Tumgik
#si tan sólo lo de hoy me dejó así
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deepinsideyourbeing · 2 months
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Holi, vengo por acá, porque me quedé pensando en Enzo soft dom y quiero pedirte algo sobre como reaccionaría a las provocaciones en un lugar MUY público y con mucha gente donde no puede hacer nada en el momento.
TE AMO MI LU! 💓
Contenido sugestivo ;)
Enzo no es autoritario cuando se trata de la dinámica que ambos mantienen, no lo necesita y tampoco diría que lo disfruta. Siempre es gentil y comprensivo cuando te ayuda a comunicarle tus deseos o necesidades y por supuesto respeta tus límites.
Castigarte suele ser innecesario porque se asegura de que jamás cruces esa línea, pero ahora... Comienza a preguntarse si acaso no debería ser más estricto y hacerte saber qué consecuencias podrías enfrentar de seguir con tu comportamiento actual.
Su mano se cierra sobre tu brazo y te atrae hacia su cuerpo luego de verte hablando en secreto con Matías, en su rostro una mueca de desaprobación que te hace sonreír de manera burlona. Te guía hacia un rincón de la atestada habitación y te acorrala, asegurándose de que nadie pueda ver su rostro.
Su voz lo traiciona cuando suena menos firme de lo esperado.
-¿Qué te pasa hoy?- arquejás una ceja, como si no comprendieras, pero la forma en mordés tus labios y lo mirás a los ojos es delatora-. Desde que llegamos me estás boludeando de una manera... Contestame porque...
-¿Qué? ¿Qué vas a hacer?
En lugar de acomodar la tira de tu vestido tiras de ella para revelar todavía más tu escote y tus dedos se deslizan sobre la camisa que su traje deja ver, jugando con su miembro cada vez más erecto cuando llegás a su pantalón.
Inhala profundamente para recobrar el control sobre su cuerpo, pero le resulta un tanto difícil luego de pasar horas sintiendo tus caricias -para nada sutiles- en sus muslos o al recordarte frotándote contra su frente mientras los fotografiaban.
Enzo sabe que sólo hay dos opciones y que una de ellas significaría darte lo que querés justo como lo querés... Pero no puede permitir eso, así que su expresión se ablanda y acaricia tu mejilla con suavidad antes de delinear tus labios con su pulgar.
-¿Qué es lo que necesitás? ¿Qué querés?
Tus hombros caen y tus mejillas se tiñen de desesperación al oír ese tono en su voz. Aprisionás su muñeca con tus dedos y, luego de comprobar que nadie está mirando, te parás sobre las puntas de tus pies para hablarle al oído.
-A vos.
Te obliga a mirarlo tomando tu mentón entre sus dedos.
-Pero no te estuviste portando bien- negás-. ¿Y qué pasa cuando no te portás bien...?
No tenés idea. No tenés idea y te horrorizás al comprenderlo, porque Enzo jamás tuvo que recurrir a algo que no fuera una advertencia para corregir alguna mala actitud. Tu voz es temblorosa cuando admitís:
-No sé.
Acerca su rostro al tuyo como si se tratara de un gesto romántico y apreciás sus ojos, más oscuros de lo usual.
-Cuando lleguemos a casa lo vas a saber.
Leer "Mi Lu" me dejó casi tan mal como imaginar a Enzo en este escenario (inserte aquí imagen de un teletubbie desmayado para representar mi estado actual) ❤️
taglist: @madame-fear @creative-heart @llorented @recaltiente @chiquititamia @delusionalgirlplace
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analisword · 4 months
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem! Reader)
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Capítulo 8:
Alana tuvo que tomar varias respiraciones profundas antes de atreverse a responder la llamada de Enzo, sus manos aún picaban del coraje que Sebastián había despertado  en ella, había usurpado su jodida mochila. 
Se rascó el cuello tan fuerte que le dolió y se dignó a contestar. 
—Hola. 
—Lana, hola—saludó Enzo tan amable como siempre, ella tragó saliva en seco, usualmente la voz del uruguayo tenía un efecto relajante en ella, pero esta vez ella se encontraba tan furiosa que no creía que eso fuera posible—. ¿Ya estás en casa? Olvidé echarle agua a las plantas de la ventana, ¿vos me podés hacer el favor?
Claro que lo haría, el problema es que no tenía forma de ingresar al departamento. 
—Yo—pensó varios segundos qué decir—. No puedo. 
—¿Eh?
—Me quedé afuera, no tengo forma de entrar al departamento—soltó simplemente mientras apoyaba la espalda en la pared y se dejaba caer en el  piso del pasillo. 
—¿Olvidaste las llaves?—preguntó él riendo, Alana cerró fuertemente los ojos y se apretó el puente de la nariz—. Alana. 
—Algo así—respondió.
—Bueno, si querés te puedo pagar el taxi para que volvás  por las llaves a tu casa y así escribas hoy, no hay problema—sugirió él con su típico tono tranquilizador. 
—Eh…no, eso no va a funcionar. 
—No te estoy entendiendo. 
—Sebastián me sacó las llaves—se le rompió la voz—. Se enojó porque no le dije dónde queda la supuesta oficina y no me las va a devolver hasta que se lo diga. 
—Es que no puede ser más pelotudo—bramó, nunca lo había escuchado así de enojado—. ¿Querés que vaya para allá? Decíme que querés que haga y dejo todo—exclamó. 
Alana se restregó la cara con la mano que tenía libre,  Sebastián no sólo estaba arruinando su día de trabajo, también estaba por arruinar el de Enzo. 
—No, no, gracias—respondió—. Te espero acá, no quiero volver a casa. 
—Lana, son las 10 de la mañana, no regreso al departamento hasta dentro de 12 horas.
—No importa—si tenía que quedarse 12 horas sentada en el pasillo esperando a Enzo, lo haría. 
—Vos estás loca, voy por ti ahora mismo. 
—Tienes un montón de trabajo. 
—Vos también. 
—¿No hay otra solución?—preguntó ella. 
—Mmm…—esperó unos segundos, se escuchaba bastante ruido de fondo, claramente el chico estaba bastante ocupado—. Te puedo pedir un taxi para que vengas al estudio de grabación, te doy las llaves acá, ¿te parece?
—Sí, sí—respondió ella esperanzada—. Gracias, Enzo. 
—Vale, ahora mismo te lo pido—dijo él—. Alana…
—¿Sí?—preguntó nerviosamente, sabía que probablemente Enzo quería quejarse de Sebastián.
—Nada—no lo hizo—. Te espero acá. 
En menos de cinco minutos había un taxi esperándola afuera del departamento de Enzo, Alana apagó el celular, tenía la bandeja de mensajes repleta obviamente por Sebastián, el chico seguía insistiendo que ella regresara a casa por las llaves, claro con la condición de que él la llevara de vuelta a ''la oficina''.
Sonaba más como amenaza que como sugerencia, Alana no aceptaría eso por ninguna razón. 
El viaje hacia el estudio de grabación no duró más de treinta minutos, no podía negar que se sentía bastante nerviosa por visitar a Enzo en su lugar de trabajo, nunca había pisado un set de grabación en toda su vida y sabía que estaría lleno de gente importante. 
El de seguridad la dejó pasar en cuanto ella le dio su nombre, el set de grabación se trataba de una pequeña bodega con un patio gigantesco, había una gran variedad de campers de metal y personas con audífonos y cámaras caminando de un lado al otro, Alana se paró apretando las correas de su mochila sin saber muy bien qué hacer. 
—¿Sois Alana Lomelí?—preguntó una chica bajita, al igual que la mayoría de las personas ahí, llevaba unos audífonos de diadema con micrófono y una carpeta.
—Sí—respondió tímidamente.
—Vale, por acá—le indicó el camino con su brazo—. Enzo me dijo que vendrías, justo ahora le andan haciendo el maquillaje en su camper. 
Alana asintió con la cabeza y aún aferrada a su mochila siguió a la mujer, no tardaron mucho en encontrar uno de los campers plateados, tenía una pequeña escalera afuera y en la puerta había un cartel que ponía ''Enzo Vogrincic''.
—Enzo, tu amiga está aquí—la chica tocó la puerta de metal tan fuerte que Alana se sobresaltó, al instante Enzo abrió, llevaba el cabello recogido con unas horquillas y su piel lucía reluciente. 
—Lanita, pasa, pasa—le indicó—. Gracias Mónica—le agradeció a la chica, ella le guiñó el ojo a Alana y desapareció de su vista. 
—Wow—exclamó Alana ingresando al camper, no tenía nada de lujoso a decir verdad, sólo un grande espejo con la mesa llena de maquillaje, la silla alta que seguramente era de Enzo,  una mesita con su libretos y un pequeño sillón. 
—¿Cómo estás?—preguntó él con la voz llena de preocupación, su mirada la inspeccionó de arriba a abajo mientras colocaba sus manos sobre sus hombros. 
—Estoy bien—le respondió colocando sus manos sobre las de Enzo. 
—¿Segura? ¿Discutieron muy feo?—preguntó él, el cartílago de su garganta subió y bajó, Alana negó efusivamente con la cabeza, lo último que quería era seguirlo preocupando. 
—Anda insoportable por saber en dónde he estado escribiendo.
—Podés decirle, no me importa—dijo él quitando sus manos, pero sin despegarse ni un centímetro de ella. 
—Enzo, es tu casa, Sebastián no tiene por qué saber dónde vives. 
—No es como que me vaya a hacer algo—rió. 
—Pues no—dijo ella—. Pero no sé, es raro—dijo, Enzo no respondió a eso. 
—Después hablamos más tranquilos de esto—dijo—. Ehh, voy a andar todo el día filmando, así que te doy las llaves y ya vos me abrís el departamento cuando regrese. 
—¿Y si escribo aquí?—preguntó Alana observando el lugar, era silencioso ahí y de todas maneras podía disipar el sonido de afuera poniendo algo de música.
—¿Estás segura? Digo, por mí no hay problema, pero no sé si te encante escribir aquí. 
—Por mí está bien—dijo ella sentándose y procediendo a sacar su computadora, de todas formas le haría bien cambiar un poco de aires para escribir. 
—Bueno, será un placer tenerte aquí—dijo él sentándose en su silla, se sonrieron a través del espejo—. Sólo que van a estar maquillándome en lo que no grabo, Lucía puede hablar mucho—advirtió, Alana supuso Lucía era la maquillista.
—No pasa nada—dijo sinceramente. 
—Escuché mi nombre—una mujer rubia entró al camper dando un portazo, llevaba ropa bastante casual y un cinturón con al menos unas 30 brochas. 
—Lucía, Alana, Alana, Lucía—Enzo las presentó, Alana saludó con la mano pero la rubia se le acercó a plantarle un beso en cada mejilla. 
—La famosa Alana Lomelí—dijo ella  para después comenzar a colocar una crema sobre el rostro de Enzo, se notaba que lo conocía a la perfección porque sus dedos se movían con suma precisión y profesionalismo sin necesidad de verlo, Enzo por su parte tenía los ojos cerrados, claramente relajado al toque de la chica—. Enzo me ha hablado muchísimo sobre ti. 
—Calla—dijo él. 
