para mirar a su esposa de frente.
 Sin necesidad de más palabras, sólo miradas cómplices, bastaban para comenzar con el acto de entrega total. Sin prisas, cada una iba desnudando a la otra, con paciencia, como si el mundo girara a su favor, como si el tiempo transcurriera con más lentitud, ellas se observaban, se acariciaban, se reconocían, se acariciaban, se besaban. A tropezones, llegaron hasta la amplia cama, mudo testigo de toda la pasión desatada en las noches o en ocasiones como ésta, en donde la hora no importa, para demostrar lo que sentía por la otra, algo que sólo se podía dar a través del acto del amor.
Besando lo ya besado, acariciando lo ya acariciado, ellas podían jurar que habían llegado a los cielos, mientras sus respiraciones jadeantes, se hacían presentes. Luego de esperar varios minutos para que sus respiraciones volvieran a la normalidad, fue Himeko la que rompe el silencio.
—Te amo—Se abrazó más al cuerpo desnudo y sudado de su mujer.
—También te amo, Himeko— Descansaba su mentón en la cabellera dorada de su amante esposa.
—Esto fue...ya no tengo palabras para describirlo—.
—Lo sé... te entiendo...—
—Creo que esto es lo que deberían dibujar, el hecho de que estemos juntas a pesar de nuestro fatídico destino, que fuimos capaces de encontrarnos y ser felices—.
—Pero... tengo esperanzas en ese manga...—
—Claro como no... si en él eres super Chikane-chan con espada, y yo solo una niña tonta...—
—No te menosprecies, eres alguien importante pues tienes el “Grito del Dragón” sea lo que sea—.
—Pues no me convence del todo, pero me gustó el hecho de que me obedecieras, me hizo sentir tan bien—.
—Claro en ese manga parece que fuera gobernada...pero aún así no me desagrado.. es sólo que te ves tan tierna y esa diferencia de edad—.
—Eres una pervertida Chikane-chan, no sabía que te gustaran las lolitas...—
—No es eso Himeko...— Chikane se sonroja...— Además que me gusta porque estás tú—.
—Claro como no...—
—Vamos, que sólo bromeo... además que eso de la amnesia no me gusta, pero en fin.. nos queda esperar.—
—Mejor.. además que aún...—
—Aún ¿qué?—
—Nos queda el segundo tiempo..— Sin esperar las palabras de su mujer, se lanza a besarse y comenzar la danza del amor. El animé que tenían en el reproductor fue más que olvidado.
 Esta vez descubrieron que fueron utilizadas para un manga con rasgos místicos, con rasgos fanservice, con rasgos de su antigua reencarnación, pero eran detalles menores, pues a ellas solo le importaban que estuvieran juntas, así sea en un animé, un manga o en un fanfic. Ellas esperaran esperanzadas el nuevo capítulo de Zettai Shoujo Seiiki Amuneshian el próximo mes, pues desean que  tenga el mismo final feliz que tuvieron en esta reencarnación. Y sino lo fueran, no es un gran problema, pues siempre se encontraran hasta el fin de los tiempos
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sritashimada · 2 years
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Ghost y tú | En el edificio, por la noche...
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Cuántas veces habías pasado por esta misma situación, era normal que jamás salgan como las planeas, pero esta ocasión fue frustrante para ti pues te habían herido.
Lograste esconderte en un edificio abandonado que en su mejor momento fueron oficinas y ahora solo era un lugar deplorable. Te recargaste en un pilar mientras ponías tu mano para ejercer presión sobre tu costado, debías tratar esa herida antes de que se volviera un problema más grave.
Sentiste una presencia a tu izquierda, sacada de la oscuridad. Miraste el filo de una navaja que apuntaba a tu cuello, lograste esquivar e inició una pelea para derribar al otro, era ciertamente un poco a la par así que no era alguien común.
Tomaste su arma corta de su costado y te alejaste para apuntarte dándote cuenta que él había hecho lo mismo, ahora los dos estaban dirigiéndose al otro.
— ¡¿Quien diablos eres?!
—Eso mismo pregunto yo—le contestaste apuntando con firmeza, pero después de un largo silencio entre ambos donde ninguno estaba dispuesto a responder esa pregunta caíste de rodillas poniendo tus manos en el suelo.
La pérdida de sangre estaba comenzando a cobrar tu sobreesfuerzo, levantaste el arma para apuntarle de nuevo al sentir sus pasos acercarse a ti.
—Que esté en el suelo no significa que no sea capaz de matarte.
Viste como cayó su arma al suelo y la pateó para alejarla—No voy a matar a alguien en desventaja, ni tampoco voy a dejarte así.
—Solo por que no tengo otra opción mejor—bajaste tu arma mientras te sentabas recargandote en un viejo escritorio.
Aquel hombre se acercó a ti, poniendose a tu altura para poder iniciar a tratar esa herida, notaste su peculiar máscara de calavera que usaba.
Soltabas gemidos y quejas de dolor, suturar algo sin anestesia era demasiado para cualquiera, si no te desmayabas era por la adrenalina y para que ese desconocido no te fuera a hacer algo.
— ¿Cómo te hiciste esto? —pregunto, estaba sorprendido qué no te hubieras muerto ya.
—Gajes del oficio—contestaste entre pequeñas risas cansadas.
Lo viste alejarse de ti con un poco de tu sangre en sus guantes negros señalando que había terminado su trabajo.
—No soy médico, pero te aseguro que no vas a perder más sangre.
— ¿Cómo te llamas? Al menos para darte las gracias cómo se debe.
—Ghost.
—Bien Ghost, gracias por la ayuda, si nos encontramos después te lo voy a recompensar.
— ¿Y quién eres tú? Para no matarte por accidente.
Dijiste tu nombre con una sonrisa mientras te ibas en la oscuridad.
Pero como prometiste, regresaste a ese lugar donde te lo encontraste mejor tiempo después.
—Este es un buen lugar ¿no crees? Tiene buena vista—estabas recargada en una de las ventanas mirando el exterior.
—Tú...
—Ha pasado mucho tiempo, Ghost.
— ¿Qué haces aquí? —dijo apuntando con su arma hacía ti.
—Pero baja el arma, es un poco descortés si ya nos conocemos.
—No te conozco un carajo.
—No seas tímido, ya trataste una herida mía—te alzaste la blusa—si no me hubieras dicho que no eras médico, hubiera pensado todo lo contrario, quedó estupenda, no se nota tanto la cicatriz.
—Al menos me alegra saber que no estás muerta—bajo su arma— ¿qué haces aquí?
— ¿Te lo dije no? te pagaré el favor—te acercaste a él y le diste una bolsa de papel que dudo un par de segundos en aceptar, pero al final lo hizo.
—Si es una bomba-
—No uso trucos tan baratos—lo interrumpiste haciendo un poco de pucheros ante tal idea.
Ghost abrió con extremo cuidado la bolsa precavido ante cualquier posible trampa, pero no dejaba de sentirse un poco estupido por aceptar algo así de una extraña aunque no veía malas intenciones.
Abrió una pequeña caja encontrándose con una navaja negra.
—Intentaste matarme con una al principio, así que creí que te gustaban.
Ghost empezó a verificar que no tuviera nada sospechoso, no había indicios de ser manipulada, movió de un lado a otro practicando algunos ataques; era cómoda, ligera y parecía ser resistente.
— ¿Qué tal?
—Es muy buena.
—Me alegra; por cierto ¿por qué vienes tan seguido a este lugar?
— ¿Me has estado vigilando?
—Por supuesto, para saber que no eres un raro.
A pesar de que no poder ver una expresión completa gracias a su máscara notaste como hizo una mueca de no creerte lo que estabas diciendo, ¿debía ser una broma? verificar qué no sea un loco cuando habías estado vigilandolo en secreto como una acosadora.
— ¿Eh? ¿Por qué me ves así?
—Es por trabajo—contesto tu pregunta anterior.
—Entiendo, yo también estoy aquí por trabajo, pero venir aquí me relaja un poco, supongo qué a ti también.
Ghost no supo qué contestar, no tenía muy claro hasta dónde confiar en ti, pero a simple vista no parecías una amenaza o tener malas intenciones con él.
Si no fuera por esa primera impresión que tuvieron, pensaría qué eras alguien inofensiva.
No pasó mucho tiempo cuando te despediste de él y te fuiste con la misma frase de volverse a ver.
Su mente de soldado le decía qué no debía volver, quizá por que pensaba cualquier posible escenario donde fuera una trampa, pero de todos modos regresó de nuevo con el pretexto de averiguar un poco más sobre tí y tenerte cerca si eras una especie de enemiga.
Y cuando llego tu estabas ahí mirando como siempre por la ventana. El soldado te veía con cierta atención tratando de memorizar tu rostro.
— ¿A qué vienes aquí? —Ghost fue lo primero que preguntó.
—Por las mismas razones qué tu—te giraste a verlo, siempre se veía serio e inexpresivo con esa máscara pero no dejaba de darte curiosidad—creo qué eres alguien muy agradable.
— ¿Agradable?
—Si ¿No te lo habían dicho antes?
—No.
—Siempre hay una primera vez para todo.
No podía dejar de pensar qué eras un poco extraña ¿O era extraño recibir esos comentarios? Nunca parecías mentirle, ahora que lo pensaba sentía que eras una especie de cachorro que ayudó y ahora lo seguía a todos lados.
Y sin mucho esfuerzo se hizo costumbre verse a medianoche en aquel edificio, hablaban en ocasiones de cualquier cosa y otras solo disfrutaban el silencio junto a su compañía, eran conscientes de que posiblemente estuvieran en bandos contrarios pero hasta que alguno de los dos lo mencionara explícitamente no harían ni dirían algo al respecto.
Eras amable, alegre y bastante curiosa una vez que tomabas más confianza para acercarte, no tardaron mucho en ser cercanos y llevarse bien aunque Ghost fuera bastante serio, pero tenía un humor ciertamente particular.
Un día Ghost llego, no te vio donde siempre así que mientras se acercaba te encontró sentada en la pared con tus manos sobre tus rodillas y con una débil mirada.
—No ha sido una buena semana al parecer.
—Para nada, lo peor es que no me pagan horas extra—bromeaste un poco, tus risas se apagaron con los segundos del cansancio— ¿Te importa si duermo un poco? No he dormido muy bien últimamente.
—No, no importa.
Ahí sentada cerraste los ojos y empezaste a dormir, aunque sea cinco o diez minutos sería suficiente para reponer fuerzas.
Ghost se sentó a tu lado en esa fría pared de concreto, dejando que apoyaras tu cabeza en su hombro, se quedaría a su lado al menos hasta qué despertarás.
