Tumgik
#tengo hambre tengo sed
thefulcrumfiles · 1 year
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No mames ya no puedo sentir nada
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deepinsideyourbeing · 2 months
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insaciable. — cunty f1 driver!esteban kukuriczka x entrevistadora!lectora.
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y en verdad la palabra saciedad no está en mi lista / y con el afán de superarme, arriesgarme no me importa / quiero el tener el pan pero también quiero la torta.
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resumen: la vida va como esteban kukuriczka en la fórmula uno; rápido. el nunca había tomado el tiempo de festejar ni meditar ninguno de sus objetivos, y conquistarte no fue la excepción.
word count: 4k
advertencias: f1 au AAAA !!, red bull racing driver!kuku, backstory extenso pq me inspiré demasiado, enzo mention, la lectora matches his freak profesionalmente skfkskgke, flirty!kuku, pr nightmare!kuku, possessive!kuku !!!!! (me emocioné perdón), +18, soft dom!kuku.
A/N: feliz cumpleaños querida! este ha sido mi fic más largo desde q entré aquí y todo fue impulsado por la admiración que tengo hacia tu talento y literalmente todo lo que escribes. espero que la pases súper bien hoy !!
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now playing… insaciable del cuarteto de nos
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Esteban Kukuriczka era insaciable.
Desde pequeño, desde el primer momento que se había sentado en un kart por puro ocio, no había parado ni por un minuto a respirar. Rara vez contemplaba el paisaje cuando viajaba para competir en Europa y mucho menos cuando requería utilizar su encanto compuesto por su intelecto y cierta delicadeza que le faltaba en la pista para poder conseguir patrocinadores.
Pero ahora, ¿qué todos los días se sentaba en un Red Bull? Ni aunque lo intentaran— como pasaba todos los fines de semana, con colisiones de vez en cuando— podían detenerlo.
Era la adrenalina intoxicante que a este punto ya componía la química de su sangre lo que propulsaba a rebasar por dentro de las esquinas en vez de abrir e intentar batallar con el piloto que haya tenido la osadía de desafiarlo en la pista.
Eso no significaba que su sensatez era mínima; todo lo contrario. La mayoría del tiempo su carro era tan rápido que los retos dentro de las carreras eran pocos, y de corta duración. Aún así, él elegía sus batallas para evitar tener que pagar las sanciones millonarias de su propio bolsillo, o evitar discordia con sus compañeros de parrilla. Seguía siendo ese muchacho cortés y caballeroso que en categorías inferiores lo reconocían por ser demasiado maduro para su edad, con una hambre desmedida por el éxito y los resultados.
Todo el mundo reconocía, veteranos dentro del deporte como rookies por igual, que era mejor no meterse en su camino.
Tanto los pilotos como diversos miembros de staff hace tiempo se habían rendido en cuestionar sus estrictos métodos de entrenamiento y preparación, debido a que claramente estaban mostrando resultados deseados. Al final del día, sea su postura conocida públicamente o no, la mayoría admiraba su disciplina como método de saciar esa sed de ganar que se asentaba en la parte de atrás de su garganta y plagaba cada acción y pensamiento relacionado con su pasión.
Al entrar a la nueva temporada, era obvio para todo el mundo lo que el piloto tenía en mente para ese año. Siempre exigente pero igualmente realista, Esteban planteaba sus objetivos dependiendo de su actual situación; cuando era pequeño quería subir de categoría para llegar a la Fórmula Uno, luego allí en Toro Rosso su objetivo era subir a Red Bull Racing, y su primera temporada en Red Bull se planteó acomodarse en la posición en la que estaba— ganar y sobresalir, se repetía cada mañana— para llegar el año próximo con única y exclusivamente el trofeo dorado en mente. Se le aguaba la boca al pensar en su firma grabada en el metal.
Lo que no contaba, aún luego de advertencias por parte de compañeros veteranos, era como su ambición iba a ser vista por la prensa.
Arrogancia. Codicia. Malicia.
Interpretaban sus bailes de celebración y su maña de utilizar ropa de su armario personal— lentes de sol incluidos— en vez del kit del equipo para llegar al paddock como mala educación, una sonrisa y mirada suave que en Toro Rosso era el ejemplo de inocencia, en Red Bull se había convertido en un signo de burla.
“¿Burla de qué?” Esteban tiraba el periódico en la mesa del desayuno aquella mañana luego de leer el artículo.
“Ni puta idea.” Su entrenador encogió los hombros y siguió tomando café.
En un principio le molestaba, genuinamente sentía furia que sus logros sean opacados por tremendas ridiculeces como las que leía cada cierto tiempo. Solo cuando buscó apoyo y dirección, aprendió que parte del éxito era la crítica desmesurada (y en gran parte, sin precedentes)
Desde ahí se tomó eso como el sufrimiento del éxito, y bien sufrido que estaba.
Fue un cambio de mentalidad bienvenido por los verdaderos fanáticos del deporte, quienes podían disfrutar de la pesadilla que era para cualquier persona que tuviera un mínimo entrenamiento en relaciones públicas o conocía del tema. Respondía a las preguntas descaradas con atrevimiento y amabilidad, de una manera que el entrevistador se sentía incómodo por hacer la pregunta en primer lugar.
La estrategia empezó a funcionar a finales de la temporada pasada cuando dejó clara su actitud, esa certeza que tenía para saber lo que quería y que sabía cómo conseguirlo.
“No me voy a disculpar por ganar. Nunca; ni a ustedes la prensa, ni a mi compañero de equipo ni a los de la parrilla, ni a los espectadores. Buenas noches.” Fueron sus últimas palabras en la rueda de prensa de Abu Dhabi donde tomó hasta la última oportunidad para subir a la tercera posición en el campeonato de pilotos.
Dejó el micrófono en la mesa y se fue antes de tiempo, el silencio en la habitación que dejaba hizo que enderezara la espalda y sonriera relajadamente al salir del tent donde se organizaban las ruedas de prensa.
El silencio perduró a lo largo de las extensas vacaciones que se pasó escalando cerros para mantener la resistencia que tenía su cuerpo. Le daba pena admitir, pero en un punto, Esteban extrañaba que hablaran de él. Aún así, se encerró en su pequeño pedazo de paraíso sin ninguna molestia, cogiendo con quien se le pegara la regalada gana sin que fuera atacado públicamente.
‘Quizás fui muy grosero.’ El piloto pudo discernir en su mente al ver como la habitación llena de periodistas se tensó al verlo entrar y sentarse en la mesa junto a los otros en su ronda de entrevistas. Pensó lo mismo cuando las preguntas dirigidas a él directamente eran pocas, y hasta sintió la bilis subir a la parte de atrás de su garganta y juguetear con úvula antes de que tomara un largo sorbo del agua mineral que patrocinaba en el evento.
“Hola, buenas tardes, espero que estén bien.” La dulce voz llamó su atención de inmediato, y dejó sus pensamientos negativos a un lado para mirar de dónde provenía el sonido, sus ojos encontrando a los tuyos mientras te presentabas con tu nombre y la cadena de noticias donde trabajabas.
‘Por fin despidieron al viejo hijo de puta que trabajaba ahí,’ No conocía si ese era el caso, pero sonrío más ampliamente al hacerse la idea.
“Mi primera pregunta es para Esteban: según los últimos reportes pretemporada de tu equipo tienen posiblemente el carro más rápido en cuanto a ritmo promedio,” Él asiente para dejarte saber que entiende tu pregunta por el momento, y por dentro se impresiona de que ni miras tus notas; te sabes la pregunta de memoria y tus ojos nunca dejan los suyos. “¿Te sientes cómodo con tener que asumir el reto de maximizar y rebasar más en las rectas comparado con las curvas?”
