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#una habitación propia
eldiariodetiara · 4 months
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Lock up your libraries if you like; but there is no gate, no lock, no bolt that you can set upon the freedom of my mind.
Virginia Woolf, A Room of One’s Own
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Una habitación propia
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Como podrán observar en la foto, la edición de este libro viene en pasta dura color lila, con las ilustraciones de ventanas semiabiertas de fondo púrpura. Su título está en letras doradas, así como el fondo de la última ventana en la esquina inferior derecha. Simula la luz encendida de la habitación. La traducción es de Jorge Luis Borges y la contraportada bien llama a este libro «uno de los textos fundadores del feminismo moderno». Es decir, este libro tiene todos los ingredientes para captar mi atención.
Cuando lo adquirí, lo hice con emoción. Tanto por se un libro nuevo, como por el tema que aborda. Siempre he estado interesada en la teoría feminista y la teoría de género ―debo decir que no sé mucho de nada, por si confundo términos a lo largo de este texto―, por lo que siempre había estado en mi lista leer a Virginia Woolf. Y al ver una edición tan bonita dije: este es el momento.
Debo decir también que cuando lo adquirí tuve cierto miedo. Miedo a no entender ni una sola palabra de la que está escrita en este texto ―sé que les dije que está en español―, porque intenté hacer mis pininos con Simone de Beauvoir y resulta que muchas cosas no logro comprenderlas cómo quisiera. O simplemente no las entiendo. Entonces, al estarla leyendo, pensé: no sé si es la época, la escritora, su forma de transmitir las ideas, sus referencias, su vocabulario…, ¡mi vocabulario…! No sé si son todos los elementos los que hacen que conectemos con la autora o que hacen que huyamos del libro. Porque, no voy a profundizar en cómo me sentí, pero evidentemente, no seguí leyendo a Simone.
Con este coctel de emociones tomé el libro de V.W. de igual manera y me lo traje a mi casa, a mi habitación ―esta vez, no me daré por vencida, dije―.
Sus primeras palabras hacen alusión al motivo del texto: la mujer y la novela. Y yo, muy contenta, le entré a las siguientes palabras como si mi vida dependiese de ello.
Déjenme decirles que no obtuve lo que esperaba. Obtuve quizá algo mejor. Virginia no empieza desmenuzando teorías o defendiendo con argumentos su opinión. Ella empieza contando su cotidianeidad: a dónde se dirige, lo que come, lo que observa. Va poco a poco presentando su propio escenario, lo que la invita a pensar y lo que la mueve. Luego poco a poco, se va adentrando en el tema, sutilmente hace una observación por acá, nos cuenta una experiencia de discriminación por allá…, para después correr olímpicamente con la antorcha del feminismo una maratón de más de 100 páginas.
Ella nos advierte, desde un principio, que seremos nosotrxs lxs encargados de encontrar la verdad en sus palabras. Nos brinda la responsabilidad de que, a falta de interpretaciones absolutas, escuchemos con atención su visión acerca del tema, donde no hay una realidad estática, sino una en cambio constante. Y nos dice en la segunda página: «para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio».
«Cosas materiales» dice ella, a las que podemos adjudicarles tonos alegóricos. ¿Qué significa tener una habitación propia o quinientas libras esterlinas? Pues eso, dice ella, tener el tiempo y el espacio necesario para escribir, la independencia de su rol como mujer, la independencia económica para costearse una educación que despierte la mente. En lugar de estar teniendo hijos o realizando 24/7 las tareas del hogar o criando a los millones de habitantes que populan la tierra, la mujer debe tener un espacio sin interrupciones para poder escribir.
¿Qué implica tener un espacio? Pues dejémonos llevar un poco por el simbolismo. Implica tener libertad de pensamiento, atener la escritura a los hechos y no imitar el estilo de un hombre por muy famoso o culto que sea, escribir sobre temas propios que afecten a la mujer, no tener que esconder su forma de pensar o ser censurada. Implica también tener tranquilidad de pensamiento, es decir, no dejarse llevar por el resentimiento por el padecimiento histórico que ha sufrido la mujer a lo largo de los siglos. Porque el enojo y la rabia no permiten que las creaciones sean la mejor versión de lo que pueden ser.
La mujer, a través de los tiempos, en Inglaterra, dice ella, ha sufrido una serie de abusos y censuras en la realidad. Aunque han sido idealizadas y presentadas como personajes con carácter en la literatura. Esto es una contradicción irresuelta. La mujer en la realidad fue posesión de sus padres, para luego ser posesión de su esposo y era considerada incapaz de manejar su propio dinero. No fue hasta que las mujeres empezaron a trabajar, dice Virginia, que empezó la libertad de la mente o la posibilidad de escribir sobre lo que se quiere. La igualdad de condiciones entre hombre y mujer. Porque solo la cooperación entre hombre y mujer traerá estabilidad. Eso para mí, es piedra fundacional del feminismo.
Virginia se extiende en cada uno de sus argumentos, da ejemplos y una serie de referencias a Jane Austen, Brontë, Thackeray, Shakespeare, Tolstoi, etc., de las cuales no estoy del todo al tanto. Sin embargo, esto no le quita fluidez al texto, no te hace tropezar o confundir el punto principal del argumento. Lo que me parece súper impresionante. La sensación de que la escritura ha sido dominada por quien posee la educación, permanece. Y esto es injusto, dice, a la vez que transcribe opiniones en detrimento del desarrollo de la mujer.
Esto no será siempre así, dice también. Los valores asignados estaban cambiando en su época y seguirán cambiando, permitiendo que la feminidad no sea monopolizada y que los roles sean diferentes en el futuro. La mujer debe aprovechar estos cambios y apoyarse unas a otras, no solo apoyar a las contemporáneas sino apoyarse en aquellas que han tenido la oportunidad de escribir antes. Virginia, finaliza diciendo prosaicamente que una vez se consiga la habitación propia y las libras esterlinas, una puede ser una misma y luchar. «Lo más importante es ser una misma», dice.
Este texto es una joya y nada tiene desperdicio. Si pueden leerlo, háganlo.
Fecha original de publicación: julio 19, 2022.
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misantr0pia · 2 years
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Vuelvo a morar en ignorada estrella
Libre ya del suplicio de la vida
Allá os espero; hasta seguir mi huella
Lloradme ausente pero no perdida.
Epitafio de Adela Zamudio, escrito por ella misma.
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deepinsideyourbeing · 6 months
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Rum on a Fire - Enzo Vogrincic
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+18! Dom!Enzo, biting, choking, creampie, dacrifilia, daddy kink, dirty talk, face sitting, fingering, sexo oral, sexo sin protección, size kink/size difference, spanking (sólo una vez), edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
El aroma del café persiste en la habitación, pero Enzo sólo percibe la fragancia de tu perfume y la sensación de tus dedos en su cabello. No tiene idea de cuánto tiempo lleva recostado en tu regazo, sólo sabe que está agotado y disfruta demasiado de tus caricias como para abandonar su lugar.
-¿De dónde sacaste las flores?
-De una maceta- contestás, como si no fuera más que obvio.
Emite un sonido de desaprobación y recordás la charla sobre no cortar flores ajenas, pero no dice nada más. Cuando cierra los ojos te deleitás con la imagen de sus pestañas oscuras y largas rozando su piel, la curva de su nariz y sus labios, que probablemente conservan el sabor del café y de su alfajor favorito.
Tus dedos comienzan a descender, delinean el puente de su nariz y la definida línea de su mandíbula para luego capturar su mentón con tu mano y acariciar su labio inferior con tu pulgar. Hace amague de morderte y el sonido que acompaña el gesto es enternecedor, pero sus movimientos letárgicos te permiten reaccionar a tiempo y escapar del juego que tanto adora.
Planta un beso en tu muslo, su mejilla reposando sobre este, y sentís la forma en que su mano acaricia tu piel con un toque casi imperceptible. Las yemas de sus dedos te provocan escalofríos y Enzo disfruta sentir que te estremecés, incluso si su intención sólo era mimarte para retribuir un poco de la atención que le brindás.
-Te extrañé- otro beso-. Mucho.
-Yo también te extrañé mucho.
Te dirige una mirada un tanto ambigua, en sus ojos una mezcla de timidez y algo más... Es algo oscuro, para nada inocente y con implicaciones que conocés a la perfección. Sus dedos se acercan más y más al interior sensible de tu muslo mientras deposita besos húmedos sobre tu pierna, sus dientes te rozan como una sutil amenaza y sus párpados se cierran por cuenta propia cuando comienza a sentirse embriagado de tu ser.
-¿Mucho…?- arquea una ceja. Contestás con un suspiro y sonríe contra tu piel.
Cada vez más desesperado, Enzo deja que sus dulces mimos se conviertan en un enérgico masaje y te provoca frotando tu ropa interior de manera superficial. Siente tu respiración acelerándose y la creciente inquietud que te generan sus acciones le fascina, pero no tanto como los gemidos que escapan de tu boca una vez que captura tu piel entre sus dientes y muerde con fuerza suficiente para dejar una huella.
Vuelve a besarte con suavidad, como si eso aliviara de alguna forma el incendio que provocó, y esta vez sus dedos presionan contra la tela ya humedecida que cubre tu intimidad. Suspira y alza la vista para encontrarse con que estás mordiéndote el labio y tus ojos están cerrados en un vano intento de contenerte, el control sobre tu cuerpo desvaneciéndose cada vez que su respiración cálida te golpea.
Enzo adora verte en tal estado, pero adora más saber que él es el único responsable.
Se reincorpora y te deja sobre su regazo sin esfuerzo alguno, la sorpresa robándote un pequeño grito y una risa. Sus manos encuentran su lugar debajo de la camiseta que tenés puesta para masajear tu cadera, tu cintura y tus costillas, donde dejan una sensación de cosquilleo. Te retorcés por el nerviosismo, al igual que cada vez que Enzo decide hacerte cosquillas, pero el movimiento sólo hace que tu centro entre en contacto con el bulto que deja ver su ropa interior.
 Suspira y sus dedos se cierran sobre tu muñeca.
-Mirá cómo me ponés- coloca tu mano sobre su miembro cubierto, haciéndote gemir-. ¿Te gusta…?
-Mucho- confesás, tus dedos tirando de la cintura elástica de la prenda con anhelo.
-Mostrame entonces.
No perdés tiempo y liberás su miembro ardiente, tus dedos rozándolo con delicadeza antes de cerrarse sobre su extensión y comenzar a masturbarlo; Enzo inspira profundamente y cuando echa la cabeza hacia atrás un sonido gutural llega a tus oídos, acompañado por la imagen de una gota de líquido preseminal brillando en su punta y sus uñas casi enterrándose en tu cadera.
Continuás con los mismos movimientos, acariciás la punta con tu pulgar y te deleitás con las expresiones que se apoderan de su rostro y los sonidos involuntarios que emite ante tus caricias. Sentís sus manos sobre todo tu cuerpo, ansioso por más, por lo que decidís recostarte entre sus piernas y besar sus muslos y su cadera mientras trabajás para llevarlo hacia el borde del orgasmo.
Tu lengua recorre su miembro desde la base hasta su punta goteante y roja, tus labios cerrándose sobre esta mientras mantenés contacto visual con Enzo para poder ver la forma en que su rostro se transforma. Se muerde el labio y frunce el ceño, casi como si estuviera enojado, pero sus pupilas dilatadas y el brillo en sus ojos hacen que sus emociones sean más que evidentes para vos.
Una vez que comenzás a moverte, sus caderas reaccionan de manera automática y Enzo toma el control inconscientemente. Tus ojos se llenan de lágrimas debido a los reiterados golpes en el interior de tu boca y sus dedos tirando de tu cabello, uno que otro gemido dejándolo al ver la dificultad con que tomás sólo la mitad de su miembro en tu boca y cuán pequeña te ves entre sus piernas. Sólo cuando sus músculos se tensan decide liberarte, el hilo de saliva manchando tu mentón haciendo que se replantee su decisión.
Se deshace de su ropa y palmea su pecho tonificado con la clara intención de hacerte saber lo que quiere, pero te negás a causa de la vergüenza. Acorta la distancia entre ambos, una expresión preocupada en su rostro, y limpia con sus dedos el rastro de una lágrima.
-¿No querés...?                                                              
-Sí, quiero, pero…- tu voz se desvanece, pero Enzo ya sabe lo que ibas a decir.
Es consciente de lo mucho que te avergüenza tal posición, pero sabe que se debe más a la vulnerabilidad en la que te pondría dicha situación y no a la forma en que puedas verte ante sus ojos... También sabe que te encanta estar completamente a su merced, sometida a sus deseos y cediendo el control hasta ser un mar de lágrimas y súplicas.
-¿Color?- sus nudillos acarician tu mandíbula.
-Verde.
Te dedica una sonrisa antes de quitarte la ropa interior y moverte con facilidad para posicionarte sobre su rostro, sus manos acariciando tu cadera y sus labios depositando pequeños besos que alternan con mordidas inofensivas en tus piernas. Tomás aire y dejás caer un poco de tu peso, la calidez de su boca envolviéndote de inmediato y haciéndote gemir.
Estás completamente mojada y Enzo adora sentir tu esencia manchando sus labios y su lengua, que acaricia tus pliegues de manera experta hasta hacerte lloriquear. Disfruta la forma en que tus muslos suaves lo arropan y siente que podría morir al ver que tus dedos se cierran sobre tus pezones, notorios debido al color y la tela de tu camiseta. Sus labios se cierran sobre tu clítoris y succiona con fuerza, ganándose un grito ahogado de tu parte y confirmando que adoraría morir de esta forma.
Sus manos encuentran tu cadera y te fuerza a dejar caer todo tu peso sobre él, sus dientes rozando peligrosamente tu centro mientras continúa asaltándote con su lengua. Tus gemidos aumentan en volúmen, cada vez más constantes, y un hilo de palabras sin sentido surge de tus labios; logra distinguir su nombre y varias súplicas, pero el resto es un confuso producto de lo que el placer provoca en tu mente.
Te lleva al orgasmo sólo con su lengua y los sonidos obscenos que esta produce en contacto con tus pliegues y la humedad provocada por tu excitación. Recobrás un poco de fuerzas y te separás de su boca -un tanto sobre estimulada por sus labios que continúan besándote en todos los lugares posibles-, el brillo de tu liberación adornando su piel y una mueca de satisfacción u orgullo apoderándose de su rostro.
-Me encantás- da un beso a tu muslo-. ¿Puedo seguir...?
Te ayuda a recostarte y te sentís en trance al ver cómo pasa una mano por su cabello despeinado, tus ojos vidriosos siguiendo cada uno de sus movimientos hasta que se posiciona a tu lado y captura tus labios. El beso se torna intenso y su mano cerrándose sobre tu cuello no ayuda a calmar la sensación ardiente entre tus piernas, que sólo empeora cuando su lengua se cola en tu boca y sus dedos comienzan a ejercer presión.
No estás segura de qué provoca el leve aturdimiento que nubla tu mente, si es la restricción de oxígeno o la fuerza con la que Enzo te está besando, pero sus acciones se detienen antes de que pienses en advertirle. No tenés mucho tiempo para recuperarte antes de sentir sus dedos haciendo un glissando en dirección a tu centro, sus yemas deslizándose por tus pliegues y rodeando tu entrada, deleitándose al sentir que estás goteando.
