Tumgik
#posmodernidad
apesoformythoughts · 7 months
Text
“Los individuos, en la sociedad moderna, son cada día más parecidos los unos a los otros y cada día más ajenos entre sí. Mónadas idénticas que se enfrentan con individualismo feroz.”
— Nicolás Gómez Dávila
8 notes · View notes
blogarteplus · 6 months
Text
Tumblr media
Desde Blog Christian Paiz:
Opinión del libro 'POSVERDAD' escrito por Lee McIntyre.
[ Acceder ]
2 notes · View notes
bocadosdefilosofia · 1 year
Text
Tumblr media
«Podemos pues decir que la era del consumo, al ser el resultado histórico de todo el proceso de productividad acelerada bajo el signo del capital, también es la era de la alienación radical. La lógica de la mercancía se ha generalizado y hoy gobierna, no sólo el proceso de trabajo y los productos materiales, sino también la cultura en su conjunto, la sexualidad, las relaciones humanas, hasta las fantasías y las pulsiones individuales. Esta lógica lo abarca todo, no sólo en el sentido de que se objetivan y manipulan todas las funciones, todas las necesidades, atendiendo al provecho, también en el sentido más profundo de que todo se vuelve espectáculo, es decir, todo se presenta, se evoca, se orquesta en imágenes, en signos, en modelos consumibles».
Jean Baudrillard: La sociedad de consumo. Siglo XXI, págs. 244-245. Madrid, 2009.
TGO
@bocadosdefilosofia
@dies-irae-1
6 notes · View notes
jesusespino · 8 months
Text
Un viaje en el tiempo a la España analógica de la peseta
Tumblr media
Médico de familia, mítica serie que emitió Telecinco entre 1995 y 1999, está disponible en streaming desde el 21 de julio. Sus 119 capítulos, distribuidos en 9 temporadas, se han incorporado al catálogo de Netflix. Al aflorar en ese apabullante menú aprovechando el verano, hemos empezado a verla en casa con la pequeña Rebeca, nacida en 2014. Dos temporadas después —teniendo en cuenta que en su momento no fui fiel seguidor de esta comedia dramática—, he alcanzado algunas conclusiones preliminares.
Habrá quienes, invadidos por la pereza y poco inclinados a la nostalgia, se pregunten para qué sirve ver una serie que tiene casi 30 años —el lapso de una generación—. Pues sí que sirve. La utilidad más importante, que observo en mi hija, es mostrar a quienes no conocieron aquella época cómo era la sociedad de entonces: valiosa enseñanza. También es un sensor retrospectivo del papel que tuvo el audiovisual de los 90 como agente de cambios que han ido cuajando y haciéndonos, en general, mejores. O, al menos, trasladándonos aceleradamente a la (pos)modernidad. En definitiva, es un documento muy valioso, repleto de información. El retrato de una época.
En 1995 se cumplían 20 años de la muerte de Franco, inicio de la Transición a la democracia. Y 9 de la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (CEE), hoy Unión Europea (UE). El monopolio de la televisión pública se había roto en 1990, solo un lustro antes. Aún nos duraba la resaca de los fastos de 1992 —Juegos Olímpicos de Barcelona y Exposición Universal de Sevilla—, que construyeron una nueva marca España pero dieron paso a una crisis económica que elevó el desempleo al 24%. Es precisamente en 1995 cuando se inicia la recuperación: estaba terminando la etapa de Felipe González al frente el Gobierno (1982-1996) y poco después comenzaría la de José María Aznar (1996-2004). Sin entrar en mayores profundidades, ver Médico de familia en 2023 supone hacer un viaje en el tiempo a la España analógica de la peseta —el euro no fue una realidad hasta 1999 y llegó en efectivo a nuestros bolsillos en 2002–.
Aquella España era otro país porque aquel mundo era otro planeta. La televisión, abuela electrónica, funcionaba como pantalla colectiva, no personal, se veía en familia y tenía culo; no había smartphones, empezaban a generalizarse los celulares, pero limitados a voz y SMS; la conversación pública no estaba en Internet, entonces incipiente, sino que la vertebraban los medios de comunicación; las marcas blancas no dominaban la cesta de la compra, como veremos más adelante al hablar de product placement; apenas había inmigración extranjera, las grandes ciudades continuaban drenando población nacional de los entornos rurales en vaciamiento. Era otro mundo en el que se fumaba hasta en los centros de salud —verlo ahora hiere la sensibilidad de cualquiera—, el machismo empezaba a desactivarse —pese a sus omnipresentes trazas—, el Estado del Bienestar —las pensiones, la sanidad y la educación públicas— se extendía tras lograrse conciencia sobre la necesidad de pagar impuestos —el IRPF entró en vigor en 1978 con el eslogan “Hacienda somos todos”—. No es exagerado hablar de otro país, de verdad que no lo es. Parafraseando a Alfonso Guerra, a aquella España hoy no la conoce ni la madre que la parió. La transformación, aunque haya aspectos mejorables, ha sido notabilísima, drástica, ejemplar.
Médico de familia, producida por Globomedia, creada por Daniel Écija y Emilio Aragón, sumó una audiencia media de 7,7 millones de espectadores, rozando el 44% de cuota de pantalla, datos que hoy, en el nuevo paradigma televisivo, son inalcanzables para una ficción. El último capítulo de la quinta temporada, por razones que omito para no destripar la trama, se quedó cerca de los 11 millones y el 60%: la tensión sexual entre Nacho y Alicia dio para mucho, y hasta aquí puedo leer (cuidado con los enlaces si no sabes de qué va y quieres evitar spoilers).
Llaman la atención, para mal, el tabaco por doquier, la abundante bollería industrial a todas horas, la fruta y la verdura como atrezo, los eternos tópicos territoriales clasistas sobre Andalucía encarnados en Juani —atribulada empleada doméstica de acento forzado y jornada infinita—, escenas en el coche sin cinturón de seguridad —obligatorio desde 1975 en las plazas delanteras y desde 1992, también en las traseras—, comentarios sexistas que hoy consideramos censurables —y entonces ya eran inapropiados, seamos claros—, la promoción de la homeopatía —chirriante placebo— mediante carteles colgados en el centro de salud y cierto menosprecio condescendiente hacia la homosexualidad, por citar lo más granado. Pero hay cuestiones, lo apuntábamos al principio, en las que esta serie actuó como agente del cambio. Llama la atención, para bien, el tratamiento del sida, la drogadicción en general y el alcoholismo en particular, la depresión, la violencia de género, el sexo no consentido, los embarazos adolescentes o la erradicación del edadismo, personificada en el abuelo Manolo, que se propone vivir a gusto hasta el final de sus días una vez jubilado tras décadas de cotización en la Renfe.
¿Que la serie encierra una moral subyacente tipo Disney prewoke?, pregunto retóricamente adelantándome a los prejuicios de quienes censuran el debatible heteropatriarcado occidental pero toleran el machismo en otras latitudes amparados en la doctrina de la diversidad cuqui, qué inmensa contradicción. Podemos —escojo el verbo— buscarle tres pies al gato, pero no parece que las fisuras merezcan una reprobación. Si hay un sustrato en Médico de familia es la sublimación, el propio título lo asume, de la familia tradicional. Con los años, la misma factoría le dio una vuelta de tuerca al asunto y produjo Los Serrano, que normalizaba la fusión de las familias —en plural—, superada la familia monolítica, en una España aún más (pos)moderna, asomada al siglo XXI sin complejos desde la atalaya de Europa.
Médico de familia, antes de que Mercadona impusiera las marcas blancas, nos colaba productos emblemáticos: el jersey Lacoste —preferentemente a lo Nachete, anudado a los hombros, un canon caducado que dio pie a muchos chistes—, la leche Puleva, el tomate Orlando, las cervezas Buckler y Águila Amstel bebidas en lata por Julio e Hipólito, los bollos Donuts y Bollycao entre la cocina y el patio del colegio, el pan de molde Panrico, la margarina Artua o el aceite de oliva Koipe. La Coca Cola y otros refrescos, por supuesto todos azucaradísimos, aparecían desnudos, pues no había patrocinador que justificara etiquetas en prime time. La ranchera 21 Nevada, pagara o no Renault, permanecía expuesta en la puerta del chalé adosado al servicio de los planos de recurso.
Vista con ojos de 2023, Médico de familia nos recuerda que el streaming ha diluido la cultura mainstream. Que nos falta pegamento social, aquí y en otros espacios desarrollados —en eso, me temo, iremos degenerando—. Que las audiencias se han atomizado y no quedan productos que reúnan a la familia. Que el mundo ha cambiado y España es otra, aunque bastante mejor al cabo. Tener esta serie en el catálogo de Netflix es pedagógico porque nos enseña cómo hemos cambiado, qué lejos ha quedado aquel país que avanzaba sacudiéndose la caspa y aspirando a estándares internacionales que hoy cumple sobradamente. Verla por vez primera o revisarla es un ejercicio tremendamente interesante. Aunque no garantizo continuar ni terminarla una vez acabado el verano. Pero ahí quedan las conclusiones preliminares, ea.
2 notes · View notes
notasfilosoficas · 2 years
Quote
“El que vive por lo mismo perecerá por lo mismo”
Jean Braudillard
Tumblr media
Fue un ensayista y sociólogo francés nacido en Reims en julio de 1929.
Sus abuelos fueron campesinos y sus padres empleados públicos. De joven dió clases de alemán y estudió filología germánica en la Sorbona, en donde se desempeño como traductor de las obras de Karl Marx, Bertoit Bretch y Peter Weiss.
Su interés por la política inició con la Guerra de Argelia, la cual tuvo lugar entre 1954 y 1962. Entre 1962 y 1963 publicó críticas literarias en la revista Les Temps Modernes del filósofo existencialista Jean Paul Sartre y participó en la fundación de la revista Utopie con el filósofo estructuralista francés Roland Barthes.
