Tumgik
#Cuidado de la voz
elenjaxx · 2 years
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Tips for voice workers - Consejos para Locutores
Even though J.A Meca focuses on broadcasters and so, these tips are useful for any voice worker, and I would love for teachers to try these! 
Avoid being monotonous (for teachers: do not read the powerpoint)
Change your tones to play with their attention (very much number one)
Don’t tense your neck muscles
Don’t imitate others (We are all different, don’t worry much)
Low tones are more serious
Clean and bright voices are easy to trust (lack of energy in your voice is going to be rejected almost immediately)
Don’t make a pause after linkers
Every word can hold different meanings, regarding of the melodic pronunciation you choose, so be careful
Look at your audience to make contact and, at the same time, to understand when they are interested in the topic, have doubts or are tired, to act accordingly. 
Stand still. Your body is a musical instrument, it does wonders when it is properly tuned.
Learn how to do diaphragmatic breathing (breathe with your belly).*
*I will explain this very soon I promise.  s tonos graves aportan credibilidad These tips are from “La Sustancia de la Voz” by J.A Meca (I think it has no translation). This is a very interesting book for you to understand every system involved in talking and breathing. In fact, it teaches you to breathe properly, explains and corrects diction, gives you ideas to warm up your voice and even talks about radio and dubbing. It is one of my favorite manuals. You can buy (in Spanish) a copy here.
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Aunque sean consejos para locutores, creo que estos puntos son ideales para cualquier persona que trabaje con la voz, y digo esto especialmente … ¡para los profesores! 
Evita la monotonía
Haz reclamos con la voz
No tenses el cuello
No imites (todos somos diferentes, no te compliques)
Los tonos graves aportan credibilidad
El timbre resonante, claro y brillante aporta seguridad (las voces apagadas denotan falta de energía, lo que provoca rechazo)
No deben aparecer pausas después de palabras átonas, ni tampoco en elementos de cohesión sintáctica o semántica.
Toda palabra puede tener distintos significados según la forma melódica en la que se pronuncie. 
Mira hacia tu interlocutor(es) para incidir sobre esa persona y, a su vez, recibir señales de interés, duda o cansancio y poder adaptarte acorde. 
Endereza el cuerpo. Es prácticamente un instrumento musical, bien colocado puede hacer maravillas con la voz y la respiración.
Aprende la respiración diafragmática / abdominal y utilízala siempre*
*Os prometo que explicaré esto en detalle. 
He sacado estos puntos de “La Sustancia de la Voz” de J.A Meca. Es un libro interesantísimo en el que describe cómo funciona todo el sistema para poder hablar y respirar. De hecho, te enseña a respirar correctamente, te explica los fallos de dicción y te los corrige, te da ideas para calentar la voz y practicar la dicción, incluso te habla del doblaje y la radio. Es uno de mis manuales favoritos. Podéis comprar su libro pinchando aquí. 
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alexsandercarranza · 2 years
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Técnicas de respiración y proyección de voz para que no se dañen tus cuerdas vocales mientras dictas tus clases
Técnicas de respiración y proyección de voz para que no se dañen tus cuerdas vocales mientras dictas tus clases
Uno de los problemas usuales que sufrimos los profesores al comenzar a dictar clases son los dolores de garganta, la ronquera o la pérdida de la voz. Esto se debe a que no utilizamos adecuadamente nuestra voz y dañamos, sin querer, nuestras cuerdas vocales, por no manejar adecuadamente nuestra respiración y la proyección de nuestra voz. Aquí Lolita Aguilar del canal de Youtube Ser profe nos da…
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deepinsideyourbeing · 6 months
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Movie Night - Enzo Vogrincic
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+18! Friends to lovers, un poco de Dom!Enzo, sexo oral (fem!reader recibe), fingering, sexo sin protección (don´t do that), posible alusión a size kink/size difference, breve orgasm denial, begging, creampie, dirty talk, edades no especificadas, uso de español rioplatense.
Es viernes por la noche y llueve, diluvia, pero Enzo insistió en ver una película.
Es una tradición que mantienen hace tiempo, pero la costumbre se vio interrumpida por el casi interminable rodaje de una película y un sinfín de eventos y premieres. Naturalmente estás feliz por él, por su éxito profesional y personal, pero extrañás a tu mejor amigo y tenerlo cerca.
-¿En qué pensás…?
Su voz te saca de tu ensimismamiento y cuando volteás a verlo notás el atisbo de una sonrisa en sus labios, pero te forzás a mirarlo a los ojos y negás con la cabeza, sin saber qué explicación dar. El silencio se apodera de la habitación pero lejos de ser incómodo, es reconfortante.
-¿Qué querés ver?- pregunta, luego de un rato de ojear las opciones disponibles en Netflix.
-Lo que quieras.
Ambos se acomodan en el sofá, sus cuerpos en sintonía adoptan la posición usual: cada uno en un extremo, tus piernas sobre su regazo y uno de sus brazos aprisionando tus pies cerca de su abdomen.  Por un segundo te preguntás cómo es que después de tanto tiempo todo sigue igual, pero te distraen los créditos iniciales de la película y la trama te absorbe en poco tiempo.
Enzo arroja algún que otro comentario, se ríen de escenas que conocen de memoria, y es casi suficiente para olvidar la tormenta y el sonido del viento tras las ventanas. Casi… Cuando te sobresaltás una, dos, tres veces, él decide que intentar calmarte con palabras no basta.
-¿Tomamos algo?
Se ponen de pie al mismo tiempo y se dirigen hacia la pequeña cocina de su departamento. En algún momento entre tu llegada a su hogar y el inicio de la tormenta, la temperatura bajó y Enzo te prestó un suéter, pero ahora tus pies descalzos sufren un poco el frío de la cerámica; esperás a su lado mientras él prepara todo y se distraen repitiendo los diálogos de la película, él imitando las escenas al pie de la letra y vos adorando su interpretación, las muecas que transforman su rostro y cómo se ven las líneas de su cuerpo bajo la tenue iluminación.
El destello de luz proveniente de la ventana pasa desapercibido y segundos más tarde el fuerte estruendo de un trueno provoca que te asustes e intentes cubrir tus oídos. Tu mano golpea una taza (tu taza, esa que él compró exclusivamente para vos)  y cae directo al suelo, haciéndose añicos y arrojando sus restos en todas las direcciones. Apretás las labios y comenzás a disculparte, pero Enzo te interrumpe.
-No es nada, nena. Cuidado ahí- te agarra de la muñeca para evitar que te muevas, su mano cálida te provoca escalofríos y un temblor te recorre de pies a cabeza. En un rápido movimiento te sujeta por debajo de los brazos y te sube a la encimera para evitar que te cortes.
-Perdón- susurrás, angustiada, por lo que se acerca para consolarte y te abraza.
-No pasa nada- asegura, masajeando tu espalda con delicadeza. Deshace el abrazo lentamente, acomoda un mechón de cabello tras tu oreja, pero su mano permanece sobre tu mejilla y su mirada se posa sobre tu boca. Su pulgar comienza a delinear tu labio inferior, tira de él casi sin fuerza mientras te sostiene la mirada de manera intensa. Tu respiración se entrecorta y tus pupilas se dilatan, pero aún así él necesita tu confirmación-. ¿Qué querés? Pedímelo.
-Enzo…
-Decime qué querés- repite.
-Besame.
Al principio sólo roza sus labios contra los tuyos de manera delicada y cariñosa, casi inocentemente, pero el beso comienza a tornarse más y más desesperado conforme pasan los segundos. Sujeta tu rostro mientras su lengua se abre paso entre tus labios, asaltando el interior de tu boca y transmitiendo la necesidad y urgencia que lo consumen. Rompe el beso para tomar un poco de aire, no sin antes morderte el labio y robarte un suspiro que te avergüenza un poco.
Aprisiona tus mejillas entre sus dedos para obligarte a mirarlo a los ojos mientras acaricia tu cintura, tu cadera y por último tu pierna, erizándote la piel y provocándote. Tus manos en su cintura lo atraen aún más hacia tu cuerpo y es entonces cuando lo sentís entre tus piernas, duro. Estás a punto de bajar la mirada, curiosa y excitada, pero la fuerza de sus dedos te mantiene estática, volviéndote espectadora de cómo cambia su rostro cuando comienza a rozarse contra tu centro: cierra los ojos, sus cejas se contraen y sus labios entreabiertos dejan escapar una respiración temblorosa.
Sentís el calor emanando de su cuerpo a pesar de las prendas que separan su piel de la tuya y su agarre en tu muslo tornándose cada vez más fuerte, bordando esa línea que te causa más placer que dolor. En el instante en que cerrás los ojos, presa de las sensaciones, sus movimientos se detienen y él se aclara la garganta. Lo mirás, tus ojos suplicando, pero él sólo sonríe.
-¿Qué?
-Sos hermosa- besa la comisura de tus labios-. Pedime lo que quieras.
-Ya sabés lo que quiero- contestás, casi sin aire y un poco molesta-. Por favor.
-Por favor…,  ¿qué?- sus besos comienzan a descender por tu mentón hasta llegar a tu cuello y tus clavículas, alternando entre tus puntos más sensibles-. Decilo.
-Cógeme, Enzo, por favor.
Captura la piel de tu cuello entre sus dientes haciéndote gemir con fuerza, su cadera chocando una vez más con la tuya, antes de pasar sus manos por debajo de tus muslos para levantarte y poder llevarte hacia su habitación. Te recuesta en su cama, las sábanas limpias están impregnadas con su perfume y tus sentidos repletos de él, pero nada es suficiente para opacar el rastro ardiente que dejan sus labios en cada centímetro de piel que tocan.
Te despoja de tu short y tu ropa interior en un segundo y se recuesta entre tus piernas, comienza a regar besos en el interior de tus muslos y muerde tu piel hasta dejar una que otra marca, tus gemidos y suspiros incitándolo a continuar con su tortura por un tiempo prolongado. Su rostro es de concentración absoluta o devoción, no lo sabés con exactitud, pero eso deja de importarte cuando sentís su boca cada vez más y más cerca de tu entrepierna.
Uno de sus brazos te inmoviliza al rodear tu cadera, su pulgar traza una línea desde tu entrada mojada hasta tu clítoris para así lubricar la zona antes de comenzar a dibujar círculos sobre este. Observa atentamente tu reacción, casi perdiéndose en la imagen frente a él, y sólo aumenta la velocidad de sus movimientos cuando suplicás por más. Ahogás un grito cuando por fin sentís su lengua en vos, aunque es sólo sobre tus pliegues, y tus dedos se enredan en su cabello sedoso.
-Todavía no…- susurra, cesando sus movimientos.
Estás a punto de reclamarle, pero introduce un dedo en tu entrada y en lugar de una queja, de tu boca escapa un gemido. Sus labios encuentran tu clítoris y comienza a succionar con fuerza, alternando con su lengua, mientras continúa moviendo el dígito hasta sentir la forma en que te contraés. Introduce otro dedo, extasiado por el sonido que producen en contacto con tu humedad, y continúa asaltando tu interior hasta que tus piernas comienzan a temblar.
Tu orgasmo te golpea como una avalancha: cerrás los ojos con fuerza al sentir el placer extendiéndose hasta las puntas de tus dedos, tu espalda se arquea y repetís su nombre una y otra vez. Enzo no separa sus labios de vos y continúa moviendo sus dedos, cada vez con más lentitud, hasta que tu respiración vuelve a la normalidad. Retira sus dedos y observás casi avergonzada la forma obscena en que los introduce en su boca para probar tu esencia.
Comienza a desnudarse y notás, además de su bulto, que su ropa interior está humedecida con líquido preseminal. Se deshace de sus prendas rápidamente, pero incluso así percibís una sombra de inseguridad atravesando sus facciones y tu corazón se encoge por un instante. Cuando vuelve a la cama se posiciona entre tus piernas y entrelazás tus manos en su nuca, acercándolo para poder devorar sus labios frenéticamente: sentís tu rastro en su boca, en su lengua, y la idea te fascina.
Tus dedos se deslizan por su cuerpo ardiente, delineás con lentitud su pecho y su abdomen para luego tomar su miembro caliente con un firme agarre. Su respiración se torna agitada y jadea producto del placer que tus movimientos le otorgan, muerde tu cuello y tu hombro mientras la palma de tu mano y tus dedos se humedecen con su excitación. Tu pulgar juega con su punta, de un rojo furioso y tan tentadora, hasta que echa la cabeza hacia atrás. Una de sus manos se cierra sobre tu muñeca al tiempo que descansa su frente sobre la tuya, su cabello te hace cosquillas.
-¿Qué…?
 -Necesito cogerte- deposita un beso en tu sien antes de estirarse para tomar algo de la mesita de noche-. Eso es lo que querías, ¿no?
Asentís enérgicamente y ahogás un gemido cuando ves la forma en que el lubricante cae sobre su miembro, su mano masajéandolo para distribuir el producto, antes de dirigirse hacia tus pliegues y tu entrada para darles el mismo tratamiento. Coloca una de sus manos al lado de tu cabeza y descansa todo su peso en ella, bloquea tu visión del techo con su cuerpo haciéndote sentir pequeña y completamente a su merced, una sensación que adorás.
-Por favor- suplicás-. Metémela.
Desliza la punta de arriba hacia abajo, juega con tu clítoris por unos instantes antes de centrarse en tu entrada y comenzar a introducirse. Su tamaño es mucho mayor al que alguna vez experimentaste y provoca cierto ardor, así como un par de lágrimas que mojan tus pestañas antes de sentir sus besos sobre tus párpados repetidamente.
-Sh, yo sé que vos podés- susurra para calmarte. Sus caderas se mueven casi milimétricamente para permitir que te acostumbres a la intrusión, la sensación es suficiente para hacerte perder la cabeza y hundir las uñas en su piel-. ¿Así te gusta? ¿Sí…?   
-Más, Enzo, por favor.
Se adentra por completo y gritás de placer cuando sus embestidas se tornan brutales, abusa de tu interior mientras una de sus manos se cola sutilmente por debajo de su suéter y comienza a jugar con tus pechos: sus dedos se cierran sobre tus pezones, los pellizca, tira de ellos hasta hacerte llorar y pedirle que pare, que siga, suplicando hasta que tus palabras pierden todo sentido.
Se detiene por un segundo para adoptar otra posición y toma tus caderas con fuerza, acercando tu cuerpo al suyo tanto como le es posible y moviéndote completamente a su antojo. El roce de tu centro con su pelvis causa estragos en tu ser y te sentís al borde de otro orgasmo, pero lo que finalmente te lleva al clímax es su mano presionando sobre tu abdomen bajo, justo donde su miembro provoca un bulto. Tus manos encuentran sus muñecas y el placer es tan intenso que por un segundo intentás detenerlo, incapaz de tolerarlo, pero él continúa con sus movimientos.
-Dios, cómo me encanta tu conchita apretada- dice entre dientes, capturando tus muñecas con una mano y tirando de ellas hasta que quedás sentada sobre él-. Me encantás.
Su mano acaricia tu cabello, tu rostro y se desliza fugazmente sobre uno de tus pechos cubierto por su suéter. Se recuesta y colocás tus manos sobre su pecho desnudo para ayudarte, creás un suave vaivén con tus caderas mientras sentís las yemas de sus dedos recorriendo tus muslos y cómo la fricción con su piel amenaza con llevarte al borde de la sobre estimulación. Tus piernas se fatigan rápidamente y tus músculos protestan, pero aún así continuás con tus movimientos hasta perder el equilibrio.
-No puedo…- lamentás, avergonzada, pero su sonrisa es tranquilizadora al igual que sus caricias en tu costado. Incluso en un momento así, sus pupilas dilatadas no impiden que su usual calidez siga reflejándose en sus ojos oscuros y en los gestos que te dirige.
Apoya las plantas de sus pies en el colchón para darse impulso y comienza a embestirte con tanta fuerza que caés sobre su pecho. Besás su cuello, sus clavículas y cada centímetro de piel que encontrás hasta llegar a su boca y confesar entrecortadamente cuánto te encanta, cuán profundo se siente dentro tuyo, le otorgás permiso para hacer con vos lo que él quiera.
Tira de tu cabello para obligarte a mirarlo a los ojos, su mano desciende hasta tu cuello y te besa desesperadamente. Entre besos te ordena que te toques y cuando lo hacés sabés que no vas a durar mucho más: no con la precisión de sus movimientos, dando en tu punto dulce repetidamente, o con la forma en que su mirada busca la tuya constantemente.
-Voy a…- un gemido le impide terminar la oración.
-Adentro, por favor- suplicás.
El ritmo de sus caderas se vuelve errático, ansioso,  pero cuando te escucha gemir su nombre y siente tus paredes contrayéndose no puede evitar salpicar tu interior con su semen. El calor de su orgasmo prolonga el tuyo aún más y te movés levemente sobre él, disfrutando la forma en que se queja a causa de la sensibilidad. Tu oído descansa sobre su pecho y oís sus latidos.
-Enzo…- cerrás los ojos por un momento al sentir sus dedos dibujando formas sobre tu espalda, alzás la vista para encontrar sus ojos-. Te quiero.
Una sonrisa se apodera de sus labios, su belleza te hace suspirar.
-Yo también te quiero- besa tu frente-. Muchísimo.
Sentís tus fluidos y los suyos sobre su abdomen, goteando por tus muslos, pero permanecen así durante largo rato mientras repiten te quiero un sinfín de veces.
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cherryblogss · 29 days
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HEADCANONS
Cuidando um do outro no relacionamento (tempo de qualidade e atos de serviço)
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notinha: fiz essa miseriazinha pra suprir a falta de one shot e conteúdo aqui no blog, também tava com mt vontade de fazer umas coisas deles meio que cuidando da reader (e vice-versa) e entrando no mundo "feminino". Não sei se o título ta certo, mas eu entendo que sim😛 pretendo lançar mais hcs assim pra não deixar o blog tão na seca e pra incluir todos os homis.
avisos: fofura, relacionamento estável, muitas palavras repetidas, intimidade, o título de artigo, sentimentos românticos por argentinos, menção a sexo e outras coisas ilícitas.
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Enzo Vogrincic
Se alguém te dissesse que você um dia ia ter um sugar daddy iria soltar uma gargalhada alta na cara da pessoa. Só que hoje em dia é algo que você não consegue se imaginar sem, ou melhor, sem ter esse alguém na sua vida. Enzo com certeza se tornou uma parte essencial da sua existência desde que se conheceram em um aplicativo de relacionamentos em que você bêbada criou uma conta e passou a madrugada conversando com um cara aleatório rindo de tudo que ele falava pensando ser um truque para atrair mulheres ou enganá-las com uma foto falsa. No dia seguinte, quando acordou com uma ressaca horrível, nem pensou mais no aplicativo até ver as várias mensagens de bom dia de um tal de Enzo Vogrincic, que com o tempo, te ofereceu um acordo para ajudar nas suas dispesas no país novo em troca de companhia em festas.
Depois de quase 1 ano nessa dinâmica, tornaram o relacionamento oficial e mais sério, você hesitou no início, ainda mais pela natureza da relação de vocês e por ele ser uns bons anos mais velho. Só que, obviamente, Enzo conseguiu te convencer e conquistou sua confiança para adentrar em algo mais profundo.
Hoje comemoram um ano que em uma noite louca de solidão ambos buscaram conexão mais profunda em um app e acabaram por se encontrar. Podiam não ter a história de amor mais romântica, mas com certeza os sentimentos de vocês superavam a maioria dos namoros usuais. Por isso, Enzo tinha te levado ao shopping para fazer o que ele mais amava fazer: te mimar. Horas incontáveis em lojas de cosméticos, roupas, calçados e joias para no fim pararem em uma cafeteria onde se viram pessoalmente pela primeira vez.
Enzo pediu seu café favorito que ele memorizou desde o primeiro dia, em seguida sentando no seu lado com um braço ao redor do seu corpo te aninhando ao peitoral dele. Você se aconchegava no corpo masculino, inalando o perfume no pescoço dele e ronronando contente com a felicidade que te acometia.
"E pensar que bem aqui nesse lugar você gargalhou igual uma louca quando me viu pessoalmente." Ele fala beliscando levemente seu braço para depois acariciar. Se fazendo de ofendida, dá um tapinha fraco na coxa dele e levanta a cabeça para encará-lo.
"Para, eu fiquei nervosa. Você é muito mais bonito que eu pensava e ainda tem essa sua voz grossa." Responde movendo uma mão para pentear os cabelos longos e ajeitá-los atrás das orelhas grandinhas.
"Imagina como eu fiquei então," Ele diz soltando uma risadinha nasal e com os dedos alcançando os seus para entrelaça-los. "Você é tão lindinha e em comparação eu parecia um serviço de caridade de cuidados com idosos."
"Para com isso, você nem é tão velho assim." Responde rindo e encurtando a distância entre seus lábios, murmurando elogios entre beijos para o seu namorado.
Realmente, o semblante de Enzo não estava mais tão carregado como quando te conheceu, as olheiras sumiam aos poucos, as ruguinhas constantes na testa já não eram tão presentes e até os cabelos sedosos estavam mais arrumados que nunca aos seus cuidados. Ainda soltava um risinho lembrando do inesquecível dia que se encontraram e a mulher da cafeteria perguntou se ele era seu tio, hoje em dia já era óbvio que não tinham nenhum grau de parentesco e eram um casal. Todos podiam enxergar isso não só na maneira que se olhavam apaixonados com os olhos brilhando, mas também pela forma como se tocavam carinhosamente, como cuidavam um do outro e até como falavam entre si, era como se existisse um universo em que só vocês dois sabiam se comunicar e se entender, excluindo o resto do mundo para existir só vocês dois. E isso é tudo que importa.
Felipe Otaño
"Eu te avisei várias vezes pra retocar o protetor solar." Você diz revirando os olhos enquanto Felipe choramingava que a pele dele ardia pela milésima vez.
Passaram o dia na praia e como seu namorado adorava aproveitar ao máximo, ficou a tarde inteira jogando altinha, surfando ou nadando no mar. Claro que você também aproveitou, mas sempre ficava na sombra ou passava protetor antes de pegar mais sol, mas Felipe te ignorava sempre que você chamava ele para descansar ou passar mais creme solar.
"Ah, bebita, eu fiquei com preguiça." Ele reclama com uma voz dengosa e os lábios formando um bico enorme. Felipe estava sentado na tampa do vaso com o corpo todo molenga enquanto você estava na frente do espelho terminando de fazer sua rotina de cuidados noturna.
Você só resmunga qualquer coisa, voltando a focar no seu reflexo e em espalhar o creme no seu rosto. Entretanto não consegue se concentrar por muito tempo, já que o chororo do argentino continua e só aumenta conforme você não dá atenção até que chega um ponto que você desiste e se vira para chamar a atenção dele.
"Meu Deus, o que foi, Felipe?!" Pergunta sem paciência, mas suaviza sua voz quando vê a expressão tristonha no olhar do seu namorado. "Pipe, o que você quer que eu faça, amor?" Volta a questionar, agora se aproximando para abraçá-lo, tomando cuidado para não tocar a pele avermelhada e se contentando em acariciar os cabelos enroladinhos.
"Cuidame, porfi." Ele pede manhoso, enfiando o rosto entre seus seios e enroscando os braços fortes ao redor da sua cintura.
Você não diz mais nenhuma palavra, se soltando suavemente do abraço, o que faz Pipe reclamar, então pega seu hidratante mais potente, passa nas mãos e esfrega nas costas musculosas, atenta a qualquer sinal de desconforto do argentino, que só emitia sonzinhos prazerosos com a sua massagem e com a sensação de alívio na pele irritada. Tentando alcançar mais áreas, se inclina mais para frente, agora focando em espalhar o creme nos ombros e braços do seu namorado.
"Que bela visão." Ele murmura, sorrindo perverso e mordendo os lábios com os seus peitos bem na frente do rosto dele se remexendo a cada movimento seu.
"Para com isso, seu safado." Você resmunga, puxando levemente os cabelos da nuca dele e em seguida espalhando mais da loção pelo peitoral musculoso.
"Já era..." Felipe fala em um tom sofrido com o rosto corado agora por razões totalmente diferentes da queimadura solar, descendo o olhar para baixo, com isso, você segue o olhar e vê a elevação marcada na toalha branca, na hora torcendo seus lábios e fingindo que não sentiu seu ventre se contorce com a imagem pecaminosa.