Tu interior no opone resistencia alguna cuando introduce uno de sus dedos, la lentitud y profundidad de sus movimientos haciendo que tu respiración se entrecorte en un segundo. Cometés el error de mirar justo cuando su pulgar encuentra tu clítoris y comienza a masajearlo con círculos, el placer arrancando de tu garganta un gemido que borda lo pornográfico… Pero para Enzo no es suficiente, así que introduce otro dedo y acelera el ritmo.
El placer te desborda y los sonidos húmedos que llegan a tus oídos son tan indecentes como tus gemidos, que sólo actúan como fuel para las acciones de Enzo. Le encanta llevarte al borde, dejar que te pierdas por completo en las sensaciones mientras él se encarga del placer de ambos, saber que tu mente es una especie de boceto que él desdibuja hasta dejar en blanco.
-Papi…
Tu voz es poco más que un susurro, pero es suficiente para que te escuche. Sus dedos siguen asaltando tu interior mientras besa tu mejilla y repite palabras de aliento en tu oído, haciendo un esfuerzo inhumano por no frotar su miembro contra tu pierna cuando ve en tus ojos el reflejo de la desesperación y necesidad que sentís. Se lamenta cuando ve tus párpados caer, indicio de tu orgasmo desatándose, pero la imagen de tus pestañas brillantes por las lágrimas y tus dientes torturando tu labio le resulta celestial.
La tensión en tus músculos se disipa y tu cuerpo frágil reposa contra el suyo. Rodea tu cintura con su brazo y te atrae hacia su cuerpo aún más; tu espalda contra su pecho te permite sentir su respiración todavía acelerada y el calor que irradia su piel, pero este no se compara con el calor de su miembro aprisionado contra tu muslo, donde deja un rastro húmedo.
El particular sonido del lubricante llama tu atención y te preguntás en qué momento y de dónde lo sacó, pero sus dedos con producto frío en tu entrada hacen que te sobresaltes y te distraigas. Se disculpa y su voz ronca provoca un cosquilleo entre tus piernas, besa tu hombro mientras su punta acaricia tus pliegues y tu entrada antes de comenzar a introducirse en tu calidez.
-Papi- llorás, sensible ante el inevitable ardor de la penetración inicial.
-Ya sé, bebé, ya sé- dice en un intento de calmarte, regalándote un beso-. Estás muy apretada.
Sus movimientos son lentos y muerde tu hombro una vez que se adentra por completo, conteniendo sus deseos de forzarte a tomar sin protestar todo lo que él te ofrezca. Te da unos segundos para acostumbrarte a la intrusión, su mano acariciando tu cadera y luego dirigiéndose hacia tu clítoris, el contacto provocando que te contraigas alrededor de su miembro.
Comienza a acelerar su ritmo y no hay forma de que reprimas tus gemidos, tu cuerpo reaccionando por cuenta propia cuando sentís cada vena y surco de su miembro rozando tu interior mientras su punta abusa de tu cérvix reiteradamente. Su ataque sobre tu clítoris no se detiene, su lengua se desliza sobre la piel sensible de tu cuello y posteriormente sus dientes apresan el lóbulo de tu oreja. Llegás al clímax ahogando un grito en la almohada.
Te arrastra hacia el borde de la cama y te deja sobre tus rodillas, las sábanas revueltas en tu rostro amortiguando tus jadeos cuando su palma impacta contra tu piel al volver a penetrarte. El sonido de su piel colisionando con la tuya inunda la habitación y las palabras que te dirige se pierden en algún punto en el aire antes de llegar a tus oídos, que parecen estar cubiertos con algodón.
Sus estocadas son profundas y frenéticas, pero cuando siente su orgasmo aproximándose se detiene. Retira su miembro hasta dejar sólo la punta dentro y acaricia con su pulgar el borde de tu entrada, embelesado por la forma en que la fricción enrojece tu piel. Escucha tus súplicas por más, lo llamás papi una y otra vez en un intento de convencerlo por continuar, pero no cede.
-Estás desesperada, ¿no?- pregunta. Ya sea que negás o asentís, se inclina sobre tu cuerpo para poder tirar de tu cabello y continúa:- ¿Querés más, princesa?
Te aleja del colchón y encuentra una respuesta en el hilo de saliva que cae de tus labios, acompañado por las lágrimas que recorren tus mejillas antes de humedecer las sábanas. Abandona tu interior y te oye protestar, pero te calmás cuando te deja sobre tu espalda y posiciona su cuerpo sobre el tuyo.
Te obliga a ver la forma en que su miembro acaricia tus pliegues, enrojecidos y más que húmedos, pero apartás la vista para ver su rostro cuando vuelve a hundirse en tu interior: sus ojos están cerrados y sus labios entreabiertos dejan salir un sonido casi animal, su cabello despeinado enmarcando sus rasgos a la perfección.
Lleva tus piernas a sus hombros y utiliza un brazo para aprisionar tus muslos contra su abdomen, su otra mano ubicándose en tu abdomen bajo y ejerciendo presión para sentir cómo tu interior se amolda a él, la forma en que tu cuerpo lo recibe cada vez. La sensación es abrumadora y tus manos se mueven en todos los sentidos buscando aferrarse a algo -lo que sea- para poder sobrellevar el placer que te invade, pero sólo encontrás las margaritas desperdigadas en el espacio entre la almohada de Enzo y la tuya.
-Papi, por favor, ¿puedo…?
Asiente mientras besa tu tobillo, sus ojos abriéndose de inmediato para poder presenciar el espectáculo que le ofrecés cada vez que acabás. Masajeás tus pechos y pellizcás tus pezones, justo como él suele hacerlo, y cuando el orgasmo te golpea repetís su nombre entre balbuceos. El movimiento de sus caderas no cesa ni por un segundo y tu rostro se contrae en una mueca de algo similar al dolor, pero que Enzo reconoce como la prolongación tortuosa de tu orgasmo.
Estás a punto de rogarle, pero sus jadeos te interrumpen y la repentina brutalidad en sus embestidas hace imposible formular palabra alguna. Su cabello brilla bajo la luz y cubre parte de su rostro cuando sus dientes se cierran sobre tu pierna. Sentís el palpitar de su miembro en tu interior y recuperás la voz.
-Adentro, por favor.
-¿S��? ¿Querés que te llene la conchita…?- cerrás los ojos, casi avergonzada por lo mucho que disfrutás oírlo expresarse de esa forma-. Dios…
Sentís el calor de su liberación salpicando tu interior y suspirás satisfecha, tus brazos separándose instintivamente para abrazarlo cuando se desmorona sobre tu cuerpo y su rostro busca refugio en el espacio de tu clavícula. Masajeás su espalda mientras su respiración vuelve a la normalidad y estás casi segura de que percibís los latidos de su corazón.
-Extrañaba tanto esto- comenta, alejándose para mirarte a los ojos-. No te das una idea.
-Yo también lo extrañaba- sonreís-. Pero…, ¿no tenías sueño vos?
Suelta una carcajada pero no responde, en su lugar se estira para tomar una margarita y colocarla sobre tu oreja. Besa tus ojos, tu nariz, y por último envuelve tus labios en un apasionado beso que te deja sin aire.
-Gracias por el café- apoya su frente sobre la tuya-. Me ayudó bastante.
Sabés que no se refiere al café.
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somos-deseos · 7 months
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Vida adulta:
Dejamos de ser niños y ya existe una escasez infinita, desde la alegría hasta el regazo de una madre. Cuando te das cuenta de que necesitas superar el resfriado por tu cuenta y comprar tus propias vendas y colocarte tus propias curitas. Días en los que el patio trasero de la abuela sería un nuevo y maravilloso mundo, pero lo único que tienes es la soledad de una habitación.
Seguen Oríah ᥫ᭡.
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soft-pxachy · 5 months
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⤷  ❝oh, god❞ — ksj (s.m)
➤ Pareja: jin!sacerdote x lectora!fem
➤ Recuento de palabras: 7.9k 
➤ Género: sexo en una iglesia! smut y obscenidad!
➤ Resumen: Tu imperturbable devoción a la iglesia nunca había sido algo que realmente te importara, y sabias que no debías estar haciendo esto, sabias que estaba mal, pero no podías hacer nada desde el momento en que el Padre Seokjin entró en tu mente, haciéndote fantasear con él todas las noches, arrastrándote a un estado en el que sabias que estabas condenada, por suerte, el Padre Seokjin estaba dispuesto a perdonar todos tus pecados.
➤ Advertencias:  20+ | Lenguaje vulgar y explícito | uso de temas religiosos | tensión sexual | sexo en una iglesia | uso inapropiado del confesionario | blasfemia y jurar en nombre de dios | referencias religiosas | voyerismo | charla sucia | masturbación | frottage | sexo oral (r. ambos) | comer semen | algo de culpa religiosa | sexo sin protección | Jin es un sacerdote y tiene un gran pene! ➤ Si crees que el contenido de este oneshot te ofenderá a ti o a tus creencias, por favor, NO LEAS. ➤Si no eres mayor de 18 años, POR FAVOR, no leas. Si lo haces es bajo tu propia responsabilidad, ten en cuenta las advertencias.
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Era otro domingo de congregación como cualquier otro, T/n estaba sentada en una esquina del banco de la iglesia lo más cerca posible del atril que se elevaba imponente frente a todos, con los brazos cruzados y completamente desinteresada en lo que pasaba a su alrededor, toda su atención estaba cien por ciento enfocada en el Padre Seokjin. 
Siempre se negaba a participar mientras el Padre Seokjin dirigía la congregación a través de oraciones y anuncios. Su suave voz reverberaba a través de toda la habitación, cautivando a los asistentes del domingo por la mañana con sus palabras de adoración, predicando sobre la divinidad del amor y de Dios. 
Se podía ver fácilmente cuánto había tocado los corazones de los creyentes con sus palabras y actos bondadosos con solo mirar alrededor de la iglesia.
Sus ojos seguían cada movimiento del Padre Seokjin, suspirando cada vez que mostraba una sonrisa encantadora, riéndose cuando hacía una o dos bromas ligeras. Si no supiera nada mejor, pensaría y estaría completamente segura de que las personas que iban a la iglesia estaban allí solo para ver al Padre Seokjin. Prácticamente había hecho que todo el pueblo se enamorara de él. El sacerdote encantador y de buen corazón que era un símbolo de la devoción del pueblo y era una luz cálida y brillante para aquellos que buscaban su providencia.
El Padre Seokjin hablaba y todos escuchaban. Bueno, todos menos T/n.
Sus sermones parecían entrarle por un oído y salir por el otro, y en su lugar, optaba por soñar despierta. Sus ojos nunca deambulaban por el interior de la iglesia, siempre estaban enfocados en la mirada suave y persistente del padre Seokjin. Y esto no había pasado desapercibido para él, por supuesto. 
T/n era la chica que asistía a sus misas todos los domingos pero que solo estaba allí; sentada entre la multitud, el mismo asiento todas las mañanas, interactuando con la menor cantidad de personas posible, siempre la primera en entrar y la última en salir. Y había llamado su atención por completo, cada vez más intrigado por ella y por la forma en que parecía querer arrancarle la sotana con los ojos, deseando poder saber que pasaba por su cabecita para ser tan persistente y dispuesta en cualquier cosa que tuviera que ver con la Iglesia, y ahora era él quien estaba completamente cautivado por ella,
La comunión era la parte favorita de la misa para T/n. Eso significaba que era casi la hora de irse y formó un pequeño puchero dándose cuenta de que ahora tendría que esperar hasta la próxima semana para volver a ver al Padre Seokjin, pero aun así se puso de pie y caminó hacia la fila para recibir la hostia, y mientras esperaba, no pudo evitar mirar el hermoso arte pintado en el techo de la iglesia y las estatuas de santos que la rodeaban a cada paso que seguía avanzando hasta que finalmente estuvo frente a frente con el Padre Seokjin.
��l le sonrió cálidamente y con ternura en sus ojos mientras la veía hincarse frente a él sobre el reclinatorio, esperando pacientemente a que ella lo mirara y sonriendo aún más al ver el destello de timidez que brilló en su rostro mientras parpadeaba a través de sus pestañas cuando finalmente elevó su mirada hacia él. Su imponente estatura fácilmente hacía sentir a T/n como si estuviera mirando a Dios mismo.
— El cuerpo de Cristo.— Anunció con su voz suave y amable mientras le ofrecía la hostia.
Los labios de T/n se cerraron alrededor del pan sin dejar de mirarlo a los ojos, sus labios rozaron de forma cálida y suave contra los dedos del Padre quien inclinó la cabeza levemente hacia un lado con diversión y una pequeña sonrisita tiró de la comisura de sus labios hacia arriba, había sido una acción pequeña e imperceptible que debió haber sido la primera bandera roja de que el Padre Seokjin no era en absoluto quien parecía ser, y tal vez T/n había sido demasiado ingenua por no darse cuenta.
— Amén.— T/n respondió por lo bajo mirándolo con pura adoración en sus ojos, odiando profundamente tener que alejarse de su presencia.
Pero simplemente obedeció cuando el clérigo hizo un pequeño asentimiento para que se levantara y regresara a su asiento, el Padre Seokjin aun podía sentir la sensación de sus suaves labios en la punta de sus dedos mientras le daba un rápido vistazo desde lejos, y tenía que admitir que sintió como si lo hubiera besado un ángel.
Y el pensamiento de T/n no abandonó su mente durante el resto de la misa, estando completamente seguro que tal vez ella era una especie de tentación divina puesta deliberadamente frente a él como si se tratara de una prueba de Dios o como si fuera un desafío en su camino. Una cosita curiosa e inocente que el Padre Seokjin amaría ver caer y derrumbarse frente a él solo para poder reclamarla como suya. 
Para él, T/n era como un pequeño cordero tembloroso, completamente ajena al lobo que la acechaba. Quizás hoy era el momento perfecto para atacar. Tal vez la presa ya estaba lista para ser capturada.
"Todavía no." El Padre Seokjin pensó para sí mismo.
Había decidido que se tomaría su tiempo, continuaría observándola desde lejos como siempre lo había hecho y planear cuidadosamente su siguiente paso antes de finalmente morder la manzana del pecado  que era esa jovencita de ojos de muñeca y labios rosados que atormentaban sus noches más solitarias y más pecaminosas. 
Él jugaría con su desinterés en la iglesia justo como ella lo hacía con sus pensamientos lujuriosos, después de todo, tenía que haber una razón que la estaban atrayendo a la iglesia, a él, y para ser alguien supuestamente irreverente, T/n estaba mostrando una gran devoción hacia cualquier cosa que estuviera planeando, pero el Padre Seokjin lo solucionaría, solo era cuestión de…
—¿Padre? —T/n lo llamó suavemente y su voz interrumpió sus pensamientos por completo.
—Vaya, ¿Todavía estás aquí, paloma mía? — El Padre preguntó, mirando alrededor de la iglesia, notando que ahora estaba vacía y solo eran ellos dos quienes seguían ahí.
—Quería hacerle una pregunta, padre. —T/n pidió en voz baja, mientras se distanciaba levemente de él.
El Padre Seokjin le hizo un gesto para que se sentara en uno de los bancos a su lado y T/n lo hizo evitando su mirada, mordiéndose el labio inferior cuando el silencio se hizo presente entre los dos, sin saber cómo empezar exactamente.
