Tumgik
#princesas del mar
suckaysuamigos200 · 3 months
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RQ by my friends @JoeVels06
iba a publicarlo ayer pero no tuve tiempo así que lo hago ahora y t, p, y e es de tiburina, ester, y pulpina es que no me quería quedar sin espacio.
de todas formas ella me pidió que dibujara a tiburina, ester, y pulpina de princesas del mar en vercion mixels aunque tuve que hacer uno que otro cambio y a volpina le coloqué unos brazos diferentes ya que quería simular los tentáculos de un pulpo me gustó cómo me quedó ⭐🐙🦈.
⋆。𖦹 °🐋⋆。˚♡⋆。𖦹 °🐋⋆。˚♡⋆。𖦹 °🐋⋆。˚♡⋆。𖦹 °🐋⋆。˚♡⋆。𖦹 °🐋⋆。˚♡
I was going to publish it yesterday but I didn't have time so I'm doing it now and t, p, and e is for tiburina, ester, and pulpina is that I didn't want to run out of space.
Anyway, she asked me to draw Tiburina, Ester, and Pulpina from Princesses of the Sea in mixels version, although I had to make some changes and I put different arms on Volpina since I wanted to simulate the tentacles of an octopus. I liked how I it was ⭐🐙🦈..
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yeonchi · 1 year
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The Sea Princesses Challenge
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It's not a TikTok challenge, but I thought it'd be nice to share. Liamasterink has created a challenge for fanartists to draw three characters, from any franchise or medium, whether it be Sea Princesses or otherwise, in the style of Book M1 (The World of Salacia)'s cover below:
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Here's a close look at some select works:
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Marcela, Louisa and Queen by Liamasterink
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Delfi, Tata and Soraia by tiburina310
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feat. Transformers by fabrizioalfonsosalvatierra9088
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Figurines by christianveras2004
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Christian Vera, Laura Lagos and Kaihiamal Quintana by christianveras2004
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Mina, Bello and Goomo (Jelly Jamm) by Carnal 2468
Feel free to make your own and share it with the community!
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siempre es un "te amo" pero nunca un:
"Yo, amo como tu cara se ilumina cuando hablas de tu sueño. Un sueño que es tan maravilloso, que no voy a descansar hasta ver que se cumpla”
"Tiana... ella es mi Evangeline"
- la princesa y el sapo
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brenda-cast · 4 months
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Cosas que me gustaría que hiciera el amor de mi vida si algún día lo encuentro:
1.- Quiero que me agarre de la mano a donde sea que vayamos.
2.- Que me diga y me demuestre todos los días que me ama.
3.- Quiero ir al parque con el y hacer un picnic.
4.- Quiero ir al mar con el.
5.- Aprender a convivir con su familia y el con la mía de manera sana, respetuosa y tolerante.
6.- Quiero salir a mil citas con el.
7.- Llevarlo de compras.
8.- Que me lleve de compras.
9.- Que me de Flores sin importar el día, la hora o la ocasión.
10.- Que me abra la puerta, me jale la silla, me pase del lado de la banqueta. Que sea un caballero.
11.-Que yo lo acompañe a todas sus fiestas de sus amigos y el a las mías y nos divirtamos.
12.- Bailar con el.
13.- Viajar con el.
14.- Llenarlo y que me llene de detalles, como cartas, canciones flores, dulces chiquitos.
13.-Ver la puesta del sol con el.
14.- Caminar por un campo de flores gigante el y yo.
15.- Darnos de comer en la boca.
16.- Demostrar cada día que nos seguimos queriendo y amando como las primeras veces.
17.- Que me agarre y me bese como si no hubiera un mañana.
18.- Que no me coja, que me HAGA EL AMOR.
19.- Darnos sorpresas.
20.- Cambiar algo malo uno del otro si la relación empieza a ir por mal camino.
21.- Tenernos confianza en todo y respetar nuestras ideas.
22.- Desearnos todos los días.
23.- Hacer tonterías para reírnos entre nosotros mismos, sin pasar el límite del respeto.
24.- Tener los mismos intereses, sueños y metas.
25.- Que me trate como una princesa.
26.- Que sea empatico conmigo y mis sentimientos.
27.- Que nunca dudé de mi nunca por ningún motivo.
28.- Que cuando discutamos, nunca nos gritemos y tratemos de resolver las cosas, o darnos un tiempecito en lo que se nos baja el coraje y después resolver juntos.
29.- Que cuando le cuente algo malo, o triste me escuche, me apapaché y me consuele. Y después de un tiempo me diga si estuve bien, mal o que puedo mejorar.
30.- Que sea una persona comprometida.
31.- Que me consienta.
32.- Que me haga sentir confianza hacia el.
33.- Que me motive a ser mejor persona, y no tenga prejuicios de ningún tipo.
34.- Que me proponga matrimonio de la forma más bonita que el pueda imaginar.
35.- Que no tenga ningún vicio malo o nocivo.
36.- Y que todos los días de su vida cuando me de un detalle, me haga reír o me vea feliz diga “Mereces esto y más princesa”
Confío en la vida en que un día nos encontraremos 🫰🏻✨
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flan-tasma · 8 months
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Hello, I hope you are well
Could you do the reader's first kiss with Freminet ?
I love your writing ❤️❤️
💖~ oh! I hope you are well too!
I love this request so much! I'm on it!
Warning: Nope now💖, Adult Freminet, In spanish it's implied that Reader is a girl, but in english it isn't | Google Translate sponsors me (it's a lie) If I made any mistakes in the english translation, I would be happy to read your comments! | Content in spanish and english
A mi celular le pareció una buena idea cerrar Tumblr y no guardé el borrador, entonces perdí la mitad y me quise pegar un tiro. Pero ahí vamos mi gente latina
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Spanish:
Freminet está tan enamorado de ti y todos podían notarlo. Lyney y Lynette sonreían al ver cómo su pequeño hermano se preocupaba por conseguir flores bonitas y frescas para ti.
Entre bromas surgió la pregunta de Lyney si ya se habían besado, provocando la vergüenza de Freminet y que Lynette consolara a su pobre hermano menor e hiciera que Lyney se disculpara, pero la idea no salió de la mente del buzo.
Freminet y tu se conocían desde hace mucho tiempo pero se habían vuelto novios desde hace relativamente poco. Él no sabía si querías besarlo y él tampoco quería tomarte por sorpresa o forzarte, por lo que buscó pistas.
Cuando leían juntos veía tus reacciones ante los cuentos de príncipes y princesas que rompían maldiciones con un beso de amor verdadero, se involucraba en tus conversaciones con Lynette acerca de esta nueva novela romántica que estabas leyendo y cuando se abrazaban te veía con más esmero, queriendo leer tu lenguaje corporal.
Ambos estaban en una cita nocturna cerca del mar cuando le preguntaste si había algún problema o cuál era el motivo de que no te quitara los ojos encima, él se avergonzó y suspiró mientras miraba a otro lado.
"No sé si te gustaría besarme."
Miraste sorprendida a Freminet y te tomaste tu tiempo para pensar en sus palabras y acciones. El ruido del mar y el viento los acunaba mientras seguían abrazados uno contra el otro, Freminet seguía esperando alguna señal hasta que hablaste.
"¿Qué pasaría si te digo que me muero por besarte?" Freminet podría haber muerto ahí mismo cuando se escondió en su casco de buceo mientras balbuceaba un millón de cosas inentendibles, hasta que se calmó y escuchaste algo muy claramente.
"Quisiera que fuera especial..."
"Si eres tú quien me besa, siempre será especial" Nuevamente Freminet se quedó callado mientras tú te reías de su estado oculto pero podrías apostar que su cara tenía un nuevo tono de rosa espolvoreado en sus mejillas, mantuvieron el silencio mientras aún eras abrazada por uno de sus brazos, sin molestar el flujo de ideas que estaba formando su cabeza en ese momento hasta que se levantó rápidamente y te dejó la manta que los cubría. Te pidió que te quedes en tu lugar con los ojos cerrados y que volvería pronto.
Hiciste lo que te pidió, recostada sobre la manta de picnic, tranquila y cálida por la manta mullida con bordados de pingüinos. Casi pudiste quedarte dormida siendo acunada suavemente por el calor y el viento, dejando que el ruido de la marea tranquila, los pies caminando sobre la arena y los chapoteos te lleven al reino de los sueños hasta que unos minutos después llegó Freminet y te pidió que te mantengas ciega unos minutos más.
"¿Qué estás haciendo, Fremmy?"
"... Un escenario."
Sonreíste y soltaste una pequeña risa con una idea de lo que ocurría, pero nada podría acercarse a lo que viste cuando te dejó abrir los ojos y sentarte: Las velas que habían traído estaban encendidas a cada lado de ustedes iluminándolos junto a la luna, rosarcoíris estaban repartidas alrededor de la manta de picnic y tu príncipe azul marino estaba frente a ti sobre una rodilla. Un ramo de flores rociomarinas recién recogidas te eran entregadas por él mientras se quitaba el casco. Tomaste las flores y Freminet pidió permiso para tomar tu mano.
"Por favor, déjame besarte."
Con una sonrisa lo aceptaste, él sostuvo tu mejilla y la acarició pronunciando gracias en un susurro. Acercó sus rostros y por fin besó con ternura tus labios, sus mejillas estaban calientes, pero su expresión se relajaba cada vez más hasta que se separó.
"... ¿Puedo besarte otra vez?... ¿Otra vez?... ¿Otro más?... Solo uno más, por favor."
No dejaron de besarse en un buen rato.
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English:
Freminet is so in love with you and everyone could tell. Lyney and Lynette were smiling as they watched his little brother worrying about getting pretty, fresh flowers for you.
Between jokes, Lyney asked if they had already kissed, causing Freminet to be embarrassed and Lynette to console her poor younger brother and make Lyney apologize, but the idea did not leave the diver's mind.
Freminet and you had known each other for a long time but had become lovers relatively recently. He didn't know if you wanted to kiss him and he didn't want to take you by surprise or force you, so he looked for clues.
When you read together, he saw your reactions to the stories of princes and princesses who broke curses with a kiss of true love, he got involved in your conversations with Lynette about that new romantic novel you were reading, and when you hugged, he looked at you more carefully, wanting to read your body language.
You were both on a date night near the sea when you asked him if there was a problem or what was the reason he couldn't take his eyes off you, he got embarrassed and sighed as he looked away.
"I don't know if you'd like to kiss me."
You looked at Freminet in surprise and took your time to think about his words and actions. The noise of the sea and the wind cradled them as they continued hugging each other, Freminet still waiting for some sign until you spoke.
"What if I told you that I'm dying to kiss you?" Freminet could have died right there when he hid in his diving helmet while babbling a million unintelligible things, until he calmed down and you heard something very clearly.
"I wish it were special..."
"If you're the one who kisses me, it'll always be special" Again Freminet stayed quiet as you laughed at his hidden state but you could bet his face had a new shade of pink dusted on his cheeks, you twoo kept silent while you were still being hugged by one of his arms, without disturbing the flow of ideas that was forming in his head at that moment until he quickly got up and left the blanket that covered them with you. He asked you to stay in your place with your eyes closed and that he would be back soon.
You did as he asked, lying on the picnic blanket, calm and warm from the fluffy penguin-embroidered blanket. You could almost fall asleep being rocked gently by the warmth and wind, letting the sound of the calm tide, feet walking on the sand and splashing water take you to the realm of dreams until a few minutes later Freminet arrived and asked you to stay blind for a few more minutes.
"What are you doing, Fremmy?"
"... A scenario."
You smiled and let out a small laugh with an idea of what was happening, but nothing could come close to what you saw when he let you open your eyes and sit up: The candles you had brought were lit on either side of you illuminating you along with the moon, rose rainbow were spread around the picnic blanket and your navy blue prince was in front of you on one knee. A bouquet of freshly picked romaritime flowers were handed to you by him while he took off his helmet. You took the flowers and Freminet asked permission to take your hand.
"Please let me kiss you."
With a smile you accepted it, he held your cheek and caressed it saying thank you in a whisper. He brought your faces closer and finally kissed your lips tenderly, his cheeks were hot, but his expression relaxed more and more until he separated you from he.
"...Can I kiss you again?... Again?... Another one?... Just one more, please."
You didn't stop kissing for a long time.
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amiguiz · 10 days
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La cosa, cuando te casas, es que nunca vuelves a estar sola, me dijo Isabel, y es bien bonito estar sola, me dijo también, y era cierto, esto lo digo yo.
Me quedo sola de 8 a 6 cuando Codelo se va a la oficina y yo trabajo desde casa, lo que no es frecuente pero que a veces me permito.
También me quedo sola cuando me quedo en mi idioma. Esta es una soledad bien particular porque se siente como un refugio y una prisión al mismo tiempo, según la luz vaya cambiando de tonalidad. Cuando era niña acostumbraba meterme en espacios estrechos, casi siempre el recoveco debajo del fregadero, la pila de las jergas o, mi favorita, una caja de cartón del tamaño de una estufa.
Ahí me protegía, cuidaba mi soledad.
Afuera, el mundo seguía ocurriendo como era acostumbrado.
Después de un rato me asaltaba la duda de si yo había elegido estar sola o si el mundo lo había decidido por mí.
Hay una canción que habla sobre esto, ojalá pudiera recordarla, probablemente sea de Juan Gabriel. Estos días me anda fallando la memoria, olvidé una conversación con Maribel y otra con Perla, datos importantes, no tonterías, y ayer en la bici sentí que se me olvidaba cómo girar a la derecha; aunque estos procesos pertenecen a regiones distintas del cerebro, el maniobrar no tiene que ver con la memoria. Ya no sé qué estoy diciendo.
Pienso en los gatos, que según ellos son muy independientes, pero se la pasan observándote por el rabillo del ojo.
Quedarme sola en horario de oficina me es insuficiente. Secretamente anhelo la soledad del desierto, el silencio absoluto y la noche cerrada, y la sensación de desamparo que precede a las palpitaciones. Absurdo, mil veces absurdo, habitar un cuerpo programado para el sufrimiento.
