Constrúyelo mejor - PREFACIO
Lo primero que escucho cuando me despierto es la gotera del techo de mi sala. Genial, digo sarcásticamente. Desde que me mude a Londres, no ha habido un día que no amanezca lloviendo.
Me levanto y coloco un balde entre el sillón y la mesa de estar; cuando regreso a mi alcoba veo a mi gato recostado en la repisa más alta arriba de la cabecera de la cama.
—¿En serio Colin?
Como respuesta el solo se estira y tira uno de los libros amontonados (los que nunca he leído y no estoy pronto a leer), el libro cae en mi almohada. Suspiro y lo tomo, dispuesta a devolverlo a su lugar.
“El libro egipcio de los muertos”
Leo la portada, es un libro color naranja opaco con ilustraciones egipcias. Ya ni recuerdo como llego eso a mis pertenencias, tal vez me lo dieron en mi cumpleaños hace 3 meses antes de mudarme.
Sin pensarlo subo a la cama para bajar a Colin y dejar el libro donde estaba cuando tocan la puerta. Veo la hora en mi despertador a lado de mi cama: 7:25 AM
Colin se volvió a acomodar en su sitio, indispuesto a bajar. Vuelven a tocar, bajo rápidamente de la cama y me dirijo a la puerta.
Un hombre moreno con cabello negro me mira cansado.
—¿Sí?
—¡Hola! Mi nombre es Steven Grant —se presenta, escucho un acento inglés muy marcado— vivo en el 52, en frente del tuyo —señala la puerta tras el—. Me preguntaba, solo por curiosidad, si no tienes comida de pez.
Lo miro con amabilidad, y solo niego con la cabeza en respuesta.
—Veras —continua Steven—, tengo un pez, su nombre es Gus, se supone que ayer, como todos los martes en la noche iba a comprar su comida pero me quedé dormido y ahora mi pez esta moribundo.
—Pero ayer fue jueves.
Su reacción me desconcertó, parecía aterrado con mis simples palabras y comenzaba a hiperventilar.
—¿E-en serio? —suena temeroso.
Asentí.
—¿Te encuentras bien?
—No puede ser —ve al techo agotado—, otra vez no.
Steven se dio la vuelta, entro a su departamento y cerró la puerta tras él. Frunzo el ceño y cierro la mía. Que extraño, digo.
Miro el libro aun en mis manos, tal vez sea una señal para empezar a leerlo de todos modos. Lo dejo en la encimera del recibidor.
Hace 30 minutos que terminó mi turno en Chilango “A stampede of Mexican Flavours”
—Harper —Holly, la dueña, me llamo—, espero que no estés guardando tus cosas todavía. Me debes 2 horas.
—Señora Wright —rogué—, esas horas se las pagué hace 2 semanas, y la semana pasada paso lo mismo.
—¿Me estás diciendo mentirosa? —se molestó.
—No, señora —respondí frustrada—, solo que ya había hecho planes para esta noche.
No era mentira, desde que me mude a Inglaterra a principios de año solo me he dedicado a trabajar y arreglar mi nuevo hogar; en todo este tiempo no he salido a conocer nada, ni el cine, ni un centro comercial, ni un museo, no he podido ni ir por una simple cerveza a un bar. Por suerte para mí, hoy se estrenaba una de las películas de mi saga favorita y obviamente había comprado mi boleto con anticipación.
—A mí no me interesa tu vida social Amelia.
—Millie.
—¿Qué?
—Mi nombre es Millie, no Amelia.
—Como sea Emily —volvió a errar en mi nombre y señala la cocina con su mano mientras dice:— quiero todo limpio, que quede reluciente antes de que te vayas.
Me lanza las llaves del local, yo por inercia las agarro con ambas manos.
—Asegúrate de cerrar bien niña. Hasta mañana.
No me dio tiempo a responder cuando sonó la campana de la puerta anunciando su ida. Solté un grito de frustración. José, el cocinero, paso a mi lado.
—No luches jovencita, o será peor.