Estaba atento a tu rostro, esa forma tranquila en la que respirabas y lo suave que parecía ser tu cabello que usaba toda su fuerza de voluntad para no tocarlo. Ahora que lo pensaba eras bastante bonita y a pesar de que probablemente tuvieras bastante tiempo trabajando en lo que fuera, te veías bastante femenina.
Quizá fue un momento muy íntimo, nadie en su sano juicio se pondría vulnerable de esa forma así qué era la prueba de qué confiabas en él de forma casi ciega pues no llevaban mucho tiempo conociéndose. Ghost puso sobre ti su suéter para que no pasaras frío por lo fresca que era esa noche, cruzó sus brazos para impedirse asi mismo hacer cualquier cosa que te incomodara y a los segundos él también se quedó dormido.
Se sentía tan cómodo junto a ti, quiza era lo mismo que tu sentías.
No sabías con exactitud cuánto tiempo dormiste, pero al levantarte y ver aquel suéter sobre ti pensaste que se había ido hasta que notaste su presencia y notar que estaba dormido.
Reiste un poco en voz baja, no lo habías tenido tan cerca antes, tenías un poco de curiosidad saber quien era bajo la máscara pero no harías algo así.
Te sonrojaste un poco, quiza te aprovecharias un poco de él, así que te acercaste a su mejilla y le plantaste un pequeño beso en su mejilla y regresaste rápido a tu lugar, estabas muy nerviosa; pusiste tus manos sobre tu rostro intentando controlar la verguenza y la emoción.
Respiraste profundamente para calmarte y levantarlo, no querías irte así nada más después de que él se quedó acompañándote.
—Te quedaste dormido tú también.
—Eso parece—mintió, estaba despierto un poco antes que tu, pero no diría nada sobre lo que habías hecho.
—Gracias, por quedarte conmigo—mencionaste mientras le regresabas aquel suéter que usaste como manta.
—Quedatela, hoy es una noche bastante fría.
— ¡G-gracias!—tus ojos brillaron al escuchar su ofrecimiento y abrazaste aquel suéter con todas tus fuerzas restregando tu rostro para oler más de cerca el aroma que Ghost le había impregnado.
Ambos se quedaron callados, quiza por la vergüenza de que te hubiera visto haciendo eso te despediste lo más rápido posible y te fuiste de ahí casi volando.
Los siguientes días el Task 141 sentía a su compañero Ghost un poco más "inusual" que de costumbre, sobre todo Soap que no dejaba de verlo pensativo y más ¿feliz? ¿cómo podía estar feliz en una situación cuando Makarov estaba en su mira? quiza eran imaginaciones suyas.
Ambos ansiaban sus visitas nocturnas después de ese día donde se rompió quiza la barrera entre ambos había sido el inicio de una especie de relación, comenzaban a acercarse más, dejaron de guardar su distancia entre ustedes y sin darse cuenta solo se besaron, era un dulce y apasionado beso.
¿Las razones? todas y ninguna en especial, ambos se preguntaron el por que ustedes y no otra persona. Probablemente porque lo prohibido los incitaba a caer en los brazos del otro o quiza porque fueron las primeras personas en tratarse como alguien normal, amor a primera vista o un enamoramiento fugaz, quien sabe.
Cada momento juntos era todo lo que necesitaban y no sabían, se preguntaban por qué no se conocieron antes, por qué ahora, por qué en esos momentos tan tensos de sus vidas y se preguntaban si había una forma de cambiar el destino para poder permanecer juntos, pues sabían que esas noches no durarían para siempre.
Eran conscientes de eso, lo sabían , pero jamás pensaron que sería tan pronto.
Recibías órdenes directas de Makarov, si te señalaba un objetivo tenías que ir a asesinarlo y el noto que había gente tras el. Te mostró unas fotografías para tu siguiente objetivo, quedandote helada sin saber qué decir cuando las viste, era Ghost.
¿Por qué? ¿Por qué de todas las personas el? ¿acaso sabía de su pequeño romance? no, imposible.
Esa misma noche en la hora de su reunión, él había llegado primero esta vez así que cuando lo viste corriste a abrazarlo escondiendo tu rostro en su pecho, Ghost sabía que algo estaba mal; te alejaste de él y le diste la espalda intentando no llorar.
—No podemos vernos más, esto fue un error.
Cada palabra que salía de tu boca se sentía como si te apuñalaras a ti misma, pero tenías que hacerlo, era mejor vivir con el dolor de la despedida que el de asesinarlo por el resto de tu vida.
—Así que por favor, vayámonos en silencio de este lugar e imagina que nada ocurrió—te abrazaste a ti misma.
Escuchaste sus pasos alejarse en dirección contraría a la tuya, soltaste todo tu aliento, volteaste tu mirada a la salida de aquel edificio para al menos recordar el momento de su retirada, pero en cambio recibiste un abrazo.
— ¿Qué haces? Te dije que te fueras—te aferraste a su camisa.
—No parece que quieras eso.
—Tienes que irte,si no yo...tendré que matarte—rogaste mientras empezabas a sollozar.
Ghost levantó un poco la tela para poder besar tus lágrimas intentando consolar lo inconsolable. Antes de que cayeras aún más en el encanto de su beso lo empujaste ahora intentando irte tú, pero tomó tu mano obligandote a regresar a sus brazos, sabía que no querías hacerlo y por eso le pedias que se fuera.
—Si te quedas voy a tener que hacerlo.
Ese romance no podía ser desde un inicio y no sabías por que te dejaste llevar tan profundamente en ese amor que ahora te estaba ahogando.
Levantaste tu rostro lleno de lágrimas y acercaste tus labios a los suyos de forma dulce y cariñosa, empezaron a quitarse la ropa que tenían encima, querían sentir y dar todo el amor que tenían; la luna iluminaba sus cuerpos entrelazados, tu no podías dejar de soltar lágrimas llenas de dolor y tristeza, Ghost sabía que no podía detenerlas.
Él era consciente querías incluso se atrevía a decir que llegaste a amarlo a pesar del poco tiempo de conocerse y que el tormento de tener que obedecer aquella orden era insoportable para ti.
Ninguno de los dos podía decir siquiera alguna palabra, dejaban que sus almas y sus corazones expresaran todo.
Cuando ese momento terminó, continuaron en silencio;ambos se ponían sus ropas, notaste aquel suéter que te había regalado, su olor se estaba perdiendo.
Te acercaste a él para abrazarlo mientras ocultabas tu rostro en su pecho, él acaricio tu cabeza con ternura, escucho como quitabas el seguro del arma, pero no te alejó.
Sin previo aviso se escuchó un disparo, después un par más y él no dejo de tenerte en sus brazos.
Tu cuerpo comenzó a caer y Ghost lo tomó antes de que tocara el suelo, sangre salía de tu boca , miraba como aquel suéter que fue suyo se llenaba de sangre en tu costado.
— ¿Por qué? —pregunto nervioso mientras intentaba hacer que tus heridas pararan de sangrar.
—Mi vida no era tan necesaria como la tuya—hablaste con dificultad mientras mantenías una sonrisa con una mueca de dolor—Makarov jamás me dejará, esta es la única forma de ser libre cuando estás de este lado.
Ghost tomó tu mano con fuerza mientras intentaba no romperse en pena, no podría ayudarte esta vez.
—Lo siento y gracias por amarme aunque sea por poco tiempo.
Soltaste tu último aliento.
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cafeinayletrasweb · 2 years
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La lectura de la semana
¡Buenas gentes!
Empieza una nueva semana, llegamos a mediados de noviembre. Durante el fin de semana terminé «Carmilla», como podréis ver en entradas anteriores. Toca empezar nueva lectura, y he de decir que hice trampa: lo empecé anoche.
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«La mano izquierda de la oscuridad», de Ursula K. Le Guin es la lectura que quiero terminar esta semana y que, además, inaugura la temporada del club de lectura "Octarino", el cual coordino y que he podido organizar gracias al cobijo de la Biblioteca Pública Provincial de Córdoba.
S I N O P S I S
«Escribiré mi informe como si contara una historia, pues me enseñaron siendo niño que la verdad nace de la imaginación.» Así comienza su relato Genly Ai, enviado al planeta Gueden, también llamado Invierno por su gélido clima, con el propósito de contactar con sus habitantes y proponerles unirse a la liga de planetas conocida como el Ecumen. Los guedenianos tienen una particularidad que los hace únicos: son hermafroditas, y adoptan uno u otro sexo exclusivamente en la época de celo, denominada kémmer. En Invierno, Ai conoce a Estraven, un alto cargo que le mostrará cuán diferente puede llegar a ser una sociedad donde no existe una diferenciación sexual.
----✨
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Llevo tres capítulos nada más, y he de decir que la prosa y el estilo de la autora va a exigir mucho de mí. Pero lo llevo bien, esta edición tiene la letra a un tamaño decente.
Deseando darle fuerte hoy y ver cómo se desarrolla la historia. Tiene cerca de 400 páginas y yo tengo la impresión de que las leeré de una sentada.
¿Qué tal vuestro finde? ¿Qué vais a leer a lo largo de esta semana? Os leo.
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Tremulant
La noche era el mejor pretexto para salir, la noche era el mejor pretexto para regalar la última visión de este jodido mundo a un incauto...
Toda la ciudad olía a bencina y a basura añeja de día, de noche parecía que había una tregua y los aromas fuertes aminoraban. 
El parabus tenía una lámpara verdácea que titilaba, había polillas revoloteando a lo largo de la barra de luz en el techo. Abajo, en el banquillo, una cabellera rubia y abundante. Desde mi perspectiva solo podía ver su coronilla y la parte superior de unos hombros desnudos, inmaculadamente blancos, besados por el haz que emanaba de la luminaria fluorescente,
Era jueves, lo sé porque los jueves sirven esos horribles hot dogs en el comedero de Phill, el lugar en el que nos reunimos para planear nuestra ronda nocturna. 
Yo estaba escondida detrás de los arbustos que se encontraban frente al parabus, esperando el momento perfecto para salir, salir y brillar, explotar o incinerar, lo que fuera para darle un poco de sentido a esta aburrida noche de mierda. El primero de la noche llegó a las 11 menos 5, desde mi punto de vista, el sujeto era un obrero común y corriente, quizá de origen iraní, lo asumí por la barba. Calculé que tenía unos 24 quizá. 
El sujeto se quedó mirando a Vivian, ella se encontraba estática, seguía viendo al piso aguardando a mi señal, pude ver cómo el sujeto se acercó a la banca del parabus, seguramente para preguntar si se encontraba bien, lo supe por su mirada condescendiente. Esa era mi señal. 