Se aproximan las 6, las manecillas de pixeles corren y se termina este remedo de soledad. La simulación es buena cuando eres niña y te sueltan en un parque, en un gigantesco barco metálico para jugar a que eres pirata, princesa o pescadora, pero sólo un rato porque las piratas no existen y las princesas están outdated y las pescadoras no ganan suficiente dinero, por eso ultimadamente acabarás largándote del mar. La simulación es mala cuando eres adulta y has abandonado no sólo el océano, sino el contrato de ficción. Ya no cabes en los espacios estrechos y al barco metálico del parque lo han cambiado por un brincolín.
No estoy sola, no he vuelto a estar sola, me acompañan las palabras de Isabel.
Lo cierto es que yo invitaba a los adultos a entrar a mi caja de cartón, esperaba sus felicitaciones pues había decorado las paredes con estampitas y abierto unos tragaluces con exacto para que entrara el oxígeno, pero a nadie le interesaba entrar y, de todas maneras, no habrían podido, en mi refugio no cabía nada que no fuera mi cuerpecillo de ocho años.
También lo cierto es que los sábados despierto a las 5 de la mañana y el Codelo duerme hasta las 10. Esta es una soledad que, aunque no es plena, tampoco se siente como una simulación. La computadora sería una variación de mi antigua caja.
Estoy adentro. Afuera el mundo sigue su curso. Me asomo desde el rabillo del ojo.
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This is one of the first songs I remember having heard in my life, because my mother used to sing it. It's a traditional Catalan song known as "a la vora de la mar" or "el mariner".
It's sung around all the Catalan-speaking territories with very few variations, but I have found that in some places of the Valencian Country the melody can be a bit different. You can listen to that version in this YouTube video.
This anonymous ballad has been passed down from generation to generation, particularly in the coastal areas of the Catalan Countries. Some academics who have studied folk songs say that it also spread to other European sailing cultures who came in contact with the Catalan sailors or fishermen.
Here's the most widespread lyrics in Catalan and the translation to English:
A la vora [or voreta] de la mar hi ha una donzella hi ha una donzella. Que en brodava un mocador que és per la reina [or la flor més bella] que és per la reina [or la flor més bella].
On the sea shore there is a maiden there is a maiden. Who was embroidering a shawl that is for the queen [or the most beautiful flower] that is for the queen [or the most beautiful flower].
Quan en fou a mig brodar li manca seda (x2). Gira els ulls envers la mar veu una vela (x2).
When she was in the middle of embroidering she didn't have enough silk. She turns her eyes towards the sea and sees a sail.
I veu venir un galió tot vora terra (x2), S'apropa un mariner que una nau mena (x2).
And she sees a galeon near the land, a sailor who leads a ship is coming closer.
– Mariner, bon mariner, que en porteu seda? (x2) – De quin color la voleu, blanca o vermella? (x2)
"Sailor, good sailor, do you carry silk?" "What colour do you want it, white or red?"
– Vermelleta la vull jo, que és millor seda. La donzella entrà a la nau, trià la seda.
"I want it red, because it's a finer silk." The maiden entered the ship, chose the silk.
Mariner es posà a cantar cançons novelles, amb el cant del mariner s'ha adormideta.
The sailor started singing new songs, with the sailor's singing she has fallen asleep.
I amb el soroll de la mar, ella es desperta. Quan ella s’ha despertat ja no en veu terra.
And with the sound of the sea, she wakes up. When she has woken up, she can't see the land anymore.
–Mariner, bon mariner, torneu-me a terra. –Això sí que no ho faré, que heu de ser meva.
"Sailor, good sailor, take me back to the land." "I won't do that, because you must be mine."
–De tres germanes que som, sóc la més bella. L'una porta vestit d'or, l'altra de seda.
"Out of my two sisters and I, I'm the most beautiful one. One of them wears a dress of gold, and the other [sister] wears [a dress] of silk."
I jo, pobreta de mi, de sargil negre. L’una es casada amb un Duc, l’altra és princesa, i jo pobreta de mi, sóc marinera.
"And I, poor me, [I wear a dress] of poor quality black wool. One of them is married to a Duke, the other one is a princess, and I, poor me, I'm a sailor."
–No sou marinera, no, que en sereu reina, que jo sóc el fill del rei de l’Anglaterra.
"You're not a sailor, no, you will be queen, because I'm the son of the king of England."
A la vora [or voreta] de la mar hi ha una donzella. Que en brodava un mocador que és per la reina [or la flor més bella].
On the sea shore there is a maiden. Who was embroidering a shawl that is for the queen [or the most beautiful flower].
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rubimoon45 · 7 days
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SUMMER´S LOVE
Pareja: Helion x fem!reader
Sinopsis: Calliope es prima del Alto Lord de La Corte de Verano, y una princesa de Verano. Cuando la amenaza cae sobre el continente y deben liarse, a ella solo le preocupa una cosa.
Parte: I, II, III, IV
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Estaba en la playa esa mañana, ayudando a una de las tortugas a desenredarse de una red que los pescadores habían lanzado al agua una vez completaban su trabajo en alta mar. Odiaba encontrarse a los animales de aquella manera, sufriendo por algo que no era su cupa, y no es como si hubieran leyes que prohibieran esos actos. Pero haberlas creado durante el cautiverio de la familia real y el gobierno tiránico de Amarantha las dejaba casi inválidas con su regreso, así como haberlas hecho una hembra cuya autoridad ya estuvo en duda en su momento. Calliope podía ser la primera del Alto Lord, pero continuaba siendo una hembra nacida del segundo matrimonio con uno de los príncipes. Y eso no siempre estaba bien visto entre los de su especie, en su gran mayoría. Un tirón en el brazo la hizo detenerse, el agua golpeando sus rodillas descubiertas, el pantalón remangado hasta sus muslos. Uno de los guardacostas la ayudó manteniendo a la tortuga, que se sacudía queriendo huir.
El sol estaba en su punto más alto y el agua relativamente tranquila. Los expertos decían que las migraciones de especies ya estaban ocurriendo y que la tormenta tropical ayudaría al desplazamiento de otras. Al menos ellas podrían salvarse si otro ataque golpeaba Adriata. Poner a salvo a los inocentes era lo más importantes. Adriata estaba bajo alerta. La mayor parte de la población se había marchado al interior con el primer ataque, y los que se habían quedado eran trabajadores menores o miembros del ejército para defender la ciudad de un segundo. Tiró de la última tela que rodeaba la aleta delantera de la tortuga, que volvía a revolverse en busca de libertad.
-¿Por qué quiere marcharse? La estamos ayudando.
De normal, se dejaban ayudar por las manos adecuadas. Debía ser por el primer ataque. Tenía que serlo. Los animales eran más perceptivos que otros faes. Tal vez en su forma primitiva pudiera resolverse la guerra sabiendo cuándo iban a atacarlos con sus sentidos más desarrollados, perdidos en la evolución hacía milenios.
-Saben lo que pasa. Usted también debería marcharse.
-No estaría bien huir y dejarlos a todos -le dijo al macho. Piel morena y cabello oscuro. Un nativo de Verano-. Quiero arreglar esto antes de reunirme con mi primo.
-¿Ha dado alguna noticia nueva?
Calli no respondió a la primera.
No podía hablar a la ligera de los asuntos de Estado con cualquiera. Por mucha ayuda que le hubiera dado en los últimos años con la cala, seguían siendo un extraño que no tenía por qué conocer los asuntos de gobierno.
-Solo lo conocido.
Él no preguntó más.
Volvió a centrarse en su tarea. La tortuga, con medio cuerpo sumergido y la otra mitad en el aire sacudió las aletas delanteras. Calli se apartó antes de recibir un golpe, pero aprovechó para coger el último de los extremos que la rodeaban. Una de las olas impactó con fuerza contra su espalda, empapando su ya de por sí melena blanca sumergida hasta la mitad. Mechones blancos solapados cayeron frente ella y tuvo que recolocárselos como pudo. Maldijo cuando el animal aprovechó para volver a sacudirse. El fae menor agarró una de las aletas antes de que la golpease en la cara. Calliope tiró nuevamente de la cuerda de plástico, la última que quedaba. Pensó en cómo solían hacer los nudos los pescadores en la playa, cuando se sentaban en los muros que dividían la ciudad de la entrada a la playa. La gente iba a colocar el mercado ahí y a despedirse de quienes se subían a los barcos durante meses.
-Ya casi.
Calliope movió los dedos rápido. Tuvo que apoyarse en el hombro del macho para coger fuerza...y entonces se impulsó girando ambos dedos y muñeca hacia fuera, arrastrando el plástico de la red hacia ella. Y entonces sucedió. La tortuga hizo un sonido conocido, como un gemido, cuando la red que quedaba le fue retirada de la aleta y finalmente liberada. Calli no reprimió su sonrisa, aumentando en tamaño cuando el fae soltó a la tortuga y pudo huir. El agua los golpeó de lleno cuando su pesado cuerpo cayó y tomó el impulso para marchar. Aplaudió y saltó cuando el animal desaparecía. Tal vez fue por la emoción que se lanzó al macho fae y lo abrazó con fuerza. Él se quedó quieto, rígido como una piedra.
El mar los golpeó a ambos. Y aún con esa, en su pecho se instaló un sentimiento que no tenía nada que ver con la emoción de salvar una vida, su adrenalina... Era más como otra emoción que tiraba para colarse en el lugar de la otra. Una que oprimía sus pulmones y apretaba su corazón excitado. Calliope se alejó del macho, un poco confusa, con la mano en el pecho.
-¿Princesa?
-No es nada, solo... Nada.
Igual a cómo se sintió en la reunión de los Altos Lores. Cuando Eris la había insultado delante de todos y hecho reaccionar a Lord Helion. Pero no estaba ahí, había acabado. ¿Y si fuera por culpa de la guerra? ¿Y si...? El macho fae posó su mano sobre su hombro.
-El Alto Lord está aquí, princesa.
Calli levantó la cabeza rápido. Miró en dirección a donde señalaba el macho, hacia la orilla. Ni el mar caliente pudo calentar su sangre cuando vio a su primo esperando en la playa, con las visibles flores de su corona... Y otras dos figuras a su lado. Tragó saliva. Formalidad, de nuevo. Extranjeros, del norte. Ropa clara y tez oscura. Como los guardias de la Corte de Día. Calliope empezó a caminar hacia el exterior del agua. El chapoteo le indicó que el macho iba con ella a sus espaldas.
¿Lo habían visto, el abrazo? No significaba nada, por supuesto. Conocía las normas y las jerarquías. Y no se arriesgaría jamás a recibir una llamada de atención como esa. Los pesados pasos se aligeraban a medida que el agua dejaba de cubrirle las rodillas. Mientras, sopesó las posibilidades de esa repentina visita. ¿Una nueva técnica? Se puso en lo peor. ¿Se iban ya a la guerra? No. Se habría entrado por los guerreros. Por el Caldero... El Alto Lord de la Corte de Día y una mujer a su lado esperaban con Tarquin. ¿Su mujer? No, no estaba casado ni comprometido. Tampoco enlazado con alguna compañera, que se supiera. Entonces debía ser una amante o una mensaje, o ambas de acuerdo por cómo se le conocía. Salió del agua, y la cálida arena seca se le coló entre los dedos húmedos.
El rostro de su primo no mostraba ninguna emoción, como de costumbre. Pero la del otro había perdido su frialdad y ahora, bajo la luz del sol, su piel y expresión se veían deslumbrantes como si fuera el mismísimo sol. Pero quien le llamó más la atención fue la mujer a su lado. Su postura erguida y manos cubiertas y entrelazadas... ¿Una sacerdotisa? No, eso no era el atuendo oficial de. ¿Quién era? Caminó hacia ellos intentando descifrarlo. No había guardias alrededor.
-Calli -empezó su primo. La melena blanca y familiar se mecía a sus espaldas-, la Corte de Día se quedará esta noche con nosotros mientras esperamos al ejército de Tamlin.
-Si consigue reclutar a alguna persona que no se halla marchado de su Corte por su numerito.
Miró un poco de más a la mujer. No sentía nada. Volvió a mirar a su primo y al Alto Lord.
-Oh.
-Helion ha pedido residencia en Adriata. Tus hermanos y yo hemos aceptado y nos quedaremos con vosotros.
"Hasta que tengan que encontrarse con el ejército", pensó, pero no dijo nada ni lo intentó. Ella solamente asintió.
Seguía sin entender los motivos del por qué querían hablar con ella. Podrían haberse encontrado en el palacio. El rostro de Helion observó la playa con gran detenimiento, hasta que sus ojos se posaron en ella. El ámbar líquido de sus ojos deslumbraba como mil soles. Estaba sudando, pero no parecía mostrar signos de incomodidad. A Calli le sorprendió porque no todos encontraban agradable las temperaturas y humedad de la Corte.
-Me gustaría dar un paseo por Adriata -le dijo, sonando como si solo estuviera hablando con ella. Su primo asintió-. Tengo entendido que esta ciudad es de las más hermosas de Prythian, y dado que me gustan las cosas bonitas, me llama la atención. Y siempre he querido saber cómo era el hogar de Tarquin para volverlo tan seco.
-No era necesario.
Su sonrisa resplandeció, como un... Estaba pensando en un niño, pero de eso tenía poco.
-Sí que lo era. Sería un placer conocerla por manos de la joya de Adriata.
Joya de Adriata y joya de Verano. Eris también la habían llamado de esa manera. Calliope frunció el ceño. ¿Iba a insultarla también, en su propio hogar?
-Mientras tanto, me gustaría entablar una alianza con Tarquin. Una que beneficie a ambas Cortes -apartó los ojos de ella y los movió en dirección a la mujer. Esta no se inmutó-. Ella es mi mensajera. Emile. Conoce lo necesario y suficiente para hacerlo en mi nombre.
-¿Una alianza? ¿Para qué?
Tarquin habló.
-Rhysand, Helion y yo queremos un frente unido dada la distancia entre los Altos Lores, como se demostró ayer. Las alianzas bailan con los siglos, y esto es un comienzo. Puede que Kallias se una a nosotros cuando vea lo suficiente de la guerra.
