Tumgik
#Lily Resto
svholand · 1 month
Note
oioi, te conheci agora e vi q vc escreve sobre o exo 🙌🏻
pode fazer algo do kai por favor?
- lily
oi minha xará!!!! sou apaixonada pelo exo então escrevo com prazer, especialmente porque esses dias eu voltei com minha obsessão pela música vanilla e só de pensar em um kai todo romântico grrrrrr
às vezes você se pegava pensando em como conseguiu alguém tão bondoso quanto jongin na sua vida.
desde quando se conheceram, em uma viagem sua para coreia do sul, não tinha dúvidas de que ele era a representação de tudo que um homem deveria ser: gentil, carinhoso, divertido e, não menos importante, lindo.
em alguns dias, você se perguntava o que um homem lindo como ele tinha visto em alguém como você, que se sentia comum de todas as maneiras. não era péssima, mas também não se sentia extraordinária como você sentia que ele era. ao confessar isso para ele, será surpreendida com a cara de choque do coreano, com os lábios carnudos entreabertos. depois, ele fará um bico, meio bravo.
"você é a melhor pessoa do mundo inteiro." ele dirá, meio tímido e ainda meio em choque. dava para ver que não era falso e nem planejado; jongin realmente te via daquela forma, como um tesouro que deveria manter na vida dele para todo sempre. "e também é uma gostosa, sinceramente." ele completaria, lambendo o lábio inferior em uma forçada expressão sexy, te fazendo cair na risada.
quando estavam longes um do outro, não era incomum receber fotos aleatórias por mensagem durante o dia; desde selfies até fotos de coisas bonitas que jongin achava que poderiam te agradar, ele nunca falhava em te levar para um pouco do dia dele. ele também adoraria se você fizesse o mesmo, especialmente se mandasse fotos do seu rostinho lindo para que ele ficasse babando e se exibindo para os amigos.
sim, outro ponto importante: jongin não tem medo de te exibir para as amizades dele, sempre te elogiando em voz alta para deixar claro que, dentre os que namoravam, VOCÊ era a melhor namorada. isso gerava algumas discussões entre ele e os amigos? talvez... mas era tudo tão fofo que você não conseguia nem reclamar.
não tem um dia ao lado de jongin que você não tenha certeza que encontrou a pessoa certa para passar o resto da vida.
9 notes · View notes
dawangdick · 11 months
Text
MIS FANFICS/MY FANFICS:
Esta lista se actualizará a medida que publique nuevos fics. /This list will update as I post new fics.
Please, let me get what I want (this time) (En emisión)
Ship: snames/Jeverus
Sinopsis:
«Todo en su vida conspiraba para llevarle la contraria; cuando por fin halló consuelo en la idea de morir, alguna fuerza sobrenatural salida de Merlín-sabe-donde decidió que no lo merecía.
Ah, y como bonus, lo envió de vuelta a la etapa más patética de su existencia.»
O:
Severus muere y despierta en su sexto año de Hogwarts. Allí, junto a Lily Evans y un renuente James Potter, intentan alterar para bien el curso de la historia; cambiando la dinámica de su triángulo amoroso en el proceso.
Plataformas: AO3, WATTPAD.
Please, let me get what I want (this time) [English version] (On going)
Ship: snames/Jeverus
Synopsis:
«Everything in his life seemed to conspire against him; just when he had finally found solace in the thought of dying, some supernatural force from Merlin-knows-where decided that he didn't deserve it.
Oh, and as a bonus, it sent him back to the most pathetic stage of his life.»
Or:
Severus dies and wakes up in his sixth year at Hogwarts. There he, along with Lily Evans and a reluctant James Potter, attempt to alter the course of history for the better; changing the dynamics of their love triangle in the process.
Available on: AO3
Gentle hearts are counted down (terminado)
Ship: snames/Jeverus
Sinopsis:
«Ahora, es necesario explicar algo: no fue raro que James saludara a su archienemigo frente a una multitud; sin embargo, normalmente dicho saludo se pronunciaba en un tono burlón, seguido del infame apodo con el que le había bautizado y una maldición variopinta que lo dejaría adolorido por el resto de la jornada escolar. Nada como el ‘buenos días, Severus’ de esa mañana, puntuado con un beso en la mejilla cetrina del niño.»
O:
James Potter decide que la mejor manera de molestar a Snivellus es atacándolo de una forma que nunca vea venir; entonces empieza a ser amable con él.
Plataformas: AO3, WATTPAD
This velvet glove (terminado)
Ship: snames/Jeverus.
Sinopsis:
«—Mas te vale que siga así —deslizó los dedos hacia arriba por la espalda de James hasta llegar a su cabello y luego tiró duro—. No quiero a ninguno de tus perritos falderos metiendo la nariz en mis asuntos.
James sonrió con picardía, sus ojos fijos en los de Snape.
—¿Ahora soy tu asunto? ¿No era solo un polvo rápido la última vez que cogimos?
—No quiero que la población total de Hogwarts sepa a quien me llevo a la cama, no te creas tan importante.
—Tú y no nunca hemos tocado una cama. Escritorios, paredes y muebles abandonados, por otra parte…
Snape acercó a James con otro tirón en el pelo y mordió con saña su labio inferior, antes de empujarle la lengua por la garganta. Esa era su forma de dar por cerrado el tema y James estaba más que encantando de dejase llevar por tan interesante distracción.»
O:
Un encuentro nocturno entre James y Severus.
Plataformas: AO3
This velvet glove [English version] (complete)
Ship: snames/Jeverus.
Synopsis:
“You better keep it like that.” He slid his fingers up James's back to his hair, and then pulled hard. “I don't want any of your lapdogs poking their noses into my business.”
James smiled mischievously, his eyes locked with Snape's.
“Am I your business now? Wasn't it just a quickie the last time we fucked?”
“I don't want the entire population of Hogwarts to know who I'm taking to bed, don't think so important."
“You and I have never touched a bed. Abandoned desks, walls and furniture, on the other hand…”
Snape pulled James closer tugging on his hair again, and bit his lower lip fiercely before thrusted his tongue into James’s mouth. It was his way of concluding the matter, and James was thoroughly enthralled by the captivating distraction.
Or:
A late night meeting between James and Severus.
Available on: AO3
30 notes · View notes
Text
Tumblr media Tumblr media
Antes de nada, ¡gracias por leer! Te encuentras leyendo una búsqueda sobre la familia de herejes de Lillian Salvatore: dos personajes pertenecientes a la séptima temporada de la serie de The Vampire Diaries.
ANTECEDENTES: Durante el último tercio del siglo XIX, Lily Salvatore terminó formando una particular familia de herejes, miembros fugados del aquelarre Géminis, anteriormente brujos sifón y convertidos en híbridos de vampiro. Acompañados de Julian, el gran amor de Lily, fueron vagando por Europa causando estragos, hasta que en el año 1903, la cazadora @RAYNA CRUZ les encontró, encerrando a Julian en la Piedra Fénix y marcando a Beau. El resto de la familia consiguió huir en un barco de Londres a Nueva York, pero en el puerto de llegada fueron interceptados por los Géminis y encerrados en un Mundo Prisión. Allí permanecerían por más de cien años.
ACONTECIMIENTOS EN CRÓNICAS VAMPÍRICAS RPG: Durante el año 2010, un grupo de desconocidos apareció en el Mundo Prisión, y trabajando en equipo, lograron salir de allí coincidiendo con la fiesta de Nochebuena. Durante meses, permanecieron en Mystic Falls hasta conseguir hacerse con la Piedra Fénix, con el propósito de resucitar a Julian. Llegado el 16 de junio de 2011, Valerie trató de impedir dicha resurrección, rebelando la verdad a Lily: estuvo embarazada, y Julian propició que perdiera al bebé. Negándose a creerla, la familia despreció a Valerie antes de devolver a Julian a la vida.
Si quieres conocer más en detalle la historia de BEAU y JULIAN, ¡sigue leyendo!
JULIAN
RAZA: vampiro. EDAD: + 475 años. PROFESIÓN: En proceso de convertirse en concejal de Mystic Falls. FACECLAIM: Todd Lasance.
— El gran amor de Lily Salvatore. Carismático y encantador, Julian fue convertido durante los primeros años del siglo XVI. Disfrutó de su vida inmortal y viajó por todo el mundo —pudiendo mencionar Ridley Park, Old Saybrook y Sunbury, entre otros destinos—, cosechando toda clase de amistades gracias a su flamante personalidad, y convirtiendo a muchos vampiros que eventualmente le fueren leales.
— Durante el año 1857, Julian atacó el pequeño pueblo de Saint Malo, Luisiana, enfrentándose particularmente a Vicente Cruz, miembro de la Hermandad de los Cinco y padre de @RAYNA CRUZ. No estando interesado en sufrir la maldición del cazador, utilizó su compulsión para obligar a Rayna a asesinar a su propio padre. Entonces no lo sabía, pero se ganó a una enemiga que dedicaría varias vidas (en el más literal sentido de la palabra), a cazar a criaturas como él.
— Conoció en el año 1860 a Lily Salvatore, a quien consideraría el amor de su vida. A su retorcida manera, Julian la ama genuinamente; la ama tanto, de hecho, que la quiere sólo para él, viendo en ella a la matriarca de su familia. Ha llegado a cometer ciertos actos ciertamente reprochables por conservar su atención y afecto... como el incidente con @VALERIE TULLE.
— Durante el año 1863, Lillian los envió a él y a Valerie a Mystic Falls, para vigilar a @STEFAN SALVATORE y asegurarse de que estaba bien. Valerie y Stefan vivirían un affair que dejó a la joven bruja embarazada. Julian, consciente de que Lily no querría abandonar Mystic Falls de descubrir que Stefan sería padre, golpeó a Valerie brutalmente para que perdiera al bebé, disfrazando lo ocurrido de un desgraciado evento con delincuentes. Valerie se suicidó con sangre de vampiro en su sistema, convirtiéndose en la primera hereje... y en el primer miembro del pequeño y poderoso ejército de Julian.
— Finalmente, en el año 1903, @RAYNA CRUZ los encontró a él y al resto de su familia, logrando marcar a Beau y asesinándolo a él. Estuvo en la Piedra Fénix sufriendo eterno tormento durante más de cien años, hasta que Lily y el resto de herejes lograron abandonar el Mundo Prisión y devolverle a la vida. Esto sucedió el 16 de junio de 2011.
— Tras cumplir su venganza contra los Géminis en la batalla contra los Viajeros, a quienes se aliaron (con fecha de 31 de enero de 2012), Lily y su familia abandonaron Mystic Falls, estimando que no les quedaba nada de interés en aquel lugar.
— La familia se asentó en Nueva York, desde donde Julian siguió consintiendo a sus herejes, y haciendo de las suyas, quizá comportándose de una manera más imprudente de lo que Lily habría aprobado. La gran ciudad ocultaba por sí sola sus estragos, razón por la que la familia al completo disfrutó de una notable estabilidad. Así fue, al menos, hasta septiembre de 2013: @NORA G. HILDEGARD y @MARY LOUISE MARLOWE pidieron permiso a Lily para marchar de Nueva York y disfrutar la una de la otra, de su vida en pareja. Julian colaboró para convencerla, y ella accedió con una condición: que @ÓSCAR L. PARK marchara con ellas, para cuidarse los unos a los otros, y protegerse.
— Con el paso de las semanas, los miembros de la familia que aún quedaban en Nueva York recibieron unas catastróficas noticias: el clan de vampiros de @A. MARENA DARVOLYA, enemigos suyos desde hace décadas, se hallaban en Mystic Falls, donde las chicas y Oscar ya se habían asentado. Del conflicto derivó una intervención de la Nueva Armería, que secuestró a los herejes. Así pues, Lily, Julian y Malcolm se vieron obligados a regresar al pequeño pueblo de Virginia. Sólo allí, de cara a la Navidad de aquel mismo año, lograron reagrupar a toda la familia, sanos y salvos.
— A pesar de residir en una de las mansiones más lujosas del pueblo (la antigua mansión Mikaelson, nada menos), Julian no sentía el menor interés por asentarse en un pueblo tan pequeño e indiscreto como Mystic Falls. Su perspectiva no habría cambiado de no ser porque, conociendo a adeptos del alcalde, @LOKI N. LANVIK, y hallando ciertas oportunidades de poder y política, Julian decidiera que podría hacerse con el control del pueblo... desde dentro. Así, aprovechando la posición de @NORA G. HILDEGARD como Miss Mystic Falls 2013, Julian ha empezado a relacionarse con figuras relevantes de Mystic Falls, infiltrándose en el Ayuntamiento con un importante objetivo: convertirse en el principal rival de Loki Lanvik en las urnas. ¿Conseguirá Julian convertirse en el nuevo alcalde del pueblo?
PUNTOS CLAVE:
— Julian es un PERSONAJE CANON de la serie The Vampire Diaries, de modo que debe ser pedido en la sección correspondiente, así como superar su correspondiente CASTING. Por el mismo motivo, este personaje NO PODRÁ SER RESERVADO, aunque si te interesa, estará genial que te pongas en contacto conmigo.
— No se conoce el APELLIDO del personaje, por lo que quedará a tu elección.
— El PB es Todd Lasance, pero no es un PB obligatorio. No obstante, le hice un gif pack hace poquito, por lo que si decides conservar el PB original, recursos no te van a faltar. Además, se ve hermoso con Lily.
— De parte de Lily, prometo una relación dramática y con dinamismo. La relación entre Lilian y Julian sabemos que no es fácil (muchas mentiras de por medio), pero esto lo hará mucho más interesante para nosotros, ¿no crees?
— Cualquier duda, ¡contacta sin miedo!
BEAU SAUTIER
RAZA: hereje. EDAD: +170 años. PROFESIÓN: Músico. PB SUGERIDO: Lucien Laviscount.
— Beau es un antiguo miembro del aquelarre Géminis que, al igual que sus variopintos hermanos, hubo de abandonar a los suyos tras descubrirse su naturaleza como brujo sifón.
— Durante 1903, mientras la familia huía de Rayna Cruz —hallándose Julian marcado—, Beau fue marcado también. La Espada Fénix le atravesó la garganta, y puesto que las heridas de aquella arma jamás llegan a curar, Beau perdió para siempre su capacidad de hablar.
— Que Beau quedase mudo fue una tragedia mayor, porque el hereje solía gozar de un gran don para la música. Lily solía decir que cantaba como los ángeles.
— Antes de perder el habla, Beau ya solía ser un hombre cauto y de opinión más bien reservada. Su postura solía coincidir siempre más con Malcolm que con Óscar o con sus caóticas hermanas.
— La traición de Valerie le dolió especialmente, pues solía considerarla no sólo una compañera hereje, sino una verdadera amiga. Una parte de él quiso creer su versión de los hechos, pero la influencia de su familia sobre él sigue siendo demasiado poderosa.
— Poco después de la marcha de Nora y Mary Louise, Malcolm llevó a cabo un hechizo de seguimiento, descubriendo que las chicas marcharon solas a Mystic Falls mientras Óscar, quién se comprometiera a cuidar de ellas, tomase un desvío hacia Nueva Orleans. Beau marchó entonces a Nueva Orleans en busca de Óscar.
— Desgraciadamente, poco después de llegar a Nueva Orleans, su marca en la garganta se abrió, lo cual solo podía significar una cosa: Rayna Cruz recuperó sus armas, y tarde o temprano marcharía en su busca. Aterrado y sin saber muy bien qué hacer, Beau decidió esconderse durante semanas para tratar de no poner a su familia en peligro. Eventualmente, sería la misma @VALERIE TULLE quien le encontrase en la ciudad, convenciéndole de marchar a Mystic Falls.
— Sin embargo, apenas regresasen juntos al pueblo, los herejes fueron por el clan de @A. MARENA DARVOLYA, enemigos de la familia desde hace décadas. Tras un arduo enfrentamiento, la intervención de la Nueva Armería propició que Beau y el resto de los miembros de los herejes fueren secuestrados por la organización de humanos.
— Beau, Nora y Mary Louise estuvieron encerrados en la Nueva Armería hasta diciembre de 2013. Su liberación fue pacífica, negociada por @LILY R. SALVATORE. Sin embargo, Beau no termina de perdonar lo ocurrido.
— Aún sigue preocupado por la presencia de Rayna en Mystic Falls, pues hallándose marcado por esta, es cuestión de tiempo que cumpla sus amenazas y concluya su misión.
PUNTOS CLAVE:
— Beau es un PERSONAJE CANON de la serie The Vampire Diaries, de modo que debe ser pedido en la sección correspondiente, así como superar su correspondiente CASTING. Por el mismo motivo, este personaje NO PODRÁ SER RESERVADO, aunque si te interesa, estará genial que te pongas en contacto conmigo.
— El actor original que interpreta a Beau en la serie es Jaiden Kaine, pero puesto que no tiene muchos recursos, te propongo a Lucien Laviscount de alternativa. Si tampoco te convence, ¡no te preocupes! Puedes elegir a otro FACECLAIM de tu elección. Lo único que debes tener en cuenta es que Beau es un hombre negro.
— Debes tener en cuenta que interpretar a este personaje puede ser complejo, porque Beau es mudo. Si te interesa este reto, ¡puede que estés en la búsqueda indicada!
— Puesto que además de interpretar a Lily, también soy @NORA G. HILDEGARD, ¡puedes estar seguro de que tramas no te van a faltar! ¿Te animas a unirte a esta caótica familia?
— Cualquier duda, ¡contacta sin miedo!
3 notes · View notes
anocturnalanimal · 11 months
Text
Io ti amo, ti amo nonostante tutto e grazie a tutto, ti ho amato, ti amo e ti amerò, sia tu dura con me o gentile, mia o di un altro. Comunque, ti amerò. Amen.
È ridicolo scrivere queste cose, le sai da sola.
Di nuovo parliamo del mio amore. Della famigerata attività. Per me nell’amore si esaurisce forse tutto? Tutto, solo in un altro modo. Se il cuore interrompe il suo lavoro, anche tutto il resto si atrofizza, diventa superfluo, inutile. Ma se funziona, non può non manifestarsi in ogni cosa. Senza di te (non senza di te “nella lontananza”, interiormente senza di te) io cesso di agire.
Vladimir Majakovskij, Lettera a Lili Brik - Mosca,Febbraio 1923
14 notes · View notes
you-moveme-kurt · 7 months
Text
Glee
«Excessive rain» Part II
Septiembre de 2023
-Llamaré a Blaine… —dijo Kurt sin despegar sus ojos del aparato electrónico.
-Yo yo iré a organizar a la gente para que no haya una estampida y posterior revuelta o algo… —respondió Lily también mirando la pantalla de su móvil mientras avanzaba hacia donde estaba el resto de la compañía— ¿tienes… como… irte?… — preguntó su amiga caminando hacia atrás.
-Si, es decir no… pero yo me las arreglo no te preocupes…
-Ok… llámame cuando llegues…
-Lo haré… —dijo Kurt llevándose el teléfono a la oreja— ¿Blaine?…
-Kurt… justo iba a llamarte… ¿me escuchas bien? —preguntó su esposo desde el otro lado del teléfono.
-Muy bien… aunque escucho mucho tráfico… ¿dónde estás?
-Aquí en Zabar’s con Lizzie… —contestó Blaine mirando a su hija cuando pronunciaba su nombre— en realidad estoy en la calle, llegó una alerta al teléfono y hubo un poco de conmoción allí dentro.. —añadió señalando hacia la tienda de conveniencia como si su esposo pudiera verlo.
-…
-¿Kurt?
-Te escuché, es solo que te maldije un par de veces en silencio…
-¿Como?
-No importa… ¿recibiste la alerta dijiste? —pregunto Kurt mientras comenzaba a moverse por el backstage en busca de sus cosas, toda la compañía hacía lo mismo, hablaban por teléfono, entraban y salían de los vestidores, algunos ayudaban a los músicos con sus instrumentos y así, todos parecían querer salir pronto de donde estaban.
-La recibí… jamás pensé que era para tanto la lluvia… —respondió mirando el cielo refugiado en el alero de la tienda.
-Pues lo es… ¿estás bien?
-Con Lizzie estamos perfectos, de hecho iremos a la cafetería esa que nos gusta a…
-¡¿Estás bromeando conmigo Blaine Anderson-Hummel?!
-¿Que?, no… ¿por qué dices eso?
-Porque la ciudad esta en alerta no se que color y tu iras con mi hija a tomarte un café…
-La alerta es amarilla y nuestra hija… —Blaine hizo una pausa luego de poner especial acento cuando decía lo de “nuestra hija”— al parecer tiene hambre y pensé en que…
-Pues no pienses tanto y ve a nuestra casa… ¿tenías que salir a comprar con este clima?
-Tenía, porque una persona dejó una lista con el título de “algo útil para hacer en tu día libre” , seguido de 15 productos extremadamente bien descritos.
-Ok, reconozco lo de la lista pero no ese titular que dices… ahora, ¿puedes por favor tomar un taxi e irte a casa?
-Lo haremos, es más creo que allí… —Kurt alcanzo a escuchar un ruido fuerte como un golpe seco para luego solo oir estática en su teléfono.
-¿Allí?… ¿allí que?… ¿que ruido fue ese?… ¿Blaine?… ¡Blaine!… ¡con un demonio!… ¡maldito aparato de los demonios!… —exclamó Kurt seguido de un grito y un golpe a su teléfono, volvió a llamar a su esposo sin tener respuesta unas 10 veces.
-Señor Hummel…
-…
-Disculpe, nombre es Matthew Wilson… y solo quería decirle que es un honor para mí conocerlo y tocar para usted… —dijo un chico joven, alto y fornido y que cargaba un gran violonchelo sobre uno de sus hombros.
-¿Cómo?… — dijo Kurt sin mirarlo ni poner atención al recién llegado.
-Le decía que..
-Si, si ,si… escuche eso… gracias… —agregó mirándolo de reojo para volver a lo de intentar de llamar de nuevo a su esposo, el chico murmuró un “Ok” e hizo ademán de irse por donde había venido
-Disculpa… —dijo Kurt dándose media vuelta y acercándose a él un par de pasos— ¿Matthew es tu nombre dijiste?…
-Si… Matthew Wilson… —respondió señalándose a sí mismo y poniéndose recto como si estuviera en una revisión militar de madrugada o algo así.
-Gusto en conocerte… —dijo Kurt estrechándole la mano, el chico hizo lo propio de vuelta riendo nervioso— disculpa lo de recién es solo que…
-¿Todo bien señor Hummel?… —preguntó el músico dejando su instrumento en el piso.