Toqué la bocina una vez, el sujeto levantó la cabeza y miró hacia los arbustos, como un antílope asustado en la oscuridad, en una fracción de segundo, Vivian se incorporó con una velocidad vertiginosa y lo siguiente que hizo fue inyectar al iraní en el cuello. En menos de un minuto, el sujeto yacía en el piso, de bruces, babeando el asfalto. 
Encendí el motor, su ronroneo al arrancar me eriza la piel. Con las luces apagadas me acerqué al parabús, Vivian estaba frenética queriendo meter al iraní a la cajuela pero por mi posición no podía liberar el botón de la cerradura de la cajuela. Oprimí el botón y bajé para ayudar a meterlo. 
'Cross the Breeze de Sonic Youth sonaba en la radio. Iba a 180 por la interestatal, normalmente íbamos a lugares lejanos para no ser atrapadas o crear un patrón predecible y acabar fritas en la silla.
Vivian parecía haber entrado nuevamente en trance, sus ojos estaban puestos en el camino, pero su mano estaba en su entrepierna, sus shorts, que solían ser unos vaqueros apenas contenían su culo, pude ver de reojo que metía su mano completa para tocarse. Yo preferí no perder la calma, como siempre. 
-Sabía que un error insignificante al volante podría llamar la atención de los cerdos y nadie los quiere cerca cuando traes a un iraní a punto de despertar en la cajuela de tu auto- 
Conduje unos 20 minutos más, los cuales fueron muy bien aprovechados por Vivian, lo supe porque su mirada perdida cambió por un par de ojos entrecerrados y jadeos profundos. 
Tuve que interrumpirla para decirle que estábamos próximas a llegar, giré un poco a la izquierda y me introduje por el túnel, al salir del túnel tenía que girar bruscamente a la derecha para esconder el auto e ingresar por la trampilla que se encontraba a un costado. Apagué el auto y Vivian introdujo sus dedos en mi boca, su sabor era exquisito, la viscosidad de su vagina era perfecta, su coño era sin duda el rey de todos los coños y esa noche iba a ser el platillo principal para la última cena de un iraquí no tan afortunado.
Encontramos el escondite hace ya unos años, le llamábamos “bunkerr”, Vivian y yo lo decoramos para que fuera en parte una sala de tortura y en parte un lugar para quedarnos cuando no estábamos de humor para convivir con nuestros estúpidos familiares. Ingresábamos por la trampilla que estaba a un costado del túnel, por ser una construcción tan antigua, el mantenimiento a esa zona era únicamente para la zona transitable, es decir, el asfalto, las zonas delimitadas para los muy escasos peatones y listo. 
Esa noche, bajamos al individuo de la cajuela y lo metimos por la trampilla, no pesaba mucho a pesar de su tamaño. Yo había colocado un colchón adentro de bunkerr en caso de que nuestros huéspedes decidieran aterrizar con la cara. 
Ya adentro, Vivian comenzó a quitarse la ropa, lo cual le tomó aproximadamente 4 segundos, se quedó con una tanga diminuta de color negro, se puso los guantes de latex, y la máscara de Princesa Mononoke. Por mi cuenta, me puse los guantes, me quité todo, y me puse un pasamontañas a lo pussy riot. Le quitamos la ropa a nuestro amigo y admiramos su anatomía, no está mal, pero tampoco va a ser de mis favoritos, supuse. 
Ambas acomodamos al iraní en una Y que habíamos empotrado en la pared del lado Este del lugar. Lo atamos de los brazos muy bien, le puse un collar para entrenar perros en el cuello, el cual se tensa si jalo la cadena. En los pies le colocamos cuerdas que mantenían sus piernas separadas. Estaba a punto de inyectarle el suero para despertarlo, pero comenzó a toser y abrió los ojos como platos.  Vivian comenzó a gritar al unísono con nuestro huésped, no podía ver su cara, pero adivinaba la mueca que estaba haciendo. El sujeto nos imploró que lo soltáramos, que nos daría dinero, Vivian le dijo que solo queríamos follar y lo dejábamos ir, el sujeto no se calmó ante esto, continuó gritando y forcejeando. 
Vivian se acercó y le propinó un golpe en la boca con el puño cerrado. El sujeto se quedó pasmado, no supo que hacer, el golpe seguramente no fue tan fuerte, pues no le causó hemorragia, más bien fue suficiente para hacerlo salir de ese lapsus de histeria.  Para romper la tensión, Me hinqué ante la gran Y y ajusté la apertura del pasamontañas a la altura de la boca, Acto seguido, pasé mi lengua por la verga flácida de nuestro huésped. Mmmm el olor era acre, yo amaba el olor corporal de los humanos, nada de desodorante, nada de toallas limpiadoras. Sudor puro y agrio, el sudor de la entrepierna es una adicción para mi, soy la somelier del sudor de entrepierna...
Abrí más el pasamontañas y comencé a olisquear y lamer más y más carne, de sus bolas, de su perineo, de su glande, mi boca de llenaba de saliva al recorrer con mi nariz todos sus recovecos. Lo anterior pareció entusiasmar a nuestro amigo iraní, al parecer comenzaban a levantarse los ánimos. 
Al girar un poco la cabeza pude ver a Vivian con las pequeñas pinzas para los pezones, ella es impredecible con nuestras herramientas, pero una cosa me queda clara, cuando comienza con las pinzas de pezones es porque quiere reprender realmente fuerte a nuestro invitado o invitada. 
El sujeto pidió que nos quitáramos las máscaras, Vivian soltó una carcajada infantil y le colocó la primer pinza en el pezón derecho, yo tenía la boca llena, no podía hablar, su verga estaba tomando dimensiones que no tenía contempladas, parecía bastante promedio y resultó que llegaba quizá a los 25 cm, era mucho por tragar. Vivian enfocó hacia mi, lo supe porque tuvo que inclinarse, pues la máscara no le permitía ver muy bien hacia los costados y hacia abajo y levantó los pulgares en seña de aprobación, pues es bien sabido que le gustan los juguetes grandes, en lo personal, los prefiero gruesos, pero yo que iba a saber. Me puse en 4 para poder lamer mucho mejor su escroto y sus bolas cuando sentí que los dedos enguantados de Vivian se colaban por entre mis nalgas, comenzó de a poco a introducir una falange del dedo índice. Esa perra sabe que me vuelve loca que el placer sea gradual y sabe cómo tocarme para volverme loca. Continúo introduciendo su largo índice en mi, no tuvo tanto problema, pues el olor de nuestro huésped me había calentado y mi vagina estaba comenzando a lubricarse. 
En el bunkerr reinaban los gemidos, el olor a sexo se mezclaba con el acre olor del sudor del obrero, el cual parecía no dar crédito a lo que sus ojos estaban viendo. Un par de desconocidas lo habían secuestrado para hacerlo su esclavo sexual un jueves por la noche. Seguro que era mejor plan que ir a casa a ver un partido, comer las sobras del almuerzo e ir a la cama. 
Vivian comenzó a mover rítmicamente su índice para adentro y para afuera de mi, la sensación era placentera y mi cuerpo lo expresaba con pequeños espasmos y mayor lubricación. Ella aprovechó para meter su dedo medio también y colocar su pulgar en mi clítoris. - Esta sensación es de mis favoritas, amo la presión en la cara interna de mi vagina que hacen un buen par de dedos cuando tratan de masajear mi clítoris con el pulgar de esa misma mano. -
Su mano se movía con maestría adentro y afuera, su pulgar masajeaba rítmicamente mi clítoris y mi boca estaba rebosante de carne y saliva. Lo siguiente que hice fue separar mis nalgas con cada una de mis manos para que mi culo quedara a merced de Vivian, ella sin dudarlo empleó su otra mano. Cuando hizo contacto con el borde de mi ano sentí que había humedad en sus dedos, voltee a verla y la visión fue de lo más excitante que me ha sucedido; 
Vivian tenía la mano izquierda dentro de mi, mientras que llenaba su mano derecha con su lubricación vaginal para poder meter sus dedos en mi culo. Cuando introdujo los primeros dos dedos lancé un gemido agudo que rebotó por todo el lugar. Esto último puso frenética a Vivian, pues comenzó a follarme con sus dedos por mi culo y vagina, la cual para este entonces, estaba muy mojada. Por un momento me olvidé de nuestro invitado, el cual, aunque no recibía estimulación oral, se encontraba deleitándose con nuestro espectáculo en primera fila. 
Continuó follándome así mientras yo abría mis nalgas de par en par. De pronto sacó los dedos de mi culo y lanzó la máscara a un rincón. Hizo un estruendo y de inmediato sentí su lengua bordeando mi ano. Jamás me había lamido ahí, sentí que mis piernas vibraban y perdían fuerza. De pronto introdujo su larga lengua en mi culo y fue cuando comencé a lanzar chorro tras chorro de squirt. Esa mierda fue tan súbita que no caí en cuenta que mi cara estaba pegada al piso, el líquido comenzó a fluir e incluso mis rodillas comenzaron a mojarse. Vivian continuaba con su lengua moviéndose dentro de mi culo, era una sensación demasiado extraña pero altamente placentera.
El líquido continuaba avanzando hacia mis tetas. Estaba muy mojada por dentro y por fuera. Vivian se despegó de mi culo y comenzó a sorber las gotas de mis piernas, nalgas y vagina. En ese momento me incorporé y le di la espalda a la Y gigante, posteriormente abrí mis nalgas y dejé que nuestro huésped entrara en mi en una estocada limpia.