Esteban sentía la necesidad de saltar de la emoción. Por fin, una persona con preguntas competentes que investigaba antes de sentarse enfrente de los pilotos. Tú sabías muy bien que su estilo era más de rebasar en curvas, no le iba bien en rectas largas a menos que el carro se lo permitiera o tenía ya una gran ventaja. Podía ver de reojo como sus compañeros se encontraban igual de impresionados, robando algunas miradas hacia él para notar su reacción.
“¿Vos sos nueva?” Preguntó sin una onza de filtro. Algunos periodistas rieron, pero frente a eso tú ni te inmutaste a lo que parecía ser una pregunta ofensiva, solo asentiste. Estabas acostumbrada, eran muy pocas las mujeres que estudiaban periodismo deportivo.Y muchos los hombres irrespetuosos dentro de tu campo de trabajo. “Tenía tiempo que no escuchaba una pregunta tan buena, y menos de una persona tan bonita y educada.”
Sonrió satisfecho en la manera en que las risas murieron casi instantáneamente. Le sonreíste en forma de agradecimiento, aunque por dentro chillabas como una adolescente hormonal. Esteban tenía una reputación con las pocas periodistas de tu mismo sexo; era extremadamente coqueto en las pocas ocasiones que se ha enfrentado a las otras. No es que no querías, simplemente no debías tomártelo personal.
“Bueno, si, yo adoro los desafíos. Es una buenísima oportunidad para mejorar esa pequeña, minúscula debilidad que tengo en las rectas,” Ahora las risas eran compartidas, en vez de dirigidas hacia alguien en específico. Al parecer, salvaste su reputación con una pregunta que no le molestara y que permitiera que mostrara genuino interés. “En general tenemos un carro muy bueno y especial y creo que podré adaptarme fácilmente. ¿Alguna otra pregunta?”
“Para ti, no.” Antes de que pudieras agradecerle, te interrumpió.
“¿Segura? Revisa tus notas; podemos pasar la tarde entera aquí.” Insistió, y tú sacudiste la cabeza con una sonrisa. “Que pena", se lamentó, y ya los otros pilotos escondían sus sonrisas; lo conocían tan bien.
“Nos veremos en otro grand prix, no te preocupes.” Se enderezó, rígido como una tabla, al darse cuenta que le seguiste el juego sin mostrar debilidad alguna. “Gracias Esteban, si tengo una para Enzo.”
“A ti, muñeca.” Respondió amablemente antes de que pudieras hacerle la pregunta a su compañero.
Esteban aprendió mucho más de ti que solo tu nombre y tu lugar de empleo esa noche. Eras decidida tanto en tus preguntas como en tus interacciones con los pilotos, se notaba como genuinamente habías estudiado para formular las preguntas y que de verdad sabías de lo que estabas hablando. Al hablar con sus compañeros notó que el sentimiento complaciente en torno a ti era un denominador común.
Pero Esteban sabía que no era lo mismo que él opinaba de ti.
Por primera vez en quizás una década, no se acostó pensando en ganar ni en trofeos. Tus ojos llenos de determinación plagaron sus pensamientos en medio de la oscuridad, tu sonrisa segura y relajada era cómo verse en un espejo. No le había pasado ni cuando tenía una mujer desnuda durmiendo a su lado, y su manera de pensar te convirtió en otro objetivo por alcanzar.
Investigó tanto sobre ti con oficiales de prensa de su equipo que solamente le faltaba llamar a la Interpol para saber más. Pedía que te asignaran a él en el media pen luego de las carreras, y mostraba genuina felicidad de verte durante cualquier posible interacción periodística.
Pero su conquista por el mundial de pilotos se veía más fácil que la conquista por ti.
Era como jugar a jalar la cuerda contra Hulk. El tiraba y tiraba, para que con un jalón de tu parte lo tumbaras a sus pies. Lo mantenías siempre a un brazo de distancia; él te lanzaba cumplidos y tú simplemente le hacías una pregunta lo suficientemente difícil para que se le olvidaran los términos afectivos con los que se refería a ti.
Ganaba carreras como si fuera fácil, peleaba a diario por estar en la pole y sacar los mejores tiempos en las prácticas. Solo pensaba en cómo mejorar sus críticas sobre el carro para que su equipo pudiera mejorarlo aún más.
¿Pero no podía ni enterarse si tenías novio o no?
Ridículo.
Esteban se volvió a sentir el favorito de Dios el día que, por primera vez en toda la temporada, coincidieron fuera de la pista. Llovía a cántaros en Canadá, como usualmente pasaba en la fecha del Grand Prix. Terminaba su café de la tarde con calma luego de pasarse la mañana en el simulador, abandonado las oficinas para dejar que su equipo registre los números antes de brindar su feedback.
Entraste claramente apresurada, colocando la sombrilla donde guardaban las demás y quitándote el sweater para quedar en un vestido con cuello estilo polo. Se había dado cuenta ya antes que vestías muy preppy, de buena manera. Era simple, elegante.
Le gustaba más de lo que quería admitir.
Te sentaste en una mesa cerca de la ventana sin notar su presencia, soltando la mochila con lo que asumía que utilizarías para trabajar.
Pero él nunca había sido el tipo de desaprovechar una señal divina, levantándose de su mesa con su taza medio llena en mano. Carraspeó, llamando tu atención. Por tu cara pasaron cien mil colores antes de establecerse un escarlata; sabías muy bien que ya no tenías escape.
Lo veías como un depredador, fuera y dentro de la pista. Lo que tenías era una negación inmensurable de que su presa fueras tú, aún cuando otros pilotos te lo habían traído a tu atención fuera de las cámaras.
“¿Está ocupado?” Apuntó al asiento con una sonrisa.
“No, pero mejor no nos sentamos cerca de la ventana.” Tomaste tus cosas, y a él le sorprendió tu sensatez mientras caminabas hacia un puesto cerca de una ventana pero contra una esquina. Era perfecto, llegaba la luz natural— un poco limitada debido al clima— y no había oportunidad de que alguien fuera del establecimiento les tomara una foto.
“¿Sigues muy bien las reglas, no?” Esteban apuntó mientras se sentaba frente tuyo, el camarero trayendo el chocolate caliente ya que no te permitías la cafeína a menos que fuera estrictamente necesario. “¿Te han dicho en el trabajo que no puedes salir con pilotos?”
“Hola, Esteban, feliz tarde. Sí, estoy bien, gracias por preguntar. No, no me gusta este clima, me deja el pelo con frizz.” Sacudiste tu cabeza con una sonrisa, decidiendo responder su pregunta de igual manera. Tenías que admitir que él era muy sincero; ya lo sabías, pero llegaste a considerar que pudo ser solo un acto frente a las cámaras.
“No debo,” Corregiste. Si él tuviera la más mínima idea de las veces que te repetiste esas palabras en tu cabeza obsesivamente cada vez que te encontrabas con él, creería que estás loca.
“Llámame Kuku,” Fue lo único que sacó de tu pequeño sermón por su supuesta falta de modales. Siempre te había insistido, pero tu siempre lo llamabas por su nombre. “Ah, pues si puedes.” Esteban casi ríe, pero se limita a esconder su sonrisa detrás de su taza de café. “¿Tenés novio?”
“No, Kuku, pero ¿qué tal con todas las preguntas? ¿Quieres cambiar conmigo de oficio?” Decidiste molestarlo un poco, ignorando fuertemente la manera en la que sus facciones se iluminaron por tu respuesta.
“¿Entonces por qué me tratás así, dulzura?” Observó cómo tomabas un sorbo lento de tu bebida, siguiendo la manera en la que tu lengua trazaba la comisura de tus labios para limpiar el líquido grueso.
“¿Así como?” Te encogiste de hombros inocentemente, haciendo reír al hombre frente tuyo. “Te trato igual que a todos los pilotos, no entiendo el problema.”