— Bueno, por supuesto que puedes hacerme preguntas.—  El Padre Seokjin aseguró dando un par de pasos cuidadosos hacia ella.— Ven, siéntate y cuéntame qué es lo que te preocupa. 
—Temo que me estén corrompiendo, Padre…—T/n comenzó a hablar por lo bajo y de a poco, cuidando cada una de las palabras que le decía.— Me está comiendo por dentro, es como si se estuviera extendiendo como el fuego del infierno dentro de mi.
—Está bien.— La voz del Padre era tranquila y firme, transmitiendole un poco de seguridad con sus palabras.— Estás a salvo conmigo, puedes confiar en mí.
Y con eso el corazón del Padre Seokjin se llenó de preocupación. 
—¿Corrompiendo? Oh, mi dulce paloma. ¿Es por eso que has estado tan distante recientemente? ¿Te has estado guardando todo esto para ti sola? —preguntó con voz suave acortando de a poco la distancia que los separaba sin llegar a ser muy invasivo, mucho menos cuando la vio ponerse rígida y asentir levemente con su cabeza.— Paloma mía, esta es una carga que no tienes que llevar sola. Estoy aquí para ti. No hay razón para que sientas que tienes que distanciarte cuando te sientas preocupada.
—Lo siento, padre. —T/n respondió por lo bajo, agachando su cabeza sintiéndose avergonzada.
—No hay necesidad de disculparse. —murmuró en medio de una sonrisa y elevando una de sus manos para frotar suavemente el dorso de la de T/n, viéndola suspirar y relajarse de a poco en su toque y se aclaró la garganta.— Entonces, cuéntame más sobre ésta... corrupción.
—Me condenaría, Padre… —T/n respondió con voz pequeña mordiendo su labio y sintiendo como su rostro comenzaba a arder de vergüenza.
— ¿Qué clase de sacerdote sería yo para condenar tal pureza? —Habló y su voz la tranquilizó más de lo que alguna vez hubiera pensado, era como miel para sus oídos.
El Padre Seokjin se levantó de su asiento y lentamente se dirigió hasta quedar de pie frente a ella, viéndola clavar sus ojos en el suelo, incapaz de siquiera mirarlo y él no podía entender del todo su actitud.
Había un silencio de muerte. La tensión en la iglesia de repente se hizo notar entre los dos y el Padre Seokjin se movió para pararse más cerca de ella y su sombra cayó sobre T/n como si fuera una manta con cada uno de sus pecados y, sin embargo, comenzó a sentirse más caliente que el calor del sol de ésta mañana.
—¿Has perdido el contacto con tu fe? —El Padre Seokjin habló con la voz más baja y suave que alguna vez hubiera escuchado.
T/n jugaba con sus manos en su regazo, retorciéndose bajo su profunda mirada y no respondió, estaba demasiado aturdida por la pregunta que le hizo para saber cómo responder correctamente.
—Dime, paloma. —El Padre volvió a hablar, usando dos de sus dedos para inclinar su barbilla hacia arriba y hacer que por una buena vez que lo mirara. —¿Buscas una nueva religión? 
—¡N-no! No he perdido mi fe…—T/n habló finalmente en medio de un sollozo, sintiendo como todo su cuerpo comenzaba a temblar bajo su toque y su mirada. —Ésta corrupción es…diferente.
—¿Diferente? —El Padre preguntó aún más confundido, inclinándose sobre ella para mirarla a los ojos.— ¿Cómo?
—Yo… —T/n balbuceó sintiendo como su mirada la hacía sentir increíblemente pequeña frente a él.— Tengo estos deseos. Impulsos pecaminosos que vienen a mí tarde en la noche. Padre, quiero deshacerme de ellos.
Y con eso el Padre Seokjin pareció comprenderlo todo, pero trató de guardar las apariencias lo mejor que pudo, pero fue incapaz de luchar contra la sonrisa divertida que se formó en su rostro justo antes de relamerse los labios.— ¿Impulsos pecaminosos? ¿Deseos? Querida, no estás hablando de lo que creo que es... ¿verdad?
—Es vergonzoso, Padre, lo sé… —T/n murmuró por lo bajo mordiéndose el labio con fuerza y sintiendo como pequeñas lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.
— Shhh, no hay necesidad de avergonzarse. —El Padre Seokjin susurró de forma tranquilizadora al mismo tiempo que elevaban sus manos para acunar su rostro con cuidado; limpiando de a poco sus lágrimas. 
Era como si su simple toque enviará olas de electricidad por todo su cuerpo, y T/n hizo todo lo posible para concentrarse en los tiernos ojos del Padre Seokjin mientras volvía a hablar.
—Las necesidades carnales son humanas, querida. Está en nuestra naturaleza querer ceder a esa tentación. —explicó suavemente, como si estuviera hablando con una niña pequeña mientras T/n se derretía por completo en su toque, mirándolo con ojos de cachorrito y presionando su mejilla más contra su palma. —Cuéntame más de cómo te consume esta corrupción.
—No podría, Padre… —T/n habló negando con su cabeza en medio de hipos y una que otra lágrima que  aún goteaba de sus ojos antes de darle un rápido vistazo a todas las estatuas y pinturas de santos a su alrededor.— No aquí…
—Entiendo, ¿Quieres ir al confesionario? —preguntó tranquilamente colocando un mechón de su cabello detrás de su oreja justo antes de verla asentir con ilusión haciendo sonreír.— Está bien, vamos.
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Y tan pronto como dijo el Padre Seokjin entrelazó su mano con la de ella guiandola por el pasillo que daba directo hacia el confesionario y que se escondía en una de las esquinas del gran salón de la Iglesia, lo suficientemente aislado del lugar para que nadie pudiera escuchar ninguna de las confesiones que los creyentes hicieran y se respetará el secreto de confesión del Padre Seokjin.
Era una especide de armario de dos espacios, hecho de la misma caoba lacada de los bancos y de tamaño solo un poco mas grande que para una persona en cada uno de ellos, una cortina de color rojo vino a lo largo de cada puerta que ayudaban a proteger la identidad de cada penitente, y tan pronto como llegaron el Padre Seokjin abrió la puerta del lado derecho, haciendole un leve movimiento para que entrara y ella lo hizo murmurando un pequeño ‘gracias’.
T/n sabía que no debería estar haciendo esto, sabía que estaba mal, incluso el mero pensamiento de confesar todos sus pensamientos pecaminosos eran suficiente para destrozar su conciencia, pero su conciencia ya estaba arruinada desde el primer momento en que hundió su mano entre sus piernas teniendo en su mente al Padre Seokjin, y sabía que eso era la mayor condena para sí misma. 
Así que se obligó a quedarse quieta en el banco de madera en el que estaba sentada, tratando de asegurar sus crecientes nervios, podía escuchar los latidos de su corazón en ese pequeño espacio, al menos estaba oculta por la tenue oscuridad de la cabina, pero de alguna manera se sentía desnuda y expuesta, como si la oscuridad fuera aún más reveladora, y sabía que sus pensamientos no estaban a salvo en este silencio y oscuridad sobresalientes.
El sonido de la puerta de la otra cabina se escuchó tres veces más fuerte cuando el Padre Seokjin entrò, T/n notó su silueta oscura moverse del otro lado, sus zapatos resonaron en el piso de madera con cada paso que dio y el asiento crujió cuando se sentó, sus manos se movian nerviosamente en su regazo cuando la voz profunda del Padre se escuchó a su derecha.
—No te pongas nerviosa, paloma. Tómate tu tiempo para encontrar tus palabras. —El Padre Seokjin murmuró suavemente, intentando transmitirle toda la confianza que necesitará. 
El corazón de T/n se estremeció en su pecho y se obligó a  inhalar y exhalar pausadamente. Podía hacer esto. Sus labios se abrieron y las palabras cayeron familiarmente, como un hábito perpetuo.
—Bendígame Padre, porque he pecado. Esta es mi primera confesión. —comenzó a hablar apretando sus manos en puño en el borde de su falda, pensando que la verdad debería mantenerse bajo llave como lo había estado haciendo los últimos días, esa verdad con la que no debería haber jugado en primer lugar.
—Independientemente de que estés aquí solo para decir tu verdad o para desahogar su mente, estoy aquí para escuchar, paloma.— El Padre aseguró y el sonido de su voz retumbó bajo y cálida a través de la rejilla que los separaba. 
Ya estaba aquí, ya no había vuelta atrás ahora.
—He tenido pensamientos impropios sobre éste… hombre, que está fuera de mi alcance. Sé que no debería tener pensamientos tan traicioneros sobre él. Pero no puedo parar. —T/n comenzó a hablar sintiendo como su voz salía temblorosa, manteniendo sus ojos enfocados en las tenues sombras de las estatuas que se reflejaban dentro de la cabina.— Yo… apenas puedo mirarlo, apenas puedo soportar estar cerca de él, porque lo deseo tanto y eso me vuelve codiciosa, ese es uno de los siete pecados capitales, ¿no? ¿Codicia? Eso es lo que soy, Padre. Lo quiero y quiero todo de él. Quiero su tiempo y sus pensamientos, y no quiero compartirlo con nadie.
Y tan pronto como su confesión salió de sus labios un silencio abrumador los inundó a ambos, un largo y agonizante silencio mientras esperaba la respuesta del Padre Seokjin quien parecía estar encontrando las palabras correctas que decir, imposible de ocultar la bruma de celos y posesividad que comenzó a crecer en su pecho después de escuchar a su pequeña paloma hablar de esa forma de otro hombre. 
Detestaba el simple pensamiento de T/n tocandose pensando en otra persona y le ardía en sus entrañas, él quería ser el único hombre que estuviera en su mente, el único que la hiciera sentir bien, el único que la viera doblegarse y caer de rodillas pidiendo mas placer, quería que fuera suya, y de nadie más. 
—¿Él está casado? —preguntó poco después, recordando sus palabras y con su voz más dura y áspera de lo que imagino, pero era algo que simplemente no pudo evitar.
—No, no lo está. Es... mucho peor. —T/n respondió pensando cual de las dos opciones era peor, ¿Fantasear con un hombre casado o con un hombre que comprometía su vida a Dios? 
—Solo eres humano, y el humano comete errores. Ningún error es imperdonable cuando te arrepientes de tus pecados.— El Padre Seokjin instruyó con prudencia, y casi sonó como si esas palabras se las estuviera diciendo a sí mismo.
T/n negó con su cabeza ante eso, como si el hombre al otro lado pudiera verla, eso no era lo que queria escuchar de él, queria que le dijera que estaba mal, algo que le diera un incentivo para acabar con esta tortura.
—Lo hace sonar tan inocente Padre, y no es así…—hablo casi burlándose sin humor de sus palabras.
—¿Por qué no lo es? —El Padre preguntó y su tono de voz cambió por completo, enviàndole un escalofrío que recorrió el cuerpo de T/n, sonaba diferente ahora, ya no se escuchaba reservado ni distante, sonaba cálido y curioso, y la animó a seguir hablando.— Dime más. 
Oh, Dios.
—Yo… —T/n balbuceó sintiendo de repente como si su garganta estuviera llena de ceniza. —Lo quiero de manera inocente, a veces. Quiero arrodillarme frente a él y adorarlo hasta que no pueda más, quiero ser buena para él y que me halague por eso. —habló con calma, dejando que su mirada se deslizara hacia el suelo, donde la luz de las velas iluminaba sus piernas. —Pero también lo quiero de otras maneras. 
Podía sentir cómo sus palabras se le clavaban en la garganta una tras otra. Estaba segura que la vaga forma de su deseo era suficiente para que el Padre Seokjin supiera que estaba hablando de él, pero parecía como si el sacerdote no tuviera intenciones de detenerla, era como si la estuviera provocando con su voz, y la tensión se podía palpar en el aire, espesa, a pesar de la rejilla que los dividía y el Padre tarareó levemente. 
Quería que siguiera hablando.
—Pienso en él cuando no debería, Padre. Trato de no pensar en él de esa manera, pero es tan difícil no hacerlo, siento que sabe cómo es mi alma, y me asusta, pero también me hace quererlo más… —T/n continuó hablando sintiendo como toda la sangre de su cuerpo circulaba con más rapidez, acentuándose en su rostro y entre sus piernas como ocurría todas las noches desde que conoció al Padre Seokjin. 
—¿Cuándo piensas en él? —El Padre preguntó con voz áspera, y ese mismo sonido era todo lo que T/n podía escuchar, todo lo demás se había desvanecido en la oscuridad del lugar. 
—Lo hago cuando los pensamientos me mantienen despierta por la noche. Cuando está oscuro y estoy sola. Me marean y me dan calor…—respondió con dificultad, sintiendo como las palabras quedaban atoradas en su garganta y como sus mejillas ardían de vergüenza ante lo siguiente que dijo. —Pienso en él cuando me toco, Padre.       
Y en ese preciso momento T/n deseaba profundamente que el suelo se abriera y la tragara por completo, pero aún así no podía dejar de hablar, no ahora que parte del secreto que la atormentaba estaba a la vista, necesitaba compartirlo todo, no pensaba seguir cargando con esa culpa sola, y no le importaban las consecuencias que vendrían con eso.
—Trato de no hacerlo, sé que está mal, pero no puedo, trato de pensar en alguien sin rostro, pero no puedo sacar su rostro de mi cabeza. Su voz. Trato de pensar en alguien menos en él, pero no puedo detenerme.
Su respiración era rápida y agitada, sentía como si acabara de subir corriendo tres tramos de escaleras. Las palmas de sus manos estaban pegajosas por el sudor y como pudo las limpió en la tela de su falda sintiendo su cuerpo arder en calor, y por una fracción de segundo, se le ocurrió correr, salir corriendo de ahí al aire frío de la noche, el hecho que el Padre Seokjin no hubiera dicho ni una sola palabra acerca de su confesión la hacía sentir mucho más nerviosa, completamente segura de que él la reprendería por tener ese tipo de pensamientos, que le diría que estaba condenada al infierno por ese pecado, pero lo siguiente que escuchó la dejó congelada en su lugar.
—Hazlo.
Esa palabra del Padre Seokjin sonó como un trueno dentro de la iglesia.
—¿Qué? —preguntó incrédula, sin entender exactamente lo que dijo.
—Muéstrame. —El Padre Seokjin corrigió rápidamente antes de que se escuchara un sonido resbaladizo, como si se hubiera humedecido los labios con su lengua.— Muéstrame tu pecado.
Y ante eso lo único que T/n pudo hacer fue jadear por lo bajo, esperaba internamente la broma, la risa, que él estuviera bromeando, pero eso nunca llegó. Y en cambio, sólo hubo silencio. Por primera vez miró hacia un lado, buscando alguna señal del Padre Seokjin pero todo lo que vio a través de la rejilla fue el contorno aproximado de su perfil.
Antes de que T/n pudiera reaccionar, vergonzosamente, su cuerpo lo hizo primero, reaccionando por completo a su voz, su piel se calentó más que el mismo sol, sus pezones se irguieron debajo de su blusa y el familiar cosquilleo se acentuó entre sus piernas como si se hubiera tratado de una orden del Padre Seokjin. 
Apenas y pudo murmurar un pequeño asentimiento antes de hacer exactamente lo que le había dicho, T/n podía escuchar el latido de su corazón retumbando en sus oídos y el ritmo incierto de su respiración mientras separaba de a poco sus piernas para deslizar su mano entre sus muslos. 