A Vivian pareció no agradarle del todo, pues me dijo que teníamos que darle un poco más de tratamiento al iraní antes de comenzar a follarlo. Me saqué su verga a regañadientes. La sensación de excitación que tenía después de el squirt era enorme y quería destrozarlo o que me Vivian me metiera un puño por el coño como esa vez que me dejó convulsionando en el piso. Ella lo desató y lo pasó a la mesa que estaba junto a la Y. Comenzamos a jalar sus pezones con ayuda de las pinzas, las cuales están conectadas entre sí con una fina cadena.  El Iraní mostró incomodidad ante este estímulo, a Vivian pareció entusiasmarle el generarle eso a nuestro invitado. Lo coloqué boca arriba sobre la mesa, comencé a atar sus extremidades inferiores a los postes, Vivian se encargó de hacer lo propio con las superiores y una vez que estuvo listo yo tomé mi fusta del número 4 para disciplinar a este hijillo de puta... Comencé probando su umbral del dolor en las plantas de los pies, esto pareció cabrearlo sobremanera. -a mi me encanta cabrearlos, hace que su sangre fluya más rápido y en todas direcciones- El castigo corporal en los pies es todo un arte ¿sabes? Hay que tener mucho tacto para saber cómo iniciar y cuándo incrementar la dosis. Empecé con los clásicos golpecitos a la mitad de la planta del pie, para después ir recorriendo la fusta hacia la parte superior con el mismo ímpetu. Al llegar al nacimiento de los dedos, el iraní y yo ya no éramos amigos, de hecho me insultaba en su idioma. Vivian trabajaba sus pezones y miraba como su miembro comenzaba a ganar flacidez, derivada del dolor que sentía.  Vivian tiene una técnica para ayudar a recobrar las erecciones y es -redoble de tambor- sentarse en la cara del incauto en curso. No tengo idea que tiene su culo, pero te aseguro que puede levantar a un muerto y esa noche no fue la excepción. Bastó con subir a la mesa y poner su culo en la cara del iraní para que su verga recobrara su grosor y longitud.  Yo estaba muy entretenida castigando con mi fusta del número 4 a nuestro invitado de honor, el cual tenía la boca llena y la barba mojada por los jugos de Vivian. Al parecer era un habilidoso-comedor-de-coño porque Vivian sí que le inundó la cara. En fin, los pies pasaron a segundo plano y me dediqué a subir a una zona poco valorada y explotada por los artistas del BDSM; las rodillas. 
Para mi siguiente acto necesitaré el rodillo con picos metálicos y la fusta de flequillos. Verás, he desarrollado mi propia técnica patentada para las rodillas. Ya que son un lugar delicado para infligir castigo y no queremos que la noche termine antes de lo esperado por una lesión en la rodilla. -como me pasó en algún momento con otro incauto- Cambié la técnica de percutir a rasgar y flagelar un poco con el rodillo y por otro lado, abanicar un poco con la fusta. Soy tan buena que les dejo elegir con cuál instrumento de los dos prefieren seguir. Obviamente casi todos votan que la fusta de flequillos, ya que no les desgarra la piel como el buen rodillo.  Para cuando terminé con sus rodillas, el iraní estaba visiblemente cabreado pero con la boca llena de espeso jugo de Vivian. Ella estaba con los ojos en blanco, al parecer estaba usando la lengua de este sujeto como una verga. Yo tomé uno de los anillos de cuero y lo coloqué en el pene y testículos de nuestro invitado, esta técnica sirve para mantener la erección por más tiempo.  Acto seguido, Vivian tomó la fusta de flecos y comenzó a darle en el glande. El iraní comenzó a moverse como toro mecánico, al parecer no le gustó ni un poco y ese la técnica de Vivian es más hosca que la mía. En ese momento mi coño chorreante me pedía ser invadido, así que sin más, también subí a la mesa para meterme ese rabo.  Me lo metí como cuando un cuchillo caliente entra en un bloque de mantequilla.  El iraní gimió o exhaló. Su verga era más gruesa gracias a los anillos que le coloqué. Comencé a moverme hacia adelante y hacia atrás para que pudiera rozar mi clítoris un poco con su pubis y tomar la cadena de las pinzas de los pezones como rienda.  Vivian estaba vibrando de manera frenética sobre la cara del iraní, parecía que iba a correrse en cualquier momento, sus chillidos eran muy agudos y en el siguiente instante se transformó en una fuente, el hijo de puta logró hacerla correr. La cara de Vivian se distorsionó y una serie de chorros blancos salieron de su uretra. El líquido era blanquecino y espeso, fue un momento irreal. Llenó el torso del iraní y me salpicó en los muslos, el pubis y el abdomen.  Tomé con los dedos del líquido y lo metí a mi boca. Me invadió una sensación de lujuria que hasta ese momento no había experimentado. Al día de hoy no puedo saber si fue el iraní, la posición en la que me encontraba o el jugo de Vivian, pero tuve uno de esos “momentos” que te ponen la mandíbula demasiado tensa y los músculos de todo el cuerpo primero rígidos y luego como gelatina.  Cuando Vivian se desplomó en el piso no paré, continué cabalgando. El iraní estaba gozando en grande, gemía y retorcía su mojado torso. Tenía una vena en la frente que palpitaba rítmicamente, su respiración era agitada, su olor corporal era aún más penetrante y embriagante.  Repentinamente, al fondo de la escena apareció Vivian con la cara llena de sangre, al parecer la caída de la mesa le produjo una herida en la ceja. Su cara, ahora llena de sangre, tenía una mueca de dolor e ira.  A partir de ahí, todo sucedió en cámara lenta. Mientras seguía cabalgando la enhiesta verga del iraní, Vivian levantó los brazos sobre su cabeza y dejó caer una hacha sobre el cuello del iraní. Fue un corte limpio. 
La cabeza emitió un ruido sordo al caer un chorro de sangre comenzó a emanar del torso. No habíamos plastificado el piso como acostumbramos, todo estuvo hecho sin planear y sobre la marcha por la ira que le causó a Vivian su pequeño accidente.  La sangre fluyó hasta detenerse y Vivian mojaba sus pies desnudos en el líquido tibio y carmesí del iraní.  Yo mantuve su polla dentro de mi hasta que perdió todo su grosor y tamaño y se deslizó afuera de mi como un globo de cumpleaños el día después de la fiesta.  Miré mi reloj y noté que ya era viernes. Bajé de la mesa y le ayudé a Vivian a limpiar la escena.  Le reprendí por no usar el plástico en el piso y al terminar de limpiar y guardar los trozos del iraní en bolsas de basura, nos duchamos juntas. Estábamos listas para lo que viniera ese viernes... 
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antaxzantax · 1 year
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5 de marzo de 1983
Alfred se despertó. Con la zurda tanteó la mesita para buscar el reloj analógico. Por la oscuridad, encendió la lámpara. Las manecillas marcaban las 03:42. Recolocó el reloj en su lugar. Reacomodó la almohada y se volvió a acostar boca arriba. Su espalda le dolía, al igual que sus costillas y brazos. Revolviéndose un tanto, alucinó con que un hilillo de sangre manaba de una profunda herida escindida en la ingle. Se tanteó la pierna para demostrar la falsedad de esta impresión. Una vez convencido, sacó los brazos de la sábana para estirarlos junto a su cuerpo, en paralelo a su tronco. Dolor. Pinchazos, contusiones y la quemazón de la pomada que le habían aplicado para bajar la hinchazón.
Tres meses antes todo había terminado. La base antártica había explotado. La investigación de Alexia se había perdido para siempre. Todo ocurrió antes de que él mismo fuera a visitar a hermana y a su padre en el Polo Sur. Tan solo unos pocos días antes. Alexander y Alexia sobrevivieron. Cuando regresaron a Inglaterra, Alfred, en su intimidad, se sintió contento; hasta que el lacerante efecto de la realidad anuló su dicha. Alexia había llorado. Por primera vez, que él recordase, había visto a Alexia llorar. Sus lágrimas eran por la pérdida de su investigación, de su virus. Por su parte, Alexander se convirtió en una nova de furia y paranoia. Contactó con Spencer, con gente que desconocía, con otra gente de aspecto intimidante, para (según escuchó) averiguar la identidad de la desconocida organización que había saboteado y destruido la base antártica.
Sinceramente, el oprobio sufrido por su padre no le importaba. Como a su padre tampoco le había importado la existencia de su hijo. Sin embargo, Alexia tampoco se mostró dispuesta a regalarle su atención. Encerrada en su habitación, desde que llegó hasta el día de hoy, no la había visto nada más que en un par de ocasiones, y en ambas fue porque Alexia tuvo que salir para “discutir” con Alexander. Realmente, Alexia discutía, pero Alexander se lo tomaba como poco más que una conversación airada, justificada por la deletérea novedad del momento. Estas discusiones duraron dos instantes; o tres. La tercera vez sucedió entre Alexander y Alfred.
La desordenada vorágine de incertidumbre le había empezado a afectar emocionalmente. La ausente presencia de Alexia. La ira de Alexander. La negatividad que dominaba incluso entre los empleados. Alfred se sentía muy mal. Se sentía triste, herido e impotente. Sus intentos de hablar con Alexia habían fracasado. Por añadidura, Alexander le dedicaba palabras duras y cargadas de frustración. Parecía que el hombre le echaba la culpa.
Harto y enfadado, Alfred se encaró tímidamente a su padre. Al principio, fueron unas pocas palabras: «La culpa es tuya». Alexander lo miró durante unos segundos, sin saber cómo reaccionar. Mudo, Alexander se levantó de su silla y le propinó un manotazo en la mejilla izquierda. Alfred trastabilló; se tropezó con sus propios pies y cayó al suelo. Alexander lo agarró del cuello y le pegó un puñetazo en su costado derecho. Seguidamente, cambió de manos y le pegó otro puñetazo con la zurda en su costado izquierdo. Alfred escupió sangre por la boca y la nariz. Jadeante, boqueaba para regularizar su intermitente respiración. Dolor. Ofuscación. Incomprensión. Vacío.
Alexander le contó al mayordomo que Alfred se había caído mientras estaba en el jardín. Una caída muy dura que le había lastimado los costados, el brazo y la cara. Scott Harman se limitó a curarle en silencio. En cuanto despuntó la noche, Alfred se acostó sin cenar. Sin hablar con nadie más, ni siquiera con Alexia. Tardó seis horas en dormir, ya que cada paso que escuchaba en el pasillo le infundía temor. Esa breve noche no soñó.
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a-pair-of-iris · 2 years
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Tu pañuelo de lágrimas
Después de siglos me aparezco... fuera de mi zona además, con un Ecuchi (más pre-Ecuchi) Pero espero que lo disfruten, sobre todo @jay-koffee​
Relaciones: Past EcuPer, Pre-EcuChi Conteo Palabras: 5243
AO3
-Por Iris-
...
Un constante repiqueteo se sentía contra la tela sintética de la carpa, no estaba claro si era el viento tirando porquería de los árboles o simple bruma, pero Manuel llevaba prestándole atención desde hace varios minutos, en un último intento por distraerse del hormigueo que le recorría toda la pierna izquierda hasta la cadera. Al poco tiempo luego de meterse en su saco de dormir, se dio cuenta de que las películas habían romantizado y simplificado demasiado el hecho de acampar, y con Francisco se lo creyeron todo.
Un golpecito resonó más fuerte de entre el resto, rebotando por el costado de la carpa en la que Manuel se encontraba. El moreno se preguntó si sería una ramita, o una semilla, o uno de los escarabajos con las patas como arañas, de los que le había señalado Francisco sobre una hoja, apenas ingresar al camping. Se cuestionó por un momento si desearle una pronta muerte al bichito para no encontrárselo en la mañana era demasiado cruel de su parte; cabe decir, que replantearse su faceta macabra no lo ayudó a conciliar el sueño, ni olvidarse de lo incómodo que resultaba dormir en el piso.