En los años de 1960, sostuvo que las teorías marxistas habían quedado desactualizadas: ya que según su pensamiento, la nueva base del orden social a diferencia de Marx, era el consumo y no la producción.
Braudillard fue de los pioneros en explicar el surgimiento de la sociedad de consumo, centrándose en los medios de comunicación como creadores de simulacros (manipulación de la información) y de la cultura virtual como concreción de un mundo hiperreal en que los sujetos pasan a ser objetos.
Por sus puntos de vista subjetivos y deliberadamente polémicos, fue considerado uno de los pensadores mas representativos de la posmodernidad, pese a que no se ganó una clara respetabilidad académica en la historia de la filosofía moderna como sus colegas y compatriotas suyos Foucault, Lacan, Deluz o Derrida.
Una de sus tesis mas conocidas, es que en el mundo posmoderno no hay realidad, sino simulacro de la realidad, una suerte de realidad virtual creada por los medios de comunicación. En cierto modo, “Braudillard se adelantó a los creadores de Matrix” (elmundo.es)
Una de las ideas especialmente resonantes, fue en relación a la guerra del golfo, de la cual pensaba que esta guerra no ocurriría, y cuando las bombas habían caído sobre Bagdad,” mantuvo la misma idea de que esa guerra para la gran mayoría del planeta, había sido un espectáculo televisivo y no había sido real, y en donde “con sus seguros bombardeos aéreos, habían participado en ella como jugadores de videojuegos”.
En su opinión “la television crea una densa red que envuelve al individuo”, convirtiéndose en una fuente única de percepción y la comprensión de aquello que conviene que suceda.
En este mundo postmoderno, “el terrorismo es, para él, como un exceso de realidad”, una sacudida de realidad, artificialmente provocada para lograr la quiebra ideológica de la estrategia virtual para que el mundo entre en crisis.
Braudillard centró su atención en Estados Unidos como arquetipo de la sociedad posmoderna.
Entre sus obras cabe señalar “La génesis ideológica de las necesidades” (1969), “El espejo de la producción” (1973), “De la seducción” (1981), “La moral de los objetos” (1969), “Cultura y Simulacro” (1978) y “La izquierda divina” (1985). A raíz de los atentados del 11 de septiembre publicó “Requiem pour les Twin Towers” y “Léspirit du terrorisme” (2002).
Braudillard muere en marzo del 2007 en Paris a la edad de 77 años.
Fuentes: Wikipedia, elmundo.es biografiasyvidas.com
8 notes · View notes
jav0211 · 1 year
Photo
Tumblr media
Ayer me enfurecí conmigo por varias horas. Tajante y cruelmente me reclamé por mi incapacidad, o quizás más bien capacidad, de no poder ritualizar una sola cosa, de extenderme a percibir como 10 cosas a la vez para no escuchar mi mente, para complacerme con 10 estímulos distintos que al final no me conducen a nada más que una pasividad satisfactoria. Me reclamé por no poder sentir el sabor de la comida sin viajar la mirada hacia la superficie de un rectángulo de luz azul, por escuchar la voz de algún idiota que cuenta malos chistes que ni siquiera me dan risa, por esa necesidad incesante que se presenta todos los días a exigirme hacer estas cosas a todas horas. Pero ¿es acaso mi culpa ser un hijo de mi tiempo? No lo sé, quizás no sea tan simple como esa pregunta. Un rayito de sospecha pactó la tregua en mí, y es justo eso, la sospecha que me rescata de cuando menos ser consciente de mi propia inercia, y, además ¿no es otro síntoma de la enfermedad contemporánea el buscar las causas y culpas a priori en mí? ¿No me causan demasiada gracia, y su respetiva tristeza, los eslóganes motivacionales y las sonrisas forzadas? ¿No sentía ya desprecio por los imperativos de rendir por el rendir fingiendo que en realidad mi fuerza de trabajo me pertenece, por el alargar las horas de desgaste por algún tipo de moralidad pendeja que me valide aunque me esté pudriendo? Y no, no me reconozco fuera de, pero quizás me desgaste en diferente tiempo, más lento, bendita lentitud, la abrazo con cariño. Benditos aquellos que se mantienen sin ser multiusos y no se lamentan por ello. Benditos quienes aún piensan, pues la prisa y la holística neoliberal poco permiten eso. No estoy libre, eso lo entiendo, inevitablemente también me consumiré, aunque en diferente ritmo, y quizás solo queden esos 21 gramos, pero eso sí, un poquito menos calculados, tal vez 22.
Pintura: “El hombre cansado” por Pedro Bosco .
1 note · View note
camaleonazo · 1 year
Photo
Tumblr media
Astrov - Sonya Deben de ser más de diez años que monté El Tío Vanya, de Chéjov. En aquel momento, mi juventud me dio el impulso para perseguir un sueño, quizá precoz, pero al mismo tiempo, premonitorio. A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos, que diría Borges. Y es que con el mayor ímpetu, no me hubiera imaginado, que años después, la escuela que abrí produjera momentos más elevados sobre el mismo material. Ayer, en mis clases, lloramos y reímos con el mismo Chéjov, más nuevo que nunca, de la mano de dos excelentes actores-aprendices del @estudioactores Génesis Valdez y Edmundo López (@edmundios ) Mucho se ha colado en "las selecciones" de premios de fomento y de festivales contemporáneos la idea de la curaduría. El gestor, debe esforzarse casi más en el texto descriptivo del trabajo que presenta, que con la labor creativa. El territorio del concepto ha desplazado al de lo fenomenológico del arte. Una ontología que compite con una mitología. No es la primera vez que pasa en la historia del ser humano, la última vez, tardamos ocho siglos de salir del oscurantismo. ¿Estamos preparados para eso, otra vez? ¿Tenemos ese tiempo? #SinCuerpoNoHayDiscurso #Teatro #Posmodernidad #Lenguaje #Significantes #EstudiodeActores #QuitoEcuador https://www.instagram.com/p/ClXrbBhNz5J/?igshid=NGJjMDIxMWI=
5 notes · View notes
minimaeclectica · 2 years
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Kira Muratova - El síndrome asténico (1990)
Un filme que no tiene las funciones de ser un filme: algunas veces puede ser visto como un documental, un experimento y hasta un tratado teórico sobre la imagen y sus evanescencias fílmicas. Narra en su primera parte, si se puede argumentar, la historia de una doctora que ha perdido a su esposo, totalmente fuera de sí misma por el duelo que está sufriendo, sobre un tratamiento lleno de grisura y con el blanco y negro de la cinematografía, cambiando luego al color y lo heterodoxo del filme invade la percepción con la presencia de un protagonista masculino, quien sufre de narcolepsia, aquí es precisamente donde nos invade la astenia que nos dice el título, ese peculiar síndrome sobre la perdida de la energía y la actividad, la fatiga muscular como una apatía reluctante de vivir la decadencia de nuestros tiempos. El desencanto, la melancolía y la distancia es lo que impera sobre todo el cuerpo del filme, dándoles prioridad al espacio de los objetos y los lugares abandonados, las atmósferas de la era posindustrial y las locuciones que nos alejan cada vez más de lo narrado, pero ese es su fin, inoculando un cierto estado emocional que se transmite a los espectadores, donde no importan los argumentos ni las clara alusiones políticas hacia la Perestroika en Rusia, que la prohibió de estrenarse, sobre la caída del comunismo y la occidentalización de sus más grandes miedos, son los síntomas de una debilidad presumible a raíz de las ruinas de una sociedad, evidenciando su falta de comunicación a nivel colectivo, donde les invade el letargo emocional y la enajenación de masas, como una constante despiadada del sufrimiento, la desesperación y la violencia que escriben las actitudes humanas. A ratos nos parece un filme centrado en un experimento psicoanalítico, más por sus significantes desbordados de anomalías y enfermedades de lo llamado ‘lo posmoderno’: ansiedad, estrés, narcicismo y alienación, cuyo motor es aturdir al espectador hasta llegar al tedio más extremo y disímil de su vitalidad, con la entrega de una estilización de lo dispar y la distancia de la imagen y su mero acto de replicarse a través de los seres.
6 notes · View notes
Text
Saber quién eres, ese el requisito necesario para crear tu estilo, tu forma de vida, cualquier otra figura que pueda añadirse a tu existencia.
0 notes
saberconvivir2024 · 2 months
Text
Tumblr media
La posmodernidad ha influido profundamente en la conformación, expansión y enfoques de los movimientos sociales, incluyendo la igualdad de genero y diversidad, al fomentar una critica de las estructuras de poder existentes. Es probable que ante el paso a nuevas etapas en la historia del pensamiento y la cultura, estos movimientos se adapten y evolucionen manteniendo su relevancia y necesidad.
Seguirán existiendo movimientos de lucha, seguirá habiendo inconformidad , el objetivo siempre será eliminar los estereotipos y roles de género impuestos por la sociedad a partir del sexo.