Su estomago se contrajo abrupatmente cuando sus dedos hicieron contacto con su centro vestido y su respiración se cortó aún más al sentir la pequeña macha de humedad en sus bragas, joder, había estado sufriendo tanto por esto que ni se habia dado cuenta, pero era algo obvio, el Pade Seokjin siempre había tenido un efecto especial en ella, y lo corroboró cuando presionó ligeramente sobre su clítoris, mordiéndose el labio inferior para evitar gemir demasiado pronto y sujetandose con fuerza del borde el asiento con su mano disponible.
La culpa y la excitación se retorcían dentro de su cuerpo, una con la otra, luchando por ver cual tendría el control, sus dedos se movían tan lentamente, torturándose a sí misma y con su respiración agitándose cada vez más con cada débil movimiento sobre su clítoris, estaba demasiado metida en sus propias sensaciones que apenas y fue consciente de la misma respiración agitada del Padre Seokjin, y cuando se dio cuenta de eso T/n no pudo evitar preguntarse qué estaba haciendo en su lado de la cabina, se preguntaba dónde estaban sus manos, tal vez agarrando sus rodillas o apretando con fuerza la tela de sus pantalones, o tal vez en otra parte; subiendo por sus muslos hasta…
—Oh, Seokjin… —T/n gimió por lo bajo antes de taparse la boca con su mano libre para sofocar otro gemido, aunque fue demasiado tarde para que el Padre Seokjin lo escuchara a la perfección.
—¿Es eso lo que haces? —El Padre preguntó con su voz baja y ronca, enviándole un escalofrío de deseo al rojo vivo a T/n por su columna vertebral, casi pudiendo escuchar su sonrisita al otro lado con lo siguiente que dijo. —¿Cuando te tocas dices mi nombre, paloma?
—Padre, por favor yo no… -T/n balbuceó ahogando un nuevo gemido ante otro movimiento de sus dedos, incapaz de poder mentirle ahora. 
—No mientas paloma, la forma en que dijiste mi nombre, suena tan familiar. Como si hubieras hecho esto antes. —El Padre agregó con soberbia, había una oscuridad en su voz que T/n nunca había escuchado en él.
—Oh, Dios… —Un nuevo jadeo se derritió en sus labios sin poder ocultarlo, sus caderas se movieron hacia enfrente y contra su palma, buscando desesperadamente un poco más de fricción para su clítoris necesitado, la culpa se estaba comiendo sus entrañas, pero no podía detenerse.— Padre, por favor, siento que empiezan a corromperme de nuevo…
Y con eso los ojos del Padre Seokjin se iluminaron en puro deseo, agradeciendo que ella no pudiera verlo.— ¿Ahora mismo?
—Sí, los pensamientos están volviendo, Padre… —T/n asintió con la cabeza con furia, como si él pudiera verla moviendo sus dedos con más fuerza sobre su centro ahora empapado con su humedad, mojándole los dedos vergonzosamente. 
Inesperadamente se escuchó un tintineo metálico al otro lado de la cabina y a T/n se le cortó el aliento al darse cuenta. Su cinturón, el Padre Seokjin se estaba desabrochando el cinturón, mierda, mierda. Cerró los ojos con fuerza intentando alejarse de eso, pero aún podía escuchar el roce de su cinturón cuando el cuero se movió contra sus trabillas y simplemente no pudo evitar imaginarse la forma en que se veía su mano sobre el bulto de sus pantalones.
—Dime de quien se tratan, paloma. —El Padre pidió en medio de un suspiro pesado y T/n juró que su cuerpo tembló sobre el asiento al escucharlo. 
—Se tratan de ti Padre, siempre has sido tu… —Admitió entrecortado presionando con más fuerza sobre su clítoris, lo necesitaba, demasiado, era casi carnal la necesidad que tenía por él.
Una especie de calor perverso le atravesó el pecho al Padre Seokjin, casi como un sentimiento de orgullo al escuchar a su pequeña paloma admitiendo que él era el que la hacía pecar, que él era el protagonista de sus fantasías como ella lo era de las suyas, era perfecto y eso le hizo apretar con más fuerza el eje de su miembro duro por encima de la tela de su boxer, casi gruñendo al imaginarse que era T/n la que estaba entre sus rodillas dándole la misma atención con su propia mano.
—¿Yo? —Él se rió entre dientes mientras la seguía escuchando sollozar y gemir por lo bajo, casi deseando poder estar con ella para ver como aliviaba el calor de su cuerpo.— No eres tan pura como yo pensaba, ¿verdad paloma?
—Por favor, Padre…— T/n gimoteó una vez más, presionando sus muslos juntos y moviendo sus caderas con fuerza contra su mano.— Por favor, ayúdame a deshacerme de estos deseos…
Y con eso el Padre Seokjin ensanchó su sonrisa, ¿Quién era él para negarle a su linda palomita que la librara de sus deseos carnales? Después de todo, ese era su deber como sacerdote, ¿no es así? Limpiar a los pecadores de sus pecados, y qué mejor manera que hacer lo mismo con ella, limpiar esos pensamientos pecaminosos de su linda cabecita y devolverle la pureza.
Hubo un silencio después de su ruego hacia el Padre que rápidamente fue cortado por un ruido repentino, demasiado rápido para que T/n lo procesara antes de parpadear ante la luz que inundó la pequeña cabina, y cuando pudo ver con claridad el Padre Seokjin estaba de pie frente a ella, su barbilla está inclinada hacia un lado, el cinturón de su pantalón colgaba pesado hacia ambos lados, la cremallera estaba abierta y una mancha oscura y húmeda decoraba el contorno de su dura erección haciéndola jadear sin ser capaz de cerrar sus piernas ante la imagen cuando el Padre Seokjin rápidamente apretó con sus manos su pantalón, levantando la tela para poder arrodillarse frente a ella. 
—Padre…— T/n susurró por lo bajo, sin poder recordar ninguna palabra excepto su título mientras lo veía hundirse entre sus piernas para tomarla por el cuello con una de sus manos, su palma ancha se envolvió alrededor de su garganta antes de inclinarse hacia ella y perseguir su boca ansioso con la de él. 
Sus rosados labios se estrellaron con firmeza contra los de ella, y T/n sintió como si estuviera en la puerta del cielo y jadeó contra su boca al darse cuenta de que el Padre Seokjin besaba como un hombre hambriento. 
Su cuerpo cayó en un flujo intenso con sus labios unidos a los del otro, sus manos se ajustaron a sus anchos hombros y los arañó por encima de su camisa negra, desesperada por más. Toda la mente de T/n se nubló con la sensación de él, con su aroma, con su sabor, con cada presión de sus labios sobre los de ella y sintiendo como acariciaba su cuello suavemente, rozando sus dedos sobre su pulso antes de presionar con la fuerza suficiente para hacerla jadear sobre su boca y él aprovechó la oportunidad para meter su lengua en la de ella, y rápidamente sus lenguas se enredaron en una danza ardiente, sin necesidad de música, solo el ritmo recién descubierto de sus lenguas, dientes y labios. 
—Seokjin… —la voz de T/n tembló mientras respiraba su nombre en una oración entrecortada contra su boca apenas separándose de él.
—Sí, cariño, estoy aquí. —El Padre respondió de la misma forma antes de volver a presionar otro beso voraz en sus labios, ajustando sus manos en su cintura para acercarla lo más posible a su cuerpo, y T/n dejó escapar un suspiro de alivio ante su entusiasmo por continuar.
—Lo siento, sé que no debería… no debería quererte así, pero…— T/n se lamentó de la misma forma ajustando sus manos en su cuello blanco y clerical, el recordatorio de que esto estaba mal, pero no pudo hacerle mucho caso a sus culpables pensamientos cuando sintió al Padre Seokjin tomar sus piernas con sus manos para ajustarlas en su cintura firmemente.
—Está bien, paloma. —Arrulló con su voz ronca volviendo a atrapar sus labios en otro beso, mordisqueando su labio inferior y escuchándola gemir desde lo más profundo de su pecho antes de tomar su mano y guiarla hacia abajo hasta dejarla sobre su entrepierna.— Sigue adelante, cariño. Sigue tocandote para mi. 
Y con eso ultimo T/n ahogó otro gemido contra sus labios, volviendo a frotar sus dedos una y otra vez sobre su botón de placer, amando la fricción que se producía entre sus torsos presionados el uno con el otro y de sus respiraciones agitadas coreando el pequeño y santo espacio en el que estaban.
—Pensé que me dirias que debía dejar de pecar…— T/n se las arregló para murmurar aquello descansando su frente contra la de él, sonriendo tontamente al escucharlo reír contra sus mejillas. 
—No creo que un pecador pueda decirle a otro que se detenga.— El Padre afirmó con sorna en su voz, presionando la parte inferior de su cuerpo para que estuviera al ras con la de él, situándose mejor entre sus piernas y viéndola jadear cuando su pelvis se hundió contra su entrepierna.
No había mucho espacio en la pequeña cabina, pero eso solo los acercó aún más mientras T/n le rodeaba el cuello con los brazos con fuerza; podía sentir su erección hurgando sobre su núcleo vestido, y no había nada más que quisiera que arrancar la tela que se interponía entre sus cuerpos.
El beso acalorado se estaba convirtiendo en algo más. El Padre trazó sus cálidos besos con la boca abierta por el arco de su cuello, hasta la base de tu garganta antes de darle un suave mordisco, sus labios rosados se cerraron alrededor del área, succionando y chupando su piel suavemente, haciendo que T/n exhalara un gemido estrangulado, el volumen se elevó un poco por encima de los sonidos de sus respiraciones agitadas pero tampoco les importó demasiado. Rápidamente las manos de T/n abandonaron su cuello y aflojaron los primeros botones de su blusa, invitando a la boca atenta y pecadora del Padre Seokjin a bajar un poco más, y él por supuesto que estaba más que ansioso por responder a su deseo.
Su cabeza bajó por tu cuello, tomándose el tiempo para besar minuciosamente tu piel caliente, acariciando su rostro entre tus pechos y un escalofrío recorrió el cuerpo de T/n al sentir la punta de su nariz rozar la curvatura de uno de sus senos antes de que su lengua caliente saliera para lamer su pezón endurecido a través de la delgada tela de su blusa, haciéndola gemir con fuerza y taparse la boca desesperadamente para evitar hacer más ruido.
—Dios se tomó su tiempo cuando te hizo para mi, paloma.— El Padre Seokjin murmuró sobre su pecho continuando con el implacable ataque de su lengua sobre su pezón, desviando su vista hacia arriba y hacia su rostro solo para verla con la cabeza hacia atrás contra la pared de madera y con sus labios entreabiertos, y se apresuró a elevar su otra mano para masajear su seno descuidado. 
T/n sentia que podia morir feliz justo ahora, siendo torturada con sus bonitos labios y su caliente lengua una y otra vez, podía sentir como la tela de su blusa estaba empapada con su saliva por la forma en que se adhería a su piel, haciéndola jadear ante la deliciosa fricción en su sensible brote y removerse en el asiento y que sus caderas se frotaran contra su dura erección. 
Y antes de pasar al otro lado, el Padre Seokjin le dio otra perversa succión a su pezón riendo por lo bajo de cómo su cuerpo se sacudió debajo de él y su voz salió ahogada en medio del beso de transición a su otro seno.
—Eres celestial, más de lo que podría haber imaginado.— Afirmó cuando su dedo encontró el tramo húmedo de tela, jugando con su sensible pezón una y otra vez, casi volviéndola loca y haciendo que ajustara sus movimientos con su cadera, prácticamente frotando su centro húmedo contra su dura erección atrapada en sus pantalones; haciéndolo ahogar un gruñido contra su seno ante la fricción.
Sus cuerpos seguían completamente vestidos, nunca antes habían estado tan excitados como ahora que su sucia fantasía se estaba haciendo realidad, la espalda de T/n se arqueó más hacia su boca, buscando su calor, rogando por mas, tenia miedo que esto fuera solo un sueño, uno más entre muchos que había tenido con el Padre Seokjin.
Sabía que ya había probado la fruta prohibida y, como un adicta, solo podía rogar por más. Sus indecentes oraciones de más se convirtieron en susurros en el momento en que escapaban de sus labios hinchados de tanto morderlos, y ni siquiera pudo mantener el volumen bajo cuando lo sintió morder con fuerza su pezón al mismo tiempo que sus manos deslizaron sus bragas por sus piernas en un rápido movimiento; el escozor de su mordida y el aire frío golpeando la piel sensible de su entrada convirtieron sus silenciosos gemidos en un grito agudo que reverberó desde el espacio confinado del confesionario hacia la extensión silenciosa y resonante de la iglesia. 
Ni siquiera pudo reaccionar cuando el Padre Seokjin tomó sus piernas para colocarlas sobre sus hombros, arrodillándose por completo frente a ella y haciéndola estremecerse aún más al sentir su aliento caliente y agitado abanicar su sensible entrada. 
—Eres como un ángel puesto delante de mi.— El Padre Seokjin volvió a hablar entrecortado, viéndola desde abajo morderse el labio para evitar gemir cuando deslizó uno de sus dedos entre sus pliegues resbaladizos, recogiendo su humedad solo para llevárselo a la boca y chuparlo ruidosamente; ronroneando gustoso al probar su sabor.
La vista que T/n tenia era algo completamente digno de contemplar, era algo que pensaba que nunca pasaría, pero ahora aquí estaba; viendo los ojos oscuros y cargados de placer del Padre Seokjin mientras se relamía sus labios enrojecidos por todos los besos que se habían dado, terminando de degustar los restos de su sabor justo antes de formar una sonrisita maliciosa y susurrar acaloradamente sobre su centro.
—Sabes a cielo, paloma, déjame adorarte…
Y tan pronto como dijo eso su cabeza se hundió por completo entre sus piernas y la vista de él desapareció detrás de tus párpados cuando los cerraste ante el primer contacto de sus labios sobre tu clítoris hinchado y necesitado. 
Empezó despacio, perezosamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo, la mano de T/n se movió para tomar un puño de su cabello; tirando de los suaves mechones ansiosa y desesperada cuando su lengua caliente salió para lamer y chupar entre sus pliegues una y otra vez, le gustaba demasiado esto, la sensación de que el Padre Seokjin la devoraba, succionando su pequeño clítoris cada vez más fuerte que le fue imposible no enredar sus dedos entre su cabello para guiarlo hacia arriba y abajo mientras elevaba sus caderas para encontrar su lengua, y él se dejó hacer, no había nada que hubiera deseado más que probar su sabor justo como ahora lo estaba haciendo, podía sentir que su pequeña paloma estaba punto de romperse, el agudo gemido que soltó y el temblor de sus piernas se lo hizo saber, y justo cuando estaba listo para tomar todo de su dulce orgasmo su voz lo regresó a la realidad. 
—Jin, porfavor, necesito sentirte dentro de mi…— T/n rogó tan dulcemente a sus oídos que al Padre le fue imposible no obedecer sus plegarias. 