Sin decir más, salió por donde Holly dejándome sola en el restaurante. Quería llorar, era el segundo viernes que me hacia lo mismo y sabía que estas horas iban a ser sin remuneración. Suelto otro grito reprimido y empiezo a limpiar, tal vez si me apuraba alcanzaría a llegar a la función.
—Maldita Holly, eres una desgraciada, espero y te arroye un autobús de camino a donde sea que hayas tenido la urgencia de irte.
Sin darme cuenta estaba maldiciendo a mi jefa en voz alta mientras limpiaba las mesas y subía las sillas a estas, hasta que la campana de la entrada volvió a sonar.
—Lo siento —seguí limpiando las mesas con ira, no me gire a ver quién había entrado— cerramos hace 40 minutos, si gusta volver mañana más temprano —bajo la voz— o nunca.
No recibo respuesta ni escucho el sonido de la campana de la puerta.
Lancé el trapo a la mesa más próxima con frustración y giro dispuesta a sacar al que sea que haya entrado.
—Hola —dice mi vecino con un “a” alargado.
Estaba frente a mí y sus ojeras lucían peor que esta mañana.
—Hola —respondo sorprendida de verlo aquí—, ¿me estas siguiendo?
Pregunto con desconfianza, desde su reacción anterior me preocupaba el estado mental de este hombre.
—¿Qué? No, —dice apresuradamente— no, no, por supuesto que no. Yo solo salí un poco tarde del trabajo y, ¿sabes lo difícil que es encontrar un restaurante abierto después de las 10? He estado caminando por media hora y este fue el primero que vi con las luces prendidas y la puerta abierta.
Suspiro de forma cansada, y tomo asiento en el primer banco que veo.
—Lo siento —tapo mi cara con mis manos—, es solo que ha sido un día muy largo y no quería sumarle a mi vecino psicópata acosándome.
—¿Psicópata? —lucio ofendido— ¿Crees que estoy loco?
Lo miro arrepentida e hice un puchero con mis labios.
—¿Un poco? —sonreí— bueno amigo, nadie en su sano juicio pierde 2 días completos como tú.
Él se aleja de la puerta para acercarse a mí, yo sigo viéndolo con una sonrisa burlona; Steven no parece alguien peligroso, de hecho todo lo contrario, el parece un pollito perdido buscando a su mamá.
—Para tu información —empieza a defenderse— no estoy loco, padezco de sonambulismo —ahora luce indignado— tal vez mi cuerpo estuvo despierto toda la noche haciendo quien sabe que para terminar así de cansado y dormir por 2 días ¿de acuerdo?
Lo miro divertida, tal vez no logré ir a ver la película pero puedo sacar algo bueno de esto: Conseguir al menos 1 amigo en esta ciudad.
—Ok señor sonámbulo —me levanto y lo miro para arriba, como siempre éramos mi 1.60 cm contra el mundo—, ¿eres alérgico al chili?
—¿Disculpa? —ahora el sorprendido era él.
—Toma asiento mientras cierro, estas a punto de probar los mejores tacos de tu vida.
Steven tarda en procesar lo que le dije, pero cuando regreso a la mesa ya está sentado esperándome. Sonreí.
Tomo el trapo de la mesa, y me dirijo a la cocina.
—¿Gustas algo de tomar? —Grito desde donde estoy para que Steven alcance a escuchar.
—Una botella de agua —responde de la misma forma—, por favor.
Tome la botella y el menú, y regrese con Steven.
—No respondiste mi pregunta —mira al agua en mis manos confundido—, ¿eres alérgico a algo?
—Oh —se toma su tiempo para pensar—, no, no soy alérgico a nada, pero, soy vegano.
—Bueno, por suerte para ti —le ofrezco el menú—, tenemos un menú vegetariano.
Steven abre el menú mientras yo exagero mi rol de mesera con mi pequeña libreta y mi pluma, es fácil desenvolverse con él.
Carraspeo cuando Steven encuentra la sección vegetariana.
—Solo que nuestro cocinero dejo las instalaciones hace 1 hora y tendremos que conformarnos con la especialidad de la mejor mesera en burritos, quesadillas y tacos sin dorar.
Steven sonríe.
—¿Y qué, de esas 3 cosas, me recomienda la amable mesera que me atiende hoy?