"Mas você não tem jeito mesmo. Depois reclama quando eu hesito em fazer massagem em ti." você diz com uma decepção falsa, balançando a cabeça em negação e se aproximando para dar um beijo demorado nos lábios carnudos. Felipe geme satisfeito, segurando seu rosto com as duas mãos grandes e sorrindo ao terminar o beijo com selinhos rápidos, depois esfregando o nariz no seu.
"Não tenho culpa se eu sou o homem mais sortudo do mundo."
Agustin Della Corte
Sempre ficava ansiosa quando ia assistir aos jogos de rugby do seu namorado Agustin, mas o pós-jogo era mais especial para você do que a vitória ou derrota. Todo fim de partida ele corria na sua direção na arquibancada para te abraçar ou em comemoração ou em busca de consolo, pois sabia que você estaria lá para ele não importa o resultado. Além disso, os cuidados que ele tinha ao chegar em casa, tomar banho e se alimentar te dava um sensação tão quentinha no coração, de sentir que realmente pertencia ao lado dele e ambos eram o verdadeiro lar um do outro.
Apesar de todos os pontos altos do seu relacionamento, tinha uma parte que você tinha noção ser incomparável: o jeito que vocês são tão íntimos. Não se tratando só do aspecto sexual, mas sim, de ter cumplicidade e uma conexão incrível. Por isso, lembra logo no início do namoro de vocês como Agustín tinha receio de te pedir carinho e certas coisas, ele vinha de um relacionamento complicado e muitas vezes você que incentiva ele a sempre expressar o que ele deseja.
"Bem aí, amor." Ele geme ao sentir suas mãos pressionarem e massagearem a panturrilha dolorida depois do jogo intenso. Vocês já tinham essa rotina há alguns meses onde após todo jogo você massageava os músculos cansados e tensionados do uruguaio.
"Tá se sentindo melhor?" Pergunta se debruçando para deixar um beijinhos no meio das costas dele enquanto Della Corte se mantia deitado de bruços durante a sua massagem nos membros posteriores dele. Era uma delícia tocar no corpo forte e gigante do seu namorado, ele era ao mesmo tempo tão macio e rígido, quase todas as vezes as noites de pós-jogo terminavam em sexo só pelo tanto que você ficava fogosa e desesperada, se esfregando nele igual uma gatinha.
"Sim, cariño, só você mesmo pra me deixar bem." Diz afetuosamente se virando um pouco e pegando uma das suas mãos para dar um beijo demorado com os lábios em um sorriso contente e relaxado.
Você sente o rosto esquentando com o elogio e a forma que ele te olhava com tanto amor e paixão. Nunca tinha vivido algo assim tão intenso e confortável, Agustín mudou totalmente a sua visão sobre o que realmente era estar apaixonada e ser amada.
"Vira de novo aí pra eu terminar aqui e nós irmos dormir." Fala acariciando o rostinho dele com as costas da sua mão e voltando a descer os toques pelo ombros torneados.
Colocou um joelho em cada lado do quadril dele para poder desfazer os nós nos músculos mais precisamente. Na hora que você senta nas coxas gigantes, agora pressionando os dedos com mais afinco na pele dele, Agustin geme e se arrepia ficando tão fogoso quanto você.
"Ay, amorcito... Acho que quando você terminar aí a gente não vai ir dormir não."
Rafael Federman
Cólica era uma coisa do demônio. Era só isso que Rafael escutava nas últimas duas horas sair da sua boca desde que sua menstruação desceu. Era o primeiro mês de namoro de vocês que isso tinha acontecido e Rafa ficou totalmente perdido quando do nada você mudava de humor ou comia tudo que via pela frente durante o fim de semana que você passou no apartamento dele. Até que na madrugada de domingo para segunda, ele acordou no meio da noite com você saindo toda emburrada do banheiro e indo se aconchegar no corpo quente dele, murmurando mal humorada que sua menstruação tinha descido.
Toda hora você se contorcia o que tirou o sono de ambos, ainda mais com seus constantes sons de dor que ele não aguentava escutar porque só queria te ver bem de novo. Mesmo sabendo que era normal acontecer isso com mulheres nessa época do mês, não podia evitar quase lagrimar junto contigo a cada choramingo seu. Por isso, quando você desmaiou de exaustão depois de tomar um remédio que ele tinha e servia para dores menstruais, ele se dedicou a pesquisar na Internet tudo o que poderia fazer para te ajudar a melhorar.
Te deixando deitadinha na cama confortável, com o ar ligado e as janelas fechadas para não te incomodar, logo Rafa se apressa para ir no mercadinho e farmácia comprar tudo que precisa para cuidar de ti.
Algumas horas depois você acorda com o seu namorado acariciando suas costas te oferecendo mais uma pílula, uma bolsinha de água quente e uma tigela com frutas geladas cortadas em cubinhos junto com alguns chocolates. E claro que, como uma mulher sensibilizada pelos hormônios da menstruação, lágrimas imediatamente brotaram nos seus olhos, o que fez a expressão de Rafa mudar de calma para preocupada em milissegundos.
"O que foi, querida? Você não gosta disso? E-eu comprei mais umas coisinhas caso você não queira comer isso?" Ele pergunta limpando com os polegares as pequenas lágrimas que haviam escorrido pelo seu rosto.
"Não é isso, amor." Respondo com a face corada tanto pelos sentimentos como pelo choro repentino. "Eu só... nunca fui tratada assim e ver que você fez tudo isso sem eu pedir me deixa emocionada. Ai que vergonha chorar fácil assim." Finaliza assoando o nariz no guardanapo que Rafa colocou na bandeja com todas as coisas que preparou para ti. Ao escutar suas palavras, ele balança a cabeça repetidas vezes, fazendo um sonzinho baixo para te tranquilizar.
"Não precisa se preocupar, minha princesa. Eu faço tudo o que eu puder para te ver bem. Não fique envergonhada de demonstrar sentimentos perto de mim, eu aceito tudo que vier de você e fico feliz em ser a pessoa que te acalma nesses momentos." Ele diz acariciando seu rosto como se fosse uma obra de arte rara, os olhos azuis vidrados nos seus com uma compaixão que nunca sentiu. Sabia que no fundo os dois queriam dizer aquelas 3 palavrinhas capazes de mudar tudo, porém, era muito cedo e com certeza aquele não era o momento, apesar de Rafa nunca se sentir tão apaixonado quanto pelo seu jeitinho manhoso ao se aninhar nos braços dele com a mão grande massageando seu ventre. Um dia confessariam o que significava aqueles pequenos gestos que significativam mais que tudo no mundo.
Matias Recalt
"Matias, para!" Você ralha batendo na mão do seu namorado que não te deixava em paz desde que você saiu do banho e começou a se maquiar. Iam para um festa mais tarde e o Matías não parava de mexer em cada uma das suas maquiagens, perguntando tudo ou dando a opinião dele sobre o que achava de cada uma.
"Eu só quero ver a cor desse de perto, mor." Ele diz voltando a pegar o blush que estava na sua mão. "Como pode ser roxo e ficar meio, sei lá, rosa, cara, isso não entra na minha cabeça." Continua falando sujando mais ainda a pele clara do braço dele com vários tons e cores de maquiagem, pois tudo o que você passava ele ia lá e passava no próprio corpo, com certeza atrasando ainda mais vocês dois já que ele nem se quer tinha começado a se arrumar.
"Matias, por acaso você ia usar algo roxo na sua bochecha? É só colorimetria." Responde tentando voltar a se concetrar em passar o lápis preto na sua linha d'água sem furar seu olho, que acompanha os movimentos do garoto mais um vez mexendo na sua necessaire agora pegando um curvex e franzindo o cenho tentando pensar para que caralhos servia isso.
"Mo, isso aqui é um daqueles bagulhos de tortura medieval por acaso? Não sei onde você usaria isso." Matias fala observando o objeto em todos os ângulos e colocando um dedo na abertura para em seguida fechar chiando de dor assim que sente o aperto forte. "Carajo, isso aqui é coisa do demônio com certeza."
Você morde os lábios para tentar conter um sorriso bobo, porque era impressionante como mesmo te aborrecendo, Matias continua sendo o homem mais singular e fofo aos seus olhos. Fixando seu olhar no espelho, dando um último ajuste nas suas sobrancelhas enquanto seu namorado ainda se mantinha distraído com os seus itens de beleza.
"Vem cá, deixa eu te mostrar como funciona." Diz se virando na direção dele que te entrega o curvex com uma expressão desconfiada. "Fecha os olhos." Comando segurando o rostinho atraente dele com uma mão na mandíbula.
"Que? eu não, vai que você coloca isso no meu mamilo e gira. Não gosto dessas coisas, princesa." Ele fala em um tom enojado, retraído, depois apoiando as mãos nas suas coxas para brincar com os fiapos da sua saia jeans.
"Matias, para de graça e me obedece logo." Ralha com rispidez, apertando as bochechas branquelas levemente para tentar manter a atenção dele.
"Tá bom, mas só porque você é muito linda e eu gosto de obedecer mulher bonita." Ele fala com um sorriso malicioso ao te ver estremecer quando as unhas curtinhas dele arranham sua coxa exposta, então, fecha os olhos e respira fundo.
"Seus cílios são bem curtinhos, acho que vai ficar muito bom em você." Diz se aproximando e prendendo os fioszinhos marrons na curva do objeto para dar uma definição e levantanda nos cílios do seu namorado. Quando termina de fazer dos dois lados, distribui um beijo em cada bochecha e por fim no nariz grande.
Quando você diz que ele já pode abrir os olhos, Matias abre com cautela como se fosse ter alguma grande mudança, após isso, procura o espelho mais próximo, se olhando e tentando ver a diferença.
"Ok, não mudou porra nenhuma." Reclama inclinando a cabeça em vários ângulos para tentar ver se realmente tinha mudado algo.
"É porque eu acho que funciona mais com cílios postiços." Você explica grudando a sua bochecha na dele e encarando o reflexo de vocês dois juntinhos no espelho com um olhar apaixonado. "Ei, mas até que deu uma levantanda nesse seu olhar caído de maconheiro."
Valentino Alonso
Com certeza seu dia favorito da semana era sábado, não só por ser um dia de folga em meio ao caos da semana agitada, mas também porque era o dia que você ficava o tempo inteiro junto com o seu namorado. Saíam há 4 meses, porém só tornaram as coisas oficiais no último mês tentando ir com calma e respeitar o tempo de ambos.
Só que, na maioria das vezes, você só queria mais e mais de Valentino e vice-versa. Por isso, combinaram que todo fim de semana se dedicariam exclusivamente um ao outro, aproveitando os dias lentos e preguiçosos para fazer o que queriam juntos. Hoje a programação estava um pouco mais animada já que ambos acharam que seria totalmente tranquilo passar o dia jogando mario kart, mas claro que seu lado competitivo não deixaria isso ficar assim.
"Valen! Isso não é justo! Eu ia ganhar." choraminga estressada quando pela milésima vez - um exagero, foram só umas 3 - Valentino joga um casco assim que você chega perto de cruzar a linha de chegada. "Assim nem dá vontade de jogar com você me sabotando."
"Bonequinha, eu só faço o que é preciso pra ganhar, ué." Ele responde rindo da sua raiva, sabia que não era algo grave, mas você não sabia perder de jeito nenhum, o que ele acha adorável. "Além disso, você não teve pena de mim com o fantasminha."
"Você perde pra bot e vem me culpar. Essa vai ser a última pra acabar contigo logo." Bufa irritada dando início a mais uma partida prometendo que seria a última.
Valentino gargalha abertamente com a sua ameaça vazia. Você só grunhe e lança um olhar raivoso na direção dele, escolhendo um outro personagem para tentar ganhar dessa vez. Por mais que se apaixonasse por ti em momentos que era carinhosa e gentil, não podia evitar sentir o coração acelerar mais ainda com o seu lado mais esquentadinho, mesmo quando era direcionado a ele.
"Vai rindo que daqui a pouco vai ficar sem namorada e sem video game que eu quebro tudinho."
Como esperado, apesar dos outros competidores no lobby, seu namorado guardou todos os itens para usar em você, adorando como a cada um podia ver seu ódio aumentando. Na hora que ele ia cruzar a linha de chegada na última volta, percebe que sua você estava sentada toda torta no sofá com o rosto emburrado, os olhos magoados fixos na tela, por isso, desacelara e se permite cair na penúltima curva. Na hora, você se ajeita começando a falar rapidamente como ele era ruim e quando finalmente você ganha a corrida na hora dá um pulo, largando o controle para bater palminhas animadas.
"Ai, como você é ruim, Valen." Se espreguiça com um sorriso gigante, em seguida apoiando as pernas nas coxas dele que só acaricia seu joelho. "Não segura a onda em uma curvinha, não é a toa que sempre eu tenho que dirigir quando vamos pra estrada." Zomba passando as unhas pela barba do argentino.
Ele tenta, mas não segura o riso com a sua rápida mudança de humor. Ele te adorava não importa seu temperamento, isso só o fazia ficar mais apaixonado ainda pelo seu jeitinho único. Ainda mais que Valentino sabia que você na verdade era péssima na maioria dos jogos de corrida e quando ganhava era pura sorte.
"É... eu acho que o feitiço voltou contra o feiticeiro." Ele fala saindo do jogo, mas na hora você o interrompe. Valentino sentiu um arrepio percorrer a coluna com a antecipação de qual seria sua próxima ideia.
"Não, não desliga! Agora eu quero jogar mario party." Fala animadamente já pegando o controle dele e configurando a partida para vocês dois.
Se ele quase ficou sem escutar com seus gritos no mario kart, não conseguia nem imaginar o que o aguardava em um jogo de sorte. Entretanto, não podia mentir, estava ansioso por todo momento que viveria contigo.
Esteban Kukuriczka
O seu namorado sempre busca novas formas para te animar ou mudar um pouquinho a rotina monótona que vocês tinham. No entanto, estava meio hesitante com a última ideia dele. Quando Kuku chegou com a proposta de aulas de dança para casais não conseguiu entender bem o que ele queria com isso e como ele pensou que seria uma boa. Não que você fosse péssima ou algo assim, mas aulas de danças para casais? Com Esteban que tropeça em todo lugar e até calçadas uniformes? Não sabia se isso iria curar todas as suas feridas internas com o tanto que te faria rir ou se iria te estressar ainda mais com os pisões constantes no seu pé.
Foi dito e feito. Desde a primeira aula Esteban mais pisava no seu pé do que no chão e ainda se atrapalhava todo quando ia te girar. Mesmo com as inúmeras vergonhas que ele te fazia passar, nunca sorriu tanto na sua vida quanto naquela horinha que passavam mais tentando do que realmente dançando. Eram momentos que te faziam ansiar pelo amanhã e criavam uma intimidade inigualável.
Depois de dois meses nas fracassadas aulas de dança, Esteban sugeriu uma coisa um pouco mais normal: aulas de confeitaria para casais. Apesar de saber cozinhar ambos não eram tão bons com sobremesas, por isso estavam dispostos e animados com a premissa. Só que, claramente, seu namorado cometeu um erro na hora da inscrição e colocou vocês em uma turma de intermediários, o que foi ainda mais engraçado do que as aulas de dança, pois a discrepância entre a sobremesa de vocês dois para os outros casais era evidente. Ainda mais que Kuku se recusava a usar o óculos dele afirmando que ainda enxergava bem e na hora da receita as medidas saiam totalmente incorretas.
Em comemoração ao fracasso de vocês em tudo que tentaram fazer, Esteban planejou um jantar no restaurante mais elegante da cidade afirmando que mereciam comer algo bom depois de tantas bolos com sabores intragáveis.
Agora, ambos secavam as lágrimas ao relembrar da vez que Esteban foi te girar e acabou te fazendo cair de bunda no chão.
"Sério, você é a pessoa mais sem coordenação que eu conheço e inventa essas coisas." Fala tocando o próprio rosto para massagear as bochechas que doíam de tanto rir do argentino.
Esteban estava adorável com as bochechas coradas, os olhinhos escuros reluzindo as luzes quentes do lugar e o amor por você, os cabelinhos loirinhos arrepiados com a umidade do ar e todo o resto dele que o tornava o homem perfeito aos seus olhos. Quando as risadas param, sente seu rosto corar por razões diferentes, agora que Esteban ficava sério te fitando com um olhar intenso que você não conseguia definir, mas te fez se sentir como se ele estivesse avistando uma divindade.
"Eu nem sei por onde começar isso, mas eu faço todas essas coisas com um propósito. Tenho certeza que quero e vou passar o resto da minha vida ao seu lado e se você permitir claro. Desde que te conheci senti que algo dentro de mim mudou, eu nunca estive tão bem e feliz como quando estou contigo. Nem sei o que falar mais, além do quanto te amo, o que nunca saberia definir em palavras e mesmo se soubesse não seria suficiente." Esteban fala devagar de vez em quando se atropelando nas palavras para então segurar sua mão em busca de forças e apoio, o que você cumpre acariciando os dedos grandes enquanto tentava não se emocionar com a declaração súbita de paixão. "Casa comigo, princesa?"
Simon Hempe
"Ai, Simón, eu não aguento mais." Você choraminga se apoiando dramaticamente na parede da academia. Desde que Simón te convenceu a malhar junto com ele todos os dias era a mesma história. Por ser noiva dele, pensou que talvez ele fosse pegar leve contigo quando você começasse a reclamar do peso ou do exercício. Tinha vontade de esganar ele todo dia quando ele aumentava a carga ou te mandava fazer mais repetições. Pelo menos quando chegava em casa você mostrava quem realmente comandava a relação.
"Ontem você não tava reclamando quando quase esfolou meu pau de tanto sentar, princesa." Simon sussurra apertando sua cintura e dando um beijinho no seu ombro exposto. Na hora que ele termina a frase, você se vira para encará-lo com os olhos arregalados com as safadezas que ousava dizer em um local público. Apesar de odiar quando Simon te pegava desprevinida com esses comentários sujos, não podia evitar sentir suas pernas fraquejarem por outros motivos além da musculação.
"Você tá louco? Já pensou se alguém escuta essas safadezas que você fica falando em público." Ralha com o argentino que só ri da sua reação exagerada. Ele adorava quando você ficava toda exaltada e fogosinha com as indecências que ele falava pra ti no meio da multidão. Só a sua reação já entregava que ele falou algum tipo de impureza no seu ouvido. Honestamente, Simon estava apreciando cada minuto que passava contigo, mesmo que fosse só reclamação e queixas da sua parte na maioria do tempo, mas pelo menos se viam e ele escutava sua voz, via seu rosto e te tocava. Sabia que não bastava só te pedir em casamento, tinha que continuar te conquistando a cada dia e te manter por perto. Simon não tinha um medo maior do que te perder.
"Louco eu vou ficar se você reclamar mais um vez. Aliás, você não engana ninguém com essa sua carinha, sei que adora quando eu falo safadezas." Ele diz com um sorriso perverso, dando um tapinha no seu quadril e apontando para você voltar para a cadeira de elevação pélvica onde tinham parado os exercícios depois de você pedir uma pausa que já durava 10 minutos.
Podiam passar 2, 3, 4 e até 5 horas na academia, mas Simon realmente não se importava. Mesmo com esse tempo todo juntos, quando ele viaja ainda sentia muito a sua falta, quando ia a qualquer lugar sem você não podia evitar ficar te mandando mensagens e não conseguia se separar de ti em nenhum momento, mesmo com distâncias físicas. Era desesperador para o moreno qu as vezes até quando você estava do ladinho dele, ele sentia saudade.
"Bora, doçura, prometo que quando chegar em casa vou fazer massagem no corpo inteiro" Ele fala te guiando para deitar novamente e posicionando a barra com os pesos no seus quadris, nem liga para o seu rosto emburrado que já tinha amolecido com as promessas dele, mas ainda sim, se encontrava com um bico birrento. Em seguida, se abaixa para sussurrar no seu ouvido: "Te massagear todinha com a minha língua."
Fran Romero
Lembra como quando entrou na faculdade pensando como seria sufocante nunca mais ter amigos próximos e ter que lidar com as coisas da vida adulta, caminharia uma estrada solitária até conseguir o tão almejado sucesso profissional. No entanto, não contava com a existência da melhor pessoa que podia conhecer, o seu atual namorado Francisco, que pelos mais próximos e íntimos gosta de ser chamado de Fran.
Desde o momento que se viram você sabia que seriam uma dupla imbatível, primeiro no tanto que se entendiam mesmo se conhecendo a pouco tempo e segundo porque ambos sentiam a conexão intensa. Fran era uns anos mais velho que você, pagava uma matéria contigo e colocou como objetivo pessoal se aproximar de ti na hora que te viu entrar na sala. Era tão bonita e carismática que ele não conseguia tirar os olhos da sua pessoa.
No início você hesitou, pois do nada ter um homem gigante te observando te intimidava um pouco, mas depois que ele abriu a boca e contou a melhor piada que você já ouviu sentiu toda a tensão sumir do seu corpo. A partir daí se tornaram inseparáveis até um dia Fran admitir que sentia muito mais do sentimentos amistosos por você, o que te deixou receosa porque Fran era seu melhor amigo e perder isso por causa de uma paixão te causava náuseas, entretanto Fran te passava uma segurança sem igual e era extremamente persuasivo, então começaram a namorar o que foi talvez a melhor decisão da sua vida. Não só tinha um parceiro romântico e sexual incrível, mas também tinha um melhor amigo que fazia tudo contigo e por ti.
Por exemplo agora, após passarem o dia em uma lojinha de produtos de skin care estavam ambos deitados na sua cama com máscaras faciais de remoção de cravos e outros n benefícios que vocês nem ligavam de verdade.
"¡Ay, gordis! Agora que lembrei da sua roupa nova, experimenta pra mim, porfi." Fran fala de repente se levantando, indo até as sacolas de compras de vocês e retirando o conjunto que ele te incentivou a comprar.
"Não sei, Fran." Responde baixinho, um pouco insegura, pois sabia que na emoção da compra nem se lembrava como a roupa evidenciava áreas do seu corpo que particularmente você não gostava muito de mostrar por vergonha. "Acho que eu vou trocar ou devolver, sei lá." Fala dando de ombros e fingindo estar interessada na milésima temporada de real housewives que Francisco te fazia assistir.
"Que? Não! Sério, vai ficar perfeito em você com esses peitos e essa bunda só imagino-" Ele começa a tagarelar animado até prestar mais atenção na sua expressão meio melancólica. Dificilmente, você se sentia insegura desde que começou a namorar Fran, mas mesmo assim de vez em quando pensamentos obscuros sobre a sua aparência te assombravam. "Vem cá, gatinha." Ele te chama em um tom mais calmo e com a mão estendida na sua direção.
Relutante, você levanta da cama se sentindo mais ridícula ainda de ter estae com uma máscara preta na cara. Assim que você se aproxima o suficiente, Francisco te puxa para os braços dele, descendo o zíper do vestido que você usava lentamente. Ele ajeita seu cabelo ao redor do seu rosto, depois de subir a saia pelas suas pernas com uma certa dificuldade nos quadris e coloca o top pela sua cabeça ajustando ao redor da sua cintura.
"Eu amo minha bonequinha." Ele cantarola depois colocar a roupa inteira e te empurrar para a frente do espelho grande no quarto. Seus olhos vagam por todos os defeitos que encontra, pensando como sua celulite na perna aparecia, sua barriga se sobressaia a roupa e seus ombros pareciam largos demais para as alças delicadas.
"Para, Fran." Fala tentando empurrar as mãos do argentino para longe das áreas que você não queria atenção.
"Não, não, gatinha." Ele ralha te segurando e pegando seu queixo para te fazer encarar o reflexo de vocês dois. Era realmente adorável olhando por esse lado. Seu namorado alto e magrelo quase te engolindo com o tamanho dele, as mãos grandes segurando sua cintura, os olhinhos verdes te admirando como se você fosse a criatura mais perfeita do mundo. Pareciam perfeitos por mais que as inseguranças surgissem aos olhos dos outros talvez não parecia que você se odiava em certos momentos.
"Eu sei que elogios não consertam o jeito que sua cabecinha funciona, mas aos meus olhos você é perfeita. Cada partezinha sua foi feita para apertar, fazer carinho, elogiar e amar, amorcito. Não pra odiar e xingar. Onde você vê defeitos, eu enxergo o amor da minha vida existindo. Meu maior desejo é te ver feliz e eu te adoro independente do que sua cabeça diz." Ele fala matendo os olho vidrados nos seus pelo reflexo. Sua mente relaxando devagarinho, porque realmente era um fato o que Francisco fala, mesmo que você fale que odeia suas pernas ou barriga, ele já estava apaixonado por ti e não teria qualquer fala sua que faria ele mudar de ideia. Depois de um tempo, você deita a cabeça e descansa o corpo no peitoral dele. "E eu sou teimoso demais, gordis, pode checar tá no meu signo e significado do nome Francisco." Ele fala risonho enquanto afaga sua cintura, em seguida fazendo cócegas no seu corpo até você soltar a gargalhada que segurava. Talvez não fosse tão difícil assim aceitar que você podia ser amada.