No entendía nada de esos juegos de alianzas y Altos Lores unidos. Solo entendía que iban a unirse entre ellos dada la negativa del rostro. ¿Y ahora el Alto Lord quería conocer la ciudad en vez de empezar las negociaciones por sí mismo? Volvió a mirar a la mujer. Le pareció ver un trozo de pie oscura cuando el velo se alzó de más.
-Me gustaría cambiarme antes de la visita.
-Por supuesto.
Su primo se adelantó.
-Recoge también algunas de tus cosas. No podrás quedarte en la casa de la playa hasta que acabe la guerra. Estarías expuesta a cualquier ataque.
Asintió, pero por dentro se mordió la lengua.
-Nos vemos ahora, primo. Lord.
-Calliope -inclinó la cabeza en su dirección.
Otro golpeteo. Los sentidos de ella se despertaron, como si hubieran estado en una ensoñación. Por un momento, los oídos le pitaron; luego, la burbujita estalló. Como cuando se sumergía en el agua y subía demasiado rápido. Calliope analizó su expresión. Los ojos le bailaron a la ropa, igual que los de ella a la suya. Una pizca de vergüenza se asentó en su sistema al recordar que llevaba la ropa desgastada y casi rota; la que usaba para sus trabajos en la cala. Él, por otro lado, iba impoluto como correspondía a su rango. La corona dorada esta vez se acompañaba con protecciones metálicas y del mismo color en antebrazos y gemelos. Llevaba la toga blanca al estilo de la última vez, con un trozo de ella que salía de su cintura y envolvía un trozo de brazo. Ni la belleza de todos los faes juntos le hacían justicia.
Se tocó el brazo. Piel desnuda y cubierta de sal.
Luego, se dio la vuelta hacia su casita.
Para recoger sus cosas.
Y marcharse al palacio en el que no había dormido desde hacía meses.
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-Recuerdo esta playa, estas vistas... Fue en ese acantilado, me parece -señaló a uno de los acantilados más cercanos al mar, bajos y sin mucha inclinación. Calliope torció la cabeza para observar al lugar, puesto que su musculoso cuerpo le impedía en parte verlo al completo- que me invitaron a asistir a un funeral de vuestra familia. Todavía no era mi Alto Lord cuando mi padre me obligó a asistir. Pensaba que iba a aburrirme, pero...fue realmente emotivo. En mi Corte los funerales reales se hacen de otra forma.
Calliope y Lord Helion habían bajado desde el castillo de Adriata, recorrido la ciudad y llegado a la playa hacía unos pocos minutos. Sus hermanos se habían quedado con Tarquin en el palacio, ordenando algunas cosas de en las filas de los ejércitos con los generales que permanecían en la ciudad antes de mandarlos con el resto de guerreros a las filas. Cuando llegasen las tropas de Tamlin, se marcharían. No quería pensar en lo peor, pero la guerra se sentía peor que la presencia de Amarantha en aquellos cincuenta años. Por el Caldero, Tarquin había recibido el poder del Alto Lord a los treinta años.
Lo había llevado por los callejones de Adriata, que por la evacuación de la ciudad se habían quedado despejados y solo los guardias pasaban para patrullar, y luego ido a la plaza ce la ciudad. Verlo todo tan vacío se sentía extraño, estando acostumbrada al continuo ajetreo de las calles, la playa y el mercado. Oh, sobre todo el mercado. Verlo despejado, sin nadie que atendiera las mensajes que habían quedado arrasadas por la interrupción del ejército... En todo momento él había preguntado, pero no preguntas tontas. Sino que se interesaba por la arquitectura, la utilidad y el estilo en el que estaba diseñada la ciudad, interesándose en todos los pequeños detalles para los que ella, para su sorpresa, a veces no tenía la respuesta. Dada la antigüedad, ella no había nacido cuando se pusieron las primeras piedras ni crearon primeras leyes. Lord Helion tuvo la caballerosidad de ofrecerle información de sus bibliotecas privadas, en su Corte, por si alguna vez se interesaba por la construcción de la civilización de la especie fae en el continente. Ella había aceptado, no muy segura, y sin tampoco saber qué responder a esa propuesta.
Finalmente, habían acabado en la playa. Agradeció haberse cambiado al vestido de seda gris holgado a partir del corte de los pechos. El corsé se ajustaba a en la zona del pecho, y se volvía más ligero, tanto el viento se colaba entre los pliegues y se sacudía al mínimo movimiento. Los filos tirantes se envolvían alrededor de su cuello como un amuleto. Cresseida le había hecho una trenza gruesa al verle el pelo enmarañado, después de decirle que parecía que se había peleado con una serpiente marina, y decorado con algún adorno suelto de su joyero. Así vestida, al menos no parecía lo que su hermana decía. Y por lo menos conseguido no dejar mala a su Corte. Casi parecía una princesa de verdad.
Lo miró buscando algún indicio de mentira, como le habían enseñado. Pero no encontró nada. Solo un rostro atractivo relajado y sudado por el impacto de la Corte de Verano.
-¿Puedo saberlo?
Calli casi se tropezó con un tronco sepultado en la arena. La falda sedosa de su vestido se movió con ella, pero no cayó al suelo. Continuaron caminando hasta que llegaron a una pendiente de piedra blanca que subía hacia la ciudad. Lord Helion se detuvo y se quedó admirando cómo las pequeñas olas golpeaban en la costa.
-La Corte de Día tiene unos días esplendorosos, pero también agotadores por las altas temperaturas. Muchos ejércitos que han intentado invadir el territorio han quedado sepultados en la arena de los desiertos. Algunos dicen que todavía se pueden ver los huesos -se estremeció, y él pareció notarlo cuando abandonó la idea de continuar dando esos detalles-. Aprovechamos esas horas para dejar los cuerpos ahí a primera hora, cuando no hace tanto calor, y que se carbonice durante el resto. Por la noche, cuando las temperaturas son mejores, recogemos las cenizas y las enterramos en los jardines interiores.
A Calli le invadió una repentina curiosidad. Conocía algunas de las tradiciones y festivales de otras Cortes por sus maestros y lecturas personales, pero ninguna era tan acertada como resultaba ser. Y también porque de haberse movido en ese espacio habría acabado como una viajera entre Cortes, o convertida en mensajera para resolver esas dudas. El refrán de que Amanecer tenía los mejores amaneceres, Día los mejores días y Noche las mejores noches era una duda que todavía le quedaba por saldar... A excepción del primero.
-Por las tardes los extranjeros, o incluso algunos nativos, utilizan prendas finas o velos para cubrirse. El sol y la temperatura no perdona en algunos casos -hizo un gesto hacia el sol cegador en el cielo, algunas nubes cubriendo el manto azul claro y perdiéndose en la lejanía-. Tú sin duda tendrías que llevarlo.
Calli intentó imaginarse la escena. Ella con velo, en una Corte que no era la suya, sin poder mojarse las manos y las piernas cuando estuviera estresada. Fue una imagen ridícula, pero en parte atractiva para unas vacaciones... Si no estuvieran en una guerra y no fuese ella. Los rumores que llegaban de la Corte de Día eran a cada cual más explícitos. Vivir en un lugar como ese, y no en tranquila Adriata, sonaba más como una tortura que como una residencia tranquila.
-Dudo que pudiese -se rio con solo imaginarlo. Abandonar su hogar, aunque fuera por un viaje, ya sonaba una tortura. El viaje de hacía unos días apenas duró horas y ya había sentido una pena profunda por abandonar su espacio. Su cala. Su Corte-. Alejarme del mar, del agua... No, no podría. ¿Ha dicho jardines?
-Tampoco es tan malo. Los jardines interiores recogen el agua y hay vida. Celebramos muchos de los actos oficiales en esa zona.
Calliope lo miró, dudosa. Él solo se rio al ver su expresión. Pero no la carcajada que le dio a Eris hacía dos días, sino... Algo más suave, más real.
-Tengo entendido que tu hermano y cierta hembra de la Corte de Noche no saben si besarse o matarse -cambió de tema, sabiamente.
Calliope se miró los pies desnudos. La arena metiéndose entre los dedos. El calor en la playa a veces era sofocante, pero en esos momento, parecía que la presencia del Alto Lord de Día aumentaba la temperatura del espacio.
-Creo que mi hermano tiene un corazón honorable, pero confuso. Desde pequeño lo entrenaron como príncipe, y a Cresseida y a mí como princesas -dijo, aunque el aire que se calentaba a su alrededor la sofocaba y volvía sus pensamientos confusos-. Fue idea de Cresseida enviar los rubíes de sangre... Pero de mi hermano acabar en buenos términos con la otra hembra.
-¿Contigo no?
-Oh, me cayeron bien, hasta que nos robaron. Eran amables y encantadores, pero eso se esfumó cuando mi primo se dio cuenta de que nos habían robado y marchado.
Lord Helion hizo una mueca en su hermoso rostro, la piel morena resplandeciendo con el sol golpeando de lleno. La corona la deslumbró cuando su cabeza se volvió hacia ella, por primera vez mirándola de forma que Calliope no supo descifrar. Tantos misterios a su alrededor, tantos...rumores que lo rodeaban. Y era incapaz de ver a través de su piel.
Destructor de Hechizos. Lo apodaban así porque sus hechizos eran capaces de hasta romper una maldición, y porque conocía tantos por las enormes bibliotecas de su Corte que sabía hasta los secretos de todo Prythian.
-Por la seguridad de todos tuvieron que tomar es parte que guardabais... Y no los estoy excusando. Si alguien entrase a mi Corte y me robara, habría hecho más que enviar unos rubíes de sangre.
Calli se encogió de hombros. El sol parecía tener envidia de la luz propia que enviaba Helion, cuando las nubes que surcaban el cielo como barcos lo taparon. Su piel continuó resplandeciendo.
-Fue idea de Cresseida. Ella... A ella no le gusta que jueguen con sus emociones. Varion, por otro lado, él es compasivo. Sabe lo que es el perdón -jugó con el collar que caía sobre su pecho, con la cuerda y el objeto del final-. Le envió a esa chica una disculpa. A... -se calló. El nombre apareció en su cabeza-. Amren. Ella decía todo tan claro, tan directo... Puede que con ella no tenga ninguna enemistad.
-Hablar de enemistad ya es fuerte. No pensaba que la joya de Adriata pudiera sentir antipatía hacia una persona.
Lo miró de vuelta. Ya iban dos veces que la llamaba así, y continuaba sin dar signos de por qué todos menos su familia la llamaban así.
La brisa marina meció su vestido, y tuvo que reaccionar rápido para evitar que su cuerpo quedase expuesto. Entró en la rampa de piedra, sintiendo el ardor que suponía una superficie puesta bajo el sol durante tanto tiempo, pero no las quemaduras que habrían supuesto para los humanos. El calzado de Helion eran sandalias de cuero cuyas tiras ascendían hasta perderse en las protecciones doradas. No tenía los mismos problemas que ella.
-La guerra está activa, así que... Mi enemistad con ella ha finalizado, señor. Y no siento nada malo hacia ellos, solo incomprensión por las mentiras que nos dijeron -le dijo. Fue cierto, saliéndole de lo más profundo de su corazón. Las razones por las que a diferencia de sus familiares era incapaz de sentir resquemor por unas personas que mintieron, jugaron con ellos y les robaron en su propia casa. Calliope alzó el rostro para mirarlo directamente a la cara, y dijo-: Soy incapaz de odiar a una persona. Mi hermana dice que ese es mi campo de batalla, o mi mayor debilidad.
Helion le devolvió la misma mirada. Una intensa, de esas que podían estremecerte, pero a ella no le dio esa sensación de ansiedad o temor. Le dio valentía a continuar hablando. La perfecta melena lisa y peinada por debajo de sus hombros no se había movido ni un centímetro. ¿Y si la corona lo mantenía todo junto?
-Cada uno tenemos un campo de batalla.
-Mi padre solía decir que el campo de batalla para las hembras era el parto. Que debían afrontarlo y combatirlo. Y mi madre lo hizo. Conmigo casi muere, y con mi hermano...
Cerró la boca. Los labios le temblaron y tuvo que hacer un gesto rápido, como si mirara hacia el mar, para evitar que le cayesen lágrimas.
Consciente de cada respiración, de cada movimiento, Lord Helion mantuvo el silencio iniciado por ella unos instantes más. Las gaviotas pasaron volando sobre sus cabezas, graznando y en manda hacia otro lado. Solo el sonido de las olas se escuchaba entre ellos.
-Un hermano es una bendición. Los hijos son raros, y a veces hay que hacer sacrificios. Sobre todo nosotros, los Altos Lores y sus familias.
-Yo no quería un hermano, señor -respondió-. Solo quería a mi madre.
Sonaba avaricioso, le había corregido una vez su hermana, por cómo hablaba de su madre. Su padre se había alegrado de tener otro hijo, pese a las advertencias que se habían especificado sobre un segundo embarazado tras el desastre del primero. Su madre, al final, había librado una batalla en su campo, y al igual que muchos caballeros faes, había caído en ella dejando a su paso un legado.
-Aún eres joven para comprenderlo, pero habrá un momento...en el que juegues un papel fundamental. Hay personas que han tenido que abandonar sus hogares para cumplir con sus obligaciones, y solo tenían decenas de edad -dijo finalmente. Se apartó de su lado y volvió a concentrarse en la extensión del mar, de la arena que se acumulaba en la orilla, de todo el paisaje. Dos ojos perdidos en la nada que, con todas esas, eran capaces de saber cualquier cosa que ocurría al otro lado-. Al igual que yo algún día tendré que sentar la cabeza. Aunque mi consejo dice que ya debería hacerlo, antes de la guerra, y asegurar la línea.
Ella solamente se dignó a mirarlo, a contemplar toda esa belleza reunida en una persona y su personalidad. Y a pensar en cuáles eran las condiciones que estaban negociado su mensajera y primo en el palacio mientras ellos hablaban. Tuvo que bajar la mirada cuando él se dio cuenta de lo que estaba haciendo, disimulándolo con que se acercaba a la barandilla de piedra blanca a su lado.
Ahí, apoyó la cadera a la vez que viento aumentaba en intensidad del viento. La magia solía controlar la dirección en la que soplaba el viento para controlar cómo se movían los barcos por la costa. Pero ese... Aquello era aire natural, sin magia y con una suavidad que hubiera recordado a una caricia. No se dio cuenta de que Helion la había estado mirando todo ese rato en silencio, al ver que no respondía, y que esos ojos ámbares igual que la miel no eran más que líquido cuando le devolvía la mirada.