—Ella le diría que sus tacos le quedan muy ricos.
—Entonces tacos serán.
El hombre sentado frente a mí me da una gran sonrisa.
—Muy bien señor, en seguida le traemos su orden.
Steven me toma del brazo con suavidad y suelta el más sincero “Gracias” que he escuchado en mi vida. Le sonreí en respuesta.
—No hay de que.
Antes de entrar a la cocina le escucho preguntar.
—¿Cuál es tu nombre?
Me giro con una mano aun sosteniendo la puerta.
—Soy Millie —sonrío—, Millie Harper.
—Ok, ¿estas bromeando verdad?
Steven y yo caminábamos de regreso al edificio de nuestros departamentos. Nos habíamos sentado juntos a comer y él se habría ofrecido a ayudarme a terminar de limpiar la cocina. Eran las 00:15 cuando salimos del restaurante, aun alcanzaba a llegar a la película; pero decidí hacerle compañía a Steven, el también parecía que necesitaba un amigo, no sé, me daba la impresión de que tampoco los tenía.
—¿Cómo por qué bromearía con algo así?
—No lo sé Steven —digo—, ¿para asustarme?
—¿Estas asustada?
No respondí, ¿me asusta el hecho de que me dijera que tiene que dormir amarrado de su cama con arena alrededor para asegurarse de que no se había levantado en sus horas de sueño?
—No, la verdad no —me sincero—. Es solo que —hice una pausa para pensar mejor mis palabras—, me preocupa, es todo. ¿Has intentado ir a un médico?
Inquiero con amabilidad, el solo se encoge de hombros.
—Creo que sí —dice—, hace años supongo. Pero por lo visto no funciono.
Termina diciendo cansado. Suspiro y tomo su mano, aun seguíamos caminando por las frías y oscuras calles de Londres. El no opuso resistencia y sonreí.
—Bueno, es que antes tal vez no tenías a la superheroína Millie para ayudarte.
Bromeo y me detengo para poner una mano con el puño en mi cintura y la otra, de igual forma, levantada sobre mi simulando que iré a volar como un superhéroe. Lo hago para olvidar el tema y reírnos un poco, aunque Steven y yo sabemos que eso no sería todo mentira; que tal vez el conocernos nos traiga algo de luz a ambos.
—¿Tú crees? —sigue la broma Steven—, pensaba llamar al Capitán América si las cosas se llegaban a salir de control.
—No amigo, ese hombre ya es un vejestorio —continuamos caminando—. Mejor llamemos a la Capitana Marvel, ella si está mucho mejor. Es mucho más hermosa y poderosa que Steve Rogers, espera —hice una pausa y exageré una sorpresa—. No puede ser —tape mi boca con ambas manos—, te llamas igual que el Capitán América.
Steven se rio muy fuerte.
—Si, bueno —seguía riendo—, te sorprendería más si te dijera que eres una de las pocas personas en darse cuenta.
Me reí con él, su risa era muy contagiosa.
—Increíble. —Dije terminado de reír.
—¡Guau! —dice Steven—, no recuerdo la última vez que me reí así —se queda pensando un momento—, de hecho no recuerdo la última vez que me reí.
Termina triste y empatizo con él.
—Bien —intento animarlo—, ¿quién dijo que esta será la última vez?
Para cuando nos dimos cuenta ya estamos frente a la puerta de nuestro edificio. Entramos y nos dirigimos hacia el elevador. Ya adentro y en funcionamiento Steven dice:
—¿Hablabas en serio? —hace una pausa— ¿No será la última vez?
Le doy una sonrisa sincera, la milésima de la noche.
—Por supuesto que no, ahora que nos conocemos será muy difícil deshacerte de mí Grant.
Le sacudo su cabello desordenado con mis manos, él se ríe tímidamente y las puertas del ascensor se abren. Caminamos hacia nuestros departamentos.
—Gracias por todo —empieza a decir Steven—, por la comida, por tu amabilidad y por acompañarme.
—No tienes que agradecerme Steven —respondo con otra sonrisa—, eso hacen los amigos —hago una pausa dramática—, ¿lo somos verdad?