—Espero que cosas buenas—rió Alana mientras bajaba la mirada hacia su ordenador.
—Obvio—respondió ella—. ¿A qué se debe que visites a Enzito? No se le para ni una mosca al pobre aquí. 
Alana apretó los labios al escuchar el apodo, pero hizo lo posible para borrar su mueca y responder amablemente, abrió su boca para hacerlo, pero Enzo le ganó. 
—Lana escribe en mi departamento—le informó—. Pero tuvo un problema con las llaves, así que escribirá aquí hoy—Alana agradecía que no hubiera entrado en detalles, pero aún así no podía evitar sentirse observada por la maquillista. 
—Ah, claro, claro, sos escritora, ¿cierto?
—Te lo he dicho un millón de veces—replicó Enzo haciendo un ademán con la mano, permaneciendo con los ojos bien cerrados, Lucía le guiñó un ojo a Alana. 
—¿Qué género escribís?—preguntó Lucía al fin viendo a Enzo, ahora estaba aplicando algo con una brocha. 
—Fantasía principalmente—respondió. 
—No podría jamás. 
—¿No podrías qué?—preguntó Enzo riendo. 
—Escribir, leer, me causa pereza—expresó la chica—. Soy más de películas, obvio. 
—Bueno, tal vez podrías darle una oportunidad—sugirió Alana amablemente. 
—Nah, prefiero ver a guapos como este en la pantalla grande—dijo dándole una palmada en el hombro a Enzo, Alana volvió a bajar la mirada, se notaba que se tenían bastante confianza, ¿y cómo no? Pasaban un montón de horas juntos, más de las que ella pasaba con Enzo…
¿Por qué eso le molestaba tanto?
Ni Alana ni Enzo respondieron, el resto de la hora Lucía se dedicó a preparar la piel del actor en completo silencio, para la suerte de Alana, pudo lograr escribir un par de páginas sin importarle que ellos estuvieran ahí.
—Tengo que ir a la primera escena—le avisó Enzo parándose de la silla—. Lucy tiene que estar allá para dar unos retoques, la toma puede tardar fácil un par de minutos o bien horas, así que tendrás el lugar para ti sola unos momentos. 
—Claro, genial—respondió sin dejar de teclear. 
Enzo salió primero, Lucía comenzó a guardar algunos productos en su cinturón, sin embargo, cuando Alana pensó que la rubia abandonaría el lugar, carraspeó. 
—¿Te gusta?—preguntó seriamente. 
Alana detuvo sus dedos en seco y levantó la cabeza para ver a la mujer. 
—¿Disculpa?
—Enzo, ¿te gusta?
—Somos amigos—respondió Alana confundida. 
—Es fácil caer por Enzo—dijo Lucía apoyándose del tocador—. Es un hombre bastante encantador. 
—Lo es—coincidió. 
—Pero vos tenés novio—dijo Lucía cruzando los brazos, Alana inclinó la cabeza. 
—No sé a qué viene todo esto. 
—Enzo es una buena persona, pero ser tan bueno lo puede hacer algo tonto, no ve la maldad en las personas.
—Enzo no es ningún tonto—saltó a la defensiva. 
—Se la pasa todo el día hablando de ti, pero sé que vos tenés novio, así que no sé qué pretendés viniendo aquí con tu finta de niña buena, y por si no te habías dado cuenta, Enzo podría tener a la mujer que él quisiera, así que no le hagas perder su tiempo—antes de que Alana pudiera responder algo, Lucía salió del lugar, dejándola completamente consternada. 
Alana rodó los ojos en cuanto la mujer abandonó el lugar, suficiente trabajo tenía con escuchar la mierda de Sebastián como para tomarle importancia a la mierda que una mujer desconocida le decía, así que tomó todo ese coraje para escribir durante horas. 
El resto del día Enzo entró un par de veces más para asegurarse que todo estuviera bien, Alana se limitaba a asentir sin despegar la mirada de la pantalla, no lograba descifrar si no se atrevía a mirarlo por la concentración que había ganado en el camper o porque mirarlo le recordaba a lo que Lucía había dicho, entre casi 5000  palabras escritas y las visitas rápidas del actor, la noche finalmente cayó. 
—Vaya forma de trabajar—la voz de Lucía la despertó, Alana miró a su alrededor, se había quedado dormida, miró la hora de la pantalla, dándose cuenta que había tomado una siesta de 15 minutos. 
—Tiene la manía de quedarse dormida en los lugares más extraños posibles—mencionó Enzo sentándose en la silla, Alana cerró su computadora, se sentía irritada, tanto por haber sido despertada de su siesta tan abruptamente, como por haberse dado cuenta que Enzo iba por ahí soltándole comentarios a Lucía sobre ella. 
Enzo cerró los ojos para que Lucía comenzara a aplicarle desmaquillante con un algodón, Lucía arqueó las cejas ante el comentario de Enzo y después le ofreció una mueca extraña a Alana. 
—Es mejor que me vaya—dijo Alana guardando la laptop en su mochila, se sentía cansada, sus ojos pesaban y sus muñecas le dolían por tanto escribir, había avanzado bastante en la historia, pero tal vez había sido una mala idea escribir en el camper. 
—¿Tu novio te espera?—preguntó la mujer haciendo movimientos circulares con el algodón sobre el cuello de Enzo, ni siquiera lo había maquillado ahí, Enzo carraspeó—. Qué lindo, ¿no? Tener a alguien esperando por ti en casa. 
—¿Te vas tan pronto?—preguntó Enzo fingiendo no escuchar los comentarios de la maquillista. 
—Son pasadas las 10 de la noche, tengo que pedir el taxi. 
—Pero aún no me enseñas lo que escribiste hoy—dijo Enzo apartando la muñeca de Lucía de su cara y finalmente abriendo los ojos, mirando a Alana fijamente. 
—¿Puedo leerlo yo también?—preguntó Lucía levantando la mano. 
—Pensé que no sabías leer—soltó Alana abruptamente, Enzo hizo un sonido de sorpresa ante el comentario.
—Claro que sé leer, no me gusta—replicó elevando la voz. 
—Misma cosa, buenas noches—Alana salió del camper con un portazo, a este paso el pobre camper terminaría desmoronándose, pero no podía importarle menos. 
Respiró varias veces, tenía que controlarse, ¿qué mierda le ocurría?
Caminó hacia una de las esquinas del set de grabación, la mayoría de los actores ya se habían ido y sólo quedaban un par de personas limpiando el lugar. 
—¿Qué fue eso?—preguntó Enzo riendo, ella se encontraba en una esquina del patio del estudio.
—¿Qué fue qué?
—Tú y Lucía. 
—No sé de qué hablas—respondió Alana cruzando los hombros, Enzo inclinó la cabeza y rió. 
—Vos la llamaste analfabeta. 
—¡No la llame así!—dijo Alana riendo por primera vez en horas. 
—Eh…—Enzo la apuntó con el índice—. Vos le dijiste que no sabía leer, la misma cosa.
Alana rodó los ojos divertidamente. 
—Ya, me pasé un poquito, ¿verdad?—preguntó rascándose el cuero cabelludo. 
—Sólo un poquito—dijo él juntando el pulgar con el índice. 
Alana sonrió, de pronto toda la acumulación de enojo y frustración que había sentido a lo largo del día había desaparecido por completo, Enzo tenía ese efecto sobre ella ella, tenía el efecto de que ella olvidara que efectivamente había alguien esperando por ella en casa, tenía el efecto de que olvidara que estaban en un lugar repleto de gente con cámaras, tenía el efecto de que ella se diera cuenta que efectivamente, él podría tener a la mujer que quisiera, sin embargo estaba aquí, riendo con ella, viéndola a ella, cuando estaba con Enzo, se sentía invencible, sentía que ellos eran las únicas personas en el mundo entero.  
—¿Qué tanto estás pensando?—preguntó Enzo en un susurro, el lugar estaba muy oscuro y a duras penas podía ver sus facciones gracias al reflejo de la luna, contrario a como usualmente lo hacían, en esta ocasión sus ojos se veían más oscuros de lo normal y sus pupilas estaban bien dilatas. 
''Se la pasa todo el día hablando de ti, pero sé que vos tenés novio, así que no sé qué pretendés viniendo aquí con tu finta de niña buena, y por si no te habías dado cuenta, podría tener a la mujer que él quisiera, así que no le hagas perder su tiempo'' Las palabras de Lucía no dejaban de retumbar en el fondo de su  mente, ¿lo peor de todo? Alana sabía que eran ciertas. 
No podía seguir jugando ese juego, no podía darle sus noches a Enzo y fingir que no le interesaba más que un amigo, no podía permitirse sentir esa atracción cuando Sebastián era su pareja.
La sonrisa de Enzo se borró de su rostro y se acercó más a ella, Alana tomó una profunda bocanada de aire y se atrevió a hablar. 
—Lo que pasó el otro día—murmuró—. No puede volver a repetirse—dijo refiriéndose al beso que Enzo le había dejado en su cuello. 
—¿Qué pasó el otro día?—preguntó haciéndose el tonto, la seriedad duró sólo un par de segundos en su rostro, porque ahora volvía a irradiar esa energía despreocupada  y hasta burlona. 
—Enzo—suspiró. 
—Alana—dijo él imitando su tono de voz, ella le dio un manotazo en el hombro, haciéndole saber que no estaba para bromas—. Ya, ya, estoy jodiéndote—rió. 
—Sí, precisamente eso estás haciendo, estás jodiendo mi puta cabeza—bramó entre dientes dejando que sus sentimientos volvieran a apoderarse de ella, él tragó saliva en seco ante el tono que la chica había empleado. 
—Repetí eso—dijo a pocos centímetros de su boca, colocó sus brazos a los lados de la cabeza de Alana, acorralandola contra la pared. 
—Estás jodiendo con mi puta cabeza—respondió ella con un hilo de voz, bajó la mirada, escuchó la respiración agitada de Enzo, no supo si era por la proximidad o por la manera en la que ella le estaba hablando, Alana volvió a levantar la mirada—. Lo que pasó el otro día no puede volver a repetirse—volvió a decir, Enzo parpadeó pesadamente y bajó la mirada a los labios de ella. 
—Lo que vos mandés—carraspeó Enzo empujando el interior de su mejilla con su lengua. 
Alana asintió levemente, pero Enzo estaba tan cerca de ella, viéndola de una forma en la que nunca había sido vista, estudiada, apreciada. 
Así que tirando a la basura todo lo que acababa de decir,  tomó a Enzo del cuello y estrelló sus labios contra los de él en un beso desesperado que él respondió con un jadeo y tomándola fuertemente de la cintura. 
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Otoño, para siempre.
