Tumgik
#grasiento
sudaca-swag · 7 months
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haciendome el pre shampoo a ver que onda
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flan-tasma · 6 months
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Hello :3 can I request a Lyney x female reader who is a mechanic, and Lyney flirts with her while shes working in hopes to make her flustered, but she ends up flirting back and makes him flustered instead, which leads to Lyney finding out he likes being topped by a girl in bed so, a sub lyney x dom female reader :3 Thank you!
💖~ I had a lot of fun with this, I won't deny it. I have never felt like this in my life heeeelp
Warning: Smut, Fem!Reader | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
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Spanish:
Una sonrisa se dibujó en su rostro al escuchar el tintineo de la campana que dió el aviso de su llegada. El ruido del reloj constante entraba por uno de sus oídos y le salía por el otro mientras pasaba a través de los estantes de la tienda repleta de artefactos y cachivaches que, para el ojo de los desconocidos e incultos en tu tipo de arte, pensarían que era producto de un huracán que tiró todos los tubos y los engranajes alrededor de los estantes desorganizados.
Lyney había escuchado tu voz dándole la bienvenida a tu tienda, una frase que repetías casi de manera mecánica cuando la alerta en forma de campana sonaba. Tu entera concentración no estaba en el mago, cosa que lo molestó en algún lugar de su profundo corazón, sino que tu mirada estaba más interesada en el intercambio de los engranajes de lo que parecía un reloj en su más puro estado de metal y agujas desnudas sobre tu mesa empolvada, brochas, llaves y destornilladores te rodeaban como si solo hubieran sido tiradas sobre la mesa para esperar su turno de ser usadas por tus manos que jugaban con las partes del reloj, descubriendo poco a poco el rompecabezas que habías armado y cuyas piezas fallaban de alguna manera para caer en tus manos.
“Parece que ni siquiera tienes tiempo para saludarme correctamente, cher.” El mago, tan dramático como solía ser, se puso una mano en su corazón dolido por tu frialdad. Tus dedos se detuvieron al escuchar su voz, la sombra de una sonrisa en tus labios se formó mientras te quitabas los anteojos y los dejabas sobre la mesa.
La parte de atrás de la tienda es donde solías trabajar, era tu taller, no sé suponía que alguien entrara a tu rincón privado, pero Lyney siempre tuvo este pase de entrada, incluso si nunca se lo dijiste, él sabía que podía pasearse por dónde le diera la gana en tu tienda y tu taller. Ese era su privilegio. Solo suyo.
“Pensé que tenías una práctica para tu show de mañana.” Lyney no soportó un minuto más para tomar tu mano y quitarte tus guantes grasientos antes de entrelazar sus dedos con los tuyos y levantarte para fundirse a sí mismo en tu abrazo. Un sonido de satisfacción, como dejar salir sus preocupaciones desde sus pulmones, te calentó el pecho junto a su otra mano sobre tu cintura.
“Tengo un problema muy urgente y solo tú puedes ayudarme.” El mago sonrió, la misma sonrisa de un zorro astuto a punto de robar algo, la sonrisa que te hizo imitarlo con diversión. “Siento mis extremidades entumecidas cuando trató de subir al escenario, cher. Necesito que engrases mis articulaciones para que pueda volver a mi puesto como el gran mago que Fontaine conoce.”
El chico parecía obsesionado con soltar las peores frases para ligar referente a la mecánica, te habías enterado por Freminet que incluso llegó a pedirle explicaciones a él para planear sus avances al inicio de su cortejo, y parecía que no tenía planes de terminar con sus movimientos. Te sorprendió que no se le cruzara por la cabeza la idea de usar alambres y tuercas como serpentina un día de estos. Aunque no niegas que tal vez sí lo hizo y lo descartó para no hacerte daño.
La sonrisa victoriosa y orgullosa del mago te calentó el corazón, no importaba si querías meterle un trapo en la boca para que se calle mientras seguía soltando una gran cantidad de basura romántica mientras te hacía bailar con él en el pequeño taller. Su corazón bombeaba como el fuego de una maquinaria a vapor, estaba seguro de que necesitaría que le ayudes a transformar ese anticuado mecanismo en uno totalmente nuevo y moderno, así podría amarte mejor también. Tal vez podrías hacer algo como una fuente y jugar con la energía hidráulica para que sus circuitos te den pequeñas descargas eléctricas a distancia cuando pensara en ti.
Sus intentos de ponerte ese precioso color colorado en tus mejillas fue humilde, podrías clasificarlo en uno de los mejores solo porque su voz es preciosa mientras cerca de tus labios y acariciaba tu mejilla con la esperanza de que su magia haga aparecer tu sonrojo. Lyney era un buen hombre y merecía que lo reconocieran.
“Si es así, creo que debo abrirte y revisar qué está mal contigo.” Tu juego pudo haberse quedado en eso solamente, pero no te echarías para atrás, mucho menos cuando el propio Lyney casi se atraganta cuando le quitaste su capa y lo tomaste por los hombros para besarlo. Dio un grito interno junto a un reseteo de su propio cerebro mientras te sujetaba por la cadera y trataba de seguir tu ritmo, pero ya lo habías sentado en tu mesa de trabajo y los botones de su camisa se estaban desabotonando. Su sombrero y su camisa blanca quedaron en tu mesa, el lugar más limpio del taller en el que trabajaban normalmente arreglando guardias robots, ahora estabas aplastando el miembro de Lyney en tu mano mientras lo obligabas a no apartar la mirada.
Sus ojos casi se nublaron cuando tu mano lo agarró por el mentón y le abriste la boca con tus dedos, provocando que un nuevo jadeo se escuche dentro del pequeño taller.
“Tu caja de voz parece que funciona bien, por desgracia. Pero esperemos que una sobrecarga te arregle lo que tienes en la cabeza, amor.” Tu dedo pulgar acarició la punta del falo de Lyney, tus demás dedos parecían recordar las diferentes venas que eran parte de su carne, tu mano empezó a moverse más rápido gracias al líquido preseminal que brotaba desde la punta. “Parece que está parte de ti funciona excelentemente. Felicidades, parece que no estás lo suficientemente dañado como para tener que hacerte un análisis completo.”
Las manos de Lyney se aferraron a la mesa, tratando de arañar la madera debajo de sus dedos mientras sus piernas simplemente caían frente a él, sentía que su cuerpo caliente era arrasado por el espacio pequeño en el que estaba siendo jodido, pero poco le pudo haber importado en dónde iba a soltar su semen para cuando tus labios ya estaban dejando marcas en su cuello expuesto. Sus pezones eran muy sensibles, tanto que solo bastó que los lamiera para que manchara patéticamente tu ropa con su eyaculación.
“Ahí debería estar mejor.” Tu tono lo martirizó cuando tu mano no se detuvo, lo llevaste a través de su orgasmo hasta que prácticamente jadeó como una pasiva contra tu aliento. “Parece que aún no estás totalmente bien. Creo que necesitaré ser un poco más paciente contigo, ¿verdad?”
No pudo evitar gemir un patético “sí” contra tus labios, aceptando cualquier cosa que planearas hacerle en ese momento.
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English:
A smile appeared on his face as he heard the tinkling of the bell that announced his arrival. The constant noise of the clock entered one of his ears and left the other as he passed through the shelves of the store full of artifacts and bric-a-brac that, to the eye of the unknown and uneducated in your type of art, would think that It was the product of a hurricane that knocked all the tubes and gears around on the shelves in disarray.