0 notes
anadelacalle · 3 months
Text
Nihilismo, hoy
 26 febrero, 2017 Mucho se ha hablado del nihilismo en nuestra Sociedad que creo empieza a dejar poso. No es por tanto un fenómeno nuevo ni último es su fisonomía, porque si algo caracteriza este estado de la cultura es su dinamismo frente a la concepción más estable de lo que la modernidad consideraba fundamental. Así bajo el supuesto nihilismo, la etapa postmoderna, aquella que se alzó contra…
Tumblr media
View On WordPress
0 notes
jgmail · 7 months
Text
Por una postmodernidad alternativa: bosquejo de un fenómeno sin nombre
Tumblr media
Por Alexander Dugin
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Deconstruyendo la postmodernidad
Antes que nada, debemos comenzar por entender que es la Postmodernidad, ya que ella no es un fenómeno único y, aunque los postmodernos (especialmente Derrida [1]) fueron los primeros que usaron el termino “deconstrucción” (el cual es una traducción del alemán die Destruktion usado por Heidegger en Sein und Zeit [2]), es posible igualmente deconstruir la Postmodernidad desde una perspectiva no postmoderna. Como fenómeno la Postmodernidad nace de la Modernidad, siendo a la vez una crítica y una continuación de la misma. Hoy en día se ha convertido en un dogma no solo la crítica de la Postmodernidad a la Modernidad, sino también los elementos en que ambas están de acuerdo y que no pueden ser criticados por nadie. Precisamente son estos puntos los fundamentos mismos de la Postmodernidad, que no son malos o buenos per se, sino que simplemente son ya que, de no existir, este fenómeno terminaría por autodisolverse. Esta autodisolución no ha ocurrido, a pesar de toda la ironía, evasivas y hasta falta de sinceridad del discurso postmoderno, por lo que podemos concluir que existe un núcleo claramente definido cuyos fundamentos están delineados y que nadie se atreve a cuestionar. No obstante, es posible distanciarse del núcleo mismo del discurso postmoderno y traspasar los límites que el mismo ha creado para analizar críticamente tal fenómeno. Una vez hecho esto es posible mirar desde la distancia el discurso postmoderno y hacernos la siguiente pregunta: ¿acaso no es posible tomar prestado algunos elementos de la Postmodernidad y usarlos para crear algo totalmente diferente? Además, ¿no podríamos diseccionar la Postmodernidad hasta llegar a sus elementos básicos, ignorando las quejas moralistas e imperativos teóricos de sus defensores, desoyendo por completo sus protestas y gritos de dolor?
Desmontando la Modernidad: ¿qué debemos rescatar de la Postmodernidad?
Con tal de sostener mi tesis, expondré los siguientes puntos estructurando el análisis de la siguiente manera: en primer lugar, debemos identificar los elementos de la Postmodernidad que nos resultan interesantes y que critican radicalmente a la Modernidad; en segundo lugar, intentaremos enumerar aquellos rasgos de la Postmodernidad que son una radicalización de la Modernidad. Entonces, ¿cuáles son los rasgos de la Postmodernidad rescatables y críticos frente a los Nuevos Tiempos de la Europa occidental moderna?:
En primer lugar, la fenomenología y la intencionalidad (Brentano, Husserl, Meinong, Ehrenfels, Fink).
El estructuralismo y su idea de una ontología autónoma del lenguaje, el texto, el discurso (Saussure, Trubetskói, Jakobson, Propp, Greimas, Riker, Dumézil).
La defensa del pluralismo cultural y el interés por las sociedades arcaicas (Boas, Mauss, Lévi-Strauss).
El descubrimiento de lo sagrado como un factor fundamental de la existencia (Durkheim, Eliade, Bataille, Caillois, Gerard, Blanchot).
El existencialismo y la filosofía del Dasein (Heidegger y sus epígonos).
Las teorías del psicoanálisis sobre el “trabajo onírico” continuo que subvierte los mecanismos de la racionalidad (Freud, Jung, Lacan).
La deconstrucción como contextualización (Heidegger).
El estudio de las narrativas del mito (Bachelard, Durand).
La crítica del racismo, el etnocentrismo y el supremacismo occidental (Gramsci, Boas Levi-Strauss y Kristeva, la Nueva Antropología).
El rechazo de la imagen científica del mundo (Newton) y de la racionalidad cartesiano-lockeana que la justifica (Foucault, Feyerabend, Latour).
El reconocimiento de que la Modernidad es frágil, arbitraria y falsa (Cioran, Blaga, Latour).
Un marcado pesimismo frente a la civilización europea occidental por medio del desenmascaramiento de sus mitologías utópicas sobre un “futuro brillante” y la idea de “progreso” (Spengler, Jünger, Cioran).
Las teorías sociológicas funcionalistas (Durkheim, Mauss) que demuestran que las pretensiones del individuo de liberarse de la sociedad, al igual que su soberanía racional-psicológica, son totalmente falsas.
Planteamiento del nihilismo de los Nuevos Tiempos (Nietzsche, Heidegger).
Relativización del hombre (Nietzsche, Jünger).
Descubrimiento de la interioridad del hombre (Mounier, Corbin, Bataille, Jambe).
La teología política (Schmitt, Agamben).
El progresismo y la censura postmoderna
Es importante señalar que todos los elementos positivos que encontramos en la Postmodernidad aparecieron mucho antes de que esta surgiera y podemos decir que existen independientemente de ella. Todos estos principios aportaron algo esencial a la Postmodernidad y, en algún momento determinado, comenzaron a fundirse parcialmente con ella, pero es obvio que tales enfoques, intersecciones o encuentros, diálogos y discusiones, tanto posibles como reales, nacieron en un contexto que no tenía nada que ver con la Postmodernidad. Por supuesto, tales afirmaciones sin duda levantan una enorme animadversación entre los postmodernos, pues ellos se han encargado de eliminar cualquier interpretación no postmoderna de tales corrientes y consideran como inadmisible la investigación arqueológica de las mismas fuera de su contexto epistemológico. La Postmodernidad insiste en que tales disciplinas, escuelas y movimientos hacen parte integral de su paradigma, por lo que se arrogan el monopolio de cualquier interpretación de tales corrientes. En otras palabras, cualquier intento de plantear un punto de vista diferente debe ser considerado como algo superada, sobrepasada o “eliminado” – en el sentido hegeliano – que no tiene derecho a existir. Tales disciplinas solo pueden existir dentro del paradigma de la Postmodernidad, por lo que consideradas fuera de él es arriesgarse a que se conviertan en elementos peligrosos.
No obstante, estas disciplinas surgieron a principios del siglo XX, o durante el transcurso del mismo, y representaron un giro sistemático en la misma historia de la Modernidad. Se podría decir que son el fruto de la crisis subyacente, el fracaso o el inevitable final de la Modernidad, pero lo que nos importa señalar es que tal crisis sucedió mucho antes de la aparición de la Postmodernidad como movimiento. Estas disciplinas fueron retomadas por la Postmodernidad que se apropió de muchas de sus críticas, lenguaje y sistemas conceptuales. En la Modernidad tales disciplinas eran marginadas por la “ortodoxia del pensamiento”, en cuya crítica se basa el pathos emancipatorio de la Postmodernidad. Así como la Modernidad destruyó a la sociedad tradicional (Premodernidad) bajo las banderas del antidogmatismo – aunque muy pronto impuso su propio dogmatismo –, como por ejemplo lo hicieron los regímenes comunistas que alcanzaron el poder sosteniendo que luchaban contra la violencia y la opresión para luego crear sistemas totalitarios mucho más violentos y opresivos que aquellos a los que se oponían, la Postmodernidad ha hecho lo mismo, creando un sistema exclusivista y tiránico. Lo paradójico resulta ser que la Postmodernidad eleva el relativismo a un valor universal que debe ser defendido de la forma más brutal y absolutista por los globalistas como si se tratara de un “principio” incuestionable. Todo aquello que no es compatible con dichos principios es excluido de forma sistemática. Un vistazo más de cerca a los movimientos y escuelas postmodernas nos rebela que se conciben a sí mismos como una continuación de la Modernidad, pero perciben en esta última defectos e insuficiencias que deben ser criticados. En algunas ocasiones (aunque no siempre) plantean incluso conclusiones más radicales que la Modernidad, revelándose como la conclusión lógica de los aspectos más oscuros, perversos, nihilistas y erróneos de la misma.
¿Qué rechazamos radicalmente de la Postmodernidad?
Es hora de enumerar los aspectos de la Postmodernidad que han revivido el totalitarismo:
Un retorno al progresismo, pero invertido, ya que ahora se considera “progreso” el desmantelamiento de cualquier fe en un “futuro brillante”, la deconstrucción de toda utopía o plan. Podríamos llamar a este fenómeno “progresismo negro” o “Ilustración oscura” (N. Land [3]).
El regreso del materialismo, pero no en su versión acrítica moderna, que es considerada como demasiado “idealista”. Es necesario crear “verdadero materialismo” para los tiempos de hoy (Deleuze [4], Kristeva [5]).
La defensa del relativismo frente a cualquier proyecto universalista, es decir, la destrucción de cualquier forma de unificación de lo múltiple y variado, destruyendo de este modo cualquier clase de jerarquía o taxonomía. El relativismo se convierte en un dogma incuestionable (F. Lyotard [6], Negri y Hard [7]).
El post-estructuralismo que sostiene que el método estructuralista es incapaz de explicar la totalidad de las formas históricas y sociales, imposibilitado para comprender las mutaciones o transformaciones, de allí el llamamiento a superar el estructuralismo (M. Foucault, G. Deleuze, R. Barthes).
Una crítica radical de cualquier forma de Tradición, pues esta última (como es sostenido por el historiador marxista Hobsbawm [8]) es vista como una “ficción burguesa” o una especie de “opio del pueblo”. Se busca de esta manera eliminar cualquier clase de soberanía ontológica del espíritu, la Modernidad misma es vista como una “forma de Tradición” disfrazada que debe ser desmantelada. Tal juicio es considerado como un veredicto incuestionable.
La creación de un nuevo universalismo crítico y escéptico que busca ridiculizar o descomponer irónicamente cualquier clase de generalización, mientras que se exalta la fragmentación heterogénea y se celebra la ontología de los fractales.
La destrucción de cualquier forma de límites por medio de la abolición de la moral y la transgresión (M. Foucault [9], G. Deleuze, F. Guattari, G. Bataille [10])
Un antiesencialismo radical que parte del Dasein de Heidegger, pero que llega a una conclusión inversa y oscura donde se sostiene la maldad intrínseca de cualquier forma de “esencialismo” hasta el punto de que el devenir (incluyendo el devenir corporal) es totalizado, rechazando de facto cualquier búsqueda de la especie o las raíces de los conceptos.