Ya se deshojaba el año, las hojas del calendario ya eran apenas tres que se aferraban a la pared. El frío invernal era la promesa de una caricia en el viento que cada vez helaba más. El equinoccio dio rienda suelta a la noche que a diario ganaba más minutos sobre el día, y yo sólo podía suspirar. Me gustaba esta época del año, cuando ya podía usar suéter, botas y bufanda. Amaba el olor del petricor que se asomaba debajo de la alfombra de hojas multicolores que tapizaba el suelo. Los olores a canela, manzanas y caramelo, a clavos de olor, vainilla y nueces hechizaban a mi nariz y paladar. Es por eso que había venido a esta pequeña cafetería a la orilla del bosque. Era un destino popular para turistas que venían a los senderos de la montaña a correr, caminar o andar en bicicleta, pero ya de noche se convertía en un lugar de reunión para los lugareños. Fue así que llegué a sentarme en la cómoda butaca de la esquina que, si fuera cuestión de uso, prácticamente tendría mi nombre impreso en ella. Había sido un día cansado. Mi jefe había estado sumamente tenso y exigente hoy por lo que yo necesitaba relajarme. Este era mi lugar favorito pues la dueña ya me conocía y me dejaba quedarme por horas, aunque lo único que comprara fuera un pequeño chai. Ella sabía que ni mi trabajo como contadora de día ni mi oficio de aspirante a escritora por las noches dejaban mucho dinero en mis bolsillos. En realidad sólo había publicado un cuento una vez en la revista de mi pequeño pueblo, el cual yacía anidado en una vasta cordillera de montañas, y apenas por un pago simbólico. Ya se miraban las estrellas refulgir en el cielo por entre las ramas de los pinos. Una bruma densa empezaba a cubrir la montaña, pero yo no me percataba de ello pues estaba concentrada releyendo lo último que había escrito en mi libreta: el siguiente capítulo de mi novela. Sólo llevaba dos, pero en mi mente ya era una novela.
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Estaba con el lápiz en la mano a punto de editar y añadir cuando algo llamó mi atención. Sentí una electricidad recorrerme y erizarme la piel. Fue tanto el sobresalto que volteé a ver hacia arriba... Allí estaba él con sus ojos fijos en mí.
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Tuve la gracia de bajar la mirada, pero estoy segura el furioso rubor de mis mejillas delataban lo alterada que me sentía bajo el escrutinio de esos ojos tan azules que parecían zafiros. Vestía un atuendo completamente negro que contrastaba con su cabellera de un gris plateado, el cual me recordaba al madreperla. Era raro ver el contraste con su rostro pues éste no tenía ni una sola arruga.
Estaba ocupada pensando que podría ser alguna moda entre los jóvenes y de la cual no estaba enterada. Y digo jóvenes porque a pesar de que yo no había llegado ni a mis treinta años ya me sentía antigua, como si el peso de muchos años ya estuviera sobre mi espalda. La verdad no tenía amigos de mi edad; no los entendía y mucho menos tenía algo en común con mis contemporáneos. Creo que por eso escribía. Era una forma de expresarme y conectarme, de verter ese peso que sentía en el alma. No sé cómo explicarlo, pero desde temprana edad las hojas me llamaban.
Cuando levanté los ojos ya estaba frente a mí y a la par de mi butaca. Sus ojos brillaban como dos zafiros estrella bajo la luz de la luna. Su mirada me cautivaba, me absorbía, me dejaba sin aire; así de intensa, y de profunda,
"Disculpe, ¿lo conozco?"
Él emitió una sonrisa llena de melancolía y ternura a la vez. No podía despegar de su rostro mis ojos. Mi corazón latía tan fuerte y rápido y no sabia porqué.
"¿Sabes? Quería verte. Al menos por un instante, necesitaba saber que estabas bien. Han pasado más de cien años para mí pero el tiempo nunca ha podido hacer mella en ti. Te reconocería en cada vida, en cada espacio, Siempre tus hojas. Sabía que no abandonarías esto tan tuyo, por eso te busqué en ellas. Sabía que te encontraría si tan sólo tenía fe."
Estaba tan sorprendida por sus palabras que no me percaté de lo que dejó en la mesa frente a mi. Con eso se dio media vuelta y salió por la puerta. Al ver que se iba automáticamente tomé el objeto y me paré para ir detrás de él. Era un anillo que quemaba mi mano como si fuese de luz estelar.
Cuando salí por la puerta, él ya se había desvanecido entre la densa neblina...
E.V.E
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versuasiva · 7 months
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2 años
hoy cumplo dos años fuera de mi país, fuera de mi zona de confort, lejos de mis evidentes “fuerzas para seguir adelante”.
hoy estuve nostálgica, pensando en estos últimos tres años, porque el año que vine, también lo cuento,
mis razones, mis dudas y miedos al venir, pero entonces me transporto al dos mil veintiuno, en mi casa feliz, con mi ex futuro esposo, mi hijo gatuno -speedy-, mi hijastra perruna -layla-, un sábado, si nuestros sábados eran simplemente maravillosos, luego de mi estrés de lunes a viernes de estar en la oficina o en algún lugar haciendo campaña política o ayuda social, y el home office de mi futuro esposo, era hermoso, tengo que hacer un texto sólo hablando de eso pero volvamos, regreso a esos sábados y recuerdo que en algún momento de uno de esos sábados, me miré al espejo de mi hermosísimo cuarto de baño y dije: “no soy feliz”, eso me transportó al dos mil veinte, cuando luego de unos sucesos sumamente traumatizantes para mi, mi padre me decía “tienes que irte de aquí, migra, en otro país puedes comenzar de cero y tener paz finalmente” recuerdo cada domingo con el tema en la mesa “ya estás ahorrando para viajar hija?” si papá, respondía. por momentos pensaba que el amor de mi vida no me quería cerca a él pero luego entendí que sólo quería verme feliz, en paz, luego de tanto dolor.
el tiempo, la cuarentena, el covid, pasó y me enamoré de una gran persona, mi papá dejó el mundo terrenal y yo, entre la espada y la pared, elegí seguir, luchar por irme. mi pareja lo supo desde siempre, “valerie en algún momento se irá” y aún así, nos comprometimos, hicimos vida juntos. recuerdo esa angustia de contar los meses, días de venir, mi gato, mi hijo, mi soporte, es demasiado, decía.
mi vida hace dos años era completamente diferente, yo vine siendo una niña de papi, mimada, engreída, con todas las comodidades que existían, pero vine sin papi y sin alguien que cumpliera esas comodidades, mirando en retrospectiva, la valerie del dos mil veintiuno aplaude a esta valerie. ¿porqué? me convertí en una adulta responsable, que trabaja, estudia y depende absolutamente solo de ella. aprendí a llorar a solas, valorar las cosas-sigo trabajando en ello-, curarme sola, cuidarme, valorarme y sobretodo amar mi soledad.
cuando migras a un país sola, tienes dos caminos o eres exitosa o fracasas en el intento. ¿yo? siempre gano. hasta la batalla más difícil de mi vida, la voy ganando y mi oponente es fuerte, soy yo misma.
la depresión es normal cuando dejas todo y te vas sola, está “permitida” pero no es válido estancarte, no pedir ayuda.
recientemente me encontraba muy mal, mi vida pedía ayuda a gritos, lo hice. volví a mi ayuda.
han pasado dos años llenos de nostalgias, recuerdos y el famoso “en mi país yo..”
han pasado dos años sin recordar lo que se siente abrazar a mi madre y decirle buenos días a mi padre, han pasado dos años desde que me despedí de speedy, mi gato, con la promesa de traerlo, han pasado dos años que me despedí de mi pueblo -el pueblo de mi madre- y mi queridísima lita (abuelita), han pasado dos años donde me e cuestionado mi futuro, e caído y levantado, dos años desde que la mitad de mi alma se quedó en mi casa de mi infancia, dos años sin un desayuno/almuerzo/cena familiar, dos años sin ver a mis mejores amigas, aunque una ya esté aquí, me falta un par..
dos años de tratar y encontrar paz en algún lugar seguro, dos años viviendo experiencias que me encantará contarles a mis futuros hijos, dos años donde aprendí a ser madre, compañera, novia, estudiante, dos años equivocándome pero aprendiendo al máximo, son dos años donde la vida comenzó a sonar con el background de “sky full of stars”, donde e viajado y vivido tanto que si no tuviera videos no me lo creería.
realmente no estoy tan inspirada para este texto pero quería hacerlo para recordar esto tan importante, si, ajá. dos años viviendo sola al otro lado del mundo, dependiendo de mi, mi papá en el cielo y mi suerte.
estando aquí e pasado situaciones fuertes y las superé y aunque por momentos no recuerde mi meta final, hace un par de semanas la recordé, gracias a alguien que le tiene miedo al futuro.
recordé que yo tengo planeada mi vida desde que tengo uso de razón, coherencia y ganas de soñar, volar. así que gracias por estos dos años a mi misma, mi familia y sobretodo a españa.
gracias por que me queda un poco más por vivir aquí y me e quedado tan pero tan enamorada que estoy segura que volveré muy probablemente a hacer vida larga aquí, mudarme y pasar mis días finales en el lugar que me dió una segunda oportunidad de vida, me hizo fuerte y me cumplió sueños. mientras tanto agradezco estos dos años y voy a disfrutar mi último año aquí, al máximo, lo prometo.
¿qué sigue? lo que siempre comento a las personas en quien les confío mis sueños y metas de vida: ir a mi siguiente y tan esperando destino por más de diez años. ¿una pista? oceanía. ¿miedo? sí, pero ganas de ir a donde mi alma pertenece, muchas más. así que por ahora, volví a mi modo “focus in me”, porque me quedan pocos meses para reparar lo que tenga que reparar y ser mi mejor versión para seguir cumpliendo mis sueños-metas.
por segundo año consecutivo,
valeria, lo estamos logrando.
un abrazo fuerte por si un migrante
me lee, mucho aguante, que si se puede. xx
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edgar-edmundo · 2 months
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Frank… soy yo…
Cuando Frank tenía nueve años, su papá lo disfrazó de Marlon Brando para Halloween. No fue muy difícil, se limitó al pequeño traje que usaba los domingos en el servicio de la iglesia y le rayó un escueto bigote. Para la quijada le compró una bolsa entera de chicles e hizo que los mascara todos juntos hasta que perdieron sabor. Una vez que esa gigantesca plasta de goma dejó de tener sabor hicieron dos ovillos con ella y los dejaron endurecer; por la noche Frank se las puso en los costados de la mandíbula.
Se dirigían al centro del pueblo para pedir dulces, cuando pasaron frente a la casa de la señora Liudmila, su papá se escabulló hacia su jardín para arrancar una rosa. La señora Liudmila salió a corretearlo
—¡Es para un disfraz! — Gritaba el papá mientras zumbaban las piedras que pasaban rozando su cabeza.
La señora Liudmila apaciguó su coraje cuando se percató del niño de traje. Caminó enternecida hacia él y le preguntó:
—¿Quién serás?
El niño, impresionado por aquella mujerona que por inercia aún sostenía una piedra por lo alto, se limitó a apenas emitir, con desconcierto, un leve
  — Yo…
  —El padrino – Se apresuró a completar su papá, avergonzado aún por el hurto cometido, mientras colocaba la rosa en la solapa del pequeño traje.
Al ver completado el outfit, Liudmila no pudo más que soltar la piedra e inclinar su torso para pellizcar suavemente la mejilla del niño…
—Se ve muy guapo, se parece más a Marlon que al padrino.