Lyney had heard your voice welcoming him to your store, a phrase you repeated almost mechanically when the bell-shaped alert rang. Your entire concentration was not on the magician, which bothered him somewhere deep in his heart, but your gaze was more interested in the exchange of the gears of what looked like a clock in its purest state of metal and bare hands. On your dusty table, brushes, keys and screwdrivers surrounded you as if they had only been thrown on the table to wait their turn to be used by your hands that played with the parts of the clock, discovering little by little the puzzle that you had put together and whose pieces failed somehow to fall into your hands.
“Looks like you don't even have time to greet me properly, cher.” The magician, as dramatic as he usually was, placed a hand on his heart, hurt by your coldness. Your fingers stopped when you heard his voice, the shadow of a smile forming on your lips as you took off your glasses and left them on the table.
The back of the store is where you used to work, it was your workshop, I don't know that someone was supposed to come into your private corner, but Lyney always had this entrance pass, even if you never told him, he knew he could wander around where would like in your store and your workshop. That was his privilege. Only his.
“I thought you had practice for your show tomorrow.” Lyney couldn't stand another minute to take your hand and remove your greasy gloves before intertwining his fingers with yours and lifting you up to melt himself into your embrace. A sound of satisfaction, like letting his worries out of his lungs, warmed your chest along with his other hand on your waist.
“I have a very urgent problem and only you can help me.” The wizard smiled, the same smile of a cunning fox about to steal something, the smile that made you imitate him with amusement. “My limbs feel numb when he tried to go on stage, cher. I need you to grease my joints so he can return to my position as the great magician Fontaine knows.”
The man seemed obsessed with saying the worst pickup lines regarding mechanics, you had found out from Freminet that he even asked him for explanations to plan his advances at the beginning of their courtship, and it seemed that he had no plans to end his movements. He surprised you that the idea of using wires and nuts as a streamer didn't cross his mind one of these days. Although you don't deny that maybe he did do it and he ruled it out so as not to hurt you.
The magician's victorious and proud smile warmed your heart, it didn't matter if you wanted to shove a rag in his mouth to shut him up as he continued spouting a lot of romantic garbage while making you dance with him in the small workshop. His heart was pumping like the fire of a steam engine, he was sure that he would need you to help him transform that antiquated mechanism into a totally new and modern one, so he could love you better too. Maybe you could make something like a fountain and play with water power so that his circuits would give you little electric shocks from a distance when he thought of you.
His attempts to put that beautiful blush on your cheeks was humbling, you could classify him as one of the best just because his voice is beautiful as he nears your lips and caresses your cheek in the hope that his magic will bring out your blush. Lyney was a good man, and he deserved to be recognized.
“If so, I think I should open you up and check what's wrong with you.” Your game could have stopped at just that, but you wouldn't back down, much less when Lyney himself almost choked when you took his cloak off of him and took him by the shoulders to kiss him. He gave an internal scream along with a reset of his own brain as he held you by the hip and tried to keep up with your pace, but you had already sat him down at your work table and the buttons on his shirt were unbuttoning. His hat and his white shirt were left on your table, the cleanest place in the workshop where they normally worked fixing robot guards, now you were crushing Lyney's cock in your hand while forcing him not to look away.
His eyes almost blurred when your hand grabbed him by the chin and you opened his mouth with your fingers, causing a new gasp to be heard inside the small workshop.
“Your voice box seems to be working fine, unfortunately. But let's hope an overload fixes what's in your head, love.” Your thumb caressed the tip of Lyney's cock, your other fingers seemed to remember the different veins that were part of his flesh, your hand began to move faster thanks to the precum oozing from the tip. “It seems like this part of you is working excellently. Congratulations, it looks like you are not damaged enough to need a full analysis.”
Lyney's hands gripped the table, trying to claw at the wood beneath his fingers as his legs simply fell in front of him, he felt his hot body being ravaged by the small space he was being fucked up, but little could he do having cared where he was going to release his cum by the time your lips were already leaving marks on his exposed neck. His nipples were very sensitive, so much so that it was enough for him to lick them for him to pathetically stain your clothes with his ejaculate.
“It should be better there.” Your tone tormented him when your hand didn't stop, you carried him through his orgasm until he was practically panting passively against your breath. “It seems like you're not totally fine yet. I think I’ll need to be a little more patient with you, right?”
He couldn’t help but moan a pathetic “yes” against your lips, accepting whatever you planned to do to him at that moment.
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lilyansblog · 7 months
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Mamá me invitó a comer por todo el tiempo que no habíamos pasado juntas hubiera sido lindo un helado chico o algún bocado pero no me llevo a un puesto de hamburguesas y cuando quise pedir una normal me dijo que no me conteniera que ella invitaba y bla bla ahí es cuando cometí un error que debo tomar en cuenta decirle que " no tengo hambre ", su mirada cambio como si le hubiera mencionado el apocalipsis solo me dijo que me dejara de tonterías y ella pidió la orden.
Odio lo malditamente inflamada que me siento, todo esa grasa de la hamburguesa me quiero hacer vomitar tome te sin azúcar con la esperanza de hacerme sentir mejor pero solo siento el estómago lleno y muy grasiento.
Temo pesarme mañana y ven que en ves de haber bajando subí lo que había perdido... Me siento idiota y gorda.
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bluesest · 2 months
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Una Anecdota de Seguidores #1 "Pedo Peligroso" Spanish Version
Esta sección pasará a formar parte del Blog si tiene soporte, como su título lo dice, son TUS anécdotas, puedes escribirme si quieres contarme algo y lo publicaré aquí.
John era un trabajador de tierra que atendía trabajos como cavar y cortar césped en su área local, era un tipo alto y musculoso de unos 20 años.
John trabajaba con un grupo de muchachos y a última hora de la mañana todos estaban listos para tomar un descanso, y se adentraron en la ciudad en busca de algo de comida. John había estado dejando que los pedos húmedos y ruidosos se rasgaran toda la mañana, las cervezas y el kebab grasiento que había comido la noche anterior estaban empezando a abrirse camino. A estas alturas ya estaban en la cola de la pastelería local, como de costumbre estaba ocupada y John sintió que uno de sus pedos aumentaba la presión. No le importaba que la tienda estuviera ocupada, sabía que las risas que recibiría de los chicos valdrían la pena.
John se preparó para soltar y empujó su pedo, segundos después una mierda caliente y ardiente explotó del culo de John llenando sus calzoncillos en una fracción de segundo.
El ruido de los obreros parloteando hizo que Johns Shart pasara desapercibido, pero sabía que tenía que actuar rápido. Pensando en sus pies, John dijo: AHH, lo siento, muchachos, solo tengo que ir a casa por algo que olvidé. John salió de la tienda y comenzó a caminar rápidamente por la calle a casa, afortunadamente solo vivía a unas pocas calles de distancia, pero mientras caminaba podía sentir que la mierda comenzaba a filtrarse de sus calzoncillos y correr por sus piernas. Mientras llegaba a su edificio de apartamentos, subió corriendo las escaleras, con la mierda empapada en sus calcetines. 
Atravesó la puerta de su apartamento y se arrastró hasta el baño, se quitó las botas de una patada, se desabrochó los pantalones y se los quitó, mientras se agachaba para quitarse los pantalones y dejarlos caer en la esquina con los calcetines, otro calambre lo golpeó, estaba a solo unos pasos de su baño, pero estaba demasiado lejos, perdió todo el control y otra ola de mierda caliente llenó sus bóxers, gimió mientras se levantaba y miraba hacia el espejo, sus Calvin blancos que solo había usado dos veces, totalmente destruidos. En este punto, John logró subir al inodoro, explotando de nuevo mientras tiraba sus bóxers al suelo. 
Después de otros 5 minutos, finalmente pudo ponerse de pie. Volvió a mirar el espejo, ahora desnudo, estaba completamente cubierto de cintura para abajo, saltó directamente a la ducha y pasó la siguiente hora limpiando.