La eliminación de cualquier forma de identidad, pues toda identidad es considerada como temporal, lúdica, accidental y arbitraria, por lo que solo la superación de la identidad, y no su construcción, es el imperativo moral a realizar.
El auge de las teorías de género a partir de la autonomía ontológica de las minorías que ahora pasan a ser clases oprimidas. La relativización del género, la edad y la especie son el objetivo final que se debe alcanzar (Kristeva [11], D. Harroway [12])
La creación de un psicoanálisis postmoderno que supere las ideas estructuralistas de Freud e incluso de Lacan (F. Guattari [13]).
Odio visceral hacia cualquier forma de jerarquía y verticalidad (representada por la metáfora del árbol de Porfirio), proponiendo la creación de una democracia basada sobre esquizo-masas o dividuos sueltos, el cuerpo es desmembrado como organismo soberano y se pide la instauración de un “parlamento de órganos” (B. Latour [14]).
El nihilismo nacido de la Modernidad se convierte de ahora en adelante en un principio, una “voluntad de nada” (Deleuze [15]), dejando de ser un concepto negativo para convertirse en un programa.
La abolición de los acontecimientos en nombre de un reciclaje interminable de lo mismo (J. Baudrillard [16]).
La justificación del posthumanismo en nombre del agotamiento de lo humano, identificado de ahora en adelante como un principio demasiado vertical y jerárquico (B. H. Levy [17]). La humanidad debe ser reemplazada por híbridos, sea que se trate de “máquinas de deseo”, ciborgs o quimeras en el espíritu de la ecología profunda o la filosofía de Cthulhu (D. Harroway [18]).
Apología de las minorías y equiparación de las culturas arcaicas orgánicas con las subculturas mecánicas y artificiales contemporáneas mediante la organización de comunidades en red de pervertidos y enfermos mentales.
La Postmodernidad como conclusión del nihilismo inherente a la Modernidad
Si analizamos detenidamente los puntos anteriores llegamos a la conclusión de que la Postmodernidad no es únicamente una continuación de la Modernidad, sino que también es una radicalización de los imperativos categóricos de los Nuevos Tiempos. Por supuesto, los elementos que rechazamos de la Postmodernidad dejan entrever que este movimiento – a diferencia de aquellos puntos que consideramos como positivos – hacen parte de una crítica hacia la Modernidad desde la izquierda, impulsada por el hecho de que esta última fuera incapaz de cumplir plenamente sus objetivos. Por lo tanto, la Postmodernidad hereda la triste y difícil tarea de llevar a cabo tales proyectos. Es aquí donde la Postmodernidad se presenta como la consecuencia lógica de la Modernidad, su telos. Sin embargo, mientras que la Modernidad tuvo como objetivo emancipar a la humanidad de las sociedades tradicionales (Premodernidad) la Postmodernidad ahora debe emanciparnos de la misma Modernidad. Es precisamente aquí que la epistemología de la Postmodernidad abraza el terror revolucionario y totalitario de los bolcheviques como un medio para cumplir su fin. La Modernidad debe ser erradicada porque no es lo suficientemente moderna y ha fracasado en su misión. Tal tesis reproduce sin duda las ideas marxistas de que la burguesía es una clase progresista con respecto a los señores feudales, pero el proletariado es sin duda mucho más progresista y debe derrocar a la burguesía según la lógica de la historia. La Postmodernidad sigue al pie de la letra estas ideas: la Modernidad sin duda es muy superior a la Tradición (Premodernidad), pero la Postmodernidad debe a su vez superar a la Modernidad en nombre de las ideas izquierdistas.
La teoría crítica implícita
Ahora bien, aquellos elementos que consideramos rescatables de la Postmodernidad pueden ser separados de ella y no tienen conexión alguna con los que nos resultan inaceptables. Una vez logramos esto nos encontramos con una serie de teorías, escuelas e interpretaciones que forman un todo coherente. Tal enfoque aparece frente a nosotros únicamente cuando sometemos a la Postmodernidad a una crítica inclemente y realizamos una deconstrucción y disección de la misma. El hecho de que este conjunto teórico exista tanto antes como también por fuera de la Postmodernidad demuestra que se trata de un conjunto de ideas completamente distinto y autónomo. Todas estas teorías tienen en común su reconocimiento de la profunda y terrible crisis por la que está atravesando la civilización occidental moderna (La crisis del mundo moderno según R. Guénon [19]) y por eso se apresuran a buscar el momento en la historia en que se cometieron los fatídicos errores que condujeron al actual estado de cosas, identificando las tendencias nihilistas y destructivas que terminaron en este callejón sin salida para así proponer una solución – en algunos casos más o menos radical dependiendo del autor – y de ese modo superar la crisis en la que nos encontramos hoy en día. Estas propuestas varían desde la creación de sistemas epistemológicos completamente nuevos hasta la rebelión directa en contra del mundo moderno o la Revolución Conservadora. El hecho de que estas corrientes sean resultado del predominante nihilismo nacido al interior de la Europa de los Nuevos Tiempos, especialmente en sus fases más negativas en el transcurso del siglo XX, ha permitido que la Postmodernidad se relaciona con tales teorías e incluso las haya integrado, hasta cierto punto, en su interior. No obstante, un estudio más detallado de tales corrientes teóricas deja entrever que pueden ser integradas, de hecho, en otros sistemas epistemológicos. Tales teorías originalmente proponían una liberación de la Modernidad, pero en un sentido completamente distinto al que ha terminado por prevalecer en la Postmodernidad como continuación del proyecto moderno. Todo lo anterior nos lleva a sostener que nos encontramos frente a un punto de bifurcación en la cultura intelectual del siglo XX donde existen dos formas de criticar la filosofía, la ciencia, la política, la cultura, etc., de la civilización occidental moderna:
La primera sería la Postmodernidad propiamente dicha, que se convirtió en la heredera explícita y totalitaria de estas ideas y valores, reivindicando su patrimonio,
y una segunda corriente que no recibió ningún nombre, siendo desplazada, desmembrada y modificada por la Posmodernidad.
La ausencia de un nombre, así como la falta de independencia de sus representantes, junto con el aislamiento de muchas de estas escuelas y corrientes fragmentadas – que la mayoría de las veces se dedicaron a un estudio parcial de problemas locales – al interior de una Postmodernidad pujante, nos impide hablar de que este sistema de pensamiento fue autónomo durante el siglo XX. El único intento de unificar estas corrientes dispares en un todo coherente han sido los trabajos emprendidos por la Nueva Derecha francesa que parcialmente logró tal cometido, aunque este movimiento ha sido tildado de ecléctico y artificialmente marginado por las corrientes intelectuales dominantes en Occidente. Esto nos lleva a concluir que nunca se ha creado un nombre, un discurso o una institución que hayan intentado crear una Postmodernidad alternativa o un proyecto diferente. Sin embargo, el hecho de que este sistema de pensamiento haya conseguido volverse autónomo no debe llevarnos a creer que se trata de un proyecto fantasmal o entregarle tales ideas a la Postmodernidad. Es necesario que estudiemos todas las vertientes intelectuales de esta cosmovisión implícita y bastante coherente adoptando un punto de vista alternativo en la historia de las ideas. Como muy bien sabemos, no siempre los vencedores en las guerras, las disputas religiosas, las polémicas científicas y filosóficos o cualquier otra clase de lucha física o espiritual, necesariamente están en lo correcto, son buenos o detentan la verdad. Muchas veces resulta ser todo lo contrario, por lo que aplicar esta idea a la Postmodernidad y su posible alternativa no es descabellado.
La fenomenología
Dando un vistazo rápido a los puntos positivos que hemos señalado, queda claro que la fenomenología hace parte de esta corriente sin nombre, ya que afirma el estatuto fundamental del sujeto, su ontología y su soberanía. La fenomenología rompe con el materialismo defendido por la Modernidad, situando la intencionalidad del lado del sujeto y de su percepción de las cosas. De ahí el uso del término in-tentio, que significa dirigirse hacia las cosas desde adentro. Brentano, el fundador de la fenomenología [20], retomó muchas de las ideas desarrolladas por la escolástica europea y el aristotelismo radical de la orden benedictina (Friedrich von Freiberg, místicos renanos) que insistían en que el intelecto activo hacia parte fundamental del alma humana. No es casual que Brentano dedicó su disertación de doctorado al problema del intelecto activo en Aristóteles [21]. Por supuesto, la fenomenología fue desarrollada por Husserl y llevada a su máxima expresión por Heidegger, siendo una corriente filosófica contemporánea en la que fácilmente podemos observar formas de pensamiento premodernas no contaminadas por el nominalismo, el materialismo y el atomismo de los Nuevos Tiempos. La fenomenología sin duda tiene muchos elementos de la Modernidad, pero, al mismo tiempo, muchas de sus ideas están en consonancia con el pensamiento clásico y medieval.