“Ese es el problema,” Esteban explicó suavemente, dejando su taza a un lado. “No sé cómo más te puedo hacer entender, vos me tenés loco.”
Eras lo único que no se relacionaba directamente con el mundo de los motorsports que vivía en su mente. Podía ser un poco obsesivo, pero así era con todo en esta vida. No iba a parar hasta conseguirte, como todo en esta vida, de igual manera.
Parpadeaste repetidas veces, copiando su acción y dejando tu taza de lado. “No,” A tu negación, abrió la boca, sorprendido. Se te había declarado, ¿qué significaba ese ‘no’? “Me tratas igual que a todas las otras reporteras mujeres, y yo te trato igual que los otros pilotos.”
Ouch.
¿Tan mala reputación tenía?
“No, muñeca, mira,” Empezó a explicarse. Su voz nunca mostró ningún indicio de molestia; todo lo contrario, era paciente, palabras cuidadosas. “No lo entendés. Si te fijás, yo no he vuelto a hacer nada parecido con nadie desde que nos conocimos. Yo soy que pido que me entrevistes cuando somos solo nosotros, yo siempre he querido saber de vos. Tú simplemente me has apartado siempre.”
Ya entendías cómo se sentían los pilotos cuando presionabas por una respuesta, haciéndolos realmente pensar. Karma.
“Nunca lo vi así, lo siento.” Admitiste, tomando un largo sorbo del chocolate caliente, con temor de volver a mirarlo a los ojos.
Sentiste su mano en tu mentón, haciéndote levantar la mirada. “¿Por qué te disculpás?” Preguntó con sinceridad con una sonrisa que solo se agrandó al ver como te sonrojaste de nuevo. La muralla que habías constituido diligentemente para sobrevivir en un campo dominado por hombres machistas había sido derrumbada, o por lo menos, Esteban logró adivinar la contraseña y pasar por la puerta que habías construido por si acaso.
Luego de ese momento, cualquier pregunta que te hacía, respondías con elaborada sinceridad. Se tomó dos cafés más y tú decidiste aflojar tus rígidas convicciones por un momento para ordenar un frappé, compartieron un pedazo de cheesecake con la promesa de que lo acompañaras a jugar pádel luego de que se acabara en fin de semana del Grand Prix y antes de ambos tener que partir hacia el siguiente destino en el calendario.
Y así encontraste un lugar dentro de su mundo, a su lado. Pasaron una parte de las vacaciones de Agosto juntos, fuera del ojo público. Muy poca gente conocía de su relación hasta cuando se había vuelto oficial, a petición tuya para evitar el escrutinio de tu trabajo y subsecuentemente, el de otras mujeres en el área.
El tiempo iba igual de rápido que el auto de novio, y para Abu Dhabi tenían varios meses saliendo. Todo quedaba puesto en ese fin de semana, solamente con quedar en algún lugar del top 10 tu novio era campeón del mundo de la Fórmula Uno.
“Señorita,” Interrumpieron tu sesión pre-entrevista que ahora llevabas rutinariamente, últimamente en el hospitality de Red Bull. Llevabas un vestido blanco como acostumbraban todas las WAGs para la última carrera de la temporada. Aún así, su relación no era de conocimiento público. “Esteban quiere que pase por su cuarto.”
Extrañada, te levantaste de tu asiento, recogiendo tus cosas para hacer la corta caminata hacia donde se encontraba. Estaba sentando en el pequeño sillón que apenas acoplaba la longitud de su cuerpo, mirando al techo.
“Amor, ¿todo bien?” Preguntaste sinceramente, un poco preocupada. Era una ley de oro no molestarlo antes de una carrera, entonces consideraste que mínimo se estaba volviendo loco o se sentía mal.
“Si,” Respondió rápidamente, sentándose para dejarte espacio en el mueble. Tomaste la pista para sentarte a su lado, dejando primero tus cosas en la pequeña mesa llena de driver cards que había terminado de firmar. Ya junto a él, observaste cómo extendía sus brazos para recoger una caja relativamente pesada del suelo.
“¿Para mí?” Preguntaste con el ceño fruncido, tomando el presente. Se supone que era él quien debía estar recibiendo regalos en un día tan especial en su carrera. Con cuidado, abriste la caja, despegando el pequeño sticker circular que mantenía el papel crepé cubriendo delicadamente la pieza.
“No entiendo.” Parpadeaste, levantando la chaqueta para una profunda examinación, la manera en la que estaba perfectamente doblada se deshizo por el movimiento. Azul marino, rojo y amarillo resaltaban en lo que reconociste luego de dos segundos como una chaqueta vintage del equipo de tu novio.
“Quiero que la uses hoy.” Volteaste a ver a Esteban con una ceja levantada antes de doblar la ropa en dos y ponerla hacia un lado.
“Amor, sabes muy bien que tengo que permanecer imparcial; no puedo usar eso,” Le explicaste apenada, y por un minuto pensaste que el te estaba jugando una simple broma, esperando voltear a ver esa sonrisa que en un principio te molestaba pero que desde hace meses te derretía.
“No, no debés,” Te corrigió simple y llanamente, su mano reposando en tu muslo.
“Literalmente tiene tu número en el dorsal. Pensé que no querías que nadie supiera de lo nuestro.” Intentaste generar una excusa, esta vez aún más válida que la anterior. Habían llegado a tal acuerdo con el propósito de protegerte, y no veías ninguna razón para que este no fuera el caso aún.
“¿Y si ya no quiero eso?”
Su pregunta te hizo tragar en seco, sin poder apartar tu mirada de la suya. Ni notaste cuando su mano se deslizó debajo de la suave tela de tu vestido, su pulgar dibujando gentiles círculos en tu piel.
Aquí te podías dar cuenta como la palabra saciedad no estaba en el diccionario de Esteban. Ya te tenía a ti como lo había planeado, pero en su mente, eso no era suficiente. El reto de conquistarte se había esfumado hace rato, pero el seguía corriendo dentro de su monoplaza hasta encontrar un nuevo objetivo.
“No me gusta como los otros pilotos te insinúan que deberías ser de sus equipos.” Era la primera vez que oías la queja, cejas fruncidas por un momento antes de que se inclinara a besar tu cuello mientras su mano se movía centímetros más cerca de la piel suave de tu muslo interno.
“Puedes mantenerte neutral por el resto de tu vida,” Siguió su discurso, sus nudillos acariciando tu centro, aún cubierto por la fina tela de tu ropa interior. “Pero cuando yo corro para un equipo, lo apoyás también. ¿Entendido?”
Las palabras se te quedaron estancadas en la parte de atrás de tu garganta junto con el aire que debería salir por tu nariz.
“¿Qué pasa?” Su voz era tierna, pero por la manera en la que uno de sus dedos apartaba la barrera que había entre tu centro— creciendo en humedad— y su deseo por convencerte de aceptar su regalo.
“Háblame, amor.” Insistió con una sonrisa dulce mientras su pulgar trazaba una línea desde ese punto más sensible hacia tu entrada. Solamente pudiste soltar un quejido, acomodándote para brindarle mejor acceso. Lo que te trajo a la realidad fue uno de sus dígitos adentrándose en tus cálidas paredes, una mano cubriendo tus labios para ahogar el gemido que salió de ellos.
Con una mirada y su otra mano apartando la tuya sabías que no te quedaba más que responder y pronto. Él nunca había sido demasiado duro contigo en cuanto a la desobediencia en la cama, menos cuando te pasabas de lista.
“Gracias por el regalo amor, pero…” Intentaste ir por la ruta más sensata, lo que te decía el poco de materia gris que quedaba intacta y no derritiéndose por la manera en la que su dedo se movía dentro tuyo.