Agustin Pardella
Antes de conhecer Pardella suas férias eram sempre monótonas ou dias que você passava em casa assistindo qualquer série do momento por horas e horas. Agora sua vida era regada de aventuras, todo fim de semana ou toda folga, seu marido inventava alguma atividade ou um novo lugar para conhecerem mudando totalmente a forma como você via o mundo. Ter alguém tão especial te tirando da zona de conforto para viver mais e aproveitar a vida em boa companhia é algo que nunca pensou que conseguiria ter. E ficava mais feliz que nunca que essa pessoa é um homem que faz de tudo por ti, se declarando e demonstrando todos os dias como é extremamente apaixonado por você.
Apesar de você ser uma pessoa metódica e que gosta de sempre estar envolvida em todos os planos, se sentia confortável deixando tudo nas mãos do argentino, que adora cuidar de você e te trata como uma princesa. Agustín cuidava minunciosamente de todos os detalhes deixando sua cabecinha descansar e ficar relaxadinha só se importando em se divertir.
Por isso, nas suas férias de verão ele programou uma viagem para uma ilha paradisíaca onde fariam várias atividades ao ar livre - apesar das suas reclamações - para se conectar com a natureza e um com o outro a um nível mais profundo. As vezes, sentia que já estavam em perfeita sintonia, no entanto, seu marido te provava várias vezes que podiam se apaixonar mais e mais a cada dia.
Hoje era o último dia da viagem e Agustín planejou um simples passeio de barco para conhecerem o outro lado do litoral. Como seu homem sabia fazer de quase tudo, claro que o argentino pilotou e comandou a embarcação sozinha. Devia admitir que não acreditava que seu marido podia ficar mais lindo até vê-lo todo a caráter andando pelo barco.
"Do que precisa, capitão Pardella?" Pergunta bebericando a taça de champanhe enquanto ele se aproximava para sentar do seu lado no pequeno sofá da área externa do barco.
"Preciso da minha segunda em comando, comandante Pardella." Diz amorosamente com os olhos verdes brilhando ao colocar o chapéu de marinheiro na sua cabeça e se aproximar para dar um beijinho na ponta do seu nariz.
Você sorri, corando com a demonstração de afeto do seu companheiro. Mesmo depois de todos esses anos ele te deixava de igual uma adolescente apaixonada recebendo atenção do garoto que gostava.
"Dá pra gente mergulhar aqui, princesa, aí depois posso preparar mais uns drinks pra você enquanto voltamos." Ele fala colocando suas pernas bronzeadas no colo dele, massageando suavemente seus pés com as mãos firmes e carinhosas.
Manhosa, você se espreguiça todinha com um suspiro extasiado, murmurando baixinho uma confirmação para o seu marido. Em seguida, move as mãos para dedilhar as tatuagens no peitoral avermelhado pelo sol, tracejando o desenho como sempre fazia, já era uma mania sua e Agustín amava sentir seus dedinhos apreciando cada partezinha da pele dele.
Soltando seu pé, Pardella sussurra que sentiu saudades dos seus lábios e implora por um beijinho seu, o que você alegremente dá, sem pressa, pressionando seus lábios nos dele, gemendo baixinho com a sensação reconfortante de beijá-lo. Sua mente nunca esteve tão relaxada escutando os sons da natureza ao redor, como os pássaros cantando e o barulhos das ondas quebrando na areia junto com a sensação deliciosa das mãos e boca do seu esposo te tocando com tanto carinho. Pardella percorria seu corpo quente com as mãos gigantes ao inclinar a cabeça para provar ao máximo dos seus lábios com um gostinho suave dos resquícios de álcool do champanhe.
Mesmo com ambos ansiosos pelos planos que tinham para aquela tarde, não conseguiam sair da bolha de intimidade que criaram no meio do mar. Para outros poderia parecer que estavam perdidos, mas vocês sabiam que estavam onde pertenciam: nos braços um do outro.
Fernando Contigiani
Com certeza o sexo entre você e seu namorado era um pouco fora do habitual, te fazia ficar enlouquecida e burrinha mesmo antes dele sequer te penetrar. Só que sua parte favorita definitivamente era o pós. Fernando podia te amarrar, xingar, espancar até sua pele arder ou qualquer uma das outras coisas que você pedia para ele fazer contigo, mas no fim, sempre cuidava de ti como se fosse o ser mais delicado do mundo, o que aos olhos dele era um fato.
"Vem tomar banho comigo, princesa." Fernando diz depois de recuperar o fôlego e dando um beijinho na sua testa. Você só responde com um resmungo sonolento, fechando os olhos e deitando a cabeça no peitoral do mais velho. "Vamos logo, eu te carrego, vai." Ele fala com a voz rouca em meio a um bocejo enquanto acaricia sua cintura.
Por mais que estivesse esgotada sabia que não seria prudente deixar toda aquela bagunça e sujeira no seu corpo até amanhã já que ambos não iriam trabalhar e com certeza acordariam tarde. Então, se senta na cama, esfregando os olhos e fazendo um biquinho para ele. Fernando estica os braços acima da cabeça, em seguida se sentando e segurando sua mão para dar um beijinho, depois te puxando para mais perto dele conforme se colocava de pé.
"Segura no meu pescoço, minha querida." Ele comanda prontamente posicionando seus braços ao redor dos ombros torneados e te impulsionando para pular no colo dele, o que você faz com um suspiro assustado mesmo sabendo que ele nunca te deixaria cair.
Fernando te carrega cantarolando baixinho até o box do banheiro, onde continua te apoiando com um braço forte enroscado no seu quadril ao mesmo tempo que ligava o chuveiro com a mão livre. Garantindo que você conseguia firmar os pés no chão sem tremer, Fernando te solta e se vira para pegar o sabão, seguidamente espalhando nas mãos e então nonseu corpo suado. Ele te põe embaixo do água, com cuidado para não molhar seu cabelo a essa hora da noite,ensaboando todo a sua pele evitando esfregar áreas sensíveis pelas mordidas e tapas que te deu. Na hora que ele termina de te lavar e ia te embolar na toalha para poder se limpar também, você nega com a cabeça, pegando um pouco do sabão dele e passando pelo corpo alto e forte. Seu namorado fecha os olhos, aproveitando o toque suave das suas mãozinhas limpando-o e massageando os músculos cansados.
Quando ambos se dão pro satisfeitos depois de alguns beijos embaixo do chuveiro, Fernando coloca o roupão em você e nele, agora te direcionando até a pia para escovarem os dentes. Depois disso, ele abre sua gaveta de produtos para a pele, separando aqueles que sabe serem parte da rotina nortuna.
"Fecha os olhinhos e vira pra mim, amor." Ele te orienta abrindo cada produto e deixando na bancada prontos para passar em ti. Na hora que você o obedece, Fernando começa a suavemente aplicar os cremes e seruns em ti, cuidadosamente massageando sua pele com os dedos grandes.
Ambos saem do banheiro prontinhos para só colocar uma roupa e dormir. Já sabia que Fer também cuidava disso, portanto, só se sentou na cama, observando ele pegar no closet uma camisa do River Plate para você e um short fino para ele. Após se vestir ele vai até você tirando o roupão e pendurando no banheiro, logo voltando para colocar a camisa de time pela sua cabeça e amarrar seus cabelos em um rabo de cavalo frouxo do jeito que você gosta para se deitar.
"Espera um pouco aí, bebê, já volto para deitar contigo." Ele diz dando um selinho nos seus lábios e indo até a sala ver se tudo estava trancado.
Nesse meio tempo, você já estava se aconchegando nos lençóis quentinhos que Fernando também tinha trocado. Sua cabeça e corpo totalmente calmos e com uma sensação de paz indescritível que você só sentia quando estava com o argentino.
Fernando não consegue evitar um sorriso ao ver sua carinha sonolenta no meio dos lençóis, encarando-o enquanto suas mãos batiam no travesseiro dele pedindo que se apressasse para deitar.
"Ficou com saudades foi?" Ele pergunta risonho ao se deitar, te trazendo para deitar no braço dele e se deliciando com a forma carente qur você logo o abraçou. "Não precisa se preocupar, eu vou sempre estar aqui, princesa."
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ellebarnes90 · 4 months
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·•°VIAGEM EM FAMÍLIA
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warnings: smut, Enzo sendo pai de menina e protetor, fluff, viagem em família, não revisado, sem proteção (não pode hein), cum inside, resultado de uma ask muito boa
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Você e sua filha se tornaram as duas pessoas mais importantes na vida de Enzo, vocês eram a família dele e também sua prioridade. Eram o amor da vida dele e claro que ele não iria querer que nada acontecesse com vocês, o que o tornava um pouco super protetor demais, sempre se certificando de que estava tudo bem, ligando para saber como você e sua filha estavam, nunca deixava faltar nada para vocês, as tratavam como duas rainhas e para ele vocês eram.
Agora, colocando as coisas no carro para viajar e aproveitar suas férias do trabalho, Enzo toda hora te perguntava se tinha guardado tal coisa, se as coisas da pequena estavam na mala, se tinha esquecido algo, sempre verificando para que a viagem de vocês fosse perfeita para os três. Quando chegaram no carro, o uruguaio se certificou três vezes de que a bebê estava segura na cadeirinha do banco de trás e quando teve a certeza, entrou no carro com você e acelerou.
Era sua primeira filhinha, tinha medo e preocupação, então você entendia esse lado dele, entendia que vocês eram a vida dele e isso só te fazia o amar ainda mais. Desde que soube da gravidez, Enzo nunca saiu do seu lado, sempre esteve com você, te apoiou, fazia de tudo por você, só faltava o casamento mesmo — coisa que ele secretamente estava juntando dinheiro para poder fazer.
Quando chegaram na cabana envolvida por árvores lindas e com uma vista para o lago mais lindo que já viram, Enzo carregou as malas para dentro enquanto você carregava a bebê, segurando a mãozinha dela.
Após colocar as malas no quarto e as da bebê com os brinquedos dela na sala, Enzo tomou a pequena dos seus braços, a ninando.
— Vai lá tomar um banho, amor. Relaxa um pouco que mais tarde eu preparo um almoço gostoso pra gente, tá?
A voz dele era calma e tranquila, te fazendo sorrir toda boba. Indo até ele você deu um beijo estalado no homem e logo depois um beijo mais tranquilo na cabeça da sua bebezinha.
Falando em “calmo”, você notou que depois de descobrir sua gravidez a paciente do homem aumentou e no fundo você sabia o porquê, muitas coisas nele mudaram. Estava mais maduro, mais preocupado com as coisas, mais responsável do que já era, mais amoroso e atencioso. Durante sua gravidez — enquanto a barriga ainda não era visível — quando vocês iam transar ele tomava todo cuidado possível com você, te pedindo para ir devagar com medo de afetar a bebê, te fazia rir de certa forma.
Lembra da vez em que foram transar pela primeira vez após a descoberta, o homem se recusava pois tinha medo de machucar a criança ou disso afetá-la de alguma forma, ele era tão fofo.
Quando a noite caiu e você já estava cansada de tomar conta da bebê, de dar banho, leite e tudo, Enzo decidiu que era a vez dele, a pegando e a levando para a sala com ele, na intenção de assistir algum desenho que a manter-se quieta e ele conseguiu, quando o canal infantil parou e a Peppa Pig apareceu na tela a pequena Vogrincic parou com a pirraça, abrindo a boca e mantendo os olhos focados na porquinha rosa, como se estivesse hipnotizada. Ao ver aquela cena você teve certeza de que tinha escolhido a pessoa certa e de que sua filha sempre estaria segura com Enzo, indo então para o quarto dormir um pouco.
Acordou no meio da madrugada, beirando às duas da manhã e vendo que Enzo não estava do seu lado na cama você foi até a sala, se esbarrando com uma cena que nunca mais iria sair da sua cabeça: Enzo deitado no sofá dormindo em um sono tranquilo enquanto sua filhinha estava do mesmo estado, deitada em cima do peito do pai, babando na camisa dele enquanto o desenho My Little Pony passava na tv.
Ainda estava meio sonolenta, mas não o suficiente para não gravar aquela imagem na memória, estavam tão lindos juntos que você se arrependeu de não estar com o celular agora. Indo até eles com passos silenciosos e lentos, você pegou a bebê com todo o cuidado do mundo e levou para o quartinho onde ela ficaria, a colocando no bercinho pequeno que levaram. A pequena dormia em um sono profundo, com a boca aberta e babando pelo lado, tal como o pai fazia às vezes.
Voltando para a sala, você riu ao ver que Enzo havia fechado a boca e agora dormir de lado, virado para a televisão e ao desligá-la, os olhos dele se abriram em um susto.
— A bebê, cadê ela? Cadê minha bebê!? — ele dizia assustado e um pouco cego pelo sono, passando a mão pelo peito e vendo que a criança não estava mais lá
— Cálmate, padre del año. Sua bebê tá no bercinho dela, dormindo — você se aproximou com um sorriso, pondo as mãos no rosto dele e enfim o acalmando
Um suspiro aliviado fugiu dos lábios dele, esfregando os olhos e te olhando totalmente. Para ele, você estava tão linda, o cabelo um pouco bagunçado, o rosto marcado pelo travesseiro…ele riu, imaginando o quão gostoso deve ter sido o seu sono.
— Do que tá rindo? — o perguntou
— Nada, es solo que...tengo a la mujer más bella del mundo — respondeu com a voz baixa, um pouco rouca
Você sentiu seu rosto queimar como se estivesse abaixo de um sol de 35°C e você sabia como deveria estar agora.
— Vem dorminhoco, vamos dormir lá na cama
O chamou, o ajudando a se levantar com a mão.
[...]
Já no quarto, com a porta destrancada para caso a filha de vocês acordasse, vocês se beijavam intensamente, suas mãos encontravam o cabelo dele, puxando um com um pouco de força enquanto o mesmo, em cima de você, apertava sua cintura com uma mão enquanto apoiava seu peso na cama com o outro braço. Fazia muito tempo que vocês não faziam nada e como essa era a oportunidade perfeita, vocês não iriam desperdiçar.
Suas línguas dançavam em uma perfeita sincronia, sentindo a textura um do outro, o sabor…No quarto só se ouvia seus gemidos abafados por suas bocas e os estalos que seus lábios faziam. Você sentia a ereção do homem roçar na sua coxa, te deixando mais molhada do que já estava apenas com o beijo, Enzo sabia usar seu corpo para te satisfazer e ele fazia isso com excelência.
Sabia como você gostava que ele roçasse o pau em você e assim ele fazia, esfregando seu pau em você e apertando sua cintura, também se apoiando um pouco nela. Você não aguentava mais, precisava dele dentro de você e ele necessitava de sentir sua buceta se contraindo contra o pau dele e em poucos minutos ele sentiu isso.
Metia lentinho em você, com você de bruços e a bunda toda empinada, do jeitinho que ele gostava. Afundava seu rosto no travesseiro enquanto metia em você, apertando sua bunda com a outra mão. Às vezes se inclinava até seu ouvido, sussurrando coisas que só te deixavam ainda mais perto do ápice, dizia o quão gostosa você era, que amava o jeito que a sua buceta engolia o pau dele, que você era a putinha dele.
De vez em quando dava alguns tapas no seu rosto ou na sua bunda, a apertando com força usando as duas mãos e aumentando a velocidade. Sentia como o pau dele preenchia você, entrando e saindo, era tão gostoso…ele sabia exatamente do jeitinho que você gostava e fazia até melhor.
Ouvir os gemidos roucos dele no seu ouvido quando ele se deitava sobre você era a coisa mais gostosa do sexo, já para Enzo a parte mais gostosa era quando te via revirar os olhos ou abafar os gemidos com o travesseiro, o mordendo com força enquanto machucava a bucetinha dela, sentindo o quão quentinha ela era.
Variando entre meter devagarinho e em meter com força e rápido, você gozou fazendo o mesmo esquema para abafar o som, sentindo seu corpo tremer abaixo do dele.
Ver você naquele estado, toda vermelha e suada, cansada e satisfeita foi o suficiente para ele gozar e jorrar todo o seu leitinho dentro de você, sentir todo o sêmen dele te preencher e sentir o mesmo escorrer pela sua coxa foi o auge da transa de vocês, na sua opinião.
Você amava isso, amava sentir isso e amava ele, não existe outro homem no mundo por quem você poderia se apaixonar que não fosse ele.
Ele era o cara certo e você se sentia sortuda por tê-lo.
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imninahchan · 6 months
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⌜ 𝐀𝐕𝐈𝐒𝐎𝐒: professor uni x aluna de pós (não façam isso girls), sexo em local público (isso tb não), cigarro (cuidado com o pulmão preto hein), dry humping, termos em francês, fingersucking, tensão. ⭒˚。⋆ ⌝ ꒰ 𝑵𝑶𝑻𝑨𝑺 𝑫𝑨 𝑨𝑼𝑻𝑶𝑹𝑨 ꒱ estou apaixonada pelo meu twink francês de 40 anos ─ Ꮺ !
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ELE RISCA O ISQUEIRO E ACENDE O CIGARRO, a face próxima à janela aberta do gabinete. O cenho franze, complacente, enquanto você desaba a falar tudo que ficou entalado durante a semana.
Não é seu psicólogo, ou coisa parecida, mas tem se tornado frequente usar uns minutinhos depois da reunião para conversar com o seu orientador. Fala sobre as gafes que cometeu naquela certa disciplina que não queria fazer porque o professor não era bom nem na graduação, imagina agora na pós. Reclama da quantidade de obras que tem que ler, o pouco tempo que sobra entre o trabalho e a formação acadêmica. Os olhinhos até brilham, acumulando lágrimas, ao afirmar que vai largar tudo, que não vai conseguir defender a sua tese.
Quando ele não ri, acenando negativo, para com isso, chéri, está reanimando as suas energias com um olhar amigo, um assentir com a cabeça e a capacidade de ser um ótimo ouvinte. Talvez seja por isso que você continua abrindo-se com ele — porque ele te escuta.
E oferece carinho.
O braço se estica para alcançar o seu ombro, os dedos rapidamente subindo até a nuca na intenção de envolvê-la com afeto. No automático, pois o toque da palma da mão quente te desconcerta, você tomba o corpo na direção do dele, a testa descansando na curva do pescoço alheio.
A carícia é certeira, embriagante. Embora mal posicionada, porque verga da própria cadeira em que está sentada para a dele, é tudo que você necessitava para aliviar a frustração. Ele reclina a cabeça pra encostar na sua, os dedos deslizam pela sua nuca, arrastam nos pelinhos finos até a raiz dos cabelos. Resvalam na região posterior a sua orelha, um local onde não imaginava que fosse sentir tanto conforto ao ser tocada.
Solta o ar dos pulmões, mais leve. Se permite cerrar os olhos, suspirando. É capaz de escutar a respiração tranquila do homem, ouvir, de leve, as batidas calmas do coração. Se tinha alguma questão na sua vida que estava te chateando, honestamente não se lembra qual era.
Aspira a fragrância do perfume masculino; suave, meio docinho. Tem certeza que se perguntar o nome ele vai responder algo em francês com aquela voz rouquinha, os lábios finos se unindo num bico para a pronúncia da língua estrangeira, igual quando te recomenda os filmes favoritos, e são todos feitos no país dele.
Quando abre os olhos de novo, consegue esgueirar, sem querer, a visão por entre os botões desfeitos da camisa simples. O torso magro, a figura contida. Vê a outra mão dele pousando sobre a perna, e nem se deu conta de que ele escolheu jogar fora o pito para te dar mais atenção.
— ‘Brigada — você mumura, a voz ecoando abafada, comendo a palavra.
Não dá pra flagrar, já que está cabisbaixa, mas ele estica um sorriso pequeno no canto da boca.
— Você precisa de um abraço — responde, com bom humor, o que te faz rir, soprado. Ganha um beijo no topo da cabeça, um aconchego maior quando ele passa a mão no seu braço, terno. — Vai ficar tudo bem... Tá tudo bem.
As falas reverberam feito um gatilho, pois desmonta todinha, perde totalmente os limites ao ser dominada pela melancolia de novo. Vai se vergando tanto na direção do mais velho que chega a ser mais viável sentar sobre as coxas dele de uma vez. Quietinha, encolhida, mudando da cadeira estofada do cabinete pro colo do francês.
Tão silencioso quanto ti, Swann te recebe. Os braços envolvendo o seu corpo com mais carinho, a mão alternando entre afagar a sua nuca ainda e também escorrer pelas suas costas, até a lombar. E você segura no ombro dele, o rostinho escondido na curvatura do pescoço. Arrastando a ponta do nariz, de olhos fechados novamente, a boca recostando na pele à mostra.
O aperto que sente na coxa te deixa inquieta, remexe o quadril devagarinho, sem pensar muito no atrito que a sua calça causa nele. Leva os próprios dedos do ombro masculino para a cerviz, entrelaça nos fios de cabelo escorridos, espessos. De levinho, mesmo sem noção das consequências, puxa, cravando as unhas na pele depois.
Ele solta um suspiro profundo. Também está com os olhos cerrados, deseja que o foco esteja somente na sensação calorosa e passional do ‘abraço’. Te aperta, momentaneamente, como se só pudesse ser aquilo o máximo que colheria da interação cômoda.
O tato firme lhe causa suspiros, igualmente. Ajeita a coluna, ereta, a cabeça tombando um pouquinho pra trás enquanto puxa oxigênio, antes de colar a bochecha com a dele.
As mãos do homem repousam na sua cintura. Não sabe ao certa como julgar seus pensamentos. Na verdade, nem tem certeza se está pensando nesse momento. É provável que tenha desligado o bom senso, que apenas o setor carnal do seu ser venha sendo o responsável por todas as suas reações. Quando relaxa as pálpebras finalmente, por exemplo, é pra tomar o rosto dele entre as próprias mãos e contemplar a face do estrangeiro.
As marquinhas finas da idade, acumulando nas extremidades dos olhos ao sorrir doce agora, diante de ti. O queixo curto. As íris límpidas, como aquamarines discretas. Corre os dedos pelos cabelos grisalhos, da raiz até as pontas. E a pergunta que se passa pela sua cabeça não poderia ser mais trivial; como ele era quando mais jovem?
“Ma petite folie”, é o como ele te chama. O pronome possessivo se soma ao adjetivo, ecoando mélicos aos seus ouvidos. Feito um feitiço, não deixa que a última palavra receba o peso que carrega — loucura.
De fato, é insensatez. Quando as costas das mãos tocam no seu rosto, você beija a pele, se aninha. “Não faz assim, por favor”, escuta o homem sussurrar, mas os lábios se movem em meio a um sorriso tímido. “Não me faz querer você.”
Você segura no pulso dele, “você me quer?”, a pergunta soa genuína.
Os olhos miram a sua boca, se perdem um bocadinho ali. Não, te nega, tornando a retribuir o contato visual. A recusa não te afeta porque não aparenta verdadeira. “É melhor, então”, responde, num cochicho. A testa se cola a dele, os narizes juntinhos, ao passo que fecham os olhos outra vez.
As mãos na sua cintura te apertam com mais firmeza, principalmente no instante em que os seus quadris resolvem se mover em círculos, lento. Ao seu pender do pescoço pra trás, o queixo resvala na ponta do nariz alheio. Swann aprecia o esticar da região, o que era pra ser algo corriqueiro se transforma num cenário atrativo. Desliza os dedos pela sua garganta, com preguiça, demorando a chegar até a clavícula.
Olha pra pele, observa a correntinha dourada adornando o seu pescoço. O indicador descendo pelo caminho desnudo que o decote da blusa proporciona, alcançando o espaço entre os seus seios. O sonzinho meigo, baixo, do seu choramingo rouba a atenção pra sua face de volta, a pressa masculina para flagrar a sua expressão de deleite. Shhh, dois dedos se erguendo com o intuito de mergulhar nos seus lábios entreabertos.
Umedece de saliva lá dentro, se deparam na sua língua quente. Você tomba a cabeça pra frente, o cérebro parecendo desligar aos pouquinhos quanto mais os segundos rebolando no colinho dele se passam, mas o homem pega na sua mandíbula, com os dedos molhadinhos e cálidos, para que possa manter o rosto no ângulo que o permite continuar te observando. “Olha pra mim”, ele pede, e você acata quase que de imediato.