-Todo bien… es solo este aparato que … ¡uy!… —respondió dándole otro golpe.
-No es su teléfono, en realidad todas las señales están fallando, la señorita Stewart está hace bastante rato esperando poder hablar con el encargado del teatro para decir que nos vamos todos y no ha podido…
-¿De verdad?
-Si… yo quise llamar a mi compañera de piso pero tampoco pude… asumo que cuando me vea llegar sabrá que llegue… —respondió Matthew riendo su propio chiste.
-Lo mas probable… gracias Matthew…
-Por nada… pero si algo me ha enseñado el cine, es que los teléfonos públicos nunca fallan… hay uno en el lobby… —dijo el hombre señalando hacia donde dijera.
-eso es verdad… gracias de nuevo… —contestó Kurt tomando sus cosas y echándolas dentro de su bolso de cualquier forma— espero que llegues bien… —agregó ofreciendo su mano para despedirse.
-Igual usted Señor Hummel… —añadió el chico estrechándola de vuelta sin que se lo pidieran dos veces— Señor Hummel…
-¿Si?
-¿Puedo pedirle un favor?, solo si quiere, no hay problema si me dice que no…
.Ok… —dijo el aludido frunciendo el ceño al pensar que le pedirian quizás que.
-¿Me puedo tomar una fotos con usted?, si no, nadie me creerá que pude hablar con Kurt Hummel… —explicó Matthew haciendo unos ademanes engreídos cuando decia lo de “Kurt Hummel”
-Claro… no se como interpretar esos gestos… —dijo de vuelta Kurt haciendo los mismos ademanes engreidos— y si no te importa que salga con cara de loco demente… no hay problema,…. —dijo acercándose a él, Matthew sacó su teléfono, abrió la aplicación de la cámara y tomó, lo que Kurt mentalmebte pudo contar, unas 363 fotos seguidas.
-Gracias Señor Hummel… —dijo el músico mientras miraba las fotos sin convencerse todavía.
-De nada y gracias a ti por el dato del teléfono… —terminó por decir Kurt intentando por última vez llamar a Blaine.
-Gracias Señor Hummel… —repitió el chico mientras se volvía a poner sobre el hombro su enorme violonchelo barroco, Kurt sonrió un segundo pensando que aquel consejo del teléfono tal vez no le servía para nada, tantos años de comunicación inalámbrica y digital lo habían hecho olvidar cómo se usaban ni cuántas monedas necesitaría para hacer una llamada, movió la cabeza como despejándose de todo y se encaminó a la salida, le ofreció ayuda a Lily con lo del encargado pero esta le insistió que mejor se fuera, que luego podía ponerse todo más feo. Kurt no esperó a que se lo repitieran y aceleró el tranco sin mirar atrás.
7 notes · View notes
xnix07 · 2 months
Text
Nuevo fic !
«Lily Johnson, que nació en la Tierra hace más de 200 años, fue criogenizada y despertada en el 2249.
Ahora tendrá que hacer frente a un mundo totalmente nuevo, tanto así como antiguo y familiar, con el resto de Los 100.»
OC X Bellamy blake
S1 –> S7
Wattpad: LILIUM | THE 100
Usuario: xnix07
Idioma: español
3 notes · View notes
bcyswannabeher · 4 months
Text
Tumblr media Tumblr media
ei !! você viu FLORENCE WU-FENMORE por aí? você sabe, aquela aluna da graduação que tem 34 ANOS e se parece muito com LUCY LIU. acho que ela se formou com especialização em CIÊNCIAS POLÍTICAS e em 2014 se parecia muito com HAVANA ROSE LIU. dizem que ela era ❝ THE JOCK ❞ e toda vez que passava pelo dormitório dela, ouvia-se YOU & I da ONE DIRECTION tocando pela porta. todos que a conhecem dizem que ela costuma ser EXTROVERTIDA, mas também pode ser COVARDE. será que em 2024 ela ainda é assim ??
❥ perfil apelidos flo, flossie, ren. pronomes ela/dela. nascimento 6 de julho, câncer. cidade natal pasadena, califórnia. educação ciências políticas - ucla, classe de 2014; pós-graduação em direito - uc berkeley, classe de 2017. profissão advogada. orientação sexual bissexual. família jinzhu "lily" wu (mãe), william j. fenmore (pai), thomas s. fenmore (meio-irmão mais velho), felix n. fenmore (meio-irmão mais velho).
personalidade entp. traços generosa, criativa, avoada, justa, inconsequente, cuidadosa, competitiva, perfeccionista. hábitos dedilhar superfícies, mastigar canetas, assoviar. habilidades dança, piano, caligrafia, mandarim (intermediário), persuasão. o música pop, filmes românticos e besteirol, festas, a cor azul, cachorros grandes, miojo, longas caminhadas, one direction, pizza. x copos vazios, gente séria demais, a família do seu pai, o seu emprego, mentiras.
❥ história
antes de 2014
quando engravidou, lily wu tinha vinte e quatro anos e uma ambição: ter uma grife para chamar de sua. seus pais imigraram ilegalmente da china para os estados unidos quando seus irmãos mais velhos ainda usavam fraldas, atrás de provar o gostinho do tal sonho americano. lily, a caçula, nasceu em solo californiano e era a única menina entre os três. enquanto seus irmãos acompanhavam a rotina de trabalho do pai em uma fábrica de embalagens, ela aprendia com a mãe tudo o que podia sobre tecidos e costura; aos quatorze anos, auxiliava a sua progenitora em seu ofício em uma loja chique de vestidos de noiva, onde passou a trabalhar oficialmente a partir dos dezesseis. 
antes de william fenmore, lily conheceu cassandra — sua noiva: foi ela quem costurou o vestido de casamento da futura senhora fenmore. lily e william tiveram um caso durante os dez meses que antecederam o seu casamento com cassandra. na época, lily não tinha ciência do seu noivado — muito menos de que ele estava noivo de uma cliente, com quem ele já tinha até filhos! mas a verdade veio à tona depois da notícia da gravidez de lily. william foi bem-sucedido em esconder o seu caso e as suas consequências de cassandra e do resto da sua família por exatos dois dias; o escândalo fez esfriar o relacionamento do casal, mas pelo bem das crianças eles decidiram seguir com o casamento, na condição de que ele seria fiel à sua esposa dali para frente. e ele foi. 
ao contrário de lily, william vinha de uma família abastada e influente. era mais velho e tinha um bom emprego no escritório de advocacia da família. quando florence nasceu, embora william não tivesse muito contato com a filha bastarda, nunca deixou que a ela algo faltasse — além, evidentemente, da presença recorrente de uma figura paterna. até mais ou menos os treze anos, seu pai era uma assinatura em cartões de aniversário e natal. apesar da ausência do seu progenitor, a menina teve uma infância relativamente boa e normal; da família por parte de mãe ela recebeu todo o amor, carinho e atenção que ela precisava e merecia. 
na escola, florence se destacava pelo seu talento na dança, mas principalmente pelas suas companhias. talvez tivesse alguma coisa a ver com o fato de ela ser uma líder de torcida e, como tal, sair com um dos caras do time de futebol, mas todo mundo sabia quem era florence wu. e, por algum motivo, todos a idolatravam, bem como suas companheiras. florence amava a atenção e amava fazer parte do time de torcida, tanto que a sua dedicação para com o esporte não passou batida pelos olheiros das universidades. o único monstro erguido entre ela e uma bolsa de estudante-atleta em alguma boa universidade era o seu desempenho acadêmico, que era péssimo. 
por parte de william, a vontade de se aproximar da sua filha bastarda surgiu de um lugar de orgulho e vaidade: precisava ter certeza de que a sua filha (que era sua filha, no fim das contas) seria tão bem-sucedida profissionalmente como os seus meio-irmãos. na sua concepção, isso significava que ela tinha direito a usufruir dos mesmos privilégios que os seus outros filhos: formaria-se em uma boa universidade, em direito, e teria um emprego no escritório de advocacia dos fenmore. na adolescência, assim, florence passou a conviver mais com o pai e a sua família. ele era, afinal, a sua chance de entrar para uma universidade — a sua chance de dar continuidade à sua carreira como líder de torcida, mesmo que ela tivesse que chegar a um fim... eventualmente. 
em 2014
florence está correndo atrás dos sonhos… do seu pai. mais alguns anos e a caçula dos fenmore se formaria advogada, a sétima da família, e ganharia uma plaquinha dourada com o seu nome gravado na porta do famigerado escritório de advocacia compartilhado entre o pai, os meio-irmãos e os primos mais próximos, em pasadena. fazia o que podia para adiar a chegada desse momento: pegava o número mínimo de matérias por período e se deixava ir muito mal nas provas dos cursos obrigatórios de propósito, só para ter que refazê-los. nessa brincadeira, florence demorou mais do que o esperado para chegar ao seu último ano. não era nem de longe e muitos menos de perto a aluna mais brilhante do campus, mas gostava de frequentar a universidade — mais pela oportunidade de socializar do que por uma necessidade latente de buscar conhecimento. não fosse o renome (e as contribuições monetárias) do pai, certamente não teria sobrevivido nem ao primeiro ano de faculdade. na época, ela andava só com três coisas na cabeça: coreografias novas para o time de torcida, opções de roupa para usar na próxima festa e o zayn da one direction. era evidente que ela se preocupava muito mais com o desempenho das suas líderes de torcida em campeonatos do que com o próprio desempenho acadêmico, pois dedicava horas e horas dos seus dias para o time, enquanto quase nada era voltado para as suas apostilas.
em 2024
com muito custo, florence se formou em ciências políticas pela ucla em 2014. no mesmo ano, não sem o auxílio (vulgo dinheiro) do pai, ingressou em uma pós-graduação em direito e se formou advogada aproximadamente três anos mais tarde. teve a sorte, ou melhor, o grande azar de ter logo de cara um emprego para chamar de seu, na firma dos fenmore. por mais que o tipo de trabalho não lhe apeteça, ela não consegue não fazê-lo bem: suas melhores qualidades brilham quando ela está em um tribunal, bem como faziam quando pisava no ginásio para treinar ou quando chegava a uma festa. o tempo a transformou em uma mulher séria, mas não menos gentil e solidária. em 2019, um de seus primos foi eleito prefeito de pasadena; não foi até o último ano do seu mandato que florence descobriu que ele e o resto dos fenmore estavam envolvidos em um esquema de corrupção e desvio de dinheiro público. florence foi convencida a não levar o caso à mídia; isso porque qualquer escândalo envolvendo a sua família poderia arruinar as suas próprias chances de ser eleita para o mesmo cargo neste ano — ideia que ela mesma tinha tido para tentar fazer algo que pudesse a satisfazer mais, mas sem comprometer os bons laços com a sua família. ela carrega esse segredo como tijolos nos bolsos, dividida (como sempre) entre fazer o certo e o que a sua família quer. 
❥ trivia
i. durante o seu tempo na ucla, além de ser capitã das líderes de torcida, florence também fazia parte do time de debate e era membro do governo estudantil. seu pai a convenceu a participar de tais atividades extracurriculares no intuito de enriquecer o seu currículo. ii. em 2024, florence é obrigada a esconder a sua paixão por música e divas pop, embora a sua obsessão fosse extremamente aparente no passado. iii. florence é uma ratinha de academia. ela se exercita por puro prazer. iv. adotou o péssimo hábito de fumar cigarros recentemente, como uma válvula de escape para todo o estresse do trabalho somado à sua campanha para as eleições, que estão mais perto do que nunca.
4 notes · View notes
sn80 · 1 year
Text
Si mette lo stetoscopio nelle orecchie, premendomi il diaframma contro il petto, poco sopra il cuore.
"Come mai hai il battito così accelerato?"
Mi stringo candidamente nelle spalle. 
"Potrebbe essere colpa tua, dottor Kincaid"
Mollando l'estremità dello stetoscopio, mi solleva e mi adagia sul divano. 
Allargandomi le gambe, si inginocchia al centro, auscultandomi di nuovo e sostenendosi con l'altra mano.
"Novanta battiti al minuto, direi."
"Va bene?"
Si sdraia sopra di me. «Sarò soddisfatto quando arriveranno a centoquaranta.»>
Sì. Se arrivano a centoquaranta, anch'io sarò soddisfatta.
Mi appoggia la bocca sul petto e chiudo gli occhi quando sento la sua lingua che mi esplora il seno. Ryle si impossessa del mio capezzolo, senza mai staccare lo stetoscopio. 
"Ora sei a circa cento" 
Rimettendoselo intorno al collo, si allontana per sbottonarmi i jeans. Dopo avermeli tolti, mi gira sullo stomaco, con le mani oltre il bracciolo del divano. 
"Inginocchiati" ordina.
Obbedisco e, prima ancora che mi sia sistemata, sento di nuovo il freddo metallo dello stetoscopio sul petto, questa volta con il suo braccio avvolto intorno a me da dietro. 
Resto immobile mentre mi ausculta. Con l'altra mano si insinua tra le mie gambe e poi sotto le mutandine, poi dentro di me. Afferro il bracciolo, ma mi sforzo di ridurre i gemiti al minimo. 
"Centodieci", annuncia, ancora contrariato.
Mi avvicina a sé, quindi si libera della divisa chirurgica. Mi stringe un fianco con una mano mentre mi sposta lo slip con l'altra. Infine, mi possiede fino in fondo.
Sono disperatamente aggrappata al divano quando si ferma per auscultarmi di nuovo il cuore. 
"Lily", dice con finta delusione "Centoventi. Non ci siamo"
Lo stetoscopio sparisce e il suo braccio mi circonda la vita. Le sue dita mi scivolano lungo la pancia, indugiando tra le cosce Non riesco più a tenere il ritmo. 
A malapena mi reggo sulle ginocchia. Ryle mi sostiene con una mano e mi distrugge nel miglior modo possibile con l'altra. 
Quando comincio a tremare, mi solleva finché la mia schiena incontra il suo torace. E ancora dentro di me, ma concentrato sul mio battito, spostandomi lo stetoscopio sul petto.
Quando mi sfugge un mugolio, mi sussurra all'orecchio: «Sssh! Niente versi»,
Non ho idea di come superare i prossimi trenta secondi senza far rumore. Imprigionandomi nella stretta del suo bicipite, con la mano libera continua a fare la sua magia tra le mie cosce. È ancora dentro di me e cerco di muovermi, ma è solido come una roccia mentre il mio corpo vibra. 
Con le gambe tremolanti, tengo le mani lungo i fianchi e mi aggrappo ai suoi quadricipiti, perché devo far appello a tutte le mie forze per non urlare il suo nome. 
Sto ancora vibrando quando mi solleva la mano e mi posa il polso sul diaframma. 
Dopo diversi secondi getta lo stetoscopio sul pavimento. 
"Centocinquanta", annuncia con soddisfazione. 
"It ends with us" Colleen Hoover
12 notes · View notes
lilaharper · 1 year
Text
Tumblr media
Parece que DELILAH ANNE HARPER foi confundida com SEOLA enquanto passeava pelas ruas de Eden essa manhã. Com apenas VINTE E DOIS anos, ganhou fama pela cidade não apenas por ser uma PROFESSORA DE MÚSICA, mas por se mostrar SIMPÁTICA & ORGULHOSA. De qualquer forma, espero que mantenha esse pescocinho lindo intacto!
INTRO ♡ CONNECTIONS ♡ TASK ♡ PLAYLIST
♡ Nome completo: Delilah Anne Harper ♡ Apelidos: Lila (por todo mundo) e Casablanca Lily (por seu pai) ♡ Idade: Vinte e três anos ♡ Data de nascimento: 20/02/1999 ♡ Local de Nascimento: Londres, Inglaterra ♡ Espécie: Humana ♡ Signo: Peixes ♡ Orientação sexual: Bissexual ♡ Alinhamento moral: Lawful Good ♡ Família:
Tobias Harper (pai)
Shirley Harper (mãe)
Ara Harper (madrasta)
Melinda 'Mindy' Harper (meia-irmã)
Amanda 'Mandy' Harper (meia-irmã)
♡ Ocupação: Professora de música e escritora ♡ Interesse: Livros, música (principalmente clássica), tocar piano, aprender novas coisas, ensinar novas coisas, datilografia, cartas datilografadas, cadernos de anotação, resolver mistérios, espelhos de mão, sua casa de bonecas, seu colar com crucifixo, medicina, maçãs, gatos, cerveja, café e flores; ♡ Desinteresses: Roupas extravagantes, vaidade, funerais, arrogância, ironicamente chá e falta de empatia;
♡ Inspirações: Branca de Neve, Wilhelmina ‘Mina’ Murray (Drácula), Elena Gilbert (Diários de um Vampiro), Bella Swan (Crepúsculo), Sookie Stackhouse (True Blood), Allison Argent (Teen Wolf), Rory Gilmore e Paris Geller (Gilmore Girls), Alex Dunphy (Modern Family), Tessa Gray (As Peças Infernais), Lucie Herondale (As Últimas Horas), Jo March (Mulherzinhas), Elizabeth Bennet (Orgulho e Preconceito), Meredith Sulez (Livros Diários do Vampiro), Hermione Granger (Harry Potter) e Violet Baudelaire (Desventuras em Série);
História:
Delilah Harper, mais conhecida como Lila, nasceu em Londres, filha de um casal rico e criada em uma casa invejada por todos. Entretanto, mesmo com uma casa incrível, seu intelecto avançado para sua idade lhe fez passar a maior parte da sua infância em uma escola privada para garotas e ainda conseguiu passar em uma idade recorde. Ninguém nunca havia conseguido entrar aos seis anos de idade, mas Lila simplesmente era um prodígio. Mesmo assim, ficando tanto tempo longe, ainda havia sido criada com muito amor, seus pais claramente eram apaixonados um pelo outro e o seu lar era a casa dos sonhos de muita gente. Incluindo os sonhos dela própria, pois tinha noção do quão sortuda era. 
O problema era que nada tão bom e perfeito duraria para sempre, certo? Logo a mãe de Lila ficou doente, com seus sintomas sendo esquisitos e sem sentido para todos os médicos que iam se consultar e não demorou muito para que ela viesse a falecer. Obviamente que isso destruiu o mundo de Lila, porque como iria conseguir seguir sem sua mãe? Mesmo que fosse tão nova, não tinha como imaginar o resto da sua vida daquela maneira. Felizmente seu pai estava ali, e foi somente graças a ele que conseguiu se segurar. Os dois ficaram ainda mais próximos depois dessa triste tragédia, com o homem retirando a sua filha da escola por um ano para poder focar neles dois e para que ele pudesse lidar com o luto. Só que, do dia para a noite, tudo mudou novamente. 
Lila perdeu seu pai. Não como havia perdido sua mãe, ele ainda estava vivo, mas uma bela noite o homem chegou falando que havia prometido algo para seu melhor amigo que havia falecido há poucos meses (com os mesmos sintomas que a mãe de Lila). Havia prometido cuidar da sua viúva quando ele partisse, e aparentemente o “cuidar” significava casar. Mesmo tão próximos, Lila nunca perdoou seu pai por isso. Por trair a memória da sua mãe daquela maneira. E então, para piorar, tiveram que se mudar para a cidade natal da mulher (Eden) e o homem se afastou, se tornando distante e viciado no trabalho, deixando a garota sozinha com sua nova madrasta, que por algum motivo achava que era algum tipo de rainha. 
Ela passou a ser maltratada pela mais velha, mas não deixava que nada realmente a abalasse. Era forte, e durante as duas gravidez que a mulher teve, ela sumia por nove meses para voltar com o bebê já nascido, o que era muito estranho, mas Lila não fazia questão alguma de investigar porque era nesse meio tempo que seu pai voltava ao normal. Era quase como se ele estivesse sob efeito de algum feitiço, porque com a madrasta longe, ele voltava a ser seu pai e parecia que haviam voltado para Londres. 
Só que a sorte sempre estava contra a garota e os padrões que sua vida estavam ali para lhe assombrar ano após ano, então não teve outra: seu pai também adoeceu. O homem estava apresentando os mesmos sintomas que sua mãe e seu padrinho (o melhor amigo de seu pai), por isso Lila nem teve esperanças de uma melhora. Ela já sabia para onde aquilo iria levar. Depois do falecimento do seu pai, a garota perdeu tudo que tinha. De maneira figurativa e literal. Sua madrasta, por ter duas filhas do homem, ficou com a maior parte da herança e praticamente roubou o pouco que Lila havia conseguido como “aluguel”. 
Para resumir a história, Lila continuou vivendo com a mulher por um tempo e tendo que pagar para isso, até que uma noite teve um pesadelo horrível de um homem com olhos negros, pele pálida como de morto e presas afiadas lhe atacando, praticamente tentando arrancar seu coração com os dentes. Esse pesadelo despertou um medo em Lila que nunca havia sentido em toda sua vida. Ela foi protegida pelo colar de crucifixo que havia ganhado de sua mãe no sonho, o que lhe fez imaginar que poderia ser uma mensagem da mulher vinda do além, o que para ela se provou correto quando chegou em casa e percebeu que sua madrasta parecia ter a considerado como um caso fechado. Estava planejando se livrar dela. E foi isso que motivou a garota a se mudar, indo morar com sua melhor amiga e a família dela (além de outros seis amigos). 
Ela eventualmente começou a trabalhar como professora de música e agora mora sozinha em um apartamento bem pequeno, mas tem uma vida calma e normal. A única coisa esquisita que acontece agora são marcas esquisitas (e fortes) em seu corpo que aparecem depois de uma ótima noite de sono, além do fato de ter pensado por um ano inteiro que havia perdido sua melhor amiga, mas na realidade era parece estar muito bem? Ok, talvez as coisas nunca tenham ficado normais. Parece que era impossível ter normal na vida de Lila. E talvez agora ela estivesse determinada a descobrir o porquê disso. 
@nesfantpontos
8 notes · View notes
madneocity-universe · 8 months
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
I'm a motherfuckin' world-class sinner: Somi Montgomery
Não me peçam mais NADA.
Não tem nada que ela odeie mais do que receber ligações.
As da escola são normais e não existe nada no mundo que a impeça se atendê-las no mesmo instante, as de seu pai ela só aceita porque é seu pai e não tem muito o que discutir quanto a isso, mas todas as outras pessoas, todo o resto ao seu redor, já parecia ter entendido que ela só se deixa ser alcançada por e-mails e horário marcado presencialmente no consulado. Porque qualquer pessoa além de seus filhos e pai é totalmente, totalmente irrelevante, que dirá urgente.