“No te pedí peros,” Esteban reprochó, su cara tomando el mismo color que el que tus cachetes portaban. La diferencia es que se encontraba frustrado, contrario a ti que te hallabas sumida en el placer. Sin ninguna resistencia añadió otro dedo a la combinación, su ritmo era tan rápido como el de su monoplaza.
No podías más, si seguía así no ibas a aguantar. “Kuku, por favor,” Tu gemido se mezcló con un sollozo, notando como bajaba y subía de velocidad para dejarte justo en el borde.
“Respondé bien y lo pienso.” Esteban sentía la presión contra la entrepierna de su race suit, pero sabía que no tenían suficiente tiempo. Y la verdad, él no tenía tanta paciencia tampoco.
Pero él no podía parar. No hasta tener la respuesta que quería.
“¡Sí, lo voy a usar!” Finalmente lograste formular una oración coherente, sintiéndote aliviada en la manera en la que sus facciones se relajaron visiblemente.
“¿La noche entera?” Esteban preguntó mientras el ritmo volvía a incrementar considerablemente, tu orgasmo reposando en tu abdomen inferior.
Dijiste un sí con la cabeza, observando como se acercaba para que sus labios succionaran la piel de tu hombro a la misma vez que sus dientes mordían la pequeña área. El dolor placentero fue el detonante, intentando cubrir lo que usualmente eran gemidos escandalosos.
“Parece que te dejé una marquita y no puedes salir así en cámara, te tocará usar tu nueva chaqueta.” Sonrió inocentemente, sacando su mano para limpiarla con su lengua sin romper contacto visual.
“¿Vos sos mía, entendido?” Estableció luego de que había terminado de limpiarse, y tu asentiste, sonrojada. Observaste como se levantó y tomó tu mano para ayudarte a hacer lo mismo.
Ya dada la sesión por terminada, fuiste a arreglarte al diminuto espejo reposando contra la pared y encima del escritorio. Cuando te volteaste para irte, lo encuentras con la chaqueta en la mano, el pequeño movimiento de su cabeza indicando que te pusieras con la espalda frente a él.
Colocó la chaqueta sobre tus hombros con delicadeza, evitando que al ponerte la pieza se dañara la forma en la que portabas el vestido blanco.
“Y yo soy tuyo.” Murmuró antes de presionar un beso justo por debajo de tu lóbulo.
“Te amo mi campeón, ¿sabías?” Diste una vuelta en tus tacones para mirarlo, tomando sus manos gentilmente. El nombre que era puro chiste o una manera de molestarlo hoy se convertía en cruda realidad.
“Yo más,” Apartó un mechón de tu cara, ajustando el collar Van Cleef que te había regalado— y que aceptaste luego de un convencimiento similar al que habías vivido hace par de minutos.
“Por eso quiero que todo el mundo sepa que eres mía.”
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lilyansblog · 2 months
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Café de desayuno, almuerzo y cena
Cuando tengo hambre y sed... ♡
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tomhardymyking · 2 months
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The day I watched 𝑻𝒉𝒆 𝑩𝒊𝒌𝒆𝒓𝒊𝒅𝒆𝒓𝒔, that night, I went to bed very moved, remembering the film, how much I enjoyed it and him 💖 Also the wonderful work 𝗧𝗼𝗺 did as 𝗝𝗼𝗵𝗻𝗻𝘆 𝗗𝗮𝘃𝗶𝘀, which I hope gets recognition 💓 𝗧𝗼𝗺 makes me feel so much 🤍
I'm incredibly proud of him, he makes me so happy, and I'm looking forward to seeing more and more of him ❤️ I hunger for 𝗧𝗼𝗺, I thirst for 𝗧𝗼𝗺, I need him so much and I love him with all my heart 💝
Congratulations on 𝑻𝒉𝒆 𝑩𝒊𝒌𝒆𝒓𝒊𝒅𝒆𝒓𝒔, 𝗧𝗼𝗺, I wish it had more recognition and more box office, it deserves much more 👏🏻💯
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El día que vi 𝑩𝒊𝒌𝒆𝒓𝒊𝒅𝒆𝒓𝒔, 𝒍𝒂 𝒍𝒆𝒚 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒔𝒇𝒂𝒍𝒕𝒐, esa noche, me acosté muy emocionada, recordando la película, lo mucho que la disfruté y a él 💖 También el maravilloso trabajo que hizo 𝗧𝗼𝗺 como 𝗝𝗼𝗵𝗻𝗻𝘆 𝗗𝗮𝘃𝗶𝘀, el cual espero que tenga reconocimiento 💓 𝗧𝗼𝗺 me hace sentir tanto 🤍
Estoy increíblemente orgullosa de él, él me hace muy feliz, y muero de ganas por ver más y más de él ❤️ Tengo hambre de 𝗧𝗼𝗺, tengo sed de 𝗧𝗼𝗺, lo necesito tanto y lo quiero con toda mi alma 💝
Felicidades por 𝑩𝒊𝒌𝒆𝒓𝒊𝒅𝒆𝒓𝒔, 𝒍𝒂 𝒍𝒆𝒚 𝒅𝒆𝒍 𝒂𝒔𝒇𝒂𝒍𝒕𝒐, 𝗧𝗼𝗺, ojalá tuviera más reconocimiento y más taquilla, merece mucho más 👏🏻💯
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esuemmanuel · 6 months
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I hunger and thirst for SOUL.
Tengo hambre y sed de ALMA.
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ritmos-eternos · 1 year
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Se me va el hambre,
se me va el sueño,
Se me va la sed.
Lo que siempre tengo son ganas de ti.
Papittafritta
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almadeversos · 3 months
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La boca bordó, lápiz en mano y mil palabras que amenazan con hacer estallar mi corazón. Tengo hambre de letras y sed de lenguaje. El deseo acongojante de morir de amor sobre una hoja y revivir cuando el poema esté escrito, cuando ya no quede nada por decir, cuando la herida haya desangrado sobre ese lienzo que alguna vez fue una tabula rasa y ahora es cuna de mi agonía eterna.
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margeocar · 9 months
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Nos alimentamos del alma del otro,
pero también,
anhelo tu boca, tu voz...
Silencioso y hambriento
merodeo por mis pensamientos:
y mi mente fantase.
El pan ya no me nutre; la espera me
transtorna, tengo hambre y sed de
tu sonrisa, del aroma de tu piel...
de tu cuerpo desnudo,
Quiero abrazarte hasta que huela a ti…🦋
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46snowfox · 5 months
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Reiji Sakamaki Chaos Lineage Labyrinth END
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[Capítulo 15]
Monólogo:
“A partir de ese día me convertí en el “alimento” comunitario de todos.
Con tal de evitar que muriera, decidieron limitar cuidadosamente la cantidad de sangre que cada uno podía beber de mí.
Puedo comer y tener una cama calentita.
Sin embargo, ahora mi cuerpo está cubierto de marcas de mordidas.
Además, cuando llega la hora de succionar mi sangre soy reducida a la categoría de “comida”.
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Ayato: Al fin es mi turno. Estoy tan sediento que enloqueceré. ¡Ya dámela!
Ayato: Te has convertido por completo en una presa. ¡Voy a succionar un montón…!
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Ruki: Jamás imaginé que llegaríamos al punto de tener que tratarte de esta forma…
Ruki: La Eva que esa persona tanto ha anhelado se ha convertido en un verdadero ganado. Estás cubierta de mordidas—
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Yuma: Maldita sea, tengo tanta sed de sangre… ¡Que no me puedo contener…!
Yuma: ¿Esta era la única solución? ¡Ahora no eres más que comida…!
Monólogo:
“Cada uno reaccionó diferente, algunos succionaban mi sangre mientras se quejaban por el hambre, mientras que otros lo hacían preocupándose por mí y lamentando la situación actual.
