Tumgik
#el niño rojo
pencopanko · 9 months
Text
Tumblr media
An old sketch from 2019; in which I had this idea of post-canon Miguel dying of old age (sorta, he was around 70 when he passed), but due to the events of 2017 La Muerte decided to give Miguel the ability to return to the Land Of The Living as his younger self but as a human "alebrije", tasked to become a guide to spirits who cannot cross over to the Land Of The Dead. He can only be seen by lost souls and their families, taking the shape of his younger self in the Land Of The Living.
This AU was heavily inspired by GeGeGe No Kitarou, one of my favourite Japanese medias growing up as well as Mononoke and my general love for stories on guiding lost spirits.
50 notes · View notes
mundillotaurino · 2 years
Text
Madrid présente les cartels du Certamen de novilladas piquées 2022
Las Ventas va ouvrir ses portes tous les jeudi soir...
Plaza 1 a dévoilé les cartels du Certamen de novilladas piquées qui se déroulera tout au long du mois de Juillet. 4 novilladas de qualification auront lieu avec pas moins de six présentations à Las Ventas chez les toreros, et une diversité d’encaste notable. La grande finale aura lieu le 4 août avec un nouveau lot de Fuente Ymbro (la troisième novillada de ce fer dans ces mêmes arènes en…
Tumblr media
View On WordPress
0 notes
florinaranja · 4 months
Note
Holaaaa, primero que nada escribes INCREÍBLE, me encanta tu redacción, cuando encontré tu blog mori por qué quería leer más trabajos tuyos y no encontré, ánimo.
Y segundo quería pedirte algo con pipeeee, es un golden tiernon, no sé, se me ocurre algo como una fiesta post partido de fut y que Pipe sea medio reservado, pero por estar tan feliz, no pueda esconder el PDA y se la pase buscando contacto físico inocente y al final no le importe nada estar sobre, mostrando afecto frente a sus amigos.
Espero con ansias leer todos los trabajos a futuro que escribas. 🙏🏽🙏🏽🙏🏽🙏🏽
afición de enamorados ; felipe otaño
pairing: felipe otaño x fem!r
summary: ¿qué hay mejor que pasar un día muy futbolístico y amoroso con tu novio pipe? exacto, nada. 1.6k.
warnings: none!! puro fluff como debe ser
n/a: muchas gracias por el request! siento la tardanza, los exámenes me consumen viva. espero que te guste muchísimo y de verdad muchas gracias por el apoyo y tu mensaje😢 me ha hecho super feliz y motivado un montón!! love u!!! also esto creo que es obvio, pero soy española así que siento que no tengan el habla argentina🙏 i'm trying
Tumblr media
nunca hubiera pensado que se emocionaría viendo un partido de fútbol, pero ahí estaba ella: gritando a puro pulmón cada vez que la pelota recaía en los pies de su novio. ahora entendía la euforia que sentía felipe cada vez que veía un partido de river, equipo del que era hincha hasta la raíz, y este ganaba. 
alegrarse por su novio no cambiaría el hecho de su poca afición futbolística, pero de vez en cuando era divertido pasar la tarde gritando como una loca apoyándolo. es un tipo de orgullo explosivo, eso era indiscutible. 
no era más que un partido entre amigos, una forma más de pasar el tiempo. pero felipe estaba corriendo decidido hacia la portería contraria, esquivando con agilidad a los contrincantes y con el sudor de un ganador corriéndole por la frente; y maría, desde su posición de espectadora, tenía los puños apretados y se iba levantando poco a poco de la grada hasta que felipe marcó gol. la chica pegó un salto emocionada, aclamando el último punto que le daba la victoria al equipo de su novio. 
bajó corriendo las escaleras hasta llegar a las vallas que la separaban del césped, esperando a que todos los amigos de felipe acabaran de felicitarlo. en cuanto terminaron, el joven se escabulló y dirigió directo hacia su novia, como un perrito que regresa a traerle la pelota a su amo. maría lo recibió con una amplia sonrisa. acunó su cara entre sus manos y comenzó a llenarlo de besos sonoros por toda la cara, casi pareciendo una madre orgullosa. 
—¡has estado increíble, cariño! eres bueno en todo lo que haces, que lo sepas —pipe rio acalorado, bien por el cansancio y el calor del verano o por las palabras cariñosas de la joven—. además me hace tan feliz verte disfrutar así, como un niño pequeño… 
maría se encontró con sus ojos azules, melosos. jugaba con los piquitos ondulados que se formaban en la nuca de su chico con una sonrisa tonta y felipe no pudo aguantar más sin sentir sus labios contra los suyos. se inclinó por encima de la valla y cogió firmemente una de las mejillas de la chica, entremezclándose en un beso de simple amor. 
los silbidos de los amigos de pipe no tardaron en llegar, como era lo normal. pipe cortó el beso y se giró hacia ellos, sacándoles el dedo. —no se cansan de joder ustedes. 
volvió a dirigirse a su novia. —esta noche los chicos y yo pensamos en celebrar la victoria y ya de paso ver el partido de river. ¿qué decís?
ella entrelazó sus manos. —si dijera que no a pasar tiempo contigo estaría loca. 
llegó la noche y la pareja estaba lista para la larga celebración que les esperaba en casa de uno de los amigos de felipe. lo primero que hizo su novio al entrar en la casa fue tirarse en el sofá, ansioso y con los colores rojo y blanco de su camiseta vibrando más que de costumbre. no era lo mismo que verlo en el estadio donde el ambiente estaba cargado de los gritos de los aficionados, pero si estaba con su chica cualquier cosa era extraordinaria. se giró por encima del sofá a mirarla, estaba charlando con otra chica y, cómo no, estaba radiante. cada vez que la veía, le era imposible no pensar que era todo lo que necesitaba con él, la chica de sus sueños. se acomodó bien, de nuevo enfrentando la televisión, mientras se mordía el labio intentando reprimir las ganas que tenía de besarla allí mismo. 
nunca habían sido del tipo de parejas que están pegadas todo el rato, uno encima del otro, sino que guardaban los momentos más íntimos y cargados de emoción para la mera presencia del otro. no es que no se mostraran cariñosos en público, siempre paseaban con las manos entrelazadas y se robaban besos cada vez que podían, pero el verdadero sentimiento que se tenían se daba en la soledad de su hogar.
el partido comenzó a las nueve en punto. fue acompañado por pizzas y fernet, las risas de los amigos (entre las que maría siempre destacaba la de felipe) y la pura afición que solo el fútbol conlleva. cuando su equipo marcó el primer gol, los bramidos se escucharon por todo el vecindario. felipe no cabía en su felicidad. buscó con la mirada a su novia, quien ya se encontraba mirándolo y le hizo una seña con el brazo mientras gesticulaba “vamos”. con ese simple acto, se le llenó el pecho de una alegría abrumadora. incluso llegaron a subírsele los colores y a cosquillearle la barriga, como si fuera la primera vez que hablaba con la chica que tanto le gustaba. 
le recorrió la necesidad de cogerla, apretujarla y dejar el partido de lado para susurrarle al oído y oír sus risitas en respuesta. pero lo único que hizo fue darle una sonrisa en respuesta y volver a sentarse en el sofá cuando el ambiente ya se había calmado. 
hasta que marcaron el segundo gol a favor de su equipo, el chico echó en falta algo, o mejor dicho alguien. de vez en cuando se le colaba por el rabillo de ojo la imagen de su novia charlando con uno de sus amigos —desde el primer momento se llevó bien con todos ellos y es que, ¿quién podría no hacerlo?— y en su mente solo podía pensar en tenerla cerca. así que, aprovechando la nueva emoción, felipe pegó un salto del sofá y se acercó a la chica. le tendió la mano y esta la aceptó gustosa aunque extrañada. la condujo hasta el sofá y miró a los dos chicos que lo ocupaban.
—échate para allá, dale. 
su amigo lo hizo, no sin antes lanzarle algún que otro insulto cariñoso y burlarse de él. ahora, con maría a su lado la noche de felipe solo había mejorado. no quería hacer tan obvio que estaba anhelando el tacto de la piel suave de su novia pero falló irremediablemente. mantuvo sus manos entrelazadas y acercó su rostro al cuello de ella, descansando en su aroma a lavanda. 
la joven rio por lo bajo por las cosquillas que su pelo le hacía y llevó su mano libre a su cabeza, acariciando cada mechón de pelo castaño.
—¿y este repentino cambio tan amoroso? —el chico suspiró.
—siempre puedes volver a irte si quieres, amor —siseó juguetón felipe, para luego dejar un casto beso en su cuello. 
por nada del mundo la chica se iría de ahí. se acurrucó contra él, intentando tener el mayor contacto que podía. estaba disfrutando esta muestra pública de cariño como la que más, era un hecho. 
sin embargo, las cosas comenzaron a complicarse para los rojiblancos. el equipo contrario había remontado acabando en empate, teniendo solo quince minutos de prórroga para ganar. el ambiente en el pequeño salón se notaba preocupado. felipe apretaba la mano de su novia con fuerza cada vez que veía un gol cerca aunque terminara en nada. cuando ya quedaban cinco minutos y todo los chicos habían aceptado la derrota, un jugador de river marcó, dándoles la victoria. 
todos los amigos que se habían reunido aquella noche saltaron exaltados, incluso maría se alegró por los vencedores. los chicos comenzaron a corear mientras saltaban, con unas enormes sonrisas plasmadas en sus caras y la joven esperó que felipe se les uniera. en cambio, fue sorprendida por un agarre brusco que la hizo girar para encontrarse con sus labios estampados contra los de su chico. correspondió a su beso, brusco y desaliñado por la emoción del momento, con su agarre fuerte en sus caderas derritiéndola por completo. 
al separarse, maría cogió una bocanada de aire jadeando. tampoco le dio tiempo a mucho más, porque pipe la tomó levántandola del suelo y girándola por el aire. la sala se inundó de sus risas.
—¡pipe, bájame! voy a vomitar la pizza.
el joven obedeció sin mucha resistencia y le plantó otro beso y otro y otro y así hasta que un carraspeo los interrumpió. —no bueno, si queréis nos vamos y os dejamos solos.
felipe reaccionó como hacía apenas unas horas: le mostró el dedo del medio. nadie le dio mucha importancia y la celebración continuó. maría alcanzó la mano de su novio y le sonrió. 
—quiero pasar toda mi vida contigo, cariño. acompañarte a todos los partidos de fútbol solo para verte así de feliz, a todos los castings que quieras… no sé, no puedo imaginar no estar a tu lado. es algo raro para decirte justo ahora, pero es que me lleva rondando la mente por un tiempo, quiero que sepas lo mucho que significas para mí. 
—nena, algún día de estos vas a matarme —le regaló un beso en la mejilla—,  no puedes ser más perfecta. no puedo esperar para que pasemos juntos toda la vida. 
la joven se colgó de su cuello y esta vez fue ella quien inició el beso: lento, saboreado, rosado. 
y así continuaron el resto de la madrugada, más melosos que unos recién enamorados, siempre a menos de cinco centímetros el uno del otro. al final, ni siquiera ellos podían escapar de la necesidad de sentirse cerca, no importaba el público o la situación. y qué decir que después de esa noche, maría comenzó a ver los partidos de fútbol con más cariño.
173 notes · View notes
flan-tasma · 9 months
Note
wriothesley with nurse reader???
where he 'accidentally' hurt himself, so he can see you. and you treat him for his wound
💖~ That's so cute!
Omg this is so pinche large
Ksjjdj I made a new banner for this man, I love him so much <33333
Warning: Nope now ✨, Fem!Reader | Google Translate sponsors me (it's a lie) If I made any mistakes in the english translation, I would be happy to read your comments! | Content in spanish and english
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
Spanish:
Trabajabas en un pequeño consultorio médico haciendo tareas pequeñas y revisando pacientes, anteriormente tu vida no tenía ningún chiste y se basaba en rutinas aburridas como repetirle a ancianos sus recetas y a los niños que no pueden correr por todos lados o se caerían,darles una paleta dulce por su valentía y salían de tu consultorio. Eso había cambiado cuando una noche encontraste al duque en la calle.
Cerca de tu hora de cierre y habiendo cumplido con todos los quehaceres que el doctor te había encomendado, el hombre de cabello oscuro parecía herido y apenas podía caminar con una gran cortada en su abdomen. No lo conocías, pero ayudarlo fue un gran cambio de tu rutina.
Wriothesley había convencido a Sigewinne de tomarte bajo su ala y hacerte parte de su equipo en el Fuerte Merópide, por lo que tenías un nuevo lugar de trabajo y era bastante bueno, habías logrado una amistad con tus compañeros y era más divertido estar con ellos que en tu soledad con el viejo doctor malhumorado con el que trabajabas antes. La razón de tu cambio se reveló como Wriothesley diciendo que tenías talento en tu campo, y no ibas a negar que era verdad y que tu orgullo creció cuando te lo dijeron, pero eso era solo una mentira piadosa para lo que el duque realmente quería.
A ti, entendiste un día cuando notaste que el señor siempre llegaba en algún momento del día y tenía algunas heridas debajo de su ropa o sus vendas oscuras. Te pediría que lo ayudes y al inicio te aseguraste de hacer un buen trabajo para que no te despidan. Se creó una nueva rutina que no era precisamente aburrida pues Wriothesley mantenía un semblante curioso.
No sonreía mucho a menos que se dijera algún chiste para aliviar el ambiente, pero su rostro serio pintado con polvo rojo en su rostro era imposible de ignorar y reírte para ti misma. Hoy no fue una excepción.
"Lo estaba esperando, señor." Hablaste con burla y un sospechoso rostro serio, Wriothesley tembló y sus mejillas se sonrojaron más al verte pedirle que tome asiento. "¿Qué lo aqueja el día de hoy?"
Wriothesley no tenía una gran seguridad de hablarte a ti, prueba de eso era que no te había visto a los ojos desde la primera noche en que lo curaste, pero siempre hacía eso de aclarar su garganta para tomar valor.
"Peleé con algunos monstruos cuando venía aquí..." El noble tembló bajo tu mirada que escaneaba sus brazos y sus piernas, sus rostros y sus manos, y no parecía haber nada fuera de lugar. Sus músculos y las cicatrices que se asomaban entre su ropa seguían siendo las mismas que ya conocías.
"Y sus heridas están en..." Esperabas que Wriothesley te dijera que estaba detrás de él, tal vez cerca de su codo o en sus pantorrillas, no esperabas que empezara a quitarse la camisa. Sus músculos se marcaban más deliciosamente cuando no los cubrían la ropa, el vello en sus brazos y pecho era oscuro y se te hizo agua la boca hasta que se dio vuelta y su belleza era derrotada por una gran herida en su espalda. "Arcontes, ¿cómo llegó hasta aquí con eso? Por favor, quédese quieto."