Está olhando-o nos olhos quando aumenta o compasso dos quadris. Os lábios estão separados, o cenho se franzindo, queria ecoar todos os gemidos que segura, porém se mantém silenciosa. A porta de fechadura eletrônica do gabinete te dá a segurança de que ninguém vai girar a maçaneta e entrar do nada para interrompê-los, entretanto a sala não é a prova de som. Não pode deixar que quem quer que passe do outro lado, no corredor, possa escutar o que se passa aqui dentro.
Se entrega de vez ao prazer, ao movimentos desregulados, até tolos de uma certa forma, em busca do êxtase. Chega na pontinha, e se joga. Caindo numa queda tão intensa que finca as unhas na nuca do homem, o abraça com força, feito almejasse se fundir a ele, entrar por debaixo da pele. Um grito calado moldando a boca, os pezinhos perdendo contato com o piso do cômodo, as pernas tremendo.
E ele retribui com compreensão, um sorriso afetivo. “Calma... Calminha...”, aconchega, acariciando as suas costas. Espera a sua respiração normalizar, o coração parar de saltar dentro da caixa torácica. Quando aparenta dona de si de novo, a palma da mão quente toca o seu rosto. “Tudo bem?”, quer saber, checando em busca de vestígios que denunciem a alta sensibilidade.
Você faz que sim, sorrindo, toda boba, porque ele acaba sorrindo também. Recosta a testa na dele, a ponta do nariz masculino roça de um lado ao outro, afagando a sua. A boca fica a poucos centímetros de ti, os rosto parados, em paralelo. Como se quisessem ainda esperar por algo, mas nenhum dos dois tem a audácia.
Assim, você se levanta. Pigarreia. Pega no encosto da cadeira em que estava sentada no começo e a leva de volta para a mesa. Empilha os três livros que pegou emprestado das estantes dele, numa dessas de quem vai se ocupar com algo para esquecer o que quer de verdade. E sem saber se controlar, volta os olhos para a figura do homem.
Cabisbaixo, Swann desliza as mãos nas coxas, ajeitando a calça nas pernas. Sob o jeans, você vê, a ereção marca presença, pesada, rígida. Dolorida. “Desculpa”, você diz.
Ele balança a cabeça, em negação, te oferecendo um sorriso pequeno. “Não se preocupa.”
Você pega a sua bolsa, acomoda sobre o ombro. Toma os livros no braço, “já vou”. Em resposta, só o assentir do mais velho é o que recebe. Ele cruza os braços, parece querer muito manter as aparências, ignorar o que houve.
Aí, você dá as costas, caminhando pelo gabinete em direção à porta. Ainda sente as perninhas vacilando, as pontas dos dedos formigando. Quando toca na maçaneta, para. Não gira, não fala nada, não espia por cima dos ombros. Não precisa nem olhar, já é capaz de recriar o rosto dele na sua mente, a expressão de esperança que, certamente, acende a face alheia. Aquela pontada de ânsia badalando no peito na tentação de levantar do assento e te colocar contra as estantes. Você arrepia só de pensar que pode ser forçada de joelhos para auxiliá-lo com o problema que o rendeu entre as pernas.
E pode correr agora, mas quando voltar, e você vai voltar de um jeito ou de outro, as coisas serão ainda mais intensas.
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dreamwithlost · 2 months
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RECARGA ACONCHEGANTE
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Ten x Reader
Gênero: Fluff, família feliz scr
W.C: 938
ᏪNotas: Essa aqui aqueceu o meu coraçãozinho, não costumo escrever muito sobre casais com filhos, mas acho que preciso, por que sempre me deixa feliz 😞🙏 (Pedidinho incrível!!!) Espero que gostem meus amores! Boa leitura!
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Você chegou em casa depois de mais um longo dia no escritório de advocacia. O relógio marcava dez horas, e o cansaço pesava sobre você como um cobertor de chumbo. Cada passo no salto alto era um esforço, e finalmente poder retirá-los e atirá-los para longe foi uma dádiva.
Seu corpo clamava por um banho quente e a suavidade da cama, mas o silêncio da casa, que por um momento lhe trouxe alívio, começou a incomodá-la. Com duas crianças em casa, o silêncio absoluto era raro, especialmente numa sexta-feira, quando as noites eram mais longas e animadas.
— Shh, papai — Ouviu um sussurro vindo da sala, reconhecendo a voz de Chen Tao, seu filho mais velho, com apenas cinco anos. Uma risada suave de Ten, seu marido, acompanhou o sussurro, aquecendo seu coração.
— Ten? — Você chamou por seu parceiro, pousando a bolsa sobre a bancada da cozinha e seguindo o som das vozes.
Ao chegar à sala, deparou-se com uma construção improvável: lençóis pendurados sobre cadeiras e o sofá marrom, formando uma cabana improvisada, iluminada pela luz quente de um abajur que projetava sombras suaves nas paredes. Era uma visão encantadora, um toque de magia no cotidiano.
— Meu Deus — Murmurou, mas logo uma risada escapou de seus lábios — O que vocês estão aprontando?
— Vem cá, mamãe! — Chen Tao exclamou, a animação traindo o segredo que tentava manter.
Com cuidado, você se abaixou para espiar a cena dentro da cabana. A luz suave iluminava os rostos de sua família, criando um cenário que poderia ser facilmente confundido com o próprio céu. Chen estava sentado com as pernas cruzadas, balançando-se ansioso ao lado do pai. Ten segurava Liang, seu filho mais novo, que dormia profundamente nos braços fortes e protetores.
Era impressionante como Chen Tao herdara seus olhos e sorriso, mas era cheio de energia como o pai, enquanto Liang, a cópia exata de Ten, apesar de ter apenas dois anos, já demonstrava traços de sua personalidade, tranquila e observadora; "haviam nascidos trocados", você costumava brincar.
— Surpresa! — Chen gritou, erguendo os bracinhos em celebração.
No centro da cabana, a mesa de centro havia se transformado em um espaço para um piquenique noturno, coberta com lanches leves e frutas cortadas em formatos divertidos — claramente ideia de Ten, que sabia da sua preferência por refeições leves à noite.
— O que é isso? — você perguntou, um sorriso de orelha a orelha, enquanto se juntava à cena aconchegante.
— Foi ideia dos meninos. Como cheguei mais cedo, ajudei a preparar essa surpresa — Ten explicou, estendendo a mão livre para pegar a sua e depositar um beijo suave nela. — Você está se esforçando demais nesse novo escritório, precisa descansar mais.
— Mas o Liang já dormiu, mamãe! Nem te esperou — Chen Tao pontuou, orgulhoso por ainda estar acordado, mesmo que um bocejo ameaçasse trair seu esforço.
Você escorregou para o lado, levantando-se um pouco para dar um beijo em seu marido, e aproveitando para acariciar as madeixas de Liang antes de lhe dar um selar na testa.
— É que ele ainda é pequeninho, meu bem, não é um homenzinho como você — Você disse a seu filho, puxando-o para o colo enquanto ele inflava o peito de orgulho diante o elogio.
Era um fato irrefutável que desde que abriu seu próprio escritório, a rotina se tornara mais caótica. No entanto, seu amor pela profissão a fazia suportar as dores e noites mal dormidas, certa de que estava construindo um futuro melhor para seus filhos, ao lado de Ten, que também trabalhava duro. Nem todos os dias eram perfeitos, mas a certeza de que o amor de sua família a aguardava em casa tornava cada obstáculo mais fácil de enfrentar. Quando Ten ofereceu um pedaço de lanche, o levando até sua boca, você aceitou com prazer, saboreando o momento. A exaustão de minutos atrás parecia ter desaparecido, substituída por uma paz reconfortante. Se em algum momento naquela noite estava exausta o suficiente para apenas para ir dormir, ignorando tudo, não se lembrava mais, adentrar naquela cabana fora como encontrar o paraíso onde não havia mais dor ou preocupações, e mesmo se houvesse, um simples sorriso de seu marido ou filhos poderia acabar com tudo aquilo.
Você permaneceu ali, ouvindo Chen contar sobre seu dia na escola e as aventuras com o pai que chegou mais cedo. Riu ao ouvir sobre como Liang quebrou um jarro de flores e viu o desespero de Ten tentando impedir que o filho revelasse o incidente já resolvido. Cada segundo era precioso, e você se deleitou com a inocência de Chen, observando-o enquanto sua fala se tornava lenta e seus olhos começavam a se fechar, adormecendo profundamente semelhante ao irmão mais novo.
Você apoiou a cabeça no ombro de Ten e sentiu o carinho de sua mão em suas madeixas.
— É assim que eu descanso — Você confessou, olhando para aqueles olhos nos quais ainda se perdia. — Vocês recarregam minhas energias em segundos. Mas prometo que não vou exagerar, e você também não.
— Combinado — Ten respondeu, selando o acordo com um beijo gentil. — Obrigado por ter me dado essa família.
Você riu, tocada pelo agradecimento inesperado.
— Eu te amo — Sussurrou, entregue a aquela emoção transbordante.
Poderia ficar ali para sempre, cercada por esse amor inabalável. Era ali que você encontrava sua verdadeira paz, entre os lençóis desarrumados e a improvisação que transformava uma noite comum em uma memória preciosa. Nesse espaço apertado, longe do mundo, era onde a vida fazia sentido, e você sabia que nenhum outro lugar poderia oferecer essa sensação de completa paz.
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lacharapita · 3 months
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HUSH
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Fernando Contigiani x Esteban Kukuriczka x leitora!pilota de Fórmula Um
Smut - threesome, sexo sem proteção [NAOOOOOOOOOOO], sexo oral [Femme & Male], Fernando & Esteban dando beijinhos [hihihi], degradação, slapkink, rough, Fernando meio dom e Esteban todo burrinho.
N.A - não tem Nota da Alexia, apenas @creads & @lunitt [this is Alexia's revenge]
        — O capacete preto com desenhos de oncinha também em preto e com figuras de seus patrocínios escondia as lágrimas de felicidade que escapavam de seu olhos. Erguia as mãos e apontava para o número um nas suas costas desenhado no macacão vermelho antes de puxar o capacete para fora da cabeça e tirar a balaclava vermelha. Manteve equilíbrio sobre o carro e gritava a plenos pulmões sobre a sua mais nova vitória: Tricampeã mundial da Fórmula Um. Fernando assistia da multidão com os olhos marejados, não era sua primeira vez sendo vitoriosa mas era a primeira vez que ele acompanhava de pertinho a sua conquista. Nunca foi muito ligado no automobilismo, mas quando foi convidado junto com Esteban para ver o GP de Barcelona e te viu, extremamente simpática e conversando com todos que estavam lá, ele se apaixonou completamente. Você estava em acensão, vinte cinco anos e três campeonatos mundiais na fórmula um não era uma tarefa fácil, especialmente sendo mulher no meio de dezenove homens. Enquanto era parabenizada por todos os outros pilotos ao seu redor seu olhar não podia sair de Fernando em hipótese alguma. Quando a multidão finalmente te deixou respirar, correu para os braços do único argentino que você amava. Fernando te abraçou com força, te apertava e enterrava o rosto no seu pescoço enquanto te puxava para enrolar as pernas na cintura dele. Sussurrava as palavras mais lindas que poderiam sair da boca de alguém, completamente louco por você.
          — A algazarra foi grande. Muita festa com muito álcool. Apesar da vitória ser sua, fazia questão de que todos estivessem lá. Fernando te olhava de longe enquanto você subia em uma das mesas e voltava a dançar ao som da Rabiosa da Shakira, os quadris se rolavam perfeitamente com o álcool claramente fazendo efeito em seu corpo. Esteban, o amigo de Fernando que estava estupidamente lindo essa noite, te acompanhava na dança, seus corpos próximos até demais enquanto você mexia o quadril de um lado para o outro. Sainz e seu pai rebolavam e enquanto você e Kuku continuavam dançando sentia lágrimas saírem de seus olhos pela risada que você não podia parar de forma alguma. Mas é claro que não teve álcool no mundo que te faria não notar o olhar ardendo em ciúme de Fernando em você. Segurava o copo de vidro com força e continuava te encarando sem vergonha alguma, as veias nos braços estavam marcadas e o maxilar dele completamente travado. Descendo da mesa com cuidado você caminhou até Contigiani, parando em sua frente e deixando um sorriso pequeno, fingindo que não compreendia o motivo da reação do argentino.
          — "O que foi, bombom?" — Fernando acenou com a cabeça devagar, logo em seguida agarrando sua cintura e te virando de costas para ele, abaixando o rosto para perto do seu ouvido você finalmente pode ouvir a voz calma dele.
          — "No quarto vou falar com você, nena. Aproveita." — O beijo demorado que ele deixou na sua bochecha logo após a sentença te deixou levemente desnorteada, te fazendo colocar o copo sobre a mesinha e se virar pra Fernando com um sorrisinho curioso nos lábios. — "Não me olha assim porque eu não 'tô afim de te arrastar p'ra fora daqui agora e acabar com tua diversão." — O sorriso permaneceu nos seus lábios antes de você decidir falar.
— "Sabe... o seu amigo, Esteban, ele 'tá lindo hoje." — Sua mão se enrolou na dele e Fernando não demorou para puxa-la pelo saguão do hotel e entrar no elevador com você. As mãos dele não demoraram para estarem em seu corpo, dessa vez em posições mais comprometedoras. As palmas deixavam apertos grossos na sua bunda enquanto vocês compartilhavam um beijo teso. Fernando deixava gemidos baixos entre o beijo, a mãos se arriscando e indo para debaixo da sua saia, sentindo a calcinha minúscula que você vestia naquela noite. Você riu do susto do argentino na hora que as portas se abriram, não tardando em agarrar a mão dele e levar ele até o quarto em que estavam. Assim que a porta se fechou atrás de você o clima ficou tenso, Fernando parecia digitar algo no celular antes de se sentar sobre a cama macia, colocou o celular de lado e deu duas batidinhas no próprio colo, ação que você logo notou e então seguiu caminho até ele.
— "Não não, bunda p'ra cima e eu não quero ouvir uma puta palavra saindo da sua boca." — Você respirou fundo e logo se deitou sobre o colo de Contigiani com a bunda virada para cima. A mão dele que não te segurava estava na barrinha da saia, puxando-a para cima e expondo as bochechas macias do seu traseiro antes de massagear o local. — "Una perrita hm?" — gemeu quando sentiu o tapa estalado no lado esquerdo. — "Kuku gostou muito da sua saia, amor. Gostou mais ainda de te ver se comportando como uma putinha." — Mais um tapa, dessa vez no lado direito.  Fernando riu baixo quando você empinou o quadril, tentando tirar mais dele. — "O que foi, nena? A princesa quer levar pau até ficar toda bagunçadinha hm? Um pau nessa bucetinha gulosa e um na sua boquinha, gosta disso?" — Seu rosto ficou avermelhado com as palavras dele, sentia a bunda arder com mais um tapa. A mão direita dele serpenteou pelo meio das suas coxas, conseguindo sentir o tecido rendado encharcado, sentindo até mesmo sua virilha úmida. — "Dale mami, 'cê 'tá escorrendo." — O aperto no meio de suas coxas e a pressão que os dedos dele fizeram sobre o tecido rendado fizeram um choramingo sofrido escapar de você. Ouviu Fernando respirar fundo antes de segurar seu corpo e te colocar deitada na cama, a visão de você foi cruel para ele, sentiu o pau se torcer dentro do tecido preto da calça quando você abriu as pernas suavemente, expondo um pouco do que guardava entre suas coxas. As mãos dele foram ágeis em puxar a micro saia vermelha para fora do seu corpo enquanto as suas puxavam a blusa sem costas pela sua cabeça, expondo os seios chamativos e lhe deixando somente na calcinha terrivelmente pequena. — "A calcinha fica, mami." — Antes que você pudesse responder ouviu duas batidinhas na porta e gelou completamente quando ouviu a voz doce de Esteban
— "Fer? Aconteceu alguma coisa?" — A expressão de Fernando enquanto olhava para o seu rosto foi o suficiente para te fazer sorrir e abrir mais as pernas. O argentino caminhou até a porta antes de abri-la. — "Você mandou mensa- puta madre." — As bochechas de Esteban ficaram vermelhas e ele fechou os olhos com força, o que te fez soltar uma risadinha baixa enquanto olhava para os dois argentinos.
— "Não fica assim, nene. Olha p'ra mim." — Você fez a voz mais doce que podia, fazendo Esteban lentamente abrir os olhos e te ver. — "Feerr..." — A manha era clara em sua voz enquanto o moreno sorriu para o amigo e o convidou a entrar, fechando a porta logo após.
— "Sabe Esteban, a verdade é que ela é uma putinha que 'tava desesperada pelo seu pau hoje, você não vai negar isso p'ra ela né?" — Fernando perguntou enquanto caminhava com Esteban até a frente da cama que você estava. O loiro ainda estava apreensivo, mas não conseguia de forma alguma desviar os olhos do meio das suas pernas, moveu os olhos para Fernando por alguns segundos e, quando teve uma confirmação, ele se ajoelhou entre suas pernas, deixando beijos nos pezinhos, seguindo pelas panturrilhas, joelhos, coxas e então quando ele estava próximo o suficiente, inspirou fundo, sentindo o cheiro doce que saia de você antes de olhar para o seu rosto e te ver em uma situação vulnerável. Os dedos compridos puxaram a renda para o lado e finalmente ele pode ver os lábios molhados, não demorou para traçar uma linha com o músculo quente da língua, fazendo um gemido alto fugir de você e um dele.
          — "Ay papi..." — Sentiu o sorriso dele contra você, os lábios se enrolando no pontinho de nervos inchadinho e necessitado e puxando-o suavemente. Fernando por sua vez se ajoelhava ao lado da sua cabeça, suas mãos não demoraram para puxar os botões e zíper da calça escura e tocar na ereção bronzeada. Erguendo a cabeça lentamente, você deixou alguns beijinhos babados na pontinha vazando, fazendo Fernando gemer baixo e agarrar seus fios de cabelo com força antes de puxar eles para que você o olhasse.
          — "Não não, mami, sem beijinho, hoje eu vou foder essa sua boquinha gostosa até você chorar." — Você gemeu alto, pelas palavras de Fernando e pelos dois dedos compridos de Esteban que se enterraram em você de surpresa. Fer não demorou para pegar a deixa e empurrar o pau grosso na sua boca, as bochechas quentes e molhadas sendo uma sensação apelativa para ele. Uma de suas mãos agarraram a coxa dele enquanto a outra você levava aos fios loirinhos de Esteban, puxando suavemente enquanto rolava os quadris, fazendo a pontinha do nariz avantajado fazer uma coceirinha gostosa no pontinho inchado. Sua garganta se contraia ao redor da cabecinha arroxeada, fazendo Fernando jogar a cabeça para trás e gemer com a sensação que você proporcionava a ele. A mão firme em seu cabelo começou a ditar um ritmo para seus movimentos, socava o comprimento inteiro na sua boquinha, fazendo o formato do comprimento ser visível no seu pescoço e as lágrimas negras escorrerem por seus olhos e saliva pelos cantos da sua boca. Os gemidos que ele
soltava iam totalmente para o seu ventre, agarrava os cabelos de Esteban com mais força enquanto ele continuava metendo dois dedos dentro de você e colocando o clitoris entre os lábios movendo a língua em espirais certeiras. O argentino loiro esfregava a própria ereção contra o colchão macio, gemia contra sua buceta e deixava uma vibração se espalhar por todo seu ventre. Fernando passava o polegar por suas bochechas enquanto ria do seu estado. — "Mira que perrita desordenada que está, hm? Porra-" — Ele xingou quando suas bochechas se contraíram ao redor da cabecinha sensível. A pontinha do seu nariz encostava na virilha de Fernando, os pelinhos escuros fazendo cócegas em seu rosto.
— "Ella es como un puta caramelo, Fer..." — Esteban afastou o rosto para olhar para você, o rímel havia escorrido por seu olhos, as bochechas eram como duas cerejas bem maduras, os seios com os biquinhos duros e a boca totalmente ocupada pelo pau de Fernando. A visão fez Esteban estremecer logo voltou a se esbanjar na buceta doce que escorria e latejava. Fernando fechava os olhos com força e você sabia que ele não demoraria muito para te dar o que você queria, os impulsos dele na sua boca se tornando mais lentos e fundos antes de um gemido alto fugir dele e você sentir as cordas de porra dele na sua língua e garganta, escorrendo suavemente pelo canto da sua boca quando você chorou alto com os dedos de Esteban tocando o ponto mais doce dentro de você. Fernando se recuperava do boquete surpreendente que havia recebido, observava a forma como Esteban se deliciava em sua buceta, chegava a ter os olhos fechadinhos enquanto agarrava suas pernas com força. Com um dos dedos da mão desocupada você voltou a gotinha do líqüido esbranquiçado que escorria de seus lábios para dentro, chupando o dedo indicador enquanto encarava Fernando e engolia toda a porra dele que estava em sua boca.
          — "Esteban..." — O loiro só sabia intensificar seus movimentos, socando os dedos dentro de você com ainda mais força e movendo a língua nos mais variados formatos até que você estivesse tremendo e gozando sobre a boca dele, liberando todo o líquido doce e entrando em uma sala branca vazia. Fernando que ainda te encarava, mudou o olhar para Esteban que lentamente ergueu o rosto avermelhado e molhado do meio de suas coxas. O moreno se aproximou de Kukuriczka até que estivesse com o rosto tão próximo do dele que podia sentir o nervosismo e o calor que emanava do loiro.
          — "Eu vou te beijar, todo bien?" — Esteban ainda estava perdido, o olhar confuso e tudo que ele sabia fazer era acenar positivamente antes de Fernando cortasse a distância entre eles. Os lábios em perfeita posição enquanto você admirava a cena, se sentindo em êxtase puro. Os narizes grandes lutavam para não se baterem conforme Fernando aprofundava o beijo, as mãos de Esteban seguravam o pescoço de Contigiani e as do moreno seguiam caminho para a ereção evidente que a calça caqui tentava cobrir sem sucesso, fazendo o loiro gemer contra os lábios macios de Fernando. — "Acho que agora eu vou comer essa bucetinha gulosa enquanto você fode a boquinha dela, ou você quer comer o cuzinho apertado dela, Kuku?" — Fernando ainda massageava o comprimento pesado por cima do tecido, deixando Esteban nervoso e não conseguindo pronunciar muito além de palavras gaguejadas.
          — "Eu vou olhar vocês primeiro." — As palavras do loiro bateram de jeito  em Fernando. A ideia do melhor amigo olhando enquanto ele fode a namorada excitou ele mais do que ele admitiria. Você sorriu para Fernando enquanto ele alternava o olhar entre você e Esteban.
— "De quatro, mami. Vou te comer enquanto nós dois olhamos p'ra ele." — Você foi mais rápida do que Fernando esperava. A bunda totalmente empinada para ele enquanto ele se colocava na melhor posição para que pudesse olhar para o loiro. A calcinha rendada vermelha foi puxada para o lado enquanto Fer provocava a cabecinha nos lábios escorrendo da sua buceta, te fazendo choramingar baixo e empurrar ainda mais o quadril. Quando ele entrou em você por inteiro seus lábios se abriram em surpresa e nenhum som saiu, sentiu seu útero ser suavemente tocado com o impulso forte de Contigiani e então os movimentos covardes dele começaram. Segurava sua cintura com firmeza, socando totalmente dentro de você enquanto os olhos não podiam sair de Kukuriczka. Os cabelos úmidos do suor causado pela alta temperatura no quarto deixava você e Fernando irresistíveis para Esteban, que lentamente viajou a mão até que tocasse na ereção necessitada entre as pernas, deixando um aperto firme e gemendo com o contato. — "Toca, Kuku. Ela quer tanto ver você." — O biquinho que se formou em seus lábios e a forma como seu olhos ficaram amendoados e brilhantes foram o suficiente para o loiro retirar o comprimento dolorido de dentro do aperto da calça. A visão do pau rosado, longo e grosso assim como o de Fernando, a pontinha vazava e latejava antes dele massagear a região suavemente com a almofada do polegar. Seu olhar totalmente fixos em Esteban, a cabeça jogada para trás e os sons baixinhos que fugiam dos lábios dele conforme a mão subia e descia em seu comprimento fizeram Fernando entrar em você com ainda mais facilidade. — "Tu no faz ideia do quão molhada ela 'tá, kuku" — O loiro gemeu alto com as palavras do moreno, a mente viajando totalmente para a cena do buraquinho molhado cheio de Fernando e seu melzinho doce escorrendo por suas coxas. Ele tentou muito se manter apenas olhando, mas era difícil já que toda vez que ele olhava para você e via a boquinha aberta só podia imaginar o pau grosso esticando ela e te engasgando. Se levantou da poltrona branca e caminhou até a cama, indo primeiro até Fernando e parando próximo a ele.