La verdad no me gustaría invadir su vida si él no quiere que yo lo haga.
—Si —él sonríe ampliamente mientras asiente repetidas veces—, lo somos. Buenas noches, Millie.
—Buenas noches, Steven, descansa.
Ambos entramos a nuestros respectivos departamentos.
Mi vida estas últimas 4 semanas han sido las mejores desde que me mude a Londres. Steven y yo nos hemos vuelto más cercanos, todos los días, después de ese encuentro, él me recoge de mi trabajo y regresamos juntos a casa. Dice que es porque el restaurante le queda de paso, aunque él y yo sabemos que queremos, ambos, pasar más tiempo juntos.
Hoy es sábado por la noche e invité a Steven a cenar a mi departamento, no es la primera vez que Steven entra a mi departamento, de hecho pasamos la mayor parte del tiempo allí. Steven dice que se sentiría incomodo si yo llegara a entrar al suyo, supongo que es por su extraño ritual para evitar su sonambulismo.
La verdad a mí no me importa mucho, yo solo quiero pasar tiempo con él. Así que el lunes pasado, cuando lo sorprendí llevándole el desayuno (un sándwich vegano y 1 café sin leche), a su trabajo en la tienda de regalos del museo egipcio, lo primero que le dije fue:
—Tú, yo, la noche del sábado, cena en mi departamento. Te haré las mejores papas guisadas que has llegado a probar te lo garantizo.
Steven no dijo nada, creo que le impactaba más el hecho de que fuera a visitarlo en sus horas laborales que el invitarlo a cenar.
—No puedes negarte Grant—advertí.
Sin esperar respuesta me retire, no sin antes ver como su jefa lo molestaba por mi presencia. Esa noche que nos vimos después de que acabara mi turno me dijo:
—¿Debo usar traje?
Su respuesta me dio ternura.
—Pues yo pensaba en algo más informal, sentarnos a cenar para después aplastarnos en el sofá y ver películas toda la noche —dije para luego bromear—; pero si quieres hacer una cena romántica dime con anticipación para alcanzar a comprar las velas.
La reacción de Steven me derritió de amor.
—No, no, no, no —dijo apresuradamente—, las películas están bien. Gracias.
—Steven qué te he dicho —lucí un poco molesta, era la octava vez que le decía lo mismo—, no tienes que agradecerme, ya te dije que somos…
—Amigos —Steven me interrumpió para completar la frase—, lo sé.
—Y los amigos hacen estas cosas porque…
Ahora yo lo insistí en que terminara la frase.
—Se quieren —no tardo en decirlo con una sonrisa—, te quiero Millie.
Me abrazo y yo lo correspondí con una sonrisa.
—Yo también Steven.
Escucho como tocan la puerta, son casi las 07:15, había citado a Steven a las 7. No es normal de Steven llegar tarde (a menos que pierda el autobús, pero eso no tendría sentido viviendo enfrente literalmente), pensé que me había dejado plantada o que le había pasado algo. Sonrío y abro la puerta.
Un Steven con ropa muy diferente a la que estoy acostumbrada a ver esta frente a mí. Tal vez es su ropa de descanso, pienso. Sin perder tiempo, me hago a un lado para que pase, pero él no se mueve.
—¿Steven?— lo miro confundida, está más serio de lo usual—, ¿está todo bien?
El traga fuerte y dice seriamente:
—Ya no quiero que seamos amigos.
—¿Qué? —rio nerviosamente, Steven y yo solemos bromear pero no así— ¿de qué estás hablando?, entra, vamos —lo tomo del brazo para jalarlo amistosamente dentro del departamento pero él se suelta con brusquedad, mi risa termina e inquiero con preocupación—, ¿Steven?
Steven me mira a los ojos.
—Ya no quiero que me hables, no me busques ni me des nada —su acento se oía diferente—, ¿escuchaste? no quiero NADA de ti, ¡NADA!
Sentí como mi corazón se quebrantaba, era la primera vez que veía a Steven tan molesto, ni cuando hablaba de su intolerable jefa, Donna, reaccionaba así.