Ela nunca responde. Todo mundo sabe. Todo mundo pelo menos deveria saber.
— É Mr. Huntington que ligou. — Sua assistente diz já com um grande pesar. — Ele está preso e a senhora é a única ligação que ele pôde fazer, segundo ele mesmo.
Imagine então ligações de seu marido, bom, ex-marido, depois de quase dois meses sem ouvir falar dele para além de seu advogado quanto às questões pendentes do divórcio e como ele achava um absurdo ela recusar a pensão e dividir os gastos com as crianças.
"Porque eles são meus filhos também, eles são minha responsabilidade também. Eu me importo com eles."
Mas não o suficiente pra evitar aparecer tantas vezes no jornal, sendo a primeira por destruir a própria família, e a segunda indo preso por falsificar quadros e vender eles por aí sem freio algum. As colunas diziam que o caso vinha sendo investigado a meses, e enquanto passa pelos policiais e é levada para uma sala reservada, Somi se pergunta se foi assim que a mídia descobriu o histórico de traições dele também. Ela se pergunta também se as pessoas andam ganhando um dinheiro bom fazendo isso, porque seguir W por aí parece tão… Chato pra caralho.
— Você está ótima.
— Eu sei.
Ela mesma já está entediada de ficar do outro lado daquela tela de proteção transparente e tudo que ele lhe disse agora foi um bom dia. Será que foi assim que seu pai se sentiu quando finalmente se separou de sua mãe também?
— Então… Como vai o bebê? — Ele quer saber, na verdade, se esforça pra parecer que quer, enquanto enrola o fio do telefone nos dedos de maneira nervosa.
— Ah, meu bebê está bem. Ela tá crescendo rápido e a barriga finalmente começou a aparecer, a obstetra disse que ela vai nascer no inverno, como quando tivemos a Caterina. — Somi o responde ainda assim, abrindo um meio sorriso. — Mas já era esperado… Bom, eu esperava, já que planejei que fosse assim.
Ela sabe que o provocar com aquilo não vai levar a nada, mas ela gosta de como ele se sente envergonhado e a um passo de abrir um buraco no chão bem na frente dela. Como se ele tivesse muito a dizer sobre aquilo.
— Você sabe que eu sinto muito.
Mas não tivesse mais de dois neurônios na cabeça funcionando pra conseguir formular um conjunto de palavras melhor que aquele. Errei rude, fui um babaquinha. Eu não deveria ter feito isso enquanto você está grávida. Foda. Pena.
— Mas não foi pra isso que você me ligou, foi? — A mais jovem murmura ao analisar as unhas, antes de voltar o olhar pra ele. — O que você precisa?
— Ah, eu preciso de muitas coisas, e a primeira delas que você me ajude a sair daqui! — Como se não fosse óbvio suficiente, ele quer acrescentar, mas não quer abusar da sorte depois de subir o tom daquele jeito, então encolhe os ombros e se aproxima da tela separando os dois. — Eu sei que se ligasse pra casa, eles iam recusar. Também sei que meus investidores e agente não vão se envolver nisso por minha causa, todos os meus amigos, todos os meus colegas de ramo, de todas as pessoas… Você é a única que pode fazer algo por mim.
— Por que eu sou… mãe dos seus filhos?
— Não, não. Porque você é minha mulher e nós somos família.
E embaixadora na sede do consulado americano na França nos últimos dez anos, uma das pessoas a permanecer no cargo por mais tempo, a primeira mulher amarela fazendo isso e uma das figuras políticas mais influentes e limpas entre os dois países atualmente, se não a maior delas no quesito alianças internacionais. A menina dos olhos da ONU, ativista de causas importantes e voz pra muitos tópicos relevantes quando levantados em todas as reuniões e congressos que ela participava. A mulher que lutava pelas crianças e principalmente as que vinham de fora.
Estar associado a ela já tinha lhe trazido muitos louros no passado, e na cabeça dele, era sua tábua de salvação pra sair daquela situação e voltar a ter qualquer crédito quando saísse daquela cadeia. Era um bom negócio, pelo menos pra ele, pai dos filhos dela.
— Você não quer que as crianças tenham o pai apodrecendo na cadeia, quer? — Ele apela quando percebe que o silêncio dela é longo demais, apoiando a mão livre no plástico entre os dois. — O que vai dizer pra eles? O que os amigos vão pensar deles? Como vai explicar que não vou aparecer nos fins de semana e nem estar presente mais? Você precisa pensar neles…
— E eu penso, o tempo todo, e acho bom eles crescerem já sabendo que o pai é um perdedor. — Ela o interrompe em um tom contido, antes de continuar. — Eles vão sobreviver, tem experiências piores na vida e eles tem um time enorme de figuras paternas melhores, disposto a ajudá-los nessa parte. Não precisa ficar preocupado, estão em boas mãos.
Ela não fica chocada quando W acerta um soco contra a tela, sequer sai do lugar em meio ao seu ataque de raiva, não só porque ela sabe que ele não pode tocá-la, mas também porque ela não se importa. Não faz bem pro bebê, nem pra ela, então o melhor é se preservar e guardar as energias.
— Mas sabe, essa visita toda não foi em vão. — Somi diz no mesmo tom tranquilo e contido, chamando a atenção do homem por um segundo. — Queria que soubesse de algo por mim, só porque sei que ninguém mais sabe, porque sou melhor em esconder segredos do que você.
É a vez dela de se aproximar da tela e bater as unhas perfeitas na superfície plana, ao confessar.
— Você não foi o único quebrando a promessa que nós fizemos no altar, e pra cada vez que você pensou que eu fiquei sozinha naquela casa esperando você chegar, alguém me comeu no seu lugar. — Ela recita pausadamente, quer ter certeza que ele a entende e escuta. — E muito bem.
A primeira reação de W é rir, então debochar das palavras dela, até começar a ficar nervoso e não parar de passar as mãos no próprio cabelo quando percebe que o rosto dela continua impassível; quando percebe que ela diz a verdade.
Desacreditado. Desapontado. Enfurecido. Bravo. Traído e… Curioso. Curioso também.
— E com quem foi?
Quão perto aquela pessoa estava? Ele conhecia? Eles já tinham se falado? Eles iam aos mesmos lugares? Por quanto tempo?
Ele não precisa fazer aquelas perguntas verbalmente, ela consegue ver elas flutuando em cima de sua cabeça, quando olha sutilmente para o lado e abre um sorriso que acentua suas covinhas.
— Essa história é engraçada, porque…
Alguém conserta o microfone no decote de seu vestido e diz que vai ser fácil, como nas reuniões que ela costumava participar; é só ouvir o que estão dizendo para ela no ponto e responder as perguntas que vão ser feitas pelos jornalistas, Caterina pode continuar sentada em seu colo, mas se ficar entediada é só pedir para sair. Vai ser tudo orgânico, eles só querem saber o que ela tem a dizer.
— A filha pródiga a casa sempre retorna, e hoje é como se a filha favorita da América estivesse entre nós mais uma vez. — A apresentadora do programa matinal a introduz através da tela, abrindo um sorriso enorme para Somi através da outra, sentada confortavelmente no sofá de sua casa na Quinta Avenida. — Nos diga, como foi a decisão de voltar pra casa depois de tantos anos trabalhando brilhantemente na Europa?
— Gosto de pensar que sentia falta de casa, exclusivamente, mas a verdade é que quero que meus filhos cresçam perto da família e que aprendam desde cedo que amor e apoio nós só encontramos em um lugar, e é entre aqueles que estão do nosso lado independente de qualquer coisa. — Montgomery diz naquela entonação perfeita, de quem sempre foi boa nos debates da escola e passou anos tirando notas máximas em oratória, enquanto as pessoas do outro lado da tela ficam visivelmente tocadas com sua resposta. — Quero ter meu bebê em casa, quero que as crianças cresçam perto dos nossos entes queridos e que se sintam em casa também, como quando me senti no dia que desembarquei e fui recebida com tanto amor.
Ela não vê, mas a produção coloca fotos do aeroporto no dia em que ela oficialmente se mudou com os filhos e como a comoção foi enorme. Como se ela fosse uma pop star e não uma mera figura política declarando aposentadoria do cargo de embaixadora, porque ela não era só isso, era a mãe de família que tinha sido traída e exposta pra todos verem enquanto estava grávida e cuidando das crianças. A filha que a América viu sofrer sem poder fazer nada além de mandar mensagens positivas, confortá-la a distância e fazer dela um verdadeiro símbolo de resiliência.
E ela seria burra se não aproveitasse toda aquela atenção em cima dela.
— Você foi verdadeiramente excelente nos representando lá fora por todos esses anos e foi como ver alguém da minha própria família se sobressaindo por aí, conquistando tanto e trabalhando tão duro também. — O apresentador ao lado da mulher mais velha a enche de elogios, exibindo um sorriso que gritava orgulhoso, orgulhoso de você. — É uma pena que você tenha se aposentado tão cedo, nós estávamos esperando vê-la ainda ativa no cenário político do país.
— Ah, mas eu pretendo continuar ativa trabalhando com nossos líderes, durante a gestação e principalmente depois que tiver minha filha, eu simplesmente adoraria ser nomeada pra vaga de Secretário de Estado agora que ela está vazia. — Ela diz, apoiando a mão que não segura os ombros de Caterina no peito, piscando os olhos algumas vezes, emocionada de verdade. — Eu acredito que tenho muito a acrescentar no setor de relações internacionais do nosso país, e posso garantir que mesmo sendo muito jovem se comparada aos ocupantes antes de mim, posso fazer a diferença e ajudar nossas cadeiras mais importantes a tomar um rumo sólido e seguro em direção ao progresso. — Ela completa seu discurso, lançando um olhar doce para sua filha, então alisando a barriga de maneira quase automática. — Eu, como mãe, e agora fazendo parte das mães solo desse país, me preocupo muito com o futuro que estamos construindo para nossos remanescentes e acho que é disso que a América precisa. Alguém que se preocupa, alguém que vê através dos problemas. Alguém que quer soluções e vai trabalhar duro para consertar só o que vale a pena ser consertado.
De volta aos Estados Unidos, ela continua odiando mesmo ligações, mas não se importa de atender aquela que vem da casa branca, exigindo que ela compareça em Washington o mais breve possível porque tem um cargo para ocupar.
Na verdade, ela ama todos os chamados que recebeu.
2 notes · View notes
wingzemonx · 10 months
Text
Resplandor entre Tinieblas - Capítulo 141. Nuevo Truco
Tumblr media
Resplandor entre Tinieblas
Por WingzemonX
Capítulo 141. Nuevo Truco
Lily siguió moviéndose desesperada por aquel paraje cubierto de neblina, siendo acosada por los sonidos del combate de las dos bestias a escasos metros de su espalda. Atrás ya habían quedado los árboles y el resto de la vegetación, y había prácticamente caído en lo que parecía ser una desolada área de juegos; con sus toboganes, columpios, barras e incluso una caja de arena.
—¿A dónde crees que vas? —le gritó la voz de Emily detrás de ella con sorna—. ¿No has entendido que no hay a dónde huir, tontita?
Lily la ignoró y se movió rápidamente hacia los juegos. Se metió presurosa debajo de uno de los toboganes, sentándose en la tierra y ocultándose de la vista de sus perseguidores. O, quizás no de todos.
—Oh, vamos, ¿cuánto en verdad crees que podrás esconderte aquí? —le susurró Emily de pronto, que prácticamente se había materializado a su lado. Lily se sobresaltó sorprendida por su presencia.
—¿Por qué eres tan molesta? —le cuestionó Lily, exasperada.
—Pregúntatelo a ti misma —rio Emily, divertida—. Soy parte de tu sueño, duh. Pero ya en serio, si crees que este sencillo escondite te protegerá de esos dos, pues…
Si acaso pensaba decir más, no tuvo oportunidad pues en ese momento el estruendo de las dos criaturas acercándose cruzó el aire, retumbando en sus oídos. Lily extendió su mirada, y pudo ver los enormes cuerpos del lobo y la serpiente surgir de la niebla, forcejando entre ellos hasta caer contra el área de juegos, aplastando unos columpios en el proceso.
—Maldita sea —soltó Lily al aire, y salió rápidamente de su escondite para volver a correr. Sin embargo, en cuanto puso un pie fuera del área de juegos, se encontró de frente con una reja de malla de acero, con la que casi se estrelló de narices—. ¿Qué? ¡No!
Tomó la reja entre sus dedos y la sacudió, como si en verdad pensara que podría derribarla con tan sólo intentarlo, pero por supuesto sin obtener ningún resultado. Comenzó a correr a un lado de la reja, buscando en donde terminaba, pero parecía no haber un fin. Era como si rodeara toda aquella zona, sin siquiera una mísera puerta de acceso.
—Ay, qué mal —pronunció Emily con tono calmado, andando detrás de ella—. A la otra diseña mejor tu sueño, querida.
—¡Cállate! —le gritó furiosa. A su grito le siguió de inmediato el intenso rugido de una de las criaturas que luchaban a la lejanía. O, quizás, no tan lejos en realidad.
Desesperada, comenzó a intentar escalar, colocando sus dedos y la punta de sus pies en los agujeros de la reja. No tenía idea de que tan alta era, pero a pesar de haber subido al menos un par de metros, no lograba ver el final. ¿Acaso se alargaba hasta el maldito infinito?
Su pie se resbaló al intentar meterlo en uno de los agujeros, y su cuerpo entero se precipitó hacia el suelo. Cayó sobre su costado derecho, golpeándose fuerte el hombro. Dejó escapar un fuerte alarido de dolor al aire, pues sueño o no, aquello se sintió bastante real.
—Te dije que si te lastimabas te iba a doler de verdad —comentó Emily con falsa tristeza, de pie a su lado.
Lily gimoteó, soltó un par de maldiciones (la mayoría no las conocía antes de comenzar a convivir tanto con Esther), e intentó ponerse de pie con bastante esfuerzo de por medio. Los sonidos de golpes, rugidos, destrozos y arañazos de la pelea entre los dos monstruos retumbaban en el aire. En un momento, logró captar como todos estos se acrecentaban de golpe, un rugido más fuerte que todos lo demás sobresalió, llegando a parecerse más a un intenso grito de desesperación. Luego, un sonido grotesco húmedo de carne machucada, algo grande rompiéndose como un tronco, y entonces… nada.
Todo se sumió de un momento a otro en absoluto silencio. Y eso no hizo más que alterar aún más a Lily.
La niña se puso rápidamente de pie y se giró en la dirección que había escuchado por última vez los sonidos. Por unos momentos no vio más que pura neblina, ni escuchó nada más. Un temblor le recorrió la espalda, y un sudor frío le impregnó la frente, mientras aguardaba.
Y entonces la vio, esa sombra negra aproximándose, materializándose centímetro a centímetro entre la neblina, hasta que Lily fue capaz de identificar íntegramente su forma: alargada, delgada, de cabeza ancha y ojos rojizos. Era la serpiente. Y no había rastro alguno del lobo.
—No —susurró Lily despacio, incrédula. Retrocedió rápidamente, claramente asustada, hasta que su espalda chocó directamente contra el cuerpo de Emily.
—Creo que tenemos un ganador —pronunció aquella visión con tono festivo, y rápidamente la tomó firmemente de sus brazos con ambas manos.
—¿Qué haces? —exclamó Lily, confundida. Se zarandeó intentando liberarse de su agarre, sin conseguirlo.
La serpiente siguió avanzando hacia ellas, lentamente.
—Ven y reclama tu premio, grandote —comentó Emily en alto.
Aquel monstruo siguió acercándose.
—No, no, no… —masculló Lily, apenas logrando darle forma a sus palabras.
—¿Qué pasa? —murmuró Emily despacio, agachando su cabeza hasta colocarla a un costado de su oído, y poder entonces susurrarle en voz baja—: ¿No se supone que no le tienes miedo a nada?
Lily no respondió. Su atención estaba fija únicamente en el horrible monstruo erguido ante ella, preparándose para engullirla entera como había sido su deseo dese un inicio…
— — — —
Esther se irguió con cuidado, apoyándose en el mueble de recepción, prácticamente con su cuerpo pegado contra éste para poner la mayor distancia entre ella y Owen; o lo que fuera aquello que tenía la apariencia del hombre al que le había metido tres tiros en el pecho, y luego visto como Eli le rompía el cuello. Éste la observaba desde su posición, con su postura relajada, y sus ojos totalmente carentes de alguna emoción clara que Esther pudiera descifrar. Casi parecía una simple estatua de cera, y por unos momentos de hecho se mantuvo tan inmóvil como una.
—¿Cómo es posible? —masculló Esther, con la mayor firmeza que la impresión del momento le permitía—. Tú estabas…
—¿Muerto? —exclamó Owen, cortándola. Soltó luego una perturbadora carcajada, pero no tanto como la sonrisa que se congeló en sus labios al instante siguiente—. Creo que ya lo estaba desde hace mucho —señaló, mientras se acomodaba sus anteojos con una mano—. Sólo que no me había enterado.
Esther en un inicio no comprendió a qué intentaba referirse con aquello. Recordó poco después lo que Eli le había comentado con respecto a que, a veces, lo que ella llamaba la “infección” no se activaba en algunas personas hasta que éstas morían. ¿A eso se refería? ¿Acaso ya estaba infectado desde hace tiempo sin que lo supiera? La inquieta mente de Esther comenzó a imaginarse las diferentes formas en las que ese contagio pudo haberse dado, y ninguna era una imagen del todo agradable para tener en la cabeza.
La expresión de Owen se endureció de pronto, y al momento comenzó a avanzar lentamente hacia ella.
—¿Dónde está Eli? —le cuestionó con tosquedad.
—¿Y yo cómo voy a saber? —masculló Esther con una sonrisa burlona, al tiempo que retrocedía lentamente, arrastrando sus pies por el suelo.
En cuanto lo vio conveniente, se dio media vuelta y corrió en dirección a la puerta trasera de la recepción, aquella que daba al patio central. Sin embargo, de un segundo a otro el cuerpo de Owen se movió a una velocidad increíble, alcanzándola antes de que pudiera siquiera tocar la puerta. La tomó de su brazo derecho, apretándolo como fuerza entre sus dedos, lo que por supuesto le provocó un fuerte dolor. La alzó entonces en alto del brazo, separando sus pies del suelo lo suficiente para que su rostro quedara a la altura del suyo. No le costó ningún esfuerzo hacerlo; como si la mujer no pesara ni un kilo.
—¿Crees que te puedes hacer la bromista conmigo? —escupió Owen con rabia—. Ya no soy el mismo de anoche.
—A mí me pareces el mismo imbécil —le respondió Esther, ofuscada. Y a pesar de su incómoda posición, logró alzar el puño de su brazo libre, estampándolo contra la cara de Owen con la suficiente fuerza para romperle el cristal de su lente derecho.
Owen gruñó, pues uno de esos trozos de cristal le había provocado un largo corte en su ceja. Arrojó a Esther con tanta fuerza contra el suelo, que su cuerpo incluso rebotó un poco contra éste. Se golpeó principalmente en la nariz, que comenzó a sangrarle, y en su pecho, sacándola casi todo el aire. No había siquiera intentado levantarse cuando Owen le propinó un fuerte puntapié en su costado, arrojándola hacia el frente, estrellándola contra una de las sillas de la sala de espera, rompiendo está con la fuerza del impacto.
Esther se quedó unos segundos en el suelo entre los resto de la silla, adolorida y aturdida por todos los golpes. Pasó una mano por su nariz, limpiándose la sangre con el dorso de su mano, y giró como pudo su cuello en dirección a Owen. Éste se estaba retirando por completo los anteojos, tirándolos al suelo con brusquedad. Pasó una mano por su ceja, contemplando poco después sus dedos cubiertos con su sangre. Los contempló fijamente unos segundos, como si se tratara de lo más fascinante o raro que hubiera visto en mucho tiempo. Y de pronto, acercó los dedos su boca, comenzando a lamerlos y chuparlos con algo de apuro.
Esa definitivamente no era una imagen agradable de ver.
Esther intentó pararse, pero en cuanto se sentó un dolor punzante en su costado la inmovilizó un momento. Al girar su mirada en ese punto, logró ver un largo y puntiagudo pedazo de madera de la silla, que se le había clavado.
—Mierda —masculló despacio.
Tomó entonces el pedazo de madera con ambas manos, y se lo retiró de un fuerte tirón. El dolor salió de ella en la forma de un fuerte chillido, pero luego de eso logró menguar. Cuando se giró de nuevo hacia Owen, éste la contemplaba desde su posición, al parecer hasta cierto punto fascinado. Y Esther se maldijo a sí misma, pues lo único que logró pensar era lo realmente apuesto que se veía en esos momentos sin sus anteojos.
—¿Qué demonios eres con exactitud? —inquirió el hombre de barba con frialdad—. No eres un vampiro, pero tampoco eres una niña, ¿verdad?
No podía llegarse a una conclusión más lógica que esa. Igual Esther no le dio el privilegio de una respuesta. En su lugar, comenzó de nuevo a levantarse, presionando la herida de su costado con una mano. Sentía como poco a poco se iba curando, pero no lo suficientemente rápido. Su otra mano, mientras tanto, se dirigió al arma oculta en su espalda.
—Da igual —pronunció Owen en alto, pero de seguro aquello era más para sí mismo.
Se movió entonces con la misma velocidad de hace un rato, reapareciendo casi en un parpadeo justo delante de Esther. Ésta se hizo hacia atrás e intentó jalar su arma hacia adelante, pero no fue lo suficientemente rápida. Owen la tomó con una mano de su cuello, volviéndola a alzar, mientras con la otra agarraba firmemente la muñeca de la mano que tomaba al arma, apretándola tan fuerte que Esther sintió sus huesos crujir. Sus dedos se abrieron por sí solos, y el arma se escapó de ellos hacia el suelo.
Una vez desarmada, Owen la tomó y la agitó hacia un lado, pegándola contra el muro con tanta violencia que la parte trasera de la cabeza de Esther se golpeó contra éste, y la mujer sintió al instante siguiente el líquido caliente resbalando por su nunca.
—Ahora respóndeme —exigió Owen mientras la sostenía contra la pared—. ¿Dónde está Eli?
Esther hizo el intento vano de forcejear, pero lastimosamente tuvo que darse cuenta de lo realmente débil que se encontraba tras la pelea de la noche anterior, más todo el ajetreo de ese día, sumado a lo poco que había podido comer y descansar. Ciertamente no estaba en su mejor condición, y aunque lo estuviera de seguro no habría podido hacer mucho contra un hombre grande que le doblaba en tamaño y peso, mucho menos con esas monstruosas habilidades de vampiro.