Ella... Ella no supo cómo reaccionar. Ni qué decir. Así que permanecieron como se quedaron, en silencio y con las gaviotas sonando en los cielos, el mar moviéndose sin control.
En todo momento... Pero solo cuando hacían contacto con los suyos. ¿Qué pensaba? ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué abrir una alianza con condiciones en aquellos momentos, y no dejarlos para otro momento? Pero no respondían a preguntas, no sin hacerlas. Calliope sintió una emoción en su pecho, una que se extendió por todo su cuerpo y no se detuvo.
Ni cuando se separaron en el palacio para atender a sus propios asuntos.
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Dos faes hembras se quedaron con ella mientras se duchaba, pero fuera del baño. No tuvo el coraje de salir de su habitación para la comida, cuando la llamaron para unirse. Sin embargo, la llamada de atención de sus hermanos o primo no llegó. Solo el recordatorio indirecto de que la cena era obligatoria y que tanto Lord Helion como la mensaje estarían con ellos. Cómo no.
En el baño, se tomó su tiempo. Dejó que el agua caliente y limpia lavara su cuerpo, endulzada con rosas y unos aceites que no se había atrevido a preguntar de dónde eran y de quién. De su hermana, supuso. Dejó que una de las hembras eligiera la ropa por ella, mientras que la otra repetía la trenza de por la mañana y la decoraba esta vez con unos adornos más experimentados y adecuados. La primera eligió un vestido color oro, un poco rosado, similar en estilo al que había llevado por la mañana. Casi que lo agradeció. Odiaba los vestidos formales de las recepciones. Dejó que la peinasen hasta acabar con los adornos, pero cuando se fue dejó libres algunos mechones para darle su propio estilo, y que ocultasen aquellos pendientes enormes.
Cuando salió de la habitación, se sintió como una princesa mojigata más. Su hermana estaba saliendo al miedo tiempo que ella, despidiendo a unas sirvientas de palacio.
-¿Algo que compartir?
-Solamente mi incomodidad a este tipo de celebraciones.
Y con esas, marcharon agarradas del brazo de la otra al comedor.
Llegaron juntas al comedor. Calliope no dudó en sujetar la mano de su hermana con fuerza, tal vez una poca de más cuando escuchó el ruidito que hizo su hermana al contacto. El comedor era un espacio amplio, abierto con ventanales normalmente abiertos para crear corriente y que se respirase. Esa noche estaban cerrados y varios farolillos colgaban del techo iluminando la estancia, tal y como recordaba cuando las comidas familiares eran...multitud. Lord Helion y su mensaje estaban en un lado de la mesa, con Varian en un extremo y Tarquin en otro. Cada uno a sus propios asuntos. Quedaban dos asientos, uno al lado de su hermano y otro al lado de su primo. Cresseida y ella no se lo pensaron dos veces cuando fueron a sentarse.
La comida se sirvió con magia, sin nadie que pudiera escuchar lo que se hablaba en la mesa. Ni siquiera para comer la mensaje se quitó el velo, metiendo el tenedor por debajo de la tela y masticando en silencio. Ni un ruido ni nada... Convertía a Varian en un charlatán a su lado.
-¿Alguna noticia de nuestro amigo?
Tarquin levantó la mirada del vaso, posándola sobre el otro Alto Lord. Cresseida a su lado los miró a ambos, con curiosidad. Casi pudo notar la tensión de los músculos de Varian sobre los cubiertos.
-La Corte Primavera es nuestro vecino hacia el sur -respondió su primo, dándole un sorbo a su vino-. Tengo... Tenemos algunos lazos con ellos. Quiero pensar que Tamlin hará algo bien para sanar las heridas que ha abierto en el continente.
-Siempre hemos sido neutrales, y él un cobarde -soltó Varian, con los ojos en su propio plato.
Cresseida, que normalmente guardaba silencio o no mostraba su opinión en público o visitas de estado, habló por primera vez.
-No lo hizo para detener a esa zorra pelirroja ladrona cuando torturaban a esa humana, va a aliarse con las Cortes que quieren derrotar a sus únicos aliados -negó con la cabeza, dejando su tenedor sobre la mesa y agarrando el cuchillo-. Solo porque no sabe controlar su ira.
-Cresseida.
-Es la verdad -respondió esta vez Helion, con un brazo musculoso apoyado en el mantel y una sonrisita-. No es como si nuestro amigo fuera de confianza. Pero yo también creo que va a saber elegir bien.
Movió el tenedor en su comida. Comida ligera para irse a la cama, para no llenar mucho el estómago y que se volviera pesada con todo ese calor. Empezó a comer antes de que comenzasen las conversaciones sobre la guerra, los reclutamientos y los ejércitos de cada uno. Aquello ya se estaba volviendo pesado.
Varian lanzaba miradas de reojo hacia la mensaje, a cada mordisco . Le dieron ganas de reír. Parecía igual de curioso que ella, pero no era tan bueno fingiéndolo. Como su hermana ya se había callado, estaba absorta en su comida y pensamientos. Los machos hablaban de temas de guerra y esas cosas, en sus propios mundos. Calli separó un poco la pierna, lo suficiente como para rozar la de su hermana pese a la distancia de separación entre las sillas. El tema de conversación había cambiado, se dio cuenta, hacia las provisiones de los ejércitos y cuánto podían durar. Los labios de Helion se movían para hablar tan rápido que parecía como si el sonido saliera de forma distinta a cuando abría la boca. Era un baile hipnótico y casi vergonzoso de ver, y se sintió rara al poder contemplarlo y pensar en él de una manera tan... Fuera de sí. Tarquin escuchaba y a veces respondía con sabiduría, pero dejaba claro que el tema de la guerra con Hybern lo tenía consumido.
Cresseida despertó después de un par de pataditas. Giró la cabeza con tanta velocidad que pensaba que iba a convertirse en búho. La sonrisa en sus labios y la señal con la cabeza hicieron que la moviera al lado contrario. Su hermano continuaba lanzando miradas curiosas hacia la mensajera, que no parecía inmutarse a que los ojos estuvieran sobre ella. Los hombros de Cresseida se movieron, por lo que supo que estaba conteniendo la risa.
-Qué concentrado... -es lo único que pudo decir sin atragantarse. Para disimularlo, fingió que tosía y tomaba un trago de su vino. Ella hizo lo mismo, pero con su vaso de agua.
Por un momento, se le vinieron a la cabeza los momentos de tensión que había pasado su hermano con la presencia de la segunda al mando de la Corte Noche. Las miradas de advertencia, pero también de interés y curiosidad, cuando esta agarraba cualquier cuchillo. Continuó comiendo como si no hubiera pasado nada, pese a que su hermana de vez en cuando soltaba algún ruidito que la obligaba a detenerse.
-Calliope -escuchó. Era Tarquin. Cerró los labios, con la comida todavía en la boca, y la masticó lentamente-. ¿Qué te parece?
Ella no contestó. Vio de reojo la cabeza de sus hermanos moverse hacia la misma dirección. Seguramente andaban igual de perdidos que ella. Las pupilas de su primo se dilataron, pero no parecía estar enfadado. No con tanto cansancio acumulado.
-Perdona, yo...
-Hablábamos sobre el templo al otro lado de la playa, en la costa al sur de la ciudad. Tendríamos que renovarlo.
El santuario donde se guardaban los secretos de la Corte. El antiguo templo a viejos dioses donde Feyre y Amren se habían colado por la noche para robarles. Lo recordaba bien. También porque siempre que iba a nadar, acababa yendo a esa zona a descansar y recuperar fuerzas para otra incursión submarina.
-Sí, estaría bien.
-Creo recordar que mi padre viajó una vez a la Corte de Día para estudiar los estilos arquitectónicos de sus edificios -añadió Varian. Helion asintió, solemne.
-Estás en lo cierto -le dio la razón. Calli se dio cuenta en que apenas había tocado algo de la comida-. Mi padre lo recibió y le permitió pasear por la capital con su guardia personal, sin ninguno de los nuestros. Aún lo recuerdo.
¿Y ella qué tenía que ver en eso? El hermano de su padre era un hombre más del que Amarantha se había vengado, pero nada más. Además, de que apenas lo había conocido. Antes de cambiar la jerarquía de la familia, cada macho estaba repartido en cada ciudad de la Corte o sirviendo como marinero.
Calli miró al plato de Lord Helion sin tapujos, y habló.
-Apenas ha tocado la comida. Si hay algo que no le gusta, puede decirlo y se le servirá otro.
Helion la miró, y su sonrisa cambió. Parecía amable. Otra vez el brillo de aquellos ojos preciosos y seductores. Calliope sintió un tirón en su estómago.
-Gracias por interesarte, princesa. Mi apetito está acostumbrado a las características de mi Corte, por lo que cenar... Es un poco engorroso.
No podía imaginarse qué sería de la vida sin desayunar, comer y cenar. Una muy triste, o de locos. Sabía que cada Corte tenía particularidad que no afectaban a las demás y se detenían en las fronteras.
-No entiendo por qué.
-Aunque las temperaturas bajas en la noche, el cuerpo de un nativo de mi Corte está acostumbrado a las comidas del día y a la bebida nocturna para reponerse.
Frunció el ceño, pinchando un trozo de verdura.
-Aquí las temperaturas también pueden ser sofocantes.
-Las temperaturas de la Corte de Día son mortales, Calli. Los desiertos lo hacen inconquistable-sí, había dicho eso en la playa. Pero no tenía motivos para no comer-. Todo el día hace sol y las hadas tienen que acostumbrarse al tiempo cambiando su sistema.
-¿Y no comer ayuda?
La sonrisa del Lord deslumbró cuando se rio. Tarquin lo miró, las cejas levemente alzadas. ¿Sorpresa era lo que estaba viendo?
-Ciertamente me compensaría bastante, si es tu mayor preocupación. Pero desgraciadamente por la noche es mejor recuperar lo perdido por el día, de ahí que pasemos más tiempo bebiendo que comiendo. Eso sí, nuestros banquetes nocturnos son preciosos.
Mordió la verdura y tragó.
-Podría haberlo dicho antes de que sirvieran la comida. Hay gente muriendo por ella.
-Calli -llamó Cresseida. Varian se frotó el hueco entre las cejas y la nariz.
-Nos lo pasaríamos en grande si vinieras a la Corte de Día un día de estos.
Otra vez esa sensación que la invadía. Sus piernas temblaron, pero quiso pensar que era debido a una corriente traviesa de aire.
Solamente se encogió de hombros, sin saber qué responder. Otra vez la propuesta. Esta vez fue el turno de Cresseida y Varian de alzar las cabezas, de moverlas hacia el señor de la luz. Miraron a Tarquin, y este los miró a ellos sin decirse nada. Ya estaban pensando entre ellos, sin confiar en la opinión de los demás. Calliope se quedó mirando a su hermana, seria.
-Ciertamente... Es una buena idea -habló entonces su Alto Lord.
-¿El qué? -preguntó.
-De entre los cuatro, tú eres la única que no tiene adiestramiento en las armas y que no irá al frente. Cuanto más lejos del enemigo, más difícil le resultará intentar mermar nuestras fuerzas... O que un enemigo inesperado intente amenazarnos.
Por decisión de ellos, pero tampoco hubiese ido. ¿Quién iba a quedarse en Adriata o en los territorios de su familia? ¿Quién iba a vigilar que otras Cortes no buscaran sus propias ambiciones?
-Mis puertas siempre estarán abierta para un aliado como la Corte de Verano -un brilló recorrió su mirada, pero estaba diciendo la verdad. Ni un rastro de mentira-. Y para su familia real.
-Es ella quien tiene que decidir -intervino Varian, que había acabado su cena y ya estaba posando los cubiertos sobre la mesa.
Tarquin se levantó, entonces. Las palmas de las manos quedaron abiertas mientras se apoyaba en ella, los músculos de su brazos tensos.
-No hay nada que decidir -sus ojos bailaron a cada uno de ellos, pero no se atrevió a mirarla. A ella. Sobre la que estaba tomando una decisión irrevocable-. Acepta la presencia de Calliope en tu Corte y protégela de cualquiera... Por favor.
El otro Lord se levantó de su asiento. La mensaje lo siguió con la mirada...o así le creyó, pero permaneció sentada y con el velo intacto. Varian ya se había levantado, con los ojos muy abiertos, y Cresseida se aferraba a los sujetabrazos de su asiento.
-Por supuesto.
-Primo, piénsalo bien, ella no...
-Cresseida, por favor, no estoy de humor para discutir hoy.
-¡No lo ha aceptado!
Calliope miró a su hermana, todavía sorprendida por lo rápido que se habían tornado las conversaciones. ¿A qué se...? Se quedo quieta, sin saber qué hacer, mientras su primo y Helion marchaban a otra sala dejándolos a los cuatro solos. La mensajera acabó por levantarse, dejando su servilleta sobre la mesa, y saliendo por la puerta contraria.
Los hermanos se miraron entre ellos... Conscientes de que nada podía hacerse ya. ¿Lo habían hablado en ese silencio? ¿O lo habían planeado de antes sin querer levantar sospechas? Fuera como fuese, eso no impidió que Calli se levantara de su silla, casi lanzándola al suelo, y abandonara el comedor.
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La luz de la luna pasaba a través de los enormes ventanales descubiertos de su dormitorio. El dormitorio de la princesa Calliope, en el palacio de Adriata. Las sirvientas se habían asegurado de deja descubierta la habitación para hacerla sentir como en casa, pero esa no era su casa. No desde que la habían obligado a residir allí para tenerla controlada.
Algún día iba a tener que plantarle cara, pero por ahora... El mayor de sus problemas era la decisión de su primo. ¿Para qué llevarla a la Corte de Día si la guerra se iba a extender por todo el continente? Los desiertos se cruzaban, pero si le decían que las temperaturas a veces eran insoportables y mortales... Sacudió la cabeza, sin querer pensar en ello. Solamente la apoyó contra la columna que rodeaba el ventanal. Se había sentado ahí, incapaz de dormir, para mirar las nubes que cruzaban el cielo teñido de oscuridad y la luz asomando con timidez. Sobre sus piernas descansaba un cuaderno de dibujo, viejo por el tiempo y con algunas páginas desgastadas. Era el que había usado de pequeña para dibujar cuando entraba en el palacio y quedaba sola mientras los mayores discutían.