— "Eu vou foder a boquinha dela, 'tá bom?" — Enquanto dizia não conseguia tirar os olhos dos lábios do moreno que agora tinha um ritmo lento dentro de você. Quis morrer quando percebeu que perderia a visão dos dois trocando um beijo grosseiro e então imediatamente fez com que Fernando saísse de você com um gemido surpreso e se deitou de barriga para cima com as pernas abertas, a cabeça estava quase para fora da cama e o sorriso que você tinha nos lábios só fez a vontade dos dois aumentar. Esteban não demorou para segurar o pescoço de Fernando e puxa-lo para ter os lábios nos dele. Os olhos fecharam e você podia ouvir claramente os sons doces de Fernando na boca do loiro, apertavam os corpos com força até decidirem voltar a atenção inteiramente para você. — "Acho que a gente precisa cuidar da muñequita aqui. Olha só como ela 'tá escorrendo." — Esteban dizia enquanto Fernando não podia tirar os olhos do seu buraquinho pulsando. O moreno foi rápido em se colocar entre suas pernas de novo e logo começar a provocar os lábios lentamente, entregando a ereção pesada sobre o pontinho inchado antes de se enterrar totalmente dentro de você, fazendo um gemido longo quase escapar de seus lábios, digo quase porque foi cruamente interrompido pelo pau grosso de Esteban socando a sua boca, chegando até mesmo a tocar a garganta apertada e te fazendo gemer abafada.
— "Que presente você ganhou hein, perrita." — As lagrimas fugiam de seus olhos toda vez que Fernando atingia o ponto mais fundo dentro de você e o pau de Esteban atingia o fundinho contraído da sua garganta. As mãos do moreno seguravam sua cintura com força, as do loiro agarravam a parte de trás da sua cabeça enquanto ele fodia sua boca de forma suja, deixando uma mistura de saliva e porra correr pelos cantos dos seus lábios e cair em forma de gostas no chão. A cama alta permitia que Esteban ficasse de pé enquanto sua cabeça estava deitada para fora da cama, Fernando sentado de joelhos entre suas pernas bem abertas. O loiro tinha a cabeça jogada para trás enquanto gemia alto toda vez que ouvia você engasgar, Fernando por outro lado gemia junto com o loiro porque enquanto você engasgava sua buceta se apertava firmemente ao redor dele, tornando difícil a movimentação dentro de você. — "Vai ficar vazando porra pela bucetinha e pela boquinha, chiquita? Que putinha você é hm." — Fernando sempre foi falante, fazia questão de te deixar quente e vermelha com as palavras sujas que dizia, Esteban por outro lado era silencioso com palavras, gemia alto, completamente perdido no calor macio da sua boca. — "O que foi, Kuku? Ficou burrinho com a boquinha quente dela?" — Fernando sorria com a forma que o loiro acenava com a cabeça, completamente desnorteado e sentindo a enorme onda que vinha cada vez mais próxima. Uma das mãos grandes do moreno se mantinha no baixo do seu estômago, pressionando onde ele podia ver o formato do pau grande. — "Me sente aqui, mami? Olha o quão fundo eu vou nessa bucetinha." — seus gemidos saiam completamente abafados pela ereção firme de Esteban mas seu quadril se empurrando para Fernando deixava claro que ele estava certo. A calcinha que você ainda vestia estava uma completa bagunça, fazendo jus a quem a vestia. Suas próprias mãos seguram para agarrar os seios que não recebiam atenção, puxando os mamilos entre o indicador e o polegar e se contorcendo com a sensação de múltiplos prazeres ao mesmo tempo. Enquanto Esteban dava uma pausa nos movimentos brutos em sua boca ele se aproveitou para se desfazer das peças de roupa, mas não demorando para colocar toda a extensão molhada na sua boca de novo, observando o formato da cabecinha aparecendo em sua garganta. Sorria internamente apenas imaginando estar com a buceta e a boca vazando a porra de dois homens diferentes. Com certeza a sensação gloriosa de dois paus te enchendo era até melhor do que a de ser tricampeã mundial na Fórmula Um.
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corazona-das · 5 months
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Una noche compartida
(Enzo Vogrincic & Pipe Otaño x reader)
1/2
tw: +18, diferencia de edad (no especificada), malas palabra.
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————
Tu relación con Enzo era lo que siempre habías soñado, él era y será tu chico ideal. Su apariencia tan suave hizo que te llevaras una sorpresa demasiado grande al inicio de su relación. Realmente te volvía loca la dualidad que poseía en el ámbito sexual, era un espectáculo gratificante de ver, podía ser el hombre más vanilla del mundo visualmente, pero estando caliente era irreconocible, le gustaba todo lo que tenía que ver con verte a ti a su completa merced, juego previo, palabras denigrantes durante el acto, hasta fetiches que te daba vergüenza mencionar, todo consensuado claramente. Algo que te gustaba mucho de él era su seguridad en sí mismo, jamás fue alguien celoso, sabe bien lo que vale y lo que merece.
Desde que estás con el uruguayo no podías apartar la mirada de él, y estabas bien con eso, para ti este era el "primer amor de tu vida" y él se encargaba de darte la mejor experiencia de eso. Pensabas que era casi imposible que alguien más acaparara tu atención, y esto fue así, hasta que conociste a Felipe. Un hombre encantador de ojos claros y cabello oscuro, sonrisa cautivadora y personalidad mucho más que coqueta. Desde que lo viste comenzaste a dudar de tus propios criterios, jamás habías sido alguien infiel, y entre tus planes no estaba serlo, simplemente te parecía atractivo, era atractivo.
————
(semanas despues)
Para tu sorpresa, Felipe se había vuelto muy amigo de todo tu grupo, incluido En. Jamás cruzaron palabras estando solos, siempre fue el saludo cordial y uno que otro chiste cuando compartían tiempo juntos. Te gustaba su amistad así, era alguien muy simpático y casi siempre lograba sacarle una sonrisa a todo el grupo.
Estaban todos charlando en el comedor hasta que fuiste a la cocina por un vaso de gaseosa, no te percataste de ese alguien que seguía tus pasos de manera sigilosa hasta estar solos en el otro cuarto. Estando ya ahí, te diste cuenta de quién era; enseguida te ofreciste para servile algo de beber, y él sin decir palabra alguna negó con su cabeza.
El silencio que había entre ustedes dos era agobiante, ninguno decía nada pero mantenían contacto visual. Como veías que no tenía nada para decir, ibas a salir de la cocina, pero su oportuno agarre te detuvo.
Andy espera, nunca hemos tenido la oportunidad de hablar solos y siempre he deseado hacerlo. —Confesó el argentino sujetando de mi brazo suavemente.
Algo sorprendida por sus palabras y sin decir nada aceptaste esa pequeña invitación a conocerse más por lo que te sentaste con cuidado sobre la encimera.
Dale pipe, aprovechemos ahora entonces. —Dijiste tratando de sonar divertida.
Estuve conversando con Enzo, hace cuanto son pareja ustedes? tengo curiosidad —Enunció él soltando una suave carcajada.
Para ti era muy curioso, el argentino dice querer conocerte más y lo primero que hace es preguntarte sobre tu relación con Enzo. De igual forma, lo dejas pasar.
Pues somos pareja hace 9 meses, casi diez. —Le comentaste con voz dulce. Hablar de En no te molestaba en absoluto, al contrario, amabas hablar de su relación, después de todo él ha sido tu pilar durante estos meses, y haz aprendido bastante gracias al uruguayo.
¿A qué se debe tu curiosidad? Si puedo saber claramente. —Preguntaste con cierta intriga.
Pues me intrigaba el saber cuanto tiempo lleva Enzo con una mujer tan guapa y joven como vos. —Expresó mientras se acercaba lentamente a ti, quedando frente a frente, jamás evitó el contacto visual, es más, había algo en su mirada que te impedia despergarte ella, él apoyo sus manos sobre la encimera encerrandote en medio de estos.
Tenías los nervios de punta, esta cercanía tan repentina te tomó por sorpresa, más aun cuando sentías que te había coqueteado descaradamente. No podías alejarte, te era imposible. Su maravilloso aroma te había atrapado y su mirada penetrante recaía sobre ti, lo cual te intimidaba ligeramente y te impedía el habla.
No te hagas la loca, me has devorado con la mirada toda la noche, preciosa. —Dijo él con obviedad acercándose aún más a ti, estando a centímetros de tu rostro, podías sentir como su respiración tibia chocaba contra tus labios. Pero tú no eras tan fácil, y jamás le harías algo así a Enzo.
Discúlpame pipe, no puedo. —Apoyaste tus manos sobre sus hombros alejándolo rápidamente de ti. Enseguida saltaste de la encimera y caminaste hasta la sala para sentarte junto a tu novio. Felipe no tardo mucho en venir detrás de ti, sentándose justo enfrente mientras te miraba fijamente.
Enzo al instante notó que algo no andaba bien, estabas rara.
Acompáñame un segundo a la cocina, corazón. —Habló el uruguayo mientras se levantaba de su lugar buscando tu mano para guiarte nuevamente a ese lugar.
Desentendida lo seguiste tomando de su mano.
¿Qué pasó con Pipe? —Vocalizó el más alto mientras te miraba fijamente. ¿Fue tan evidente tu disgusto?
En, si te cuento lo que sucedió prometes no molestarte? —Enunciaste en tono bajito tratando de mantener la mirada firme. Él asintió esbozando esa sonrisa que te encantaba.
Felipe intentó besarme, y yo casi no puse resistencia. —Confesaste ante él, a pesar de que es algo de lo que no estabas orgullosa, querías ser sincera para evitar problemas a futuro.
Te juro que fue todo muy repentino, de la nada quizo hablar conmigo diciéndome que quiere conocer más y luego estaba ahí mismo donde estás parado queriendo romper el espacio entre nosotros. —Decías con algo de culpa.
Mira ese pendejito. Es obvio que te tiene ganas, nena. Te comía con la mirada y juraba que nadie se daba cuenta. —Comentó divertido.
Y lo entiendo perfectamente, a mí también me cuesta controlarme cuando te tengo cerca, parece que la única que no sabe lo buena que estás eres tú, amor. —Dijo posando una de sus manos sobre mi mejilla acariciándola levemente.
La cosa aquí es, vos también le tienes ganas, amor? —Preguntó con cierta emoción en sus palabras mientras se agachaba un poco para estar justo a tu altura. Su pregunta obviamente te sacó de onda, ¿a dónde quería llegar con ésto?
Nada que ver En, el único que me despierta ganas aquí, eres tú. —Le explicaste con obviedad mientras te pegabas más a él para abrazarlo.
¿Estas segura, amor? porque si queres garchartelo, hacelo, pero yo quiero mirarte. —Expresó él dejándote sin palabras. Claramente Enzo está algo pasado de copas, no está ebrio, pero siempre con un par de tragos se calienta hasta con el mínimo roce.
Decíme si querés hacerlo, yo lo converso con él, corazón. —Insistió.
No estoy segura de hacer eso, En... —La idea sí te llamaba, pero sentías que no era algo correcto, ni aunque él mismo te lo ofreciera. No negabas que el ojiazul sí te calentaba, es algo que habias imaginado en repetidas ocasiones, estando sobre él apoyando tus manos sobre su pecho mientras sentias como susurraba tu nombre en suaves quejidos. Pero siempre pensaste que se quedaría ahí como una simple fantasía.
Dale chiquita, te conozco lo suficiente como para no conocer tus fantasias más oscuras. —Expresó el más alto con voz profunda mientras te atraía hacia a él con uno de sus brazos.
Y no sabés lo mucho que me calentó la idea de verte cogiendo con otro mientras yo te miro. —Posando su mano cerca de tu nuca con un fuerte agarre; atrapó tus labios con los suyos y una apasionada danza entre estos comenzó, su lengua no perdió tiempo para explorar tu cavidad y el grotesco sonido que producían sus bocas chocando era algo que le generaba aún más placer. Su mano libre recorría tu cintura con fascinación, levantando un poco tu blusa para tener mejor acceso. Tu no perdías tiempo, mantenías una de tus manos por debajo de su camiseta y el frío contraste de tu manos con su tibia piel lo erizaba, mientras que con la otra, tímidamente la dirgiste hasta su entrepierna tocandolo suavemente por encima del jean.
Estaban tan hipnotizados el uno con el otro que habían olvidado donde estaban. Entraron en razón y la mejor decisión fue irse. Iban tan desesperados que el ascensor fue el mejor lugar para empezar. Enzo te acorraló contra la esquina apoyando tu espalda sobre el espejo, comenzó a besarte desesperadamente sin querer distanciarse ni un milímetro de ti, tus manos vagaban alrededor de su cuello enredando pequeños mechones de su cabello entre tus dedos, saboreando el exquisito sabor de su boca. Ese sabor amargo por el tabaco pero con suaves toques dulces por alcohol que había bebido. Este hombre realmente era tu perdición. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, retomaron la compostura y caminaron normalmente tomados de la mano hasta llegar a tu puerta.
Cerrando la puerta detrás de ustedes, En se pegó a ti de nuevo, quitó tu chaqueta y tu blusa con mucha facilidad, dejándote en brasier; comenzó a desabotonar su camisa mientras caminaban sin cuidado hasta el sofá tirandote de espaldas sobre este. Te acomodaste sobre tus codos para disfrutar de la escena más erótica del mundo, ver como su torso ligeramente marcado quedaba desnudo ante ti era una de tus cosas favoritas en el mundo. Rápidamente se puso con cuidado sobre ti, y si había algo que a él le gustaba, era darte placer y hacerte sentir cosas que nunca antes habías experimentado. Besaba tu cuello con frenesí, dejando pequeñas marcas sobre esa blanquecina zona, adoraba tu sabor, tu olor, cada parte de ti para él era maravillosa. Sus besos mojados comenzaron a bajar por tu abdomen, llegando peligrosamente al borde de tu falda. Enzo cada vez carecía más de cordura, hasta que levantó sin cuidado tu falda, dejándote casi expuesta ante él. Sus dedos masajeaban tu zona por encima de la tela mojandote completamente, lo cual le encantaba.
Mira como estás por mi, toda mojadita. —Dijo observandote fijamente, adoraba lo rápido que te ponías colorada al escucharlo hablar así. Sus dígitos seguían recorriendo el camino sobre la tela mientras que se acercaba a la altura de tu boca para besarte y calmar tus jadeos.
Enzo... por favor... —Decías entre gemidos, recién estaban comenzando y él ya te tenía como quería.
Que boquita tan linda que tenes, mi amor. Úsala, decíme qué querés. —Dijo demandante.
Escucharlo hablarte de esa manera era algo que realmente te enloquecía. Verlo sobre ti, con su cabello ligeramente largo recayendo en sus mejillas algo coloradas era todo un deleite para tu vista. Estabas por contestarle una vulgaridad, pero fuiste interrumpida por un golpe en la puerta el cual te trajo devuelta a la tierra. Enzo esbozó una sonrisa bastante sospechosa y se separó de ti no sin antes besar dulcemente la comisura de tus labios; a paso rápido se dirigió a la puerta para abrirle a quien estuviera del otro lado. Esperabas que él se encargara de hacerle saber a cualquiera que estaba ocupado, pero al contrario, escuchaste como cerró la puerta dejando entrar a alguien más junto a ustedes. Estando aún más confundida cuando viste quién era, una mirada cómplice entre ellos los delató y algo en tu cabeza hizo clic.
no sé de dónde me saqué la fuerza de voluntad para escribir esto, pero en mi mente era una idea genial, y hay parte dos. 🤓
es mi primera vez escribiendo algo así. dont judge me. 🙏🏻
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elcorazondealis · 8 months
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Mi sentir🤍
Me haces sentir que mis problemas, pequeños son,
que siempre hay un camino para seguir adelante con fe.
Tu voz, como un susurro, en mi mente resonando,
y tus palabras, claras y dulces, calmando mi ser.
Amo la manera en que me muestras la esperanza,
La mágica forma en que, junto a ti, mi alma avanza.
Es inexplicable todo lo que siento,
solo sé que es inmenso y eterno
Y así, en cada sílaba escrita con cuidado,
intento expresar la admiración,por todo lo que eres.
cada momento a tu lado es como poesía,
en cada verso, canción, en cada palabra,
siento la fuerza del amor que nos guía.
en estas líneas, con amor entrelazadas,
expreso mi gratitud y mi devoción,
porque tu,mi amor, me haces sentir amada.
Tu amor me ilumina, me hace volar,
en tus brazos encuentro mi lugar.
En cada momento, me haces creer,
que no hay obstáculo que no pueda vencer.
Tu presencia me llena de una calma profunda,
como si el universo me susurrara al oído una respuesta rotunda.
Es inexplicable lo que siento por ti,
solo sé que es tan grande  que 
siempre se puede un poco más contigo 
En cada verso, te encuentro, te siento,
tu amor es el poema, la melodía serena,
me inspiras a amar, a creer, a luchar,
contigo, en mis versos, se desvela la pena.
Sensual, evocativa, se vuelve mi voz,
amor, política, mundo natural,
todos mis pensamientos, en uno soy,
equilibrio y unidad, en este baile celestial.
estructura precisa, cada línea une, como en un abrazo sincero,
misterioso, profundo, en cada palabra se atiza,
un poema que evoca un amor sin prisas 
Me gusta cómo me alivias en momentos.
Cosas antes vacías, ahora tienen sentido,
cuando tú estás junto a mí, todo es bienvenido.
Adiós a mis penas, a la tristeza y el llanto,
juntos enfrentaremos cualquier quebranto.
Eres la voz que calma mis pesares,
la razón que enfrenta mis temores,
tus palabras abren nuevos horizontes
y hacen pequeños mis problemas mayores.
Canciones que escuchaba sin razón,
al estar contigo cobran significado,
el amor fluye en cada melodía,
lo que antes era opaco, ahora es amado.
En tu mirada, encuentro esperanza,
como si el universo me hablara en secreto,
me transmites un sentimiento eterno,
algo inmenso, indescriptible y completo.
Tu compañía llena mi alma de dicha,
siento que todo en ti está bendecido,
no todo está perdido, me haces ver,
que en cada paso, el amor está unido.
Tus abrazos son como poesía viva,
que me envuelve con su dulce encanto,
haces aflorar los sueños más ocultos,
y despiertas mi ser con un solo canto.
Eres lo que inspira mis versos,
la luz que guía mis letras en vuelo,
en ti encuentro la pasión desbordante,
que acelera mi corazón y es mi anhelo.
Con cada verso, quiero celebrarte,
y rendir homenaje a tu ser especial,
tú, que eres fuente de amor y alegría,
mereces elogios por siempre, sin final.
Gracias por ser mi eterna inspiración,
por regalarme amor sin condición,
en cada paso, en cada verso cantado,
celebro tu existencia con devoción.
Oh, tú que alivianas mi carga,
Tu presencia sofoca mi difícil situación.
Las melodías una vez vacías de profundidad y significado,
Ahora resuenan con propósito.
el universo me susurrara al oído,
asegurándome que estás cerca,
Un sentimiento inexplicable, tan vasto y grandioso,
Un amor que sé que es infinito y valioso.
Es Indescriptible, la profundidad de mis emociones,
Sin embargo, sé que es inmenso y sin limitaciones.
Infinito y eterno, nuestro amor será,
Un testimonio del poder, entre tú y yo.
Tus palabras, tan pocas, pero llenas de significado,
Responden preguntas que me persiguieron durante años
En tu compañía, mi corazón se tambalea,
En la unidad y el equilibrio encontramos la armonía.
Tus palabras desentrañan misterios que he buscado,
Respuestas reveladas, con claridad aportada.
me haces entender en silencio,
que el amor verdadero es eterno y sin igual y que
Mientras esté contigo nada me puede quebrar.
-Pararuby
Esto lo escribí esa vez que fuy a tu trabajo que llegaste a mi casa en carro y escuchamos música todo el camino y que pasemos todo el día después de tu turno recuerdo que hablábamos de lo bonito que sería tener un auto para nosotros y pasear juntos siempre y también recuerdo que decías que sentías tan bonito el estar paseando conmigo y que te sentías muy feliz.
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auroraksr · 13 days
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MINI WOLFF [ LANDO NORRIS ]
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sinopse: lando norris acidentalmente se apaixona - e consquista - a filha de toto wolff
avisos: narrador onisciente, fem!wolff, insinuações a +18, bebidas (social), não revisado
cont. de palavras: 1,3k
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lando nunca foi um homem de paixões, sempre preferiu fodas de uma noite ou ficadas rápidas. teve apenas uma namorada durante seus 24 anos, e fora a algum tempo, logo, estava solteiro e, como carlos gosta de colocar: "pronto para a que vier".
mas quando se deparou com s/n? ah, era demais, até para ele. admirava sua beleza, claro, mas não apenas, a - coincidentemente - filha de toto wolff era, da forma mais pura possível, de ouro. e lando não conseguiu deixar de repará-la em todas as vezes que passou pela garagem da mercedes, ou pior, em todas as vezes que a garota passava pela garagem da mclaren.
o cacheado tinha lábia e beleza, e é claro de s/n não o rejeitaria, afinal, a garota deveria estar sedenta por no mínimo um pedaço dos pilotos que passava tanto tempo perto.
começou com um olhar, que se estendeu a longas encaradas, até finalmente virar uma piscadela. então, uma risadinha e uma mecha atrás da orelha por parte dela. logo virou um cumprimento nas manhãs, que evoluiu para um "até mais!" nas tardes, que eventualmente virou uma conversa rápida de elevador, até chegar no atual: conversas com flertes casuais, mas apenas quando lando tinha certeza que toto não o veria.
"bom dia, mini wolff." a voz rouca estala nos ouvidos de s/n antes mesmo que ela se vire.
"bom dia, norris." ela esboça um sorriso fraco antes de se virar novamente para seus estudos.
"está estudando o quê?" ele puxa uma cadeira ao lado da menina, fazendo menção de puxar o caderno onde ela fazia anotações.
"só se você ficou maluco, né?" ela segura o caderno com força, tampando o conteúdo. "estratégias, pra que os meus meninos batam você, logo ali." ela aponta para a pista, que ficava a vários metros de distância.
"seus meninos? até onde eu sei e me lembro, eles são os pilotos do seu pai, não seus. e até eu também sei e me lembro, você não tem um piloto pra chamar de seu." ela estreita os olhos ao ver o sorriso traquina do sentado à sua frente.
"touché." ela admite, fechando o caderno. "mas você não pode negar que eles ainda vão vencer. ou no mínimo terminar na sua frente."
"a não ser que seu pai tenha molhado a mão de alguém sem o consentimento da FIA, a corrida só acontece amanhã. e que eu me lembre, eu sou quem larga na pole."
"você se lembra de bastante coisa, hein? cuidado com o tamanho da cabeça, dizem que cresce." ela sussurra a última, como se fosse um segredo que ninguém pudesse saber.
o garoto fica vermelho, e o motivo depende da imaginação de cada.
"boa sorte amanhã." ela sorri gentilmente, andando de volta à garagem da mercedes.
quando o amanhã finalmente chega, s/n assiste a corrida toda com as mãos juntas, de dentro da garagem que seu pai comandava, tecendo comentários com o mais velho sobre as situações, palpitando em estratégias e, principalmente, torcendo.
no momento em que os funcionários da mclaren se juntam na grade para receber o primeiro a passar pela linha de largada, s/n sabia que seu dia estava acabado. o carro laranja passa como um foguete, o primeiro de todos, seguido dos dois carros que ela se preocupou tanto em ajudar, entregando um merecido segundo e terceiro lugar aos pilotos da mercedes.
ela vê de longe os pilotos saindo do carro e, obviamente, vê o momento que lando se vira para ela, erguendo os braços ao lado do corpo como um "que pena!". ela não consegue fazer mais que prender um sorriso antes que ouça seu pai bufar.
"você viu isso? esse garoto provocou." sem uma resposta, a garota apenas assente.
horas depois, após todas as entrevistas e comemorações, lando se aproxima de s/n, que tinha uma mochila nas costas e o celular na mão.
"gostou, mini wolff? foi pra você." ele se refere a corrida, fazendo ela revirar os olhos e mostrar o dedo do meio.