A pesar de su penosa situación, Esther se las arregló para alzar su mirada desafiante hacia su captor, y con una sonrisa burlona responderle:
—La maté… La arrojé al sol y se prendió como una hoguera…
Los ojos de Owen se abrieron grandes, estupefactos ante aquella posibilidad.
—Mientes —declaró con voz carrasposa, su rabia claramente a punto de estallar. Pero eso no la intimidó.
—Sal al patio, y puede que aún veas sus cenizas esparcidas por la nieve —murmuró mordaz, acrecentando aún más el enojo de Owen.
—¡Mientes! —espetó el hombre con ferocidad. Alzó entonces el cuerpo de Esther aún más alto, la agitó en el aire, y la estrelló de espaldas contra el mueble de la recepción haciendo que éste crujiera. Colocó su cuerpo sobre ella, prácticamente agazapándose encima del mueble para someterla.
Esther abrió los ojos, y contempló el rostro de aquel apuesto hombre, flotando en el aire a unos centímetros sobre el suyo. Su mano seguía firme contra su cuello, a sólo un poco más de fuerza de comenzar a estrangularla. En otras circunstancias, aquello podría resultarle incluso excitante.
—¿Por qué estaría yo viva si no es así? —soltó de pronto con la mayor calma posible. La incertidumbre y la duda se hicieron visibles en la expresión de su captor.
Owen se alzó un poco, contemplándola en silencio. Pareció a simple vista algo más tranquilo, pero Esther presintió que aquello no era para nada el caso. Desde ahí podía percibir como su mente se aceleraba, imaginando todas las diferentes formas en las podría despedazarla ahí mismo, con sus propias manos.
La soltó de pronto, pero no fue por mucho. Rápidamente con una mano la tomó de su cabeza, ladeando está hacia un lado, mientras la otra la colocaba en su hombro, jalándolo hacia abajo con todo y su chaqueta. De esta forma, dejaba claramente expuesto el costado derecho del delgado y pálido cuello de Esther, y sus venas palpitantes.
—Siempre quise saber cómo se sentía hacer esto —murmuró Owen de pronto, abriendo grande su boca, lo suficiente para que Esther pudiera ver por completo los largos y afilados colmillos que sobresalían del resto de su dentadura. Los colmillos que perforarían con suma facilidad su piel y carne para alimentarse de ella.
Y aquella horripilante visión en verdad espantó a Esther. Comenzó a forcejar con más desesperación que antes, pero siendo incapaz de apartar ni un centímetro las pesadas y fuertes manos de Owen. El hombre se inclinó hacia ella, dirigiendo su rostro hacia el cuello sin menor miramiento. Esther apretó con fuerza los ojos, esperando la inevitable mordida. Pero antes de que los colmillos la alcanzaran, la voz de una tercera persona los interrumpió.
—¿Oskar? —susurró la pequeña intrusa, desde el umbral de la puerta trasera.
Ninguno de los dos se había dado cuenta de su presencia, pero rápidamente se giraron en su dirección, contemplando la delgada y desalineada figura de Eli. Detrás de ella, era apreciable que el sol aún no había bajado del todo, pero al parecer sí lo suficiente para que se atreviera a salir de su escondite. Esther no pudo evitar echar un vistazo a sus muñecas, que se encontraban rojas por el roce de las sogas, pero en especial por el esfuerzo que había significado romperlas.
«Así que en verdad sí habría podido romperlas en cualquier momento…»
Por su parte, la niña vampiro los contemplaba azorada, con sus ojos bien abiertos, fijos en especial en su amigo.
—Eli —masculló Owen, o más bien Oskar, sorprendido. Rápidamente se olvidó de Esther, apartándose de ella de un salto, dejándola ahí de espaldas contra el mueble de recepción. Su sorpresa se convirtió rápidamente en alivio—. Eli, estás bien…
Eli no dijo nada de momento. Solamente comenzó a avanzar lentamente en su dirección. Oskar se agachó rápidamente, pegando una rodilla al suelo. Eli se paró justo delante de él, quedando sus rostros a la misma altura, uno frente al otro. La niña alzó tímidamente una de sus manos, posándola dulcemente sobre la mejilla del hombre. Éste cerró sus ojos, y pegó su rostro aún más contra la palma de la pequeña mano. Sin embargo, los volvió a abrir casi de inmediato, notándose sorprendido.
—No puedo sentirte —murmuró despacio—. No como antes…
—Ay, Oskar… —susurró Eli, agobiada por un profundo pesar—. ¿Qué te he hecho?
El hombre de barba negó frenético con la cabeza.
—Oye, está bien, todo está bien —pronunció con firmeza, tomando el pequeño rostro de la vampiro entre sus manos con suma delicadeza—. Soy yo, mírame. Volví.
Sus labios se estiraron en una amplia sonrisa que intentaba sobre todo parecer alegre. Eli, sin embargo, claramente no compartió el sentimiento.
—¿Cómo pasó? —susurró la vampiro, confundida—. Yo… yo te…
—No estoy seguro. Pero no importa, ¿o sí?
Oskar tomó en ese momento las manos de Eli entre las suyas y las acercó a su rostro, recorriendo sus palmas y sus dedos delicadamente con sus labios. Igual que el roce en su mejilla, apenas lograba percibir su piel contra él, como si lo hiciera por encima de varias prendas de ropa. ¿Así era como ella sentía? ¿Tan superficialmente? ¿Tan gris…? Pero eso no importaba. Lo único que le interesaba era que ella estaba ahí, y él también.
—Ahora podremos estar juntos, por siempre —declaró con desbordante alegría—. Cazar juntos, alimentarnos juntos… empezando por esa pequeña zorra.
Al pronunciar aquello, se giró a mirar sobre su hombro en dirección a Esther. Ésta se había bajado de encima del mueble, e intentó aproximarse lentamente hacia donde su arma había caído, aprovechando que ambos estaban distraídos; o, al parecer, no tanto como ella creía.
—Ni se te ocurra moverte ni un centímetro más —le amenazó Oskar—. O veremos que tanto puedes curarte con un cuello roto.
Esther sabía por experiencia propia que podía hacerlo, pero igual no tenía deseos de tentar a su suerte más de la cuenta. Apenas y había logrado lidiar con una de esas criaturas la noche anterior; enfrentarse ahora a dos, y en el estado en el que se encontraba en esos momentos, no era su escenario ideal ni de cerca.
—Oskar —susurró Eli despacio, tomando en ese momento el rostro de su amigo con dulzura entre sus manos, acariciándolo con delicados roces—. Mi hermoso, hermoso, Oskar —pronunció en voz baja. Se inclinó entonces hacia él, besándolo con cuidado en su frente, haciendo poco después lo mismo en cada uno de sus parpados, en su nariz, y mejillas. El hombre cerró sus ojos, intentando sentir lo mayor posible los apenas apreciables roces de los pequeños labios de Eli contra su rostro—. Siempre quise que esto ocurriera. Que tú y yo pudiéramos estar juntos por siempre; para siempre. Sin que nada ni nadie se interpusiera. Sólo nosotros contra el mundo entero…
Eli se dirigió en ese instante directo a los labios de Oskar, presionando los suyos contra ellos con mayor fuerza que los besos anteriores. Aquello resultó en una sensación mucho más viva para Oskar, que la rodeó rápidamente con sus brazos, atrayéndola contra él. Ambos se fundieron en aquel profundo, y hasta cierto punto apasionado beso, ante la mirada incrédula de Esther. Aunque en realidad no estaba del todo sorprendida de enterarse de que ambos tenían ese tipo de relación.
De pronto, sin embargo, se le ocurrió que quizás aquello pudiera ser algo diferente a lo que se veía a simple vista, pues el recuerdo del otro beso que había presenciado en la habitación con Lily se le vino a la mente.
Eli y Oskar se separaron tras unos segundos. Ambos abrieron los ojos al mismo tiempo, y contemplaron con atención al otro. Y aunque el rostro de Oskar radiaba de emoción y alegría, fue evidente incluso para él el sentimiento frío, totalmente apartado, que acompañaba a Eli.
Justo como Esther había adivinado, aquel beso había sido con más intención que sólo ser un acto de pasión o de amor. Había sido un intento de Eli para echar un vistazo al interior del alma de su amigo, y ver lo que ahí se ocultaba. Y lo que vio, bien o mal, confirmó lo que se temía desde el momento en que lo vio.
—Pero eso nunca podrá ser —sentenció con dureza, tomando por sorpresa al hombre delante de ella.
Sin dar alguna otra explicación, Eli se apartó rápidamente, jalando su brazo derecho hacia atrás, y al instante siguiente empujando su mano con tremenda fuerza hacia el frente, directo al lado izquierdo del pecho de Oskar. La fuerza y velocidad que llevaba deberían ser más que suficientes para atravesar su carne y hueso, e ir más allá hasta su corazón, y así destrozarlo con sus propias manos. No sería la primera vez que lo hiciera; ni siquiera la primera vez que lo hiciera contra el cuerpo de uno de sus amigos.
Sin embargo, quizás había subestimado lo débil que se encontraba debido a sus heridas, falta de sangre y sueño. Pues no fue capaz de alcanzar su objetivo lo suficientemente rápido, antes de que la mano izquierda de Oskar se alzara, prácticamente por sí sola como un reflejo ante el inminente peligro, y se cerrara como un grillete fuerte en torno a su muñeca. Su mano se detuvo en seco, con sus dedos presionándose contra la tela de la chaqueta del hombre, pero a milímetros de alcanzar su piel.
Oskar se giró a mirar la mano de Eli contra su pecho, horrorizado al instante por aquella imagen. Rápidamente la empujó con su otra mano hacia atrás, haciéndola deslizarse un par de metros lejos de él, hasta que su espalda chocó de lleno contra el muro. Luego se paró y retrocedió alarmado, asustado, y algo asqueado.
—¡¿Qué… qué estabas tratando de hacer?! —exclamó en alto, presionando sus dos manos contra el área de su corazón—. ¿Acaso querías…? ¡¿Cómo pudiste?! ¡¿Por qué?!
—Porque tú no eres Oskar —respondió Eli con tosquedad, alzando su mirada sombría hacia él—. Ya no más. Oskar murió anoche. Tú no eres más que un cadáver, movido por la infección como una vil marioneta. Justo como le pasó a Hakan…
—¿Qué tontería estás diciendo? —soltó el hombre de barba con mofa, aunque la rabia volvió rápidamente a apoderarse de él—. ¡Por supuesto que soy yo! ¡¿Qué no me ves?!
Eli se quedó callada, e incluso su mirada se desvió por instinto hacia otro lado; lejos de la horripilante imagen de su viejo amigo que se erguía ante ella. Esto a Oskar no hizo más que exasperarlo aún más, por lo que se le aproximó apresurado y la tomó violentamente de su brazo, alzándola de un jalón.
—¡Mírame! —le exigió con agresividad, sonando casi como un rugido.
Eli soltó un agudo gemido de dolor. Oskar la alzaba tan alto que tenía que pararse en las puntas de sus pies.
—Oskar… me lastimas —masculló con un tono empapado de sufrimiento, y eso pareció despertar algo en Oskar pues de inmediato abrió su mano para soltarla. El cuerpo delgado de la vampiro se desplomó al suelo, sin fuerzas.
—No quise hacerlo —pronunció Oskar, su voz casi templando por la preocupación y la vergüenza—. Tú… ¡Tú me fuerzas a hacerlo! ¿Por qué me haces esto…?
Esther, que había estado contemplando todo aquello con una curiosa combinación de fascinación y aprensión, aprovechó ese momento en el que claramente la atención de ninguno de los dos estaba en ella para lanzarse de lleno hacia el arma en el suelo a unos metros. Su movimiento brusco jaló de inmediato la atención de Oskar, que giró su cuello como un látigo hacia ella, en el momento justo en el que su mano se aproximaba al mango del arma.
Oskar se precipitó hacia ella con increíble velocidad. Esther, en el suelo, se giró de lleno hacia él, apuntando con su arma. Su dedo presionó el gatillo, pero no logró hacerlo por completo antes de que Oskar desviara el cañón con un manotazo hacia un lado, y la bala saliera disparada directo contra el techo. De un golpe más, Oskar logró arrebatarle el arma de las manos, y el tercero lo propinó directo en el costado derecho de la cabeza de Esther, haciendo que su cuerpo entero se precipitara contra el piso.
No la dejó ahí. Pues antes de que intentara recuperarse, Oskar la tomó de su nuca, la alzó y le restrelló la cara contra la pared, provocando el sonido pastoso de algo quebrándose. Eli incluso tuvo que desviar su mirada hacia un lado para no ver aquello.
Esther siguió consciente tras ese horrible golpe, pero apenas. Su nariz estaba rota y sangraba abundantemente al igual que su labio. Su mirada estaba borrosa, incapaz de centrarla en absolutamente nada. Sus brazos y piernas colgaron flácidas, estando únicamente sostenida por la fuerte mano de Oskar en su nuca. El nuevo vampiro la giró hacia él, y contempló con curiosidad su rostro magullado. La acercó más a su rostro, y sin miramiento comenzó a recorrer su lengua por el mentón, mejilla y nariz de Esther, lamiendo con bastante apetito la sangre que brotaba de ella. A pesar de su estado, Esther percibía sin problema la sensación húmeda de su lengua, así como su aliento o el olor mismo de su piel. Sin embargo, le fue imposible reaccionar o hacer algo para detenerlo, si acaso en verdad quería hacerlo.
Una vez que terminó de saborear ese pequeño bocado, Oskar se relamió sus labios, y luego se los limpió con la manga de su chaqueta. Se viró de regreso hacia Eli, aun teniendo el pequeño cuerpo de Esther bien sujeto. Eli se encontraba de rodillas en el suelo, con su mirada agachada y sus cabellos oscuros cayendo sobre su rostro.
—Siempre dijiste que esto era como una maldición —indicó Oskar, llamando su atención—. Pero… esta nueva fuerza que recorre mi cuerpo es increíble. Este poder, estas sensaciones. Puedo verlo todo, oírlo todo, olerlo todo. Ya no siento temor alguno. Es como si estuviera vivo por primera vez. No me digas que tú no sientes lo mismo.
Eli siguió sin responder. La dureza con la que lo veía resultaba casi dolorosa
—Lo que necesitas es alimentarte —señaló Oskar, indiferente. Comenzó entonces a caminar hacia ella, prácticamente arrastrando a Esther por el suelo. Ésta intento tomar la poderosa mano que la oprimía para librarse de ella, pero sus débil y delgados dedos no lograron mucho.
Una vez de pie frente a Eli, Oskar alzó a Esther, y luego la azotó contra el suelo para que quedara pecho a tierra.
—Te sentirás mucho mejor en cuanto des un primero bocado.
Colocó una mano atrás de la cabeza de la mujer, empujándola contra el piso, haciendo que su mejilla se apretujara contra éste. Con la otra jaló la chaqueta y el cuello del vestido de Esther hacia un lado, casi rasgándolo, dejando totalmente al descubierto su cuello justo enfrente de Eli.
—Anda, sabes que quieres —ronroneó Oskar, sonando casi como una coqueta provocación.
Los ojos de la vampiro se abrieron grandes, incapaces de ocultar el hambre y el anhelo que aquello imagen le provocaba. Oskar sonrió complacido al notarlo.
— — — —
La serpiente se fue abriendo paso en la neblina, hasta erguirse portentosa y fuerte ante Lily, tan alta como un edificio. Aun teniéndola tan cerca y no oculta en la niebla como hasta ese momento, seguía siendo sólo una masa negra volátil y ambigua, sin ninguna característica distinguible más allá de sus brillantes ojos rojizo, que Lily sintió clavados enteramente en ella. Podía sentir además vívidamente el hambre y el ansía con la que aquella cosa la miraba, deseosa de devorar cada milímetro de su ser, sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo.
«Esto no es real» se dijo a sí misma mientras forcejaba contra las manos de Emily que la seguían sujetando con fuerza de los brazos. «Esto es sólo un sueño, una ilusión. ¡Nada esto está pasando!»
Y en parte estaba segura de que así era, pero igual lo estaba que, aun así, en verdad poco importaba. Y por más que lo repitiera, aquello sí era de cierta forma real. Al menos lo suficiente como para que el miedo que la carcomía estuviera más que justificado.
Nada de eso tenía sentido para ella. ¿Cómo podía todo eso ser real si era un sueño? Y encima era su sueño, un espacio en el que ella siempre había tenido el control absoluto de todo lo que ocurriese. ¿Cómo podía esa cosa hacer lo que le diera la gana, reptando por su cabeza como si fuera suya?
«¿De eso trata esto?» pensó, lo mejor que su mente atormentada le permitía. «¿Todo esto ahora es tuyo? ¿Yo soy tuya? ¡¿Qué maldita porquería es ésta?!»
¿Qué era lo que le pasaría si esa serpiente o lo que fuera la comía como tanto lo deseaba? ¿Qué era lo que quedaría en su lugar…? ¿Esa cosa se apoderaría por completo de todo lo que la hacía ser ella?
¿Y qué era eso que la hacía ser ella, en realidad? Emily había dicho que la otra criatura, el lobo era su verdadero ser, aquello que había llegado a ese mundo dentro de ella desde el momento mismo de su nacimiento. Y en ese instante, estando su cuerpo prácticamente petrificado ante la inminente amenaza de aquella serpiente, la mente de Lily comenzó a recorrer sus memorias más arraigadas y guardadas. Cada momento en el que, aun no teniendo a nadie a su alrededor, sabía que no estaba del todo sola. Siempre estaba presente esa pequeña presencia, haciéndola saber cosas que no debería, convenciéndola de hacer lo que normalmente no se le hubiera ocurrido, dándole las fuerzas para hacer lo que no habría podido lograr en otras circunstancias.
Estuvo con ella cuando se encontraba atrapada en aquel horno, indicándole que todo estaría bien; que todo era parte del plan. Estuvo en ella cuando el vehículo de Emily se precipitaba al río, diciéndole qué debía hacer. Cuando Esther le disparó, cuando Samara le hizo aquello a su pierna, cuando aquel sujeto la molestó en la fiesta, cuando Damien casi la estranguló… incluso cuando aquella niña la había mordido (logró recordarlo en ese instante). Eso siempre había estado con ella, de alguna u otra forma.
Pero para Lily aquello no era en realidad una persona, mucho menos un enorme lobo, susurrándole palabras al oído. Eran simples pensamientos, un instinto primario que siempre había pensado que simplemente era parte de ella. Pero siempre, quizás de forma inconsciente, había intentado mantenerlo algo apartado de ella, a una distancia segura, como detrás de una puerta de madera a través de la cual pudiera escucharla, pero nada más. Y Lily siempre había tenido la opción de abrir esa puerta y dejar que aquello entrara, que se sentar a su lado, que la viera a los ojos, que su voz se volviera mucho más nítida y tangible.
Pero nunca lo había hecho. Tener esa puerta cerrada siempre le había resultado más cómodo y seguro, ya que… sí, le tenía hasta cierto punto miedo a lo que se ocultaba al otro lado; ahora podía admitirlo con mayor claridad.
“Todos le tienen miedo a algo.” Le había dicho Doug, el psiquiatra amigo de Emily. “Trabajando en nuestros miedos, conquistándolos, es como mejoramos. Así que quiero que me digas: ¿qué te da miedo?”
Y Lily recordaba claramente cuál había sido su respuesta: “Yo.”
Le temía a lo que estaba del otro lado de la puerta, a su verdadero ser. Temía en lo que podría convertirse, en lo que podría provocar. Pero ya no más…
“Trabajando en nuestros miedos, conquistándolos, es como mejoramos.”
—Levántate —pronunció de pronto—. ¡Levántate! —gritó con fuerza al aire, mientras permitía al fin que la puerta se abriera por completo—. ¡¡Levántate!!
La serpiente abrió grande sus fauces, soltando un agudo y estruendoso siseo al aire, y se abalanzó de golpe hacia Lily. Su quijada estaba totalmente abierta, lista para engullirla de un sólo y certero mordisco. Pero un instante antes de que lograra alcanzarla y cerrar su boca en torno a ella, algo la jaló reciamente hacia atrás, haciendo que el cuerpo entero de la criatura se precipitara al suelo con un fuerte estruendo.
El cuerpo entero de la serpiente fue arrastrando de regreso hacia la neblina mientras gimoteaba, perdiéndose de nuevo de su vista. Aun así, Lily mantuvo su mirada quieta, observando el punto justo en que había desaparecido. Los rugidos y los ajetreos volvieron a hacerse presentes, y discretas siluetas comenzaron a hacerse notar entre la niebla, forcejeando entre sí. El estridente bramido de uno de ellos hizo retumbar el escenario entero, seguido después del distinguible sonido de carne siendo perforada, arrancada y aplastada. Era un sonido grotesco, pero al mismo tiempo hipnótico.
Todo duró sólo unos cuantos segundos, y luego todo volvió a sumirse en silencio como antes. Pero en esa ocasión Lily no supo identificar si ese silencio era angustioso como el anterior, una buena señal, o quizás algo muy diferente.
—Bien hecho, pequeña —escuchó que Emily pronunciaba a sus espaldas con orgullo; el orgullo desbordante de una madre. Sus manos la soltaron en ese momento, y Lily se giró por mero reflejo sobre su hombro. Emily ya no estaba ahí detrás de ella, y no había rastro alguno de a dónde se había ido.
Lily se viró de nuevo hacia el frente, aguardando y observando paciente hacia la neblina, hasta que de nuevo una enorme silueta negra comenzó a moverse, aproximándose en su dirección. Su forma ya no era la alargada de la serpiente, sino una incluso más enorme que la del lobo; como la sombra de una gran montaña proyectándose.
Lily se puso tensa, expectante sobre lo que se avecinaba. Sin embargo, lo que surgió de entre la niebla no fue el enorme lobo que esperaba, sino una figura mucho, mucho más pequeña.
—¿Qué? —pronunció Lily, sorprendida al ver la apariencia de aquel ser. Y mientras más se aproximaba hacia ella con ese paso tranquilo, casi juguetón, más verificaba que su primera impresión había sido la correcta.