John volvió al trabajo y tuvo que explicarle al jefe dónde había estado durante la última hora y media.
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generouskittentragedy · 5 months
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Si me pongo un poco más linda
¿Puedo ser tu chica?
Esta es una frase que aparece en una canción de Lana del Rey ( la verdad no recuerdo en cual) pero resuena una y otra vez en mi cabeza
Si me pongo un poco más linda ¿podré ser su chica?
El otro día vi el perfil de su ex novia, esa rubia que no sé si sea más o menos bonita que yo, pero que se terminó robando su corazón al menos por un tiempo.
Yo no lo he logrado
En estos 4 años que tengo de conocerlo a lo máximo que he llegado es que quiera salir conmigo y tener sexo pero, aún así apaga la luz y a mis pensamientos viene la idea de que tal vez se está imaginando que está con esa maldita.
Todo por puta gorda
No saben cuando odio que no quiera que nadie sepa que tengo algo con él, todo porque le doy vergüenza y asco.
Si tan sólo fuera más blanca y rubia como ella...
¿A quien voy a engañar?
Hay cosas que no se pueden cambiar
Tal vez fea siempre voy a ser
Pero me rehuso a ser fea y además gorda
Tengo que bajar si o si de peso y si tengo un cuerpo envidiable de aquí a su regreso tal vez el por fin se atreva a sentir algo más por mi
Necesito esa cintura marcada
Clavículas y mandíbulas bien definidas
Necesito que él me ame
Que me vea como la mujer más preciosa que se ha cruzado en su vida
Necesito ser su princesa
Pero mientras esté atrapada en este cuerpo grasiento, lleno de rollos y vomitivo, todo se reduce a una fantasía que estoy dispuesta a hacer realidad cueste lo que cueste.
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paandreablack · 1 year
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¡Traducción finalizada «El aroma de los lobos»! ¡Ya puedes leerla en maratón!
Ella posó sus marrones ojos en él. Una arruga se formó entre sus cejas cuando su mirada se desvió a su grasiento cabello, su desaliñada barba y sus pies descalzos. Él se apretó el conjunto de túnicas prestadas a su alrededor. Ya no había nada que la atrajera. No había ningún vínculo entre ellos que la mantuviera cerca. Sus ojos escrutadores probablemente buscaron cualquier atracción que hubiera estado allí en primer lugar.
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cerditocerdito · 1 year
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pensar que van a tener que romper una pared para sacar mi obeso culo grasiento de la cama me incentiva a tragar mas y acelerar el proceso 🩷 es inevitable, la comida me va a volver una ballena que precisa ser levantada con una grúa. nací para ser un obeso morbido desagradable e inservible.
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mrcatwriter · 2 years
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Gato marica. Demacrado. Ojos azules regados con lágrimas negras secas. Una pata. Dos patas. Tres patas. Cuatro patas. Una a una escurriéndose en las esquinas. Putas. Jíbaros. Humos. Colores desgastados, anaranjados reflejados en charcos de orines. Una calle rota. Una vida mísera.
Miradas van, miradas vienen. Sobrepasan los bordes de mis pelos sin notar mi presencia. Un fantasma. Soy la sombra que no crea oscuridad en la acera, soy la vivida forma de la nada. Burdeles, bares, cantinas. Los mismos lugares con diferente etiqueta. No quería inmiscuirme de nuevo en la mierda, esa marrón oscura deslizándose del culo grasiento de cualquier gordo taxista. Quería más. Colores distintos.
Cansado de anaranjados de vómito, de marrones de mierda, de grises de humos, me dirigí a un motel. El sitio de los gemidos, de los fetiches extraños, de la vida color diarrea. Esa marrón clara, con melenas. La medio roja, la sangrienta. Peleas. Gemidos. Mucho sexo, mucho semen. La ciudad eternamente nocturna en sus costumbres.
Una llamada. Dos gritos. Cállese puta. Por favor, déjeme ir. Un silencio entremedio del bullicio. Sexo de fondo. Lágrimas cesando. Voces que se apagan. Bolsas que suenan. Cuchillos que cortan. Piel. Sangre. Huesos. Un brazo por aquí. Una pierna por allá. Una cabeza. Un príncipe azul. Un rubio con ojos azules. El marica sueño de las putas. Dinero. Fama. Estatus. Todo es apariencias hasta que terminan en una bolsa, o en un maletín o en una maleta.
Uno, dos, tres. Empieza la lluvia. Los rojos se apagan. Un maletero se cierra. Un carro se escapa. Una cama de motel tendida. Cámaras que no ven. Humanos que no entienden.
Dinero. Placer. Apariencias. Deseos. Vida. Muerte. Hombres fieles. Sin valor, con dinero. Mujeres infieles. Valiosas, sin dinero. Muchas ganas de viajar, de vivir, de soñar, de dejar de ser pobre, de escaparse de la realidad de las calles. Esas rotas, sin nombres. Sólo aceras anaranjadas de orines y moteles con olor a sangre.
Una pata. Dos patas. Tres patas. Cuatro patas. Soy sólo un fantasma. La sombra que no crea oscuridad en la acera, soy la vivida forma de la nada.
Mr. Cat
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neuroconflictos · 2 years
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Gato marica. Demacrado. Ojos azules regados con lágrimas negras secas. Una pata. Dos patas. Tres patas. Cuatro patas. Una a una escurriéndose en las esquinas. Putas. Jíbaros. Humos. Colores desgastados, anaranjados reflejados en charcos de orines. Una calle rota. Una vida mísera.
Miradas van, miradas vienen. Sobrepasan los bordes de mis pelos sin notar mi presencia. Un fantasma. Soy la sombra que no crea oscuridad en la acera, soy la vivida forma de la nada. Burdeles, bares, cantinas. Los mismos lugares con diferente etiqueta. No quería inmiscuirme de nuevo en la mierda, esa marrón oscura deslizándose del culo grasiento de cualquier gordo taxista. Quería más. Colores distintos.
Cansado de anaranjados de vómito, de marrones de mierda, de grises de humos, me dirigí a un motel. El sitio de los gemidos, de los fetiches extraños, de la vida color diarrea. Esa marrón clara, con melenas. La medio roja, la sangrienta. Peleas. Gemidos. Mucho sexo, mucho semen. La ciudad eternamente nocturna en sus costumbres.
Una llamada. Dos gritos. Cállese puta. Por favor, déjeme ir. Un silencio entremedio del bullicio. Sexo de fondo. Lágrimas cesando. Voces que se apagan. Bolsas que suenan. Cuchillos que cortan. Piel. Sangre. Huesos. Un brazo por aquí. Una pierna por allá. Una maleta. Un príncipe azul. Un rubio con ojos azules. El marica sueño de las putas. Dinero. Fama. Estatus. Todo es apariencias hasta que terminan en una bolsa, o en un maletín o en una maleta.
Uno, dos, tres. Empieza la lluvia. Los rojos se apagan. Un maletero se cierra. Un carro se escapa. Una cama de motel tendida. Cámaras que no ven. Humanos que no entienden.
Dinero. Placer. Apariencias. Deseos. Vida. Muerte. Hombres fieles. Sin valor, con dinero. Mujeres infieles. Valiosas, sin dinero. Muchas ganas de viajar, de vivir, de soñar, de dejar de ser pobre, de escaparse de la realidad de las calles. Esas rotas, sin nombres. Sólo aceras anaranjadas de orines y moteles con olor a sangre.
Una pata. Dos patas. Tres patas. Cuatro patas. Soy sólo un fantasma. La sombra que no crea oscuridad en la acera, soy la vivida forma de la nada.