Pero incluso si reaccionaban diferente, al final todos eran iguales.
Sus colmillos atravesaban mi piel robándome mi sangre. Y cada vez que lo hacían levantaba mi voz.
Día, tras día, tras día.
Tras día, tras día, tras día.”
Reiji: Voy a entrar.
Yui: Reiji-san… Ya veo, hoy es tu turno, que bien.
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Reiji: …Mis más sinceras disculpas. No puedo creer que te dejé en esta posición.
Yui: Por favor, no te disculpes. Yo también acepté esto.
Yui: Yo tengo fe, estoy segura de que encontrarás una salida de este jardín en miniatura.
Reiji: Ya veo…
Yui: Por eso bebe mi sangre, por favor. Llevas mucho tiempo sin beberla, debes de estar muriendo de hambre.
Reiji: Sí… tienes razón. Sin embargo, hacer esto es demasiado…
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Yui: ¿Qué sucede? Fufu, hace tiempo que no me abrazabas.
Reiji: Quiero sacarte de aquí…
Yui: ¿Eh?
Reiji: A veces pienso que si tan solo hubiera liquidado a todos en aquel momento esto no habría pasado.
Reiji: Eso pensamientos me atacan constantemente. Puede que todavía no sea demasiado tarde, tal vez si acabo con ellos ahora mismo—
Yui: …Reiji-san. Saldremos todos juntos de aquí. Yo estoy bien.
Reiji: Sí… es verdad… Dije algo descabellado. Por favor olvídalo.
Reiji: Estás cubierta de heridas… ¿Estas son las marcas de Ayato?
Yui: Nn…
Reiji: ¿Aún te duele? ¿O acaso con solo tocarte sientes que succionan tu sangre?
Reiji: Oh, estas deben ser las de Shu. Pese a su actuar habitual, en realidad es despiadado…
Yui: Ah… Reiji-san, por favor…
Reiji: Que apariencia tan vulgar. Si tan solo yo te hubiera hacho esto, debo… disciplinarte.
Reiji: Ngh… Nn…
Yui: Aah… uff…
Yui: (Lo sabía, se siente… tan bien cuando succiona mi sangre.)
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Yui: (Los demás no lo hacen mal, pero me gusta más cuando lo hace Reiji-san…)
Monólogo:
“Cerré mis ojos.
Mientras succionaba mi sangre, mi conciencia empezaba a desvanecerse. Lentamente empecé a caer en la oscuridad.
Sin embargo, dudo que pueda caer más bajo.
Puesto que ha pasado bastante tiempo desde que mi cuerpo y alma fueron destruidos.”
Yui: (¿A quién le toca mañana? Aah… estoy ansiosa—)
- Fin -
[Euphoria END]
[Masterpost]
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saintsr · 6 months
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Deathduo/Death family x Resident Evil Village (adaptación del cuento Village of shadows) versión español.
Había una vez dos niños, el niño rubio con ojos morados junto con una máscara de calavera, la niña pelinegra con ligeros rizos en su cabello juntó a su sombrero morado ambos que combinaba con sus ojos azules, vestían para tener comodidad ya que iban a buscar frutos para hacer pasteles y agua fresca, acompañándolos había un hombre con una máscara de calavera sólo dejando ver sus ojos amatistas al igual que los niños vestía cómodo para recoger frutos y de vez en cuándo flores, los dos niños corrían de un lado a otro escogiendo lo mejor ya que querían darle una sorpresa a su otro padre cuando regresará de su trabajó. Cuándo de repente se alejaron demasiado su papá les gritaba casi desgarrando su garganta pero aún así los niños no lo escuchaban se perdían en la profundidad del bosque y él no podía pasar por una fuerza superior.
Los niños corrían al voltear se dieron cuenta que su papá ya no estaba tras ellos, así que tomados de las manos caminaron sin rumbó fijó cuándo la niña dice "tengo sed hermano" él niño no sabía dónde conseguir agua así que caminaron hasta que encontraron una estructura que se veía lujosa y ahí había un conejito con un traje y corbata roja les dijo "pobres niños, se ven sedimentos tomen sacien su sed" entregándoles un gran vaso de agua, ellos agradecieron bebiendolo después se marcharon, llegaron aún páramo abandonado el niño dijo " tengo hambre" después llegaron a una panadería dónde atendía un osito blanco con una sonrisa, al acercarse vieron a otro osito blanco que los miró diciendo "buenos días" les acercó la bandeja con galletas en forma de osos blancos, ellos con duda las tomaron de repente el oso les dijo "disfruten el bosque" sin más se marchó, los niños se fueron llegando a otro lugar del bosque más oscuro ya qué una tormenta se acercaba , los niños temblando por el frío se abrazaron para tratar de compartir el calor de repente apareció un pato con un moño negro que les escribió en una pizarra "veo que tienen frío tomen abrigense" entregándoles una manta morada como la capa de su papá, así se acurrucaron en una cueva que encontraron mientras buscaban refugio. Al día siguiente caminaron hasta que encontraron un ser llenó de números y una masa oscura traía con sigo una espada cómo no se movía el niño lo tomó para jugar y al mismo tiempo proteger a su hermana menor, el ser tomando vida se agitó oscureciendo el cielo, llamó a los demás seres haciendo un círculo encerrando a los niños sin escapatoria con irá los miraban, de repente el cielo se oscureciendo más profundo un ser parecido a un esqueleto con una corona y alas rotas los miró y les dijo "son parecidos a su padre, codiciosos, tomando más que se les ofrecen" con un movimiento de su mano desapareció a las demás criaturas el niño con espada en mano se puso en frente de su hermana el ser se rió con una voz parecida a la de su padre sólo que más tenebrosa dijo " niños inútiles, su estupidez los hará morir antes" de la nada la niña gritó "¡Chayanne!" Cuándo el niño volteó su hermana estaba encerrada en una gran piedra morada su mirada mostraba terror un escalofrío recorrió su espalda en sus pies se formaba una piedra morada igual a la que tenía cautiva a su hermana, antes que terminará de encerrarlo una mano huesuda se posó en su hombro , y el ser habló "éste será su castigo mirarse consumidos por el poder oscuro sin escapatoria hasta que no quedé ni sus huesos, el pobre hombre pájaro y el inútil representante de la muerte morirán en locura" con una risa se desvaneció.
Los padres buscaron día y noche usando pociones, grandes cantidades de comida en sus mochilas, también usando hechizos y objetos encantados por fin lograron pasar hasta encontrar a los niños, no durmieron, pelearon contra seres monstruosos, su esperanza a veces caía pero el otro lo animaba, el padre un híbrido cuervo cuyas alas se lastimaron en su pelea contra el ser de números. Llegaron por fin al lugar dónde sus hijos estaban encerrados los dos corrieron rápido pero antes de llegar el ser en forma de calavera se presentó , el hombre cuervo lo miró y gritó con rabia "!Ender King¡" El otro hombre temblando de miedo pero sosteniendo su espada con firmeza se puso enfrente de sus hijos y dijo "no les harás más dañó" él ser se rió de los dos empezando a atacar con una lluvia de rocas de poder oscuro, los dos esquivandolas tratando de acercarse para defender y liberar a sus hijos, de repente el hombre cuervo miró al otro y el dijo " Missa, salva a los niños yo haré tiempo después los alcanzaré" Missa jadeó bajo "no, no me iré sin ti y los niños Philza" sus ojos llorosos lo miraron, Philza sonrió un poco y sin más se acercó corriendo al Ender King blandiendo su escudo y su espada haciendo que por fin se enfocará en él, Missa sin más corrío hasta los niños recitando un hechizo, lágrimas en sus ojos y de vez en cuando temblando cuándo sentía mucho peligro, rompió la prisión de sus hijos tomándolos en brazos ya que cayeron desmayados, volteó a ver a su compañero, haciendo un último esfuerzo el hombre cuervo voló hasta la altura la cabeza del Ender King asestando golpes fuertes, gritó"¡MISSA ¿QUE CARAJOS ESTÁS ESPERANDO SAL DE AQUÍ?!".