“Que frágil nos hemos vuelto frente a las rocas y la tierra”, se dijo en su cabeza con lo que consideraba un acento sofisticado, y se sonrió ligeramente, pero intentó no moverse ni un poquito para no molestar a Francisco que dormía al lado suyo. No lo había sentido por un rato, y aunque no veía nada entre la oscuridad de la noche, o a través de su antifaz, supuso que su amigo tenía más suerte que la suya y ya se encontraba dormido. Si no estuvieran allí precisamente para darle un respiro, le tendría más resentimiento.
“Solo seis horas más”, pensó, no sin algo de congojo. “Debí copiarme un audiolibro al celular”.
Así, por andar ensimismado en nuevos inútiles pensamientos, casi se le sale el corazón del pecho cuando algo se aventó contra la carpa justo en frente de su cara, emitiendo un gruñido por sobre el resto del ruido del exterior. Manuel se estremeció por completo al escucharlo, retorciéndose sobre su estómago en un instintivo gesto para resguardarse, y al último momento se jaló el antifaz para ver qué los estaba atacando sin incentivo. Solo entonces vio la silueta de algo peludo rasqueteando por el borde de la carpa, pero fueron las respiraciones pesadas y los gemidos patéticos por lo que se dio cuenta que no estaban en peligro.
- ¡Fúchila! ¡Sale de acá! -le espetó entre dientes al perro, al darse cuenta que, por mucho que no se los fuera a comer, probablemente sí iría a hacer pis sobre toda la carpa. La mascota perdida se dio un par de vuelta más frente a Manuel, pero por suerte los campistas de dos puestos más allá se dieron cuenta de que les faltaba alguien importante, y corrieron a buscarlo.
- ¡Ugh! -Manuel se frotó la cara, enredando su antifaz con un par de mechas que le caían por la frente, mientras las apartaba cayó en cuenta de algo por primera vez; y es que la carpa no se encontraba tan sumida en la oscuridad como se estuvo convenciendo. Giró la cabeza hacia Francisco y se sintió indignado al pillarle el celular en una mano, cuya luz el joven trataba de cubrir con la otra, muy ineficazmente para ser sinceros, y aún no se percataba que Manuel lo había descubierto por causa de los audífonos, de los cuales podía ver el cable negro siguiendo la curva de su mejilla hasta el celular. Y eso que había sido el primero en mencionar que debían guardar batería. El muy desgraciado, si iban a estar los dos despiertos, al menos le pudo haber estado conversando.
Le dijo eso mismo al momento luego de golpearlo.
- ¡Maldita sea, Pancho! ¡Y yo como idiota tratando de no despertarte! -le reclamó, picándole el costado varias veces.
Francisco se espantó tanto que los audífonos se desprendieron de sus oídos, al aletear con ambos brazos ante tal agresión.
- ¡Ya, Manu!
- ¿Y qué cresta miras a las tantas de la noche?
Francisco de pronto se pegó el celular al pecho, y Manuel entrecerró los ojos ante la expresión de culpabilidad y vergüenza que se grabó en el rostro de su mejor amigo, y que sólo lograba ver gracias al brillo del aparato. Con un rápido movimiento de su mano le arrebató el teléfono con la pantalla aún encendida, y fue testigo de lo que tenía tan avergonzado al otro joven.
- ¡Por qué diablos le estas mirando el Insta al Migue, po Pancho! -lo regañó con la voz grave, intentando contener un gruñido más agresivo ante la estupidez de su amigo- ¡Si vinimos para acá solo para que te olvidaras del tarado de mi primo!
- ¡Lo sé, lo sé! -le respondió Francisco, estirando el brazo para recuperar su celular- Pero llegó una notificación, y quería saber qué podía estar haciendo tan tarde…
- ¿Qué más va a estar haciendo? ¡Carreteando po! ¡Y sin ninguno de los dos pa cortarle la inspiración! -Manuel alejó el teléfono lo que más le dio el brazo, pero Francisco no se rindió tan fácil. Lo que siguió fue una lucha de voluntades, con muchos rodillazos en las costillas y codos en la cara. Al final, la determinación de Manuel de parar el masoquismo de su amigo resistió más tiempo. Acabó corto de aire y con Francisco desplomado sobre su pecho oprimiéndole un poco las costillas, pero pudo arrojar el celular a un rincón de la carpa, así que la victoria fue suya.
- ¿Para qué te torturas así, eh? Si ni pololeo te pidió el tonto ese, solo anduvieron un rato antes de patearte -le comentó una vez las respiraciones de ambos se hubieron calmado, y Francisco intentaba distraerse frotando uno de los botones del pijama de Manuel.
- No me pongas más el dedo en la llaga, pana -Pancho le pellizcó el costado en represalia, aunque acto seguido recargó la cabeza en su hombro y se abrazó a Manuel buscando consuelo- Si ya sé…
- Pues no se nota -dijo Manuel, con más rabia de la que deseaba mostrar en aquel momento. De igual forma, levantó una mano hasta la cabeza de Francisco y comenzó a rascarle el cabello, para suavizar lo agresivo de sus palabras.
- Sé lo que piensas -murmuró apenado Francisco, hundiéndose cada vez más en el abrazo de Manuel, pero con menos tensión en el cuerpo a cada ida y venida de la mano del otro joven sobre su cabello.
- ¿A sí? -Manuel se mantenía mirando el punto sobre él donde se cruzaban las dos finas barras de metal que sostenían la carpa, intentando controlar su respiración, preparándose también para controlar cualquier otro arrebato de enfado o angustia que seguramente le provocaría la conversación que se avecinaban a tener.
-Que soy un tonto por sentirme mal ahora, incluso cuando ya lo habíamos visto venir desde hace tiempo…
- Bueno…
- Tú lo viste de inmediato -Francisco recogió el brazo que pasaba sobre el pecho de Manuel, apretando los dedos contra la camiseta de franela que servía de pijama. La mano de Manuel se detuvo sobre su nuca- Llevabas advirtiéndome de su creciente desinterés casi desde el instante que comenzamos la facultad y solo te ignoré…
“No es lo único en lo que me he sentido ignorado”, fue el pensamiento que llegó a Manuel de golpe junto a una punzada de resentimiento, y su pecho se contrajo dos veces en una misma respiración al contener las palabras para sí mismo. Francisco continuó recapitulando su desilusión amorosa contra la clavícula derecha de Manuel, sin darse cuenta.
- Pensé que, luego de por fin admitir nuestros sentimientos en la ceremonia de graduación, las cosas serían diferentes a como terminaron… -paró un momento para recuperarse del temblor que afectaba su voz. Aunque, las lagrimitas en los bordes de sus ojos acabaron humedeciendo el pijama con diseño escoces de todos modos.
Manuel apretó la mandíbula al escuchar sus palabras entrecortadas, y sus inhalaciones se volvieron más profunda en su pecho.
-… pero luego lo aceptaron en una universidad distinta, y se fue de viaje durante las vacaciones y… y me convenció de que no teníamos que ser nada serio mientras no pudiéramos pasar más tiempo juntos y… y… -Francisco se dio otra pausa. Su mano volvió a sujetar con fuerza la ropa de Manuel, rasguñando un poco la piel debajo, aunque el joven recostado no encontró necesario quejarse. Finalmente, Francisco levantó la cabeza del pecho de su amigo por primera vez durante la conversación, y se sostuvo sobre el antebrazo por encima de la vista de Manuel- ¡Tú recuerdas lo que dijo! Que seguiríamos juntándonos como antes, ¡Los tres dijimos eso!, éramos tan unidos en el colegio que pensé que… haría un mayor esfuerzo para seguir pasando tiempo con nosotros… conmigo…
Manuel siguió controlando sus reacciones ante lo que iba diciendo Francisco, apretando las manos que ahora tenía libres, y conteniendo la respiración por un segundo más o presionando los dientes. Si bien era cierto lo que narraba Francisco, las cosas se sintieron un poco diferentes desde su perspectiva, tanto mientras habían ocurrido como ahora que hacía memoria.
Para empezar, Manuel supo que el triunvirato que había sido siempre su amistad desde que coincidieron en un mismo curso, estaba destinado a cambiar irremediablemente incluso antes que cualquiera de los otros dos. Desde el momento en que Miguel le confesó en voz baja, desde la cama superior del camarote, que comenzaba a sentirse atraído hacia Francisco como más que un amigo. Manuel recuerda que se quedó mudo por varios minutos, no porque le sorprendiera su confesión necesariamente, más que nada, porque el peso de una avalancha de hielo se derrumbó para aplastarle todo el cuerpo, y esa sensación le pareció tan fuera de lugar en la casa de veraneo de los tíos, con todas las luces apagadas y una tropa de adultos tirando abajo las paredes con sus ronquidos en las habitaciones contiguas.
“No te quedes callado, dime algo… ¿Piensas que es muy raro?” le insistió Miguel a que respondiera, con la voz en un hilo, algo herida por su silencio.
“… quizás, un poco… sí… “, acabó diciendo, aún con el cuerpo entumecido, y una presión en la sien y el pecho, además de un escozor comenzando a nacer desde sus dedos.
“¿Porque es un hombre?”, hasta con la ineptitud emocional de un adolescente, Manuel pudo notar lo vulnerable que se encontraba su primo en aquel instante, y lo afligido y asustado que lo estaba poniendo su constante demora en hablar.
“No… no sé, es que… porque es Pancho”. Si hubiera sido completamente sincero en ese momento, habría agregado que aquello que se le hacía de verdad “raro”, incluso trágico, era que a los dos pareciera gustarles el mismo chico.
“No le vayas a decir nada, a nadie, aún no estoy completamente seguro si me gusta así o no… y bueno, aún me gustan las niñas, creo, tal vez ni siquiera sea gay”.
“Entiendo que te pueden gustar las dos opciones, es una posibilidad”. Recuerda que los dos se callaron después de eso, escuchando al resto de la familia dormir. Hasta alrededor de las 2 am cuando su teléfono dio una alerta en medio de la calma, avisando que ya tenía completa la carga. Fue entonces que Miguel volvió a hablarle.
“¿Crees que podría gustarle? ¿Si resulta que me gusta de verdad?”.