Mr. Cat
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herederosdelkaos · 1 year
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Nacer así, en esto, mientras la tiza dibuja una sonrisa. Mientras la señora muerte se ríe. Mientras los horizontes políticos se disuelven, mientras los peces grasientos escupen a sus víctimas grasientas. Nacimos así, en esto. En hospitales tan caros que es más barato morir. Con abogados que cobran tanto que es más barato declararse culpable.
En un país con las cárceles llenas y los manicomios cerrados. En un lugar donde las masas hacen de los idiotas ricos héroes. Nacer en esto, andando y viviendo a pesar de esto. Muriendo por esto, castrados, corrompidos, desheredados por esto. Los dedos acusan a la botella, a la píldora, a la coca. Hemos nacido en la mortífera tristeza.
Habrá asesinatos indiscriminados y sin castigo por las calles. Habrá armas y masas errantes, la tierra dejara de ser fértil. La comida será un recurso escaso. El poder nuclear será contratado por todos.
Las explosiones sacudirán continuamente la tierra. Hombres radioactivos comerán carne radiactiva de hombres radioactivos. El viento negro traerá el olor de los cuerpos podridos de hombres y animales… Y reinara el silencio más bello que nunca se haya oído. Nacer de esto… por allí se oculta el sol, esperando el siguiente capitulo.
CHARLES BUKOWSKI..
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colaherrerar · 1 year
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Mi cara de hoy pero ya con la cara de culo que tenía brillante ya era algo que me estaba pisando la jeta yo misma de la jeta que tenía hace unas horas que barría
No me jodaaaaaaaaaaaaaaaaaaas
No me jodaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas no me SA QUES de la CA SI LLAS porque YO no te quiero NI ver
💥
otra vez con esas CA GA DAS en tu pantalla maratón patetismo en patriótico bolas grasosas en negro grasa de mierda que sos
Vos SÍ QUE SOS UN NEGRO GRASA DE LA VILLA
Cuantas veces pero CUAAAANTAS VECES se lo e dicho y se lo e repetido
Y todo lo que le digo se lo pasa por el culo
Se pasa todo lo que yo le digo bien por las bolas
Se refriega las bolas CON MIS PALABRAS
Ya no
Listo
Tómatela
Tómatela que te parto una botella de vidrio por la cabeza con la parrilla de adorno como fondo
Es te juro no entiende
No entiende
NO entiende
No entiende
A entender a otro lado con tus historias porque YO no voy a ver MÁS esas CA GA DAS grasosas que subís patrióticas de travesti patriótico grasiento para NO tener NI registrado en QUE CARAJO ME IMPORTA A MÍ LAS COSAS QUE SUBIS O QUE CARAJO HACES
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pqto98 · 1 month
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Al inicio no me creías, pensaré que era solo un sueño loco pero cuando pásate de 50 a 100 kilos viste que iba muy en serio, cada relleno y cada palabra de aliento te hicieron mi cerdo personal .
Cada vez más grande y grasiento,puedes comer 3 veces más que antes y nada de tu ropa te queda, ahora tienes tetas y un culo enorme mi cerdito y quiero que crezcas más solo por y para mí, cada bocado te trajo hasta aquí,y ahora no podrás escapar, subirás otros 100 kilos hasta que ya no puedas usar nada de ropa y estés acostado comiendo y comiendo hasta reventar
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attaloshux · 4 months
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Las caídas en altura representan una de las principales amenazas en el entorno laboral, siendo crucial identificar y evaluar las áreas de riesgo para implementar medidas preventivas efectivas y proteger a los trabajadores. Cualquier lugar donde exista la posibilidad de caer desde más de 1.8 metros se considera un área de riesgo.
¿Cómo identificar las áreas de riesgo de caídas? Realiza una inspección visual del lugar de trabajo. Busca superficies elevadas, como escaleras, plataformas, techos y andamios. Observa si hay condiciones que podrían provocar resbalones o tropiezos, como pisos mojados, grasientos o con desniveles. Analiza las tareas que se realizan en altura y los equipos utilizados. Habla con los trabajadores para obtener información sobre posibles riesgos que hayan observado.
Ejemplos de áreas de riesgo Construcción: Andamios, techos, plataformas elevadas. Industria manufacturera: Plataformas de trabajo, escaleras, pasarelas, tanques elevados. Mantenimiento: Reparación de techos, limpieza de ventanas en edificios altos. Almacenamiento: Estanterías altas, sistemas de rieles elevados. Energía y servicios públicos: Torres de electricidad, postes de luz, plataformas de perforación.
Medidas preventivas Para prevenir caídas en altura, es importante proporcionar equipos de protección personal adecuados, instalar barandillas y redes de seguridad, señalizar claramente las zonas de riesgo, ofrecer capacitación regular sobre seguridad en trabajos en altura y realizar inspecciones y auditorías periódicas.
A través de la identificación y evaluación adecuada de áreas de riesgo, y la implementación de un plan de prevención sólido, se puede crear un entorno laboral más seguro para todos.
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rockinnews · 4 months
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SCOTT H. BIRAM, vuelve el predicador del country blues salvaje de gira a España
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SCOTT H. BIRAM. El autoproclamado "dirty old one man band" regresa a nuestros escenarios con su blues grasiento y su country descarnado presentando un nuevo álbum de raíces, 'The One and Only Scott H. Biram', donde abraza desde la distorsión enmarañada a la desnudez folk.
5 DE JUNIO. LOCO CLUB, VALENCIA 6 DE JUNIO. CLAMORES, MADRID 7 DE JUNIO. ROCK & BLUES, ZARAGOZA 8 DE JUNIO. HELLDORADO, VITORIA (MEDIO DÍA) 8 DE JUNIO. FACTORÍA, AVILÉS (NOCHE)
Scott H. Biram creció en San Marcos, Texas, a las afueras de Austin, tocando en bandas de punk, metal y bluegrass, hasta que su padre le descubrió a Leadbelly y a Doc Watson. “Si mezclas a Muddy Waters, Bill Monroe, Jerry Reed y Black Flag te harás una idea de mi sonido. Es punk, blues, country, metal, bluegrass y es sucio”.  Poco despúés de publicar su tercer álbum ‘Lo-Fi Mojo’ en 2003, un accidente de carretera casi le cuesta la vida a los 28 años al ser arrollado por un camión. Postrado en la cama, grabó su ‘Rehabilitation Blues EP’, predecesor de su debut para Bloodshot Records en 2005, ‘The Dirty Old One Man Band’, que le daría su sobrenombre artístico. “Siempre estoy tratando de volver al sonido sucio y lo-fi  de mis primeros discos. Tengo un compromiso con el blues, el folk y el country, pero siempre acabo metiendo en el saco mis influencias del metal y el hard rock”. Todo ese conglomerado vuelve a estar presente en las nueve canciones y dos versiones tradicionales de ‘The One & Only Scott H. Biram’, su décimo tercer álbum, cuyo primer single es precisamente su recreación del “Easy Rider” de Leadbelly.  Canciones que hablan de la mortalidad, el romance, la religion y el alcoholismo lanzadas con el espíritu arcaico de las raíces, sonido de blues y twang aceitoso respaldado por el golpear rítmico de su pie, y el respaldo de un muro de sonido de cables enmarañados y ruido amplificado, acoples y efectos. 
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el-mar-de-la-grieta · 7 months
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Jeffrey
(...continúa)
El tiempo se ralentiza hasta casi detenerse. Siente el peso de su coraza. Nota las correas de su enorme escudo pavés apretadas contra su brazo izquierdo. Oye la respiración de Kara a su lado, suena tan firme como la suya propia. La enana es una combatiente más que competente, como todos los burmkhar que Jeffrey ha conocido. Se alegra de contar con ella para esto. Le dedica una rápida mirada, tiene su maza en la mano, cogida cerca de la cabeza y los dientes apretados, está preparada. Asiente hacia él y él le devuelve el asentimiento mientras suelta la correa que sujeta su martillo de guerra y lo empuña balanceándolo levemente. Siente su peso en la mano. Reconfortante.