Por desgracia, ese no era su espacio. Y había acabado saliendo del dormitorio en camisón para dar una vuelta y dormirse. Todas las emociones del día se le habían subido a la cabeza, y ahora apenas podía cerrar los ojos sin pensar en qué iba a pasar. Con la guerra, con ella, con su familia... Con su hogar. Iba a quedarse solo, desprotegido. A saber cuánto tiempo iba a tardar Lord Tamlin en reclutar su propio ejército y convencerlo de subir a la Corte de Verano. ¿No podían retrasar un poco su marcha hasta estar seguros de que Primavera iba a colaborar? Se pasó las manos por el pelo, cuidadosamente desenredado y vuelto a trenzar, sin adornos que parecieran venderla al mejor postor. Estiró las rodillas y dejó el cuaderno a su lado en el suelo. La parte externa del dormitorio era mejor, pero también dejaba mucho que desear.
Los largos pasillos de piedra decorados con adornos marinos y alguna que otra joya y oro estaban iluminado con velas que colgaban mágicamente del techo, con cuidado de no acercarse de más a las paredes y causar un incendio. Como eran velas mágicas, no goteaba cera. Las sirvientas se habían retirado hacía ya horas, así que estaba sola. Y sus hermanos estarían durmiendo. Con un poco de suerte, puede que primo no estuviera con algún amante repentino y pudiera hablar con él... Si la dejaba entrar a su dormitorio.
-Parece que no soy el único incapaz de conciliar el sueño.
Calliope pegó un bote en el sitio. Se dio la vuelta solo para encontrarse a alguien apoyado al lado de una ventana, oculto entre las sombras y el grosor de una cortina azul pero delgada. Esta se mecía con el aire de la ventana abierta, y el destello dorado que reflejaba la luz de la luna la advirtió. Calliope no supo cómo había llegado tan rápido y ella ni previsto su presencia.
-Iba a... Estaba dando un paseo.
-Y no dudo de ello.
Se rio.
Tenía los brazos cruzados y observaba con aire despreocupado a través de los ventanales. Ese área daba hacia la playa, desde donde se podía ver todo sin problema dada la altura sobre la que estaba construido el palacio. Los poderos músculos se flexionaban en esa postura, solo para percatarse del atuendo del Alto Lord. Ropa blanca, sí, pero esta vez más arriesgada. Iba descalzo, esta vez, y con una falda que cubría la mitad inferior de su cuerpo que bien podría haber pensado que era una sábana, y una bata casi transparente atada a la mitad. La otra mitad quedaba al descubierto, un poderoso rastro de piel morena y cincelada que hizo a Calliope estremecerse.
No llevaba la corona, ni ningún otro adorno que pudiera hacerle recordar su estatus social. En la jerarquía. En ese momento, solo era Lord Helion de la Corte de Día... O simplemente Helion.
-Ahora entiendo tus palabras de esta mañana, cuando caminábamos. Vuestras playas son preciosas. Tendría que haberme dado un baño y aprovechar que aún no estoy en el campo de batalla.
-Podría hacerlo ahora -señaló al lugar. Calli se acercó lentamente-. Tendría que ir con cuidado, pero no es un mal momento.
-No, pero tal vez al amanecer cambie de idea.
Calli casi sintió su calor cuando lo tuvo cerca. Bajo la luz de la luna, su piel era menos lustrosa, pero continuaba siendo hermoso. Y no había nada que pudiera hacerlo de menos. Se fijó en que tampoco llevaba nada que adornase su ahora rizado pelo.
¿Lo había llevado así todo el tiempo? Juraba que por la mañana lo tenía liso y precioso, pero ahora se parecía más al suyo. Calli tuvo que reprimir el deseo de pasarle las manos por la melena oscura. Algo asomaba de entre sus dedos, y no era alguno de sus juguetes o alguna prenda que se hubo quitado. Era más como...un papel.
-¿Mi primo te ha obligado a firmar un acuerdo que estás leyendo ahora para leer la letra pequeña?
Él le enseñó el papel, pequeño pero con toda una cara llena de letras oscuras y bien trazadas.
-Más bien, indicaciones de mi consejo de guerra. Me piden por tercera vez que siente la cabeza y reconsidere la alianza con vuestra Corte.
Separó los labios, pero no salió ningún sonido. La profundidad de sus ojos parecía inmersa en otro tipo de pensamientos. ¿Por qué querrían reconsiderar una ventaja como esa en esos momentos? Todas las Cortes se necesitaban entre ellas. Ir por su cuenta...solo supondría un obstáculo.
-A Tarquin nunca le han dicho nada de eso.
-Eso es porque vuestro consejo sois vosotros, su familia. Y el mío son los únicos miembros de la Corte con los que evito encontrarme, y suelen ser...conservadores en ciertos aspectos -la sombra de una sonrisa asomó de sus labios-. Nunca les he caído bien. Y Tarquin ya tiene a un sucesor designado.
Calliope se miró las piernas, tapadas con el camisón semitransparente. Era cierto que Tarquin no se rodeaba de más personas que su familia, y cuando dudaba de alguna decisión preguntaba a sus hermanos y a veces incluso a ella. Aunque ella no sabía nada de política y juegos de Altos Lores, al menos tenía la consideración de contar con ella.
-Después de recibir los poderes del Alto Lord insistieron en que continuase la línea, recordándome mi deber. El anterior solo había tenido un sucesor, yo, así que la dinastía corre peligro según ellos. Temían que si me pasaba algo los poderes de mi Corte pasasen a Amarantha, como hizo cuando los robó.
Supuso que había muchas cosas de otras personas que no era público. Entre ello, lo que había pasado con los miembros de la Corte de cada Alto Lord. O la vida privada de los Altos Lores después de eso. Se habían descubierto cosas, sí, pero los rumores a veces eran mentira y solo cuchicheos para rebajar la autoridad de un gobernador. A veces era la propia Corte los que sacaban a la luz esas mentiras para aprovecharse...y ganar poder en ella.
-Cuando mataron a mi familia, el consejo que quedaba del Antiguo Lord, unos pocos, insistieron en continuar el legado de Adriata independientemente de que ya estuviera fijado con Tarquin y Varian, pero estos estaban al otro lado del continente y...lejos -recordó las conversaciones, el trabajo del consejo esforzándose en convencerla de que era la mejor idea. De haber estado Tarquin ahí, se habrían detenido a la primera queja. Pero ella nunca había sido fuerte, y Cresseida siempre se lo recordaba cariñosamente-. Casi arreglaron un matrimonio con un alto fae de la Corte con poder e influencia, a instancias mía y de todos. Incluso de Amarantha. No duró mucho. Lo mataron.
-Lo lamento, princesa.
Ella se encogió. Se apartó un trozo suelto de trenza de la cara, alzando el rostro.
-Luego se descubrió que era... No era el tipo de hombre que le hubiera interesado a la corona. Ya sabes, rumores sobre juegos perversos y abusos a inmortales menores. Aquí en Adriata respetamos los derechos de todos. Él solo hubiese manchado la imagen de mi primo y su gobierno.
Lord Helion se apartó un mechón de pelo negro, que comenzaba a rizarse. Tenía la mirada perdida en el mar, pero tenía los brazos flexionado con tanta fuerza que le dieron la impresión de romperse.
-¿Tu consejo...no respeta las tradiciones del lazo?
-A estas alturas creen que soy negado para eso. Lo cierto es que después de siglos compartidos con cientos de hombres y mujeres por igual... Lamento no haberles dejado claro que no todos los faes tenemos esa suerte.
La guerra...otra vez. Después de cincuenta años encerrados bajo una montaña con la compañía de una mujer más parecida a una arpía que a una alta fae, la guerra llegaba a la Cortes en venganza por la muerte de su general. Y por los deseos de un rey avaricioso y con miles de años. Y con el Caldero. El Caldero original estando en su posición, cualquier esperanza iba a ser necesaria.
-No deberían subestimar eso. Puede que usted encuentre a su compañera dentro de poco y pueda continuar su linaje, o sin necesidad de ella. Un matrimonio político dentro de su Corte haría callar los rumores. Eso callaría a esos hombre, ¿verdad?
-¿Sabes cuántos años tengo?
Negó con la cabeza. Algo había escuchado sobre su edad, remontándose a una de las primeras guerras en Prythian
-Los suficientes para saber que el lazo a veces no aparece. Pero lo respeto. Si apareciera de repente... -miró a Calli de reojo, con los ojos entrecerrados-. Ese sería otro tema, Calliope.
-¿Tal vez Morrigan de la Corte de Noche?
Pensó en la alegre mujer rubia que había visto en el Medio. No conocía a ninguno de ellos, pero había sabido... Mejor dicho, había notado cosas entre ellos. Sin siquiera haberlos visto juntos. Lo había notado en el espacio. Y casi la había puesto de los nervios.
-La gente cree que soy idiota, pero me entero de las cosas -le sonrió, tímidamente, recordando el momento de la noche en el que se había levantado para ir a buscar a su hermano y los había encontrado a ambos yendo al mismo dormitorio. El corazón le dio un golpecito al rememorarlo-. Y puede que en el palacio de Lord Thesan tampoco pudiese dormir bien. Lo cierto es que duermo mal cuando salgo de casa.
Una luz iluminó sus ojos. No de fuera, sino desde dentro. Los labios tiraban hacia una mayor sonrisa cuando se llevó los dedos al rostro, intentando ocultarla.
-Qué cosita tan traviesa. Pero no -se pasó una mano por el pelo-. Morrigan solo es una parte de mis fantasías, y lo cierto es que tenía unos motivos para desear su compañía. Tal vez estuviera nervioso, quién sabe.
-Antes de marchar, le recomiendo un baño en nuestra playa, si es incapaz de hacerlo. A mí me ayudaba...y lo sigue haciendo. Ahora que no hay nadie... Puede que sea su mejor momento para estar solo.
Pareció pensárselo.
-¿Te unirás a mí?
-No sería adecuado -murmuró, pero una parte de ella tiraba hacia la aceptación. Cruzó los brazos sobre su pecho, con el corazón latiendo nervioso con solo la mención.
Y cuando pensaba en lanzarse al agua, el deseo de hacerlo aumentaba.
-Dijiste que no podrías vivir sin el agua y el mar. En mi Corte no hay nada de eso, y no sabemos cuánto durará la guerra o cómo acabará. No lo volveré a ofrecer.
Calli se lo pensó. De verdad que lo hizo.
Vivir sin agua, sin su playa y sus animales. Ni ellos sabían cuánto podría resistir con sus ejércitos o qué saldría de aquella guerra. Miró a la mano extendida que le ofrecía una alternativa a su destino, y después al largo pasillo que la devolvía a sus habitaciones. A donde debería estar sin rechistar... Entonces, el recuerdo de su madre apareció en su memoria. Cuando le decía que el lazo solo se cerraba cuando las dos perdonas estaban de acuerdo y lo aceptaban. Bien había seres que lo negaban aún con esas, pero ella... Su madre siempre había sido muy optimista. Y nunca le había dado falsas esperanzas.
Contempló el rostro envuelto en sombras y oro de su acompañante. Esperaba, sin perder la paciencia. El brazo no le temblaba. Si ellos ganaban... A Calli puede le diera esperanzas saber que iba a estar en una Corte protegida por sus elementos naturales y envuelta en hechizos. Y que su Lord era una persona honorable y resolutiva.
Así apartó las dudas, estiró su brazo y dejó que sus dedos tocarán los de él, cálidos y que se cerraron a su alrededor con una suavidad inesperada.
En un abrir y cerrar de ojos, estaban en la playa. La arena fría bajo sus pies, el sonido del mar agitado llamándola a lo lejos. Calli miró bien a su alrededor. A veces olvidaba lo fácil que era para algunos transportarse con magia a ellos mismos...
Tardó solo unos segundos en recordar que aún estaban de la mano. Que él la tenía agarrada de la mano, con los fuertes dedos rodeando con suavidad los suyos, y parte de la palma. Tanta suavidad... Y unos dedos llenos de cicatrices, de los que no se había dado cuenta hasta el momento. Calli la levantó para observarlos bien.
-¿No le duele?
-Tienen siglos. Y me dan una buena apariencia. ¿Tan impresionable eres?
Negó, pero tampoco sin estar muy segura.
-Tarquin nació después de nosotros y...en el mar no puedes hacerte nada. Solo nuestros padres habían luchado en la guerra y no daban muchos detalles -pensó en las lecturas sobre la guerra antes de la tiranía, pero no solo se le vino a la cabeza las veces que su padre se negaba a contarle algo sobre los detalles de ese enfrentamiento-. Espero... Espero que en su biblioteca hallan libros sobre ella.
Puede que fuera por la noche. Puede que estuvieran haciendo algo en contra de las normas de etiqueta y que su reputación pudiera ponerse en duda... Pero estaban solos, él y ella. Y en lo único en que podía pensar en esos momento era en cómo podía ser la Corte bajo su gobierno, de la que apenas había leído algo... Y de la que tantas personas hablaban como si fuera un mal lugar.
Bajo la luz de la luna, su piel resplandecía. ¿Había algo en él que no brillase? La respuesta tardó en llegar, pero fue como una caricia en medio de la noche. Sus pulgar se movió sobre su dorso, acariciando la piel desnuda de su mano un par de veces.
-Tenlo por seguro.
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Algo así el paseo por la playa:
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miauwa · 1 year
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Lance es príncipe de uno de los 7 mares.
Cuando era pequeño y subió a la superficie vio a un niño caerse de un barco en llamas. El lo salvó con su perla de sirena/tritón, nunca más vio al niño. Buscaron por todos los 7 mares pero no encontraron su perla.
Cuando una nueva amenaza ataca el oceano lance se tiene que aventurar en el mundo humano para buscar su perla. Se queda con corán y allura quienes lo ayudan para buscar su perla perdida, allura también es una princesa sirena.