Era ella, o más bien algo con una apariencia bastante similar a la suya; su misma estatura y complexión, con sus mismos rasgos, su mismo cabello castaño largo y suelto cayendo a sus espaldas. La diferencia, sin embargo, era que la piel de su rostro era totalmente pálida, tan blanca como la neblina o incluso más, además de que unas marcas negras similares a venas recorrían sus mejillas y su frente. Pero la mayor diferencia eran sus ojos, que eran totalmente negros, sin pupila, cornea, iris ni nada. Sólo eran dos grandes agujeros totalmente negros, decorando ese rostro pálido, casi muerto. Pero la sonrisa confiada y juguetona que se dibujaba en sus labios… esa ciertamente sí le era familiar.
—¿Ya dejemos al fin de lloriquear, Lilith? —masculló aquel ser, sonando en su cabeza como su propia voz interna, mientras caminaba a su lado y la observaba sobre el hombro. Lily la siguió con la mirada mientras caminaba a su alrededor.
—¿Eres el lobo? —susurró despacio, desconcertada—. ¿Eres… yo?
—Creí que ya lo habías entendido —susurró con voz burlona aquel ser con su cara—. ¿En serio necesitas que te lo explique?
Lily no respondió, pero en su interior supo que no era necesario. Ella lo comprendía, o al menos casi todo, pues aún había un único punto que no le quedaba del todo claro.
—¿Qué soy? —soltó Lily con voz firme—. ¿Soy en verdad un demonio?
—¿Quién sabe? —respondió risueña aquel ser, encogiéndose de hombros—. Demonio, monstruo, abominación… Son conceptos bastante ambiguos, creados por los humanos para nombrar a todo aquello que les asusta. Y tú, eres la materialización de todos ellos, capaz de descubrir el ideal de Infierno de cada individuo, y hacer que lo viva en carne propia. Así que, ¿en verdad importa si eres humana, demonio… u otra cosa?
—A mí me importa —inquirió Lily, aunque no sonando del todo convencida—. ¿Para qué viene a este mundo entonces? ¿Qué se supone que debo hacer?
—No tengo idea —rio aquel ser—. No sé mucho más de lo que tú siempre has sabido en el fondo de tu ser. Yo soy tú, después de todo. Y esto es sólo un sueño. Pero el mundo de allá afuera te espera, y definitivamente aún hay mucho que debes hacer.
El ser se detuvo justo enfrente de ella, encarándola muy cerca, a sólo unos cuántos centímetros de separación entre sus narices. Desde esa distancia, Lily pudo ver de más los dos pozos sin fondo que eran sus ojos.
—Basta de charla —declaró el ser con elocuencia—. ¿Lista para continuar con lo que sigue?
—¿Qué es lo que sigue? —susurró Lily, confundida.
El ser sonrió, divertida.
—Eso también ya lo sabes… Es hora de que te quites tus ataduras y… “mejores”…
Lily guardó silencio unos instantes, reflexiva.
—Entiendo… Adelante, entonces.
De un parpadeo a otro, la niña delante de ella, se transformó de nuevo en aquella inmensa figura negra con forma de lobo. Lily la observó fijamente desde su posición, pero no sintió miedo alguno en realidad. Si acaso había alguna sensación que la acompañaba, esa podía ser curiosidad. Curiosidad por saber lo que vendría.
El lobo abrió grande sus fauces y arremetió contra Lily, atrapándola y envolviéndola entera en la oscuridad.
— — — —
Recostada en la cama de la habitación 303, los ojos de Lily se abrieron de golpe, siendo jalada abruptamente al mundo real. De inmediato se sintió incapaz de respirar, como si tuviera algo atorado en la garganta que se lo impidiera. Se sentó rápidamente en la cama, se inclinó hacia un lado y comenzó a toser con fuerza. Tras unos segundos de insistencia, comenzó a vomitar, soltándolo todo en la alfombra. Pero no era un vómito común, y no sólo por su cantidad, sino porque lo que salió de su cuerpo fue un líquido espeso y oscuro como alquitrán, que pudo sentir como le quemaba mientras le subía por la garganta.
Una vez que todo pareció salir, Lily permaneció sentada en su sitio, respirando agitadamente intentando recobrar el aliento. Se limpió la boca con la manga de su chaqueta, e inevitablemente desvió su mirada hacia el charco oscuro y maloliente que se había formado en el suelo entre las camas. Para su horror, vio en el centro de éste algo sólido, alargado y deforme, como la cola magullada de alguna rata. Lo que fuera, tras unos segundos a Lily le pareció ver claramente cómo se movía, como si un espasmo lo recorriera de punta a punta.
Se sobrepuso de golpe a la debilidad de su cuerpo, y empujada por el mero instinto se puso de pie y salto hacia el charco, estampando la suela de su bota al menos diez veces contra aquella cosa, hasta que todo lo que quedó fue una plasta grumosa flotando en aquel líquido oscuro.
—Qué… asco… —soltó en voz baja, sintiendo casi como si el sólo hecho de hablar le resultara agotador.
Se dirigió tambaleándose hacia el baño del cuarto. Se apoyó en el lavabo firmemente con sus dos manos para evitar caer, y abrió por completo la llave de agua. Tomó algo del líquido en su mano, y la llevó a su boca repetidas veces, enjuagando y escupiendo, hasta que aquel molesto sabor ácido desapareció lo más razonablemente de su boca. Se echó justo después agua en la cara para lavársela, y ya para ese punto comenzaba a sentirse mejor.
Al alzar la mirada, sus ojos se enfocaron en el espejo delante de ella, y en su propio reflejo. Su cabello era una maraña sin forma, su cara estaba notablemente pálida, y unas marcadas ojeras decoraban sus ojos. Pero pese a todo, debía aceptar que se veía bien. A simple vista no parecía haber nada diferente en ella, pero… podía sentir que eso no era del todo cierto. Algo había cambiado, algo profundo. Podía sentirlo tan vívidamente como los latidos de su propio corazón.
De pronto, su vista se desvió sólo un poco hacia un lado, centrándose fugazmente en el reflejo en el espejo de la silueta negra en el rincón, y en sus brillantes ojos que la veían de regreso. Lily se sobresaltó y su respiración se cortó. Sin embargo, al siguiente parpadeo, aquella silueta desapareció, tan rápido como había aparecido.
Se talló la cara con la mano húmeda, e intentó despejar de su cabeza la repentina sensación de alerta que aquel desliz le había provocado. Aunque, por otro lado, eso le había ayudado a aclarar la mente y recordar mejor lo que había ocurrido antes de desmayarse: el área de juegos, el baño… esa mocosa encima de ella, la herida de su cuello…
«Mi cuello» pensó sorprendida, y reparó en ese momento en el vendaje que le rodeaba dicha área.
 Comenzó rápidamente a retirarse las vendas para echar un vistazo debajo de ellas. Su costado se veía amoratado, pero en el centro de aquella mancha purpurea sobresalían dos heridas punzantes, circulares y rojas.
«Esa perra era un vampiro» concluyó una vez que su mente estuvo lo suficientemente clara. «Un vampiro me mordió… como en las leyendas. Entonces, ¿la serpiente era…?»
Mientras pensaba en todo aquello, lo último que había presenciado antes de perder la consciencia se volvió claro en su mente: aquella habitación, ese hombre de barba muerto, aquella chica… y Esther.
Volvió presurosa al cuarto y miró a su alrededor, esperando ver a Esther en algún lado. Pero aunque el cuarto era claramente muy parecido al que les habían asignado al llegar, no tardó en darse cuenta de que no era el mismo. Y no había rastro alguno de su compañera de viaje.
Divisó entonces un pedazo de papel sobre el buró, por lo que rápidamente se acercó a él y lo tomó. El mensaje en éste era corto:
Seguiré mi camino hacia donde habíamos dicho. Si sobrevives, puedes seguirme, volver a tu casa, o hacer lo que quieras.
E.
Lily releyó la carta un par de veces y luego alzó su mirada pensativa hacia un lado; en dirección a la ventana del cuarto, en ese momento con la cortina cerrada. Y tras un rato de observar en silencio hacia ese mismo lado, lo tuvo bastante claro. Esther no estaba en realidad muy lejos de ahí.
— — — —
Eli se aproximó hacia donde Esther yacía en el piso, hasta colocarse a su lado, con su rostro suspendido sobre su cuello. Oskar la seguía sujetando con firmeza, expectante e incluso emocionado porque hiciera lo que debía. Los labios de Eli se separaron, dejando a la vista sus letales colmillos, que se alargaron hasta casi sobresalir por completo de su boca. Esther, debido a su posición, no lograba verla, pero de alguna manera podía sentirla. Era como un molesto, casi doloroso cosquilleo en la piel expuesta de su cuello, como si aquellos filosos colmillos ya la estuvieran rozando.
Podría intentar forcejar, seguir peleando, pero la verdad era que su cuerpo carecía de cualquier tipo de fuerzas. De hecho, su mente se inclinaba más a la inconsciencia tras aquellos últimos golpes, y por un momento deseó poder desmayarse a voluntad. Y así no sentir nada, y que pasara lo que tuviera que pasar.
Eli dejó escapar de pronto un agudo y disonante chillido, como el de algún tipo de animal rastrero. Esther se preparó para sentir sus colmillos penetrándola, pero de nuevo aquello no ocurrió como lo esperaba.
La figura de la pequeña vampiro saltó de pronto desde su sitio, no hacia Esther sino directo hacia Oskar. Se agazapó a éste con sus piernas y brazos, aferrándose a él con todas sus fuerzas. El hombre de barba se sobresaltó, confundido. Retiró sus manos rápidamente de Esther, y se paró. Antes de que pudiera enderezarse por completo, Eli clavó enteros sus colmillos en el costado izquierdo de su cuello, desgarrando por completo su carne en el acto.
Oskar gritó a todo pulmón lleno de dolor y confusión. Por mero reflejo tomó el pequeño cuerpo que lo aprisionaba con ambas manos y comenzó a empujarlo para apartarlo de él. Eli, sin embargo, se sujetó aún más fuerte, al tiempo que succionaba y bebía con desesperación de su cuello. Oskar se tambaleó por todo aquel espacio, rebotando por las paredes, dejando rastros de sangre pintados por ellas. En su desesperación, sus puños se cerraron, y por mero reflejo propinó un fuerte golpe a un costado de la cabeza de Eli. El impacto fue tan fuerte que la cara de la vampiro fue prácticamente arrancada de la parte que había aprisionada con sus colmillos.
Una vez que tuvo su cuello libre, y Eli estuvo aturdida por el golpe, la tomó de nuevo con sus manos y ahora sí pudo apartarla de él, para luego arrojarla con violencia al suelo. El pequeño cuerpo de la vampiro azotó contra éste, y rodó un par de metros hasta quedar boca abajo, agitada y apenas consciente.
Oskar presionó una mano contra la herida de su cuello, que para cualquier otro ser vivo hubiera sido de seguro mortal. Llevó su mano frente a su rostro, mirando incrédulo su palma totalmente roja. En verdad lo había hecho; Eli deliberadamente lo había mordido. Pero eso no había sido como la noche anterior que él se había ofrecido a ella por completa voluntad; ella había intentado asesinarlo.
—Tú… —masculló con voz carrasposa, alzando su mirada iracunda hacia donde yacía. La rabia se apoderó de él, y rápidamente se aproximó hacia ella—. ¡¿Cómo pudiste?!
Alzó en ese momento su pie, golpeándola con todas sus fuerzas en su costado. Eli pudo sentir como sus costillas se rompían por el impacto. Soltó un fuerte alarido al aire, pero no tuvo ni un segundo para intentar recuperarse. Oskar rápidamente la tomó del cuello, apretándola con sus dedos y la alzó de un jalón para encararla de frente. Eli lo miró de regreso con ferocidad, su cara manchada por segunda vez con la sangre de su querido amigo.
—¡Luego de todo lo que he hecho por ti! —espetó Oskar, inundado de coraje y de odio—. Dejé mi vida entera, a mi madre, mi país, ¡todo por ti! ¡Porque te amaba! Porque creí que tú me amabas…
Eli no respondió nada, y ese silencio resultó aún más doloroso.
Algo lo distrajo un instante. Por el rabillo del ojo, pudo notar como el cuerpo de Esther comenzaba a arrastrarse con debilidad hacia la puerta del patio, apoyándose en el suelo con sus manos y codos. Oskar soltó a Eli con brusquedad, dejándola caer al suelo. Se giró de inmediato hacia Esther, y antes de que lograra llegar a su cometido, le plantó de forma contundente la planta de su pie contra su espalda, presionándola como una prensa contra el suelo. Esther se quedó estática en su sitio, incapaz de seguir avanzando. No gimió ni dio seña alguna de dolor por la sensación de aquel pie aplastándola, más allá de una mueca en su rostro.
—Eres bastante resistente —indicó Oskar, y al segundo siguiente comenzó a mover su pie de un lado a otro sobre su espalda—. En otras circunstancias admiraría tu notable deseo de vivir, y hasta consideraría brindarte el don que acabo de obtener, en parte gracia a ti. Pero de ninguna manera te daré la oportunidad de ser como nosotros. En lugar de morderte, te partiré en dos y beberé lo que brote de ti…
—No, Oskar —exclamó Eli con debilidad a sus espaldas. Estaba en esos momentos incorporándose, apoyándose en la pared más cercana—. No lo hagas…
—¡¿Por qué no?! —espetó Oskar furioso, girándose hacia ella—. ¿Por qué te empeñas tanto el protegerla después de todo lo que nos ha hecho?
—No lo hago por ella —aclaró Eli con mayor firmeza—, sino por ti. Tú… no eres así. No eres un monstruo como yo…
—¿Qué dices? —bufó Oskar, soltando entonces una sonora risotada sarcástica—. ¿Qué no soy un monstruo? ¿Sabes acaso a cuánta gente he matado por ti todos estos años? ¿Has llevado al menos la cuenta de cuantos hombres, mujeres, niños, ancianos he colgado de cabeza y cercenado sus gargantas para poder llevarte su sangre? ¿Cuántos cadáveres he tenido que esconder, quemar o enterrar? Y todo lo hice por ti, Elias… Me convertí en un monstruo mucho antes que esto, sólo por ti…
Esther desvió su mirada ligeramente hacia atrás, mirando un tanto confundida al hombre que la pisoteaba.
«¿Elias…?»
Por su parte, Eli no tuvo otra alternativa que agachar su mirada, avergonzada por las palabras de reclamo de su joven amigo. Ya que ella sabía, después de todo, que eran ciertas.
—Lo sé —susurró tan bajo que si no fuera por el oído agudizado, de seguro Oskar no hubiera sido capaz de escucharla—. Y lo siento…
Un fuerte golpe hizo retumbar las paredes de toda la recepción, poniendo en alertar a todos. Un segundo después, miraron atónitos como la puerta trasera que daba al patio salió volando de su marco, arrancada de sus bisagras, y se dirigió como un proyectil directo hacia Oskar. Éste tuvo que reaccionar haciéndose rápidamente hacia un lado, retirando su pie de la espalda de Esther. La puerta siguió de largo delante de él, estrellándose contra la pared y prácticamente estampándose contra ésta.
—¿Qué demonios…? —masculló Oskar atónito. Él, al igual que Eli, y Esther en el suelo, se giraron hacia el agujero en el muro donde hasta hace unos segundos se encontraba la puerta. Y los tres pudieron ver claramente como una pequeña figura entraba con suma tranquilidad por él, plantando sus pies con firmeza.
La niña recién llegada recorrió su mirada rápidamente por el cuarto, esbozó una amplia sonrisa alegre, y extendiendo sus brazos a los lados exclamó el alto y con voz cantada:
—Cariño, ya llegué.
—¿Lily? —susurró Esther, atónita, intentando alzar su torso del suelo apoyada en sus brazos. Era sin lugar a duda ella, pero… por un motivo, no estaba del todo segura.
—¿Estás viva? —exclamó Oskar, confundido.
Lily giró de inmediato su atención hacia él, observándolo con más detenimiento.
—Tú también… o algo así.
Esther se apoyó como pudo en sus rodillas para intentar alzarse, pero sólo logró llegar hasta ahí. Levantó su rostro, mirando con aprensión a Lily. Algo no estaba bien, podía sentirlo.
—¿Acaso tú…? —susurró en voz baja, haciendo que Lily se virara hacia ella. Al sentir esos ojos fríos posados en ella, una sensación más agobiante le recorrió el cuerpo entero—. ¿Ahora eres…?
No terminó su pregunta, pero ésta quedaba bastante implícita. La sonrisa en los labios de Lily se ensanchó aún más hacia los lados, tomando incluso una forma casi grotesca.
—Así es —susurró en voz baja, intentando a toda vista que sonara enigmática—. Ahora… soy… un horrible… ¡vampiro!
Alargó en ese momento su rostro en su dirección abriendo su boca grande para enseñar un par de largo y filosos colmillos, así como el brillo rojizo y letal de sus ojos. Esther se sobresaltó sorprendida por esto, haciéndose hacia atrás e irremediablemente cayendo de sentón al suelo.
Lily soltó una aguda carcajada, y de un parpadeó a otro los colmillos y los ojos rojos se esfumaron. Había sido sólo una ilusión.
—Es broma —indicó, agitando una mano despreocupada en el aire—. Estoy bien.
Esther parpadeó, confundida. Hasta hace menos de una hora estaba agonizando en una cama… ¿y ahora entraba ahí a hacer bromas?
—¿Derrotaste a la infección? —pronunció Eli, totalmente atónita.
Ella podía sentirlo sin lugar a duda con tan sólo verla: una de las dos criaturas que había visto al entrar en ese espacio de su mente se había ido. Pero… ¿y la otra?
—Es imposible —declaró, escéptica.
—¿Qué más da? —dijo Oskar con voz amarga—. Sólo es más alimento.
Comenzó entonces a caminar presuroso hacia aquella niña. Lily se giró lentamente hacia él, notablemente calmada. Lo miró fijamente mientras se le aproximaba, y cuando estuvo lo suficientemente cerca soltó con voz apacible y clara:
—Si fuera tú no me acercaría más, cerdito…
Oskar se detuvo por completo al escucharla, estupefacto en especial ante esa última palabra.
—¿Qué dijiste? —le cuestionó con brusquedad. Lily se limitó a sólo mirarlo en silencio, sonriente.
Aquella mirada por algún motivo no hizo más que exasperarlo más, y por mero reflejo se lanzó hacia ella con la intención de taclearla, tirarla al suelo, y desgarrarle su cuello con sus colmillos, asegurándose de que no volviera levantarse otra vez. Sin embargo, para su sorpresa, su cuerpo terminó chocando con mero aire, precipitándose justo después de narices al piso. Pero lo extraño fue que no chocó contra el duro suelo laminado, sino que su cara se hundió de lleno contra la nieve.
Se irguió presuroso, apoyándose en sus rodillas, y pasó su mano rápidamente por su rostro para quitarse los rastros de nieve de la cara. ¿Cómo había pasado eso? ¿Se había salido por la puerta sin que se diera cuenta?
Y de pronto, pudo percibir algo extraño. La sensación de su mano contra su rostro, no estaba bien. Y cuando logró abrir los ojos y echarle un vistazo, vio por qué: tenía puestos unos guantes oscuros de tela. Pero, él estaba seguro de que hace un segundo no estaba usando guantes. Y eso no era todo, pues la forma de la mano que se ocultaba bajo el guante también le resultó ajena; era más pequeña, y algo regordeta.
No era lo único fuera del lugar. Al alzar su rostro y echar un vistazo alrededor, se dio cuenta que no estaba en la recepción, tampoco en el patio. Estaba de rodillas en la nieve frente a un edificio, que le resultó dolorosamente familiar. Estaba en el patio central de un complejo de departamentos; su complejo de departamentos. A su diestra se encontraba la estructura de tubos, la misma en la que hace muchos años recordaba haber visto a Eli por primera vez, y a su izquierda aquel árbol que solía usar a veces como su víctima sustito para probar su navaja, imaginando que era Conny Forsberg o alguno de sus estúpidos amigos. Todo estaba tal y como lo recordaba la última vez que lo vio… hace treinta y seis años…
«¿Qué carajos es esto?» pensó confundido y claramente alterado.
Escuchó pisadas en la nieve, pesadas y numerosas, a sus espaldas. Se paró y se giró rápidamente, y entre las sombras del patio contempló como surgían varias figuras, al menos unas diez, de diferentes tamaños y formas, pero todas en general parecían tener la complexión de niños. Todos usaban chaquetas, gorros, bufandas y guantes. Sin embargo, sus rostros eran como sombras nebulosas, de las que Oskar sólo lograba distinguir un par de ojos enteramente blancos, que aun así podía sentir que lo miraban solamente a él mientras avanzaban en su dirección.
Oskar retrocedió por reflejo. La manera en la que se acercaban denotaba hostilidad. Y conforme más se acercaron, pudo notar que en sus manos cargaban tubos de PVC y palos de madera. Pero lo otro que llamó su atención era que, a pesar de que claramente todos eran niños, le parecieron de su misma estatura o incluso más altos.
—Aléjense —demandó Oskar con fuerza, y se sorprendió de la voz que surgió de él; más aguda, temblorosa, cobarde… La voz de un niño de doce años muerto de miedo.
Las figuras siguieron avanzando hacia él, y en cuanto la primera estuvo lo suficientemente cerca, alargó la vara que traía consigo, y le propinó un fuerte latigazo en su mejilla. Oskar sintió como su piel se abría por el fuerte golpe, dibujándole una larga línea rojiza en dicha área.
Llevó su mano a su mejilla, presionándola, y comenzó a retroceder con más desesperación a trompicones. Otro de aquellos niños lo golpeó con fuerza en su brazo derecho, provocándole un dolor intenso. Pero no tanto como el tercer golpe, que le dio directo en el costado derecho de su cabeza, destrozándole el oído.
Oskar gimió de dolor, y se precipitó al suelo sobre su costado. Las figuras comenzaron a rodearlo, y sus sombras lo engulleron rápidamente.
—Chilla como cerdo —pronunció en alto uno de ellos, sonando con un intenso eco. Al instante siguiente arremetió con su arma contra él, y los demás le siguieron. Todos comenzaron a golpearlo al mismo tiempo en diferentes partes de su cuerpo. Oskar no pudo más que hacerse ovillo en el suelo, intentando cubrirse inútilmente con sus brazos—. ¡Chilla como cerdo, mariquita!
—¡Basta! —gritó Oskar con todas sus fuerzas, alzándose de golpe con los ojos cerrados, y extendiendo su mano con la intención de tomar a alguno de sus atacantes. Su mano en efecto tomó algo, pero al abrir sus ojos le sorprendió ver que estaba de nuevo en la recepción del hotel, y su mano de adulto estaba firmemente aferrada a la chaqueta de aquella niña que acababa de entrar, que lo miraba de regreso con indiferencia—. Tú… ¿qué me hiciste?