Atendiste la herida desinfectando los alrededores y usando tus ungüentos antes de vendar su espalda. Por el tamaño de los rasguños debió ser un Mitachurl determinado a no dejar en pie a su enemigo, fuera de eso, la profundidad de la herida no requería sutura. Wriothesley había permanecido callado y mirando tu rostro serio a través del espejo de la sala, sin hacer un solo ruido y perdido en tus expresiones. Sabía que no podría pasar mucho tiempo más contigo, no encontraba otra manera de hablarte más que pedirte exclusivamente a ti que lo cures, pero hoy haría un nuevo movimiento para su plan: invitarte a salir.
Cuando acabaste y le diste las instrucciones para que no se dañara más su herida, él hacía pequeños sonidos para demostrar que estaba atento. Cuando te vio tomar su ropa sucia de tierra y sangre le dijiste que lo mandarías a lavar si no era mucha molestia.
"Puedo hacerlo yo, no sé preocupe, mademoiselle" Wriothesley se levantó de su silla y le ayudaste a ponerse erguido a pesar de su dolor. Tus manos, aunque estaban enguantadas, producían cosquillas contra la piel del noble que soltó un suspiro, sus mejillas volvieron a tomar su profundo tono rojo y tembló al no poder decir lo que deseaba. "Yo... ¿Puede por favor...?"
No sabías qué iba a pedir, pero tu mirada fija en sus ojos lo alteró y bajó la mirada. No era momento de coquetear, pensaste, deberías ayudarlo a sentirse mejor. "¿Quiere algo más, señor Wriothesley?"
Cubriendo su boca con la palma de su mano y con la mirada fija en algo más que no eras tu, asintió. Seguiste su mirada y sonreíste, el te vio de reojo y su corazón palpitó con más fuerza cuando te alejaste, el ruido del metal y el vidrio no lo alertó de la realidad, en su cabeza habían mil escenarios fantasiosos, uno más dulce que el otro. Con esas situaciones en mente no necesitaría azúcar en su té en dos semanas.
"Está bien, puede tener uno." Tal vez le darías un beso para que se sienta mejor, podría besar la herida o incluso solo acariciar su rostro, tal vez un abrazo para que tenga fuerzas para trabajar el resto del día. Sus fantasías cayeron en lo profundo del mar de Fontaine cuando le diste una paleta ya sin envoltorio.
Abrió la boca con la cara compitiendo contra la paleta de cereza y se la diste para que la probara. Una lluvia de afirmaciones acerca de ser muy valiente y haberse quedado quieto, todo con tu mismo tono burlón que al inicio. El Alcaide del Fuerte Merópide se golpeó la frente mientras se levantaba para huir estratégicamente y salvar algo de su dignidad.
"Vuelva cuando quiera, señor Wriothesley." Tu voz terminó con una risa que atormentaría sus sueños por un tiempo.
Tumblr media
English:
You worked in a small doctor's office doing small tasks and checking on patients. Previously your life didn't have much meaning and was based on boring routines like repeating recipes to the elderly and giving children who can't run everywhere or they would fall, giving them a sweet lollipop for their bravery and they left your office. That had changed when one night you found the duke on the street.
Near your closing time and having completed all the chores that the doctor had given you, the dark-haired man seemed injured and could barely walk with a large cut on his abdomen. You didn't know him, but helping him was a big change from your routine.
Wriothesley had convinced Sigewinne to take you under her wing and make you part of his team at Fortress of Meropide, so you had a new place of work and it was pretty good, you had made friends with your colleagues and it was more fun to be with them than in your solitude with the grumpy old doctor you worked with before. The reason for your change was revealed as Wriothesley saying that you were talented in your field, and you weren't going to deny that it was true and that your pride grew when you were told it, but that was just a white lie for what the duke really wanted.
You, understood one day when you noticed that the man always arrived at some time of the day and had some wounds under his clothes or his dark bandages. He would ask you to help him and at the beginning you made sure to do a good job so that you wouldn't get fired. A new routine was created that wasn't exactly boring because Wriothesley kept a curious face.
He didn't smile much unless a joke was told to lighten the mood, but his serious face painted with red powder on his face was impossible to ignore and laugh to yourself. Today he was no exception.
"I was waiting for you, sir." You spoke with mockery and a suspiciously serious face, Wriothesley trembled and his cheeks blushed redder as he saw you ask him to take a seat. "What ails you today?"
Wriothesley didn't have great confidence about talking to you, proof of that was that he hadn't seen your eyes since the first night you healed him, but he always did that thing of clearing his throat to gain courage.
"I fought some monsters when I came here..." The noble trembled under your gaze that scanned his arms and his legs, his faces and his hands, and there didn't seem to be anything out of place. His muscles and the scars that showed through his clothes were still the same ones you already knew.
"And his wounds are on..." You expected Wriothesley to tell you that it was behind him, maybe near his elbow or on his calves, you didn't expect him to start taking off his shirt. His muscles were more deliciously visible when they were not covered by clothing, the hair on his arms and chest was dark and made your mouth water until he turned around and his beauty was defeated by a large gash on his back "Archons, how did he get here with that? Please stay still."
You tended to the wound by disinfecting the surroundings and using your ointments before bandaging his back. Given the size of the scratches, a Mitachurl must have been determined not to leave his enemy standing; apart from that, the depth of the wound did not require sutures. Wriothesley had remained silent and looking at your serious face through the living room mirror, without making a single sound and lost in your expressions. He knew that he couldn't spend much more time with you, he couldn't find any other way to talk to you other than asking you exclusively to heal him, but today he would make a new move for his plan: ask you out.
When you finished and gave him instructions so that his wound would not be damaged further, he made small sounds to show that he was attentive. When he saw you take his clothes dirty with dirt and blood, you told him that you would send him to wash them if it wasn't too much trouble.
"I can do it, don't worry, mademoiselle" Wriothesley stood up from his chair and you helped him stand upright despite his pain. Your hands, although they were gloved, tickled against the skin of the nobleman who let out a sigh, his cheeks returned to their deep red tone and he trembled as he could not say what he wanted. "I... Can you please...?"
You didn't know what he was going to ask for, but your gaze on his eyes upset him and he lowered his gaze. This wasn't the time to flirt, you thought, you should help him feel better. "Would you like anything else, Monsieur Wriothesley?"
Covering his mouth with the palm of his hand and staring at something else that wasn't you, he nodded. You followed his gaze and smiled, he saw you out of the corner of his eye and his heart beat harder when you walked away, the noise of metal and glass did not alert him to reality, in his head there were a thousand fantasy scenarios, one sweeter than the other. With those situations in mind he wouldn't need sugar in his tea for two weeks.
"It's okay, you can have one." Maybe you would give him a kiss to make his feel better, you could kiss the wound or even just caress his face, maybe a hug so he has the strength to work the rest of the day. His fantasies fell into the depths of the Fontaine sea when you gave him an unwrapped lollipop.
He opened his mouth, his face competing against the cherry popsicle, and you handed it to him to try. A shower of statements about being very brave and staying still, all with the same mocking tone as at the beginning. The Warden of Fort Meropide slapped his forehead as he stood up to strategically flee and save some of his dignity.
"Come back anytime, Monsieur Wriothesley." Your voice ended with a laugh that would haunt his dreams for a while.
365 notes · View notes
longliveblackness · 10 months
Text
The Horrors of Lynching: Photographs and Postcards
Note to readers: This post contains graphic and disturbing images.
Tumblr media
During the late 19th and early 20th century, thousands of photographs and postcards of Black Americans killed by white mobs in racist terror lynchings were collected, traded and sent through the U.S. postal service.
The postcards and photographs, depicting gruesome images of the bodies of Black men, women and children who had been tied to trees, mutilated, tortured, shot and burned alive by white mobs, were often distributed as souvenirs and saved as mementos in family albums and stored away in attics for safekeeping.
The lynching photographs often captured the bodies of the murdered Black Americans and the hundreds of white people — including children — who gathered to witness the public spectacle of lynchings. According to historians, in more than half of these photos and postcards, white people were shown smiling and celebrating the spectacles.
WHITE PEOPLE MONETIZED THE MURDER OF BLACK PEOPLE
Lynching photographs and postcards were shrewdly distributed — ​​often for profit — across communities by hand and through the U.S. mail. They were often sold for as little as a quarter, which would be worth about $3.46 today.
Tumblr media
Source: wordinblack.com
Translated by Long Live Blackness by Shaneyra Thompson
•••
Los horrores de los linchamientos: fotografías y postales
Nota para los lectores: Esta publicación contiene imágenes gráficas e inquietantes.
Descripción de primera imagen: [Cinco afroamericanos fueron colgados de un cornejo en el condado de Sabine, Texas, en 1908 como "una advertencia para todos los negros".]
Traducción de la postal:
Esta es sólo la rama de un árbol de Cornejo;
Un emblema de la SUPREMACIA BLANCA.
Una lección que una vez se enseñó en la escuela de los Pioneros:
que esta es una tierra de GOBIERNO DEL HOMBRE BLANCO.
Una vez, temprano en la mañana, los blancos le dijeron al Hombre Rojo que enmendara su camino.
El negro, ahora, por gracia eterna, debe aprender a permanecer en el lugar del negro.
En el Soleado Sur, la Tierra de los Libres, que la SUPREMACÍA BLANCA sea para siempre.
Que esto sea una advertencia para todos los negros, o sufrirán el destino del árbol de Cornejo.
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se recopilaron, comercializaron y enviaron a través del servicio postal de Estados Unidos miles de fotografías y postales de estadounidenses negros asesinados por turbas blancas en linchamientos terroristas racistas.
Las postales y fotografías, que mostraban imágenes espantosas de los cuerpos de hombres, mujeres y niños negros que habían sido atados a árboles, mutilados, torturados, fusilados y quemados vivos por turbas blancas, a menudo se distribuían como souvenirs y se guardaban como recuerdos en álbumes familiares.
Las fotografías de los linchamientos a menudo capturaban los cuerpos de los estadounidenses negros asesinados y los cientos de personas blancas (incluyendo niños) que se reunían para presenciar el espectáculo público de los linchamientos. Según los historiadores, en más de la mitad de estas fotografías y postales, se mostraba a personas blancas sonriendo y celebrando los espectáculos.
LOS BLANCOS MONETIZARON EL ASESINATO DE LOS NEGROS
Se distribuyeron astutamente fotografías y postales de linchamientos (a menudo con fines de lucro) entre las comunidades, en mano y por correo postal. A menudo se vendían por tan solo veinticinco centavos, lo que hoy valdría unos 3.46 dólares.
Descripción de segunda imagen: [Una postal de un linchamiento en Duluth. 15 de Junio, 1920.]
Fuente: wordinblack.com
Traducido por Long Live Blackness by Shaneyra Thompson
362 notes · View notes
leiderprincipe · 1 month
Text
Tumblr media
This story is inspired by this image from Twitter or X, you can find the second part on my Wattpad profile, I will leave it here.
En la tranquilidad de su modesta morada en Tatooine, Obi-Wan Kenobi se encontraba compartiendo un momento de paz con el pequeño Luke Skywalker. La luz del sol de los dos soles gemelos se filtraba por las pequeñas ventanas, iluminando el hogar con un cálido resplandor.
Luke, de apenas cinco años, reía alegremente mientras jugaba con burbujas de jabón que Obi-Wan había conjurado para él. Obi-Wan, vestido con su túnica beige, sonreía paternalmente, disfrutando de la inocencia y alegría del niño. El simple acto de crear burbujas se había convertido en un ritual diario que ambos esperaban con ansias. Obi-Wan sentía un profundo cariño por Luke, recordándole tanto a su padre, Anakin Skywalker.
La risa de Luke se detuvo abruptamente cuando un presentimiento oscuro cruzó el rostro de Obi-Wan. Se levantó, dejando la jarra de cerámica en la mesa, y recogió a Luke en sus brazos. El rostro de Obi-Wan estaba tenso, sus sentidos Jedi alertados por una presencia que no había sentido en años. Luke, notando la tensión de su cuidador, se abrazó a su cuello con fuerza.
—Obi-Wan, ¿qué sucede? —preguntó Luke con un tono de inocente preocupación.
Obi-Wan no respondió de inmediato, pero su mirada se dirigió hacia la entrada de la vivienda.
—No te preocupes, pequeño Luke. Todo estará bien —dijo Obi-Wan, intentando calmar al niño, aunque su propia inquietud era palpable.
Justo en ese momento, la puerta se abrió lentamente. La figura oscura y amenazante de Darth Vader llenó el umbral, su respiración mecánica resonando en el silencio. Obi-Wan retrocedió un paso, sosteniendo a Luke con fuerza.
—Kenobi —la voz profunda y distorsionada de Vader rompió el silencio—. Sabía que te encontraría aquí.
Obi-Wan sintió una punzada de tristeza y culpa al ver lo que su antiguo aprendiz, Anakin, se había convertido. Sin embargo, no permitió que esos sentimientos lo distrajeran.
—Anakin —dijo Obi-Wan, utilizando deliberadamente su nombre original—, no permitiré que te lleves a este niño.
Vader dio un paso adelante, sus ojos detrás del casco fijos en Luke.
—El niño es mío por derecho. Es el hijo de Skywalker.
Luke, asustado, se aferró aún más a Obi-Wan.
—No dejaré que lo corrompas como te corrompieron a ti —respondió Obi-Wan, su voz firme.
Obi-Wan sabía que no podía enfrentarse a Vader con Luke en sus brazos. Necesitaba proteger al niño a toda costa. Con una mezcla de determinación y dolor, buscó una salida para Luke mientras se preparaba para enfrentar a su antiguo aprendiz una vez más.
Obi-Wan sabía que no podía enfrentarse a Vader con Luke en sus brazos. Necesitaba proteger al niño a toda costa. Con una mezcla de determinación y dolor, buscó una salida para Luke mientras se preparaba para enfrentar a su antiguo aprendiz una vez más.
—Luke —dijo en un susurro urgente, manteniendo sus ojos en Vader—. Corre a la parte de atrás y escóndete. No salgas hasta que yo te llame, ¿entendido?
Luke, con los ojos llenos de miedo pero confiando en su protector, asintió y corrió hacia la parte trasera de la casa, desapareciendo de la vista.
—Anakin, no hay necesidad de esto —dijo Obi-Wan, enderezándose y encarando a Vader—. Todavía hay esperanza para ti.