Sura Mtomba se yergue en el centro del Puente de los Meleros. Mirarla desde abajo acrecienta aún más su altura. Una cincelada estatua de ébano de más de dos varas de altura. Desafía al propio invierno vestida con un peto de cuero que deja al aire sus brazos tan musculosos como los de un herrero. Su pelo recogido sobre la cabeza deja perfectamente visible su cara. Está sonriendo, es una sonrisa salvaje, una provocación, una llamada al combate. Todo en ella es salvaje. Grita algo en kiswali hacia ellos y golpea el suelo con el asta de su larga arma, una especie de guja que Jeff no ha visto antes.
Kara y Jeff se miran entre sí, ninguno la ha entendido.
-¿¡Dónde está Ezoitz!? -grita Jeff.
Ese es el motivo de todo esto, ¿no?. Jeff se sacude los hombros para relajarlos ante el inminente combate. Sura Mtomba, uno de los lugartenientes del sedente Chielde. Cuando Kara y Zahir habían alcanzado a Jeffrey por la mañana en la plaza de Tejedores era el primer nombre que habían dicho. “Sura Mtomba ha secuestrado a Ezoitz.” Para el imperial eso significaba una cosa: es la excusa que buscaban para dejar las pesadas intrigas que tanto parecen fomentar sus compañeros y pasar a una acción más directa y violenta contra la gente de Derri Chielde. Poco después, cuando todos se habían reunido en El León Agazapado y habían empezado a farfullar en mil lenguas diferentes sobre qué hacer o cómo enfocar el problema, Isto había deslizado una bolsa de monedas sobre la mesa, una abultada, para “pagar lo que haya que pagar y sobornar a quien haya que sobornar”. El viejo contable tenía una mirada mucho más fría de lo habitual. Su intención era clara, Isto pedía sangre, en parte por la sensación de culpa de haber puesto a Ezoitz a perseguir a Mtomba. Jeff y Kara habían respondido a la llamada de Isto y habían cogido la bolsa de monedas, saliendo de la taberna mientras los demás aún pensaban cuál debía ser el siguiente paso.
Kara había demostrado ser una compañera ejemplar. Hablando con las aguadoras que habían encontrado en la Plaza de San Iramel nada más llegar al barrio del Nido. Siendo cortés y correcta, hasta amistosa cuando había sido necesario. Así se había enterado de un oficio especial a cargo del mismísimo Chielde al medio día. Nadie parecía saber sobre qué versaría. Aún con el sudor frío recorriendo su espalda por la corazonada de que eso podría ser una demostración de poder, que podrían martirizar a Ezoitz o incluso ajusticiarla ante el público, aún así había conseguido mantener la compostura hasta despedirse y había tenido suficiente sangre fría para escribir una nota y buscar a un muchacho que la llevase, por un par de monedas, a sus compañeros.
Al mismo tiempo, cuando había sido necesario pasar a la acción, había corrido junto a él y había resultado una presencia intimidante. Unas calles más allá habían dado por casualidad con el macilento y obeso gañán que había tratado de robarle en su primera visita a la ciudad. Este tipo, con su piel cerosa y su pelo grasiento, con su temblorosa papada y su oronda panza, les había hecho correr durante tres manzanas antes de cercarlo en un callejón. Aquel primer día en la ciudad, la trampa del gañan le había llevado hasta Derri Chielde. Ese tipo claramente era uno de sus agentes.
Al arrinconarlo ante su puerta se le habían caído las llaves. Se había lanzado de rodillas al suelo y había implorado perdón por su vida. No cabía duda de que él también se acordaba de Jeffrey. Había tenido que repetirle medio centenar de veces que no le haría daño para que finalmente y entre balbuceos les confesase que Sura Mtomba estaba en el Puente de los Meleros. No sabía nada de Ezoitz, al parecer la kiswali estaba allí preparándose para proteger el barrio. Tampoco había nada más que sacar, fuese lo que fuese lo que había que proteger en el Nido no era de la incumbencia de Jeff. Él había ido a por Sura, Sura había secuestrado a Ezoitz. Ya sabía dónde encontrarla.
Las carreras, los temores, las amenazas y las indagaciones; todo ha conducido a este momento. Estira el cuello a ambos lados mientras Mtomba vuelve a gritar algo en su idioma hacia ellos. Les está sonriendo con esa sonrisa que llama al combate.
-¿Dónde está Ezoitz? -vuelve a gritar Jeff, esta vez más seco, mientras se adelanta para ir a su encuentro.
-Ezoitz -el fuerte acento de Sura hace que ni siquiera parezca un nombre. Se ríe con una sonora carcajada y prepara su arma para salir al encuentro de Jeff.
“Sabe donde está, la tiene ella.” -piensa el joven imperial- “Sabe donde está y se está riendo de nosotros.”
Los acelerados pasos de unas rígidas botas a su espalda revelan el motivo de la carcajada. Cuatro matones de aspecto hosco entran en el puente tras ellos. Un rápido vistazo. Sólo uno lleva una espada, dos de ellos garrotes de madera forrados de latón, el cuarto un hacha pequeña de cabeza pesada. Se cubren con harapos. Chielde debe de tener un ejército de desposeídos como esos listos para matar o morir por él. Por un instante Jeffrey se replantea sus actos. El poder del sedente en el Nido es mayor de lo que pensaba. Es tarde para replantearse nada.
-Me los quedo -la voz de Kara es serena y firme.
La enana se da la vuelta y deja a Jeff en lo alto del puente. Con un sonoro grito carga hacia ellos. Una contra cuatro. Una seca palabra en kiswali y un destello cegador repentino sirven a Jeff como prueba de su error al apartar su atención de Sura. Trata de reaccionar con la mayor velocidad posible y con un hábil giro se parapeta detrás de su escudo de torre en el momento justo en el que la guja de su enemiga impacta contra él. El crujido es ensordecedor. El escudo se parte por la mitad y comienza a arder. Sura ríe y da un paso atrás, presentando su arma de nuevo ante Jeff. La hoja al final de su asta arde con un fuego blanquecino tan potente que el imperial entrecierra los ojos.
Jeffrey tarda unos segundos en recomponerse. Varios pedazos de lo que un instante antes era su escudo siguen colgando por los correajes de su brazo izquierdo. Las llamas se propagan por los restos de madera, lamiendo su armadura. De un tirón, el imperial consigue arrancar los restos de su brazo y los arroja con fuerza a la cara de su oponente. Viéndose libre de la impedimenta del escudo, deja caer su martillo y alza la mano sobre el hombro. La ropa de Sura Mtomba ha comenzado a arder y, mientras se sacude para apagarse, Jeff tiene el tiempo suficiente para soltar el cinturón que fija el espadón a su espalda y lo desenvaina.
El fuego del arma de Sura se desvanece antes de que ella termine de apagar las llamas de sus ropas. Jeff alza su imponente arma por encima de su cabeza y dando un paso hacia adelante descarga un potente mandoble descendente. La kiswali interpone su arma en el último momento entre el espadón y su cabeza, haciéndolo resbalar hacia un lado. El acero muerde la carne a la altura de su hombro. Se oye el crujido del hueso al romper y la coraza de cuero se abre como un libro, descubriendo un pecho ensangrentado. El suelo de roca del puente descarga una lluvia de chispas cuando el espadón completa su trayectoria contra él.