—Aún estoy comenzando —susurró Lily con tono confiado, Oskar pudo percibir como algo intentaba penetrar de nuevo en su cabeza, casi como si fuera de forma física.
Apretó sus ojos, e intentó bloquearse, repelerla por completo. Lily lo percibió, similar a lo que aquella otra chiquilla había intentado la otra noche. Pero estaba preparada para ello.
—Eso no funcionará ahora —declaró con sorna, y entonces empujó con aún más fuerza, rompiendo en pedazos ese muro que intentaba colocar entre ambos.
Oskar fue arrojado de golpe de regreso a la misma ilusión, cayendo de espaldas en la nieve mientras todas aquellas figuras de niños lo golpeaban con mayor intensidad. Podía sentir como le laceraban la piel y le rompían los huesos, sin que él pudiera levantarse siquiera.
—¡Chilla como cerdo! —gritaban como un rugido—. ¡Chilla!
Mientras él se hundía más y más en aquella pesadilla, Lily observaba complacida a su lado como se retorcía y gimoteaba en el suelo, envuelto en sus brazos temblorosos. Tras un rato, notó por el rabillo del ojo que Esther se le acercaba por un lado, cojeando, con una mano aferrada a su costado mientras la otra colgaba a su lado, pero sujetaba firmemente entre sus dedos su arma de fuego perdida.
—Te ves horrible —señaló Lily, hiriente.
—No tanto como se verá este imbécil —declaró Esther con ofuscación en su voz. Caminó entonces hacia Oskar, y apunto su arma directo hacia su cabeza. Su intención era vaciarle el cartucho entero hasta llenarle su cabecita de agujeros, y ver si después de eso aún podía levantarse.
—¡No! —escucharon como Eli gritaba a todo pulmón, y en un abrir y cerrar de ojos se lanzó hacia Oskar, cubriéndolo lo mejor posible con su cuerpo, sirviendo de escudo contra el inminente disparo.
Esther la miró confundida.
—¿De qué maldito lado estás? —le cuestionó con irritación. Aquello resultaba confuso, si hace un momento estaba más que dispuesta a matarlo ella misma.
—¿Qué esperas? —exclamó Lily a su lado, impaciente—. Dispárale a esta perra, o lo haré yo.
Lily hizo el ademán de querer quitarle el arma, pero Esther rápidamente jaló su brazo hacia un lado, alejándola de ella.
—Espera un segundo, ¿quieres? —le respondió de forma tosca. Lily no entendió a qué venía eso, pero le hizo caso.
—Oskar —murmuró Eli con suavidad, sacudiendo un poco a su amigo que lloraba y gemía. Él no reaccionó en lo absoluto.
Eli lo observó con pena. Destruirle la cabeza a tiros no iba a matarlo, sólo haría que terminara como un zombi sin consciencia, siendo movido únicamente por los deseos de la infección que lo carcomía; como había pasado con Hakan. Oskar no merecía terminar así; no se merecía nada de lo que le había pasado, incluida la desgracia de conocerla. Lo único que podía hacer era intentar terminar con aquello lo más rápido posible, el último acto de amor que podía hacer por él.
Alzó un brazo en el aire, estirando sus dedos. Sus garras se alargaron, convirtiéndose prácticamente en letales cuchillas. Un movimiento rápido y perforaría su pecho, atraparía su corazón y se lo arrancaría, con todo y el núcleo de la infección que ahí yacía. Eso debía bastar para al menos inmovilizarlo, hasta conseguir la manera de prenderle fuego al cuerpo.
De pronto, antes de que pudiera realizar su letal ataque, Oskar alzó abruptamente su mirada, y sus ojos casi desorbitados se fijaron en ella. Y lo que vio en ellos fue algo totalmente apartado de la mirada cálida y amable que siempre había visto en su querido amigo, incluso en su último momento de vida. Lo que la miró de regreso a través de esas dos ventanas azules, profundas como pozos sin fondo, era otra cosa totalmente distinta.
—¡Aléjate! —gritó Oskar de pronto, y rápidamente agitó un brazo en el aire, golpeándola con fuerza y arrojándola precipitadamente contra la pared.
Esther se sobresaltó al ver esto, y rápidamente alzó su arma. Sin pensarlo dos veces disparó tres veces, pero Oskar reaccionó rápidamente, saltando hacia los lados para esquivar cada uno de los disparos. Se dirigió entonces a gran velocidad hacia la puerta principal, atravesando con el cuerpo entero el cristal de ésta hacia el exterior.
—¡Oskar! —gritó Eli alarmada, e intentó ponerse de pie para seguirlo. Sus piernas sin embargo le fallaron debido todas sus heridas, y terminó desplomándose de narices al suelo.
Quien logró avanzar con mayor solidez hacia la puerta fue Esther. El frío del exterior le goleó la cara en cuanto se paró en el agujero de la puerta. Con pistola en mano, se asomó hacia afuera, pero no logró percibir nada más que la oscuridad de la carretera. El tal Owen u Oskar había desaparecido.
Soltó una maldición silenciosa, y luego pateó algunos de los cristales rotos en el suelo. Lily no tardó mucho en llegar y pararse a su lado, mirando también hacia la noche, aunque con bastante más calma.
—¿Lo soltaste apropósito? —le cuestionó Esther, exasperada. Era una deducción evidente, pues de un momento pasó de estar ahí tirado sumido en su pesadilla, a pararse y salir y corriendo.
Lily sonrió y se encogió de hombros, indiferente.
—Para ver qué le hacía a esa impertinente harpía.
—Pues felicidades, se escapó —exclamó Esther, apuntando a la carretera con su arma—. Y te puedo asegurar que no será la última vez que lo tengamos prendado de nuestros cuellos.
—Pues ya ni modo —exclamó Lily con tono hiriente. Se giró entonces sobre sus pies e ingresó de nuevo al interior del edificio. Esther resopló y la siguió, resignada.
—Estás bastante normal, o lo que para ti es normal, considerando que hasta hace poco estabas muriéndote, convirtiéndote en vampiro, o lo que sea. ¿Tienes idea de lo que tuve que pasar por aquí mientras tú dormías tranquilamente?
—¿A eso le llamas dormir tranquilamente? —le contestó Lily con dejo defensivo—. No tienes ni idea de la locura de sueño que tuve.
Ambas se encontraron irremediablemente de nuevo con Eli, que seguía sentada en el suelo con su cabeza agachada, aunque cuando las tuvo justo frente a ella alzó su mirada hacia ellas, notándosele desafiante.
—Y todo por tu culpa, Abby o cómo te llames —carraspeó Lily con marcada molestia. Eli se mantuvo inmutable.
—¿Qué le hiciste a Oskar? —preguntó la vampiro con voz serena.
—¿Lo de hace rato? —susurró Lily, señalando con su mentón hacia donde Oskar había estado tirado, lloriqueando como un bebé—. Lo mismo que te haré a ti por haberme mordido, bruja. Y en esta ocasión no te será tan fácil dejarme fuera. Aunque tal vez debería perdonarte, y además  agradecerte, pues si no fuera por eso no habría sabido que podía hacer todas estas cosas interesantes… Nah, definitivamente no haré tal cosa.
Lily se paró firme delante de ella, mirándola hacia abajo, imponente. Su mirada de agudizó, centellando de ira, pero también de emoción.
—Dime, ¿cuál es tu idea de cómo es el Infierno?, ¿eh? —le preguntó con voz grave, aunque algo juguetona—. Porque te haré vivirlo en carne viva.
Eli se mantuvo serena, e incluso logró sostenerle la mirada sin mucho esfuerzo. Y manteniendo su máscara de hielo inamovible, le respondió con voz fría y ausente:
—Yo ya vivo en él…
Lily esbozó una media sonrisa al escuchar esa respuesta. Comenzó entonces a enfocar su mente, a proyectarse en la de Eli para indagar en lo más profundos de sus miedos. Una parte de ella se sentía preocupada por lo que podría encontrar ahí dentro, pero al mismo tiempo estaba intrigada. ¿Cómo funcionaría la mente de un ser como ese? ¿Su castillo mental sería como el de Mabel, quizás? Lo descubriría muy pronto…
—Espera —pronunció Esther de pronto, apoyando una mano en su hombro. Lily volteó a verla, impaciente.
—¿Qué?
—No lo hagas —le contestó con seriedad—. No todavía.
—¿Por qué no?
—Aún nos puede ser de utilidad. Y… —Esther miró de reojo a Eli, que las observaba en silencio desde el piso—. Creo que se lo debo. Me salvó la vida hace un momento, aunque lo que no entiendo es por qué.
Observó en silencio a la susodicha, esperando que se dignara a dar alguna respuesta, pero no fue así. Siguió en silencio, aguardando.
—Pues yo no le debo nada —respondió Lily con brusquedad, quitándose la mano de Esther del hombro con un manotazo—. ¿Recuerdas esto? —añadió señalando la fea herida expuesta de su cuello—. En verdad no sabes el suplicio por lo que tuve que pasar por su culpa.
—Y por eso tendrás el privilegio de hacer con ella lo que quieras —le respondió Esther con un tono gentil, bastante disonante—. Pero no ahora.
—Como quieras —bufó Lily molesta, y se dirigió entonces a una de las sillas de espera aún de pie, dejándose caer de sentón en ella.
Esther se giró de nuevo a Eli. El desafío en su expresión se había esfumado, y ahora parecía en efecto más una niña, aliviada de no recibir un castigo, pero aún preocupada por lo que había hecho.
—Gracias… —susurró despacio sin mirarla.
—No agradezcas tan pronto —indicó Esther con severidad—. Sólo retrasé lo inevitable.
La dejó de momento ahí en el suelo y se alejó de ella. Si era lista, podría salir corriendo en ese momento por la puerta rota, y desaparecer al igual que su amigo. Eso en efecto les ahorraría muchos problemas. Sin embargo, Eli no parecía tener intención alguna de huir, y en su lugar se quedó ahí en el suelo como si esperara que le dijeran que podía pararse.
«Quizás nos sirva como mascota» pensó Esther, divertida.
Se aproximó entonces a dónde Lily se había sentado. La niña de Portland miraba con aburrimiento y molestia hacia el muro. Aunque de cierta forma parecía estar muy fija en una de las manchas de sangre que Esther había dejado en la pared con su pelea con Oskar, si podía llamarla de esa forma.
—Oye, ¿estás bien? —le preguntó con voz seria, notándose ligeramente preocupada.
Lily se giró a mirarla, y le sonrió de esa forma prepotente que Esther bien le conocía, y tanto le molestaba.
—¿No me veo bien? —le respondió de forma juguetona.
—Te ves… diferente. ¿Qué fue lo que te pasó?
—No lo tengo muy claro aún —contestó Lily, enigmática, parándose de la silla de un salto ágil—. Pero sí, me siento diferente. Al parecer lo que estuvo dormido dentro de mí al fin despertó, y mis poderes ahora son mucho más grandes que antes.
—¿Des… pertó? —murmuró Esther, incapaz de ocultar la inquietud que esas palabras le causaban.
—De hecho —exclamó Lily en alto, girándose por completo hacia ella—, creo que aprendí un nuevo truco. ¿Recuerdas cuando dijiste que necesitábamos un adulto para pasar más desapercibidas? Pues bueno…
Retrocedió entonces un par de pasos, haciendo una prudente distancia entre Esther y ella. Estiró sus brazos hacia los costados, cerró los ojos, y entonces… Esther no sabría bien como describir lo que pasó a continuación. Fue como si el cuerpo entero de Lily se estirara y deformara hacia los lados y hacia arriba, aunque también parecía como si “algo” estuviera moviéndose dentro de su piel, estirándose para intentar salir al exterior. Lo que fuera, resultaba algo difícil de ver, pero aun así Esther no desvió su mirada ni un instante. Incluso Eli en ese momento se había puesto de pie, y se aproximó hasta pararse a un lado de Esther, contemplando también confundida tan extraño fenómeno.
«¿Ella también lo ve?» dedujo Esther, sorprendida. «¿No es una ilusión?»
O al menos no una como las que había visto anteriormente.
El proceso sólo duró unos cuantos segundos, y cuando terminó, el resultado final fue ciertamente interesante. Ante ellas se encontraba ahora una chica alta y delgada, posiblemente en sus veintes, de larga cabellera castaña, ojos grandes claros, rostro delgado, y usaba una versión para adulto de la misma ropa exacta que Lily usaba. De hecho, toda ella, su rostro, sus ojos, su cabello… todo era una versión veinteañera de Lily Sullivan.
La chica sonrió divertida mostrando sus dientes, de la misma forma exacta que Lily lo hacía. Y Esther lo tuvo claro: esa chica era Lily. Pero no sólo eso, pues en efecto tuvo la certeza de que aquello era más que una simple ilusión.
—Creo que resolví nuestro problema —comentó la Lily adulta, sonando incluso su voz distinta—. ¿Qué te parece?
Esther tardó en poder reaccionar para darle una respuesta. Cuando logró salir de su impresión, lo primero que hizo fue esbozar una amplia sonrisa llena de maravilla. Y por último, pronunciar un escueto pero sincero:
—Genial…
FIN DEL CAPÍTULO 141
Notas del Autor:
Y aquí queda de momento este pequeño nuevo arco de Esther y Lily viajando, y al parecer peleando con vampiros. ¿Qué les pareció el regreso de estas dos? ¿Y qué les pareció la introducción de Eli y Oskar? Como ven me tomé varias libertadas en la caracterización de ambos, pero siento que encajaron bien con el tono de la historia. Y por supuesto, no será la última vez que veamos a cualquiera de los dos. Sin embargo, ahora nos toca viajar a otro rincón de este mundo, y a ver a otros personajes. Estén pendientes pues lo que viene a continuación será explosivo. ¡Nos leemos!
2 notes · View notes
thvnderbird · 2 years
Text
                                                            w. @mvgicfiles
Tumblr media
stand de su clase había cumplido su objetivo, se sentía satisfecha y el buen humor se reflejaba en sus facciones de un sutil color rosa sobre sus mejillas. falanges contaban las contribuciones en efectivo, mientras demás miembros del equipo recogían las esculturas y la estructura que sostenía la escenografía usada desde la mañana. felicitaciones del decano terminaron de cerrar evento, mientras notas musicales más o menos cercanas se alzaban, y los vitores de la multitud reunida frente a aquella tarima se hacían sentir. lily termina de prepararse para reunirse con el resto de sus amigos, que aún están dentro del edificio organizando el interior del taller. siente brisa fría que se alza de pronto, oscuridad por nubosidad grisácea que comienza a alzarse y que pasa desaparecida para la mayoría porque era londres, extraño hubiese sido que saliera demasiado sol. siente escalofríos, ese que te anuncia que alguien te está observando e inquietud se va abriendo paso de a poco en su pecho porque clima empieza a sentirse pesado, tenebroso, casi como un reclamo de las almas de los cuerpos encontrados en los últimos días en distintas localidades del país, y aunque comienza a avanzar entre los presentes para cumplir con compromiso, sonido fuerte, estridente y lejano, la hace voltear. vitores que se convierten en gritos y bailes que pasan a ser carreras, todo pasó demasiado rápido, sin detenerse, pero increíblemente difuso para los que estaban alejados del epicentro, aunque sonidos parecía dejar radio externo y acercarse más a su posición, ¿era parte del espectáculo? ¿qué estaba pasando?
4 notes · View notes
Año 1. Capítulo cuatro (VII, VIII)
Tumblr media
                                   VII.
El penúltimo fin de semana del mes de agosto, Lily se levantó de la cama, se cepilló, se lavó la boca, se vistió. Se sentó en el borde de su cama, encorvada y con las manos cruzadas. Severus y ella no se habían visto en varios días y Lily lo extrañaba. Ese día era el tan ansiado día, el día especial y Lily no estaba contenta. Al menos, no todavía.
Al fin bajó al comedor, sentó con el resto de su familia en la mesa y se sirvió un vaso de leche mirando el reloj de la cocina. Su madre lucía tan nerviosa como ella y ceñuda, Petunia miraba una revista moviendo con desgano la cuchara en su plato de cereales. Pasó el pan tostado, las mermeladas y la jarra de café sin cruzar una sola palabra con su hermana. De pie en la salita, Henry Evans miraba por la ventana con el ceño fruncido.
—Siento que nos toman el pelo… —murmuró.
—Supongo que tendremos que esperar a que toquen el timbre de la puerta para comprobar que tan cierto es todo esto —dijo la madre de Lily, aún nerviosa. Pasó la mano por el cabello, mirando por la ventana de la cocina —. Ella parecía muy amable…
—Eso sería muy divertido —masculló Petunia, con una sonrisita malvada. Lily golpeó una nuez con la punta de los dedos y el proyectil le dio a Petunia en la nariz. Petunia levantó en alto un panquecito.
—Niñas…—advirtió su padre, todavía de espaldas.
El timbre clásico de la puerta sonó y cuatro cabezas giraron hacia ella. Después se miraron entre sí. Lily brincó en su silla, mirándolos atentamente.
—Basta, Lily, no seas tonta —susurró Petunia.
El timbre repiqueteó por segunda vez y el matrimonio Evans avanzó entre los muebles. El padre de Lily se apresuró a abrir la puerta, mientras Lily salía disparada de su silla y esta caía al piso estruendosamente.
—¡Lily! —exclamó su madre, con aire divertido.
La recién llegada no disimuló ni un momento lo divertido que le parecía el timbre empotrado en la pared. Esta vez llevaba un largo abrigo café oscuro con una bonita bufanda blanca alrededor del cuello y un largo y esponjado vestido color azul pálido debajo, combinado con unas botas muy altas y de largas agujetas. Lily las miró con atención y pensó que con toda seguridad sus medias debían ser de rayas negras y púrpuras.
—¡Buenos días! Lo siento si toqué más de la cuenta, es que esto…—dijo y timbró con fuerza de nuevo, haciendo brincar a los Evans en su sitio —Ay, lo lamento, juro que dejaré de hacerlo…
—¡Hola! —respondió Lily, saltando a un tiempo.
—¡Hola, Lily! ¿Estás lista?
—¡Sí!
—Pase por favor —murmuró el señor Evans, mientras la madre de Lily se acercaba a la recién llegada y estiraba una mano afectuosa.
—Muy buenos días, señorita Meadowes.
—Dorcas, por favor, llámeme Dorcas —dijo esta, saludando y mirando la casa con agrado. —Su casa me recuerda al hogar de mis padres, señora Evans. También había plantas por todos lados…
—La casa de la abuela está llena de ellas —comentó Lily —. ¡A la abuela le gustan mucho las plantas!
—Le agradezco que se haya tomado la molestia de…venir a…—Henry Evans se rascó ligeramente la frente. Dorcas sonrió al ver su expresión.
—Sé que aún les cuesta trabajo asimilar esto, pero todo se volverá más fácil, se los aseguro. Es obligación del  ministerio brindar asesoría adecuada a los padres de niños  magos, para que se orienten correctamente en el mundo mágico y sobre todo, para que no sean embaucados.
—¿Embaucados? —repitió la señora Evans, acercándose a la puerta.
—Los llevaré a una calle comercial llamada callejón Diagon; en este sitio podrán adquirir todos los artículos que contempla la lista de útiles del colegio, como pergamino, túnicas, libros. Lo más importante de todo, es adquirir la varita que Lily usará en el colegio.
—¡Iremos a Ollivanders! —brincó Lily.
— ¿Cómo es que sabes de Ollivanders, Lily? —preguntó Dorcas —, déjame adivinar: fue Severus.
—¡Severus me lo dijo!
—El chico vive algo lejos de aquí, pero se han conocido hace dos años —comentó el señor Evans. —Y le ha explicado bastantes cosas a Lily. Al principio creíamos que era un juego, pero…bueno, no es así.
Los ojos de Dorcas recorrieron de nuevo la estancia; miró a la familia y sonrió de nuevo.
—Nos marchamos cuando ustedes lo digan.
El trayecto a Londres nunca le había resultado tan corto y divertido a Lily. Subieron al auto bastante consternados al notar la fascinación de la señorita Meadowes con el vehículo y tal parecía que tanto para ella como para Lily, aquello era una nueva aventura que no pensaban dejar de disfrutar. Petunia no quería sentarse cerca de ella, lo que resultó provechoso para Lily porque de inmediato tomó asiento entre las dos y relegó a Petunia a la ventanilla y durante el trayecto a la ciudad, tanto ella como su madre acribillaron a la mujer con toda clase de preguntas que ella respondía con mucha amabilidad, hasta que el padre de Lily tuvo que regañar a ambas. Dorcas Meadowes había sido la persona designada para visitar a la familia Evans y explicarles todo aquello relacionado con la condición de Lily y su ingreso al colegio. Cuando la respuesta a la carta de Hogwarts había sido afirmativa, Lily no cabía en sí de emoción y alegría. Y como ellos no tenían idea de dónde comprar todo lo que iba a necesitar, la misma Dorcas era la responsable de llevarles a conocer y visitar las tiendas mágicas. Durante el trayecto, Lily entendió que ella también había asistido a Hogwarts, que perteneció a una especie de club llamado Ravenclaw y que se prestaba como voluntaria todos los años para llevar a cabo ese trabajo y había muchos otros magos que también lo hacían. Y además, les hacían un riguroso examen en algo llamado Departamento de Seguridad Mágica, para asegurarse de que fueran personas confiables. De poco le sirvió a Petunia su mal humor y su mala cara durante todo el viaje. Ella no quería ir, no quería ir a pararse a ese callejón Diagon, porque sentía un malestar en el estómago. Sentía que se le retorcía por dentro y además, el aire se le escapaba de a poquito. Miró el espejo retrovisor y encontró los ojos verdes de su padre mirándola fijamente y una sonrisa llena de afecto se formó en sus labios. Petunia le devolvió la misma sonrisa, porque no tenía armas para defenderse contra aquello.