Le dio unas últimas lamidas en su entrada y clítoris antes incorporarse y colocarse de nuevo entre sus piernas sintiendo como las manos de T/n volaban hacia los botones de su cuello y camisa, comenzándolos a soltar desesperadamente y él hizo lo mismo con su pantalón, apretando su mandíbula con fuerza ante la dolorosa fricción de la tela de su boxer cuando finalmente liberó su miembro; viéndolo salir disparado hacia arriba completamente duro e hinchado, tuvo que reprimir una risita al verla relamerse los labios ante la vista y se apresuró a separar aún más sus piernas, siseando cuando apoyó su miembro contra su entrada para comenzar a deslizar la punta de su pene entre sus pliegues, cubriéndola con su humedad y haciéndole saber cuán grande era y cuán profundo estaría dentro de ella.
El Padre se inclinó sobre su cuerpo, volviendo a tomarla por su cuello para encontrar sus labios una vez más, jugando con su lengua y mordisqueando su labio inferior para amortiguar su gemido cuando comenzó a empujar de a poco la punta de su pene a través de su entrada, chistando suavemente al sentir su cuerpo estremecerse mientras su interior se apretaba imponente alrededor de su duro eje.
—Es… demasiado grande…— T/n jadeó luchando por asimilarlo, y le resultó difícil formar esas palabras en su estado sin aliento sintiendo su miembro empujarse contra cada parte de ella, hambriento de más, alentando a su interior a aceptarlo más profundamente, y el Padre Seokjin gimió en tu boca, con una voz ronca y áspera.
—Puedes tomarlo, paloma…— El padre siseó ajustando sus manos en tu cintura con fuerza, ayudándote a aceptar su tamaño mientras seguía empujándose dentro, hundiéndose cada vez mas hasta la base de su pene, gruñendo cuando terminó de empujar los últimos centímetros de su longitud dentro de ella.— Joder, te sientes increíble…
Aquel gruñido poco después de tocar fondo hizo que a T/n se le cortara la respiración, la quemadura dentro de ella hizo que su cabeza se confundiera de felicidad mientras luchaba por ajustarse a su tamaño, y aunque el Padre Seokjin estuviera un tanto abrumado con la estrechez que lo rodeaba, fue lo que lo animó a comenzar a marcar un ritmo lento y constante dentro y fuera de ella, hundiendo su rostro en su cuello, volviendo a salpicar toda su piel con besos húmedos y calientes. 
T/n se sentía en el cielo con cada una de sus embestidas profundas y duras, sus sueños y pensamientos pecaminosos nunca lograrían compararse a la realidad de estar siendo follada por el Padre Seokjin, todo se sentía mil veces mejor, su polla la llenaba de una forma tan deliciosa y los gemidos que goteaban como miel de sus labios la dejaban delirando por más, sus uñas se deslizaban y dejaban marcas rojizas por su pecho y hombros, el sudor que caía por sus sienes hasta su cuello lo hacían ver incluso más tentador y la hinchazón de sus labios la hacían querer volver a besarlo. 
A tientas extendió una mano para sostenerse de algo, cualquier cosa, y cuando su mano agarró el crucifijo que colgaba de su cuello, tiró con fuerza de él como si fuera una correa, acercando al Padre hacia ella viéndolo lanzarle una sonrisita siniestra justo antes de besarlo con fuerza, gimiendo contra sus labios cuando sus embestidas se volvieron brutales y profundas, su pelvis chocaba contra sus caderas de una forma tan deliciosa, los sonidos húmedos y lascivos de su polla hundiéndose una y otra vez en su coño llenaban sus oídos y la dejaban delirando sintiendo como el nudo apretado de su orgasmo amenazaba con romperse en cualquier momento. 
—Oh Dios, Jin estoy tan cerca…— T/n lloriqueó contra él sintiendo su aliento caliente y rápido contra la piel de su cuello, haciéndola sentir cada vez mas humeda.— Voy a correrme… —advirtió con su respiración atascada en la garganta y con los latidos de su corazón martillando en su pecho con fuerza. 
—Hazlo, paloma…— El Padre gimió sin aliento acariciando su mejilla caliente y luego la comisura de su labio, deleitándose con su simple belleza en su punto máximo de placer justo antes de volver a atrapar su pecho entre sus dientes, sintiéndola removerse y arquear su espalda aún más contra su boca mientras seguía chupando y mordisqueando con fuerza su endurecido pezón una y otra vez. 
En algún punto de la desastrosa mente de T/n esperaba que eso dejara marcas en su piel, entonces, podrían servirle como un recordatorio de a quién le pertenecía, la pelvis del Padre se acercó a su centro cada vez más errático y desesperado, todo su cuerpo rebota sobre su pene, el ardor en sus piernas mezclado con la fuerza de sus embestidas la estaba empujando a un punto sin retorno, al borde del límite, y fue justo ahí cuando lo sintió arrastrar una mano por su cuerpo sudoroso hasta llegar al centro de sus piernas para comenzar a frotar su botón de placer con su pulgar una y otra vez antes de ordenar entre dientes. 
—Correte para mí, paloma.
Y eso fue suficiente para que su orgasmo la atravesara como si se tratara de un resplandor celestial, todo su cuerpo tembló en sus brazos sintiendo como los espasmos de placer la hacían sentirse finalmente llena y satisfecha, su interior se apretó con fuerza alrededor de su miembro, aprisionándolo dentro de ella y cubriéndolo con su orgasmo, haciéndolo murmurar su nombre una y otra vez, como si se tratara de una oración divina.
Ni siquiera pudo evitar lloriquear por lo bajo cuando el Padre Seokjin besó suavemente su frente, sus mejillas y luego sus labios para salir de a poco de su interior, toda ella se sintió de nuevo vacía y buscó la mirada del Padre cuando se puso de pie frente a ella, sus ojos recorrieron su torso desnudo y cubierto de un sudor reluciente, siguiendo hasta su miembro aun duro y pesado que la hizo suspirar, y cuando lo escuchó hablar todo su cuerpo recibió una corriente eléctrica. 
—Ven aqui, paloma.— Ordenó con su voz ronca y profunda al mismo tiempo que su mano bombeaba de a poco su pene, y su mirada se oscureció aún más al ver lo rápido que T/n se arrodillo frente a él, como si hubiera querido esto desde un principio. 
Sus ojitos brillantes lo saludaron desde abajo, mirándolo con total adoracion cuando enredó sus dedos en su cabello alborotado para guiar su boca hacia su pelvis, gruñendo por lo bajo cuando la calidez de su boca y lengua envolvieron la punta de su pene; primero dándole una pequeña lamida, sonriendo cuando lo vio suspirar temblorosamente antes de tomar una porción completa en su boca sin dejar de mirarlo a los ojos. 
El Padre Seokjin echó su cabeza hacia atrás y sus labios se abrieron en gesto de puro placer mientras seguía sintiendo como los labios de su paloma tomaban todo de él cómo una buena niña, su respiración se cortó cuando la sintió elevar una de sus manos para envolverla en su grosor y comenzar a masajear las partes que no alcanzaba con su boca, y cuando abrió sus ojos mirando hacia abajo, la imagen fue lo mas caliente que alguna vez se llegó a imaginar, el agarre en su cabello se apretó con fuerza y su respiración se agitó sintiendo que estaba a punto de perderse, y su teoría fue cierta, porque cuando sintió a T/n lamer y chupar su uretra fue que se derramó en su boca con un audible gruñido. 
Le tomó unos segundos recuperarse de todo lo que acababa de pasar, sintiendo su pecho agitado y tratando de regular su respiración acelerada, y cuando finalmente miro hacia abajo ni siquiera pudo luchar contra la sonrisa de orgullo que se formó en su rostro, viendo sus ojitos brillantes y como unas gotas de su semen escurrían de la comisura de su labio, haciéndolo elevar su pulgar para reunirlas y volver a introducirlo en su boca, riendo entre dientes al sentir como su lengua lamía su pulgar degustando las últimas gotas hasta dejarlo limpio.
—Creo que tus pecados han sido perdonados.— Dijo suavemente despues de unos segundos, el olor a sexo se mezclaba con el incienso que se filtraba desde el santuario y sonrió al notar su mirada confundida.
—Pero Padre, si mis pecados han sido perdonados, ¿Por qué sigo pensando en ti? —T/n preguntó volviendo a su actitud inocente y volviendo a usar su título después de todo lo que había pasado, viéndolo reír por lo bajo mientras se inclinaba para estar a su nivel, sus mejillas fueron aplastadas con una de sus manos antes de recibir un febril beso en sus labios. 
—Bueno, quizás ahora yo soy el pecado con el que deberás cargar, paloma.
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N/A: Buenoo hace calor, no? Si asi lo sientes será mejor que sigas al siguiente oneshot de este pequeño maratón pupi! Espero que este gustando mucho estas historias titis, las estaré leyendo y díganme cual está siendo su favorita. ♡ next
taglist: @guvgguk @lessuwu @cometaart @AnnieKCV @darysnowflwr @nunubly @choco-linny @aavacaf @DannaHaz @wtffktt7 @minmin-cat @18fernanda @ariggukie @ Katherine Murillo @holiwui032 @lizxz @onixbae02 @piligt @youtis @tessacereza
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suzukis-posts · 11 months
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損失 𝐏𝐄𝐑𝐒𝐎𝐍 𝐈𝐍 𝑯𝑬𝑳𝑳
𝐖𝐀𝐋𝐋𝐀𝐂𝐄 𝐖𝐄𝐋𝐋𝐒
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Wallace Wells x Male!Reader
──────────────────────────
Wallace era un tipo tranquilo que aconsejaba a Scott en su 'relación' con Knives Chau, ahora ex-novia de Scott.
En este momento Wallace estaba junto a un desconcertado Scott, quien acababa de recibir una llamada de Envy, su ex.
Pocos minutos después de que la llamada finalizara el teléfono resonó por la habitación, Wallace tomó el teléfono atendiendo la llamada.
── ¿Hola? Oh, ¡hola Knives! ── Wallace sonríe un poco levantándose del puf ── ¿Qué que, estás aquí?
Scott sobresaltado se para del sofá exaltado por saber que Knives estaba afuera. Wallace se acerca a la puerta para abrirla para encontrarse con Knives. ── ¿Está Scott?
Wallace cierra un poco la puerta para que luego Scott se lance a la ventana ── ¿Sabes qué? Acaba de irse...
Knives abre los ojos algo sorprendida ── ¿En serio?
── Sí... ── Wallace acaricia su propia cabeza pidiendo disculpas, Scott desde la ventana rota toma su abrigo ── Lo siento.
── Acaba de irse por la ventana. ── Caminas y apareces detrás de Knives, ella se da vuelta al verte eres el hermano mayor de Knives ── ¿Qué haces aquí?
Wallace nota tu presencia al lado de Knives ── ¿Qué haces tú aquí? Sabes como se pondrá mamá si sabe que estás aquí.
Knives mira tímidamente a un curioso Wallace, luego te mira a tí, querías una explicación ── Heh... supongo que quieres saber quien es él... Él es _______, mi herman-
── ¿Eres hermano de Knives? ── Wallace sonríe de forma atrevida mirándote de arriba a bajo asientes suspirando. Ahora Knives estaba algo sorprendida. ── ¡No se parecen en nada!
── ¿Lo conoces? ── Knives pregunta inocentemente sonriendo un poco, tal vez se trataba de un amigo tuyo.
── Claro que sí, es mi pareja, ¿no me haz presentado como tu pareja aún? Ouch, eso duele. ── Wallace se apoya en tus hombros cómodamente besando tu cuello en broma, te sonrojas avergonzado. Knives abre los ojos sorprendida. ── Nos conocimos hace un par de años, en una fiesta.
Eres gay, tienes 24 años y estas en una relación con un alcohólico homosexual amante de las fiestas. Que divertido.
── ¿Esa es la razón por la cuál te escapas por las noches los fines de semana y tienes tu constante dolor de espalda? ── Estabas realmente avergonzado, querías estar tres metros bajo tierra, tu rostro estaba todo rojo y Wallace comenzó a reír debido a tu reacción.
── Ugh.. por favor vámonos Knives, esto es vergonzoso... ── Wallace sonríe de una forma burlona.
── Oh, quédate. Tengo que ir con Tamara de compras, ¡quiero cambiar mi cabello! ── No sabías que decir al respecto, Knives últimamente estaba obsesionada con el estilo de Ramona Flowers, quería tener un parecido a ella para captar la atención de Scott.
No tenías razón decirle que no así que te despediste de ella.
Finalmente viste como tu hermana se marchaba, segundos después sentiste un tirón en tu cintura, sabías que era Wallace empujando de tu cintura para atraerte a él ── ¿Así que dolor de espalda, huh? Me sorprende que Knives no pregunte a que se debe esos dolores.
Odiabas y amabas esta parte burlona de él, su mirada era una de burla y lujuria ── Cierra la boca Wallace.
── Deberías venir más seguido, no solo los fines de semana. ── Wallace te abraza acomodando su cabeza suavemente en tu hombro.
── ¿Quieres que tenga dolor de espalda los días de semana? No podría trabajar, idiota. ── Wallace ríe en tu cuello, ocasionando un ligero escalofrío en tu columna.
── Sería divertido probarlo~ ── Abres los ojos otra vez ruborizado, sabías lo que insinúa por lo tanto suspiras dejándote llevar.
── Lo que sea...
── ¿Es un sí? ── Wallace toma tu rostro besandote dulcemente. Antes de que pudieran incluso comenzar. Scott abre la puerta de forma violenta como si estuviera tratando se ocultarse.
Observa la escena frente a sus ojos ── Oh... ustedes...
── Largo de aquí. ── Wallace señala la puerta por la cual Scott acababa de entrar.
── Per-
── Largo. Quiero tener sexo en paz, Scott. ── Scott asiente avergonzado sin antes disculparse, antes de que se vaya Wallace habla ── Me vas a tener que pagar esa ventana.
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fodanse-gringos · 4 months
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Catalina no tenía pensado ir al cabaret. Su plan era dejar a @highlandsailorcon ese mensaje y reirse en su cuarto mientras piensa en la cara de tonta que se le ha quedado mientras le esperaba. Realmente se la puede imaginar ya, está segura de que se la ha sacado un par de veces, pero aún así le parece una idea graciosísima.
Sabe que Maki trabaja junto a Reigna Young, la otra Regina Young, y no confía en que pueda contener sus ganas de saltarle a la garganta con una precisión mortal si se encuentra con ella. No le importaría rodear su precioso cuello de cisne con las manos y presionar hasta que dejara de respirar… si no fuera porque no es una pelea que esté segura de que vaya a ganar. Regina es una mujer más peligrosa de lo que deja aparentar, o al menos tiene aliados hasta en los rincones más inhóspitos de la sociedad. Incluso el dueño del cabaret, se ha enterado la rubia, es un ex-miembro del Team Rocket que, está segura, no va a dejar que le pase nada a una de «sus» chicas mientras él esté ahí.
Y si no consigue acabar el trabajo, esta vez ella será la presa en la mira de la otra mujer. Nyet, no se puede permitir eso.
Pero por otro lado… no le iría mal hacer trabajo de reconocimiento. Ver la ubicación del local en persona, los horarios de las chicas, las entradas, las salidas… pero lo que acaba de inclinar la balanza es lo divertido que sería. Ir al local en el que se encuentra su adversaria, pasar por debajo de sus narices y que no se dé cuenta. Quien sabe, quizá pueda incluso mandarla una foto de su propia nuca tomada desde el vestuario.
Catalina se muerde el labio. Se levanta del sofá y se va a su habitación.