—P-pero… —digo desconcertada tratando de no llorar— ¿qué paso? Ayer en la noche estábamos bien, ¿Qué sucedió Steven? ¿Te paso algo? ¿Te duele algo?
—Si, TU —dice con desprecio—, tú me pasas —levanto la voz—, eres tan insoportable, tan molesta. No sé ni porque somos amigos.
Mis lagrimas caen, no sé qué decirle. El no suena como Steven, pero luce como el, aunque mi verdadero Steven nunca me diría algo así; definitivamente el hombre frente a mí no es mi amigo, no puede ser.
—Tú no eres Steven —solté cuando estaba dispuesto a irse—, ¿Quién eres?
El hombre se detuvo en seco y me encaro.
—¿Ves? Estás loca, por eso nadie quiere acercarse a ti.
Auch, eso dolió. Pero confirme mis sospechas.
—Steven NUNCA me diría algo así —deje de llorar y repetí desafiante— ¿Quién eres?
—OK —se acercó peligrosamente a mí, yo doy un paso atrás, me estaba asustando—, si no fuese Steven sabría que eres la persona más patética que he conocido —los demás vecinos empezaron a salir para ver qué estaba pasando, nosotros discutíamos en el pasillo fuera de nuestros departamentos—. Si no fuese Steven sabría que después de la muerte de tu papá, tu mamá te abandono en un basurero a los 8 años. Si no fuese Steven sabría que te criaste en un orfanato hasta los 16 y después te escapaste. Si no fuese Steven sabría que eres un inmigrante ilegal y que la policía te ha arrestado más veces de lo que has recibido un abrazo.
Es imposible retener mis lágrimas con cada palabra que dijo, yo no le había contado eso a nadie, nunca había mostrado mi ser más vulnerable a otra persona en toda mi vida más que a Steven. Y me duele, me duele el hecho de que la primera persona que confíe me haya traicionado en tan poco tiempo.
—Para terminar en Londres a kilómetros de donde naciste en un departamento de mierda con un trabajo de mierda.
—¡Basta! —grito— ¿Te crees mejor que yo, Steven Grant? —lo confronto— tu mamá no te ha hablado en meses, solo te envía esas tontas postales que sepa tú de donde las saca, para mí que ella ya está harta de ti y con razón.
No estoy orgullosa de lo que estoy diciendo, hace días caí en cuenta de que Steven y yo éramos personas perdidas (rotas), buscando un lugar en donde nos sintiéramos amados. Creí que lo habíamos encontrado.
—¿Tú me dices patética a mí? —levanto más la voz— ¿A mí? Mas bien el patético aquí serias tú ¿no?, con un trabajo de mierda queriendo ser algo más pero sin lograrlo por tu estúpida incapacidad de socializar con los demás.
Estoy llorando y gritando, y la verdad no me importa, se suponía que hoy tendríamos una noche divertida con cena y películas, tal vez con juegos tontos de mesa también, pero el decidió desconocerme y mandar todo lo que construimos este último mes por la borda.
—Durmiendo como un completo loco, amarrado a tu cama y con arena a tu alrededor, colocando una maldita cinta en tu puerta.
—Tienes razón —dice serio—, estoy loco y por esa misma razón ya no quiero ser tu amigo. Adiós Millie.
Se aleja, dispuesto a tomar el elevador, yo suelto un grito frustrado y miro a los otros vecinos.
—¡¿Qué quieren?! —les digo aun con coraje— ¡Se terminó el show!
Entro a mi departamento y azoto la puerta tras de mí, y lloro, lloro todo lo que he guardado por años, lloro por mí, lloro por Steven, lloro por mi estúpido trabajo y lloro por mi patética vida.
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Pelos meus Linguistas, A Gramática Normativa.
TL;DR — Não corrija outras pessoas é falta de educação; cada um escreve como quiser; a grámatica normativa está errada.
Estar em contato com a norma culta da língua não é apenas um aspecto cultural. Trata-se, principalmente, de uma questão de prestígio social. Num país em que, historicamente, as desigualdades sociais se perpetuam, dominar o padrão culto da língua é ser detentor de um poderoso instrumento, senão de ascensão, pelo menos de imposição de respeito frente a uma interlocução dominadora. (STEIN, C. C.)