—Ese nombre ya no significa nada para mí —replicó Vader con frialdad—. Entrega al niño, Kenobi, y tu sufrimiento terminará.
—Nunca —respondió Obi-Wan, encendiendo su sable de luz con un característico zumbido azul.
Vader, sin perder tiempo, activó su sable rojo, iluminando la habitación con un brillo siniestro. Con un rugido de ira, avanzó hacia Obi-Wan, quien bloqueó el primer ataque con una fuerza que solo años de entrenamiento y experiencia podían proporcionar.
El choque de los sables resonaba por la humilde morada mientras Obi-Wan y Vader se enfrascaban en un feroz duelo. Obi-Wan, aunque mayor y más cansado que en sus días de juventud, todavía era un formidable oponente, utilizando la agilidad y precisión que lo habían caracterizado siempre. Vader, por otro lado, era una fuerza imparable de odio y poder, su estilo agresivo reflejando su rabia interna.
Cada golpe, cada bloqueo, era una danza de recuerdos y arrepentimientos. Obi-Wan intentaba razonar con Vader entre ataques.
—Anakin, puedes volver. Puedes ser redimido.
—¡No soy Anakin! —gritó Vader, arremetiendo con un golpe brutal que casi derriba a Obi-Wan.
La batalla se intensificó, y Obi-Wan sintió la creciente dificultad de mantener a raya a su poderoso adversario. Sabía que tenía que ganar tiempo para que Luke estuviera seguro, pero también era consciente de que la situación se volvía cada vez más desesperada.
En medio del combate, un sonido metálico llamó la atención de ambos. De la penumbra surgió una pequeña figura: Luke, con una expresión decidida, sostenía un viejo blaster que había encontrado en la casa. Apuntó hacia Vader con manos temblorosas pero firmes.
—Déjalo en paz —dijo Luke con valentía, aunque su voz temblaba.
Vader se volvió hacia el niño, y en ese momento de distracción, Obi-Wan aprovechó la oportunidad para desviar el sable de luz de su enemigo, apartándolo de Luke.
—¡Corre, Luke! ¡Corre ahora! —gritó Obi-Wan.
Luke, comprendiendo la gravedad de la situación, salió corriendo hacia el desierto, perdiéndose en la luz del atardecer de Tatooine.
Obi-Wan, exhausto pero determinado, miró a Vader con una mezcla de tristeza y resolución.
—Esta batalla no terminará hoy, Anakin.
Vader, enfurecido por la pérdida de su presa, lanzó un último ataque. Obi-Wan, utilizando la Fuerza, logró escapar en el último momento, dejando a un Vader furioso y derrotado en la entrada de la casa.
Obi-Wan sabía que tenía que encontrar a Luke y asegurarse de que estuviera a salvo. Con una última mirada hacia su antiguo aprendiz, desapareció en la vasta extensión del desierto, dispuesto a proteger a Luke cueste lo que cueste.
25 notes · View notes
madameroxo · 4 months
Text
| Conversación de Cellbit y Pepito.
. . . .‿‿‿๑❀๑‿‿‿ . . . .
—¿Mmm? ¿Si soy feliz?
Pepito dio una deslumbrante sonrisa y asintió energéticamente, con el conejo blanco de peluche agarrado en un brazo, se levantó con sus cortas piernas y corrió hacia Cellbit, tomó su mano en un fuerte apretón y miró hacia arriba.
—Soy feliz porque conocí a todos mis apas y ama. Apa Roier volvió feliz como lo deseé y te conocí, apa Cellbit.
Cellbit con la cabeza agachada, se obligó a darle una sonrisa, en su cabeza se grabó aquella imagen; un Pepito chiquito, agarrándolo fuertemente, pero perdiéndose entre su enorme mano, sus ojos a través de los lentes brillaban al observarlo con mucha ilusión ante la vida y aquella tierna sonrisa le hacía doler el corazón porque temía que un día fuera borrada, que fuera borrada esa dulce inocencia que poseía.
Su corazón se calentaba cada vez que hablaba con Pepito porque todavía era un niño que miraba el mundo con ingenuidad e inocencia. Y siempre que lo miraba, se preguntaba sí él fue así alguna vez.
Había tanta sangre derramada en sus manos, que incluso su mente fue ensuciada, las memorias de su niñez estaban tintadas de rojos que era difícil siquiera extraer algún momento vívido.
Sólo podía dejarse guiar por la imaginación con el libro que adquirió sobre su infancia.
Capitán...
—¿De verdad eres feliz, Pepito? —inquirió nuevamente, como si quisiera que se lo confirmaran una y otra vez.
Pepito ladeó la cabeza y parpadeó con confusión, pero volvió a sonreír, a él no le importaba repetir hasta que su apa entendiera lo que quería decir. Mucho menos cuando verdaderamente era feliz de tener a su familia junta.
—¡Lo soy, apa! —gritó eufórico y mostró todos sus dientes.
Pero esa confirmación le dolió en lo profundo de su corazón, le invadieron las ganas de llorar, pero se contuvo, se arrodilló y atrajo a Pepito en un cálido abrazo, Cellbit lo cubría completamente, y Pepito gustoso lo abrazó fuertemente cerrando sus ojitos.
Amaba los abrazos.
—Que seas muy feliz, Pepito, por siempre —susurró.
Pepito se rió dulcemente y asintió.
—Tú también, apa. Seremos muy felices, mucho más porque tenemos a nito Richas.
Cellbit lo abrazó más, teniendo cuidado de no lastimarlo.
—Sí... lo seremos —murmuró distraído, porque justamente a la distancia venían Roier y Richas conversando animadamente.
—¡Pai! —gritó Richarlyson nada más verlos.
Y eso fue como un gatillo para Pepito, él se alejó del abrazo oso de Cellbit y se giró hacia la voz de Richarlyson, sonrió mucho más y corrió a su encuentro.
—¡Apa! ¡Nito!
Y Cellbit aún arrodillado, contempló la escena de sus ahora tres tesoros de su vida.
Sin embargo, lo que debía ser una escena feliz, para él no lo era.
Su semblante estaba serio cuando sus ojos se fijaron en su amado esposo, era su rostro, su sonrisa, su cuerpo, pero... esos ojos.
Esos ojos...
Cellbit sonrió dulcemente cuando Roier lo miró a lo lejos y agitó la mano en saludo. Le correspondió de manera lenta.
Le dolía el corazón por Pepito porque estaba viviendo en una dulce burbuja de familia feliz.
Le dolía por Richarlyson porque creía vivir con normalidad cómo solían ser, entre bromas y aventuras.
Y le dolía para sí mismo porque su amado esposo estaba lejos, y él no sabía en dónde.
Porque al mirar a esos ojos...
—Hola Gatinho —saludó Roier cuando por fin llegaron a donde estaba Cellbit.
Cellbit se levantó y volvió a mirar a los ojos castaños que estaba tan acostumbrado a ver.
Porque al mirar a esos ojos, él podía leerlo, él podía saber que...
—Hola Guapito.
Que ese no era su Guapito.
No era su Roier.
34 notes · View notes
anishfics · 4 months
Text
Tumblr media Tumblr media
Picnic
Era un día soleado en Beacon Hills, uno que muy poco se daba porque siempre eran días grises, pero nada más por los rayos del sol siendo tapados por las nubes.
En eso habían dos personas que aprovecharon que había buen clima, tuvieron mucha suerte en que fuera fin de semana y no tuvieran que ir a trabajar.
Eran pocos los que conocían de su relación, ya que no acostumbraban a postear fotos sobre ellos dos, más que todo por lo chismosa que era la gente y que siempre hablaban sin saber.
Pero justo ese día les importo un comino lo que dijeran los demás, a la final de cuentas ellos no dependían que lo que se hablará de ellos. Fueron directo a un parque para hacer un picnic, tal como Stiles había visto en muchas fotos en Pinterest.
La verdad es que Derek y Stiles estaban pasando un buen momento, una que otra mirada a sus muestras de cariño, pero nada de insultos. Ambos iban vestidos a juego, les encantaba hacer esa dinámica de parejas.
En eso Scott venía pasando junto con Theo y Liam, los tres amigos de Stiles.
—¡Oigan! —gritó de la nada Scott.
—¿Qué pasá? —Liam se asustó por el repentino grito del otro.
No podía decir nada, lo único que hizo fue señalar a un lugar del parque. Liam y Theo siguieron la dirección a la que Scott apuntaba y vieron como Stiles le daba de comer unas fresas con crema a Derek para luego darle unos cuantos besos en las mejillas.
—¿Y qué con eso? —rodo los ojos Theo al ver la reacción de Scott.
—¡Pues que está mal! —la espina homofobica de Scott se hizo presente—. Ambos son hombres, no deberían de estás haciendo esas cosas. Deberían de pensar en los niños.
Theo no podía soportar más aquella actitud de mierda he hizo lo que tenía que hacer, agarro el brazo de Liam y unio sus labios en un beso. Al principio se resistió, pero luego le siguió y se dejó llevar.
—Estas rodeado de parejas homosexual, Scott —le dijo Theo justo cuando terminó el beso—. Stiles y Derek son novios desde la secundaria, Liam y yo desde la universidad, madura, estamos en el siglo XXI.
Liam tenía sus mejillas sonrojadas, no porque su relación salió a la luz, eso le importa poco. Lo que lo puso todo rojo fue el beso que Theo le había dado, pudo sentir las lenguas de los dos jugar entre sus bocas y se le olvidó que estaban en público, las muestras de afecto siempre lo ponen nervioso.
No dijeron más nada y dejaron a Scott sorprendido por sus amigos.
17 notes · View notes
konekochanxhisoka · 1 year
Text
Tumblr media
El Novio de tu Amigo
Este shot sacó toda la maldad que llevo dentro JA JA JA JA JA
*********************************************************
*Ring* *Ring*
Sonó el timbre llenando la apacible sala de estar con su ruidoso sonido y sacándolos a ambos de la flojera en la que estaban sumidos.
Como siempre pasaba, cada vez que ustedes se echaban juntos en el sillón a ver una película y alguien tocaba el timbre, empezaron a discutir sobre quien debía abrir la maldita puerta. Pero siempre terminabas abriendo tú, porque al fin y al cabo, tu querido amigo con quien compartías departamento, era un condenado niño rico mimado, quien te trataba como si fueras el mayor domo del lugar. 
Ni siquiera sabías porqué compartían departamento, cuando era obvio que no te necesitaba para pagarlo. Pero también no querías preguntar, sería horrible si a causa de tu pregunta él descubriera que en verdad no te necesita para esto y te echara a la calle.
Odiarías mudarte, sobre todo porque es un departamento lujoso con una vista increíble. A una cuadra de tu trabajo y cerca de todas las tiendas que necesitas para ser feliz.
Así es que soportas sus idioteces y a regañadientes levantas tu trasero para abrir la puerta.
Allí un rostro familiar te saluda coquetamente. 
Es Hisoka, el nuevo novio de tu amigo.
No puedes evitar volverte un manojo de nervios a su alrededor, porque él es literalmente un Dios!! Alto, guapo y con un cuerpazo que te deja sin aliento, pero... está más que PROHIBIDO!!!!, así es que sonríes torpemente a sus encantos y te alejas antes de que tu corazón estalle por una sobredosis de su atención.
Invitándole a pasar, le indicas que tu compañero de departamento Illumi, está en el living y como ya sabes que con este hermoso Adonis en la casa, las cosas se pondrán calientes, recoges tus llaves y tu bolso y te despides, antes de que intenten retenerte y tengas que presenciar sus intimas muestras de afecto que siempre te dejan con la vergüenza a tope.
Escuchas a Illumi chillar de sorpresa por la llegada de su novio mientras cierras la puerta de calle con un sentimiento que aún no puedes entender.
Bueno, no es que no lo entiendas, en verdad lo haces, lo que no entiendes es como tienes cara para reconocerlo. 
Te gusta el novio de tu amigo.
No! es aún peor... alucinas sexualmente con el novio de tu amigo.
Es tan desleal que se te revuelve el estomago. Nunca antes habías siquiera mirado en dirección de los hombres de tus amigas. 
Por qué lo hacías ahora?
También era cierto que nunca habías conocido un hombre como él; ese cabello rojo vibrante peinado como si fuera una flama ardiente, esa peculiar mirada ambarina que te mira siempre con interés, sus hombros anchos y su espalda trabajada te hace delirar. Pero no acaba allí, su voz es tentadora como el infierno y siempre huele tan bien que no crees que sea posible para alguien poder alejarse de él. 
Pero no puedes.
Incluso si estuviese disponible, no se podría, porque él no es la clase de hombre que pierde el tiempo con mujeres. Así es que lo mejor para todos es que lo olvides y busques a alguien, para que al menos pretendas tener una vida.
Caminas por las calles de York Shin rumbo a tu rincón favorito para pensar. Una pequeña tienda pintoresca con buen café y libros antiguos.
Apenas llegas allí pides un cappuccino y te zambulles en una buena lectura.
Regresas a casa tarde en la noche, esperando que Hisoka se haya ido, pero albergando la secreta esperanza de que no sea así y poder verlo una última vez antes de dormir.
Un suspiro deja tus labios al recordar sus hermosas facciones y entiendes que tienes problemas.
Cuando vuelves a la realidad te das cuenta que te haz metido por el atajo que sólo usas de día, ya que es aterrador a esta hora de la noche, quieres devolverte, pero casi puedes ver el complejo de departamentos donde vives así es que aceleras el paso para dejar pronto esta ruta.
Tu corazón late con fuerza mientras mas te adentras en el poco iluminado callejón, mas te das cuenta de que ha sido una mala idea cruzarlo, deberías dejar de ser tan tacaña y haber pedido un taxi, pero ya es tarde para arrepentimientos.
De pronto ves que hay tres muchachos conversando cerca de la esquina, te sientes segura por que al menos ya haz pasado todo el terrorífico callejón y nadie saltó sobre ti. Aparte cruzando la calle ya estarás casi en casa.
Sin embargo para tu desconcierto, los chicos parecen notarte y en vez de ignorarte como lo haría cualquier ciudadano común, ellos te miran demasiado interesados.
Caminan hacía ti y casi puedes leer en su semblante que no parecen tener buenas intenciones.
Puedes sentir como la adrenalina, tensa tus músculos y disparan tu corazón haciéndote ver la amenaza.
- Buenas noches señorita! - dice uno de los sujetos con marcado acento extranjero.
- Buenas noches... - les devuelves el saludo, no muy segura de haber hecho lo correcto al cruzar palabras con ellos.
Sin darte cuenta te rodean.