Hace poco que Alex le gritó por ocupar demasiado espacio en el diminuto armario que comparten entre los tres. Desde que recuperó parte de sus cosas, irónicamente, ha echado más de menos tenerlas, en particular su ropa. Pero está segura de que dentro de una de las bolsas está el vestido que se compró para el entierro del padre de Mihail. Con un cuello de corte Mao y una falda larga y fluida, no solo hacen un buen trabajo escondiendo sus tatuajes, sino también sus curvas.
Lo deja encima de la cama y se mete un momento en el baño. Busca una lata de gomina, la que ha visto usar a Ollie, y se la pone en el pelo para echarselo hacia atrás. Posa unos segundos ante el espejo, se ve guapa con ese peinado… pero quizá en otro momento. Ahora se lo cubre, primero con una redecilla y luego con una peluca pelirroja. No tiene mucho tiempo para estilizarla, pero le gusta como le enmarca la cara. Finalmente, con un poco de base de maquillaje, se tapa la cicatriz de la cara.
Una vez vestida y con las gafas de sol, nadie diría que tiene ante así a Catalina Veloso.
El perro de San Roque no tiene rabo…Murmura para sí mientras sale de la caravana. ...porque un rabino se lo ha cortado. Para en el ultimo momento. Deja el movil apartado para darle un corto y pequeño abrazo a Rokko antes de salir, y le dice a la compañía de taxis que manden a alguien a recogerla.
Una media hora después, la irreconocible figura de la cambiada Catalina aparece ante Malachy. Ni siquiera su forma de caminar es la misma, aunque no es tanto parte del disfraz como que no le gusta demasiado ese vestido.
Buenas noches, р��бка . Le dice con una voz que no parece la suya. Se desliza las gafas por el puente de la nariz y le guiña un ojo.
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flan-tasma · 6 months
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hii!!, eh been imagining a gorou so to speak...submissive/obedient?, and also I LOVE YOUR TYPE OF WRITING!!
So could you make a scenario or headcanons of gorou being a good boy? ( Not in the nsfw sense 😭)
(๑•ᴗ•๑)♡
💖~ Men who treat you like royalty and love you are the best men, bestie✨
Warning: Nope now💖, Gorou is a good doggo, Fem!Reader in spanish, GN!Reader in english | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
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Spanish:
El general siempre trata de mantener el porte de un hombre serio, pues su posición lo ha hecho un hombre que no se inmuta en batalla. Es fiel, es aguerrido, un guerrero desde su cabello hasta la punta de sus pies. Un líder que motiva y guía a sus camaradas en combate. Gorou era genial en su campo y nadie podía decir lo contrario.
Donde Gorou demostraba más capacidad y destreza, era en la guerra. Su arco siempre disparaba al blanco porque sus ojos eran calculadores, siempre tenía alguna manera de cambiar las tornas de una pelea, incluso si era solo entrenamiento. Él sabía que debía poner el ejemplo para los demás.
Sería una pena si sus subordinados vieran lo mismo que tú.
El general aguerrido se iba ni bien tu novio entraba a casa. Su porte firme vacilaba cuando te veía y podías ver su cola moverse, rebajando al gran General de las tropas de Watatsumi a un simple y lindo perrito que se acercaba para impregnarte con su olor. Siempre fue una buena manera de burlarse del chico, que no podía evitar quejarse. Sonreías mientras él hacía lo que le pedías, sus orejas se aplanan al escuchar tu pedido y casi tropieza con sus propios pies para acatar tu orden, como si tú fueras su superior. Y en ese aspecto, tal vez tengas razón.
Gorou no es alguien más apasionado y devoto solo porque sería imposible. Él besa el suelo por el que caminas, besa tus nudillos y tus pies si te sientes cansada, adora sostenerte de la cintura mientras besa tu hombro y te dice que te ama más que a su propia vida, en sus ojos no hay nada más que tu reflejo cuando entras en la habitación, sonriendo porque notas que él te mira y todo su cuerpo se tensa.
Pídele que se arrodille para anudar tus zapatos, para ponerte tus tacones favoritos o incluso para acomodar tus medias. Él lo hará sin esperar un segundo aviso, se inclinará para ayudarte incluso si no se lo pides, y él siempre es tan lindo cuando su rostro parece explotar, la piel de sus mejillas muestran un tono rojo que se expande hasta la punta de sus orejas que tiemblan cuando te pide permiso para besarte o abrazarte.
Cuando llega a casa al final del día, cansado y las orejas tirando hacia abajo, solo piensa en recostar su cabeza contra tu estómago mientras le rascas las orejas. Los pensamientos de simplemente descansar le dan un puñetazo cuando nota que ya estás muy ocupada leyendo una nueva novela que compraste, y todo simplemente cambia en su cabeza. Quiere saber si deseas algo de té, o si te trae un trozo de la tarta que compraron recientemente y dijiste que te gustó, y su mueca hace evidente que quiere algo a cambio cuando le dices que estás bien.
Lo miras, nada de curiosidad en tus ojos, pues ya sabías que solo quiere descansar sobre su almohada favorita, pero Gorou siempre ha tenido este problema para expresar lo que quiere si se trata de ti. Te necesita en varios aspectos, pero es incapaz de comunicarlo sin sentirse patético, y ahí es donde entras tú, tan bonita mientras dejas el libro en la mesita de noche de la habitación y golpeas tus muslos, el sonido de tu piel y tu llamado dulce lo hacen casi chillar mientras, sin siquiera pensarlo mucho, se acerca a acudir a tu orden de acostarse sobre ti. Tus manos peinan su cabello para que no le moleste en el rostro, tus uñas acarician su piel y suelta un suspiro cansado y satisfecho mientras el general se convierte en alguna sustancia dulce y bonita que se apega al calor de tu cuerpo y menea la cola bajo tus manos. Gorou por fin puede descansar mientras le cuentas tu día y él escucha, levantando la vista cuando se lo pides y recibiendo con una sonrisa tus besos en sus mejillas sonrojadas.
Si sus subordinados vieran a su general en ese estado, tendrían una sonrisa en sus rostros, tal vez burlesca o no, pero nunca será más conmovedora como la sonrisa que tiene Gorou cada que te ve.
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English:
The general always tries to maintain the bearing of a serious man, since his position has made him a man who does not flinch in battle. He is faithful, he is brave, a warrior from his hair to the tips of his feet. A leader who motivates and guides his comrades in combat. Gorou was great in his field and no one could say otherwise.
Where Gorou demonstrated the most ability and skill was in war. His bow always hit the target because his eyes were calculating, he always had some way to turn the tables of a fight, even if it was just training. He knew that he had to set the example for others.
It would be a shame if his subordinates saw the same thing as you.
The seasoned general left as soon as your boyfriend entered the house. His firm demeanor wavered when he saw you, and you could see his tail wagging, reducing the great General of Watatsumi's troops to a simple, cute little dog who came to impregnate you with the scent of him. It was always a good way to tease the boy, who couldn't help but complain. You smiled as he did what you asked, his ears flatten at your request, and he almost tripped over his own feet to comply with your order, as if you were his superior. And in that regard, maybe you're right.
Gorou is not someone more passionate and devoted just because it would be impossible. He kisses the ground you walk on, he kisses your knuckles and your feet if you feel tired, he loves to hold you by the waist while he kisses your shoulder and tells you that he loves you more than his own life, in his eyes there is nothing but your reflection as you walk into the room, smiling because you notice him looking at you and his entire body tenses.
He asks you to kneel to tie your shoes, to put on your favorite heels or even to adjust your stockings. He will do it without waiting for a second warning, he will bend down to help you even if you don't ask him, and he is always so cute when his face seems to explode, the skin on his cheeks showing a red hue that expands to the tips of his ears. He trembles when he asks for permission to kiss you or hug you.
When he comes home at the end of the day, tired and his ears pulling down, all he thinks about is laying his head against your stomach while you scratch his ears. Thoughts of just resting hit him when he notices that you're already too busy reading a new novel you bought, and everything just changes in his head. He wants to know if you want some tea, or if he brings you a piece of the cake they recently bought and you said you liked it, and his grimace makes it obvious that he wants something in return when you tell him you're fine.
You look at him, no curiosity in your eyes, because you already knew that he only wants to rest on his favorite pillow, but Gorou has always had this problem expressing what he wants if it's about you. He needs you in several ways, but he is unable to communicate it without feeling pathetic, and that is where you come in, so pretty as you leave the book on the bedside table in the room and slap your thighs, the sound of your skin and your sweet call They make him almost scream while, without even thinking much, he comes to obey your order to lie on top of you. Your hands comb his hair so it doesn't bother his face, your nails caress his skin, and he lets out a tired, satisfied sigh as the general turns into some sweet, pretty substance that clings to the heat of your body and wags his tail under your hands. Gorou can finally rest while you tell him about your day and he listens, looking up when you ask him and receiving your kisses on his blushing cheeks with a smile.
If his subordinates saw his general in that state, they would have a smile on his face, perhaps mocking or not, but it will never be more touching than the smile Gorou has every time he sees you.
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eldiariodetiara · 1 year
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I would venture to guess that Anon, who wrote so many poems without signing them, was often a woman.
Virginia Woolf, A Room of One’s Own
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itsbuffy · 5 months
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⠀ 𝟎︭𝟗︭ㅤ 癝 ㅤ⏤ 𝓛𝗂𝗍𝗍𝗅𝖾 𝓦𝗂𝗇𝖼𝗁𝖾𝗌𝗍𝖾𝗋
٢⠀ㅤֶָ֪̫ㅤ🩸 ۪ ⸻̸ㅤ ꫂ ၴႅၴ
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ㅤ ㅤㅤㅤ ㅤㅤ ‡ ׂ . “𓆩𖤐𓆪” ׅ 𔐬 𝆬
Sam es retratado como inteligente y ingenioso, a menudo utilizando sus habilidades de conocimiento e investigación para resolver casos. También se lo representa como empático y amable, lo que lo convierte en un contraste con su hermano Dean, quien es más duro y terco. A pesar de sus diferencias, los hermanos tienen un vínculo profundo y harán cualquier cosa para protegerse mutuamente.
Se caracteriza por su capacidad para empatizar y entender las emociones de los demás, su fuerte intuición y su deseo de armonía y orden. Estas cualidades se reflejan en la naturaleza compasiva de Sam, su capacidad para ver en los pensamientos y sentimientos de las personas y su tendencia a buscar la justicia y la rectitud. Además, es altamente introspectivo y a menudo lucha con su propio tormento interior, lo que se muestra en las constantes batallas de Sam con sus demonios internos y el deseo de hacer lo correcto, incluso si va en contra de sus propios deseos.
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ㅤ ㅤㅤㅤ ㅤㅤ ‡ ׂ . “𓆩𖤐𓆪” ׅ 𔐬 𝆬
Samuel William Winchester nació el 2 de Mayo de 1983 en Lawrence, Kansas. Sus padres son John y Mary Winchester y tiene un hermano mayor llamado Dean, que es cuatro años mayor que él. La tragedia cayó sobre la familia el día en el que Sam cumplía los seis meses, cuando un demonio mató a su madre haciendo que ardiera en el techo de la habitación de Sam. Desde ese momento, su padre, se obsesiona con saber quién mató a su mujer y dedica su vida desde entonces a ser cazador de criaturas sobrenaturales a lo largo del país, con la intención de dar con el que mató a su mujer.
El pequeño Sam, al cuidado la mayor parte del tiempo de su hermano Dean, comienza a llevar una vida fuera de lo normal, lo cual provoca en él cierto rechazo y hará que, poco a poco, vaya acumulando cierto rencor hacia su familia deseando escapar de ella en cuanto tenga la posibilidad para llevar una vida más normal.
Al crecer, Sam se convierte en un chico independiente y cuando por fin se hace adulto, decide llevar su propia vida, alejado de la caza. Sam no quiere ser cazador tal y como ha hecho su hermano Dean, siguiendo los pasos de su padre, sino que quiere ir a la universidad y convertirse en abogado. Cuando se marcha para cumplir con ello, tiene una fuerte confrontación con su padre, con quien no volverá a hablar durante más de dos años.
En la universidad conoce a Jessica Moore, quien se convertirá en su novia y con la que llega incluso a compartir apartamento. Sin embargo, su vida vuelve a dar un giro cuando una noche, aparece Dean y le dice que su padre ha desaparecido y que necesita su ayuda para encontrarlo. Sam acepta acompañarlo, pero sólo durante el fin de semana, aunque la misión se tuerce y tras unos acontecimientos decide aceptar aquella vida de cazador.
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analisword · 7 months
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem! reader)
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Capítulo 1: https://www.tumblr.com/analisword/742694471701037056/high-infidelity-enzo-vogrinc-x-fem-reader?source=share
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Capítulo 2:
Para cuando Alana llegó a casa, alrededor de las dos de la mañana, el alcohol ya había desaparecido por completo de su sistema, sin embargo, aún se sentía intoxicada, no pudo hablar mucho con Enzo después de la ronda de fotografías y toda la farándula que el actor invocó con su mera presencia, sin embargo, el chico se encargó de hacerle saber que seguirían en contacto.
—Tenemos que terminar esta conversación eventualmente por teléfono—había bromeado en su oído mientras algunas personas grababan la interacción—. Tenés que avisarme cuando escribas algo nuevo, muero por leer cualquier cosa que salga de tu mente. 
Así que ahora se encontraba parada en medio de su departamento, con el corazón latiendo  a mil por hora y con  el número telefónico de su actor favorito en su lista de contactos, Alana miró la pantalla de su celular y lo dejó en la mesa, no había manera en la que ella fuera  a mandarle un mensaje a Enzo, ¿qué se supone que le diría?
Pero sabía que si por cosas del destino él llegara a llamarle o mandarle un mensaje, ella no pensaría dos veces en responder. 
Alana se quitó los pendientes y corrió emocionada hacia el estudio para platicarle a su novio sobre  cómo había conocido a Enzo (claro, evitando ciertos detalles, como todos los que delataban la manera en la que  el chico había despertado cosas en ella que no sabía que existían) Sebastián era consciente de lo mucho que Alana admiraba a Enzo como actor, irónicamente, la primera película que habían visto juntos había sido protagonizada por el mismo uruguayo.
Cuando abrió la puerta del estudio no se encontró con más que el monitor encendido, un escritorio repleto de tazas de café a medio terminar y un olor a cigarrillo, ¿desde cuándo Sebastián había vuelto a fumar? Alana se recordó a sí misma que a la mañana siguiente, después de su entrevista, limpiaría el lugar. 
Se encaminó hacia la habitación que compartía con su novio, la puerta del baño se encontraba abierta y ahí encontró a Sebastián de espaldas lavándose la cara. 
El chico levantó la mirada para verla tras el espejo, el regaló una sonrisa y una vista cansada, Alana olvidó por un instante los acontecimientos de las horas anteriores, no podía evitar sentir una calidez en su pecho cada que veía a Sebastián, siempre se encontraría eternamente agradecida con él, pues Sebastián había aceptado editar su obra cuando nadie había confiado en ella, en ese entonces ella apenas había escrito un par de relatos cortos para concursos de la universidad y sitios web, Alana era consciente que sin Sebastián, no estaría parada en esta preciosa ciudad. 
—¿Cómo te fue?—preguntó él secándose la cara y dándose vuelta para verla frente a frente. 
Alana arqueó las cejas, la sonrisa de Enzo volviendo a sus pensamientos. 
—Conocí a Enzo—hasta su propia declaración le sorprendió. 