Crossover de:
pichi pichi pitch (mermaids melody) x voltron
Sigo teniendo dificultades viendo como deberían ir los paladines en los príncipes y princesas del mar. Faltan más personajeeeees!!!
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aliothdragons08 · 2 months
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¿Me enamoré?
Sí, lo hice....me enamoré de los amaneceres que sus ojos me mostraban y de los atardeceres que su sonrisa me regalaba.
Me enamoré, me enamoré de su caminar, de sus lunares, de su voz, de su voz cuando estaba enferma o recién levantada, de su cuerpo, de sus expresiones de tristeza y enojo....
Me enamoré, me enamoré del caos en su interior, de su mundo propio que mostraba poco a poco, de su mar, de cómo se enojaba, de cómo yo la hacía enojar, de sus berrinches, de su actitud de princesa, de sus virtudes, de sus defectos....
¿La ame?¿La amo?
¿Que chucha sabemos nosotros de eso? Cierto sabemos mucho, porque somos distintos y cada quien ama y sabe si esta amando o no.
Sí, la ame y no me arrepiento...sí, también la sigo amando....quizás mi acto de amor más grande y contradictorio fue romperme la mano y soltar y eso no quita que la ame menos.
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Quema mi mundo | Namor x Fem Reader 🔥
Notas: 100% español/ +18 / Sexo explícito. Algunas referencias a Wakanda Forever.
Resumen: Su obstinación no es tan fuerte como el deseo que corre en sus venas por ti. Tu terquedad no te hace inquebrantable ante toda la pasión que solo él puede encender en ti.
Es la primera vez que escribo algo explícito en español... Debo admitir que lo disfruté y que sigo obsesionada con Namor.
Gif: unicornspwnall
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- Dime... ¡Anda! Dime que ya no quieres verme y me marcharé. - Grito enojada.
Su deseo de alejarse de mí se hace evidente con el paso de los días. Entiendo que quiere proteger a su pueblo, que quiere cuidarme a mí también, pero soy yo quien tiene la última palabra.
- ¡Basta! Esto no se trata de mí o de ti. Tú lo sabes. - Replica malhumorado. - ¿Recuerdas la última vez que quisiste estar conmigo? ¿Lo recuerdas? - Continúa.
- ¡Tú decidiste irte a la guerra! - Exclamo
- Y casi te pierdo. - Su tono ahora es un poco más triste.
- Quería ayudar, quería sentir que también pertenezco a tu mundo.
- No sería un rey digno de mi gente si no demuestro que puedo protegerlos. No sería digno de ti si permito que mis enemigos te lastimen.
- Pero... Siempre has sido digno, del cariño y respeto de los tuyos y de mi amor también. Pase lo que pase. - Susurro mientras mi mano acaricia su mejilla.
- No insistas más... Desde el principio te dije que esto sería una mala idea. No puedo seguir diviendo mi vida entre Talocán y la superficie. Mi pueblo me necesita más que nunca. En cambio, tú... Tú estás bien aquí. Estabas bien sin mí.
- Sabes que yo siempre he respetado tu rol como rey y que lo admiro... Pero deja de excusarte con ello. Yo decidí continuar con esta relación y enfrentaré las consecuencias. - Nuestras miradas se cruzan.
Posiblemente, esto es difícil para él, al igual que para mí. Después de todo, fui yo quien se atrevió a dar el primer paso, demostrándole que él no es el niño sin amor. Él también merece amar y ser amado, pero se empeña en construir barreras entre los dos.
Los muros que hay ahora entre él y yo son más fuertes después de la guerra que le declaró a Wakanda.
- En la guerra, así como en el amor siempre hay un lado perdedor. - Apunta.
- ¿Y crees que tú estás en el ganador si me voy?
- Te quiero sana, a salvo. No soportaría... No soportaría la idea de volver a despedir a un ser querido.
Me acerco más a él, esta vez mi frente roza su barbilla. Lo abrazo.
- Mírame, estoy bien. Tócame, estoy enterita. Si vamos a quemar el mundo, lo haremos los dos. Juntos.
Por un instante, él duda en tocarme, se queda perplejo, taciturno.
- Primero perdí a mi madre, no quiero que nada te pase. No quiero enterrarte. Las despedidas son la parte más difícil de cerrar un ciclo.
- Yo tampoco quiero perderte...
Intento calmarlo. Su ansiedad ha aumentado luego de que casi terminara herida de muerte por una espía wakandiana, en medio, de lo que ella creía, un rescate.
Mi misión de estudiar unos arrecifes de coral terminó en el descubrimiento de un nuevo reino bajo el mar y un choque entre dos maneras de ver el mundo, cuando la princesa Shuri decidió bajar a Talocán.
- ¡Hey! ¡Hey! Somos un equipo. - Susurro.
El abrazo es más fuerte. Me siento a salvo. Me siento amada.
- Confío en ti, pero no confío en los demás humanos.
- Lo sé, pero no es razón para que quieras seguirme apartando. No lo merezco... - Sus manos ahora buscan con desespero mi rostro.
Me sujeta suavemente y sus labios frotan los míos. Es un beso desesperado.
El beso se prolonga más... Mi lengua juguetea con la suya, luego, sus dientes muerden mi labio inferior.
Siento como una ola de calor empieza a crecer dentro de mí... Libero un gemido.
Él sonríe. Le encanta hacerme gemir.
- ¿Qué voy hacer contigo? - Susurra cerca de mi oído... ¡Ayyy! Me estremezco.
Sus manos bajan la cremallera de mi vestido...La tela se desliza por mis piernas y ahora estoy expuesta.
Mi pecho, mi abdomen, mis piernas.
Luego, me aprieta fuerte de la cintura, recortando los pocos centímetros que nos separaban. El contacto piel con piel es excitante.
Me besa... Primero en mi boca y poco a poco va descendiendo a mi barbilla, mi cuello. Mis manos acarician su espalda, su torso.
Su cuerpo siempre ha despertado en mí un deseo que no puedo explicar.
Su cuerpo es casi que la definición de "pecado", uno por el que estaría dispuesta a dejarme tentar infinidad de veces.
Sus ojos... ¡Ayyy! Nunca han ocultado ese fuego, esa ira y determinación con las que siempre me han arrollado en la cama o en aquellas cuevas dónde solemos contemplar la noche.
Mientras acaricio su pecho, voy retirando los ornamentos y accesorios que tan finamente detallados, él porta con orgullo.
Sus dedos, ágilmente retiran mi brasier. Mi busto está libre, deseando sus caricias y el roce de su boca.
Una ola de calor vuelve a crecer, siento mis mejillas enrojecer.
Me lanza fuertemente hacia mi cama. Luego, su cuerpo cubre el mío...
Sus manos acarician mis pechos... Mis pezones están duros...
- Eres todo un encanto, lindura. - Susurra. - Vuelve a besarme.
Pero yo no quiero besos...
Arqueo mi espalda en señal de protesta. Deseo que cada centímetro de mi cuerpo sea invadido por él, que me abrase la llama de su pasión.
- ¿Qué quieres de mí, lindura? - Se detiene.
Claramente, lo hace para jugar conmigo...
- Te quiero a ti... A ti, mi rey. - Grito.
- Eso está mejor... ¿Por dónde debería empezar?
¿Es en serio? Qué chistosito.
Como puedo y en un intento de desesperación, tomo sus manos y le indico las zonas de mi cuerpo que con tanta locura esperan por él...
Mi pecho, mi abdomen... Y tal cual, él repite ese camino.
Luego, su boca se detiene en mis senos, succionando, mordiendo... Sus dedos dibujan círculos en mis muslos y lentamente, acarician mi zona más sensible.
Me estremezco. Siento como la oleada de placer va creciendo dentro de mí. No puedo pensar con claridad porque toda su escencia ha invadido todos mis sentidos.
El sabor de su boca, el olor de su piel, sus manos ásperas, el calor que irradia su cuerpo, su voz tan imponente...
- Tendré que deshacerme de esto... - Afirma en un tono autoritario, desafiante. Y así sin más, me quita mi panty.
Sus dedos empiezan a entrar dentro de mí...
- Ahhhhh... - Gimo.
- ¿Qué quieres, preciosa?
- Te quiero a tí... ¡Carajo! Te quiero a tí ahora mismo.
- Sabes qué tienes que hacer ...
Me levanto y lo ayudo a quitarse su short, noto que su cuerpo está tan listo como el mío para liberar toda la tensión acumulada.
Sonrío.
- ¿Te gusta lo que ves?
- Sí. - Asiento. - Te quiero enterito para mí.
Mientras vuelvo a acostarme, acomodo mis piernas solo para esperar su entrada. Nuestras bocas están de fiesta con varios besos, tan candentes, llenos de puro fuego.
Y así, voy sintiéndolo entrar, buscando sincronizar nuestros movimientos.
La respiración se me agita, siento como los latidos de mi corazón se aceleran. Poco a poco somos uno, mi cadera baila al unísono con la suya, mientras mis uñas van trazando fuertemente un camino sobre su espalda.
Él suelta un chillido.
Todo el mundo a mi alrededor se desvanece. Siento como la excitación incrementa y el deseo va aumentando con cada uno de nuestros movimientos.
Poco a poco, voy saciando este deseo.
Poco a poco, siento como mis piernas tiemblan y llego a un estado de gozo y plenitud.
Cuando ambos hemos terminado, él se acuesta a mi lado. Me sujeta suavemente de la cintura y sus labios se posan sobre mi frente.
Su cuerpo es todo lo que necesito para saciar esta hambre carnal que me provoca, pero su espíritu y su carácter son esa llave hacia la libertad y hacia lo desconocido, guiándome a los misterios de su mundo, mientras yo le revelo los del mío.
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diamantar · 2 months
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PERLA EN BRUTO
→ Laenor Velaryon x fem!OC
✦ Sinopsis: Gracias a los rumores en Marcaderiva, la recién casada inmediatamente desiste en crear una verdadera relación con su esposo.
Por otro lado, el corazón de Laenor puede que los lleve a nuevos puertos.
✦ Advertencias: Matrimonio arreglado / Fluff
✦ Palabras: 2407
✦ Pedido: Si, de Wattpad.
✦ Nota: ¡Comentarios, likes y reblogs son muy apreciados! ♡
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Erguida junto una de las ventanas del largo pasillo, Rhaenyra observó junto a su mejor amiga como un joven hombre de plateados cabellos reía y posaba un brazo en los hombros de otro muchacho. Ambos tenían las ropas desarregladas y mojadas, claramente volviendo de pescar por las pesadas bolsas de arpillera que sostenían.
—¿Aquel es…? —intentó preguntar la Targaryen.
—Joffrey, el amante —asintió, enseguida suspirando aliviada—. Me alegra que regresaran bien.
—No pareces molesta —reconoció intrigada.
—Prefiero vivir sin amargura —inclinó la cabeza y cruzó los brazos hundiéndose en pensamiento—. Antes del casamiento me advertiste de sus preferencias y pude imaginar el futuro que tendría, así que no es impactante. Además Laenor es increíblemente considerado y amable, tengo suerte de poseer un buen amigo como esposo.
—Desearía tener tu positividad —murmuró Rhaenyra en el proceso de colocar el peso en la cadera izquierda.
—Cuando oyes que hay hombres que golpean, humillan y abusan, ¿cómo podría quejarme? —volteó el rostro con una sonrisa—. ¿Tu padre sigue presionando en que encuentres esposo?
—Cada día. Puede que no lo diga, pero cuando me mira veo la esperanza, ese brillo que suplica que me apresure y reafirme mi herencia al trono —cerró los ojos y abatida la abrazó en busca de consuelo—. Extraño cuando vivías en el castillo como mi dama de compañía, aquellas épocas eran felices.
—Lejos de responsabilidades, cuando las obligaciones irían a un hermano varón que te dejaría libre de hacer lo que quisieras —explicó sabiendo muy bien la verdad atrás del asunto.
—¿Por qué puedes leer a las personas tan bien? —preguntó mientras se alejaba y la sostenía de la cintura, una ligera expresión de berrinche pintando su rostro.
—Te conozco, nada más.
Enganchando brazos abandonaron el puesto y fueron hacia las escaleras principales del castillo. Descendieron y en el camino señaló a la invitada ciertas decoraciones que podrían llamarle la atención, en abajo encontrándose con su suegra y los hombres.
—¿Consiguieron la cena? —bromeó Rhaenyra viendo lo que transportaban.
—Princesa —reverenció Jofrrey mientras Laenor se acercaba animado y tomaba la mano de su esposa.
—Lamento la tardanza, el mar estaba agitado.
—Sé que no hay nadie mejor en el agua que los Velaryon, sin embargo, me preocupé al ver que nubes cubrieron el cielo —dijo afectuosa, tanta cercanía casi quemando las fosas nasales por el olor a pescado.
—Deberían asearse, la peste quedará en nuestras ropas —quejó la joven Targaryen moviendo una mano frente la nariz.
—Tomen la ganancia y preparen los baños —ordenó Rhaenys a los sirvientes presentes.
—Conseguí tu favorito, así que pediré que cocinen el plato que te gusta —informó Laenor antes de alejarse, expectante apreciando la reacción complacida de la chica.
—Gracias, aguardaré ansiosa la cena —prometió inclinándose a besarle la mejilla.
Aquellos gestos eran pan de cada día para mantener las apariencias, aunque el muchacho no dejaba de poner expresión sorprendida cuando en soledad solía poner distancia. Secretamente adoraba ver las reacciones desprevenidas e inocentes, suponía que el afecto le daba timidez, porque entendía que ella no era de preferencia.
—Iré a asearme y continuaré con estudios pendientes, nos vemos en unas horas —despidió el príncipe inclinándose a besarle el dorso de la mano.
Asintiendo y dejándolos libres, Rhaenyra apretó el agarre y la llevó fuera del castillo ignorando como el Caballero Lonmouth codeaba a Laenor y sonreía burlón.
Soportaron el viento y caminaron una considerable distancia hasta la guarida de los dragones, donde la heredera intentó que se familiarizara con Syrax.
—Adora que la acaricien aquí —señaló un grupo de escamas cerca de la barbilla.