Desde entonces ella lo llama Marlon cada vez que lo ve. El día de hoy, mientras pedaleaba su bicicleta de camino a casa de Karina, escuchó ese grito amable - ¡Adiós Marlon! – Frank volteó, y ahí estaba Liudmila, tan entera y vital como hace tantos años, cuidando ese mismo jardín en el que decidió cambiar las rosas por tulipanes, claveles y un par de enredaderas que enmarcan la escena como si fuera un cuadro, al que sólo quien lo pintó sabe que le falta una rosa.  Frank le devolvió una sonrisa que, por la distancia, difícilmente percibiría ella; así que decidió despegar su mano del manubrio para agitarla por el viento en un adiós cuando súbitamente oyó el claxon de un tráiler color naranja.
Frank alcanzó a recuperar el manubrio y giró rápidamente hacia la derecha, zigzagueando unos cuantos metros, y cayendo sobre su tobillo derecho. Mientras veía al tráiler alejarse con ese claxon desvaneciéndose en la distancia, volteó, a ver si Liudmila se había percatado del ridículo percance que acababa de tener. Pero en ese momento ella estaba de perfil y en ese jardín no había más movimiento que el agua que caía de la regadera que Liudmila sostenía tranquilamente. De inmediato Frank recuperó la dirección de su viaje y siguió pedaleando.
Poco antes de llegar a casa de Karina entró a una panadería a buscar una rebanada de mil hojas, el favorito de ella. Si no la encontraba se conformaría con un par de madalenas. Cerca de los bísquets se le acercó un hombre musculoso que le dijo – Yo te conozco. – Desconcertado, pasó de largo al pasillo siguiente. Con la mirada furtiva entre las teleras notó cómo el sujeto se secreteaba con otro de mediana estatura y aspecto juvenil. Se apresuró a tomar un par de panqués y fue rápidamente a la fila de la caja. Detrás de él se formaron un par de señoras que lo veían de forma un tanto lasciva. La incomodidad llegó a tal punto que sintió la urgencia de soltar el pan en la barra y salir de ahí cojeando, pues la caída de la bicicleta ya empezaba a dolerle. Se encaminó hacia la puerta por donde en ese momento entraban un hombre y su hijo de nueve años, completamente indiferentes a la escena que ahí se desarrollaba; incluso a pesar de que, en su apresurada y descontrolada huida, Franka dio un ligero empujón el hombro al papá.  Al salir, aquél hombre musculoso le alcanzó a gritar desde la puerta de la panadería —¡Tú eres el mejor!
Al llegar a casa de Karina noté que se había cortado el cabello, se ve muy guapa así; al mirarla, por dos breves segundos, me sentí como un náufrago que no sólo toca tierra sino la superficie más hermosa nunca vista. Le pedí disculpas por no llevar pan como lo habíamos acordado. En cambio, ella sí había preparado nuestro acostumbrado café de olla. Me dijo que no me preocupara y me preguntó si había tomado “mi” pastilla para el dolor, antes de que siquiera le contara por qué llegué rengueando. Eso me gusta de ella, que es muy observadora.
Ella no dejaba de ver mi mano que temblaba mientras le conté lo sucedido: desde el tráiler hasta la panadería. Terminado el relato de mi travesía, ella dejó de ver mi mano y apuntó hacia mis ojos. Su rostro me parecía diferente, algo había o algo faltaba, pero no atinaba a saber que era. Sin embargo, su mirada me parecía conocida, eterna. Sentí vértigo porque supe que sólo eran unos instantes, esa mirada furtiva se iría como siempre, como el embrujo de algo que se aleja para ser buscado, dejando pistas en diferentes rostros para nunca dejarse atrapar.
—Ay, Frank…lo que te voy a enseñar... parece que no te ayuda mucho. Es como si reiniciáramos cada vez desde cero, en lugar de dejar correr la historia desde este punto. Se que, si no lo hago yo, fácilmente lo puede hacer cualquiera. Pero por alguna razón siempre vienes para acá.
Dejó de mirarme y prendió su celular. Escribió mi nombre en el buscador. Empezaron a salir fotografías que no recuerdo haberme tomado más joven: con esmoquin, en la playa con mejor tono muscular del que he podido tener nunca, y tantas otras como si fuera un modelo o algo así. Creí que era una broma hecha con alguna clase de aplicación. Siguió scroleando la pantalla y había fotos de un hombre tirado en el concreto a escasos dos metros de una bicicleta hecha añicos bajo las ruedas de un tráiler que se había impactado contra una barda, no lejos de ahí había grúas, luces y cámaras y hombres vestidos de negro con letras amarillas en sus camisas que decían “Los pasos de Marlon Staff”. Se supone que Los pasos de Marlon es una película en la que yo actuaba de protagonista. Y que cuando estábamos filmando una escena en la que yo llegaba en bicicleta a casa de una chica, los de Staff, que mantenían cerrada la calle, y los stunts dejaron pasar, por descuido un tráiler naranja que se tenía contemplado para otra escena. El tráiler me interceptó en la esquina de una cuadra por donde la cámara me iba a tomar desde un plano general. Aún siguen buscando al verdadero culpable. Google también daba entradas a entrevistas con la directora de la película, con el operador de cámara, con el staff, y otras personas que no conozco.
Karina me preguntó si me sentía listo para ver un extracto de la película. Nos mentí y dije que sí. Y es que seguía sin sentirme parte de esa situación que describía toda esa supuesta y aparente evidencia. Me era ajena la existencia de una película que por casualidad me ubicaba como Marlon, el mismo apodo con que me conoce la señora Liudmila. Y, sobre todo, me era ajeno el accidente. Karina abrió Youtube y me mostró una secuencia:
Un párvulo joven camina por un callejón (me niego a que sea yo, sólo es alguien más joven que se me parece). El chico llega a la esquina de una casa, saca un par de piedritas de la bolsa de su pantalón y las lanza a una ventana volada que está en un segundo piso. Por entre las cortinas se asoma la sombra de una mujer joven de cabello largo, le hace señas de que se vean en la entrada principal. Él brinca una barda y llega a la fachada de la casa. Detrás de una de las columnas que flanquean la puerta de la casa sale la joven. Ahí está esa misma mirada furtiva. Me dice que es difícil para ella decirme que ya no me quiere ver más, que su novio se puso muy violento la última vez que escuchó mi nombre, y que tiene planeado irse mañana con él a la frontera en su tráiler. Nos abrazamos y a ella se le salen un par de lágrimas; está a punto de besarme, pero nuestro abrazo se desintegra por el grito de su mamá que nos sorprende. Ella (una actriz que se parece a la señora Liudmila) cree que yo he andado “sonsacando” a su hija Kristina, yo lo niego todo y la señora empieza a tirarme manotazos, mientras me reclama haberle dado alcohol y drogas a su hija, yo me asusto porque no recuerdo cosa alguna relacionada con eso. Kristina, mientras llora bajo la luz de la puerta de su casa, le dice que no me pegue, que no soy yo. Logro escapar por la barda. Después hay una toma cenital de mi con ese rostro joven contemplando el techo. Un fundido encadenado muestra un amanecer, le quito el candado a mi bicicleta, me trepo y salgo de cuadro.
Se acaba el video y Karina apaga su celular antes de que se reproduzca ese molesto anuncio de seguros de siempre. Yo me quedo con la intriga de saber qué pasó en la película, más que saber lo que pasó después del accidente. Pero dice que quedó inconclusa, que ese y otros fragmentos se filtraron cuatro años después, y la gente los sube y los baja de la red intermitentemente.
Después me contó que “mis” pastillas para el dolor son porque a veces vuelve el dolor de las operaciones reconstructivas en gran parte del lado derecho de mi cuerpo. Llegando aquí, antes de sentarme a escribir, me desnudé y lo comprobé, no he tenido valor de ver un espejo. También me sugirió tomar el antidepresivo que guardo en el cajón de este escritorio, y me sugirió buscar en ese mismo cajón mi acta de adopción que, se supone, comprueba que no tuve familia sino hasta los diez años. Ya los tomé, pero el acta y mis otros documentos legales los revisaré más tarde.
Cuando Karina empezó a contarme cómo es que nos conocemos voltee a verla y me perdí buscando aquella mirada, pero no había nada, sólo un rostro que me hablaba como a alguien conocido. Salí del trance cuando ella dijo —He pensado que el hecho de que me sigas encontrando aquí tampoco ayuda mucho a tu memoria. Será mejor dejar este florero vacío. — Mientras señalaba un rosa.
Alguien toca a la puerta│
—Fran. Soy yo,│
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green-pen · 9 months
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Franz pero sin el Kafka
(Esta entrada tendrá un mínimo de teoría, en esta ocasión daré mi opinión respecto al título)
Creo que los escritos y las expresiones artísticas nos pueden decir mucho acerca de una persona, de la misma manera que este blog puede decir algo de mi; no como contexto de escritura (por mucho que en este caso sí ayuda) pero como un momento de reflexión para entender que que tras grandes obras y figuras, existen personas.
Franz Kafka fue un escritor exponente del cambio de paradigma de la literatura del siglo XX. Gracias a su amigo Max Broad, hoy tenemos las obras de Kafka quien le había pedido quemarlas tras su muerte.
“Carta al padre” fue publicada póstumamente en 1952 y es nada más y nada menos que una carta de hijo a un padre, de Franz (sólo Franz) a su padre Hernnan Kafka. La carta jamás fue enviada.
El texto inicia tan fuerte como su propio contenido: “Queridísimo padre: Hace poco me preguntaste por qué digo que te tengo miedo.” (Kafka 2) Aquella cita no es más que una introducción a la gran cantidad de sentimientos reprimidos durante años por parte de Franz hacía su padre.
Existen ciertos fragmentos que logran no sólo conmover, pero también llegan a doler (a mí me dolió) y generan preguntarse: ¿Cómo?¿Cuándo es suficiente para criar a un hijo? Yo tuve (y tengo) la surte de contar con una madre comprensiva en el actuar humano, me cuida como su hija pero también como humana. Existe un fragmento que describe cómo se sentía el pequeño Franz respecto a la crianza que recibía, “(…) Para mi, para el niño que era, lo que me gritabas era como una orden del cielo, no lo olvidaba nunca, quedaba dentro de mi como el método más importante para juzgar el mundo, para juzgarte a ti (…)” (Kafka 6) Aquellas líneas ponen en prueba lo frágil que son los corazones de los niños (de todos en realidad), de como unas simples palabras lo marcarán de por vida como persona que, en su caso, lo agobiaron.
Pero no son necesarias solamente las palabras y acciones directas, “Tus sumamente efectivos y, conmigo al menos, recursos retóricos en la educación eran: insultos, amenazas, ironía, risa maligna y –curiosamente– autoinculpación. No recuerdo que me hayas insultado directamente y con insultos explícitos. Ni tampoco hacía falta: ¡Tenías tantos otros medios!” (Kafka 8)
Yo, como persona, he recibido palabras, pero no eran necesarias, una mirada o una risilla eran suficientes para dejar una cicatriz para siempre, pero no eran de mi mamá o mis hermanos, eran de otros muchos más lejanos a mi. Por eso m pregunto: ¿Cómo alguien que debe amar, cuidar y ayudar a crecer, puede causar tanto daño usando la excusa de educar?