"gostou, norris? foi pra você." ela diz irônica e ele ri.
"gostei, claro." ele se aproxima para sussurrar. "mas preferiria essa mão em outro lugar."
ela dá um tapa em seu braço e ele recua, rindo. não pôde deixar de reparar nas bochechas vermelhas da garota, que balançava a cabeça tentando conter uma risada.
"aparece na minha festa de comemoração." ele convida. "não vai ser nada demais, naquele clube perto do hotel, só os pilotos, as namoradas e quem mais decidir dar as caras."
o que leva às horas seguintes de preparo para aparecer no local, procurando por rostos conhecidos na multidão. s/n vê charles e a namorada primeiro, e dali segue para os próximos da mesa.
"você veio!" lando diz, aparentemente já não em seus melhores estados de consciência. ele se levanta e caminha até a garota, beijando sua bochecha e puxando-a pelo pulso para perto da mesa. "mini wolff, pessoal. pessoal, mini wolff."
"eu já conheço eles, você sabe, né?" ele ri e abana a mão, batendo no lugar ao seu lado para que a garota sente.
assim que ela se senta, ele providencia uma bebida para s/n e um apoio de braço para si mesmo, porque apoia o braço no ombro da recém-chegada, que recebe olhares questionadores de george e lewis.
em um drink e outro, quando viram, estavam ambos - s/n e lando - dançando no meio da pista, aproveitando a noite da forma esperada do campeão. sairam do olhar dos amigos e, calculadamente, das câmeras.
"gostei do seu vestido." ele comenta enquanto dança, não menos bêbado que no início da festa, mas também não menos sóbrio.
"pensei no mais fácil de tirar mais tarde." ele sorri, percebendo que a garota entrou em seus jogos.
"mais tarde?" ele força um tom entediado. "a gente pode testar agora, só deixa eu chamar um táxi."
"aproveita sua festa de primeiro lugar, norris." s/n esboça um sorriso malicioso antes de continuar. "vai ser a última."
"não sei se foi uma ameaça ao meu carro ou à minha vida, mas me excitou de qualquer forma." ele desce a cabeça para perto do pescoço da garota. "posso?"
ela responde agarrando a nuca dele e o puxando para mais perto. ele deixa beijos leves na extensão de pescoço de s/n antes de subi-los gradativamente até sua boca, onde hesita.
"falou esse tempo todo pra chegar na hora H e você amarelar?" ela provoca.
ele imediamente sela seus lábios num beijo intenso. não provocativo, muito menos calmo, apenas cheio de desejo. um beijo quase comum, claro, se não fosse a filha do chefe da equipe rival ou o piloto da equipe rival.
as mãos de lando repousam na cintura de s/n assim que possivel, uma delas passeia pelos lados de seu corpo, assim como suas costas, a outra segue imóvel, curvando o corpo da garota para que os quadris estivessem empinados em sua direção, no topo, ele se mantinha dominante, caçando seus lábios.
um grunhido baixo é abafado pela música, mas é quase impossível saber quem dos dois soltou o som, já que ambos parecem nauseados pela sensação.
o braço de lando que estava na cintura de s/n corre para suas costas, abraçando e apoiando a garota, que a esse ponto já grudou as mãos em todas as partes paupáveis que conseguiu chegar: rosto, nuca, cabelo e ombros.
"caralho." lando solta assim que se separam do beijo. "me deixa te levar pro hotel, por favor."
"não esquece que meu pai está no mesmo andar que você." ela relembra.
"então é bom você gemer baixo." ele sorri ladino, agarrando a cintura da garota e a levando para a frente do clube.
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deepinsideyourbeing · 4 months
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No te alejes tanto de mí - Enzo Vogrincic
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+18! Dom!Enzo. (Alusión a) Breeding kink, creampie, dirty talk, dry humping, face slapping, fingering, sexo oral, sexo sin protección, edades no especificadas. Uso de español rioplatense (y mucho diálogo otra vez).
El departamento que compartís con Enzo es, sin lugar a dudas, el lugar más tranquilo que conociste en tu vida. La armonía y serenidad son pilares fundamentales en su relación, así como la buena comunicación, y esto se ve reflejado en el espacio que ambos llaman hogar.
Enzo es silencio y calma y durante la madrugada se desliza fuera de la cama sin despertarte, siempre cierra las puertas con delicadeza y sus movimientos a tu alrededor son protectores. Siempre sabe qué decir y qué no, qué hacer y qué no, también sabe cuándo acompañarte y cuándo darte espacio, y vos podés presumir de saber hacer lo mismo por él.
La vida con Enzo es estar en constante sintonía, dos cuerpos y mentes diferentes siempre en la misma órbita.
O eso creías...
Las peleas comenzaron hace semanas, volviéndose cada vez más frecuentes y alejándolos de lo que solían ser. Enzo no parece comprender cuánto te hiere sentir que se distanció y jura que tal cosa no sucedió, pero luego prueba que tus palabras son ciertas cuando un pequeño desacuerdo provoca que se aísle y no deja lugar para una conversación sobre lo ocurrido.
Normalmente es fácil de ignorar cuando se trata de nimiedades como los platos sucios, ropa sin lavar o la cama deshecha, pero con todas esas pequeñas faltas acumuladas fue difícil contenerte cuando remarcó de la peor manera tu falta de cuidado con la maqueta de su actual proyecto.
-Si ordenás un poco entonces no me voy a chocar tus cosas cada vez que entre...- contestaste, arrojando sobre su escritorio un trozo de la maqueta.
-¿Qué tengo que ordenar? Si nunca estoy, el desorden es tuyo.
Fingió no notar tu expresión, una nueva costumbre suya para evitar disculparse o hacerse cargo de algo. El que te culpara del caos no fue la principal causa de tu disgusto, no... Te molestó que reconociera no estar lo suficiente en su propio hogar, recordar que en lugar de pasar unos días a tu lado escogiera marcharse a Bariloche con un amigo y que al regresar pasara horas encerrado.
Abandonaste la pequeña habitación donde organizó su oficina y pronto sus pasos sonaron a tus espaldas junto con su voz que no dejaba de pedir tu ayuda. Cerraste la puerta con fuerza y te sentaste sobre la cama, furiosa, percibiendo cómo la ira crecía y consumía tus entrañas.
Cuando Enzo abrió la puerta te dedicó una mueca de disgusto que pretendía comunicar algo, pero si alguna vez logró hablarte sólo con la mirada eso ahora parecía ser un recuerdo lejano que decidiste ignorar. Permaneciste en la misma posición, tus brazos y piernas cruzados, inconscientemente mostrando rechazo mientras él te observaba.
-Ayudame- arqueaste una ceja-. Vos lo rompiste.
-¿Qué somos? ¿Unos nenes chiquitos…?
-Parece que sí, porque si fueras un adulto responsable te disculparías y me ayudarías.
Soltaste una risa de frustración y apretaste los labios esperando así poder contener la ira y todas las palabras que deseaban escapar de tu boca, pero cuando te señaló con un dedo acusador tus deseos de mantener la calma se evaporaron. Haciendo alarde de su excelente comportamiento comenzó a enumerar las recientes faltas que tuviste con él.
La diplomacia pareció extinguirse cuando lo interrumpiste.
-Andá a cagar.
-¿Cómo…?
-¿Ahora además de ser tremendo fantasma también sos sordo, pelotudo?
-Fijate cómo me hablás porque yo jamás te traté así- señaló-. No sé qué mierda te pasa.
-¿A mí? ¿Vos no sabés lo que me pasa a mí?- gritaste, poniéndote de pie para acercarte a él-. ¿Y no se te ocurrió preguntarme? Porque por ahí tiene que ver con que no me hablás, no me mirás, no me cogés, no me preguntas ni cómo estoy.
-No podés estar así porque no cogimos en unos días.
Tu expresión podría haberse catalogado como un poema o como el relato más aterrador. Retrocediste un par de pasos, confundida y levemente aturdida por su capacidad de desentenderse de tal manera de la situación, esperando ver en su rostro un algo.
Pero sus labios no temblaban como solían hacerlo cuando contenía la risa y sus cejas no se curvaron en ese particular ángulo que adoptaban cuando esperaba ver tu reacción luego de contarte uno de sus pésimos chistes o anécdotas.
-Tomátelas.
-¿Eh?
-¡Tomátelas! No te quiero ver.
-No me podés echar de mi casa.
-Ah…- mordiste tu lengua-. Tenés razón, como es tu casa me voy yo.
Intentaste huir de la habitación pero él fue más rápido y lo impidió tomándote del brazo.
-Yo no dije eso- intentaste zafarte de su agarre pero no lo permitió-. Esta es tu casa, vos vivís acá también.
-Pero parece que vos no- reclamaste-. Soltame, Enzo.
-No, tenemos que hablar.
-¿Ahora querés hablar?
Su expresión pareció volverse más dura y juraste ver una arruga que antes no estaba allí.
-No podemos estar así.
-Yo no puedo estar así. Vos estás perfecto.
-¿Por qué todo es mi culpa?- gritó con voz entrecortada, soltándote de manera brusca-. Vos nunca hacés nada, ¿no? Siempre soy yo el responsable.
-Y sí papito, si…
El diminutivo y tu tono colmaron su paciencia.
-Cerrá el orto- se alejó de tu figura como si estar en tu presencia quemara-. Querías que me vaya, ¿eso querías?
-Sí.
-Perfecto entonces- abrió la puerta-. Porque me voy a ir bien a la mierda para no tener que verte.
Arrancaste tu anillo de compromiso de tu dedo y lo arrojaste a sus espaldas con la esperanza de golpearlo, pero –y luego agradeciste por ello- fue la puerta ya cerrada la que recibió el impacto y Enzo se marchó, completamente ajeno a tus acciones. Ignoraste las lágrimas que rodaron por tus mejillas cuando corriste para recoger la alianza.
Una hora más tarde notaste que olvidó su teléfono y su billetera, también sus llaves y el abrigo que lo habría protegido de las bajas temperaturas o el viento nocturno. Te preguntaste si estaría refugiándose en algún sitio con calefacción y por un breve instante consideraste buscarlo en el estacionamiento del edificio, pero descartaste la idea por puro orgullo.
-La concha de mi madre…- decís entre dientes.
Tus dedos están adheridos por el pegamento y tirar para despegarlos duele. Llevás un largo rato intentando reparar algunas partes de la maqueta y parece ser una tarea imposible: suspirás, te quejás, golpeás tu frente frustrada y ansiosa, pero continuás tu misión de unir los restos para evitar que tus manos vuelvan a jugar con el anillo en tu dedo. La mesa es un completo desastre.
Y Enzo aún no regresa.
Dejás caer tus hombros luego de ver el reloj, sin saber si es peor sentirte derrotada o sentir que te rendís. Reprimís todos esos pensamientos horribles y sin sentido que corren por tu mente y chocan con los muros de tu parte lógica y racional: se fue, está con alguien más, ya no va a volver, tuvo un accidente, lo acorralaron en La Rambla, se perdió caminando por ahí…
Desbloqueás tu teléfono esperando encontrar algún mensaje o llamadas perdidas y mantenés el suyo cerca sólo por si acaso, decepcionada cuando ambos permanecen en completo silencio. Tu oído escoge centrarse en el tictac del reloj y el sonido del adorno que golpea la puerta del balcón cada vez que el viento sopla. Siempre temés que esos pequeños golpes destrocen el cristal.
Y es que siempre son pequeñas las cosas que desatan el caos: la grieta que apareció mágicamente en tu taza, el pequeño agujero que terminó por deshacer el suéter favorito de Enzo, la alarma que postergaste estando aún dormida y lo hizo perder un vuelo, la comida quemada que intentó solucionar ordenando pizza, el abrazo que no correspondiste cuando regresó de los premios Goya, su falta de entusiasmo ante la usual noche de películas…
Evitás preguntarte qué sucederá porque la respuesta que ronda tu cabeza hace que tu respiración se entrecorte y te asfixia. No querés ser extremista, no sos una persona que se dé por vencida así como así y una pelea –incluso esta pelea, probablemente la peor que recordás haber tenido con Enzo- no te parece motivo para arrojar todo por la borda, pero… Las relaciones son de a dos, ¿no? Y no tenés idea de qué pensará o cuáles son los planes del otro lado.
Maldecís por lo bajo y esta vez es sin saber el motivo.
-No hace falta que lo arregles- dice una voz a tus espaldas-. Los materiales son una cagada.
Una sensación similar al pánico te recorre y volteás a verlo.
-Volviste.
Su rostro se tiñe de dolor y vergüenza por una fracción de segundo.
-¿Cómo no voy a volver?
-Dijiste…
-Ya sé lo que dije- se arrodilla a tu lado y toma tu mano-. No era verdad.
-Estás helado.
-Hace frío. Mucho.
-¿Querés un té?- intentás ponerte de pie y te detiene-. No cociné, pero si querés…
-Quiero que hablemos.
Suspirás.
-Sí, tenemos que hablar.
-¿Qué está pasando? Nosotros no somos así.
Limpiás las lágrimas que nublan tu vista y él se deja caer sobre las cerámicas frías, aún sosteniendo tu mano entre sus dedos y acariciando tus nudillos con su pulgar en un intento de ofrecerte un poco de consuelo. Espera pacientemente mientras te recuperás para poder contestar.
-Los últimos meses fueron muy raros.
-Es mi culpa- lamenta-. No sé cómo manejar… nada, todo, esto que está pasando.
-Y yo no sirvo como apoyo.
-No, no digas eso- toma tu mentón-. Siempre estás para mí, me cuidás y me ayudás en todo... Pero creo que desde hace un tiempo no estoy tan presente como debería y no es recíproco.
-No entiendo por qué- descansás tu rostro sobre tu mano-. Creo que, no sé…, por ahí ahora que anduviste por todos lados ya estás cansado de mí.
-Nunca.
-Pero…
-Jamás me cansaría de vos.
-¿Y por qué hacés de todo menos estar conmigo?
-Tengo miedo de arruinar las cosas- contesta con simpleza-. Tengo miedo de todo lo que está pasando y tengo miedo de arrastrarte conmigo cuando… ¿Y si me olvido de mí?
-Eso es imposible.
-Ya no estoy tan seguro.
-Yo sí- lo obligás a mirarte-. Creo que te conozco lo suficiente para saberlo.
Permanecen en silencio unos momentos y sus ojos jamás dejan los tuyos.
-Perdón- susurra-. Sé que hay mucho de qué hablar, pero…
-Yo también estoy cansada… Vamos a la cama y mañana temprano vemos.
-Lo vamos a solucionar.
-Sé que sí- y dejás salir una risa nerviosa-. Pero hoy no estaba muy segura.
-Me hubiera gustado tener esa discusión antes.
-¿Por qué?
Su mirada oscura es terriblemente sincera, muy Enzo.
-Porque cuando me fui me di cuenta de cuánto te extrañaba.
Cuando tomás su rostro entre tus manos para poder besar su frente él busca tus labios. Te besa lenta y suavemente, pero es incapaz de ocultar la desesperación que guía sus acciones y pronto deja de lado los delicados roces para invadir tu boca con su lengua, robándote la respiración y  aferrándose a tus muslos con sus manos.
-Extrañaba tus besos- decís cuando te regala unos segundos para respirar-. Te extrañaba.
 -Me tenés acá, ahora y para siempre.
Acariciás su cabello y él te observa desde su posición sobre sus rodillas, sus manos aún en tus piernas y sus pulgares dibujando figuras sobre tu pantalón. Te sonríe y la imagen te toma por sorpresa, pero también te sorprende el significado oculto en su expresión y la facilidad con la que puede hacerte saber lo que quiere.
-¿No te duelen las rodillas?- suelta una carcajada y lo ayudás a ponerse de pie-. Dale, vamos.
La distancia desde la cocina hasta la habitación es interminable ahora que ambos desean llegar cuanto antes. Atraviesan el oscuro corredor tomados de la mano y cuando llegan a la habitación Enzo toma asiento en la cama, te posiciona entre sus piernas y abraza tu cintura con fuerza para poder admirarte; deposita besos sobre tu abdomen y entre tus pechos, frustrado por tu ropa interponiéndose entre sus labios y tu piel.
Cuando sus dedos se deslizan debajo de tu camiseta suspirás y arrojás la cabeza hacia atrás, abrumada por la intensidad del contacto y por el rastro de fuego que sus manos dibujan en tu cuerpo. Te ayuda a desvestirte y en cuestión de milisegundos sus labios capturan tu pezón izquierdo, succionando y permitiendo también que sus dientes y lengua jueguen con vos.
Tu creciente desesperación te lleva a abrazarlo en busca de más contacto y cuando sentís sus gemidos contra tu piel tus dedos se dirigen por cuenta propia hacia su cabello. Sus párpados se cierran en contra de su voluntad cuando tus manos hacen arder su cuero cabelludo, sensación que no hace más que empeorar la erección que oculta su pantalón.
Se separa de tu pecho luego de morderte con la fuerza suficiente para hacerte gritar y te despoja del resto de ropa que te cubre, asegurándose de no romper ninguna prenda con sus movimientos rápidos y ansiosos. Se arroja sobre las almohadas y te deja sobre su muslo, complacido por ver tus mejillas enrojecidas ante la implicación de la posición.
-Te hace falta una buena cogida, ¿no?
-¿Y de quién es la culpa?
Te toma por el cuello para acercarte a su rostro.
-Fijate bien lo que me decís- pellizca tu pezón y el dolor te hace gemir-. Y lo que hacés.
Comenzás a rozarte sobre su pierna, muy consciente del significado de sus palabras y la amenaza que las adorna, tus manos en su pecho en busca de estabilidad y tus ojos sobre los suyos. Toma tu cadera para guiar tus movimientos, dolorosamente lentos, y no deja espacio alguno entre tu centro y sus jeans que comienzan a mancharse con tus fluidos.
El cosquilleo entre tus piernas y el dolor de sus uñas marcando tu cadera es suficiente para orillarte hacia tu orgasmo en cuestión de minutos. Cerrás los ojos, masajeando tus pechos tal como él suele hacerlo, pero no es suficiente y cuando comprendés que necesitás de sus manos un patético sollozo deja tus labios.
-¿Qué pasa bebé? No podés solita, ¿no?
-Quiero…
-¿Qué querés? Decime y yo te lo doy.
-A vos.
Enzo no puede hacer más que contemplar la imagen frente a sí, tu delicado cuerpo rindiéndose nuevamente bajo sus manos y tus dientes torturando tus labios mientras su mirada te recorre. Hace unos días sólo podía soñar con tenerte de esta manera y complacerte, así que ahora se pregunta cuánto tendrá que contenerse para que el momento no acabe demasiado rápido y cuánto tardarás en suplicarle que se detenga o en caer agotada entre sus brazos.
-Entonces ya sabés lo que tenés que hacer.
En pocos segundos abandonás su regazo y te recostás entre sus piernas, esperando su confirmación para poder tocarlo y prácticamente arrancando la ropa de su cuerpo cuando la obtenés. Ya está duro, muy duro, su punta brilla con las gotas de líquido preseminal que de allí brotan y las venas que recorren su extensión parecen pedir tu atención a gritos.
Comenzás a masturbarlo lentamente e intentás seguir el ritmo con el que movía tu cuerpo sobre el suyo, tu pulgar acaricia su punta y cuando lo separás de esta podés apreciar el hilo traslúcido que brilla con la luz. Te llevás el dedo a la boca y gemís cuando sentís su sabor en tu lengua, calmándote y a la vez haciendo que lo desees todavía más.
Dejás besos húmedos sobre su miembro y sus gemidos sólo empeoran la situación entre tus piernas. Cuando tus labios se cierran sobre la punta sentís su cuerpo tensarse, sus párpados se cierran por un breve instante y sus dedos acarician la comisura de tus labios, que se estiran a más no poder para recibirlo en tu boca.
-Qué linda que sos cuando me la chupás.
Sus palabras te resultan tan humillantes como excitantes y por un segundo considerás deslizar una mano bajo tu cuerpo para calmar tu necesidad. Tu saliva mancha tu piel, tus dedos y corre bañando todo su miembro antes de deslizarse entre sus piernas y caer sobre las sábanas, pero aún así te es difícil tomar más que la mitad.
Tu frustración crece minuto a minuto pero para Enzo, que sabe cuánto te cuesta, la imagen es una bendición… Y también una tortura, por lo que no encuentra más solución que tirar de tu cabello para alejarte de su cuerpo y evitar un muy necesitado orgasmo.
-Ya está, ya está- responde a tus quejas-. Lo hiciste muy bien, pero…
-¿Pero?
-Me toca a mí.
Te arroja sobre el colchón para luego posicionarse sobre tu cuerpo y acorralarte, su intensa mirada de pupilas dilatadas haciéndote sentir como una presa. En su camino hacia tu centro su aliento golpea tu mejilla, tu mandíbula, tu cuello sensible y tus clavículas, pero él sólo piensa en una cosa y cuando separa tus piernas se dedica a apreciar tus pliegues y entrada brillantes.
Te acaricia de manera superficial y cuando te retorcés rodea tu cadera con un brazo para inmovilizarte. Su pulgar presiona sobre tu entrada, que gotea lo suficiente para manchar las sábanas, juega con la piel que la rodea y sólo se dirige hacia tu clítoris después de ver que te contraés desesperadamente en torno a la nada misma. Se muerde los labios, impaciente.
Suspirás cuando sentís su ataque y los círculos que su dígito traza con una lentitud insoportable, deteniéndose de cuando en cuando para acariciar también tus pliegues húmedos y tantear tu entrada con la intención de provocarte todavía más. Gemís su nombre una y otra vez para tentarlo y suplicás por más, pero te ignora y prolonga sus tortuosas acciones otro rato.
Dirige un dedo a tu entrada y lo introduce con delicadeza, siempre atento a la reacción de tu cuerpo: tus paredes no oponen resistencia y el placer cuando curva su dedo para acariciar tu punto dulce se intensifica gracias a su lengua deslizándose sobre tu clítoris. Un gemido casi animal deja tu garganta y ante esto él decide acelerar sus movimientos.
-¿Así te gusta?- pregunta cuando gemís aún más fuerte, como si la respuesta no fuera obvia. Aprovecha tu estado y tu abundante excitación para deslizar otro dedo, haciéndote sisear por el repentino ardor que trae consigo la dilatación-. ¿Qué pasa, no aguantás ni dos dedos?
Cubrís tu rostro ardiente con una mano y evitás hacer comentarios sobre quién es el responsable de tu estado actual; no recordás cuándo fue la última vez que jugó con tu cuerpo y tu forma de tolerar su ausencia fueron tus propios dedos, más delgados y cortos que los suyos e inútiles cuando se trataba de obtener placer.
-Más.
-¿Más...?- y succiona tu clítoris con fuerza para oírte gritar.
Enzo conoce tu cuerpo mejor que nadie y sabe exactamente qué hacer para volverte loca. Los movimientos de su lengua no se detienen y las formas que esta dibuja hacen que tus manos tiren de su cabello, arruguen las sábanas y masajeen tus pechos, aferrándose con desesperación a cualquier objeto que se interponga en su camino.
Sus dedos no dejan de abusar de tu sensibilidad y la combinación de sensaciones, que parece ser muchísimo más intensa gracias a las semanas sin contacto, comienza a ser casi demasiado para tu cuerpo. Te llevás una mano a la boca y cuando tu orgasmo te golpea mordés tus nudillos desmedidamente, ahogando tus gemidos y los gritos que amenazan con irritar tu garganta.
Te lleva unos minutos regular tu respiración y dejar de temblar, minutos que transcurren con sus dedos aún enterrados en las profundidades de tu cuerpo mientras sus labios bañan tu centro y el interior de tus muslos con besos y alguna que otra pequeña marca producto de sus dientes. Bajo tu atenta mirada desliza sus dedos entre sus labios para no desperdiciar los restos de tu esencia.
Abandona la cama para deshacerse del resto de su ropa y cuando regresa vuelve a posicionarse sobre tu cuerpo para atacar tu boca con un beso hambriento. Tus piernas abrazan su cadera y cuando sentís su miembro caliente golpeándote no podés evitar gemir contra su lengua, tu mano buscándolo para poder masajearlo antes de guiarlo hacia tu entrada. Su punta te quema.
Toma tu rostro y te obliga a mirarlo.
-¿Querés que te la meta?
-Por favor.
Te quejás cuando comienza a penetrarte y aunque tus ojos arden jamás rompés el contacto visual. Enzo te distrae tirando de tu labio inferior con su pulgar y antes de notarlo estás succionando el dígito, con el cual parece imitar los movimientos de su cadera.