Hala, forasteiros! Hoje minha colaboração é um informativo sobre um mito que perturba linguistas e letrados há gerações: a gramática normativa. Entretanto, não pelas razões que você possa estar imaginando…
Para não entediar ninguém, nem transformar isto em um texto acadêmico, não vou entrar em muitos detalhes e terminologia. Deixarei sob o read more algumas outras explicações, mas queria explicar brevemente "do lado de fora" também!
"Hwa, qual a sua credibilidade para discorrer sobre o assunto?" Minha credencial como estudante do penúltimo ano de linguística! Sabe, é engraçado, nós exigimos o local de fala… mas raramente o respeitamos. Especialmente quando falamos de linguagem, e principalmente da nossa língua materna. Entretanto! Prefacio este informativo reconhecendo que não sou o único linguista desta tag. Por isso, convido outros linguistas, letrados e, com muita calorosidade, aqueles também que não possuem formação nas áreas da ciência da linguagem, mas que amam o português indiscriminadamente, para opinar. Se assim desejarem. Sempre mantendo a educação, obviamente.
Então, vamos começar com um exercício simples. Encontre os erros de português no diálogo abaixo:
NAS: Ontem, cheguei em casa tão cansado. Me deitei na cama com as roupas da rua, acredita? Mas acho que errei tudo na prova… eu sou muito burro.
HOYUN: Tu é sensacional, para. Você com certeza foi bem! Mas não tem problema em errar, também.
NAS: Te amo, meu amor.
HOYUN: Eu também. Eu vou ir ao mercado rapidinho. Já volto.
Você deve estar pensando: “Hwa, é fácil! O vou ir está errado!”. Será? Vamos ver… corrigirei usando a gramática normativa! Mas vou pegar leve:
NAS: Ontem, cheguei a casa tão cansado. Deitei-me na cama com as roupas da rua, acredita? Mas acho que errei tudo na prova… eu sou muito burro.
HOYUN: Tu és sensacional, para. Você com certeza foi bem! Mas não há problema em errar, também.
NAS: Amo-te, meu amor.
HOYUN: Eu também. Eu vou ir ao mercado rapidinho. Já volto.
Das duas uma: ou você está confuse, ou está rolando os olhos e mentalmente discordando. Então eu vou explicar:
[cheguei em casa tão cansado] regência do verbo chegar é feita com a preposição a.
[Me deitei na cama com as roupas da rua], [Te amo] Não se inicia orações com pronomes pessoais oblíquos.
[Tu é sensacional] “Tu”, segunda pessoa do singular; “é” terceira pessoa do presente indicativo.
[Não há problema] “Tem” significa “posse”; “existir” é o verbo “há”.
[Eu vou ir no mercado rapidinho] Uso do verbo ir como verbo auxiliar, não há regras na gramática normativa que impeçam seu uso. Em fato, é muito comum utilizar o verbo ir como auxiliar (significando o início de uma ação ou uma ação que está acontecendo). Pode ser considerado um pleonasmo, entretanto, pleonasmo não é um erro gramatical. Em fato, nós também falamos frases como “vou indo, então” e não consideramos um pleonasmo.
Hwa, mas isso é para quando estamos falamos formalmente…
Na verdade, não. A gramática normativa não foi feita para usarmos somente quando estamos falando formalmente: ela é o uso comum da língua. Mas vamos supor que seja: você realmente vira para alguém e diz "de-mê um cigarro" quando está num casamento? Eu duvido um pouco… mas eu concordo que existem contextos! Há determinadas palavras e estruturas que usamos somente em determinados contextos e essa é uma observação válida!
E raramente, por exemplo, as pessoas falam como escrevem. Aí entra outra fake news: não é escrita que muda a fala, é a fala que muda a escrita. Nós não deixamos de usar “vosmecê” porque começamos a escrever assim: nós paramos de usar porque ninguém mais falava assim. Existem algumas exceções, sim… mas, na história das línguas do mundo, é muito mais frequente a fala mudar a escrita.