No supo qué contestarle, ni qué pensar. Eso cambió unos cuatro meses después, ya de vuelta en la escuela cuando, por primera vez, escuchó a Francisco siendo menos que amable con una niña del curso, a quien le tocó hacer pareja de Miguel para uno de los bailes que debían aprender y luego rendir a dúo ese año. La misma con la que su primo no paraba de reírse y tontear durante todas las clases de gimnasia. Manuel observó una semana completa a Francisco mirarlos de lejos con ojos de perrito, pero actuando irritable y un tanto mezquino cuando tenía a Miguel en frente. Al despedirse el viernes de ambos, decidió que lo mejor era sofocar los deseos inoportunos que llevaban un tiempo aflorando en su interior sin control, antes de hacer el ridículo en un triangulo amoroso en el que nadie miraba con interés en su dirección.
Por lo mismo, y como cualquier adolescente con un enamoramiento, tanto su amigo como su primo aprovecharon cada oportunidad para pasar siquiera un instante más juntos. Asistiendo a un mismo colegio y con un mejor amigo en común eso resultaba muy fácil, menos para Manuel, que siendo solo el mejor amigo comenzó a sentirse cada vez menos relevante, si no era como la excusa perfecta de ambos para explicar porqué aún no daban el siguiente paso en su jodido romance.
“No es momento de un beso, o alguna cursi confesión si Manuel está mirando”.
Que Francisco los recordara pasando tiempo juntos a los tres los últimos años de escuela no significaba que Manuel se haya sentido muy partícipe de los eventos, o que su presencia fuera muy apreciada. A diferencia de su amigo, la universidad no lo forzó a cuestionarse su posición en la vida, es más, incluso le había devuelto algo de seguridad sobre su amistad con Francisco, y el corto coqueteo de un semestre con el estudiante de intercambio le recogió la autoestima del piso antes de que este se volviera a Argentina.
Con Miguel siempre serían familia, era la única razón por la que aún no se decidía si debía pegarle o no. Por menso e involuntariamente cruel en su desatención.
- Seguro lo decía en serio en el momento, pero todo era más fácil en el colegio… -respondió finalmente a su amigo, que aún descansaba en su pecho, hundiéndose cada vez más en su pesar. Continuó una vez se aseguró bien que podría controlar el revoltijo de emociones que le escocía por dentro, debido al forzoso viaje por sus recuerdos. Intentó ser sensato, más por la intención de consolar a su amigo que de justificar a Miguel- … nos veíamos todos los días quisiéramos o no. Si hubiéramos ido a distintas universidades como él, o si los campus quedaran más lejos, nosotros dos también habríamos perdido el contacto de siempre… -Francisco interrumpió sus palabras precavidamente pensadas con un gemido casi animal.
- ¡Claro que no! ¡Manuel! ¡¿Cómo se te ocurre decir algo así?!
Si era posible, Francisco se le apegó todavía más. Lo sostuvo con una desesperación rara vez vista en él. Manuel dio un pequeño salto ante tal explosión del otro joven. Se tensó al sentir los dedos de Francisco oprimiéndole la cintura y enterrando la cara sin mucho cuidado en su hombro. Acabó llevando su mano izquierda a la de Francisco, quien lo jalaba hacia el otro rincón de la carpa con lo apretado de su agarre, pero para cuando su amigo acabó con sus protestas y escondió el rostro en el hueco de su cuello, erizándole el bello con sus cortas respiraciones y el roce accidental de sus labios, Manuel hubo superado su sorpresa inicial, y solo sujetó la mano del otro joven para seguir con los consuelos.
- Bueno, solo era una posibilidad… -cedió, con voz como murmullo- Si fuera por mí, compartiríamos casa y tuición de los perros y tus bichos para los treinta, y después el mismo cuarto en el asilo cuando por fin nos dejen jubilarnos, después de pagar el crédito universitario -Con eso le sacó una carcajada a Francisco, como supo que lo haría.
- Tienes razón, pana, estamos solo gastando el tiempo -respondió Francisco, con la voz más animada, pero aún ronca por el sentimentalismo de antes. Volvieron a acomodarse un poco, sus manos tomadas se movieron desde el hombro de Manuel hasta la altura de su clavícula.
- Cásate conmigo.
Y así, de un momento a otro, Manuel volvió a quedarse sin aire en el pecho, y sin palabras en la mente. Excepto quizás una.
- … ¿q-qué?
-Tienes razón, nadie me conocerá más, o se llevará mejor conmigo. No sé qué más estoy esperando, deberíamos casarnos y así ya no tener que sufrir más por nadie.
No es que Manuel haya creído que su amigo le había salido con tal petición por alguna otra razón, pero de igual forma, el poco romanticismo, y es más, la clase de resignación que implicaban sus palabras fueron como una patada maliciosa al estómago. Sintió su cara calentarse, y no supo si era por rabia o vergüenza.
-… si quiera pudiste decirlo un poco más bonito -acabó respondiendo. Una parte de él quería “tirar la talla”, y no volver muy seria la conversación; el resto deseaba dejarle en claro a Francisco cuanto lo había ofendido, aunque fuera de forma involuntaria.
- … pudo ser con alguna flor, o al menos un bombón.
“Y no minutos después de estar llorando por tu ex”, obviamente, se guardó aquel pensamiento- O ya teniendo un buen trabajo, ¿O es que quieres llevarme a vivir a la casa de tus papás junto a la tropa de hermanos que tienes? ¿Cómo si fuera casa de remolienda?
- ¡Manu! -A Francisco se le escapó una carcajada sorpresiva, por lo que rápidamente cubrió su boca, y Manuel aprovechó el momento para respirar hondo e intentar calmarse. También para decidir si estaba lo bastante resentido como para buscar pelea con Francisco, o si seguía con los comentarios sarcásticos para burlarse del asunto.
- Yo digo, si voy a casarme, lo mínimo que espero es que me pongas una casa, ya que la forma en que lo pediste deja mucho que desear… -Sin querer, dejó notar un poco de su molestia sin decidirlo- Al parecer mi prospecto no está tan feliz con las opciones que le quedan.
- No te pongas así -susurró Francisco, captando algo de los pesares de su amigo- No lo decía de mala manera.
Acercó la cara para besarle la mejilla, pero Manuel apartó la suya y cerró un instante los ojos, conteniendo la respiración y mordiéndose el labio. Francisco frunció las cejas un tanto preocupado ante su reacción. Por eso, volvió a reclinarse por sobre Manuel, sosteniendo su peso sobre el antebrazo izquierdo y buscando la mirada del otro joven.
- Oye… -No tuvo respuesta.
Francisco continuó por un instante tratando de que Manuel volviera a dirigirle la mirada, sin conseguirlo. Siendo que estaba casi a horcajadas sobre su amigo, este en realidad se esforzaba en ignorarlo. Así que extendió su brazo derecho y con la mano lo instó a mirarlo.
- ¿Cómo te molesté? ¿Me dices?
Al consumirse su enfado, Manuel se quedó con la pena y las inseguridades que le causaba todo el asunto Miguel-Pancho y el afecto que hace un tiempo recibía por goteos de parte de ambos; pero que más le dolía por parte de Francisco. Llevaba mucho extrañando a su amigo y apenas se estaba recuperando en los últimos meses; por otro lado, su amor no correspondido volvía a sentirse agobiante, a pesar de hacer todo lo que podía por manejarlo.
Así que solo pudo responder encogiéndose de hombros, y con una pobre imitación de una sonrisa. El gesto solo preocupó a Francisco.
- Pana, por favor, nunca me ha gustado que discutamos.
Con voz ronca y algo temblorosa, Manuel le respondió.
- Bueno, pero no estamos discutiendo.
- Pues casi… -Francisco continuó observando la mirada esquiva de Manuel, más preocupado a cada segundo.
- Cualquier cosa que haya dicho, lo siento en serio -Francisco volvió a hablar después de un tiempo, con una mano aún en el rostro de su amigo. Su voz comenzó a temblar de los nervios, y regresó a hablar en susurros, considerando que no necesitaba alzar mucho la voz, con ellos dos solamente dentro de la carpa.
Manuel volvió a tragar, con la respiración un poco más rápida, y un picor insoportable en la nariz y los ojos, que casi lagrimeaban.
- Nada, ya estuvo, son tonteras -intentó voltearse, aunque no llegó muy lejos con Francisco sujetándolo. Estaba listo para desescalar la situación antes de decir algo inapropiado o muy sincero. Sin embargo, si bien su amigo no entendía muy bien el porqué de su repentina tristeza, en el fondo algo comprendía de sus inseguridades, porque compartían unas similares.
- ¿Sabes que te quiero un montón, cierto? -dijo Francisco- Al final del día, puedo soportar lo de Miguel, pero… -tomó un respiro antes de continuar- Pero si lo pierdo a usted, panita, no solo se me rompe el corazón, se me acaba el mundo.
Manuel soltó un sollozo, y un par de lágrimas consiguieron escapar antes de que pudiera frotarse los ojos. Tomó aire a bocanadas, porque de pronto su pecho volvía a contraerse en dolorosos espasmos. Cuando volvió en sí, luego de unos minutos, se percató de la mano de Francisco enterrada en su cabello, y que su amigo depositaba reiterados, pero suaves besos en su frente. Su mano derecha actuó por cuenta propia, y se aferró a la espalda de su amigo, sujetando la camiseta del pijama con fuerza, casi derribándolo por lo intenso de su agarre. Se avergonzó casi de inmediato, pero como no tenía ganas de apartarse realmente, solo escondió la cara, y se quedó ahí tratando de controlarse.
A Francisco también se le apretó el pecho, y devolvió el agarre de Manuel con los brazos alrededor de su espalda.
- Ey, está todo bien, pana… -Comenzó a frotar la espalda del otro chico, con algo de torpeza al encontrarse con el obstáculo que era el saco de dormir, pero continuó con eso y soplando por la boca a modo de arrullo como su madre hacía al consolarlo.
Manuel, de hecho, consiguió calmarse no mucho después de comenzar. Se frotó la cara con fuerza, se aclaró la garganta, y aún con la cara roja, pero tratando de sacudirse algo de la vergüenza por derrumbarse de ese modo, lanzó uno de sus comentarios.
- Ya estamos viejos, nos andamos poniendo sensibles a cada rato.
A pesar de que seguía preocupado por su amigo, Francisco se echó a reír después de oírlo. Aunque cuando Manuel hizo el amago de apartarse, no lo dejó, llevándolo con sus brazos que aún lo rodeaban hasta su pecho. Y para dejar aún más claro que no iban a comenzar a hacerse los machos en aquel momento, volvió a plantarle un beso en la frente como cuando eran bien, pero bien chiquitos.
Unos minutos, o tal vez media hora después, seguían juntos en medio de la carpa, respirando al mismo tiempo, pero en silencio, escuchando el viento que por suerte no les llegaba directo. Estaba todo tan en calma, luego de sus respectivos ataques de llanto, y estaba tan cómodo entre otros brazos, a pesar de la falta de colchón, que Manuel por fin comenzaba a dormirse, creyendo que ambos habían dado la charla por terminada.