El estructuralismo
El estructuralismo es una corriente sumamente interesante que prioriza el habla (¡nuevamente la dimensión subjetiva!) incluso en campos extralingüísticos. Si bien esta tesis resulta novedosa en una civilización dominada por el positivismo, la primacía de los objetos y el atomismo, el estructuralismo ha tenido una importancia muy grande en campos como la lógica y la filología. Su actitud positiva hacia el Logos, la ontología del intelecto y el habla sin duda esta muy en consonancia con las ideas propias de las sociedades tradicionales. Por supuesto, en el mundo contemporáneo la tesis de la soberanía ontológica del lenguaje parece extravagante e incluso grotesca – especialmente por el positivismo consciente o inconsciente que domina hoy en día –, pero en las sociedades tradicionales el lenguaje y el pensamiento eran concebidos como realidades ontológicas inseparables antes del triunfo del nominalismo. Después de todo, la disputa de los universales fue una polémica entre quienes afirmaban la autonomía ontológica de los nombres (realistas e idealistas) contra quienes la negaban (nominalistas). Por lo tanto, el estructuralismo está del lado del realismo y el idealismo, aunque el contexto filosófico y cultural en que nos encontramos es muy diferente. Resulta interesante que algunas de las metodologías usadas por la Postmodernidad resuenen ecos de ideas premodernas, especialmente si tenemos en cuenta que muchos de los primeros estructuralistas, como los fundadores de la fonología Trubetskói y Jacobson, fueron eurasiáticos, sin dejar de lado los importantes trabajos dedicados por Dumézil a la ideología trifuncional de los indoeuropeos [22] – muy cercana a los trabajos de los tradicionalistas –, los paralelos que existen en los trabajos de Propp [23] y Greimas [24] con los sistemas cosmogónicos sagrados, etc. Tal parentesco resulta no solo sustancial sino incluso evidente.
La rehabilitación de las sociedades arcaicas
Otro de los puntos importantes es el estudio exhaustivo e imparcial de los mitos y creencias de las sociedades arcaicas, tal estudio refuta las conclusiones no solo superficiales, precipitadas y falsas de la antropología progresista y evolucionista, sino que además permite tener una visión totalmente diferente de las distintas culturas que, como insistieron Boas [25] y su escuela, debe ser interpretada desde sí misma, sin cuestionar la semántica y la ontología de cada sociedad estudiada. Esto ha contribuido al reconocimiento del pluralismo cultural y al establecimiento de un conjunto mínimo de características que pueden ser consideradas como universales, teniendo cada cultura una ontología y epistemología únicas.
Lo Sagrado
El descubrimiento de lo sagrado como fenómeno particular aconteció paralelamente en la sociología, la ciencia de la religión y la filosofía tradicionalista. Mientras que el tradicionalismo tomó una postura directa en favor de lo sagrado, considerando su desaparición como uno de los signos de degeneración de la sociedad actual, la sociología se limitó a describir de forma detallada sus estructuras. La ciencia de las religiones comparadas, al igual que algunas corrientes psicoanalíticas, especialmente la escuela de Jung [26], han demostrado como muchos elementos de lo sagrado continúan operando incluso en las sociedades más racionalistas y materialistas. La Postmodernidad recurre activamente al problema de lo sagrado, pero únicamente con la intención de someter a la Modernidad a una crítica demoledora y demostrar su fracaso a la hora de poner en práctica sus principios, pues la Modernidad, en lugar de desencantar el mundo (M. Weber [27]) lo que ha hecho es crear nuevos mitos. La Postmodernidad no busca rehabilitar el papel del mito, sino, muy por el contrario, destruirlo de una forma mucho más fundamental y radical que la Ilustración. Por supuesto, esta no era la intención de la sociología, la religión comparada, los pragmatistas (W. James [28]) y mucho menos de los tradicionalistas. Es necesario retomar el estudio de lo sagrado realizados por estas corrientes de pensamiento y oponerlo a las estrategias y objetivos de la Postmodernidad.
La filosofía del Dasein
La filosofía de Heidegger es un campo muy vasto y autónomo por sí mismo. El Nuevo Comienzo de la filosofía propuesto por Heidegger no tiene nada en común con la Postmodernidad, la cual asumió muchas de las ideas de Heidegger de forma indirecta y distorsionada por intermediación del existencialismo francés (Sartre, Camus, etc.), que las deformó hasta dejarlas totalmente irreconocibles. Por ejemplo, el concepto de rizoma formulado por Deleuze [29] es un eco lejano del Dasein de Heidegger, aunque se trata de una especie de parodia materialista del mismo.
El psicoanálisis
El psicoanálisis, al igual que la filosofía de Heidegger, no puede ser reducido a la Postmodernidad. Los enunciados más importantes del psicoanálisis son su defensa de la autonomía ontológica de la psique humana y la relación del inconsciente con el mundo exterior, que es semántica y estructural, siendo imposible de reducir a la racionalidad subjetiva del individuo y que esta penetrada por los complejos mecanismos que funcionan de forma invisible en nuestros sueños. Ahora bien, el psicoanálisis no tiene que reducirse a un único sistema interpretativo ni tampoco a los modelos propuestos por Freud, Jung o Lacan; tampoco el Anti-Edipo de Deleuze y Guattari [30] o el psicoanálisis feminista son capaces de anular la importancia que muchos fenómenos marginales del inconsciente tienen. Esto sin duda se opone abiertamente a las pretensiones totalitarias de la Postmodernidad. Es más, el psicoanálisis incluso da importancia al mito y a lo sagrado, como fue el caso de Jung y algunos de sus seguidores que terminaron por converger con el tradicionalismo y rechazar el racionalismo imperante en los Nuevos Tiempos. Los seminarios impartidos por el Círculo de Éranos sin duda son una prueba de ello.
La deconstrucción
El filósofo postmoderno Jacques Derrida [31] fue quien propuso la deconstrucción como un método para llevar a cabo la destrucción filosófica propuesta por Heidegger en Sein und Zeit [32], tema que hemos comentado al principio. Por supuesto, la propuesta de Heidegger era situar una escuela filosófica, teoría o terminología dentro de una estructura determinada de la historia de la filosofía con tal de analizar sus presupuestos. El objetivo de Heidegger era demostrar como estas teorías habían llevado al olvido del ser, ocultado toda preguntada por el mismo e anulado nuestra relación con él (ontologische Differrenz). Partiendo de tal definición podemos considerar que la deconstrucción puede aplicarse a varias disciplinas que como muy bien las definió el ya fallecido Wittgenstein [33] no son más que otros tantos “juegos del lenguaje”. La deconstrucción es un análisis minucioso y sistemático de las capas semánticas de un término, una idea, una teoría, una mitología o narración, averiguando cuando surgió, los cambios de significado que ha sufrido, las distorsiones, rupturas e incluso desplazamientos que se han dado a lo largo del tiempo. Claro, el modelo propuesto por Heidegger para la historia de la filosofía, siendo bastante fructífero e interesante, no tiene por qué ser considerado como el único.
El mito-análisis
Estudiar las imágenes, figuras, acciones y acontecimientos narrados por los mitos puede permitirnos dilucidar los rasgos más característicos de las épocas, situaciones y sustratos culturales a los que pertenecen tales objetos de estudio. Si la deconstrucción pretende rastrear el significado original que un concepto llegando hasta su núcleo epistemológico y estudiando sus desarrollos y mutaciones, el mito-análisis (G. Durand [34]) pretende, por el contrario, identificar los patrones y algoritmos similares que existen entre diferentes culturas y estados de la conciencia, confirmando su unidad estructural. En algunos casos, el mito-análisis puede fundirse con el psicoanálisis jungniano y en otros aplicarse a campos tan disimiles como la sociología, la antropología, las ciencias políticas y los estudios culturales [35].
El antirracismo diferencialista
La crítica en contra del etnocentrismo, y especialmente a las pretensiones de construir una jerarquía entre los pueblos, las culturas y los diferentes tipos de sociedades, no tiene por qué partir del individualismo radical, la apología de las minorías o la legitimación de las desviaciones. Es posible reconocer la pluralidad de culturas de acuerdo a una ley semagenética que permita darnos cuenta que los significados surgen y se reproducen dentro de una cultura particular. Además, toda cultura establece cuales son los criterios y valoraciones con los cuales se juzga a sí misma y a todos los que entran en su zona de influencia.
La crítica a la imagen científica del mundo
Uno de los aspectos más interesantes y atractivos de la Postmodernidad es su crítica y propuesta de una alternativa ontológica a la imagen científico-naturalista propuesta por el nominalismo (M. Foucault [38], B. Latour [39] y P. Feyerabend [40]), idea que puede ser profundizada e investigada fuera del campo mismo de la Postmodernidad. La crítica fenomenológica de las ciencias europeas por parte de Husserl [41] debe ser considerado como un campo científico completamente autónomo. Además, es necesario examinar de forma mucho más detallada las ideas científicas premodernas que fueron desechadas con el advenimiento de la Modernidad, especialmente las construcciones ontológicas aristotélicas y, en parte, el hermetismo [42]. La Postmodernidad no le interesa realizar semejante investigación, pues su objetivo es criticar la imagen científica del mundo con tal de producir una “nueva apertura” en la onda de las teorías de la relatividad, la teoría cuántica, la teoría general de campos, la lógica modal, la teoría de las supercuerdas, etc., concibiendo las teorías científicas premodernas más o menos de la misma manera que sus contrapartes modernas: un conjunto de “aproximaciones burdas” o “falsos prejuicios” caducos. No obstante, ha sido precisamente esta crítica a la ciencia de los Nuevos Tiempos, como un intento de superar sus límites e incluso corregir sus errores, lo que ha llevado al redescubrimiento de las ciencias sagradas más allá de la actitud peyorativa que se tenía hacia ellas, intentando de ese modo concebir el conocimiento científico de la naturaleza desde una perspectiva diferente [43]. La crítica al racionalismo que subyace a la ciencia natural moderna, así como al rígido dualismo cartesiano y la cruda ontología mecanicista y materialista de Newton, conducen a una comprensión mucho más sutil y matizada de la superioridad de nuestra mente frente a la materia, rehabilitando categorías como el “intelecto activo” de Aristóteles o el Nous (Νοῦς) divino de Platón. Tal rehabilitación de las concepciones inherentes que tenían tanto la Antigüedad como la Edad Media de la naturaleza (en lugar de las parodias que la historia de la ciencia se dedica a patrocinar hoy en día) puede conducirnos al desarrollo de nuevas ontologías científicas que estén relacionadas con las teorías actuales. Este enfoque podría ser muy fructífero, pero el dogmatismo progresista de la Postmodernidad bloquea tales desarrollos. Claro, una vez dejamos de lado la Postmodernidad no existe razón para no realizar tales investigaciones.