El otro hombre saltó en su lugar por el susto pero volteó hacia el caminó por dónde llegó corriendo y sin mirar atrás con los niños en brazos , corrió, corrió tanto que llegando al lugar dónde empezó todo sólo tropezó con sus propios pies protegiendo a sus niños cayó al suelo, por fin viendo el cielo azúl gritó , la lágrimas eran tantas que su máscara se sentía incómoda, quitándosela con una mano temblorosa después abrazo fuerte los niños que no habían despertado pero aún sentía su respiración, con las pocas fuerzas que le quedaban se levantó llevando los niños a casa, los días pasaron no se notaba ningún movimiento en la casa ni por el bosque los demás vecinos de la familia decían que se oían gritos, los niños decían que habían olores a pasteles y ricas bebidas. Por fin un día el hombre cuervo salió del bosque dirigiéndose a su casa dónde lo recibo su compañero y sus hijos por fin después de varios días todos podían estar tranquilos y por fin juntos felices esperando que nunca más vuelva a pasar ésto.
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escritor-novat0 · 7 months
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Es simplemente un acuerdo, un contrato espíritual sin nombre (por ahora), y dentro de este contrato yo se que solamente es de los dos, tuviste q ver cómo se rompieron 2 contratos y no pudiste aceptarlo.
Eres libre, libre de amar, libre de sentir y libre de elegir a la persona que quieras, al final solamente tu sabes quien es la o el individuo perfecto para tí.
No voy a quejarme, no voy a buscarte si algún día te vas, se que hay cosas que no puedo controlar, que no puedo ni siquiera saber, pero porque sigues mirando para atrás.
Dices amarte pero solamente amas a la parte que asesinó lo lindo que tenías, esas emociones fuertes y fulminantes, esa parte la críticas, la masacras, pero por mucho que lo hagas todavía existe.
Me dijiste que sin saber nada estaba sanando partes de tí, ¿en que momento dejaste de permitirme eso?, ¿en que momento dejaste de querer permitirte ser feliz?
Cometí errores a lo largo de toda mi vida, te decepcione, perdiste tu confianza en mi, por algo que ni siquiera te hice y mi único mal comportamiento es querer buscarte.
Me dices que me escuchas, que me entiendes, pero no tienes idea de lo ciega y sorda que eres.
Pero no te juzgó por nada de lo que dije antes, simplemente me da pena, me da lata, me genera una confusión que necesitaría años de estudio de la salud mental para recién poder responderme que es lo que sucede.
Me diste mi nombre en este lugar, escritor novato, claramente lo soy, no se escribir tan bonito como tu lo haces, pero si lo hago, lo hago para tí y para soltar cosas que tengo en la cabeza.
Me genera gracia que realmente eres como una tortuga, avanzas lento, te proteges en tu interior, pero tu muy bien sabes que pasaría si te quedas quieta para evitar un depredador, puede que no mueras asesinada, pero si vas a morir de hambre y sed.
Lo más triste cariño, es que te voy a ver morir desde afuera y no haré nada para impedirlo, solamente, pedirte que salgas y veas que soy tan como tuyo que mío.
Hablame si lees esto.
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danielac1world · 2 years
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Cariño estamos tan rotos,
cariño el mundo se derrumba a nuestros pies,
cariño el dolor se desborda,
cariño, ven y abrázame.
Cariño el mundo se parte,
¡el mundo se parte!,
y no estoy aquí,
y no estoy allí,
cariño, ¿ no ves que el calor es incesante
y que el frío vendrá en abril?,
cariño, el otoño va a matarme,
y no preguntarás lo que ya sabes.
Cariño,¿podrías desgarrar mis entrañas?, cariño,¿podrías succionar mis lágrimas?,
ven, amor, y nutre mi alma,
que hay hambre esta noche,
y habrá sed, la siguiente tarde.
Y cae el sol cariño, y caen de mi boca más dientes qué palabras,
más años que quietud,
más tristeza qué piedad,
más dolor que el ideal,
ven a mí cariño, cuando todavía me queden ojos con que verte,
y labios para sonreírte,
ven aquí que aún es claro,
para volver allá,
donde aún tengo recuerdos para no olvidarte.
-danielac1world ~Luz menor al atardecer ~
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Y si leo, si compro libros y los devoro, no es por un placer intelectual -yo no tengo placeres, sólo tengo hambre y sed -ni por un deseo de conocimientos sino por una astucia inconsciente que recién ahora descubro: coleccionar palabras, prenderlas en mí como si ellas fueran harapos y yo un clavo, dejarlas en mi inconsciente, como quien no quiere la cosa, y despertar, en la mañana espantosa, para encontrar a mi lado un poema ya hecho.
Alejandra Pizarnik
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Del cuaderno... (XII)
SOBRE EL VALOR Y LA FORTALEZA
Lidiar con la vida no solamente exige valor, sino también —y tal vez sobre todo— resistencia y fortaleza. Hay que tener fortaleza —más que valor— para pasar hambre por negarse a dar el brazo éticamente a torcer. Hay que tener fortaleza —más que valor— para soportar el dolor sin dejar de seguir operativo. Hay que tener fortaleza —más que valor— para hacerles frente a los estragos del tiempo y los embates (incesantes, inexorables, incansables) del mundo. Parece una perogrullada, pero no está en absoluto de más recordarlo: la vida es cuestión de biología. Y la biología es cuestión de resistencia. Y la resistencia, en gran medida (por no decir en toda), cuestión de genética.
[04/02/24]
DOS FRAGMENTOS DESTINADOS A LAS FLORES DEL MAL (DE SENDOS PREFACIOS NO PUBLICADOS EN VIDA DE SU AUTOR)
El poeta no pertenece a ningún partido. De otro modo, sería un simple mortal.
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Tengo mis nervios, mis vapores. Aspiro a un reposo absoluto, a una continua noche. Cantor de las locas voluptuosidades del vino y del opio, mi sed no es sino de un licor desconocido en la tierra y que ni siquiera podría ofrecerme la farmacopea celeste; de un licor que no contuviera ni la vitalidad, ni la muerte, ni la excitaci��n ni la nada. No saber nada, no enseñar nada, no querer nada, no sentir nada, dormir y dormir más todavía, tal es hoy el único voto que puedo formular. Voto infame y desagradable, mas sincero.
BAUDELAIRE Versión española de A. Martínez Sarrión
[07/02/24]
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INTELIGENCIA, SABIDURÍA
Los seres humanos somos inteligentes, pero no somos sabios. Tal vez, por lo tanto, lo que deberíamos desarrollar fuera la S. A. (sabiduría artificial), y no la I. A. (inteligencia artificial). Ya puestos a pergeñar barbaridades, como sin tregua y sin descanso parecemos empeñados en hacer, se me ocurre que la primera de esas opciones podría ser más productiva, e infinitamente menos peligrosa, que la segunda.
¿Es la sabiduría el producto de la experiencia? No necesariamente; hay viejos que no han aprendido nada, en términos sapienciales, y que en ese sentido son incluso bastante más torpes que cuando eran jóvenes (la juventud tiene su propia sabiduría, y también la infancia, cuyo asombroso «sentido común» nos deja tan a menudo pasmados).
La sabiduría se halla en último término en la propia vida; cuanto más nos alejamos de ella menos sabios somos. Los animales son de alguna manera «sabios» porque llevan la vida puesta. ¿Cuántos de nosotros llevamos realmente la vida puesta?