- No te gustaría venir con nosotros a divertirte? - dice un chico con gorro.
- Mira lo que tenemos! - otro de ellos te enseña una bolsa con un polvillo blanco en su interior
- No gracias! - te disculpas - No consumo - tus pies se detuvieron al ver que los machos te cerraron completamente el paso - Y voy atrasada! - dijiste con urgencia.
- Estas segura?!, tal vez pondríamos enseñarte algo que te podría gustar... - El hombre con acento extranjero se acercó tanto a ti que tomó uno de tus mechones y lo hizo girar en sus dedos. 
Sentiste la hiel subir y bajar por tu garganta, era obvio que esto se estaba saliendo de control, tu mente gritaba en pánico, pero permaneciste en silencio sin mover un musculo. Debías ver la forma de salir de esto sin rogar porque te dejaran en paz.
Pero de pronto, dejaste de pensar cuando de la nada viste a los sujetos que estaban a tus costados volar al unísono hacia los puños de una silueta que se encontraba al otro extremo de la calle y luego caer estrepitosamente al piso.
- Qué mierda!? - exclamó el hombre que te estaba intimidando mientras se volteaba con rapidez sólo para ver la silueta anterior, ahora plantada justo frente a él, mirando a su forma mas baja como si de un insecto se tratara.
Era Hisoka! 
Hisoka había venido a tu rescate!
Un sentimiento de alivió y felicidad invadió tu cuerpo, al contrario de tu agresor que temblaba entero por la presencia del novio de Illumi. Después de todo tenía razón en temer, porque Hisoka se veía molesto y sin decir palabra le dio un tremendo puñetazo al sujeto, que lo dejó estampado contra la pared.
Quedaste atónita mirando al hombre pelirrojo moverse implacable impartiendo justicia y ayudando a los débiles. Sumando mas atributos a su ya larga lista de virtudes en tu cabeza.
Él ahora, se había transformado en tu héroe, jurarías que incluso podías ver fuegos artificiales chocar y explotar detrás de su persona.
Hisoka te había salvado la vida.
- Estas bien Y/N? ~ de pronto te preguntó con preocupación, sacándote de tu ensoñación.
Tus músculos al fin respondían y no pudiste evitar saltar a sus brazos, confirmándole tu bienestar y cerrando tus ojos en el proceso. Te aferraste con fuerza a su cintura, como una niña asustada se agarraría a su padre. Su aroma almizclado y dulce inundó tus fosas nasales otorgándote paz y seguridad. Sin embargo apenas sentiste sus cálidos brazos rodear tu espalda, la realidad de a quién abrazabas tan fervientemente te golpeó como un camión.
Comenzaste a temblar y no estabas segura de si era un post trauma por el shock anterior o porque el hombre con el que habías alucinado todo el mes te estrechaba tiernamente entre sus brazos.
- Muchas gracias Hisoka, no sé que hubiese hecho sin ti... - susurraste contra su camisa y disolviste tu abrazo haciéndole ver que ya te podía soltar.
- No deberías pasearte por estos lugares tan tarde, querida ... sabes que puede ser peligroso ~ sentiste una de sus manos deslizarse con suavidad de arriba a abajo, por tu espalda haciendo erizar tu piel en respuesta.
- Sí... -
Te separaste de él de un salto, roja como un tomate.
- Siento mucho haberte causado molestias.... - te apresuraste a decir, presa de tu vergüenza, los labios de Hisoka se curvaron en una divertida sonrisa y sentiste la imperiosa necesidad de huir - Pero... será mejor que me vaya... muchas gracias por todo... nos vemos - Te diste media vuelta y arrancaste... literalmente. 
Pero no alcanzaste a dar muchos pasos, cuando Hisoka te alcanzó y agarró tu mano.
Abriste tus ojos de par en par, jadeando por la repentina sensación de su enorme mano envolviendo la tuya.
- No es molestia, no te preocupes... ahora te llevaré a casa como lo haría un caballero ~ te dio una linda sonrisa de ojos cerrados y antes de que pudieses protestar te arrastró por la gran avenida rumbo a tu casa.
- Hisoka... - murmuraste, mirando alarmada por todo el lugar, una vez que entraron en el lobby.
- Qué pasa cariño? ~ su andar nunca disminuyó.
- Creo que ya deberías soltarme... - comenzaste a decir en un murmullo - Alguien podría vernos y... malinterpretarlo... ya sabes como es la gente... - intentaste zafarte de su mano, pero él no cedió y te agarró con mas fuerza.
Hisoka no hizo caso a lo que decías y en vez de eso te llevó casi corriendo al ascensor.
Una vez que se cerraron las puertas con ustedes dentro habló;
- Crees que alguien va a malinterpretar esto?! ~ enarcó una ceja con diversión mientras levantaba sus manos enlazadas para que las observaras.
- Sí!... sólo imagínate si Illumi... - dijiste intentando defender tu punto. Pero no terminaste, porque la voz se te perdió cuando Hisoka te arrinconó contra la pared del ascensor, con sus brazos enjaulando tu forma mas pequeña y con su rostro demasiado cerca para desviar la mirada.
- Si yo hiciera algo así... ~ él susurró en tu oído y tu corazón casi se sale de tu pecho - Creo que entonces se podría malinterpretar o... talvez... ~ sus labios estaban en tu cuello ahora, respirando cálidamente sobre tu tierna piel. Ibas a morir de un infarto si él continuaba  con esto - Si hiciera algo como esto ~ cerraste los ojos con el calor estallando en tu cara.
Esperabas tanto que él pusiera sus labios sobre tu piel, que estiraste tu cuello, para darle el espacio necesario, pero sus labios nunca llegaron.
El ascensor se detuvo en tu piso y las puertas se abrieron.
Hisoka tomó tu brazo con un movimiento fluido de baile que te hizo girar fuera del ascensor. Pero él permaneció dentro.
- Asegúrate de volver en taxi la próxima vez que decidas regresar tan tarde. Recuerda que no siempre estaré allí para salvarte. Dulces sueños cariño ~ él se despidió y antes de que las puertas se cerraran te guiñó un ojo.
Te quedaste allí un momento, el pasmo cubriendo cada expresión de tu aturdido rostro.
No sabías como sentirte... simplemente no lo sabías...
Ya ni siquiera era importante el hecho de que unos momentos atrás unos tipos intentaran propasarse contigo.
Lo único que existía en tu cabeza era el encuentro demasiado intimo que tuviste con Hisoka, el novio de TU amigo.
No te besó.
Pero aún podías sentir su cálida respiración en tu cuello. Su olor, su voz seductora en tu oído.
Demonios! no lo ibas a olvidar jamás.
Volviste a tu departamento compartido en lo que parecieron horas. Illumi aún despierto, te recibió en la sala.
- Te tardaste demasiado... - dijo mientras jugueteaba ociosamente con su cabello.
- Sí... encontré un libro interesante... - respondiste con los nervios alojándose en tu estomago.
- Un libro interesante a las once de la noche? - él arqueó una ceja en tu dirección, escéptico. Sonreíste con la tranquilidad esfumándose por los poros de tu cuerpo.
- Quería caminar... es todo... el clima... está agradable para hacerlo - no sabías que rayos inventar - Ahora... me iré a la cama... buenas noches Illu -
- No cenaras? - sus ojos negros te miraron de reojo. Era como si supiera que escondías algo.
- No tengo hambre... - contestaste honestamente. Te enternecía lo preocupado que era Illumi contigo. 
Miraste a tu amigo con cariño dándole una sonrisa cansada. Él te devolvió la sonrisa y supiste entonces que tus retorcidas ilusiones con Hisoka debían parar, por el bien de Illumi y por el bien de todos.
~ Continuará ~
80 notes · View notes
Text
El párrafo más acojonante de la historia de la literatura política Al final de su libro Lo que está mal en el mundo, G. K. Chesterton alude a una ley promulgada en aquel periodo en el Reino Unido según la cual, para evitar las epidemias de piojos en los barrios pobres, los niños de la clase obrera deberían llevar las cabezas rapadas. Los pobres, escribe Chesterton, se encuentran tan presionados desde arriba, en submundos de miseria tan apestosos y sofocantes, que no se les debe permitir tener pelo, pues en su caso eso significa tener piojos. En consecuencia, los médicos sugieren suprimir el pelo. No parece habérseles ocurrido suprimir los piojos. Y es que sería largo y laborioso cortar las cabezas de los tiranos; es más fácil cortar el pelo de los esclavos. En el razonamiento que hila la conclusión de este libro formidable ,Chesterton sostiene que la lección de los piojos de los suburbios es que lo que está mal son los suburbios, no el pelo. Y dice una cosa verdaderamente sorprendente: sólo por medio de instituciones eternas como el pelo podemos someter a prueba instituciones pasajeras como los imperios. Chesterton lleva todo el libro pensando un punto de partida sobre el que construir todo un orden social, un mínimo más allá del cual no tiene sentido defender nada. Y comienza así el último párrafo del libro, el más bello que yo haya leído en mi vida sobre el tema de la revolución: hay que empezar por algún sitio y yo empiezo por el pelo de una niña. Cualquier otra cosa es mala, pero el orgullo que siente una buena madre por la belleza de su hija es bueno. Es una de esas ternuras que son inexorables y que son la piedra de toque de toda época y raza. Si hay otras cosas en su contra, hay que acabar con esas otras cosas. Si los terratenientes, las leyes y las ciencias están en su contra, habrá que acabar con los terratenientes, las leyes y las ciencias. Con el pelo rojo de una golfilla del arroyo prenderé fuego a toda la civilización moderna. Porque una niña debe tener el pelo largo, debe tener el pelo limpio. Porque debe tener el pelo limpio, no debe tener un hogar sucio; porque no debe tener un hogar sucio, debe tener una madre libre y disponible; porque debe tener una madre libre, no debe tener un terrateniente usurero; porque no debe haber un terrateniente usurero, debe haber una redistribución de la propiedad; porque debe haber una distribución de la propiedad, debe haber una revolución. La pequeña golfilla del pelo rojo, a la que acabo de ver pasar junto a mi casa, no debe ser afeitada, ni lisiada, ni alterada; su pelo no debe ser cortado como el de un convicto; todos los reinos de la tierra deben ser mutilados y destrozados para servirle a ella. Ella es la imagen humana y sagrada; a su alrededor la trama social debe oscilar, romperse y caer; los pilares de la sociedad vacilarán y los tejados más antiguos caerán, pero no habrá de dañarse un pelo de su cabeza.
[G. K. Chesterton, Lo que está mal en el mundo.
Tumblr media
12 notes · View notes
love-letters-blog · 1 month
Text
Tumblr media
¿SABES AMAR A UN HOMBRE?
Muchas mujeres dicen que los hombres no saben amar a una mujer.
¿Y tú, sabes como amar a un hombre?
No, no se trata de caminar a su lado y hacerlo llegar a la luna, también les gustan los claveles rojos, las rosas, los chocolates, los versos, la poesías y la música.
Amar a un hombre, es preguntarle cómo estuvo su día, mandarle mensajes bonitos en las mañanas, en la tarde, a medio día y en la noche.
¿Crees que haciéndote la interesante para que te busque y dándole lo que él te pida eso es amar? Eso se lo puede dar cualquiera.
No es tan fácil como crees, para amar a un hombre también debés de ser una romántica empedernida como él, una chef, una experta en modas, una enfermera y una niñera; eso es lo que más los enamora, porque son como niños cuando se sienten amados y mimados, es entonces cuando te conviertes en su mundo.
Tendrás que ser su paño de lágrimas, su amiga y confidente, rara vez lo aceptan pero también son débiles, también sufren por una mentira y por el desprecio de una mujer, también son engañados y traicionados, también llegan a sentirse utilizados.
También necesitan que lo invites a un café, o a comer, también necesitan pasear y sentirse protegidos.
Para amar a un hombre, primero debes quitarle los miedos, desnudarle el alma, conocer sus temores y ayudarlo a alcanzar sus sueños.
Debes alegrarte de sus alegrías y llorar junto a él sus tristezas y derrotas, porque los hombres también lloran.
Amarás a un hombre, cuando en público, sin miedo y sin pena, le tomes de la mano o del hombro y le digas cuanto lo amas.
Amarás a un hombre cuando a media noche lo abrigues del frío, porque para ellos no hay mejor cobija.
Haz que ese hombre te piense en cada amanecer, que sin ningún motivo diga tu nombre durante el día, que recuerde tus locuras y se le escape una sonrisa, haz que su mayor motivación sea el visualizarte en su futuro y que al verte, se le olvide que tuvo un mal.
No hay mejor manera de amar y conquistar a un hombre que ganándose un espacio en su corazón, porque un espacio en su vida lo tiene cualquiera. Pero ganar su confianza solo tú puedes hacerlo.
Nada como encontrarse el uno al otro...
—-☮️
17 notes · View notes
yurnu · 21 hours
Note
Eh querido hacerle esta pregunta desde hace unos días bueno mas que una pregunta es una idea para usted si le gustaría tomarla y se trata de ¿y si adam hubiera mordido la manzana y no Eva? No se si usted escucho esa teoría de roo o root es en realidad Eva después de haber mordido la manzana pues aquí sería lo mismo pero con adam que después de haber mordido el fruto se hubiera convertido en roo y fuera el padre de los pecados capitales (contexto leí que en una de las muchas interpretaciones de adam este después de que Eva mordiera el fruto de ellos nacieron los pecados capitales osea los demonios mayormente ponen a asmodeo hijo de estos dos pero igual) no se si me estoy dando a entender espero que se entienda la idea pero sería curioso no sé ver algo así y adam como padre de todos los pecados capitales (excepto lucifer claro) como asmodeo, belcebú y Santan
No se piénsalo y si no se puede pues bueno lo intente gracias por leer
Este es un boceto de mas o menos me imagino a adam versión roo lo siento por si esta feo el dibujo
Tumblr media
Ignore el dibujo de la esquina de abajo plis
Ya había pensado en hacer un AU como ese la verdad. En dónde Adam después de ser creado por Dios, de alguna manera el cielo lo pierde y Adam termina en el infierno (de alguna manera, su curiosidad lo llevó a perderse XD) con una manzana a su lado, bien roja, jugosa e intacta.
La come por curiosidad y debido a ese abquiere el conocimiento del bien y el mal.
Así que decide explorar este nuevo lugar, y en sus viajes se encuentra con los pecados capitales siendo niños. Así que decide cuidarlos (mi canon tanto bíblico como en la serie es que Adam es mamá gallina, déjenme) y de un momento para el otro se transforma en el rey del infierno. Gobernando ese lugar con mano firme.