-Estás muy apretada.
-Es…- te interrumpís con un grito cuando introduce otro par de centímetros de manera súbita. Su pulgar manchado con tu saliva acaricia tu mejilla para calmarte-. No puedo.
-Sí, sí podés.
Sus labios abrazan los tuyos mientras realiza movimientos suaves y calculados que convierten tus quejas en gemidos y provocan que tus paredes se contraigan sobre su miembro. Suspira cuando por fin logra introducirse por completo en tu interior y besa tu cuello, tu perfume embriagador nublando sus sentidos y tus pequeños gemidos tentándolo a moverse.
Tus manos aferrándose a sus hombros son la única confirmación que necesita: te golpea con fuerza y tu grito es una mezcla de sorpresa y placer por el repentino ataque, el cual repite hasta convertirlo en un ritmo constante que resuena en toda la habitación y llena tus oídos. Sacude tu cuerpo con cada embestida y lo único que podés hacer es aceptar el placer, completamente a su merced.
Luego de una estocada particularmente profunda tus uñas se clavan en su piel y Enzo sólo lo sabe. Descansa su peso sobre sus piernas y sus manos en la parte posterior de tus muslos ejercen presión hasta que tus rodillas rozan tus pechos, el ángulo permitiéndole llegar hasta ese punto para abusar del mismo y convertirte en un completo e incoherente desastre.
Gritás su nombre y las palabras que le dedicás entre tus agudos gemidos son incomprensibles. Tu expresión es indecente y la vista entre tus piernas, donde su cuerpo se une con el tuyo y brilla con tus fluidos, lo es aún más… pero le encanta y no puede evitar jugar con vos, agregando otro estímulo que te hace cerrar los ojos con fuerza y sacudir la cabeza.
-Enzo- advertís-. Por favor.
El gesto es mínimo pero suficiente y en cuestión de segundos tus dedos se cierran sobre sus muñecas. Tu figura se sacude con la fuerza de sus embestidas y por los espasmos de tu orgasmo, el cual arquea tu espalda como si estuvieras presentándote ante él y hace que tus músculos se contraigan, dificultando sus movimientos y haciéndote llorar.
Jamás se detiene.
Lo mirás horrorizada, tu orgasmo prolongándose indefinidamente y haciendo del placer una sensación casi intolerable. Enzo continúa golpeando tu cérvix mientras su pulgar juega con tu clítoris y sus dedos presionan sobre tu abdomen bajo, forzándote a sentir cuán profundo llega su miembro y cómo estimula cada fibra de tu cálido y estrecho interior.
Te lleva al límite, pero antes de permitirte gozar de un segundo clímax se detiene.     
-No, no- protestás-. ¿Por qué? Quería…
Te interrumpe golpeando tu mejilla y cuando abandona tu interior mantenés la boca cerrada. Toma tus caderas y te obliga a voltear, dejándote sobre tu estómago y posicionándose sobre tu cuerpo para aprisionarte contra el colchón.
Rodea tu cuello con su brazo y te penetra con desesperación. En cuestión de segundos su pelvis golpea tus muslos y tus glúteos con la fuerza suficiente para arruinar tu piel, causando también un sinfín de sonidos húmedos y obscenos que acompañan sus gruñidos y tus gemidos.
Buscar refugio contra en el colchón tiene como consecuencia que la fuerza de su asalto vaya en aumento y la única opción que encontrás para ahogar tus gritos es morder las sábanas, húmedas con las lágrimas que corren por tus mejillas. La solución sólo dura unos minutos gracias a que Enzo, que en este momento prefiere no ser el único que oye cuánto gritás por él, endereza su postura y tira de tu cabello para hacerte arquear la espalda.
El nuevo ángulo te permite verlo y por un instante parece buscar tus labios con la intención de besarte, pero en su lugar escupe sobre tus labios entreabiertos y observa cómo tu expresión se transforma con la humillación y excitación. Le encanta tratarte como un juguete y sabe que lo disfrutás tanto como él, sobre todo cuando te toma por sorpresa.
-Sos una putita, ¿no? Mirá como estás- y remarca sus palabras con una estocada que te hace temblar violentamente-. ¿Querés que te llene toda?
Tragás saliva –sin saber cuánta es suya- para contestar pero todo lo que sale de tu boca son patéticos sonidos sin sentido. Sonríe satisfecho y vuelve a escupirte, esta vez asegurándose de manchar aún más tu rostro para ver su saliva deslizándose por tu piel junto con tus lágrimas.
Te libera de manera brusca y tu rostro impacta con el colchón, las sábanas oscureciéndose cuando entran en contacto con los fluidos en tu rostro y arrugándose aún más cuando te aferrás a ellas con una mano acalambrada. Tu otra mano se entrelaza con la suya y lo guiás hacia tu abdomen bajo, ignorando cómo los músculos de su abdomen se tensan con tu acción.
-Ahí- suplicás entre gemidos-. Adentro.
Enzo sólo quiere obedecerte y unos minutos más tarde cumple tus deseos: su semen caliente salpica tu interior y mancha tus paredes de blanco mientras el palpitar de tu miembro te lleva a otro orgasmo, menos intenso pero más duradero. Tus músculos se aferran a él y lo mantienen dentro tuyo hasta que la última gota de su liberación te llena.
Su boca roza tu frente y tu mejilla antes de besar la comisura de tus labios.
-Te amo.
-Te amo.
Intenta peinarte y cuando fracasa se limita a masajear tu cuerpo cabelludo con la yema de sus dedos. Evita alejarse de tu cuerpo, consciente de lo mucho que ambos necesitan la cercanía en un momento como este, y sonríe cuando tus dedos vuelven a entrelazarse con los suyos.
-¿Querés ir al baño?
-No- negás rápidamente y besa tu mejilla para calmarte-. ¿Podemos estar así un rato?
-Obvio.
Admira tu perfil y tus párpados cayendo sobre tus ojos vidriosos.
-¿Sabes qué vamos a hacer mañana?
-¿Qué?
-Nos vamos a levantar bien temprano y vamos a ir a desayunar al lugar de siempre, ¿querés?- propone-. Después podemos ir a pasear un rato al mercado de artesanos… y elegís una taza nueva.
Soltás una risa encantadora y asentís.
El título y la historia están inspirados en esta canción de Spinetta. Tiene muchas interpretaciones pero en mi opinión es una muy buena metáfora sobre el cambio constante que atraviesan las personas y por ende también las relaciones :)
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Dessa vez o programa começava de maneira diferente. Logo após a exibição da logo do reality, ao invés das câmeras mostrarem Hefesto no estúdio, estavam em um cenário específico demais para ser a superfície.
As paredes de obsidiana negra, cravejadas com ossos brancos e polidos, pareciam pulsar com uma energia sombria. Ao longo da sala, tochas acesas em chamas esverdeadas tremulavam fracamente, projetavam sombras inquietas que se moviam como criaturas vivas, sempre à espreita. Bem no final da sala, o Trono Hades se erguia de maneira imponente e majestosa. Ébano preto, grande e alto. Com estalactites afiadas surgindo no encosto e na ponta delas, crânios esculpidos. O Trono de Hades parecia ter imagens de almas torturadas surgindo ao longo da estrutura, para qualquer um que olhasse, manter a atenção ali era difícil, impossível. Mas para Perséfone? Não havia nada mais fácil. Aquela aura fria e sombria que o Trono combinada com a presença do deus em nada afetava a deusa. A teimosia da Rainha do Submundo era vista em seu olhar, na determinação que ela o encarava. “Eles não merecem isso, Hades. São apenas crianças. Devemos ajudá-los!” Perséfone tentou.
Hades, por sua vez, revirou os olhos. "Este não é um lugar para inocentes, Perséfone. Eles caíram aqui pelo destino e aqui permanecerão. Não é nossa função interferir no fluxo natural do fio das Parcas.” argumentou para ir contra a insistência alheia.
“As Parcas não estão…” a deusa calou-se com rapidez, soltando um suspiro pesado. O que quer que fosse dizer, morreu em sua língua e não saiu.
“Cuidado com suas palavras, minha esposa.” o deus alertou, os olhos escuros fixos na figura feminina. “Cuidado com seus atos. Você sabe que eu não poderei ajudá-la caso algo dê errado.” acrescentou. Naquele instante, Hades realmente parecia cansado. A câmera-autômato mudou para se aproximar, por trás do trono do deus para pegar a expressão de Perséfone de frente e a expressão da deusa… parecia entristecida.
“Eu sei. Mas não posso deixá-lo sucumbir por um erro nosso, posso?” A voz soou mais suave e desprevenida da raiva anterior. Agora havia apenas um arrependimento pesado. Hades de repente se levantou. Perséfone olhou-o confuso quando o deus começou a andar ao redor da sala, mas então ele se virou exatamente de frente para a câmera, erguendo as sobrancelhas. “Parece que temos uma audiência.” ao dizer isso, estendeu a mão na direção da câmera e o vídeo foi cortado, ficou preso.
A tela voltou a clarear com uma visão do submundo lá fora da Casa de Hades, mostrando onde os semideuses Caídos estavam escondidos. As sombras que estavam por perto pareciam se mexer, se aproximar mais dos semideuses e não dava para saber se era uma jogada de câmera ou não, mas então as sombras pareceram ficar mais sólidas e um cão enorme surgiu. Um cão infernal.
Na superfície, os semideuses soltaram um suspiro coletivo. Assim como o cão infernal que matou na enfermaria Aiden, filho de Apolo, aquele ali iria matar todos? A resposta para essa dúvida veio logo em seguida quando o cão chamou atenção de Aurora para deixar aos pés dela uma mochila. A semideusa não parecia com medo e nem surpresa, ela apenas parecia agradecida. O olhar em sua face era como estar vendo um velho amigo. E talvez fosse, já que a ajuda vinha em uma boa hora e o cão desaparecia com a facilidade com a qual surgiu.
“Se alimentem e se hidratem, semideuses. A jornada ainda é longa.” o recado de Perséfone estava preso dentro da mochila junto com alguns lanches industrializados. Na superfície, uma criança da deusa soltou uma risada e comentou que a mãe foi esperta, já que se oferecesse uma comida do submundo para aqueles campistas, eles ficariam presos ali no Mundo Inferior.
Comida e água garantidos. O dia dos semideuses seguiu. As câmeras mostraram de novo a paisagem sombria do submundo com terra se entendendo horizonte além, o céu alaranjado parecendo fogo, a areia opaca, as altas montanhas escuras… e no meio destas, um grupo de criaturas estranhas surgiu. As câmeras se aproximaram com zoom e enquanto os campistas da superfície viam duas daquelas criaturas se desgarrando do bando. O que eram elas? Os adolescentes não sabiam, as crianças muito menos. Alguns semideuses mais velhos, porém, sussurram atônitos.
Ghouls.
Os dois Ghouls passaram a atacar os semideuses e Melis pareceu ter uma boa estratégia quando ficou invisível para tirar a atenção de um deles. Os dentes afiados com sangue pingando da mandíbula larga, os olhos enormes, a pele pálida ressecada e aquele barulho infernal que eles faziam trariam pesadelos aos semideuses. Para desespero de quem assistia, no canto da câmera e logo ganhando destaque, o outro Ghoul que não era distraído pela filha de Hermes atacava Tadeu. O filho de Nêmesis quase foi morto, mas escapou com a ajuda da filha de Quione. A câmera voltava para Melis enquanto a semideusa bravamente com sua arma decapitou a criatura. Todos comemoraram e gritaram ainda mais quando a câmera focou em Arthur surgindo para, com sua lança, exterminar aquela última criatura.
Todos estavam inteiros, ao que parecia. Mas por quanto tempo? Porque os Caídos não tiveram tempo para respirar, a Quimera surgia para dificultar a vida daqueles pobres coitados.
Dois Ghouls foram difíceis, mas um Quimera? Com o fogo sendo atirado em todas as direções e quase atingindo Katrina? Aquilo despertava coisas piores do que a ânsia pela sobrevivência. Despertava gatilhos que nem mesmo Hades poderia prever que alguém teria. O fogo parecia acionar algo na filha de Éris e os semideuses na superfície testemunharam o que parecia ser o início de um massacre. Ao invés de lutar contra o monstro, Katrina e Arthur lutavam entre eles. Os poderes dos dois atuavam como dois ímãs de pólos iguais fariam. Se repelem. O caos estava instalado. A briga era feia e as câmeras não sabiam se pegavam aquele desastre ou se ficavam na Quimera que Tadeu, Aurora e Melis lutavam para controlar. Os três semideuses mostraram um foco imenso em acabar com a vida daqueles monstro enquanto os poderes descontrolados de Katrina e Arthur queimavam a energia dos dois.
De um lado, Tadeu dava um fim na cabeça de cabra da Quimera, Aurora matava a cabeça de leão; do outro, os campistas assistiam em choque a filha de Éris revelar um par de asas no meio da confusão. E a briga sendo separada, a adrenalina correndo não só nas veias daqueles Caídos como também nas dos que assistiam.
O silêncio que se seguiu foi ensurdecedor.
A câmera se afastava mostrando os semideuses tentando se recuperar e só então… poucas pessoas em cada chalé pareciam notar uma coisa. Só havia cinco semideuses lutando.
Ninguém teve coragem de verbalizar aquela percepção mas não foi preciso fazerem já que a imagem da tela retornou para a Sala do Trono. Hades sentado em seu Trono de Ébano preto com crânios à mostra no encosto e nos apoios dos braços, ao seu lado, Perséfone, em um Trono de Ébano preto também mas ao invés de crânios, era repleto de flores espalhadas de maneira elegante.
Nos pés de Hades estava esticado o corpo sem vida do filho de Dionísio.
“Acredito que os intrusos de Hefesto não tenham mostrado o que aconteceu ao filho de Dionísio, não é? O garoto não resistiu ao impacto com o chão.” começou indo direto ao assunto, ao seu lado, Perséfone revirava os olhos com a forma insensível que o marido agia naqueles momentos.
“Seu último ato em vida foi de proteção. Lutou na superfície para proteger o acampamento meio-sangue e aqui no nosso Reino, ele protegeu os amigos. Sua alma está em êxtase nos Campos Elísios e seu corpo será enviado para a Casa Grande para que vocês possam fazer uma despedida digna.” a deusa disse de maneira suave, havia empatia em suas palavras. Não precisava de grosseria em um momento como aquele, o chalé de Dionísio já sentia o luto. O deus do submundo fez um movimento leve com a mão e sombras envolveram o corpo do semideus no chão, transportando-o direto para a Casa Grande.
“Feito. Mas agora, acredito que a preocupação de vocês deveria ser com os vivos, não com os mortos. Tenho cinco intrusos aqui que não me pertencem e eu não os quero em meus domínios perturbando minhas criaturas.” Hades reclamou. Aqueles semideuses já tinham matado dois Ghouls e uma Quimera! Precisavam ir embora dali. “Vocês terão uma chance de recuperá-los. Mas faremos uma troca.” o deus se inclinou um pouco em seu trono, o olhar pesado trazendo um arrepio na espinha de cada um que o assistia. “Quíron, Dionísio, enviem dois de seus campistas até mim. Os seus Caídos vão estar aqui no aguardo para serem resgatados. Em troca deles, eu quero um amuleto.” a voz do deus era firme, decidida. Pela primeira vez naquele episódio, Perséfone também ficava séria. “Sem enrolação. Um amuleto em troca dos cinco Caídos.” reafirmou. “Minhas Fúrias vão trazê-los até a minha casa e, caso vocês não cumpram com a parte de vocês… elas terão um belo jantar.” finalmente Hades sorria, soando mais descontraído. “E Hefesto, se você tentar me espionar de novo após a saída desses pestinhas, eu vou colocar Cérbero para brincar com os seus filhos.” anunciou, as sombras mais uma vez engolindo a câmera.
O vídeo exibia Hefesto parecendo sem graça no cenário onde apresentava o Reality, depois de uma aparição daquelas, como ter realmente algo bom para falar? “E estes foram os nossos convidados, como prometido. Sugiro que tirem a noite para velar o companheiro enviado para a Casa Grande mas não percam mais tempo em planejar a ida para o Submundo. Hades não irá esperar por muito tempo e não sabemos quanto mais seus amigos conseguirão sobreviver.” o aviso era simples porém direto. Com um aceno, o deus das forjas se despediu. “O próximo episódio é o último e eu espero que eu consiga mostrar um final feliz. Então boa sorte, semideuses. E que os deuses os ajudem.”
A transmissão era encerrada com a logo do programa e logo em seguida já começava a exibição de um episódio antigo do programa de pegadinhas de Hermes. Mas não precisava alguém dizer que hoje teria uma audiência baixa. Ninguém estava no clima, não sabendo que na Casa Grande havia mais um deles sem vida.
A CHAVE DA MORTE
Nas mãos do semideus que foi transportado para a Casa Grande havia uma chave de ossos. Enrolado na chave, um pergaminho pequeno. “Daqui uma semana, os Escolhidos devem se dirigir sozinhos até a Caverna dos deuses e, juntos, esticarem a chave na direção do lago na parte interna da caverna. Uma porta irá se abrir e a chave nas mãos de ambos irá se dissipar. Os Escolhidos devem trazer o amuleto e, quando este for entregue, darei uma segunda chave para que possam abrir uma nova porta para retornar ao acampamento junto com os Caídos.”
As instruções eram claras: haveria uma troca e nada poderia dar errado. Do contrário, todos virariam jantar das Fúrias.
OOC
E veio aí o episódio da revelação do plot twist! Agora sim todos sabem que o filho de Dionísio, Brooklyn Edwards, morreu durante A Queda.
É Canon que o semideus recebeu a mortalha e seus irmãos prepararam a cerimônia de queima dessa mortalha, assim como acontece quando um campista morre.
E agora posso revelar sobre o tal sorteio! O sorteio será para que DOIS CAMPISTAS se dirijam até o Submundo.
Esperamos que gostem desse episódio e vamos ansiosos ver como será construído o próximo!
Lembrando que este é apenas um resumo da situação, a luta em si vocês podem acompanhar nos blogs dos Caídos.
ACOMPANHEM OS CAÍDOS!
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soyelmorse · 4 months
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Ya está listo el tercer Capítulo de Mi Au de el Asombro circo digital, "El increíble circo del Limbo" la foto no es mia, Créditos de la foto: endomentendo.
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*Pomni estaba en frente del dormitorio de los hombres, estaba allí para pedirle a Jax que le ayudara a hablar con ese tal Kaufmo para saber si era cierto que existía una salida de ese lugar.
Estaba por tocar la puerta cuando Kinger la abrió
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Pomni & Kinger:
Ha!
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*Ambos se asustaron Pero después se tranquilizaron*
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Pomni:
Disculpa no fue mi intención asustarte
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Kinger:
Digo lo mismo, nos vemos!
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*Kinger empezó a caminar mas de prisa, Pomni observo dentro del dormitorio de chicos y Jax estaba jugando con Caíne, cuando devolvió la mirada a dónde estás Kinger vio que este estaba entrando al cuarto de castigo y que había dejado la puerta abierta, así que decidió pasar de Jax y se diriguio a dicho cuarto aprovechan la oportunidad*
*Al llegar camino despacio para no llamar la atención de nadie, Pomni al ver el lugar lo analizo con cuidado ya que le parecía extraño, la zona de la entrada era un lugar alto, pero bajando habían como una especie de pueblo y las paredes estaban pintadas para asemejar el bosque que se encontraba afuera de circo dando la ilusión de que estaban en el exterior, las casas parecían bloques de construcción para niños pero muy grande.
Antes de poder seguir viendo el lugar, Pomni vio a Kinger y decidió seguirlo, al bajar, Pudo ver qué una mujer estaba hablándole a varios bloque de construcción como si tuvieran vida propia, estaba por acercarse a ella para oir lo que decía pero al ver que kinger se detuvo frente a otra mujer paso de ella y se acercó con cuidado a el*
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Kinger:
Cómo has estado?
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???:
Oh? Eres tu otra vez, me alegra volver a verte
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*Pomni se detuvo se escondió detrás de un árbol artificial del lugar y escucho a Kinger hablando con la mujer
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Kinger:
Han presentado mejoría?
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???:
No mucho en realidad, Gloink sigue pensado que es una reina y que sus juguetes son sus súbditos y Kaufmo se retrajo y ya no quiere hablar conmigo
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Kinger:
Que hay de los otros?
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???:
Caíne me advirtió la última vez que no bajara a los pisos infieriores ya que tiene un plan para el resto
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Kinger:
Ya veo, aún así me alegra ver qué estás bien
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*El reloj de Kinger sonó*
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Kinger:
Lo siento me tengo que ir, no puedo pasar mucho tiempo aquí
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???:
Lo sé, Aún asi gracias por venir, nos volveremos a ver?
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Kinger:
Claro que sí, hasta pronto
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???:
Adiós
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*Kinger se empezó a retirar del lugar, Pomni pensó en ir a ver a ese tal Kaufmo y se escondió mejor para evitar que Kinger la viera, después de de que este pasará, algo hizo que ella alzara la voz de un susto*
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???:
Hola, eres amiga de Kinger?
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*La mujer con quien había hablado Kinger había visto a Pomni y se acercó para saludarla, ella se asusto ante el saludo y Kinger volteo dándose cuénta y llendo a dónde estába Pomni*
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???:
Kinger, porque no me presentas a tu amiga
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Kinger:
Oh! Ella es Pomni, acaba de llegar recientemente, no te preocupes no es una mala persona
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???:
Me alegra
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Kinger:
Pomni, te importa acompañarme?
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Pomni:
Por supuesto que no
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Kinger:
Nos vemos otra vez
*Kinger se retiró junto con Pomni, al salir, ella intento excusarse*
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Pomni:
Yo, lo siento, no quise
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Kinger:
Está bien, querías ver a Kaufmo verdad?
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Pomni:
como lo sabes?
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Kinger:
Escuché tu conversación con Jax cuando estaba jugando ajedrez, sin embargo debo decirte que Kaufmo no está muy bien ahora mismo
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Pomni:
Que fue lo que le pasó? Y que pasa con esa mujer? Porque está allí?
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Kinger:
Ella era una de nuestras amigas, al principio, Caíne, Shira, Gloink y Yo nos encontramos en el bosque del inicio, con el paso del tiempo a Gloink se le ocurrió la idea de crear un lugar para que los extraviados llegaran, Caíne y yo no estabamos de acuerdo, ya que al no saber cómo funcionaba este lugar y el poder crear cosas de las cenizas pues...
Era muy peligroso, No teníamos ni idea de como controlar a alguien si quisiera iniciar un conflicto y hasta que punto podría llegar a escalar, sin embargo Shira apoyo la idea y al final caine y yo aceptamos.
Después de crear el el circo, empezó a llegar gente, sin embargo, Gloink pues, empezó a ser mas avariciosa, quería controlar a los demás y para cuando la confrontamos ya era tardé, había creado varios lugares subterraneos en el circo y aun no conocemos mucho de ellos
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Pomni:
Espera, y que paso con la gente que llegó?
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Kinger:
Estában atrapados allí, intentamos ayudar a varios pero...
Cuando llegamos simplemente habían desaparecido
No sé porque pasó realmente, Pero tengo la hipótesis de que si pierdes la esperanza en este lugar, puedes desaparecer, sin embargo, no sé si sales de aquí a otro mundo o simplemente dejas de existir
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Pomni:
Y Shira?
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Kinger:
Ella entro en depresión...
Después de que esas personas desaparecieran y Gloink eloqueciera, pensó que todo esto era su culpa y empezó a cuestionarse todo lo que había hecho
Se perdió en sus pensamientos y aunque no sé si te lo abra dicho caíne, El tiempo no pasa igual para cada persona
Cuándo nos dimos cuenta de que ella estaba mal, Ya era demasiado tarde, desde ese entonces, ella suele perder la memoria y otras veces tiene momento de lucifer
La visito todo los días con la esperanza de que eso le ayude, pero ella se olvida de mis cada cierto tiempo
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Pomni:
No sabía que la cosa estaba así
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Kinger:
Y sobre Kaufmo pues, el llegó después de que Caíne y yo mantuvieramos bajo control a Shira y a Gloink, y a diferencia del resto, el era diferente, el decía que recordaba haber muerto y que eso le trajo aqui
Caíne y yo ya teníamos las sospechas de que algo así pasaba, pero Kaufmo solo nos ayudó a confirmarlas
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Pomni:
Podrías tratar de ser un poco mas específico?