- Manu, ¿No me estás diciendo algo? -la voz de Francisco sobre su cabeza disipó su letargo. Aún así, remeciéndose ligeramente en el enredo que habían hecho entre brazos y los sacos de dormir, se pensó la posibilidad de hacer como si continuara dormido, pero el pulgar de Francisco masajeando su codo no le permitió dejarlo hablando solo.
- ¿Sobre qué?
- No sé… -El movimiento de ese pulgar no cesó, aunque el agarre del resto de los dedos sobre el brazo de Manuel se incrementó por un segundo- Quizás mis problemas con Miguel te molestan más de lo que me había dado cuenta… digo, es tu primo… tal vez… -Francisco tragó saliva- Creo que… ¿Piensas que te hemos dejado en medio de todo? Ahora que lo pienso, cada que nos peleábamos, iba a quejarme contigo, y Miguel debió hacer lo mismo… ¿Es así?
En verdad, Manuel no era capaz de recordar nada específico en aquel momento. Probablemente fue así, al menos al principio. Aunque, otra vez, siendo sincero, durante toda esa charada se sintió más hacia el costado que en medio de nadie.
- No te preocupes por eso.
- Es que… -Su amigo resopló, mostrándose algo frustrado. Entonces el pulgar se detuvo, y fue toda la mano que frotó una, dos y tres veces todo el brazo de Manuel, antes de deslizarse hasta la mano, donde se aferraron dedos con dedos.
- Si no es eso, ¿Entonces qué? -Francisco también se removió intranquilo, y con la barbilla tocó la frente de Manuel, mirando hacia un costado de la carpa, donde podía ver sombras tenues gracias a la poca luna que había.
- ¿En verdad crees que habríamos dejado de ser amigos por la universidad?  ¿Qué nos hubiéramos olvidado del colegio como Miguel?
Oh, Manuel nunca, o al menos no en primer año. Francisco por otro lado, suponía que de por sí habría estado demasiado dolido por el novio perdido como para además notar su ausencia. O esa podría ser su baja autoestima hablando. Daba igual.
- No sería extraño. Menos tiempo juntos, distintas cosas que estudiar… hemos tenido suerte de que los campus estén tan cerca… -Su comentario quedó flotando por un momento en el silencio que siguió, podría haber seguido añadiendo más, pero Francisco tomó la palabra.
- No te lo vayas a tomar a mal, no quiero que vuelvas a llorar… -comenzó diciendo algo serio, pero al elevar un poco la vista, Manuel notó que la comisura de sus labios comenzaba a elevarse, como si algo le hiciera gracia-... pero hay veces en que te pasas de pesimista... es que ya no está cool Manu, el tiempo de los emo ya pasó.
- ¡Weon! -gritó Manuel, muy alto y de sorpresa, dándole un empujón. Y mientras Francisco se reía, a lo lejos también pudieron escuchar los ladridos de un perro, y el inicio de los gritos de otras personas. Para cuando empezaron a prenderse linternas y luces, Manuel estaba riéndose bajito con las manos cubriéndole media cara, y Pancho se curvaba sobre él intentando controlar sus risas de igual forma.
- ¡Ok, ok, escucha, ven…! -Francisco puso sus manos en sus hombros, y lo empujó hasta que sus rostros volvieron a quedar paralelos.
- ¡No quiero na’a con vo’ weon, no después de insultarme así! -A Manuel casi ni se le escuchaba la voz, por lo adolorido que tenía el pecho, luego del llanto y el ataque de risa, apenas podía inhalar un bocado de aire para respirar, mucho menos hablar. Aún tenía humedecidos los ojos, pero esta vez era por las carcajadas y no los sollozos.
- No, está bien, tu flequillo era adorable, nada de qué avergonzarse -Francisco recibió otro manotazo, aunque aprovechó el momento y sostuvo la mano de Manuel antes de que la alejara, hizo lo mismo con la otra que se acercaba pegada al suelo de la carpa.
- Si he sido un mal amigo… -sintió a Manuel comenzando a abrir la boca, así que le apretó las manos para detenerlo, y por suerte, su amigo tuvo la gentileza de obedecer y dejarlo acabar- Si he sido un mal amigo, o de cualquier forma te he hecho pensar que no me importas… al menos no lo suficiente como para hacer un esfuerzo de mantener nuestra amistad… de verdad lo siento.
El tono de la conversación se tornó serio de inmediato. Tantas emociones, una detrás de otra, ya tenían agotado a Manuel; sobre todo el constante escozor en los ojos, eso lo tenía hastiado. Al sentirlo de nuevo después de las palabras de Francisco, cerró los ojos, no confiando del todo en que la oscuridad de la carpa escondería una nueva ola de lágrimas.
- Pancho, eso no es… tú no hiciste nada malo -acabó por decir.
- De todas formas, nunca voy a querer lastimarte, Manu… -Francisco juntó las dos manos de Manuel, y las sostuvo en medio de ambos. Con cuidado, también inclinó la cabeza, hasta que su frente se encontró con la de su amigo, y cerró los ojos igual que él.
Una parte de Manuel estaba consciente de la connotación romántica que tendría esa posición si se tratara de una película, sobre todo las super cursis que veían de vez en cuando con su hermana. Así que estaba teniendo algunos problemas para separar las situaciones, y que su corazón no se le desbocara en el pecho. El resto de él, se volvía papilla tan solo por el continuo contacto y la respiración tan cercana de Francisco sobre su rostro. Aquello lo enviaba de vuelta al sinnúmero de pijamadas en donde hubo de controlar sus impulsos por besarle en los labios, justo como debía hacer ahora.
- Eres mi mejor amigo, mi familia, nunca te voy a querer lejos de mí, te necesito demasiado -confesó Francisco. Manuel sintió los susurros de su amigo sobre su boca, por lo que el cosquilleo sobre la piel lo recorrió antes de sentir el retorcijón en su estómago.
Su mejor amigo. Su Familia. Claro que era eso…
Mantuvo las lágrimas escondidas tras los párpados, esperando que Francisco no distinguiría nada en su rostro debido a la oscuridad. Y de alguna forma pudo ocultar su existencia incluso al hablar.
- También eres mi familia, Fran… -dijo en voz alta. “… y te amo demasiado como para irme a algún otro lado aún” completó en su cabeza.
Francisco sonrió al escucharlo, aunque Manuel no pudiera verlo, y sin pensárselo guio las manos de Manuel hasta su cara para darle un beso a sus nudillos. El otro joven se estremeció, aunque hizo lo mejor para ocultarlo, y tan calmado como pudo, apartó las manos del agarre de Francisco.
- Ahora vamos a dormir, nos quedan muchas cosas por hacer mañana -dijo Manuel, después de aclararse la garganta, y antes de que Francisco pudiera responderle o continuar la conversación de cualquier forma, se volteó hacia su costado de la carpa. Metió los brazos y se recogió dentro de su saco de dormir, ocultando la mitad del rostro. Se mantuvo en esa posición hasta cuando sintió a su amigo remecerse atrás de él, pero tuvo que levantar la cabeza cuando sintió la mano del joven acercando algo a su cara.
- Tu antifaz -le señaló su amigo en cuanto sintió que alzaba la vista. Manuel tomó rápidamente el objeto y se lo colocó lo mejor que pudo con una sola mano, inmediatamente después de eso, volvió a ocultarse dentro de su saco.
Francisco se quedó quieto por un momento, inseguro de pronto de qué hacer a continuación. Aunque después de unos minutos sintió que la repentina tensión sobre su amigo se desvanecía, y su respiración se tornaba más pesada. Así que, con cuidado, terminó de acercarse, juntando sus sacos de dormir, como comúnmente hacían, y pasó su brazo derecho sobre el cuerpo de su amigo hasta sujetarlo del pecho y descansó su cabeza sobre la nuca del chico. Manuel no reaccionó de ninguna forma, y Francisco soltó un suspiro de alivio. Después de pocos minutos, hubo sincronizado su respiración con la de Manuel y acomodado su rostro contra el cuello de este. No tardó mucho en dormirse luego de eso, por fin sintiéndose en calma, y hasta feliz, luego de varias semanas de pura congoja. Si bien las cosas ya no eran iguales con Miguel, al menos Manuel aún estaba junto a él como siempre.
Francisco apretó a Manuel entre los brazos, y con eso se sintió pleno en aquel momento.
No le hacía falta nada más.
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golden-risuto · 1 year
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Zephyr Shailagh el Dragón Hada
"Incluso me llamaste amigo"
Género: Hombre.
Orientación Sexual: Bisexual.
Apodos: Escamas (Por Faunus), Ladronzuelo y Monstruo (Pueblo).
Especie: Dragón, tipo Hada (Mariposa Monarca, blanca).
Físico: Promedio con ligera musculatura, gran altura (7′9″).
MBTI: ESFJ.
Ocupación: Resurrector, alquimista y mentor de Anakin.
Alineaciones Elementales: Luz y Oscuridad (Combo poco común)
Canción: You Needed Me · Anne Murray (https://www.youtube.com/watch?v=S3k_l4Ew4vU)
Trasfondo:
Un dragón esclavizado desde su niñez hasta la adultez. Debido a no poseer la guia adecuada, Zephyr fue incapaz de alinearse hacia un elemento de la naturaleza particular, dejandolo con una paleta de color atipica y sin poderes especificos para su edad. No obstante, en una fría noche logró escapar de su jaula y enfrenta al mundo una vez más… A quién engañamos, el mundo se enfrentó a él.
Sin saber volar y menos como defenderse, era blanco fácil de adversarios tanto grandes como pequeños. Cuenta sobre como un ciervo de rubios cabellos tuvo misericordia de él cuando creía que era el final, curando sus heridas con magia y dejando unas dulces palabras antes de partir sin mirar atrás. En ese momento no lo sabía, pero lo que nació de lealtad jurada hacia ese ser desconocido se convertiría en algo grande, mucho más grande.
Faunus, el ciervo rojo vuelto hada, lo aceptó en su pueblo y su mera existencia ocasionó revuelo dentro del mismo. Sin embargo, nadie tenía las agallas de maltratar a Zephyr con Faunus presente, debido a su estatus como semidiós y guardián del bosque con su ascensión. Vivieron un sin número de aventuras con el pasar de las décadas, desde crear y refinar hechizos hasta enfrentar enemigos responsables de la corrupción ambiental en estas tierras malditas.