Y en el momento en el que Lucifer y Lilith caen en ese lugar se encuentran con uno de los seis príncipes de los pecados, y son llevados ante Adam a pesar de las resistencias.
Y es ahí cuando lo ven. Un hombre corpulento pero elegante, con nada más unos pantalones de seda rojos holgados con adornos dorados, con los pectorales orgullosamente al aire, descalzo y con joyas adornando las garras de sus manos. Su cabello castaño enmarañado pero hermoso, un par de cuernos curvos negros con la punta dorada se elevaban con orgullo, y una mirada dorada que los miraba con desdén y curiosidad.
Lucifer y Lilith cayeron enamorados.
———
Pero la verdad es que ya tengo muchos Au's en estos momentos en mis manos. Así que no me molestaría si alguien agarra esta idea y la desarrolla de una mejor manera :D
Ya que yo no lo haré XD
PD: ¡HERMOSO DIBUJO! (⁠人⁠*⁠´⁠∀⁠`⁠)⁠。⁠*゚⁠+ (Recién ví la firma, perdooooon)
18 notes · View notes
rubimoon45 · 14 days
Text
Mildrith of Wealas (1/3)
Pairing: Sihtric Kjartansson x fam!reader
Sinopsis: la pacífica vida de Mildrith se ve interrumpida cuando un grupo de guerreros daneses llegan a la finca merciana donde reside con la pequeña princesa y la hija de uno de ellos.
Warnings: sangre, contenido adulto,
You can traslate the story and read it!
Tumblr media
-¿Por qué vuelan y nosotros no?
-Dicen que es por la gracia de Dios, porque los hizo así para sobrevivir.
La niña rubia y pálida frente a ella pareció pensárselo. Tenía los brazos sobre la mesa, y miraba a la jaula dorada donde estaba encerrado un pequeño pájaro que piaba como si se tratase de una canción. Las ventanas estaban cerradas, pero por los huecos que decoraban las contraventanas en forma del símbolo de Mercia entraba luz suficiente como para ver. Las puertas estaban cerradas a sus espaldas, obra de Stiorra, la única hija del segundo hombre de confianza de la reina Aethelflaed. Aquella mañana se había despertado de mal humor y lo había dejado claro golpeando las puertas, gruñendo respuestas y burlándose de los comentarios inocentes que hacía Aelfwynn.
Consciente de esa tensión, se había encerrado con la pequeña princesa en el comedor donde la tres comían a la espera de que la reina regresara. Había sido una semana larga, calurosa para la zona en la que estaban, y en la que el mar humor pagaba factura a los más jóvenes.
-Vuestro Dios es demasiado divertido -se había burlado.
-Stiorra -regañó, pero no dijo más.
Ella levantó los brazos en señal de rendición. La vio marcharse a la estancia central, la que daba directamente con la puerta del hogar. Se trataba de un edificio alto y de madera, con algunas secciones de piedra, pero que era relativamente nuevo por deseos de Lady Aethelflaed para ella y su hija. Había sido el primer edifico donde se había alojado como invitada de los reyes de Mercia, y al que hubo regresado tras lo ocurrido en el monasterio cuando huían del rey y sus planes para con la reina. Pero eso ya era pasado, y se había esforzado en perdonar aquel atentado y en olvidar las muertes que tantas noches la persiguieron. La ayuda de Dios la había sanado, consciente de que necesitaba descansar.
Su padre apenas había respondido a las cartas. Wealas estaba lejos, pero no tanto de la villa como para mandar a un mensajero que informara sobre los cambios de decisiones. La última había sido una advertencia a la reina sobre la seguridad de Mildrith, acompañada de una pequeña guarnición de guerreros galeses, todos vestidos de rojo y con el emblema de su Casa, y una amenaza con romper las relaciones con Mercia si volvía a cometerse un error estratégico como ese; se refería a lo sucedido en el monasterio, a raiz de las malas relaciones entre la reina y el rey. Ahora esos guerreros cuidaban de ellas, siempre apostados a las afueras de la residencia, en el interior de la muralla. Como solo hablaban galés, era difícil para los pocos soldados mercios comunicarse con ellos.
-No me gusta estar sola.
-No estás sola. Estás con nosotras -le indició, pero la duda aún reflejaba en los ojos claros de la niña. Casi le recordaron a los ojos de su madre, la reina, pero estos eran más inocentes y aún no conocían maldad.
-Pero no está mi madre.
Mildrith se apiadó de ella.
Semanas sin ver a su madre y encerrada todo el rato en aquella residencia volvería loco a todo el mundo. Su único consuelo había sido ese pájaro, y el niño que la reina había traído de Wessex que nunca se relacionaba con ellas. Hablaba unas pocas veces con ellas, sí, pero en general se escondía para leer en el piso de arriba o en los huecos más pequeños del edificio. Cuando Aelfwynn lo invitó una vez a jugar, este le había respondido que no se lo merecía y había vuelto los ojos hacia la estantería con los manuscritos religiosos que habían rodeado su vida temprana.
De repente, escuchó a Stiorra reír al otro lado de la puerta. Seguido de varias voces que ni eran las suyas por obvios motivos ni las de Aethelstan. La última vez lo había visto en el piso de arriba sentado en la cama con el libro abierto por la mitad, con el desayuno al lado.
-¿Aelfwynn? Tu madre está aquí.
La niña levantó la cabeza a la velocidad de una flecha, y una sonrisa apareció rápidamente en su rostro. Dudaba que fuera una broma porque ni siquiera Stiorra era tan cruel como para hacerle eso a una niña. Aelfwynn se levantó, abrió las pesadas puertas de la estancia y salió corriendo llamando a su madre. Hubo más voces que llegaban hacia donde estaba.
Mildrith observó un poco más al pequeño pájaro. Piaba y piaba encima del palo que la niña le había puesto para que tuviera un entretenimiento ahí dentro. Al final, Mildrith cogió la jaula y salió con ella entre los brazos para ponerla al sol; era una forma de que a Aelfwynn le diera el sol después de tanto tiempo dentro. En la estancia principal, Aelfwynn abrazaba con fuerza a su madre, la reina, que vestía un jubón de cuero por encima de la ropa formal; una imagen a la que ya estaba acostumbrada. Llevaba el pelo trenzado y visiblemente sucio, pero sonreía al tener en brazos a su hija... No supo cómo sentirse al respecto, dado que el único afecto que había recibido de su madre cuando era pequeña había sido una sonrisa y algunas palmaditas en la cabeza antes de entregársela a las monjas para sus clases religiosas. Entre ellas era tan diferente que costaba verlo sin sentirse inferior, pero le alegraba ver a la reina que la hospedaba en el reino a salvo.
Lo que sí le sorprendió no fue ver a su consejero, Aldelmo, con ella, sino a un hombre alto y fornido que imaginaba al otro lado del país o al servicio del rey de Wessex. La espada con el ámbar deslumbrante en la empuñadura le dijo todo.
-Está un poco lejos de su hogar, señor -dijo, en su dirección.
El hombre se dio la vuelta, como si no hubiera caído en su presencia, demasiado preocupado en atender los reclamos de su hija. Stiorra sonreía aún en brazos de su padre. Los ojos abiertos y las cejas arqueadas sobrepasaron su estoicidad.
-Debería sorprenderme de verla en Mercia, dama, pero no voy a actuar como si no supiera de su presencia cuando durante todo el viaje he soportado las quejas de mis hombres con verla.
-¿Han enfrentado a los daneses, señor? -quiso saber.
-Y visto la rabia de los galeses en campo abierto -respondió, cosa que la pilló por sorpresa. ¿Galeses?-. Los demás también están aquí.
-Y mi hermano monje también -añadió Stiorra, que recibió una palmada en la cabeza, señal para que marchase
Mildrith asintió, y apretó la jaula más contra su pecho. El pájaro aleteó, pero no salió volando en el pequeño espacio. Con un gesto, ya estaba camino al patio delantero donde varias figuras vestidas de negro y otras de rojo, que distinguió como sus guerreros, caminaban de un lado a otro. Al primero que distinguió fue al joven que trabajaba con un chico más pequeño y delgado, portador de un hacha afilada a su costado, con una cicatriz en la mejilla. Osferth y el que debía ser el hermano de Stiorra, en parte similar a ella por la forma de los ojos y de la nariz. Pero Stiorra se parecía más a su padre sin necesidad de un arma que el chico. Cuando la vio, hizo un gesto con la cabeza para mostrarle respeto, acompañado de un tierno sonrojo que sacó una risa en ella.
-¿La bruja viene con vosotros, guerrero?
Osferth se dio la vuelta. Su expresión se había suavizado, pero sus rasgos vuelto más adultos y curtidos en batalla. Seguía siendo alto y delgado, pero había ganado algo de masa.
-Dios nos hizo un favor con ella, señora -fue lo único que dijo, pero sonriendo y como una buena acción. Mildrith le devolvió la sonrisa, bajando los altos escalones con cuidado de no tropezar.
El siguiente al que vio fue al irlandés que se había reído de las respuestas que hubo lanzado a la bruja rubia cuando esta la atacaba con su lengua bífida. Le había caído bien, y en su momento la protegió con fiereza para que los daneses no se la llevaran. Guardaba buenos recuerdos con él, y parece que la vida le sonreía si continuaba vivo. El último estaba de espadas, concentrado atando a los caballos y en cerrar las puertas de la muralla. Los guerreros galeses ayudaban en la tarea, seguramente por instinto al ver que los guerreros mercianos lo hacían. El pájaro aleteó más fuerte, golpeando esta vez las barras de la jaula, y casi fue como sus sentimientos saliendo a flote solo con verlo. La había salvado hacía unos años, después de que ella le dijera que si llegaban a capturarla le cortase el cuello para proteger el honor de su padre. Y nunca había llegado a disculparse por dejarle esa carga a un hombre que no conocía...y que había cuidado de ella la noche de antes.
-Finan -saludó, y él le devolvió la sonrisa y un gesto con la cabeza a modo de saludo. No dijo nada, pues siguió trabajando en las cuerdas que rodeaban sus manos y las de los caballos. El metal en forma de cruz centelleó en su pecho. Su compañero fue más reacio en responder, pero aún así supo que la había escuchado por la tensión en sus hombros y el casi invisible movimiento de sus orejas-. También es un placer verte, Sihtric. ¡Aethelstan, sal! Ven a saludar.
Bajó la cabeza, rodeando el hogar principal y dirigiéndose hacia la mesa improvisada con un tronco donde dejaba que Aelfwynn tomase el sol unos minutos cada día, tarde y noche. Fue ahí donde dejó la jaula, con el pájaro de nuevo relajado -un pequeño traidor- y espero pacientemente a que cierto niño moreno asomara la cabeza del libro. Obedientemente, no tardó en aparecer arrastrando los pies por la entrada y siguiendo la voz. Cuando vio a los guerreros desconocidos para él, recorrió a sus brazos sin expresión alguna en el rostro. Mildrith lo rodeó.
-¿Otro galés al que la reina de Mercia acoge? -preguntó burlándose Finan, a lo lejos.
-Algo como eso -respondió, entrelazando los dedos con la pequeña mano del niño-. Se llama Aethelstan y vive con nosotras desde hace un tiempo. Le vendrá bien relacionarse con hombres en vez de tener las narices metidas en los libros siempre.
Aethelstan alzó la cabeza para mirarla, como si le hubiera ofendido ese comentario. No dijo nada, sin embargo, más que pestañear un par de veces y bufar por lo bajo. Mildrith le revolvió el pelo.
-¿No le valen los valientes hombres de Wealas, señora? Los he visto luchar y son fieros como cabrones.
-A veces las lenguas son un impedimento, Finan, y Aethelstan es muy pequeño para aprender todo lo que dicen, y más si suena como trabalenguas.
Solo se encogió de hombros, pero dejó claro con ello que estaba de acuerdo con la decisión. Tampoco le quedaba otra opción. Eso, o enfrentarse a los doce galeses bien entrenados él solo. Finan volvió a su trabajo, acercándose a Osferth y al hijo de Uthred. Mildrith le dio un golpecito en el hombro a Aethelstan, quien obedientemente se marchó corriendo de nuevo al interior del hogar, de nuevo arrastrando los pies.
Sihtric también miraba hacia ellos. Había cambiado mucho, y ahora llevaba el pelo echado hacia un lado, rizado y desordenado, exponiendo la mitad de la cabeza que no llevaba el tatuaje. Los rizos le caían por la otra mitad, cubriendo las sombras del tatuaje de su cuello. También estaba muy cambiado.
Fue la primera vez que Sihtric la había mirado.
Tumblr media
-Tengo un mensaje de tu tío, nos lo encontramos en la batalla -anunció Lady Aethelflaed. Eso la sorprendió, en parte. Porque los britanos de Wealas y los sajones del oeste nunca se relacionaban y menos -. El rey Hywel vela por tu seguridad y ha mandado que llegado el momento regreses a Wealas, pero cuando las tensiones con los daneses hagan seguros los caminos.
Mildrith asintió, pero tuvo ganas de burlarse. Los caminos nunca eran seguros, pero aún así se habían arriesgado. Y la guerra solo había hecho que Mercia se enfrentase a las invasiones que llegaban de la costa oeste, o tenía entendido algo así. Wealas era capaz de repeler los ataques por su cuenta, pero Mercia... Al menos Lady Aethelflaed estaba sana y salva, y había regresado de la guerra más viva que nunca para asegurar a su hija y a ella en su residencia. Mildrith solo podía estar agradecida.
-Rezaré para que se cumpla, dama.
No hubo respuesta, puesto que la reina merciana decidió que debía resolver otros asuntos en el interior del hogar. Mildrith observó a Aethelstan a lo lejos buscando un juguete que había escondido ahí aposta para entretenerlo. Sentada en los escalones, escuchaba de fondo las voces de los daneses discutiendo con la reina, acompañado del suave tono de Stiorra. El sol ese día pegaba fuerte, más que en los días nublados y lluviosos de atrás, y a los niños les vendría bien salir y relacionarse aunque fuera entre ellos. Los hombres del interior no estaban ahí para entretenerlos, sino para discutir lo que pasaría. Según parecía, era un asunto serio.
-¿Cuándo vas a soltarlo? -le preguntó a Aelfwynn, que sentada de rodillas en la tierra silbaba intentando imitar a su pajarito. Había llevado la jaula con ella a donde estaban y ahora intentaba comunicarse con el animal.
Una brisa sacudió su pelo rubio echándolo a sus espaldas. Lo mismo pasó con la melena pelirroja de ella, que se sacudió y metió en los ojos. Mildrith se lo apartó como pudo, recogiéndoselo detrás de las orejas. La niña se mordía el interior de la mejilla.