La crítica de la Modernidad
La crítica de la Postmodernidad a la Modernidad repite la crítica de Marx hacia el capitalismo. Marx creía que el capitalismo era un fenómeno abominable contra el que había que luchar, pero reconocía la inevitabilidad histórica del mismo e incluso su superioridad frente a las formas de producción precapitalistas [44], trazando una estricta línea de demarcación entre quienes, como él, criticaban al capitalismo desde posiciones postcapitalistas y quienes rechazaban no solo el capitalismo, sino su necesidad, inevitabilidad e incluso utilidad. Esta última fue la línea adoptada por muchos defensores del socialismo conservador, entre los cuales se cuentan nacionalistas alemanes como Ferdinand Lassalle [45]o los populistas rusos. De la misma manera los defensores de la postmodernidad argumentan que la Modernidad ha sido un gran fracaso y una catástrofe, pero defienden sus objetivos y principios como “liberadores” sabiendo muy bien que no logró alcanzarlos. A pesar de su acertada e incluso aguda crítica de la Modernidad, la Postmodernidad, al igual que el marxismo, termina considerando a la Modernidad como un destino inevitable, cuando en realidad se trata de una elección. Es posible elegir entre la Modernidad y la Tradición, por ejemplo. La crítica más despiadada y coherente de todas fue la que hicieron los tradicionalistas, lo que llevó al filósofo francés René Allieu [46] a decir que René Guénon fue un revolucionario mucho más radical que Marx. Resulta interesante que algunos de los críticos del mundo moderno, como André Gide [47], Antonín Artaud [48], Georges Bataille [49], Ezra Pound [50] o Thomas Eliot [51], así como algunos dadaístas y surrealistas, hayan tomado en serio las ideas de Guénon [52] y Evola [53], incorporándolas a sus propios ataques contra la Modernidad y creando sus propios argumentos conceptuales. Toda crítica a la Modernidad que no vaya acompañada del tradicionalismo termina por perder su fuerza y acaba contagiada por la misma enfermedad que dice combatir.
Pesimismo frente a la civilización europea occidental
Muchas de estas ideas, tanto desde la izquierda – Henri Bergson [54], Sartre [55] o Marcuse [56] – como desde la derecha – Nietzsche, Spengler [57], los hermanos Jünger o Cioran [58] – reflejan un fuerte pesimismo frente a la civilización europea occidental actual. Ambas líneas tienen en común en que hacen un llamado para crear un futuro alternativo inspirado en los valores del pasado, siendo bastante valiosas. Sin embargo, no considerar a la civilización occidental moderna como una enfermedad, una anomalía y, en el peor de los casos, una Gran Parodia o el “Reino del Anticristo”, significa estar de acuerdo con su lógica interna e incluso aceptar su legitimidad. El dialogo entre los críticos de derecha e izquierda de la civilización occidental actual sigue siendo posible, aunque resulte muy difícil. Tal posibilidad ya no existe con respecto a los defensores más feroces de la Postmodernidad.
La importancia de la sociología
La sociología, como ciencia surgida de la Modernidad, resulta bastante interesante en la medida en que estudia la relación de la sociedad con el individuo, demostrando que en gran parte es la sociedad la que determina el comportamiento de cada uno de sus miembros. Durkheim [59] llamó a esto funcionalismo: el individuo no es autónomo frente a la sociedad, sino que gran parte de su “libertad” no es más que una serie de roles, marcaras y funciones sociales que desempeña de acuerdo a unas determinadas posiciones. Sin embargo, estas ideas de la sociología llevaron al desarrollo de muchas teorías diferentes, como las de F. Tönnies [60], W. Sombart [61], P. Sorokin [62], V. Pareto [63], L. Dumont [64], etc., que sostienen que no existe un predominio unívoco respecto al desarrollo de las diferentes sociedades o la existencia de regularidades universales. Incluso es posible descubrir procesos cíclicos, recesiones, ascensos, momentos de desarrollo o degradación en las distintas sociedades, pero no es posible hablar de un desarrollo lineal único. Es por esa razón que la sociología puede ser una punta de lanza en contra del liberalismo, el cual preconiza la liberación del individuo de toda forma de identidad colectiva o ve la historia como una especie de progreso. Ambas afirmaciones son reducidas a quimeras sin sentido por la sociología. Además, la sociología plantea de forma brillante que muchas de las “verdades o leyes sociales” modernas son en realidad mitos, ideas-fuerza (G. Sorel [65]) utilizadas por las élites gobernantes para sus fines puramente egoístas y viendo el progreso como un prejuicio insostenible que no tiene ningún fundamento (P. Sorokin [66]). La Postmodernidad también recurre a la sociología, pero como medio para encontrar nuevas estrategias exóticas por medio de las cuales liberar al individuo y promover toda clase de movimientos progresistas dentro de la sociedad, entre ellos las transgresiones, el cambio de los roles de género, la conversión de las colectividades paranoicas en esquizo-masas (Deleuze/Guattari [67]), la invención de lenguajes individualistas (R. Barth [68], F. Sollers [69]), etc. La Postmodernidad no propone un retorno de lo individual a lo general, sino una mayor fragmentación de lo individual y la transición hacia lo sub-individual, el “parlamento de órganos” (B. Latour) o la “fábrica de micro-deseos” (como Deleuze denominaba el funcionamiento del inconsciente). Fuera de eso, la sociología sigue conservando todo su potencial hermenéutico, ya que permite restaurar el estatuto ontológico de lo general (holismo) y la importancia de la persona, no del individuo.
El nihilismo
El problema del nihilismo fue abordado y explicado muchísimo antes del surgimiento de la Postmodernidad por pensadores como Nietzsche, quien describió los elementos básicos de este fenómeno, y Heidegger [70], el cual desarrolló su propia teoría de la nada a partir de sus observaciones filosóficas. De hecho, toda la filosofía de Heidegger gira alrededor del nihilismo y los posibles caminos para superarlo. El problema del nihilismo fue planteado de forma muy seria y sigue siendo relevante hasta el día de hoy. Por supuesto, la Postmodernidad se ha declarado como la única que puede hablar del nihilismo y, en lugar de plantear la naturaleza trágica de la Modernidad o problematizar su existencia, ha preferido tratarlo con ironía: Deleuze proclamó que el triunfo del nihilismo era el objetivo final de toda la cultura postmoderna [71], dando con ello una respuesta precipitada y cínica a un problema fundamental. El nihilismo defendido por la Postmodernidad parece ser más una especie de provocación y antipatía que una verdadera respuesta filosófica, por lo que los intentos epistemológicos de justificar esta broma ontológica – como la no-filosofía de François Laruelle [72] o el nihilismo trascendental de Ray Brasier [73] – están destinados al fracaso. El nihilismo al que nos ha conducido el mundo moderno necesita ser planteado de una forma profunda y superado radicalmente siguiendo las ideas tanto de Nietzsche, quien dijo que el superhombre era el “conquistador de Dios y de la nada” [74], como Evola [75], que en Cabalgar el Tigre intento proponer una solución.
La relativización del ser humano
El llamado de Nietzsche a “pensar el ser sin la intermediación del ser humano” fue retomado por muchos pensadores del siglo XX que intentaron cuestionar los límites del hombre y su posición central con respecto al ser. Ortega y Gasset [76] señaló acertadamente el problema de la deshumanización del arte y Ernst Jünger [77] describió fenomenológicamente como la naturaleza humana era reemplazada por las estructuras tecnocráticas de la Modernidad. Este punto de partido llevó al pensamiento occidental – de hecho, fue así durante bastante tiempo – a dar varias respuestas, siendo algunas de las principales la etología de Konrad Lorenz [78], la teoría del “medio ambiente” de Jakob von Uxküll [79], la crítica de la técnica de Friedrich Georg Jünger [80], hermano de Ernst Jünger, o la “ecología de la mente” de Gregory Bateson [81]. La Postmodernidad asumió que tales ideas debían conducir a la creación de nuevas especies bio-mecánicas, quiméricas y mutantes en su afán por eliminar cualquier rastro de la esencia en la naturaleza. La lucha contra el antropocentrismo por parte de la Postmodernidad ha sobrepasado todos los límites, conduciendo a una apología de las ciencias cognitivas, el conductismo y la tecnología digital como un medio para eliminar al ser humano como especie, idea que es ensalzada por todos los apologistas de la Singularidad como Yuval Harari [82] o Ray Kurzweil [83].
El redescubrimiento de la dimensión interior del ser humano
El redescubrimiento de la dimensión interior del hombre, planteado por Georges Bataille en su ensayo La experiencia interior [84], no es algo original. Ya el Apóstol Pablo había planteado el problema del “hombre interior” y tal doctrina puede encontrarse en las religiones tradicionales que defienden la existencia del alma. La Modernidad, a partir de las teorías materialistas y evolucionistas, ha intentado crear una epistemología y una psicología sobre el hombre ignorando la existencia del alma y la importancia de toda dimensión interior. El hecho de que esta dimensión interior fuera defendida espontáneamente por algunas vanguardias artísticas como el surrealismo, los anticonformistas, etc., en su polémica contra la Modernidad, no significa en modo alguno que el “hombre interior” sea un invento del siglo XX. Los tradicionalistas como Julius Evola [85] y René Guénon [86], además de plantear esta cuestión, sentaron las bases para la construcción del Sujeto Radical. Otros pensadores contemporáneos como Mounier [87] plantearon la necesidad de crear una filosofía personalista. Henri Corbin [88] y sus discípulos (Jambet [89], Lardreau [90], Laurie [91], etc.) profundizaron en este tema hablando de la figura del Ángel que aparece en la poesía de Rilke y Heidegger. No obstante, la Postmodernidad tiende a menospreciar este tema y el realismo especulativo niega tajantemente cualquier dimensión interior, excepto la de las cosas mismas que no tengan conexión con el Dasein (Harman [92]). De todas maneras, el problema del Sujeto Radical [93], dejando de lado la Postmodernidad, es una de las cuestiones fundamentales de hoy en día.