—¿Enzo?
—Enzo Vogrincic, charlamos un poco y todo—dijo emocionada. 
—Genial—dijo él protruyendo el labio inferior, Alana parpadeó varias veces, acababa de decirle a su novio que había conocido a su jodido ídolo y él sólo decía genial. 
Actuaba como si Alana se hubiera topado con el vecino de la puerta de alado. 
—Me dijo que le gustó bastante la saga  de arco de sangre—mencionó. 
—Todo mundo que hable español y sepa leer dice eso, cariño—dijo él con tono de obviedad y hasta rodó los ojos—. Seguramente te lo dijo para caer bien, ¿le mencionaste que la primera película que vimos de él fue aquella…la de las montañas?
Alana parpadeó varias veces incrédula, años atrás, cuando había visto La sociedad de la nieve con Sebastián, sintió que su vida había cambiado por completo, ella no había vuelto a ser la misma.
Había sido un error creer que Sebastián se había sentido de la misma manera. 
—¿Podrías estar aunque sea un poco emocionado por mí?—preguntó dolida, le pesaban los ojos del sueño y la idea de aún tener que desmaquillarse le agobiaba, lo único que pedía era un poco de tacto por parte de su pareja. 
—Estoy emocionado por ti—replicó él con la voz más plana de todas—. ¿Quieres que te haga una fiesta y te compre globos?
—Jódete—dijo ella dándose vuelta. 
—Ya, Alana, perdón—se disculpó caminando detrás de ella—. Claro que me entusiasma, te mereces más que nadie conocerlo, lo digo en serio—dijo tomándola del rostro, Alana lo miró fijamente intentando conectar con los ojos azules de su novio,  claro que sentía esa calidez en su pecho, pero desde tiempo atrás no sentía esos fuegos artificiales que le habían hecho mudarse a otro continente por él, tragó saliva bruscamente, su padre le había dicho cientos de veces que no se mudara de su hogar por un hombre, y ahora estaba acá, a miles de kilómetros lejos de casa casi rogándole al que creía ser el amor de su vida por un poco de atención. 
Qué patética situación. 
Se encontraba cansada y con sueño, ni siquiera tenía ganas de que Sebastián la tocara, meses atrás que no lo hacía, Alana podría decir que había olvidado cómo se sentía el tacto del chico, aún así, por la mera razón de querer pasar aunque sea un poco de tiempo con él, se desabrochó el botón del vestido de seda, este se resbaló por su cuerpo e hizo un charco en sus pies, Sebastián bajó su mirada por un instante. 
—Está carísimo ese vestido, si lo estropeas lo vamos a tener que pagar—dijo él apartando el vestido de sus pies y yendo a colgarlo al closet, Alana quedó petrificada en su lugar. 
—Iré a escribir—dijo él sonriendo débilmente, depositó un seco beso en su mejilla y le palmeó el hombro. 
Alana sintió la humillación llenarla por completo, se había desnudado enfrente de su jodido novio y de cambio había obtenido un par de palmadas en el hombro. 
No estaba sorprendida, pero sí decepcionada, no permitió que la vergüenza la atormentara, por lo que se desmaquilló rápidamente, se puso la pijama y comenzó a buscar la reseña que Enzo le había dejado al segundo libro de la saga en su perfil de GoodReads. 
Cuarenta minutos después, con el dedo adormecido de tanto dar hacia abajo en en la pantalla y con los ojos secos de sueño, se topó con la reseña de un perfil llamado en_vgc al principio no estaba segura si se trataba de él, pero vio que de foto de perfil tenía un gato exactamente igual al que había posteado en su Instagram días atrás. 
Se sentía tan sola y patética. 
Como cada que estaba apunto de leer una reseña, sentía que su corazón quería salirse de su caja torácica, se incorporó mejor en la cama, se talló los ojos y comenzó a leer la dichosa reseña.
                                                             ˖⁺‧₊˚♡˚₊‧⁺˖ 
Habían pasado días desde que Alana conoció a Enzo la premier y que corrió a casa a leer lo que él había dicho de su libro, se sentía avergonzada, pero más de una vez cada tantos días se sorprendía a sí misma releyendo una y otra vez lo que el chico había dicho sobre el segundo libro de arco de sangre. 
Alana lo había embellecido y hechizado por completo, había tomado su alma, la había golpeado, besado y la había regresado a su pecho (palabras de Enzo) o bueno, Alana no, más bien el libro. 
Ahora se encontraba en el escritorio de su oficina, comprobando su aspecto por última vez antes de encender la cámara web, desde que se le había visto con Enzo, Alana había captado la atención en redes, algunas personas ya la conocían, otros estaban sorprendidos de que la chica fuera la creadora del mundo de fantasía de la saga, mientras que otros se reían de ella por como se había comportado con Enzo (se le notaba claramente extraña en cada vídeo y estúpidamente nerviosa) en este instante estaba por hacer una entrevista vía Zoom para un programa de espectáculos. 
—Alana, ¿cómo estáis?—preguntó la entrevistadora desde el otro lado de la pantalla, Alana se acomodó sus audífonos y carraspeó. 
—Bien, bien, gracias. 
La entrevista siguió tranquila, con las típicas preguntas de siempre: qué le había inspirado para escribir la saga (su depresión y cierto actor)  si había presentado choques culturales entre Sevilla y México  (un montón, pero nada grave) si actualmente se encontraba escribiendo algo más (por el momento no, pero no podía esperar por retomar la escritura) con el paso de minutos comenzó a desenvolverse más y a contestar las preguntas elocuentemente. 
—Hace un par de días te vimos en un evento con Enzo Vogrincic, ¿cuál fue tu experiencia con el actor uruguayo?
—Fascinante—respondió rápidamente—. Enzo es una persona totalmente comprometida a su trabajo, lo vengo admirando desde años atrás y me considero completamente afortunada de poder haberlo encontrado en un evento así, se nota que es un apasionado por la actuación y que se siente en casa en ese tipo de lugares—comenzó a decir—. Y no sólo eso, como persona es bastante amable, humilde y con los pies en la tierra. 
La entrevistadora sonrió al escucharla, claramente encantada por la respuesta tan elaborada que ella había dado, tal vez un ‘’muy buena’’ hubiera sido más que suficiente, pero llevaba días pensando en lo amigable que Enzo se había comportado con ella y las cosas tan hermosas que había escrito sobre el libro. 
—Habláis de él como si lo conocieras de mucho, ¿ya se habían encontrado en un evento como ese?
—No, no realmente—rió avergonzada—. Como dije, llevo tiempo siguiendo su trayectoria pero no había tenido oportunidad de conocerlo hasta la premier, simplemente digo lo que todos ya saben sobre él. 
—Vale, vale—rió—. Supongamos que hicieran una película de tus libros, ¿te gustaría ver a Enzo en la pantalla grande?
—Ah no bueno—respondió Alana bastante emocionada—. Primeramente es un sueño muy grande y loco pensar que lleven a carne y hueso uno de mis libros, yo creo que estaría en la cima del mundo si hicieran eso, cuanto más tener a Enzo como el protagonista, sería un verdadero sueño hecho realidad. Entonces si alguna vez se presenta la oportunidad, probablemente me verán persuadiendo al encargado del casting para que considere a Enzo—bromeó. 
La entrevistadora le hizo un par de preguntas más ya no referentes al actor, aún así, Alana estuvo el resto de la hora pensando en él y fantaseando con un Enzo caracterizado como Luther. 
Después de la entrevista, Alana se cambió por una ropa más cómoda y procedió a limpiar el estudio de Sebastián aprovechando que el chico había salido a comprar unas cosas, el escritorio estaba repleto de colillas de cigarros y manuscritos corregidos a mano por la misma Alana, tomó el bonche de hojas y las observó rápidamente, cada una de ellas con anotaciones, correcciones y sugerencias para el libro que Sebastián llevaba tiempo escribiendo, no pudo evitar acordarse en Enzo diciéndole que le avisara si volvía a escribir algo, Alana se mordió el interior de la mejilla, ¿no estaba escribiendo porque estaba de vacaciones o no lo hacía por el desgaste que tomaba corregir el libro de Sebastián?
Se sentía hasta inútil, estaba en una ciudad hermosa que le inspiraba en cada esquina y calle y ella dedicaba todo su tiempo a llenar los vacíos de trama de la historia de Sebastián, no le agradaron sus pensamientos, así que se dedicó a terminar de limpiar, estaba por sacar la última bolsa de basura cuando sintió su celular vibrar en el bolsillo de la pijama, Alana  y leyó el mensaje que mostró la pantalla. 
''Vi tu entrevista, gracias por tus palabras, estaré aquí hasta que termine de rodar la peli, si algún día quieres ir por un café, llámame, Enzo x''
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kiyovazquez · 7 months
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Little rainbow (Wukong x Kiyo)
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Los cálidos rayos del sol se filtraban en la habitación del hospital, donde dos dioses contemplaban a su pequeña criatura. Kiyo se encontraba recostada sobre blancas almohadas, con el monito acurrucado en sus brazos maternales.
El recién nacido dormía plácidamente, ajeno al mundo, apenas unas horas después de ver la luz por primera vez. Kiyo lo miraba enamorada, olvidando el cansancio de tantas horas de parto.
Con delicadeza, deslizó sus dedos por la espalda del bebé, conteniendo a duras penas las lágrimas que amenazaban por escapar. A su lado, su amado esposo la miraba en silencio, compartiendo aquel momento de gracia.
—Es tan pequeño...— musitó Kiyo, derritiéndose de ternura. Su criatura era aún más diminuta que los niños humanos, siendo tan pequeño y delgado.
—Los monos son más pequeños que los bebés humanos— observó Wukong con sabiduría, recordando a los pequeños monitos de su montaña.
Con suma delicadeza, envolvió a Kiyo en un cálido abrazo, cuidando de no causarle el menor malestar tras las horas de parto. Recargó su mentón en el hombro de su amada, uniéndose a ella en la contemplación del pequeño milagro entre sus brazos.
Sus toscas manos, endurecidas por las batallas, rozaron con infinita ternura la mejilla del bebé. Sus deditos eran más frágiles que el pétalo de una flor, y su boquita y sonrosadas mejillas despertaban una oleada de amor en lo más hondo de su alma.
—¿Has pensado ya en un nombre para él? —preguntó Kiyo después de unos minutos de silencio, buscando la mirada dorada de su amado.
—Eso es fácil —rio Wukong entre dientes, estrechando con más fuerza a su familia—. Claramente se llamará Wukong Jr, es mi viva imagen— expresó con orgullo.
La pelinegra frunció el entrecejo al escuchar tal ocurrencia. Con delicadeza acunó al bebé entre sus brazos, como protegiéndolo de aquel nombre.
—Nuestro hijo no llevará tu nombre —se negó con suavidad—. Él es su propia persona y merece un nombre propio
—Pero, mi lluvia... —se quejó Wukong con un puchero, antes de dejar escapar un suspiro resignado—. Bien, dime qué nombres tienes en mente. Espero al menos que sean más bonitos o será Wukong jr —soltó con una sonrisa burlona.
Kiyo sonrió, preparándose para crear unos segundos de suspenso antes de hablar.
—Se llamará Mixtli —anunció con orgullo. Un bufido escapó de los labios de Wukong.
—¿Mixtli? ¿Qué clase de nombre es ese?
—Significa "nube" en náhuatl —explicó Kiyo mirándolo con dulzura. — Nuestro hijo no será solo chino, también llevará en sí las raíces de mi cultura.
—Lo sé, lo sé —concedió Wukong haciendo muecas. — pero no estoy seguro...
—Pero solecito, a mí me encanta Mixtli —insistió Kiyo con un puchero. Tras reflexionar un momento, propuso. — ¿Qué tal si tiene dos nombres? elige tú su otro nombre, pero no Wukong Jr
Wukong frunció el ceño, sumido en reflexiones. Jamás había pensado en tener que nombrar a un hijo, acostumbrado a la idea de llamarlo como él. Pero deseaba honrar los orígenes de Kiyo también.
Se apartó un poco y contempló al bebé en silencio, analizando sus delicados rasgos en busca de la esencia oculta tras ellos. Poco a poco, una sonrisa se dibujó en su rostro.
─Creo que tiene cara de Kai ─declaró con orgullo.
─ ¿Kai? Podrías haber elegido algo más corto ─bromeó Kiyo con tono sarcástico.
─Oye, Kai es un nombre noble... ─se quejó con dulzura─ Además, dijiste que serían dos. Kai Mixtli suena armonioso, ¿no crees?
—Pero solecito, el punto no es...
Kiyo no alcanzó a terminar cuando un llanto interrumpió sus palabras. Con delicadeza acunó a Kai, susurrándole cálidas palabras mientras lo mecía.
—Tranquilo, mami y papi están aquí... —musitaba arrullándolo. Pero los sollozos del bebé no cesaban.
Wukong los contempló en silencio y un semblante serio. Con suavidad acarició los finos cabellos del pequeño, calmando su llanto para sorpresa de todos. El silencio reino en la habitación unos momentos.
—¿Pensaste alguna vez en ser madre? —preguntó Wukong en tono reflexivo, sin apartar la vista del niño.
—No realmente, al menos no tan pronto —confesó Kiyo confundida—. Cuando nos casamos comencé a imaginarlo, pero nuestro hijo fue... Una sorpresa.
—Y... ¿No te molesta? — murmuró Wukong con una vulnerabilidad poco común en él.
Kiyo lo miró con ternura, intuyendo sus inquietudes. Sostuvo al bebé con una mano mientras la otra tomaba la mejilla de su amado.
—¿Qué es lo que realmente te preocupa, cariño? — inquirió acariciando su rostro.
Wukong suspiró hondo.
—Tengo miedo de ser mal padre —confesó al fin. — Yo no tengo padres, nací de una roca, sólo estuvieron mis maestros, pero jamás los vi como figuras paternas. Sé que podría cometer errores y lastimar a Kai sin querer. No quiero defraudarlo...— decía, alzando su mirada al pequeño fruto de su amor. Sus ojos se entrecerraron un poco. — tengo miedo de lastimarlo o ponerlo en peligro como he hecho con MK, Macaque... Con todos. No quiero que él pase por todo eso y mucho menos por mi culpa...
—Wukong, no puedo asegurarte de que serás el mejor padre, el futuro es incierto —susurró Kiyo acariciando su rostro con dulzura. — Tampoco yo sé si estaré a la altura, pero una cosa sí puedo prometerte: estaremos juntos en esto...— sonrió, buscando confortar a su esposo. — Tus dudas y temores demuestran que realmente lo amas y quieres lo mejor para él. Eso es lo verdaderamente importante. No necesitas ser el padre perfecto, sólo ser el padre que Kai merece: aquel que lo ame incondicionalmente, lo escuche, lo guíe y proteja. Y de eso estoy segura de que eres capaz...
Wukong sintió que sus miedos comenzaban a disolverse ante la mirada llena de fe y confianza de Kiyo. Ella creía en él aun cuando él mismo no lo hacía. Y si ella confiaba en que juntos podrían ser buenos padres, él también empezaba a creerlo. Sus labios se curvaron en una sincera sonrisa, entregándose de lleno a su nueva misión como protector de aquella preciosa vida que había creado junto a su esposa.