Todos nuestros males se derivan de nuestro constante afán de «mejorar» las cosas. La ciencia y la tecnología son el resultado de ese afán, y son la madre de todas nuestras desdichas.
Hoy he leído unas palabras mías de hace once años, en un antiguo correo electrónico, mientras repasaba mis muchos lustros de correspondencia (en esa tarea, entre tantas otras, me hallo desde hace semanas nuevamente enfrascado). La frase en cuestión, solemne y escueta, rezaba: «La vida es un juego en el que aprendemos a convertir lo fácil en difícil».
Cuando —como tengo dicho— debería ser simplemente algo que lleváramos puesto. Quizá mi frase debió decir: «Hacemos de la vida un juego…». En el hacer —y el deshacer— está el busilis.
[10/03/24]
OLORES SETENTEROS
Ayer tuve un día de olores setenteros: en el rellano del piso en el que vivo; en las escaleras; en diversos espacios por los que pasé en mis deambulaciones por la ciudad (cruzando el puente que va de Mauricio Legendre hacia la avenida del Llano Castellano y el pueblo de Fuencarral pude contemplar también, a mis pies, un ingente cementerio de bicicletas, apretadas una contra otra en infinitas hileras que ocupaban el vasto recinto amurallado de unas antiguas instalaciones, no sé si ferroviarias, que se extienden bajo el viaducto mencionado. ¡Las había a cientos! ¡Puede que a miles! Nunca había visto nada semejante. Eran todas iguales; de esas eléctricas que hace unos años empezaron a ser desplegadas, para uso y disfrute de los ciudadanos, a lo largo y ancho de Madrid. Parecían unidades retiradas de servicio. Y uno se pregunta qué irá a ocurrir con las incontables baterías que albergan sus chasis).
Pero hablaba de olores setenteros. Ayer mi día se impregnó de esos benditos efluvios, que raramente acuden ya a mi olfato. Los años setenta tenían un olor muy especial. Entre todos sus diversos aromas destacaba por ejemplo el de «tabaco fumado» en las estancias, que tenían además mucha moqueta, y pesados muebles voluminosos, forrados de escay (o a veces tapizados en cuero), y ventanas que podían abrirse.
Mi estudio suele oler así. Tal vez por eso me sienta tan cómodo aquí dentro. Con la ventana abierta esta tarde sobre el barrio, cuyo estilo arquitectónico es también clásicamente setentero. Está cantando el mirlo en la suave luz, y el resto del mundo guarda silencio para escucharlo.
Menos mal que existieron los setenta. Y que yo tuve la suerte de vivirlos. Y que de cuando en cuando regresan a mí, proustianamente, a través del mudo milagro del olfato. ¿Qué sería de un artista que fuera incapaz de oler? No cabe pensarlo.
[16/03/24]
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NULLA DIES
… Y hoy no he escrito. Pero estoy escribiendo ahora; quiero decir, en este momento. Ya no es hoy, es mañana; hace siete minutos dieron las doce de la noche, y el 20 de marzo se ha convertido en día 21.
Estoy leyendo una novela de un escritor norteamericano —que nació en Italia, y en Italia y en Europa pasó casi toda su vida— llamado F. Marion Crawford. Vivió entre el XIX y principios del XX, y falleció hacia los cincuenta y tres años, víctima de un mal pulmonar que me parece que fue consecuencia, muy retardada, de la exposición a ciertos gases nocivos durante una visita a una fábrica de vidrio, en los EUA, donde se estaba documentando para escribir un libro relacionado con la cristalería.
Este Crawford es recientísimo descubrimiento mío; de hace apenas un par de semanas, y me está gustando bastante. Es un escritor de los que en inglés llaman middlebrow; es decir, ni muy sesudo y serio ni tampoco abiertamente «popular», sino comercial con cierta pátina de intelectualidad. Hay que decir que estos escritores, cuando son buenos, son de lo más amenos y disfrutables, y uno de los mejores ejemplos de su clase es mi adorado Somerset Maugham (que suele ser incluido en la mencionada categoría, de lo que en español podríamos denominar tal vez «vuelo medio»).
No recuerdo ahora mismo el título de la novela de Crawford en la que estoy enfrascado, aunque me parece que es Dr. Claudius, y data del último cuarto del siglo XIX; fue su segunda obra publicada. Y a quien le extrañe que no recuerde yo exactamente cómo se titula el volumen, cuestión que en teoría podría resolverse con suma facilidad desviando simplemente la mirada hacia la cubierta del libro desde mi asiento, le diré que no estoy leyendo esta novela en edición impresa, sino en el kindle —mi lector electrónico—, dispositivo en el que compré las obras completas de Crawford en la misma fecha en que descubrí al autor (en el transcurso de una de mis nocturnas sesiones de contemplación de las musarañas). ¡Casi abochornan estas confesiones! Pero si quisiera comprobar en este momento el título que se me escapa, tendría que abrir el kindle y hacer digital marcha atrás desde la página virtual en que abandoné la lectura, cosa que no es que me llevara siglos, pero que interrumpiría el flujo gráfico de mi discurso, y el detalle —puedo asegurarlo, en este caso— no es de fundamental importancia.
El corpus de Crawford incluye por lo visto unos cuarenta y cuatro libros de narrativa de corto y largo aliento, multitud de artículos, y también volúmenes de ensayo (parece que uno de estos últimos dedicado precisamente al arte o género de la novela).
Dr. Claudius la empecé ayer mismo, tras terminar el primer título de Crawford (una interesante historia ambientada en la India de la época victoriana). Esta segunda obra cuya lectura acabo de emprender arranca en Heidelberg, y se centra en el personaje que le da nombre al relato: un «estudiante maduro» que lleva unos diez años residiendo en la mencionada población universitaria alemana, dedicado a tranquilas y austeras labores intelectuales, y que acaba de recibir una noticia supuestamente feliz, relacionada con una herencia, que parece que le va a cambiar —contra su voluntad— la vida. También nos enteramos de que ha caído bajo el sutil hechizo de una bella y distinguida dama de ojos negros y oscuros y hermosísimos cabellos, de la que podemos afirmar «sin temor a equivocarnos» que se convertirá pronto en crucial coprotagonista de la trama que nos ocupa.
Estoy disfrutando la lectura, con la que es probable que continúe dentro de un momento, cuando por fin me marche a la cama; aunque el día —que empezó a las cinco de la matina— ha sido larguísimo, y no creo que hoy tarde mucho en apagar la luz y entregarme al abrazo de Morfeo. Soñaré probablemente con elegantes escenas posrománticas de hace bastante más de un siglo, ambientadas en ese gran período dorado de la literatura y de la humanidad misma: la época llamada eduardiana en Inglaterra y Belle Époque en el continente europeo, a la que —a falta de una máquina del tiempo— me gusta regresar siempre que puedo en mis poéticos periplos y oníricos viajes (esas «vueltas alrededor de mi cuarto», que dijo alguien, que son mis travesías favoritas).
[20-21/03/24]
ROGER WOLFE
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revistapipazo · 6 months
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Semana Santita [Cap. 2]
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Después de aquella fatídica caída, donde me hice cagar el cráneo, tuve que pasar en esa linda posta por un pinchazo de Dipirona, su yodo en la herida, y era.
“Váyase nomás, no tiene nada. Oiga, y no tome más, mire que por eso los curaos con malas caídas incluso se mueren.” -Me dice alguien que no era médico, ni enfermera, ni nada similar. De seguro era el hueón que trapea los pisos.-
En realidad no tenía nada, sólo un tajo de medio centímetro que chorreaba sangre a borbotones y que ni puntos merecía. Lo peor era el estado etílico que agudizaba el escándalo del momento.
La Loreto estaba desesperada por arrancar de ese antro feo y pobre, y yo también. El olor era nauseabundo, y la gente que me rodeaba más que enfermos, parecían delincuentes mayores, así que cómodas no estábamos.