Tras un par de indicaciones, aparcaron en un sitio en el centro de Londres y avanzaron a pie por algunas calles a gran velocidad hasta llegar al Covent Garden. Las calles estaban animadas y la señorita Meadowes era muy rápida. Se percató de ello cuando notó que la madre de Lily andaba más aprisa de lo común y se disculpó varias veces sin detenerse, ya que ni el padre de Lily, ni Lily lo habían notado. Petunia sí que lo resentía; estaba tan cansada como su madre y seguía de pésimo humor, esquivando a la gente que se atravesaba en su camino sin piedad. El Covent Garden estaba poco más que lleno. Lily no lo conocía y se mareó entre tantos aparadores y vitrinas. La señorita Meadowes empujó una puerta que a Lily le pareció brotada de la nada; levantó la cabeza y miró el letrero que pendía sobre la puerta: un dosel con la forma de un gato obeso con una trompeta, sostenía un estandarte impecablemente pintado que anunciaba “Mr. Bagel Bookshop”. Tenía una sola vitrina que exhibía dos libros: It’s a Kel-Pie!, de Agatha Baker*, con una graciosa ilustración de una tarta con ojos y “El  Rastro: Manual de Investigación y Definición de Maleficios y Hechizos de Control” , de Harlan Matteson*, cuya portada mostraba una serie de líneas incomprensibles. Lily casi se estrella contra la pared por estar mirando, pero Petunia la jaló con brusquedad del brazo y la obligó a entrar a la tienda. Los sonidos se apagaron de inmediato. El lugar estaba vacío. Una mujer muy estirada enfundada en una extraña túnica gris acudió a su encuentro.
—¡Dorcas! —exclamó con algo parecido al gusto y procedió a examinar a la familia Evans —: ¿Muggles?
—Buen día, señorita Bretherton. Ellos son los Evans. Usarán esta puerta para ir de compras a menudo.
—Es un placer —saludó la mujer, estrechando la mano de ambos padres. Luego miró a las niñas. Sus ojos ambarinos se clavaron de inmediato en Lily —. Bienvenida, niña.
—¿Acaso hay más puertas? —preguntó Henry Evans.
—La más cercana está en el Caldero Chorreante y no es lugar para estas jovencitas —aclaró la señorita Bretherton.
—Existen más entradas al callejón Diagon, pero generalmente les muestro esta porque es más fácil de recordar y es más accesible —explicó Dorcas —. El año que viene, si necesitan venir y quieren hacerlo ustedes solos, pueden venir aquí  y la señorita Bretherton con mucho gusto les abrirá la puerta. Si creen que puede ser un problema llegar, puedo acompañarlos de nuevo.
Un enorme y gordo gato gris se estiró sobre una encimera. Miró a los recién llegados con indiferencia y se reacomodó para seguir durmiendo.
—Ese es el señor Bagel —anunció la señorita Bretherton, extrañamente orgullosa. Lily le rascó el lomo al felino, pero el obeso animal no abrió los ojos de nuevo —. ¡Oh, pero es un ocioso sin remedio!
Un gran reloj de péndulo comenzó a marcar la hora. Era mediodía. El reloj, más alto que los relojes comunes, también era cuatro veces más ancho de lo normal y tenía dos puertas de cristal. La señorita Bretherton abrió las dos hojas, mientras el péndulo oscilaba de un lado a otro y enseguida, abrió una segunda puerta por el lado izquierdo, de modo que el péndulo se movió con ella. Al hacer aquello, un lejano murmullo se dejó escuchar, como si hubiese un nutrido grupo de gente susurrando del otro lado. Detrás de la segunda puerta se extendía un estrecho túnel, iluminado a los lejos. La mano de Lily fue apresada por la de su madre y pudo ver cómo incluso los ojos de Petunia se abrían enormemente.
—¡Espero que tengan un excelente día de compras! —dijo la señorita Bretherton.
Dorcas se adelantó, entrando a través del reloj. Henry Evans la siguió, luego Lily, su hermana y su madre. El reloj se cerró detrás de ellas y los dejó a oscuras. Avanzaron a través del pasaje abovedado; la luz que apreciaron a la distancia no era más que la salida del túnel a una bulliciosa calle y tal vez fueran figuraciones suyas, pero apenas pusieron pie sobre ella, a Lily le pareció que en ella había aún más sol que en el Covent Garden. Había personas aquí y allá, con sendas túnicas, gorros y atuendos extraños. La madre de Lily dejó escapar una exclamación de asombro, cual niña pequeña. La señorita Meadowes comenzó a darle indicaciones al padre de Lily mientras avanzaban a toda marcha. Lily giró por todos lados tratando de verlo todo: había un hombre con una gran lechuza posada en su hombro y discutía acaloradamente con otro hombre de túnica rojo brillante y a su lado, una mujer de largo gorro puntiagudo acariciaba un gran gato café.
—¡Oh! ¡Pero si ese sombrero pasó de moda hace dos meses! —cuchicheó una mujer, detrás de Lily.
—Pero ella se cree que se ve bien, ¡parece banshee! —contestó su compañera y ambas se rieron estruendosamente y siguieron su camino, seguidas por una pequeña criaturita de grandes orejas que no levantó la mirada. Lily estaba boquiabierta.
—¡Lily! —clamó su madre.
Lily dio la vuelta de inmediato para seguir a su madre, pero se estrelló contra un hombre que cargaba un gran costal cuyo interior se agitaba como si hubiera cientos de insectos dentro.
—¡Muévete, niña! —bramó.
—¡Ya voy!
Caminaron por la calle adoquinada, tan abarrotada como la calle londinense que recién dejaron. A Lily no le costaba trabajo andar pero Petunia, apresando la mano de su padre, no paraba de estrellarse una y otra vez con las personas. Le pareció que recibía miradas de extrañeza. Comenzó a sentirse pequeña.
—Los llevaré primero a Gringotts —dijo Dorcas, en voz alta —. Deben cambiar su dinero muggle por la moneda mágica. Galeones de oro, sickles de plata, knuts de bronce... —explicó sobre la marcha.
—Veintinueve knuts hacen un sickle de plata, diecisiete sickles hacen un galeón —respondió el padre de Lily. Dorcas sonrió efusivamente —. Hice mi tarea.
—¡Habría sido un buen alumno, señor Evans!
Un enorme edificio blanco y un poco torcido exhibía su nombre con letras doradas. Ingresaron no sin levantar algún recelo y varias cejas y hasta llegar al vestíbulo, la familia Evans se dio el lujo de respirar con calma. Un reducido grupo de duendes charlaba tranquilamente frente a la puerta de acceso y posaron sus miradas sobre los recién llegados un par de segundos, para continuar con su conversación. Pequeños, de barba puntiaguda, de grandes manos, dedos y pies. Pulcramente vestidos. Petunia chilló y se echó a correr hacia afuera de inmediato.
—Quizá ella deba esperar afuera —dijo Dorcas, algo consternada.
Lily salió detrás de Petunia. La niña miraba las puertas del banco como si alguna de aquellas criaturas fuera a salir tras de ella. La señora Evans también salió, muerta de risa.
—¡Pero, Tuney! ¡No te han hecho nada!
—¡¿No los viste, mamá?! ¡Son horrendos! ¡No volveré a entrar allá!
—No lo harás, anda, vamos a caminar.
—¡¿Pero cómo puedes estar tan tranquila?!
—¡No lo sé! Debe ser este lugar…
Petunia no parecía muy convencida. Ellas estaban afuera, pero su padre seguía adentro.
—¡Anda, Tuney! ¡Vamos a mirar! —suplicó Lily y la arrastró con ella a mirar tiendas.
Había muchísimos sitios que mirar; pasaron frente al “Emporio de la Lechuza”,  seguida de un gran almacén que anunciaba “la nueva y más eficaz poción para deshacerte de los horklumps de tu jardín”. Un par de establecimientos adelante se encontraba una tienda de artículos llamada “Artículos de Calidad para Quidditch”, seguida de “Scribbulus, Tintas de Recambio”. Petunia, absorta y asombrada, se dejó arrastrar por Lily a mirar escobas y vio estupefacta, a los niños arremolinarse frente a los cristales, impidiéndoles mirar.
—¡Mira allá! —chilló Lily y Petunia fue arrastrada a ver una tienda donde había un sinfín de bolas de cristal, en cuyo interior se apreciaban espirales de humo.
—¿Qué rayos es eso? —dijo Petunia.
—¡Mira, Tuney!
—¡Lily! ¡Déjame mirar!
Lily saltó y corrió y se detuvo frente a un gran anuncio de un helado cremoso y brillante.
—“Florean Forstecue” —leyó su madre. —¡Incluso tienen helados!
Lily abrió enormemente los ojos y giró lentamente hacia su hermana.
—…tienen helado de petunias… —siseó.
—¡No juegues! —exclamó Petunia.
El señor Evans las alcanzó poco después, seguido de la señorita Meadowes. Parecía muy preocupado y aliviado de verlas completas.
—¡Me doy la vuelta y ustedes desaparecen! ¡Deberían tener más cuidado!
—Lily comenzó a correr como una loca —se defendió Petunia. —. ¿Ellos no te han hecho nada, verdad? —preguntó, mirándolo seriamente.
—Tendrían que habérselas visto contigo, claro que no —contestó el hombre y Petunia bufó, mientras su padre acariciaba su cabeza.
—¡Oh, mira, Harry! —exclamó la señora Evans, ignorando las palabras de su esposo —. ¡Mira cuantas lechuzas!
La señorita Meadowes parecía genuinamente divertida. Le cerró un ojo a Lily y esta sonrió ansiosamente.
—Quieres tu varita, ¿cierto? —murmuró Dorcas y Lily asintió vigorosamente —Será mejor que apretemos el paso y puedan mirar todo después con más calma.
Comprar su varita mágica era lo que Lily había estado esperando con ansias durante todo el verano. Cuando por fin llegaron a Ollivanders, la tienda de varitas mágicas, Lily se sorprendió; en su imaginación era un lugar completamente distinto, impecable y lleno de luz. En lugar de eso, la fachada lucía algo deteriorada y oscura. Petunia hizo un ruidito desagradable.
—¿Mil años de existencia o mil años sin limpieza? —se burló. Lily gruñó. Una campanilla sobre la puerta repicó cuando la empujaron. Dentro de la tienda solo había una mujer que miraba el polvo acumulado en los rincones con recelo y un niño agitando varitas, además de un par de chicos de unos dieciséis años que estaban de pie frente al mostrador y uno de ellos le explicaba al dueño, un hombre de edad avanzada y mirada brillante y plateada, como se había roto su varita.
—No me di cuenta hasta muy tarde que había tomado mi varita con la boca —dijo el chico.
—¡Lo perseguimos por una hora completa! ¡Se metió en un agujero y tuvimos que darle obsequios para obligarlo a salir!  —contó el segundo muchacho, bastante divertido.
—A estado acechando en el jardín hace tres meses, se roba las tartas de mamá…
—Tendrán que poner una trampa. La varita no tiene un gran desperfecto —dijo el dependiente —. Pero tiene un poco de pelo salido y debe ser reacomodado con cuidado. La tendré lista en una semana. No olvides venir por ella antes de volver al colegio.
—Por supuesto, señor Ollivander —dijo el primer chico.
Ambos muchachos tomaron sus mochilas y salieron del establecimiento, mientras el señor Ollivander metía la varita dañada dentro de un estuche y miraba intensamente al otro niño, cuya varita extendida en el aire, emitía una luz intermitente. El hombre retiró la varita y le ofreció otra. Luego miró a los recién llegados.
—¡Señorita Meadowes, un placer verla de nuevo por aquí! Roble, veinte centímetros, elástica.
—Buenas tardes, señor Ollivander —dijo Dorcas.
—¿Trabajo? —preguntó Ollivander.
—Ellos son los Evans —presentó Dorcas de inmediato —Su hija Lily estudiará este año en el colegio Hogwarts y los estoy guiando por Diagon.
Petunia soltó un suspiro. Miró a Lily, pero Lily no miraba a Ollivander ni a la tienda. Su atención estaba total y absolutamente concentrada en el chico, que agitaba la varita en el aire. Por un momento, el chico giró los ojos azul oscuro hacia ella y la miró directo a los ojos. Lily sonrió y el chico pareció querer sonreírle también, pero desvió la mirada hacia su madre. Lily encontró la primera mirada hostil del otro lado; la mujer, elegantemente ataviada, hacía un mohín con los labios que Lily no supo interpretar, pero que Petunia comprendió a la perfección: desprecio. La niña le obsequió a la mujer una mirada igual de helada y tiró de la manga de Lily para hacerla retroceder. La varita que el niño agitaba dejó tras de sí una suave estela de plata en el aire.
—Parece que encontró la suya, señor Avery —dijo Ollivander —. Hiedra, veintinueve centímetros, flexible. Excelente para encantamientos.
—¡Felicidades, Edmund!—exclamó Dorcas.
El chico le hizo una minúscula y educada reverencia.
—Gracias, señorita Meadowes.
La madre del niño le dirigió a este una gran sonrisa de satisfacción y el chico pareció suspirar aliviado. Pagó por la varita y la mujer se dirigió a la salida con paso resuelto.
—Dorcas —dijo al paso.
—Georgette —respondió Dorcas a su vez. Madre e hijo salieron de la tienda haciendo sonar la campanilla, mientras Dorcas sonreía intentando ocultar su desagrado. La madre de Lily abrió inmensamente los ojos y miró a Petunia, que hizo exactamente lo mismo.
—Entonces, es usted hija de muggles —comentó Ollivander, rompiendo el silencio —. Tiene unos ojos sorprendentes.
Lily sintió que su rostro se ponía rojo.
—Gracias. Son como los de papá.
—Puedo verlo. Ahora comprobemos que tenemos para usted, señorita…
—Lily Evans.
—Lily Evans —repitió el hombre. Miró entre las cajas apiladas al fondo de la tienda y otro pilar más y seleccionó cuatro de ellas. Regresó al mostrador, abrió una y le ofreció a Lily una varita muy corta, de color grisáceo.
—Fresno, diecisiete centímetros, elástica.
Con los dedos temblorosos, Lily la tomó y contuvo la respiración. ¿Qué debía hacer ahora? Miró al hombre con expresión interrogante y este frunció el ceño.
—No, creo que esta no…
Le quitó la varita y Lily miró perpleja a Petunia, que miraba a su vez al hombre con aire escéptico, como si todo aquello fuera una elaborada broma.
—Pruebe con esta. Acebo, veintiséis centímetros, flexible.
Lily tomó la varita y sintió un cosquilleo en la punta de los dedos. Decidió imitar al niño que se había retirado y la agitó en el aire, pero nada sucedió. Ollivander frunció el ceño. Apartó de inmediato las otras dos cajas y regresó al fondo, tomó tres más y regresó con ellas.
—Pruebe esta otra. Roble, veintitrés centímetros y medio, rígida.
Lily tomó la tercera varita y la movió un poco en el aire y pareció desprender chispas. Miró a su madre con expresión radiante, pero Ollivander de inmediato le quitó la varita y le ofreció otra.
—Espino, veinte centímetros, elástica.
Esta no pareció responder a Lily y Ollivander pareció irritarse y le ofreció otra más.
—Sauce, veintiséis centímetros, elástica.
Esta vez sí que hubo reacción y fue más allá de lo que Lily esperaba. La punta de la varita pareció encenderse y el rostro de Ollivander se iluminó.
—¡Ahí la tiene!
La luz de la varita comenzó a intensificarse tanto, que toda la estancia se llenó de una gran luz de color verde agua, pintando paredes, muebles y pisos de este color. Ollivander parecía muy satisfecho y Lily sintió una emoción desconocida llenarle el pecho. Se preguntó de dónde vendría aquella luz. ¿Era la varita? ¿O era ella quien producía aquella luz? Necesitaba saberlo todo, no podía esperar más. Si tan solo Severus estuviera con ella en ese lugar…
Siguió mirando la luz, totalmente extasiada, pero Dorcas se adelantó y bajó su mano. La luz se desvaneció.
—Parece que ya tienes varita, Lily —comentó ella amablemente.
Lily sonrió y después, abrió mucho los ojos, estupefacta. Todo Ollivanders estaba pintado de verde. También las ropas de todos, incluso la piel del dueño estaba teñida de este color. Lily miró al señor Ollivander, con los ojos bajos.
—Lo siento —susurró, mientras Dorcas Meadowes se partía de risa.
Después, Lily decidió que aquél día era uno de los mejores de su vida. El resto del día en el callejón Diagon fue tranquilo y muy interesante. Compraron el uniforme del colegio, túnicas a su medida y los libros en Flourish y Blotts, una librería enorme y atestada de gente; un bonito caldero, tinta, pergaminos, plumas… Pero su varita descansaba dentro de su bolsa y Lily metía cada que podía la mano dentro de ella para poder tocarla. Sauce, veintiséis centímetros, elástica, se repitió a ella misma. Se la mostraría a Severus (¿Tendría él ya su varita?).
La señora Evans no se cansaba de mirarlo todo. Tomaron un helado en Florean Fortescue y a Lily le pareció que nunca había probado un helado tan delicioso como aquél. Después se cruzaron con otro conocido de la señorita Meadowes y supieron que ella solo debía darles indicaciones y no tenía que quedarse todo el tiempo con ellos y el señor Evans parecía algo avergonzado, pero la señorita Meadowes parecía estarlo pasando bien y comieron todos juntos en una tienda de pastas dulces y saladas. Pero, conforme caía la tarde y daban un paseo por el callejón, cargando todo lo que habían comprado, el ánimo de Petunia parecía decaer más y más. Después, le resultaba casi imposible levantar la mirada y ver otro local más, otra cosa maravillosa, algo aún más asombroso. Decidió que estaba harta. Decidió que odiaba todo aquello y que odiaba a Lily, tan radiante y feliz, tocando en secreto aquel estúpido palo de madera una y otra vez, se aseguró a ella misma que odiaba todo aquello, mientras contenía las ganas de llorar. Solo quería que todo aquello terminara ya y marcharse a casa, donde ella conocía todo y tenía una habitación, donde todos la conocían y tenía un sitio suyo y de nadie más. La cálida mano de su padre apretó la suya y solo entonces se atrevió a levantar los ojos y mirarlo, con aire cohibido.
—¿Estás bien, princesa?
Petunia asintió, aunque hubiera querido gritar que no.
—¿Estás cansada?
—Un poco —murmuró Petunia.
—Vamos a casa.
Petunia sonrió; se apretó al costado de su padre, mientras este besaba su cabeza y la estrechaba contra ella. El mal humor se disipó un poco.
                                   VIII.
 Garrick Ollivander consultó la hora en el reloj azul de siete manecillas sobre el mostrador. A un movimiento de su varita, todas las cajas que contenían estos delicados instrumentos de magia se elevaron en el aire y volaron por la habitación, volviendo al sitio exacto donde ya se encontraban antes de ser sustraídas para intentar encontrarle dueño a cada una de ellas. Revisó escrupulosamente el orden asignado a cada caja, consultó una lista en un gran pergamino que cayó al suelo y rodó más allá, hizo un par de líneas con tinta sobre ella y decidió que apenas comenzaran los cursos escolares el siguiente lunes, viajaría a Irlanda y a Noruega para conseguir plumas de fénix en el primero y pelo de unicornio en el último. Afuera había un cielo tormentoso. La campanilla de la puerta sonó. La turba de nuevos alumnos que se dirigían a sus respectivos colegios y necesitaban una varita solía terminar un fin de semana antes, pero siempre había alguien que llegaba de último momento. Ese día había estado particularmente tranquilo. Ningún chiquillo despistado se había acercado al mostrador de último minuto. Ninguno hasta ese momento. Volvió al mostrador y miró a sus clientes con mucha, mucha atención.
—Eileen Prince…espino, veinticinco centímetros y medio. Rígida.
Eileen esbozó una minúscula sonrisa, de pie en el recibidor. A su lado, Severus contempló la tienda, oscura y dispuesta a cerrar sus puertas.
—Lamento llegar tan tarde, señor Ollivander —respondió Eileen. —Espero que aún pueda atendernos.
—Aún no me marchaba —respondió Ollivander, suspicaz —. Acérquense.
Severus avanzó hasta el mostrador; siempre le resultaba extraño que algunas de las personas en aquel mundo se refiriesen a Eileen por su apellido de soltera, Prince, y no por su apellido de casada, Snape. Quizá era porque amaba las conspiraciones, pero Severus suponía que solo ciertas personas lo hacían, con cierto grado de misterio en ello. Quizá solo le gustaba imaginar cosas y Ollivander no tenía idea de que Eileen estaba casada con un muggle.
—Entonces… ¿señor Snape?
Severus alzó la mirada, algo sorprendido.
—¿Si?
—¿Está listo para comenzar sus clases?
—Sí, señor Ollivander.
Ollivander había depositado sobre el mostrador un par de cajitas alargadas; abrió una de ellas y la examinó atentamente.
—Acebo, veinticuatro centímetros, flexible.
Severus tomó la varita ofrecida con emoción. La admiró un momento y la agitó con suavidad en el aire y una ráfaga de aire se desprendió de esta.
—Muy volátil. Avellano, dieciocho centímetros, rígida —ofreció el hombre, retirando la varita anterior.
Severus agitó la nueva varita y solo consiguió que las orejas se le entumieran.
—Serbal, cuarenta centímetros, elástica —indicó Ollivander, ofreciéndole la siguiente varita. Esta tampoco mostró resultados y Severus tuvo que agitar al menos siete varitas más. Miró de reojo a Eileen, que observaba con mucha atención lo que hacía.
—¿Debe tardar tanto? —preguntó Severus.
—Una de ellas tiene que elegirte, muchacho —contestó Ollivander, poniendo la octava varita entre sus dedos. Severus frunció el ceño con aire incrédulo.
—¿No debería ser yo quien la elija? ¿Cómo va a elegirme ella a mí? —dijo Severus. Ollivander lo miró con fijeza.
—La varita elije al mago, nunca a la inversa.
—El mago fabrica la varita, ¿Cómo va a elegir el producto? Un niño no elige a sus padres.
Ollivander alzó una ceja, divertido por el comentario.
—¿Cómo se elige una varita? ¿Por su apariencia física?
Severus frunció el ceño.
—Supongo que eso es algo muy superficial.
—Lo es.
—Tendría que saber de qué está hecha.
—¿Eso de que te serviría?
—Sabría qué clase de poder la compone.
—¿Crees que puedes manejar eso? —Ollivander se irguió y se cruzó de brazos. —Todas las varitas en esta tienda están compuestas por tres núcleos distintos: pelo de crin de unicornio, nervio de corazón de dragón, pluma de cola de ave fénix. Dígame, señor Snape, ¿Cuál es el componente más poderoso de todos?
Severus se mordió un dedo, pensativamente. Ciertamente, era difícil decidir cuál de aquellos núcleos superaba a los otros dos. Cada criatura que cedía una parte de sí para crear una varita, tenía su propio y único y maravilloso poder y un misterioso origen.