La teología política
Carl Schmitt fue uno de los primeros que formuló este problema político de forma abierta [94]. El hecho de que tales ideas de Schmitt fueran retomadas por pensadores postmodernos como Taubes [95], Mouffe [96] o Agamben [97] no empaña el hecho de que esta teoría goza de una autonomía completa frente a las interpretaciones de estos últimos, que hablan de la vida desnuda, el catecismo negativo, etc. Además, el planteamiento de una verdadera “teología política” solo puede hacerse dentro del contexto de la revolución conservadora, ya que Schmitt fue un crítico mordaz de la Modernidad.
Hacia una Postmodernidad alternativa y tradicionalista
Después de enumerar y señalar nuestras principales diferencias con respecto a la Postmodernidad, podemos finalmente plantear una línea de pensamiento propia. La Postmodernidad se ha arrogado el derecho, injustificado, de ser la culminación de la historia intelectual de la humanidad con su visión filosófica retorcida. Sin embargo, no consideramos que rechazar en bloque la Postmodernidad sea una solución, pues tal rechazo nos llevará directamente a abrazar la Modernidad que la Postmodernidad ha criticado brillantemente. Además, la Postmodernidad ha aprendido a utilizar los argumentos de la Modernidad para alcanzar sus fines. Por el contrario, nuestro rechazo de la Postmodernidad no va en la dirección de defender la Modernidad, ya que la primera (y en esto tienen razón los postmodernos) no es más que la culminación de la moral ilustrada de la segunda. El rechazo tajante de la Postmodernidad conlleva igualmente a un descarte de varios elementos en su interior que pueden ser muy útiles. Por otra parte, el reconocimiento de la Postmodernidad de las instancias de los “sagrado” y demás puede ser positivo y constructivo en la medida en que rehabilita muchas dimensiones de la Premodernidad. Un intento de volver directamente a la Tradición sin tener en cuenta la influencia que han ejercido la Modernidad y la Postmodernidad en todas las sociedades contemporáneas – tanto occidentales como no occidentales – es imposible, ya que la Premodernidad se ha vuelto inaccesible para nosotros, bloqueada por un muro semántico inexpugnable a través del cual nos llegan, de forma distorsionada, los rayos de la Tradición. Con tal de llegar a la Tradición primero debemos aprender a deconstruir la Modernidad y la Postmodernidad o de lo contrario seguiremos atrapados en su epistemología.
Por lo tanto, aquello a lo que llamamos una “Postmodernidad alternativa” tiene mucha relevancia y no podemos prescindir de él. Claro, el núcleo de nuestra crítica filosófica es el tradicionalismo y su crítica radical en contra de la Modernidad, pero sin un diálogo abierto con las corrientes de pensamiento contemporáneas el tradicionalismo tiende a degenerar rápidamente hasta convertirse en un secta inofensiva, incapaz y poco atractiva. Al contrario, la creación de una Postmodernidad alternativa moviliza y reactualiza el potencial mismo del tradicionalismo. Julius Evola emprendió en algún momento esa tarea intentando responder en sus últimas obras, a los desafíos filosóficos, culturales, políticos y científicos que planteaba la Modernidad, sin miedo de alejarse en lo más mínimo del tradicionalismo ortodoxo pues, en las condiciones extrema degradación cíclica en las que vivimos, la ortodoxia simplemente no existe. Ha llegado la hora de que nosotros hagamos lo mismo.
Notas:
[1] Derrida, Jacques, La escritura y la diferencia, Editorial Anthropos, 1989, Barcelona.
[2] Heidegger, Martin, Sein und Zeit, Frankfurt am Main, Vittorio Klosterman, 1977. S. 27.
[3] Land, Nicholas, Fanged Noumena: Collected Writings 1987-2007. New York; Windsor Quarry (Falmouth): Sequence; Urbanomic, 2011.
[4] Deleuze, Gilles, La logique du sens, Editions de Minuit, 1969.
[5] Kristeva, Julia, Le révolution du langage poétique, Seuil, 1974.
[6] Lyotard, Jean-Francoise, Le Postmoderne expliqué aux enfants: Correspondance 1982-1985, Galilée, 1988.
[7] Hardt, Michael y Negri, Antonio, Imperio, Buenos Aires: Paidós, 2002
[8] Hobsbawm, Eric y Ranger, Terence, La invención de la tradición, Critica, Barcelona.
[9] Foucault, Michel, Historia de la locura en la época clásica, FCE, Ciudad de México.
[10] Bataille, Georges, La parte maldita, Icaria, Barcelona, 1987. También Valeur d'usage de D.A.F. de Sade, postfacio de Mathilde Girard, Paris, Nouvelles Éditions Lignes, 2015
[11] Kristeva, Julia, Le Génie féminin: la vie, la folie, les mots, Fayard, 1999.
[12] Haraway Donna, Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature, New York; London: Routledge; Free Association Books, 1991.
[13] Guattari, Felix y Deleuze, Gilles, L'Anti-Œdipe. Capitalisme et schizophrénie, Minuit, , 1972; Idem. Chaosmose, Galilée, 1992.
[14] Latour, Bruno, Reassembling the social. An introduction to Actor-Network Theory, Oxford: OUP, 2005.
[15] Deleuze, Gilles, La logique du sens, Editions de Minuit, 1969.
[16] Baudrillard, Jean, El intercambio simbólico y la muerte, Monte Ávila, 1980.
[17] Lévy, Bernard-Henry, Le Testament de Dieu, Grasset, 1979.
[18] Haraway, Donna, Staying with the Trouble: Making Kin in the Chthulucene, Durham: Duke University Press, 2016.
[19] Guénon, René, La crisis del mundo moderno, Buenos Aires, Paidós, 2001.
[20] Brentano, Franz, Psychologie vom empirischen Standpunkte, Frankfurt am Main, Ontos, 2008.
[21] Brentano, Franz, Die Psychologie des Aristoteles, insbesondere seine Lehre vom nous poietikos, Mainz: Franz Kirchheim, 1867.
[22] Dumézil, Georges, L’Idéologie des trois fonctions dans les épopées des peuples indo-européens, Gallimard, 1968.
[23] Propp, Vladimir, Las raíces históricas de los cuentos de hadas, Madrid, Fundamentos, 1974.
[24] Greimas, Algirdas Julien, Semántica estructural, Madrid, Gredos, 1971.
[25] Boas, Franz, The mind of primitive man. A course of lectures delivered before the Lowell institute, 1910-1911, The Macmillan company, 1911.
[26] Jung, Carl Gustav, Psychologie der Übertragung, Rascher Zürich 1946. Neuausgabe in: Gesammelte Werke Band 16,13.
[27] Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Alianza, 2012,
[28] William, James, Pragmatism: A New Name for Some Old Ways of Thinking (1907), Hackett Publishing, 1981.
[29] Deleuze, Gilles y Guattari, Félix, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-Textos, 2004.
[30] Deleuze, Gilles y Guattari, Félix, Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia, Buenos Aires, Paidós, 1985.
[31] Derrida, Jacques, La escritura y la diferencia, Editorial Anthropos, 1989, Barcelona.
[32] Heidegger, Martin, Sein und Zeit, Frankfurt am Main, Vittorio Klosterman, 1977. S. 27.
[33] Wittgenstein, Ludwig, Los cuadernos azul y marron, Madrid, Tecnos, 1976.
[34] Durand, Gilbert, Introduction à la mythodologie. Mythes et sociétés, Albin Michel, 1996; Idem. Figures mythiques et visages de l'œuvre. De la mythocritique à la mythanalyse, Berg International, 1979.
[35] Дугин А.Г. Воображение. Философия, социология, структуры. М.: Академический проект, 2015.
[36] Boas Franz, Race, Language and Culture, Toronto, Collier MacMillan, 1940.
[37] Levi-Strauss, Claude, Antropología estructural, Barcelona, Paidós, 1974.
[38] Foucault, Michel, La arqueología del saber, Madrid, Siglo XXI, 1970. También Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas, Madrid, Siglo XXI, 1968, y Воля к истине: по ту сторону знания, власти и сексуальности. Работы разных лет. М.: Касталь, 1996.
[39] Latour, Bruno, Nunca fuimos modernos, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2007.
[40] Feyerabend, Paul, Contra el método, Barcelona, Planeta De-Agostini, 1993.
[41] Husserl, Edmund, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Una introducción a la filosofía fenomenológica, Filosofía, Clásicos, Barcelona, Editorial Crítica, 1991.
[42] Дугин А.Г. Интернальные Онтологии. Сакральная физика и опрокинутый мир. Москва ; Берлин : Директмедиа Паблишинг, 2022.
[43] Дугин А.Г. Интернальные онтологии. Сакральная физика и опрокинутый мир.
[44] Маркс К. (Marx, Karl), Фридрих Э. (Engels, Frederich) Из ранних произведений. М.: Государственное издательство политической литературы, 1956.
[45] Lassalle, Ferdinand, Reden und Schriften. Neue Gesamtausgabe. Mit einer biographischen Einleitung. Band 1–3., Berlin: Expedition des Vorwärts Berliner Volksblatt, 1892–1893.
[46] Alleau, René, De Marx a Guénon: d’une critique «radicale» à une critique «principielle» de sociétés modernes/ Les Dossiers H. René Guénon. P.: L’Âge d’Homme, 1984.
[47] Жид А. (Gide, André) Собрание сочинений в 7 томах (Obras completas en 7 tomos) М.: Терра; Книжный клуб , 2002.