La herida es grave. La sangre brota a borbotones y chorrea por los restos de la coraza de cuero, formando un charco en el suelo. Sura se apoya un instante sobre el asta de su arma y da un paso atrás con un grito de dolor. El grito se transforma en un rugido gutural mientras vuelve a incorporarse; un rugido de rabia que hiela la sangre de Jeff. La kiswali parece ignorar el dolor de la grave laceración de su hombro. Toda su carnadura se tensa a la vez, como si su cuerpo al completo tratase de hacer un enorme esfuerzo. Cada músculo se marca bajo la piel, temblando de ira. Clava sus ojos enrojecidos en Jeff. Su mirada es una promesa de muerte.
-¡Ukhutsa! -la sangre brota entre sus dientes apretados al rugir de nuevo la orden.
La hoja de la guja se envuelve en una espiral de furibundas llamas. Sura carga contra el imperial, blandiendo su arma con amplios y frenéticos giros. Jeff se aparta, esquiva, cede terreno. Un torbellino de fuego y acero se cierne sobre él, obligándolo a retroceder y arrinconándolo contra el pretil. El calor sofocante le impide respirar y su defensa comienza a fallar. Su armadura se ennegrece con cada golpe. Siente el dolor en las costillas bajo una melladura de su coraza. La sangre gotea por su muslo. La situación parece escapar de su control.
El joven guerrero intenta abrirse hueco mediante su arma pero su rival no cede; blande la guja con tal velocidad que el espadón de Jeff resulta demasiado lento para penetrar en el ardiente ciclón. Desesperado, por la situación, agacha la cabeza y se lanza contra sus piernas. La llameante hoja vuela sobre él a menos de dos dedos de su oreja derecha. El penetrante olor a pelo tostado es el único resultado del ataque. Una vez dentro de la tormenta Jeff puede ver con claridad la situación. Sura blande el arma manteniendo un perímetro de llamas a distancia, pero dentro de él sólo está el asta. Asumiendo un golpe con la madera, el imperial cambia la trayectoria y alza el hombro, golpeando con fuerza contra la cadera de la kiswali, desequilibrándola.
Dos pasos hacia atrás. El calor del fuego se aleja lo suficiente. Jeffrey arrastra el espadón por el suelo tras él mientras se levanta y recupera el aliento. Antes de que su enemigo se estabilice, lanza un tajo diagonal desde abajo. Sura no lo ve venir hasta que es demasiado tarde. Da un salto hacia atrás, evitando que el imperial la corte por la mitad pero la punta del espadón golpea en su cadera. Sura Mtomba gira como una peonza y cae al suelo.
-¡Ríndete! -jadea Jeff, tratando de ser tan intimidante como le permite su magullado cuerpo- No quiero matarte, sólo quiero a Ezoitz.
Sura murmura algo en kiswali mientras se apoya pesadamente en el asta de su arma, tratando de retroceder cojeando. Su vista sigue clavada en Jeff.
-¡He dicho que te rindas!
La furiosa expresión de Sura comienza a desvanecerse. La pérdida de sangre hace que sus labios tiemblen cuando intenta volver a hablar. Su mano resbala por el asta de la guja mientras la kiswali cae sobre sus rodillas. Una repentina mueca desfigura su rostro. Ya no queda ira en su mirada, sólo una aterradora expresión de dolor y miedo. Las llamas que cubren la hoja pierden intensidad, se tornan rojizas y finalmente se extinguen. Sura Mtomba yace muerta sobre un charco de sangre en el puente de los Meleros.
“Kara.” -Jeff se gira bruscamente. Uno de los cuatro matones se arrastra por el suelo hacia la salida del puente con la mandíbula rota por un mazazo. Sus tres compañeros huyen sin mirar atrás. Salvo por algunas magulladuras menores, parecen suficientemente sanos para correr. El de la mandíbula sí recordará esta mañana. Kara parece estar bien. Arañazos y cortes poco profundos y algún moratón sin importancia. Está plantada en mitad del paso del puente con la maza balanceándose al final de su brazo. Su lucha no ha sido tan brutal como la de Jeff, sólo ha estado conteniéndolos. Ha sido la decisión correcta. En cuanto han visto caer a su líder han echado a correr.
Kara se acerca hacia él frotándose el hombro derecho. Para a su lado y durante un instante ambos miran el cadáver. Jeff recoge su martillo unos pasos más allá y al volver levanta la guja de Sura. Es sorprendentemente pesada. No lo parecía en sus manos cuando la blandía. La hoja está fría al tacto. Jeff golpea con el asta en el suelo un par de veces, trata de recordar infructuosamente la palabra en kiswali que ha oído pronunciar dos veces. No hay manera de hacer que vuelva a encenderse.
-Había una orden para capturarla o matarla -la voz de Kara devuelve a Jeff a la realidad-. Creo que no hay recompensa, pero al menos no nos detendrán por esto.
-¿Una orden?
-Cuando estábamos saliendo del León Agazapado Kaishun comentó algo -explica la enana-. Deberíamos llevarlo a la guardia.
Jeff mira a su alrededor buscando un guardia, un golpe de suerte. No hay nadie. El puente ha quedado completamente vacío durante el combate. Alza la vista con resignación. El sol está alto en el cielo, falta poco más de una hora para el mediodía. No pueden dejar allí el cadáver. Jeff se plantea decapitarlo y entregar la sólo la cabeza a la guardia. Ha oído a Sardo contar historias de cazarrecompensas; siempre entregan cabezas tras matar a un fugitivo escondido en alguna cueva en las montañas o dar caza a un grupo de forajidos en los bosques de algún noble. Kara se está echando ya el cadáver completo por encima de los hombros mientras lo mira. ¿Ha notado sus intenciones? Jeff desecha su idea. Incluso él es capaz de entender que eso puede hacerse en una montaña perdida o en mitad de un bosque, pero no en el centro de una ciudad atestada de gente. No pueden dejar un cadáver descabezado en mitad de un puente.
Tras un momento de vacilación deciden ir hacia el norte. La Plaza de los Meleros está atestada de gente. Los curiosos se arremolinarán a su alrededor y la historia correrá como la pólvora. Tendrán que dar mil explicaciones a los guardias cuando les paren y les acusen de perturbar el orden. Pero con todo y con eso es mucho mejor que intentar llevar el cadáver de Sura a través del Nido. Las calles están mucho menos concurridas, pero cualquier exaltado podría tratar de tomar represalias.
La plaza es un hervidero, aún peor de lo que habían pensado. Los carros de comida generan aglomeraciones de gente en los pocos espacios libres que dejan las mesas con las que las tabernas ganan espacio a la calle. Los pocos huecos libres de suelo los ocupan rápidamente charlatanes, predicadores y mendigos. La víspera de un torneo en todo su esplendor. Jeff aparta gente a empujones y codazos para dejar paso a Kara. La enana se maneja bastante bien a pesar de que el cuerpo de la kiswali duplica su altura. Cada movimiento brusco informa al imperial con precisión de sus múltiples heridas. El avance es muy lento. Cada vez que consigue avanzar un poco, Kara se queda atrás.
-Vete -dice la enana al fin-. Falta poco para el oficio de Chielde, nuestros compañeros van a ciegas. Corre.
-Pero hay que entregar…
-Yo me ocupo -Kara resopla mientras se recoloca el cadáver sobre los hombros-. Es una tontería que estemos los dos aquí.
Jeff levanta la vista por encima de su compañera. El gentío es una masa casi uniforme que amenaza con tragarse a la enana. Los pocos lo suficientemente cercanos como para fijarse en la estampa reaccionan con asco, miedo o sorpresa ante el paso de la comitiva fúnebre. La masa permanece impasible pocos metros más allá. Dirige una última mirada a su compañera. Su cara denota un esfuerzo contenido pero ante todo una férrea determinación. “Ojalá más gente fuese como los burmkhar” -piensa mientras se da la vuelta y aprieta el paso hacia el este.