“Bueno, qué hacemos al final?” -Me pregunta la Lore, con claras ganas de que vayamos a Viña de todas maneras.-
“Todavía querís ir a Viña, hueona?”
“Sí poh! No quedamos en éso?”
“Ay, no sé, necesito dormir, me siento como la callampa, culiá.”
“PF! Dormís en el bus y allá vemos poh. No te pongai cuática!”
Como la insistencia de la Loreto era “vamos o vamos”, y no tenía ganas de atado alguno, le dije que bueno, así que salimos medias asustás a eso de las 15°° hrs. con ganas de NO encontrarnos con los pacos culiaos y tener que mamarnos sus pajas, cual delincuentes prófugas de la maravillosa justicia shilena.
Como no había moros en la costa, rápidamente tomamos un taxi y en 15 minutos estábamos nuevamente en el terminal de buses. A esas alturas todo mal momento ya se había olvidado, así que íbamos felices como perdices camino a 4 días maravillosos de relajo y juerga.
“Llegamos, buscamos dónde quedarnos, duermo unas 5 horas, y listo para organizar nuestra regia salida.” -Pensé yo, ilusamente.-
Para partir, no habían pasajes en ninguna cagá de línea, encontramos pasajes en el terminal Santiago en un bus hecho mierda, sólo hasta Valparaíso, con pasajes inflados en un 5003%, un auxiliar que vendía arriba huevos duros, pan amasado y NINGUNA puta hueá para tomar “Porque llevamos ‘bibias’, pero están calientes, shiquillas”; así que cagadas de sed y hambre, viajamos todo el puto camino conversando puras hueás, escuchando música, leyendo el diario y sin dormir ni medio segundo.
Llegamos como a las 18°° hrs al terminal de Valparaíso, y no nos la pudimos para ir a Viña. Decidimos quedarnos en Valparaíso, buscando dónde quedarnos, con algunos datos que nos dieron en el terminal. Todo copado, y lo desocupado era una mierda demasiado expensive.
Ya rendidas, fuimos a comer algo por ahí, cuando un tipo nos da un “dato” en el antro donde comíamos.
“Buscan alojamiento? Shiquillas, tengo un dato súper bueno, barato, limpiecito, con ‘telecable’, agüita caliente [?], comidita casera buena, lugar tranquilito, nadie las va a molestar ahí cabras, ah!”
“En serio? Cuánto es ‘barato’? -Preguntamos.-
“Aer, esperen, voy a llamar al tiro, para que se vayan directo”
El asunto, es que la ‘pensión’ está emplazada frente al terminal de buses. Ésta es una hueá fea, hedionda, húmeda, oscura, mal… pero cobraban 7 lucas por noche, en una pieza con dos camarotes de palo, una cerradura que constaba de un candado coreano, un tubo fluorescente por lámpara en el techo de 5 metros de altura, y la bendita televisión con cable. Ideal para mí, que lo único que quería era echarme como vaca y dormir alguna hueá.
“Iso, yo me voy a duchar para que salgamos, Wiiiiiiiii!” -Me dice la Loreto, cosa que a mí no me causó gracia alguna.-
“Lore, a ver? Qué hueá voh? No pensai dormir algo?”
“Ah, voh creís que vine a dormir?” -Tirándome claramente la caballería encima.-
“Hueona! No hemos dormido nada, y yo no tengo gana alguna de salir ahora! Además es Jueves Santo, tú creís que vamos a encontrar algo abierto para huevear?”
“Ah, no sé yo, pero de seguro que algo hay. Aprovecha de dormir un rato mientras me arreglo, pero de que salimos, salimos!”
Quedé con ataque al píloro, porque me vi obligada a salir con esta cabra culiá, así que me acomodé para dormir al menos un par de horas. PICO! En 40 minutos, la hueona reculiá conchetumare, maraca de la Lore me estaba despertando y echándome la foca porque no tenía ni la más mínima intención de levantarme.
Por la súper chucha, me tuve que levantar, duchar y acicalar para salir con esta perra culiá deseosa de que se lo pusieran en semana santa.
Taxi:
“Señor, dónde podemos ir a tomar y comer algo acá, hoy?” -Pregunta la Lore al chofer.-
“Pucha, difícil por la fecha, pero en la subida Ecuador, demás que encuentran algo abierto.”
“Llévenos, por favor.” -Fue la orden maldita de la Lore.-
Increíblemente, la cagá de subida estaba atestada de hueones, pero todo ese paraíso rasca de antros tóxicos estaba cerrado en un 90%. Sólo habían un par de hueás abiertas, cuál de todos más feos, entre ellos un bar metalero, “El Martillo” creo que se llamaba, -hueá que yo no pisaría ni por hueveo-,  cuando preguntamos a una pareja de lagis qué nos recomendaban:
“Chiquillas, el ‘Coyote Quemado’, obvio!”
Partimos a la hueá directo, que estaba en la punta del cerro, literalmente.
La cagá estaba casi llena, nos atiende una mina, nos pasa la carta y OH, SORPRESA! La hueá era ultra barata! Copetes a $500, $1.000, $1.500, así como mucho muy caro. La Loreto estaba vuelta loca, queriendo tomarse toda el bar, pidió cuánta hueá se le ocurrió:
“Tráeme para partir unos golpeaditos, un Margarita, unas tablas, y blá. Qué querís tú, Iso?”
“Un té.” -Fue mi en extremo lacónica respuesta.-
“QUÉ!?!?!?!?!?! HUEONA, CÓMO CHUCHA VAI A QUERER UN TÉ!”
“Quiero un té, ojalá con leche. Tengo frío, tercianas, me cago de sueño y no estoy ni ahí con tomar copete. Yo quiero un té. Tienen supongo?” -Le digo a la mina, mirándola con cara de asco.-
“Eeeeh, no. Acá no vendemos té, esto es un PUB.”
“Entonces no quiero ninguna hueá. Punto.” -Protestando sutilmente ante mi no pescada negativa a salir.-
“A ver, déjeme preguntar si le pueden preparar un té.” -Con una evidente cara de entre plop y asco.-
La Loreto me quería matar, odiaba mi resistencia a lanzarme, y quería cortarme las tetas. Pero a mí, realmente me importaba un soberano coco de leproso. Yo quería dormir.
En fin, después de pasar toda una ETERNA noche tomando tecito, que mi mal estado físico me llevara a buitrear 1503 veces, que me quedara dormida como 5 veces en la mesa, que la Loreto se tomara todo el bar, que nos echaran con grúa de la hueá;  AL FIN nos fuimos tipo 5 am.
Al salir y querer puro morirme, había un grupo de hueones metaleros afuera del “Martillo”, que al vernos pasar nos gritan dicen:
“Oye minas! Vamoh a un after!”
Yo casi lloro, porque sabía que la Lore se prendería con la hermosa “invitación”, hasta que quedó la cagá.
“VAMOS!” -Me dice la Lore.-
“No hueona, yo me voy. Si querís, anda tú, pero yo no puedo más… en serio.”
“Puta la hueá, no sé pa’ qué chucha vine contigo, nunca podís carretear más de dos días seguidos! Sabís qué más? Ándate a la mierda, mañana voy a llamar a la Sú y la voy a invitar. Ella sí que jamás se negaría a carretear y lanzarse como corresponde. ÁNDATE HUEONA, ÁNDATE NOMÁS! ARGH!”
La Loreto se fue con los metaleros, yo me subí a un auto, y arriba del taxi logré captar que al llamar a la Sú, se vendría el infierno.
(Continuará…)
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magdalunatica · 4 months
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5-7
Y
7-9
Dormí, riquísimo pero no tengo hambre y si mucha sed
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