Franz no estaba solamente resentido, tenía miedo, miedo de quien debía cuidarlo. Aun así, no dejó de amar a su padre, “Yo habría sido feliz de tenerte como amigo, como jefe, como tío, como abuelo (…) pero justamente como padre haz sido demasiado fuerte para mi.” (Kafka 3) Esa ha sido su reflexión de adulto, pero como niño, seguía admirando a su padre y culpándose por no ser como él, tanto como la figura imponente que describe pero como padre: “Afortunadamente, también había excepciones (…) y el amor y la bondad, con su fuerza, superaban todos los obstáculos y conmovían ‘de modo inmediato’. Eso sí, sucedía raras veces, pero era maravilloso (…) En tales ocasiones uno se echaba en la cama y lloraba de felicidad, y llora otra vez, al escribirlo.” (Kafka 10)
Hubo algo que pude notar mientras leía, era que, por cada cosa que Franz exponía acerca de su padre, había una justificación a la actitud de su progenitor, como si quisiera excusarlo. La verdad entiendo por qué, tal vez por su nerviosismo al escribir, su ansiedad y su propio medio en caso de que enviara la carta. ¡Pero no es por quitarle importancia al asunto, jamás, sino una observación!
Franz Kafka fue más que el autor de “La metamorfosis”, él era un hombre de difícil infancia; fue un niño callado y reprimido que encontró consuelo en la escritura y que jamás dejó de amar a su padre.
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dannpineda · 5 months
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No podría volver a ti. Al menos no sabiendo lo fácil que te fue irte.
Tal vez te tome un tiempo aprender esta lección, pero levantar el dedo para señalar es fácil, un tanto más nos lleva entender que en todo lugar donde te pares, en cualquier situación que te suceda, frente a cualquier arbitrio de la vida, siempre, siempre, juegas un rol. Y debería ser más que claro que el tuyo, en lo nuestro, jamás fue el de víctima.
Me he odiado por extrañarte.
¿Qué puede haber por extrañar de ti? ¿La incertidumbre? ¿La ansiedad constante, que en cada paso de lo nuestro me acompañó? ¿El miedo? ¿El vacío?
Aún así, te extraño de a ratos.
Recuerdo tu espalda y te veo caminando lejos de mí. Fueron tantas las veces que presencié esa imagen. Nunca dejó de sorprenderme lo sencillo que lo hacías parecer. Te llegué a envidiar. Quería hacerlo yo también. Quería la fórmula para poder irse sin mirar atrás.
Pero a estas alturas sé que yo no soy eso.
Sé quedarme, sé pelear por lo que quiero, sé que en esta vida las cosas no son sencillas, ni perfectas, pero cuando encuentras y eliges un lugar para hacer hogar, vale la pena la lucha. A tus ojos, aferrada, por supuesto. Y no nos vamos a mentir, algo hay de eso.
Si tan solo encontráramos la forma perfecta de mezclar mis ganas de pelear con tu facilidad para soltar y tendríamos, tal vez, perfección. Equilibrio. Pero a quien engañamos, eso no existe. Sólo
nos queda mirar de frente el dolor que nos provocamos y encontrar la enseñanza.
Para mí no fuiste más que eso: un aprendizaje doloroso, no amor. Pero por favor no me lo vayas a tomar a mal; ser lección en la vida de otra persona no es poca cosa. Y tú fuiste muchas. En el recuento de los daños que sólo pude hacer ahora, que la tormenta ha pasado y me paro en las ruinas, veo con claridad como desde el día uno me lo decía el instinto: el amor no trae ansiedad, el amor no es vacío, el amor que vale la pena no te tiene todo el maldito dia preguntándote por qué no eres suficiente.
De todas estas lecciones, tenlo bien bien claro, ninguna es tu culpa. La enseñanza era para mí, la que no quiso escuchar fui yo, la que se abandonó a ella misma para estar con alguien fue esta persona que hoy, a dos meses de tu partida, sigue inundada en preguntas que, por lo menos, ya entendí que no tendrán respuesta. No importan las nimiedades, no importan los detalles, no importa nada, más que la lección que espero con todas mis fuerzas haber entendido bien esta vez.
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An Act Of Kindness
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Continuación: Parte 2
Emparejamiento: Robby Keene x Fem!Reader
Número de palabras del capítulo: 1.8k
Historia original: imagines-by-a-typical-fangirl. Traducción autorizada.
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Siempre me había considerado una persona optimista. Siempre trataba de pensar que las cosas encajarían y siempre hacía todo lo posible por enmendar mis errores.
Pero hoy, no había ningún lado positivo que mirar.
Eran más de las once, la ligera lluvia se había convertido en una lluvia intensa, estaba cansada de caminar y en la calle no había ningún lugar donde refugiarse.
Mi frase rondando en mi cabeza aún, porque es mejor seguir añadiéndole palabras que pensar en lo que había pasado.
Así que eso es lo que hacía mientras me sentaba en el borde de la acera, abrazando mi mochila contra mi pecho para protegerla, como si no estuviera ya empapada. El viento sopló con más fuerza y yo apreté mis dientes, intentando obligar a mi cerebro a aceptar que no había ningún lugar adonde ir. Esta noche no. Así que esta calle sería mi dormitorio.
—Hola. —Una voz penetro en mis pensamientos, apenas un poco más fuerte que la lluvia.
Fruncí las cejas para proteger mis ojos de la lluvia y levanté la vista, encontrándome a un chico con un paraguas a unos metros de distancia. —Hace frío. Podrías enfermarte si te quedas más tiempo bajo esta lluvia. —Las luces de la calle no permitiéndome distinguir bien sus rasgos. Pero parecía que podía tener mi misma edad.
—No tengo adónde ir. —Es la respuesta que doy, casi perdiéndose bajo los truenos que rasgan el cielo.
No estoy segura de por qué he sido tan sincera. ¿No sería más seguro mandarlo a la mierda?, ¿Qué me dejara en paz? Pero ahora, no puedo evitar que escuché mi respuesta.
Algo en su cara cambió —Sé que sonaré como un tipo raro, pero tengo un lugar donde puedes quedarte. Y sólo te lo ofrezco porque ya he estado en tu lugar antes.
Vuelvo a mirar hacia abajo, a la bolsa con la única ropa que tengo ahora... —Tengo una pistola eléctrica. —La mentira saliendo de mis labios antes de que me dé cuenta. —Se la robé a mi madre y si intentas algo, la usaré.
Hace un sonido bajo, parecido a una pequeña risa. —Ven. —El chico se acerco, extendiendo su mano. —Si no tienes dónde quedarte, sería mejor evitar la neumonía.
Me muerdo el labio, no puedo estar en desacuerdo con su lógica. Y él... Parece honesto. Además, dijo que había estado en mi lugar antes. Y la otra opción sería dormir bajo la lluvia, con el frío helándome los huesos. Respirando hondo, agarró la mano que me extiende, sorprendida de cómo me ayuda de verdad tirando suavemente.
—Soy Robby. —Dice cuando instintivamente me cuelo bajo su oscuro paraguas, lo que me acerca demasiado a él.
—________. —Le respondo de vuelta, teniendo que levantar la barbilla para mirarlo debido a la diferencia de altura.
—Vamos, ________.
Y así empezamos a movernos, mi mochila mojada pesaba el doble, pero no me quejé. Apenas tardamos media docena de pasos en movernos los dos a la vez, cuando él me tendió su brazo y yo lo acepté, ya que el paraguas no estaba hecho para dos, y la lluvia estaba siendo fuertemente impulsada por el viento. Es un poco raro, pero decido no pensar en ello.
Llevábamos caminando alrededor de media hora cuando Robby empezó a dirigirme a un... —¿Un gimnasio? —pregunté mientras sacaba las llaves de su bolsillo. —¿Vives en un gimnasio?
—No es un gimnasio. Es un dojo —se limita a decirme antes de bajar el paraguas cuando ve que estoy protegida por la marquesina y abre la puerta. —Hace tiempo que vengo aquí. El...El antiguo sensei tenía un edificio de apartamentos en la parte de atrás y mi sensei me deja usarlo.
—De acuerdo —dejó salir un murmullo mientras entró, quedándome cerca de la puerta. —Estoy completamente empapada —le digo, haciendo un gesto hacia el lugar. —No quiero...
—Te traeré una toalla —Robby vuelve a cerrar la puerta y cruza el tatami, desapareciendo por un pasillo junto a la puerta del otro lado.
Aprovechó ese tiempo para mirar a mi alrededor, las luces de la calle le dan a mis ojos lo suficiente para apreciar el lugar. El tatami está colocado en el centro de la gran habitación, rojo y negro. En el lado por el que se fue Robby hay un despacho con una gran ventana, un armario metálico y una bandera de los Estados Unidos. En la pared de su izquierda hay un espejo que va del suelo al techo, y a su derecha se pueden leer las palabras "Golpea primero. Golpea duro. Sin piedad", pintadas en negro en la pared.
—Esa es la filosofía del dojo —oigo de repente a Robby, y cuando volteó a verlo, se acerca a mi con dos toallas blancas.
—Palabras fuertes  —opino, agarrando una de las toallas y envolviéndola alrededor de mis hombros antes de arrodillarme y empezar a buscar en mi mochila. —Por favor, que esté seca... Por favor, que esté seca... —sacó una bolsa de plástico, un suspiro de alivio sale de mis labios al encontrarla.
—Puedo poner tu ropa a secar si quieres —añade Robby mientras sacó el pequeño montón de dinero y mi celular de la bolsa de plástico.
—Oh, preferiría colgarla yo misma, hm... Hay... Ropa de chica aquí también así que... —siento como mis mejillas se ponen rojas, así que colocó el contenido de la bolsa de plástico lo suficientemente alejado de donde el agua pueda tocarlo y empiezo a secarme el cabello con la segunda toalla.
—Claro, claro —responde en un susurro. —¿Por qué no te das una ducha caliente? Estás temblando como gelatina.
Lo estoy. —Bueno, no tengo nada que...
Robby me interrumpe cuando vuelve a extender la mano y veo un pequeño montón de ropa en el que no me había fijado. —Son míos. Los pantalones de chándal tienen elástico en la cintura, así que creo que te quedarán bien, pero tendrás que doblar los pliegues de abajo para que no arrastren. Y la camiseta te quedará holgada, si no te importa.
Sacudo ligeramente la cabeza y tomó la ropa en silencio, murmurando un gracias en voz baja mientras lo sigo al lugar de donde ha salido. Robby me advierte de que el lugar no es grande. El salón y la cocina son espacios abiertos. Hay un sofá, un televisor de plasma de la mitad de tamaño del que tenía en casa y, cerca de la isla de la cocina, una pequeña mesa redonda de madera.
Y sólo hay un cuarto de baño, donde Robby me deja sola para que me duche. No quiero abusar de su buena voluntad, así que me doy una ducha rápida, lo justo para quitarme la lluvia y el frío de mi piel y cabello. Cuando terminó, me toma un tiempo secarme el cabello, ya que los hombres no suelen tener secadora a la mano.
Cuando salgo, Robby me muestra el lugar donde puedo poner la ropa a secar, y cuando termino con eso, camino tímidamente por el lugar, hasta la sala de estar.