[48] Artaud, Antonin, El teatro y su doble, Barcelona, Edhasa, 2021.
[49] Bataille, Georges, La parte maldita, Icaria, Barcelona, 1987
[50] Pound, Ezra, Guide to Kulchur. L.: Faber & Faber, 1938.
[51] Элиот, Т.С. (Elliot, T.S.) Избранная поэзия (Poesía completa), СПб.: Северо-Запад, 1994.
[52] Guénon, René, La crisis del mundo moderno, Buenos Aires, Paidós, 2001. También Le Règne de la Quantité et les Signes des Temps, Paris, Gallimard, 1945, Introduction générale à l'étude des doctrines hindoues, Paris, Marcel Rivière, 1921, L’Ésotérisme de Dante, Ch. Bosse Libraire, Paris, 1925
[53] Evola, Julius, Rivolta contro il mondo moderno, Milano, Hoepli, 1934.
[54] Bergson, Henri, La evolución creadora. Editorial Cactus. 2007. Materia y memoria. Ensayo sobre la relación del cuerpo con el espíritu. Editorial Cactus. 2006.
[55] Sartre, Jean-Paul. El Ser y la Nada, Buenos Aires, Losada, 1998.
[56] Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional, 1968, México: Editorial Joaquín Mortíz.
[57] Spengler, Oswald, Der Untergang des Abendlandes. Umrisse einer Morphologie der Weltgeschichte en alemán. 1.er volumen Viena, 1918; 2.º volumen Múnich, 1922.
[58] Cioran, Emil, El aciago demiurgo, Madrid: Taurus, 1974. También Desgarradura, Barcelona: Tusquets, 2004, Ejercicios de admiración y otros textos, Barcelona: Tusquets, 1993 y Cuadernos, 1957-1972, Barcelona: Tusquets, 2020.
[59] Durkheim, Émile. Las reglas del método sociológico y otros ensayos de metodología. Fondo de Cultura Económica, México, 2019.
[60] Tönnies, Ferdinand, Gemeinschaft und Gesellschaft. 1880-1935., De Gruyter, Berlin/Boston 2019.
[61] Sombart, Werner, Obras completas.
[62] Sorokin, Pitirim, Social and Cultural Dynamics: A Study of Change in Major Systems of Art, Truth, Ethics, Law and Social Relationships, Boston: Extending Horizons Books, Porter Sargent Publishers. 1957.
[63] Pareto, Vilfredo, Trattato di sociologia generale, G. Barbéra, Florence, 1916.
[64] Dumont, Louis, Homo hierarchicus. Essai sur le système des castes, Paris, Gallimard, 1971, Homo Æqualis I: genèse et épanouissement de l'idéologie économique (1977); II: l'Idéologie allemande ; Paris, Gallimard/BSH, 1978, Essais sur l'individualisme. Une perspective anthropologique sur l'idéologie moderne, Paris, Le Seuil, 1985
[65] Sorel, G, Commitment and Change: Georges Sorel and the idea of revolution. Toronto: University of Toronto Press, 1978.
[66] Сорокин П.А. (Sorokin, Pitirim), Человек. Цивилизация. Общество. (El hombre, la civilización, la sociedad), М.· Политиздат, 1992.
[67] Deleuze, Gilles y Guattari, Félix, Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia, Buenos Aires, Paidós, 1985.
[68] Barthes, Roland, La mort de l'auteur. P.: Mantéia, 1968.
[69] Sollers Philliph, L'Écriture et l'Expérience des Limites. P.: Seuil, 1968.
[70] Heidegger Martin, Nietzsche. 2 B. (G/A 6.1, 6.2). Frankfurt am Main: Vittorio Klostermann, 1996-1997.
[71] Deleuze, Gilles, La logique du sens, Editions de Minuit, 1969.
[72] Laruelle, François, Principes de la non-philosophie. P.: PUF, 1996.
[73] Brassier, R., Nihil Unbound: Enlightenment and Extinction (London: Palgrave Macmillan, 2007)
[74] Nietzsche, Friedrich W., La genealogía de la moral, Alianza Editorial, Madrid, 1996.
[75] Evola, Julius, Cavalcare la tigre, Milano, Vanni Scheiwiller, 1961.
[76] Ortega y Gasset, La deshumanización del arte. Orwell, George, Rebelión en la granja. Colección Destino Clásicos. Barcelona: Ediciones Destino.
[77] Jünger, Ernst, El trabajador, Tusquets, 2003
[78] Lorenz, Konrad, Das sogenannte Böse. Zur Naturgeschichte der Aggression. dtv 1977
[79] Uexküll, J., Streifzüge durch die Umwelten von Tieren und Menschen: Ein Bilderbuch unsichtbarer Welten. Berlin: J. Springer, 1934; Idem. Streifzüge durch die Umwelten von Tieren und Menschen. Bedeutungslehre. Frankfurt a. M.: S. Fischer, 1970; Idem. Das allmächtige Leben. Hamburg: Christian Wegner Verlag, 1950.
[80] Jünger, Friedrich Georg, La perfección de la técnica, Página Indómita, 2016
[81] Bateson, Gregory, Steps to an Ecology of Mind: Collected Essays in Anthropology, Psychiatry, Evolution, and Epistemology. Chicago, Illinois: University of Chicago Press.
[82] Harari, Y., Sapiens: A Brief History of Humankind. L.: Harvill Secker, 2014; Idem. Homo Deus: A Brief History of Tomorrow. L.: Vintage, 2017.
[83] Kurzweil, R., The singularity is near. NY: Viking, 2005.
[84] Bataille, Georges, L'Expérience intérieure, Paris, Gallimard coll. « Les Essais », 1943
[85] Evola, Julius, Teoria dell'individuo assoluto. Torino: Bocca, 1927; Idem. Fenomenologia dell'individuo assoluto. Torino: Bocca, 1930; Idem. Lo Yoga della potenza. Torino: Bocca, 1949.
[86] Guénon, René, L'Homme et son devenir selon le Vêdânta, Paris, Bossard, 1925
[87] Mounier, E., Œuvres, 4 volumes. P.: Seuil, 1961-1962.
[88] Corbin, H., L’Homme et son Ange. P.: Fayard, 1983.
[89] Jambet, Christian, L’acte de l’être. P.: Fayard, 2002.
[90] Lardreau, G., Jambet, C., Ontologie de la révolution I. L'Ange : Pour une cynégétique du semblant. P.:Grasset, 1976.
[91] Lory, P., La dignité de l'homme face aux anges, aux animaux et aux djinns. P.: Albin Michel, 2018.
[92] Harman, G., Tool-Being. Heidegger and the Metaphysics of Objects. Chicago: Open Court, 2002.
[93] Дугин А.Г. Радикальный субъект и его дубль. М.: Евразийское движение, 2009.
[94] Schmitt, Carl, Teología política. Trotta. Madrid, 2009.
[95] Taubes, J., Abendländische Eschatologie. München: Matthes & Seitz, 1991; Таубес Я. Ad Carl Scmitt. Сопряжение противостремительного. СПб.: «Владимир Даль», 2021
[96] Mouffe Ch., On the political. London; New York : Routledge, 2005.
[97] Agamben, Giorgio, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Pre-Textos. Valencia 1998. También El tiempo que resta. Comentario a la Carta a los Romanos. Trotta. Madrid 2006
0 notes
bocadosdefilosofia · 10 months
Text
Tumblr media
«Seamos claros: esta disolución de la cultura en el todo cultural no pone fin al pensamiento ni al arte. No hay que ceder a la lamentación nostálgica sobre la edad de oro en que las obras maestras se recogían a punta de pala. Antiguo como el resentimiento, este tópico acompaña, desde sus orígenes, la vida espiritual de la humanidad. El problema con que últimamente nos hemos tropezado es diferente, y más grave: las obras existen pero, tras haberse borrado la frontera entre la cultura y la diversión, ya no hay lugar para acogerlas y para conferirles sentido. Por consiguiente, flotan absurdamente en un espacio sin coordenadas ni referencias. Cuando el odio a la cultura pasa a ser a su vez cultural, la vida guiada por el intelecto pierde toda significación.»
Alain Finkielkraut: La derrota del pensamiento. Editorial Anagrama, pág. 122. Barcelona, 2000
TGO
@bocadosdefilosofia
@dies-irae-1
5 notes · View notes
Text
Modernidad cede puesto a la posmodernidad: nueva visión universo/Dios
Astrofísica y física cuántica nos obliga a encarar el Universo – y, por tanto, la idea de Dios– de manera diferente. Ahora la modernidad le cede su puesto a la posmodernidad. Una vez más, nuestra visión del Universo sufre radicales modificaciones. Newton le da paso a Einstein, y el advenimiento de la astrofísica y de la física cuántica nos obliga a encarar el Universo – y, por tanto, la idea de…
Tumblr media
View On WordPress
0 notes
drchugue · 2 years
Text
Criterios convergentes en torno a una posmodernidad con pretensión homogeneizante
🇸🇻 Se publicó un artículo del avance de mi tesis doctoral «Criterios convergentes en torno a una posmodernidad con pretensión homogeneizante», en revista indexada Entorno. El Salvador: Universidad Tecnológica de El Salvador. N.° 72, diciembre, 2021, pp. 21-28. Disponible en https://www.lamjol.info/index.php/entorno/article/view/13235/17616
Tumblr media
4 notes · View notes
camero500 · 9 months
Text
El hombre político posmoderno y sus lacras manipuladoras - Por: Oscar J. Camero @animalpolis
Usted vea cómo nos matamos, cómo nos manipulamos, con la técnica y la cultura como herramientas.
Ando en #Aporrea con el hombre "evolucionado" de la #posmodernidad.
#pdvsa #EEUU #Venezuela #imperialismo
0 notes