—No estoy acostumbrada a pasar tiempo con ellos —comentó en señal de que prefería irse, especialmente cuando Bruma y Meraxes se unieron a la reunión.
—Temer es impropio de una mujer casada con un descendiente Targaryen, los dragones deberían ser aliados y no extraños.
—Fácil decirlo —regañó tocando con duda a la dorada criatura.
—Me ofende que Laenor no se encargara de acercarte a Bruma, es lo mínimo que podría hacer como esposo. ¿Qué pasaría si un día deben huir y su dragón no te acepta?
—Respeta que prefiero mantener distancia, son… mucho para mí.
—La actitud que posees tampoco es adecuada —chasqueó la lengua.
—¿Por qué no buscamos a Laena? —retrocedió empezando a mirar la salida de la cueva con anhelo.
Rodando los ojos, Rhaenyra bufó y la siguió de vuelta. Entre muros se escudaron y aguardaron a la cena, donde la femenina disfrutó lo que el joven Velaryon pescó para ella.
—¿Te gusta? —preguntó expectante después de los primeros bocados.
—Es excelente, gracias por conseguirlo —asintió cubriendo su boca al aún deber terminar de tragar—. Lo aprecio mucho, hacia bastante que no probaba esto.
—Me encargaré de generar reservas, es época —sonrió complacido agarrando el tenedor y continuando la degustación.
—Eres el mejor —halagó contenta enfocándose en los distintos platillos, aunque debajo de la mesa le apretó la rodilla como último agradecimiento.
Laenor apenas se removió en el asiento y miró el mantel con un ligero escalofrío, la zona tocada quedando sensible por largo rato. Laena miró de reojo y Rhaenyra inclinó la cabeza en confusión ante las pequeñas reacciones del chico, aunque terminó por encoger los hombros y conversar con la Velaryon sentada al lado.
—Esta noche… —empezó a decir en tono bajo—. ¿Podrías venir a mis aposentos?
El requerimiento la hizo ahogar y rápido agarró la copa, al beber aliviando el nudo de comida.
—¿Estás bien? —preguntó Corlys.
—Si, lo siento, tragué demasiado rápido —mintió, aunque la pena de interrumpir la cena era real.
—Con cuidado, el pescado no huirá al mar —rió inclinándose a agarrar pan.
Aguardó unos momentos a que el ambiente se estabilizara y luego miró a Laenor, el cual lucía como quien cometió un error. Disimulada llamó su atención y nervioso él aguardó respuesta, con una simple señal informando que iría.
—La noche se podrá fría, usa más ropa —recomendó el muchacho intentando cambiar de tema y huir del momento.
Dándole el espacio que claramente necesitaba, fingió enfocarse en lo servido y silenciosa consideró las distintas posibilidades. Rara vez compartían tiempo fuera del dominio del sol y la sospechosa actitud de Laenor ayudaba a generar las más extrañas ideas, aunque su instinto tenía el particular presentimiento de que nada malo ocurriría.
El tiempo pasó y finalmente tuvieron permiso de levantarse de la mesa, la cena quedando terminada. Abandonaron el salón e intercambiaron palabra con las jóvenes hasta que fueron a sus propias habitaciones, una vez solos él amagando a iniciar conversación cuando Joffrey surgió de las sombras.
—Lamento interrumpir, pero, ¿sería posible robar un poco de su tiempo? —preguntó en referencia al Velaryon.
—¿Puede esperar a mañana?
—No sería lo mejor —reconoció, entonces realizando una pequeña expresión que pareció alertar al hombre de a qué se refería.
—Iré por abrigo y te buscaré en unos momentos, así que hablen —sonrió comprensiva, rápido entendiendo que no debía estar allí.
—Gracias, señorita —reverenció Joffrey.
—Esperaré —aclaró Laenor no queriendo que malinterpretara y abandonara el plan inicial.
Sonriendo cortés los dejó y fue en dirección a donde dormía, una sirvienta hallándola en el camino y siguiéndola.
—Necesito un abrigo, pero nada exagerado —mencionó viendo que la chimenea estaba prendida y la cama aguardando a que la usara.
—Disculpe la intromisión, pero, ¿planea salir? —inquirió yendo al gran armario postrado en un rincón.
—Visitaré a mi esposo.
Evitó mirarla y revisó los libros en el escritorio, el ambiente cambiando a numerosas emociones al aquella ser la primera vez que iría desde la ceremonia matrimonial. Silenciosa levantó los brazos y dejó que la femenina la deslizara dentro de la piel, la nueva capa protegiéndola de los fríos muros. No era usual en ese sector, pero recordaba el camino de cuando Rhaenys le enseñó el lugar, y cuando llegó no le sorprendió hallar al Caballero Lonmouth saliendo de la habitación del príncipe.
—¿Llegué temprano? —preguntó casual manteniendo las manos escondidas en las largas mangas.
—Para nada, querida, ya terminamos de conversar —sonrió Laenor luciendo relajado.
—Gracias por otorgarme este momento. Tengan buena noche —deseó empezando a retirarse.
Nuevamente solos, miró al Velaryon y este hizo un movimiento que la invitaba a ingresar. Por primera vez puso pie en los aposentos del heredero de Marcaderiva y enseguida absorbió cada detalle, especialmente la caña rota que colgaba enmarcada en una pared.
—Recuerdo de mi primer gran pesca, tuve el botín pero acabó con mis instrumentos.
—Debió ser un animal gigante.
—Absolutamente, terminé utilizando una lanza para obtener el enorme pez una vez que se quebró la madera.
—¿Continúas buscando desafíos?
—En lo posible. La adrenalina que aparece cuando surge el tire y afloja revitaliza el espíritu. Es una buena sensación, mejora mi humor cuando un supuesto día ordinario trae tal sorpresa.
—Has pasado mucho tiempo en el mar durante las últimas semanas, ¿has hallado aquella agitación? —indagó queriendo entender lo que le gustaba.
—A decir verdad… De eso te quería hablar —aclaró la garganta regresando a la actitud tímida de la cena.
—¿Qué pasó?
Laenor inspiró y volteó a buscar una bolsa de terciopelo azul, cordones dorados cerrando el extremo que no estaba cocido.
—Últimamente mis viajes no son a razón de un reto marítimo, más bien a causa de un duelo personal.
—Lamento no entender a qué te refieres —cruzó los brazos e inclinó la cabeza, ocasionalmente viendo el objeto que sostenía.
—Nuestro matrimonio es un arreglo, pero en estos meses he desarrollado afecto por ti. Sé que no hemos pasado demasiado tiempo juntos y parece irrazonable, aún así… apreciaría que consideraras mis sentimientos y pudiéramos tener una mejor relación —explicó intentando ocultar el pánico que le daba expresarse en voz alta.
Anonadada dejó de pestañear y por unos segundos su mente se apagó, al reaccionar pareciendo que hubiera despertado de un sueño.
—Me tomas desprevenida —sacudió la cabeza aún intentando ubicarse en el presente.
—Entiendo que estas emociones pueden incomodarte y representar un problema...
—No es eso —interrumpió—. Desde el inicio evité imaginar un panorama como este por… um… lo que se dice de ti.
—¿Rumores? ¿Cuáles? —frunció el ceño.
Verdaderamente esperaba que él supiera y no tuviera que decirlo, pero la fortuna no estaba de su lado y lamentó introducir el tema.
—Antes que nada, lo que menos quiero es ofenderte o ser irrespetuosa —aclaró, el labio inferior temblando en evidentes nervios.
—Está bien, solo quiero saber.
—Oí en varias oportunidades que… tienes interés por… los hombres —murmuró dubitativa, inconscientemente dejando de cruzar los brazos y yendo a jugar con sus dedos—. Especialmente Joffrey.
El joven quedó estupefacto y entreabrió la boca mientras distintos colores lo pintaban, incluso debiendo voltear para recomponerse.
—No pensé que tales palabrerías llegarían a ti.
—Lo siento, aquella es la razón por la que he preferido mantener distancia. No deseaba entrometerme y ponerte en una posición incomoda, mientras pudiéramos sustentar las apariencias… todo estaría bien.
—Aprecio la consideración, solo es impactante tener que hablar de eso ahora —suspiró enfrentándola de vuelta, las mejillas aún estando sonrosadas.
—Estamos en completa privacidad, no hay mejor momento para aclarar nuestra situación —animó aferrándose rápido a la oportunidad de eliminar cada duda existente.
—Tienes razón —asintió esforzándose en relajar la postura, acto seguido inspirando profundo y cerrando los ojos—. Desde joven he tenido curiosidad por mi mismo género, y al crecer entendí que siento más atracción por los hombres que las mujeres.
—¿Entonces Joffrey es...?
—No —rechazó rotundo—. Poseemos preferencias similares y debido a eso surgieron rumores, pero es mi mejor amigo.
La femenina asintió aún sospechando, aunque por el momento decidió creerle al ser un buen muchacho que merecía confianza.
—Dijiste que desarrollaste afecto por mí, ¿qué significa? —indagó cruzando nuevamente los brazos.
Laenor entró en calor y tantas emociones en tan poco tiempo lo dejaron mareado, hasta el punto de casi pedir un descanso para sentarse.
—Me gustas, física y emocionalmente —contestó, ansioso sintiendo un nudo en el pecho—. Llegué al punto donde no podía pretender más y por eso planeé confesarme.
—¿Pensaste este momento? —elevó ambas cejas.
—Si, debido a eso Joffrey quería hablar conmigo —miró la bolsa aterciopelada—. Quería obsequiarte algo realizado, en su gran mayoría, por mí. Durante semanas fui al mar para conseguir los materiales y cumplir con las especificaciones del artesano.
—Tomaste muchas molestias —dijo apenada y, por alguna razón, ligeramente culpable.
—Fue un placer, además de mi idea —sonrió antes de ofrecer el paquete—. Se suponía que Joffrey buscaría el trabajo y lo dejaría en mi habitación, pero las sirvientas cerraron con llave y no pudo ingresar.
—¿Por eso apareció luego de la cena? —preguntó mientras agarraba la felpa y apreciaba que guardaba una firme caja en el interior.
—Exacto. Debía darme el regalo antes de que te trajera aquí y liberara mis sentimientos.
Sin comentar más quitó la suave bolsa y reveló una preciosa madera tallada. Analizó y tocó los relieves antes de levantar la tapa, inmediatamente abriendo bien los ojos.
—¡Un collar de perlas!
—Imagino que no será el primero que tienes, pero esperaba que poseyeras algo que al usarlo te recordara a mí.
—Debió ser difícil encontrar tantas ostras con nácar… Gracias, me encanta —acarició las blanquecinas esferas, pronto tomando la pieza y dejando el resto de lado.
—¿Te ayudo? —ofreció emocionado de que lo luciera.
Asintiendo, ella quitó el adorno que ya le decoraba el cuello y volteó dejando que él pusiera el regalo. La sonrisa que la pintaba permaneció mientras comprendía la extensión de sus acciones, como también la consideración de pescar su carne favorita y otros pequeños gestos que hasta entonces no pensó que tenían especial intención.
—Usaré el espejo —avisó yendo hacia un muro.
—No es porque participara en crearlo, pero se ve bien—comentó mientras se aproximaba y quedaba parado atrás.
—Puedes estar orgulloso, es precioso —halagó viéndolo por el reflejo, entonces apenas dejándose caer y chocando con su pecho.
Laenor tensó el cuerpo, aunque rápido utilizó una mano para sostenerla de la cintura y evitar que se alejara.
—No espero una respuesta inmediata a mi confesión, pero, ¿podrías considerar que seamos una pareja de verdad?
—Unicamente si logramos compartir tiempo de calidad, me gustaría conocerte a fondo.
—Absolutamente, es todo lo que quiero —respondió, sus cejas juntándose de tal manera que lo hacían ver como un cachorro desesperado.
Sonrió ante la sinceridad y giró el rostro, así besando la mejilla más cercana en una silenciosa promesa de un magnifico futuro juntos.
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yeonchi · 2 years
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Sea Princesses Refresh now complete!
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After two months of work, the second and third stages of the Sea Princesses Refresh, namely the v2 versions of the book transcripts and translations along with the v3 versions of the cartoon reviews and v2 versions of the book reviews (though admittedly, not many changes were made for the latter) are now complete. 
The v2 book transcripts and translations have superseded the previous v1 versions on Google Docs. In addition, clean versions of the transcripts and translations (without the page numbers and/or footnotes) are available in PDF and ebook formats as well. The PDFs and ebooks for the literacy series books are compiled due to their lengths, while PDF and ebook versions of the short stories (albeit without images) are also available.
While working on the v2 transcripts, I also took a look at the Kindle releases to see what was different between them and the physical books. There are some grammatical changes here and there, plus the ending of the intro to the fourth book is slightly different (which I’ll include at the end of this post). For the most part, the transcripts are based on the raw scans, but I have put in footnotes for the chapters with different titles or split contents in the Kindle releases. 
The previous version of the cartoon reviews contained some information and statistics on the English voice actors and character appearances. Those have been separated for the v3 version. When the cartoon reviews were first published on Tumblr in 2019, some information was edited or omitted to make it easier to understand for non-Australians living in current year, but with the v3 reviews, nothing has been omitted for Tumblr. The book reviews have also been published in PDF format along with a list of character appearances in each book.
In case anyone missed it, the English, Brazilian Portuguese and Castilian Spanish versions of the cartoon series episodes are also available as well. The Brazilian Portuguese episodes were made available last December along with a refreshed cut of the English episodes taken directly from the Amazon raws instead of the videos from the Mr Bean and Friends channel.
Here’s an overview of what’s stored in my cloud drive folders and the links to them:
OneDrive:
Cartoon series episodes (EN/PT-BR/ES-ES)
Cartoon series reviews
Wallpapers
Official character descriptions (Flash/WordPress sites)
A collection of Sea Princesses fanart by Julx-Julz (Rainbow’s Network/princessrainbowchannel)
Google Drive:
Book transcripts and translations (Google Docs/PDF/EPUB)
Main series
Literacy series
Educational books
Sticker albums
Short stories
Book reviews
Don’t forget to check out Kisekae Insights for the involvement of Sea Princesses in my personal project (instalments 11-13, 20 and 27) and follow the Sea Princesses tag on my Tumblr for more insights into the series and its fandom in the Sea Princesses renaissance.