Lo encuentro en la cocina, haciendo algo que no alcanzo a ver. —Hola, yo... sólo quería darte las gracias por todo. Y disculparme por todas las molestias —le habló en un tono bajo, y Robby desvía lentamente su atención de su tarea para mirarme.
Es la primera vez que lo puedo observar de verdad, y mis ojos se fijan rápidamente en sus rasgos. Es...lindo. Y esa es la única palabra que quiero encontrar para él. Y por el aspecto de sus bíceps, probablemente es muy bueno en karate. —Te hice un sándwich —es su única respuesta antes de agarrar dos platos y dejarlos sobre la mesa, uno enfrente del otro.
Sin decir nada, me acercó y tomó asiento, pero sólo empiezo a comer cuando él se une a mi, después de tomar dos latas de refresco del refrigerador. —¿Por qué estabas en la calle? —pregunta al cabo de un par de minutos.
Y es justo que responda, ya que él fue quien me alojó, un completo desconocido. —El nuevo novio de mi madre decidió que estarían mejor sin mí. Así que me dio cinco minutos para recoger mis cosas y luego me arrastró fuera de la casa. Literalmente.
—¿Y por qué pensó eso?
Mordiendo mi labio inferior, suspiro. —Todo tiene que ser exactamente como él quiere. Viene de una familia de abogados, así que tengo que ser abogada. El cuadro que hizo mi madre no puede estar en el salón porque los colores del salón tienen que ser fríos. No puedo tener los audífonos puestos porque tengo que escuchar cuando él llama —hago una pausa para poner mis ojos en blanco —El problema no son las normas. Mi padre era militar, así que crecí en una casa muy estricta. Todo con calificaciones excelentes, y si me costaba una asignatura, me pagaba un tutor. Toques de queda, aunque siempre me daba un par de horas más cuando estaba en una fiesta... Tenía normas, pero era justo y cariñoso... Y nunca le pegó a mi madre... Ni a mí.
Estaba asegurándome de que los mechones de cabello lo ocultaran hasta ahora, pero decido mostrárselo. Apartando el cabello, le enseño el lado derecho de la mandíbula, donde el hematoma morado y rojo mancha mi piel.
El lugar se queda en silencio y decido morder mi cena. —Quizá estés mejor fuera de ese sitio —ante eso, simplemente asiento.
El resto de la breve comida transcurre en silencio y, a pesar de ofrecerme a lavar los platos, Robby los friega él solo mientras yo lo observó desde la mesa, mirando algunas tonterías en mi teléfono después de que me diera la contraseña del Wi-Fi. Entonces, me invita al único dormitorio que hay en la casa.
—El sistema de calefacción no funciona muy bien en la sala, así que creo que estarás mejor aquí —me informa Robby mientras lo sigo. —Así que te he preparado unas mantas en el suelo y... —deja de hablar de repente y, cuando lo miró brevemente, parece algo confuso.
—Gracias —le digo mientras me muevo hacia donde están las mantas, otra doblada para que me cubra.
—No, deberías tener la cama —Robby cambia de opinión, me encojo de hombros.
—De ninguna manera dormiré en tu cama. Estoy perfectamente bien aquí —para demostrarle mi punto de vista me tumbo de lado, ya colocando la manta sobre mí.
—Mi ex novia me hizo ver unas películas románticas terribles, así que ya sé cómo es esto. Tú te quedas con la cama.
Al terminar de oírlo suelto una risa, tirando de la almohada para que la pueda abrazar a la mitad inferior. —No te preocupes, esto no es una película romántica.
No contesta, sólo se tumba en la cama. —Mañana salgo a las seis de la mañana a trabajar. Luego tengo... Escuela... Desde la una de la tarde hasta las cuatro. Luego el dojo hasta las seis —habla al cabo de un rato y abro los ojos en la oscuridad —Puede que mi sensei pase antes, pero no te preocupes.
—¿No me echará?
—No. Sólo dile que yo te traje aquí. Puedes confiar en él.
—De acuerdo —suspiro, cerrando los ojos de nuevo, y entonces, el cansancio finalmente se apodera de mi, arrastrando mi mente a un sueño rápido y profundo. —Buenas noches.
—Buenas noches —apenas oyendo su respuesta, ya en algún lugar entre sueños sin sentido. —Ahora estarás bien. No te preocupes.
Y esas palabras son suficientes para que un sueño tranquilo me invada.
Todos los créditos correspondientes a @imagines-by-a-typical-fangirl
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pez-futurista2000 · 6 months
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Hoy pasaron demasiadas cosas, se sintió raro. Tuve mucha diversión leyendo fanfics que se publicaron por la rinharuweeek y me revolque en mi cama un largo rato porque mi laptop sigue en reparación y no puedo avanzar con lo que tenía planeado publicar, la tengo de vuelta mañana pero aún así me dió un poco de coraje, leer fanfics es tan divertido... Pensar en todo el esfuerzo que representa el publicar algo hecho por ti por un fandom/serie/libros, etc por amor completo a la media... siempre he pensado que es uno de los arte más lindos de todos.
A eso de las doce, me enteré que murió una periodista, Cristina Pacheco nos dejó hoy y lloré quizá demasiado por una figura pública a la que jamás llegué a conocer y tampoco seguía tan fielmente, pero... recuerdo ver sus programas de televisión desde que tengo memoria, los viernes, me la pasaba ahí, frente a la tele, viéndola hablar con todo tipo de personas y preguntándome cómo le hacía para poder hablar con tanta gente, ella ha marcado el país con su periodismo y no pude ver la noticia en el noticiero sin llorar, se siente tan irreal... Y aún así creo que vivió su vida de la mejor forma posible y que su legado vivirá por siempre, aún así, sentir que ya no podré pasearme los viernes al cuarto de mi abuela a ver un cachito o toda la entrevista de la noche me hace sentir como una pluma cayendo...
En la noche, me enteré que mi primo (en realidad es mi sobrino, pero yo solo le llevo sólo un año de diferencia) acaba de salir del clóset y dejando de lado que la noticia no nos tomó por sorpresa, me hizo pensar en como dejamos de hablar con él quizá un poco antes de la pandemia... Crecimos juntos, eramos muy cercanos de niños y simplemente, dejamos de conectarnos por completo, hace meses que llevo pensando en tratar de reconectar con él pero justo en este momento la nostalgia me está pegando demasiado, quiero hablarle.
Hace frío y no sé si lograré dormir, pero que día...
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frankenawus · 1 year
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no sé sirva de algo esto o si alguien lo lea pero:
La vida mejora. La vida, eventualmente, se vuelve más pasable. Dejas de sentirse tan mal todo el tiempo. Bah, o al menos eso me paso a mí. Y si, hay días mejores que otros y aunque hoy quizás no sea el más feliz, tampoco es el más triste.
Quiero aclarar esto porque sé que mi yo de 13 años no pensó que seguiría viva a los 15, y mi yo de 15 menos pensó que llegaría a los 18 años... hace un mes cumplí 19.
Y acá estoy y aunque a veces no me de cuenta, porque solía sentir que siempre estaba sufriendo de alguna manera (este tumblr es la evidencia más contundente de ello), tanto que me acostumbre a eso, las cosas mejoraron y ya no me duelen tanto como cuando era una niña. No lloró hasta dormirme como antes. Ese pibe que no me dio bola durante tres años dejó de ser tan importante. No tomo tan personal la indiferencia de algunas de mis amigas. Ni odio mi cuerpo con la furia que lo hacía antes.. y la vida no parece, no siempre, tan miserable como solía verse antes mis ojos de mi yo de 12, 13, 14, 15, etc. E incluso me permito momentos de felicidad.
Y también recuerdo que muchas, muchísimas veces pensé que sería más fácil si yo no estuviera acá, si pudiera desaparecerme y con ello, mis problemas también. Sé que me hubiera arrepentido y hubiera causado mucho dolor a personas allegadas a mí que, sin yo saberlo, igualmente estaban luchando sus propias batallas y que asimismo, se levantaban cada día con la misma sensación que yo, esa constante e insistente sensación de querer desaparecer, y aún así, eligían luchar contra ella. Elegían seguir acá. Por ellos, por mí, por todos.
Toma mucha valentía levantarse todos los días con ese intenso sentimiento de querer matarse y a pesar de eso, seguir viviendo.
Gracias. Gracias a mi misma por seguir acá y a todos mis amigos y familiares que decidieron que también debían y merecían estar acá, que ellos lo valían. Porque realmente lo hacen.
Para redondear, seguro sos adolescente, y seguro probablemente la estas pasando mal y lo único que puedo aconsejar, es que la banques un rato más, porque la cosas mejoran, posta lo hacen (yo nunca pensé que era cierta y lo es) y te faltan mucho para vivir y experimentas, porque la vida no es sólo la adolescencia y la secundaria de mierda. Es mucho más, son tus años de juventud, donde elegís que hacer, ganas una autonomía que pocas veces es incomoda y lo más importante, no sólo vivís sino que la pasas bien. Quédate acá un rato más, por fa. Te lo pido.
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todastusestrellas · 8 months
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Pecado
Perdóname padre porque he pecado,
En esa habitación llena de espantosas flores blancas
Bañada en el olor de la muerte y la miseria
Lo veo
Y está rodeado
Tal vez, empapado
En una desolación que no nació realmente de la soledad,
Con cada poro de su cuerpo permeado de odio y de ira
Pero sobre todo de tristeza.
Tanta tristeza que inunda el aire y de repente yo no puedo respirar,
Mis pulmones colapsan
Mis alas fallan
Yo me asfixio
Y muero.
Esta historia siempre es igual y siempre tiene el mismo final
Él me deja,
Con su cabeza gacha tal y como lo recuerdo
Sus hombros caídos
Y esa mirada impotente en su rostro vacío
Como si hubiera visto al mundo derrumbarse por completo frente a sus ojos,
La cosa es, él no lo ha hecho
La cosa es, que yo sí.
El hombre que siempre lo tuvo todo
Cuando no, me hizo sentir que era mi culpa
—Me dejó morir,
Cuando en realidad debería haberme matado
Él muy cobarde.
¿No dejó morir también a su padre?
¿No es eso lo que yo le voy a hacer?
El macabro orden natural de las cosas
Las hijas y los hijos y las cargas que debemos soportar.
Todavía, uno sólo puede extrañar tanto por tanto tiempo,
Yo estoy destinado a destrozar su mundo
Y no es que me guste,
Pero te aseguro que así se siente.
¿Qué tanto podría extrañarlo?
Si ni siquiera lo conozco
Y cuando lo conocí, no lo amé.
Perdóname padre porque he pecado
Creo que odio a mi padre,
Pero no siempre fue así, no en realidad
En aquel entonces le tenía tanto miedo que ni siquiera podía hablar
Me estremecía como un ratón asustado,
Y tan muda como yo permanecía, él gritaba
Y tanto como yo me estremecía, él temblaba de rabia,
Siempre me pregunté por qué nos odiaba tanto.
Durante horas no paraba
Ni aunque me escondiera, ni aunque llorara,
Aún, un ratón acorralado solo puede permanecer acorralado durante un tiempo
—Antes de morder.