-¿Tengo que hacerlo?
-Habrá -razonó. Los ojos de Aelfwynn bailaron entre ella y el pajarito- si queremos que pueda volar.
Aelfwynn se lo pensó. Miró la jaula como si fuera una encrucijada, y luego regresó los ojos a ella y se quedó mirándola con sus grandes ojos claros llenos de curiosidad, miedo e inocencia. Le recordaron a lo joven que había sido cuando su madre decidió abandonar el castillo y residir en una residencia aparte habiendo cumplido sus deberes como tal, pero Aelfwynn tenía la suerte de estar en contacto y vivir con su madre.
-Pero ya vuela, ¿no?
A veces se preguntaba si una niña de tan temprana edad podía ser consciente de lo que pasaba a su alrededor. De que, al igual que ese pájaro, viviría encarcelada por su seguridad y sin poder moverse libremente. La veía mirar divertida a los guerreros, pero temía acercarse a ellos y preguntar si podían jugar con ella; lo sabía porque la cogía de la mano, la apretaba, y seguido iba a abrazarla. Una niña sensible que no había heredado la confianza de su madre. Le recordaba tanto a ella... Mildrith la abrazaba con fuerza y dejaba que durmiera con ella si alguna pesadilla la atormentaba, la cogía de la mano y protegía.
-¿No quieres jugar con Aethelstan?
-Es un chico -respondió con un tono indignado-. No me gustan los chicos.
-Es guapo -afirmó. Aunque fuese un niño. Seguramente fuese un muchacho guapo solo por quién era su padre. ¿Por qué lo sabía? Lady Aelswith no era sigilosa hablando.
Finan pasó entonces por delante de ellas mordiendo una manzana y abrochándose los pantalones. Al verlas, le hizo un guiño a la niña que consiguió hacerla reír. Osferth apareció más tarde gritándole a Aethelstan que buscase césped más adentro. Se preguntó dónde estaría Sihtric, pero conociendo su actitud distante estaría escondido en algún lugar observando y vigilando si los otros estaban tan relajados. Mildrith se miró las puntas de los pies.
-¿Te gustan los chicos? -dejó de atender al canto del pajarito y la miró a los ojos.
-Algunos, sí.
Se encogió de hombros.
-Son tontos.
-No conoces a ninguno de tu edad -señaló al niño, que se había adentrado entre la maleza obedientemente-. Cuando lo hagas cambiarás de opinión.
No parecía muy convencida.
-¿Los chicos de tu reino son todos pelirrojos como tú?
Mildrith se rió suavemente.
-No todos, pero sí algunos. Al norte, en Escocia, dicen que también lo son -recordó los comentarios de los monjes que llegaban del norte buscando alianzas con un reino vecino de Wessex-. También dicen que son unos cerdos porque no se lavan.
La niña arrugó el ceño, visiblemente asqueada de que hicieran algo como eso. Tampoco es que ellos fueran los más limpios, claro, pero sí tenían más higiene que en el frío norte. Los deditos de Aelfwynn cogieron uno de los mechones pelirrojos de su melena.
-Me gusta mucho tu pelo.
-Y a mí el tuyo -lo cual era cierto.
Aelfwynn miró de nuevo a la jaula, manteniendo un ligero silencio antes de volver a abrir la boca.
-A él también le gusta.
Tampoco dijo a qué se refería con ello.
Tumblr media
Lady Aethelflaed y Aldelmo marcharon galopando tan rápido como lo anunciaron. Noticias desde la capital de Mercia, decían, donde se amenazaba la sucesión del reino. La asistencia de la reina era obligatoria en esos asuntos. Desde ese momento, Aelfwynn sollozaba y se limpiaba las lágrimas con las mangas del pequeño vestido con flores bordadas. Ella intentaba consolarla como podía, pero apenas podía sola. Stiorra prefería encerrarse en el ala de arriba y juzgar a todo aquel que subiera a hablarle, incluso a los niños. Su hermano, que se llamaba igual que su padre, fue al único que dejó entrar.
Los demás estaban en la planta de abajo. Uthred había marchado con la reina y su consejero, pero antes había ordenado que sus guerreros protegieran la residencia merciana de Saltwic. Se habían llevado a los guerreros con ellos, por lo que tendrían que haberse quedado los doce guerreros galeses a su servicio. Pero estos se habían dividido en dos bandos: uno volvería a informar al rey Hywel de lo que sucedía y otro marcharía con Aethelflaed como refuerzo. Les había parecido mal puesto que solo eran fieles a una persona de entre todos ellos, pero al final habían marchado con todos ellos.
Aelfwynn silbaba con lástima a su pájaro, mirándolo con ojos llorosos y mirada ausente. Parecía un fantasma en vida. Alejarse de su madre en tan poco tiempo le suponía un gran impacto ahora que la había recuperado, pero así era la vida de una dama. Y más la de una princesa. Aethelstan se habría perdido por la residencia aprovechando que todos estaban ocupados. Cuando fue a buscarlo, descubrió que no estaba donde solía esconderse. Hasta que lo había visto practicando su escritura en pergamino al final de la sala donde Finan, Sihtric y Osferth descansaban -o hacían guardia-, la voz de Stiorra sonando de fondo a gritos.
-¿Me enseñas galés? -le había preguntado al corregirle el trazo de una "d" minúscula.
-No tienes por qué escribirlo -le respondió, un poco confundida por su repentino interés-. Y no es una lengua bonita que suela gustarle a los sajones. ¿Por qué quieres?
Solo se había encogido de hombros y mirando a la pluma.
-A mí me suena bien.
No sabía dónde había escuchado hablar más galés que a los guerreros, que normalmente se mantenía al margen de los niños. Porque ella no solía hablarlo estando a solas, solo pensaba en él. Lo habría visto escrito en las cartas intercambiadas con su padre, pero aún con esas era extraño que un niño mostrase interés por aprender una lengua como esa.
-Me gusta cuando lo cantas.
Miró a través de la ventana abierta, hacia donde la princesa silbaba entretenida con la pequeña ave. Mildrith se recogió entonces las faldas del vestido y salió de la estancia, caminando por los largos pasillos camino a su objetivo. Todavía escuchaba a Stiorra hablando en voz alta, y un cuchicheo que debía ser la de su hermano mayor. Sus pasaron resonaron por el eco del edificio.
-Osferth -llamó, entrando en la sala de descanso. Rápidamente lo vio, tumbado con un libro frente a la ventana y con una tímida sonrisa-, ¿puedes asegurarte de que Aelfwynn y Aethelstan sigan ocupados?
-Sí, señora.
Cabeceó una respuesta y caminó por la sala de descanso. La luz entraba clara por las altas ventanas, algunas cubiertas con cortinas de seda amarilla a juego con los muebles. Osferth ya estaba de pie cuando ella se fijó en el juego que Finan y Sihtric tenían entre manos. Finan movía tres vasos opacos de oro boca abajo, con tanta soltura que parecía haber nacido para aquello, el entretenimiento. Sihtric, tumbado y con los ojos fijos en ellos, bebía en silencio. Ninguno llevaba la ropa de cuero curtido, sino la ropa que iba por debajo de las armaduras de ese estilo, pero había una espada en el lado diestro de Finan que le hizo saltar las alarmas.
Estaban jugando a adivinar dónde estaba lo que fuera que tuvieran para esconder ahí abajo; su hermano le había enseñado a jugar, y siempre perdía porque su hermano hacía trampas para cabrearla. Cuando los separaron, ella siguió jugando por su cuenta con alguna de sus niñeras. Antes, de salir, se detuvo unos segundos en el umbral y miró por encima del hombro, hacia donde Finan sonreía por el malestar de Sihtric, sabiendo que iba a ganar.
Tumblr media
-Lo tiene en la boca -contestó. Ambos la miraron, pero lo que sucedió a continuación de eso no lo supo porque había entrado en la cocina.
La cocinera acababa de salir cuando ella entraba, cerrando las puertas tras de sí. No era un espacio muy iluminado, sino lo justo como para trabajar y no tener un accidente. Algunas velas estaban ya por la mitad en las zonas más oscura. Se dirigió a los armarios, consciente de que al otro lado de la cocina había movimiento y la risa de Finan atravesaba incluso la madera más dura. Mildrith abrió uno de ellos, cuyas provisiones se acumulaban en los estantes. Pero no estaba lo que buscaba. Así fue en los armarios siguientes, y en los posteriores.
Mildrith se dio la vuelta, y se encontró en la entrada a un Aethelstan algo desorientado, una mano sujetándose el hábito de pequeño monje, porque nunca había estado en esa parte del hogar y Sihtric. Este último llevaba un ramo de flores recién cogidas en una de las manos, puesto que la otra agarraba por instinto la empuñadura de una cuchilla a un costado. En otra ocasión, se habría sorprendido de encontrarse a solas con un hombre, más un pagano, pero con un niño la cosa cambiaba. Le daba en parte más seguridad, y más si se trataba del hombre que la había protegido esa noche en el monasterio y ahora estaba ahí para, sorprendentemente, lo mismo. Los ojos de Mildrith no se separaron de las flores ni un segundos.
-Son muy bonitas -dijo, con sinceridad y una sonrisa-. ¿Para quién son?
-Son para Lady Aelfwynn -dijo él, Sihtric, rápidamente, tendiendo las flores en su dirección. Ella las recogió, dándose cuenta del gran puñado que eran y que necesitaría dos jarrones-. El niño quería dárselas pero es muy cobarde.
Mildrith se sorprendió. Los ojos de Aethelstan estaban clavados en Sihtric, agarrado al final de su camisa roída. Supuso que ni siquiera los guerreros más poderosos tenían tiempo para cuidar su aspecto, ni el más hermoso a la vista.
-¿Aethelstan? Eso es muy generoso y de ser un caballero -respondió, y le hizo una señal para que se marchase.
Aethelstan obedeció y abandonó la cocina, ahora sí dejándolos a solas. Mildrith analizó las flores, claramente recién cogidas y del patio, las mismas que Aethelstan había golpeado con un palo para buscar el juguete como si no fueran nada. Y ahora se las estaba dado a Aelfwynn. Un gesto muy generoso por su parte y que tendría en cuenta.
-¿Te ha pedido que las cojas tú?
-Sí, señora.
-Eres muy amable. Se lo diré a la princesa -informó, a lo que él asintió sin hacer contacto visual, cabeceando una respuesta-. Seguramente lo habrá hecho para disculparse con ella por no querer jugar.
Se recogió las faldas rojas del vestido y se encaminó a la estantería más cercana en busca de dos jarrones, con suerte. Encontró uno, pero lo suficientemente grande como para almacenar todas esas flores. Mildrith lo hundió con una mano en el agua de un balde, y con la otra metió las flores con cuidado de no romperlas. Al acabar, sonrió. A Aelfwynn le daría una alegría ver unas flores tan bonitas decorando el comedor.
-Quería distraer a Aelfwynn con alguno de sus postres favoritos, pero me temo que la cocinera los ha guardado y no los encuentro -habló, entonces, a Sihtric. Él permanecía en la puerta con la cabeza alta y el cuerpo tenso, los brazos a sus espaldas como si esperase alguna orden-. Verlas le inundará el corazón de alegría. Tal vez la convenza de recoger alguna para que le haga una corona a Aethelstan.
Supuso que un hombre como él no entendería el significado de esos detalles, y más en el contexto de unos niños, pero ella se esforzó en explicárselo. Le contó que cuando era pequeña las monjas que la cuidaban le habían enseñado a hacer coronas de flores para intercambiarlas con otras niñas en las festividades de su tierra, de Wealas, siguiendo la tradición del reino. En ningún momento habló del cristianismo, pero sí del cristianismo celta y las celebraciones que todavía se llevaban a cabo en sus tierras.
Sihtric no había cambiado la expresión, y en cierto momento le recordó a la estoicidad de Aethelstan cuando se rodeaba de ellas y nunca abría la boca. En cierta parte, eso le molestó.
-Es muy bonito, señora.
Asintió. No supo qué más decirle, suponiendo que no eran dos personas conocidas y tenían ideas contrarias y discutibles. Lanzó una oración silenciosa por su seguridad y paciencia. Mildrith le sonrió con cierta tensión antes de darse la vuelta y tirar unos restos de comida a la basura al lado de la puerta trasera. La cocinera fuera estaba regañando a unos soldados mercianos que se reían de algo que la habría molestado. Volvió a mirar las flores, claramente arrancadas del patio, pero bien elegidas, y luego a Sihtric. Este permanecía en el umbral de la puerta en silencio, mirando al suelo.
Entonces a Mildrith se le ocurrió preguntarle por algo.
-¿Qué significan las pulseras?
Se refería a las pulseras que lo había visto llevar tanto el día que lo conoció hacía ya tiempo atrás como aquella mañana. Joyas que decoraban tanto antebrazos, dedos y muñecas, pero esta última apenas visible. Le habían llamado la atención porque no era el tipo de accesorios que un guerreros habría llevado para enfrentarse a otros peores, pero cuando vio que sus iguales, pero de bando contrario, también los llevaban supo que era un tipo de tradición entre los daneses. De oro o plata, materiales caros y ricos, bienes de lujo.
-Son recompensas -le respondió.
-¿Recompensas?
-Por mi trabajo con el señor Uthred -añadió, haciendo un amago de enseñarle una, para darse cuenta de que se había desprendido de ellas en el momento que se quitó la armadura. Su mano cayó de nuevo sobre la empuñadura-. Es una tradición entre los daneses, más o menos. Mi señor me los da como recompensa por una victoria, y con ellas a veces pagamos... -la sonrisa le desapareció del rostro tan pronto como se dio cuenta de lo que estaba diciendo, tan libremente frente a ella.
Mildrith iba a preguntarle a qué se refería con eso último cuando un grito hizo que pegase un bote en el sitio.
-¡Están aquí! ¡Vienen hacia aquí! -gritaron desde fuera. Sihtric y ella salieron de la cocina siguiendo los gritos de Stiorra, cuyas pisadas a medida que se acercaba se hacía más pesadas.
Finan ya estaba de pie, con una mano empuñando su espada aún sin desenvainar, y Osferth entraba en la sala cogiendo la mano de Aethelstan. ¿Y Aelfwynn? Sus ojos las buscaron, nerviosos, e incluso se atrevió a acercarse a la ventana, solo para descubrir que no había nadie al otro lado. El joven Uthred llegó corriendo con una niña rubia de la mano, y casi le dieron ganas de echarse a llorar. Mildrith inspiró.