—¿Entonces? —insistió Ollivander.
—Creo que, haciendo un análisis rápido, tendría que admitir que el pelo de unicornio es mucho más poderoso.
—¿Por qué?
—Es una criatura escasa y mística en toda su totalidad. Es mucho más factible encontrar un ave fénix que un unicornio.
—¿Entonces, elegiría ese material?
—Elegiría el nervio de dragón —murmuró.
Ollivander alzó ambas cejas en la frente.
—¿El nervio de dragón, está seguro? ¿Podría explicarme por qué?
—Quizá porque viene del corazón…
Los ojos plateados de Ollivander brillaron fugazmente; una sonrisa extraña se dibujó en la comisura de sus labios y Severus se sintió estúpido y depositó la varita que tenía en las manos sobre el mostrador. Miró de reojo a Eileen, que parecía contener una sonrisa en la boca y comenzó a enervarse.
—No todo es abedul y espino o sauce y fresno. Usamos la tabla celta como guía para elaborarlas, pero no usamos únicamente esos materiales, a excepción del núcleo —continuó Ollivander. —Prueba esta varita hecha con cedro, quizá te funcione.
Severus tomó la varita y la agitó brevemente, pero solo exhaló una nube de humo gris. Ollivander casi se la arrebató de la mano y puso entre sus dedos una larga y lustrosa varita de color negro que Severus tomó con agrado. Por supuesto que elegir una varita por su aspecto era algo superficial, pero aquella varita le gustó nada más verla. El tacto le resultó agradable y al ser larga, parecía algo pesada, pero en su mano se sentía ligera y manejable. La admiró con atención antes de recordar que debía al menos intentar hacer algo. Movió la varita en el aire, dejando tras el movimiento, una estela de color plata y el juego le agradó; hizo un par de espirales con ella antes de mirar a Ollivander.
—He sido elegido —declaró.
Ollivander rió de buena gana.
—Pino negro, treinta y ocho centímetros. Rígida. Nervio de corazón de dragón —explicó, cerrándole un ojo.
Salieron de la tienda de varitas y el callejón Diagon ya lucía solo y muy apagado. Eileen se cubrió el pecho con su capa y Severus refundió las manos en los bolsillos de su abrigo. Sonreía levemente, feliz por la adquisición. La varita de Lily era asombrosa y Severus casi desesperó hasta que Eileen decidió por fin, a dos días de marcharse, llevarlo al callejón a buscar la suya. La apresó con fuerza dentro de su bolsillo.
En solo dos días se marchaba al colegio. Severus levantó la mirada de los adoquines y miró a su madre.
—Fue una respuesta inesperada —comentó ella.
—¿Fue una mala respuesta?
—Ya respondí esa pregunta.
—¿Por qué fue inesperada?
Eileen se encogió de hombros y Severus enrojeció.
—¿Sabes por qué contesté eso? —dijo, con aire sabiondo. Eileen negó con la cabeza. —Porque los otros dos elementos están en la parte trasera del cuerpo…
Eileen apretó los dientes. Se talló los labios tratando de no reírse mientras su vástago reía a sus anchas
—Eres un tonto, Severus…
3 notes · View notes
itsthemysterykids · 2 years
Note
*lazarus sighs, snapping his fingers* Alright, this should resto- *gravity falls returns to ”normal”*
Norman: Okay, looking good. No one seems to hate us more than normal.
Lili: The lake is clean… Ish.
Coraline: There’s no huge dome over us. Okay, looks like everything is fine.
*One moment later*
*The Mystery Kids are being chased out of Gravity Falls by a mob once again*
Norman: Mabel! Why did you tell that guy we’re witches?!
Mabel: That was weeks ago! I didn’t know he had been planning a mass witch hunt!
5 notes · View notes
arijakson · 2 years
Text
Amortentia
Mierda, mierda, mierda... Ya llegaba 7 minutos tarde a su clase de pociones, el profesor Slughorn le iba a hechar la bronca, no le podían quitar más puntos a su casa, era su quinto año y los demás merodeadores y el no es que hubieran estado muy calmados con las bromas los últimos meses, primero James y Sirius habían encantado los cuadros para que cantarán todos a la vez, luego los cuatro habían cambiado el color de todas las plantas de los jardines a los colores de su casa, y por supuesto su gran repertorio de bombas de estiércol, productos de Zonko y fuegos artificiales que les habian acompañado cada año.
Cuando por fin pudo llegar a clase, entro corriendo se sentó en su asiento al lado de Lily justo cuando Slughorn estaba dado la vuelta escribiendo algo, rezó para que no se diera cuenta de que no habia estado los 10 primeros minutos de clase. Al parecer sus plegarias fueron escuchadas porque no le dijo nada, y comenzó a explicar la poción que íbamos ha hacer hoy, amortentia.
Chsss...Chsss!!!!- le gritó Lily al oido- Que narices te ha pasado, he tenido que decirle al profesor que estabas en la enfermería con una de tus "enfermedades raras"- Dijo refiriendose a como llamaban a sus transformaciones a hombre lobo. La cogió las dos manos y dijo:
-Gracias Lily, me has salvado la vida, me he levantado tarde, anoche estuvimos hablando hasta tarde los chicos y yo, además se acerca la luna y no puedo dormir bien"- En realidad no habían estado hablando, si no dándole los últimos toques a su mayor creación El Mapa del Merodeador, pero claro eso Lily no lo podía saber.
-Bien pues que no vuelva a suceder, que harías sin mi...- Dijo con cara divertida.- Y ahora calla y atiende o no nos enteraremos de nada-
El profesor Slughorn les explico cómo hacer la posición paso a paso, se supone que está poción es de un nivel avanzado, pero últimamente en la mayoría de clases avanzaban temario más rápido para que los últimos cursos se centraran en aprender hechizos defensivos, pociones curativas... O todo lo que necesitarán para la gurra que se avecinaba, aunque no era el momento de preocuparse por eso, tenía que pensar en cómo aprobar este año la asignatura para el año que viene elegir otra diferente, estaba claro que pociones no era lo suyo, pero aún así necesitaba hacer bien esta poción.
Lily y el siguieron la receta al pie de la letra, era fácil trabajar junto a Lily, era tranquila no hablaba mucho, y se sentía muy cómodo con ella, se podía decir que era se mejor amiga. Pero no era tan fácil trabajar con dos idiotas, tirándole restos de los ingredientes de la poción a la espalda, James y Sirius eran buenos en todo por naturaleza por lo que no tenían que esforzarse en esta clase y se dedicaba a molestarle a el. El simplemente se dio la vuelta les sacó cierto dedo y siguió con su trabajo, escucho las carcajadas detrás de él, y una pequeña sonrisa también sobresalío de su boca.
Cuando todos terminaron Slughorn reunió a toda la clase en círculo, y todas las pociones en el centro, poco a poco fue calificandolas- Lupin y Evans...10 está perfecta felicitaciones a los 2.- Lily y él se miraron sonriendo orgullosos por su trabajo. El profesor continuó diciendo- Potter y Black...9'5 se nota que habéis cortado los tallos de la manera que os dije que no lo hicierais está casi perfecto chicos buen trabajo- La cara de James y Sirius era un cuadro, Lily y Remus estaban intentando no reír. Cuando terminó con todos dijo preguntó: algún voluntario para decirnos lo que huele en su poción? Recordad que lo que olais representa lo que más queréis, chicos es algo muy personal.
Por supuesto James fue el primero en levantar la mano, el era un libro abierto, por supuesto tenía sus secretos y sus miedos seguía siendo humano, pero era James, que podía oler más que...- Bueno huele a pasteles de carne de mi madre, césped recién cortado, madera de escoba, cerveza de mantequilla... Y también lirios y un poco de lavanda- termino de decir subiéndose las gafas, un poco sonrosado y con una sonrisa entre tímida y pícara mirando a Lily quien siempre cogía lirios porque eran su flor favorita y usaba esencia de lavanda como perfume, cualquiera diría que era un truco para conquistarla, pero él sabía que no, James Potter amaba a Lily Evans de una manera que incluso el no podía entender, y sabía a ciencia cierta que había olido eso. Claro está Lily estaba completamente sonrojada, ya que sus amigas desde el otro lado de la habitación la estaban hechaneo miradas pícaras, Marlene y Mary adoraban a Lily tanto como ellos a James y el día que estuvieran al fin justos, que llegaría, les haría a todos muy felices.
Algún voluntario más?- Preguntó el profesor, Vamos no sean tímidos, que me dice señor Lupin- dijo señalándome- Quiere probar?- Aunque no le apetecía mucho probar, sabía que debía hacerlo si quería una buena nota en el trabajo, las peticiones de Slughorn no eran peticiones eran más bien órdenes y no le gustaba que le desobedecieran.
Se hacerlo tímidamente a su poción y abrió la tapa, el aroma comenzó a llegar a él, se impregnó de el y entonces empezaron a llegar imágenes a su cabeza... Huele a chocolate...- Sus amigos rieron ya que sabían sobre su obsesión con el dulce- También huele a bosque abierto...- Era raro ya que odiaba convertirse el lobo, pero el lobo adoraba el bosque y el lobo era parte suya...- También huele a te recién hecho, libros viejos, jerseys de lana, lluvia, pelo de animal, de diferentes animales...- Los merodeadores se miraron con complicidad desde que se habían convertido en animagos por él sus transformaciones habían sido mucho menos malas... Y también hay...- o no, no no no puedo ser- Díganos señor Lupin no sea tímido- insistió el profesor- Huele a...- continuó con voz temblorosa- Huele a el pelaje de un perro, túnica de mago, acondicionador de limón y a magia, huele a pura magia.- cuando terminó de decir eso el profesor le dio las gracias y se retiró a sus sitio, Lily también le hablo y el respondió con monosílabos, pronto terminado la clase y después vienieron más y más, el no prestó atención a ninguna, en sus pensamientos seguían dando vueltas los olores, porque él sabía porque había olido lo que había olido, él sabía quién olía así, pero no lo quiera admitir, porque él era su mejor amigo, porque no le podía gustar, porque no le podía querer más que como un amigo, porque no podía estar enamorado de Sirius Black, pero lo estaba, había estado ignorando el sentimiento por años, pero siempre lo supo porque el nunca había sido cariñoso pero aceptaba los abrazos de Sirius y solo los de Sirius, nunca había sido protector pero cada vez que Sirius volvía a su casa le causaba dolor de estómago, porque Sirius le había regalado un hechizo para leer y una navidad maravillosa, le había regalado el poder pasar sus transformaciones con ellos, lo había hecho para que él no estuviera solo, porque Sirius es la persona más valiente que había conocido y la persona con la sonrisa más brillante del mundo y lo que sentía por el era genuino, pero no sé lo podia contar a nadie, por eso evitó a Sirius durante todo el día.
Cuando iban llegando al Gran Comedor para la cena James se acercó le echó un brazo sobre los hombros como solía hacer y dijo- Moony, no te he nos visto en todo el día, ha pasado algo?- He estado muy ocupado con los deberes y eso, yo no tengo la habilidad de ser perfecto y rico como vosotros- dijo intentando bromear un poco con su amigo, James río- Claro compañero, hoy a sido un día largo pero tengo que decir que ha empezado bien, acondicionador de limón? En serio? Cada vez te pareces más a Sirius, no sé que os traéis entre vosotros dos, tenéis algo especial os compenetrais, últimamente hasta con los olores, es gracioso- Con los olores?- Sí tú has olido su acondicionador pero el me ha dicho que a olido chocolate y a olido a bosque y pelaje de lobo, parece que te estaba oliendo a ti e compañero? Que extraño, pero bueno todos somos grandes amigos, está claro que Sirius te tiene mucho aprecio verdad?- Claro, claro si aprecio... James se despidió y siguió andando... Esa nueva información explotó en su cabeza, decidío no ir a la cena, cogió comida que le dieron los elfos domésticos y se fue a la habitación, todavía tenía un rato para pensar antes de que llegaran los otros, miles de preguntas bailaban por su cabeza, era verdad lo que había dicho James? Si, James nunca miente es incapaz, que narices significa que Sirius huela a mí en una maldita poción de amor, le gustó algo o me quiere como a un hermano, como a la familia que nunca tuvo. Las preguntas siguieron y siguieron, cuando notó que llegaban los chicos corrió las cortinas y hizo un hechizo de silencio para que no le escucharan, y fingió que dormía.
Cuando James y Peter estaban dormidos todavía notaba a Sirius inquieto en su cama, a si que decidió bajar a la sala común para así no tener que escucharle y pensar más en el y en lo que significa para el. Pero parece que su plan no funcionó porque 5 minutos después Sirius apareció por la puerta con su pijama que consistía en una camiseta de rock y unos pantalones de chándal y su pelo perfectamente revuelto, era la persona más guapa de este universo y el lo sabía.
Moony?- preguntó con voz adormilada- No te he visto en todo el día, nos estás volviendo a evitar?- Pregunto con esa sonrisa tan suya.
- No idiota solo he estado ocupado- respondió el bajando la mirada
- Ya claro, enagañate a ti si quieres pero no podrás hacerlo conmigo- Dijo el sentándose a su lado, sus rodillas chocaban...- James me ha dicho que te ha contado lo que he olido en la poción- dijo hechandose el pelo para atrás y bajando la mirada y el tono de voz- Mira Moony no sé porqué te huelo a ti vale, pero no quiero que me evites porque eso no cambia nada entre nosotros no? Porque tú no hueles en ese poción nada relacionado conmigo a si que...- Ahí le interrumpió- Sirius si me huele a ti esa poción, lo dije, me huele a tu pelaje, a tu acondicionador y a magia, tú siempre hueles a magia- los dos se miraban furtivamente ninguno era capaz de mantener la mirada.
- Enserio? Con lo del acondicionador dude pero la magia Moony? Enserio huelo a magia? Eso es bueno?
- Claro que es bueno, es un honor único, además está relacionado contigo, eso siempre es bueno.
- Bueno sin contar a mi familia- Bromeó , quitando un poco de hierro.
- Y que significa esto Moony?
-No lo sé
-Moony tú sabes que yo te quiero no? Eres una de las personas más importantes de mi vida, por eso no me sorprendí cuando te oli en mi poción, Moony yo olere a magia pero tú haces mi mundo un poco más mágico.- El no se podía creer lo que etasba escuchado, lo que Sirius le estaba diciendo, en ese momento solo pudo responder.
- Yo también te quiero Sirius- El le abrazo y estuvieron asi un buen rato.
Al día siguiente volvieron a ser el Moony y el Padfoot de siempre con sonrisas en la cara y siendo unos bromistas, pero algo había cambiado en sus miradas, había una chispa más de entendimiento, de secreto, de algo que solo ellos dos sabían, de un secreto que solo el fondo de sus mentes osaría descubrir, y por ahora eso bastaba, porque algún día ya llegaría el momento en el que ese secreto saliera a la luz.
4 notes · View notes
you-moveme-kurt · 7 months
Text
Glee «Excessive rain»
Septiembre de 2023
-Kurt… —dijo Lily acercándose a su amigo, Kurt estaba parado frente a la ventana en el backstage del teatro donde se llevaban a cabo los ensayos de la nueva obra que estrenarían a principios de octubre. -… -¡Kurt!… —insistió dándole un golpe divertido en la cabeza. -¡Oye!… ¿que demonios Lilian Mary Stewart?… —exclamó sobándose la cabeza mientras la miraba con disgusto. -¡Hace como una hora que estoy diciendo “Kurt, Kurt, Kurt” y no me respondes, ¿que te pasa? -Nada… es decir… ¿que quieres? -Quiero que vuelvas al planeta tierra porque estamos a punto de comenzar el “sitzprobe” y solo faltas tú… -… -¡KURT!… —exclamo Lily dandole otro golpe en la cabeza esta vez con más ahínco. -¡Oye!… no me gustas Lilian Mary Stewart… —repitió Kurt volviendo a lo de llamar a su amiga con el nombre completo. -Pues tu tampoco a mi… se que eres la estrella y todo, pero esta obra tiene mas personajes, y gente, y músicos y otras personas que también tienen sus propias vidas y agendas… ¡al escenario!… —terminó por decir señalando hacia atrás por sobre sus hombros. -Creo que te odiare los próximos 30 minutos… —insistió Kurt mirándola de medio lado. -¿Sabes que?… haz lo que quieras… -¿Qué pasa contigo?, usualmente eres así de … nerviosa… —contestó de vuelta su amigo— pero ahora estás casi Rachel Berry de… nerviosa… —repitió Kurt diciendo nerviosa en vez de la palabrota que realmente quería decir, . -Necesito que esto se haga hoy, para estrenar lo antes posible, Richard amenazó con agendar el equipamiento de sonido el mismo día del estreno de la obra, asi es que.. -¿Estás hablando en serio? -Muy en serio… -Pero, ¿por qué?… ¿se enteró de lo de tu y Dylan?… —pregunto Kurt bajando el tono de su voz cuando mencionaba lo de Dylan. -No tengo idea y no me importa… tenemos un contrato y no puede hacer nada, es un idiota por lo tanto no perderé mi tiempo pensando en él, ni en sus idioteces de idiota… -¡Bien dicho hermana!… —exclamo Kurt chasqueando sus dedos como una diva de Brooklyn lo haría. -¿Nunca habías dicho eso antes?, ¿verdad? -La verdad es que no… -Ridículo… ahora ve a ensayar por favor, la orquesta esta esperando que sea tu turno...
-Enseguida… antes una pregunta… -¿Si?… —respondió la chica alargando la vocal más de la cuenta como si ya perdiera la paciencia. -¿No crees que está lloviendo demasiado?… —preguntó apuntando hacia la ventana y a la copiosa lluvia que caía en ese momento— se que estamos en otoño y todo, pero nunca había visto una lluvia así… y con todo lo que ha pasado en Europa… creo y me da un poco de… ya sabes… ��Kurt empuño sus manos como si las precipitaciones le provocarán una crisis de nervios o algo parecido. -Es solo una lluvia Kurt, si fuera algo más grave nos llegaría una alerta del gobierno federal o del ayuntamiento… ahora, ¿vamos a ensayar?… —pidió Lily moviendo una de sus manos como si dirigiera el tránsito en una calle concurrida. -Tienes razón, estoy paranoico con todo lo que ha pasado en esta ciudad últimamente, primero el humo, ahora lluvia excesiva…¡por favor!… de todas formas tengo mi teléfono y… ¿que demonios?… —dijo Kurt sintiendo el pitido de la alerta de emergencia en su teléfono, luego en el de Lily y así en el de todos los integrantes de la compañía que a esa hora ensayan junto a él como un efecto en cadena— por dios… — murmuró leyendo el mensaje— ¿estas leyendo lo que yo? -Así es… al parecer no es una simple lluvia… — respondió la chica pasando pantallas en su teléfono móvil mientras leía la información en el sitio de la FEMA. -Llamaré a Blaine… —dijo Kurt sin despegar sus ojos del aparato electrónico. -Yo yo iré a organizar a la gente para que no haya una estampida y posterior revuelta o algo… —respondió Lily también mirando la pantalla de su móvil mientras avanzaba hacia donde estaba el resto de la compañía— ¿tienes… como… irte?… — preguntó su amiga caminando hacia atrás. -Si, es decir no… pero yo me las arreglo no te preocupes… -Ok… llámame cuando llegues… -Lo haré… —dijo Kurt llevándose el teléfono a la oreja— ¿Blaine?
-Ok… creo que esta es la mermelada que compra el Papá… —murmuró Blaine mientras escogía un frasco de fruta untable de 20 posibles que tenía una de las estantería de la tienda de conveniencia Zabar’s, estaba con la pequeña Lizzie en los brazos, feliz y cómoda en el porta bebé estiloso que Blaine tenia amarrado al cuerpo— creo que sí, pero si no es… me la como yo…— dijo haciendo un gesto como de resignación divertida, lo tomó, leyó los ingredientes en la etiqueta y lo echó a la cesta que cargaba,— ¿cierto Princesa?… — preguntó como si su hija de un año y algo fuera a contestarle algo a su favor. -Pan… —respondió la pequeña señalando el sector de la panadería. -¿Tienes hambre acaso bebé?… —dijo mientras le besaba la cabeza— tal vez podríamos pasar a nuestra cafetería favorita para que escojas esas galletas que te gustan y yo tomarme un café de medio litro… —añadió bostezando a todo lo que su boca le daba, un par de clientes se lo quedaron viendo con censura al comienzo pero luego de reconocerlo le hicieron un par de señas murmurando mientras avanzaban por el pasillo de los abarrotes— ahora este par de cosas que faltan de la lista que nos dio el Papá y nos vamos… ¿trajimos paraguas?… —preguntó Blaine al pasar por uno de los ventanales y ver que la lluvia de la mañana seguía aún más copiosa. -Si necesita un paraguas allá afuera hay una persona vendiendo… yo no lo compre porque me genera desconfianza… — dijo una anciana que hacía sus compras a la par con Blaine. -¿Disculpe? -Lo que le digo… allá afuera hay una persona, creo que un inmigrante, lo mas probable es que sea ilegal… -Eso es un poco racista, ¿no cree? —dijo Blaine juzgando con la mirada a la señora que había aparecido de nada a responder algo que él no había preguntado, acto seguido se le quedo viendo ceñudo un buen rato, la anciana puso cara de impacto extremo y se apartó haciéndole un desprecio como de telenovela, Blaine soltó una pequeña risa sin saber muy bien cómo reaccionar ante aquello— ¿viste eso Princesa?, tu nunca actuaras así, ¿verdad? -Pan… -Ok, creo que pasaremos a la cafetería, le avisaré al Papá por si nos demoramos más de lo acordado…—dijo sacando su teléfono móvil— ¿que demonios?… —añadió Blaine al ver el mensaje de alerta que acaba de llegarle a su teléfono y, tal como había pasado en el teatro donde estaba su esposo, a todas las personas que en ese momento compraban en la tienda, la mayoría de los presentes fue reaccionando de manera calmada e incrédula al principio, para luego comenzar a moverse rápido por los pasillos, pagar las compras e irse a un lugar seguro tal y como lo recomendaba la FEMA, otro grupo en tanto, comenzó a vociferar sobre conspiraciones y la insistencia del gobierno de cortarles la libertad— mejor nos vamos ¿cierto Princesa?… creo que podemos vivir un par de días sin aceite de trufas y “foie gras”… —termino por decir Blaine dirigiéndose a paso rápido hacia la fila de la registradora.
7 notes · View notes