Padre, soy una pequeña criatura perversa,
Me vuelvo cruel cuando estoy asustada como un perro no entrenado
Esos que mueren en los refugios porque nadie puede poseerlos realmente
No tengo dueño
No conozco reglas.
Soy una pecadora y una soñadora y soy lo que más temes
Soy tu hija y me parezco a ti en todos los peores sentidos
Soy fría y distante
Al mismo tiempo soy explosiva y reactiva como una bomba de tiempo
Tengo los ojos de mi madre y el corazón de mi padre,
Se lo arranqué del pecho en el momento en que nací.
Hola padre,
¿Cómo se siente el infierno hoy?
En mi infierno tú estás gritando y golpeando las paredes
Y golpeándote a ti mismo
Siempre pensé que lo hacías para evitar golpearnos a nosotros,
Ahora sé que lo haces porque no hay nadie que odies tanto como te odias a ti mismo.
Si quieres saber,
En mi infierno vuelvo a tener doce años
Eso ocurre cada vez que un hombre me grita,
Las personas rotas crían personas aún más rotas
Al final, todos estamos incompletos
Buscando una pieza faltante en todas partes menos donde debe estar.
Esta historia siempre es igual y siempre tiene el mismo final,
Cuando te veo sentado ahí solo, me pregunto por un segundo
¿Encontraste la felicidad, aunque sea una vez?
¿En mi madre?
¿En esas otras mujeres?
¿En tus hijas?
¿En tu familia de sanguijuelas?
¿En el espejo cuando eras rico y exitoso?
Espero que lo hicieras.
Porque padre
La culpa es algo pesado,
Estoy segura de que lo sabes mejor que yo,
El abandono también
Puedes construir castillos con él y vivir en ellos toda tu vida,
Pero yo no lo haré, padre.
Porque en mi infierno yo también vuelvo a tener dieciséis años y salgo hasta las dos de la madrugada con individuos sin amor,
Eso es mejor que mis largas horas sin padre
¿Lo sabías?
Que aún cuando estabas ahí, no lo estabas en realidad,
Que incluso ahora sigue siendo lo mismo,
Ahora te fuiste a la deriva como un barco sin brújula
En busca de tus deseos egoístas
Los únicos que te importan.
Mientras tanto yo me ahogué
Te lo dije, esta siempre es la misma historia y yo siempre termino quedándome sin aire
Padre, tú tomaste el viento de mis alas y el aliento de mis pulmones
Los llenaste de rabia y de miedo,
Del aroma hastiado de tus lirios blancos,
Ese que entró en mi cuerpo y echó raíces.
Me llenó de las semillas de tus sentimientos no deseados,
Tu ira imperdonable
Tu tristeza abrumadora
Y las tensas expectativas de todo lo que yo debía ser y no fuí
Allí crecieron tanto que olvidé quién era,
Perdida en esas partes de mí donde soy similar a ti
Las que desprecio tan profundamente que tuve que abrirme el pecho solo para arrancarlas
Y en cada raíz cultivar un lirio atigrado color naranja brillante
Esos me hacen feliz
Y a ti te gusta eso,
Porque me quieres, ¿no es así, padre?
Aunque no sabes lo que eso significa,
Porque también me odias
Aún yo soy tu hija,
Y tú eres mi padre
Hasta que uno de nosotros se vaya
Hasta que uno de nosotros lo olvide,
Perdóname padre porque he pecado
Creo que odio a mi padre
Y creo que mi padre me ama.
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slobava · 1 year
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@slovav
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Desde que tengo uso de razón mi vida fue un torrente de emociones, emociones, que nunca supe que eran, ni porque los sentía, era imposible no llamar la atención y no por mi genialidad, sino por mi torpeza y forma de ser, me enseñaron que la forma de expresarme era lo que me representaba y a mi familia, no es por nada, pero cuando era pequeña, todos sabían cómo era la cosa y como debía comportarme, excepto yo, siempre fui un volcán en erupción, fui la niña que pensaba y sentía mil cosas a la vez, me gustaría decir tantas anécdotas, pero desde hoy dejaré de mofarme de mi, a veces es bueno pero para las personas como yo, al último se sienten mal, te marcan, cuidate y trataté con amor , si tú no te tratas con amor, ¿como pondrás límites al resto de las personas? , sean amigos, familiares y /o novia. Hice mi mundo paralelo desde pequeña para poder coexistir en este, sé que tengo fama de reventarle no sólo la cabeza a alguien, pero no siempre fue así, también sé que es quedarse en shock y no poder gritar ni moverme, y la culpa te carcome por ello, sentía mis emociones al límite, mi impulsividad ya sea al lanzarme por una escalera para atrapar a alguien, porque nunca tuve miedo a la muerte o simplemente no tenía ni la puta idea de lo que hacia. Dicen que me encantaba llamar la atención y lo único que quería era ayuda, ayuda porque sentía más que el resto, ayuda porque no podía dejar de atormentarme, ayuda porque mi voz se perdió en ese momento que tuve el stock y tenía 5 años, pero la ayuda real me fue esquiva hasta el año 2017 que me diagnosticaron TLP o borderleine recuerdo que le dije a la doctora, perdon ¿que tengo? ¿Que es eso? ¿Se cura?, porque si es chevere ser diferente créanme lo amo, lo difícil es seguir el ritmo, lo difícil es cuando tu familia también está aprendiendo y piensan en el fondo que les tomó el pelo, créanme me lo game a pulso🤣🤣🤣🤣🤣, lo difícil es cuando te enamoras , no crean enamorada estuve gran parte de mi vida, pero al llegar a amar a alguien es inevitable no hacerla parte de esto.
Me gustan los niños cuando están callados, o hacen preguntas interesantes, admiro a las madres, su dedicación y amor, yo no nací para ser madre, nací para ser Silvia, a esta edad si no lo dices te salen subtítulos, no tengo miedo a decirte que no me agradas, no creo en un cielo y en un infierno, pero si creo en las tormentas mentales, soy apasiona al conocimiento sobre la mente del ser humanos, si me apasiona saber porque eres tan imbécil 😂😂😂😂😂 , es broma, me gusta aprender, tengo una puta fijación con la inteligencia algunos piensan que es un tema de complejo, me vale madres lo que pienses, hoy amaneci con ganas de escribir, son meses que no lo hago, tengo tanto que contar y un día en el que ya no esté uno de mis 10 sobrinos diga, Ia tia estaba loca de remate menos mal no dejó decendencia 😂.
Bueno como sea, seas talibán, cristiano, Mustafa, católico, así creas en un trapo. Yo soy atea y aprovecharé el feriado porque también pago impuestos, Te deseo felices fiestas, pasenla chevere, come, abraza , embriagate, ten ese orgasmo pendiente y lanzale ese puñete que esta pendiente a ese hijo de su madre, que no te importe el que dirán, recuerda que para todos no somos buenos y si lo somos es porque algo de nosotros quieren, un abrazo a todos.
La vida es una, disfruten mientras puedan 🥳🎉
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cuberol · 2 years
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Hola cubo, vengo con dosis de melancolía (?
Últimamente me es cada vez mas frecuente suspirar y decir "antes los foros eran mejor".
Siento que realmente el ambiente era más amigable con el usuario y mas dedicado al rol, que socializabas y hasta encontraba personas de mi región pero la prioridad era el rol.
Quizas haya tenido que ver que durante casi una década fui un usuario muy desapercibido, no entraba a foros grandes llenos de polémica, buscaba los pequeños y seguros entre afiliaciones y la pasaba bien. La gente me trataba super, aunque no me conocía, y habían menos tabúes, porque logre rolear coas en público que al día de hoy ya no puedo atreverme a mencionar porque instantáneamente agregan reglas para prohibirlo en el foro. Y es que desde que veo esta práctica de agregar reglas incoherentes para limitar a los usuarios que de ninguna manera beneficia al foro, y que incluso irrespetan su ambientacion, es que siento que definitivamente la meta dejó de ser rolear. Lo he visto desde enero del año pasado y no me creo que se siga haciendo. Y hablo de temas sensibles, donde realmente te sientes mal al leer porque se trata el tema como lo que es, un trauma sin romantizar.
Parece chiste pero es anécdota.
Hoy ya no me siento tan libre para rolear, aunque hay personas a mi lado que me permiten la variedad que tanto amo, los foros ya no me resultan cómodos como antes. Ya no disfruto el hobby allí sino con las personas que encontré en el trayecto y permanecen a mi lado. Cada vez el interés por interactuar con nuevos personajes decrece, al igual que tomar libres. Yo hago temas que me nacen desde el corazón y me mueven el mundo, nunca me limito a los users que conozco, pero ya no siento que encuentre personas nuevas que lo sientan de la misma manera en un simple tema casual. Ya no hay emoción si no es para elaborar una ship.
Buenas tardes Anon. Qué sabores agridulces me trae a la lengua este aporte y es que, aunque soy consciente de que el efecto nostalgia es real y le da un peso falso a aquella manida letra de Karina de que cualquier tiempo pasado nos parece mejor, no puedo sino pensar que, en este caso al menos, hay un mucho de real en esa sensación que se nos escapa en suspiros.
Decía el buen señor Flaubert que la melancolía no es más que un recuerdo que se ignora, pero es que en esta ocasión somos muy conscientes de ese recuerdo que tanto anhelamos. Sin embargo, hay que aceptar lo que ocurre, que es tan sencillo como que los tiempos cambian.
No puedes rolear igual que antes, ni sientes las mismas sensaciones que entonces, porque las personas que rolean contigo y que montan los foros a tu alrededor ya no son las mismas. Y esto no es un problema que se limite al rol en exclusiva. Seamos sinceros: ni siquiera es un problema. O no al menos para nadie más que para nosotros; los que nos quedamos atrás, anclados al pasado como anacrónicos vampiros bebedores de tinta digital.
Pero del mismo modo que aquellos sinvergüenzas anuncios de los 90, como ese tan particular del Pirulo que hace poco volvió a rondar por las redes, ahora serían un verdadero escándalo moral, lo mismo ocurre con lo que la gente lee y escribe: la corrección política, desgraciadamente, nunca se aplica en un solo ámbito.
Así que sí, hoy en día no se pueden escribir según qué cosas sin levantar ampollas y malas miradas, pero ante eso yo sólo puedo aconsejarte que compartas mi visión, querido anon: la de escribir lo que me sale de los mismísimos. Y a quien no le guste, que no rolee conmigo o no me lea.
Porque si quiero meterme en la piel de un psicópata, un trastornado retorcido, un pedófilo o un gerontófilo empedernido, tengo tanto derecho a hacerlo como cuando roleo alguno de esos otros personajes moñas y azucarados que tanto me gustan a veces también. ¿Y sabes por qué? Porque es ficción. Ficción, ¡pardiez! Porque todos los roles son buenos mientras se escriban con pasión, hasta los más horribles, y porque todas las formas de plantear un personaje son igual de válidas. Es más, y si quiero romantizar el más aberrante de los +18, ya sea por gore, por sexo o por ambas cosas a la vez, lo haré, y a quien le moleste queda oficialmente invitado a no volver a leerme nunca, del mismo modo que yo no leo a quien me aburre, es así de sencillo.