El blasón de los Altamadera preside la fachada principal de su mansión en la plaza a la que da nombre. La aglomeración de gente ha quedado atrás hace unas calles. Jeff se detiene a recuperar el aliento. Casi sin darse cuenta había empezado a correr. Mira el reloj de sol sobre el escudo del duque; ya es mediodía. El sermón debe de haber empezado. Sus compañeros estarán ya allí sin saber que han matado a Sura Mtomba. Las cosas pueden torcerse muy rápido. Descarta su plan inicial de bajar hasta los puertos y rodear por completo el Nido. Debe arriesgarse. Enfila hacia el sur, para tomar el puente del santo. Es el camino más rápido. Tras unos cuantos pasos rápidos comienza a correr de nuevo. Siente el dolor de los cortes en el muslo derecho. Aprieta los dientes.
Tarda tan solo unos minutos en alcanzar la plaza de la parroquia de San Iramel. Una multitud de gente está congregada allí esperando a Chielde. Huderto Doscasas y Grac Fragnon están ante las puertas del templo, en lo alto de las escaleras, los reconoce al primer vistazo. La mayor parte de las personas están sentadas o arrodilladas en el suelo, un leve murmullo de conversación se esparce por la plaza, lo suficientemente bajo para no perturbar el ambiente sacramental. Jeff no puede evitar comparar la solemnidad de esta multitud con la alegre algarabía de la que ha dejado atrás. El torneo no ha llegado hasta aquí.
Doscasas y Fragnon bajan las escaleras rápidamente mirando hacia Jeff. Tarda un instante en comprenderlo. La adrenalina se disipa. Mira a su mano derecha. La guja de Sura está allí. Ha corrido con ella por media ciudad. ¿Cómo puede no haberlo pensado antes? Tiene el impulso de soltarla, pero es tarde. El arma se yergue a su lado como un estandarte que cuenta lo que ha ocurrido. El imperial tensa sus doloridos músculos. No puede permitirse otro combate en su estado. Valora opciones, si echa a correr ahora alguno de los hombres de Chielde podría lanzar a toda la multitud contra él.
Zahir aparece entre la multitud que se congrega cerca de la fuente en el centro de la plaza. Jeff respira aliviado, al menos no está solo. El djebel ha visto la situación y consigue ponerse junto al imperial antes de que Fragnon y Doscasas los alcancen.
-¿Qué ha pasado? -pregunta Zahir en un atropellado imperial- ¿Dónde está Kara?
-Está bien -alcanza a decir Jeff.
Va explicar que se ha quedado el cadáver de Sura para entregarlo, pero Huderto Doscasas está demasiado ya demasiado cerca como para que sea una buena idea. Jeff da un paso atrás y trata de ponerse en guardia sin llamar aún más la atención. Zahir lo imita, guardando la mano entre los ropajes, probablemente asiendo una de sus espadas. Doscasas se detiene a una distancia prudente y gruñe algo en parduense que Jeff no entiende.
La voz de Doscasas, áspera y gutural, transmite un enfado que trasciende las barreras idiomáticas. Se aparta la capa y la espesa barba entrecana y larga con un ademán de enfado, dejando ver una armadura de cuero negro tan desgastada que parece más cómoda que muchas camisas. Sus pobladas cejas forman un ceño iracundo sobre unos ojos hundidos y brillantes. El pelo más cano que negro comienza a ralear por arriba. Mide una cabeza menos que Jeff pero es ancho e imponente, con un torso amplio y brazos fornidos. Podría haber sido un enano estupendo, piensa el imperial.
-Pregunta por eso -Zahir le traduce señalando la guja.
-Ezoitz, pregunta tú por Ezoitz -Jeffrey está demasiado enfadado para modular su tono al hablar con el djebel-. A la mierda la muerta y su arma. ¿Dónde está Ezoitz?
-No sabemos nada de esa chica, cretino.
Grac Fragnon ha alcanzado a su compañero. Por suerte él sí parece hablar la lengua de Wend. Parece la antítesis de Huderto Doscasas en casi todos los aspectos. Casi tan alto como Jeff, esbelto y ágil. Con una cuidada cabellera castaña que cae rizada por un lado de su cara lampiña. Viste elegantemente, no como un noble ni un gran comerciante, pero sí con cierta elegancia al estilo de la Gran Cuenca del Caissai.
-Anoche vuestra compañera apuñaló a su acompañante y se la llevó -la voz de Zahir trata de ser más conciliadora.
Doscasas gruñe algo en parduense que hace que el djebel tuerza un poco los labios.
-Sura estuvo con nosotros anoche -interviene Fragnon, sigue sonando igual de hostil mientras lo señala-. Llevas su arma, ¿qué has hecho con ella?
-Tuvimos un combate -Jeff duda por un instante-. Ella sabía dónde estaba Ezoitz, se rió al preguntarle.
-Ella no entiende tu idioma bárbaro, cretino.
“No entendía” -piensa Jeff y su cerebro hace énfasis en el pasado- “, esa salvaje no entendía el idioma de la civilización.”
-Luchamos los dos. Ella me hubiese matado si hubiese podido -dice finalmente.
El mensaje parece haber quedado claro para Fragnon. Comenta algo en parduense con su compañero y Doscasas tuerce el gesto con una mezcla de pena y rabia, mirando a Jeff. Lo señala con un rechoncho dedo acusador y vuelve a gruñir algo en su idioma, el imperial entiende el nombre de Mtomba . Esta vez es Zahir el que ejerce de traductor.
-Dice que te respeta como guerrero, pero que no tienes derecho a llevar esa arma.
-Dile que es mi trofeo de combate y que si no quiere que me quede también con su hacha… -corta bruscamente al recordar que Grac Fragnon sí puede entenderlo.
El jaque caisanés esboza una petulante sonrisa de suficiencia. Claramente lo ha entendido. Lo más doloroso es que parece tan convencido de que Jeff no puede cumplir su amenaza como el propio Jeff.
-“Cuidado con el jaque, su estoque irradia magia” -la voz de Luzio resuena en su cabeza, Zahir parece oírla también- “. También siento algo en la armadura de Doscasas.”
Jeff mira a su alrededor, Luzio no está por ninguna parte. La cara de Zahir, aunque intenta ocultarlo, refleja que él también lo ha oído. Dirige su vista hacia el estoque de Grac. De buena factura, fino, esbelto como su propietario. Parece de muy buena calidad, pero está usado. Muy usado. Lo poco que se ve de la armadura de Huderto refleja también un uso continuado. Jeff mira la guja en su propia mano. También es mágica, también muestra una vida de largo uso. Derri Chielde se ha rodeado de combatientes competentes y veteranos.
-No queréis pelear -indica con su habitual petulancia Grac Fragnon-. Vosotros tres contra toda una plaza. No tenéis nada que hacer.
-Somos dos -Zahir suena muy poco convincente.
Fragnon hace un gesto con la cabeza por encima de su hombro. Jeff sigue el gesto con la vista hasta un florido patio junto a la parroquia. Sardo está allí, fingiendo desinterés pero mirando en su dirección. El viejo mercenario entiende lo que significa que Jeff lo haya mirado. Abandona el patio y se acerca dando un rodeo. La parte positiva, piensa el imperial, es que no parece que sepan nada del Luzio.
-Dejad el arma de Sura aquí -la voz de Fragnon suena por primera vez completamente seria-, no volváis a pisar el Nido. Alguien os ha mentido.
-Pero vuestra compañera se rió de Ezoitz cuando…
-Y el tipo apuñalado la vio huir -Zahir interrumpe a Jeff-. La describió perfectamente.