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Book checking started 6 August 2022 M1 done 6-8 August 2022 M2 9-11 August 2022 M3 11 August 2022 M4 11-12 August 2022 Literacy+Additional Material 12 August 2022
V2 translation started 13 August 2022 M1 13 August 2022 M2 13-15 August 2022 M3 15-16 August 2022 M4 16-20 August 2022 Literacy Books 26 August 2022 Additional Material 28-29 August 2022 (2009 P07)
Corrections 3-4 September 2022 Publishing work 5-7 September 2022
Cartoon reviews 9-16 September 2022 Book reviews 17-20 September 2022
Book M4 intro:
Original
Essa é mais uma dessas histórias. Porém, por pouco ela não chegou às suas mãos. Um perigoso vilão, que sabe o poder que as histórias têm, tentou impedir que esta fosse contada. Ela fala sobre coragem...
This is another one of those stories. However, it narrowly missed their hands. A dangerous villain, who knows the power that stories have, tried to prevent it from being told. It is a story of courage...
Kindle
Porém, uma das histórias mais emocionantes das nossas heroínas não foi contada por ninguém. Como todas as outras envolvendo as princesas, ela é repleta e ação e aventura. Fala sobre coragem...
However, one of our heroines' most emotional stories has never been told by anyone. Like all other stories involving the princesses, it is full of action and adventure. It is a story of courage...
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la-semillera · 2 months
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ELENA DEL RIVERO & CRISTINA RIVERA GARZA
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VII
el gesto de la verdadera adicta
A veces el Mar del Norte se transformaba en manto y había que verlo como algo ajeno.
A veces se lo podía uno colocar sobre los hombros como cosa muy usada o querida, y sentir, dependiendo de incógnitos elementos, su calor o su extravío.
A veces era posible sentarse en su orilla, sosegadamente. Y volverse escultura súbita o nube desmemoriada. O arena con filos.
Todo podía pasar ahí en realidad. A veces había que sobrevolarlo como a un desastre. O alejarse como de la epidemia. O resignarse como ante la enfermedad.
En más de una ocasión vimos la manera inesperada y no por ello menos natural en que emergió del agua la cabeza de Concha Urquiza.
—Pero si usted está muerta —le recordábamos de inmediato.
Y ella, sin ponernos atención, interrumpía cualquier comentario para pedirnos, con ese gesto desesperado del verdadero adicto, un cigarrillo. Por el amor de dios. Por lo que más quieran. Ya que había dado la primera chupada —honda, con placer, toda ella en otro lugar— y ya que había dejado desaparecer en el aire la bocanada gris, el humo de artificio, entonces nos pedía una toalla.
—No saben la clase de frío que hace ahí —nos aseguraba sin atreverse a volver la vista atrás. Cuando constataba la sorpresa en nuestros rostros no era capaz de aguantar la risa.
—¿Qué? ¿Ustedes son de las que creen que Los Sumergidos nunca tenemos frío?
Éramos de ésas, ciertamente. Y, por serlo, guardábamos un silencio inconfesable y vergonzoso mientras bajábamos la vista.
—Por lo menos —murmuraba luego en son de paz— podrían ofrecerme algo de vino.
Entonces, sin que se lo pidiéramos, sin que lo esperáramos siquiera, La Sumergida alzaba su copa y brindaba y chupaba ávidamente de su cigarrillo, todo a la vez, todo como si ya no tuviera tiempo o como si se le estuviera acabando el tiempo, mientras se quedaba como nosotras, sentada sosegadamente sobre la orilla de arena del Mar del Norte, resignada ante la enfermedad del agua y sobrevolando el desastre con la Mirada Oblicua de la que ha muerto más de una vez, de la que todavía no acaba de morir o de la que, muriendo, reincide como una verdadera adicta, con ese gesto de pordiosero y de mártir cruel y de princesa degollada.
_ ¿Ha estado usted alguna vez en el Mar del Norte?, fragmento del libro Feliz como con mujer, Cristina Rivera-Garza.
_ Elena del Rivero, Photocollage #43, 2014-2018. Collaged selenium toned silver gelatin prints with thread and vintage postcard of Curro Romero. 11” x 18”
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viagraliteraria · 5 months
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—Ya sé qué deseas—dijo la bruja del mar—. Es una estupidez, pero se cumplirá tu voluntad, porque te llevará a la desgracia, mi gentil princesa.
"La Sirena", Hans Christian Andersen
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vangelismorgan · 2 years
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Stormbringer
[Daemon Targaryen x Baratheon Reader]
Eres la única hija de la descarrilada princesa Saera y Lord Boremund Baratheon, jinete del implacable y terrible dragón Caníbal al que renombraste como Stormbringer, y tu historia no pasó por alto a oídos del principe pícaro, que negandose a tomar a Rhea Royce como esposa, te mira. Ningún hijo menor merece a una hija de Valyria como tú, pero él lo hace.
Decir que odia su compromiso es poco. Rhea Royce es una arpía desagradable adoradora de árboles, una cosa salvaje sin gracia. No le gusta, y sencillamente detesta su incómodo silencio cada vez que él intenta pinchar con picardía para obtener alguna reacción, cualquier cosa que no fuera la estéril cortesía, y aunque ha mostrado inconformidad y ha protestado, su abuela insiste en que será un buen partido, en que ambos harán una maravillosa y dulce pareja, con el pretexto de lazos amistosos con el valle, no obstante Viserys ya ha forjado esos lazos al comprometerse con la prima Aemma, y al menos Aemma tiene sangre Targaryen, Rhea no...
No importa cuánto desdén muestre a su prometida, el partido continua inevitablemente, hasta que se celebra un torneo en honor a su abuelo y su largo reinado, entonces él te ve en un mar de oro y negro.
«------» Baratheon, la rebelde hija de Lord Boremund y la tía Saera, la única hija del matrimonio y heredera de las Stormlands, a menos que el bebé que lleve la tía Saera sea un niño, pero eso no parece importarte, eres una joven doncella que ríe y saluda con una picardía que pincha correctamente en las ambiciones de Daemon.
Rhea Royce solo le da un pedazo de tierra estéril y aburrida, tú «------» Baratheon le daría las Stormlands, y el tío Boremund no sé negaría a un príncipe, además hacer enojar un poco a la abuela, no le caería mal, y los compromisos pueden romperse.
Eres bulliciosa, una jinete de dragón por derecho al igual que la prima Rhaenys ¡Y vaya historia la de la heredera Baratheon! Habiéndo domesticado al caníbal, se hicieron canciones que recorrieron los siete reinos y la furia pero también el orgullo del abuelo Jahaerys.
«Saera visitó Dragonstone de incógnito, ni siquiera su esposo sabía del viaje, y mucho menos el rey. Entonces tenías once años recién cumplidos y tu madre en secreto y como si solo se tratara de un juego, te invitó a escabullirse por el castillo para ver las estrellas sobre las faldas del monte dragón, el objetivo era Fantasma Gris, o quizá alguna cría de dragón, digna de la heredera de la tormenta e hija de Saera Targaryen. Merecías un dragón propio para que nadie, ningún hombre avaro y estúpido reclamara tus derechos, luego de que el viejo rey, decidiera intransigente, pasar por encima de los derechos de Rhaenys, otra hija de la casa Baratheon. No, Saera no lo permitiría, y entonces pensó que la mejor forma de hacerlo, era dándote tu propia montura, entonces ningún hombre se atrevería a desafiarte.
Saera creía en tí, Saera te empujó a acercarte a Fantasma Gris, y aunque dudaste y sentiste que te ibas a mear en los calzones, te acercaste temerosa de decepcionar a tu madre.
La situación se salió de control, el dragón no reaccionó bien, te atacó y tu madre gritó histérica, mientras la criatura intentaba desgarrarte con las patas y las fauces, pero entonces, un chillido brutal y espantoso salió de una de las cuevas del volcán, y la enorme bestia negra, conocida como el caníbal, se abalanzó sobre Fantssma Gris, dejandote en medio de ls refriega. Fue un espectáculo aterrador cuando el dragón negro aullentó a Fantasma Gris y te envolvió codicioso entre sus alas, tenías las manos y las rodillas sangrando, pero eso no evitó que sintieras la conexión con el viejo dragón. Tanto así, que pese al dolor en los huesos y la carne, montaste sobre su lomo, y volaron sobre la isla.
Cuando el viejo rey se enteró, su ira sacudió el reino, y tanto tú como tu madre fueron llevadas ante él. El discurso de la princesa Saera erase uno para recordar.
—¡Pasaste por alto a Rhaenys como la heredera de mi hermano! Pero yo no permitiré lo mismo con mi hija, la única que tengo, heredera de Storm's End. No dejaré que los hombres se aprovechen de ella, que le arrebaten su herencia y legado, y la única forma de hacerlo era dandole el fuego y sangre de su herencia.
Pactos y acuerdos fueron firmados. Y con el tiempo el incidente menguó.»
Daemon recordó que habías renombrado al dragón, caníbal no era un mote adecuado para tan magnífica criatura, «Stormbringer» sin embargo, era apropiado para la heredera de Storm's End.
Y tu mirada cayó sobre él, con una media sonrisa, presumida y descarada.
—Prima, —saludó encantador, mientras llevaba consigo el látigo de Caraxes—, qué encantadora vista, has crecido.
Sonreiste sin mayor problema, Daemon y tú apenas tenían contacto, tus deberes como heredera de tu padre, y el poco interés que tenías por la vida en la corte, te mantuvo lejos de la familia real, no obstante usaste lo mejor que podías, las enseñanzas de las septas y de tu madre sobre la vida y etiqueta palaciega.
—Mi principe, —contestaste mirando con interés el látigo para comandar al dragón.
Apenas tenías un día de no surcar el cielo sobre Stormbringer, pero ya deseabas llevarle por los cielos otra vez.
—Esperaba verte con la tía Saera y el tío Boremund.
—Ah, bueno... Digamos que me adelanté a ellos, sobre el lomo de Stormbringer, —dijiste orgullosa.
Daemon respondió con una sonrisa igualmente cómplice, —quizá más tarde sería un honor si me aceptas un vuelo, Caraxes ha estado algo impaciente.
Y no deseabas nada más que eso.
Te sentías impotente desde que padre anunció que te comprometerías con el chico Trant, un tercer hijo, insípido y aburrido.
¡Tú! ¡Una jinete de dragón! Llevabas la sangre de la vieja valyria y los reyes de la tormenta, y tu padre solo se conformó con un simple y estúpido muchacho de corazón débil... Todo porque el rey casi consideró pecado que tomarás lo que era tuyo por derecho de sangre.
—Te veré entonces mi príncipe, después del almuerzo, para agitar las alas.
Esperaste con ansias el momento de volver a ver al príncipe, y cuando le observaste alto y guapo en sus cueros de montar, te preguntaste por qué no pudieron comprometerte con él.
Stormbringer chilló de alegria al verte, y de la forma en la que solo un dragón podía mostrar afecto te empujó con su hocico humeante, a lo que respondiste con una risa deliciosa que disfrutó el principe Daemon.
Los compromisos podían romperse, pensó.
Volaron a Dragonstone y de regreso, descendiendo sobre un parche de playa donde sus monturas pudieran descansar, y se sentaron para ver el crepúsculo partiendo el cielo en el horizonte, suspiraste, pensando que pronto dejarías todo esto atrás, una vez casada con Ser Cleo Trant, no podrías montar a menudo, y los dioses no lo quieran, tu padre faltara, tomarías el mando de Storm's End.
Daemon sin embargo pensó, rápido y mordaz en la posibilidad de hacer lo que los dragones hacen, reclamar lo que era suyo, sin pedir permiso a nadie, te miró.
—¿Qué harías si pudieramos hacer esto por siempre? —te preguntó sin dejar de mirarte.
Te burlaste con una risita, pero también melancolía y tristeza en el gesto, qué delicioso sería, qué maravilloso si pudieras.
—Sé que te vas a casar mi príncipe, con Lady Rhea, sería impropio.
—Como es impropio que ahora estemos aquí solos ¿No?
Reíste más alto.
—Tengo a Stormbringer conmigo ¡No podrías! Pero... —pensaste en el día que reclamarte a tu maravilloso dragón, lo fuerte, libre e indómita que te sentiste sobre su cálido lomo, sus suaves escamas, era la sangre del dragón a pesar de tu nombre Baratheon—, viajaría a través del mar estrecho, para ver las ciudades libres, sentir la brisa en mi cara, ver el mundo...
—Entonces... Cásate conmigo, —dijo Daemon de repente tomándome con la guardia baja.
—¿Mis disculpas? No... Yo... Oh benditos siete ¿Hablas en serio Daemon?
No era más "mi príncipe" o "primo Daemon" únicamente Daemon.
Una vez tu madre te contó sobre su rebeldía, cómo había estado a punto de huir con un comerciante Essossi, hasta que tu padre afortunadamente la rescató del "comerciante" que resultó ser un esclavista. Y el amor nació entre ambos.
Casi era poético, porque si aceptabas al príncipe, él te rescataría de un matrimonio que no querías, aunque poco después te sentiste terriblemente mal, Lady Royce se agregó a la complicada ecuación.
—Nuestros abuelos escaparon y se casaron ¿Por qué no podemos hacer lo mismo? Piénsalo «------» —y tu nombre en sus labios sonó delicioso, era pecado sentirte como lo hiciste bajo el hechizo espeso de su mirada.
—... El reino no...
—Lo aceptarán, —refutó Daemon—, soy un segundo hijo, eres la heredera de tu padre, somos un partido apropiado, nuestros hijos serían jinetes de dragón, la sangre del dragón permanecería fuerte.
Asentiste, era casi la misma sensación de pánico, emoción e incertidumbre la que te embargó cuando montaste a Stormbringer. Y le miraste echado junto a Caraxes, ambos dragones retozando en la arena.
—Vamos a necesitar un septon, —te animaste a decir.
Daemon sonrió como nunca antes lo viste sonreir, y finalmente después de tanto miedo, de tanta rabia, él templó tu sangre, a su lado, hombro a hombro sobre sus dragones, podían ser capaces de desafiar a los dioses.
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