-¿Quién viene?
-Unos hombres bajando la colina vienen hacia aquí. Vienen armados.
-¿Quiénes son?
-No lo sé -respondió la joven-, pero vienen rápido.
Mildrith sintió el corazón latirle con fuerza.
La sucesión. El rey herido. Todo encajaba. Venían a por Aelfwynn por ser la única hija del rey Aethelred y su reina. La decisión de los condes dependería de todo al final por la sucesión, la razón por la que Aethelflaed había marchado para discutirlo, pero siempre facilitaba las cosas tener a los hijos del rey cerca en caso de plantearse una alternativa. Porque era una niña. Una joven capaz de heredar el trono y que necesitaría una regencia... O a un hombre.
-Aelfwynn -la niña fue corriendo a sus brazos sin decirle nada más, claramente temblando y con el rostro pálido sin comprender qué sucedía a su alrededor.
Tenía la piel fría, pero la ropa caliente. Cuando vio el hacha de Sihtric, Mildrith se alejó con la princesa entre sus brazos con temor a que por accidente le hiciera acabase golpeando a la niña. Sihtric las miró a ambas, pero sobre todo a ella; Mildrith le devolvió la mirada. No supo qué significaba o si le estaba diciendo algo con la mente. Finan ya estaba desenvainando la espada cuando Stiorra se adelantó en el acto.
-¡Esperad! Tenemos un plan.
Mildrith intentó descifrar a qué se refería Stiorra, cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Había un plan, que ninguno de ellos conocía. Solo ella, y puede que por la sonrisa de Aethelstan él también tuviera algo que ver. Al final, él se movía por la residencia y conocía mejor que nadie dónde uno podía esconderse para no ser encontrado. El condenado niño que los salvaría a todos era el mismo que huía de la presencia de los demás. Aelfwynn tiró de la falda de su vestido llamando su atención.
-Toqué tu arco buscando mi escondite -le dijo, con ojos triste-, lo siento.
Mildrith le dio una palmadita, restándole importancia. Su atención se concentraba en los ojos astutos de la hija de Uthred, que explicaba el plan de forma comprensible y dictaminaba dónde cada uno debería estar para que funcionase correctamente. Finan se escondería en el hueco de una de las paredes, mientas que Osferth tenía la constitución perfecta para hacerlo en el arcón de la entrada, donde guardaban los juguetes y las mantas de los niños. Los niños, por otro lado, lo harían en el césped alto que crecía en el jardín aprovechando su tamaño. El joven Uthred los controlaría.
-Ella no -se refería a ella. Stiorra la detuvo cogiéndola del brazo-. Se te vería el pelo de lejos, por eso de tener el pelo rojo. Mejor en el dormitorio de arriba que hay más espacio.
-¿Y tú que harás?
-Alguien tiene que demostrar que Aelfwynn no está y que esto está vacío -respondió de forma astuta. Cada vez se demostraba más de quién era hija-. Si ven a la hija del rey de Wealas y que es mentira, intentarán también llevársela. Si no tienen órdenes de antes...
Así que así lo hicieron. Sihtric la cogió de la mano y ayudó a subir corriendo las escaleras por la dificultad de movimiento que había con vestido. Los demás se quedaron en la planta de abajo, y se escuchaba lo que estaban haciendo. Stiorra estaba diciéndole algo a Aethelstan que no atendió puesto que la madera crujía debajo de ellos. Una vez en la planta de arriba, la cama de Aelfwynn cubierta con pieles era el único mueble amplio.
-Aquí -señaló al armario empotrado en la pared, de madera y también decorado con los símbolos de Mercia-. ¿Dónde te esconderás?
Él no dijo nada, como era costumbre ya. Un hombre que vivía en su mundo y que iba por solitario como los lobos. Había dejado el hacha en el patio clavada a la mesa de madera, como algo casual, pero había cogido un cuchillo de su arsenal privado de armas.
Mildrith abrió las puertas del armario, por su parte, al mismo tiempo que él se agachaba frente a la cama y arrastraba. Sihtric desapareció debajo del mueble sin mediar palabra alguna, arrastrándose hasta que la madera crujió. ¿Qué estaba haciendo ahí abajo? Supuso que seguir el plan de esconderse como todos. A Mildrith se le calentaron las mejillas de rabia contenida, pero continuó con el plan de Stiorra porque una cosa no, pero estaba realmente bien planteado. Como si lo hubiese planeado por sí sola... Mildrith cerró las puertas del armario, y dejó que los ruidos metálicos inundaran sus oídos como si estuviera en el campo de batalla a su propia manera.
Tumblr media
El interior del armario era sofocante, la oscuridad apenas rota por las rendijas por las que se colaba la luz del exterior. Mildrith contenía la respiración, sus oídos atentos y despiertos a cualquier sonido que llegase de fuera. Sabía que su vida dependería del plan de Stiorra, pero jamás en su vida como princesa se habría imaginado escondida de aquella manera. Le tocaba ahora confiar en ella lo había calculado todo al milímetro, por mucho cambio que supusiera.
Los pasos resonaban entonces en el pasillo. Eran pesados y firmes, el tipo de pasos que no dejaban espacio para la duda a que buscaban algo. Solo una persona, con suerte. Cerró los ojos, tratando de calmar el frenético latido de su corazón. Las botas se detuvieron justo frente a las puertas del armario; la cota de malla deslumbraba amenazadoramente. El silencio siguió siendo ensordecedor, temiendo que la hubieran descubierto. Mildrith se mordió el labio inferior. Por un momento, el tiempo pareció detenerse.
Hasta que los pasos se alejaron, escuchándose el crujido de la madera por su peso y la señal de que estaba bajando las escaleras. Mildrith abrió entonces los ojos. La voz grave hablaba, seguida de otras y una que distinguió como la de Stiorra. Aprovechó el momento... Con un movimiento lento y cuidadoso, empujó ligeramente la puerta del armario. Esta se abrió con un leve chirrido que le heló la sangre. Pero no hubo reacción. Se deslizó fuera, sus pies cubiertos por las botas de cuero elegante apenas hicieron ruido sobre el suelo. Se movió, entonces, hacia el exterior, vacío. Mildrith salió dejando la puerta abierta, teniendo cuidado de por dónde pisaba.
Sihtric también decidió que era el momento de salir de su escondite. Al menos no había destrozado la habitación para averiguar dónde estaba la niña. La madera sonó bajo sus pies suavemente. Escuchó debajo de donde estaban los movimientos de los hombres a los que Stiorra entretenía. Sihtric se arrastró saliendo de su escondite, un pequeño cuchillo en boca y el colgante de siempre bailándole en el pecho. Mildrith se alejó de la barandilla todo lo que pudo, arrastrando los pies. A sus espaldas, escuchaba el sonido de la ropa de la otra persona para limpiarse el polvo.
Los ojos de Sihtric se lanzaron directamente hacia ella, inmóvil ahí donde el suelo crujió como una escena de terror. Ambos guardaron silencio, mirándose el uno al otro. Los ojos de Sihtric bailaron entre ella y el sitio donde había pisado. Hubo un silencio estremecedor que le congeló la sangre de tal forma que dejó de sentir a su alrededor.
-¡No, no subáis! ¡Se habrá colado un gato callejero!
Aunque el intento de Stiorra era bueno de corazón, no habría convencido ni al hombre más tonto del mundo. Sihtric y ella intercambiaron una mirada cómplice. Sin pensarlo dos veces, marcharon corriendo sin importarles el ruido -aunque fue poco el que hicieron, cosa que los alivió- hacia el mismo espacio donde ella se había ocultado antes y, con un tirón firme, Sihtric los metió a ambos cerrando la puerta tras de sí.
Dentro del armario, el espacio era aún más reducido con los dos compartiéndolo. Se apretó contra la pared, su respiración entrecortada y sudando miedo. Sihtric, pegado a ella, intentaba controlar la suya propia. Estaban cara a cara, con una marca diferencia de altura que a la distancia que solían dejar entre ambos apenas se notaba. Pero era enorme comparado con ella. Sihtric tenía que levantar un brazo y agarrarse a la barra del armario para dejarle espacio en el que colocarse.
-¿Gato?
El hombre estaba ahí. Los pasos se dirigieron hacia la habitación de donde habían salido. Mildrith contuvo la respiración, sintiendo el calor del cuerpo de Sihtric a su lado, su proximidad haciendo que el momento fuera aún más intenso. Y peor. Esa cercanía podría condenarlos a ambos si se descubría por la persona inadecuada. El hombre rebuscaba en la habitación, maldiciendo entre dientes. Ahora estaba enfadado, y nervioso. Buscaría en todos lados hasta darle caza a lo que había pasado por alto.
Un crujido resonó cerca de ellos, y Mildrith sintió el pánico crecer en su interior. Las sombras se movieron frente al armario y, por un momento, pareció que todo se detendría ahí. Mildrith cerró los ojos, rogando que no los descubriera. Estaba pegada a Sihtric, lo sentía, y a su calor. También sentía su respiración entrecortada resonando en la oscuridad, si bien él intentaba controlarla haciendo ejercicios. Mildrith podía sentir el calor del cuerpo de Sihtric junto al suyo, su proximidad, provocando una mezcla de nerviosismo y una creciente corriente eléctrica entre ambos. Podía olerlo, y no se parecía en nada a lo que hubiera imaginado; sudor, un aroma varonil que le ponía los pelos de punta, mezclado con algunos elementos más como el metal y lo que temía que fuera sangre.
-Gato...Gatito... -se estaba burlando sabiendo que llevaba ventaja en ese juego. Sihtric se movió, y la madera crujió, y de repente los pasos del hombre se detuvieron. Mildrith se agarró a su brazo alzado, estirando la espalda en aquel minúsculo espacio.
Sihtric se inclinó ligeramente, intentando imitarla, solo para que la madera volviera a crujir. Lo vio cerrar los ojos con fuerza, tensar la mandíbula de forma que demostraba la incomodidad de estar ahí dentro y en esa situación. El armario, tan estrecho y opresivo, ahora se sentía como su propio universo. Un nuevo espacio. Mildrith se alejó de la puerta lo máximo que pudo, no fuera a llamar la atención sin quererlo. Para ello, tuvo que inclinarse un poco más sobre el cuerpo del hombre con el que compartía ese lugar. Su visión fue a parar sobre el amuleto que siempre colgaba de su cuello, a juego con el de su señor, y no pudo evitar contemplarlo desde cerca. Había sustituido el de madera por uno metálico oscurecido por la vida fuera de casa.
-No te muevas -susurró, lo suficientemente bajo como para que solo él la escuchara.
El sonido de los pasos continuó, la madera sonando de forma que el vellos de Mildrith se erizaba a cuanto más cerca se encontraba. Mildrith y Sihtric contuvieron la respiración como pudieron cuando la malla volvió a aparecer frente al armario. El silencio cayó sobre ellos, cargado de tensión. Mildrith inspiró como pudo, intentando calmarse y pensar con claridad. Pensó en Aelfwynn y en Aethelstan, ahí fuera ocultos con el joven Uthred, desprotegidos. Y en donde se hubieran escondido Finan y Osferth.
¿Y si los pillaban a los dos? Matarían a Sihtric. Pensarían que estaba ahí para secuestrarlas por su apariencia de danés o que obstaculizaba la tarea ordenada desde la capital, seguramente por los condes hasta el momento al cargo de la sucesión de Mercia. Y luego se la llevarían a ella por los pelos si descubrían quién era, lo cual era bastante sencillo solo con mirarla. Las lágrimas amenazaron con salir de sus ojos. Inspiró y exhaló, una y otra vez. El aire le oprimía. ¿Era así como se sentía el pájaro de Aelfwynn, sofocado por no encontrar la salida?
-Respira. No contengas el aire -el aire cálido de su aliento la golpeaba en las mejillas al hablar, pero también al intentar respirar. Mildrith sintió un tirón en el estómago, una especie de advertencia a que... No lo sabía. Pero no podía alejarse de él. De su calidez asfixiante.
-No puedo -balbuceó.
-Tienes qué hacerlo.
Pero Mildrith sacudió la cabeza. El pelo comenzaba a molestarle, así que se lo apartó del cuello echándoselo a un lado. Empezaba a sentirse mareada.
Más pasos. El sudor corría por su espalda, empapándola y enfriándole la piel como bien podía. Sihtric se removió, esta vez la madera no crujió. Ni cuando consiguió con la mano libre apartarle el pelo por completo de la cara. No supo si la estaba viendo, pues ella era incapaz de ver su rostro, pero sí imaginárselo. Se preguntó si él era capaz de eso. Otra vez los pasos. Más. La respiración de Mildrith se aceleró cuando sintió sus dedos recorrerle la piel de la nuca, la expuesta por el pelo. Mildrith se estremeció, pero no apartó. Sus ojos bailaron acostumbrados a la penumbra.
-Lo siento. Por haber pedido que me mataras en el convento. Lo siento, lo siento mucho...
-Eso es pasado -su voz sonó dura pese
-Pero importante para mí.
Apretó los labios. Con fuerza. Tanta que sintió las venas romperse contra sus labios y el sabor de la sangre en su lengua.
-¿Milli? -sonó una vocecita. Una luz en el camino. Un hueco por el que fuese capaz de arrastrarse y salir de ese espacio. Sihtric y ella respiraron finalmente.
La puerta se abrió, golpeada por ella. Primero sacó las piernas, y después el resto del cuerpo empapado en sudores fríos. Tosió, pero por el repentino aire frío de la habitación. Aethelstan esperaba fuera con los brazos a los costado y una postura relajada. Sonreía, pero no ampliamente como había visto antes. Era visible que estaba emocionado, pero se contenía de acuerdo a sus enseñanzas en el monasterio. Hubo movimiento a sus espaldas, mientras ella recuperaba el aliento.
Aethelstan salió corriendo escaleras abajo al escuchar a Stiorra llamarlo para que recogiera sus cosas. Hubo silencio entre los dos, solo roto por la voz relajada de Uthred, padre, en la planta de abajo, Debía de acabar de llegar evitando a los soldados mercianos. Una presión sobre el hombro la sorprendió.
Mildrith se alejó.
-Se han ido -anunció, y huyó como una cobarde de la escena.
Uthred ordenó que recogieran todo lo comestible y posible para abandonar la residencia. Cuando bajaron -de distintas formas: Sihtric saltando la barandilla y ella las escaleras-, ya todos estaban recogiendo y moviéndose. Al poco tiempo, habían cargado a los niños a un carro guiado por Osferth al frente y lo necesario en su interior. Uthred y Finan se posicionaron al frente, mientras que tras el carro iban los hijos de Uthred y ella atendiendo y vigilando que los niños estuvieran a salvo, con Sihtric cerrando la fila. No habían hablado más. ¿Para qué hacerlo?