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Kinger:
Existen 2 posibilidades, la primara, es que estamos en un mundo distinto al nuestro, y la segúnda, es que hayamos muerto y este lugar sea lo que sigue después de la muerte
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*Pomni se puso algo nerviosa*
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Pomni:
No es una especie de broma cierto? Y no hay posibilidad de que esto sea solo un sueño?
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Kinger:
No, Pero hay algo que puedo decirte, no somos los únicos aquí
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Pomni:
Que quieres decir?
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Kinger:
Hace unos días antes de que llegarás, al mirar por las ventanas ví algo moviéndose afuera, y como en este lugar no hay vida silvestre, eso quiere decir que hay mas personas allí afuera vagando, tal vez una de ellas tenga mas información
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Pomni:
Y porque no se lo has dicho a los demas?
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Kinger:
Yo diría que por Miedo...
Tengo miedo de que mi teoría sea cierto, y que aquellos que estén afuera sean malas personas
Solo, prométeme que no se lo dirás a Caíne?
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Pomni:
Porque no a Caíne?
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Kinger:
Caíne a estado un poco loco, es difícil de explicar pero no esta en su mejor momento
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Pomni:
Entiendo
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Kinger:
Aún así no te preocupes, tengo planes de contárselo, solo estoy esperando a que se reponga
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Pomni:
Bien
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Kinger:
A! Pomni, una cosa mas, trata de hacerte amiga de alguien, puede que no me creas, Pero la soledad aquí es lo peor que te podría pasar
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Pomni:
Porque lo dices?
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Kinger:
No hay que ser muy inteligente para entender el porque, Un mundo desconocido y sin color, sin saber la fecha, el dia o la hora, es deprimente tal vez no lo parezca, pero te va afectando si estas solo y la compañía de un amigo te podría salvar de...
Malos pensamientos
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Pomni:
Gracias por el consejo...
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Kinger:
Bien, tengo que regresar, Nos vemos!
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*Kinger se retiró de nuevo al dormitorio de los chicos, Pomni camino lentamente al dormitorio de las chicas, estaba por entrar Pero Ragatha justo salió, parecía que estaba saliendo a escondidas, al voltear vio a Pomni y se asusto tirando los papeles que llevaba consigo*
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Ragatha:
Ponmi, que estás haciendo?
Pensé que estabas descansando
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*Ragatha estába nerviosa y recogía los papeles que tiro rápidamente, Pomni le ayudo a recoger uno y vio que ella estos estaban dibujados los planos del lugar con pequeñas anotaciones sobre dónde buscar la próxima salida, Ragatha al verlo se quedó en silencio y Pomni se lo regreso*
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Ragatha:
Por favor no se lo digas a nadie...
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Pomni:
De acuerdo...
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Ragatha:
Quiero decir, no es que me desagrade este lugar, es solo que...
No, creo este lugar sea todo
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Pomni:
O-oye, está bien no tienes que darme explicaciones
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*Ragatha seguio hablando*
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Ragatha:
Es solo que siento que no está bien sabes?
Todo es como muy...
Bueno? Y algo me dice que no debería ser así, que estoy olvidado algo importante y... Y...
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*Ragatha se sentó en el suelo y dejo sus papeles a un lado*
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Ragatha:
Ya ni siquiera se porque busco la salida...
Realmente no me quiero ir pero aunque no lo recuerdo, se que siempre que algo bueno me pasa algo termina arruinandolo
Quisiera recordarlo Pero se que siempre es así...
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*Pomni se sentó al lado de Ragatha y está se recostó en su hombro, entendió lo que Kinger le dijo hace rato sobre la importancia de no perder la esperanza y decidió ayudarla*
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Pomni:
Sabes...
Kinger me dijo que no se lo dijera a Caíne Pero no dijo nada sobre ti
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Ragatha:
Que cosa?
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Pomni:
Kinger dice que vio a alguien afuera antes de que yo llegara, y dice que es posibilidad que hayan mas personas en el bosque, tal vez una de ellas te ayude a encontrar la salida
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Ragatha:
De verdad!?
Gracias por contarme
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*Ragatha le dió un abrazo muy fuerte a Pomni*
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Pomni:
Si embargo hay que esperar, Kinger aun no se lo cuenta a Caíne, dice que esta esperando el momento adecuado
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Ragatha:
Está bien, entiendo solo tengo que espera
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Pomni:
Y eso lo por curiosidad...
Porque quieres encontrar la salida de aquí?
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Ragatha:
He? Bueno...
La verdad es que extraño el calor
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Pomni:
Color?
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Ragatha:
Ya sabes, no ser blanco, negro o gris todo el tiempo, me gustaría volver a ver colores otra vez, realmente no quiero irme Pero, siento que una vida sin color es...
Deprimente...
Aunque me quedaría aquí sin dudarlo si volviera a ver colores
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Pomni:
Te entiendo, en ese caso cuenta conmigo, te ayudare a encontrar la salida o encontrar colores
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Ragatha:
gracias Pomni, realmente me hacía falta una ayuda
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Caíne:
Oh? Kinger ya regresaste
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Kinger:
Hola, paso algo?
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Jax:
Si, oye ayúdame a convencer a Caíne y volver a darme la revancha
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Kinger:
Revancha?
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Jax:
Daaa, no recuerda que perdí contra esas?
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Kinger:
Oh! Es cierto
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Caíne:
Ya le dijo que si su juego volvía a salir en la ruleta tendría su revancha
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Jax:
En serio Caíne? Has visto bien esa
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Caíne: 
Por supuesto que si, yo la cree
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Jax:
Bien, pues si recuerda hay mas de 50 juegos allí, y las probabilidades de que salga Paint ball otra vez son muy bajas
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Caíne:
Pero aún así
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Kinger:
Y que tal lo haces cediendo otro turno, Quiero decir, darle su revancha a Jax Pero si la próxima vez toca un juego de el giras la ruleta otra vez
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Caíne:
Bueno, eso tiene mucho mas sentido
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Jax:
Pero está vez no lo haremos de la misma forma
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*Jax arroko el libro guia de Caíne del cuarto de control*
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Jax:
Diseñare contigo el próximo Paintball, está vez será un reto de verdad...
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Caíne:
Bueno, si tú lo quieres así, Pero nada de trampas en beneficio propio
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Jax:
Tu tranquilo, se exactamente que hacer
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*Jax empezó a reír como un villano, Caíne y Kinger se miraron*
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Kinger:
Jugamos ajedrez?
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Jax & Caíne & Bubble:
Claro!
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Shira:
Hola Gloink, disfrutando de la vista
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*Shira de acerco a saludar a
Gloink, sin embargo un bloque cayó detrás de ella se dió la vuelta, Gloink y Kaufmo fueron con Shira para ver qué había sucedido y Vieron que de arriba alguien tiraba una cuerda*
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Gummigoo: Si que esa alto, estás segura de que por aquí es la entrada?
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Max:
Eso dijo la princesa jefe
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Gummigoo:
Bien, andando!
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*Gummigoo, Max y Chad bajaron por la cuerda, encontrándose con Kaufmo, Shira y Gloink*
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Continuara
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dreamwithlost · 3 months
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AMOR TRAUMATIZADO
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Jaehyun x Reader
Gênero: Angst de leve, fluff
W.C: 1.4K
ᏪNotas: PRECISAVA escrever essa aqui, pois a Carol Bianzin simplesmente lançou a maior pedrada de todos os tempos chamada "amor traumatizado", que, misturada com sentimentos meus mesmo, me deixaram muito inspirada! Então leiam com carinho, e espero que curtam meus amores 😭❤️ Boa leitura!
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❝Cuida do que nunca foi cuidado
Pareço ser forte, mas sou frágil
Aceita meu amor traumatizado?
Não quero passear no meu passado❞
Acho que não há forma mais fácil ou bela de dizer isso, então: toda vez que Jaehyun te tocava, você lembrava do seu ex-namorado. Não que eles fossem parecidos, muito pelo contrário, a pele macia dos dedos de Jaehyun acariciando sua bochecha delicadamente lembrava como a aspereza das mãos do antigo homem nunca seria capaz de fazer. O sorriso de Jaehyun, que irradiava até mesmo do outro lado do mundo, lembrava como seu ex sempre andava com a cara emburrada. As juras de amor puras e completamente soletradas que os lábios carnudos de Jaehyun proferiam lembravam que a única forma que você havia aprendido a ser amada era quando os homens do seu passado estavam bêbados, e o hálito com sabor de uísque lhes fazia recitar belas promessas que jamais seriam cumpridas.
Jaehyun sempre lhe lembrava do seu ex, pois ele era tudo que ele jamais conseguiu ser, e isso te assustava, assustava muito. Afinal, poderia mesmo alguém lhe amar tanto assim? Ou ele também estava apenas brincando com seus sentimentos?
— Eu quero oficializar o nosso relacionamento — A voz de Jaehyun voltou a tocar gentilmente seus ouvidos. Seu olhar, antes desfocado e perdido em seus próprios pensamentos, voltou a analisar o quarto de hotel na beira da praia onde estavam hospedados. As pétalas de flores espalhadas sobre a cama, de forma cafona, ganharam destaque — Eu quero que todos saibam que você está comigo e que eu estou com você. Quero gritar aos quatro cantos do mundo.
Faziam três anos que você havia terminado seu relacionamento, ou melhor, que haviam terminado com você. E, apesar de ainda lembrar da sensação daquela dor ardente em seu peito, você havia seguido em frente. Sempre seguia, na verdade, a cada relacionamento fracassado que acumulava. Depois de seu último desastre amoroso, que havia sugado todas as suas energias, você prometeu a si mesma que focaria apenas em você, e estava indo bem com isso, estava realmente bem no último ano, feliz. Foi então que Jaehyun entrou em sua vida, primeiro como um bom amigo da faculdade, e logo depois, em uma festa universitária, como um garoto que você jurou que seria apenas, em termos simples, "uma ficada". Mas, para sua surpresa, faziam alguns meses que você e o meigo rapaz de madeixas castanhas estavam saindo, sempre atraída por encontros cada vez mais divertidos. Todavia, ver o rapaz ali em sua frente, com o buquê de tulipas em mãos — você amava tulipas, tão melhores que as convencionais rosas! — lhe surpreendeu. Aparentemente, você nunca fora uma garota que os homens enxergavam um compromisso sério rapidamente; você sempre precisou arranjar discussões e mais discussões para conseguir o mínimo.
Mas não com Jaehyun. Ele simplesmente estava ali, com suas flores favoritas em mãos.
...Flores... você nunca havia ganhado flores.
Então, por mais clichê e tosco que aquela cena fosse — todos sabiam que era — você não pôde evitar que seus joelhos fraquejassem e as lágrimas, silenciosas, começassem a cair de seus olhos avermelhados, que já tentavam segurar aquela reação tão — para você — vergonhosa há um bom tempo.
❝Você é do tipo que insiste ou substitui amores?
Foda essa geração descartável, descontrole
Vejo no repeat tanta inversão de valores
Será que ainda existe amar em meio a desamores?❞
— Ei, ei — Jaehyun exclamou, preocupado. Ele depositou o buquê juntamente com as alianças de compromisso sobre a cama antes de correr ao seu encontro e ajudá-la a sentar-se sobre os lençóis de seda — Tá tudo bem? Eu fiz algo de errado?
Você demorou um pouco para conseguir falar.
— Desculpa — Murmurou com a voz embargada pelo choro que teimava em ir embora — Nossa, isso é tão bobo — você repreendeu a si mesma, aceitando o abraço do rapaz e limpando suas lágrimas após entrelaçar seus braços no pescoço dele.
Naquele momento, você sentiu a forma mais indescritível de conforto de uma casa, e isso não pôde lhe lembrar de nenhum relacionamento antigo, afinal, era a primeira vez que vivenciava aquilo.
— Você não fez nada de errado, é só que eu... Eu nunca — você começou, escondendo o rosto do moreno, ainda entregue ao abraço — Eu nunca ganhei flores.
Você escutou a risada anasalada do universitário, que fez seus ombros subirem divertidamente, e finalmente ousou afrouxar o abraço, voltando a encarar Jaehyun. Sua feição era reconfortante, e seu sorriso não zombava de sua reação, apenas validava seus sentimentos.
— Eu vou te dar flores todos os dias da minha vida então, para que você jamais possa ficar triste com isso novamente — Ele acariciou suas pequeninas mãos, encarando-a profundamente — Quer dizer, se você quiser ficar comigo.
Seus braços, por um breve momento, estremeceram, congelando-se ao se darem conta mais uma vez do que estava acontecendo ali. As lágrimas voltaram a rolar de seus olhos. Por algum motivo, sentir aquele amor todo doía tanto, doía tanto tentar afirmar que o erro nunca foi você, quando a última pessoa que você havia amado sempre lhe fazia sentir o oposto. Era difícil dizer por que aquele mar de água salgada caía por seu rosto; era uma imensidão de sentimentos tão confusa, um medo tão grande, e você nem ao menos sabia do que.
Jaehyun iria embora também, não era?
— Jaehyun... — você começou em meio às lágrimas, tentando voltar a encarar o moreno.
Estava determinada a recusar aquela proposta, até o momento em que suas íris encontraram a plenitude das castanhas à sua frente. Magicamente, o choro desesperado como o de uma criança que acabara de se separar dos pais cessou, e um breve vislumbre de lucidez tocou o tsunami de sua ansiedade. Você não soube explicar por quê, mas simplesmente sentiu, no fundo do seu âmago, que era impossível simplesmente deixá-lo. Não importava se ele iria embora também. Será que, pela primeira vez, você não poderia aproveitar aquilo? Por que deveria recusar a única pessoa a quem você não precisou pedir o mínimo? Por que se castigar por algo que nunca foi sua culpa?
Sem pensar duas vezes, você inclinou-se suavemente para frente e selou seus lábios nos de Jaehyun. Naquele momento, nada mais lhe passou pela mente além do sabor salgado que o beijo teve, inundado por suas lágrimas mais sinceras. Você não pensou em mais nada que não fosse o amor que sentia por aquele homem.
— Eu te amo — Você sussurrou quando suas bocas finalmente se afastaram, e pela primeira vez aquela verdade foi capaz de sair por suas cordas vocais.
— Eu te amo — ele respondeu, encarando a imensidão do seu olhar sem medo algum, sem desviar um segundo sequer.
Não demorou muito para que seus corpos voltassem a se aproximar, colando mais uma vez seus lábios como se fosse uma necessidade básica do ser humano. Você entrelaçou novamente os braços pelo pescoço do universitário, acariciando os fios curtos de seu cabelo, e sentiu aquelas mãos rodeando sua cintura em uma carícia calma. O corpo de Jaehyun pendeu para frente, incentivando-a a se deitar em meio às pétalas. Não que algum dos dois estivesse se lembrando delas naquele momento. Você abriu espaço com uma das mãos, empurrando delicadamente o belo buquê de tulipas para a ponta da cama, e retornou a palma para o abdômen do rapaz, deslizando pelo local.
— Pera — ele interrompeu o beijo de supetão, te fitando — Isso quer dizer que agora nós somos namorados, né?
Você gargalhou pela primeira vez na noite com aquela indagação, e fingiu ponderar por alguns segundos antes de, em um rápido movimento, surpreender o rapaz ao fazê-lo rolar para o lado e subir em cima de seu corpo agora deitado. Você acomodou-se em seu colo e enlaçou seu rosto escultural com as mãos, acariciando suas bochechas ao depositar um breve beijo.
— Sim, namorado — murmurou ainda próxima de seu rosto, e viu um dos sorrisos mais belos se abrir no rosto de Jaehyun antes que ele voltasse a agarrar sua cintura.
A verdade era que talvez ele sempre tivesse sido o plano que o universo fez para você. Seu passado não importava mais, contando que ele estivesse em seu futuro.
❝Lá vou eu de novo
Apostando tudo
Não decepcione
Já não tenho muito
Pra perder de novo
Sei que não é justo
Te amar com medo, meu porto inseguro❞
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possession-swapbody · 6 months
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Saliendo de prisión
Historia pedida por @malevessel
Saben crecer teniendo una vida muy dura fue algo que le toco a mi familia, hace 24 años cuando yo tenia una año mis padres fallecieron y quedé al cuidado de Leo, el es mi tío segundo, era mi único familiar, lo malo que el no estaba muy bien económicamente y nos tocó vivir siempre limitados, cuando entré a la escuela el se aumentaba por días y luego regresaba con dinero para pagar mis estudios, mi ropa, y en general todo lo que ocupábamos, todo lo que tengo se lo debo a el, pero cuando cumplí 18 el no regreso, me quedé a vivir solo, conseguí un empleo y apoyos para poder estudiar, me gradué de abogado.
Hace unos meses un preso me solicitó para llevar su caso ya que aparentemente su anterior abogado había renunciado, yo llegué a mi reunión con el pero cuando me estaban llevando a una sala para poder hablar con el pasamos por un área en la que vi a un hombre que me resultó familiar, creí a haber visto al tío Leo, cuando finalmente salí de mi reunión con mi cliente pedí a uno de los guardias si podía ver al señor que creía era mi tío, el guardia me dijo que estaba equivocado ya que ese prisionero dijo que no tenia familiares, pero como la información que le di al guardia coincidía con la del preso excepto el echo de la familia logré conseguir una reunión con el, cuando lo vi me reconoció, comencé a llorar de la felicidad y del enojo ya que no sabía porque me dejó solo, pero a la vez estaba alegre de volverlo a ver, luego me enteré que el fue a prisión por robar, resulta que para obtener el dinero para mantenernos a flote el robaba y vendía lo que robaba, eso me hizo sentir culpable, busque algún medio legal para sacarlo, pero resulta que en su estancia en prisión no había tenido buena conducta ya que se metía en varios problemas y casi mata a la última persona que todo ya que le causó un infarto durante el atraco.
Yo buscaba un vacío legal pero no encontré nada, no me quedo más opción que rendirme, le visitaba varias veces a la semana, hace una semana decidí buscar por última vez fui a la biblioteca local a buscar más libro y vi un libro raro que me llamó la atención, se llamaba la magia del cuerpo y alma, el libro explicaba como hacer 3 cosas, viajes astrales, posesiones y regresiones, también habían varias advertencias pero no había problema la mayoría eran casos poco probables, yo soy escéptico pero por pura curiosidad lo llevé a casa, probé el hechizo de viaje astral, seguí los pasos y de pronto estaba flotando sobre mi cuerpo,era asombroso, no lo podía creer, entonces fui a explorar el vecindario y después regrese.
Al día siguiente tenia un plan le enseñaría a mi tío y dejaría que tomara mi cuerpo, luego saldría y le buscaríamos un nuevo cuerpo temporal, ya que ni por su edad lo dejarían salir de prisión debido a su "ola de crímenes".
Así llegamos al día de hoy, fui temprano en mi moto a la prisión, ya le había explicado todo a mi tío, le dije el plan desde antes me pararía cerca de la prisión y entonces el me poseía, ser iría a mi casa y me dejaría para salir y buscar el cuerpo de algún vecino, y la primera parte paso como planeamos.
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Me pare afuera de la prisión, un guardia me vio y preguntó si iba a pasar, le dije que no, que estaba pensando algunas cosas pero no era seguro, solo se dio la vuelta, entonces sentí un frío inundar mi espalda, era una sensación sorprendentemente incomoda, mi espalda se contrata, entonces escuché la voz del tío Leo.
Leo: hey muchacho ya estoy aquí vámonos.
Erick: no puedo tío tu estas tomando el control, ya no siento mis piernas.
Leo: es cierto esto se siente bien sabes poder sentir zapatos cómodos otra vez.
Eric: me alegra eso, tío antes de nada debo decirte que leyendo las advertencias ayer me di cuenta que la posesión tiene un efecto que...
Leo POV:
Leo: cual efecto, que pasa?
Genial ya se fue, sabíamos que el proceso era rápido pero no tanto, bueno creo que lo mejor será ir a casa, tome la moto de Erick y conduje hasta la casa, el sentimiento de libertad me hizo tan feliz que pensé que no haría daño si me paseaba un rato por el camino.
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Luego me di cuenta que había pasado mas de una hora y en eso recibí un llamado de la prisión informando mi aparente muerte, pero solo dije que iría después, sabía que Erick probablemente no tendría mucho tiempo ya que no me pudo dar la advertencia completa.
Al entrara la casa , me vi en un espejo, era tan raro ver a Erick en el reflejo y no a mi, comencé a buscar el libro que no encontraba por ningún lado, estuve buscando por mas de media hora, entonces comencé a sentir una extraña ola de excitación, pero sabía que no debía hacer nada por respeto a mi sobrino, seguía buscando pero la sensación cada vez era mayor, el cuerpo que habitaba estaba caliente y duro, entonces encontré el libro, buscaba el apartado de posesión y por algún motivo sentía como cada vez mi cuerpo estaba a punto de correrse, encontré la página y las advertencias decían cosas como que no hay seguridad de mantener personalidad y un montón de cosas específicas pero no de gran importancia, entonces llegué a un párrafo que de no se por mi estado en el cual ya sentía como gotas de semen escapaban de mi pene prestado me habría dado un paro de lo grave que era.
Debido a que el cuerpo humano está echo para que un alma habite en su interior suele haber una relación que a la hora de la posesión se corta, ya que el alma del dueño original se desconecta para dar paso al del nuevo anfitrión, por lo que debes estar seguro de que escogiste al cuerpo correcto o de lo contrario déjalo usando el mismo hechizo para regresar a tu cuerpo o saltar al cuerpo de alguien más, ya que al desconectar el alma original esta solo cuenta con 2 horas antes de ser expulsada de su cuerpo, este se daría a través de un estado de éxtasis en el cual el cuerpo se auto estimulará para correrse y sacar el alma original, una vez fuera el alma ahora líquida deberá ser almacenada en algún recipiente, vaciado en algún objeto o persona para no perderse, ya que de quedar expuesta reaccionara como cualquier fluido y al secarse se desvanecerá de manera permanente.
No podía creer lo que leía ya que sentía como me estaba corriendo en contra de mi voluntad, entonces me di cuenta de lo que pasaba, acababa de pasar, Erick acaba de salir de su cuerpo, me deje llevar por sentirme libre y desperdicie el tiempo de mi nieto antes de ser separado de su cuerpo, de manera rápida me quite el traje y lo coloque sobre mi entrepierna con la esperanza que mi sobrino aun estuviera en parte dentro de el pero ya era tarde, toda su esencia aparentemente quedó impregnada en el traje de motociclista que llevaba.
Busque en el libro pero no había nada que dijera como revertir esto, solamente descubrí que ahora Erick estaría en ese traje, tome el traje pero al tocarlo escuche su voz.
Erick: tío, me puedes escuchar?
Leo: si, pero como es esto posible.
Erick: no lo se exactamente pero creo que es como si pudiera sentirte cuando tomaste el traje porque antes de eso todo era silencio.
Fue entonces que una idea paso por mi mente, me volví a colocar el traje y sentía como si alguien estuviera conmigo.
Leo: si, eso es cierto, que bueno que esta esta opción.
Erick.: que pasa?, puedo ver otra vez, y sentir, eso es buen... porque no puedo mover nada?
Leo: creo que al usar el traje puedes ver y sentir como si fuera tu cuerpo pero siendo un espectador desde donde no puedes mover nada pero si comunicarte, como en las películas.
Erick: bueno eso es mejor a nada.
Leo: concuerdo es algo positivo.
Eric: si para remediar a medias tu desastre.
Leo: lo se debí venir antes de que esto pasara, pero ya no puedo hacer nada créeme yo quisiera que esto no hubiera pasado.
Las lágrimas brotaban de los ojos de Erick mientras me sentía impotente y sin control de nada, el trato de consolarme a pesar que se llevó la peor parte del asunto, fue muy cruel de mi parte ya que yo conseguí un cuerpo más joven, una vida intachable y un nuevo inicio, mientras que el solo se podía imaginar el resto de su vida como un traje de motociclista.
Dos meses después..
Erick pov:
Ya han pasado dos meses desde que mi vida se vio terminada para ser un simple traje, pero no es tan malo, el tío Leo, me usa seguido y me consulta sobre como llevar mi carrera, mi vida y todo en general, hace lo que yo quiero para compensar lo que pasó, además de que consiguió un romee, Aron, que en secreto aveces me usa porque le gusta como se ve conmigo puesto, yo disfruto de sentir y ver lo que el hace, en especial cuando me usa y se calienta, es como volver a sentir los placeres carnales que el tío nunca haría ya que soy su sobrino, pero Aron satisface muy bien ese lado.
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