Desafortunadamente, aun con los esfuerzos de un pueblo unido para detener la influencia de estos seres perversos. La perdición era inminente y no había nada que pudieran hacer para evitarlo… Al menos, eso creían los pobladores, el ciervo sacó su as bajo la manga y salvó a todos de un destino peor que la muerte, eliminando la corrupción del bosque y transformando a todos en hadas.
La felicidad se desvaneció tan pronto como vino, Faunus fue encontrado desgastado, como una fruta deshidratada, en el suelo. Zephyr no hizo nada más que correr a su lado y acariciar su rostro afectuosamente, esperando alguna reacción del primer ser que lo llamó “amigo”. Entre gritos internos de desesperación, sintió como una mano devolvió la muestra de calidez, secando las lágrimas sobre su mejilla izquierda con gran debilidad antes de volver a caer rendido.
Tiempos de paz rozaron por el bosque. Jóvenes que nunca antes habían salido del lugar andaban explorando nuevos horizontes, ¿Y Zephyr? Dentro de la Iglesia construida para proteger al semidiós, prestando suma atención al Treant inmovil que lo albergaba… Hasta el punto donde fue traicionado y atacado por los pobladores. Llevó el legado consigo mismo hacia el Bajoterra, ambiente donde aprendió alquimia y entrena a un potencial campeón, digno de seguir el camino a salvar tierras de la perdición.
Información Especial:
- Viste regalos hechos por Faunus. Las gemas (Bloodstone) son lo único que tiene de sus padres y los accesorios fueron una comisión hecha con las piezas rotas, un inventario mágico al alcance de sus cuernos. Atesora con cariño sus tesoros como buen dragón.
- Desconoce como perdió su otro brazo, pero por fortuna, es zurdo. Faunus y Zephyr experimentaron con múltiples tipos de maderas mágicas (Mimetismo Treant, cortesía de Gideon Treant) con la esperanza de crear una prótesis, intentos que desafortunadamente no rindieron frutos.
- Capaz de crear un brazo falso con magia, el hechizo se llama “Miembro Fantasma”. Es de utilidad para actividades que requieran dos manos, pero como su nombre lo infiere, el usuario puede sentir dolor aun con la ausencia del miembro real.
- Alineado a las fuerzas de las hadas y decidido a continuar el legado del semidiós, Zephyr es dedicado a su trabajo hasta el grado de realizar propios descubrimientos. Ejemplo: Alterar formas tanto suyas como ajenas. Lucir como lagarto evita que sea percibido como “el avaro dragón que robó las pertenencias (Libros, rocas mágicas, hechizos encriptados en apuntes, etc.) del semidiós“.
- Reside en Bajoterra, lugar donde es respetado como líder de las criaturas marginadas (Criaturas mitológicas y dinosaurios) y alquimista por excelencia.
- Mentor de Anakin Solios, un joven chacal que enfrentó la desgracia de ser expulsado del pueblo. Decidió tomarlo bajo su ala como percibió potencial y, no menos importante, se sintió visto en él. Confundido, fuera de sus raíces y con deseos de superación, pero sin saber dónde comenzar, hmm… Va a hacer todo un hombre del can.
- Su diseño ascendido está basado en Mariposas (Monarcas Blancas), un símbolo de resurrección y renacimiento, mientras que sirve como metáfora de transformación y esperanza. Su poder yace en “apagar” a alguien y “encenderlo” con más poder, experimento que llevó a cabo con su aprendiz. Mis redes sociales: linktr.ee/goldenrisuto
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Zephyr Shailagh the Fairy Dragon
"You even called me friend"
Gender: Man.
Sexual Orientation: Bisexual.
Nicknames: Scales (By Faunus), Pilferer and Monster (Village).
Species: Dragon, fairy type.
Physique: Average with a bit of muscle build, high in height (7'9").
MBTI: ESFJ.
Occupation: Leader of Underterra, resurrector, alchemist, and Anakin's mentor.
Elemental Alignments: Light and Dark (Uncommon Combo).
Song: You Needed Me · Anne Murray (www.youtube.com/watch?v=S3k_l4…)
Background:
A dragon enslaved from childhood to adulthood. Due to not having the proper guidance, Zephyr was unable to align himself to a particular element of nature, leaving him with an atypical color palette and no age-specific powers at his stage of life. However, on a cold night he managed to escape from his cage and face the world once again... Who are we kidding, the world faced him.
Not knowing how to fly, much less how to defend himself, he was an easy target for adversaries both large and small. He voices about how a blond-haired deer had mercy on him when he thought it was the end, healing his wounds with magic and leaving some sweet remarks before leaving without looking back. Zephyr didn't know it at the time, but what was born out of sworn loyalty to that unknown being would grow into something bigger.
Faunus, the red deer turned fairy, accepted him into their village and his mere existence caused a stir within it. In spite of everything, no one had the guts to mistreat Zephyr with them present, due to their status as a demigod and guardian of the fairy forest upon their ascension. They lived on countless adventures over the decades, from creating and refining spells to facing enemies responsible for environmental corruption in these cursed lands.
Unfortunately, even with the efforts of united villagers to stop the influence of these evil beings. Doom was imminent and there was nothing they could do to prevent it... At least, so they believed, the deer pulled out an ace up their sleeve and saved everyone from a fate worse than death, removing the corruption of the forest and transforming all into fairies.
Happiness vanished as soon as it came, Faunus was found worn to a frazzle, like a dried fruit, on the ground. Zephyr did nothing more than run to his side and caress their face affectionately, waiting for some reaction from the first being that called him "friend". Between internal cries of despair, he felt how a hand returned his show of warmth, wiping dry the tears on his left cheek with grogginess before falling exhausted again.
Peaceful times brushed through the forest. Young people who had never left the place before were exploring new horizons, and Zephyr? Inside the Church built to protect the demigod, paying close attention to the immobile Treant that housed him... Until the point where he was betrayed and attacked by the inhabitants. He took the legacy with himself to Underterra, an environment where he learned alchemy and trains a potential champion, worthy of following the path to save lands from doom. Special Info:
- Wears gifts by Faunus. The gems (Bloodstone) are the only thing he has from his parents and the accessories were a commission made from the broken pieces, a magical inventory within reach on his horns. He fondly treasures his hoards like a good dragon.
- It is unknown how he lost his other arm, but fortunately, he is left-handed. Faunus and Zephyr experimented with multiple types of magical woods (Treant Mimic, courtesy of Gideon Treant) in hopes of creating a prosthetic, attempts that unfortunately did not bear fruit.
- Able to create a fake arm with magic, the spell is called “Phantom Limb”. It is useful for activities that require two hands, but as its name implies, the user can feel pain even with the absence of the real member.
- Aligned to the forces of the fairies and determined to continue the legacy of the demigod, Zephyr is dedicated to his work to the point of making his own discoveries. Example: Alter forms both his and others. Looking like a lizard prevents him from being perceived as "the greedy dragon who stole the belongings (Books, magic rocks, encrypted spells in notes, etc.) of the demigod." - He resides in Underterra, a place where he is respected as the leader of the marginalized creatures (Mythological creatures and dinosaurs) and alchemist par excellence. - Mentor of Anakin Solios, a young jackal who faced the misfortune of being expelled from the village. He decided to take him under his wing as he perceived potential and, not least, he felt seen in him. Confused, out of his roots and wanting to improve, but not knowing where to start, hmm… Zephyr's going to make a man out of the canine.
- His ascended design is based on Butterflies (White Monarchs), a symbol of resurrection and rebirth, while serving as a metaphor for transformation and hope. His power lies in “turning off” someone and “turning them on” with more power, an experiment he carried out with his apprentice.
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aglimpseof-us · 2 years
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Algunas preguntas dejaron de surgir entre ambos durante el transcurso del segundo año; los pequeños gestos, miradas cómplices y las fugaces caricias que en ocasiones compartían bajo sus pupitres, fueron suficiente para suplirlas.
Gojo dejó de pedir permiso para adentrarse a la habitación de su compañero, sabiendo cual terminaría siendo la respuesta a su pregunta antes de que esta saliera por entre sus labios, y Geto dejó de preguntarle qué tenía pensado hacer cada tarde, consciente de que, fuera lo que fuera, terminarían por hacerlo juntos.
Los primeros rayos de sol que anunciaban un pronto atardecer empezaron a teñir el salón de tonos anaranjados. Frente a él, Yaga-sensei seguía hablando como si alguien realmente le estuviera escuchando, a su izquierda, Shoko parecía estar usando todas las fuerzas que le quedaban en mantener los párpados alzados y a su derecha, podía notar como Satoru ni siquiera se estaba esforzando en fingir estar atento a la clase. Desvió la mirada hacia este último, el intenso azul de sus ojos penetrando en los propios al instante de cruzarse.
Geto contuvo de forma inconsciente la respiración durante un segundo; a veces se preguntaba si llegaría el día en el que captar el mínimo destello de los ojos de su compañero causaría un efecto distinto en él. Por el momento, lo dudaba.
Con las gafas reposando en la punta de su nariz y el rostro apoyado en la superficie del pupitre, pudo observar como, bajo sus ojos, colgaban unas oscuras ojeras difíciles de no percibir. Geto trató de reprimir la sonrisa que empezó a formarse en sus labios, prudente de que nadie a su alrededor se percatara de la misma y sospechara del significado oculto tras sus miradas, producto del recuerdo de la noche anterior.
La anterior, y todas las que la precedieron.
Había perdido la cuenta ya de cuantas noches llevaba junto a su mejor amigo. Que Gojo se colara por la puerta de su habitación a altas horas de la madrugada, cuando la escuela estaba en completa oscuridad y silencio, se convirtió en un ritual para ambos. No le importaban las horas de sueño perdidas, el notable cansancio que arrastraban cada mañana a primera hora o la de veces que salían por la puerta de la misma habitación a medio vestir, corriendo por los pasillos con el teléfono móvil de alguno de los dos lleno de mensajes y llamadas de Shoko, avisándoles de que se habían quedado dormidos, de nuevo. Todo aquello era fácil de soportar solo con saber cómo terminaría el día.
Gojo deslizó una de sus manos bajo los pupitres, rozándole los nudillos con la yema de sus dedos. Poco después, terminó por entrelazar los dedos de ambos en un fuerte agarre. La calidez que emanaba de la unión de ambas manos era comparable a la del atardecer que los esperaba fuera del salón, un recordatorio de lo poco que faltaba para que llegara la noche. Un pequeño escalofrío recorrió su espalda de arriba a bajo ante la anticipación de ese momento.
Como si le hubiera leído la mente - si es que no podía ya a esas alturas - Gojo apretó con suavidad su mano. Con una amplia sonrisa, sin importar quien le viera, le entregó la confirmación de que su pequeño ritual seguía en pie para aquella misma noche.
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