Contudo, você concorda que, no diálogo que mostrei, possuíam frases que ouvimos e escrevemos em ambos os contextos formais e informais e, mesmo assim, estavam “erradas”?
Então, o que eu preciso saber? Preciso aprender a falar "certo"?
Você já fala certo! Se outro falante do português entende o que você diz e escreve, você está falando corretamente! Eu preciso que você entenda duas coisas:
Primeiro, escrever “errado” não existe! Existem variações do português padrão, mas não erros.
Segundo, a noção de gramática normativa que existe no imaginário dos brasileiros é um mito!
Não é dizendo que você não deve seguir o que aprendeu na escola, ou que não deve escrever de uma maneira que seja considerada padrão. Não. Isso é importante, também. Porém… há outras coisas que são importantes que todos saibam, mas que, infelizmente, circulam apenas nos âmbitos da galera que estuda as ciências da linguagem. Abaixo, vocês podem encontrar outros esclarecimentos!
Mas, antes disso, fiquem com as palavras do mestre que muito defendia o brasileirismo, a língua do povo!
As formas novas da língua, ou pela composição de vocábulos, filhos de usos e de costumes americanos, ou pela modificação do sentido original, ou ainda por alterações gráficas, serão matérias de útil e porfiado estudo. Com os elementos que existem esparsos, e os que se organizarem, far-se-á qualquer coisa que no próximo século se irá emendando e completando. Não temamos falar do próximo século, é o mesmo que dizer daqui a três anos, que ele não espera mais; e há tal sociedade de dança que não conta viver menos. Não é vaidade da Academia Brasileira de Letras lançar os olhos tão longe. A Academia, trabalhando pelo conhecimento desses fenômenos, buscará ser, com o tempo, a guarda da nossa língua. Caber-lhe-á então defendê-la daquilo que não venha das fontes legítimas, – o povo e os escritores, – não confundindo a moda, que perece, com o moderno, que vivifica. Guardar não é impor; nenhum de vós tem para si que a Academia decrete fórmulas. (Machado de Assis)
O que é gramática normativa?
Ao contrário do que muitos acreditam, existem tipos diferentes de gramáticas. A gramática normativa é apenas um deles. Se você procurar pelo Google, ele irá te dizer que esse tipo de gramática é a que impõe regras e uma norma para os falantes de uma mesma língua. Mas, de verdade, não é bem assim.
A palavra “normativa” não significa uma norma a ser seguida, mas uma normalidade — e suas regras não são imposições, são as regularidades. Isso significa que a gramática normativa é um registro da maneira como os falantes de uma língua falam.
Ela só está juntando as maneiras como as pessoas falam e escrevem o português brasileiro e botando num manual, basicamente. Um manual não é uma regra de como a gente deve montar o aparelho; é uma instrução. Nós não somos obrigados a montar ele daquela forma; às vezes montamos com menos parafusos e dá certo! Às vezes colocamos as coisas nos lugares contrários e até dá certo… mas algumas coisas não funcionam. Outras nada funciona! A língua é assim também. Uma língua só estará errada se ninguém conseguir entender o que você está falando. Se você só cometeu um desvio ortográfico ou gramatical (são duas coisas diferentes, hein!) mas ainda é possível compreender o significado ou, ainda, se você disse algo, mas ainda dá para entender o significado mesmo que algumas palavras soem diferente ou há adições de outras não está errado.
Se é assim, por que aquelas frases que uso diariamente estão erradas?
Então, parceire. O problema da gramática normativa do português brasileiro é que ela não registra o modo como os brasileiros falam. As regras que mostrei são apenas algumas das que não encaixam com o modo como a gente usa o português. Por isso, se você começar a tentar montar sentenças e falar usando a risca a gramática normativa, nenhum brasileiro vai enteder o que você está falando. Irônico, não é?
Isso significa que todo mundo fala errado? Não. A nossa gramática sempre esteve errada porque o objetivo dela nunca foi refletir o brasileiro — a nossa gramática, desde seu surgimento, foi feita pensando em como um grupo seleto (a elite) falava e escrevia. O Brasil tem um caso seríssimo de preconceito linguístico sistematizado.