—Gracias, mi amor— murmuró, estrechándola entre sus brazos con cuidado de no aplastar al bebé. — Estar juntos es todo lo que necesito. Haré lo mejor por nuestro hijo, te lo prometo.
—Confía en mí, también tengo mucho miedo... —susurró Kiyo separándose lentamente de su abrazo para mirar el rostro de su esposo. — Pero ¿sabes qué es lo que me da fuerzas? Ver tus ojos dorados. Al mirar en ellos cada día recuerdo todo mi pasado y veo todo lo que hemos recorrido juntos. Ya no soy aquella chica triste y sola que una vez fui, ahora soy tu esposa, la madre de nuestro pequeño hijo y la diosa de la lluvia. No podría desear un futuro mejor. Tú salvaste mi vida tan solo con tu mirada...y seguir viendo esos lindos ojos todos los días solo me recuerdan lo feliz que soy actualmente y lo feliz que seguiré siendo a tu lado.
Wukong acarició su mejilla con ternura y la estrechó de nuevo entre sus brazos, ocultando el rostro en su cuello y respirando su aroma.
—Creo que en realidad nos hemos salvado mutuamente sin darnos cuenta —susurró, con la voz quebrada por la emoción, soltando un pequeño suspiro como si de esa forma, sus miedos se borran para siempre.
Kiyo sonrió dulcemente, entregándose al abrazo de Wukong con calma. Unas lágrimas de profunda felicidad se deslizaron por sus mejillas al recordar el largo camino recorrido para llegar a este momento de felicidad junto al amor de su vida. Había valido cada tropiezo, cada lágrima derramada.
Pocos segundos después, como si supiera que era el centro de atención, Kai volvió a despertar sollozando bajito y removiéndose entre sus mantas. Sus padres se separaron despacio, mirando al pequeño niño envuelto en mantas azules demandando atención.
—Creo que un buen comienzo para cualquier padre es cargar a su hijo entre sus brazos— susurró Kiyo con ternura, trasmitiéndole toda la confianza que él aún no se atrevía a darse. Extendió al pequeño bultito que sollozaba, acunándolo un instante más entre sus manos antes de depositarlo con cuidado en el pecho de Wukong.
—K-Kiyo, no creo poder...— murmuro Wukong nervioso, cortando sus palabras de inmediato cuando sintió el menudo cuerpecito de Kai acurrucarse con confianza sobre su pecho.
En silencio, el mono naranja miró con asombro al fruto de su amor. Cada respiración y movimiento del bebé lo absorbían por completo, logrando que su corazón latiera como loco. Las pequeñas manitas de Kai se agitaron buscando aferrarse a la ropa paterna, hallando en ese simple gesto el consuelo que demandaba.
Wukong contuvo el aliento, admirado por la fragilidad y perfección de tan pequeño ser. Sus miedos se desvanecieron al comprender que aquel niño ahora formaba parte de su alma. Lo envolvió con infinito cuidado entre sus brazos, maravillado al contemplarlo moverse plácidamente sobre su pecho.
—Será un honor y un privilegio ser tu padre, Kai Mixtli— susurró conmovido, sin apartar la mirada de su rostro. En ese instante supo que haría cualquier cosa con tal de verlo feliz y protegerlo por siempre. Finalmente conocía aquella palabra tan desconocida para él, paternidad.
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deepinsideyourbeing · 4 months
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vengo a pedir más simón thoughts? claro si quieres
algo cómo simón celoso y rough sex?
muchas gracias! 💗
+18!
Tu reflejo en el espejo es, cuando menos, indecente: tu peinado está deshecho y tu cabello cae sobre tu cara, la máscara de pestañas mancha tus mejillas y no hay rastro del labial que llevabas porque quedó adherido a la piel de tu novio, por no mencionar la saliva que cae por tu mentón y humedece la madera de tu tocador.
Cuando apartás la mirada Simón toma tu rostro entre sus dedos y te fuerza a enfrentar tu propia imagen. Rodea tu cintura en un gesto posesivo y te mantiene de pie mientras abusa de tu interior con estocadas brutales que te roban el aliento. Encontrás sus ojos a través del espejo y te sonríe antes de besar tu hombro.
Una mezcla entre un gemido y un grito deja tus labios cuando comienza a acariciar tu clítoris al ritmo de sus movimientos. Decís su nombre entre dientes con la esperanza de que comprenda, pero elige ignorarte y continúa utilizando tu cuerpo para su propio placer, el cual sólo incrementa cuando tu interior se contrae aún más.
Arañás su piel para llamar su atención pero es en vano porque no obtenés su permiso y eso sólo te llena de desesperación. Intentás detener el movimiento casi doloroso -aunque también estimulante- de tus pechos y es eso lo que por fin logra distraerlo.
-¿Qué pasa? ¿Te duelen...?- pregunta con la voz cargada de preocupación. La niebla que confunde tu mente no te permite reconocer que se está burlando y asentís, creyendo que sus manos se dirigen a tus pechos para acariciarlos.
Gritás cuando te pellizca y tus piernas pierden la fuerza. Simón no permite que caigas al suelo, pero no siente compasión como para llevarte hacia la cama y te obliga a recostarte sobre el tocador sin importarle que los objetos sobre el mismo caigan al suelo. Querés reclamar pero él retoma sus movimientos y todo lo que consigue salir de tu boca son patéticos e incomprensibles balbuceos.
No estás muy segura de qué fue lo que hiciste y Simón no se molestó en explicarlo porque sabe que no necesita una excusa para deslizar su miembro entre tus labios o dentro tuyo. Cuando regresaron de la reunión con sus amigos lo primero que hizo fue dejarte sobre tus rodillas y delinear tus labios con su punta para hacerlos brillar con líquido preseminal.
Utilizó tu boca hasta hacerte llorar por el dolor en tu mandíbula y los repetidos golpes en tu garganta, luego te obligó a ver todas tus expresiones cuando te preparaba con sus dedos y susurraba las palabras más degradantes en tu oído. Para cuando tu cuerpo recibió su miembro ya eras un completo desastre.
Tus músculos se contraen para delirio de ambos y la habitación se llena de sus jadeos, tus gemidos y los obscenos sonidos húmedos que se producen con cada una de sus embestidas. Temblás bajo sus manos y antes de poder preguntarle sentís tu orgasmo apoderándose de tu cuerpo.
Simón contempla tu colapso en el reflejo y su sonrisa es de orgullo, porque sabe que nadie más podrá tenerte de esta manera.
Un drabble para celebrar (un poco tarde) el cumple de Simón :)
taglist: @madame-fear @creative-heart @llorented @recaltiente @chiquititamia @delusionalgirlplace @lastflowrr ♡
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sinfonia-relativa · 11 months
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Cuando recuerdo los peores momentos de mi vida , cuando me observo a mi misma llorando en soledad en la habitación, sin buscar ayuda , sin decir nada , sin nadie que me brindara un apoyo o un abrazo. Sola , siempre sola , lidiando con mis dolores e intentando salvar a otros y jamás a mi misma , llorando en silencio para que nadie nunca se enterara de mi tristeza. Sola , siempre sola callándome todo lo que rompía mi corazón, justificando el daño que me causaban , culpándome por actos de los demás.Cuando a mi mente vienen todos estos momentos , simplemente me recuerdo a mi misma lo que jamás debo volver a permitir , lo que ya no debo volver a permitir con mi propio corazón. Una vez más vuelvo a recordar lo mucho que duele cuando amas a quien no debes ,cuando perdonas tanto , cuando dejas que te rompan de tantas maneras posibles, cuando te abandonas por voluntad propia en manos de otro ser. Estas memorias son dolorosas y me rompen , más me funcionan para no cometer los mismos errores.
Moongirl
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pricesugarwife · 8 months
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Derritiendo los glaciares de su corazón | Simon Riley x Reader
¡Mi segundo escrito aquí! Estoy intentando descubrir como funciona la plataforma, sigo estando nerviosa y pronto tendré que hacer una publicación fijada con mis pequeños retazos.
Simon "Ghost" Riley x Reader
Please, listen "Say yes to Heaven" of Lana del Rey mientras lee esto para una mejor experiencia.
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Los créditos se mostraban en la pantalla mientras quitabas la manta acolchada que te cubría, hacía unos minutos que la película había finalizado y como un gato perezoso, te estiraste en la cómoda cama en la que reposaba tu cuerpo, aun tratando de espabilar después del dulce sueño y las caricias compartidas por el hombre rubio del que no había rastro en la habitación.. Hacía frío, no era para menos el invierno los había arropado con una espesa capa de nieve y escarcha visible desde la ventana, donde se vislumbra el paisaje blanquecino pero ciertamente inspirador para una artista como tú. 
Aunque, nunca fuiste buena pintando o esculpiendo en arcilla, tus dedos se hallaban demasiado ocupados trazando formas en el cristal de este, tarareando de manera vaga la melodía de fondo, disfrutando de la brisa congelada que refresca tus mejillas sonrojadas; porque los recuerdos de la noche anterior transitaban por tu conciencia, los besos apasionados, las mordidas traviesas, palabras sugerentes y el delicioso vaivén de caderas que impuso Simon cuando descubrió los espacios más íntimos de tu cuerpo, trazando cual cartógrafo la geografía en antiguos pergaminos, proclamándose noble conquistador de las tierras vírgenes entre tus piernas.
Cada suspiro robado en la boca de Simon se repetía en bucle en tu imaginación, dejándote embriagar por el terroso aroma a almizcle, avellanas y madera, había algo en la entereza de su ser que te hacía sentir en casa. Quizás tanto tiempo en soledad, viviendo en la monotonía de los días con las mismas palabras vacías y la rutina hueca te había hecho sentir extranjera en tu propio cuerpo, en tu propia vida, hasta que conociste al hombre de ojos cafés tormentosos. 
Era una ocasión especial, llevabas un vestido fluido por insistencia de tu madre que te había convencido de salir al último festival organizado en la ciudad y lucir bonita para “pescar un buen hombre, porque el tiempo pasaba y no te hacías más joven”, sin embargo, la amargura en tu paladar al pensar en el amor y tus anteriores experiencias (aunque escasas, muy decepcionantes y terribles) se vieron empañadas en cuanto observaste a semejante semental que se encontraba sentado en un rincón oscuro del bar en el que estabas con tu hermana. 
Ella, como era de costumbre, no se callaba y continuaba parloteando sobre el militar con el que estaba saliendo desde hacía semanas. Pero espabilaste en cuanto saliste de la ensoñación, dándote cuenta que su parloteo se había detenido hacía segundos y se levantaba repentinamente de la silla, corriendo como el huracán que era hacia la figura voluminosa de un hombre que llamó “John” con un tono tan enfermizamente dulce que en otro momento te hubiese provocado arcadas. 
Al final conociste al misterioso hombre del que estaba enamorada tu hermana y también conociste a Simon Riley, a pesar de que al inicio se presentó con su indicativo “Ghost” con un tono seco y plano, anticipándote que no participaría mucho en la conversación. Sin embargo, al final de la noche lograste estar más cerca de ese cautivador espécimen que solía hacer bromas de papá, bebía cortos tragos de bourbon y te robaba el corazón con cada palabra que salía decorada por ese acento de Manchester. 
Regresando al presente, te sentías flotando en una danza encantadora y delicada como las de antaño, donde el caballero sujetaba a una distancia prudencial tu anatomía al compás de la orquesta que entonaba el ritmo de la pieza. Como un violinista que conoce las cuerdas de su instrumento, el rubio había aprendido a tocar en los sitios indicados para conseguir ese dulce sonido de tus labios pintados de bermellón. 
Aquel suceso permanece escrito en las páginas de tu memoria, garabateando corazones junto a sus nombres y anhelando esas varoniles manos sobre ti una vez más, generando una adicción a sus incandescentes sentimientos desmedidos, desprovistos de cualquier enajenación. Giraste sobre tus pies, dando vueltas como una ninfa de rostro soñador, la delgada camisa blanca de Simon cubría tu desnudez sin inmutarse por la baja temperatura hasta que percibiste esa fragancia casi afrodisíaca.
—Pensé que no querrías salir de la cama —murmuró el de orbes azules, sonaba divertido y maravillado por tu delicado semblante, aún cuando había pervertido tu mente con su excitación desenfrenada y te había devastado en su cama hacía unas cuantas horas. 
—Está nevando y es precioso, quería ver la nieve caer —señalaste, sentándote sobre tus tobillos en el esponjoso colchón invitándole a que se acercara hacia donde estabas.
—Quizás, sigue sin ser más precioso que tú.
Antes de que pudieras contestar, te sujetó por la cintura y te subió a su regazo, reposando tu cuerpo en sus gruesos muslos, acariciando tramos de piel que iba revelando al subir la poca tela que lo separaba de tu cálido centro. 
—Anhelo llenarte de los halagos que mereces... quiero devolverte esa alegría que provocas en mí —confesó, peinando los mechones sueltos que enmarcan tu rostro. Los mismos dedos que te habían llevado a las estrellas delineaban con delicadeza tus mejillas, hasta que el dedo pulgar reposó encima de tus labios, fascinado admirando la forma de tu arco de cupido. 
—Creo que alguien ha estado leyendo a Jane Austen —dijiste más para ti misma, sin percatarse que Simon empezaba a desabrochar los pocos botones que cubrían tu modestia. 
Nunca desvió sus profundos ojos marrones de tus reacciones, motivado por como mordiste tu labio inferior al observar los músculos cincelados y esos pectorales esculpidos por Miguel Ángel. Lo hacía con el objetivo de empujar tu deleite en ese armonioso espectáculo íntimo, develando la parte más sensual que poseía como individuo masculino. 
En cuanto te apoyó en la cama, posicionándose sobre ti, apreciaste en silencio como iba enseñándote el sendero feliz cubierto por una delgada capa de vello y jadeaste en silencio, sintiendo el agradable calor de tu humedad cuando Simon se quitó el jogger gris que llevaba y sus torneadas piernas tocaron el colchón para subir hacia donde tus brazos lo llamaban. En cuanto estuvo más cerca, sentiste la dureza de su miembro contra la parte interna de tus muslos, mordiéndote el labio y moviendo las caderas para que pudiera sentir lo lista que estabas para recibirle. 
Simon hizo descender sus dedos hacia tu centro resbaladizo, cubriendo sus dedos con la humedad acumulada en medio de tus muslos y llevándolos a su boca para probarlo mientras te miraba atentamente, provocando un gemido desesperado de tu parte. Para ese instante, el frío no era un inconveniente, puesto que apretaste los muslos al sentir como esa humedad crecía y descendía cálida, acción que no pasó desapercibida—. ¿Exaltada, mi dulce princesa?
—¿Qué crees? —dijiste, recostando tu fisionomía en la suavidad de las sábanas de tu amante. Querías repetir esa pecaminosa danza que se prolongó en la madrugada.
—¿No fue suficiente con lo de anoche? —cuestionó, una de sus cejas gruesas arqueadas y sus labios tirando de una sonrisa que prometía los placeres carnales.
Pero no te cohibiste como antes, la sumisión que habías mantenido se dispersó cuando lo besaste con todo el fuego que residía en tu pecho, presionando tus senos desnudos contra su pecho torneado y duro. Porque más allá de un derroche pasional y efímero, sus almas se conectaban en un plano espiritual que escribía con pluma dorada la leyenda de un amor inconmensurable, que por fin sería netamente feliz y perpetuo.
—Quiero que me hagas tuya, Simon.
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