Aelwynn había sacado el arco de madera del arcón de su dormitorio y puesto a su lado, abrazándolo con fuerza. No había dicho nada respecto a ello, y menos cuando Finan le había dado una mirada extraña.
Antes de marchar, Mildrith de Wealas, única hija del actual rey de Wealas, se permitió el lujo de darle un último vistazo al que había sido su residencia en los últimos años. Los altos muros de piedra, con un tejado tan bien trabajado que recordaba a las construcciones fronterizas que separaban Wealas de Mercia. El jardín donde Aelfwynn había liberado al pajarito llorando, y volado hacia su libertad, el mismo lugar donde habían jugado, hecho muñecos de nieve con ayuda de los soldados que se rendían a los pucheros de la princesa y comido con el buen tiempo. Huían de una guerra que envolvía a una extranjera con título de reina consorte, a su hija con sangre merciana con derecho propio al trono y a todo aquel que codiciaba el trono de un reino en guerra con los daneses. Y ella solo podía sentir lástima por lo que pasaría con ellos si eran capturados.
Tumblr media
Tumblr media
16 notes · View notes
hauntedstarlighttiger · 7 months
Text
Tumblr media
Mi Amor por ti (Jim Lake Jr y Male reader)
Narradora 
-Ya vamos a llegar Jack-Dijo un chico peli-rubio de ojos color miel 17.
-No aun no hemos llegado-Hablo un chico peli-café de ojos marrones de 19-
-Pueden guardar silencio niños ya casi llegamos ¿si?-Mientras conducía una señora de cabello corto color marrón y ojos verdes-Zack ¿qué estas haciendo?
-Esta leyendo su tonto diario-Comento el peli-rubio-Eres raro hermano.
-Guarda silencio Bill y si estoy leyendo-Dijo un chico de 16 años de cabello café, ojos café oscuro con una gorra azul y un diario rojo con una mano de 6 dedos y con el numero 1.
-Ya no se peleen pequeños-Viendo a sus dos hermanos menores mientras escribía en su diario-
-¡Miren niños! ya llegamos-Señalando el cartel de que estaban entrando a Arcadia Oask
-Bueno ahora podemos empezar desde cero sin cosas extrañas, ni sobrenaturales se los prometo chicos-
Los tres chicos solo voltearon las cabezas a diferentes direcciones y se quedaron callados no le iban a decir a su Tía que ellos ya eran felices allí no claro que no ella estaba tan contenta de empezar de nuevo 
-Cath suspiro al ver que sus sobrinos no les contestaron y suspiro-Entiendad esto es lo mejor para todos Gravity Falls era muy peligroso chicos.
-Si Tía Cath-Contestaron los tres chicos con unas sonrisas algo tristes
 -Pero tendrán nuevos amigos, conocerán lugares nuevos no les parece emocionante-Dijo alegremente-
Narra Zack
 Se que la Tía Cath piensa que es lo mejor para todos pero no lo es dejamos a nuestros amigos, a nuestros misterios solo por que era diferente extraño el bosque, el pueblo, la cabaña del misterio y se que mis hermanos igual pero no queremos lastimarla.
-Miren chicos este sera nuestra nueva casa-Dijo la Tía mientras estacionaba el coche
 -¡Yo me quedo con la más grande!-Comento mi hermano Bill-
-Eso si que no enano-Aclaro Jack con burla y diversión.
-Vamos Zack-Viéndome a mi a lo que yo solo sonreí y baje mi libro
-Veras que todo sera mejor aquí.
-Si Tía Cath-Sonreí a lo que entre a la casa y vi como mis hermanos ya estaban acostados en sus camas relajados-Oigan vayan a bajar sus cosas y ayuden a la Tía Cath flojos.
-Mira quien habla pino-Dijo mi hermano Bill con diversión
-Ya no lo moleste Bill vamos-Aclaro con una sonrisa divertida y se voltio a verme-Al fondo esta tu habitación pino ve luego nos vienes a ayudar.
-Yo solo sonreí fui a ver mi habitación era grande y había una venta-Genial
Narra Bill
-Jack lo sientes ¿verdad?-Dije serio con una pizca de burla mientras entrabamos a mi habitación.
-Es igual que Gravity Falls eso quiere decir...-Yo solo asentí con una sonrisa burlona-
-Este sera el principio de nuestras aventuras hermano-A lo que Jack solo asintió-Hay que decirle a pino ¿no?
-El no es como nosotros Bill el es un humano el debe vivir su vida normal como cualquier ser humano-Negué con la cabeza.
-El no es como cualquier humano Jack el es especial- Aclare mientras mis ojos se volvieron amarillos.
-Lo se pero tratemos de darle una adolescencia normal-Yo solo asentí mientras suspiraba mi hermano iba a irse hasta que comente una ultima cosa
-Veras que el solo se dará cuenta no es para nada tonto...- Dije mientras cerraba los ojos-
-Pues lo evitaremos a toda cosas-Comento serio.
Narra Jack
Le prometimos a la Tía Cath que no lo volveríamos a meter en nada sobrenatural como en Gravity Falls no otra vez...
-¡Jack ven aquí por favor!-Grito mi Tía Cath desde la planta baja de la casa.
-Baje de mi habitación luego de arreglar un poco mi habitación-Tía Cath ¿donde estas?
-¡Aquí cariño!-Dijo alegremente en la cocina-Ven ayúdame a poner la mesa y llama a tus hermanos.
-Sí Tía Cath-Puse la mesa pero no podía dejar de pensar en lo que dijo mi hermano-Ya termine Tía Cath voy por  mis hermanos.
Llame a mis hermanos cuando estábamos a punto de comer tocaron la puerta
-Yo abro-Comento mi hermano el más chico de nosotros.
Narra Zack
Estaba distraído leyendo mi diario hasta que mi hermano mayor nos llamo para comer pero habían tocado la puerta
-Yo abro-Cuando abrí la puerta vi a una señora de unos 25 o 26 años de ojos azules y cabello rojo y luego vi a un chico como de mi edad de cabello negro y azules como el océano.
-Hola-Dijo mi Tía Cath al ver que estaba tardando.
-Hola disculpe la molestia solo queríamos pasar a saludar y darles la bienvenida a Arcadia Oask-Comento la señora con un pastel de carne en sus manos-
-Mucho gusto soy Cath Robinso-Agarrando su mano y estrechándolas.-Mucho gusto me llamo Barbara Lake y el es mi hijo Jim Lake-Sonrió mientras presentaba a su hijo.
-Muchachos vengan-Dijo llamando a mis hermanos-El es Jack, El es Bill y este de aquí es Zack.
-Hola-saludaron mis hermanos y yo apenas y pude saludar.
-Muchas gracias gracias son muy dulces-Agarro el pastel de carne y sonrío.
-Bueno nos retirarnos que tenga bonita tarde-Dijo mi Tía Cath a lo que cerro la puerta-Pero que amables son por aquí
Luego de comer y que nuestra Tía nos comentara que dentro de un mes empezaríamos la escuela a lo que todos sonreímos
-Bueno a dormir chicos-Sonrío viéndonos-Descansen chicos.
-Descansa Tía Cath-Mientras subíamos a nuestras habitaciones-
-Descansa Pino y descansa Amargado-Sonrío con burla al comentar nuestros apodos.
-Descansa Dorito y descansa Pino-Dijo acariciando nuestras cabezas con ternura
-Adiós buenas noches hermanos-Comente al entrar a mi habitación y quitarme mi gorra-Sera que aquí abra misterios como en Gravity Falls-
Abrí mi diario para leer pero me encontré con una carta. 
¡Hola Zack! se que estarás leyendo esto y solo quiero decirte que te extrañaremos mucho aquí en Gravity Falls espero que encuentres más misterios                                                                            ATTE:Tío Ford                                                                                     Hola niño soy yo Wendy espero que disfrutes de allá sabes que te extrañaremos aquí igual que a Bill y Jack
Hola Soy  yo Pacifica oye solo queria decirte que no olvides de donde eres amigo... te extrañaremos mucho                                                                                                                                                                     Hola Soy yo el Tío Stan solo queria decirte que espero que te gustaran sus regalos a los tres no olviden que los queremos mocosos
 Y así había más y más notas sonreí al leer todo esto 
-Espero que esta sea el principio de nuevas aventuras-Susurre al caer por el cansancio del viaje, de acomodar mi cuarto de empezar de nuevo... 
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
22 notes · View notes
kamas-corner · 1 month
Text
Tumblr media
"¿Para qué sirven los versos si no es para el rocío?"
Si pudiera llorar de miedo en una casa sola, si pudiera sacarme los ojos y comérmelos, lo haría por tu voz de naranjo enlutado y por tu poesía que sale dando gritos.
Porque por ti pintan de azul los hospitales y crecen las escuelas y los barrios marítimos, y se pueblan de plumas los ángeles heridos, y se cubren de escamas los pescados nupciales, y van volando al cielo los erizos: por ti las sastrerías con sus negras membranas se llenan de cucharas y de sangre y tragan cintas rotas, y se matan a besos, y se visten de blanco.
Cuando vuelas vestido de durazno, cuando ríes con risa de arroz huracanado, cuando para cantar sacudes las arterias y los dientes, la garganta y los dedos, me moriría por lo dulce que eres, me moriría por los lagos rojos en donde en medio del otoño vives con un corcel caído y un dios ensangrentado, me moriría por los cementerios que como cenicientos ríos pasan con agua y tumbas, de noche, entre campanas ahogadas: ríos espesos como dormitorios de soldados enfermos, que de súbito crecen hacia la muerte en ríos con números de mármol y coronas podridas, y aceites funerales: me moriría por verte de noche mirar pasar las cruces anegadas, de pie llorando, porque ante el río de la muerte lloras abandonadamente, heridamente, lloras llorando, con los ojos llenos de lágrimas, de lágrimas, de lágrimas.
Si pudiera de noche, perdidamente solo, acumular olvido y sombra y humo sobre ferrocarriles y vapores, con un embudo negro, mordiendo las cenizas, lo haría por el árbol en que creces, por los nidos de aguas doradas que reúnes, y por la enredadera que te cubre los huesos comunicándote el secreto de la noche.
Ciudades con olor a cebolla mojada esperan que tú pases cantando roncamente, y silenciosos barcos de esperma te persiguen, y golondrinas verdes hacen nido en tu pelo, y además caracoles y semanas, mástiles enrollados y cerezas definitivamente circulan cuando asoman tu pálida cabeza de quince ojos y tu boca de sangre sumergida.
Si pudiera llenar de hollín las alcaldías y, sollozando, derribar relojes, sería para ver cuándo a tu casa llega el verano con los labios rotos, llegan muchas personas de traje agonizante, llegan regiones de triste esplendor, llegan arados muertos y amapolas, llegan enterradores y jinetes, llegan planetas y mapas con sangre, llegan buzos cubiertos de ceniza, llegan enmascarados arrastrando doncellas atravesadas por grandes cuchillos, llegan raíces, venas, hospitales, manantiales, hormigas, llega la noche con la cama en donde muere entre las arañas un húsar solitario, llega una rosa de odio y alfileres, llega una embarcación amarillenta, llega un día de viento con un niño, llego yo con Oliverio, Norah Vicente Aleixandre, Delia, Maruca, Malva Marina, María Luisa y Larco, la Rubia, Rafael Ugarte, Cotapos, Rafael Alberti, Carlos, Bebé, Manolo Altolaguirre, Molinari, Rosales, Concha Méndez, y otros que se me olvidan.
Ven a que te corone, joven de la salud y de la mariposa, joven puro como un negro relámpago perpetuamente libre, y conversando entre nosotros, ahora, cuando no queda nadie entre las rocas, hablemos sencillamente como eres tú y soy yo: para qué sirven los versos si no es para el rocío?
Para qué sirven los versos si no es para esa noche en que un puñal amargo nos averigua, para ese día, para ese crepúsculo, para ese rincón roto donde el golpeado corazón del hombre se dispone a morir?
Sobre todo de noche, de noche hay muchas estrellas, todas dentro de un río como una cinta junto a las ventanas de las casas llenas de pobres gentes.
Alguien se les ha muerto, tal vez han perdido sus colocaciones en las oficinas, en los hospitales, en los ascensores, en las minas, sufren los seres tercamente heridos y hay propósito y llanto en todas partes: mientras las estrellas corren dentro de un río interminable hay mucho llanto en las ventanas, los umbrales están gastados por el llanto, las alcobas están mojadas por el llanto que llega en forma de ola a morder las alfombras.
Federico, tú ves el mundo, las calles, el vinagre, las despedidas en las estaciones cuando el humo levanta sus ruedas decisivas hacia donde no hay nada sino algunas separaciones, piedras, vías férreas.
Hay tantas gentes haciendo preguntas por todas partes. Hay el ciego sangriento, y el iracundo, y el desanimado, y el miserable, el árbol de las uñas, el bandolero con la envidia a cuestas.
Así es la vida, Federico, aquí tienes las cosas que te puede ofrecer mi amistad de melancólico varón varonil. Ya sabes por ti mismo muchas cosas. Y otras irás sabiendo lentamente.
-Oda a Federico García Lorca / Pablo Neruda
8 notes · View notes
el-dio · 22 days
Text
Head canon de Ox, moxy y Lou porque no tengo nada mejor que hacer (◡ ω ◡)
Ox
Tiene aroma a menta.
Sus orejas le permiten planear por pocos segundos si las aplana, lo descubrió gracias a su niño.
Sabe navegación.
Es buenísimo para tocar la batería.
Le gusta la saga de "piratas del caribe".
Lou
Es hipoalergénico, ningún otro muñeco posee esa cualidad.
Sabe más de 12 idiomas pero sus favoritos son: Francés, Italiano, Japonés y Alemán.
Buenísimo con el violín.
Jugador activo en "Duel links", perfil full Kaiba.
Esta vetado de la pastelería junto a Moxy, crearon un incendio al intentar preparar tiramisú, nadie sabe que fregados paso ahí dentro.
Moxy
Tiene aroma a glaseado de frutos rojos.
Su precisión con los dardos es de temer y admirar.
Se cuela seguido a casa de Lou y siempre aprovecha para llevarse alguna camiseta suya, su favorita es una de color roja con la frase "London boy"
Ni dios entiende cómo no sea desvivido con tanta imprudencia cometida.
Llora como magdalena cada que ve Dumbo, le puede la escena de mamá Jumbo enjaulada.
7 notes · View notes