O que é preconceito linguístico?
É quando associamos características linguísticas de alguém a um esteriótipo e, consequentemente, a discriminamos. São os famosos: “respeito você, mas você escreve errado”, “quem fala mano só pode ser x”, “acho tão feio o sotaque y”, “não gosto de quem fala errado”, etc. Poucos sabem, mas, também, é um crime perante a lei brasileira.
Como você pode ver, todos nós falamos “errado”. Todos cometemos desvios do português e possuímos dialetos, sotaques. Mas nós sempre queremos apontar um tipo específico de fala ou escrita como errado. Pensem em como, na gramática normativa, o “certo” é usar “num” — mas quando queremos escrever “bonito e certo”, trocamos para “em um”. Por que fazemos isso? Porque soa bonito! Nós confundimos o conceito de gramaticalmente aceito com gramática normativa. E, por sua vez, confundimos gramática normativa com normas, imposição.
O que é gramatical aceito? É a estrutura da língua que os falantes aceitam como correta. É usar os pronomes oblíquos pessoais no começo das frases, "em" no lugar de 'a" após o chegar, falar "vou andar" em vez de "andarei", etc. É por isso, por exemplo, que o seu corretor do Word não irá corrigir se você usar “Cheguei em casa”: ele está programado (com a ajuda de linguistas!) para reconhecer o gramaticalmente aceito como válido. Ou porque você também não perderia pontos num ENEM por escrever assim!
Preciso jogar meus livros de gramática no lixo, então?
Não! É importante aprendermos a gramática ensinada nas escolas. A gramática normativa, em sua essência, não é ruim: ela é um objeto importantíssimo para padronizar uma língua e assegurar que todos os seus falantes possam se entender sem abandonar seus dialetos e outras características regionais, culturais, sociais, etc. Um país grande como o Brasil está fadado a ter inúmeras variações do português devido à várias razões diferentes: pense em como é difícil de entender alguém de outro estado quando a pessoa está falando cem por cento em seu dialeto. Ainda que nós, aqui no Brasil, não mudamos tanto — porém, pense na China! Com mais de um bilhão de habitantes, existem zilhões de variações do mandarim! É por isso que existe o mandarim padrão (também conhecido como putonghua) para que ninguém precise abandonar suas características dialetológicas para se entender.
E dialetos (ou sotaques) não são apenas diferenças entre estados, sabia? Dialetos podem existir por razões sociais, regionais, culturais etc. O uso de gírios é um dialeto!
Qual o ponto disso, então?
O ponto é que precisamos reconhecer que essa história de gramática normativa (ou culta) é um mito: ninguém, verdadeiramente, a usa em sua integridade. Existem regras lá que nos usamos? Existem. Mas a maioria possui exceções, por exemplo, porque não funcionam daquele jeito: não só porque, como eu disse, nossa gramática já começou no pé esquerdo… mas porque a língua está fadada a mudanças! Pensem no “vosmecê” que virou “você”, no “para” que virou “pra”, nos termos “zap”, “feicei” e outros estrangeirismos ou termos (rede social, por exemplo) que não existiam alguns anos atrás, mas agora fazem parte da nossa tão amada língua.
Se quiser se aprofundar mais, posso recomendar artigos e vídeos sobre o assunto! Mas, por hoje, é só. Minhas últimas palavras serão essas: no cotidiano, fale e escreva como você se sentir confortável. Todos nós temos a capacidade de distinguir quando falar de maneira formal ou casual, quando usar certos termos ou nãos — e acho que todos concordamos que o Tumblr é um local casual. Então, antes de corrigir alguém, seja aqui ou na vida real, se pergunte o porquê de você estar fazendo isso.
“É pra não ser humilhado por falar erado, Hwa” Justo! Então pergunte se a pessoa pediu, se será educado de sua parte; se, às vezes, você não está fazendo isso meramente porque você, assim como o resto da população (e me incluo nisso!) temos preconceitos internalizados relacionados com a língua. Você pode se surpreender com a reposta — ou a falta dela! Pois como diriam os analistas do discurso, o silêncio também é uma resposta.
Sem mais delongas,
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