-Y yo os digo que estuvo aquí toda la noche, preparando el oficio de hoy con nosotros y el sedente -nada en la voz del jaque parece indicar que miente. Está molesto, más aún, enfadado por la acusación constante.
-Aquí hay algo raro -Zahir susurra hacia Jeff, inclinándose hacia él.
-No hace falta derramar más sangre -añade Grac Fragnon.
-¿Y qué pasa con Ezoitz?
Huderto Doscasas vuelve a intervenir, habla durante un largo rato, con una voz profunda y grandes gestos con las manos. Jeff oye en dos ocasiones el nombre de Ezoitz y una el de Mtomba. Parece conciliador aunque su tono sigue siendo hosco. Grac asiente varias veces a lo largo de la intervención de su compañero. Zahir interviene de vez en cuando respuestas afirmativas y alguna que otra pregunta breve.
Zahir apoya la mano en el hombro de Jeff. Tira de él con algo de fuerza, apartándolo de la conversación. Su mirada es grave. El imperial cede tras un instante. Se apartan del lugar mientras Doscasas y Fragnon les siguen con la mirada. Los dos se dirigen hacia la salida de la plaza, Sardo espera allí.
-Nos vamos por ahora -dice Zahir cuando alcanzan al cazarrecompensas-. Ofrecen reunirnos esta noche en el patio de la parroquia. Jeff y yo solos, con ellos dos.
-Huele mal -opina Sardo.
-Huele mal -asiente Jeff-, pero parecían sinceros.
-Sí, no parece que supieran nada de Ezoitz.
-O mienten mejor que vosotros -gruñe Sardo-, no olvidéis que aquí todo el mundo piensa que Chielde y su gente son poco menos que santos.
Caminan de vuelta al León Agazapado. La sombra de la duda les acompaña. ¿Puede que Mtomba no secuestrase realmente a Ezoitz? Han gastado mucha energía en seguir esa pista, suponiendo que la gente de Chielde la ha secuestrado. Si no han sido ellos, han perdido una cantidad de horas tan abundante como peligrosa para el bienestar de su compañera.
-¿Vais a ir? -pregunta Kaishun cuando acaban de comer.
-Hay que esperar a que vuelva Luzio. No saben que está allí, ¿no? -León mira al grupo con cautela por encima de las manos que mantiene ante su boca.
-Sería bueno saber sobre qué versaba el oficio -apunta Kara.
-Claro que vamos a ir -opina Jeff-. Claro que vamos a ir.
(continúa...)
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cleoenfaserum · 7 months
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REBLOGS Y OTROS CUENTOS
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Lingua Franca es una película dramática de 2019 escrita y dirigida por Isabel Sandoval.​ La película está protagonizada por Sandoval.
La trama sigue a una mujer trans filipina indocumentada que trabaja como cuidadora de Olga, una anciana rusa en Brighton Beach de Brooklyn. Cuando Olivia se queda sin opciones para obtener un estatus legal en los EE. UU., inicia una relación con Alex, el nieto mayor de Olga, en la búsqueda de la tarjeta verde por matrimonio. ​Lingua Franca - Wikipedia
IMdB 6'6 DRAMA DURACIÓN: 1h 29m
939-1 https://ok.ru/video/2951703694048
Isabel Sandoval (de nacimiento Vincent Sandoval) es una directora de cine, guionista y actriz filipina que vive en Estados Unidos. Ha dirigido las películas Señorita (2011), Aparición (2012) y Lingua Franca (2019). También dirigió el cortometraje Shangri-La (2021) como parte de la serie de cortometrajes dirigidos por mujeres de Miu Miu's Women's Tales, encargados por la marca de moda.
Sandoval nació en 1982 en la ciudad de Cebú en Filipinas.​ Se graduó summa cum laude en la Universidad de San Carlos,​ (Filipinas), luego se trasladó a la ciudad de Nueva York. Allí obtuvo un MBA de la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York. Hizo la transición en 2014. Isabel Sandoval - Wikipedia​
youtube
939-2 https://youtu.be/PIk1xDY-8CA
No logre encontrar el cortometraje subtitulado en español, así que lo traduje.
De 1850 a 1948, la ley californiana contra el mestizaje prohibió el matrimonio interracial. Los distintos grupos raciales -incluidos los filipinos que emigraron a principios del siglo XX tras la colonización de Filipinas por Estados Unidos- tenían prohibido casarse entre sí.
MIU MIU presenta SHANGRI-LA de Isabel Sandoval
California, La Gran Depresión
Bendíceme, Padre, porque he pecado. Ha pasado un mes desde mi última confesión. Mis pecados son… La otra noche, estuve trabajando hasta tarde en el campo, ayudando con la cosecha mucho después de la puesta del sol. Llevo un año trabajando con él, con este labrador, muy cerca de él, pero cuando le miré aquella noche, cuando miré su rostro brillando a la luz de las estrellas…
Él: Continúa.
Sentí como… si le viera por primera vez. Su cara y sus brazos cubiertos de tierra y sudor seco, su pelo grasiento, sus manos ásperas y callosas, la piel de su espalda quemada por el duro trabajo…
Él: ¿Y después qué?
Y por alguna razón no podía dejar de pensar en, desnudarlo, pasar mis dedos por todo su cuerpo, explorar tus crestas y tus contornos. Tu cuerpo hace que mis labios quieran ser la tierra para besarte cada vez que me tocas, y me siento… Me siento tan cerca de ti, que empiezo a fundirme contigo. Me siento como en casa en tu cuerpo, mi alma se apodera de la tuya, la posee. Lo hago por la emoción de moverme bajo el sol, suelto y despreocupado, como tú, simplemente por el color de tu piel, y tu sexo. Es una sensación tan ajena a mí, que haría cualquier cosa por probarla.
Él: - ¿Te estás divirtiendo?
Sí, Samuel.
Él: -Bien. Bien, pensé que lo harías, por eso lo sugerí. Si no, no habría tenido sentido entrar en esta iglesia.
¿Te diviertes?
Él: - Tienes un don con las palabras, querida. Algo me hechiza y quiero más.
Bien entonces, Padre, ¿continuamos?
¿Recuerdas aquel 4 de julio? Nos fugamos por la noche y nos tumbamos bajo un dosel de estrellas.
¿Cuánto hace que nos conocemos?
Cuatro años, en septiembre.
Él: - Llevamos 19 meses enamorados.
¿Los cuentas?
Él: Bueno, yo no cuento esas semanas. Estaba demasiado nerviosa para acercarme a hablar contigo. Parecías muy serio, incluso relajándote en la sombra.
Me di cuenta de que me mirabas, y al final se te pasó el nerviosismo.
Esa noche nos separamos, tras unas breves horas juntos, como siempre. De algún modo, me quedé dormido, soñando sueños de pieles alternativas y vidas paralelas.
Me despierto en un campo de batalla mítico, un guerrero solitario. Caído, pero sin ataduras.
Vuelvo a perder el conocimiento y me encuentro en un lugar encantado, adornada con galas. Soy una mujer libre, sin vergüenza ni culpa. Y entonces soy transportada de vuelta a nuestra noche en el claro.
Pero esta vez sólo estás tú, contemplando el cielo nocturno. Y cambia de color justo delante de ti, y entonces hablas.
Él: Veo las estrellas de cerca… Tan cerca que puedo alcanzarlas y tocarlas. Emanan una luz tan brillante que sólo puedo rendirme a su poder.
Entonces me di cuenta… Soy uno con las estrellas. Soy la luna, y el sol. Soy el universo entero. Soy magnífica, invencible, sublime. Amaré a quien quiera, y seré correspondida.
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