Pero hoy no basta con eso: vivimos rodeados de egos de cristal que no toleran tener a la vista cosas que les incomoden y que, en lugar de apartar la mirada, exigen que estas se censuren y eliminen. Y los censores, todos los censores del mundo, en cualquier ámbito y lugar, tienen también mi firme invitación a practicarse una colonoscopia con una piña por visor. Y ruego encarecidamente que se aseguren de que entre a contrapelo.
En fin, que me vengo arriba de viejo… al final la realidad es que cada foro pertenece a su staff, anon. Si estás en un lugar con un staff que atiende a ese tipo de tonterías, y no te gustan, lo más digno que puedes hacer es marcharte sin hacer ruido y buscar un lugar más old school. O mejor aún, montar el tuyo propio. ¡Reclamemos un nuevo cretácico rolero a golpe de foro gobernado por dinosaurios como nosotros! ¡Donde todos los personajes tengan móviles con tapa y donde llevar gorra sea de skater y no de reggeatonero! Oh, me muero por narrar cómo doy de comer a las palomas en el parque…
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santpablo · 3 days
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Reflejos
I
Hace tiempo escuché la leyenda de Medusa. Me pareció una injusticia absurda pensar en una sacerdotisa fiel condenada al aislamiento y a la monstruosidad, por los celos de algún dios ajeno y la ira prepotente de aquella a la que brindaba su devoción plena. Tan cruel fue su condena, que esa misma diosa fue la encargada de guiar al campeón que finalmente tomaría su vida.
Sin embargo, tiempo después, escuché una interpretación más profunda y detallada del mito. Y es que, condenada al aislamiento que sólo un monstruo conoce, Medusa se refugió en un antiguo templo en ruinas consagrado a su amada Atenea, donde pudo continuar su adoración mientras sembraba los alrededores de estatuas que antes respiraron para intentar matarla. Esta lealtad que trascendió a la condena, tocó el corazón de la diosa, quien comprendió su error. La llegada de Perseo, guiado y equipado por la diosa, no sólo pondría fin a la vida de Medusa, sino también a su condena. No puedo evitar pensar en esa extraña expresión con la que nos referimos a algunas ejecuciones rápidas que pensamos indoloras: era lo más humano.
II
Hoy, mientras organizaba repisas viejas, atestadas de cartas secretas y chucherías con significados que a veces ya ni recuerdo, encontré un papel. En él, un viejo amor me explicaba las razones por las que se alejaba y lo que su corazón dictaba para el futuro. Esto iluminó el recuerdo de la noche en que recibí su carta. La verdad, había olvidado el contenido de esas líneas (tanto así que al principio pensé que la había recibido en algún momento de la relación, muy lejos de su final), sesgado por su conclusión. Ese final cegó mi alma y en aquel momento, cuando no podía entender nada, la sumió en una crisis absoluta. Ninguna explicación valía entonces.
Ahora el tiempo ha pasado. Las nimiedades han tomado su justa dimensión. Volví a leer cada palabra como si fuera la primera vez, como si fuera un antiguo tesoro descubierto por arqueólogos en el desierto; tenía en mis manos el evangelio apócrifo capaz de cambiar para siempre mi interpretación de la historia. Era el reflejo del destello que en su momento me había cegado.
III
Siempre quise mirar de frente al sol. Me intrigaba su poder y ese brillo que emana de su núcleo, infinito ante los ojos de un simple mortal que no vivirá más que un suspiro de tiempo. Sin embargo nunca fui capaz de sostener allí mis ojos más de unos segundos. Soy consciente de que podría cegarme por completo y entiendo que debo evitarlo.
Pero entonces una noche pude verlo. Sentado en el suelo, soportando el abrazo gélido del vaho nocturno, me perdí en el brillo de la luna llena. Ella es incapaz de brillar por su cuenta, pero su color la convierte en el espejo perfecto, capaz de mostrarme el destello mortal sin sufrir daño alguno. Esa noche me perdí, no sé si por unos segundos, o quizás algunas horas. No importa, cumplí mi sueño de sostener la mirada al sol.
IV
Hoy el tiempo fue el espejo que me permitió ver al monstruo tal y como era. Descubrí entonces que el monstruo era un astro divino cuyo destello, de tan fuerte, podría cegar los ojos desnudos de mi alma. Esta vez, oculto en mi escondite, entre las estatuas de otros que fui en el pasado, sobreviví al mirar. Fue el propio astro quien guió mi mano con sus palabras viejas, que eran la espada perfecta. Al final destruí al monstruo de un recuerdo sesgado que todavía sangraba por mi herida abierta. El monstruo se transformó ante mis ojos en el astro, que ya no me asustará más. Ahora, victorioso por mano y obra del astro que lo preparó todo, me equipo con su brillo como arma, que portaré por siempre como símbolo del pasado compartido.
Alguna vez quise ser como Ícaro, volar hacia el sol con alas hechas de máscaras. Hoy, en cambio, volaré hacia la luna como el que soy, con alas de pasado, que dejó de ser lastre para convertirse en motor. Al final los reflejos me han liberado.
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ernestosanmiguel · 21 days
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UNA HISTORIA COMO CUALQUIER OTRA 
Ernesto San Miguel
Volver al terruño es encontrar recuerdos que se creían olvidados, tras las rejas del pasado se vislumbran sonrisas que un día te hicieron tan feliz.  Detrás de aquellos rostros se abren instantes que como abanicos se quedaron un día olvidados.
Los Nocheros, grupo argentino que actuaba en el Patagual me trajo la dulce sonrisa de Rosario y su guitarra sonando con melodías argentinas y vuelvo a sentir los momentos como en aquel ayer. La tv. encendida y yo viajando al pasado.
Una amiga me contaba ayer, que su hija la única, por quien había luchado con todas sus 
Fuerzas, para darle lo mejor de si. Los valores para un mundo mejor y sobretodo evitando que las cosas malas y negras de la vida la hicieran tocarla con su carga de tristeza y de pesar.
Un día cualquiera su marido había partido, el padre de su pequeña. Como explicarle que no había sido capaz de guardar el amor y no encontraba las razones de su fracaso. Como explicarle a una niña que su padre no volvería jamás. Pero no hay que buscar culpables para el rompimiento de nuestros sueños.
Empezamos teniendo un hermoso sueño a dos, que nos llevó a tener una hija como tu. Pero el camino un día se cortó. Y al despertar nos dimos cuenta qué nuestras sendas se separaban abruptamente y qué de ahí en adelante, tendríamos que estar más unidas que nunca para hacerle frente a la borrasca. Hoy no tienes la edad para entenderlo, pero seré fuerte para que nada te falte, hasta que llegue el tiempo en que podrás volar con tus propias alas.
Y veo desde una ventana, la barcaza que se aleja con el vaivén de las olas y que no es otra cosa que la historia de la vida.
Y todo justo cuando empiezan a caer las hojas de mi vida, siento también que comienza a alejarse el fruto más hermoso de mi vida.
Este es el epilogo de una historia como muchas otras.
Es lamentable querida amiga que nunca fuiste capaz de entender lo que yo te anunciaba, nosotros solo somos guardianes de nuestros hijos y cuando aprendan a volar, tendrán que partir. Es la ley de la vida.
Para sacarte de tus tristezas te voy a contar una historia simpática. Hay una canción francesa que a mi con Pepe mi hermano nos gusta mucho porque refleja poéticamente la historia de una vida que es la de todos nosotros. La canción dice: NO ES SANGRE LA QUE CORRE EN NUESTRAS VENAS ES LA RIVIERA DE NUESTRA INFANCIA.
Todo comienza allá en nuestros primeros años y en nuestro caso en el Santiago de los años 50 y 60, para nosotros la pandemia de la pobreza en que nos dejó la segunda guerra mundial. Mirando por la ventana del tiempo los niños corriendo sin importar nada más y me veo tratando de silbar, cosa que todo los otros hacían y yo era el único que no lograba sacar sonido de mi boca, la constancia nunca fue una virtud que tuve y el silbido no tenía la más mínima importancia para mí.
Uno siempre se siente atraído por aquello que no tiene y el canto de los pájaros me producen una sensación como de paz y de alegría.
Hace algunos años viviendo ya en el norte de nuestro planeta me sentí atraído por el hermoso canto de un pájaro rojo, era el Cardenal que venía a cantar al inicio de la primavera y volví como en mi niñez a tratar de silbar e imitar el canto de él, demás está contaros que nunca lo pude hacer, sin embargo sentí que el amigo aquél me incitaba a imitarlo y estaba largos minutos siendo mi maestro en esto del silbido y de los vanos intentos de ambos, mi maestro  volaba para volver al otro día y yo salía para responder a su canto con mi sonido de pájaro tristón y moribundo. Pienso que a él le encantaba que yo le admirara. Si así no fuera porque razón ha vuelto ya en varias primaveras y siento que espera a que yo salga a intentar saludarlo con mi sonido triste y ajado.
Y en este encuentro de año tras año, hemos aprendido a querernos y a entendernos al sólo sonido de su canto, me trae la alegría de la primavera.
Lo más interesante de esta historia, es que la semana pasada llegó volando hasta mi patio, cuando me encontraba regando, pero no venía sólo, venía siguiendo a una hembra PECHO ROJO, es decir no a una pájaro cardenal. Y por vez primera me pregunté si entre los pájaros había intercambio como de razas y tengo la impresión qué desde el árbol donde me impartía su clase me hizo entender que si yo había encontrado una china y mi hijo una danesa y mi nieta un libanés porqué él no podía elegir una pájaro pecho rojo.
Lo importante de estas historias, es qué lo único en común es el amor.
A veces creemos que como nosotros queremos, aquél o aquella que nos revuelve las hormonas también tiene que querernos y en la realidad, el porcentaje de movimientos de ida y vuelta, vale decir yo te quiero y tu me quieres, matemáticamente hablando un camino en los dos sentidos, tanto doy, tanto recibo es bastante bajo.
Tenemos que aprender, que cuando entramos en el trance poético, estamos en el nimbo de nuestras vidas y no tiene importancia el resultado de nuestra inversión ya que lo mâs profundo de nuestro ser no se mueve por mezquindades.
La pregunta es, ¿Qué pasó con mi amiga Rosario? que nada tienen que ver ni con el pájaro que viene a cantar en primavera ni con mi amiga que le costaba entender que a su hija le hubieran crecido alas, salvo en estos dos casos que lo único en común es lo de volar.
Con Rosario nos unía el amor por la música, ella por interpretarla y yo por escucharla, cuando nos hicimos asiduos a estos reencuentros ambos teníamos el futuro hipotecado.
Ella estaba próxima a casarse y yo le daba de vez en cuando algunas despedidas de soltera, y aquello no me importaba, sólo de sentir su voz y viendo relucir sus ojos de felicidad me llenaba de gozo. 
Pero el plazo de su destino en otros brazos se cumplió y yo que creía poco en el asunto del futuro me quedé triste y solo escuchando la música en la iglesia donde se comprometía. Cada vez que escucho la música argentina me llega su voz y su risa en melodía.
Una historia como cualquier otra.
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